PRESENCIA APOSTÓLICA
Revista bimestral núm. 83 MAY-JUN 2017 Donativo: $15.00•$2.50 US
El Inquieto Espíritu Divino
Lo urgente y lo importante 7 701000 24 1037
Aceptar la realidad
San Judas Tadeo Semblanza del apóstol y su devoción en el Templo de San Hipólito de la Ciudad de México
Un libro que ofrece una visión de la devoción a san Judas Tadeo,
fundamentada en el conocimiento de la identidad e importancia del santo apóstol.
Desde 1892, los Misioneros Cla retianos se encuentran a cargo del Templo de San Hipólito, un recinto ubicado en el corazón de la Ciudad de México que forma parte de su patrimonio históri co y cultural, y que actualmente se distingue por la veneración al apóstol san Judas Tadeo, cuya de voción se manifiesta visiblemente por toda la ciudad.
nta
A la ve mplo e en el T an de S
o
Hipólit
Semblanza del apóstol y su devoción en el Templo de San Hipólito de la Ciudad de México Misioneros Claretianos de México
TEMPLO DE SAN HIPÓLITO MISIONEROS CLARETIANOS DE MÉXICO 4/4/14 7:50:34 AM
PRESENCIA APOSTÓLICA Director
Antonio Rangel Torres, CMF
CONTENIDO 2 . Editorial
Consejo Editorial
Alejandro Cerón Rossainz, CMF José Juan Tapia, CMF Alejandro Quezada Hermosillo, CMF Enrique Mascorro López, CMF Lourdu Jerome Joseph, CMF Óscar Linares Rodríguez, CMF Rogelio Carmona Núñez, CMF Ernesto Bañuelos C. Editora
3 . Vida cotidiana 4 . Aventuras de un misionero 6 . Lo urgente y lo importante
Marisol Núñez Cruz Arte y Diseño
Raúl Méndez Colaboradores
Enrique A. Eguiarte Bendímez, OAR Jesús García Vázquez, CMF Juan Carlos Martos, CMF Enrique Marroquín Zaleta, CMF
8. La sabiduría de aceptar la realidad 9 . El anillo del rey 1 0 . Acumuladores de emociones
Distribución
Liga Nacional de San Judas Tadeo PRESENCIA APOSTÓLICA, La voz de San Judas Tadeo, es una publicación bimestral. Editor responsable: José Juan Tapia Tapia. Editada por la Liga Nacional de San Judas Tadeo, A.C. Registro No. 04-2008-041014062100-102. Número ISSN 1665-8914 Distribuida por el Templo Claretiano de San Hipólito y San Casiano, A.R., Zarco 12, Col. Guerrero, C.P. 06300, México, D.F. Publicación Claretiana. Impresa en Carmona Impresores S.A. de C.V. Torreón, Coahuila. www.carmonaimpresores.com.mx • ventas@ carmonaimpresores.com.mx • Tel. (871) 707 42 00 con 30 líneas, lada sin costo 01 800 228 22 76. El material contenido en Presencia Apostólica puede ser reproducido parcialmen te, citando la fuente y sin fines comerciales. ¡Te invitamos a suscribirte! mail: ligasanjudastadeo@gmail.com Tel: (55) 55 18 79 50 Fax: (55) 55 21 38 89 Número suelto: $15.00 M.N. / $2.50 US. Suscripción anual: $150.00 M.N. / $25.00 US. (Incluye gastos de envío). Portada: Detalle del póster de Monseñor Romero de
1 2 . Simplificar nuestra vida 1 4 . El inquieto Espíritu Divino 1 6 . Nuestra devoción 1 8 . El coleccionista de insultos 2 0 . De la Palabra a la acción 2 4 . Tener fe
Maximino Cerezo Barredo www.servicioskoinonia.org
Presencia Apostólica
1
Editorial
La
J
fuerza del spíritu E
esús resucitado sopló sobre la comunidad de sus discípulos para darles su Espíritu: un aliento de vida, un viento poderoso que viene a transformar el miedo y la desconfianza en paz y libertad. En las Escrituras encontramos muchos ejemplos de personajes que movidos por el Espíritu Divino supieron qué pensar, qué decir y qué hacer para realizar su misión. De manera especial, tenemos el ejemplo de la Virgen María, quien llena del Espíritu Santo llevó a cabo su misión con todo su ser. A través de sus dones y de sus frutos, el Espíritu nos llena de su Vida; nos enseña a ser felices y a vivir en armonía con las demás personas y con toda la creación. ¡Que la fuerza creadora y transformadora del Espíritu renueve nuestra vida y nuestro mundo para que podamos enfrentar con esperanza los retos y desafíos que nos presenta la vida! La fiesta de Pentecostés —que marca el nacimiento de la Iglesia— es seguida por la celebración de la Trínidad. El papa Francisco nos ha hablado de la Trinidad como modelo de la comunión con Dios y entre nosotros: “Estamos llamados a vivir no los unos sin los otros, sobre o contra los otros” sino “los unos con los otros, por los otros y en los otros”.
2
Presencia Apostólica
Vida cotidiana
¿Cuándo creemos en el
Espíritu?
«El Defensor, el Espíritu Santo que enviará el Padre en mi nombre, les enseñará todo y les recordará todo lo que les he dicho.» (Jn 14,26).
C
uando tenemos una esperanza total en Dios, a pesar de tanto fallo, propio y ajeno. Cuando, en medio de la desesperación, experimentamos, sin embargo, un consuelo interior que nadie nos podrá quitar.
Envíanos
Locos
¡Oh, Dios! Envíanos locos, de los que se comprometen a fondo, de los que se olvidan de sí mismos, de los que aman con algo más que con palabras, Cuando ante el desgarrón de la muerte —nuestra o de los otros— asumimos el hecho con fe y esperanza. de los que entregan su vida de verdad y hasta el fin. Cuando aceptamos decididos una responsabilidad o compromiso, aunque no tengamos claras perspectivas Danos locos, chiflados, de éxito o utilidad. apasionados, Cuando vivimos con serenidad el día a día, hombres capaces y aceptamos las contrariedades de cada jornada, de dar el salto hacia la inseguridad, sostenidos por una fuerza, cuyo origen no podemos hacia la incertidumbre dominar ni abarcar. sorprendente de la pobreza; danos locos, Cuando nos entregamos sin condiciones que acepten diluirse en la masa y el caer se convierte en un verdadero estar de pie. sin pretensiones de erigirse un Cuando, en el fondo de nuestras interrogantes, pedestal, nos sentimos abrazados por un misterio, que no utilicen latente en lo más hondo de nuestro ser, su superioridad en su provecho. que nos acoge y nos salva. Danos locos, locos del presente, Cuando vivimos las tinieblas del aparente sinsentido enamorados de una forma de vida de nuestra existencia, porque sabemos de Quién nos sencilla, hemos fiado. liberadores eficientes del Cuando gozamos cada momento alegre de esta vida proletariado, como anticipo de la felicidad completa que Dios nos amantes de la paz, tiene preparada. puros de conciencia, resueltos a nunca traicionar, Cuando somos capaces de orar en medio de las capaces de aceptar cualquier tarea, tinieblas, la sequedad y el aparente silencio de de acudir donde sea, Dios, sabiendo que siempre somos queridos y libres y obedientes, escuchados, más allá de una respuesta que se espontáneos y tenaces, pueda comprender y razonar. dulces y fuertes. Danos locos, Señor, danos locos. Karl Rahner (1904—1984) www.mercaba.org
L.J. Lebret Presencia Apostólica
3
Aventuras de un misionero
El secuestro y el poder de la oración
T
ita es una mujer, madre de varios hijos —uno de ellos llamado Pedro—. A Tita, desde pequeña, sus padres le enseñaron a amar a Dios y a La Virgen María. Actualmente es ministro de la Eucaristía y no se rinde ante la adversidad. Ante los problemas, ella recurre siempre a la oración —sola, en familia y en comunidad— segura de que Dios hará lo mejor para ella y para su familia. Pedro es un joven soltero, de veinticinco años, muy deportista. Todos los días iba a su trabajo y todas las noches se iba a jugar futbol con sus amigos. Es el más joven de tres hermanos, con quienes —igual que con sus padres— tiene una muy buena relación. Cada día se llamaban para platicar sobre sus emociones, logros y proble-
4
Presencia Apostólica
Jesús García Vázquez, CMF
mas. Él radicaba en otra ciudad, a tres horas del resto de la familia. Tita nos relata lo sucedido: Un viernes por la tarde, Pedro habló con su hermana en el trayecto hacia su entrenamiento de futbol. “Tengo que colgar, porque ya llegué a las canchas…” fue lo último que le dijo. Cuando su hermana calculó que ya había terminado de jugar, le llamó sin obtener respuesta, por lo que estuvo insistiendo hasta las once de la noche. Entonces nos buscó a mi esposo y a mí para decirnos lo que pasaba. El papá de Pedro mandó revisar el departamento para ver si estaba su ropa deportiva, como señal de que hubiera regresado del futbol, pero constataron que él no había regresado al edificio. En ese momento, mi esposo y yo nos fuimos al lugar donde vivía nuestro hijo, mientras sus hermanos se quedaron para recibir llamadas y esperar a ver qué pasaba. Efectivamente, los secuestradores llamaron para comenzar con su extorsión y mi hija recibió el mensaje. Cuando llegamos al departamento de Pedro, ya estaba avisada la fiscalía del lugar, por lo que nos asignaron a un policía experto en secuestros y colocaron aparatos para grabar todas las llamadas. El policía estuvo a nuestro
lado y nos aleccionó sobre cómo contestar y qué hacer en el caso de que los secuestradores llamaran. Al día siguiente, lo que ya se venía llegar: “Tenemos a tu hijo Pedro, más te vale hijo de… que me tengas listo la cantidad de… Y que no te pases de listo. Si no cumples, le haremos tal cosa...” Yo no dejaba de rezar por mi hijo. Me hablaban parientes y amigos para preguntarme qué se me ofrecía y contestaba: orar, orar y orar. Les rogaba que pasaran el mensaje a sus contactos, y a quienes conocieran, para que todos oraran y pidieran a Dios que nos devolvieran a nuestro hijo. El policía que permanecía con nosotros se llama Edgar. Solo nos veía cómo rezábamos. Después de seis días de espera, él comenzó a acercarse a nosotros y cerraba los ojos. Parecía que también oraba al mismo tiempo que nosotros. —¿Eres católico Edgar? —le pregunté. —De nombre, porque no practico —contestó. Pasaban los días. Me empecé a desesperar. Ya eran seis días y solo una grabación de su voz nos habían pasado para escucharlo. Lloré y grité a mi esposo que ya les pagara para que nos devolvieran a nuestro hijo. —Señora, si les damos ahorita el dinero, no volverá a ver a su hijo jamás, porque esa banda nunca ha regresado a sus víctimas— dijo Edgar. —Pues yo confío más en Dios que en tu tecnología… A mi hijo me lo van a entregar y va a entrar por esa puerta— le dije. —Si su hijo entra por esa puerta caminando, yo le prometo ir cuatro domingos a misa. No soy muy creyente— contestó. Hablaba así porque sabía el modo de operar de esa banda
Aventuras de un misionero
que desde hacía tres años no habían entregado a ninguno de los desaparecidos. Pasaron los días y en una ocasión en que mi esposo habló con la policía, decidieron entrar en acción. Entre balazos se logró el rescate de mi hijo y finalmente entró por la puerta caminando. Cuando me encontré con él lo abracé, dando gracias a Dios y a María Santísima. Pedro, mi hijo, me comentó: —Mamá, todos los días me acordaba del rosario que siempre nos rezabas, pero no me acordaba de lo que decías después de las diez avemarías (o sea, que no se acordaba cómo decir el Gloria), pero si sabía que eran diez veces por cinco veces y así lo estuve rezando… Nos relató que tenía una cobija en la cama donde lo tenían amarrado. Él recordaba que cuando salíamos a carretera yo rezaba: “Virgen Santísima cúbrenos con tu manto” y se cobijaba pensando que era el manto de la Virgen. El policía Edgar me envió fotos de unas Iglesias a mi celular, con un mensaje que decía “Señora, cumpliendo mi promesa, he ido a misa los cuatro domingos siguientes.” Y pasado un poco más de tiempo nos mandó una invitación para el bautizo de su hijo. Por distancia no pudimos asistir, pero le enviamos una disculpa y lo felicitamos. Nos respondió: “Muchas gracias y saludos para todos. Qué bueno que están bien y que Dios los bendiga. Y ya voy a misa más seguido. Je, je, je… Se me quedó esa parte de ustedes.” Fuimos a la fiscalía para demandar los hechos, al día siguiente del rescate, y antes de entrar, un comandante que participó en el rescate, nos dijo: —¿Creen en los milagros? —Por supuesto que creo. Tengo en mis brazos a mi hijo— contesté.
—Pues cuando íbamos tras los secuestradores, en una barranca muy empinada, me doy cuenta de que la cartera se me había caído y no tenía tiempo de rescatarla, porque se me podían escapar los malhechores… Créanme no pude seguir, sentía que me empujaban del hombro… entonces me regreso a buscarla y al recogerla, veo a cinco metros de distancia a uno de los maleantes tirado. “No se mueva” —le dije—, y aquí es donde encuentro el milagro, porque de todos los de la banda de secuestradores que fueron a recoger el dinero, solo ese que estaba cerca de mi cartera sabía en qué casa tenían a Pedro. Para mí fue un verdadero milagro— terminó diciendo el comandante. Pasó un buen tiempo y llamaron a mi esposo: tenían que presentarse para escuchar la declaración de una persona que habían detenido. Fue entonces que escucharon con atención lo que ese secuestrador dijo. Yo no los acompañé, pero cuando regresaron, mi hijo veía con un semblanteadiferente y me dio un abrazo muy fuerte. Entonces le pregunté a mi esposo qué les dijeron, porque vi a Pedro muy raro. —No lo vas a creer, pero este hombre declaró que estaba esperando una llamada de los que fueron a recoger el rescate, y dijo que ya estaba listo para desaparecer a Pedro, pero por cues-
tión de minutos no lo hizo, porque nunca entró la famosa llamada— me contó mi esposo. Entonces fuimos a dar gracias a Dios. Una de las cosas que me dejó esta experiencia es constatar que existen los milagros y valorar la importancia de haber enseñado a mis hijos desde pequeños a orar… Ahora cuando me preguntan, “¿cómo estás?” con mucho orgullo digo: “AGRADECIDA Y BENDECIDA POR DIOS”. Fueron quince largos largos días de angustia para esta madre y sus parientes. Pero gracias a Dios y a la oración de su familia y de toda la gente que oró por ellos, Pedro regresó con bien a su hogar.
Presencia Apostólica
5
Filosofía de vida
“Ocuparse de lo urgente no deja suficiente tiempo para lo verdaderamente importante.” Mafalda
Lo urgente y lo importante Lourdes García Avendaño
C
on mucha frecuencia, en la vida diaria y en nuestra rutina habitual, utilizamos estas palabras indistintamente para referirnos a aquellas actividades que deben quedar realizadas en un periodo de tiempo determinado o breve. Hoy quisiera que nos detengamos a reflexionar sobre ellas para descubrir lo que realmente significan, no solo etimológicamente, sino lo que deben 6
Presencia Apostólica
representar en nuestra manera de expresarnos y de actuar. La palabra urgente se refiere a lo apremiante, lo que no puede postergarse ni retrasarse… así tenemos, por ejemplo, la zona de urgencias médicas en una clínica u hospital en donde se atiende con prioridad aquellas situaciones que representan un mayor riesgo para la vida. Lo cual, en ese contexto, deja a lo importante indiscutiblemente en un segundo plano.
Paradójicamente, en la vida personal y en la de familia, la condición cambia radicalmente hasta convertirse en prácticamente a la inversa. ¿Cómo es esto?, ¿a qué nos referimos?
Dar prioridad a lo importante
Es decir que lo importante, en la vida personal y familiar, debe, sin duda alguna, atenderse prioritariamente, aún antes que lo que se considere como urgente. De tal manera que “al final del camino”,
Filosofía de vida
lo importante prevalezca siempre sobre lo urgente. Ser capaces de diferenciarlo no siempre resulta fácil y, con más frecuencia de lo deseable, se piensa y se actúa equivocadamente, poniendo más atención e interés en lo urgente que en lo importante. Por si esta paradoja no fuera suficiente para ponernos a reflexionar, lo verdaderamente importante, si no es atendido con la debida dedicación, podría convertirse en una situación de urgencia muy difícil o hasta desafortunadamente imposible de resolver. Atender lo importante, pues, se convierte en una acción preventiva de infinidad de problemas. Por ejemplo del deterioro de las relaciones, de problemas emocionales y de salud, etc. ¿Cuántas veces hemos pospuesto lo que es realmente importante por lo que consideramos urgente, sin darnos cuenta? ¿Cuántas veces damos prioridad a la “urgencia” de que algo se rompió, algo se ensució, la comida se quemó o alguna otra cosa por el estilo, poniendo estas eventualidades por encima de los sentimientos de las personas involucradas? ¿Cuántas veces la urgencia de algún problema escolar, como la tarea que no se hizo o el reporte de conducta, deja en segundo plano a las causas que provocaron el problema?
¿De qué depende hacer la correcta distinción y decisión?
Habitualmente la rutina y los problemas de la vida diaria nos van agobiando y sobrepasando, provocando que no seamos capaces de distinguir adecuadamente las prioridades de mayor sentido en nuestras vidas… Así creemos, por ejemplo, que cubrir los gastos de mantenimiento, es urgente y que podemos posponer, una vez más, la compra de ese pequeño detalle que uno de nuestros hijos ha esta-
do anhelando por largo tiempo y que ha ganado a “pulso”, siendo un gran estudiante e hijo, cumpliendo con todo aquello que se le pide. O cuantas veces hemos decidido pasar tiempo con una amiga o vecina para apoyarla en sus dificultades, sin darnos cuenta de que no hemos hecho lo mismo cuando una hermana nos ha necesitado. Y aunque estos ejemplos nos parezcan simples o irrelevantes… si nos detenemos a pensarlo, encontraremos muchos otros de nuestras experiencias personales que nos harán reflexionar y, en el mejor de los casos, reconsiderar nuestro criterio. Las “urgencias”, podríamos decir que son los mejores distractores que existen y hasta logran provocar que cambiemos el rumbo correcto de nuestras vidas sin ser conscientes de ello; sin darnos cuenta de que estamos omitiendo ocuparnos de lo realmente valioso, importante y de mayor sentido en ese momento.
¿Qué podemos hacer?
El primer punto importante a considerar es tratar de vivir el día a día en un estado de alerta, evitando a toda costa limitarnos a sobrevivir basándonos en repetir constantemente hábitos rutinarios que nos cieguen de visualizar claramente lo valioso. Como segundo punto hay que considerar, hacer una pausa, un alto, en el vertiginoso torbellino de la vida cotidiana, para reflexionar, para ver las cosas desde otro punto de vista, desde otra perspectiva; para darnos cuenta de las necesidades o carencias de los otros, de aquellos que nos rodean y que son significativos para nosotros. Preguntémonos si realmente conocemos a los miembros de nuestra familia, si sabemos qué es importante para ellos y cuánto respetamos sus prioridades y sus razones.
Otro punto de apoyo para ayudarnos a diferenciar entre estas dos condiciones, a veces tan confusas, es aprender a escuchar, captando con atención hasta aquello que pudiera parecer irrelevante o fuera de lugar, ya que en esos detalles pueden encontrarse las razones para tomar la decisión más adecuada. Delegar lo que no es importante, ayuda mucho también para poder dedicarse a lo que sí lo es. También, habrá siempre que auto cuestionarnos: ¿Qué es lo verdaderamente importante para mí en este momento de mi vida? Un argumento final, que no debemos omitir, es dedicar un poco de nuestro tiempo, que a veces parece tan escaso, al ocio positivo y a la convivencia. Me refiero al descanso y a las actividades lúdicas o de recreación en familia y desde luego personales, que harán “milagros” en nuestra vida, permitiéndonos “recargar baterías”, para continuar con las obligaciones y deberes de nuestra vida. Las personas que no atienden a lo importante pierden el tiempo con actividades sin sentido; se establecen y permanecen en su zona de confort, caracterizándose, entre otras cosas por su falta de responsabilidad. Vivir ocupándose solamente de lo urgente, no solo nos hace omitir lo importante, sino desgastarnos inútilmente y perder energía vital para ocuparnos de lo realmente importante. Determinar cuáles son nuestras auténticas prioridades y con ello establecer un plan de acción congruente con nuestros valores individuales y propósito de vida nos permitirá vivir una vida más plena. La autora es licenciada en Terapia Física y Logoterapeuta. luluwatty1@yahoo.com Presencia Apostólica
7
Desarrollo humano
LA SABIDURIA DE ACEPTAR LA REALIDAD Gylda Valadez Lazcano
L
a aceptación es un ingrediente necesario para vivir de una manera fluida. Tener la capacidad de reinventarnos en una situación difícil o adversa y saber de qué estamos hechos nos hace más felices que si estamos renegando y quejándonos de situaciones dolorosas o incómodas que nos suceden como parte de la vida En la vida nos iremos encontrando con acontecimientos o etapas que no serán “a nuestro gusto”. La única solución para que nuestro bienestar emocional no se vea muy alterado, es la de practicar la aceptación. Aceptar lo que no podemos cambiar es de vital importancia para que sigamos adelante y transformemos nuestra vida. Si queremos seguir adelante tenemos que aceptar la realidad o sufriremos más de lo necesario. Luchar en contra de “lo que es” 8
Presencia Apostólica
implica siempre un inútil y dañino gasto de energía. Solo desde la aceptación podremos salir adelante sin estancarnos. Que conste que aceptar no significa conformarse. La aceptación va encaminada a tolerar una situación, saber que la vida es así y no todo puede ser bueno, pero inclinándose hacia la acción, se puede convivir con esa situación desagradable sin que eso cause un malestar exagerado. Sin embargo, a pesar de vivir bajo una circunstancia que no nos gusta, hay que centrar el interés y la atención hacia otras áreas; buscar alternativas; intentar abrir nuevas puertas. Aceptar es abandonar una lucha hacia algo que no tiene solución y buscar otros caminos que nos permitan vivir como nos gustaría. Pero la aceptación no es lo mismo que el “conformismo”, pues en este último tendemos a la falta
de acción y al estancamiento. Las emociones negativas aparecen y nos rendimos, creemos que no podemos mejorar nuestra vida. Se tienen pensamientos del tipo: “No puedo hacer nada para cambiar mi vida. Soy un infeliz.” Se tiende a la lamentación y a sentirse victima; se pierde la esperanza de poder mejorar en el futuro. Si no nos ponemos en acción para cambiar situaciones que no nos gustan, la frustración irá en aumento. Hay que aceptar la realidad, pero hacer algo para salir de esa situación que nos hace infelices. No todo puede ser de nuestro agrado, ni todas las personas que nos rodean serán como nos gustaría que fueran, por ello la aceptación será nuestra mejor aliada para llevar una vida menos estresante. Todos tenemos el poder de crear y cambiar. Recuerda que cada paso, cada pequeña acción, abrirá nuevas posibilidades. Además no podemos olvidar que cada episodio de nuestra vida es un aprendizaje para evolucionar, si aprendemos, o estancarnos en la rigidez de solo aceptar lo que suceda de acuerdo con nuestros planes. Entonces veamos como un aprendizaje cada situación adversa y eso cambiará totalmente la perspectiva de la situación que nos toque vivir. En este tema de la aceptación, siempre podemos recurrir a la conocida “Oración de la serenidad”: Señor, Concédeme serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, valor para cambiar las que sí puedo Y sabiduría para distinguir la diferencia. La autora es psicoterapeuta corporal y terapeuta sistémica de pareja y familia. coordinacion.centroometeotl@gmail.com
Historia para meditar
El anillo del
Rey
U
na vez, un rey reunió a los sabios de su corte y les dijo: —He mandado hacer un anillo con uno de los mejores joyeros de la región. Quiero guardar, ocultas dentro de él, unas palabras que puedan ayudarme en los momentos difíciles; un mensaje al que yo pueda acudir en momentos de desesperación total. Me gustaría que ese mensaje ayude en el futuro a mis herederos. Tiene que ser pequeño, de tal forma que quepa dentro del anillo. Quienes escuchaban al rey eran grandes sabios, eruditos que podían haber escrito grandes tratados… pero, ¿pensar en un mensaje que contuviera dos o tres palabras? “Muy difícil”... Pensaron, y buscaron en sus libros por muchas horas, sin encontrar nada que se ajustara a los deseos del rey. El rey tenía un sirviente, quien había sido también sirviente de su padre, y había cuidado de él cuando su madre había muerto, era tratado como familia del rey y gozaba del respeto de todos. Por esos motivos lo consultó y el hombre le dijo: —No soy un sabio ni un erudito, pero conozco el mensaje. —¿Cómo lo sabes?— preguntó el rey, sorprendido. —Durante mi larga vida en palacio, me he encontrado con todo tipo de gente y en una oportunidad me encontré con un maestro. Era un invitado de tu padre, y yo estuve a su servicio. Cuando se marchó, lo acompañé hasta la puerta para despedirlo y como gesto de agradecimiento me dio este mensaje. En ese momento el anciano escribió algo en un diminuto papel, el cual dobló y se lo entregó al rey, diciéndole: —No lo lea. Manténgalo guardado en el anillo y ábralo solo cuando no encuentre salida en una situación… Ese momento no tardó en llegar, pues el país fue invadido y el reino se vio amenazado. El rey estaba huyendo a caballo. Estaba solo, y los perseguidores
eran numerosos. En un momento, llegó a un lugar donde el camino se acababa, y frente a él había un precipicio y un profundo valle. Caer sería fatal y no podía volver atrás, porque el enemigo le cerraba el camino. Podía escuchar el trote de los caballos, las voces, la proximidad del enemigo. Fue entonces cuando recordó el anillo. Sacó el papel, lo abrió y allí encontró un pequeño mensaje tremendamente valioso para el momento... simplemente decía “ESTO TAMBIÉN PASARÁ.” En ese momento percibió un gran silencio. El rey se percató de que el peligro había pasado y sintió una gran paz. Los enemigos que lo perseguían parecían haberse equivocado de camino… El rey se sintió profundamente agradecido con el sirviente y con el maestro desconocido. Esas palabras habían resultado milagrosas. Dobló el papel, volvió a guardarlo en el anillo, reunió nuevamente a su ejército y reconquistó su reinado. El día de la victoria, en la ciudad hubo una gran celebración con música y baile…y el rey se sentía muy orgulloso de sí mismo. En ese momento, el anciano estaba a su lado y le dijo: —Apreciado rey, ha llegado el momento de que leas nuevamente el mensaje del anillo. —¿Qué dices? —preguntó el rey— ahora estoy viviendo una situación de euforia y alegría. Hemos vencido al enemigo. —Escucha —dijo el anciano— este mensaje no es solamente para situaciones desesperadas, también es para situaciones placenteras. No es solo para cuando te sientes derrotado, también es para cuando te sientas victorioso. No es solo para cuando eres el último, sino también para cuando eres el primero. El rey abrió el anillo y leyó el mensaje: “ESTO TAMBIÉN PASARÁ.” Y nuevamente sintió la misma paz, el mismo silencio, en medio de la muchedumbre que celebraba y bailaba. Su orgullo y su ego habían desaparecido. El rey pudo terminar de comprender el mensaje. Lo malo era tan transitorio como lo bueno. Entonces el anciano le dijo: —Recuerda que todo pasa. Ningún acontecimiento ni ninguna emoción son permanentes. Como hay día y hay noche, así hay momentos de alegría y momentos de tristeza. Acéptalos como parte de la naturaleza misma de la vida. Autor desconocido Presencia Apostólica
9
Tanatología
Acumuladores de emociones Ana Laura Rosas Bucio
10
Presencia Apostólica
Ilustración: Leticia Asprón
V
eo con frecuencia cómo muchas personas viven llenas de rencores. Los eventos pasados de sus vidas se convierten en cargas que además utilizan para continuar lamentándose por la triste vida que les ha tocado. Todos hemos pasado por momentos de dificultad. Eso es algo que muchas veces no podemos evitar, pero lo que sí depende de nosotros es librarnos de esa carga pesada de eventos dolorosos pasados para llevar nuestra vida presente y futura con más libertad y felicidad. ¿Por qué nos aferramos a cosas del pasado? Porque el dolor emocional a veces es tan intenso que es difícil librarse de él. ¿Y por qué se produce dolor? El dolor es una señal que nos indica que algo está mal, que algo está sucediendo mal y que seguram ente llevará a que sucedan cambios en nuestra vida. El dolor emocional puede ser expresado en forma de tristeza por una pérdida, de enojo por una injusticia, de miedo por una amenaza, de culpa por un error, etc. Y, al final, todas estas emociones son el resultado de eventos o estímulos que nos provocan malestar y ante los cuales debemos responder adecuadamente. Aquí es donde creo que está el problema, en que no sabemos cómo responder ante las emociones que provocan dolor. Entonces, nos quedamos “atorados” sufriendo por aquellas experiencias dolorosas que, aunque seguramente cambiaron nuestras vidas, si las expresamos y enfrentamos adecuadamente, después de un tiempo ya no tendrían que tener la relevancia que aún tienen. Y ahí es donde empieza el proceso de acumulación. Vamos guardando un dolor tras otro; sumando cosas que han pasado en nuestra vida y que, con el paso del tiempo, se convierten en una gran “masa” que la invade en su totalidad y que la limita para poder conseguir todo su potencial y para experimentar la felicidad que todos merecemos. A nadie nos gusta el dolor, y aunque no es raro escuchar que a tal persona “le gusta sufrir”, eso no es cierto. Solo que esa persona no sabe vivir de otra manera y no ha tenido la ayuda suficiente para poderse deshacer de la carga de sus emociones dolorosas. Es triste ver que algunas personas, al pasar por pérdidas en su vida, se quedan tan “atoradas” en su dolor que no se dan cuenta de todo lo demás que van perdiendo por quedarse sufriendo por la
"La paz interior empieza cuando eliges no permitir que otra persona o evento controle tus emociones.” Proverbio oriental
primera pérdida. O ver cómo un enojo se suma al siguiente y al siguiente, y después tenemos la acumulación de grandes rencores y odios que van a enfermar nuestro cuerpo y nuestra alma. Enfrentar y expresar para no acumular La propuesta sería entonces: no acumulemos; entendamos que cada emoción debe ser expresada para ser sanada y cada evento complicado debe ser enfrentado para que de ahí resulten grandes aprendizajes. Es muy común escuchar que se diga a las personas: “ya no pienses en eso”, “ya no hables de eso”, impidiendo que expresen sus malestares, como en un intento de que “se les olvide”, pero de lo que no nos damos cuenta es de que lo que provocamos es que se repriman dolores que, al no ser expresados, serán acumulados y provocarán enfermedad tanto física como emocional. También creo que una de las características de las personas que acumulan dolores es que no saben “soltar”, y es por eso mismo que acumulan. A la mayoría de las personas no nos enseñaron a “soltar”. Nos di-
Tanatología
jeron que las personas y las cosas son nuestras y esto hizo parecer que nunca se irían. Todo se ira algún día. Toda relación tendrá un fin: Mi pareja no es mía, es alguien que yo elegí para compartir mi vida y a su vez él también me eligió, pero no somos posesiones. Decidimos caminar uno al lado del otro, porque esto nos hace felices. E igualmente, mis hijos no son míos, no me pertenecen como si fueran objetos sin autonomía. Podemos saturarnos como los espacios Al acumular emociones pasa como cuando acumulamos cosas en los espacios. Si acumulamos objetos, los espacios estarán muy llenos, de manera que a la larga no podremos ni caminar ni estar en ellos, ni sabremos qué es lo que hay guardado en ese lugar. Lo mismo pasa cuando acumulamos emociones. Llegará algún momento en que lo acumulado será tanto que ya no podremos ni vivir dentro de nosotros. Y es entonces cuando las personas buscan maneras de escaparse de sí mismas ya sea con alcohol, drogas o algún otro tipo de conducta autodestructiva. Muchas veces las emociones dolorosas no se van porque seguimos empeñados en no aceptar lo que sucedió; no queremos reconocer que la mayoría de las veces no tenemos el control de las cosas difíciles y seguimos enojados porque no queremos que hubieran pasado. Y, al resistirnos a aceptar y a reconocer, seguimos cargando. Y para algunas personas esto se convierte en una manera de vivir. ¿Cómo podemos sacar todas estas cargas de nuestra vida? Lo primero y más importante es reconocer que tenemos mucho tiempo cargando dolor de cosas de nuestro pasado y después decidir que ya es tiempo de quitarlo de nuestra vida. Hay que decidir expresar esos dolores, enfrentarlos los aliviará, aunque al principio sea doloroso. Busquemos compañía. Es importante saber que no debemos transitar por momentos difíciles solos. Podemos recurrir a un buen amigo o a un familiar de confianza que nos escuche, que nos permita expresar libremente, que no nos censure o enjuicie. Y mejor aún, además de esa persona cercana, busquemos también ayuda profesional que nos apoye para comprender esos hechos y enfrentarlos de una manera más efectiva. Aceptar los hechos del pasado no significa que estamos de acuerdo con que hayan sucedido, o que hasta hayamos querido que pasaran. Aceptar los hechos significa no pelear más con lo ocurrido, reconocer que sucedieron y
1
4
5 6
La autora es psicóloga clínica, experta en intervención en crisis, tanatóloga, logoterapeuta y conferencista. Directora General del Centro de Capacitación Profesional Industrial y Personal S.C. CECAPIP. lrosasb@hotmail.com
Sumérgete en la lectura
de Presencia
Apostólica y profundiza en tu
fe.
Ilustración: Leticia Asprón
2 3
que tuvieron consecuencias en nosotros, que no pudimos evitar que pasaran, pero que podemos aprender de las experiencias. Podemos reconocer que aunque fueron experiencias difíciles, pudimos con ellas, porque, a pesar del dolor que nos causaron, aquí estamos, vivos y fuertes. Aceptar no significa resignarse, significa entender que sucedió y que lo que está en nuestras manos es reconocer, aprender y "soltar" para poder continuar. La expresión de las emociones puede ser hablando con alguien más o con un profesional, pero también puede escribirse, dibujarse, pintarse o plasmarse en cualquier arte, la cosa es que salga de nosotros, que sea depositada afuera, porque así nos vamos liberando de una carga, vamos haciendo limpieza interna y entonces habrá el espacio suficiente para que lleguen nuevas personas, emociones y experiencias a nuestras vidas.
Presencia Apostólica
11
Vivir mejor
Simplificar nuestra vida Carmen Estrada Ruiz
“Un hombre es rico por las cosas de las que sabe prescindir.”
L
Henry David Thoreau Walden
¿Por qué necesitamos tantas cosas?
no está en tener, sino en ser? Para muchos las riquezas materiales representan un reflejo de su vida… Tal vez porque no están muy seguros de tener existencia propia. De manera consciente o inconsciente asociamos las posesiones con nuestra propia identidad y con la imagen que tenemos de nosotros mismos. Entre más pertenencias tenemos, más seguros y realizados nos sentimos. Deseamos muchas cosas: bienes materiales, negocios prósperos, obras de arte, conocimientos, etc.
¿No sería recomendable hacer una reflexión y preguntarnos por qué tenemos tantas necesidades y por qué nos apegamos tanto a las cosas? ¿No será porque no estamos convencidos de que el verdadero valor
La gente consume, acumula, colecciona… “tiene” amigos, “tiene” influencias, “posee” diplomas, títulos, etc. El peso de los innumerables de-
En nuestra sociedad actual, muchas veces en vez de simplificar nuestra vida la complicamos más… Esto se debe en parte a que estamos bombardeados por una sociedad de consumo que nos dice que el que tiene más vale más. Con frecuencia nos dejamos llevar por esta idea que nos conduce a acumular demasiados bienes, demasiadas opciones, demasiadas ocupaciones, demasiados deseos…
12
Presencia Apostólica
Cuando los “bienes” nos esclavizan
seos y de las posesiones conseguidas puede agobiarnos. ¿Por qué no nos damos cuenta cuando los “bienes” amenazan con esclavizarnos? Hay muchas cosas superfluas, pero no lo comprendemos así, sino muchas veces hasta el momento en que nos vemos privados de ellas. Entonces comprendemos que las usábamos solo porque las teníamos o incluso ¡que no las usábamos en absoluto! ¿Cuántos objetos hemos comprado solo porque hemos visto que otras personas los tenían?
Indecisión y acumulación
Para simplificar hay que elegir, tomar decisiones… y hacer elecciones suele ser penoso. Muchas personas acaban entre una cantidad desbordante de objetos que han dejado de tener valor para ellas y que no les son útiles para nada, solo porque no se han decidido a hacer algo con esas cosas; porque no han tenido el valor para regalarlas, venderlas o tirarlas. A través de la conducta de acumular, intentamos aferrarnos al pasado y a los recuerdos, y al hacerlo nos olvidamos del presente y
Vivir mejor
dejamos de considerar el porvenir. Deshacernos de las cosas requiere un esfuerzo. La dificultad no consiste en librarnos de ellas, sino en saber juzgar cuáles son realmente útiles y cuáles son inútiles. Para no vivir en un ambiente saturado de objetos inútiles necesitamos practicar nuestro criterio cada día para decidir qué es lo que necesitamos y qué hacer con lo que no necesitamos. A veces cuesta desprenderse de un objeto, pero es un esfuerzo que vale mucho la pena realizar.
Atreverse a ser sencillos
Quienes eligen vivir con modestia pueden ser vistos como un peligro para la economía y para la sociedad de consumo… quienes por decisión propia viven con modestia, a veces son vistos como avaros y antisociales. Deshacernos de algunas pertenencias puede ayudarnos a cambiar nuestras actitudes, permitiéndonos ver que así como nos deshacemos de algunas cosas, podemos también deshacernos de algunas actitudes negativas. Esto le da dinamismo y vitalidad a nuestras vidas, y nos da una actitud más abierta, siempre dispuesta a mejorar. Por otra parte, los excesos no nos harán más interesantes ni más elegantes… por el contrario afectan nuestra alma y nos convierten en
personas “huecas” o vacías. No obstante, hay personas que por haber padecido necesidades materiales y carencias en su infancia y juventud, deshacerse de algo de lo que tienen les causaría remordimiento, ya que lo sentirían como un despilfarro. Sin embargo, despilfarrar significa tirar algo que aún pudiera sernos útil. El que tira lo que no le sirve para nada no despilfarra. Al contrario, el desperdicio consiste en retener lo que otros pueden aprovechar mejor. Las personas que acumulan por miedo a la escasez tienen que trabajar para recuperar la confianza en sí mismos y en la vida. Por otra parte, ¡falta espacio en las habitaciones! Y ¡cuánto tiempo se pierde en andar buscando cosas, ordenarlas, limpiarlas y quitarles el polvo! Además de lo cansado que pueda resultar en ocasiones. Tenemos que reconsiderar si vale la pena el gasto de energía que implica mantener una cantidad excesiva de cosas a nuestro alrededor. Tener demasiadas cosas nos secuestra, nos invade y nos aleja de lo esencial. Nuestro espíritu se estanca en un espacio lleno de cosas inútiles… así no puede moverse ni progresar. La vida es continuo cambio y progresión. Admitir la acumulación de cosas nos lleva a la confusión, a las preocupaciones y al desánimo.
En cambio, recuperar espacios nos hará sentir más libertad y tranquilidad. Podremos movernos mejor y concentrarnos en lo que es más importante para nosotros. La economía en nuestra forma de vivir es una filosofía que vale la pena practicar. Vivir con poco mejora la calidad de vida. Y, mientras la acumulación nos complica, la sencillez —en cambio— resuelve muchos problemas. Vive con sencillez y tendrás más tiempo y energía para conocerte a ti mismo; así como para desarrollar tus habilidades y tus necesidades de crecimiento personal. Es momento de detenernos a reflexionar si estamos yendo por el camino que nos lleva a mayor plenitud en todas las dimensiones de nuestra vida o si necesitamos rectificar. Acostumbrémonos a evaluar lo que vemos, tomando en cuenta que nuestras posesiones materiales deberían ser útiles para el cuerpo y nutritivas para el alma. A medida que los diferentes elementos materiales de los que nos rodeamos se aproximen a nuestras necesidades reales y a nuestros gustos más personales, crecerá dentro de nosotros una sensación de paz. Para profundizar en este y tema ponerlo en práctica, les recomiendo el libro El arte de simplificar la vida de Dominique Loreau. Es una guía práctica y completa para simplificar nuestra vida en todos los aspectos. La autora es orientadora en Desarrollo humano
Para no vivir en un ambiente saturado de objetos inútiles necesitamos practicar nuestro criterio cada día para decidir qué es lo que necesitamos y qué hacer con lo que no necesitamos. Presencia Apostólica
13
Pentecostés
El inquieto Espíritu Divino Román Ángel Moreno, CMF
P
entecostés fue la sacudida mayor que hubo al principio del cristianismo; es el maravilloso evento que marca el nacimiento de Iglesia. Allí se produjo una extraordinaria intervención del Espíritu Santo.
¿Quién es el Espíritu Santo?
Sabemos que el Espíritu Santo es la tercera persona de la Santísima Trinidad. No obstante, muchos de nosotros podemos pensar en Dios más fácilmente como Padre o como Hijo, mientras que pensar en Él como Espíritu muchas 14
Presencia Apostólica
veces nos cuesta más trabajo… Los artistas lo representan como una paloma o como lenguas de fuego, recurriendo a las imágenes bíblicas, pero con ello podemos todavía concluir poco. La palabra latina spiritus nos ayuda un poco más, ya que procede de spirar e que se relaciona con respirar, aspirar, dar aliento, que nos habla del aire que nos da vida, del viento que impulsa las naves, que da forma a las dunas de la arena, etc. Al Espíritu no se le puede ver ni se le puede tocar, como al Hijo lo tocó Tomás. Solo se le puede
percibir por sus efectos que pueden ser diversos: a veces se mostrará como la suave brisa, a veces impetuoso, como el huracán. “Tormenta”, “ráfaga de viento”, “ruido que produce desconcierto” son las expresiones que utiliza el libro de los Hechos de los Apóstoles al hablar del fenómeno de Pentecostés: Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos reunidos. De repente vino del cielo un ruido, como de viento huracanado, que llenó toda la cass donde se alojaban. Aparecieron lenguas como de fuego, que
Pentecostés
descendieron por separado sobre cada uno de ellos. Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en lenguas extranjeras, según el Espíritu les permitía expresarse (Hch 2,1-4).
Efectos del Espíritu Santo En la Sagrada Escritura sus efectos son claros. María, llena de él, concibe a Cristo; los apóstoles, antes cobardes e ignorantes, se convierten en valientes y sabios; los mártires enfrentan el martirio y son capaces de perdonar a sus verdugos… No obstante, por importante que sea invocar al Espíritu Santo en oraciones y alabarlo en cantos y liturgias, lo definitivo será que esto vaya acompañado de un seguimiento de Jesús, aplicando su enseñanza a los problemas concretos de nuestro mundo y anunciándolo con responsabilidad y valentía. Esos son los efectos que hablan de su presencia.
¿Cómo se manifiesta en Cristo?
Ya que el Espíritu Santo es el don que Cristo promete a los discípulos, preguntémonos cómo se manifiesta en él. Es una fuerza interior que lo conduce al desierto: “Entonces, Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto… (Mt 4,1)”. Tengamos en cuenta que la finalidad de esa fuerza era que Jesús cumpliera con su misión. Así lo dice el texto del profeta Isaías que lee Jesús en la sinagoga de Nazaret: El Espíritu Santo está sobre mí, Porque él me ha ungido para que dé la buena noticia a los pobres; me ha enviado a anunciar la libertad a los cautivos y la vista a los ciegos, para poner en libertad a los oprimidos… (Lc 4,18-19).
Y también es como una fuerza o vigor especial que sale de Jesús:
«Jesús, consciente de que una fuerza había salido de él, se volvió entre la gente y preguntó: “¿Quién me ha tocado el manto?”» (Mc 5,30). Para el cristiano será, por lo tanto, necesario dejarse conducir por el Espíritu y, en medio del bullicio vaciador del mundo, ir al desierto en busca de una experiencia del Espíritu. No obstante, no basta quedarse ahí en el propio rinconcito, hay que salir, sintiéndose enviado, a defender y entregarse a aquellas personas proclamadas por Jesús como sus destinatarios preferenciales: los pobres y oprimidos.
¿Qué seríamos sin el Espíritu Santo?
Ciertamente es la voluntad del hombre la que contribuye a forjar la historia, pero sabemos cómo esta ha degenerado tantas veces, cuando se ha dejado tan solo en sus propias manos… Por ello podemos imaginarnos ¿qué sería el hombre, qué sería la historia, qué sería el mundo si no tuviéramos ese don, esa fuerza, esa luz? El Espíritu es corrector de caminos escabrosos; es el que escribe recto en líneas torcidas; el que es capaz de apoyarse en una falsa nota para componer sobre ella un nueva sinfonía, por ello canta la secuencia litúrgica Veni Creator Spiritus: Mira el vacío del hombre, si tú le faltas por dentro. Mira el poder del pecado, cuando no envías tu aliento.
Sin Él la creación sería el caos; la historia humana, la hecatombe; el ser humano, la tristeza.
¿Y para nosotros?
San Pablo nos dice: “Donde está el Espíritu ahí hay libertad y Cristo mismo, al hablar de él y llamarlo Consolador nos dice que nos ayudará a entender cosas que Él dijo o hizo y nos introducirá en toda la verdad. Aquí se
nos está hablando de dos cosas muy positivas que opera el Espíritu: la libertad y la novedad. Una libertad que no es la que de manera egoísta se aprovecha, llevándonos de nuevo a la esclavitud, sino una libertad como la de Cristo, quien “da la vida sin que nadie se la quite”. Es la libertad de Pablo que se hace esclavo de todos para salvar a todos; es la libertad de los actuales profetas que tienen la valentía de proclamar la verdad y denunciar la falsedad, aunque les cueste la descalificación. En cuanto a la novedad, el Espíritu de Jesús es el que “hace nuevas todas las cosas” y el que “renovará la faz de la tierra”. El que hace que la Iglesia de un salto hacia adelante, de lo viejo y desgastado, hacia lo fresco y vital. Y no se trata solo de cosas extraordinarias y milagrosas, sino de cosas comprensibles para todos, como la dedicación de una madre, como la entrega y la lucha solidaria de pequeños grupos, como la compasión y ayuda a los enfermos, como el apoyo a los migrantes, como la atención a las personas marginadas, etc. Y el Espíritu Santo es don y participación que no excluye a nadie, es la forma de habitar de Dios en nosotros. Es la fuerza interna que nos une con Dios y desde Él debemos interpretar los signos de los tiempos, hablar, celebrar, ser nosotros mismos don para los demás. Mientras más hagamos lo que nos enseñó Jesús, más tendremos su Espíritu y mientras menos lo hagamos, estaremos ocultando el rostro de Dios sobre la tierra. Entonces, más importante que saber quién es el Espíritu Santo, será dejarnos mover por él. Y ¿cuándo tendremos el Espíritu de Cristo? Cuando salga de nosotros una fuerza para curar las heridas de los demás y para regar lo que esté árido. Presencia Apostólica
15
Nuestra devoción
San
Judas
Tadeo S an Judas Tadeo fue uno de los doce apóstoles que Jesús escogió, como nos dice el Evangelio, «para que estuvieran con él y para enviarlos a predicar». San Judas Tadeo formó parte de la que podemos identificar como la primera comunidad de discípulos del Señor, además de ser su pariente cercano, según los relatos genealógicos.
Los nombres del apóstol
El nombre «Judas», un nombre común entre los judíos del tiempo de Jesús, viene del idioma hebreo y significa “alabanzas sean dadas a Dios”; el nombre «Tadeo» proviene del idioma arameo y significa valiente o magnánimo. También ha sido llamado «Lebbeo» que significa hombre de corazón tierno. En la lista de apóstoles del evangelio según san Lucas aparece con el nombre de «Judas» (6,16); en Mateo (10,3) y en Marco (3,18) se utiliza el nombre «Tadeo». Todos los nombres que hacen referencia a san Judas Tadeo son significativos, pues nos hablan de su actitud y cualidades, y todos concuerdan con su advocación de las “causas difíciles”. Imitemos las cualidades del apóstol, así como su actitud ante las dificultades. 16
Presencia Apostólica
La imagen • Lo más significativo en las representaciones del apóstol es portar en el pecho la imagen de Jesucristo; simbolizando que Tadeo lleva a Cristo en su corazón y que es parte central de su persona. También significa que es portador del mensaje de Jesús, pues lo llevó a los pueblos paganos. • Se le representa con las armas o herramientas que la tradición ha asociado con su martirio: mazo, hacha o espada.
Nuestra devoción
• La llama del Espíritu Santo sobre la cabeza del apóstol simboliza su presencia en Pentecostés.
En la Biblia
Además de ser mencionado en la lista de apóstoles, el evangelio según san Juan nos refiere que san Judas hace una pregunta a Jesús durante la última cena: “Le dice Judas –no el Iscariote–: —Señor, ¿por qué te vas a manifestar a nosotros y no al mundo?” (Jn 14,22-23). Por otra parte, al apóstol se le atribuye la Epístola de Judas, una de las cartas del Nuevo Testamento que se suelen llamar “católicas”, porque no están dirigidas a determinada Iglesia local, sino a un círculo más amplio de destinatarios.
Advocación y fiesta
Ser el patrono de las “causas difíciles” o de los “casos desesperados o imposibles” ha convertido a san Judas Tadeo en uno de los santos más invocados popularmente. Su fiesta se celebra en la liturgia el 28 de octubre, aunque popularmente es recordado el día 28 de cada mes.
Aquí y ahora
Llama la atención que en la actualidad, en un momento en que hay miles de opiniones y opciones, el apóstol tenga un impacto tan grande en la comunidad creyente. San Judas Tadeo continúa realizando su misión de llevar el mensaje de Jesús a todo el mundo, en especial a los más pobres y marginados.
“El santo de la esperanza”
San Judas Tadeo es “el santo de la esperanza” en el mismo sentido en que todas las santas y todos los santos lo son, pues ¿cómo se podría alcanzar la santidad sin esa virtud? En realidad todos los cristianos debemos distinguirnos por tener esperanza y esto significa: • Persistir en la lucha, incluso cuando todo parezca indicar que no tendremos éxito. • Poner todo lo que esté de nuestra parte para que las cosas se resuelvan lo mejor posible. • No perder la paz. • No dejarnos vencer por el miedo. • Saber que nuestra fuerza es la fe, la confianza en Dios.
“Los casos difíciles”
La advocación de san Judas Tadeo como intercesor en “los casos difíciles” provoca simpatía y empatía –que quiere decir sentirnos comprendidos, sentir que el otro se pone en el lugar de uno– porque implica un “no darse por vencido” y un “estar ahí cuando más se le necesita”.
La persistencia y la audacia fueron parte de la actitud que caracterizó a los apóstoles en su misión, guiados por el Espíritu y por las enseñanzas de Jesús.
El templo de San Hipólito
Ubicado en el corazón de la Ciudad de México, el Templo de San Hipólito y San Casiano forma parte del patrimonio histórico y cultural de la ciudad y, aunque actualmente se distingue por la veneración a san Judas Tadeo, originalmente fue dedicado a los santos Hipólito y Casiano, a los cuales, desde la terminación del templo se les nombró: “Patronos de la muy noble, insigne y muy leal, Ciudad de México”. La construcción del templo se inició en 1599, sobre los cimientos de la antigua Ermita de los Mártires. El templo fue construido desde finales del siglo XVI e inaugurado en junio de 1740.
Oración a san Judas Tadeo San Judas Tadeo, apóstol de Jesucristo, que diste la vida para dar testimonio de la fe cristiana y que ahora, junto a tu Maestro, el Señor Jesús resucitado, gozas plenamente de la vida de Dios, intercede por nosotros, los que todavía caminamos hacia el Padre; bendice nuestros hogares, que haya en ellos paz y alegría; protege a los que trabajamos en el campo o en la ciudad, que construyamos unidos en la justicia una patria libre y próspera para todos los habitantes de esta tierra. Fortalece nuestra fe en el Señor Jesús, aumenta nuestra esperanza en la venida de su Reino y haz que junto con María, la Madre de Jesús, nos amemos todos como hermanos. Amén Santuario Nacional de San Judas Tadeo, Santiago de Chile. www.sanjudas.cl
Presencia Apostólica
17
Cuentos para pensar
El coleccionista de insultos
L
Cerca de Tokio vivía un samurai, ya anciano, quien se dedicaba a enseñar el budismo zen a los jóvenes. A pesar de su edad, corría la leyenda de que era capaz de vencer a cualquier adversario. Cierto día un guerrero conocido por su total falta de escrúpulos pasó por la casa del viejo. Era famoso por utilizar la técnica
18
Presencia Apostólica
de la provocación: esperaba que el adversario hiciera su primer movimiento, y, gracias a su inteligencia privilegiada para captar los errores, contraatacaba con velocidad fulminante. El joven e impaciente guerrero jamás había perdido una batalla. Conociendo la reputación del viejo samurai, estaba allí para derrotarlo y aumentar así su fama.
Los estudiantes de zen que se encontraban presentes se manifestaron contra la idea, pero el anciano aceptó el desafío. Entonces fueron todos a la plaza de la ciudad, donde el joven empezó a provocar al viejo: Arrojó algunas piedras en su dirección, le escupió en la cara y le gritó todos los insultos conocidos, ofendiendo incluso a sus ancestros.
Cuentos para pensar
Durante varias horas hizo todo lo posible para sacarlo de sus casillas, pero el viejo permaneció impasible. Al final de la tarde, ya exhausto y humillado, el joven guerrero se retiró de la plaza. Decepcionados por el hecho de que su maestro aceptara tantos insultos y provocaciones, los alumnos le preguntaron: —¿Cómo ha podido soportar tanta indignidad? ¿Por qué no usó su espada, aun sabiendo que podría perder la lucha, en vez de mostrarse como un cobarde ante todos nosotros? El viejo samurai repuso: —Si alguien se acerca a ti con un regalo y no lo aceptas, ¿a quién le pertenece el regalo? — Po r s u p u e s t o , a quien intentó entregarlo— respondió uno de los discípulos. —Pues lo mismo vale para la envidia, la rabia y los insultos —aña dió el maestro—, cuando no son aceptados, continúan perteneciendo a quien los cargaba consigo.
El avaro
Autor desconocido
Ilustración: Leticia Asprón
Reflexión: ¿Qué pasaría si no cedemos a provocaciones, insultos e intentos de humillación? No podemos cambiar la actitud de los demás, pero podemos elegir no entrar en el juego, y no caer en la provocación.
U
n avaro vendió todo lo que tenía para comprar un lingote de oro que luego enterró en un hoyo, al lado de una vieja pared. Cada día acudía al lugar para vigilar. Uno de sus trabajadores notó sus frecuentes visitas al lugar y decidió espiarlo. Pronto, el empleado descubrió el secreto del tesoro escondido. Se puso a escarbar, encontró el lingote de oro y se lo robó. En su siguiente visita, el avaro encontró el hoyo vacío en la tierra. El hombre comenzó a jalarse de los cabellos y a lamentarse a gritos. Un vecino que lo observaba, al comprender la causa de su duelo, le dijo: “Hombre, no sufras tanto, ve y consigue una piedra del tamaño de tu lingote, ponla en el hoyo, y haz de cuenta que el oro sigue ahí. Será exactamente lo mismo. Te dará el mismo servicio, porque cuando el oro estaba ahí, tú no lo tenías, dado que nunca hiciste ningún uso de él.” Presencia Apostólica
19
Año de la misericordia Reseña
La
Palabra mayo-junio
Mayo
7
Ilustración: Cerezo Barredo • www.servicioskoinonia.org
4° domingo de Pascua Jn 10,1-10 (…) Jesús dijo a los fariseos: “Yo les aseguro que el que no entra por la puerta del redil de las ovejas, sino que salta por otro lado, es un ladrón, un bandido; pero el que entra por la puerta, ése es el pastor de las ovejas. A ése le abre el que cuida la puerta, y las ovejas reconocen su voz; él llama a cada una por su nombre y las conduce afuera. Y cuando ha sacado a todas sus ovejas, camina delante de ellas, y ellas lo siguen, porque conocen su voz. Pero a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños.” Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron lo que les quería decir. Por eso añadió: “Les aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes que yo son ladrones y bandidos; pero mis ovejas no los han escuchado. Yo soy la puerta; quien entre por mí se salvará, podrá entrar y salir y encontrará pastos. El ladrón sólo viene a robar, a matar y a destruir. Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia.” Mientras los falsos pastores solo se aprovechan de las ovejas, Jesús, el buen pastor, ama y conoce a cada una de sus ovejas y está dispuesto a darlo todo “para que tengan vida”. Reflexionemos en esto: ¿para qué quiere Jesús que lo sigamos? La respuesta es para que tengamos vida; es decir para que seamos felices. Reflexionemos también en esto que nos dice Jesús “Yo soy la puerta.” Él es la puerta por la que 20
Presencia Apostólica
podemos entrar a otra realidad en la que tendremos vida en abundancia. Esa realidad es el Reino de Dios, la posibilidad de vivir ahora y siempre en el amor de Dios. Cada vez que en nuestras vidas nos encontremos en una situación en la que parezca no haber salida, recordemos las palabras de Jesús, él es la puerta.
¿Distinguimos la voz de Jesús entre tantas otras voces que escuchamos?
Mayo
14
5° domingo de Pascua Jn 14,1-12 (…) Jesús dijo a sus discípulos: “No pierdan la paz. Si creen en Dios, crean también en mí. En la casa de
De la Palabra a la acción
Ilustración: Cerezo Barredo • www.servicioskoinonia.org
mi Padre hay muchas habitaciones. Si no fuera así, yo se lo habría dicho a ustedes, porque ahora voy a prepararles un lugar. Cuando me haya ido y les haya preparado un lugar, volveré y los llevaré conmigo, para que donde yo esté, estén también ustedes. Y ya saben el camino para llegar al lugar a donde voy.” Entonces Tomás le dijo: “Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?” Jesús le respondió: “Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie va al Padre si no es por mí. Si ustedes me conocen a mí, conocen también a mi Padre. Ya desde ahora lo conocen y lo han visto.” Le dijo Felipe: “Señor, muéstranos al Padre y eso nos basta.” Jesús le replicó: Felipe, tanto tiempo hace que estoy con ustedes, ¿y todavía no me conoces? Quien me ve a mí, ve al Padre. Entonces por qué dices: «Muéstranos al Padre»? ¿O no crees que yo estoy en el Padre y que el Padre está en mí. Las palabras que yo les digo, no las digo por mi propia cuenta. Es el Padre, que permanece en mí, quien hace las obras. Créanme: Yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Si no me dan fe a mí, créanlo por las obras. Yo les aseguro: el que crea en mí, hará las obras que hago yo y las hará aún mayores, porque yo me voy al Padre.”
Jesús nos llama a no perder la paz y nos da una perspectiva de esperanza que incluye la vida después de esta vida que conocemos; nos dice a dónde vamos —a la casa del Padre— y cómo llegar ahí: “Yo soy el camino.” Jesús es el camino para llegar al Padre y al mismo tiempo es el primero en recorrer ese camino; pasando él primero por las dificultades y sufrimientos que hay que atravesar y enseñándonos que es posible recorrerlo sin perder la paz, fortalecidos por la confianza en Dios. El camino que nos propone Jesús no es un camino fácil, pero es un camino de amor y justicia, de crecimiento y, a fin de cuentas, de bienaventuranza y verdadera felicidad; un camino que vale la pena recorrer. Cada vez que nos encontremos con dudas acerca de por dónde seguir, recordemos que él es el camino.
Jesús es el camino a la verdadera felicidad.
Mayo
21
6° domingo de Pascua Jn 14,15-21 (…) Jesús dijo a sus discípulos: “Si me aman, cumplirán mis mandamientos; yo le rogaré al Padre y él les dará otro Paráclito para que esté siempre con ustedes, el Espíritu de la verdad. El mundo no puede recibirlo, porque no lo ve ni lo conoce; ustedes, en cambio, sí lo conocen, porque habita entre ustedes y estará en ustedes. No los dejaré desamparados, sino que volveré a ustedes. Dentro de poco, el mundo no me verá más, pero ustedes sí me verán, porque yo permanezco vivo y ustedes también vivirán. En aquel día entenderán que yo estoy en mi Padre, ustedes en mí y yo en ustedes. El que acepta mis mandamientos y los cumple, ése me ama. Al que me ama a mí, lo amará mi Padre, yo también lo amaré y me manifestaré a él.” Dios establece con nosotros una relación de amor que se realiza al cumplir con los mandamientos de amarlo a Él y a nuestro prójimo. Jesús nos habla de una presencia permanente que además va más allá de “estar con”, pues el habla de “estar en”, cuando se refiere a su presencia en relación con el Padre y a su forma de estar en nosotros. La palabra Paráclito viene del griego y quiere decir abogado defensor; se refiere al Espíritu Santo. Presencia Apostólica
21
¿Deseas que el Espíritu de verdad habite en ti?
Mayo
la
28
La Ascensión del Señor Mt 28,16-20 (…) Los once discípulos se fueron a Galilea y subieron al monte en el que Jesús los había citado. Al ver a Jesús, se postraron, aunque algunos titubeaban. Entonces, Jesús se acercó a ellos y les dijo: “Me ha sido dado todo el poder en el cielo y en la tierra. Vayan, pues, y hagan discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a cumplir todo cuanto yo les he mandado; y sepan que yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo.”
donen los pecados les quedarán perdonados; y a los que no se los perdonen, les quedarán sin perdonar.” En el evangelio según san Juan, la primera aparición de Jesús a sus discípulos sucede en la tarde del domingo de resurrección. Jesús se presenta en medio de esa comunidad para darles el regalo del Espíritu Santo y con él la paz y el poder de perdonar los pecados. La fuerza del Espíritu de Jesús puede transformarnos también a nosotros, como a los apóstoles, de débiles, temerosos y encerrados, a valientes, confiados y animosos para emprender la misión. En Pentecostés celebramos una vida nueva: la vida en y con el Espíritu Santo. Es el Espíritu de Pentecostés el que hace posible el verdadero seguimiento de Jesús en el que podemos llamar Padre a Dios y a todos los hombres, hermanos. La fiesta tiene también un sentido comunitario, pues celebra el nacimiento de la Iglesia.
Celebrar la Ascensión de Jesús implica una invitación a comprometernos con Él en nuestra vida. En los últimos versos del evangelio según san Mateo Jesús señala la misión de los apóstoles, misión que compartimos todos los cristianos. Con el encargo de su misión Jesús nos muestra su amor y su confianza y nos promete estar con nosotros “todos los días, hasta el fin del mundo”.
Junio
4
Domingo de Pentecostés Jn 20,19-23 Al anochecer del día de la resurrección, estando cerradas las puertas de la casa donde se hallaban los discípulos, por miedo a los judíos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: “La paz esté con ustedes.” Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Cuando los discípulos vieron al Señor, se llenaron de alegría. De nuevo les dijo Jesús: “La paz esté con ustedes. Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo.” Después de decir esto, sopló sobre ellos y les dijo: “Reciban el Espíritu Santo.” A los que les per22
Presencia Apostólica
Junio
11
Ilustración: Cerezo Barredo • www.servicioskoinonia.org
Dios quiere quedarse con nosotros y en nosotros, a través de su Espíritu que es el Espíritu de la verdad, el que nos transforma y nos enseña lo que debemos hacer, como lo hizo con los discípulos.
La Santísima Trinidad Jn 3,16-18 “Tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga la vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salvara por él. El que cree en él no será condenado; pero el que no cree ya está condenado, por no haber creído en el Hijo único de Dios.”
Esta breve lectura del evangelio de Juan explica la misión de Jesús, enviado por Dios, motivado por su amor al mundo, a la humanidad, para intervenir en la historia humana. Hay que tener muy claro que el amor de Dios quiere la salvación del hombre; esa es su voluntad. La elección que cada persona hace, ante Jesucristo, es la elección entre la luz y la oscuridad; rechazar a Cristo es preferir la oscuridad. La fiesta de la Santísima Trinidad nos recuerda que siempre podemos conectarnos con la presencia de Dios, viviendo cada día de nuestra vida en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
Junio
Domingo
18
Mt 9,36-10,8 (…) Al ver Jesús a las multitudes, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y desamparadas, como ovejas sin pastor. Entonces dijo a sus discípulos: “La cosecha es mucha y los trabajadores, pocos. Rueguen, por lo tanto, al dueño de la mies que envíe trabajadores a sus campos.” Después, llamando a sus doce discípulos, les dio poder para expulsar a los espíritus impuros y curar toda clase de enfermedades y dolencias. Éstos son los nombres de los doce apóstoles: el primero de todos, Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés; Santiago y su hermano Juan, hijos de Zebedeo; Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo, el publicano; Santiago, hijo de Alfeo y Tadeo; Simón, el cananeo, y Judas Iscariote, que fue el traidor. A estos doce los envió Jesús con estas instrucciones: “No vayan a tierra de paganos ni entren en ciudades de samaritanos. Vayan más bien en busca de las ovejas perdidas de la casa de Israel. Vayan y proclamen por el camino que ya se acerca el Reino de los cielos. Curen a los leprosos y demás enfermos; resuciten a los muertos y echen fuera a los demonios. Gratuitamente han recibido este poder; ejérzanlo, pues, gratuitamente.” Al contemplar a la multitud, Jesús sentía compasión y se daba cuenta de las necesidades de la gente y de la cantidad de trabajo que implicaría atenderlas. De acuerdo con esto, Jesús habla del Reino de Dios en los términos del trabajo del campo y nos hace ver que hace falta gente dispuesta a trabajar por transformar la realidad con amor y
justicia. Así, Jesús nos invita a ser discípulos compasivos y a trabajar por los demás.
¿De qué manera trabajas por el Reino de Dios en tu vida cotidiana?
Junio
Domingo
25
Mt 10,26-33 (…) Jesús dijo a sus apóstoles: “No teman a los hombres. No hay nada oculto que no llegue a descubrirse; no hay nada secreto que no llegue a saberse. Lo que les digo de noche, repítanlo en pleno día, y lo que les digo al oído, pregónenlo desde las azoteas. No tengan miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. Teman, más bien, a quien puede arrojar al lugar de castigo el alma y el cuerpo. ¿No es verdad que se venden dos pajarillos por una moneda? Sin embargo, ni uno solo de ellos cae por tierra si no lo permite el Padre. En cuanto a ustedes, hasta los cabellos de su cabeza están contados. Por lo tanto, no tengan miedo, porque ustedes valen mucho más que todos los pájaros del mundo. A quien me reconozca delante de los hombres, yo también lo reconoceré ante mi Padre, que está en los cielos; pero al que me niegue delante de los hombres, yo también lo negaré ante mi padre, que está en los cielos.” Esta lectura es parte de las instrucciones de Jesús a los Doce, cuando los envía a realizar su misión. Les dice a sus enviados que no teman a los hombres, que teman más por su alma que por su vida y que pregonen la verdad. Sus palabras ayudan a los enviados a superar el miedo que sin duda sentirán al realizar su misión. La forma de evitar el miedo es comprender que contamos con la protección y el cariño de Dios y, por tanto, no debemos temer a los hombres. Jesús nos invita a no ser tan ansiosos, a concentrarnos en lo importante y a confiar en Dios.
* Cuando no se reproduce el texto de la lectura (por razones de espacio), se invita a leerlo en la cita bíblica. Presencia Apostólica
23
Reflexión
Tener fe
T
ener fe es ACEPTAR lo que Dios permite en nuestra vida aunque no lo entendamos, aunque no nos guste. Si tuviéramos la capacidad de ver el fin desde el principio tal como Él lo ve, entonces podríamos saber por qué a veces conduce nuestra vida por sendas extrañas y contrarias a nuestra razón y a nuestros deseos.
de sacrificio que implica desprenderse de algo o de alguien, a fin de adquirir eso que mejore nuestro propio mundo y el de los demás.
Tener fe es DAR cuando no tenemos, cuando Tener fe es VER positivamente hacia adelante, nosotros mismos necesitamos. La fe siempre saca algo valioso de lo aparentemente inexistente; puede hacer que brille el tesoro de la generosidad en medio de la pobreza y el desamparo, llenando de gratitud tanto al que recibe, como al que da.
no importa cuán incierto parezca el futuro o cuán doloroso el pasado. Quien tiene fe hace del hoy un fundamento del mañana y trata de vivirlo de tal manera que cuando sea parte de su pasado, pueda verlo como un grato recuerdo.
Tener fe
Tener fe
es CREER en lugar de recurrir a la duda, es CONFIAR pero confiar no solo en que es lo más fácil. Si la llama de la confianza se las cosas y en las personas, sino en el Dios que obra, extingue, entonces ya no queda más remedio que en- actúa y habla a través de las personas. Muchos confían tregarse al desánimo. Para muchos creer en nuestras en lo material, pero viven relaciones huecas con sus bondades, posibilidades y talentos, tanto como en los semejantes. Cierto que siempre habrá gente que lastime y traicione tu confianza, así que lo de nuestros semejantes, es la energía “Que en tu vida haya que tienes que hacer es seguir confiando que mueve la vida hacia grandes desuficiente fe para rroteros. Pero todavía hay una forma y solo ser más cuidadoso con aquel en afrontar y esperar más elevada de creer. Saber que nuesquien confías dos veces. tra vida está en las manos de Dios y que las situaciones difíciles cambien, y es BUSCAR lo imposible: que Él es quien cuida de nosotros. la necesaria humilsonreír cuando tus días se encuentran nudad para aceptar es GUIAR, DIRIGIR nuesblados y tus ojos se han secado de tanto que muchas veces tra vida, pero no con la vista, sino con llorar. Tener fe es no dejar nunca de desel que tiene que nudar tus labios con una sonrisa, ni siquieel corazón. La razón necesita muchas cambiar, eres tú.” ra cuando estés triste, porque nunca sabes evidencias para arriesgarse, el corazón necesita sólo un rayo de esperanza. Las cosas más bellas cuándo tu sonrisa puede dar luz y esperanza a la vida de y grandes que la vida nos regala no se pueden ver, ni alguien que se encuentre en peor situación que la tuya. siquiera palpar, solo se pueden acariciar con el espíritu. es ANDAR por los caminos de la vida es LEVANTARSE cuando se ha caído. de la misma forma en que lo hace un niño. Tomados Los reveses y fracasos en cualquier área de la vida nos de la mano de nuestro padre. Tener fe es dejar nuesentristecen, pero es más triste quedarse lamentándose tros problemas en manos de DIOS y arrojarnos a sus en el frío suelo de la autocompasión, atrapado por la brazos antes que al abismo de la desesperación. Fe es descansar en Él para que nos cargue, en vez de cargar frustración y la amargura. nosotros nuestra propia colección de problemas. es ARRIESGAR todo a cambio de un sueño, de un amor, de un ideal. Nada de lo que me- José Luis Prieto rece la pena en esta vida puede lograrse sin esa dosis www.reflexionesparaelalma.net
Tener fe
Tener fe
Tener fe
Tener fe 24
Presencia Apostólica
Tener fe