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SESIÓN 29. “La tolerancia” LOS CUERVOS. Por tomar alcohol adulterado los cangrejos negros quedaron ciegos. Treparon a un árbol hasta la copa y vino un viento fuerte y se los llevó por los aires. Fue cuando nacieron los cuervos. (Microcuentos de Lobito)
El salón blanco donde el Maestro Aruna daba charlas sobre LA VIDA COMO ES, estaba repleto de estudiantes de último grado de bachillerato del colegio José Eusebio Caro. El director del curso pidió al Maestro Aruna tratar el tema de la Tolerancia.
Profesor: Maestro, hemos venido con el propósito de que usted de luces a los estudiantes sobre el valor de la Tolerancia en el desarrollo interno y el crecimiento espiritual ya que estamos viviendo una época de completa intolerancia por parte de grandes y chicos. Pareciera que la paciencia se hubiera evaporado del medio ambiente social. Maestro Aruna. Más que evaporarse parece que se globalizó, igual que ha sucedido con la corrupción. Tolerancia es el grado de aceptación frente a un elemento contrario a una regla moral. Es el respeto a las ideas, creencias o prácticas de los demás cuando son diferentes o contrarias a las propias. Es la actitud que una persona tiene respecto a aquello que es diferente de sus valores. Es la capacidad de escuchar y aceptar a los demás, comprendiendo el valor de las distintas formas de entender la vida. Es tratar a los demás como quieres que a ti te traten. Si uno no se tolera así mismo menos puede tolerar a los demás. Tolerancia es igualmente respetar y aceptar la existencia de otras formas de vida, creencias e ideas, o aun la no creencia en ninguna religión. La tolerancia es la capacidad de conceder la misma importancia a la forma de ser, de pensar y de vivir de los demás que a nuestra propia manera de ser, de pensar y de vivir. Estudiantes. No podría relatar cuentos o anécdotas que tengan que ver con la tolerancia Maestro Aruna. Por supuesto. En la antigua China se ponía énfasis en practicar la tolerancia. Una persona destacada de la sociedad humana puede alcanzar un muy alto reino mediante la tolerancia. En la vida moderna, a la gente le es difícil evitar ser humillada, amenazada, difamada, criticada o envidiada por otros. El cómo uno trata con la humillación depende del nivel de virtud de cada uno. Todos tienen su propio nivel de
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virtud. Según los registros históricos chinos, FuBi, un famoso oficial de la Dinastía Song, tenía un magnífico nivel de tolerancia, incluso cuando era joven. Cuando la gente lo insultaba, él hacía oídos sordos y ponía toda su atención en hacer su trabajo. Era como si él no hubiese escuchado nada. Así fue que una vez, una persona muy furiosa lo insultó, aunque no tenía razón para hacerlo. La gente a su lado le dijo, “¡Te está insultando!” FuBi sonrió cálidamente y respondió, “Me temo que él está insultando a otra persona”. La gente a su lado le dijo de nuevo, “Él está diciendo tu nombre”. FuBi respondió, “Hay muchas personas con el mismo nombre en este mundo. No se refiere necesariamente a mí”. Cuando escuchó esta respuesta, la persona sintió vergüenza y dejó de insultarlo. Si FuBi hubiera respondido a los insultos con más insultos, la situación hubiera empeorado o incluso hubieran empezado a golpearse. Con una mente calma, hizo que la ira de la persona se desvaneciera y logró que la situación se resolviera con compasión. La gente que puede aguantar y tolerar a otros debe tener una gran cualidad moral. Si uno no puede aguantar a otros, uno carece de tolerancia. Lo más difícil en este mundo humano es soportar la humillación en cualquier situación. Hay una historia sobre el Buda. Había una persona que lo envidiaba e insultaba. Pero el Buda estaba perfectamente calmo y mantuvo el silencio. Cuando finalmente la persona terminó de insultarlo, el Buda le preguntó con una sonrisa: “Amigo mío, si una persona da algo a otra persona y esa persona se rehúsa a aceptarlo, entonces, ¿de quién es esa cosa?” Esa persona respondió bruscamente: “Por supuesto, pertenece al que lo da.” El buda le dijo, “Correcto. Me has estado insultando hasta ahora. Si no acepto tus insultos, entonces, ¿quién los recibirá?” Al escuchar las sabias y compasivas preguntas del Buda, la persona se quedó callada y ya no se atrevió más a insultarlo. Profesor. Maestro: ¿El carácter moral tiene mucho que ver con la tolerancia? Maestro Aruna, Así es. Cuando uno cultiva la tolerancia, uno adquirirá un carácter noble. Si uno no contraataca cuando es maldecido o golpeado, la cualidad moral de uno naturalmente se eleva. En tiempos antiguos, había un hombre joven de mal temperamento, y fue al templo de la Gran Virtud a ver al monje Yi Xiu. El joven le dijo “Maestro, yo asumí en mi mente que de ahora en adelante no pelearé con nadie, ni física ni verbalmente. Incluso si alguien escupe en mi cara, me pasaré un paño en silencio y no discutiré con él”. El monje Yi Xiu sonrió y dijo, “Eso es muy bueno, ¿pero qué tal si dejas que la escupida se seque en tu cara?” Al momento de escuchar eso al hombre joven le surgió despecho y dijo, “Está pidiendo demasiado. Semejante insulto de ser escupido y me está pidiendo que deje que la escupida se seque en mi cara. ¡No soy así de tolerante!” Yi Xiu sacudió su cabeza y dijo, “¡Eso no es tan difícil de hacer! Si no tienes ningún problema con alguien, y todavía te escupe en la cara, entonces él no es más que una mosca ordinaria. Una mosca es un insecto, y no tiene la habilidad de razonar. Esta no actúa de forma racional, no importa cuánto la regañes, ¡no serviría de nada! Si tal hombre mosca te escupe, no será un insulto. De este modo, ¿por qué deberías enojarte?” Luego de escuchar esto el joven preguntó “¿Y si me da un puñetazo?” el monje Yi Xiu dijo, “Trátalo de la misma manera”. Sorpresivamente el joven golpeó al monje en su calva cabeza, y lo miró como si nada hubiera pasado. El joven preguntó, “¿Qué tal eso? lo he golpeado, ¿está enojado?” El monje Yi Xiu alegremente le dijo “Já, mi cabeza es dura como una roca. Me pegaste tan fuerte, ¿no te duele la mano?” El joven vio que al monje incluso no se le asomaba ni una pizca de enojo, por tal tolerancia, permanecía sin ningún disimulo con una gracia y desenfado extremo. El joven hombre estaba tan avergonzado que se quedó sin habla. El muchacho entendió en ese instante que la mente amplia y generosa y el noble carácter del monje
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Yi Xiu estaba muy lejos de lo que el podría alcanzar. Al tratar con la humillación, pocas personas son capaces de mantener una mente imperturbable como Fu Bi, Yi Xiu y Buda. Si razonamos calmadamente, nos daremos cuenta de que no es inteligente tratar estas cosas con el “ojo por ojo” y devolver el insulto. Si uno enfrenta el insulto con una cálida sonrisa y responde con una voz calmada, uno ciertamente tendrá la tolerancia de los sabios y naturalmente desarrollará un noble carácter. Estudiantes. Si comprendemos que nuestras creencias y costumbres no son ni mejores ni peores que las de otras personas, sino simplemente distintas, estaremos respetando a los demás. Y como usted dice que todo son conceptos, finalmente estamos enfrentando los conceptos del otro con los conceptos nuestros. El ego del otro queriendo imponerse sobre nuestro ego. Maestro Aruna. Así es. Nos peleamos por conceptos. Por imponer nuestros conceptos a los demás. No es preciso compartir una opinión para ser capaz de considerarla tan válida como cualquier otra. Lo que hace falta es tratar de ponerse en el lugar de los demás. Desde cada perspectiva, las cosas se perciben de una manera distinta. Por eso, analizar en grupo una situación, escuchando la opinión de cada miembro del mismo, nos permite valorarla mejor. Compartir las diferencias nos enriquece. Algunas veces, a lo largo de la historia se pueden ver ejemplos de personas cuyas formas de actuar nacen precisamente de la falta de respeto hacia los demás. Dejar pasar actitudes desconsideradas e injustas es una manera indirecta de no respetar a quien las sufre. Por eso, ser tolerante es también definirse, dar un paso al frente, hacer una opción por la justicia y la paz. Estudiantes. ¿Nos podría aclarar eso de la tolerancia social, la indiferencia, la indulgencia, el respeto y lo qué no es tolerancia? Maestro Aruna. La tolerancia social es la capacidad de aceptación de una persona a otra que no es capaz de soportar a alguien o a un grupo ante lo que no es similar a sus valores o las normas establecidas por la sociedad. Es el respeto a las ideas, creencias o prácticas de los demás cuando son diferentes o contrarias a las propias. Es la actitud que una persona tiene respecto a aquello que es diferente de sus valores. Es la capacidad de escuchar y aceptar a los demás, comprendiendo el valor de las distintas formas de entender la vida. Tolerancia no es hacer concesiones, pero tampoco es indiferencia. Para ser tolerante es necesario conocer al otro. Es el respeto mutuo mediante el entendimiento mutuo. Según ciertas teorías el miedo y la ignorancia son las raíces que causan la intolerancia y sus patrones pueden imprimirse en la psique humana desde muy temprana edad. Por ello, se podría decir que la tolerancia es el respeto mutuo, incluso, cuando el entendimiento mutuo no existe A menudo se tiende a asimilar la tolerancia a unas nociones, que aunque cercanas en algunos puntos, se revelan fundamentalmente diferentes. La tolerancia se ejerce cuando un individuo tiene la autoridad o el poder de prohibir o suspender una acción que considere indeseable o molesta y no lo hace, sino que deja actuar. La indiferencia es no sentir ni placer ni dolor, frente a lo que se percibe. No es en absoluto necesaria la tolerancia frente a cosas por las cuales no se siente emoción alguna. Por ejemplo, una persona para quien las cuestiones religiosas no son una preocupación, no puede ser calificada de tolerante en materia religiosa. La indulgencia va más allá de la tolerancia, pues es una disposición a la bondad, a la clemencia, una facilidad de perdonar, mientras que la tolerancia puede ser condescendiente. La indulgencia es la capacidad que tiene el individuo de pasar por alto una acción que considera es nociva. El respeto supone que se comprenda y comparta los
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valores de una persona o de una idea cuya autoridad o valor actúa sobre nosotros. A través del respeto, juzgamos favorablemente algo o a alguien; por el contrario, a través de la tolerancia, intentamos soportar algo o alguien independientemente del juicio que le asignamos: podemos odiar aquello que toleramos. Además para poder respetar a los demás, tiene que primero respetarse uno mismo. Estudiantes. Maestro, díganoslo más familiarmente, es decir, visto en la vida cotidiana y como practicarla. Maestro Aruna. Una vez iba con un amigo en un bus que estaba repleto de pasajeros y la incomodidad era total pues empujaban a cada instante, estornudaban sin reparo, malos olores, niños llorando a moco tendido, etc., y mi amigo, que estaba enseñado a andar en su carro, se molestó y se puso de mal genio. Yo me quedé mirándole y,, con tono serio en mi voz, la dije. “¡Mira, Henry sin no eres capaz de tolerar esta situación por unos minutos mientras nos bajamos en el próximo paradero, definitivamente cuando la vida te presente verdaderas situaciones de tolerancia y paciencia como lo son las enfermedades vas a sufrir mucho!” El hombre se quedó mirándome y en un acto de rápida reflexión dijo “Tienes razón, uno es muy quejetas por todo”. Tolerar las malas situaciones, los momentos difíciles, sin culpar a nadie, es un excelente ejercicio para fortalecer la tolerancia. Ustedes en el colegio, a veces, tienen que tolerar las chanzas y las bromas de sus amigos, también tolerar a un profesor malgeniado, a un directivo injusto, etc. En esas situaciones si las saben tolerar la ganancia es en un gran desarrollo interno, un verdadero crecimiento espiritual y el forjamiento de un carácter noble y amistoso con todos. Estudiantes. Dénos una guía práctica para desarrollar una buena tolerancia. Maestro Aruna. Cuando respondemos a los insultos con más insultos sólo nos estamos igualando a la persona que nos insulta. Y de una vez tiren a la basura la tonta idea de querer cambiar a los demás. Si nos aceptamos como Dios nos diseñó y se aceptamos a los demás como Dios los hizo, es camino directo a la tolerancia total. Profesor. ¡Ya escucharon, muchachos. Tienen que aceptarme como soy: impaciente y malgeniado! Ante el apunte del profesor los estudiantes explotaron en una sonora carcajada y la charla finalizó cuando los escolares se pudieron de pie y abrazaron al viejo maestro de filosofía.
Alfonso Lobo Amaya