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LA TRILOGÍA DE LA INTIMIDAD
Tres películas hizo Edgardo Castro hasta la fecha: las tres son tan personales como universales, las tres no se parecen a nada y las tres no dejan a nadie indiferente.
En el 2016, estrenó el aerolito titulado La noche. Las peripecias de un hombre desesperado que podía reconocerse vivo en la intensidad de cualquier encuentro sexual bastaban para sostener un relato que no evolucionaba dramáticamente hacia ningún lado y sí acumulaba en la duración secuencias autónomas y honestas en las que despuntaban por igual el deseo de vivir y la seducción por sufrir y dejar de existir.
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Después de La noche, se esperaba un paso más hacia el abismo. ¿Qué podría filmar ahora el nuevo cineasta y el consabido actor en una película sobre la institución invencible, la familia? ¿Más sexo? ¿Un paso más firme en el escándalo? Ni drama edípico ni aberraciones incestuosas, sí una operación dilatada de desmantelamiento de la superstición que inviste a los apellidos y fragua en las reuniones familiares un sentido de pertenencia y cobijo emocional.
En las dos primeras películas, Castro está delante y detrás de cámara. En ambas películas, ciertos elementos propios de la vida del director se transfiguraban en pos de la ficción y por la ficción. ¿Autoficción? La denominación es un poco injusta, porque en Castro no
17, 18 Y 19 DE MARZO hay exposición narcisista y empleo del yo que redimir mediante un plan estético consciente. En Castro el método consiste en traducir experiencias propias en hilos argumentales de breve duración cuya escenificación está orientada a plasmar una cierta verdad de la experiencia. Castro no es él, ni siquiera con su propia familia a su lado.
Las ranas es la tercera película de Castro y es la primera en la que él no aparece como intérprete. Ha elegido la experiencia ajena, con la dificultad que además conlleva filmar a los que no pertenecen a un mismo universo simbólico y material. Lo que pudo filmar en la cárcel de Las ranas y lo que supo arrancarle a la mujer que sostiene la película de inicio a fin está en total relación con haberse despojado ante su actriz y sus actores como uno más entre ellos. Así sigue las peripecias de la joven madre que va con su hijo a visitar al padre a un pabellón de una cárcel lejos, muy lejos de donde vive.
En Castro, lo que está detrás de cámara es lo que después se ve frente a ella. ¿Qué es eso? La intimidad, esa experiencia de lo propio que solamente se descubre enteramente cuando lo impropio o el mundo de los otros toman al yo desprevenido y lo revelan desnudo.
Extractos de un texto de Roger Koza
Con los ojos abiertos
Argentina, 7 de marzo de 2022
Argentina, 2016, 136 min.
D: Edgardo Castro. LA NOCHE
Las salidas cotidianas de Martín, un cuarentón solitario, por las calles de la nocturna zona del Once en Buenos Aires, son el objeto de la ópera prima del argentino Edgardo Castro. Encuentros sexuales, ingesta de drogas, alcohol y amistades casuales se alternan en diversos encuentros convertidos en el flujo incesante de una rutina que funciona como refutación de la vida ordinaria. El resultado es un viaje vertiginoso e infinito en el que diversos personajes se cruzan y se buscan para saciar sus deseos.
Argentina, 2019, 97 min.
D: Edgardo Castro. FAMILIA

Cada año, el director Edgardo Castro viaja de Buenos Aires a la ciudad de Comodoro Rivadavia para festejar la Navidad con su mamá, su papá y su hermana, quienes sólo salen de casa para proveerse de comida y otras necesidades. Lo que podría ser un documental familiar o un drama costumbrista se convierte en una película donde, a partir del encierro y el silencio, se deconstruyen los hábitos cotidianos y se pone en tela de juicio el concepto de hogar y la alienación doméstica que existe en muchas viviendas.
Las Ranas
Argentina, 2020, 78 min.

D: Edgardo Castro.
Cada semana, una joven que tiene una hija y que se dedica al comercio ambulante visita a su novio encerrado en una cárcel cerca de Buenos Aires. Decidida, se las arregla lo mejor posible para cumplir su misión: ofrecerle comida, drogas y amor a su pareja. En un ejercicio de realismo visceral, Edgardo Castro construye una desgarradora historia de amor donde los límites entre el documental y la ficción se traspasan en favor de una íntima mirada hacia esos seres que viven en los márgenes de la sociedad.