Tres épocas, un canto

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Palabras liminares Mi coterráneo Gerardo Carrascal Santiago me sorprende gratamente al solicitarme unas palabras liminares para este poemario, y yo, concediéndome arbitrariamente licencia que no sé si agraden al peticionario, aprovecho la oportunidad para referirme al linaje del autor, y algo a su obra, pues prefiero que sea el lector quien haga el escrutinio de la obra. Otros coterráneos han escrito profusamente sobre Gerardo Carrascal Santiago, es el caso de Alfredo Barriga Ibáñez, quien, en 2002, publicó el libro “Personalidades artísticas, culturales y científicas del Norte de Santander”, donde incluyó una extensa y bien documentada semblanza biográfica del autor de esta obra que hoy la Corporación ‘José María Estévez presenta al público. En la capital de nuestro departamento Norte de Santander es frecuente escuchar que la Provincia de Ocaña, y, en especial, Convención, es tierra de escritores,


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poetas, pintores y músicos. Y no les falta razón, pues hemos dado pruebas de que tenemos fuertes inclinaciones hacía las artes y todas estas manifestaciones culturales. La Casa de la Cultura, de Convención, que inició labores en la fecha del Sesquicentenario de la erección en parroquia de lo que hoy conocemos sencillamente como Convención –noviembre 6 de 1979-, ha sido orientada a cultivar el talento musical de nuestros paisanos, y de verdad que ha tenido éxitos extraordinarios tanto en la Provincia amada como a nivel nacional. Los escritores y poetas convencionistas han tenido su refugio en las aulas escolares, al lado de sus profesores de Español y Literatura. Allá, en las salas del antiguo Colegio Nacional de Bachillerato ‘Guillermo Quintero Calderón’, hoy Institución Educativa con la misma denominación, y tomando como referencia las últimas tres décadas del siglo XX, recibimos formación en la lengua de Cervantes de parte de nuestros maestros Evelio Bayona Bayona, en mi caso, y de Ana Mercedes Barranco de Contreras, en el caso del presbítero Edwin Leonardo Avendaño Guevara, director-fundador de la Corporación ‘José María Estévez’, entidad que publica la “Gaceta cívica, histórica y cultural de Convención” y que hoy patrocina esta obra del coterráneo Gerardo Carrascal Santiago, titulada “Tres épocas, un canto”. Gerardo Carrascal Santiago pertenece a una estirpe privilegiada en Convención, como quiera que sus raíces genealógicas se hunden hasta mucho antes de la fundación de la ciudad nutricia, pues en terrenos propiedad de un antepasado suyo –don Antonio Cañizares- se dio inicio a una roza de tabaco y un caserío que el primero de enero de 1823 recibió oficialmente el nombre de Partido de la Sangre, perteneciente a Teorama, y se le nombró el respectivo Alcalde pedáneo: hoy se llama Convención. La casa principal de esa hacienda –digámoslo así- se encuentra en el extinto barrio La Fortuna. Tengo la convicción que la que ha sido la casa de los Cañizares desde mediados del siglo XIX, ubicada al norte de la ciudad, en lo que primero se llamó Villa Carbón, y luego, calle Real o Bolívar, siempre ha sido la emblemática de la villa por su arquitectura y por el linaje de sus moradores. Desafortunadamente en el primer semestre del año en curso la leyenda de esta vieja casona empezó a desmoronarse, pues su actual propietario se erró al cambiar los techos de teja española por láminas de zinc, despojándola del encanto. Desde el extremo sur del corredor del inmueble, atalaya exclusiva, se advierte una panorámica envidiable del poblado y no son pocas las personas que en nuestra lejana juventud con cualquier pretexto llegábamos a la misma con la intención de observar el paisaje que nos proporciona la cordillera oriental. Ha sido norma de rigurosa aplicación, entre los miembros de esta esclarecida familia, que la propiedad del inmueble no debe salir del estricto círculo familiar. Gerardo Carrascal Santiago es hijo de don Manuel Dolores Carrascal y doña Arcelia Santiago Cañizares. Entre mis recuerdos de infancia evoco la figura de don Gerardo Santiago Picón en su senectud -quien es el abuelo materno del autor de este libro-, adorado y consentido por sus hijos, en especial por el presbítero José Antonio Santiago Cañizares. Don Gerardo Santiago falleció en 1971, a los 84 años de edad. A doña Arcelia Santiago Cañizares la recuerdo como una madre abnegada; muy amiga de mi madre, de quien era su modista, y de mis


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parientes los Santiago García –Ubaldo Santiago y Ana Mercedes García-, en el barrio La Plazuela –esquina nororiental de la calle cuarta con carrera trece-. No puedo dejar de mencionar a Efrén, el tío talentoso y bohemio de Gerardo Carrascal Santiago, y con estudios superiores como escultor, de lo que ha dado pruebas fehacientes e indiscutibles en su tierra y en el exterior. Gerardo Carrascal Santiago, nacido en Convención el 21 de diciembre de 1952, estudió su primaria en la Escuela Kennedy y en la Escuela Anexa (hoy Escuela ‘José María Estévez Cote’); la secundaria, en la Normal Superior de Varones (hoy Institución educativa ‘Guillermo Quintero Calderón’), de Convención; y en el Colegio José Eusebio Caro, de Ocaña. Además, estudió pintura durante cuatro (4) meses en la Escuela de Bellas Artes “Jorge Quintero Pacheco”, en Ocaña. Es el creador de la corriente artística del Neo-realismo poético. Es conocido en nuestro medio como un pintor consagrado, lo que nos llevó a pensar que en cualquier momento nos regalaría con la publicación de una antología de sus pinturas. Pues no, él pensó otra cosa, y hoy nos sorprende con este poemario pletórico de composiciones de impecable factura, escritas en momentos diferentes, como lo reseña el título. Su numen fue generoso con su tierra nativa, pues no pudo contener el impulso de dedicar una composición a Convención, titulada “Mi pueblo”, la que podríamos dividir en tres partes: en la primera es reconfortante saber que luego de pasar varios años distante del pueblo natal Gerardo no olvida detalles que para un desprevenido paisano parecerían insignificantes, principalmente lugares y costumbres de los jóvenes de la época: “casas añosas”, los baños en el Puente de La Llave, El Candado y La Vega, los cafetales, los fines de semana con la gallada libando alegremente licores de origen industrial, unos, y artesanal, otros. Triste referirme a la segunda parte: la violencia que se entronizó en Convención en los albores del año 1979, cuando nos preparábamos para festejar el Sesquicentenario de la fundación de Convención. “Como yo, otros tantos han tenido que huir; para vivir del recuerdo, sin poder regresar”, escribe Gerardo Carrascal Santiago. Son muchos los paisanos que podemos hacer nuestro este trozo, que seguramente Gerardo escribió con ojos húmedos y mano temblorosa, y más triste aún es saber que, definitivamente, no podemos regresar con la seguridad y felicidad de otros tiempos. Esta segunda parte se complementa con los desgarradores poemas “La muerte sembró los campos” y “Se escucha un lamento”, dedicado este último a mi hermano Ramiro Antonio, quien cayó abatido en Convención la noche del 27 de julio de 1988, siendo el primer Alcalde popular en ejercicio sacrificado en Colombia. La tercera parte es la de la esperanza, la alegría, el aliento y el valor. Al respecto nos dice Gerardo Carrascal Santiago: “¿Por qué, te encuentras miedoso, agonizante Convención? ¡despierta de ese espejismo, que obnubila tu razón!


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Vence el impenetrable mutismo al que la violencia te sumió; demostrando nuevamente, como antaño, tu valor; defendiendo tu heredad y rescatando tu candor”. Sería difícil y prolijo referirse a cada uno de estos poemas de Gerardo Carrascal Santiago, quien da muestra de un inmenso talento para la “manifestación de la belleza y del sentimiento estético” por medio del verso, algo que muchas personas capaces hacen pero no tienen el valor de darlo a conocer. Yo me imagino a Gerardo trabajando incansablemente en su fuerte, la pintura; y hoy sabemos que saca tiempo para otras manifestaciones del espíritu: la poesía. Lo veo “pintado” en su poema Hormiguita: “Desde que naces, siempre trabajando hasta el final;...”. Felicito a mi paisano y amigo Gerardo Carrascal Santiago por decidirse a publicar sus versos, por regalarnos este rato de solaz. Felicito al presbítero Edwin Leonardo Avendaño Guevara por patrocinar la publicación de esta obra y quien con tantas incomprensiones es incansable cuando de divulgar nuestro patrimonio cultural se trata. Con este poemario Gerardo Carrascal Santiago irrumpe en las letras comarcanas y sus amigos le damos la bienvenida. Olger García Velásquez Agosto 10 de 2008


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