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LOS CUADROS DE CARLOS MOREU SPA PROCESOS PICTÓRICOS Por Carlos José Moreu Arcos


Esta publicación forma parte del Catálogo de la Exposición Antológica celebrada en la Casa Condesa de Torre-Isabel, del 21 de mayo al 26 de junio de 2010, en Motril DISEÑO Y MAQUETACIÓN Carlos José Moreu Arcos © de los textos Carlos José Moreu Arcos 2010 © de las Fotografías Carlos José Moreu Arcos 2010


Los Cuadros de Carlos Moreu Spa:

PROCESOS PICTÓRICOS

La documentación del proceso de realización de un cuadro, o de cualquier obra de arte es bastante escasa, pues la mayoría de los pintores o artistas aunque hayan podido registrarla, en la mayoría de los casos no se ha conservado. De hecho es bastante milagroso que hayan sobrevivido tantas y tantas obras maestras de épocas remotas, pero son escasísimos los documentos escritos que describan cómo y porqué han sido realizadas. En los registros puede aparecer quién hizo el encargo, cuándo fue pintada, terminada o vendida, pero es muy raro descripciones de su realización. Los estudiosos tienen, en todo caso, que aventurar con un altísimo grado de incertidumbre, el proceso de gestación y ejecución. En raras ocasiones, se han descubierto obras abandonadas a medio hacer, en las que se puede ver cómo han quedado y, por comparación con otras similares, adivinar el resto. En otros casos el “pentimento” aflora en la superficie del cuadro y vemos una cierta sombra de lo que hubo pintado debajo. Técnicas modernas de rayos X permiten ver la imagen del interior de las capas de pintura y aparecen, superpuestas, todas las imágenes pintadas. Ahora, con el vídeo y la fotografía sí es posible hacerlo. El paradigma de esto es el “performance” cuyo objetivo final es la propia realización de la obra. Pero dado lo efímero de ésta, se trata de documentar el proceso, que no es en sí la obra. De todas las pinturas que forman parte de la colección de la familia Moreu Larrocha de Carlos Moreu Spa, se han escogido tres de ellos por ser ejemplos de fases diferentes en el proceso creativo. El primero es Carlos José, sentado, leyendo [cat. 54], Carlos José vestido de tuno [cat. 56] el segundo y, por último, el retrato de Victoria, sentada con un libro [cat. 65 ]. El primer caso es interesante porque podemos ver cómo se gestó, por lo menos en parte, este singular cuadro.Una vez que el pintor decidió realizar un lienzo de grandes proporciones, por iniciativa propia, pues no se trata de ningún encargo. Colocó en su casa-estudio la escenografía para poder posar. Debido a las grandes proporciones del cuadro, y para que no estorbasen otros cuadros y muebles, se colocaron unas telas a modo de fondo neutro (parecido a lo que en vídeo o cine se hace con esos fondos verdes, para luego quitarlo y poner una imagen filmada en otra parte o generada por ordenador), pues aún no tenía claro qué pintaría para fondo del cuadro. El sillón con la tapicería de flores en tono azulado es uno de los dos que hay en el salón de su casa. Siguiendo el planteamiento de otros cuadros, decidió incluir un bodegón, para lo que se barajaron varias opciones. El antiguo brasero de latón, a modo de macetero podría ser una de ellas. Además, la indumentaria debía estar acorde con la atmósfera buscada, de modo que sacando del armario su propio traje blanco, vistió al modelo, que era su hijo Carlos José.

Estudio fotográfico para Carlos José, sentado, leyendo. Detalle Cámara réflex Canon A-1, Objetivo 50mm f1.4, tomada con filtro difusor. Negativo y copia en papel Kodak, por Carlos José Moreu Arcos c 1982

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Estudio fotográfico para Carlos José, sentado, leyendo. Cámara réflex Canon A-1, Objetivo 50mm f1.4, tomada con filtro difusor. Negativo y copia en papel Kodak, por Carlos José Moreu Arcos h. 1982

Para tomar una decisión suficientemente meditada, se decidió hacer un pequeño reportaje fotográfico. Como el fotógrafo era el mismo Carlos José, éste colocó su cámara en un trípode y una vez decidida la postura e iluminación, con el autodisparador se tomó la fotografía. Cambio de postura, de objetos y, otra foto… Influido por las poéticas fotografías de David Hamilton, había experimentado con filtros difusores y, aprovechando la ocasión, quisimos dar a las fotos ese aire nostálgico, soñado, que también estaba en la idea del pintor para el cuadro, porque, entre otras ventajas, la imagen difusa deja ver lo esencial, omitiendo los detalles que pueden desviar la atención

Fotografía del cuadro durante su ejecución. h. 1982

Podemos ver los dos ejemplos que se conservan. El primero tiene el brasero con la maceta dentro, y el segundo tiene el macetero de la tita Rafaela. Vemos que los zapatos con los que posa su hijo son marrones, mientras que en el cuadro son también blancos, cambian las posturas de piernas y brazos. De forma que el cuadro no corresponde con ninguna de las dos fotografías. Vemos ahora que las telas del fondo de la fotografía se han transformado en un ventanal tras el que se adivina un jardín. Esto es una reinterpretación de la propia ventana de su casa-estudio, cuyos cristales dejan entrever la vegetación de fuera.

Fotografía del cuadro terminado

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Por otra parte, disponemos de una fotografía tomada cuando el lienzo no estaba aún terminado, pero sí bastante manchado. La postura es la definitiva y también la colocación de todos los objetos, pero comparando con la fotografía del cuadro acabado podemos apreciar las diferencias. El color, por un lado, pero lo más llamativo es que aún no tiene pintadas las manos, donde se ve el lienzo en blanco. Faltan muchos pequeños detalles, como las flores del azulejo del macetero, o algunas hojas y flores, las telas de la ropa, están muy indefinidas, faltan pliegues y mil pinceladas que con maestría terminaron el cuadro tal como ahora lo vemos.


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Fotografía de Detalle del retrato de Carlos José, vestido de tuno [cat. 56], durante su ejecución. c. 1983

¿Qué hay en un cuadro debajo de la pintura? Esta pregunta no siempre tiene la misma respuesta. Carlos Moreu Spa, ha pintado muchos cuadros, incluso retratos, directamente con los pinceles y los colores de su paleta. En ese caso la respuesta a la pregunta anterior es simplemente: nada, el lienzo o la tabla y su preparación. Esto obedece a que, en tales casos, le resulta sencillo trasponer la imagen mental de lo que quiere plasmar directamente sobre el cuadro, encajando las proporciones gracias al enorme entrenamiento de su magistral vista y pulso con el pincel. Es lo más frecuente en marinas o paisajes. En todo caso, si hubiera necesitado alguna guía para proporcionar algo, con unos trazos rápidos de color oscuro, en tierras, le han sido más que suficientes. Dejando al color, invadir el virgen y blanco lienzo. Sin embargo, para lienzos de grandes proporciones o murales es necesario un dibujo previo. El boceto en un cartón es la técnica habitual para, luego, traspasarlo al muro mediante cuadrícula ampliada o con un estarcido. Pero en un gran lienzo, lo acostumbrado es el dibujar a carboncillo directamente. Así pues, en estos casos, la respuesta sería: un dibujo a carboncillo. No se trata de un dibujo muy preciso, pero en él se busca la proporción y un sombreado, que defina lo suficiente para, después, abordar la pintura, sin titubeos.

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El documento fotográfico que aquí vemos pertenece a una fase en el que el retrato de Carlos José, vestido de tuno [cat. 56] está bastante avanzado. En él se aprecia perfectamente el dibujo a carbón, en las zonas que aún no han sido manchadas. En este caso, las puñetas de encaje, Puede verse también los trazos de carboncillo en las manos, que están pintadas con una fina capa de color para poder ir entonado con el resto del cuadro.

Fotografía del retrato de Carlos José, vestido de tuno [cat. 56], durante su ejecución. c. 1983

No obstante podemos apreciar que hay mucho del cuadro ya definitivo: el terciopelo del traje con sus tenues brillos de grises profundos o el raso azul de la capa y los brillos de la hebilla. La mandolina aún está inacabada. En las fotografías del cuadro completo podemos comparar y ver las diferencias entre la fase de realización y del retrato terminado. Aparte de lo ya mencionado de las puntillas del cuello y mangas, hay ligeras variaciones en el brazo que sostiene la mandolina, que se termina más delgado. El instrumento musical ya terminado está lleno de detalles y sus dimensiones se reducen levemente. Pero lo más llamativo es la sombra sobre el suelo. En el cuadro terminado la capa arroja su sombra en el pavimento, que se oscurece en la totalidad.

Retrato de Carlos José, vestido de tuno [cat. 56], terminado.

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Fotografía de detalle del retrato de Victoria, sentada con un libro [cat. 65], Junio 1992

Los “pentimienti” o arrepentimientos, como se conoce en pintura, es una alteración en un cuadro manifestando el cambio de idea del artista sobre lo que estaba pintando. Algunos “pentimenti” pueden percibirse a simple vista, por el grosor de las diferentes capas de pintura, revelando la aparición, en las capas superiores, de los pigmentos que están debajo. Suelen aparecer cuando son colores oscuros los que se ven a través de los claros. Otros, por el contrario, solo se perciben por las transparencias que algunas pinturas van adquiriendo tras varios siglos. Por último, unos cuantos, situados en capas inferiores, solo pueden ser vistos con métodos modernos de inspección visual tales como los rayos X y los reflectogramas y fotografías infrarrojas. Los “pentimenti” tienen gran importancia en la moderna investigación pictórica. Permiten, por ejemplo, certificar con mayor seguridad autorías y distinguir originales de copias ya que éstas no suelen tener “pentimenti”. Grandes maestros han tenido algún “pentimento”, lo que no resta de ningún modo el valor de ninguna de sus obras. En el retrato de Victoria, sentada con un libro [cat. 65], es un ejemplo de esto. Pintado en 1992, cuando su nieta apenas tenía dos años, posando tranquilamente sentada en la silla. Con la paciencia y el cariño de un abuelo, terminó el cuadro y una vez firmado, en junio, se le hizo una fotografía. Costumbre que, desde hacía tiempo, teníamos con todos los cuadros que pintaba El retrato pasó una temporada en el caballete de su casa-estudio, para contemplarlo con reposo, como hace habitualmente. Luego de reflexionar y, trascurridos bastantes días, resolvió modificar la postura de los pies (que hasta ese momento colgaban uno al lado del otro) por otra diferente, en

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la cual, los pies están cruzados. Pose que, evidentemente, la niña también puso muchas veces a lo largo del tiempo que permaneció sentada mientras que su abuelo la pintaba. Parece mentira, que algo tan evidente pueda pasar desapercibido, pues al contemplar las dos imágenes del cuadro, antes y después, se hace extraño que pudiera haberse pintado como al principio. Seguramente sería debido a lo difícil que es pintar a un niño, que aunque fuese tranquilo, como lo era Victoria, al cabo de un rato se cansan de estar en la misma postura. Por lo que, como en otras ocasiones hacía, probablemente pintó partes del cuadro de memoria, sin modelo.

Fotografía del retrato de Victoria, sentada con un libro [cat. 65], Junio 1992 Retrato de Victoria, sentada con un libro [cat. 65], Estado actual

Es de sobra conocido el hecho de que cuando se mira algo mucho tiempo, llega un momento en que uno es incapaz de darse cuenta de errores u omisiones, Para suplirlo, el pintor utiliza el espejo de manera que, mirando al cuadro y al modelo en la imagen especular invertida, puede darse cuenta de desproporciones, ausencias de sombras, etc. Otra forma de advertir desperfectos consiste, sencillamente, en pasar varios días sin ver el cuadro, para que se borre la imagen preconcebida que obsesivamente nos acompaña. Trascurrido un tiempo, al volver a mirar el cuadro, podremos ver lo que se hizo mal. Como, por ejemplo, los pliegues de la falda que cuelgan en el lado izquierdo, que también han sido modificados y, ahora, tienen una caída más natural. Grandes maestros de todos los tiempos, han hecho esto mismo, a lo largo de años, llegándose al extremo de nunca dar la obra por concluida. Para evitar que las gruesas pinceladas se vean debajo de las que se pinten encima hay que raspar el cuadro con una espátula quitando los pegotes de pintura. Dejar que el cuadro se seque completamente y luego lijarlo hasta que quede completamente liso. Luego repintar encima. Con suerte, tardará mucho en aparecer el “pentimento”.

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Arriba: Pincelera de Carlos Moreu Spa. Cerámica de Talavera.

DISEÑO Y MAQUETACIÓN Carlos José Moreu Arcos © de los textos Carlos José Moreu Arcos 2010 © de las Fotografías Carlos José Moreu Arcos 2010


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