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JAIME SABINES Y LA GENERACIÓN DEL MEDIO SIGLO

Sábado 5 de Septiembre de 2015. Año IV.

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Suplemento de arte, literatura y sociedad

R I C A R D O S I LVA E S Q U I V E L

Fotografía: Daisy Ascher.


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SÁBADO 05 DE SEPTIEMBRE 2015

Poesía y Poema [Octavio Paz*]

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a poesía es conocimiento, salvación, poder, abandono. Operación capaz de cambiar al mundo, la esclavitud poética es revolucionaria por naturaleza; ejercicio espiritual, es un método de liberación interior. La poesía revela este mundo; crea otro. Pan de los elegidos; alimento maldito. Aísla; une. Invitación al viaje; regreso a la tierra natal. Inspiración, respiración, ejercicio muscular. Plegaria al vacío, diálogo con la ausencia: el tedio, la angustia y la desesperación la alimentan. Oración, letanía, epifanía, presencia. Exorcismo, conjuro, magia. Sublimación, compensación, condensación del inconsciente. Expresión histórica de razas, naciones, clases. Niega a la historia: en su seno se resuelven todos los conflictos objetivos y el hombre adquiere al fin conciencia de ser algo más que tránsito. Experiencia, sentimiento, emoción, intuición, pensamiento no-dirigido. Hija del azar; fruto del cálculo. Arte de hablar en una forma superior; lenguaje primitivo. Obediencia a las reglas; creación de otras. Imitación de los antiguos, copia de lo real, copia de una copia de la Idea… Analogía: el poema es un caracol en donde resuena la música del mundo y metros y rimas no son sino correspondencias, ecos, de la armonía universal. Enseñanza, moral, ejemplo, revelación, danza, diálogo, monólogo. Voz del pueblo, lengua de los escogidos, palabra del solitario… La unidad de la poesía no puede ser asida sino a través del trato desnudo con el poema. Al preguntarle al poema por el ser de la poesía, ¿no confundimos arbitrariamente poesía y poema? … Un soneto no es un poema, sino una forma literaria, excepto cuando ese mecanismo retórico -estrofas, metros y rimas- ha sido tocado por la poesía. Hay máquinas de rimar pero no de poetizar. Por otra parte, hay poesía sin poemas; paisajes, personas y hechos suelen ser poéticos: son poesías sin ser poemas. Pues bien, cuando la poesía se da como una condensación del azar o es una cristalización de poderes y circunstancias ajenos a la realidad creadora del poeta, nos enfrentamos a lo poético… Sólo en el poema la poesía se aísla y revela plenamente. Es lícito preguntar al poema por el ser de la poesía si deja de concebirse a éste como una forma capaz de llenarse con cualquier contenido. El poema no es una forma literaria sino el lugar de encuentro entre la poesía y el hombre. Poema es un organismo verbal que contiene, suscita o emite poesía. Forma y sustancia son lo mismo… La poesía no es la suma de todos los poemas. Por sí misma, cada creación poética es una unidad autosuficiente. La parte es el todo. Cada poema es único, irreductible e irrepetible. Esta diversidad se ofrece, a primera vista, como hija de la historia. Cada lengua y cada nación engendra en la poesía lo que el momento y su genio particular les dictan. La perspectiva histórica -consecuencia nuestra fatal lejanía- nos lleva a uniformar paisajes ricos en antagonismos y contrastes. La distancia nos hace olvidar las diferencias que separan a Sófocles de Eurípides, a Tirso de Lope. Y esas diferencias no

son el fruto de las variaciones históricas, sino de algo mucho más sutil e inapresable: la persona humana. Así, no es tanto la ciencia histórica sino la biografía la que podría darnos la llave de la comprensión del poema. Y aquí interviene un nuevo obstáculo: dentro de la producción de cada poeta cada obra es también única, aislada e irreductible… La historia y la biografía nos pueden dar la tonalidad de un período o de una vida, dibujarnos las fronteras de una obra y describirnos desde el exterior la configuración de un estilo; también son capaces de esclarecernos el sentido general de una tendencia y hasta desentrañarnos el porqué y el cómo de un poema. Pero no pueden decirnos qué es un poema. La única nota común a todos los poemas consiste en que son obras, productos humanos. Ahora bien, los poemas son obras de una manera muy extraña: no hay entre uno y otro esa relación de filialidad que de modo tan palpable se da en los utensilios. Técnica y creación, útil y poema son realidades distintas. La técnica es procedimiento y vale en la medida de su eficacia, es decir, en la medida en que es un procedimiento susceptible de aplicación repetida: su valor dura hasta que surge un nuevo procedimiento. La técnica es repetición que se perfecciona o se degrada; es herencia y cambio… El estilo es el punto de partida de todo intento creador; y por eso mismo, todo artista aspira a trascender ese estilo comunal o histórico. Las diferencias entre palabras, sonido y color han hecho dudar de la unidad esencial de las artes. El poema está hecho de palabras, seres equívocos que si son color y sonido son también significado. En muchos casos, colores y sonidos poseen mayor capacidad evocativa que el habla. En el poema el lenguaje recobra su originalidad primera, mutilada por la reducción que le imponen prosa y habla cotidiana. La reconquista de su naturaleza es total y afecta a los valores sonoros y plásticos tanto como a los significativos… El ser imágenes lleva a las palabras, sin dejar de ser ellas mismas, a trascender el lenguaje, en tanto que sistema dado de significaciones históricas. El poema, sin dejar de ser palabra e historia, transciende la historia. A reserva de examinar con mayor detenimiento en qué consiste este traspasar la historia, puede concluirse que la pluralidad de poemas no niega, sino afirma, la unidad de la poesía… El poema es una posibilidad abierta a todos los hombres, cualquiera que sea su temperamento, su ánimo o su disposición. Ahora bien, el poema no es sino eso: posibilidad, algo que sólo se anima al contacto de un lector o de un oyente. Hay una nota común a todos los poemas, sin la cual no serían nunca poesía: la participación. Cada vez que el lector revive de veras el poema, accede a un estado a un estado que podemos llamar poético. El poema es vía de acceso al tiempo puro, inmersión en las aguas originales de la existencia. La poesía no es nada sino tiempo, ritmo perpetuamente creador. *Publicado en abril del 2008 en La Audacia de Aquiles

Noé Farrera Morales

Rogelio Santos Santiago

DIRECTOR GENERAL

DISEÑO

Noé Juan Farrera Garzón DIRECTOR EDITORIAL PÉNDULO

César Trujillo COORDINADOR/EDITOR

Javier Ríos Jonapá PRODUCCIÓN E IMPRESIÓN

César Trujillo, Marcelino Champo, René Morales, Javier Opón, Fausto Carámbura, Arbey Rivera, Fabián Rivera, Fernando Trejo, Raúl Vázquez, Tania Ramos, Zaíra Lobato CONSEJO EDITORIAL

LEGALES Rayuela, suplemento de arte, literatura y sociedad del periódico Péndulo de Chiapas, No. 328 (Edición Especial) Año IV, Sábado 5 de Septiembre de 2015. Impreso en 13 Poniente Norte Núm. 698, colonia Magueyito. Código Postal 29000, Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, México. Teléfono (961) 61 24529. Se prohíbe la reproducción total o parcial de los contenidos sin el consentimiento expreso de sus autores. La redacción no responde por originales no solicitados. Los contenidos, así como parte de los títulos y subtítulos son responsabilidad exclusiva de quien los firma y no representan necesariamente el punto de vista del periódico Péndulo de Chiapas. Correspondencia: tolstoi25@hotmail.com


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Jaime Sabines y la Generación del Medio Siglo

La poesía exige educación y un esfuerzo inmenso que no se corresponde con los resultados

Una de las fotos que formó parte de la galería Adiós a Yuria en la que aparece el poeta Jaime Sabines.(Septiembre de 1987) (Foto: Eliane Cassorla/Notimex)

Ricardo Silva Esquivel Halagué a mi auditorio. Refresqué su bastimento de lugares comunes, de ideas adecuadas a los tiempos que corren. Pude hacerlo reír una o dos veces y terminé cuando comenzaba el tedio. En recompensa me aplaudieron. ¿En dónde voy a ocultarme para expiar mi vergüenza?

José Emilio Pacheco

En la Universidad Intercultural estamos muy agradecidos y nos enorgullece presentar esta conferencia magistral, ya que nos acompaña quien ha aleccionado a muchos jóvenes mexicanos en la década de los sesenta”. La emoción fractura la voz de Andrés Fábregas Puig: “El principio del placer no sólo nos emocionó, también nos mostró el potencial del idioma”. El invitado ordena sus fichas con tranquilidad. Lo abriga una chamarra de piel. Apenas levanta la mirada de la mesa. Parece un hombre humilde. En unos momentos dará inicio la conversación pactada con el autor de Las batallas en el desierto, cuya reliquia intelectual floreció semanalmente en el suplemento cultural del periódico Uno más uno. “Quisiera resaltar la importancia del autor que tenemos hoy aquí, pero escucharlo es mejor; los dejo con un grande de la literatura mexicana”. Los elementos de la noche obligan agruparnos para dar oídos y al mismo tiempo guarecer del viento distante que horada cada rincón en esta casa de estudios. Me parece un exceso hablar de conferencia magistral; más bien, será una conferencia estudiantil. Planeé una exposición breve a fin de que diera pie a un diálogo. Lo que me interesa es aprovechar esta oportunidad única de conversar con ustedes. Comienzo hablando, después pasamos a una conversación, para no usar la palabra “diálogo”. Pueden preguntarme lo que más les interesa, más de aquello que yo quisiera hablar, y yo respondo con mucho gusto a todas sus preguntas. Más que remordimiento, siento la inquietud de decir: “Ir a Chiapas, a hablar de Jaime Sabines, es el equivalente exacto de esa frase que dice: Voy a vender helados en el Polo Norte”. Es significativo que estemos celebrando a Jaime Sabines a diez años de su muerte. Muy pocos autores, y muy pocos libros, sobreviven a esa marca de los diez años. Un escritor puede considerarse salvado si dura más que un modelo de automóvil. El fallecimiento de un autor que fue célebre produce lo que las historias literarias llaman “purgatorio”. Es decir, muere el poeta o el escritor, hay toda clase de testimonios muy sentidos, después viene un olvido total del que algunas veces se levanta; en otras, es un olvido para siempre. Lo singular, como tantas cosas singulares de Jaime Sabines, es que no ha tenido

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Jaime Sabines (1926 - 1999)

Jaime Sabines en la Ciudad de México (1989) (Foto: Ulises Castellanos).


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...pero en las mañanas, en la respiración del buey, en el temblor de las plantas, en la mansedumbre de los arroyos, en la nostalgia de las ciudades, serás como la niebla intocable, hálito de Dios que despierta.

Hoja que apenas se mueve ya se siente desprendida: voy a seguirte queriendo todo el día.

José Luis Martínez Rodríguez ( 1918 - 2007)

purgatorio. No se le ha dejado de leer. Puedo suponer, en el futuro previsible, que no se le dejará de leer. Con lo que no contábamos es con el actual desastre mexicano, que nadie sabe de dónde vino, ni cuánto durará, ni qué consecuencias tendrá sobre nuestras vidas; en particular, sobre el libro, la edición, la literatura y la poesía. La poesía es la única de las artes que está completamente fuera del mercado; por lo tanto, la resistencia de la poesía se debe a su misma fragilidad. Entonces no puede afectarle mucho la crisis. Esto nos lleva también a considerar esta palabra, o su sinónimo, que tantas personas ahora persiguen: la fama, el triunfo. ¿Qué es la fama o el triunfo? Es algo que ratifican los lectores. Yo celebro y apruebo todas las formas de difundir la poesía, mediante espectáculos, música o artes plásticas, pero sigo creyendo en ese silencio de cuando tomamos un libro y esas palabras ajenas se convierten en parte de nosotros. Le damos nuestra voz, la voz interior de cada uno de nosotros. Entonces hay electricidad, o no se produce electricidad por maravilloso que sea el autor y simplemente pasamos de noche. De nada sirve que digan es un poeta maravilloso si no logramos hacer contacto con su obra. En cambio, Jaime Sabines ha logrado hacer contacto con muchas personas; y lo seguirá haciendo porque su poesía es una conversación muy íntima. No sé cuántas personas recuerden una célebre polémica del entonces joven crítico José Luis Martínez, en 1948, decretando el fin de la literatura mexicana. Decía que se había extinguido el fulgor de la generación de 1910, de la generación del Ateneo de la Juventud y de Contemporáneos; que el último poeta importante era Octavio Paz. Después de este anuncio, comienza realmente una nueva literatura mexicana con el libro Libertad bajo palabra, del propio Octavio; Varia invención, de Juan José Arreola en 1949; y los primeros cuentos de Juan Rulfo en América. Revista Antológica. Hay que subrayar lo de América. Revista Antológica por su relación con Jaime Sabines. Se habló mucho de la Generación del Medio Siglo en 1950. Una generación que surge en ese momento clave, o sea, los que tienen veinticinco años a la mitad del siglo XX. Nadie sabe muy bien qué es una generación. Hasta el momento sigue vigente la idea de José Ortega y Gasset de que las generaciones cambian cada 25 años, pero José Ortega no toma en cuenta el lugar que ocupan los jóvenes dentro de la sociedad y sus componentes. No es lo mismo ser un joven de quince años de Las Lomas, o ahora de Santa Fe, que de ciudad Nezahualcóyotl. Curiosamente, esto de los quince años, se ajusta bastante a la situación mexicana. Comencemos en el año de 1895, la generación de Manuel Gutiérrez Nájera, Salvador Díaz Mirón y Luis G. Urbina; en 1910, la generación del Ateneo de la Juventud: Alfonso Reyes, Martín Luis Guzmán, José Vasconcelos, Julio Torri y un solo poeta, González Martínez, porque es una generación de prosistas, no de poetas; en 1925, la generación llamada Contemporáneos; en 1940, dos promociones de una sola generación conocida por el nombre de sus revistas: Taller, de Octavio Paz, y Tierra Nueva, de Alí Chumacero, José Luis Martínez y Leopoldo Zea. Si retomamos el paradigma de los quince años, no nos llevaría a 1950, sino más bien a 1955. Esta Generación del Medio Siglo está formada por Jaime Sabines y Rosario Castellanos, con cuya poesía hemos cometido una gran injusticia; se lee poco y es excelente, quedando oscurecida por su prosa y por su figura cultural.

Juan José Arreola (1918 - 2001)

José Ortega y Gasset (1883 - 1955)

José Vasconcelos (1882 - 1959)


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Luis Gonzaga Urbina (1918 - 2001)

Hay una segunda promoción, de esa generación de los cincuenta, aparecida en la Revista Mexicana de Literatura, dirigida por Carlos Fuentes y Emmanuel Carballo a partir del año de 1955. Pero la publicación esencial de esta segunda promoción es el primer suplemento que hizo Fernando Benítez en el periódico Novedades, que se llamaba México en la Cultura. A esta generación perteneció Carlos Fuentes y poetas como Marco Antonio Montes de Oca y Jaime García Terrés. Al hablar de Sabines nadie ha tomado en cuenta a Jaime García Terrés. Habría otra generación. Lo que se llamó en esa época literatura de la onda, con José Agustín, de 1955 a 1970. No trato de negar la importancia de Gustavo Sainz, pero los personajes de Gazapo no tienen la menor idea sobre la droga. Lo que definirá a la literatura de la onda. También uno de los novelistas más importantes de México hoy en día, Fernando del Paso, que no tiene nada de qué ver con la literatura de la onda. Es el momento asimismo del surgimiento de la crónica como género literario con Elena Poniatowska y Carlos Monsiváis. Todos ellos conformarían la generación de 1970. Luego, habría otras dos generaciones, la de 1985 y la del 2000. En 1970, en Argentina, se publicó un libro de Manuel Durán, un poeta y crítico de la generación española de los que llegaron niños a México, después se fue a Estados Unidos dejando trabajos excelentes sobre Amado Nervo. Durán expone una tesis que no he visto en ningún otro lado: México es un país con muchos beneficios y con muchos problemas, pero lo que ha funcionado muy bien desde 1880 es la poesía. Es notable lo que ha pasado en ciento veinte años en la poesía mexicana. Lo mismo nos ocurriera en la ciencia, la tecnología e incluso en el fútbol; ojalá tuviéramos una selección futbolística como la selección poética que tenemos. Las Poesías, entendidas como el conjunto de poemas dignos de un país, más ricos y más extraordinarios del mundo, digamos, la poesía rusa, la inglesa o la francesa, hay menos de diez poetas por siglo. Es terrible. Porque uno se puede dedicar a la poesía asiduamente y sabe que escribirá muy pocos poemas a lo largo y al final de su vida. La poesía exige educación y un esfuerzo inmenso que no se corresponde

Salvador Díaz Mirón (1853 - 1928)

con los resultados. A mí me ha extrañado siempre que todo el mundo en México está orgulloso de las artes plásticas: “No saben qué buenos pintores tenemos”, pero no he conocido a nadie que tenga algún orgullo de la poesía mexicana. Podemos decir, lo que los chilenos comentan en su país: “Chile (México) es un país de poetas, no de lectores de poesía”. La única excepción es Jaime Sabines. Esto no es algo voluntario; no es algo que Jaime Sabines haya querido hacer. Todos quisiéramos hacer buenos poemas y encontrar lectores, pero en muchos años, sólo Jaime Sabines lo logró; pasará mucho tiempo, yo creo, para que se repita el caso de Sabines. Entonces aquí yo si me estrello ante el misterio de lo que produce el talento individual, que no podemos explicarnos ni por el psicoanálisis, ni por la sociología, ni por las circunstancias que permiten su desarrollo. Pienso en el caso que origina el Modernismo. Rubén Darío es un niño huérfano de una aldea muy pobre. La casa en que nació no es una casa, sino es una choza de techo de paja. En aquel momento, Rubén Darío se va a los 20 años a Chile; y Pedro Balmaceda Toro, el hijo del presidente chileno, un joven de la aristocracia chilena que tiene todos los libros recién publicados en Francia y tiene la mejor educación, escribe poemas medianos; en cambio, Rubén Darío, aprovechando su biblioteca, logra el Modernismo. Es curioso que el Modernismo haya nacido en el mismo Palacio de la Moneda; y no hay una forma de explicárselo. Actualmente parece una cosa paradójica hablar del boom de la nueva poesía mexicana. La poesía mexicana es bellísima en todo el ámbito de la lengua entre 1880 y 1920, pero esto se debió a que los libros se publicaban en París, Francia, pues había una editorial llamada Garnier Frères (Hermanos Garnier); publicaba los libros de manera que pudieran llegar a todo el continente americano. Pero la Corona Española prohibió a las colonias comerciar entre sí y todo se debería hacer por medio de La Casa de Contrataciones de Sevilla. Por tanto, si mencionan un escritor actual o del pasado hispanoamericano que sea famoso en todo el continente americano, les diré: “Tiene algo en común, haber sido publicado en España como los demás”. Por desgracia veo que esto se reproduce

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Alfonso Reyes Ochoa (1889 - 1959)

Julio Torri (1889 - 1970)

Enrique González Martínez (1889 - 1970)


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¡Qué claridad de rostro, qué ternura de luz ensimismada, qué dibujo de miel sobre hojas de agua!

Ali Chumacero (1918 - 2010)

dentro del país. En los últimos años, he podido ir a muchos estados de México, de Chiapas sabemos su riqueza poética, pero me he encontrado con la cantidad de actividad poética que hay en todo nuestro territorio y que se queda aislada. No sale del estado, ni siquiera en las ciudades más ricas, un libro de Monterrey no llega a Guadalajara. Nosotros publicamos un libro en México y no llegará ni siquiera a Guatemala; ni uno de Perú llega a Ecuador. Es lo mismo que pasa en términos de novelas continentales, donde nuestra riqueza es nuestra pobreza. Seguramente hay diez poetas importantes por país hispanoamericano, pero no hay mente humana en que puedan caber doscientos poetas hispanoamericanos significativos en el 2009. Nos queda sólo la selección: uno por país. No sé cómo se va a resolver esto. Me parece frustrante con todo el talento que existe. Pero es consecuencia, creo, de toda la actividad cultural, de los talleres, de los fondos estatales de las artes. En las últimas semanas, vemos con gran pesar cómo han desaparecido los suplementos y las páginas culturales. Es un panorama realmente sombrío. Otra cosa trágica: cuando yo tenía veinte años y publicaba un libro, inmediatamente tenía ocho o nueve reseñas a favor o en contra, no importa, pero reseñas. Ustedes ahora pueden tener cinco libros y nunca han visto una reseña. Hay entrevistas. Les hacen todas las que quieran. Algunas personas sí conocen a Jaime Sabines. Pero ese boom que yo calculo a fines del siglo XX, no se ha repetido. Jaime Sabines demuestra que la excelencia se abre camino siempre. ¿Han visto las ediciones originales? Modestísimas ediciones pagadas por el autor. Jaime Sabines publica en 1950 Horal, en 1951 La señal, en 1952 Adán y Eva y en 1956 Tarumba. Estos libros están publicados por una editorial marginal de la revista Metáfora, que era prácticamente lumpen. En 1961, Diario semanario y Poemas en prosa trasciende por obra de su calidad; y aparece en la Colección Ficción de la Universidad Veracruzana, que la dirige un novelista de la Generación del Medio Siglo: Sergio Galindo. Es la editorial generacional. Además fue el primer intento logrado realmente de romper con el centralismo mexicano; quienes publican ahí son los miembros de América. Revista Antológica: Emilio Carballido, Sergio Magaña y Luisa Josefina Hernández. Entonces, en 1962, aparece en la colección de Poemas y Ensayos de la Universidad Nacional Autónoma de México el libro Recuento de poemas que le pide Jaime García Terrés. Sabines hizo todo lo posible por irritar y por insultar a este

Leopoldo Zea Aguilar (1912 - 2004)

Octavio Paz (1914 - 1998) elitista mexicano. El hecho de que García Terrés le pida a Sabines el primer Recuento de poemas y que aparezcan en sus revistas algunos poemas suyos, es de tal magnitud su calidad poética, que vence la poesía. No sé si están conscientes de estos problemas. Pero yo recuerdo tres reseñas elogiosísimas para Sabines sobre Recuento de poemas: una, de Tomás Segovia; otra, de Juan García Ponce; y también otra, de Isabel Fraire. Esto sólo se vio en el caso de Sabines. Inmediatamente aparece la gran editorial Joaquín Mortiz de los años sesenta y setenta; ahora desaparecida prácticamente porque quedó subsumida por el Grupo Planeta que publica más otras cosas. La edición definitiva de Recuento de poemas es de 1973. La obra esencial de Sabines está escrita en muy poco tiempo, desde 1950 a 1973. Esta obra cabe en un libro breve y compacto. Uno puede usarlo como lo llamaban los romanos vademecum (“vas conmigo”) y guardar el libro en el bolsillo; y leerlo poco a poco. En cambio, Francisco Montes de Oca, un poeta notable, sufre la injusticia radical. ¿Han visto la obra de Montes de Oca publicada por el Fondo de Cultura Económica? Es más grueso que esta mesa; tiene más de mil páginas. Hay que desconfiar del libro que uno no pueda llevarse a la cama; todo lo que no se pueda leer en la cama es problemático. Aunque Jaime Sabines y Francisco Montes de Oca son de una idea muy semejante, pues también Montes de Oca publica en Metáfora. Fuera de ello, no tienen nada en común. El poeta más cercano a Jaime Sabines sería Eduardo Lizalde. Existe una idea que se hace de todo escritor, es decir, una leyenda positiva y una leyenda negativa. Actualmente la idea negativa en Jaime Sa-

Rosario Castellanos (1925 - 1974)


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Todos los días te quiero y te odio irremediablemente. Y hay días también, hay horas, en que no te conozco, en que me eres ajena como la mujer de otro.

Carlos Fuentes (1928 - 2012)

Emmanuel Carballo (1929 -2014)

bines es que era un poeta popular porque era inculto, pero sabe todo acerca de la poesía, si no lo hubiera sabido, jamás se hubiera convertido en el poeta que hoy estamos celebrando. Jaime Sabines escribe extraordinariamente bien. Sabe de qué se trata el verso. En el primer el libro de Sabines hay un tono, una voz, que nunca se había escuchado entre nosotros. Publicado a los 24 años de edad, debe haberlo escrito entre los 20 y 23 años. En Horal domina todas las voces de la poesía. Yo creo que muy pocos poetas, desde su primer libro juvenil, tienen tantos poemas definitivos: “Yo no lo sé de cierto”, “Es la sombra del agua”, “Lento, amargo animal”. Desde luego, Sabines es un poeta natural. Ser poeta es un don que no se puede adquirir por muy culto o por mucho que se esfuerce la persona. No como decían de Cervantes, que no había estudiado su oficio. Sabines ha hecho su aprendizaje. Do your homework, como dicen en inglés. Vemos la intuición como en el caso de Rulfo. Juan Rulfo y Jaime Sabines son comparables en más de un aspecto, comenzando por su gran seguridad literaria. La intuición en los dos aparece como una forma de inteligencia aplicada, no deslumbrante. ¿En dónde han estudiado ellos dos? Han estudiado en la mejor escuela de escritores que hay en el mundo: en la lectura de los grandes poemas y también de los buenos poemas. Hay que tenerlo muy presente. Aunque Jaime Sabines está al margen ciertamente de la vida literaria, pero no hay que olvidar que ha pasado por la UNAM, por la enseñanza que se daba en los cafés y en las revistas. Yo creo que eso es esencial. Ahora sustituidos por los talleres. Imagínense Horal con otro texto clásico: “Uno es el hombre”. Lo que hace este muchacho no se va a volver a dar. Será irrepetible esto. La poesía es como el deporte, pero sobre todo es una cuestión de juventud; es difícil seguir escribiendo después de la juventud; y sin embargo no es nada irrepetible. Entonces Horal termina con el poema quizá más célebre, o más popular, de Sabines: “Los amorosos”. Otro tema de Horal es la visión de la ciudad de México. ¿Cómo un poeta absolutamente de Chiapas -de la misma manera que López Velarde tan de Zacatecas- es un poeta de la ciudad de México? Una de las afinidades -a mí me parecía que era natural en Sabines- es que le gustaba López Velarde; pero a Sabines no le gustaba Velarde. Horal define realmente el tono de la poesía mexicana en los siguientes cincuenta años del siglo XX. Cómo cambia inmediatamente en La Señal, de 1951. Hay poemas muy concisos, casi epigramáticos: “De la ilusión”. No sobre explota sus hallazgos; no se repite. Es original de modo espontáneo. Es capaz de escribir poemas extensos como “Metáfora para una niña ciega”, un monólogo dramático donde no está hablando el supuesto yo, el yo ficticio del poeta, sino habla un personaje como los personajes de una obra de teatro. Toda la poesía de Sabines, de cualquier otra persona, cultura o pueblo, gira en torno a unos cuántos temas que nunca cambian: amor, muerte y tiempo. Lo que llamaron los griegos “lugar común”. Además aparece la primera elegía: “Tía Chofi”. Una de las tres grandes elegías de Sabines, un anticipo de “Algo sobre la muerte del mayor Sabines”. Leyendo el Anuario del cuento mexicano de 1954, descubro Adán y Eva. Adán y Eva, de 1952, se relaciona -tampoco le hubiera hecho mucha gracia esto a Sabines- con el libro ¿Águila o Sol?, muy bueno y también poco comentado, que había publicado Octavio Paz en 1951. Es el único libro de Paz que no tiene correcciones. Hasta donde recuerdo estas ediciones, y sobre todo Tarumba, son dife-

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Marco Antonio Montes de Oca (1932 - 2009)

José Agustín Ramírez Gómez (1944)

Gustavo Sainz (1940)


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Yo no lo sé de cierto, lo supongo...

¿Qué puedo hacer si puedo hacerlo todo y no tengo ganas sino de mirar y mirar?

Digo tu nombre con todo el silencio de la noche... Elena Poniatowska (1932)

rentes a la primera edición que publicó Sabines. Hay supresiones y existen aumentos. ¿Por qué subrayo haberlo leído en el Anuario del cuento mexicano de 1954? Por la novedad que significó Sabines para sus primeros lectores. Más novedad todavía es Tarumba en 1956. Me costaría también definir el género de Tarumba. No existe el poema largo, decía Edgar Allan Poe, todo poema largo es una sucesión de poemas breves. No obstante, hay una relación con poemas y antipoemas de Nicanor Parra, pero sobre todo con el libro Estravagario de 1958, ignorado totalmente también por la inmensidad de la obra de Pablo Neruda. Es en esta Horal (1950) y La señal (1951) poesía coloquial, que algunos llaman antipoesía, aunque no sé qué pueda tener de “antipoesía”, es donde encuentro una evolución paralela entre los poemas de los cincuenta y el fenómeno que se da en las letras de la canción popular; es decir, en las letras de la canción popular aparece el prosaísmo. Es el fin del vocabulario modernista, ya no hay que abanicar “como un abanicar de pavos reales/ en el jardín azul de tu extravío”. Yo admiro muchísimo a Agustín Lara, esto no es una crítica de ninguna manera para Lara, pero “el hastío es pavo real/ que se aburre de luz en la tarde”. Es una lengua totalmente parecida, pero no puede ser el habla. Les caerá como novedad probablemente la inmensa hostilidad a que se enfrentaron estos poetas de los cincuenta. En todos los periódicos mexicanos había columnas para burlarse de la poesía moderna: ¿Qué putas puedo hacer con mi rodilla,/ con mi pierna tan larga y tan flaca,/ con mis brazos, con mi lengua,/ con mis flacos ojos? Esto es una majadería. No es poesía ni nada. Parecía normal que se escribiera ese tipo de poesía diferente a la anterior, pero lo que normalizó esto fueron las letras de las canciones de rock. Aunque no les guste a muchas personas. Habría que trazar un panorama entre la evolución de la poesía (que no en vano se llaman líricas) y las letras de las canciones. Por primera vez, el empleo festivo e irónico de la rima -aquí aparece Tarumba- será importante en algunos momentos de la vida. Entonces vuelvo a mi asombro: ¿cómo circuló la poesía de 1950 al margen de los circuitos comerciales? Yo supongo que fue una difusión de mano en mano. Les parecerá sobrenatural que esto ocurriera antes, ya no digamos, de Internet, sino antes de la copia Xerox. La copia Xerox se vuelve comercial hasta 1970 y estamos hablando a mediados de la década de los cincuenta. ¿Por qué hay cinco años de silencio? No lo sé. Pero los poemas en

Carlos Monsiváis (1938 - 2010)


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Algo he de andar buscando en ti, algo mío que tú eres y que no has de darme nunca.

Jaime García Terrés (1914 - 1998)

Jaime Sabines Jugando Ajedrez (1932) prosa de Diario Semanario, de 1961, no aparecen fechados abajo, internamente están fechados en 1960. Sabines tiene 34 años. Imagínense llevar a la prosa, una prosa que no me parece prosa para nada de principiante, la novedad de sus primeros poemas, pues aparece algo totalmente novedoso para ese momento que no pensó que fuera un tema poético: hacer un poema acerca de la situación de ir manejando en carretera bajo la lluvia. La preocupación de uno bajo la lluvia en la noche es la luz del carro y los frenos. Con los frenos mojados es eminente el choque, el atropello, la propia muerte. Esto no es poesía perfectamente poesía, dirán algunos, pero describe poéticamente la ciudad, evoca o recrea cómo era la ciudad de México en 1960. También hay un enaltecimiento y una defensa muy justificada para las muchachas de la servidumbre “Con la flor del domingo”. El único poema sobre las domésticas. Paralelamente nace un informe de lo que después se llamó poesía autoconsciente, es decir, el poeta se vuelve consciente de ser poeta sobre el emporio de la poesía y el pudor del silencio en el poema. En la sección llamada Poemas sueltos, que abarca un periodo de inicio en 1951 hasta 1961, Sabines tiene, o tuvo, materiales de sobra. ¿Por qué decidió no organizarlos como otros libros? Los puso como suplemento. Donde viene el poema de elogio a las prostitutas: “Canonicemos a las putas”. El poema a “Doña Luz” me parece muy

Amado Nervo (1870 - 1919)

notable porque no hay nada de lo que se espera de una elegía a la madre. Aquí está también el poema contra los poetas o contra ciertos poetas, que ha provocado ese equívoco contra Sabines: “Hay dos clases de poetas modernos”. La poesía mexicana de los años setenta se dividía en dos: unos que hablan de la técnica y otros que hablan de la piedra. Sabines habla de la “pinche piedra” como un recurso, como tantos otros. Kipling decía: “Hay cien maneras de escribir poemas y todas son correctas”. No se crea que la sencillez es falta de artificio. Al contrario, es un artificio que no se ha empleado. Es mucho más difícil ser claro que ser oscuro; la oscuridad, por naturaleza, la entendemos todos. En una etapa de mi vida leí a Sabines con “Tlatelolco 68”, y junto al poema “El memorial” de Rosario Castellanos, son los dos mejores poemas políticos de un tiempo abundante de versos políticos. La mayoría de nosotros hizo verdaderos bodrios con muy buena intención. No sucede lo mismo con “Tlatelolco 68”. Hay otro poema excelente de Sabines que es “Las montañas”: son una masa de árboles y de agua,/ de una luz que se toca con los dedos,/ y de algo más que todavía no existe. Después hay epigramas y aforismos sobre las moscas. Llegamos a la cronología de su gran poema: “Algo sobre la muerte del mayor Sabines”. Son quince páginas. La primera versión es de 1972. Once años después, aparece la edición definitiva independiente en Joaquín Mortiz. “Algo sobre la muerte del mayor Sabines” lo pone en el rango de otros tres grandes poemas: “Muerte sin fin”, de José Gorostiza; “Piedra de sol”, de Octavio Paz; y “Fuego de pobres”, de Rubén Bonifaz Nuño. Una extrañeza en la obra de Sabines es la ausencia total, o casi total, del indígena. ¿Cómo es posible esto en un poeta de Chiapas? Quizá por lo que decía Borges: no hay camellos en el Corán, porque son algo tan presente para el árabe. Pero si es notable esta ausencia en la obra de Sabines. Todo lo contrario ocurre en su contemporánea Rosario Castellanos. Independientemente de lo que pase mañana, pues sobre el futuro no tenemos ningún control, poseemos una certeza: entre los poetas mexicanos más importantes del siglo XX estará Jaime Sabines. No sé cómo lo vean ustedes, por eso decía al principio: “Vine hablar de helados al Polo Norte”. Les agradezco la atención. Pero me pongo siempre del lugar de quién está sentado. Llegué a las siete. Entonces, mejor me detengo. ¿Quién quiere romper el fuego? San Cristóbal de las Casas.


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De palabras con cuerpo Al cuerpo sin palabras [TANIA RAMOS Y ZAÍRA LOBATO]

MAD MAX O LA COREOGRAFÍA DEL PODER (PRIMERA PARTE)

“Esos cuerpos no están siendo forzados para la entrega de un servicio [o por un robo] sino que hay una estrategia dirigida a algo mucho más central, una pedagogía de la crueldad en torno a la cual gravita todo el edificio del capitalismo” Laura Rita Segato War boy: ¿qué somos? ¿refuerzos, carnada? Furiosa: somos una desviación. Mad Max: Fury Road

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primera vista parece ser así, una película bastante bien realizada afianzada a un eje temático claramente feminista, pero no, no es suficiente, la coreografía casi perfecta de los autos en persecución, la sublime composición de los horizontes cautelosamente esgrafiados por la iluminación, los rostros, los cuerpos, no se apoyan únicamente en una mirada feminista. Vamos a aventurar una teoría que viaja de lo coreográfico a lo social, otro modo de leer el todo y las partes, no se sabe a ciencia cierta si el guionista y el director o los productores, sabían que al estructurar el filme del modo en que lo hicieron, permitiendo salir a flote una punta de iceberg de envestidura feminista, iban a permitir vislumbrar, debajo de la tormenta de arena, las escrituras del poder, específicamente: la escritura del poder en los cuerpos. El poder actual, que se basa en las definiciones del capital, las inversiones y las finanzas (con sus corruptelas), permea los universos significativos de los gobiernos corruptos y del narcotráfico, los de las clases ricas y privilegiadas, que sólo bajo la arena dejan ver sus nexos con los dos primeros, es decir, permea nuestros universos, todos, la vorágine inmensa que atrae los autos hacia sí para destruirlos, la ceguera que produce la arena que entra por los ojos y la boca hasta que el lenguaje se


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vuelve imposible, es una metáfora de esto. ¿Por qué únicamente el auto de Imperator Furiosa sale como victorioso en esta escena? ¿por qué le sigue en persecución la ingenuidad del muchacho de guerra del “What a lovely day”? Y acá viene la respuesta, porque el feminismo en el filme es sólo un pretexto para nombrar las cosas de un modo que nos resulta más fácil entender porque está en boga, cuando de fondo lo que muestra es que no sólo las mujeres, sino también los niños, los jóvenes, las ancianas, los pobres, la tierra, todo, forma parte del estrato vulnerado y subyugado por un sistema, sí, patriarcal, pero sobre todo, que reconoce como su forma de poder y dominio el control, la crueldad y el acaparamiento sobre los recursos, sobre la vida misma, no es el cuerpo masculino de Inmortan Joe lo que lo define como el putrefacto líder que es, son sus actos, su universo de sentido de la existencia. Inmortan Joe es la más clara imagen representativa del capitalismo global actual: siembra hortaliza ecológica (la acapara), cuida el agua (para controlar a las masas), impulsa la tecnología creando pactos con otras ciudades (para ejercer la violencia), promueve el comercio (para ejercer la violencia), promueve el cuidado y la salud de las mujeres y los niños (siempre y cuando estos sirvan a sus intereses), atiende el aspecto educativo de los ciudadanos (para dominarlos). Inmortan Joe es el capitalismo mismo que llora y abraza a la muchacha favorita porque ha perdido la oportunidad de continuar el linaje de la dominación, si el bebé nacía mujer era lo de menos, en realidad lo que se muestra debajo es que el código, si este era mujer, estaba roto. Es decir, la preferencia de los varones pasa a segundo término, lo esencial es que el código de la dominación no sea roto, entonces el acto de rebeldía no está en que si los personajes son hombres o mujeres, la rebeldía consiste en quebrantar el universo de significación imperante, el acto más claro de rebeldía en el filme está en el regreso de Mad Max y Furiosa a la ciudad, no en la llegada a la ciudad, únicamente en el regreso. ¿Por qué la vuelta y no las mujeres? Porque así como para el filme el feminismo es un pretexto que entraña toda una serie de posibilidades de reflexión profunda, para el narco y las clases corruptas (que no sólo están en el gobierno, reitero), los cuerpos de las mujeres (como las asesinadas en Ciudad Juárez, como el de Nadia, el de Yesenia, Alejandra y Mile) son el papel que utilizan las nuevas mafias del poder para escribir códigos que no sólo van dirigidos a una interlocución recíproca entre clanes, grupos o pandillas, van dirigidas a nosotros, no sólo porque las mujeres son más vulnerables en nuestro imaginario patriarcal, sino porque resulta efectivo, claramente efectivo, eso lo saben las élites de estos nuevos poderes, marcar a los crímenes como feminicidios y crímenes sexuales (en el marco de una cultura que aniquila los cuerpos físicos y morales de las mujeres por medio de su sexualidad, ejercida por voluntad o por decisión propia) resulta más fácil de escindir, de desenmarcar, por lo tanto, de utilizar como máscara, como simulación. Ejemplo, a un muchacho o war boy, que pretende entrar a una pandilla sicaria le es impuesta la prueba siguiente: violar y asesinar a una muchacha, quizás remotamente

relacionada a pandillas contrarias, el muchacho viola y asesina, los medios, coludidos, disfrazan el hecho argumentando únicamente que fue un crimen sexual o pasional. El trasfondo se regodea en su triunfo, el código demuestra su efectividad, el muchacho es aceptado en las filas, la policía, coludida, expone al violador, que en realidad es un chivo expiatorio. Así es, el feminismo que no cuestiona que puede él mismo estar siendo utilizado por las mafias innovadas por el sistema de acumulación capitalista, es un feminismo ciego (igual que los estudios del poder que olvidan el tema del patriarcalismo y sus formas no universales), que apuntala el uso de los cuerpos de las mujeres y los niños para la organización de un nuevo orden de control que sigue impune, precisamente porque el universo de significados que le mantiene se preserva incólume, gracias a que no se le cuestiona el trasfondo, el espíritu mismo, se cuestiona al patriarcalismo, pero no sus formas de uso del poder, no toda la trama compleja que implica ese tipo de ejercicio del poder. El asesino (o asesina; por mano propia o por encargo) entonces permanece libre, libre para expresarse, libre para seguir escribiendo con tintas de sangre, una cronología funesta que legitima sus territorios de dominio. Los cuervos laceran la tierra más fértil en medio del desierto, en la soledad más dolorosa, más gris, y mientras las batallas se sortean en medio de antiguos sistemas liderados por hombres de traje sastre, despiadados, algunos preferimos pensar que no todo en la película fue un accidente, menos esa parte en la que el centro de las preocupaciones, tanto de la coreografía, como de los esfuerzos del guionista, yace puesta en un montón de semillas, la batalla sangrienta y la caída de Inmortan son lo de menos, es la semilla lo que encarna el desplome de un universo entero, las manos que las abrazan provienen de un espíritu distinto, un modo de vida que ha tenido que luchar durante años para subsistir, olvidado, marginado, negado, rechazado (como las cosmogonías de los pueblos indígenas): la esperanza se acurruca en la sonrisa de una anciana en el umbral de su muerte, una sonrisa esbozada porque nos ven volver, nos ven volver.



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