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S á b a d o 0 7 N o v i e m b r e d e 2 0 1 5 . A ñ o I V.

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El silencio,

la voz más dulce de la vida

Ciervos:

poemas en la mira de Fernando Trejo

De crónicas

[César Trujillo]

[Fabián Rivera]

[César Trujillo]

Pág. 3

Pág. 5

y cosas peores Pág. 7


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Juego de palabras

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a ilustradora Sophie Corrigan es la creadora de esta serie de imágenes que llevan un divertido juego de palabras, las cuales terminan convertidas en lindas postales que nos muestran que mezclar palabras con animales puede llegar a ser muy curioso e interesante. Tomado de la página de Facebook /mott.pe

DIRECTORIO

Noé Farrera Morales DIRECTOR GENERAL

Noé Juan Farrera Garzón DIRECTOR EDITORIAL PÉNDULO

César Trujillo COORDINADOR/EDITOR

Rogelio Santos Santiago

LEGALES

Rayuela, suplemento de arte, literatura y sociedad del periódico Péndulo de Chiapas, No. 337 (Edición Especial) Año IV, Sábado 07 Noviembre de 2015. Impreso en 13 Poniente Norte Núm. 698, colonia Magueyito. Código Postal 29000, Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, México. Teléfono (961) 61 Javier Ríos Jonapá 24529. Se prohíbe la reproducción total o parcial de los contenidos sin el PRODUCCIÓN E IMPRESIÓN consentimiento expreso de sus autores. La redacción no responde por originales no solicitados. Los contenidos, así como parte de los títulos y subtítulos son responsabilidad exclusiva César Trujillo, Marcelino Champo, René de quien los firma y no representan necesariamente el punto de vista del Morales, Javier Opón, Fausto Carámbura, Arbey Rivera, Fabián Rivera, Fernando Trejo, periódico Péndulo de Chiapas.

DISEÑO

Raúl Vázquez, Tania Ramos, Zaíra Lobato CONSEJO EDITORIAL

Correspondencia: tolstoi25@hotmail.com


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El silencio, la voz más dulce de la vida* La noche y yo hemos perdido Así hablo yo, cobardes. La noche ha caído y ya se ha pensado en todo. (Alejandra Pizarnik)

[César Trujillo**]

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Querido Manuel: e escribo como si te conociera de hace tiempo, como si la complicidad de nuestras letras cabalgaran juntas desde el siempre –palabra que abarca un todo irreductible- . Te confieso que seguí tus indicaciones para leer Los disfraces del fuego, ese poemario tan maravilloso al que he recurrido varias veces, sin pensarlo, y al que me llevan muchas otras lecturas. (Y aquí hago, un paréntesis para explicar que esto no es simple cortesía, diplomacia, que esto no es la costumbre de decir cosas bellas por cumplir, sino que es esa emoción que aún brinca entre mis dedos, entre mi pecho, como cuando por vez primera leí a José Carlos Becerra y me quedé pasmado, con los ojos pegados y la memoria dando tumbos en paisajes). Primero, me embebí en esa maravillosa pieza Für Alina, de Arvo Part, mientras te leía; posteriormente te seguí leyendo con Tabula rasa. Repetí la fórmula más de una vez hasta que –no sé cómo explicarte- pude estar en otro sitio, abrazando cada uno de tus versos, mientras el silencio, tu silencio, Manuel, el silencio donde nadie escucha, es como el eco sordo de una campana que canta para sí misma, donde un coro de cristales se funde de tal forma que el cuerpo y su armonía flotan en esa arquitectura musical inexplicable, casi como la colina bifurcada del valle gris de Silencio, la misma que se dirige a una torre donde los violines esperan en la complicidad de Gidon Kreemer. Los disfraces del fuego, dividido en tres cantos, abre con Tintinnabuli, que más allá de empezar con tempo lento, se trasforman en un prisma dividiendo los colores, partiendo –minuciosamente- el espacio en la armonía de tus versos y la musicalidad de cada imagen trazada perfectamente. Sí, lo repito, trazada perfectamente. Cito: Si te repites tú, silencio, Si te ecas, ¿Qué ritmo se hace luz? Todo en tu libro, querido Manuel, es musical. El tránsito en el que el silencio conversa con la vida y con la muerte, y viceversa, acompañan al lector y le enchinan hasta la médula. Como cuando escribes: “Tu silencio es un pez cortando la negrura”, y uno siente que la piel se eriza, se corta desde la sangre, sin encontrar el final de esa “Balada sin principio”. Desde la portada donde un pez con distintos registros, con una dualidad como la del YingYang, un pez que parece evocar lo onírico, un trance de la vida entre silencios, nos mira de reojo, hasta conformar un silencio rítmico donde las interrogantes son un todo sugerido, un todo donde la muerte se embellece. Cito: Lleno de ti, mi muerte, Siento en mis venas Transparentes pájaros La obsesión, la casa, el cuerpo, el amor, la desnudez, la ilusión, los desencuentros, la muerte, todos disfraces en los que nos sumerges, disfraces que son un eterno retorno, una especie de memento mori, donde quien lee recuerda que está vivo y que la muerte también lo está, como lo está el silencio imbuido dentro de la música y la armonía. Como cuando uno se muere en el sueño de formas diferentes y se roza el olvido, al cual sólo la memoria puede revertir como el aire entre las hojas de los árboles. ¿Puedes escucharlo? Leer Los disfraces del fuego es leer una poesía fresca, una poesía alejada de convencionalismos, una poesía en toda la extensión que la palabra implica,

abrazando aforismos, deshaciendo los nudos para dar paso a las imágenes que no se agolpan como en otros poetas que se atragantan de versículos vacíos. La poesía, tu poesía, Manuel, es esa que guardará el tiempo en su memoria, evocando silencio necesario, irreductibles, espacios donde convergen, en instantes incuantificables la muerte-vida. Cito: Dentro del pecho, muerte mía, crece tu flor como a los pies del ahorcado. Yo voy regándote de luz y de disfraces te voy haciendo el mundo. En tu poesía, Manuel, radica esa belleza a la que Borges describía como una sensación física, algo que sentimos con todo el cuerpo, algo que no es el resultado de un juicio, puesto que no llegamos a ella por medio de reglas; es decir, “sentimos la belleza o no la sentimos” y en Los disfraces del fuego no hay disfraz que pueda apartarla, porque el silencio entre tus versos es el todo que puede dialogar –secretamente, quizá- con la misma muerte, como ese cíclico ir y venir, donde hay arquetipos repitiéndose infinitamente desde el origen de todo. Cito: Quiero jugar a herirte, mi silencio quiero jugar a que te arrojo piedras Para luego, mostrar que hay pasados que construyen, a base de silencios, ciudades dormidas entre la sintonía de una nota musical y el fuego del aire tocando los párpados, simétricamente, hasta dejarnos en el azul del cielo y ese testigo enraizado que nos observa desde lejos, y nos avienta a la vida dando tumbos, viviendomuriendo, depende nosotros, creo, hasta llegar a la fuga, el último aliento, el eterno retorno al silencio, al cosmos, a lo que tú poeta llamas la previda. *Texto leído en la presentación del poemario Los disfraces del fuego (ganador del Premio Regional de Poesía “Rodulfo Figueroa” 2014) en la 4ª Feria Internacional del Libro (Chiapas-Centroamérica) de la Unach

**César Trujillo

Poeta y periodista. Nació en Yajalón, Chiapas, el 23 de julio de 1979. Licenciado en Lengua y Literatura Hispanoamericana por la Universidad Autónoma de Chiapas (UNACh). Ha colaborado con poemas sueltos en las revistas virtuales Vozquemadura y Ombligo, y en las revistas Universa, Labrando agua e Inn Magazinne, y con crónicas, reportajes y artículos en los periódicos estatales Cuarto Poder y El Péndulo. Es coordinador, editor y miembro del consejo editorial del suplemento cultural Rayuela. Es miembro de la Red de Periodistas amigos del Planeta. Ha participado en diferentes festivales nacionales e internacionales. Obtuvo el premio Timón de Plata en el certamen de poesía por el Instituto de Artes de Querétaro y la Secretaría de Marina (2014). Fue disertador sobre “La poesía y las editoriales independientes” en la Feria del Libro “Flex” en Guatemala (2015). Ha publicado Laberintos, poemas donde la belleza se arruina hermosamente, (Puerto Rico, 2012), “Donde termina el país de las maravillas” editorial Public Pervert (Chiapas, 2014) y “De corazones y cardiopatías” editorial Public Pervert (Chiapas, 2015). Parte de su obra ha sido aparece en las antologías: Carruaje de Pájaros 8ª edición (2015), Un manojo de lirios para el recuerdo (2015) y en el Tratado de Poética Mesoamericana (Honduras, 2015).


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Arte escénico:

Boleros distorsionados

Fotografía: Marcelino Champo

[Yoloxóchitl García Santamaría]

H

e sido testigo de muy pocas producciones artísticas aquí en el estado de Chiapas. Ya sea por mi desidia, por falta de tiempo, por falta de dinero e incluso por falta de fe, he dejado pasar funciones de teatro, música o danza; no me arrepiento. Pero también está la otra parte de mí, que busca sin encontrar o encuentra más de lo que buscaba. A veces he tenido que salir de la capital (Tuxtla Gutiérrez) para buscar más “oferta cultural”. En San Cristóbal de las Casas, sin esperarlo, siempre me encuentro con eventos dirigidos al público infantil y eso me reconforta, incluso me devuelve la fe al observar que esos espectáculos, ya sean títeres, teatro, música, danza, cuentacuentos, etc., son en su mayoría gratuitos y al aire libre. Por lo tanto, son incluyentes. Y en un Estado en el que la mayoría de la población se encuentra en pobreza extrema, ser testigo de que los niños aún ríen y de que el teatro puede, aunque sea por un momento, cambiar la tristeza por alegría me da una esperanza para seguir explorando dentro de los territorios del arte escénico, aunque sea como espectadora. Por su parte, Tuxtla Gutiérrez me da más enojo que alegría. Las veces que he querido presenciar algo de teatro, me voy con una gran desilusión, empezando por la falta de compromiso en la puntualidad.

Sin embargo, quiero contarles que el sábado 17 de octubre, asistí a una función de danza contemporánea, que en general me pareció un esfuerzo positivo de una compañía de jóvenes. No conozco al grupo, ni siquiera sé si ya tienen años trabajando con proyectos semejantes, pero lo que presencié me devolvió nuevamente la fe en las artes escénicas que se realizan en Chiapas. Debo advertirles que tampoco sé mucho de danza contemporánea y de los parámetros que debo seguir para juzgarlos, pero aquí estoy hablando desde mi “simple visión de espectadora”. En un primer momento me sentí muy satisfecha porque mi cuerpo no es el mismo si está frente a un escenario. Porque mi emoción no es la misma cuando apagan las luces del espacio. Porque reconozco un latir sincronizado entre los que están arriba del escenario y mi corazón. Pocas veces durante la función me sentí ajena a lo que acontecía en movimientos. Tal vez pudiera decir que no era necesario pronunciar palabras en un evento de danza. Y que las intervenciones musicales, de voz, guitarra y armónica en vivo fueron muy pocas, que personalmente hubiera preferido que no se utilizara música grabada cuando en escena tenían la voz y melodía justa. Visualmente, el escenario me pareció limpio en imágenes, (a veces, muy pocas veces, cargado de movimientos más decorativos que necesarios). Los elementos

u objetos presentes fueron tan necesarios que no me pareció un exceso colocar los 43 rostros de los estudiantes de la normal de Ayotzinapa, aun cuando caían entre el caminar de los intérpretes. Me parecieron justos los colores que se manejaron en el vestuario: negro y rojo. La iluminación fue otro acierto. La reflexión del amor como tema quedó superado precisamente al incorporar una problemática social actual. Aclarando un poco de lo que hablo es preciso decir que la compañía se llama Escénica Obra Negra, y la función a la que asistí tuvo por nombre Boleros distorsionados, estos boleros, por un lado fueron interpretados por Los Malqueridos, de los cuales me declaro admiradora, y afortunada de que las dos personas que lo componen son mis alumnos, estudiantes de la licenciatura en Lengua y Literatura Hispanoamericanas. Y por otro lado, la danza estuvo apoyada por boleros grabados, es decir, no en vivo como las intervenciones de Los Malqueridos. Boleros distorsionados fue la segunda función de cuatro que realizó la compañía en el Auditorio de la UNICACH. La primera fue Boleros, el sábado 24 presentaron Tiempo de Siembra y finalmente, el domingo 25 de octubre, se presentó Ombligo de Sueños que, como lo anuncia su cartel, es un espectáculo infantil para que lo vean los grandes, así que a esa última función también asistí.


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Ciervos:

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poemas en la mira de Fernando Trejo

El más reciente título del autor nacido en Tuxtla Gutiérrez, significa una “vuelta de tuerca” dentro de su obra, que hasta el momento ha sido de corte más personal

Fernando Trejo, en compañía de Manuel Iris, Iván Trejo y Fabián Rivera, en la presentación de “Ciervos”, realizada el jueves 29 de octubre, en el marco de la IV Feria del Libro Chiapas-Centroamérica, organizada por la UNACH.

[Fabián Rivera]

F

ernando Trejo es uno de los autores más prolíficos de la generación de 1980, en Chiapas. En tan sólo cuatro años, ha publicado un total de cinco títulos de poesía: Travelling (2011); Las alas de mis ensoñaciones que son pájaros (2012, Premio de poesía joven Max Rojas 2011); Bérsame (2014, Premio de Poesía Ydalio Huerta Escalante 2008); Solana (2014, Mención honorífica Premio Nacional de Poesía Joven Elías Nandino 2014) y Ciervos, publicado por la editorial Atrasalante en coedición con el Coneculta-Chiapas. Ciervos, cuyo título original es “En los légamos de la insurrección”, obtuvo el Premio Estatal de Poesía para Obra inédita Enoch Cancino Casahonda, en el 2014. Como podemos ver, el autor ha logrado la publicación de éste y sus libros anteriores gracias a concursos como el Enoch Cancino, cuya aparición es más bien fugaz, ya que su convocatoria, al día de hoy, sigue sin emitirse nuevamente, lo cual habla de la falta de continuidad de un proyecto de esta naturaleza, tan importante para dar a conocer nuevos autores chiapanecos. Sin embargo, Ciervos, a mi consideración, significa un cambio radical en la construcción del discurso literario de Fernando Trejo. Mientras Travelling, Bérsame y Solana se sostienen sobre experiencias personales (la cercanía del autor con el cine; la nostalgia vertida en los recuerdos de su hermana; la dolorosa pérdida de un familiar muy cercano, su primo Carlos, quizá su libro más personal), Ciervos es una apuesta distinta y arriesgada por la temática que aborda: fragmentos de la vida y los “trabajos” de tres asesinos: Richard Dadd, Johann Unterweger y José Luis Calva Zepeda. Tres oscuros personajes que están ligados no únicamente por su rastro de sangre, sino porque fueron creadores artísticos. Ciervos es un título cercano al periodismo y a la investigación; se integra a la tendencia de diversos autores, de abordar sucesos históricos o personajes a través de la poesía y no sólo reconstruir hechos, sino asumir su voz personal y sus pensamientos. Dividido en tres secciones (“Siervos”, dedicada a Richard Dadd; “Medias”, Johann Unterweger, y “Fangos”, dedicada a Calva Zepeda) hay una fluidez discursiva que invita al lector a continuar y adentrarse en las tinieblas de la obsesión y la muerte. En la presentación realizada en la IV Feria Internacional del Libro Chiapas-Centroamérica, el autor comentó que el proyecto inició por la curiosidad que le causaba la vida del último de los tres personajes, conocido también como “el poeta caníbal”. Sin embargo, en una revisión a detalle es posible constatar que Fernando Trejo sintió una mayor predilección por Unterweger, al dedicarle la parte cen-

Portada de “Ciervos”, Premio Estatal de Poesía Inédita Enoch Cancino Casahonda 2014, coeditado por el Coneculta-Chiapas y editorial Atrasalante.

tral del libro que, a consideración mía, se torna un tanto espesa y le resta velocidad al discurso. Y es que Unterweger es un personaje digno no sólo de una novela, sino de un estudio antropológico minucioso. Podría decir que Fernando apuesta bien sus cartas en Ciervos. Apuesta por el morbo y el amarillismo para dar un mayor realce a la construcción de los poemas. La prosa le viene bien al autor: prueba de ello es que esta forma es la más predilecta para sus creaciones, ya que lo ha asimilado al grado de que los cinco libros que hemos mencionado líneas arriba están planteados de esta manera. Me aventuro a decir que esta forma permite aterrizar la temática a tratar de una forma mucho más sólida; hay una plasticidad que facilita la inclusión de elementos narrativos y, por ende, el lector accede a una comprensión de la idea global del libro. Digamos, pues, que la prosa poética es, de algún modo, lo que el estilo figurativo es a la plástica. Al terminar de leer Ciervos surge una pregunta: del amplio panteón de asesinos seriales, ¿por qué escoger a un parricida, a un feminicida y a un caníbal? Fernando asegura que estos tres personajes fueron los que más llamaron su atención y, como ya mencionamos, están ligados por el hecho de haber encontrado sentido a su propia existencia a través de la creación artística. Para finalizar, he de decir que Fernando está en el umbral decisivo para los siguientes años, en caso de continuar su labor literaria (lo cual seguramente así será): buscar nuevas sorpresas para el lector o bien, observar las aristas de su propio discurso y tomar una decisión: seguir empleando la fórmula mágica que ya encontró para seguir en la ruta de los premios literarios (que incluso, dicen por ahí, tienen “truco” o “maña” para llegar al corazón de los jurados; anotemos también la declaración de cierto poeta de la Perla de Occidente que asegura que, en los concursos, no gana todo el libro, sino un solo poema; fin de cita) o guardar silencio antes de dar un nuevo paso y consolidarse fuera de nuestra pecera; darse un “tiro” con la gente de su edad o ir abriendo camino para que las vacas sagradas preparen su retiro.


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Defensa Propia (Poemario de Otoniel Guevara)

La gran poesía del siglo XXI ha emergido y está emergiendo en esta región mundo y se tiene que construir al lado de grandes pesadillas

Soy un niño Soy un niño Soy un niño demasiado tierno Sobrellevo mi vida entre alegres ancianos: la luz del sol que pía entre las ramas de los árboles el silencio que estropea los ropajes de la vanidad el oleaje tenaz susurrando de memoria su infinito poema soy un joven demasiado inexperto un niño excesivamente recién nacido que sobrevivo en medio de antiguos habitantes: la azul sabiduría del viento el gorgoteo del agua que anida en mis zapatos la caricia sin fin de la belleza y la maldad del hombre

[Édgar García]

M

i primer acercamiento a los talleres poéticos y a la poesía centroamericana fue a finales de 2002, cuando en casa de uno de mis amigos, con quien nos reuníamos esporádicamente para leer nuestros primeros textos, en una ocasión se me comunicó la visita de un poeta salvadoreño, exguerrillero y fundador de varios talleres y festivales en su país. Allí conocí a Otoniel Guevara, y fue a través de la poesía de Otoniel que empecé a leer más poesía centroamericana encontrándome con los emblemáticos Roque Dalton (El Salvador) y Otto René Castillo (Guatemalteco, nacido en Quetzaltenango, el mismo departamento que me vio nacer). Cuando Otoniel visitó mi ciudad natal, dictó algunos talleres que seguramente a varios de quienes participamos en ellos (jóvenes de 18 y 19 años aproximadamente) nos dio pautas para la poesía que escribiríamos en la posteridad. En uno de esos talleres dictados a finales de 2002 en casa de Julio Serrano (probablemente Otoniel recuerde esos talleres), nació el poema que le da título al libro que tengo en mis manos: Defensa Propia.

Defensa Propia

para Arquímides Cruz, en el recuerdo.

Un hombre me amenaza con un arma Yo lo amenazo con una piscucha (cometa, barrilete, papalote)

Otoniel a los largo del libro y de todos los libros que éste contiene, nos muestra algo que se está perdiendo en los poetas de hoy en día y se está perdiendo a causa de la pose y el ego, y es tanto el ego que golpea a los poetas del llamado “Triángulo norte” o “la región más violenta del norte” compuesta por tres diminutos países: Guatemala, El Salvador y Honduras. Otoniel nos muestra “honestidad” en sus textos, en su forma, en su lenguaje. 44 poemas a lo largo de “Defensa propia” acumulando años y vivencias, amor, nostalgia y esencia, que no pierde Otoniel a lo largo de los casi 13 años que tengo de conocer al poeta. Porque la esencia de un poeta se pierde cuando deja de ser honesto, es por eso que admiro al poeta que tengo a mi par. Porque no hay nada más honesto que escribirle a los poetas y decirles:

Los poetas y yo Qué pésimas costumbres amparan los poetas: penetran con sus lenguas en barrios imposibles hieren con adjetivos los cimientos del aire la muerte y la belleza los emboscan sin tregua arden en los suburbios del amor más letal Yo no saludo a nadie y no quiero saber ni nombres ni apellidos ni por qué Yo no quiero alterar esta alegría de brindarles mi autorretrato en llamas mi epitafio a la orilla del camino lo que de Dios conserva mi silencio

El a lo sumo logrará matarme Yo en cambio podría hacerlo feliz En mi país, Guatemala, gente de mi generación acostumbrados a leer a los poetas de la posguerra (después de 1996), donde su poesía habla de cosas cotidianas que se encuentran en la ciudad y de vicios en las calles de los centros históricos de la capital, viene a ser refrescante encontrarnos con una poesía que viene desde un país hermano, que nos habla del campo, del pueblo, de campamentos guerrilleros y de amor. Otoniel, quien siempre me ha recibido con mucho agrado en su casa en Quezaltepeque, departamento de La Libertad en El Salvador, ha sido artífice y creador a través de los talleres que ha dictado, de muchos poetas salvadoreños que hoy en día, van por el mundo presentando editoriales que han fundado, libros que presentar, poesía que difundir a través de los diferentes festivales poéticos. De los tantos libros que Otoniel Guevara ha escrito, tengo 3 en mi librera: “Cuaderno Deshojado”, “No apto para turistas” y “Los juguetes sangrantes”. En cada libro me conmueve la forma en que le hace homenajes a sus amigos, algunos caídos en combate, otros desaparecidos, otros en el viento… Asimismo a sus hijas, eslabones que conectan y perpetúan la existencia y poesía de Otoniel. También se describe a sí mismo en varios de sus textos, como el texto “soy un niño” dl su libro Canción Enferma.

Me gustaría, antes de terminar, recordar que el amor y el odio, la vida y la muerte, las grandes pasiones y las infinitas contradicciones del ser humano en todos los tiempos y circunstancias, aquello que solo se logra personificar mediante lo que debe llamarse poesía, es lo que no ha permitido que desaparezca el concepto de «América Latina», «Centroamérica» de «Mesoamérica» y de todo aquello que a través de los kilómetros tiene fronteras, y no debería de tener, porque la gran poesía del siglo XXI ha emergido y está emergiendo en esta región mundo y se tiene que construir al lado de grandes pesadillas, como dijo el poeta chileno Raúl Zurita; porque en cierto modo parece imposible que las editoriales independientes y los poetas sigan abriéndose paso en cada rincón de América, debido a que, aparentemente, todo conduce a la barbarie, al triunfo del más fuerte sobre el débil, al triunfo de la brutalidad y el dinero sobre las buenas conciencias. Concluyo afirmando, que desde mi muy particular opinión, la honestidad en la escritura es más que la forma; la forma, al fin de cuentas, es algo que se aprende por siempre, como bien dijera Ernesto Sábato: La vida es tan corta y el oficio de vivir tan difícil, que cuando uno empieza a aprenderlo, ya hay que morirse.


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Yo no crucifico a mis entrevistados, no los critico, los escucho, pero también tengo mi posición al respecto, y creo que esas pequeñas palabritas la expresan. Siempre trato de poner mi posición para que al lector le quede claro que yo no estoy haciendo apología del narco. Entonces cuando Yaretzi me está hablando de la biblia, la redención y la chingada, pero yo sé que tiene toda una historia de asesinatos, eso me genera incredulidad.

De crónicas y cosas peores* “No puedo hacer un resumen de mi vida, porque está conformada por varias épocas y circunstancias, libros, amistades y pleitos, y eso, sólo admite resúmenes parciales.” Carlos Monsiváis

[César Trujillo]

A

lejandro Almazán es periodista y escritor, y sin que lo sepa mi maestro. Tras leer varios artículos en donde ha sido entrevistado, sé que heredó esa manía de contar de su madre, quien -salvando la tradición oral- podía pasar horas dando detalles de una historia, que para una persona común y corriente sería menos de un minuto. Alejandro Almazán es ganador, tres veces, del Premio Nacional de Periodismo en la categoría de crónica y en el 2013 fue merecedor del Premio Gabriel García Márquez. Ha publicado Placa 36, cara o cruz del comandante moneda, Gumaro de Dios, el caníbal, Entre perros, País de Muertos, El más buscado y Chicas Kaláshnikov y otras crónicas. Muchos de sus lectores consideran que Acapulco Kids, pone los pelos de punta al tocar, magistralmente, el tema de la prostitución infantil en Acapulco, aunque Gumaro de Dios, el caníbal no le pide nada a ninguna novela de King para poner a temblar a más de un lector con ese manejo estructural que Alejandro hace del texto. Porque hay que señalar que es el trato que Almazán da a la crónica lo que lo hace un maestro en el género. De Chicas Kaláshnikov podemos decir que es una reunión de 14 textos donde el maestro Alejandro Almazán hace uso de esa peculiaridad que lo caracteriza al abordar cada texto, haciéndolos únicos. Las crónicas tratan, algunas, sobre perfiles de sicarios y sicarias o narcotraficantes; otras sobre la gente que lucha contra estos demonios, pero muy lejos de esa lucha entre el bien y el mal, en ese distingo que cualquiera haría, pero que para Alejandro es irrelevante. Es decir, en él no hay cabida para la suposición, de ahí que su trabajo se base en la entrevista, en la investigación, en las lecturas, en recurrir a la historia, sí, siempre a la historia. El trato que existe en Chicas Kaláshnikov muestra el problema del narcotráfico desde varios puntos de vista, por lo que recurre a tres mujeres que han trabajado como sicarias. Asimismo se encuentran las voces del Ponchis, el niño sicario que muestra claramente los rostros de la descomposición social, de la pérdida de valores. En alguna ocasión pude leer que el maestro señalaba: (Cito)

Todo aquel que quiera escribir crónica debe recurrir, forzosamente, a los libros de Almazán. No por algo su primera crónica sobre el narcotráfico está registrada allá por el ’93, aunque ésta se encuentra en este libro y siempre ha sido un referente, adelantado, de la época. En Chicas Kaláshnikov podemos encontrar a Julián Leyzaola, quien fue jefe de seguridad pública de Ciudad Juárez y Tijuana, una joya que acumuló más de una demanda por violación a los derechos humanos y que es un brazo ejecutor de la mafia, al igual que Mauricio Fernández Garza, el polémico ex alcalde de San Pedro Garza García. Del mismo modo aparecen varios personajes que han sido parte de la nota de muchos periodistas, mismos que se ven bastante grises en cuento uno lee a Almazán. Sí, hay una diferencia entre los periodistas y Alejandro: el compromiso, es el primordial, pues quienes lo hemos leído sabemos que no escribe a la ligera. El mismo Alejandro ha manifestado que nunca se “prejuicia” cuando debe entrevistar a cualquier personaje:: (Cito) Yo no le creo al gobierno ni a ninguna autoridad. Entonces cuando llegas con uno de estos personajes ya desconfías de antemano. Primero los hago entrar en confianza y dejo que me cuenten todo lo que quieran, y entonces piensan que conmigo no hay pedo, que soy camarada. Pero llega un momento en el que digo hasta ahí güey, ya oí tus sarta de pendejadas, ahora sí necesito preguntarte cosas en las que no estoy de acuerdo contigo; entonces se las pregunto, me contestan, y ya vengo con el juego limpio, en la entrevista siempre está esa incredulidad, entonces no hay mayor bronca. Si algo caracteriza a Almazán es que él sí tiene idea de lo que quiere escribir. Hoy en día uno se encuentra a periodistas que se empapan del tema y escriben, escriben, escriben, y al final, si se les pregunta por qué lo hicieron, cuál era el objetivo, qué pretendían con ello, pocos serán quienes puedan dar respuesta a ello. Quizá de eso derive que pocos le entran a escribir crónica, a la que el mismo Alejandro califica como “la puta del periodismo, la que puede hacer todo, la que le vale madre, la que anda de fiesta, de party, la que te hace llorar, la que te hace sufrir, la que te hace sonreír”. Sus historias buscan la violencia, la conocen, la ubican, la visten y desvisten –según su humor-. Aunque no todo en sus libros son balas, pues uno se encuentra historias que trastocan en corazón. Dentro de sus crónicas aparece, de la nada, un retrato de un estrafalario joven, de un buchón que malgasta su dinero, y de pronto una joven que ambiciona el poder, más adelante uno que es carne de cañón, o un fracasado que ni ser narcotraficante puede. Pero no todo es miel sobre hojuelas. El riesgo de exponer la vida de algunos personajes, no les cae bien a todos. Por allá en el 2003, el mismo Alejandro contaba en una entrevista que recibió una amenaza de muerte tras contar la vida de un narcotraficante. Al parecer a algunos no les pareció que Alejandro publicara la entrevista y lo empezaron a molestar, hasta que llegó una amenaza de muerte, una que -él sabía- no se trataba de un simple juego. Al respecto, Alejandro dice claramente: “Yo no soy como los narcos, ni como los submarinos, que son mejores mientras más presión aguanten. Yo me derrumbé. Pues estaban hablando a mi casa, tenían mi número personal y con esa gente no se juega.”

Sin embargo, para fortuna del periodismo aún está con nosotros. Pero lo mejor, aún le interesa contarnos las cosas, mezclar la literatura con el periodismo, narrarnos, seguir iluminándonos. Aunque él se califique de muchos modos, para nosotros –no, mejor a título personal, para mí- es y será siempre un referente obligatorio, un periodista en todo el sentido de la palabra. ¡Enhorabuena, Alejandro! *Texto leído en la presentación del libro Chicas Kaláshnikov y otras crónicas, del escritor y periodista Alejandro Almazán, en la 4ª Feria Internacional del Libro (Chiapas-Centroamérica) de la Unach


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Jordi Fibla

placer intelectual de la traducción Recibe el galardón a toda su carrera. Cultura reconoce a Arnau Pons Roig por su versión de un poemario de Celan

[FERRAN BONO /EL PAÍS]

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i la literatura supone un antídoto contra la rutina, Jordi Fibla es un consumado administrador de esa medicina. Miles de lectores en castellano han podido trascender su vida gracias a su trabajo. No en vano, ha vertido al castellano a algunos de los mejores escritores del siglo XX. La lista es tan extensa como el disfrute de penetrar en personajes como la fascinante Justine, de El cuarteto de Alejandría, de Lawrence Durrell; el alter ego novelesco de Philip Roth, Nathan Zuckerman; la inolvidable Lolita de Nabokov o el autobiográfico J. M. Coetzee de su trilogía (Infancia, Juventud, Verano). Fibla (Barcelona, 1946) ha trasladado al español a estos y a otros autores de primera fila, como Saul Bellow, Nadine Gordimer, John Irving, Henry James, William Kennedy, John Kennedy Toole, Rudyard Kipling, D. H. Lawrence, David Malouf o Arthur Miller. Ayer, sin embargo, tras el anuncio del Ministerio de Cultura de que le otorgaba el premio nacional a toda la obra de un traductor, dotado con 20.000 euros, Fibla le intentó quitar hierro al asunto. De las 300 obras que ha traducido, considera que “solo 100” son buenos textos; el resto sirve “para pagar facturas”. “Hay que reconocer una cosa: no solamente he traducido buena literatura, sino mucho texto alimenticio, que es lo que nos ocurre a los traductores”, dijo en declaraciones a Efe. Además del inglés, también ha realizado versiones de obras escritas en francés y, últimamente, en japonés. Si debe elegir a uno de sus autores, no lo duda: el estadounidense Philip Roth. “He traducido 19 libros de Roth y de ellos hay media docena que los he leído no solo las veces que lo he tenido que hacer para traducir, sino que luego los he releído por placer”, manifestó. De esos 19, se queda con La mancha humana, que le proporcionó “una mezcla de sufrimiento”. “Al principio, porque no veía la manera de resolver un problema enorme que presentaba, pero también vino el placer de resolverlo a mi manera y de que el libro fuera bien criticado y recibido”, apuntó. Es ahí donde encuentra el placer de su oficio, un “ejercicio intelectual de primer orden”. Un poeta difícil “Eso es lo que tiene que satisfacer, porque ya sabemos que ni el reconocimiento ni la compensación económica van a llegar; esto es imposible, las cosas son así, y llega un momento en que tienes esto asumido y no te preocupa”, sostuvo, en relación con la escasa visibilidad de los traductores. El jurado del premio valoró “su larga trayectoria como traductor profesional, su versatilidad y la calidad de su obra”. El ministerio también concedió ayer el premio a la mejor traducción a Cristall d’alè, la versión en catalán de Atemkristall, de Paul Celan, realizada por Arnau Pons Roig por su “excelencia artística”, la lectura que hace de “uno de los poetas más importantes y difíciles del siglo XX, y por su contribución destacada tanto al mundo de la poesía como al de la traducción”. Pons Roig (Felanitx, Mallorca, 1965) es poeta, traductor, editor de poesía y ensayista. Ha vertido a poetas de lenguas muy variadas: Paul Celan (poeta alemán de origen judío rumano y habla alemana, considerado por

la crítica internacional como el más grande lírico en alemán de la segunda posguerra), Luiza Neto Jorge, Dino Campana, Velimir Khlebnikov, Itskhaq Katzenelson, Antonin Artaud, etc. También escribe sobre autores catalanes, como Espriu, Marçal, Bauçà, Maragall, Guimerà... Y es asimismo editor en catalán de autores contemporáneos como Idith Zertal, Hannah Arendt, Hélène Cixous, Joan Miró, Ángel Carmona, Thomas Bernhard y Mahmud Darwix, entre otros. Ha publicado en francés dos ensayos sobre Bachmann y Celan en dos volúmenes colectivos en homenaje a Jean Bollack, aparte de otro sobre Jacques Dupin en la revista Europe.


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Ombligo de sueños:

una semilla que debe florecer

Fotografía: Marcelino Champo

[Yoloxóchitl García Santamaría]

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iempre se ha pensado que la infancia es una época maravillosa. Aunque no puedo afirmar lo contrario, tampoco me afilio a esa premisa. Todos los seres humanos padecemos de malos momentos, de duras lecciones y circunstancias que nada tienen que ver con lo maravilloso en el sentido de fortuna. Los niños, los jóvenes y los adultos no somos afortunados cuando atravesamos situaciones que nos dan como única opción enfrentarnos con el miedo. La fortuna viene después, si es que ese miedo lo superamos. También se dice, que los sueños son producto de nuestro inconsciente, estrechamente ligado con nuestra realidad inmediata. Y como la realidad es monstruosa, nuestros sueños, a veces, suelen ser una pesadilla. Ombligo de sueños, propuesta escénica que parte de la danza contemporánea, recrea el mundo nocturno de Alex, un niño que duerme con un oso enorme de peluche y una almohada que me pareció del Rayo McQueen; sin embargo,

nada tienen que ver estos personacontado ocurre, los movimientos y gestos de los intérjes con su sueño. pretes nunca han desaparecido, a pesar del manejo de La obra comienza con la pausas y de movimientos físicos sutiles. Enfrentar el entrada de un niño en escena, miedo en el sueño de Alex conlleva a la aceleración éste trae consigo una luna plade las emociones conectadas necesariamente con teada. Aunque no puedo decir que el cuerpo. Así que el ritmo, igual que en la poesía, cumpla la función de narrador, sí es permite la evolución de la escena y, con ello, la el que nos introduce al sueño de Alex. resolución del conflicto, igual que en el teatro. En el escenario vemos una cama con los Una vez más, y a pesar de la brevedad de elementos que ya mencioné anteriormenla obra, salgo de la sala satisfecha y espete, y tres intérpretes que juegan con una ranzada. Aunque con un poco de tristeza luna redonda en tono azul. La escena resultambién. Satisfecha porque he presenciado ta bastante poética, porque así son lo sueuna función que muestra las dos caras del ños, una desviación de lo ordinario. universo, no sólo infantil, sino humano. En el sueño está la luna que permite la coorEsperanzada porque me doy cuenta que dinación corporal de los intérpretes. Los coloen este mundo tan catastrófico aún poderes en escena son los de la noche, con ciertas mos soñar y superar los miedos hasta elitonalidades alegres que forman parte del vesminarlos por completo. Triste porque sotuario. Esto permite la combinación de sensamos una minúscula porción de seres que ciones en el espectador; más cuando la luna se asistimos y creamos ese universo paralelo va y entonces la pesadilla comienza. llamado arte escénico. Debajo de la cama se desliza un ser grande Hay obras para niños que aún manejan y negro. La iluminación cambia y la angusuna interpretación acartonada y ridícula. tia del niño por enfrentar a ese personaDonde adultos interpretan torpemente a los je se hace evidente. Cabe destacar que la infantes. En las que se subestima las capacicreación del personaje malo no lleva mudades de los pequeños y los reproducen de cho artificio. Es sólo un plástico gigante la manera más boba. Pero Escénica Obra Necomo de aquellas bolsas donde deposigra le da voz a los niños desde un niño. Le da tamos la basura. Recordándome, tal madurez a los niños impulsándolos a combatir vez sin mucha relación, esos seres el miedo. Y le da una dosis de infancia al adulto negros de El Viaje de Chihiro. cuando el niño nos pide que no dejemos de soñar. Debo volver a mencionar que Ahora mi petición sería que la compañía de danza la obra parte de una concepcultive su trabajo como quien siembra una flor, porque ción de danza contempolo que hoy domingo 25 de octubre presencié es sólo ránea, por ello, mienuna semilla que si no se le permite crecer puede martras todo esto chitar sin antes florecer. que he


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El origen de los idiomas

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Para

leer, ver y escuchar LITERATURA

Gumaro de Dios, el caníbal Alejandro Almazán

Es la historia de un hombre cuyo nombre -Gumaro de Dios-, parece pensado para su futuro inmediato. Nacido en Tabasco de una familia pobre y numerosa. Según señala su hermana en el libro, fueron ocho mujeres y dos hombres, además de sus padres. Doce personas. Su padre, Don Candelario, lo enlistó en el ejército después de los 18 años, tal vez la única forma de poder salir adelante. Pero luego de unos años la droga lo consumió. En 2004, mató a su compañero -pareja-, lo descuartizó, lo cocinó y se lo comió. Los demonios de las drogas hicieron de las suyas, acabaron con su cordura.

SÉPTIMO ARTE

El Experimento (2010)

Fecha de estreno: 15 de julio de 2010 Director: Paul Scheuring Duración: 2h 49m Guión: Paul Scheuring Sinópsis: Remake de “El experimento”, dirigida en 2001 por Oliver Hirschbiegel. Un grupo de 26 hombres serán sometidos a una investigación psiquiátrica con roles de prisionero y guardián, pero el estudio finalmente no se desarrollará como pensaban y acabará en el caos.

MÚSICA

Tabula Rasa Arvo Pärt Fecha de publicación: 1984 Discográfica: ECM New Series Artistas: Arvo Pärt, Gidon Kremer



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