Transformaciones
territoriales en la comunidad de
El Hatillo Un recorrido por
los impactos de la miner铆a de carb贸n
Transformaciones territoriales en la comunidad de El Hatillo.
Un recorrido por los impactos de la miner铆a de carb贸n.
2014
Transformaciones territoriales en la comunidad de El Hatillo. Un recorrido por los impactos de la minería de carbón. Bogotá, Colombia. 2014 ISBN: 978-958-644-168-1 Organizaciones participantes: Comité de Concertación de la Vereda El Hatillo Pensamiento y Acción Social – PAS Grupo de Trabajo Suiza Colombia - ASK Centro de Investigación y Educación Popular / Programa por la Paz – CINEP/PPP El trabajo de acompañamiento de PAS se realiza en alianza con el ASK y es apoyado solidariamente por Misereor. Esta publicación fue posible gracias al apoyo solidario de Cordaid. Edición: Zohanny Catrileo-Arboleda Mutis Sergio Coronado Delgado Equipo Tierras y Derecho al Territorio CINEP/PPP
Corrección de estilo: Manuela Serrano Carrasco Mapas técnicos elaborados por: Nicolás Vargas Ramírez Apoyo: Natalia Caro Juan Castro Diseño: Paola Catalina Velásquez Carvajal Ilustraciones: Pobladoras y pobladores de la comunidad de El Hatillo Fotografías: Javier Lautaro Medina Bernal Impresión: Ediciones Ántropos Ltda., Bogotá, Colombia
Presentación 1 La minería de carbón en el centro del Cesar
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Transformaciones territoriales en la comunidad de El Hatillo 9 Ríos y cuerpos de agua 11 Parcelas y tierras comunales 17 Bosques comunitarios 21 Dimensión social y cultural del territorio 27 Impactos relacionados con la identidad campesina y la pérdida de saberes 31 Plantas medicinales 35 Impactos territoriales desde una perspectiva de género 37
Reasentamiento, movilización social y reflexiones para el futuro 45 Movilizaciones sociales 46 Reflexiones para el futuro 48 Garantías de no repetición 50 Anexo 1. Mapas
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Bibliografía 64
Índice
Un recorrido por los impactos de la minería del carbón.
El territorio: una realidad social y un derecho fundamental 41
Transformaciones territoriales en la comunidad de El Hatillo.
Los textos y mapas que se presentan en esta cartilla fueron construidos en talleres realizados por CINEP/PPP, PAS y ASK con la comunidad de El Hatillo en octubre de 2012 y marzo de 2013. Quienes participaron en las actividades aportaron sus conocimientos y experiencias para esta publicación, por lo tanto todas las personas que relacionamos a continuación son los autores y las autoras del texto:
Alberto Mejía (Q.E.P.D) Alberto Mejía Peinado Alexer Parra Alfonso Martínez Ana Elvira Rojas Ana Lorena Gutiérrez Ana Milena Bautista Angie Guzmán Ariel Parra Ariel Parra Imbreth Berta Barrasa Brígida Gutiérrez Brígida Parra Candelaria Parra Candelaria Suarez Carmen Ríos Catalina Gutiérrez Diana Fonseca Dominique Rothen Eduardo Vizcano
Eliécer Parra Elva Rosa Aguilar Enso Roberto Manjarrez Eugenio Madrid Glenis María Rojas Gloria Holguín Gloria Parra García Javier Medina Jesualdo Vega Jesús Correa Jhon Jamer Cadena Johanna Florián García José Antonio Imbreth José Florián Camargo Juan Pablo Tarazona Leyvis Fontalvo Luz Marina Ríos Manuel Antonio Imbreth Margareth Cecilia Gutiérrez María Imitola
Marina Martínez Marina Mateus Mayra Alejandra P Miryam Jaimes Néider Enrique Parra Pedro A Cantillo Reivy Rojas Rosiris Rodríguez Santiago Tarazona Sara Julia Parra Sebastián Duarte Sergio Coronado Sigifredo Nieto Yeider Parra Yoelis María Correa Yolima Parra Jiménez Yurabis Parejo Zohanny Catrileo-Arboleda
Créditos
1
D
¿Cómo reparar el jagüey que se ha perdido? ¿Cómo recuperar la tierra sobre la cual ya no crecen las plantas? Los pobladores de la vereda El Hatillo, ubicada en el municipio de El Paso, Cesar, se hacen estas preguntas cotidianamente.
El caso de El Hatillo es emblemático porque permite comprender los riesgos y alcances del actual modelo extractivista en la vida de los pobladores rurales. Este documento intenta sistematizar, desde la perspectiva de la comunidad, los cambios y transformaciones que han experimentado los hatillanos y hatillanas en las relaciones con su territorio; cambios que han ocurrido principalmente como consecuencia de la expansión de la minería de carbón. Para ello recogemos ideas y reflexiones construidas y presentadas en varios ejercicios de investigación: talleres de cartografía social y técnica, entrevistas, líneas del tiempo y recorridos por el territorio.
Presentación
Un recorrido por los impactos de la minería del carbón.
espués de dos décadas de la llegada de las empresas mineras dedicadas a la extracción de carbón, el Estado colombiano intervino ordenando el reasentamiento involuntario de dicha comunidad por motivos de contaminación ambiental; lo mismo sucedió con Plan Bonito, otra vereda del municipio de El Paso, y el Boquerón, del municipio de La Jagua de Ibirico (Ministerio de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial 2010). Los territorios de estas comunidades rurales del centro del Cesar se traslapan con minas, títulos y solicitudes de extracción de carbón, tal como se observa en el Mapa 1.
Mapa 1. Títulos, solicitudes mineras y comunidades con orden de reasentamiento del Ministerio de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial
Transformaciones territoriales en la comunidad de El Hatillo.
2
Títulos mineros concedidos Títulos mineros solicitados Parques naturales Resguardos División departamental Municipios de estudio Base cartográfica DANE
Observatorio de Tierras y Minería. Fuentes: Reclame (tierra minada). Catastro Minero Colombiano. Producido por el Centro de Investigación y Educación Popular / PPP. Elaboró: Sistema de Información Georeferenciada – SIG / Junio-13.
El documento presenta una breve introducción en la que se caracteriza la minería de carbón en el centro del departamento del Cesar. En segundo lugar se profundiza en el análisis de las transformaciones territoriales en la comunidad de El Hatillo, particularmente en el uso y acceso de tres bienes ambientales: ríos y cuerpos de agua, tierras cultivables y bosques comunitarios. En tercer lugar se profundiza en las dimensiones sociales y culturales de las transformaciones territoriales, como el uso de la biodiversidad, las plantas medicinales y los impactos diferenciados de la minería en hombres y mujeres. El análisis
de las transformaciones territoriales facilita la construcción de un concepto de territorio que se alimenta de la experiencia del trabajo con la comunidad de El Hatillo y se apoya en los referentes conceptuales utilizados en su trabajo por el equipo de Tierras y Derecho al Territorio de CINEP/PPP. Finalmente, el documento presenta una serie de conclusiones construidas por los pobladores hatillanos que se vinculan a una propuesta de reparación colectiva de los daños ocasionados por la minería en su territorio. El Hatillo no sólo necesita hablarle al departamento del Cesar, sino al país y al mundo. El reconocimiento de los impactos de la extracción minera sobre esta comunidad es un insumo necesario para que el país determine si el actual modelo extractivista, en las condiciones particulares en las cuales fue implementado en El Hatillo, es deseable para la construcción del desarrollo del país. Muchas comunidades rurales han manifestado sus preocupaciones ante la eventual llegada de empresas mineras a sus territorios y estas preocupaciones están completamente fundamentadas en casos como el presentado en este documento, en el cual la minería configuró un modelo sistemático de vulneración y deterioro de los derechos fundamentales de los hatillanos y hatillanas.
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Un recorrido por los impactos de la minería del carbón.
Las reflexiones e ideas contenidas en este documento son un insumo que presenta la comunidad para discutir, tanto con las empresas como con el Estado, las condiciones en las cuales se realizará el proceso de reasentamiento involuntario; sin embargo, el documento puede ir más allá. Si bien no pretendemos hacer una historia de la comunidad, consideramos que este aporte puede ser un insumo importante para un proceso más profundo de recuperación de la memoria colectiva hatillana. El texto se centra en las dimensiones territoriales en cuanto al uso y acceso de los recursos naturales, también se presentan algunos aspectos que caracterizan la vida de la comunidad y se exponen características del proceso de deterioro ambiental, social y cultural del territorio causado por las industrias extractivas. Cabe aclarar que este documento evita demostrar un pasado idílico de la comunidad de El Hatillo, carente de problemas o dificultades antes de la llegada de la minería. De hecho, se reconocen muchas de las carencias y problemas que fueron solucionándose con el paso de los años y, de forma simultánea, el avance de los daños que hoy son palpables en el territorio.
Transformaciones territoriales en la comunidad de El Hatillo.
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La industria extractiva de la minería en la región central del Cesar ha impactado profundamente la vida y los territorios de sus pobladores, particularmente en los municipios de La Jagua de Ibirico, El Paso, Becerril y Chiriguaná. Esta situación se explica en buena medida por el alto porcentaje del área total de los municipios que se encuentra titulada para la explotación del carbón. (Ver Tabla 1).
La minería de carbón en el centro del Cesar
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Un recorrido por los impactos de la minería del carbón.
L
a zona centro del departamento del Cesar es una de las regiones donde la industria extractiva del carbón hace una mayor presencia. En esta zona la empresa Drummond, de origen estadounidense, controla el 60% de la producción, con la participación de otras empresas como Prodeco (Glencore) y Colombian Natural Resources – CNR (Fierro, 2012). Durante los últimos años la extracción de carbón en el centro del Cesar se ha intensificado no sólo por la existencia de yacimientos carboníferos, sino también debido a la relativa cercanía a los puertos de exportación: el departamento del Cesar aporta el 48% del total nacional explotado de carbón, con una producción aproximada de 35 millones de toneladas anualmente (Holguín, 2011), de las cuales el 91,58% se realiza por medio de minería a cielo abierto (Ministerio de Minas y Energía, Unidad de Planeación MineroEnergética, 2012).
Tabla 1: Relación entre área total del municipio y área titulada para la explotación minera en La Jagua de Ibirico, El Paso, Becerril y Chiriguaná, Cesar
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Transformaciones territoriales en la comunidad de El Hatillo.
Municipio
Área total del municipio (en hectáreas)
Área titulada (en hectáreas)
Porcentaje del área total en titulación minera
La Jagua de Ibirico
72.893
50.179
68,8%
El Paso
82.300
51.579
62,7%
Becerril
114.400
75.431
65,9%
Chiriguaná
113.200
44.469
39,3%
Fuente: Elaboración propia a partir del Catastro Minero Colombiano y DANE.
El departamento del Cesar cuenta con un área titulada para la realización de actividades mineras de 350.022 ha, y los cuatro municipios señalados aportan a esta cifra 221.658 ha, lo cual significa que el 63,3% del área titulada para la minería en este departamento se encuentra en estos. En el centro del Cesar la minería de carbón es el principal sector de la economía regional y ha desplazado a otros tipos de producción. Es por ello que en este momento resulta difícil imaginarse estos municipios sin la presencia de las gigantes minas. En términos ambientales, el aumento de la explotación minera durante los últimos años implica un riesgo para la conservación de los ecosistemas presentes en esta región, principalmente el bosque seco tropical, que es un
ecosistema biodiverso, subvalorado y en peligro de extinción. En el Cesar, la sostenibilidad de este ecosistema se ve amenazada por la explotación de carbón a cielo abierto: “si seguimos interviniendo lo que queda de los ecosistemas del valle central del Cesar, se perderá el agua y el suelo de manera irremediable, para no hablar de su biodiversidad y de bienes y servicios ambientales” (Fierro, 2012: 193).Así, en una comprensión integral de los daños ecológicos se deben reconocer los impactos negativos que las actividades extractivas tienen sobre los ecosistemas en relación con los bienes y servicios que éstos prestan a los grupos humanos. La transformación de la región central del Cesar ha implicado cambios en los medios de vida y estrategias de supervivencia de las comunidades humanas presentes en la zona, que antes del inicio de la extracción minera se
Los impactos de la minería no se restringen a los daños ambientales, sino que también implican transformaciones en los territorios de las poblaciones rurales en las cuales se instalaron las minas a cielo abierto. La comunidad de El Hatillo es uno de los ejemplos más claros de esta situación.
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Un recorrido por los impactos de la minería del carbón.
caracterizaban por ser economías campesinas. Esta situación es corroborada por los pobladores de asentamientos aledaños a las minas de carbón: “antes, la gente no vivía del carbón, la gente vivía del arroz, el algodón y la ganadería” (Holguín, 2011). Por último, es necesario avanzar en el reconocimiento de valores intrínsecos a la naturaleza, es decir, el bosque seco tropical se debe proteger y conservar no sólo porque aporta bienes y servicios ecológicos a las comunidades humanas, sino por el valor que estos mismos tienen en términos de espacios de refugio de la biodiversidad, regulación climática y patrimonio común de la biósfera.
Transformaciones territoriales en la comunidad de El Hatillo.
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El medio ambiente, en otros tiempos un bien común utilizable por parte de todos sin conflicto mayor, se ha convertido en un bien escaso que algunos, los que contaminan, ocupan en detrimento de los demás. François Ost
En un periodo más reciente, se han identificado dos procesos que configuraron los cambios vigentes en el territorio: (1) la llegada del monocultivo de la palma aceitera a comienzos de la década de los 80 y (2) la extracción minera
Transformaciones territoriales en la comunidad de El Hatillo
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Un recorrido por los impactos de la minería del carbón.
E
l proceso de poblamiento de El Hatillo se remonta a los primeros años del siglo XX, cuando el fundador de la comunidad, Rumaldo Imbrecht, y su esposa, María Tranquilina Guerra, establecieron su familia en las actuales tierras de El Hatillo, a orillas del río Calenturitas. Según los pobladores de la comunidad, el fundador se asentó allí buscando un remanso de paz, después de su participación como combatiente en la Guerra de los Mil Días, a finales del siglo XIX. La familia de los fundadores se estableció en esas tierras para trabajar en los hatos ganaderos de la región y se dedicaron también a la agricultura, la pesca y la cacería. Otra actividad económica que fue de gran importancia para las familias hatillanas hasta la década de los 70 fue la tala y comercialización de madera. Las maderas del centro del Cesar eran vendidas por los hatillanos, quienes viajaban con los cargamentos hasta el puerto de Barranquilla, utilizando la arteria fluvial del río Magdalena. Esta práctica dejó de suceder debido al agotamiento del bosque a principios de la década de los 80.
Transformaciones territoriales en la comunidad de El Hatillo.
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del carbón a finales de la década de los 80 y comienzos de la década de los 90. Estos dos procesos se han profundizado durante los últimos años. Los cambios no sólo son visibles en el paisaje y los usos del suelo, sino que están vinculados con la llegada de población al territorio de la comunidad y la limitación en el acceso a bienes comunes y a los medios de vida agropecuarios. El uso y acceso comunitario a los bienes ambientales se transformó y se deterioró con la llegada de las industrias extractivas. En los ejercicios de investigación se identificaron tres recursos comunes que han resultado afectados durante el paso de los años y cuyo deterioro y disminución es mucho más evidente a partir de 1990. Estos recursos son: (1) ríos y cuerpos de agua, (2) parcelas y tierras comunales y (3) bosques comunitarios. Las dinámicas comunitarias de acceso y uso de estos recursos naturales permiten evidenciar la dimensión social, cultural, política y económica del territorio, dimensiones que serán abordadas más adelante. Estos análisis se construyeron a partir de los ejercicios de cartografía social realizados con los participantes del taller de octubre de 2012, cuyo objetivo era hacer un reconocimiento de los cambios en el territorio de la comunidad. Para ello se buscó plasmar las reflexiones sobre las transformaciones territoriales en dos mapas sociales que se pudieran comparar: uno que mostrara el territorio de la comunidad antes de la instalación de las minas y otro que mostrara la percepción del territorio en la actualidad. Para realizar estos mapas se solicitó a los participantes que se dividieran en dos grupos, uno por cada mapa. En la construcción del mapa del territorio
antes de la instalación de las minas, se solicitó a los participantes que establecieran un diálogo con los mayores de la comunidad para que ellos orientaran la elaboración del mapa y la ubicación de los recursos naturales y bienes ambientales. Además, se hizo un listado de los recursos que tenía el territorio e igualmente de los usos que la comunidad hacía de los mismos. El diálogo entre jóvenes y mayores también permitió hacer un reconocimiento sobre cómo se han perdido conocimientos y saberes territoriales, proceso que se relaciona con el deterioro de los bienes ambientales de El Hatillo. El otro grupo tenía que hacer lo mismo para identificar los usos y problemas del territorio en la actualidad. Al finalizar, se hizo un ejercicio de comparación en el cual se pudo reflexionar sobre las transformaciones territoriales. Las transformaciones territoriales que fueron identificadas por la comunidad en los ejercicios de cartografía social se han complementado con una serie de ejercicios de cartografía técnica y de fotointerpretación. Para ello se buscaron planchas históricas y fotografías aéreas de líneas de vuelo que se realizaron sobre el territorio de El Hatillo en diferentes momentos. Además, se utilizaron imágenes satelitales de LandSat y Google Earth para los periodos más recientes (Ver Mapas en Anexo 1). Las conclusiones de esta metodología fueron sistematizadas y se presentan a continuación.
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“nosotros éramos muy felices con ese caño, porque ese caño se pegaba unas crecientes y nos bañábamos a toda hora, en la noche, en el día… mejor dicho, eso era una bendición y hasta la gente de La Loma venía a bañarse ahí. Y ahora yo tengo no sé cuántos años que no me baño en ese caño”1.
1 Testimonio de poblador de El Hatillo, en relación con la dimensión cultural del uso del agua. Taller sobre transformaciones territoriales. Marzo de 2013.
uchas comunidades rurales consideran el agua como un importante recurso de uso común. Las normas sociales que regulan el acceso y el control de los miembros de la comunidad sobre el agua son el resultado de complejos procesos de negociación al interior de la misma. En los mejores casos, estas normas no sólo intentan garantizar el acceso de los miembros de las comunidades para la satisfacción de necesidades presentes, sino también hacer un uso responsable del agua para garantizar el acceso a las generaciones futuras. En el acceso y la distribución del agua, se materializan las dimensiones ambientales y políticas del territorio de una comunidad. En El Hatillo, es posible observar cómo las normas sociales de acceso al agua se transformaron en relación con la instalación de la planta procesadora de aceite de palma y la minería de carbón a cielo abierto, particularmente debido al ejercicio de derechos de propiedad privada sobre las parcelas ubicadas en las orillas del río y de otras fuentes de agua.
Ríos y cuerpos de agua
Un recorrido por los impactos de la minería del carbón.
M
Imagen 1. Representación del río Calenturitas antes de la llegada de la minería
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Imagen 2.Representación del río Calenturitas en la actualidad
Fuente: taller cartografía social comunidad El Hatillo, octubre 2012
Actualmente estos usos comunes del agua se encuentran restringidos tanto por la contaminación del río y su desviación, así como por el establecimiento de derechos de propiedad privada en tierras a su alrededor. La desviación del Calenturitas es un evento determinante en la percepción de las personas porque causó la disminución del cauce del río, hecho que deterioró las posibilidades de acceso de la comunidad a este espacio. De igual forma, la llegada de la minería implicó una transformación de la percepción de la calidad de sus aguas. En la actualidad, el principal problema que enfrenta el río es la contaminación; los pobladores señalan que esta situación está vinculada con la intervención que hacen las minas en éste aguas arriba. La Imagen 2 expone cómo la comunidad hatillana percibe el río en la actualidad. Se pasó de tener un espacio abierto y diverso, con varias especies de peces disponibles para el abastecimiento alimentario, a tener un espacio contaminado y con acceso limitado. Dicha percepción de contaminación del agua no sólo afecta la dimensión ambiental de este recurso que hace
parte del territorio, también afecta la dimensión económica, que se vincula directamente con la satisfacción de necesidades alimentarias para los miembros de la comunidad. Los impactos de la contaminación del río van más allá de la degradación del agua, también significan cambios en las funciones ecológicas de ésta. El ciclo del agua en la comunidad no se restringía al consumo humano ni como hábitat de los peces: los sistemas de producción agrícola de los campesinos hatillanos son altamente dependientes del acceso al agua de riego que se obtenía del Calenturitas. En este sentido, la contaminación del río también está afectando los árboles y los cultivos. Los impactos de la minería en las fuentes de agua van más allá de lo evidente: las afectaciones en cuanto a la calidad y a la cantidad del agua están relacionadas no sólo con el nivel superficial, sino también con las corrientes subterráneas que se conectan con los ríos y otras fuentes de agua. El río Calenturitas era el conector de los demás cuerpos de agua que integraban el territorio de El Hatillo. Uno de los más significativos era el caño El Joval, que cumplía las mismas funciones mencionadas, pero además se utilizaba para lavar la ropa. Otro caño que los mayores de la comunidad recuerdan es el caño del Hoyo, que se utilizaba para las mismas funciones. El agua para el consumo humano ya no se puede obtener de estas fuentes comunes y por lo tanto debe ser suministrada por otros medios, dentro de los que se destacan el acueducto comunitario y los jagüeyes, que continúan considerándose como bienes comunes. Sin embargo, es posible asociar que con la llegada de las extractivas la presencia de jagüeyes ha disminuido o han
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Un recorrido por los impactos de la minería del carbón.
En la Imagen 1 se pueden observar algunas características de la percepción comunitaria del río. En cuanto a su dimensión ambiental se observa la presencia de una diversidad de especies de peces y otros animales que se relacionan más adelante (ver Tabla 2). En cuanto a la dimensión económica, se puede observar que el río Calenturitas no sólo cumplía la función de suministro de agua para los pobladores hatillanos, sino que también era una fuente de alimentos por medio de la pesca, servía como abrevadero para los animales domésticos y el ganado, y también como regadío para los cultivos.
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cambiado su vocación de uso comunitario y han pasado a ser de uso privado. El deterioro de los cuerpos de agua se vincula tanto a la llegada y expansión del cultivo de palma aceitera, como a la consolidación de la extracción de carbón en el territorio de la comunidad. En la representación actual de cuerpos de agua (Imagen 4), se observa no sólo cómo su uso se ha privatizado, sino también cómo el recurso se ha deteriorado. Los manantiales y jagüeyes se presentan en la actualidad como espacios contaminados de los cuales no se puede obtener agua de calidad, como sí podía hacerse antes de la instalación de la planta procesadora de aceite
Transformaciones territoriales en la comunidad de El Hatillo.
de palma y de las minas de carbón. Los ríos y cuerpos de agua no sólo perdieron sus funciones de provisión de agua y como lugares de recreación, sino también como fuente de alimentos. La disponibilidad del pescado ha disminuido con el paso de los años, según la comunidad. Los peces a los cuales la comunidad podía acceder tanto para satisfacer sus necesidades alimenticias como para vender los excedentes al mercado se han disminuido o deteriorado de forma notable. Si bien aún es posible pescar en el río, hay dos cambios que es importante resaltar: el primero es la disminución en el número de especies, ya que anteriormente la comunidad tenía acceso a 10 especies distintas de peces y actualmente sólo tiene acceso a 2; el segundo es la ausencia de pesca en temporadas secas, particularmente en el verano (de diciembre a febrero) y en el veranillo (del 25 de junio al 25 de agosto). En la Tabla 2 se presenta una relación de la disminución de especies.
“Se echa la atarraya y lo que se sacan son palos.” “Antes se sacaba el pescado cuando llovía, antes llovía y uno iba a sacar pescado; ahora agarra puro lodo y ahora está seco y pal remate le echa toda el agua sucia y hedionda y uno recibe ese mal olor”2.
2 Testimonio de poblador de El Hatillo. Taller sobre transformaciones territoriales. Marzo de 2013.
Imágenes 3 y 4. Comparación del estado del jagüey de uso comunitario representado por la comunidad antes y después de la minería
Fuente: taller cartografía social comunidad El Hatillo, octubre 2012
Un recorrido por los impactos de la minería del carbón.
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Tabla 2. Percepción de disminución de peces en el territorio de la comunidad
Transformaciones territoriales en la comunidad de El Hatillo.
16 Peces que se conseguían en el río Calenturitas antes de la llegada de la minería
Peces que se consiguen actualmente en el río Calenturitas
Doncella
xxxxxx
Comelón
Comelón
Bocachico
Bocachico
Dorada
xxxxxx
Picuda
xxxxxx
Bagre pintado
xxxxxx
Bagre blanco
xxxxxx
Coroncoro
xxxxxx
Raspacanoas
xxxxxx
Mojarras
xxxxxx
Fuente: taller cartografía social comunidad El Hatillo, octubre 2012
En conclusión, es posible afirmar que el impacto central de la minería en cuanto al uso y acceso al agua en el territorio de El Hatillo fue que ésta dejó de concebirse como un bien comunal cuya “conservación y distribución equitativa dependen de la cooperación entre miembros
de la comunidad” (Shiva, 2007: 38); y que debido a la instalación de la minería a cielo abierto se comenzó a percibir como un recurso escaso y contaminado.
*“el cultivo que nosotros teníamos era el de maíz, yuca, plátano, batata, ahuyama y otras cosas más que se cogían. Después del cultivo el maíz se secaba y de ahí una parte para la comunidad. También había cultivos de caña y había trapiches de moler la caña y cada uno en su parcela”3.
3 Testimonio de poblador de El Hatillo. Taller sobre transformaciones territoriales. Marzo de 2013.
El ejercicio de investigación permitió identificar que hubo dos procesos que deterioraron el acceso a las tierras colectivas para los miembros de la comunidad. El primero fue la venta de derechos de uso y posesión a personas foráneas y el segundo, el cambio del uso del suelo agrícola a suelo con vocación minera. A partir de 1975 comenzó el proceso de venta de las parcelas de tierra de las personas de la comunidad de El Hatillo con el propósito de permitir el crecimiento de los cultivos de algodón, ya que para entonces varios
Parcelas y tierras comunales
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Un recorrido por los impactos de la minería del carbón.
E
n el contexto mundial la minería a cielo abierto tiende a utilizar para el desarrollo de su actividad amplias cantidades de tierras fértiles que se ven obligadas a cambiar su vocación de uso agrícola (Moody, 2007); esta tendencia se ha replicado para la minería de carbón en el centro del Cesar y particularmente en El Hatillo. Para reconocer los cambios en los usos del suelo es importante identificar las formas de acceso a la tierra en esta región. Los pobladores de El Hatillo, así como los de muchas otras comunidades vecinas, han accedido a las tierras cultivables por medio de formas colectivas. En esta región, el proceso de ocupación y poblamiento configuró derechos colectivos de uso y ocupación sobre las tierras baldías, particularmente sobre las sabanas y los playones comunitarios. Según los pobladores hatillanos y hatillanas, el uso colectivo de las tierras comunales facilitó el establecimiento de derechos de uso de parcelas de tierra en cabeza de cada poblador hatillano.*
Transformaciones territoriales en la comunidad de El Hatillo.
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miembros de la comunidad estaban participando en este cultivo, cuya expansión también implicó la ampliación de la frontera agraria y el deterioro de zonas de bosque en la comunidad. Así, los sistemas productivos de la comunidad se transformaron de cultivos alimentarios y pastoreo de ganado, a un avance de los cultivos de algodón, hasta la llegada y consolidación de los cultivos de palma aceitera. En este proceso, las personas de la comunidad han visto reducido progresivamente el acceso a tierras rurales para la realización de actividades agrícolas. Sin embargo, tanto los ejercicios de cartografía social como los de cartografía técnica enseñan que en el periodo que va desde el inicio del monocultivo de palma hasta antes de la instalación de las minas, aún se contaban con tierras cultivadas (ver Anexo 1). Esto significa que la situación actual de inseguridad alimentaria en el territorio se relaciona directamente con la presencia de las minas de carbón a cielo abierto. En la actualidad, los cultivos alimentarios no sólo están restringidos por la ausencia de tierras, ya que una gran cantidad son utilizadas o bien para la extracción o bien como sumideros de material estéril, sino que la degradación del agua dificulta el riego y sostenimiento de los cultivos. Las sabanas comunales aparecen en el ejercicio de cartografía social como lugares de pastoreo de ganado y hábitat de especies animales como el conejo, el armadillo, el ponche o la guartinaja, que cumplían la función de proveer de alimentos a la comunidad por medio de la cacería. (Ver Imagen 5). En términos jurídicos, el acceso colectivo a estas tierras se encuentra protegido por las normas de Derecho Agrario. El Estado declaró la reserva de la propiedad sobre estas tierras y determinó las condiciones para su uso y apropiación por parte de
comunidades. El artículo 35 del Decreto 2663 de 1994 señala que “Constituyen reserva territorial del Estado todos los playones y sabanas comunales existentes en el país, cuyos terrenos y usos correspondan a las características y definiciones señaladas en las normas vigentes y el presente Decreto”. Además, prescribe que “se presume legalmente que todos los playones y sabanas comunales son terrenos de la Nación, mientras que no se acredite mejor derecho por parte de terceros. En consecuencia, queda prohibido todo cercamiento y obstrucción de estos terrenos mediante la construcción de cercas, diques, canales y, en general, con obras que tiendan a impedir su aprovechamiento en forma comunitaria por los vecinos del lugar”4. Esta declaración de reserva tuvo como propósito enfrentar la apropiación privada de los mismos. La protección que señalan estas normas garantiza la permanencia en el tiempo de los derechos de uso y aprovechamiento comunitario de sabanas y playones por parte de las poblaciones rurales que tradicionalmente lo han hecho. El crecimiento de la extracción minera sobre las sabanas y playones comunales se hizo no sólo en detrimento de las normas agrarias de protección de estos agroecosistemas, sino también de los usos colectivos de los mismos como medios de subsistencia de las comunidades aledañas.
4 Presidencia de la República, Decreto 2663 de 1994, Reglamentación de los procedimientos de clarificación.
Imagen 5. Representación de las sabanas comunales antes de la llegada de las extractivas al territorio de la comunidad de El Hatillo
Imagen 6. Transformación de tierras comunales a tierras de propiedad privada
Fuente: taller cartografía social comunidad El Hatillo, octubre 2012
Un recorrido por los impactos de la minería del carbón.
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Transformaciones territoriales en la comunidad de El Hatillo.
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La Imagen 6 enseña cómo algunos de los cambios en los usos del suelo, de vocación agrícola a vocación minera, conllevan una serie de transformaciones territoriales que comprometen las dimensiones sociales y económicas del territorio. Con la llegada de las industrias extractivas a la región de El Hatillo se consolidó la transformación del uso colectivo de tierras públicas y el cambio de su estatuto por tierras de propiedad privada. Esto no quiere decir que antes no existieran derechos sobre las parcelas y las viviendas, sino que éstos no implicaban un uso privativo del territorio.
Imagen 7. Uso de los playones comunales del río Calenturitas para viviendas temporales y cultivos transitorios.
La Imagen 7 enseña cómo las tierras, además de ser cultivadas, eran usadas para el pastoreo de cerdos y ganado, en donde los campesinos de la comunidad practicaban una “política del buen vecino,” es decir que había préstamos y acuerdos entre ellos para cultivar. Había normas sociales que facilitaban el acceso comunitario a los bienes comunes, mediante las cuales por ejemplo se acordaban pagos conjuntos entre los vecinos para las mejoras sobre las tierras, casas y cultivos. Un elemento que marca la transición del uso colectivo de las tierras comunales a la instalación de los usos privativos fue la introducción del alambre de púas en el territorio de la comunidad. El proceso de incremento de los derechos de propiedad privada significó el detrimento de los derechos de uso común de las tierras colectivas (Ost, 1996). Las actuales limitaciones de acceso también se encuentran frente al uso de otros recursos del territorio.
Fuente: taller cartografía social comunidad El Hatillo, octubre 2012
5 Testimonio de poblador de El Hatillo. Taller sobre transformaciones territoriales. Marzo de 2013.
U
na de las transformaciones territoriales más evidentes en la comunidad es el acceso y el uso de los bosques comunitarios, ya que aunque el deterioro de estos bosques había comenzado con la expansión de los cultivos alimentarios y del cultivo del algodón, estos ecosistemas se agotaron completamente con la expansión de la extracción minera sobre el territorio de la comunidad.
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Para efectos de este documento, comprendemos a los bosques como ecosistemas que están integrados por “comunidades complejas de seres vivos, microorganismos, vegetales y animales que intervienen y relacionan al mismo tiempo y se subordinan al ambiente dominante de los árboles” (Paéz, 2010:13); es necesario resaltar que en este concepto cuando nos referimos a las comunidades de seres vivos también se incluyen las comunidades humanas, para el caso que nos ocupa los pobladores de El Hatillo. La deforestación en El Hatillo fue un proceso gradual que inició con la demanda de maderas para la construcción del ferrocarril y para el mercado en Santa Marta, tal como es relatado por los pobladores.* Asimismo, la comunidad usaba estos bosques como fuente de madera para la construcción de las viviendas y leña para las cocinas. El bosque comunal contaba con una diversidad de especies forestales que actualmente no se
Bosques comunitarios
Un recorrido por los impactos de la minería del carbón.
*“cuando se comienza a hacer la línea férrea, comienzan a utilizar los polines de madera. Eso lo cortaban todo de esta zona por la extensa cantidad de montañas que había y los árboles que había en la zona eran de una fibra tan importante y tan buena que no era fácil podrirse en el momento de que la cortaran. Eran inmensidades y cantidades de montañas que había y comenzaron a tumbarlos. Aparte de eso vendían madera para Santa Marta, vendían madera para otras partes porque mucha gente vivió en esa época de esa parte. Después se hicieron las parcelaciones y comienzan también a tumbar las montañas para cultivar y hacer los cultivos, primero arroz, luego algodón y todo eso fueron despejando selva. Para rematar llega el momento de la explotación minera que terminó de arrasar lo poquito que hay, que hoy es raro y el caso de que ya casi ni siquiera hay un palo de limón en El Hatillo”5.
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encuentran, como peraleja, uvita, sabanera, piñuela, guayabita y maya, entre otros. Además, estos bosques comunitarios ofrecían a los pobladores medicinas tradicionales que se obtenían gracias a los conocimientos propios de los habitantes de la región sobre las especies presentes en ellos, conocimientos que también comienzan a perderse al dejar de existir dichas especies. Los bosques y sabanas también eran hogar de muchas especies animales que constituían eventualmente una fuente de alimento para la comunidad. Animales como la guartinaja, el panche y el armadillo no volvieron a ser vistos dentro del territorio, lo cual se puede atribuir a la llegada y posterior expansión de la extracción minera. Finalmente, en relación con la dimensión ambiental del territorio, los hatillanos perciben que el bosque cumplía una función de regulación climática, pues actualmente la gente siente que su territorio es mucho más caliente, debido en gran parte a la ausencia de bosques que regulen las altas temperaturas de la región. No es posible afirmar que la disminución de los bosques se haya originado debido a la instalación de las compañías mineras en el territorio de la comunidad, ya que el proceso de deterioro se había consolidado años antes de la apertura de las minas; sin embargo, sí resulta evidente que los bosques comunitarios se encontraban en los suelos en los que actualmente se encuentran tanto las minas como el material estéril que estas producen, hecho que limita las posibilidades actuales de regeneración del bosque. Para finalizar este apartado, presentamos los mapas sociales a partir de los cuales se hizo
el ejercicio de interpretación y análisis de las transformaciones territoriales. (Imágenes 8 y 9). Adicionalmente a lo ya señalado, uno de los cambios más evidentes que se interpreta de los ejercicios de cartografía social del territorio se refiere a la reducción del espacio usado y habitado por la comunidad. En el mapa histórico construido por los habitantes del territorio se evidencia cómo el espacio usado y habitado era significativamente más amplio, en la medida en que comprendía espacios hoy utilizados por las minas para la extracción del carbón y a los cuales ya no se tiene más acceso. La representación actual del territorio se refiere principalmente al espacio del caserío en el que se ubican las viviendas de los miembros de la comunidad. Otro elemento al cual se hizo referencia en el estudio de las transformaciones territoriales fue la reducción de los usos de la biodiversidad. Así, se distinguieron aspectos en los cuales se identificaron cambios asociados con la expansión de la minería: el uso y conservación de especies animales y vegetales.
Imagen 8. El territorio de la comunidad del Hatillo en la década de los 70
Fuente: taller cartografía social comunidad El Hatillo, octubre 2012
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Imagen 9. El territorio de la comunidad del Hatillo en la actualidad
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Fuente: taller cartografĂa social comunidad El Hatillo, octubre 2012
Según la comunidad: “No se pueden criar animales, por ejemplo como el chivo, porque según tengo entendido el animal lo tienen y al cabo de un rato sale con una babasón y se mueren, se matan. En el sentido vulgar, los únicos que tienen aquí con qué alimentar son los puercos con la caca de las personas, esa es la única comida que tienen porque antes al menos las personas salían, llevaban y le traían su comidita a los animales, pero ya ni el mango lo consiguen para echar a los animales”6.
En la actualidad, la gente sólo persiste con la cría de gallinas o cerdos y a su vez se ha disminuido la posibilidad de tener acceso a panales de abejas silvestres como se hacía anteriormente. Esta miel se utilizaba tanto con fines médicos como con propósitos alimenticios, pero debido a la actual polución la presencia de estos panales es muy escasa.
“Sí habían tigrillos, venados, zaínos, ñeques, armadillos… todo eso, guacamayas y loros, eso se perdió definitivamente.”7
De esta forma, las transformaciones territoriales no sólo afectaron a los animales domésticos, sino también a las especies silvestres que tenían su hábitat en los bosques o sabanas que actualmente son ocupados para la extracción del carbón. 6 Testimonio de poblador de El Hatillo. Taller sobre transformaciones territoriales. Marzo de 2013. “La cría de cerdos también cesó en la comunidad de El Hatillo debido a una peste porcina que se presentó en noviembre de 2013 y que no fue debidamente informada por las autoridades encargadas de la materia.
7 Testimonio de poblador de El Hatillo. Taller sobre transformaciones territoriales. Marzo de 2013.
Un recorrido por los impactos de la minería del carbón.
La contaminación y escasez de las fuentes de agua, así como la disminución de los cultivos vegetales, se asocia a la dificultad de sostener rebaños o animales de cría ya que no se cuenta con agua o alimentos para su mantenimiento.
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“Se vivía de la caza y cualquiera que mataba un animal, se compartía, se decía ahí le dejo el bocadito para que haga el almuerzo y eso se hacía aquí hace muchos años atrás. Debido al cambio que hemos tenido por las tierras de las arroceras, de las algodoneras, como bien lo decían anteriormente, pues se nos han ido derrumbando los bosques, se nos han ido los animales de alrededor y ya no hay para cazar, hablo de los años ochenta todavía, todavía se encontraban animales, había pesca y todo eso.“8
8 Testimonio de poblador de El Hatillo. Taller sobre transformaciones territoriales. Marzo de 2013.
Los impactos que se analizan en esta sección también fueron construidos en los ejercicios de investigación con los pobladores hatillanos. Particularmente, en éstos se hizo un análisis temporal de los cambios que los pobladores relacionan con la presencia de las empresas mineras en su región. En este ejercicio fue importante resaltar que las transformaciones físicas del territorio van más allá de los impactos sobre los recursos naturales. Estas también generan impactos sobre aspectos inmateriales e
Dimensión social y cultural del territorio
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C
uando se hace referencia a los impactos territoriales en El Hatillo se entiende que las transformaciones en el espacio físico causadas por la presencia de las empresas mineras han afectado a su vez amplios aspectos sociales y culturales de la vida comunitaria. Por un lado, las transformaciones físicas del espacio han comprometido las prácticas y costumbres que conforman la dimensión cultural de los hatillanos; y, por otro lado, la inserción de dinámicas sociales externas a la comunidad, como el empleo y desempleo, la aparición de enfermedades relacionadas con el trabajo minero, la vigilancia y militarización del territorio y el crecimiento económico para algunos sectores, han generado cambios sustanciales en la estructura social de El Hatillo, afectando de formas diferentes a los grupos de mujeres, hombres, jóvenes, adultos mayores y niños.
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invaluables como la salud, la cultura, la identidad, los saberes tradicionales y la estabilidad social. Es importante resaltar el carácter inmaterial de estos aspectos, ya que deben ser contemplados dentro de las medidas de reparación en el marco del plan de reasentamiento de El Hatillo. Los cambios generados por la presencia de la industria extractiva de carbón en la región se enmarcan dentro de las transformaciones drásticas propias de las regiones rurales que son sometidas al proceso de desarrollo industrial capitalista. La pérdida de suelos y fuentes hídricas, por un lado, y las dificultades de la población para adaptarse a la transición de campesinos a mano de obra industrial, por el otro, son el claro ejemplo del proceso abrupto y violento que implica la inserción de economías extractivas en economías agrícolas, sin un enfoque que beneficie a la población de la región. A continuación, se describirán los impactos sobre las dimensiones sociales y culturales de la comunidad de El Hatillo que evidencian esta tensión. Las transformaciones están divididas en dos momentos de impacto: por un lado, las transformaciones causadas directamente por las actividades extractivas de las mineras, ya sea por contaminación, desvío y desaparición de las fuentes hídricas o enfermedades en los animales de cría y consumo. Por otro, las trasformaciones que se han causado desde el momento en el que se dio la orden de reasentamiento para El Hatillo. Este segundo periodo, que viene desde 2007, ha generado transformaciones en el sentido de apoyo institucional y/o dilatación de los procesos de transición que han impactado a la comunidad de una manera diferente.
Como se ha mencionado anteriormente, las actividades extractivas de carbón han afectado los suelos y las fuentes hídricas del territorio y estas afectaciones han comprometido la producción de alimentos. Frente a las dificultades en la disponibilidad de alimentos, las dinámicas entre los miembros de la comunidad cambiaron en el sentido que algunos bienes que antes eran abundantes y se podían intercambiar o regalar, ahora están sujetos a la disponibilidad y a la capacidad adquisitiva. Según los hatillanos, el ambiente de cooperación y solidaridad entre las personas se transformó cuando los alimentos, como por ejemplo los pescados, tuvieron que empezar a ser vendidos y comprados. Así, cuando las prácticas de subsistencia que se daban sin la intervención de dinero comenzaron a ser atravesadas por la necesidad de tener ingresos y de solventar el incremento del costo de vida en el sector -debido al crecimiento económico causado por la minería-, el tejido social que se tenía en el pasado se transformó con una tendencia negativa hacia la carencia. Sobre este punto es necesario hacer una aclaración adicional: si bien los pobladores de la comunidad reconocen que antes de la llegada de las mineras había carencias y necesidades insatisfechas, estas no resultaban tan evidentes como lo son en la actualidad. Como se da en otros casos de ingreso de industrias extractivas en regiones rurales, las promesas de desarrollo e incremento del capital que se generan atraen personas externas a la región en búsqueda de oportunidades. Por ejemplo, al corregimiento de La Loma llegaron familias y personas externas a la comunidad en busca de oportunidades de empleo. Aunque se
En El Hatillo se vivió un proceso de llegada de personas externas cuando se instaló la plantación de palma durante los años 80. Años después, en el 2007, con el primer anuncio de reasentamiento se generaron más expectativas, hecho que motivó el regreso y la instalación de familias en la comunidad. A pesar de esta situación, los hatillanos aseguran que se ha logrado mantener el sentido de pertenencia de las personas a su territorio. Otro efecto del incremento de capital monetario en la región lo constituye la estigmatización e inseguridad por la subida del costo de vida y las aparentes ganancias por el hecho de trabajar en las empresas mineras. Se afirma que a los
miembros de la comunidad de El Hatillo se les ha estigmatizado en otras comunidades como personas que estaban generando muchas ganancias por el aparente desarrollo económico que daban las mineras en su zona. Esta imagen de tener ingresos les ha generado amenazas por parte de personas ajenas a la comunidad, incrementando así la sensación de inseguridad.
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Otro de los cambios en la estructura social y que ocurre en otros procesos de privatización de los territorios por parte de compañías industriales es la nueva presencia de actores armados. La instalación de puestos y de guardias de vigilancia afectó las vías de desplazamiento de la gente. Así, se transformaron las costumbres vinculadas con las vías de comunicación en el territorio, ya que se debieron cambiar los sitios que se frecuentaban, las rutas de movimiento y, además, se generó una sensación de desprendimiento de espacios físicos que solían ser parte del territorio. Un recorrido por los impactos de la minería del carbón.
reconoce que no ha habido mayores conflictos con personas externas, las dinámicas sociales cambiaron en el sentido que se incrementó el sentimiento de escases de recursos y de oportunidades, lo que a su vez desencadenó un ambiente hostil y de competencia.
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La ya mencionada desviación del río Calenturitas es una de las transformaciones que más ha afectado dicha dimensión sociocultural de la comunidad. Esta desviación ha causado que costumbres y prácticas hayan tenido que transformase o adaptarse a otras ubicaciones geográficas de las fuentes hídricas. Estas costumbres hacían parte de los aspectos inmateriales que constituyen la tradición y la memoria de los hatillanos, a la vez que se relacionan con las dimensiones subjetivas e identitarias. El peligro de la pérdida de este tipo de tradiciones, ligadas de una manera fundamental al territorio, recae en que con el paso del tiempo
Impactos relacionados con la identidad campesina y la pérdida de saberes
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a existencia de la cultura campesina en la comunidad de El Hatillo ha sido transformada más allá de los evidentes cambios en la economía agropecuaria. Cuando hablamos de cultura campesina nos referimos a las prácticas, costumbres, tradiciones y cosmovisiones que las personas consideran transformadas o perdidas y que hacían parte de la manera en la que los miembros se reconocían e identificaban como parte de la comunidad. Esta identidad campesina también se expresa en los vínculos de solidaridad, reciprocidad e igualitarismo que suelen caracterizar las relaciones sociales de las comunidades campesinas (Berstein, 2010).
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se pueden perder completamente y no sería posible comunicarlas de una generación a la siguiente. Cabe mencionar que las fuentes hídricas no sólo eran aprovechadas por miembros de El Hatillo, sino también por gente de otras comunidades que acudía a estas como fuente de abastecimiento de alimentos en caso de que no hubiera pesca en sus regiones. Posteriormente, con la pérdida de las fuentes hídricas, los lazos de socialización de las personas entre las distintas comunidades también se transformaron o se perdieron completamente. Los hatillanos y hatillanas resaltan que los baños en los ríos y en los caños tuvieron que ser suspendidos por el grado de contaminación de las aguas. Estos baños, además de ser actividades de esparcimiento, también constituían un espacio de socialización de los miembros de la comunidad. Por ejemplo, en relación con las prácticas culturales que se realizaban en los manantiales se hace referencia a los cantos que se hacían en compañía del manduco. Estos cantos, además, constituían una práctica que era realizada sólo por las mujeres de la comunidad y hacían parte de la tradición oral que se pasaba de generación en generación. Cabe anotar que aunque estas prácticas se hayan perdido por el cambio de dinámicas con relación al manantial, son conocimientos que todavía permanecen en la memoria de los miembros mayores de la comunidad y que corren el riesgo de que su recuperación no sea posible una vez realizado el reasentamiento.
Al son del manduco9 Juaniyú, Juaniyú la mujer de bentacú Ni la canta ni la llora el pampa ni yu Juanchito Benares ahí viene lame lumbé la maluca lame lumbé la maluca Ni la canta ni la llora ni el papa ni yuu Juanchito Benares rumbe rumbee está Ni la canta ni la llora ni el pampa ni yu Juanchito Benares rumbe rumbee está. La palomita en su nido, La persigue el abejón Para perseguirme a mí La lengua del Napoleón Voy a decirle a ella que si le gusta La fruta, la Curumú, Voy a decirle a ella que si la entona, La fruta, la Curumú.
9 Éste es uno de los cantos que se practicaban en el pasado.
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En relación con la pérdida de conocimientos tradicionales, el conocimiento de las parteras tradicionales que desempeñaban su oficio en El Hatillo se encuentra en peligro de desaparecer para siempre debido a que anteriormente se “alumbraba” o se daba a luz en las orillas del río. Según las pobladoras de El Hatillo, las mujeres que iban a dar a luz se acercaban a los playones en las orillas del Calenturitas en compañía de las parteras que dirigían el parto. Debido a la pérdida de las condiciones sanitarias del río, ya no existe el ambiente propicio para que la tradición de alumbrar en éste o el oficio de las parteras se sigan practicando. En la actualidad sólo quedan dos mujeres que saben el oficio y todo el conocimiento que implica ser partera, pero dado que ya no se realiza esta práctica es probable que no se formen más parteras en las futuras generaciones, perdiéndose así todo un conjunto de saberes que hacían parte de la cultura de la comunidad.
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“Sobrino, vamos a darle el cadillo mono al niño porque yo le tengo una gran fe a esa planta, que el niño lo que tiene es mucha irritación por todas esas medicinas calientes que le están dando. No eran médicos, pero tenían un gran conocimiento y ese conocimiento quedó aquí en un casete… quedo aquí.”10
10 Testimonio de poblador hatillano. Taller transformaciones territoriales. Marzo de 2013.
Por ejemplo, en el caso de enfermedades leves como la fiebre y la inflamación, las plantas utilizadas eran la malva, la venturosa y la balsamina, de las cuales la única que se puede conseguir en la actualidad es la venturosa. Del mismo modo el gabeche, utilizado para las mujeres en embarazo, ya no se encuentra en el territorio. Por otro lado, plantas como el algodón de seda, utilizado para el embarazo, el cadillo mono, el uvito, el majagüito y la planta sanguinaria, entre otras, cuyas propiedades incluyen el tratamiento de la fiebre, la inflamación, la infertilidad, enfermedades de los riñones y de transmisión sexual, corren el riesgo de no poder ser sembradas nuevamente luego de que se genere el reasentamiento de la comunidad.
sobre
Plantas medicinales
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n la misma línea de la pérdida de saberes hay que recalcar la importancia del conocimiento sobre plantas medicinales y, en general, la medicina tradicional que se utiliza en la comunidad y que está ligada a la existencia de las plantas mismas. Debido a la pérdida de las condiciones del suelo, por un lado, y la orden de reasentamiento, por otro, hay incertidumbre en relación con los huertos que contienen las plantas utilizadas para fines medicinales. De la misma manera, al no tener la presencia física de estas especies naturales es difícil que el conocimiento en cuanto a las propiedades medicinales se pueda compartir con los más jóvenes de la comunidad.
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Las propiedades de cada una de estas plantas utilizadas tradicionalmente por los hatillanos son parte de un conocimiento más amplio que abarca los diferentes usos de la tierra, la relación de los campesinos y campesinas con su territorio y los saberes ancestrales que se han transmitido de manera oral. Con la pérdida de estas especies no sólo se pierden recursos de la comunidad, sino que se pierde una parte fundamental de
la cultura campesina y de la memoria subjetiva de los hatillanos. Esta diminución de las plantas ha sido tanto en especies como en cantidad, dado que la reducción de espacios físicos para la siembra ha derivado en que las pocas especies que se encuentran en la actualidad estén en los jardines o huertos de las casas.
Transformaciones territoriales en la comunidad de El Hatillo.
Tabla 3. Percepción de pérdida de especies vegetales en el territorio de la comunidad Plantas que se tenían en el territorio y se utilizaban con fines medicinales
Plantas que se consiguen actualmente y se utilizan con fines medicinales
Cadillo mono
Cadillo mono
Venturosa
Venturosa
Algodón de seda
Algodón de seda
Gabeche
xxxxxx
Matarratón
xxxxxx
Malva
xxxxxx
Uvito
Uvito
Planta sanguinaria
xxxxxx
Balsamina
xxxxxx
Vitamorrial
Vitamorrial
Zarzaparrilla
Zarzaparrilla
Escobilla menua
xxxxxx
Bicholargo
xxxxxx
Fuente: taller transformaciones territoriales en la comunidad de El Hatillo, marzo 2013
Como se ha mencionado anteriormente, haber perdido la capacidad de los suelos para cultivar alimentos y las fuentes de pesca ha desencadenado en que tanto mujeres como hombres deban entrar al mercado laboral de la región a conseguir empleo. Dado que estos cambios se comienzan a generar de una manera drástica a partir de 2007, son varias las personas que para ese momento se habían dedicado sólo a las labores del campo y el hogar sin haber tenido la necesidad o posibilidad de capacitarse en otras labores. Bajo estas circunstancias los hombres, al no tener una
Impactos territoriales desde una perspectiva de género
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T
ambién es posible analizar los impactos de una manera diferenciada sobre hombres y mujeres hatillanos, debido a que los efectos sociales y culturales están relacionado con los roles de cada uno de los grupos dentro de la comunidad, en relación con las labores productivas y el uso de la tierra. Un enfoque sobre el impacto de la presencia minera sobre las estructuras sociales de hombres y mujeres por separado permite identificar que las afectaciones sobre el grupo de hombres está mayoritariamente relacionado con cambios en la situación económica y enfermedades físicas y, en el caso de las mujeres, con impactos sobre la salud reproductiva, su relación y rol en la estructura familiar y sus posibilidades de entrar en el mercado laboral de la región.
Transformaciones territoriales en la comunidad de El Hatillo.
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capacitación de alto rango, técnica o profesional, podían conseguir trabajo en las empresas mineras como operadores de maquinaria, en vigilancia o labores “pesadas”. Son pocos los que contaban con un nivel de capacitación alto que les permitiera desempeñarse en empleos de tecnificación e ingeniería. En esta perspectiva, la situación de las mujeres en cuanto a la consecución de empleo puede llegar a ser más difícil debido a que dentro de las mismas empresas mineras hay una clara diferenciación de roles: no son muchas las mujeres contratadas para las labores vinculadas a la operación de maquinaria, la vigilancia o labores pesadas. Además, para poder ser empleadas como técnicas, secretarias u oficinistas necesitan un nivel de capacitación mucho más alto, al cual la mayoría de las mujeres de la comunidad no ha tenido acceso o no les había sido necesario hasta el momento. Esto implica que, en un análisis de vulneración frente al desempleo, las mujeres son más propensas a no conseguir trabajo, por lo menos en lo que respecta a las empresas mineras. Por otro lado, se ha identificado un cambio pertinente en cuanto al rol de las mujeres en la estructura familiar. Anteriormente podían estar en sus casas al cuidado del hogar, de la producción y la cría de alimentos, por lo tanto el tejido familiar era más unido debido a la presencia constante de la figura materna en la familia. Ante los cambios impuestos por las actividades de desarrollo de las empresas mineras, el tejido familiar se ha visto vulnerado en la medida en que hombres y mujeres deben ausentarse, ya sea para conseguir ingresos o para participar en las actividades del plan de reasentamiento
impuesto por las mineras. Las mujeres de la comunidad plantean que se perdieron los espacios para la convivencia familiar y que la ausencia de miembros familiares ha afectado a la población de jóvenes y niños11. A lo anterior se le añade que, con el impacto sobre la estructura familiar, se ha incrementado el número de adolescentes embarazadas en la medida en que al verse vulnerada la estructura familiar y al no tener capacitación sobre educación sexual y reproductiva (debido tanto a la falta de docentes como a la imposibilidad de asistir a otras instituciones educativas) se incrementa el riesgo de embarazos a temprana edad. En relación con la situación de desempleo de las mujeres de El Hatillo, se menciona que en los últimos años la necesidad de tener un ingreso económico para poder solventar la subida en el costo de vida en la región, ha llevado a que muchas mujeres que tienen títulos de bachiller y técnicos hayan tenido que trabajar como empleadas domésticas en las casas de los empleados de la empresa minera Colombian Natural Resources – CNR. Este factor, aunque es una fuente de ingreso, plantea problemas en cuestiones de trabajo digno y bien remunerado teniendo en cuenta el nivel de capacitación que algunas mujeres han alcanzado. Adicionalmente, el factor de trabajar como empleadas domésticas de las casas de los trabajadores de las mineras incrementa los conflictos en las relaciones de poder entre las empresas mineras, sus
11 Testimonio de pobladora de El Hatillo. Taller sobre transformaciones territoriales. Ejercicio de percepciones de género. Marzo de 2013.
La pérdida de espacios para las prácticas sociales representa la pérdida de elementos que estructuran y refuerzan la cohesión social de una comunidad. Un ejemplo que permite comprender esta afirmación con mayor claridad es la posible desaparición de los cantos comunales de las mujeres en El Hatillo. Los cantos comunales son una parte fundamental de la cultura hatillana, así como lo son en otras comunidades caribeñas las bullerengueras y los coros. Esta tradición está en riesgo de perderse debido a la pérdida del espacio donde tradicionalmente se practicaba. Un canto que recuerdan las mujeres es “Al son del manduco”, cuyo espacio ritual era un manantial que ahora está contaminado y al que ya no se tiene acceso: este manantial se encuentra detrás de la fábrica procesadora de aceite de palma. En esta tradición, 12 mujeres se reunían siempre a cantar y a compartir muchas vivencias, problemas y asuntos que se debían analizar. Éste era un espacio sólo de las mujeres en el que se tomaban decisiones en relación con el rol de la mujer en la estructura familiar y dentro
de los miembros de la comunidad. Las mujeres que se reunían a las orillas del río o de los manantiales para lavar la ropa aprovechaban estos momentos para, a través de sus cantos tradicionales, intercambiar ideas, experiencias o sucesos que se estaban dando en la comunidad. Éste también es el caso de la tradición de las “muñecas de maíz molido, con apadrinamiento”. Estas muñecas, hechas a base de maíz, se preparaban con ocasión de la celebración del Corpus Christi. Cuando se preparaba el pilón para hacer estas muñecas, las mujeres se juntaban para ir a pelar el maíz. Éste era un momento que, a su vez, representaba el rol de la mujer en épocas de celebración y tradiciones cristianas. En la actualidad, esta tradición se ha perdido debido a las transformaciones en las dinámicas sociales y a la falta de apoyo institucional para el desarrollo social y cultural de la región, a pesar de estar en medio de las empresas de extracción de carbón. El conjunto de estas reflexiones nos permite avanzar hacia la construcción de un concepto de territorio que recoge la totalidad de los elementos aquí expuestos.
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Un recorrido por los impactos de la minería del carbón.
empleados y los miembros de las comunidades campesinas que habitan la región.
Transformaciones territoriales en la comunidad de El Hatillo.
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Señalar que el territorio se relaciona con el poder nos ayuda a situar también quiénes son los sujetos que ejercen las relaciones de poder. Cuando nos referimos a territorio en este documento lo hemos hecho desde el punto de vista de un sujeto colectivo que ha sufrido dichas transformaciones territoriales, es decir, la comunidad campesina de la vereda El Hatillo. Es importante señalar que cada sujeto construye su propio territorio, así, el territorio que construye la comunidad campesina de El Hatillo es diferente del territorio que pueden construir otros actores sociales o económicos sobre ese mismo espacio (Mançano, 2009). Este documento permite comprender cómo el
El territorio: una realidad social y un derecho fundamental
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T
odos los elementos descritos en el último apartado del documento hacen referencia a las transformaciones que ha enfrentado el territorio de la comunidad de El Hatillo en los últimos años, particularmente aquellas generadas en relación con la instalación de la minería de carbón a cielo abierto. En la descripción y análisis de las transformaciones se ha hecho referencia al concepto de territorio. Cuando nos referimos al territorio, estamos asumiendo un concepto que involucra el acceso y control sobre la tierra y el ejercicio de relaciones de poder sobre un espacio físico y los elementos que éste contiene.
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territorio de la comunidad campesina hatillana se ha transformado para dar paso al territorio de la extracción de las empresas mineras que hacen presencia en el centro del Cesar: el poder que ejercía la comunidad hatillana sobre su territorio ha sido reemplazado por el poder que ejercen las compañías mineras. La experiencia de El Hatillo demuestra que ambos territorios son incompatibles entre sí. Sin embargo, el concepto de territorio va mucho más allá de las relaciones de poder. Éste también abarca las diferentes relaciones y dimensiones que ha construido un grupo social sobre al espacio que ha habitado, es un concepto que permite comprender cómo las comunidades y la naturaleza se han relacionado y construido mutuamente a través del tiempo. No es sólo el espacio físico, pero tampoco es sólo la historia de una comunidad, son las relaciones que se establecen entre una comunidad con su historia y su cultura, y un espacio físico que contiene naturaleza, seres vivos, bienes y características propias. Cuando observamos a la naturaleza en el territorio no estamos hablando de un concepto estático, sino dinámico y cambiante (Sosa, 2012). Muchos de los cambios que sufre la naturaleza están explicados por la acción de los seres humanos y no todas las transformaciones que se hacen en el territorio tienen los mismos efectos, éstos dependen de quién los hace y para qué los hace. Lo que permiten observar los elementos expuestos en este documento es cómo ciertos cambios posibilitan y facilitan la existencia de una territorialidad campesina, mientras que otros la hacen inviable.
En la medida en que el territorio es naturaleza, cultura y ambiente, es necesario comprender tanto las características biológicas y físicas del territorio, como los procesos de adaptación de las comunidades que lo habitan y usan sus recursos. Así, queremos resaltar distintas dimensiones que el concepto tiene y que explican las relaciones entre las comunidades y la naturaleza. Cuando hablamos de las dimensiones del territorio nos referimos a los siguientes elementos: DIMENSIÓN POLÍTICA Los territorios son espacios donde se producen y expresan relaciones de poder y se debe destacar quiénes son los actores que toman las decisiones sobre lo que ocurre y lo que no ocurre en el territorio y sus elementos. DIMENSIÓN ECONÓMICA Los territorios son espacios que contienen recursos y bienes como los suelos, el agua, los minerales, entre otros, que los actores sociales usan y aprovechan. En esta dimensión es necesario comprender quién desarrolla qué proceso económico y para qué lo realiza. Por ejemplo, la actividad y la forma en que un agricultor local usa y explota el territorio es distinta de la actividad y las formas en que una empresa extractiva lo hace. DIMENSIÓN SOCIAL El territorio es el espacio donde se producen y sostienen las relaciones familiares y sociales, es la base física donde los vínculos familiares y sociales nacen, se reproducen y se transforman.
Los territorios son espacios construidos a partir de las dinámicas e identidades culturales; a su vez, los espacios físicos y los elementos de la naturaleza son determinantes en la configuración de estas identidades. En esta dimensión son muy importantes las tradiciones relacionadas con el espacio, las cosmovisiones y las historias de poblamiento de las comunidades. Estas dimensiones estuvieron presentes en todo el análisis de las transformaciones territoriales. Cuando se analizaron los cambios generados en los recursos naturales, se hizo énfasis en cómo los procesos extractivos afectaron las dimensiones ambientales, económicas y culturales del uso y acceso a los ríos, caños y otros cuerpos de agua. El análisis de los impactos de la minería sobre los suelos permite comprender la dimensión política y el consecuente ejercicio de poder que soporta los cambios que enfrentaron las comunidades en la pérdida de las tierras agrícolas. Los cambios en los usos de la biodiversidad no sólo se relacionan con una dimensión ambiental o física del territorio, sino también con la dimensión cultural del mismo. En este documento se percibe y usa el término territorio desde la perspectiva de la comunidad hatillana, es decir, como el espacio vivido, construido y soñado por quienes lo habitan. Este concepto no es sólo útil para entender las complejas y múltiples relaciones entre los seres humanos y la naturaleza, también permite comprender cuáles son los derechos de las comunidades rurales, quienes, en efecto, son titulares del derecho a la tierra y al territorio.
En términos generales, que una comunidad rural sea titular del derecho a la tierra y al territorio quiere decir: ACCESO A LA TIERRA
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Las comunidades rurales deben gozar de acceso a las tierras necesarias para el desarrollo de actividades productivas. ACCESO A MEDIOS DE VIDA El Estado tiene la obligación de garantizar el acceso o de respetar los medios que una comunidad tiene o ha construido para garantizar ingresos y sostenibilidad. Los medios de vida pueden ser bienes comunes que se encuentran dentro del territorio o también recursos a los cuales puede acceder la comunidad y que deben ser ofrecidos por el Estado. SEGURIDAD JURÍDICA Los pobladores rurales deben contar con seguridad jurídica en cuanto al acceso a la tierra. Es una obligación del Estado reconocer derechos formales sobre las tierras para evitar que se vean sometidos a situaciones de despojo o desplazamiento involuntario. PARTICIPACIÓN POLÍTICA Una comunidad tiene el derecho de informarse y participar en los procesos que involucran decisiones sobre su territorio. La garantía del derecho a la tierra y al territorio permite la garantía de otros derechos humanos como la vivienda, el trabajo, el ambiente sano y la participación política. Estos derechos, así como el derecho a la tierra y al territorio, son
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DIMENSIÓN CULTURAL
reconocidos por el Estado en normas nacionales e internacionales (Coronado, 2009).
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En el caso de la comunidad de El Hatillo, el proceso de extracción minera generó la vulneración progresiva del derecho a la tierra y al territorio, donde uno de los elementos más significativos es el deterioro en el acceso y control a los bienes comunes en el territorio de la comunidad. Los bienes comunes son recursos que soportan un uso sostenible por parte de un grupo social, con base en criterios de confianza, reputación y reciprocidad. Las normas de regulación del uso de estos recursos se basan en acuerdos locales que no siempre se asimilan con las normas estatales (Ostrom 2000). De igual forma, la administración colectiva de los recursos comunes permite a los pobladores rurales contar con un acceso sostenible a medios de vida con los cuáles se cuenta para subsistir. Es posible afirmar que la regulación comunitaria es un mecanismo que ha permitido enfrentar la explotación de la naturaleza, a diferencia del reconocimiento por parte del Estado de derechos de uso y explotación (Shiva, 2005). Así, cuando nos referimos a las transformaciones territoriales vinculadas a la minería de carbón, estamos señalando un proceso de vulneración progresiva del derecho al territorio que se expresa de diferentes formas, por ejemplo en cambios en los usos y las vocaciones de los suelos o cambios en las costumbres, la cultura y la tradición de las comunidades. El reconocimiento de estas transformaciones territoriales no sólo resulta útil para comprender cuáles son los impactos de la minería para los hatillanos y hatillanas, también permite trazar las líneas para el reasentamiento y la reparación. Este punto lo profundizaremos a continuación.
A partir de 2007 las empresas mineras se constituyeron como un actor político con decisiones sobre los aspectos de desarrollo de la comunidad como: limpieza de basuras, electricidad y empleo. Después de la orden de reasentamiento de 2007, las instituciones que antes apoyaban actividades de la comunidad como rifas, celebraciones, actividades deportivas y carnavales, también quitaron el apoyo financiero
Reasentamiento, movilización social y reflexiones para el futuro
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n el 2007, Carbones del Cesar (hoy propiedad de la compañía Colombian Natural Resources - CNR) comenzó el primer proyecto de reasentamiento de la comunidad debido a que tenían la intención de expandir la explotación hacia el territorio de El Hatillo. Más adelante, en el 2010, el Ministerio de Ambiente ordenó el reasentamiento de las tres comunidades de El Hatillo, Plan Bonito y Boquerón debido a la contaminación del aire y la afectación de la salud de las comunidades provocado por ésta. Tres años después de dicha orden, la comunidad persiste en la región esperando a que el proceso de reasentamiento se lleve a cabo. Los hatillanos sostienen que durante este proceso las explotaciones de carbón han causado la completa degeneración del territorio, las cuales se sumarán a las futuras afectaciones en la comunidad cuando ésta sea reasentada.
Transformaciones territoriales en la comunidad de El Hatillo.
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a estos eventos. Esta situación se enmarca en un contexto en el cual las instituciones públicas ‘traspasan’ las responsabilidades que tienen frente a las comunidades hacia las empresas mineras. Desde el punto de vista de la comunidad, la inversión pública se redujo como consecuencia directa de este cambio de responsabilidades durante el proceso de reasentamiento:
“La Alcaldía comenzaba, no pero es que ya, pídanle a las minas, y la Alcaldía: no pero es que esa comunidad ya la van a reasentar. A partir del 2007, el cambio fue radical, fue frentero. Fue frentero con el colegio, con la luz, con todo. Después de que una empresa dice que van a hacer el reasentamiento, ya ahí sí cambió profundamente la comunidad del todo, pero no para mejorar”12. Sin embargo, esta percepción es controvertida por las instituciones públicas, como la Alcaldía, quienes señalan que a pesar de la orden de reasentamiento se sigue invirtiendo en El Hatillo. Bajo estas mismas condiciones, el SENA dejó de dar cursos y se retiró dejando como único centro de capacitación (minera) a la sede en La Jagua de Ibirico.
12 Testimonio de pobladora de El Hatillo. Taller sobre transformaciones territoriales. Ejercicio de percepciones de género. Marzo de 2013.
En el mes de febrero de 2013, los miembros del Comité de Concertación de El Hatillo y las organizaciones no gubernamentales – ONG que los acompañan convocaron a una serie de organizaciones para difundir y tomar acciones sobre la crisis alimentaria que vivió la comunidad debido a la falta de alimentos y de ingresos a causa del desempleo13. Su llamado a las instituciones encargadas del reasentamiento, medios de comunicación y organismos internacionales enfatizaba que las actividades mineras los habían puesto en un callejón sin salida al degradar la tierra y el aire hasta tal punto que ya no se podían 13 En esta oportunidad, los líderes de la comunidad quisieron evitar un paro que pusiera en riesgo la integridad física de los hatillanos que participaran en la protesta, debido a una eventual reacción desmedida de la fuerza pública en el manejo de la situación.
Movilizaciones sociales
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Un recorrido por los impactos de la minería del carbón.
E
n ocasiones previas al año 2013, los pobladores de El Hatillo tuvieron que movilizarse a manera de paros cívicos para que sus peticiones frente a las empresas fueran oídas. La realización de estos paros fue generada por la falta de servicios públicos, vías de tránsito, falta de empleo y problemas de salubridad por la presencia del basurero a la entrada de la comunidad. Durante estos paros reiterados también se incrementó el riesgo de las personas debido a la presencia de miembros de seguridad pública y de actores armados, además de generar una estigmatización posterior de quienes participaban en éstos.
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producir alimentos y al no generar empleo para miembros de la comunidad, lo cual los dejó en una situación de extrema pobreza. Esta acción colectiva tuvo avances importantes en términos de difusión de la situación de El Hatillo en medios de comunicación nacionales e internacionales. A su vez, se logró que instituciones estatales como la Gobernación y la Alcaldía atendieran al llamado de la comunidad. Cabe anotar que aunque se hubiera logrado la presencia de estas instituciones fueron pocas las acciones que se llevaron a cabo para amilanar la situación crítica de la comunidad. Por su parte, las empresas mineras tampoco respondieron de una manera satisfactoria y tanto el proceso de reasentamiento, como los mecanismos de transición siguen en una continua dilatación. Uno de los logros de dicha acción fue la remoción del basurero de La Loma que se había instalado a la entrada del territorio de la comunidad, cuya existencia fue denunciada en el periódico El Espectador por el columnista Alfredo Molano
Bravo (Molano, 2013). Las empresas también reaccionaron por medio de la instalación de un banco de alimentos durante 4 meses. Sin embargo, hay que resaltar que para algunos miembros de la comunidad hay inconformidad respecto a los criterios que se utilizaron para determinar quiénes debían acceder y quiénes no debían acceder a los auxilios alimentarios, ya que éstos sólo se previeron para las personas “vulnerables” (en la primera entrega para 84 familias, en la segunda para 95). Adicionalmente, las oficinas del Sistema de Naciones Unidas en Colombia hicieron una visita de caracterización de las condiciones de las comunidades afectadas por la orden de reasentamiento involuntario en el centro del Cesar. En el reporte de la misión conjunta las instituciones recomiendan fomentar la participación comunitaria para la concertación de “medidas duraderas y estructurales en materia de seguridad alimentaria para el total de la población afectada en la vereda El Hatillo” (PMA, OACNUDH, OCHA, 2013).
El futuro de esta comunidad depende de la seriedad y compromiso con el que las empresas y el Estado enfrenten la responsabilidad que tienen en este proceso. Sin embargo, resulta preocupante cómo algunas instituciones públicas se han vinculado con éste. Por ejemplo, en febrero de 2013 la Gobernación del Cesar y la Alcaldía de El Paso se comprometieron a realizar acciones que no cumplieron en su totalidad, dejando así en tela de juicio la disposición con la que las instituciones estatales afrontan un caso de la magnitud de El Hatillo. Las preocupaciones hacia el proceso de reasentamiento giran en torno a la estabilidad y cohesión social de los miembros una vez éste sea realizado. La violencia dentro del marco del conflicto armado colombiano no afectó a los habitantes de El Hatillo como a los de otras regiones del departamento del Cesar. Por lo tanto, el reasentamiento en otra región supone el peligro de no conocer el contexto ni
Reflexiones para el futuro
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L
a reflexión de todo este proceso de investigación sobre las transformaciones y los impactos que han causado la presencia de las empresas mineras y la extracción de carbón en el territorio de El Hatillo desemboca en el momento presente que viven sus pobladores. En la actualidad, los hatillanos se hacen preguntas acerca de lo que ha ocurrido con el objetivo de tener una idea clara de lo que pasará en términos del reasentamiento y de lo que deben afrontar sus miembros para adaptarse a este cambio.
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las dinámicas sociales de la zona, aumentando así el riesgo de verse afectados por el conflicto. Algunos miembros de la comunidad plantean que nada les garantiza que el reasentamiento los lleve a un lugar con las mismas condiciones de estabilidad y paz en relación con el conflicto armado colombiano. Además de las implicaciones del reasentamiento, surgen preguntas acerca de cómo van a asegurar los agentes encargados de éste que la comunidad tenga la misma cohesión social en el nuevo espacio físico al que serán trasladados. Como en otras regiones del país, la infiltración de agentes armados a las comunidades se da por varias razones (condiciones socioeconómicas, violencia, disputas por el territorio, etc.) y es de gran preocupación para los miembros de El Hatillo que después del reasentamiento ellos no puedan controlar el carácter pacífico que había tenido hasta entonces la comunidad. Es necesario entonces plantear a los agentes encargados del reasentamiento que se debe analizar el nuevo espacio de una manera integral, entendiendo el contexto y la coyuntura sociopolítica por la que atraviesa la región. Por otra parte, después de realizado el reasentamiento, tanto las empresas como el Estado deben garantizar que haya un proceso de acompañamiento a la comunidad de manera que se asegure la unión de la misma. En uno de
los talleres realizados en El Hatillo se evidenció la preocupación de que una vez reasentados sería difícil que las personas se sintieran en su comunidad, por lo que hay alto riesgo de que la población joven o familias enteras se vayan. De tal modo, se debe garantizar que en el lugar donde se realice el reasentamiento se generen prácticas de apropiación del territorio y acompañamiento psicosocial para reducir los efectos que produce un cambio con esta magnitud. Es necesario reconocer que tanto las transformaciones territoriales como los impactos de la minería de carbón pueden entenderse como un proceso progresivo de vulneración de los derechos individuales y colectivos de los pobladores de la comunidad de El Hatillo. Por lo tanto, el proceso de reasentamiento debe buscar no sólo la restitución de las tierras y sentar las condiciones para la reconstrucción del territorio, sino que también debe entenderse como un proceso de reparación por la violación de derechos que siente las bases para la no repetición de estos eventos. En este sentido, es necesario que las características y las condiciones de las tierras y el territorio en el cual se va a reasentar a la comunidad sean similares a aquellas que tenía el territorio hatillano antes de la instalación de las minas. Algunas de estas ya han sido expuestas y analizadas en el presente documento.
Un elemento fundamental es dotar a las tierras del reasentamiento de una condición jurídica que permita la protección de los derechos territoriales de la comunidad en el largo plazo. Alternativas como la declaración de una Zona de Reserva Campesina, u otras figuras de ordenamiento territorial que determinen que el uso del suelo debe tener características de producción agropecuaria campesina, pueden generar un estatus de protección de los derechos territoriales de la comunidad hatillana. Rescatar y promover los saberes campesinos, la utilización de plantas medicinales y las dietas alimentarias basadas en los recursos del territorio es fundamental en el proceso de reasentamiento y reparación de la comunidad, máxime en un contexto nacional en el cual: “las prácticas locales, las tradicionales y las que provienen de la innovación adaptativa de las sociedades rurales que han utilizado la biodiversidad por milenios, son sistemáticamente discriminadas, excluidas y costosamente ignoradas en un país que reclama alternativas a la pobreza, la exclusión y se precia
Garantías de no repetición
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U
no de los aspectos más importantes en relación con el proceso de reasentamiento es impedir una nueva situación de vulneración de los derechos humanos, ambientales y territoriales de la comunidad. En este sentido es necesario impedir el crecimiento de las industrias extractivas o la generación de nuevas situaciones de riesgo que puedan derivar en un nuevo proceso de reasentamiento.
en los eventos internacionales de su patrimonio natural” (Baptiste, 2013).
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La promoción de la economía y la cultura campesina no debe limitarse exclusivamente a la restricción de actividades de extracción minera en el territorio de la comunidad, sino que también debe considerar nuevas amenazas a los derechos territoriales que vienen de otro tipo de presiones sobre las tierras rurales. El país y la región enfrentan un fenómeno de acaparamiento de tierras en el cual comunidades rurales pierden sus derechos de propiedad, posesión y acceso a las tierras para permitir la instalación de grandes proyectos agroindustriales en sus territorios. Es necesario considerar figuras de protección de los derechos territoriales que impidan que la comunidad se encuentre vulnerable ante este tipo de situaciones. Las medidas jurídicas o de ordenamiento territorial deben vincularse con otras herramientas de protección, particularmente en un contexto departamental en el cual se continúan presentando acciones de los grupos armados en el marco del conflicto armando. De esta forma, es necesario prever si el lugar en el cual va a ser reasentada la comunidad es objeto de disputa territorial por parte de los actores armados involucrados en el conflicto. Los impactos de la extracción de carbón para la gente de El Hatillo han sido la expresión de una violencia directa en contra de su territorio, su modo de vida, su dignidad y su integridad. Los impactos de la minería que se han identificado en este documento constituyen una vulneración sistemática de los derechos humanos, económicos, sociales, culturales, ambientales y territoriales de la comunidad de El Hatillo. En
este sentido, cualquier acción que se promueva en el marco del reasentamiento debe orientarse hacia la reparación de los derechos vulnerados. Este documento ha identificado daños en los derechos a la tierra y al territorio, a la vivienda, a la vida digna, al ambiente sano, a la alimentación y al trabajo, entre otros. El proceso de reasentamiento debe buscar la garantía integral de los derechos humanos. A propósito de esta situación, el Relator Especial para el derecho a la vivienda de las Naciones Unidas, en relación con los procesos de reasentamiento involuntario, ha señalado una serie de obligaciones mínimas del Estado frente a la garantía de los derechos de las comunidades afectadas: “Como mínimo, independientemente de las circunstancias y sin discriminación, las autoridades competentes deben garantizar que las personas o los grupos desalojados, especialmente los que no pueden ganarse el sustento, tienen acceso seguro a: a. alimentos esenciales, saneamiento;
agua
potable
y
b. alojamiento básico y vivienda; c. vestimenta apropiada; d. servicios médicos esenciales; e. fuentes de sustento; f. pienso para los animales y acceso a la recursos comunes de propiedad de los que dependían anteriormente; y g. educación para los niños e instalaciones para el cuidado de los niños.
Los Estados también deberían asegurar que los miembros de la misma familia ampliada o comunidad no se separen a consecuencia de los desalojos” (Relator especial sobre la vivienda adecuada, 2007).
f. acceso a las oportunidades de empleo, servicios de atención de la salud, escuelas, centros de cuidado del niño y otras instalaciones sociales, tanto en las zonas urbanas como rurales; y
Estos elementos permiten acercarse a un concepto de reparación integral por la situación de violación de los derechos de los hatillanos generada por los impactos de la minería de carbón a cielo abierto. Además de los criterios ya señalados, el relator indica que:
g. una vivienda culturalmente apropiada.
a. seguridad de la tenencia; b. servicios, materiales, instalaciones e infraestructuras tales como agua potable, energía para cocinar, calefacción y luz, saneamiento, lavaderos de ropa, formas de almacenar alimentos, vertederos de basura, drenajes del lugar y servicios de emergencia, y en los casos apropiados, acceso a recursos naturales y comunes; c. vivienda asequible; d. vivienda habitable que ofrezca a los habitantes espacio suficiente, protección del frío, la humedad, el calor, la lluvia, el viento y otras amenazas a la salud, peligros estructurales y portadores de enfermedades, y que garantice la seguridad física de sus ocupantes; e. accesibilidad para los grupos en situación de desventaja;
Para garantizar la seguridad del hogar, una vivienda adecuada debe reunir también los siguientes elementos esenciales: privacidad y seguridad; participación en la adopción de decisiones; protección contra la violencia, y acceso a los medios de defensa por cualquier violación que hayan padecido” (Relator especial sobre la vivienda adecuada, 2007). La experiencia de la comunidad de El Hatillo, así como la de las otras comunidades del centro del Cesar afectadas por la minería, debe servir de referente para construir un marco normativo de protección y reparación; se genera así la necesidad de que haya mecanismos de protección frente a las implicaciones que tienen estos proyectos sobre comunidades enteras. Los elementos que han sido expuestos en este último apartado pueden ser resumidos en un testimonio de una de las lideresas de la comunidad, en relación con el proceso de reasentamiento, y con el cual merece cerrar este documento:
Un recorrido por los impactos de la minería del carbón.
“Los lugares determinados de reinstalación deben responder a los criterios de una vivienda adecuada de acuerdo con el derecho internacional relativo a los derechos humanos. Entre éstos figuran:
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El hatillano abraza el Calenturitas
Transformaciones territoriales en la comunidad de El Hatillo.
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“Ojalá fuera siquiera como la de los años 80, pero que no se perdiera… que fuéramos juntos colectivamente y que no se despatriara la comunidad, que todavía fuera un sitio rural como el que tenemos, con espacio… con mejores casas pero con sus mismas costumbres que tenemos, con la misma libertad… con otra libertad porque la que tenemos ahora, ¡no tenemos libertad! Más libertad, más seguridad… pero que la comunidad no se fuera a ir de un lugar a otro sino que estuviéramos unidos, la unidad de la gente”14.
14 Testimonio de una pobladora de la comunidad de El Hatillo. Taller sobre transformaciones territoriales. Marzo de 2013.
Yo quisiera que volvieran otra vez los viejos años de los tiempos pasados Y que volviera de nuevo mi viejo pueblo con costumbres y cultura que ya se le acabaron Que se hicieran las fiestas de muñeca y se hiciera el baile del Corpus Christi que se hicieran los juegos en la calle pa’ poder recordar esos tiempos bonitos Que volvieran los hatillanos a trabajar la ganadería y que se hiciera la agricultura, se hiciera pesca y la cacería Que volviera aquel viejo manantial, el que hace tiempo ya se acabó Que volviera con sus aguas cristalinas que fue lo que trajo a nuestro fundador Que volviera el Cañito de Piedra acompañado del manantial Donde las mujeres hatillanas todos los días se iban a lavar y con el golpe del manduco en coro se ponían a cantar Y que volvieran a correr en su caudal las bellas aguas del Calenturitas Que cuando llegaba la madrugada se veían plateadas, se veían bonitas Y el hatillano con su atarraya abrazaba el Calenturitas. Alberto Mejía Peinado
A
continuación se presentan las transformaciones dentro de un periodo aproximado de 60 años según los ejercicios de fotointerpretación. El propósito del ejercicio fue identificar las transformaciones en las coberturas de la tierra con el paso del tiempo:
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PLAYONES Y SABANAS COMUNALES
PROCESOS DE PARCELACIÓN Y FORMALIZACIÓN DE DERECHOS Las tierras baldías comenzaron a ser parceladas por gente proveniente de otros departamentos y se instalaron algunas haciendas ganaderas. En este periodo todavía había presencia de bosques de los que la población utilizaba madera para sus viviendas. Se vivía de los cultivos, de los animales, de las crías y de la pesca. La presencia de vegetación se relaciona también con la regulación de la temperatura.
Anexo 1. Mapas
Un recorrido por los impactos de la minería del carbón.
Para los años 50, la región se consideraba llena de terrenos baldíos y con el mayor número de cultivos transitorios, con un total de 175 ha. Este número comienza a disminuir paulatinamente desde esta década en adelante. El área de zonas urbanizadas presenta el área más pequeña de todas las décadas, con sólo 11 ha urbanizadas. En esta década los bosques tenían un total de 2.552 ha, cuya dimensión comenzó a disminuir en las siguientes décadas por la parcelación de tierras, la ganadería, el algodón, la palma y finalmente la minería.
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INSTALACIÓN DEL MONOCULTIVO DE LA PALMA
LAS TIERRAS ESTÁN EN MANOS DE TRES EMPRESAS MINERAS
A finales de los 80 las tierras baldías se convirtieron en haciendas y cultivos de palma en donde los campesinos de la zona comenzaron a emplearse. A partir de 1994 las haciendas ganaderas desaparecen por completo. Desde este periodo hay una presencia estable de los cultivos permanentes de palma aceitera, con un total de 802 ha.
En la actualidad son varias las transformaciones que se pueden apreciar, pero la más llamativa es el crecimiento del área de las minas de carbón, pasando de 118 ha en 2005 a 1.574 ha en 2013. Además, para este año el número de hectáreas para cultivos transitorios y bosques es 0, causando un aumento en la temperatura ambiente considerable. A su vez, el área de zonas urbanizadas llegó a su pico con 312 ha. Algunas de las transformaciones mencionadas por los habitantes de El Hatillo en relación con el crecimiento del área de explotación minera es la salida de animales del territorio de la comunidad, entre ellos iguanas, zaínos y tigrillos, y la disminución de las aves, que también puede relacionarse con la pérdida total del bosque. Las áreas de sabanas se encuentran cercadas, hecho que afecta la cría de animales.
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INSTALACIÓN DE LA MINERÍA DE CARBÓN A GRAN ESCALA A mediados de la década de los 90 las minas crecieron, lo que fue de la mano también con el incremento de la población. Las zonas urbanizadas abarcaban un área de 120 ha. Según miembros de la comunidad, para esta década los pozos subterráneos, manantiales y caños comenzaron a desaparecer. A finales de los 90, las sabanas y fincas comunales iniciaron un periodo que terminó con su completa desaparición, se afectó la cría de animales como el chivo. En este periodo se alcanzan a apreciar los reductos de las zonas de cultivos transitorios (sólo 32 ha) y ya desde este año desaparece la presencia de bosques. Según los pobladores, en este periodo todavía se podían criar cerdos, conejos, zaínos, ponches y guartinajas, aunque ya se notaba su disminución. Por su parte, los cultivos de palma aceitera mantienen su presencia con un área de 806 ha.
Los mapas permiten corroborar la información construida con la comunidad durante los ejercicios de reflexión sobre las transformaciones territoriales. Los cambios más significativos se pueden observar en la reducción de los bosques: 2.552 ha en 1953, 14 ha en 1992 y 0 ha en la actualidad; o en la reducción de las áreas de cultivos transitorios (alimentos y algodón): 175 ha en 1953, 180 ha en 1992 y 0 ha en la actualidad. La Tabla 4 y el Gráfico 1 enseñan las tendencias y cambios de los usos del suelo en el territorio de la comunidad, según el ejercicio de fotointerpretación.
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Tabla 4: Cambios en el uso del suelo en el territorio de la comunidad de El Hatillo, según ejercicio de fotointerpretación
62 Metodología Corine Land Cover Nivel 1
Años / Hectáreas 1953
1963
1992
2005
2013
Zonas urbanizadas
Zur
11
44
120
169
312
Zonas industriales y redes de comunicación
Zic
-
-
35
36
22
Zonas de extracción minera
Zem
-
-
-
118
1.574
Cultivos transitorios
Cut
75
120
180
32
-
Cultivos permanentes
Cup
-
-
802
806
602
Pastos
Pas
2.991
3.980
3.497
2.881
2.396
Áreas agrícolas heterogéneas
Aah
77
80
72
80
66
Bosques
Bos
2.552
1.141
14
-
-
Áreas con vegetación herbácea y/o arbustiva
Avh
372
806
1.420
2.021
1.198
Áreas abiertas, sin o con poca vegetación
Asv
-
-
24
20
5
Áreas húmedas
Áreas húmedas continentales
Ahc
18
13
28
28
13
Superficies de agua
Aguas continentales
Aco
23
35
27
27
31
6.218
6.218
6.218
6.218
6.218
Superficies artificializadas
Transformaciones territoriales en la comunidad de El Hatillo.
Nivel 2
Cód.
Superficies agrícolas
Bosques y áreas semi-naturales
Elaboró: Nicolás Vargas Ramírez
Gráfico 1: Cambios en el uso del suelo en el territorio de la comunidad de El Hatillo, según ejercicio de fotointerpretación
63
Zur
4.000 –
Zic
3.500 –
Zem
3.000 –
Cut
2.500 –
Cup
2.000 –
Pas
Bos
1.000 –
Avh
2013 –
2005 –
Ahc
1992 –
0– 1963 –
Asv
1953 –
500 –
Aco
Elaboró: Nicolás Vargas Ramírez
Un recorrido por los impactos de la minería del carbón.
Aah
1.500 –
64
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Bibliografía
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