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La Planificación Estratégica en la Educación Superior

En el complejo y dinámico escenario de la educación superior, la planificación estratégica emerge como un componente esencial para el desarrollo y el éxito sostenible de las instituciones. Si bien la administración y supervisión son pilares fundamentales, la mera gestión de operaciones no es suficiente para abordar los desafíos y aprovechar las oportunidades que caracterizan a este nivel educativo. La educación superior debe trascender la administración rutinaria y adoptar un enfoque proactivo y visionario a través de la planificación cuidadosa y deliberada.

Es un hecho reconocido que gran parte de la innovación y apertura de nuevos programas de estudio en la educación superior se origina en las propias Instituciones de Educación Superior (IES). Estas instituciones, con su conocimiento íntimo de las necesidades cambiantes del mercado laboral y las demandas de la sociedad, desempeñan un papel clave al diseñar programas de estudio pertinentes y viables. Sin embargo, esta iniciativa autónoma puede beneficiarse enormemente al ser integrada en un enfoque más amplio de planificación estratégica.

La planificación estratégica en la Educación Superior implica una mirada profunda hacia el futuro, considerando no sólo las necesidades inmediatas, sino también las tendencias a largo plazo y los desarrollos emergentes. Este enfoque impulsa a las IES a considerar sus fortalezas y debilidades internas, así como las oportunidades y amenazas externas, para trazar un camino claro y coherente hacia sus objetivos. De esta manera, la educación superior no sólo responde a las necesidades actuales, sino que también se prepara para un futuro incierto y en constante cambio. Al colaborar con la comunidad académica, la industria y otros actores relevantes, las instituciones pueden identificar brechas en la formación y áreas de oportunidad que no sólo beneficiarán a los estudiantes, sino también a la sociedad en general. Además, este proceso de planificación facilita la asignación de recursos de manera eficiente y efectiva, evitando la dispersión y asegurando la calidad en los programas existentes y los nuevos.

No obstante, es importante señalar que la planificación estratégica no debe ser un ejercicio aislado. Debe estar arraigada en una cultura de aprendizaje continuo y adaptación. Las IES deben ser ágiles y estar dispuestas a ajustar sus planes según evolucionen las circunstancias y las tendencias. La planificación no significa una falta de flexibilidad, sino más bien una guía que permite tomar decisiones informadas y coherentes. La educación superior debe planearse, no sólo administrarse y supervisarse, para asegurar que las IES estén preparadas para el futuro, sean innovadoras y cumplan con su misión de formar a individuos capaces de enfrentar los desafíos globales y contribuir al avance de la sociedad. La colaboración entre las IES, la industria y otros stakeholders, junto con una planificación estratégica sólida, son elementos clave para alcanzar estos objetivos con éxito.

La Importancia de la Pertinencia en la Apertura de Nuevos Programas y Planteles Educativos

En un mundo en constante evolución, donde las necesidades económicas, laborales y sociales se transforman de manera rápida y profunda, la educación superior enfrenta el desafío de adaptarse y responder de manera efectiva a estas dinámicas cambiantes. La apertura de nuevos programas educativos y la expansión de planteles no deben ser meros ejercicios de aumentar la cobertura, sino oportunidades estratégicas para garantizar la pertinencia, la permanencia y la actualización de la oferta académica en línea con las necesidades actuales y futuras de la sociedad.

La pertinencia de los programas educativos es un factor crucial que influye en la calidad de la educación superior. No basta con ofrecer una amplia gama de opciones; es esencial que estas opciones estén en sintonía con las demandas del mercado laboral, los proyectos económicos y las necesidades sociales.

La Educación Superior no solo tiene el papel de transmitir conocimientos, sino también de formar individuos que estén listos para enfrentar los desafíos del mundo real. Por lo tanto, la apertura de nuevos programas debe basarse en una evaluación cuidadosa de las tendencias emergentes y las brechas en la formación existente.

En este contexto, la planificación estratégica se convierte en un aliado fundamental. Las instituciones de educación superior deben adoptar una visión a largo plazo que trascienda las fluctuaciones temporales y las modas pasajeras. Evaluar la viabilidad y relevancia de los nuevos programas no solo implica examinar la demanda inmediata, sino también anticipar cómo esos programas se alinearán con las necesidades futuras del mercado laboral y las aspiraciones de los estudiantes.

Es fundamental que la evaluación de las instituciones de Educación Superior no se limite únicamente a los procesos administrativos y de seguimiento. Si bien estos aspectos son esenciales para el funcionamiento efectivo, una evaluación integral debe considerar de manera puntual la planeación y la actualización de los programas educativos. Esta evaluación debería explorar si las instituciones están respondiendo de manera dinámica a los cambios en el entorno y si están adoptando un enfoque ágil y adaptable para mantener la pertinencia de su oferta académica.

El entorno educativo actual demanda una mayor interacción y colaboración con la industria y otros actores relevantes. Las IES deben estar dispuestas a escuchar las necesidades de los empleadores y las tendencias emergentes en diferentes sectores. La co-creación de programas educativos y la integración de experiencias prácticas en la formación son formas de garantizar que los graduados estén preparados para contribuir de manera significativa en sus campos de trabajo desde el primer día.

La pertinencia de la educación superior es la clave para formar individuos valiosos y efectivos en un mundo en constante cambio. Para lograr esto, es esencial que las instituciones de Educación Superior adopten una planificación estratégica sólida y una evaluación que vaya más allá de la administración y supervisión rutinaria. Solo así podrán garantizar que sus programas educativos estén alineados con las necesidades del entorno y que los graduados estén preparados para enfrentar los desafíos y contribuir al desarrollo sostenible de la sociedad.

Todo lo anterior aunado a las nuevas necesidades globales como el bilingüismo, el uso de las nuevas tecnologías, y las demandas de nuevas políticas públicas donde todos los sectores sociales participan en la evolución de las instituciones, hace preponderante que se garantice su correcta conducción, normativa y rendición de cuentas.

El no atender la educación de manera articulada, es decir, al no planear desde una visión de la económica y social, y sólo académica, se corre el riesgo de no hacerla realmente pertinente, y no generar las oportunidades necesarias para nuestras comunidades, e incluso se pone en riesgo la pertinencia de la investigación. Por ello, debemos procurar cada vez más, que en los procesos de evaluación de las IES, evaluar no sólo la institución de manera particular, sino todo el subsistema o el sistema como tal, teniendo presentes por supuesto, todos los retos que se tienen para ello, y los sesgos que se pudieran presentar en los resultados. Sin embargo esto nos daría un rumbo más claro, a través de indicadores más generales, lo que nos permitiría tomar mejores decisiones.

Así pues, depende de quienes estamos al servicio de la educación, de las casas evaluadoras, y de nadie más, el retomar la ruta y realmente ejercer la rectoría de la educación superior y buscar convertir a nuestras escuelas no sólo en espacios donde transmitan conocimientos, sino en centros donde se garanticen oportunidades y mejor calidad de vida, a nuestros estudiantes y sus familias, implementando acciones innovadoras, con tácticas, con visión, pero sobre todo hacerlo con planeación estratégica.

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