Cartilla Temática 3

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Iglesias en la b煤squeda de justicia econ贸mica


CONSEJO LATINOAMERICANO DE IGLESIAS • CLAI

INTRODUCCIÓN

n las cartillas Economía en Ruta a la Globalización y La Otra Cara de la Globalización, analizábamos algunos aspectos que caracterizan los sistemas económicos en los cuales la humanidad se ha desarrollado hasta el día de hoy, con un énfasis en el fenómeno de la globalización. A continuación pretendemos echar un vistazo a la necesidad del ejercicio de una voz crítica y profética de la Iglesia de Jesucristo con el propósito de abogar por justicia económica para nuestra América Latina y el Caribe.

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1. ¿Qué nos muestra la realidad? Emilia y Javier han ido a hablar con su pastor en la tarde. Les preocupa la crisis por la cual está pasando el país y la sordera de los gobernantes al no escuchar los clamores del pueblo. Hace muchos meses el país está quebrado, los bancos retienen el dinero de la gente y cerca de la mitad de sus paisanos engrosan las filas del desempleo. Los organismos financieros internacionales continúan exigiendo más recortes en el gasto social y la derogación de leyes que protegen a los pobres en dicha nación. —Pero, pastor, usted es una persona de respeto en la comunidad. Hay mucha necesidad. Necesitamos que la iglesia apoye en pleno las manifestaciones a favor de mayor justicia para la gente necesitada. —Ustedes no entienden. La Biblia dice muy claro que “nuestro reino no es de este mundo”. Nosotros no podemos estar metidos en política, somos gente religiosa. —Y entonces, ¿qué podemos hacer ante tanta necesidad? —Solamente resta orar y que el Señor le dé entendimiento a quienes nos gobiernan. —Nosotros ya hemos orado mucho. Mas bien son nuestros gobernantes los que están sordos ante la voz de Dios. —Yo les propongo que sigan la Biblia y “oren sin cesar”. Ya verán cómo se resuelve esta situación.

PARA REFLEXIONAR

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¿Cuál es la diferencia entre la actitud de Emilia y Javier y la de su pastor?

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¿Qué opina sobre la apreciación del pastor en el sentido de que la iglesia sólo debe dedicarse “a orar sin cesar” ante la situación del país? ¿Por qué?

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¿Qué nos dice la Biblia en torno a la búsqueda de justicia social y economía para los pueblos?

Somos conscientes de que ser iglesia en un mundo globalizado exige repensar nuestra fe. Lo hacemos no solo con el fin de dar respuestas a las crecientes demandas de los que transitan sin esperanza, sino que el futuro mismo de la iglesia va a depender de la capacidad que tenga ésta de darle sentido y cargar de significado el mensaje de Jesús de fraternidad, justicia, solidaridad y amor frente a un mundo violento, excluyente, insolidario, injusto y lleno de odio. Los efectos perversos de la globalización están presentes en el conjunto de la vida humana y de la naturaleza. El aumento de los y las pobres en inversa proporcionalidad a la acumulación y crecimiento de la riqueza en manos de unos pocos, son la muestra inequívoca de un sistema injusto y contrario a la voluntad del Dios de amor.

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La Biblia nos ofrece parámetros en los que deben estar basadas las relaciones sociales y económicas de los seres humanos. Por ejemplo, el Antiguo Testamento nos orienta en lo que se refiere al intercambio de productos y servicios, la palabra sagrada nos llama a hacer “balanzas justas, pesas justas y medidas justas” (Levítico 19:35:36; Miqueas 6: 10-12). El practicar justicia a la hora de ejercer comercio prolongará nuestros días sobre la tierra que Dios nos da. (Deuteronomio 25:15). Por otro lado, la Biblia aborrece las riquezas mal habidas, que son fruto de la explotación de la gente mas necesitada (Levítico 19:13). La Palabra de Dios es más específica al condenar la injusticia a la hora del pago del salario (Levítico 19:13), lo cual constituye pecado ante los ojos Jehová (Deuteronomio 24:14-15) y acarrea juicio de parte de Él (Malaquías 3:5) En el Nuevo Testamento, la Biblia hace énfasis, entre otras cosas, en lo pecaminoso del servicio a las riquezas y cómo esto afecta la comunión con Dios. Muy claramente se indica que “no podéis servir a Dios y a las riquezas”.(Mateo 6: 24, Lucas 16: 13). Existe una relación directa entre nuestra esencia como seres humanos y el ejercicio de nuestra economía (Mateo 6:21, Lucas 12:34). Aquí también se condena la falta de paga del jornal basada en engaños. (Santiago 5:4) La Biblia no solamente define valores que promueven el bienestar del ser humano, sino que también nos desafía a la promoción y defensa de la justicia. Ejemplos específicos de este “abogar por la justicia” los encontramos en el propio Moisés, quien intercedió frente al Faraón para la liberación de aproximadamente 600,000 personas de la esclavitud (Éxodo 7:11); en Nehemías, quien reprendió a nobles y gobernantes, exigiéndoles que se abstuviera de cobrar altos impuestos e intereses, que estaban oprimiendo a los judíos(Nehemías 5); y en el propio Jesús, quien declara que el Espíritu del Señor está sobre él para dar buenas nuevas a los pobres, sanar a los quebrantados de corazón, pregonar libertad a los cautivos y vista a los ciegos, a poner en libertad a los oprimidos y a predicar el año agradable del Señor (Lucas 4: 18-19). Cabe señalar que esta última cita, a riesgo de “espiritualizarse” su lectura, ha perdido el verdadero impacto profético que está tras ella. Una contrarreferencia al propio texto de Isaías, capítulo 61, sobre la cual se basa, descarta dicha limitación. Existe un personaje bíblico poco conocido o predicado en nuestras iglesias. Nos referimos al GOEL. El Goel (del hebreo: g’l) es una institución israelita y nace como una institución familiar y comunitaria. Básicamente es una institución de apoyo mutuo, de solidaridad, de intercesión a favor de personas caídas en desgracia. Su significado es “rescatar”, “librar”, “salvar”, “redimir”, “reclamar”, “vengador de sangre”. No se refiere a todo intento bien intencionado de ayudar, ni a la ayuda brindada a cualquier víctima de circunstancias adversas; sino a favor de aquellos/as cuyos derechos sociales violados merecían la intervención del Goel. Levítico 25:25 prescribe las personas que han de actuar como Goel a favor de un necesitado en un caso específico. El libro de Rut pretende ilustrar en forma popular el papel del Goel, tal y como funcionaba en la familia y en el clan mayor. Véase, a manera de ejemplo, Rut, capítulos 3 y 4. Son tres los libros del Antiguo Testamento en los que se destaca la presencia de la raíz g’l: Levítico (31 veces), Isaías (24 veces) y Rut (23 veces). Isaías identifica a Dios como el Goel, el ayudador.

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Moisés y los profetas de la Biblia hebrea tuvieron el valor de enfrentarse con los poderosos en su propio contexto para exigir la justicia, la paz y la libertad para su pueblo y su tierra. Inspirado por Dios, Moisés demanda al Faraón que liberara a su pueblo de la esclavitud a la cual estaba sometido (Éxodo 5:1; 6:11; 7:2,16; 8:1, 20; 9:1, 13 ;10:3). Jesús denunció a los poderes de su tiempo exigiendo conversión para dar paso al Reino de Dios que se ha acercado (Mc.1:1415). Hizo frente a los poderes de muerte, del mal, siempre presentes en la historia humana. Una y otra vez los cristianos se han inspirado en esos ejemplos bíblicos y han dado un claro testimonio cuando era necesario, incluso a costa de su propia vida.


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El Goel se acerca al oído del pueblo por medio del profeta para consolarlo, se coloca a su lado, en su camino y le habla (41:14), lo anima, lo fortalece y lo auxilia (41:14), le da esperanza (crf. 41:8-16, 44:2, 51:12). Jesús mismo proclama libertad y liberación cuando anuncia lo que muchos interpretan su gran manifiesto misionero: “El Espíritu de Dios está sobre mí...”. La liberación del oprimido implica el enfrentamiento de las causas de la opresión tanto espiritual como física, y esto tiene que ver también con las acciones políticas de los gobernantes. El Espíritu Santo, es llamado parákleto; que es la figura que denota un nivel de intervención extraordinaria a favor de otras personas. Paráclito literalmente significa “llamado al lado de uno”, “en ayuda de uno”. Sugiere la capacidad o adaptabilidad para prestar ayuda. Se usaba en las cortes de justicia para denotar a un asistente legal, un defensor, un abogado; de ahí que, generalmente, el que aboga por la causa del otro es un intercesor abogado. En sentido más específico significa uno que socorre. Cristo fue esto para sus discípulos y lo es para nosotros/as.

PARA REFLEXIONAR

Lea los textos bíblicos citados anteriormente: a. ¿Cómo se manifiesta la voluntad de Dios en cada pasaje? b. ¿ Qué tipo de actitud debe tener el cristiano y la cristiana ante las situaciones sociales y económicas? c. ¿A qué acciones específicas a favor de la justicia nos invitan los textos bíblicos antes mencionados? ¿Cuáles son los desafíos de las iglesias en la búsqueda de una justicia social y económica, conforme a los valores del Reino de Dios?

1. Denunciar las injusticias de forma profética y formular nuevas visiones Algunas iglesias han comenzado a seguir el ejemplo de los profetas, denunciando las injusticias y formulando nuevas visiones. En 1995, las iglesias presbiterianas de África se reunieron en Kitwe e instaron a que se formulara una respuesta confesional clara al sufrimiento y la exclusión que padece el continente africano. Las iglesias del Pacífico han formulado una visión alternativa llamada “La isla de la esperanza” como salida a la globalización económica. Las iglesias del Canadá han aunado sus esfuerzos en una iniciativa jubilar, instando a la resistencia y a la formulación de soluciones como alternativa al actual sistema económico. Todas esas iglesias estaban inspiradas por los profetas de la Biblia hebrea y la promesa del Reino de Dios. El profeta Isaías (5:8) denuncia la acumulación de riqueza mediante la propiedad, el crédito, los intereses, los préstamos con fianza y los mecanismos de la deuda, con estas palabras: “¡Ay de los que juntan casa a casa y añaden hacienda a hacienda hasta ocuparlo todo! ¿Habitaréis vosotros solos en medio de la tierra?”. De la misma forma, Jesús interpela al joven rico y le dice: “No hurtes (...) no defraudes” (Mc. 10:19), indicando que él sabe que la riqueza en ese sistema se ha obtenido despojando a los pobres. Al mismo tiempo, los profetas describen la visión de justicia: “Todo tu pueblo, todos ellos, serán justos. Para siempre heredarán la tierra” (Is. 60:21). Una profecía requiere más que una simple crítica de la injusticia. Se adentra en el análisis de las principales causas poniendo en evidencia que la pobreza es el resultado de mecanismos de enriquecimiento que causan el empobrecimiento y la exclusión. El modelo ideológico fundamental y los presupuestos en los que se basan el FMI y el Banco Mundial han de ser objeto de Cartilla Temática


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La satisfacción de las necesidades reales de la comunidad debe ser el punto de partida y el objetivo de cualquier economía;

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Los bienes naturales de la creación que nos ha dado Dios deben ser tratados de tal forma que se preserve la plena libertad de las futuras generaciones de satisfacer sus propias necesidades;

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Las personas llegan a ser los principales agentes de sus propias economías;

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El modelo económico debe ser compatible con la voluntad de Dios. No puede considerarse que una economía ha tenido éxito si no se propone alcanzar al mismo tiempo objetivos democráticos, ecológicos y sociales.

En resumen: Resulta vital el que las iglesias y sus ministerios hagan frente a las causas fundamentales, estructurales e ideológicas de la pobreza, causadas por la acumulación injusta de riquezas, y no solamente a los síntomas.

2. Abogar por una reforma jurídica Las reformas jurídicas eran uno de los resultados de la intervención profética contra los mecanismos de empobrecimiento y de enriquecimiento que existían en Israel. No es posible entender los mecanismos de la economía y sus efectos de empobrecimiento, destrucción y exclusión sin entender las estructuras de propiedad vinculadas con ellos. Según una teoría, el dinero hizo su aparición desde un punto de vista histórico con la nueva economía de la propiedad que empezó a aplicarse en el siglo VIII antes de Cristo en Grecia (G. Heinsohn/O.Steiger 1996; U. Duchrow y K. Hungar en: R. Kessler/E. Loos, 2000). Al comienzo la importancia dada a la propiedad (de la tierra) fue el resultado de las luchas de los campesinos contra los señores feudales, que desembocaron en la formación de la polis (ciudadestado). Sin embargo, el valor de la propiedad indujo la creación del sistema de crédito, según el cual, quienes tomaban un préstamo tenían que reembolsar no sólo el capital sino también los intereses. Como la mano de obra y las tierras de una familia servían como fianza para el crédito, en caso de insolvencia las familias se veían privadas de la tierra y sometidas a la esclavitud a causa de la deuda. Y, por otra parte, los acreedores podían acumular más y más tierras, esclavos y dinero. Es sabido que los profetas de aquella época criticaban duramente esos mecanismos (por ejemplo, Isaías 5:8). Sin embargo, las reformas jurídicas del Libro de la Alianza (Ex. 21-23), Deuteronomio y el Código Sacerdotal (en el Libro de Levítico) contenían medidas para contrarrestar esos mecanismos en Israel. Por ejemplo, la prohibición de cobrar intereses y de tomar en prenda alguna cosa (Ex. 22:26), la cancelación de las deudas cada siete años (Deuteronomio 15:2) y la redistribución de la tierra cada 50 años (“Año del jubileo”, Lev 25). El argumento teológico fundamental es que la tierra pertenece a Dios (Lev 25:23). Así pues, cada familia debe contar con los medios de producción necesarios, o sea, la tierra, para garantizar la subsistencia de los suyos. Esto es también verdad para los hermanos y hermanas israelitas como seres humanos, y no deben ser esclavizados porque pertenecen a Dios que los ha liberado de la esclavitud en Egipto (Lev 25:29 ss).

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una crítica profética a la luz de las enseñanzas bíblicas. Los seres humanos no están al servicio de la economía, sino que la economía está al servicio de los seres humanos y de la comunidad de vida en su totalidad. Esto significa que:


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En resumen: La Biblia es clara en cuanto a que los sistemas jurídicos deben oponerse al carácter absoluto de la propiedad y del dinero y velar por una repartición equitativa de las riquezas en común. Por consiguiente, las iglesias pueden trabajar en pro de la reforma de las leyes y la economía de conformidad con criterios sociales, ecológicos y democráticos.

3. Resistir con osadía Cuando las reformas jurídicas y las profecías fracasan y los poderes económicos y políticos llegan a ser totalitarios, la resistencia puede ser la única opción. Fue el caso en la época de los imperios Romano y Helénico. Daniel cuenta que tres hombres judíos se negaron a postrarse y adorar la estatua de oro que simbolizaba el poder ideológico, económico y político absoluto (Daniel 3) y corrían el peligro de ser echados dentro de un horno de fuego ardiente. Fueron salvados milagrosamente del fuego, pero no hay garantía alguna de que siempre ha de ser así. La resistencia y la oposición pueden ocasionar sufrimiento. Jesús tuvo que sufrir la cruz por su “desobediencia cívica”. Había atentado contra el poder económico central de los sacerdotes del templo de Jerusalén, que, traicionando a su pueblo, eran protegidos políticamente por el Imperio Romano. Jesús atacó a los cambistas y a los que vendían palomas (los animales que ofrecían como sacrificio los pobres) y a los propios sacerdotes, responsables del sistema de sacrificios con el que se explotaba a los pobres (Mc. 1:15 ss). En nuestros días, la resistencia y la oposición pueden adoptar diversas formas: -

Deslegitimización: Rechazar el modelo neoliberal, porque está al servicio del poder dominante y totalitario del capital transnacional mediante los mecanismos de la economía mundial e instrumentos como el FMI y el Banco Mundial.

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Poner en evidencia los pies de arcilla del sistema, demostrando que es vulnerable y está condenado a fracasar (véase Daniel 2:43-45). Se trata de una estrategia que ayuda a ridiculizar el sistema y a superar el miedo que suscita su poder absoluto.

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Negarse a cooperar según las condiciones fijadas por el FMI y el Banco Mundial, para poner en evidencia que no se puede comprar a las iglesias ni engañarlas. Son ellas la que deciden acerca de su programa.

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Participar en campañas que preconizan una transformación fundamental, o apoyarlas, como dejar de financiar el FMI y el Banco Mundial y oponerse a los esfuerzos de FMI por controlar el programa de reducción de la pobreza.

Por supuesto, estas formas de resistencia ponen en tela de juicio los fundamentos mismos de estas instituciones y pondrán a prueba su voluntad de entablar un diálogo fructífero. En resumen: Cuando las estructuras del poder y la riqueza son totalitarias, el pueblo de Dios está en posición de negarse a cooperar y resistir, incluso mediante la desobediencia civil, a costa de la pérdida de privilegios e incluso de ser perseguido. Y, como consecuencia, es necesario negarse a cooperar con los modelos macroeconómicos del FMI y del Banco Mundial, que conllevan el empobrecimiento de los pobres y el enriquecimiento de los ricos en el mundo, y tratar, siempre que sea posible, de impugnar la legitimidad democrática de esas instituciones financieras internacionales.

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El sistema dice: “No hay alternativa”. Jesús ayudó a dar de comer a la multitud compartiendo lo que tenían, confiando en la economía de gracia de Dios (véase Mc. 6:35 ss y 8:1 ss). Al oponerse a la propiedad privada y compartir lo que tenían, las primeras comunidades cristianas dieron testimonio de que el Dios vivo (resurrección) les daba un poder tal que ya no había pobres entre ellos (véase Hch. 4:32 ss). La comunidad cristiana, si es capaz de un análisis autocrítico y deja de ser parte del sistema, puede dar un ejemplo de que otra forma de vida es posible. Incluso antes de que se haya cambiado el sistema dominante, hay muchas cosas que la gente puede hacer por sí misma, además de inducir a las personas y las comunidades a que sean más independientes de las estructuras del mercado mundial, incluido el FMI y del Banco Mundial. (Véase en la Bibliografía el manual de Richard Doutwaite para fortalecer las economías locales: Strengthening local economies). Estas soluciones locales y regionales pueden ser aplicadas con energía y convicción, y apoyadas por las iglesias y las congregaciones. He aquí algunas sugerencias: -

Utilizar las monedas locales y/o los sistemas de intercambio y comercio local (LETS);

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Elaborar sistemas de energía alternativa (viento, sol, agua, biomasa);

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Apoyar el comercio local mediante la creación y el apoyo de las cooperativas de productores y consumidores.

¿Cómo podemos asumir el reto como iglesias? En esta problemática de nuestro tiempo reside el aporte de la Defensoría (“Advocacy”), necesitamos nuevos instrumentos, nuevas estrategias sociales para, recuperar entre nosotros/as la capacidad de indignarnos, de mediar, de solidarizarnos ante situaciones injustas. El Dios que se revela ante nosotros/as es un Dios preocupado por el/la otro/a, que tiene una nueva capacidad de solidaridad, de entrega. Necesitamos esos amigos que llevaron al tullido ante los pies de Jesús. De aquellos pequeños que se interesaron por el preso, la enferma, el desnudo (Mateo 25), o del Samaritano que extendió su mano a favor del caído. (Lucas 10). “Advocacy” o “Defensoría” es una forma creativa de ser samaritana, de no quedarnos indiferentes al dolor y la miseria. Es también una nueva expresión de la Diakonía, del servicio y el compromiso social. Esto es una respuesta teológica que atañe a la iglesia y su responsabilidad social. No podemos dejar que en el mundo cada vez se ahonden las diferencias entre los pobres y los ricos, entre las olvidadas y las marginadas.

PARA REFLEXIONAR

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¿Cómo compara la discusión bíblica y temática antes reseñada con la actitud del pastor en el cuento del principio?

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¿Cuál es el desafío a las iglesias frente al sistema social y económico en que vivimos?

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¿Quiénes trabajan a favor de la justicia en tu comunidad?

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¿Cómo podemos contribuir al mejoramiento de la calidad de vida en nuestros países?

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4. Aplicar propuestas diferentes


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SUGERENCIAS PARA LA ACCIÓN

La presente cartilla ha pretendido compartir con nuestros/as hermanos/as en las iglesias la iniciativa bíblica y cristiana de asumir el reto de abogar por la justicia en nuestros países. Las iglesias tienen mucho que aportar ante la debacle social y económica que vivimos en América Latina y el Caribe, por medio de su voz profética y su acompañamiento pastoral. Hacemos algunas sugerencias para la acción profética y pastoral de nuestras iglesias. Usted puede seleccionar aquellas que les parezcan posibles de realizar, imaginar otras, etc. 1. Lleve a cabo un estudio bíblico o reunión de oración con el material que se ha compartido aquí. Compongan una poesía, canción u obra teatral en la cual se presente la realidad social y económica en que vivimos y la tarea misionera y evangelizador de la iglesia en ese contexto. Comenten en plenaria la presentación y el mensaje que se ha querido comunicar. 2. Examine los periódicos de circulación regular en su comunidad y recorte aquellos artículos que hablen sobre temas sociales y económicos. Puede ir creando un “banco de datos” con dichas noticias y comparar cómo se discute el tema económico en su país con la situación social de pobreza/riqueza que vive la población. Coloque dichas noticias en el tablón de anuncios de la iglesia, con una rotulación que indique “Oremos por la vida plena” u otro texto que invite a los miembros de la iglesia a orar e interceder por la realidad presentada en los recortes. 3. Invite a sociólogos o economistas de variada tendencia (unos a favor, otros en contra de las políticas económicas actuales) a un panel sobre “Economía y Sociedad” y compare los discursos, las ideas, las reflexiones, de manera que la iglesia pueda tener una perspectiva más clara de los temas. 4. Realice una encuesta en su comunidad sobre todas aquellas organizaciones sociales que trabajan a favor de una economía más solidaria, el ambiente, mejores salarios para los/as trabajadores, salud comunitaria, etc. Organice un diálogo entre “iglesia y organizaciones sociales” y busque cuáles son los puntos donde existen semejanzas y diferencias entre los valores bíblicos discutidos en este material y los valores que defienden dichas organizaciones. 5. Escriban una carta, como grupo de oración o estudio bíblico de la iglesia, a las autoridades de su país, en la cual le comparta a ellos/as la forma en que la Biblia propone una economía mas justa y solidaria e invítelos a adoptar dicha postura como gobernante.

El presente material es una publicación del Programa de Fe, economía y Sociedad, una iniciativa conjunta de iglesias y organizaciones cristianas al servicio de Dios en América Latina y el Caribe. Este material fue publicado gracias al convenio suscrito entre Pan para Todos y el CLAI, para impulsar el Diálogo Global con los Sectores Financieros en América Latina (DGF).

Les agradecemos enviar sus aportes, sugerencias e inquietudes a la atención de: Franklin Canelos • Fe, economía y Sociedad CLAI • Casilla 17-08-8522 • Quito-Ecuador (593-2) 2553 996, 2529 933 • e-mail: franklin@claiweb.org Segunda edición, ampliada y corregida

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