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Una civilización ecológica: la visión de Xi Jinping
14 de mayo de 2021. Vista aérea de la ciudad de Bole, en la región autónoma uigur de Xinjiang. Cnsphoto
La necesidad de una gobernanza que considere los variados elementos de la naturaleza
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Por AUGUSTO SOTO*
La singularidad del más reciente discurso global del presidente Xi Jinping, “Construir juntos la comunidad de vida entre los seres humanos y la naturaleza”, es su trasfondo basado en la demografía y geografía del país de mayor crecimiento económico en la historia humana, anclado en la civilización más antigua que ininterrumpidamente llega hasta hoy y en contacto continuado con la naturaleza. De esta experiencia y de la teoría y práctica del Partido Comunista de China que comanda, Xi ha extraído una visión y unos objetivos expuestos telemáticamente el 22 de abril, durante la Cumbre de líderes sobre el Clima, inaugurada en el Día de la Tierra.
Xi pone el acento en lo nacional y en lo global con un sentido de la urgencia y del multilateralismo, y con la vista inmediata puesta tanto en octubre próximo, cuando la ciudad china de Kunming sea la anfitriona de la COP15 del Convenio de Naciones Unidas sobre la Diversidad Biológica, y de cara a la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26), a celebrarse en noviembre de este año en Glasgow (Escocia). Este artículo enfoca las líneas maestras del pensamiento ecológico de Xi expresado en recientes discursos y escritos, algunos de ellos recogidos en la obra presidencial en tres volúmenes, titulada Xi Jinping: la gobernación y administración de China, acompañado de un par de referencias desde la perspectiva externa.
Objetivos y sentido de urgencia
Xi Jinping apoya las metas y principios de la Convención Marco de la ONU sobre el Cambio Climático y el Acuerdo de París (al que ha contribuido) y la necesidad de implementar la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, alcanzando el límite de emisiones de CO2 antes de 2030 y la neutralidad de carbono antes de 2060. Xi parte constando que desde el inicio de la civilización industrial la humanidad ha creado una riqueza material que a la postre ha planteado agudas contradicciones con la naturaleza, acarreando un lastre para la subsistencia y el desarrollo humanos. A ello se ha agregado la pandemia de COVID-19, todo un peso al avance socioeconómico de una amplia mayoría de países. Ante esto cabe emprender acciones “sin precedentes” para asegurar la “comunidad de vida entre los seres humanos y la naturaleza”, afirma el presidente chino.
En su visión cabe la urgencia expresada en el verbo persistir. Así, puesto que la naturaleza nos da la vida, debemos considerarla como nuestro origen y persistir en la convivencia armoniosa entre ella y los seres humanos, evitando su daño sistémico. Este principio lo recogió la Constitución china, que en 2018 fue enmendada para incluir el concepto de “civilización ecológica”. De manera que en el sentido de urgencia destaca la noción del desarrollo verde, cuyo significado es evitar el éxito cortoplacista a expensas del medio ambiente y persistir en la revolución científico-tecnológica y las transformaciones industriales de esta era que acentúan la sostenibilidad. De ahí se sigue la necesidad de una gobernanza sistémica que considere los variados elementos de la naturaleza entendida como un conjunto equilibrado.
Paralelamente, el presidente chino entiende el bienestar tanto de la población china como de las poblaciones del mundo vinculándolo no solo a la eliminación de la pobreza y la creación de empleo, sino también a una mejora de un medio ambiente que les beneficie en el contexto de la transición verde. Paralelamente, Xi cree que se ha de persistir en el multilateralismo en la marcha global hacia la neutralidad de carbono con apego fundamental en el derecho internacional y con apoyo del sistema internacional centrado en las Naciones Unidas.
En la visión de Xi también importa persistir en el principio de responsabilidades comunes pero diferenciadas porque no todos los países están en las mismas condiciones. Por ejemplo, puesto que los países en vías de desarrollo enfrentan desafíos en varios frentes, incluido un avance económico precario, el cambio climático y ahora la pandemia, los países más avanzados debieran actuar con mayor ambición, prestando a la vez ayuda efectiva a los menos desarrollados para mejorar su capacidad y resiliencia, y facilitando financiamiento, tecnologías y construcción de capacidades. Paralelamente los países desarrollados habrían de abstenerse de imponer barreras verdes al comercio.
El presidente chino entiende el bienestar tanto de la población china como de las poblaciones del mundo vinculándolo no solo a la eliminación de la pobreza y la creación de empleo, sino también a una mejora del medio ambiente.
Profundidad histórica y filosófica
“El Cielo, sin hablar, alterna ordenadamente las cuatro estaciones; la Tierra, sin hablar, hace que todos los seres vivos nazcan y crezcan vigorosamente”, es un famoso poema tradicional chino citado a veces por Xi. Con él rescata lo más excelso de la sabiduría ancestral, inclinada por un balance fundamental entre el Cielo y la Tierra a través del ser humano. Según este paradigma no debe haber lugar para el dominio de la naturaleza, a diferencia de la parte preponderante de la tradición occidental (donde el ser humano es maestro y poseedor de la naturaleza), lo ha destacado recientemente el ex primer ministro francés laurent Fabius, uno de los facilitadores occidentales del Acuerdo de París firmado en 2015, admirador de la civilización china, y quien a lo largo de los últimos años ha conversado varias veces con Xi Jinping y con los más altos diplomáticos chinos. los planes quinquenales que incluyen el desarrollo de lo que Xi ha denominado una ecocivilización construida alrededor de la tecnología de energía solar, ciudades inteligentes y viviendas de alta eficiencia energética son una ambición que solo se puede impulsar con una iniciativa estatal decidida y que hoy solo tiene China, situada a la vanguardia de las energías renovables.
En la segunda mitad de la década de 1980, junto con mis compañeros de todo el mundo que estudiábamos en la Universidad de Beijing, un día fuimos invitados por las autoridades de la capital a plantar en los suburbios algunos de los muchísimos árboles que hoy protegen a Beijing de los arenales desplazados por el viento desde el desierto de Gobi a inicios de cada año. Como se ve, fue un indicio temprano e incipiente del actual desarrollo verde que está incluyendo a ciudades enteras, con edificios a los que se adosa vegetación exuberante y que conforman verdaderos “bosques verticales”. Igualmente, la Iniciativa de la Franja y la Ruta (a menudo citada en Occidente como Nueva Ruta de la Seda) habrá de incluir la dimensión verde, de acuerdo con las directrices presidenciales.
El avance es incremental, sin saltarse etapas, y a la vez la velocidad importa. De esta forma una contribución añadida de China con un neto impacto en las ciudades ecológicas es el desarrollo práctico de la tecnología 5G y la actual investigación en la velocidad 6G. Esto no significa que las personas tengan que discurrir aceleradamente a un ritmo que no les pertenece. Antes bien, se trata de que la velocidad sirva a la civilización, cada vez más concienciada de que el futuro será verde o no será.
*Augusto Soto es director de Dialogue with China Project.