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LA CALIDAD ES UN ROLLO
from Trazando el rumbo: Análisis Profundo de la Evaluación Externa en la Educación Superior
by cieesmx
“Es que, calidad es un rollo insoportable… ¡no es lo mío!”. Eso fue lo que me dijo un profesor, y lo dijo a consecuencia de haber participado en un proceso de evaluación externa de la titulación de la que era coordinador.
En España, decir que algo es “un rollo” significa que es algo muy pesado de y sin contenido real ni finalidad útil. Él es de los que lo manifestaba, pero seguro que más de uno lo piensa todavía y no lo dice. Tal vez, incluso, alguien que me esté leyendo piensa igual. Ese pensamiento –a mi juicio– demuestra que en las Universidades –que se supone condensan el grado sumo de cultura, inteligencia y preparación– también hay áreas de mejora en cultura social y empresarial: no creo que haya hoy día ninguna empresa en la que se piense que puede obviarse el control de calidad, y menos por parte de representantes de los financiadores o “consumidores”, ya se trate de producción de materiales tangibles o de oferta de
Servicios. Todos estamos mejor en nuestra zona de confort, trabajando sólo en aquello que dominamos y no teniendo que responder ante alguien que nos resulta ajeno, claro que sí; pero lo que se olvida, en esos casos, es el verdadero papel de la Evaluación Externa, el Espíritu Universitario y el motivo por el que debemos pelear para conseguir que nuestra actividad Docente, Investigadora y de Gestión consiga unos niveles de Calidad no sólo aceptables, sino que tiendan a la consecución de la Excelencia. Y en ese trayecto, deben garantizarse al máximo posible la transparencia, la representatividad de los diferentes grupos de interés y la objetividad, que es lo que salvaguarda una evaluación realizada por ojos ajenos, sin implicaciones interesadas con nuestra labor y, además, compuestos por las diferentes visiones de aquéllos a quienes nos debemos, es decir: la que deben realizar los tribunales externos a nuestra Institución.
“Universidad”, como todos sabemos, procede del latín “UNIVERSITAS”, nombre abstracto formado sobre el adjetivo UNIVERSUS-A-UM (“todo”, “entero”, “universal”), derivado a la vez de UNUS-A-UM (“uno”); es decir, desde 1088, cuando se funda en Europa la Universidad en Bolonia, se define la Universidad como generadora del saber y se le atribuyó el carácter de “Alma Mater”, en el sentido de engendrar y transformar al hombre por obra de la ciencia y el saber. No expongo esto por pedantería, sino porque quiero señalar especialmente las palabras “engendrar” “transformar” y “universal”: son para mí las claves de nuestra labor y lo que custodia, al fin y al cabo, el trabajo de Evaluación -Interna y Externa- de la Calidad de nuestras Universidades. Calidad que debe garantizarse con proceso de evaluación lo más independiente posible.
Yo soy una acólita de la secta de la Calidad de las Universidades. Y lo soy por varias razones: En primer lugar, porque la Universidad es uno de los motores que impulsan a la Humanidad y a nuestra Sociedad: es generadora de Educación, es generadora de Desarrollo y es generadora de Cultura, por eso transforma a la Humanidad y el medio en el que vive. Y por eso, quienes tenemos la suerte de habernos desarrollado en Sociedades avanzadas, nos encontramos con unas Instituciones de Educación Superior que, en mayor o menor medida, apoyamos y financiamos los ciudadanos mediante los gobiernos –con las aportaciones económicas realizadas a través de nuestros impuestos–, o nuestros Mecenas. ¿Acaso no estamos obligados a justificar, ante la Sociedad que nos sustenta, el buen empleo que damos a su esfuerzo económico? ¡Claro que sí!. Y esa justificación no puede basarse sólo en un estado de cuentas, sino que debe basarse en demostrar, objetivamente, que el dinero no se desperdicia y que se ha empleado correctamente, cumpliendo los fines por los que los desembolsamos con destino a la Universidad; para ello, resulta obligatorio demostrar que se trabaja continuamente porque nuestra Docencia, nuestra Investigación y nuestra Gestión se ajusten cada vez más a esos fines por los que se nos financia o subvenciona, de modo que respondan y sirvan cada vez mejor a la Sociedad, consiguiendo unos profesionales cada vez mejor formados y una transferencia de los avances cada vez más ágil y completa. Es decir: que estamos obligados a demostrar que trabajamos por conseguir unos estándares de Calidad cuyo objetivo sea la mejora continua que nos lleve a la Excelencia, y no sólo ante nuestra propia Universidad, sino ante evaluadores externos que representan y son designados por quienes nos sustentan. Y ésa es, precisamente, una de las esencias de los procesos de Calidad en la actividad Universitaria: la rendición de cuentas a la Sociedad mediante esa demostración. En segundo lugar, por su capacidad transformadora del individuo: la educación que debemos ofrecer no sólo debe aportar conocimiento (para eso ya está la Enciclopedia y San Google), sino que debe ser capaz de ofrecer un ambiente y una educación que permita, a la persona que forme parte de ella, desarrollarse y crecer en todas sus dimensiones; es decir, debe favorecer no sólo que el individuo pase por la Universidad, sino lo más importante: que la Universidad pase él y le ofrezca una oportunidad de ampliar su concienciación como Ser Humano, como Ser Social y como Ser Natural. Para ello es imprescindible analizar debidamente la amplitud y adecuación de los contenidos que impartimos y su ajuste continuo a la actualidad, comprobar que nuestra actividad Docente se desarrolla correctamente y que nuestra actividad Investigadora revierte positivamente en la Sociedad. Y debe ser analizado con criterios previamente establecidos y por personas que contrasten nuestras apreciaciones -reflejadas en la evaluación interna- del modo más desapasionado y neutral posible, que es lo que aporta la visión del tribunal externo a nuestras Instituciones. Ahí tenemos otra de las esencias de los Sistemas de Aseguramiento de la Calidad en nuestras Universidades que incluyen ambos enfoques evaluadores: convertirse en instrumentos para comprobar que nuestra actividad es respetuosa y resulta útil a las personas que se nos confían, que los contenidos y las metodologías docentes empleadas, incluyendo las de evaluación, son efectivas, correctas y que a nuestro estudiantado y personas egresadas les facilita su inserción en el Mercado Laboral y en la vida futura; de este modo salvaguardamos, con la mayor objetividad posible y con la participación de la Sociedad, el poder transformador, convirtiéndose la Universidad en el legítimo ascensor social para muchas personas y, por tanto, para la Sociedad donde se insertan, pues serán ellas quienes la impulsen, quienes aporten valor y quienes la dirijan en un futuro que ya está presente. Y, en tercer lugar, por su obligación de trascendencia Universal y, en un mundo globalizado y vertiginoso como el nuestro, con mayor razón: las Universidades, las Instituciones de Enseñanza Superior o las de Investigación, no pueden ser estamentos aislados. Alexander Von Humboldt ya tuvo la clarividencia, a principios del siglo XIX, de manifestar que “La colaboración opera a través de un proceso en el que los logros intelectuales exitosos de una persona despiertan las pasiones intelectuales y el entusiasmo de los demás.”. Y la evolución de nuestras Sociedades le da claramente la razón.
Estamos obligados a aprovechar al máximo los recursos de los que disponemos y a compartir, cada vez más, nuestros recursos propios, nuestras investigaciones y nuestros sistemas docentes. Además, hoy más que en ninguna otra época de la historia de la Humanidad, el Mundo no debe tener fronteras para nuestra Comunidad Universitaria. Debemos aumentar las facilidades para que el estudiantado pueda acceder a los estudios que imparta una Universidad distinta a aquélla en la que se matriculó primero, y que pueda diseñar su currículo seleccionando estudios en diversas Instituciones y en diferentes partes del mundo, yendo a estudiar donde la especialidad que busca sea puntera; del mismo modo, debemos facilitar el uso compartido de instrumental e instalaciones de laboratorios también a nuestro personal Investigador, evitando duplicidades en gastos, trascender los avances favoreciendo las líneas de investigación conjuntas entre diferentes grupos investigadores; así mismo, necesitamos compartir buenas prácticas en Gestión y Dirección Universitaria, aprovechando esa riqueza que, entre todos, ampliamos. ¿Cómo se relaciona todo esto con la Calidad y su evaluación interna y externa? Pues muy fácil: ni más ni menos que porque los procesos de control y evaluación de la calidad (interna y externa) de nuestra Docencia, de nuestras titulaciones y de nuestros resultados constituyen el contenido de los Sistemas de Aseguramiento de la Calidad de nuestras Universidades y, a su vez, constituyen la clave para conseguir la confianza necesaria entre nuestras Universidades e Instituciones de Enseñanza Superior para reconocer, como intercambiables e iguales, nuestras actividades y los estudios que certificamos. Y esa confianza se basa en nuestra propia capacidad de valorar nuestros logros y detectar nuestras áreas de mejora, pero indudablemente se blinda mediante la intervención de representantes de la Sociedad, ajenos a nuestras Instituciones, como jueces en nuestros procesos de Evaluación. Un ejemplo clarísimo de esto es la creación del Espacio Europeo de Educación Superior (EEES), que exige esa participación de grupos de interés, no relacionados con nuestras Universidades, en los Procesos de Evaluación. Pero ¡ojo!, tiene requisitos: si la Unión Europea ha conseguido establecerlo y hacer de ese espacio un auténtico Campus unificado para muchas de sus actividades e, incluso, para que esté financiando nuevos conceptos de pluriuniversidades como la primera Universidad Tecnológica Europea (EUT+) compuesta por ocho Universidades
Tecnológicas -entre las que se encuentra la míadistribuidas por toda Europa, ha sido gracias a la obligatoriedad de regular, en los Países que
Universidad, conjunto Normativo que traslada a España la Legislación Europea y que ha sido obligatorio desarrollar; esta Legislación, describe y obliga a todas las Universidades y a todos sus miembros, por lo que es indiscutible e ineludible, y se centra en focalizar la importancia capital del cumplimiento del Sistema de Evaluación Externa y del Sistema de Aseguramiento Interno de Calidad (SAIC), ambos en sus dimensiones Docentes, Investigadoras, de Transferencia y de Vinculación con el Medio; además, de la Certificación de la implantación del SAIC -que debe estar formalmente establecido y públicamente disponible- depende la obtención de la Acreditación Institucional Internacional, y también esa Certificación debe ser Evaluada Externamente, como no puede ser de otro modo si queremos transparencia y objetividad, por jueces ajenos a la Universidad que lo implanta. El efecto de la confianza creado por esta garantía de transparencia y objetividad, que ya se ha ampliado a otras zonas no UE, debe continuar extendiéndose a otros Espacios de Enseñanza Superior, de modo que permita cada vez más el intercambio a todos los niveles, cumpliendo la definición de Universidad. Por último, dejo aquí una reflexión que creo compartimos muchos. Aprovechando de nuevo a la familia Humbolt, reproduzco una frase del hermano de Alfred, Wilhelm, Barón de Humboldt, uno de los fundadores de la Universidad de Berlín en 1810 y estudioso, entre otras, de una de las Lenguas que se hablan en mi País (el Euskera); él escribió una perla de las grandes: “La lengua es en cierto modo la manifestación externa del espíritu de los pueblos.”. Y, digo yo, si Europa ha conseguido el EEES, con tantas lenguas diferentes (incluso diferentes en un mismo País), ¿en los Países de Latinoamérica, que cuentan con la excepcional maravilla de hablar todos Español y compartir, con mi País, esa maravilla y un mismo Espíritu, no sería estupendo conseguir también un espacio común de Educación Superior Latinoamericano o Hispano-Latinoamericano?. ¿No debería resultar asequible establecer la confianza necesaria cuando existe la enorme ventaja de que todos los Procesos de Aseguramiento de la Calidad –incluso los Externos– se pueden desarrollar en la misma lengua? Pues yo tengo la esperanza de que sea posible. Para ello es necesaria, además del Acuerdo obvio, una regulación
Normativa intro e interestatal que obligue y unifique la transparencia y rendición de cuentas y resultados a la Sociedad mediante los Sistemas de Aseguramiento de la Calidad, Sistemas que deben contemplar obligatoriamente -a la vista de los resultados obtenidos en Europa- Procesos de Aseguramiento de la Calidad periódicos tanto internos (cuya ejecución corresponde a la propia Universidad) como externos (a cargo de Organismos reconocidos por los Gobiernos y por las Redes Internacionales de Evaluación de la Calidad de los Estudios Superiores), garantizando el mayor seguimiento y objetividad posibles. Y deberían incluir la regulación de las Certificaciones Internacionales para permitir la ampliación de los reconocimientos e intercambios a otros Países inmersos en la convicción de que sus fronteras educativas no terminan en las que definen su territorio geográfico. Por lo que he podido conocer, sé que Europa y Latinoamérica funcionan de forma muy diferente todavía, pero creo que hay gobiernos que ya son conscientes de la necesidad, al menos, de comenzar a unificar de este modo la progresiva normalización de los Sistemas de Aseguramiento de la Calidad de la Educación Superior, clave de la aceptación y el reconocimiento mutuo. Valga como ejemplo este país, México que, además de ser sede de los Comités Interinstitucionales para la Evaluación de la Educación Superior –editores de esta revista y que tanto se esfuerzan por concienciar y trabajar en pos de la consecución de la Excelencia en la Calidad de los Estudios Superiores–, es un país a imitar en el establecimiento de la gratuidad de la Educación en todos sus niveles (incluido el Universitario) y que además, digo, está esforzándose por conseguir esa unificación interna mediante regulación gubernamental, tanto con su Ley General de Educación Superior de junio del 2021 como mediante su Política Nacional de Evaluación y Acreditación de la Educación Superior PNAES de 2022. Estoy segura que este es uno de los caminos para manifestar nuestro Espíritu común a través de la Universalidad de nuestras Instituciones.