Signos 54 Diciembre 2009

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La vocación ecuménica de la iglesia y el diálogo interreligioso

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Desafio e partilha: Missão e Ecumenismo na América Latina

¿Por qué la abuela no puede ser reina? Una lectura crítica de 1Reyes 15,1-15

Libertad de religión

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REVISTA CRISTIANA DE DIVULGACIÓN Y REFLEXIÓN

 No. 54, Diciembre 2009


SIGNOS DE VIDA Segunda época Nº 54 Diciembre 2009 Signos de vida es una revista informativa y de análisis publicada trimestralmente por el Consejo Latinoamericano de Iglesias (CLAI). Las opiniones expresadas por los autores de los artículos son de su exclusiva responsabilidad y no reflejan necesariamente el punto de vista del Consejo. Prohibida la reproducción total o parcial de los textos e imágenes de esta publicación sin autorización expresa por escrito del Director. Comité Editorial: Dr. Plutarco Bonilla Dra. Susana Cordero Dra. Tirsa Ventura Lic. Leopoldo Cervantes Dr. Luis Rivera Pagán Rev. Nilton Giese Rev. Harold Segura Rev. João Artur Muller da Silva Comité Consultivo: Julio César Holguín Noemí Espinoza Juan Schvindt Samuel Palma Magaly Cunha Elsa Tamez Ulises Muñoz Edelberto Behs Carlos Tamez Lauren Fernández Director: Nilton Giese Dirección Gráfica: Iván Balarezo Pérez Corrección de textos: Iván Balarezo Pérez

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Libertad de religión y ecumenismo en América Latina Luis N. Rivera Pagán El estado, gracias al apreciado derecho de patronato real, fue el encargado de la promoción institucional de la iglesia en América. El reconocimiento papal de esta función protagonista fue norte de la política de Fernando V, continuada fielmente por sus sucesores.

Ecumenismo en México y América Central: Utopías, coyunturas y esperanzas Leopoldo Cervantes-Ortiz En una amplia franja del ambiente protestante-evangélico latinoamericano tradicional, hablar de ecumenismo aún sigue siendo sinónimo de “modernismo” y una excesiva apertura de la fe cristiana a los vaivenes sociales del momento, para decirlo amablemente.

La vocación ecuménica de la iglesia y el diálogo interreligioso Rev. Amós López Rubio Como cristianos y cristianas necesitamos reconocer la realidad en la cual vivimos; esta realidad está marcada por la diversidad religiosa.

Coordinación Editorial: Amparo Salazar Chacón Dirija su correspondencia a: Signos de Vida Departamento de Comunicaciones CLAI Inglaterra N32-113 y Mariana de Jesús Teléfonos: (5932) 2504377/2529933 Fax: (5932) 2553996 Casilla 17-08-8522 Quito, Ecuador E-mail: nilton@clailweb.org

¿Por qué la abuela no puede ser reina? Bajo la experiencia de la imposibilidad ecuménica: Una lectura crítica de 1Reyes 15,1-15 Tirsa Ventura El título de este ensayo no solo revela el cuestionamiento a la afirmación hecha por el rey Asá, de la descendencia de David, en tiempos de su reinado en Judá, sino que también intenta ser sugerente y crítico, ante la poca presencia, por no decir ausencia, de las mujeres en los espacios de poder político en tiempos de las monarquías en el antiguo Israel.

O t r o s ARGENTINA: Rev. Juan Gattinoni Camacuá 282 1406 Capital Federal/ Bs.As. Argentina Telf. (5411) 46342886 / 46342885 E-mail: hansy@clairp.com.ar BRASIL: Presb. Darli Alves de Souza Praça Olavo Bilac, 63 Campos Elíseos Sao Paulo-SP Cep. 01 201 050 E-mail: darli@claibrasil.br darli@claiweb.org

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Retos y posibilidades del ecumenismo en Cuba Desafio e partilha: Missão e Ecumenismo na América Latina: Congresso Ecumênico Breno Arno Schumann (1939-1973) Declaración Final: Encuentro Teológico en Cuba

PUERTO RICO: Rvdo. Jorge Zijlstra Calle Espíritu Santo Sur AB-4 Estancia de Río Hondo Bayamon PR 00961 Puerto Rico P.O.BOX 50341 Toa Baja PR 00950 E-mail: jorge@claiweb.org jorge zijlstra@hotmail.com COSTA RICA: Sergio Talero Cedros de Montes de Oca, de la Marsella 100 metros al Este 1000 San Jose, Costa Rica Teléfono: (506) 2801162 / 2712749 E-mail: claimesoamerica@racsa.co.cr CUBA: Sr. Rodolfo Juárez Calle 14 No. 304 Entre 3era. y 5ta. Avenida Miramar Playa Ciudad Habana, Cuba E-mail: rodolfo@enet.cu Ecuador y otros países: Consejo Latinoamericano de Iglesias - CLAI Departamento de Comunicaciones Inglaterra N32-113 y Mariana de Jesús, Quito Casilla 17-08-8522 Tel./Fax: (593-2) 250-4377/255-3996/252-9933 E-mail: nilton@claiweb.org / rita@claiweb.org

Suscripciones (4 ediciones al año): América Latina USD 15,00 • Otros países USD 20,00 • Precio Unitario USD 5,00

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Ecumenismo: una agenda inconclusa

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Apuntes del Director

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principios del siglo veinte, se agudizó en la conciencia de innumerables líderes eclesiásticos el embarazoso conflicto entre la oración/exhortación de Jesús por la unidad cristiana: “No ruego solamente por estos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno; como tú, Padre, en mí y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste… para que sean uno, así como nosotros somos uno. Yo en ellos y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste” (Juan 17: 20-23), y la triste realidad de las profundas, graves y amargas divisiones que distancian a las distintas iglesias. La pregunta resonó por doquier con sorprendente vigor: ¿cómo hacer visible la unidad de Cristo y los cristianos de manera tal que esas enormes fragmentaciones que nefastamente han marcado la historia de las iglesias pudieran superarse? La seriedad con que cristianos de todas latitudes enfrentaron ese desafío es impresionante, igual que sus valiosos resultados concretos. Cristianos de iglesias muy variadas y en ocasiones con memorias laceradas por hondas animosidades recíprocas se reunieron, en conclaves mundiales a veces, regionales o nacionales otras, para dialogar y colaborar sobre: a) el diseño de estrategias misioneras, b) sus convergencias y divergencias doctrinales, a fin de fortalecer las primeras y superar las segundas, c) sus posibles aportaciones comunes a la paz mundial y la consecución de la justicia. Ese proceso condujo a eventos sin precedentes, en los que metropolitanos ortodoxos, obispos protestantes, cardenales católicos y líderes de iglesias emergentes pudieron dialogar, debatir, orar y adorar juntos. En los inicios del siglo predominaron los jerarcas, varones casi en su totalidad, del Norte; en las postrimerías de esa centuria las voces de los sectores tradicionalmente marginados —hombres y mujeres de América Latina, África y Asia— se hicieron sentir con vigor, elocuencia e inteligencia. Sin embargo, hay que confesar que a pesar de los importantes logros en ese siglo de avances ecuménicos significativos, las graves distancias que separan a los cristianos permanecen y, en ocasiones, incluso se han profundizado. Eso es cierto globalmente, pero también, específicamente, en América Latina. Durante los últimos tres años, en buena medida gracias a la celebración de la asamblea del Consejo Mundial de Iglesias en Porto Alegre, Brasil, en febrero de 2006, la asamblea del Consejo Latinoamericano de Iglesias, en Buenos Aires, Argentina, en febrero de 2007, y el encuentro sobre unidad y misión de la iglesia latinoamericana, en Matanzas, Cuba, en junio de 2009, se ha renovado en nuestro continente la reflexión teológica sobre el ecumenismo. Se buscan nuevos senderos conjuntos de diálogo y colaboración. Se estudia la historia de nuestros pasados proyectos ecuménicos con la aspiración de forjar sucesores capaces de recorrer felizmente los laberintos en que encallaron sus predecesores. Esta edición de Signos de Vida recoge algunas expresiones de esa renovación teológica ecuménica, con la humilde pero audaz esperanza de promover, a lo ancho y largo de Nuestra América, como la catalogó el gran Martí, la unidad en la diversidad de todos los cristianos. ¡Que así sea! Luis N. Rivera-Pagán Editor invitado


ecumenismo luis n. rivera pagán

Libertad de religión y ecumenismo en América Latina El estado, gracias al apreciado derecho de patronato real, fue el encargado de la promoción institucional de la iglesia en América. El reconocimiento papal de esta función protagonista fue norte de la política de Fernando V, continuada fielmente por sus sucesores. S i g n o s

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mérica Latina nació bajo el signo de la cristiandad. Los decretos Inter caetera y Eximiae devotionis, del papa Alejandro VI (1493), certifican la soberanía absoluta y perpetua de los monarcas de Castilla sobre las tierras americanas. Otro pronunciamiento también encabezado Eximiae devotionis del mismo pontífice, esta vez de 1501, culmina esa autoridad política con la potestad de la corona para recaudar y controlar los diezmos eclesiásticos en el Nuevo Mundo. De esta manera, en el estilo de corrección jurídica que caracteriza al gobierno de Fernando V, se alude sumariamente a los fundamentos legales de la autoridad española en América y de la injerencia de la corona en el régimen eclesiástico americano. Las Capitulaciones de Burgos (1512) constituyen las normas que la corona impone como requisitos fundamentales para permitir a la iglesia funcionar en las tierras recién encontradas. Son un punto de partida de la transferencia del cuerpo eclesiástico a América, pero también acontecen al final de una intensa pugna entre el estado español y el papado por determinar el control de la nueva iglesia. El monarca, a pesar de enarbolar innumerables veces el estandarte evangelizador y misionero como razón de ser de la conquista y colonización de América, detuvo el establecimiento de la iglesia en el Nuevo Mundo y limitó las empresas misioneras hasta obtener de Roma las claves principales que permitiría a la corona castellana controlar decisivamente las instituciones eclesiásticas. Durante las dos décadas iniciales de conquista y colonización, que probaron ser irreversiblemente trágicas para los nativos antillanos, la corte paralizó el desarrollo de la iglesia en América hasta lograr oficialmente su control. La vicaría espiritual de fray Bernardo Boil no

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El patronato real conllevó la cesión a los monarcas españoles, por parte de Roma, del derecho a fundar iglesias, delimitar geográficamente las diócesis, presentar las mitras y beneficios eclesiásticos, percibir diezmos, escoger y enviar misioneros. duró un año (el 22 de noviembre de 1493 llegó junto a Cristóbal Colón a la Española y la abandonó para nunca regresar el 29 de septiembre de 1494). La obra proselitista de fray Ramón Pané fue escasa y poco fértil. A pesar de la retórica oficial evangelizadora, la cristiandad invasora no promovió muchas empresas misioneras durante las primeras dos décadas de descubrimiento y conquista. El Estado, gracias al apreciado derecho de patronato real, fue el encargado de la promoción institucional de la iglesia en América. El reconocimiento papal de esta función protagonista fue norte de la política de Fernando V, continuada fielmente por sus sucesores. La rendición ante ella la inició Alejandro VI, en la bula Inter caetera, de mayo de 1493, cuando pone en las manos de la corona castellana la autoridad de enviar misioneros para adoctrinar y evangelizar a los nativos de las tierras encontradas por Cristóbal Colón, la prosigue el mismo pontífice en la ya mencionada bula Eximiae devotionis de 1501 y la consolidó el papa Julio II en la bula Universalis ecclesiae, de 1508, en la que otorga a la corona la autoridad para erigir toda estructura eclesial (parroquias, monasterios y lugares píos) y hacer presentación de quienes las dirigirían, bajo la supervisión continua del estado. Esta matizada versión española del cesaropapismo se origina en la Reconquista, la multisecular guerra ibérica entre cristianos y moros. Escudada tras la alegada la necesidad de unir los poderes políticos, militares y espirituales en la lucha contra los infieles sarracenos, la corona obtuvo del papado durante la Edad Media poderes excepcionales. El patronato real tiene origen, por consiguiente, en una concepción religiosa-militar. Es la batalla de la fe contra la infidelidad lo que exige la concentración de poderes. Y será la necesidad de unir esfuerzos para erradicar la infidelidad en los nuevos territorios ultramarinos lo que justificaría la extensión y ampliación del derecho de patronato real, de las tierras reconquistadas de los islamitas, a las arrebatadas a los idólatras indígenas. El patronato real conllevó la cesión a los monarcas españoles, por parte de Roma, del derecho a fundar iglesias, delimitar geográficamente las diócesis, presentar

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Esta nueva situación de pluralidad religiosa, en estados que reclaman su autonomía ante los reclamos de exclusividad eclesiástica pero que todavía están profundamente marcados por las tradiciones espirituales de la caducada cristiandad, requiere una nueva y audaz creatividad ecuménica.

las mitras y beneficios eclesiásticos, percibir diezmos, escoger y enviar misioneros. Esa facultad de patronazgo eclesiástico la asumió la monarquía hispana con ahínco, haciendo en todo momento clara su autoridad sobre todos los asuntos del Nuevo Mundo, los espirituales tanto como los temporales, de manera tal que con cierta propiedad podría hablarse de un regio vicariato indiano. Debates eclesiásticas de toda índole se remitían a la península ibérica, no a Roma, para dilucidarse. Roma se marginó del centro decisional eclesial americano y aunque trataría de recuperar lo perdido, primero, desde 1566, con Pío V, y luego mediante la fundación en 1622 de la Congregación de Propaganda Fide, no lo obtendría íntegramente en toda la época colonial. Esta tradición se fragmentó pero no desapareció con la adquisición de la independencia nacional por los países latinoamericanos, a principios del siglo diecinueve. Tanto Roma, reacia inicialmente a la ruptura del imperio español, como los gobiernos de los nuevos estados intentaron proseguir, mediante cláusulas constitucionales y concordatos, la estrecha ligazón entre las nuevas naciones y la Iglesia de Roma. Era una tradición venerable, pero también vulnerable. Las presiones de la modernidad, el liberalismo político y la agresividad misionera de los protestantes angloamericanos en el siglo diecinueve la fueron cercenaron, creando espacios de legitimidad social para iglesias cristianas no romanas. En el siglo veinte el proceso de quiebra de la hegemónica cristiandad católica se hizo irresistible. La inusitada expansión de los cristianismos pentecostales y carismá-

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ticos, el surgimiento de iglesias autóctonas independientes de todo cuño, el reavivamiento de las religiosidades y espiritualidades indígenas y afroamericanas, el aumento de comunidades religiosas no cristianas y el arraigo de normas de estado seculares y laicas forjaron, a fines de esa centuria, una nueva cartografía cultural y social marcada por el pluralismo y la libertad de cultos y religiosidades. Algunos, matizados por su melancolía espiritual, se lamentan de esta nueva situación. Pero, no hay vuelta atrás. La libertad de culto y religión ha sido el punto de partida histórico de la libertad de pensamiento y conciencia. Los anabautistas del siglo dieciséis, que reclamaban la libertad de la hegemonía religiosa de la iglesia estatal fueron los precursores de quienes en el dieciocho defendieron la libertad de pensamiento y palabra como inalienable derecho civil. No se puede escribir la historia cultural y social de América Latina durante el siglo veinte sin apuntar, como dimensión notable de cambio, la novedosa pluralidad religiosa latinoamericana. Es un rasgo innegable e irrenunciable de la libertad humana. No se trata únicamente de la tolerancia de credos distintos como necesidad vital de la democracia. Lo que se requiere es más bien el disfrute de la diversidad, el placer ante la diversidad de las expresiones de la creatividad y la imaginación religiosas latinoamericanas. Esta nueva situación de pluralidad religiosa, en estados que reclaman su autonomía ante los reclamos de exclusividad eclesiástica pero que todavía están profundamente marcados por las tradiciones espirituales de la caducada cristiandad, requiere una nueva y audaz creatividad ecuménica. Es necesario diseñar un ecumenismo de nuevo cuño, de hondo respeto a las espiritualidades alternas latinoamericanas y de un compromiso indoblegable con las aspiraciones de liberación de los pueblos hasta ahora sojuzgados.SV

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Ecumenismo en México y América Central:

Utopías, coyunturas y esperanzas En una amplia franja del ambiente protestante-evangélico latinoamericano tradicional, hablar de ecumenismo aún sigue siendo sinónimo de “modernismo” y una excesiva apertura de la fe cristiana a los vaivenes sociales del momento, para decirlo amablemente.

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arece mentira, pero luego de 60 años de existencia del Consejo Mundial de Iglesias (CMI), en una amplia franja del ambiente protestanteevangélico latinoamericano tradicional, hablar de ecumenismo aún sigue siendo sinónimo de “modernismo” y una excesiva apertura de la fe cristiana a los vaivenes sociales del momento, para decirlo amablemente. Particularmente en México, que siempre ha sido una especie de “isla” en el mapa ecuménico (su cercanía geográfica con Estados Unidos y su ambigua ubicación en Mesoamérica, lo hace ser un país desgarrado por las ideologías poco matizadas en ciertos espacios), y a pesar de que en 1963 tuvo lugar allí la Conferencia Mundial de Misiones y Evangelización del CMI, el movimiento y la praxis ecuménicas provocan reac-

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ciones encontradas, al grado de que connotados dirigentes denominacionales se opusieron y combatieron ferozmente al ecumenismo, identificándolo con la ya típica intención de crear una superiglesia que sería, según algunos de ellos, la negación del Evangelio. Por otra parte, pensadores y líderes como Gonzalo Báez-Camargo se encontraron en la trinchera ecuménica luego de participar tenazmente en los congresos evangélicos latinoamericanos que iniciaron en 1916 en Panamá, bajo la dirección de los misioneros estadounidenses. El congreso de La Habana (1929), presidido por Báez-Camargo fue el comienzo de una creciente preocupación “interdenominacional” por responder como un frente unido evangélico a las exigencias del momento.

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En México ha costado mucho trabajo superar la desconfianza que representa colaborar o interactuar con los antiguos perseguidores, cobijados en otra época por las ambigüedades de la ley. Para 1949, en otro congreso llevado a cabo en Buenos Aires, el grado de conciencia de los protestantes estaba preparado para la “intervención” del CMI en décadas posteriores. De la confluencia de esos esfuerzos continuados (Movimientos Estudiantiles Cristianos, Movimiento por la Unidad Evangélica Latinoamericana, Comité Evangélico Latinoamericano de Educación Cristiana, etc.) surgiría en 1978 el Consejo Latinoamericano de Iglesias (CLAI). El surgimiento del movimiento Iglesia y Sociedad en América Latina (ISAL) hubiera sido impensable sin la confluencia del interés despertado en las iglesias europeas y noratlánticas que vieron con buenos ojos el despertar de las comunidades latinoamericanas. Hay que subrayar que, como han notado incontables estudiosos, como HansJürgen Prien (en su monumental Historia de la Iglesia en América Latina), el estilo implantado en el continente por las misiones anglosajonas hizo que los modelos europeos de agrupamiento eclesiástico resultaron sospechosos. A pesar de ello, la mencionada “intervención” ecuménica europea abrió un arco que incluyó, hasta el día de hoy, desde el apoyo para la formación de instituciones de educación teológica (la Comunidad Teológica de México como principal ejemplo) hasta recursos para la construcción de guarderías como es el caso de la que dirige Evangelina Corona cadena, ex lideresa del sindicato de costureras surgido a raíz de los terremotos de 1985. Seguramente en Ginebra se sorprenderían de saber que un proyecto de esta naturaleza sigue funcionando, separado ya del proyecto ecuménico que le dio origen. En los tiempos del Centro Coordinador de Proyectos Ecuménicos (Cecope) se creía, a pie juntillas, que la apertura de las iglesias al ecumenismo era un proceso natural e inevitable. No se advertía, con suficiente perspectiva, que la estrecha relación ideológica de las mismas con el régimen posrevolucionario sería un factor, entre tantos, para que la cerrazón continuase, incluso cuando el sistema político enfrentó su peor crisis. En ese sentido, el surgimiento de la teología de la liberación fue la expresión de un conjunto de ansiedades que se incubaron en la primera mitad del siglo XX en medio de circunstancias sumamente difíciles para los protestantismos, porque en México ha costado mucho trabajo superar la desconfianza que representa colaborar o interactuar con los antiguos perseguidores, cobijados en otra época por las ambigüedades de la ley. Por ello, resultaba sumamente complicado pedir a los protestantes que simpatizaran con la causa ecuménica, máxime si se trataba de proyectos encarnados por organismos ligados de alguna manera a las cúpulas episcopales. Tuvieron que surgir movimientos y organismos católicos que enfrentaran también la oposición de dichas cúpulas para que, entonces, ciertas zonas del protestantismo decidieran, por fin, estar hombro con hombro, en las mismas trincheras

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que sus hermanos católicos. La historia del ecumenismo en México está atravesada por el recelo mutuo entre organismos y por la desafortunada desviación de propósitos hacia el caudillismo y la autopromoción de algunos dirigentes. Esa es una de las razones por las que no se han podido institucionalizar los logros ecuménicos en organismos visibles que aglutinen a la mayoría de las fuerzas progresistas de las iglesias. No deja de llamar la atención que en México la convergencia de fuerzas cristianas se manifestó con cierta fuerza a partir de los años ochentas, justamente en una época de recomposición política, a las puertas de la transición democrática de una década después. En 1986, cuando apareció el libro La participación de los cristianos en el proceso popular de liberación de México (Miguel Concha Malo, Óscar González Gari, Lino F. Salas y Jean-Pierre Bastian, Siglo XXI Editores) aún resultaba impensable que los acercamientos entre las comunidades católicas y protestantes no fructificaran lo suficiente. Pero lo cierto es que la confluencia de la lucha de los grupos cristianos era más intensa de lo que se creía, pues aunque Bastian afirma en dicho libro que el “protestantismo clásico” no fue el auténticamente protestatario, la fuerza de los movimientos pentecostales comenzó a verse como un desafío para el ecumenismo, pues ellos, como movimientos “recién llegados” canalizaron el ímpetu transformador de años anteriores, así fuera de manera bastante inconsciente en un principio. Las comunidades y organismos que en los años setentas habían representado la fortaleza del ecumenismo, en los noventas adquirieron otro rostro, especialmente porque la coyuntura socio-política, dominada por la posibilidad de un auténtico despertar democrático en el país, obligó a que se redefinieran según el esquema de la emergencia de los organismos no gubernamentales (ONG). Las comunidades católicas de base (CEB), en un giro inesperado, optaron por apoyar a las fuerzas derechistas, en el periodo inmediato anterior a las elecciones del año 2000, desde la premisa de que el llamado “voto útil” contribuiría al cambio democrático. Este viraje, explicado en su momento como un movimiento estratégico, no dejó de extrañar a los analistas que vieron cómo, a la luz de los reajustes ideológicos de una década atrás, cuando se promovió el “voto cristiano” al interior de los partidos de izquierda, causando una profunda desazón en ambos espacios, pues la Iglesia católica se resistió a aceptar que en su seno hubiera militantes de dichos partidos, y éstos tampoco entendían cómo podía conciliarse la fe cristiana con posturas socialistas e incluso marxistas. Este “diálogo de sordos” pospuso durante algún tiempo el diálogo entre fuerzas que eventualmente coincidirían en sus demandas de cambio social, aun cuando las circunstancias en que éste se dio no fueron las esperadas.

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La polarización interna de los protestantismos, expresada de manera virulenta en el rechazo a cualquier forma de organización que recordase las iglesias unidas o las confederaciones (concilios) al estilo europeo, ha sido siempre uno de los principales obstáculos para la consolidación el movimiento ecuménico. Pero eso no quiere decir que los esfuerzos foráneos para apoyar la causa del ecumenismo no hubieran dado frutos. Escasos organismos, como el Centro de Estudios Ecuménicos, financiados por agencias e iglesias del exterior, han contribuido a que la llama ecuménica siga ardiendo y con frecuencia se exprese en foros no tan amplios, pero acaso más efectivos, sometidos como pocas veces antes, a la presión social. La perspectiva actual, o al menos la mayoritaria, es bastante humilde, pues se reconoce plenamente que los núcleos proclives al ecumenismo en las diversas iglesias no son ni serán mayoritarios, lo que los obliga a sumarse a los movimientos populares reivindicatorios asumiéndose como un “fermento espiritual” y ético capaz de reformular la importancia del factor religioso en nuestras sociedades, siempre presente y activo. El CLAI, de cara a su más reciente asamblea (Buenos Aires, 2007), propuso que las iglesias sean vistas como “reservas éticas” ante el enorme déficit en este sentido que se percibe en nuestros países.

No se puede negar, por otro lado, que el ecumenismo se entendió en una época como una moda eclesiástica más, pero su comprensión ha evolucionado hacia una praxis específica que rebasa los límites religiosos y eclesiásticos. Por ello, si se observa el caso de América Central, su diferencia radica en que, debido a que el triunfo de la revolución en Nicaragua obligó a mirar con nuevos ojos no sólo a Centroamérica sino a todo el continente, se renovó la esperanza del ambiente ecuménico internacional. Muestra de ello fue Nicaragua y los teólogos, libro coordinado por José María Vigil (Siglo XXI Editores, 1987), en donde, desde todas las latitudes se expresaba la posibilidad de que allí se experimentara una nueva proyección de la vida eclesial en la sociedad. Con la derrota electoral del sandinismo, se buscó otros espacios y horizontes adonde concentrar los ánimos y se percibió, cada vez con mayor claridad, que también podía haber modas o corrientes demasiado localizadas, y que la fuerza utópica del movimiento ecuménico no podía depender de coyunturas o proyectos cerrados. Se aprendió entonces que el paradigma del Reino de Dios debe desligarse de regímenes e ideologías de turno. Lo sucedido en Cuba en los años sesenta dejó una profunda huella en todas las iglesias y, aunque no se constituyó en modelo de acción, vehiculó un estilo de acción que permea hoy buena parte de los organismos. Baste con mencionar la importante aportación de cuadros de origen cubano en ellos. Finalmente, ante la recomposición política del continente y el viraje a la izquierda de muchos países, las iglesias y comunidades enfrentan el enorme desafío de asumir posturas críticas, tal como ha sucedido en Brasil, pues los gobernantes de reciente acceso al poder no pueden garantizar, pese a sus buenas intenciones, que la situación cambiará drásticamente. Al reacomodo sociopolítico del continente le corresponde un reacomodo eclesial, espiritual y teológico que permita a los militantes cristianos, no sólo moverse hacia posturas más cercanas al ecumenismo, sino a experimentar nuevas formas de lucha con la fe de por medio. Allí, la espiritualidad ecuménica (y macroecuménica, como se dice hoy) tiene una enorme tarea formativa, de acompañamiento y resistencia. La influencia real de lo que representa el CMI en América Latina tiene que ver, más que nunca con la consolidación de una forma efectivamente nueva de ser Iglesia para el momento presente. Celebrar sus 60 años de existencia significa sumarse al antiguo y siempre nuevo proyecto de Jesús de Nazaret: ser una sola cosa, al menos en espíritu, “para que el mundo crea”.SV

Si se observa el caso de América Central, su diferencia radica en que, debido a que el triunfo de la revolución en Nicaragua obligó a mirar con nuevos ojos no sólo a Centroamérica sino a todo el continente, se renovó la esperanza del ambiente ecuménico internacional. S i g n o s

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sermón rev. amós lópez rubio

La vocación ecuménica de la iglesia y el diálogo interreligioso Como cristianos y cristianas necesitamos reconocer la realidad en la cual vivimos; esta realidad está marcada por la diversidad religiosa. Domingo 2 de agosto de 2009

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a humanidad es un entrelazado de seres múltiples y diferentes, hechos para abrazarse, buscando en la solidaridad los caminos para ser feliz y hacer felices a los demás. Esta es la hora oportuna y providencial para las religiones. Con la globalización, ellas se ven forzadas a encontrarse y convidadas a dialogar y a entenderse, a mostrar la verdad de su ser. Ellas existen para ser fuentes de reconciliación, en lo íntimo de los corazones y en el seno de las sociedades, promoviendo la justicia y la paz, buscando la verdad humana en la trascendencia, en la creatividad, en la fraternidad sin límites y sin discriminaciones. Por encima de toda competencia o de cualquier tentación de proselitismo, las religiones hablarán el lenguaje de la libertad, del respeto por las personas y por las conciencias, buscando despertar la responsabilidad, la generosidad y la solidaridad. Su verdadera fuerza estará en vivir y predicar la gratuidad del amor. Las palabras anteriores pertenecen al profesor y teólogo dominico brasileño Carlos Josaphat. Ellas resumen con claridad y profundidad algunas de las convicciones que animan nuestro camino en la vida como seres humanos y como cristianos. Ante el desafío de la diversidad religiosa y de la necesidad de convivir con nuestras diferencias sin que estas signifiquen peligros o amenazas, sino más bien oportunidades de crecimiento, quisiera compartir con ustedes algunas luces y sombras, inquietudes y esperanzas que han ido surgiendo al calor

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de las experiencias que pudimos vivir en el Curso de Ecumenismo del pasado mes de julio, en Brasil. Y lo hago teniendo en cuenta aquella recomendación que nos hiciera nuestro Señor Jesús cuando decía que era necesario sacar primero el tronco que está en nuestro ojo para poder ver bien la astilla que está en el ojo de nuestro hermano. Reconocer la realidad de la diversidad religiosa Como cristianos y cristianas necesitamos reconocer la realidad en la cual vivimos; esta realidad está marcada por la diversidad religiosa. Aunque el cristianismo continúa a la cabeza de las religiones en el mundo, desde el punto de vista de las estadísticas, no hay que olvidar que estas estadísticas deben comprenderse en relación directa con el acelerado crecimiento demográfico en el hemisferio sur del planeta, donde el cristianismo concentra el mayor porcentaje de sus fieles. Esta realidad religiosa tiene sus razones históricas. La expansión mundial del cristianismo a partir del siglo XVI estuvo ligada a los procesos de colonización europea en África, Asia y América Latina. Por lo tanto estamos hablando de una evangelización a escala mundial que se impuso sobre culturas y tradiciones religiosas con la ayuda del poder militar y político. Era la propagación de la cultura occidental cuyo sostén espiritual era la fe cristiana. ¿Podríamos llamar a esto de evangelización?

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Como iglesia, muchas veces hemos equivocado el camino de nuestra misión. Con toda honestidad, debemos revisar constantemente nuestro testimonio, no solo aquel testimonio de siglos anteriores, sino también el actual, la manera en que hoy somos iglesia y nuestra actitud ante la realidad de la diversidad religiosa. Según las estadísticas actuales, el cristianismo es una religión minoritaria en grandes regiones del continente asiático y africano. En la Europa cristiana, las iglesias tradicionales se debilitan y el Islam crece vertiginosamente. El Islam es la religión que ocupa el segundo lugar en las estadísticas mundiales, seguida de las personas que no profesan ninguna religión. En América Latina, los pueblos indígenas y sus religiones resurgen con fuerza y reclaman el espacio y la libertad que las iglesias les habían arrebatado. Han quedado atrás aquellos tiempos en que la religión cristiana era la protagonista de la historia y la misión de la iglesia era entendida en clave de conquista y avasallamiento cultural, y en cualquier rincón del mundo era levantada una parroquia o una catedral, muchas de las cuales hoy en día han quedado como reliquia arquitectónica o monumentos de interés cultural y turístico. El mundo moderno ha señalado, con todo su derecho, los grandes errores del cristianismo. La humanidad y la historia, en ocasiones, han sido iluminadas por vidas cristianas consecuentes con el Evangelio de Jesucristo. En otros momentos, la humanidad y la historia han sido oscurecidas por la conducta de cristianos y cristianas que practicaron el antievangelio de la muerte y no el evangelio de la vida. Como iglesia, muchas veces hemos equivocado el camino de nuestra misión. Con toda honestidad, debemos revisar constantemente nuestro testimonio, no solo aquel testimonio de siglos anteriores, sino también el actual, la manera en que hoy somos iglesia y nuestra actitud ante la realidad de la diversidad religiosa. Reconsiderar la misión de la iglesia ¿Cuál es entonces la misión de la iglesia? ¿Cuál fue aquella misión que Jesús nos encomendó y en qué momento dejó de ser la misión de Jesús para convertirse en nuestra misión? Les invito a recordar y releer aquel pasaje en que Jesús envía a sus discípulos a proclamar el reino de Dios. El texto aparece en Mateo 10, 5-15, aunque también tiene sus paralelos en Marcos y Lucas. Veamos algunos elementos interesantes de esta misión. Jesús les pide que no lleven nada para el camino: ni provisiones, ni dinero, apenas un bastón y un par de sandalias. La primera intención en esta misión es provo-

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car la hospitalidad, los misioneros pondrían a prueba la disposición de las personas para acoger a un forastero, lo cual equivale a decir: acoger al necesitado, al que no tiene pan, techo, ni familia. Lo único que los discípulos deben desear a las familias es la paz de Dios. Y aún cuando esa paz no fuese bien recibida, ellos nada perderían. La segunda intención es permanecer en las casas, integrarse en la comunidad, provocar la solidaridad, el compartir lo que se tiene. La misión no es imponer otro estilo de vida, sino participar de la vida que cada comunidad tiene, permanecer, acompañar, ser parte de aquella realidad. Ese es el significado de la encarnación, en Jesucristo Dios asumió nuestra humanidad, habitó entre nosotros, se hizo carne, participó de una cultura, se identificó con nuestra forma de vivir, con nuestras alegrías y esperanzas. Tercera intención: compartir la vida de una familia es también participar de la misma mesa, comer lo que sea servido en la mesa. Esta comunión de mesa fue una práctica constante en el ministerio de Jesús. Los religiosos de la época le criticaban por sentarse a la mesa con personas de mala fama: cobradores de impuestos, prostitutas, pecadores. En la mesa compartida, Jesús denunciaba el ritualismo y el puritanismo religioso de fariseos y doctores de la Ley. Para Jesús, ninguna ley o norma religiosa podían impedir la fraternidad, el deseo de compartir y participar de la vida del otro. Hace algunos años tuve la oportunidad de participar durante una semana de la vida cotidiana y la espiritualidad de un monasterio benedictino en Brasil. Una tarde se celebró la Santa Cena. Según la doctrina católica, el pan y el vino, al ser consagrados, se convierten en carne y sangre de Cristo. En nuestra tradición bautista, la Cena del Señor es sólo un memorial de la muerte y resurrección de Cristo. Pero en aquel momento lo más importante para mi no fue lo que creemos los bautistas sobre la Cena, sino el deseo de compartir la mesa del Señor con mis hermanos y hermanas del monasterio. Porque la mesa del Señor es una mesa abierta donde nos une el compromiso con el evangelio de Jesús; porque en la mesa del Señor, las interpretaciones teológicas deben ser relegadas a un segundo plano; porque en la mesa del Señor no se excluye ni siquiera a aquel que más tarde nos traicionará.

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Cuarta intención: expulsar a los demonios, limpiar a los leprosos, resucitar a los muertos y curar a los enfermos. Todas estas acciones no son señales de algún poder religioso, son señales de sensibilidad ante las necesidades humanas. Son gestos donde acogemos las necesidades de las personas y restauramos la vida. Hagamos un resumen de estos momentos de la misión de Jesús: provocar la hospitalidad, integrarse en la comunidad, participar de la misma mesa y acoger las necesidades humanas. Es decir, el evangelio se comparte y se experimenta en la convivencia, en el compartir cotidiano de la vida. Y en ese proceso de mutuo aprendizaje, el evangelio cobra vida y cuerpo, adquiere un rostro específico, ocurre el milagro del Emanuel, “Dios con nosotros”. Entonces, y solo entonces, el reino de Dios se habrá acercado, será una realidad viviente entre nosotros y nosotras. Nuestra misión es anunciar el evangelio sin ningún tipo de prepotencia religiosa, sin creernos una religión superior o la religión única y verdadera. Pero para ello necesitamos mucha humildad. Los cristianos y las cristianas afirmamos que Jesucristo es “el camino, la verdad y la vida”. Pero de acuerdo al texto que hemos visto en el evangelio, eso no significa exclusivismo religioso ni superioridad religiosa. Además, este mismo Jesús nos dice que “la verdad nos hará libres”, y si creemos que nuestra verdad es la única verdad posible para toda la humanidad, entonces no somos libres, somos esclavos de nuestra vanidad religiosa, y esa vanidad religiosa nos llevará a seguir cometiendo los mismo errores del pasado. Desafíos a la vocación ecuménica de la iglesia ¿Cuáles serían entonces los desafíos que presenta esta realidad de diversidad religiosa para una iglesia que se autoproclama ecuménica y que intenta llevar adelante la misión de Jesús? Entre los muchos desafíos que se nos presentan, quisiera al menos señalar tres de ellos. Primero: reconocer nuestros errores y reorientar nuestra misión como iglesia. Uno de los grandes errores que hemos cometido como iglesias en Cuba es acusar a las otras prácticas religiosas de falsas y demoníacas. Pero el mundo no es un escenario donde hay que librar batallas religiosas. El mundo es la casa común que Dios

nos ha entregado para cuidar de ella, y en esta casa, como en cualquiera de nuestras casas, todos y todas tienen derecho a un espacio. Segundo: superar los preconceptos sobre otras prácticas religiosas. Aquí el reto es doble: cambiar nuestra actitud de rechazo y condena hacia las otras religiones, y disponer nuestro corazón para aprender de ellas. Estoy consciente de lo difícil que puede resultar esta sugerencia. Para ello se necesita de una debida preparación. Más de una vez se ha dicho que solo estaremos preparados para el diálogo con otras religiones en la medida que conozcamos bien la nuestra y estemos plenamente identificados con ella. Muchas veces nuestra actitud ante la diversidad religiosa está determinada por la falta de conocimiento. Es necesario saber que en no pocas religiones en el mundo, la persona de Jesucristo es respetada e incluso venerada como gran profeta, maestro o encarnación divina. Y nosotros mostramos poco respeto o desconocimiento en relación a las grandes enseñanzas y valores contenidos en otras religiones. Tercero: promover el diálogo y los proyectos comunes a favor de la paz y la justicia. Existe en las diversas religiones una disposición esencial hacia le construcción de la paz y la justicia. Y es ahí, en el terreno de la vida, de la práctica de la solidaridad y el amor, en el compromiso social y político, en la búsqueda de solución a los problemas comunes, donde los seres humanos se encuentran y echan por tierra las diferencias ideológicas, religiosas y culturales. Es lo que algunos llaman un ecumenismo de base, un ecumenismo que se da en la cotidianidad de la vida. Es la propuesta ética, inherente a cada religión, lo que puede tender puentes de acercamiento y esfuerzos en común para construir ese otro mundo posible que todos y todas deseamos. Cada religión tiene mucho que aportar en esta lucha por el respeto a la creación y la preservación de la vida. Las iglesias encuentran su mayor inspiración en la ética liberadora y transformadora del evangelio de Jesús. Esa es la contribución que nuestra sociedad y nuestro mundo esperan de los cristianos y las cristianas. Sirvamos a los demás con humildad, respeto y pasión por la vida. Amén.SV

Cada religión tiene mucho que aportar en esta lucha por el respeto a la creación y la preservación de la vida. Las iglesias encuentran su mayor inspiración en la ética liberadora y transformadora del evangelio de Jesús. S i g n o s

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Retos y posibilidades del ecumenismo en Cuba

“Intensificar en las comunidades un mayor espíritu ecuménico en cada uno de sus miembros, dándoles la formación adecuada para asumir ese diálogo propio de la naturaleza misma de la Iglesia con un espíritu de reconciliación y comunión” (ENEC, 1087).

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gradezco mucho la invitación que se me hace de expresar mi posición ante este tema tan importante para la misión de la Iglesia cubana y su futuro. Intentaré ser objetivo y justo, y lo más franco posible. I. Situación actual La situación actual del ecumenismo en Cuba está condicionada doblemente: a) Porque mundialmente la visión ecuménica se encuentra en un impasse, ha perdido el encanto de lo nuevo, y ahora se precisa reinventarla.

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b) No se puede negar que la situación política del país también ha complicado el ejercicio ecuménico, porque algunas personas anteponen consideraciones ideológicas o políticas a su ejercicio. Me parece que es muy fácil, muy superficial y muy irresponsable decir afirmaciones como estas: “los protestantes son colaboradores del régimen” o “la Iglesia Católica es reaccionaria” que perturban, por supuesto, la práctica ecuménica. Tampoco podemos caer en racionalizaciones falsas como ésta: “tenemos que unirnos porque en la unión está la fuerza”, lo cual desvirtuaría la esencia de la vocación ecuménica, que es la de obedecer un mandato explícito de nuestro Señor, Cabeza de su Cuerpo que es la Iglesia. c) Por otra parte, tampoco se puede ignorar, que hay iglesias que históricamente no han participado del movimiento ecuménico y hasta podría señalarse que doctrinalmente se oponen al mismo, porque le temen a una “super-iglesia”, o por sectarismos denominacionales se consideran la “única iglesia verdadera” y las otras, meras asociaciones religiosas. Pero ahora se está dando el amargo caso también

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que algunas iglesias protestantes históricas que siempre han participado, de modo activo, en el movimiento ecuménico y han tenido un compromiso resuelto con la búsqueda de la unidad de la iglesia, debido a fundamentalismos subrepticios que se han colado en su interior, no sólo se han retirado de la tarea, sino que hasta se oponen a ella. También tenemos el caso en algunas iglesias que participan, de pastores que se oponen a ello. Desafortunadamente no todos los sacerdotes ni los pastores participan en los programas ecuménicos de sus iglesias. Es muy útil la división que se ha presentado entre: a) ecumenismo espiritual, el de la oración y la emulación espiritual y b) el ecumenismo técnico, es decir, el que analiza los problemas teológicos que afectan o estimulan la unidad entre las confesiones. En el primer caso el “Decreto sobre Ecumenismo” del Vaticano II sentenció: “Esta conversión del corazón y santidad de vida, juntamente con las súplicas privadas y públicas por la unidad de los cristianos, han de ser estimadas como el alma de todo el movimiento ecuménico y con razón pueden llamarse ecumenismo espiritual”. II. Lo que se puede hacer ya 1. Por estas razones considero que la tarea educativa ecuménica es fundamental. Tenemos que concienciar primero, con los elementos propios de nuestras respectivas tradiciones a los miembros y pastores de nuestras iglesias sobre la urgencia evangélica de este quehacer. Por ello pienso que es apremiante que los laicos de la Iglesia Católica Romana conozcan documentos tan importantes como el Decreto sobre Ecumenismo Unitatis Redintegratio del II Concilio Ecuménico (1964), o la encíclica del Papa Juan Pablo II Ut unum sint de mayo 25 del 1995 y el Directorio para la Aplicación de los principios y Normas del Ecumenismo, de marzo del 1993. Dice Juan Pablo II: “Con el Concilio Vaticano II la Iglesia Católica se ha comprometido de modo irreversible a reconocer el camino de la acción ecuménica, poniéndose a la escucha del Señor, que enseña a leer atentamente ‘los signos de los tiempos’” (Ut unum Sint, 3). 2. En nuestros respectivos seminarios hay que introducir en los diferentes currículos, —si es que ya no existen— cursos de ecumenismo, analizando la base bíblica, la historia del movimiento ecuménico y la posición doctrinal de nuestras respectivas iglesias al respecto. Específicamente con relación a los seminarios católicos San Basilio en Santiago de Cuba y San Carlos y San Ambrosio en La Habana existe un documento muy pertinente del Pontificio Consejo para la Unidad de los Cristianos de marzo 1999 sobre “La Dimensión Ecuménica en la Formación de quien se Dedica al Ministerio Pastoral”. Sería muy útil estudiar y diseminar los libros de destacados ecumenistas católicos como Juan Bosch o.p., recientemente fallecido, entre otros. En los seminarios sería cuestión de proseguir prácticas descontinuadas de

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invitar en los seminarios católicos a profesores protestantes para explicar su postura y en las escuelas protestantes a católicos para exponer la suya. (En el campo protestante deberíamos trabajar con la dirección de los otros seminarios evangélicos para lograr lo mismo, pero es más difícil). En este sentido sería muy importante el estudio, análisis y diseminación de documentos con relación a los cuales se ha podido ya llegar a un consenso importante entre las iglesias ortodoxas, la Iglesia Católica Romana y las principales iglesias protestantes: me refiero al “B.E.M” (Bautismo, Eucaristía y Ministerio, elaborado y divulgado por “Fe y Constitución” del Consejo Mundial de Iglesias del 1984), la “Declaración Conjunta sobre la Doctrina de la Justificación” firmada oficialmente el 31 de Octubre (¡Día de la Reforma Protestante!) en Augsburgo (RFA) en 1999 por el Vaticano y las iglesias luteranas, y “María: gracia y esperanza en Cristo”, el Acuerdo de Seattle de 2004 de la Comisión Internacional Anglicana/Católica Romana (ARCIC). Con vistas a los mismos advierte el Papa Juan Pablo II : “En relación con los demás cristianos, los principales documentos de la Comisión Fe y Constitución (del Consejo Ecuménico de las Iglesias en Ginebra A.H.) y las declaraciones de numerosos diálogos bilaterales han ofrecido ya a las Comunidades cristianas instrumentos útiles para discernir lo que es necesario para el movimiento ecuménico y para la conversión que éste debe suscitar” (Ut Unum Sint, 17), en la encíclica el Papa se refiere positivamente en muchos lugares de la misma a documentos y asambleas de Fe y Constitución). 3. El año pasado con motivo de la Fiesta del Pentecostés se celebró en la Casa Sacerdotal San Juan Ma. Vianney una hermosa convivencia entre sacerdotes y pastores aunque lamentablemente la asistencia fue baja. La idea fue hermosa y debe repetirse con una mejor promoción a otras partes del país. 4. Durante los años 1969 a 1972 funcionó en la

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Arquidiócesis de la Habana el CENDESEC (Centro de Estudios Ecuménicos) en cuyo Consejo Asesor participamos algunos líderes protestantes. 5. Del 17 al 20 de febrero del 1986 se celebró el Encuentro Nacional Eclesial Cubano (ENEC), y tomamos parte como invitados el Obispo Anglicano, el Obispo Metodista y un servidor, en aquel entonces Presidente del Consejo de Iglesias Evangélicas. 6. La observancia del Octavario de Oración por la Unidad Cristiana del 18 al 25 de enero, fiestas de san Pedro y san Pablo, con grandes celebraciones en la mayoría de las diócesis y entre parroquias, pero infortunadamente no con la participación de una buena representación de las iglesias. 7. Ha habido intercambio de púlpito y actividades entre diversas parroquias e Iglesias protestantes, no solamente durante la celebración del Octavario de Oración. 8. Me gustaría singularizar las relaciones entre el Centro Bartolomé de las Casas, de los Frailes Dominicos y el Instituto Superior de Estudios Bíblicos y Teológicos, con cursos ofrecidos en San Juan de Letrán sobre la Espiritualidad de la Reforma, la Declaración Conjunta sobre la Justificación, o clases y conferencias de teólogos dominicos en el Instituto Superior de Estudio Bíblicos y Teológicos (ISEBIT) y distribución de sus publicaciones. Hemos tenido en nuestro Instituto como profesoras regulares a dos religiosas de órdenes católicas diferentes enriqueciendo de gran manera nuestra conciencia y praxis ecuménica. También hemos sido muy beneficiados con la colaboración recibida de los dirigentes de María Reina y Félix Varela. 9. Aunque esporádicamente han aparecido artículos sobre ecumenismo en las publicaciones de la Iglesia Católica Romana y de las Iglesias evangélicas, sería bueno recomendar que las mismas siempre tuvieran una sección fija sobre ecumenismo. 10. ¿Sería posible sugerir a la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba que organice una reunión con las comisiones episcopales de ecumenismo de cada diócesis, para elaborar una estrategia nacional donde pudiera haber, en algún momento de la reunión, participación de protestantes? 11. Estimular, en proyección ecuménica, los contactos y el trabajo conjunto con relación a la Biblia que ya la Comisión Bíblica del Consejo de Iglesias de Cuba ha desarrollado. 12. Debemos dar gracias a Dios por el impulso dado al trabajo ecuménico, aquí en Cuba, por los movimientos católicos laicos Comunidad de San Egidio, las Focolarinas y últimamente por la Orden de las Brigidinas, y esperamos que esta contribución se acreciente más.

1. Organizar un homenaje nacional por parte de la Iglesia Católica in memoriam, en colaboración con iglesias protestantes, en alguna fecha de nacimiento o muerte del obispo Fernando Azcárate y el padre José M. Machado, de la ciudad de Matanzas, que considero junto a los padres Carlos M. de Céspedes y Marciano García de las personas más comprometidas en la causa ecuménica por parte de la Iglesia Católica Romana. 2. Invitar a Cuba a expertos de ecumenismo, católicos y protestantes, en coordinación con el Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos del Vaticano, y el departamento de Fe y Constitución del Consejo Mundial de Iglesias en Ginebra, que puedan organizar seminarios, ciclos de conferencias en nuestro país, y no sólo en La Habana. 3. Planear una consulta nacional ecuménica con todos los factores interesados y que esté precedida de una preparación en oración y estudio de materiales apropiados distribuidos previamente, donde analicemos la sección sobre ecumenismo del documento del ENEC y el mensaje de Su Santidad Juan Pablo II Hacia la Unidad Plena, que presentó el 25 de enero del 1998 en el marco de su visita a Cuba en una reunión en la Nunciatura ante visitantes protestantes, ortodoxos y judíos, ¡declaración tristemente engavetada en el Consejo de Iglesias y en la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba! IV. Conclusión Estoy firmemente convencido que aquí, en Cuba, hoy, podemos cumplir mejor el claro mandato de nuestro Señor recogido en su Oración Pontifical en el Evangelio de Juan: “Para que todos sean Uno... para que el mundo crea que Tú me enviaste” (17.23) ¡Que el Espíritu Santo nos capacite para obedecerlo! ¡Es intolerable el escándalo de la división del Cuerpo de Cristo! SV

III. Posibilidades futuras Muchos de los puntos anteriores pueden potenciarse por ambas partes, pero quisiera añadir algunas otras sugerencias:

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¿Por qué la abuela no puede ser reina? Bajo la experiencia de la imposibilidad ecuménica: Una lectura crítica de 1Reyes 15,1-15 El título de este ensayo no solo revela el cuestionamiento a la afirmación hecha por el rey Asá, de la descendencia de David, en tiempos de su reinado en Judá, sino que también intenta ser sugerente y crítico, ante la poca presencia, por no decir ausencia, de las mujeres en los espacios de poder político en tiempos de las monarquías en el antiguo Israel. S i g n o s

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sí mismo, quiere ser provocativo, frente al desafío ecuménico que en la actualidad tenemos para la construcción de un mundo más

humano. En ese sentido, el texto es también sugerente ante las actuales prácticas de marginación de que son víctimas las mujeres, negros, pueblos originarios. Y, principalmente, las mujeres abuelas en nuestras sociedades actuales. Por eso, andaré por los entretejidos del texto intentando caminar más allá de las palabras explícitas del propio texto. Teniendo presente las invisibilidades tanto dentro como fuera del mismo. Siempre en la actitud de no pretender tener todas las certezas, sino en una actitud de invitación al diálogo, a considerar mis intuiciones desde el ámbito de lo posible no de lo acabado. Una pregunta central que me guía en este ensayo es ¿cómo hacer una lectura de los textos bíblicos que no rompa con el deseo de hacer de nuestro mundo una gran casa caracterizada por la universalidad, la pluralidad y la singularidad del ser humano en relación con la naturaleza? Hace algún tiempo, conversando con colegas biblistas, una de ellas afirmó: “la Biblia no es sólo monoteísta”, todos y todas las demás nos impresionamos con aquella afirmación y reaccionamos preguntándole, ¿cómo es que dices eso? ¿“estás defendiendo el texto bíblico para que no parezca un texto que impone su voluntad religiosa”? Ella insistió, “pero ustedes no ven que el Primer Testamento está lleno de rastros de otras religiones”. Entonces las palabras de esta compañera me quedaron sonando, y después de aquella conversación me dispuse a leer con mayor atención los textos del Primer Testamento, más conocido como Antiguo Testamento. Les cuento que es más interesante lo que se puede descubrir cuando nos proponemos conocer el texto bíblico, no sólo a través de lo que otros cuentan, sino intentando nosotros y nosotras mismas escarbar el texto. Es una invitación a aproximarnos al texto bíblico, tomarlo en nuestras manos, dejarnos invadir por sus olores, sabores, colores, dejándolo ser quien es, pero abriendo posibilidades de lecturas desde las realidades que leemos. En esta ocasión, propongo un acercamiento al texto desde las realidades de tantas comunidades, mujeres y hombres en América Latina y Caribe que leen la Biblia desde sus experiencias de pluralismo religioso, más allá de lo que el Cristianismo desde los discursos “oficiales” nos sugiere como “único y verdadero”. Practicar este acercamiento al texto nos permitirá estar atentas, atentos no sólo a lo que el texto dice, sino también poder entrar en un proceso de diálogo que nos permita conocer más sobre lo que no dice, o aquello que está invisibilizado. Esta forma de leer abre una puerta, es una invitación a quitar el cerrojo con que muchas veces llega la Biblia hasta nosotras/os. Estoy conciente de que no es tarea fácil, pues son muchos años mirando de un solo lado, sin poder entrar al texto. Muchos años sin poder ver los vastos panoramas de posibilidades que el mismo texto ofrece. Esta puerta revela un conocimiento nuevo y fascinante que más que debilitarnos en nuestros compromisos como cristianas y

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Propongo un acercamiento al texto desde las realidades de tantas comunidades, mujeres y hombres en América Latina y Caribe que leen la Biblia desde sus experiencias de pluralismo religioso, más allá de lo que el Cristianismo desde los discursos “oficiales” nos sugiere como “único y verdadero”. cristianos nos fortalecerá como humanas y humanos, en una visión diferente de nuestro presente y futuro, después de ver estos textos antiguos revelando otras posibilidades de relacionamientos, que deben motivar a relacionamientos solidarios para fuera del texto. Antes del texto: la diversidad religiosa Desde la experiencia religiosa en América Latina no es difícil recordar que vivimos inmersas/os en una realidad religiosa caracterizada por la diversidad. Nuestros mitos y ritos de las religiones ancestrales continúan presentes en nuestro cotidiano, ya sea desde los pueblos originarios, mayas, bribris, borucas, con sus fiestas y ceremonias cantando al sol, al agua, como también al ser supremo que los creó, así como también desde las ceremonias de nuestros pueblos afro, cantando y honrando a las divinidades masculinas y femeninas, yemanyá, oxúm, oxalá, por mencionar algunas. Tanto la arqueología como el arte moderno, nos han revelado que, desde el paleolítico, se asociaban los poderes que rigen la vida y la muerte con la mujer. Una de las representaciones parece haber estado asociada con algún tipo de temprana adoración a una deidad femenina. Han sido encontradas en diferentes partes del mundo, inclusive en América, estatuillas femeninas y otros símbolos del culto de la Diosa. En opinión de Riane Eisler, La gran Diosa Madre o la Dadora de Todo, sigue estando presente en períodos posteriores de la civilización occidental. Estos hallazgos sugieren también que los primitivos ancestros reconocían nuestro habitad natural como elementos íntegramente ligados al gran misterio de la vida y de la muerte, y que, por consiguiente, toda la naturaleza debe ser tratada con respeto. También surge como esencial el aparente temor y asombro ante el gran milagro de nuestra condición humana: el milagro del nacimiento encarnado en el cuerpo de la mujer. Eisler además afirma que el cuerpo de la mujer también se rige por ciclos. Por eso, nuestros ancestros vieron

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¿Por qué Maacá es quitada como reina madre, siempre que esta figura era, al parecer, importante durante la monarquía? La pregunta posiblemente pueda ser considerada ingenua, insignificante o, como acostumbran a llamar algunos sabidos biblistas hombres, irrelevante. los poderes vivificantes y sustentadores del mundo bajo la forma de una hembra y no de un macho. Aunque por lo general, esto se omite, en las numerosas excavaciones neolíticas se han encontrado estatuillas y símbolos de la Diosa en una extensa área geográfica que va mucho más allá del Cercano y Medio Oriente. En la India, por ejemplo, fueron encontradas estas estatuillas, las cuales podrían haber representado a una Diosa “con atributos muy similares a los de la Diosa Madre, la Señora del Cielo”. No es ningún secreto que en torno a este tema, rondaron los sistemas de creencias del Occidente prehistórico. En opinión de Ivone Gebara, la obra creadora de la Gran Madre es la misma sustancia de la Gran Madre. la vida viene de ella y la muerte se integra en ella. El hambre y la sed vienen de ella y nos saciamos donde ella se sacia… En algunas civilizaciones asiáticas y en grupos indígenas de América Latina la genitalidad femenina y la masculina son consideradas sagradas. Lo divino y lo sagrado son sexuados. Todavía pueden encontrarse en ferias populares de Perú, Bolivia, México y Ecuador, esculturas de barro, representando la genitalidad masculina y femenina, como pequeños objetos de culto. Vale destacar que la adoración a la Diosa era tanto politeísta como monoteísta. Politeísta en el sentido de ser adorada bajo diferentes nombres y formas, esto, dependiendo del lugar, pero que se pueden leer como varios títulos de la Gran Diosa, por eso, se tienen: Reina del Cielo, Señora de lugares altos, Gobernadora Celestial, Señora del Universo, Soberana de los Cielos. En la Biblia la Gran Diosa, como fue conocida en Canaán, también como Inana, Nana, Nut, Istar, Astarte, Isis, Asherá, Athor. Monoteísta, en el sentido que se puede hablar propiamente de la fe en la Diosa, de la misma forma en que hablamos de la fe en Dios como una entidad trascendental. Cada nombre denota los varios lenguajes y dialectos de quienes la reverenciaron a la Gran Diosa. Entonces, todo esto nos sugiere leer 1Reyes 15, 1-15 y preguntar, ¿por qué Maacá es quitada como reina madre, siempre que esta figura era, al parecer, importante duran-

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te la monarquía? La pregunta posiblemente pueda ser considerada ingenua, insignificante o, como acostumbran a llamar algunos sabidos biblistas hombres, irrelevante. Pues parten de entender las razones de este acontecimiento desde las intensiones teológicas que da origen al texto bíblico. A pesar de esto, considero que es una ocasión propicia para indagar más sobre este texto y sus razones. Así también estoy detrás de sus posibles mensajes para quienes leemos con ciertas preocupaciones por las relaciones solidarias que debemos construir en medio de nuestros pueblos. Pueblos caracterizados, como ya expliqué, por la diversidad religiosa. El texto y sus conexiones: 1Reyes 15,1-15 Al considerar el texto desde su delimitación observo dos aspectos significativos: Hacia atrás: cap.15 – está directamente relacionado con cap. 11 y 14,21-31. Hacia delante: cap.15 – continúa en relación directa con cap.22,41-51. Mirando hacia dentro del texto Más allá de las conexiones hacia atrás y hacia delante, el texto tiene unidad interna. Inicia con la historia de Abiam (v.1-5) y finaliza con su hijo Asá, después de su muerte (v.9-15). En medio —v.6-7— el relato sobre Abiam es conectado a la historia de Roboam, donde se relaciona de nuevo con el final del cap.14. Este medio, lo entiendo como un puente para introducir a Asá y sus acciones, las cuales están en relación de contraste con las de los personajes anteriores. Esquemáticamente se puede observar: v.1-5: introducción a Abiam y sus acciones v.6-7: Roboam, Abiam y Jeroboam v.9-15: introducción a Asá y sus acciones Dentro de cada parte, existen énfasis importantes que le van dando identidad propia. De todas maneras, se puede concluir que estamos en un texto que tiene unidad, por tratarse de presentación de personajes de parentesco padre/hijo y las acciones que los mismos realizan, sin perder de vista una conexión más amplia del texto con sus precedentes. A partir de esto, presto atención a algunos detalles que me parecen significativos: El destaque dado a la relación conflictiva entre Roboam y Abiam con Jeroboam, rey de Israel, siendo que Jeroboam, en términos de acciones también construye altares que no agradan al Señor (13,2). Esto tiene como consecuencia el enojo del Señor contra él y su familia (Reyes 21,22). Llama mi atención que la madre de Roboam sea mencionada dos veces, igual que su procedencia: “la madre de Roboam se llamaba Naamá, y era amonita” (14,21e-f); “su madre se llamaba Naamá, y era de Amón” (14,31b-c). Es interesante como es presentada la relación de Maccá con absalón. En 1Cr 3,1-2 es la madre, mientras que en el texto de estudio es la hija de absalón, afirmación que aparece dos veces (15,2b y 15,10b-c). Vale destacar que la segunda vez que se hace referencia a Maacá en el texto no es como madre, sino como abuela. Significa que no se habla de la madre de Asá, así

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“Los hechos de Asá fueron buenos a los ojos del Señor, como los de su antepasado David” (15,11). En estos momentos, vale recordar que no estoy leyendo el texto con la intención de perseguir a los “malos” o de “salvar” a los “buenos”. Sino que mi única intención es poder analizar la situación desde una realidad más compleja, buscando con ello hacer visible, primero, la situación de algunas mujeres en el texto bíblico y la suerte que corren por sus acciones. Segundo, me interesa ese Dios que parece moverse entre lo justo y lo no justo, sin llegar a ser, para algunos/as, ni una cosa ni la otra. Es así como puedo leer (1Reyes 14,12-13) y (1Reyes 11,28.31). Sin embargo, para otros es el Dios cumplidor de la promesa. Por ejemplo, a pesar de los pecados de Salomón, el Dios de Israel por intermedio del profeta Ahías dice: “Sin embargo, no le quitaré todo el reino, sino que lo mantendré como gobernante mientras viva, por consideración de mi siervo David (...) En cuanto a la descendencia de David, la castigaré por este motivo, pero no para siempre” (1Reyes 11,34 y 39). Por lo dicho en ese texto, Roboam y Abiam, a pesar de haber irritado al Señor pudieron gobernar hasta la muerte. Es diferente la suerte de Jeroboam, rey de Israel contemporáneo de Roboam y Abiam, pues: “… el Señor pondrá en Israel un rey que acabará con la dinastía de Jeroboam en su día… El Señor va a sacudir a Israel como la corriente del río sacude las cañas. Lo arrancará de esta buena tierra…lo arrojará más allá del río Eufrates, por haber hecho representaciones de Astarté…” (1Reyes 14,14-15). Entonces, podría concluir que todo/a quien sus acciones estén en contraposición del David fiel, y más, salvador del pueblo de Israel, entonces su suerte correrá peligro. Esto me lleva a continuar mi búsqueda por entender ¿qué pasó con la abuela?

como se había hablado de la madre de Roboam y la de Abiam, como frecuentemente se hace con los demás reyes. Es importante destacar que el término hebreo em se traduce como “madre” y como “abuela”. De ahí, que algunas traducciones utilizan ambas posibilidades. En estas traducciones la madre del rey Asá no es identificada y sí la madre de su padre. ¿Quién es la madre del rey? ¿fue ella una extranjera? Ciertamente, estas preguntas no necesariamente tienen respuesta inmediata. Y, peor, entiendo difícil averiguar forma de saberlo. Parece que al redactor tampoco interesó esta información. Pero, para sus intenciones quien sí parece ser importante de ser destacada es la abuela. A pesar de eso, rápidamente puedo observar que tanto Roboam como Abiam, hicieron mal ante los ojos de Dios: “Los hechos de Roboam fueron malos a los ojos del Señor Y le irritaron más que todos los pecados que cometieron sus antepasados”. (14,22) “Abiam cometió los mismos pecados que su padre había cometido antes que él, y su corazón no fue fiel al Señor su Dios”. (15,3) Ambas acciones están en oposición con las acciones de Asá:

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Aproximándome a la abuela Este mi interés por la abuela está movido por recordar que es importante prestar atención a las imágenes que nos creamos o que tomamos ya creadas acerca de quienes son identificados/as, a la hora de construir los textos, como “otros”. Ellos /as no son consecuencia únicamente de la imaginación. Dentro de los textos bíblicos, el proceso que lleva a cabo la construcción de una imagen del “otro” es el resultado de complejas interrelaciones entre procesos políticos, económicos, religiosos; procesos en los que cuentan mucho los beneficios, la explotación y subordinación del otro y la justificación política y también religiosa, ante el grupo o comunidad que recibe el texto. Al acercarme a la abuela, la primera cuestión que llama mi atención es esta identificación en relación con Absalón. Recordemos que Absalón es quien se rebela contra David, después de haber vengado la violación de su hermana Tamar, por su hermano Amnón, el primogénito de David (2Sm 13-15). Entonces, cuando Maacá es identificada como hija Absalón, entiendo que la están marcando como enemiga, o si queremos, en contraposición con David. Sospecho entonces, que no es un desliz el que repetidamente se afirme que era “hija de Absalón”.

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La segunda cuestión que quiero destacar es que, Maacá, abuela y reina, es identificada como quien “había mandado a hacer una imagen de Asherá” (1Reyes 15,13b). De ahí que esta identificación está en relación directa con la primera identificación como madre de Abiam y segundo como abuela de Asá, dos personajes que, como expliqué en párrafos anteriores, están en relación de contraste. Entonces, entiendo que ella no es retirada de ser reinamadre por ser la madre de Abiam, sino por ser la abuela de Asá, quien ha obrado bien ante los ojos del Señor. Con esto se muestra la necesidad de “mantener limpia” la imagen de Asá. Tener una pariente devota de Asherá puede causarle problema. En ese sentido, me atrevo a afirmar que el problema no son las acciones del rey, que no cumple con ser un rey que agrada a Dios pues, en este caso, Asá cumple con Dios, sino que quien parece estar incomodando es la abuela: “y en especial, a Maacá su abuela apartó desde reina porque hizo ídolo (imagen) para Asherá. Y cortó Asá a su ídolo en torrente de Cedrón”. Una traducción como la anterior, permite observar que el v.13b, está formado por dos frases verbales, donde se destacan los verbos “apartar” y “cortar”, ambos en su forma verbal en pasado. Las dos frases están en relación de correspondencia, y dichas acciones recaen sobre Maacá, pues no solo la atinge a ella, sino también a lo hecho por ella. Y quien ejecuta las acciones es Asá, que “obró bien ante los ojos de Dios” (v.11). En el centro encontramos una frase explicativa, “porque hizo ídolo para Asherá”, se destaca el verbo “hacer”. El sentido es que se hace algo “para” Asherá. Al mismo tiempo, Maacá es identificada como gebira “dama”, “reina”. Destaco la preposición le —escojo el sentido más directo— “para”. El cual no sólo indica una acción en movimiento, sino que, por una parte, me permite entender que el objeto del verbo “hacer” es dirigido “para Asherá”, y no así “de Asherá”. Esto me posibilita, por otra parte, relacionar este texto con 2Reyes 23,7, donde encontramos a “las mujeres tejiendo mantos para la Diosa Asherá”. Lo que nos coloca dentro del campo semántico de ofrecimiento. Una práctica que hace parte de las costumbres en Canaán. A pesar de la incómoda presencia de la abuela Fuera del texto bíblico, en América Latina, en nuestras tradiciones afro como también de los pueblos originarios, la figura de la abuela es fundamental. Ellas son frecuentemente las herederas ancestrales de las sabidurías de nuestros pueblos. En los textos bíblicos, esta figura está casi siempre tratada como madre. De cualquier manera, la abuela Maacá representa, para algunos, alguien que incomoda, que no puede ser soportada, justo por su relación con Asherá. Pues, aún cuando se ha identificado a Asherá con la Gran Madre y que, inclusive, se considere que formó parte del culto oficial de Judá y de Israel, la verdad es que fue marginalizada cada vez más, al aproximarse el fin de la Monarquía. En ese período un movimiento reformista emergió, y opuso el culto de Asherá a la veneración de Yavé. Y, peor, este fue visto como abominación de las naciones (Dt 18,9.12).

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Vale recordar que no estoy leyendo el texto con la intención de perseguir a los “malos” o de “salvar” a los “buenos”. Sino que mi única intención es poder analizar la situación desde una realidad más compleja, buscando con ello hacer visible, primero, la situación de algunas mujeres en el texto bíblico y la suerte que corren por sus acciones. Con todo, Asherá continuó siendo adorada en santuarios locales, cultos populares y familiares. Más que esto, fue considerada compañera de Yavé. Rastros de esa relación puede ser encontrada en Dt 33.2-3. Y más, me atrevo a afirmar que la colocación de una imagen de Asherá en el templo, por parte de Manasés (2Reyes 21,7), más que condenarlo, se podría entender como un apto de protesta a las acciones de reyes como Asá y Josías con su reforma. Eso me lleva a destacar que la exclusividad monoteística, de la cual los profetas bíblicos son fieles presentadores y defensores, no es simplemente en relación a la observancia cúltica, así como aparece en Ex 20,3; Dt 5,7, sino que está también relacionada con la posición y competencia de deidades en el cosmos (ningún otro dios). Cualquier otra deidad es “nada”. Sin embargo, esa consideración es una buena muestra del contexto politeísta en el cual surgen los textos bíblicos. Para autores como Robertson Smith, en las religiones semíticas la deidad femenina fue deificada como resultado de la yuxtaposición de un culto ancestral y un sistema de reinado femenino. El autor afirma que, entre los semitas, así como en otros pueblos primitivos la deidad tribal fue pensada como una diosa no un dios, quien necesariamente habría sido objeto de culto. En opinión de Riane Eisler, los restos paleolíticos de estatuillas femeninas y ocre rojo, entre otros, en los sepulcros, en lugar de ser materiales ocasionales y sin relación, son aparentemente las primeras manifestaciones de lo que más tarde evolucionó en una compleja religión centrada en el culto de una Diosa Madre como fuente y generadora de todas las formas de vida. Relacionado a eso, se puede afirmar que en la propia herencia judeocristiana se ve esta continuidad religiosa en la Reina del Cielo, bien recordada en Jer 7,16-20; 44,15-19, la cual fue

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una gran tentación para los hebreos que se establecieron en Canaán; para mucho de ellos esta pudo haber sido la religión de sus ancestros. El texto de 1Reyes 15,1-15 permite mostrar que a pesar del intento de exclusión o, en el mejor de los casos, de ensamble, es decir Yavé revestido con las funciones de Asherá, ella no fue desconocida en la religión primitiva de Israel. Y más que eso, jugó un rol significativo a la sombra de Yavé en religiones familiares y a las márgenes de los cultos oficiales durante el período monárquico, aunque existen pocos textos bíblicos que dejan ver la relación entre Yavé y Asherá, más bien lo que aparece es un rechazo a esa combinación (Dt 16,21). En 1Reyes 15,13, no se esconde la incomodidad causada por la abuela al rey Asá, pues como vengo señalando, ella es identificada en relación con Asherá. Por esa razón es “apartada” de ser reina, cuando al mismo tiempo, los reyes pueden permanecer reyes hasta la muerte, aunque hayan actuado contrario a lo que Yavé quería. Ser apartada de ser reina, significaba la invisibilidad de las mujeres de ese ámbito de poder, en el cual los hombres eran los representantes. En nuestro texto, se llega hasta la abuela para limpiar el área de cualquier relación con la divinidad femenina. Borrar las huellas de la abuela-reina: Una práctica anti-ecuménica Muchas personas en nuestras iglesias y comunidades nos motivamos con los temas teológicos que invitan a vivir ecuménicamente. Como bien ha señalado Matthias Preiswerk, el ecumenismo parte de prácticas y experiencias de vida, no de conceptos ni definiciones generales. Sin embargo, a la hora de leer los textos bíblicos dejamos de lado ese nuestro deseo y nos volvemos los más feroces defensores/as de experiencias caracterizadas por la marginalización, e inclusive, aniquilamiento de todo lo que nos huela a diferente. En nuestras sociedades modernas, el papel de las abuelas lo entiendo como ambiguo, por un lado, como figuras femeninas son marginalizadas de las tomas de decisiones, principalmente, cuando son abuelas de los sectores empobrecidos. Al mismo tiempo, son ellas, ante las realidades de migración de las mujeres y hombres jóvenes, las que logran soportar la estructura familiar. La propuesta de leer 1Reyes 15 con una cierta mirada crítica, precisamente nos debe mover a pensar en: ¿qué tipo de lectura de los textos hacemos? ¿qué ideologías estamos aprobando o de qué sistemas nos estamos haciendo cómplices? Frecuentemente, con ese afán nuestro de leer los textos bíblicos desde una sola mirada, como si nos colocáramos las manos en nuestros propios ojos para no ver más, perdemos la oportunidad de hacer preguntas nuevas al texto, de hacernos preguntas que partan de nuestras experiencias en relación con las/os “otros”. Es eso lo que me fue guiando al entrar al texto. ¿Cómo dejar pasar por alto la acción de Asá de “apartar” a la abuela Maacá de ser reina? Si como bien sabemos, las mujeres fueron excluidas o, por lo menos, invisibilizadas

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en muchos espacios presentados en los textos bíblicos. ¿Cómo hablar de ecumenismo cuando aprobamos acciones como esas y, peor, le buscamos explicaciones religiosas. Entonces, el estudio de este texto me ha hecho pensar en que debo desacomodarme, y tener presente que ecumenismo me lleva por las huellas del otro, “el ecumenismo es una actitud de la persona o del grupo humano que permite abordar las relaciones con la y el otro con la capacidad de abandonar el centro y de cuestionarse a si mismo”. El ser ecuménico quiere decir que no importa que el otro/a piense de manera distinta, porque siempre podemos crear un espacio en el cual nos aceptamos mutuamente. Un espacio que pasa por la vida cotidiana, específicamente, por las relaciones cotidianas. Intentar borrar las huellas de Maacá como reina, deja otras huellas intencionadamente, y fue detrás de esas huellas intencionadas a las que presté atención. Eso me permitió descubrir que en el revestimiento de “buen rey”, con que es definido Asá, está la pretendida intención de justificar la exclusión no solo de la figura femenina, Maacá, sino también borrar la presencia de Asherá como divinidad que hace también parte del imaginario religioso del pueblo de Israel. Y que en ese momento Maacá es representante de esa tradición. El texto nunca menciona quién fue la madre de Asá, sino quien fue su abuela, de tal forma que estamos frente a la abuela-reina y no así a la madre-reina. Entiendo eso como muestra de cuanto se puede manipular el tiempo y el espacio cuando el interés es actuar guiados/as por prejuicios. Maacá es relacionada, primeramente con Absalón, en segundo lugar, con Asherá, justamente, para ir subrayando esa identidad condenada de “diferente a nosotros” que se quiere resaltar, con la finalidad de excluirla. ¿Cuántas acciones como esas hemos comandado o nos hemos hecho cómplices en nuestras vidas cotidianas, en nuestras instituciones? Continuemos pensando, imaginando, soñando posibilidades no para excluir, sino para hacer posible un equilibrio humano con la naturaleza que nos fortalezca en la fe, desde la pluralidad y la singularidad del ser humano, desde el aceptarnos y, más, comprendernos mutuamente… Ecumenismo.SV

Continuemos pensando, imaginando, soñando posibilidades no para excluir, sino para hacer posible un equilibrio humano con la naturaleza que nos fortalezca en la fe, desde la pluralidad y la singularidad del ser humano. diciembre 2009 • 19


misión y ecumenismo rudolf von sinnerl

Desafio e partilha Missão e Ecumenismo na América Latina: Congresso Ecumênico

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esafio” e “partilha” —assim poderia ser resumido o Congresso Ecumênico 2006: “Missão e Ecumenismo na América Latina”, realizado em fevereiro daquele ano, na Escola Superior de Teologia (EST), em São Leopoldo/RS. Participaram 99 estudantes de teologia, 20 pessoas de apoio, sete professores permanentes e mais de 50 palestrantes ocasionais. O evento foi realizado pela EST em conjunto com a Associação dos Seminários Teológicos Evangélicos (ASTE) e a Comunidade de Educação Teológica Ecumênica Latino-americana e Caribenha (CETELA). Para fazer parte do Congresso, chegaram batistas, luteranos, católicas romanas, metodistas, presbiterianos, pentecostais, ortodoxos, reformadas, anglicanos e uma quacre, entre outros e outras. Vieram do Brasil, principalmente do Sul e do Nordeste, mas também da Argentina, Bolívia, Chile, Colômbia, Cuba, República Dominicana, Honduras, Jamaica, Nicarágua, e Peru, e ainda da Alemanha, Armênia, Camarões, Dinamarca,

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Gana, Hungria, Indonésia, Índia, Iraque, Letônia, Malásia, Moçambique, Quênia, Rússia, Sérvia-Montenegro, Sri Lanka, Tailândia e Zâmbia. A participante mais nova tinha 20 anos, a mais velha 51, sendo a média de 31 anos, refletindo o fato de que o estudo da teologia é, para muitos e muitas na América Latina, algo assumido já com uma boa trajetória de vida e com muita luta para conseguir os fundos necessários para a formação. Houve participantes com rica experiência ecumênica por um lado, sem nenhuma por outro. Desafio... Durante quinze dias de intensa programação, este grupo tão diverso foi desafiado para sair de suas rotinas comuns, sair dos conceitos tantas vezes ensaiados e reforçados, das posturas costumeiras. E as e os participantes tiveram que reconhecer que existe muito mais do que aquilo que já conheceram. Reconheceu-se não apenas a mera existência deste, mas conheceu-se o Outro através de pessoas que se mostraram ser irmãs e irmãos de fé. Já não é mais possível falar “sobre” os outros sem pensar

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numa pessoa concreta que se conheceu no Congresso. Não se pode mais dizer: “A, aquela católica é idólatra, porque venera os santos!” Foram desafiados e aprenderam a perguntar: “Minha irmã, o que significam para você, na sua fé, os santos? Em que medida ajudam você a viver sua fé?” Não se pode mais dizer: “A, aquele ‘crente’ vive nas nuvens, num total anarquismo, desprezando a tradição e a estrutura da Igreja.” As e os participantes foram desafiados e aprenderam a perguntar: “Meu irmão, o que significa para você o batismo no Espírito Santo? Em que medida você encontra Deus na sua devoção individual e na sua forma de culto?” Nas igrejas, não poucas vezes se conhecem muito bem as respostas, mas se perderam as perguntas. São como aqueles que recusam o convite para o grande banquete, conforme o texto do Evangelho de Lucas (14.16-24), base da reflexão no culto de encerramento. Parafraseando a parábola, podemos dizer assim: “Tenho que atingir a meta de conversões na minha igreja primeiro”, “tenho que salvar mais almas”, “tenho que ensinar as pessoas a crerem de modo correto”, “tenho que educar os fiéis a pagarem regularmente seu dízimo”, “tenho que construir minha igreja” e assim por diante. Dentro dessas preocupações, às vezes os olhos ficam cegos e os ouvidos entupidos, não enxergando mais as pessoas como são, e esquecendo de escutá-las. É preciso aprender novamente a perguntar, pois apenas quem tem perguntas pode aprender. Apenas quem estiver aberto para aprender algo novo pode ser transformado pela Graça de Deus, pois Deus fala através das outras e dos outros, às vezes de forma surpreendente. Eis um grande desafio: Reconhecer, humildemente, que são os mais humildes que entram primeiro no banquete. E que no Reino de Deus ninguém tem vantagem por seus alcances. ... e partilha Além de desafio, as duas semanas do Congresso também foram de partilha: Uma partilha espiritual nos devocionais diários, uma partilha acadêmica nas palestras, mesas-redondas e grupos de trabalho, uma partilha ecumênica no mergulho nas plenárias, Conversas Ecumênicas, Café Teológico e Mutirão da 9ª Assembléia do Conselho Mundial de Igrejas, uma partilha nas visitas a projetos sociais com pessoas e a natureza que gritam por justiça, uma partilha de lazer nas noites culturais e no baile, uma partilha de comida nas fartas refeições e, não por último, na grande celebração do ágape no culto de encerramento. Foi uma partilha de preocupações e inspirações, alegrias e tristezas, êxitos e fracassos.

Missão ecumênica Foi possível descobrir que a missão dos cristãos é uma missão ecumênica —uma missão no mundo habitado, a oikoumene, uma missão para todo o mundo, especialmente os mais necessitados, e uma missão com todo o mundo, numa grande partilha ecumênica na qual todos hão de aprender e todas hão de oferecer. Foi possível marcar um contraponto à acirrada competição no mercado religioso que estamos vivendo em muitos lugares, mas principalmente entre igrejas cristãs dos mais diversos rótulos no Brasil e na América Latina. Neste contexto, missão e ecumenismo são, em geral, tidos como diretamente opostos. “Ecumenismo” tornou-se, no discurso destas igrejas, uma palavra identificada negativamente com uma posição política da esquerda, uma decadência moral e uma diluição dos fundamentos da fé. O enfoque, para elas, está na missão, visando o aumento numérico da própria igreja, em detrimento da cooperação ecumênica. Para outros, para quem o ecumenismo se iguala com a luta pela justiça, os direitos humanos, a cidadania e a paz, “missão” tende a aparecer como palavra carregada de sangue pelo passado colonial, quando a missão acompanhou a conquista e a subseqüente destruição de povos e culturas. A discussão já é de longa data, como bem mostraram as palestras dos dois ex-secretários gerais do CMI, Emílio Castro e Konrad Raiser. O metodista uruguaio Castro apresentou, com clareza, coerência e eloqüência impressionantes, um quadro histórico dos encontros e desencontros entre missão e ecumenismo desde os tempos da conquista do continente até hoje. Apesar dos grandes desafios, afirmou estar otimista em relação ao futuro do ecumenismo, creditando este sentimento em boa parte à juventude e suas inquietudes e perguntas, muitas delas levantadas no Congresso. Raiser, identificou quatro desafios principais em relação ao seu relacionamento: (1) a afirmação renovada da identidade cultural entre as igrejas que receberam o Evangelho por esforços missionários; (2) a relação entre missão e diálogo inter-religioso e o futuro do ecumenismo cristão num mundo de crescente pluralismo religioso; (3) o processo da globalização e seu impacto na vida das pessoas e nas comunidades religiosas; e (4) o rápido crescimento do pentecostalismo. Como resposta, destacou, entre outros, o conceito de “hospitalidade”, ou seja, receber o outro da mesma forma como Deus recebeu e aceitou, em sua graça, a humanidade. Como debatedor, o professor de missiologia da EST, Roberto Zwetsch, também secretário executivo de CETELA e membro da comissão executiva

A missão dos cristãos é uma missão ecumênica —uma missão no mundo habitado, a oikoumene, uma missão para todo o mundo, especialmente os mais necessitados, e uma missão com todo o mundo, numa grande partilha ecumênica na qual todos hão de aprender e todas hão de oferecer. S i g n o s

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Não foi por acaso que as igrejas que mais crescem no continente, as pentecostais e neo-pentecostais, tiveram pouca presença numérica no Congresso (mas marcaram presença!). Também não foi por acaso que não vieram do Brasil, mas do Chile e da Nicarágua, onde tais igrejas já têm uma trajetória maior de cooperação ecumênica. do evento, centrou sua contribuição numa “convivência solidária e testemunhal” a partir do paradigma ecumênico de uma missão transformadora, valendo-se da proposta do missiólogo sul-africano David Bosch. Outro debatedor foi o teólogo católico Luiz Carlos Susin, da PUC-RS, que enfatizou, no quadro pluri-religioso e complexo do Brasil, a “biodiversidade religiosa” como experiência de salvação encarnada, bem como descreveu nossa missão como tocar bem nosso instrumento dentro da “sinfonia” divina ainda em andamento, composta por um Deus criativo. E os pentecostais? Não foi por acaso que as igrejas que mais crescem no continente, as pentecostais e neo-pentecostais, tiveram pouca presença numérica no Congresso (mas marcaram presença!). Também não foi por acaso que não vieram do Brasil, mas do Chile e da Nicarágua, onde tais igrejas já têm uma trajetória maior de cooperação ecumênica. O mesmo é verdade em relação à mesa redonda que se ocupou com a temática “pentecostalismo e ecumenismo”, com dois chilenos e um metodista norte-americano que vem participando do diálogo do CMI com igrejas pentecostais. Juan Sepúlveda afirmou que, assim como o ecumenismo, o movimento pentecostal tinha uma preocupação com a unidade da igreja e nasceu com um caráter interdenominacional. Segundo Sepúlveda, ao surgir, o pentecostalismo rechaçou a segregação racial existente nas igrejas tradicionais, promovendo o surgimento de comunidades plurirraciais, uma das principais bandeiras do movimento ecumênico atual. Acrescentou outras três características do surgimento do movimento pentecostal comuns ao movimento ecumênico: O reconhecimento do lugar da mulher no ministério eclesiástico, a preocupação com os pobres e excluídos e o reconhecimento da diversidade cultural, vinculada à ênfase na presença do Espírito Santo. Apesar destes traços comuns, a relação entre os dois movimentos é complicada. Por um lado, o movimento pentecostal foi condenado pelas igrejas históricas e, de fato, obrigado e criar igrejas separadas. Por outro lado, os pentecostais tenderam a afirmar-se como únicos detentores do Espírito Santo, assim tendo o Evangelho completo, não necessitando das outras. Luis Orellana, por sua vez, considerou o movimento ecumênico como algo “de fora”, surgido no hemisfério norte, enquanto o movimento pentecostal representaria

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uma forma autônoma de igreja, melhor conectada com a cultura latino-americana. Colocou diante dos ouvintes a realidade crua e, de certa forma, cruel que das mais de dez mil igrejas na América Latina, apenas um pequeno número é filiado ao CMI. Advogou uma mudança de mentalidades e uma valorização da contribuição pentecostal. Caminhando para resgatar a confiança ecumênica Muitas outras temáticas foram tratadas, como “Missão e diálogo inter-religioso”, “ecumenismo e gênero”, “missão urbana”, “inclusão de pessoas portadoras de deficiências”. O culto de encerramento, com o desafio da Palavra de Deus e a partilha do ágape, concelebrada por padres, pastores e pastoras, mostrou o espírito que animou a turma ainda depois de duas semanas muito intensivas de trabalhos e experiências. E não acabou depois da despedida. As e os participantes continuam se articulando para criar uma rede ecumênica latino-americana de estudantes de teologia. Já existe um grupo de debate no Orkut, muito ativo por sinal. Vários estão desenvolvendo trabalhos de conclusão de curso ou de pós-graduação na área de ecumenismo e estão participando de encontros e compromissos ecumênicos, cada um(a) em seu contexto específico. Assim, o objetivo de criar laços entre as pessoas, fomentando a confiança ecumênica tão violentada neste continente de constante pulverização eclesiástica e acirrada competição entre as igrejas, foi alcançado pela graça transformadora de Deus, o engajamento das pessoas e o apoio de várias agências, entre elas o Conselho Mundial de Igrejas mediante seu programa de Educação Teológica Ecumênica.SV

Observação: As palestras do Congresso Ecumênico 2006 estão reunidos no livro Missão e Ecumenismo na América Latina: Série Parceria na Missão de Deus. Rudolf von Sinner (Org.), 2009, Editora Sinodal- Publicações CLAI. E em breve será publicado a versão em espanhol deste livro.

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personajes harald malschitzky e roberto zwetsch

Breno Arno Schumann (1939-1973) Breno Schumann era inspirador. De ânimo irrequieto, juízo agudo, linguagem precisa, ferina até, mas sempre em compromisso claro com a palavra de Deus, inspirou e motivou a muitos de seus colegas de estudo, defendendo sem esmorecer a necessidade de assumir decididamente como igreja de Jesus Cristo no Brasil, com todas as suas consequências. I ilho tardio, o oitavo do casal Erich e Anna Schumann, Breno nasceu em 18 de outubro de 1939, em Porto Alegre (RS). Segundo ele mesmo contava, sobreviveu por verdadeiro milagre, tão frágil viera ao mundo. Escola primária e ginásio aconteceram no Ginásio da Paz, em Porto Alegre. Cursou o segundo grau no Instituto Pré-Teológico em São Leopoldo. Em seguida, estudou na Faculdade de Teologia da mesma igreja. Concluída a faculdade, foi contemplado com uma bolsa de estudos e realizou curso no Instituto Ecumênico do Conselho Mundial de Igrejas, em Bossey, na Suíça. Foi designado para um estágio ecumênico na Comunidade Reformada de Grenoble, na França. Ao lado das atividades comunitárias, frequentou a Faculdade de Ciências Humanas. Em WuppertalBarmen, na Alemanha, visitou aulas na Faculdade de Teologia. Em 1964, foi designado para sua primeira paróquia, na cidade do Rio de Janeiro. Em 1966, se casou com Marianne Ziegler. Foi ordenado ao ministério pastoral em 16 de outubro de 1966, em Porto Alegre. Licenciou-se do pastorado em janeiro de 1967. Trabalhou na redação das editoras Delta-Larousse e Vozes, tendo pertencido ao corpo de colaboradores especiais da Grande Enciclopédia Delta-Larousse. Mergulhou em atividades ecumênicas, lecionando no Instituto Nacional de Pastoral da CNBB —Conferência Nacional dos Bispos do Brasil, e assessorando o Movimento Familiar Cristão (MFC). Foi cofundador do Centro Ecumênico de Informações (CEI) do Rio de Janeiro, e seu secretário-geral. Pelo jubileu de 450

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anos da Reforma Luterana, escreveu, junto com o padre Jerônimo Jerkovic’, o livro Martinho Lutero, 450 anos depois. Em 1970, foi designado pastor da Comunidade Evangélica de Confissão Luterana de Juiz de Fora/MG. Logo seria também professor de História das Religiões na Universidade Federal de Juiz de Fora, bem como professor de Moral e Cívica no Colégio Magister. No dia 11 de março de 1973, a caminho da Comunidade de Mar de Espanha, Breno perdeu o domínio do carro , ocasionando um choque fatal. No carro viajavam Breno, sua esposa Marianne e um jovem casal da juventude evangélica. No acidente, pereceram na hora Breno, Marianne e o rapaz. Breno e Marianne foram sepultados em Porto Alegre, no Cemitério Evangélico. Em Juiz de Fora foi realizado um ato de sepultamento oficiado pelo pastor Schlupp, pelo pastor Klussmann e um padre de Mar de Espanha. O traslado dos corpos foi acompanhado pelo recém-eleito presidente do presbitério de Juiz de Fora, Sr. Roberto Thielmann. Em sua mensagem, o pastor Schlupp relembrou palavras do próprio Breno Schumann, proferidas no encerramento da Semana da Unidade de 1971: Estamos ouvindo um convite. Podemos ser verdadeiros discípulos hoje e agora. Mas que são discípulos, afinal? São pessoas que se encontram na convivência de Jesus. O que os distingue é que Ele está em seu meio e que eles podem ser Suas testemunhas (...) São pessoas que não transferem tudo para uma eternidade vaga e distante porque sabem que tudo isso pode e deve tornar-se conhecido de todos. Pessoas que vivem para dizer tudo isso a outros. Em suma: discípulos são pessoas que têm uma tarefa na História e que a assumem.

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Então acrescentou: Podemos ser verdadeiros discípulos, ou seja, pessoas que não podem mais colocar Jesus entre parênteses, que não podem mais ignorá-lo em suas vidas e, sobretudo, em suas consciências. Que não têm mais escolha: se querem ou não segui-lo, se querem ou não cumprir a tarefa que lhes foi confiada. E Jesus nos diz que, como verdadeiros discípulos, conheceremos a verdade. II Breno era de estatura franzina, dominava seis línguas. Lia muito e com uma velocidade invejável. Seu colega e amigo até o final do ginásio, conta que, quando ambos estavam no segundo grau, ele ia a São Leopoldo para visitar seu amigo e discutir Heidegger e Kierkegaard. Já no curso superior, discutiam Sartre e Simone de Beauvoir, entre outros. Jorge Amado, Érico Veríssimo, Josué Guimarães, eram sua leitura predileta. III No chão teológico protestante, Breno foi influenciado pelo pastor Ernesto Theóphilo Schlieper e pelo teólogo reformado Karl Barth, bem como por tantos outros que, na década de 1960, ousavam novas propostas teológicas. Em um de seus relatórios, Breno menciona com gratidão os encontros que pôde ter com Karl Barth, Emil Brunner, Paul Tillich, Visser’t Hooft, Rudolf Bohren. Mais de uma vez se refere à convivência com teólogos católicos (entre eles Dom Helder Camara) e de outras igrejas. Com professores da Faculdade de Teologia, Breno costumava discutir temas candentes por horas a fio. Ele era exigente com seus colegas de estudo, rude por vezes, sem ser arrogante. Entendia que estudar teologia era uma tarefa envolvente, exigindo corpo e alma, e que não era apenas matéria de estudo, mas algo com conseqüências vivenciais e históricas. Harald Malschitzky foi um dos privilegiados em participar de um grupo do qual faziam parte Nelson Kirst e Aldo Berndt e, já um pouco mais tarde, Walter Altmann. Amiúde as noites eram curtas para a dimensão dos assuntos. IV Irrequieto e impaciente são dois adjetivos que caracterizaram Breno. Günter Weimer, expressa-o assim com muito humor: “(...) o que deve estar maquinando para organizar os anjos (tanto os caídos como os que continuam de pé) não deve ser fácil”. Ainda no Ginásio da Paz, ele teve a idéia de formar um Grêmio Estudantil para “defender os interesses dos estudantes”. Na Faculdade de Teologia de São Leopoldo, foi um dos mentores para criar um centro acadêmico. Um dos objetivos do centro acadêmico era projetar a Faculdade de Teologia para fora dos limites do Morro do Espelho. Assim, Breno, junto com mais alguns colegas, organizou as Semanas Acadêmicas, que se realizavam no salão nobre da Prefeitura Municipal. Na mesma época, o centro acadêmico fomentava encontros com estudantes de teologia do Seminário Cristo Rei, dos jesuítas. No Rio de Janeiro, participou do Centro Ecumênico de Informações, como já se disse. Lá estabeleceu relações

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de amizade ecumênicas que ultrapassam o tempo de sua vida.. Da mesma forma foi um dos articuladores de uma celebração ecumênica pelos 450 anos da Reforma Luterana, tendo sido o pregador do culto. Cabe a ele o mérito de ter incentivado a celebração da Semana de Oração pela Unidade dos Cristãos no Rio. Em Juiz de Fora, empenhou-se na e pela comunidade eclesial. Contatos ecumênicos constantes, atividades letivas fizeram com que a pequena comunidade luterana se tornasse conhecida por círculos mais amplos do mundo eclesial e civil. V Breno tinha um gosto especial pela palavra escrita. Muitas vezes, suas palavras eram afiadíssimas, especialmente quando se tratava de assuntos polêmicos. Isso trouxe-lhe alguns dissabores mais sérios, como um longo interrogatório no DOPS. Tanto os artigos do jovem aluno e estudante Breno, quanto as prédicas e os artigos de seu tempo de pastorado revelam o mesmo fio condutor, o pulsar de seu coração pelos mesmos temas: ele queria que sua igreja se identificasse radicalmente com o lugar em que estava enraizada e se engajasse por um país com justiça, paz e liberdade. Embora identificado com a metrópole, ele aceitava convites para passar dias das férias escolares na casa de colegas em pequenas cidades e lugares pacatos. Além disso, ele participou de diversas excursões teatrais que se costumavam fazer nas férias de inverno, as quais iam para lugarejos distantes, por estradas de terra.. Entre seus colegas e professores ele tinha também amigos na melhor acepção da palavra, e a marca da amizade traduzia-se em solidariedade e fidelidade. No entanto, quando se tratava de verdades teológicas e políticas, ele era intransigente também com os amigos. Até relações muito bonitas foram abaladas e rompidas por esse seu jeito de ser. Mas pela causa ele pagava qualquer preço; transigir não fazia parte nem de seu vocabulário nem de suas atitudes.. VI Pode-se dizer sem medo de errar que Breno foi, na IECLB, um dos pioneiros na busca de uma igreja com os pés no chão brasileiro, aberta ao ecumenismo, à participação cidadã e engajada na luta por justiça social. Walter Altmann afirma: (...) Breno Schumann era inspirador. De ânimo irrequieto, juízo agudo, linguagem precisa, ferina até, mas sempre em compromisso claro com a palavra de Deus, numa linha de teologia barthiana, inspirou e motivou a mim e a muitos de seus colegas de estudo, defendendo sem esmorecer a necessidade de a Igreja Evangélica de Confissão Luterana no Brasil (...) se assumir decididamente como igreja de Jesus Cristo no Brasil, com todas as suas consequências.SV Fonte: Compilado do livro Vidas Ecumênicas, pp. 85-95, Editora Sinodal, Padre Reus Livraria e Editora, 2006.

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livros brasil

1995 a 2001, enfocando a trajetória do Clai de 1988 a 2001. A versão em espanhol, Caminos de Unidad: Itinerario del Diálogo Ecumênico en América Latina 1916-1991, de Dafne Sabanes Plou, foi publicado pelo Clai em 1994. A leitura deste livro —na versão em português ou em espanhol— oferece ao leitor, à leitora, uma ampla visão das ações e testemunho conjuntos que estão no princípio deste processo que continua em vigor, apaixonando e comprometendo pessoas, instituições e Igrejas com o movimento ecumênico.

Caminhos de Unidade Itinerário do Diálogo Ecumênico na América Latina Dafne Sabanes Plou ClaiPublicações/Editora Sinodal, 2002 A Apresentação deste livro tem a assinatura do Bispo Federico J. Pagura, da Argentina, que foi presidente do Conselho Latino-Americano de Igrejas (CLAI) de 1978 a 1995. É dele, portanto, o seguinte trecho que apresenta este livro para o leitor: “Contudo, daquilo que é registrado nestes sete capítulos e seus valiosos apêndices, o quanto podemos aprender assimilar e aprender! É como se as peças dispersas de um grande quebra-cabeça começassem a ser ordenadas e adquirissem seu verdadeiro lugar e sentido. Por isso, a leitura desse trabalho, que demandou tanto tempo e energia, será um exercício indispensável para nós que já estivemos participando da aventura ecumênica por longo tempo, sobretudo para os que a descobriram ou a tenham seguido timidamente —quando não receosamente— apenas à distância. Uns e outros de nós terão que reconhecer que, na verdade, entre nós, em nossas terras, também houve gigantes (Gênesis 6.4) que vislumbraram coisas que em seu próprio tempo muitos não puderam captar e pelas quais, sem dúvida, trabalharam e lutaram apaixonadamente. Agora nós e aqueles que nos vêm sucedendo nas tarefas da causa ecumênica podemos apreciar o sentido das palavras de Jesus a seus discípulos, quando este os recordou: Pois, no caso, é verdadeiro o ditado: Um é semeador, e outro é o ceifeiro. Eu vos enviei para ceifar o que não semeastes; outros trabalharam, e vós entrastes no seu trabalho (João 4.37-38). Agora, a nós que estamos seguindo os passos de nossos patriarcas e pioneiros, recolhendo o fruto de seus trabalhos e levando adiante a tarefa, cabe perceber o desafio que o Dr. Miguez Bonino nos apresenta na afirmação que Dafne Sabanes Plou transcreve em seu epílogo: “A América Latina está se transformando em um grande laboratório ecumênico onde vão sendo criadas coisas novas e significativas.” Então nos perguntamos: Que mistérios guardará o laboratório? Que novas responsabilidades implicará para nós e para os que nos hão de suceder? Que ações imprevisíveis do Espírito apelarão à obediência, à renovação e à criatividade do povo de Deus?” A edição deste livro em língua portuguesa inclui um posfácio de Dr. Walter Altmann, presidente do Clai de

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Vidas Ecumênicas Testemunhas ecumênicas no Brasil Rudolf von Sinner, Elias Wolff e Gilberto Bock Editora Sinodal e Padre Reus Livraria e Editora, 2006 Este livro reúne biografias de 12 pessoas que contribuíram decisivamente para o movimento ecumênico no Brasil. Na origem e no centro do movimento ecumênico não estão doutrinas ou projetos teóricos, nem instituições, mas o testemunho de pessoas profundamente inquietas com a situação da divisão e da exclusão mútua entre cristãos, igrejas e povos. São vidas ecumênicas, motivadas pelo Espírito Santo, andando no discipulado de Cristo e aspirando pela unidade como fidelidade ao evangelho. As doze personalidades retratadas neste livro viveram tais vidas de forma exemplar no Brasil. Atuaram com realismo diante dos obstáculos, mas também com a teimosia da fé, pela superação das separações e pela busca da unidade e comunhão possíveis. Sem perder suas identidades confessionais, conseguiram conviver com o diferente, fomentar a confiança, proclamar o evangelho e lutar pela justiça social. O livro contém biografias de Isac Aço, Willie Humphreys (“Billy”) Gammon, Frederico Laufer, José del Nero, Ernesto Theóphilo Schlieper, Breno Arno Schumann, Richard Shaull, João Parahyba Daronch da Silva, Sumio Takatsu, Gregório Warmeling, Bertholdo Weber e Jaime Wright.

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documentos encuentro teológico en cuba

Declaración Final

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l Congreso Teológico en conmemoración del 80º Aniversario del Congreso Evangélico Hispanoamericano de La Habana, se reunió en el Seminario Evangélico de Teología de Matanzas, Cuba, desdel 22 al 26 de junio emitiendo una Declaración Final que se reproduce textualmente. “Hacia una misión y evangelización transformadora de las iglesias Evangélicas latinoamericanas y caribeñas a comienzos del siglo XXI” Miren, yo voy a crear / un cielo nuevo y una tierra nueva. Lo pasado quedará olvidado / Nadie se volverá a acordar de ello. (Isaías 65:17) Hermanas y hermanos de las iglesias cubanas: Saludos de gozo y paz en Jesucristo, el Señor. Nos hemos reunido en Matanzas, Cuba, del 22 al 26 de junio, representantes de iglesias y organismos ecuménicos de 19 países de América Latina y el Caribe, invitados por el Consejo de Iglesias de Cuba (CIC); el Centro Memorial Martin Luther King, Jr.; el Consejo Latinoamericano de Iglesias (CLAI); el Consejo Mundial de Iglesias (CMI); y el Seminario Evangélico de Teología (SET), para la conmemoración del Aniversario 80 del Congreso Evangélico Hispanoamericano de La Habana (1929). Llegamos a Cuba en un momento histórico, donde el bloqueo injusto, impuesto por el gobierno de los Estados Unidos contra el pueblo y la Revolución Cubana, persiste y se agudiza con la crisis económica global. A ello se une, en años recientes, la detención de cinco hermanos cubanos a los que se les ha violado los más elementales derechos humanos, el trato injusto y cruel en su integridad personal y el desconocimiento de los procedimientos

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jurídicos amparados por el derecho internacional y en la propia constitución de los Estados Unidos. Admiramos a este pueblo heroico y valiente que, con determinación e integridad, busca defender los logros alcanzados por la Revolución Cubana en la educación, la salud, la cultura y la calidad de vida, entre otros. Agradecemos la solidaridad que Cuba consistentemente ha demostrado con los países de América Latina y el Caribe, y otras regiones del mundo, a través del envío de médicos en misiones humanitarias, en desastres ocasionados por fenómenos naturales y ofreciendo educación gratuita a estudiantes de medicina; compartiendo el plan “Yo sí puedo” para terminar con el analfabetismo en varios países. Hemos traído, desde nuestros propios contextos, la pesada carga de las políticas neoliberales, que excluyen y marginan a las grandes mayorías en nuestros pueblos. Aunque la democracia ha ganado terreno, el sistema todavía no responde a las necesidades de las clases más desfavorecidas —particularmente de la culturas indígenas, las culturas de afro-descendientes, las mujeres, la niñez, la juventud, las personas portadoras de discapacidad y las personas de la tercera edad—, y continúan la explotación económica, la violencia y la destrucción de sus culturas. Estas injusticias impiden una paz con verdadera justicia económica y la plena realización humana de las grandes mayorías del continente. Vivir la misión en este contexto es romper con la indiferencia y desarrollar juntos la solidaridad. Los rostros de estos sujetos históricos nos evangelizan y hacen visible el rostro de Dios, porque “… la verdad se revela mayor a los pobres y a los que padecen” (José Martí). Hay otras amenazas que se ciernen sobre nuestros pueblos. Un sistema económico que, con violencia, siembra la destrucción

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de nuestro planeta y provoca que la Creación grite con dolores de parto (Romanos 8:22). Se han unidos a las iglesias latinoamericanas y caribeñas las iglesias norteamericanas y europeas, con quienes mantenemos una relación expresada y vivida en nuestro mutuo acompañamiento en la misión. Con esas iglesias seguimos intentando concientizar a los gobiernos europeos, estadounidense y canadiense, con el objetivo de inicien cambios significativos en sus estructuras de poder. El propósito es lograr mayor equidad, equilibrio y trato justo en las relaciones comerciales, económicas, financieras y tarifarias. La deuda interna, carga injusta para nuestros pueblos, es un reflejo de la injusticia del sistema financiero internacional vigente. En muchas ocasiones este reclamo asume una postura profética que se dirige también a denunciar la corrupción y el contubernio con esas práctica injustas, propiciadas y encubiertas por los gobiernos de nuestros propios países. Estos son tiempos de turbulencia y confusión: tiempos críticos. Hay movimientos religiosos que se imponen desde los centros del poder imperial, exportando unos modelos de dominación religiosa, opresivos y manipuladores. Se presentan con un brillo seductor y son ídolos que pretenden suplantar al verdadero Dios. Reflejo de ellos son la Teología de la Prosperidad, la Teología de la Guerra Espiritual, las redes apostólicas con sus jerarquizaciones y autoritarismos, que confunden la concepción del ministerio, promoviendo esquemas y conductas para el enriquecimiento económico, los privilegios y la distorsión del verdadero sentido del poder evangélico como servicio en el reinado de Dios (Marcos 10:35-45). Estos son tiempos de afirmaciones y esperanza. Reafirmamos el compromiso con la búsqueda constante de nuestra propia identidad evangélica, latinoamericana y caribeña, en las realidades cotidianas que viven nuestros pueblos. En humildad aceptamos el reto de Dios de inscribirnos en la lucha por su reinado, en medio de los conflictos de la Historia. La unidad en la diversidad que deseamos propiciar, es ya primacía del reino por la gracia de Dios. Debemos dar testimonio de la unidad, vencien-

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do las barreras del odio, los prejuicios y toda opresión, para la realización de la misión integral de la Iglesia (Isaías 58:2-8, Mateo 25:31-46). Hay experiencias acumuladas de resistencia, desde una espiritualidad que asume y resalta los verdaderos valores del reinado de Dios (Gálatas 5:22-25). La evangelización se convierte en anuncio, testimonio y práctica liberadora que sana, restaura, reconcilia, y transforma la vida. Esos valores animan la esperanza. Tenemos la certeza de que, a pesar de todo, el Espíritu nos convoca para la vida; nos da fuerza para participar activamente en lo nuevo que Dios está gestando en la Historia (Romanos 8:26-27). Es la oportunidad de que Dios nos haga colaboradoras y colaboradores en aquello que está bendiciendo. Como nos dice el cántico escrito por el obispo Federico Pagura: Por eso es que tenemos esperanza Por eso es que hoy luchamos con porfía; Por eso es que hoy miramos con confianza el porvenir. Durante la celebración litúrgica inaugural de esta conmemoración, un grupo de mujeres de la Tercera Edad del proyecto Tejedoras de la Esperanza del Seminario Evangélico de Teología (SET), nos obsequió a cada participante de este evento, pequeñas mariposas tejidas con hilos de múltiples colores. Nos llevamos este recuerdo con la promesa de seguir orando por el pueblo de Cuba y las iglesias en él, para que esa esperanza sea realidad en esta sociedad cada vez más justa y, como toda sociedad, perfectible. Prometemos seguir animando la esperanza en nuestras luchas cotidianas. José Martí, apóstol de Cuba y de toda América, nos subrayaba con certera convicción: “Es la hora del recuento, y de la marcha unida, y hemos de andar en cuadro apretado, como la plata en las raíces de Los Andes.” Con nuestros sueños y esperanzas, seguiremos caminando con fe, sabiendo que el Resucitado va delante de nosotras y nosotros.

Seminario Evangélico de Teología, Matanzas, Cuba 26 de junio de 2009 SV

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Solicite también las versiones en portugués. S i g n o s

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El Congreso Evangélico Hispano-Americano de La Habana se celebró del 20 al 30 de junio de 1929. Este Congreso abrió un nuevo capítulo en la búsqueda de la identidad protestante latinoamericana al ser planeada y organizada por nuestra región. Así como por los temas y las conclusiones a las que se llegaron que en mucho sentido continúan teniendo vigencia… ¿Por dónde camina Dios en la América Latina de hoy desde las diversas identidades evangélicas (blancas, negras, mestizas, indígenas, etc.)? ¿Cuáles son las potencialidades y limitaciones/ dificultades de las iglesias de América Latina? ¿Cuáles son las contribuciones del movimiento pentecostal a la iglesia en la región? Éstas son algunas de las preguntas que nos planteamos ochenta años después (2009) y sobre las cuales intentaremos reflexionar a fin de llegar a conclusiones que nos sirvan para responder al llamado que Dios nos ha hecho de ser Iglesia de Jesucristo en nuestro continente. Precio: US$ 5,00 (no incluye costo de envío) Solicite sus pedidos a: Departamento de Comunicaciones CLAI Inglaterra N32-113 y Mariana de Jesús Casilla 17-08-8522 rita@claiweb.org

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“Y llamarás su nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados”.

El Consejo Latinoamericano de Iglesias desea a toda la comunidad cristiana de nuestro continente y el mundo una bendecida Navidad y un año nuevo 2010 de renovada fe en nuestra vocación de unidad en Cristo S i g n o s

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