ISRAEL-PALESTINA PARA UN NUEVO MEDIO ORIENTE Necesidad de transformar su inserci贸n regional 22 de marzo de 2013
Durante el ejercicio de mis actividades profesionales, tanto en el ámbito universitario como en el ejercicio de responsabilidades como asesor y analista independiente, me encontré con temas y problemáticas cuyo tratamiento suscitaba, casi de forma automática, resistencias, cuestionamientos y señalamientos equivocados y prejuiciosos. Si bien en alguna época de nuestras vidas, este conjunto de expresiones era propio de la “cárcel ideológica de la guerra fría”, durante la década de 1990, y aún, a mediados de la década anterior, fuí merecedor de sospechas y asociaciones equivocadas por pensar, opinar y proponer aproximaciones y acciones sobre el futuro del Medio Oriente, de Israel y de los palestinos.
palestino ni anti-palestino; no soy proárabe ni anti-árabe. Soy amigo declarado de dos Estados y de la Federación israelí-palestina como opción de futuro viable y sostenible. El primer efecto de la visita de Obama ¿Es Israel un país independiente? ¿O ya es hora que los israelíes enfrenten la vulnerabilidad que los ha caracterizado por su excesiva dependencia de Estados Unidos y de algunos países europeos? La hora de la independencia de Israel llegó para construir una relación más incluyente y proactiva en la proyección de una nueva comunidad regional; para empezar, una decisión en ese sentido puede contribuir a que las élites árabes y no árabes del Medio Oriente no sigan explotando la “amenaza sionista” como una excusa para esconder su mediocridad y sus abusos seculares. Hace décadas, de forma parcial, esas élites perdieron el control exclusivo sobre la llamada “causa palestina”, a la que usaron como excusa o pretexto para alimentar el populismo nacionalista y su posicionamiento internacional. El final de la guerra fría favoreció la tendencia propiciando un cambio en la sensibilidad política sobre el tema, como por ejemplo, este que consideramos vital, trascendental e insustituible: el reconocimiento mutuo. Pero al interior de cada parte, surgieron individuos y grupos dispuestos a desestabilizar a cada cual, frente a la incapacidad de
Desde mediados de la década pasada, en nuestro propio ámbito subregional, las relaciones vecinales fueron teñidas con declaraciones gubernamentales a favor y en contra de una de las partes, o aumentaron la tensión y desconfianza mutua porque había mayor presencia política, militar y diplomática de Israel o de algún otro país cuya proyección se juzgaba una amenaza a la seguridad regional y hemisférica. Comienzo este artículo dejando de presente los enunciados anteriores, porque ya es hora que las apreciaciones sobre Israel, Palestina y sus vecinos se liberen de la susceptibilidad de provoca pensar y opinar de forma diferente a cualquiera de las partes. Por lo tanto, no soy sionista ni anti-sionista; no soy pro-
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aceptar que el futuro descansa sobre cambios inspirados en la necesidad de asegurar a las nuevas generaciones, israelíes y palestinas, vivir sin miedo, vivir libres de la extorsión del terrorismo, de los aventurerismo laicos y religiosos, de la demagogia y del cautiverio en la política exterior de los países llamados occidentales.
historia de Estados Unidos, si yo fuera israelí, si yo fuera palestino, no apostaría mucho a favor de la confianza mutua ni de la amistad eterna que declara ese país. Llegó la hora que unos y otros tomen la decisión política y social de que el único futuro posible es caminar juntos hacia un horizonte en donde el pasado deje de ser “el administrador tiránico de la conciencia colectiva”. No se trata de olvidar, o de seleccionar la historia por comodidad o conveniencia política. Ese pasado nunca se olvidará, pero no puede ser la parte central y provocadora del problema sino una parte decisiva en su solución. Llegó la hora, para Israel y la Autonomía Palestina, de pensarse sin Estados Unidos y más en función del otro que es su vecino, y contra toda evidencia, su socio.
Desde que el entonces presidente estadounidense George W. Bush lanzara su política de “Reingeniería del Medio Oriente”, y con la aprobación del G-8 se adoptara la construcción del nuevo Gran Medio Oriente, la situación de Israel en la región y en la política exterior de diferentes países del mundo ha sufrido una inestabilidad constante, ofreciendo por momentos la imagen de un país a punto de colapsar por sus debilidades domésticas, y de quedar a merced de la vorágine de los cambios en la región. No ha mejorado, por su parte, el pronóstico para la Autoridad Palestina. Ambas entidades territoriales y sus respectivas experiencias históricas, comparten esta fragilidad existencial. Durante los años finales de la primera administración del presidente Obama, la relación fue más delicada aún.
Israel y Palestina, hechos políticos Considero que el primer punto que debe quedar claro en cualquier apreciación y debate sobre IsraelPalestina y sus relaciones internacionales es el de su existencia como Estados Nacionales. Aún resulta sorprendente, y por la condición y calidad de algunos de sus críticos, alarmante, que se siga poniendo en duda su derecho a seguir existiendo. Debemos superar por fin el árido e inútil debate sobre el derecho de Israel a existir como Estado Nacional. Desde finales de la década de 1970, su afirmación territorial es un hecho. Podemos discutir su política de ocupación
La visita que a mediados de esta semana hizo a Israel y a la Autoridad Palestina, inaugurando su agenda de viajes al exterior, deja más dudas que certezas, a pesar de las declaraciones de “amor muto” y de solidaridades trascendentes. Como ha sucedido en otros momentos de la
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vecinal y denunciar su fracaso en un imperativo existencial hacia el futuro, pues cada vez es más claro que tiene una obligada convivencia con la sociedad palestina. Si bien existe una corresponsabilidad al respecto, Israel ha generado más resistencia internacional que apoyos en materia de relaciones con los palestinos. Una de sus tragedias políticas y comunicacionales consiste en que sus victorias en el campo militar, finalmente “pírricas”, son seguidas por fracasos políticos. Solo basta contemplar las acciones disuasivas y ofensivas de los últimos años tanto en El Líbano como en Gaza, para evidenciar el descrédito internacional y el laberinto político en el que caen sus gobiernos. La política exterior de Israel no puede favorecer más a los críticos y enemigos de Israel. Su sociedad y sus aliados deben convencerse, de una vez por todas, que existen peligros mayores que Hamas y los palestinos, y desafíos más inquietantes que deben ser abordados de forma multilateral. Esta debe ser su fortaleza. El futuro en Medio Oriente no puede ser unilateral.
tienen en gran parte en la encrucijada de nuestros días. Sin embargo, su existencia político-territorial es parte de la solución a los problemas del Medio Oriente, y muy especialmente, a la construcción de un modelo económico y político de convivencia sostenible hacia el futuro. ¿Qué tan descabellado es proponer, frente al fracaso de las negociaciones e iniciativas que con diferentes impulsos e intereses globales y regionales se han propuesto desde 1947, la construcción de una Federación Política entre ambas sociedades, sobre la evidencia de los dos Estados? La sumatoria de voluntades, recursos y capacidades sociales proyectará a estos países con mayor fuerza y credibilidad regional y global que, cada uno por su lado, buscando la forma de debilitarse mutuamente. ¿Quieren recordar expedientes históricos? ¡Bien: recordemos, entonces, cuál fue el precio político-social de la confrontación y divisiones en el pasado, desde la antigüedad hasta finales del siglo XX, al dejar que la iniciativa quedara en manos y armas de terceros! Nadie duda ni cuestiona el derecho de la sociedad palestina a vivir en su propio Estado. Nadie debe poner en duda, a renglón seguido, que existe un futuro para uno sin el otro. Israel también debe seguir existiendo.
La esquizofrénica configuración territorial heredada de los acuerdos británicos y Naciones Unidas entre 1947 y 1948, y el cautiverio que la región padeció durante las décadas de la guerra fría, explican el fundamento del debate regional e internacional sobre su derecho a existir, y los discursos y declaraciones políticas radicales, fundamentalistas y extremas que nos
El deterioro de su entorno La inestabilidad política e inseguridad militar han sido rasgos estructurales del Medio Oriente, ofreciendo una
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personalidad histórica como pocas en otras regiones del mundo. Su condición de encrucijada en las comunicaciones comerciales para los cuatro puntos cardinales, desde la antigüedad, convirtió a la región en una “frontera civilizatoria” y en la zona de influencia de diversas experiencias imperiales e imperialistas a lo largo de su historia. La reestructuración global experimentada e impulsada durante los últimos 20 años, también llegó al Medio Oriente. Frente a las presiones seculares desde el occidente mediterráneo, se revitalizaron las presiones económicas y de los megaproyectos promovidos desde Asia Central y Oriental. Hidrocarburos, comunicaciones terrestres transcontinentales, competencia corporativa transnacional por asegurar su participación y control en las exportaciones de gas y petróleo desde el Mar Caspio, entre otros asuntos, tienden a hipotecar las decisiones autónomas y soberanas que los gobiernos y sociedades del Medio Oriente quieran o puedan enfrentar para este siglo XXI.
endógena y no el resultado de la conveniencia ni del juego cínico y cruel de las potencias de turno. Solo la “declaración de independencia” frente los poderes globales sentará las bases para enfrentar los efectos depredadores del peligroso deterioro del entorno regional. Frente a otros liderazgos vecinales, nos guste o no su visibilidad, Israel-Palestina, unidos, pueden hacer la diferencia, e inaugurar una era promisoria y revolucionaria en la historia del Medio Oriente. Al final, amables lectores, soy palestino-israelí.
El reciente documento fue elaborado por Juan Carlos Eastman. Historiador, Especialista en Geopolítica y Analista de Asuntos Internacionales. Catedrático del Departamento de Historia, Pontificia Universidad Javeriana. Miembro de CESDAI (Centro de Estudios en Seguridad, Defensa y Asuntos Internacionales), RESDAL (Red de Seguridad y Defensa de América Latina), Red Latinoamericana para la Democracia, Caribbean Studies Association, Atlantic Community y ALABC, Australia-Latin America Business Council (Member Overseas).
El sectarismo y oportunismo de varios países de la región como de aquellos adyacentes a ella, poco ayudan a despejar los nubarrones en el horizonte. Por primera vez en su historia, los países del llamado Medio Oriente” tradicional tienen la oportunidad de pensarse como una comunidad regional desde la integración económica, la cooperación política y la seguridad. Pero debe ser una expresión
Foto portada: josecarlosalexandre.blogspot.com
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