HISTORIA MEXICANA 100
EL COLEGIO DE M?XICO
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HISTORIA MEXICANA 100
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Vi?eta de la portada Portada de la primera edici?n del n?mero 1 de Historia Mexicana
(jul. 1951).
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HISTORIA MEXICANA
Revista trimestral publicada por el Centro de Est
Hist?ricos de El Colegio de M?xico Fundador: Daniel Cos?o Villegas Redactor: Bernardo Garc?a Mart?nez
Consejo de Redacci?n: Jan Bazant, Lilia D?az, Luis Gonz?lez,
Gonz?lez Navarro, Andr?s Lira, Luis Muro, Elias Trabulse, Bert Susana Uribe de Fern?ndez de C?rdoba (f), Josefina Zoraida V? Secretaria de Redacci?n: Anne Staples
VOL. XXV ABRIL-JUNIO 1976 N?M. 4 SUMARIO Daniel Cos?o Villegas (1898-1976) 501
Art?culos
Daniel Cos?o Villegas: Un poco de historia 505 Luis Gonz?lez: La pasi?n del nido 530 Alejandra Moreno Tose ano: El trabajo de los es tudiantes 599 Elias Trabulse: Cr?nica bibliogr?fica 620 Josefina Zoraida V?zquez: Historia Mexicana en el
banquillo 642
Testimonios Documentos de El Colegio 655
Examen de libros
El impulso liberal ? Daniel Cosi? Villegas y la
Historia moderna de M?xico (Charles A. Hale) 663
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La responsabilidad por los art?culos y las rese?as es estrictamente personal
de sus autores. Son ajenos a ella, en consecuencia, la revista, El Colegio y las instituciones a que est?n asociados los autores.
Historia Mexicana aparece los d?as 19 de julio, octubre, enero y abril
de cada a?o? El n?mero suelto vale en el interior del pa?s $30.00 y en el extranjero Dis. 2.50; la suscripci?n anual, respectivamente, $100.00
y Dis. 8.50. N?meros atrasados, en el pa?s $35.00; en el extranjero, Dis. 3.30.
? El Colegio de M?xico Guanajuato 125 M?xico 7, D. F. Impreso y hecho en M?xico Printed and made in Mexico
por Fuentes Impresores, S. A., Centeno, 4-B, M?xico 13, D. F.
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Daniel Cos?o Villegas
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DANIEL COS?O VILLEGAS (1898-1976) As? acostumbraba irse de las reuniones in?tiles, de las con versaciones aburridas, y aun de las empresas que hab?a creado cuando las consideraba lo suficientemente maduras. Sin avi sar, sin despedirse, descort?smente. Desaparecer?a y con ese solo acto emplazaba a los charlistas a ser m?s sustanciosos o amenos en la siguiente ocasi?n; as? tambi?n responsabilizaba a sus herederos institucionales a hacer las cosas bien y pronto, sin contar ya con esa tutela suya que jam?s descend?a a la
protecci?n o la condescendencia. Era un padre creador de
futuros padres. Practicaba el desahije siempre a tiempo. Sus despedidas eran encuentros, la etapa ?ltima y necesaria en un proceso creador de hombres y cultura. Por eso, quiz?, hay tanto en su muerte que nos impide abandonarnos a su muerte. Habitamos demasiado un mundo construido en gran medida por ?l: libros, revistas, art?culos, escaparates, proyectos, investigaciones, ideas, opiniones y has ta chismes; cada uno de nosotros tiene algo del tronco inicial de Cos?o Villegas. Esta misma revista, p?ginas adelante, lo encuentra narrando sus "memorias", y miles de p?ginas atr?s, lo sorprende escribiendo la primera l?nea fundadora. "Vi
v?a para adelante" como dec?a Ortega, y procur? siempre inyectar ese principio din?mico en los qu? lo rodeaban. En la pasividad, en el silencio est? la muerte. La suya nos ha dejado a la intemperie pero, gracias a ?l, tambi?n andando. No fue s?lo la energ?a que imprimi? en obras y gentes, la que desvanece el abandono sentimental ante su ausencia. Es tambi?n el ejemplo de su estilo personal de ser estoico. En ?l, la pasi?n no hall? nunca la salida f?cil del sentimen talismo. Su pasi?n se anudaba en s? misma como savia in
dividual y secreta. Sus momentos de dolor germinaban inter namente. Nos lo demostr? un d?a de 1970 que debi? ser el m?s terrible de su vida: se present? a clase y nos habl? del 501
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ENRIQUE KRAUZE
Porfiriato; diez minutos antes de concluir se disculp? con nosotros por tener ciertos "asuntos personales" que atender. Luego supimos que esos "asuntos personales" eran el acudir
al aeropuerto a recoger el f?retro de su hijo Gustavo que acababa de morir en los Estados Unidos. Desgarrado por
dentro, jam?s se permiti? traicionar a la vida y sigui? ?seg?n su propio testimonio? "haciendo lo que sab?a".
Las riqu?simas paradojas de su vida, encuentro dif?cil entre el saber y el poder, son tambi?n acicate que nos in quieta y nos obliga a seguir. Pocos como ?l tuvieron tal sen tido de la importancia del poder, de sus l?mites y excesos. Pocos como ?l lo estudiaron, conocieron, lo desearon quiz?. Nada le preocupaba m?s en sus ?ltimos d?as ?seg?n me dec?a con vehemencia? que la pol?tica, y no otra cosa fueron sus ?ltimos libros y ensayos, terribles y juguetonas dagas es critas, reminiscencias de aquel Montalvo que mataba gober
nantes con la pluma. Hacer pol?tica... ?l que vivi? tantos
a?os aislado tras las fichas, la prensa peri?dica, los libros, haciendo libros propios y ajenos, cuidando ediciones, cons truyendo la rep?blica de las letras sumergido en una vida vicaria, nost?lgica y desde?osa a la vez, de la otra. Por eso quiz? le cautivaba aquel dicho: fiSi los j?venes supieran, si los viejos pudieran". Su humor tambi?n nos mueve, nos responsabiliza, nos pica y salpica. Humor abierto, fresco, ingenioso; humor cues ta arriba, ajeno al resentimiento y al cinismo. Humor, no malhumor. Como ?l, como su risa, su humor no se daba por entero sino que se parapetaba en la reticencia. Alegre humor que nos advierte: ... no permitas, aun a costa de tu vida, que desaparezca su
aspecto sonriente, alegre, ?nico que ha reconfortado al mexi cano de las muchas penalidades que ha padecido y de las que
a?n le aguardan. No consientas, en suma, que M?xico caiga en la situaci?n de la Francia actual, que describe con tanto
dolor do?a Fran?oise (G.): la imaginaci?n sin alimento, el im pulso sin objeto, el porvenir sin color, el cielo sin la estrella en que enganchar un carro para volar al infinito.
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DANIEL COS?O VILLEGAS
Inc?gnita y transparencia, soledad y comuni?n, en su muerte, don Daniel es m?s que nunca un principio de vida. Su obra, sus escritos, su vida, su recuerdo nos llaman a en tender a entenderlo, a entendernos. Nos empujan a "hacer lo que sabemos" y a hacerlo bien. Su muerte, acosada por su vida, es su ?ltima lecci?n, la definitiva.
Enrique Krauze
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UN POCO DE HISTORIA* Daniel Cos?o Villegas El Colegio de M?xico Desde el comienzo, las nuevas autoridades republicanas de
clararon proponerse atacar el viejo problema del latifundio. ?se fue el motivo de que se me invitara a dar en la Univer sidad Central de Madrid un curso sobre nuestra reforma
agraria. Esto pasaba en 1933, cuando puede decirse que toda Espa?a, y ciertamente sus intelectuales, respiraban euf?ricos a sus anchas, pues por primera vez desde hac?a a?os ve?an
rosado el camino por recorrer. ?sa fue una de las razones
que me permitieron trabar amistad con un buen n?mero de esos intelectuales. Tres a?os m?s tarde, en 1936, el gobierno
me despach? a hacerme cargo de nuestra legaci?n en Por tugal. El d?a mismo en que Franco inici? su sublevaci?n me toc? escuchar una transmisi?n de radio en que el gobierno portugu?s se declaraba partidario de Franco sin disimulo alguno. Yo qued?, as?, en un puesto que me permit?a obser var la guerra civil desde el costado franquista. Esto me dio ocasi?n, en algunos casos, de ver los horrores de esa guerra, o de conocer, vivas, frescas a?n, algunas de sus consecuen
cias ?ltimas, digamos aquella matanza de republicanos en la plaza de toros de Badajoz, pues hasta la legaci?n de Lisboa
llegaron los cuatro o cinco que al amparo de la noche lo graron escapar. Por eso me enter? de la situaci?n de los profesores e intelectuales: cerradas las universidades, los la boratorios, los archivos y bibliotecas, no ten?an literalmente a d?nde ir y en d?nde estar. Entonces el gobierno republi
cano, con la mejor intenci?n del mundo, cre? "casas de
cultura", a las que ciertamente acud?an los profesores e in telectuales; pero ?para qu?? Pues fatal, inevitablemente, para * P?rrafos de unas "Memorias" personales en proyecto.
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DANIEL COS?O VILLEGAS
hablar de la guerra, que ve?an y sent?an en todas partes. Esto, como es f?cil suponerlo, fue conduci?ndolos a un esta do de verdadera enajenaci?n mental. Entonces se me ocurri? escribirle a Luis Montes de Oca pint?ndole esta situaci?n y sugiri?ndole que hablara con el presidente C?rdenas para proponerle que el gobierno de M?xico invitara a un grupo limitado de esos intelectuales a trasladarse a M?xico y pro seguir en nuestro pa?s sus actividades normales mientras la rep?blica se sobrepon?a a los sublevados franquistas, y pu
dieran regresar a reanudar en Espa?a su vida habitual. Montes de Oca hizo la gesti?n, y pronto me comunic? que estaba autorizado por el presidente C?rdenas para trasladar me a Valencia y hacer las negociaciones necesarias con las autoridades republicanas, que ya hab?an abandonado Madrid.
Al fin consegu? pasaje en un avi?n que part?a de Tol?n,
adonde me traslad? por ferrocarril. El vuelo era breve y se hizo sin novedad, excepto al llegar a Valencia, pues un es cuadr?n de aviones italianos, al mando nada menos que del conde Ciano, estaba empe?ado en hundir un petrolero so vi?tico que llevaba a los pobres republicanos algo de com bustible. A los quince minutos desisti? de la haza?a, y pu dimos as? aterrizar. Me dirig? en seguida al hotel Reina Victoria, viej?n pero espl?ndido por su cocina y su bodega de vinos. En mi primer almuerzo vi en el comedor a Mar garita Nelken, que acomet?a con decisi?n una soberbia pae lla. No perd? al d?a siguiente la ceremonia anunciada en la prensa: el cambio de nombre de una calle, que dejaba de llamarse Isabel la Cat?lica, para ser conocida como "Mar garita Nelken". (Al llegar los franquistas, Margarita fue sustituida por Garc?a Sanch?s, en una clara degradaci?n de nombres.) Busqu? en seguida a don Enrique Diez Ca?edo para que me aconsejara c?mo pod?a entrevistarme pronto con Jos? Giral, entonces ministro de Estado, o sea de Relacio
nes Exteriores. En seguida me dieron la cita para el d?a siguiente. En otro de esos buenos gestos, el gobierno repu
blicano hab?a enviado a don Enrique de embajador en
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UN poco de historia
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Argentina; pero no tard? mucho sin que renunciara para re gresar a Espa?a, gesto de valor que no tuvieron todos los
espa?oles a quienes pesc? la guerra en el extranjero. Yo
llegu? a Valencia al a?o justo del levantamiento de Franco, pero para entonces la rep?blica hab?a empezado a retroce der: dominaba buena parte del sur y del poniente, pero hab?a perdido Madrid, para refugiarse ahora en Valencia, ciudad esta que era objeto de bombardeos a?reos, sobre todo
nocturnos. Por eso, yo, que jam?s hab?a pasado por una experiencia semejante, le pregunt? a don Enrique c?mo le advert?an a uno la proximidad del ataque, a d?nde se refu
giaba uno y, sobre todo, qu? se sent?a. Don Enrique me explic? todo: era imposible dejar de o?r las sirenas, aun estando profundamente dormido, porque ten?an un sonido incre?blemente agudo, que en realidad perforaba los o?dos, adem?s de sonar por toda la ciudad. No hab?a propiamente refugios antia?reos, pero se supon?a que todos los habitantes de un edificio bajaban al s?tano, donde quedar?an algo pro tegidos. ?l, sin embargo, tras de acatar esta regla durante alg?n tiempo, lleg? a optar por quedarse en su dormitorio, y aun se atrev?a a asomarse a la ventana para ver cu?ntos aviones ven?an. Era realmente admirable la compostura y el buen humor de don Enrique: tan peque?ito y tan fr?gil; con su familia fuera de Espa?a, un hijo en el frente y otro
pr?ximo a entrar en ?l; sin un puesto oficial ni en qu?
ocuparse, digamos en sus cr?ticas teatrales de otros tiempos. Lo cierto es que fui a dar a mi hotel bien temprano, y como hac?a bastante calor, opt? por echarme en la cama comple tamente desnudo. Poco despu?s de la media noche me des
pertaron, no las sirenas sino unos golpazos a la puerta de mi cuarto y unas voces destempladas de un mozo del hotel
que gritaba a voz en cuello "jAl refugio, al refugio!" Me levant? como de rayo, pero me di cuenta de que estaba desnudo y que no pod?a lanzarme as? al s?tano del hotel. Me entr? entonces la duda, que me pareci?, y me sigue pareciendo, ridicula: si me dar?a tiempo de ponerme la pijama y la bata, pues bien me podr?an pescar las bombas
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DANIEL COS?O VILLEGAS
en las escaleras, camino al refugio, con un peligro mortal, o si me quedaba en la habitaci?n, donde estar?a mejor pro
tegido. Opt? por esto ?ltimo y, queriendo emular a don Enrique, me asom? a la ventana, pero nada vi. Al d?a si guiente me enter? por la prensa de que el objetivo hab?a
sido el ministerio de guerra, bastante lejano del hotel, pero a lo que hab?an dado los aviones italianos era a un convoy de unos ocho tranv?as, con un saldo de doscientos y tantos
muertos.
Pude arreglar el asunto que me llevaba con bastante pron titud, y sin ning?n tropiezo. Jos? Giral, hombre afable, como
que descans? al hablar conmigo, pues metida la rep?blica en un callej?n internacional sin salida, debi? parecerle que al
fin alguien se acomed?a a aligerarle un poco el peso que llevaba a cuestas. Agradeci? la oferta y ofreci? dar todo
g?nero de facilidades para llevarla a cabo. El ministerio de educaci?n estaba en manos de comunistas, pues eran viejos miembros del partido el secretario Hern?ndez, ausente de Valencia en ese momento, y Wenceslao Roces, el subsecre tario, con quien trat? el asunto. Acogi? bien la idea, pero
surgi? un tropiezo peque?o, que quise aclarar en segui da* Roces me dijo que para hacer resaltar la importancia de la invitaci?n, el gobierno espa?ol le dar?a a los intelec
tuales invitados la categor?a de "embajadores culturales". Me permit? aclarar que un embajador, sin importar que fuera cultural o de otra naturaleza, era nombrado por el gobierno que lo enviaba, mientras que en este caso M?xico ten?a ya hecha una lista del primer grupo invitado. Asimismo, el
gobierno que manda a un embajador tiene el derecho de
retirarlo a su arbitrio, situaci?n diferente, pues el gobierno mexicano quer?a reservarse la determinaci?n del tiempo du rante el cual los invitados permanecieran en el pa?s. Final
mente, el gobierno que manda a un embajador paga sus
gastos de viaje y de mantenimiento, caso en el que yo cre?a
no quer?a colocarse el gobierno espa?ol. Roces acab? por
darme la raz?n, de modo que le entregu? la lista de invita dos, cuya copia hab?a dejado tambi?n a Giral.
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UN POCO DE HISTORIA
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Se decidi? pronto crear la Casa de Espa?a en M?xico, la
instituci?n que los acoger?a y encauzar?a sus nuevas activi dades. Al frente de esa instituci?n quedamos Alfonso Reyes y yo, como presidente y secretario, dos "rehabilitados" re cientes del presidente C?rdenas. Jaime Torres Bodet, jefe del departamento diplom?tico en la secretar?a de Relaciones, organiz? una vasta intriga que le cost? a Alfonso su puesto de embajador en Brasil. Olfateando la mala situaci?n econ? mica del gobierno, Jaime propuso cesar a todos los jefes de nuestras misiones y sustituirlos con encargados de negocios, que ganaban sueldos menores y a quienes no se les daba gas tos de representaci?n y mantenimiento de la misi?n. Por supuesto que ?l quer?a hacerse cargo de la legaci?n en Par?s. El presidente acept? la idea sin mayor reflexi?n y orden? ejecutarla en seguida, y esto a pesar de que se ven?an encima los problemas diplom?ticos que trajo la expropiaci?n petro
lera y de que el ahorro esperado apenas alcanzar?a unos
doscientos mil d?lares.
Se sabe, en efecto, que las compa??as expropiadas acu
dieron a los tribunales de Francia, Italia y Alemania, para impedir que M?xico vendiera su petr?leo a compradores de esos pa?ses. Entonces se pens? que era indispensable romper
a toda costa ese bloqueo, y se puso la esperanza en que
Brasil, pa?s amigo y necesitado de comprarlo, se prestara a ello. Para esta negociaci?n no serv?a un tercer secretario en cargado de negocios, de modo que C?rdenas le pidi? a Alfon so Reyes que la hiciera volviendo a R?o. Pero como Alfonso nada sab?a de petr?leo, se le dio la jefatura de la misi?n a un ingeniero civil, que tampoco sab?a de petr?leo, pero que se hab?a ganado la confianza del presidente con una locua cidad abundante, si bien torpe y hueca. Aun as? de rebajado formalmente, Alfonso, vali?ndose de las amistades que ha b?a creado en los c?rculos oficiales, logr? que Brasil hiciera una compra de petr?leo mexicano, un tanto simb?lica, pero que ten?a un gran valor pol?tico internacional, pues romp?a el bloqueo, y hasta un valor interno, ya que hizo nacer la esperanza de que el pa?s comenzaba a salir de aquel atolla
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DANIEL COS?O VILLEGAS
dero. Por eso el general se crey? obligado a pagar el servicio prestado con el nombramiento de presidente de la Casa de
Espa?a en M?xico. Esta peque?a historia ilustra la falta
de sind?resis con que proceden nuestros gobernantes, y, al mismo tiempo, c?mo, a pesar de ella, y de todo, las cosas pueden acabar por salir bien. En efecto, no pod?a pensarse en otra persona m?s apropiada que Alfonso: conoc?a y que r?a a Espa?a; era amigo personal y viejo de varios de los invitados, y se le consideraba el escritor mexicano m?s ilus tre. Y Alfonso, por su parte, aunque hab?a vivido feliz en R?o, consideraba de tiempo atr?s que no pod?a ya sustraerse
a la prueba de reintegrarse al pa?s y trabajar en ?l. Y aun cuando me pesa decirlo, la modest?sima rehabilitaci?n que me ofreci? el presidente C?rdenas result? bien, pues Alfonso, como administrador de la Casa, o de cualquiera otra institu ci?n, ten?a muy serias limitaciones: carec?a de todo sentido de organizaci?n, nunca se interes? en ense?ar, ?l, personal y directamente, y menos a trav?s de cualquier instituci?n. Su inter?s ?nico era su trabajo de escritor. Por todo esto, Al fonso pronto me propuso la f?rmula ideal del gobierno dual de la Casa: ?l se encargar?a de decir s?, y yo de decir que no, o sea cu?ndo se conced?a algo y cu?ndo se negaba. Muchos problemas se nos echaron encima, por supuesto.
El m?s inmediato era el acomodo material de los nuevos hu?spedes; para ello acudimos a nuestras se?oras: Manuela
Reyes, Emma, Consuelo Nieto, etc. El de Alfonso y el m?o nac?a de esta gran duda que nos angustiaba: ?El intelectual mexicano aceptar?a la presencia de los espa?oles? ?No esta llar?a nuestra conocida xenofobia? Pens?bamos de un modo
especial en Antonio Caso, compa?ero y amigo de Alfonso, y maestro m?o: muchos de sus viejos y m?s distinguidos dis c?pulos hab?an dejado de acompa?arlo para atender sus pro pios intereses; Vicente Lombardo Toledano primero, y des
pu?s Samuel Ramos, lo atacaron ruda y p?blicamente; no
ten?a desde hac?a tiempo ning?n puesto administrativo en la Universidad, estando ahora reducido a sus dos viejos cursos en la Escuela de Altos Estudios. ?Qu? acogida, o qu? embes
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un poco de historia
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tida, le dar?a a Jos? Gaos? Con bastantes a?os menos que ?l, con la aureola del disc?pulo m?s cercano de Ortega y
Gasset, formado en la filosof?a alemana, cuyos textos origi nales pod?a leer directamente, y, por si algo faltara, Gaos no era precisamente un hombre de trato suave o diplom?tico, sino de pensamiento y de palabra directos. Y estaba Gonzalo Lafora, m?dico, pero siquiatra, es decir, de una especialidad poco menos que desconocida en M?xico. Tambi?n nos pre
ocupaba Juan de la Encina, tanto por su temperamento sec?n como porque su especialidad en la pintura moderna
lo llevar?a sin remedio a juzgar los murales de Diego y de Orozco, considerados entonces como un patrimonio nacional intocable. Tambi?n nos parec?a dudosa la acogida que podr?a recibir Adolfo Salazar, tanto por carecer de t?tulos acad?mi cos, como por practicar la cr?tica y la historia musical, ofi cios que se conoc?an poco aqu?, pero que reclamar?a m?s de un aficionado en cuanto apareciera el punto de comparaci?n de Salazar. Ten?amos plena seguridad en el ?xito personal de
don Enrique Diez Ca?edo, pues era hombre sin pretensio nes, afable, con un buen sentido del humor; pero carec?a tambi?n de t?tulo acad?mico y su actividad principal, la cr?tica teatral, no hab?a llegado a ser en M?xico una espe cialidad reconocida, adem?s de ejercerse habitualmente en los diarios, lo cual hac?a necesario conectarlo con alguno de los nuestros, cosa nada sencilla. Pepe Moreno Villa era simpatiqu?simo, buen narrador de historias e historietas, pero tambi?n con una ubicaci?n intelectual poco clara, que no se ajustaba a los c?nones conocidos aqu?, ya que su carre ra profesional era la de archiv?logo, que no pensaba ejercer aqu?. Bal y Gay era poco conocido en Espa?a misma, y del todo desconocido en M?xico. Se le invit? porque en el fa moso Centro de Estudios Hist?ricos de Madrid hab?a inicia do unos estudios novedosos del folklore espa?ol, pues los hac?a combinando la apreciaci?n literaria con la musical. Supusimos que siendo el nuestro tan rico y tan poco explo rado bajo ese doble ?ngulo, podr?a abrirse pronto camino en M?xico.
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DANIEL COS?O VILLEGAS
No tardaron en disiparse nuestros temores, dado que no hubo uno solo de nuestros invitados que dejara de tener un ?xito claro y pronto. Jos? Gaos, con un sincero afecto res petuoso, se acerc? sin vacilar a Antonio Caso, y ?ste lo acogi? sin reservas. Gaos hizo su presentaci?n en el viejo paraninfo de la Universidad, lleno siempre, y a pesar de que no era en absoluto ni orador ni actor, fue seguido en sus explicaciones,
que a veces se extendieron a una hora y media, con una
breve interrupci?n, en que la gente las comentaba. El aula magna de la vieja Escuela de Medicina tambi?n se llen? para escuchar a Lafora, un expositor claro y de estudiada drama ticidad. Juan de la Encina comenz? a ofrecer en la Facultad de Filosof?a y Letras cursos monogr?ficos sobre los grandes
maestros de la pintura. Adolfo Salazar se puso a publicar
libro tras libro. Pepe Moreno Villa hizo lo mismo, y tambi?n dio cursos p?blicos, de los que sali? bien librado a pesar de
que su experiencia pedag?gica era limitada. El propio Bal y Gay tuvo un gran ?xito, pues en su primera conferencia sostuvo la tesis novedosa, que ilustr? recitando la letra y
tocando en el piano la melod?a correspondiente, de que exis t?a, como si dij?ramos, un suelo o denominador com?n en el folklore de todos los pa?ses o regiones del globo, y que sus diferencias espec?ficas eran tan s?lo de segundo grado. El p?blico se mostr? esc?ptico al escuchar el planteamiento
te?rico de esta tesis, pero de all? pas? a la sorpresa y al acuerdo cuando escuch? la letra y la m?sica de las cancio
nes que todos nosotros consider?bamos mexican?simas, repe tidas en sus trazos fundamentales en canciones, no espa?olas, pues aqu? el parentesco se hab?a admitido ya, sino francesas, italianas, marroqu?es o griegas.
As?, la nueva instituci?n se encarrilaba bien, y no s?lo en la capital de la rep?blica sino en la provincia, pues desde el comienzo hicimos una pol?tica firme presentar en ella a los reci?n llegados para beneficio de sus respectivas univer sidades y como justificaci?n del dinero que el gobierno fede ral hab?a puesto y pon?a en la empresa. Pero no pas? mucho tiempo sin que la Casa sufriera su primer sacudimiento: la
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un poco de historia
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rep?blica perdi? la guerra y vino con la derrota la em ci?n de gran n?mero de espa?oles, entre los cuales
taban pocos intelectuales pero numerosos profesionist de un modo natural trataron de acogerse a la Casa. E
mayor era el de m?dicos, pero no falt? alg?n hom
ciencia, como el qu?mico Antonio Madinaveitia. Acog un corto n?mero de esos m?dicos, pero en el claro en
miento de que su posici?n en la Casa ser?a estricta
provisional, o sea mientras ellos mismos y nosotros c?bamos un acomodo en instituciones m?s apropiada respectivas especialidades, o mientras abr?an consultor
pios. En el caso de Madinaveitia, acudimos a la Fun
Rockefeller para poderle construir dentro de la Escu Ciencias Qu?micas un humilde laboratorio, donde peque?o grupo de estudiantes avanzados hicieran exp cias encaminadas al aprovechamiento industrial de ci productos mexicanos hasta entonces desperdiciados. blema m?s serio, sin embargo, era que la Casa, con como un alojamiento transitorio, es decir, mientras l blica se impon?a a los sublevados franquistas, se ve?a
en 1939, ante la disyuntiva de desaparecer o transformar
una instituci?n permanente con fines distintos y aun nombre nuevo.
Alfonso y yo pensamos que de ninguna manera
llamarse universidad o una variante cualquiera de es bre, no s?lo porque suscitar?amos el recelo de la Nac sino porque no ten?amos, ni pod?amos esperar tener cursos indispensables para una empresa de esa mag No s?lo eso, sino que particularmente yo pens? que, contrario, la nueva instituci?n ten?a que ser peque fines estrechamente limitados, porque apenas de ese resultar?a gobernable. De hecho, se lleg? desde entonc idea de que la Universidad Nacional y todas las de
cia ten?an que hacer frente al problema inevitabl
educaci?n de masas, y que si lo resolv?an se har?an a ras al reconocimiento del pa?s. La nueva instituci?n, bio, pod?a y deb?a dedicarse a preparar la ?lite intel
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DANIEL COS?O VILLEGAS
de M?xico. Por eso se resolvi? restringirla al campo de las
humanidades y de las ciencias sociales. Y deb?a tambi?n llevar un nombre que indicara con toda claridad que ahora se trataba de una instituci?n puramente mexicana, y que servir?a nuestros intereses nacionales. ?se fue el origen de lo que se llam? El Colegio de M?xico, nombre que ofreci?,
sin embargo, un peque?o tropiezo inmediato, y otro mayor alg?n tiempo despu?s. El primero fue que exist?an ya dos o tres escuelas primarias privadas que se llamaban "Colegios
M?xico". Y el segundo, que cuando a iniciativa de Antonio Caso se pens? en crear una instituci?n cuyo modelo era el Coll?ge de France, se quiso llamarla El Colegio de M?xico. Advertido de este peligro, me dispar? a conversar con Octa vio Vejar V?zquez, entonces secretario de educaci?n y com pa?ero m?o en la Escuela de Derecho. A m?s de explicarle los enredos que se armar?an con esta duplicaci?n de nombres,
le inform? que el nuestro estaba registrado debidamente, y
que est?bamos dispuestos a recurrir a los tribunales para
hacerlo respetar.
La verdad es que V?j?r V?zquez planeaba echarle mano a nuestro Colegio, quiz?s porque, como se explicar? despu?s,
la Secretar?a de Educaci?n P?blica no participaba en su
gobierno, a pesar de salir de su presupuesto buena parte del
subsidio oficial. En realidad, quien le hab?a calentado la cabeza a Vejar fue Joaqu?n Xirau. Hab?a llegado un poco
despu?s que los otros, pero fue incorporado inmediatamente al Colegio, donde comparti? con Jos? Gaos los cursos y semi narios de filosof?a. No s?lo eso, sino que pronto, como Gaos se lig? al Fondo de Cultura Econ?mica, para el cual prepar?
la traducci?n de obras excepcionales. Pero Xirau ten?a un
lado flaco tremendo, su ingobernable vanidad. Era, sin duda, un hombre bien parecido, pero se cre?a un don Juan irresis
tible; sin duda tambi?n era hombre bien preparado, pero reclamaba el primer lugar, de modo que le molestaba que un hombre m?s joven, y de la Universidad de Madrid, com partiera los lauros acad?micos con todo un profesor titular de la Universidad de Barcelona. Y no digamos con Antonio
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?aso o Samuel Ramos, o con Eugenio ?maz, que no hab?a logrado hacer su doctorado.
Nosotros le hicimos llegar al presidente ?vila Camacho los rumores de este complot, con el resultado de que rara vez he visto resolver un conflicto con una elegancia tan con sumada. Don Manuel nos mand? pedir una lista de los pro fesores y autoridades del Colegio, y nos indic? que nos es peraba a comer en el Casino Militar un d?a determinado.
Y en ese d?a le pidi? a Vejar que pasara por ?l a palacio porque quer?a que lo acompa?ara, pero sin decirle a d?nde
ni para qu?. Se dispuso la mesa en forma de una T, cuyo
lado principal fue ocupado por el presidente y los profesores del Colegio, excepto Joaqu?n Xirau. Y en los otros dos cos tados quedaron Xirau, junto a Vejar y los miembros de la
Junta de Gobierno del Colegio: Gustavo Baz, Eduardo Vi llase?or, Enrique Arregu?n, Alfonso y yo. Por supuesto que
todo el mundo entendi? lo que hab?a querido indicar don Manuel con aquella comida, en la que no se dijo discurso alguno. Ces? la intriga, y El Colegio conserv? su nombre y volvi? a su vida normal.
No era f?cil idear un sistema de gobierno, pues, por una parte, era menester darle cabida a las instituciones que apor taran los fondos para su sostenimiento, y por otra, tendr?a que quedar su direcci?n real en manos de gente acad?mica. Se acab? por idear un ?rgano superior, la llamada asamblea de socios fundadores, que fijaba el presupuesto de egresos y el de ingresos, adem?s de nombrar una junta de gobierno para un periodo de tres a?os, y a cuyo cargo estaba consi? derado el plan general de actividades del Colegio. En fin, la
tarea ejecutiva quedaba a cargo de un director y de un
secretario, que en nuestro caso ?ramos asimismo miembros
de la junta de gobierno. El presidente C?rdenas hab?a dictado un acuerdo en julio de 1938 creando la Casa de Espa?a en M?xico, en el cual se hablaba de que la goberna
r?a un patronato compuesto por el rector de la Universidad Nacional, un representante del Consejo Nacional de la Edu caci?n Superior y otro de la Secretar?a de Hacienda. La ver
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dad es que no nos apegamos mayormente al acuerdo presi dencial, no s?lo porque el llamado patronato pas? a ser la junta de gobierno, sino porque el supuesto representante del Consejo de Educaci?n Superior lo fue en realidad del Instituto Polit?cnico Nacional, recientemente creado por el presidente. En fin, porque a los tres miembros previstos del patronato, se agregaron dos m?s. As?, la primera junta de gobierno del Colegio, que, por lo dem?s, dur? muchos a?os, qued? constituida por Alfonso Reyes como presidente, y en representaci?n del Colegio mismo; por m?, como secre tario y con igual representaci?n; Gustavo Baz, en nombre
de la Universidad; Eduardo Villase?or, de Hacienda y des pu?s del Banco de M?xico, y por el m?dico Enrique Arregu?n, con la representaci?n del Polit?cnico.
Quedaba un problema serio, a saber, la validez jur?dica de los estudios que se hicieran en El Colegio, as? como de los t?tulos que otorgara para ampararlos. Desechamos sin vacilar "incorporarnos" a la Universidad Nacional, pues eso supon?a que tendr?amos que adoptar sus planes de estudio, sus m?todos de trabajo y sujetar a nuestros estudiantes a ex?menes hechos por sinodales nombrados por ella. Adem?s, nosotros nos propusimos contar con profesores y estudiantes
de tiempo completo. En cuanto a los primeros, no hab?a
dificultad si pod?amos ofrecer un sueldo suficiente para de dicarse exclusivamente a ense?ar en El Colegio, y como en aquellos felices tiempos esto se consegu?a con seiscientos pesos mensuales, la cosa no ofrec?a mayor problema. En cuan to a los estudiantes, ofrecer becas que les hiciera innecesario un trabajo cualquiera. El ofrecimiento de esas becas, adem?s, permitir?a someterlas a remate, de modo de poder escoger
a los mejores aspirantes. Esto sin contar con que el estu diante quedaba advertido de que a la menor falla en el
esfuerzo o en el talento, perder?a la beca. Nos propusimos tambi?n trabajar con grupos reducidos de estudiantes, no mayores de veinte, para que los profesores llegaran a distin guirlos y tratarlos individualmente. Por a?adidura, dotamos a los profesores de un cub?culo, cuyas puertas quedar?an
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abiertas a los estudiantes para que en todo momento pu
dieran conversar con ellos. Por ?ltimo, los profesores con vinieron en que desde el primer d?a dar?an a sus alumnos una bibliograf?a de cada curso y un calendario de lecturas,
de modo que el estudiante trabajara por su cuenta en la
biblioteca mucho m?s tiempo que el dedicado a las explica ciones orales del profesor. Una de las consecuencias de todos estos arreglos era que los cinco a?os requeridos por la Uni versidad Nacional para otorgar una maestr?a, quedaban re ducidos a tres, un nuevo incentivo para que el estudiante ingresara en El Colegio. Todo esto hac?a incompatible nuestra incorporaci?n a la Universidad, de modo que los primeros estudiantes de historia de El Colegio obtuvieron su maestr?a
mediante un examen oral y escrito hecho en la Escuela Nacional de Antropolog?a. M?s tarde se hizo legalmente posible celebrar un convenio con la Secretar?a de Educaci?n P?blica mediante el cual El Colegio quedaba facultado para hacer sus propios planes de estudio y conceder en su propio nombre los grados de maestro y doctor.
Completaron estos arreglos otras dos decisiones que se tomaron desde el comienzo. La primera, que s?lo habr?a dos autoridades generales del Colegio, el presidente y el secretario; pero que los estudios se organizar?an en "cen tros", al frente de los cuales habr?a un director, a cuyo cargo quedar?a la vigilancia diaria de su respectivo centro. Los dos primeros fueron los de historia y ciencias sociales, y m?s tarde los de ling??stica, relaciones internacionales, estudios orientales, econom?a y demograf?a y estudios so ciol?gicos. La segunda decisi?n fue darle una gran impor tancia a las publicaciones del Colegio, los libros y revistas. Los primeros ser?an el resultado de las investigaciones ori ginales de los propios profesores y de los estudiantes que se fueran graduando. En cuanto a las revistas, se dispuso que cada centro tuviera una propia, dedicada a recoger los ar t?culos y rese?as de libros de la respectiva especialidad. Se dispuso, por ?ltimo, que las revistas debieran nutrirse de colaboraciones no s?lo de los profesores y estudiantes del This content downloaded from 204.52.135.204 on Tue, 03 Oct 2017 01:59:53 UTC All use subject to http://about.jstor.org/terms
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Colegio, sino de escritores de cualquier instituci?n superior del pa?s y del extranjero. Todo esto, repito, se dispuso desde el comienzo y se ha aplicado en la realidad, con los retoques que el crecimiento
y la experiencia han aconsejado. As?, El Colegio ha llega
do a ser, tras una existencia de m?s de treinta y cinco a?os, una instituci?n establecida, de renombre y que le presta al pa?s servicios indudables. Es muy f?cil decirlo; pero el d?a
en que se haga una historia detallada del Colegio, se ver? que ese feliz resultado no se consigui? sin esfuerzo y amar gura. Digamos el sostenimiento econ?mico de la instituci?n. El general C?rdenas dispuso en su acuerdo de 1938 que el
gobierno le dar?a a la Casa de Espa?a un subsidio anual
que nunca ser?a inferior a trescientos mil pesos. Claro que agradecimos la buena voluntad y la firmeza de semejante generosidad; pero no se nos pod?a ocultar la inconstitucio
nalidad de semejante acuerdo, ya que el Congreso es el
?nico facultado para disponer la forma de aplicar los egre sos de la federaci?n. No s?lo eso, sino que el propio ejecu tivo pod?a disminuir o suprimir esa partida, hecho nada improbable, sobre todo porque al general le faltaban s?lo dos a?os de gobierno. Por eso, tambi?n desde los comienzos
pensamos en que la llamada "iniciativa privada" nos ayu dara. Mis esperanzas en los buenos resultados se alimenta ban en la experiencia del Fondo de Cultura Econ?mica, don
de llegamos a organizar y practicar todo un sistema de sacarle dinero a nuestros ricachones. Consist?a en una invi taci?n del secretario de Hacienda Eduardo Su?rez a un gru po de seis u ocho banqueros, industriales, mineros o comer
ciantes, a almorzar en el Club de Banqueros. Tras una
comida encargada especialmente, y de beber vinos y licores de las mejores marcas, Su?rez dec?a haberlos convocado para escucharme. Como de rayo, un mozo del Fondo muy bien adiestrado pon?a frente a cada invitado una pila de diez o quince vol?menes editados recientemente, y yo hac?a una breve historia del Fondo, de los fines que persegu?a y de la necesidad de allegarse recursos adicionales, sea para iniciar
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una nueva secci?n de publicaciones, sea para emprender
reediciones de los t?tulos agotados, etc. Al acabar mi expo sici?n, Eduardo Su?rez, afable, pero directamente, dec?a: "queda abierta la lista de contribuciones". Llegamos a per feccionar tanto este sistema "extractivo", que obtuvimos que Aar?n S?enz nos sirviera de "palero", pues desde la primera comida advertimos, por una parte, que se produc?a un si lencio embarazoso, y por otra, al invitar Su?rez a declarar las posibles contribuciones, los invitados ofrec?an un dona tivo claramente inferior a lo que nosotros estim?bamos que
pod?an dar. Con Aar?n S?enz a nuestro lado, en primer
lugar se romp?a de inmediato ese silencio embarazoso, y en segundo, a nombre de sus empresas ofrec?a una suma bas tante alta, que pon?a en aprietos a los invitados que repre sentaban negociaciones cuyo capital era visiblemente supe rior al que pod?a representar S?enz. Con El Colegio no intentamos repetir este sistema, en parte porque los posibles contribuyentes eran los mismos, y en otra porque nuestra observaci?n nos conduc?a a admitir, primero, que el rico mexicano no est? acostumbrado a dar
dinero para nada, y que cuando lo suelta, lo pone en una empresa religiosa o caritativa, digamos una maternidad o una guarder?a de ni?os. El Colegio, en primer lugar, era una instituci?n de educaci?n superior, y en segundo, sin
ning?n v?nculo o prop?sito religioso o, m?s claramente, cat? lico. Aun con ese conocimiento, en un momento de ingentes apuros me resolv? a emprender una gran campa?a bien or
ganizada. Con ese fin, comenc? por acudir a don Evaristo Araiza para que me aconsejara c?mo pod?a yo proceder y a qu? hombres y empresas deb?a llamar. Hab?a conocido a don
Evaristo en el consejo de administraci?n del Banco de
M?xico, y cultiv? cierta amistad con ?l. Me simpatizaba por
que era un hombre de buen juicio, que no hab?a olvidado que era un profesionista, y que aun cuando acab? por ser el gerente de la Fundidora de Monterrey, era administrador de una empresa ajena y no propia, lo cual hac?a de ?l, cier tamente, un hombre de negocios, pero no descarnado. Don
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Evaristo, adem?s, era hombre de lecturas, y, en consecuencia,
capaz de entender lo que era y pretend?a ser El Colegio. Le hice a don Evaristo una larga y pat?tica exposici?n de
nuestras necesidades para concluir pidi?ndole consejo. Don Evaristo, hombre bien educado, me escuch?, a pesar de que pod?a haberme interrumpido para dar la mala noticia que dio al final. "Llega usted en el peor momento posible, de modo
que fracasar?a usted redondamente en su empe?o." Y me dio, por supuesto, la explicaci?n: Carlos Trouyet ven?a sa
c?ndoles hac?a dos meses sumas cuantiosas de dinero, pues se propon?a fundar una universidad cuyo gobierno confiar?a a los jesuitas. Y para ejemplificar, don Evaristo me dio el dato de la contribuci?n que Trouyet le hab?a arrancado a
la Fundidora. Me explic? el ?xito de esa colecta, no s?lo por el cuantioso donativo que como ejemplo hab?an dado las negociaciones del grupo Trouyet y porque ?ste pesaba mucho en el medio de los empresarios, sino porque en al guna forma Trouyet daba a entender que hac?a esa gran colecta con el conocimiento y aun con autorizaci?n del pre sidente L?pez Mateos. Positivamente me indign? esta informaci?n. Desde luego, le habl? a Jaime Torres Bodet, secretario de Educaci?n, para
decirle que la noticia me parec?a lo bastante grave para
d?rsela a conocer al presidente, y que si ?l, Torres Bodet, no
quer?a hacerlo, yo me encargar?a de ello. Jaime me habl? por tel?fono unos d?as despu?s para decirme que L?pez Mateos le hab?a asegurado que nada sab?a del asunto, y que, en consecuencia, no pod?a haber autorizado o consentido en que se hiciera la colecta. La verdad es que nunca estuve seguro de que as? hab?an ocurrido las cosas, pues Jaime era capaz de inventar una historia si con ella evitaba llevarle al presidente un asunto enojoso y ajeno a sus intereses perso nales. Sin embargo, aunque yo ten?a acceso al presidente, me pareci? imprudente verlo, pues, una de dos: o echaba yo de cabeza a su secretario pint?ndolo como mentiroso, o me expon?a a que L?pez Mateos me dijera "ya le dije al secre tario...". Otro elemento que atizaba mi descontento era el
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reciente catolicismo de Trouyet. Seg?n se dijo entonces, un
amigo suyo, que ten?a apalabrada una cita en el famoso
hospital de Rochester, lo invit? a acompa?arlo dada la amis tad que los ligaba y el hecho de que Trouyet no ten?a en ese momento nada particularmente importante que hacer. Acept?, y ya en Rochester, el amigo le dijo que puesto que
estaba de ocioso, pod?a aprovechar su tiempo en que le
hicieran el famoso check up. El diagn?stico fue que Trouyet
padec?a de una anemia general, y que si no se sujetaba a
un reposo prolongado y a un r?gimen alimenticio determi nado, vivir?a escasos tres meses m?s. Esas casualidades, esas cosas imprevistas, fueron interpretadas por Trouyet como
un milagro, es decir, como una intervenci?n divina para prolongar su vida. Entonces se crey? obligado a pagar el milagro creando esa universidad jesu?ta, cuya idea original, en rigor, era antigua. En efecto, a?os antes el ex presidente
Alem?n hab?a patrocinado una reuni?n en M?xico de las academias de la lengua de la Am?rica hisp?nica. Asisti? a esa reuni?n el rector de una universidad jesuita de Colom bia, quien expres? la necesidad de que los pueblos de habla hispana contaran con una universidad representativa de to dos ellos. Sugiri? esa idea de la universidad cat?lica que, al ampararla Trouyet, se llamar?a Iberoamericana.
Tuve que conformarme con escribirle a Trouyet una carta extensa (tres p?ginas a rengl?n cerrado), dura, pero no grosera. Le reprochaba que se hubiera lanzado a colectar cuarenta millones de pesos para la Universidad Iberoameri cana cuando hab?a sido incapaz de darle al Colegio los tres cientos mil que se le hab?a pedido reunir entre sus amigos. Le reprochaba, adem?s, que se los diera a los jesuitas, m?s interesados en hacer pros?litos que en la educaci?n misma. Comet? un error cuando en mi carta le anticip? que los estudiantes y profesores de la Universidad Nacional har?an alg?n esc?ndalo, inclusive invadir la Ibero, cre?ndose as? un gran l?o pol?tico, pues han pasado quince a?os sin que nadie
haya dicho una palabra, dentro o fuera de la UNAM.
Trouyet me escribi? unas l?neas dici?ndome que hab?a le?do
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mi carta con gran atenci?n y que deseaba que nos reuni? ramos para hablar sobre ella, pero como ten?a urgencia de trasladarse a Nueva York, me llamar?a a su regreso. No lo
hizo, pero no olvid? mi carta. Por una parte, cinco a?os despu?s de este "encuentro", y preocupado yo por la escasa circulaci?n de Historia Mexicana, acud? a Trouyet para que pagara cincuenta suscripciones anuales para ser enviadas gra tuitamente a las bibliotecas de provincia. Le expliqu? que estas bibliotecas eran pobr?simas, pues los pocos libros y re
vistas que ten?an eran viejos y nada nuevo compraban, a pesar de lo cual emocionaba entrar a una de ellas por la noche y ver que hab?a veinte o treinta lectores que le?an lo que pod?an prestarles. No s?lo acept? con agrado la pro
puesta, sino que espont?neamente repiti? el pago por un segundo a?o. Luego, cinco a?os despu?s, al concurrir ambos
a una comida en casa de Eduardo Villase?or, le dijo a su vecina de mesa, Celia Ch?vez, que me profesaba gran sim pat?a, a pesar de ser yo enoj?n. Celia, que sol?a usar pala
bras cuyo sentido desconoc?a o conoc?a vagamente, le con test? a Trouyet que comet?a un grave error al tenerme como enoj?n, pues en realidad yo era "simplemente iracundo". No fue ?ste el ?nico "encuentro" que tuve con los ricos al pedirles ayuda para El Colegio. Seg?n dije antes, Alfonso Reyes y yo juzgamos necesario que cada Centro del Colegio tuviera una revista que recogiera los trabajos de sus profeso res y estudiantes; pero una revista erudita o acad?mica cues ta dinero. Por eso, a pesar de que el de Estudios Hist?ricos ten?a ya casi diez a?os de funcionar, no la ten?a. Cuando yo
mismo me interes? en nuestra historia moderna, resolv? hacer
un esfuerzo extraordinario para conseguir el dinero me
diante donativos y anuncios. En el mismo consejo de admi nistraci?n del Banco de M?xico hab?a conocido a don Ra?l
Bailleres, que ten?a fama de ser de una coder?a m?s que regiomontana. Gustavo Baz me cont? alguna vez que cuando
era secretario de Salubridad, don Ra?l se le acercaba, lo
llevaba a un rinc?n de la sala donde se hallaban, y le dec?a compungido que quer?a emplear cierta suma de dinero en
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una obra altruista, pero que no sab?a cu?l ser?a la m?s apropiada. Gustavo, entusiasmado ante la perspectiva de poder hacer otro hospital moderno de los que empezaba a
construir, le pidi? unos d?as para presentarle datos precisos que le permitieran resolver. As? procedi?; pero no tuvo res puesta alguna. Gustavo, bastante molesto, dej? el asunto por
la paz; sin embargo, al encontrarse de nuevo en alguna recepci?n o comida, don Ra?l se le acercaba, volv?a a lle
varlo a un rinc?n de la sala y le repet?a el cuento. E Ignacio Ch?vez me refiri? que cuando se propuso construir un nuevo
edificio del Instituto de Cardiolog?a y modernizar alguno de los ya existentes, acudi? al presidente Alem?n para que invitara a cenar a un grupo de ricos y plantearles sus pro blemas. Para la grat?sima sorpresa de Ignacio, el rico espa?ol Santiago Galas dijo que de los tres proyectos presentados, ?l quer?a tomar a su cargo el m?s caro, de un mill?n de pesos.
Los dem?s invitados indicaron en seguida las cuotas que estaban dispuestos a dar, excepto don Ra?l, que guard? un silencio sepulcral. Constre?ido por el presidente y por el propio Ch?vez, don Ra?l dijo que ?l, personalmente, ve?a con gran simpat?a esa empresa, pero que, por desgracia, ten?a
que consultar con sus socios, etc. Por las dudas, el presidente
Alem?n le encarg? a Ciarlos Novoa, director del Banco de M?xico, que se mantuviera en contacto con don Ra?l. Co menz? a llamarle por tel?fono sin que pudiera dar con ?l, hasta que, fatigado, desisti? del empe?o. L?gicamente, estas historias deb?an haberme desanimado,
pues yo era un don nadie al lado de Baz y Ch?vez, que
ten?an alg?n poder. Al mismo tiempo, quise someter a esta dura prueba mi habilidad de persuasi?n. Me lanc?, pues, a ver a don Ra?l y estuve con ?l tres largas horas. Las dos primeras fueron suyas, pues con una franqueza y un desa
liento visibles, me cont? la triste historia del Instituto Tec nol?gico de M?xico, cuya fundaci?n y sostenimiento hasta entonces hab?an corrido a su cargo. Desde luego, le costaba medio mill?n anual, y ya llevaba unos diez; en segundo, la escuela de econom?a del Instituto, la que llevaba m?s tiempo
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de trabajar, no atra?a estudiantes ni profesores. Me cont? que hab?an querido contratar a un joven economista de la Universidad de Cambridge, y que a pesar de haberle ofrecido
un sueldo que en Inglaterra le llevar?a alcanzar veinte o veinticinco a?os, rechaz? la oferta. Al final de su larga y triste exposici?n, con inusitada modestia, me pidi? consejo.
Sin vacilar le dije que desde hac?a ya ciento sesenta a?os Adam Smith hab?a se?alado la existencia de ese fen?meno que se llama divisi?n del trabajo, que en el presente caso indicaba que los hombres de negocios deb?an dedicarse a hacer dinero, y que a cargo de los intelectuales correr?a la tarea de idear y manejar las instituciones educativas^A pre
gunta suya, le recomend? a Eduardo Garc?a M?ynez, con quien pronto se puso en contacto. Entonces* le plante? mi petici?n para la revista, que se llamar?a Historia Mexicana. Don Ra?l comenz? su defensa sosteniendo que los pedig?e?os acud?amos siempre a ?l y a los dos Carlos, Prieto y Trouyet, cuando la verdadera rique za de M?xico estaba en los puestos de La Merced donde se vend?a la carne, los granos o la fruta. Le conced? toda la raz?n, y por eso le asegur? que acudir?a a esos puesteros, pero que justamente para convencerlos necesitaba yo el argumen to de que hab?an contribuido ya los viejos ricos, conocidos y respetados, en cuyos bancos ten?an sus dep?sitos los "nue vos ricos". No negaba don Ra?l por supuesto, la necesidad de escarbar y divulgar la historia patria, pero dudaba mu cho de que el "pueblo" llegara a leer una revista erudita, y ni siquiera la clase media ilustrada, pues la verdad era que
al mexicano s?lo le preocupaba el problema de ganarse la vida. Raz?n de m?s para ofrecerle la compensaci?n de una lectura que le ense?ara que en otras peores se las hab?an visto sus antepasados, de modo que conservara el ?nimo necesario para seguir luchando. En fin, tras un forcejeo de una hora, don Ra?l se avino a dar cinco mil pesos, y como yo mostrara el deseo de que tan generoso gesto materializara en un chequecito, sac? del caj?n de su escritorio su libreta
y lo extendi?. Pero no par? all? mi encuentro con don
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Ra?l. Historia Mexicana comenz? a publicarse en septiem
bre de 1951, y desde el cuarto n?mero apareci? un anuncio de la Cervecer?a Moctezuma, que me hab?a dado don Emilio Suberbi?, a quien conoc? tambi?n como consejero del Banco de M?xico. Al poco tiempo el "grupo" Bailleres se hizo de la Cervecer?a, al frente de la cual don Ra?l puso a uno de sus hijos. Este joven, ansioso de demostrar que pod?a llevar la empresa al pin?culo de sus ganancias, barri? con todos los gastos "in?tiles", entre ellos aquel anuncio, que le cos taba a la Cervecer?a doscientos pesos anuales. Recib?, pues, tres l?neas anunci?ndome la cancelaci?n inmediata del anun cio, y me indign? tanto la arrogancia de aquel junior, que acud? al padre, quien orden? en seguida mantenerlo "hasta
nueva orden".
En fin, a la vista de la experiencia del Centro de Estu dios Hist?ricos, que careci? de una revista propia durante tan tos a?os, me propuse crear simult?neamente el Centro de Estu
dios Internacionales y su revista, que se llam? Foro Interna
cional, cuyo primer n?mero, en efecto, sali? en julio de
1960. Ya entonces El Colegio ten?a los recursos necesarios para costear la revista, al menos inicialmente; pero eso no
quitaba la necesidad de que el gasto se redujera lo m?s posible. No pedimos dinero para la publicaci?n, pero s?
anuncios. Me dirig? entonces a los directores de los princi pales bancos, pidi?ndoles un anuncio trimestral que al a?o les representar?a la insignificante suma de cuatrocientos pesos. No consegu? uno solo; pero la respuesta de Agust?n Legorreta, director del Banco Nacional de M?xico, me llam? la atenci?n, para decirlo suavemente: corta, seca, parec?a indicar haberle causado una incre?ble sorpresa esta petici?n, igual?ndola quiz?s a la de que se acudiera a su banco para conseguir una cama en alg?n hospital. Le contest? envi?n dole un ejemplar del Foreign Affairs norteamericano, se?a l?ndole con gruesas rayas rojas los anuncios del National City Bank, del Chase-Manhattan, del Chemical, etc. En mi carta le dec?a que esos bancos daban ese anuncio, que evi dentemente no les traer?a ning?n cliente, para mostrar su
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DANIEL COS?O VILLEGAS
orgullo de asociarse a una empresa intelectual que, adem?s, presentaba al mundo la pol?tica exterior del pa?s donde ope raban y prosperaban. Pues ni as? se consigui? el anuncio.
Una instituci?n que paga buenos sueldos a sus profeso
res, que concede becas a sus estudiantes, que sostiene revistas
acad?micas, que compra libros para la biblioteca, una ins tituci?n que hace todo eso, necesita sumas de dinero no
fant?sticas, pero s? buenas. Las contribuciones de sus socios fundadores eran bien limitadas: desde luego, la Universidad
Nacional jam?s solt? un centavo; el Fondo de Cultura pro curaba dar su cuota con regularidad, pero ?l mismo viv?a de la caridad p?blica, de modo que resultaba poco menos que simb?lica. Entonces, el grueso de sus ingresos, cercano a la totalidad, proven?a del gobierno, cosa que nos parec?a insatisfactoria, pues, por una parte, tampoco pod?a dar gran
cosa, y, por otra, persist?a el temor de que en cualquier momento variara de opini?n. Por eso no vacilamos en acu dir a la Fundaci?n Rockefeller y despu?s a la Ford. Nunca Alfonso Reyes, pero yo s?, he sido acusado dos o tres veces
de haberme vendido al "T?o Sam" y vendido tambi?n al
mism?simo Colegio. Casi sobra decir que nunca me han in quietado en lo m?s m?nimo semejantes ataques porque sin variaci?n han procedido de personas a quienes mov?an ape titos innobles. Desde luego, ni yo ni El Colegio hicimos un misterio de que ped?amos y recib?amos esa ayuda, y porque nunca dud? de que era desinteresada y libre de condiciones
y aun de vigilancia administrativa. No s?lo eso, sino que
de mi propia iniciativa puse en m?s de una ocasi?n a prueba la sinceridad de las intenciones de los funcionarios de esas fundaciones. Recuerdo todav?a que en v?speras de resolver
si se le daba o no al Colegio la ayuda para el Centro de
Estudios Internacionales, Kenneth W. Thompson, entonces encargado en la Fundaci?n Rockefeller del sector interna cional, public? un libro, que me apresur? a criticar en una
revista de M?xico, y a enviarle la rese?a a Thompson. La
ayuda sigui? su curso y se dio finalmente. En rigor, cost?
buen trabajo conseguirla por otras razones. Thompson la This content downloaded from 204.52.135.204 on Tue, 03 Oct 2017 01:59:53 UTC All use subject to http://about.jstor.org/terms
UN POCO DE HISTORIA
527
ve?a con simpat?a, pero no as? Dean Rusk, que, a m?s de
ser el presidente de la Fundaci?n, se consideraba a s? mismo un experimentado internacionalista. Camino a Ginebra, para
atender a la sesi?n veraniega del ECOSOC, le ped? a Rusk una entrevista, que se prolong? m?s de la cuenta. No obje
taba el prop?sito en s?, pero consideraba con una buena dosis de raz?n que ni en M?xico ni en ninguno otro pa?s
de Am?rica Latina, con la posible excepci?n de Brasil, qtie ten?a una clara tradici?n diplom?tica, exist?a ya un ambiente propicio que sorportara un Centro y una revista especiali zada en asuntos internacionales. En esto le conced? la raz?n a Rusk, pero le argument? que el verdadero problema era determinar la necesidad de crearlos, pues si la hab?a, era seguro que se lograr?a pronto una reacci?n general favora ble. Le argument? que M?xico no pod?a ni quer?a seguir teniendo como ?nico horizonte internacional a Estados Uni dos, no s?lo porque el mundo lo hab?an achicado los trans portes y las comunicaciones modernos, sino porque juzgaba necesario conocer mejor el resto del mundo para moverse en
?l conscientemente. Tras una hora de discusi?n, en que Rusk no cedi?, le ped? que me trasmitiera su resoluci?n a Ginebra. All? la recib?: cambiaba de frente, pues, a m?s del Colegio, la Universidad Nacional hab?a hecho una petici?n semejante. Por eso la Fundaci?n consideraba ahora la posi bilidad de dar una ayuda a las dos instituciones, con la se guridad de que sabr?an entenderse para usarla. Pas? por alto
alg?n quehacer del ECOSOC para contestarla inmediata
mente: nosotros hab?amos solicitado una ayuda m?nima, de modo que compartirla con otra instituci?n significaba que ninguna de las dos tendr?a los recursos necesarios para llevar a cabo sus prop?sitos. M?s que nada, El Colegio de ninguna manera compartir?a la responsabilidad con otra instituci?n,
cualquiera que fuera. Le ped? a Rusk una ?ltima cita en
su oficina de Nueva York, por donde yo pasar?a camino a M?xico. Nada concluyente sali? de ella, excepto anunciarle
que con la ayuda de la Fundaci?n o sin ella, El Colegio seguir?a adelante con sus planes.
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528
DANIEL COS?O VILLEGAS
A todo esto, antes de partir a Ginebra le dej? a don
Manuel Tello, secretario de Relaciones, un memor?ndum en que argumentaba la necesidad de crear el Centro de Estu dios Internacionales, y delineaba sus objetivos, m?todos de trabajo, etc. Le dije que pensaba que podr?a interesarle la lectura puesto que del Centro saldr?an j?venes especialmen te preparados para el servicio exterior mexicano. Es m?s: le anticip? que ese Centro podr?a convertirse en hogar de j?ve nes latinoamericanos interesados en prepararse para servir a
sus respectivos pa?ses. Cuando lo visit? a mi regreso de Ginebra, recib? la gran sorpresa: don Manuel me dijo que le hab?a gustado tanto la idea, que le ley? mi memor?ndum al presidente L?pez Mateos, quien se entusiasm? al grado de decirle que en seguida se pusiera manos a la obra: "Eso s? ?a?adi? don Manuel?, el presidente dice que el gobierno dar? todo el dinero necesario para evitar que ninguna ins tituci?n o persona extranjera participe en la empresa". Esta noticia me permiti? ponerle un cable a Dean Rusk anun ci?ndole que el l9 de julio de 1960 saldr?a el primer n?mero de la revista ya bautizada como Foro Internacional. Rusk vio en ese telegrama lo que yo quer?a que viera: nuestra firme decisi?n de realizar la empresa. En efecto, al poco tiempo El Colegio recibi? la notificaci?n oficial de que la Fundaci?n hab?a concedido la ayuda solicitada. Ahora bien, cuando Tello me dio a conocer la determinaci?n del pre sidente L?pez Mateos de no pedir ni aceptar ninguna ayuda extranjera, yo no hice entonces, ni despu?s, un comentario;
pero s? una sencilla reflexi?n. Como no cont?bamos con
ning?n profesor mexicano que se hiciera cargo de los cursos
que se hab?an planeado, y como se tom? la resoluci?n de no aplazar la empresa, no quedaba sino un camino ?nico: enviar becarios a que se especializaran durante dos a?os en
las relaciones internacionales de un ?rea determinada, y
contratar a profesores extranjeros que dieran los cursos du rante esos dos a?os. Para hacer frente a tan cuantiosos des embolsos, justamente, hab?amos pedido la ayuda de la Fun daci?n. A esos profesores extranjeros no pod?a pag?rseles
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lW*$$*r*v
>mmmm
ltfa V
Alfonso Reyes
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Daniel Cos?o Villegas This content downloaded from 204.52.135.204 on Tue, 03 Oct 2017 01:59:53 UTC All use subject to http://about.jstor.org/terms
UN POCO DE HISTORIA
529
menos de mil d?lares mensuales, y como en aquella ?poca nuestros impuestos trabajaban menos, el director del Banco de M?xico ganaba entonces esa misma suma. Por eso, El Colegio quedar?a expuesto a la cr?tica demoledora de que le pagaba igual a un pinche profesor extranjero que a todo un director de la instituci?n bancaria m?s importante del pa?s. Pero si El Colegio pagaba con dinero extranjero al extranjero, las cosas quedar?an a salvo. Por supuesto que desde el primer momento me propuse dar a conocer alguna vez mi decidida desobediencia a los deseos del presidente; pero quise hacerlo directa y perso nalmente, y no a trav?s de don Manuel o de alguna otra persona. Vino de maravilla el estreno del nuevo edificio del Colegio en Guanajuato 125, pues nos propusimos darle gran
brillo a la ceremonia de inauguraci?n. El invitado de honor, claro, fue el presidente, y tras de ense?arle el nuevo edificio y explicarle qu? bien correspond?a a las necesidades y gustos
de la instituci?n, bajamos a la biblioteca, donde se serv?a un regio coctel (a cargo de la famosa "Mayita"). En cuanto estuvimos all?, lo tom? del brazo para irle presentando a los concurrentes. Dean Rusk era ya secretario de estado, a pesar de lo cual le escrib? invit?ndolo a la ceremonia, aclar?ndole, desde luego, que lo invit?bamos, no como secretario de esta
do, sino como el ex presidente de la Fundaci?n que nos hab?a ayudado a establecer el Centro de Estudios Interna
cionales. La verdad es que lo hice anticip?ndome al gozo de presentarlo con el presidente. Rusk ofreci? venir, si bien en
el ?ltimo momento se excus?. Pero estaban en el coctel nada menos que dos vicepresidentes de la Fundaci?n. Al
llegar a ellos, le dije a L?pez Mateos que quer?a yo presen tarlo con unos amigos a quienes El Colegio se sent?a obji gado por la ayuda que nos hab?an prestado. El presidente, lejos de hacer un gesto siquiera de extra?eza, los salud? con
gran cordialidad y convers? con ellos animadamente un buen rato. No me hizo, ni entonces ni despu?s, ning?n
comentario, pero entendi? bien las cosas y nunca m?s puso reparo a nuestro trato con la Fundaci?n.
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LA PASI?N
DEL NIDO Luis Gonz?lez El Colegio de M?xico
del origen, La historia fundaci?n y discurso del Centro de Estudios Hist?ricos de El Colegio de M?xico puede ofrecer a los ?vidos el atractivo de una a medias.1 virginidad Quiz? seduzca a los responsables de la formaci?n de historiadores en esa provincia el GEH ha ensayado pues pedag?gica. ser?a ins?lito
Tampoco neros,
se
pues la mano
con
trata
no hechice
una
porque
el
un
g?nero
fin la
de
a
o
seguir
la
intenci?n
la
idea
es
pat?tica,
a
que
S?lo
al
proponer o
o
se
pr?cticos, en
encasillarlo aspira
con
no
Esto
?ticos
cabe
existe.
esta
contar
eludir,
"dadores".
est?ticos, S?lo
vivir
que
de
de
deformidad
conmemorativo. si
ni
los
es
seguro
con
a
a
nuestras
otras vidas, ni a los a los padrinos de la
de
con
con prop?sitos
ni publica
con
sino
o
los limos
de
mayor?a
lo m?s
escrita
memor?ndum
de
gran
todo,
contada,
forma
car?cter
escribe
est? no
a?n
como
Centro
Con
no
historia
la
de
acostumbrado
ni a los curiosos en cabeza ajena,
experimentadores cultura
instituto
como
culturales.
la atenci?n
atrajese
un
extendida,
instituciones
rese?a
que de
a
ser
el un
en el los anidados de recordatorio para insignificancias caso a la Centro. Si el autor fuera juglar le habr?a hecho "Las cosas que no valen la pena recomendaci?n de Voltaire: se un
cantan".
otro
Si
nos
gallo
habr?amos
cantara,
compuesto
corrido.
El comenz?
1 El
doctor de
colecci?n Vid.:
del
Centro de 1930 con motivo
brete en
Jos?
M?xico", Panamericano
Jos? Miranda public? referentes documentos
Miranda: en
Estudios de una
La de
"La
ense?anza Geograf?a
en al
ense?anza de
de
la historia
e Historia,
Hist?ricos de M?xico visita de don Am?rico
1948 Centro la
un de
historia
en M?xico, 1948,
pp.
breve en
y una Hist?ricos.
art?culo
Estudios El
M?xico,
de Colegio Instituto
275-293.
530
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LA PASI?N DEL NIDO 531 Castro, Centro
a decir primores del un sabio eminente que vino de Madrid de Estudios Hist?ricos y, quiz? sin sospe su
solt?
charlo,
en
"comercial"
el momento
en
oportuno,
el
en M?xico la racha de las fun en que se desataba la moda del derrumbe iba para afuera cuando daciones, y obra de la ?lite la construcci?n la de adentro por para los platos que hab?a roto le dio por reponer "1915", a quien instante
La fiebre de las fundaciones la pl?yade revolucionaria. lleg? En menos de una docena de a?os se hasta las humanidades. hizo m?s de una docena de albergues de la cultura human?s cliom?tica: Instituto Panamericano tica y particularmente e Historia del Bolet?n Archivo Gene de Geograf?a (1930), Mexicano de Historia ral de la Naci?n (1930), Congreso Econ?mica de Instituto de Cultura (1934), (1933), Fondo ?bside La Casa Est?ticas (1935), Investigaciones (1937), en M?xico de Historia de Am? de Espa?a (1938), Revista Hist?rica Ins rica (1938), Jus (1939), (1938), Divulgaci?n e Historia Co tituto Nacional de Antropolog?a El (1939), Americanos (1940), Cuadernos legio de M?xico (1941) y en esa misma fecha el Centro de Estudios Hist?ricos, que, como se ve, no lleg? a solas, ni naci? en hu?rfano. Sobrevino desfile Un
de linaje proveniente cuarteto de mecenas
ilustre
y pobre. Banco federal, (gobierno de Cultura Econ?mica)
de se Universidad Fondo M?xico, y el sost?n del de la de institu M?xico, conjur? para Colegio ci?n nutricia del CEH. El Banco adujo una vez cincuenta mil pesos. No hay pruebas de las ayudas de la Universidad mil pesos anuales S? las hay de los doscientos y del Fondo. un con de cedidos por el gobierno fecha de 1942, recado, y a don Alfonso del ministro se donde Reyes, Vejar V?zquez lee: "La secretar?a de Educaci?n P?blica qued? incapacitada conceder
para
Como
quiera,
2 Carta t?rico cuchar?n
ayuda
tal
de
de El de
Octavio Colegio
econ?mica
incapacidad
al
s?lo
de
Colegio
dur?
a Alfonso V?zquez Vejar de M?xico, sin clasificar.
un
Reyes En
M?xico".2
a?o
y
en Archivo casa
de
en
el
His herrero,
palo.
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532
LUIS
GONZ?LEZ
del de Alem?n, despu?s de una visita del presidente la ayuda del gobierno de la rep?blica, al presidente
sexenio Colegio
en
se mantuvo
pie.
Tambi?n
soco
oportunamente
llegaron
rros pecuniarios de la Fundaci?n Rockefeller, y El Colegio, un un de laboratorio instituto de sosten?a ya biolog?a y que un de el 14 abril de 1941 inaugurar qu?mica, pudo de Estudios
Centro
y al a?o
un
siguiente los
anduvo
Hist?ricos,
cuatro
Centro
primeros
Estudios
de
errante
a?os
y
Sociales.
Aqu?l en
siempre
plan
en alg?n rinc?n del Insti a mecerse de arrimado. Empez? en alguna e Historia, sala tuto Panamericano de Geograf?a en las oficinas del cedida por la Secretar?a de Hacienda y hasta que al fin, de Cultura Fondo a 800 casa suficiente, econ?mica [de a un bien comunicada Sevilla 30, [en a otro Paseo de la del y Chapultepec [o sea dos conferencias
salones
cierta
de
en
1945, "consigui? al mes], muy pesos la avenida de paso con aulas Reforma] de
sala
biblioteca, y cuartos
entidad],
sala de
de
admi
eso,
cuan
tertulias] [o antigua am?n de jard?n, de un min?sculo nistraci?n, jard?n inte califor colonial rior.3 Hacia s?lo ofrec?a su fealdad afuera niana,
do
no
pero
un
en
casa
almac?n
de
mal;
cayera
que
de
removido
fue
el CEH
supo,
era
por
se transform?,
all?,
art?culos
quiz?
femeninos
seg?n
se
caballero.
para
a cuestas, con el Centro Hist?ricos El Colegio, de Estudios en una casona por sus a?os de vida diez cumpli? primeros de Reforma casi esquina firiana, en las calles de ?ap?les, con rosa,
Insurgentes, con cafeter?as,
Era y siniestra. nes tarimas y docena
Al
de
un
sitio
donde
cas?n
de
tres una
convertidos
lo gobernaba
a palpitar tentaciones
empezaba otras y
restaurantes
rechinantes,
aposentos
Colegio
en
una
pisos
y
s?tano,
la
con
escalero
sala rococ? y gran en aulas y despachos.
junta
presidida
zona
a diestra
media
por Alfon
3 Ibid.
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LA
so Reyes, Villegas,
PASI?N
533
NIDO
DEL
era Daniel
en la que el secretario y tesorero se les dec?a don Alfonso a quienes "El
respectivamente.4
licenciado"
era
y el
grandote,
Cos?o
licenciado, un
en?rgico,
inteli actividad de teor?a y pr?ctica, y emotividad, con frecuencia echaban e instinto y ojos que alguna gencia era cor ti to, de actitud lumbre. Don Alfonso "imperturba
mundo
blemente
est?mulo
y
comprensiva
corr?an
hacia
conciliadora",
ojos
que
al
menor
de
dentro
risa, inteligen cay?ndose Los dos, el desenfrenada. emoci?n cia archicuriosa y algo entre ellos y con no y el s?, caminaban acuerdo de com?n con prestigio de tra el oficial mayor don Luis Santullano, de estudio. hacer novelas ducir cl?sicos, y organizar planes la secretaria era Enriqueta el comienzo y el Manrique la serie cordial. de ambos Francisco bibliotecario Giner, A ?ste lo repuso en 1946 la ex alumna Susana Uribe que por "La biblioteca muchos a?os pudo decir: soy yo". En lugar de Enriqueta, vino Mar?a de Mar?a.5 En
de 1941 a lo condujo Al Centro de Estudios Hist?ricos se le dijo maestro Zavala. al que siempre 1950 un doctor la direcci?n. Ven?a Era de treinta y dos a?os cuando asumi? de las de ser alumno de de universidades M?rida, ejemplar un autor de de obras de M?xico Madrid; mayores par y de ?ndole simult?neamente y asesor en jur?dica e hist?rica, un cerebro acumulativo y discipli alguna casa editora. Era tiraba nada de lo que sorb?a; ni siquiera nado. No abjur? de entusiasmo del modo de hablar yucateco. Hombre crudo, observante del m?todo de fiel la de ascesis, riguroso ap?stol del Centro de Estudios Hist?ricos la ciencia, ex colaborador Zavala fue el hacedor del CEH. de Madrid, con Reyes y Cos?o, Silvio Zavala dispuso En complicidad de M?xico fuera una de Estudios Hist?ricos que el Centro
p. en
4 El
Colegio
3. 5 El
doctor
all? dulce, Cos?o Villegas
de M?xico Rub?n
Daniel por en
1946 la
?
Publicaciones de
la Borbolla,
y 1947, sustituy? secretar?a general.
?
1939-1944,
M?xico,
1945.
que no era ninguna pera a don Daniel interinamente
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534
LUIS
GONZ?LEZ
serio que el uni con un modo de trabajar m?s de inves docente deb?a formar un modelo en a tres los distinto predominantes tigadores y publicistas el anticuario ?mulo de la el la Am?rica hisp?nica: polilla, de h?roes el discursero fil?sofo de la his y pulidor pedante toria. El CEH nac?a para romper con la ?poca precient?fica con la intelectuali de Cl?o. Dispondr?a para sus prop?sitos instituci?n versitario.6
Como
de aqu? que trasterrada, y con historiadores espa?ola hab?an contra?do en Europa o en USA el virus cient?fico, y dad con
alumnos
un
ejercer
becados
vocados,
as? en el sill?n
profesoral de
plan
pocas
y de
alcances.
con
S?lo
y en las sillas estudiantiles en
materias,
el
cursos
los
que
gente
se pod?a pano
r?micos de historia universal fueran la piel, los m?s o menos de historia de la musculatura, Am?rica, y los monogr?ficos idiomas cl?sicos y modernos instrumentales y (metodolog?a, sentada de
y
traponen
de
investigaci?n la
arriban
ambos
y m?todos de
un
donde
nes
osamenta.7
de una mesa,
alrededor
seminario
final
la
paleogr?ficos),
ejercicios
los
s?ntesis.
el m?todo con
alumnos con
S?lo
as?,
gente
aplicar
expone,
profesor a una
con
S?lo
era posible
tales
pla
se pod?a aprender haciendo breves trabajos al semestrales y una tesis gorda y madura
carrera.
hist?rica ser?a el eje del nuevo sistema, cient?fica, y ha englobante, especializada a los rigores por Langlois, aconsejados de la es Brauer y dem?s metod?logos Bernheim, Seignobos, no en el sentido de abordar totalizadora cuela objetiva; del pasado sino tambi?n s?lo los aspectos pol?tico y militar La
investigaci?n investigaci?n cedera; obediente
una
las
acciones
en historia pasado
As?
econ?micas,
remoto
se vino
sociales
de Hispanoam?rica, pero
presente
a caer en el plan
y
culturales;
y factible en
de
multitud
inquirir,
especializada
al ocuparse de
de un
documentos.
mediante
el ejer
6 Guia de Am?rica, cultivan la historia de personas M?xico, que e Historia, de Geograf?a Panamericano Instituto 1951, pp. 458-459. 7 Planes en Miranda: las tres promociones de los cursos por seguidos op. cit., pp. 290-292.
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LA cicio
las
de
sociales,
e
pol?ticas
cr?ticas,
heur?sticas,
y las conductas
las instituciones
y etiol?gicas,
econ?micas,
535
NIDO
program?ticas,
operaciones
hermen?uticas
DEL
PASI?N
la
de
intelectuales
tricente
de de Hispanoam?rica y especialmente ?poca espa?ola s?lo tal del distante M?xico, pues porci?n pod?a ser pasado vista amplia al trav?s c?modamente del Archivo General y de la Naci?n, las bibliotecas de del Hacienda, Nacional, Museo del mismo y Colegio. naria
La difusi?n de una imagen seria y firme de nuestro pa sado remoto era el fin ?ltimo del plan Zavala. La pedagog?a ratonera deb?an desembocar de invernadero y la b?squeda un
en
comercio
a
asistir
de
e
listas,
y
Arn?iz
los
archivos
tumba de pero
para
colegas.
Se
no
de
vez
especia
como
buscaba,
una
S? se quer?a
entre
compartido
para
extraer manuscritos
trasladarlos,
los
a fuerza
conferencias
libros
se
con
y
hombre
ofrecer
y
No
legos.
las bibliotecas.
del
art?culos
y Freg, para
historiadores
redondas,
y escribir vez
alguna
otros
sistem?ticas
y mesas
congresos
don Arturo de
las ciencias
clases
impartir
con
sostenido
de
ejercitantes
dec?a
la tumba a
impresos,
la
el "saber por el saber", tras
andaba
una
ciencia
excesos
con de familiaridad para cient?ficos que permit?a la gente profana, sobre todo si era de la cuerda pol?tica, y la pol?tica como pues estaba claro que entre la inteligencia santa
entre
y
santo,
deb?a
Como
quiera, para El Colegio de M?xico del desprestigio, seg?n soldados
de
tantes,
Lo
antiaquello. color
rosa
del
de
cierto liberalismo
haber
vastos
de
pared
sectores
cal
gozaba de prestigio, otros, de ser un nido Marx,
es que
de
aquel
progresista
y
canto.8
la opini?n
de
p?blica, y seg?n unos, de rojos mili
combatientes
antiesto
instituto y
no
s?lo
se met?a
y
daba en
el nin
era al?rgico a la g?n frente de lucha social. Don Alfonso su desde la desde mili tanda pol?tica ni?ez, que padre per Cos?o Villegas di? la vida en esas lides. Don Daniel escrib?a como aquel de "La crisis levantaban roncha ensayos que
8 Ibid.,
pp.
275-276.
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536
LUIS
GONZ?LEZ
de M?xico", El maestro Zavala pero no hac?a revoluciones. tan apol?tico que ?nicamente no naci? lo conociese quien en conjuras, m?tines, ni por los forros podr?a imaginarlo a o los transterrados combates. Por lo mira de que huelgas eran
ni
Espa?a,
guinolentas la patria que En
tan
como
rojos
los
ve?an
las
san
miradas
sus compatriotas fascistas ni iban a repetir en los acog?a los pleitos de la que los expuls?.
de
los
suma,
treinta profesores en el decenio del Centro de Estudios Hist?ricos de los cua rentas no eran hombres de acci?n pol?tica, eran intelectuales inofensivos que usaban y encontraban anteojos, trabajaban en su trabajo, ten?an una satisfacci?n for amplia educaci?n en institutos hab?an ense?ado de cultura mal, y superior eran autores aunque
o de art?culos
de vol?menes no
a?n
algunos
los
alcanzasen
de asunto
treinta
a?os
hist?rico, (as? Robert
en cam Barlow, Fran?ois Chevalier Otros, y Arturo Arn?iz). los ochenta Rafael Los bio, hab?an traspuesto (as? Altamira). m?s andaban entre los treinta y el medio siglo; pertenec?an a la generaci?n llamada neocient?fica por el deseo de sus de
componentes Los
eran
m?s
denses;
dos,
infundirle de
espa?oles franceses;
a
seriedad
dos,
la vida
estadouni
cuatro,
nacimiento; uno
alemanes;
de M?xico.
era
ingl?s
y
otro,
en M?xico. cubano. Ni una cuarta parte hab?a nacido Cosa de veinte fueron profesores del eventuales Centro, pero una veces decena lo fue muchas y siete casi s?lo viv?an del Cole Silvio Zavala, Rafael Altamira, Ram?n gio y para el Colegio: Concha Muedra y Iglesia, Agust?n Millares, Jos? Miranda, Jos?
Gaos,
el Centro seminario Tres objetiva; ria
deb?a
famoso
el
aunque
de Estudios de historia
Gaos
doctor
rara
vez
en
incursionaba
Hist?ricos pues del pensamiento
ten?a feudo aparte: el en lengua espa?ola. a la escuela de los maestros full time se apegaban cre?an con Bury, y as? lo ense?aban, que la histo ser
"una
aforismo
ciencia,
de Ranke:
ni
m?s
ni
menos",
la historia
y
repet?an
"solamente
el
quiere
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LA
DEL
PASI?N
537
NIDO
mostrar
de lo que realmente ha sucedido".9 Zavala, devoto un s? devoto de Sierra; Millares, Altamira, mismo, y Justo eran los mos luminaria de las ciencias serviles de la historia, A don Rafael, institucional. de la ortodoxia apenas queteros le interesaba desplegar ante los alumnos audible, ?nicamente su curriculum de toda clase de mo?os vitae, adornado y lis tan poco combativo tones. Don Agust?n, y tan dicharachero, en situaci?n pues ni el lat?n ni la paleo desventajosa, la exposici?n de ideas. graf?a, que eran sus clases, permit?an estaba
En
tres
los
cambio,
maestros
era de distinta
rodoxia
heterodoxos,
Iglesia, el ex militante cursos y seminarios de "El historiador proclamaba: es
un
no
historiador nombre
tendr?
no
nace,
eminentemente
conocimiento
ser
como
se hace."
hete
"La historia "El
inexacto."
crea."
recopila, que
su
aunque
claves. ?ndole, desempe?aban puestos sus de la rep?blica desde espa?ola, teor?a e historia de la historiograf?a,
"El historiador los
un
artistas,
verdadero
digno
tal
de Gaos
creador".10
es "articular el pasado del historiador con vistas al futuro", el punto de vista del presente como se quie "?nicamente pero esa funci?n no se desempe?a en sino "como la de naturaleza re", gran parte que impone es vano o las cosas humanas; por lo que prescribir prescri birse lo que de todas suertes ser? ?nicamente descriptible".11 la funci?n
afirmaba:
desde
Como
investigadores,
"9Fritz Wagner: nal
Aut?noma 10 Cf. Luis
entre
del
inicial,
ambos
acompa?ados sia; Zavala celebr? Caso libro
u?a
de
M?xico,
la historia,
p. 239. en Alvaro Matute: 1974,
pp. en M?xico
O'Gorman
relativismo
y relativistas
coincidie
Universidad
Nacio
1958,
SepSetentas, tuvo lugar
Edmundo
vamente,
ciencia
Gonz?lez
M?xico, M?xico, il "En 1945 ideas
La
de M?xico,
positivistas
y Silvio
La
teor?a
de
en
la historia
199-200. una
interesante
Zavala,
y del neopositivismo. acordaron presentarse
de
confrontaci?n
representantes, de una Despu?s
respecti discusi?n
a un duelo ideol?gico O'Gorman llev? a Jos? Gaos padrinos. y a Ramon Igle invit? a don Rafael Altamira Barn?s... Se y a don Domingo en las cuales O'Gorman, serie de tres mesas redondas Alfonso
y Ram?n de Matute
polemistas
de
Iglesia presentaron se reproducen
sendas las
ponencias." tres ponencias
Ibid., (pp.
p.
19. En
este
32-65).
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538
LUIS
GONZALEZ
ron
en el espacio totalmente a veces en los temas creparon
a investigar; dis tiempo uso en los el de y investigables m?todos de investigaci?n. Con excepci?n de Zavala, de Milla res y Altamira, los l?mites de los dem?s nunca sobrepasaron se centr? en la ?poca el conjunto Fuera de Millares, M?xico. en las centurias colonial conflictivas de esa y especialmente los de la de las luces. Altamira, y ?poca: siglos conquista en el estudio de las institu Zavala y Miranda coincidieron ciones sociales y econ?micas. ex Zavala tambi?n jur?dicas, la ocasionalmente filosof?a de la plor? y Miranda conquista, y el
?sa y la de la ilustraci?n.12 adalides Iglesia y Gaos, se repartieron los siglos del principio hermen?utica, y la colonia: y las ideas aqu?l para aclarar las actitudes colonos los y ?ste para poner en evidencia primeros se debe de los primeros descolonizadores. A Iglesia
de la fin de los
de
ideales la des
lloric?n y envidioso de Bernai D?az y tapadura del car?cter de la ?ndole humana ro de un Cort?s que la historiograf?a o satanizado, m?ntica hab?a divinizado el rom?ntico seg?n o rojo.18 A Gaos y sus fuera conservador (Victoria disc?pulos Lina P?rez Marchand, Luis Junco, Monelisa Olga Quiroz, se Bernab? Navarro Rafael debe la ilu Villoro, y Moreno) minaci?n de las ideas modernas acabaron hacer de que por un la Nueva colonial M?xico Milla Espa?a independiente.14
12 Lo vidumbre la
prueban natural
colonizaci?n
las obras y
entre 1944 y 1947: Ser publicadas sobre (Buenos Aires, 1944), Ensayos la historia Aires, (Buenos para 1944) , Fuentes 8 , La filosof?a 1939-1946, Espa?a (M?xico, vols.) de Am?rica Ordenanzas del traba (M?xico, 1947),
libertad
de
Zavala
cristiana
espa?ola en la Nueva trabajo en la conquista pol?tica ?xvi y xvii jo Siglos (M?xico, 13 Ram?n Iglesia: Cronistas del
(M?xico, 14 El
y El hombre 1942) seminario del doctor
y otras. 1947) de e historiadores
Col?n Gaos
mexicano de la positivismo a poco andar Zea, pero poldo mitad del siglo de la segunda del ecl?ctico an?lisis Gamarra;
del
en el Navarro, inquisici?n; ?lzate y otros enciclopedistas.
P?rez
Olga
de M?xico
ensayos (M?xico, 1944). con una acerca investigaci?n mitad del siglo xrx que hizo Leo
segunda se especializ? xvni. Gaos
grupo
la conquista
y otros se inici?
en y V.
Marchand, de
jesuitas
Quiroz
la b?squeda de las ideas se centraron en el Junco en los la por perseguidos en ilustrados, y Moreno,
explor?
la
introducci?n
de
la
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LA
DEL
PASI?N
539
NIDO
sistem?tico que sus colegas, m?s disperso sin duda, res, menos en el epistolario anduvo metido en las de la Nueva Espa?a, en las formas de los archivos de letra, y bibliograf?as proto colos,
y
en
la
toda
literatura
universal.15
Muedra
se mantuvo
del Valle. La investigaci?n incesante y rigurosa de los seis profeso se tradujo en muchas res estrellas obras plagadas de referen en en un cuatro hizo decenas de libros decenio. Altamira cias, tres: uno general sobre el proceso hist?rico de la historiograf?a humana, y los otros de tema jur?dico e indiano.16 Zavala17 dio al marquesado
adicta
filosof?a
en
moderna
Espa?a,
y Francisco
L?pez
C?mara
la g?nesis
del
libe
ralismo insurgente. 15 Entre 1941
se ocup? de la paleogra sucesivamente y 1950 Millares e hispanoamericana, f?a espa?ola de Cervantes, de fray Bartolom? de las de de las bibliograf?as de bibliograf?as de los derechos Casas, mexicanas, en las Indias, de Eguiara de Cicer?n, de Cayo Salustio Espa?a y Eguren, de los protocolos de la lengua del latina, Crispo, siglo xvi novohispano, la literatura de Feij?o de toda de Angler?a, de Pedro M?rtir y Am?rica, de T?cito, de Nepote, de La Celestina, de Vega, de Lope de universal, en la ficha biobibliogr?fica verse de Horacio, etc., como Virgilio, puede de personas la historia de Am?rica, cit., pp. suya en Guia que cultivan 276-278. 16 Rafael xico, del
Altamira:
Proceso
de M?xico, Colegio derecho M?xico, indiano, El
1948. toria, 17 En los
a?os
cuarenta
Fuentes de
la historia para Cultura Econ?mica, en
hist?rico
de la historiograf?a M? humana, de historia de investigaci?n y Manual e His Instituto Panamericano de Geograf?a
1948,
Silvio
Zavala los siguientes libros: public? en Nueva Fondo trabajo (M?xico, Espa?a 8 vols.), De encomiendas 1939-1946, y propiedad de Pedro la Am?rica (M?xico, regiones Espa?ola de Vasco de Quiroga El de M?xi Colegio (M?xico, del
algunas 1940), Ideario on the Spanish colonization co, 1941) ,New of America viewpoints (Phila of Servidumbre natural Press, University y delphia, Pennsylvania 1943), .. (Buenos sobre la colonizaci?n libertad cristiana. Aires, 1944), Ensayos en Am?rica Contribuci?n a la his Emec?, (Buenos Aires, 1944), espa?ola en Guatemala toria de las instituciones coloniales El Colegio de (M?xico,
particular Robredo,
M?xico, Fondo y xvii cional, el
en la conquista de Am?rica pol?tica 1945), La filosof?a (M?xico, ? de Cultura del Ordenanzas xvi Econ?mica, 1947), trabajo Siglos indianos El Colegio Na Eled?, (M?xico, 1947), Estudios (M?xico, universal en 1949 y Am?rica Porr?a, 1948), Historia (M?xico,
esp?ritu
franc?s
del
siglo
xvii
(M?xico,
El
Colegio
Nacional,
1949).
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540
LUIS
a luz una
GONZ?LEZ
(Fuentes para la alguno multivoluminoso en Nueva Un la par de las obras trabajo Espa?a). los silvianas (La filosof?a de la conquista sobre la y Ensayos como en tan tuvo cr?tica buena colonizaci?n espa?ola Am?rica)
historia
docena;
del
sus libros
sobre la encomienda y otras instituciones tres los cuales a?n se de dos similares. libros, Iglesia dej? e otros comentan: Col?n, hombre El ensayos y Cronistas y una Millares de la conquista.1* historiadores docena, public? en la categor?a de instrumento de la que un tr?o qued? de mexicana: de toda erudici?n Bibliograf?a indispensable de los archivos mexica mexicanas, Repertorio bibliograf?as anteriores
nos
Miranda de paleograf?a y ?lbum hispanoamericana.1* no menos un en a?os Gaos s?lo los cuarenta.20 par public? de seis, en su mayor?a de ?ndole filos?fica.21 Todos, adem?s, numerosos escribieron conferencias art?culos, dieron (incon a las del doctor Gaos), fueron concurridas y muy el acad?micas reuniones diversas y congresos (especialmente en espa?ol obras cl?sicas y moder doctor Zavala), pusieron nas de la historiograf?a universal ayu (sobre todo Iglesia), otros archivos fondos de investigaci?n daron a componer y clases en la Uni y dieron (y m?s que ninguno Millares) en versidad Aut?noma de M?xico universidades y algunas tables
provincianas.
les produc?an empe?os al gusto gusto, y quiz?
Tantos para
darle
18 Vid., 19 Para cultivan 20
nota
para
mantenencia,
conseguir
alg?n
jun
13.
la enorme
la historia, Jos? Miranda:
de M?xico,
haber
para
1945,
y
de Millares bibliograf?a cit., pp. 276-278. en la ciencia El m?todo Vitoria
los
y
intereses
Vid.
Gu?a
de personas
M?xico, pol?tica, de la conquista
El de
que
Colegio Am?rica,
El Colegio de M?xico, 1947. de Maim?nides, La Casa de Espa?a La filosof?a M?xico, Jos? Gaos: ? La en M?xico, La 1940; Antolog?a M?xico, filosof?a filos?fica griega, en M?xico, Casa de Espa?a M?xi 1941; El pensamiento hispanoamericano, ? La mano de M?xico, exclusivas del hombre co, El Colegio 1944; Dos y
M?xico, 21
el
Universidad Monterrey, M?xico, espa?ola, Stylo,
de Nuevo
tiempo,
lengua de la filosof?a,
M?xico,
Stylo,
1945;
Filosof?a
Le?n, de
de 1945; Pensamiento e historia
la filosof?a
1942.
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LA
con
tamiento rico
de
tanto o
cido
la hembra
abolengo, un como un
pero
NIDO
placentera
de
tampoco
hombre
de La
industrial.
DEL
PASI?N
finanzas,
la
era
la fama. Nadie a
aspiraba comerciante
ninguno un a
renuncia
541
tentaci?n
ganar estable
de
ser
ricos
en el nivel fue un?nime, pero no a la de vivir con desahogo a sus El Colegio de la clase media. pagaba profesores mejor que otros institutos de alta cultura, de ah? que haya encen la envidia de los mal pagados. Adem?s dido de un medio con mes, obten?an millar de pesos recibidos mes beneficios se con retribuci?n marginales, juntaban espor?dicamente por traducciones,
regal?as
conferencias.
y
Como
libros
por
y honorarios
muy
quiera,
se mov?an
pocos
por
art?culos en
habitaban
casa
en
autom?vil. En general y poqu?simos propia eran m?s honrados ricos mucho m?s honrados que y que Fuera del director, acad?micos que ten?a poderes poderosos. en el CEH, en el IPGH y en el Museo de Historia, los otros en su hogar y a los s?lo mandaban treinta
que
alumnos sus
por
pasaron
clases
en
el
Centro,
en
repartidos
tres
tandas. La que lleg? en 1941 fue de ocho, la que lleg? en se a 1943 fue de siete aunque reducido cuatro, luego hayan y la que lleg? en 1946 fue de diez y seis: once en un grupo ordinario
y
en
cinco
uno
especial.22
Quiz?,
fuera
de
un
par,
se present? con m?s de veinticinco a?os encima, y ninguno nadie con menos de dieciocho. La tercera parte vino de otros o casi: Carlos Bosch era oriundo pa?ses de lengua espa?ola de Catalu?a; Sol Arguedas de Costa Rica; y Ligia Cavallini, Monelisa Lina e Isabel Guti?rrez, de Puerto Rico; Julio Le Moreno Manuel de Cuba; Riverend, y Carlos Funtanellas, Eduardo Arcila, de Venezuela; Luis Muro, de Per?, y Ger m?n los de De Colombia. diecinueve Posada, mexicanos, s?lo cuatro proced?an directamente de la provincia. Cosa rara entonces: del total de los treinta estudiantes, diez eran
22 vid.
ap?ndice
n.
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542
LUIS
GONZ?LEZ
Cosa com?n atr?s: la mayor?a de tiempo de los mujeres. a historiadores eran del derecho. Todos aspirantes pr?fugos su hab?an concluido de veinte ya y no menos preparatoria hab?an
o
hecho
estaban
la de
los m?s,
exigencias
imprescindible la historia y del de
lunes
con
alegar
ellos,
entre
ideas
En
vez
las ma?anas,
la lectura
cuatro
de
pasaba
la
y
a viernes, pues
recolecci?n
hab?a
se daba
maestros
a
lunes
s?bado,
notas.
de
En
las
o
o?r a los profesores
que
"un
intercambio
alumnos".
y
de
obras cl?sicas de de manuales, hist?rico, monograf?as y fuen
pensamiento
o manuscritas,
impresas
tardes,
rara
cursos
de
mucho.
leer
y
era tes
universitaria;
y el de horas de clase de veinte a la semana, las de cada d?a no eran pocas ni f?ciles. Hab?a que
al semestre, estudiar
carrera
leyes. n?mero
el
Aunque
una
haciendo
Desde
las
constante
de horas
primeras
la noche o se le?an autores como Marx y Freud, exigidos o se hac?an la social acad?mica del decenio, por y presi?n
de
lecturas
o
triviales,
los art?culos
por
en
o
el
d?as
CEH de
iba
final
al
con
su m?sica
eran
vacaciones
de
de
se
semestres
los
se decid?a
los que
a
otra
parte.
redactaban
se
si el estudiante Los
quedaba primeros
miedo.
si uno podr?a ser sacer el modo de comprobar Siempre las investigaciones. Las hubo de dos dote de Cl?o fueron tema e individuales colectivas de com?n de y tipos: trabajo tema distinto y de hechura para cada alumno independien te.23 Del primer Concha Mue tipo fueron las que dirigieron del Valle y Jos? Miranda dra sobre el marquesado sobre los tributos de los indios del siglo xvi. Las del segundo tipo En el seminario de Ram?n fueron muy numerosas. Iglesia Zavala se investigaron las prin y en uno de los del maestro corrientes del mundo En colonial. historiogr?ficas cipales seminarios los diversos colonialistas de Zavala y de Miranda o las ?rdenes cada quien investig?, seg?n sus preferencias de
los
actitud
maestros, o
este
23 Miranda:
aquella hecho. La
"La
ense?anza..."
o
instituci?n era
consigna
cit.,
p.
aquel adiestrarse,
personaje, sin
esta salirse
277.
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LA
las fronteras
de
generalmente Nueva
en
Espa?a,
PASI?N
la
DEL
de
comprensi?n
Hubo
que
aprender
en
protagonistas,
a hacer
en
la
de
y espaciales
temporales
laci?n de hechos de cualquier ?ndole, en el de instituciones y englobamiento lo general. el las en
543
NIDO
re
la
la reconstrucci?n en lo particular
de
cuentas
y
a
ensartar
rosario.
formas arqui ensayar incesantemente oral se Los ejercicios de expresi?n se Mexicana llamaba Sociedad que la investigaci?n cada uno expon?a que
tambi?n que Hubo tect?nicas y estil?sticas. hac?an en un gimnasio donde
de Historia entre
tra?a
permitido Los
veces
la
tambi?n
se
en
hac?an
alguna
la carrera
o preparatoria donde al final de curso de historia alg?n impartir
secundaria M?xico.
o
manos,
de
ejercicios de
recompensa
ser
universal tuvieron
escrita
expresi?n
un
en
presentados
congreso
escuela
estaba o de muchas como
en 1945 y 1948 y en Monterrey en Guanajuato los habidos en la Revista en 1949, y de ser publicados de Historia de como la de Estudios o en obras colectivas de his Am?rica,24 americana,
toriograf?a
impresa
en
1948,
o
en
volumen
indi
entre esclavitud los prehisp?nica Casanova, Misone?smo aztecas; Pablo y modernidad en el siglo xviii; Gonzalo Las Vizca?nas; cristiana Obreg?n, en Nueva de Estado Mar?a del Carmen guerra Vel?zquez, en ?ltimo muchos otros.25 Hubo el colonial, y siglo Espa?a vidual:
Carlos
24 En
Bosch, Gonz?lez
La
esta
de multitud de rese?as revista, que aparte bibliogr?ficas a destajo, extensos art?culos Gonz?lez Pablo publicaron de Palafox sobre aspectos Casanova 17, 1944, y Mendoza pol?ticos (n?m. e hist?rico sobre el pensamiento Luis Gonz?lez de fray pp. 27-67), pol?tico Ernesto de Mendieta Chinchilla 28, 1949, pp. 331-376), (n?m. Jer?nimo de la obra de Oviedo sobre algunos 28, pp. aspectos y (n?m. 303-330) como sobre historiador Germ?n Posada 28, y G?ngora Sig?enza (n?m. Luis
Muro
hac?a
pp.
377-406). 25 De la promoci?n del el pie de imprenta
se publicaron 1941-1944 los siguientes con libros Bosch: Carlos La esclavitud Colegio: prehisp?nica entre los aztecas, de historiograf?a 1944; H. D?az Thom? y otros: Estudios de P?rez Marchand: la Nueva Lina Dos 1945; Monelisa Espa?a, etapas a trav?s de los papeles en M?xico del siglo xviii de la inquisi ideol?gicas ci?n,
1945,
y Carlos
Bosch:
Problemas
diplom?ticos
del M?xico
indepen
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544
LUIS
adem?s
un
n?mero
de
No
con
?nico
Hispanoam?rica.
casa
de
el
asistencia,
el
vestido,
cajetillas de cigarros. Si uno recib?a doscientos y era asistido en la casa de do?a Julieta L?pez se le daba dormitorio, comida y aseo de ropa 140 pesos, le quedaban 60 para incurrir al caf? a los cabaretes R?o Rosa o Waikik?, Moran, de y Tivoli y aun a las temporadas Apolo sol?an Bellas Artes. Los s?bados y los* domingos nochadas
un
sin periodicidad,
los estudiantes. vida monacal Hab?a para libres y un poco de dinero para el ocio. Enton vivir muy bien por casi nada. La beca serv?a la
pagar
revista
era
todo
d?as y horas ces se pod?a para
estudiantil
peri?dico la
GONZ?LEZ
La
madrugadas.
ascesis
pesos al mes Barro, donde a cambio de al bar Viena, a los teatros conciertos juntarse se
intelectual
las
transporte,
de tras
entremez
se lleg? a sostener la tesis de que claba con el juego. Hasta la generaci?n de los nacidos de 1918 a 1933 tend?a a uncir la con lo sublime. As? se lo grosero trivia con la profunda, en se los cabaretes tan dilucidasen cuestiones que explica como la de la verdad en historia, abstractas de y alrededor las mesas
de
asuntos
trabajo
tan
vulgares
como
las
redonde
ces de Nana, los tongoneos los sinsentidos de Tongolele, de las arengas de Palillo, las canciones de Agust?n Cantinflas, Lara y los discursos de nuestros tambi?n, pol?ticos. Hab?a a pesar de los fervorines de los catedr?ticos, preocupaci?n sentirse de las huestes de Marx y pol?tica. Era costumbre a Rusia e improperios a los Estados Unidos, lanzarle piropos a la Espa?a de Franco. Con todo, y naturalmente, ninguno a renunciar estaba dispuesto al ejercicio real e independien
1947. De
la promoci?n El Colegio 1943-1946, Gonz?lez Casanova: El misone?smo
los siguientes public? cris y la modernidad tiana en el siglo xviii, Obreg?n: El Real de San 1948; Gonzalo Colegio de M?xico la promoci?n 1949. De El 1946-1949, Ignacio (Las Vizca?nas), Arcila Eduardo Far?as: entre Venezuela Comercio Colegio public?: y M? xico en los siglos xvii y xviii, de historiograf?a 1950; Estudios americana, diente, libros:
1948; Rico, Espa?a
Pablo
Isabel
Guti?rrez
1953, y Mar?a 1760-1808,
del
Arroyo:
del Carmen
El
Velazquez:
reformismo El estado
ilustrado de guerra
en
Puerto
en Nueva
1950.
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-*
V-
"
"'*
S?/v/o
Zavala
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3v
3fc ?#&&
m Victor
L.
Urquidi
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LA
545
NIDO
DEL
PASI?N
"El te de la inteligencia el dicho de Lenin: y s? a repudiar del intelectual debe ser parte organiza integrante quehacer nadie comunista". do, met?dico y uno del partido Quiz? a a otro de ios entonces varios ni club ?ste ning?n perteneci? del mundo. la compostura que se disputaban lecturas nu del cuatrienio de estudios formales, Despu?s e
merosas
intensivas,
de
cusiones
sabidur?a
desveladas y
de
y
biol?gicas
tras
generalmente
poder,
dis
culturales, la
pre
de la tesis y (casi siempre de asunto mexicano ven?a el que deb?a dar una colonial)20 toque de prestigio o Europa. Por ejemplo, de los Estados Unidos universidad con D?az beca de la Lira Thom?, y Hugo L?pez Enriqueta Ar le Riverend Carlos Bosch, Julio Eduardo Rockefeller; y con Luis beca texana, Muro, d?a, con beca Guggenheim, y a los Estados Unidos. salieron a pulirse Con becas del go El de M?xico, bierno franc?s, complementadas por Colegio en Par?s Ernesto de la Torre Fernando estudiaron Sando y val de la primera Gonzalo y Pablo promoci?n, Obreg?n Gonz?lez Casanova de la segunda, y Olga Quiroz y Luis de la tercera y del seminario Gonz?lez del doctor Gaos. De ?ste tambi?n estuvo por su cuenta el ya ilustre Luis Villoro. sentaci?n
Aunque una fiesta.
en
dios
reci?n
toda
forma
vayas
pa?ar?,
es una
"?ramos
muy
a donde
fiesta pobres
26 vid. n. ap?ndice 27 Ernest Hemingway: 1971,
pp.
la
trifulca
reci?n
que
aqu? y all?. Todos la suerte de haber Par?s
de
escapada fueron
Los
casados
era
Par?s
mundial,
all?
hicieron
estu
e investigaciones eruditas. Otros picaron con Hemingway: coincidieron "si tienes en Par?s de joven, Par?s te acom vivido vayas,
que
nos
y muy
Paris
todo
el
sigue".
resto
All?,
de
tu vida,
ya
que
como Hemingway
felices".27
era
una
fiesta,
Barcelona,
Seix
Barrai,
9 y 208.
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546
LUIS
de
taller
El
GONZ?LEZ
don
Daniel
A mitad de siglo el CEH dej? de ser lo que era. Don Alfon so se dedic? a mimar al reci?n fundado Centro de Estudios Lida y aprend?an Mar Literarios donde ense?aba Raimundo se recluy? maestro El Zavala Alatorre. Frenk Antonio y git en sus otros castillos de la Comi sede del arzobispado, (el en Chapultepec si?n de Historia, y el de los presidentes un Museo Nacional de Historia), y acab? organizaba se e a a Los Barlow vivir Par?s. Iglesia y?ndose profesores la vida y a otros cuatro les hab?a sido qui hab?an quitado ense?aban tada. Los m?s del antiguo ya a ma profesorado en el Mexico ?ana y tarde en la Universidad y City College. De los ex alumnos, los que no andaban fuera, pontificaban donde
en
la
obtuvo
acomodaron
en
mano
puesto en
bien
sus maestros.
que
meter
de
ventolera
que ninguno se
institutos
los mismos
sufr?a
sus
pol?tico. de
pa?ses
la
Casi
M?s cosa
de
todos
origen.28
alguno aun
p?blica,
los de el
En
fuera recinto
28 Bosch, del Mexico fue profesor de dejar El Colegio, City despu?s de Pol?ticas de Filosof?a las facultades de y Letras y Ciencias College, e m?s de Nacional de Escuela la la UNAM Historia, y Antropolog?a y IPGH. D?az Thom?, de Historia del de la Comisi?n secretario tarde, en en historia, su maestr?a la colabor? obtenido de haber despu?s fue a Ruiz de General la Naci?n. Garc?a del Archivo reorganizaci?n a las facultades de Filosof?a a la Escuela Normal ense?ar y Superior, a la organizaci?n a ayudar del Letras Pol?ticas, y adem?s, y Ciencias Museo convirti?
en
del
Historia
az?car
de
fue
Enriqueta de jur?dico S. A. Az?car, de la Torre fue
Chapultepec.
del
bur?crata
Sandoval
Hacienda. historia
de
Nacional
departamento contratado por
en M?xico.
Ernesto
la
Lira L?pez secretar?a
se de
escribir la para a Filo a ense?ar
Le Riverend, de vuelta Normal y a la Escuela Superior. y Letras se dedic? en la Universidad de La Habana. ense?? Cuba, Obreg?n a la museograf?a: las Vizca?nas el Museo de y el departamento dirigi? a Puerto volvi? la rep?blica. P?rez Marchand de de museos regionales en se convirti? en aquella Arcila a profesar universidad. Rico profesor de la Revista de de Venezuela de la Universidad Central y el director sof?a
en
Historia. luego
Cavazos lo hicieron
volvi? director
de de
a la Universidad de profesor Alfonso la biblioteca Reyes.
y
Monterrey Ligia
Cava
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LA
547
NIDO
DEL
PASI?N
del Colegio, que dej? de ser la casona de ?ap?les, que fue desde 1953 un caser?n presuntuoso de las calles de Durango, al parquecito de R?o de Janeiro, ya en la colonia contiguo ser enfrente de un especie de castillo Roma, que quer?a de renacen medieval y de un palacio Cuzi con pretensiones tista, Susana Uribe y hac?a adquir?a libros para la biblioteca su ayudante mientras todo lo posible para no prestarlos a hurtadillas; don Luis Mart?nez, los prestaba Surya P?niche a las criadas daba el conserje, el y Colegio limpiaba consejos del barrio; en el piso de arriba, en el sal?n que da al par en escrib?a o conversaba mientras que, don Alfonso Reyes el cuartito el Manuel secretario Calvillo, poeta adjunto y siempre buen general amigo, discut?a de cultos y cultas con quien se le paraba el y Juan Arellano, por enfrente, los secretario contador, y y copiaba particular recopiaba textos de Reyes. En el sal?n de conferencias de comparec?a vez
vez
en
un
como
omnisciente
Arnold
un
o
Toynbee
espe
como aquel se ha olvidado, ilustre cuyo nombre en el aumentativo en el idioma femenino experto espa?ol. de los del Centro Al fondo estaba el cuartel de Estudios en donde Antonio Literarios Alatorre arreaba dos revistas: la Nueva e Historia de Filolog?a Hisp?nica Revista Mexi cialista,
cana.,29
A mitad del a?o tralmente la revista
llini regres? de Nacional del tigador Universidad Historia. de
los
indios
sanova Luiz
hizo
a
tierra
Rica.
del
la Universidad
y
dirigida
Arroyo de
tuvo Puerto
a
su
a publicarse por don
cargo un Morales
Rico.
en
del Mezquital cuando muri? carrera brillante universitaria.
Gonz?lez
extranjero. 29 En
1947
la Nueva
Revista
Filolog?a
comenz?
trimes Daniel
en la reorganizaci?n del Archivo para trabajar a Guatemala, al volver inves fue Chinchilla, e Historia Instituto de Antropolog?a de all?, profesor de la e de la Sociedad de Guatemala de Geograf?a y presidente su
Costa
Guti?rrez en
c?tedras
de 1951 fundada
volvieron se fund?
Hisp?nica,
de
al
Colegio
el Centro
Filolog?a suprimida
de
1952.
Susana
despu?s
de
seminario andaba Pablo Uribe, haber
Estudios
Hisp?nica, por Per?n
Ling??sticos continuaci?n de en
Buenos
de
y varias salvador
Gonz?lez Luis estado
Ca
Muro en
y Literarios la Revista
y el
y de
Aires.
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548
LUIS
GONZ?LEZ
con el prop?sito Cos?o Villegas de dar albergue ?o formato y sus 160 p?ginas, "sin prejuicios a "los trabajos sobre historia mexicana de con
extranjeros",
la
ayuda
econ?mica
un
"de
en su peque o bander?as", mexicanos y grupo
de
per
de "los emi intelectual y con el auxilio y empresas" nentes profesores Arturo Arn?iz Caso, Wig y Freg, Alfonso Zavala" Silvio berto Y??ez, Moreno, y Agust?n Jim?nez el incomparable sobre todo Antonio Alatorre, componedor sonas
de
mal
escrituras
hechas,
sobrantes
part?culas
y
de
el que vocablos
los
rasuraba cultos
y
art?culos
de
cursis.
en Historia se vio muy claramente el principio se el comienzo la mano de don Daniel. Desde a en los relativos revista abrirles art?culos la calle especializ? a los co a la historia nacional de M?xico y en especial
Desde Mexicana
nexos
con
la gran
aventura
en 1949, con los auspicios eco por su fundador emprendida el Banco de M?xico de la Fundaci?n n?micos Rockefeller, de hacer una historia moderna y con y el mismo Colegio, a la fundada fuese bien del respuesta tempor?nea pa?s que en boga en aquellos a?os: ?qu? es M?xico la pregunta y qu? enton Se hab?a llegado lo distintivo de la vida mexicana? ces,
seg?n
expresi?n
en
cultural
que
de Uranga,
reclamamos
vivir
"a esa de
edad
acuerdo
hist?rica con
y
nuestro
ser y de ah? el imperativo de sacar en limpio la mor de ese ser".30 Seg?n Cos?o Villegas la y din?mica de lo de sacar en limpio esa morfolog?a y din?mica con el aforismo de deb?a hacerse de acuerdo mexicano conoce en la historia, se s?lo "El hombre vi?ndose Dilthey: nunca por medio de la introspecci?n".
propio folog?a manera
30 Emilio Obreg?n, mexicana, filosof?a
ser del mexicano, del An?lisis Porr?a M?xico, y a la filosof?a torno En tambi?n p. 10. Vid. Jos? Gaos: Porr?a Villegas: La 1953, y Abelardo M?xico, y Obreg?n, Fondo de Cultura 1960. de lo mexicano, Econ?mica, M?xico, Uranga:
1952,
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LA
549
NIDO
DEL
PASI?N
Don Daniel, que se hab?a labrado las famas de soci?logo, cr?tico independiente economista, cultural; que y empresario acababa de cumplir el medio de vida; que era un inte siglo lectual altamente y muy preocupado por el rum responsable bo
tomaban
que
cosas
las
en
venes.
Los
se
que
a
iban
no
M?xico,
solo en la b?squeda del pasado su como llam? ayudantes patria;
aventurarse
quiso
inmediato y el presente a una media docena de de
ocupar
la parte
de j?
contempor?nea
eran Pablo de Estudios Hist?ricos) (ex alumnos del Centro Gonz?lez Casanova Lira, y Enriqueta que pronto L?pez El capit?n entonces desertaron. pens? dejar lo contempor? neo para mejor ocasi?n y ce?irse a la "historia de la vida de 1867 a 1910" y hacerse acompa?ar nacional de gente no s?lo del CEH, tambi?n del Centro de Estudios Sociales, como Mois?s Gonz?lez de Navarro, y y pasantes egresados como los economistas de la Universidad, Francisco Calder?n, Edmundo
Flores,
En
form?
suma,
Consuelo su
y Fernando
Meyer con
taller
oficiales
Rosenzweig.
con
y
con
aprendices,
dos
"Uno de mayor edad y experiencia tipos de operarios: no sus de hab?a pues ninguno [que viejo, componentes una los 30 de maestr?a acad?mica cumplido a?os] poseedor ni predominantemente a [que no necesaria hist?rica], quien se le puso el nombre de investigador; el otro m?s joven y nuevo a se llam? ayudante en la investigaci?n, o lec quien tor
de
aqu?l".31
Cos?o Villegas tuvo una doble meta e investigar nario: pulir investigadores 31 Aparte ria moderna
los mencionados, M?xico
Coello
D'Olwer, vol?menes
Salazar,
Gloria El
Luis
miembros
del
? porfiriato colaboradoras
castellanizador
de
seminario
y Rafael ? La vida
de histo Izquierdo, econ?mica;
Luis Nava, Guadalupe colaboradores Rosenzweig, La vida Lourdes Caire econ?mica; ? del volumen El porfiriato La Mar?n Marta Elsa S?enz, Tamayo, Cossio,
Fernando
Peralta,
lina Gonz?lez, Fausto Tavera, cial, Xavier Luc?a de Robina, etc. Dos Marta secretaria Hern?ndez, torre,
fueron
S?nchez Caballero Floralys La rep?blica restaurada volumen
del
colaboradores Ermilo
de de
su semi lo
al dise?ar
exhaustivamente
figuras
varios
mayores de perpetua tomos
de
de don
la gran
aventura
Nicolau de
los
y Caro so vida Lizalde, fueron
Ala y Antonio moderna de M?xico.
Daniel,
la Historia
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550
LUIS
GONZ?LEZ
que no pod?a hacer solo y en corto plazo. ?l le ve?a a su de ser un almacigo de nuevos taller "el m?rito incuestionable estaba seguro de que iba "a adiestrar m?s y investigadores", a todos los participantes", sus obras iba a "mejorar que futuras
personales
a
y
a
ense?ar
a
otros
hacerlas";32
pen
saba que "la investigaci?n colectiva, sujeta a la cr?tica de en redacci?n la individual, grupo y que concluye personal, de un trabajo, es una excelente ocasi?n para formar j?venes levantar?n historiadores el vuelo por su propia que despu?s cuenta",33 sido
en
y
no
general antes
adiestrados
se Los equivoc?. cursos seminarios y
con
no
que
hab?an ser
para
se
his
con
los r?pidamente emparejaron el la hicieron formalmente estudio de ciencia hist?rica que en el CEH o en la Facultad de Filosof?a de la y Letras UNAM. como hasta lo 1956 el taller funcionaba Por lo menos en su primera llamada general: cuenta don Daniel toriadores
cient?ficos
El rio
de
jefe
un
proyecto Todo
fuentes. el
esto, estudio
como
m?quina mulan
posibles Hecho
material
reserva
su uno o varios temas para entre se distribuyen los ayudantes una horas lectura de mediante cinco se
de publicaciones se procedencia, tama?o uniforme
importantes su de fuente
la
tarjetas archiveros...
director
otros
trozos
en en
semina
grupo y los
personal,
as?
del
presenta
de
se
ello del
jefe
para acopiar Los diarias... tos,
inicial
al
lista de y una investigaci?n en reuni?n examina plenaria...
volumen
cada
o
fichas Se
de
en
escribe
el
o
documen a
transcriben se
que
de
rengl?n superior tem?ticamente...
acu las
re La para agruparlas se han se en cuanto tema de un dacci?n emprende juntado e los miembros m?s Aun las fichas todas j?venes respectivas. un tema la invitaci?n han recibido seminario del y inexpertos a redactarlo... se tiene lo Cuando el primer el director borrador, un
fichas
ve,
lo
resumen
examina
32 Historia moderna ? restaurada La vida 33 Historia moderna to ? La vida pol?tica
con
el
autor
de M?xico, social, M?xico de M?xico, interior,
y
con
el
Cos?o
Daniel Hermes, Daniel
2? parte,
jefe
de
Villegas:
1955, p. 27. Cos?o Villegas:
M?xico,
lo
grupo,
Hermes,
Lq El 1971,
corrige
rep?blica porfiria p. xviil.
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LA lo manda
y
ha
presentado horas,
Los
seminaristas
?anas
a
guo mesas
y a
nueve
de
sus
seleccionar
leer,
antes las
A y
primeras
tonces
cuando
edificio
Abed, a
americana,
fico un
les
sus
ruidos
y
el
datos
pertinentes.
pero
se
escritorios,
muerte
el d?a no sin
hasta
que
prop?sito
sillas,
tuvo
nada
de
tra?a.
papeles en Fue
sapo.
taller
metros
cien
sac?
donde
de
a
sus mesas
de
m?s
del
altura
el viento
ya los
tr?
estruendoso
soplaba
tan
economistas
fuerte
que
los manuscri
en el porfiriato econ?mica de y despu?s sobre el r?o de gente y de autom?viles de la a las pisadas los ofreci? San Juan, de y rodadas Lo m?s la de M? de Historia choferes. moderna y
tos de
la vida flotar
avenida peatones se
conti
a la d?cima se mud? del planta Latino al la de Torre 31 y enseguida piso
hacerlos
xico
las ma
todas
y maltrecho
miles de tarjetas a media ma?ana,
se movieron ni
el
capitalino, d?a
doce...34
largo
exprimir
goteras
nadie
y
trabajo cuatro
o
tres
de
api?aban
sal?n
noticias,
se?ales
personas,
se
un
y clasificaron se desplom?, con
anunciar
o
nueve
director
en
Todo
seminario. discusi?n
a las All? de Tejada. Lerdo llegaban era menester los libros y peri?dicos que
la Biblioteca de cada uno
All? se revisaron en que el techo
el
dos
del una
de objeto se han llevado
varios
y
cr?tica
para
copiar sido
551
NIDO
DEL
PASI?N
compuso
y
redact?
en
esas
altas
en
cumbres,
medio
y en las horas m?s claras del d?a. se dispersaban. En las tardes los seminaristas Los Gon z?lez iban a dar clases a la Escuela de Ciencias Pol?ticas, y Mois?s, adem?s, clasificaba fotograf?as en el Museo Nacional de Chapultepec. de Historia Calder?n, aparte de hacer pol? de
tica
la multitud
de
marca
tambi?n
sinarquista,
ense?aba
y
aun
ten?a
las carreras de caballos en el Hip? tiempo para no perderse dromo de las Americas. Las Lupes, Monroy ten?an y Nava, con adolescentes de la ense?anza media. que v?rselas Lupe del Instituto Nacional fue tambi?n de Monroy investigadora Estudios Hist?ricos de la Revoluci?n casi desde que lo fun
34 Cos?o
Villegas:
op.
cit.
en
nota
32,
pp.
24-26.
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552
LUIS
d? don Adolfo Ruiz tarde y noche
na,
GONZ?LEZ
s? trabajaba ma?a Daniel a domingo en su obra
Cortines. Don y de domingo
colosal.
Los se
primeros
en
art?culos
frutos que
del
seminario en
aparec?an
a deslizar
comenzaron Historia
en
Mexicana,
sus oficiales,
y y en ade en la D?az aquel Porfirio en don Daniel escrito y publicado por to la primera manifestaci?n clara del 1953. Como quiera, con diez rrente que habr?a de durar quince a?os y apabullar del maestro libro como
conferencias p?blicas lantos en forma de revuelta de La Noria
y
grandes
rechonchos
sin
vol?menes,
en
meter
la
cuenta
los
en
1955 con aquel primer volumen empez? subproductos,35 res sobre la vida pol?tica de la rep?blica de Cos?o Villegas en a el los de 1956 Calder?n sobre taurada, que siguieron Emma Cos?o y la vida econ?mica y el de Luis Gonz?lez, acerca la de vida social.36 La racha de Monroy Guadalupe se inici? en 1957 al porfiriato los seis vol?menes referentes con el de la vida social, de Mois?s Navarro. La Gonz?lez con aplauso los libros pero no sin recibi? cr?tica mexicana peros,
con
amasados
algunos
quiz?
envidia.
cr?tica
La
estado
Potash dictamin?: fue mucho m?s favorable. Robert unidense de la escuela objetiva "la expresi?n m?s brillante de histo son los muchos vol?menes de la Historia riadores moderna
35 Sin toria
contar
moderna
art?culos, de M?xico
de
de
las
salieron
investigaciones las tesis de
del
seminario
licenciatura
en
de
his
historia
Nava
de licen Gonz?lez, y Carolina en historia Calder?n y de maestr?a de Luis del por sociales libros: Estad?sticas Gonz?lez, y los siguientes ? exte Comercio Estadisitcas del econ?micas firiato porfiriato (1956), ? Fuerza de rior del porfiriato Estad?sticas econ?micas trabajo (1960), sectores Cos?o econ?mica y actividad y tres obras de Daniel por (1964), de 1857 y sus cr?ticos La Unidos constituci?n Villegas: (1957) , Estados Monroy, Guadalupe en econom?a ciatura
de
contra Porfirio 36 Historia
y Porfirio (1956) de M?xico,
blica
D?az moderna ? La
restaurada
Guadalupe Francisco
D?az Daniel
en
la revuelta
Cos?o
Villegas:
de La Noria. La rep? La rep?bli
R. Calder?n: Francisco vida pol?tica; Cos?o Ville Luis Gonz?lez, Emma vida econ?mica; La rep?blica Monroy de Gonz?lez: restaurada gas, Guadalupe y Armida ? La vida 1955-1956. Editorial Hermes, social; M?xico. ca restaurada
?
La
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LA
de M?xico"?1 trataba
una
elaborada
historia
rigurosa
en
basada
553
NIDO
aqu? y all? que
advirtieron
obra
y manuscrita,
impresa m?s
Pocos una
de
DEL
PASI?N
cient?fica,
enorme
con
al m?todo
apego de
poblada
se
aunque
documentaci?n
de
la
cua
n?meros,
referencias dros y gr?ficas, y bibliograf?as, rehuy? copiosas el lenguaje llegar a la gente com?n, procur? especializado, Cos?o Villegas, que y en las partes escritas por don Daniel una calidad literaria y una accesibi son las m?s, consigui? lidad ins?lita en obras de este tipo.38 con
Engolosinado cient?fica
riograf?a
los dict?menes
norteamericana,
como la de f?sica y mental del Colegio desde que las disneas, a don Alfonso, don menguaron taleza
hasta
el
su multivoluminosa
final
de en
la moderna
histo una
de
posesi?n
for
siete a?os antes, al frente las arritmias y los infartos Daniel, relaci?n,
llevaba
mientras puso
en
marcha
sucesivamente
dos
menores
aventuras
de un seminario el advenimiento de his que preparar?an del seminario continuador de historia toria contempor?nea, de la Fundaci?n Con la doble ayuda econ?mica moderna.39 el taller que se propuso Rockefeller y del Colegio, despeg? del la localizaci?n, y balance de los testimonios catalogaci?n trozo de vida mexicana que va de 1910 a 1940. El taller se dividi? en tres secciones: sucursal hernero bibliogr?fica, a La de libros le fue encomendada gr??ica y archiv?stica. a sus Luis Gonz?lez colaboradoras y y Guadalupe Monroy
37 Robert
A.
Historia Mexicana, 38 Pese a las
Potash:
"Historiograf?a
x:3
(ene.-mar. 1961), reiteradas declaraciones
del
M?xico
p. de
395.
independiente"
en
en favor de Cos?o Villegas de Coulanges, los cinco vol?menes de y de Fustel historia escritos sus de alguno de los hechos por ?l, y m?s por pol?tica son fruto se deambula de un saber hist?rico entre colaboradores, que la ciencia y sus n?meros y la poes?a y sus palabras. 39 Luis Gonz?lez: Fuen tes de la historia de M?xico, x contempor?nea la
escuela
M?xico,
objetiva
El
Colegio
de
M?xico,
1961-1962,
i, pp.
Ixix-lxxix.
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554
LUIS
GONZ?LEZ
Ese de 1957, 1958 y Uribe. tr?o, en las ma?anas e Historia recorri? las bibliotecas de Antropolog?a en el la de M?xico Moneda), (todav?a (all? en la palacio entre Nacional la Isabel Cat?lica y Ciudadela), (repartida una de las torres de la Ciudad Universitaria), Lerdo Miguel de Tejada revis? docenas de bibliogra y cinco o seis m?s; e hizo, si no la mejor, la f?as y de cat?logos de bibliotecas un en hecha hasta m?s vasta compilaci?n bibliogr?fica hoy Susana 1959,
de esta especie tienen una cuatri los cat?logos pa?s donde e intensa historia. centenaria Para creerlo hay que ver los tres robustos e ilegibles vol?menes de la historia de Fuentes ? Libros M?xico de y folletos que, despu?s contempor?nea nacional de una vasta rese?a de la producci?n bibliogr?fica o brinda de mexicanos 25 000 fichas de libros y folletos sobre M?xico ?tiles la historia mexicana del para periodo 1910-1940. Muchas de las c?dulas, aparte de la descripci?n un sucinto ofrecen comentario de la obra.40 bibliogr?fica, les el bi?grafo El doctor Ross, dammes", Stanley "pour en la Universidad a la saz?n catedr?tico de de Madero, a la vino hacerse de secci?n de Nebraska, cargo peri?dicos. en incre?ble y con algunos Con un dinamismo ayudantes,41 en las hemerotecas de meterse Nacional s?lo a?o y medio y de
Hacienda
aun
y
en
repositorios
una
organiz?
privados,
obra en dos vol?menes (Fuentes de la historia contempor?nea ?- Peri?dicos a de M?xico seguramente y revistas), superior tras de hacer la serie de tres vol?menes, la historia donde,
40
Ross:
R.
Stanley
Mexican
history" pp. 234-238.
en
"Bibliography American
Hispanic
of
sources
for
Historical
contemporary xxxix:2
Review,
(1959), 41 Lista
del doctor Ross orden de colaboradores de alfab?tico por Teresa Gustavo Alicia Castro, Cos?o, Baz?n, Camarillo, Hugo apellidos: Lilia D?az, Georgina Lucila Estrada, Huerta, Flamand, Virginia Enrique tarea de Zertuche asumi? la tremenda Lombera y Fernando "quien en preparaci?n llenos la ordenar los cajones de miles de fichas para publicaci?n especifica
de
esta
claramente
de M?xico por?nea i, pp. co, 1965-1967,
gu?a". La en Stanley ? Peri?dicos
forma R.
de
Ross:
y revistas,
ayuda Fuentes M?xico,
de
los
de
colaboradores
la historia El
Colegio
se
contem de M?xi
Liii-Liv.
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LA
DEL
PASI?N
555
NIDO
del
bien clasificadas mexicano, ofrece, muy por periodismo otros tantos art?culos de fichas de 27 713 temas, y periodos en publicaciones historia de la revoluci?n aparecidos peri? en idioma entre dicas "editadas 1908 y 1958 en espa?ol
M?xico de los Estados Unidos". A y los estados fronterizos cada ficha le puso un breve comentario que indica el tipo de art?culo la evaluaci?n cr?nica, etc.), (an?lisis, biograf?a, cruzadas. Las y s?ntesis de lo que contiene y las referencias fichas extra?das de un cuarto de mill?n de n?meros de diarios
se
revistas
y
ciones de revoluci?n
refieren
a
sucesos
personajes,
e
institu
la historia de M?xico que va de las v?speras de la al t?rmino del r?gimen del general C?rdenas.42 su acucioso no quiso de Muro cat?logo publicar
Luis documentos
a la revoluci?n militares relativos mexicana, a s? eficazmente la las com de pero ayud? muy publicaci?n sus tomos de de la del tr?o de biblio compa?eros, pilaciones tomazo tomos de del de de la del y par graf?a, hemerograf?a Berta Ulloa, la Secretar?a Exte de Relaciones por publicado riores dentro de su colecci?n de "Gu?as para la historia diplo con el nombre de Revoluci?n m?tica mexica de M?xico", na ? 1910-1920, es tomos llevan los el mismo 259 que que a la referentes vida exterior de la del archivo explorado nuestro
de
airada
?poca
movimiento
revolucionario.
La
for
de otros tantos presenta investigadora los de de los clasificadas 259 tomos, por per?odos legajos una a es se refieren. s?ntesis Cada ficha que gobierno justa y exacta de un legajo.43 1 799
mal?sima
42 Vid.
Luis
Gonz?lez:
Fuentes...
fichas
lxx
todo Stanley y sobre ? de M?xico Peri?dicos contempor?nea El Colegio de M?xico, M?xico, revistas, 1965, i, pp. xxxiii-lv. 43 Vid. Luis Gonz?lez: "Continuaron la Fuentes... cit., p. lxx: Ross:
R. y
tarea el
Fuentes
de
cit.,
p.
la historia
iniciada
Archivo
S?enz
en
la se?ora Romero por Berta Ulloa y Luis Muro, Nacional de Washington, Cos?o Emma Villegas el departamento de manuscritos de la Biblioteca del
de
los Estados
cia
en
Unidos,
nuestro
Archivo
Revoluci?n
mexicana
Exteriores,
1963,
pp.
Marta Baz?n, y Alicia General de la Naci?n". ? M?xico, 1910-1920, 3-12.
S?nchez Vid.
en James y Marta
Congreso Valen y Carmen tambi?n B. Ulloa:
Secretar?a
de
Relaciones
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556
LUIS
Antes
de
el
concluir
GONZ?LEZ
seminario
la impaciencia barbechamiento, cha el seminario de historia ocuparse
pod?a
de
tareas de puso en mar del que no
de don Daniel contempor?nea, tuvo
porque
plenamente
sus
fuentes
dedicar
que
muchas
a la presidencia en la del Colegio (don Alfonso muri? a?n al ?ltimo tercio de la gran navidad de 1959) y m?s aventura. Aunque llam? para trabajar de jornada entera al a dos j?venes que empezaban venerado don Jos? Miranda, a hacer ruido en la Facultad de Filosof?a y Letras (Josefina a un buen n?mero de V?zquez Vera y Eduardo Blanquel), horas
muchachos
todo,
despegar
Mois?s
en
ron
Miranda,
adelante
su
y
y
quiz?
y bien
su
de de
Algunos m?s
que
tarea.
El
las
Fuentes
tareas
las
y
pudo
lograron
historia
grupo
tra
social
los colaboradores
ninguno
y Guadalupe Monroy Josefina V?zquez los gordos de diverso orden, pero quiz? ido Josefina a la Universidad de Harvard, en
una
el
Par?s,
nunca s?
grupo
Navarro, en
anual
de M?xico
la edificaci?n
bajar intensamente del siglo xx mexicano.44
licenciatura,
Gonz?lez
estad?a
contempor?nea
completamente.
maestro
Mois?s
una
de
regresar
de historia
seminario
curtido
su
terminar
de
punto
al ya bien de
acababa
que
a
y muchachas
y sobre
de] saca
Blanquel,
de Luis Gonz?lez, tuvo contratiempos fueron
el haberse
la demora
administrativas
se
que
de Luis le
enco
a continuaci?n.
el equipo para hacer la mendaron Tampoco a salir de las historia econ?mica, Semo, pudo pese Enrique uno de s?lo En heur?sticas. 1965 ya palpitaba operaciones
44 Mois?s junio Garza
de
Gonz?lez 1964
Gonz?lez
con
Navarro la
estudi?
cont?
desde de
amplia ayuda la prensa peri?dica
Lucila
octubre
de
Flamand...
Baz?n y Alicia de M?xico Banco
1959
"hasta
Angelina consult? el
tres a?os, Durante del colaboraron empleadas de las estad?sticas la recopilaci?n sociales..." En Gon 1965, Mois?s su obra, informar terminado "la cual hab?a z?lez Navarro que pudo en tres partes: la poblaci?n, la tenen cubre de 1911 a 1964, y se divide el los cia de servicios". Mois?s Gonz?lez la tierra servil, y y trabajo
AGN. en
Navarro: director
"Seminario de
?l desde
de junio
historia de
contempor?nea 1963.
de M?xico".
MGN
fue
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LA
los ?rganos lo
del
seminario.45
La
557
NIDO
DEL
PASI?N
del
transfiguraci?n
Colegio
involuntariamente.
estrangul?
de
Instituto
tipo
universitario
un hombre de Mario clave del Seg?n el estribillo Ojeda, a partir de su tercer sol, El Colegio Colmex de M?xico pasa en un tris del status de gran familia al status de universidad. de la rep?blica Siendo Adolfo y L?pez Mateos presidente del Daniel Cos?o Villegas decreta presidente Colegio, aqu?l el 7 de noviembre de 1962 que el instituto por presidido sea
?ste
"escuela
de
todos
los
"impartir
libertad
pleta
A
vas".46
universitario" tipo conocimientos
de
respecto
partir
facultades y
las cuestiones
todas
entonces
de
que
con desee"
el
gobierno
para
con
"com
administrati considera
mejora
no se queda atr?s el subsidio otorgado al Colegio; blemente a une se la la Fundaci?n lista la de "dadores" Rockefeller, y renace en plan de peque?a Fundaci?n Ford. Colmex y pr?s en
universidad,
pera
a
vidriada, Lorraine
y
un
paso
casa
tan
avenidas
de
ad
propia, restaurantes
de
hoc,
tan como
arboladas
mondrianesca, como
sabrosos
La en
la Obreg?n,
colonia 125, entre Orizaba y Jalapa, en la mera Guanajuato en pleno ombligo de una ciudad de cinco millones de Roma, El primer habitantes. edificio fue el 6 propio inaugurado de febrero de 1961. Unos d?as antes, en el s?tano, en estantes se distribuyeron de fierro que ya no de madera, los treinta tantos tantas mil vol?menes las ciento de colecciones y y y 45 El mer
1910-1920. los
doctor
semestre Flores
seminario s?ntesis
Miranda, de
1963,
Blanquel Mag?n en junio sobre
la
que de
aparte estudi?
present? le vali?
un
de las muy como
ser
director
instituciones buen recompensa
del
seminario del
pol?ticas estudio de el
ser
las
despedido autora de
1964, igual que Guadalupe Monroy, en historia de la educaci?n el periodo
estuvo Semo poco tiempo. 46 El de M?xico Colegio El decreto 1974, M?xico,
? se
Informaci?n reproduce
en
el
general y programas este mismo n?mero
pri
periodo de ideas del una
1911-1940. ?
1971
de His
toria Mexicana.
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558
LUIS
GONZ?LEZ
revistas. En la planta baja qued? el pasillo de acceso, con la con sala de lectura a la izquierda y al fondo un auditorio cien butacas. En el primer piso se instal? la amplia oficina del presidente, y una modesta para el secretario, y se pusieron sillas
mesas,
cima a un
y
estantes
sus reales
sent?
el
para
En
administrativo.
personal
de Estudios Hist?ricos junto en el tercer piso, el Centro de jard?n dizque japon?s, y Estudios Literarios. fundado El reci?n Centro de Estudios se acomod? como pudo, su Internacionales lo mismo que en Secci?n de Estudios Orientales convertida tarde (m?s ya no hubo centro). Para el Centro de Estudios Econ?micos el Centro
lugar, y anduvo errante por varios edificios cercanos. Pero dos a?os despu?s del estreno del primer "la edificio propio, ante iniciar de las autorida acord? gestiones gobierno junta des
nacionales...
y
ante
la
iniciativa
a
privada
el nuevo
ner
con
fin
de
obte
tan buen
edificio", ?xito, ayuda para erigir de 1965, el presidente Gustavo D?az que el 24 de noviembre un cuerpo de ocho Ordaz puso en funciones la ampliaci?n: un que vino a triplicar el cupo del otro y durante plantas no nueva la hizo sentir necesidad La de tiempo espacio.47 casa duplex, con 56 celdas frailunas para maestros, dos salas lectura para 160 lectores, doce salones de clase y de un s?tano con cupo para m?s de cien mil vol? seminario,
de
un
menes, y,
par
a poco
andar,
de
en
ba?os
elevadores, un
laboratorio
de
los
todos y
lenguas
una
entrepisos cafeter?a,
al Colegio del modo de vida de lo ech? en brazos del de taller; sin remedio estilo institucional y aun fabril. se La forma piramidal de gobierno y administraci?n con o dos estatutos. solidific? sucesivos En el reglamentos tres presidentes: decenio de los. sesentas hubo don Daniel
definitivamente hogar y aun
47
[El Colegio Bolet?n
1. El p. n?meros a
las
Colegio
no
40.
Es
divorci?
de M?xico]: Bolet?n a semestral empez?
semestral, publicarse los ?ltimos
de seis p?ginas; pasaron fuente informaci?n la mejor de
de M?xico
en
los doce
?ltimos
in:2
(jul.-dic, 1965), 1963. Los primeros se acercan publicados
en
sobre
la marcha
de
El
a?os.
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559
LA PASI?N DEL NIDO
hasta 1962; don Silvio Zavala de 1963 a marzo Cos?o Villegas de 1966 y a partir de esta fecha el economista V?ctor Urquidi tra desconocido para El Colegio, que no era ning?n pues como profesor del Centro baj? para ?l en los a?os cuarenta estuvo en rela de Estudios Sociales, desde diversos puestos con en ci?n ?l la siguiente y volvi? del todo a temporada, el Centro Econ?micos de Estudios ?l para organizar y De de al iniciarse el decenio de los sesentas. Antes mogr?ficos ser presidente, hab?a ganado y prestigio respeto Urquidi dentro de los centros Las direcciones y fuera del Colegio. reci?n
creados
como
cayeron,
entonces
hasta
al
ajenas
era
de
en
esperarse,
Los
instituto.
personas Fran
universitarios
uno tras otro el CEI; cisco Cuevas y Mario Ojeda dirigieron de Eliseo Mendoza Consuelo y Meyer, despu?s Urquidi, Gustavo el CEED. Antonio Alatorre Cabrera, sigui? al fren te del CELL renovado. La secretar?a general pas? de Manuel a Luis Muro Calvillo y de ?ste a Ornar Mart?nez Legorreta, la la direcci?n de biblioteca y orient?logo, diplom?tico pas? incansables de Susana de las manos entusiastas, y dom?sticas a las h?biles y forasteras de Ario Garza Mercado. Uribe Al reci?n
establecido
Reuter,
departamento como Graciela
quien, SEO, hab?a tenido
ya alguna son
innovaciones
Otras
el
vino Jas de publicaciones de la Lama, directora de la relaci?n previa con el Colegio. de
departamento
asuntos
S. de Spada, res, dirigido por la se?ora Catalina en poder de don Fernando tralor?a administrativa de Juan Arellano C.P.T.; y alrededor y Teresita, proliferar
secretarias
mecan?grafas,
de
todo,
escola
y la con Montero, en dieron
mucha
gente
a las nueve de la ma que se api?ar?a en el reloj marcador a tres media de la tarde. Toda las ?ana y y gente necesaria, en un santiam?n sus actividades pues El Colegio multiplic? ante los ojos at?nitos de un min?sculo a veterano pie quien la mudanza le produjo ?lceras y crisis nerviosas de la vieja universitaria.48 gran familia en instituci?n
48 Vid. de M?xico,
"Discurso al
del
cumplirse
doctor los
Silvio
veinticinco
Zavala, a?os
de presidente de la fundaci?n
El
Colegio del esta
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560
LUIS
GONZ?LEZ
En
Cos?o Villegas, 1961, don Daniel del taller intermedio y del hogar, con pie en la experiencia ganada
guo rio,
con
anteriores,
de
ganas
aventurarse
fundador del anti instituto universita en los veinte a?os nuevos
por
caminos,
a la idea de servir a la provincia, por la presionado de maestros de historia demanda de los institutos por parte de ense?anza superior de los estados, decide que El Colegio hecho
otra
ofrezca formar teca,
CEH otras ac?.
historiadores,
con un partes El
veinte pero
s? docentes
que
plan
notablemente la historia, econom?a, derrumbar les.
como
vez,
Adem?s
diploma en historia de
estudios
a?os
no
universitarios
la
para
escuela
ratas
anta?o una
que
de maestros de Europa,
una
antes,
como
para
de
vez
biblio del
salidos
en ir?an a especializarse o de de Asia, de ?frica nueva
se
maestr?a
apart?
del
Adem?s de de teor?a y m?todo antiguo. la ense?anza de teor?a de la m?todo y propuso la sociolog?a y la ciencia pol?tica, con el fin de las fronteras entre la historia socia y las ciencias historia
de
europea
se
abrieron
cursos
sobre
el
Con India, China, Islam, Rusia y los Estados Unidos. a cada uno de los serv? las materias referentes de periodos la vida hispanoamericana, la historia olvid? de M?xico pero en particular. el aprendizaje Reforz? de idiomas modernos e hizo a un lado los cl?sicos, as? como el ejercicio de las ciencias auxiliares de la investigaci?n Por lo de hist?rica. se dejaron m?s subsistir rigores y becas. La nueva viejos se puso en pr?ctica bajo la custodia de un com orientaci?n ex alumno Garc?a del CEH, Alfonso y seren?simo petente a una en ama retir? 1963. Entonces la Ruiz, hepatitis quien se fij? para sustituirlo en Luis Zavala del doctor bilidad autor y destructor a hacer del plan tendiente Gonz?lez, se dej? El nuevo director docentes. seducir toriadores alumnos de considerar la idea de profesores inferior al y del que la investiga y escribe, y resucit? ense?a historia de la historia de hacer investigadores a?ejo prop?sito
blecimiento" programas,
El y tambi?n 1969. M?xico,
Colegio
de M?xico
?
Informaci?n
his por que el his
general
y
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561
LA PASI?N DEL NIDO
del Carmen Maria La maestra Velazquez, panoamericana. enero de 1966 y del desde de la batuta GEH encargada reh?zo ra Centro, experta investigadora egresada del mismo dicalmente los planes de estudio de maestr?a para ajustados al fin de formar investigadores de la especie cient?fica.49 a la investigaci?n fueron muy Por lo que mira tampoco en el dece constantes los m?todos del los prop?sitos CEH y 1964 se promovi? la in nio oficialmente 1961-1970, Hasta en de la de M?xico. ?poca contempor?nea quisici?n equipo Como tener
de documentaci?n, el Archivo General dej? de ser sus la de fondos accesibles mayor?a por prioridad se hicieron s?lo v?lidos para la Nueva En cambio Espa?a. de consulta las hemerotecas Nacional y de indispensable las Hacienda bibliotecas Nacional de M?xico, y y y cada vez m?s la biblioteca en del propio Colegio, el decenio que sus fondos, de los sesentas triplic? a 90000 salt? de 30000 vol?menes de libros. Al entrar en coma el seminario de his toria contempor?nea de M?xico, el CEH prescindi? por un a?os de de de par y en cualquier pol?tica investigaci?n, se redujo a atender pedidos buena medida oficiales. A soli citud del H. Senado de la Rep?blica testimonios compil? de An?huac.50 sobre el Congreso Por encargo de la Secretar?a de Hacienda, hizo la historia de la deuda exterior de M?xi co.51 A petici?n de la H. C?mara de Diputados en reedit?, cinco
fuente
informes
y manifiestos
del
de la promoci?n el plan de estudios 1963, pp. 9-10 y 21-22; 1964, M?xico, ? en El Colegio de M?xico 64-67
el plan
vol?menes,
49 Vid. ?
M?xico
promoci?n 17-18> y el plan pp. tral, v a vni. 50 En ?sta obra
de
estudios
de
62-64
ejecuti
en El de
de Colegio estudios de la
M?xico, 1965-1966, 67-70 en Bolet?n
la promoci?n de
poder
s.p.i, semes
Luis
Gonz?lez que aparece Baz?n. Vid. y Delfino responsable El Congreso de C?mara de Senadores, 1813, M?xico, 1963. 51 estudi? los a?os van de 1823 a Jan Bazant que principalmente en la investigaci?n 1876. Gloria Peralta colabor? la deuda de exterior como
introductor, ? An?huac
durante Historia co,
colaboraron,
e
el porfiriato la deuda de
y Enrique exterior
aparte Lucila
Semo
Flamand
de
de M?xico,
1911
a
M?xico,
1946.'Puf. El
Colegio
Jan
Bazant: de
M?xi
1968.
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562
LUIS
GONZ?LEZ
1968 se quiso volver a una empresa investigadora a iluminar el periodo enderezada que va desde la conjunta, consumaci?n la consumaci?n de la independencia hasta de la reforma, periodo tan largamente olvidado por la historio
vo.52 En
mexicana.53
graf?a
de publicaciones hubo una constante pol?tica Tampoco a la revista Historia fuera de la de mantener enhiesta Mexi cana y la de publicar libros gordos de erudici?n que ir?an a nutrir una "Nueva en 1967 y serie" de historia iniciada controlada de publicaciones.54 Tambi?n por una comisi?n es de recordarse la oficializaci?n del mimeograma. El presi dente Urquidi las obras de inter?s restrin muy que dispuso se en ?nicamente y que los mime?grafo gido reprodujeran libros
de
ficas
los
recibir
para
antes
demanda,
mayor entre
cularan
de en
compa?eros un previo
ba?o
a
darse
las
reproducciones cr?tico que
cir
prensas,
no
mimeogr? una
cen
sura de ?ndole ideol?gica. De los medios de difusi?n, pasa a segundo los me t?rmino el de la conferencia p?blica. De en primer?sima se pone entre dios de intercambio iguales, mesas redondas. El l?nea el de congresos CEH y organiza Uno en 1963 en Burdeos de la Am?rica Latina",55
dos
importantes. y el historiador
52 Luis de
coordin?
Gonz?lez
extrema
notas,
sobre
"La historia con
y otro, muy
la dot? V?zquez Josefina como no se pol?tica publicaron, prudencia de Los Vid. del coordinador. presidentes la
compilaci?n;
que por la introducci?n tampoco 1966 ante C?mara de diputados, M?xico la naci?n. M?xico, (5 vols.). ? 53 Vid. El de M?xico Informaci?n y programas general Colegio 76-77. M?xico, 1969, pp. 1968-1970, 54 La comisi?n com es una fundaci?n de publicaciones urquidiana, de pu el jefe del departamento de El Colegio, del presidente puesta blicaciones, cada uno dentro tres
del veces
el de
secretario los
reducido al
a?o.
Historia Colegio: Foro Internacional, Demograf?a 55 "El
centros,
auxiliar que
presupuesto tiene Tambi?n Mexicana, Estudios
El Colegio y un por delegado lo que deba y aprueba publicarse Se re?ne dos o del Colmex. editorial de
discute
Nueva de Asia
y Di?logos. y Econom?a en de M?xico, Colegio
queveres Revista y ?frica colaboraci?n
con
las de
(antes con
seis
Filolog?a Estudios
revistas
de
El
Hisp?nica, ,
Orientales)
la Universidad
de
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LA PASI?N DEL NIDO 563 al que asisten mexicanistas en 1969, en Oaxtepee, currido, de entero Estados Unidos todo del mundo y de ac? y sobre hist?ricos estudios de los sobre el estado actual para discutir tema
de
mexicano.56
Adem?s,
concurrencia
la
auspicia
sus
de
a congresos la lejan?a del sitio en sin importar profesores cuento no hacer se el Para re?nan. largo, baste decir que unos
que
del
tan
profesores
de
Centro,
como
sedentes,
en
eran
los
general
se vuelven
sopet?n
andantes,
profesores
o mejor dicho, devotos de la aviadur?a de nuestra ?poca. A Centro el del residente que partir de 1961 fue excepcional no hizo m?s de una excursi?n fuera del pa?s para asistir a reuniones
conocer
sabias,
o
mundo
cursos
dar
breves
y
con
fue a Europa, Asia y norte
de los aeroviajes ferencias. La mayor?a el Estados Sudam?rica, Caribe, Unidos,
los de
?frica.57
Burdeos se
que
del parte reuni?n...
Historia
del
IPGH,
Burdeos
del
el doctor concurrieron Colegio Gonz?lez Mois?s el licenciado
Silvio
Gonz?lez..." nuel
de
y la Comisi?n en la efectu?
Los
P?rez
Vila,
de
ciudad
otros
asistentes
Zavala,
Navarro
fueron:
los
venezolano;
un organiz? 22 al 24 de
argentinos por Suecia;
Romero;
tan
los mel?manos. 56 Vid. Memorias
popular Vid.
Ma y Freg; Caillet-Bois y Jos? del cabezas blancas
Arturo Ricardo
(Oaxtepec, y El
Colegio botones
los
como
cliom?ticos i:I,
semestral,
el
p. 4. sobre
contempor?neas de historiadores reuni?n
Investigaciones la tercera de
americanos UNAM 5T
entre Bolet?n
Morelos, de
M?xico, de muestra:
4-7
de
noviembre
la
Luis
y Arn?iz
chileno
valier",
Por de
presidente el profesor
las tres M?rner, Magnus Griff Charles del norteamericano Pereira, Eugenio M. Rama, Carlos c?s Pierre y el a?n juvenil Monbeig, a cargo estuvo del doctor del "La secretar?a coloquio
Luis
coloquio... mayo.
otro
historia
fran in y del del Uruguay. Che Fran?ois
?
de M?xico
mexicanos de
entre
Chevalier
1969),
y
norte
M?xico,
1971.
del "A?o 1964, con motivo 1) En los maestros Silvio Zavala, Mexicano-Filipina", Josefina la direcci?n de rela por y Luis Gonz?lez, general auspiciados V?zquez a cargo del doctor de la SRE, ciones culturales ?ea, Leopoldo viajaron a Jap?n, Indonesia donde dieron conferencias y la India, Filipinas, de
Algunos la Amistad
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564
LUIS
GONZ?LEZ
en el CEH Cincuenta ense?aron entre 1962 profesores terceras partes fueron y 1970. Dos invitados, y el profesores tercios de los invitados eran de oriun resto, residentes. Dos dez extranjera, de origen ya no mayoritariamente espa?ol como en el primer De decenio. los veintid?s extranjeros catorce acudieron directamente de sus pa?ses de invitados, a un curso en el Centro. De los tra?dos ex profeso, dar origen ocho eran franceses y uno de cada uno de los siguientes e India, Venezuela, pa?ses: Suecia, Estados Unidos, Jap?n De
Inglaterra.58
los
proven?an de diversos
dem?s
once
institutos eran ?guilas
cuenta
mexicanos
profesores
la Universidad
de
ocho
Nacional cultura
de
en su oficio;
profesores la quinta doctorados;
parte provenientes hermanas: s? de econom?a, que disciplinas letras. ciencia pol?tica y polog?a, Aunque ense?ado
acerca
en
el mes
3) la reuni?n
Desde anual
otras
de M?xico. de
m?s
En
1966,
cinco
ha
asistido Historical
la historia
cosa
Hindu
de
la Universidad
Gonz?lez
y Nuevo de Chile, Buenos en varias pobla Jos?
alg?n profesor Association. El
de
Gracia,
del
a
CEH
campeonato los maestros Jose
al extranjero entre 1961 y 1970 lo ganaron Gonz?lez Navarro. y Mois?s V?zquez 58 Profesores visitantes 1963.?V. S. Pathak, extranjeros:
ras
se
seis
de
el profesor Luis de Texas
ciudades
viajes
fina
de
antro sociolog?a, casi todos hab?an
en Lima, noviembre, Santiago en mes el anduvo de diciembre, y desde San Son. hasta Hermosillo, 1967, siempre de la American
la mitad,
de
no
universidades,
2) en
octubre,
Aut?noma, y los Los cin superior.
de
y Montevideo, mexicanas
Mich. de
el mes
en
M?xico; ciones
la historia
de
estuvo, Aires
en
previamente
invitados,
de
la Ba?a
Claude de la Universidad de Par?s. Bataillon, University; en 1964.?Charles de la Universidad de California Ren? Sellers, Berkeley; de la Universidad de Paris. Girault, Bataillon; 1965.?Fran?oise Magnus de la Universidad de Estocolmo. 1966.?Edward M?rner, J. Foulkes; la Universidad de de Paris; de la Univer Heers, Jean Meyer, Jacques sidad de Rouen; Federico Brito de la Universidad Central de Figueroa, Bernard de la Universidad de Tolouse; Venezuela; Portai, Kayser, Roger de
Par?s.
traer
visitantes al profesores moci?n de maestr?a el m?todo todos
los
cursos
de
Desde
1967
CEH.
Se
de
s?lo
se abandon?
con experiment? cuatro profesores
la
costumbre la ?ltima
de
planta
de pro para
la maestr?a.
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LA
PASI?N
DEL
565
NIDO
en el CEH como profesores Dieciocho universitarios. en se de convertir?an de los cincuenta planta.59 profesores a la competencia institutos de otros Para no sucumbir un estableci? El de cultura Colegio profesorado superior, bien pagado y bien asegurado. bien reglamentado, residente el CEH ya ten?a siete profesores-inves del decenio A mitad nuevo del tigadores tipo y en 1970 lleg? a tener catorce. se mud? a su primera resi El Colegio de M?xico Cuando estrenan
dencia o
fesor
a?os
de
planta sendas
tuvieron
m?s
tarde
sin
era don
carro teniente
el ?nico
propia
cuatro
desapareci?,
autom?vil
carcachas
que
o
propio. chafiretearon
poco
Tres
Daniel. el
menos,
Aun
pro
los Gonz?lez unos
meses.
La
de vivir en depuso estirpe profesoral la rentados fiebre de min?sculos y contrajo apartamientos casas o renta distantes y solas. por compra por adquirir cient?fico y administrativo Desde 1964, "el personal goz? de a corto los beneficios m?dico, [servicio pr?stamos plazo, de Seguridad y hipotecarios, pr?stamos etc.] del Instituto Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado" (ISSSTE) .?> el temor de perder el Desde adem?s, desapareci? entonces, era se ser la idea de el que puesto imposible impuso empleo; o en la calle por desobligado de patitas Por incompetente. se concedi? el a?o sab?tico a los profesores resi a?adidura, de cumplir con el dicho dentes, aunque no con el prop?sito no uno ganas de a?os tiene de Camba: que "Hay trabajar". Pese a ser tan notorias acaloradas en el las disidencias y nueva
la costumbre
5? En
en diversos son nombrados decenio 1961-1970, a?os, pro del CEH los siguientes, alfab?tico: por orden investigadores Lilia Flores, D?az, Romeo Florescano, Enrique Jan Bazant, Jos? Gaos, Garc?a Luis Mois?s Bernardo Gonz?lez. Mart?nez, Gonz?lez, Navarro, Andr?s Alberto Luis Lira, Moreno, Muro, Manrique, Jorge Alejandra fesores
Berta
el
e
Susana del Carmen Ulloa, Uribe, y Mar?a Josefina V?zquez Tambi?n habr?a considerar su asidua de planta, que lazquez. por al CEH, al maestro su muerte laboraci?n en hasta Jos? Miranda su nombramiento Silvio Zavala hasta de y al maestro embajador en Francia en 1966. M?xico 60 Bolet?n n:l 1. semestral, p. (ene.-jun., 1964),
Ve co 1967 de
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566
LUIS
GONZ?LEZ
del primer decenio de profesores del CEH, grupo aquel cosa que no sucedi? con el del tercer grupo fue hermanable, decenio. A pesar de que en los sesentas las discusiones sobre entre casi se secaron, la animadversi?n teor?a de la historia se habl? de una guerra de fue frecuente. Aunque profesores los escuderos del capit?n Zavala contra los escuderos del ca no puede la Universidad O'Gorman venidos de atri pit?n buirse a esa lucha, que fue insignificante, lo m?s gordo de las
desavenencias.
tuvieron
Tampoco
ver
que
las
discrepan
l?o entre generaciones. La acritud y de reojo, el esp?ritu belicoso, que nunca pas? de las miradas tuvo or?genes menos nobles las indirectas y las zancadillas, veces en se amorosos. Las los los intelectuales y que que edad. No
cias de
anduvo
a
?lceras,
colitis,
la
hubo
insomnios,
dolencias
maestros,
con
coincidieron
gre?a
fatigas
acerca
alifafes
de
de
algunos
los materialistas
?nicamente
que
rumores
los
y otros
obtusos
a la mejor comida y bebida de y m?s abundante a inestabilidad las achacaban los los dolientes, pues juiciosos
atribu?an
a
emocional,
La
torre
la
vocaci?n no
Centro
de
a
las
a
de torre
la
los
simul
pertenecer de marfil.61
de planta
los profesores en
les justifican la ense?anza,
Muro,
hurgadora.
y
de
a dudas
lugar
deja
deseo
control
investigativa
haceres administrativos su ausencia de Uribe man?a
del
nacida
neurosis
a
t?neamente
sesenta.
a?os
del
Los
que
a Luis Muro y a Susana no los retrae de su
pero
escondidas,
removiendo
sigue
la navegaci?n y el comercio que ilustran papeles transpac? Susana incansablemente fico en la ?poca espa?ola. hojea corriente de para estar al tanto de la bibliograf?a cat?logos asunto
mexicano,
Carmen
61 La
hicieron CEH.
en Historia
Mexicana
que graf?a
a
nunca
desarmon?a
psicoanalistas con las del 62 Desde
1957
hacer
y
Vel?zquez
deja
no
fue
su
agosto
Susana una
la
Uribe
suya.62 Seguramente ser una de cumplida
del privativa con personas
empez?
bibliograf?a anualmente apareci?
de 1967 partir hist?rica mexicana).
CEH. de
otros
a publicar corriente de en
volumen
Mar?a
esos
En
centros dos
del
maestra
veces
historia separado
los
a?os m?s al
que a?o
mexicana (Biblio
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LA
y administradora, siciones
Fuera
la docena
567
NIDO
?sas se abstiene
ni por
pero
documentales.63
historia
DEL
PASI?N
uno
de
que
sus
de se
inqui a
reduce
la
de
del Centro abarca local, investigadores de M?xico, La todo el ?mbito y no pocos el de Am?rica. se hun 1965. Tres baraja de asuntos es muy amplia desde den en la ?poca espa?ola; tres, en el siglo xix, y la mitad en la historia de restante 1910 para ac?. contempor?nea, se desv?an cuatro hacia las mon?grafos; permanecen en los cotos de las ciencias auxilia s?ntesis y dos contin?an res de la historia. La investigaci?n de la vida social recluta
Seis
a
la
de
cuatro;
vida
dos, igual que de Jorge Alberto
a
pol?tica,
la de
tres;
las ideas. El
la
de
arte
Con todo, Manrique.64 por la investigaci?n.
al gusto
vida
a
econ?mica,
ser? feudo el fruto
exclusivo no corres
ponder? firmeza que el profesorado No se puede decir con mucha de planta del CEH haya escrito la revista Historia Mexicana en los sesentas, pues la mayor?a de los art?culos publicados all? los hizo gente de fuera y en especial norteamericana. en otros peri?dicos; en La gente de casa prefiri? escribir la revista de alta divulgaci?n adoptada por El Cole los ?rganos de la UN AM, y en no pocas ocasiones, en en revistas que satisfac?an la vanidad de verse impreso o italiano.65 La art?culos alem?n escritura de franc?s, ingl?s,
Di?logos, gio; en
no
de de la costumbre como lo comprueban restringida la multivoluminosa Susana Uribe,
63 Entre tigaci?n navegaci?n pendencia 64 Vid. destinada Estudios 65 De de
hacer
retrajo
planta sores..."
Mar?a
otras,
sobre
Colotl?n
transpac?fica, de las colonias Bolet?n a dar
del
Carmen
como
frontera
y una
libros
la peri?dica versi?n
Velazquez de indios
tercera
sobre
de
circulaci?n
bibliograf?a al espa?ol
emprendi? b?rbaros,
una otra de
de que
inves? sobre la
la
inde
repercusiones en Nueva inglesas Espa?a. i a vin. En cada n?mero secci?n semestral, hay una en curso cuenta las investigaciones de del Centro de
Hist?ricos. la mayor del CEH del
Bolet?n
los de parte se da cuenta semestral,
art?culos en v
la a
los por publicados secci?n "publicaciones
profesores de profe
vm.
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568
LUIS
GONZ?LEZ
hizo Lilia D?az de la Versi?n de M?xico,69 francesa y la en mitad t?tulos his de los la "Nueva serie" de publicados toria. Con todo, sin contar las bibliograf?as de Susana y las de obras de Lilia, documentales la cosecha compilaciones eruditas
escasa:
fue el
durante
un
volumen
por
residente
profesor
decenio.
en el em la seguridad casas fue y pleo, profesorales ron al principio Antes de la de aparici?n contraproducentes. la "Nueva libros serie" de historia, los profesores publicaron en la "Nueva hechos entre 1951 y 1960. De los diez publicados serie" de 1968 a 1970, cuatro fueron tesis de alumnos (Ale de M?xico; econ?mica jandra Moreno, Geograf?a Enrique en M?xico; del ma?z y crisis agr?colas Precios Florescano, del Valle, y Javier Bernardo Garc?a Mart?nez, El marquesado Las ideas de un d?a), y s?lo cinco, mamotretos de Ocampo, en Luis de Pueblo Gonz?lez, vilo; Jan planta: profesores La
notable el mayor
Bazant,
Historia
Flores,
La
mejor?a confort
de
la deuda
contrarrevoluci?n Navarro,
Mois?s
exterior en
de M?xico;
Romeo
la
independencia; Josefina en M?xico, y Mois?s Raza y y tierra.?1 Ciertamente Josefina otros en otras editoriales.6^ La magna obra
Nacionalismo
V?zquez, Gonz?lez
de salarios, de cub?culos
y
educaci?n
publicaron en la ?poca colo del maestro americano Zavala, El mundo como suya el CEH. Un tercio de nial, no puede presumirla se abstuvieron los profesores residentes de dar a las prensas
? 66 Lilia de M?xico Versi?n D?az: francesa El de M?xico, M?xico, 1853-1858, Colegio .. .1862-1864, El Colegio de M?xico, 1964; M?xico, cos
de M?xico, 67 Vid.
Informes 1963; M?xico,
diplom?ti ...1858-1862, El Colegio
1965.
? ? de M?xico El Colegio Informaci?n y programas general de M?xico, El Colegio 100-101. M?xico, 1974, pp. 1971-1974, 68 en el espa?ol La del Zoraida del indio V?zquez: imagen Josefina Universidad Historia de la historio Veracruzana, 1962; xvi, siglo Jalapa, Gonz?lez Navarro: La Pormaca, 1965; Mois?s M?xico, Confe graf?a, deraci?n textiles
Nacional en
nacionalista,
M?xico, Campesina, el porfiriato, M?xico, Cajica, 1970. M?xico, Costa-Amic,
Costa-Amic, 1970; M?xico
1968; ?
Las El
huelgas
capitalismo
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LA
PASI?N
DEL
569
NIDO
hist?ricas, ninguno aunque dej? de hacer por monograf?as una compilaci?n. Con todo, si se cae en la odiosa lo menos en el par de decenios con lo acontecido tarea de comparar escasa libresca y no hablarse de debe anteriores, producci?n al consumidor lanzados nuevos libros sido los hayan porque como los buenos quesos, pues los m?s en estado de madurez, la culpa inmaduros. Quiz? ?poca aparecieron se una el hilo obra hacer al de repeti que perdi? provenga a otras instituciones, docente das veces por colaboraci?n por el uso excesivo de la cafeter?a y varias actividades sociales, a reuniones de sabios y diversos asistencia por la frecuente acaeceres tareas dentro de la administrativas vol?tiles, por en eru las la haber fe instituci?n, por monograf?as perdido reclamada las ditas o simplemente la atenci?n por por de
la nueva
segundas
tandas de alumnos
a desfilar desde de maestr?a que comenzaron por el CEH sesentas 1961. En el decenio las aulas unos de los fatigaron treinta y cinco estudiantes de maestr?a. El grupo 1962-1964 se form? con catorce; el 1964-1967, con doce, y el 1967-1970, con nueve.69 Los 35, con excepci?n de Clara Lida y Gervasio eran oriundos la el de Garc?a, y argentina puertorrique?o, esta tierra. En el primer grupo, m?s de la mitad directa vino en el segundo y en el tercero predo mente de la provincia; En las tres tandas hubo minaron los capitalinos. "juniores", es decir, hijos de intelectuales de reconocida fama y fuerza. naci? La gran mayor?a clases medias. Ninguno mente
hecho,
buena
muy hab?an
sin
casi
medida,
los hogares semioscuros de las brillante lleg? sin un bachillerato
excepci?n
en una
comenzado
en
institutos carrera
en
escuelas
privados. universitaria.
mexicanas
No
y,
m?s A
todos,
de
en
seis des
se les dieron becas de 1 300 pesos pu?s del a?o propede?tico, al mes que alcanzaban para lo justo y a veces hasta para lo vicioso. Del primer la mitad; del segundo, grupo destrip?
69 Vid.
ap?ndice
n.
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570 un
LUIS
cuarto,
ron
la
y carrera
del
un
tercero, de
a
pe
GONZ?LEZ tercio.
?nicamente
veinte
hicie
pa.70
Es
dif?cil el frente enemigo las actitudes, juzgar desde ese conductas reacciones de ante alumnado tormenta de la y cursos.
de
Como contra
pero
la con
flexibles,
menos
nos
no
costumbre,
costumbre
de cancha
los
m?s a?os las
para
de
al
semestre,
mucho
menos
cinco
cuarenta,
entre
discusiones
alum
con m?s
de parte de y maestros, esp?ritu de obediencia los estudiantes. fue la frecuente falta de coordi Seg?n ?stos, entre en un naci?n los maestros de las distintas materias y la sobrecarga de obligaciones que eso tra?a. el los profesores, los m?s de los alumnos Seg?n prefer?an m?s ?xito profesional y buscaban que no la investigaci?n fue muy claro el influjo el hacer que el saber. Como quiera, el de los doc sobre todo muy patente de los viejos maestros, semestre
mismo
tores
Gaos,
Miranda
y
Zavala.71
en la investigaci?n, los tres, los adiestraron Entre y fue su la moda la de investigar tal influencia, que contrariando en los de metieron vida moderna M?xico, y contempor?nea coloniales
investigaciones
y
los mantuvieron
adictos As?
hist?rico-econ?mica-social-y-de-las-ideas.
ploraci?n
ex
a
la
lo
prue
las primeras publicaciones del grupo uno, casi sin excep las tesis del grupo ci?n de historia de la econom?a colonial,72 Lerner y de Gor tari, y de Palacios, dos, con las excepciones en menor medida, las tesis del grupo tres, pues en ?ste la se las bardas de la colonia, y se salt? mitad de los recibidos en el siglo fuera de la rom?ntica Carner, Fran?oise pos?, ban
veinte
mexicano.73
Los
alumnos
de
las
segundas
promocio
70 Vid.,
u. ap?ndice como de los Luis Villoro, contratados, Algunos profesores j?venes un notable los alumnos. tuvieron tambi?n ascendiente sobre 72 en sobre la introducci?n la ganader?a de Jos? Matesanz investig? acerca la Nueva Florescano del abasto Enrique y la legislaci?n Espa?a; 71
de ma?z
en el granos en el xvn;
siglo Clara
Gervasio Garc?a xvni; 73 Vid. n ap?ndice
xvi; Lida sobre
la geograf?a sobre del de sal en el siglo producci?n etc. comercio por Veracruz, xvn:3 Mexicana, (ene.-mar., 1968).
Alejandra sobre el
e Historia
Moreno
la
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LA n?s
de
como
maestr?a,
los
las
de
571
NIDO
DEL
PASI?N
en
tardar?n
primeras,
de ese 'respeto' seguir la "p?rdida distancia, separa, asigna jerarqu?as,
engarrota, lugares, m?ritos
que
con
reprime, y privi
legios".74 en
Como
a?os
los
cuarenta,
aunque
en
los
con
sesenta
a estudiar a muchos El Colegio mand? de los holgura, a la maestr?a los de Estados Unidos, y y egresados Europa casos dieron el grito de independencia. all? en muchos Par?s a Enrique Moreno de Florescano devolvi? y Alejandra muy
m?s
devotos
la
de
historia
la
cuantitativa,
las
computadora,
tar
los bancos
de datos y la terminolog?a espe jetas perforadas, a no los estudios coloniales. cializada, que al?rgicos Berkeley, un Jos? Anto no obstante la influencia de Borah, reintegr? al canto y a una Cl?o si adicto a la pintura, nio Matesanz tuada en el polo opuesto de la florescanora. La vieja Harvard a posgraduarse fueron adonde y la joven Stony Brook, Bernardo Garc?a Mart?nez Lira, respectivamente, y Andr?s un hombre han dise?ado de Harvard pero no uno equiva lente de Stony Brook. El poeta Guillermo Palacios segura no es el mismo mente de Princeton y y Brasil, despu?s a su regreso de Francia de Gortari tampoco Hira quiz? de Espa?a Por otra parte, y Sergio Florescano y de B?lgica. as? como a la serie de las primeras le hizo algo promociones m?s que cosquillas el lanzamiento de bombas at?micas sobre a la serie de las segundas Hiroshima no los y Nagasaki, de su nido. y el ametrallamiento dej? tal cual el tlatelolcazo en la madrugada "El 20 de septiembre El Colegio fue objeto de
un
atentado
terrorista",
y
con
aunque
motivo
de
esa
ma
notada deferente "recibi? muestras abundantes de solidari dad y estima por parte de personas e instituciones" de aqu? y de fuera75 se sinti?, por buen rato, solo, indefenso y en envoltura de vidrio, buena para ver llover sin ?til mojarse, contra
las
74 Carta
tolvaneras
de
y
Guillermo
es de esperarse de Palacios. 75 Bolet?n vi:2 semestral,
el
smog
Palacios
no
que
a
(may.-oct.,
Luis
contra
Gonz?lez,
1968),
p.
las
balas.
sin
fecha,
como
4.
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572
LUIS
GONZ?LEZ
todo se debi? a que llamamos la atenci?n del go Dizque tan obsequiosos bierno por haber sido en el lustro anterior con ?l. Dizque las asambleas de profesores don y estudiantes con los cientos de de se discuti? la conducta gubernamental miles de j?venes que ped?an a grito pelado un poco de aper tura democr?tica, nos produjo la tronante llamada de aten ci?n que a los del CEH les son? muy parecida a la del virrey de la expulsi?n de los jesuitas. de Croix con motivo marqu?s las los ametralladoras hablaron as?: "Se historiadores, Seg?n los del nacieron subditos pan que para callar y poderoso no hacer mandados y para discutir ?rdenes y planes de salva ci?n nacional". ?nico morador del Seg?n el se?or Arriaga, a hora de la la las ametralladoras tronasca, Colegio parlan tes
dijeron
veces:
repetidas
all?".
"agarr?tense
Cehsetentas
Por motivos no
pod?a
en
Mar?a
reglamentarios, ser
nombrada
directora
1970 ya hab?a
tantos
por
del
Carmen
Vel?zquez
vez.
tercera
de planta
otra
Por
con m?
parte, profesores ritos y capacidad para suceder?a que el presidente Urquidi tuvo que proponer de Luis Gonz?lez, la candidatura quien un sexenio en la direcci?n antes hab?a exhibido del CEH no Si su gerencia y ejecutiva. dogm?tica incapacidades a los auxilios se debi? de los fue como era de esperarse Lira y al m?todo Luis Muro coordinadores y la y Andr?s fina eficacia de la se?ora Ana Josefa S?nchez de Nualart y Por otro lado, LG le ha hecho segunda: Sarita Audelo. quien sus
?nicamente septiembre oficina del Josefina libros
un trienio en la cumbre direccional. En de la amplia y c?moda 1973 sac? sus papeles director y los puso en una celda del sexto piso. dur?
de
V?zquez, hist?ricos,
dos muchas
veces
doctora, veces
maestra
varias
veces
autora
universitaria
de una vez empresaria cultural, asi? las riendas en este en el primer semestre del a?o caso)
de
y m?s
(o lo que use lectivo 1973
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LA
el 1974, y entreg? Elsa Cecilia Frost.76 en en
PASI?N
DEL
copilotaje
a
573
NIDO
la
tambi?n
laureada
muy
con la direcci?n El presidente convino del CEH Urquidi no la conveniencia de hacer m?s licenciados y maestros historia
y
comenzar
a
fabricar
como
doctores,
ven?a
ha
en su reabierto el doctor Gaos ci?ndolo taller.77 Mar?a del en octubre de 1969 unos cursos Carmen Vel?zquez inaugur? al doctorado para diez aspirantes y sent? los propede?ticos cursos del mismo: tutor?a de parte pocos y mucha requisitos en ciernes, de los profesores, y de parte de los cliom?ticos a un total tema de investigaci?n de pocas pausas y entrega historia
Luis Gonz?lez de M?xico. dispuso no s?lo cada dos o tres a?os
estudiantes
que sino
se aceptaran en
cualquier deb?an y aun ?poca de ?ste, pues de cursos ?nicamente tutor los cada cada para que y que quedar dispusiese pupilo ?ste pod?a seguir donde era la Lo de menos los hubiera. a ense?anza formal y colectiva; lo de m?s el entrenamiento a?o
La actual directora la medida individual de cada estudiante. ha sido de la opini?n de que cada dos a?os el programa se abra a un nuevo grupo de aspirantes y que para doctores ese
programa
consista
en
dos
series
de
cursos
que
cubran
a la historia universal cuatro semestres: una dedicada y otra a la de M?xico y las dos ser?es mu?tiprofesorales y de fiso se sigue considerando nom?a seminaril. Como quiera, que la hechura de la tesis, a las ?rdenes de un profesor especializa del programa doctofacedor. do, es la parte medular se ha vuelto Como en los d?as del taller de don Daniel, a en a dar mayor las investigaciones impulso equipo de tema lo que no quiere decir que se hayan prohibido las mexicano,
76 Otros desde siendo, 77 Desde
inmediatos muy Anne 1973, Elias Trabulse, 1966 el doctor Gaos reanud?
colaboradores
y
eficaces
del
CEH
vienen
Tanck. y Dorothy Staples su seminario de historia de
las ideas, donde alumnos de maestr?a De estos y de doctorado. acept? se recibieron ?ltimos el venezolano Elias Alfonso el colombiano Pino, Muri?. Durante el y el mexicano L?pez Javier Ocampo Jos? Mar?a examen de ?ste muri? el doctor Gaos.
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574
LUIS
GONZ?LEZ
o las de asunto extranjero. Ha sido otra directiva individuales ca institucional la de la investigaci?n hist?rica polig?mica, la politolog?a la sociolog?a, sada con la econom?a, dem?s y se ha sugerido que se escojan ciencias del hombre. Tambi?n temas
aquellos presente,
pues
hombre
mexicano
Mar?a
y medio
m?s
parezcan
que a
lo
servirnos
pueden
mejor
sus atolladeros.
de
Quiz?
nuestro
de
iluminadores
sacar
para
al
sea medio
Cl?o
Marta.
como nunca
Tambi?n
se le ha dado
a la difusi?n:
cuerda
y estu investigadores impresas de profesores, publicaciones como audiovisuales las diantes; por la expresiones deparadas con otros institutos de la misma colaboraci?n l?nea televisi?n; asesor?as programas
textos
y
nacionales
y
los
todos
La
para la gente de como mon?sticas,
el
sido
e incurrir m?s
reuniones
cultas
ser
de
chile
de
menos
permanecer
en actividades
fuera, pero sin menoscabo si fuese f?cil hablar y
de
de
inter?s
de las virtudes comer pinole al
y m?s
plural
savia
para
nombre
de
Tiene con
conocidos
el
Atrae
cosmopolita.
como
tan abarcador
estado
seis
en ra
frondosos
"centros".
Es
profesores
y
cada alum
La todos los idiomas y tesituras. Tiene cumquibus. se lo come a besos. El r?gimen de Luis Echeverr?a, en
gastador como
cionado
hab?a
a?os.
cinco
aqu?
fortuna tan
ha
consigna
El Colegio
?ltimos
majes, vez m?s
nos
maneras
tiempo.
Nunca los
a
asistencia
y otras
extranjeras
moles.
c?tedras
de
escolares;
en la torre de marfil
mismo
diversas y conferencias; en hechura de la gubernamentales
la impartici?n a dependencias
mediante
cosas
de otro
ning?n
nistraci?n
culturas r?gimen.
lo
cultivos,
y
Cuenta
con
ha una
subven admi
corriente
muy poco com?n.y aqu? y ahora. Nadie en estar por ver la eficacia y el dinamismo de su aun en los ratos en que trae los V?ctor Urquidi presidente nervios de punta, secretario a del general Mario Ojeda habilidades pesar de ser un hombre de m?ltiples y ocupacio ha puesto
nes,
del
cortes?a,
secretario
adjunto
y en general
de
Carlos
la m?quina
Arri?la
no
obstante
administrativa
su
donde
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LA PASI?N DEL NIDO 575 casi insustituibles.78 Los hay piezas, como el se?or Arriaga, centavos abundantes la bondad de los administran y quienes se reflejan en el residente
profesorado
del centro de Estudios Hist?ricos el que es m?s o menos mismo a la bulla del decenio anterior, pero m?s aclimatado aumentos de sueldos, m?s los y con frecuentes conjuntos aumentos la obra El hecha, por pues particulares Colegio, como la Universidad, desde 1972, ha creado categor?as que se designan con las letras C, B, A y S, y en ellas ha metido a sus profesores, se queje de hambre sin que ninguno ni de hartura, pues los C, que son los j?venes, por no tener obli o tenerlas familiares lo que reciben les escasas, gaciones sirve igual que a los "S" con mujer e hijos, a veces nume rosos,
tener
para
vidumbre libros en l?fono,
tir a ciones
buena
lavander?a,
Gallego,
comer La
Cava
y
plomer?a
de
toda" especie y
residencia
suficiente y autom?vil librer?as de nuevo y de
con y
aun
espect?culos, alguna otros
frecuencia restaurantes
o
propia
ser
alquilada,
flamante; para adquirir lance; para pagar luz, te contribuciones;
para
durante
viajar en
caros.
La
asis
las vaca el
Lorraine,
Ahora
el
Cen
tro de Estudios Hist?ricos tiene quince profesores de planta. no tener a Lamenta sus todo dos del de fundadores ya con el doc y s?lo contar espor?dicamente (Gaos y Miranda) tor Zavala.79 Le duele la desaparici?n de Susana Uribe y el Florescano tienda que Enrique haya puesto aparte.80 Le
78 Vid.
El
y El
Colegio
de M?xico
?
de Estudios Centro folle Hist?ricos, ? ? Informaci?n Colegio s.p.i. general y programas 1971-1974, pp. 23-24. 79 Desde de 1975 el doctor un Zavala conduce seminario septiembre en sobre la Plata el R?o de la ?poca se re?ne una vez colonial, que al mes. 80 En 1971 Enrique Florescano fue nombrado director del Departa mento de Investigaciones Hist?ricas del al que ha un INAH, impuesto ritmo de desarrollo colosal. incre?ble, tos,
de M?xico
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576
LUIS GONZ?LEZ
complace ocho de De nes
estar a tono con sus quince plazas
?stas,
cuatro
quiz?
s?lo
son uno
doctoras; pueda
el a?o internacional de la mujer: acad?micas las ocupan mujeres.81 en anteponerse
De ?stos, que son los ?nicos que cuatro son de la tanda nacida entre van que vuelan para ilustres) de se sabe de alguien 1934-1947.82 No el deber de plantar un ?rbol, pero m?s de un libro per capita, y seis quince hijos en conjunto.
de
cambio, el
Dr.
los a
siete su
varo
nombre.
tal clasificaci?n, soportan 1918 y 1933 y tres (que los oriundos de la zona con que haya cumplido todos y todas han escrito son padres o madres de
De residentes los 1971 para ac? han sido los profesores la casi de han del la docencia totalidad que peso soportado de que, en general, ha sido liviano. La segunda promoci?n un par de cursos multiprofesorales s?lo recibi? doctorado de la historia de M?xi y de historia (de teor?a y m?todo ^ la tercera e histo seis de historia ; co) promoci?n, (mitad e universal mitad historia de de y riograf?a historiograf?a en entre se cachitos todos los pro que repartieron M?xico) eminencias de la fesores del Centro y algunas importadas M la cuarta lleva ahora tres cursos. Tam UNAM; promoci?n tesis han sido una carga mayor. En el de los seminarios poco semestral Bolet?n 1974-marzo 13 se (octubre 1975) figuran o tutores para vigilar la investigaci?n de 18 docto minarios seminario m?s poblado randos. Al Lira, de (el de Andr?s acu de las ideas en los pa?ses de lengua espa?ola), historia no acude ninguno en den cinco, y a cinco de los seminarios ese
semestre.85
en la etapa actual del Centro han dispues Los profesores en promedio, horas para la investigaci?n; de to de muchas
81 Vid. 82 Las CEH
son
ap?ndice tres recientes
del masculinas y muy adquisiciones importantes Lira Garc?a Andr?s A Mart?nez, y Elias Trabulse. se otra el cronopio Krauze. esperanza, Enrique incorpora rx y x. semestral,
Bernardo
fines de 1975 83 Bolet?n 84 Ibid., xi 85 ibid.,
i.
xm:l,
y xii. p.
7.
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*?* 0? 1(1 INI4!
BSf 4-^*4^
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W?nBemw??Ss
Edificio
que
El Colegio ocup? de Janeiro Rio
de M?xico
en
la Plaza
(1953-1961)
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Wm
MKH
lllllgi?s
lillllP
/<???S*^?P&V
Primer
edificio
de
El
Colegio
en Guanajuato,
125
(1961)
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LA PASI?N DEL NIDO
del tiempo h?bil, de unas veinte horas a la semana. habido ha para que los maestros repartan presiones Aunque su calendario entre individuales investigaciones inquisitivo colectivas libres e investigaciones y un tanto y enteramente a las pri han horas los dado m?s forzadas^ l?s profesores en meras.86 Fuera de ocuparse todas de M?xico, difieren semes todo lo dem?s. Seg?n un reciente n?mero del Bolet?n la mitad
tral (octubre 1974-marzo 1975), de las quince investigado nes individuales acometidas de profesores, por igual n?mero siete se refieren a la ?poca espa?ola; siete, al siglo xix y una al conjunto de la vida mexicana. Una es de tema econ?mico; de dos, de tema pol?tico; tres, de asunto cuatro, social; asunto
cultural,
las
y
se
restantes
cinco
de
car?cter
mixto.
en
el semestre octubre 1974-marzo concluyeron 1975, de las cuales dos han dado cuerpo a sendas obras, y tres a art?culos para revistas especializadas. De las diez en a ser libros. Un m?s de la mitad est?n destinadas marcha, buen n?mero de estas de modelos parten investigaciones Cinco
tomados
las ciencias sociales. Cosa de nueve hacen un son s?lo las llamadas fuentes primarias. Dos all? de la y quiz? otras tantas no ir?n m?s
de
amplio uso compilativas
de
narraci?n.
simple
fundamentales,
En
tres,
en
otras
y
las
operaciones las
tres,
son
hermen?uticas En
etiol?gicas.
una
es
el uso de t?cnicas cuantitativas. Por lo que se ve, nin guna de las quince investigaciones particulares aspira a tras cender el c?rculo acad?mico. En cambio en equi las hechas como la Historia de M?xico, moderna servir a po quieren, en general. los colegas y al p?blico claro
Junto ese
amor
a las individuales a
su
obra
han
caracter?stico
crecido de
los
dos
colectivas.
santos
Con
fundadores,
no ha estado ausente en don Daniel Cos?o Villegas ninguna a fin ha sido un de las dos. De principio y ani consejero tanto en la que comprende mador insustituible todo el ?m como en la que se constri?e bito de la historia mexicana a la ?poca de la revoluci?n. a desembocar Ambas en aspiran
86 ibid.,
xin:l,
p.
14.
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578
LUIS GONZ?LEZ
libros multivoluminosos est? en un tris de y la primera hacerlo.87 Muy pronto como un as? renovado aparecer? algo ? Su a trav?s de los M?xico siglos, o un m?s legible M?xico evoluci?n
social.
es:
Esto
otro
coloso,
a
semejante
aquellos
cl?sicos, pues seg?n los que venden libros, la clientela mexi cana de Cl?o quiere una nueva s?ntesis gorda de su vida nacional desde los d?as m?s remotos hasta los nuestros. Como se sent?a en aptitud de rehacer la ning?n profesor del CEH historia prehisp?nica, se invit? a tres sabios de los que saben c?mo andamos ahora en cuesti?n de ra?ces ind?genas.88 Aun un m?s de del Centro habr?a podido meterse que profesor con la revoluci?n se acord? de independencia, invitar para a razones Luis lo hiciese obvias. Villoro, que por Ninguno el pasado del CEH quiso reconstruir inmediato, pero acept? con toda hacerlo que es un polit?logo alguien del Colegio se acudi? a Jos? Luis la barba: Lorenzo Meyer. Tambi?n Mart?nez tulos
y Carlos
sobre
la
Monsivais
cultura
los
de
obtener
para
xix
siglos
de
los cap?
ellos
y xx.89
en grande y haciendo Que don Daniel sigue pensando no s?lo lo demuestra la tetralog?a reci?n lanzada sobre el sino tambi?n la inves estado actual de la cuesti?n pol?tica, 87
a aparecer en Empez? 88 Los referentes cap?tulos e Ignacio Lorenzo Jos? Luis e Historia, y por polog?a en Stony Brook. York 89 En el tomo primero, una
a?o de 1976. presente fueron la ?poca prehisp?nica del Instituto Nacional Bernai,
el a
Pedro
destinado
las partes fue escrita por de Bernardo Garc?a corogr?ficas" de
las
culturas
del CEH: alguien Todos Mart?nez.
de
por Antro
de
Nueva
s?lo prehisp?nicas, las "Consideraciones los
colaboradores
del
son oriundos del CEH: Espa?a, Alejan Andr?s dra Moreno, Luis Muro, Lira, Jorge Alberto Manrique y Enri los autores se ocupa Florescano. De tomo del del que que siglo xrx a Josefina a Lilia falta mencionar autora del santanato, D?az, V?zquez, en el primero, de la reforma, del porfiriato. Como Gonz?lez, y a Luis iv s?lo en el tomo del CEH, la compa?era Berta hay un colaborador a la revoluci?n Ulloa hizo la parte referente airada. El aparato que se ha mandado a un ?ltimo erudito tuvo a su cargo volumen que tomo
ii,
nuestra Uribe
de
referente
en experta Fern?ndez
a
a
la Universidad
de
Carrasco,
hechos
la Nueva
ciencias de
y t?cnicas C?rdoba.
auxiliares
de
la historia:
Susana
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LA
DEL
PASI?N
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NIDO
acerca del M?xico vi tigaci?n cuya marcha contempor?neo en Luis charla de le Echeverr?a, sobremesa, gila y aconseja. solicit? a don Daniel la prolongaci?n de la Historia moder na de M?xico o sea le hasta la ?poca revolucionaria, pidi? lo que don Daniel andaba queriendo hiciese hacer cuando s?lo ten?a medio seguro siglo, pero que ya no se sent?a muy tres cuartos de siglo encima. "El 30 un federal constituy? 1972, el gobierno en el Banco Nacional miso de Comercio Exterior a quien encomend? del Colegio, la elaboraci?n de la de hacerlo viembre
la
de
con
de
revoluci?n
mexicana...
El
profesor
fue designado coordinador general niel Cos?o Villegas fue nombrado obra".90 Luis Muro dinaci?n
del
Luis
de no fideico a favor historia
Gonz?lez...
y don Da de la especial consejero la responsabilidad de la coor
ha asumido
programa
administrativa, y ocho pelotones, sargenteados por Berta Ulloa, Alvaro Matute, Blanquel, Jean Meyer, Luis Gonz?lez, Blanca Meyer y Rafael Segovia,
Eduardo Lorenzo Torres
y Luis Medina,
cantar
de
victoria,
Pellicer,
y Olga con
salir
ya est?n
a punto
de
tomos.91
ocho
una
buena parte de la producci?n del CEH habr?a sido "ninguneada" entre otros mo del primer decenio, por el equipo profesoral de las notas de pie de p?gina, tivos, por prescindir y en As? la Historia de divulgaci?n. suma, por ser francamente de est? M?xico sobre todo la Histo salir, y que por general el actual
En
libresca
de
ria m?nima
lustro, los profesores
de M?xico
ya publicada
90 Bolet?n xr.l semestral, 91 Con Eduardo Blanquel, colaborado McGregor Brown;
muy y Gloria con Alvaro
(sep.
Villegas; Matute,
1972-mar.
con
Berta
1973),
p.
3.
del
han 1910-1914, periodo auxiliares redactores Josefina Portilla Ulloa, Segundo y Cecilia
encargado como
estrechamente
a la televi
y traducida
de Kent S?nchez y Ricardo Trejo con Rafael Krauze y Cayetano Jean Meyer, Enrique Reyes; Beatriz con Luis Segovia y Lorenzo y Adriana Meyer, Rojas Lajous; Alicia Lerner Victoria con Gonz?lez, Hern?ndez, y Guadalupe Monroy; Luis Medina Mar?a de la Paz Pa?i Torres, y Blanca y Cathy Macotela, Flores;
con
Olga
Evelia
con
Pellicer,
Jos?
Luis
Reyna
y Esteban
Mancilla.
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580
LUIS
GONZ?LEZ
si?n por a?adidura.92 Los historiadores de casa se han echado a la calle. Dos docenas de libros de la colecci?n Sepsetentas, son obra de lanzada a m?s de diez mil lectores, profesores con full time del Centro.93 Todav?a m?s: Josefina V?zquez, la connivencia de varios de sus colegas, ha escrito los textos de Ciencias cada
a?o
marfil que
sociales
las
ruinas.
quedan nunca pretendi?
dores
ha
mexicanistas,
los diez millones
para a
acuden
escuelas
lanzada
criaturas
De
primarias.94
La Bibliograf?a salir del peque?o sido
de
la
que
torre
de
hist?rica mexicana, c?rculo de historia
anualmente
por
Susana
en alto su prestigio mantiene Tambi?n de seria y la revista trimestral que hoy cum para pocos puntual?sima o su su cuarto cent?sima de salida p?blica. siglo ple primer ha sacado del 71 para ac? un La "Nueva serie" de historia a en homenaje y par de libros miscel?neos Jos? Miranda
Uribe.
un cuarteto de docu Daniel Cos?o Villegas, respectivamente; en el historias mentad?simas de asunto colonial (Michoac?n de las de Establecimiento del Cardozo; luces, y p?rdida siglo de Nueva de Ciencia la y Espa?a, septentri?n Vel?zquez; en el siglo xvii, de Trabulse, como y La educaci?n religi?n de Kobayashi) ; un tr?o de obras sobre el siglo xix conquista, de las cuales dos son del profesor Bazant (Los bienes de la en haciendas Cinco M?xico y La revo y iglesia mexicanas), luci?n intervenida, de seriedad aca de Berta Ulloa, modelo el prestigio de una casa que no sol?a d?mica, ha mantenido salirse
sus casillas.95
de
92 Historia y
1974;
of Mexico, televisi?n 93 Los
minima
traducida M?xico, la por n?meros
al
de M?xico, ingl?s
por
El Colegio subsecretar?a
M?xico,
El
de
Colegio
Marjorie Urquidi de M?xico, 1974) de radiodifusi?n.
(A y
M?xico,
compact al idioma
1973 history de la
2, 11, 16, 19, 33, 37, 47, 56, 72, 76, 80, 95, 98, 117, el presente a?o de 1976 118, 126, 141, 143, 155, 179, 195, 200, 203. Para otra media est? programada docena. 94 Ciencias de Educaci?n Secretar?a 1er. M?xico, P?blica, sociales, 4q grado 3er. grado 5* gra 2? grado (1972), grado (1972), (1973), (1974), ediciones: do original y reformadas. y 6? grado (1974) ; varias (1973) ? ? 95 El de M?xico 1971 Informaci?n y programas general Colegio 100-101. 1974, pp.
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LA
DEL
PASI?N
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NIDO
ser m?s ex los libros pomposos, Seguramente podr?an no notas tensos y rebosantes si el personal de del CEH esa no dudara del valor de clase de frutos y si hubiera dejado de ser historiador sedente, que se sienta y lee, se sienta y si no tuviese que v?rselas con piensa, y se sienta y escribe; un
alumnado
internacional
a hombres de mundo que exige como profesores que no a a hombres ratones de biblioteca, de estudio y acci?n al mis mo tiempo, a maestros-caudillos. el prestigio Se mantiene del pero no el de la especializaci?n. profesionalismo 1969 a
De
el Centro ha recibido al 50 aspirantes de 17 1; I; Brasil, (Argentina, pa?ses procedentes 1; Colombia, Canad?, 4; Estados Unidos, 3; Chile, 2; Filipi nas, 1; Honduras, 1; Inglaterra, 1; Italia, 1; Jap?n, 3 M?xico, 23; Nicaragua, I; Puerto Rico, 1; Rep?blica 1, Dominicana, vez son mayor?a Por los extranje y Venezuela, 5). primera vez un ros y por primera de provienen 20% de estudiantes no se terceras donde habla el idioma Dos pa?ses espa?ol. 1975
doctorado
son
partes
machos
y,
como
de
costumbre,
un
tercio,
muje
con los requisitos res.96 La totalidad ha cumplido de admi si?n: tener o de licenciatura maestr?a; grado 1) 2) haber escrito una tesis u otro fruto de b?squeda cient?fica; 3) demostrar afici?n hist?rica; de 22 a?os ni 4) no ser menor a dedicarse ex de 35; 5) estar dispuesto de manera mayor como tema de tesis algo 6) adquirir de M?xico y que no se salga de la tem?tica de los seminarios establecidos; 7) estar saludable, ser voto el admitido de la junta de y 8) por mayoritario del Centro.97 La vive de una beca gran mayor?a profesores a El de M?xico los mexicanos por y de Colegio otorgada clusiva
referente
a los estudios; a la historia
96 Vid. n. ap?ndice 97 Desde que Urquidi con a?o una a?o elige bros
cuyas
facultades
se hizo junta constan
de
cargo
de
la presidencia
por integrada profesores en el reglamento general.
cada
Centro
cinco
miem
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LUIS
GONZ?LEZ
de muy diverso origen dados a los de fue beca y pr?stamos ra.98 Por lo general, los estudiantes de ahora han vivido no menos con m?s felicidad, pero que como pobremente, vivieron las tandas fundadoras. la homogeneidad Tambi?n con la heterogeneidad de las antiguas contrasta de las nue vas. Cada vez m?s las de hoy se forman con gente de muy formaci?n intelectual diversas y muy patrias, muy distinta De aqu?, entre televisi?n de vida. diferentes de y programas otras
cosas,
su
como
descontento
alumnos
como quisiera, ci?n que no puede, a la medida de cada estudiante.
de
dar
siempre
una
institu
formaci?n
conocen de manera los mexicanos Mientras y a general en forma directa ellos concierne la historia de su pa?s, y por cursos monogr?ficos, lo mismo los extranjeros de la exigen cursos historia mexicana los les que prefieren panor?micos a un asunto la vida de mexicana escoger ayuden investigable situarlo dentro del conjunto. Mientras y, una vez escogido, a
los
cen
formados
en
previamente
la
carrera
de
historia
les
pare
excesivas
las clases de teor?a y m?todos de la historia, a los oriundos de otras carreras los ha habido hasta de (y esas clases. Mientras los insuficientes les resultan ingenier?a) un el buscan saber saber el m?todo por pocos que quieren saciar sus curiosidades, los esp?ri cient?fico que les permita tus revolucionarios desean un m?todo para promo pr?ctico unos ansian una pro ver y dirigir el cambio social. Mientras de habilidades situarse la ense?anza fesi?n y piden para a menos otros cielos bien en el mundo aspiran profesional, y seguros. palpables Del trienio de residencia se ha CEH, un a?o o m?s
a los doctorantes por el exigido ido en seguir cursos para todos a casi todos, y los dos restan que suelen dejar descontentos de tes, en hacer una investigaci?n por un director guiada ser al tesis; puesta en tela de juicio en dos ocasiones (una
98 El 1974,
pp.
Colegio 79-82,
de M?xico y Bolet?n
?
Informaci?n ix
semestral,
a
general xin,
? 1971 y programas "estudiantes secci?n y
egresados".
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LA
PASI?N
583
NIDO
DEL
y la otra ya a medio escribir), por el seminario programada a formado y vuelta y estudiantes, por profesores general criticar por un jurado de examen, por un tr?o de individuos en el p?dium del auditorio, delante de los encaramados cuando la y amigos del doctorado, investigaci?n parientes ha
concluida
sido
se
y
en
presenta
esta
forma
de
mamotreto.99
la hechura del doctor etapa Aunque generalmente no ha los ha sido menos insatisfactoria doctorantes, para se recibir han de molestado porque quejas. Algunos dejado se deja al gusto de los el tema de la investigaci?n doctoral individual otros, por ser una investigaci?n doctorantes; y no como la masificaci?n de la los colectiva, pedir?a tiempos de
corren.
que
aun los m?s descontentadizos, si llegan a Como quiera, los piropos recibirse y a recibir en la ceremonia respectiva se ponen a dar saltos de gusto en compa??a de los sinodales, alrededor de una mesa de parientes, y profes compa?eros si se surtida de cubas libres muy y antojitos regionales, o de whisky, co?ac recipiendario pobre, si el que se recibe las puede. Y se ponen
trata de trufado, contentos
si
una
como
editorial,
empresa
en
los
y fais?n a?n m?s casos
de
Elias Trabulse, Fernando Cardozo, D?az, Germ?n Jos? Ma Krauze les r?a Kobayashi, Tanck, y otros, Dorothy Enrique son cr?ticos dicen tesis de lectura la tesis los y que publica si son pesimistas los autores de esas tesis aunque obligada, se sientan al ver que frustrados la multitud de posibles con la obligaci?n lectores no cumplen la les que impuso a son don Alberto si el Dallai, cr?tica, y culpen optimistas del Colegio, por no poner en manos jefe de publicaciones de quienes leen las obras editadas. Pero estas contrariedades A veces el propio Colegio reciben luego justa compensaci?n. los
en
acoge
99 Hasta de el
El
1975
como
recinto
atestiguarlo
pueden
parte mero
su
inclusive
Colegio art?culo de
hab?an
de M?xico Alejandra
recibido
y Dorothy
su
19 estudiantes. Moreno
como
residentes,
profesores
Krauze
Trabulse,
Tanck.
de doctores grado en este mismo Vid.
A
por n?
Toscano.
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LUIS
GONZ?LEZ
llevan otras instituciones y todos llegan al con hist?rica da para ganar de que la investigaci?n la el interior universo de quien para enriquecer a es un veces de siem instrumento que placer y pre de libertad, pues es f?cil darle la raz?n al fil?sofo Ortega de que no hay nada mejor que La historia como sistema de liberaci?n de la historia.100 O como dijo Santayana, los que no conocen la historia est?n condenados a repetirla. ?Qui?n no con el proverbio se est? de acuerdo de que s?lo lo sabido los egresados del CEH rechaza o se acepta libremente? Ahora se saben m?s ?tiles que los y esa egresados del Polit?cnico, otros se los vencimiento se la vida y practica; de
justa
los salva del
inmodestia
complejo
Ap?ndice
de par?sitos
sociales.
I
LOS CIEN MAESTROS DEL CEH Con
de nacionalidad de origen, c?tedras especificaci?n son o han impartidas y fecha de sus cursos. Los de asterisco sido profesores de tiempo completo. i 1947. semestre Manuel Alcal?, (Mex.) : "Franc?s", Rafael "Orientaciones estudio de el Altamira, para (Esp.): 1946. la historia", y Freg, Arturo inde de M?xico Arn?iz (Mex.) : "Historia n 1947. semestre 1945 y pendiente", Teresa litera Aveleyra, (Mex.) : "Arte de la composici?n ria", semestre i 1969/70 y semestre n 1970. : "Culturas prehisp?nicas de Am? Robert Barlow, (EEUU) rica",
n
semestre
Francisco Barn?s, 1943; "Problemas dieval externa",
loo Occidente,
Jos?
y
Ortega 1952,
vi,
pp.
1946.
externa de Espa?a", (Esp.) : "Historia de la posguerra", 1944; "Historia me el durante de Europa 1944; "Historia
Gasset:
Obras
completas,
Madrid,
Revista
de
11-50.
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la
siglo xviii", tre ii 1947. Bataillon,
Claude
n
:
(Fra.)
585
nido
moderna
"Historia
1945;
1963, semestre
del
pasi?n
de Espa?a",
ii
semestre
humana",
"Geograf?a
semes
i 1965. "Egipto y Asia
1964 y semestre
semes Menor", Bataillon, (Fra.): Fran?oise tre ii 1965. * de historia econ?mica Bazant, y (Ghec.) : Seminario Jan B social del siglo xix desde 1974; clases en ?l Seminario desde 1975. "Culturas de Am? Bernal, (Mex.): Ignacio precolombinas rica",
semestre
n
1962.
Amancio (Esp.) : "Lat?n", 1943 y 1944; "Es n 1946. semestre pa?ol superior", Brito Federico social de Vene Figueroa, (Ven.) : "Historia Bola?o
zuela",
e Isla,
semestre
ii
1966.
Lucio Cabrera, (M?x.) : "Historia semestre n 1964. : "Historia de Carner, Jos? (Esp.) tura
espa?ola",
de
la cultura
la cultura",
occidental", 1942; "Litera
1944.
Pedro Carrasco, (Esp.): Roberto Cort?s Conde, ii 1968/69. mestre
en el Seminario B en "Historia econ?mica", (Arg.):
Clases
1974. se
Daniel de econ?mica Villegas, (Mex.) : "Historia de historia moderna de M?xico, 1943; Seminario Europa", ii 1969/70; semestre "El porfiriato", clases en 1949-1970; el Seminario B en 1975. i y n 1946 y semestres Anne Chapman, (EEUU): "Ingl?s", i y ii 1947.
Cos?o
Chevalier,
mestre M?xico",
Fran?ois
i 1949; semestre
(Fra.)
"Historia ii
:
de
francesa",
"Historiograf?a
la
tenencia
de
la tierra
se
en
1949.
Chico semestres Pardo, Luis econ?mico", (Mex.) : "An?lisis i y ii 1966; "Historia ii 1967. semestre econ?mica", D?vila 1941. Garibi, (Mex.) : "N?huatl", Ignacio en M?xico", "La reforma semestre n D?az, Lilia* (Mex.): i 1971/72, y semestre semestre i 1972/73. 1969/70, Escobar Teresa Rohde, y Asia Menor", (Mex.) : "Egipto semestre i 1962; "Grecia y Roma", ii 1962. semestre Faulhaber, 1944. "Alem?n", 1941, 1943, Johanna (Ale.): * Romeo i Flores, semestre (Mex.) : "La independencia", 1969/70.
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586
LUIS
GONZ?LEZ
"Historia econ?mica Florescano, y so (Mex.): Enrique# i y n 1968/69; "La econom?a del cial", semestres siglo de historia econ?mica, xrx", semestre i 1969/70; Seminario en M?xico", de "Revoluci?n 1969-1975; independencia i 1972/73. semestre i 1971/72 y semestre de
Forcella
n
Paule
Segovia,
: "Franc?s",
(Fra.)
semestre
i y
1963.
i y n 1962; semestres Edward J. (Ing.) : "Ingl?s", Foulkes, "La expansi?n europea (siglos xix y xx) ", semestre n i 1966; "De la revoluci?n francesa a la 1963 y semestre guerra
segunda
n
semestre
mundial",
1967.
Frenk Alatorre, Margit (Ale.) : "Espa?ol te?rico-pr?ctico", semestre i 1964. en los Seminarios A y Elsa Cecilia * (Mex.): Clases Frost, B desde 1975; Seminario de historia de las ideas e historia desde 1975. religiosa von F?rer-Heimendorf, (Ale.) : "Antropolog?a Christoph i 1964. semestre cultural de Oriente", Gaos, francesa", semestre Ignacio (Esp.): "Curso de redacci?n i 1966. * : "Pensamiento del si Gaos, Jos? hispanoamericano (Esp.) semestre n 1948; Seminario sobre el pensamien glo xvm", i 1947; "Historia del pen to hispanoamericano, semestre semestre n 1947; samiento de los pa?ses de Am?rica", n semestre "Filosof?a de las ciencias 1964; humanas", n semestre de "Historia 1965; filos?fica", "Antropolog?a nuestra semestre n 1966; Seminario idea del mundo", de historia de las ideas en los pa?ses de habla espa?ola, i y n 1967/ de las ideas", semestres 1966-1969; "Historia i y n 1968/69. 68 y semestres a la Bernardo# "Introducci?n Garc?a Mart?nez, (Mex.): semestre n 1970/71; "El siglo de las historia de M?xico", "El historiador luces", semestre i 1971/72; y la sociedad", A y B desde semestre i 1972/73; clases en los Seminarios desde 1972. de historia social novohispana 1974; Seminario eco : e instituciones A. "Doctrinas Ghigliazza, Sergio (Mex.)
de
Ren? Rusia",
G?mez historia
Gonz?lez,
i
semestre
n?micas", Girault,
(Fra.) semestre
Ca?edo,
1963.
: "Historia
Lino
n
(Esp.)
hispanoamericana",
Luis*
(Mex.):
moderna
y
contempor?nea
1964.
: "Archivos semestre
"Teor?a
de
de i
inter?s
para
la
1965.
la historia",
semestre
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587
LA PASI?N DEL NIDO
i 1962; "Introducci?n a los estudios semes hist?ricos", i tre i 1964; "Historia semestre de M?xico", prehisp?nica se de M?xico", "Descubrimiento y conquista 1967/68; ii 1967/68; semes mestre "Historia de M?xico", colonial a la reforma", se tre i 1968/69; "De la independencia semes mestre n 1968/69; "Teor?a y m?todo de la historia", tres i y ii 1969/70; Seminario de historia desde regional i a partir de 1920", semestre 1970; "M?xico y 1971/72 i 1972/73; semestre cla "El uso de la historia", 1972/73; ses en el Seminario B desde hist?ri 1974; "Metodolog?a ca", semestre i 1975/76. * Mois?s Gonz?lez Navarro, (Mex.) : "Ideas e instituciones semes semestre n 1962; "Historia sociales", y sociolog?a", de historia tre ii 1967/68; social desde Seminario 1969; i y ii semestres "La rep?blica restaurada y el porfiriato", i 1971/72 y semestre i semestre clases 1969/70, 1972/73; en el Seminario B desde 1975. se Eleazar de Europa", Halpern, (Fra.): "Historia moderna ii 1949. mestre Heers, (Fra.) : "La edad media", Jacques semestre ii 1967/68. : "Econom?a Earl J. Hamilton, (EEUU) na",
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* Iglesia, Ram?n 1941, 1942, 1943; (Esp.) : "Historiograf?a", Seminario de historiograf?a, 1942-1945. 1942; "Biblio Igu?niz, Juan B. (Mex.) : "Biblioteconom?a", 1942 graf?a", his y desarrollo (Chile) : "Econom?a minera Jara, Alvaro i 1965. t?rico hispanoamericano", semestre 1941; clases Wigberto Jim?nez Moreno, (Mex.): "N?huatl", en el Seminario B en 1974; Seminario de fuentes ind?ge nas para la historia colonial 1975. desde de BiALOSTozKY, Clara econ?mi Jusidman (Mex.) : "An?lisis co",
semestre
Bernard Kayser, 1966.
i
1968.
(Fra.):
"Geograf?a
regional",
semestre
n
Clases en el Seminario A en 1974. Paul de M?xico Kirchhoff, y (Ale.) : "Etnolog?a antigua social y econ?mica", Centroam?rica", 1941; "Organizaci?n 1943; "M?todos y doctrinas 1944; "Culturas etnol?gicas", ii 1965. semestre de Am?rica", precolombinas Knauth,
Lothar
(Ale.):
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588 Lama,
LUIS GONZ?LEZ Graciela
antigua
de
y medieval",
la
(Mex.) semestre
: "Historia i
cultural
de
la India
1965.
1941. Le?n, Adri?n (Mex.) : "N?huatl", : se Le?n "Historia de M?xico", Portilla, Miguel (Mex.) i 1969/70; mestre B en 1974. clases en el Seminario * : "El siglo xvm", i 1969/70; semestre Lira, Andr?s (Mex.) de las ideas e historia institucional de historia Seminario semestre i 1971/ desde 1969; "El siglo barroco mexicano", "Historia de la idea de la histo 72 y semestre i 1972/73; i 1972/73; A y B clases en los Seminarios ria", semestre desde 1973. "Historia de los Estados Bert James Loewenberg, (EEUU): 1941. Unidos", : "Espa?ol Lope Blanch, Juan M. te?rico-pr?ctico", (Esp.) semestre i 1964. L?pez Austin, Alfredo B en (Mex.) : Clases en el Seminario 1975. se de Espa?a", Malag?n, (Esp.) : "Historia moderna Javier ii 1947. mestre * a la Manrique, (Mex.) : "Del renacimiento Jorge Alberto i 1967; "Historia semestre anti universal ilustraci?n", i 1967/68; semestre "Historia medieval", gua", semestre i 1968/ n 1967/68; semestre "Renacimiento y barroco", semestre n 1968/69; "El triunfo del 69; "El liberalismo", i 1969/70; semestre "El siglo barroco mundo burgu?s", semestre n 1970/71; de historia del Seminario mexicano", A y B en 1974 clases en los Seminarios arte, 1969-1972; y 1975. econ?mica de Europa", M?rquez, (Esp.) : "Historia Javier 1943. Rolando Mellafe, (Chile): "Econom?a agr?cola en Hispano semestre n 1964. am?rica colonial", e instituciones se Meyer, sociales", (Fra.) : "Doctrinas Jean i 1966; "Historia mestre econ?mica semestres social", y i y ii 1968/69. * : "Lat?n", 1941, 1942, 1943, Millares Carlo, Agust?n (Esp.) i y n 1948; "Paleograf?a", 1945 y semestres 1941, 1942 y 1943 y 1945. 1943; "Diplom?tica", i Verg?s, de la inde Miquel (Esp.) : "Historia Jos? Mar?a de M?xico", 1941 y 1942. pendencia * de las instituciones colo Miranda, Jos? (Esp.) : "Historia niales de Am?rica", sobre las institucio 1944; Seminario This content downloaded from 139.184.14.159 on Wed, 28 Oct 2015 00:30:09 UTC All use subject to JSTOR Terms and Conditions
LA
589
NIDO
DEL
PASI?N
en el siglo xviii, n?s de Am?rica colonial 1946; "Historia i 1947; "Europa del renacimiento semestre de Am?rica", a la ilustraci?n", semestre h 1963; "Historia de la histo semestre n 1964; "Teor?a y m?todo de la his riograf?a", en la ?poca co i 1965; "Hispanoam?rica toria", semestre a la historia", semestre h 1966; "Introducci?n lonial", i 1967. semestre i y n 1949. Rafael Moreno, "Lat?n", semestres (Mex.): se "El siglo xvii", Moreno Toscano, (Mex.): Alejandra* de historia urbana i 1969/70; mestre Seminario y demo semestre h gr?fica desde 1970; "El siglo de la conquista", se "Tem?tica hist?rica", y semestre n 1971/72; 1970/71 A y B desde i 1972/73; mestre clases en los Seminarios 1973. del R?o, Pablo Mart?nez y protohisto (Mex.): "Prehistoria ria generales", 1943. en Ibero del mestizaje M?rner, Magnus (Sue.) : "Historia ii
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de de
en
comercio
inter
la India",
semes
la conquista moderno",
Sovi?tica",
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a la inde i semestre
semestre
n
1966.
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LUIS GONZ?LEZ
590
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Irene Su?rez, (Mex.) i 1967. mestre
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: "Geograf?a
de
los Estados
econ?mico", humana
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i y se
Manuel del arte mexicano", Toussaint, (Mex.) : "Historia i y n 1948. 1943 y semestres Elias * (Mex.) : "Historia del m?todo hist?rico", Trabulse, semestre i 1972/73; A y B desde clases en los Seminarios de historia de la ciencia desde 1973. 1973; Seminario * i : semestre "Revoluci?n Berta Ulloa, mexicana", (Mex.) i semestre di de historia Seminario y 1971/72 1972/73; desde 1970. plom?tica * semestre i 1969/70; Susana Uribe, (Mex.): "La conquista", n 1971/72; semestre clases "Historia de M?xico", antigua en el Seminario de B en 1974; "Fuentes de la historia en el siglo xix", semestre n 1974/75. M?xico Tanck Jewel, educaci?n
de historia de la Dorothy (EEUU): Seminario desde 1975. Zoraida * (Mex.) : "Historia de los Esta V?zquez, Josefina i 1967; "La era de Santa Anna", semestre dos Unidos", semestre n 1969/70; Seminario de historia de la educaci?n a la reforma", semestre desde 1970; "De la independencia i 1971/72 y semestre i en los Seminarios clases 1972/73; A y B desde 1974. Mar?a del Carmen * (Mex.) : "Hispanoam?rica Vel?zquez,
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LA
PASI?N
DEL
NIDO
591
en el siglo xix", semestre n 1963; "T?cnica de investiga i 1964; Seminario semestre ci?n documental", de historia econ?mica 1966-1970; "His y social de la Nueva Espa?a, i 1967; "Historia en el siglo xix", semestre panoam?rica i 1967/68; semestre de Am?rica", "Expan precolombina ii 1967/68; semestre "Historia si?n de Europa", colonial i 1968/69; semestre de Am?rica", "Las revoluciones de de los estados americanos", y la formaci?n independencia semestre n 1968/69; de orden y progreso", "Los gobiernos i 1969/70; semestre sobre los siglos xviii y xix Seminario en Hispanoam?rica desde 1970; "El siglo de las luces", semestre i 1972/73; clases en los Seminarios A y B desde 1975. semestre Edmundo econ?mico", Victoria, (Mex.) : "An?lisis i 1968. : "Filosof?a se Luis cr?tica de la historia", Villoro, (Esp.) ii 1964. mestre i semestre Viv?, Jorge A. (Cuba): "Geograf?a de Am?rica", i 1947. semestre 1946; "Geograf?a humana", semestre i 1963; Luis Weckmann, (Mex.): "La edad media", e instituciones i 1962. semestre "Doctrinas pol?ticas", : a de "Historia M?xico Y??ez, Agust?n (Mex.) partir de la 1941. independencia", Silvio* in "Historia de las instituciones Zavala, (Mex.): con 1941 y 1942; "Instituciones de la dianas", jur?dicas de historia de M?xico 1943; Seminario quista de Am?rica", a la historia", semes del siglo xix, 1944; "Introducci?n tre i 1946; "Historiograf?a ii 1946; semestre de Indias", "El R?o de la Plata en el siglo xvi", semestre ii 1946; "His semestre n, 1948; "Hispanoam?rica toriograf?a colonial", en la ?poca colonial", i 1963; Seminario semestre de his toria econ?mica social Nueva de la 1963-1966; y Espa?a, de Europa "Expansi?n (siglos xvi a xviii) ", semestre n de historia del Rio de la 1963, semestre i 1966; Seminario semestre i 1975-76. Plata, se Zea, Leopoldo (Mex.) : "El siglo xx hispanoamericano", i 1964 y semestre n 1967; "Historia mestre de las ideas", i 1969/70. semestre
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592
LUIS
GONZ?LEZ
Ap?ndice
II
LOS CIEN ALUMNOS DEL CEH los que han estado dos o m?s a?os en el S?lo se incluyen de origen, la estad?a como la nacionalidad CEH. Se especifica en el CEH, alumno el t?tulo de la tesis, el grado obtenido la tesis ha sido publicada Cuando y la fecha de obtenci?n. su t?tulo con cursiva y se asienta se se?ala lugar y fecha de edici?n. : 1972-1974. (Mex.) "La revoluci?n (Mex.) : 1969-1972: 1975). (doctorado, 1946-1947. Alpuche Mar?a Sosa, Helia (Mex.): "Los conquista Alvarez V?ctor 1971-1973: Morales, (Col.): colonial" sociedad dores y la primera 1973). (doctorado, : 1946-1947. Arcila Far?as, Eduardo (Ven.) Sol Arguedas, (C.R.) : 1943-1944. Eduardo Ayala, (Mex.) : 1962-1964. Francisco 1969-1972. Aviles, (Mex.): Ulises 1973-1976. Beltr?n, (Mex): : 1972-1974. Carmen Bl?zquez, (Mex.) 1941-1944: Problemas Carlos Bosch Garc?a, diplom? (Esp.) ticos del M?xico (maestr?a, 1946), M?xico, independiente El Colegio de M?xico, 1947. "La oligarqu?a Alexis 1972-1974: Calim?n, espa?ola (Ven.) a fines del periodo colonial" 1975). (doctorado, en el Germ?n 1969-1972: Michoac?n Cardozo Galu?, (Ven.) de las luces El M?xico, (doctorado, 1972), Colegio siglo de M?xico, 1973. "Las mu 1967-1970: Garner Grosperrin, Fran?oise (Mex.) a en xix amor M?xico el del de sus el trav?s siglo jeres y novelas" 1975). (maestr?a, Carrera Stampa, Manuel (Mex.) : 1941-1942. Adame
Goddard,
Jorge Aguilar Cam?n, H?ctor sonorense 1910-1914"
Mercedes 1967-1970: Los mexi Carreras Bendicho, (Mex.) canos que repatri? Se la crisis 1973), M?xico, (maestr?a, cretarla de Relaciones 1975. Exteriores, This content downloaded from 139.184.14.159 on Wed, 28 Oct 2015 00:30:09 UTC All use subject to JSTOR Terms and Conditions
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x ?fcjfcer.
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Edificios
concluidos
de
El
Colegio
en
Guanajuato,
125
(1965)
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con
Perspectiva
Una (Anillo
vista
Perif?rico
el Ajusto
del
nuevo
y Carretera
al
fondo
Colegio al Ajusco)
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la
pasi?n
del
nido
593
en "La educaci?n 1969-1972: Carmen (Mex.) ? durante la colonia 1552-1821" Guadalajara (doctorado,
Casta?eda,
1974). Cavallini, Cavazos Cos?o
Ligia Garza,
1946-1947. (C. R.) Israel 1948-1949. (Mex.) Emma 1947-1949. (Mex.)
Villegas, "Movi Clark Harris 1970-1972: Crook-Castan, (EEUU) mientos mexicanos" 1975). mon?rquicos (doctorado, Ernesto 1946-1949: La inqui Chinchilla Aguilar, (Guat.) 1953. sici?n en Guatemala (maestr?a, 1951), Guatemala, D?as Aparecida, Geralda 1973-1976. (Bra.) Caudillos D?az D?az, Fernando 1969-1972: y caciques (Col.) ? Santa Anna y Juan ?lvarez 1972), M?xico, (doctorado, El Colegio de M?xico, 1972. en la D?az Thom?, "Ideas pol?ticas Hugo (Mex.) 1941-1944: de M?xico" guerra de independencia (maestr?a, 1945). Rosa 1962-1964. Feijo? Montenegro, (Maestr?a otor (Mex.) 1964.) gada por diversos trabajos de seminario, de Velasco, Fern?ndez Manuel 1945-1946. (Mex.) Ma yet, Florescano 1962-1964. Enrique (Maestr?a (Mex.) por diversos otorgada trabajos de seminario, 1964.) Florescano 1964-1967: "El camino Mayet, Sergio (Mex.) en la ?poca colonial" M?xico-Veracruz (maestr?a, 1968). Carlos 1946-1947. Funtanellas, (Cuba) Garc?a Mart?nez, Bernardo 1964-1967: El marque (Mex.) sado del Valle El Colegio de 1968), M?xico, (maestr?a, 1969. M?xico, Garc?a Gervasio Rodr?guez, 1962-1964(P.R.) (Maestr?a diversos por otorgada trabajos de seminario, 1964.) Garc?a Ruiz, Alfonso 1942-1944: El ideario de Hi (Mex.) 1955. INAH, (maestr?a, 1964), M?xico, dalgo 1973-1976. Garciadiego, Javier (Mex.) Alberto de la (Mex.) 1970-1972. Garza, Gonz?lez 1946-1947. Casanova, Enrique (Mex.) Gonz?lez Pablo El misone?smo 1943-1946: Casanova, (Mex.) en el siglo xviii cristiana y la modernidad (maestr?a, El Colegio de M?xico, 1948. 1947), M?xico, Gonz?lez Stella 1972-1974. Cicero, (Mex.) y Gonz?lez, Gonz?lez Luis 1946-1949: La tierra y (Mex.)
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594
LUIS
GONZ?LEZ
el indio en la rep?blica restaurada (maestr?a, 1956), M? 1956. xico, Hermes, Gortari Hira de (Mex.) 1964-1967: "Las ideas so Rabiela, en 1821-1824" bre la econom?a mexicana (maestr?a, 1972). del Arroyo, Isabel 1946-1949: El reformis Guti?rrez (P.R.) mo en Puerto Rico ilustrado 1951), M?xico, (maestr?a, 1953. El Colegio de M?xico, Alicia "Haciendas 1967-1970: Ch?vez, (Mex.) en el de Morelos" estado y pueblos 1973). (maestr?a, In?s Herrera 1971-1973. Canales, (Chile)
Hern?ndez
1967-1969. Jufresa, Jorge (Mex.) Mar?a Kobayashi, Jos? (Jap.) 1970-1972: 1972), M?xico, conquista (doctorado, 1975. xico,
como La educaci?n de M? El Colegio
Krauze 1969-1972: Los siete so Kleinbort, (Mex.) Enrique en bre M?xico prensa. (doctorado, 1974), Lerner 1964-1967: "La idea de Esta Sigal, Victoria (Mex.) ? 1830-1943" a trav?s de los viajeros mexicanos dos Unidos 1971). (maestr?a, Le Riverend Brussone, toriadores de M?xico
1943-1946: "Ocho his Julio (Cuba) en el siglo xvm" 1946). (maestr?a, Lida, Clara Eugenia (Maestr?a otorgada (Arg.) 1962-1964. por diversos trabajos de seminario, 1964.) Lira Gonz?lez, Andr?s 1964-1967: "La idea de pro (Mex.) ? tecci?n jur?dica en Nueva Siglos xvi y xvii" Espa?a 1968). (maestr?a, L?pez Lira, Enriqueta Su vida pol?tica" L?pez
Miramontes,
1941-1944: "M?xico (Mex.) 1946). (maestr?a, Alvaro 1969-1972. (Mex.)
en
1821 ?
1972-1974. (Col.) 1964-1965. (Mex.) Antonio 1962-1964. Matesanz, (Maestr?a otor (Mex.) Jos? 1964.) 1973-1976. trabajos de seminario, gada por diversos Gerald 1971-1973. McGowan, (Can.) "Elementos 1971-1973: Medina Rubio, Ar?stides para (Ven.) ? una econom?a 1540-1795" (doctora agr?cola de Puebla do, 1974). "Las 1964-1967: Andr?s Montemayor Hern?ndez, (Mex.) en el Nuevo Reino de Le?n" congregas 1971). (maestr?a, Llin?s, Edgar Elsa Malvido,
Mora
Forero,
Jorge
(Col.)
1973-1976.
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LA
PASI?N
DEL
595
NIDO
Rosa Maria 1971-1973. Montenegro, (Fil.) Morales 1946-1949. Rodr?guez, Sergio (Mex.) Moreno Fragin als, Manuel 1945-1947. (Cuba) Moreno 1962-1964. Toscano, Alejandra (Maestr?a (Mex.) de seminario, por diversos otorgada trabajos 1964.) 1967-1969: Sociedad pre Mur?a Rouret, Jos? Mar?a (Mex.) y pensamiento europeo (doctorado, hisp?nica 1969), M? 1973. xico, SepSetentas, en 1964 1946-1949. Luis Muro, (Maestr?a otorgada (Per?) por varias publicaciones eruditas.) 1973-1976. El?o, Cecila (Mex.) El Real Colegio de San 1943-1946: Gonzalo (Mex.) de M?xico El Colegio (maestr?a, 1947), M?xico, Ignacio de M?xico, 1949. ideas de un 1967-1968: Las Ocampo L?pez, (Col.) Javier El Colegio de M?xico, d?a (doctorado, 1968), M?xico, 1969. Noriega
Obreg?n,
Kishiro Ohgaki, (Jap.) 1973-1976. Rutilio "La California Ortega Gonz?lez, (Ven.) 1969-1972: de los jesuitas" 1973). (doctorado, H?ctor Ortiz 1946-1947. D?valos, (Mex.) y Palacios Guillermo 1964-1967: "La idea Olivares, (Mex.) oficial de la ?revoluci?n mexicana?" (maestr?a, 1969). P?rez Marchand, Monelisa Lina 1943-1944: Dos (P. R.) a trav?s de los papeles etapas del siglo xviii en M?xico de la Inquisici?n El Colegio de (maestr?a, 1945), M?xico, 1945. M?xico, P?rez
Fernando "El episco 1969-1972: Mem?n, (Rep.Dom.) ? de M?xico 1810-1836" pado y la independencia (doc torado, 1972). Pino Elias Alfonso 1967-1969: La menta Iturrieta, (Ven.) ? 1810-1812 lidad venezolana de la emancipaci?n (doc Universidad Central de Vene torado, 1969), Caracas, zuela, 1971. de Partearroyo, Portilla Gil 1973-1976. Santiago (Mex.) Posada Mej?a, Germ?n 1945-1949. (Col.) de los (Mex.) 1973-1976. Reyes, Aurelio 1964-1965. Reyes, Cayetano (Mex.) Rodr?guez Gallardo, Jos? Adolfo (M?x.) tr?a otorgada por diversos trabajos de
1962-1964. seminario,
(Maes 1973.)
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596 Rodr?guez Sandoval Sandoval,
LUIS
Oseguera, Espinosa, Fernando
GONZ?LEZ
Primitivo Diego
1969-1972. (Mex.) 1967-1969. (Mex.) 1941-1943.
(Mex.) 1973-1976. Shimizu, Toru (Jap.) de P?rez Priego, Anne 1967-1969: "La cola Staples (EEUU) en la vida conventual" del diablo 1970). (doctorado, La educaci?n Tanck 1971-1973: Dorothy Jewel, (EEUU) ?- 1786-1836 en la ciudad de M?xico (doctorado, primaria 1975), en prensa. 1948-1949. Tavera Xavier Alfaro, (Mex.) Ernesto 1941-1944. de la (Mex.) Torre Villar, (Maestr?a en 1964 por varias publicaciones eruditas.) otorgada Trabulse Elias 1967-1970: Ciencia y religi?n ?tala, (Mex.) en el siglo xvii de El Colegio 1973), M?xico, (doctorado, 1974. M?xico, Ulloa Daniel 1972-1974: "Cr?nica de una Herrero, (Mex.) en la Nueva Espa?a" dial?ctica ? Los dominicos (doctora do, 1975). "Manuel Orozco Susana 1942-1944: Uribe Ortiz, y (Mex.) Berra" 1963). (maestr?a, de Irene 1964-1967: "Los habitantes V?zquez Valle, (Mex.) vistos a trav?s del censo de 1753" la ciudad de M?xico 1975). (maestr?a, 1946-1949: El Ch?vez, Mar?a del Carmen Vel?zquez (Mex.) estado de guerra en Nueva Espa?a (maestr?a, 1949), M?xi 1950. de M?xico, co, El Colegio Carmen Villatoro Alvaradejo, (Mex.) 1962-1964. los Mar?a de Y??ez 1967-1970: Ram?rez, ?ngeles (Mex.) Torres Bodet. Sierra, Vasconcelos, Agus "Justo Jos? Jaime t?n Y??ez ? Ideas en pol?tica educativa" (maestr?a, 1971). Estela 1969-1972. Zavala, (Mex.)
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LA
PASI?N
DEL
597
NIDO
III
Ap?ndice
LOS SEMINARIOS A Y B de
Seminarios el
t?tulo
especifica bre del
profesor
Seminario
A
Semestre
1
Historia
La
H.
de
Elias Del
de textos, o de tema monogr?fico, y comentario del de doctorado desde Se 1973. programa parte el nom de cada uno de los textos o temas estudiados,
lectura
como
establecidos
promoci?n
1973
de
universal
Europa,
seminario.
Seminario
B
Semestre
1
La
de
hist?rico,
H.
Semestre
10 horas
Lira
E.
de history, Garc?a M.
y Tuc?dides Edmundo O'Gorman
8 horas
romana
alta
siglos 8 horas
de
(indepen 16 horas
xix) L.
Garc?a
B. M.
Simpson 4 horas
y
del
arte
Alberto
Jorge
prehisp?nicas 14 horas
prehisp?nico Manrique 2 horas
la pa
10 horas
Trabulse
cultura prehisp?nicas 10 horas Le?n-Portilla y sociedad Carrasco
Pedro
Fuentes
de
la historia
Wigberto
Jim?nez
prehisp?nica Moreno 10 horas
chinos 2 horas
Knauth
edad media Lira Andr?s
los
(colonia)
2 y
Miguel
Est?tica 2 horas
Z. V?zquez
historiograf?a tr?stica
Lothar La
de
y siglo
Mexicos, Bernardo
Econom?a
Polibio
Historiadores
Many
Religi?n 2 horas
Elias
8 horas
Moreno
Alejandra dencia
Semestre
2
Herodoto
La
trav?s
pueblo
Neff
Z. V?zquez
Josefina
a
1973
6 horas
Introducci?n Josefina
Lira
Elias Trabulse
d? la dissertation historique, de Mousnier y H. Huisman 6 horas Moreno Alejandra of
de
Andr?s M?xico
L'art
poetry Bernardo
del pol?tica J. Sierra
Evoluci?n
10 horas
conocimiento I. Marrou
The
promoci?n
mexicano,
Freyer Trabulse
Andr?s
del
la duraci?n
y
en M.
Bloch 8 horas
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LUIS GONZ?LEZ
598 Semestre
Semestre
3
mundo,
nuestra
de
Historia
La
J. Gaos
de
(caps.
idea
del
//,
///,
IV) Andr?s
4 horas
Lira
un enigma Espa?a, Albornoz S?nchez Bernardo
6 horas
M.
Garc?a
a la historia uni Proleg?menos de Ibn Jald?n versal, Elias Trabulse 4 horas
Luis La
Bernardo El
de
age of Palmer
revolution,
4 en C.
el
siglo
xix
septentri?n del Mar?a
a del
tigaci?n
Vel?zquez
Alejandra de
M?xico
Manrique
La
neoimperialismo Z. V?zquez 10 horas
Josefina
6 horas
de
la Nueva
C.
Espa?a
Vel?zquez
de
problemas siglo xix Moreno a 1850,
inves
6 horas de
F. de
Z.
P.
La
6 horas
V?zquez
Bazant
Jan y el
de M?xico,
reforma
6 horas Norteam?rica
Manrique
1810
Josefina Alberto
de
Espa?a,
Arrangoiz
Fichte Jorge
8 horas
4
Introducci?n
comunista, y los Dis la naci?n de alemana,
M.
8 horas
6 horas El Manifiesto cursos a
Garc?a
Frost
C.
Semestre
Hispanoam?rica Mar?a del
G?mez
Conquista espiritual de R. Ricard Elsa
El
10 horas
Z. V?zquez
Josefina Semestre
democratic
Gonzalo
6 horas La
8 horas The
4 horas de
Gage Alberto
Jorge
de
indiana,
la Nueva
por
Viaje Thomas
8 horas Hauser
novohispana 4 horas
Gonz?lez
Informaci?n Cervantes
de
europeo
de Arnold manierismo, Alberto Jorge Manrique
El
la historia Uribe
La Historia eclesi?stica G. de Mendieta
Los
y el mundo Jap?n Knauth Lothar
de
Susana
de C.
hist?rico,
3
Fuentes
6 horas de M?xico,
hist?rica Evoluci?n de E. Rabasa Gonz?lez
Luis M?xico
de
1910
Mois?s
8 horas a
Gonz?lez
1974 Navarro 8 horas
Presente
futuro
y
Daniel Semestre
1
promoci?n
Historiograf?a antigua Elsa Frost Cecilia
1975
Semestre
Cos?o 1
inmediato Villegas promoci?n
2 horas 1975
M?xico 34 horas
prehisp?nico Alfredo L?pez
Nueva del
Austin
16 horas
en
la segunda mitad Espa?a siglo xvi Bernardo 18 horas Garc?a M.
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EL TRABAJO DE LOS
ESTUDIANTES
Alejandra Moreno Toscano El Colegio de M?xico
Desde su fundaci?n, trece generaciones de estudiantes han
ingresado al Centro de Estudios Hist?ricos; en total, un
centenar de alumnos. En 1975, de los setenta y nueve estu diantes (ingresados entre 1941 y 1972) que hab?an terminado sus estudios, cincuenta y tres se encontraban dedicados a acti
vidades relacionadas con la ense?anza superior, o con la in vestigaci?n, la administraci?n y la promoci?n de la cultura. Las cifras confirman el proyecto fundamental del Centro: su prop?sito de dedicarse a la formaci?n de profesores e investigadores. Si algo caracteriza el sistema de formaci?n de estudiantes que ha seguido el CEH, ello es la prioridad que ha dado siempre al trabajo de investigaci?n, por encima de la ense?anza de aula. Es por ello que el trabajo de investi gaci?n realizado por los estudiantes constituye una parte fundamental de la labor del Centro. S?lo una peque?a proporci?n de las tesis presentadas por los alumnos para obtener un t?tulo o grado adquiere, poste riormente, forma de libro impreso. El resto se conoce, ma neja y utiliza, fundamentalmente, dentro del mismo Centro y viene a ser parte de la experiencia que enriquece la acti
vidad de los profesores e investigadores. Experiencia que
proviene del conocimiento de las direcciones de investigaci?n emprendidas, sus logros y errores, los archivos revisados, los fondos documentales descubiertos. Todo aquello que luego podr? transmitir ?junto con su experiencia personal de in vestigaci?n? a nuevas generaciones de estudiantes. En otras
palabras, viene a ser el conocimiento compartido por los
miembros permanentes del Centro.
El an?lisis de la proporci?n de estudiantes inscritos y 599
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23
411
2
22 11
20 8 28
tesis tesis no terminaron estudios
graduados con graduados sin no obtuvieron grado o
nac. ext. total nac. ext. total nac. ext. total
54 4
85
4932 sumados en ninguna de las nueve ?ltimas columnas son los actualmente inscritos en el Centro como
No se cuentan estudiantes que estuvieron inscritos por menos de dos a?os. Los estudiantes no
Cuadro Promociones 1 de estudiantes del Centro de Estudios Hist?ricos estudiantes de maestr?a
222
estudiantes de doctorado
36 31
25 19 44
1
87
16
nac. ext. total
inscritos
910 7
24 72
6397
10
14 6 6
4
1011
3 6 6 2 4 666 42 108
7
1
8
465
alumnos o pasantes.
Promoci?n
1941-1944 1943-1946 1962-1964 1967-1970 1964-1967 1946-1949
1967-1969 1969-1972
1971-1973 1975-1978 1972-1974 1973-1976
total
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EL TRABAJO DE LOS ESTUDIANTES 601 egresados en cada promoci?n muestra que la productividad del Centro ha sido excepcionalmente alta. Seg?n el cuadro 1, de los ochenta y siete estudiantes que se incorporaron entre 1941 y 1972 (fecha de ingreso de la ?ltima promoci?n que
ha concluido el ciclo de su formaci?n), cuarenta y cuatro hab?an presentado tesis de maestr?a o doctorado en 1975.
Nueve m?s terminaron sin tener que presentar tesis y ?nica mente veintiocho dejaron El Colegio, por diversas razones, antes de completar sus estudios. De ?stos, la mayor?a com plet? sus cursos pero no alcanz? a hacer tesis para obtener
grado.
Los datos que hemos podido reunir sobre los estudiantes egresados entre 1962 y 1974 indican el tiempo requerido por
los estudiantes para completar sus investigaciones (cua dro 2). Fuera de los tres casos de excepci?n que ocuparon Cuadro 2 n?mero de a?os empleado por los estudiantes en graduarse promociones 1962-1974
N?mero de a?os N?mero de estudiantes
2 3 4 5 6 8 9
10
12
3 14 4 6 5 3 1
1
1
s?lo dos a?o ciones de cu ron de tres tantes se tar general a po
Haremos
los
a
trabajos
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602 ALEJANDRA MORENO TOSCANO gunos de los cuales son obras bien conocidas1 puesto que,
por lo general, fueron presentadas como tesis en la Universi dad Nacional Aut?noma de M?xico y en la Escuela Nacional
de Antropolog?a e Historia. M?s tarde, cuando El Colegio
pudo ya ofrecer t?tulos y grados, la generaci?n de maestr?a de 1962 ?a la que perteneci? quien esto escribe? por circuns
tancias especiales no tuvo que cumplir con ese requisito. Con las investigaciones realizadas por esa promoci?n se for m? un n?mero especial de la revista Historia Mexicana2 y algunas de esas investigaciones se prolongaron en trabajos que se presentaron para obtener grados en universidades extranjeras.3 Es por ello que aqu? comentamos s?lo los resul tados de trabajos de las generaciones que ingresaron a partir de 1964,4 ampliando la explicaci?n para las obras que per
manecen in?ditas. Las tesis publicadas se mencionan s?lo
marginalmente, para poder ofrecer una visi?n del conjunto.
A. Sobre la conquista y la colonizaci?n Este periodo, uno de los m?s cultivados en nuestra his toriograf?a y sobre el que se hab?a acumulado una biblio 1 La lista de los principales trabajos realizados por las generaciones de 1941-1946 ha sido incluida en el art?culo preparado por Luis Gon z?lez para este volumen.
2 Historia Mexicana, xrv:4 (abr.-jun. 1965) incluye los siguientes
art?culos: Jos? Matesanz: "Introducci?n de la ganader?a en Nueva Espa
?a ? 1521-1535"; Enrique Florescano: "El abasto y la legislaci?n de granos en el siglo xvi"; Alejandra Moreno Toscano: "Tres problemas de la geograf?a del ma?z ? 1600-1624"; Rosa Feij?o: "El tumulto de 1692"; Clara E. Lida: "Sobre la producci?n de sal en el siglo xvm ? Sa
linas de Pe??n Blanco".
3 Enrique Florescano: Precios del ma?z y crisis agr?cola en M?xico ? 1708-1810, M?xico, El Colegio de M?xico, 1969; Alejandra Moreno Tos cano: Geograf?a econ?mica de M?xico ? Siglo xvi, M?xico, El Colegio
de M?xico, 1968.
4 El trabajo de Elias A. Pino (La mentalidad venezolana de la eman
cipaci?n ? 1810-1812, 1969) fue omitido por no referirse a tema de historia de M?xico.
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EL TRABAJO DE LOS ESTUDIANTES
603
graf?a extensa que en algunos aspectos parec?a suficiente mente estudiado, fue objeto de interpretaciones originales. El an?lisis realizado por V?ctor Alvarez,5 de las biograf?as
de 1238 conquistadores de M?xico que pudo reconstruir,
mostr? la desigual distribuci?n de los beneficios que obtuvie ron los conquistadores por medio de encomiendas y otras
mercedes. Las quejas de Bernai D?az del Castillo cobraron, con este estudio, un contenido concreto. Es m?s, si se observa
el n?mero de conquistadores que no recibi? beneficio algu no por su participaci?n en la conquista, puede decirse que
Bernai se qued? corto. S?lo una peque?a proporci?n de
conquistadores concentr? en sus manos los beneficios otor gados por la corona. Ese mismo grupo termin? controlando las principales actividades econ?micas, pol?ticas y sociales de la primera sociedad colonial. Esta investigaci?n mostr? c?mo la condici?n de encomendero determin? la distribu ci?n de otros beneficios: la cantidad y calidad de las otras mercedes recibidas, el desempe?o de los cargos p?blicos y las caracter?sticas de las actividades productivas realizadas por los antiguos conquistadores. Adem?s, permiti? que se defi niera a la encomienda como el instrumento de control pol? tico m?s importante manejado por la corona. Desde el mo mento en que se suspende la "perpetuidad" de la concesi?n de las encomiendas, su conservaci?n depender? de las rela ciones que cada conquistador mantenga con los grupos que ejercen, sucesivamente, el poder. El control pol?tico de la primera sociedad colonial se sustenta, por ello mismo, en la capacidad que tiene la corona para oponer a los grupos de conquistadores entre s? y frente a los dem?s pobladores, beneficiando a unos en detrimento de otros, repartiendo tierras y mercedes para luego limitar las concesiones y vol ver a repartir. Las pugnas entre los intereses encontrados 5 V?ctor M. ?lvarez: "Los conquistadores y la primera sociedad colo
nial" (tesis de doctorado, 1973). El material que constituyen las bio
graf?as reunidas para esta investigaci?n fue publicado en V?ctor M. Alvarez: Diccionario de conquistadores, M?xico, INAH, 1975 [Cuadernos de trabajo del Departamento de Investigaciones Hist?ricas].
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604
ALEJANDRA MORENO TOSCANO
de estos grupos constitu?an la base del equilibrio pol?tico y consolidaban los lazos de dependencia hacia la corona, ?nica capaz de dirimir conflictos.
La "conquista espiritual" tambi?n fue objeto de trata mientos novedosos. Jos? Mar?a Mur?a6 llam? la atenci?n sobre un problema permanente de nuestro conocimiento hist?rico: la forma como Motolin?a, Las Casas, Sahag?n y otros cronistas se sirvieron de t?rminos tales como "empera
dor", "monarqu?a", "se?or?o", "vasallaje", etc., para con ceptuar de manera inteligible a la mentalidad occidental la
realidad de un nuevo mundo y se acab? por desvirtuar
la realidad. Con el nombre que defin?a una realidad europea se nombraron las cosas nuevas, igualando y sometiendo, den tro de un solo patr?n, mundos y culturas diferentes. Desde otra perspectiva, e iniciando la serie de estudios sobre histo
ria de la educaci?n, Jos? Mar?a Kobayashi7 examin? con
originalidad la labor educativa de los misioneros franciscanos.
La localizaci?n y paleograf?a de las actas capitulares de la provincia de Santiago de M?xico (1540-1589) permiti? a
Daniel Ulloa8 hacer un estudio sobre la actitud de los dominicos hacia la evangelizaci?n. Los dominicos, que en
las Antillas alcanzaron el t?tulo de defensores de los indios, en M?xico relegaron sus actividades de apostolado a segundo t?rmino y se concentraron en la observancia del claustro y
en el desempe?o de cargos en el Santo Oficio de la Inqui sici?n. Esta peculiar forma de participar en el proceso de
conquista, que contrasta con la desarrollada por otras ?rde nes, puede explicarse. La fundaci?n de la provincia de San tiago en M?xico fue obra de la facci?n rigorista y ultrarre
6 Jos? Mar?a Mur?a: Sociedad prehisp?nica y pensamiento europeo, M?xico, SepSetentas, 1973. (Tesis de doctorado.) El t?tulo original de la tesis fue "La sociedad precortesiana a trav?s de la conceptuaci?n europeizante de la historiograf?a colonial". 7 Jos? Mar?a Kobayashi: La educaci?n como conquista, M?xico, El
Colegio de M?xico, 1975. (Tesis de doctorado.) 8 Daniel Ulloa: "Cr?nica de una dial?ctica ? Los dominicos en Nueva Espa?a ? Siglo xvi" (tesis de doctorado, 1975).
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EL TRABAJO DE LOS ESTUDIANTES 605 formadora, heredera de los movimientos que, desde el si glo xv, demandaban un retorno a las exigencias teol?gicas de la orden. Esta facci?n se opon?a a los m?todos de evan gelizaci?n desarrollados en las Antillas. La corriente rigo rista se caracteriz? por su sumisi?n absoluta a las decisiones
de la corona y por su oposici?n y resistencia a cualquier
pol?mica que planteara asuntos "tan mundanos" como eran los abusos que comet?an los espa?oles frente a los ind?genas. El mejor exponente de esta corriente fue Betanzos, quien, convencido de que los indios no ten?an cualidades suficien tes para alcanzar el sacerdocio, se opuso violentamente a la consolidaci?n de esa experiencia extraordinaria que fue el establecimiento del Colegio de Santa Cruz de Tlatelolco. El proceso de expansi?n colonizadora se estudi? en dos casos regionales. Andr?s Montemayor9 se interes? por defi
nir las peculiaridades de la expansi?n colonizadora hacia Nuevo Le?n y Rutilio Ortega10 estudi? las "entradas" de
colonizaci?n jesu?ta en California. En Nuevo Le?n, las carac ter?sticas de una encomienda tard?amente implantada re quirieron de la congregaci?n previa de indios n?madas en pueblos e hicieron de los colonizadores verdaderos "cazado res" de indios. En California, como contraste, se realiz? un experimento de "comunidad apost?lica". A manera de los conquistadores del siglo xvi que firmaron capitulaci?n para explorar y conquistar a "su costa" nuevos territorios, en el siglo xvni los jesuitas levantaron y pagaron "a su costa" a la gente de armas que los acompa?? en su conquista del ex tremo norte. Aun cuando los jesuitas recib?an del gobierno virreinal un subsidio que aseguraba la permanencia de las fundaciones, ?stas se sostuvieron b?sicamente con los r?ditos derivados de un fondo "piadoso" constituido con donaciones de particulares que administraban los jesuitas. Esta condi ci?n original de la conquista de California definir? las re?a 9 Andr?s Montemayor: "Las congregas en el Nuevo Reino de Le?n" (tesis de maestr?a, 1971).
10 Rutilio Ortega Gonz?lez: "La California de los jesuitas" (tesis de doctorado, 1973).
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606
ALEJANDRA MORENO TOSCANO
ciones futuras, de franca independencia, que esta zona man tendr? con el centro del virreinato. Los misioneros jesuitas lograron atribuciones de gobierno civil inusitadas, al grado
que los virreyes regalistas, preocupados por la separaci?n de las esferas de lo religioso y de lo c?vico militar, no
pudieron someterlos sino con la expulsi?n de la orden. Con
la salida de los jesuitas termin? la organizaci?n de esas
misiones-pueblos que, funcionando a manera de congregacio nes religiosas ?horario estricto y reglamentado, separaci?n de sexos y subordinaci?n al principio de que "quien no tra baja no come"? hab?a logrado transformar el desierto de California en campos de vi?edos y cereales. B. LOS SIGLOS COLONIALES
La importancia de este periodo en la conformaci?n de
estructuras b?sicas de nuestra historia se puso de manifiesto en algunos trabajos. Bernardo Garc?a Mart?nez11 en su estu
dio sobre el desarrollo hist?rico del marquesado del Valle defini? las formas peculiares ?territoriales y no personales? que adquiri? el se?or?o en su versi?n novohispana. Por su parte, Andr?s Lira12 analiz? los enunciados generales y las disposiciones particulares de gobierno que definieron a la "protecci?n jur?dica" como obligaci?n principal de un go bierno concebido como "padre de todos" para mantener el equilibrio de las tensiones entre grupos sociales que se man ten?an en condiciones de desigualdad extrema. La importancia de estos siglos en la modificaci?n de las estructuras mentales fue puesta de relieve por Elias Trabul se13 al inaugurar los estudios de historia de la ciencia en il Bernardo Garc?a Mart?nez: El marquesado del Valle ? Tres siglos de r?gimen se?orial en Nueva Espa?a, M?xico, El Colegio de M?xico, 1969. (Tesis de maestr?a.) 12 Andr?s Lira Gonz?lez: "Idea de la protecci?n jur?dica en Nueva Espa?a ? Siglos xvi y xvii" (tesis de maestr?a, 1968). 13 Elias Trabulse: Ciencia y religi?n en el siglo xvii, M?xico, El Colegio de M?xico, 1974. (Tesis de doctorado.)
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EL TRABAJO DE LOS ESTUDIANTES 607 frentando las personalidades de Kino, Bayle y Sig?enza y G?ngora en un momento en que se transformaron los para digmas del conocimiento cient?fico. Algunos aspectos de la estructura econ?mica de la ?poca colonial fueron puestos de relieve. La preocupaci?n de Ar?s tides Medina14 por definir, a partir de informaciones sobre la recaudaci?n del diezmo, algunas caracter?sticas de la pro
ducci?n agr?cola colonial, condujo a una constataci?n im portante. La curva que dibujaron las cifras de recaudaci?n del diezmo se sostuvo a niveles semejantes durante largos
periodos de tiempo y no se vio afectada ni por las sequ?as ni por las epidemias que desquiciaron la producci?n agr?cola. La recaudaci?n del diezmo no conoci? los "a?os malos" de la
agricultura en la ?poca colonial. La explicaci?n de este fe n?meno radica en que la renta decimal era producto de una recaudaci?n manejada con criterios de beneficio a tasas cons tantes, de tal manera que el valor se incrementaba en los a?os de malas cosechas, pues la baja del volumen se compen saba con el alza en los precios. Si a esta caracter?stica agre gamos que los gastos de administraci?n necesarios para la recaudaci?n del diezmo eran m?nimos en proporci?n a lo recaudado, encontramos los elementos b?sicos que definen a las "rentas" coloniales. Este estudio, adem?s, incluy? una detallada reconstrucci?n institucional del diezmo y precis?
las proporciones en que se divid?a la "masa general" de
diezmos en la regi?n de Puebla y los fines a los que se des tinaba ese ingreso. Algunas formas caracter?sticas de la organizaci?n del tra
bajo que se generan durante la ?poca colonial y que la trascienden, fueron subrayadas por Sergio Florescano15 en su estudio sobre el camino de M?xico a Veracruz. El camino
m?s importante para la econom?a colonial se construy? con la mano de obra que proporcionaban trabajadores forzados 14 Ar?stides Medina Rubio: "Elementos para una econom?a agr?cola de Puebla ? 1540-1795" (tesis de doctorado, 1974). 15 Sergio Florescano: "El camino M?xico-Veracruz en la ?poca colo
nial" (tesis de maestr?a, 1968).
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608
ALEJANDRA MORENO TOSCANO
que sustituyeron a los ind?genas de repartimiento. Los for zados eran reclutados por "topiles" que organizaban tandas de mano de obra, se encargaban de repartir los salarios y recib?an a cambio "premios" proporcionales al n?mero de indios que reclutaban. De esa manera pudo contrarrestarse la escasez permanente de mano de obra que sufri? la regi?n
durante todos los siglos coloniales. Un ejemplo regional, Michoac?n, sirvi? a Germ?n Cardozo para presentar la ma
nera como se expresaban las profundas transformaciones que sufri? la sociedad colonial en el siglo xvm con la introduc ci?n de las ideas de modernidad en las esferas acad?micas.
La acci?n de personajes como D?az de Gamarra y Jos? P?rez Calama dibujan el ambiente contradictorio de un siglo de las luces provinciano.16 Aprovechando informaciones censales fueron estudiados
aspectos de la vida urbana de la sociedad colonial. Irene V?zquez17 recuper?, al analizar el censo de la ciudad de M?xico de 1753, la imagen de una ciudad de casas bajas y "accesorias" ?utilizadas como taller y vivienda? y con nu merosas construcciones (cerca del 10%) multifamiliares de
tipo "vecindad". Era ?sta una ciudad en la que no exist?a el concepto de "edificio p?blico" y donde las suntuosas
construcciones de la administraci?n, como la diputaci?n, el correo mayor, la casa de moneda, la aduana, serv?an de mo rada a las familias de administradores y empleados. Ciudad
habitada por una poblaci?n de criollos y castizos (47%), mulatos, mestizos y "gente de color quebrado" (19%), por un peque?o grupo de espa?oles peninsulares y otros euro
peos (1.4%) servidos por esclavos (1.5%) y un n?mero
sorprendentemente reducido de indios (5%), la ciudad de M?xico era una ciudad "espa?ola" que expulsaba sistem? ticamente fuera de su "traza" a los indios, aunque los dejaba llegar, cotidianamente, a trabajar como alba?iles, cargado
16 Germ?n Cardozo Galu?: Michoac?n en el siglo de las luces, M?xi co, El Colegio de M?xico, 1973. (Tesis de doctorado.)
i? Irene Vazquez Valle: "Los habitantes de la ciudad de M?xico
vistos a trav?s del censo del a?o de 1753" (tesis de maestr?a, 1975) .
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EL TRABAJO DE LOS ESTUDIANTES 609 res y canoeros, a comprar y vender. Era tambi?n ciudad de
adu?tos (s?lo 30% de la poblaci?n ten?a menos de quince
a?os) y de mujeres, ocupadas predominantemente en el ser vicio dom?stico. El examen del censo permiti? registrar dife rencias entre la organizaci?n familiar de los grupos ?tnicos
que habitaban la ciudad y mostrar que exist?a ?aunque
comenzaba a borrarse? una correspondencia entre el grupo ?tnico de pertenencia y la ocupaci?n a la que ten?a acceso
el individuo.
Por su parte, Alexis Calim?n,18 aprovechando informa ciones de los censos de 1811 y 1842, estudi? las actividades del grupo de espa?oles peninsulares que resid?an en la ciu dad de M?xico. El 53% eran comerciantes. El car?cter mono polista de estos comerciantes pudo cuantificarse al realizarse un an?lisis de las mercanc?as europeas recibidas por ellos.
El 6% controlaba el 82% de la canela, 71% del cacao, 57%
del hierro, 72% de la cera y 50% de los comestibles impor tados a la nueva Espa?a. Cuatro individuos recib?an treinta y cinco env?os anuales, mientras que 232 s?lo recib?an 1.3 env?os al a?o. Con la independencia y la expulsi?n, dismi nuy? el n?mero de comerciantes. En 1842, la ocupaci?n pre dominante de este grupo ser? la milicia. Los enfrentamientos entre algunas regiones y el centro de dominio pol?tico y econ?mico que fue siempre la ciudad de M?xico se observaron claramente al estudiar las institu ciones educativas. Carmen Casta?eda19 mostr? c?mo Guada lajara hab?a definido su papel como centro educativo de una extensa zona geogr?fica desde el siglo xvn y c?mo, desde
entonces, sostuvo una lucha secular contra el monopolio
ejercido por la ciudad de M?xico, ?nico centro que otorgaba
grados superiores y absorb?a por ello a los mejores estu diantes de las provincias. El problema puede expresarse en cifras: en el siglo xvm el 44% de los j?venes de Guada 18 Alexis Calim?n Gonz?lez: "La oligarqu?a espa?ola a fines del
periodo colonial" (tesis de doctorado, 1975).
i? Carmen Casta?eda: "La educaci?n en Guadalajara durante la
colonia ? 1551-1821" (tesis de doctorado, 1974).
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ALEJANDRA MORENO TOSCANO
1 ajara que acudieron a M?xico a completar sus estudios se
quedaron a vivir en la capital. Las demandas de Guadala
jara para obtener el privilegio de una universidad encontra ron siempre la oposici?n de M?xico. Esto se explica porque se pon?a en peligro la funci?n misma de la ciudad de M?xi co como centro educativo, puesto que por cada estudiante que cursaba estudios superiores en la Universidad de M?xico
y era originario de la capital, seis lo eran de provincia. A finales del siglo xvni se lleg? a una soluci?n de compro miso. Guadalajara obtuvo su universidad, y con ello vio reducirse al 10% el n?mero de estudiantes que se dirig?a a M?xico. Pero M?xico mantuvo el control que ejerc?a ha ciendo que el reconocimiento de los grados s?lo se lograra mediante su "incorporaci?n" a la Universidad de M?xico. Se definen as? nuevas formas de centralizaci?n, menos abier tas pero igualmente efectivas.
Por otra parte, Alicia Orive20 reconstituy? algunos ele mentos de la lucha de los pueblos por preservar y restituir las tierras de sus comunidades para conservar esa categor?a de comunidades independientes ?con tierras y gobierno pro pios? en la que se sustentaba su propia existencia. El estu
dio de caso de los pueblos de Morelos mostr? c?mo las
tierras de los pueblos sufrieron los embates de los propieta rios espa?oles desde muy temprano (1540-1600). Con el auge de la producci?n azucarera, y una vez constituida la hacien da como unidad productiva, ?sta se convertir? en el princi pal enemigo de los pueblos. Hacia 1610-1640 se hab?an formado
en la regi?n los principales latifundios: las tierras de los pueblos eran peque?as islas cercadas por un territorio con trolado por la hacienda. A finales del siglo xvii se detuvo el proceso de expansi?n territorial de la hacienda, pero con tinu? el proceso de concentraci?n de la propiedad al reunir se varias unidades productivas en una sola persona o fami lia. Las luchas de los pueblos por sus tierras tendr?an una 20 Alicia H. Orive: "Propiedad comunal y desarrollo capitalista en el estado de Morelos ? 1535-1920" (tesis de maestr?a, 1973).
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EL TRABAJO DE LOS ESTUDIANTES 611 duraci?n secular. Si terminaban era por desistimiento del pueblo, que no ten?a los medios econ?micos necesarios para enfrentarse a la hacienda. Si lograban resistir, ver?an cerra das las v?as legales de toda restituci?n cuando, a mediados del siglo xix, se priv? a los pueblos de personalidad jur?dica.
De ah? que el estado de "sublevaci?n perpetua" perdurara hasta 1880 y que la represi?n organizada no lograra terminar con un problema que explotaba de nuevo en 1910.
C. LA INDEPENDENCIA
El j?bilo popular manifestado el "d?a" que se declar? la independencia de M?xico fue recuperado por Javier
Ocampo21 reuniendo poemas, himnos, discursos y descrip ciones de las ceremonias que celebraron el acontecimiento como espl?ndido y ef?mero fuego de artificio. Por otra parte,
uno de los conflictos m?s importantes que provoc? la
independencia, la continuidad o p?rdida del r?gimen del patronato ?por medio del cual el monarca espa?ol hab?a tenido injerencia en el nombramiento de los obispos? fue estudiado con detalle por Fernando P?rez Mem?n.22 Iden
tific? dos posiciones frente al problema. La primera, defen dida por Abad y Queipo y sostenida despu?s por los liberales, consideraba al patronato como derecho inherente a la naci?n y no como privilegio del monarca. Por tanto, supon?a que
el patronato deb?a ejercerlo quien ejerciera la soberan?a. Esta proposici?n, llevada a sus ?ltimas consecuencias, hizo que los estados de la nueva rep?blica reclamaran ese dere cho y se enfrentaran, incluso, al congreso federal. La segunda
posici?n, sostenida por los insurgentes y luego defendida por los conservadores, consideraba que el patronato era una 21 Javier Ocampo: Las ideas de un d?a ? El pueblo mexicano ante la consumaci?n de sus independencia, M?xico, El Colegio de M?xico, 1969. (Tesis de doctorado.)
22 Fernando P?rez Mem?n: "El episcopado y la independencia de
M?xico ? 1810-1836" (tesis de doctorado, 1972) .
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612 ALEJANDRA MORENO TOSCANO prerrogativa inherente ala persona real y que, para poder ejercerlo, la nueva naci?n deb?a establecer un concordato con Roma. Mientras ese nuevo concordato no fuera estable cido, el nombramiento de las sedes vacantes retornar?a "por derecho devolutivo" a los obispos. Esas diferencias se expre saron en luchas pol?ticas concretas: en el papel que asumie ron los obispos levantando ej?rcitos y apoyando a Iturbide; en la acci?n de los liberales de 1833 que pusieron en mar cha sus proyectos de secularizaci?n. Esas luchas desemboca r?n en una larga serie de enfrentamientos violentos entre la iglesia y el estado.
D. El siglo xix
Como habr? podido observarse, los trabajos analizados utilizan de manera poco convencional los l?mites cronol?gi cos. M?s bien domin? con ellos la preocupaci?n por pers guir las l?neas hist?ricas de larga duraci?n. Ese inter?s per miti? mostrar la continuidad del proyecto ilustrado en las reformas liberales, continuidad que result? excepcionalment clara en el estudio de las pol?ticas educativas realizado por Dorothy Tanck.23 El oficio de maestro de escuela no obtuv
nunca una libertad equivalente a la que obtuvieron los oficios mec?nicos. Por el contrario, para los ilustrados, educaci?n pertenec?a a la esfera del "bien com?n", estab
por encima de los intereses particulares y deb?a ser dirigid
por el estado. Por ello, lo mismo el ayuntamiento que l
audiencia o el virrey, y despu?s la diputaci?n provincial y el gobierno federal, coincidieron en definir al estado com promotor del cambio educativo, el mejoramiento social y felicidad secular. Los conceptos de ense?anza libre y obliga toria defin?an claramente la concepci?n ilustrada. Ense?an za libre quer?a decir, simplemente, que el estado se absten
23 Dorothy Tanck de Estrada: La educaci?n primaria en la ciuda de M?xico, M?xico, El Colegio de M?xico (en prensa). (Tesis de do torado, 1975.)
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EL TRABAJO DE LOS ESTUDIANTES 6IS dr?a de vigilar la educaci?n en el aula, pero que la profe
si?n s?lo pod?a ejercerse con licencia expresa y- dentro de los programas establecidos. Ense?anza obligatoria significaba la decisi?n de terminar con cualquier resistencia frente a la modernizaci?n. A finales del siglo xviii los padres acostum braban "poner a oficio,, a sus hijos desde peque?os, "criarlos de igual suerte como fueron sus padres", manteniendo y re produciendo as? la organizaci?n gremial de la producci?n.
Para poder romper el c?rculo, los ilustrados declararon la obligatoriedad de la educaci?n. Mediante ?sta, los ni?os
alcanzar?an oficios, pero diferentes a los de sus padres y no heredar?an, como antes, nombre, oficio y taller. Para lograr
ese cambio se lleg? hasta a multar a los padres que no enviaban a sus hijos a la escuela. Coerci?n ilustrada que
impedir? escapar a la modernidad y al progreso. El proyecto
de organizaci?n de la educaci?n en la ciudad de M?xico, promovido en 1833-1834 por G?mez Farias y Mora, ofrece una
versi?n, min?scula pero completa, de una de las institucio nes claves del estado moderno. Se establece un organismo, dependiente del ejecutivo, encargado de centralizar las deci siones sobre los programas en todos los niveles del sistema educativo. Ese organismo, adem?s, deb?a ocuparse en pro teger y conservar los monumentos hist?ricos y las antig?e
dades, tendr?a una direcci?n que nombrar?a a todos los
profesores, dise?ar?a los programas y administrar?a central mente los fondos destinados a la educaci?n. Podr?a comprar,
al mayoreo, los materiales que deb?an distribuirse en las
escuelas. Una de sus direcciones se encargar?a de promover, supervisar y elaborar los libros de texto que ser?an distri buidos gratuitamente entre los ni?os. Este organismo reun?a todas las ventajas derivadas de una concepci?n de la educa
ci?n p?blica como parte fundamental de la pol?tica del
estado. Pero reun?a tambi?n sus peculiares desventajas: en 1833 la futura dimensi?n de la burocracia educativa se mani festaba en el hecho de que cinco funcionarios organizaban
a las once escuelas que exist?an entonces en la ciudad de M?xico. Se manifestaba en el hecho de que el primer acto pol?tico de esa flamante burocracia fue buscar un local This content downloaded from 204.52.135.204 on Tue, 03 Oct 2017 02:06:58 UTC All use subject to http://about.jstor.org/terms
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ALEJANDRA MORENO TOSCANO
donde organizar juntas y fundir en bronce las palabras "Di recci?n General de Instrucci?n P?blica", para colocarlas en la puerta de acceso. Durante estos a?os, y en ese ambiente
de confianza en que la ilustraci?n ser?a la base de todo
progreso, funcionaron en la ciudad de M?xico las escuelas lancasterianas. En estas escuelas se trabajaba bajo horario estricto, en un mismo local, con sistema de ense?anza mu tua, siguiendo las indicaciones de un instructor que, desde un estrado y ayud?ndose con l?minas de colores, dirig?a, o mejor, orquestaba, el aprendizaje de doscientos ni?os. A la manera de los grandes proyectos de "tecnolog?a productiva" imaginados por Bentham o por Owen, la ef?mera revoluci?n
educativa de la ciudad de M?xico en 1830 persigui? esa "tecnolog?a educativa" cuyos ideales eran la emulaci?n, la
competencia, la productividad y el progreso. De manera semejante, los intentos de organizar la eco nom?a del pa?s revelan una combinaci?n de concepciones ilustradas y proposiciones liberales. Hira de Gortari24 ana liz?, entre otras cosas, las posiciones tomadas con relaci?n al derecho de propiedad privada y su soluci?n final: mantener el derecho a la propiedad absoluta sosteniendo la legitimi dad del estado para intervenirla por causa de utilidad p?blica. Algunos mecanismos que explican la pol?tica de inversio nes de los conventos de monjas durante la primera mitad del siglo xix pudieron observarse en las informaciones reunidas por Anne Staples.25 Como es sabido, la compra de inmue bles urbanos permit?a a los conventos de monjas obtener rentas permanentes y seguras para cubrir los gastos de manu tenci?n de sus miembros. Sin embargo, los fondos del con
vento se manejaban en "contadur?as de renta fija", por
procedencia y destino y partidas determinadas de antemano. Es decir, un ramo de ingreso se destinaba exclusivamente a 24 Hira de Gortari: "Las ideas sobre la econom?a mexicana en 1821 1824" (tesis de maestr?a, 1972). 25 Anne F. Staples: "La cola del diablo en la vida conventual ? Los conventos de monjas en el arzobispado de M?xico ? 1823-1835" (tesis
de doctorado, 1970).
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EL TRABAJO DE LOS ESTUDIANTES 615 un tipo de gasto. De esta manera, si los conventos sosten?an
un culto ostentoso ?por destinar a ello los ingresos de obras p?as? no pod?an sostener a sus monjas porque su
manutenci?n proven?a de los arrendamientos de fincas. En esta ?poca las dificultades econ?micas por las que atravesa ron la ciudad y el pa?s se tradujeron en una disminuci?n
de los alquileres. En esas circunstancias, las monjas s?lo pudieron sostener sus niveles de ingreso aumentando el
n?mero de sus propiedades. El convento de La Concepci?n, por ejemplo, dobl? el n?mero de sus propiedades urbanas entre 1808 y 1845 sin aumentar por ello el ingleso que re cib?a por concepto de rentas.
Por otro lado, algunos personajes que dominaron la
escena pol?tica de M?xico durante la primera mitad del si glo xix fueron estudiados desde nuevas perspectivas. Fer
nando D?az D?az26 se ocup? de Juan ?lvarez y de Santa
Anna; y Clark Crook-Castan 27 estudi? en Jos? Ma. Guti? rrez Estrada, F. Paredes Arrillaga, Santa Anna y Juan N.
Almonte, el ideario pol?tico de los grupos que propugna ron por el establecimiento de un r?gimen mon?rquico. Los grupos "conservadores" compart?an la convicci?n de que la
estabilidad pol?tica interna era condici?n necesaria para alcanzar la prosperidad material de la naci?n, y que esa estabilidad s?lo pod?a alcanzarse con un poder ejecutivo
fuerte, estable y continuado. El ejecutivo deb?a encabezarlo un individuo educado en las sociedades avanzadas de Euro pa que conociera el funcionamiento de las instituciones re publicanas. Se necesitaba, adem?s, organizar a los propieta rios en una corporaci?n. De esa manera, jugar?an un papel pasivo en la pol?tica pero seguir?an siendo el fundamento "positivo" de las instituciones. S?lo as? podr?a conservarse un orden social que hab?a sido puesto en crisis por las medidas de "disoluci?n social", de verdadera "guerra entre 26 Fernando D?az D?az: Caudillos y caciques ? Santa Anna y lu?n Alvarez, M?xico, El Colegio de M?xico, 1973. (Tesis de doctorado.) 27 Clark H. Crook-Cast?n: "Los movimientos mon?rquicos mexica
nos" (tesis de doctorado, 1975).
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ALEJANDRA MORENO TOSCANO
clases" en favor de los "descamisados" y "lazzaroni", desatada
por los liberales, esos "l?peros de casaca". Esta descripci?n de las posiciones pol?ticas del grupo conservador y de su violenta oposici?n a las medidas liberales termina conven ci?ndonos de que la calificaci?n de "anarqu?a" que se ha dado a este periodo repite una imagen de las cosas cons truida en Europa y manejada pol?ticamente contra la pri
mera generaci?n de liberales. No s?lo no hemos reflexionado sobre el significado de esa calificaci?n, sino que por el con trario, la hemos adoptado y hasta la hemos elevado al rango de explicaci?n hist?rica. Desde Justo Sierra para ac?, nues tros historiadores han repetido ciegamente la imagen creada
por una concepci?n evolucionista propia del positivismo, donde a la juventud sigue la madurez y a la "anarqu?a", la estabilidad... del porfiriato. El an?lisis de las novelas de follet?n permiti? a Fran ?oise Carner28 reconstruir las im?genes de la mujer y del amor aceptadas por la sociedad urbana, modernizante y ca t?lica del siglo xix. En estas novelas, una concepci?n plat?
nica y cristiana convirti? al amor en un absoluto, alcanzable
s?lo por la divinidad. En el matrimonio s?lo existir?a su
reflejo: un amor ecu?nime, comprensivo. Los amantes que conocieran la pasi?n ?sentimiento irracional y antisocial? ser?an condenados por su soberbia a la separaci?n voluntaria. Dentro de ese marco limitado se entretejen los melodramas particulares de todas las hero?nas de follet?n. La funci?n de esa literatura era legitimar, justificar y mantener, para sus
lectoras femeninas, el papel social que se atribu?a a las mujeres. La mujer era concebida ?por ley natural y divina corno ser inferior. No deb?a manifestar aspiraciones aut? nomas. Estaba obligada socialmente a esconder sus senti mientos y deseos. Deb?a seguir las normas de conducta que le trazaban los dem?s: saber tocar alg?n instrumento musi cal para alegrar las reuniones ?hasta que fue desplazada 28 Fran?oise Garner: "Las mujeres y el amor en el M?xico del si
glo xix a trav?s de sus novelas" (tesis de maestr?a, 1975).
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EL TRABAJO DE LOS ESTUDIANTES 617 por el fon?grafo?, dedicarse a labores pasivas y exquisitas, usar lenguaje y modales finos y distinguidos, saber estar a tono entre los de su clase, vestirse para ser vista; aparecer,
m?s que ser. Sus obligaciones se limitaban a organizar el
gobierno interno de la casa y patrocinar actividades de cari
dad y filantrop?a. De sus actos se derivaba la honra y el
estatus social de la familia. Era pues m?s responsable ante quienes manten?an la exclusividad de su posesi?n, que ante s? misma. Imagen que es resumen, conclusi?n y arquetipo
del siglo xix. Si recordamos la obra colectiva que se realiz? en El Co legio bajo la direcci?n de Cos?o Villegas sobre la rep?blica restaurada y el porfiriato, resulta por lo menos sorprenden
te que ninguna investigaci?n se haya ocupado espec?fica
mente de estos periodos. S?lo una tesis los incluye cronol? gicamente: el an?lisis que realiz? Victoria Lerner29 de los libros escritos por viajeros mexicanos que visitaron los Esta
dos Unidos entre 1846 y 1946. Entre todas las opiniones
vertidas se revelan algunas constantes: la admiraci?n ?con reservas? que tuvieron esos viajeros para con el vecino pa?s, la alucinaci?n y azoro que manifestaron frente al progreso tecnol?gico, que se expresa en las detalladas descripciones de cualquier curiosidad mec?nica y la repetici?n constante de clich?s y lugares comunes cuando describen otros aspectos de la sociedad norteamericana, a la que parecen entender
poco.
E. La revoluci?n El pasado reciente fue tambi?n objeto de algunas inves tigaciones en el Centro. Mercedes Carreras30 se ocup? del problema que signific? repatriar a los mexicanos que, en busca de oportunidades y empleos, dejaron el pa?s para irse 29 Victoria Lerner Sigal: "La idea de Estados Unidos a trav?s de los viajeros mexicanos ? 1846-1946" (tesis de maestr?a, 1971). 30 Mercedes Carrera: "Los mexicanos que repatri? la crisis" (tesis de maestr?a, 1973).
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ALEJANDRA MORENO TOSCANO
a los Estados Unidos. Mar?a de los ?ngeles Y??ez31 recogi? las ideas expresadas por Sierra, Vasconcelos, Torres Bodet y Y??ez sobre pol?tica educativa. A trav?s de los textos reunidos en este estudio se percibe el proceso que va de una concepci?n de la educaci?n-creadora del alma nacional a la de una educaci?n-instrumento para conservar los inte reses nacionales; y la evoluci?n de un aparato institucional que de Secretar?a de Instrucci?n y Bellas Artes para el Dis trito y Territorios Federales (1905) pasa a ser Secretar?a de Educaci?n P?blica con jurisdicci?n sobre todo el pa?s (1921). Los a?os de creaci?n de instituciones de los reg?me nes revolucionarios fueron adem?s estudiados por Enrique
Krauze 32 al poner en paralelas las vidas y la obra de Vicente
Lombardo Toledano, Narciso Bassols, Manuel G?mez Mo r?n, Daniel Cos?o Villegas, Alberto V?zquez del Mercado y
Miguel Palacios Macedo. Pero fue quiz?s en la forma de historiar el hecho de
la revoluci?n misma donde se lograron las interpretaciones m?s imaginativas. Una fue el estudio de la manera como se conceptualiz?, estructur? o modific? este t?rmino unitario, oficial por excelencia, de "revoluci?n mexicana" que realiz? Guillermo Palacios33 aprovechando con inteligencia los ins trumentos "doxogr?ficos" promovidos por Jos? Gaos. Este trabajo demuestra c?mo el t?rmino "revoluci?n mexicana" pas? de ser la definici?n de un momento hist?rico espec?fico para convertirse en un "personaje" participante de la histo ria. El t?rmino se convirti? en una idea general, en un prin cipio din?mico del que procede toda acci?n. Adquiri? natu
raleza y atributos propios. De definir el resultado de la
acci?n de un pueblo acab? por definir al pueblo como mate
31 Mar?a de los ?ngeles Y??ez: "Justo Sierra, Jos? Vasconcelos, Jaime Torres Bodet, Agust?n Y??ez ? Ideas en pol?tica educativa" (tesis de maestr?a, 1971).
32 Enrique Krauze: Los siete sobre M?xico (en prensa). (Tesis de
doctorado, 1974.)
33 Guillermo Palacios: "La idea oficial de la ?revoluci?n mexica
na?" (tesis de maestr?a, 1969.)
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EL TRABAJO DE LOS ESTUDIANTES 619 rializaci?n de una idea. Construida a trav?s de los discursos presidenciales, desde Madero hasta C?rdenas, la entidad "re voluci?n mexicana" fue reuniendo, sucesivamente, obligacio nes, funciones y atributos. La "revoluci?n mexicana" crea el orden y las normas de conducta; puede ser falible en sus actos, pero es infalible en sus prop?sitos. Es la acci?n inno vadora que despierta a las masas, crea intereses, tiene dere chos y obligaciones y es, por encima de todo, mexicana. Es una entidad general que procura la armon?a, la conciliaci?n y la unidad desde una posici?n envolvente, por encima de las clases. La "revoluci?n mexicana" as? definida es pasado, presente y futuro necesarios. El t?rmino alcanz? categor?a de "idea general" y pudo ser objeto de historia, aun hacien do abstracci?n del tiempo y del espacio. El otro estudio inno vador al que aludimos fue el de H?ctor Aguilar Cam?n,34 que logr? describir el contenido concreto, regional y faccio nal de esa revoluci?n, al reconstruir, desde sus ra?ces m?s profundas, a los personajes, mentalidades e intereses que dieron origen al grupo que domin? y defini? a esa "revolu ci?n mexicana": los sonorenses.
Lo que se desprende de esta revisi?n de diez a?os de investigaci?n es la importancia del trabajo cotidiano de los estudiantes en las labores de investigaci?n del Centro.
Ese trabajo, realizado con mayor o menor destreza, con
mayor o menor imaginaci?n, siguiendo direcciones trazadas o abriendo caminos nuevos; publicado o no, propone nuevas l?neas de interpretaci?n hist?rica. Escribir historia es un proceso lento; transmitir los resultados de las investigaciones pod?a serlo menos.
34 H?ctor Aguilar Cam?n: La revoluci?n sonorense, M?xico, INAH. 1975 [Cuadernos de Trabajo del Departamento de Investigaciones His t?ricas]. (Tesis de doctorado.)
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CR?NICA BIBLIOGR?FICA Elias Trabulse El Colegio de M?xico Habiendo discurrido entre m? del n? mero grande de los libros, y de lo que va creciendo, as? por el atrevimiento
de los que escriben, como por la fa
cilidad de la imprenta, con que se ha hecho trato y mercanc?a, estudiando los hombres para escribir, y escribien do para granjear con sus escritos, me
venci? el sue?o...
Diego de Saavedra Fajardo
El 18 de agosto de 1939 don Alfonso Reyes, entonces pre sidente de la reci?n fundada Casa de Espa?a en M?xico, le dirig?a un memor?ndum a don L?zaro C?rdenas, enton ces presidente de la rep?blica, donde, entre otros asuntos, le informaba acerca de las publicaciones realizadas hasta esa fecha por la instituci?n a su cargo. Don Alfonso mencionaba cinco obras, las cuales ofrec?a al primer mandatario de la naci?n como una prueba m?s de que la fundaci?n de la Casa
hab?a sido una atinada medida que ya empezaba a rendir
sus frutos. Ciertamente la labor no hab?a sido f?cil, ya que
a pesar de que tanto don Alfonso como don Daniel Cos?o
Villegas hab?an tenido un particular inter?s en llevar a las prensas los sudores intelectuales de los miembros de la Casa, casi todos ellos espa?oles transterrados, las dificultades edi toriales y econ?micas eran grandes (el presupuesto de 1939 para todas las publicaciones era de treinta y cinco mil pesos). Ya en el bolet?n n?mero 1 del 20 de junio de 1939, despu?s
de rese?ar las "actividades actuales de la Casa de Espa?a"
entre las que estaban los cursos y seminarios impartidos por Enrique D?ez-Canedo, Jos? Gaos, Agust?n Millares Cario y
Luis Recas?ns Sienes, hab?a hecho menci?n don Alfonso Reyes, con una prosa as?ptica que le debi? costar enorme 620
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CR?NICA BIBLIOGR?FICA
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esfuerzo, de las publicaciones que estaban por engrosar la amplia bibliograf?a nacional: Enrique D?ez-Canedo aparec?a con El teatro y sus enemigos; Juan de la Encina con Goya ? Su mundo hist?rico y po?tico; Jos? Moreno Villa con Locos,
enanos, negros y ni?os palaciegos de los siglos xvi y xvii;
Adolfo Salazar con M?sica y sociedad en el siglo xx, y Mar?a
Zambrano con Pensamiento y poes?a en la vida espa?ola. Asimismo anunciaba sus Cap?tulos de literatura espa?ola
(Primera serie). Del modo como estas obras lograron ver la luz nos dio noticia el mismo don Alfonso en su informe de labores del a?o de 1939, donde dec?a: Para las publicaciones que constan en el ?ndice, a medida
que se ha desarrollado nuestra actividad editorial, ha habi do que adquirir tipos especiales, de que carec?an las imprentas
de M?xico. La actividad editorial de La Casa de Espa?a ha
sido gobernada y administrada por el Fondo de Cultura Eco n?mica. Entre las obras publicadas o por publicar hay autores
mexicanos no miembros de La Casa de Espa?a, a quienes especialmente se ha pedido alg?n libro.
En la empresa editorial de estos primeros a?os, de lo que despu?s de 1940 ser?a conocido como El Colegio de
M?xico, desempe?aron un papel de primera importancia los espa?oles reci?n llegados a tierras indianas. Cuenta aparte
de su labor docente, que fue amplia, y de sus m?ltiples traducciones de obras que dif?cilmente hubiesen podido ver la luz en nuestro pa?s, sus obras hist?ricas, cient?ficas, filo s?ficas, bibliogr?ficas, antropol?gicas, literarias o de cr?tica
de arte son numerosas y forman quiz? el mejor legado de Espa?a a M?xico en lo que va del siglo. Al acogerse a la
Casa de Espa?a casi todos ellos dieron lo mejor de s? y algunos de ellos lograron formar escuela. As?, de las 112
obras registradas en el primer cat?logo de publicaciones de El Colegio, aparecido en 1945, un 56% lo formaban obras escritas o traducidas por espa?oles emigrados. Ciertamente algunos de esos libros hab?an sido elaborados casi en su tota
lidad en Espa?a y ac? s?lo fueron completados, retocados e impresos. Algunos de los manuscritos originales (como el
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el?as trabulse
de la traducci?n hecha por el doctor Gaos de las Meditacio nes cartesianas de Husserl), fueron materialmente rescatados
despu?s de varias peripecias. Otros como el de los Locos,
enanos, etc., de Moreno Villa vinieron en estado fragmen tario y aqu? fueron completados. El libro de Adolfo Salazar titulado La m?sica en la sociedad europea, obra verdadera mente monumental, tambi?n fue terminada en M?xico. El sapient?simo don Agust?n Millares Cario con las prisas de la salida de Espa?a dej? en Valencia su Ensayo bibliogr?fico
de la imprenta en Barcelona en el siglo xvi, obra que le
mereci? un premio de la Biblioteca Nacional de Madrid. Sin ?
embargo, con los materiales que alcanz? a empacar logr? publicar en 1941 sus Nuevos estudios de paleograf?a espa ?ola. Por otra parte, no todo fue escribir e imprimir; era necesario publicar no s?lo buenas obras sino publicarlas a tiempo. Don Alfonso elabor? no menos de quince informes y cartas donde alud?a a la inminente, pr?xima, inevitable y esperada aparici?n de los Locos y enanos de Moreno Villa, que no aparec?an por ning?n lado. Don Daniel le reclamaba a Jes?s Bal y Gay el atraso en la entrega del pr?logo al bell?simo Cancionero de Upsala. Hab?a, adem?s, que justi ficar la actividad "social" de La Casa. Don Alfonso Reyes, apurad?simo, promet?a al supremo gobierno que el maestro Gaos traducir?a directo del alem?n las obras completas de Marx. Aparec?an, en ediciones breves bautizadas como Jor nadas, estudios sobre la guerra, la demograf?a y la econom?a. Por otra parte la carencia cr?nica de fondos suficientes para hacer sobrevivir al Fondo (que editaba y distribu?a los
libros de El Colegio), hac?an que por la falta de personal su empe?oso director y su esposa do?a Emma Cos?o Ville
gas tuvieran que corregir y revisar galeras, planas y contras
de las ediciones, de tal manera que el nombre de don
Daniel aparece en colofones de libros de filosof?a o literatura. Obras como La critica en la edad ateniense de Alfonso Reyes
o M?sica y sociedad en el siglo xx de Adolfo Salazar pasa ron por el ojo inquisitivo del don Daniel corrector de prue
bas. Desconocemos, pero adivinamos, los problemas que
debieron afrontar los fundadores de El Colegio por carencia
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de recursos y no podemos menos de aquilatar y reconocer
su labor. Desde 1940 el n?mero de publicaciones creci? notable
mente. Ese a?o el prol?fico Joaqu?n Xirau dio a la estampa una bella obra titulada Amor y mundo, que hace recordar en ciertos aspectos la obra de Denis de Rougemont, El amor
y el Occidente. Xirau intent? realizar en esa obra lo que podr?amos llamar una fenomenolog?a del amor como el elemento fundamental de la historia de la cultura. Hac?a partir su estudio de la visi?n grecorromana y cristiana del amor hasta llegar a nuestros d?as, para pasar despu?s a un an?lisis profundo de lo que el amor significa ?o significaba
en 1940? para el hombre contempor?neo. En ese mismo a?o, public? el doctor Gaos un breve op?sculo titulado La
filosof?a de Maim?nides, a quien le hab?a dedicado algunos estudios desde antes de venir a M?xico y cuando todav?a era un joven maestro universitario. Se dice que en cierta ocasi?n un grupo sindical bastante numeroso y de tenden cias izquierdistas bien definidas invit? al doctor Gaos, como experto en Marx, a dar una conferencia. Al llegar al amplio recinto, el secretario general le pregunt? al doctor cu?l ser?a el tema de su arenga a lo que ?ste respondi? que ser?a acerca de la filosof?a de Maim?nides. Entonces el secretario, ha ciendo callar al auditorio, le inform? que a continuaci?n el
compa?ero Gaos har?a una amplia y detallada exposici?n
de la filosof?a del "camarada Maim?nides" y de su teor?a de
la lucha de clases... Tambi?n en 1940, Jos? Moreno Villa public? su agudo
an?lisis de nuestras costumbres, mitos y tab?s al que inti
tul? Cornucopia de M?xico. Esta fina s?tira, a la que su
autor llamaba modestamente un "librito de mir?n", proba blemente sea uncr de los mejores cuadernos costumbristas del M?xico de la primera mitad del siglo xx, s?lo compara ble quiz? a Los mexicanos pintados por s? mismos de media dos del siglo anterior.
Desde 1941 hasta 1945 apareci? la colecci?n de textos
cl?sicos de filosof?a, hecha en colaboraci?n con maestros de la Universidad de M?xico tales como los doctores Edmundo
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EL?AS TRABULSE
O'Gorman y Eduardo Nicol. Aparecieron as? Los pres?cr? ticos en edici?n de Juan David Garc?a Bacca, Las cuestiones acad?micas de Cicer?n traducido por Millares Carlo, los Di?logos sobre religi?n natural de Hume y la Teor?a de los sentimientos morales de Adam Smith, ambos en traduc ci?n de O'Gorman y con introducciones de Nicol. Eugenio ?maz le hizo una introducci?n a la Filosof?a de la historia de Kant y Jos? Carner realiz? una ilegible e incomprensible traducci?n de la Ciencia nueva de Vico. Ese a?o el maestro
Gaos public? con traducciones directas su Antolog?a de la filosof?a griega. Esta obra se reimprimi? en 1968. En el a?o de 1943 el sabio y erudito don Juan B. Ig??niz imprimi? sus Disquisiciones bibliogr?ficas donde, solt?ndose la pluma, redact? en un estilo ameno muy lejano de la des carnada prosa del bibli?grafo varios estudios entre los que se encuentra la interesante historia de los avalares por los
que pas? la Carta guadalupana de Garc?a Icazbalceta. Ah?
dej? don Juan delineados con fina iron?a los retratos de los protagonistas de la querella: Paso y Troncoso, Agreda, For tino Hip?lito Vera, el mismo don Joaqu?n y ese pintoresco homo maledicus, el presb?tero Vicente de Paula Andrade. Los trabajos de historia o cr?tica del arte que public? El Colegio entre 1939 y 1949 forman una importante contri buci?n a estos estudios en nuestro pa?s. El erudito music?
logo Jes?s Bal y Gay imprimi? en 1939 sus Romances y
villancicos espa?oles del siglo xvi y en 1944 dio a la estampa una de las m?s espl?ndidas obras impresas por El Colegio, el Cancionero de Upsala, prologado, anotado y comentado por Rafael Mitjana. En 1941 Otto Mayer-Serra abri? brecha con su Panorama de la m?sica mexicana desde la indepen dencia hasta la actualidad, que, salvo el estudio de Gabriel Sald?var, era el primer intento de historiar seriamente el rico
patrimonio musical de este pa?s. En este mismo campo de
la historia de la m?sica trabaj? Adolfo Salazar. Sus nu
merosos libros son la ant?tesis de un trabajo monogr?fico. Debi? de ser hombre de profundo saber para quien la histo ria formaba una unidad no import?ndole el "?rea", el "what
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Gonz?lez Navarro (1961 Reuni?n de profesores en el CEH: Eduardo Blanquel, Josefina Z. V?zquez, Luis Gonz?lez, Berta Ulloa, Luis Muro y Mois?s
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Luis Gonz?lez
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is your field?" que actualmente se estila. Su obra es un
paseo por la cultura humana y no s?lo por su m?sica. Aqu? y all? aparecen notas, comentarios, digresiones que nos ale jan del tema vertebral. Lejos de ce?irse al asfixiante cerco
que impone la monograf?a, Salazar viaja por m?ltiples t?picos vengan o no a cuento, pero sin perder nunca pro fundidad. Su obra es una enciclopedia de la cultura que
debe ocupar un alto esca?o entre las obras hist?ricas produ cidas en nuestro pa?s en los ?ltimos cincuenta a?os.
La pintura, la escultura y la arquitectura mexicanas
dieron origen tambi?n a valiosos estudios. Juan de la Encina public? en 1943 su libro El paisajista Jos? Mar?a Velasco ? 1840-1912, que es un an?lisis no s?lo de la pintura de paisaje de este autor, sino del tema "paisaje" de la pintura europea contempor?nea. El ojo perspicaz de Jos? Moreno Villa corri?
a gusto por nuestro arte de las ?pocas colonial e indepen diente. Fruto de sus observaciones y estudios, fueron sus trabajos, llenos de agudas interpretaciones, a los que titul? Lo mexicano en las artes pl?sticas y Escultura colonial mexi cana, En Moreno Villa observamos la intuici?n y la vivencia de una realidad m?s que un conocimiento sabio y erudito de esa realidad; en ello contrasta con Salazar quien nos parece m?s de "libros" que de "vida". Moreno Villa fue un fino estilista ?d?galo si no su Autobiograf?a?, emotivo y sensi tivo, de prosa delicadamente burilada. Quiz? uno de los mejores prosistas no de oficio que hayan sido acogidos por El Colegio. Por ?ltimo, es" pertinente mencionar el estudio hist?rico y est?tico de Gonzalo Obreg?n sobre El Real Cole gio de San Ignacio de M?xico, hecho a base de fuentes docu mentales de primer orden y con un amplio conocimiento del tema.
La mano de don Alfonso Reyes se deja entrever en las numerosas ediciones de poemas y ensayos que se imprimieron
entre 1939 y 1955. Con el pie de imprenta d? la Casa de
Espa?a primero y con el de El Colegio despu?s aparecieron
textos de Le?n Felipe, de Xavier Villaurrutia, de Juan Jos? Domenchina, de Benjam?n Jarn?s, de Enrique D?ez Canedo y tambi?n de Manuel Calvillo, quien fuera secreta This content downloaded from 204.52.135.204 on Tue, 03 Oct 2017 02:07:07 UTC All use subject to http://about.jstor.org/terms
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EL?AS TRABULSE
rio de El Colegio, lo que no fue ?bice para que imprimiera
una excelente colecci?n de poemas que intitul? Primera vigilia terrestre. Dentro de la editorial Tezontle (nombre
de batalla de una misteriosa editorial que trabajaba con los sobrantes de papel del Fondo de Cultura Econ?mica y con las aportaciones intelectuales y pecuniarias de los autores de los libros), aparecieron varias obras de don Alfonso Reyes, de Octavio Paz, de Juan Jos? Arre?la y de Carlos Pellicer
entre otros. En 1950 El Colegio realiz? una haza?a que no
ha vuelto a repetir: public? la rar?sima Ortograf?a castellana de Mateo Alem?n, cuya primera edici?n hab?a sido impresa
en M?xico en 1609. Esta obra fue, en primer lugar, muy
dif?cil de conseguir completa y en buen estado, y en segundo
lugar hubo que imprimirla usando tipos que no exist?an en las imprentas. La edici?n la prepar? Jos? Rojas Garci
due?as. Entre 1944 y 1948 Alberto Jim?nez public? su tri log?a sobre la historia de la universidad espa?ola desde la edad media hasta principios de este siglo. El balance bibliogr?fico de los doce primeros a?os de El Colegio resultaba bastante halagador: 163 libros publicados por la instituci?n am?n de colaboraciones en revistas y de publicaciones hechas en otras casas editoras. Por otra parte, para permitir que se publicaran el mayor n?mero posible de obras de los investigadores y estudiantes de El Colegio y debido a lo restringido del presupuesto, don Alfonso Reyes, don Daniel Cos?o y don Silvio Zavala optaron por hacer gemir las prensas de otras editoriales. Los numerosos trabajos de ellos tres, por parad?jico que nos parezca, fueron impresos fuera de la instituci?n a la que m?s tiempo y esfuerzo dedi caron sea en la administraci?n, sea en la docencia. Ya desde 1947 Henrique Gonz?lez Casanova hab?a hecho
una evaluaci?n de la labor de El Colegio. En un art?culo que public? en el suplemento de El Nacional y al que ti tul? "El Colegio de M?xico, hogar de cultura", hac?a un repaso somero de las actividades de la instituci?n, de sus logros y limitaciones, de las promociones de estudiantes y de los planes de estudio, y al referirse a la labor editorial ex presaba lo siguiente:
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Para hacer m?s generalizado el aprovechamiento de los
frutos que se han obtenido en este renovado empe?o de tra bajar por la cultura, El Colegio de M?xico ha mantenido una amplia labor editorial. Se han publicado as? obras de Alfonso Reyes, de cr?tica e historia literaria, una de ellas, La critica
en la edad ateniense le mereci? el Premio Nacional de Lite ratura; Joaqu?n Xirau public? en ediciones de El Colegio varios de sus m?s importantes trabajos filos?ficos, y como
ellos muchos otros profesores y estudiosos mexicanos y extran jeros. Tambi?n alcanzan la publicidad las mejores tesis o tra bajos de investigaci?n realizados por alumnos de El Colegio.
En efecto, para 1948 El Colegio hab?a publicado un total de 151 obras de las cuales 61 o sea un 40.3% eran investiga ciones hist?ricas o se relacionaban con asuntos hist?ricos.
En 1950 V?ctor Adib publicaba en el suplemento literario de Novedades una nota donde hac?a un balance con saldo positivo de la labor pedag?gica, editorial y de investigaci?n de la instituci?n en la que hab?a estudiado. Bien conocida es la famosa querella entre historicistas-rela tivistas y posi ti vistas-cien tificistas que surgi? en nuestro me
dio all? por los a?os cuarenta, diez a?os y pico despu?s de la sostenida en los Estados Unidos por Charles Beard y Cari Becker sobre el mismo tema. Las sesiones de junio de 1945 para discutir el problema de la verdad hist?rica eran un s?ntoma, de hasta d?nde hab?an calado hondo las ense?an zas de los fil?sofos transterrados. A aquellos historiadores que alguna vez oyeron al doctor Gaos exponer a Kant, a Hegel o a Heidegger les resultaba dif?cil sustraerse al seduc tor arte de cuestionar la validez del conocimiento hist?rico.
Casi todos los estudiosos del pasado nacidos entre 1890 y 1930 fueron alcanzados por ese escepticismo que llev? a algu
nos hasta la par?lisis intelectual. Se cuestionaba el modo de conocer el pasado y el valor de ese conocimiento; se dec?a que el relato hist?rico era parcial por incompleto y por tanto no era totalmente verdadero; se insist?a en distin guir a la historia de las ciencias de la naturaleza y, en suma, se afirmaba el valor un?voco de la interpretaci?n personal
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EL?AS TRABULSE
del pasado. Subjetivismo y objetivismo acaso se extremaron en las discusiones p?blicas o privadas, pero ello no trascen di? demasiado a los libros que unos y otros escrib?an. Quiz? sepamos de la querella s?lo por los recuerdos personales de los que en ella intervinieron directa o indirectamente, como polemistas o como disc?pulos de unos y otros. Las obras que escribieron dif?cilmente dejan traslucir los t?picos m?s ?lgi dos del debate.1 Casi veinticinco a?os despu?s se replante?
el problema en una sesi?n llevada a cabo en El Colegio en abril de 1969. En ella maestros y disc?pulos replantearon
?ahora con motivo de la validez de la historia cuantitativa?
el inagotable temario que, probablemente yak postre,
resulte totalmente insoluble. Se repitieron los argumentos de anta?o, s?lo que aquellos que en 1945 llamaron "tradicio nalistas" a los positivistas, fueron a su vez tratados de "tra
dicionalistas" por los neocientificistas. Quiz? pueda alg?n d?a escribirse una historia del pensamiento hist?rico toman
do como punto de inflexi?n entre una tendencia y la si
guiente el momento en que los de la nueva corriente califi can a sus predecesores de "tradicionalistas".
Por otra parte las obras publicadas por el Centro de Estudios Hist?ricos desde su fundaci?n en 1941 han abar cado tantos temas y de tan diversa ?ndole que una generali zaci?n tendiente a dilucidar las inclinaciones ideol?gicas de un autor no deja de ser riesgosa y es probable que resulte m?as o menos alejada de la verdad. Lo que s? es incuestiona
ble es que los autores han buscado siempre ce?irse a una
metodolog?a rigurosa.
A grandes trazos podemos distinguir tres etapas en la historia de los libros publicados por el Centro de Estudios Hist?ricos. La primera etapa, que abarcar?a de 1941 a 1953 aproximadamente, incluir?a buena parte de las obras sobre historia de las ideas, historia de las instituciones e historia v l Alvaro Matute: La teor?a de la historia en M?xico ? 1940-1973, M?xico, Secretar?a de Educaci?n P?blica, 1974 [SepSetentas, 126]. Vid. la introducci?n y los documentos reunidos bajo los n?meros 1, 3 y 7.
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de la historiograf?a. La segunda etapa comprender?a de 1954
a 1966 y abarcar?a las colecciones documentales y algunos trabajos de historia pol?tica. La tercera etapa que va de 1967
hasta 1976 comprender?a las obras de la "Nueva serie" de
historia y los trabajos en equipo realizados bajo la direcci?n de miembros del Centro.
El seminario de historia de las ideas que dirig?a el doc tor Gaos produjo obras de indudable valor y que probable mente no han sido superadas todav?a. Se caracterizaron por
ser obras que abordaban temas casi nunca o nunca explo
rados hasta entonces por los historiadores de nuestra cultura. Fueron todos ellos trabajos individuales que intentaban acla rar un poco el desdibujado panorama de una ?poca determi nada de nuestro pasado intelectual. Sus autores aventuraban
algunas hip?tesis en cuanto al "clima cultural" de una
?poca, hip?tesis que podr?an a su vez servir de puntos de partida para interpretaciones m?s generales. Los miembros del seminario exploraron ricos fondos documentales que has
ta entonces hab?an permanecido casi intocados. En todos ellos se dej? sentir la influencia directa o indirecta del
director del seminario.
En 1943 apareci? una obra colectiva presentada por el doctor Gaos y titulada Del cristianismo y la edad media. Conten?a trabajos de Leopoldo Zea, Edmundo O'Gorman, Jos? Luis Mart?nez, Tom?s Gurza y Antonio G?mez Ro bledo entre otros. De particular inter?s resulta el an?lisis hecho por O'Gorman de la cr?nica medieval titulada "La destrucci?n de Jerusalem". El art?culo de Gurza, que intent? establecer un paralelo entre las ideas directrices de la cate dral g?tica y de la Suma teol?gica merecer?a ser reimpreso dado el c?mulo de ideas sugestivas que contiene.
Entre 1943 y 1949 Leopoldo Zea dio a la impresi?n va rias obras salidas de su prol?fica pluma. Primero apareci? El positivismo en M?xico, despu?s Apogeo y decadencia del positivismo en M?xico y por ?ltimo Dos etapas del pensa miento hispanoamericano ? Del romanticismo al positivis mo. Con una perspectiva hist?rica original y personal, Zea intent? explicar las condiciones sociales y pol?ticas del ?lti This content downloaded from 204.52.135.204 on Tue, 03 Oct 2017 02:07:07 UTC All use subject to http://about.jstor.org/terms
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EL?AS TRABULSE
mo tercio del siglo xix y primeros a?os del xx y relacionar
las con la filosof?a imperante en esos a?os. En la ?ltima
de las tres obras mencionadas Zea retrotra?a unos decenios
el tema de su investigaci?n a efecto de enfocar la ideolog?a
liberal y ampliaba el espacio de su investigaci?n a toda
Hispanoam?rica. Analizaba los pensadores m?s sobresalientes de cada pa?s y pon?a en relieve su ideario mostrando a con tinuaci?n los puntos comunes que guardaban con otros ide? logos hispanoamericanos. En 1945 la portorrique?a Monelisa
Lina P?rez Marchand public? una obra que llevaba por t?tulo Dos etapas ideol?gicas del siglo xviii en M?xico a tra v?s de los papeles de la inquisici?n (el tema de las "dos eta pas" siempre fue caro al maestro Gaos). La autora se anim? a explorar el ingente material que bajo el rubro de Inquisi ci?n custodiaba el Archivo General de la Naci?n y aunque
s?lo analiz? la documentaci?n correspondiente al periodo al que dedic? su estudio, su labor fue casi exhaustiva. Es dif?cil a?n hoy, treinta y un a?os despu?s de publicado el libro, estudiar la difusi?n de las ideas ilustradas en M?xico en la segunda mitad del siglo xvm sin consultar el libro de P?rez Marchand. Don Alfonso Reyes lo ten?a en alta estima y a juzgar por las notas y apostillas que le puso a su ejem
plar lo consultaba a menudo. El ap?ndice de la obra con
tiene valiosa informaci?n y hace interesantes referencias a libros y documentos. Tres a?os despu?s de la aparici?n de
este libro, vieron la luz dos obras que estudiaban sendos temas relacionados tambi?n en forma m?s o menos directa
con el siglo xvin. Bernab? Navarro, despu?s de leer y anali zar una cantidad impresionante de manuscritos filos?ficos de los siglos xvn y xviii escribi? lo que primero ser?a su tesis de maestr?a y luego el libro La introducci?n de la filosof?a moderna en M?xico. Las figuras de los jesuitas Abad, Alegre y Clavijero, entre otros muchos, fueron estudiados desde un ?ngulo distinto. Incluso cabr?a mencionar que algunas de sus fuentes ?todas ellas de primera mano? fueron descubiertas por el autor, por ejemplo la Physica particularis de Clavije
ro. El abocarse al estudio de herej?as y heterodoxias, que
parec?an ser de su agrado, llev? a Pablo Gonz?lez Casanova This content downloaded from 204.52.135.204 on Tue, 03 Oct 2017 02:07:07 UTC All use subject to http://about.jstor.org/terms
CR?NICA BIBLIOGR?FICA
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a escribir dos libros de indudable inter?s y relacionados con un tema com?n. Al primero lo titul? El misone?smo y la modernidad cristiana en el siglo xviii y al segundo, publicado diez a?os m?s tarde, La literatura perseguida en la crisis de la colonia. El primero versaba sobre la resistencia de ciertos
grupos a aceptar el ideario ilustrado; el segundo es una
bella y bien escrita descripci?n de los documentos proscritos
por oler a heterodoxia y que fueron condenados por la inquisici?n. Gonz?lez Casanova analiz? la poes?a m?stica,
la oratoria sagrada, el teatro religioso, las canciones, los bai les, la s?tira popular, etc. De esta ?ltima hab?a ya publicado en 1953 en compa??a de Jos? Miranda una amena colecci?n de textos todos ellos rescatados del rico fondo de la inqui
sici?n. Ese mismo a?o Gonz?lez Casanova hab?a publicado en El Colegio su estudio monogr?fico Una utopia de Am? rica, que analizaba una interesant?sima figura del siglo xix:
la del cient?fico y fil?sofo Juan Nepomuceno Adorno, autor de una enjundiosa obra que lleva por t?tulo La armon?a del universo. Este libro, que alcanz? a ser traducido al ingl?s, es uno de los pocos tratados aparecidos en M?xico que puede ser inscrito dentro de la corriente ut?pica. En el a?o de 1949
Olga Victoria Quiroz Mart?nez dio a las prensas su tesis tambi?n de maestr?a a la que hab?a titulado La introducci?n
de la filosof?a moderna en Espa?a. La se?orita Quiroz ana liz? la resistencia peripat?tica a la difusi?n de las nuevas teor?as tanto filos?ficas como cient?ficas y el fen?meno subse
cuente del eclecticismo. La importancia de este erudito estu dio puede justipreciarse por las numerosas referencias que aluden a ?l en los actuales trabajos de historia de la ciencia espa?ola, sobre todo para el periodo 1650-1750. Fruto de sus lecturas de nuestros historiadores fue la obra de Luis Villoro,
Los grandes momentos del indigenismo en M?xico, apare cida en 1950. En ella ?y siguiendo un m?todo muy favore cido por Gaos? su autor fue analizando las diversas im?genes del indio que iban desprendi?ndose de las diversas cr?nicas e historias de nuestro pasado. Dos obras m?s aparecieron en los a?os subsecuentes, la de Patrick Romanell y la de Mar?a del Carmen Rovira, que conviene a?adir a la lista de obras This content downloaded from 204.52.135.204 on Tue, 03 Oct 2017 02:07:07 UTC All use subject to http://about.jstor.org/terms
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ELIAS TRABULSE
de historia de las ideas publicadas por El Colegio. Tambi?n cabe incluir los trabajos de Eugenio ?maz sobre Dilthey al cual, adem?s, tradujo ?ntegro a nuestra lengua. A esta primera etapa pertenecen tambi?n los estudios de historia de la historiograf?a mexicana que, a decir verdad, ha sido poco cultivada entre nosotros. Bajo la direcci?n de Ram?n Iglesia, transterrado que fue maestro en El Colegio de 1941 a 1945, se inician algunos trabajos de investigaci?n historio
gr?fica. Este entusiasta propagandista de la musa Cl?o y
aparente enemigo de la ciencia Cl?o, public? en 1943 Cronis tas e historiadores de la conquista de M?xico ? El ciclo de
Hern?n Cort?s, donde emprend?a un an?lisis de las obras hist?ricas de algunos autores que se refer?an a la conquista. Es un libro bien escrito, estupendamente estructurado y que revela en su autor un profundo conocimiento del tema, igle
sia ?junto con Alberto M. Salas que public? en 1959. su
obra Tres cronistas de Indias? inaugur? la cr?tica historio gr?fica mexicana del siglo xvi. En 1944 agrup? una serie de trabajos elaborados entre 1929 y 1943 y los public? con el t?tu
lo de El hombre Col?n y otros ensayos. Esta obra lamenta blemente no cont? con el ?xito editorial de su predecesora pese a que conten?a interesantes trabajos sobre Bernai D?az del Castillo y sobre Sig?enza y G?ngora. Una de las mayores contribuciones de El Colegio a la historia de la historia fue
sin duda la obra Estudios de historiograf?a de la Nueva Espa?a coordinada por Iglesia y aparecida en 1945. La for
maban una serie de siete monograf?as centradas en las narra ciones que de la conquista hac?an algunos cl?sicos de nuestra historiograf?a. Cabe se?alar como los m?s relevantes de entre
ellos el de Hugo D?az-Thom? sobre Cervantes de Salazar, el de Ernesto de la Torre sobre Dorantes de Carranza y el
de Julio le Riverend sobre Clavijero. En 1948 el doctor Silvio Zavala dirigi? otra obra colectiva sobre estudios de historia de la historia. El libro, que llevaba un pr?logo
suyo, se titul? Estudios de historiograf?a americana y agru paba trabajos de alumnos del Centro tales como Mar?a del Carmen Vel?zquez, Luis Gonz?lez y Luis Muro. Una de las This content downloaded from 204.52.135.204 on Tue, 03 Oct 2017 02:07:07 UTC All use subject to http://about.jstor.org/terms
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obras hist?ricas estil?sticamente insuperables que apareci? por aquellos a?os fue la de Fernando Ben?tez, La vida criolla en el siglo xvi. Su autor supo recrear, con un no muy grande acopio de fuentes, la sociedad colonial de esa ?poca, la ciu dad, la iglesia, las conjuras, los autos de fe. las obras litera rias, la encomienda, etc. Una metodolog?a rigurosa y un acucioso manejo de las fuentes son quiz? las caracter?sticas fundamentales de las obras
de los dos principales promotores e impulsores de la historia
que se ha dado en llamar institucional: el doctor Silvio
Zavala y el profesor Jos? Miranda. En rigor, la primera obra de este tipo publicada por El Colegio fue debida a Jos? Ma
Ots Capdequ? y se titulaba El estado espa?ol en las Indias. Fue impresa en 1941 y en ella se abordaba el estudio de la legislaci?n hisp?nica, de las instituciones espa?olas en Am? rica y de las diferentes modalidades que les impon?a la pluralidad ?tnica del continente. Ots Capdequ? analizaba la encomienda ?seis a?os despu?s de la publicaci?n del estudio
fundamental del doctor Zavala sobre ese tema? y las diferen tes instituciones econ?micas, el r?gimen tributario, etc. En
1944 con motivo de un concurso sali? premiada la ?nica
obra presentada que era debida al entonces estudiante Carlos
Bosch Garc?a. El trabajo fue impreso y llevaba por t?tulo La esclavitud prehisp?nica entre los aztecas. En ?l se abor daba no muy ampliamente un tema que resultaba novedoso. Su autor examinaba la situaci?n econ?mica y social del es clavo ind?gena y sus relaciones de dependencia. Una de las raras publicaciones del doctor Zavala que aparecieron con el pie de imprenta de El Colegio fue su estudio titulado Con tribuci?n a la historia de las instituciones coloniales en Guatemala que incluy? en la serie Jornadas en 1945. Como resultado de una amplia investigaci?n, el profesor Jos? Mi randa public? en 1952 una obra que merecer?a ser reimpresa no s?lo por el alarde erudito de que el autor hace gala, sino tambi?n por la forma en que trat? sus materiales y por la manera como estructur? su trabajo. El tributo ind?gena en
la Nueva Espa?a durante el siglo xvi acaso sea una de las mejores contribuciones ?si no es que la mejor? de El Cole
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EL?AS TRABULSE
gio a la historia institucional. La selecci?n cuidadosa de los documentos y las citas siempre precisas, jam?s superfluas, as? como una clara exposici?n de los temas utilizando siempre
una prosa rica, maleable y matizada muestran hasta qu?
punto pueden, en un autor, llegar a conjugarse en una s?n tesis armoniosa la objetividad cientificista y la subjetividad art?stica. Dif?cil ser? para los estudiosos de la historia eco
n?mica del siglo xvi pasar por alto esta obra. Un estudio
met?dico del rico acervo documental que guarda el Archivo General de la Naci?n bajo los rubros de Bandos, Correspon dencia de virreyes, Historia, Ordenanzas, etc., as? comi? el
manejo de algunos manuscritos y con el respaldo de una larga bibliograf?a y de m?ltiples lecturas, permiti? a la
maestra Mar?a del Carmen Vel?zquez "compilar y escribir" una obra que resultaba de gran inter?s: El estado de guerra
en Nueva Espa?a ? 1760-1808. En ella y pese al laconismo del t?tulo la autora hac?a un estudio completo de las mili
cias desde la ?poca del marqu?s de Cruillas hasta la de
Iturrigaray y del efecto que-provoc? su existencia en el cre ciente sentimiento nacionalista mexicano de la segunda mi tad del siglo xvm y primeros a?os del xix.
Un cierto cambio en el esp?ritu de las publicaciones se hace sentir en los primeros a?os de la d?cada de los cincuen tas. Vemos en ello la directiva positivista de don Daniel. Siguiendo una vieja tradici?n decimon?nica algunos inves tigadores se lanzaron con entusiasmo a la tediosa labor de compilar, traducir, anotar y publicar documentos. El Colegio ten?a cierta tradici?n en esa l?nea con los trabajos de J. M. Miquel i Verg?s acerca de la prensa insurgente, los de este autor y D?az-Thom? sobre los documentos in?ditos de Fray Servando y los de Millares Carlo y J. I. Mantec?n sobre los protocolos del Archivo de Notar?as, todos ellos publicados
en la d?cada de los cuarentas. Entre 1949 y 1952 Javier Malag?n Barcel?, Enriqueta L?pez Lira y Jos? M^ Miquel i Verg?s publicaron en dos tomos las Relaciones diplom?ti cas hispano-mexicanas ? 1839-1898, interesantes tanto por el
periodo que cubren como por los temas que tocan: la vida econ?mica, pol?tica y social del periodo m?s intranquilo y
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agitado de nuestra vida independiente. En 1957 Ernesto de la Torre Villar inici? la publicaci?n de la Correspondencia diplom?tica franco-mexicana ? 1808-1839, continuada con el t?tulo de Versi?n francesa de M?xico por la investigadora Lilia D?az. Esta colecci?n resulta de sumo inter?s para cono cer la actitud de la pol?tica francesa ante M?xico. Su impor tancia puede evaluarse por el uso que los estudiosos de la intervenci?n francesa han hecho de ella. En la reciente y
exhautiva obra de Alfred J. Hanna y Kathryn A. Hanna sobre este periodo de nuestra historia se hace un uso fre cuente de esta compilaci?n documental. Con motivo de la celebraci?n del centenario del congreso constituyente de 1857
El Colegio public? primero la Historia y luego la Cr?nica de Francisco Zarco, que no hab?an sido publicadas en forma
completa antes. En 1960 Emma Cos?o Villegas prolog? y
edit? el Diario personal ?1855-1865? de Mat?as Romero que se inicia con la salida de este personaje de Oaxaca y termina con su gesti?n en Washington. Ese mismo a?o se publican las Estad?sticas econ?micas del porfiriato ? Comercio Exte rior de M?xico - 1811-1911. Por ?ltimo, entre 1960 y 1962,
Luis Gonz?lez, Guadalupe Monroy, Luis Muro y Susana
Uribe agobiaron pluma e intelecto para compilar las 24 078 fichas que formaron los tres gruesos tomos de sus Fuentes para la historia contempor?nea de M?xico ? Libros y folle tos (los tomos de Peri?dicos y revistas aparecer?an entre
1965 y 1967 en dos vol?menes que eran resultado de los
esfuerzos de Stanley R. Ross).
Tres obras de historia pol?tica propiamente dicha apa
recieron en este periodo. En 1952 Mois?s Gonz?lez Navarro vio impreso El pensamiento pol?tico de Lucas Alam?n que se agot? pronto. En 1955 la siempre afable Nettie Lee Ben son dio a las prensas de El Colegio su libro La diputaci?n provincial y el federalismo mexicano, trabajo fundamental que rastreaba los or?genes de las ideas federalistas en los
primeros a?os de vida nacional hasta sus or?genes en la constituci?n liberal de C?diz de 1812. Por ?ltimo, en 1960,
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EL?AS TOABULSE
David McLean dio a la estampa su Vida y obra de Guiller mo Prieto. Al finalizar esta segunda etapa, all? por los a?os 1965-1966 El Colegio hab?a publicado con su pie de imprenta o con el de la Casa de Espa?a en M?xico un total de 224 obras, de las cuales 110, o sea un 49.1%, eran de historia o de temas que de alguna manera hac?an uso del m?todo hist?rico. Desde 1967 nuevas perspectivas se abrieron a la labor editora de El Colegio con la creaci?n del departamento y la comisi?n de publicaciones, que sin duda han rendido buenos frutos.
La tercera etapa bien pudiera iniciarse con la autobio
graf?a intelectual de Luis Gonz?lez. En la "Nueva Serie" de
historia que inicia Pueblo en vilo ? Microhistoria de San
Jos? de Gracia, aparecen representantes de las diversas ten dencias que acabamos de enumerar y que al cabo de treinta y cinco a?os del arranque del Centro, conviven en paz. Ni objetivos puros, ni subjetivos puros, todos de alguna manera hacen solamente historia. La Microhistoria de San Jos? de Gracia, traducida al fran c?s con el sugestivo t?tulo de Histoire universelle de San Jos? de Gracia y al ingl?s como San Jos? de Gracia ? Mexi
can village in transition le mereci? a su autor el premio
Haring en 1971. La obra ha hecho correr mucha tinta: m?s de un centenar de comentarios en forma de rese?as, notas, art?culos; desde las recensiones en las revistas hist?ricas m?s especializadas hasta los comentarios period?sticos de Jos? Alvarado o de Jorge Ibarg?engoitia, y ha gozado de un buen
n?mero de lectores, que van desde el meticuloso erudito hasta el simple aficionado. Hoy d?a en que la historia ha
ido arrim?ndose cada vez m?s al rinc?n del especialista, en visible deterioro de sus sanas relaciones con el gran p?blico, siempre es grato y refrescante que alguien escriba historia ?y buena y documentada y erudita? sin desde?ar ni al sabio ni al hombre com?n y corriente. Por otra parte (y su autor
quiz?s no coincida con ello), la obra abre una brecha nota blemente profunda en dos ?reas que hab?an venido culti
v?ndose con ?xito: el de la historia mionumental y el de la monograf?a archiespecializada. En esta ?poca de atomizaci?n
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cultural, de microan?lisis, la musa Cl?o hubo de guarecerse de los fr?os guarismos y acaso est? ahora refugiada en una historia micro y macro a la vez y que revela en su autor la esencia de un historiador: el amor al pasado y al terru?o. Pueblo en vilo resume y compendia un cierto tipo de his toria pol?tica, social, institucional, econ?mica y urbana, a ratos biogr?fica y a ratos an?nima. No desoye a sus cong? neres, las otras historias locales y particulares, pero va m?s all?, pues su autor cre? un estilo personal, maduro y equi librado, donde campean humor y desenfado, esas dos difi
cil?simas cualidades del buen escritor que tras una suave
prosa oculta obst?culos insospechados. Voltaire dec?a que los libros de los ingleses eran mejores que sus autores, y pen samos que en el caso presente quiz?s se pudiera invertir la
ecuaci?n. La colecci?n se ha enriquecido con trabajos que han
hecho incursiones en ?reas casi inexploradas en nuestro me dio. Dos obras de geograf?a econ?mica han aparecido en la
colecci?n; la primera objetiva, clara y documentalmente rica debida a Alejandra Moreno Toscano se titula Geogra f?a econ?mica de M?xico ? Siglo xvi y vio la luz en 1968. La segunda, que tuvo como editor a Alvaro Jara, apareci? en el a?o de 1973 y se intitul? Tierras nuevas. Ah? apare cen estudios de ?ste autor, de Rolando Mellafe, de Roberto Cort?s Conde y de Enrique Florescano, entre otros.
La historia econ?mica ha merecido los cuidados de dos eminentes investigadores. Enrique Florescano nos dio en 1969 un estudio novedoso y original (y recordamos el elogio
que le hizo Fran?ois Chevalier en la III Reuni?n de Histo
riadores Mexicanos y Norteamericanos reunidos en Oaxtepec
en noviembre de 1969), al que puso por t?tulo Precios del ma?z y crisis agr?colas en M?xico ? 1708-1810. En esta mis ma l?nea caen los trabajos de Jan Bazant, quien en 1968 nos ofreci? su Historia de la deuda exterior de M?xico; en 1971 Los bienes de la iglesia en M?xico (que fue traducida al ingl?s y le mereci? a su autor el premio Sahag?n) y hace apenas unos meses sus Cinco haciendas mexicanas. Cabe mencionar que en todos estos estudios este acucioso y meto This content downloaded from 204.52.135.204 on Tue, 03 Oct 2017 02:07:07 UTC All use subject to http://about.jstor.org/terms
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dico autor hace uso de fuentes de primer orden analizadas y criticadas con agudeza. No emite juicios superfluos o aven turados y aunque en alguna ocasi?n contest? en una entre vista period?stica que no cre?a en las teor?as generales de la historia, varios de sus amigos y colegas desear?an que alguna vez, sali?ndose de su habitual y prudente circunspecci?n, nos hablase de su teor?a particular de la historia de M?xico. Cuando Salvador Novo, entonces cronista de la ciudad de M?xico, quiso escribir su Historia de Coyoac?n, se encontr? con algunos problemas que dif?cilmente hubiese podido so lucionar si afortunadamente no hubiere ca?do en sus manos
el libro titulado El marquesado del Valle de Bernardo Gar c?a Mart?nez. Esta obra, que ha sido pr?diga veta para los trabajos de otros autores que ni siquiera se han tomado la pena de citarla y que, correspondiendo a su delicadeza, tam poco yo mencionar? aqu?, es una excelente investigaci?n acerca del se?or?o cortesiano, de su historia, de su demar caci?n geogr?fica, de su jurisdicci?n y de su estructura jur? dica y econ?mica. La obra no desmerece entre el selecto gru po de trabajos de historia institucional que ha producido el Centro, tales como los del doctor Silvio Zavala o el maestro
Jos? Miranda. A este ?ltimo algunos alumnos del CEH le
dedicaron en 1970 un merecido libro de homenaje (parecido al que a?os antes se le hab?a dedicado al doctor Zavala con el t?tulo de Estudios hist?ricos americanos) al que se le titul?
Historia y sociedad en el mundo de habla espa?ola. Entre
las muchas y valiosas contribuciones de distinguidos autores a este homenaje s?lo mencionaremos, como de singular in ter?s, la de Luis Muro, "La expedici?n Legazpi-Urdaneta a las Filipinas": la de Luis Gonz?lez sobre los informes presi denciales y la de Berta Ulloa sobre Taft y los antimaderistas.
En 1971 nos obsequi? esta ?ltima autora con un libro fundamental, exhaustivo y particularmente documentado ti tulado La revoluci?n intervenida.
Gracias al empe?o de Berta Ulloa, de Josefina V?zquez, de Susana Uribe, de Luis Muro y de Luis Gonz?lez el Cen
tro de Estudios Hist?ricos public? un homenaje a don
Daniel Cos?o Villegas que apareci? con el t?tulo de Extremos This content downloaded from 204.52.135.204 on Tue, 03 Oct 2017 02:07:07 UTC All use subject to http://about.jstor.org/terms
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de M?xico. Ah? se incluyen dos buenas semblanzas de don Daniel, una debida a Antonio Alatorre y otra a Enrique Krauze as? como una cronobibliograf?a elaborada por Susana
Uribe, am?n de varios art?culos debidos a Luis Gonz?lez, Mois?s Gonz?lez Navarro, Romeo Flores, Jean Meyer, Lo renzo Meyer, Luis Muro, Mario Ojeda, Rafael Segovia,
Berta Ulloa y Josefina V?zquez entre otros. Fruto de sus desvelos en libros de texto, en historias pa trias y en varios libros escolares de este siglo y del pasado
(algunos de ellos conseguidos gracias al ojo perspicaz de Luis Muro), Josefina V?zquez, public? en 1970 su Naciona lismo y educaci?n en M?xico que mereci? reeditarse el a?o pasado. En esta l?nea cae tambi?n la obra de Jos? Mar?a
Kobayashi, quien en 1974 vio en letras de molde su tesis doc toral a la que puso por t?tulo La educaci?n como conquista.
Dentro de la historia pol?tica del siglo xrx dos son los
estudios fundamentales publicados recientemente por el Cen
tro. El primero es debido a los esfuerzos del colombiano
Fernando D?az D?az quien aplica conceptos extra?dos de las teor?as de Max Weber para poder clasificar sus Caudillos y caciques y el segundo a los del abrumadoramente erudito Mois?s Gonz?lez Navarro quien dio a la luz la historia de la guerra de las castas en Yucat?n con el t?tulo de Raza y tierra. Tambi?n conviene mencionar el libro de Romeo Flores Caba llero intitulado La contrarrevoluci?n en la independencia. Dentro del campo de la historia de las ideas Javier Ocam
po nos rese?? en Las ideas de un d?a el entusiasmo nacio nalista al d?a siguiente de la consumaci?n de la indepen dencia, y Germ?n Cardozo Galu? en su Michoac?n en el siglo de las luces rastre? los semiocultos y no bien estudiados or?genes de la ilustraci?n mexicana en sus manifestaciones intelectuales, pol?ticas, econ?micas y religiosas en una de las zonas m?s efervescentes de la segunda mitad del siglo xviii.
Por ?ltimo, el que esto escribe public? en 1974 un libro titulado Ciencia y religi?n en el siglo xvii. Despu?s de hurgar varios a?os met?dica y sistem?tica mente en los viejos y mal cuidados papeles del Archivo General de la Naci?n, la maestra Mar?a del Carmen Vel?z This content downloaded from 204.52.135.204 on Tue, 03 Oct 2017 02:07:07 UTC All use subject to http://about.jstor.org/terms
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EL?AS TRABULSE
quez nos dio su historia del Establecimiento y p?rdida del septentri?n de Nueva Espa?a, que viene a corregir y a enfo car correctamente muchos de los falsos presupuestos hist?ri
cos sobre los que se asentaban las razones de la p?rdida de m?s de la mitad del territorio nacional en la guerra de 1847 1848 (conviene se?alar que la autora deja al lector esta con clusi?n como mera cortes?a). Por otra parte este libro ?que consideramos por el momento dif?cil de superar? insiste en
la necesidad de evaluar convenientemente el siglo xvm a efecto de poder comprender sin deformaciones ?pticas el
siglo siguiente. Indispensables como instrumentos de trabajo son las ocho publicaciones sobre Bibliograf?a hist?rica mexicana debidas
a los trabajos de Susana Uribe, lamentablemente desapare cida de entre nosotros en agosto del a?o pasado. A Luis Muro debemos el ?ndice de Historia Mexicana, imprescin dible para su consulta y manejo. Uno de los pocos "best-sellers" de El Colegio ha sido la Historia m?nima de M?xico en la que colaboraron varios autores: don Daniel, Ignacio Bernai, Alejandra Moreno, Luis Gonz?lez y Eduardo Blanquel. Pronto ver?n tambi?n la luz dos obras a las que auguramos buena acogida por parte del p?blico estudioso: una Historia general de M?xico en cua tro gruesos vol?menes, hecha con colaboraciones de miem bros del Centro y de otras instituciones, y una historia de M?xico desde la revoluci?n hasta 1964 coordinada y dirigida por don Daniel y por Luis Gonz?lez. Si bien para 1972 el total de obras publicadas por El Colegio era de 280, de las cuales 125, es decir un 44.6% ver saban sobre temas hist?ricos, para septiembre de 1975 las publicaciones hab?an ascendido en n?mero a 331 de las cua les 143 o sea un 43.2% eran obras de car?cter hist?rico. Conviene mencionar; que gracias a que el actual jefe de publicaciones, Alberto Dallai, posee un genio inquisitivo e hipercr?tico, ha sido posible mejorar la calidad de las publi caciones, tanto en el formato y en las portadas de las edicio nes como en su tipograf?a.
La publicaci?n de las Jornadas ha llegado hasta el n?
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HI
Maria del Carmen Velazquez
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Josefina Zoraida V?zquez
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mero 79, y entre ellas cabe mencionar el trabajo de Mois?s Gonz?lez Navarro titulado Sociolog?a e historia en M?xico;
el de Jorge A. Lozoya sobre El ej?rcito mexicano? 1911
1965, y el de Ivette Jim?nez de B?ez sobre la L?rica corte sana y la l?rica popular actual. Esta ?ltima autora, en com pa??a de Margit Frenk, ambas del Centro de Estudios Lin g??sticos y Literarios dieron a la luz una obra de deliciosa lectura titulada Coplas de amor del folklore mexicano. Car
los H. Magis public? en 1969 su libro La l?rica popular contempor?nea y el a?o pasado apareci? una obra, patro
cinada por ese mismo Centro, que merece ser colocada entre
las mejores ediciones en toda la historia de El Colegio: El cancionero folkl?rico de M?xico, que inicia una serie de
cinco vol?menes con las Coplas del amor feliz. Esta espl?n dida obra nos hace recordar las viejas ?pocas del Cancionero de Upsala y de un otro Colegio posiblemente hoy ya casi desaparecido.
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?HISTORIA MEXICANA"
EN EL BANQUILLO
Josefina Zoraida V?zquez
El Colegio de M?xico
"Historia Mexicana" cumple veinticinco a?os al ver la luz el n?mero 100. Esto no sorprender?a a nadie en medios m?s estables, pero en nuestros pa?ses resulta excepcional el que una publicaci?n peri?dica sobreviva tanto, ya que general mente duran los mismos a?os que las autoridades que las fundan o perecen con el menor cambio de aires. Desde que se estableci? el Centro de Estudios Hist?ricos en El Colegio, a principios de los cuarentas, se hab?a inten tado darle un ?rgano en el que se publicara el producto de sus investigaciones. Pero por entonces escaseaban los recur sos financieros a un grado que no es f?cil comprender hoy en d?a, y no se lleg? a fundar dicha publicaci?n. Ir?nica mente all? a principios de 1950, cuando se decidi? la clau sura de los cursos de historia, el grupo de estudiantes que estaban por salir se acerc? al doctor Jos? Miranda en busca de alguna ayuda para situarse en la vida acad?mica. A don Jos?, orgulloso de la formaci?n que El Colegio hab?a dado a aquellos j?venes historiadores, se le ocurri? establecer un seminario de investigaci?n con una revista que difundiera sus trabajos, otorg?ndosele a cada miembro del seminario un sueldo de 250 pesos, que alcanzaba para sobrevivir. La idea se le plante? al secretario de El Colegio, Daniel Cos?o Villegas, quien la oy? con inter?s. Desde 1948 don Daniel andaba preocupado por formar un equipo de inves tigaci?n para estudiar la historia moderna de M?xico y, justamente entonces, hab?a empezado a constituir el grupo. En realidad la idea de Miranda vino a abonar el viejo deseo de tener una publicaci?n peri?dica hist?rica, pero con un enfoque diferente. A Cos?o, m?s que resolver el problema
inmediato de un peque?o grupo de j?venes que con toda 642
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"historia mexicana" en el banquillo 643 seguridad encontrar?an acomodo, le preocupaba establecer un foro donde pudieran expresarse las nuevas corrientes filos?fico-hist?ricas que tanto ruido armaban en la vieja escuela de Mascarones, tal vez con el deseo pragm?tico de ver si sal?a algo en claro. Por otro lado, don Daniel preten d?a dar oportunidad de publicar sus trabajos a los historia dores de provincia, como parte de su gran deseo de ampliar los horizontes acad?micos del pa?s.
Cuando don Daniel convoc? a una junta para fundar la
revista hab?a obtenido ya fondos para unos cuantos n?meros, gracias a la aportaci?n de Alberto Misrachi, Jes?s Hern?n
dez Delgado (Nacional Financiera), Rodrigo G?mez (Banco de M?xico), Virgilio M. Galindo, Carlos Prieto (Compa??a
Fundidora de Fierro y Acero de Monterrey), Carlos Trouyet,
Francisco Javier Gaxiola (Banco Agr?cola y Ganadero de Toluca), Enrique Sarro (Altos Hornos de M?xico), Antonio Carrillo Flores (Nacional Financiera), Alfonso Comandea Ferreira (Financiera Nacional Azucarera), Graciano Guichard (Banco Nacional de M?xico), Juli?n Rodr?guez Adame (Al godonera Figueroa) y Ra?l Bailleres, a quienes ?l mismo expres? su gratitud en la introducci?n al ?ndice de los diez a?os de Historia Mexicana. De esa manera se sostuvo la re vista durante "los a?os malos", hasta que, ya institucionali zado, El Colegio pudo patrocinarla directamente.
Solucionado el financiamiento, el problema era contar con colaboradores. Algunos se preocuparon de que la nueva revista obstaculizara la colaboraci?n para revistas como His toria de Am?rica, Am?rica Ind?gena, Filosof?a y Letras, y fue
ello lo que decidi? que el inter?s se limitara al campo estric to de la historia de M?xico.
Todo contribuy? al ?xito de los primeros n?meros de
Historia Mexicana. En primer t?rmino el tema, que al decir de don Daniel "sigue siendo uno de los campos predilectos de la curiosidad y de la inteligencia nacionales". En segundo lugar, el impresionante consejo de redacci?n: Arturo Arn?iz y Freg, Alfonso Caso, Daniel Cos?o Villegas, Wigberto Jim? nez Moreno, Agust?n Y??ez y Silvio Zavala, quienes seg?n las malas lenguas no se enteraron de su alta misi?n hasta This content downloaded from 204.52.135.204 on Tue, 03 Oct 2017 02:07:14 UTC All use subject to http://about.jstor.org/terms
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JOSEFINA ZORAIDA V?ZQUEZ
despu?s de aparecido el primer n?mero. De todas formas, era una buena sombra para cobijar una nueva publicaci?n. En tercer lugar estuvo la amplia publicidad que se le dio. En
aquella ciudad de miediados de 1950, que ahora se antoja
tan chica, hab?a lugares reservados en las paredes para car teles de cine y teatro, as? como propaganda pol?tica y comer
cial. En el primer cuadro, casi cada esquina ten?a estos
anuncios y mientras uno esperaba su cami?n o su tren, le?a y rele?a aquellos carteles. Y probaron ser mejor veh?culo de anuncio que la televisi?n, ya que los n?meros 1 y 2 alcan zaron una reimpresi?n inmediata. Este tipo de publicidad dur? hasta 1953 en que el flamante regente Ernesto Uru churtu la prohibi? dentro de su plan de embellecimiento, que al final tanto afe? a la indefensa ciudad. El consejo de redacci?n fundador continu? hasta el n? mero 35. Seg?n sabemos, don Daniel fue durante ese largo periodo el promotor de colaboraciones y cont? con la efi
ciente ayuda de Antonio Alatorre para corregir estilo y pruebas. A partir del 35, don Daniel decidi? entregar la revista a un nuevo consejo de redacci?n formado por Emma
Cos?o Villegas, Luis Gonz?lez, Mois?s Gonz?lez Navarro, Guadalupe Monroy, Luis Muro, Berta Ulloa, Marta S?enz, Susana Uribe y Fernando Zertuche. Don Daniel apareci? como director y los viejos miembros del consejo como fun dadores. Este encabezado se mantuvo hasta el n?mero 45, en que Cos?o Villegas empez? a aparecer como fundador y desapareci? toda huella del primer consejo. Algunos miem
bros desaparecieron y aparecieron otros como Mar?a del Car men Vel?zquez, Jorge Alberto Manrique y Josefina Zoraida
V?zquez, hasta que a partir del n?mero 70 se decidi? que
el consejo de redacci?n estuviera constituido por el mismo cuerpo de profesores del Centro de Estudios Hist?ricos. Del n?mero 64 al 69 existi? temporalmente un cuerpo de redac tores formado por los entonces estudiantes de maestr?a que deseaban colaborar en la revista. Al principio lo hicieron con
entusiasmo, pero a medida que se comprometieron en la elaboraci?n de sus respectivas tesis, fueron abandonando la tarea. Esto no obst? para que se continuara dando opor This content downloaded from 204.52.135.204 on Tue, 03 Oct 2017 02:07:14 UTC All use subject to http://about.jstor.org/terms
"HISTORIA MEXICANA" EN EL BANQUILLO 645 tunidad a los estudiantes de rese?ar libros y publicar art?cu los, pr?ctica que ha resultado estimulante para ellos y bene ficiosa para la revista, ya que muchos de los mejores art?culos son producto de seminarios de investigaci?n elaborados en los
archivos (v?ase como ejemplos los n?meros 56 y 67). En general la pol?tica de la revista fue de no dar cr?dito al trabajo de edici?n de la misma. Ya dijimos que durante treinta y seis n?meros todo el trabajo descans? en los hom bros de Cos?o Villegas y Alatorre. Despu?s hubo un intento de que los miembros del consejo de redacci?n se turnaran
el trabajo, lo que dio lugar a una serie de problemas de selecci?n y edici?n por lo que la tarea termin? en manos
de Luis Gonz?lez y Luis Muro. M?s tarde se encargaron del trabajo Josefina Zoraida V?zquez (vol. xiv), Jorge Alberto Manrique (vols, xv a xix), y nuevamente Luis Gonz?lez. Con el n?mero 79 (xx:3) se hizo cargo Enrique Florescano, quien por primera vez recibi? cr?dito como director de la revista. Florescano la dirigi? hasta el 4 del volumen xxm. A partir del xxiv se ha intentado dar un papel m?s activo al consejo de redacci?n, formado ahora s?lo por aquellos profesores que elijan formar parte del mismo, y quedando el cuidado de la edici?n en manos de Bernardo Garc?a Mart?nez.
No hay duda que el encargado de la revista ha influi do en ella; cada persona que la ha tenido a su cargo le ha
imprimido un car?cter especial. Sin duda la influencia m?s grande ha sido la de don Daniel, cuya personalidad abierta a todas las expresiones, ofreci? las p?ginas de Historia Mexi cana a todos los grupos y regiones del pa?s. Su gran inter?s por el siglo xix, ya que por entonces trabajaba en la Historia moderna, explica seguramente el alto n?mero de art?culos que sobre ese siglo encontramos en los nueve primeros vo l?menes (115 sobre el siglo xix, en comparaci?n con 75 de
historia colonial y 29 del xx). Cos?o, amante de las pol? micas, trat? de estimular la lectura de la publicaci?n ha ciendo que se entablaran en sus p?ginas con cualquier mo tivo, ya fuera un archivo como el de D?az, cerrado al uso de algunos historiadores ("Historia y prejuicio", de D. Cos?o, i:l; "Una carta", de P. Mart?nez del R?o, y "Entrega inme This content downloaded from 204.52.135.204 on Tue, 03 Oct 2017 02:07:14 UTC All use subject to http://about.jstor.org/terms
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diata", de D. Cos?o, i:3), o la aparici?n de libros provoca tivos ("Punza Poinsett", de M. Gonz?lez Ram?rez, i:4, y "Una respuesta", de J. Fuentes Mares, n: 1). Tambi?n se
empe?? en aligerar la revista con t?tulos ingeniosos como "?Ya viene la bola!", "?D?nde est? el villano?", "Los frutos del golpe" ?que en general contrastaban con los muy serios y acad?micos de la mayor?a de los art?culos? e incluyendo unos reportajes del pasado, como los de Mario Gill.
Un vistazo a los 99 n?meros de Historia Mexicana nos
dice tambi?n bastante de los cambios habidos en el campo
de la historia en M?xico. Para bien o para mal, la revista
refleja la profesionalizaci?n de la historia en el pa?s; los pri meros n?meros estaban llenos de art?culos de toda clase de plumas: escritores, fil?sofos, periodistas, antrop?logos e his
toriadores aficionados. Esto le daba una mayor agilidad y variedad a la revista, que incluso ten?a un mayor n?mero de art?culos. En los primeros vol?menes se inclu?an ocho o nueve por n?mero, en los intermedios siete, y, a partir del xx, de cinco a seis. Los art?culos de los primeros n?meros estaban en general tan bien escritos, que no deja de surgir la duda si no se debe esto a la espl?ndida correcci?n de estilo hecha por Alatorre. Sin duda el grupo de historiadores de principios de los cincuentas era reducido. La expansi?n del Colegio de Histo ria en Filosof?a y Letras durante la d?cada de 1950, la aper tura de la carrera de historia en la Iberoamericana en 1958, la reapertura de cursos en el Centro de Estudios Hist?ricos de El Colegio en 1962 y, m?s recientemente, la reorganiza ci?n del Departamento de Investigaciones Hist?ricas del Ins
tituto Nacional de Antropolog?a e Historia, han formado un gran n?mero de j?venes historiadores. Estos profesiona les de la historia han tenido la suerte de encontrarse en un medio que ya les permite una vida de investigaci?n, sin tener que vivir a salto de mata, dando clasecitas, ocupando pues tos burocr?ticos y hasta trabajando como vendedores, que
es lo que tuvieron que hacer quienes osaban elegir esta
carrera all? por los cuarentas y principios de los cincuentas.
Becas para estudiar e investigar en el exterior y tiempos This content downloaded from 204.52.135.204 on Tue, 03 Oct 2017 02:07:14 UTC All use subject to http://about.jstor.org/terms
"historia mexicana" en el banquillo 647 completos en diversas instituciones se reflejan en la sofistica ci?n con que se enfrentan algunos temas, el grado en que los art?culos est?n a tono con las modas internacionales, y
el n?mero de citas que los acompa?an. Por cierto que Historia Mexicana no s?lo refleja los cam bios en la historiograf?a mexicana; tambi?n acusa un cre ciente inter?s mexicanista en el exterior, simbolizado por el
n?mero incre?ble de art?culos voluntarios que llegan a la redacci?n de la revista. Desde un principio hubo colabora ciones de historiadores extranjeros, aunque en los primeros
vol?menes su procedencia era variada y poco a poco han
predominado los norteamericanos. En los primeros diez vol? menes hubo un promedio de seis art?culos de extranjeros por volumen, de un total de 27 a 33 art?culos; en la siguiente d?cada el promedio subi? a ocho, de un total de 27 a 30; en los ?ltimos cinco, despu?s de elevarse a 12 en los primeros
tres vol?menes, ha bajado a un promedio de siete en un total de 21 a 24 art?culos.1
l Aqu? se aprecia la cuant?a de las colaboraciones extranjeras de
la revista: Volumen
I II III IV V VI VII VIII IX X XI XII
XIII
Total de art?culos
33 33 33 32 34
27
27
24 28
33 31 32 28
N?mero de autores
extranjeros *
Volumen
XIV
XV XVI XVII XVIII
XIX
XX XXI XXII
XXIII XXIV XXV
Total de art?culos
32 27 30 28 27 28 20
N?mero de autores
extranjeros
9
2 7
6 13
9
13
24 23 21
11
23
6
21
13 14
7
* No se consider? como extranjeros a los que, aun si?ndolo jan en instituciones mexicanas.
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Desde su fundaci?n la revista quiso prestar un servicio a los estudiosos de la historia, informando sobre el acervo de diversos archivos, bibliotecas y otras instituciones similares
en el pa?s. Tales las rese?as hechas en "El Centro de Docu mentaci?n del Museo Nacional de Historia" (iv:2), "Suma ria relaci?n de las bibliotecas de Michoac?n" (m:l), "La Nueva Espa?a y las Filipinas" (ni:3), "El archivo munici pal de Colima" (vm:2), "El archivo hist?rico de Mat?as Romero" (vm:2), "La revoluci?n en Relaciones" (x:3), "El archivo del ex-ayuntamiento de M?xico" (xn:4), "El ramo de Filipinas en el Archivo General de la Naci?n" (xiv:2), "?ndice y extractos del archivo notarial de Orizaba" (xvi:4),
"El archivo municipal de Zongolica, Ver." (xx:l), "Los ar chivos de Guadalajara" (xxv:l). Tambi?n se analizan archi
vos, bibliotecas, publicaciones y centros de ense?anza en la serie "La historia y sus instrumentos" en la cual se han ofre
cido art?culos que se refieren a Jalisco (i:l), Nuevo Le?n (i: 3), Michoac?n (ii: 1), Oaxaca (n:3), Durango (xi:2),Que
r?taro (xviii:2), Puebla (xix: 3) y Xalapa (xxiv:4). Tam
bi?n se han ofrecido rese?as sobre fuentes documentales para la historia de M?xico en archivos extranjeros: "Cat?logo del
archivo de don Lucas Alam?n que se conserva en la Uni
versidad de Texas, Austin" (iv:2 y 3), 'El Archivo de B?xar"
(v:3), "Lecturas mexicanas en la Biblioteca Nacional de
Par?s" (viii:3), "Un gran archivo hist?rico mexicano en Pa r?s" (vm:l), "Manuscritos mexicanos en la biblioteca de la
Universidad de Yale" (ix:3), "Documentos mexicanos en Austria" (x:3), "Miscel?nea sobre la independencia" (ma
nuscritos en la Biblioteca del Congreso de Washington, xi:l),
"La alianza tripartita en el Public Record Office de Lon dres" (xi:4), "Intervenci?n francesa y segundo imperio" (en el Public Record Office, xin:2), "Fuentes desconocidas
de la historia mexicano-jud?a" (xiv:4), "Fuentes de la his toria de M?xico en archivos norteamericanos" (xvin:3), "M? xico en los archivos diplom?ticos y consulares de Francia" (xix: 2), "Documentos mexicanos en archivos de la Rep?bli ca Democr?tica Alemana" (xix: 3), "Las haciendas jesuitas
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"historia mexicana" en el banquillo 649 en M?xico ? ?ndice de documentos existentes en el Archivo
Nacional de Chile" (xx:4 y xxi:l). El fundador trat? de inyectar a la revista el gusto por la cr?tica y la capacidad para recibirla con buen esp?ritu. Las rese?as fueron uno de los fuertes de la revista en la primera ?poca, d?ndoseles el car?cter de verdaderos art?culos, como
en realidad lo eran tanto por su extensi?n como por la
discusi?n que hac?an de puntos claves del tema de los libros. Cos?o Villegas, con sus m?ltiples conocidos en diversos medios, pudo lograr que libros importantes fueran rese?a dos a pesar de que los autores no pertenec?an a los grupos establecidos. Parece ser que ?l enviaba a los rese?adores, elegi dos por sus conocimientos del tema, copias de las pruebas de imprenta, de manera que cuando el tomo aparec?a ya hab?a una gran cantidad de rese?as listas para publicaci?n. Enton
ces se eleg?an las m?s acad?micas para la revista, y las
otras se enviaban a otras revistas y peri?dicos. Veamos un ejemplo para ver c?mo funcionaba el mecanismo. Cuando
apareci? el segundo volumen de la Historia moderna, a cargo de Luis Gonz?lez, tuvo como primera rese?a la de Mois?s Gonz?lez Navarro, "Cr?tica de una historia social". Gonz?lez Navarro encontraba excesivo el optimismo sobre la pol?tica liberal y acusaba una serie de lagunas, que en t?r
minos generales justificaba por "la complejidad te?rica de organizar un esquema y... por la dificultad de recopilar la informaci?n". En el mismo n?mero, dos de los autores del tomo contestaban las cr?ticas: Luis Gonz?lez y Guadalupe Monroy. Gonz?lez empezaba por resumir la lista de omi siones y defectos: "dejo fuera del recinto de mi trabajo a la iglesia cat?lica y a las clases medias y altas. Caigo en grandes defectos cuando s?lo esbozo temas relativos a la criminalidad,
la colonizaci?n y los terrenos bald?os. Me excedo al estu diar la vida de apaches y comanches, tribus a quienes nues tras leyes ten?an por extranjeros y malgasto la quinta parte
de mi libro en las minor?as ind?genas. En fin, peco por
inexactitud al atribuir una pol?tica agraria al estado mayor de la rep?blica restaurada. . . Los temas omitidos no son los
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arriba indicados, sino otros muchos. Aunque voluminoso, este libro no aspira a ser una compilaci?n o repertorio de
todos los temas sociales; aspira a una visi?n unificadora de la sociedad de la rep?blica restaurada, enlazada con los
panoramas pol?tico y econ?mico de los dos vol?menes ya pu
blicados. Algo de lo que parece faltar aqu?, hay que irlo a buscar all?". No pareci? bastar con una cr?tica y dos respuestas sino
que se a?adi? una "R?plica" de Gonz?lez Navarro, y dos
rese?as m?s. En la primera, Gonz?lez Navarro matizaba sus afirmaciones y terminaba reiterando sus elogios a la obra, pidiendo que no se le atribuyeran "tesis y palabras" que no hab?a pronunciado. Las otras dos rese?as parecen producto de la consideraci?n de que los polemistas eran todos de casa,
por lo que para honrar la objetividad se inclu?an rese?as
neutrales, una mexicana de Bravo Ugarte y otra norteame ricana de Frank A. Knapp. Tal eficiencia en conseguir rese?adores serios contrasta con cierta apat?a posterior, que permiti? que libros publica dos por el propio Centro quedaran sin la m?s breve men ci?n, ya ni se diga largas rese?as como las del ejemplo arriba citado, que ocuparon treinta p?ginas impresas. Parte del desinter?s por la cr?tica se debi? al pesimismo
con que el segundo consejo de redacci?n ve?a una cr?tica tan intensiva de libros aislados. Sus miembros pensaron que
ser?a de mayor utilidad lograr que se hicieran balances
anuales de libros publicados, en donde se pudiera dar a co nocer lo aparecido en diversas lenguas. S?lo unos cuantos balances llegaron a elaborarse: "Histo riograf?a mexicanista ? Alemania, 1959" (x:l), "Aportaci?n norteamericana a la historiograf?a de la revoluci?n mexica
na" (x:2), "Historiograf?a mexicanista ? Estados Unidos,
1959-1960, i. Nueva Espa?a" (xi:2), "Bibliograf?a mexicanis ta ? Estados Unidos, 1959-1960, n. M?xico independiente" (xi:2), "Historiograf?a mexicanista ? Francia, 1959-1960" (xi:l), "Historiograf?a mexicanista ? Francia, 1961-1963"
(xiv:3).
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"historia mexicana" en el banquillo 651 Esta idea de una rese?a m?ltiple era excelente, pero sin duda no pudo sostenerse y se siguieron publicando rese?as particulares, que se incrementaron en los vol?menes xxi a xxiii. Aparecieron dos tipos de rese?as, unas largas y otras bastante cortas. Tal vez porque resultaba tan dif?cil rese?ar los libros que aparec?an sobre historia de M?xico, pero al mismo tiempo frente a la necesidad de darlos a conocer, desde el volumen v se incluy? cada tercer n?mero la secci?n de "Bibliograf?a hist?rica mexicana", que durante dos n? meros estuvo a cargo de Xavier Tavera y, a partir del volu
men vi, de Susana Uribe. La ?til secci?n lleg? a publicar < 12 450 fichas y creci? tanto que, despu?s de aparecer por ?ltima vez en el volumen xvi:l, se convirti? en una publica ci?n peri?dica aparte, que aparece anualmente. Pero como Luis Gonz?lez, uno de los m?s constantes co laboradores de la revista, continuaba interesado en la idea de hacer un balance de lo producido, al presentarse la oca si?n de conmemorar los veinticinco a?os de la fundaci?n de El Colegio, sugiri? un n?mero de aniversario con una serie de art?culos que revisaran la producci?n historiogr?fica mexi cana publicada durante ese periodo. Cada art?culo consisti? de una introducci?n que revisaba el panorama general, la apreciaci?n cr?tica del tema estudiado, y una bibliograf?a comentada. Se ocupaban de los siguientes temas: historia de las ideas, de la historia, de las artes pl?sticas, de la cien cia, de la educaci?n; historia econ?mica y social, religiosa, pol?tica; ?poca colonial, pol?tica; siglo xix, pol?tica; la revo luci?n mexicana; historia de la literatura; historia diplom? tica, prehisp?nica, de la independencia, de la intervenci?n francesa; las s?ntesis de historia de M?xico; historia de Am?
rica y Filipinas, de Espa?a; historia universal y ciencias
auxiliares de la historia. El resultado form? los n?meros 58 59 y 60, correspondientes al volumen xv:2-3 y 4, tambi?n publicados aparte como un libro, al que se titul? Veinticinco a?os de investigaci?n hist?rica en M?xico.
Una de las finalidades que en realidad nunca lleg? a
cumplirse fue la de dar foro a las inquietudes filos?ficas que
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agitaban los ?nimos de los historiadores. El ?nico art?culo
de ese tipo que se lleg? a publicar fue el de Jos? Gaos, "Notas sobre historiograf?a" (ix:4). Algunos otros que se acercaban al tema analizaban ml?s bien la producci?n hist? rica mexicana o la tarea del historiador en M?xico. La ma
yor?a de art?culos de an?lisis historiogr?fico eran una mera bibliograf?a comentada o emprend?an el estudio de un s?lo historiador o cronista. La mayor?a de ?stos se ocupaban de historiadores coloniales, en especial del xvi; s?lo diez se ocu paron de historiadores del xix o xx. S?lo unos cuantos art?culos se refirieron a la historia de
M?xico en general, ya que la mayor?a estudiaba un periodo espec?fico. Tratamos de clasificarlos de acuerdo con los perio dos tradicionales (prehisp?nica, colonial y nacional) a pesar de las dificultades que en m?ltiples casos presenta esta r? gida periodizaci?n, ya que muchas veces los art?culos se ocu pan de periodos que se superponen. Transcribimos nuestros c?lculos porque resultan algo inesperados. Encontramos s?lo 26 art?culos de lo que considerar?amos estrictamente historia prehisp?nica, puesto que otros como "El C?dice Ram?rez" o "El Libro xn de Sahag?n" los consideramos entre los. estu dios historiogr?ficos. En cambio pudimos contar 209 de his toria colonial y 338 de historia nacional, descontando tam bi?n art?culos similares a los mencionados, por ejemplo "La
Historia de Duran" o "Icazbalceta y su obra". Entre los dedicados a la colonia, 60 art?culos son de historia colonial en general, 61 sobre el xvi, 22 sobre el xvn y 66 sobre el
xvm (hasta 1821). Al clasificar los art?culos de la ?poca
nacional, que son los m?s numerosos, nos sorprendi? encon trar que 221 se refieren al siglo xix y 117 al xx. De esa ma
nera, el siglo que muchos consideramos menos estudiado
parece tener un gran atractivo. Vale la pena subrayar que la etapa de 1821 a 1857 merece un menor n?mero de art?culos
que las siguientes. Tambi?n nos empe?amos en catalogar los art?culos seg?n el tipo de estudio hist?rico que encierra. Por supuesto nues
tro an?lisis no es exacto, puesto que casi siempre la historia narrativa fue incluida en la pol?tica, y no siempre era clara This content downloaded from 204.52.135.204 on Tue, 03 Oct 2017 02:07:14 UTC All use subject to http://about.jstor.org/terms
4'historia mexicana" en el banquillo 653 esa clasificaci?n; de cualquier forma sirve para dar una idea general. En los art?culos de historia colonial encontramos que predomina la historia cultural con un 36.5% del total, seguida de la historia social, 24.7%, l? econ?mica, 21.8%, y finalmente la pol?tica con s?lo 17%. En cambio en los art?cu los del siglo xix hay un predominio de la historia pol?tica
que alcanza el 53.6%, seguida de la cultural, 19.6%, la so cial, 15.3%, y s?lo 11.5% de historia econ?mica. Algo seme
jante sucede con los art?culos del siglo xx: El 63% se re
fiere a temas pol?ticos, 19.6% a culturales, 12% a historia social y s?lo 5.4% a historia econ?mica.
A veinticinco anos de su fundaci?n, Historia Mexicana ha recorrido un largo proceso de cambios y de profesionaliza ci?n. Sin duda se ha alejado del p?blico lego, que deb?a de haber tratado de mantener, al perder agilidad con el incre mento de su academicismo. A cambio, se ha convertido en un ?til instrumento pedag?gico. Esta utilidad se muestra en el uso que los profesores de historia en escuelas superiores hacemos de sus p?ginas, pero tambi?n porque muchos histo riadores aficionados o semiprofesionales se han enterado a trav?s de ella de nuevos m?todos, nuevos enfoques, nuevas perspectivas de la historia. Hay art?culos que han servido de "modelo" para muchos colegas o simplemente para hacerles
repensar viejos temas. A riesgo de ser harto injustos con
muchos, mencionaremos algunos art?culos recientes que con
sideramos renovadores: "El ne?stilo ? La ?ltima carta del barroco mexicano", de J. A. Manrique (xx:3), "Microhisto ria para multim?xico", de L. Gonz?lez (xxi:2), "Grupos ?tni cos, clases y estructura ocupacional en Guanajuato ? 1792", d? D. A. Brading (xxi:3), "Cambios en los patrones de ur banizaci?n en M?xico ? 1810-1910", de A. Moreno (xxn:2), "La conquista educativa de los hijos de As?s", de J. M. Kobayashi (xxn:4), "Las escuelas 1 ancasterianas en la ciudad de M?xico - 1822-1842", de D. Tanck (xxn:4), "Peones, arrendatarios y aparceros en M?xico ? 1851-1853", de J. Ba zant (xxin:2), "La Comisi?n Geogr?fico-Exploradora", de B. This content downloaded from 204.52.135.204 on Tue, 03 Oct 2017 02:07:14 UTC All use subject to http://about.jstor.org/terms
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JOSEFINA ZORAIDA V?ZQUEZ
Garc?a (xxiv:4) y "Un airado ment?s a Clavijero", de E.
Trabulse (xxv:2).
Aunque no quisi?ramos ser simples apologistas, sentimos que hay muchas razones para estar satisfechos, aunque las tareas por cumplir sean m?ltiples. ?stas se lograr?n en la
medida en que Historia Mexicana pueda contar, cada vez en mayor grado, con la colaboraci?n de personas e institu ciones dedicadas a la historia.
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DOCUMENTOS DE EL COLEGIO ACTA CONSTITUTIVA DE EL COLEGIO DE M?XICO Volumen seiscientos treinta y nueve. N?mero treinta y cinco mil quinientos sesenta y dos.
En la ciudad de M?xico, a ocho de octubre de mil novecientos cuarenta, ante m?, el licenciado Jos? Arellano Junior, adscripto
a la notar?a n?mero cincuenta y siete, de la que es titular el licenciado Felipe Arellano, los se?ores licenciado Eduardo Su?rez, secretario de Hacienda y Cr?dito P?blico, en representaci?n del
gobierno federal de los Estados Unidos Mexicanos; licenciado Alfonso Reyes, presidente de la Casa de Espa?a en M?xico, en representaci?n de la misma; doctor Gustavo Baz, rector de la
Universidad Nacional Aut?noma de M?xico, en representaci?n de la misma; licenciado Daniel Cos?o Villegas, director del Fondo de Cultura Econ?mica, en representaci?n de este ?ltimo, como
delegado fiduciario del "Banco Nacional Hipotecario"; y don
Eduardo Villase?or, director general del "Banco de M?xico, S. A.", en representaci?n de esta instituci?n, declaran y otorgan:
Que de acuerdo con lo que establecen los art?culos dos mil
seiscientos setenta, dos mil seiscientos setenta y tres y dem?s rela tivos del c?digo civil vigente en el Distirto Federal, y como socios fundadores, dejan constituida la asociaci?n civil "Colegio de M?xi co", en los t?rminos de las bases constitutivas y estatutos que la regir?n y que a la letra dicen:
Cap?tulo I Del Colegio, de sus fines y de las pesonas que lo integran: Art?culo 1? El "Colegio de M?xico" se constituye de acuerdo con el art?culo dos mil seiscientos setenta del c?digo civil para el
distrito y territorios federales, con objeto de realizar los siguientes
prop?sitos: a) patrocinar trabajos de investigaci?n de profesores y estudiantes mexicanos; b) becar, en instituciones o centros universi
tarios o cient?ficos, en bibliotecas o archivos extranjeros, a profe
sores y estudiantes mexicanos; c) contratar profesores, investigado
res o t?cnicos extranjeros que presten sus servicios en el "Colegio de M?xico" o en instituciones educativas u organismos guberna
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documentos de el colegio
mentales; d) editar libros o revistas en las que se trabajos de los profesores, investigadores o t?cnic
refieren los incisos anteriores; e) colaborar con las in nacionales y extranjeras de educaci?n y cultura para l
de fines comunes. Art?culo 2? El Colegio tendr? su domicilio en la M?xico, sin perjuicio de que pueda establecer deleg cualesquiera otras ciudades de la rep?blica mexica tranjero. Art?culo 3? La duraci?n del Colegio ser? de treinta a?os pro rrogables, que se consideran a partir de la inscripci?n de estos
estatutos en el registro civil.*
Art?culo 4? El Colegio tendr? dos categor?as de asociados:
fundadores y contribuyentes. Los primeros se obligan al pago de la aportaci?n que cada uno de ellos suscribe conforme al art?culo siguiente, sin perjuicio de que puedan hacer aportaciones poste riores; los segundos deber?n cubrir las cuotas peri?dicas que la asamblea determine. Un reglamento especial de la asamblea fijar? los derechos de los socios contribuyentes. Los socios fundadores no podr?n ser excluidos de la asociaci?n. En cuanto a los contri buyentes, s?lo ser?n causas de exclusi?n: I. La falta de pago de las
cuotas que acuerde la asamblea general; II. El quedar sujetos a
proceso o en general realizar actos indecorosos o incompatibles con los fines de la instituci?n; III. La no asistencia injustificada a dos asambleas consecutivas.
Art?culo 5? Tienen el car?cter de socios fundadores: I. El gobierno federal de los Estados Unidos Mexicanos. Su primera aportaci?n para mil novecientos cuarenta y uno ser? la que fije el respectivo presupuesto. La Secretar?a de Hacienda har? gestio nes para procurar que no sea inferior a la cantidad de $ 350 000.00 (trescientos cincuenta mil pesos), sea que ella se consigne en los
presupuestos a nombre de la Casa de Espa?a en M?xico o del
Colegio de M?xico. Las dem?s aportaciones anuales ser?n las que los presupuestos consignen y que procurar? no sean inferiores a la primera. II. La Casa de Espa?a en M?xico, que aporta todo su patrimonio y desaparece al fundirse con el "Colegio de M?xico".
III. La Universidad Nacional Aut?noma de M?xico. Su aporta
ci?n ser? de $ 35 000.00 (treinta y cinco mil pesos). IV. El Banco Nacional Hipotecario, como fiduciario del Fondo de Cultura Eco n?mica. Su aportaci?n ser? de $ 5 000.00 (cinco mil pesos). V. El
Banco de M?xico, Sociedad An?nima, cuya primera aportaci?n ser? la que vote su consejo de administraci?n. VI. Las institucio * Ha sido prorrogada por tiempo indefinido.
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DOCUMENTOS DE EL COLEGIO
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n?s o personas que con ese car?cter sean admitidas dentro de los seis meses siguientes a la constituci?n del "Colegio de M?xico".
Art?culo 6? El Colegio podr? recibir legados o donaciones,
puras y simples o condicionales, siempre que, en este ?ltimo caso, la condici?n sea compatible con los fines a que se refiere el ar t?culo primero. Art?culo 7? En caso de disoluci?n, los bienes del "Colegio de M?xico" incrementar?n el fideicomiso del Fondo de Cultura Eco
n?mica.
Cap?tulo II Del gobierno del Colegio.
Art?culo 8? El gobierno del Colegio estar? a cargo de una
junta de gobierno compuesta por seis miembros, que durar?n en su encargo cinco a?os y que podr?n ser reelectos. Los miembros de esta junta ser?n nombrados por la asamblea, y no podr?n ser
removidos sino por ella, cuando exista causa grave y siempre
que voten la remoci?n las cuatro quintas partes de los asociados contribuyentes y la mayor?a de los fundadores. Art?culo 9? Las vacantes, temporales o definitivas, que ocu rran durante la gesti?n de una junta de gobierno, ser?n cubiertas por designaci?n de los otros miembros de dicha junta, a mayor?a
de votos. Igualmente ser? la junta quien resuelva sobre las re
nuncias o solicitudes de licencia de sus miembros.
Art?culo 10? Corresponder? a la junta de gobierno: I. Rea
lizar todos los actos que demande el cumplimiento de los fines del Colegio y que no est?n reservados expresamente a la asamblea. II. Designar un presidente y un secretario. El presidente llevar? la firma de la asociaci?n y tendr?, frente a los terceros, el car?cter
de representante jur?dico del Colegio. El secretario ayudar? en sus labores al presidente. III. Delegar en su presidente las facultades de administraci?n que estime convenientes para el mejor servicio del Colegio, sin perjuicio de recuperar su ejercicio cada vez que as? lo juzgue oportuno o cuando el presidente solicite la decisi?n de la junta. IV. Recibir las solicitudes de las personas que deseen ingresar como socios contribuyentes, para someterlas a la asamblea general m?s pr?xima. V. Establecer delegaciones de conformidad con el art?culo segundo. VI. Designar el personal administrativo.
VIL Recibir, de conformidad con el art?culo sexto, legados y donaciones. VIII. Formular el presupuesto que ser? sometido a la
aprobaci?n de la asamblea. Las erogaciones que deban hacerse
durante el lapso que transcurra entre el principio del ejercicio y
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documentos de el colegio
la asamblea, se sujetar?n a las autorizaciones iniciales del puesto anterior.
Art?culo 11? La auditor?a de la contabilidad estar? de un contador p?blico titulado que ser? designado por co de M?xico, Sociedad An?nima. Cualquiera de los aso
podr? en todo momento recabar de la junta de gobierno in acerca de las erogaciones que se hagan y solicitar los docu justificativos de las mismas.
Cap?tulo III De las asambleas.
Art?culo 12? La asamblea tendr? las facultades que s
c?digo civil y estos estatutos. Art?culo 13? Las asambleas ser?n ordinarias y extraordi Las primeras se efectuar?n una vez al a?o, en el mes de e las segundas cuando sean convocadas por la junta de gobie
oficio o a solicitud de cualquiera de los asociados fund
del cinco por ciento, por lo menos de los contribuyentes.
citantes acompa?ar?n su instancia con un proyecto de orden d
Art?culo 14? Las asambleas se efectuar?n en el domi la asociaci?n y en todo caso deber?n convocarse con quin de anticipaci?n por lo menos. Los citatorios se enviar?n po certificado en tiempo oportuno para que entre su recepc
los asociados y la fecha se?alada medie el lazo que ma
art?culo.
Art?culo 15? Salvo el caso previsto en el art?culo octavo, las
asambleas se llevar?n a cabo cualquiera que sea el n?mero de
asociados que concurra. art?culo 16? La asamblea ordinaria se ocupar? de revisar y,
en su caso, aprobar el balance del ejercicio anterior, teniendo
siempre a la vista el informe del auditor. Cuando dicho balance arroje utilidad, ?sta se destinar? a incrementar el patrimonio del Colegio. Igualmente revisar? y aprobar? el presupuesto de gastos y conocer? de los dem?s asuntos consignados expresamente en la
orden del d?a. Art?culo 17? Cuando del examen del balance y documentos
relativos o por el resultado de alguna auditor?a aparezca que hay lugar a exigir responsabilidades a la junta de gobierno, la asamblea designar? a la persona que deba intentar las acciones respectivas.
Presentada la demanda, o la denuncia o querella en su caso, la junta quedar? suspendida de pleno derecho en el ejercicio de su encargo hasta que el asunto se resuelva en definitiva por la auto
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DOCUMENTOS DE EL COLEGIO
659
ridad competente. La administraci?n quedar? entonces interina
mente a cargo de una sola persona designada por los asociados
fundadores, a mayor?a de votos, quien tendr? las facultades que corresponden a un mandatario general.
Transitorios Art?culo 1? La primera junta de gobierno estar? integrada
por las siguientes personas, quienes durar?n en su encargo hasta que se celebre la asamblea general ordinaria correspondiente a enero de mil novecientos cuarenta y seis: Presidente: se?or licen ciado don Alfonso Reyes. Secretario: se?or licenciado don Daniel Cos?o Villegas. Miembros: se?ores licenciado don Eduardo Villa se?or, doctor don Gustavo Baz, doctor don Enrique Arregu?n e ingeniero don Gonzalo Robles.
Art?culo 2? La asociaci?n asume las obligaciones contra?das hasta la fecha por la Casa de Espa?a en M?xico.
Los otorgantes no acreditan sus respectivas personalidades por que mutua y reciprocamente se las reconocen. Por sus generales declaran ser mexicanos y de este domicilio y vecindad; el se?or Su?rez, abogado, casado, de cuarenta y cinco a?os, vive en la casa n?mero setenta y cuatro de la calle de Ambe
res y tiene pagado el impuesto sobre la renta; el se?or Reyes, abogado, casado, de cincuenta y un a?os, con habitaci?n en la
casa ciento veintid?s de la avenida Industrial, colonia Hip?dromo Chapultepec y al corriente en el pago del referido impuesto; el se?or Baz, m?dico cirujano, casado, de cuarenta y seis a?os, vive en la casa n?mero ciento treinta y cinco de la calle de Londres y tiene pagado el aludido impuesto sobre la renta; el se?or Cos?o Villegas, abogado, casado, de cuarenta a?os, con habitaci?n en la casa n?mero sesenta y tres de la calle del Panuco y est? al corriente
en el pago del mencionado impuesto; y don Eduardo Villase?or, economista, casado, de cuarenta y cuatro a?os, con habitaci?n en la casa n?mero catorce de la calle cerrada de Frontera en Villa Alvaro Obreg?n y tambi?n est? al corriente en el pago del tantas veces citado impuesto sobre la renta. Hago constar: que de los comparecientes, expliqu? a quienes
corresponde el valor y consecuencias legales de esta arta; que
todos me son conocidos y tienen capacidad civil; que la misma acta les fue le?da y conforme con ella la firman el d?a diecis?is del mes de su fecha. Doy fe. Eduardo Su?rez. Alfonso Reyes. Cos?o Villegas. Gustavo Baz. E. Villase?or. Ante m?: Jos? Arellano jr.
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660 documentos de el colegio R?brica. Un sello: "Lie. Felipe Arellano. Notario N?m. 57. Ciudad de M?xico. Estados Unidos Mexicanos."
Autorizada en M?xico el d?a diecis?is del mes de su otorgamien to, sin cubrir impuesto por timbre, que no lo causa, conforme al art?culo doscientos veintiocho de la Ley General de Instituciones de Cr?dito. Doy fe. J. Arellano jr. R?brica. Un sello: "Lie. Felipe
Arellano. Notario N?m. 57. Ciudad de M?xico. Estados Unidos
Mexicanos."
Derechos devengados: seiscientos pesos. J. Arellano jr. R?brica.
DECRETO POR EL QUE SE RECONOCE COMO ESCUELA DE TIPO UNIVERSITARIO A EL COLEGIO DE M?XICO Al margen un sello con el Escudo Nacional, que dice: Estados Unidos Mexicanos, Presidencia de la Rep?blica. Adolfo L?pez Mateos, Presidente Constitucional de los Estados
Unidos Mexicanos, a sus habitantes, sabed:
Que, en uso de la facultad conferida en la fracci?n i del ar
t?culo 89 de la Constituci?n al Presidente de la Rep?blica, y de conformidad con lo dispuesto por los art?culos 2?, fracci?n iv, 26, segundo p?rrafo, 46, 91 y 92 de la Ley Org?nica de la Educaci?n
P?blica, aplicados en concordancia con lo establecido en el Re glamento para la Revalidaci?n de Grados y T?tulos Otorgados
por Escuelas Libres Universitarias, de fecha 22 de abril de mil novecientos cuarenta; y considerando:
Primero: Que El Colegio de M?xico, desde que fue fundado
en el a?o de 1939, ha cumplido satisfactoriamente los prop?sitos que le dieron origen, realizando y fomentando valiosas investiga ciones, formando investigadores, manteniendo publicaciones y lle vando a cabo una labor intelectual de alto nivel acad?mico. Segundo. Que el desenvolvimiento natural de esta instituci?n la ha situado en condiciones de poner al servicio de la docencia y de la formaci?n de profesionales y maestros, las experiencias y
el personal formados en las tareas de investigaci?n que le son propias.
Tercero. Que el mencionado Colegio ha obtenido ya del
Ejecutivo Federal el reconocimiento de validez oficial para los estudios que imparte en el Centro de Estudios Internacionales.
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DOCUMENTOS DE EL COLEGIO
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Cuarto. Que las necesidades de la educaci?n superior en el pa?s recomiendan el fomento de las instituciones de ense?anza superior y principalmente de aquellas que coadyuven a la forma ci?n de personal docente; he tenido a bien expedir el siguiente decreto:
Art?culo 1? Se reconoce como escuela de tipo universitario a El Colegio de M?xico, a los fines y para los efectos de lo orde nado en el Reglamento para la Revalidaci?n de Grados y T?tulos Otorgados por Escuelas Libres Universitarias, de fecha veintid?s de abril de mil novecientos cuarenta. Art?culo 2? La Secretar?a de Educaci?n P?blica reconocer? validez oficial a los estudios hechos en El Colegio de M?xico, as? como a los grados acad?micos otorgados por ?ste, y registrar? los
t?tulos que el mismo expida, en caso de que las carreras que
imparta est?n incluidas en la Ley Reglamentaria de los art?culos 4?
y 5? constitucionales.
Art?culo 3? El Colegio de M?xico, como escuela libre uni
versitaria reconocida por el gobierno federal, gozar? de la auto
nom?a que establecen y definen los art?culos 4?, 5? y 69 del
reglamento citado de fecha veintid?s de abril de mil novecientos cuarenta. En consecuencia, podr? impartir todos los conocimientos que desee, siempre que ?stos re?nan las caracter?sticas enumera das en el art?culo 29 de dicho Reglamento; elaborar? libremente sus planes de estudios, programas y m?todos de ense?anza, pero no podr? ponerlos en vigor sin la previa autorizaci?n de la Secre
tar?a de Educaci?n P?blica. Adem?s, tendr? completa libertad
respecto de todas las cuestiones administrativas concernientes al plantel, sin m?s limitaciones que las establecidas por las leyes.
Art?culo 4? El Colegio de M?xico podr? abrir cursos com
plementarios o superiores, de las carreras que ofrece y sostiene en la fecha de este decreto, as? como establecer otras carreras, afines o diferentes de aqu?llas, previa la aprobaci?n de la Secretar?a de Educaci?n P?blica, tanto respecto de la carrera misma como de los planes de estudios, programas y m?todos de ense?anza correspon dientes, seg?n lo previsto en el art?culo anterior.
Art?culo 5? El Colegio de M?xico exigir? como requisito de
ingreso para cualquiera de las carreras que tenga establecidas o
en el futuro establezca, certificado de educaci?n primaria, de segunda ense?anza y de ense?anza preparatoria, expedidos por cualquier instituci?n que pertenezca al sistema educativo nacional.
Art?culo 6* El Colegio de M?xico, adem?s de lo que dispo
nen los art?culos 3? y 4? y para su cumplimiento, quedar? some This content downloaded from 204.52.135.204 on Tue, 03 Oct 2017 02:07:19 UTC All use subject to http://about.jstor.org/terms
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documentos de el colegio
tido a la inspecci?n y vigilancia de la Direcci?n Ge Ense?anza Superior e Investigaci?n Cient?fica de la S de Educaci?n P?blica, en los t?rminos de los art?culos 9?
reglamento de fecha veintid?s de abril de mil novecientos c
Art?culo 7? El Colegio de M?xico tendr? persona
r?dica para todos los efectos legales.
Art?culo 8? Los profesores de El Colegio de M?xico tener la formaci?n acad?mica, profesional o docente ne para impartir ense?anza en un plantel de educaci?n sup
Art?culo 9? El Colegio de M?xico rendir? anualme Secretar?a de Educaci?n P?blica, por conducto de la General de Ense?anza Superior e Investigaci?n Cient
informe de las labores del a?o lectivo que acaba de term
expresi?n de los cambios habidos en su organizaci?n
r?gimen interior.
Art?culo 10? El reconocimiento de validez oficial de l
dios hechos en El Colegio de M?xico, que es materi
decreto, abarca y comprende tanto los parciales de dete asignaturas como los de toda una carrera, o los complem o superiores, parciales o totales.
Transitorios
Primero. Queda en vigor el decreto de fecha veint enero de mil novecientos sesenta y uno por el que s Centro de Estudios Internacionales en todo aquello q
oponga al presente decreto. Segundo. Este decreto entrar? en vigor el d?a de su p
ci?n en el Diario Oficial. Dado en la residencia del Poder Ejecutivo Federal, e dad de M?xico, Distrito Federal, a los siete d?as del
noviembre de mil novecientos sesenta y dos. Adolfo L?pe R?brica. El Secretario de Educaci?n P?blica, Jaime Torre
R?brica.
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EXAMEN DE LIBROS EL IMPULSO LIBERAL - DANIEL COS?O VILLEGAS Y LA HISTORIA MODERNA DE M?XICO * Charles A. Hale University of Iowa
Ha llegado a su fin una de las empresas historiogr?ficas notables de nuestro tiempo.1 Es sobresaliente, entre otras razones, por la incre?ble dedicaci?n, la voluntad y la maestr?a de Daniel Cos?o Villegas, su director y autor principal. La Historia moderna de M?xico es una obra monumental. Sus nueve gruesos vol?menes y sus 9017 p?ginas nos muestran, con la fidelidad de un documento, un periodo extenso e importante de la historia de M?xico, com prendido entre los a?os 1867 y 1910. Como suele ocurrir en tales * Esta rese?a apareci? originalmente en Hispanic American Histori cal Review, liv:3 (ago. 1974) . El consejo de redaci?n de Historia Mexi cana acord? y solicit? reproducirla en atenci?n a su inter?js y como
homenaje a su fundador. i Daniel Cos?o Villegas, director: Historia moderna de M?xico, M?xico, 1955-1972, nueve vol?menes en diez tomos: i. Daniel Cos?o Ville gas: La rep?blica restaurada ? La vida pol?tica, M?xico, 1955; u. Fran cisco R. Calder?n: La rep?blica restaurada ? La vida econ?mica, M?xi
co, 1955; hl Luis Gonz?lez y Gon?z?lez, Emma Cos?o Villegas y Gua dalupe Monroy: La rep?blica restaurada ? La vida social, M?xico, 1957; rv. Mois?s Gonz?lez Navarro: El porfiriato ? La vida social,
M?xico, 1957; v. Daniel Cos?o Villegas: El porfiriato ? La vida pol?tica
exterior, primera parte, M?xico, 1960; vi. Daniel Cos?o Villegas: El
porfiriato ? La vida pol?tica exterior, segunda parte, M?xico, 1963; vu.
Luis Nicolau d'Olwer, Francisco R. Calder?n, Guadalupe Nava Oteo, Fernando Rosen?zweig, Luis Coss?o Silva, Gloria Peralta Zamora y Ermilo Coello Salazar: El porfiriato ? La vida econ?mica, primera y
segunda partes, M?xico, 1965; viu. Daniel Cos?o Villegas: El porfiriato ? La vida pol?tica interior, primera parte, M?xico, 1970; ix. Daniel Cos?o
Villegas: El porfiriato ? La vida pol?tica interior, segunda parte, M?xico, 1972. En lo sucesivo se citar? HMM, y a continuaci?n el volumen y las p?ginas. 663
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EXAMEN DE LIBROS
empresas, el trabajo result? ser mucho m?s ambicioso y prolon
gado de lo que se esperaba. Los que habr?an de ser seis vol?
menes semestrales durante tres a?os, se convirtieron en diez tomos que aparecieron a lo largo de 17 a?os. Por lo general, los autores se ci?eron al plan general de organizaci?n que part?a de un corte en el a?o de 1876 y un tratamiento por separado de la historia pol?tica, econ?mica y social antes y despu?s de esa ' fecha. A los seis vol?menes originales se a?adieron dos consagrados a las rela ciones exteriores de M?xico, otro m?s dedicado a la econom?a del periodo 1876-1910 y un cuarto consagrado a la pol?tica de ese mismo
periodo.
La Historia moderna es producto de un seminario dirigido por Cos?o Villegas en el que colaboraron buen n?mero de investigado res y lectores, trece de los cuales, a trav?s de un proceso competitivo, se convirtieron en autores de vol?menes o secciones de los mismos.
El Seminario de Historia Moderna inici? sus labores en 1950, cinco a?os antes de que aparecieran los primeros frutos de su trabajo. El ahora famoso seminario ha sido descrito, con todo pormenor, por el propio Cos?o y por observadores de fuera como organismo de inves
tigaci?n, escuela de formaci?n y foro para el examen cr?tico de la composici?n de la obra en progreso.2 Los cr?ticos han elogiado este excepcional esfuerzo colectivo y tambi?n el tono medido y objetivo de toda la obra, basada en una prodigiosa documentaci?n impresa y en el uso considerable de manuscritos en algunos de los vol?menes. Prefiero no hacerme simple eco del aplauso generalizado que se le ha concedido a la empresa, aunque est? de acuerdo con gran parte del mismo. Tampoco pretendo resumir en detalle el contenido de los diversos vol?menes. M?s bien me gustar?a hablar de la g?nesis de la Historia moderna, examinar las hip?tesis de Cos?o Villegas y su influencia en el plan y en la ejecuci?n de la Historia y, por ?ltimo,
indicar algunas razones en las cuales fundar una estimaci?n de la obra en su conjunto. ?Por qu?, cu?ndo y en qu? circunstancias emprendi? Daniel Cos?o Villegas la redacci?n de una historia en varios vol?menes de los 43 a?os que precedieron a la revoluci?n de 1910? La respuesta completa a tal pregunta queda reservada para el bi?grafo de Cos?o, pero inclusive una respuesta parcial, en forma de hip?tesis, nos ayu 2 H MM, i, pp. 24-27; rx, pp. xvii-xviii. Vid. especialmente Stanley
R. Ross: "Cos?o Villegas', Historia moderna de M?xico", en Hispanic American Historical Review, xlvi:3 (1966) , pp. 274-282.
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EXAMEN DE LIBROS
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dar? a comprender y valorar mejor la obra. La g?nesis de la Historia
moderna data de la d?cada de 1940, periodo que presenci? no s?lo la famosa transici?n de la pol?tica p?blica desde el agrarismo hasta la industrializaci?n urbana, sino tambi?n una "toma de conciencia" intelectual de quienes se interesaban en la historia, la identidad cul tural y el destino de M?xico como naci?n. La emigraci?n espa?ola hab?a comenzado a ejercer su influencia en los c?rculos intelectuales
y acad?micos. Se estableci? El Colegio de M?xico, tuvo lugar un rejuvenecimiento de los estudios hist?ricos y filos?ficos en la Uni
versidad, Leopoldo Zea public? sus obras sobre el positivismo, Edmun
do O'Gorman se puso a indagar el significado de Am?rica y la
"crisis de la ciencia hist?rica". Estos acontecimientos fueron parte de un brillante despertar de la conciencia nacional en el M?xico contempor?neo.3 Fue en este contexto intelectual donde Daniel
Cos?o Villegas, en 1947, public? "La crisis de M?xico", con lo que inici? su carrera de ensayista pol?tico. Al a?o siguiente, el 1?
de julio seg?n se nos dice, inici? las investigaciones acerca de la historia "moderna" de M?xico.
A menudo se ha descrito en t?rminos institucionales y profe sionales la fundaci?n del Seminario de Historia Moderna, como el esfuerzo que hizo Cos?o por superar lo que a su juicio hab?a
llevado a una decadencia la historiograf?a mexicana y a un serio retroceso la preparaci?n de los historiadores y la preser vaci?n de los materiales, resultado todo ello de los a?os de desor den revolucionario (ni, xvi) .* Aunque sea indiscutiblemente cierto que estos motivos tuvieron importancia a medida que la empresa se fue llevando a cabo, sus comienzos no pueden comprenderse exclusivamente dentro de los l?mites de la profesi?n de historiador.
La Historia moderna fue m?s bien el esfuerzo realizado por una figura p?blica e intelectual reci?n llegada al campo de la historia en busca de orientaci?n en el pasado para una naci?n en crisis.4 3 John L. Phelan: "M?xico y lo mexicano", en Hispanic American
Historical Review, xxxvi:3 (1956), pp. 309-318; Charles A. Hale: "The history x>f ideas ? Substantive and methodological aspects of the thought
of Leopoldo Zea", en lournal of Latin American Studies, in (1971), pp. 59-70. * De este modo se citar? dentro del texto mismo la Historia mo derna de M?xico. La primera cifra, romana, corresponde al volumen, y la segunda, romana o ar?biga, a la paginaci?n. 4 Por lo menos dos de las obras anteriores de Cos?o tuvieron con
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EXAMEN DE LIBROS
Nacido en 1898, Daniel Cos?o Villegas ten?a 22 a?os cuando
la revoluci?n ingres? en lo que ?l llama fase segunda o "reformis ta". Brillante estudioso de filosof?a, sociolog?a, derecho y econom?a,
Cos?o desempe?? diversos cargos docentes en los primeros a?os de la d?cada de 1920, y mantuvo estrechas relaciones y colabor? con los principales intelectuales de M?xico, con hombres tan diversos como Manuel G?mez Mor?n, Vicente Lombardo Toledano, Alfon so Caso, Jos? Vasconcelos y Alfonso Reyes. Se ha expresado con orgullo de "mi generaci?n", aquellos intelectuales cuya juventud coincidi? con la "primavera" o los "buenos a?os" de la revoluci?n mexicana; y nos cuenta que ?l y sus amigos estaban deseosos de "hacer algo" por el M?xico nuevo.5 Fue este entusiasmo colectivo por el mejoramiento social lo que tanto atrajo hacia M?xico, en la d?cada de 1920, a extranjeros tan sensibles como Ernest Gruen ing, Frank Tannenbaum, Robert Redfield y John Dewey. Al regresar en 1928, despu?s de tres a?os de estudios en los Estados Unidos, Inglaterra y Francia, y con una maestr?a en eco nom?a de la Universidad de Cornell, Cos?o se lanz? a una multi fac?tica carrera de acad?mico, diplom?tico, economista y editor. En 1934 fund? la revista titulada El Trimestre Econ?mico y una gran casa editorial, el Fondo de Cultura Econ?mica. Como encar gado de negocios de la legaci?n mexicana en Portugal, inici? en 1937 el proyecto de invitar a M?xico a un grupo escogido de inte
lectuales espa?oles.6 Al a?o siguiente, fue co-fundador de La Casa de Espa?a en M?xico. Cos?o Villegas se vio absorbido por el vac?o intelectual, acad?mico e institucional creado por la revo luci?n, e hizo una carrera extraordinaria en las d?cadas de 1920 y
tenido hist?rico, aunque sus miras fueron claramente diferentes en lo que escribi? despu?s de 1947: La cuesti?n arancelaria en M?xico, M?xico, 1932; "La riqueza legendaria de M?xico", en Trimestre Econ?mico, vi (1940), pp. 58-83. 5 Vid. la introducci?n biogr?fica de Cos?o a sus dos tomos de ensa yos (Ensayos y notas, M?xico, 1966, i, pp. 17-22) . Tambi?n "The Mexi can revolution ? Then and now", en Change in Latin Am?rica ? The Mexican and Cuban revolutians, Lincoln, 1961, pp. 29, 33-34.
? Patricia W. Fagen: Exiles and citizens ? Spanish republicans in
Mexico, Austin, 1973, pp. 28-29. Hay dos listas: Enrique Krauze, "Datos personales", y Susana Uribe de Fern?ndez de C?rdoba, "Ensayo de cro
nobibliograf?a del licenciado Daniel Cos?o Villegas", en Extremos de M?xico ? Homenaje a don Daniel Cosi? Villegas, M?xico, El Colegio de M?xico, 1971, pp. 5-31.
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EXAMEN DE LIBROS
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1930, en el coraz?n mismo de la renovaci?n no pol?tica de la vida
mexicana.
Al parecer, Cos?o sinti? una aguda decepci?n por los nuevos rumbos que tom? el pa?s despu?s de 1940, a los que llama fase "desarrollista" de la revoluci?n. Esta decepci?n fue la base de su ensayo de 1947. "Las metas de la revoluci?n se han agotado", es cribi?, "hasta tal punto que el propio t?rmino de revoluci?n ha perdido su significado".7 En pocas palabras, para Cos?o estas metas
eran la democracia pol?tica, la justicia econ?mica y social y la
defensa de los intereses nacionales contra los extranjeros, metas que hab?an quedado deformadas, confundidas o hechas a un lado en la fiebre del desarrollo econ?mico. Advirti? que M?xico ten?a que volver a estos objetivos, porque si no la regeneraci?n vendr?a del exterior, desde los Estados Unidos, y "el pa?s perder? gran parte de su identidad nacional".8
Cos?o introdujo en este ensayo un tema que ha ocupado un
lugar medular en su pensamiento desde entonces y es ahora un lu gar com?n para quienes estudian a M?xico, a saber, que despu?s de 1940 el pa?s ha revertido a las prioridades y a muchas de las caracter?sticas del r?gimen de Porfirio D?az. Lo que m?s le doli? (y ha seguido afligi?ndolo) del neoporfiriato fue la incapacidad
en el liderato, el marchitamiento de las instituciones democr?ticas,
la difundid?sima corrupci?n y el servilismo en el gobierno. Hizo referencia especial a la "tesis inocente" de Francisco I. Madero,
en 1910, la "creencia en que la vida pol?tica, la libertad y la
democracia ten?an un valor m?s grande a?n que el progreso ma terial".9 Es patente que existi? una vinculaci?n ?ntima entre la preocupaci?n de Cos?o por el presente y su decisi?n de estudiar la ?poca de Porfirio D?az. Pero como ni D?az ni su r?gimen sur
7 Cos?o Villegas: "La crisis de M?xico", en Extremos de Am?rica, M? xico, 1949, p. 17. Publicado por primera vez en Cuadernos Americanos (32
[1947], pp. 29-51), el ensayo se reimprimi? tambi?n en Exc?lsior y
provoc? muchas pol?micas en la prensa. Vid. el legajo de recortes de peri?dicos corresponidente a Daniel Cos?o Villegas en la biblioteca de la Secretar?a de Hacienda y Cr?dito Publics*. Algunos de estos art?culos se encuentran tambi?n en Stanley R. Ross, comp.: ?Ha muerto la revolu ci?n mexicana?, M?xico, 1972. 8 Cos?o Villegas: "La crisis de M?xico'*, cit., p. 43. ? Ibid., p. 5. A?adi? que la segunda guerra mundial se hab?a librado
por una idea id?ntica a la de Madero.
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EXAMEN DE LIBROS
gieron de la noche a la ma?ana, plenamente maduros, en 1876, como parece indicar gran parte de la bibliograf?a apolog?tica, Cos?o ampli? su indagaci?n de manera que incluyese toda la era, desde la restauraci?n de la rep?blica en 1867, hasta la ruina del r?gimen de D?az en 1910.10
El objetivo de Cos?o no coincide con el de los estudios his
t?ricos m?s estrechamente definidos y anal?ticos de nuestro tiem
po. En los a?os de su plena madurez decidi? lanzarse decidida
mente al estudio de la historia, a manera de expediente para hacer comprender al p?blico lo que para ?l era una crisis nacional, al mismo tiempo que trat? de descubrir, por primera vez, la docu mentaci?n de un gran espacio de a?os. Su empresa nos recuerda la gran tradici?n de la historiograf?a del siglo xix, de los Macau lay, Guizot, Fustel de Coulanges, o de su compatriota Lucas Ala
m?n. El compromiso personal y la mira de servicio p?blico que se descubren tras su obra constituyen uno de sus rasgos notables.
Por m?s compleja que pueda ser la interpretaci?n que nos da Cos?o de la era de 1867 a 1910, el ingrediente fundamental de esta interpretaci?n es un apego al liberalismo cor?stitucional. El constitucionalismo de Cos?o se revela no s?lo en los vol?menes i, viii y ix (La vida pol?tica interior), sino tambi?n en sus nume rosos ensayos pol?ticos e hist?ricos, publicados desde 1947. La
Historia y los ensayos se refuerzan mutuamente y deber?an exami
narse juntos. El meollo del argumento de Cos?o es que la rep? blica restaurada, la era de los presidentes Benito Ju?rez (1867 1872), Sebasti?n Lerdo de Tejada (1872-1876), y el interino Jos? M? Iglesias (1876), fue un punto culminante de la historia pol? tica mexicana. Considera a esa d?cada como modelo pol?tico a causa de la calidad intelectual y moral de sus dirigentes, la inde pendencia de sus instituciones representativas (el congreso y los tribunales), y el vigor de su prensa libre.
La rep?blica restaurada es, para Cos?o, el comienzo de la
historia "moderna" de M?xico, pues constituy? el primer intento de gobernar constitucionalmente el pa?s. La constituci?n de 1857 se convirti? en una suerte de estandarte sagrado (i, 67) para los victoriosos jefes liberales de 1867. En un ensayo suyo consagrado
a la constituci?n, clave para entender su liberalismo, Cos?o se
io Hay una presentaci?n anterior de este razonamiento en Cos?o
Villegas: "El porfiriato ? Su historiograf?a o arte hist?rico", en Extre mos de Am?rica, M?xico, 1949, p. 125.
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convirti? en el campe?n de la carta constitucional y de los hom bres que la compusieron, en contra de sus detractores porfirianos, como Justo Sierra y Emilio Rabasa. El congreso constituyente de 1856, escribi?, es la ?nica p?gina de nuestra historia en la cual "M?xico da la impresi?n de un pa?s maduro, plenamente encla vado en la democracia y en el liberalismo de la Europa occiden tal moderna".11 La constituci?n de 1857 le dio a M?xico su pri mera traza de ?modernidad? (ni, xxvi-xxvii). No obstante la admiraci?n que siente por Sierra y por Rabasa, como intelectuales y como escritores, cree que su influencia ha
sido nociva. Son "los dos grandes pilares en que se sustenta la
justificaci?n hist?rica del porfiriato".12 Para las intenciones de Cos?o, tiene importancia capital el llevar a cabo una revisi?n de la opini?n de Rabasa de que Benito Ju?rez, como Porfirio D?az, se vio obligado a convertirse en dictador extralegal a causa de las
limitaciones fijadas al ejecutivo en la constituci?n de 1857. El
punto de partida de Cos?o en la Historia moderna es la distinci?n entre la rep?blica restaurada como democracia pol?tica y el por
firiato como tiran?a pol?tica. Esta distinci?n ha ejercido gran
influencia e? el conjunto de la obra, y ha afectado su orientaci?n fundamental, su organizaci?n y su divisi?n en periodos. No obstante, hay ambivalencia en su interpretaci?n, pues tam bi?n ha recalcado que la rep?blica restaurada fue el antecedente del porfiriato. El tema central del volumen i es el de la "relaja ci?n constitucional", el proceso por el cual la autoridad del eje cutivo se recuper? de su extrema debilidad bajo la constituci?n. Ju?rez y Lerdo, al restablecer el senado y asumir poderes extra ordinarios para sofocar las rebeliones regionales e intervenir en los estados, contribuyeron a la relajaci?n constitucional. Esto lleva a Cos?o a sacar en conclusi?n, muy a su pesar, que la rep?blica restaurada "empalma perfectamente con el porfiriato: entre la una y el otro no hay soluci?n de continuidad, y menos, much?si mo menos, una ?falla? hist?rica".13 En los vol?menes vin y ix il Cos?o Villegas: La constituci?n de 1857 y sus cr?ticos, M?xico, 1957, p. 162. 12 Ibid., p. 62. Las ideas de Sierra se expresaron primordialmente en el peri?dico La Libertad en 1878-1879; las de Rabasa en La constituci?n y la dictadura (1912) . 13 HMM, i, p. 346: El primer ensayo de Cos?o sobre la literatura
pol?tica del M?xico moderno mencion? el a?o de 1867 como el a?o
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traza el crecimiento continuo de la autoridad central a trav?s de la d?bil primera presidencia de D?az (1877-1880), el r?gimen m?s fuerte de Manuel Gonz?lez (1880-1884) y, por ?ltimo, la segunda presidencia de D?az, despu?s de la cual se mantuvo la autoridad absoluta desde 1888 hasta 1910. Sin embargo, Cos?o se esfuerza notablemente por justificar la suspensi?n de las garant?as constitucionales antes de 1876, y las considera como la ?nica manera de mantener la paz y la estabili dad frente a un n?mero excepcional de rebeliones, las m?s impor tantes de las cuales fueron las encabezadas por el propio Porfirio D?az.14 Afirma que las leyes extraordinarias se instituyeron selecti vamente tan s?lo despu?s de un libre debate en las c?maras y de un abierto escrutinio por parte de la prensa. Enumera tales leyes y el acontecimiento concreto que ocasion? cada una de ellas, y
calcula que estuvieron en vigor en total s?lo 49 de los 120 meses de la d?cada (i, 347-350). Por consiguiente, a pesar de la
ambivalencia y aun de algo de contradicci?n, Cos?o se aferra fir memente a su argumento de que lo que distingue a Ju?rez, Lerdo e Iglesias de Porfirio D?az y sus partidarios fue el respeto que el primer grupo manifest? por el derecho, hasta el extremo de la veneraci?n.15 Para completar el cuadro de liberalismo de Daniel Cos?o Ville gas, se?alar? dos rasgos obvios, pero importantes: primero, su
anticlericalismo y, segundo, su rechazo del liberalismo decimon? nico en cuestiones socioecon?micas. El anticlericalismo de Cos?o
no se hace patente en la Historia moderna, debido en parte a inicial del porfiriato, el punto en el que termin? la carrera militar de Porfirio D?az y comenz? su carrera pol?tica, definici?n que Cos?o aban don? despu?s. Vid. "El porfiriato", cit., pp. 119 y 125. La continuidad del poder central fue uno de los principales puntos establecidos ante riormente por Frank A. Knapp en The life of Sebasti?n Lerdo de Te jada - 1823-1889 (Austin, 1951, pp. 120-121).
14 Cos?o hizo hincapi? en estas revueltas en Porfirio D?az en la
revuelta de la Noria (M?xico, 1953), su estudio piloto para la Historia
moderna. 15 HMM, vm, pp. 104-105; vid. tambi?n ibid., i, 476-477, donde Cos?o distingue entre la dictadura en la que el derecho proporciona la fuente y, en ?ltima instancia, la limitaci?n de la autoridad excepcional, y la tiran?a, que es simplemente el poder por encima de la ley. Desarro
lla el tema tambi?n en "El Porfiriato ? Era de consolidaci?n" (en
Historia Mexicana, xm:l [1963], pp. 86-87) .
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que no se examina mayormente la iglesia institucional en nin
guno de los vol?menes (una deficiencia profunda y notoria), pero s? est? incorporado en la estructura misma de su interpretaci?n. Se necesit? una rese?a del volumen i, obra de un observador cle
rical muy sensitivo, para recordarnos "aquel punto de vista libe ral", muy metido en el alma de don Daniel, por el cual entend?a
la referencia de Cos?o a la "reacci?n conservadora" como el "enemigo interno" del victorioso partido liberal, al cual, a su
vez, Cos?o equiparaba al pa?s mismo.16 S?lo ocasionalmente salen a la superficie los sentimientos de Cos?o, y adem?s, aparecen en los ensayos, no en la Historia. En 1957, critic? la tendencia de los escritos conmemorativos del centenario de la constituci?n a ate nuar el anticlericalismo de Ju?rez porque la iglesia cat?lica "ha vuelto a ser intocable".17 Una d?cada antes, y con un tono que nos hace recordar el mural que Orozco pint? de Ju?rez, se ima
gin? que si la derecha volviese al poder, "la mano peluda, la
garra de la iglesia, saldr? al descubierto, con todo su apetito de poder, todo su oscurantismo incurable respecto de los problemas del pa?s y de sus mejores hombres".18 Daniel Cos?o Villegas califica frecuentemente a la revoluci?n mexicana como un rechazo del liberalismo del siglo xix, con lo cual se refiere, por supuesto, a la econom?a del laissez-faire y al abstencionismo estatal en materia de pol?tica social. Cos?o forj? sus ideas socioecon?micas durante su carrera p?blica desde 1920 hasta 1940, y nunca ha visto con simpat?a el resurgimiento del liberalismo econ?mico despu?s de la segunda guerra mundial.
Uno de los elementos de su censura del neoporfiriato es el de
que el estado se ha convertido en "prisionero de la empresa pri vada".19 De igual manera caracteriza al r?gimen de D?az como una era de desenfrenado individualismo, que dio como resultado injusticias sociales y econ?micas. Aunque reconoce que el libera lismo econ?mico fue tambi?n la filosof?a de la rep?blica restau rada, Cos?o considera que era natural en aquel tiempo, y estaba en armon?a con el r?gimen del individualismo pol?tico legalizado. Por otra parte, "el individualismo social porfiriano, el concepto 16 Jos? Bravo Ugarte: rese?a de HMM, i, en Historia Mexicana, v:2 (1955), p. 243. 17 Cos?o Villegas: La constituci?n de 1857..-, cit., p. 14. is Cos?o Villegas: "La crisis de M?xico", cit., p. 39. 19 Cos?o Villegas: "Mexican revolution", cit., p. 34.
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de que el individuo poco o nada deb?a a la colectividad, resultaba grotesco frente a la sumisi?n pol?tica a una tiran?a".20 Las diversas suposiciones que proporcionan un punto de par tida para la Historia moderna pueden descubrirse tambi?n como partes de la interpretaci?n c?clica que hace Cos?o del curso del pa?s desde la independencia. Afirma que M?xico ha oscilado entre los dos objetivos principales de la civilizaci?n occidental moderna,
el de la libertad pol?tica y el del bienestar material, o el del
progreso pol?tico y el progreso econ?mico. En esta tarea, M?xico, como todos los dem?s pa?ses de la Am?rica Latina, se encontr? en desventaja inicial, pues ten?a que destruir la herencia espa?ola al mismo tiempo que deb?a levantar un nuevo sistema pol?tico (i, 45). De tal modo, el periodo que llega hasta 1867 constituy? una b?squeda exclusiva de la libertad pol?tica, aunque implicara el estancamiento econ?mico y la persistencia de los monopolios. El r?gimen de D?az, por otra parte, sacrific? la libertad pol?tica
en un avance espectacular en pos del progreso econ?mico. El
ciclo comenz? de nuevo cuando Madero se rebel? contra la tiran?a pol?tica porfiriana, y por desgracia el pa?s despu?s de 1940 volvi? a perseguir la meta primaria del progreso econ?mico.21 La inter pretaci?n general de Cos?o, una vez m?s, destaca y singulariza a
la rep?blica restaurada al considerarla como era en la cual se
llev? a cabo un esfuerzo noble, aunque sin ?xito, para perseguir
a la vez ambos objetivos (i, 56-57; xix, xix). Desde 1947, Cos?o ha tenido la esperanza de que M?xico encuentre el equilibrio
buscado por Ju?rez y sus colegas despu?s de 1867. En la mente de Cos?o no ha cabido nunca la menor sombra de duda acerca de cu?l es la meta m?s importante, pues, como escribi? en 1951, "La 20 HMM, iv, p. xxviii. La distinci?n que hace Cos?o entre la rep? blica restaurada y el porfiriato en materia de pol?tica socioecon?mica podr?a compararse con el debate entre Luis Gonz?lez y Mois?s Gonz?lez
Navarro. Gonz?lez Navarro acus? a su colega de idealizar (en el volu men ni) el contenido agrarista de algunos programas liberales de 1857 a 1867, olvid?ndose de que en realidad el r?gimen de latifundios se vio reforzado por los supuestos te?ricos del laissez-faire, comunes tanto a
la rep?blica restaurada como al porfiriato. Historia Mexicana, vi:3 (1956), pp. 406-423.
21 Cos?o Villegas: "D?scolos y amargados", en Exc?lsior (M?xico, mar. 21, 1969); reimpreso en Cos?o Villegas: Labor period?stica real e imaginaria, M?xico, 1972, p. 318. Vid. tambi?n la entrevista con Cos?o en Exc?lsior (oct. 25, 1969) .
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libertad individual, pero no la riqueza, es un fin en s? mismo... el m?s imperioso que el hombre puede contemplar".22 Es patente
que Daniel Cos?o Villegas concibi? su Historia moderna como auxiliar en la b?squeda de las prioridades nacionales. En tanto que el compromiso nacional y los fines de servicio
p?blico de Cos?o Villegas son un rasgo notable de su obra, el otro es s? gigantesca documentaci?n. El uso de fuentes en los
diversos vol?menes resulta impresionante conforme a cualquier criterio de medici?n que se aplique, y es una de las razones jus tificables del fuerte aplauso que se le ha tributado. Adem?s de los libros, folletos, peri?dicos, textos legislativos e informes de las dependencias nacionales y estatales, los autores aprovecharon muy bien el centenar de tomos que abarcan los debates parlamentarios del periodo. La mayor?a de los vol?menes de la Historia se basan en por lo menos unos cuantos materiales manuscritos, pero su amplio uso est? limitado a aqu?llos escritos por el propio Cos?o, especialmente los v, vi, vin y ix. No s?lo consult? los papeles de
personajes tales como Manuel Escobedo, Vicente Riva Palacio,
Ignacio Vallarta, Madero e Iglesias, sino que fue el primer histo riador que utiliz? los 675 000 documentos que existen en el archivo recientemente abierto de Porfirio D?az. Adem?s, para los vol?me nes que se ocupan de las relaciones exteriores se consultaron m?l tiples archivos: figuran destacadamente manuscritos de los Estados Unidos, Francia, Espa?a, Inglaterra, Guatemala y M?xico.
Atestiguan la importancia de las fuentes en la Historia mo derna las diversas bibliograf?as que prepar? Cos?o sobre historia pol?tica, publicadas en cuatro ediciones cada vez m?s completas entre 1949 y 1972, adem?s de una exhaustiva gu?a de los mate riales para la historia diplom?tica mexicana.23 Nota aparte merece la compleja compilaci?n y an?lisis de las estad?sticas demogr?ficas del volumen iv y de las estad?sticas econ?micas del volumen vn, 22 Cos?o Villegas: "El M?xico de Tannenbaum", en Problemas Agr?co las e Industriales de M?xico, ni (1951), p. 159a. 23 Cos?o Villegas: "El porfiriato ? Su historiograf?a", cit., La his toriograf?a pol?tica del M?xico moderno, M?xico, 1953; Nueva biblio graf?a pol?tica del M?xico moderno, M?xico, 1965; ?ltima bibliograf?a
pol?tica de la historia moderna de M?xico, M?xico, 1972; Cuestiones internacionales de M?xico ? Una bibliograf?a, M?xico, Archivo Hist? rico Diplom?tico Mexicano, 1966 [Gu?as para la historia diplom?tica de M?xico, 4].
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las cuales, en ambos casos, dieron lugar a publicaciones colate
rales.24
Se han hecho muchos comentarios sobre la forma en que se recurri? a los testimonios de la prensa de la ciudad de M?xico, especialmente de parte del propio Cos?o Villegas, en los vol?me nes consagrados a la pol?tica interior. Aunque haya reconocido que su uso de la prensa puede ser "desmesurado", nunca ha vaci lado en su convicci?n de que es una fuente que posee un valor ?nico. No es dif?cil de entender la raz?n de esta convicci?n, si la relacionamos con la visi?n liberal que tiene Cos?o de la pol?tica y de la historia, en cuyo coraz?n alienta una prensa libre y vigo
rosa. La carrera de Cos?o como ensayista pol?tico, que se ha
desarrollado al mismo tiempo que su carrera de historiador, ha in cluido en a?os recientes una incursi?n extraordinaria en el perio dismo. Los penetrantes discernimientos y los juicios independien tes que emanan de su columna semanal en el peri?dico Exc?lsior
(18 de agosto de 1968 a 2 de abril de 1971) son un rasgo ?nico
en la semicontrolada prensa mexicana.25
La existencia de una prensa libre durante la rep?blica res
taurada le hace sentir un especial atractivo por esa era, y es en su volumen i de la Historia moderna donde se le puede criticar con mayor justicia por confiar demasiado en los peri?dicos y por reproducir en el texto grandes trozos de comentarios contempo r?neos. Esta tendencia es menos notable en los vol?menes viu y ix, en parte porque el uso de la prensa est? equilibrado por una utilizaci?n mayor de manuscritos y de otras fuentes. Se debe tam
bi?n esto ?ltimo a que la prensa misma qued? cada vez m?s
controlada entre 1876 y 1910 y en consecuencia aparecieron co mentarios menos inteligentes y menos cr?ticos. Es evidente que
Cos?o Villegas siente una especial afinidad con los periodistas 24 Seminario de historia moderna de M?xico: Estad?sticas econ?micas
del porfiriato ? 1877-1911, M?xico, 1956; Seminario de historia mo derna de M?xico: Estad?sticas econ?micas del porfiriato ? Comercio exterior de M?xico ? 1877-1911, M?xico, 1960; Seminario de historia
moderna de M?xico: Estad?sticas econ?micas del porfiriato ? Fuerza de trabajo ? Actividad econ?mica por sectores ? 1877-1911, M?xico, 1964.
25 Vid. la ?til discusi?n de estos art?culos (reunidos despu?s y publicados con el t?tulo de Labor period?stica, cit.) por Stanley R. Ross: "Daniel Cos?o Villegas y el ensayo pol?tico'*, en Extremos de M?xico, cit., pp. 33-47.
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liberales de fines del siglo xix, Jos? M* Vigil, Enrique Ch?varri, Daniel Cabrera, Joaqu?n Clausell, y especialmente Francisco Zarco
("ese monstruo de madurez y de buen juicio"), y que cita sus opiniones con especial deleite.26 Cos?o ha considerado siempre a la prensa como fuente "pri maria", junto con los documentos gubernamentales y los manus critos de diversas clases, en contraposici?n a los libros y los folle
tos (sin exceptuar las publicaciones contempor?neas), que son
fuentes "secundarias".27 Los primeros proporcionan "datos o he chos", los segundos "opiniones". Me parece dif?cil de aceptar esta distinci?n, especialmente cuando se la yuxtapone a la implicaci?n de Cos?o de que como la prensa, durante la rep?blica restaurada, era libre y se expresaron en ella todos los matices de la opini?n pol?tica, es una fuente intr?nsecamente superior para la redacci?n
de la historia pol?tica (i, 38). Las declaraciones que hace un
individuo a la prensa, o en un discurso en el congreso, o, si a eso vamos, en un informe ministerial, ?no deben ser consideradas por el historiador, de la misma manera como "opiniones" expresadas por ese mismo individuo en un folleto o en un libro contempo r?neo? ?No pondr?n d? manifiesto, tales testimonios, suposiciones semejantes que el historiador debe ponderar con un grado igual de esp?ritu cr?tico? Aunque el efecto pr?ctico de la clasificaci?n de fuentes que hace Cos?o tal vez sea dif?cil de discernir, te?ricamente
esta clasificaci?n puede llevarnos a sostener el punto de vista muy
discutible de que la opini?n period?stica nos proporciona un
26 HMM, i, p. 249. El procedimiento caracter?stico de Cos?o al dis cutir, por ejemplo, las relaciones de D?az con los gobernadores de los estados, o sus mensajes al congreso, es el de describir lo que ocurri? o lo que se dijo, tom?ndolo o bien de manuscritos de D?az, o bien de la prensa "oficialista", seguido de un comentario cr?tico desde un punto de vista "democr?tico", "independiente" o "liberal". A este respecto,
Cos?o cita especialmente de El Monitor Republicano (por lo que toca a los acontecimientos anteriores a su desaparici?n en 1896). Vid. HMM, ix, pp. 99, 102, 106, 112, 350. El resultado puede ser la implicaci?n de que la resistencia de la prensa a D?az parec?a m?s fuerte e influyente de lo
que realmente fue. 2T ibid., i, p. 35; ix, pp. 944-945. Sus bibliograf?as publicadas por separado se limitan a fuentes "secundarias" aunque comprenden nume rosos libros y folletos escritos entre 1867 y 1910, junto con materiales posteriores a 1910.
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?ngulo insuperable para llegar a la comprensi?n de la realidad pol?tica.
Cualesquiera defectos que puedan descubrirse en el uso que
hace Cos?o de la prensa, su predilecci?n por la misma lo ha lle vado a emprender algunos estudios s?lidos, sutiles y dilatados de los peri?dicos del porfiriato.28 En estos estudios se subraya no
s?lo la lucha de los peri?dicos de la oposici?n en contra del
r?gimen autoritario, sino tambi?n el cambio decisivo que se pro
dujo en la prensa misma al ser fundado El Imparcial por obra
de Rafael Reyes Sp?ndola en 1897. El peri?dico independiente, doctrinario, de circulaci?n limitada, cedi? su lugar al peri?dico barato, noticioso, de circulaci?n masiva, dependiente del gobier no. El hincapi? que hace Cos?o en la tradici?n decimon?nica de la prensa libre parece ser, en parte, una reacci?n al surgimiento
y al predominio del periodismo "industrial" en M?xico.29 Tal
vez haya llevado a cabo sus propios esfuerzos period?sticos con la esperanza de revivir en el M?xico contempor?neo algunas de las cualidades de la prensa anterior a 1897. A principios de su labor historiogr?fica, Daniel Cos?o Villegas hizo una sorprendente declaraci?n en torno al m?todo, cuya ins piraci?n atribuy? a Fustel de Coulanges, el medievalista franc?s
de fines del siglo xix. Cos?o nos dice que su propia meta como historiador es la de "recrear el pasado hasta el punto ideal de
hacerle sentir al lector que ?l es un testigo, hasta un actor, de los acontecimientos pintados en el relato. Y para ello, he maniobrado de modo que no sea yo, el escritor del relato, el historiador, quien hable, sino la historia misma".30
Como Cos?o no ha dicho mayor cosa desde 1953, expl?citamen te, en torno a la cuesti?n del m?todo, es dif?cil saber si todav?a se apega a este credo de la historiograf?a cient?fica de fin de siglo, 28 Ibid., ix, pp. 229-274, 525-595. Vid. tambi?n el tratamiento m?s breve, pero no menos valioso, de Gonz?lez Navarro {ibid., rv, pp. 675
682).
29 Vid. Cos?o Villegas: "The press and responsible freedom in
Mexico", en Responsible freedom in the Americas, Nueva York, 1955, pp. 272-280.
30 Cos?o Villegas: Porfirio Diaz..., cit., p. 13. Fustel, dice Cos?o,
sol?a prohibir a su auditorio que le aplaudiesen en sus conferencias, porque en realidad aplaudir?an a la historia y no a ?l, y hacerlo ser?a
absurdo.
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pero no cabe duda de que ha ejercido una influencia importante en la elaboraci?n de la Historia moderna. Es parad?jico que una obra que se origin? en las convicciones profundas y apasionadas de su director acerca de los problemas del pa?s debiese guiarse por una filosof?a en la cual se permite
a los hechos que hablen por s? mismos. Pero es una paradoja
consustancial a gran parte de la historiograf?a del siglo xix, con la que la Historia moderna tiene algunos puntos de semejanza. La teor?a del dejar que los hechos hablen por s? mismos no s?lo
nos ayuda a comprender la decisi?n de Cos?o de que la obra descansase sobre una cantidad enorme de documentaci?n, sino tambi?n su aguda distinci?n entre fuentes que nos proporcionan datos o hechos y las que nos proporcionan opiniones, o hechos
"en bruto o desnudos", en oposici?n a los "trabajados u orna
dos" (i, 35). Una de las caracter?sticas sobresalientes de la Historia es una suerte de veneraci?n por los hechos o datos. La aplicaci?n de la teor?a de Cos?o ha contribuido a formar una de las principa les cualidades de la obra (que m?s adelante comentar?), a saber, su tono objetivo y, especialmente, su tratamiento del porfiriato en sus propios t?rminos, exento de la acostumbrada perspectiva revolucionaria. Pero la teor?a puede ser tambi?n una de las razo nes que explican la dimensi?n de la obra, que para el gusto mo derno es excesiva. Podr?a sacar uno en conclusi?n, l?gicamente, que si el objetivo de la historiograf?a es dejar que los hechos o datos hablen por s? mismos, entonces ?por qu? no incluir todos los hechos o datos en vez de una simple selecci?n? Adem?s, si el historiador ha de apartarse de su trabajo, entonces, ?cu?l es la
base te?rica de su selecci?n o limitaci?n de los datos? Hay mo mentos en que el lector siente que es v?ctima de que se hayan puesto en pr?ctica tales suposiciones.31
La obra en su conjunto se ve afectada no s?lo por las supo
siciones metodol?gicas de Daniel Cos?o Villegas, sino todav?a m?s por algunos aspectos de su interpretaci?n sustantiva. En efecto, podr?a decirse que la Historia moderna de M?xico no es una obra, sino dos, y tal vez inclusive tres. Aun cuando todos los vol?menes se basan en una formidable documentaci?n, en su organizaci?n,
3l Vid. Lyle N. McAlister: rese?a de HMM, vi, en Hispanic Ame rican Historical Review, xliii:3 (1963), pp. 436-448. En el extranjero se dice en broma (y yo comparto la opini?n) de que don Daniel deber?a conseguir para sus lectores becas de tiempo completo.
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sustancia y estilo de presentaci?n existe una clara diferencia entre los tomos consagrados a la pol?tica interna (i, viu, rx), escritos por el propio Cos?o, y los que compusieron sus colaboradores en ma teria de historia social y econ?mica (u, ni, iv y vn). Los vol?me nes pol?ticos son interpretativos y de forma narrativa, aun cuando no se ajusten a una exposici?n estrictamente cronol?gica. Por otra parte, los vol?menes sociales y econ?micos est?n por lo general desprovistos de toda interpretaci?n patente y su exposici?n es invariablemente "tem?tica". Aun cuando la calidad de estos ?lti
mos vol?menes y de los cap?tulos que los forman var?a considera blemente, comparten todos una debilidad com?n que no se advier
te en los vol?menes de Cos?o, a saber, que los autores, en vez de dominar su vasta cantidad de datos, tienden a verse domina dos por la misma. Esto puede ser resultado, en parte, de la in fluencia de la teor?a de dejar que los hechos hablen por s? mis
mos, que al parecer gui? el trabajo del seminario. Los autores
m?s j?venes, de edades comprendidas en su mayor?a entre los 20 y los 30 a?os cuando comenz? el proyecto, presumiblemente no hab?an compartido el compromiso personal y el impulso interpre tativo de Cos?o y, de tal modo, estaban m?s dispuestos que el propio Cos?o a interpretar literalmente la m?xima. Por consi
guiente, su producto es enciclop?dico en sus alcances y en su
presentaci?n, y, con algunas excepciones notables, flojo en con ceptos, interpretaciones o conclusiones. Se?ala la diferencia entre los vol?menes pol?ticos y los socioecon?micos el hecho de que las introducciones interpretativas de todos los vol?menes est?n escritas
por el propio Cos?o Villegas.
Sin embargo, hay que se?alar que la Historia moderna, que
yo sepa, carece de precedentes como gran obra en colaboraci?n. Por ejemplo, no se la puede comparar con la Cambridge modern
history, ni con Peuples et civilizations, ni con The American nation, porque a diferencia de quienes colaboraron en la ejecu
ci?n de estas obras, los autores mexicanos carecieron virtualmente de una base monogr?fica moderna sobre la cual levantar su obra. Mientras que las obras antes citadas fueron esencialmente s?ntesis
de investigaciones previas, la Historia moderna tuvo que ser a uno y el mismo tiempo investigaci?n fundamental y s?ntesis.32 32 Las ?nicas predecesoras importantes de la Historia moderna son
las obras de Ricardo Garc?a Granados (Historia de M?xico desde la restauraci?n de la rep?blica en 1867 hasta la ca?da de Porfirio D?az,
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EXAMEN DE LIBROS
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Tampoco debemos comparar a la Historia moderna con M?xico a trav?s de los siglos (1888-1889), de m?ltiples autores, que no pretendi? ser m?s que una cr?nica pol?tica. La insuficiencias de la Historia moderna deben apreciarse siempre por comparaci?n con la magnitud de la obra emprendida. En cierto sentido, los dos gruesos vol?menes (v, vi) consagra
dos a las relaciones exteriores de M?xico con Guatemala, Am?rica Central, Estados Unidos y Europa, escritos por el propio Cos?o, constituyen una tercera obra dentro de la totalidad. Aunque ha yan surgido naturalmente dentro de su experiencia diplom?tica, aparentemente son producto de una idea posterior; al menos, un tratamiento por separado de las relaciones exteriores no figur? en el plan original (i, 23). Por supuesto, estos vol?menes enriquecen enormemente el conjunto; forman parte importante de la revisi?n que la Historia nos ofrece de nuestra comprensi?n del r?gimen
de D?az (del que hablar? m?s adelante). Lo sustancial de estos
vol?menes tiene que ver, en muchos puntos, con cuestiones im portantes de los vol?menes pol?ticos y econ?micos. Sin embargo,
a pesar de todo su valor, son esencialmente algo que est? sepa
rado del resto, tanto en su organizaci?n como en su interpretaci?n.
La consecuencia principal de las suposiciones interpretativas
de Cos?o en la elaboraci?n de la Historia tiene que ver con la distribuci?n en periodos, es decir, con la separaci?n fundamental que hay en la obra entre la rep?blica restaurada y el porfiriato.
Hemos visto que, para Cos?o, el problema principal del M?xico M?xico, 1923-1928) y Jos? C. Valad?s (El porfirismo ? Historia de un r?gimen, M?xico, 1941-1947) . La primera nos ofrece un relato ?til, pero
indocumentado de toda la ?poca, y a menudo hace hincapi? en
acontecimientos que afectaron personalmente a Garc?a Granados. Pro bablemente fue el primero en emplear el concepto de "rep?blica restau rada". La historia de Valad?s abarca bien el porfiriato y se bas? en una documentaci?n considerable, pero los juicios frecuentes del autor la echan a perder. No abundan las monograf?as anteriores. Aparte del estudio que Knapp hizo de Lerdo, podr?amos citar a David M. Pletcher (Rails, mines and progress ? Seven American promoters in Mexico ? 1867-1911, Ithaca, 1958), Edgar Turlington (Mexico and her foreign creditors, Nueva York, 1930), los diversos estudios de J. Fred Rippy acerca de las inversiones; Alfred Tischendorf (Great Britain and Mexico in the era of Porfirio Diaz, Durham, 1961) y varias disertaciones nor teamericanas recientes utilizadas por Cos?o Villegas en HMM, rx.
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contempor?neo es de naturaleza pol?tica.33 De igual manera, el hilo central de la historia moderna de M?xico es la pol?tica; y de su distinci?n original entre la rep?blica restaurada "demo cr?tica" y el "tir?nico" porfiriato, provienen la divisi?n del tra bajo y muchas de las virtudes y las deficiencias de la Historia
considerada en su conjunto. Las discusiones en torno a la periodi zaci?n de Cos?o tienden a concentrar su atenci?n en la justifica ci?n de 1867 o 1910, en contraposici?n a 1857 o 1908 o 1920 (i, 11-13; ix, xiii-xiv). Sin embargo, el problema no se presenta en relaci?n con las fechas terminales de la historia moderna de M?xi co, sino m?s bien en relaci?n con la fecha de 1876, punto de in flexi?n pol?tico que fue impuesto r?gidamente tambi?n al trata miento de los temas econ?micos y sociales. ?El car?cter pol?tico de los reg?menes antes y despu?s de 1876 fue lo suficientemente diferente como para justificar la divisi?n de la historia del desarrollo de los ferrocarriles en dos segmentos, ambos por el mismo autor?34 ?No es la historia de la educaci?n, desde 1867 hasta 1910, una sola pieza, como lo son las historias de la inversi?n extranjera, de los aranceles, de las relaciones labora les, del teatro y de la ?pera? O, ?no existen otras fechas clave m?s importantes que la de 1876? Podr?a uno responder que cualquier
divisi?n en periodos basada en la pol?tica hace violencia a las continuidades socioecon?micas, y que sin embargo los aspectos
33 Vid. por ejemplo, Cos?o Villegas: El sistema pol?tico mexicano, M?xico, 1972. Es un an?lisis revisado de la pol?tica mexicana, presen tado primero en forma de diversas conferencias dictadas en la Univer
sidad de Texas.
84 Cos?o se da cuenta del problema, pues en la introducci?n a HMM,
n, p. 20, afirma (al hablar de la pol?tica de ferrocarriles) que lo que dice Calder?n demuestra c?mo la rep?blica restaurada es el antece dente del porfiriato; sin embargo, subraya de nuevo el car?cter "demo
cr?tico" de la primera (p. 18) y habla del ?ltimo diciendo que es
una "degeneraci?n de la rep?blica restaurada" (p. 21). Vid. Walter V. Scholes: rese?a de HMM, n, en Hispanic American Historical Review, xxxvi:3 (1956), pp. 400-401. No me parece convincente el alegato ante
rior de Cos?o (en HMM, i, p. 23) para la soluci?n de continuidad de
la historia econ?mica y social en 1876 con fundamento en los cambios que correspondieron a la turbulencia de la vida pol?tica en la rep?blica
restaurada y la calma que prevaleci? en el porfiriato, cambios socio
econ?micos moderados hasta 1876 y cambios m?s grandes y m?s impor tantes despu?s.
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pr?cticos de una obra como la Historia moderna exigen que acep temos 1867 y 1910 como fechas terminales. Otro problema que result? de la decisi?n en torno a la distribuci?n en periodos es el de
que no existe una uniformidad de organizaci?n o tratamiento
dentro de los dos pares de vol?menes sociales y econ?micos. Por ejemplo, el excelente an?lisis de las finanzas p?blicas en el volu men n va seguido de una exposici?n patentemente m?s floja y mec?nica, por obra de un autor diferente, en el volumen vn de la obra. Un punto sustancial, la acumulativa reconstrucci?n de las finanzas de M?xico por obra de tres ministros notables, Mat?as Romero, Manuel Dubl?n y Jos? Iv?s Limantour, tiende a perderse. En general, el volumen n hace el intento de relacionar diversos aspectos de la econom?a desde 1867 hasta 1876, en tanto que el volumen vn est? tajantemente dividido en diez cap?tulos tem?ti cos, de autores diferentes, lo cual impide lograr una comprensi?n del conjunto. Podr?a a?adirse que el tratamiento por separado de cuestiones socioecon?micas antes y despu?s de 1876 dio una ven taja a los autores de los vol?menes anteriores, sobre todo a Luis Gonz?lez y Francisco R. Calder?n, pues les permiti? ofrecer un fondo y un contexto v?lido para toda la era, en tanto que los autores del porfiriato se vieron a menudo reducidos a desempe?ar el papel de suministradores de datos. Son notables excepciones, a este respecto, el estudio de Mois?s Gonz?lez Navarro, que aparece en el volumen iv, sobre tenencia de la tierra, y el ampliamente fundamentado an?lisis que hace Nicolau d' Olwer de las inversio nes extranjeras en el volumen vn. Es importante se?alar que la exposici?n de las relaciones exte riores no toma en cuenta el rompimiento de la continuidad de 1876. De hecho, Cos?o reconoce expl?citamente la continuidad de la pol?tica exterior mexicana seg?n la formul? Ju?rez en 1867 y s?lo gradualmente la modificaron sus sucesores, antes de que
D?az, en 1888, la abandonase.35 La historia magistral que nos traza Cos?o de las relaciones exteriores se ve reforzada por el 35 HMM, vi, pp. viii-ix. Es curioso que Cos?o justifique su divisi?n en periodos de los asuntos extranjeros como una manera de contrarrestar a quienes atribuyeron a D?az elementos de dicha pol?tica que fueron
realmente desarrollados por sus predecesores. De tal modo, es cohe
rente en su esfuerzo por acentuar la significaci?n de la rep?blica res taurada, aun cuando invierte su manera de enfocar la periodizaci?n para
hacerlo.
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hecho de que la era se considera como un conjunto, al tiempo
que las historias de la sociedad y de la econom?a tienen la falla de no hacerlo. La fragmentaci?n hace dif?cil la comprensi?n del cambio socioecon?mico y, adem?s, hace patente la primac?a de lo pol?tico. La narraci?n de Cos?o, interrumpida en el punto l?gico de inflexi?n que es la fecha de 1876, subraya el cambio, pero a menudo nos perdemos el sentido de la relaci?n entre la pol?tica
y otros asuntos. Un ejemplo notable es que la explicaci?n que se da de la ca?da del r?gimen de D?az se expresa por completo en t?rminos pol?ticos en el volumen ix y no se la trata en lo
m?s m?nimo en los vol?menes iv y vn.36
Hemos se?alado la complejidad de la interpretaci?n que hace Cos?o de la historia moderna de M?xico basada en una ambi valencia respecto de la relaci?n entre la rep?blica restaurada y
el porfiriato. Esta complejidad queda demostrada con mayor claridad a?n en la obra maestra de la Historia moderna, a sa ber, la historia pol?tica de los a?os 1876 a 1910, redactada por Cos?o. Aun cuando no haya renunciado al liberalismo consti tucional, que lo llev? a una censura inicial del r?gimen, Cos?o Villegas nos ofrece, por vez primera, una comprensi?n porme norizada y una valoraci?n juiciosa de la pol?tica porfiriana.
Su mayor logro es haber roto la barrera ideol?gica de 1910, haber renunciado a la perspectiva revolucionaria vulgar, que considera al porfiriato ?nicamente como un "antiguo r?gimen" opresor. Adem?s, se ha producido un cambio sutil en la actitud de Cos?o con respecto a D?az y su r?gimen en las ?ltimas dos d?cadas, un cambio que dice mucho a su favor como historiador.37 El esp?ritu 3? Vid. Lorenzo Meyer: rese?a de HMM, rx en Historia Mexicana,
xxn:2 (1972), pp. 234-243.
3? Jos? Fuentes Mares comenta: "siendo irascible como es, su obra
es un modelo de equilibrio, de objetividad" ("Hombre violento", en
Exc?lsior (M?xico, feb. 19, 1971) . Mart?n Quirarte ha observado c?mo
la ira de Cos?o para con el porfiriato fue aflojando a medida que se
fue adentrando cada vez m?s en ?l ("Historia pol?tica ? Siglo xrx", en
Historia Mexicana, xxv:2-3 [1965-1966], p. 421). Vid. tambi?n las palabras cambiadas entre Gonz?lez Navarro y Cos?o (Historia Mexicana,
xx:3 [1970], pp. 470-475) ; tambi?n los interesantes comentarios de
Laurens B. Perry ("Political historiography of the Porfirian period of Mexican history", en Investigaciones contempor?neas sobre historia de M?xico ?- Memorias de la tercera reuni?n de historiadores mexicanos
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cr?tico que lo ha llevado a poner en tela de juicio las ortodoxias
ret?ricas e ideol?gicas de las revoluciones permanentes le ha permitido tambi?n abrirse paso a trav?s de estas mismas ortodoxias
en su aplicaci?n a la interpretaci?n de la historia anterior a
1910.38 La opini?n corregida que de D?az se forma Cos?o aparece no s?lo en los vol?menes vni y ix, sino tambi?n en el v y el vi.
De hecho, si acepta uno la premisa impl?cita de Cos?o, de que la pol?tica tiene importancia primordial en la historia moderna de M?xico, los vol?menes sociales y econ?micos contribuyen tam bi?n a esta revisi?n del porfiriato, y las debilidades o fallas de estos vol?menes se convierten realmente en virtudes.
Cos?o se lanza en contra de la imagen de caj?n, petrificada e intemporal, que muestra siempre al octogenario Porfirio D?az en las festividades del centenario de 1910 (vin, xiv), y ha subrayado el cambio que, a lo largo del tiempo, sufrieron tanto el hombre como el r?gimen. Cos?o Villegas ha hecho por el porfiriato lo que Roben C. Padden hizo por el imperio azteca y Woodrow Borah, Fran?ois Chevalier y P. J. Bakewell hicieron por el siglo xvi: pre senta como desarrollo una era que anteriormente hab?a sido in terpretada tan s?lo como una totalidad monol?tica. Por ejemplo, vemos ahora los a?os que van desde 1876 hasta 1910 como ocho periodos electorales, cada uno de ellos lleno de ludias de faccio nes, de debates en torno a la constituci?n y a los cambios en la
misma, de diversos grados de oposici?n a la perpetuaci?n de
D?az. Los vol?menes vin y ix nos ofrecen un cuadro claro de epi sodios hasta ahora oscuros de este desarrollo, como el de la recon ciliaci?n de D?az con los "viejos liberales" durante su primer r?gi men, el surgimiento de Manuel Gonz?lez como personaje destacado por derecho propio, la formaci?n de la Uni?n Liberal Nacional
y norteamericanos, Oaxtepec, Morelos, 4-7 de noviembre de 1969, M?xico,
El Colegio de M?xico, 1971, pp. 458-477).
38 Debe hacerse una importante distinci?n entre la interpretaci?n constitucionalista liberal de Cos?o y lo que podr?amos llamar la inter pretaci?n liberal oficial de la pol?tica del siglo xix. Esta ?ltima, como la presenta por ejemplo Jes?s Reyes Heroles, postula una continuidad
directa entre las ideas liberales del siglo xrx, as? como de las ideas
pol?ticas de antes de 1867, y los programas de la revoluci?n, olvid?ndose del porfiriato o interpret?ndolo ?nicamente como una suerte de anden r?gime. Vid. mi "Liberalismo mexicano", en Historia Mexicana, xn:3 (1963), pp. 457-463.
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en 1892 como esfuerzo realizado por el "establishment" para
contener el poder perpetuo de D?az, la lucha en torno a la suce si?n, que condujo a la creaci?n de la vicepresidencia y al periodo de seis a?os en 1904, y al creciente conflicto entre los cient?ficos y los gobernadores de los estados, sobre todo entre Limantour y Bernardo Reyes, en su calidad de sucesores potenciales de D?az
en 1910.
Para calificar el r?gimen de D?az, Cos?o se deshace de su ante rior etiqueta de "tir?nico", lo mismo que de la de "dictatorial" y prefiere el t?rmino m?s neutral de "autoritario" (ix, xx-xxt). No obstante, como considera que la ampliaci?n de la autoridad pre sidencial fue un proceso constante desde 1867 hasta 1888, un tema
central del relato es c?mo se las arregl? D?az para conser
var el poder absoluto desde 1888 hasta 1910. Redujo a los gober
nadores a un servilismo extremo (revelado a menudo, gr?fica
mente, en los archivos de D?az), limit? al congreso y maniat? a la prensa, y supo enfrentarlos entre s? a los rivales potenciales de su poder. Cos?o insiste en que inclusive su ?lite de consejeros, los cient?ficos, no pasaban de "ser un poder secundario, derivado de la ?nica fuente real de poder, que se llamaba Porfirio D?az".
(ix, 854). Al mostrar c?mo D?az no pudo o no quizo zanjar
decisivamente la cuesti?n de un sucesor fuerte, Cos?o, en efecto,
sugiere que el colapso del r?gimen se debi? tanto al conflicto
interno y al debilitamiento del liderazgo como a la resistencia exterior. Cos?o hace hincapi? particular en el hecho de que D?az sobrevivi? a la mayor?a de los subordinados capaces y dignos de confianza que tuvo (ix, 494-524).
De los estudios realizados por Cos?o en torno a la pol?tica
exterior surge tambi?n una opini?n corregida acerca del r?gimen
de D?az. Alega convincentemente que D?az fue un nacionalista aut?ntico y no un mero lacayo de los intereses extranjeros. El go
bierno republicano, despu?s de 1867, se enfrent? a un dilema. Manten?a relaciones con una sola naci?n importante, los Estados Unidos, antiguo aliado en contra de la intervenci?n europea; y sin embargo, sus dirigentes comenzaron a darse cuenta de que esta situaci?n podr?a conducir a una indisputada hegemon?a norteamericana en los asuntos mexicanos. D?az y Gonz?lez actua ron para contrarrestar la influencia norteamericana al renovar las
relaciones con Francia (1880) y con Inglaterra (1884) y, final
mente, al alentar las inversiones europeas. En sus extensos estu dios de la cuesti?n fronteriza con Guatemala y los esfuerzos por
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fomentar la uni?n centroamericana, Cos?o muestra que el r?gimen de D?az intervino profundamente en los asuntos centroamerica nos, en parte para compensar el apoyo que los norteamericanos
daban a los intereses guatemaltecos (volumen v). Adem?s, el
nuevo r?gimen, ayudado por la negociaci?n brillante y firme de Ignacio Vallarta, pudo conseguir que Estados Unidos reconocie sen las condiciones mexicanas en 1878.39 En un episodio poste rior, y luego de un atento estudio de los documentos, Cos?o de muestra que D?az no comprometi? el honor nacional ni permiti?
a los Estados Unidos ocupar la bah?a de Magdalena, en Baja
California, como estaci?n de abastecimiento de carb?n (VI, 316 317), acusaci?n que frecuentemente se ha levantado contra el dic tador. Inclusive llega a sentir simpat?a por el vacilante r?gimen de D?az en sus vanos esfuerzos por persuadir a los Estados Unidos para que aceptasen la extradici?n de agitadores pol?ticos y revc* lucionarios mexicanos. No obstante alguna flojedad en la organizaci?n y ciertas des
igualdades cualitativas, los estudios sobre econom?a ayudan a
completar el cuadro corregido del porfiriato. Cos?o afirma que el r?gimen de D?az puso las bases de una moderna econom?a na cional (vn, xiii), generalizaci?n corroborada por los diversos cap?
tulos. Por ejemplo, Calder?n rechaza las acusaciones de que la
pol?tica ferrocarrilera porfiriana estuviese guiada totalmente por los dictados de una econom?a de exportaci?n y no por razones de desarrollo interior, y a?ade que muchas de las antiguas defi
ciencias de la planeaci?n fueron problemas universales de la
?poca, igualmente caracter?sticos, por ejemplo, de Estados Unidos (vn, 630, 633). Subraya tambi?n la pol?tica clara y previsora de Limantour, que culmin? d?cadas m?s tarde en la nacionalizaci?n
(vn, 570-571, 604-613). D'Olwer, aun cuando califique a las in versiones norteamericanas como las m?s "coloniales" a causa de su vinculaci?n con la pol?tica franca de "penetraci?n pac?fica" o de "conquista econ?mica" (vn, 1013, 1167), parece dar por supuesto
que l? intensa inversi?n extranjera fue una parte necesaria y beneficiosa del desarrollo econ?mico porfirista. La misma con
cepci?n benigna del r?gimen caracteriza los buenos estudios sobre 39 HMM, vi, pp. 3-250. Cos?o public? tambi?n su historia de este episodio por separado (Estados Unidos contra Porfirio D?az, M?xico,
1956, y, en ingl?s [traducido por Nettie Lee Benson], The United
States versus Porfirio Diaz, Lincoln, 1963).
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moneda e industria de Fernando Rosenzweig. En pocas palabras, el volumen vu nos proporciona un punto de partida equilibrado
y pormenorizado para la realizaci?n de futuras y m?s sutiles investigaciones.
Otro tanto podr?a decirse del volumen rv, el cual, por la
organizaci?n de sus temas, su vasta documentaci?n y su carencia
de hincapi? en el cambio, pone las bases para el estudio de la
sociedad porfiriana en sus propios t?rminos. Como el volumen no
trata directamente los or?genes sociales de la revoluci?n, nos
proporciona un correctivo para las interpretaciones deformadas que subrayan ?nicamente la explotaci?n social. Hay amplios tes timonios de la explotaci?n en los cap?tulos que consagra Gonz?lez
Navarro a la tierra y los trabajadores, pero en este volumen exhaustivo y enciclop?dico destacan tambi?n temas menos estudia dos, tales como el del desafortunado programa de colonizaci?n, la expansi?n de un sistema laico de beneficencia, los problemas de
modernizaci?n de la educaci?n superior y la terminaci?n del
multisecular esfuerzo para lograr el desag?e de la ciudad de M?xi co.40 Sin embargo, los historiadores futuros tendr?n que concen trar su atenci?n en las relaciones necesarias entre lo "econ?mico" y lo "social", pues la separaci?n de estas categor?as en la Historia moderna es a menudo artificial y arbitraria.
Es patente que despu?s de 20 a?os de estar inmerso en la
documentaci?n del periodo 1876-1910, Daniel Cos?o Villegas, como corresponde a un buen historiador, adquiri? una s?lida aprecia ci?n e inclusive una ocasional simpat?a por el r?gimen de Porfirio D?az. Al mismo tiempo, no ha vacilado en sus convicciones libe rales iniciales. Una de las razones que ofrece Cos?o para ampliar la exposici?n de la pol?tica interior hasta 1 993 p?ginas (de tipo m?s peque?o que el de los vol?menes anteriores) es la de demos trar, con todo pormenor, que las libertades p?blicas y la cr?tica
del r?gimen ?en pocas palabras, la "vida pol?tica"? se mantuvo viva a pesar de los extremos del gobierno autoritario (ix, xvt). Su afici?n por la prensa "liberal" como fuente, y el ?nfasis consi
derable que pone en la prensa en su amplio estudio de la oposi ci?n gradualmente creciente despu?s de 1888 (todo el ?ltimo 40 Gonz?lez Navarro ampli? su estudio de la colonizaci?n en una
monograf?a publicada por separado: La colonizaci?n en M?xico (M?xi
co, 1960).
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tercio del volumen ix), apuntan el mantenimiento de estas con vicciones liberales. Adem?s, se?ala claramente la oposici?n consti tucionalista liberal, desde el panfleto antirreeleccionista de 1892 escrito por Emilio V?zquez G?mez (rx, 643-646) hasta la campa?a de Madero de 1908-1910. Al mismo tiempo, presta menos aten ci?n al radicalismo social de los "precursores".
En la columna semanaria que estaba escribiendo al mismo
tiempo que su volumen de la Historia, Cos?o, medio en broma, pidi? que se convocase una nueva convenci?n constitucional para
el a?o de 1972, se?alando que "el M?xico de hoy recuerda cada vez m?s los ?ltimos a?os del porfiriato y los albores del made rismo". A?adi? que uno de los consejeros de la convenci?n debe r?a ser un historiador del siglo xix, que pudiese convencer a los delegados de que "el verdadero problema de un gobierno, de cualquier gobierno, es limitar el poder del gobernante".41 Al
terminar la Historia moderna de M?xico nos queda el sentimiento
de que existe una tensi?n no resuelta entre Cos?o Villegas el
historiador y Cos?o Villegas el abogado y cr?tico de la causa liberal.
Si la hip?tesis principal de este ensayo es correcta ?la de que la Historia moderna naci? de la preocupaci?n que le caus? a Cos?o
la crisis por la que atraves? M?xico en la d?cada de 1940 y su deseo de ofrecerle al pa?s un nuevo conjunto de prioridades
podr?amos entonces, finalmente, preguntarnos si la obra llegar? a cumplir las esperanzas de su director. La respuesta inmediata tendr?a que ser un no, sobre todo porque la obra no ser? le?da por un n?mero suficientemente grande de personas. Cos?o pre tende que la Historia se dirige tanto al lector general como al historiador,42 pero su enorme dimensi?n y su aplastante masa de
informaci?n con toda seguridad desalentar? a aquellos que, en
41 Cos?o Villegas: *'A constituirnos" y "El gran debate", en Excelsior (may. 23 y jun. 6, 1969) . Vid. tambi?n Cos?o Villegas: Labor period?s tica, cit., pp. 329 y 334, donde reafirma sus convicciones constituciona listas.
42 HMM, i, p. 39. Implic? esto al justificar su excepcional estilo en las notas de pie de p?gina, que ya ha dado lugar a suficientes comen tarios. Baste con decir que el sistema utilizado en los primeros vol?
menes, m?ltiples referencias en una sola entrada, pertenecientes a
menudo a muchas p?ginas del texto, es sencillamente inutilizable (por ejemplo, ibid., in, p. 943, donde toda una p?gina de referencias abrevia
das sigue a una sola nota de pie de p?gina). En los vol?menes v, vi, vin y ix Cos?o, afortunadamente, se atuvo al sistema est?ndar.
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generaciones anteriores, podr?an haber le?do a Alam?n o inclusive M?xico a trav?s de los siglos. Por otra parte, los ensayos de Cos?o, que a menudo presentan en forma destilada los mismos argumen tos que la Historia, ejercer?n una influencia m?s amplia, y tal vez a trav?s de ellos Cos?o logre llevar a cabo su misi?n p?blica.
Por otra parte, el Seminario de Historia Moderna ha sido un ?xito, puesto que ha producido por lo menos dos de los m?s destacados historiadores profesionales de M?xico, que se han
desarrollado hasta rebasar considerablemente las restricciones de la Historia y han escrito importantes obras independientes. Los diversos vol?menes de la historia social y econ?mica son minas de informaci?n y punto de partida para la investigaci?n futura de in numerables temas. M?s a?n, el espl?ndido relato de Daniel Cos?o Villegas, escrito con brillante estilo, ser? un indispensable punto de partida para todo aquel interesado en la historia pol?tica.43 Sin embargo, el logro m?s grande que representa la empresa
es de un car?cter m?s general. Al abrirse paso a trav?s de la
aparentemente impenetrable barrera ideol?gica levantada por la re voluci?n de 1910, al eludir el impulso centenario de la historio graf?a y al basar sus interpretaciones en una investigaci?n seria,
Daniel Cos?o Villegas y sus colaboradores han dado nueva vida al estudio profesional del M?xico moderno y contempor?neo, tanto dentro como fuera del pa?s.
43 Peter H. Smith (rese?a de HMM, vin, en Historia Mexicana, xxi:3 [1972], pp. 538-542) formula algunas de las preguntas que podr?an hacer los futuros estudiosos de la pol?tica porfiriana. Hay que observar que los vol?menes vm y ix son una fuente inapre
ciable de informaci?n biogr?fica dif?cil de encontrar acerca de pol?ticos
de aquel tiempo.
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