“Incidencia Política dirigida a Mujeres: Lideresas Religiosas, mujeres de Organizaciones Ecuménicas e Interreligiosas, Redes de Mujeres de la Sociedad Civil, Redes de Mujeres Jóvenes, Redes de Mujeres Indígenas y Afro-descendientes y Tomadores (as) de decisiones a nivel nacional, regional y local en los temas de Equidad de Género y Derechos y Salud Sexual y Salud Reproductiva” Kit de Herramienta No. 1 Manual Conceptual Consultora: Verónica F. Molina G. Lima, Perú 2011
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Contenido HERRAMIENTA No. 1: MANUAL CONCEPTUAL PRÓLOGO .......................................................................................................................... A.
INTRODUCCIÓN AL MANUAL: 1.
B.
5
¿Por qué es importante éste Kit de Herramientas? Manual Conceptual y Guía Metodológica para Facilitadores/as? ................
5
2.
¿A quién va dirigido este Kit de Herramientas? ............................................
6
3.
¿Cómo está organizado el Kit de Herramientas? ..........................................
6
4.
¿Cuáles son los objetivos del presente Kit de Herramientas? ........................
7
CONTENIDOS:
CAPÍTULO I: MARCO CONCEPTUAL DEL MANUAL 1.
2.
TEMA I:
INCIDENCIA POLÍTICA O ADVOCACY ..........................
8
1.1
¿Qué es Incidencia Política? .............................................................
8
1.2
¿Por qué hacer Incidencia Política? ..................................................
11
1.3
Condiciones para hacer Incidencia Política ......................................
13
1.4
El Plan de Incidencia Política ...........................................................
15
TEMA II:
EQUIDAD DE GÉNERO ......................................................
19
El Enfoque de Género .......................................................................
20
2.1.1
Género y Desarrollo .............................................................
24
2.1.2
Género y Cultura ..................................................................
26
2.1.3
Género e Incidencia Política.................................................
28
2.1.4
Género y Política Pública .....................................................
29
2.1.5
Género y Medios de Comunicación .....................................
31
2.2.
La Inclusión de la Mujer en el ámbito público..................................
33
2.3.
La Igualdad de Oportunidades ..........................................................
33
2.4.
El Análisis de Género una herramienta para
2.1.
la trasversalizacíón del Enfoque de Género ...................................... 2.5.
35
Normatividad Internacional Básica relacionada al tema de Género y Derechos Humanos ..........................................
3
38
3.
TEMA III:
DERECHOS Y SALUD SEXUAL .....................................
41
Salud Sexual y la Salud Reproductiva como Derecho Humano .......
41
3.1.1
Los Derechos y su interrelación con la Salud Sexual .........
45
3.1.2
El Derecho a una Sexualidad Saludable ...............................
47
3.1.3
Componentes de la Sexualidad ............................................
49
3.1.4
La Diversidad Sexual ...............................................................
50
3.2
¿Qué entendemos por Salud Sexual y por Salud Reproductiva? .....
52
3.3
La Educación Sexual Integral y la Salud Sexual ..............................
55
3.3.1
Principios Básicos de la Educación Sexual Integral ............
57
3.4.
La Adolescencia y la Salud Sexual y la Salud Reproductiva ...........
58
3.5.
Paternidad y Maternidad responsables ..............................................
59
3.6.
Maternidad sin Riesgo .......................................................................
59
3.7.
La Violencia contra la Mujer un problema de ejercicio de
3.1
3.8. CAPÍTULO II:
1.
Derechos y de Salud Pública .............................................................
60
Género y la Pandemia del VIH/SIDA ...............................................
62
LA INCIDENCIA POLÍTICA DE LAS ORGANIZACIONES BASADAS EN FE OBF EN EL CAMPO DE LA EQUIDAD DE GÉNERO Y LA SALUD SEXUAL Y REPRODUCTIVA
TEMA I:
GÉNERO, CIUDADANÍA Y PLURALIDAD RELIGIOSA .................................................
2.
TEMA II:
64
LA ASOCIACIÓN ESTRATÉGICA ENTRE LAS OBFs Y EL FONDO DE POBLACIÓN
C.
DE LAS NACIONES UNIDAS-UNFPA ...............................
65
BIBLIOGRAFÍA RECOMENDADA ................................................................
69
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Prólogo A. INTRODUCCIÓN AL MANUAL 1. ¿Por qué es importante contar con éste Manual Conceptual y Guía Metodológica para Facilitadores/as? El presente material es una iniciativa conjunta entre el Fondo de Población de las Naciones Unidas-UNFPA para América Latina y el Caribe y el Consejo Latinoamericano de Iglesias-CLAI, que tiene como finalidad fortalecer el trabajo conjunto en la promoción del Programa de Acción de la Conferencia Internacional de Población y Desarrollo de El Cairo-CIPD (1994), en línea con los acuerdos emanados en el Foro Mundial de Organizaciones Basadas en la Fe para Población y Desarrollo promovida por el UNFPA y realizada en Estambul, Turquía en el 2008; la cual dio como resultado la Declaración de Estambul y en el caso específico para América Latina y el Caribe, la Consulta Regional previa al Foro Mundial, denominada: Foro Latinoamericano y Caribeño de Organizaciones Basadas en la Fe: “Fortalecimiento de Alianzas para la Reducción de la Mortalidad Materna, la Detención de la Violencia Contra la Mujer y la Atención a las Migraciones” llevada a cabo en Buenos Aires, Argentina el mismo año y que a su vez dio como resultado la Agenda de Buenos Aires. Documentos que sustentan y animan la alianza estratégica entre las OBF y el UNFPA. UNFPA colabora desde el 2002 con OBFs que trabajan temas de población y desarrollo y que están orientadas a promover los derechos humanos, que son también suministradoras de servicios y/o promotoras de las áreas de intervención del Programa de Acción la CIPD (1994). Son consideradas como socios no tradicionales y parte de la sociedad civil organizada y sensible a problemas comunes. UNFPA considera a las OBFs como “agentes de cambio y que su misión institucional podría consolidarse y expandirse por medio de su articulación a las varias redes nacionales, regionales y globales de las OBFs; participando en sus actividades y aportando con asistencia técnica, información, apoyo logístico, financiamiento y otros apoyos complementarios para la acción común. En el marco de dicha alianza estratégica y con el interés de concretizar la elaboración de productos claves que fortalezcan el trabajo conjunto, es que se elabora el presente Kit de Herramientas, que consta de una Herramienta N°1 denominada, Manual Conceptual y una Herramienta N° 2 denominada Guía Metodológica para Facilitadores/as en el tema de Incidencia Política dirigida a Mujeres, Lideresas Religiosas, mujeres de Organizaciones Ecuménicas e Interreligiosas, de Redes de Mujeres de Sociedad Civil, Redes de Mujeres Jóvenes, Redes de Mujeres Indígenas y Afro-descendiente y Tomadores (as) de decisiones a nivel nacional, regional y local en los temas de Equidad de Género y Derechos y Salud Sexual y Reproductiva, así como a otros públicos a fin de promover el desarrollo de capacidades en torno a la Agenda de El Cairo, y lograr el cumplimiento de las acciones programadas para el 2011, en el marco del Convenio de Colaboración UNFPA-CLAI. Este Kit de Herramientas se encuadra en las prioridades actuales del UNFPA en lo que respecta a la equidad de género, la salud sexual, la salud reproductiva, los derechos reproductivos en un marco general de Derechos Humanos.
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El presente conjunto de Herramientas, es importante porque se constituye en un esfuerzo para facilitar un material de reflexión, información y capacitación en temas claves para la humanidad y en especial para las mujeres así como para animar a incidir políticamente sobre temas que ponen en evidencia la inequidad y la injusticia que existe en el mundo, en especial con algunas poblaciones vulnerables y/o en desventaja como son las mujeres, las adolescentes y las niñas. Y que además facilitará el cumplimiento de la Agenda de El Cairo (1994). Este Kit de Herramientas ha pasado por un amplio proceso de revisión para su validación en dos etapas, una primera realizada en septiembre en Santo André, Brasil y otro en noviembre en Panamá, donde participaron dos grupos importantes de mujeres teólogas, especialistas en género, feministas, comunicadoras sociales en género y mujeres miembros de la administración pública en Brasil. En ambos eventos han participado alrededor de 50 mujeres. Y sus aportes como sus sugerencias han sido incluidos en el Kit de Herramientas. Específicamente, la aplicación del presente Kit de Herramientas, se constituye en un recurso básico –conceptual y metodológico–, para aportar en el desarrollo de capacidades de individuos (hombres y en especial mujeres de diversas edades y características) y grupos a través de un proceso de enseñanza aprendizaje dinámico y participativo que aportará en la construcción de conocimiento en los temas correspondientes y el cual podrá ser socializado y replicado por contener un potencial como generador de un efecto multiplicador. 2. ¿A quién va dirigido este Kit de Herramientas? Este Kit de Herramientas está principalmente dirigido a mujeres. Mujeres Lideresas Religiosas, mujeres pertenecientes a Organizaciones Ecuménicas e Interreligiosas, Redes de Mujeres de la Sociedad Civil, Redes de Mujeres Jóvenes, Redes de Mujeres Indígenas y Afro-descendientes, Mujeres con Discapacidad y Tomadores (as) de decisiones. Sin embargo, cabe resaltar, que no excluye la posibilidad, ni pretende excluirla, de poder ser utilizado con diversos grupos y públicos incluyendo varones, jóvenes y personas adultas mayores y que su diseño permite además trabajar con grupos diversos y mixtos. 3. ¿Cómo está organizado el Kit de Herramientas? El presente material está organizado en base a dos documentos de la siguiente manera: a. Una Herramienta N°1 denominada: Manual Conceptual b. Una Herramienta N° 2 denominada: Guía Metodológica para Facilitadores/as El Manual Conceptual, recoge las principales ideas que definen el tema trasversal y los dos temas centrales de la Herramienta y presenta una conceptualización mínima básica que debe ser considerada para lograr los objetivos propuestos. Es un Manual que puede ser complementado según lo considere el facilitador o facilitadora y usado de forma totalmente flexible y con las adecuaciones necesarias según el público, la cultura y la realidad de cada grupo, etc. Constituye una aproximación conceptual que recoge aspectos claves para el desarrollo de un proceso de enseñanza aprendizaje con efecto multiplicador por su aplicabilidad para la réplica.
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La Guía Metodológica está dirigida a marcar una ruta que facilite un proceso de enseñanza aprendizaje participativo para el desarrollo de capacidades y competencias en los temas que se promueven en el Kit de Herramientas. La Guía Metodológica a su vez está dividida en dos Módulos Temáticos, que facilitaran metodológicamente el proceso de enseñanza aprendizaje y sensibilización en el tema trasversal y los temas centrales de la herramienta. La Guía es un complemento del Manual y viceversa. 4. ¿Cuáles son los objetivos del presente Kit de Herramientas? Los Objetivos son: a. General: Contribuir al logro del Programa de Acción de la Conferencia Internacional de Población y Desarrollo de El Cairo-CIPD (1994), las agenda de Estambul y Buenos Aires y los ODM a partir de las acciones enmarcadas en el Convenio de Colaboración UNFPA-CLAI, 2011. b. Específico: Aportar con un material conceptual y metodológico para el desarrollo de un proceso de enseñanza aprendizaje participativo y replicable que promueva el desarrollo de capacidades y competencias para la Incidencia Política en los temas de Equidad de Género y Derechos y Salud Sexual y Reproductiva. Este material cuenta con objetivos operativos que se encuentran contenidos en cada Módulo que conforma la Herramienta N° 2: Guía Metodológica para facilitadores/as. Se espera que la propuesta metodológica permita un proceso de enseñanza-aprendizaje y facilite la comprensión de los temas del Kit de herramienta así como la capacidad para hacer réplica por parte de cada uno y cada una de las participantes.
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B. CONTENIDOS: CAPÍTULO I: Marco Conceptual del Manual 1. TEMA I: INCIDENCIA POLÍTICA O ADVOCACY 1.1.
¿Qué es Incidencia Política?
Incidencia política, es un proceso sistemático, organizado y participativo para lograr influenciar de forma positiva en las personas que toman las decisiones a fin de resolver problemas que afectan a importantes grupos de la sociedad, generalmente en desventaja o exclusión. Para ello, los actores y actoras de la incidencia se agrupan formando coaliciones y planifican acciones estratégicas orientadas a colocar en la Agenda Pública, los problemas y sus propuestas de solución para transformarlos en la mesa de negociación en Política Pública. Supone comprometerse entre todas y todos los actores involucrados en actividades a corto y mediano plazo, encaminados a desarrollar una acción de cambio sostenible a largo plazo. Incidir políticamente es producir cambios en la mente y en las decisiones de los hacedores/as de políticas, poniendo en práctica de forma planificada y estratégica, un esfuerzos organizado, para influenciar por medio de la persuasión del diálogo y la presión positiva, cambios esperados sobre temas de alta importancia para un grupo de ciudadanos/as o para la sociedad en general. Es también, un conjunto de acciones organizadas que se emprenden con la finalidad de generar voluntad política, cambiar ideas, valores, prácticas, conductas y percepciones; y cuyo proceso incrementa destrezas y fomenta la organización social en la búsqueda de incidir y de conquistar el poder compartido para decidir sobre temas que afectan la vida de grupos o de la sociedad en general. Busca visibilidad una problemática, para colocarla en las prioridades de la agenda social. Supone la organización de la ciudadanía, especialmente de los propios sectores tradicionalmente marginados y/o excluidos, mujeres, indígenas, afro descendientes, pobres, discapacitados/as, población vulnerable etc.; enfrentando el reto de superar los vacíos y las debilidades en los mecanismos de participación política, que les resta presencia y una cuota de poder compartido ante el Estado, haciendo uso del ejercicio de sus derechos. Tomando un protagonismo permanente en el proceso de incidencia. Es trabajar con otras ciudadanos/as, grupos y organizaciones para cambiar lo existente, lo que implica influir sobre personas, como sobre la opinión pública acerca de un asunto crucial de particular interés a través de acciones de petición sustentada, que supone comprometerse entre todas y todos los actores involucrados. Sin embargo en algunas circunstancias, incidencia es también interceder, atraer la atención mediante el diálogo y la propuesta, hacia un asunto importante para un grupo o grupos de la sociedad, dirigiendo a quienes toman las decisiones hacia una solución para los problemas que les aquejan y facilitando la participación de éstos grupos. Mediante las acciones de incidencia política se puede intervenir en las mismas fuentes generadoras de las decisiones.
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La Incidencia Política es: 1) Un MODELO para acceder a las decisiones, lo que definitivamente promoverá una mejor redistribución del poder, 2) es a su vez una ESTRATEGIA de la ciudadanía que genera y refuerza el tejido social 3) a la vez es una LÍNEA DE TRABAJO, generalmente desarrollada por actores y actoras sociales organizadas, con el objetivo de visibilizar una situación injusta, denunciarla y promover, mediante propuestas y sensibilización, el desarrollo de políticas públicas que eviten o mitiguen la injusticia, la inequidad, la desigualdad o el problema o conjunto de problemas materia de la necesidad de hacer incidencia. 4) es también una HERRAMIENTA para la participación de la ciudadanía en la toma de decisiones a todos los niveles de gobierno y/o en otras instancias de poder. 5) Finalmente, la incidencia política es un PROCESO que implica participación política, de hombres y mujeres, impulsado y diseñado por ciudadanos/as a fin de producir cambios sociales, económicos, políticos, culturales, etc.; que beneficie a grupos, comunidades y/o a la sociedad en general. En algunas circunstancias, supone también abogar por aquellos que no tienen voz o que sus situaciones de desventaja o vulnerabilidad social no les permite acceder a medios para hacer llegar sus reclamos de cambio; buscando siempre promover su participación. Generalmente se utiliza la incidencia política tanto en el desarrollo de acciones específicas y puntuales que buscan lograr un impacto inmediato, como en el marco de una estrategia de mayor envergadura, a mediano o largo plazo. Otro característica de la Incidencia Política es que genera acumulación y consolidación de fuerza social y por ende la formación de redes ciudadanas y coaliciones diversas. La incidencia política, en la medida que promueve la organización social, la construcción de alianzas, la formación de líderes y la construcción de nuevas relaciones a nivel nacional e internacional, promueve el fortalecimiento y empoderamiento de la sociedad civil. En este sentido, planificar y ejecutar iniciativas de incidencia política no sólo debe contribuir a solucionar problemas concretos sino, también, debe fortalecer al grupo, coalición o a la sociedad organizada, de forma acumulativa, preparándoles para esfuerzos de mayor envergadura en el campo de políticas públicas. La incidencia política supone también la sensibilización y el desarrollo de capacidades en autoridades y servidores públicos a través del propio proceso de incidencia política. Con las acciones de incidencia política se busca colocar y dar impulso a una agenda de cambio, incorporándola como parte de la Agenda Pública impactando con eficiencia en las políticas, logrando la inserción de nuevos actores y actoras a la mesas de diálogo y negociación; participando de forma democrática y propositiva, en la toma de decisiones sobre asuntos que afectan la vida de grupos o de la sociedad completa. Una incidencia política efectiva puede lograr su propósito no sólo de influenciar positivamente sobre la toma de decisiones con respecto a políticas sino también sobre la implementación de las mismas. Generalmente, los esfuerzos de la Incidencia política, están dirigidos a autoridades y líderes/as diversas, principalmente políticos y estatales en todos sus niveles, responsables de la formulación e implementación de las políticas y programas públicos, decisores políticos, otros miembros/as con capacidad de decisión en instituciones de poder o con influencia en los temas de interés y organismos financieros internacionales.
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Dondequiera que se necesite producir un cambio, la incidencia política tiene un papel que desempeñar, abarcando diversas estrategias para influir sobre políticas, personas, prácticas, valores y actitudes a varios niveles de la sociedad. Sea que requiramos incidir en temas focales, como por ejemplo conseguir mayor presupuesto del Estado para un programa de salud materno-infantil, o para establecer un programa de educación sexual integral que incorpore el tema del derecho a la salud sexual y reproductiva de las mujeres, o en temas de mayor envergadura como promulgar leyes que aseguren la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres. En ambos casos y niveles, la incidencia política ayuda a lograr estas metas. Es importante considerar que las acciones de incidencia Política, no tienen que ser confrontativas necesariamente; aunque no se excluye la confrontación en su proceso, ya que generalmente existen diversidad de intereses; sin embargo, buenas estrategias, creatividad, capacidad para promover el diálogo, propuestas bien diseñadas y aún el uso de diversos recursos como el humor y la tolerancia, son factores que generan condiciones favorables para la negociación, sin necesidad de llegar a extremar tensiones o a una confrontación mayor que puede dilatar los plazos de la negociación. Esta perspectiva, no anula la visión de que aun las situaciones de “conflicto” o confrontación no son necesariamente negativas. Es sabido que el conflicto es también una oportunidad, en la medida que expresa un problema, que puede ser resuelto de forma dialogante, aunque tenga que lidiarse con conflictos de interés. Existen 6 elementos básicos que siempre están en juego en la Incidencia Política, éstos son: 1. 2. 3. 4. 5. 6.
El poder y su dinámica. Cómo se distribuye, quién lo detenta y porqué. Las situaciones de inequidad, desigualdad, injusticia y diversas problemáticas sociales y/o grupales que deben ser cambiadas El acceso a la toma de decisiones Los actores y actoras diversas Las estrategia por parte de un grupo, o de representantes de la sociedad civil para acceder e influenciar en quienes tienen el poder y las decisiones y acceder a un cambio positivo en las políticas públicas y sus programas. El Plan de Incidencia. La Agenda Pública, las políticas públicas, los programas sociales y sus prioridades.
Para la definición de la incidencia política se ha dado una serie de discusiones, enfoques y uso de terminologías que ha buscado reseñar los aspectos complementarios que ella involucra o la han reducido a uno de ellos. Es así que según algunos tratados, hay quienes también entienden a la incidencia, como: Hablar a favor de los que no tienen voz (incidencia como representación), Instar a los demás a hablar y acompañar (incidencia como movilización) formando coaliciones. Respaldar a los que no tienen voz para que hablen por sí mismos (incidencia como concesión de poder. Pero igualmente es importante considerar que la incidencia política es esencialmente un proceso participativo que debe implicar el involucramiento de todos los actores y
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actoras, en especial de aquellos grupos, coaliciones que son los afectados directamente por los problemas. Es importante considerar que para la realización de campañas sostenidas de incidencia política es necesaria no sólo la formación de redes, aliados y coaliciones y la participación activa de los propios afectados, sino que también se necesitan recursos humanos, financieros y de tiempo. Según WOLA, “incidencia Política, consiste en un cúmulo de actividades dirigidas a ganar acceso y generar influencia sobre personas que tienen poder de decisión en asuntos de importancia para un grupo en particular o para la sociedad en general”. Por otro lado, es importante definir que Incidencia Política y Advocacy o Polytical Advocacy se refiere a lo mismo; a la influencia que uno pueda ejercer políticamente sobre decisores/as y hacedores/as de políticas. Por esto no es desacertado decir que abogar políticamente es lo mismo que influir o incidir políticamente, por ende, es correcto decir que incidencia política, es lo mismo que Polytical Advocacy, que en realidad viene a ser la traducción de la palabra inglesa de un mismo concepto, nacido en habla inglesa. También podemos sustentar que la palabra Advocacy viene del latín Advocare que significa ayudar a quien está necesitando algo. En inglés, el verbo es to advocate y significa abogar, defender. Sin embargo, en nuestro idioma reducir la traducción literal sólo a abogar por otros, hace perder la riqueza de la intencionalidad política y social del término. Por tanto, de ahora en adelante nos referiremos a incidencia política. 1.2. ¿Por qué hacer Incidencia Política? De otro lado, hay muchas razones para hacer Incidencia Política, las tres más importantes son: a) Promover la resolución de problemas focales o de grupos específicos a través de políticas públicas La mayoría de instituciones y organizaciones de la sociedad civil, incluyendo OBFs comprometidas con la justicia, la democracia, la equidad, la dignidad humana y el desarrollo sostenible, aspiran a cambiar alguno o varios aspectos de la realidad social, económica, política o cultural, etc. generadoras de inequidad e injusticia. A través de la incidencia política, pueden enfocar su esfuerzo de cambio, sea acerca de problemas específicos de mayor o menor envergadura dentro de realidades más complejas elaborando e implementando estrategias y acciones para lograr soluciones concretas a través de políticas sociales de cambio. b) Promover y Consolidar la Democracia La incidencia política implica una interacción permanente entre sociedad civil y Estado, y es un ejercicio importante de democracia real. Hacer incidencia política es una forma de fortalecer la participación de la ciudadanía en la toma de decisiones y en la construcción de políticas públicas, promoviendo una cultura política equitativa y transparente. A medida que la sociedad civil avanza hacia este objetivo, se van transformando en el proceso las relaciones de poder entre las instituciones del Estado y la ciudadanía, promoviéndose un modelo democrático de convivencia considerando y respetando la pluralidad de nuestras sociedades. Por ende, promueve el ejercicio de la ciudadanía y el fortalecimiento de la institucionalidad democrática. La participación 11
ciudadana se evidencia en el marco de una conciencia de derechos y la organización de la población directamente afectada para buscar un balance en el poder y las decisiones, a través del diálogo, la propuesta y la concertación. El empoderamiento de las organizaciones pasa por procesos de aprendizajes vivenciales y políticos que desarrollan sus capacidades y su responsabilidad ciudadana. Reconfigura los escenarios de poder al buscar construir cambios con propuestas y no quedarse sólo en la protesta como sujetos de derechos capaces de participar en la esfera pública, visibilizando voces silenciadas y marginadas; además porque la participación social organizada permite la construcción de una nueva institucionalidad, para que la sociedad civil tenga injerencia en las decisiones y discusión de la agenda pública y política, garantizando la participación colectiva. Las OBFs desde su accionar aportan también en la democratización e institucionalización de la ciudadanía a través de sus redes pastorales. Por ello es interesante considerar también que es necesario hacer incidencia al interior de las propias organizaciones basadas en la fe en función de ciertos temas como por ejemplo el de la participación de la mujer de fe. c) Actuar con diversas propuestas con y en nombre de grupos, comunidades o sociedades afectados por inequidad, exclusión e injusticia, quienes no pueden acceder fácilmente a levantar su voz frente a problemas que les afecta. La Incidencia Política supone la presencia activa y la participación directa de representantes de las comunidades, coaliciones y/o grupos en desventaja social para defender sus propias causas. Sin embargo, cuando grupos o coaliciones no pueden participar por su difícil acceso al poder, a los medios y/o a las decisiones están los aliados, como los miembros de OBFs y otros miembros de la sociedad civil sensible y organizada, obligados/as a defender la causa de aquellos/as que por razones de vulnerabilidad social, desventajas culturales, zonas recónditas, idiomas diversos, falta de medios etc. no pueden participar directamente en su representación. Pero es destacado resaltar que en la incidencia política es muy importante el esfuerzo por involucrar, desde el principio, directamente a la población afectada por el problema que se quiere resolver, y/o asegurar que la propuesta concreta del grupo o coalición que les represente, refleje las prioridades más sentidas de dicha población y garantice un cambio real en sus vidas. Las OBFs tienen la posibilidad de representar a los más excluidos y las poblaciones más pobres y alejadas así como de movilizarlas y convertirlas en actores y actoras directas de procesos de incidencia políticas. d) Propicia la Resolución de Problemas La generación de propuestas y alternativas de solución desde la sociedad civil –con la participación directa de las personas afectadas – constituye un mecanismo importante para la negociación y proposición ante quienes detentan poder y tienen en sus manos las decisiones finales. La mayoría de instituciones y organizaciones de la sociedad civil, incluyendo Organizaciones Basadas en la Fe, comprometidas con la justicia, la democracia, la equidad, la dignidad humana y el desarrollo sostenible, aspiran a cambiar alguno o varios aspectos de la realidad social, económica, política o cultural, etc., por tanto la incidencia política propicia es una estrategia de trabajo ineludible en el campo de la afirmación de los derechos humanos. Al plantearnos esta pregunta, también es importante hacer una relación entre incidencia política y las OBFs. Siendo las OBFs organizaciones integrantes de la sociedad civil, es 12
importante reconocer el gran poder de influencia e incidencia que éstas pueden tener, a favor de cambiar situaciones de injusticia, inequidad y sufrimiento para la humanidad. Igualmente, la capacidad que las OBFs tienen para movilizar y promover la participación de los propios afectados y afectadas en procesos de incidencia en función de los problemas que los aqueja y que son materia de la agenda de cambio que se busca movilizar a través de un proceso de incidencia. Así mismo, la capacidad de colaborar en la formación de alianzas y coaliciones para la acción. Por ejemplo, el UNFPA reconoce que: “líderes religiosos, comunidades religiosas, instituciones inspiradas en una fe de las diferentes confesiones religiosas, representan importantes activos y oportunidades para impulsar importantes cambios y transformaciones a nivel local, nacional y regional. Se sabe que alrededor del 70 por ciento de las personas en el mundo se identifican a sí mismas como pertenecientes a una religión o comunidad espiritual. Los valores y las prácticas religiosas están profundamente integrados en la vida diaria de las personas”. (DEO UNFPA-OBF 2011) Igualmente dice: “Los líderes religiosos tienen un rol muy poderoso en el cambio de actitudes, conductas y opinión en las múltiples comunidades del mundo”. (DEO UNFPA-OBF 2011) Es por ello, que si nos hacemos la pregunta de “por qué hacer incidencia política”, podemos reconocer que las OBFs en alianza, tienen un gran potencial para realizar exitosas campañas para incidir políticamente a pequeña y gran escala, abogando por los problemas más sensibles que afectan a las personas en la región y promoviendo la participación directa de los propios afectados/as y para ello, es importante desarrollar en lideres y OBFs el fortalecimiento de sus capacidades y alentarlas a reforzar el trabajo de redes y la promoción de asociaciones estratégicas que amplifiquen su capacidad de abogacía; como por ejemplo con el UNFPA, agencia con la que se comparten temas comunes a enfrentar y, que son cruciales para diversas poblaciones en situación de desventaja social. En esta tarea las OBFs deben reconocer que existe una asimetría en el poder, en la forma cómo está distribuida y que existen diferencias culturales que deben asumirse y matrices culturales que asignan ciertos roles a hombres y mujeres que son generadores de inequidades de género, culturales y de acceso a la participación política de hombres y mujeres. 1.3. Condiciones para hacer Incidencia Política1 Para desarrollar acciones efectivas y sostenibles de incidencia política, es necesario que las organizaciones, movimientos, entidades y redes ciudadanas tengan las siguientes condiciones: a. Tener una Estrategia clara La incidencia no puede hacerse a partir de acciones aisladas. Es necesario contar con estrategias previamente planificadas. No se trata de aparecer por aparecer o estar en la esfera pública por un asunto de presión o de manera coyuntural. Se necesita tener claridad sobre las intencionalidades y el sentido de la incidencia. Tener una estrategia permite saber por qué actuamos, dónde y cuándo lo hacemos.
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Adaptación de: La Incidencia Pública. Una aproximación desde el enfoque de derechos y ciudadanía. IEC. 2006. Lima.
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b. Contar con diagnósticos previos a la acción Otro elemento clave para generar procesos significativos de incidencia es contar con diagnósticos científicamente válidos y contrastables. Esto es importante porque muchas veces las acciones o discursos se sostienen en intuiciones y datos recogidos sin la rigurosidad que una estrategia de incidencia exige. c. Realizar Análisis de los procesos y las lógicas políticas Es necesario ejercitarse permanentemente en la lectura y el análisis con rigurosidad de los contextos políticos, sociales y culturales, para determinar si la intervención de incidencia es propicia o qué actividad planificada ya no tiene sustento para su realización. Debe tenerse en cuenta que las sociedades están en constante cambio y que el actuar político cambia continuamente. d. Construir una Presencia Pública con vínculo ciudadano En los últimos años, muchos sectores sociales emergentes han empezado a vincularse o incidir en la esfera pública. Sin embargo, si estas iniciativas se desarrollan desde la perspectiva de la incidencia, es necesario que las organizaciones e instituciones articulen su quehacer público con procesos de afirmación de ciudadanía y reivindicación de derechos. Como el caso de la lucha por la igualdad de oportunidades para las mujeres y la equidad de género. e. Participar y/o Construir Redes Es necesario fortalecer la capacidad de las organizaciones sociales respecto a la necesidad de insertarse y participar en las redes que se construyen en relación a su objeto de incidencia, así como también en otras enmarcadas en la defensa de los derechos humanos. La participación de la organización en redes debe tener una intencionalidad y un rol claro, definiendo y reconociendo las competencias y habilidades organizativas con las que se cuenta, para aportar en la suma de esfuerzos. f. Construir relaciones con medios de comunicación social y líderes de opinión Es importante desarrollar una cultura de posicionamiento, lo que requiere de una relación e intercambio con medios diferentes de comunicación masiva, así como con importantes líderes de opinión que inciden permanentemente en la agenda pública. g. Fortalecer determinadas Capacidades Claves Es importante trabajar no solo a nivel del aprendizaje de las metodologías o los criterios para desarrollar estrategias de incidencia política, sino también a nivel del acompañamiento y asesoramiento en el campo del fortalecimiento de determinadas capacidades fundamentales para la implementación de la estrategia y la acción. h. Construir propuestas que sean viables para el interés público Es importante que la propuesta de incidencia no sólo sea interesante y buena para la organización impulsora sino que también convoque adhesiones e interés público.
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i. Generar Interlocución en el ámbito público Implica ser referentes e interlocutores válidos para la generación de corrientes de opinión que se construyen desde diversos espacios públicos, principalmente desde los medios. Esto supone construir un liderazgo público propositivo y dialogante, que sea capaz de construir alianzas y de insertarse en las redes que se construyen desde la sociedad civil. 1.4. El Plan de Incidencia Política La Incidencia Política debe realizarse a través de un proceso deliberado de organización y planificación, con el objeto de incrementar las posibilidades de éxito en los esfuerzos por lograr los cambios esperados. Este proceso debe materializarse en un Plan de Incidencia Política, que incluye análisis, reflexión, acciones estratégicas, reconocimiento de actores y actoras, la promoción de alianzas, etc. diseñadas para desarrollar un proceso de planificación participativa. La incidencia política puede ser un proceso largo y complejo que requiere persistencia y creatividad. Es importante considerar que hay que dedicar tiempo y recursos a la etapa de planificación para asegurar el uso más apropiado y efectivo de los recursos existentes. Mientras más clara y precisa es la propuesta, mayores son las posibilidades de éxito. El éxito de la incidencia política se construye sobre la base de victorias pequeñas y paulatinas, compartiendo logros, aprendiendo de los fracasos y siempre enfocándose en el corto, como en el mediano y largo plazo. El fortalecimiento de alianzas y el trabajo en coaliciones multiplican las posibilidades de éxito de la incidencia política. Por eso el trabajo en red, coaliciones o colectivos es sustancial en la estrategia. La articulación de los esfuerzos entre afectados/as, técnicos/as, organizaciones populares, miembros de la academia, etc.; es importante en el diseño e implementación de estrategias de incidencia política. La investigación es un elemento clave, pues genera evidencia, data diferenciada por sexo, grupos culturales, niveles socio-económicos, etc., genera conocimiento y nuevas pistas sobre los problemas y sus posibles soluciones. Hay que considerar un cuidado especial con la confrontación directa en la implementación de estrategias de incidencia política, aun como ya se ha dicho que estando por lo general intereses diferentes en juego, este puede presentarse pero puede ser manejado como una oportunidad para el cambio. La meta en realidad es persuadir, influir, convencer mediante el diálogo sustentado y democrático. También es necesario, evaluar críticamente los recursos y capacidades disponibles (las fortalezas y debilidades) de los actores y actoras involucradas para asumir compromisos y cumplir con tareas concretas para la incidencia política. Los pasos básicos para elaborar un Plan de Incidencia son los siguientes: 1. Identificar y Analizar el o los Problemas: Un proceso de planificación para la incidencia política de un grupo, coalición o sociedad comienza con la identificación y prioridad de un problema concreto a la vez, que requiere de una acción urgente y que se busca sea solucionado a través de ser incluido en la Agenda Pública y solucionado de manera sostenible a través de una política pública de gobierno. La prioridad de los problemas debe tomar en cuenta, los diferentes factores específicos o causas que lo generan; es muy difícil entender o 15
solucionar un problema global (como la pobreza, el racismo, el machismo, etc.) sino se lo analiza en todos sus componentes o factores causales. Es importante además analizar también las consecuencias de dichos problemas. 2. Formular Propuestas de Solución a dicho problema o problemas: Es necesario ser altamente propositivos/as. El ejercicio de formular una propuesta concreta para la incidencia política consiste en plantear soluciones concretas a las causas prioritarias identificadas del o los problemas, priorizando entre ellas y precisando el objetivo de la campaña de incidencia, para que sea una expresión clara, específica y detallada de lo que se pretende lograr facilitando la solución a los tomadores de decisiones. En la medida que la propuesta sea clara y contundente, será más fácil desarrollar los argumentos ante quienes deciden las políticas públicas. Tal es la importancia de tener la propuesta totalmente explícita y clara, que se recomienda escribirla en todo su detalle, precisando exactamente2: ¿Qué es lo que se pretende lograr? ¿Cómo se quiere lograr? (qué acción quiere que tome la persona decisiva) ¿Cuál es el espacio de decisión (en qué instancia se toma la decisión sobre la propuesta) ¿Para cuándo o en qué período se quiere lograr la propuesta? 3. Elaborar un Análisis del Poder: Consiste en identificar quién o quiénes tienen el poder de aprobar o rechazar la propuesta que se quiere colocar, y cuál es el procedimiento que se debe utilizar para la toma de decisión. Es necesario analizar detalladamente, qué persona o personas tienen el poder de decisión y cuáles son los mecanismos a seguir para la toma de la decisión que se busca alcanzar. Para ellos, es necesario elaborar herramientas tales como: • Mapa de Poder, cuya construcción se constituye en un ejercicio que ayuda a identificar y caracterizar a las y los actores clave y su grado de influencia positiva o negativa en el proceso de toma de decisiones con respecto a la propuesta que se presenta. • Mapa de Actores, ya que es necesario reconocer que existe una variedad de actores (personas, organizaciones, instituciones) que deben ser claramente identificados e incluido en el mapa de poder; cada uno con algún grado de interés diferente en la propuesta y el poder de ejercer influencia sobre la decisión final. Analizando este universo más de cerca, a través de un mapa de poder, se puede identificar, con precisión, las y los actores clave sobre los cuales hay que ejercer la incidencia política. Este universo, normalmente, incluye actores políticos, económicos y sociales, así como religiosos de diversas expresiones de fe y espiritualidades, representando una gran variedad de intereses. Estos intereses son importantes de analizar porque determinan, en última instancia, cuál será la postura del mediador o del negociador principal. El análisis de intereses y motivaciones de las y los actores clave, se basa en la reflexión de las características e intereses de cada uno/a. Esto implica tener presente sus 2
Manual de Incidencia Política. WOLA.
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principales características, su cultura, su religión, su clase social, la formación académica, su actuar político, sus ambiciones, entre otras características. Luego se analizan dichos posibles y potenciales intereses y motivaciones en relación a la propuesta, tratando de anticipar los argumentos que probablemente plantearía el actor/a en cuestión para justificar su posición con respecto a la propuesta. Finalmente, se clasifican a las y los actores clave como personas aliadas u oponentes según sus intereses y su postura frente a la propuesta. Muy importante familiarizarse con dicho procedimiento, dado que, mientras más se conoce el proceso y más claro está quienes tienen la capacidad de decisión, más poder se tendrá para influir. 4. Analizar las Fortalezas, Debilidades, Oportunidades y Amenazas (Análisis FODA) en el proceso de Incidencia Política Esta es una técnica fácil, conocida y de frecuente uso, pero que ayuda mucho a visualizar la situación en general y lograr una reflexión y un análisis suficiente, donde se identifican las fortalezas y debilidades del grupo, organización, institución o coalición que ejecutará el Plan de Incidencia, reconociendo las oportunidades que tiene delante así como las amenazas a las que debe hacer frente, en el entorno de la negociación y en el panorama social, político, cultural, etc. que enmarcan las acciones de incidencia para poder realizar la labor de influir en el tema de interés. 5. Formular Estrategias La identificación y formulación de las mejores estrategias es un paso clave y extremadamente crucial para el éxito o fracaso en el proceso de incidencia. A través de identificar y precisar las acciones estrategias el grupo o coalición trata de plantear la mejor forma de convencer a la o las personas con poder de decisión y a los demás actores/as, así cómo orientar el diálogo para motivar a actuar a las personas aliadas y neutralizar a las oponentes. Como en toda técnica de negociación. En este sentido, las estrategias representan vías de influencia con cada actor/a en el proceso de incidencia. Una estrategia, se entiende como el conjunto seleccionado de actividades dirigidas al logro de un objetivo concreto, en este caso a persuadir, influir, influenciar, convencer a la persona o personas decisivas para que aprueben la o las propuestas presentadas. Las estrategias de influencia y las actividades específicas de una campaña de incidencia política deben ser variadas y creativas y tomar en cuenta los procesos realizados en etapas anteriores. Para influir en el espacio de decisión y lograr la aprobación de una propuesta, hay que aplicar una gran variedad de estrategias y actividades. Hay que ser amplios/as y creativos/as. Entre estas, se recomienda incluir visitas de lobby con las personas o persona decisiva, hacer uso de medios de comunicación alternativa, fortalecer las capacidades para la incidencia del grupo o coalición a nivel individual y colectivo y en especial del negociador/a principal de preferencia perteneciente a la población directamente afectada por el problema. Es igualmente prioritario, sensibilizar a una determinada audiencia o audiencias sobre el problema y la solución propuesta, el trabajo con los medios de comunicación social cobra relevancia para generar corrientes de opinión pública es favorable y puede convertirse en una clave para el éxito. Una estrategia de difusión y sensibilización contribuye al esfuerzo de informar al público (especialmente a la persona decisiva, a las y los actores clave y a la población afectada por el problema) sobre la problemática que su busca visibilidad para su solución. Con ello se gana credibilidad y se generan corrientes de opinión favorables. Esto requiere 17
identificar las audiencias claves y formular mensajes sencillos colocados en los medios de comunicación social más importantes. 6. Elaborar un Plan de Actividades Este paso consiste en la elaboración de un documento de gestión, práctico, donde se registra de forma sencilla y ordenada, el problema identificado, la justificación del proceso a emprender los objetivos y metas a alcanzar en el tiempo, las estrategias, actividades y resultados a los que espera llegar el grupo o coalición quienes ejecutarán el proceso de incidencia política, para preparar con claridad las condiciones necesarias para lograr influir en el espacio de decisión. 7. Realizar acciones de Monitoreo de avances y resultados Este paso es muy importante en la medida que irá acompañando el desarrollo del proceso de Incidencia Política e irá identificando las dificultades durante el desarrollo del trabajo para poner oportunamente los correctivos a fin de ir logrando avances y alcanzando objetivos y resultados concretos en base al Plan de Incidencia en ejecución. 8. Evaluar Permanentemente La evaluación de procesos de incidencia política consiste en un esfuerzo permanente de acompañamiento y monitoreo en base a la planificación realizada y a los avances en la ejecución de las distintas estrategias y actividades específicas, planteadas en el Plan de Incidencia, en términos de cumplimiento e impacto. La evaluación de la ejecución del plan de incidencia debe hacerse en diferentes momentos antes establecidos, para hacer los ajustes necesarios y de forma periódica, mensual o trimestral y otra al final del proceso. Este ejercicio es muy importante y debe evaluar cada actividad del plan en términos del cumplimiento y de los resultados alcanzados, buscando siempre identificar las causas o factores concretos que contribuyen al éxito o al fracaso; planteando cambios para mejorar la práctica y fortalecer las iniciativas del grupo o coalición. Y registrando las mejores prácticas. Al finalizar el período de ejecución de las acciones de incidencia, debemos verificar si: • ¿Se alcanzaron los objetivos primarios y secundarios? • ¿Qué fue lo que más influyó al éxito o al fracaso de la iniciativa? • ¿Se realizaron los cambios propuestos? • ¿Qué lecciones se aprendieron y si es necesario algún cambio para próximos planes de incidencia? Una vez, respondidas estas interrogantes se habrá concluido con la última etapa de un proceso que puede ser continuo y el cual se enriquecerá con éste balance final.
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2. TEMA II: EQUIDAD DE GÉNERO Las inequidades de género promueven injusticia, intensifican la pobreza y la perpetúan de generación en generación, y es en las mujeres en quienes fundamentalmente se focaliza. Igualmente, la inequidad menoscaba las capacidades de mujeres, de niñas y adolescentes para lograr el desarrollo personal al cual tienen derecho. La inequidad trae una diversidad de problemas para las mujeres, como el escaso acceso y control sobre los recursos y servicios sociales que se necesitan para una vida digna, para participar de procesos de toma de decisión, sean en el ámbito privado es decir, en sus propios hogares; como en el ámbito público con instancias estatales, organizaciones civiles, el sector privado, la comunidad, etc. La equidad de género es una condición fundamental que permite a varones y mujeres desarrollarse en un contexto donde sus derechos se ejercen plenamente y en igualdad de condiciones y la participación política de la mujer está asegurada al igual que el varón. Por ejemplo, para la mujer todavía las oportunidades de empleo en igualdad de condiciones con el varón son aun limitadas, al igual que las oportunidades de acceder a la educación, la capacitación y el perfeccionamiento, así como, al manejo de información y de la tecnología, de manera equitativa. Existen además otros tipos de problemas relacionados, como la exclusión doble o triple por la cultura, por ser pobre, por ser joven, o por tener alguna condición de discapacidad. La violencia basada en el género, la desvalorización del trabajo que realiza la mujer en el ámbito privado. Todo esto configura un círculo pernicioso que no sólo afecta social y económicamente a la mujer, sino también en su salud mental, ocasionando por ejemplo una autoestima baja, una auto imagen debilitada, una sensación de indefensión frente al abuso y la violencia, entre otros. Incorporar la equidad de género es esencial para una buena práctica hacia el desarrollo, la justicia y la paz y es vital para el progreso económico y social, así como para la construcción de sociedades saludables y dignas. No se puede concebir el desarrollo sin la participación activa de la mujer. Las metas para alcanzar la reducción de la pobreza y la inequidad vienen de la mano con la mujer y pueden maximizarse con una atención explícita a las diferentes necesidades e intereses entre hombres y mujeres. La equidad de género debe ser considerada como parte integral de todas las políticas, programas y proyectos del Estado como de la sociedad civil. Dentro de dicho contexto, las OBFs como parte de la sociedad civil tienen un rol preponderante en su misión por reducir la injusticia, la pobreza y la inequidad, en una constante acción democrática e inclusiva. La equidad de género es también una meta que se debe alcanzar con las iniciativas de las diferentes OBFs en la región. Con equidad de género caminaremos de forma sostenible hacia un mundo mejor. Para entender mejor la Equidad de Género desarrollaremos seguidamente varios conceptos desagregados, ya que equidad de género no significa tratar o asumir a hombres y mujeres por igual de forma simple; hombres y mujeres son iguales en derechos y deben serlo en las oportunidades, pero es sabido y está demostrado que las necesidades, aspiraciones y potencialidades no son iguales entre hombres y mujeres y que esas diferencias deben ser identificadas, estudiadas, reconocidas y aplicadas en los diferentes campos para lograr la equidad.
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Existen diferencias, pero es importante que se considere que también existen interacciones y traslapes entre roles femeninos y masculinos. Los aspectos de género pueden ser también diferentes de un lugar a otro, de un grupo cultural a otro y pueden cambiar en el tiempo. Pero lo que debe quedar muy claro es que frente a las necesidades distintas, debe haber una irrestricta igualdad en las oportunidades e igualdad en el cumplimiento y exigibilidad de los derechos, no importando si se es hombre o mujer. 2.1.
El Enfoque de Género
Debemos reconocer como principio fundamental, que todos los seres humanos, hombres y mujeres, sin distinción alguna por razones de género, clase, credo, cultura, sexo, edad etc. tienen el derecho a alcanzar el bienestar integral y su desarrollo espiritual en condiciones de libertad, paz y dignidad, libre de violencia; así como gozar de igualdad de oportunidades, acceso a la educación, a la salud integral y a un trabajo decente que proporcione seguridad económica para el individuo y su familia. Igualmente, a disfrutar de los bienes de la creación y del desarrollo, respetando las diferentes formas de vida, creencias, religiones, espiritualidades, culturas y territorios. Esto supone de manera determinante, la misión compartida por promover la igualdad de oportunidades, de trato y cumplimiento de los derechos humanos, entre mujeres y hombres, respetando las diferencias y la diversidad cultural. Cuando hablamos del enfoque de género, nos referimos fundamentalmente a un cuerpo conceptual utilizado para analizar y comprender los aspectos socio-culturales, políticos, económicos y los factores bio-psico-sociales que explican las diferencias, la desigualdad, las diversas situaciones de inequidad, discriminación, incumplimiento de derechos y opresión en que tradicionalmente ha vivido la mujer en relación al hombre; basada en una asignación de roles impuestos al sexo femenino a través de un orden que asocia al género femenino o masculino con ciertos patrones de conducta y comportamiento determinados en razón de su sexo. Por ejemplo, la maternidad, ha sido un elemento que ha determinado la permanencia de la mujer en el hogar y el desempeño de actividades de reproducción social, enmarcadas en el ámbito privado. El enfoque de género, es también una herramienta metodológica, que permite reconocer, cómo nuestras sociedades a través del proceso de socialización de las personas desde su nacimiento, hacen una distinción entre el sexo biológico con el que se nace y una serie de factores socioculturales que se han ido atribuyendo según se haya nacido hombre o mujer, como si estos factores fueran de por sí, naturales y determinantes. Con el concepto de sexo, nos referimos al sexo biológico, nacer niña o niño. Con el concepto de género, nos referimos al conjunto de asignaciones, roles y expectativas que la sociedad crea, en relación a ser hombre o ser mujer. El enfoque de género, nos ha permitido reconocer que las diferencias sexuales, en nuestra sociedad generan diversas formas de discriminación por sexo y que ésta discriminación afecta directamente los Derechos Humanos de las personas, pues en la realidad encontramos diversidad. Los nuevos paradigmas de la modernidad determinaron la necesidad de construir un enfoque que recogiera el nuevo proceso histórico y que permitiera metodológica como pragmáticamente el análisis, y la transversalización en todo ámbito de la vida de los
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seres humanos, de un tema de innegable importancia para el desarrollo, la justicia y la paz. El enfoque de género permite desarrollar conocimientos concretos sobre la situación de las mujeres con respecto a los hombres en el mundo, y denuncia la existencia de injusticia, opresión, subordinación en las sociedades a favor del sexo masculino preponderantemente. También se reconoce ampliamente que la condición de inferiorización de las mujeres a menudo se ha institucionalizado mediante las estructuras que organizan la vida social. Estas mismas instituciones perpetúan imágenes e ideales de masculinidad, que menoscaban los derechos de las mujeres. En julio de 1997 el Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas (ECOSOC) definió la transversalización del enfoque de género de la siguiente manera: "Transversalizar la perspectiva de género es el proceso de valorar las implicaciones distintas que tiene para los hombres y para las mujeres cualquier acción que se planifique, ya se trate de legislación, políticas o programas, en todas las áreas y en todos los niveles. Es una estrategia para conseguir que las preocupaciones y experiencias de las mujeres, al igual que las de los hombres, sean parte integrante en la elaboración, puesta en marcha, control y evaluación de las políticas y de los programas en todas las esferas políticas, económicas y sociales, de manera que las mujeres y los hombres puedan beneficiarse de ellos igualmente y no se perpetúe la desigualdad”. La estrategia de transversalización del enfoque, incluye análisis y actividades específicas en el ámbito de la equidad y la acción positiva, reconociendo a quienes se encuentran en posición de desventaja, ya sean hombres o mujeres. La intervención específica para la equidad puede orientarse: a las mujeres exclusivamente, a las mujeres y a los hombres al mismo tiempo o, únicamente a los hombres, dependiendo cada caso, con el fin de que puedan participar en la labor de alcanzar desarrollo y se beneficien de ella por igual. Se trata de medidas necesarias, concebidas para luchar contra las consecuencias directas e indirectas de la discriminación. “Promover la transversalización de género en las instituciones estatales y para el desarrollo de capacidades de las instituciones regionales y subregionales para integrar la igualdad de género y los derechos reproductivos en las políticas de desarrollo”, constituye una prioridad del UNFPA en el marco de su Programa Regional 2008-2013. El desarrollo del enfoque género, llevó a la mujer, primero al reconocimiento de su ser como mujer, una autovaloración y luego a la conquista de sus derechos humanos, en forma equitativa con el hombre. La involucró a través de ésta nueva conciencia, a la conquista de una vida digna, sin discriminación de ninguna clase, desigualdad, injusticia socia, ni la violencia basada en el género. Las minorías culturales se sumaron también a ésta lucha por los derechos humanos en especial de las mujeres, que por su diferencia cultural, son doblemente excluidas y marginadas. Como las mujeres indígenas, las afro descendientes y las mujeres con algún tipo de discapacidad. Es evidente que todavía en la mayoría de sociedades en Latinoamérica, las actividades que emprenden hombres y mujeres, difieren en términos de la distribución y el acceso al poder, al control de recursos, a la participación política y a la toma de decisiones. El monopolio del hombre en la toma de decisiones, que significa el control del poder tanto en la sociedad como en el hogar, llevó, hasta hace poco, a considerar que las características asignadas al sexo masculino, eran más valoradas y aquéllas asociadas al sexo femenino, más bien las de menos valor socialmente, las desvalorizadas. Lo que representa, un mundo hecho a los intereses del hombre. Las diferencias han estado
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dadas principalmente en función a los roles reproductivos y productivos y las responsabilidades asignados a cada sexo, que generaba a uno de los sexos (femenino) como subordinado y cuyo esquema se perpetúa a través de la cultura, el inconsciente y lo simbólico. El desarrollo de los movimientos en defensa de los derechos de la mujer, como el movimiento feminista, el avance de la cultura, la ciencia y la tecnología y la defensa y protección de los derechos humanos, han ayudado al cambio; a proponer marcos normativos internacionales, modificaciones legales y culturales para revalorizar a la mujer, intentando acabar con mitos sobre "la condición femenina", para proponer acciones encaminadas a mejorar su vida, darle real igualdad de oportunidades frente al hombre y cambiar la imagen social femenina de ser dependiente y subordinada, tanto en el terreno familiar como en el social. El principal derrotero del enfoque de género se da actualmente en torno a la todavía existente subvaloración de la mujer, hecho común y frecuentemente; sembrado en el inconsciente. La subvaloración de un individuo o grupo a través del tiempo se convierte en un estereotipo y en la negativa de reconocer los logros o las contribuciones que realizan a la sociedad. A medida que la subvaloración se vuelve habitual, se naturaliza y resulta en discriminación y ésta establece un trato diferente hacia los grupos e individuos “subordinados”. Al discriminarlos/as, se les priva de su capacidad para funcionar como ciudadanos o ciudadanas plenas o miembros de un grupo. Las mujeres de América Latina y el Caribe están siendo protagonistas de uno de los cambios culturales más grandes de la historia. Hoy en día es posible afirmar, en términos de las libertades conquistadas, que casi ninguna mujer quisiera repetir la vida de sus abuelas. Sin embargo, la igualdad aun avanza a paso lento, a pesar de los drásticos y, probablemente irreversibles cambios producidos en las relaciones sociales, en las familias, el mundo del trabajo y la vida política. La inconformidad de las mujeres en la región por la injusticia de género, pone al descubierto una serie de vacios, inconsistencia y la brecha existente entre su aporte a la sociedad y el reconocimiento del cual son objeto. Aunque han pasado a ocupar espacios cada vez más importantes en la toma de decisiones y son un factor clave en el mercado de trabajo, las mujeres siguen siendo en su mayoría pobres y no representadas en la política. La clave de esta postergación y el tratamiento de las mujeres como minoría vulnerable por parte de las políticas públicas se explica en gran medida, por la imposibilidad de las mujeres de romper el mandato cultural que las obliga a realizar las labores domésticas, así como por la ausencia de los hombres en las actividades de cuidado y reproducción social en el ámbito de la familia. Casi la mitad de las mujeres mayores de 15 años no tiene ingresos propios, el número de hogares mono parentales encabezados por mujeres se ha incrementado y los hombres ocupados en el trabajo del hogar, no remunerado, son una minoría. Aunque gracias al trabajo de las mujeres el índice de pobreza en la región disminuye en casi diez puntos, siguen ganando menos que los hombres por un trabajo equivalente. A pesar de que han conquistado el derecho al voto y a ser elegidas en cargos públicos, ha sido necesario adoptar medidas de acción como las leyes de cuotas, para que en algunos países las mujeres ocupen alrededor del 40% de los cargos de representación, mientras la gran mayoría se mantiene alejada de la toma de decisiones
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El enfoque de género, está orientado a promover la capacidad de que mujeres y hombres por igual disfruten de los bienes valorados socialmente, las oportunidades y las recompensas. Y como se ha dicho antes, la equidad de género no significa que un hombre sea igual a una mujer o una mujer sea igual al hombre, sino más bien que la igualdad esté en las oportunidades que tengamos, los derechos de los cuales gozamos y que los roles y los cambios que existan en nuestras vidas no dependan de nuestro sexo. Cabe resaltar, que todavía se mantiene un error de visión, ya que a menudo se usa la palabra "género" como sinónimo de "sexo". Sin embargo, sexo hace referencia únicamente a las características biológicas inherentes a una mujer o a un hombre. Se suele también, usar mal la palabra género, como sinónimo exclusivo de "mujer". El enfoque de género considera tanto a los hombres como a las mujeres. Gayle Rubin (1975) aportó el término de sistema sexo-género para definir el conjunto de rasgos que una determinada sociedad atribuye a sus hombres y mujeres en función del sexo biológico. El término sistema sexo-género demuestra que las personas nacemos con un sexo determinado, pero que por el hecho de pertenecer a un sexo o a otro se nos asigna una serie de características y atributos que constituyen lo que llamamos género. La teoría de género comprobó que a lo largo de la historia, todas las sociedades se han construido a partir de las diferencias anatómicas entre los sexos, y ello ha convertido esa diferencia en desigualdad y discriminación social, política, económica y cultural. Los estudios sobre género demostraron que es la socialización en el llamado sistema sexogénero la que hace que se considere a las mujeres más “aptas” para cierto tipo de tareas. Este proceso iniciado en la infancia y desarrollado a lo largo de la vida, va interiorizando ideas y valores respecto a la manera de ser de hombres y mujeres, de tal forma que se termina creyendo, por la asignación tradicional de roles, que los hombres son más racionales, objetivos, decididos, fuertes y agresivos, y por tanto poseen mayores capacidades para el mundo público, en cambio se considera a las mujeres más emotivas, menos racionales, dependientes, intuitivas, inestables y con menor fuerza física, por lo que se supone se desempeñan mejor en el mundo privado. Estas descripciones, no solo definen de manera opuesta lo femenino y lo masculino, sino que establecen una jerarquización al dar mayor valor social a las características asociadas a lo masculino; de tal forma que resultan ser estereotipos, es decir, ideas preconcebidas sobre las características de uno y otro sexo, pues no necesariamente corresponden a las distintas formas de sentir, ser y pensar de las personas. Para las OBFs, ligadas al trabajo de Población y Desarrollo y en general para el mundo inter religioso, el tema de género nos compromete a la denuncia de situaciones de inequidad y al anuncio de un orden distinto y equitativo donde mujeres, niñas y adolescentes puedan gozar de relaciones de igualdad y cumplimiento de derechos, sin discriminación. Sin embargo, es claro que aun hay que trabajar fuertemente inclusive al interior de las comunidades de fe y sus líderes, pues en muchas se repiten los mismos patrones generadores de inequidad, para lograr por medio de una misión trasformadora, la igualdad de oportunidades y la equidad entre hombre y mujer. Aun existe en nuestras sociedades y grupos de referencia diversos, una actitud incoherente entre el discurso sobre el género y las prácticas cotidianas, para asumir verdaderas relaciones de equidad y reciprocidad, sin asimetrías sociales. Todavía existen patrones de conducta patriarcales, machistas y silencios cómplices, que tienden a perpetuar la inequidad por razones de género.
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Todo lo expuesto, evidencia la necesidad de trabajar incansablemente, bajo un enfoque de género y la necesidad de continuar en la conquista de la igualdad de oportunidades, la vigencia de los derechos para todos y todas y la equidad entre hombres y mujeres. 2.1.1. Género y Desarrollo Desde la IV Conferencia de la Mujer, celebrada en Pekín, se dio un avance sin precedentes para las mujeres, pues la comunidad internacional tomó conciencia de que definitivamente la sociedad del futuro y el pleno desarrollo socio-cultural y económico, no se podrán producir sin contar con la participación plena de las mujeres, quienes representan un importante sector de la población en el planeta. Por lo que la equidad de género es considerada actualmente como una clave para el desarrollo. UNIFEM, afirma que la pobreza afecta a las mujeres de forma desproporcionada, ya que éstas suponen el 70% de los pobres en el mundo. Y por lo tanto, afirma también que “la desigualdad de género es la causa fundamental de la mayor parte del hambre y la pobreza que continúa habiendo en el mundo”. Por ello, la participación de la mujer se ha convertido en un paradigma moderno de las Teorías del Desarrollo. En un documento denominado “Human Rights and Poverty: Towards a Rights-Based Approach”, se afirma que la pobreza es el fenómeno social que con mayor fuerza atenta contra el ejercicio de los derechos humanos. La pobreza impide el ejercicio de los derechos económicos, sociales y culturales, afecta los derechos civiles y políticos, como el derecho a la participación política en especial de la mujer, a la seguridad de las personas y el acceso a la justicia. Si a estas afirmaciones las valoramos desde un enfoque de género, veríamos cómo las mujeres son las más golpeadas por la pobreza. La pobreza es una condición social con implicaciones éticas y un asunto de justicia social y equidad de género; por lo tanto, las estrategias orientadas a la reducción o eliminación de la pobreza, se vinculan estrechamente con los marcos sociales existentes en el campo de los derechos humanos y la justicia de género. Las inequidades de género están también estrechamente relacionadas con los problemas poblacionales en el mundo. A partir de los compromisos asumidos en la Cumbre del Milenio (2000), el conjunto de las organizaciones del Sistema de Naciones Unidas, establecieron acuerdos para apoyar a los países en el logro de la erradicación de la pobreza extrema y el hambre mediante la promoción de la enseñanza primaria universal, la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres, la reducción de la mortalidad de los niños menores de 5 años, el mejoramiento de la salud materna, la lucha contra el VIH/SIDA, paludismo y tuberculosis y la sostenibilidad del medio ambiente, fomentando una alianza mundial para el desarrollo. Donde se reconoce que el rol que juega la mujer es preponderante. Además, la promoción de la equidad género y el empoderamiento de las mujeres para el logro de todas las metas del Milenio, ha sido indicada como estrategia central en este proceso. El concepto de participación política de la mujer para alcanzar el desarrollo viene ligado al concepto de “empoderamiento de la mujer” para lograr su inclusión equitativa y la asunción de sus roles en el ámbito público. El empoderamiento de la mujer y su participación activa en la sociedad es una condición urgente para la lucha contra la pobreza y el avance hacia el desarrollo con equidad.
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Empoderarse, es un proceso que hace alusión a la posibilidad de conquistar y de expandir la libertad de escoger y de actuar; de incrementar la autoridad y el poder del individuo sobre los recursos y las decisiones que afectan su vida, sea a nivel personal, grupal o comunitario. Es decir, la posibilidad de las mujeres de desarrollar y disfrutar de sus capacidades y potencialidades. Así mismo, significa, conquistar la capacidad y la habilidad de saber y poder elegir, desarrollando el sentido de auto-valoración, la posibilidad de alcanzar los cambios deseados y el derecho a controlar la propia vida. Pero un tema que de todas maneras define qué es el empoderamiento, es el acceso al poder y las decisiones, desde allí la capacidad para negociar mejores opciones para la vida tanto en el ámbito público como privado. Empoderar, es un verbo que significa fortalecer a un individuo, grupo o comunidad para que mediante su propia autogestión, mejore sus condiciones de vida. El empoderamiento también es una herramienta no sólo para conquistar poder sino para redistribuirlo mejor y promover el desarrollo con equidad. El concepto de “empoderamiento de la mujer” hace referencia a la necesidad de que las mujeres se fortalezcan en su capacidad de ejercer el control de su propia vida, acceder a las oportunidades, los recursos y las decisiones; lo que directamente contribuye a la democratización del poder y al desarrollo con sostenibilidad. También es interpretado como un proceso político en el que se garantiza la participación de la mujer, la exigibilidad de sus derechos humanos y la equidad de género. Según esta perspectiva, la mujer tanto como el hombre, tiene un rol social, político, económico y en la toma de decisiones, que ejercer; terminando con la idea de que la mujer es un ser pasivo, reconociéndole como una actora legítima para alcanzar el desarrollo.
En el contexto de la definición señalada el empoderamiento de la mujer, es el proceso de cambio en el que las mujeres aumentan su acceso al poder y como consecuencia, las relaciones desiguales de poder entre los géneros, se van transformando y tornándose más equitativas. Es la reconquista del poder por parte las mujeres para “ser y hacer”, que incrementa el control sobre sus propias vidas. Una definición positiva concibe este término como el poder recuperado o desarrollado en las mujeres de ser capaces así como de sentirse con mayor control de las situaciones a nivel personal, familiar y comunitario. Para el empoderamiento de la mujer es necesario que tenga acceso a los recursos necesarios, tanto a nivel material, de oportunidades, como de recursos humanos y sociales necesarios para hacer elecciones estratégicas tanto en el ámbito público como privado. Las mujeres han sido históricamente uno de los grupos humanos con mayor desventaja en el acceso a recursos y las decisiones. Si nuestro objetivo es el empoderamiento, tenemos también que considerar los factores que afectan el estado y los derechos de las mujeres como grupo social. Los alcances de cada mujer pueden impactar mucho la manera en la que otras mujeres son tratadas por la comunidad en la que viven. Muchas organizaciones incluyen elementos para levantar la condición de las mujeres y sus comunidades como una colectividad antes que como individuos. Marcela Lagarde dice "el empoderamiento de las mujeres no tiene nada que ver con una actitud 'revanchista' contra los hombres. Se quiere una transformación en el acceso de las mujeres tanto a la propiedad como al poder, lo cual transforma las relaciones de género y es una precondición para lograr la equidad entre hombres y mujeres".
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Últimamente, se utiliza con frecuencia el concepto de empoderamiento específicamente en referencia a la mujer, pero sería más recomendable especificar también a la niña y la adolescente; como a la mujer indígena y/o rural, la afro descendiente, la mujer con alguna discapacidad, incorporando las perspectivas y adecuaciones culturales correspondientes. Los programas de empoderamiento se orientan frecuentemente a permitir el acceso de las mujeres a los recursos y a la toma de decisiones, tanto como individualidades como colectividades y conseguir que ellas se perciban a sí mismas capaces y legítimas para ocupar un espacio en la toma de decisiones a varios niveles de la vida y la sociedad. El empoderamiento de la mujer incentiva su autoestima, la seguridad en sí misma y la afirmación en la acción para asumir autoridad, influir, participar políticamente, realizar cambios y resolver problemas, así como la capacidad de organizarse con otras personas para alcanzar una meta común. 2.1.2. Género y Cultura Existe una relación directa entre equidad de Género y equidad Étnico-Cultural. Ambos conceptos implican reconocimiento y valoración del otro así como la necesidad de forjar diálogos entre culturas, basados en el respeto y la tolerancia a la diversidad y a los derechos de todos y todas. La naturaleza de las discriminaciones culturales, nacen de una visión de superioridad de una cultura sobre otra, como la de un género sobre otro, basado en su sexo. Las inequidades de género muchas veces tienen un triple origen, por ser mujeres, por ser pobres y tercero por pertenecer a una cultura minoritaria o considerada inferior o menos valorada socialmente. El enfoque intercultural parte del reconocimiento de la diferencia y la diversidad, promueve un diálogo entre culturas a partir de la aceptación y valoración de la propia identidad y la valoración y respeto a otras identidades y culturas diferentes. Constituye una reflexión obligada para fortalecer la democracia y para avanzar en la gobernabilidad. Esta perspectiva no se puede perder de vista, ya que desconocerla tiene el riesgo no solo de excluir a importantes grupos poblacionales, sino de ahondar graves conflictos generados históricamente para la discriminación de tipo cultural. Con el propósito de generar igualdad de oportunidades para hombres y mujeres y el respeto a las diferencias culturales es importante considerar que un elemento clave para eliminar las brechas de desigualdad que se presentan por ejemplo, para las mujeres indígenas sean andinas o amazónicas, para las mujeres afro descendientes y de otras minorías culturales sólo por el hecho de ser mujeres y de pertenecer a culturas diferentes o minoritarias, es reconocer que eso promueve condiciones de vulnerabilidad y desigualdad que afectan el acceso a oportunidades y a derechos. Para entender mejor la relación genero-cultura, vale considerar de manera básica, ¿qué es cultura? Y diremos que, cultura puede considerarse como un conjunto de formas de relación, costumbres y modos adquiridos con los cuales se concibe el mundo, se piensa, se habla, se expresa, se percibe, se comporta, se organiza socialmente la vida, se intercambia, se comunica, se siente y se valora a uno mismo en cuanto individuo y en cuanto a parte de un grupo determinado, que comparte unos códigos de convivencia, una historia y un territorio común. Todo aquello que constituye “lo propio”, que da identidad. Lo propio de una cultura, es el conjunto de los rasgos que lo diferencian del resto de otras culturas.
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Así mismo, en una cultura encontramos un conjunto de formas y modos de pensar que están intrínsecamente vinculados por una lengua; porque el lenguaje no es solamente un instrumento de comunicación sino, sobre todo, la expresión de una manera de concebir el mundo. Todo lenguaje lleva en sí un “esquema de pensamiento” una forma particular de pensar. Se puede decir a manera se resumen que hay cuatro criterios básicos que identifican una cultura: la lengua, las costumbres, el sistema de relaciones y el territorio. Un enfoque intercultural reconoce el derecho a la diversidad, a las diferentes racionalidades y perspectivas culturales de los pueblos, expresadas en formas de organización, sistemas de relación, espiritualidades y visiones del mundo particulares. “Todos nacemos en comunidades de vida que son además comunidades de sentido porque nos van a dar instrumentos para dar sentido a la realidad de nuestro entorno. En las comunidades de vida se presupone la existencia de un grado mínimo de sentido compartido (...) la mayoría de las comunidades de vida, a través de distintas sociedades y épocas, anhelan alcanzar un grado de sentido compartido que se sitúe de algún modo entre el nivel mínimo y el máximo”. BERGER, Peter L. y Thomas LUCKMANN (1997). En un marco de derechos humanos, existe la obligación de garantizar la igualdad de trato y la no discriminación por razones culturales y de género. El no reconocimiento de la existencia de una pluralidad cultural con diferentes patrones, códigos, y prácticas, es lo que ha producido una serie de conductas discriminatorias y relaciones autoritarias en prejuicio de poblaciones en razón de su cultura, al ser menos valorados y hasta rechazados por la cultura occidental; y por lo tanto excluidos de las ventajas y bienes del desarrollo, que también les corresponde por derecho.
Es importante reconocer la diferencia cultural y también valorar el hecho de no tratar por igual al que es diferente, ya que así se masifica a todos y todas y se imponen determinados esquemas y patrones de la cultura dominante sobre aquellos/as que terminan siendo considerados como inferiores. No se puede eliminar ni obviar las diferencias culturales, éstas deben ser respetadas, reconocidas y valoradas; siendo esencial, promover el respeto a la diversidad y a la diferencia, también en cuanto al género. El reconocimiento de las diferencias y de los requerimientos específicos de las mujeres y los hombres y de los diferentes grupos culturales no debe implicar la creación de nuevas desigualdades. Se propone la interacción respetuosa, la interrelación y el diálogo intercultural permanente, como formas de favorecer la convivencia entre las diferentes culturas en contacto, garantizando a cada una un espacio para desarrollarse de forma autónoma promoviendo su identidad y la convivencia democrática en el marco de sociedades pluriculturales y multilingües, como las que se distinguen en América Latina. El enfoque intercultural, confronta las visiones discriminatorias y excluyentes, promueve el respeto a la diferencia cultural como un derecho humano y postula el diálogo intercultural como potencial para el desarrollo y aporte para la construcción de una sociedad más justa y equitativa, integrada, tolerante y democrática desde un enfoque de género e interculturalidad.
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2.1.3. Género e Incidencia Política A inicios de la segunda década del tercer milenio y habiendo importantes avances en los temas referentes al Género, como agendas regionales y mundiales, marcos normativos nacionales e internacionales, instituciones y agencias internacionales que fomentan la inclusión, la equidad, la participación política de la mujer como agente clave para el desarrollo; el derecho al acceso a servicios como la educación, a la salud sexual y reproductiva en el marco del acceso a una salud integral de calidad así como el derecho a una vida plena de oportunidades y libre de violencia, necesita todavía de esfuerzos mancomunados y de una estrategia efectiva de las mujeres para hacer frente a los retos que aseguren que sus derechos como mujeres sean respetados totalmente. La exigencia de que se generen en las sociedades garantías de cumplimiento de los derechos de las mujeres es crucial, y son las propias mujeres quienes principalmente deben aunar esfuerzos de exigibilidad, formando coaliciones, redes, alianzas, etc. y continuar argumentando de forma estratégica, a través de la incidencia política como su principal herramienta, sobre los principales problemas que las afectan como mujeres, para lograr el propósito de la equidad de género y el respeto de sus derechos. Siendo que el Género se refiere, en términos generales, a las diferencias y desigualdades entre hombres y mujeres por razones sociales, económicas, culturales, religiosas, políticas, etc. la acción de la mujer por alcanzar la equidad, es una tarea de incidencia política permanente. La movilización de la fuerza social, especialmente de las mujeres más afectadas y vulnerables por la inequidad, la violencia, el abuso y la pobreza, plantea continuar incansablemente llamando la atención de los decisores/as de políticas, de los medios de comunicación, de los diversos grupos de poder y la de aliados estratégicos potenciales, género sensibles, para generar voluntad política por la equidad de género. Esta tarea requiere de mucha organización, planificación, capacidad analítica, carisma, astucia política como creatividad y escoger las estrategias más efectivas. Varias experiencias han identificado de manera fáctica, que en muchos aspectos de la vida política y de la incidencia pública, las mujeres han demostrado ser especialmente eficientes; justamente por características propias, tales como la especial capacidad empática, principalmente con otras mujeres, las habilidades para la escucha, su cercanía a comunidades de base, sus capacidades para el trabajo con recursos escasos y las tareas solidarias plenas de creatividad, etc. que son consideradas como particularmente recomendables para la realización de campañas de incidencia política. Las mujeres lideran en la práctica, alternativas desde la base social hacia arriba, en todos los rincones de la región y del mundo. El liderazgo de la mujer, suele ser un liderazgo fundamentalmente comprometido, sostenido en el tiempo y de alta sensibilidad. También existen muchos asuntos en los que es muy poco probable que los hombres tomen la iniciativa de la misma manera que las mujeres lo hacen, basadas en su empatía como en sus sufrimientos directos o indirectos generados por la vivencia de situaciones de inequidad, la exclusión, el abuso y la pobreza, entre otros. Por ejemplo, una experiencia en Kenia, referida al tema de la mutilación genital femenina como un asunto para la incidencia pública a nivel de Estado, sólo pudo ser sacado a la luz en el Parlamento, gracias a que las mujeres parlamentarias, disuadieron, influyeron y ejercieron cierta “presión” sobre sus homólogos masculinos, para que las apoyaran en poner y discutir el tema. En el caso los parlamentarios más sensibles a las cuestiones de género, fueron aliados ganados por las mujeres para ejercer presión sobre los hombres menos “género sensibles”.
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Como sustento de lo dicho, cabe resaltar un estudio de las Naciones Unidas realizado en 1995 sobre las mujeres en la vida política, que dio por resultado cinco razones de por qué deberían oírse las voces de las mujeres en todos los niveles de toma de decisión: Las mujeres constituyen al menos la mitad de la población y en consecuencia deberían estar representadas La baja representación de las mujeres pone en peligro la legitimidad de los sistemas democráticos La participación política implica la articulación, defensa y aportación de intereses. Las mujeres están condicionadas para tener diferentes roles, funciones y valores sociales. Es razonable esperar que sean conscientes de sus propias necesidades y son las que mejor pueden ponerlas de manifiesto. Existen indicaciones que muestran que si hay un gran número de mujeres políticas pueden cambiar el foco de la política Ningún país puede permitirse no utilizar todos sus recursos humanos. Las mujeres constituyen la mitad de la reserva mundial de talento y habilidad. Su exclusión de las posiciones de poder y de los cuerpos electos empobrece la vida pública e inhibe el desarrollo de una sociedad justa. Las estrategias de incidencia política de género pueden incluir recomendaciones concretas sobre la problemática de las mujeres, acompañadas de sensibles análisis políticos, acompañados de investigación y experiencias de cabildeo formal e informal, desde las propias organizaciones sociales de base. La mujer, mediante acciones de incidencia política puede negociar e influir en los centros mismos de la toma de decisiones políticas y económicas, con el propósito de superar una barrera, brechas en la equidad o generar apoyo a una gran causa o a un proyecto específico. 2.1.4. Género y Política Pública Una acción importante para alcanzar la equidad de género, es la promoción de una efectiva participación política de la mujer, que logre incidir e insertarse en el diseño de la política pública, posicionando a ese nivel la igualdad de oportunidades y la equidad de género. Aquí surgen dos preguntas: qué cambios implica la participación de la mujer en el modo de hacer política pública y qué impacto efectivo puede tener en la vida de otras mujeres. En tiempos en que el mercado se impone sobre la ciudadanía, donde la mujer todavía es discriminada, impulsar la participación política de la mujeres en los espacios de decisión formal es fundamental; que se incremente el número de mujeres comprometidas con la democracia y con la tarea de transformar las situaciones de inequidad de nuestras sociedades, recordando de que existen mujeres rurales, mujeres de minorías culturales, mujeres lideresas religiosas, mujeres y niñas pobres y víctimas de diversas violencias y abuso, etc. Según la especialista María Cristina Pache Pechtoll (2007), en uno de sus tratados sobre Género y Políticas Públicas, manifiesta que cuando el enfoque de género es considerado en las propuestas de políticas públicas, surgen verdaderas políticas públicas de género, el cual es un concepto más apropiado e integral y de una dimensión mayor que el concepto de políticas públicas para mujeres; que resulta tener una visión más restringida y puntual por centrarse solamente en la mujer y porque sus planteamientos no aseguran una contribución efectiva para romper con los roles tradicionalmente asignados a las mujeres.
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Las políticas públicas de género poseen una concepción más amplia y están fundamentadas desde una perspectiva relacional y crítica. “Las políticas públicas de género no sólo implican e involucran las diferencias en los procesos de socialización entre lo femenino y masculino, sino también la naturaleza de los conflictos y las negociaciones que se producen en las relaciones interpersonales establecidas entre hombres y mujeres, e internamente entre hombres o entre mujeres. También incluyen la dimensión de la subjetividad femenina que pasa por la construcción de la condición de sujeto”, Bandeira (2005). Estos procesos ponen en manifiesto una vez más la desigualdad y las inequidades en las relaciones sociales entre hombre y mujeres que deben tender a ser resueltas en el diseño de políticas públicas de género. Para que las políticas públicas sean universales, es decir, para todas las personas, es necesario que las/los individuos tengan acceso a estas políticas y a las oportunidades para disfrutar de ellas. Esto nos lleva a la cuestión de que frente a la desigualdad de oportunidades, necesitamos un enfoque diferente en la política pública para llegar a la igualdad. Desde esta perspectiva, el enfoque de género debe incluirse y ser transversalizado en las diferentes políticas de gobierno, especialmente en educación, salud, empleo y generación de ingresos, cultura, inclusión social, sin olvidar la intersección del género con las dimensiones estructurales de las culturas y clase sociales diferentes. Al mismo tiempo, hay que considerar las diferencias, como la orientación sexual, la edad, la discapacidad, para las mujeres, así como para los hombres, que no son segmentos homogéneos. Esta diversidad genera demandas específicas que precisan ser considerados en las políticas públicas de género. En este sentido, es un reto para las organizaciones de mujeres, y las OBFs en particular dentro de dicho grupo, promover la participación política de la mujer. De allí la importancia de trabajar desde los espacios democráticos más cercanos a las mujeres y de mayores posibilidades de acción y de alianza con la población, de manera que vayan construyendo una trayectoria política sensible a los intereses de la ciudadanía, sobre todo de las mujeres. Como ya se ha dicho, hay que dar especial énfasis a las mujeres rurales, indígenas, afro descendientes, discapacitadas y pertenecientes a minorías culturales, históricamente excluidas del ejercicio de la política. Con mujeres lideresas, preparadas y empoderadas, se puede trabajar en política pública a todo nivel por ejemplo en el acceso a recursos productivos, mecanismos de participación ciudadana, planificación y gestión del desarrollo, ciudadanía, entre otros. La participación política de las mujeres es esencial para la construcción de la democracia y en la lucha contra la pobreza, pero debe ser una participación autónoma, eficiente y comprometida, que permita a la mujer desarrollar todo su potencial y todas sus capacidades. En los últimos años se viene elaborando en diferentes países planes y/o políticas nacionales de igualdad que han contribuido a la institucionalización de la igualdad de género como un principio y a la vez una meta de los gobiernos de América Latina y el Caribe. UNFPA ha brindado apoyo técnico y financiero para la elaboración e implementación de muchas de ellas. La idea de integrar las cuestiones de género en la totalidad de los programas sociales quedó claramente establecida como estrategia global para promover la igualdad entre los géneros, en la Plataforma de Acción adoptada en la Cuarta Conferencia Mundial de
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las Naciones Unidas sobre la Mujer, celebrada en Pekín en 1995. Dicha Plataforma resaltó la necesidad de garantizar que la igualdad entre los géneros es un objetivo primario en todas las áreas del desarrollo social. 2.1.5. Género y Medios de Comunicación Los medios de comunicación social contribuyen a la formación de la subjetividad en las poblaciones, la formación de estereotipos, creencias y formas de pensar. A través de los mensajes que se transmiten, a través de radio, televisión, prensa escrita, informativos virtuales e inclusive se pueden considerar a las redes sociales; se puede influir positivamente o negativamente en el comportamiento de las personas. Los medios de comunicación masivos y la publicidad, se encuentran entre los principales medios de socialización de los valores y creencias que tenemos acerca de los sexos y de la sexualidad. Mediante el lenguaje podemos reforzar actitudes que discriminan y estereotipan la imagen de las mujeres o promover la equidad y la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres con un lenguaje inclusivo. Los estereotipos se reflejan y manifiestan también en el lenguaje y las diversas formas de comunicación humana, de tal manera que en lo que concierne a hombres y mujeres, el lenguaje no es neutral, enseña lo que se entiende por femenino y por masculino. Parafraseando a la comunicadora social brasileña, Rachel Morales, podemos preguntarnos por qué no vemos con frecuencia en la televisión alguna discusión sobre la autonomía de la mujer, o lo suficiente sobre el derecho a la igualdad en el acceso y las condiciones de trabajo y al ejercicio de la ciudadanía por parte de la mujer. Por qué no vemos las mujeres, suficientes mesas redondas y debates sobre la importancia y el valor invisibilizado y nada retribuido del trabajo en el ámbito privado? Es decir, el lenguaje aparentemente es un medio de comunicación neutral, pero puede ser también según se organice, escriba o enuncie discriminatorio, sexista o racista; de aquí la importancia del papel central que posee el lenguaje en la construcción de relaciones humanas inclusivas, respetuosas y solidarias. Es posible observar que con frecuencia los medios de comunicación, informan sobre la educación inclusiva y abogan por una cultura, no sexista, anti-racistas y homofóbica. Pero en la realidad cotidiana no se ven suficientes programas televisivos, radiales o entrevistas que hablen por ejemplo sobre la participación de las mujeres en política, utilizando un lenguaje inclusivo. Por otro lado, qué prototipo de mujer venden en los medios de comunicación? Vemos a más mujeres llenitas, mayores, negras, indígenas, consideradas como bellas en la televisión? O abunda cierta imagen de la mujer, para la venta de cerveza y/o ligada a la ilusión de comprar el último modelo de auto del año. Todavía predomina la mercantilización del cuerpo de la mujer en los medios de comunicación; los cuales utilizan el estereotipo de mujer de la cultura dominante y la articulan a mensajes consumistas. ¿Cómo aparecen las mujeres representadas en los medios? ¿Hay nuevas representaciones que surjan con la aparición de las mujeres en lo público? Las autoras Castaño, García y Gomaríz (2009), señalan que: “desde los orígenes de la publicidad la imagen y el cuerpo de la mujer han sido explotados para vender productos transmitiendo mitos o modelos que varían de un extremo a otro encontrando desde mujeres agresivas a mujeres sumisas, cumpliendo un papel secundario, en relación con el hombre”
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La comunicación es también un derecho y la mujer quiere verse retratada como es, en su realidad y diversidad; con una imagen más representativa y plural. Una de las prioridades de la agenda de la mujer debe ser la construcción de un sistema de control social sobre la imagen de la mujer en los medios de comunicación, con la participación de los diversos movimientos de mujeres. Con respecto a la falta de neutralidad del lenguaje que utilizan los diversos medios de comunicación, las autoras Castaño, García y Gomaríz (2009) subrayan: “el lenguaje describe lo que es femenino y lo que es masculino; lo que se nombra y lo que no se nombra; lo que está permitido y lo que está prohibido. El lenguaje no es por tanto neutral, sino que está lleno de matices y de intenciones […]. A través del lenguaje, cada sociedad determina un modelo de hombre y de mujer, que viene establecido por la historia y la cultura, dando lugar a los estereotipos sexistas que vamos asimilando sin darnos cuenta. Esta jerarquización de los sexos es lo que se denomina sexismo” En forma habitual encontramos un uso sexista de las imágenes y estereotipos sobre lo que es ser mujer y lo que es ser hombre y lo que se espera de cada uno de los sexos. En este tipo de publicidad, la imagen femenina y los roles de las mujeres se presentan generalmente devaluados e inferiorizados, identificando a las mujeres como objeto sexual y en el papel tradicional dentro del hogar, o convertidas en victimas a través de noticias, presentadas en formatos amarillistas que las presentan relacionadas a malos tratos y violencia. El sexismo en los medios informativos se comprueba por ejemplo en las noticias sobre la violencia contra la mujer, las cuales en su mayoría no incluyen una interpretación de las causas de este tipo de violencia, ni relacionan esta problemática con la violación de los derechos humanos y la desvalorización de lo femenino en las sociedades. Los medios tienden a naturalizar el estado de las cosas, en tal situación, insertan las representaciones de las mujeres que los medios construyen; muchos movimientos de mujeres cuestionan dichos estereotipos y roles asignados por los medios, que reproducen una sociedad tradicionalmente machista. En la misma línea, Yarman Jiménez, integrante de una radio feminista latinoamericana, destacó que “como comunicadora las mujeres deben reconocer que las palabras de las mujeres constituyen análisis políticos de la realidad, que no son simples narraciones de hechos sino interpretaciones de la realidad. Debemos dar el justo valor a las voces de las mujeres”. Hay que conjugar la oralidad de las radios, la palabra escrita de los diarios y los recursos técnológicos que permiten amplificar las voces y las acciones de las mujeres. Los medios de comunicación social son una herramienta central para el empoderamiento de la mujer. Su uso y apropiación abren nuevas posibilidades para generar y compartir información y tender nuevos puentes entre organizaciones de mujeres. El uso de la tecnología en las comunicaciones también viene creando nuevas formas de exclusión que aparecen con la irrupción de Internet, los medios digitales y las redes sociales. Actualmente, vienen apareciendo ciertas brechas digitales de género; como por ejemplo el menor acceso al uso del internet y a la información por medios virtuales por parte de mujeres, es decir, limitaciones en las posibilidades de acceso que se cruzan con los niveles educativos y los recursos con los que cuentan las mujeres. Es importante relevar que las mujeres quieren ver más mensajes en los medios de comunicación incluyendo los medios digitales, relacionados a las políticas públicas de 32
género en salud, educación, cultura, acerca de la lucha contra la pobreza, la erradicación de la violencia contra la mujer y como poco a poco éstas expanden su participación en el espacio político. 2.2. La Inclusión de la Mujer en el ámbito público Gracias a la teoría feminista y la evolución del enfoque de derechos humanos y de género, se ha empezado a romper con la dicotomía existente entre el espacio público y el espacio privado, y se ha reconocido que el hogar, como el ámbito público, son campos de ejercicio de derechos, en los cuales hay que establecer límites y decisiones conjuntas entre mujeres y varones. Los grandes avances acerca de los derechos de las mujeres y su defensa en la teoría de los derechos humanos universales son por un lado, aceptar que tales derechos comienzan en el entorno individual de cada individuo; y por otro lado, en que el Estado garantice su ejercicio y su respeto. Con el desarrollo de la producción económica y el mercado, la mujer encontró nuevos espacios para desenvolverse, y desarrollarse como persona, lo cual creó nuevas necesidades sociales y propició el surgimiento de una nueva conciencia hacia la mujer y la aparición de una “nueva feminidad”, clave para lograr el desarrollo. Con esto, poco a poco cuestiones usualmente consideradas como propias del ámbito privado, se volvieron asuntos públicos, lo que es considerado como una de las más importantes conquistas de la mujer de estos tiempos. 2.3. La Igualdad de Oportunidades Está claramente establecido que mujeres y hombres tenemos necesidades, características, intereses, preferencias, cualidades diferentes que tiene que ver con nuestras historia de vida y la forma cómo vivimos la feminidad o la masculinidad y en tanto somos seres humanos cada uno único e irrepetible. Hombres y Mujeres son diferentes, pero iguales en derechos. El tema de la Igualdad de Oportunidades entre hombres y mujeres, es un concepto fundamental dentro de las perspectivas más cruciales del Enfoque de Género. Es importante valorar por igual y sin distinción de géneros, las similitudes como las diferencias entre hombres y mujeres y por supuesto las variadas funciones que actualmente desempeñan cada uno, que representan un importante potencial hacia el desarrollo. Igualmente, reconocer y entender la experiencia diferente de ser hombre y de ser mujer e identificar los factores que expliquen las diferencias para que ello no afecte el derecho al acceso equitativo a las oportunidades para todos y todas. De otro lado, es importante considerar que el cumplimiento de nuestros derechos humanos debe ser igual para todos y todas, sin condición. Las personas somos diferentes, pero iguales en derechos y en el acceso a las oportunidades. La igualdad de oportunidades hace referencia a la posibilidad de que hombres y mujeres con necesidades y cualidades diferentes, puedan acceder de la misma manera al poder, a las decisiones, a controlar los medios necesarios para su vida como el trabajo, el acceso a servicios básicos, a los bienes del desarrollo, al territorio, a la herencia etc. en igualdad; seamos hombres o mujeres, en el marco de un respeto a los derechos humanos 33
y la cultura diferente. Que no sea nuestro sexo y los roles tradicional y culturalmente otorgados, los que determinen a qué tenemos derecho y acceso y a qué no. Un reparto equitativo de las responsabilidades familiares y tareas domésticas, fomentaría la igualdad entre hombres y mujeres ya que facilitaría similares oportunidades de participación social, política y/o laboral. En todas las sociedades, mujeres y hombres desempeñan ocupaciones diferentes y asumen diversas responsabilidades en el hogar y en la sociedad; en el caso de la mujer, el trabajo y la familia siempre están vinculadas entre sí y gran parte de sus labores no son retribuidas monetariamente, aún cuando sean tareas productivas, esto ejemplifica que existen diferencias en las oportunidades, relacionadas al sistema sexo género. El trabajo de la mujer sigue siendo menos valorado socialmente y menos remunerado que el del varón. En relación a la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres aplicada al empleo; ésta se trata de conquistar a través de una participación equitativa de hombres y mujeres en el ámbito laboral, evitando un tratamiento discriminatorio por razón de sexo y haciendo efectivo el derecho fundamental de toda persona a ser tratada en igualdad de condiciones. No obstante, conocemos las inequidades en el mundo laboral. Las mujeres tienen menores salarios, empleos más precarios, trabajo a tiempo parcial para poder dedicarse al hogar lo que supone doble jornada de trabajo; puestos de trabajo en sectores de inferior categoría a lo que les correspondería por estudios y experiencia profesional. Según Castaño de la Cruz, Susana, García C., Cristina y Gomariz M., Natividad, además de éstas desigualdades también existe: “Segregación horizontal: Las mujeres se concentran en el sector servicios y en ramas relacionadas con actividades consideradas tradicionalmente femeninas: educación, sanidad, servicios a la comunidad. Como consecuencia de esta segregación, las ocupaciones feminizadas están peor pagadas, produciéndose la discriminación salarial; están más saturadas por lo que tienen menos oportunidades de acceso al empleo y se reduce su abanico de elección profesional. Segregación vertical: En aquellos sectores en los que son mayoritarias, las mujeres tienen muchas dificultades para un desarrollo adecuado de su carrera profesional y por otro lado, son elegidas pocas veces para puestos de responsabilidad”. La igualdad de oportunidades en el mundo laboral, tiende a promover y aprovechar todo el potencial de trabajo de hombres y mujeres en sus empleos. Las disparidades que aún existen entre mujeres y hombres en cuanto al acceso a los recursos económicos, por ejemplo al crédito, a la tierra, a la herencia, al ejercicio del poder y a la participación política en la sociedad, limitan las posibilidades de autonomía de la mujer, impidiéndole de esta forma, asegurar un mejor un nivel de vida satisfactoria para sí misma y para quienes dependen de ella. La desigualdad de género, vinculada a contextos de pobreza, son condicionantes sociales que limitan el ejercicio de derechos de las mujeres; así como su acceso en igualdad de condiciones a la educación a la salud, al trabajo, etc. afectando la calidad de vida de mujeres, niñas y adolescentes. El todavía restringido acceso de la mujer a los recursos productivos, ocasiona un impacto negativo sobre el derecho a la igualdad de oportunidades, a las posibilidades de gozar de los bienes del desarrollo y el crecimiento profesional.
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Si bien en los últimos 20 años la participación de la mujer en las actividades económicas ha aumentado en la mayoría de las regiones del mundo, aún se sigue percibiendo que las mujeres realizan trabajos considerados de menor nivel, perciben salarios más bajos y tienen menos oportunidades de promoción y perfeccionamiento profesional en relación al varón. La promoción de la igualdad de oportunidades para la mujer no significa afectar el derecho de los hombres o ponerlos en desventaja; pero es importante considerar que actualmente las mujeres deben vencer mayores barreras para acceder a los mismos beneficios que los hombres. La exigencia de la igualdad de oportunidades representa también los intereses de la población. Cuando se habla de igualdad de oportunidades y equidad de género entre mujeres y varones, se abordan temas que interesan a todos y a todas, como la salud, la educación, el trabajo y el lugar que ocupa cada uno en la familia y en la comunidad. Las situaciones de desigualdad que todavía viven las mujeres les impiden desarrollarse y alcanzar las mismas oportunidades que los varones y ello es producto de una sociedad que hace diferencias entre varones y mujeres, y tiende a discriminar a estas últimas. Tanto mujeres como varones deben y tienen derecho a las mismas oportunidades. Las mujeres no deben tener limitaciones para acceder a un trabajo digno, a una vida libre de violencia, a alcanzar cargos públicos y participar plenamente en la política. Mujeres y varones tienen los mismos derechos, no existen diferencias que impidan que la mujer salga adelante y pueda tener una vida de calidad, conforme a sus deseos. Por otra parte, el Estado debe implicarse directamente, promoviendo y garantizando la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres haciendo lo necesario para que este derecho sea ejercido a plenitud en todos los aspectos de la vida, con medidas que erradiquen todas las formas de discriminación, desigualdad, exclusión o restricción para el acceso a oportunidades en igualdad de condiciones. Es importante también aquí lo dicho con anterioridad, que es necesario transversalizar el enfoque de género en todo ámbito y para ello no basta añadir un "componente femenino" ni solamente un "componente de igualdad entre los géneros", o una cuota de participación femenina, como las leyes de cuotas de participación de mujeres en cargos públicos; es algo más que aumentar la participación de un número de mujeres a ciertas actividades. Significa incorporar la experiencia, el conocimiento y los intereses diferentes de las mujeres y de los hombres para sacar adelante un cambio en relación a la participación de la mujer en la vida privada y político-pública, en las sociedades y en el desarrollo, bajo condiciones de igualdad. El desarrollo al que aspira cualquier sociedad es posible de ser alcanzado solo si todas las personas que la integran, hombres y mujeres se perciben y se relacionan en condiciones de igualdad. 2.4. El Análisis de Género una Herramienta para la transversalización del Enfoque de Género En las últimas décadas, y con la aparición del enfoque de género la reflexión sobre el género como categoría de análisis y su empleo se ha ampliado y profundizado. Han surgido términos asociados a ella, como: brechas de género, identidad de género, enfoque o perspectiva de género, equidad de género, igualdad de oportunidades entre los géneros, entre otros.
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El análisis de género es una herramienta que se utiliza para analizar dichos términos así como también marcos legales, políticas, programas y proyectos de desarrollo u otros, para conocer si está incorporado o qué tanto está incorporado el enfoque de género en sus planteamientos y/o para incorporarlo transversalmente a fin de que cumplan los requisitos básicos de promover la equidad de género y la igualdad en las oportunidades entre varones y mujeres. Cuatro de los más relevantes aspectos del análisis de género son: el análisis del uso del Lenguaje Inclusivo, la producción de Data Diferenciada por Género que brinde indicadores cualitativos y cuantitativos de progresos en el avance hacia la equidad de género. El análisis del Cumplimiento de Marcos Legales de promoción de la mujer, como las Leyes de Cuotas de participación de mujeres en cargos públicos y el análisis de cómo dentro de textos, propuestas y proyectos se manifiesta una comprensión determinada del Sistema Sexo-género versus un Enfoque de Género. Existen muchas otras categorías que pueden ser estudiadas en un análisis de género, pero éstas son las más básicas. Un análisis de género aplicado por ejemplo al lenguaje vinculado a los medios de comunicación y a la publicidad comprueba el uso sexista de las imágenes y los estereotipos que aún se difunden sobre lo que es ser mujer y ser varón. Este análisis es de gran relevancia pues como ya se ha dicho antes; los medios de comunicación y la publicidad se encuentran entre los principales medios de socialización de los valores que tenemos acerca de los sexos. Con respecto al primero, es de gran importancia el uso del lenguaje inclusivo para el logro de la equidad e igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres. Las palabras expresan lo que pensamos del mundo y de las personas, a través de él comunicamos ideas, conocimientos, valores y creencias, e incluso prejuicios, y discriminaciones; pues el lenguaje puede ser racista, sexista o discriminador. El lenguaje es sexista cuando se utilizan expresiones que estereotipan y denigran a las mujeres, a las niñas y a las adolescentes o a ciertas personas que se consideran subordinadas, en desventaja o con discapacidad. Mediante el lenguaje podemos reforzar actitudes que discriminan y estereotipan la imagen de la mujer. Es importante reflexionar sobre las consecuencias del lenguaje sexista y la importancia de realizar cambios también a este nivel. El lenguaje puede utilizarse de manera que promueve la equidad, usando un lenguaje que represente tanto a hombres, como a mujeres y difundiendo valores basados en la solidaridad, la inclusión y la igualdad. El uso exclusivo del masculino genérico para referirnos a las personas distorsiona los contenidos de los mensajes al otorgar mayor valor a lo asociado con los hombres y hace que se tienda a pensar en varones únicamente, “es una manera de ver la realidad que supone que el hombre es el modelo de todo comportamiento humano” (M. Bengoechea). Sin embargo, es factible usar lo que se denomina un colectivo genérico, que representa e incluye a ambos sexos, como por ejemplo: ciudadanía, infancia, niñez, comunidad, personas, asistentes, etc. El uso sexista del lenguaje es un reflejo de una sociedad androcéntrica en la que se da primacía y mayor valoración a los roles de los hombres.
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Modificar el lenguaje y convertirlo en un vehículo transmisor de valores y roles diferentes entre hombres y mujeres es una de las importantes responsabilidades del Estado como de la sociedad en su conjunto para construir una sociedad más igualitaria y respetuosa. A través de los mensajes que transmitimos podemos influir positivamente en el comportamiento de personas, grupos y sociedades enteras. La comunicación verbal, es decir, el lenguaje hablado, pero también la comunicación escrita, son las principales formas de comunicación humana; pero también existen otras formas de comunicación como la comunicación no verbal, que es otra manera de emitir mensajes, a través de imágenes, gestos, señales o posturas corporales, entre otros. El lenguaje como vehículo transmisor de concepciones cumple un papel trascendental en la percepción de la realidad y las relaciones humanas, por ello se afirma que el lenguaje puede influir negativamente o positivamente en el comportamiento humano (NOMBRA, 1995). Mediante el lenguaje no solo nos comunicamos e interactuamos, también transmitimos, conocimientos, percepciones, creencias, opiniones, sentimientos, describimos la realidad y las personas. Al transmitir las experiencias de generación en generación, el lenguaje nos enseña a pensar de determinada manera a tal punto que condiciona nuestro pensamiento y contribuye a la construcción de nuestra idea y visión del mundo. UNESCO (1999). El lenguaje es un producto social e histórico, que refleja, y a la vez contribuye a la construcción de nuestra concepción del mundo, y esa construcción repercute positiva o negativamente en nuestras vidas, según el uso que le demos en las relaciones entre hombres y mujeres. Es decir, el lenguaje aparentemente un medio de comunicación neutral, puede ser denigrante, sexista, racista o falto de valores de ahí la importancia del papel central que posee el lenguaje en la construcción de relaciones humanas más inclusivas respetuosas y solidarias. La teoría de género analizó la exclusión de las mujeres en el lenguaje y demostró la existencia del sexismo en el lenguaje y sus consecuencias en la formación de las personas, la visión del mundo y las relaciones humanas. Desde la perspectiva de género el lenguaje no es neutral, y tiende a ser sexista, ya que da invisibilidad a las mujeres y contribuye a forjar una imagen negativa de ellas al transmitir mensajes estereotipados que las desvalorizan y refuerzan su posición subordinada en la sociedad. El lenguaje inclusivo busca representar la composición diversa de la población, usando términos que no excluyan a nadie. En particular, promueve la aplicación de términos que no discriminen o invisibilicen a las mujeres, evitando el lenguaje sexista. El lenguaje inclusivo contribuye al logro de una comunicación más democrática, justa y precisa y a la construcción, de un lenguaje que no solo incluya a las mujeres, sino que además promueva el principio de igualdad entre mujeres y hombres. Lenguaje inclusivo es nombrar a las mujeres con justicia y equidad, sin invisibilizarlas. “Todo lo que no se nombra, no existe” Federación de Mujeres (2003)
Para alcanzar un uso neutro del lenguaje una de las mayores dificultades señalada por especialistas “deriva de la pertenencia del español a las llamadas «lenguas de género», categoría gramatical que afecta no solo a la terminación de los nombres, sino a la de
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artículos, adjetivos y participios en régimen de concordancia con el sustantivo. Fenómeno de naturaleza sistemática que considera el masculino como término genérico y válido, en consecuencia, para uno y otro sexo”. (Federación de Mujeres Progresistas 2010). Sin embargo, el lenguaje ofrece una variedad de recursos para representar a las mujeres sin tener que transmitir mensajes que las desvaloricen. Según la autora Antonia Medina Guerra (2002), el sexismo lingüístico no radica en la lengua española como sistema sino que se halla en algunos de los usos consolidados y aceptados como correctos por la comunidad hablante. Al mismo tiempo, destaca que la lengua evoluciona en cada época para responder a las necesidades de comunidad hablante. De ahí que en sociedades como las nuestras en la que se demanda equidad de género, la lengua como producto social no solo ha de reflejar equidad, sino contribuir a ella. Igualmente, con respecto a la importancia de la Data diferenciada; es de decir de diferenciar toda información por sexo a todo nivel de análisis, ya sea a nivel micro como macro, refuerza las posibilidades de contar con una base científica que recoja las diferencias en las necesidades, aspiraciones y oportunidades entre hombres y mujeres, según sus culturas diversas. Igualmente permite medir el progreso y el logro en las políticas de promoción de la equidad de género y la igualdad de oportunidades. La data diferenciada permite detectar el nivel de acceso a las oportunidades entre hombres y mujeres y determinar las brechas que aún existen y que deben ser urgentemente atendidas. Permite también evaluar el grado de avance de una sociedad hacia el logro de los objetivos de las Agendas Mundiales como del avance en las políticas de igualdad de oportunidades de cada país. Esta data diferenciada es esencial para la construcción de política pública que genere equidad e igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres. Es una base fundamental para el cambio hacia la equidad de género. El nivel de progreso en el cumplimiento de marcos normativos vigentes en defensa y promoción de la mujer, la construcción de canales formales de exigibilidad así como el desarrollo de capacidades para exigir el cumplimiento, también son materia del análisis de género. 2.5. Normatividad Internacional Básica relacionada al tema de Género y Derechos Humanos Al respecto, es importante conocer de forma complementaria los marcos normativos internacionales como nacionales que protegen los derechos de las mujeres. Aquí un listado de los principales marcos internacionales: • Convención sobre los Derechos Políticos de la Mujer (20.12.1952) Establece el derecho de las mujeres a votar en todas las elecciones, a ser elegibles para todos los organismos públicos electivos y a ocupar cargos públicos en igualdad de condiciones con los hombres, sin discriminación alguna. • Convención Internacional Sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial (21.12.1965) Compromete a los Estados a promover una política encaminada a eliminar la discriminación racial en todas sus formas a fin de garantizar a todas las personas, hombres y mujeres, en condiciones de
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igualdad el disfrute y ejercicio de los derechos humanos y de las libertades fundamentales. • Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (16.12.1966) Los Estados Parte, se comprometen a garantizar a hombres y mujeres la igualdad en el goce de todos los derechos civiles y políticos así como la prohibición de toda discriminación por motivo de raza, color, sexo, idioma, religión, opiniones políticas, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición social. • Protocolo Facultativo del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (16.12.1966) Permite denunciar hombres y mujeres en forma individual o colectiva violaciones a los derechos contenidos en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos. • Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (16.12.1966) Los Estados Parte, se comprometen a asegurar a los hombres y a las mujeres igual título a gozar de todos los derechos económicos, sociales y culturales mencionados en el Pacto, como son el derecho a trabajar en condiciones equitativas y satisfactorias, a la seguridad social, a la salud, a la educación y a la cultura. • Convenios de la OIT: (Convenio 100 sobre igualdad de remuneración, 1951; Convenio 102, sobre igualdad social, 1951; Convenio 111, relativo a la discriminación en materia de empleo y ocupación, 1958; Convenio 122, sobre la política del empleo, 1964; Convenio 169, sobre pueblos indígenas y tribales en países independientes, 1969). Derecho a la igualdad de remuneración entre la mano de obra masculina y la mano de obra femenina por un trabajo de igual valor, la no discriminación en materia de empleo, política nacional. • Convención sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación contra la Mujer – CEDAW. Adoptada por la Asamblea General de Naciones Unidas en diciembre de 1979. • Conferencia Mundial de Derechos Humanos, 1993, reconoce por primera vez que la violación contra las mujeres es una violación de los derechos humanos. • Declaración de San José sobre los Derechos Humanos, 1993. Prioriza la participación pública de las mujeres en condiciones de igualdad, la erradicación de cualquier forma de discriminación, expresa u oculta y, especialmente a la eliminación de la violencia de género. • Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer – Convención Belém Do Pará. Adoptada en Brasil el 9 de junio de 1994 y aprobada por el Perú el 25 de marzo de 1996. Establece lineamientos conceptuales para que los Estados Parte legislen en materia de violencia contra la mujer. • Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo. El Cairo, 1994 y Programa de Acción de la CIPD. 1994. Promueve que la mujer acceda a los recursos que necesita para mejorar su situación y proporcionarle más posibilidades de elección mediante el acceso a los servicios de educación y salud, así como el acceso al empleo. Aboga por la no violencia contra la mujer y a que ésta se empodere. Promueve la planificación familiar al alcance de todos como parte de un criterio ampliado en materia de derechos reproductivos y de acceso a la salud sexual y la salud reproductiva. Incluye objetivos en relación con la educación, especialmente de la niña, y el logro de una reducción en los 39
niveles de mortalidad infantil y materno infantil. Abordan cuestiones relacionadas con población, migración interna e internacional. También la prevención y la lucha contra la pandemia del VIH/SIDA y jóvenes. • Programa de Acción Regional sobre Mujer de América Latina y el Caribe CEPAL, 1994. Insta a los gobiernos a institucionalizar y transversalizar la perspectiva de género en los más altos niveles de la planificación, además de fortalecer mecanismos de cumplimiento de las convenciones internacionales, cuya responsabilidad recae en los gobiernos. • IV Conferencia Mundial sobre la Mujer, Beijing, 1995. Aborda 12 ámbitos de especial atención para las mujeres. • Objetivos y Metas del Desarrollo del Milenio, ODM. Cuyo objetivo Nº 3 se propone promover la Igualdad entre los sexos y la Autonomía de la mujer. Y el objetivo 5, que se plantea mejorar la Salud Materna. Se recomienda al respecto, revisar la normatividad por país referida a igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres, la no discriminación, la no violencia contra la mujer, etc. Así como los pactos internacionales a los que cada país está suscrito.
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3. TEMA III: DERECHOS Y SALUD SEXUAL Y SALUD REPRODUCTIVA 3.1. Salud Sexual y la Salud Reproductiva como Derecho Humano La Salud Sexual y la Salud Reproductiva es un Derecho Humano; por ello, la mejor forma de abordar el tema es dentro de un marco de derechos. Todos y todas gozamos de derechos por el sólo hecho de ser seres humanos. Los Derechos Sexuales y Reproductivos (DDSSRR) no son más que los Derechos Humanos, inherentes a toda persona, interpretados desde la sexualidad y la reproducción; desde el derecho de hombres y mujeres en todas las etapas de la vida al goce de una sexualidad plena y saludable, a tomar las mejores decisiones con respecto a su capacidad reproductiva y a una atención en salud integral y de calidad, que incluya la salud sexual y reproductiva. Es preciso enfatizar que los Derechos Humanos son irrenunciables, no negociables y están interrelacionados. Es decir, el ejercicio de cada derecho depende, en mayor o menor grado del cumplimiento de los otros, que nada nos exime de ellos y no es posible renunciar a ninguno, ni nadie puede desconocérselos a nadie. Son además, inalienables e inseparables de otros derechos básicos tales como lo pueden ser el derecho a la alimentación, a una vivienda digna, a la seguridad, la educación y la participación política. Los Derechos Humanos se basan en el resguardo de la Dignidad Humana, lo que significa que hombres y mujeres por el sólo hecho de existir, deben tener sus derechos garantizados, el derecho a ser respetados y respetadas y a decidir por sí mismos. Sin embargo, todavía el cumplimiento y goce de los derechos humanos para todos y todas es una aspiración por la que hay que seguir trabajando; en especial si nos referimos a grupos vulnerables y/o en desventaja, como las mujeres. La Salud Sexual como la Salud Reproductiva son elementos esenciales del derecho de toda persona al disfrute del más alto nivel posible de la salud física y mental”. 3 Pueden definirse también en términos de poder y recursos: “el poder para tomar decisiones informadas sobre la propia fertilidad, la procreación y el cuidado de los hijos, la salud ginecológica y la actividad sexual, así como los recursos para llevar a la práctica dichas decisiones de manera segura y efectiva según los planteamientos de Correa y Petchesky (1995). A ello hay que sumarle la noción y la realidad de la existencia de la diversidad sexual y el respeto a la misma. Las mujeres, se construyen también a sí mismas, en sujetos de derecho en el campo de la sexualidad y la reproducción; ello implica el acceso al poder y a recursos para tomar decisiones sobre sus vidas y sus cuerpos de manera auto determinada, sustentadas por el principio ético de la autonomía. Podríamos preguntarnos, si existe un marco general de Derechos Humanos: ¿por qué la necesidad de reconocer los derechos reproductivos, específicamente? Para responder a esta pregunta, es necesario tener en cuenta que los Derechos Humanos son esencialmente dinámicos y su alcance se amplía permanentemente en la medida en que las personas evolucionan, reconsideran sus necesidades y aspiraciones, o experimentan nuevas necesidades o aspiran a mayores estándares, en función de ellos. La teoría general de los Derechos Humanos se basa en la Dignidad del ser Humano y pretende 3
Resolución 2003/28. Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas. http://www.iidh.ed.cr/comunidades/derechosmujer/docs/dm_onuseguimiento/resolucin%20c%20deh%20salud.pdf
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equilibrar las formas jerárquicas y asimétricas de asociación y asegurar su vigencia plena para todos y todas. Al interpretar el contenido de diferentes instrumentos internacionales desde un enfoque de género, se hicieron evidentes vacíos, inconsistencias y exclusiones en dichos marcos tan generales y en apariencia neutrales. Por ello, la necesidad de reflexionar al respecto llevó en diversos espacios internacionales a que se perfeccionen y precise lo que el cumplimiento de los derechos significa para los seres humanos. En ese proceso ahora se reconoce el Derecho a la Salud Sexual y la Salud Reproductiva como un Derecho Humano pues se encuentra, reconocido en diversos marcos internacionales. Analizar el tema en el marco de los Derechos Humanos, supone reconocer que existen desigualdades en los niveles de salud e inequidad en el acceso a servicios esenciales, presentes en gran número de poblaciones. Ello requiere un cambio partiendo del principio de equidad; lo cual implica impulsar la participación política de hombres y mujeres y promover el reconocimiento por parte de los Estados de dichas desigualdades, las mismas que deben ser identificadas a partir de un análisis causal de cómo las jerarquías de género, cultura, religión, espiritualidad, edad, sexo, etc. son determinantes socio-culturales de la salud que poseen relevancia para identificar la problemática y plantear política pública, las cuales pueden ser sinérgicas como estrategias de reducción de la pobreza, promoción de la inclusión social y por ende de los Derechos Humanos. Estas determinantes son ejes estructurales de la organización de las sociedades contemporáneas y explican la inequidad y las desigualdades en el acceso a la salud; por lo tanto, también en cuanto al goce de los derechos humanos en el campo de la salud integral, que incluye la salud sexual y la salud reproductiva para todos y todas. El compromiso del Sistema de Naciones Unidas en el cumplimiento de las Objetivos y Metas del Milenio, reforzó los acuerdos explicitados en el texto del Programa de Acción de El Cairo; Beijing y sus revisiones a los 5 y 10 años. La Conferencia Internacional de Población y Desarrollo de El Cairo CIPD (1994) ya había definido las áreas de acción prioritarias para lograr, antes del 2015: reducir la pobreza alcanzando metas tales como incrementar el acceso universal a los servicios de salud sexual y reproductiva; disminuir la tasa de mortalidad materna de 1990 a la mitad antes del 2000, y volverla a reducir a la mitad en el 2015; bajar a menos de 35 por mil nacidos vivos, la tasa de mortalidad de los menores de cinco años, así como aumentar la esperanza de vida al nacer a 75 años o más antes de 2015. Para el logro de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) es claro que es necesario articular agendas y estrategias diversas, incluyendo las de las diferentes OBFs con la Agenda de la CIPD (1994), lo que se sustenta en los principios de los Derechos Humanos como eje articulador. Esto supone una acción en el campo de la salud integral, promoviendo la salud sexual, la salud reproductiva para eliminar el aborto inseguro, disminuir la mortalidad materna, el embarazo adolescente, mejorar los servicios prenatales y los cuidados post-parto, intensificar la atención perinatal y del recién nacido; prevenir y combatir las Infecciones de Transmisión Sexual, incluyendo el VIH/SIDA, las enfermedades ginecológicas que incluye el cáncer cervical y, proporcionando servicios integrales de información, planificación familiar e infertilidad, de fácil y extendido acceso, considerando las necesarias adecuaciones culturales. En el año 2002, el ex Secretario General de las Naciones Unidas, Kofi Annan, indicó que “si no se abordan decididamente las cuestiones de salud reproductiva”, los ODM no podrían alcanzarse; ya que cuando las mujeres pueden determinar el tamaño de sus
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familias y el momento de tener hijos, será más probable que se logre avanzar hacia una mayor igualdad entre hombres y mujeres, y esto conllevará a mayor capacidad de las mujeres para adoptar decisiones acerca de su propia reproducción (ODM 3). Asimismo, el uso de métodos de planificación voluntaria de la familia reduce directamente la mortalidad infantil (ODM 4) y mejora la salud de las madres (ODM 5), y al mismo tiempo frena el crecimiento desmedido de la población, lo que contribuiría a la erradicación del hambre (ODM 1) y a que no se pierdan las mejoras en el nivel de matriculación escolar y en la calidad de la educación (ODM 2), ya que se controlaría la demanda. Definiéndose con ello el concepto de Derechos Reproductivos. Los Derechos Reproductivos, son Derechos Universales basados en la libertad, la dignidad e igualdad inherentes a todos los seres humanos en el planeta. Dado que la Salud Integral es un Derecho Humano fundamental, bajo dicho marco la Salud Sexual y la Salud Reproductiva son consideradas también como un Derecho Humano básico a ser respetado y protegido para todos y todas, con un enfoque de inclusividad e interculturalidad en toda sociedad y donde el Estado debe ejercer un rol garante de su vigencia.
Existen en nuestras sociedades, diversos factores que nos diferencian, ya sean de índole biológica, sociocultural o religiosa, etc. y sobre estas diferencias, nuestras sociedades construyen a través de sus relaciones sociales formas de discriminación, subordinación y marginación, que se traducen en desigualdad e inequidad social y un relativo cumplimiento de los Derechos Humanos, relacionados a la sexualidad humana. Por ejemplo, existen diferencias e inequidades según el sexo, la edad, la cultura, la orientación sexual, la existencia de una discapacidad, la religión, la condición social y económica de las personas. El desarrollo de la teoría feminista y las características de la realidad actual, siguen poniendo en evidencia que en el espacio privado, el ejercicio de la sexualidad y la reproducción están sostenidos sobre estructuras de poder, donde el hombre es quién domina y ejerce control sobre la mujer y ésta dominación se ha naturalizado. Dicha subordinación se reproduce a través de la cultura, del inconsciente y de lo simbólico. En este marco, los Derechos Humanos que son para todos y todas, ya no serían igualmente disfrutados, menos aún si se trata de la mujer y si se refiere a la sexualidad, la reproducción, la fertilidad, y las decisiones al respecto. El principal debate debe darse alrededor de la subvaloración tradicional de la mujer y la asignación de roles que se le otorgan como inherentes a sus características sexuales biológicas, es decir en base al sistema sexo-género. La subvaloración de la mujer es un hecho común, frecuentemente inconsciente, que tiende a ser perpetuado y que necesita ser interpelado abiertamente para su resolución. La subvaloración de un individuo o grupo a través del tiempo se convierte en una forma normalizada de interpretar y actuar en la realidad, bajo estereotipos y con una tendencia negativa de cambiarlos. A medida que la subvaloración de un grupo se trasforma en lo habitual, se manifiesta en una racionalidad de trato diferente -inequitativo, dominador y discriminador- hacia determinados grupos e individuos, como las mujeres, sujetos de subvaloración y/o dominación social.
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Es clave mencionar que la discriminación, marginación y el maltrato en todas sus formas tiene efectos en la salud mental de las personas, afecta la autoconfianza, la estima personal, la capacidad para el ejercicio real de sus derechos y eventualmente la habilidad para funcionar como ciudadanos o ciudadanas plenas; como miembros/as de un grupo o una sociedad capaz de hacer valer sus derechos. Actualmente, como ya se ha dicho, la marcada dicotomía existente entre el espacio público y el espacio privado es rotundamente cuestionada, y se ha reconocido que la sexualidad, la reproducción y el hogar, son campos de ejercicio de derechos, en los cuales hay que establecer límites consensuados entre hombres y mujeres y terminar con el poder de unos sobre otras. Como se contempló en el V Curso Internacional “Mujer y Derechos Humanos” (Lima, 2000); los avances referidos a los Derechos Reproductivos en la teoría de los Derechos Humanos universales, por un lado, permite comprender que tales derechos comienzan en el entorno individual de cada persona; y por otro lado, que el Estado debe asumir lo que le corresponde garantizar y hacer respetar el ejercicio de éstos derechos. Lo que significa salir del ámbito privado, para pasar al espacio público a fin de ser reconocidos y protegidos. La salud sexual y la salud reproductiva en Latinoamérica se encuentran fuertemente marcadas por las desigualdades sociales a las que están sujetas sus poblaciones, caracterizadas por su diversidad cultural, por diferencias socio-económicas que potencian la inequidad y no logran ser compensadas por los sistemas de protección y programas sociales, cuya finalidad es sólo atenuar las grandes desventajas sociales a las que están expuestas importantes sectores de población y donde la mujer, la niña y la adolescente destacan por su doble vulnerabilidad y su fragilidad frente a los nuevos riesgos de la realidad social actual, como por ejemplo el turismo sexual, la trata ligada a prostitución forzada, etc. Después de la CIPD, se reenfocó el concepto de salud sexual y reproductiva, el mismo que fue incorporado como derecho de las personas y 184 países suscribieron el Programa de Acción, comprometiéndose a realizar los esfuerzos necesarios para adoptar las medidas planteadas en dicho Programa. El concepto de salud sexual y reproductiva desarrollado en CIPD (1994), supone examinar el conjunto de las condicionantes de la salud existentes en distintas poblaciones y revisar el estado en que se encuentran los servicios que se ofrecen a las poblaciones más vulnerables y en desventaja social y por lo tanto en alto riesgo, en aspectos tales como el nivel de oferta de servicios básicos, la infraestructura, el recurso humano calificado existente, las adecuaciones culturales necesarias, entre otros. La CIPD (1994) interpreta los avances del momento desde un marco de Derechos Humanos y una perspectiva de Género; introduciendo la importancia de alcanzar la igualdad de oportunidades, la equidad de género y el empoderamiento de las mujeres en el tema de la salud sexual y la salud reproductiva así como la prevención de ITSVIH/SIDA y los derechos reproductivos, como temas a ser trasformados en políticas públicas y programas sociales de los Estados. Por lo tanto, la CIPD (1994) promueve que las opciones reproductivas sean consideradas más allá de la mera perspectiva demográfica y médica, incorporándolas como una cuestión que involucra procesos socioculturales y económicos que incluye también los valores, actitudes, comportamientos y creencias de las distintas sociedades
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y que además considere como un derecho de mujeres y hombres, el goce de una vida sexual plena, sin circunstancias desfavorables. El derecho a la salud integral, desde una aproximación basada en Derechos Humanos, debe ejercerse sin distinción de sexo, cultura, condición socio-económica, edad, idioma, religión o espiritualidad, etc. y cada ser humano debe ser reconocido como una persona con plena titularidad de derechos. Es importante destacar que el Estado tiene un rol preponderante y garante, debe promulgar leyes y códigos, definir política pública así como vigilar el cumplimiento del ejercicio del derecho a la salud, y sancionar aquellas prácticas discriminatorias hacia las mujeres, niñas y adolescentes, hacia los diversos grupos culturales minoritarios, los y las homosexuales y las personas viviendo con VIH/SIDA, entre otros. 3.1.1. Los Derechos y su interrelación con la Salud Sexual y la Salud Reproductiva Aquí se pretende brindar una visión amplia de cómo, en un marco de derechos, éstos se encuentran interrelacionados en todas sus gamas y como el derecho a la salud sexual y a la salud reproductiva forma parte de un conjunto sólido que pretende asegurar una vida plena y con dignidad para todos y todas. Los derechos humanos individuales que contribuyen a la salud sexual y a la salud reproductiva pueden ser agrupados entre sí alrededor de intereses, que hacen más sólida su exigibilidad; se relacionan también con el hecho de eliminar las barreras que no permiten el pleno ejercicio de la salud sexual y reproductiva de la población. Podemos relevar las siguientes interrelaciones: 1. El derecho a la vida, la supervivencia, la libertad, la seguridad de la persona y el estar libre de tortura y de tratos inhumanos y degradantes. Cuando hablamos del derecho a la vida hablamos por ejemplo, que las mujeres obtengan atención obstétrica esencial, que accedan a partos seguros con las adecuaciones culturales pertinentes y a tratamientos profiláctico para prevenir la transmisión del VIH a su hijo/a, en caso de ser una madre que vive con el virus. La seguridad personal y la integridad individual como la supervivencia pueden verse afectados por desconocer el derecho a la salud reproductiva que garantice el derecho a la vida. El aborto inseguro por condiciones clínicas insuficientes, la mutilación de los genitales, él irrespeto a la confidencialidad en las pruebas de diagnóstico obligatorias, la esterilización involuntaria, la negación de tratamiento médico adecuado, constituyen violaciones a los derechos humanos relacionados a situaciones de ejercicio de la salud sexual y salud reproductiva. 2. La sexualidad, la autodeterminación reproductiva y la libre opción de la maternidad. Los derechos relativos al goce de una sexualidad saludable y sin riego, tienen implicancia directa con la autodeterminación reproductiva y la libre opción de la maternidad. La calidad de vida de las personas y en especial de las mujeres se incrementa con el ejercicio del derecho a decidir el número de embarazos y el espaciamiento entre los hijos/as, lo cual puede estar basado también en el derecho a formar pareja con quien uno elija, fundando familias que pueden tomar decisiones informadas al respecto de su vida de forma privada y ejerciendo el derecho a una maternidad segura. Igualmente, es importante reconocer el derecho a la intimidad, a formar pareja, al ejercicio de una sexualidad libre de riesgos, la no discriminación a las
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parejas del mismo sexo. Las mujeres tienen el derecho a no ser obligadas a tener hijos/as en contra de su voluntad, ni a ser sometidas a matrimonios a temprana edad que atentan contra su salud, desarrollo personal y su proyecto de vida. Todo esto configura el concepto de los derechos reproductivos. 3. La salud física y mental y los beneficios del desarrollo y el progreso científico. Es esencial garantizar el derecho a gozar del estándar de salud más alto posible para todos y todas, que concibe a la salud en su integridad: física y mental. Esto está directamente relacionado con el derecho al acceso a los bienes del desarrollo y de la ciencia y a la disponibilidad y asignación equitativa de dichos recursos y bienes. La accesibilidad, la adecuación cultural, la disponibilidad y la calidad deben ser características básicas de todos los servicios de salud, lo que significa que partiendo de una visión integral de la salud se cumplan con todas las condiciones para que hombres y mujeres sin discriminación alguna, tengan acceso a una atención digna, culturalmente adaptada que promueva la salud mental y física de las personas. 4. La no discriminación y el debido respeto por las diferencias. La reflexión de éste tema es bastante amplio y complejo, está basado en el respeto del derecho a la diferencia y la diversidad y relacionado a: a. La no discriminación en contra de la mujer: discriminación basada en el género. b. La no discriminación de sexo y género, en los sistemas de salud y educación. c. La no discriminación por estado civil d. La no discriminación por edad e. La no discriminación por pertenecer a una cultura diferente o minoritaria. f. La no discriminación por una discapacidad o una condición de salud diferente. g. La no discriminación por la orientación sexual. En la mayoría de países, la discriminación está considerada como una forma de violencia social. Es necesario analizar cómo ésta se expresa, identificarla y así, enfrentarla y denunciarla. Por otro lado, existen estudios que confirman que mujeres indígenas y afro descendientes, tienen menos posibilidades de conseguir empleo y acceder a la educación que otras mujeres. Las y los discapacitados no cuentan por lo general con facilidades protectoras y de tipo arquitectónico acordes a sus necesidades particulares, como la adecuación de espacios para transitar libremente en la ciudad o en los sitios en los cuales se desenvuelven. Los/as homosexuales prácticamente no pueden expresarse afecto libremente, y sufren señalamientos y discriminación impuesta por sociedades homofóbicas. 5. La información, la educación y la toma de decisiones. En este punto es importante reflexionar en torno al derecho a recibir información, educación integral que incluye educación sexual y educación en valores y, el derecho a la libertad de pensamiento, conciencia y religión. Los dos primeros puntos se relacionan con el acceso al conocimiento y la información en relación a las capacidades y potencialidades que un ser humano puede desarrollar para tomar decisiones adecuadas y oportunas en cualquier momento de su ciclo vital. Las mujeres, las niñas y las adolescentes son especialmente vulnerables, al no poder acceder al ejercicio de este derecho por inequidades sociales y las diversas situaciones de discriminación que viven. Muchas niñas y adolescentes no acceden a la educación por razones de su género. Es importante reconocer estas dificultades cuando tratemos el tema de salud sexual y salud reproductiva, pues la toma de decisiones en estos aspectos definen situaciones extremas como la posibilidad de un embarazo no deseado o no planificado, o el adquirir una
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infección de transmisión sexual. La Red de Salud de las Mujeres Latinoamericanas y de El Caribe, propone que el derecho a la salud integral sea plenamente respetado, y que los derechos sexuales y reproductivos puedan ejercerse en libertad y dignidad. Para ello, han contemplado el cumplimiento de aspectos básicos e ineludibles, como4: 1. El acceso universal, en todas las etapas de vida, a la información y servicios de atención de salud gratuitos o de bajo costo y de óptima calidad, para gozar de salud integral y de bienestar. 2. El derecho a que nuestra diversidad sea reconocida y respetada en el diseño e implementación de esos servicios. 3. El derecho a ejercer una salud sexual y reproductiva sana, libres de violencias y coerción. 4. El derecho a conocer y respetar nuestro cuerpo. 5. El derecho a ejercer una sexualidad sin riesgos ni consecuencias indeseables o inoportunas. 6. El derecho a relacionarnos sexualmente con quien deseemos sin ser presionadas ni violentadas, en el momento que elijamos. 7. El derecho a buscar y sentir el placer sin culpas. 8. El derecho a no tener sexo. 9. El derecho a decidir el número de hijos e hijas que queremos tener, cuándo tenerlos, o bien a no tenerlos. 10. El derecho a estar bien informadas para regular nuestra fecundidad con métodos eficaces, seguros y asequibles, o que nuestra pareja los utilice. 11. El derecho a recibir una atención de salud de la más alta calidad en el embarazo, parto y en todos los otros momentos de nuestra vida sexual y reproductiva. 12. El derecho a compartir las responsabilidades de la sexualidad y la reproducción con la pareja. 13. El derecho a protegernos de infecciones de transmisión sexual, incluido el VIH/SIDA, en especial cuando se trata de mujeres adolescentes y niñas. 14. El derecho a una participación igualitaria de las mujeres en las instancias de decisión del área de la salud, para que nuestras demandas reales y urgentes tomen preeminencia. Es importante reconocer también que en nuestras realidades constatamos que diversas confesiones de fe, religiones y espiritualidades, tienden a imponer o normar el ejercicio de la sexualidad y la reproducción; restringiendo en muchos casos el acceso a la toma de decisiones libres, al promover comportamientos relacionados a posiciones dogmáticas como por ejemplo: asumir que todos los anticonceptivos son malos para la salud, que el condón no debe ser usado ya que no está científicamente comprobado para la protección de infecciones de transmisión sexual, entre otros temas que limitarían el ejercicio de sus derechos a hombres y mujeres. 3.1.2 El Derecho a una Sexualidad Saludable Una sexualidad saludable está relacionada a la libertad de las personas de expresar y vivir su sexualidad en condiciones dignas, placenteras y seguras, así como el derecho a no sufrir violencia o abuso sexual ni discriminación. Implica el ejercicio autónomo de una sexualidad de acuerdo a las preferencias y a la protección legal de las mismas, 4
http://www.reddesalud.org/actualidad/act3_int.php?id=21
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incluida o no la finalidad reproductiva e independientemente de la edad, condición, preferencias o estilo de pareja, sin prácticas de riesgo para la salud. Los enunciados de estos derechos son: 1. Derecho a vivir una sexualidad sana, placentera, responsable y libre, sin más límites que los derechos de otras personas”. Las personas son libres para decidir cómo, cuándo y con quién tener relaciones sexuales, en el marco del mutuo respeto y del pleno consentimiento. Nadie puede obligar, chantajear o condicionar a una persona a tener prácticas sexuales sin su consentimiento. Ello constituye una violación a los derechos individuales y podría configurar un delito. 2. Derecho a recibir una educación integral e información clara, oportuna y científica acerca de la sexualidad. Es una obligación ineludible del Estado, de la familia y de la sociedad en general. Niñas y niños y adolescentes deben conocer de manera adecuada, según su edad, acerca de su sexualidad, conocer los cambios que ocurren o que ocurrirán en sus cuerpos a medida que van creciendo. Conocer temas importantes como por ejemplo: ¿Qué significa la menstruación? ¿Por qué sienten atraídos hacia un chico o a una chica?, ¿Qué es la masturbación? ¿Si es normal o no? ¿Desde qué edad pueden tener relaciones sexuales? ¿Cómo protegerse de enfermedades de trasmisión? Todos y todas necesitamos información, las parejas, las personas solas y, especialmente, los y las adolescentes y jóvenes necesitan información sobre planificación familiar, métodos de control de la natalidad, y deben encontrarla en forma adecuada, amigable, integral y oportuna. Las mujeres en la pre menopausia y menopausia también tienen derecho a contar con información precisa y acceso a servicios de salud que le permitan enfrentar cada nueva etapa en sus vidas, incluyendo la sexualidad, a fin de gozarla de una forma saludable y plena. 3. Derecho a la integridad corporal y a la autonomía en el control del cuerpo. Nadie está obligado a aceptar el acoso sexual y sí éste existe es importante ejercer el derecho a exigir condiciones de seguridad que eviten cualquier molestia, abuso o violación sexual. Una persona homosexual debe tener la posibilidad de establecer relaciones de común acuerdo con la pareja que decida. Y nadie puede obligarle a renunciar a su elección, ni discriminarle por ello. Una chica y un muchacho tienen el derecho a decidir vivir juntos y establecer una relación responsable y merecedora de respeto, al igual que cualquier pareja aun las formadas por el mismo sexo. Nadie debe estar sometido o sometida a esclavitud ni a servidumbre sexual, explotación sexual infantil o adolescente, prostitución forzada ni al turismo sexual. Tampoco ninguna mujer, niña, niño, adolescente o joven debe ser violentado sexualmente como parte de un botín de guerra en conflictos armados. 4. Derecho a alcanzar el más alto nivel de salud sexual. La información sobre métodos de prevención del embarazo disponibles, sobre el tema de las ITS y sobre el VIH/SIDA debe estar al alcance de todos y todas. El Estado debe dar facilidades para la atención integral de calidad y la prevención de enfermedades de transmisión sexual y del VIH/SIDA. Las personas que están en el climaterio y la menopausia tienen derecho a una sexualidad sana y feliz.
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5. Derecho a la vida privada y respeto a la integridad física. La confidencialidad debe ser un requisito en los servicios de salud sexual, tanto para adultos como para adolescentes. Todas las personas, incluidas niñas y niños, deben estar protegidas de la violencia sexual o de cualquier otro tipo de abuso. La violencia intrafamiliar atenta contra la vida de las personas, en especial de aquellas más vulnerables y es un delito, que se tiene que denunciar. Los maridos o concubinos no tienen derecho a forzar sexualmente a sus esposas o concubinas. Esto también es considerado una violación sexual. 6. Derecho a la atención integral de las personas víctimas de abuso sexual. El Estado tiene la obligación de ofrecer atención integral adecuada, física y psicológica a quienes hayan sufrido violencia, abuso o violación sexual. Debe penalizar ejemplarmente a quienes ejercen dicha violencia. Existen instrumentos jurídicos que permiten denunciar y tomar medidas de urgencia en caso de abuso hacia niñas y niños, adolescentes, jóvenes y adultas. El Estado deberá garantizar a las mujeres y a los varones protección contra vejaciones sexuales en caso de detención policial, militar y de guerra. 7. Derecho a condiciones de igualdad y equidad entre varones y mujeres, que les posibilite tomar opciones libres y con conocimiento de causa respecto a su sexualidad, sin imposiciones de carácter estatal ni religioso. Las leyes deben ser inclusivas, no deben discriminar a nadie; especialmente si se trata de mujeres, niñas, adolescentes, homosexuales y lesbianas. Todas y todos tenemos derecho a la protección del Estado para ejercer nuestra sexualidad sin violencia y con salud. Por ejemplo, los contratos de trabajo no pueden imponer condiciones referentes a la vida sexual, orientación sexual ni estado civil. La ley es igual para todos y todas. Las personas tienen derecho a organizarse en busca del respeto, libre ejercicio y garantía de sus derechos sexuales. Una actitud ética en la salud implica respetar la diversidad inclusive de creencias religiosas, sin imponer sus propias valoraciones morales a las demás personas. 3.1.3. Componentes de la Sexualidad Es importante complementar ésta conceptualización sobre derechos y salud sexual y salud reproductiva comprendiendo principios básicos sobre la sexualidad. Según diversos tratados, la sexualidad tiene seis componentes necesarios para una comprensión y vivencia plena e integral que es necesario considerar: a) Un componente vincular: se refiere a las relaciones o vínculos que se establecen con otras personas como por ejemplo: con la familia, las amistades o la pareja o con una/o misma/o, a partir de la sexualidad. Se relaciona con la atracción física, el cariño, el deseo de compartir y la necesidad de comunicarse. También tiene que ver con la posibilidad de conocer nuestros deseos y necesidades, así como comprender y preocuparse por los de las otras personas. b) Componente erótico: se relaciona con la posibilidad de disfrutar del placer a través del cuerpo y los sentidos, sin miedo, vergüenza ni culpa. Incluye diferentes conductas y todo lo que la persona haga para sentirse bien y obtener placer, siempre y cuando no se haga daño a sí misma/o ni a otras/os. La vivencia del placer no se deriva únicamente de los órganos genitales y de las prácticas sexuales, sino que también se puede obtener de otras actividades, como bailar, caminar junto a alguien especial, practicar deporte, entre otras, y naturalmente del amor.
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c) Componente corporal: está relacionado con la posibilidad de conocer, aceptar y valorar el propio cuerpo, para así poder aceptar y valorar el cuerpo de otras personas. Además, desde este componente se considera al cuerpo como un instrumento para comunicar afectos y emociones, así como un medio para acercarse a una/o misma/o y a otra/o. También incluye la capacidad que tienen todas las personas para sentir placer y procrear. d) Componente ético: significa la responsabilidad, el respeto y la honestidad que se tiene consigo misma/o y con las/os otras/os. Es respetar los valores, deseos, necesidades y gustos, tanto los propios como los de la otra persona. También se refiere a prevenir el riesgo de adquirir o infectar con enfermedades de transmisión sexual, que incluye el VIH/SIDA, y prevenir el riesgo de embarazos no deseados. e) Componente cognitivo: abarca los pensamientos, ideas, creencias y reflexiones que cada persona tiene sobre la sexualidad, las cuales están marcadas por los mensajes que se transmiten socialmente sobre ella (en la familia, la escuela, el trabajo, la iglesia, las amistades, etc.). Por eso, es importante que podamos identificar estos mensajes y pensamientos, para lograr reflexionar críticamente y darnos cuenta de la influencia que tienen en la vivencia de la propia sexualidad. f) Componente trascendente o espiritual: Como seres trascendentes podemos conectarnos con una valoración muy positiva del sexo, como una perspectiva humanizadora de esta dimensión tan importante para la existencia humana. Lo que vivimos, sentimos y creemos acerca de la sexualidad, responde al proceso de socialización que hemos tenido, es decir, los mensajes y valores que nos han transmitido desde que nacimos hasta el día de hoy y que han sido incorporados al propio modo de pensar, sentir y actuar. La relación con la familia, las amistades, los compañeros/as de estudios o de trabajo, constituyen parte de la socialización. Por otro lado, también interviene en la formación de nuestras ideas o creencias sobre la sexualidad, la educación que recibimos en la escuela, la iglesia, los medios de comunicación (radio, televisión, publicidad, internet, etc.) en suma todas las instituciones y personas que representan la cultura. 3.1.4. La Diversidad Sexual La diversidad sexual es una realidad existente, una realidad humana. También es un concepto complejo, cuya reflexión implica una amplitud de pensamiento, tolerancia y el conocimiento de todas las variables que encontramos en la sexualidad de los seres humanos. Es un tema universal, y a la vez polémico, existente desde épocas muy remotas, tanto como la existencia misma del ser humano. Su reflexión se encuentra todavía en una etapa de debate inicial en las sociedades. Y lamentablemente es todavía motivo de divisiones y discriminación. Se la puede definir como un conjunto de preferencias, manifestaciones, prácticas, sentimientos, subjetividades, etc., diferentes a las categorías normalizadas sobre los comportamientos sexuales. Cuando hablamos de diversidad sexual debemos considerar al menos cuatro dimensiones para su análisis y definición: • • • •
La orientación sexual u orientación del deseo erótico-afectivo. La identidad sexual. La expresión sexual (comportamiento sexual) El cuerpo
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Según el Dr. E. Campaña (2011), asumir la diversidad que existe en la sexualidad humana plantea la revisión de las categorías que sobre la sexualidad hemos construido y recibido a través de la cultura, y reconocer que estas no son inamovibles, ni definitivas, sino que son dinámicas y están en constante movimiento y trasformación. La igualdad comienza cuando reconocemos que todas las personas tenemos el derecho a ser diferentes. No todos los seres humanos tenemos la misma fisonomía, al menos hay dos grandes grupos humanos cuyas diferencias corporales son evidentes, hombres y mujeres. Y es importante considerar también que no todos y todas, sentimos el estimulo sexual de la misma manera, cada persona requiere de diferentes estímulos para sentir placer. En muchos casos la identidad sexual y el cuerpo no son siempre correspondientes, algunas personas pueden tener cuerpos masculinos, pero sentir como lo haría una mujer y viceversa. Este hecho de que no todos somos iguales en cuerpos, deseos, emociones e identidades, es fácilmente reconocible. Sin embargo, lo que no es tan fácil reconocer es que estas diferencias no implica que unos seres humanos se les reconozcan derechos y a otros se les nieguen los mismos por éstas causas; ni significa que las personas que son reconocidas como “diferentes a la mayoría o a la normalidad” estén “enfermas”, o que ello responda necesariamente a perversiones y mucho menos, que por dichas características deban ser excluidos de la sociedad o que no se respeten sus derechos humanos. La homosexualidad por ejemplo, no es sinónimo de perversión, ni de enfermedad ni tampoco es un delito. No responde necesariamente a problemas en la infancia, dificultades en la educación o a violencia sexual. Son formas de expresión de la diversidad sexual, como lo es también la heterosexualidad. Es importante señalar que hablar de Diversidad Sexual solo es posible en base a la construcción de una ética sexual post-convencional, es decir de aquella que esté basada en una reflexión por encima de los límites de los actuales convencionalismos socioculturales. Supone una perspectiva de profunda humanidad y de aceptación de la condición humana. En ocasiones se identifica y se reduce la diversidad sexual a las orientaciones sexuales diferentes a la heterosexualidad tales como la homosexualidad, o la bisexualidad; y a los distintos aspectos del travestismo, o la transexualidad. Sin embargo, en términos de la definición se puede decir que la diversidad sexual es el resultado de la mezcla siempre cambiante de factores biológicos, culturales, espirituales, sicológicos, físicos. La diversidad sexual incluye a quienes gustan y se identifican con relaciones heterosexuales y también a quienes expresan su sexualidad en otras formas consideradas no convencionales. Lo importante de utilizar el concepto diversidad sexual es reconocer que todos los comportamientos y deseos sexuales forman parte de una gama de opciones que está disponible para los seres humano, y que todo lo que forma parte de este abanico de posibilidades sexuales tiene igual derecho de existir y manifestarse, siempre que no atente contra los derechos de los demás, que sea una conducta libre, no compulsiva, ni forzada por terceros y que quien se involucre en estas actividades sea responsable de las consecuencias de sus actos, como cualquier persona.
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3.2. ¿Qué entendemos por Salud Sexual y por Salud Reproductiva? La definición de salud sexual y salud reproductiva, tuvo su origen en la “Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo de Naciones Unidas” (CIPD-1994) realizado en El Cairo, en la cual se señaló que: “Salud reproductiva es un estado general de bienestar físico, mental y social, y no de mera ausencia de enfermedades o dolencias en todos los aspectos relacionados con el sistema reproductivo y sus funciones y procesos. En consecuencia, la salud reproductiva entraña la capacidad de disfrutar de una vida sexual satisfactoria y sin riesgos y de procrear; y la libertad para decidir hacerlo o no hacerlo, cuándo y con qué frecuencia”. En el Programa de Acción de la CIPD (1994) desarrolla la siguiente definición de los Derechos Reproductivos: “Los derechos reproductivos abarcan ciertos derechos humanos que ya están reconocidos en leyes nacionales, documentos internacionales sobre derechos humanos y en otros documentos aprobados por consenso. Estos derechos se basan en el reconocimiento del derecho básico de todas las parejas e individuos a decidir libre y responsablemente el número de hijos, el espaciamiento de los nacimientos y a disponer de la información y de los medios para ello, así como el derecho a alcanzar el nivel más elevado de salud sexual y reproductiva. También incluye el derecho a adoptar decisiones relativas a la reproducción sin sufrir discriminación, coacciones o violencia, de conformidad con lo establecido en los documentos de derechos humanos”. La salud sexual es definida por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como "un estado de bienestar físico, emocional, mental y social relacionado con la sexualidad; no es solamente la ausencia de enfermedad, disfunción o incapacidad. Para que la salud sexual se logre y se mantenga, los derechos sexuales de todas las personas deben ser respetados, protegidos y ejercidos a plenitud". Por su parte, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) ha definido la salud sexual como "la experiencia del proceso permanente de consecución de bienestar físico, psicológico y sociocultural relacionado con la sexualidad." Ambos organismos consideran que, para que pueda lograrse y mantenerse la salud sexual, deben respetarse los derechos reproductivos de todas las personas. En efecto, para lograrla, la OMS asegura que se requiere un "enfoque positivo y respetuoso de la sexualidad y las relaciones sexuales, así como la posibilidad de tener relaciones sexuales placenteras y seguras, libres de coerción, discriminación y violencia." A manera de antecedentes del origen del concepto de Derechos Reproductivos, se puede decir que nacieron en el marco de Naciones Unidas y la Organización Mundial de la Salud, apareciendo en la Conferencia de Teherán de 1968 y en la definición de Bucarest (Conferencia sobre Población de 1974), donde se le determina como un derecho fundamental tanto de las parejas como de los individuos. La inclusión e integración del concepto de Planificación Familiar dentro del campo de los derechos reproductivos y de la salud reproductiva se produce por primera vez en la Conferencia Internacional para mejorar la salud de las Mujeres y los Niños por medio de la Planificación Familiar, en Nairobi, Kenia (1987).
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Asimismo, en la Plataforma de Acción de la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer en Beijing (1995) se amplió esta definición con un concepto que alude a los “derechos sexuales”, expresado de la siguiente manera: “Los derechos sexuales incluyen el derecho humano de la mujer a tener control respecto de su sexualidad, incluida su salud sexual y reproductiva y a decidir libre y responsablemente respecto de esas cuestiones, sin verse sujeta a la coerción, la discriminación y la violencia”. La precisión de “sin verse sujeta a la coerción, la discriminación y la violencia” se refiere claramente a la importancia del cambio que se busca con respecto al ejercicio pleno de la sexualidad para las mujeres, así como a la necesidad de involucrar en éste trabajo de cambio de mentalidad, a hombres y mujeres. Los derechos reproductivos se encuadran en los llamados derechos de tercera generación e incluyen dos dimensiones, una individual y otra social. La primera, se refiere al derecho de mujeres y hombres a la libertad en la elección de la pareja, a la privacidad, la intimidad, la autonomía y el libre ejercicio de la misma con fines reproductivos o no. La segunda, se refiere al derecho que posee toda persona de gozar de los beneficios de la protección del Estado, mediante políticas públicas de salud, es decir, a recibir información, educación sexual integral, servicios de salud calidad, acceso al progreso científico y tecnológico, a tratamientos, medicamentos e insumos, a programas que promuevan la erradicación de la violencia de género, y en general a todas aquellas acciones que propicien la salud sexual y reproductiva de las poblaciones “La salud sexual está encaminada al mejoramiento de la vida y de las relaciones personales, y los servicios de salud sexual no deberían estar meramente orientados al asesoramiento y la atención en materia de reproducción y de enfermedades de transmisión sexual.” (Plataforma de Acción CIPD (1994)). Por lo tanto, el concepto se refiere a la posibilidad que tiene todo hombre y toda mujer, en las diferentes etapas de la vida, al ejercicio saludable de la sexualidad, a recibir educación sexual integral, a obtener la información necesaria y oportuna para tomar sus decisiones y a acceder a servicios de salud integral de calidad. Incluye la libertad para decidir respecto al número de hijos y al espaciamiento de los embarazos que quiera tener la mujer así como el derecho a acceder a una atención integral y con las adecuaciones culturales correspondientes durante el embarazo, el parto y el post parto, para que este proceso sea seguro. El concepto también se refiere a la prevención y tratamiento de infecciones de transmisión sexual y la prevención y tratamiento de enfermedades degenerativas del aparato reproductor, entre otros. El concepto de Salud Sexual está estrechamente relacionado con el concepto de Salud Reproductiva. Sin la primera, no tenemos la segunda. Sin la primera, la capacidad de mujeres y hombres de disfrutar y expresar su sexualidad y de hacerlo sin riesgo de enfermedades de transmisión sexual, embarazos no deseados, violencia o coerción, no es posible. La segunda, se entiende como un estado general de bienestar físico, mental y social, en el periodo en que hombres y mujeres gozan de su etapa reproductiva con la libertad de decidir acerca de su derecho a procrear. Al mencionar, simultáneamente, la sexualidad con la reproducción, se dan los pasos necesarios para pasar de la legalización a la legitimación de un derecho humano y poder así, incidir por éste derecho en el espacio social y la cultural.
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Se llama también Salud Sexual, a la capacidad de mujeres y varones para disfrutar de una sexualidad, placentera y segura, basada en una actitud positiva, elevada autoestima y respeto mutuo en las relaciones de pareja. Así como, la de poder desarrollar la sexualidad según preferencias y sin riesgo alguno. La salud reproductiva, por su parte entraña la capacidad de disfrutar de una vida sexual satisfactoria y segura; y de procrear en libertad decidiendo cuándo hacerlo o no y con qué frecuencia. El hombre y la mujer tienen el derecho a obtener información y tener acceso a métodos seguros, eficaces, asequibles y aceptables, científicamente comprobados según sus necesidades y su elección, para la regulación de la fecundidad y que no estén legalmente prohibidos, así como el derecho a recibir servicios adecuados de atención de la salud para acceder a ellos. Uno de los enfoques más innovadores después de la Conferencia de El Cairo (1994) ha sido involucrar a los varones en la promoción de la salud reproductiva. Ya que debido al mayor acceso a los recursos, a las decisiones y al poder, los varones suelen determinar el momento y las condiciones de las relaciones sexuales, el tamaño de la familia y el acceso a los servicios de salud. Por ello, se ha demostrado que cuando los programas de salud sexual y reproductiva excluyen a los varones, perjudican su eficacia, ya que situaciones como el machismo, la asignación tradicional de roles entre hombres y mujeres asumida por los varones dificultan el ejercicio de la salud sexual de las mujeres. Culturalmente se cree que el cuidado y la responsabilidad sobre hijos e hijas constituyen una tarea eminentemente femenina. Por eso la sociedad ve a los varones como “poco aptos” para el desempeño del cuidado infantil y en cierta medida se hallan autorizados y justificados socialmente para no participar de esta tarea. La atención de la salud reproductiva se define como el conjunto de métodos, técnicas y servicios que contribuyen a la salud y al bienestar reproductivos al evitar y resolver los problemas relacionados con la salud reproductiva.” (Organización Mundial de la Salud) La salud sexual abarca todo el ciclo de vida de las personas: desde la vida intrauterina, infancia, adolescencia hasta la edad del adulto y adulto mayor. La salud sexual y reproductiva de las personas, está también en estrecha relación con su entorno familiar, social y su medio ambiente, para alcanzarla y conservarla se requiere de acciones de atención integral específicas y diferenciadas tanto en la promoción, prevención, recuperación y rehabilitación en cada una de estas etapas, debido a que las necesidades en el área sexual y reproductiva son cambiantes según las etapas del ciclo de vida. Las conferencias mundiales en El Cairo y Beijing legalizaron la conexión entre la salud sexual y la salud reproductiva y los derechos humanos para hacerlas una realidad. Tomando y parafraseando algunas ideas vertidas en el V Curso Internacional “Mujer y Derechos Humanos” Lima (2000), sobre el tema de Planificación Familiar, se recoge los siguientes: 1. Con una visión más amplia no es entendible que los servicios de planificación familiar centren sus actividades básicamente en la distribución de métodos anticonceptivos. 2. Tampoco es lógico que las mujeres no sean vistas como un grupo expuesto al riesgo de ETS/VIH/SIDA en razón, por ejemplo de la presunción de la fidelidad de la pareja. 3. No podemos seguir aceptando como natural, como normal, que las mujeres al escoger un método de control de la natalidad, únicamente lo hagan para evitar un embarazo no deseado, ya que es necesario llevarlas a que en forma explícita y 54
si así lo determinan luego de ser informadas, a que soliciten métodos que las protejan también de las ETS y del VIH/SIDA. Las recientes expresiones internacionales sobre los derechos reproductivos intentan dejar de lado la neutralidad en cuanto al género y aunque hacen hincapié en la igualdad de hombres y mujeres en asuntos relacionados con la reproducción, no ignoran la especificidad y las limitaciones reales de la situación reproductiva de las mujeres, más aún siendo ellas y no los hombres, quienes se embarazan, y en la mayoría de las sociedades del mundo, son las principales responsables del cuidado y la crianza de los hijos. Por eso, se reconoce que las mujeres tienen mayores intereses en los derechos reproductivos que los hombres y una más íntima y directa preocupación con la salud sexual y la salud reproductiva. Los nuevos conceptos en sexualidad y reproducción se basan en la libertad sexual y reproductiva e implican la autodeterminación de las mujeres, su responsabilidad y la corresponsabilidad y autodeterminación de los varones. Hombres y mujeres presentan diferencias en el acceso a la salud, producto de la desigualdad, exclusión o discriminación. Las mujeres tienen una mayor necesidad de servicios de salud, derivada de su función reproductiva y de sus características biológicas. Las causas de enfermedad y muerte prematura en las mujeres son evitables, un alto porcentaje tiene que ver con la ausencia de los cuidados necesarios durante el pre, parto y post parto; lo que tiene también relación con la injusticia y la inequidad existente. La mortalidad materna ha sido calificada por la OPS como el reflejo más claro de la discriminación y el bajo status social de las mujeres y es reconocida como un marcador de compromiso de los Estados con el derecho a la salud. La pobreza tiene un mayor efecto sobre la salud de las mujeres debido a que restringe el acceso a los servicios de atención en salud, así como a otros bienes y servicios. En función de sus bajos ingresos ellas tienen que invertir proporcionalmente más en la atención de su salud. La importancia de ampliar el espectro de los derechos humanos con el reconocimiento de los derechos sexuales y reproductivos, radica en que cuando una reivindicación social específica alcanza la categoría de derecho humano, adquiere un nivel de legitimidad. América Latina es una región con diversidad cultural, con multiplicidad de lenguas, pueblos, geografías, paisajes, con una gran riqueza humana. Igualmente, con una multiplicidad inter religiosa y de espiritualidades diversas; que desde sus propias creencias valoran la Dignidad Humana y los Derechos Humanos, asumiendo una acción pastoral, que al ser integral debe también promover la salud sexual y reproductiva así como los derechos reproductivos, anunciando esperanza a hombres y mujeres en toda la región. 3.3.
La Educación Sexual Integral y la Salud Sexual y la Salud Reproductiva
Hombres y Mujeres tenemos derecho a una educación integral que favorezca el desarrollo pleno de nuestras vidas y que incluya el conocimiento de nuestra sexualidad y de nuestros derechos a la salud sexual y reproductiva así como el acceso a la información suficiente y accesible en dichos temas. La sexualidad y la reproducción son parte intrínseca de la vida de las personas durante toda su existencia y se desarrolla a través de los años sobre la base del conocimiento, 55
valores, creencias y costumbres del entorno social y la cultura donde se desarrollan las/los individuos. La sexualidad es una realidad con la que se vive a diario, trasciende lo físico (relaciones sexuales); se traduce en las diferentes formas (conductas) que tienen las personas para expresarse y relacionarse con su entorno social. Constituye una fuente importante de bienestar y placer tanto físico como mental, pero también constituye en ciertas condiciones, uno de los ejes fundamentales sobre los que se construyen las desigualdades e inequidades. La sexualidad es un elemento constitutivo de las personas y está relacionado con su intimidad y privacidad. De allí la importancia de que todos y todas podamos en el entorno social, desarrollar una vida sexual saludable basada en una educación sexual integral, fundamentada en valores y en la realidad de la existencia humana. Es importante indicar que mientras la sexualidad está presente y forma parte de la vida en todas sus etapas; la reproducción, es la capacidad temporal de procrear que tienen hombres y mujeres. Resulta necesario indicar que hablar de sexualidad no es lo mismo que de genitalidad. Anteriormente, se creía que solamente hablar de los cambios corporales en la pubertad o la reproducción humana, era sexualidad y se dejaban de lado la expresión de sentimientos y de afectos, así como el abordaje de los valores. La Organización Panamericana de la Salud y la Organización Mundial de la Salud señalan que la sexualidad es un proceso y/o dimensión esencialmente humana, que “[…] Se expresa en forma de pensamientos, fantasías, deseos, creencias, actitudes, valores, actividades, prácticas, roles y relaciones. La sexualidad es el resultado de la interacción de factores biológicos, psicológicos, socioeconómicos, culturales, éticos y religiosos espirituales […] En resumen, la sexualidad se practica y se expresa en todo lo que somos, sentimos, pensamos y hacemos”5 La educación sexual implica una educación que parte del reconocimiento pleno del sujeto, de su cuerpo, de sus sentimientos, de sus experiencias, condiciones de vida e interacciones como base del trabajo pedagógico ya que busca desarrollar conocimientos y habilidades para un cuidado integral antes que modelar comportamientos.6 El enfoque integral considera a la sexualidad desde sus dimensiones biológicas, sociohistóricas, culturales, psicológicas, afectivas, espirituales y éticas. Esta concepción incluye las emociones y sentimientos que intervienen en los modos de vivir, cuidar, disfrutar, vincularse con el otro/a y respetar el propio cuerpo y el cuerpo de otras personas.7 Es necesario reconocer que entornos saludables como la familia, la comunidad, la escuela y demás espacios de socialización son claves para generar condiciones de construcción y vivencia de una sexualidad sana, con libertad y responsabilidad. No se trata de masificar la conducta sexual de las personas bajo patrones, sino formarlas en el respeto, con información completa y oportuna, orientando, educando de forma integral a las personas sobre su sexualidad.
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http://www.psyche.unc.edu.ar/documentos/extension/foros/III%20Foro%20Educacion%20y%20Psicologia/ Educacion%20integral%20de%20la%20sexualidad.pdf 6 Consejo Federal de Educación (2008). Lineamientos Curriculares para la Educación Sexual Integral. Programa Nacional de Educación Sexual Integral. Ley Nacional Nº 26.150. Buenos Aires, Argentina. 7 Idem.
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3.3.1. Principios Básicos de la Educación Sexual Integral La educación sexual integral implica una formación que parte del reconocimiento pleno del sujeto, de su cuerpo, de sus sentimientos, de sus experiencias, condiciones de vida e interacciones como base del trabajo pedagógico ya que busca desarrollar conocimientos y habilidades para un cuidado integral de la sexualidad antes que moldear comportamientos. Por ello, la educación sexual Integral supone tener en cuenta varios principios básicos: 1. Cambiar las propias actitudes. El cambio y la transformación de la sociedad y el mundo, empieza por uno mismo. Lo que implica que como adultos/as estamos en el deber de conocer el tema de la sexualidad de manera suficiente que permita hablar abiertamente de ella y vivirla de una manera adecuada y responsable. 2. Romper con mitos, costumbres y actitudes negativas frente a la sexualidad. En todas las culturas, ante la falta de respuestas o explicaciones, se han creando mitos y tabúes que mayoritariamente (en el caso de la sexualidad y los derechos), han contribuido de forma negativa a la vivencia de la sexualidad. Debemos prepararnos y orientar a nuestros niños/as, adolescentes y jóvenes a que tengan actitudes positivas hacia la sexualidad. 3. Hablar con naturalidad. El ser humano en ningún momento de la vida puede despojarse de su sexualidad, es parte de nuestra esencia y nuestra característica humana. Si la sexualidad es algo natural, debemos vivirla de una manera natural y hablar de ella de una manera natural, sin misterios, sin prejuicios, utilizando los términos adecuados y los conocimientos científicos que la respaldan. 4. Información adecuada y oportuna. Debemos estar listos para responder adecuadamente las preguntas de nuestras niñas, niños, adolescentes y jóvenes según su edad. Cuando un niño/a o un/a adolescente hace una pregunta debemos preguntar por qué la hace, para saber sus motivaciones ya que ello nos permiten dar una respuesta adecuada. La información siempre debe ser de una fuente seria y científica. Si bien el deseo sexual y el mismo acto sexual son inherentes al ser humano, no son meramente instintivos sino que requieren también de un proceso de aprendizaje y maduración que lleve al logro de una intimidad plena y de gozo en pareja. El cuerpo no es el único protagonista del acto sexual, en él están involucradas todas las dimensiones del ser humano. Es importante promover actitudes saludables y éticas frente a la sexualidad. Lo que se persigue al hablar de educación sexual integral, puede resumirse en las siguientes afirmaciones: • Asumir actitudes de naturalidad frente a la sexualidad, entendiendo ésta como una forma de comunicación humana y fuente de salud, placer, afectividad y salud mental. • Utilizar críticamente los conocimientos acerca de la realidad a nivel biológico, psíquico, social y espiritual de la sexualidad, desechando mitos, tabúes y creencias infundadas, cambiándolas por conocimientos científicos correctos. • Promover una autoestima adecuada y adquirir habilidades necesarias que permitan vivir la propia vida sexual en forma saludable y responsable.
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• Asumir una posición ética al respecto, adoptando actitudes de igualdad, respeto y responsabilidad en sus relaciones interpersonales para con uno/a misma y el otro/a. 3.4. La Adolescencia y la Salud Sexual y la Salud Reproductiva La adolescencia es un período que se considera en el ciclo de la vida como el más resaltante en la construcción de la identidad individual y colectiva. La influencia del entorno social durante la adolescencia es fundamental en el desarrollo de estilos de vida y conductas saludables, que incluyen la sexualidad. La Agenda de la Conferencia Internacional de Población y Desarrollo de El Cairo (1994) reconoció el derecho de los/las adolescentes a la educación sexual y a servicios de salud adecuados para ellos. En esta etapa se deben considerar los siguientes aspectos de la salud sexual y reproductiva: • Promoción de conductas sexuales saludables y responsables para prevenir la violencia, embarazos no deseados, ITS y el VIH/SIDA. • Fortalecimiento de la auto-estima y el auto-respeto en la toma de decisiones libres e informadas sobre su salud sexual y reproductiva. • Educación sobre deberes y derechos ciudadanos, incluyendo el derecho a la salud y derechos sexuales y reproductivos. • Educación sobre sexualidad paternidad y maternidad responsables. • Atención integral durante el embarazo, parto y puerperio (información, educación, orientación y servicios). • Atención integral de las emergencias obstétricas (información, educación, orientación y servicios) • Atención integral de planificación familiar (información, educación, orientación y servicios). • Atención integral del aborto y sus complicaciones (información, educación, orientación y servicios). • Apoyar las acciones de atención integral de ITS-VIH/SIDA. • Atención integral de los trastornos menstruales (información, educación, orientación y servicios). • Atención integral de la violencia basada en género. • Mejorar la salud sexual y reproductiva de las poblaciones Con respecto a la construcción de la sexualidad, la información contradictoria, la intensa exposición a mensajes estereotipados en los medios de comunicación, el debilitamiento del entorno familiar, la insuficiente y/o distorsionada información, la ausencia de valores orientadores, y el ejercicio no responsable de la sexualidad, conduce a la adopción de estilos de vida y conductas de alto riesgo que son causa de que anualmente fallezcan miles de adolescentes por causas como: homicidios, suicidios, violaciones sexuales, traumatismos, abortos clandestinos o por complicaciones del embarazo, parto y post parto. Las Infecciones de Transmisión Sexual (ITS), el VIH/SIDA, se contraen cada vez con más frecuencia a esta edad, y el embarazo no deseado o no esperado durante la adolescencia constituye un problema de salud pública por el porcentaje en que se está extendiendo; esta situación limitan la expectativa personal, en especialmente en la adolescente mujer, y afecta su futuro en cuanto a calidad y proyectos de vida.
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3.5. Paternidad y Maternidad responsables Estos son dos conceptos fundamentales en el tema de derechos y salud sexual y reproductiva. Es esencial que los varones se involucren, de manera responsable y libre, en todos los procesos reproductivos, participando en la decisión de tener o no hijos y compartiendo las vivencias del embarazo y el parto con la mujer. Además, ser conscientes que asumen responsabilidades afectivas y materiales en la crianza, y que deben participar activamente en el cuidado de los niños y las niñas; tanto madre y padre juegan roles fundamentales y es sabido que el padre juega un rol fundamental en la adecuada socialización de los hijos y las hijas. Complementariamente, la maternidad responsable es aquella que llega de forma voluntaria, planeada e idealmente en el momento elegido de la vida a nivel físico y emocional. Y que complementa la vida con un estado de goce y plenitud; basado en el derecho a la libre determinación de cuántos hijos/as tener y cuándo. Para que ambas, la paternidad y la maternidad responsables, sean posibles, la pareja tiene que compartir una relación democrática, equitativa, con capacidad de negociar en igualdad de oportunidades sus comportamientos sexuales y que consideren a sí mismos como a los hijos e hijas como sujetos de derechos. Asumir los roles de padre y de madre significa satisfacer las necesidades biológicas (alimentación, salud e higiene), las emocionales (afecto, protección, seguridad, respeto como persona) y las sociales (educación, comunicación, recreación) de los hijos o hijas que deciden procrear; ello supone además madurez y capacidad de ofrecerles un entorno de amor y cuidado. 3.6. Maternidad sin Riesgo En un marco de enfoque de derechos, abogar por una maternidad sin riesgos es uno de los puntos fundamentales para la salud de la madre y de los hijos/as y por ende de la familia. Por ello, es esencial promover nuevas miradas en torno a esta temática. Muchas veces escuchamos la frase que dice que una mujer no puede morir dando vida. Hoy se habla de que las acciones más eficaces incluyen el acceso de las mujeres a los establecimientos de atención obstétrica para los controles del embarazo, a servicios de emergencia calificados y a la atención del parto por personal calificado y en entornos con las adecuaciones correspondientes. Hay que considerar que la tasa de mortalidad materna es todavía muy alta. La mortalidad materna en los partos puede deberse a tres demoras: demora en obtener atención médica, demora en llegar a los establecimientos donde se brinda atención calificada y demora en recibir atención una vez que se llega al establecimiento de salud. En muchos lugares de pobreza extrema los servicios de salud no son accesibles y/o las mujeres deben desplazarse a lugares lejanos; más si pensamos en las madres rurales. Es importante también considerar la transversalización de un enfoque intercultural a éste nivel, frente a la necesidad de desarrollar políticas de adecuación intercultural de los servicios de salud y atención materna, que no obligue a mujeres de otras culturas a procedimientos que no les son propios y que tienden a expulsar a las mujeres de culturas diferentes a servicios de salud seguros y por lo tanto no asegure la atención y el cuidado de la madre y el recién nacido, por falta de equidad e inclusividad en estos servicios. El embarazo y el parto siempre conllevan una doble responsabilidad, por lo que el involucramiento de la pareja durante estas experiencias, redunda en resultados positivos
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en cuanto a la salud materna. Si a esto se suman las acciones sociales promovidas por la comunidad, se ayudaría a reducir de manera significativa las muertes por estas causas. Las mujeres y hombres tienen derecho a la salud integral y al respeto de sus derechos reproductivos. Sin embargo, existen condiciones sociales y culturales que colocan a las mujeres en situación de riesgo y vulnerabilidad durante el embarazo, parto y post parto. Un elemento importante a considerar al respecto del tema, dada la magnitud de ésta problemática para las mujeres, es que el foco actualmente para el Fondo de Población de las Naciones Unidas-UNFPA está definitivamente orientado a la salud sexual y la salud reproductiva así como a los derechos reproductivos y al cumplimiento del ODM 5, relacionado a la salud materna y sus metas 5A y 5B. Las que tienen que ver con el acceso a servicios de calidad en Salud Sexual y Salud Reproductiva, así como bajar las tasas de mortalidad materna.
3.7.
La Violencia contra la Mujer un problema de ejercicio de Derechos y de Salud Pública
Cualquier situación de violencia contra la mujer afecta su integridad física, emocional y social, por lo tanto tiene un impacto directo en su salud, en su calidad de vida y en su desempeño social; así mismo la existencia de la violencia y el maltrato detienen los avances en la equidad social y de género. Esta violencia es reconocida como una violación de los derechos humanos y como un grave problema de salud pública; por lo que los Estados tienen la obligación de prevenirla, sancionarla y erradicarla. La violencia de género es cualquier acto de violencia basado en la pertenencia a un género, que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual ó psicológico para la persona, inclusive las amenazas de tales actos, la coacción, o la privación arbitraria de libertad, tanto si se produce en la vida pública como en la privada8. El UNFPA considera que si bien es cierto que la violencia afecta tanto a hombres como a mujeres, los modelos de conducta y las consecuencias son diferentes para unos y otras. Las mujeres están más expuestas que los hombres a recibir maltrato físico, psicológico y acoso de una persona cercana. Asimismo, las mujeres, las niñas y las adolescentes conforman la gran mayoría de las víctimas de la violencia y abuso sexual. Por otro lado, se ha denominado violencia de género, aquellas diferentes formas de violencia dirigidas a las mujeres, adolescentes y niñas por su condición de mujeres; que se deriva en gran medida del estatus subordinado que ocupan éstas en diferentes sociedades y lo que marca la diferencia con respecto a otras formas de violencia, es que el factor de riesgo o vulnerabilidad, se da sólo por el hecho de ser mujer. En relación al ejercicio de sus derechos sexuales y reproductivos, hay tres aspectos claves que evidencian la vinculación de éstos como problema de salud pública y el irrespeto de derechos: • Falta de equidad en el ejercicio de la sexualidad. Las sociedades establecen cierta permisividad para los varones y restricción para mujeres sin una orientación sana y responsable del ejercicio de la misma. En los varones se 8
Tomado de: Asociación de Mujeres por la Dignidad y la Vida, Las Dignas. ¿Yo sexista?, Material de Apoyo para una Educación No Sexista. El Salvador. Las Dignas, 1999. 239 p.
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fomenta una sexualidad activa, con múltiples parejas, sin dar mucha importancia al desarrollo de la afectividad y a la paternidad responsable. En las mujeres el ejercicio no equitativo de la sexualidad limita su posibilidad de expresarse libremente y tomar decisiones propias en relación con su afectividad, sexualidad y proceso reproductivo. La inequidad también se expresa en la violencia contra la mujer, en el ámbito privado como en el público, sólo por el hecho de ser mujer. • La violencia intrafamiliar. La OMS señala que hay formas de violencia contra la mujer, incluidos el abuso sexual, físico o emocional por parte de la pareja; el abuso físico o sexual por familiares u otras personas; el acoso y el abuso sexual por figuras de autoridad (como profesores, funcionarios de policía o empleadores); el tráfico para trabajos forzados o explotación sexual; y prácticas tradicionales tales como los matrimonios forzados o infantiles; la violencia relacionada con la dote; y los homicidios por honor, en que se sacrifica a la mujer para proteger el honor familiar. Los abusos sexuales sistemáticos en las situaciones de conflicto son otra forma de violencia contra la mujer. El feminicidio, es decir la muerte de las mujeres, principalmente en manos de sus propios maridos es una de las expresiones más extremas de la violencia contra la mujer. • La mortalidad materna. La Organización de las Naciones Unidas reconoció que los altos índices de morbilidad y mortalidad maternas son un problema de salud pública inaceptable que afecta el derecho de las mujeres y de las niñas a la vida, a la igualdad, a la no discriminación y a poder gozar de los avances del conocimiento científico y del más alto estándar de salud alcanzable. La mortalidad materna representa un problema de salud pública, porque evidencia la relación directa con el acceso a los servicios de salud y la calidad de las prestaciones del sistema de salud. A ello se aúna, la inequidad social porque las principales afectadas son mujeres pobres y porque la muerte de ellas es producto de la exclusión social y cultural y de una serie de discriminaciones evidenciadas en el espacio familiar y en la relación con el Estado. Por lo menos una de cada tres mujeres, o hasta mil millones de mujeres, ha sido golpeada, obligada a tener sexo o abusada de alguna u otra forma. El abusador tiende a ser un miembro de su familia o alguien que conoce. L. Heise, M. Ellsberg, M. Gottemoeller (1999). Hasta el 70% de las mujeres asesinadas lo son a manos de sus parejas varones (OMS, 2002). La Organización Panamericana de la Salud, señala que el dato más preocupante es que la mortalidad de la madre y su hijo se cuadruplica cuando la mujer tiene menos de 16 años, debido a un aumento de hasta el 40% en el riesgo de desarrollar anemia y sufrir hemorragias e infecciones intrauterinas después del parto, en comparación con las jóvenes entre 20 y 24 años. La violencia de género constituye una grave vulneración de los derechos humanos, con diversas consecuencias para la vida y salud de cientos de mujeres, niñas y adolescentes de la región que ven afectados su desarrollo, su salud mental y sus proyectos de vida; que les trae consecuencias como: embarazos no deseados, depresión, abortos inseguros, infecciones de transmisión sexual, pérdida de la auto estima, entre otros serios
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problemas de salud. La expresión más grave, de ésta violencia es el feminicidio, la pérdida de la vida de mujeres por el solo hecho de ser mujeres. En la actualidad, en América Latina y el Caribe, entre el10% y el 44% de las mujeres han sido víctimas de abusos físicos por parte de sus parejas, limitando el ejercicio de sus derechos sexuales y reproductivos y trasgrediendo su integridad corporal y el ejercicio real de sus derechos humanos. La violencia doméstica es considerada hoy como un problema de salud pública y de derechos humanos con un fuerte componente de género, que hace urgente y necesario tomar medidas efectivas y exigir la eliminación de todo tipo de violencia que se ejerza contra mujeres, niñas y adolescentes. La erradicación de la violencia supone la participación política de la mujer y de todos los actores y actoras implicadas. Requiere de acciones de capacitación y procesos de reflexión sostenidos, dirigidos a adultos, adolescentes, jóvenes de ambos sexos acerca de los efectos psicosociales y físicos de la violencia en la vida de las personas, sobre el derecho a la salud sexual y reproductiva y el respeto por los derechos humanos, para prevenir la violencia. Es preciso el empoderamiento de la mujer frente al tema y el desarrollo de sus habilidades y capacidades para la defensa de sus derechos a una vida libre de violencia, segura y sin riesgo. 3.8. El Género y la Pandemia del VIH/SIDA Según datos de ONUSIDA se estima que a finales de 2005 había 38,6 millones de personas viviendo con VIH/Sida en el mundo, de las cuales las mujeres representan cerca de la mitad de estos casos. Y que el 95% de las personas viviendo con VIH/SIDA se encuentra en países en desarrollo….” (Declaración Política sobre el VIH/SIDA, Asamblea General de ONU (2006.) Durante 2005, en América Latina cerca de 140.000 personas adquirieron el VIH, lo que eleva a 1,6 millones la cantidad de mujeres y hombres que viven con el virus. Brasil alberga a más de un tercio de las personas que viven con VIH/Sida en la región; según el Informe sobre la Epidemia Mundial del SIDA (ONUSIDA-2006). En el 2002 el ONUSIDA declara que: “de continuar el ritmo actual, al 2020 habrán muerto 70 millones de personas, de las cuales el 67% serán mujeres, es decir que más de 47 millones de estas muertes serán del sexo femenino, por lo cual se vislumbra un verdadero cataclismo generacional”. El Programa de Acción de El Cairo (1994), aborda el tema de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres y su vulnerabilidad a las epidemias, y busca asegurar que las personas viviendo con el VIH reciban atención médica. En la medida que estas proporciones fueron cambiando, también fue cambiando el concepto de que el VIH/SIDA era una epidemia homosexual, para reconocerse como epidemia heterosexual, y hoy en día, estamos hablando de “feminización de la pandemia”. Ya que la pandemia toma cada vez más un rostro femenino y joven, entre las que se propaga más rápidamente la infección. Estas realidades nos desafían a reflexionar y mirar de una manera objetiva la situación de la mujer, las causas de esta feminización y proponer estrategias que conlleven a cambiar la realidad del VIH/SIDA en general y de la mujer en particular.
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La relación entre violencia de género y VIH/SIDA es un factor crítico en la propagación del VIH entre las mujeres. Dicha relación debe ser enfrentada por gobiernos, sociedad civil y ser denunciada por los movimientos de mujeres. En la Sesión Especial sobre VIH/SIDA de las Naciones Unidas, en junio de 2006, se señaló que “las desigualdades de género y todas las formas de violencia contra las mujeres son factores determinantes para el incremento de la vulnerabilidad femenina al VIH y al Sida”. El proceso de “feminización del VIH y el Sida”, se debe a la combinación de una serie de factores biológicos, sociales, culturales, económicos, y religiosos en los que interactúan viejos temas conocidos como la violencia sexual y el machismo. La pobreza, las tradiciones y la presión social tienden también a limitar la capacidad de las mujeres en relación a escoger sus compañeros sexuales y las prácticas sexuales más seguras. Cabe resaltar que la creciente feminización de la epidemia, es realmente un reflejo de las desigualdades culturales, sociales, económicas y jurídicas que exponen a las mujeres, niñas y a las adolescentes a una mayor vulnerabilidad a la adquisición del VIH. La desigualdad de género, relega a la mujer a una posición subordinada en lo social y económico; subordinación que se refleja también en el plano sexual, que les impide negociar su sexualidad y protegerse del VIH/Sida. Así también, las violencias de las que son víctimas, son factores críticos que están incidiendo en la feminización de la epidemia en todo el mundo. Documentos del UNFPA y del ONUSIDA, concluyen que: • La violencia de género disminuye las posibilidades de que las mujeres se protejan contra la adquisición del VIH y les limita el acceso a los servicios de salud. • Las mujeres, adolescentes y niñas que son víctimas de violencia y violación sexual pueden adquirir el VIH y otras infecciones de transmisión sexual. Para muchas mujeres en el mundo, su primer contacto sexual será forzado. • Las mujeres que viven con VIH/SIDA sienten temor de revelar su condición a causa del rechazo y la violencia de la que pueden ser objeto por parte de sus parejas, de sus comunidades o espacios de trabajo, limitando la obtención de apoyo social y acceso oportuno a servicios de salud. • El miedo a vivir violencia y la falta de acceso a información y educación limitan las posibilidades de hablar sobre sexualidad, demandar y ejercer derechos y negociar prácticas sexuales más seguras, así como el uso del condón. “Creemos firmemente que el estigma, la discriminación, la inequidad de género y la violencia asociadas a esta pandemia requieren de un compromiso urgente y un liderazgo sólido de los Estados Miembros. Es hora ya de contar con mecanismos vinculantes que conviertan las declaraciones y compromisos en políticas públicas transparentes y responsables, atentas a las necesidades de las personas, respetando el ejercicio pleno de ciudadanía”. (Reunión de Alto Nivel de la Asamblea General de las Naciones Unidas. Seguimiento UNGASS). Nueva York (2006.)
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Capítulo II:
1.
LA INCIDENCIA POLÍTICA DE LAS ORGANIZACIONES BASADAS EN FE OBFS EN EL CAMPO DE LA EQUIDAD DE GÉNERO Y LA SALUD SEXUAL Y REPRODUCTIVA
TEMA I. GÉNERO, CIUDADANÍA Y PLURALIDAD RELIGIOSA
Las Organizaciones Basadas en la Fe-OBFs, han sido consideradas por el Fondo de Población de las Naciones Unidas-UNFPA, como agentes de cambio. Asimismo, son considerados actores/as clave en la construcción de ciudadanía, ya que basadas en los fundamentos y valores de las diversas comunidades de fe y las espiritualidades existentes vienen dando respuesta a los problemas más diversos de la Humanidad que dificultan la realización de la dignidad humana, abocándose a una acción social que busca aliviar el sufrimiento humano en todas sus expresiones, promuevan el desarrollo integral para todos y todas, el cuidado de la creación para la sostenibilidad de una vida digna y equitativa en el reparto de los recursos y buscan cambiar las estructuras que impiden la justicia y la paz. Asimismo, movilizan una gran acción organizada y expresiones de solidaridad y fraternidad que construyen tejido social a nivel, local, nacional y regional a través de sus diversas redes, que son bases de una ciudadanía participativa y activa en busca de cambios por la igualdad en derechos y oportunidades y una vida digna para todos y todas. El Documento de Estrategia Operativa del UNFPA-OBF (DEO 2011) dice: “Las OBFs, son un importante y valorado grupo de la sociedad civil, fundamental para avanzar en la unidad de esfuerzos en busca de soluciones concretas a problemas comunes; ésta alianza constituye una destacada oportunidad de cooperación conjunta y de logro de los mandatos institucionales, dado a que -entre otras cosas-, las OBFs, se encuentran estratégicamente colocadas en todo terreno, llegando a lo largo y ancho de la región, para la defensa de la vida y la dignidad humana” El UNFPA, considera a las OBFs como actores civiles importantes para el logro de los cambios que se buscan alcanzar a través de una acción común, basados en el Programa de Acción de la CIPD (1994) y los ODM. De allí que las considere como importantes “aliados estratégicos”. Los valores religiosos, ampliamente compartidos por las diferentes comunidades de fe y las diversas espiritualidades, tales como la solidaridad, el amor al prójimo, la sensibilidad al sufrimiento de los más débiles y vulnerables, la misericordia, etc. son fundamentos de una misión que promueve la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres; y en particular el derechos de las mujeres a vivir libres de violencia, de acceder a la educación como a la salud integral y al trabajo y a participar activamente en las decisiones que afectan su vida tanto en el ámbito público como en el privado. Los principios y valores que sustentan el accionar de las diferentes comunidades de fe, religiones y espiritualidades en la región, les compromete a una acción por la defensa de los derechos vulnerados de las mujeres y en consecuencia el desarrollo de un conjunto de acciones diversas que ponen en manifiesto una pluralidad religiosa, unida muchas veces en tareas comunes. Trabajar en alianza estratégica en el campo de la fe, significa sumarse a un esfuerzo por trabajar de forma interreligiosa y con otros organismos civiles, reuniendo esfuerzos para alcanzar mejores resultados; respetando las diferencias y la diversidad y enfocándose en aquello que es común.
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Por su parte, al reconocer la existencia de un mundo religioso diverso y plural es esencial reconocer dos temas fundamentales basados en los valores de la tolerancia y la libertad: a. La importancia de fortalecer un trabajo de DIMENSIÓN INTERRELIGIOSA, además de ecuménica, para incidir en el tema de la equidad de género y derechos y salud sexual y salud reproductiva. b. La importancia de un ESTADO LAICO, que no cree diferencias, ni preferencias entre religiones y espiritualidades y menos aun que tenga implicancias que perpetúen o creen desventajas en contra de la mujer y el género por causas de índole religiosa. Un Estado laico, dada su independencia de cualquier confesión de fe u organización religiosa, considera por igual a todos sus ciudadanos y ciudadanas, al margen de que sea creyente o no, perteneciente a una u otra confesión de fe, organización religiosa, religión o espiritualidad. Por lo tanto no será generador de ningún tipo de discriminación por éstas razones al mantener su neutralidad y no ejercer ni apoyo ni oposición a ninguna confesión de fe en particular. Es importante, buscar acciones comunes tanto a nivel ecuménico como interreligioso, pues ello suma y fortalece la capacidad de acción de las OBFs. Por otro lado, facilita la formación de redes y el fortalecimiento de capacidades múltiples para tomar una acción de denuncia, liberadora y de acción acorde a la realidad de nuestros tiempos y de los desafíos que nos plantea los sufrimientos de la humanidad en nuestro contexto actual. 2.
TEMA II: LA ASOCIACIÓN ESTRATÉGICA ENTRE LAS OBFs Y EL FONDO DE POBLACIÓN DE LAS NACIONES UNIDAS-UNFPA
La asociación estratégica UNFPA-OBF está basado el Programa de Acción de la CIPD (1994), los ODM y los procesos en Buenos Aires y Estambul que dejaron agendas claras y precisas para articular esfuerzos sobre la base de temas de común interés y total convergencia. Dicha relación de socios está descrita también en el Documento de Estrategia Operativa para la asociación del UNFPA con las OBF-DEO (2011). El Fondo de Poblaciones de las Naciones Unidas ha sido una organización pionera en promover y alentar una alianza con el mundo interreligioso, facilitando espacios de encuentro mundiales y regionales a fin de dar solidez a dicha alianza y realizar una reflexión de conjunto para la realización de tareas comunes. El UNFPA considera a las OBFs como actores claves en el logro del Plan de Acción de la CIPD (1994). UNFPA en diversos documentos que les son propios reconoce que Líderes Religiosos y OBFs de diferentes religiones, comunidades de fe y espiritualidades en la región y en el mundo…”son actores claves en apoyo a la ejecución de la Agenda de El Cairo, los Objetivos del Milenio y los Planteamientos de la Cumbre Mundial de Nueva York, ya que la fe y la religión en sus diferentes manifestaciones, juegan un rol vital en las vidas y cultura de la mayoría de las poblaciones en todos los rincones del mundo”. En América Latina y el Caribe, UNFPA regional viene avanzando en un proceso conjunto desde el 2002, y viene poniendo especial interés en fortalecer y operativizar la asociación y el trabajo conjunto en alianza estratégica basada en las áreas de interés
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común, la libertad de asociación y la construcción de una Plataforma de Alianza en la región. Para el UNFPA, según se dice en la DEO (2011), las OBFs en Latinoamérica y El Caribe, han desarrollado en todos los rincones de la región, importantes intervenciones en las problemáticas que afectan la vida y el acceso al desarrollo de hombres, mujeres, niños, niñas, adolescentes jóvenes y adultos, que forman parte de las poblaciones más vulnerables y/o en riesgo; conocen ampliamente la realidad de la pobreza, la exclusión y el estigma y manejan una importante y valorada información al respecto. Además, responden activamente, desde la diversidad de sus posiciones de fe, con propuestas, desarrolladas con eficacia y la mayoría de las veces, con escasos recursos, que se constituyen en un legado de buenas prácticas y experiencia. Los principales objetivos del UNFPA en el trabajo con las organizaciones basadas en la fe son los siguientes: 1. Crear un entorno sociocultural favorable (influyente en el comportamiento, las actitudes y las prácticas) que en última instancia, promueva y movilice a las comunidades claves en la consecución de los objetivos del Programa de Acción de la CIPD y los ODM. 2. Reforzar la gama de agentes y amigos pro-CIPD, a través de la integración de diversas alianzas en los planos nacional, regional y mundial, formadas para impactar en las dinámicas socio-culturales, en las políticas y en los programas que puedan contribuir a poner en práctica el Programa de Acción de la CIPD y los ODM. Según el Documento de Estrategia Operativa para el fortalecimiento de la Alianza Estratégica entre el UNFPA y las OBF (DEO 2011) y otros documentos del UNFPA, ésta agencia reforzará su colaboración con las organizaciones basadas en la fe en torno a tres áreas fundamentales: la creación de capacidades, el intercambio de conocimientos y la promoción de actividades de incidencia política: A. Fortalecimiento de Capacidades a. Fortaleciendo la capacidad de las redes de OBFs interreligiosas a nivel nacional, regional y mundial, asociarlas con otras coaliciones con las cuales puedan apoyarse y respaldarse mutuamente. b. Proporcionando y facilitando entrenamientos, talleres y espacios seguros en torno a programaciones orientadas a los temas del Programa de Acción del la CIPD, derechos y derechos humanos. c. Garantizando recursos necesarios a través del apoyo en los planos nacionales y en los programas de ayuda para población y desarrollo, en particular en temas ligados a la salud sexual y reproductiva y la planificación familiar. B. Gestión del Conocimiento a. Compartiendo y facilitando el acceso a lo más reciente del conocimiento y la información en torno a la vinculación de las redes interreligiosas y los asuntos referidos a la equidad de género, la salud sexual y reproductiva y temas de población y desarrollo. b. Documentando y actualizando la información sobre las asociaciones entre las organizaciones basadas en la fe y el UNFPA para garantizar la recopilación y el análisis de las lecciones aprendidas, identificar las mejores prácticas y mejorar las acciones de incidencia política en los temas de la asociación.
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C. Incidencia Política o Advocacy a. Promoviendo la integración de Redes Interreligiosas (a nivel nacional, regional e internacional) en los esfuerzos de promoción de la CIPD+20. b. Protegiendo y promoviendo el programa de la CIPD y la labor del UNFPA y sus asociados, enfrentando campañas de desinformación y construyendo redes de apoyo social para la CIPD en los gobiernos. Es importante y necesario como forma de complementación hacer un análisis a profundidad de la Agenda Regional para AL/C nacida del Foro de Buenos Aires, 2008; así como, la Agenda del Foro de Estambul igualmente del 2008 y éste análisis realizarlo en el marco del Programa de Acción 2012-2013 de la CIPD (1994).
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C. BIBLIOGRAFÍA 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 10. 11. 12. 13.
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