Literatura Hispanoamericana del siglo XX Leslie Hernández Conde Novela Novela regionalista e indigenista
“La vorágine”
La novela regionalista surge tras el cauce de realismo costumbrista que había tomado la novela hispanoamericana durante la primera mitad del siglo XX, durante estos años las tendencias temáticas de la narrativa novelera se expanden hacia la novela indigenista, política y la ya mencionada novela regionalista. La novela regionalista tiene por características la integración hombre-naturaleza, describe la naturaleza americana en toda su majestuosidad, refiere las costumbres rasgos y tradiciones de los pueblos, se identifica con el paisaje de la región y los relatos se basan en la acción de la naturaleza sobre los hombres que la habitan, tiene como propósito denunciar los problemas que aquejan a las naciones latinoamericanas, describe realidades propias aunque desconocidas, revela conductas y cambios de ánimo influenciados por la región y plantea el conflicto social del hombre civilización-barbarie. Antes que me hubiera apasionado por mujer alguna, jugué mi corazón al azar y me lo ganó la Violencia. (Rivera, 2006, p.11)
José Eustasio Rivera en su novela La vorágine, hace una crítica social que denuncia el maltrato que sufrían los trabajadores del caucho, así como a través de las peripecias que narra Cova conocemos las condiciones míseras y sórdidas que aquejaban a aquellos que habitaban la selva amazónica. Ellas casi no han conocido la serena inocencia que la infancia respira, ni tuvieron otro juguete que el pesado tarro de cargar agua o el hermanito sobre el cuadril. ¡Cuán impuro fue el holocausto de su trágica doncellez! Antes de los diez años, son compelidas al lecho, como a un suplicio; y, descaderadas por sus patrones, crecen entecas, taciturnas, ¡hasta que un día sufren el espanto de sentirse madres, sin comprender la maternidad! (Rivera, 2006, p.266-267)
Para poder contarles mi historia- nos dijo esa tarde- tendría que perder el pudor de mis desventuras. En el fondo de cada alma hay algún episodio íntimo que constituye su vergüenza. (Rivera, 2006, p.180)
La metáfora que confiere el titulo de “La vorágine” es atribuida a las fuerzas de la naturaleza y su influencia en el carácter y conducta de los hombres, una vorágine es una fuerza impetuosa que arrasa y tal como vemos en la historia, aquellos hombres que se adentran en la selva amazónica poco a poco se pierden en su embrujo, son arrasados por una fuerza elemental que logra trastornar sus sentidos. Ansiosos minutos estuvo en éxtasis, comprobándolo, y creyó observar que el alto follaje iba moviéndose pausadamente, con el ritmo de una cabeza que gastara doce horas justas en inclinarse desde el hombro derecho hasta el contrario. La secreta voz de las cosas le llenó su alma. (Rivera, 2006, p.247) Tú eres la catedral de la pesadumbre, donde dioses desconocidos hablan a media voz, en el idioma de los murmullos, prometiendo longevidad a los árboles imponentes, contemporáneos del paraíso, que eran ya decanos cuando las primeras tribus aparecieron y esperan impasibles el hundimiento de los siglos venturosos. (Rivera, 2006, p.121-122)
Esta fuerza arrasadora y desenfrenada la vemos también en la conducta habitual del protagonista, cuyos ímpetus continuamente lo llevan a reaccionar violenta e impulsivamente ante acontecimientos que en ocasiones sólo transcurren en su mente, como la falsa traición de Alicia. Mi cerebro ardía más que la lámpara del dintel, fulgía como el faro que convida las naves a entrar en el puerto. Una frase, una sola frase zumbaba frenética en mis oídos, proyectando en mis ojos imágenes lúcidas: "Entre ella y la otra le cortaron la cara al pobre Barrera." La otra, la otra, ¿quién podía ser? ¿Y por qué motivo?, ¿Por celos, por venganza, por escaparse? ¿Alicia, era Alicia? (Rivera, 2006, p.304)
Esta alegoría trasciende hacia un mundo inconsciente, en donde la civilización está en constante pugna con la barbarie, lo masculino se yuxtapone a lo femenino, la locura trastoca los senderos de la cordura, donde el terror enjalbega la sumisión que se deriva de la tiranía del poder.
Ah selva, esposa del silencio, madre de la soledad y de la neblina! ¿Qué hado maligno me dejó prisionero en tu cárcel verde? Los pabellones de tus ramajes, como inmensa bóveda, siempre están sobre mi cabeza, entre mi aspiración y el cielo claro, que sólo entreveo cuando tus copas estremecidas mueven su oleaje, a la hora de tus crepúsculos angustiosos. (Rivera, 2006, p.121) Tus multísonas voces forman un solo eco al llorar por los troncos que se desploman, y en cada brecha los nuevos gérmenes apresuran sus gestaciones. Tú tienes la adustez de la fuerza cósmica y encarnas un misterio de la creación. No obstante, mi espíritu sólo se aviene con lo inestable, desde que soporta el peso de tu perpetuidad, y, más que a la encina de fornido gajo, aprendió a amar a la orquídea raquítica, porque es efímera como el hombre y marchitable como su ilusión. (Rivera, 2006, p.122)
La violencia marca el destino de los menos afortunados que en inconsciente coacción otorgan esta cualidad a sus detractores. ¿Quién estableció el desequilibrio entre la realidad y el alma incolmable? ¿Para qué nos dieron alas en el vacío? ¡Nuestra madrastra fue la pobreza, nuestro tirano la aspiración! Por mirar la altura tropezábamos en la tierra; por atender al vientre misérrimo fracasamos en el espíritu. La medianía nos brindó su angustia. ¡Sólo fuimos los héroes de lo mediocre! (Rivera, 2006, p.218)
Con un carácter explosivo, un impulsivo Cova utiliza el arma de la violencia para adentrarse en los derroteros de la pasión y la venganza, que muchas veces conducen sus acciones, Cova descarga su ira continuamente contra el amor mal encarado en Alicia a quien considera un obstáculo en su destino, intenta eludir aquella pasión que lo une a ella, en el amparo de otras mujeres, pero sólo consigue que esta pasión crezca. Hoy, como nunca, siento nostalgia de la mujer ideal y pura, cuyos brazos brinden serenidad para la inquietud, frescura para el ardor, olvido para los vicios y las pasiones. Hoy, como nunca, añoro lo que perdí en tantas doncellas ilusionadas, que me miraron con simpatía y que en el secreto de su pudor halagaron la idea de hacerme feliz. (Rivera, 2006, p.292)
También la selva ejerce una violencia tácita aunque aparentemente imperceptible contra los hombres que mancillan sus fauces en aras de su propio beneficio, vilipendiando y arremetiendo contra árboles, animales y plantas; es ella quien a final de cuentas decide el
rumbo de la historia de los hombres, como mujer resentida cobra venganza arremetiendo de forma mística e incomprensible contra la cordura humana, es ella la que prevalece, es ella quien se convierte en protagonista. Un signo de fracaso y maldición persigue a cuantos explotan la mina verde. La selva los aniquila, la selva los retiene, la selva los llama para tragárselos. Los que escapan, aunque se refugien en las ciudades, llevan ya el maleficio en cuerpo y alma. Mustios, envejecidos, decepcionados, no tienen más que una aspiración: volver, volver a sabiendas de que si vuelven perecerán. (Rivera, 2006, p.291) A semejanza de las cenizas que a lo lejos lanzan las quemas, caían sobre la charca fugitivas tribus de cucarachas y coleópteros, mientras que las márgenes se poblaban de arácnidos y reptiles, obligando a los hombres a sacudir las aguas mefíticas para que no avanzaran en ellas. (Rivera, 2006, p.244)
Por tanto, la novela de la vorágine se identifica como regionalista debido a la importancia que va adquiriendo la naturaleza en el relato, a la descripción categórica de la selva amazónica, al reflejo de los conflictos sociales, a la interacción del hombre con el paisaje, quién acaba integrándose, desvaneciéndose o sucumbiendo al triunfo de la naturaleza sobre la conducta humana, tal como se enuncia en el final de la novela cuando se proclama: “¡Los devoró la selva!”
Bibliografía: RIVERA, JOSÉ EUSTASIO, La vorágine, 2006, biblioteca cultural universal. La novela y el cuento hispanoamericanos del siglo XX, departamento de lengua de IES, <https://docs.google.com/document/d/1uoFWhS44B8uC6yfLEhQs9tI7hWcz7OESP4iqmOSRVM/ edit?hl=es> ALEGRÍA, FERNANDO, Historia de la novela hispanoamericana, México, Ediciones de Andrea, 1965.