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DE VIDA
Las lenguas de señas como medio eficaz para acceder a los valores de la fe
Niñez con discapacidad en la iglesia
Mujer, violencia y discapacidad
Pastoral y discapacidad REVISTA CRISTIANA DE DIVULGACIÓN Y REFLEXIÓN No. 59, agosto 2011 SS i i gg nn o s
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SIGNOS DE VIDA Segunda época Nº 59, agosto 2011 Signos de vida es una revista informativa y de análisis publicada trimestralmente por el Consejo Latinoamericano de Iglesias (CLAI). Las opiniones expresadas por los autores de los artículos son de su exclusiva responsabilidad y no reflejan necesariamente el punto de vista del Consejo. Prohibida la reproducción total o parcial de los textos e imágenes de esta publicación sin autorización expresa por escrito del Director. Comité Editorial: Dr. Plutarco Bonilla Dra. Susana Cordero Dra. Tirsa Ventura Lic. Leopoldo Cervantes Dr. Luis Rivera Pagán Rev. Nilton Giese Rev. Harold Segura Rev. João Artur Muller da Silva Director: Nilton Giese Dirección Gráfica: Iván Balarezo Pérez
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Pastoral y discapacidad Noel S. Fernández Cada grupo del universo de los seres humanos requiere una atención específica en su búsqueda de los grandes valores de la fe cristiana, es por ello que las personas con discapacidades sensoriales, físicas e intelectuales son acreedores también de una atención definida de sus necesidades espirituales.
Niñez con discapacidad en la iglesia: ¿Cómo incluir niños y niñas con discapacidad y sus familias? Brenda Darke Pablo, un chico de 5 años comentó a su mamá: “Hoy se premió Esteban por comportarse bien durante la clase.” “Yo también me comporté bien pero no me premió” “¿Por qué?”
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Coordinación Editorial: Amparo Salazar Chacón Dirija su correspondencia a: Signos de Vida Departamento de Comunicaciones CLAI Inglaterra N32-113 y Mariana de Jesús Teléfonos: (5932) 2504377/2529933 Fax: (5932) 2553996 Casilla 17-08-8522 Quito, Ecuador E-mail: nilton@claiweb.org
Las lenguas de señas como medio eficaz para acceder a los valores de la fe Elsa Tamez No se necesita saber hebreo, griego, latín o español para hablar con Dios. Dios habla todas las lenguas, sean éstas habladas o de señas.
Mujer, violencia y discapacidad Alexandra Meneses Cuando nos proponemos hablar de violencia nos enfrentamos con un viejo problema y, sin embargo, muy poco tratado, especialmente en nuestras comunidades de fe.
A experiência humana da deficiência e o espaço litúrgico inclusivo Iára Müller Comunidades que queiram ser acolhedoras de forma mais abrangente, a fim de que ninguém se sinta excluído ao chegar no local de culto devem considerar alguns fatores. A inclusão universal deve prever acesso a toda forma de deficiência: cognitiva, física, e sensorial. Disso decorre não somente remoção de barreiras arquitetônicas, mas também de barreiras atitudinais e de materiais.
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Ecuador y otros países: Consejo Latinoamericano de Iglesias - CLAI Departamento de Comunicaciones Inglaterra N32-113 y Mariana de Jesús, Quito Casilla 17-08-8522 Tel./Fax: (593-2) 250-4377/255-3996/252-9933 E-mail: nilton@claiweb.org / rita@claiweb.org secretariaclai.quito@gmail.com
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A r t í c u l o s
Exclusión e inclusión de personas con discapacidad en la comunidad de fe ¿Por qué San Juan no cuenta los exorcismos de Jesús? Estereotipos vs. falsa conciencia
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SUSCRÍBETE EN: www.claiweb.org S i g n o s
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La casa de las misericordias
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eth hesda, significa en arameo “casa de las misericordias”. Se trata de un lugar con una piscina que se usaba para lavar ovejas antes de sacrificarlas en el templo de Salomón. Este uso dio a sus aguas un halo de santidad y muchas personas con discapacidad llegaban a ellas para intentar conseguir su curación. Jesús llega a ese lugar en el Evangelio de Juan 5.1-18. El escenario es de muchos símbolos religiosos como la puerta de la oveja y los cinco pórticos alrededor del estanque de agua. Decía la gente que de vez en cuando un ángel del Señor agitaba las aguas del estanque y el primero que se lance al agua agitada por el ángel quedará curado de cualquier enfermedad que tuviera. Jesús vio allí una multitud de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos alrededor del estanque y decidió conversar con ellos. En el diálogo, Jesús se dió cuenta de que aunque se llame la casa de las misericordias, cada persona se encontraba allí por cuenta propia. Lo que faltaba era justamente la práctica de la misericordia. Una casa de misericordia donde no se ejerce la compasión no tiene razón de ser. Este número de la revista Signos de Vida ha invitado a las personas con discapacidad para que hablen de su situación y sus sueños en relación con la teología y la práctica pastoral de las iglesias. Buscamos el diálogo, que siempre comienza con el escuchar. Y se conoce que en muchas iglesias –que deberían ser casas de misericordia– su situación de discapacidad es invisibilizada. Con la mejor de las intenciones, lo único que se les ofrece en las iglesias es una silla. ¿Cómo llegar a una pastoral ecuménica con las personas con discapacidad? De hecho, no puede ser algo solamente eclesial, sino que debe ser interdisciplinario. Una verdadera pastoral busca mejorar la vida de las personas. En esa tarea las iglesias deben buscar cooperación con ONG y otros organismos. En Beth hesda, luego del diálogo Jesús cura a una persona enferma hace 38 años. Ese tema de las sanaciones de Jesús recibe una atención especial en el último artículo de esta revista, donde Ariel Alvarez nos ayuda a entender por qué se describen tan pocas sanaciones de Jesús en el Evangelio de San Juan. Sin embargo, el mensaje de Jesús es claro: por medio de la pastoral ecuménica ofrecida a las personas con discapacidad, podemos hacer una diferencia en la vida de estas personas y visibilizar más las iglesias como “casas de las misericordias”. Buena lectura. Rev. Nilton Giese Secretario General del CLAI
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astoral, tal y como la entendemos nosotros, es una adecuación de la fe a las necesidades vivenciales de los seres humanos; puede ser y de hecho es una labor imprescindible de toda la iglesia por lograr el conocimiento y las realizaciones del hombre y la mujer en su vida íntegra con el auxilio siempre importante y necesario, de la fe en Jesucristo.
Es conveniente recordar que el término pastoral en la acepción que se utiliza aquí surgió de la experiencia de las “comunidades eclesiales de base” que tuvieron su apogeo en la década de los años sesenta del pasado siglo en América Latina y muy especialmente en Brasil. Era un intento de la iglesia bajo el influjo de la Teología Latinoamericana de la Liberación por hacer posible
Cada grupo del universo de los seres humanos requiere una atención específica en su búsqueda de los grandes valores de la fe cristiana, es por ello que las personas con discapacidades sensoriales, físicas e intelectuales son acreedores también de una atención definida de sus necesidades espirituales. S i g n o s
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explicitar la fe en el nivel de comprensión y necesidad de los hombres y mujeres. Es así como surgen las pastorales en respuesta a las necesidades vivenciales de los diversos grupos. Una pastoral con la mujer sería pues la explicitación de la fe a las necesidades reales de dicho conjunto humano. De igual forma, una pastoral con personas con discapacidad sería entonces el “traducir” a la realidad de este universo de personas los grandes valores de la fe. En los últimos tiempos en todas partes del mundo hay un trabajo a profundidad en lo que se refiere a poner la fe en camino de las realizaciones humanas, en adecuar la fe a las realidades existenciales de todos los hombres y las mujeres. Un trabajo más complicado pero necesario Consideramos que el trabajo pastoral con las personas con discapacidad requiere de cierto adiestramiento y capacitación muy específica por poseer este grupo características muy particulares y por ser la fe un instrumental básico, más bien imprescindible, para la plena realización humana de este importante, aunque no mayoritario, sector de nuestras iglesias. Hay determinadas condiciones que hacen este trabajo pastoral más complicado y delicado. Por una parte la intuitiva, pero lacerante, lástima que a la mayor parte de la población causan las personas con discapacidad; del otro lado la sobreprotección que familiares y amistades suelen brindar a los que presentan trastornos sensoriales, físicos o intelectuales, sin dejar de señalar otro factor negativo presente entre nosotros en la atención pastoral a este universo de personas, la sobrevaloración. Esto último a veces más dañino que los aspectos anteriores. Un ciego que camine sin tropiezos o que corra con destreza, que lea con agilidad, que pueda conocer por la voz o los pasos a familiares y amigos y que demuestre otras habilidades adquiridas con el uso de sus restantes sentidos; un sordo que pueda ser gracias a su agudeza visual un gran espectador critico y ver detalles que otra persona no pueda observar; una persona desprovista de manos y piernas que pueda pintar paisajes de indescriptible belleza con un pincel en su boca no son factores dignos de encomio, sino habilidades naturales que se desarrollan imperativamente y que en su exagerado ensalzamiento puede crear trastornos serios de personalidad. El portador de discapacidad, como el resto de los seres humanos, es un producto básico de las relaciones que logre establecer con el medio que le rodea; de ahí que, como factor determinante en la valoración de las características sicológicas del mismo, debemos partir del análisis del entorno en que esta persona con discapacidad se desenvuelva. En cuanto podamos reconocer y analizar el medio podremos entender mejor los principales rasgos sicológicos de nuestro hermano o hermana portador de discapacidad. Nunca una persona con discapacidad aislada por abandono familiar o social podrá responder de igual manera que aquel que viva en el seno de una familia que se preocupe por sus necesidades básicas. No olvidemos que el ser humano es un ente eminentemente social y que
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Consideramos que el trabajo pastoral con las personas con discapacidad requiere de cierto adiestramiento y capacitación muy específico por poseer este grupo características muy particulares.
requiere de otros y otras para su realización. Considero que existen condiciones ambientales que facilitan el desarrollo psicológico de la persona portadora de discapacidad. Fue el apóstol San Pablo quien escribió en su carta a los Corintios que “el amor todo lo puede”. En realidad el principal factor para el tratamiento a las personas con discapacidad y para la búsqueda de su plena realización, no puede ser otro que el basamento del amor. Éste ha de entenderse en las dos vertientes: darlo y recibirlo. Obviamente, expresarle amor a la persona con discapacidad es lo primordial, porque esto le demuestra que no es un ser tenido en poca estima por su discapacidad, sino que, por el contrario es parte del mundo que ama. Debemos ser cuidadosos y no confundir jamás el amor con la lástima. Una persona con discapacidad es capaz de determinar cuál es el verdadero sentido con que se le trata.
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Trabajo y comunicación No menos importante es el papel que juega el trabajo que constituye un don de Dios para el género humano. Con él logramos la realización de nuestros más altos ideales. Una persona con discapacidad que se incorpora al trabajo, que crea con sus manos bienes de consumo y servicios para otros y otras que sienten la utilidad de su acción, en ningún momento podrá considerarse estorbo o carga para los demás. Únase a esto el establecimiento de vínculos que contribuyen a una relación camaraderil con otras personas con las que se comparten las labores.
Debemos combatir el aislamiento, tanto el que en determinados momentos la propia sociedad impone a este universo de personas como el que provenga de éstos por imperativos del medio donde se han desenvuelto. S i g n o s
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El aislamiento individualiza, paraliza la acción mientras que la comunicación es un elemento indispensable para la plena realización de las personas con discapacidad. La historia de la comunicación entre los seres humanos es tan antigua como la descripción bíblica de la primera pareja en el Huerto del Edén, pero es bueno que tengamos presente que aun y cuando la persona con discapacidad se incorpore al trabajo, la comunicación no se logra plenamente si no se analizan factores determinantes en la misma, especialmente la necesidad de ser escuchadas. Hay que tener presente que la comunicación con las personas con discapacidad deberá ser fluida, concisa y apelando a las posibilidades que éstos posean para realizarla. Es claro que el trato con sordos ha de ser muy diferente al que se realice con los ciegos. No debemos en ningún modo emplear formas que la persona con discapacidad no pueda comprender. La incomunicación crea entre las personas con discapacidades auditivas y visuales necesidades de hablar poco o mucho según el caso lo cual pueden llevar a trastornos de personalidad, indecisiones. Debemos combatir el aislamiento, tanto el que en determinados momentos la propia sociedad impone a este universo de personas como el que provenga de éstos por imperativos del medio donde se han desenvuelto. Debe distinguirse sabiamente aquello que sea necesario hacer entre las personas con discapacidad y aquello que deba realizarse en el conjunto de toda la sociedad. Determinados factores en el tratamiento a las personas con discapacidad pueden crear en éstos serios trastornos de personalidad y de conducta: falta de sinceridad, inescrupulosidad en las acciones, desarrollo de mecanismos defensivos, entre otros, por sólo citar algunos. Aunque puede haber y de hecho los hay, múltiples personas con discapacidad que no aceptan la realidad de Dios, la generalidad de éstos se acerca al conocimiento de la verdad. Las personas con discapacidad suelen buscar refugio en lo trascendente, aun cuando no lo puedan identificar con el Dios de la Biblia. Las personas con discapacidad que generalmente son poco confiadas en los seres humanos sí lo son en lo sobrenatural. Me atrevo a señalar algunas características de fe entre la mayoría de las personas con discapacidad: son creyentes, leales a la fe, desarrollan una relación íntima con Dios y tienen confianza en el Poder Divino. La “religiosidad” puede ser un factor negativo en la vida espiritual de las personas con discapacidad; esta tendencia solamente puede ser combatida con el conocimiento y la madurez de las relaciones de fe. La “religiosidad” en las personas con discapacidad está muy vinculada con el aislamiento que sufren cuando las condiciones sociales de su formación y vida no son las correctas. La iglesia deberá velar por ello. La fe cristiana ha de ser para las personas con discapacidad como para la generalidad de los seres humanos:
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acción liberadora, realización plena y fuente de esperanza. El primer aspecto es encontrar en la fe el agente transformador de la vida. Con la fe ha de lograrse terminar con lo negativo que inhibe y lastra, que impide que vivamos en comunión con la verdad y la paz que solamente en Dios se puede encontrar. En segundo lugar, la comprensión de los demás será encontrada en una fe vivencial y real que posibilite el disfrute de una vida abundante como la que el Maestro proclama en San Juan 10.10. Una pastoral inclusiva Una pastoral adecuada para las personas con discapacidad deberá atender las siguientes necesidades: comprensión, solidaridad, realización, comunicación. El material adecuado en la pastoral con personas portadoras de discapacidad es, indiscutiblemente la Biblia. Debe procurarse la vinculación de éstos al estudio sistemático de la Palabra por lo que debe conseguirse ésta en el formato adecuado a los requerimientos de aquellos, sean sordos o ciegos, o tal vez disminuidos visuales. Es lamentable que aun en nuestra contemporaneidad las personas con discapacidad tengan que afrontar las mismas barreras que existieran en los tiempos de Jesucristo. Barreras religiosas que impiden el libre acceso de ellos y ellas a su plena realización en la sociedad y muy dolorosamente también en las iglesias. El concepto de que la discapacidad es producto del pecado, de dicha persona o de sus antepasados, todavía florece en algunos lugares de nuestro Caribe. Estas personas son rechazadas y marginadas por tal concepción. Qué decir de aquellos que consideran a la discapacidad como producto de una maldición o tal vez de una posesión demoniaca. Es aquí donde la interpretación de conceptos teológicos y bíblicos valederos se hacen imprescindibles en el trabajo de las iglesias con personas portadoras de discapacidad, sus familias y entornos sociales. La iglesia deberá convertirse en el centro de la atención amorosa de las personas con discapacidad en la comunidad en un lugar donde tengan cabida todos y todas. La validez del pensamiento bíblico de que “Dios no hace diferenciación de persona” tiene una especial connotación en el trato con las personas con discapacidad. Creo válido el recordar que el señor Jesucristo dedicó la mayor parte de su ministerio público a la atención a las personas con discapacidad, enfermos crónicos y pobres, predicando para éstos el “año agradable del Señor” (Lucas 4.19). La inclusión no significa simplemente dar un espacio, sentar a las personas con discapacidad en los bancos del templo sino propiciar que el ministerio total de la iglesia pueda estar en manos de éstos y éstas según vocaciones y conocimientos. Es el llamado a la aceptación sin distinciones, es la valoración de las posibilidades del otro y las otras cualesquiera que sean las discapacidades que posean. Es tiempo de profundizar en la adecuación de la fe a
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La inclusión no significa simplemente el dar un espacio, el sentar a las personas con discapacidad en los bancos del Templo si no el propiciar que el ministerio total de la Iglesia pueda estar en manos de éstos y éstas según vocaciones y conocimientos. este universo de personas y de la implementación de la acción no para ellos sino por ellos mismos para todo el pueblo de Dios. No se trata de crear instituciones, organizaciones, ministerios para personas con discapacidad sino “empoderar” a éstos en la realización del ministerio global de la iglesia. Un evento como el que nos reúne aquí deberá pronunciarse fuertemente no solamente porque el tema de la discapacidad sea materia curricular en nuestras instituciones teológicas sino porque la iglesia sea la iglesia “con todos y para el bien de todos”.SV Noel Fernández es cubano, pastor de la Iglesia Bautista, coordinador de la Red Ecuménica de Personas con Discapacidad del Consejo Mundial de Iglesias en América Latina y el Caribe, y es ciego.
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Niñez con discapacidad en la iglesia: ¿Cómo incluir niños y niñas con discapacidad y sus familias? Pablo, un chico de 5 años comentó a su mamá: “Hoy se premió Esteban por comportarse bien durante la clase.” “Yo también me comporté bien pero no me premió” “¿Por qué?”
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esulta que Esteban es un niño con síndrome Down y la profesora quiso animarle por su buena conducta. Pablo no sabía distinguir y no notaba ninguna diferencia entre él mismo y su amigo Esteban.
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Cuando hablamos de la niñez con discapacidad (NCD) debiéramos tener la misma actitud que Pablo. En verdad no hay diferencia entre la NCD y los demás en el sentido que todos son niños y niñas con muchas necesidades muy parecidas. Cada niña o niño necesita ser aceptado
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Quienes tienen discapacidades, tienen necesidades adicionales para poder participar. Necesitan apoyos y equipos diferentes porque si tienen necesidades especiales. La pregunta para nosotros es, ¿cómo podemos responder a esta responsabilidad de incluir a la NCD dentro de la labor de nuestras iglesias? edificio donde hay gradas y no tiene rampa. Si es una persona ciega, va a necesitar textos en braille o en cassette o un sistema de voz para su computadora; sino va a experimentar una limitación para estudiar, aunque sea muy inteligente. Si podemos quitar estas barreras, la persona puede participar en la sociedad en general, incluyendo la iglesia. Excluidos y discriminados La niñez con discapacidad existe todavía en los márgenes de la sociedad, muchas veces por la falta de aceptación. Para muchos, tener un hijo con discapacidad representa algo vergonzoso. Las familias ocultan a sus hijos con discapacidades y no los llevan fuera de la casa. Incluso si no están escondidos, tampoco son tomados en cuenta. Podemos verlos en la calle pero no los conocemos.
y amado, debe ser protegido y escuchado, educado y animado. No importa su raza, género o el color de su piel ni tampoco sus habilidades o discapacidades; cada uno necesita buena nutrición, atención médica, preparación para la vida y integración social. Más importante aún es la necesidad espiritual, con la oportunidad de conocer a Dios a través de la Biblia. La única diferencia es que quienes tienen discapacidades, poseen necesidades adicionales para poder participar. Necesitan apoyos y equipos diferentes porque tienen necesidades especiales. La pregunta para nosotros es, ¿cómo podemos responder a esta responsabilidad de incluir a la NCD dentro de la labor de nuestras iglesias?
Falta de información Las iglesias están afectadas por la misma falta de información y tampoco favorecen a la NCD. El siguiente caso es típico: una familia nueva en una iglesia invitó al pastor a su casa para orar por su hijo con discapacidad, que sólo gritaba. El pastor oró por él pero pidió a los padres no llevar este hijo a la iglesia. Dijo que se sentiría demasiado incómodo por los miembros de la congregación.
¿Qué es discapacidad? La Organización Mundial de Salud en su nueva Clasificación Internacional de Funcionamiento, Discapacidad y Salud, dice que el término discapacidad “engloba las deficiencias, las limitaciones en la actividad y las restricciones en la participación de la persona”. Es un término “paraguas” para todas las condiciones tanto en el entorno de la persona como en el funcionamiento del cuerpo de la persona que resulta en limitaciones su vida normal. Si la persona usa silla de ruedas es obvio que va a experimentar una limitación para entrar en cualquier
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Levítico 19.14 dice: “No maldigas al sordo, ni le pongas tropiezas al ciego, sino teme a tu Dios. Yo soy el Señor”. El texto es claro; nunca debemos aprovechar de la discapacidad de nadie, porque Dios les va a defender. Nos preguntamos, ¿cómo es posible negar acceso a un niño porque su única manera de comunicarse es con gritos? ¿No sería mejor hablar con la congregación para que aceptara y mostrara amor a este niño? Además su familia estaba sufriendo mucho por su exclusión. La iglesia puede tener muchas actividades para la niñez, pero tristemente notamos que mayormente no incluyen a los niños y niñas con discapacidad. La falta de educación teológica sobre el tema es tanta que es común escuchar comentarios como éste: “Pienso que la discapacidad tiene que ver con un demonio” o “los padres obviamente hicieron algo muy malo y no han pedido perdón, por eso tienen una hija con discapacidad”. Ambos comentarios son totalmente erróneos. Algunas personas con discapacidad y sus familias dicen que no asisten a la iglesia porque la iglesia no es accesible para ellos, ni en arquitectura ni en actitud. La niñez con discapacidad en nuestros barrios También escuchamos: “No hay niños con discapacidad en este barrio; no hay nadie en nuestra iglesia, ¿por
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qué tenemos que preocuparnos?” Las estadísticas más reconocidas de la Organización Mundial de Salud dicen que 10% de la población tiene algún tipo de discapacidad, ya sea motora, sensorial o intelectual. Seguramente hay muchos en nuestro barrio pero no hemos hecho una investigación para encontrarlos. Y todas las familias son afectadas por esta situación. Puede ser que un 25% de la población tenga contacto directo con una persona con discapacidad. Efectivamente todos se sienten excluidos de muchas iglesias. Progreso y derechos La gran mayoría de los países latinoamericanos han firmado el Convenio Internacional por los Derechos de las Personas con Discapacidad y poco a poco se ve cambios en la sociedad. Hay más oportunidad para la niñez con discapacidad para participar en la sociedad. Pero la ley tiene sus limitaciones. Además cuando estudiamos la Biblia vemos que nosotros como iglesia tenemos la responsabilidad de hacer incidencia para poner en práctica este convenio y todas las leyes nacionales.
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Levítico 19.14 dice: “No maldigas al sordo, ni le pongas tropiezas al ciego, sino teme a tu Dios. Yo soy el Señor”. El texto es claro; nunca debemos aprovechar de la discapacidad de nadie, porque Dios les va a defender. Nuestra responsabilidad como cristianos es defender a la persona con discapacidad y velar por sus derechos. Cómo hacerlo depende de cada caso, si la persona es sorda o ciega o tiene otra discapacidad. Verdades importantes Mucha de nuestra ignorancia está basada en supersticiones o mitos. Dicen que algunos bebés nacen con una discapacidad por un pecado de sus padres o que adquieren la discapacidad por su propio pecado. Jesús enseñó que no es verdad (ver Juan 9, donde Jesús explica que no es así). Piensan también que la persona con discapacidad no puede ser escogida por Dios, pero cuando leemos el caso de Moisés en Éxodo 4.10-12, vemos algo distinto. Dios escoge a las personas con discapacidad tanto a otras personas. El ejemplo y enseñanza de Jesús es nuestra guía. Un día Jesús estaba cenando en una casa y habló acerca de la inclusión de la persona con discapacidad (Lucas 14.12). Además les contó una historia (Lucas 14.15-24). En la historia personas con discapacidad son los invitadas a un banquete. No es muy difícil ver que Jesús quiso enseñar la importancia de la inclusión de personas con discapacidad que normalmente quedan afuera. Aplicamos principios bíblicos El reverendo David Potter, padre de una niña con síndrome Down, ha dedicado mucho de su vida a luchar por ella y por muchas otras personas con discapacidad. Fundó un ministerio en Inglaterra que vela por sus vidas espirituales y sociales. En uno de sus libros, Am I beautiful or what?, publicado por Scripture Union, él habla de seis principios bíblicos: la individualidad de la persona, su dignidad, su integridad, su independencia, su integración y su espiritualidad. Cada persona es individualmente creada por Dios, con discapacidad o sin discapacidad, y por ende merece dignidad. Los niños y niñas con discapacidad deben ser incluidos en la vida de la iglesia. Como todos los demás niños, necesitan escuchar las verdades de la Biblia y ver el fruto del Espíritu en las vidas de los demás. Pastoral para la familia No podemos hablar de la niñez sin hablar de sus familias. Cuando nace un bebé con discapacidad la familia está profundamente afectada. Es un choque enorme semejante
a un duelo. El niño esperado nunca nace, sino un niño diferente. Entonces la familia tiene que lidiar con dos procesos a la vez, lo del duelo por los sueños desaparecidos con un niño que efectivamente no nació, y al mismo tiempo, tiene el reto de un niño con necesidades diferentes e importantes, que pueden requerir tiempo, esfuerzo y recursos económicos inesperados. Los hermanos están afectados y pueden sentirse menos importantes. En medio de los cambios fuertes la familia necesita el apoyo de su iglesia. Es sumamente triste escuchar las historias de padres que han buscado ayuda y consuelo en la iglesia solamente para encontrar una realidad: en la gran mayoría de los casos, las iglesias no saben responder y no están preparadas para recibir las familias con hijos con discapacidad. La falta de una pastoral para familias y para personas con discapacidad no es una sorpresa cuando tomamos en cuenta los pocos recursos en América Latina a nivel de la iglesia. En muy pocas instituciones teológicas hay cursos que ayudan con el pastoral para personas con discapacidad, así que los pastores y líderes de las iglesias no
No podemos hablar de la niñez sin hablar de sus familias. Cuando nace un bebe con discapacidad la familia está profundamente afectada. Es un choque enorme semejante a un duelo. El niño esperado nunca nace, sino un niño diferente. S i g n o s
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Debemos desarrollar estrategias para la inclusión de la niñez con discapacidad, y es obvio que sus familias tiene que ser consoladas y apoyadas. Un grupo de apoyo pastoral puede ser de gran ayuda ofreciendo un espacio donde las familias pueden compartir entre ellas, y encontrar nuevas fuerzas. cuentan con información ni con experiencia para poder ofrecer algo a las familias. Si queremos ser sal y luz y si realmente amamos a nuestros hermanos, debemos desarrollar estrategias para la inclusión de la niñez con discapacidad, y es obvio que sus familias tiene que ser consoladas y apoyadas. Un grupo de apoyo pastoral puede ser de gran ayuda ofreciendo un espacio donde las familias pueden compartir entre ellas, y encontrar nuevas fuerzas. Un factor muy importante es la pobreza de la mayoría de las familias de personas con discapacidad. Hay gastos muy altos por tales necesidades como medicinas, consultas médicas, terapias, comidas especiales, equipos costosos, adaptaciones de la casa, movilidad y mucho más. Entonces, nuestra ayuda debe ser práctica. Si podemos ofrecer comida o hacer las compras o lavar ropa o limpiar la casa, eso puede hacer una diferencia enorme. También hay un índice muy alto de separación y divorcio entre los padres de niños con discapacidad. Como iglesia podemos jugar un papel importante con un pastoral que busca mejorar la comunicación entre la pareja y su adaptación a la realidad. Una idea es organizar pequeños equipos para cuidar el niño por cortos periodos para que la pareja pueden tener tiempo para ellos sin la preocupación constante del niño.
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Aunque todos los padres de niños pequeños tienen mucho estrés y poco sueño, normalmente se sabe que es por un tiempo limitado. En cambio los padres de muchos de los niños o niñas con discapacidad múltiple o severa, saben que puede ser la realidad durante toda la vida. Sin embargo, muchos niños con discapacidad logran educarse y eventualmente viven vidas independientes. Incluso pueden formar sus propias familias. Además, si la iglesia es accesible en todo sentido, pueden participar en todas las actividades de la iglesia, quizás ser pastor o líder. Como hemos visto, para Dios no hay límites. En conclusión, vemos la importancia de incluir la niñez con discapacidad. Se necesita formación pastoral para los líderes y pastores de iglesias. La congregación debe ser educada en cuanto al valor de la persona con discapacidad y nuestra responsabilidad como comunidad de fe. Sería importante hacer adaptaciones para que la iglesia sea accesible, pero lo más importante es la enseñanza sobre el tema con el fin de cambiar nuestras actitudes y ser más como Jesús, aceptando y amando a todos los niños y niñas.SV Brenda Alice Darke es costarricense, misionera de la misión interdenominacional Latin Link, maestra de educación para niños con discapacidad cognitiva en la ONG cristiana “Viva” y es profesora de inclusión de personas con discapacidad en el seminario ESEPA en San José/Costa Rica.
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elsa ta m e z fe y testi m onio
Las lenguas de señas como medio eficaz para acceder a los valores de la fe* No se necesita saber hebreo, griego, latín o español para hablar con Dios. Dios habla todas las lenguas, sean éstas habladas o de señas.
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o se necesita saber hebreo, griego, latín o español para hablar con Dios. Dios habla todas las lenguas, sean éstas habladas o de señas. Porque Dios habla con el corazón y nosotros y nosotras, sordos y oyentes nos comunicamos con el corazón. Utilizamos nuestras manos, nuestra cara, nuestro cuerpo o nuestra boca, pero sintonizamos con Dios con el corazón. Cada cultura, incluyendo la cultura de
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la comunidad sorda, se comunica mejor con Dios por medio de la propia lengua, la lengua materna o la lengua que le es natural. Para la comunidad sorda, comunicarse con Dios, dialogar con nuestro amigo Jesús, en una lengua ajena, aprendida por imposición y no de manera natural no es la mejor forma para acceder a los valores de la fe. La forma más eficaz es la lengua de señas.
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Voy a presentar tres puntos. Primero: la lengua materna como el mejor vehículo para acceder a los valores de la fe; segundo: las lenguas de señas como el mejor medio de la comunidad sorda para acceder a los valores de la fe; y tercero: los valores de la fe cristiana como un medio para ser mejores seres humanos, mejores personas. La lengua materna como el mejor vehículo para acceder a los valores de la fe Como dije en la introducción, la manera más eficaz para acceder a los valores de la fe es hacerlo en la propia lengua. Se dice que es la lengua materna, o sea, la lengua que a uno le sale más naturalmente, la que más se siente en el pecho, en el corazón. No se siente lo mismo cuando uno recibe palabras de amor en un idioma extraño. Pero cuando recibe las palabras de amor en el idioma propio estas tienen tal fuerza que le hace vibrar el corazón. Lo mismo sucede con los insultos. Si alguien le insulta a
La comprensión es siempre más segura, firme y completa cuando se utiliza la lengua materna. Por eso es importante luchar para que tengamos acceso a los valores de la fe a través de la lengua que le es más natural a uno. Para las personas sordas sería la lengua de señas. S i g n o s
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uno en un idioma que no es el propio, no se siente tan feo como cuando a uno le insultan en el idioma de uno. El insulto golpea más duro. Así que la forma más eficaz para dialogar con Dios, es hacerlo en la propia lengua. La propia lengua tiene, de forma inherente, una manera particular de ver las cosas y el mundo. Cada lengua tiene su propia estructura para comprender el mundo, las cosas y sus acontecimientos. Por eso no es lo mismo conversar en una lengua diferente a la que le es natural, la estructura o marcos de significado de una lengua diferente a la propia puede llevar a malentender el mensaje. La comprensión es siempre más segura, firme y completa cuando se utiliza la lengua materna. Por eso es importante luchar para que tengamos acceso a los valores de la fe a través de la lengua que le es más natural a uno. Para las personas sordas sería la lengua de señas. Ahora bien, desde el punto de vista bíblico-teológico, sabemos que Dios se revela siempre a través de la cultura y que la lengua es parte inherente de la cultura. Jesús nació dentro de la cultura judía y hablaba arameo. Eso no quiere decir que todos, para ser hijos e hijas de Dios tienen que ser judíos y hablar arameo. Lo que quiere decir es que Dios se revela a través de la cultura porque aprecia y respeta las culturas y las lenguas. Después que Jesús fue crucificado y resucitado, acompañó con su espíritu a sus discípulos. Creció el movimiento de Jesús y se predicó en lugares donde se hablaba griego, y otros idiomas de las diferentes ciudades donde evangelizaban los apóstoles. Las personas de las ciudades griegas recibían el mensaje en griego, que era el idioma que más se hablaba en ese tiempo, es decir en el primer siglo. Hasta los evangelios y las cartas tuvieron que ser escritos en griego, no en arameo, el idioma que habló Jesús. Se trata de un griego popular, llamado koiné, no el griego clásico de los intelectuales sino el idioma griego del pueblo
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común. Eso nos enseña que el mensaje, para que sea eficaz debe comunicarse en la lengua que mejor se entiende y que la mayoría del pueblo entiende, no sólo el grupo de personas que sabe leer y escribir. Más tarde, en los siglos II, III y IV los escritos bíblicos se tradujeron al siriaco, al al copto, al latín, etc., y mucho más tarde, se tradujeron al alemán, español y otras lenguas comunes de los pueblos. Hoy día existe un esfuerzo grande en las diferentes sociedades bíblicas para traducir la Biblia a las diferentes lenguas de señas del mundo. Por eso todas las culturas, incluyendo la cultura de la comunidad sorda, tienen derecho a acoger el mensaje de la buena noticia y sus valores en su propia lengua. La comunidad sorda tiene derecho a conocer el evangelio y sus valores a través de su lengua natural que es la lengua de señas. Cuando esto se logre, será mucho más eficaz poner en práctica los valores de la fe cristiana porque se asumirán con verdadera convicción y compromiso. Cuando recibimos el mensaje en español porque hemos aprendido a leer los labios entendemos bien, sí, pero de acuerdo a mis amigos sordos, cuando lo reciben en lengua de señas se capta de manera más profunda, natural y se descubren muchas cosas más en los significados del mensaje; además se tiene la capacidad de dialogar, hacer preguntas y debatir. He escuchado bellos testimonios de personas indígenas que dicen que cuando leen la Biblia en su propio idioma sienten como si leyeran la Biblia por primera vez. Yo creo que eso mismo acontece cuando las personas sordas reciben el mensaje en la lengua de señas de su país y entran en diálogo con los valores de la fe. Las lenguas de señas como el mejor medio de la comunidad sorda para acceder a los valores de la fe La comunidad sorda es considerada hoy día como parte de una comunidad lingüística y cultural minoritaria. Se trata de una comunidad multilingüe, cada país tiene su propia lengua de señas. Las lenguas de señas se están haciendo oficiales cada vez en todas las partes del mundo. Hay mucho más de 100 lenguas en el mundo. De acuerdo con los lingüistas, las lenguas de señas, como cualquier lengua oral, también pueden ser clasificadas genéticamente de acuerdo a su desarrollo histórico. Es decir hay familias de donde proceden las diferentes lenguas de señas, por ejemplo las lenguas de señas costarricense, americana y francesa forman parte de la misma familia, pero no así la japonesa o la nicaragüense. La japonesa es de otra familia, lo mismo que la nicaragüense. Esto es interesante porque depende más del desarrollo histórico que de la cercanía geográfica. La lengua maya, por ejemplo es tronco común de unas 24 lenguas, que se desarrollan por cercanía geográfica, más que todo. Nicaragua y Costa Rica tienen una frontera común, pero sus lenguas de señas respectivas pertenecen a distintas familias. Un costarricense entiende más la lengua de señas colombiana que la nicaragüense, aunque Colombia esté más lejos. Desde hace más de 40 años la lengua de señas ha estado siendo analizada por lingüistas de todo el mundo. No pocos libros y artículos han sido escritos para hacer
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Por eso todas las culturas, incluyendo la cultura de la comunidad sorda, tienen derecho a acoger el mensaje de la buena noticia y sus valores en su propia lengua. La comunidad sorda tiene derecho a conocer el evangelio y sus valores a través de su lengua natural que es la lengua de señas. ver la gran cantidad de características importantes que comparten las lenguas de señas con las lenguas habladas. Por ejemplo, Wendy Sandler y Diane Lillo-Martin, dos profesoras de lingüística, han publicado un excelente libro sobre la lengua de señas y los universales lingüísticos (rasgos o fenómenos que se encuentran en todas las lenguas). Utilizando teorías lingüísticas, estas dos lingüistas comparan las lenguas habladas con las lenguas de señas y han descubriendo los universales lingüísticos en la lengua de señas. Las lenguas de señas hoy día son analizadas como cualquier otra lengua. Se estudian las unidades mínimas que se forman contrastando con otras unidades mínimas (fonemas/queremas), formación de las palabras y su significado (morfemas) y formación de las oraciones, (sintaxis). Obviamente hay diferencias. Una diferencia fundamental es que la lengua de señas es icónica (dibuja imágenes), gestual, simultánea y espacial. Pero aunque es icónica también tiene un alto grado de
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Creo que ya es tiempo que las personas sordas dejen de “regatear” el derecho de la LS como la lengua natural de la comunidad sorda, y asuman con orgullo su lengua. El problema del reconocimiento como idioma es un problema de los oyentes, no de las personas sordas, porque es un hecho comprobado lingüísticamente. convencionalidad, es decir que no tiene relación la seña con su significado (Ej. seña nombre). La metáfora juega un rol importante (metáfora traslada un significado recto a otro figurado). Por ejemplo de la metáfora “la mente es un recipiente” surgen muchas señas. “Se me olvidó”, “aprender”, “echar al olvido”, “no sé”, “acordarse”. La metonimia (desplazamiento de un significado a otro) es amplia, aparece en los nombres y señas de las personas, en nombres propios como la seña en LESCO (lengua de señas costarricense) de Cartago-terremoto. En la lengua de señas el vocablo y el gesto no son sistemas distintos, muchas señas van acompañadas de gestos limón, refrigerador, etc. Digo todo esto para afirmar que hoy día está probado que las lenguas de señas son lenguas naturales que surgen de las comunidades y que comparten universales lingüísticos, igual que las lenguas habladas. En muchos países donde los gobiernos aun no reconocen oficialmente la lengua de señas del país, las personas sordas siguen luchando y reclamando el derecho de reconocimiento. Esto es una injusticia. Creo que ya es tiempo que las personas sordas dejen de “regatear” el derecho de la LS como la lengua natural de la comunidad sorda, y asuman con orgullo su lengua. El problema del reconocimiento como idioma es un problema de los oyentes, no de las personas sordas, porque es un hecho comprobado lingüísticamente. Esto sin rechazar conocer otros idiomas hablados, como el español o el francés. Siempre es bueno conocer varios idiomas, especialmente aquel idioma hablado en el país donde la persona sorda vive. Lo que no se debe aceptar es que se le quite el derecho de hablar en la lengua natural que es la lengua de señas. De manera que si la lengua natural de las comunidades sordas es la lengua de señas, y si arriba hemos dicho que la lengua materna o natural es el mejor medio para acceder a los valores de la fe, entonces la lengua de señas es el medio más eficaz de las comunidades sordas cristianas para tener acceso a los valores de la fe. Pasemos hablar ahora de los valores de la fe. ¿Por qué son importantes?
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Los valores de la fe como un medio para ser mejores seres humanos Los valores de la fe cristiana, si los asumimos y los ponemos en práctica pueden ayudarnos a ser mejores seres humanos y crear una sociedad más humana, inclusiva, justa y solidaria para todas las personas, sordas y oyentes. Sin embargo, he observado en varios países de América Latina que en muchos grupos cristianos, de sordos y oyentes, los valores se reducen a un comportamiento individualista que poco tiene que ver con lo que acontece en la sociedad que nos rodea. Muchos de los testimonios de las personas sordas que he escuchado son muy reducidos a los principios básicos de la fe: “Yo era pecador, pero ahora Cristo me ha salvado, me ha perdonado los pecados”. “Yo antes no iba a la iglesia, vivía en pecado porque tomaba, fumaba y bailaba, ahora voy a la iglesia y no hago nada de esas cosas del mundo”, “Soy feliz porque Jesucristo me ama y me salvó del infierno”. Los valores de la fe van mucho más allá de esas afirmaciones. Como dice la carta de Hebreos, (6.12), nos hemos quedado en lo básico, en lo que se llama el arrepentimiento, y las doctrinas del bautismo, y el juicio. Eso, dice el autor de la carta, es leche, porque seguimos siendo como bebés en el conocimiento de la Palabra, en los desafíos que nos hace la fe. Hebreos 13 y 14 dice: Y todo aquel que participa de le leche es inexperto en la palabra de justicia, porque es niño; pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal. Los cristianos tenemos siempre el desafío de crecer en el conocimiento de los valores de la fe cristiana, del evangelio, debemos tener un verdadero discernimiento de los valores de lo que es bueno y malo, y ponerlos en práctica. Ya es tiempo de que pasemos a la etapa del discipulado, es decir, de ser discípulos de Jesús, de poner en práctica los valores que Jesús nos enseñó a través de los evangelios. De lo contrario, por nuestro conocimiento tan básico y frágil podemos volver atrás. Los valores de la fe tienen repercusiones profundas en la sociedad, la iglesia y la persona, pero nos hemos concentrado en el individuo.
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Los valores de la fe tienen mucho que aportar a nuestro mundo actual. El mundo está mal, está enfermo, la deshumanización es cada vez mayor. Deshumanización es perder la sensibilidad por lo que le pasa a las demás personas y a nuestro planeta. Deshumanización es ser indiferente cuando los demás pasan por problemas. Deshumanización es ser codicioso y avaro, sin importar el sufrimiento de quien no tiene nada. A escala mundial, la pobreza, la violencia y el cambio climático, tres situaciones entrelazadas, están contribuyendo a una deshumanización sin precedentes. ¿Por qué deshumanización? porque, por un lado, las cifras son escandalosas y, por otro, este escándalo no causa escándalo. No hay asombro y repudio frente a esas situaciones. Cuando se pasa a convivir de forma acostumbrada con esa realidad escandalosa, como si fuera algo normal, se ha perdido dimensiones de humanidad, hay una degradación humana. Somos cada vez menos humanos y más irracionales. En fin, no hemos sido responsables con la hermosa creación de Dios. Los valores de la fe nos ayudan a ser más humanos. Veamos algunas cifras. Las estadísticas de pobreza, violencia y desastres naturales son alarmantes no solo porque son muy altas sino porque detrás de cada número hay una tragedia humana, que no logramos percibir. Ejemplo de estadísticas: en el mundo 10 millones de niños mueren de hambre cada año, es decir cada segundo un niño muere de hambre en el mundo; el niño que muere tiene nombre, cultura, color, una familia que sufre la tragedia. Esto para un cristiano debe ser inaceptable. Los valores de la fe implican solidaridad, amor, compromiso. Otra estadística: la cuarta parte de la población en los países del sur, vive bajo condiciones de pobreza absoluta (un dólar diario); mientras que la distancia entre ricos y pobres es cada vez más grande. Ejemplo: 1.200 millones de personas viven con menos de un dólar diario, y 225 personas poseen más de mil millones de dólares. Esto es escandaloso, Algo muy lejano de los valores que Jesús de Nazaret nos enseñó. En cuanto a la violencia, según el informe 2003 de la OMS, en 2002 hubo 1.6 millones de muertes violentas; la primera causa fue el suicidio con 815.000 (cada 40 segundos una persona pone fin a su vida); la segunda causa de muerte violenta fue el crimen, con 520.000 personas, la mayoría asesinatos de jóvenes, y la tercera, según iglesia. net, causa los conflictos bélicos con 300.000 personas. Estoy segura que hoy día las cifras han aumentado con la crisis mundial del sistema neoliberal ocurrida hace dos
Todos y todas, sordos y oyentes, tenemos la capacidad de avanzar en el conocimiento de la Palabra de Dios y los valores de su reino para ser verdaderos discípulos de Jesús. S i g n o s
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años y con los desastres de la naturaleza que se están sufriendo cada año. Hablando de desastres naturales, en 2010 hubo 950 catástrofes naturales, desde terremotos o inundaciones a sequías o erupciones volcánicas. Estas catástrofes causaron un total de 295 mil muertos. Para la compañía Munich Re, la mayor reaseguradora del mundo, 2010 “fue el año más catastrófico para la Tierra desde 1983, cuando se registraron unas 300 mil víctimas mortales de catástrofes naturales, muchas de ellas por la devastadora sequía que sufrió Etiopía”. En Colombia hay en estos momentos dos millones de damnificados a causa de las lluvias y ya van muchos muertos por el mismo motivo. En muchos países de A.L., que no se preocupan mucho por los pobres, el invierno de este año ha causado estragos que han afectado hasta a las poblaciones de condición acomodada, y países poco tocados como Costa Rica. ¿Acaso los valores de la fe cristiana no tienen nada que ver con estas cosas? He hablado de cosas que ocurren mundialmente, pero cada país tiene sus problemas. Cada persona responsable, sea sorda o no, se debe preguntar ¿Cómo puede ser mi fe eficaz? ¿Cómo podemos ser maduros en la fe, y dejar la leche y pasar al alimento sólido? Según la carta a los Hebreos el que pasa de la leche al alimento sólido es experto en la palabra de justicia. Es capaz de discernir el bien y el mal, más allá de lo que me ocurre a mí y a mi familia. Porque nuestro mundo, es decir la casa que Dios nos dio está enferma, poner en práctica los valores del Reino de Dios se ha vuelto una exigencia que no se puede evitar. Muchas veces a los cristianos sordos los han tratado como niños, esto tenemos que rechazarlo. Todos y todas, sordos y oyentes, tenemos la capacidad de avanzar en el conocimiento de la Palabra de Dios y los valores de su reino para ser verdaderos discípulos de Jesús. ¿Cómo?: leyendo la Biblia, tomando cursos, formando grupos de estudio, dialogando con Dios y pidiendo la orientación del Espíritu Santo para poner en práctica nuestra fe.SV Elsa Tamez es mexicana, metodista, doctora en teología y trabaja actualmente en la Iglesia Colombiana Metodista en Medellín. * Conferencia para el encuentro de personas sordas e intérpretes. Ciego de Ávila, Cuba, l0-11 enero 2011.
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Mujer, violencia y discapacidad
Cuando nos proponemos hablar de violencia nos enfrentamos con un viejo problema y, sin embargo, muy poco tratado, especialmente en nuestras comunidades de fe.
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a violencia encierra una situación compleja cualquiera que sea el escenario de su manifestación: familiar, social, mundial. Cuando hablamos de violencia hacia las mujeres y, en este caso particular, hacia las mujeres con discapacidad, tenemos la intención de reflejar la verdadera dimensión y las implicaciones personales y sociales de este problema mundial.
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Probablemente, hablar de cifras y porcentajes de personas con discapacidad a nivel mundial puede resultar retórico, pero queremos insistir en mencionar estos datos, pues las cifras son altamente significativas especialmente en los países en desarrollo. Alrededor de 650 millones de personas en el mundo tienen alguna discapacidad, y de ellas 250 millones son mujeres. Es de asombrarse que siendo esta cifra tan alta se siga invisibi-
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Todo este entorno de indefensión, vulnerabilidad, dependencia física, emocional y económica, baja autoestima, autoconcepto de imperfección y fealdad, configuran el espacio en donde la violencia encuentra todas las condiciones para multiplicarse y desarrollarse. lizando y postergando a este grupo humano. Al referirnos a las mujeres con discapacidad nos encontramos ante un panorama desolador, pues si históricamente todas las mujeres han sido discriminadas y marginadas, este grupo enfrenta una discriminación múltiple: mujer, pobre, indígena o negra, analfabeta, sola, discapacitada. En esta situación pensar en una vida digna, plena y abundante como dice el Evangelio, se torna una tarea que requiere un gran compromiso con nuestro prójimo y de una fe renovada en la utopía del Reino de Dios. Enemigos ocultos Varias son las causas que podemos enumerar cuando hablamos de mujer-violencia y discapacidad, y muchas son difíciles de detectar, pues subyacen como enemigos ocultos. La sobreprotección en varios contextos familiar y escolar, que genera mayor dependencia emocional, afectiva, física con respecto de las personas que se encargan de su cuidado y protección. Aparentemente no existe nada de malo en sobreproteger, especialmente si hay razones justificadas, pero esta sobreprotección trae como consecuencia varios defectos: produce que se tenga una baja autoestima, una autopercepción deteriorada, una pobre o escasa educación, que trae como consecuencia una dependencia económica. Esos factores conjugados hacen que la mujer con discapacidad se perciba como una “mujer devaluada, inútil, socialmente no aceptada”, pues no cumple los estereotipos y normas estéticas definidas por la cultura, valoradas por la publicidad e interiorizadas como socialmente deseables. La autoimagen se ve como no valorada o cuestionada por la familia y amigos, desde que surge la discapacidad, y en función de esta percepción que los demás tienen de la discapacidad. La autoimagen de una persona con discapacidad se daña y se configura un modelo de lo feo, lo no estético, lo no deseable, pues las mujeres con discapacidad no encajan en los moldes tradicionales de belleza y consumo. La baja condición social y económica de las mujeres con discapacidad puede ser tanto una causa como un efecto de la violencia. El acceso limitado a los sistemas educativos que tienen las personas con discapacidad, se agrava más aún cuando hablamos de las mujeres con discapacidad, pues tanto desde sus familias como desde la sociedad, no se considera necesario hacer una inversión económica por mínima que sea, pues este grupo humano no genera un beneficio rentable útil, sino más bien un gasto. Por lo tanto el índice de analfabetismo de las mujeres con discapacidad es superior al de los varones.
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Es fácil de imaginar que ante la falta de preparación académica adecuada, el acceso a un trabajo digno y las posibilidades de mejorar sus condiciones de vida y salud son muy escasos. De esta forma se mantiene el círculo vicioso de la pobreza, que ha estado presente históricamente en las personas con discapacidad como grupo social. Inclusive una mujer con discapacidad que ha logrado terminar sus estudios universitarios, tendrá grandes dificultades de ejercer su profesión y encontrar un trabajo que valore y reconozca su conocimiento, capacidad y desempeño. Al parecer, la sociedad acorrala, margina y descalifica a estas personas, dejándolas sin alternativas y en situación de explotación permanente. Todo este entorno de indefensión, vulnerabilidad, dependencia física, emocional y económica, baja autoestima, auto concepto de imperfección y fealdad, configuran el espacio en donde la violencia encuentra todas las condiciones para multiplicarse y desarrollarse.
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nas con discapacidad física, mental o sensorial son vistos como peligrosas y como una amenaza para la sociedad. El mito de la indefensión, ésta es una percepción de la vulnerabilidad de las personas con discapacidad. Este elemento es usado por el agresor y que deriva de la imagen victimizada y débil que la sociedad promueve de las personas con discapacidad. Esta breve descripción de los mitos, conceptos y prejuicios que alrededor de la discapacidad se han tejido, nos plantea como sociedad y como iglesia varios desafíos. La sociedad aunque de una forma muy lenta está dando pequeños pasos de inclusión, accesibilidad, oportunidades y visibilización de las mujeres y hombres con discapacidad. La iglesia como referente de justicia, solidaridad y amor, está llamada a convertirse en una comunidad inclusiva, que no hace acepción de personas, sino que propicia y facilita el espacio para que todas las personas se sientan acogidas, sanadas, dignas y convocadas a ser parte de su misión. El Evangelio nos pide, ni más ni menos, que seguir el ejemplo del Maestro, quien sin pena ni vergüenza fue capaz de tener actos de amor
Discapacidad y mitos En este sentido, y tomando como referencia a D. Sobsey (1990), que intenta explicar el porqué de esta tendencia generalizada a abusar y maltratar a las mujeres con discapacidad, identifica varios mitos de la deshumanización. Las retrata como seres en “estado vegetativo” y por lo tanto, de una calidad de inferior como miembros de la sociedad. Cualquier violación y abuso ejercido contra estas personas en la mente del agresor o violador, no tiene que ser considerado con la misma categoría de delito, como en el caso de las personas “normales”. El mito de la mercancía dañada, la persona con discapacidad es considerada como una mercancía defectuosa, por lo tanto su vida no vale la pena ser vivida o respetada. Este razonamiento puede ser estimado por un violador o agresor sexual a la hora de escoger una víctima que disminuya su grado y sentimiento de culpabilidad. El mito de la insensibilidad al dolor, muchas personas con discapacidad mental y emocional, se las describe como insensibles al sufrimiento, entonces el agresor y violador, puede llegar a creer que, puesto que estas personas “entienden menos”, también sienten menos. Sin embargo, existen investigaciones que demuestran que las personas con cualquier tipo de discapacidad, sufren un mayor trauma emocional como consecuencia de una situación de abuso, que cualquier otra víctima. El mito de la amenaza de la discapacidad, las perso-
La persona con discapacidad es considerada como una mercancía defectuosa, por lo tanto su vida no vale la pena ser vivida o respetada. S i g n o s
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concretos, en favor de sus pequeñuelos/las, entre los que estaban las personas con discapacidad. La violencia que viven las mujeres con discapacidad tiene efectos devastadores en sus vidas: el miedo, el silencio, la pérdida de esperanza, de valor propio, de autonomía, por esto es necesario que como iglesias comencemos a develar este problema que existe en nuestra sociedad y a ser conscientes que nos concierne como los/las llamados/as a ser sal y luz.
Promover debates en torno al tema en nuestras congregaciones, crear programas de prevención del abuso, abrir los espacios para dar rehabilitación y tratamiento a las mujeres que han sido abusadas, discipular a las familias que tienen familiares con discapacidad acerca de la autoestima, la autonomía, las formas de detectar el peligro y el abuso, la independencia, la forma de desarrollar sus habilidades sociales, recordando que la sobreprotección les hace vulnerables a todo acto de violencia. Es necesario entender que todas y todos podemos hacer algo, en primer lugar, salir de la lástima que nos inmoviliza y acomoda, y pasar a jugar un papel muy importante involucrándose en las actividades de los centros de cuidado, terapia, rehabilitación, educación de las mujeres con discapacidad, a fin de lograr un control ciudadano efectivo que vigile que los servicios sean éticos y responsables, libres de todo acto de violencia. Éste es un problema que nos incumbe a todos/ as, y nos desafía a tomar una posición definida como discípulos/as de Cristo, a fin de lograr que este grupo de personas históricamente marginadas y olvidadas, encuentren que las iglesias son espacios de gracia, amor y aceptación.SV Alexandra Meneses Andrade es ecuatoriana, metodista, trabaja en la sede del Consejo Latinoamericano de Iglesias y tiene discapacidad física.
La iglesia como referente de justicia, solidaridad y amor, está llamada a convertirse en una comunidad inclusiva, que no hace acepción de personas, sino que propicia y facilita el espacio para que todas las personas se sientan acogidas, sanadas, dignas y convocadas a ser parte de su misión. S i g n o s
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no r b e r to r asc h I ncl u si ò n y fe
Exclusión e inclusión de personas con discapacidad en la comunidad de fe
Es imperioso definir una y otra vez lo que es una comunidad de fe. Llegar a esta fundamental definición ayudará para realizar los planteos adecuados, no equivocar el horizonte ni el enfoque cuando nos alejemos un poco de los paradigmas de análisis tradicionales a la teología y la iglesia. S i g n o s
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esús dice: “donde haya dos o tres reunidos en mi nombre, allí estaré entre ellos” (Mt 18.20). Ésa es una comunidad de fe. Si se quiere, la más pequeña célula pero comunidad de fe con toda su potencia, fuerza y poder. Sin esa célula que se suma a otras parecidas no hay posibilidad de formar una comunidad de fe más abarcativa. A esa le damos el nombre de iglesia. Sigue siendo una comunidad de fe. A veces la comunidad de fe se da entre personas creyentes en un mismo Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, pero que provienen de distintas costumbres y tradiciones cristianas y nada los priva de ser una auténtica comunidad de fe a pesar de la diversidad, por ella justamente una especial y hermosa comunidad de fe porque minimizadas las doctrinas particulares están unidas en la Palabra de Dios. Para el tema “exclusión e inclusión de las personas con discapacidad en la comunidad de fe” es menester que tengamos a la vista cualquiera de las comunidades de fe a las que pertenecemos, en la que desarrollamos nuestra vocación. Hago la crítica y análisis desde ya a mi propia Iglesia o tradición pues es la que conozco más íntimamente. Cada uno, en especial los que tienen alguna discapacidad estarán pensando en las vicisitudes vividas hasta que se dignaran sacar ese molesto escalón o ampliar el baño. Estarán recordando cuánto trabajo costó hacer entender que un no vidente o un hipoacústico requiere de algunas condiciones diferentes para poder participar en pleno. Cuánto trabajo costó lograr que en la escuelita bíblica sea aceptado e incluido ese niño con discapacidad. Y si ahora hay un sesgo de sonrisa en nuestros labios no es porque nos cause gracia, sino porque los seres humanos tenemos la gran capacidad de ir borrando los malos recuerdos y experiencias de nuestra conciencia inmediata para dar lugar a algo más positivo. Pero cuidado, no se borran totalmente, y vuelven porque están en el umbral de nuestra conciencia y desbordan cuando
Podríamos hablar en este momento de las grandes e imposibles barreras arquitectónicas que son puestas en el trayecto. Grandes escalinatas sin rampas, obstáculos por doquier, falta de baños específicos... vemos que la injusticia y la violencia por la que hemos pasado es ejercida sobre otros. Tenemos entonces dada la capacidad de resignificar los hechos acontecidos y traducir nuestra indignación y enojo en acciones positivas hacia esta causa que nos afecta. ¿Quién nos recibe? ¿Cómo nos reciben? Podríamos hablar en este momento de las grandes e imposibles barreras arquitectónicas que son puestas en el trayecto. Grandes escalinatas sin rampas, obstáculos por doquier, falta de baños específicos, más escalones para llegar al altar desde el que la mayoría de las veces se dispensa la comunión. El predicador a lo lejos, tanto que el disminuido visual no lo distingue y el hipoacúsico no lo escucha, rituales tradicionales que excluyen a quienes no tienen buena movilidad, etc. Ni qué hablar del sentimiento de soledad y desamparo para aquellos que tienen una discapacidad que va en desmedro de su plena posibilidad intelectual. Finalmente todos, más allá de su condición particular, dudan si son aceptados en esa comunidad de fe con pleno derecho o sólo de pura compasión. Ese sentimiento también lo tienen sus familiares, su entorno, quienes finalmente forman otra
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comunidad, la de los excluidos, la de los tenidos en cuenta solamente por compasión, la comunidad del silencio que no se reúne en ninguna parte, que no es consultada, que es ignorada adrede, pues se sabe de su existencia. Esta comunidad del silencio que no se reúne en ninguna parte constituye aproximadamente el 25% de cualquiera de nuestras comunidades de fe. Nos sobreviene la pregunta porque somos tan duros de corazón, porque nuestras comunidades de fe actúan de esa manera. Podemos enunciar una hipótesis: Dado que a largo del tiempo desde lo que va desde la Iglesia Primitiva a la fecha (salvo honrosas excepciones) las personas con discapacidad han sido relegadas y discriminadas y pasaron a formar, junto a sus familiares, la “comunidad del silencio” luego: “hoy, por formar parte de la comunidad silenciosa” no son tomados en cuenta.
Debemos dar crédito a la fuerza de nuestra palabra y pensamiento como semilla potente de nuestras futuras acciones. Si no damos crédito a esta fuerza somos deshonestos a la hora de la oración. La palabras y pensamientos puestas en común colectivamente potencian esta fuerza. S i g n o s
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Si en esta cuestión miramos demasiado al pasado corremos el riesgo de querer escudarnos en él para disminuir nuestras responsabilidades. Miremos nada más lo sucedido de 50 años a esta parte, estableciendo de alguna manera una línea cronológica sobre la que tenemos dominio y memoria reciente de lo que nos tocó vivir, en la que poco más o poco menos nos ha tocado actuar. Para ir al encuentro de la hipótesis permítaseme un análisis y concepto breve desde un área que para algunos está contrapuesta a la iglesia, a la religión y hasta a la fe. A veces es bueno utilizar herramientas externas y no mirarnos siempre el ombligo. Hablo de la psicología. Dice Jaques Lacan que la persona es hablada aún antes de nacer, y que de esa palabra puesta en ella dependerán muchos aspectos de su vida. Esto quiere decir que la elección del nombre tiene poder sobre el que nacerá… “tiene que llamarse como el abuelo, y será doctor como él”. O aquella pareja que ya desde que son novios han decidido no tener hijos en seguida… y pasó que a los pocos meses nace ese hijo que habían dicho no querer en ese momento. Sí, después lo quieren, por supuesto, pero lo dicho, la palabra hablada sobre él ya no puede ser borrada, siempre será el que más amamos, pero el que nació cuando no era oportuno nacer. Así entonces con nuestros decires y pensares vamos marcando camino, dejando huellas e improntas. De esa manera vamos posibilitando e imposibilitando. Debemos dar crédito a la fuerza de nuestra palabra y pensamiento como semilla potente de nuestras futuras acciones. Si no damos crédito a esta fuerza somos deshonestos a la hora de la oración. La palabras y pensamientos puestas en común colectivamente potencian esta fuerza. Si la palabra dicha y pensada tiene esa fuerza, aquella que no se dice tiene igual incidencia. No olvidemos que la palabra hablada marca la impronta del niño a nacer (si quedan dudas podemos hacer un repaso de lo que los profetas y ángeles anunciaban acerca de Jesús todavía no nacido. Si alguien fue hablado desde antes de nacer ese fue nuestro Señor). El silencio, la palabra no dicha, es tan poderosa como aquella sentencia que sale de nuestros labios u ocupa nuestros pensamientos. Aquella que no se dice también marca rumbos. En tal sentido en nuestras comunidades se habla y piensa poco o nada en las personas con discapacidad. De ello dan cuenta nuestros baños, escalones y despreocupación institucional por la inclusión real, verdadera, no lastimera y asistencialista. Lo que nunca se dice o define, no se hace. A quien nunca se nombra no se lo tiene en cuenta. Tengo a mano una recopilación de documentación llamada “Para que puedan resistir…” Son documentos de las iglesias Luterana, Iglesia del Río de la Plata y Reformadas que pertenecen al CLAI, en el sur de América del Sur.
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Creo en definitiva que las palabras necesarias fueron dichas y la tarea nació. Nació sin nombre previo pero fue tarea deseada, largamente ansiada. Su oficio, la consolación, la inclusión, la de ser gestora de pasos junto a otros de distinto caminar.
En total unas 300 páginas. Desde ellas sólo en dos oportunidades, cuando se enumeran las miserias humanas y económicas a las que nos somete la globalización y a los grupos sociales afectados, se incluye a las personas con discapacidad. La palabra no dicha… tiene consecuencias. Tan sólo en dos instancias hay mención directa: el Dr. Altmann y Virginia Ibáñez de Neyeloff se refieren al tema de la discapacidad. Los demás documentos no hacen referencia al tema. Tenemos entonces desde las esferas más oficiales, generadoras de pensamiento y acción, una palabra no dicha, y como consecuencia una acción que no se concreta, que quizás hasta no se percibe necesaria porque nunca fue puesta en palabras para la toma de conciencia. Si esto es así, nos deja el espacio para comenzar a hablar y por lo tanto concretar acciones que favorezcan la toma de conciencia para que las comunidades cambien sus paradigmas respecto al tema que nos convoca y los involucrados pasan de ser objeto de las acciones a sujetos y actores de las mismas. De no ser así, si se deja de lado esta tarea porque hay otras que parezcan más urgentes o importantes, estamos en presencia de políticas que oficialmente como iglesias denunciamos en todo momento. Debemos entonces aceptar el triste concepto de “daños colaterales” o aceptar el concepto del premio Nobel (1974) August von Hayeck quien con total desparpajo dice: Una sociedad libre requiere de ciertas reglas morales que en última instancia reducen a la mantención de vidas… (¿Podemos traducir miembros?)… No a la mantención de todas las vidas (miembros) porque podría ser necesario sacrificar vidas (miembros) individuales para preservar un número mayor de otras vidas (miembros). Por lo tanto las únicas reglas morales
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son las que llevan al “cálculo” de vidas (miembros) la propiedad y el contrato. Pero no creo que esto sea así, creo que solamente es necesario dejar el silencio. Dejar de formar parte de esa comunidad de silencio tan particular comenzando y a poner en palabras y hechos aquella inclusión que esta por nacer. Creo en definitiva que las palabras necesarias fueron dichas y la tarea nació. Nació sin nombre previo pero fue tarea deseada, largamente ansiada. Su oficio, la consolación, la inclusión, la de ser gestora de pasos junto a otros de distinto caminar. Habrá que esperarse y saber esperar. Habrá que poner en práctica concreta el gran legado de Jesús, el amor.SV Norberto Rasch es argentino, pastor de la Iglesia Evangélica del Río de la Plata y licenciado en Teología y Psicología.
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i á r a m Ü lle r lit u r gia
A experiência humana da deficiência e o espaço litúrgico inclusivo
Comunidades que queiram ser acolhedoras de forma mais abrangente, a fim de que ninguém se sinta excluído ao chegar no local de culto devem considerar alguns fatores. A inclusão universal deve prever acesso a toda forma de deficiência: cognitiva, física, e sensorial. Disso decorre não somente remoção de barreiras arquitetônicas, mas também de barreiras atitudinais e de materiais. S i g n o s
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odos os seres humanos estão convidados ao culto e este deveria ser o mais acolhedor possível, para todas as limitações humanas. Há um sem número de barreiras, muitas vezes erguidas sem intenção, mas que tornam o local do culto parecer hostil e excludente. Como é que as comunidades poderiam se tornar mais acolhedoras para cada pessoa que deseja participar, mas tem limites? Recentemente muita atenção tem sido dada para o acesso ao local do culto sem barreiras arquitetônicas. Rampas, do estacionamento até o local do culto, rampas ao lado das imensas escadas que normalmente levam às igrejas e banheiros acessíveis estão sendo construídos como forma de minimizar a dificuldade de acesso em construções antigas e novas construções estão prevendo acesso já na sua planta da obra. Mas, o que acontece, uma vez que a pessoa está dentro do espaço litúrgico? Na tradição cristã é importante o acesso à pia batismal, à mesa do Senhor ou altar, ao púlpito, estante de leitura e ao local do coro. Acontece que o design destes locais presume que todos possam subir e descer os degraus que os cercam. Infelizmente, rampas internas, nos espaços litúrgicos têm ficado aquém do desejo da participação de alguém com alguma deficiência. Isso deve ficar sob observação de quem vai reformar ou construir um prédio previsto para o culto. Temos que considerar que acesso também é uma questão de atitude. Prever pessoas que saúdem na entrada do espaço litúrgico, que indiquem os espaços e melhores caminhos para o local da liturgia, que perguntem se a pessoa necessita de algum equipamento especial para ouvir ou a liturgia do culto impressa em fonte maior ou até em Braille, os hinos também em fonte maior e a direção do banheiro acessível, é essencial. Bem como é essencial que durante o culto alguém esteja de prontidão para ajudar a pessoa na sua necessidade como abrir os hinários ou virar as páginas, isso, não somente para pessoas com deficiência, mas para a comunidade geral, pois tudo isso tem haver com hospitalidade. Prever espaço para cadeiras de rodas, sem posicionar a pessoa de improviso, causando a sensação nela de estar atrapalhado o caminho dos outros, também é uma atitude de hospitalidade. Aspectos facilitadores Sabemos que cada vez mais as comunidades investem em sistemas com fones de ouvido para auxiliar pessoas com deficiência auditiva nos cultos. Se uma comunidade os possui, cabe ainda a ela informar às pessoas que chegam e ajudá-las a entender o funcionamento deste equipamento. No entanto, a questão é muito complexa. O sistema de fones somente reproduz o que “entra nele”, ou seja, o sistema não pode resolver problemas de dicção dos que nele falam ou cantam, nem podem substituir sons que são mal pronunciados e desaparecem da boca daquele que fala, como silabas que são mal pronunciadas no fim das sentenças. Também não é acolhedor cantar hinos que não estejam em hinários ou no roteiro do culto,
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pois a pessoa surda não saberá o que está sendo cantado. Pensar nestes aspectos detalhados e implantá-los trará um clima de participação plena para aquela pessoa que ouve parcialmente ou nada. Na verdade, a acústica que é prevista para potencializar o som do órgão ou o canto do coro, é justamente uma acústica que dificulta a audição de quem tem alguma
Todos os seres humanos estão convidados ao culto e este deveria ser o mais acolhedor possível, para todas as limitações humanas. AGOSTO 2011 • 25
Uma discussão cautelosa e planejamento são necessários em todas as instâncias até chegarmos a hospitalidade onde cada um/a possa participar do seu jeito, dentro de sua necessidade de adaptação. limitação, por causa das reverberações. Então, a acústica de um espaço litúrgico pode diferir muito de outro, por exemplo, um local com cortinas, almofadas nos bancos, alguns tapetes, cortinas e material que evite reverberação no teto, priorizam a audição, por outro lado, paredes e piso de pedra, nenhum tapete, bancos sem almofada, priorizam sons como o do órgão e das vozes. Há que se pensar nisso tudo ao construir espaços litúrgicos se quisermos ser comunidades inclusivas. Praticar a tradução de todo o culto para a linguagem de sinais seria uma medida de acolhimento bárbara. No entanto as comunidades esbarram no aspecto de falta de material humano: quem conhece a linguagem de sinais? A comunidade não deveria então investir na formação de um dos seus membros a fim de possibilitar alguns cultos, pelo menos, com a linguagem de sinais? Cabe aqui também refletir que nem toda pessoa com deficiência auditiva entende a linguagem de sinais, alguns fazem leitura
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labial, outros nem isso, o que torna a responsabilidade pela acessibilidade universal bastante complexa. É necessário também que a comunidade pense antes de agir no tocante à colocação de banners, arranjos, decoração em dias festivos, a colocação de assentos se há pilares no espaço litúrgico, pois estes podem dificultar a visão de quem depende dela para entender o andamento do culto. Outra questão a se pensar é a do/a pregador/ ar que circula com o microfone. Isso dificulta muito a reprodução do som se o sistema não for realmente de qualidade e dificulta também a leitura labial, que para muitos é a solução. Pregador/a que circula, as vezes desaparece da visão dos ouvintes e não contribui para um culto acolhedor, para isso foram idealizadas a estante de leitura e o púlpito. Isso não quer dizer que o pregador esteja engessado nestes espaços, mas que deva pensar nas questões de acessibilidade.
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Na sinagoga e nas primeiras comunidades cristãs, pregadores costumeiramente sentavam para fazer o sermão. Mateus 5.1, Lucas 4.20 mostram especificamente como Jesus sentou justamente para ensinar e pregar. No mundo antigo, “sentar-se” indicava a posição da autoridade ao ensinar. No culto atual, há momentos em que a comunidade é convidada a levantar e isso pode causar um constrangimento para pessoas que estão em cadeira de rodas, pessoas que têm dor ou dificuldades ao levantar. Além disso, no momento em que todos param de pé, a pessoa que permanece sentada fica rodeada e encoberta, sem visão para além de si e das pessoas que estão na sua frente, de costas para ela. Descobrir uma forma de deixar as pessoas que não podem se levantar confortáveis, e sugerir que alguém ao seu lado também fique sentado, causa uma ótima sensação de acolhimento e pertença. Não por último, devemos também ficar alertas aos efeitos de incenso, perfume, pólen de flores e fumaça das velas em pessoas alérgicas. Também podemos prestar atenção em pessoas alérgicas ao glúten ou a algum tipo específico de pão usado na Ceia. Pelo menos, temos que ser sensíveis a estas questões, se sabemos da presença de pessoas com estas dificuldades. Planejar para acolher As diferentes deficiências exigem diferentes adaptações e cuidados. Não há homogeneidade de adaptação entre as pessoas com deficiência, uma rampa não resolve tudo. Talvez uma comunidade não possa atender a todas as demandas de uma só vez, mas seria interessante ela planejar norteada pelas seguintes perguntas: 1) que adaptações ou alternativas necessitamos para incluir todos? 2) o que podemos fazer imediatamente com pouco ou nenhum gasto? 3) o que podemos fazer imediatamente com baixo custo?; 4) o que podemos fazer somente quando um projeto maior de reforma se realizar? 5) o que podemos fazer somente quando da construção de um prédio novo? Uma discussão cautelosa e planejamento são necessários em todas as instâncias até chegarmos a hospitalidade onde cada um/a possa participar do seu jeito, dentro de sua necessidade de adaptação. A acessibilidade universal prevê melhorias de acesso em todos os sentidos, para todos, não somente para as pessoas com deficiência. Se a acessibilidade universal for praticada, idosos, famílias com bebês em carrinhos, pessoas com deficiências temporárias (pé quebrado), alérgicos e toda pessoa com alguma necessidade, será bem acolhida. Onde passa uma pessoa com deficiência, toda a população vem atrás com maior qualidade de vida. Pensando... Por muitas eras a igreja tem sido inacessível para pessoas com deficiência. Com seus designs e tradições plenos de barreiras surgem perguntas da parte de quem
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Por muitas eras a igreja tem sido inacessível para pessoas com deficiência. Com seus designs e tradições plenos de barreiras surgem perguntas da parte de quem observa as dificuldades: quem pode chegar ao altar? No púlpito? Quem pode ajudar nas leituras bíblicas? (...) Como podemos adaptar toda essa realidade permeada de tradições a fim de que todos/as possam participar?
observa as dificuldades: quem pode chegar ao altar? No púlpito? Quem pode ajudar nas leituras bíblicas? Quem pode participar num batismo ou casamento, como padrinho ou madrinha, se há degraus que levam ao altar? Quem tem acesso ao espaço do coro? Como podemos adaptar toda essa realidade permeada de tradições a fim de que todos/as possam participar?SV Iára Müller é brasileira, pastora da Igreja Evangélica de Confissão Luterana no Brasil, mestra em Teologia, trabalha na pastoral universitária da Faculdades EST e tem deficiência física com mobilidade reduzida.
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¿Por qué San Juan no cuenta los exorcismos de Jesús? De todos los milagros que hacia Jesús, los más llamativos fueron los exorcismos, es decir, la curación de personas que parecían tener un espíritu extraño en su interior.
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os Evangelios han conservado seis de esos relatos: el del endemoniado de Cafarnaúm (Mc 1.23-28), del poseído de Gerasa (Mc 5.1-20), de la hijita de una mujer sirofenicia (Mc 7.24-30), de un joven epiléptico “con un espíritu mudo” (Mc 9.14-27),
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del endemoniado mudo (Mt 9.32-34) y del endemoniado ciego y mudo (Mt 12.22). Además de éstos, hay en los Evangelios otras narraciones genéricas que muestran a Jesús curando endemoniados. Por ejemplo: “Al atardecer, cuando se puso el sol, le trajeron
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todos los enfermos y endemoniados... y Jesús sanó a muchos enfermos y expulsó muchos demonios” (Mc 1.32-34); “Y recorría toda Galilea predicando en sus sinagogas y expulsando los demonios” (Mc 1.39); “Los que estaban enfermos se le echaban encima para tocarlo, y los espíritus inmundos, al verlo, caían a sus pies” (Mc 3.10-12). También las parábolas de Jesús hablan sobre los exorcismos. Así, en cierta ocasión dijo a los escribas y fariseos: “Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, anda vagando por lugares secos buscando reposo; como no lo halla, dice: «volveré a mi casa de donde salí»; y al llegar la encuentra desocupada, barrida y adornada; entonces va y toma consigo otros siete espíritus peores que él, entran y se instalan allí; y el final de aquel hombre llega a ser peor que el principio. Así también sucederá a esta generación malvada” (Mt 12.43-45). Una respuesta al zorro Vemos, pues, que los Evangelios guardan un claro recuerdo de los exorcismos de Jesús de tres maneras distintas: en los relatos, en los sumarios y en las parábolas. Incluso hasta sus dichos recuerdan los exorcismos, como cuando declaró: “Nadie puede entrar en la casa del fuerte (es decir, el demonio) y saquear sus bienes, si no lo ata primero (como hacía Jesús en sus exorcismos); entonces podrá saquear sus bienes” (Mc 3.27). Pero la fama de Jesús como exorcista no aparece sólo en los Evangelios. También el libro de los Hechos de los Apóstoles la recuerda. Por ejemplo cuando Pedro, en la catequesis que le dio al centurión Cornelio y a su familia, les cuenta que Jesús “pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el Diablo” (Hch 10.38), como si este solo dato resumiera toda su actividad. Un indicio de su importancia lo encontramos en el hecho de que Herodes Antipas, gobernador de Galilea, trataba de matar a Jesús precisamente por los exorcismos que hacía. Por eso cuando se lo contaron a Jesús, éste dijo: “Vayan y díganle a ese zorro: «Yo expulso demonios y realizo curaciones hoy y mañana; y al tercer día voy a terminar mi tarea»” (Lc 13.31-33). La función de exorcista era tan característica de Jesús, que algunos estudiosos piensan que ella lo volvió famoso al principio en los pueblos de Galilea. ¿Y el pasado de María? Por todo eso, resulta extraño comprobar que el Evangelio de Juan guarda un absoluto silencio sobre los exorcismos de Jesús. No cuenta ni un solo relato, ni una frase, ni una palabra, ni un dicho que pudiera dar a entender que Jesús los hubiera realizado. ¿Por qué los eliminó? ¿Por qué no quiso contarlos? Los estudiosos han propuesto diferentes soluciones. La primera y más sencilla es pensar que el autor del Cuarto Evangelio no los conocía. Porque mientras los tres primeros Evangelios (Mateo, Marcos y Lucas) cuentan muchos milagros de Jesús, Juan cuenta sólo siete, como si sólo se hubiera enterado de ésos y nada más. Pero esta explicación queda descartada por el hecho de que, al final del Evangelio, el mismo autor escribe:
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La tercera explicación que se ha dado a este enigma es que Juan, autor del Cuarto Evangelio, era un ex-saduceo convertido al cristianismo; y los saduceos formaban un grupo religioso judío que no creía en demonios, ni en espíritus, ni en ángeles. “Jesús realizó muchos otros signos, que no están escritos en este libro” (20.30). O sea que el autor sabía que Jesús había hecho muchos otros milagros aparte de esos siete.
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Y los más populares y difundidos eran sin duda los exorcismos, más aún que la conversión del agua en vino, o la resurrección de Lázaro, que sólo él cuenta y nadie más. Por otra parte, vemos que María Magdalena es un personaje importante en el Cuarto Evangelio. ¿Nunca se enteró Juan de la antigua tradición según la cual Jesús había expulsado de ella siete demonios? (Lc 8.2; Mc 16.9). Todo esto vuelve inaceptable la explicación de que Juan no conocía los exorcismos realizados por Jesús. Ciudad sin endemoniados Una segunda razón propuesta es que, mientras en los otros tres Evangelios Jesús se pasa casi todo el tiempo en Galilea, en el Cuarto Evangelio Jesús está casi siempre en Jerusalén, la Ciudad Santa, cuya pureza era cuidada con
Hay una cuarta explicación, que es la más probable de todas. Según ésta, la razón por la que Juan suprimió los exorcismos de su Evangelio es porque éstos le trajeron muchos problemas a Jesús.
mucho esmero, y donde era difícil encontrar endemoniados. Éstos se hallaban más bien en el interior del país. Por eso Juan no tiene ocasión de contar exorcismos. Pero si bien es cierto que el Evangelio de Juan sitúa a Jesús casi siempre en Jerusalén, de los siete milagros que éste cuenta, cuatro tienen lugar en Galilea: la conversión del agua en vino (2.1-12), la curación del hijo de un funcionario real (4.43-54), la multiplicación de los panes (6.1-15) y la caminata de Jesús sobre las aguas (6.16-21). Por lo tanto, podía haber contado también algún exorcismo hecho en Galilea. No creía en los espíritus La tercera explicación que se ha dado a este enigma es que Juan, autor del Cuarto Evangelio, era un ex-saduceo convertido al cristianismo; y los saduceos formaban un grupo religioso judío que no creía en demonios, ni en espíritus, ni en ángeles (Mc 12.18; Hch 23.8). De modo que al convertirse al cristianismo, este ex-saduceo no quiso contar los exorcismos de Jesús porque él no creía en ellos. Pero esta ingeniosa solución también queda desmentida por el mismo Evangelio, ya que Juan afirma cuatro veces que los enemigos de Jesús lo consideraban a Él endemoniado. Por ejemplo, cuando Jesús dice que Él y Dios son una misma cosa, los judíos enojados exclaman: “Tienes un demonio” (7.20). Cuando Jesús comenta que Él viene de Dios, repiten: “¿No decimos con razón que estás endemoniado?” (8.48). Cuando Jesús dice que quien lo escucha no morirá jamás, le contestan: “Ahora estamos seguros de que tienes un demonio” (8.52). Y al final de su discurso del Buen Pastor, muchos decían: “Tiene un demonio y está loco; ¿por qué le escuchan?” (10.20). El evangelista Juan, pues, no niega la posibilidad de la posesión demoníaca. Lo que ignora es que Jesús la hubiera curado alguna vez. Pero ¿por qué? ¿Qué poderosa razón lo llevó a silenciar algo tan conocido y difundido de la vida de Jesús? Una tarea peligrosa Hay una cuarta explicación, que es la más probable de todas. Según ésta, la razón por la que Juan suprimió los exorcismos de su Evangelio es porque éstos le trajeron muchos problemas a Jesús. En efecto, Jesús dio gran importancia a la curación de los endemoniados durante su vida pública, como vimos en la cantidad de relatos evangélicos sobre el tema. ¿Por qué? Porque estos extraños enfermos eran personas marginadas, excluidas del sistema social, perturbadas muchas veces a causa de las desigualdades sociales, la desnutrición, el constante clima de violencia y la destrucción de las familias en las zonas rurales. Estas connotaciones de la posesión, que hoy resultan difíciles de entender para nosotros, ayudan a comprender mejor el sentido de los exorcismos, y explican por qué Jesús les dedicaba tanto tiempo y por qué nunca dejó de realizarlos. Mediante la liberación de los endemoniados y su reintegración social, Jesús revelaba lo que estaba
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ocurriendo en el fondo de la historia: el Reino de Dios estaba llegando a este mundo. Él mismo lo enseñó: “Si yo expulso los demonios por el Espíritu de Dios, es que ha llegado a ustedes el Reino de Dios” (Mt 12.28). Los exorcismos, por lo tanto, revelaban mejor que ninguna otra acción de Jesús el cumplimiento de su proyecto: un mundo donde no hubiera opresión, ni sufrimientos, ni excluidos, y la reintegración social de aquéllos a quienes la injusticia, las desigualdades y otras tensiones sociales habían dejado al margen del sistema imperante. Con un anillo en la nariz Pero la curación de los endemoniados tenía un grave problema: estaba ligada a la magia. En la época de Jesús muchos judíos realizaban exorcismos, mediante ritos mágicos y fórmulas esotéricas. Por ejemplo, solían acercar a la nariz del endemoniado un anillo envuelto en hierbas, y después de pronunciar encantamientos secretos, que se creían procedentes del rey Salomón, hacían caer al enfermo al suelo, y decían que en ese momento el demonio salía expulsado por los orificios nasales y se introducía en una vasija o un plato lleno de agua. Eran prácticas tan extravagantes y llamativas, que la gente creía que sólo Satanás podía dar el poder para hacerlas. Jesús, cuando empezó a realizar sus curaciones, suprimió todos los ritos extraños de los exorcistas judíos, y simplemente con una orden o una palabra curaba a los endemoniados, mostrando así su superioridad sobre los sanadores judíos. Pero a pesar de todo no pudo despejar las sospechas que su actividad despertaba. Por eso vemos que a veces su auditorio, en vez de alegrarse, se quedaba asustado; como cuando curó al endemoniado de Gerasa “y todos se llenaron de temor” (Mc 5.15). Otras veces, confundiendo a Jesús con un mago poderoso, algunos sanadores usaban su nombre como palabra mágica para expulsar demonios; los discípulos un día se cruzaron con uno de estos sanadores (Mc 9.38). Al final Jesús no pudo evitar que sus enemigos terminaran creyéndolo un mago, aliado de Satanás, y que lo acusaran de expulsar espíritus con el poder de Beelzebul, jefe de los demonios (Mc 3.22). Incluso le pusieron a Jesús el humillante apodo de “Beelzebul” (Mt 10.25). Magia importada de Egipto Mucha gente, pues, malinterpretó los exorcismos realizados por Jesús. Y así la intención de éstos, que era la de anunciar el fin de la opresión y de toda exclusión social, quedó totalmente desvirtuada. Después de su muerte, la idea de que Jesús había sido un gran mago no desapareció; al contrario, se extendió por todas partes, a tal punto que los primeros cristianos tuvieron que enfrentar la crítica de numerosos sectores que acusaban a Jesús de haber practicado la hechicería. Así, Flavio Josefo, un famoso escritor judío del siglo I, comenta que Jesús era un “hacedor de obras extrañas”. El Talmud, libro sagrado de los judíos, lo acusa de practicar la magia, instigar a la idolatría y engañar al pueblo. Celso, un filósofo griego del siglo II, sostenía que Jesús apren-
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Mucha gente, pues, malinterpretó los exorcismos realizados por Jesús. Y así la intención de éstos, que era la de anunciar el fin de la opresión y de toda exclusión social, quedó totalmente desvirtuada.
dió en Egipto las artes mágicas. Y hasta se encontró un antiguo papiro griego de magia, con el nombre de “Jesús” como fórmula mágica empleada en los exorcismos. Por eso Justino, un cristiano mártir del siglo II, se lamentaba de que “se atrevieron a llamar mago a Jesús”. Así, la imagen de Jesús quedó irreparablemente dañada a causa de sus exorcismos. Para eliminar las sospechas Frente a estas circunstancias, es fácil comprender por qué el Cuarto Evangelio pensó que un Jesús exorcista no era lo mejor para presentar a sus lectores. Las acusaciones de satanismo, hechicería y magia levantadas contra él, y también contra sus discípulos se habían instalado en la mente de muchos. Basta leer, por ejemplo, el libro
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Juan sabía que la magia es peligrosa. Tiene un gran parecido con la religión, pero es todo lo contrario: es su corrupción. La magia hace creer que ciertos ritos o ceremonias tienen poder por sí mismos (Mt 7.21-23). de los Hechos de los Apóstoles donde tanto a Pedro como a Pablo se los llama “magos” por los milagros que realizaban (Hch 8.14-24; 19.11-17). Por eso, aunque el evangelista no ignoraba los exorcismos que Jesús había hecho, prefirió omitirlos para evitar la posible confusión o escándalo entre sus lectores. Pero hubo además otras dos razones que influyeron en la decisión del evangelista Juan de eliminar los exorcismos de Jesús. La primera, es que Juan tenía una idea de Jesús mucho más elevada que los otros tres Evangelios. Juan fue el único evangelista que llegó a la comprensión de que Jesús era igual a Dios (Jn 10.30), que obraba como Dios (Jn 5.19) y que procedía de Dios (Jn 1.14). Esta noción de Jesús fue decisiva a la hora de eliminar los exorcismos: un Jesús así no podía tener la menor sombra de sospechas de haber practicado la magia o haber estado en alianza con Satanás. La hoguera de los papiros La segunda razón para eliminar los relatos de exorcismos es el lugar donde se redactó el Evangelio. Según los estudiosos, éste fue escrito en la ciudad de Éfeso. Y Éfeso era en la antigüedad un famoso centro de actividad ocultista. En efecto, sabemos que en el siglo I esta ciudad era un hervidero de hechiceros, astrólogos, médiums, adivinos y magos. Para darnos una idea de ello, volvamos al libro de los Hechos. Allí se cuenta que cuando San Pablo llegó a
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Éfeso decidió abrir una escuela para enseñar la Palabra de Dios, y durante dos años estuvo predicando; al escucharlo, mucha gente se convirtió, “y venían a confesar y declarar sus prácticas; muchos de los que habían practicado la magia trajeron sus libros y los quemaron delante de todos; calcularon el precio de los libros, y vieron que subía a 50.000 monedas de plata” (Hch 19.18-19). Los libros que estos magos y hechiceros quemaron eran rollos de pergaminos que contenían encantamientos, conjuros y fórmulas para expulsar espíritus. Las monedas a las que alude el texto eran probablemente las dracmas de plata griegas; y una dracma de plata equivalía aproximadamente al salario de un día de trabajo. O sea que ¡50.000 sueldos de trabajo se hicieron humo aquel día en la plaza de Éfeso! Esto nos da una idea de cuán difundida estaban las prácticas mágicas en aquella ciudad, y la enorme atracción que ejercían en la gente. En un ambiente así, excitado por la magia y seducido por la brujería, la presentación de un Jesús exorcista lo hubiera rebajado a la categoría de un mago, dañando así su imagen de Hijo de Dios. Por eso, el autor del Cuarto Evangelio prefirió prescindir de los exorcismos. Magia y religión Cuando San Juan escribió su Evangelio conocía los exorcismos realizados por Jesús. No podía ignorar, incluso, que había sido una de sus actividades más famosas, más aun que sus parábolas y enseñanzas. Pero sabía también que esa tarea suya había sido malinterpretada, y que muchos habían llegado a confundir a Jesús con un mago. Por eso, para evitar que sus lectores cayeran en el mismo error, prefirió callar el recuerdo de los exorcismos y contar en su lugar otros milagros más estimados como la multiplicación de los panes, la conversión de agua en vino, o la resurrección de Lázaro. Es que Juan sabía que la magia es peligrosa. Tiene un gran parecido con la religión, pero es todo lo contrario: es su corrupción. La magia hace creer que ciertos ritos o ceremonias tienen poder por sí mismos (Mt 7.21-23). Que basta con cumplir determinadas prácticas o pronunciar unas fórmulas para que ya estemos en contacto con Dios, y obtengamos su favor y su auxilio. La fe en cambio es otra cosa. Es la entrega a Alguien, al que no se agrada con ritos externos, sino mediante la práctica del amor. La magia nos da, según ésta, lo que queremos. La fe nos hace descubrir qué quiere Dios. La magia nos hace repetir ritos automáticos. La fe nos hacer descubrir la novedad de Dios cada día. La magia provoca dependencia y miedo. La fe trae la liberación y el entusiasmo. Muchos cristianos se creen profundamente religiosos, pero en realidad tienen mezclada su fe con la magia. Piensan que porque asisten a un culto, pronuncian ciertas oraciones o portan medallas y estampas han llegado al encuentro de Dios. Pero mientras tanto, no procuran cambiar su corazón, ni mejorar su vida, ni perfeccionar su servicio al prójimo. San Juan, en su Evangelio, hizo lo que pudo para que no creyéramos en un Cristo así. No lo defraudemos.SV Ariel Alvarez Valdés es argentino, católico, profesor en la Universidad de Esterro.
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Estereotipos vs. falsa conciencia Estereotipo Se entiende por estereotipos a una representación frecuentemente repetida que transforma algo complejo en algo simple. Este proceso resulta subjetivo y distorsionado la realidad, ya que seleccionan ciertos atributos en detrimento de otros. La mayoría de las veces representan conceptos de grupos, o de lo que un grupo piensa de otro, para lo cual debe existir un consenso entre los integrantes de ese mismo grupo acerca de los rasgos a enfatizar. Por ende, un estereotipo es eminentemente evaluativo y nunca es ingenuo, aunque lo parezca, debido al grado de “naturalización” con que se nos presentan. Aunque parecen obvios debido justamente a que se comparte el conocimiento de su existencia. Según Hogg y Abrams (1988) citado en Valdivieso (2003) “Los estereotipos responden a una necesidad básica de orden y capacidad de predicción. Los estereotipos serían procesos cognitivos con la función de predecir los eventos sociales que rodean al individuo” Lo anterior, confirma el hecho que los estereotipos pretenden de cierta forma, mantener un orden dentro de un grupo social, y no acertar a ciertos individuos que vengan a irrumpir con lo ya establecido y aceptado. Los estereotipos sirven para proteger la posición y el comportamiento del propio individuo o del propio grupo, pero también sirven para legitimar las normas sociales, aún expensas del individuo y el grupo. El análisis de los estereotipos se puede abordar desde tres enfoques: como justificaciones del ego, justificaciones grupales y/o justificaciones del sistema. Según Jost y Banaji (1994, citado en Valdivieso, 2003a), La justificación, en cualquiera de las tres dimensiones anteriores, sería una idea que tiene la función de legitimar a otra idea o a alguna forma de comportamiento, sean éstos de la propia persona o grupo, como de otros (Valdivieso, 2003a). Las personas tienden a ver como aceptable y a justificar pensamientos, sentimientos, comportamientos, status propios o de otros, conductas agresivas o discriminatorias propias o del grupo al cual se pertenece, eventos sociales y condiciones sociales imperantes.
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Los estereotipos cumplen ciertas funciones sociales que es necesario considerar en cualquier investigación, de acuerdo a Jost y Banaji (1994, en Valdivieso, 2003b) “Los estereotipos son creencias socializadas respecto de grupos sociales que acompañan cualquier sistema caracterizado por la separación de la gente en roles, clases, posiciones o status”. Estas creencias tienden a ser, por quienes las sostienen, percibidas y explicadas como justificables o aceptables. Falsa conciencia Estas creencias justificables vienen a alimentar a lo que se conoce como falsa conciencia. Ya que en determinado grupo manifiesta una actitud hacia ciertos grupos. Provocando que ciertos sectores sufran de discriminación. La falsa conciencia sería la mantención de creencias o ideologías que son contrarias a los intereses personales o del propio grupo, manteniéndose así, la posición desaventajada del individuo o del grupo (Jost y Banaji, 1994 en Valdivieso, 2003b). La naturaleza de la justificación es bastante compleja de tratar, especialmente cuando ésta no es consciente, permitiendo la existencia de ciertas ideologías sin que se den cuenta quien o quienes las ejercitan, aunque sean víctimas de las mismas. Esto es muy común en la falsa conciencia (Jost y Banaji, 1994 en Valdivieso, 2003b). No es de extrañar que, según Marx (1846), el lumpenproletariat fuera la asignación a los grupos más pobres y con menos educación de la sociedad alemana, quienes normalmente no poseían conciencia de su situación clase y servían a los intereses de la burguesía. La falsa conciencia implica por qué los grupos muchas veces mantienen creencias que no son de su interés, generando estereotipos negativos hacia sí, y una tendencia al favoritismo exogrupal, aún incluso, existiendo fuerzas psicológicas que presionen a los individuos a desafiar el orden social imperante. Esto hace necesario entender la fuerza de la dominación ideológica.SV Fabián Corrales Gutiérrez es costarricense, evangélico, profesor de Educación Especial y Enseñanza del inglés y tiene sordera bilateral neurosensorial profunda de nacimiento.
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