Ciencias Sociales y Lengua

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ACTIVIDADES PARA REPENSAR EL BICENTENARIO ESPACIO CURRICULAR: CIENCIAS SOCIALES y LENGUA 1o CICLO

LA SOCIEDAD EN LOS TIEMPOS DE LA COLONIA

1. En la sociedad colonial había muchas desigualdades. Las personas tenían diferentes derechos según su lugar de nacimiento, su color de piel o su nivel económico. Los grupos sociales de la época eran:

Los blancos. Se dividían en: nacidos en España o españoles y nacidos en América o criollos. Los españoles, ocupaban cargos en el gobierno; y los criollos eran comerciantes, abogados, militares, sacerdotes. Los indígenas. Eran los primeros habitantes de estas tierras; fueron utilizados como mano de obra para realizar trabajos forzados en las minas. Los negros. Habían sido capturados en el continente africano. Desde allí, los comerciantes ingleses los traían encadenados en las bodegas de los barcos y, al llegar a América, los vendían a los blancos como esclavos. Los blancos pasaban a ser sus dueños. En Río de La Plata el trabajo la fuente principal de los trabajos manuales: el laboreo de la tierra, la cría de ganado, la zafra, el servicio doméstico. Los mestizos. Nacidos de la unión de blancos e indígenas. Los mulatos. Nacidos de la unión de blancos y negros. Los zambos. Nacidos de la unión de indígenas y negros.

Las actividades que desempeñaban estos tres últimos grupos eran la de carreteros, vendedores ambulantes, acarreadores, mozos, cargadores, artesanos. Fuente:

http://educasitios2009.educ.ar/aula50/files/2009/11/20080606klphishch_8_Ies_SCO.png

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Fuente: http://www.elortiba.org/losnegros.html

En los diarios de la época muy común ver avisos como los siguientes. PARTE ECONÓMICA Venta de animales Se vende una negra criolla, joven, sana y sin tachas, muy humilde y fiel, buena cocinera, con alguna inteligencia en lavado y plancha y excelente para manejar niños, en la cantidad de 500 pesos. Se vende un hermoso caballo de bonita estampa, de seis cuartas tres pulgadas de alzada

Se vende una negra de 22 años: sabe, lavar, planchar, cocinar, servir adentro y coser. No tiene vicio ni enfermedad alguna: su precio son 300 pesos El que quiera comprarla, se verá con su ama la señora viuda del Dr. Moreno.

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Para reflexionar entre todos:

Diversas preguntas pueden orientar la tarea de encontrar en las imágenes y los textos indicios que permiten construir algunas ideas fundamentales sobre la sociedad colonial. Por ejemplo las diferencias que existían entre los trabajos de los distintos grupos, en las vestimentas, en las actividades de la vida cotidiana entre otras. Otros posibles interrogantes a plantear pueden tener en cuenta el lugar que ocupaban los esclavos en la sociedad colonial. Para ello es necesario tener en cuenta la condición de igualdad - desigualdad

Se sugiere que el docente registre en el pizarrón o en papel afiche las respuestas obtenidas por parte de los alumnos a partir de la información inicial, la lectura de imágenes, los periódicos de época.

La vida cotidiana en la sociedad colonial

El cielito, acuarela de Carlos Enrique Pellegrini. 1829.

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El Himno Nacional en la sala Mariquita Sánchez de Thompson, donde se cantó por primera vez en 1813, óleo sobre tela de Pedro Subercaseaux (1880- 1956). Fuente: Instituto Nacional sanmartiniano. A partir de la observación de estas imágenes es posible trabajar algunas ideas de la vida cotidiana en la primera mitad del siglo XIX, para luego elaborar con los alumnos acerca de la relación entre las costumbres, origen étnico y posición social. Vida en la ciudad “En las ciudades, los jóvenes que no pertenecían a familias de la elite se dedicaban a oficios mecánicos o entraban como dependientes en las tiendas. En la tienda debían, además de hacer su trabajo, barrer las veredas, fregar los candeleros, limpiar los platos y hacer la cama del patrón. Todo esto gratis hasta que adquirieran experiencia. A cambio recibían un plato de comida y les permitían dormir en la tienda usando como cama el mostrador. Los jóvenes de la elite, en cambio, frecuentemente estudiaban en la universidad. También continuaban, cuando eran más grandes, los negocios de sus padres. Otros elegían ser sacerdotes o militares. Las mujeres de la elite no trabajaban. Sus padres las obligaban a casarse con hombres adinerados, y en lo posible españoles, que ellos mismos les elegían. También era bien visto que decidieran ser monjas. Las mujeres más pobres sí trabajaban. En la ciudad, eran vendedoras en el mercado o tenían pequeños negocios. En el campo, trabajaban sembrando la tierra, cuidando animales”.

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(Adaptado de José Ullúa. “La vida en la colonia’. En Ciencias Sociales 1. Cuadernos para el aula. Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología,…).

Las viviendas Las familias de la elite solían tener más de una casa: una quedaba en la ciudad y otra en las afueras. Las casas de la ciudad solían ser amplias, con muchas habitaciones, ya que generalmente vivían en ella el matrimonio con los hijos y también otros parientes, como abuelos, hermanos, primos y tíos. Estas casas tenían varios patios, dos o tres. En el último patio trabajaban los esclavos. También allí estaban sus habitaciones. En el caso de la ciudad de Buenos Aires, la mayoría dé las casas de la elite no tenían aljibe porque era muy caro construirlos. Por eso, el agua se compraba al aguatero, quien la traía del río. Las casas tenían ventanas a la calle, protegidas por unas rejas que sobresalían bastante del marco de la ventana. Las llamaban “rejas voladas’ Sobresalían tanto que muchas veces durante la noche, como la iluminación de las calles no era muy buena, la gente se las llevaba por delante y quedaba muy mal herida. Estas rejas, en verano, no protegían demasiado de los robos porque como las ventanas estaban abiertas, los ladrones, ayudados por una caña, “pescaban” sin problemas los objetos más cercanos”. (Adaptado de José Ullúa, José. La vida en la colonia’. En Ciencias Sociales 1. Cuadernos para el aula. Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología,…).

“El rancho era la vivienda de las afueras de la ciudad. Era habitualmente de adobe y con techo de paja. Tenía pocos muebles, unas pocas sillas de baqueta o paja, cráneos de vaca que se usaban como asiento, una mesa, tres o cuatro catres y una caja baúl para guardar la ropa. La cuna de los bebés estaba lejos del piso, para protegerlos de los animales peligrosos. En el centro del rancho había un fogón en el suelo. La vajilla se componía de unos pocos platos de madera, estaño o loza, unos candelabros y el infaltable mate. Otros utensilios eran el asador, dos o tres ollas, el mortero y el hacha de hueso. Nunca faltaba un horno de barro para cocinar pan, galletas y bizcochos. Los días de lluvia, como no se podía ir al campo a trabajar, ¡eran día de buñuelos y tortas fritas”. (Adaptado de José Ullúa, José. “La vida en la colonia”. En Ciencias Sociales 1. Cuadernos para el aula. Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología,…).

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Buenos Aires colonial Tadeo Haenke, un naturalista que acompañó a Mala espina en el viaje de estudio y exploración que hizo a fines del siglo XVIII, describe así a la capital del Virreinato. “Su planta es de las más hermosas y alegres [...]. Tiene 120 calles pobladas, todas tiradas a cordel y el mayor número empedradas; en las aceras se eleva el piso cerca de vara y media [...]. El medio de las calles, que todas son anchas, iguales y capaces, se deja a los carros y caballerías, y a la sazón de estar nosotros allí, no se observaba la correspondiente policía, [cuidado] tolerándose echan en ella despojos que las emporcaban. En tiempo de lluvias hacen grandes lodazales en que se atascan las caballerías y las grandes carretas que hay para los abastos, y suele imposibilitar el paso a la gente de a pie. La plaza es imperfecta y sólo tiene portales la casa de Cabildo, en la que están la cárcel y otras oficinas públicas” (Tadeo Haenke, Viaje por el Virreinato del Río de la Plata. En: Una Historia Argentina. 3. Cuando Fuimos Virreinato. Buenos Aires: Libros del Quirquincho, 49). Una casa colonial por adentro Con estas palabras recuerda Mariquita Sánchez la vida de las familias “decentes” de Buenos Aires en la segunda mitad del siglo XVIII “Volvemos a las comodidades de aquel tiempo. Las salas de las casas ricas estaban con sillas de jacarandá, damascos, ricas alfombras venidas de España, por encargo. Pero estas salas se usaban en ciertos días; todo el año se recibía en el aposento o en una salita que había en el patio, enfrente de la calle, para vigilar la casa mejor. En estas salitas: el duro suelo, una mesa con un nicho con alguna imagen, jaulas de pájaros y loros, una mesa de costura, un porrón de agua y un vaso pronto para si se pedía, unas sillas de paja muy ordinarias; era todo. En algunas había, en la mitad, una de esas alfombras de Córdobas Una copa en tiempo del invierno era lo más confortable. Lo más gracioso era que las gentes parecían no sentir el frío. En los comedores, una gran mesa según la familia, otra como aparador y las alacenas con vidrios, para que se vieran los objetos que había en ellas. Había mucha escasez de muebles, que eran muy ordinarios. Es cierto que había mucha plata labrada, pero ésta era indispensable. La loza era muy cara y muy escasa; de modo que era una economía tener una docena de platos, unas fuentes y lo demás no con gran profusión. No se mudaba cubierto a cada plato y algunas veces comían dos cosas en un mismo plato. Y para beber agua había un jarro de plata, que circulaba en la mesa. Los más pobres tenían peltre en lugar de plata [...]. No había sino una fonda: de los Tres Reyes, en la calle que es ahora el 25 de Mayo; había tan pocos transeúntes que no había necesidad. Actividades para repensar el bicentenario - Ciencias Sociales y Lengua, 1 Ciclo.

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Había también, una confitería francesa en la calle San Francisco, tenía fama para el buen café y las tostadas y pastelitos, de muchas casas mandaban allí. Había otros cafés, pero poca cosa, era más para jugar billar y conversar. Una de las diversiones más general era el reñidero de gallos. La vida era muy triste y monótona”. (Mariquita Sánchez de Mendeville, Recuerdos del Buenos Aires virreinal. En: Una Historia Argentina. 3. Cuando Fuimos Virreinato. Buenos Aires: Libros del Quirquincho, 50) Una vida sin muchos lujos Los “efectos de Castilla” eran muy preciados en el Virreinato, pero no siempre llegaban a tiempo. ‘Sólo venían buques de España y los que hacían este comercio traían las cosas buenas en muy pequeño número. De modo que las gentes andaban con empeños para poder tener alguna cosa de buen gusto. Este comercio era el monopolio de unos pocos; por ejemplo: tardaban en venir vidrios y si se rompían los que había en las ventanas, se ponía un papel blanco y esto era admitido. La mayor parte de los hombres de fortuna eran hombres ordinarios; hacían fortuna con poco trabajo, vendían a precios fabulosos y no gastaban. Pronto tenían [o que entonces se llamaba riqueza; lo primero era tener casa propia, unos esclavos. Lo muy preciso, diríamos ahora, entonces era mucho; esta era una gran fortuna”. (Mariquita Sánchez de Mendeville, Recuerdos del Buenos Aires virreinal. Una Historia Argentina. 3. Cuando Fuimos Virreinato. Buenos Aires: Libros del Quirquincho, 51)

El mercado de la plaza “Los devotos que habían concurrido a misa iban a comprar al mercado las primeras perdices que venían y este mercado estaba donde está ahora la Pirámide, ésa era la plaza. Las perdices y el pescado, en la del 25 de Mayo. En la plaza había una casita, un cuartito de madera, donde estaba uno de los cabildantes, que se llamaba el Fiel Ejecutor; era el que tenía la policía del mercado, arreglaba las disputas, impedía que se vendiera fruta verde o cosa malsanas. Este servicio duraba un año; gratuito, como todos los que hacía el Cabildo, compuesto de los vecinos más distinguidos.” (Mariquita Sánchez de Mendeville, Recuerdos del Buenos Aires virreinal. Una Historia Argentina. 3. Cuando Fuimos Virreinato. Buenos Aires: Libros del Quirquincho, 51)

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Ciencias Sociales, 1. Ministerio de Educaci贸n, Ciencia y Tecnolog铆a, Presidencia de la Naci贸n, Serie Cuadernos para el aula, 72.

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Ciencias Sociales, 1. Ministerio de Educaci贸n, Ciencia y Tecnolog铆a, Presidencia de la Naci贸n, Serie Cuadernos para el aula, 72.

Casa de blanco pobre

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A partir del trabajo articulado con planos y relatos, y teniendo en cuenta las imágenes y la información abordada en las consignas anteriores, se sugiere el planteo de propuestas que tengan en cuenta la organización social (vestimenta, diferencias de género, de clases sociales, viviendas), y económica (mercados urbanos).

LOS CAMBIOS POLÍTICOS EN LA REVOLUCIÓN DE MAYO Hacia 1810, España estaba en guerra con Francia. Los franceses hicieron prisionero al rey de España. Entonces, los criollos de estas tierras del Río de la Plata pensaron que era la oportunidad de ocupar el gobierno. Como el virrey mandaba en estas tierras en nombre del rey, los criollos fundamentaban su decisión de tomar el poder, afirmando que: “si el rey está preso, el virrey ya no puede gobernar en su nombre”. Luego de varias reuniones secretas y de sostener discusiones con los españoles, en mayo de 1810, los criollos exigieron la renuncia del virrey. Entonces se formó el primer gobierno independiente, la Primera Junta, compuesta por varios criollos y sólo por dos españoles. Ése fue el comienzo de una revolución, es decir, un tiempo de cambios profundos para la sociedad colonial. 1. Para debatir en el aula: ¿Con qué ideas relacionás la palabra “revolución”? ¿Qué cosas les parece que habrán comenzado a cambiar desde que los criollos formaron parte del gobierno? Anoten las ideas en un afiche para colgar en el aula. Colóquenle un título. 2. Las siguientes escenas están desordenadas en el tiempo. Observen las imágenes, lean los epígrafes y luego ordenen las escenas históricamente.

En mayo de 1810, los criollos tuvieron por primera vez un gobierno propio: la Primera Junta. El actual territorio argentino formaba parte de las Provincias Unidas del Río de la Plata.

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Por primera vez los criollos formaban parte del gobierno: la Primera Junta.

Hoy, la Argentina se organiza como República. El poder político está dividido en tres: el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial. Sus integrantes gobiernan en nombre de los ciudadanos, según lo establece la Constitución Nacional.

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Todos los ciudadanos argentinos participan en el gobierno en forma indirecta. Lo hacen eligiendo a las autoridades a través del sufragio.

Se propone confeccionar una línea de tiempo que permita distinguir tres momentos de la historia: “Antes de mayo de 1810”, “Mayo de 1810” y “En la actualidad”. La propuesta es que esta línea abarque, al menos una pared del aula, para colocar en ella las imágenes con sus respectivos epígrafes en cada momento histórico. Es importante que busquen otras imágenes e información con la ayuda del maestro/a.

Para pensar grupalmente:

¿Cómo fue cambiando la forma de gobierno a lo largo del tiempo? ¿Qué sucedió con la participación de la población en el gobierno a lo largo del tiempo? ¿Qué celebramos cada 25 de Mayo en los actos escolares? ¿Cómo explicarían ahora el significado del término “revolución”? Comparen esta respuesta con las ideas que habían escrito en el afiche para colgar en el aula. ¿Qué semejanzas y diferencias encuentran?

Hacia el 1800, la Argentina formaba parte del Virreinato del Río de la Plata. En ese entonces era colonia de España. En estas tierras gobernaba un virrey en nombre del rey de España.

A continuación, les proponemos que lean el siguiente relato de Gloria Pampillo, a propósito del origen de la palabra Patria

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Patria La Patria nuestra nació el 25 de mayo de 1810. Como todos ustedes saben, era un día de lluvia. La gente que no estaba al frente del Cabildo mirando para el balcón, estaba debajo del balcón para guarecerse de la lluvia, pero todos esperaban la noticia. Cuando al fin salieron los miembros de la Primera Junta para anunciar que había nacido la Patria, la gente se olvidó de la lluvia y sacudió los pañuelos y las cintas azules y blancas un buen rato. Después, todos se fueron para su casa a sacarse los zapatos embarrados y la ropa mojada y a contarles a los demás que había nacido la Patria. Es una patria preciosa — contaban—, llena de gente de todos colores, que tiene palmeras y ombúes, aguaribays y espinillos, trigos y cardos, lagartos y calandrias, coatíes y benteveos, montañas y cuchillas, vidalas y cielitos, ponchos y levitas, ríos y arroyitos, sirenas y toninas... —Sirenas? —preguntaba la gente. --Bueno, ballenas —decía la persona que contaba, y se comía otro pastelito. En la época en que nació nuestra Patria, las patrias nacían como las personas. Nacían un día de un mes y de un año. Después se decía: La Argentina nació el 25 de mayo de 1810. Y se festejaba el cumpleaños. Pero antes, mucho antes, siglos antes, las patrias no nacían así. Les llevaba mucho tiempo nacer y a veces la gente recién después de un tiempo se daba cuenta de que había nacido. Bueno, ¿y por qué no? ¿Acaso todos tienen que nacer de la misma manera? Antes, lo que pasaba era lo siguiente: Un hombre y una mujer se casaban. Cuando tenían un hijo o una hija, ese hombre y esa mujer empezaban a llamarse los patres, es decir, los padres, de ese hijo o de esa hija. El hijo o la hija, a su vez, se casaban y cuando tenían hijos empezaban a llamarse los patres de sus hijos que, a su vez, se casaban y tenían hijos y empezaban a llamarse patres y... Y a toda la gente que descendía del hombre y de la mujer de los que les hablé primero se los llamaba patria, que era como si se dijera la “descendencia o la familia” de esos patres. Después, con el tiempo, la gente empezó a llamar “patria” también a la tierra donde había nacido, con todas sus playas, montañas y ríos y bosques y la gente que vivía en ella, fueran de su familia o no lo fueran y también a las cosas que esa gente hacía, a la música que tocaba, a los libros que escribía, a los bailes que bailaba, las casas o las calles que construía, la comida que cocinaba y a las nubes blancas o grises que se paseaban por encima de todo. Y un día, la gente se daba cuenta de que había estado llamando “patria” a todo eso. Se daba cuenta de que quería a toda la gente buena que vivía en ese país, y que deseaba que fueran felices. Cuando tenía que vivir lejos de su patria, aunque las demás patrias le parecieran muy lindas y les tomara muchísimo cariño, extrañaba a su patria. Y quieras que no, se encontraba a menudo hablando de su patria y hasta exagerando un poco lo linda que era. Entonces, un día, se paraba a pensar y decía: — ¡Caramba! ¡Cuántas cosas juntas quiero decir con patria! Pampillo, Gloria. 1996. Avestruces y piratas. Buenos Aires: Libros del Quirquincho, 36-37

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A partir de este relato es posible plantear actividades que permitan, por un lado, recuperar el origen de la palabra patria, y, por otro, elaborar textos propios en los que se reflexione sobre su significado.

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ACTIVIDADES PARA REPENSAR EL BICENTENARIO ESPACIO CURRICULAR: CIENCIAS SOCIALES y LENGUA 2o CICLO LA ECONOMÍA EN LOS TIEMPOS DE LA COLONIA Dos textos que dan testimonio del importante tráfico de mulas que, criadas en Buenos Aires, pasan el invierno en Tucumán y Salta y terminan muriendo en el Perú.

Mulas viajeras “Si Buenos Aires no fuera capital de virreinato y precisa entrada al Perú [...], sería infeliz, porque todavía el país no tiene ramo de consideración para el comercio [..]. Un fruto tiene Buenos Aires esencialísimo al Perú, que es el de las mulas, las cuales nacidas en su jurisdicción, se llevan a los potreros de Salta y Jujuy donde invernan y después [pasan] a aquel reino, [pues son de gran] necesidad para el comercio [allí], donde no es posible traficar de otra manera por la elevación de las cordilleras. Las estancias de Buenos Aires han preferido la cría de mulas con este motivo, como único ramo que les vale plata. El retorno esencial con que vuelven los navíos a España es el dinero en plata y oro acuñado y labrado; siempre se prefiere el barco de guerra”.

Juan Francisco de Aguirre, Extracto del viaje a España En Una Historia Argentina. 3. Cuando Fuimos Virreinato. Buenos Aires: Libros del Quirquincho, 52.

“El principal comercio de esta ciudad [Salta] y su jurisdicción consiste en las utilidades que reportan en la invernada de las mulas, por lo que toca a los dueños de los potreros, y respecto de los comerciantes en las compras particulares que cada uno hace y habilitación de su salida para el Perú en la gran feria que se abre por el mes de Febrero y dura hasta todo Marzo. Esta es la asamblea mayor de mulas que hay en todo el mundo, porque en el valle de Lerma, pegado a la ciudad, se juntan en número de sesenta mil y más de cuatro mil caballos [...]. De modo que se puede decir que las mulas nacen y se crían en las campañas de Buenos Aires hasta la edad de dos años […], se nutren y fortalecen en los potreros del Tucumán y trabajan y mueren en el Perú”. Concolorcorvo, Lazarillo de ciegos caminantes. En Una Historia Argentina. 3. Cuando Fuimos Virreinato. Buenos Aires: Libros del Quirquincho, 52-53. Actividades para celebrar el bicentenario – Ciencias Sociales y Lengua 2do ciclo

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“Mulas viñateras” de Emeric Essex Vidal Los textos y las imágenes dan cuenta de una de las actividades económicas de la época relacionadas con el comercio de las mulas. Se sugiere trabajar con los alumnos la vinculación de la cría de mulas con el eje comercial Buenos Aires y el centro minero de Potosí, los grupos sociales relacionados con la actividad, la construcción del territorio en vinculación con la cría y comercio de mulas. Lobato y Suriano. 2000.

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Las ventajas del comercio libre Aguirre, marino y explorador español, comisionado por el Rey para fijar los límites entre los dominios de España y Portugal en 1783, da cuenta de cómo Buenos Aíres ha crecido y se ha enriquecido con el movimiento portuario. “(Hace) ahora 15 años, la transmigración de España a Buenos Aires era pequeña; [...] pero ahora, con la libertad de comercio y frecuente navegación de sus navíos, los de guerra y correos, es numerosa. [...} El oro y la plata de las Indias atrae [...] a estas gentes. Que estas transmigraciones sean útiles a la elevación de este país en cuanto sociedad, nadie lo niega, y que por ellas, por el libre comercio [...] y por la declaración de Buenos Aires capital de virreinato, ha tomado tanta [importancia] que apenas era sombra hace 20 años, tampoco nadie lo puede dudar. Pero sí alguno quiere convencerse por sí mismo de esta verdad, eche la vista al casco de la ciudad y notará que son nuevas, recientes, las primeras casas. Además que no hay anciano que no confiese la pobreza con que se vestía y trataba en aquel tiempo. Pero qué digo anciano, no hay uno que no se asombre de la transformación de Buenos Aires casi de repente”. Juan Francisco de Aguirre, Extracto del viaje a España. En Una Historia Argentina. 3. Cuando Fuimos Virreinato. Buenos Aires: Libros del Quirquincho, 53.

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El texto y la imagen permiten introducir a los alumnos/as en el concepto de libre comercio. Se sugiere, a partir de su lectura, abordar la oposición entre monopolio comercial y libre comercio teniendo en cuenta la relevancia que adquiere el puerto de Buenos hacia fines del siglo XVIII y comienzos del XIX. Algunas preguntas para pensar la imagen del puerto de Buenos Aires pueden ser ¿qué se observa en las imágenes? ¿Qué actividades desarrollan? ¿Qué relación hay entre la imagen y el texto?

Autor anónimo, de una litografía original realizada por G. Engelmann en Le Havre alrededor del año 1830 Actividades para celebrar el bicentenario – Ciencias Sociales y Lengua 2do ciclo

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Las economías regionales Se sugiere la selección de textos que acompañen la lectura de mapas para responder a los interrogantes planteados o aquellos que presenten los alumnos/as durante el desarrollo de la propuesta.

A partir de la lectura de mapas se propone establecer relaciones entre la sociedad y la naturaleza en diferentes momentos históricos en función de la valorización de los recursos naturales y los intereses de los actores sociales que intervienen en la organización económica del territorio. Relacionar la actividad minera con las principales rutas económicas durante el siglo XVI.

Lobato y Suriano. 2000.

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Para analizar los circuitos comerciales se proponen algunas preguntas posibles. ¿Qué productos ofrecía cada ciudad o región? ¿Hacia dónde se dirigían? ¿Qué productos recibían? Pensar algunas razones que expliquen la ocupación diferencial del territorio

Lobato y Suriano. 2000.

La economía y la gente La reducida actividad comercial durante el Virreinato favorecía primero a los españoles y después a los criollos, los dos grupos sociales principales. La economía virreinal no había alcanzado un desarrollo significativo. En Buenos Aires, las dos industrias más prósperas derivaban del abundante ganado vacuno que pastaba libre por las pampas: el cuero y la salazón de carnes. El cuero era exportado en grandes cantidades y la carne salada (llamada tasajo o charqui), servía de alimento a los esclavos e iba a parar casi en su totalidad al Brasil. En el Interior se fabricaban diversos productos para consumo interno. En el centro y norte se tejían cobijas, frazadas y ropas de abrigo. En la región de Cuyo, sobre todo en Mendoza y San Juan, elaboraban vinos, aguardientes, pasas de uva y orejones (duraznos). En Tucumán, y también en Mendoza, se fabricaban carretas para el transporte, en tanto que en Corrientes se levantaron algunos pequeños astilleros de donde salían embarcaciones de poco calado. En la zona de Misiones ya se cultivaba la yerba mate, así como también el algodón. La Actividades para celebrar el bicentenario – Ciencias Sociales y Lengua 2do ciclo

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economía virreinal recibió un renovado aliento con la creación del Consulado, en 1794, del que fue su primer secretario el criollo Manuel Belgrano. La institución era un tribunal de comercio que debía resolver los pleitos mercantiles, proteger y fomentar el comercio y procurar el adelanto de la agricultura. http://www.alipso.com/monografias/2158_rev3/

A partir de la lectura del texto “La economía y su gente” ¿Cuáles eran los ámbitos geográficos más valorados por la metrópoli española y cuáles presentaban escaso interés en esa época? Relacionar la formación de las economías regionales con los circuitos productivos en la actualidad.

Intercambios comerciales

¿Cómo leer cuadros estadísticos? Los cuadros estadísticos permiten visualizar muchos datos en poco espacio y, por lo tanto, brindan información de una manera práctica. Para analizarlos, se pueden llevar estos pasos: identificar: a) el tema (mediante la lectura del título y subtítulos); b) qué se está midiendo; c) cuándo (en qué momento se mide) y dónde se mide (en qué lugar); leer: en sentido vertical y en sentido horizontal. Leer el siguiente cuadro aplicando los pasos anteriores. Cuadro I - Exportaciones de Buenos Aires en 1822 y 1829

Artículo

1822 1829 Volumen Valor$ Volumen Valor$ oro oro 590.372 2.361.488 854.799 3.419.196 87.663 350.652 164.818 329.638

Cueros de buey Tasajo ( quintal*) Sebo (arroba**) 62.400 124.800 21.757 65.271 * Medida de peso equivalente a 502 kg. ** Medida de peso que equivale a 11,5 kg. Fuente: Woodbine Parish, Buenos Aires y las provincias del Río de la Plata. Actividades para celebrar el bicentenario – Ciencias Sociales y Lengua 2do ciclo

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¿Qué tipo de productos se exportan? ¿Qué fue sucediendo con el volumen de exportaciones a lo largo del tiempo? Observen los siguientes cuadros y describan su contenido. Luego resuelvan las actividades propuestas para cada cuadro.

Cuadro II - Precios cotizados en Buenos Aires en 1806

Artículos

Precios de los artículos del Precios de los artículos interior ingleses Vara* de algodón 2 a 2 ¾ reales 1 ¼ reales Ponchos 7 pesos 3 pesos *Vara: medida de longitud (83,59 cm). Fuente: Juan Álvarez, Las guerras civiles argentinas.

Observen la diferencia de precios entre los productos del interior y los ingleses. ¿Por qué les parece que se produce esa diferencia de precios? ¿A quiénes perjudica esa diferencia?

Cuadro III - Porcentaje de aumento del costo por tierra Productos Cueros Maíz Tasajo Vino

de cada producto por cada 100 km de viaje Porcentaje 3,7% 15% 9,5% 4,5%

Fuente: Miron Burgin, Aspectos económicos del federalismo argentino. Nota: por ejemplo, si una tonelada de maíz vale en su lugar de producción $100 fuertes, luego de transportarla 100 kilómetros, costará $115 fuertes. ¿Por qué el valor de un producto aumenta con su traslado? ¿A qué sectores sociales perjudica esta situación? ¿A qué sectores sociales beneficia esta situación? Actividades para celebrar el bicentenario – Ciencias Sociales y Lengua 2do ciclo

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LA ORGANIZACIÓN DE LOS ESPACIOS URBANOS Luego del análisis de mapas y del trabajo con la variada información, será interesante ofrecerles información sobre la precariedad de muchas de las aldeasciudades españolas de América (y muy particularmente, las del Tucumán), así como sobre la situación de angustia e inseguridad en la que vivían sus moradores. Compartiremos imágenes que pueden colaborar en la tarea de amplificar sentidos y de internarse en la perspectiva en que los protagonistas de esta historia procesaban algunas de las complejidades de estos procesos. Catedral de Santiago del Estero en el Siglo XVI.

Santiago del Estero había sido fundada, en 1553, a orillas del río Dulce. Cuarenta años después, era aún una pequeña aldea. A pocas cuadras de la Plaza Mayor ya comenzaba el campo. Tenía apenas 48 vecinos. Las casas eran muy humildes. Eran de adobe con techos de paja o tejas. Estaban rodeadas por huertas y quebrachales. Chanchos y gallinas se paseaban tranquilamente por las calles de tierra. El Cabildo, la Catedral, las casas de los religiosos eran pobres construcciones. Cada tanto, había que arreglarlas por los destrozos que causaban las inundaciones. Aunque muy pobre, Santiago del Estero brindó hombres, animales y alimentos para la fundación de otras ciudades españolas.

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Esta es la planta de la ciudad de Córdoba en 1577. Hacia 1650 había todavía muchos terrenos baldíos. Predominaban las casas de adobe, con techos de paja o tejas, de una sola planta. También había edificios construidos con otros materiales más sólidos, como ladrillos y piedras. Las “ciudades” españolas del Tucumán merecían más el nombre de aldea que el de ciudad, tanto por el número de pobladoresde sangre española como por su aspecto. La más poblada tenía unos cien habitantes, contando solo los varones; las menos pobladas no llegaban a diez. La más extensa no sobrepasaba las cuatro o cinco cuadras cuadradas; las más pequeñas se reducían a un salteado caserío que rodeaba la plaza pública o que se alineaba sobre el camino. Las calles eran de tierra, las casas de adobe y paja, rara vez techadas de teja. Las rutas que comunicaban una con otra eran huellas o senderos por los que transitaban penosamente hombres y bestias. Piossek Prebisch, T. (1976), La rebelión de Pedro Bohórquez. El Inca del Tucumán (1656-1659), Buenos Aires, Juárez Editor. Biblioteca Real de Copenhague (Dinamarca). Cuadernos para el aula 4. Ciencias Sociales. Ministerio de Educación Ciencia y Tecnología. 2007.

Elaborar una síntesis con los aportes de los alumnos en la puesta en común. Registrar por escrito.

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EL GAUCHO COMO ACTOR SOCIAL DEL ESPACIO RURAL Incapaz de arar “…. (el gaucho) difícilmente tomaba algún alimento que no fuera la carne vacuna, el asado y, como la gente pobre del campo, en general, no comía pan ni verduras ni bebía leche, mientras que sus lujos eran siempre el mate y el cigarrillo (…) Vivía a caballo (…) hasta era incapaz de cabra o mantener un pozo, tan esencial para dar de beber al ganado y jamás intentaba arar, cosechar, hacer zanjas o cuidar un jardín (…) La propiedad, la industria, la tierra, la vivienda eran todos conceptos extraños. Y así era también la familia para el gaucho” Lynch, J. 1984.

Desde fines del siglo XVIII y particularmente durante la primera mitad del siglo XIX la vida en la campaña se modificó profundamente. La organización de la actividad ganadera, la planificación de de las tareas de las estancias, la preocupación de los estancieros por obtener la mano de obra estacional que necesitaban para desarrollar las faenas rurales y el interés de los estados provinciales en formar un ejército definieron un nuevo marco de relaciones sociales a las que el gaucho fue adaptándose, para ir convirtiéndose en un trabajador asalariado, en un peón, por lo menos en algunas épocas del año. Por otra parte, si hubo varones solos, también hubo quienes formaron una familia y lograron instalarse en una pequeña parcela. Paura, Vilma. 2003. (Adaptación).

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La figura del gaucho ha sido motivo de crítica y discusión en la historiografía Argentina. Se propone abordar con los alumnos/as dicha figura a partir de los recursos presentados. La propuesta es que hipoteticen acerca del lugar que ocupó el gaucho en la sociedad revolucionaria. Se sugiere contrastar las hipótesis de los alumnos con las imágenes y los textos para revisar las representaciones sociales sobre este actor social del espacio rural.

El cuento que se presenta a continuación recrea desde la ficción literaria acontecimientos históricos:

El jabón de Vieytes

Los conspiradores van llegando a la jabonería de Hipólito Vieytes y Nicolás Rodríguez Peña mientras corre la agitada tarde del 24 de mayo de 1810 en Buenos Aires. Las bateas donde el jabón se estaciona cuando todavía está en estado líquido despiden un olor ácido y penetrante. Los hombres se reúnen en la administración porque ese aroma los hace estornudar. En el despacho, la nariz les pica un poco menos. —Y ustedes creen por ventura que el virrey se quedó tranquilo? —pregunta Vieytes. —Primero —responde Moreno—, Cisneros ya no es el virrey. ¡Aaaatchiiiísss! Ahora es el presidente de la Junta. Segundo: ¡aaaatchiiiísss! ¡Detesto que sea el presidente de la Junta! ¡Lo detesto! Los soldados están con nosotros. ¡Aaaatcliiiiísss! La gente que va a la plaza del Cabildo, poca o mucha-a-atchiiiíss, está con nosotros. En España no hay rey. ¡Y el Cabildo nombra una... una... una-a-a-atchiiiísss Junta y pone al virrey de presidente! ¡No se puede tener una patria con virrey! ¡Aaaatchiiiísss! ¡O virrey o patriaaaatchiiiísss! ¡Es mejor tener una patria “en patas” que una patria con virrey! ¡Lo tenemos que echar a las patadaaaatchiiiísss! —Tranquilizate —interrumpe Belgrano—. Paso a responder la pregunta de don Hipólito: ¡aaaatchuuússs! El virrey estuvo a punto de ser destituido. Terminó siendo presidente de la Junta por culpa-a-a-atchuuuússs de los que todavía le tienen miedo a una corona que no existe. Pero esa junta no va a a-a-a-atchuuuússs, durar. —Aaaatchiiiís! —dice Moreno. —Así es! —subraya Belgrano. Actividades para celebrar el bicentenario – Ciencias Sociales y Lengua 2do ciclo

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—Tenemos que hacer una junta con un presidentecriotchiiiís! ¡Criollo! —se enoja Moreno. Igual que su socio Vieytes, Rodríguez Peña está acostumbrado al olor del jabón y puede hablar de corrido: —Cisneros sabe que somos nosotros los que queremos que se vaya. Así que hasta nos debe estar haciendo buscar para ponernos presos. —Aaaatchiiiiís? —pregunta Moreno. —No lo creo —le responde Vieytes. De repente oyen un aldabonazo y se sobresaltan. Al oír el segundo quedan expectantes. Cuando suena el tercero se tranquilizan. Los tres golpes en la puerta son la contraseña para participar en las reuniones secretas de la jabonería. Es Juan José Castelli que llega con noticias fragantes: —Señores —dice—, la impresión generalizada a-a-atchiiiís es que Cisneros va a ser presidente de la Junta por muy poco tiempo. Ni los vecinos ni los soldados lo quieren. La gente quiere otra junta-a-a-atchiiiiíss presidida por primera vez por un criollo. —Aaaatchiiiísssneros lo sabe? —pregunta Moreno. —Seguro que lo imagina —se anticipa Vieytes—, pero no tiene tropas para oponerse. Los soldados no le obedecen, obedecen a Saavedra. Empieza a oscurecer en la ciudad. Vieytes y su dependiente de comercio encienden velas. Los hombres discuten. Dicen que no hay que perder tiempo; que hay que imponer otro gobierno enseguida. Si el virrey no tiene más fuerza militar que unos pocos guardias, a qué temerle? Suena un aldabonazo. Uno solo. Luego dos, tres, cuatro. Ya golpean la puerta con energía. Los hombres se miran. Presienten que quien llama no es del bando patriota. ¿Serán los restos de la milicia de Cisneros que vienen a apresarlos? Apagan las velas, salen de la administración y se esconden detrás de la batea más grande. Los llamados retumban, ahora fuertes y espaciados. El empleado de Vieytes espía por una ventana ubicada al costado derecho de la puerta. Vuelve al galpón de las bateas y anuncia con un susurro claro: —Son dos, don Hipólito. Tienen uniforme. Al escuchar, Vieytes se aferra con tanta fuerza del borde del fuentón que lo vuelca hacia su lado y todos quedan bañados en jabón líquido. —Dicen que vienen de parte de Saavedra —termina el empleado. —Ábrales! —ordena Vieytes, y una pompa de jabón sale de su boca. Uno de los soldados de Saavedra explica que su jefe no les dijo que tenían que golpear tres veces, o que si’, a lo mejor les dijo, pero con tanta prisa, con tanto revuelo y tanta llovizna, se olvidaron. El otro dice que Saavedra está de acuerdo con hacer una reunión lo más pronto posible para exigirle a Cisneros que redacte su renuncia esa misma noche y al día siguiente se pueda conformar un gobierno sin virrey. Pero también les confirma sus peores presagios: Cisneros tiene apuntada a la jabonería de Vieytes como un lugar de conspiradores. Enviará un pelotón para buscarlos. Tienen que huir. Justo ahora, cuando se tiene que formar el primer gobierno de criollos, ellos van a andar escondiéndose. No. Castelli, Beigrano, Vieytes, Moreno y Rodríguez Peña deciden que no se esconderán.

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Cuando los enviados de Saavedra se retiran, los patriotas enjabonados trazan un rápido plan. Buscan sus armas, vuelven a apagar las velas. Abren de par en par la ventana que da a la calle. El empleado que ha subido al techo bajará como un rayo apenas vea aparecer al pelotón enviado por el virrey a buscarlos, a apresarlos, ¿a fusilarlos? Los hombres no saben si pasan diez minutos o diez horas en ese silencio picante interrumpido de vez en cuando por algún inoportuno estornudo. El dependiente al fin se asoma y lanza un grito susurrado: —Doblaron la esquina, son ocho, están armados. Y corre hacia la ventana abierta donde ayuda a Vieytes y a Rodríguez Peña a cargar una batea repleta. Cuando el grupo de soldados españoles se acerca decidido y taconeando, desde el ventanal les cae a los pies un sorpresivo chapuzón de agua jabonosa. Los dos primeros se caen resbalando hacia atrás y se apoyan en os dos segundos que también caen del mismo modo. Los cuatro restantes buscan salvarse de la resbalada saltando hacia la calle, pero se dan de narices contra el piso. Belgrano, Castelli y Moreno se acercan corriendo desde la puerta de la jabonería donde estaban ocultos, y apuntan a ese montón de soldadesca enjabonada: —Aaaatchísss —estornuda Moreno, y se le escapa un tiro. La bala hiere la pierna de un soldado. El resto del pelotón lo toma como una señal: esos criollos no hablan en broma; será mejor entregarse. Pero uno de los españoles no piensa así; se incorpora rápidamente y apunta a Belgrano. Vieytes, desde la ventana, le grita: “Arriba las manos!”. Lo tiene apuntado. El pelotón del virrey se rinde. El empleado parte con un mensaje dirigido a Saavedra para que sus hombres fueran a detener a los guardias del virrey. Cuando se los llevan, una vez dentro del comercio, los enjabonados se abrazan, se felicitan, se resbalan. El aire se puebla de pompas de jabón que bailan en el aíre cada vez que exclaman: —Por fin! —Aaaatchiiiísss! —Por fin! —Aaaatchiiiísss! Muleiro, Vicente. 2007. Don Perro de Mendoza. Buenos Aires: Alfaguara Infantil, 39-46. Para analizar “El jabón de Vieytes” se sugiere realizar una lectura compartida con los alumnos/as que posibilite interpretar su significado posible. La interpretación requiere establecer relaciones con el contexto histórico del virreinato. En tal sentido, se sugiere ubicar a los personajes y destacar la importancia de su rol en el momento de la Revolución, el significado de algunos términos como tales “conspiradores” y “revolución”. También, será importante recuperar el espacio físico en el que transcurren los hechos. Para ampliar esta información se presenta a continuación un texto informativo acerca de Juan H Vieytes: Juan Hipólíto Vieytes nació en la ciudad bonaerense de San Antonio de Areco en 1762. Fue un patriota activo en los sucesos de mayo de 1810. Actividades para celebrar el bicentenario – Ciencias Sociales y Lengua 2do ciclo

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Conocedor de las ideas europeas, fue uno de los criollos más modernos: ya en el siglo XIX pensaba que sólo la educación y el impulso a la industria y al comercio podrían mejorar el porvenir de las colonias. En 1802 fundó el “Semanario de Agricultura, Industria y Comercio’ Participó en la defensa de Buenos Aires en las Invasiones Inglesas. En 1808, en sociedad con Nicolás Rodríguez Peña abrió en Buenos Aires una fábrica de jabón. El comercio pasó a la historia como “la jabonería de Vieytes” ya que en ese local —que algunos investigadores ubican en México al 1000y otros en la esquina de Venezuela y Lima— se realizaron numerosas reuniones de los principales promotores de la Revolución de Mayo. El 18 de mayo de 1810 se difundió oficialmente que el gobierno española hasta entonces en manos de la Junta Central de Sevilla, había caído. El 24 se nombró una junta local presidida por el virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros, quien así logró conservar su rango y la jefatura militar. Esto generó disconformidad entre activistas y milicianos, que querían un gobierno en manos de los criollos. El virrey Cisneros fue obligado a renunciar y el 25 de Mayo se instauró la Primera Junta presidida por Cornelio Saavedra. El relato que se presenta a continuación forma parte de los “Cuentos de la tía Clementina”, de Perla Zelmanovich en los que el personaje de Eugenia Ortiz recuerda charlas que tuvo durante su infancia con su criada negra, la tía Clementina. Estos cuentos permiten un acercamiento a nuestra historia.

Anochecer de un día agitado Me llamo Eugenia Ortiz. La semana próxima voy a cumplir 65 años. Nací en Buenos Aires en 1809. Por aquella época era común que los niños que pertenecíamos a familias donde no faltaba el dinero fuéramos criados por esclavas negras. Eran nuestras amas de leche y los médicos las recomendaban como las mejores nodrizas. La mía se llamaba Clementina, ¡y yo la adoraba! En las tardes de verano, cuando el calor se hacía insoportable y todos dormían la siesta, nosotras nos sentábamos debajo del limonero. Nadie como ella sabía explicarme todo tan bien. (…) Este es uno de los primeros recuerdos que tengo de mis charlas con la tía Cleme. Fue algunos años después de la Revolución de Mayo.

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En el reloj había sonado la hora fatal: la de ir a la cama. ¿A qué niño le gusta ir a la cama? Mi tatita acababa de darme la bendición cuando, al pasar al lado de mi madre, pude ver que todavía tenía los ojos enrojecidos por el llanto de esa tarde. Entonces, mientras me zambullía en las sábanas heladas, le dije a Clementina... —Tía Clementina, contáme, ¿por qué lloraba mi mamá esta tarde? —¡Ay, niña Eugenia, no me haga andar contando las cosas de mi amita! —Contáme, Clementina. Hasta que no me cuentes, no me voy dormir. —Mire que es caprichosa, mi niña! Le cuento rapidito y después se me duerme, Mañana es fiesta de la Patria y tenernos que estar tempranito en la plaza pa’ cantar el Himno. —Prometido. —Su Merced lloraba porque pa’ esta fecha se le viene a la memoria el recuerdo del hermano que está en España. —El tío Eusebio, Clementina? —El mesmo, mi niña. —Yo no lo recuerdo para nada. — Y de las primas tampoco se acuerda? —Nada de nada. —Ay, qué negra bruta que soy! Cómo se va a recordar, si mi niña era así de chiquitita cuando ellos se fueron. — ¿Chiquitita como mi hermano era yo, Clementina? — ¡Igualita! — Bueno, seguíme contando, ¿por qué lloraba mi madre? — Como le decía, niña Eugenia, l’amita lloraba porque hace siete años, pa’ esta fecha, se armó un lío tan grande en este país y en esta casa que de resulta de eso, su tío se fue con la familia a España pa’ nunca más volver. — ¿Y no se sabe nada de ellos? — Algo debe saber l’amita, porque de vez en cuando recibe cartas. Después que las lee me pide que se las guarde en un baúl que yo tengo. — ¿Y qué dicen, Clementina? — ¡Y no sé niña, si yo no aprendí a leer! Y aunque supiera, tampoco andaría por ahí, husmeando cartas ajenas. ¿Qué le estaba contando? ¡Ah!, sí, el lío que se había armado. Eran como las seis de la tarde del 25 de mayo del año’18lO. Había lloviznado todo el santo día, lo mesmito que hace hoy. Esa mañana, después de una semana movida como un candombe, habían sacado al virrey del gobierno lo habían cambiado por una Junta. — ¿Un virrey? ¿Qué es virirey, Clementina? — ¡Ay, niña! ¡Si a cada cosa que sale de mi negra boca usté’ va a preguntar! Espere que ya vamo’ a llegar a esa parte. Le decía, entonces, que ese día 25 había cambiado el gobierno. Y de tener gobernantes españoles pasamos a tener gobernantes de acá nacidos en esta tierra, criollos, como se dice, — ¡Como yo!

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—Como usté’, como su hermano, como su padre. Pero no como su madre ni como su tío Eusebio, que por ese lado de la familia son todos españoles. —No me traerías un jarrito de mazamorra, Clementina? ¡Tengo un hambre! — ¡No, mi niña, ya comió demasiado! Ahorita que le termino de contar, le traigo un dulcecito pa’ engañar el estómago. Le decía, entonces, que ese día 25 los criollos se habían hecho cargo del gobierno, dejando afuera a los españoles. ¡Así que se imagina como estaban los españoles! - ¿Y me imagino cómo estaba el tío Eusebio! ¿Y papá?, ¿qué hacía papá? — ¡Ahí estaba el asunto! El amo era uno de los que habían ido ese día al Cabildo, a votar pa’ que el virrey se fuera. Y el tío Eusebio, a votar pa’ que se quedara. - Y como habían ganado los que lo querían sacar, el amo se burlaba de su tío. - ¿Y qué le decía, Clementina? —De todo; “chivato” y otras cosas que no se pueden repetir. ¡Y ahí estaban los dos, sacándose chispas por los ojos! — ¿Siempre se peleaban, tía? — Discutían bastante. — ¿Por...? — Parece ser que los lío’ entre el amo y su tío eran porque no pensaban lo mesmo. — En qué cosas pensaban distinto, Clementina? — En muchas. No sé, yo mucho no entiendo. Parece cuestiones de dinero, de política. — Pero, ¿quiere que le diga una cosa, mi niña?, a mí tampoco me terminaba de gustar ese Eusebio. Andaba siempre con la narí’ pa’ arriba, creyéndose muy importante el hombre porque era español. Se daba corte porque a veces el virrey lo invitaba a los banquetes. — ¿Y a mi papá no lo invitaba? — ¡Qué lo va a invitar, mi niña! Además, ni falta que le hacía; el amo tenía otra clase de amistades. — ¿Quiénes, Clementina? — Toda gente instruida, que tenía ideas más modernas, como Mariano Moreno, ¡que Dios lo tenga en la gloria!, o Manuel Belgrano, y otros que ya ni me acuerdo. — Belgrano?, ¿el de la bandera? — Ajá, el mesmo. Bueno, ya nos fuimos por las ramas. Ni sé de lo que estábamos hablando... ¡Ah, sí!, de ese día en el Cabildo. Después que volvieron de votar, la tarde acá en esta casa se había puesto difícil... Pa’ el amo era un día de fiesta y pa’ el otro, un velorio. Pero el lío se armó a la noche. La Junta de Gobierno dio la orden de prender toditos lo’ farole’ del Cabildo y de la ciudad. ¡Pa’ que se notara la fiesta! ¿entiende, mi niña? — ¡Ah! Igual que ahora, cuando nuestro ejército les gana una batalla a los españoles, ¿no? — La mesma cosa. Así que mandaron encender todas las velas. Pero la lluvia apagaba los candiles. Entonces dispusieron que se prendieran las velas de todas las casas y que se abrieran los postigones pa’ que la luz de adentro iluminara las calles. — ¿Y el tío aceptó?

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— ¡Ahí fue cuando se armó! El amo abría las ventanas y su tío las cerraba. ¡Así anduvieron por no sé cuánto tiempo! Uno que abría y el otro que cerraba, uno que abría y el otro que cerraba. — “Qué va!”, decía Eusebio. “Gastar en velas porque se les ocurre a unos cuantos atropellados que sacaron de su puesto al virrey” “¡Ya bastante con las que se prendieron en el Cabildo!” “¿Quién va a pagar todo lo que estuvieron gastando toda la semana, eh? ¿quién? ¡¡¡Nosotros!!!” Y seguía: “Entre las velas, los vinos que se tomaron y las viandas que le encargaron a la fonda de Berdial, deben sumar unos cuantos reales” ¡Y gritaba como un loco! — ¿Y mi papá no decía nada, Clementina? — ¡Y cómo no! Ahí no más le retrucó: “Bien que cuando te sirvieron el chocolate lo agarraste sin chistar”, decía el amo. Pero el tío Eusebio hablaba solo y ni lo miraba al amo. El seguía con la suya: “Me gustaría salir a la calle y ver con mis propios ojos cuántos son los que tienen las ventanas abiertas. ¡Pero qué voy a salir, si andan esos locos por ahí, metiendo miedo a la gente con sus sables y sus pistolas!”. Ahí el amo no aguantó más, y le pegó un trompis al tío Eusebio. —Y yo dónde estaba, tía Clementina? —Usté lloraba, mi niña, porque el barullo era increíble, pero yo enseguidita me la llevé pa’l fondo, pa’ que no oyera. — ¿Y siguieron peleando? — ¿Que si siguieron? ¡Siguieron hasta que el amo le partió un paraguas por la cabeza al tío Eusebio! — ¡¿En serio?! — ¡Que me caiga muerta ahorita mismo si le miento! En mi baúl tengo guardado el mango de ese paraguas. — Mostrámelo, tía, mostrámelo. — ¡Qué le via mostrar ahora, ésta no es hora! Ademá’ tiene que ser en secreto. — ¿Por? — Porque al amo no le hace mucha gracia ese recuerdo. ¡Tiene grabado el nombre del rey de España! — ¿Entonces por ese lío se fueron el tío Eusebio y las primas a España? — ¡Claro! A la semana ya estaba preparando el equipaje pa’ irse en el primer barco que saliera. — ¿Y nunca más van a volver? — Eso yo no lo sé, mi niña. ¡Y ahorita, a dormir! Si no, mañana no vamos a tener ganas de cantar ni de bailar ni de nada. — ¡No, Clementina, contáme más cosas de cuando yo era chiquitita! — ¿A estas horas? A estas horas, esta negra vieja lo que precisa es un buen descanso. Y ustë’ también, mi niña. — ¡Una, una solita! Actividades para celebrar el bicentenario – Ciencias Sociales y Lengua 2do ciclo

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— Ni media. Si se me está cayendo de sueño. Admá’, por estar contando estas cosas, todavía no acosté al angelito de su hermano. — ¡Diga que es un santo el pobrecito! Ande, a dormir se ha dicho! —Está bien, pero otro día me contás, ¿si? Zelmanovich, Perla y otros. 1990. Efemérides, entre el mito y la historia. Buenos Aires: Paidós, 55-60

Desde el área de Lengua: Este cuento tiene características del relato enmarcado, permite la intervención de varios lectores: la narradora, Eugenia adulta, dos personajes que representen a Clementina y a Eugenia cuando era niña, y otros dos que encarnan al padre y al tío de Eugenia. Esta estrategia de lectura facilitará la interpretación de la estructura del relato. Posteriormente, y a partir de la mediación del docente, los chicos podrán diferenciar el relato de Eugenia del de Clementina y renarrar la historia que ella cuenta. Este cuento también permite su dramatización.

Se sugiere la elaboración de un relato en el que Clementina le narre a Eugenia, con su forma particular de habla, los acontecimientos que ocurrieron en la jabonería de Vieytes la tarde del 24 de Mayo de 1810.

Desde el área de Ciencias Sociales El conflicto es un contenido a enseñar en el área de Ciencias Sociales por ello se sugiere contextualizar el relato en los enfrentamientos que se agudizaron entre criollos y españoles hacia fines del siglo XVIII y las primeras décadas del siglo XIX. Allí es posible plantear cuáles eran los temas que se discutían no sólo en la intimidad de las casas sino también en los salones y en los cafés de Buenos Aires. Es importante trabajar con los alumnos/as los pares opuestos entre los privilegios de los españoles y la exclusión de los criollos de los cargos de gobierno y de la Iglesia y en segundo término las restricciones económicas que limitaba el comercio con otras naciones que no fueran España. El relato permite abordar con los alumnos/as la multiperspectividad, es decir que se reconozcan las distintas visiones que sobre un mismo acontecimiento o una situación pueden tener diferentes personas. En el cuento “anochecer de un día agitado” también es posible abordar la vida intelectual de Buenos Aires en los primeros años del siglo XIX.

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ACTIVIDADES PARA REPENSAR EL BICENTENARIO ESPACIO CURRICULAR: CIENCIAS SOCIALES y LENGUA SECUNDARIA A partir de la lectura de los textos y de la búsqueda previa de información sobre las invasiones inglesas y de los inicios de la revolución se sugiere las siguientes reflexiones:

“Este fue el origen de mi carrera militar. El inminente peligro de la patria; el riesgo que amenazaba nuestras vidas y propiedades, y la honrosa distinción que habían hecho los hijos de Buenos Aires prefiriéndome a otros muchos paisanos suyos para jefe y comandante, me hicieron entrar en ella”. Saavedra, Memoria autógrafa, 1829. Ciudadanos compatriotas, al fin ha llegado la época suspirada en que los injustos opresores de la patria vacilan, tiemblan y se estremecen, sin poder ya reanimar su moribundo despotismo, ni sostener por más tiempo el cetro de bronce que por tantos siglos ha hecho gemir al nuevo mundo. Manifiesto de Juan José Castelli, 1811.

¿Qué territorio involucra la patria para Saavedra? ¿Quiénes amenazaban “nuestras vidas y propiedades”? ¿Qué honrosa distinción recibió Saavedra, de quiénes y para qué? ¿Qué territorio involucra la patria para Castelli? ¿Quiénes son los “opresores”? ¿Cuál fue la intencionalidad de Castelli al enunciar que los “opresores no pueden sostener por más tiempo el cetro de bronce que por tantos siglos ha hecho gemir al nuevo mundo”? ¿Qué relación se puede establecer entre la territorialidad de patria y los enemigos de ella, según las posturas de Saavedra y Castelli

Postal del Centenario de 1910

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Fotografía en la historia Argentina. Clarín. 60 años, t. II, 169.

Se sugiere trabajar con la idea de patria a partir de la representación que ofrece la postal del centenario. Complementar la lectura de esta imagen con la fotografía que retrata la visita de la Infanta Isabel con motivo de la celebración del Centenario de la Revolución de Mayo.

En los discursos de los revolucionarios de Mayo, el término nación tenía diferentes significados que, en general, no coinciden con los que más utilizamos en la actualidad. Para poder entender algunos de estas acepciones y ver las diferencias entre el vocabulario actual y el de comienzos del siglo XIX proponemos la siguiente actividad.

El concepto de nación remitía en los finales del siglo XVIII a dos cuestiones, una de ellas tenía que ver con el lugar de nacimiento o con quienes habitaban un determinado estado. El otro sentido según el Diccionario Castellano con las voces de Ciencias y Artes (1786 – 1788) definía al término como el “nombre colectivo que significa algún pueblo grande, Reino, o Estado. Sujeto a un mismo Príncipe, o Gobierno”.

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En base a la lectura de la fuente que se presenta a continuación, reconocer a cuál de los dos sentidos de nación se refiere: “[…] Asenté que no había nación, y que por consiguiente antes de darle el ejército, era darle existencia. Para esclarecer / esta cuestión es necesario que tomemos las palabras, en el sentido en que deben versarse, para que tengan una significación circunscripta al objeto que nos llama la atención. De dos modos puede considerarse la nación, o como agentes que tienen un mismo idioma, aunque de ellas se formen diferentes estados, o como una sociedad ya constituida bajo el régimen de un solo gobierno. En el primer sentido fue una nación la Grecia, sin embargo de que estaba dividida en una multitud de estados pequeños, que hacían otros tantos gobiernos particulares con leyes propias del resto de la nación. Es también lo mismo la Italia: toda ella se considera una nación, sin embargo que está subdividida en una multitud de estados diferentes. Puede considerarse del mismo modo la América, al menos toda la del Sud, como una sola nación, sin embargo de que tiene estados diferentes, que aunque tengan un interés común tienen los suyos particulares, que son bien diferentes; más no bajo el sentido de una nación, que se rige por una misma ley, que tiene un mismo gobierno. Yo pregunto, ¿qué cosa es una nación libre? Es una sociedad en la cual los hombres ponen a provecho en común sus personas, propiedades y todo lo que resulta de esto. En sus personas ponen su industria, su fuerza física, su capacidad intelectual, sus virtudes, su sangre y su misma vida. Mas cuando pone esto a producto de la sociedad, lo hace bajo ciertas condiciones, por las cuales ellos calculan lo que ceden y lo que reciben. Cuando ceden, y ponen a beneficio de la sociedad esta porción de bienes, es porque las consideraciones con que ellos las ceden, y condiciones que exigen son más ventajosas al individuo que la conservación de sus derechos plenos en el estado de la naturaleza. Es pues en este sentido que yo he dicho, y repito, que no tenemos nación; que no la hay: si señores no la hay. Para sacudir el yugo peninsular de hecho nos unimos; mas esta unión no forma nación. Por muchos actos positivos hemos manifestado el deseo que tenemos de organizarnos en una nación. ¿Pero se ha organizado esta una nación, señores?” Discurso de Juan Ignacio Gorriti, en el debate relativo a la creación y organización del Ejército Nacional, iniciado en la sesión del 3 de mayo de 1825. Congreso Constituyente, sesión nº 32, 4/V/1825 en: Ravignani, Emilio (ed.) (1937) Asambleas Constituyentes Argentinas, 1813-1898, Bs.As., Tomo I. En este documento Juan Ignacio Gorriti plantea cuestiones interesantes acerca de la nación que es posible analizar: ¿Por qué considera que no hay una nación? ¿Cuáles son los atributos que faltan? ¿Define un marco territorial claro para la nación que ansía?

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Con los materiales disponibles de Formación Ética y Ciudadana/ Construcción de Ciudadanía, Historia y Geografía, abordar definiciones actuales del concepto de Nación y comparar con las analizadas en el documento de Juan Ignacio Gorriti.

Se presentan los siguientes videos como material que resulta interesante para incorporar en las propuestas sobre el Bicentenario - Noemí Goldman revisa el concepto de pueblo. ¿Cómo se entendía en 1810 el concepto de pueblo? - Gabriel Di Meglio revisa el concepto de patria. ¿Cómo cambia el eje ideológico colonial Dios- Patria- Rey con la Revolución? - Nora Souto revisa el concepto de nación. ¿Cómo era entendido el concepto de nación en 1810 y qué diferencias hay con la noción actual? - Alejandra Pasino revisa el concepto de independencia. ¿Cómo se entiende el concepto de independencia en 1810? - Fabio Wasserman revisa el concepto de revolución. ¿Cuándo aparece la idea de que lo sucedido el 25 de mayo es una revolución? Ideas, conceptos y palabras de 1810. Colección Educ. ar. CD 28. Ministerio de Educación. Presidencia de la Nación. www.educ.ar

“Hoy predomina la idea de nación regida por el principio de las nacionalidades: las naciones son comunidades que poseen una identidad étnica o cultural forjada a lo largo de la historia, y esto nos da derecho a erigir un Estado nacional” Wasserman, F. 2010. “Nación”. Revista Ñ de Cultura. Clarín, 4.04.2010, 15. Relacionar el concepto de nación que predomina en el presente con el siguiente texto y analizar la “cuestión de la integración”: “¿Bicentenario de qué podrían preguntarse en la Patagonia? Una región que no envío delegados a la junta grande reunida en 1810 y no tuvo derecho a elegir presidente sino hasta la década de 1950 (ni qué decir de Tierra del Fuego, que debió esperar hasta 1990). La inquietud ilustra la cuestión de la integración de la Patagonia a la nación. Las complejas relaciones entre el mundo indígena y el Estado a lo largo del siglo XIX (una combinación de negociación, guerra, “malones” y favores) fueron violentamente reemplazadas por la pax del

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general Roca en 1879. Esta tierra conquistada por el Estado Nacional fue repartida entre quienes habían financiado la “Campaña al Desierto”, grandes estancieros bonaerenses, pools internacionales y los hombres que participaron de la expedición”. Bohosllavsky, E. 2010. “Bicentenario y Patagonia” Revista Ñ de Cultura. Clarín, 4.04.2010, 15.

Se propone relacionar el texto pronunciado en 1810 y el cuadro pintado por su artista en 1910 (a quien le dieron instrucciones precisas):

“Señores del Cabildo: esto ya pasa de juguete; no estamos en circunstancias de que ustedes se burlen de nosotros con sandeces. Si hasta ahora hemos procedido con prudencia, ha sido para evitar desastres y efusión de sangre. El pueblo, en cuyo nombre hablamos, está armado en los cuarteles y una gran parte del vecindario espera en otras partes la voz para venir aquí. ¿Quieren ustedes verlo? Toque la campana y si no nosotros tocaremos generala y verán ustedes la cara de ese pueblo, cuya presencia echan de menos. ¡Sí o no! Pronto, señores, decirlo ahora mismo, porque no estamos dispuestos a sufrir demoras y engaños; pero, si volvemos con las armas en la mano, no responderemos de nada” (Antonio Beruti, Sala de Sesiones del Cabildo, 25 de mayo de 1810).

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Organización Organizacióndel delTerritorio Territorio en el elsiglo siglo XVI XVI

Organización territorio el Organización del del territorio en elen siglo XVII y XVIII XVIIsiglo y XVIII

Virreinato del Río de la Plata

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El territorio y sus límites interprovinciales - 1815

El territorio y sus límites interprovinciales - 1859

El territorio y sus límites interprovinciales - 1820

El territorio y sus límites interprovinciales - 1867

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Lobato y Suriano, 2000. Se propone la selección de textos que acompañen la lectura de mapas para responder a los interrogantes planteados o aquellos que presenten los alumnos durante el desarrollo de la propuesta. En la organización del territorio está presente la idea de poder, dominio y apropiación ¿Qué relaciones puedes establecer entre estas ideas? Fundamenta la siguiente afirmación “La construcción político- territorial de la Argentina fue el resultado de un largo proceso histórico”. Ejemplifica mencionando algunos de los cambios que se produjeron en la división política desde la época virreinal.

¿Qué consecuencias tuvo en el plano económico- territorial, la creación del Virreinato del Río de La Plata? Tener en cuenta las divisiones administrativas dentro del Virreinato. Construir el concepto de territorio y límite a través de la lectura de los mapas: El territorio y sus límites interprovinciales - 1815 El territorio y sus límites interprovinciales - 1820 El territorio y sus límites interprovinciales - 1859 El territorio y sus límites interprovinciales - 1867 Comparar con el concepto de frontera que aparece en el mapa de la organización del territorio durante el siglo XVII y XVIII. Reflexiona sobre la siguiente expresión “El territorio cumplió un papel importante en la formación de la Nación Argentina”. El siguiente texto forma parte de “Misteriosa Buenos Aires”, de Manuel Mujica Lainez. Los hechos que narra se enmarcan durante las Invasiones Inglesas que forman parte del proceso prerrevolucionario.

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LA CASA CERRADA (1807) El texto de esta confesión ha sido bastante modernizado por nosotros, suprimiendo parráfos inútiIes, condensando algunos y añadiendo aquí y allá un retoque. Ignoramos el nombre de su autor. “...Quizá lo más lógico para la comprensión plena de lo que escribo, fuera que yo le hablara ante todo, Reverendo Padre, acerca de la casa que de niños llamábamos la casa cerrada’ y que se levanta todavía junto a la que fue del doctor Miguel Salcedo, entre el convento de Santo Domingo y el hospital de los Betlemitas. Frente a ella viví desde mi infancia, en esa misma calle, entonces denominada de Santo Domingo y que luego mudó el nombre para ostentar uno glorioso: Defensa. ¡Cuánto nos intrigó a mis hermanos y a mí la casa cerrada! Y no sólo a nosotros. Recuerdo haber oído una conversación, siendo muy muchacho, que mi madre mantuvo en el estrado con algunas señoras, y en la cual aludieron misteriosamente a ella. También las inquietaba, también las asustaba y atraía, con sus postigos siempre clausurados detrás de las rejas hostiles, con su puerta que apenas se entreabría de madrugada para dejar salir a sus moradores, cuando acudían a la misa del alba en los franciscanos y poco más tarde, a la mulata que iba de compras. No necesito decirle quienes habitaban allí. Con seguridad, si hace memoria, lo recordará usted. Harto lo sabíamos nosotros: eran una viuda todavía joven, de familia acomodada, y sus dos hijas. Nada justificaba su reclusión. Las mozas crecieron al mismo tiempo que nosotros, pero jamás cambiaron ni con mis hermanos ni conmigo ni con nadie que yo sepa, una palabra. Se rebozaban como monjas para concurrir al oficio temprano. Luego conocí el motivo de su enclaustramiento. Por él he sufrido mi vida entera; a causa de él le escribo hoy con mano temblorosa, cuando la muerte se aproxima. Debí hacerla antes y lo intenté en varias oportunidades, pero me faltó audacia. En una ocasión —ellas tendrían alrededor de quince años— pude ver el rostro de mis jóvenes vecinas. La curiosidad nos inflamaba tanto, que mi hermano mayor y yo resolvimos correr la aventura de deslizarnos hasta la casa frontera por las azoteas que la cercaban. ¡Todavía me palpita el corazón al recordarlo! Aprovechamos la complicidad de un amigo que junto a ellas vivía y, silenciosos como gatos, conseguimos asomarnos con terrible riesgo a su patio interior. Allí estaban las dos muchachas, sentadas en el brocal del aljibe, peinándose. Eran muy hermosas, Reverendo Padre, con una hermosura blanquísima, de ademanes lentos; casi irreal. Las mirábamos desde la altura, escondidos por un enorme jazminero, y se dijera que el perfume penetrante ascendía de sus cabelleras negras, lustrosas, tendidas al sol. Desde entonces no puedo oler un jazmín sin que en mi memoria renazca su forma blanda y negra. Fue la única vez que las vi hasta lo otro, lo que le narraré más adelante, aquello que sucedió en 1807, exactamente el 5 de julio de 1807. La circunstancia de haber nacido en Orense, aunque mis padres me trajeron a Buenos Aires cuando empezaba a caminar, hizo que después de la primera invasión inglesa me Actividades para repensar el Bicentenario: Ciencias Sociales y Lengua, Secundaria

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incorporara al Tercio de Galicia. Intervine con esas fuerzas en acontecimientos que ahora, tantos años después, su osadía torna mitológicos. El 5 de julio de 1807 —habría transcurrido un lustro desde que entreví fugazmente a mis vecinas en su patio— fue para mi vida, como lo fue para Buenos Aires, un día decisivo. A las órdenes del capitán Jacobo Adrián Varela tocóme defender la Plaza de Toros, en el Retiro. .Me hallé entre los cincuenta o sesenta granaderos que a bayonetazos abrieron un camino entre las balas, para organizar la retirada desde esa posición que cayó luego en poder del brigadier Auchmuty. Nuestra marcha a través de la ciudad alcanzó un heroísmo que señalaron los documentos oficiales. Jamás la olvidaré. Jamás olvidaré el fango que cubría las calles, pues había llovido la noche anterior y nuestro avance ciego entre las quintas abandonadas donde ladraban los perros, mientras retumbaban doquier los cañones y la fusilería. Mi jefe perdió las botas en el lodo; yo dejé un cuchillo, la faja... Nadie hubiera reconocido nuestro uniforme blanco y azul. Nadie hubiera reconocido a nadie, cuando corríamos por las calles entre las lucecitas moribundas, guiados por el clamor de los heridos y por la voz entrecortada de Varela que nos alentaba a seguir. Llegamos así, negros de cieno y de sangre, hasta mi barrio. Allí nos enteramos de que Sir Denis Pack, herido por los patricios, se había refugiado en Santo Domingo con sus hombres. Otros refuerzos se le sumaron, encabezados por el general Craufurd. La confusión era atroz. Los carros de municiones, volcados, interceptaban la marcha. Los brazos de los heridos aparecían entre los sables y los fusiles tirados al azar. Aquí y allá, los trajes de los británicos coagulaban sus manchas rojas. Desde la torre del convento, transformada en fortaleza, los ingleses sembraban el estrago. Había soldados en todos los techos y también vecinos y muchas mujeres que arrojaban piedras y agua hirviendo sobre los invasores. Varela entró a escape con la mitad de su tropa en la casa del doctor Salcedo. A poco le vimos surgir entre los balaústres de la azotea, encendido, vociferante, y abrir el fuego contra el campanario de los dominicos. Nos ordenó a gritos, a quienes todavía quedábamos en la calle, que hiciéramos lo mismo desde la casa lindera, Esa casa, Reverendo Padre, era la casa cerrada. Estaba cerrada como siempre. En la azotea distinguí a la dueña y sus dos hijas. Iban y venían, enloquecidas, con tachos humeantes. Uno de los oficiales se acercó a la puerta y trató de abrirla pero no pudo. Entonces nos comandó a otros dos granaderos y a mí —a mí, precisamente a mí— que destrozáramos la cerradura. Fue una impresión extraña, independiente de cuanto sucedía alrededor, algo que no tenía nada que ver con la guerra espantosa y que me incomunicaba con ella. ¿Cómo explicárselo? Fue como si en ese instante comenzara mi guerra, mi propia guerra personal, en el huracán de la otra, la grande, que por doquier me envolvía pero de la cual me separaba una zona indefinible. Nos precipitamos hacia el interior, cruzamos como un torbellino los dos patios y ascendimos al techo por una frágil escalerilla. Las mujeres nos recibieron sin decir palabra. En verdad, no teníamos tiempo para ocuparnos de su actitud. Lo único que nos movía era matar, matar rabiosamente. Y lo hicimos. El capitán Varela apareció entre nosotros. Se dirigió a mí y a quienes me rodeaban. —Vayan abajo —nos dijo brevemente— y secunden el tiroteo desde las ventanas. Actividades para repensar el Bicentenario: Ciencias Sociales y Lengua, Secundaria

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De inmediato le obedecimos, mas cuando nos aprestábamos a lanzarnos por los peldaños; se nos cruzó la señora. Advertí entonces, en un relámpago, que ella también debía haber sido muy hermosa, acaso tan hermosa como sus hijas. Nos suplicó; —No, abajo no... De un empellón la hicieron a un lado. Y ya estábamos en las salas y en las alcobas, ya arrastrábamos los muebles, ya entreabríamos los postigos con los caños de los fusiles. — ¡La otra habitación! — me ordenó un oficial—. ¡La última! ¡Encárguese usted! Penetré allí automáticamente. Todo se hacía automáticamente ese día en que nos ensordecían las descargas y nos sofocaba la pólvora. Era un aposento pequeño. Estaba a oscuras. Calculé la posición de la ventana por la fina hendidura que en torno del postigo dibujaba un hilo de luz. Me adelanté a tientas y de un culatazo separé las hojas. No pensé más que en continuar matando, pero entre tanto la atmósfera de la casa pesaba sobre mi nuca como algo viviente, sólido. Cuando me detuve para cargar el arma, observé que a mi lado estaba la señora. La acompañaban sus dos hijas. Me miraban con ojos dementes. Hice un movimiento para aproximarme y sosegarlas, y las tres retrocedieron hacia el fondo del cuarto que yacía en penumbra. Detrás de ellas se levantó algo que no puedo definir sino como un gruñido, un angustiado gruñido de animal. Por segunda vez desde que había violado la clausura, me sobrecogió la sensación rarísima de que estaba viviendo un episodio aparte de los que sacudían a la ciudad. Fue —claro que por un momento— como si la lucha de las calles y de las azoteas no tuviera significado en sí misma, como si sólo sirviera de encuadramiento remoto a otro drama, íntimo, agudo, sutil, del cual éramos los únicos protagonistas. Recordé entonces que antes, a lo largo de los años, había escuchado ese mismo grito ronco. Se alzaba en mitad de la noche y me estremecía, en mi cuarto cercano, con su inflexión inhumana, agorera. Di un paso hacia las mujeres. -No- pronunció la señora—, por favor, por favor, no... Detrás, en la sombra, vi al ser horrible. ¿Necesito describírselo Reverendo Padre? Se trataba, indudablemente, de un hombre. De hombre tenía la cabeza barbuda, pero su cuerpecito diminuto era el de un niño, con excepción de las manos grandes, cubiertas de vello, obscenas. Clavó en mí los ojos malignos, y por ellos reconocí su parentesco con las muchachas. Era su hermano. Ese monstruo era su hermano. El tableteo de las balas ahogó mi exclamación. De un salto me acurruqué en mi puesto de combate. Mientras apuntaba, el corazón me latía loco. A veinte pasos cayó un inglés con los brazos extendidos, un inglés muy rubio, casi tan dorado el pelo como las charreteras. En la habitación, la madre se echó a llorar. Gruñó el monstruo. Yo seguía tirando. Ya lo comprendía todo. Ya poseía el secreto de la casa cerrada, de la prisión de esas mujeres jóvenes y bellas, a. quienes el feroz orgullo materno obligaba a encarcelarse para que nadie supiera lo que yo sabía. El oficial bramó a través de la puerta: Actividades para repensar el Bicentenario: Ciencias Sociales y Lengua, Secundaria

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— ¡A la calle, a la calle, a Santo Domingo! Me ajusté el cinturón. Mis compañeros me llamaban. Me volví para seguirles. Nada había cambiado en el fondo del aposento. La madre, sentada en el lecho, gemía tapándose los oídos. Detrás asomaba la cabeza diabólica, oscilante, babeante. Las dos hijas se abrazaban con miedo. Me miraron y adiviné en su crispación anhelosa un ruego desesperado. Fue como sí súbitamente una oleada del fresco perfume de los jazmines me envolviera en pleno mes de julio. Todavía me quedaba una bala en el fusil. Reverendo Padre, cualquier hombre hubiera hecho lo que hice. Un tiro seco, un solo tiro seco... ¡A tantos otros había muerto ese mismo día desde la retirada de la Plaza de Toros: oficiales fuertes y esbeltos, soldados que apenas salían de la adolescencia, a tantos, a tantos! Cayó la cabeza espantosa, como en un juego, como si fuera una cabeza de cartón y de lana... Hasta hoy me persigue el alarido de la madre, hasta hoy, como me persiguió el 5 de julio de 1807 en mi fuga por la calle de Santo Domingo negra y roja de cadáveres, lejos de la casa cuyas puertas había arrancado...” Mujica Lainez, Manuel. [1983] Misteriosa Buenos Aires. Buenos Aires: Sudamérica, 183-189 Propuesta de trabajo para “La casa cerrada”, de Manuel Mujica Lainez Se sugiere que el docente lea en voz alta para sus alumnos y compartan las diferentes interpretaciones. Con respecto a los elementos a tener en cuenta para analizar el relato, se propone prestar atención a la figura del narrador y su punto de vista, al tema, y también al destinatario que el narrador prevé. Además, se produce una ruptura en el orden temporal, de manera que todo el relato se construye como una evocación de hechos ocurridos en el pasado; esto posibilita la reconstrucción del orden cronológico. Asimismo, es importante recuperar la noción de conflicto que emerge del relato, por un lado el social/político que enmarca el otro, el conflicto personal. A su vez, si bien no se mencionan las Invasiones Inglesas, se presentan indicios cuya recuperación favorece la interpretación.

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