Revista Cinosargo número XVI septiembre del 2009

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AÑO II NÚMERO XVI

EDICIÓN DE SEPTIEMBRE DEL 2009

/ DANIEL ROJAS PACHAS / AMANDA ESPEJO / JOSÉ MARTÍNEZ FERNÁNDEZ / ROLANDO GABRIELLI / ARTURO RUIZ / IGNACIO CARDENAL / WILFREDO CARRIZALES / LUIS CERMEÑO / ÓLIVER YUSTE / ARTURO VOLANTINES / RODRIGO RAMOS BAÑADOS /


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Editado en Arica- Chile 2009 Dise単o: Daniel Rojas Pachas Cinosargo Contacto: carrollera@gmail.com Web: www.cinosargo.cl.kz Editorial Cinosargo by Daniel Rojas Pachas Creative Commons Reconocimiento-No comercial-Sin obras derivadas 2.0 Chile


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Director: Daniel Rojas Pachas Coordinadores. Milvia Alata y Daniel Rojas. Redactores: • • • • • • • • • • • •

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La esquina de Federico Por Rolando Gabrielli La poesía es la poesía, pon un pie primero, el verbo después te dirá que hacer. Es vida la vida en el poema y la palabra, como en el fondo de una taza el destino y el olvido, nace en una esquina de la mesa o de la calle. Rolando Gabrielli©2009 Caminaba este domingo por Calle 50, una de las principales arterias de ciudad de Panamá y de pronto más de un centenar de ciclistas llenaron la avenida como un manchón de ruedas en velocidad. Me quedé inmóvil, en silencio, a la espera de su paso para continuar mi camino hacia un Mall de la ciudad, haciendo hora porque White estaba en el veterinario bañándose y examinándose un párpado algo inflamado. Los domingos son espléndidos porque el tráfico vehicular disminuye de manera agradable y se puede manejar frente a la brisa del mar, de cara al sol o la lluvia, con mucha tranquilidad. La ciudad se hace amigable y el paisaje se deja apreciar. Los ciclistas estaban en un circuito, El Tour de Panamá. Y en una esquina viendo este pelotón buscando una presea, esforzándose por alcanzar y llegar a la Meta, dejè pasar el tiempo. La media mañana escarbaba con el sol la espalda y el pecho de los que estábamos pisando o corriendo por el asfalta. El sol literalmente hablando picaba. Y de pronto se me acercó un hombre humilde, con una bolsa de plástico, golpeado por la vida, humillado por el tiempo, sacudido por la vida. Se detuvo y comenzó a recitar un poema, indudablemente era La Casada Infiel de Federico García Lorca. Le completé unos versos y seguidamente me dijo, que en sus tiempos escribía poesía y cuento, que lo había hecho en varias fiestas nacionales. Me detuve en sus ojos, golpeados por el sol, acuosos, pequeños y en sus manos que reflejaban su pobreza y abandono. Él siguió hablando de Federico García Lorca: "mataron a un genio, lo asesinaron, era el jardín que hacía crecer la poesía". Un artista, me dijo, y cómo es posible que lo asesinaran, se interrogoba. ¿Qué les hizo Federico?, volvió a preguntarse. Yo le miraba y el repetía el sitio, Víznar, Víznar, el nombre del lugar donde calló asesinado el poeta granadino, el duende de España. Mientras hablaba de García Lorca, la poesía, Franco como un perro rabioso, me hizo repasar mis largas y adolescentes lecturas del Poeta en Nueva York, del Romancero Gitano, la tragedia de España. la fe, el vicio de los poetas por la vida y la poesía. Tantas cosas estaban sucediendo en esta esquina en la voz de un vagabundo apasionado por la poesía y la vida. Pensé en la influencia de García Lorca en el primer Nicanor Parra, en una manera vital de ver la vida, en su espíritu gitano de fiesta, la alegría del genial andaluz, su amistad con Neruda, viaje a Buenos Aires, el teatro garcíalorquiano, todo lo que nos había dejado su espíritu creativo.

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Por estos días España busca reencontrarse con la memoria y es posible se exhumen las osamentas de García Lorca para saber cómo fue su muerte finalmente. Los poetas vivos del mundo, al gente decente de España, esperamos una respuesta. La memoria de la memoria, es la vida de los pueblos. El hombre miraba con respeto la vida y el día que se le había asignado esa mañana. De pronto le dije, no soy español, sino chileno. La Mistral, me respondiò, tengo un libro de ella. Tala, le dije, como sabe que tengo ese. Una intuición. Sí, es el que tengo y lo guardo como un tesoro. Neruda, repitió, Chile, un país de poetas. El vagabundo de pie frente al sol de Panamá alegaba en favor de la poesía, él que sólo le quedaba su vida errante por las calles que no eran de su país. Viaje a Costa Rica, me dijo, allí apreciarán su arte, repitió cuando supo mi nacionalidad y que escribía. Sus ojos estaban totalmente acuosos y su mirada era de serena admiración y respeto por el día que le tocaba vivir y estaba viviendo. Nada es por azar, me dijo. Habían dado muerte al jardín de España, repetía el vagabundo en la equina, en una zona con grama verde, iluminada y grandes casas y edificios rascacielos. Pensé en ese mal día de García Lorca caminando hacia su sepultura, como millares de otros desconocidos, después de España en Chile, Argentina, Uruguay, Guatemala, Paraguay, Colombia, Nicaragua, El Salvador. La historia se repetía con y sin nombre propio. La poesía nos permite descubrir la vida y la belleza. Ahora pienso en esos grandes festivales, maravilloseos espectáculos de la palabra, gente que cree aún en la poesía, que buscan ser vanguardia, decir lo nuevo, avanzar en la punta de flecha. Digo, me repito, no deben olvidar que detrás, dentro del fruto de la palabra está el hombre. La poesía sigue siendo vida. La poesía tiene voz propia, no requiere de intermediarios. La poesía se inventa y reinventa, su escenario son todos los tiempos, una manera de ver, vivir, sentir una época, el amor, la vida en toda la extensión de la palabra. Hablar mal de la poesía, de los poetas, entre los poetas, sobre los poetas, parece un arte indisoluble del arte de la estupides. Pero, se ejercita a diario, por pose, vicio, costumbre, por joder o porque no tiene nada mejor que decirse o ya no queda poesía. Si la poesía fuera un aborto de la naturaleza, por compleja, difícil, (indi) diferente, no se inistiría tanto con esa palabra mágica que se usa para diferenciar en algo la rutina, de la ausencia de belleza, de la carencia de ese algo, cuando se dice: esto es poético. La poesía está en la poesía, en todo lo que no se ve y toca. La poesía no paga publicidad para que la vean y conozcan. Es un ruido misterioso que el silencio escucha. Mientras la poesía siga siendo la contraseña de la literatura y una señal, nos mantendrà en estado alerta a todos. La poesía està escrita. Sòlo queda repensarla. Apropiarse de su mèdula. Descubrir su nuevo fruto. La poesía para algunos regímenes no es tan inocente, la consideran su enemiga y la relegan al sótano del olvido. La llegan hasta prohibir. La poesía tiene sus propios recursos. Existe como un círculo, se mueve en su propia espiral, sobrevive, cuando es verdadera, a la tormenta del poder. La poesía respira por el reverso de la moneda. Respira, donde no hay aire. Se crece en el desprecio y desdén. El poema es un Manifiesto de sí mismo. Usted, amigo, querido lector, internauta, lo interpreta. Encuentra su propio camino en esas palabras.


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CLAUDIA LARS Y EL ENSIMISMAMIENTO LITERARIO

por Ignacio Cardenal

Hay en ti, a causa de tus dos sangres, Unas virtudes y una profundidad De la entraña espiritual que no tenemos Ninguna de las mujeres-poetas del Continente. (Gabriela Mistral: Cartas a Claudia Lars) Entre la pléyade de poetas salvadoreños, Claudia Lars (1899-1974) ocupa un lugar preponderante. Considerada la madre de varias generaciones de escritores en El Salvador, destaca además por figurar entre las grandes poetisas que aparecieron a principios del siglo pasado para hacer resonar sus voces femeninas: Alfonsina Storni, Juana de Ibarbourou y Gabriela Mistral, premio Nobel chileno con quien mantuvo cierta comunicación por correspondencia. Claudia Lars nació con el sello de la poesía lacrado en su alma. Su exquisita sensibilidad vertida dentro de las formas clásicas que dominaba con maestría, le otorgaron un equilibrio entre la emotividad y la reflexión, cuestión lograda por muy pocos poetas. De igual manera, saberse hija de un norteamericano de sangre irlandesa y de una mujer de sangre cuscatleca, le permitiría elaborar poemas con excelente calidad lírica. Ahondaba en sus sentimientos, en sus reflexiones y en su sentido de unión con el pueblo de una manera única. El conocimiento de los poetas clásicos españoles e ingleses le permitiría consagrarse en el verso clásico con una limpieza intachable. No obstante sus trabajos e inclusive, su exilio en México durante 1944 –época convulsionada por las revoluciones contrarias a las dictaduras militares- y en Estados Unidos, no consiguió desarrollar la proyección internacional que bien merecía la poetisa. Durante la pasada XIII Feria Internacional del Libro en Centroamérica (FILCEN) celebrada del 30 de agosto al 6 de septiembre, se efectuó un conversatorio sobre la vida y obra de Claudia, en el cual no perdí oportunidad de preguntar a los ponentes –Manlio Argueta y Carmen González Huguet, si no me equivoco- acerca de esta duda que me asaltaba hacía ya largo tiempo. ¿Por qué Claudia Lars, siempre equiparada con Gabriela Mistral, no había conseguido hacer resonar su nombre en toda América Latina, y por si fuera poco, en Europa? ¿Qué fue lo que impidió a esta mujer de honda sensibilidad y pensamiento el no comunicar su verso a la mayor cantidad de latitudes posibles? Recibí como respuesta que la oportunidad de Gabriela Mistral para viajar con cargos diplomáticos le facilitó proyectar su obra a nivel internacional, al grado de convertirse en la primera mujer en ganar el Nobel de Literatura. Es comprensible bajo esta óptica la popularidad que obtendría la escritora chilena en contraste con Lars. Empero, he anotado líneas arriba que Claudia tuvo oportunidad de salir de El Salvador. Si esto está documentado ¿cuál fue la verdadera causa por la cual la poetisa enamorada de Salomón de la Selva no pudiera difundir sus versos en otros países?


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No encuentro otra explicación más que el ensimismamiento en la actividad literaria, fenómeno que muchos de los escritores de El Salvador –no sólo Claudia- han manifestado a lo largo del desarrollo de las letras cuscatlecas. Sólo para ejemplificar con otros autores, tenemos el caso de Francisco Gavidia, el llamado “rey olvidado”. Contando sólo 19 años recibió en su casa al príncipe del verso alejandrino, Rubén Darío, quien 4 años menor, acompañó a Gavidia en su estudio de los poetas franceses. Pronto el nicaragüense desatacaría internacionalmente gracias al dominio de la técnica modernista. ¿Qué pasó con Don Francisco? Se sabe que pasaba largas horas escribiendo sus piezas teatrales y sus rimas alejandrinas retirado en la intimidad de su hogar. ¿Acaso no estaba interesado en compartir sus obras con otros escritores que no fueran Rubén Darío? ¿Por qué no recibió apoyo de su nación? ¿Que decir de Roberto Armijo, de quien se dice haber encarnado el mito del poeta latinoamericano en París? Él mismo apuntaría en su famoso poemario El Pastor de las Equivocaciones que “no escribía para que Octavio Paz criticara su obra en un ensayo”, dando a entender su interés por perseguir una poesía encaminada más que todo a reflejar las situaciones convulsionadas de su tierra durante la década de los ochenta, pero bajo una perspectiva que, personalmente, califico como intimista. A sus más cercanos, Armijo confesaba su honda preocupación por publicar un mal trabajo poético, lo que lo condujo a trabajar meticulosamente en aras de legarnos una poesía sin tacha. Por supuesto que lo logró. El precio por ello: a doce años de su muerte en 1997 aún se le desconoce en gran parte en El Salvador. Y si se suma a esto el lamentable desinterés de los gobiernos por apoyar a sus escritores –dolorosa verdad que debe de enfrentarse con madurez- el nombre de Roberto Armijo es poco conocido tanto en su tierra como en el exterior. Retomando estos casos, es posible considerar que el carácter de la literatura salvadoreña está impregnado de matices regionalistas e intimistas. Claudia Lars podría haber sacado mucho provecho al difundir su trabajo durante sus viajes, pero no desde la línea de las novelas de consumo. Lo considero desde la publicación de la gran literatura. Sin embargo, pese al desinterés sistemático de los gobiernos conservadores de El Salvador por impulsar los talentos nacionales, como la introspección que la poetisa tuvo al dedicarse más a elaborar su verso y no tanto a esparcirlo por Latinoamérica, no se le resta la calidad literaria que alcanzó como escritora. ¿Habría conseguido renombre internacional si hubiese ostentado un cargo de embajadora, cónsul o cualquier otra distinción diplomática? Más de alguno habría pensado que Lars cedía su arte a los intereses del sistema gubernamental salvadoreño. Como quiera que fuese, el problema está en plantear nuevas formas de dar a conocer la literatura salvadoreña fuera de las fronteras de este pequeño país, revisando la historia para mejorar las acciones que se podrían implementar en el futuro. Admiro profundamente a cada uno de los talentos de quienes he hablado –especialmente Claudia-, conozco sus escritos, sus biografías y su herencia para las nuevas generaciones de escritores de hoy. Lo que más deseo es impulsar una nueva visión, a través de la literatura, de este país que muchas veces destaca sólo por aspectos negativos. ¿Será alguna estrategia de algún sistema de dominación el remarcar los defectos de El Salvador y no sus fortalezas? Su nombre original es Cuscatlán, que en lengua náhuat significa “tierra de joyas y preseas”. Las letras de El Salvador custodian estas joyas de mujeres y hombres que luchan por hacer un mejor país, por combatir el desinterés en potenciar la cultura, el pensamiento. Por dar a conocer las cualidades que como nación se poseen, pero que no terminan de cohesionar a la población. La respuesta yace en reencontrarnos con nuestras raíces más profundas, tanto históricas como sociales y literarias. Claudia Lars ya hizo su parte. Sus Romances del Norte y del Sur, sus Estrellas en el Pozo, su Escuela de Pájaros, su Tierra de Infancia, son sólo algunos de sus legados que, aunque no consiguieron llegar a muchos más latinoamericanos fuera del pulgarcito de América, permanecen alumbrándonos el camino para continuar luchando por demostrar que sí, que El Salvador es más que un territorio diminuto.


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El Tetris de Khan por Rodrigo Ramos Bañados Nota de Rodrigo Ramos Bañados, alusiva a su participación en la jornada de fomento a la lectura en Arica Más Alla de las letras, obra de Cinosargo, MAL y Taller de comic Engranaje, con su infaltable tour de force por la casa del maestro Khan. Publicado en Escritores desde el límite Dudé entre cinco rubias de pezones como grano de choclo, adheridas con cola fría una sobre otra en el vidrio de una vieja vitrina para guardar loza y algún avión de modelismo -un Vulcan camuflado-, y el clásico Citroën DS de la Mecánica Popular. También había diarios y cervezas sobre el hule; al frente una tele que después supimos se controlaba sola sobre unas cajas y un mapamundi sin brillo sobre un pared. Sin embargo me quedé con la foto de Citroën DS que introducía al artículo sobre los autos más hermosos del mundo. Recordé a Jean Paul Belmondo manejando una de aquellas joyas. Cine de la nueva ola aunque nada en especial. Década del 60. -Interesante revista- me dijo Kahn, cuando reapareció por el pasillo. A los dos segundos volvió a desaparecer. Luego la puerta cerrada y la apertura de un segunda puerta. Fantasmal. Escuché que el baño estaba al otro lado. Nos separaban cajas, diarios, papeles y una muralla de madera. Igual escuché. Reapareció olor a perfume. Eran alrededor de las 21 horas, comenzaba el noticiero. Nuevamente opté por la Mecánica Popular, antes que la bulla futbolera. Faltaban dos días para que Chile jugara las clasificatorias con Venezuela. Otra vez la puerta y Kahn hacia la cocina con la mano en el estómago. Con la voz algo carrasposa, dijo que se demoraban demasiado. Luego se ubicó en la puerta de su casa. Ellos habían ido a comprar cervezas y vinos. Aquello fue como a las 20.30 horas. Luego escuché a Kahn conversando. Hablaba sobre un grupo de metal y unos carteles distribuidos por el centro de Arica. Quizás era un pensionista o un vecino. Parecía joven. Según los poetas vivía solo. Estaba solo. Una hermana o algo así. La soledad era evidente cuado el dedo se teñía gris al hacer un dibujo sobre los vidrios de la vitrina o por la cajas acopiadas por todos lados sin ningún orden. Las cajas. Algunas obstaculizaban los accesos. Imaginé una bodega. Algo relacionado con el matute. Algo de Tacna que estaba de paso por Arica. No sé. Más de dos metros de altura alcanzaban las enredaderas de cajas en el patio. Y la planta iba a continuar creciendo sin ningún orden como la vegetación sobre una ciudad perdida al oriente de Asia. Imaginé también un juego de Tetris. El patio desde arriba podía parecer un juego de Tetris. En vez de bloques, cajas. El espacio libre era de los amigos o los poetas que lo visitaban. Coordenadas (poesía de Rodolfo Kahn)


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Para jugar a develar la propuesta que se alínea detrás de la pieza inencontrable resta este término carente de sentido como una ofrenda que simula un linaje que sorprende a un hallador inveterado en esta partida que se juega desde siempre Kahn es de los que no se hacer ver. Irradia cierta fragilidad. Silencioso. Le calculan más de 60 años. Llegó de Santiago después de 1973, cuentan. El mito se alimenta de diversas historias. Una llamativa: que vio el ataque a La Moneda desde su oficina. Dicen los poetas que descubrir a Kahn fue como hallar el eslabón perdido en Arica. Antes habíamos abordado un bus rumbo a la Universidad de Tarapacá, junto al también poeta Rodrigo Rojas Terán. Luego fuimos público de un coloquio de escritores. Después otra charla. Luego los poetas decidieron ir donde Kahn. Dirección obligada, dijeron. Kahn me entrega un libro azul, pesado. Heptadárica es un registro de la pulsaridad y la respiración de Vertizonte, comunidad poética de Arica. El libro es de 2002. En la quinta página aparece un dibujo azul de la casa de Kahn, denominado “Toporamica Uno (paisaje metafísico)”. Chiara decúbito doral sobre la gran mesa Del ágape yace (extracto del poema El Resplandor) Las cajas contienen el registro de Kahn, según ellos. Tal vez no contengan nada. Tal vez otra cosa. Si fueran papeles serían de diferentes tipos, todos marcados. El significado puede ser una fecha, un número, un par de palabras, dibujos eróticos, noticias del diario marcadas o una boleta rayada. Las cajas de Kahn son su memoria. No son aptas para pirómanos. Esa noche una poema se le había perdido y era casi imposible hallarlo. Kahn dijo que primero había que hallar el mapa en la colección de las Mecánicas Popular. Eran sietes cajas con revistas, detrás de otras siete cajas.


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Papeles Inesperados - Julio Cortázar por Rocío Flores

Papeles esperados debería nombrarse a este conjunto de textos encontrados en una vieja cómoda por la primer esposa del escritor argentino Julio Cortázar. La idea romántica de los textos inéditos, el encontronazo que lógicamente deviene en mercado. Para aquéllos incautos del trabajo del argentino podría ser una manera de acercarse a su trabajo, para otros error rotundo, su obra no está contenida en este libro. Dudo tremendamente de las publicaciones post mortem, aunque en éste caso me motivó la profunda estima que me une a la obra Cortázar, o digamos al Cronopio vivaz de la literatura. El libro llega casi a las quinientas páginas, se divide en tres partes: PROSAS, compendio de historias sueltas, desde Un tal Lucas, Libro de Manuel, pasando por Momentos, Amigos y Fondos de cajón. Ideas para enganchar al lector, esas Historias de Cronopios y de Famas que siempre logran saltar carcajadas, aventones y manías. De Libro de Manuel, se recoje un texto que aunado al conjunto del mencionado, adhiere un poco menos a la historia. Los rastros sueltos de Un Tal Lucas es de lo más rescatable de este compendio a destiempo. Donde Lucas adquiere afinidades hospital, amigos entrometidos, cigarrillos y discos de Jazz, siempre tras la disfrutable paradoja de los eventos. Los Momentos y Circunstancias de la primera parte son como signos sueltos, que más vale si hubiesen permanecido en su cajón. En la segunda parte y la más larga del libro, ha de verse inmiscuído ese fervor por lo políticamente correcto de escritores de la talla del nuestro: Cuba, el Che, Latinoamérica, Estados Unidos, socialistas, comunistas, capitalistas y todo ese entrecejo tan caduco que aún molesta a generaciones posteriores. Digamos, datos históricos de una izquierda justificada. Y ese deseo de pertenencia que impulsó a Cortázar a fijar su residencia en París, creando desde ahí una parte importantísima de toda la obra Latinoamericana. Esas preguntas realizadas por imprudentes sobre la identidad del escritor, respuestas bárbaramente adecuadas en Rayuela, definidas al momento de leer al cuentista, o las salpicaduras de la misma novela plagada de apasionada indiferencia, múltiples circunstancias que rodean a un aguerrido protagonista, el escritor dando patadas de emoción existencial y creatividad a flote. Sus textos políticos salen sobrando, más de la mitad del libro en estos asuntos cansa y disgusta a quienes simplemente disfrutamos al Cortázar Cronopio y fugaz, la libertad París, del lado de aquí-allá. Hay quien aún le reclama el exilio, qué se le puede reclamar a quien escribió los cuentos más delicadamente escritos; amante del Jazz, los gatos, los viajes. El libro Los Autonautas de la Cosmopista es mencionado en sólo un par de ocasiones, obra de valía contra-reloj, cuando Carol Dunlop ya no estaba a su lado, el compromiso por rendirle tributo a su amada. Páginas maravillosas de viajes parqueadero. La tercera parte reúne varios de sus poemas, aunque Cortázar poeta lo era mejor cuando la poesía se le daba describiendo los altibajos de una calle, las instrucciones precisas para subir una escalera, o de cómo la tos de una mujer alemana, llegó a colarse en la grabación de un disco de música de cámara, implicando envoltura gente. El mejor Cortázar está en sus libros de cuentos, pues la poesía le quedó grande, el cuento a la medida, y la novela en mangas de camisa. Papeles Inesperados, un libro para lectores leales, se recomienda siempre y cuando no se tenga empacho en saltar algunas de sus páginas. Rocío Flores, nace y vive en la ciudad de Tijuana, B.C., Méx. Tiene 32 años y su oficio es la Literatura... http://rocioflores.wordpress.com para más información.


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PRONTUARIO Texto y fotografías por Wilfredo Carrizales

A Algún David encontrará la forma de expresión perfecta. (Recordará con nostalgia la época de su pubertad con la virtud o la religiosidad malogradas). En la edad de merecer mujer galante se pondrá de cara al edicto que tratará de modificar su ignorancia. Pensará: si me duplico, ¿me cortejarán a dúo? ¿O simplemente la dureza de mi cualidad me salvará del rincón de los olvidos? David en peligro de volverse un endriago. Estrangulado por el deber y la devoción hacia su madre frenética, débil mental, influenciada por las esdrújulas de su convento de pacotilla. David sacando cuentas en el contramarco de la buhardilla, sopesando sus angustias por no poder encontrar la fórmula que lo conduzca hasta la bivalencia de la bisoñez. (El termómetro descendió y se ubicó en la raya que le produce asco al otoño). Hay unos carbones en el ambiente que él no reconoce ni por asomo. La obra que lo detalla lo perfila para las actuaciones de provincia. David propiamente aletargado en el fuego negro que no cobra confianza. David vuelto un chasco, un pájaro de poca monta, un sujeto donde el zapato aprieta y no existe salvoconducto. Todas las maneras se le avienen como sintagmas en penitencia, como sinopsis de una inflamación del alma que no se expone. Humor sin sentido el de David, ya de por sí opacado por el tedio y el mal vivir a la sombra de sus complejos. ¿Llegará David (a pesar de la suma de parámetros verbales) a resolver el crucigrama que el expositor preparó para él? ¿Se reunirá con la lluvia en la tarde que no se precisa? ¿Mejorará su prognosis, su cadencia de mandíbula, su fiebre en el ocaso del viento?


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B Belén no se llama. Sería meterse en un gran lío. Su belleza es la obra musical de una olvidada castidad. Auto de fe cuando se desanda la memoria y no se siente repulsa al volver a percibir las manos callosas en el acto de acariciar las nalgas en la exégesis madura. Angelada mujer que seculariza la existencia. Ella se funde en la electricidad de la noche y con suprema claridad revierte los sábados en goces. Azula los niveles, las argamasas, las chimeneas y acierta siempre en las carambolas que tejen las arañas. No cabe en ningún marco, guiña los ojos y con sus uñas señala la dirección del despertar. Belén no se llama, pero a veces lo dudo y enmudezco en el domicilio que se anticipa. Pronto se agotaron las bellotas y el mal de amores continuaba retumbando con su martillo de carne y nervaduras. Los colores se disolvieron con sus buenos instintos. En la espira de los sueños trasudaron emociones y vitalismo que fluyeron hacia un campo abonado. Los residuos del aceite decidieron jugar en plena autonomía y fueron hipérboles en la piel que conglomeraba sus mejores sustancias. Una bicicleta se presta para trasladar las buenas nuevas. Es como un árbol rodante que propicia vida y nos acerca a la playa prometida o al prado donde se aficionan los amantes entre libros y paganas letras. Una bicicleta antigua, recién inventada, con sus pedales de alegoría y sin testamento del dueño. Vehículo que sirva para desarrollar los caminos y empedrar las galerías y dar vueltas y vueltas alrededor de las lecciones y marchar a contrarreloj con una desnuda Belén montada en el manillar.


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C Causa la gorra el abatimiento a un león. El caudillo se da de cabezadas. Ruge, se exaspera y de nada vale su disgusto. No es un león rampante: sus garras se afanan en concursos de moda para lograr un ranking que lo catapulte hasta un circo de fama. La fiera ya ni come, sólo devora visiones. Sobre su pelambre crece la desazón y los tatuajes le pronostican la reticencia y el rey se subsume en su alevosía. Más bien es un león tramposo, un animal en retiro, apocado en lo erróneo, malquisto... Se tensa la situación. ¿Habrá una propiciante víctima? Se levanta la caza. Se formula una teoría sin el auspicio de Darwin. ¿Alguien escarmentará en gorra ajena? Se invita al director del zoológico y el sitio se puebla de ofensas. El león no puede erguirse. Sopetea sus desperfectos. Se le asigna un delito. Consecuencias: la docilidad se ampara bajo flores de plástico; de los ojos del león brotan espurias lágrimas; la derrota produce un resuello de guiñapo; las fechorías no se espantan e incrementan los abusos; se mutila la libertad de bostezar. ¿No será mejor hacer mutis por la fosa? ¡Silencio! El ex-rey de la selva prepara su catalejo y su catafalco. Dejémosle morir con sus contradicciones a cuestas. A todas éstas, sería de universal interés la filmación de un cortometraje que recoja el conflicto irresoluto del león (Panthera leo; pariente lejano del rugiente de la Metro) y la gorra de marras. Buenos guionistas sobran. También generosos productores, inteligentes directores... Al león se le puede dar cuerda para que no se lesione y pintarlo de amarillo de semáforos para que luzca de nuevo fiero y cumpla lo que prometa. El éxito de taquilla está garantizado si se incluyen algunos perros y se les otorga patente de corso. (Mientras rumiamos y elucubramos, la sombra de una fragata ingresa al plató. Viene a por nosotros. Con las velas hinchadas, la tripulación fantasma se mueve de babor a estribor y el capitán consulta su cuaderno de bitácora y subraya nuestros nombres para la cena de esta noche).


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D Discutible. Hasta llegar al acaloramiento. Que si la hoja seca no debe pegarse a la madera con cinta adhesiva, sino con una pinza o un broche parecido al que sujeta cierta ropa interior femenina. Que si la hoja seca escogida tuvo que haber sido de álamo y no de arce porque esto nos acerca a los canadienses y tal asunto está mal visto. Que la hoja seca debió aplanarse antes de colgarla para que se realzaran mejor las nervaduras y los hilillos y los retazos de tierra e insectos. ¡La exclamación de fastidio, indefectible, necesaria, consecuentemente va a romper los cristales y torcer las patas de la mesa! El interruptor de la lámpara se tornea y de su posición vertical pasa a una vacilante. Temo que el cortacircuitos se dañe por exceso de oscilación. Mas nada puedo hacer. Me he quedado solo, a merced de los ademanes paranoicos de mi espejo. Tomo un portaminas y trazo algunas líneas que me sirvan de orientación. Apuro la taza de café con brandy y me empleo a fondo en la resolución del enigma que me ocupa. (La voz de Edith Piaf me ubica “Sous le ciel de Paris” y me aleja de la bruma que con obstinación devora la poca luz del día de hoy. Mi ojo es un obturador que le saca provecho a su victoria contra el tiempo. Doy palmadas y me fumo la mitad de un habano que un anticastrista dejó en el cenicero). La minúscula bicicleta antigua remontó las alturas y se posicionó en un lugar envidiable. Allí aguardará al próximo bufón para que la conduzca hasta los mataderos del arte y le abra todos los postigos que llevan a la retaguardia de los salones y a la fama póstuma de errancias y desaciertos.


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E Enmienda, no. Nada se enmohecerá. Todo el material está sumamente agradecido. ¿Dónde están los vicios o los defectos? En la maraña se pueden enredar los peces que así lo quieran. Yo soy un escribidor con tachas y me compenso e indemnizo con unas cuantas botellas de vino de dos orejas. Es la designación de los tintes lo que desvirga la rosa roja y seca de los encantos. El silencio se reduce a una mesa manchada, donde alguna musa hizo sentir su vuelo de mosca puta. Por la salud de los monólogos, me pregunto, ¿cómo estará el enemigo del vacío? ¿Su recuerdo será pólvora salvadora? El rompimiento satisface cuando de continuo va precedido del ronroneo de los pinceles. ¡Quia! El ocio, con su mandíbula de mamífero, no se aquieta como la estatua de carbón y esclerosis. Quienquiera que haya sido estacionario fácil le resulta comprobarlo. A la vuelta del rincón, una oreja se moja bajo el mapa de los grifos. Del grosor de las texturas se logra un ¡ojalá! para la ventana por donde sobresalen los hombros. Lo negruzco se repite en las manos y el oro y la plata aporreada, a la luz del farol, se lustran para llegar a ser tónicos de la sabrosura. El lúpulo vino después, en vasos de dudoso ritual, y los viejos papeles se insertaron para ser inservibles. Mi alma se asentó en su cántaro. El corcho se durmió en su axila y la fe se separó, consustancial, de la anestesia que la curtía. De siempre, techo abajo, el canon tipifica el trabajo de las envolturas en la fragilidad de las horas. Al margen del oficio de máculas germina una paleta que es consecuencia del corazón. En precario el agua se duerme con el hollín del realojo. Un demonio sabio cata el extracto y en la saturación de lo sucio se transfunde al interior de la zafra y no queda yerto.


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LA CHILENIDAD DE NUESTRA EMBAJADA EN PERU por José G. Martínez Fernández.

Si tiene la mala suerte de perder su cartera en Lima –con documentos y dinero incluidos- prepárese a vivir una odisea en la enorme urbe que es la capital peruana. Allí la Embajada de Chile es –para sus compatriotas- un gran elefante blanco. Esto aconteció allí con una chilena. Sucedió exactamente el 25 de agosto reciente a una señora que llegó a Lima en un bus Ave Fénix, procedente de Trujillo. Una chilena, con radicación en Arica. Dejó olvidada su cartera en el asiento tres o cuatro del nivel superior del bus. Cuando advirtió su ausencia subió apresuradamente allí. Ella era una de las últimas en bajarse, así que esperaba tener suerte… Pero no. La cartera no estaba. Cuando manifestó ello al chofer del bus éste le dijo que dos mujeres habían subido después porque se les había quedado una chaqueta y dio cierta fisonomía de las mujeres… Pues bien, la señora le manifestó que existía una filmación de todos los pasajeros (en la mayoría de las ciudades peruanas se filma a los pasajeros, ante el temor de acciones delictuales contra ellos) y que allí él podía identificar a las señaladas. De inmediato el chofer manifestó que no se acordaba de ellas. Es decir: cambió su anterior versión. En la cartera iban todos los documentos, otros objetos y recuerdos personales y poco dinero en soles y dólares…lo suficiente para sobrevivir unos días en Perú. Sin documentos y sin plata, la señora debió enfrentarse a la enorme urbe que es Lima. Lo primero que debió hacer es ir hasta una delegación policial a poner una denuncia por la pérdida de los documentos. En ese lugar le indicaron que debía ir a la Embajada de Chile en Lima. Ésta está ubicada en el barrio residencial de San Isidro, exactamente en la avenida Javier Prado Oeste. Es una magnífica construcción. Como casi todas las Embajadas. Allí presentó ella su problema. La embajada tomó cuenta de lo sucedido y ayudó en ello, mas la señora no tenía un peso para su sobrevivencia en Lima: alojamiento, comida, pasajes y el costo de los papeles… Allí –entonces- surge la pregunta: ¿Cómo es posible que la Embajada de Chile en Perú no cuente con un ítem para solucionar estos problemas? No se trata de regalarle a la persona el dinero. Se podía prestarle. Ella es jubilada y, a mitad de cada mes, recibe su sueldo. Entonces ella hubiera pagado. Pero no. La Embajada de Chile en Lima es un edificio blanco, inasequible, inhumano. Así es que usted, amigo y amiga, que vaya a Lima ya sabe que con la Embajada de su país apenas puede contar para algunos asuntos básicos. Si tiene la mala fortuna de perder dinero y documentos y no tener quien lo saque del apuro es casi seguro que se convierta en mendigo por unos días en un país extraño, aunque un país hermano. Por suerte la señora tuvo a mano a quien pudo pasarle dinero. Ese se lo facilité yo, porque la señora es mi tía Isabel Bernardina Hurtado. Pero...¿qué hubiera pasado con una persona que si hubiera quedado sin documentos y sin ningún peso y quien no hubiera pudido recurrir a nadie? Debo dejar en claro que en ambos países (Chile y Perú) muchos se portaron como perfectas personas, menos nuestra Embajada en Lima.


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Poema Cuadratura. (Texto Completo) por Daniel Rojas Pachas. Publicado en GrisAzul, Editorial Dragostea 2009 - Recopilación de Literatura sobre el viaje. Creo en mi corazón, en que el gusano no ha de morder, pues mellará a la muerte; creo en mi corazón, el reclinado en el pecho de Dios terrible y fuerte. (Gabriela Mistral – Creo en mi corazón.) como nómades flexibles poblando un desierto de ambigüedades estas –siluetas– carreteras sin destino, puntos de fuga aparte / ramifican la arborescencia del tiempo… (((un millón))) miles de kilómetros desasidos y las planicies… temblorosos signos graves - han gravado a (((miles))) un millón de hombres, mujeres y niños en la cuadratura lineal. fisurando un horizonte viajero trashumante (((in))) completo… de nuestra nariz mutilando a-cero las errancias y a los costados; como inmemoriales pasajeros …caminantes torturan su apagada historia. Estos espaciales vagabundos DISUELTOS como tantos desangrados con gotero… escriben la huella maniática de tu sonrisa; y entre juegos nocturnos … de una fosa asustada que mira / mira con usura la irrefractable separación… nos convencemos; pero estás ahí y eso es suficiente con tu acento y tus ojos a medio abrir… aunque el tiempo… perdido por el miedo sea el gran camino… muerdo tu cuello y viajo… viajo por mi propio atardecer.


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bateríasaceite polvo de cielos y baterías en la camanchacaal borde cerebral (((abismos negros))) sinapsisbaterías, ruedaslodo y dos mil seiscientos huérfanos… plegándose a la mudez ruinosa… la palabra dicha, condena la suciausada palabra, esa palabra… performada en su pasovector de simulacros y raíz de alas caídas sin principio; devora en la isla oculta… la isla a medio deformar mamíferos… y ella… infantil a cuestas… con la esperanza sobre ruedas y el fracaso como amuleto… sigue riendo al dibujar la incertidumbre y con paciencia, los caminos de todos parten de un mismo mal sueño del cual no tenemos intención genuina de despertar… es la pesadilla aprendida y preñada. En su labio vamos mascando el fruto de un castrado día sin credo, ni catres donde pasar tanta borrachera mal pagada y (((dudosa)))) la otra esquina de la frontera –allí… nos espera junto a los perdidos – en el delirio del espejo –ellos saludan– sin rostro… LOS NEGADOS AYER!!! y esas fosas hechas un corredor de mentiras; cautivan la mirada entre cada respiro. de trinchera a trinchera… de asfixia a cintura, de comisura a cierre y de cerviz a medula; las risas de tu pasado gimen para cada uno de los pecados con que se puede edificar una casa inamovible…. esos ruidos amatorios, confusos no me pertenecen y se acumulan como otro sopor compartido / y en el cartón de éste pecho a martillar compartimos los mismos rostros, las mismas pisadas, la misma cojera, el mismo titubeo y de vuelta en vuelta se van formando las horas de un mismo cuerpo unitario y dependienteeter organizado en su adicción a la censura que todos alguna vez amaron y que fueron el respeto… HOY. golpes –nuevas pantallas y máscaras– nuevas formas de abrir profundas grietas bajo el cráneo que da figura al mañana mientras las páginas perdidas encuentran un sentido en la opacidad. Un joven bello y algo estúpido, más bien lindo y genial… espera… reflexiona sin sentido y se pregunta “la probabilidad de la ocurrencia” el sin sabor embarga su garganta –él no llega– nadie llama –la cita consigo mismo será evaluada como un éxito precozla tan ansiada respuesta en forma de olvido engulle tus ojos encontrando el tan temido infierno, y sigues recitando al padre de Santa María en su cuarto propio con unos (((ecos))) graciosos que apenas pude comprender en el destello de tu mirada que me cautivo desde esa noche que no se repetirá jamás y que como una profecía oculta de mi dolor gimiente dijo -quizá esta sea la última vez que nos veamos… y así fue… pues nunca respondiste a mis llamados…. a mis correos, quedando invalido de los sentidos por no ver más… y todo –desaparece toda forma y todo color, toda hora y toda decisión en esas fosas que vuelven a cobijar las mismas caras mutiladas con cuencas desnutridas… ellas desaparecen en su marginalidad premeditada anidan el terror y las llamas y –otra vez– persinándome sin fe puedo decir… rogar… “cántame esa canción”


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Tú la sabes y tu cuerpo ha llenado hojas y hojas con una negada capacidad para conspirar en los pliegues de la atrofiada carne Y en ti… todos mastican esa frase que pretendo sin nombre y ante el espejo; y en tus bordes releo los tiempos en blanco, vuelvo a convencerme de que estoy vivo y eso duele demasiado, y otra vez viajo en tu demora… saltar de un párpado a otro forzando a desdibujar la última señal del dolor que otros, muy distintos a ti no suelen atender… pues el sueño, ese sueño, es la irreal conexión y nadie sabrá que decir… ¿tú qué crees? les parece una señal adecuada, una saludable confidencia rehusar el futuro y diálogo. Atada de muelas en su habitación las marcas hacen efecto estaña el suelo que usa de cama y rompe el compás de sus intuiciones… me son ingratas todas las señales… los mismos medios hacen insostenible una lucha perdida… mucho antes, situada en los derroteros, incluso antes de que el tiempo fuera pensado. “El sueño ha terminado” repite la prensa y el vibrato de esa frase en todas las lenguas al unísono, recitadas como un padre nuestro… golpean con crueldad, y me hacen repetir como un androide + mientras veía esos árboles -plantados a la fuerza en el desierto como piezas desaliñadas en un tablero irracionalUna lista caótica de nombres, rasgos desesperados de identidad -un horrible hábito la autoría dijiste cuando nací, para excusar la falta de bautizo: Duchamp, Joyce, De Chirico, Bacon, Desnos, Jarry, Queneau, Rokha, ummmmmmmmm Calderón, Emar, Prevert, Tzara, Marinetti, Genet, Adán, Arrabal, Carrington, ahhhhhhhhhhhh Moro, Pound, Inclán, Beckett, Vallejo, Lihn, Pavese, ehhhhhhhhhhhhh Kafka, Verlaine, Cage, ummmmmmm Bowie, Burroughs, Thomas, Papasquiaro, Perec, el desfile hecho un carnaval enorme, desnudo carnívoro e insultante desayuno… caí en cuenta… las trampas de la memoria, el sueño agrio, madre de todos los esperpentos(…) estaba en casa (…) y tú… estabas dentro mío.


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Viva Arequipa pe!!!!! por

Daniel Rojas Pachas

Como una profecía auto cumplida se llevo a cabo la segunda parte del encuentro binacional de poesía Perú-Chile bajo el título “Reptando” el escenario esta vez fue Arequipa, así que los “ssssshilenos” (((todo es relativo incluso las nacionalidades))), sacamos nuestra visa para poder ingresar a la ciudad blanca y nos montamos en un súper bus imperial Flores que hizo diez mil paradas pero al fin, luego de seis ansiosas horas de viajes… Edgard, (((ecos))) Marjorie (((ecos))), Blue (((ecos))), Milvia (((ecos))), Rodrigo y (((ecos, quien redacta))) Daniel, nos dispusimos de cabeza a una semana entera de poesía en movimiento, amistad, diálogo y admiración hacia la labor que todos los chic@s de Dragostea, Cascahuesos y en general todos los viejos y nuevos amigos que conocimos realizan en su ciudad con gran calidad y humilde espíritu… fácil podríamos perdernos en elogios mil y demás que después nos acusen de comportarnos como un “té de tías” pero bueno correré el riesgo pues basta con referirse a hechos concretos y destacar todo el trabajo que están haciendo para la FIL y la colectiva 09, aún tengo en la cabeza la imagen de Pinky saltando gradas y corriendo de un lado a otro sin parar, Jorgito alegremente estresado por el alumbramiento y arte desplegado en la revista que estrenaran en la Feria, llevando bajo el brazo y camino a “SAGA” lugar típico de la ciudad ohhh… sus libros de Beto Ortiz, ohhh mientras disfrutamos por 3 lucas china (((¿así se dirá?))), un plato típico en el Gavilán ohhhh… (((Es broma perrito te amamos, como diría Maria, con una sonrisa… que mierdas que son)))

…Dentro de las personas especiales que conocimos, un lugar maravilloso tiene en nuestros recuerdos mi hija Maru con quien tuve el enorme placer de leer poesía, aún la veo haciendo el programa de la FIL y el afiche del encuentro en la Alianza Francesa (((verdadera base de operaciones))) siempre con una sonrisa y tiempo para cuidarnos, literalmente ser nuestros cinco sentidos en los Dionisiacos retornos a casa, mostrarnos la ciudad con detalle y las librerías que nos hacían desangrar de alegría e impotencia con tanto buen título dispuesto en las estanterías del Aquelarre junto al tío librero más versado que he conocido… y como olvidar a Robert Baca, maestro, una persona genial llena de poesía IDEO-“GRAMMA”-S y pasión por la literatura, compartimos entre charlas un sino y obsesión hacia Sábato, encontrando los puntos de comunión en ese túnel oscuro por el cual todos transitamos… bueno el abrazo y el cariño, es extensible a Martín, Nicolás Armas, Lilian gran valor, amiga y vecina te adoramos, María y Evelyn geniales llenas de buena onda, muy lindas amigas y el buen tío Kreit, queremos verlos de nuevo en Arica compartiendo su arte y amistad junto a la bella Katsumi al ritmo de Beirut… es difícil abarcar todo y referirme puntualmente a cada uno, Edu alias Caicedo, Arthur, Vallejín y el gran Dick y Arbusto “buena combinación de nombres, imagen con raras connotaciones en todo caso” con ellos pogeamos al ritmo de los Chapillacs, arriesgando vida y extremidades en un mar de saltos y patadas rítmicas y claro las aves raras y su aparición el último día, los tíos oscuros, Juan Zamudio y Cristian Astigueta, la lista es inmensa y la cantidad de cosas que vivimos innumerables, desde los vanos y superficiales Dinosaurios de cerro juli, los cambios de look, uñas vip, stylos, el gavilan que salvo el alicaído bolsillo y estomago, spiderman travestido y el papa Noel verde, las primas fichas, hasta las hostales a lo Silent hill y los hosteleros charros llamados Gregory o los stoner psicodélicos, las camas duras o muy blandas, los electroshocks al bajar de un auto o darse una ducha, los labios partidos y el hostil clima para unos pobres costeros del desierto y los viajes en combi, katana punk, la disco zoom y la fuga histórica que se realizo, el Miller y las clases express de marxismo en el skater park, el trago que parecía kriptonita liquida camino a donde fuese a terminar la noche y los tenores, la plaza de armas, los asaltos a las librerías, los miles de gringos vestidos como si fueran parte de Survivor, y los proyectos en común, Dragosargo o Cinostea… contamos los segundos para volver a verlos sabiendo que no hay frontera ni fractura en realidad… las despedidas siempre son una mierda… por eso decimos hasta siempre…


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JOSE CAMPUS


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La feria de un miserable (Recuento de la feria del libro Bogotá 2009) Luis Cermeño A mi lado dos muchachos hablan sobre Nietzsche. Al frente mío una mujer se mueve como una estúpida siguiendo la música invisible de sus audífonos. No soporto verla. No soporto oírlos. Tengo que hacerme de espalda a ella para no verla. Tengo que conectarme a mis propios audífonos para no oírlos. Espero a mi padre en un café de la Feria del Libro. No sé qué lo atrae de las ferias. Todo el mundo luce como recién despierto, entonces se ha despertado de súbito un repentino interés por lo que concierne al libro. La gente se esmera en lucir ridículamente intelectual y los intelectuales ridículos se esmeran en lucirse. Nada puede ser más odioso. Pero mi viejo es feliz, entre toda esta mierda se le puede ver apaciguado. Puedo ver la calle desde los cristales transparentes del café. Una madre pobre come apurada una sopa, sostiene en su pierna a un bebé medio inconciente en su melancolía del infinito. A veces le pasa una cucharada al pequeño y él la recibe de mala gana, como se vive cuando se es recién nacido. Miro el reloj y reniego la demora del viejo. Trato de imaginarlo joven pero la imaginación nunca ha sido lo mío. Soy doctora de la unidad de cuidados intensivos de pacientes siquiátricos. La verdad es que si fuera doctora de UCI de pacientes siquiáticos cuidaría de mi padre. Él me lo ha reprochado en más de una ocasión: si hubieras sido doctora de UCI te harías cargo de mí, como te corresponde; o: si hubieras sido enfermera me hubieras acostado cada noche con un beso en la frente, como te corresponde. Hace mucho que no escucho los reproches de mi padre, por otra parte porque tampoco se los toma en serio. ¿Pero se habrá tomado en serio algo alguna vez en la vida? A mí por lo menos no, eso es claro. Tal vez esa sea la razón por la cual no pueda imaginarlo siquiera en su papel de padre joven. Esa puede ser posiblemente la razón por la que en mi mente no quepa verlo, a él, joven y pobre, sosteniéndome en sus piernas, conmigo medio inconciente y llena de una melancolía abismal, por ese infinito del que extraño las alas, llenándome la boquita desdentada de sopa de pollo, tragando él también esa misma sopa, como un padre joven y pobre. Espero a mi viejo mientras tomo un tinto en la Feria del Libro y coqueteo con un joven seductor que está al frente mío, sosteniendo un libro de lujo de William Acosta, con la pierna cruzada y un cigarro entre sus dedos. Cuando mi padre lo vea se dará cuenta de su belleza, le inflingirá una mirada de desdén llena de vanidosa envidia y proferirá algún insulto contra el libro que se encuentra leyendo. Eso será todo por ahora. Hace una semana cumplí dos años de viejo. Desde que la ciencia médica ha curado el mal de la vejez y la enfermedad, soy de los pocos viejos que quedan. No de edad, lo debo aclarar. Incluso mis padres, mis profesores, mis autores, mis mayores, incluso todos lucen más jóvenes que yo. Este mundo nuevo me enferma. No fueron pocos los que se resistieron a la intervención contra edad y sin embargo no quedan más viejos que los que se pueden ver tomando el sol en los pabellones de siquiatría de las ciudades. Para mí nunca ha sido algo completamente ajeno lo de ser anciano. Cuando era niño ya me comportaba y me sentía como tal. Mis compañeros jugaban al fútbol, se enamoraban, se golpeaban, jugaban hasta empapar su ropa del podrido estanco de su sudor. En la adolescencia los futuros sementales y rameras se desprendían de sus sacos y zapatos en el resplandeciente sol de una naturaleza emancipada. En mí se cernía un pesado sentido de la seriedad que arruinaba cualquier ánimo de espontaneidad. Una seriedad que no me había impuesto a sabiendas, tan severa como un juez personal que siempre estaba al tanto de mis movimientos, mis actos, con sus ojos inflexibles y reprochadores, al tanto de mis mayores actos de estupidez para señalarme y decirme: “¿lo ves? no has demostrado otra cosa que ser un tarado”.


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Pronto supe que había envejecido antes de tiempo, y ahora que la sagrada ciencia ha logrado combatir el mal de la enfermedad soy de los pocos viejos que aún caminan sobre el mundo. La vejez no era más que una enfermedad degenerativa del cuerpo producto de la escasa segregación de una proteína en un período determinado de la vida, alrededor de los 25 años. Ramón Weil fue el primer canalla que afirmó que la muerte no era natural como mal se había creído por siempre. Abrió la posibilidad del perfecto mediocre inmortal, aquel al que no sólo le bastaba arruinar el planeta, arruinar las otras especies, atentar las tradiciones, darle la espalda a Dios, arrodillarse al poder político, ahora tenía que ser inmortal para hacer de su grosera existencia inmunda un dolor de cabeza imperecedero. Debió haberse tratado de algo en la atmósfera. Algún complot del gobierno de la Organización Mundial de la Salud en su afán de combatir todo germen de senectud en el globo. Lo cierto es que de algún modo el propósito filántropo de las instituciones por la vida debió haber fallado conmigo y con otros cientos de asmáticos. Lo cierto es que se llaman peyorativamente a estos resguardos de locos Pabellones de enfermedades respiratorias aún cuando todo el mundo sabe que se tratan de unidades de cuidados intensivos para pacientes siquiátricos. Esa pequeña fracción de humanidad que se resistió a rejuvenecerse o perpetuar sus días en la belleza de los días primaverales. Somos el último eslabón de invierno en medio de una fulgurante humanidad que sostiene su perfil al porvenir del horizonte tecnológico.

Él dice “viudo” aún cuando viudo no es. Se llama “viudo” porque se considera viudo. A raíz de la separación con mi madre, a la que llamó “Vikinga”, se dio por viudo, mortificándose cada vez que por obligación, es decir por mí, debió verse con ella, y como después me confesó, a una edad muy temprana para mi desgracia, sentía que estar frente a ella era tener al frente un sepulcro que no se contenía el reclamarle sus cenizas. Fui la primera en ver rejuvenecer a Caro, mi madre, al frente de las playas de Boca Canoa. Disfrutábamos las vacaciones, yo leía mis revistas de historias fantásticas y ella apreciaba el mar desde el balcón del hotel. Concentrada como me encontraba no pude evitar el escucharla suspirar a las estrellas. Levanté la cara de la revista para bromear y preguntarle por quién suspiraba tanto, cuando la vi, más hermosa que nunca, radiante, como un oso polar que destripa a un marinero, así era su blancura, parecía apenas un poco mayor que yo, era una nueva Carito, al principio me asusté y quise gritar, pero ella, tocándose emocionada el rostro, se me acercó, me abrazó y me dijo: “Comprendes? El mundo me ha dado una nueva oportunidad” y las dos nos echamos a llorar. Soy un hombre viejo, enfermo, cansino y amargado. Un viudo. A veces sueño con los labios de una señorita de ojos verdes. El aire exterior y el azul del cielo me hieren profundamente. Todo el día, desde primera hora, estrujando esta tristeza; a veces pega como un martillazo en la cabeza; otras veces solamente al acecho. En medio de esta vasta soledad y desamparo, soy conducido a las horas más lánguidas de la muerte. Un desahucio de viudo. Compruebo mi fuerza en estas horas. La mayor parte de los hombres, en mi caso, estarían desmoronados. Yo me fortalezco, a punta de mis poemas tristes, de mis canciones, de ver el mundo como sólo puede hacerlo un hombre viejo. No llegó. Jamás llegó. No sé por qué me sorprende. No sé por qué aún lo logra. No entiendo cómo logra hacerme llorar. Aún hecha y derecha, ¡y desecha en lágrimas!.


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No hay caso en llamarle y reprocharle nada. Siempre encuentra una excusa. Hoy me tomaré una botella de vino, escucharé mi álbum favorito de Soundgarden, fumaré marihuana hasta caer en la inconciencia. Hasta que logre dormir sin proferir su nombre. Hasta que esta humillación tan grande que siento se ahogue en la espesura de la inconciencia que me vio venir al mundo. Me desnudaré y cantaré como una loca estúpida por ahí. La verdad ni siquiera es tan grave. Quería verlo y a él no le importó. No suena tan terrible. Mañana lo llamaré y le diré: estaba allí, ¿te acuerdas de la cita? Habrá un intervalo de pocos segundos. Luego, con su estúpida voz de arrepentimiento, me dirá que lo olvidó. Que una cosa y la otra. Me hace sentir nula. Invisible. Toda la vida uno va ahí tratando de crearse una vida, una manera de reafirmarse en el mundo. Pero para tu padre, la primera persona a la que amaste en la vida, no existes. Ya no le importa nada, a veces dice, también olvidando que estoy ahí, escuchándolo. Esa fue la razón por la que envejeció. Porque no le daba la gana de respirar el aliento de la juventud. No rejuvenecieron los que no sólo no quisieron, sino a lo que no les importaba. Ya no le importa nada, como si alguna vez le hubiera importado algo. Veo la foto que guardo de él y no puedo creer que aquella persona me haga sufrir tanto.


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Narrativa de Amanda Espejo

Llueve. Lento. Dulce e intermitente. Imposible es no recordarte... También llovía la tarde de aquél viernes del otoño pasado. Llovía frío, con olor a invierno. Olía a invierno... llovía frío y golpeado. Lo suficiente para amortiguar el ritmo de mis pasos y el girar de tu puerta. Llovía frío afuera, pero, no en tu cuarto. Los vidrios de tu ventana estaban empañados en contraste con lo de afuera. El frío estaba afuera. Una ola de calor viciado me envolvió al abrir la puerta. Allí estabas. Te veías tan pequeño... tan dramáticamente inofensivo insertado a pelo entre las ancas morenas. Tan desvalido en tu gesto y tu actuar... tus dos manos agarradas de unos hombros despreciativos, indiferentes, y tus caderas guerreras embistiendo una y otra vez el enorme trasero negro. Tu vientre (mi vientre amado), refregándose a destajo: de arriba abajo, de un lado al otro, en semicírculos extraviados por la urgencia de no perder tu erección (eso, lo adivinaba), y de atinar de una vez por todas en la cavidad precisa. Te veías tan pequeño... tan frágil así, de bruces sobre las imponentes nalgas movedizas que, hasta sentí pena. Verte así, ante mi asombro desgarrado, sentirte así, con todos mis sentidos erizados: hozando, gruñendo como un cerdo encelado, gimiendo, retorciéndote de ganas por llegar a... no sé adonde. Sólo de ver tu desesperación chocando contra la pasividad de su entrega, supe que no había por donde. Todo no era más que un cuadro de contrastes: tu cuerpo albo subrayando una piel canela. El rítmico frenesí de tu vientre, contra la inercia indolente. Tus monosílabos apremiantes contra el desprecio tácito. Y tú, mi macho altanero, el que extraía en un dos por tres y sin esfuerzo, un orgasmo tras otro de entre mis piernas... ¿qué pasaba contigo? Estabas allí... jadeante, sudado, vencido, estrellado contra la indiferencia que provocan las diferencias. Y ... es que te veías tan pequeño ensartado (tú, el ensartador) entre uno y otro montículo de la gran puta negra, que... (lo juro) hasta me dio pena, y despacio, cerré la puerta. Olía a invierno aquella tarde del último otoño. La lluvia estaba fría y poco a poco, arrasó con toda la tibieza de mis lágrimas, con el temblor de mi pecho y con el vómito de amor atragantado en mi garganta. Olía a invierno por dentro y fuera, y caminé sola hasta la esquina mientras la lluvia fría congelaba cada centímetro de mi esmirriado y deprimente cuerpo blanco. Amanda Espejo www.lamanchadesdequilcura.blogspot.com Publicado en el número uno de la Revista El Puñal.


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Gripe A: un nuevo caballo de Troya La Organización Mundial de la Salud (OMS), los gobiernos de la mayor parte del mundo, los grandes conglomerados de la comunicación y todo aquel individuo con algún interés hasta ahora desconocido han bombardeado a la opinión pública con mensajes más que preocupantes sobre los efectos de la gripe A, disfrazándola de una amenaza mayor que una simple gripe, hasta llegar a declararla como pandemia antes de que pueda demostrarse sus posibles efectos mortíferos sobre la población mundial. Se han encendido todas las alarmas antes de que pudiera suceder cualquier catástrofe sanitaria, sin un fundamento médico riguroso y racional que ratifique la teoría de una nueva pandemia, mientras se fabrican millones de vacunas para proteger al ser humano. Un argumento que nos puede hacer pensar que existe una mano negra interesada en el alarmismo más notable, que hay intereses económicos y políticos ocultos con el objetivo de enriquecer a grandes industrias farmacéuticas a costa del pandémico terror a la gripe A. El origen de esta enfermedad vírica comenzó según algunos indicios en México a principios de marzo de 2009, cuando se detectó una gripe que derivaba en numerosos problemas respiratorios y afectaba al 60% de la población de La Gloria, Veracruz, México. Poco después se detectan dos casos aislados de los anteriores en los Estados Unidos de América, y en abril se produce la primera muerte por complicaciones respiratorias debidas a ese mismo virus gripal en Oaxaca, México. Se habla entonces de los primeros afectados de la denominada gripe porcina, causada por una variante del Influenzavirus A de origen porcino, subtipo H1N1. Tras las primeras investigaciones y la extensión de los casos en México, Estados Unidos y Canadá, la OMS elevó el nivel de alerta a finales de abril ante una posible epidemia mundial al verificar que el Influenzavirus A se transmite de persona a persona, y además decidió sustituir la equívoca nomenclatura de gripe porcina por gripe A. En junio ya se declaraba el nivel 6 por posible pandemia ante la gravedad de propagación geográfica internacional. No obstante, algunos expertos como el jefe del Departamento de Microbiología del Mount Sinai Hospital de Toronto, el doctor Donald E. Low, creen que está por confirmarse la relación entre el virus de la gripe porcina H1N1 y el de los casos iniciales confirmados en México. En el mes de julio de este mismo año se ratifica la rápida propagación de la enfermedad entre los humanos, el número de casos por países continúa ascendiendo, tanto en el hemisferio norte como en el hemisferio sur. Pero se observa que ese aumento de contagios y muertes en el mes de agosto están muy por debajo de las previsiones negativas auguradas por la OMS, y ello a pesar de que en los países del cono meridional de América, donde ya está finalizando el invierno –época estimada de mayores contagios virales-, se han enfrentado a la gripe A sin los preparativos llevados a cabo por los países del norte y el número de afectados o muertos ha sido muy inferior a los causados por la gripe común. Según las estimaciones, la mortalidad de la gripe A es de entre el 0,2% y 0,8% dependiendo del país, mientras que la mortalidad provocada por la gripe común es del 2,6%. Hasta el día de hoy la OMS ha contabilizado en todo el mundo más de 351.000 infectados confirmados en laboratorio y más de 3.800 muertes ratificadas con origen en esta enfermedad. Los países con mayores víctimas mortales causadas por la gripe A se encuentran en América: Brasil con 819, Estados Unidos con 628, Argentina con 512 y México con 211. Sin embargo, y como ocurre en el caso de la gripe común, el número de contagios aumentará con la bajada de las temperaturas en el hemisferio norte, como ha ocurrido ya en la primera semana de septiembre, cuando el número de infectados ascendió un 25%, pasando de 41,2 casos por 100.000 habitantes a 53,6.


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Todos estos datos avalan la teoría de que la gripe A no está siendo especialmente peligrosa, un virus nuevo que no es más agresivo que el resto de las gripes, sino que es más contagioso, más penetrante en el ser humano. Es decir, afecta a un mayor porcentaje de población por su fácil y rápida forma de contagio, pero no es más virulento que los anteriores. El Influenzavirus A hace descender las defensas de la persona, la cual, si tiene problemas médicos existentes con anterioridad, está desnutrida, falta de vitaminas o es indigente, será más vulnerable a las bacterias que coexisten entre toda población sana o en el medio ambiente. Al igual que le ocurre a los grupos de población denominados de “riesgo”: embarazadas, niños, adolescentes, adultos jóvenes y enfermos crónicos; todos ellos siempre poseen un plus de vulnerabilidad añadido. Son esos agentes patógenos que existen a nuestro alrededor, y no otros nuevos, los que hacen enfermar al individuo, empeorar su estado de salud a causa de otras enfermedades más graves como la neumonía, provocando incluso la muerte. Un informe presentado por el Massachusetts Institute of Technology sobre la respuesta de la OMS a las amenazas de esta pandemia indica que existe un problema de previsión, ya que este organismo sólo tiene en cuenta a la hora de hacer sus planificaciones el peor escenario posible, adoptando medidas que son percibidas como injustificadas y alarmistas. De esta manera, se está exagerando el problema con la complicidad de los grandes grupos de comunicación, y así se siembra un terror infundado entre la opinión pública antes de que pueda suceder cualquier problema grave de salud, un terror que no obedece a la supuesta gravedad de la enfermedad, sino a intereses económicos de grandes industrias farmacéuticas y de parte de la clase política que utilizan el libre mercado para sus propios intereses creados. Esta actitud alarmista genera un efecto de bola de nieve entre la población, que reclama a sus gobiernos la necesidad de actuar, de tomar medidas preventivas que se traducen en contratos millonarios con la industria farmacéutica para la fabricación de vacunas como el Oseltamivir, medicamento que es de muy dudosa eficacia para la gripe A y apenas alivia algunos síntomas de la gripe común según los profesionales médicos. La vacuna Oseltamivir, que se comercializa en la actualidad con el nombre de Tamiflu y Tazamir, se creó para combatir en principio la gripe aviar por la farmacéutica estadounidense Gilead Sciences Inc., de la cual es accionista y fue presidente entre 1997 y 2001 Donald Henry Rumsfeld, Ex - Secretario de Defensa de los Estados Unidos, el mismo que en la guerra de Irak dio la orden para experimentar con armas biológicas, ántrax y anís estrellado –que, coincidencias de la vida, es uno de los principales componentes del Oseltamivir. En 1996 la patente para la producción mundial del 90% de este fármaco se vendió a la multinacional farmacéutica suiza Hoffmann-La Roche –más conocida como laboratorios Roche-. A partir de ese año Roche mercantilizó en todo el mundo Oseltamivir bajo el nombre de Tamiflu, un medicamento que pasó de 254 millones de dólares en ventas estimadas en el año 2004 a más de mil millones de dólares en beneficios estimados en el año 2005, justo cuando se combatía la gripe aviar. En esta jugada capitalista la empresa Gilead Sciences Inc. se reservaba un beneficio del 22% de las ventas netas anuales del mencionado medicamento. Una operación que multiplicó el precio de sus acciones, que pasaron de un aumento anual del 59% en el momento de la venta del fármaco a un 600% a principios del año 2001. En ese momento, los beneficios del señor Donald Rumsfeld eran ya de cinco millones de dólares, y en 2004 pasaron a más de veinticinco millones netos. Una jugada económica maestra.


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En octubre de 2005 la farmacéutica Roche decidió otorgar la licencia de producción y distribución a otras compañías farmacéuticas como Novartis AG, GlaxoSmithKline Plc. o la propia Gilead Sciences Inc. para la fabricación del Oseltamivir. Esta “indulgencia” por parte de los laboratorios Roche no obedece a una decisión propia, sino a las presiones de numerosas instituciones y gobiernos internacionales que solicitaban el desbloqueo para la producción y distribución del Tamiflu en todo el mundo, además de la creación de un fármaco genérico más barato para radicar la gripe aviar. Esta última demanda no fue posible ante la negativa de Roche. En Estados Unidos, el entonces presidente George W. Bush, pidió en el mes de noviembre de 2005 la cantidad de 7.100 millones de dólares al Congreso para tomar medidas preventivas contra la gripe aviar, ante el riesgo de que hasta dos millones de estadounidenses pudieran morir a causa de la enfermedad. Se declaraba entonces una falsa pandemia que nunca tuvo lugar, ya que desde 2003 hasta el 31 de agosto de 2009, tan sólo se han producido 262 muertes por gripe aviar en todo el mundo, ninguna en Estados Unidos. De este montante económico, 2.800 millones de dólares se destinaron a la elaboración y compra de veinte millones de dosis de la vacuna Tamiflu, que fabricó la empresa farmacéutica estadounidense Gilead Sciences Inc. tras llegar a un acuerdo de comercialización con la multinacional suiza Roche. No fue la única medida del presidente Bush, que pidió también una ley al Congreso para proteger a las farmacéuticas ante posibles denuncias por parte de los usuarios, evitando nuevas demandas contra estas empresas por resultados negativos. Cuando los efectos del Influenzavirus A fueron declarados por la OMS como pandemia en junio de 2009, los poderes político-económicos estadounidenses cercanos a George W. Bush y Donald Henry Rumsfeld se lanzaron a confirmar la eficacia del antiviral humano Tamiflu como fármaco preventivo de la gripe A, como solución de una pandemia que aún hoy no se ha desatado. Se repite entonces la misma ficción que en el caso de la gripe aviar: un alarmismo injustificado entre la opinión pública que potencian poderes ocultos tras instituciones sanitarias de carácter internacional, un brote vírico de dudosa procedencia que muchos apuntan a su origen artificial y una demanda de vacunas creada por poderes económicos residentes en las grandes empresas farmacéuticas para satisfacer la necesidad emocional de la población mundial. Sería prudente entonces que las conjeturas tan pesimistas de la OMS sobre los efectos del virus de la gripe A frenaran de una vez, que se analizara con realismo la situación clínica existente hasta el instante presente, aquella misma que aconseja no declarar los efectos del Influenzavirus A como pandemia por el momento. Tan sólo debería clasificarse como epidemia mundial una remota posibilidad de que el virus mutara o interactuara con otros como el virus de la gripe estacional o el de la gripe aviar, y se pudiera hacer más peligroso. Un híbrido que combinara el poder letal del virus H5N1 de la gripe aviar y la capacidad de propagación del virus H1N1 de la gripe A podría calificarse entonces de pandemia, para la cual ya no resultaría efectiva la actual vacuna Tamiflu, sujeto activo de este terror epidemiológico. Pero no olvidemos que estas posibilidades de mutación o combinación son remotas, ya que el virus se ha estabilizado según apuntan la mayoría de los expertos médicos y coinciden con el argumento esgrimido por las organizaciones internacionales.


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Además, este caprichoso alarmismo puede forjar una auténtica saturación en las urgencias de los servicios sanitarios públicos de muchos países este invierno en el cono norte, que degeneraría en la consiguiente desatención de otros problemas sanitarios más importantes –enfermedades graves, accidentes, etcétera-, los cuales requieren plena atención de los profesionales de la medicina. Un colapso sanitario que se complicaría en aquellos sistemas de salud precarios o que se encuentran a la deriva por dejadez del gobierno de turno. Por todo ello, se debe promover entre la población mundial una actitud más serena y tranquila para enfrentarse a la gripe A o a cualquier otra supuesta pandemia del mismo calado. Ésta es una responsabilidad de los medios de comunicación, que deben difundir una información menos dramática y más racional, de los dirigentes políticos y de las instituciones públicas, a los que corresponden una mayor responsabilidad en la planificación y gestión de los sistemas nacionales de salud, y por último, a las instituciones internacionales como la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Organización Panamericana de la Salud (OPS) o los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC), los cuales tendrían que albergar dispositivos más eficaces para el control sanitario, un sistema cruzado de información entre las distintas instituciones y, ante todo, un mecanismo que les permita una total independencia económica, comercial y política. Óliver Yuste


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UN NUEVO PINOCHET por Arturo Ruiz

Lamento interumpir nuevamente la serie LA CRISIS DE OCCIDENTE con un tema algo más contingente: envié la siguiente carta a El Mercurio en la madrugada del martes 15 de Septiembre y tamibién al periódico El Ciudadano, al momento de pulicarla en mi blog no sé qué suerte habrá tenido en tales medios. …que castiga la iniquidad de los padres en los hijos y en los hijos de los hijos hasta la tercera y cuarta generación… Éxodo 34: 7 No es que sea cristiano como para creer algo como eso. Como buen agnóstico y librepensador moderno –o sea, pasado de moda, porque la moda es ser posmoderno –yo espero que los hombres nazcan libres e iguales en dignidad y derechos, aunque sepa que no es así todavía. Con todo, no le reprocharía a alguien los pecados de sus ancestros a no ser que los asumiera como actos heroicos, que usara tales iniquidades como trofeos y que fueran su imagen corporativa en una campaña a diputado. Tal es el caso de Rodrigo García Pinochet, quien se presenta como candidato a diputado por Santiago en el distrito 23. Voy a ponerme un tanto relativista moral como un ejercicio a lo Descartes porque no lo soy y voy a suponer que es legítimo que los militares se tomen el poder sirviendo a una oligarquía que ha saboteado un gobierno constitucionalmente electo. Con esa petición arbitraria de principios, me pregunto cómo se justifica la tortura y la desaparición de la gente por sus ideas, por su mero modo de pensar, como quiso explicar sin éxito Carlos Larraín, cuando la presidenta osó compararse con Ana Frank, siendo que a ella la torturaron siendo mayor de edad y por sus opciones políticas… además de que tuvo la osadía de sobrevivir. Por un momento voy a aceptar, como mero ejercicio, que eso fue necesario por alguna razón que no se me ocurre en este ni en ningún momento. Voy a tratar de asumir que todo aquello hizo de Chile un país mejor, con una salud y una previsión privadas que aseguran prácticamente la miseria de muchas personas para beneficio de unas pocas y voy a tratar de pensar que eso es bueno, porque cada vez menos cosas pertenecen a todos los chilenos y se apropian de ellas unos pocos, pero tal vez mi escasa preparación económica no me permita entender como ello puede ser beneficioso para todos en el largo plazo… espero sobrevivir para verlo. Pero no puedo entender –ni como mero ejercicio –por qué al comandante en jefe del ejército hubo que pagarle una comisión para que comprara unos tanques gastados, tampoco alcanza a mi comprensión a dilucidar cómo surgieron esas misteriosas cuentas en el banco Riggs, ni tampoco alcanzo a comprender cómo es que si ese dinero es bien habido, fue necesario que apareciera un señor “Daniel López”.


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No creo que las culpas de los padres deban, como dije, recaer sobre los hijos. También yo soy hijo de un oficial del ejército de la Dictadura pero, a diferencia de don Rodrigo, no fui dotado de talento para las ingenierías, sino con una modesta aptitud para la Filosofía y las letras, y quise ser dirigente político de un sector que en un momento dado ya no podía seguir representándome… yo no sabía que había muerto esa cantidad de gente, yo creía que eso que se decía era una mentira y cuando se supo que no fue así simplemente opté por el ostracismo político, porque creí tener ciertos deberes de lealtad y me asumí como un pensador “apolítico”. Pero ningún pensamiento es realmente apolítico. Aquello que aparece como apolítico es en realidad de derecha, porque es una forma de conformidad con la situación política tal como está y no existían lo intelectuales de derecha, o más bien, para serlo había que creer en un dios harto improbable –y Opus Dei –y en una serie valores morales que a mí no me parecen sino prejuicios, como que el aborto es un crimen penalizable incluso cuando es terapéutico, que el matrimonio sólo puede ser entre un hombre y una mujer y que un grupo de células sin sistema nervioso tiene un alma. No. Yo pensé y renegué de los errores de mis ancestros. Puedo perdonarlos, asumir que fueron de buena fe en un momento dado de la historia de este país, pero no puedo decir que no fueron errores. No he escuchado a ningún Pinochet pedir perdón. Antes se muestran orgullosos de su legado de terror y muerte y no pueden representar sino un autoritarismo que está totalmente fuera de lugar en una sociedad moderna y más aún en una posmoderna. Rodrigo ahora se queja de que los cómplices de su abuelo le vuelven la espalda porque ellos quieren limpiarse la sangre que les salpica por haber apoyado la Dictadura. Los comprendo plenamente, a mí también me salpicó la sangre y no es grato; a mí también me han exigido que pida perdón por crímenes que no cometí y tal vez deba hacerlo, pero en ningún momento me he enorgullecido del pasado dictatorial, no desde que los hechos salieron a la luz. Si alguna vez lo saco a relucir, es porque ha surgido como acusación en boca de otras personas y si aparece en la superficie quiero que se sepa que ese pasado no me representa y que no quiero tener nada que ver con eso. YO NO SOY UN FASCISTA y no acepto la herencia de esa historia ni de ese pensamiento y lo digo bien claro porque quien calla otorga. Por ello, independientemente de las cuitas de este señor con la UDI, quiero invitarlo a que se purifique y a decirle que él no tiene que aceptar el legado de su abuelo. Porque ese orgullo, a estas alturas le hace un cómplice irredimible de todas esas muertes, de todos esos abusos y de todos esos robos, coimas y todo lo demás. Tal vez sea necesaria realmente la alternancia y no tenemos sino a los conservadores para ello, tal vez deba acostumbrarme a verles en el gobierno y escucharles hablar en contra de la marihuana, pero aceptar que digan que el tabaco –una sustancia mucho más adictiva –es un producto legítimo; tal vez deba ver como intentan privatizar el propio Estado, pero no estoy dispuesto a ver como el autoritarismo se vanagloria de su “gesta heroica” y reaparece a quitarme la libertad de decir que no estoy de acuerdo con el pensamiento de los conservadores. Por eso espero que don Rodrigo pierda y que caiga en el más profundo de los olvidos… sin desearle mal, porque no creo en ese versículo de Éxodo y porque sé lo difícil que asumir que gran parte de lo que uno creyó en su vida fue una mentira. Tal vez le convenga más el olvido.


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