Historia mexicana 096 volumen 24 número 4

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HISTORIA MEXICANA 96

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Vi?eta de la portada Perspectiva de la parroquia de Xalapa, del plano de Ulloa y Fi gueroa (1776).

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HISTORIA MEXICANA

Revista trimestral publicada por el Centro de Est Hist?ricos de El Colegio de M?xico Fundador: Daniel Cos?o Villegas Redactor: Bernardo Garc?a Mart?nez

Consejo de Redacci?n: Jan Baz?nt, Lilia D?az, Luis Gonz?lez

Gonz?lez Navarro, Josefina V?zquez de Knauth, Andr?s Lira, Lu

Elias Trabulse, Berta Ulloa, Susana Uribe de Fern?ndez de Secretaria de Redacci?n: Anne Staples

VOL. XXIV ABRIL-JUNIO 1975 N?M SUMARIO

Art?culos Bernardo Garc?a Mart?nez: La Comisi?n 485 fico-Exploradora

Miguel A. S?nchez Lamego: Agust?n D?a cart?grafo mexicano

556

Peter Gerhard: La evoluci?n del pueblo ru 566 cano: 1519-1975 Roderic Ai Camp: La cuesti?n chiapaneca: 579 de una pol?mica territorial

Examen de archivos

Takako Sudo y Aurelio de los Reyes: Xa historia y sus instrumentos 607

Examen de libros

sobre H?l?ne Rivi?re d'Arc: Guadalajara gion (Jos? M? Mur?a) 622

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sobre Jos? Mar?a Kobayashi: La educaci?n como

conquista ? Empresa franciscana en M?xico (Elsa

Cecilia Frost) 626

sobre Prodyot C. Mukherjee, ed.: Movimientos agra

rios y cambio social en Asia y ?frica (Jan Ba

zant) 631

La responsabilidad por los art?culos y las rese?as es estrictamente personal

de sus autores. Son ajenos a ella, en consecuencia, la Revista, El Colegio y las instituciones a que est?n asociados los autores.

Historia Mexicana aparece los d?as 1<? de julio, octubre, enero y abril

de cada a?o. El n?mero suelto vale en el interior del pa?s $20.00 y en el extranjero Dis. 1.90; la suscripci?n anual, respectivamente, $75.00

y Dis. 6.50. N?meros atrasados, en el pa?s $25.00; en el extranjero, Dis. 2.20.

? El Colegio de M?xico Guanajuato 125 M?xico 7, D. F.

Impreso y hecho en M?xico

Printed and made in Mexico

por Fuentes Impresores, S. A., Centeno, 4-B, M?xico IS, D. F.

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LA COMISI?N GEOGR?FICO-EXPLORADORA Bernardo Garc?a Mart?nez El Colegio de M?xico *

Cuando Porfirio D?az lleg? por primera vez al poder no exist?a ning?n mapa de la rep?blica que pudiera calificarse de preciso y moderno. A los mapas coloniales hab?an suce

dido, entre otras, aquella carta de 1850 de la Sociedad de

Geograf?a y Estad?stica, que tan mala suerte tuvo,1 las varias de Antonio Garc?a Cubas ?de 1856 y 1863? y las de la lito graf?a de Decaen, de 1862 y 1865. La mejor de esas cartas, la

segunda de Garc?a Cubas, distaba mucho de ser un buen

mapa a pesar de las excelencias del trabajo de su autor, tanto m?s meritorio cuanto m?s dif?cil era allegar datos y noticias precisas. Los estados tambi?n carec?an de mapas particulares hechos con t?cnicas adelantadas, con excepci?n del soberbio

atlas del estado de M?xico, de Tom?s Ram?n del Moral, publicado por primera vez en Toluca en 1851-52,2 y con

excepci?n tambi?n de varias cartas de reconocimiento del istmo de Tehuantepec, realizadas por distintas comisiones mexicanas y extranjeras en busca del mejor terreno para abrir un canal, de las cuales la m?s difundida fue la hecha en 1871 * El autor desea expresar su agradecimiento a los se?ores Armando

Uribe y Cristina Trevi?o Urquijo, encargados de la Mapoteca de la Direcci?n General de Geograf?a y Estad?stica, en Tacubaya, por su va

liosa ayuda y las gentiles atenciones de que fue objeto a lo largo de

sus investigaciones en dicha Mapoteca y su archivo.

i Su primera versi?n se perdi? en un naufragio, cuando era con ducida a Europa para su publicaci?n. La segunda pas? a dormir al

archivo de la Secretar?a de Fomento. La mencionada mala suerte puede entenderse tanto de la carta como de la Sociedad.

2 Manuel Orozco y Berra: Apuntes para la historia de la geogra

f?a en M?xico, M?xico, Imp. de Feo. D?az de Le?n, 1881, pp. 353-358.

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BERNARDO GARC?A MART?NEZ

por Fern?ndez, Barroso y Segura.3 Tambi?n muy conocidas eran algunas cartas del Valle de M?xico, especialmente el plano topogr?fico que hizo la Comisi?n del Valle en 1857. La inexactitud de la mayor?a de las cartas se explicaba por la escasez de apoyos terrestres con que se contaba, tanto de tirx) astron?mico como geod?sico o topogr?fico. Las posi ciones astron?micas conocidas rara vez estaban confirmadas, y el resto del trabajo cartogr?fico depend?a del trazo de itinerarios y de la utilizaci?n de informaciones diversas. El pri

mer cient?fico que intent? en M?xico aplicar procedimientos precisos para la elaboraci?n de un mapa fue Tom?s Antonio

del Moral, quien realiz? varios trabajos geod?sicos para su

ya mencionado atlas del estado de M?xico. Posteriormente y con m?s recursos a su disposici?n, Francisco D?az Covarrubias

hizo la triangulaci?n de parte del Valle de M?xico, aprove chando sus trabajos en la elaboraci?n de una carta hidro gr?fica.4 El propio D?az Covarrubias hab?a corregido la de terminaci?n de la longitud de la ciudad de M?xico en 1859, y no fue sino hasta 1866 que Francisco Jim?nez hac?a por primera vez en el pa?s la determinaci?n de la longitud de un punto por medio del tel?grafo, intercambiando se?ales

entre M?xico y Cuernavaca.5 Hab?a, en resumen, escasos logros y pocos recursos. Pero no faltaban personas interesadas en el progreso de la ciencia

y preocupadas por alcanzar un mejor conocimiento de la rep?blica. Quien pudo influir muy positivamente en este sen tido fue Vicente Riva Palacio, al hacerse cargo en 1876 de la Secretar?a de Fomento, Colonizaci?n, Industria y Comercio. En enero de 1877, Riva Palacio nombr? una comisi?n de ingenieros que deber?a elaborar un programa integral y deta

llado de trabajo cartogr?fico. En febrero, la comisi?n de

3 Fue publicada en 1877. Vid. infra, nota 12. 4 Orozco y Berra: op. cit., p. 357 y cap. xxvii. 5 Ibid., p. 399. Covarrubias y Balbontin hab?an hecho anteriormente, en 1855, unos ensayos entre M?xico y Quer?taro, pero con resultados que el propio Covarrubias calific? de insatisfactorios.

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LA COMISI?N GEOGR?FICO-EXPLORADORA 487 ingenieros o Comisi?n de Cartograf?a, provista de un local conveniente y de varios ayudantes, empez? por examinar las cartas existentes y elaborar un cat?logo de las mismas. Su primera conclusi?n fue que esos mapas deb?an considerarse, en general, inaprovechables, y que hab?a que pensar en una labor totalmente nueva.6 El alma de esta comisi?n era don Agust?n D?az, uno de los m?s ilustres top?grafos mexicanos, que hab?a realizado notable labor en la comisi?n mexicana encargada de fijar los l?mites con Estados Unidos despu?s de la invasi?n.7 A Agus

t?n D?az se deb?a todo aquello que hab?a de dar solidez a la labor cartogr?fica que se iniciaba: los proyectos originales, la experiencia, la integridad profesional, el esp?ritu pr?ctico y el entusiasmo. Los proyectos que prepar? la comisi?n, debidos de hecho a don Agust?n, fueron presentados en poco tiempo ante el secretario del ramo. A grandes rasgos, se trataba de formar seis series de mapas: la. Cartas generales de la rep?blica, en fracciones. De ?s tas, la carta general a la cienmil?sima constitu?a la parte me dular del proyecto. 2a. Cartas de conjunto, es decir, particulares de cada e& tado o territorio.

3a. Cartas de reconocimiento, de algunas regiones de in ter?s particular.

4a., 5a. y 6a. Cartas hidrogr?ficas, de poblaciones, y mi litares. Se preve?a la publicaci?n de por lo menos las primeras dos o tres series conforme cada hoja fuese siendo terminada. 6 Agust?n D?az: "Informe sobre el estado actual de la cartograf?a" (nov. 29, 1877), en Memoria... de la Secretar?a de Fomento (el t?tulo var?a; en lo sucesivo se citar? como Memoria de Fomento), 1876-1877, pp. 479-480.

7 A continuaci?n de este art?culo, Historia Mexicana publica una

biograf?a de Agust?n D?az (N. de la R.) .

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BERNARDO GARC?A MART?NEZ

Se procurar?a mantener siempre un mismo formato en los mapas fraccionados, y un mismo tipo de letras y s?mbolos, para permitir que las cartas o los atlas que se formaren con ellos fuesen reemplazados o actualizados en sucesivas edicio nes. Finalmente, se buscar?a la econom?a, para poder vender las hojas a precios m?dicos, con descuento para los empleados federales. Uno de los prop?sitos del gobierno, se dijo en esa ocasi?n, era "popularizar la geograf?a del pa?s".8 La ejecuci?n de tan ambicioso proyecto se encomendar?a a unas comisiones especializadas que ser?an sostenidas por las Secretar?as de Fomento y de Guerra. J^a topograf?a y ciertos ramos de la estad?stica se encomendar?an a la oficialidad del ej?rcito, auxiliada por los subalternos reci?n salidos del Colegio Mi litar, que de acuerdo con los m?s recientes planes de estudio ten?an ya nociones de topograf?a. La elaboraci?n de las cartas militares se combinar?a con la de las geogr?ficas, logrando con ello tanto una parte importante de la instrucci?n del ej?rcito, cuanto un ahorro considerable de dinero, pues los oficiales percibir?an los sueldos que normalmente les pagaba la Secretar?a de Guerra, con s?lo algunos aumentos en ciertos casos, m?s los pagos de vi?ticos y gastos de expedici?n. Al grupo de militares se a?adir?an tambi?n ingenieros civiles bien preparados, que recibir?an un grado militar para man tener la estructura jer?rquica de la comisi?n. En cuanto a la Secretar?a de Fomento, ?sta coordinar?a las cuestiones admi nistrativas y las labores de gabinete encaminadas a lograr la construcci?n y la publicaci?n de los mapas. Relataba D?az que el plan provoc? tal entusiasmo entre los cuadros militares "que no solamente los alumnos de las clases superiores en la Escuela de Ingenieros y el Colegio Militar consintieron en ser llamados al cuerpo topogr?fico, sino que muchos oficiales se acercaron a solicitarlo, singulariz?ndose un jefe ameritado que aun se subalternar?a a otros de inferior categor?a si as? era necesario a la organizaci?n".9 8 D?az: "Informe..." (1877) cit., pp. 479-480.

9 Ibid., pp. 477-478.

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LA COMISI?N GEOGR?FICO-EXPLORADORA 489 El proyecto sin duda hab?a sido madurado por don Agus t?n tiempo atr?s, cosa que explica la rapidez con que se pre sent? y la prontitud de los oficiales y subalternos en respon der. Como profesor del Colegio Militar ha de haber insistido m?s de una vez en la necesidad de que M?xico contara con una cartograf?a s?lida, y tambi?n ha de haber convencido de ello a varios disc?pulos y colegas. Por otra parte, dentro de un ej?rcito siempre es apetecida una posici?n dentro de los cuerpos

cartogr?ficos: m?s c?moda, segura, excluye los rigores de las campa?as militares y casi permite llevar una vida civil con los privilegios del ej?rcito. Agust?n D?az era un hombre entusiasta, y de ello dar?a prueba en varias ocasiones. Por lo pronto, al presentar su proyecto ante Riva Palacio advert?a la necesidad de mantener el esfuerzo a como diera lugar: "La aton?a que domina nues tras acciones ?dijo? nos hace exagerar las dificultades de cualquier empresa; mas a poco que se reflexione se ver? que los obst?culos son f?ciles de allanar y que el esfuerzo que ha gamos quedar? m?s que compensado con los beneficios de otro orden que consideremos." 10 Riva Palacio present? el proyecto al presidente D?az en julio, recomend?ndole que ayudara en lo posible a esa comi

si?n de ingenieros y a las que se pensaba formar para la ejecuci?n del proyecto en el campo mismo. El culto secre tario de Fomento logr? formalizar el asunto en los ?ltimos d?as de su gesti?n, de modo que el 15 de noviembre se pu blic? un proyecto de ley relativo a la creaci?n de dos "comi siones exploradoras". El 13 de diciembre de ese mismo a?o de 1877 el ejecutivo contaba ya con la aprobaci?n del con

greso y con una partida del presupuesto reservada al efecto.11

La comisi?n de ingenieros no permanec?a entre tanto ocio sa. En el mismo a?o de 77, adem?s de las labores conducentes

a la realizaci?n de la parte principal del proyecto, se ocup? de aprovechar al m?ximo los trabajos existentes sobre las dos 10 Ibid., p. 476.

il Vid. Diario Oficial, die. 13, 1877.

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BERNARDO GARC?A MART?NEZ

regiones mejor cartogra?adas del pa?s. En primer lugar, hizo una reducci?n de la ya mencionada carta del istmo de Tehuan tepec de Fern?ndez, Barroso y Segura. De este mapa, original

mente trazado a escala de 1:250 000, se hizo una versi?n a 1:500 000 destinada al tomo tercero de los Anales del Minis

terio de Fomento y que tambi?n se public? como hoja suelta, presentada como la carta n?mero 1 de la tercera serie del proyecto, esto es, de la serie de "cartas de reconocimiento".12 M?s interesante todav?a fue el segundo trabajo del fla mante cuerpo cartogr?fico dirigido por D?az, porque se tra taba de algo totalmente original: la Carta corogr?fica del Distrito Federal, construida con arreglo a los numerosos ma pas y planos parciales del Valle de M?xico con que se contaba, especialmente los de D?az Covarrubias y los de la Comisi?n del Valle. Este mapa fue hecho a la cienmil?sima, *e inclu?a varios recuadros con datos sobre la construcci?n y el apoyo topogr?fico del mismo. Se public? como parte de la segunda serie, de "cartas de conjunto".13 Admirable en verdad la labor de don Agust?n y su cuerpo cartogr?fico: lograron publicar ambos mapas en 1877, lito grafiados a una tinta. Vendi?ndolos a cuarenta o sesenta cen tavos, seg?n la calidad del papel en que se desearan, pudieron darse a conocer ampliamente en poco tiempo. A?n hubo un tercer trabajo de la comisi?n en ese a?o, y fue la prepara 12 Carta de reconocimiento del istmo de Tehuantepec, formada para la apertura de un canal interoce?nico por la comisi?n mexicana nom brada al efecto [Manuel Fern?ndez, Agust?n Barroso, Guillermo Segura], 1871. Secretar?a de Estado y del Despacho de Fomento ? Comisi?n de Cartograf?a, bajo la direcci?n del ing. A. D?az. la. edici?n, 1877. 3a. se rie, n?m. 1. Escala 1:500 000. (Recuadro: signos; dib. R. Tangassi, M. C. Castro; lit. Salazar.) [Una tinta.] 13 Carta corogr?fica del Distrito Federal. Secretar?a de Estado y del

Despacho de Fomento ? Comisi?n de Cartograf?a, bajo la direcci?n del ing. A. D?az. la. edici?n, 1877. 2a. serie, Num. 19. Escala 1:100 000. (Recuadros: datos de construcci?n, topograf?a, abreviaci?n de nombres dobles, signos y abreviaturas, divisi?n pol?tica, censo de 1874; dib. M. C.

Castro, R. Tangassi; lit. Salazar.) [Una tinta.] No tiene explicaci?n el hecho de que se le haya asignado el n?mero 19 dentro de la serie.

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LA COMISI?N GEOGR?FICO-EXPLORADORA 491 ci?n de una Carta administrativ a-itineraria de la rep?blica, a 1:2 000 000, presentada en nueve hojas, que demor? mucho

en terminarse.14

Se trabajaba tambi?n, desde luego, en la parte medular del proyecto, aun antes de conocer la respuesta del congreso,

que, como qued? dicho, dio su aprobaci?n en el mes de di ciembre. Aqu? se presentaron varios problemas. Para poner en marcha el proyecto de la carta general, Agust?n D?az hab?a

elaborado un programa de trabajo que result? demasiado

ambicioso una vez que se advirti? que, aun con la aprobaci?n del legislativo, el presupuesto de que se dispondr?a iba a ser muy peque?o, como en efecto fue.15 De ese programa original

de trabajo no conocemos nada. D?az alude a ?l vagamente

haciendo referencia a una "idea primitiva" que no pudo lle

varse a cabo porque "aparecieron obst?culos insuperables

para la Secretar?a de Fomento, y de tal g?nero que hubiera sido imposible de prever".16 Por lo que se desprende de es critos posteriores de D?az, parece que la "idea primitiva" con sist?a en basar el trazo de los mapas en grandes triangula ciones geod?sicas. Ciertamente, de haberse recurrido a ese m?todo la realizaci?n del proyecto hubiera llevado m?s de un siglo. As? pues, se tom? finalmente la decisi?n de apoyar el trazo en una serie de puntos clave determinados astron? 14 Carta administrativa ? itineraria de la Rep?blica Mexicana. Se

cretar?a de Estado y del Despacho de Fomento ? Comisi?n de Carto

graf?a, bajo la direcci?n del ing. A., D?az. la. edici?n, 1877. la. serie,

N?m. 1. Escala 1:2 000 000. (Constr., dib. C ?lvarez, R. Tangassi; lit.

Salazar.) Las hojas que aparecieron despu?s ya no estaban asociadas al nombre de A. D?az. En 1879 estaban impresas la car?tula y las hojas 2, 3 y 6. Vid. D?az: "Informe..." (1877) cit., p. 478; Agust?n D?az: "Cartas oficiales de la Rep?blica Mexicana", en Peri?dico Oficial del Gobierno de Puebla, x: 63 ago. 6, 1879). 15 $ 8 500.00 para 1877-78. Cristina Trevi?o Urquijo: "La Comisi?n Geogr?fico-Exploradora", MS. (Este trabajo es la introducci?n a un atlas con mapas de la Comisi?n, formado recientemente por la Direcci?n Ge neral de Geograf?a y Meteorolog?a, de la Secretar?a de Agricultura y Ganader?a, para su distribuci?n a las instituciones cient?ficas.)

16 D?az: "Informe..." (1877) cit., p. 478.

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BERNARDO GARC?A MART?NEZ

micamente a lo largo de las v?as telegr?ficas y ferroviarias, puntos que no presentaran problemas de acceso y a los cuales se pudiera volver f?cilmente para cualquier verificaci?n. Este procedimiento era desde luego m?s econ?mico y pod?a ser casi tan exacto como el otro si se pon?a en ?l el mayor cui dado. Pero sobre todo garantizaba que no ser?a tan dif?cil ni dilatado alcanzar las metas del proyecto, es decir, la cons trucci?n de las seis series de cartas, especialmente de la pri

mera, y la simult?nea capacitaci?n de los ingenieros top? grafos militares y civiles.17 En cuanto a la organizaci?n del trabajo, se hab?a pensado al principio en formar dos "comi siones exploradoras", aqu?llas a las que se alud?a.en el pro yecto de ley, pero al fin se constituy? solamente una: los recursos eran muy escasos.

As? naci? la Comisi?n Geogr?fico-Exploradora, que inici? formalmente sus trabajos el 5 de mayo de 1878, un a?o y cuatro meses despu?s de haber formado Riva Palacio la Co misi?n de Cartograf?a, de la cual surgi?.18 Su nacimiento no 17 Id. y Vicente E. Ma?ero: "Informe" (nov. 30, 1877), en Memo

ria de Fomento, 1876-1877, p. 455. is La Comisi?n Geogr?fico-Exploradora naci? como una especie de secci?n de la Comisi?n de Cartograf?a, y ocasionalmente se le denomin? "Comisi?n Geogr?fico-Exploradora de Oriente", pero pronto se consti tuy? como instituci?n aparte. As? pues, no se tratar? m?s en detalle en estas l?neas de la comisi?n original, conocida posteriormente como Sec ci?n de Cartograf?a de la Secretar?a de Fomento. La siguiente es una rese?a muy breve de su historia ulterior. Sus labores, comparadas con las de la Comsi?n Geogr?fico-Exploradora, fueron bastante deslucidas, y estuvieron fundamentalmente orientadas, primero, a reunir y comple tar datos cartogr?ficos que formaran otras instituciones; segundo, a for mar con ellos cartas de tipo general, y tercero, a hacer planos y mapas para uso de la Secretar?a. Los tres primeros trabajos de este organismo,

debidos todav?a a don Agust?n D?az, fueron ya citados en las notas

12, 13 y 14. M?s adelante se citar? otro mapa publicado por la Comi si?n de Cartograf?a pero construido por la Geogr?fico-Exploradora y dirigido por el propio D?az. Dejando de lado estas cartas, las primeras que se pueden atribuir a este organismo, desligado ya de D?az, son dos de tel?grafos y caminos de la rep?blica (1878, 1:5 000 000) y una "Carta general geogr?fica" (1:3 000 000) destinada a presentarse en la Exposi

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LA COMISI?N GEOGR?FICOEXPLORADORA 493

pudo haber sido m?s deslucido: el presupuesto que se le

otorg? fue .tan raqu?tico que hubo que reducir a?n m?s el programa de trabajo. No ser?a posible recorrer las l?neas telegr?ficas y establecer posiciones astron?micas para todo el pa?s. Habr?a que limitarse, para comenzar, a una regi?n cer cana a la capital. Al frente de la Comisi?n fue colocado, desde luego, don Agust?n D?az. Como colaboradores suyos figuraron

el ingeniero Julio Al varado y un disc?pulo de ambos, el te niente Jos? Gonz?lez Moreno. A m?s de esto, la Comisi?n contaba con cinco soldados de rurales y cinco ac?milas de

desecho, un teodolito astron?mico viejo y que necesitaba

repararse, dos br?julas de campa?a, un sextante, un cron? metro y tres troqui?metros.19 Poco despu?s le fueron asig

ci?n Universal de Nueva Orleans (1885). Otra semejante se hizo a

mayor escala (1:2 000 000) y con m?s datos para la exposici?n de Par?s

de 1889, y otra hidrogr?fica para la de Chicago de 1893. La Carta

administrativa-itineraria en que se trabajaba desde 1877 no pudo ser terminada durante a?os, como tampoco otra de v?as de comunicaci?n,

proyectada como pareja de la anterior tambi?n a 1:2 000 000. Incon clusa tambi?n qued? una "Carta general corogr?fica de la rep?blica" (1:1000 000). En a?os posteriores se prepararon varios mapas de la

rep?blica a diversas escalas, geogr?ficos, meteorol?gicos, estad?sticos, etc., y una nueva carta del Distrito Federal. No todos se publicaron. En 1900 se termin? una "Carta corogr?fica de Chiapas" y se empez? a trabajar en un atlas de los estados, basado en gran parte en los trabajos de la Comisi?n Geogr?fico-Exploradora. Hacia 1911 y 1912 se continuaba la ela boraci?n de este atlas, que es, b?sicamente, el origen de los publicados posteriormente por la Direcci?n General de Estudios Geogr?ficos. Entre los directores de la Secci?n de Cartograf?a destac? el ingeniero Ignacio Molina. Vid. Memoria para la Carta general geogr?fica de la Rep?blica

Mexicana ?A?o de 1889, M?xico, Oficina Tipogr?fica de la Secretar?a de Fomento, 1890; Memoria de Fomento, 1883-1885, pp. 563-568; 1892 1896, pp. 95-96; 1897-1900, pp. 117-119; 1901-1904, pp. xxii-xxix; 1911 1912, pp. xxxi-xxxii. 19 [Agust?n D?az]: Memoria de la Comisi?n Geogr?fico-Exploradora, presentada al oficial mayor encargado de la Secretar?a de Fomento so bre los trabajos ejecutados durante el a?o fiscal de 1878 a 1879, M?xico,

Imp. de Feo. D?az de Le?n, 1880, p. 12; Julio Alvarado: "Informe de la Comisi?n Geogr?fico-Exploradora" (may. 23, 1901), en Memoria de Fomento, 1897-1900, p. 300.

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BERNARDO GARC?A MART?NEZ

nados como ayudantes algunos egresados de la Escuela de Ingenieros y del Colegio Militar. Eso era todo.

Algunos a?os despu?s Agust?n D?az relataba con cierto or gullo, como quien habla de ?pocas heroicas, la historia de los tiempos dif?ciles, tiempos en que hubo que luchar para ase gurar la subsistencia y los recursos m?s elementales. En el mismo mes de mayo de 1878, la Comisi?n se hab?a establecido

en la ciudad de Puebla. "Empezamos... empezando", dijo

refiri?ndose a la carencia de recursos y de estudios previos

en que apoyarse. M?s de una sonrisa ha de haber provo

cado el entusiasmo con que ?l y sus colaboradores empren dieron un proyecto tan ambicioso.20 La elecci?n de Puebla obedec?a tanto a la conveniencia de radicar en una poblaci?n grande y cercana a M?xico, cuanto a la importancia que ten?a el emprender trabajos cartogr?ficos en esa regi?n que tanto carec?a de ellos y que tanto los necesitaba por su ubicaci?n y prosperidad.21

Con haberes tan modestos, la labor de la Comisi?n no

pod?a ser r?pida ni espectacular. Aunque logr? obtener un aumento del 50% en su presupuesto y reforzar su personal con algunos oficiales del Estado Mayor Especial que le fueron asignados,22 no conoci? por un buen tiempo ni la holgura 20 Un comentario esc?ptico: [Vicente E. Ma?ero]: "Memoria de la

Comisi?n Geogr?fico-Exploradora", en El Mensajero ? ?rgano del Par tido Liberal Constitucionalista, i:60 (M?xico, jun. 18, 1880) .

21 [D?az]: Memoria... cit., p. 14.

22 "La rese?a que en 31 de julio de 1879 elev? al Supremo Gobierno dio por resultado lo que ten?a previsto: hecho cargo el presidente de la rep?blica de los trabajos de campo ejecutados en los catorce meses

que la Comisi?n contaba de existencia, se dedic? a dar a esta mayor

amplitud en sus medios de acci?n, acordando el pase a la Comisi?n de los oficiales disponibles del Estado Mayor Especial y proponiendo al Congreso de la Uni?n, en fines del mismo a?o, un aumento en el per sonal de la Secretar?a de Fomento. Lo primero tuvo su verificativo en septiembre del propio a?o, mas en cuanto a lo segundo, no tuvo resul tado, pues en vista de la situaci?n financiera el presidente no crey? oportuno insistir por entonces." Agust?n D?az: "Informe de la Comisi?n

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LA COMISI?N GEOGR?FICO-EXPLORADORA 495 econ?mica ni la regularidad en sus dotaciones. A menudo era forzoso detener la salida de una expedici?n porque la jefa tura de hacienda encargada de cubrir los gastos se atrasaba en sus pagos, de modo que no hab?a dinero suficiente para proporcionar vi?ticos a ingenieros y soldados, ni comida para los animales que hubieren de alejarse por varios d?as de la ciudad de Puebla. Don Agust?n ten?a que realizar constantes viajes a la capital para arbitrar los recursos m?s indispensa bles para subsistir.23 Por si estas dificultades fueran pocas, en

las zonas aisladas la poblaci?n recib?a a los miembros de la Comisi?n con hostilidad y desconfianza, tom?ndolos por agen tes del fisco o por intrusos que iban en busca de alg?n inter?s

personal. Esto, desde luego, sin contar con todos los contra tiempos habituales, como enfermedades, accidentes o extra v?os.24

El avance era, pues, lento. El trabajo de campo, de por s? laborioso, acaparaba todos los esfuerzos. El de gabine te, esto es, c?lculo, construcci?n y dibujo de los mapas con

base en los datos adquiridos, ten?a que quedar relegado a un segundo plano porque no hab?a ni personal ni tiempo para hacerlo. Tampoco era f?cil conseguir dibujantes capa Geogr?fico-Exploradora" (ago. 31, 1882), en Memoria de Fomento, 1877 1881, i, pp. 71-72.

23 [D?az]: Memoria... cit., pp. 8-9, 25; Alvarado: "Informe..."

(1901) cit., p. 300. 24 Agust?n D?az: Comisi?n Geogr?f ico-Exploradora de la Rep?blica

Mexicana ? Exposici?n Internacional Colombina de Chicago de 1893 ? Cat?logo de los objetos que componen el contingente de la Comisi?n,

precedido de algunas notas sobre su organizaci?n y trabajos, Xalapa Enr?quez, Tip. de la C. G. E., marzo de 1893 (en lo sucesivo se citar? como Cat?logo Chicago), p. 5. En las expediciones a lugares c?lidos que se realizar?an en los siguientes a?os habr?a constantemente un 60% de

enfermos de intermitentes, fiebres biliosas, disenter?as y, en general, todo

tipo de enfermedades pal?dicas, que costar?an la vida a algunos oficia les. Julio Alvarado a Manuel Fern?ndez Leal, secretario de Fomento, feb. 21, 1888, en Archivo de la Comisi?n Geogr?f ico-Exploradora, Ma

poteca de la Direcci?n General de Geograf?a y Meteorolog?a, Tacu baya, D. F. (en lo sucesivo se citar? ACGE), leg. 162.

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BERNARDO GARC?A MART?NEZ

citados para un trabajo cartogr?fico.25 Apenas durante las temporadas de aguas, la imposibilidad de salir al campo per mit?a adelantar en esos quehaceres de gabinete. Y no paraban aqu? los obst?culos y contratiempos, pues

los hab?a peores. Carlos Pacheco, sucesor de Riva Palacio

en la Secretar?a de Fomento, no era un hombre de miras tan elevadas como su antecesor. Agust?n D?az observaba con ra z?n que "por desgracia en nuestro pa?s existe una tendencia muy marcada a alterar el ser de los asuntos p?blicos conforme al cambio de personas o de las ideas pol?ticas".26 Los altos funcionarios quer?an ver cuanto antes resultados tangibles. As?, con todas sus limitaciones, la Comisi?n ten?a que reali zar trabajos lo suficientemente llamativos como para apagar cualquier duda o impaciencia y mantener viva la esperanza de recibir m?s ayuda. "En las circunstancias del pa?s ?se que

jaba don Agust?n? todo lo que no es de actualidad y pro

vecho muy directo para la generalidad parece lujo." 27 Dif?cil compromiso para ?n hombre de ciencia trabajar casi contra

reloj para satisfacer la ansiedad de aquellos de quienes de

pende, y satisfacer tambi?n su propio imperativo ?tico de rea

lizar el trabajo honesta y concienzudamente. Triste necesidad

la que lo llev? a escribir en una Memoria que la Comisi?n Geogr?fico-Exploradora public? en 1880 un p?rrafo como ?ste: "Llamo la atenci?n del ilustrado ingeniero que hoy est? a la cabeza de la Secretar?a para que cumpla el ofrecimiento que ha hecho varias veces a la Comisi?n de aumentarle el n?mero de cron?metros y de darle otro altazimut en mejores condiciones." 28 Afortunadamente el entusiasta grupo de to

25 "La falta de ocupaci?n que para ellos ha habido en el pa?s hace que muy pocos se hayan dedicado al asunto; y de consiguiente, hoy que por todas partes se desarrollan las empresas de ingenier?a, es cuando se palpa doblemente la urgencia de favorecer el ramo." D?az: Informe... (1882) cit., i, pp. 72-73.

26 [D?az]: Memoria... cit., p. 25. 27 Ibid., p. 15. 28 ibid., p. 12.

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En esta foto, probablemente anterior a 1870, apar

??

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La Comisi?n Geogr?fico-Exploradora hacia 1895. Los jefes.

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LA COMISI?N GEOGR?FICO-EXPLORADORA 497 p?grafos no desmay? ni fue en vano su perseverancia. "Todo lo consider?bamos compensado cuando recib?amos noticia de nueva asignaci?n en recursos o ve?amos llegar a uno o dos de los j?venes compa?eros que dejamos relegados en M?xico

y gestionaban sin descanso para realizar su ideal de unir se a nosotros." 20

La Comisi?n radic? durante tres a?os en Puebla, y du rante ese per?odo sus trabajos tuvieron dos metas: la prepa raci?n de los mapas de la primera serie del proyecto ?con cretamente la carta de la rep?blica en fracciones a la cienmi l?sima y el levantamiento de una Carta topogr?fica de los

alrededores de Puebla, trabajo de precisi?n que quedar?a

comprendido dentro de la serie de "cartas de reconocimiento".

Este ?ltimo fue hecho con varios prop?sitos: dotar a la

regi?n de un mapa particular moderno y preciso; establecer

del mejor modo posible la posici?n de las eminencias que rodean al Valle de Puebla, que por ser tantas y tan impor tantes son de gran valor para la determinaci?n de otros pun tos fuera del Valle; aprovechar al m?ximo los escasos recursos

de la Comisi?n, que no le permit?an alejarse mucho de su centro de operaciones, y, en fin, contar con un programa

especial de trabajo que sirviera de pr?ctica para el personal, especialmente para el de reciente ingreso.30 Era un levanta miento poco ambicioso y del cual cab?a esperar resultados muy satisfactorios. Se podr?a inclusive terminar en un breve plazo, cosa que permitir?a acreditar a la Comisi?n ante cier tas autoridades impacientes. As? pues, se puso un empe?o muy

especial en su elaboraci?n. Gomo el ?rea por cubrir era rela tivamente peque?a, no hubo dificultad en hacer una serie de mediciones topogr?ficas, tendiendo una serie de triangula ciones muy precisas en los alrededores de Puebla y entre dicha ciudad y Texmelucan. Estas mediciones se completaron con datos tomados de levantamientos locales realizados ante riormente y con posiciones determinadas astron?micamente 29 Cat?logo Chicago, p. 5.

30 [D?az]: Memoria... cit., p. 20.

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BERNARDO GARC?A MART?NEZ

por los rumbos de La Malinche, Amozoc y Totimehuacan.81

El resultado fue un excelente mapa de Puebla, Cholula y

sus alrededores a escala de 1:20 000, con el relieve represen tado mediante curvas de nivel a intervalos de 10 metros.

El conjunto llen? nueve hojas, que fueron construidas, lito grafiadas y publicadas en M?xico con la colaboraci?n de la Secci?n de Cartograf?a de la Secretar?a de Fomento (la anti gua Comisi?n de Cartograf?a) entre 1879 y 1882.32 Por lo que toca a los mapas de la primera serie, poco fue lo que se pudo hacer fuera de recopilar los resultados del si "Se hizo la medida de una base competente sobre los rieles del Ferrocarril Mexicano, aprovechando una tangente que se extiende entre

la garita de Tlaxcala y el rancho de Santa Mar?a. Esta base, por el

m?todo empleado para su medida, casi equivale a las geod?sicas. Sobre ella se apoy? una red de 13 tri?ngulos principales, 57 secundarios y 35

de comprobaci?n, situ?ndose, adem?s, 28 puntos aislados por el pro blema de los tres v?rtices y tom?ndose en todas las estaciones vueltas de horizonte y ?ngulos de inclinaci?n para ligar los picoa m?s nota bles de las cordilleras y otros detalles. De esta triangulaci?n parti? una cadena de 14 tri?ngulos principales, 14 secundarios y 8 de comprobaci?n

que se extiende de Puebla a Texmelucan y que sirvi? para relacionar a ella los puntos m?s caracter?sticos de las eminencias notables y situar

otros puntos de referencia para corregir el detalle del valle de San

Mart?n." Alvarado: "Informe..." (1901) cit., p. 300. Vid. [D?az]: Memo ria... cit., pp. 19-20. Vid. ACGE, legs. 6, 7, 8, 31, 134. 32 V?ase el ap?ndice para la descripci?n bibliogr?fica de ?sta y todas las dem?s cartas de la Comisi?n Geogr?fico-Exploradora. Iniciando una pr?ctica que se seguir?a en algunas de las cartas sucesivas, de ?sta de los alrededores de Puebla se prepararon dos versiones: una de pliegos dis puestos para encuadernar en forma de atlas, con hojas aparte para ca r?tula y explicaciones; y otra compuesta de pliegos para unir y formar una carta mural, con los t?tulos y datos comprendidos en recuadros dentro del mapa mismo. As?, las hojas publicadas fueron, en realidad, trece: las n?meros 2, 4, 5, 6 y S eran comunes a las dos versiones; de las n?meros 1, 3, 7 y 9 hubo una diferente para cada versi?n. Se ven dieron las hojas entre 50 y 70 centavos. Tambi?n se inici? otra pr?ctica que se repetir?a a menudo: se prepararon versiones reducidas fotogr? ficamente a escala 1:50 000, publicadas* por lo menos nueve de las trece hojas, entre 1881 y 1883. Se pensaba reunir estas reducciones en una Memoria de la Comisi?n, que nunca se hizo. Sobre la venta de los ma pas, vid. Agust?n D?az: "Cartas oficiales...", cit.

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LA COMISI?N GEOGR?FICO-EXPLORADORA 499 trabajo de campo llevado a cabo en el estado, principalmente en las porciones central y meridional. Los datos obtenidos y los c?lculos hechos para la carta de los alrededores de Puebla ser?an desde luego aprovechados en la carta general, y no s?lo eso, sino que constituir?an un excelente punto de apo yo cartogr?fico. Solamente hac?a falta personal suficiente para hacerse cargo de las labores de gabinete.33

A fines de 1881 la Comisi?n abandon? Puebla para esta blecerse en la que ser?a su morada definitiva: Xalapa.34 De nuevo, la elecci?n del lugar se hizo pensando en su impor tancia y la de su ubicaci?n sobre el camino al principal puerto

mexicano. Pero la entrada de la Comisi?n en la capital vera cruzana fue muy distinta de su entrada a Puebla. Sus medios de acci?n eran ya mayores y entr? con pie firme. Y pod?a pensarse que Xalapa le dio buena suerte: al a?o de estar ah? era algo irreconocible. En realidad, ser?a inexacto atribuir a la fortuna lo que se debi? a los esfuerzos y a los m?ritos de la propia institu ci?n. Los trabajos de levantamiento de los alrededores de Puebla no s?lo sirvieron para acreditarla, sino que hab?an sido aplicados con mucho tino por Agust?n D?az a la prepa 33 "Es bien sabido que el material reunido en el campo se ordena

simult?neamente a las operaciones; y no obstante, para ser discutido

y quedar arreglado definitivamente, se emplea m?s que el doble de

tiempo del que se emplea para colectar los datos; pero como mi pro p?sito, seg?n hube manifestado al gobierno, fue acreditar ante todo a la Comisi?n, en el primer per?odo, no hicimos otra cosa que adquirir los datos, dejando para m?s tarde a?n aquellos arreglos. Es verdad que este modo de proceder algo nos ha complicado despu?s, pero logramos nuestro objetivo con benepl?cito del gobierno... Aun cuando la Secre tar?a est? bastante satisfecha de la manera de aprovechar el tiempo, la generalidad cree que en estos asuntos ha de ser todo movimiento, y de aqu? que me resolviera a mantener siempre alguna secci?n en el campo, ya adquiriendo nuevos datos o bien perfeccionando los anteriores." D?az:

"Informe..." (1882) cit., i, p. 73.

34 Ocup? originalmente el edificio del antiguo cuartel de ingenieros. Francisco Gonz?lez de Coss?o: Xalapa ? Breve rese?a hist?rica, M?xico, 1957, p. 305.

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BERNARDO GARC?A MART?NEZ

raci?n de los j?venes egresados de las escuelas militares. La Secretar?a de Guerra se convenci? de las ventajas que recib?a de ese sistema, y sobre todo el entonces presidente de la re p?blica, Manuel Gonz?lez, quien, al decir de don Agust?n, hab?a podido apreciar personalmente los buenos resultados de esa preparaci?n en su campa?a de Tepic.35 Las circuns tancias pol?ticas se tornaron favorables tambi?n. Iniciado un per?odo de paz ?que ser?a el m?s largo que hasta entonces conociera la rep?blica? habr?a m?s recursos disponibles, eco n?micos y humanos. As?, la Secretar?a de Guerra tom? la decisi?n de hacer de la Comisi?n Geogr?fico-Exploradora una escuela pr?ctica de oficiales facultativos, adonde pasar?an a entrenarse por un per?odo determinado de tiempo. La me dida beneficiaba a la Secretar?a al proporcionar ocupaci?n ?til a los militares que ya no hac?an falta en las campa?as,

y a la Comisi?n al hacer realidad uno de los puntos del

proyecto de su creador, d?ndole en forma pr?cticamente gra tuita un personal auxiliar abundante y calificado.36 La Comisi?n se convirti? en una gran instituci?n en muy

poco tiempo. Se hizo necesario repartir las labores de sus miembros. Al personal numeroso y eventual que proporcio naba la Secretar?a de Guerra se le fueron asignando, por lo general, todo tipo de labores de campo. El personal perma nente, civil y militar, que depend?a de la Secretar?a de Fo 35 D?az: "Informe..." (1882) cit., i, p. 72. Alude a la campa?a de

Manuel Gonz?lez frente a la rebeli?n de 1879. Vid. Daniel Cos?o Ville

gas: "El porfiriato ? Vida pol?tica interior", en Historia moderna de M?xico, M?xico, Ed. Hermes, 1970, parte la., p. 184. 36 "El contingente m?s numeroso, que proced?a del colegio de Cha pultepec, ten?a la preparaci?n impartida por un profesorado a todas

luces competente, pues formaban parte de ?l sabios como Eduardo

Prado, Jos? Mar?a Reg?, Demetrio Mej?a, y astr?nomos y matem?ticos insignes entre los que se contaban Joaqu?n de Mendiz?bal, Carlos Tam borrell y otros de alta reputaci?n cient?fica." Ignacio L. de la Barra: "Breve rese?a sobre la cartograf?a mexicana", en Bolet?n de la Sociedad Mexicana de Geograf?a y Estad?stica, 5a. ?poca, xliv (1932-1934), pp. 366

367.

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LA COMISI?N GEOGR?FICO-EXPLORADORA 501 ment?, quedaba a cargo de la direcci?n y de la mayor parte

de las labores de gabinete, a las que por fin ser?a posible

dedicar la atenci?n que merec?an.37 Durante la residencia de

la Comisi?n en Puebla el escaso personal apenas se daba a basto con los trabajos topogr?ficos y, como se recordar?, la carta de los alrededores de esa ciudad fue construida y dibu jada en M?xico con la colaboraci?n de la Secci?n de Carto graf?a de la Secretar?a de Fomento. En lo sucesivo, la Comi si?n tendr?a ya recursos suficientes para hacerse cargo de todo

el proceso. Atendiendo a las necesidades, su centro de opera ciones en Xalapa se dividi? en varias secciones: la direcci?n, las oficinas administrativas (civil, y militar o del detall), y los

departamentos de c?lculos, cartograf?a o dibujo, meteorolo

g?a, reproducciones e historia natural. Se les dot? poco a

poco de mejores instrumentos, un peque?o observatorio me teorol?gico y un taller de litograf?a y fotograf?a.88 Interna mente, la Comisi?n se organiz? sobre la base de un r?gimen militar, y aun a los civiles que prestaban servicios en ella se les otorgaba un grado de acuerdo a la importancia de su trabajo/Este punto ya se hab?a previsto en el proyecto ori

ginal.89

37 Si bien el personal permanente se especializ? en sus labores, se procur? que el de campo se familiarizara con todo: "... este grupo des empe?a los trabajos facultativos que se distribuyen teniendo en cuenta la aptitud especial y categor?a de cada uno, sin que por esto se suponga que nos hemos propuesto crear especialidades, pues a pesar de las ven tajas que esto produce, en lo general, no son las circunstancias ni la organizaci?n de nuestro personal propias para pretenderlo; con frecuen cia se nos presentan casos en que es preciso distribuir el personal de manera que sus individuos presten su cooperaci?n para el avance de al

g?n ramo distinto de aquel en que se les ten?a ocupados, y por esta raz?n hemos procurado destinarlos determinado tiempo en cada uno de los departamentos formados para el mejor servicio". Cat?logo Chicago,

p. 13.

38 No ha sido posible confirmar la noticia de Gonz?lez de Coss?o

(pp. cit., p. 283) en el sentido de que la Comisi?n contaba con su propio taller de imprenta desde 1881. 30 "M?s que la concurrencia de oficiales, la necesidad nos obligaba

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BERNARDO GARC?A MART?NEZ

Tan buenos frutos empezaba a dar la Comisi?n que el

gobierno no vacil? en echar mano de sus acreditados miem bros para diversas misiones. Una de las m?s importantes fue la de Sonora. En 1887 el gobierno de Porfirio D?az dio pose si?n legal de ciertas tierras a los ind?genas de los r?os Yaqui y

Mayo. El presidente dispuso que del personal de la Comisi?n se organizara un grupo de ingenieros para ir a Sonora y ocu parse del trazo, fraccionamiento y reparto de terrenos entre

dichos ind?genas. Este grupo lleg? en mayo de ese a?o a

Hermosillo, donde se estableci? con el nombre de Comisi?n Cient?fica de Sonora. Lo dirig?a el propio don Agust?n D?az.

En Sonora, la Comisi?n Cient?fica se dedic? no s?lo a las

labores de deslinde que le encomendara don Porfirio, sino a las propias de la Geogr?fico-Exploradora, haciendo las deter minaciones y recorridos necesarios para levantar una carta de ese estado, de la que habr?an de aparecer varias fraccio

nes a la cienmil?sima. Todav?a m?s, realiz? otros trabajos de tipo cient?fico. Agust?n D?az regres? a Xalapa en 1888, una vez establecido este organismo.40 Posteriormente, otra secci?n fue adscrita a la Comisi?n

de L?mites del Norte, junto a la que realiz? tambi?n una doble funci?n topogr?fica y cartogr?fica: levant? la triangu laci?n del r?o Colorado y el detalle de la l?nea azimutal de

Sonora. A una tercera secci?n se le encomend? el deslinde

y repartici?n de terrenos en el cant?n de Papantla y en otras

a introducir en la Comisi?n el r?gimen militar, que desde su principio establecimos, convencidos de que s?lo por una disciplina estricta podr?a mos alcanzar ?xito favorable." Cat?logo Chicago, p. 6. 40 La Comisi?n Cient?fica public? el "Estudio de los fen?menos se?s micos del 3 de mayo de 1887" en Anales del Ministerio de Fomento de la Rep?blica Mexicana, M?xico, Imp. de la Sr?a. de Fomento, 1888, x, pp. 5-56. Vid. Antonio F. Torres: "Descripci?n hist?rica relativa a los trabajos de la Comisi?n Cient?fica de Sonora", en Memoria de Fomento, 1909-1910, pp. 69 ss.; Mois?s Gonz?lez Navarro: "El porfiriato ? Vida social", en Historia moderna de M?xico, M?xico, Ed. Hermes, 2a. ed., 1970, pp. 251-253; ACGE, leg. 23.

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LA COMISI?N GEOGR?FICO-EXPLORADORA 503 regiones del estado de Veracruz.41 Y fuera ya de estas misio nes oficiales, muchas empresas particulares aprovecharon tam

bi?n a los individuos educados en la Comisi?n.

Del mismo modo que en Puebla, los primeros trabajos

que la Comisi?n desempe?? en Xalapa estuvieron encamina dos a alcanzar dos metas principales: la primera fue la elabo raci?n de una Carta topogr?fica de los alrededores de Xalapa, con programa y prop?sitos similares a los de la poblana, si bien cubriendo un territorio menor: una sola hoja a escala de 1:20 000 en lugar de nueve, concluida en 1892.42 La se gunda y m?s importante fue la continuaci?n de la carta de la rep?blica, cuyos trabajos se pudieron realizar, por fin, sin mayores trabas. Toca ahora seguir con m?s detalle la realizaci?n de esta gran carta. Como se recordar?, se trataba de un mapa monu mental de la rep?blica a la cienmil?sima, en fracciones. Para su levantamiento se hab?an rechazado desde un principio los procedimientos geod?sicos y los extensos levantamientos topo gr?ficos, ambos lentos y costosos. Tal determinaci?n no cam bi? por el hecho de que la Comisi?n contara con m?s recur

sos, ni por los buenos resultados obtenidos en las cartas

particulares de los alrededores de Puebla y Xalapa. Agust?n D?az consideraba que tales procedimientos eran poco pr?cti cos para cubrir un territorio tan grande como elde M?xico si lo que se quer?a obtener era una carta geogr?fica, y que el levantamiento de mapas con apoyos astron?micos enlazados mediante pol?gonos de itinerario topogr?fico era perfecta

mente v?lido para los fines que se buscaban si se actuaba con cuidado y se hac?an minuciosamente todos los c?lculos

41 Memoria de Fomento, 1892-1896, p. 31; Alvarado: ''Informe..." (1901) cit., p. 300. 42 V?ase el ap?ndice. Se hicieron dos versiones: una con curvas de nivel a equidistancia de 10 metros, y otra con el sistema vertical, me diante hachuras. Se atribuyeron a la "Comisi?n Geogr?fica de Guerra y Fomento", que es la misma Geogr?fico-Exploradora, que de ese modo se cit? en casi todas las hojas publicadas.

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BERNARDO GARC?A MART?NEZ

y ajustes necesarios. Esta decisi?n fue crucial en la historia de la Comisi?n. Fue muy criticada posteriormente por su "poco rigor cient?fico", pero gracias a ella se pudieron le vantar m?s de 400 000 kil?metros cuadrados del territorio na

cional con una precisi?n y un rigor que m?s adelante ten dremos ocasi?n de juzgar. Lo primero que se hizo para la construcci?n de esta carta monumental fue formar un canev? de posiciones geogr?ficas determinadas por procedimientos astron?micos, que constan temente se correg?a y enriquec?a.43 El mismo canev? serv?a para formar un mosaico de fraccionamiento conforme al cual se dispondr?an las hojas o pliegos que habr?an de formar el conjunto de la carta.44 La proyecci?n adoptada fue la poli c?nica, con el radio medio correspondiente a la latitud cen tral del pa?s, adoptando como meridiano de origen el que pasa por la torre este de la catedral de M?xico. Los puntos determinados astron?micamente serv?an de apoyo a esos iti nerarios topogr?ficos que poco a poco iban cerrando poligo nales, dibujando una tela de ara?a que con el tiempo cubri r?a todo el pa?s. El interior de los pol?gonos se completaba con detalles secundarios, y el relieve se representaba mediante

curvas de nivel a 50 metros de equidistancia. De todo esto se tratar? ampliamente en la tercera parte de este art?culo. 43 Vid. Comisi?n Geogr?fico-Exploradora: Cat?logo general de posi ciones geogr?ficas ? 1878-1911, Xalapa-Enr?quez, Tall. Zinc, de la C. G. E., 1912.

44 Vid. Comisi?n Geogr?fico-Exploradora: Registro de fracciona miento para las cartas generales de la Rep?blica Mexicana, 1906. Es cala 1:2 000 000, 4 hojas. Las dimensiones interm?rgenes de cada hoja eran 53 X 40 cent?metros. Cada una estaba designada por una combi naci?n de letras y n?meros de acuerdo con el citado registro, que pre ve?a el fraccionamiento del pa?s en varias hojas seg?n la escala: 9 hojas a 1:2 000 000, 24 a 1:1 000 000, 96 a 1:500 000 (incluyendo mares y pa?ses adyacentes) y as? sucesivamente. A la ciudad de M?xico corresponder?a

la hoja 19 de la escala 1:1000 000, la 19-1 de la escala 1:500 000 y la 19-1-(M) de la escala 1:100 000. Como todas las hojas eran perfecta

mente rectangulares y del mismo tama?o, es evidente que sus m?rgenes no correspond?an a meridianos ni paralelos. Vid. ACGE, legs. 20, 77, 154.

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LA COMISI?N GEOGR?FICO-EXPLORADORA 505 A fines de 1881 s?lo se hab?an cubierto mediante itinera rios como los mencionados partes de los estados de Puebla y Tlaxcala y algunas zonas colindantes. Preparada ya la Comi si?n para organizar m?s expediciones y emprender con todo empe?o la elaboraci?n de la carta, se atac? el territorio desde varios frentes: el de los estados centrales y de oriente, coordi

nado desde Xalapa (a partir de 1881) ; el de los estados del norte, desde Matamoros, donde se estableci? una "Secci?n de Tamaulipas" (1881) ; 45 y el de Sonora, desde Hermosillo,

con la colaboraci?n de la Comisi?n Cient?fica (1887). Los

trabajos de campo de cada centro de operaciones eran inde pendientes, pero los datos se concentraban en Xalapa, cuartel general, donde se hac?an todos los c?lculos de gabinete y la construcci?n de los mapas. Para 1888 la Comisi?n ten?a ya terminadas algunas hojas y se planteaba el problema de su publicaci?n. En un principio se pens? en contratar los servicios de un taller particular de

litograf?a e imprenta, porque el de la Comisi?n era muy peque?o. Al respecto hab?a habido varios ensayos, uno de ellos en el extranjero. ?ste fue la impresi?n, en Par?s, en 1884, de una nueva versi?n, reducida, del mapa de los alrede

dores de Puebla, titulada Carta topogr?fica general de los

alrededores de Puebla, a escala de 1:50 000, en una sola hoja, a una tinta y presentado el relieve mediante el sistema ver tical, a base de hachuras.46 Posteriormente, en 1889, apareci?

la primera hoja publicada de la carta de la rep?blica a la

cienmil?sima, impresa en M?xico, a cinco tintas, en la lito graf?a de Salazar, misma que hab?a impreso trabajos anterio res de la Comisi?n de Cartograf?a.47 Pero pronto se vio que

45 Documentos relativos a la creaci?n de la secci?n del norte, y

otras comunicaciones, en ACGE, leg. 2; Agust?n D?az: "Informe del di rector de la Comisi?n Geogr?fico-Exploradora" (jul. 15, 1885), en Me moria de Fomento, 1883-1885, i, p. 103- En julio de 1897 se traslad? la sede de esta secci?n a Ciudad Victoria. 46 V?ase el ap?ndice.

47 Se trata de la hoja 19-1- (M) que corresponde a la ciudad de M?xico. Tambi?n impresas en la litograf?a de Salazar fueron las si

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BERNARDO GARC?A MART?NEZ

convendr?a m?s dotar de un mejor equipo a la Comisi?n y se le habilit? de tal suerte que desde 1891 y hasta 1902 las hojas sucesivas de esa y otras cartas fueron impresas en Xala pa por sus propios talleres litografieos. Al principio la maqui naria y los instrumentos usados fueron muy modestos, pero despu?s pudieron contar los talleres con unas excelentes pren sas movidas a vapor. Posteriormente se les dot? de un potente

motor el?ctrico.48 El procedimiento litogr?fico se abandon? en 1902 para adoptar uno m?s adecuado y econ?mico: la zin cograf?a.49 Uno de los miembros de la Comisi?n, Carlos Nev?,

experto lit?grafo, fue enviado en 1900 a Estados Unidos y Europa para estudiar ese nuevo procedimiento y perfeccio narlo en M?xico.30 El viaje, al parecer, fue fruct?fero, pues la

guientes hojas: la 19-1- (T), correspondiente a Puebla, la 19-11- (U), que cubre el sur de Tecamachalco, y la 19-1- (S), correspondiente a Ameca meca y Huejotzingo. V?ase el ap?ndice. 48 El primer instrumental litogr?fico de la Comisi?n se compon?a de "unas piedras litogr?ficas (verdaderos fragmentos) y una prensa de

mano de m?s que medio uso", y se puso a funcionar "preparando a dos soldados de los menos torpes para ayudar en el trabajo". Alvarado:

"Informe..." (1901) cit., pp. 303-304. Algunos miembros de la Comi si?n fueron enviados a Europa para estudiar procedimientos litografi eos. Memoria de Fomento, 1897-1900, pp. 36-37. 49 Ya hab?a habido experimentos con la zincograf?a. En la Exposi

ci?n Colombina de Chicago de 1893 se hab?a presentado una versi?n

zincogr?fica de la hoja 19-11- (U). Adem?s de resultar mucho m?s bara tas que las piedras litogr?ficas, las hojas de zinc se pod?an guardar sin mayor problema para sucesivas reimpresiones. 50 "Se comisiona al se?or ingeniero don Carlos Nev? para que vaya al extranjero a estudiar los mejores procedimientos que est?n hoy en uso para la impresi?n de cartas geogr?ficas y topogr?ficas, y de acuerdo

con la indicaci?n de usted se le ha se?alado la cantidad de 200 pesos

oro al mes, con lo cual tendr? lo necesario para hacer sus viajes." Ma

nuel Fern?ndez Leal a Julio Alvarado, ene. 1900, en Memoria de Fo

mento, 1901-1904, p. 44. Un informe muy detallado que present? Nev?

de sus estudios en Estados Unidos puede verse en ACGE,' leg. 167.

Visit? la Oficina Hidrogr?fica, el Coast and Geodesic Survey, el Geologi cal Survey y la General Land Office, en Washington. El informe est? firmado en Xalapa en 1906.

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LA COMISI?N GEOGR?FICO-EXPLORADORA 507 Comisi?n continu? empleando la zincograf?a hasta sus ?lti

mos d?as.

La carta de la rep?blica a la cienmil?sima merece califi carse de soberbia por su concepci?n, estructura y presenta ci?n. Cada hoja reun?a datos sobre el relieve, la hidrograf?a, los lugares habitados y las v?as de comunicaci?n. Se expresa ban las altitudes de varios puntos y, desde luego, todo tipo de topon?micos. A prop?sito de ?stos, que en nuestro pa?s presentan problemas de no f?cil soluci?n, se trat? de dar siempre prioridad al nombre ind?gena (por lo menos en la parte central del pa?s), y no s?lo eso, sino tratando de asentar

lo de la forma m?s pura posible. Para esta labor la Comisi?n cont? con la ayuda del presb?tero Manuel M. Herrera y P? rez, cura de Amoloya de Ju?rez.51 En cuanto a la represen taci?n, mediante signos, caracteres y abreviaturas, de pobla ciones de distinta importancia, caminos, obras de arte, etc., se adoptaron normas muy precisas desde un principio y no se vari? nunca en su uso. En atenci?n al espacio no se puso una

51 En las cartas se abreviaban los nombres, poniendo en primer lu gar el ind?gena, y el religioso o moderno entre par?ntesis con letra m?s peque?a. Vid. Comisi?n Geogr?fico-Exploradora: "Cat?logo de los nombres m?ltiples de poblaciones y lugares que aparecen en la primera

edici?n de las hojas publicadas a la 100 000", en ACGE, 19; Comisi?n

Geogr?fico-Exploradora: Cat?logo general de posiciones, cit.; D?az: "In

forme del director..." (1885) cit., i, p. 107. D?az pugnaba por que se

aboliera "la antigua y p?sima costumbre de variar los nombres de las poblaciones y accidentes". "El top?grafo, en sus exploraciones, anota

la situaci?n de un punto, y a poco andar se encuentra con que su

gu?a ha equivocado el nombre porque su educaci?n no le permite estar al tanto de los caprichos de la iglesia, del legislador o de la historia; m?s all? oye mentar el de otro punto, que por mucho que indaga no

le es posible averiguar cu?l es, y un poco adelante se encuentra con

que de distintos puntos le han dado el mismo nombre, y si ha tenido

la desgracia de colocarlo en sus esquicios, como es lo mejor y m?s

com?n, por las intersecciones de visuales, resulta una situaci?n entera

mente imaginaria, que no obstante para su conciencia lleva toda la

precisi?n geom?trica; de aqu? la duda y el descr?dito del ingeniero, poco fundado a la verdad, porque s?lo el de la profesi?n se halla en estado

de calificar la causa de este error..." [D?az]: Memoria... cit., p. 26.

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BERNARDO GARC?A MART?NEZ

explicaci?n de dichos s?mbolos en cada hoja, sino que se pu blic? una gu?a aparte, v?lida para todos los mapas de la Comi si?n Geogr?fico-Exploradora.52 Cada una de las hojas ten?a, en cambio, una lista de las posiciones astron?micas determi

nadas y usadas como apoyo, y otra de las autoridades en

que se basaba el trazo, considerados como tales los ingenie ros que realizaron los itinerarios topogr?ficos, y los autores de

levantamientos particulares. Esta segunda lista iba acompa ?ada de un croquis o "diagrama de operaciones", en el que se identificaba, mediante un c?digo de colores, la l?nea se guida en cada itinerario y el ?rea cubierta por cada levanta miento particular. Tambi?n se daba raz?n de la declinaci?n de la aguja magn?tica en determinados lugares y fechas, y el cr?dito debido a dibujantes, calculadores, cal?grafos, super visores, etc.53 La combinaci?n de varias tintas, la tipograf?a utilizada, la firmeza del dibujo y del grabado y la nitidez de la impresi?n contribuyeron a lograr mapas muy claros y le

gibles. En suma, su calidad, pulcritud y belleza est?n por encima de toda ponderaci?n.54

52 Vid. Comisi?n Geogr?fico-Exploradora: Cat?logo reglamentario de signos, caracteres y abreviaturas para el dibujo de cartas a diferentes escalas, [Xalapa], Tall. Zinc, de la C. G. E., 1910<? El sistema adoptado fue original y nuevo: "La adopci?n de cualquier sistema extranjero,

por m?s completo que se le suponga, trae la desventaja de no llenar nuestras necesidades." [D?az]: Memoria... cit., p. 29; ACGE, leg. 21.

53 Figuraron como constructores de las cartas, entre otros, Rosendo Sandoval, Tom?s Novoa, Carlos Rivera, Rub?n Bouchez, Justiniano G? mez, R. Ram?rez, Juan L?pez, Ernesto Estrada, Gilberto Rivera y Tello, Ricardo Villanueva, Luis M. Saavedra y Joaqu?n E. Merino. Entre los dibujantes de configuraci?n y relieve, los citados Sandoval, Novoa, Ri vera, Bouchez, G?mez y Ram?rez, y Manuel Migoni, Rodolfo Morales y Roberto Maqueo. Entre los dibujantes y cal?grafos, Sandoval, Novoa, Rivera, L?pez, Estrada, Rivera y Tello, Merino, Migoni, Morales, Ma queo, y Eduardo Pascal, Carlos Olivares, Fernando Rivera Q., Manuel

B. Lim?n, Agust?n P. Carranza, Jos? Ma. Lozano, Manuel ?vila, Gon zalo Cort?s y Benjam?n Hern?ndez. La supervisi?n de las hojas se debi? casi siempre al ingeniero Cristobal T. Alvarez. 54 Debe advertirse que se hicieron dos o tres versiones de muchas de las hojas en papeles de diferente calidad, vendidas a diferentes pre

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LA COMISI?N GEOGR?FICO-EXPLORADORA 509 El progreso que poco a poco se iba logrando en la publi caci?n de esta carta general de la rep?blica se puede apreciar en la figura 1, y en el ap?ndice al art?culo.

No paraba en esto la labor de la Comisi?n. A?n pueden mencionarse otros trabajos menores que realiz? durante los primeros a?os de su residencia en Xalapa. En primer lugar, una carta topogr?fica de la propia ciudad, muy precisa, a escala de 1:5 000, y otras de Coatepec, Orizaba, el puerto de Veracruz, Matamoros, Teziutl?n, Chalchicomula y de alrede dor de treinta ciudades m?s, la gran mayor?a de las cuales se entregaron a la Secretar?a de Guerra. En segundo lugar, le vantamientos topogr?ficos de varios r?os, la mayor?a en Ta maulipas, y de la Laguna Madre.55

Pero no todo era color de rosa. En el a?o de 1893 la

Comisi?n pas? por momentos dif?ciles y casi estuvo a punto de desaparecer. La depreciaci?n de la plata ocasion? una cri sis fiscal en el pa?s, y la Secretar?a de Fomento tuvo que despedir a gran parte del personal civil. La direcci?n contaba para esa fecha con cinco ingenieros, dos ayudantes, un escri bano y un secretario; la secci?n de c?lculos con un ingeniero y tres calculadores; la de cartograf?a con un ingeniero, cuatro dibujantes y un dibujante fot?grafo, y la de historia natural con nueve especialistas. Constitu?an la parte permanente y m?s experimentada de los miembros de la Comisi?n. Queda ron solamente el director, el secretario, un ayudante encargado

de la pagadur?a, el jefe de la secci?n de cartograf?a, un dibu jante, el jefe de la secci?n de historia natural y un colector.56 cios. Incluso la propia Comisi?n lleg? a vender copias heliogr?ficas en negro de algunas cartas. El lector que tenga en sus manos alguno de los mapas de la Comisi?n deber? considerar estas circunstancias al hacer un juicio sobre la calidad tipogr?fica de los mismos. Tampoco debe de jarse enga?ar por unas reimpresiones en p?simo papel hechas hacia 1930 por distintas dependencias del gobierno. 55 V?ase el ap?ndice. No todos los mapas se publicaron. Vid. Julio Alvarado a Manuel Fern?ndez Leal (1888), cit. 56 Cat?logo Chicago, p. 6. Al personal despedido se le sustituy? con oficiales del Estado Mayor Especial, reci?n egresados. Desde luego, estos

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Fig. 1

1

IS^J por publicarse en 1913

HOJAS PUBLICADAS EN.

1^ 1889-1900

jij 1901-1903

Bgg 1904-1908

11 19091913

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LA COMISI?N GEOGR?FICO-EXPLORADORA 511 A este contratiempo se vino a sumar una p?rdida irreparable:

la muerte de don Agust?n D?az el 19 de junio de ese a?o. Toc? a su sucesor, el coronel Julio Alvar ado, sortear las dificultades y mantener la instituci?n en marcha hasta supe rar la crisis.

A causa del problema fiscal, que tambi?n signific? una mengua en el presupuesto de la Comisi?n, la carta general sufri? un nuevo estancamiento, y pocas hojas pudieron pu blicarse en los ?ltimos a?os del siglo. Las labores de gabinete se redujeron considerablemente por la falta del personal ci vil, pero se encontr? una excelente oportunidad para conti nuarlas, haciendo un trabajo relativamente sencillo que pod?a confiarse a los oficiales que proporcionaba la Secretar?a de Guerra, poco experimentados en cuestiones de c?lculo, cons trucci?n y dibujo. El hecho era que los trabajos de la Comi si?n hab?an despertado el inter?s de los gobiernos de algunos

estados, en particular de San Luis Potos?, Nuevo Le?n y

Veracruz. Refer?a Manuel Fern?ndez Leal, quien por enton ces ocupaba el cargo de secretario de Fomento, que "entra ron en pl?ticas y celebraron convenios con el gobierno fede ral, por conducto de esta Secretar?a, a fin de aprovechar mediante ciertos subsidios la oportunidad que les ofrec?a el nuevos elementos carec?an de experiencia. Sin embargo, se lee que "a

la capacidad y buena voluntad de estos oficiales se debe que esa sus

tituci?n no haya presentado los inconvenientes que era de temerse, y que la disminuci?n y sustituci?n del personal primitivo no haya tras cendido ni a la cantidad ni a la calidad del trabajo encomendado a la

Comisi?n". Manuel Fern?ndez Leal (die. 1896), en Memoria de Fo

mento, 1892-1896, pp. 30-31. Una apreciaci?n ciertamente muy optimista. Tambi?n fue limitada la escolta que custodiaba las expediciones. El tra

bajo de gabinete tuvo que ser repartido entre todos, a pesar de las

especialidades de cada quien. Julio Alvarado: Comisi?n Geogr?fico-Explo radora de la Rep?blica Mexicana ? Exposici?n del Congreso Geogr?fico

Internacional de Londres ? Cat?logo de los objetos que componen el contingente de la expresada Comisi?n, precedido de una rese?a abre viada sobre su organizaci?n y trabajos, M?xico, Of. Tip. de la Sr?a. de Fomento, 1895, p. 6. Sustancialmente, este folleto es similar al Ca t?logo Chicago.

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BERNARDO GARC?A MART?NEZ

levantamiento de la carta general, y formar las particulares de los respectivos estados''.57 En efecto, con la ayuda de cierta aportaci?n econ?mica de los estados interesados se aprovecharon los trabajos de la carta general, y otros llevados a cabo espec?ficamente para construir estos mapas, cuya elaboraci?n no estaba excluida del proyecto original, pues en ?l se consideraba, como se re cordar?, una segunda serie de cartas de conjunto, de la cual s?lo se hab?a publicado la del Distrito Federal en 1877. De los nuevos mapas, que se pueden definir b?sicamente como re ducciones de la carta general, el primero en ver la luz fue el de San Luis Potos?, en 1894.58 Constaba de doce nojas lito grafiadas a cinco tintas, que pod?an encuadernarse como atlas o unirse para formar una carta mural. Ten?a numerosos re cuadros con datos geogr?ficos y estad?sticos. La escala adop tada fue la de 1:250 000 y se represent? el relieve mediante el

sistema vertical a l?piz, con escala de sombras.59 Esto cons titu?a la principal diferencia con los mapas de la carta gene ral, que, como se ha repetido, ten?an curvas de nivel. El dibujo

del relieve por el sistema vertical resultaba m?s econ?mico a la par que pod?a ser realizado por el personal menos expe

rimentado con que se contaba por el momento. Por otra parte, se consideraba que estos mapas de los estados ir?an destinados a un p?blico m?s amplio, al que este tipo de

dibujo resultar?a m?s gr?fico y legible que las curvas de nivel.

La crisis fue superada con la vuelta del siglo y la Comi si?n continu? trabajando intensamente. En 1900 el personal era otra vez numeroso. El dependiente de Fomento sumaba 18 personas, y el de Guerra 41, a m?s de la escolta, de 93 individuos.60 Julio Al varado ocup? la direcci?n hasta su muer

57 Fern?ndez Leal (1896), cit., p. 31. 58 v?ase el ap?ndice. '

59 Este sistema se emple? tambi?n en una hoja aislada que se hizo como muestra de una carta de la rep?blica a escala de 1:250 000. V?ase el ap?ndice. 60 El presupuesto era de $ 30 000.00 y aument? a $ 50 000.00 en 1901.

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J?.? ;i?r*

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La Comisi?n Geogr?fico-Exploradora hacia 1895. Los empleados.

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El edificio de la Comisi?n en Xalapa. This content downloaded from 204.52.135.175 on Tue, 26 Sep 2017 23:30:27 UTC All use subject to http://about.jstor.org/terms


LA COMISI?N GEOGR?FICO-EXPLORADORA 513 te en noviembre de 1901. Le sucedi? el coronel ?ngel Garc?a Pe?a. Eminentes top?grafos ambos, que participaban en las labores de la Comisi?n desde sus primeros d?as, carecieron sin embargo del ingenio y la iniciativa de don Agust?n, limi t?ndose a continuar los proyectos y empresas que ?ste hab?a

comenzado. Sus m?todos de trabajo y la organizaci?n que

implant? fueron conservados.61 En realidad, poco nuevo se puede decir de la instituci?n, salvo se?alar sus avances. La carta general crec?a a grandes pasos, d?a a d?a, conforme se publicaban muchas hojas que ya estaban preparadas y se cons tru?an m?s. Los levantamientos de partes de Tlaxcala, Puebla

y Sonora y de casi todo San Luis Potos?, concluidos desde hac?a seis o siete a?os, fueron publicados. Despu?s se con cluyeron y se imprimieron, sin gran demora, varias hojas correspondientes a Veracruz. Para 1907 se hab?a terminado ya casi todo Nuevo Le?n y gran parte de Tamaulipas, y se atacaba el levantamiento de la frontera del norte. Siguiendo un procedimiento similar al de la carta de San Luis Potos? fueron construidas y publicadas las de Veracruz, Nuevo Le?n,

Tamaulipas y Puebla. Adem?s de los cinco estados mencio nados, Tlaxcala y M ?relos llegaron a contar con sus mapas particulares, que son pr?cticamente reimpresiones de las ?reas

respectivas de la carta general a la cienmil?sima, con el agre gado de recuadros con diversos datos.62 De este modo, fueron Juan B. Laurencio: "Informe de los trabajos de la Comisi?n Geo gr?fico-Exploradora" (die. 28, 1905), en Memoria de Fomento, 1901 1904, pp. 29-50.

61 Ya se mencion? (nota 56) que un cat?logo preparado por Alva rado era de hecho una copia del elaborado por D?az para las exposi

ciones internacionales. Como el citado hubo varios.

62 v?ase el ap?ndice. Los dos ?ltimos no se hicieron con aportaci?n

alguna de los estados, sino por disposiciones de la Secretar?a de Fo mento. A prop?sito de la carta del estado de Morelos se dijo lo si guiente: "...considerando el acopio de buenos datos que concurrieron .para su formaci?n y el satisfactorio acuerdo que concurri? en todos

ellos, puede asegurarse que dicha carta es la m?s exacta y completa que respecto de estados de la rep?blica se haya publicado hasta la

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BERNARDO GARC?A MART?NEZ

siete los estados que contaron con su carta particular, gracias a los esfuerzos que realiz? la Comisi?n Geogr?fico-Explora dora entre 1894 y 1910, fecha de la publicaci?n de la ?ltima. Los mapas de los estados planteaban un problema nuevo: el de los l?mites. Aunque el trazo de las l?neas divisorias era tomado en cuenta en los levantamientos para la carta gene ral, muy inteligentemente se hab?a omitido su trazo en las

hojas publicadas, pero era imposible hacerlo en las de los estados. Como dichos l?mites rara vez estaban bien determi

nados, no s?lo era un problema su levantamiento cartogr? fico, sino que ocasionaban conflictos engorrosos. Los trabajos de la Comisi?n se vieron seriamente entorpecidos por este hecho, y hubo necesidad de hacer algunos levantamientos especiales. El m?s importante fue el hecho en 1904 para esta blecer la l?nea divisoria entre Nuevo Le?n y Tamaulipas, comprendiendo tres kil?metros a uno y otro lado de dicha l?nea, a cuyo efecto se hicieron mediciones trigonom?tricas muy precisas y se construy? un croquis de la misma a escala de 1:20 00o.63 Otra l?nea divisoria problem?tica fue la de Ve racruz con Oaxaca y Chiapas, cuya determinaci?n hizo demo rar mucho el mapa del primero de esos estados.64 Las cartas particulares de las entidades indicaron tambi?n las divisiones de las mismas en distritos o cantones, con bastante exactitud.

La obra de la Comisi?n no s?lo tuvo difusi?n dentro del

pa?s, sino tambi?n en el extranjero. Se prepararon coleccio nes de cartas, originales e impresas, y de borradores, fotogra f?as, dibujos, espec?menes de plantas, animales, etc., para ser exhibidos en varias exposiciones internacionales. Tambi?n se imprimieron cat?logos de dichas exhibiciones, peque?os li

bros en que Agust?n D?az o Julio Alvarado hicieron una fecha". ?ngel Garc?a Pe?a: "Informe de la Comisi?n Geogr?fico-Explo radora" (jul. 14, 1910), en Memoria de Fomento, 1909-1910, p. 48.

?3 El trazo de esta l?nea s? se represent? en las hojas de la carta general. El croquis a 1:20 000 no fue publicado. Vid. ACGE, legs. 4, 5, 9, 24, 26, 33, 53, 131. 64 ACGE, leg. 19, borradores.

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LA COMISI?N GEOGR?FICO-EXPLORADORA 515 breve rese?a de la Comisi?n, acompa?ada de muestras redu cidas de algunos mapas, finamente impresas a color.65 De este modo, con una presentaci?n intachable, la Comisi?n Geogr? ?ico-Exploradora concurri? como parte de la representaci?n

mexicana a las exposiciones de Nueva Orleans en 1885,66.

Par?s en 1889, Chicago en 1893, Atlanta en 1895 y Par?s en 1900. Concurri? tambi?n a la Exposici?n del Congreso Geo gr?fico Internacional de Londres en 1895, y se preparaba

para la de San Francisco de 1915, a la que ya no lleg?.67 Mientras tanto, en Xalapa, su sede, se iba oonvirtiendo

en una instituci?n muy importante, de la cual la ciudad se sent?a orgullosa. Sus miembros hab?an formado un c?rculo que, como muchos xalape?os recuerdan a?n hoy, contaba con un considerable prestigio social.68 En 1904 se construy? un 65 Son los folletos descritos en las notas 24, 56 y 61. De algunos hay versiones publicadas en ingl?s y franc?s. Borradores en ACGE, leg. 162. 66 La Comisi?n hizo en esta ocasi?n un esfuerzo descomunal. El pri mer env?o de mapas y una extraordinaria colecci?n de historia natural (60 452 ejemplares de los 112 466 con que contaba dicha colecci?n) se perdieron al incendiarse en La Habana el barco en que eran conducidos. Sin embargo, se prepararon nuevos mapas y, lo que es digno de men ci?n, se reuni? una nueva colecci?n de plantas, animales y minerales a tiempo para ser presentada. La Comisi?n obtuvo en esta ocasi?n dos premios extraordinarios. 67 Muy ?til fue para la Comisi?n la asistencia a estas exposiciones, por los intercambios que se hicieron con otras instituciones semejantes del extranjero. Otros premios fueron concedidos en Par?s, Londres, Chicago y Atlanta.

68 De esto puede juzgarse por lo que se dijo de ella cuando el go

bierno pens? en trasladarla a la ciudad de M?xico. Vid. infra. En cuanto a los empleados de baja categor?a, cabe suponer que ten?an una situa ci?n bonancible: "En la admisi?n de tropa y servidumbre se exige fianza de buena conducta que responde de la honradez de los individuos, cuya fianza es reemplazable por un dep?sito gradual de dos meses de haber, y si hay quien desee contar con mayor fondo, como pasa con la gene ralidad, se le permite aumentar su dep?sito a condici?n de irlo cam biando por acciones en alg?n establecimiento de cr?dito autorizado por ley. De este modo disponen aquellos individuos de alg?n auxilio pecu

niario en sus necesidades imprevistas, y a la larga, de un peque?o capital con qu? establecerse." Cat?logo Chicago, p. 7.

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BERNARDO GARC?A MART?NEZ

edificio planeado expresamente para ella, que a?n se con

serva, en las calles de Lucio y Altamirano.69 Es un edificio muy amplio, de dos pisos dispuestos alrededor de un gran patio. En sus diversas dependencias estuvieron alojadas todas las oficinas, gabinetes y talleres de impresi?n, adem?s de todo

lo necesario para el mantenimiento de las expediciones. Sin ning?n detalle arquitect?nico notable en el interior, la fa chada, sin embargo, es digna de atenci?n y s?lo comparable, dentro de Xalapa, con otros edificios contempor?neos de importancia, como el palacio de gobierno del estado y el colegio preparatorio.

La posici?n preeminente que hab?a alcanzado la Comi

si?n no se deb?a tan s?lo a su labor cartogr?fica. Como se recordar?, una de las secciones o departamentos en que se ha b?a dividido poco despu?s de establecerse en Xalapa fue la de historia natural, constituida formalmente el lo. de ju lio de 1882.70 De hecho, desde los primeros meses de 1879 se contaba con un naturalista entre los miembros de la Co misi?n, Fernando Ferrari P?rez, a quien posteriormente se unieron otros, encargados de recoger muestras de especies animales, vegetales y minerales de las zonas en que se des arrollaban las expediciones geogr?ficas, y aun de otras como Guerrero, Oaxaca, Hidalgo, Tabasco y Yucat?n. En 1887, por ejemplo, un grupo de naturalistas recorri? las costas de la pen?nsula yucateca en busca de focas, y las encontr? en los arrecifes Tri?ngulos.71 As? se fue formando una colecci?n considerable. Ferrari viajaba constantemente a M?xico para 69 Se aprovech? el terreno del antiguo teatro de variedades, que don? el gobernador Teodoro A. Dehesa. Jos? Garc?a Teruel: "La Co

misi?n Geogr?fico-Exploradora", en Xalapa ? S?ntesis de evocaciones provinciales, in:33 (may. 1955), pp. 44-45. El edificio ha sido repartido posteriormente entre un cuartel y la oficina federal de hacienda. En los cristales de algunas ventanas a?n puede apreciarse el monograma grabado

de la Comisi?n. 70 D?az: "Informe..." (1882) cit., i, pp. 72-73.

71 "Comisi?n cient?fica", en La Opini?n P?blica ? Peri?dico Pol?tico y Literario, i:14 (Campeche, ene. 2, 1887) .

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LA COMISI?N GEOGR?FICO-EXPLORADORA 517 trabajar en la clasificaci?n de esos materiales, ayud?ndose con las pocas obras que ofrec?an las bibliotecas de la capi tal.72 La dura labor de clasificaci?n adelant? mucho con la asistencia de la Comisi?n a las exposiciones internacionales, ya que algunos miembros de la misma pudieron aprovechar las bibliotecas especializadas y perfeccionar sus conocimien

tos en instituciones como el Smithsonian, el Museo Brit?nico y el Jard?n de Plantas. Ferrari P?rez public? un cat?logo de

la colecci?n de animales en los Proceedings of the United States National Museum, con colaboraci?n de dos miem

bros de ese museo. El hecho debe resaltarse como muestra

de una realidad poco estudiada, que es la difusi?n en el ex tranjero de los trabajos de los cient?ficos mexicanos. Como era de esperarse la colecci?n se fue enriqueciendo con el tiempo, a medida que la Comisi?n ampliaba sus ope raciones. Los valiosos ejemplares reunidos fueron concentra dos en uno de los edificios de la Secretar?a de Fomento en Tacubaya, anexo al Observatorio Nacional, donde se acondi cion? un museo en 1893, en vida a?n de don Agust?n D?az. La secci?n de historia natural, cuyas labores iban cada d?a siendo m?s independientes, se separ? formalmente del cuerpo cartogr?fico el lo. de junio de 1907, instituy?ndose como Co

misi?n Exploradora de la Fauna y la Flora Nacionales.74 El museo, enriquecido constantemente, fue mudado a la co

lonia Santa Mar?a en 1911, y no fue otro que el que la

incuria de nuestros d?as convirti? en el tristemente abando

nado Museo del Chopo.75 72 Vid. La Voz de la Frontera (M?xico, ago. 22, 1880) y El Monitor

Republicano (M?xico, ago. 24, 1880).

73 Fernando Ferrari P?rez: "Catalogue of animals collected by the Geographical and Exploring Commission of the Republic of Mexico", en Proceedings of the United States National Museum, rx (1866), pp. 125

300. [Mammals by F. F. P., Birds by F. F. P. and Robert Ridgway, Reptiles by F. F. P. and E. D. Cope.] 74 Trevi?o: op. cit.; Memoria de Fomento, 1907-1908, pp. xxvi XXVII.

75 Un estudio detenido de la secci?n de historia natural y de la

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BERNARDO GARC?A MART?NEZ

Hacia 1908 la Comisi?n Geogr?f ico-Exploradora casi ha b?a concluido sus labores en el este y el noreste de la rep? blica. Muchos mapas se hab?an publicado y faltaban pocas hojas para tener totalmente cubiertos los estados de Nuevo Le?n, Tamaulipas, San Luis Potos?, Veracruz, Puebla y Tlax cala a 1:100 000, sin contar los mapas de conjunto de cada uno. Se trabajaba intensamente en Oaxaca ?cuya carta par ticular estaba en proceso de construcci?n?, Chihuahua y So nora. Se preparaban reediciones de muchas de las primeras hojas publicadas, y tambi?n de los mapas de los estados, por lo que se rectificaban datos de Puebla, Veracruz, Tamaulipas y Tlaxcala. En fin, nuevas zonas se abr?an a la exploraci?n en Hidalgo, Coahuila, Tabasco y Yucat?n, donde se realiza ban observaciones de todo tipo y se empezaba a tejer la red de itinerarios topogr?ficos. Una secci?n nueva hab?a estable cido su centro de operaciones en M?zquiz. Se hicieron, en

fin, muchos trabajos especiales: una triangulaci?n de la

cuenca del r?o Nazas, una nueva carta de los alrededores de

Xalapa, y otra de los alrededores de Oaxaca a 1:20 000. La

Secretar?a de Fomento tambi?n recibi? ayuda en muchos de sus proyectos particulares, y una secci?n m?s estuvo adscrita a la Comisi?n de L?mites con Guatemala, en la que se levan taron muchos planos. Se ten?a en mente iniciar la publicaci?n de unos Anales de la Comisi?n, proyecto viejo que no hab?a podido lograrse.76 Desgraciadamente casi todos estos trabajos habr?an de quedar inconclusos.

comisi?n sucesora est? por hacerse, y seguramente ser? una gran apor taci?n para la historia de la ciencia en M?xico. 76 En la ejecuci?n del mapa del Nazas surgi? un contratiempo que oblig? a la secci?n respectiva a perder el tiempo por m?s de un mes para repetir los ?ngulos y elegir nuevos v?rtices "a causa de que algunos lib?renos mal intencionados y peor informados... destruyeron las se?a les trigonom?tricas, llev?ndose las estacas y cambiando los lugares de observaci?n". Memoria de Fomento, 1908-1909, p. 54. Vid. tambi?n Me moria de Fomento, 1911-1912, pp. lxxxvi, 418 ss.; correspondencia de ?ngel Garc?a Pe?a, 1908-1911, en ACGE, leg. 1; Jos? Gonz?lez Moreno (ago. 13, 1913), en Memoria de Fomento, 1912-1913, pp. 505-518; ACGE,

leg. 52.

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LA COMISI?N GEOGR?FICO-EXPLORADORA 519

El inicio de la revoluci?n trajo consigo grandes contra

tiempos. La secci?n de Coahuila se vio particularmente afec

tada. Las avanzadas topogr?ficas fueron asaltadas por los rebeldes. La ocupaci?n de Sierra Mojada y Cuatro Ci?negas ci?? los pocos trabajos que se pudieron hacer a una zona muy restringida. Para hacer frente a la situaci?n la Secretar?a de Guerra se vio obligada, en mayo de 1911, a retirar a los ofi ciales que serv?an en los trabajos de campo.77 En junio del mismo a?o corrieron rumores de que el go bierno iba a trasladar la Comisi?n a la ciudad de M?xico. Ciertamente Xalapa ya no era el lugar m?s adecuado para su asiento desde que se hab?an concluido las labores carto gr?ficas m?s importantes en Puebla y Veracruz. En Xalapa, sin embargo, la noticia provoc? preocupaciones. El ayunta miento se reuni? en una sesi?n extraordinaria a la que asis tieron representantes del comercio, y en ella se acord? mandar

a un grupo comisionado ante el presidente Le?n de la Barra para que gestionara la anulaci?n de tal medida. Las autori dades locales consideraban que la Comisi?n, junto con las oficinas del gobierno del estado, de los ferrocarriles y del obispado, constitu?an la ?nica fuente considerable de prestigio

77 id.; Trevi?o: op. cit. Solamente se dej? en la Comisi?n a los

oficiales que prestaban servicios de gabinete. Depend?a de la Secretar?a de Fomento el siguiente personal: un director, un primer ingeniero, un segundo ingeniero, un guardalmac?n conservador de instrumentos, un ar chivero bibliotecario, un secretario, dos oficiales, seis escribientes, un ayudante de campo encargado de la pagadur?a, un mayordomo, un ma riscal herrador, dos carpinteros, un jefe de calculadores, cuatro calcula dores, un jefe de trabajos gr?ficos, un subjefe, veintinueve dibujantes, diez meritorios, un jefe de talleres de reproducci?n, un subjefe, cuatro dibujantes grabadores zinc?grafos, tres impresores zinc?grafos, dos fot? grafos, cuatro cajistas, un mec?nico, cinco meritorios, cuatro tenientes coroneles, once mayores, doce capitanes primeros, quince capitanes se gundos, veinticuatro tenientes, un subteniente, tres telegrafistas encarga dos de la determinaci?n de longitudes y dos ayudantes telegrafistas. Vito Alessio Robles: "Notas de la introducci?n geogr?fica", en Alejandro de Humboldt: Ensayo pol?tico sobre el reino de la Nueva Espa?a, M?xico, Ed. Pedro Robredo, 1941, i, pp. 278-279.

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BERNARDO GARC?A MART?NEZ

e ingresos para la ciudad. "Tiene 23 000 habitantes ?mani

fest? el ayuntamiento? y la Comisi?n Geogr?fico-Exploradora tiene 266 empleados que son otros tantos jefes de familia. Calculando en tres individuos, t?rmino medio, por familia, al

trasladarse la Comisi?n de Xalapa saldr?an de esa ciudad

unas mil personas, o sea el 4% de la poblaci?n." La ciudad de jar?a de percibir casi un cuarto de mill?n de pesos al a?o,

y no contaba con recursos que no procediesen del pago de remuneraciones a empleados. Tambi?n se tomaba en cuenta el aspecto subjetivo: "Entre los empleados de la instituci?n hay un buen n?mero de personas cultas, respetables y de

reconocida moralidad, cuya ausencia ser?a de lamentarse hon damente porque ellas constituyen un elemento sano y elevado social y moralmente." Le?n de la Barra contest? que se tra

taba simplemente de un proyecto de reorganizaci?n de la

Secretar?a de Fomento y que nada estaba decidido.78

Este asunto, al parecer, no se volvi? a tocar, pero es dif?cil

saber si se debi? a las apuradas gestiones del ayuntamiento o a la grave situaci?n por la que atravesaba el pa?s. Un buen d?a, 5 de marzo de 1912, el director de la Comi si?n, ?ngel Garc?a Pe?a, quien ya hab?a alcanzado el grado de general brigadier, fue inesperadamente llamado por el pre sidente Madero para ocupar el ministerio de Guerra, pues el titular se hab?a suicidado. "General discreto", lo llam? M?r quez Sterling, y ciertamente durante su gesti?n, que termin? en la Decena Tr?gica, tuvo mucho de discreto y parece que poco de en?rgico. Es dif?cil pronunciar un juicio, pero tal

vez es de lamentarse que Garc?a Pe?a no se haya quedado al frente de sus trabajos cartogr?ficos.

La documentaci?n disponible es escasa, pero parece cierto

que la Comisi?n qued? un poco al garete y que no pudo

hacer nada durante el r?gimen maderista. Al frente de ella 78 Actas de los d?as 23, 29 y 30 de septiembre, y 10 de octubre. Archivo del ayuntamiento de Xalapa, paquete 1911-n; ayuntamiento al

presidente Le?n de la Barra, sep. 30, 1911, ibid. Francisco Le?n de la Barra a ayuntamiento de Xalapa, oct. 10, 1911, ibid.

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LA COMISI?N GEOGR?FICO-EXPLORADORA 521 permaneci? el subdirector, coronel Juan B. Laurencio.79 Vic toriano Huerta, en cambio, parece haberle prestado m?s aten ci?n. No en balde era ingeniero top?grafo y hab?a sido miem

bro de ella en sus principios, cuando era mayor y luego

teniente coronel. En julio de 1913 la puso bajo la direcci?n del general Jos? Gonz?lez Moreno, el mismo que en mayo de 1878, siendo apenas un teniente reci?n egresado del Colegio

Militar, hab?a acompa?ado a sus maestros, los ingenieros

D?az y Alvarado, en su viaje a Puebla, la jornada inaugural de la Comisi?n Geogr?fico-Exploradora.80 Los trabajos carto gr?ficos continuaron y todav?a apareci? publicada una ?ltima hoja de la carta general de la rep?blica. Los ?ltimos d?as de la Comisi?n terminaron en 1914, con la ca?da de Huerta, al ser abolido el Ej?rcito Federal. En el

mes de septiembre su edificio de Xalapa fue ocupado por el general C?ndido Aguilar. Sin la menor consideraci?n fue "trasladada" a Tacubaya y abandonada para siempre.81

79 Jos? Gonz?lez Moreno al alcalde de Xalapa, mar. 15, 1913, en

Archivo del ayuntamiento de Xalapa, paquete 1913-1. 80 Jos? Gonz?lez Moreno al alcalde de Xalapa, jul. lo., 1913, ibid.

Desde marzo de 1913 desempe?aba el cargo de subdirector, en que le sucedi? el dibujante Carlos Nev?. 81 Cuando se celebr? en Xalapa el Sexto Congreso Mexicano de Historia, en marzo de 1943, se record? p?blicamente a la instituci?n develando en el Paseo del Ayuntamiento del Jard?n Ju?rez, que es la plaza principal de Xalapa, una hermosa estatua de don Agust?n D?az, que se conserva hasta la fecha. Se constituy? en esa ocasi?n una sociedad de ex miembros de la Comisi?n. Marcelino Murrieta C: "La Comisi?n

Geogr?fico-Exploradora de la ciudad de Xalapa", en Veracruz (sep.-oct. 1948), pp. 73-76. Vid. Diario de Xalapa (Xalapa, sep. 1943) ; Marte R. G?mez: "Pr?logo" en Fernando D?az Rivero: Estudio preliminar sobre la manera de proceder al levantamiento de la carta militar, catastral, civil y pol?tica del pa?s, seg?ri medidas geod?sicas para la formaci?n del canev?s principal, reprod. facsimilar del manuscrito de 1896, M?xico, Comisi?n Nacional de Irrigaci?n, 1946, p. vi. El 16 de octubre de 1915 se fund? la Direcci?n General de Estudios Geogr?ficos y Climatol?gicos, en Tacubaya, supuesta sucesora de la Comisi?n. En Tacubaya se conserva todav?a parte del archivo de la Comisi?n, con documentos de tipo t?cnico en su mayor parte: apuntes de campo,

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BERNARDO GARC?A MART?NEZ

Toca ahora estudiar con m?s detalle, aunque brevemente, el procedimiento seguido por don Agust?n D?az y sus suce sores en la construcci?n de las cartas geogr?ficas, desde las primeras observaciones de campo hasta su dibujo definitivo. Como se recordar?, la parte medular del proyecto cartogr? fico era la elaboraci?n de un mapa general de la rep?blica a la cienmil?sima. En p?ginas anteriores se mencion? que el primer paso de la magna obra hab?a sido formar un canev? de posiciones geogr?ficas determinadas por procedimientos astron?micos, cerrando entre ellas poligonales mediante l? neas de itinerario topogr?fico, y rellen?ndolas con detalles secundarios.

Para la determinaci?n de puntos por procedimientos as tron?micos, la Comisi?n procedi? del siguiente modo: Las latitudes fueron obtenidas mediante el c?lculo de distancias zenitales circunmeridianas, observadas tanto al norte como al sur del zenit y procurando que las estrellas elegidas formaran

pares que culminasen a igual altura a uno y otro lado.82

Las longitudes se determinaron, cuando fue posible, mediante el intercambio de se?ales telegr?ficas con diversos observato rios; y cuando no, usando el sistema de transporte de cro n?metros, procurando, al decir de D?az, hacer viajes dobles y formar pol?gonos cerrados o l?neas quebradas apoyadas en puntos de longitud precisa, de modo que fuera posible hacer comprobaciones. Seg?n el propio D?az, los errores probables de c?lculo no pod?an exceder de medio segundo de arco en las latitudes, de 1/10 de segundo de tiempo en las longitudes borradores, c?lculos, calcas y todo lo relativo a la construcci?n de los mapas. Este archivo est? actualmente en proceso de reordenaci?n y cla sificaci?n. Otra parte del archivo se conserva al parecer en e\ Departa mento Cartogr?fico Militar de la Secretar?a de la Defensa, pero no fue posible consultarla. Otros documentos pueden encontrarse, con un poco

de paciencia, en el Archivo del gobierno del estado de Veracruz, en Xalapa. (Vid., en el mismo, el "?ndice de Fomento", 1914, N?ms. 68 y 74.) 82 Desde 1902 se prefiri? referirse a cenitales meridianas de dos es trellas.

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LA COMISI?N GEOGR?FICO-EXPLORADORA 523 determinadas por se?ales instant?neas, y de un segundo de tiempo en las determinadas por transporte de cron?metros.83

El canev? formado con los puntos situados del modo re ferido adolec?a de varios defectos. Los cr?ticos de la Comisi?n consideraban que su n?mero era insuficiente para apoyar los trabajos topogr?ficos posteriores. Pero m?s grave era el hecho

de que la elecci?n de dichos puntos era a menudo muy

discutible. En la mayor parte de los casos se trataba de ciu dades y cabeceras de distritos y municipios, es decir, de lu gares elegidos por su categor?a administrativa y no por su buena situaci?n geogr?fica. Como la mayor?a de esos puntos estaban situados en los fondos de los valles, e invisibles uno de otro, era imposible relacionarlos geom?tricamente por me dios directos, sino s?lo despuj?s de laboriosos trabajos de ga

binete. Algunas partes de los pol?gonos que se pretend?a

formar con esos puntos adolec?an necesariamente de algunas inexactitudes. Uno de los cr?ticos mencionados, Antonio D?az Rivero, opinaba que deb?an haberse elegido "los v?rtices de altas monta?as y otros lugares conspicuos".84 Estas objeciones eran ciertamente muy serias, pero debe anotarse en favor de la Comisi?n que la determinaci?n astro n?mica de puntos culminantes por m?todos directos hubiera sido sumamente dilatada. D?az Rivero reconoc?a que el tra bajo en esos lugares, por estar casi siempre despoblados y lejos de las l?neas telegr?ficas, hubiera presentado muchas dificultades, si bien quedaba la posibilidad de recurrir a se

?ales ?pticas o luminosas para el c?lculo de longitudes. En realidad, las dificultades hubieran sido todav?a mayores, y Agust?n D?az, con su esp?ritu pr?ctico, acert? al optar por

83 Cat?logo Chicago, pp. 7-8. En 1909 se hicieron experimentos, al parecer positivos, para determinar longitudes por medio de la telegraf?a inal?mbrica. Memoria de Fomento, 1909-1910, p. ix. Vid. Comisi?n Geo gr?fico-Exploradora: Cat?logo general de posiciones, cit. 84 La cr?tica m?s extensa y detenida es la de D?az Rivero: op. cit. D?az Rivero, sobrino de Agust?n D?az, fue miembro de la Comisi?n, a

la que ingres? en 1880. Sobre otros cr?ticos, vid. D?az: "Informe..." (1877) cit., p. 578 e "Informe..." (1882) cit., i, p. 73.

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BERNARDO GARC?A MART?NEZ

los puntos de m?s f?cil determinaci?n, dondequiera que es tuviesen. No pod?a ignorar el fragmento de la memoria que escribi? Tom?s Antonio del Moral sobre la formaci?n de la

carta del estado de M?xico, donde, con la autoridad que

le daban sus incomparables trabajos ?y exagerando un poco opinaba que era virtualmente in?til, por lo dilatado y dis

pendioso, tratar de hacer mediciones desde las cumbres, m?xi me en regiones donde el cielo se nubla diariamente.85 Y no hay que olvidar que los primeros trabajos de la Comisi?n se llevaron al cabo precisamente en zonas serranas, lluviosas, donde la visibilidad es casi siempre nula. Sea como fuere, la Comisi?n no utiliz? cumbres ni monta?as como v?rtices de sus poligonales.86 A efecto de mantener uniformidad y control en los c?lcu los astron?micos y matem?ticos, D?az se dedic? a preparar esqueletos o "tipos" para vertir en ellos los datos siempre del mismo modo. Ide? tantos como operaciones era necesario hacer: c?lculo de latitudes, deducci?n de las mismas, correc ci?n de los tiempos para el valor de las latitudes definitivas, c?lculo preciso de las marchas de los cron?metros, c?lculo de longitudes, de azimutes, discusi?n de los resultados obtenidos para el valor de las coordenadas geogr?ficas, c?lculos para referir las estaciones astron?micas de proyecci?n polic?nica, de refracci?n y reducci?n al meridiano, de las diferencias de nivel de las estaciones en el levantamiento de la estad?a, etc. Fueron reproducidos todos en gran cantidad para su uso en las expediciones y en los trabajos de gabinete.87

Como ha quedado ya explicado, las posiciones determi

85 Cit. por Orozco y Berra: op. cit., p. 355.

86 Exceptuando, desde luego, los trabajos de triangulaci?n de los alrededores de Puebla y Xalapa y de la l?nea divisoria entre Nuevo

Le?n y Tamaulipas, entre otros. Espero poder terminar y publicar en breve un amplio estudio sobre las expediciones cient?ficas de alta mon ta?a en M?xico, donde discutir? ?ste y otros puntosJ

87 Vid. Cat?logo Chicago, pp. 15-16. La colecci?n de "tipos" de

c?lculo iba a comprender unos 300 diferentes, pero qued? inconclusa a la muerte de D?az. Originales en ACGE, legs. 10, 13, 14.

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LA COMISI?N GEOGR?FICO-EXPLORADORA 525 nadas astron?micamente se ligaban luego mediante l?neas de detalle de primer orden, es decir, mediante el levantamiento de un itinerario topogr?fico entre dos o m?s puntos. Aqu? es donde entraba en funci?n la mayor parte del contingente de las expediciones, teniendo cada oficial ingeniero asignado un determinado itinerario. Acompa?ado de sus ayudantes y

escolta, montado a caballo, iba provisto de una br?jula de

mano y un perambulador, entre otros instrumentos. Llevaba tambi?n hojas de un "papel para equicios topogr?ficos", idea

do por D?az, sobre las cuales constru?a y dibujaba su cro quis.88 Midiendo los rumbos con su br?jula y el camino recorrido con el perambulador, apreciando a la vista las dis tancias a otros puntos visibles fuera del camino, transpor taba sus datos al papel, guardando una escala de 1:20 000 o 1:50 000, obteniendo, al avanzar, una l?nea m?s o menos quebrada ?el mapa del camino seguido? que adoptaba como directriz de su levantamiento. Luego dibujaba en el croquis

los r?os, barrancas, casas, cerros y otros objetos que percib?a hasta donde alcanzaba, a la escala, la hoja de papel. Dibujaba con curvas de nivel m?s o menos aproximadas el cuerpo de las cadenas de monta?as, apreciando siempre a la vista sus alturas.89 Formaba as? lo que era conocido como un "itine

88 "Las hojas se re?nen sobre un cart?n, formando libros exfoliado res y de manera que todos sus centros se correspondan; de esta manera puede dibujarse- sobre ellos como sobre una plancheta que puede im

provisarse fijando una aguja en el centro que sirva como p?nula de alidada... Como dos de los di?metros son paralelos respectivamente a

los lados mayor y menor de la hoja, puede, seg?n el sentido en que

se desarrolla la l?nea por levantar, adoptarse como meridiano uno u otro de dichos di?metros y graduar en seguida el transportador, ya sea por cuadrantes, ya por semicircunferencias o corrida, seg?n convenga

para la br?jula o para el goni?metro usado... En los levantamientos

la l?nea de canev? se va construyendo a pulso, colocando los diversos lados por medio de paralelas a las direcciones correspondientes, seg?n su azimut y apreciando aproximadamente las distancias en escala por medio de las circunferencias conc?ntricas, equidistantes un cent?metro..." Ca t?logo Chicago, pp. 8-9. 89 "Las curvas horizontales que sirven para la configuraci?n deben,

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r>s3?s=?? i.z&m$?ms?

8#v&?

Fig. 2. Esquicio topogr?fico

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LA COMISI?N GEOGR?FICO-EXPLORADORA 527 rario" o esquicio (figura 2), que se conservaba con todos los datos pertinentes en una "cartera de campo".

A lo largo del recorrido se hac?an varias observaciones

hipsom?tricas para determinar altitudes, observaciones que se procuraba hacer simult?neamente a las barom?tricas del ob servatorio central o de otros de la propia Comisi?n. Se calcu

laba que los errores probables no ser?an de m?s de diez a

quince metros.90 Tambi?n, y esto era muy importante, se to

maban vueltas de horizonte y ?ngulos de inclinaci?n a fin de situar, desde varios puntos, los picos de las sierras y otros lugares visibles a distancia, determinando en todos los casos la declinaci?n de la aguja magn?tica. Por ?ltimo, se hac?a el dibujo de vistas panor?micas que ser?an utilizadas m?s tarde como auxiliares en la construcci?n de los mapas (figura 3). Los esquicios se pasaban en limpio a l?piz en un papel apro

piado, poniendo el mayor cuidado en el transporte de los datos y, en particular, en el trazo de las curvas de nivel (figuras 4 y 5) .91

por lo general, tener una equidistancia vertical gr?fica de m0.0005, excepto en los borradores de campo, en que puede ponerse mO.001 de equidistancia, tan s?lo por abreviaci?n del trabajo, en cuyo caso deber? expresarse. Las alturas de las serran?as o eminencias aisladas ser?n ex presadas como se ha dicho por el n?mero de curvas de nivel, conside rando a vista las alturas relativas para las eminencias de poca impor tancia, pero las que la tienen deber?n ser referidas por tri?ngulos de inclinaci?n y sus distancias tomadas desde varios puntos d? los itinera

rios, y por los procedimientos de campa?a que m?s convengan; por

abreviaci?n se pueden expresar num?ricamente sus alturas pr?ximas re lativas." "Instrucciones provisionales relativas a la construcci?n y dibujo de itinerarios" (die. 31, 1885) , en ACGE, leg. 15. 90 Desde 1882 se practicaban observaciones cotidianas, cuatro veces al d?a y aun cada hora, para tener correspondencias de presi?n y tem peratura entre las del observatorio y las de campo. Tambi?n se tomaba en cuenta la fuerza el?stica del vapor, la humedad relativa, la lluvia, la direcci?n y velocidad de los vientos, la cantidad relativa de ozono y

el estado del cielo. Vid. Alvarado: "Informe..." (1901) cit., p. 305;

Julio Alvarado a Manuel Fern?ndez Leal (1888), cit. ?l Para estudiar en detalle la construcci?n de los esquicios, vid. "Ins trucciones provisionales...", cit.

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Fig. 3. Perspectiva

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El edificio de la Comisi?n en Xalapa. Fachada lateral. This content downloaded from 204.52.135.175 on Tue, 26 Sep 2017 23:30:27 UTC All use subject to http://about.jstor.org/terms


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La estatua de don Agust?n D?az, en Xalapa. This content downloaded from 204.52.135.175 on Tue, 26 Sep 2017 23:30:27 UTC All use subject to http://about.jstor.org/terms


Fig. 4. Esquicio topogr?fico en limpio

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F?g. 5. Esquicio topogr?fico en limpio

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LA COMISI?N GEOGR?FICO-EXPLORADORA 531 La confecci?n de estos esquicios o itinerarios tambi?n ado

lec?a de graves defectos. El principal de ellos era que las

medidas eran irregulares, aproximadas y de orden puramente expeditivo. Como es f?cil de comprender, la perfecci?n del trabajo depend?a en gran medida de la capacidad del oficial

a cuyo cargo estaba, y no s?lo, sino de su pr?ctica, de su paciencia y hasta de su ojo y de su sentido de la distancia

y de la perspectiva. Como estas labores de campo estaban a cargo casi siempre del personal que proporcionaba la Secre tar?a de Guerra, personal que era en gran medida eventual, no pod?a esperarse ninguna homogeneidad en sus trabajos. Las autoridades de la Comisi?n eran ciertamente conscientes

de estas irregularidades, pero las toleraban porque se contaba con varios correctivos y atenuantes, todos ellos para ser apli cados durante los trabajos de construcci?n y dibujo de las cartas, que depend?an de personas de mucha mayor experien cia. Una de las circunstancias que permit?an corregir los tra zos era que frecuentemente los itinerarios se superpon?an en partes o se entrecruzaban a determinados trechos, lo que per mit?a compararlos y comprobar en cierta medida su exactitud.

En lo tocante a la representaci?n del relieve, con los datos de diversos itinerarios que rodeaban monta?as y valles era posible obtener una idea bastante fiel de los mismos. Por ?ltimo, al verter los datos dentro del canev? de posiciones b?sicas era posible hacer ciertos ajustes. Sobre todo, se consi

deraba que los errores ser?an al fin de poca monta si se

tomaba en cuenta la escala a que ser?an construidas las hojas de la carta general. Por lo dem?s, no hay que exagerar las posibles consecuencias de esa falta de homogeneidad, ni creer que fue tan grave como pudiera pensarse, pues el personal que la Secretar?a de Guerra proporcionaba a la Comisi?n no ca rec?a de alguna preparaci?n en materias topogr?ficas.92

92 D?az Rivero pensaba que la Comisi?n, con sus procedimientos, hac?a mal papel como escuela de aplicaci?n de los oficiales facultativos del ej?rcito. D?az Rivero: op. cit., p. 18.

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Fig. 6. Levantamiento planim?trico

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LA COMISI?N GEOGR?FICO-EXPLORADORA 533 No hay que olvidar, adem?s, que los ingenieros procura ban copiar cuanto croquis o levantamiento local encontraban en pueblos y haciendas. Aunque muchos de estos mapas eran poco dignos de confianza, otros pod?an servir posteriormente

para completar el detalle de alg?n ?rea o hacer alguna co

rrecci?n.93

Borradores, esquicios, croquis, calcas y, en fin, todo el producto de las exploraciones, eran concentrados en las ofici

nas de la Comisi?n en Xalapa. El resto del trabajo se con

sideraba ya como labor de gabinete y era realizado, como se ha repetido, por el personal m?s cuidadoso y capacitado. En sus manos estaba recoger, interpretar y hacer concordar los datos de las expediciones. El procedimiento, a grandes rasgos, era el siguiente: Los esquicios eran pasados una vez m?s en limpio, a tinta, haciendo dibujos separados para la configuraci?n (las curvas de nivel y corrientes de agua) y la planimetr?a (poblaciones y caminos), uniformando s?mbolos y utilizando la ortograf?a m?s correcta. El siguiente paso era reducirlos a la escala a

que se iba a construir el mapa. Tambi?n se reduc?an a la misma escala los croquis o levantamientos particulares de pueblos o haciendas, si los hab?a aprovechables, y los planos de las v?as f?rreas, solicitados previamente por la Comisi?n (figuras 6, 7 y 8) . Para esto, se contaba ya con los datos de las observaciones astron?micas, y los puntos de apoyo situados 93 "Aprovechamos todos los levantamientos de fincas r?sticas que hemos podido adquirir: unos se han reducido por la fotograf?a y otros a mano ? nuestras escalas. Las ?reas que cubren estos levantamientos son relativamente insignificantes, pero considerando que esta clase de trabajos es siempre superior a los esquicios que se hacen a la vista al recorrerse los caminos, la necesidad de procur?rselos y la importancia que adquirir?n cuando se emprenda la formaci?n del catastro territo

rial, la Comisi?n no ha desperdiciado la oportunidad de recogerlos,

suspendiendo a veces sus expediciones los ingenieros para calcarlos, o al menos tomar los elementos m?s indispensables en los lugares en donde

los han hallado." D?az: "Informe..." (1882) cit.? i, p. 75. D?az trat?

de obtener personal para dedicarlo exclusivamente a esta labor. [D?az]:

Memoria... cit., pp. 27-28. Se conservan las calcas en ACGE, passim.

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Fig. 7. Levantamiento planim?trico

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Fig. 5. Levantamiento de configura

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536

BERNARDO GARC?A MART?NEZ

mediante las mismas ocupaban su lugar en el canev? a que hemos hecho referencia. La escala de ?ste era desde luego la misma a la que se estaba trabajando. Los "itinerarios" o es quicios, cuyo punto de partida o de destino era generalmente uno de los situados en dicho canev?, deb?an ser trazados a escala dentro del mismo, formando poligonales que forzosa mente deb?an cerrarse, aun a costa de ciertas modificaciones

en su escala o en la posici?n de sus puntos. El resultado era un croquis muy similar a los "diagramas de operaciones", citados p?ginas atr?s, que aparec?an reproducidos al pie de las hojas de la carta general (figura 9). Llegado este momento, uno de los puntos m?s cr?ticos era hacer el relleno de las poligonales. Para estas extensas ?reas ya no se contaba con datos topogr?ficos. En los esqui cios estaba representado el relieve de las mismas, pero s?lo hasta donde llegaba la vista de los oficiales que los levanta ban. A menudo era posible desarrollar itinerarios lo bastante pr?ximos uno de otro como para contar con datos suficientes

para dibujar la configuraci?n de una zona determinada, y tambi?n se pod?an utilizar las vistas panor?micas que se hab?an obtenido en las expediciones. Pero muchas veces que daban huecos m?s o menos amplios, generalmente ?reas mon ta?osas o poco pobladas, cuyo relieve se infer?a de la confi guraci?n de las ?reas vecinas y de la direcci?n y volumen de las corrientes de agua. Si dentro de esas zonas hab?a alg?n

poblado o alguna peculiaridad geogr?fica, no llegaba a no ticia de la Comisi?n. Esto constitu?a, sin duda, uno de los m?s graves defectos de los mapas, y de los que m?s f?cilmente

se hubieran podido corregir con el simple recurso de enviar expediciones a recorrer lugares en los que hab?an dejado hue cos muy grandes los itinerarios topogr?ficos.94 94 D?az Rivero tambi?n consideraba este defecto como uno de los

mayores de las cartas de la Comisi?n: "Las ?reas de los pol?gonos de terminados por las l?neas de itinerarios son extens?simas, aun en escala de 1.TOO 000, como puede juzgarse f?cilmente de las hojas ya publica das. .. Es el medio, pues, muy arbitrario, y de aqu? se desprende un manantial de inexactitudes." D?az Rivero: op. cit., p. 17.

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Fig. 10. Canev? fraccionado

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LA COMISI?N GEOGR?FICO-EXPLORADORA 539

Como el tama?o de cada hoja de la carta general era

bastante grande (0.53 X 0.40 m. interm?rgenes), el canev? original, con todos los datos vertidos en ?l, era fraccionado en cuadros de aproximadamente diez cent?metros por lado (figura 10). El dibujo definitivo se hac?a en peque?as ho jitas de ese tama?o que coincid?an perfectamente y en las

que se calcaban con el mayor cuidado todos los trazos. Se formaban dos juegos de hojitas, uno de configuraci?n y otro

planim?trico y de ellas se obten?an las matrices de cada

tinta que eran enviadas al taller de litograf?a o zincograf?a para su reproducci?n. Concluida la labor, la totalidad del material que se hab?a utilizado en la construcci?n de cada hoja se archivaba cuidadosamente, y los datos m?s importan tes se reun?an en un libro.95

Hasta aqu? lo relativo a la carta general de la rep?blica a la cienmil?sima. De los dem?s trabajos no hay mucho que decir: las cartas de los estados eran, pr?cticamente, reduccio nes a escala de las hojas correspondientes de la carta general, con algunas modificaciones y el relieve representado por som bras en vez de curvas de nivel. Los levantamientos especiales eran, como su nombre lo dice, trabajos en los que se aplica ban m?todos particulares, generalmente de precisi?n, como mediciones de tipo geod?sico o levantamientos topogr?ficos integrales.96

No debe olvidarse un hecho: la mayor?a de las cartas de

la Comisi?n fueron cartas geogr?ficas ?o "corogr?ficas", como

se les design? a veces? y no se les puede juzgar con criterios topogr?ficos. Evidentemente, no estaban basadas en levanta mientos de precisi?n. Fueron hechas con el prop?sito de dar a conocer un inmenso territorio desconocido e inexplorado, y lo alcanzaron, hasta donde fue posible, de un modo que no 95 Los datos m?s importantes se agrupaban gr?ficamente en una se rie de Atlas-registros, que se pensaba destinar a los Anales de la Comi

si?n. Vid. Cat?logo Chicago, p. 21. Una copia de los borradores de

campo era enviada a la Secretar?a de Guerra. 96 V?anse las notas 31 y 63, y ACGE, legs. 6, 7, 31.

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540

BERNARDO GARC?A MART?NEZ

se puede negar. Si a?n queda el prurito de la exactitud,

comp?rense la posici?n de sus puntos y sus trazos con los asentados en una carta moderna. Desde luego, los adelantos t?cnicos permiten en nuestros d?as una mejor representaci?n del relieve, muy por encima de las tentativas curvas de ni

vel de los mapas de la Comisi?n. Fuera de esto, en lo que

toca a planimetr?a y toponimia, esos viejos mapas son tan buenos para su tiempo como los de hoy para el nuestro, y en

algunos casos no han sido superados y siguen siendo m?s

exactos y completos.

Cuando la Comisi?n desapareci? dej? tras de s? un trabajo trunco. ?Por qu? se la enterr?, siendo que todav?a quedaba tanto por hacer? Los a?os violentos de la revoluci?n y el aniquilamiento del ej?rcito federal explican mucho, pero no todo, pues sus labores muy bien pudieron ser continuadas por

los nuevos amos del pa?s. Cierto es que carec?an de la expe riencia y la pr?ctica de la escuela de don Agust?n, pero eso no era un obst?culo insuperable. Las cr?ticas como las de D?az Rivero tuvieron tambi?n mucho peso, pero las alterna tivas que propon?an eran dif?cilmente practicables y tampoco

se les tom? muy en cuenta.97 La Comisi?n Geogr?fico-Exploradora fue fundada en los a?os de un despertar cient?fico modesto pero evidente. En su nombre mismo se reflejaba el inter?s por conocer y descubrir.

Agust?n D?az, su fundador, y Vicente Riva Palacio, su primer impulsor, fueron hombres de un valer intelectual que se puede

probar por sus obras, y la historia de la Comisi?n en sus primeros a?os es muy elocuente al respecto. El mencionado despertar cient?fico dio a M?xico varias instituciones notables,

permiti? la publicaci?n o la edici?n cr?tica de muchas obras, 97 D?az Rivero propon?a que se realizaran los siguientes levanta

mientos trigonom?tricos: 9 cadenas meridianas, 8 a lo largo de los para lelos, 2 cadenas costeras, 2 lim?trofes y una en Baja California, estable ciendo al efecto 22 bases de triangulaci?n de 11 o 12 kil?metros. D?az

Rivero: op. cit., pp. 49 ss.

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LA COMISI?N GEOGR?FICO-EXPLORADORA 541 propici? varios descubrimientos y aun leg? algunos inventos. Pero por desgracia no fue muy duradero, pues los hombres a quienes se debi? murieron uno tras otro sin dejar sucesores

de su talla. Orozco y Berra falleci? en 1881 y el m?dico Rafael Lucio en 1886. Agust?n D?az en 1893 y Garc?a Icaz balceta al a?o siguiente. A Riva Palacio le toc? su turno en 1896, y dos m?s murieron en 1899: Mariano Barcena y Fran

cisco D?az Covarrubias. Un a?o despu?s falleci? Rafael La vista, y en 1906 Alfredo Chavero. Como a ellos, podr?a citarse

a varios m?s.

En 1896, el secretario de Fomento, Manuel Fern?ndez Leal,

dejaba entrever c?mo los tiempos cambiaban y los hombres de ciencia estaban siendo sustituidos por los desarrollistas, si es posible llamarlos as?. Seg?n sus palabras, la Comisi?n Geo gr?fico-Exploradora no respond?a ya a la necesidad pura y simple de conocer el pa?s: se justificaba porque sus trabajos eran ?tiles concretamente "para fomentar la agricultura y la industria, para atraerles capital, para sugerir a nacionales y extranjeros la explotaci?n de nuestras riquezas...".98

Al mismo tiempo el problema agrario se hac?a m?s y m?s candente por la expansi?n de las haciendas. Ante las

reclamaciones de los pueblos despojados, los funcionarios del gobierno sent?an la urgente necesidad de formar un mapa catastral de la rep?blica. Inmediatamente pusieron sus ojos en la Comisi?n, sin pensar en que su labor deb?a ser geo gr?fica y no topogr?fica ni catastral. Se le critic? por hacer lo que hac?a y por no hacer lo que otros podr?an hacer, sin tomar en cuenta que sus trabajos en nada estorbaban el que tambi?n se llevara a cabo un levantamiento catastral. Aun Francisco D?az Rivero, con todo y haber sido miembro de la Comisi?n, la acusaba de deficiencia "respecto de ciertos ser vicios p?blicos a que debi? satisfacer", como proporcionar la base para la medici?n de terrenos bald?os, apeos y deslindes. Las cartas que levantaba, concluy?, "no estaban adecuadas a 98 Fern?ndez Leal (1896), cit., p. 30.

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542

BERNARDO GARC?A MART?NEZ

la ?poca actual".99 Poco a poco el gobierno dej? de conside rar a la Comisi?n como un cuerpo cartogr?fico. Se recordar? que se le encomendaron trabajos de ?ndole estrictamente to pogr?fica en Sonora, Coahuila y Veracruz; 10? y a partir de 1910, en las Memorias de Fomento se hablaba de ella como dependiente de la Direcci?n Agraria de la Secretar?a.

La Comisi?n Geogr?fico-Exploradora estaba amenazada de muerte desde que los intereses del gobierno empezaron a encaminarse, por una u otra v?a, a la soluci?n del problema agrario, y se hac?a necesario establecer bases topogr?ficas pre

cisas para el levantamiento catastral del pa?s. Los trabajos de exploraci?n y las cartas geogr?ficas de la Comisi?n no serv?an para ese fin. Si esta explicaci?n parece extra?a, debe tomarse en cuenta, primero, que la escasez de recursos dificultaba emprender m?s de un programa cartogr?fico, y segundo ?ras

go que no puede pasar inadvertido en la historia de M?xi co? que son contadas las obras materiales o intelectuales que se emprenden en este pa?s sin destruir algo de por medio.

AP?NDICE

Cartas publicadas por la Comisi?n Geogr?fic

Las siglas empleadas corresponden a las siguien

nadas:

CTAP Carta topogr?fica de los alrededores de Puebla, formada de orden del secretario de Fomento Vicente Riva Pala cio, por la Comisi?n Geogr?fico-Exploradora. 3a. serie, letra AP. Escala 1:20 000; curvas de nivel a 10 metros.

(Lit. Salazar). Presentada en dos versiones: *'Mural ?

1878 a 80" y "Atlas - 1879 a 81". [Cinco tintas.] [Algu nos "Atlas" presentan la siguiente portada, impresa pos 99 D?az Rivero: op. cit., pp. 48-49. 100 Vid. notas 41 y 76. Tambi?n Memoria de Fomento, 1909-1910,

p. rx.

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LA COMISI?N GEOGR?FICO-EXPLORADORA 543 teriormente: "Carta geogr?fica general de la Rep?blica Mexicana, comenzada en 1878 por la Comisi?n Geogr? fico-Exploradora ? Atlas topogr?fico de los alrededores

de Puebla ? la. edici?n ? Lit. de la Comisi?n.] CRM Carta de la Rep?blica Mexicana a la 100 000a. Secretar?a de Estado y del Despacho de Fomento ? Comisi?n Geo gr?fica de Guerra y Fomento, bajo la direcci?n de (A.

D?az; Julio Alvarado; ?ngel Garc?a Pe?a). Escala 1:100 000; curvas de nivel a 50 metros. (Recuadros:

"diagrama de operaciones", coordenadas geogr?ficas de terminadas, trabajos topogr?ficos incluidos, declinaci?n

de la aguja magn?tica, notas; 1889-1890: Lit. Salazar; 1891-1902: Lit. C. G. E., 1902-1913: Zinc. C. G. E.) [Cinco tintas.] En cada hoja se asienta la fecha en que fue "terminada" y la fecha en que es "publicada". No existe portada conocida.

A?o de 1879 CTAP Hoja N?m. 5. ("Secretar?a de Estado y del Despacho de Fomento ? Comisi?n de Cartograf?a, bajo la direcci?n de I.

Molina.") la. ed., 1879. (Constr. E. Corella, R. Tangassi.) Para las versiones "mural" y "atlas".

A?o de 1880 CTAP Hoja N?m. 2. la. ed., 1880. (Constr. M. C. Castro, C. Alvarez.) Para las versiones "mural" y "atlas". CTAP Hoja N?m. 3. la. ed., 1880. (Recuadro: coordenadas to

pogr?ficas; constr. C. Alvarez, M. C. Castro.) Para la versi?n "mural".

CTAP Hoja N?m. 8. la. ed., 1880. (Constr. C. Alvarez, M. C. Castro.) Para las versiones "mural" y "atlas".

A?o de 1881 CTAP Hoja N?m. 4. la. ed., 1881. (Constr. C. Alvarez, M. C. Castro.) Para las versiones "mural" y "atlas".

CTAP Hoja N?m. 6. la. ed., 1881. (Constr. C. Alvarez, R. San doval.) Para las versiones "mural" y "atlas".

CTAP Hoja N?m. 7. la. ed., 1881. (Constr. C. Alvarez, R. San doval.) Para la versi?n "atlas".

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BERNARDO GARC?A MART?NEZ

CTAP Hoja N?m. 9. la. ed., 1881. (Constr. C. Alvarez, R. San doval.) Para la versi?n "atlas". CTAP Hoja N?m. 2. Versi?n reducida de la de 1880, a 1:50 000. CTAP Hoja N?m. 3. Versi?n reducida de la "mural" de 1880, a 1:50 000.

CTAP CTAP CTAP CTAP

Hoja Hoja Hoja Hoja

N?m. 4. Versi?n reducida de la de 1881, a 1:50 000. N?m. 5. Versi?n reducida de la de 1879, a 1:50 000. N?m. 6. Versi?n reducida de la de 1881, a 1:50 000. N?m. 8. Versi?n reducida de la de 1880, a 1:50 000.

A?o de 1882 CTAP Hoja N?m. 1. la. ed., 1882. (Constr. C. Alvarez, R. San doval.) Para la versi?n "atlas".

CTAP Hoja N?m. 3. la. ed., 1882. (Constr. C. Alvarez, M. C. Castro.) Para la versi?n "atlas". CTAP Hoja N?m. 1. Versi?n reducida de la de "atlas" de 1882, a 1:50 000.

A?o de 1883 CTAP Hoja N?m. 1. la. ed., 1883. (Recuadro: coordenadas geo

gr?ficas, datos diversos; constr. C. Alvarez, R. Sandoval.) Para la versi?n "mural".

CTAP Hoja N?m. 3. Versi?n reducida de la de "atlas" de 1882, a 1:50 000.

CTAP Hoja N?m. 7. Versi?n reducida de la "mural" ?de 1883?, a 1:50 000.

CTAP Hoja N?m. 7. ?1883? (Recuadro: tipos y abreviaturas, supresi?n de nombres dobles.) Para la versi?n "mural".

CTAP Hoja N?m. 9. ?1883? (Recuadro: personal de ejecu

ci?n, levantamiento de detalles topogr?ficos.) 'Para la versi?n "mural".

A?o de 1884 Carta topogr?fica general de los alrededores de Puebla, formada por la Comisi?n Geogr?fico-Exploradora. Secretar?a de Estado y del Despacho de Guerra y Marina ? Comisi?n Geogr?fica

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Los lit?grafos de la Comisi?n. Sentados: Rafael Barbero y Carlos Neve. This content downloaded from 204.52.135.175 on Tue, 26 Sep 2017 23:30:27 UTC All use subject to http://about.jstor.org/terms


La Comisi?n Geogr?fico-Exploradora hacia 1909, en su edificio. Al centro (alto y de bomb?n) : ?ngel Garc?a Pe?a.

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LA COMISI?N GEOGR?FIOO-EXPLORADORA 545 de Fomento y Guerra, bajo la direcci?n del ing. A. D?az.

Ed. de 1884. 3a. serie, letra AP. Escala 1:50 000. (Constr. M. Beltr?n, dib. C. T. ?lvarez; grabado y imprimado por Erhard

Hermanos, calle Nicole 8.) [Una tinta.]

A?o de 1889 CRM Hoja 19-1-(M). 1886/1889. M?xico.

CRM Hoja 19-1-(T). 1886/1889. Puebla, Cholula, Tepeaca.

A?o de 1890 Carta topogr?fica general de los alrededores de Puebla. Versi?n re ducida de la de 1884, a 1:150 000.

CRM Hoja 19-1-(S). 1888/1890. Tlalmanalco, Atlixco. CRM Hoja 19-11-(U). 1888/1890. Tecamachalco, Morelos Ca ?ada. CRM Hoja 19-11-(U). Versi?n reducida de la de 1890, a 1:250 000. (Zincograf?a.)

A?o de 1891 CRM Hoja 19-1-(N). 1888/1891. Tetzcoco, Tetzmeloccan. CRM Hoja 19-11-(V). 1888/1891. Orizava, Tzoncoliuhcan.

CRM Hoja 19-1-(O). 1889/1891. Tlaxcallan, Huamantla.

A?o de 1892 CRM Hoja 19-IV-(A). 1888/1892. Izcacuixtla, Tehuac?n.

CRM Hoja 19-11-(P). 1890/1892. Chalchicomolan. CRM Hoja 19-11-(K). 1891/1892. Llanos, Tepeyahualco.

A?o de 1893 Carta topogr?fica de los alrededores de Xalapa. Secretar?a de

Estado y del Despacho de Fomento ? Comisi?n Geogr?fica

de Guerra y Fomento, bajo la dir. de A. D?az. la. ed., 1892; pub. en 1893. 3a. serie, letra AX. Escala 1:20 000; curvas de nivel a 10 metros. (Constr. M. Alvarado, J. Ram?rez; config. C. Rivera; dib. J. L?pez; escr. F. Rivera; insp. C. T. ?lvarez.) [Cinco tintas.] Carta topogr?fica de los alrededores de Xalapa. Secretar?a de

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BERNARDO GARC?A MART?NEZ

Estado y del Despacho de Fomento ? Comisi?n Geogr?fica de Guerra y Fomento, bajo la dir. de A. D?az. la. ed., 1892; pub. en 1893, 3a. serie, letra AX. Escala 1:20 000; [hachuras], (Constr. M. Alvarado, J. Ram?rez; config. C. T. ?lvarez; dib. J. L?pez, escr. G. Rivera.) [Cinco tintas.]

Carta topogr?fica de los alrededores de Xalapa. Versi?n reducida de la de 1893, con curvas de nivel, a 1:50 000. Carta topogr?fica de los alrededores de Xalapa. Ver&i?n reducida de la de 1893, con hachuras, a 1:50 000.

Carta de la Rep?blica Mexicana a la 250 000a. la. serie, hoja 5-1- (C). Secretar?a de Estado y del Despacho de Fomento ? Comisi?n Geogr?fica de Guerra y Fomento, bajo la dir. de A. D?az. Escala de 1:250 000; [sombras], la. ed., 1892, pub. en 1893. (Constr., config. C. Rivera; escr. J. L?pez; insp. C. T. ?lvarez; Imp. de la C. G. E.) [Cinco tintas.] Hermosillo, Ures.

Carta de la Rep?blica Mexicana a< la 750 000a. Reducci?n de la carta a la 250 000a, hoja 5-1-(C), de 1893, a 1:750 000. Carta de la Rep?blica Mexicana a la 250 000a. Reducci?n de la CRM,

Hoja 19-11-(V), de 1891, a 1:250 000.

Plano de la ciudad Teziuhtl?n, levantado a rumbo y dist. por el ten.

de E. M. E. Alberto E. Gonz?lez. 1885. Escala 1:20 000, curvas de nivel a 2.50 metros. (Poblaciones de la Rep?blica Mexicana, 5a. serie, letra T., estado de Puebla. Secretar?a de Estado y del Des pacho de Guerra y Marina ? Comisi?n Geogr?fica de Fomento y Guerra, bajo la dir. del ing. A. D?az, Red. de la la. ed. de 1885 a 1:5 000, pub. en 1893. Dib. E. Estrada.) [Cuatro tintas.] [El plano a 1:5 000 no fue publicado.] Plano de la ciudad Teziuhtl?n, levantado a rumbo y dist. por el ten. de E. M. E. Alberto E. Gonz?lez. 1885. Escala 1:20 000 [sombras]. (Poblaciones de la Rep?blica Mexicana, 5a. serie, letra T., estado de Puebla. Secretar?a de Estado y del Despacho de Guerra y Ma rina ? Comisi?n Geogr?fica de Fomento y Guerra, bajo la dir. del ing. A. D?az. Red. de la la- ed. de 1885, a 1:5 000, pub. en 1893. Dib. A. E. Gonz?lez.) [Cuatro tintas.] [El plano a 1:5 000 no fue publicado.] Plano de la ciudad S. Andr?s Chalchicomolan, levantado a rumbo y dist. por el cap. lo. de E. M. Ej Jos? Gonz?lez Moreno. 1880. Es cala 1:20 000, curvas de nivel a 2.50 metros. (Poblaciones de la Rep?blica Mexicana, 5a. serie, letra C, estado de Puebla. Secre tar?a de Estado y del Despacho de Guerra y Marina ? Comisi?n Geogr?fica de Fomento y Guerra, bajo la dir. del ing. A. D?az.

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LA COMISI?N GEOGR?FICO-EXPLORADORA 547 Red. de la la. ed. de 1880, a 1:5 000, pub. en 1893 (Dib. T. Novoa.) [Cinco tintas.] [El piano a 1:5 000 no fue publicado.]

A?o de 1894 CRM Hoja 19-1-(I). 1888/1894. Teotihuac?n, Otumba. CRM Hoja 19-1-(Z). 1888/1894. Huehuetl?n, Molcaxac. CRM Hoja 19-III-(E). 1888/1894. Tehuitzinco, Acatl?n. CRM Hoja 19-11-(F). 1891/1894. Zacapoaztla, Tlatlauhqui. CRM Hoja 19-IV-(B). 1891/1894. Cozcatl?n.

A?o de 1895 Carta general del estado de San Luis Potos?, levantada por ini ciativa de su actual gobernador, gral. Carlos Diez Guti?rrez, por la Comisi?n Geogr?fico-Exploradora. Escala 1:250 000; [sombras]. Ed. de 1894 [1895] (12 l?ms.; pueden disponerse como atlas o como carta mural. L?m. i: portada, diagrama; l?m. n: recuadros: divisi?n pol?tica, extensi?n, poblaci?n, as pecto f?sico y climatolog?a, posiciones geogr?ficas, declinacio nes de la aguja magn?tica, signos y abreviaturas; l?ms. m a

xn: mapa; Talleres de Pub. de la G. G. E.). [Cinco tintas.]

A?o de 1896 CRM Hoja 14-IV-(A). 1888/1896. Tampico Alto, Laguna de Ta miahua. CRM Hoja 19-1-(H). 1888/1896. Zumpanco, Tizayoccan. CRM Hoja 19-1-(J). 1888/1896. Zacatl?n, Chicnahuapan. CRM Hoja 19-1-(Y). 1888/1896. Xonacatepec, Itzocan.

A?o de 1897 CRM Hoja 19-11-(A). 1890/1897. Amixtl?n, Coetzalan. CRM Hoja 5-1-(L). 1893/1897. Opodepe, Ray?n. CRM Hoja 5-1-(X). 1893/1897. Matape, Nacori. CRM Hoja 5-111-(B). 1893/1897. Pimas, Est. Torres.

CRM Hoja 5-III-(C). 1893/1897. Cerro Sta. Rosa. CRM Hoja 5-III-(H). 1893/1897. Tecoripa, Suaqui.

A?o de 1898 CRM Hoja 5-1-(Q). 1893/1898. Horcasitas, Ures. CRM Hoja 5-1-(V). 1893/1898. S. Jos? de Gracia, Sta. Rosal?a.

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548

BERNARDO GARC?A MART?NEZ

A?o de 1899 A?o de 1900 CRM Hoja 5-1-(U). 1893/1900. Hermosillo.

A?o de 1901 CRM Hoja 5-1-(P). 1893/1901. Est. Pesqueira. CRM Hoja 13-11-(E). 1894/1901. Matehuala, Cedral. CRM Hoja 13-11-(N). 1894/1901. Charcas, Venado.

A?o de 1902 CRM Hoja 5-1-(K). 1893/1902. Est. Carb?, Est. Poza. CRM Hoja 5-1-(R). 1893/1902. Matebeca.

CRM Hoja 10-IV-(Z). 1894/1902. Est. Parida, Palo Blanco.

CRM Hoja 13-11-(D). 1894/1902. Est. Catorce. CRM Hoja 13-11- (H). 1894/1902. Ranchito. CRM Hoja 13-11-(I). 1894/1902. Est. Maroma. CRM Hoja 13-11- (J). 1894/1902. Guadalupe. CRM Hoja 13-11-(M). 1894/1902. Concordia, Herradura. CRM Hoja 13-11-(S). 1900/1902. Moctezuma. CRM Hoja 14-1-(Y). 1900/1902. Ray?n.

CRM Hoja 14-1-(Z). 1900/1902. Tampico. Incluye fracci?n de la hoja 14-11-(U), Pueblo Viejo. CRM Hoja 14-III-(D). 1900/1902. Guerrero, Tamu?n.

CRM Hoja 13-11-(R). 1901/1902. Salinas. CRM Hoja 14-1- (K). 1901/1902. Huizache, Ceno Gordo. CRM Hoja 13-11-(O). 1902/1902. Refugio, Vallejo.

CRM Hoja 13-11-(Y). 1902/1902. Potos? (S. Luis), Ahualulco.

CRM Hoja 14-1-(X). 1902/1902. Potrero Elena, Sierra Colmena.

A?o de 1903 CRM Hoja 14-III-(E). 1891/1903. Panuco. CRM Hoja 14-III-Q). 1898/1903. Palo Solo, Loma Alta.

CRM Hoja 13-11-(T). 1899/1903. Arista. CRM Hoja 14-1-(P). 1900/1903. Guadalc?zar. CRM Hoja 14-III- (I). 1900/1903. Tampamol?n, Tanqui?n, Tan cuayalab. CRM Hoja 14-1-(U). 1901/1903. Cerritos, Carbonera. CRM Hoja 13-11-(Z). 1902/1903. Iturbide, Armadillo. CRM Hoja 13-IV-(D). 1902/1903. Arriaga, Reyes.

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LA COMISI?N GEOGR?FICO-EXPLORADORA 549 CRM Hoja 13-IV-(E). 1902/1903. R?o (Sta. Mar?a), Zaragoza. CRM Hoja 14-1-(V). 1902/1903. Ma?z (Valle). CRM Hoja 14-III-(A). 1902/1903. Fern?ndez, R?o Verde.

CRM Hoja 14-III-(B). 1902/1903. Ray?n, Alaquines. CRM Hoja H-III-(C). 1902/1903. Valles.

CRM Hoja 14-III-(G). 1902/1903. Arroyo Seco, Lagunillas.

CRM Hoja 14-III-(0). 1902/1903. Tantoyuca. CRM Hoja 14-III-(T). 1902/1903. Chicontepec. CRM Hoja 14-IV-(F). 1902/1903. Ozuluama. Incluye fracci?n de la hoja 14-IV- (G), Cabo Rojo. CRM Hoja 14-IV-(K). 1902/1903. Tantima, Tamiahua. Incluye fracci?n de la hoja 14-IV- (L), Barra Tang?ijo. CRM Hoja 14-IV-(P). 1902/1903. Metlatoyuca, Tuxpan. CRM Hoja 14-IV-(Q). 1902/1903. Barra de Tuxpan, Barra de Cazones.

CRM Hoja 14-IV-(U). 1902/1903. Chicualoque, Acuatempa. CRM Hoja 14-IV-(V). 1902/1903. Papantla, Tecolutla.

CRM Hoja 19-11-(B). 1902/1903. Tlapacoyan, Mart?nez de la Torre.

CRM Hoja 19-11-(C). 1902/1903. Nautla. CRM Hoja 19-11-(H). 1902/1903. Misantla. CRM Hoja 19-11-(L). 1902/1903. Xalapa, Quimixtl?n. CRM Hoja 19-11-(M). 1902/1903. Actopan. CRM Hoja 19-11-(N). 1902/1903. Antigua Veracruz. CRM Hoja 19-11-(R). 1902/1903. Soledad de Doblado. CRM Hoja 19-11-(S). 1902/1903. Veracruz, Medell?n. Incluye frac ci?n de la hoja 19-11- (T), Arrecife Cabeza. CRM Hoja 19-11-(Y). 1902/1903. Tlalixcoyan. CRM Hoja 19-11-(Z). 1902/1903. Alvarado, Tla?otalpan.

CRM Hoja I9-IV-(D). 1902/1903. Amapan, Otatitl?n, Tlaco jalpan. CRM Hoja 19-IV-(E). 1902/1903. Cosamaloapan. CRM Hoja 20-1-(U). 1902/1903. Volc?n San Mart?n. Incluye fracci?n de la hoja 20-1- (V) (sin nombres).

CRM Hoja 20111(A). 1902/1903. Tuxtla (S. Andr?s). CRM Hoja 20-III-(B). 1902/1903. Puerto M?xico.

CRM Hoja 20-III-(F). 1902/1903. S. Juan Evangelista, Acayucan. CRM Hoja 20-III-(G). 1902/1903. J?ltipan, Minatitl?n.

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550

BERNARDO GARC?A MART?NEZ

A?o de 1904 CRM Hoja 19-11-(G). 1902/1904. Teziutl?n, Naolinco.

CRM Hoja 10-IV-Q). 1903/1904. S. Antonio de las Alazanas. CRM Hoja ll-I-(U). 1903/1904. Gral. Escobedo, Gral. Zuazua.

CRM Hoja 11-III-(A). 1903/1904. Monterrey.

CRM Hoja ll-III-(F). 1903/1904. Allende. CRM Hoja 10-11-(T). 1904/1904. Popa. CRM Hoja 10-IV-(E). 1904/1904. Ramos Arizpe, Artega, Sta. Catarina. CRM Hoja ?O-IV-(O). 1904/1904. Est. Sta. Elena.

CRM Hoja 10-IV-(T). 1904/1904. Est. Ventura. CRM Hoja 11-I-(A). 1904/1904. Est. Rodr?guez.

CRM Hoja ll-III-(B). 1904/1904. Los Ramones.

CRM Hoja 14-1-(A). 1904/1904. Doctor Arroyo. CRM Hoja 14-1-(F). 1904/1904. Mier y Noriega.

A?o de 1905 Carta general del estado de Veracruz-Llave, levantada a inicia tiva de su actual gobernador, C. Teodoro A. Dehesa, por la Comisi?n Geogr?fico-Exploradora. 1905. Escala 1:250000; [som bras]. (Atlas, 15 l?ms. Portada: diagrama; l?ms. a y b, recua dros: divisi?n pol?tica, extensi?n y poblaci?n, signos y abre viaturas, situaci?n y l?mites, orograf?a, r?os principales, coorde

nadas geogr?ficas, declinaciones de la aguja magn?tica, datos meteorol?gicos de la ciudad de Xalapa; l?ms. i a xm: mapa;

Tall. Zinc, de la C. G. E.) [Cinco tintas.]

CRM Hoja 20-III-(K). 1902/1905. Est. Achotal, Suchilapan. CRM Hoja 20-III-(L). 1902/1905. Cahuapan, Dos R?os. CRM Hoja 7-III-(V). 1904/1905. Colombia. CRM Hoja 10-11-(Z). 1904/1905. Gral. Garc?a. CRM Hoja ll-I-(B). 1904/1905. Nuevo Laredo. CRM Hoja ll-I-(F). 1904/1905. Est. Mojina, Hormigas. CRM Hoja ll-I-(G). 1904/1905. Las Tortillas. CRM Hoja ll-I-(K). 1904/1905. Villaldama. CRM Hoja ll-I-(L). 1904/1905. Paras. CRM Hoja ll-I-(M). 1904/1905. Guerrero. CRM Hoja ll-I-(P). 1904/1905. Est. Palo Blanco. CRM Hoja ll-I-(Q). 1904/1905. Agualeguas, Gral. Trevi?o.

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LA COMISI?N GEOGR?FICO-EXPLORADORA 551 CRM Hoja ll-I-(V). 1904/1905. Cerralvo. CRM Hoja ll-I-(Z). 1904/1905. Reynosa.

CRM Hoja 11-11-(U). 1904/1905. Matamoros.

CRM Hoja 11-II-(V). 1904/1905. Bagdad. CRM Hoja ll-III-(E). 1904/1905. El Chapul, La Potranca. CRM Hoja ll-III-(G). 1904/1905. Montemorelos. CRM Hoja ll-III-(J). 1904/1905. Soldadito. CRM Hoja ?MII-(K). 1904/1905. Rayones, Galeana. CRM Hoja ll-III-(P). 1904/1905. Canelo, Pablillo. CRM Hoja ll-III-(U). 1904/1905. Escondida, Soledad. CRM Hoja ll-IV-(B). 1904/1905. Laguna del Barril. CRM Hoja 1MV-(F). 1904/1905. Laguna Madre. CRM Hoja 1MV-(K). 1904/1905. Laguna Madre. CRM Hoja 14-1-(G). 1904/1905. Miquihuana, Palmillas.

CRM Hoja 14-1-(L). 1904/1905. Tula. CRM Hoja 14-11-(A). 1905/1905. Barra Soto la Marina. CRM Hoja 14-H-(F). 1905/1905. Barra San Vicente.

A?o de 1906 Carta general del estado de Nuevo Le?n, levantada a iniciativa de su actual gobernador, gral. de div. Bernardo Reyes, por la Comisi?n Geogr?fico-Exploradora. 1906. Escala 1:500000; [som bras]. (Mural. Recuadros: situaci?n y l?mites, signos y carac teres, climatolog?a en la ciudad de Monterrey, declinaciones de

la aguja magn?tica, divisi?n pol?tica, extensi?n y poblaci?n, coordenadas geogr?ficas; Tall, de Reproducci?n de la C. G. E.) [Cinco tintas.]

CRM Hoja ll-I-(H). 1904/1906. Golondrinas, El Rinc?n. CRM Hoja Il-I-(S). 1904/1906. Camargo. Incluye fracci?n de la

hoja 11-I-(T), Las Rusias. CRM Hoja ll-III-(C). 1904/1906. China.

CRM Hoja ll-IV-(A). 1904/1906. El Moquete. Arroyo del Tigre.

CRM Hoja ll-IV-(P). 1904/1906. Laguna Madre. CRM Hoja ll-IV-(U). 1904/1906. Laguna Madre.

CRM Hoja 14-1-(Q). 1904/1906. Las Cruces, Pendencia.

CRM Hoja ll-III-(O). 1905/1906. San Fernando.

CRM Hoja 14-11-(K). 1905/1906. Punta Jerez.

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552

BERNARDO GARC?A MART?NEZ

A?o de 1907 CRM Hoja ll-I-(R). 1905/1907. Mier.

CRM Hoja 14-1-(H). 1905/1907. Jaumave, Llera. CRM Hoja 11-I-(X). 1906/1907. Los Aldamas, Los Herreras, Gral.

Bravo.

CRM Hoja 19-11-(Q). 1906/1907. Citlaltepetl, Huatusco, C?rdoba. CRM Hoja 11-I-(Y). 1907/1907. Jabal?, San Juanito.

CRM Hoja ll-III-(D). 1907/1907. Tolentino.

CRM Hoja 14-1-(C). 1907/1907. Ciudad Victoria, G?emez. CRM Hoja 19-11-(X). 1907/1907. Cotaxtla.

A?o de 1908 CRM CRM CRM CRM CRM CRM CRM CRM CRM CRM CRM

Ho a ll-III-(L). 1904/1908. Linares, Iturbide. Ho a ll-III-(N). 1904/1908. Burgos, Cruillas. Ho a ll-III-(T). 1905/1908. Ojo de Agua, Morales. Ho a ll-III-(H). 1907/1908. Guadalupe. Ho a ll-III-(I). 1907/1908. M?ndez. Ho a ll-III-(X). 1907/1908. Est. Cruz. Ho a ll-III-(R). 1908/1908. San Carlos. Ho a ll-III-(V). 1908/1908. Aramberri, Hidalgo. Ho ll-III-(Y). 1908/1908. Padilla, Jim?nez, Abas?lo, Hoa 14-1-(B). 1908/1908. Las Tinajas, Pe?a Nevada. Ho 14-1- (S). 1908/1908. Magiscatzin.

Carta general del estado de Tlaxcala, levantada a iniciativa del

Sr. secretario de Fomento, lie. Olegario Molina, por la Co

misi?n Geogr?fico-Exploradora. 1908. Escala 1:100 000; curvas

de nivel a 50 metros. (Mural. Recuadros: coordenadas geo

gr?ficas, divisi?n pol?tica, extensi?n y poblaci?n, diagrama de referencia, situaci?n y l?mites, configuraci?n general, signos y

abreviaturas; Tall. Zinc, de la C. G. E.) [Cinco tintas.]

Carta general del estado de Tamaulipas, levantada, a iniciativa de su actual gobernador, C. Pedro Arguelles, por la Comisi?n Geogr??ico-Exploradora. 1908. Escala 1:500 000; [sombras]. (Mu ral. Recuadros: situaci?n y l?mites, coordenadas geogr?ficas, declinaciones de la aguja magn?tica, climatolog?a en la ciudad de Tampico, signos y caracteres, divisi?n pol?tica, extensi?n y poblaci?n, diagrama de referencia; Tall. Zinc, de la C. G. E.) [Cinco tintas.]

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LA COMISI?N GEOGR?FICO-EXPLORADORA 553 A?o de 1909 Carta general del estado de Puebla, levantada a iniciativa de su actual gobernador, C. gral. Mucio P. Mart?nez, por la Comi si?n Geogr?fico-Exploradora. 1908. Escala 1:250 000; [sombras]. (Mural. Recuadros: divisi?n pol?tica, extensi?n y poblaci?n, situaci?n y l?mites, climatolog?a de la ciudad de Puebla, coorde

nadas geogr?ficas, diagrama de referencia, declinaciones de la aguja magn?tica, signos y abreviaturas, nota; pub. en 1909 en

los Tall. Zinc, de la C. G. E.) [Cinco tintas.]

CRM Hoja ll-III-(S). 1904/1909. El Perico, Sierra San Carlos.

CRM Hoja 14-1-(E). 1905/1909. Soto la Marina. CRM Hoja 14-1-(M). 1905/1909. Xicotencatl.

CRM Hoja 14-1-(O). 1905/1909. Aldama.

CRM Hoja 14-1-(R). 1905/1909. Ocampo, Antiguo Morelos. CRM Hoja 14-1-(T). 1905/1909. El Chocoy. Incluye fracci?n de la hoja 14-11- (P), Barra de la Trinidad. CRM Hoja ll-I-(M). 1908/1909. Pur?sima de Conchos.

CRM Hoja ll-III-(Q). 1908/1909. Villagr?n. CRM Hoja ll-HI-(Z). 1908/1909. Buenavista, Sta. Rosa. CRM Hoja 14-1-(D). 1908/1909. Casas.

CRM Hoja 14-1- (I). 1908/1909. San Francisco, La Borrega. CRM Hoja 14-1- (J). 1908/1909. San Jos? de las Rusias. CRM Hoja 14-1-(N). 1908/1909. Est. Escand?n, Alamitos. CRM Hoja 2-IV-(M). 1909/1909. Las Palomas.

CRM Hoja 2-IV-(Q). 1909/1909. Boca Grande. CRM Hoja 2-IV-(R). 1909/1909. Vado de Piedra. CRM Hoja 2-lV-(V>. 1909/1909. La Ascensi?n. CRM Hoja 2-IV-(Z). 1909/1909. Samalayuca. CRM Hoja 3-III-(U). 1909/1909. San Ignacio. Incluye fracci?n de la hoja 3 III- (P), Guadalupe. CRM Hoja 5-II-Q). 1909/1909. Ahumada. CRM Hoja 6-1-(A). 1909/1909. Banderas, Ojo del Borracho. CRM Hoja 6-1-(G). 1909/1909. Puerto Alto, Sierra de los Pinos. CRM Hoja 19-1-(M). 3a. ed., 1909/1909. M?xico. No ha sido posible averiguar la 2a. fecha de publicaci?n de la edici?n.

Carta general del estado de Veracruz-Llave, levantada a inicia tiva de su actual gobernador, C. Teodoro A. Dehesa, por la Comisi?n Geogr?f ico-Exploradora. ?1909? Escala 1:400 000;

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554 BERNARDO GARC?A MART?NEZ

[sombras]. (Mural. Recuadros: corograf?a, r?os principales, Plano topogr?fico de la ciudad de Xalapa-Enr?quez, levantado por la C. G. E. ?escala 1:10 000, curvas de nivel a 5 metros, 1907?, Plano topogr?fico de la ciudad de Orizaba, levantado por la C. G. E. ?escala 1:10 000, curvas de nivel a 5 metros, 1899?, Plano topogr?fico de la ciudad y puerto de Veracruz, formado por la C. G. E. ?escala 1:10 000, curvas de nivel a 10 metros, 1907?, coordenadas geogr?ficas, diagrama de las posiciones geogr?ficas, declinaciones de la aguja magn?tica, di visi?n pol?tica, extensi?n y poblaci?n, diagrama de referencia,

signos y abreviaturas; Tall. Zinc, de la C. G. E.) [Cinco

tintas.]

A?o de 1910 Carta general del estado de M ore los, levantada a iniciativa del Sr. secretario de Fomento, lie. Olegario Molina, por la Comi si?n Geogr?fico-Exploradora. 1910. Escala 1:100 000; curvas de

nivel a 50 metros. (Mural. Recuadros: divisi?n pol?tica, ex tensi?n y poblaci?n, diagrama de referencia, situaci?n y l?mi

tes, configuraci?n general, posiciones geogr?ficas, diagrama de

las posiciones geogr?ficas, signos y abreviaturas; Tall. Zinc de la C. G. E.) [Cinco tintas.]

CRM Hoja 2-IV-(X). 1909/1910. Laguna de Guzm?n, Laguna de Sta. Mar?a. CRM Hoja 511(B). 1909/1910. Corralitos. CRM Hoja 5-II- ). 1909/1910. San Jos?, Laguna de Patos. CRM Hoja 5-II-(H). 1909/1910. San Luis.

CRM Hoja 6-1- (F). 1909/1910. Hueso, Sierra de los Lamentos. CRM Hoja 6-1-(M). 1909/1910. San Antonio.

A?o de 1911 CRM Hoja 5-II-(C). 1909/1911. Candelaria, Sabinal. CRM Hoja 5-II-(D). 1909/1911. San Blas, Ojos Calientes. CRM Hoja 5-II-(G). 1909/1911. Casas Grandes, Nuevo Casas Grandes. CRM Hoja 5-II-(I). 1909/1911. Carrizal. CRM Hoja 5-II-(L). 1909/1911. Indios Conchos, Est. Pearson. CRM Hoja 5-II-(M). 1909/1911. Galeana.

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LA COMISI?N GEOGR?FICO-EXPLORADORA 555 CRM CRM CRM CRM

Hoja 5-II-(N). 1909/1911. El Carmen. Hoja 6-1-(B). 1909/1911. Las Vacas, La Cieneguilla. Hoja 6-1-(H). 1909/1911. Pilares. Hoja 6-1-(L). 1909/1911. Cuervo, Sierra del Hueso.

CRM Hoja 6-1- (Q). 1909/1911. Tosisihua, Sierra de Puerto Fr?o. CRM Hoja 6-1-(R). 1909/1911. Presidio de Vado de Piedra.

A?o de 1912 A?o de 1913 CRM Hoja 2-IV- (T) .1913 ("Secretar?a de Estado y del Despa cho de Fomento, Colonizaci?n e Industria"). Guadalupe, La Mesa.

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AGUST?N D?AZ, ILUSTRE CART?GRAFO MEXICANO Miguel A. S?nchez Lamego En aquellos lejanos d?as de 1878 muchas regiones de nues

tro pa?s eran pr?cticamente desconocidas y estaban alejadas casi por completo de la civilizaci?n, y cada vez se hac?a m?s necesario emprender una exploraci?n cuidadosa y met?dica, siguiendo procedimientos rigurosamente cient?ficos, con el fin

de tener un conocimiento siquiera aproximado del territorio

nacional. El gobierno mexicano hab?a hecho muy poco al

respecto, pero por fin, en ese mismo a?o, atac? el problema de un modo que parec?a definitivo. La exploraci?n sistem? tica y el levantamiento cartogr?fico del pa?s se encomendaron

a un organismo que no escatim? esfuerzos para lograr su co metido: la Comisi?n Geogr?fico-Exploradora.1 Su director re cib?a la responsabilidad de una labor gigantesca, y a pesar de innumerables dificultades logr? sacarla adelante. Este per sonaje, inmerecidamente olvidado en nuestros d?as, fue Agus t?n D?az, coronel de ingenieros, top?grafo y cart?grafo, que debe contarse entre los m?s ilustres hombres de ciencia mexi canos.

Los padres de Agust?n, el se?or Agust?n Hermosi D?az y la se?ora Mar?a Dolores Noriega, vieron nacer a su hijo primog?nito el 26 de febrero de 1830 en la ciud M?xico.2 La vida de Agust?n se desarroll? desde un prin entre militares e ingenieros. Su padre sirvi? por mucho

1 Historia Mexicana publica en este mismo n?mero un art

sobre la Comisi?n Geogr?fico-Exploradora (N. de la R.) . 2 Fue bautizado ese mismo d?a en el Sagrario Metropolitano. V en el archivo de esta parroquia el "Libro de nacimientos de hijos timos, que empieza el lo. de enero de 1830", f. 48 v. Fue su padr capit?n de artiller?a c?vica Lucas Balderas.

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AGUST?N D?AZ, ILUSTRE CART?GRAFO 557 en las tropas c?vicas, y su t?o paterno, Juan, fue oficial del cuerpo de ingenieros del ej?rcito. En efecto, su progenitor,

gracias a la amistad que ten?a con el capit?n Lucas Balde

ras, sent? plaza el 11 de junio de 1828 como soldado volun tario en la compa??a de artiller?a c?vica que mandaba este ?ltimo. En esa corporaci?n obtuvo los ascensos a subteniente el 7 de octubre de 1829 y a capit?n el 1* de julio de 1833; a?n m?s, el 7 de octubre de 1846 fue promovido a jefe de

divisi?n del batall?n de artiller?a de la guardia nacional "Mina", corporaci?n al mando de su mismo amigo, el ya co ronel Balderas.

Durante el tiempo en que el se?or Agust?n Hermosillo y D?az sirvi? en la milicia c?vica, concurri? el 30 de noviembre

de 1828 a la iniciaci?n de aquella asonada promovida en la ciudad capital en favor del llamado "Plan de Perote", que la historia ha glosado con el nombre de "mot?n de la Acor dada"; en 27 de febrero de 1847 a la llamada "rebeli?n de los polkos" y, el 8 de septiembre de ese mismo a?o, a la acci?n del Molino del Rey.3 En cuanto al t?o de Agust?n, Juan Hermosillo y D?az, sa

bemos que sent? plaza de alumno en el Colegio Militar el

25 de agosto de 1838, y como contaba ya con una s?lida pre paraci?n adquirida anteriormente, egres? de este plantel como teniente de ingenieros el 19 de noviembre de 1841, logrando alcanzar en el ejercicio de su carrera militar el grado de te niente coronel, seg?n patente fechada el 31 de julio de 1847.

Agust?n fue destinado por su padre y tambi?n segura mente por su padrino a seguir la profesi?n militar y, junto

con su hermano Luis, el 7 de enero de 1841 entr? como alumno en el Colegio Militar, escuela que en aquellos d?as

gozaba de gran prestigio cultural por la sabia direcci?n del

coronel Pedro Garc?a Conde. El Colegio se hab?a ganado

tambi?n una respetuosa admiraci?n popular, por su actitud durante los acontecimientos del mes de julio de 1840.

Al causar alta en el Colegio Militar, siendo todav?a un 3 En esta batalla falleci? el coronel Balderas.

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MIGUEL A. S?NCHEZ LAMEGO

ni?o que no cumpl?a los once a?os de edad, Agust?n fue adscrito a la ?nica compa??a de alumnos que por aquel en

tonces exist?a, comandada por el capit?n Emilio Lamberg y el teniente Rafael Castillo, ?nico oficial subalterno de com pa??a que ayudaba a la instrucci?n de los alumnos. En ese a?o de 1841 tuvo lugar la famosa revoluci?n de "La Regenera ci?n Pol?tica", en la que tom? parte el coronel Jos? Mariano

Monterde con los alumnos que ten?a a sus ?rdenes en el

Colegio, entre ellos Agust?n D?az, a quien se dio el grado de subteniente el 3 de noviembre por su "decidida adhesi?n al Plan de la Regeneraci?n". En aquella ocasi?n recibi? su bau tizo de fuego, al encerrarse con sus dem?s compa?eros del Colegio Militar en la Ciudadela de la ciudad de M?xico du rante los 29 d?as que dur? aquella revuelta que termin? con el derrocamiento del presidente Anastasio Bustamante. Despu?s de aquellos sucesos pudo proseguir sus estudios sin mayores perturbaciones hasta el a?o de 1846, en que so

brevino el conflicto con los Estados Unidos. Una vez que

concluy? la carrera facultativa, se le expidi? patente de te niente en el Cuerpo Nacional de Ingenieros el 16 de enero de 1847.

En marzo de aquel aciago a?o y despu?s que los norte americanos ocuparon el puerto de Veracruz e iniciaron su marcha hacia el interior del pa?s, el gobierno dispuso que se hicieran reconocimientos de los caminos, toc?ndole en suerte

al general Jos? Mariano Monterde, director del Colegio Mili tar, hacer el del camino de Huamantla pasando por Apizaco.

Este distinguido jefe llev? al cabo su cometido haci?ndose acompa?ar de los dos j?venes oficiales Agust?n y Luis Her mosillo D?az, quienes le sirvieron de mucho en el desempe?o de aquella comisi?n. A poco de haber regresado a la ciudad de M?xico, des pu?s de practicar el reconocimiento de aquella v?a de comu nicaci?n, se supo del desastre ocurrido a las tropas mexicanas en las cercan?as del rancho de Cerro Gordo (abril de 1847), por lo que el gobierno dispuso que se reuniera una comisi?n

de generales que se encargara de preparar los trabajos de

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AGUST?N D?AZ, ILUSTRE CART?GRAFO 559 fortificaci?n necesarios para proteger la ciudad capital. De acuerdo a la ley, correspond?a la obligaci?n de proyectar y dirigir el levantamiento de las diferentes obras de fortifica ci?n al director general de ingenieros, general Jos? Casimiro Liceaga, miembro de la dicha comisi?n de generales. Este jefe destin? para esos trabajos a los pocos oficiales del arma que se hallaban en M?xico, entre ellos Agust?n D?az, quien

se ocup? en esto durante los meses de mayo a agosto de

1847. En agosto, despu?s de la derrota de Padierna, Agust?n y Luis fueron destinados nuevamente al Colegio Militar para colaborar en los trabajos de su defensa, quedando a las in

mediatas ?rdenes del general Monterde. En esta situaci?n se hallaron durante el bombardeo que sufri? el castillo de

Chapultepec el 12 de septiembre de ese a?o y durante el

asalto que lanzaron los invasores norteamericanos al d?a si guiente por la ma?ana. Como Agust?n desempe?aba el cargo de oficial de ?rdenes del general Monterde, cay? prisionero de las tropas invasoras junto con su jefe. No fue sino hasta junio de 1848, despu?s de firmados los

tratados de paz de Guadalupe Hidalgo y reocupar tropas mexicanas la ciudad de M?xico, cuando Agust?n regres? a su cuerpo, siendo destinado al poco tiempo, en agosto de ese a?o, a desempe?ar el cargo de secretario de la Direcci?n Ge neral de Ingenieros, en el que permaneci? hasta fines de diciembre de 1849.4

A consecuencia de aquellos tratados de paz, se modifi

caron los l?mites de nuestro pa?s con los Estados Unidos y hubo necesidad de demarcarlos. El gobierno confi? el des empe?o de esa delicada misi?n al general Pedro Garc?a Con de. Este militar, que conoc?a el valer t?cnico de los hermanos Hermosillo D?az, los llev? consigo en uni?n de otros oficiales

de ingenieros. Del 2 de octubre de 1850 al 10 de septiem bre de 1854, Agust?n trabaj? en la Comisi?n de L?mites en

calidad de agregado; de esta fecha al 4 de agosto de 1857

como segundo ingeniero, y de esta ?ltima fecha hasta el 4 de 4 Por esta misma fecha ocurri? el fallecimiento de su padre.

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MIGUEL A. S?NCHEZ LAMEGO

noviembre de ese mismo a?o, como primer ingeniero. El lo. de abril de 1853 fue promovido a capit?n de ingenieros, cu briendo la vacante que dej? su t?o Juan.

Durante los siete a?os que trabaj? en la dicha Comisi?n de L?mites, gracias a su tes?n, inteligencia y capacidad t?c nica, adquiri? vastos conocimientos de astronom?a y geodesia pr?cticas, as? como de topograf?a. Regres? a la capital de

M?xico cuando los trabajos de la Comisi?n fueron termi nados a fines de 1857. La labor de esta Comisi?n merece

estudiarse, y puede hacerse gracias a los materiales que el sucesor de Garc?a Conde, se?or Jos? Salazar Ilarregui, envi? el 26 de febrero de 1858 al ministerio de Relaciones: 58 ma pas de la l?nea divisoria entre M?xico y los Estados Unidos trazados por los miembros de la Comisi?n a sus ?rdenes (cua tro cartas generales y 54 de detalle) ; una colecci?n de vistas panor?micas de los puntos m?s notables de la l?nea, y una memoria de cerca de 2 000 p?ginas, en la que se hace menci?n de los trabajos llevados al cabo por los oficiales de ingenieros

Francisco Jim?nez, Manuel Alem?n, Agust?n D?az, Luis D?az, Francisco Chavero, Juan B. Espejo e Ignacio Molina. A principios de ese a?o de 1858 la situaci?n era un tanto delicada para el gobierno conservador, pues las fuerzas li berales aumentaban d?a con d?a, amenazando seriamente la estabilidad. La situaci?n se agrav? conforme avanz? el a?o,

por lo que el gobierno se vio obligado a echar mano de todos los recursos disponibles, y as?, al organizar una columna para que se apoderara a viva fuerza del fuerte de San Carlos de Perote, cuya captura se hab?a frustrado a fines de marzo an terior, tuvo que enviar a ella al capit?n D?az como miembro de la secci?n de ingenieros. Esto constituy? un contratiempo para don Agust?n, porque durante su permanencia en la Co misi?n de L?mites hab?a adquirido una fuerte gastralgia de la que a?n no se repon?a. El 26 de abril de aquel a?o se ini ciaron las operaciones del sitio de aquella fortaleza y el capi t?n D?az se multiplic? en sus actividades pero al poco tiempo su enfermedad se le agudiz?, y el 2 de junio siguiente, desde

el poblado de Sierra de Agua, donde se hallaba, solicit? y

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AGUST?N D?AZ, ILUSTRE CART?GRAFO 561 obtuvo una licencia por dos meses para pasar a M?xico y cu rarse. Pero sus males exig?an un reposo prolongado y tuvo que solicitar que se le concediera su retiro al servicio pasivo. El general Luis Tela, a la saz?n director general de ingenie ros, no tuvo empacho en apoyar aquella solicitud, por lo que con fecha 13 de julio de 1858 se le expidi? la patente relativa. Don Agust?n se restableci? finalmente a finales de ese a?o. Fuera ya del servicio de las armas, y como la necesidad econ?mica apremiaba, sali? a trabajar en asuntos topogr? ficos a la regi?n de Tehuantepec. Muy probablemente permaneci? en aquella regi?n hasta los comienzos de 1861, pues a mediados de ese a?o consigui? que se le expidiera el despacho de profesor de topograf?a en la Escuela Militar de Infanter?a y Caballer?a, recomendado por el general Jos? Justo ?lvarez, director de este plantel. El 29 de diciembre de 1862 se le nombr? profesor de dibujo de delincaci?n y topogr?fico en la misma escuela, en sustitu

ci?n de su hermano Luis, quien serv?a el puesto y hab?a

fallecido el d?a 7 anterior. Debido a que esa Escuela Militar de Infanter?a y Caballer?a fue clausurada a mediados de 1863, al abandonar la capital de Mexico el gobierno republicano, don Agust?n dej? de servir sus c?tedras y qued? en esta capital dedicado a diversas actividades particulares de car?cter topo gr?fico y geod?sico. En los a?os del segundo imperio, Jos? Sal azar Ilarregui fue nombrado comisario imperial de la pen?nsula de Yuca

t?n. Como se recordar?, hab?a sido jefe de D?az en la Co misi?n de L?mites. Conociendo la seriedad y el prestigio de que ya gozaba su antiguo colaborador, lo nombr? el 11 de agosto de 1864 jefe de la secci?n de topograf?a que deb?a marchar con ?l. Permaneci? don Agust?n en tierras yucatecas hasta mediados de 1867, en que se derrumb? el imperio, y a fines de ese a?o estaba nuevamente en la capital de M?xico. El 10 de diciembre solicit? la plaza de profesor de for tificaci?n, dibujo lineal y construcci?n de edificios militares

en la Escuela Te?rico Pr?ctica Militar que se acababa de

establecer, pero su petici?n fue denegada porque, habiendo

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MIGUEL A. S?NCHEZ LAMEGO

servido al imperio de Maximiliano, se hallaba suspendido en el uso de sus derechos c?vicos seg?n lo preven?a la ley del 16 de agosto de 1863. Para quitarse ese estigma y poder seguir su vida ciudadana, procur? justificarse ante el gobierno de Ju?rez, logrando que se le rehabilitara en sus derechos el

28 de febrero de 1868. Ya en esta situaci?n, y habi?ndose restablecido el Colegio Militar, solicit? ser repuesto en su cargo de profesor, fundando su petici?n el hecho de que en 1863, al clausurarse el plantel, se ofreci? a los profesores que

all? ense?aban que una vez restablecido el Colegio se les llamar?a de nuevo. Gracias a eso se le concedi? el nombra

miento, s?lo que sin retribuci?n, pues no pod?a impartir la c?tedra por falta de alumnos. No fue sino hasta el 12 de enero

de 1872 en que se le comenz? a abonar el sueldo respectivo. El general Jos? Justo ?lvarez, conocedor de su valer, bien dispuesto y deseoso de ocuparlo en beneficio del gobierno, le encarg? por esos d?as que redactara un reglamento para las colonias militares, cosa que llev? al cabo con un esp?ritu verdaderamente cient?fico. Su buena labor le gan?, adem?s

de una felicitaci?n de la junta encargada del asunto, una

gratificaci?n de quinientos pesos, cosas ambas que le fueron

otorgadas el lo. de enero de 1869. A?os despu?s, el 23 de diciembre de 1876, la direcci?n del Colegio Militar le en

carg? que estudiara el estado que guardaba el Observatorio que exist?a en Chapul tepec y propusiera lo conducente. La respuesta de D?az, con el presupuesto para las mejoras, es tuvo lista en un mes. Al poco tiempo, en consideraci?n a los conocimientos que ten?a de la frontera con los Estados Uni dos, el gobierno le encarg? que emitiera su opini?n sobre la conveniencia de que el gobierno norteamericano llevara al cabo la construcci?n de una estacada que ten?a proyectada en el r?o Bravo.

El 8 de enero de 1877 comenz? a trabajar en la Secre

tar?a de Fomento con el empleo de ingeniero auxiliar. En ese a?o, por deseo expreso del presidente Porfirio D?az, se pre tendi? formar un organismo que se encargara de realizar el

levantamiento de una carta general de la rep?blica que se

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AGUST?N D?AZ, ILUSTRE CART?GRAFO 563 acercara suficientemente a la realidad. Por propuesta que hizo de su persona el general Vicente Riva Palacio, ministro del ramo, el 9 de enero de 1878 se nombr? a don Agust?n jefe de la llamada "Comisi?n Geogr?f ico-Exploradora de Orien te", que qued? encargada de hacer el levantamiento topo gr?fico del estado de Puebla. Con un corto n?mero de colaboradores inici? los traba

jos de su nuevo destino, seg?n las bases que ?l mismo estable ci?. Al poco tiempo se comenzaron a palpar los frutos de su indiscutible actividad, al ver la luz p?blica las primeras hojas

de una carta de parte del estado de Puebla, a la escala de 1:20 000. El gobierno general le concedi? m?s importancia al

nuevo organismo geogr?fico, y le dio la misi?n de hacer

la carta general del pa?s a la escala de un cienmil?simo, le asign? mayores cantidades presupu?stales y dispuso, adem?s, que los oficiales facultativos que en lo sucesivo egresaran del Colegio Militar, particularmente los pertenecientes al cuerpo de Estado Mayor Especial, fuesen a trabajar en la Comisi?n Geogr?fico-Exploradora cuando menos por un a?o. El 26 de octubre de 1885, por acuerdo del presidente de la rep?blica y en premio al indiscutible valor de los trabajos cient?ficos de don Agust?n D?az y su notable labor al frente de la Comisi?n, se le expidi? despacho de coronel de Estado Mayor Especial a pesar de que no fue una medida bien reci bida por varios jefes del ej?rcito, entre otros, el general Gas par S?nchez Ochoa, jefe del departamento de ingenieros. No obstante, ese nombramiento fue ratificado por el senado de la rep?blica el 7 de diciembre siguiente.

Dos a?os despu?s, en 1887, queriendo el gobierno resol ver el llamado problema del Yaqui con la repartici?n de

tierras a los indios reci?n sometidos, se nombr? al coronel D?az para que, al frente de un grupo de oficiales del cuerpo de Estado Mayor Especial, levantara una carta del estado de Sonora y proyectara el reparto de las tierras, as? como la construcci?n de los canales de riego necesarios. Es de acla rarse que, para principios de aquel a?o de 1887, con el ani quilamiento de la mayor parte de las tribus sublevadas en

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MIGUEL A. S?NCHEZ LAMEGO

Sonora y con el sometimiento de muchos de los ind?genas levantados en armas, el gobierno hab?a pensado que pod?a restablecerse la paz en aquella lejana regi?n del pa?s si a esos indios sometidos se dotaba de algunas parcelas de tierra para su sostenimiento. Desgraciadamente, aun cuando la comisi?n que mandaba el coronel D?az, que recibi? el nombre de Co misi?n Cient?fica de Sonora, desempe?? su cometido con acu ciosidad, trazando varios pueblos nuevos para que los indios fuesen a colonizarlos y construyendo algunos canales de irri

gaci?n en las zonas de los r?os Yaqui y Mayo, la rebeli?n

ind?gena no s?lo no concluy?, sino que se prolong? por varios

a?os, adquiriendo la campa?a un car?cter verdaderamente salvaje. S?lo por pocos meses estuvo en Sonora el coronel D?az, pues comisionado para aquella tarea desde el 24 de marzo de

1887, regres? a M?xico el 26 de abril de 1888, despu?s de ha cerle entrega de la direcci?n del proyecto al tambi?n coronel de estado mayor ?ngel Garc?a Pe?a. D?az rindi? un informe detallado de su gesti?n al frente de la Comisi?n Cient?fica de Sonora y, despu?s de entregarlo, regres? de nuevo al frente

de la Comisi?n Geogr?fico-Exploradora, cuya sede era por entonces la ciudad de Xalapa. Desde este a?o de 1888 hasta el de su muerte, ocurrida en

Xalapa la tarde del 19 de junio de 1893, se dedic? por en

tero a trabajar en el levantamiento de la carta general de la rep?blica, utilizando para ello todos los medios t?cnicos a su alcance. La organizaci?n que ide? originalmente para la Co misi?n Geogr?fico-Exploradora fue la que conserv? hasta el a?o de 1914 en que fue suprimida, tras haber realizado, en los 37 a?os de su funcionamiento, el trabajo cartogr?fico m?s serio e importante de los hechos en M?xico hasta esos d?as.5 5 Los datos que apoyan la presente biograf?a provienen de los si

guientes documentos: Expediente del coronel de Estado Mayor Especial

Agust?n D?az, en el Archivo de cancelados de la Secretar?a de la De fensa Nacional. Expedientes del teniente coronel de ingenieros Juan

Hermosillo D?az y del capit?n primero de la misma arma Luis Her

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AGUST?N D?AZ, ILUSTRE CART?GRAFO 565 Los restos de don Agust?n D?az se conservan en el pante?n

antiguo de Xalapa. En esta ciudad se levanta tambi?n una estatua en su honor, esculpida pocos a?os despu?s de su muerte y colocada originalmente en el edificio de la Comi si?n, en donde permaneci? hasta que ?sta fue disuelta. Des pu?s de varios a?os de estar arrumbada, la estatua fue eri gida de nuevo en marzo de 1943, en el Paseo del Ayunta miento de la ciudad.

mosillo D?az, ambos en el citado Archivo de cancelados. Expedientes de operaciones militares de los a?os de 1840 a 1850, en el Archivo hist?rico de la misma Secretar?a. Archivo de la Comisi?n Geogr?fico-Exploradora, en el Departamento Cartogr?fico Militar de la repetida Secretar?a.

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LA EVOLUCI?N DEL PUEBLO RURAL MEXICANO: 1519-1975 Peter Cerhard

Tomando en cuenta monograf?as eruditas, obras pol?micas, novelas y poes?a, probablemente se ha escrito m?s sobre el ambiente rural que sobre cualquier otro tema mexicano. En este art?culo, me limitar? a enfocar ciertos aspectos de la evoluci?n demogr?fica y pol?tica del pueblo o caser?o rural, desde la conquista espa?ola hasta el presente.

Aunque tiene detalles ind?genas, se ve que el poblado

rural mexicano, por lo general, conserva una forma de origen

europeo. Trazado por un religioso o juez espa?ol, a veces

siguiendo un reglamento pormenorizado, tiene en su centro

una plaza con la iglesia y otros edificios p?blicos, rodeada de cuadras de tama?o parejo, residencias alineadas, etc. Por

cierto, la topograf?a con frecuencia hac?a burla de los dict? menes burocr?ticos, pero la monoton?a impuesta en la colonia se advierte en millares de poblaciones en toda la rep?blica. Si la traza del pueblo mexicano tal como es fue implan taci?n de ultramar, ?cu?ndo se introdujo, y c?mo eran los poblados campesinos antes de la conquista y hasta su intro ducci?n? Algunos han sugerido que la distribuci?n precolom bina de la poblaci?n rural no era tan diferente de la intro

ducida por los espa?oles, que s?lo se eliminaron algunas aldeas en las congregaciones de 1595-1605, junt?ndolas en

forma m?s concentrada y ordenada. Llevando adelante este argumento, etn?logos que han trabajado en regiones aisladas del pa?s pretenden ver cierta continuidad entre el poblado ind?gena de 1519 y el de 1974. En efecto, existen caser?os de forma bastante exc?ntrica, y tambi?n a las orillas de muchos pueblos que guardan la traza colonial hay barrios irregulares que posiblemente reflejen ideas precolombinas resurgidas en 566

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LA EVOLUCI?N DEL PUEBLO RURAL

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tiempos modernos, pero es aventurado proponer que no ha habido influencias extra?as en tantas generaciones.1

?Qu? nos dice la arqueolog?a de los poblados rurales?

Pocos se han interesado en excavar y estudiar los lugares de habitaci?n campesina, y es muy dif?cil saber si un sitio de la ?poca azteca o de la primera mitad del siglo xvirdata de an tes o despu?s de la conquista. Las investigaciones de este tipo en la cuenca de M?xico y el valle de Tehuac?n, en Michoa c?n y Oaxaca, han descubierto poblados de incierta fecha y diversas formas, pero hay tambi?n restos de habitaci?n casi en dondequiera en lugares hoy deshabitados.2 Si no podemos confiar, para resolver este problema, ni en la etnolog?a ni la arqueolog?a, veamos qu? nos dice la histo ria. Los conquistadores se maravillaron al ver la magn?fica ciudad de Tenochtitlan y otros centros urbanos, y algunos dejaron descripciones oculares, compar?ndolos con Venecia, Sevilla, etc., pero no se fijaron mucho en el esquema de la poblaci?n rural. En cambio, los frailes y jueces que trabaja

ban en el interior del pa?s ten?an mucho que ver con los indios campesinos y dejaron una fuente fidedigna de obser vaciones sobre su modo de vivir. Si caus? admiraci?n a los

europeos la grandeza de las ciudades mexicanas, muy distinta fue su reacci?n al ver la dispersi?n de la gent? y la falta de polic?a en el campo. En efecto, todo les pareci? sin orden, las casas esparcidas entre las milpas a veces solas o en grupos 1 Ernesto Lemoine Villaca?a: "Visita, congregaci?n y mapa de Ame cameca de 1599", en Bolet?n del Archivo General de la Naci?n^ 2a. se rie, n (M?xico, 1961), p. I7n; William T. Sanders: "Settlement patterns in central Mexico", en Handbook of Middle American Indians, 10 (Aus tin, 1971), pp. 22-23; Ronald Spores: The Mixtee kings and their people, Norman, 1967, pp. 93-109; Claude Bataillon: Ville et campagnes dans la r?gion de Mexico, Paris, 1971, p. 100. 2 Thomas H. Charlton: "Ethnohistory and archaeology: posteonquest Aztec sites", en American Antiquity, 34 (Menashca, 1969), pp. 286-294;

Richard S. Macneish et al.: The prehistory of the Tehuac?n valley (Austin, 1972), iv, pp. 200-201; R. A. M. van Zantwijk: Servants of the saints, Assen, 1967, pp. 57-66.

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de dos o tres, en llanos y barrancas y terrazas, en sitios que carec?an de agua y de cualquier comodidad. Aun las llamadas cabeceras, aparte de los n?cleos urbanos, no eran poblacio nes "formales" sino centros religiosos y gubernamentales donde

s?lo viv?an los caciques y principales alrededor de los tem plos y mercados. En las regiones de mayor densidad, por

ejemplo en las chinampas y tierras de regad?o, las casas cam pesinas estaban casi juntas; en otras partes, donde se usaban los sistemas de roza o barbecho, era m?s larga la distancia dfe

una casa a otra; pero en dondequiera, el agricultor prefer?a vivir al alcance de su milpa. Se da esta impresi?n en un buen n?mero de declaraciones contempor?neas que provienen de la cuenca de M?xico, de todo el altiplano y sus vertientes desde Jalisco hasta Oaxaca, de ambos litorales, y de Yucat?n y Chiapas.3 Esta situaci?n estorbaba a los espa?oles, porque se les ha c?a dif?cil el control fiscal y espiritual de los indios. Al prin cipio, en los albores de la colonia, eran tantos los indios y tan pocos los espa?oles que aun el registro de tributarios era

casi imposible.4 Cada "pueblo", o sea cada se?or?o con su

cacique y sus dependientes, ten?a su amo espa?ol (un enco mendero particular o un corregidor) quien se manten?a de los tributos y servicios personales de los indios comunes o

3 Pronto publicar? otro art?culo, con referencias detalladas, sobre las congregaciones de 1550-64 en Nueva Espa?a y las condiciones que pre valec?an antes; la mayor parte de estos datos se encuentra en los libros de gobierno del virrey Velasco: Archivo General de la Nacd?n, M?xico (en adelante, AGN), Mercedes, vols. 3 a 7 y 84; Library of Congress, Washington, Kraus MS, 140; Newberry Library Chicago, Ayer MS, 1121.

Para Nueva Galicia, v?ase Joaqu?n Garc?a Icazbalceta: Colecci?n de

documentos para la historia de M?xico, M?xico, 1971, n, p. 501. Para Yucat?n, v?ase Ralph L. Roys, France V. Scholes, y Eleanor B. Adams: "Census and inspection of the town of Pencuyut", en Ethnohistory, 6 (Buffalo, 1959) , pp. 195-225. Para Chiapas, v?ase Antonio de Remesal: Historia de la provincia de San Vicente de Chiapa y Guatemala..., Ma drid, 1619, pp. 507-509.

4 Peter Gerhard: "El se?or?o de Ocuituco", en Tlalocan, vi (M?xi

co, 1970), pp. 101-102.

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macehualtin. Estos recaudadores no pod?an empadronar a la gente mientras viviera derramada por todos lados. El cura p?rroco quer?a evitar que sus feligreses practicaran sus ritos antiguos, pero no pod?a vigilar cada grupito de casas. Las "doctrinas" o parroquias ind?genas en aquellos tiempos eran enormes, y un fraile sol?a tener a su cargo un buen n?mero de pueblos con millares de confesantes y otros muchos cate c?menos. Se levantaban las primeras iglesias cristianas en las antiguas cabeceras, casi siempre en pe?oles y sitios defensi bles donde los indios ten?an sus teocaltin.5 El p?rroco escog?a para su residencia un lugar c?ntrico de donde sal?a en largas caminatas a visitar como pudiera los caser?os dispersos. En la mayor parte del centro y sur del pa?s, prevaleci? esta dispersi?n de los campesinos hasta mediados del siglo xvi,

aunque hubo intentos preliminares de juntarlos en poblados. Quiz? el primer experimento en este sentido fue el de don Vasco de Quiroga, al fundar sus pueblos-hospitales de Santa Fe, uno cerca de Tenochtitlan (1532) y otro sobre la laguna de Michoacan (1534) .6 En la misma d?cada, Quiroga lleg? de obispo a la tierra pur?pecha, y con la ayuda de los religiosos se ocup? en asentar en pueblos formados a los agricultores

dispersos de toda el ?rea central de su di?cesis.7 Casi al

mismo tiempo o unos a?os despu?s, el virrey Mendoza mand? hacer congregaciones de la poblaci?n rural en unos cuantos lugares escogidos en las fronteras de Michoac?n, en la Mixte ca, y en la tierra caliente, donde una gran parte de los indios hab?a muerto. Pero Mendoza se impresion? de los problemas y de los estragos en las comunidades ind?genas que causaron estos movimientos forzados, y escribi? a su sucesor: "V. S. escusar? lo m?s que pudiere de hacer congregaciones y jun

tas, porque la esperiencia muestra que no es tanto el pro

5 Jos? Miranda: "La paz hisp?nica y los desplazamientos de los pue blos ind?genas", en Cuadernos americanos, 6 (M?xico, 1962), pp. 187-190. 6 Fintan B. Warren: Vasco de Quiroga and his pueblo-hospitals of Santa Fe, Washington, 1963. 7 Newberry Library, Chicago, Ayer MS, 1106 A, fol. 15v-19v.

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vecho de lo bueno que se trata, cuanto el da?o que se sigue de las materias y opiniones que en ellas se levantan." 8 Sin embargo, lleg? el nuevo virrey don Luis Velasco en 1550 con ?rdenes de impeler el programa de congregaciones. Acababa M?xico de sufrir la peor epidemia en su historia (quiz? en la historia del mundo), y la poblaci?n rural hab?a

disminuido tanto que ya no alcanzaba a producir lo sufi

ciente para mantener ni a los encomenderos ni a la gente que viv?a en las ciudades y reales de minas. Era preciso cambiar el sistema de recaudaci?n de tributos, de producci?n y dis tribuci?n de alimentos, para evitar una crisis general. Hasta entonces, ]a mayor parte de los terrenos cultivables pertene c?an a los calpul tin o su equivalente, y muchos tributos eran en especie. Despu?s de la epidemia de 1545-47, millares de hect?reas f?rtiles quedaban yermas porque no hab?a quien las cultivara, y se tuvieron que rebajar los tributos exigidos a cada pueblo. La soluci?n propuesta fue la congregaci?n de

todos los pueblos donde no se hab?a hecho, poniendo los

terrenos comunales desocupados a la disposici?n de particu lares. Aparte de los argumentos que se repet?an desde la conquista, ahora se impuso un motivo m?s fuerte, la super vivencia de la colonia.9 Entre 1550 y 1564 se llev? a cabo este programa en toda la zona agr?cola de M?xico, desde Nueva Galicia hasta Yu cat?n. Las cabeceras, por lo general, se bajaron de sus pe

?oles y se asentaron en lugares m?s llanos, construyendo en ellas iglesias, casas de gobierno, y cuadras de habitaciones para los campesinos. Cada calpulli se concentr? en un barrio, y se le asignaron terrenos cercanos para repartir entre los jefes de familia. En pueblos de cierta extensi?n, o cuando no cab?an todos en la cabecera, se formaron *'estancias" del mismo

dise?o, o sean pueblos sujetos congregados. La ley amparaba 8 Colecci?n de documentos in?ditos relativos al descubrimiento, con quista y organizaci?n de las antiguas posesiones espa?olas de Am?rica y Oceania..., Madrid, 1866, vi, pp. 485, 495. 9 Peter Gerhard: A guide to the historical geography of New Spain* Cambridge, 1972, pp. 24-27.

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Croquis de un pueblo rural mexicano (a) y despu?s (b) de gaciones de 1550-64

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a los pueblos en la posesi?n de sus l?mites, pero autorizaba la venta de terrenos bald?os cuando los indios no se opon?an a ella.10 Al finalizar el gobierno de Vel asco, el pueblo rural mexicano ten?a el aspecto concentrado que tiene al presente,

en casi toda la tierra reducida por los espa?oles. Ya para

1564 se hab?a establecido el modelo que se aplicar?a en las poblaciones futuras que se ir?an formando en las fronteras chichimecas y en todo el norte del M?xico actual.11 Claro que no se hizo este cambio dr?stico en el, modo de vivir de los campesinos sin que ellos se resistieran. Hu?an de las congregaciones, volv?an a sus moradas desparramadas, y s?lo con persuasi?n o por la fuerza se juntaban de nuevo. Despu?s de la muerte de Vel asco, por varias d?cadas, se dej? descansar el asunto, y en regiones aisladas los indios siguie ron viviendo como antes. En 1576-80 otra plaga mat? casi la mitad de los indios restantes, dejando algunos pueblos sin gente y otros con un pu?ado de familias. En la segunda serie

de congregaciones que se llev? a cabo hacia 1595-1605, se

abandonaron millares de las "estancias", junt?ndolas en los sitios que se consideraban m?s aptos. Despu?s, hubo otro pe r?odo de relajaci?n cuando se dejaban ocupar algunas de las "estancias" reci?n despobladas, pero en el mismo per?odo se enajenaban muchas tierras nuevamente yermas.12

Hemos notado que la ley colonial amparaba a las comu

10 V?ase nota 3. Detalles de una congregaci?n de esta ?poca se en cuentran en AGN, Mercedes, 5, fol. 143-146v. Para los amparos de l?mi tes, v?anse idem, fol. 145; 6, fol. 408-408v, 416v, 477, 509, 581, 7, fol. 135v, 182v, 216. Para un argumento en contra, v?ase Cartas de Indias,

Madrid, 1877, p. 150. il Epistolario de Nueva Espa?a ? 1505-1818, M?xico, 1939-42, vin, p. 261. France V. Scholes y Eleanor B. Adams: Documentos para la historia del M?xico colonial, M?xico, 1961, vu, pp. 47, 68. 12 Howard F. Cline: "Civil congregations of the Indians in New Spain ? 1598-1606", en Hispanic American Historical Review, xxix (Durham, 1949) , pp. 349-369. Lesley B. Simpson: Studies in the admi nistration of the Indians in New Spain, Berkeley, 1934 [Ibero-Ameri cana, 7].

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nidades agrarias en la posesi?n de sus terrenos, pero no les imped?a venderlos cuando sobraban, y el virrey conced?a mer cedes de tierras a particulares dentro de los pueblos. En efecto,

no se pod?a hacer otra cosa. A la llegada de los espa?oles, salvo peque?as zonas neutrales, toda la tierra al sur de la

Gran Chichimeca estaba dividida entre los se?or?os colindan

tes que despu?s se llamaron pueblos.13 Aunque hab?a terre nos particulares y otros destinados a instituciones, lo m?s probablemente pertenec?an a los calpultin, y todos sin excep ci?n ca?an dentro de los l?mites de un pueblo u otro. Por lo tanto, al establecerse una ciudad o villa o poblado de espa ?oles, legalmente hab?a que tratar de la adquisici?n del sitio con una comunidad ind?gena, y lo mismo se puede decir de la adquisici?n de cualquier terreno por un particular espa?ol. Cada merced llevaba una constancia de investigaci?n y de conformidad de parte del pueblo afectado. En la larga his toria de la colonia hubo muchos tratos y traspasos legales e ilegales de esta ?ndole, como tambi?n hubo fraudes y un

sinf?n de litigios, pero lo que interesa aqu? es que el go

bierno virreinal reconoci? la situaci?n que prevalec?a antes de la conquista, y que los pueblos, despu?s de congregados, reten?an sus l?mites exteriores, hecho que se puede notar al leer cualquier merced u otro documento catastral de la ?poca

colonial. La densidad de la poblaci?n rural en el momento de la conquista hizo a la vez dif?cil e innecesario el traspaso de

terrenos. Pr?cticamente toda la tierra laborable se cultivaba, y aunque hubo grandes trastornos y pleitos sobre tributos en tre caciques y encomenderos, conven?a a todos que los cam pesinos siguieran produciendo sus cosechas. Pero a los pocos

13 Ejemplos de zonas neutrales eran el valle de Atlixco, y tal vez

Cuetlaxcohuapan, donde se fund? la ciudad de Puebla. V?anse Moto linia: Historia de los indios de la Nueva Espa?a, M?xico, 1969, pp. 193-194; Fernando Horcasitas y Bente Bittmann Simons: "Anales jero gl?ficos e hist?ricos de Tepeaca", en Anales de Antropolog?a, xi (M?xi

co, 1974), p. 239.

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a?os sucedi? la gran despoblaci?n de la tierra caliente, y los espa?oles se metieron en el vac?o, adquiriendo enormes lati fundios para ganados en los terrenos yermos de ambas costas.

Tambi?n se establecieron los ganaderos en los llanos casi desiertos al norte de la zona agr?cola. En el altiplano al sur de la Chichimeca, salvo unos cuantos encomenderos y religiosos emprendedores, los espa?oles se limitaban a buscar metales y a vivir de sus rentas en tributos, y en efecto muy pocos terrenos se enajenaron all? antes de la epidemia de 1545-47.14 Aun despu?s de las congregaciones, en algunas ?reas, la topo graf?a no se prestaba al tipo de actividad que interesaba a los espa?oles, o los pueblos se defendieron con tal ah?nco que quedaron los terrenos en manos de los indios.15 Pero en otras muchas partes se enajenaron las tierras abandonadas, cre?n

dose en ellas los ranchos, huertas, plantaciones de az?car, labores de trigo y ma?z, y estancias de ganado que poco a poco se iban ensanchando para convertirse, algunos, en los

latifundios que conocemos como haciendas.16 La congregaci?n o junta de los pueblos tuvo otro efecto que poco se ha estudiado, la autonom?a pol?tica de los luga res sujetos. Al crearse una "estancia" o pueblo sujeto, muchas veces los nuevos pueblerinos empezaban a abogar por su in dependencia de la cabecera. El deseo de tener su propio go bierno, fundo legal, l?mites, etc., caus? innumerables pleitos entre cabeceras y sujetos, pero la autoridad espa?ola iba re

14 Jos? Miranda: La funci?n econ?mica del encomendero en los

or?genes del r?gimen colonial, M?xico, 1965, pp. 26-28. G. Micheal Ri

ley: Fernando Cortes and the Marquesado in Morelos ? 1522-1547,

Albuquerque, 1973, pp. 94-95. is William B. Taylor: "Haciendas coloniales en el valle de Oaxaca",

en Historia Mexicana, xxin (M?xico, 1973), p. 324. Mucho se podr?a

decir del ?xito que tuvieron a veces las comunidades ind?genas al de fender sus terrenos en la ?poca colonial. 16 Fran?ois Chevalier: La formation des grands domaines au Mexi que..., Paris, 1952. Lesley B. Simpson: Exploitation of land in central Mexico in the sixteenth century, Berkeley y Los ?ngeles, 1952 [Ibero Americana, 36].

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conociendo y cediendo a estas peticiones, tendencia que se acent?a en el siglo xviu. En lo que ahora es el peque?o esr tado de Morelos, por ejemplo, el n?mero de cabeceras creci? de treinta y tres en 1646 a noventa y cuatro en 1800.17 Lo mismo sucedi? en toda la Nueva Espa?a.18 La poblaci?n de M?xico parece que lleg? a su nivel m?s bajo a mediados del siglo xvn. Despu?s, a pesar de epidemias peri?dicas y del estado deplorable de la sanidad p?blica, em pez? a reponerse lentamente hasta que sobrepas? a los seis millones en el momento de la independencia.19 El aumento de la poblaci?n campesina se sum? a la extensi?n de los la tifundios y a la multiplicidad de los pueblos cabeceras para crear lo que ahora se llama el problema agrario. Seg?n la ley colonial, cada pueblo rural deb?a tener un fundo legal de 1 200 varas en cuadro, m?s propios, ejidos, y tierras de com?n

repartimiento (?stas correspond?an al calpullalli preeortesia no) .20 En algunas ?reas del pa?s, era todav?a posible satisfacer

estos requisitos, pero en otras regiones, en efecto las m?s ricas, las haciendas hab?an adquirido la mayor parte de los terrenos laborables, y un pueblo quedaba con pocas o nin gunas tierras. En esta circunstancia, los campesinos s?lo po d?an emigrar o trabajar en una hacienda vecina. Al independizarse M?xico de Espa?a se introdujeron va rias disposiciones legales que suenan bien en teor?a, pero que en realidad hac?an m?s precaria la situaci?n de la comunidad ind?gena. Primero, se prohibi? toda distinci?n de raza, abo li?ndose la posici?n a la vez denigrante y protegida que ten?an 17 AGN. Reales c?dulas (duplicados), 14, fol. llv-12, 21 v, 22v; Tri butos, 43, ?ltimo exp. 18 Gerhard: op. cit. (1972), passim. No hay espacio aqu? para con

siderar la formaci?n pol?tica del pueblo ind?gena; para los cambios introducidos en la colonia, v?ase Charles Gibson: The Aztecs under

Spanish rule, Stanford, 1964, cap. vu.

19 Fernando Navarro y Noriega: Memoria sobre la poblaci?n del

reino de Nueva Espa?a escrita en el a?o de 1814, M?xico, 1954. 20 Alicia H. Orive: Propiedad comunal y desarrollo capitalista en el estado de Morelos ? 1535-1920, M?xico, 1973, pp. 24-26.

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los indios durante la colonia, Quiz? de mayor consecuencia

fue la abolici?n legal de millares de peque?os pueblos en toda la rep?blica. A cada legislatura de estado se le dejaba

decidir cu?les pueblos merec?an la categor?a de municipali dades con ayuntamientos, y por lo general las constituciones estatales impon?an como requisito un m?nimo de habitantes para gozar de ese privilegio; los pueblos que no alcanzaban el m?nimo fueron anexados a los que s?. En Zacatecas hab?a que tener dos mil habitantes; en Hidalgo, San Luis Potos?, y Sinaloa, tres mil; en Colima y M?xico, cuatro mil; en Ja lisco, seg?n la constituci?n de 1857, seis mil personas para formar ayuntamiento.21 Tomar? otra vez como ejemplo el estado de M ?relos, donde los noventa y cuatro pueblos cabe ceras de 1800 se hab?an concentrado en veintid?s municipali dades para 1870.22 Algunos de los pueblos peque?os dentro de las municipalidades lograban retener terrenos, pero sin personalidad jur?dica poco pod?an hacer para defenderse, y menos cuando los ayuntamientos eran dominados por mesti zos o secuaces del prefecto. En las primeras d?cadas despu?s de la independencia, algunas ex cabeceras (tal vez muchas) consiguieron retener cierta continuidad, a veces asignando las tierras del pueblo a las parroquias, cofrad?as, etc., y que dando los negocios comunales de hecho encomendados a gru pos extralegales de personas (mayordomos, etc.) que en todo caso hubieran sido los dirigentes del pueblo.23 Despu?s, al 21 Constituci?n federal de los Estados Unidos Mexicanos, sanciona

da y jurada por el Congreso General Constituyente el d?a 5 de fe

brero de 1857, y colecci?n de las constituciones de los estados que for man la confederaci?n, Toluca, 1870, pp. 161-185, 245-278, 305-330, 459 500, 638-653. Este requisito tuvo sus ra?ces en la constituci?n de C?diz:

v?ase La constituci?n de 1812 en la Nueva Espa?a, M?xico, 1912-13,

i, pp. 222-223. El estado de Oaxaca, donde casi cada pueblo tiene ayun tamiento, es una excepci?n. 22 Jos? Mar?a P?rez Hern?ndez: Cartilla de la geograf?a del estado de Morelos, M?xico, 1876, pp. 22-23. 23 Dictamen de la comisi?n de gubernaci?n sobre se?alar y dar pro

pios y arbitrios a los pueblos del estado de M?xico..., M?xico, 1824, pp. 3, 9-11.

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prohibir la tenencia de tierras a las corporaciones, se traspa saron los t?tulos a las mismas personas, situaci?n que hoy

subsiste en algunas regiones. En efecto, un pueblo puede

tener un representante legal del municipio (comisario, dele gado, etc.), y adem?s un gobierno "subterr?neo" de ancianos respetados al estilo precolombino. Mucho se ha escrito sobre la voracidad de las haciendas,

la divisi?n de los terrenos comunales por las leyes de Re forma, y la consecuente decadencia de los pueblos, con ?nfasis en la era porfiriana. Estas generalizaciones son valederas, aun

que hubo tambi?n otros motivos para la decadencia, que se notaba m?s en algunas regiones del pa?s que en otras. Des pu?s de la revoluci?n de 1910-24, muchos pueblos recobraron sus terrenos y se cre? un tipo nuevo de centro rural en los cascos de las haciendas destruidas. Otro modelo de poblaci?n campesina se ve en las colonias agr?colas cooperativas o co lectivas, que tambi?n a veces se llaman "ejidos", en un sentido nuevo de la palabra. Con la explosi?n demogr?fica de las ?ltimas d?cadas, huel ga decir, ha habido m?s cambios. Un buen n?mero de pue blos rurales se han convertido en n?cleos urbanos. Otros se van despoblando con la emigraci?n de los campesinos a las ciudades. En algunos, cerca de la metr?poli, los campos antes cultivados se han fraccionado, y se han vuelto suburbios. Pero hay casos donde un pueblo conserva los l?mites, e in cluso algunas de las instituciones que ten?a en 1519, y otros muchos, los m?s donde se ve claramente la traza colonial he cha en el siglo xvi. ?Qu? se puede decir, en fin, de la evoluci?n del pueblo rural mexicano? A la llegada de los espa?oles, era un peque?o dominio de agricultores dispersos, con sus casitas junto a las milpas, y en medio el centro ceremonial-administrativo. Ha b?a tanta gente que muy poca tierra quedaba sin utilizar. Despu?s de las terribles plagas, los sobrevivientes se juntaron en poblados planificados, dejando terrenos yermos que unas veces se quedaron as? y otras se ocuparon por personas parti culares o instituciones religiosas. La poblaci?n baj? a una

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peque?a fracci?n de lo que era, despu?s se recuper? lenta mente, y en la actualidad crece a una velocidad espantosa, pero donde m?s crece es en las ciudades y en lo quq se lla

maba la Chichimeca. Los grandes centros de producci?n agr?cola ahora est?n en el norte del pa?s, donde antes cre

c?an hierbas silvestres y viv?an tribus n?madas; en cambio, en

la zona cultivada de 1519 el n?mero de campesinos no llega hoy ni a la mitad de lo que era entonces. En esta regi?n,

muchos millares de hect?reas que se sembraban y cosechaban hasta mediados del siglo xvi, o se abandonaron y siguen bal d?as hasta la fecha, o se convirtieron en dehesas. El pueblo peque?o logr? ser aut?nomo durante la colonia, mas volvi?

a sujet?rsele en el M?xico independiente. De la revoluci?n

agraria a nuestros d?as, acabados o transformados en colonias comunales los latifundios, y a pesar de nuevos trastornos sociales y demogr?ficos, se nota m?s continuidad dentro del

ambiente rural que dentro de cualquier otra esfera de la vida nacional.

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LA CUESTI?N CHIAPANECA:

REVISION DE UNA POL?MICA TERRITORIAL Roderic Ai Camp Central College, Iowa El estado de Chiapas, situado desde el a?o 1824 en la parte m?s meridional de M?xico, ha sido la causa de los conflictos fronterizos m?s antiguos entre este pa?s y Guatemala, con flictos que a?n son motivo de incidentes en la frontera. Como sucede con los gobiernos nacionalistas que se precian de serlo,

estos dos pa?ses han publicado todo un repertorio de docu mentos en los que se exponen las versiones de mexicanos y guatemaltecos. Pero, ?y la versi?n chiapaneca? La opini?n de los chiapanecos se pierde, entre los escritos unilaterales, en el laberinto de la pol?tica externa que envolvi? a Chiapas desde 1821 hasta 1825. Este estudio es un intento de pre sentar un panorama hist?rico imparcial de los acontecimien tos que tuvieron lugar durante el inicio del conflicto chia paneco.1 No nos ocuparemos de las cuestiones geogr?ficas ni de las legales, con el fin de poder profundizar m?s en las realidades pol?ticas en que dicha provincia se vio envuelta. El prop?sito de este estudio es exponer qui?nes fueron los actores, qu? es lo que representaron y c?mo vieron la situa

ci?n en la d?cada de 1820. Chiapas, una provincia peque?a situada entre dos gigantes coet?neos, supo conjugar los ele mentos y entretejer el hilo de su propia historia a pesar de la discordia que imperaba a su alrededor. En esta investiga

ci?n se explica la posici?n adoptada por Chiapas y el por qu? de la misma.

i El autor agradece la ayuda del profesor Mario Rodr?guez, de la

George Washington University, quien ley? una primera copia de este ar t?culo, y la del doctor George Ann Huck, del Central College.

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La historia colonial de Chiapas es la historia de la capi tan?a de Guatemala, de la cual formaba parte seg?n aparece en los decretos reales del siglo xvi.2 Los l?mites de Guatema la, conforme a lo dispuesto por la corona, eran poco preci sos; cart?grafos e historiadores posteriores fueron mucho m?s

espec?ficos, pero menos precisos todav?a.3 La raz?n por la cual se mencionan los l?mites geogr?ficos y en especial los

que se?alan la latitud norte, se debe al hecho de que al

gunos historiadores han considerado a Chiapas como parte de M?xico, ya que, dado lo impreciso de sus fronteras, desde un punto de vista geogr?fico se podr?a incluir a esta provin

cia dentro de los l?mites pol?ticos de M?xico. Cuando me nos, as? quisieran algunos, a pesar de que inmediatamente despu?s de la anexi?n de Chiapas a M?xico, en la reproduc ci?n que en 1825 se hizo del mapa de Disturnell, aparecen los l?mites del estado a los 17 grados, 40 minutos de lati tud.4 Esta l?nea fronteriza ajustar?a el linde en unos 40 mi nutos, como m?ximo, lo que significar?a que la anexi?n a

2 Recopilaci?n de leyes de los reynos de las indias, Madrid, Gr?ficas Ulyra, 1943, i, pp. 325-326. 3 En uno de los mapas del siglo xvn, en el que figuran los l?mites pol?ticos de Chiapas considerando a ?ste como una provincia de Gua temala, se le ubica de los 276 grados 30 minutos a los 281 grados 20

minutos de longitud (restando 100 grados el lector obtendr? la posi ci?n correcta al oeste de Greenwich), y de 14 a 17 grados de latitud. Antes de la independencia chiapaneca el ?nico mapa legible con divi si?n pol?tica que exist?a era el de Domingo Juarros; en ?l el punto m?s septentrional de Chiapas est? a 96 grados 30 minutos de longitud y a 17 de latitud. Humboldt consider? la frontera norte sobre 16 gra dos 50 minutos de latitud, lo que es un se?alamiento muy inexacto. Estas cifras pueden consultarse en: Robert S. Chamberlain: "The go vernorship of the Adelantado de Montejo in Chiapas ? 1539-1544", en Contributions to American Anthropology and History, rx (1948) , p. 163;

Domingo Juarros: Compendio de la historia de la ciudad de Guate mala, Guatemala, 1808, i, p. 6; W. MagGillivray (ed.) : The travels and researches of Alexander von Humboldt, New York, J. J. Harper, 1835, p. 298. 4 Lawrence Martin: Disturnell's map, Washington, Government Print ing Office, 1937.

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M?xico fue ?nicamente de peque?os salientes de territorio chiapaneco. Si comparamos el lincamiento actual que com prende desde los 14 grados 33 minutos a los 17 grados 57 minutos, no se puede pensar que existiera una disputa geo gr?fica sobre el hecho de que en la ?poca de la colonia Chia pas fuera una provincia de Guatemala. En la d?cada de 1820, la capital de la provincia de Chia pas era Ciudad Real, nombre que se cambi? por el de San Crist?bal y al que m?s tarde se le a?adi? de las Casas. Con forme a las mediciones que se hicieron entonces, la distancia

de Ciudad Real a la ciudad de Guatemala era de 130 leguas y de 370 a la ciudad de M?xico.5 La distancia entre ambas capitales jug? un papel muy importante en la independencia

de Chiapas, tanto en el terreno pol?tico como en el geo gr?fico. En 1813, Mariano Robles, diputado en las cortes espa?olas, solicit? que se creara un comit? provincial en Ciu

dad Real, dado que la capitan?a de Guatemala no pod?a ha cerse cargo de asuntos que eran esenciales para la prosperi dad de Chiapas.6 Esta solicitud fue el primer indicio de su deseo de autodeterminaci?n. Muy pronto, los acontecimientos que se suced?an en M?xi co tuvieron repercusiones en la provincia de Chiapas y en la

capitan?a de Guatemala. El Plan de Iguala, del 24 de fe

brero de 1821, sirvi? para estimular el ?mpetu de indepen

dencia de los vecinos sure?os. En el art?culo diecis?is de

dicho plan se especificaban tres garant?as, las cuales resultaban ser catalizadores de est?mulos en favor de otros movimientos

de independencia.7 La segunda garant?a, la independencia, no fue aceptada en su totalidad por el gobierno espa?ol sino 5 Manuel Mont?far: Memorias para la historia de la revoluci?n de Centro-Am?rica, Jalapa, Aburto y Blanco, 1832, p. xvi. 6 Mariano Robles Dom?nguez de Mazairegae: Memoria hist?rica de la provincia de Chiapa, C?diz, Imprenta Tormentaria, 1831, p. 68. 7 "La independencia", en: Bolet?n del Archivo General de la Naci?n, iv: 1 (oct. 1938) , p. 113. Las otras dos garant?as eran la preservaci?n de la religi?n cat?lica y la uni?n de los americanos con los europeos.

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hasta el 24 de agosto de ese mismo a?o, cuando el virrey

espa?ol reconoci? la independencia de M?xico en los Trata dos de C?rdoba. Los caudillos chiapanecos, inspir?ndose en el Plan de Iguala, formaron la llamada Sala Capitular de Comit?n el 28 de agosto de 1821 y expresaron lo siguiente: Los loables sentimientos que animaron a los mexicanos para reclamar su derecho a la madre Espa?a, entrando en pac?fica posesi?n de la independencia, con firmes protestas de conser var la religi?n cat?lica, respetar a sus ministros y proteger los bienes de sus habitantes bajo leyes justas y moderadas de go bierno, son los mismos que generalmente nos animan y com pelen a recordar y reconocer que tenemos nosotros igual in disputable derecho.8

Este documento fue el inicio del hist?rico movimiento de

los "provincianos" de Am?rica Central, que secundaron el Plan de Iguala. Nada se compromet?a en la declaraci?n de la Sala Capitular: sencillamente se expresaba el sentir popular en 1821, pero aun as? resulta ser de gran importancia his t?rica.

Chiapas era entonces una provincia de la capitan?a de Guatemala. Sin embargo, su situaci?n legal cambi? cuando el d?a tres de septiembre, durante una reuni?n en Ciudad Real, dicha Sala Capitular declar? la independencia chiapa neca siguiendo los preceptos establecidos por Iturbide en el Plan de Iguala.9 Esta declaraci?n hizo que Chiapas fuera la primera provincia de Guatemala que declar? su indepen dencia. Ahora, Chiapas era independiente de Espa?a y se separaba tambi?n de la antigua capitan?a. El ocho de sep tiembre, Chiapas formaliz? su independencia de Espa?a, pero,

al mismo tiempo, en una carta dirigida a Iturbide, escog?a 8 Jos? Antonio Villacorta: Historia de la Capitan?a General de Gua temala, Guatemala, Tipograf?a Nacional, 1942, p. 509. 9 Mat?as Romero: Bosquejo hist?rico de la agregaci?n a M?xico de Chiapas y Soconusco. M?xico, Imprenta del Gobierno, 1877, i, pp. 52-53.

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anexarse a M?xico, elogiando a Iturbide y a su Plan.10 Una parte integrante de Guatemala se separaba para unirse al M?xico independiente. Siete d?as m?s tarde, el quince de septiembre, la propia Guatemala cort? los lazos que la un?an a Espa?a y declar? su independencia. Puesto que la declaraci?n de Guatemala inclu?a a Chiapas y solicitaba de ?sta diputados o represen tantes en la capital con el fin de escoger la forma de go bierno para Guatemala, la declaraci?n fue en s? el primer gran problema legal que suscit? la independencia chiapa neca.11

En realidad los puntos sobre los que se discuti? fueron dos: la fecha de la declaraci?n y el contenido de la misma. Algunos historiadores guatemaltecos han sostenido que la in dependencia de M?xico, cuyo proceso dur? alrededor de once a?os, no finaliz? sino hasta que el veintiocho de septiembre de 1821 se firm? un tratado formal. De acuerdo con esta fecha la independencia de Guatemala preceder?a en unas dos semanas a la independencia real de M?xico. Sin embargo, el argumento es infundado ya que la independencia mexicana fue reconocida el 24 de agosto en los Tratados de C?rdoba. En realidad esta cuesti?n se aclara si se interpretan los tra

tados mexicanos como la culminaci?n de una larga lucha

revolucionaria, y la declaraci?n de Guatemala como el inicio de una rebeli?n. El conflicto puede considerarse de la mayor gravedad ?nicamente si se ignora la declaraci?n previa de la independencia de Chiapas. Resulta un tanto pretensioso, por

parte de Guatemala, el incluir a una provincia que ya se hab?a separado. Aunque la inclusi?n de Chiapas en el tra tado de independencia de Guatemala parece estar justificada, los sucesos que tuvieron lugar en Ciudad Real desacredita ron la validez de la retroactividad de la inclusi?n de Chiapas. 10 Ibid., p. 53.

il Rafael Heliodoro Valle: "La anexi?n de Centro Am?rica a M? xico", en: Archivo Hist?rico Diplom?tico Mexicano (de aqu? en ade lante se cita AHDM), xi (1924) , p. 9, doc. 4.

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La Sala Capitular, con el fin de asegurar la anexi?n de Chia pas a M?xico, hizo la siguiente declaraci?n el 26 de septiem

bre de 1821:

... la provincia de Chiapa, que se ha declarado indepen

diente espont?neamente, no reconoce otro gobierno que el del imperio mexicano conforme a los tratados celebrados por los excelent?simos se?ores Iturbide y O'Donoj?.12

As?, Chiapas se separ? definitivamente de Guatemala. Cuando el 27 de septiembre Iturbide entr? en la ciudad de M?xico, la cuesti?n chiapaneca entr? en una nueva fase. Iturbide ten?a sus propios planes para Chiapas y Guatemala.

Envi? una carta a Gabino Ga?nza, ex capit?n general de

Guatemala, quien continu? como jefe de la junta de gobier no, en la cual le inform? que ten?a la intenci?n de enviar tropas. Dec?a: "... pose?do del m?s sincero respeto ala vo luntad de los pueblos, jam?s intentar? someterlos a la m?a,

aunque no es otra que la de su felicidad y bienestar. Con

este objeto ha marchado ya y debe en breve tocar la fronte ra una divisi?n numerosa y bien disciplinada. . .".13 Es l?gico pensar que Iturbide tratase de disimular sus intenciones ante Gabino Ga?nza, pero no ante el jefe de sus fuerzas. Compa

remos el comunicado antes mencionado con la carta que

Iturbide escribi? a principios de octubre al conde de la Ca dena, oficial a quien escogi? para dirigir la divisi?n de tropas mexicanas mandadas a Chiapas y a la ciudad de Guatemala: ... la misi?n de V. S. no es de conquista, porque est? en oposici?n del sistema justo y liberal que tenemos adoptado: es de proteger a los que desean con raz?n entrar en el goce de su libertad civil. .. Debe V. S. distinguirse m?s en la indul 12 Ministerio de Relaciones Exteriores: Cuesti?n de l?mites entre

M?xico y Guatemala (de aqu? en adelante se cita MRE) , M?xico, Im prenta del Gobierno, 1875, p. 78. 13 Enrique del Cid Fern?ndez: Don Gabino de Gainza y otros estu dios, Guatemala, Imprenta Universitaria, 1959, p. 63.

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gencia y aun pecar si fuere preciso por este estremo que [no] por el rigor.14

En la semejanza entre el contenido de las dos cartas se

refleja la credibilidad de las instrucciones que respecto a las tropas daba Iturbide a Gabino Gainza, pues es poco probable que no depositara su confianza en su comandante en jefe.

Mientras tanto, la Sala Capitular de Chiapas contem

plaba la posibilidad de que futuras maniobras guatemaltecas para con M?xico pudieran alterar el estatus establecido y trat? de prever tales maniobras declarando que ?stas propi ciar?an la "segregaci?n de esta provincia de la Capitan?a Ge

neral de Guatemala, aun en el caso de que ?sta se someta como es debido al Imperio Mexicano".15 Chiapas envi? a un comisionado a M?xico para que obtuviera garant?as de apo yo del gobierno mexicano ante su separaci?n de Guatemala en el caso de que ?sta se uniera tambi?n a M?xico. El pro

p?sito de Pedro Sol?rzano, representante de Chiapas, era conseguir que se aprobara la anexi?n chiapaneca por decre to de la regencia mexicana.16 En los extractos obtenidos de los documentos sobre las

instrucciones del comisionado Sol?rzano se refleja el temor

de Chiapas a caer de nuevo bajo la dominaci?n guatemal

teca, as? como algunas de las razones que subrayan su anexi?n

a M?xico:

La provincia de las Chiapas en ning?n tiempo podr? vol ver a estar bajo el gobierno de Guatemala, aun cuando estas provincias o provincia llegue a poner rey o rep?blica. . . Chia pas ha estado bajo el gobierno guatemalteco como tres siglos,

y en todo este tiempo no ha prosperado, y por esta causa jur? la independencia bajo los planes de. .. Iturbide.

14 Agust?n de Iturbide a Gabino Ga?nza, oct. 19, de 1821, en AHDM,

xl (1936), p. 8.

15 Miguel Mart?nez: Cuesti?n entre M?xico y Guatemala, M?xico, Imprenta de Ignacio Escalante, 1882, p. 29.

lo ?ngel Corzo Molina: "Incorporaci?n de Chiapas a M?xico", en

Divulgaci?n Cultural, i, 1949, p. 9.

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Sin embargo de que de la capital de Chiapas a la Guate mala hay ciento cincuenta leguas y que de aqu?lla a la de

M?xico son doscientas cincuenta m?s, quiere vivir Chiapas so metida al gobierno mexicano que la puede sostener, y no al de Guatemala, pues en este caso llegar? a suceder, por ?ltimo, que desaparezca.17

En estos extractos se reflejan los perjuicios econ?micos que Guatemala ocasion? a Chiapas durante varias d?cadas.

Se les llamaba tiranos a los comerciantes de la ciudad de Gua

temala, a causa de los altos precios que hab?an impuesto como resultado del s?lido monopolio que establecieron y por lo lu crativo del comercio en las provincias.18 Antes de la inde^ pendencia, un per?odo econ?micamente dif?cil hab?a acen tuado las diferencias entre las provincias y la ciudad. Con el aumento de los impuestos creci? el resentimiento de aqu?llas,

a tal grado que la relaci?n con la ciudad de Guatemala se torn? muy delicada. Los documentos existentes indican, sin

dejar lugar a dudas, que hacia fines del a?o 1821, Chiapas deseaba fervientemente anexarse a M?xico para evitar un mayor dominio econ?mico por parte de la ciudad de Gua temala.19 Chiapas insisti? aun con mayor firmeza en que no quer?a nexo alguno con ella, cualesquiera que fueran las cir cunstancias. En los rumores de tipo pol?tico de la ?poca, se reflejaba la desconfianza que los chiapanecos sent?an hacia

Guatemala. James Smith Wilcocks, c?nsul de los Estados

Unidos en la ciudad de M?xico, escribi? al presidente John

Quincy Adams comunic?ndole que "la provincia de Gua temala. .. tambi?n se hizo cargo del impulso general, y de 17 Sala Capitular de Chiapas a don Pedro Sol?rzano, oct. 29, 1821,

en MRE, p. 82.

18 Troy S. Floyd: "The Guatemalan merchant, the government and the provincianos, 1750-1800", en Hispanic American Historical Review, XL (feb. 1961) , p. 92. !? Ralph Woodward, Jr.: "Economic and social origins of the Gua temalan political parties, 1773-1823", en Hispanic American Historical Review, xlv (nov. 1965) , p. 553.

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seosa de llegar a ser parte integral del Imperio Mexicano, ha jurado igualmente la independencia".20 Los esfuerzos de Sol?rzano en M?xico se vieron premiados a principios de noviembre cuando la junta gubernativa ofre

ci? "toda la protecci?n que demanda su voluntaria adhe

si?n a nuestro gobierno, sin comprometer a aquellos lugares que deseen seguir otra causa".21 Este decreto no se convirti? en ley sino hasta el diez y seis de enero de 1822, pero per miti? al gobierno chiapaneco la libertad de reconsiderar su

decisi?n. Varios acontecimientos contribuyeron a que Chiapas pa

sara a formar parte del imperio. Las autoridades chiapanecas hab?an enviado a M?xico un representante para consolidar

esta uni?n. Pero, ?cu?l era la contribuci?n de Chiapas al

respecto y qu? papel representaba M?xico en todo ello? Entre quienes trabajaron incesantemente para lograr la uni?n con M?xico se cuentan al marqu?s de Aycinena y sus familiares. Aycinena escribi? a Manuel Ram?rez y Paramo, del cabildo

de Ciudad Real poco antes de que apareciera el decreto mexicano que determinaba la ayuda militar que se iba a proporcionar, y le mencionaba su esperanza de que el es

fuerzo realizado para lograr la uni?n no resultara en vano.22 Iturbide ten?a tambi?n su propio agente y estaba enterado de la situaci?n de Chiapas y de Guatemala. Citamos algunas impresiones un tanto perspicaces que el informante, general Manuel Mier y Ter?n, comunic? a su jefe: . . .me resuelvo a suplicarle que si juzga conveniente po ner en Guatemala alg?n enviado formal con car?cter p?blico, se sirva nombrarme aunque sea provisionalmente, y mientras otro sujeto m?s apto recorre el largo y penoso camino que ya 20 William R. Manning: Correspondencia diplom?tica de los Estados Unidos concerniente a la independencia de las naciones latinoamerica nas, Buenos Aires, Roldan y C?a., 1931, ni, p. 1926. 21 Junta Gubernativa de M?xico, nov. 12, 1821, en MRE, p. 12. 22 Marqu?s de Aycinena a Manuel Ram?rez y Paramo, nov. 3, 1821, en AHDM, xi, pp. 67-68, doc. 24.

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tengo andado. Me prometo que el influjo de V. E. o del go bierno mexicano que supongo ya felizmente instalado ser? bastante, mediante una invitaci?n formal para adoptar un solo plan, y las relaciones particulares que es muy f?cil adquirir,

para prevenir las desgracias que van a caer sobre un reino

vecino... que destituido de recursos se muestra tan vacilante en su destino y suerte futura.23

Iturbide consideraba que Chiapas no se reincorporar?a a Guatemala gracias a las declaraciones de las autoridades chia panecas. El contenido de dichas declaraciones le hab?a sido comunicado con anterioridad por su agente. As?, Iturbide, al contestar la carta a Mier y Ter?n, le indic? que aprobaba

las medidas tomadas para la protecci?n de Chiapas y que

adem?s enviar?a a un grupo reducido de fuerzas para pro teger a ?ste en caso de que Guatemala tratara de tomarlo por la fuerza.24

De esta forma Iturbide decidi? enviar a Chiapas a las

fuerzas que hab?a puesto al mando del conde de la Cadena. Para realizar sus prop?sitos de inmediato, particip? al conde que en Ciudad Real deb?a emplazar doscientos hombres ?ni camente, pues ?stos bastar?an para hacer frente a las necesi dades del momento. Orden? que el resto de las fuerzas per manecieran en Oaxaca, donde, en el remoto caso de que se necesitaran, podr?a disponer de ellas de inmediato. Despu?s

le indic? que se pusiera en contacto con don Mariano de

Aycinena, quien contaba con un gran n?mero de amistades y por ello podr?a dar a la figura de Cadena "todo el car?c ter de aprecio que se merece".25 Iturbide cont? todav?a con otra persona de influencia: Ma nuel Ram?rez y Paramo, l?der del cabildo de Ciudad Real. 23 General Manuel Mier y Ter?n a Agust?n de Iturbide, oct. 24,

1821, en ibid., p. 62, doc. 20. 24 Agust?n de Iturbide a general Mier y Ter?n, nov. 20, 1821, en ibid., p. 77, doc. 30.

25 Iturbide a conde de la Cadena, nov. 29, 1821, en ibid., pp. 99

100, doc. 30.

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En una carta que envi? al intendente de Oaxaca le manifes taba su satisfacci?n por los logros alcanzados en la indepen dencia de Guatemala y por la favorable disposici?n de las provincias hacia la uni?n futura con M?xico. Lo anterior le hab?a sido comunicado a Iturbide el 21 de noviembre de 1821 por el intendente y por Ram?rez. Y en diciembre escribi? a

Ram?rez pidi?ndole que "contin?e extendiendo tan justas ideas entre las provincias y sujetos de car?cter...".26 En

resumen, la influencia de Iturbide proven?a de cuatro fuen tes: en primer lugar, del conde de la Cadena y de las tropas mexicanas; en segundo, del marqu?s de Aycinena y de su t?o Mariano; en tercero, de su agente Mier y Ter?n, y en cuarto, de Ram?rez y Paramo. Esta situaci?n cambi? inesperadamente cuando el conde de la Cadena, tras una prolongada enfermedad, renunci? a su puesto y fue reemplazado por el general Vicente Filisola. ?ste recibi? instrucciones de Iturbide en el sentido de que su co metido era ?nicamente el de "proteger a las provincias de ese

reino (Guatemala) que han proclamado ya su independen cia y a las que de ahora en adelante lo hagan bas?ndose en el Plan de Iguala y se incorporen a M?xico como partes inte grantes del imperio". Muy pronto Filisola emprendi? la mar cha junto con su segundo, el coronel Felipe Codallos.27 Al 26 Agust?n de Iturbide a Ram?rez y Paramo, die. 6, 1821, en Fer n?ndez: op. cit., pp. 52-53.

27 Iturbide a Filisola, die. 27, 1821, Vicente Filisola: "La coopera ci?n de M?xico en la independencia de Centro Am?rica", en Genaro

Garc?a, ed.: Documentos in?ditos o muy raros para la historia de M? xico, Bouret, 1911, xxxvi, p. 107. Hay una discrepancia grande y una considerable controversia sobre el n?mero de hombres que integraban la divisi?n de Filisola. Bancroft menciona la cifra de seiscientos, can tidad equivocada que se ha citado frecuentemente a pesar del n?mero de documentos que lo contradicen. Ver Hubert H. Bancroft: "Central America", en History of the Pacific States of North America, San Fran cisco, The History Company, 1887, n, pp. 56-57. Es aceptable la expli caci?n de Bancroft de que un n?mero considerable de hombres desert? en la jornada a Chiapas, pero que "Filisola lleg? a Guatemala solamente con 600 hombres" despu?s de que emprendi? el viaje en noviembre de

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finalizar 1821 la divisi?n mexicana se dirig?a hacia Chiapas, que ya formaba parte del M?xico imperial. La controversia chiapaneca entr? en una nueva fase cuan do la antigua capitan?a general declar? su anexi?n a M?xico, materializ?ndose los temores que Chiapas hab?a expresado. Las actividades guatemaltecas tendientes a alcanzar la uni?n con M?xico ya no sorprendieron a nadie. Los historiadores guatemaltecos han insistido en que los agentes de Iturbide ten?an informaci?n de antemano y que por lo tanto estaban involucrados en la anexi?n de Guatemala a M?xico. Sin em

bargo, parece ser que las intenciones de Guatemala eran co nocidas por todos, pues el ayuntamiento de la ciudad de Gua temala hab?a hecho p?blico, el 29 de diciembre de 1821, que "pronto llegar?a el d?a de nuestra conformidad en la forma ci?n de un gobierno com?n y liberal que solidase el nuevo y poderoso imperio de la Am?rica Septentrional".28 En una comunicaci?n de la misma fecha, Gabino Gainza, jefe del go bierno de Guatemala, expresaba sus esperanzas de unirse a "un imperio poderoso que nos proporcione las tropas y el di nero necesario en caso de invasi?n".29 Se ha discutido ampliamente sobre la fecha en que Gua temala se anex? a M?xico, as? como tambi?n sobre el posible 1821, es incorrecto por dos razones. Aqu?l no fue elegido sino hasta

el 27 de diciembre de 1821, y en ning?n caso comenz? con m?s de

500 hombres. En un documento existente se describe la divisi?n de Fi lisola seg?n los rangos y las posiciones que le comprend?an: soldados rasos hab?a en n?mero de 295 hombres y el total de la divisi?n era de cuatrocientos setenta y nueve hombres. Ver Fernandez: op. cit., p. 63, o AHDM, XL, p. 134, doc. 69. M?s tarde, Filisola pudo hacerse de tro pas de Oaxaca puesto que Iturbide inform? al comandante de la plaza que le proorcionara "oficiales, soldados, armas y equipo". Iturbide al comandante de Oaxaca, AHDM, xl, p. 77, doc. 43. Filisola, sin embar go, nunca utiliz? estos refuerzos y las tropas no excedieron el n?mero oficial. 28 Ayuntamiento de Guatemala a Iturbide, en AHDM, xi, p. 163,

doc. 163.

29 Gabino Ga?nza a Iturbide, die. 29, 1821 en Fern?ndez: op. cit.,

p. 65.

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conocimiento previo que de esta anexi?n tuvieran los agentes mexicanos. El blanco principal del debate ha sido el marqu?s de Aycinena, quien escribi? a Iturbide el tres de enero de 1822

comunic?ndole con j?bilo que estas provincias han llevado a cabo la anexi?n a ese gran imperio.80 Dado que el pacto de anexi?n formal es de fecha cinco de enero, hay quien acusa a Aycinena de haber tenido conocimiento previo de la situaci?n. Sin embargo, una carta del general Filisola y otra de Gabino Gainza confirman el hecho de que el dos de enero la Junta Provisional de Guatemala acord? que la capitan?a general formara parte del Imperio mexicano.31 Aycinena no hizo secreta su intenci?n de favorecer la uni?n con M?xico y no contaba con informaci?n especial sobre las intenciones de

Guatemala. Tanto Aycinena corno Gabino Gainza firmaron el pacto el cinco de enero; hecho ?ste que no deja lugar a dudas sobre la participaci?n de ambos en la decisi?n original de dos de enero. El pacto del cinco de enero, firmado en la ciudad de Gua temala, es la declaraci?n de la anexi?n de Guatemala al Im perio mexicano, pero no tuvo car?cter oficial sino hasta el d?a dieciocho, fecha en que el comunicado se envi? a Itur bide; el anuncio se hab?a hecho p?blico tres d?as antes.32 En la declaraci?n se hac?a saber que los guatemaltecos, por abso luta mayor?a, favorec?an la anexi?n a M?xico y que se re conoc?a la anterior declaraci?n de independencia de Chiapas y la uni?n con M?xico. El hecho importante que interesa resaltar en este estudio es que la declaraci?n inclu?a a Chia pas aunque al mismo tiempo reconoc?a que esta provincia se hab?a separado de Guatemala con anterioridad.33

30 Marqu?s de Aycinena a Iturbide, ene. 3, 1822, en ibid., p. 56. 31 William Spence Robertson: Iturbide of Mexico, Durham, Duke University Press, 1952, p. 148; y Filisola a Iturbide, ene. 18, 1822, en

AHDM, xxv (1928), p. 41, doc. 25.

32 ibid., XL, pp. 137-138, doc. 73. 33 Limites entre Guatemala y M?xico, Guatemala, Pineda Ibarra, 1964, pp. 20-22.

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Las autoridades de Guatemala, a diferencia de las de Chia pas, se sent?an desconfiadas e inseguras. Ga?nza, de inmedia

to, hizo circular una proclama en la que se anunciaba que cualquiera que criticara, de palabra o por escrito, censurara o refutara la decisi?n tomada por la mayor?a en favor de la uni?n, ser?a considerado culpable de sedici?n.34 Ped?a a to dos los buenos ciudadanos que denunciaran a quienes cons piraran en contra de la decisi?n de la mayor?a.

Para el ocho de enero, Filisola y sus tropas mexicanas apenas hab?an llegado a Oaxaca.85 De nuevo, en la misma forma en que hab?a instruido a su anterior comandante el conde de la Cadena, Iturbide escribi? a Filisola d?ndole ?rde

nes espec?ficas: Con pol?tica y sin rigor, ni haciendo ostentaci?n del po der y s?lo dejando entender que habr? severidad cuando se abuse de la bondad, consolar? usted la opini?n y rectificar? el esp?ritu p?blico. Uni?n, amor rec?proco, libertad justa, igualdad ante la ley, esto ha de decir usted siempre y esto ha de hacer usted que se observe para que las obras no desmien tan las palabras. Prudencia y tino necesita usted ahora m?s que nunca y yo no dudo que ser?n nuestros apasionados los m?s decididos republicanos.36

El cinco de febrero, el ayuntamiento de la provincia gua temalteca de Quezaltenango rog? a Filisola que sus tropas le brindaran protecci?n, debido a que la anexi?n a M?xico ha b?a provocado intranquilidad.87 Filisola contest? a la solici tud el d?a trece expresando su esperanza de que se pudiera restablecer la seguridad y el orden y conservarlos hasta, que ?l llegara. Tambi?n recibi? una solicitud similar de Ga?nza. 34 Ene. 9, 1822, en AHDM, xxiv, p. 33, doc. 19. 35 Inform? que su divisi?n constaba de 500 hombres, lo que viene a corroborar el n?mero inicial mencionado. Filisola a Iturbide, ene. 8, 1822, en ibid., xl, p. 118, doc. 62. 36 Iturbide a Filisola, ene. 23, 1822, en ibid., xl, p. 149, doc. 86. 37 Ayuntamiento de Quezaltenango a Filisola, feb. 5, 1822, en ibid.,

xxiv, p. 48, doc. 32.

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Durante el tiempo que duraron estos hechos, Filisola ?nica mente utiliz? sus tropas como s?mbolo de fuerza para man tener la tranquilidad. Aunque se acusa a las tropas de Filisola de haber coaccionado a los habitantes de las provincias, hay que hacer notar que ?stas hab?an sido llamadas por las auto ridades locales. En cuanto a los delitos de sedici?n en Gua temala, Filisola ten?a autorizaci?n para hacer uso de la fuerza ?nicamente cuando todos los dem?s recursos le fallasen y pro curando siempre no alterar "la tranquilidad p?blica".38 En los documentos se ve que, en ese mismo a?o, el ayuntamiento nicarag?ense tambi?n solicit? y recibi? ayuda de Filisola. Muchos de los acontecimientos que sucedieron en Guate mala contribuyeron a que se agravara el problema de Chia pas. El congreso constituyente mexicano puso a discusi?n la legalidad de la anexi?n de Chiapas. Pedro Celis, quien firm? la declaraci?n original chiapaneca, fue nombrado representan te por la provincia de Chiapas. Durante la sesi?n de abril en

M?xico la discusi?n de los diputados se centr? en el argu mento de que Chiapas no debiera pertenecer a Guatemala

aun si Guatemala no hubiera declarado su independencia.89 El tres de junio de 1822, el congreso constituyente mexi

cano se reuni? con el fin de organizar un gobierno y de

redactar una constituci?n.40 A principios de mayo Iturbide hab?a sido nombrado emperador. Recibi? felicitaciones tan inesperadas como la de la diputaci?n provincial de Guate mala que lo felicitaba por ser "un hijo de la Am?rica y el libertador del Septentri?n".41 La comisi?n de relaciones ex teriores reconoci? y ratific? la uni?n de todas las provincias comprendidas en el antiguo reino de Guatemala, consignan 38 Iturbide a Filisola, mar. 27, 1822, en ibid., xxrv, p. 99, doc. 68. 39 Diputado Castellanos al congreso mexicano, abr. 20, 1822, en ibid., xxrv, doc. 87. 40 Decreto Imperial, M?xico, jun. 3, 1822, Library of Congress, Broad side Collection, Rare Book Room, 14, Portafolio 286.

41 Diputaci?n Provincial de Guatemala a Iturbide, jun. 18, 1822, en Romero: op. cit., p. 157.

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do por separado lo concerniente a Chiapas.42 Los siguientes acontecimientos tuvieron lugar en Guatemala.

Filisola lleg? a la ciudad de Guatemala el doce de ju nio de 1822. Recibi? una calurosa bienvenida por parte de las autoridades de Chiapas y de las de Guatemala. La dele^ gaci?n provincial de Chiapas en Guatemala manifest? que cuando Filisola entr? en la ciudad al mando de una divisi?n observ? "una conducta religiosa y pol?tica",43 Anunciando su llegada, Filisola dirigi? sus palabras al pueblo de Guatemala y dijo que era su prop?sito mantener la paz para poder as? preservar la libertad y la independencia. Sin embargo, en las provincias, el orden no era total. En una carta que Filisola dirigi? al secretario de Guerra, expresaba que en Chiapas se

hab?a introducido la discordia debido a la inestabilidad pol?tica: Suponen que el imperio resiste la uni?n de estas provin

cias, que se desdec?a de reconocerlas como parte integrante de

su territorio... En mi concepto, [debe hacerse] una declara

toria categ?rica, precisa y terminante del Soberano Congreso Constituyente, que no deje lugar a interpretaciones y que aleje todo pretexto a las tramas sordas de la intriga.. .44

Las discrepancias aumentaron cuando el 31 de octubre Iturbide disolvi? el congreso constituyente e instal? un se gundo congreso el cinco de noviembre. Como se?al? un his toriador mexicano contempor?neo, la reinstalaci?n no termi n? con los des?rdenes en las provincias.45 De hecho produjo el efecto contrario, ya que la escasa coherencia en la pol?tica interna las perjudic? considerablemente. Aunque pueda pa recer extra?o que la disidencia en las provincias de Guate 42 Jul. 10, 1822, en AHDM, xxiv, p. 239, doc. 177. 43 Filisola: op. cit., xxxv, p. 331, doc. 58. 44 Filisola al secretario de Guerra, ago. 3, 1822, en AHDM, xxiv, pp. 278-279, doc. 203. 45 Te?filo H. Orantes: S?ntesis de hechos hist?ricos del estado de Chiapas, M?xico, 1960, p. 36.

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mala pudiera haberse originado por la indecisi?n de M?xico respecto a anexarlas o no, hay que recordar que tal indeci si?n tuvo diferentes manifestaciones. Lo confuso de los hechos

dificulta el poder se?alar una causa en particular. Filisola solicit? una declaraci?n por parte de M?xico que tranquili zara a los atemorizados chiapanecos. Iturbide complic? a?n

m?s las cosas, declarando en el ?nterin que el reino de Guate

mala ser?a dividido en tres partes, una de las cuales ser?a Chiapas y cuya capital estar?a en Ciudad Real.46 Esto no se llev? a cabo y s? cre? gran confusi?n. Esta situaci?n se prolong? hasta el mes de marzo de 1823, con la inesperada abdicaci?n de Iturbide.47 Filisola, quien se encontraba en El Salvador desempe?ando una tarea que se le hab?a encargado, regres? inmediatamente a Guatemala. La situaci?n era all? insostenible porque no hab?a un jefe que tomara el mando. Filisola, d?ndose cuenta de la situaci?n,

convoc? a una reuni?n especial de la Junta Provisional de Guatemala y exigi? que se formara un Congreso General,

tal como se hab?a estipulado en el tratado de independencia. Dicho congreso deber?a incluir a todos los diputados de aque llas provincias que hasta el cinco de enero de 1822 hubieran mantenido su anexi?n o hubieran reconocido al gobierno que se instaur? el d?a quince de septiembre de 1821.48 M?s im portante que los asuntos legales relacionados con Guatemala fueron los efectos de dicho congreso en Chiapas.

El ocho de abril de 1823 se reuni? en Ciudad Real una

Junta Provisional chiapaneca y decidi? formar su propia Jun ta General. ?sta se compondr?a de un representante por cada

una de las doce secciones de Chiapas.49 Tal parece que esta

46 Domingo Juarros: Efem?rides de los hechos notables en la Re p?blica de Centro Am?rica, Guatemala, Imprenta de la Paz/ 1844, p. 5. 47 Carlos Mar?a Bustamante: Diario hist?rico de M?xico, 1822-1823, Zacatecas, 1896, i, p. 321. 48 Mar. 29. 1823, en Romero: op. cit., p. 72.

49 Jos? Rodr?guez Cerna: Nuestro derecho internacional, Guate mala, 1938, p. 651.

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nueva Junta General contaba con el apoyo de las autorida des de cada poblaci?n.50 Los miembros de dicha junta se re^ unir?an durante el mes de junio. En la ciudad de Guatemala no hab?a unanimidad de opi ni?n, no se estaba de acuerdo en nada, ni siquiera en cuanto

a la ayuda que representaban las tropas de Filisola. En el

ingenuo informe que el Comit? Provincial de Guatemala re dact? el diecis?is de mayo de 1823 se arroja algo de luz sobre

este punto: se?alaba que en la capital hab?a diversas opi

niones. Unos estaban a favor y otros en contra de las fuerzas expedicionarias y en cada bando se utilizaban todos los me dios posibles para tratar de imponer el propio punto de vista a los ciudadanos del bando contrario, por ejemplo, se insulta ba abiertamente a los soldados o se escrib?an letreros despec

tivos en las paredes de los edificios de la ciudad.51 En el informe se se?ala la situaci?n a la que Filisola tuvo que enfrentarse en la ciudad de Guatemala. Como lo hab?an hecho anteriormente, las autoridades chiapanecas tomaron la iniciativa en este asunto, con un comunicado oficial que la Junta General de Chiapas dirigi? a la poblaci?n civil, el d?a 4 de junio de 1823, diciendo que: (1) La provincia de Chiapas se declara leg?timamente cons tituida por sus representantes... (2) ?stos la pronuncian solemnemente libre e independien te de M?xico y toda otra autoridad y en estado de resolver lo

que mejor le convenga...

(4) Concluidos que sean los trabajos de la Junta, y conse guida la reincorporaci?n de la provincia, bien a M?xico, a Gua temala o a las otras lim?trofes (Oaxaca y Yucat?n), se retirar?n los actuales representantes.52

De esta manera los representantes chiapanecos declararon su independencia de M?xico, pero antes de que llegara el 50 Manifestaciones de los poderes del estado de Chiapas, M?xico,

Imprenta del Gobierno, 1882, p. 6. 51 Filisola: op. cit., xxxv, p. 127, doc. 22. 52 Rodr?guez Cerna: op. cit., p. 652.

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comunicado a la capital mexicana un nuevo congreso mexi cano declaraba, el 17 de junio, que todas las provincias de

Guatemala, incluyendo a Chiapas, quedaban en libertad

de mantener o de romper su uni?n cori M?xico. Guatemala, siguiendo la iniciativa de Chiapas, comunic? a trav?s de la Comisi?n Preparatoria del Congreso General,

que se form? el 24 de junio, que la poblaci?n no deseaba unirse a M?xico sino que aspiraba a una independencia ab soluta.53 Debe suponerse que gozaban de independencia total

desde el 30 de junio, fecha en que declararon nula su in

corporaci?n al estado mexicano.54 A esta declaraci?n de inde

pendencia sigui? una severa denuncia contra M?xico, de nuncia que reflejaba las pasiones desencadenadas por la anexi?n:

Considerando por otra parte: que la incorporaci?n de es

tas provincias al extinguido imperio mexicano, verificada s?lo de hecho en fines de 821 y principios de 822, fue una expre si?n violenta arrancada por medios viciosos e ilegales; que no fue acordada ni pronunciada por ?rganos ni por medios leg? timos; que por estos principios la representaci?n nacional del estado mexicano jam?s la acept? expresamente, ni pudo con

derecho aceptarla...55

A pesar de la reacci?n de los guatemaltecos en contra de las tropas mexicanas, cuando Filisola solicit? que se le rele vara de sus obligaciones por ser ?stas incompatibles con su

nacionalidad mexicana, se le exigi? que permaneciera en su puesto en la ciudad de Guatemala hasta que pudiera ser reemplazado.56 Esta solicitud de Filisola refleja de una mane

53 "Dictamen que la comisi?n nombrada por la junta preparatoria del congreso, present? de la independencia absoluta", en Bolet?n del Archivo General de la Naci?n, n: 1 (oct. 1936), p. 71. 54 "Nuestra independencia absoluta ? Tres documentos importan

tes", en Bolet?n del Archivo General de la Naci?n, n: 4 (jul. 1936),

pp. 438-439.

55 Jos? Antonio Villacorta Calder?n: Historia de la Rep?blica de

Guatemala, Guatemala, Tipograf?a Nacional, 1960, p. 38. 56 Filisola: op. cit., xxxv, pp. 109-110, doc. 113.

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ra cabal su estatura como soldado durante el empe?o de

su comisi?n. Accedi? a quedarse porque crey? que se podr?a ver amenazado el orden establecido si abandonaba su puesto antes de que llegara un sustituto.

Resulta parad?jico que durante ese mismo mes la pol?

tica mexicana en relaci?n a Chiapas se tornara un tanto tram

posa. El nueve de julio, Lucas Alam?n, entonces secretario de Relaciones Exteriores, inform? a la Junta General de Chiapas que quedaba en libertad de declarar la separaci?n de M?xico si juzgaba que con ello se aseguraba su felici dad, en cuyo caso "no deber?n dudar ustedes de que se res petar? su pronunciamiento".57 Tres semanas m?s tarde, Alam?n, contestando a varias preguntas de Filisola sobre la actitud del gobierno mexicano respecto a la independencia de Chiapas, le orden? disolver la junta que estaba en el po der, y volver a instalar la diputaci?n provincial, dando al jefe pol?tico nombrado por este gobierno la debida pose si?n.58 Tambi?n se le pidi? que dejara la plaza al mando de un oficial de confianza que pudiera mantener el orden en

Ciudad Real. Filisola abandon? la ciudad de Guatemala el

tres de agosto y no pudo llevar a cabo las instrucciones de Alam?n sino hasta el mes siguiente, cuando el cuatro de sep tiembre de 1823 qued? disuelta la Junta General y se volvi? a instaurar la Junta Provisional. Esta intromisi?n era totalmente opuesta a la manera en que M?xico hab?a actuado anteriormente. El hecho en s? re sultaba ilegal puesto que Alam?n hab?a informado a las auto

ridades chiapanecas que reconoc?a la legalidad de sus de cisiones. Con frecuencia se le asigna a Filisola el papel

del villano en esta injusticia que se cometi?, pero de entre todos los personajes que intervinieron en este asunto parece ser ?l quien adopt? la posici?n m?s sensata, serena e inteli gente. Cuando le tocaba cumplir ?rdenes de un superior le 57 Alam?n a la Junta General de Chiapas, jul. 9, 1823, en MRE, pp. 86-87. 58 Alam?n a Filisola, jul. 30, 1823, en Romero: op. cit., pp. 279.

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jano y apartado de los hechos, sus decisiones siempre fueron correctas y justas. Constituye un homenaje a su persona el que los guatemaltecos, en m?s de una ocasi?n, hicieran cons tar en sus documentos que logr? que las tropas mexicanas observaran buena conducta. En una carta que dirigi? a Ala

m?n el 31 de julio de 1823, Filisola describi? el panorama de su propia situaci?n tal como ?l la percib?a:

[Se me ha pedido] que me dedique a conservar la mejor

armon?a e inteligencia entre los pueblos guatemalteco y mexi cano, porque as? lo demanda el inter?s de ambas naciones; y que, al mismo tiempo, haga observar a la divisi?n de mi cargo la m?s rigurosa disciplina y respeto a los ciudadanos.. ,59

Tambi?n inform? que en Guatemala hab?a tres bandos po l?ticos; uno en favor del imperio, otro en favor de Espa?a y un tercero que propugnaba una independencia total. Algunos contempor?neos de Filisola lo denunciaron ante el congreso mexicano. Uno de ellos, Juan de Dios Mayorga,

enviado extraordinario de la Junta de Chiapas a M?xico, public? una compilaci?n de sus discursos. En un pasaje es pecial de uno de ellos, acusaba a Filisola de "agresiones escandalosas" en contra del pueblo chiapaneco, establecien do una comparaci?n entre la conducta de sus tropas y la de las fuerzas espa?olas enviadas a reocupar M?xico.60 Esto era totalmente pasional. Los diplom?ticos de Am?rica Central en Washington llevaron a?n m?s lejos esta actitud cuando escribieron a John Quincy Adams que "Guatemala no hab?a pertenecido a M?xico ni antes ni despu?s de la conquista espa?ola".61 Los partidarios de la independencia y los de la

59 Filisola a Alam?n, jul. 31, 1823, en Filisola: op. cit., xxxvi, pp. 273-276. 60 Juan de Dios Mayorga: Exposici?n sobre el derecho que tiene la provincia de Chiapas para pronunciar libremente su voluntad, M?xico, Imprenta de Tom?s Lonain, 1823, p. 4. 61 Sep. 11, 1823, en Manning: op. cit., p. 1029.

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uni?n con Guatemala se vest?an con el uniforme de los sol

dados mexicanos con el objeto de enga?ar a la poblaci?n. Lo cierto es que Filisola, despu?s de su arribo a Chiapas,

tuvo que reclutar all? a un n?mero considerable de hombres para reorganizar sus tropas, debido a la cantidad de deser ciones sufridas a lo largo de la jornada. Por lo reducido de sus fuerzas, no pod?a tolerar mala conducta entre sus hom bres, conducta que pudiera provocar motines populares, y poner a las tropas en peligro de ser abatidas por un pueblo enfurecido. En ninguna de las publicaciones informativas del gobierno se indica que Filisola utilizara la violencia, aunque la presencia de la tropa hac?a posible la coacci?n.

Durante los debates en el congreso, Juan de Dios Ma

yorga aparece como el principal exponente en favor del re tiro de las tropas mexicanas de Chiapas. Basaba su posici?n en el argumento, muy v?lido por cierto, de que las decisio

nes legislativas tomadas por los comit?s provinciales de

Chiapas eran ilegales, dado que dichos comit?s fueron elegi dos para otros fines.62 Sin embargo, la raz?n esencial por la que se opon?a a la presencia de tropas mexicanas era per mitir que la provincia gozara de entera libertad para poder llevar a cabo sus elecciones. Mayorga actu? de intermediario por parte del gobierno guatemalteco, que el tres de octubre de 1823, protest? por la presencia de tropas y exigi? que fueran evacuadas.63 Carlos Mar?a Bustamante sugiri? que el congreso esperase a la llegada de los diputados por Chiapas antes de examinar los alcances del movimiento de indepen dencia en Ciudad Real.64

Durante este per?odo de descontento hacia M?xico, los

miembros del ayuntamiento de Ciudad Real, encabezados por fray Mat?as de Cordova, propusieron el Plan de Chiapa Ii 62 Mayorga: op. cit., pp. 15-16.

63 Vid. ?guila mexicana, 221 (nov. 21, 1823), p. 4, para ver las

opiniones que se expusieron en los debates del congreso durante este periodo hay que consultar los peri?dicos. 64 Bustamante: op. cit., p. 591.

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bre, el dos de octubre, haci?ndolo p?blico el 26 de octubre

de 1823.63 En este plan se subraya que la Junta General deb?a consumar la independencia, pero el plan no madur? y no lleg? a nada.

El congreso mexicano, tras largos debates sobre el tema, no parec?a convencido de que existieran en Chiapas proble mas dignos de consideraci?n. El 27 de octubre declar? que todos los representantes de las provincias guatemaltecas de ber?an regresar a sus respectivas localidades, excepto los de Chiapas, puesto que ?stos eran ciudadanos de la naci?n mexicana.66 M?xico retir? sus tropas, al mando del coman dante coronel Codallos, el cuatro de noviembre, despu?s de que el 30 de octubre de 1823 este militar reinstaur? a la Jun ta General de Chiapas.67 Con el retiro de las tropas, Chiapas qued? en completa libertad para decidir lo que m?s le con ven?a. El secretario de Relaciones Exteriores inform? de ello al Congreso el ocho de noviembre, as? como tambi?n que rehusar?a reconocer formalmente la independencia de Guate mala como parte integrante de las Provincias Unidas de Am? rica Central, dada la divergencia de opiniones y la desuni?n que all? reinaba.68 En el a?o 1824 comenzaron las protestas del gobierno de 65 Orantes: op. cit., p. 39. 66 Romero: op. cit., p. 219. 67 Existe una investigaci?n hecha por Centroam?rica, en relaci?n a

la salida de las tropas mexicanas, en la cual se dice que parte de las

tropas y algunos oficiales se quedaron atr?s con el prop?sito de inten tar disolver de nuevo la Junta chiapaneca para presionar la reincorpo raci?n a M?xico. Aunque varios hombres y oficiales se quedaron a vivir en Chiapas, este hecho particular no aparece en los documentos de otras

fuentes, y queda ?nicamente como una acusaci?n que bien pudiera

haber sido cierta. Vid. Dictamen de una comisi?n especial acerca de la legitimidad de la agregaci?n de la provincia, hoy estado de Chiapas, a M?jico, Orden del poder ejecutivo de la Rep?blica Federal de Centro Am?rica en el a?o de 1825, Guatemala, Imprenta Nueva, 1832, p. 9. 68 Memoria que el secretario de estado del despacho de relaciones exteriores e interiores presenta al soberano congreso constituyente, nov. 8, 1823, pp. 11-12.

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Guatemala por la falta de libertad total para que Chiapas pudiera decidir su futuro. Las autoridades de la Junta de Ciudad Real quer?an que la poblaci?n estuviera en pleno conocimiento del significado de la elecci?n y distribuyeron una circular exaltando a los miembros de los diferentes gru pos para que manifestaran sin tardanza a qu? naci?n quer?an anexarse.69 En una carta dirigida al gobierno de Guatemala, la Junta chiapaneca precis? que declaraba que desde el die cis?is de diciembre de 1823 hab?a "exhortado a los pueblos al plebiscito".70

Durante los meses que siguieron el tema de las fuerzas militares pas? a primer plano. El gobierno mexicano, por medio de su secretario de Guerra, Mier y Ter?n ?el mismo que fue antes agente diplom?tico?, se dirigi? al gobierno de Guatemala comunic?ndole que retirar?a las fuerzas de Chia pas y que no intervendr?a en sus asuntos internos, y ped?a que a su vez Guatemala se abstuviera de intervenir.71 Al mismo tiempo, el congreso mexicano declar? que "Chiapas deb?a estar en absoluta libertad para pronunciar su uni?n con

M?xico o Guatemala".72 Finalmente, unific? todas las pro puestas mexicanas en relaci?n a Chiapas fijando una sola pol?tica a seguir, conocida como la de los Tres Puntos y dada a conocer por Lucas Alam?n, secretario de Relaciones Exteriores, quien dirigi? una carta a su colega guatemalteco: Las tales medidas, pues, que se proponen... son las siguien tes: 1? Que para alejar el influjo de la fuerza armada en esta

decisi?n, se desarme desde luego toda la que existe en las Chiapas, sea cual fuese el t?tulo o forma con que se hayan levantado, quedando el cuidado de la conservaci?n del orden

69 Mar. 24, 1824, en Orantes: op. cit., p. 40. 70 Junta chiapaneca al gobierno de Guatemala, mar. 13, de 1824, en Rodr?guez Cerna: op. cit., p. 659. 71 Ministro de guerra al gobierno de Guatemala, may. 22, 1824, en, Limites entre Guatemala y M?xico, cit., p. 66. 72 May. 26, 1824, en ibid., p. 55.

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y tranquilidad p?blica a cargo de los vecinos honrados de los pueblos, bajo la direcci?n de los ayuntamientos. 2? Que para impedir que en este tiempo quede expuesta la Rep?blica Mexicana a una larga frontera indefensa, situar? por aquella parte un cuerpo de 500 a 600 hombres de tropas en observaci?n, sin salir de los l?mites de su territorio, y que ese gobierno puede si quiere situar otro semejante y con el mismo objeto en la frontera de su pertenencia. 3? Que con el mismo fin de dar toda libertad posible a la declaraci?n, cerrando la puerta a manejos y pretextos, nom

brar? S. A. S. un comisionado que resida en Ciudad Real o

en el punto que se convenga para hacer el pronunciamiento, e invitar? al de Guatemala a dar igual paso, para que se pro ceda a dirimir a la vista de las causas las dificultades que pue dan presentarse.73

EJ secretario de Relaciones Exteriores de Guatemala, Mar cial Zebad?a, dio curso a la petici?n del gobierno de M?xico para que se nombrara a un comisionado guatemalteco, pero la asamblea de su pa?s se demor? en responder. Se?alaba en

su respuesta a Alam?n que Guatemala no hab?a enviado

comisionados a Chiapas, ni colocado tropas en la frontera, ni ejercido influencia alguna, directa o indirecta, en Chiapas. Cualquiera que hubiera sido la naturaleza de los abusos cometidos en el pasado, Chiapas ten?a ahora la oportunidad de decidir libremente su destino. Esto se ve confirmado de^ finitivamente en una nota de Manuel de Jes?s de Robles, secretario de la Comisi?n de la Junta General de Chiapas, enviado al gobierno de Guatemala, en la que se inform? "que

este Congreso acord? en 26 del que acaba, que se deje en libertad a esa provincia para que pronuncie su agregaci?n en el t?rmino de tres meses".74

Mientras que Chiapas quedaba en libertad de elegir su 73 Alam?n al ministro de relaciones exteriores de Guatemala, may. 26, 1824, en ibid., p. 50. 74 Junta General de Chiapas al gobierno de Guatemala, jun. 24, 1824

en ibid., p. 66.

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futuro, el congreso mexicano finalmente lleg? a la decisi?n, el 20 de agosto de 1824, de reconocer oficialmente la inde pendencia de las Provincias Unidas de Am?rica Central. Sin embargo, con toda precisi?n se anot?: "No se comprende en ella la de las Chiapas, respecto a la cual subsiste el decreto del 26 de mayo de este a?o." 75 Por lo tanto, M?xico se bas? en los Tres Puntos para solucionar la cuesti?n de Chiapas. En Chiapas, el per?odo de tres meses de espera llegaba a su fin y el doce de septiembre de 1824 la Junta se pro

nunci? en favor de la uni?n con M?xico, bas?ndose en lo siguiente: ... en favor de la uni?n con la Rep?blica Mexicana 96 829

personas, y 60 400 votos en favor de la Rep?blica de Gua

temala, lo que pone de manifiesto que la mayor?a de la pobla ci?n est? en favor de la primera de las rep?blicas mencionadas. Al comparar con el n?mero total de habitantes la suma de los votos de las dos partes, m?s los indiferentes, las dos cifras coinciden.76

Ha habido gran n?mero de discusiones sobre la veraci dad de los resultados puesto que 15 724 personas no mani festaron su opini?n; sin embargo, si los 15 724 votos se hu bieran adjudicado en favor de la uni?n con Guatemala, aun

as? el resultado habr?a favorecido a M?xico por unos 20 705 votos de mayor?a dentro de un total de 172953 electores. Tambi?n, como resultado de una reuni?n extraordinaria, la Junta chiapaneca se?al? dos d?as m?s tarde que los pueblos de Chiapas hab?an tenido libertad de expresi?n para esco ger entre la naci?n mexicana y Guatemala.77 Los argumentos en contra no se refer?an a los resultados sino a los procedimientos que se hab?an seguido. Una denun cia sigui? a la promulgaci?n, el cuatro de octubre de 1824, de la nueva constituci?n mexicana, en la cual, en el art?culo 75 Mart?nez: op. cit., pp. 49-50. 76 Sep. 12, 1824, en MRE, pp. 81-82. 77 Mart?nez: op. cit., p. 44.

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LA CUESTI?N CHIAPANECA

605

n?mero cinco, se dice que la provincia de Chiapas es parte de M?xico.78 Los guatemaltecos alegaron que la inclusi?n de Chiapas, tal como aparec?a en la nueva constituci?n mexica na, era un indicio de que hab?a fraude en ella: El congreso promulg? dicha Constituci?n solamente veintid?s d?as des pu?s de la declaraci?n de la anexi?n de Chiapas a M?xico.

El tiempo que se requer?a entonces para que las noticias

llegaran a la ciudad de M?xico plantea un interrogante, pero bien pudo suceder que se lograra que en s?lo veintid?s d?as se hicieran llegar las noticias a esta capital.79 Juan Mayorga, representante de Guatemala en la ciudad de M?xico, protest? inmediatamente por la inclusi?n de Chia pas en la constituci?n, tal como si ya se hubiera promulgado leg?timamente su anexi?n a la Rep?blica Mexicana.80 Pero era demasiado tarde: la constituci?n hab?a sido firmada y Chiapas pas? a ser un estado mexicano. Est? confirmado his t?ricamente que Chiapas tom? su decisi?n libremente en este acontecimiento final. Nunca demostr? inclinaci?n alguna ha cia una uni?n con Guatemala durante la independencia, ni inmediatamente despu?s. Demostr? haber asumido una acti tud independiente al anexarse a M?xico, y adem?s fue la primera en declarar rotos sus lazos con Espa?a. M?s tarde cort? los lazos con M?xico a la ca?da del imperio, tomando la decisi?n cuando en su territorio a?n hab?a tropas mexi 78 Ibid., p. 50. 79 De los cientos de cartas escritas entonces, en pocas se indica la fecha de expedici?n o cu?ndo se recibi?. En una de las cartas que Itur

bide escribi? al intendente de Oaxaca el a?o 1821 cita la fecha de la carta que recibi? del intendente. Entre la carta del intendente y la res puesta de Iturbide pasaron exactamente diecis?is d?as. ?nicamente en otra carta se encuentra este tipo de informaci?n; se trata de una carta

del mismo a?o a Mier y Ter?n en Villa Tuxtla, y la que no tard?

m?s de 25 d?as desde M?xico. Villa Tuxtla, se?alada ?nicamente como Tuxtla en algunos mapas anteriores, quedaba a un d?a de viaje de Ciu dad Real. Considerando en un par de d?as la demora en contestar una

carta y asumiendo que ?sta se hizo llegar r?pidamente, es probable

que hubiera llegado a la ciudad de M?xico en veintid?s d?as. 80 Oct. 19, 1824, en L?mites entre Guatemala y M?xico, cit., p. 63.

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606

RODERIC AI CAMP

canas. La misma Chiapas constituye el argumento m?s con vincente para mostrar la legalidad de sus decisiones. El se

cretario mexicano de Relaciones hizo notar esto de una

manera efectiva cuando dijo que en ning?n sentido el comi sionado don Jos? Javier Bustamante coart?, ni hubiera podi do coartar, "la voluntad de los pueblos de las Chiapas".81 Esta afirmaci?n encierra una verdad mayor que la r?faga de acusa ciones y contraacusaciones que se suscit?. Parece dudoso el he cho de que un comisionado y quinientos soldados ubicados al otro lado de la frontera mexicana hubieran podido ejer cer una acci?n persuasiva en una provincia tan independien te. En lo que respecta a Guatemala, algunas de cuyas acu saciones llevaban mucho de verdad, su actitud pasiva es la evidencia m?s condenatoria en su contra, como lo se?alara oportunamente Alam?n ante el congreso mexicano en 1825, declarando que M?xico hab?a retirado "hasta la menor idea

de inter?s o influjo directo, invitando al de Guatemala a que hiciese lo mismo por su parte".82 Dado que Guate mala no envi? ning?n comisionado de acuerdo a los Tres Puntos, escogi? libremente su pol?tica a seguir: la desidia.

Cualquiera que sea la interpretaci?n que den los historia dores a las tentativas por parte de M?xico y de Guatemala para influir en la decisi?n, el hecho es que Chiapas escogi? libremente cuando vot? por unirse a la Rep?blica Mexicana.

81 Nov. 15, 1824, en MRE, p. 90. 82 Lucas Alam?n: Documentos diversos in?ditos y muy raros, M?xi co, Editorial Jus, 1945, i, p. 124.

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XALAPA: LA HISTORIA Y SUS INSTRUMENTOS Takako Sudo y Aurelio de los Reyes Centro de Estudios Hist?ricos de la Universidad Veracruzana I. La ENSE?ANZA Y LA INVESTIGACI?N HIST?RICAS

Aunque la ense?anza formal de la historia a nivel superior se inici? hace relativamente poco tiempo en Xalapa, la pre ocupaci?n por el estudio del pasado surgi? aqu? desde ?poca m?s temprana. Xalapa ha sido, desde tiempos coloniales, re fugio de viajeros, comerciantes y aun de invasores extranje ros que se han resguardado del clima insalubre de la costa. La convergencia en esta ciudad de corrientes culturales de la provincia, de la capital y del extranjero, hizo posible que desde el siglo xix surgieran esp?ritus independientes que se preocuparan por resguardar la memoria del pasado. Entre

ellos podemos mencionar a Jos? Mar?a Roa Barcena, que

presenci? la entrada del ej?rcito norteamericano en Xalapa y nos ha dejado sus Recuerdos de la invasi?n norteamerica

na (1846-1848) por un joven de entonces, que public? en

1883. En el campo espec?fico de la historia local podemos se?alar a Manuel Rivera Cambas, quien con un criterio m?s amplio que otros autores de provincia intent? un estudio de la historia de su ciudad natal dentro de un contexto nacio

nal. Su aportaci?n a la historiograf?a local ha sido la His

toria antigua y moderna de Jalapa y de las revoluciones del estado de Veracruz, terminada en 1871 y compuesta de cinco

tomos. Ya en el siglo xx, cabe hacer menci?n de Manuel Bartolom? Trens Marentes, autor que naci? en Frontera? Tabasco, pero que desarroll? parte importante de su fecun da labor en Xalapa, como jefe de Investigaciones Hist?ri cas del estado. Su Historia de Veracruz, publicada entre 1947 607 This content downloaded from 204.52.135.175 on Tue, 26 Sep 2017 23:30:53 UTC All use subject to http://about.jstor.org/terms


608 TAKAKO SUDO Y AURELIO DE LOS REYES y 1950, se ocupa sobre todo de eventos pol?tico-militares, pero

representa un esfuerzo serio de recopilaci?n documental en archivos estatales.

Con estos antecedentes se cre? en 1957 la que tal vez fuera primera escuela de ense?anza superior de historia que hubo en provincia, dependiente de la Facultad de Filosof?a y Letras de la Universidad Veracruzana.1 Xavier Tavera Al faro se preocup? mucho de su organizaci?n inicial y del esta blecimiento de su plan de estudios.2 El primer plan que se aprob? exig?a que los estudiantes cursaran cuarenta y siete cr?ditos semestrales: veintid?s de car?cter general, que in clu?an t?cnica de la investigaci?n, historiograf?a y filosof?a de la historia, y veinticinco de tipo monogr?fico o semina rios. Sin duda estaba inspirado en el plan de estudios que entonces estaba vigente en la Universidad de M?xico y, al

parecer, trataba de encauzar a los estudiantes a la inves tigaci?n.3

En 1963 se intent? el establecimiento de un sistema de

carreras mixtas en la facultad y los planes de estudios de las diversas carreras fueron reformados. Se pretend?a ampliar el horizonte acad?mico y cultural de los estudiantes, al permi tirles el estudio de dos especialidades afines (una "carrera principal" y una "carrera secundaria"), por ejemplo historia y filosof?a o historia y letras. El plan de estudios constaba de cuarenta y ocho cr?ditos: doce cr?ditos generales comu nes para los estudiantes de las carreras de historia, filosof?a

y letras, que deb?an cursarse en un primer a?o que llama ron de "orientaci?n"; veinticuatro cr?ditos correspondientes

a la carrera principal (en este caso la de historia) ; y doce

i La Facultad de Filosof?a y Letras ha cambiado su nombre varias veces hasta 1972, en que se le rebautiz? como Facultad de Humanidades.

2 Xavier Tavera Alfaro: "La carrera de historia de la Universidad

Veracruzana", en La Palabra y el Hombre, 6 (abr.-jun. 1958) , pp. 217

220.

3 "Reglamento y plan de estudios de la Facultad de Filosof?a y Le tras", en La palabra y el Hombre, 18 (abr.-jun. 1961), pp. 335-362.

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xalapa: la historia y sus instrumentos 609 m?s correspondientes a la carrera secundaria. La importan cia de este plan de estudios radicaba en el ?nfasis que daba a las materias de tipo formativo, ya que exig?a seis cr?ditos semestrales de seminario de investigaci?n, seis de lectura y comentario de textos cl?sicos de historia, y seis de lectura y comentario de textos cl?sicos de la carrera secundaria que se hubiese elegido.4 Pero este plan estuvo vigente tan s?lo dos a?os, ya que pronto se lleg? a la conclusi?n de que era necesario ubicar al estudiante en una sola especialidad. De esta manera, se elabor? en 1965 otro plan de estudios para la carrera de historia. Esta vez fue trazado con el fin casi exclusivo de preparar maestros para las escuelas de ense ?anza media y fue estructurado de una manera sumamente "positivista". Geogr?ficamente trataba de abarcar la historia de

Europa, Asia, Am?rica, ?frica y Oceania. Los cursos deb?an impartirse siguiendo una estricta secuencia cronol?gica, ini ci?ndose con un curso acerca de la prehistoria en el primer semestre de la carrera y terminando, en el ?ltimo, con un curso sobre Europa contempor?nea. Paralelamente se impar t?an cuatro materias b?sicas, dos pedag?gicas, y un solo se minario de investigaci?n. El nivel acad?mico de la carrera decay? por la rigidez del plan y su ?nfasis no tanto forma tivo sino informativo. Junto a la deficiencia del plan de estudios debe se?alarse tambi?n otro problema que ha existido en la mayor?a de las universidades de provincia: la carencia de maestros de s?li

da formaci?n acad?mica que se preocupen por estudiar l? historia con un sentido profundo y moderno. Esta carencia es desde luego una consecuencia del centralismo que ha im perado en nuestro pa?s. En 1972 se estableci? el plan de estudios que rige actual mente en la carrera de historia. Esta vez la finalidad no fue s?lo la preparaci?n de maestros para escuelas de ense?anza 4 Othon Arroniz: "Las carreras mixtas de la Facultad de Filosof?a,

Ciencias y Letras", en La Palabra y el Hombre, 21 (ene.-mar. 1962), pp. 153-156.

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610 TAKAKO SUDO Y AURELIO DE LOS REYES media, sino de historiadores, maestros e investigadores de nivel superior. El nuevo plan de estudios consta de cuarenta y cuatro cr?ditos: diecis?is de car?cter b?sico, metodol?gico o instrumental, diecisiete de tipo monogr?fico, cinco de car?c ter interdisciplinario, y seis seminarios de an?lisis de textos hist?ricos y de investigaci?n. Se espera que el ?nfasis en ma terias de tipo formativo y seminarios logre preparar a los estudiantes para la realizaci?n de una tarea verdaderamente cient?fica e innovadora. En el campo de la investigaci?n hist?rica existen dos de

pendencias de la Universidad Veracruzana que se ocupan de ella en la actualidad: el Seminario de Historia y el Cen tro de Estudios Hist?ricos de la Facultad de Humanidades. El seminario fue creado en 1959 con el auxilio de la Fun daci?n Rockefeller, pero poco a poco pas? a depender de la Universidad Veracruzana. Su prop?sito original fue el de elaborar una historia moderna y contempor?nea de Veracruz, semejante a la de M?xico de Cos?o Villegas. Al frente de esta instituci?n estuvo Xavier Tavera Alfaro y colaboraron con ?l Jorge Alberto Manrique y David Ram?rez Lavoignet, quie nes fueron asistidos por estudiantes de la carrera de historia. Este equipo comenz? a recopilar informaci?n bibliogr?fica y hemerogr?fica, y datos de archivos estatales y particulares,

como el de Adalberto Tejeda, que fue cedido a esa institu ci?n. El equipo entrevist? tambi?n a protagonistas del mo vimiento revolucionario veracruzano, como C?ndido Aguilar y algunos de los participantes del levantamiento de 1906 en Acayucan. Pero, al parecer, el proyecto result? demasiado am bicioso y s?lo se lleg? a publicar su informe y plan de traba jo en La Palabra y el Hombre.5

El Centro de Estudios Hist?ricos de la Facultad de Hu manidades fue establecido en 1971 con el deseo de actuali zar la ense?anza de la historia y de fomentar la investiga 5 Xavier Tavera Alfaro, Jorge Alberto Manrique y David Ram?rez Lavoignet: "La raz?n de escribir una historia de la revoluci?n en Ve racruz", en La Palabra y el Hombre, 16 (oct.-dic. 1960) , pp. 159-170.

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XALAPA: LA HISTORIA Y SUS INSTRUMENTOS 611

ci?n hist?rica en la Universidad. Su equipo de trabajo,

formado por investigadores, becarios y estudiantes de histo

ria, elabor? en su primer a?o de labores los ?ndices de la Guia de la primera secci?n del archivo notarial de Orizaba, 1580-1928. Ha realizado tambi?n trabajos de tipo monogr? fico sobre temas de historia regional, colabora con el Pro grama de Historia Oral del Instituto Nacional de Antropo log?a e Historia y acaba de emprender la recopilaci?n de materiales para una historia documental de Veracruz. En la actualidad algunos miembros de la nueva genera ci?n realizan estudios de posgrado en otras instituciones y, al parecer, desean regresar a la Universidad Veracruzana, lo cual es realmente inusitado. La integraci?n de este personal a la Universidad, junto con los cambios logrados en el nue vo programa de estudios de la carrera de historia y el im pulso dado a la investigaci?n, permiten alimentar la espe ranza de que los estudios hist?ricos en Xalapa alcancen un nivel acad?mico m?s alto.

II. Las fuentes Xalapa es terreno f?rtil para la investigaci?n hist?rica, a pesar de que, como en tantos otros casos, muchos archivos hayan sufrido deterioro o se hayan registrado p?rdidas irre parables. Entre los archivos y bibliotecas m?s importantes hemos podido registrar los siguientes: 1. Archivo del Ayuntamiento. Se localiza en el edificio municipal, en el cual ocupa dos cuartos del primer piso. Es uno de los archivos m?s completos y bien conservados. Su mayor acervo lo constituyen las actas de cabildo. Las m?s antiguas son de 1794, y de esa fecha a 1852 est?n ordenadas cronol?gicamente en vol?menes anuales empastados en cuero. De 1853 a nuestros d?as las actas se encuentran ordenadas en paquetes clasificados tambi?n por a?os. En uno de los cuar tos se conserva una secci?n separada en la que pueden lo calizarse paquetes de documentos que comprenden tambi?n

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612 TAKAKO SUDO Y AURELIO DE LOS REYES los a?os de 1843 a 1852. Al parecer el archivo est? completo, con excepci?n de los legajos de 1857, 1863, 1875, 1887 y 1889 que no fue posible localizar, pero que pueden estar incluidos

equivocadamente en paquetes de otra fecha. Este archivo

ofrece informaci?n sobre temas como los siguientes:

a) Organizaci?n de las milicias: su condici?n social, finan ciamiento, acantonamiento en Jalapa, etc. b) Educaci?n: construcci?n de escuelas, m?todos de ense ?anza, primeros maestros, etc. c) Empedrado de calles y construcci?n de caminos como

el de Xalapa-Coatepec-Teocelo-Xico y la ruta principal Ve

racruz-Xalapa-Las Vigas-Perote-M?xico. d) Comercio y regatoner?a, aranceles, alcabalas, impuestos

por peaje, etc.

e) Cartas de limpieza de sangre de los aspirantes a la dipu taci?n, etc.

2. Archivo del Registro Civil. Este archivo se localiza

tambi?n en el edificio del ayuntamiento y est? completo y bien conservado. Los libros se encuentran ordenados crono l?gicamente y abarcan de 1857 a nuestros d?as.6

3. Archivo de la Comisi?n Agraria Mixta. El archivo de esta dependencia se localiza en el Palacio Federal y se con serva en buen estado. Consta de expedientes acerca de las diversas comunidades, poblados y rancher?as del estado de

Veracruz, desde el momento en que pidieron dotaci?n de tie rras hasta su constituci?n actual. El archivo fue fundado en

1915, pero en los expedientes pueden encontrarse documen tos hasta del siglo xvi. Existe un ?ndice que facilita su con sulta. Est? ordenado alfab?ticamente por municipios, y en ?l se especifican las resoluciones presidenciales dadas en cada caso: dotaci?n, restituci?n, ampliaci?n, parcel amiento, etc. 6 Datos recopilados por Abel Ju?rez.

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xalapa: la historia y sus instrumentos 613 4. Registro P?blico de la Propiedad. Este archivo se lo caliza en la avenida Manuel ?vila Camacho N? 7 y est? bien conservado. Ha sido clasificado de acuerdo a los distintos dis tritos judiciales del estado de Veracruz. Su acervo no es muy antiguo. Existe documentaci?n sobre Tantoyuca desde 1875; sobre Coatepec y Misantla, desde 1877; sobre Cosamaloapan, San Andr?s Tuxtla, Orizaba, C?rdoba, Xalapa, Huatusco y Tuxpan, desde 1878; y sobre Veracruz, Papantla, Acayucan, Minatitl?n y Jalacingo desde 1902 hasta nuestros d?as; la do cumentaci?n sobre otros distritos es m?s tard?a. Aqu? puede encontrarse informaci?n acerca de hipotecas, arrendamientos, compra-venta de terrenos y haciendas, testamentos, embargos,

etc?tera. Existen ?ndices que facilitan su consulta.

5. Liga de Comunidades Agrarias. Este archivo se loca

liza en la Plaza Alcalde y Garc?a y consta fundamentalmente de la correspondencia enviada por los campesinos a la Liga,

planteando problemas y peticiones para hacerlos llegar al gobierno del estado. Este archivo no ha sido clasificado y se encuentra en condiciones deplorables, ya que el local es ina decuado e insalubre. No es f?cil conseguir permiso para con sultarlo, pero se logr? hacer una cala que mostr? que hab?a sido saqueado. Se hicieron esfuerzos por clasificarlo y resca tarlo y se pidi? su cesi?n a la secci?n de archivos de la Bi blioteca Central de la Universidad Veracruzana, pero las ges tiones fueron in?tiles y se supo por medio indirecto que la intenci?n es dejar que se pierda. 6. Oficina de Inspecci?n y Archivo General de Notar?as. Este archivo se localiza en el edificio de Pensiones. Cuenta con los protocolos, ap?ndices y, en algunos casos, ?ndices de diversas notar?as del estado: Veracruz, Orizaba, Xalapa, Coa tepec y Chicontepec, fundamentalmente. Casi toda la docu mentaci?n es de los siglos xix y xx, ya que los protocolos

m?s antiguos, de Orizaba y Xalapa est?n en la Biblioteca Central.7 7 Datos recopilados por Laura Lima Mu?iz y Livia Garc?a Quinto.

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614 TAKAKO SUDO Y AURELIO DE LOS REYES 7. Archivo del Estado. Se encuentra en el parque Ju?rez en un local h?medo y nada adecuado. Existen legajos apro ximadamente desde 1900 hasta nuestros d?as. Al parecer su acervo m?s antiguo fue destruido, vendido o quemado. La parte que se ha conservado fue ordenada seg?n el sistema decimal, pero a ra?z de la jubilaci?n del encargado ha ca?do en el desorden. El gobierno proyecta cambiarlo a un local m?s reducido y por ello se realiza una "depuraci?n". Ah? mismo se encuentra depositado el Archivo del Juzgado Mu nicipal, que al parecer cuenta con documentos m?s antiguos.

Se ha solicitado su traslado a la secci?n de archivos de la

Biblioteca Central.

8. Archivo del Tribunal Superior de Justicia del Estado. Desgraciadamente la parte m?s antigua del archivo fue ven dida o destruida. Se han conservado ?nicamente los libros de actas de las sesiones del tribunal pleno, desde 1877 hasta nues tros d?as, y una selecci?n de expedientes de segunda instan

cia de 1917 a 1935. El acervo del archivo civil comprende s?lo documentos desde 1938, y el del archivo penal, desde 1950. Se nos inform? que se ha dado orden de guardar ?ni

camente los documentos de los ?ltimos cinco a?os y de desha

cerse peri?dicamente de la documentaci?n que se vaya acumulando.8 9. Archivo de Hacienda. No fue posible averiguar el pa radero de este archivo, ni tampoco del archivo de Hacienda

Federal. Al parecer fue vendido como papel viejo y se ha

dado la orden de guardar ?nicamente los documentos de los ?ltimos cinco a?os.

10. Archivo de la Escuela Normal Veracruzana. Este ar chivo se conserva en buenas condiciones y ofrece informaci?n sobre esta instituci?n, desde su fundaci?n en 1886. Posee un rico acervo de folleter?a, coleciones de revistas como M?xico Intelectual cuyo director era Enrique C. R?bsamen y La En

8 Datos recopilados por Aurelio de los Reyes.

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xalapa: la historia y sus instrumentos 615 se?anza Objetiva que estaba dedicada a la superaci?n educa tiva en la ?poca porfirista, y de las actas del Congreso Pe dag?gico de 1917 en Coahuila.9 11. Archivo Parroquial. Se encuentra en la notar?a de la iglesia del Sagrado Coraz?n de Jes?s (Beater?o). Guarda do cumentaci?n desde 1607 hasta nuestros d?as, pero faltan algu nos folios de a?os intermedios que pueden estar mal clasifi cados. Existen en ?l registros de matrimonios, bautizos, entierros, confirmaciones, cofrad?as, pastorales, edictos, regis

tros de cuentas y escrituras de bienes eclesi?sticos. Parte de este material ha sido ordenado en noventa y nueve cajas de madera y el resto se encuentra en paquetes sin clasificar.10

12. Biblioteca Central de la Universidad Veracruzana. Esta biblioteca fue establecida por Teodoro A. Dehesa, go bernador del estado en la ?poca porfirista. Su acervo se ha enriquecido con donativos de bibliotecas privadas como la del propio Dehesa, la de Salvador D?az Mir?n y otras perso nas. Ocupa desde hace tres a?os un edificio adecuado y mo derno en la zona universitaria de Xalapa. Se ha tenido cuida do de catalogar sistem?ticamente el acervo, que est? ordenado en varias secciones: caja fuerte, archivo, hemeroteca, revistas y peri?dicos actuales, libros antiguos, libros actuales, y de consulta.

La caja fuerte cuenta con obras antiguas. Podemos se?a lar los Cinco libros de S?neca de 1491, las Obras de Xenof?n, trasladadas del griego al castellano por Diego Graci?n, edi

ci?n de 1552, y los manuscritos de una traducci?n de la Historia antigua de M?xico, de Francisco Javier Clavijero. Esta traducci?n, del italiano al espa?ol, obra del doctor Fran

cisco Pablo V?zquez, del Colegio de San Pablo de Puebla y maestrescuela de la iglesia de dicha ciudad, fue impresa en M?xico por Juan R. Navarro en 1853.

9 Datos recopilados por Lucina Hern?ndez Santos. 10 Datos recopilados por H?ctor Mart?nez Dom?nguez.

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616 TAKAKO SUDO Y AURELIO DE LOS REYES Existe tambi?n una colecci?n de valiosos vol?menes de peque?o tama?o, cuyos t?tulos son: Respublica Romana, 1629. Respublicae Graecorum, 1632 Respublica sive Status Imperi Romano-Germanici, 2 tomos, 1634. Respublica sive Status Regni Scotiae et Hiberniae, 1627. Rep?blica Hollandiae et Urbes, 1630. Rep?blica Moscaviae et Urbes, 1630. Respublica sine Status Regni Poloniae, Lituaniae, Prussiae, Li voniae, etc., 1627. Respublica Namurcencis, Hannoniae et Lutzenburgensis, 1634. Rep?blica Hebraeorum, 1642. De Rep?blica Anglorum, 1630. De Rep?blica Venetorum, 1628. De Rep?blica Venetorum, 1631. De Rep?blica, seu Magistratibus Atheniensium, 1635. De Rep?blica Ebraeorum, 1651. De Rebuspub licis Hanseaticis, 4 tomos, 1631. De Regno Daniae et Norwegiae, 1629. De Imperio Magni Mogolis sive India Vera, 1631. Persia seu Regni Persici Status, 1633. Belgii Confederatii Rep?blica, 1630. Suecia sive Suecorum Regis Dominiis et Opibus, 1633. Russia seu Moscovia itemque Tartaria, 1630. Tur cid Imperii, 1630. Gallia sive de Francorum Regis Dominiis et Opibus Commen taries, 1629. Helvetiorum Respublica, 1637. Vallesiae et Alpium Descriptio, 1633. Africae (Ionnis Leonis Africani), 1632. Constantinopoleos. Topographia, 1632. Sabavdiae Respublica et Historia, 1634.

Rhetia, 1633.

Florus Germanicus, 1641. Imperatoris Iustiniani Institutionum, Libro III, 1639.

Der Fuseland Reichs Creta oder Cand?a, 1669. C. Cornelii Taciti. Vita, Honores et Scripta, 1672. P?blii Ovidi Nasonis. Operum, 16(-?). Pub. Ovidii Nasonis. Metamorphosis, s/f.

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xalapa: la historia y sus instrumentos 617 Pantheum Mythicum, seu Fabidosa Deorum Historia, 1684. Quinti Horatii Flacci. Poemata, 1657. Aesopi Fabulatoris, 1729.

P. Ovidi Nasonis. Opera, 1714. Flores Doctorum, 1575.

En la secci?n de libros antiguos se encuentran otras obras entre las que cabe mencionar las siguientes: El Fuero Viejo de Castilla, Madrid, Joachin Ibarra, impresor

de c?mara de S. M. 1771.

Santiago Magro y Zurita, ?ndice de las proposiciones de las leyes de la Recopilaci?n con remission a los D. D. que las tocan, autos acordados y pragm?ticos, hasta el a?o de mil setecientos y veinte y quatro, Alcal?, Imprenta de Joseph Espartosa, 1726.

Recopilaci?n de leyes de los Reynos de las Indias mandadas imprimir y publicar por la majestad cat?lica del rey don Carlos II, Madrid, Impresora de dicho real y supremo con sejo, 1791, 4 vols.

Real ordenanza para el establecimiento e instrucci?n de in tendentes de ex?rcito y provincia en el Reino de Nueva

Espa?a, Madrid, 1786.

Reales ordenanzas para la direcci?n, r?gimen y gobierno del Importante Cuerpo de la Miner?a de Nueva Espa?a y de su Real Tribunal General, Madrid, 1783. Nov?sima recopilaci?n de las leyes de Espa?a, Par?s, Librer?a de don Vicente Salva, 1846, 5 vols.

El acervo de la secci?n de hemeroteca, quiz? el de m?s inter?s para el historiador, cuenta con los siguientes peri? dicos y revistas: La Abeja, Barcelona, 1862-1865. El Ahuizote, 1874-1876.

El ?lbum Mexicano, 1849.

El Amigo de la Patria, M?xico, 1812-1813. El Amigo de la Verdad, Puebla, 1886-1887. El Apuntador, 1841. El Artista, 1874-1875. Aurora, 1835.

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618 TAKAKO SUDO Y AURELIO DE LOS REYES La Avispa de Chilpancingo, 1813. El Caduceo, Puebla, 1824-1825.

La Camelia, 1853. El Cardillo de las Mugeres, 1828. El Casuista, Puebla, septiembre de 1850 a octubre de 1851. El Cat?lico, 1846-1847. La Colmena, Londres, 1842-1845. El Combate, 1887-1892. El Constitucionalista, diciembre 1913 a octubre de 1914; y de octubre de 1915 a junio de 1916. El Correo de los Ni?os, febrero de 1872 a mayo de 1873. El Correo de Ultramar, Par?s, 1853 a 1884. El Correo del Comercio, 1871 a 1876. Correo Literario y Pol?tico de Londres, 1826. Correo Semanario Pol?tico y Mercantil de M?xico, 1810.

La Cruz, 1855 a 1858.

La Cuchara, noviembre de 1864 a mayo de 1865.

El Daguerrotipo, de 1850 a 1851. El Domingo, de 1871 a 1872. La Escuela Nacional, C?rdoba, 1917 a 1918. El Espectador de M?xico, 1851. El Federalista, 1872-1877.

El Foro, de 1873 a 1879.

Fray Gerundio, Madrid, 1837 a 1843. Gacetas de Literatura de M?xico, de 1790 a 1796 y 1831.

Gazeta de Madrid, de 1773 a 1785; de 1787 a 1789; de 1790 a 1794.

Gaceta Oficial, Veracruz, julio a diciembre de 1916. Harper's Weekly, de 1861 a 1864.

El Hijo del Diablo, 1899. La Hormiga de Oro, Barcelona, 1890 a 1891, 1901. La Ilustraci?n Americana, 1866 a 1867. La Ilustraci?n Espa?ola y Americana, Madrid, 1898 a 1907. La Ilustraci?n Mexicana, de 1851 a 1854. La Ilustraci?n Potosina, 1869. The Illustrated London News, 1855. Ilustrierte Zeitung, Leipzig, 1871. El Instructor, Londres, 1834 a 1841. El Iris Veracruzano, Orizaba, 1882. El Jarocho, de abril de 1871 a abril de 1872. Juan Diego, de julio de 1872 a abril de 1873.

La Libertad, de 1878 a 1880.

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xalapa: la historia y sus instrumentos 619 M?xico Intelectual, Xalapa, 1891 a 1895. El Monitor Republicano, 1869 a 1896. El Mosaico Mexicano, 1836 a 1837 y 1840 a 1841. El Mundo, 1897 y 1899.

El Mundo Ilustrado, 1900 a 1903. Museo Mexicano, 1843 a 1845.

El Negador, Xalapa, agosto de 1877 a agosto de 1878. El Observador de la Rep?blica Mexicana, de 1827 a 1830. El Oriente, Xalapa, septiembre a diciembre de 1824. La Orquesta, 1861 a 1864, 1867 a 1868, 1873 a 1875. El Padre Cobos, 1873 a 1876. La Patria, 1881 a 1887. Peri?dico oficial de Veracruz, 1868, 1878 a 1911 y 1914. Le Point du Jour ou Resultat de ce qui s'est pass? la veille ? l'Assambl?e Nationale, 1790 a 1791. El Progreso, Nueva York, 1884, 1887 a 1889. La Reforma, Puebla, 1848. El Renacimiento, de 1869 y 1894. El Republicano, septiembre de 1855 a junio de 1856. Revista de la Instrucci?n P?blica Mexicana, 1896 a 1898 y 1900.

Revista de Legislaci?n Federal, de 1905 a 1909. Revista Cient?fica y Literaria de M?xico, 1845. Revista Espa?ola de Ambos Mundos, Madrid, de 1853 a 1854. Revista Jur?dica, junio a diciembre de 1909. Revista Mensual Mexicana, 1877. Revista M?xico, 1845. La Revue de Par?s, 1906, 1908 y 1912. La Sabatina Universal, 1821. El Seminario Ilustrado, 1868. Semanario Judicial de la Federaci?n, 1871 a 1873, 1882 a 1889, 1912 a 1922, 1925, 1933 a 1935, 1939. Semanario Pol?tico y Literario de M?xico, 1820. El Siglo Diez y Nueve. Colecci?n casi completa.

La Sociedad, 1859 a 1860, 1863 a 1867.

El Surriago Literario, 1839 a 1851. El Tel?grafo, 1852.

Le Trait d'Union, 1870 a 1875. Viaje a Oriente, 1832 a 1833.

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620 TAKAKO SUDO Y AURELIO DE LOS REYES La Voz de M?xico, 1870 a 1871.

Vorwaersts! Deutsches Wochenblatt, M?xico, 1872 a 1874.

Adem?s existen publicaciones de car?cter oficial: Anales de la Legislaci?n Federal, 1900 a 1907. Boletines: del Ministerio de Fomento, 1881 a 1882. de Hacienda, 1886 a 1892, 1916 a 1921. de la Rep?blica Mexicana, 1898. de la Universidad, M?xico, 1921. Municipal de M?xico, 1920 a 1921. C?digo de Comercio, 1890. Diario de Debates de la Legislatura, 1917 a 19?1. Diario de Jurisprudencia, 1904 a 1909. Diario de M?xico, 1806. Diario Oficial, 1902 a 1921. Gaceta Oficial, 1914 a 1923. Informes y Manifiestos, Veracruz, 1821 a 1904.

Legislaci?n Mexicana, Dubl?n y Lozano. Colecci?n casi com

pleta

Leyes y decretos de los Poderes Legislativos y Ejecutivo de la Uni?n, 1877 a 1879, 1881 a 1889. Memoria del Gobierno del Estado de Veracruz, 1886 a 1896. Memoria del Ministerio de Fomento, 1877 a 1885.11

En la secci?n de archivos de la Biblioteca Central est?n depositados los protocolos notariales m?s antiguos de Xalapa y Orizaba. El archivo notarial de Xalapa comprende de 1578 a 1930 y consta de 188 vol?menes, distribuidos de la siguiente manera: siglo xvi, 2; siglo xvn, 11; siglo xvm, 40; siglo xix, 94 y siglo xx, 31. El archivo de Orizaba consta de dos seccio nes separadas. En la primera secci?n existen 5 140 documen tos ordenados en 4 542 expedientes, correspondientes a los

a?os de 1580 a 1928. Esta secci?n ha sido paleografiada y

clasificada por el equipo de investigaci?n de la propia biblio teca que prepar? una Guia de la primera secci?n del archivo notarial de Orizaba?1580-1928. El Centro de Estudios Hist? 11 Datos recopilados por Abel Ju?rez y Takako Sudo.

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XALAPA: LA HISTORIA Y SUS INSTRUMENTOS 621 ricos ha elaborado los ?ndices onom?stico y topogr?fico de la

misma para su publicaci?n. La segunda secci?n est? consti tuida por documentos fechados de 1580 a 1910 y consta de 154 cajas y 45 libros de protocolos que est?n todav?a en pro ceso de clasificaci?n.12

13. Biblioteca Fernando de Jes?s Corona. Su acervo es exclusivamente de car?cter jur?dico, ya que se trata de la bi blioteca del Tribunal Superior de Justicia. Cuenta con obras de derecho mexicano y espa?ol; las m?s antiguas datan del siglo xviii. Resulta de inter?s porque re?ne un buen n?mero de obras sobre legislaci?n veracruzana en relaci?n a cuestio nes laborales, civiles, penales, agrarias, etc. El acervo se en cuentra en bu^n estado y gran parte de ?l ha sido cataloga do. La consulta de libros est? abierta al p?blico, m?s no as? el pr?stamo.

14. Biblioteca de la Escuela de Bachilleres Oficial "A". El acervo de esta biblioteca es excelente, pero s?lo ha sido clasificada una parte m?nima del mismo y algunos libros est?n en mal estado. Cuenta con obras tan importantes y antiguas como una edici?n de 1565 de Las Siete Partidas, en cuatro vol?menes; pero la parte m?s abundante del acervo es del siglo xix y de car?cter literario. Cabe destacar sobre

todo su colecci?n de novelas costumbristas del siglo pasado. El acervo historiogr?fico no ha sido registrado a?n en el ca t?logo, pero al parecer cuenta con obras fundamentales como la Historia de M?jico de Niceto de Zamacois y los Documen tos in?ditos o muy raros para la historia de M?xico de Ge naro Garc?a.13

12 Datos recopilados por H?ctor Mart?nez. 13 Datos recopilados por Takako Sudo.

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EXAMEN DE LIBROS H?l?ne Rivi?re d'Arc: Guadalajara y su regi?n. M?xico, S.E. P. 1973, 231 pp. [SepSetentas, 106].

El n?mero 106 de la exitosa colecci?n SepSetentas lleva por t? tulo el de Guadalajara y su regi?n. Se trata de un estudio de una francesa, H?l?ne Rivi?re d'Arc, que "pretende mostrar cu?les son ?en un medio natural y con un contexto hist?rico dados? las difi cultades encontradas al procurar equilibrar el crecimiento de una gran ciudad y el de sus alrededores". En ese af?n, el estudio hace hincapi? en lo que se refiere a este siglo y, de manera m?s intensa a partir del a?o de 1940, cuando Guadalajara asumi? el acelerado ritmo de crecimiento que conserva actualmente. La autora maneja preponderantemente datos de naturaleza econ?mica y demogr?fica, lo que torna un poco ?rida su lectura, especialmente para aquellos que estamos m?s habituados al manejo de letras que de n?meros.

En general puede presumirse que la mayor parte del libro ?precisamente la dedicada a estudiar la Guadalajara actual?, pa

rece tener grandes m?ritos, no tan s?lo porque su autora recurri? a las mejores fuentes en que se pod?a apoyar y extrajo de ellas muchos datos interesantes que no hab?an sido manejados con an terioridad, sino tambi?n porque el procesamiento y la presenta ci?n de ellos parece ser muy adecuada y expl?cita; por lo menos ?sta es la opini?n un?nime de ciertos economistas de prestigio a quienes interrogu? al respecto, algunos de los cuales incluso fue ron consultados por H?l?ne Rivi?re durante su investigaci?n. Si el libro se hubiera concretado exclusivamente a la Guada

lajara contempor?nea, como quiz? hubiera sucedido de ser su au

tor demasiado especializado, tal vez lo hubi?ramos tachado de

incompleto, cojo o monogr?fico en exceso, por lo que es muy loa ble el esfuerzo de dedicar aproximadamente una cuarta parte de ?l a la presentaci?n de un trasfondo hist?rico que ayude a expli car muchas caracter?sticas actuales y a que el panorama presenta do tenga un car?cter m?s global; sin embargo, si esta primera cuarta parte del libro hubiese sido suprimida, hubieran dejado de aparecer algunos errores que, seg?n como se vean las cosas, pueden revestirse de una cierta dosis de gravedad. Para empezar, pueden hallarse algunas aseveraciones radicales

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EXAMEN DE LIBROS

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que carecen totalmente de apoyo fidedigno, como lo puede ser, por

ejemplo, aquella de que la poblaci?n de Xalisco en el actual

estado de Nayarit, fue fundada por los toltecas en el a?o 618 (p. 20), de la cual no proporciona por cierto ninguna referencia. A pesar de que, meritoriamente, pone en tela de juicio que los pueblos prehisp?nicos de esta zona hayan constituido una confe

deraci?n ?antiguo vicio que se remonta a la ?poca de Ignacio

Navarrete y que fue ampliamente propalado por Alberto Santoscoy,

P?rez Verd?a y D?vila Garibi, entre otros?, conserva de ese error decimon?nico que no se ha corregido totalmente a?n, el h?bito de considerar que el Occidente pre-guzm?nico constitu?a una en tidad pol?tica reconocida con el nombre de chimalhuacan ?t?rmi no aplicado a esa regi?n tambi?n desde el siglo xix? (pp. 20-21). Sin embargo tuvo el buen criterio de prescindir del h?brido t?rmino huytlahtoanazgo empleado tambi?n desde mediados del si glo pasado para designar a los territorios pertenecientes a las cua tro poblaciones m?s importantes de la regi?n. En su lugar emplea cacicazgo, tambi?n inexacto, pero mucho m?s adecuado si se toma en cuenta la connotaci?n contempor?nea de esta palabra de filia

ci?n caribe (p. 21).

Hay otra falla notable, si hacemos caso de las investigaciones que Eduardo Noguera hizo en la Quemada, Zacatecas: lo que hoy cons tituye esta vistosa zona arqueol?gica nunca fue "un puesto mili tar. .. que proteg?a a los mexicas de las invasiones chichimecas"

(p. 22). Al decir de Noguera y de Corona N??ez, que tambi?n

trabaj? la zona, cuando la Quemada desempe?? esta funci?n, fue casi un milenio antes de que los aztecas llegaran al Valle de M?xi co. Por lo dem?s, su ubicaci?n en el mapa que se encuentra en la p. 25 es totalmente err?nea.

No tenemos la seguridad absoluta de que las sociedades pre guzm?nicas hubieran sido de tipo patriarcal (tal y como afirma

en la p. 21), antes bien, ateni?ndonos a las Cr?nicas de la Con

quista casi deber?amos sospechar que, por lo menos en los tiempos

de la llegada de los espa?oles, el matriarcado no estaba tan ale jado de la vida de aquellas gentes. Son varios los casos en que

los conquistadores hablan de comunidades gobernadas por mujeres. ?Ser? meramente accidental que el pa?s de las Amazonas se haya buscado precisamente en esta regi?n?

No se trata de afirmar aqu? que todas aquellas gentes hayan vivido en un matriarcado completo, puesto que las mismas cr?ni

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EXAMEN DE LIBROS

cas dan testimonio de muchos lugares en que son evidentemente los hombres quienes juegan un papel preponderante, pero de eso a que estas sociedades fueran todas ellas "de tipo patriarcal" hay una gran distancia.

No era de esperarse que una persona que viniera a Guadala

jara a realizar una investigaci?n de tema contempor?neo pudiera obtener buena informaci?n sobre los tiempos prehisp?nicos, si ?sta no se ha hecho asequible todav?a; en todo caso la culpa es de aquellos conciudadanos que asesoraron mal a la investigadora visi tante, o que simplemente se negaron a hacerlo. Para todos hubiera sido m?s conveniente que un libro con los m?ritos de Guadalajara y su regi?n, resultara lo menos imperfecto posible.

Entre 1522 y 1523, dice, "Alonso de ?valos y Juan ?lvarez

Chico intentaron alcanzar el Pac?fico pero fracasaron" (pp. 22-23). No es dif?cil saber que esta primera expedici?n a Colima, se di vidi? en dos antes de penetrar en la regi?n; que el ramal encabe zado por ?valos se establecer?a exitosamente en el sur de Jalisco fundando una provincia que subsistir?a con su nombre y con una

vida muy particular casi hasta fines de la colonia. Esta regi?n

a?n hoy conserva una cierta unidad y una cierta independencia del resto del estado de Jalisco, la cual se ha intensificado un poco recientemente, desde que se fund? la llamada Comisi?n del Sur. El otro ramal de la expedici?n, al mando de ?lvarez Chico, s? su fri? en cambio un sonoro descalabro a manos de los indios, tanto en su primer intento como en el segundo cuando cont? con el refuerzo de Crist?bal de Olid y su gente. La conquista de Colima, como se dice en el propio libro, en el mismo p?rrafo, la realiz? Gon

zalo de Sandoval, pero la falta de fortuna sigue al afirmar que "fund? la villa de Santiago de los Caballeros [Colima] en 1525". La fundaci?n de Colima se llev? a cabo en 1523 y el nombre en cuesti?n se le adjudic? a esa villa s?lo durante una corta tempo rada en el siglo xvui.

Al hablar de la expedici?n de ?u?o de Guzm?n los datos no

est?n equivocados pero s?, en parte, el somero an?lisis que hace

de ella. Dice que Guzm?n parti? a su conquista sin la autoriza

ci?n de Cort?s, lo cual es cierto, pero no lo es tanto su afirmaci?n en el sentido de que "el objetivo de la expedici?n era muy con

fuso" (p. 23). Siendo ?u?o presidente en la primera audiencia

hab?a lesionado mucho los intereses del extreme?o que se encon traba en Espa?a reparando el maltratado concepto que la corona

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EXAMEN DE LIBROS

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ten?a de ?l; pero en cuanto se supo en M?xico que regresaba go zando del respaldo real, ?u?o hizo maletas y march? a tratar de realizar una empresa m?s sonada que la llevada a cabo por Cort?s.

Con ello se puede ayudar a explicar lo que la autora toma de

Berthe, de que Nueva Galicia tuvo siempre una marcada tenden cia a la autonom?a e incluso a la independencia (p. 23) : La con quista de ?u?o fue, adem?s del resultado de una graciosa huida, el de su aspiraci?n de adjuntarle territorios al Panuco ?del que era gobernador? y constituir as? una fuerte colonia con playas en oriente y poniente que pudiera vivir al margen de la Nueva Espa

?a. Cabe recordar aqu? que el nombre con que ?u?o pretendi?

designar a su territorio originalmente fue el de la Mayor Espa?a, como para dejar sentado que era m?s grande que el de Cort?s. Respecto a la fundaci?n definitiva de Guadalajara hay un error peque?ito, puesto que se realiz? un a?o despu?s del de 1541, que es el se?alado por la autora (p. 27). Adem?s, cuando habla de las

razones por las cuales Guadalajara tuvo que abandonar Tonal?

para cruzar la barranca de Huentit?n y establecerse en Tlacot?n, lo tribuye ?nicamente a presiones de la audiencia (p. 26), olvi dando que ?u?o de Guzm?n hab?a reservado para su encomienda

precisamente el valle de Tonal? ?del que aspiraba a ser mar qu?s?, por lo que ten?a que sentirse forzosamente perjudicado con la presencia de la poblaci?n. Por otra parte, en el ya referido

mapa de la p?gina 25 Tlacot?n tambi?n est? notoriamente mal ubicado. Hay otra peque?a falla cuando habla del traslado de la capital del Nuevo Reino, de Compostera a Guadalajara en 1560, diciendo que entonces se cre? la audiencia (p. 29), cuando ?sta se hab?a constituido desde 1548.

H?l?ne Rivi?re insiste en considerar a Colima como parte de Nueva Galicia primero y de la intendencia de Guadalajara despu?s (pp. 33 y 37), siendo que esta regi?n costera nunca dependi? po l?ticamente de Guadalajara antes de 1810. Tal vez la confusi?n haya venido de que, aun perteneciendo pol?tica y administrativa

mente a Nueva Espa?a, en lo judicial depend?a de la audiencia

tapat?a cuya demarcaci?n era mayor que la del reino neogallego. Es cierto, como ya se dijo, que Jalisco no puede ofrecer al in teresado ninguna s?ntesis adecuada de su pasado y que nuestras bibliotecas no son f?ciles de manejar, pero para la ?poca colonial la bibliograf?a no es tan escasa e inaccesible para una investigado ra ansiosa como lo demuestra ser H?J?ne Rivi?re, quien adem?s

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EXAMEN DE LIBROS

?conviene repetirlo? ofrece en la primera parte de este libro una breve panor?mica hist?rica del estado, diferente, con criterio mo derno y enfoques novedosos que ser? de valios?sima ayuda para quien escriba al respecto de ahora en adelante.

Jos? Ma. Mur?a

Centro Regional de Occidente

INAH

Jos? Mar?a Kobayashi: La educaci?n como conquista ? Em presa franciscana en M?xico, M?xico, El Colegio de M? xico, 1974, x + 426 pp. [Centro de Estudios Hist?ricos, Nueva Serie, 19]. A pesar del evidente optimismo con que Jos? Mar?a Kobayashi enjuicia la labor educativa de los franciscanos en M?xico durante el siglo xvi, la lectura de su libro ?como la del de Ricard, su gran antecesor? suscita un sentimiento de perplejidad y tristeza. Senti miento que no se disipa por m?s que el autor nos asegure que, gracias a estos miembros de la orden de San Francisco, M?xico "es una naci?n cat?lica con mayor proporci?n del elemento ind?gena incorporado a la vida nacional que. .. otras naciones con condi ciones ?tnicas an?logas" y que, en general, pueda considerarse que tuvieron ?xito.

En realidad, basta tener en mente los prop?sitos de los pri meros misioneros ?que, como dice Kobayashi, resultan un caso excepcional en la historia, ya que fueron ellos, parte integrante del pueblo conquistador, los que "a fuerza de humildad y caridad humanas" quisieron tender un puente hacia los conquistados y

edificar con ellos "una nueva cristiandad"? y confrontar tales pro p?sitos con lo logrado hacia fines del siglo xvi, para que el pesi mismo y la duda se apoderen de nosotros. Pesimismo muy viejo, por lo dem?s, pues ya permea las obras de Sahag?n, Mendieta y Torquemada, a quienes toc? en suerte ver reducidas a su m?nima expresi?n las empresas m?s ambiciosas de sus hermanos de h?bito: los varios monasterios-escuela y, sobre todo, lo que debi? ser la

culminaci?n de la tarea educativa: el Colegio de Santa Cruz de

Tlatelolco. Ante los menguados frutos de la obra franciscana, cabe preguntarse si la maldici?n que el poeta austr?aco Grillparzer atri

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EXAMEN DE LIBROS

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buye a la Casa de Austria no ser? en realidad patrimonio de toda la humanidad. Aspirar siempre a los m?s altos ideales "con pobres medios, a medio camino y a media acci?n". O, quiz?, como reco noce el propio Kobayashi, lo que ocurri? es que fue "una empresa tan noble y ambiciosa que la realidad no la toler?". Pero vayamos por partes. A fin de exponer en toda su comple jidad la obra de los franciscanos, Kobayashi ha dividido su traba jo en cuatro grandes secciones. De ellas, dedica las tres primeras a plantear los antecedentes culturales de los protagonistas de la em presa: ind?genas y espa?oles, y analiza ambos mundos, ofreci?n donos as? no s?lo un cuadro de discrepancias y concordancias, sino tambi?n algunas observaciones muy agudas sobre ciertas actitudes. Por ejemplo, la ambivalencia de los religiosos frente al indio, pues s?lo quien en alguna forma lo siente distinto puede asombrarse tanto y elogiar tanto lo que no es sino una caracter?stica humana

com?n.

La cuarta y ?ltima parte, subdividida a su vez en dos per?odos (de la llegada de fray Pedro de Gante y sus compa?eros, en 1523, ? 1536; y de la fundaci?n del Colegio de Santa Cruz de Tlatelol co en ese a?o a su decadencia para fines del siglo> xvi), estudia la obra educativa franciscana propiamente dicha.

Esta divisi?n permite que el texto avance de manera clara y consecuente. Y as?, una vez que las dos primeras secciones nos han puesto en contacto con el mundo mesoamericano, nos resulta eviden te que los primeros evangelizadores tuvieron la suerte de encontrar

en sus educandos ind?genas una tradici?n cultural que los pon?a en

posibilidad de asimilar la cultura occidental. El estado mexica

ten?a, en v?speras de la conquista, un instrumento perfectamente adecuado a sus fines en el sistema educativo. Ya que si en ?l exis t?a una firme distinci?n entre "el adiestramiento multilateral para l? minor?a gobernante y el predominantemente militar para el elemento popular", era porque as? conven?a a los fines del estado, preocupado por mantener la jerarqu?a establecida. Por otra parte, y quiz? fue ?ste uno de los factores que hab?an de inducir a los franciscanos a error, ambos tipos de educaci?n se realizaban bajo el ascetismo y la disciplina m?s rigurosos. Ahora bien, dado que el pueblo mexica pensaba ser el "pueblo del sol" y su religiosidad lo hac?a sentirse llamado a mantener el orden c?smico del uni verso, su ascetismo ten?a ra?ces distintas a las del ascetismo cristia no y en un momento dado tendr?an que chocar.

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EXAMEN DE LIBROS

Pero si a primera vista, y sobre todo despu?s de la experiencia antillana, los mexicas parec?an estar excepcionalmente dotados para la recepci?n de otra tradici?n cultural, debe tenerse en cuenta que los primeros misioneros fueron tambi?n seres excepcionales. Aun cuando Kobayashi no entre en mayores detalles al respecto ?s?lo hay ligeras referencias a lo largo del libro?, en estos hombres floreci?, quiz? por ?ltima vez, un peculiar cristianismo, de corte m?stico y milenarista, que al unirse al pensamiento ut?pico re nacentista habr?a de dar una visi?n espl?ndida del hombre y de su destino en la tierra. Con estos ne?fitos ?"de tenac?sima memo ria, d?ciles y claros"? creyeron los frailes menores que ser?a posible

restaurar la iglesia primitiva, con lo que no s?lo se restablecer?a

el balance que Lutero hab?a puesto en peligro, sino que se da r?a el ?ltimo paso hacia la predicaci?n total del evangelio que

anteceder? a la segunda venida de Cristo. De all? el fervor con el que emprendieron su misi?n cristiani zadora y educativa. Sin entrar en el discutible terreno de los lo gros religiosos, Kobayashi nos hace ver la casi incre?ble labor des arrollada por los misioneros durante los trece a?os del primer per?odo. No s?lo aprendieron los idiomas ind?genas y los transcri bieron al alfabeto latino, redactaron doctrinas y vocabularios, en se?aron a leer y a escribir a los ni?os a ellos encomendados, les dieron rudimentos de m?sica y un oficio con qu? ganarse la vida, y enviaron a los m?s capaces a adoctrinar a los mayores, sino que escribieron obras de teatro, fundaron monasterios-escuela, utilizaron

con gran penetraci?n psicol?gica todos los elementos no contami nados de paganismo que pudieran servir a su labor, y no conten tos con todo esto se entregaron a recoger las "antiguallas" de los indios, considerando que as? como el m?dico no puede curar sin conocer bien todos los s?ntomas de la enfermedad, as? ellos, m?di cos de almas, no podr?an extirpar la idolatr?a sin conocer todas sus manifestaciones.

Y los frutos de esta labor fueron tan copiosos ?pi?nsese tan s?lo en la generaci?n de escritores indios que surgi? por entonces? que, parad?jicamente, resultaron uno de los elementos que hab?an de conducir al fracaso. Engolosinados con el buen ?xito obtenido en la ense?anza del lat?n, quisieron los franciscanos dar el ?ltimo paso... que habr?a de resultar muy prematuro. En una palabra, quisieron llevar a sus educandos hasta el sacerdocio y fundaron para

ello el Colegio de Santa Cruz de Tlatelolco. Que, en oposici?n a

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los dominicos, ?sta haya sido ya una de las miras iniciales de los franciscanos parece desprenderse del hincapi? hecho desde un prin cipio en que la vida de las escuelas estuviese sometida a las mismas reglas que la vida de los propios religiosos. Ahora bien, por aus tera que esta vida nos parezca a nosotros, es evidente que result? blanda para quienes estaban acostumbrados al rigor implacable del calm?cac. Y esta blandura hizo que muy pronto los alumnos fueran dif?ciles de controlar. Sin embargo, a pesar de la oposici?n externa e interna y de las claras se?ales de peligro, Zum?rraga y Antonio de Mendoza, entusiastamente secundados por los franciscanos, inau guraron el 6 de enero de 1536 el colegio destinado a la formaci?n de un sacerdocio ind?gena. Todos conocemos las grandes esperan zas que el Colegio hizo concebir en sus primeros a?os y la crisis

por la que pas? apenas cuatro a?os despu?s de fundado. Kobayashi se?ala con toda claridad las causas que provocaron esta crisis. Por un lado, los "br?os sensuales" de los muchachos, que ya empezaban a entender "en cosas de lascivia" y que hac?a

de todo punto imposible la ordenaci?n sacerdotal. Recordemos tan s?lo que Ricard, al hablar de este mismo problema, dice lapidaria

mente que la castidad era incomprensible para el indio. El asce tismo ind?gena iba aqu? por caminos m?s cercanos al estoicismo que a la vida cristiana. Por el otro lado, los cursos de filosof?a y teolog?a resultaron una barrera infranqueable para los ind?genas. Para comprender estas disciplinas ?"meollo y s?ntesis consumada de toda una tradici?n intelectual milenaria"? se necesitaba algo m?s que el manejo del lat?n, y a estas primeras generaciones de indios aculturados les faltaba precisamente esa tradici?n. A todo ello debe a?adirse la tenaz oposici?n general a un clero ind?gena, las dificultades econ?micas y la mortandad causada por la peste. Se desisti?, pues, del prop?sito b?sico del Colegio y, por ello, a partir de ese momento se inici? la decadencia. Por otra parte, tam poco pudo mantenerse la intenci?n secundaria o sea la prepara ci?n de int?rpretes y funcionarios. Para fines del siglo xvi se hab?a

perdido ya la idea inicial de conservaci?n de la organizaci?n po l?tica y social de los vencidos (en tanto no chocara con el orden cristiano-europeo). Y muerta la idea del Imperio, quedaron sin campo de aplicaci?n los conocimientos adquiridos por los alumnos del Colegio y el des?nimo hizo presa de ellos. ?Para qu? esforzarse si despu?s no servir?a de nada? Hasta aqu?, el texto de Kobayashi se ha distinguido por la for

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ma clara y l?cida en que presenta todos los problemas que la labor educativa plante? a los franciscanos y la forma en que trataron de solucionarlos. Pero al llegar a las ?ltimas p?ginas, Kobayashi se

niega a admitir la conclusi?n obvia: el fracaso ?que fue total,

ya que la educaci?n de las ni?as, base de futuros hogares cristia nos, tambi?n fall? en sus prop?sitos, al negarse los j?venes a con traer matrimonio con estas primeras mujeres "liberadas"?; y a pesar de haber rastreado todas las causas que llevaron a ?l, se refu gia en ese optimismo del que ya hice menci?n. As?, encuentra una justificaci?n para el cierre del Colegio en "el impacto que caus?... la fundaci?n de la Real y Pontificia Universidad de M?xico". Pero ?fue en realidad as?? En primer lugar, la c?dula de fundaci?n, si bien antecede a la clausura misma, es muy posterior a la crisis del Colegio. En segundo t?rmino, aun cuando en teor?a la Universi dad "acog?a ben?vola y generosamente en sus aulas a j?venes de ambas razas indistintamente", todos sabemos lo que esto signific? en realidad, como lo demuestra, entre otras cosas, el que los jesui

tas fundaran un colegio, el de San Gregorio, que segu?a los li ncamientos del de Tlatelolco. Es muy comprensible, desde luego, la renuencia de Kobayashi a admitir el fracaso, ya que a lo largo del libro va haci?ndose evidente su compenetraci?n con la empre sa franciscana. Casi podr?a decirse que le duele en carne propia. Pero por doloroso que sea, es necesario admitir que fue otro sue?o malogrado y que, como ya lo vieron los propios franciscanos, "esto se ha de perder todo". Por este somero examen, resulta evidente que es un libro que hay que leer, se est? o no de acuerdo con su abrupta conclusi?n,, ya que, dentro de los l?mites que ?l mismo se impuso, el autor ha realizado el an?lisis m?s exhaustivo del tema que tengamos hasta ahora. No s?lo consult? la gran mayor?a de los documentos im portantes del siglo xvi, sino tambi?n casi todos los estudios actua les, de lo que dan fe las abundantes notas a pie de p?gina y la extensa bibliograf?a final. Y si bien creo haber se?alado algunos de sus altibajos, es un libro generoso y bien fundado, escrito con amor y dedicaci?n, como debieran escribirse todos. Para finalizar, y casi a guisa de nota, me siento obligada a se ?alar algunas fallas de redacci?n que bien podr?an haberse evita

do. Pase que los adjetivos usados por el autor resulten a veces desconcertantes (a?n me pregunto qu? quiso decir al hablar de "tiempos gent?licos" de los mexicas, ya que parece contraponerlos

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al per?odo hist?rico, o qu? significa ser un "confinado" de Zum? rraga) , pero no que el aparato cr?tico, tan importante en obras de este tipo, tenga fallas. La numeraci?n de las notas va un n?

mero adelante del de la llamada correspondiente a partir de la 529, error que se sigue hasta la 761, de tal modo que el texto y la nota no se completan. Y por si esto fuera poco, muchos de los libros citados en las notas ?el de Steck, por ejemplo, entre otros? no aparecen en la bibliograf?a final, de modo que el lec tor se queda sin ppder no ya confrontar la cita, sino aun sin saber el t?tulo del libro.

Elsa Cecilia Frost El Colegio de M?xico

Prodyot C. Mukherjee, ed.: Movimientos agrarios y cambio social en Asia y ?frica, M?xico, El Colegio de M?xico, 1974. 272 pp. Prodyot Mukherjee abandon? su c?tedra en la apacible Univer sidad de Adelaide, Australia, para ense?ar en el Centro de Estudios Orientales de El Colegio de M?xico y para continuar su estudio de la revoluci?n mexicana y los movimientos agrarios latinoame ricanos. Su prop?sito era integrar alg?n d?a una obra comparativa de las revoluciones agrarias en el mundo. Para ello estaba bien pre parado por sus anteriores estudios de las revoluciones en los pa?ses eslavos. De este magno proyecto logr? terminar s?lo la obra objeto de la presente rese?a. Hab?a sufrido dos infartos ya antes de lle

gar a M?xico. El tercero fue fatal: muri? en el aeropuerto de

Amsterdam a mediados de 1973, poco tiempo despu?s de entregar el manuscrito del libro al Departamento de Publicaciones de El

Colegio. Lo recuerdo tenso y fatigado en los ?ltimos meses de su vida; probablemente present?a su fin. Que estas l?neas sirvan de homenaje a mi amigo Prodyot. La obra comprende una introducci?n escrita por Mukherjee y cuatro ensayos afroasi?ticos. El primero, "Un movimiento mah

dista ? Impacto del Islam en el proceso de cambio social en

?frica occidental", de Celma Ag?ero, acompa?ado de tres mapas muy buenos, describe los intentos de reconstruir el califato en el siglo xix con apoyo campesino, en la parte del ?frica que se ex tiende desde Timbuktu hasta m?s all? del lago Chad. El segundo

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ensayo, "Estructura agraria, movimientos campesinos y pol?tica en

Bengala en el siglo xix", del mismo Mukherjee (que era nativo

de Bengala), presenta un cuadro complejo de las relaciones entre los distintos grupos sociales y ?tnicos, las religiones y las castas. El tercero, "El movimiento birsa?ta ? Un movimiento milenario en una sociedad tribal", de Susana Devalle, trata de una regi?n del

estado de Bihar (no lejos de Bengala) a fines del siglo xix. El ?ltimo, "Yonaoshi-Ikki ? Movimientos campesinos en la crisis

del shogunato premoderno", de Michiko Tanaka, describe sobre todo un levantamiento campesino que tuvo lugar en 1836 entre Tokyo y Kyoto. Los cuatro estudios tratan del siglo xix; algunos llegan hasta el principio del siglo xx. Pero la impresi?n es de un contraste profundo entre esas regiones y el M?xico de la misma ?poca. Aqu?, las haciendas produc?an para el mercado, sea interno, sea externo, y se enfrentaban a los pueblos campesinos tradicionalistas. Nada de esto existi? en aquel entonces en las regiones tratadas, salvo dos excepciones que he podido discernir: el movimiento campesino se?alado por Mukherjee contra las plantaciones inglesas de a?il cerca de Calcuta (su ciudad natal) y la aparici?n de una agricul tura tropical de exportaci?n con su efecto disolvente sobre la co munidad rural, explicada por Celma Ag?ero. El libro termina con las "Reflexiones sobre movimientos agra rios e historia nacional de M?xico" de Jean Meyer. En este ?lti mo ensayo de la obra, Meyer subraya el car?cter conservador del campesino mexicano, car?cter que Mukherjee en su introducci?n considera como un atributo del campesinado en general. En la guerra de castas de Yucat?n, en la de Lozada, en la sublevaci?n zapatista y tambi?n en la cristera, los campesinos ?concluye Me yer? lucharon por conservar o recuperar su modo de vivir, su religi?n y su tierra.

Es de lamentarse que Prodyot Mukherjee no hubiera logrado realizar la obra monumental que ten?a pensada.

Jan Bazant El Colegio de M?xico

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