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Revista IC 649 febrero 2024

Sequía en la CDMX y municipios conurbados del Estado de México

Un desafío persistente

La Ciudad de México y los municipios conurbados enfrentan una serie de problemas puntuales relacionados con el agua que se incrementan con las sequías. Es imperativo que las autoridades hagan oficialmente la Declaración de Emergencia por Sequía, lo que permitirá desbloquear recursos económicos para implementar medidas orientadas a llevar a cabo proyectos de infraestructura, programas de conservación y campañas de concienciación. Una vez superada la emergencia, es necesario un plan de mediano y largo plazo que asegure la resiliencia del suministro de agua en la metrópoli.

La Ciudad de México y 17 municipios conurbados del Estado de México, como Atizapán de Zaragoza, Huixquilucan, Naucalpan, Tlalnepantla y Ecatepec, al igual que muchas otras ciudades del país y extensas regiones del mundo, han enfrentado durante los últimos meses los efectos de una sequía excepcional.

En el caso de México no deberían ser extrañas estas noticias; su ubicación geográfica expone a su territorio a este tipo de fenómenos en forma recurrente. Baste revisar la historia: en la época prehispánica la sequía motivó migraciones de poblaciones enteras; durante la colonia, sus efectos causaron miles de muertes e impactos en la agricultura y otras actividades humanas, y en la era independiente se han registrado grandes pérdidas en muchas regiones del territorio nacional. El evento previo al presente sucedió en el año 2012, cuando casi el 90% del territorio nacional sufrió algún grado de sequía (figura 1).

A esta situación se suma el acelerado crecimiento poblacional e industrial y el impacto del cambio climático, que ha alterado los patrones de precipitación; el resultado es que las lluvias son más impredecibles, los periodos secos más prolongados y las temperaturas más extremosas. Así se puede entender el agravamiento de la sequía en la región, que afecta la disponibilidad de agua para uso doméstico, agrícola e industrial y la conservación del medio ambiente.

La sequía

Existen varias clases de sequía: meteorológica, hidrológica, agrícola, económica, …urbana. La primera de ellas –y origen de todas las demás– se define como aquel periodo en el que la precipitación disminuye (normalmente una desviación estándar) por debajo de la media. La sequía hidrológica se refiere a la disminución de escurrimiento en los ríos y el volumen en los almacenamientos de lagos y presas; y la urbana está relacionada con afectaciones en las ciudades.

Sequía urbana

La sequía urbana, un fenómeno cada vez más recurrente, no es simplemente una escasez de lluvias. En el contexto de una metrópoli como la Ciudad de México y los municipios conurbados, la sequía se convierte en un rompecabezas complejo, influenciado por diversos factores interrelacionados que van más allá de la merma en las precipitaciones. Cuatro elementos destacan como pilares fundamentales que contribuyen a los desafíos de este fenómeno urbano: la sequía hidrológica, el estado físico de la infraestructura, la gestión del agua y el consumo de los usuarios.

La sequía hidrológica es la raíz del problema. La falta de lluvias y la disminución de los recursos hídricos son los detonantes iniciales. En una urbe, esto no solo implica la disminución en los niveles de embalses y ríos: también reduce la recarga de acuíferos subterráneos. Así, la disminución de las lluvias en los últimos tres años ha sido manifiesta no solo en la región, sino que se extiende hacia la cuenca del Cutzamala, una de las fuentes de abastecimiento ubicada en los estados de Michoacán y México.

La infraestructura desempeña un papel crucial, no siempre reconocido en la gestión del agua urbana. En muchos casos, los embalses de las presas y los sistemas de distribución crean un efecto de amortiguamiento que enmascara temporalmente la gravedad de la sequía. En la Ciudad de México, además, la edad y el deterioro de la infraestructura hidráulica provoca grandes pérdidas de agua.

La gestión eficiente del agua es un componente esencial para manejar una sequía urbana. La planificación, regulación y distribución efectiva de los recursos hídricos son responsabilidades fundamentales de las autoridades. La Ciudad de México, durante los últimos 30 años, ha enfrentado desafíos de coordinación entre los diferentes niveles de gobierno que han dificultado la implementación de políticas efectivas que aborden la gestión de este fenómeno a largo plazo.

El comportamiento de los usuarios, desde los hogares hasta las industrias, tiene un impacto directo en la sequía urbana. El derroche en los patrones de consumo, la falta de conciencia sobre la conservación del agua y la resistencia al cambio son obstáculos comunes. En la Ciudad de México, y en los años recientes en los municipios conurbados, la demanda de agua es creciente y una de las más grandes del mundo.

En conclusión, la sequía urbana es un fenómeno complejo que va más allá de la mera falta de precipitaciones. Abordar estos factores de manera integral es esencial para construir resiliencia ante la sequía urbana y garantizar la sostenibilidad del suministro de agua en el futuro. La Ciudad de México, como tantas otras metrópolis, enfrenta la urgente tarea de adoptar medidas inteligentes y coordinadas para superar estos desafíos de manera efectiva.

La gráfica muestra la evolución y el porcentaje de área del país afectada con una o varias categorías de sequía en escala nacional.

Fuente: Conagua.

Figura 1. Porcentaje de afectación del territorio de México por algún grado de sequía.

Situación actual de la Ciudad de México y municipios conurbados ante la escasez del agua La Ciudad de México y los municipios conurbados enfrentan una serie de problemas puntuales relacionados con el agua –que se incrementan con las sequías–, algunos de lo cuales se enumeran en seguida.

Existe una brecha muy grande en el acceso al agua entre los usuarios de la región, pues la falta de infraestructura hidráulica produce inequidades en la distribución y disposición del agua.

El crecimiento poblacional ha provocado la expansión de la mancha urbana de la Zona Metropolitana del Valle de México (ZMVM) y la redensificación de algunas zonas, y presiona a los servicios de agua potable y alcantarillado.

En algunas colonias de la ciudad, los habitantes se ven obligados a consumir agua en condiciones de calidad poco adecuadas, o tienen que comprar agua embotellada que afecta sus ingresos. Otro problema es el tandeo, que consiste en recibir el servicio de agua en forma intermitente.

La sobreexplotación de los acuíferos de la cuenca de México provoca el hundimiento del suelo, y no existe una política efectiva para atender este problema ni se ha tomado una decisión sobre la necesidad de importar agua hacia la cuenca para reducir gradualmente la presión sobre los acuíferos locales.

El tratamiento insuficiente de las aguas residuales genera contaminación dentro de las zonas urbanas y en los estados hacia donde se dirigen las aguas con tratamiento deficiente o sin él.

El impacto del cambio climático en el medio ambiente y en todas las actividades humanas del Valle de México es evidente. Mitigar estos impactos es una tarea que trasciende las fronteras del país; es un problema universal, y como tal debe atenderse. México ha signado varios acuerdos internacionales que –al igual que todos los países firmantes– debe cumplir, entre ellos el Acuerdo de París.

La federación, los estados y municipios en esta cuenca requieren los recursos financieros necesarios y un marco jurídico adecuado que propicie estructuras institucionales robustas para posibilitar una planificación y coordinación efectiva que permita abordar los problemas relacionados con el aprovechamiento y defensa ante los fenómenos extremos relacionados con el agua.

Ante la necesidad de reducir la sobreexplotación de los acuíferos y alcanzar la sustentabilidad del sistema, se evidencia la insuficiencia de las fuentes internas en esta región, y se ha tenido que recurrir a importar agua superficial de los estados de Michoacán y México mediante el Sistema Cutzamala, construido para conducir 19.6 m3/s, que transportaba en promedio 16.6 m3/s y que actualmente (febrero de 2024) solo entrega 7.85 m3/s (figura 2).

Figura 2. Región hidropolitana del Valle de México.

La extracción de agua subterránea en el Estado de México para enviarla a la ZMVM también causa conflictos, pues los agricultores reclaman ese recurso y ya se han registrado hundimientos debidos a la sobreexplotación del acuífero del Valle de Lerma, de donde se extraen actualmente 4.7 m3/s para enviarlos a la Ciudad de México y municipios conurbados.

El resto del abastecimiento para la Ciudad de México, de 25.0 m3/s, se extrae de los acuíferos subyacentes a esta (no fue posible obtener la información relativa a los municipios conurbados del Estado de México).

La descarga hacia otros estados de aguas residuales crudas o tratadas deficientemente (figura 2) contamina a los cuerpos receptores y provoca niveles de eutrofización muy difíciles de reducir; además, se propagan enfermedades, pues se transportan bacterias, virus, metales pesados y otros contaminantes.

En los últimos 30 años se han implementado diversas políticas y proyectos destinados a mejorar la infraestructura hidráulica y gestionar de manera más eficiente los recursos. Se hicieron varios estudios para diversificar las fuentes de abastecimiento de agua, se han promovido prácticas de conservación y concienciación sobre la importancia de un uso responsable del recurso, pero ha faltado una estrategia integral y sostenible. Los problemas persisten incluso después de enfrentar las emergencias pasadas. En última instancia, la sequía en la ZMVM no solo es un desafío local, sino también un recordatorio de la necesidad de abordar globalmente el cambio climático y sus consecuencias.

¿Qué hacer ahora?

A pesar de las consecuencias negativas, se hace necesario continuar con las acciones que llevan a cabo los gobiernos de la Ciudad de México y municipios conurbados, esto es, la rehabilitación de pozos de manera responsable, pues es una estrategia inmediata para aumentar la disponibilidad de agua. Sin embargo, es esencial abordar este proceso de manera sostenible. La sobreexplotación de los acuíferos tiene consecuencias de largo plazo, pues afecta la infraestructura y la calidad del agua y genera problemas ambientales.

Es necesario obtener los recursos económicos necesarios para implementar medidas orientadas a llevar a cabo proyectos de infraestructura, programas de conservación y campañas de concienciación sobre la importancia del uso eficiente del agua utilizando medios de información, redes sociales y eventos comunitarios. Se recomienda ver el documento “Sesenta y siete recomendaciones para ahorrar agua” (IMTA, 2007).

Se debe restringir el riego de parques y jardines, el llenado de fuentes ornamentales y el lavado de autos con agua potable, con las excepciones necesarias y justificadas. Estas restricciones temporales son esenciales para conservar el agua disponible y cambiar patrones de consumo insostenibles.

¿Qué hacer en el mediano y largo plazo?

Después de sortear los desafíos de la sequía actual en la Ciudad de México y municipios conurbados del Estado de México, es imperativo mirar hacia adelante y diseñar un plan de mediano y largo plazo que asegure la resiliencia del suministro de agua en la metrópoli.

En el año 2012, cuando México enfrentaba una sequía en gran parte de su territorio, se empezó a desarrollar una política pública de atención a este fenómeno y se estableció el Programa Nacional contra la Sequía (Pronacose) como eje fundamental de dicha estrategia (Conagua, 2012).

El principio del Pronacose era cambiar la actitud reactiva que existía por una preventiva. Las líneas de acción en materia de prevención son: el monitoreo y alerta temprana, los Programas de Medidas de Prevención y Mitigación a la Sequía (PMPMS), la adaptación del marco legal y la coordinación institucional, la capacitación, la comunicación y la investigación.

Las acciones para enfrentar estos fenómenos están plasmadas en el Programa de Medidas de Prevención y Mitigación a la Sequía de la Región Hidrológica No. XIII, Valle de México.

Lo primero que se requiere es fomentar una coordinación entre los diferentes niveles de gobierno, entidades gubernamentales y sectores industriales y de la sociedad civil que desarrolle el Plan de Gestión Integrada del Agua de la Cuenca del Valle de México y que establezca y supervise la distribución equitativa del agua, su conservación y la planificación a largo plazo.

Un pilar fundamental de cualquier plan a mediano y largo plazo es la inversión en infraestructura hídrica resiliente y sostenible. Esto implica la modernización de la red de distribución, la construcción de plantas de tratamiento eficientes, el mantenimiento de la infraestructura hidráulica y la implementación de tecnologías innovadoras para la captación y gestión del agua.

El cambio climático es una amenaza significativa. El plan necesita incluir medidas específicas de adaptación a posibles variaciones climáticas, políticas de mitigación y adaptación, el fomento de prácticas agrícolas sostenibles y la promoción de la eficiencia energética en el sector del agua.

También debe incluir de forma prioritaria una política para frenar la sobreexplotación de los acuíferos, estrategias de recarga artificial, la infiltración controlada de aguas pluviales, la reutilización de aguas residuales tratadas y la protección de áreas de recarga.

Es necesario revisar los proyectos existentes para explorar nuevas fuentes de agua considerando el impacto ambiental, social y político que causa la sobreexplotación de los acuíferos.

Incentivar el uso de tecnologías sostenibles en hogares, industrias y empresas es fundamental, por ejemplo la adopción de sistemas de reutilización de agua, la instalación de dispositivos de bajo consumo y la promoción de prácticas ecoeficientes.

La investigación y el desarrollo son clave para enfrentar los desafíos hídricos futuros. Se deben impulsar iniciativas que promuevan la eficiencia en el uso del agua, la optimización de sistemas de tratamiento y el agua virtual, entre otras.

La colaboración internacional puede enriquecer el plan con perspectivas globales y recursos adicionales. Intercambios de conocimientos, tecnologías probadas y apoyo financiero pueden provenir de acuerdos y asociaciones con otras ciudades y países que han enfrentado desafíos similares.

En resumen, el diseño de un plan de mediano y largo plazo para la gestión del agua en la Ciudad de México y municipios conurbados requiere una visión integral y colaborativa. La conjunción de grandes inversiones, decisiones políticas y una capacidad técnica sólida será esencial para garantizar la sostenibilidad del suministro de agua y construir un futuro en el que la sequía sea un desafío superado, no una amenaza persistente. Este plan no solo asegurará la supervivencia de la metrópoli, sino que sentará un precedente valioso para otras ciudades que enfrentan problemas similares en todo el mundo.

Conclusiones

Las sequías son problemas recurrentes que se repetirán en la República mexicana y en particular en la Zona Metropolitana del Valle de México.

En el corto plazo es adecuado continuar con un programa de reposición y rehabilitación de fuentes existentes, establecer una acción emergente con recursos extraordinarios por sequía y limitar el riego de parques, jardines públicos y privados y el lavado de autos.

En el mediano y largo plazo se hace necesario seguir los lineamientos establecidos en el Pronacose y crear un grupo ad hoc para la conducción del Plan de Atención a la Sequía

FERNANDO J. GONZÁLEZ VILLARREAL

Ingeniero civil, maestro en Ciencias y doctor en Ingeniería. Profesor investigador en el II UNAM, y desde 2010 coordinador técnico de la Red del Agua UNAM. Ha sido consultor y asesor para el Banco Mundial y la FAO, y fue director general de Conagua.

FELIPE I. ARREGUÍN CORTÉS

Ingeniero civil con doctorado en Hidráulica. Vicepresidente del CICM, miembro del Centro Regional de Seguridad Hídrica de la UNESCO, profesor de la División de Estudios de Posgrado de la FI UNAM e investigador en el II UNAM.

Referencias

Comisión Nacional del Agua, Conagua (2012). Programa Nacional Contra la Sequía, Pronacose. www.gob.mx/conagua/accionesy-programas/programa-nacional-contra-la-sequia-pronacose-299759

Instituto Mexicano de Tecnología del Agua, IMTA (2007). Sesenta y siete recomendaciones para ahorrar agua. www.imta.gob.mx/gobmx/informacion-institucional/cultura-agua.html

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