Narrativa informativa de la Red de Mujeres para la Promociรณn y Difusiรณn del Derecho a una Vida Libre de Violencia, en el estado de Tamaulipas
En últimas décadas se ha alcanzado un mayor reconocimiento de la violencia contra las mujeres y el tema se ha ubicado en uno de los primeros lugares dentro de la agenda internacional desde los años setenta, sin embargo, en nuestro país no fue sino hasta el año 2001 cuando el gobierno creó el Instituto Nacional de las Mujeres (INMUJERES) como respuesta a los convenios y tratados internacionales de talla de la CEDAW. Gracias a este trabajo, se ha logrado que sean los Estados quienes “tienen la obligación de proteger a las mujeres de la violencia, responsabilizar a los culpables e impartir justicia y otorgar recursos a las víctimas. La eliminación de la violencia contra la mujer sigue siendo uno de los más graves desafíos de nuestra época. Para poner fin a todos los actos de violencia contra la mujer, es preciso utilizar de manera más sistemática y eficaz la base de conocimientos e instrumentos para prevenir y eliminar la violencia contra la mujer elaborados durante el último decenio. Ello exige que en los más altos niveles de dirección del Estado exista una clara voluntad política y un compromiso declarado, visible e inquebrantable, y que se cuente con la determinación, la promoción y la acción práctica de las personas y las comunidades”. 1
Por lo que el presente número está destinado al nivel primario de atención en donde se suman las siguientes profesionistas que trabajan en la prevención y atención de la violencia contra las mujeres, ellas constituyen el más importante capital de los configuradores institucionales así como de las identidades colectivas quienes por el compromiso y labor que han sostenido a lo largo de los años han considerado de vital importancia reconocer las buenas prácticas para dar vida, sentido y orientación al Modelo de Atención Integral para Mujeres Víctimas de Violencia en el Estado de Tamaulipas: Sandra Patricia Domínguez Rivera, psicóloga del Instituto de la Mujer Centro Regional Mante, Paula R. Pérez Rodríguez, psicóloga del Hospital General de Nuevo Laredo y María Luisa Castro Catana fundadora de Mujeres con ilusión de crecer
A.C.
Sandra Patricia Domínguez Rivera, psicóloga del Instituto de la Mujer Centro Regional Mante quien sin embargo, también realiza funciones de trabajadora social: recibe a la víctima, escucho sus necesidades para posteriormente canalizarlas al área jurídica y o psicológica. Mediante la entrevista inicial en trabajo social, Sandra explora el motivo de consulta, la historia del problema y la afectación en las distintas áreas de vida (personal, familiar, social, laboral). Detecta las principales necesidades de la titular de derecho, así como tipos (psicológica, física, patrimonial, económica, sexual, obstétrica, simbólica, diversa y política) y modalidades (familiar, laboral o docente, comunitaria, institucional, feminicida o mediática) de violencia; también valora la presencia y el grado de riesgo, procurando obtener la mayor información tanto personal como de la problemática que le presentan. El área de psicología donde Sandra tiene su mayor campo de acción consta de dos principales servicios: Asesoría psicológica y Atención psicoterapéutica.
Paula R. Pérez Rodríguez, psicóloga del Hospital General de Nuevo Laredo brinda atención a mujeres víctimas de violencia psicológica, física, sexual, económica y de abandono; esto conforme a los criterios de prevención y atención de la NOM-046-SSA2-2005. Paula ofrece atención psicológica de primer contacto y posteriormente, si es necesario, les brinda un tratamiento especializado a la violencia sexual. En los casos de Violencia Física se brinda la Atención Médica y psicológica de manera gratuita. Dentro de las primeras 72 horas de ocurrido el acontecimiento Paula canaliza a otros profesionales de la salud para brindarle a la usuaria medicamentos antirretrovirales para prevenir el VIH y otros que eviten infecciones de transmisión sexual así como para que se realice exámenes de laboratorio a fin de detectar oportunamente padecimientos o un posible embarazo. Todos los medicamentos y atención son gratuitos y se ofrece acompañamiento sensible a las víctimas durante todo el proceso de atención.
María Luisa Castro Catana, estudiante de derecho en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Autónoma de Tamaulipas, además de ser fundadora de Mujeres con ilusión de crecer A.C. asociación civil formada con el fin de ayudar a mujeres víctimas de violencia, brinda apoyo psicológico, jurídico y psiquiátrico, actualmente cuentan con 7 psicólogos, 1 psiquiatra, 2 médicos, 2 abogados, 2 maestras, 1 publicista y una periodista, así como una contadora, quienes a la fecha han atendido a 236 personas, entre las cuales se encuentran mujeres, menores de edad y hombres, brindándoles ayuda psicológica, jurídica y psiquiátrica, asimismo se han llevado 16 asuntos jurídicos, 6 de tipo penal y 10 de tipo civil, así mismo con apoyo del Instituto Tamaulipeco de Educación para Adultos han logrado varias de sus usuarias e incluso sus hijos concluyan la secundaria. Entre sus metas se encuentran la creación de un refugio para Mujeres Víctimas de Violencia Familiar de acuerdo a la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer (Belém Do Pará, Brasil, 1994).
El Impacto de Sandra Patricia Domínguez Rivera, Paula R. Pérez Rodríguez, y María Luisa Castro Catana, en la Red de Mujeres para la promoción y difusión del derecho a una vida libre de violencia es el de
ayudar a identificar las características del apoyo social formal e informal otorgado a la mujer víctima de violencia.
El apoyo social es fundamental para el buen desarollo de aquellas mujeres con circunstancias vitales difíciles, los estudios de apoyo social consideran que para que se conciba la idea de red social se debiera contar con la cercanía de personas en lo individual o un conjunto de individuos asociados entre sí con un objetivo común con quienes se ha de tejer un vínculo sólido y duradero mismo que, naturalmente abastezca de apoyo psicológico y jurídico, pero también el apoyo emocional que proporcione aceptación, reconocimiento y valoración, que brinde información, que oriente y guié de manera instrumental a la víctima. Debido a que la experiencia de vivir violencia aumenta significativamente los estresores en la mujer y disminuye la calidad de su percepción de los recursos disponibles a su alcance como aquello que podría obtener de su red de apoyo social, las mujeres víctimas de violencia generalmente dan mayor importancia a que en sus relaciones estén presentes la íntimidad y la confianza ya que una interacción frivola puede reforzar la triada violencia-depresión-apoyo social.
SANDRA PATRICIA DOMINGUEZ RIVERA. “MI TRABAJO EN ATENCION A MUJERES” Empecé en junio del 2018 a trabajar con mujeres víctimas de violencia. Ha sido una de las satisfacciones más gratificantes que como persona he obtenido, me encuentro en el área de psicología, sin embargo, también hago la función de trabajadora social, en donde recibo a la víctima, escucho sus necesidades para posterior a ello las canalizo al área jurídica y o psicológica y en la mayoría de los casos en ambas áreas. La asesoría psicológica, consiste en la primera sesión de atención psicológica, ya sea al momento en el que la mujer acude a solicitar el servicio, o bien, agendada mediante cita. El objetivo de la asesoría es brindar a la víctima un espacio de confianza y seguridad para expresar la situación en la que vive, en ello es importante recabar datos relevantes al caso mediante una entrevista, validar su experiencia emocional y procurar concientizar respecto a la situación de violencia en la que vive. Para esto último, se utiliza la psicoeducación sobre violencia, proporcionando información sobre los tipos y modalidades de violencia, el ciclo de violencia y las consecuencias emocionales y psicológicas de esta situación, contrastando dicha información con la propia experiencia.
La atención psicoterapéutica, consiste en la atención psicológica especializada, ya sea como parte del acompañamiento en el proceso jurídico, o bien, la atención psicológica debido a la situación de violencia en la que se encuentra. Tiene por objetivo realizar una intervención psicológica que desarrolle en las mujeres el empoderamiento para vivir una vida libre de violencia, se desarrolla durante 12 sesiones con periodicidad semanal o quincenal, teniendo cada sesión una duración de 50 minutos. El propósito de la asesoría psicológica que brindo es que las mujeres se empoderen para salir del círculo de la violencia realizando cambios en sus hábitos e intereses de vida, así como la visión y percepción que se tienen de ellas mismas van cambiando sus actitudes, dando prioridad a su bienestar personal y psicológico, comprendiendo que las situaciones de violencia que han vivido no son normales ni sanas y puede cambiar, brindarles apoyo emocional y que vayan fortaleciendo su nivel de autonomía, elevando su autoestima para que ellas mismas valoren sus derechos que residen en merecer un trato justo cimentado en el respeto a ellas mismas y pedir lo mismo de sus parejas.
Las capacitaciones que imparto son para desarrollar dichas funciones y han sido muy adecuadas para implementar en mis tareas laborales. La motivación por continuar con mi trabajo es ayudar a muchas mujeres a salir del círculo de violencia que han vivido. Cuando llega por primera vez a consulta la víctima, se desahoga, llora, se cuestiona el haber permitido tanta violencia en ella, una de las cosas que he observado es que le duele más la infidelidad de su pareja que la misma violencia ya sea física, psicológica entre otras que pudiera estar pasando, esto refleja la baja autoestima que posee. En varios casos la mujer deja de acudir a sus citas y cuando investigo haciendo llamadas, refieren problemas con el horario de trabajo, pero en realidad es que algunas perdonan a su agresor, en varios meses algunas regresan y terminan el tratamiento psicológico.
En resumen, mi labor me ha dejado gran satisfacción por el trabajo realizado pese a que aún falta mucho por hacer pues es mucha la diferencia entre los primeros meses de trabajo y los últimos , en donde se ha obtenido el más alto índice de asesorías, ya que las mujeres desconocían que existía un lugar en el que podían ser escuchadas y atendidas de manera gratuita. Si bien es cierto que la mayoría no continúo con sus terapias psicológicas, por diferentes situaciones y motivos (que en algunos casos solo fueron pretextos para seguir viviendo en ese apego psicológico que las mantiene seguir conviviendo con sus agresores), la falta de amor propio, la dignidad y la baja autoestima siguen siendo cadenas muy fuertes para lograr el bienestar y la libertad que consideran no merecen.
Para contar con una estimación con representatividad nacional y estatal de la magnitud del fenómeno, la Secretaría de Salud, en colaboración con el Instituto Nacional de Salud Pública, realizó la primera Encuesta Nacional sobre Violencia contra las Mujeres en el año 2003 (ENVIM). Posteriormente se actualizó la información a través de las segunda encuesta realizada entre agosto y octubre de 2006 (ENVIM), con una muestra de 22 318 usuarias, de 15 años de edad y más, que acudieron a hospitales y centros de salud del primer y segundo nivel de atención del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE) y la Secretaría de Salud, con representatividad para 31 entidades federativas, exceptuando el estado de Oaxaca. En el año 2002, el Programa de Prevención y Atención a la Violencia Familiar y de Género inició con 18 servicios especializados, en el año 2006 se contaba ya con 189 centros o servicios y para el año 2012 se ha alcanzado una infraestructura de 284 servicios con 355 psicólogas/os. Con estos servicios especializados, durante el periodo mencionado, se ha brindado atención a 658 mil 688 mujeres en situación de violencia severa en las 32 entidades federativas; con lo cual se incrementó la cobertura de atención a mujeres de 15 años y más que vivían violencia severa pasando de 4.3% al 12.9%. Se desconocen las cifras recabadas por actuales administraciones o si hubo seguimiento del mismo.
En el 2003 se inició con el apoyo a 16 organizaciones; hasta el 2010 se habían apoyado 35, además a partir del año 2011 con el fin de apoyar la operación y consolidación de los refugios también se transfirieron recursos para sus Centros de Atención Externa (CAER). Hasta el 2012 se han atendido 13 mil 634 mujeres y 35 mil 608 niñas y niños a quienes se otorgó alimentación, hospedaje, atención médica, psicológica, legal, social y capacitación para el trabajo. (Tabla 2)
La Organización Mundial de la Salud (OMS), reportó durante el año 2000 que 40 estudios cuantitativos llevados a cabo en 24 países revelaron que entre 20 y 50% de las mujeres entrevistadas habían sufrido violencia física por parte de su pareja y que por lo menos una de cada cinco sufre violación o intento de violación en el transcurso de su vida. Otro dato relevante es que el tipo más común de abuso es la violencia dentro del marco familiar y el maltrato físico, emocional o sexual de las mujeres por parte de sus parejas. Se estima que en América Latina y el Caribe, 50% de las mujeres sufre algún tipo de violencia dentro de la familia, sin contar otras formas de violencia que afectan a las mujeres y niñas en diferentes espacios sociales. En 1993, un estudio de la Organización Panamericana de la Salud, (OPS), estableció que de 45 a 60% de los homicidios contra mujeres se perpetran dentro de la casa y que la mayoría de estos homicidios son cometidos por el marido o el conviviente. Asimismo, los intentos de suicidio son 12 veces más frecuentes entre mujeres que sufrieron violencia que entre las que no la padecieron.
En México se han dedicado esfuerzos por contar con datos y estudios que permitan conocer la magnitud y características de la Violencia contra la Mujer, tanto por parte de las instituciones académicas y civiles, como de las gubernamentales. Los indicadores con los que se cuenta permiten describir las características y el impacto de la violencia. Algunos datos importantes son:
1. La alta prevalencia de la violencia hacia las mujeres, las niñas y los niños. 2. El alto porcentaje de hombres, generalmente el de la pareja, que son responsables de la violencia contra las mujeres. 3. Las diferentes manifestaciones de la violencia contra las mujeres tienen graves consecuencias en su salud física y mental y atentan contra su integridad personal. 4. La violencia física está ineludiblemente acompañada de la violencia psicológica y eventualmente de la sexual. 5. La violencia sexual tiende a ser invisible en la medida en la que es perpetrada por una persona emocionalmente involucrada con la agredida. 6. Las mujeres en situación de violencia, generalmente sufren múltiples agresiones en el tiempo y éstas suelen agravarse progresivamente, convirtiéndose esto en un padecimiento crónico. 7. Los hombres que agreden a sus parejas con frecuencia muestran un alto control de su comportamiento frente a otras personas.
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Atención de primer contacto. El primer nivel es el más cercano a la población, se trata de la organización de los recursos que permite resolver las necesidades de atención básicas y más frecuentes, que pueden ser resueltas por actividades de promoción de salud, prevención de la enfermedad y por procedimientos de recuperación y rehabilitación. Es la puerta de entrada al sistema de salud. Se caracteriza por contar con establecimientos de baja complejidad, como consultorios, policlínicas, centros de salud, etc. Se resuelven aproximadamente 85% de los problemas prevalentes. Este nivel permite una adecuada accesibilidad a la población, pudiendo realizar una atención oportuna y eficaz.
Servicios Especializados o Atención especializada. Comprende la atención médica y psicológica especializada que satisface de manera integral las necesidades de atención a mujeres que viven en situación de violencia, mediante la combinación de intervenciones de detección, diagnóstico, tratamiento y rehabilitación seleccionadas con base en el tipo de magnitud de la agresión sufrida y la valoración clínica integral de cada caso en particular.
Empoderamiento. Proceso por medio del cual las mujeres transitan de cualquier situación de opresión, desigualdad, discriminación, explotación o exclusión a un estadio de conciencia, autodeterminación y autonomía, el cual se manifiesta en el ejercicio del poder democrático que emana del goce pleno de sus derechos y libertades.
Refugio para mujeres que viven violencia extrema. Se refiere al espacio temporal multidisciplinario y seguro para mujeres, sus hijas e hijos en situación de violencia familiar o sexual, que facilita a las personas usuarias la recuperación de su autonomía y definir su plan de vida libre de violencia y que ofrece servicios de protección y atención con un enfoque sistémico integral y con perspectiva género. El domicilio no es del dominio público.
El miedo se ha ido. “N” era una mujer de 30 años que acudió al Instituto donde labora Sandra Domínguez a buscar asesoría jurídica para divorcio, refirió haber vivido 10 años junto a su marido, mencionó que durante ese tiempo él mostraba conductas hostiles y agresivas hacia ella. Del matrimonio nacieron dos hijas. Al llegar, a esta joven mujer se le veía muy afectada por la situación de violencia y refirió que podía reconocer que su esposo era un hombre machista y posesivo con el cual siempre tuvo muchos problemas que poco a poco fueron afectando su autoestima y la poca seguridad que tenía en ella misma, dudaba de sí misma y de sus capacidades. La mujer constantemente relataba que su esposo había perdido el interés por ella lo que abonaba a las continuas expresiones de violencia hacia “N”; cuando asistía a las consultas llegaba desaliñada, sin maquillaje, su sencilla vestimenta siempre estaba sucia y sin arreglar lo que dejaba de manifiesto el poco interés en su arreglo personal y la nula motivación que sentía.
Un llanto amargo “N” en varias ocasiones lloraba al relatar cómo eran los tratos que el marido le daba, ella estaba estresada y alcanzaba a percibir que la intensidad de la agresión psicológica a la que la sometía su marido la estaba consumiendo y en ocasiones la superaba, verborreicamente explicaba que la violencia consistía en todo tipo de vejaciones que iban desde ofensas, humillaciones, malas palabras hasta la coerción económica pues el sujeto no hacía nada por buscar trabajo, se conformaba con lo poco que sacaba de la renta de una parcela así que ni “N” ni sus hijas recibían parte de esas ganancias, salvo algunas ocasiones en que se dignaba a contribuir con un litro de leche, un kilo de arroz. Mientras tanto, ella actuaba como hemos sido configuradas la mayoría de las mujeres, entregada en cuerpo y alma a su familia y procuraba proporcionarles un espacio limpio y seguro. pero su marido constantemente desvalorizaba el trabajo doméstico que realizaba, no tomaba en cuenta sus opiniones respecto a decisiones, a situaciones del hogar o de las hijas, incluso, le infundía miedo, hasta que logró apartarla de todos, no tenía amigas, se sentía muy sola, la regañaba hasta que de manera voluntaria “N” optó por no convivir con su familia para evitar conflictos con él. Todo ello implicaba una manipulación en la que la sometía al ostracismo, quería eliminar de la vida de su esposa cualquier señal de apoyo en la cual ella pudiera mínimamente descansar, la castigaba con la indiferencia y el silencio, “le aplicaba la ley del hielo” lo que provocaba en la joven mujer sentimientos de culpa, y así como gota a gota se rompe una piedra, no por su fuerza sino por su constancia se incrementaba el control y la dominación de él sobre “N”, su víctima.
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