OpenMic | Solsticio Paradiso | Dic 2019

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Solsticio Paradiso

Diciembre 20 2019


Solsticio Paradiso

Diciembre 20 2019

Escritor@s  Noraida Malugin Soto  Abigail Burgos  José Luis Cortés  Javier Insurgente Velázquez  Claudia Pascual  Astrid Guerra  Emilia Elizabeth Chamba Vargas  Daniel Pommers  H. J. Leonard

Con motivo del año nuevo. — Todavía vivo, todavía pienso: tengo que seguir viviendo, porque tengo que seguir pensando. Sum, ergo cogito: cogito, ergo sum. Hoy en día todo el mundo se permite expresar su deseo y su más querido pensamiento; pues bien, también yo quiero decir lo que hoy desearía para mí mismo y que fue el pensamiento que primero corrió este año por mi corazón — ¡un pensamiento que será para mí fundamento, aval y dulzura de toda la vida ulterior! Quiero aprender cada vez más a ver lo necesario de las cosas como bello — así seré uno de los que hacen bellas las cosas. Amor fati: ¡sea éste a partir de ahora mi amor! No quiero hacerle la guerra a lo feo. No quiero acusar, no quiero acusar ni siquiera a los acusadores. ¡Mirar a otro lado, que esa sea mi única negación! Y, en general y en definitiva: ¡quiero, algún día, ser un recitador que sólo dice sí! —Friedrich W. Nietzsche | La gaya ciencia


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Diciembre 20 2019

Noraida Malugin Soto

Apuntes para un sueño de otoño Desperté y la nube lo cubría todo. Mi cuerpo bañado en vapor de tierra. La habitación desnuda se llenaba de ecos. El silencio cargaba versos en sus brazos. Los pájaros permanecían inmóviles en sus nidos. Un grito moría lanzándose al vacío. La mañana se enredó en mis cabellos. Posó sus labios tibios en mi cuello vaporoso. Clavó dientes y uñas en lugares secretos. Una sonrisa se escapaba despacio. La lluvia golpeaba la ventana Al compás de los cuerpos.


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El ruido de las trinitarias El ruido de las trinitarias no cesaba la noche que partiste. La muerte también es un poema que se escribe con el lápiz del olvido. Los sonidos de tu cuerpo aún vivo se deslizan despiadadamente por el colchón. Tus manos levantadas como en oración para recibirme en tu abrazo. El duelo es un amigo que te escupe la cara sonriendo. Tu voz vibrante repite un rezo más por escucharte que por clamor al divino. La vida te calla de golpe y llega el temblor disfrazado de descanso eterno. Mis dedos cansados de tanto llorarte, aprietan el papel. Se ahoga mi risa en el desierto de la noche. Cierro mis párpados para invocarte, me arropa tu calor vestido de franela. Te quitas las botas manchadas, para cubrirte los pies con la ofrenda de mis versos.

Breve historia de luz La luz se cuela por la ventana cerrada. El caos irrumpe sigiloso por los huecos infinitos de las superficies. Camina sin pies por el piso frío, que huele a humo. Siente el fuego vacío que le lame las piernas. Se acuesta sobre la cama desnuda, la cama y la luz. Se abre la puerta. La luna se esconde tras las almohadas. Despierta y erguida despide a la luna con una sonrisa. Viento, la mañana, el mañana y los después. La luz se despide de la cama desvestida. El caos le toma la mano. Vuelan, caminan o se elevan. Se repiten.


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Diciembre 20 2019

Abigail Burgos Aquí Aquí me veo, En el mismo camino Dando el rodeo, Creyendo que la ruta va a cambiar. No, no va a cambiar, Es lo mismo, de una forma u otra. Quizás sea un vicio, Quizás uno no quiere terminarlo, Por más que uno trate. Por que a uno solo le gusta un porciento, Un fragmento de luz, Una pequeñez. El resto es el vacío Que no se llena, Que no se lúbrica con estímulos, si no con engaños. Esos ricos y deliciosos engaños que uno mismo se provoca. Como meter el tenedor en el interruptor de enchufes, Sabes que hay peligro, que estás destinado a una sensación Distrofiada, un zap para acomodar tu cerebro. Como los locos en el Capestrano. Zap zip zup Una fuerza que agarra tu brazo y te obliga a soltar el tenedor. Con los mocos por fuera del llanto invadido, Miro el tenedor, prendiendo una papita, un pollo, un duby o como le llames. Soy un culo apretado sin poder soltar mis flatulentos olores al mundo. Aquí atrapada en el círculo que he creado, Cómo las tómbolas, las picas de caballitos, el bingo de tu abuela. Así en el eterno eterno. Soy un ser masoquista, sin frenos, con deseos de autodestruirme para luego Resucitar a lo “llizus”, Quiero salvarme, excomulgarme, Tragar agua bendita y quemarme lento, Bien rico, sentada en sofá, cogiendo fuego por los ojos, 24/7 lleno de canales, Se me prenden como diablo en noche de santeria, Mientras que los gallos de cuello rojo, Me mojan en rubies, dilatando mis arterias, Abriendo camino en la histeria de volver al empezar. Aquí me veo.


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José Luis Cortés Préñame Acho, si le cuento, ¡no me lo va a creer! Llevo tres días de party, me metí en un hookup site, pero de… de gays. Yo bien tecato, lo que quería era TINA. Crystal Meth. A todos les preguntaba, "¿fumas? ¿fumas?" Si no, ni te me acerques, pensaba yo. Lo que quería era drogas y sexo, en ese orden, no importa con quién. Nunca he pagado por ella. Esta vez puse que era positivo. Y top. La reacción fue sorprendente, la cantidad de gente que respondió me deseaba enfermizamente, me convertí en un objeto con valor añadido, high o no, querían lo mismo: mi virus. Querían estar seguro que no me estuviese tomando las meds, claro, porque querían que los preñara con mi AIDS baby.

“Préñame, préñame, préñame”. De momento, me conecto con este Adonis. Lo quería a él como él quería mi toxic load. Fue tan enfático en saber que estaba indetectable que le mentí y le dije lo que él quería oír.

“No, no tomo meds”. Hasta me inventé una carga viral súper alta. Inmediatamente me envió su localización y me dijo que íbamos a fumar. Tenía TINA, y estaba riquísimo. Con la anticipación, comencé a temblar, me tiritaban los dientes, una cosa incontrolable, perdía control del cuerpo, creía que hasta el taxista podía oír mis dientes chocando uno contra el otro. Sólo me calmé al darme el primer pipazo.


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Javier Insurgente Velázquez Mi propio altar Susurrando pensamientos furtivos, me acuesto con el ruido del día, que cobija la nostalgia que gobierna mi espíritu, la amargura que vive en la mirada, las semanas en que perdía la razón, los momentos en que mandaba la ambición. Y soñaré con los párpados abiertos en la esperanza de que regrese la emoción, en la armonía del amor, en el alivio del perdón. Con la limpieza, pureza que crece un corazón, con la melodía y tranquilidad del viento, vuelo lento hacia mi altar. Todavía Todavía siento tus piernas temblando alrededor de mi cintura, y mi mirada conectada con la tuya, además de una química que penetra en mis labios, cuando tocan los tuyos bajo la luna. El volcán de la vida La vida es un volcán de emociones, inmerso en situaciones, colores y horrores que rodean las sensaciones. Bendiciones, temores, dolores, pasiones, se transforman en llanto, sonrisas y manifestaciones. La hostilidad nos sigue el paso robando los corazones.

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Diciembre 20 2019

Claudia Pascual

Té de morfina Té de morfina, por mi sangre con jeringa, para vivir con risa, para morir sin prisa. Una mano perla negra, nudillos rígidos como peñas, sus anillos crean cordilleras, brilla la cima con oro y gemas turquesas. Y entre sus dedos como cigarrillos quemando, descansa la aguja; el temor y el deseo goteando,

y mi piel rompe y bebe como hacía antes, hasta ver volar mariposas de sangre, hasta ver risas, rosas y tus ojos morados. Tu sangre se arrastra sobre la mía, mariposas, rosas y risas, jadeando, tu lengua alcanza la mía, mañana es un ayer que soñaba. Té de morfina por mis venas vuela como golondrina, para matar el tiempo de mis memorias, para vivir soñando con el amor que me hacías.


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Diciembre 20 2019

Dame un beso Dame un beso, llévame al cielo, hasta escuchar el eco, del goteo de nuestros pechos, romper las estrellas de hielo. Dame un beso, nademos, hasta oscilar sin oxígeno, y sentir bailar nuestros cuerpos, embriagados por sal y amaretto. Dame un beso, llévame al infierno, hasta relamer el veneno, de nuestras lenguas en fuego, por el frío maldito de este invierno. Pensando en musarañas Pensando en musarañas brinqué al tope de una montaña sin rocas ni plantas ni aves ni iguanas.

creando hilos de biso, algodón rosada meneando sus gotas de agua resbalando al margen de nada esperando la caída liviana.

Había una charca, dónde el viento me hablaba. Su brisa, como dedos tocaba las olas rígidas como las cuerdas de una guitarra, compuso una melodía que solo yo me sabía sin conocimiento de las letras que producía.

Brotaron de gotas salpicadas orquídeas blancas con pecas moradas suspendidas en el aire persistieron girando como hilanderos de viento pétalo persiguiendo pétalo amatistas ardiendo entre el cielo y el suelo.

Al ritmo crudo, las nubes vibraban como azúcar rebotando en plata

Ya no pienso en pajaritos preñados bajo el árbol, me raspo en madrigueras duermen las musarañas.


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Diciembre 20 2019

Astrid Guerra Poeta Cuéntame poeta a qué hora regresan las horas a qué hora se calla el silencio a qué hora regresa la luz cuéntame poeta dónde estarás cuando empiece tu vida cuando lleguen las palabras cuando se acabe el dolor cuéntame poeta quién se llevó tu pluma esa que tienes en la mano cuéntame por quién esperan tus versos poetas por quién.


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Diarios Llueve esta tarde mientras te leo Alejandra me pregunto cuántas lluvias aliviaron tus angustias cuántos libros cuántas letras serán suficientes para calmar las mías me miro en tu espejo mi Proust mi Huidobro mi Vallejo mi Cortázar mi (Octavio) Paz eres tú como tuyos fueron ellos algún día ansiabas una novela sin saber que lo eras sabías tu voz fluían tus versos papel delirio pluma cantante verbo color travieso ingenio terca ansiedad mientras la lluvia vuelve a caer. Homenaje a Alejandra Pizarnik

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Diciembre 20 2019

Emilia Elizabeth Chamba Vargas Muros La distancia puede ser enorme a pesar de que estés junto a alguien. Me sentía lejana estando sentada con él en el mismo sitio, tenía ya la suficiente experiencia para entender que es posible estar al lado de otro ser, oírlo y tocarlo, y no obstante, estar separado por murallas insalvables. En reiteradas ocasiones, él preguntaba cuando salíamos al lugar en donde nos encontramos por primera vez..., -"¿en qué piensas?"- Porque la mirada que sostenía, era desorientada, casi vacía como anhelando rememorar el primer día. Le respondía -"nada"-, pero esa respuesta significaba "todo". "Imaginar cosas maravillosas" -me decía a mí misma- , ¿el amor era algo maravilloso acaso? Para la palabra amor tenía un término en particular y era catástrofe, un descarrilamiento de emociones, sensaciones. Percibía el insignificante espacio que trascendía entre él y yo. Aún éramos jóvenes, pero la vida pasaba apresuradamente por nuestros rostros y pensamientos, desquebrajando cada infinidad de sueños que poseíamos. Cuándo se es niño, los días trascurren despacio, los años corren con mayor lentitud y todo parece posible, extendiendo el camino hasta llegar al horizonte. Pero justo ahora los años se acercaban sobre mis sienes, corrían con creciente rapidez hacia el ocaso. A cada instante me cuestionaba si era realmente feliz... -"sí, lo fui"-. ¡Que feliz fui aquella tarde! La felicidad se componía por momentos, por pedazos: apreciándola, sintiéndola y viviéndola a veces. Tal vez el tiempo que viví y fui feliz en aquél lugar no volvería, a pesar de voltear mi cabeza y echar un vistazo al pasado, no podría ser como era antes. Los sentimientos deteriorados no se podrían volver a restaurar o construir para seguir junto a él. No existía aquél milagro de amarlo nuevamente, como lo amé antes, en su calidad inicial. Los muros permanecían allí, sentados uno cerca del otro formando una lejanía extenuante.


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Daniel Pommers Canción Negra Estos muertos viajan en mí abrigándose con peste y salivas baladí; así de repentinamente somos lo majestuoso. y antes de que las moscas se apropien de nuestro país, el nudo de los diablos regresará sonriendo a la mesa. lo aterrador es resignarse al Bouillon extranjero. según me fue ordenado por el emperador negro el ángel insondable, el enamorado, el pájaro avieso, el disciplinado para limpiarse en el tumor de las guerras: de los malignos que reventaban nuestros ríos al amanecer de las manos jinchas y temblorosas que se hicieron gobierno en el manglar, a espalda de las vírgenes y en las orejas, nacía una canción negra de difuntos negros y su secreto; una armonía para protegerse de los ejércitos, de los inquinos. mientras moríamos en arenas caracol y éramos gusanos en la comida de Tchaka, las lenguas negras y su concierto resistieron los años. así escaparon de toda ofensiva de las bestiales fosas de los imperios.

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Elemento de Sueño Me acomodo en ti Abres tus ojos Tu boca, tu olor De tanto soñarte siento alegría Rápido escapo, sin miedo me desnudo Eres mía, soy tuyo Como algunos años se han ido contigo Ya tengo músculos de intuición Y te encuentro en la cama A veces siento que regreso a ti Que eres tú quién me sueña Vienes con el ayuno // vienes a la misma hora Somos amantes, somos algo en lo perverso Ojalá y tú seas quien me sueñe // búscame, tú, ¡búscame! Si algún día regresas, llega con vida y, desnúdate, como siempre Regresa, mientras, construiré un laberinto en esta habitación Así olvidaremos que hay demasiada vida fuera de mi cama.

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H. J. Leonard La chica de cortos rizos Con genial sonrisa me mira la chica de cortos rizos mientras escribo estas palabras. Allá en aquel incómodo cubículo, rodeada de llaves y documentos de viajeros ambulantes que pretenden una larga estadía en este trópico que promete un paraíso pero no los medios para alcanzarlo, allá, la chica de cortos rizos enrola tabaco con la última estirpe de una fusión entre Grandaddy Purple y Blue Dream. Me invita al techo de aquel viejo edificio a catar el transporte que la llevará a pensar en una mejor vida lejos de las quejas de extranjeros que han chocado con la realidad del tercer mundo. Tras tres intentos fallidos su Zippo enciende la llama que comienza la reacción química que promete tres horas de interminable pavera.

Sus blancos dedos se enredan con los míos mientras me pasa el spliff, simple acción que confirma mi sospecha y premedita una advertencia. El turno de hoy promete.


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Diciembre 20 2019

La Ascendencia En la 54 de ese callejón olvidado en el tiempo, los mejores días de mi niñez advertí. Recuerdo la ametralladora automática que añoro aparezca en los escombros del techo derribado donde descansaba el viejo telescopio. Recuerdo el revólver mi tía abuela deciá “eso no sirve, es para asustar nada más”. Pero el presentimiento de que luego de la vandalización de aquel templo de mi infancia, aquella vieja pistola ha dado muerte a uno que otro sicario en las parcelas del campo aledaño, es tan real como el olor a pimientos frescos que aun resguardo en mi memoria cada vez que la nostalgia me invade y decido refrescarla con una visita a aquella caída fachada. Allí se decía que en mi familia sus mujeres eran de casta noble catalana, fogosas amantes que aprendieron a amasar pequeñas fortunas que perdían en la lujuria culpa de amores no correspondidos o justificados antes los ojos de Dios. El pueblo comentaba a espaldas de las desgracias, recordaba mi abuela.

“Por ahí viene Miss Ramírez, con cartera nueva y pintalabio fresco. Ha bajado del tren de San Juan con paso turbio a la Berreteaga” decían los chismosos con caneca en mano. A lo que mi bisabuela gritaba sin que le titubiaran los dientes aquella tarde de 1943: “Antes puta que sumisa, pues este chocho es mío y le debe cuentas solo a Dios”.


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