EPIFANÍAS DEL DESEO. ESPACIO EX/CÉNTRICO.

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Epifanías del Deseo

Epifanias del Deseo

Editorial

Epifanías del Deseo Espacio Ex-Céntrico Sonia Viano

Epifanías del Deseo, Espacio Ex/céntrico

Cotidiano tan presente como la infamia y lo abyecto.

presente en la subversión. Así todo dispositivo creativo se juega de pleno en la esfera política procurando en el caso de la Escritura y del arte de no quedar acorralados, amaestrados, clasificados. Que venga lo intempestivo. Lo que no coincide en el tiempo. Ni se adapta a sus pretensiones. Que surja la emergencia de lo inesperado para despertar el acontecimiento crítico.

El binarismo es una estructura coercitiva y rígida que alimenta estereotipos apretados y mezquinos. Cañón de un poder que invisibiliza con sus acciones, ocultando los procesos de creación en un marco de “naturalización” tornándolos indiscutibles e inamovibles.

Espacio Ex/céntrico, lugar de brujas, magos, raperas, psicoanalistas, locos, descabellados, desandados que con un brochazo intentan intervenir con sus argumentos, darle vida al encajonamiento de cuadriculados discursos de poder sin memoria.

Espacio Ex/céntrico es Escritura en el sentido de apropiación de un Sujeto que se hace

Que no pasan por el tamiz del lenguaje.

Tránsito de cuerpos sin erotismo, legajo

es la puerta que se abre para realizar el breve gesto de correr el velo del silencio.

Una especie de microcirugía que limpie las heridas innecesarias de esos, aquellos discursos de grises binarios.

Epifanías del Deseo

Jeroglífico policíaco que desmembra. Grillete en labios y sexualidades. Estilete de la angustia como púa y punzón.

Pasillo andado tantas veces…que no sabe ya ni de sonrisas, ni de vulnerabilidades, ni de pactos y de lazos vitales. Epifanías perfora, abre, corta, de tomo y lomo la acéfala competitividad mercantil, del Goce de mercado.

Gracia obscena y dolorosa. Día por día monótonamente se vuelve agradable. Natural.

Discretamente sentada en el sofá. Muñecxs silenciadas en el dolor de Dios, postura apocalíptica para mantener la calma. Tiranía y fanatismo.

Teatralidad que habla asesinatos sin nombres, por retraso, abandono, descuido y olvido.

Declive de notas cerradas en la absoluta estupidez.

Nada que no atemorice. Ninguna emoción en el aire. “Nos falta el aire” Falta el Sujeto. La carne como gran ausente. Duele -Goza. Olores irreconocibles, voces desesperadas, niños sin “destino” abandonados en las esquinas. Sudor de axilas. Mujeres, cuerpos atropellados por la fatiga acrecentada en lo profundo de sus párpados el corazón estallando en sus tímpanos.

Matar la carne, se vende cama. Desaparece el eco de sus voces. Silencio físico. Un mostrador vacío carga los cuerpos. Afuera un cartel.

Sólo periódicos amontonados. Informes argumentaciones. Bocanada ciega. Da igual.

Obra. Indiana Castillo Contant. 2021. “ Algien nos Espera”

Altruismo ¡Horror! ¡Horror y más horror!

Epifanías del Deseo. Espacio Ex/céntrico escribe desde esa herida que abre la única voz de la Escritura, hace lazo para no olvidar. ¡¡Respirar suficientemente…Las naves, las águilas, las formas del porvenir Sujeto Ya!! ¡¡Ya basta!! ¡Que venga Epifanías del deseo!

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Mirar y ser mirado: De un otro que habla de sí mismo Por: María Leticia Rodríguez propia enfermedad de nuestra sociedad es puesta en escena; síntoma puesto en el cuerpo. Enunciarlo así, es causa del permitirme ser mirada por el acontecimiento del arte que, en mi caso, no es sino el acontecimiento de mi propio cuerpo violentado. Señala Lacan (2018), que la visión se escinde entre la imagen y la mirada. (p. 212) Mirada escindida que abre la brecha para convocar e invocar a los fantasmas y las violencias, esas que ya vemos sin mirar y que son las que bordean a los cuerpos. “Se dice que algo le mira (atañe) cuando requiere su atención.” (Lacan, 2018, p. 212).

Te miro en el refejo del espejo en que me miras Pausa temor y ¿miras o miro?

Respondes mientras me respondo. ¿Acaso no es necesario ser rechazado para convertirse en uno mismo?

Entro en soledad y tengo miedo.

Un miedo a veces inconsciente y otras otras

Pues bien, lo que me mira, lo que me atañe, es un arte en acto que da cuenta de una experiencia límite y cruel y el cuerpo que ha sido textualizado, inscrito, atravesado por entramados simbólicos que exhiben eso que está más allá: lo Real. Es desde ahí que pienso las artes y a los artistas.

Topos desde donde se hace evidente que el cuerpo, es un lugar de disputa que se da por mecanismos de control que echan a andar un sobre-ejercicio de poder, con la finalidad de configurar y dar forma a lo ilegal con rostro de legalidad.

Un hacer valer “la ley” forzando la administración de lo no legal que se hace de la ley para anular, aplastar desmembrar, sodomizar, a nuestros cuerpos. Ya el mismo Artaud (2014) nos advertía sobre la decadencia de la sociedad y su impacto en los cuerpos cuando señalaba que: “[…] La peste parece pues manifestar su presencia en ciertos lugares, afectar todos los lugares del cuerpo, todos los emplazamientos del espacio físico donde la voluntad humana, la conciencia, el pensamiento están a punto de manifestarse.” (p. 2)

atrozmente racional.

Ser mirados resulta en momentos un estado de indefensión.

Un extravío de mí misma.

Un abandono del mundo que he construido.

Entonces miro la otra que no soy yo.

O quizás lo otro que soy y se niega a perderme MLR.

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igamos que a través de algunas obras de arte experimento las violencias que se montan en una serie de mecanismos de apropiación, mismos que se disputan el cómo se re-configuran los cuerpos desde los espacios artísticos, los espacios sociales y políticos en tanto gran síntoma. Digamos que miro a los cuerpos convertidos en espacios de tensión y, a los márgenes que esas obras proponen, como topos en los que pulsiona lo Real y desde donde pueden erosionarse los discursos del perverso entorno en el que vivimos.

Ante esto, cabe pensar que las circunstancias y el contexto de violencias que actualmente vivimos en este país, o mejor dicho al que intentamos sobrevivir, demanda que el artista piense el acontecimiento artístico ya no solo desde una dimensión estética, sino sobre todo desde su dimensión ética. Lo cual implica un movimiento que trastoque y bordee lo que excede lo representable, para evidenciar un síntoma: el de las violencias que atraviesan los espacios; los cuerpos.

Intento así, mirar y pensar desde otros lugares, para hablar de

Decirlo desde ese lugar, implica que los espacios del arte, me sirven para mirar la contaminación de los cuerpos sobre los cuales se inscriben una infinidad de rostros que adquiere la violencia. Territorios del arte en los cuales la Epifanías del Deseo

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las violencias des-limitadas, territorializando cuerpos hasta la deformación de los mismos y que son puestas en juego y en diálogo en el teatro, en las artes plásticas, la performance, el acontecimiento teatral, las escenas expandidas, los espacios liminales, y tantos intentos más por nombrar lo innombrable; por re-presentar lo impensable o lo que Lacan define como lo Real, el objeto @, la Tyche, siempre atrás del Autómaton para poder bordearla y organizar eso que Freud nombró el das Ding.

Pensemos en el arte como posibilidad de un encuentro fallido con la cosa, con lo ominoso, con lo siniestro en tanto que es el síntoma de nuestro tiempo. Como intento fallido que puede devenir acto que nos conecte con ese algo extraño de cada quien, de cada cuerpo actuante y expectante, para provocar, interpelar y preguntarse, sin buscar una única respuesta. Esos márgenes del arte, pensados como aquello que bordea y hace de límites, para hacer evidente aquello que no se alcanza a distinguir hasta que adviene acontecimiento para hacer del adentro un afuera, para mirar al ser mirados.

“Función de cuadro” diría Lacan en tanto que la obra de arte va a provocar una afectación en el sujeto al posibilitar ese más allá de lo que nombramos representación. Artaud (2014) nos lo planteará desde el lugar del arte: “[…] creemos que en la llamada poesía existen fuerzas vivas, y que la imagen de un crimen presentada en las condiciones teatrales adecuadas es para el espíritu algo infinitamente más terrible que la ejecución real de ese mismo crimen.” (p. 89) En 1964, Marguerite Duras escribe El arrobamiento de Lol V. Stein. Novela que invita a sentir el valor de la mirada, del deseo y de los silencios, esos que convocan a que alguien tan lector, quede arrobado por un algo que no se puede poner en palabras ya que es del orden del afecto y del efecto. Impacto que el arte o cierto tipo de arte, ese que perturba, consigue al permitir desplazar la mirada del texto, al adentro del cuerpo.

porque va más allá y, es en esta idea del “ir más allá”, que el artista y su obra, pueden hacer de síntoma y posibilitar una mirada “más allá” de lo figurativo. Ambos escritos los traigo a cuento por aquello de sentirse arrobada, cautivada o embelesada en algún momento por la obra de arte, por algunos artistas que provocan en mí un vértigo que incomoda y perturba mi forma de ver la vida, mi vida y lo que yo llamo la apropiación de los cuerpos a manos de las infinitas formas de violencia que cohabitan en nuestra sociedad. Porque mirar para ser mirado debe ser la razón del arte ya que es éste el que, con mayor exacerbación, ha vuelto a poner en tensión la dualidad Eros-Thanatos que nos habita.

En 1965, Lacan publicará un texto titulado Homenaje a Marguerite Duras, por el arrobamiento de Lol V. Stein (2018) en el cual nos dice los siguiente: Pienso que, incluso si Marguerite Duras me hace escuchar de su propia boca que no sabe en toda su obra de dónde viene Lol, y aunque yo pudiera entreverlo por lo que me dice en la frase siguiente, la única ventaja que un psicoanalista tiene derecho a tomar por su posición, aunque le fuese reconocida como tal, es recordar con Freud que en su materia, el artista siempre le precede, y que no tiene por qué hacerse el psicólogo allí donde el artista le abre el camino. (p. 211)

REFERENCIAS Artaud, Antonin. (2014). El teatro y su doble. El Cuenco de Plata.

Lacan, Jacques. (2018). Homenaje a Marguerite Duras por el arrobamiento de Lol V. Stein”. En Otros escritos (pp.209-216) Paidós.

Planteamiento con el que nos deja ver que, desde su perspectiva, el artista le lleva la delantera al psicoanálisis

Lacan, Jacques. (2013). Seminario 11, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis. Paidós.

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El cuerpo/extranjería.

La criatura de los espejos rotos Por: Octavio Patiño

C

ual errante Odiseo abandonamos la tierra para buscar, a través de las batallas, las huellas de un posible origen.

Escurriendo al mundo, el sujeto es un armaje cuerpo, un armaje de otredad en los combates con los monstruos.

cuerpo membrana que se abre a la vida, por donde el flujo vital descarrila sus emanaciones, sus caudales; es también lo que se purifica, se sutura. Un juicio moral cae sobre los huecos, los vigila, los nutre, los silencia, los vehiculiza.

El caparazón estaba roto; como lentas tortugas, como caracoles ebrios nos arrastramos por las parcelas del exilio, tierras cambiantes e inhóspitas. La extranjería constituyó nuestro grito, nuestro hablar, nuestro gesto, brincoteó en el neuma, la turbulencia floreció en ficción. Las pieles multicolores fueron besadas, marcadas, masticadas, lamidas por la lengua del Otro. En este mundo de la carne grave algo se fue cociendo cuerpo, un “algo” en un imperio incognoscible, aullido de Real, un imposible en la grieta que somos. Nacimos extranjeros al cuerpo y el cuerpo nos extranjerizó.

Los orificios del organismo muestran las costuras de su paso por la cultura. La boca que traslada los ecos del vibrato interno, es capturada por una ortopedia del sonido, por una estilística de los acentos, por una manufactura del cántico. Los cantos poéticos terminan sistematizados por La Gramática. ¿Pero desde dónde pensar el quiebre, la desviación sonora, la perturbación martilleante, la turbulencia de la pregunta de un cuerpo interrogante? Intensémoslo con Lucrecio en las voces de Serres (1994) La existencia, el tiempo, el sentido y el lenguaje descienden juntos por el plano inclinado. Y también lo hace el propio poema, que lenta y escalonadamente se va inclinando y rueda hasta la peste de Atenas entre relámpagos, esos rayos que el sol dispersa. Son trazos inclinados que dictan, con el tiempo, una nueva pendiente. El poema echa a rodar su versificación seudocircular, sus torbellinos de palabras conjuntas sobre un talud atravesado por catástrofes. El texto declina, deriva como el mundo. Sigue la ley de la pendiente extrema. Como se decía antes, la ley de la creación. (p.55)

Los cromosomas se embriagaron y escondieron los mapas, las sangres de antepasados se irrigaron en yerbas de historias perdidas, los rastros de un origen que sólo se muestra en fragmentos. El cuerpo es un fragmento oscilatorio entre la impotencia y la potencia. Freud lo llamó malestar, cuerpo del sufrimiento y precariedad, lo expuesto a las calamidades naturales, pero también el desparpajo de los espejos rotos.

Los otros de la masa, los trizados espejos de la bruma que acecha, corta, mira y claro, espejea.

En los efluvios de lo amniótico, las burbujeantes noticias de una vida, convocan en alaridos y llantos la fugacidad de un nacimiento, que sólo pertenece a lo intempestivo, a lo incomprensible. ¿Quién nace? ¿Qué nace? ¿Para quién nace?, Lo que nace a la muerte lo hace desde la otra muerte, la de la significación, nacido de lo Real encaminado a lo Real, lo Real no está lleno.

No se piense que todo surge de la Unidad y se diversifica por el acto del clinamen, este debate se da entre estoicos y epicúreos. Deleuze (1994) responde al respecto: “Los epicúreos afirman la independencia o la pluralidad de las series causales materiales, en virtud de una declinación que afecta a cada una; y es sólo en este sentido objetivo que el clinamen puede ser llamado azar.” p.194 Todas las series causales son afectadas por el clinamen, que es su propiedad, por esta razón se parte de la multiplicidad de los átomos, y por el clinamen se encuentran. Dicen Deleuze y Guattari (2002)

La carcajada de lo incognoscible, angustia de Kant, sus topes en la pared de lo patológico, el mundo sufre con lo humano y lo humano es la larva del mundo, larva-cuerpo ante la cual los señuelos de las máximas se desbarrancan. El Epifanías del Deseo

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Y, una vez más, ¿qué es el clinamen? Es el ángulo mínimo de formación de un torbellino que aparece aleatoriamente en un flujo laminar. Así pues, imaginemos un haz de paralelas. En un punto cualquiera del flujo o de la catarata aparece un ángulo muy pequeño y, a partir de él, una espiral.

En el seno de este movimiento, los átomos, hasta entonces separados, se encuentran. (p. 82)

bien en la multiplicidad, pero no produce la desviación que provoca el conato.

El origen de las cosas, su creación, emana de la turbulencia. El lenguaje que surge originariamente como grito del orificio, es grito que evoca los ruidos del mundo colados por la membrana de la placenta y la placenta es ese amboceptor que no pertenece ni al niño, ni a la madre, pero que además les toca a ambos, esa membrana es placentera y displacentera, el plano de inmanencia total. Algo de ello transitará en el cuerpo en su reencuentro con el mundo, la voz de las rocas, el beso del árbol, la musicalidad de las estrellas, la risa del fuego. Ese efluvio cósmico de la materia que se hace pregunta, que se encarna poesía.

Encuentro atómico, reacomodos de la materia, flujos, fluidos, fluxiones, agua lustral que niega al Dios único. El orificio boca es tensado por los hilos del corazón. El líquido amniótico del mundo se desplaza, declina en volutas que producen ecos de oleajes. Ahí la consigna pretende acallar el canto ritornelo, Deleuze denunciará la manera en que el lenguaje se ha trastocado en consigna, consiga que es una sentencia de muerte sobre el hijo, el niño es condenado a morir, pues la interrogante heterogénea del clinamen es capturada, el fluir del agua se congela. Porque una mínima desviación produce la divergencia en la verticalidad. La fuente de donde emanan las cosas entonces, es la declinación.

El enderezamiento es la rigidez laminar, el paralelismo, si

Sin embargo, la estratificación tiene muy bien trazados sus territorios, sus circunscripciones. El canto, el ritornelo, la pregunta, son tragadas por la enorme bocina del tráfico y la educada oreja del hombre de Razón. El átomo es palabra, letra, pregunta. Siendo fluido, caudal, produce turbulencia.

Heterogeneidad en la multiplicidad. El aleteo de la mariposa es el clinamen, las fluctuaciones del río que llevó 9

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a Moisés en su travesía. La insistente pregunta del cuerpo es contra-efectuación frente a la estratificación. Es pregunta atómica, destruye en su construcción, parte de la multiplicidad a la heterogeneidad. Se enfrenta a los espejos trizados, es la criatura incómoda de los espejos, lo que no ha dejado de acaecer, cuerpo clinamen. No es un asunto sólo metafórico, no es sólo la metáfora hidráulica, de los fluidos para pensar asuntos que tocan lo cotidiano, el átomo es la vida, o mejor, es el clinamen del átomo lo que produce el sentido. Cuerpo atómico, caudal extranjero, Otro que cimbra y siembra lo escritural de una criatura que se torna criatural, escri-atural. El cuerpo es lo extranjero, impronta de extranjería que sitúa la noción del cuerpo como extra/cuerpo. Preguntémonos con Serrés (1994) ¿Qué es el nacimiento, nuestro nacimiento? Las aguas enfurecidas han arrojado en la costa al marinero. Recordemos, según se ha visto anteriormente, cómo funciona la tempestad: ruptura del equilibrio, trombas y precipitaciones en un plano inclinado. El náufrago llega al final de su caída. Es fácil pensar, al leerlo, en Ulises arrastrado por la resaca, tendido desnudo en la orilla y esperando a Nausicaa; o en Sísifo al pie de la colina. Así yace el niño lacethumi, sobre la tierra. En las partes bajas. Está echado.

Caído desde arriba y hacia delante, profudit, arrojado a la luz desde el alveolo materno en donde se hallaba estable como un oscuro navegante en aguas tranquilas. Tempestad en las aguas amnióticas, ruptura, naufragio. El río Nilo arrastrando a Moisés. (p.76) ¿Qué es el nacimiento? Quizá la expulsión, la extranjería que, en la impronta de Odiseo, del niño Moisés, produce el torbellino de la vida-clinamen, del cuerpo-clinamen, esa criatura errante entre los filos de los espejos rotos.

REFERENCIAS Deleuze, G. y Guattari, F. (2002). Mil Mesetas. Capitalismo y esquizofrenia. Editorial Pre-textos.

Deleuze, G. (1994). Lucrecio y el simulacro. En Lógica del sentido. Edición Electrónica de www.philosophia.cl / Escuela deFilosofía Universidad ARCIS. Serres, M. (1994). El nacimiento de la física en el texto de Lucrecio. Caudales y turbulencias. Editorial Pre-textos.

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Potencia del vacío.

Función de escritura Por: Sonia Viano

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oy este texto viene desde una breve perspectiva, que se monta sobre la búsqueda de la intimidad perdida. Articular el Efecto de vaciamiento, de agujero, de hiancia que afecta la economía política del Goce en la Escritura.

Es a partir de la hiancia como enunciación del vacío que se presta para leerla de una manera bifronte, es decir esta al servicio de nombrar un extenso y a veces, dilatado agujero, una abertura. Y por otro lado conserva una trabazón con el lenguaje. Cabe señalar que estos efectos son vertientes estructurales y topológicas que conciernen al Efecto de causa tanto del Sujeto del psicoanálisis, como también del arte.

A mi modo de reflexionar esta panorámica bien puedo decir que el vacío es inaprensible, irrepresentable y no especularizable, similar a la partícula de Dios que se revela como un ausente, pero presente, produce líneas de fuga que convocan realidades heterogéneas, atípicas.

Es decir, algo nace a partir del vacío y de la desnudez. Teniendo que sobrevenir no obstante un vaciamiento que es potencia y producción. Poiesis.

Fabricantes de telares, cubos de basura, labios atados a una cuerda para que su resonancia sea mayor. Lo inmundo. La mierda, el resto. Presente intemporal manifiesto. Idea que trae a colación algo que ya mencionaba Lacan, diciendo que el inconsciente subvierte la teoría del conocimiento.

Si la teoría es del conocimiento, esto sería análogo al semblante que protege, pero también aplasta haciendo perder el sentido. Cabe señalar que hace falta que algo se ahueque y se vacíe para no quedar atrapados en ficciones que abruman y sumergen al sujeto, sin embargo, algo tendrá que se conservarse, que algo reste, una necedad insistente, pero sin esa carga de Goce condenatoria. Partícula de Dios. Bien pareciera por lo dicho anteriormente que el tema induce a pensar La causa y el vacío, considerando La Causa como vacío y Efecto a la vez.

Tema espinoso, porque se trata de procurar la posibilidad de arrojar, fuego y luminosidad sobre dos campos que, si bien no son lo mismo, tienen sus puntos de convergencia. “El hueso de lo Real”, como lo nombra Lacan en el seminario 11 de 1964.

Un nudo por donde erotismo y muerte van enlazados en la continuidad y discontinuidad, de la inconsistencia del Sujeto hablante. Es Justo en este punto de clivaje, donde sostengo que el arte aporta al psicoanálisis la potencia de re/flexionar sobre la oquedad. Tal así, como aparece en su oquedad el Sujeto. Para este propósito es necesario plantar desde un principio que de lo que se habla es de lo Real. Comenzando por evocar que para Lacan “lo Real es la Escritura”, lo aborda en el seminario 18 de la clase del 10 de marzo de 1971. El gran tema, del Escrito, sentando las bases de un giro epistemológico y revolucionario. Que se pudiera nombrar como 11

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giro estructuralista, matemático y topológico. Aquí es fundamental una digresión, Escrito, Escritura no alude al sentido coloquial, ni convencional del diccionario, el Escrito es diferente de la palabra. La idea va en el sentido de que el Escrito es el soporte y fundamento de la palabra.

Tema es intricado, ya que el Escrito estaría en el origen y principio de los Grafos, de una notación algebraica, matemática, una fórmula, una topología, o geometría elástica lo que hace que un discurso no sea de semblante. Teniendo en cuenta esta premisa es notorio que existe algo heterogéneo entre lenguaje, significante y palabra. Mientras que la temática de la Escritura es la de la Formalización. Insisto, el Escrito es lo Real, este es el giro que Lacan asume en el seminario 20 enero 1971. Algo inédito, novedoso, dejando lo viejo atrás. Convoca a una forma de nombrar lo Real, diciendo que “Lo Real es la Letra”. Si bien esto no lo explica todo, habrá que decir que lo Real no opera por el Significante, sino por medio de una forma Algebraica por medio de la Letra. Es decir, lo Real hace agujero en la neblina del semblante. Ahueca la batería de los significantes.

En este sentido y temática Dios es Otro, un retrato de la faz del Otro. Desde ahí pensar que “La relación sexual no existe” tiene sentido porque no se puede Escribir. Entonces, Lacan Insiste sobre el tema en el capítulo VII del Seminario 20 en 1972, donde plantea que no hay un órgano adecuado para ninguno de los dos sexos.

Resumiendo, La Escritura sería lo Real, la Letra y el Significante lo Simbólico. Lo interesante es poder llegar a pensar que no hay un Real prediscursivo. Lo Real es Efecto de los Significantes ya que nada hay antes del Significante, proviene del Significante, aunque su materia prima es muy diferente.

Se podría aseverar que Lo Real es una decantación del semblante que termina en lo que hace Trazo. Con lo dicho hasta el momento, lo Real es la Función de la Tyche. Precisamente esta función emparenta arte con psicoanálisis. Justo en el seminario 20 Lacan, abre toda una constelación altamente clarificadora, y es que va más allá del Fantasma, es decir que trastoca toda imaginarización simbólica.

Cierto que en un primer momento el Significante predominaba sobre lo Real. Ahora es el Goce lo que prevalece sobre el Significante. Lacan avanza, hace cortes epistemológicos. Fondea una epistemología mucho más “disidente” desarrollada sobre el Escrito para situar al Sujeto en su acontecimiento enigmático, su cuerpo y sus consecuencias en sus posiciones sexuadas. Escribir y trazar el vacío, la oquedad, es exponer la función estructurante que tiene el mismo. Como un trazo emancipatorio teórico y político para hacer una praxis de la disidencia, tanto en el dispositivo analítico, como en el trabajo de campo. Porque “Desnaturaliza” con su Algebra.

Desnormaliza.

Despatologiza. Desbiologizando al Sujeto. Sujetos siempre en tiempo futuro, ya que todo Sujeto es del por-venir. Como breve conclusión, el Sujeto normalizado es lo que vendría a hacer semblante amordazado por la partícula de Dios rostro del Otro.

Con toda la función del Escrito interroga al lenguaje y el arte interroga al Sujeto. En este panorama el artista es lector de los embrollos y tribulaciones que conducen a una servidumbre totalizadora y destructiva despliega el “Encuentro con lo Real, Función de la Tyche”. Hace litoral, un modo de organización que circunscribe. Tanto el arte como el psicoanálisis lo bordean. En el seminario 11 de 1964 habla de la Función de Cuadro. Esto anima a pensar por un lado el Encuentro con lo Real función de la Tyche y hace de la obra arte y acto. También acción. Para que este acontecimiento se funde es necesario que se de ese hallazgo, esa sorpresa, Epifanías del Deseo

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de lo ominoso, lo Real, la angustia, ese Resto de la obra que trastoca al Sujeto. Encuentro con lo Real, con lo que no cesa de no escribirse. Es decir, la obra mira al Sujeto y no a la inversa, donde el Sujeto mira la obra. Vertiente por donde el Sujeto es afectado, turbado, exigido a atravesar sus embustes. Es un arte que rompe con lo esperado.

Otra vertiente de la Función Cuadro, es orgánica, en relación con el placer de la coincidencia, la conciencia y la no pregunta. Estado de constante sonambulismo sujeto. Infantil, inofensivo. Es inminente decir que, en la primera vertiente de la Función Cuadro, el de la “sublimación” de lo Real le da un topetazo al Sujeto y lo convoca a su Tyche a su encuentro ominoso con su parte maldita. Con su mancha imborrable -traumática desde su propio origen.

Eso que excede la palabra y deja una huella, un surco un sello, un rastro que insiste en no Escribirse y regresa en lo que se repite. “El Sujeto se hace en el rastro”. Y lo abre en lo que hiere a las preguntas sobre la realidad de su espacio y su tiempo. Lo pone a construir sus teorías sobre sus laberintos. Axiomas que dejan entrever al Sujeto del Deseo. “Función de la mancha” que, en el seminario11, sería el límite del Sujeto con su posibilidad de hacer batería de significantes.

Precisamente la Función de cuadro, es la que nos viene a interpelar, en este caso, sobre esta cultura. En qué lugar estamos dispuestos a posicionarnos para intervenir en este devenir de ficciones políticas neoliberales de ajuste militar, de anonimar y silenciar.

En qué lugar nos colocamos en este salvajismo científico, anatómico-político. Encadenados a una impecable y “transparente” videovigilancia para la muerte del sujeto en lo más propio de su Deseo, de su propio cuerpo, para que no quede subyugado a las violencias del espanto e industrialización de su deseo. Sujetos condenados por un poder monstruoso. Un Dios/ faz del Otro del exceso de la moral. Misterio redoblado de un juicio infinito. Un Dios Soberano pleno.

Precio a pagar con la victoria de muerte. Otro/ Dios imperativo de gozar. Que empuja al crimen.

Dejar vivir tomándose el permiso para hacer morir. Toda normalidad es un tipo de opresión. ¡Propuesta! Enfrentarnos a la función de la Tyche que nos convoca a preguntarnos. Y a un saber hacer con el Goce. A un ser-siendo. A un ser -haciendo. A una potencia de verdad emancipadora construida subjetivamente produciendo litoral.

Ya que siempre es posible seguir cayendo al interior de un agujero negro y la curvatura espacio tiempo será cada vez más intensa. ¡Hasta aquí por hoy!

Referencias: Lacan, J. (2015) El Seminario 11 Los Cuatro Conceptos Fundamentales del Psicoanálisis. Paidós.

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Una aproximación al feminicidio desde la perspectiva psicoanalítica Por: Vera Angélica Granados

Quienes prefieren los cuentos de hadas hacen oídos sordos cuando se les habla de la tendencia nativa del ser humano a la maldad, a la agresión, a la destrucción y también, por ende, a la crueldad.

(Freud, 1999)

H

ablar de feminicidio es abrir la puerta a lo ominoso, al dolor y sufrimiento, ya que se manifiesta el componente maligno y perverso del sujeto, pero del cual nadie quiere saber, a menos que se le considere como un “monstruo o un enfermo”.

Por consiguiente es necesario preguntarse ¿qué es el feminicidio o quién es considerado como feminicida? De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas ONU Mujeres (2019) “El femicicidio es la violencia en contra de la mujer por razones de género. Además, comete el delito de feminicidio quien prive de la vida a una mujer por las mismas razones de género”. Sin embargo, quedarse en esta definición limita la investigación sobre las causas que conllevan a cometer el acto criminal, por lo que es fundamental ir más allá de los estereotipos y analizar que el feminicida es un “hombre”, que no está enfermo, sino que en su acto manifiesta un goce perverso, donde al parecer no hay represión ni culpa por los crímenes cometidos; pero que además, puede ser integrante de la familia de la afectada: padre, tío, padrastro, abuelo, hermano, primo, amigo, vecino, entre otros.

El feminicida es un hombre que puede ser cualquier integrante de la sociedad, y que se encuentra sometido a mandatos de género de virilidad, fuerza y potencia… Pero ¿qué es el género? Se le puede concebir como una construcción sociocultural, que se apuntala en las diferencias biológicas que edifican los roles sociales para la mujer y el hombre.

Desde la perspectiva psicoanalítica hombre/mujer o lo femenino/masculino son posiciones subjetivas que van más allá de las diferencias biológicas, sino que se articulan a partir de lo inscripto en el cuerpo, es decir, el cuerpo como un hecho del lenguaje, donde el órgano se hace cuerpo a partir de los significantes…Somos el deseo del Otro y además somos hablados.

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Es una manera diferente de concebir al sujeto, donde lo biológico no es determinante para la constitución subjetiva, sino es a partir del Otro que se va inscribiendo.

Por lo tanto el feminicida atenta en contra de la “mujer”, misma que ha sido construida a través de las condiciones históricas y los preceptos morales abyectos (Superyó) que integran las costumbres y normas que se pueden considerar como buenas para juzgar el comportamiento del sujeto, para ello, a la mujer se le ha asignado como principal rol, el de madre que además debe ser buena, protectora, educadora, cuidadora del hogar, entre otros, pero ¿qué pasa cuando la mujer no desea ser madre, esposa o cuidadora?, al parecer atenta en contra del orden establecido y esto repercute en la posición del hombre, el cual también tiene asignados mandatos de proveedor, trabajo y éxito, mientras que a la mujer se le somete al trabajo doméstico y la crianza, desde aquí se observa la desigualdad histórica a la que ha estado sometida.

Fundamentalmente la mujer es introducida en el pacto simbólico del matrimonio como objeto de intercambio entre no diré que los hombres, aunque sus soportes sean efectivamente los hombres – entre los linajes, linajes fundamentalmente androcéntricos. Comprender las diversas estructuras elementales es comprender cómo circulan, a través de estos linajes, esos objetos de intercambio que son las mujeres.

En la experiencia, esto solo puede cumplirse en una perspectiva androcéntrica y patriarcal, incluso cuando la estructura es tomada secundariamente en ascendencias matriliniales (Lacan, 2008, p. 291).

En la actualidad se podría decir que a partir de los movimientos históricos feministas en contra del sistema patriarcal, se presenta un avance en cuanto a los derechos y acceso a otras formas de vida para la mujer, sin embargo, no para todas, además algunas que trabajan fuera de casa, también tienen que cuidar a los hijos/as y hacerse cargo del hogar, es un doble o triple trabajo, que no es remunerado, sino más bien normalizado.

Es así como el hombre transita entre los mandatos sociales de sus ancestros a dar paso al goce transgresor, ya que el feminicida goza al infringir dolor a la mujer hasta quitarle la vida…Posición subjetiva perversa, donde el principal componente es el sadismo…que responde a un mandato inconsciente, además de articularse con la potencia, la virilidad y la fuerza.

Algunas condicionantes que pueden corroborar que el feminicida tiene una “estructura perversa” se orienta a que en su acto se manifiestan algunas de las siguientes circunstancias que se mencionan en la ONU Mujeres (2019): § La víctima presente signos de violencia sexual de cualquier tipo; § A la víctima se le hayan infligido lesiones o mutilaciones infamantes o degradantes, previas o posteriores a la privación de la vida o actos de necrofilia; § Existan antecedentes o datos de cualquier tipo de violencia en el ámbito familiar, laboral o escolar, del sujeto activo en contra de la víctima; § Haya existido entre el activo y la víctima una relación sentimental, afectiva o de confianza; § Existan datos que establezcan que hubo amenazas relacionadas con el hecho delictuoso, acoso o lesiones del sujeto activo en contra de la víctima; § La víctima haya sido incomunicada, cualquiera que sea el tiempo previo a la privación de la vida; § El cuerpo de la víctima sea expuesto o exhibido en un lugar público.

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Epifanias del Deseo

Se observa cómo a partir de las circunstancias mencionadas, la mujer es considerada objeto de posesión, pero también de goce perverso. Además, algunos de los aspectos estudiados sobre los “porqués” de los feminicidios, versan sobre los celos, envidia, odio, es decir, las pasiones humanas.

La relación secundaria de la mujer en el orden simbólico permite interrogar al sistema patriarcal y la monogamia, siendo el sustento de la desigualdad y la violencia, pero que además son los componentes contemporáneos del lazo social.

El sistema de la monogamia lo que demanda es una exigencia de exclusividad amorosa, afectiva y sexual que sostiene la idea del amor romántico, que cuando no se cumple produce la excusa perfecta para vigilar, violentar, castigar, humillar y matar.

Por lo que el feminicida no es un monstruo ni se encuentra enfermo, sino que es un hombre sujetado a una historia ancestral, donde al parecer no hay represión ni culpa, y responde a los imperativos de goce. En un sistema patriarcal es lógico que existan feminicidios, ya que la mujer es considerada como objeto de procreación y placer para el hombre…Algo no está dicho, pero se desliza en un pacto que lo permite y tolera…

REFERENCIAS Freud, S. (1992). El malestar en la cultura y otras obras (1927-1931) XXI. Amorrortu.

Lacan, J. (2008). El Seminario 2. El Yo en la Teoría de Freud y en la Técnica Psicoanalítica (1954-1955). Paidós.

Organización de las Naciones Unidas ONU Mujeres (2019). El feminicidio en México. https://mexico.unwomen.org/es/noticias-y-eventos/ articulos?topic=8d3b9cad853e44ee8ecb34c0c6c61a83

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El extraño vagabundo de la contingencia Por: José Antonio Mejía

La hoja en blanco, territorio de angustia y precipitación,

forma de vida, registro de extrañeza es el representante para Agamben, de la contingencia absoluta: “Un ser que puede ser, y al mismo tiempo, no ser, recibe en la filosofía primera el nombre de contingente. El experimento al que se arriesga Bartleby es un experimento de la contingencia absoluta” (p.

121).

pasmo de la escritura. El escribiente que ha devenido hoja en blanco ha sido consumido por el abismo. Mirar demasiado al abismo de la hoja en blanco no ha sido sin consecuencias: el abismo exige cuota territorial, el cuerpo del escribiente es donado como espacio mimético que se extiende como parte de la superficie-hoja-en-blanco, topos desde el cual se profiere el eco lúgubre que suspende e inaugura la potencia extraña de la formula preferiría no hacerlo. Expulsada de la historia, la memoria del escribiente se condensa en el críptico preferiría no. La voz se escabulle, anoréxica, en el horizonte de la muerte, al respecto nos dirá Agamben (2011):

La contingencia absoluta no es lo necesario, hace frontera con lo necesario, pero lo expulsa en un movimiento de rechazo en el cual se afirma como opuesto a la condición estática de lo necesario, más específicamente “lo contingente, puede ser o no ser, coincide por su oposición a lo necesario, con el espacio de la libertad humana” (Agamben, 2011, p. 122). Lo contingente organiza la posibilidad del olvido y el recuerdo, de la escritura y la borradura, extiende los registros de la presencia y la ausencia hacia las fronteras con lo imposible y lo necesario. Lo imposible, la no potencia, lo necesario, la potencia absoluta, lo contingente la potencia de ser o no ser, de hacer o no hacer. Bartleby arriesga su desaparición a partir de llevar al extremo la potencia del no, la cual en el mismo movimiento es potencia absoluta de sí. Afirmación en el no. Bartleby, termina el experimento encapsulado en la potencia contingencial, una potencia que nunca termina de pasar al acto. Suspensión. Hay un aviso de que algo va a llegar, preferiría, dirá Bartleby, la cuestión es que eso que avisa que va a llegar nunca hace acto, se queda congelado en potencia de no. Bartleby preferirá no hacerlo. Condición espectral que anuncia una suspensión de las garantías de la contingencia, el tiempo se disloca:

Como escriba que ha dejado de escribir es la figura extrema de la nada lo que procede toda creación y, al mismo tiempo, la más implacable reivindicación de esta como potencia pura y absoluta. El escribiente se ha convertido en la tablilla de escribir, ya no es nada más que la hoja de papel en blanco. No es, pues, de extrañar, que se demore tan obstinadamente en el abismo de la posibilidad y no parezca tener la menor intención de salir de él (p. 111).

Bartleby es improbable, es personaje anticuado: es el futuro infinito de la acción. Anuncio de la llegada y la partida imposibles. Espacio donde se anulan pasado y futuro, donde se presenta inamovible la estatua eterna de un presente engañoso. Ante el monologo impersonal del narrador, Bartleby se escabulle en los silencios de la historia. Bartleby escinde y desgarra. Divide la unidad del copista, del eterno repetir el mismo texto. Con el desgarro, con la división, suspende el ciclo de repetición de lo igual.

De la copia desgarrada surge algo involuntario, Bartleby escribe porque paradójicamente se niega a escribir más.

Voz repetitiva que se condensa en la estructura de una frase: preferiría no hacerlo. Sí, en el relato de Melville aparecen otras frases, sin embargo es esta la que define el espejeo entre la estructura de la muerte y la voz. Esta improbable

El recuerdo restituye al pasado la posibilidad, dejando irrealizado lo ocurrido y realizado lo que no ha ocurrido. El recuerdo no es no lo ocurrido ni lo no ocurrido, sino su potenciamiento, su volver a ser posible. Bartleby cuestiona el pasado de esta manera: lo reclama. No simplemente para redimir aquello que ha sido, para hacerlo ser de nuevo sino para reconducirlo a la potencia, a la indiferente 17

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verdad de la tautología. El preferiría no hacerlo es la restitutio in integrum de la posibilidad, que la mantiene a la mitad de camino entre el acaecer y el no acaecer, entre el poder y el poder no ser. Es el recuerdo de lo que no ha sucedido. (Agamben, 2011, p. 133) Actualización del reclamo de lo que no ha sucedido, incertidumbre en relación a lo que fue.

La carta, el acto de escritura, señala en la tablilla celeste el paso de la potencia al acto, el verificarse de lo contingente. Pero, precisamente por ello, toda carta indica igualmente, el no verificarse de algo, siempre es, en ese sentido, una “carta no reclamada”.

(Agamben, 2011, p. 133) Bartleby no solo es tablilla vacía u hoja en blanco, se mimetiza también con ese rasgo de su pasado del cual se hace referencia al final del relato de Melville: se sabe que Bartleby previo a trasladarse al trabajo de escribiente, laboró en el departamento de cartas no reclamadas, de cartas perdidas. Estos documentos que no llegaron a destinatario son asimilados al preferiría no hacerlo: preferiría no llegar.

Escritura que no llega, Bartleby se hace uno con ese espacio donde la potencia no puede. No puede devenir acto, ya sea de entrega o de escritura. Hay una inscripción extraviada que se reclama vía preferiría no hacerlo. Bartleby funda un estilo vía la contingencia absoluta: estilo de la presentación imposible. Lo sabemos: con Bartleby muere su secreto, que como incisión queda clavado desde la contingencia absoluta en los territorios del anonimato. Lo escrito es precedido de toda una historia borrada, detrás de todo texto hay una llamada a que la arqueología de la potencia se tope de frente con la ausencia de origen, el origen está perdido, el origen es lo más alejado de las letras dispersas a lo largo de las hojas marcadas que componen un texto. Seguimos rondando los laberintos de Babel, y ante la ausencia dejada por Babel esperaríamos una invitación de Bartleby a preferir no.

Pero una vez más, Bartleby no incita a nada, no realiza provocaciones: no hay una invitación a “ser” como Bartleby.

Bartleby es el anónimo vagabundo de la contingencia.

Podría ser cualquiera por eso se afirma como nadie, como un nadie que prefiere no. Semblante del incómodo que corporiza la contingencia absoluta. Lo sabemos: Bartleby es consumido por la potencia del no, la lleva a su paroxismo y nos la ofrece descarnada una y otra vez como posibilidad imposible o como imposible posibilidad.

REFERENCIAS Agamben, G. (2011). Bartleby o de la contingencia. En Tres ensayos sobre Bartleby, -Agamben, Deleuze, Pardo-. Pre-Textos.

Melville, H. (1853). Barleby el escribiente. En: Breve antología de la novela corta norteamericana. Wallace Stegner y Mary Stegner, compiladores, 1964. Versión española de Andrés M. Mateo, 1964. Limusa.

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Fisuras en la adolescencia Por: Carlos Prego

Este es una visión personal sobre el fenómeno; ojalá sirva para comprender a nuestros

jóvenes. Lo dirijo a los jóvenes mismos pero también a sus padres y al público en general.

Adolescente...un hálito (un cuerpo) que habla.

Hoy, ser adolescente implica procurarse vías para encontrarse mejor con ellos mismos... algo así como proporcionarse sus propias terapéuticas.

Lejos de ser bueno o malo, es resultado de una coyuntura que no les proporciona esos rituales de mediación, de pasaje que hace 25 o 30 años eran moneda común. Estas nuevas formas de procuración personal implican de manera decisiva la imagen y el cuerpo. Cuerpo, que siente la necesidad de liberarse de influencias del medio familiar (generalmente distendido, fracturado); familia a quien que a su vez, le cuesta trabajo entender esta parte del desprendimiento adolescente.

Una de las salidas a este enigma en el que “adolece” (adolescente), se vincula a la coerción corporal. Vemos aquí una pretensión radical donde el joven se enfrenta a una bifurcación un tanto radical, una en el cual hay una marca, una exigencia propia del crecer y con ello el de abandonar una cierta posición de protección respecto al influjo externo; y otra, donde el deseo parece contenido y retenido por un goce de sostenerse como “un niño maravilloso”.

La consecuencia inmediata es que ese “yo” del niño no puede ajustarse a la desproporción de ese cuerpo que pareciese que actúa por cuenta propia y sin coordinación.

No es fácil soportar un cuerpo que parece desprenderse de un pasado y hacer cosas en oposición a lo que quiere.

Lo anterior, no es nuevo. Ya Freud lo había descrito cuando hablaba del padecimiento histérico y lo denominaba como “voluntad contraria”, en la cual ese cuerpo no sólo hacía cosas que no quería, sino que también hacía cosas contra sí mismo de una violencia supina.

Por supuesto que ha habido múltiples cambios sintomáticos entre los tiempos freudianos y los actuales. Hoy es difícil encontrar parálisis y ataques conversivos puros; el “yo” actual adolescente lleva al cuerpo a situaciones límite: perforaciones, escariaciones, bulimia, anorexia, tatuajes, automutilaciones por mencionar algunas.

Este individualismo moderno construye “Yo’s” narcisistas que confrontan sus contradicciones insostenibles con el cuerpo, el cual es visto como su única posesión real.

Este sujeto que adolece ya no busca esa imagen “paterna” de la familia, no; hoy se dirige a un “otro” que lo mira desde una pantalla virtual en cual puede mostrar, sus cortes, 19

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sus tatuajes...sus transformaciones, las cuales asemejan construir y constituir un escenario particular donde hay un dominio obstinado (y yo diría hasta feroz) de la morfología corporal.

Y sí, lo virtual se apresta como el escenario convocante (cámara o pantalla mediante) donde “ese” cuerpo es “algo” para alguien (o “alguienes”); lo fundamental es que se vea, que se sepa. Es así como este “cuerpo” que tiene un Yo se presenta como un lugar plagado de significación, significación que es vista como dominio, dominio que se exhibe, que se expone, que se ostenta.

Pensemos que esta imagen corpórea se encuentra íntimamente ligada a esos puntos de “quiebre social” donde lo privado, ya es público. Metamorfosis entre lo público y lo privado donde esa “falta radical en Ser” -de manera voluntaria- lleva su indignación al cuerpo, como ese Otro que muestra y presenta todo lo que escapa a su dominio y control.

Vivimos en un cuerpo social “roto”, “quebrado” en sus vínculos de cohesión, en sus vínculos de solidaridad, en sus vínculos de construir comunidad.

Queda entonces para la reflexión pensar ese cuerpo que adolece y que es interpelado por fuerzas de transformación histórica individual y social en la cual el hartazgo económico, político y social han producido y siguen produciendo engendros especulares (de reflejo, de espejo) de Yo’s ideales secuestrados en los confines del cuerpo.

Veamos hoy la adolescencia como “momentos” de quiebre, de fisura, de duelo por los padres, por la identidad, de duelo...por el cuerpo.

La mejor forma de ayudarlos es no sólo invitándolos a la construcción de comunidad, sino siendo ejemplo de ello, siendo ejemplo de comunicación, de participación.

REFERENCIAS Bauman, Z. (2011). Ética posmoderna. Siglo XXI editores.

Bauman, Z. y Bordoni, C. (2016). Estado de crisis. Paidós.

Blos, P. (2003). Los comienzos de la adolescencia. Amorrortu.

Zizek, S. (2009). El acoso de las fantasías. Siglo XXI editores.

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Un cuerpo sin rostro: una máscara en el diván Por: Uriel Morales

"¿En qué te ofendo, cuando sólo intento poner belleza en mi entendimiento y no mi entendimiento en las bellezas?"

Sor Juana Inés de la Cruz

Condenados a repetir una historia que está sumergida

en la clínica psicoanalítica, ahí donde el hablante se vuelve una repetición.

en el sujeto sin retorno, frente a la mirada de un Otro deseante, delante de un espejo que devuelve un reflejo del Otro historiador (Aulagnier, 2003), de aquellos significantes contados en la acción y en el discurso de un canon social, familiar, político, en pocas palabras el poder del falocentrismo.

La clínica psicoanalítica se construyen en una relación de la ética del amor, del deseo, del fantasma, del goce en todas las extensiones del mismo. Ahí, donde el cuerpo del analizante se enfrenta en una dicotomía, ser dueño de su propio cuerpo, donde se cree que el cuerpo es una propiedad privada, ¿Será una propiedad privada? En efecto, privada de la objetividad, porque esta propiedad se encuentra envuelta, ya sea, en el amor u odio, incluso es juzgada; además puede ser justa o tiránica; pues deviene de los sentimientos reavivados en la memoria inconsciente manifestados en el discurso que están sometido al juicio del Otro interiorizado y percibido como una imagen que ya se tiene de él. Por lo tanto nunca se percibe el cuerpo como verdaderamente es, sino como se imagina que es (Nasio, 2007).

El falocentrismo es un canon que atrapa al sujeto deseante, es una mirada de lo que se debe o no hacer, es el puro fumado por el inconsciente estructurado como un lenguaje, es el goce del polimorfo de un poder acaparador del deseo oculto investido por deseos del Otro.

El nombre del sujeto es el primer encuentro de una máscara frente el mundo, pues, es nombrado desde la belleza del deseo de la madre quien pone el significante en aquello que devendrá en los deseos imaginarios de ese sujeto nombrado, convirtiendo el nombre en propio, ¿Propio de quién? de la cadena de significantes de un gran Otro, donde uno se introyecta como propio y único, es ahí, donde se instaura la máscara de una imagen que no se es, sino que se cree que es. Se imagina en el nombre que se pone de manifiesto en el cuerpo, un cuerpo que no existe, sino un cuerpo que está muerto porque es lo que no es, sino lo que devino de ser del Otro.

“¿En qué te ofendo...?” diría sor Juana, sí, en qué se ofende el Otro cuando la palabra del analizante comienza a desdibujar la máscara que tanto conoce y que sufre en el cuerpo, aquella que se formó en el canon de bellezas de ser lo que desea el Otro, de ser lo que goza el otro, y que ahora se siente atrapado fantasmagóricamente en un sin fin de metáforas vacías, que se enuncian en el diván, en el encuentro estético de una subjetividad creadora (Rodríguez, 2005) que se libera en el ámbito de un dispositivo amoroso, cruzado por la metonimia de un discurso, de una realidad vacía llena de metáforas, que forman y de-forman en la

Así que el nombre (yo) se vuelve cuerpo de un significante bello en la historia de la cadena de significantes que se ven 21

Epifanias del Deseo

belleza de cánones estructurados en los significantes de una historia contada día con día desde el inconsciente, donde la palabra sea el estado de una resignificación del ser y no ser.

La belleza es una contradicción subjetiva, pues depende del contexto histórico, no se trata de la belleza del canon, sino de la belleza tocada por la estética, es decir, la sensación, de ahí donde Juana Inés de la Cruz dice : “Intento poner bellezas en mi entendimiento”, sí, la palabra en la relación psicoanalítica es el intento de comprender aquello que se creyó belleza, pero que no lo es, sino, mejor dicho, belleza estética de lo que ahora se entiende y por lo tanto se desea, pues, se puede ver aquello que se vuelve imagen, que se construye no de lo objetivo, sino de la mirada del artista en su obra, de la sensación que produce en la escucha del discurso del analizante en el campo del vaivén de una historia amarrada a significantes, de imágenes convertidas en pinceladas formando la obra de arte más bella y al mismo tiempo dé - formada por espacio de color, de movimiento en el cuerpo que se dibuja con cada sesión, donde el inconsciente se vuelve lenguaje de un portavoz marcado por el deseo.

Etimológicamente máscara proviene del italiano (maschera) como referencia algo que cubre (Betancur, 2010), es justo en el dispositivo de análisis donde la máscara se pone de manifiesto y por lo tanto surgen los fantasmas que se identifica en el analizante, las angustias de lo oculto detrás de ello, puestas en el cuerpo, por lo tanto, el análisis da oportunidad al analizante a dejar de ignorar las acciones fantasmáticas devenidas de la máscara, por lo que el analista se coloca en el escenario para la escucha de una voz, que perdido en la entonación de los sentimientos cruzando por lo imaginario, lo simbólico y los zarpazos de lo real, para una cura.

La construcción de una máscara dada por el espejo que se anuda en el lenguaje de un niño atravesado por la palabra del devenir de un nombre que lo enajena, ese nombre que se vuelve máscara, es nombre que se hace propio de un significante que se escucha en el diván, que se nombra en un cuerpo muerto, porque ese cuerpo no pertenece al analizante, sino al Otro, que lo construyó, por lo que en la cura del análisis se debe re-nombrar, se desea hablar así mismo en el encuentro de los deseos estéticos que puedan desenmascarar al sujeto en la cadena de significantes, al sujeto de deseo, para andar por el teatro de la vida que más allá de metáforas, se vuelva un cuerpo de vida en falta, para la renovación de un espíritu creador de sí.

REFERENCIAS Aulagnier, P. (2017). El Aprendiz de historiador y el maestro-brujo. Del discurso identificante al discurso delirante. Amorrortu.

Betancur, M. (2010). Persona y máscara. https://www.redalyc.org/ pdf/2090/209019322007.pdf

La clínica psicoanalítica es un dispositivo creador de símbolos en el amor, la estética y la ética, donde la máscara se diluye, se destruye en la palabra del analizante.

De la Cruz, J. (2021). Obras escogidas por Sor Juana Inés de la Cruz.

Llamadas en un siglo. La décima musa mexicana. http://cdigital.dgb.uanl. mx/la/1020028143/1020028143.PDF Nasio, J. (2007). El dolor físico. Gedisa.

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Algunas puntualizaciones sobre la perversión y la religión católica Por: Mariela Flores

En el texto “Tres ensayos de teoría sexual” de 1905,

la mujer, se da una escisión del yo, ya que una parte del yo reconoce la diferencia de los sexos y otra la desmiente.

De tal forma que en el fetichismo la castración es a la vez afirmada y negada. Por lo que, el objeto fetiche mantiene y contribuye a desmentir la falta del Otro, falta de la que el sujeto sabe pero desmiente.

Freud toma como modelo a la homosexualidad masculina para introducirnos en el tema de la perversión, ya que en ese escrito empleará el término “aberraciones sexuales” para hacer referencia a la desviación del objeto sexual de su meta.

Lo que nos permite dar cuenta de la postura médica-moral de Freud, porque sí el objeto sexual no se desviaba y alcanzaba su meta (obtener placer a través del coito), se trataba de un objeto genital maduro y heterosexual. Nótese entonces, una supuesta “heteronormatividad” en ese momento en la obra freudiana.

El objeto fetiche, es un objeto que está dado por la relación con el otro, nunca por sí mismo; por lo tanto, si no está el vínculo con el otro, no es un objeto fetiche.

De esta manera, la lectura que hace Freud del fetichismo permite romper con lo propuesto por la psiquiatría (donde no se toma en cuenta el vínculo con el otro, solamente al objeto). Sin embargo, para el psicoanálisis, la perversión no se trata de una conducta sino de la posición subjetiva de los sujetos con respecto al Otro, posición que se juega en el plano del discurso.

En 1923 en el escrito “La organización genital infantil”, Freud menciona que la diferencia entre los sexos se constituye desde un principio alrededor de una falta, porque lo único que diferencia al órgano genital femenino del masculino es que le falta algo. Por lo que, lo interesante de la posición de Freud no consiste en el descubrimiento de que la sexualidad comienza a estructurarse desde muy temprano (infancia), sino que esa sexualidad se estructura en torno a una falta. Debido a que en un primer momento el niño cree que todas las personas, animales y objetos tienen un pene como el de él; pero, al ver que las niñas no tienen un órgano genital como el suyo, cree que la amenaza de castración es cierta (que los adultos le cortarán el pene si se lo toca) ya que las niñas que se han portado mal les han cortado el pene.

Por lo anterior, la religión es perversa; ya que si algo pretende la religión católica es sostener a un Otro completo y omnipotente a través de su discurso. “Vengan y puestos de rodillas adoremos y bendigamos al Señor que nos hizo, pues él es nuestro Dios y nosotros, su pueblo; él es nuestro pastor y nosotros sus ovejas” [Biblia de Jerusalén Latinoamericana, 2007, Salmo 94].

En la perversión el sujeto se hace siervo del Otro, de un Otro que no está castrado (en este caso, Dios). Por lo tanto, la religión católica a través de su palabra busca que quienes la profesan, adoren y se sometan a la voluntad de un Otro completo. Pues el creyente ha de convertirse en un instrumento para servir a ese Otro (Dios) que lo sabe todo.

Mientras que en 1927, Freud tomó como eje el “fetichismo” para hablar del tema de la perversión, señalando que el niño a pesar de creer en la amenaza de castración, piensa que no a todas las niñas les han cortado el pene, pues no todas se han portan mal, por lo tanto, algunas lo conservan como su mamá y es ahí donde la perversión tomará otro giro, porque ya no será abordada como una “aberración sexual”, sino como la desmentida de la castración.

Julien Philippe en su texto “Psicosis, Perversión y Neurosis” del año 2012, menciona: “la función del perverso es la de consagrarse a tapar ese agujero en el Otro. Se entrega y se dedica al goce del Otro, para que el Otro exista no barrado” (p.125). De esta manera, en la perversión el sujeto busca taponear la falta del Otro, es decir, la devolución del a al Otro.

Aspecto que Freud retomará en “La escisión del yo en el proceso defensivo” entre los años 1937-1939, al mencionar que frente a la percepción de la falta de pene en 23

Epifanias del Deseo

Porque el objetivo de la religión católica es justamente sostener la idea de un Dios como Amo universal de los hombres y de la vida, pues él es quien todo lo sabe y lo posee, pues a Dios no le falta nada porque está completo. ¿Quién de ustedes, si tiene un siervo que labra la tierra o pastorea los rebaños, le dice cuando éste regresa del campo: ‘entra enseguida y ponte a comer’? ¿No le dirá más bien: ’prepárame de comer y disponte a servirme, para que yo coma y beba; después comerás y beberás tú’? ¿Tendrá acaso que mostrarse agradecido con el siervo, porque éste cumplió con su obligación?

Así también ustedes, cuando hayan cumplido todo lo que les mandó, digan: ‘no somos más que siervos; sólo hemos hecho lo que teníamos que hacer.

[Biblia de Jerusalén Latinoamericana, Evangelio de San Lucas: 17: 5-10].

2007,

El discurso de la religión pretende que los creyentes sean objeto de goce para hacer cumplir la voluntad de ese Otro completo (Dios) y para demostrarlo, no solo es suficiente que los creyentes prediquen la palabra sino que también vivan conforme a las leyes que les dicta ese Amo.

cuidado paternal por parte del Amo y veneración por parte del súbdito. Donde el súbdito es el instrumento para servir a ese Otro (Dios) que ante todo y por encima de todos merece los más altos sacrificios y si es necesario la vida misma; quedando desdibujado como sujeto para hacerse objeto de goce de ese Otro (Dios).

Los creyentes son esclavos de la palabra de Dios porque han de actuar y vivir conforme a lo estipulado por ese Amo, porque él los ama y ellos lo aman. De esta manera, el amor aquí, se trata de un “acto puro”.

REFERENCIAS

Pero ¿Qué es un acto puro de amor? Es un amor que esta por fuera de lo sexual, porque en la religión se trata de un amor que debe otorgarse sin condiciones a quien incluso lo desprecia, con el objetivo de sostener a un Otro completo que al amarlo permita a quien lo ama ser bendecido, es decir, recibir el amor de ese Otro a través de obtener lo que se le pide (ej. La salud de un familiar, el perdón, conseguir un trabajo, etc.).

El discurso de la religión católica entonces, marca la sustitución del deseo del Otro por el amor del Otro por lo que, dicho discurso excluye el deseo.

Escuela de Jerusalén (2007). Biblia de Jerusalén Latinoamericana.

(Edición revisada y adaptada al castellano). Ed. Descleé De Brouwer.

Freud, S. (2012). Las aberraciones sexuales. En: Obras completas, (Tomo VII), tr. José L. Etcheverry, 1905. Buenos Aires: Amorrortu. Pp. 123-145.

(2012). La organización genital infantil (una interpolación en la teoría de la sexualidad). En: Obras completas, (Tomo XIX), tr. José L. Etcheverry, 1923. Buenos Aires: Amorrortu. Pp. 141-149.

(2012). Fetichismo. En: Obras completas, (Tomo XXI), tr. José L. Etcheverry, 1927. Buenos Aires: Amorrortu. Pp. 141-152.

(2012). La escisión del yo en el proceso defensivo. En: Obras completas, (Tomo XXIII), tr. José L. Etcheverry, 1937-1939. Buenos Aires: Amorrortu.

Pp. 271-278.

Julien, P. (2012). Perversión. En: Psicosis, Perversión, Neurosis. La lectura de Jacques Lacan. Buenos Aires: Amorrortu.

De esta manera, el psicoanálisis nos explica que la perversión no es una patología ni está en función de las conductas, como muchas veces se le ha pensado desde el campo de la psiquiatría, sino que es una posición subjetiva, por lo que se trata de una posición en el discurso.

Por lo tanto, el discurso de la religión católica es un discurso perverso, pues la relación del Amo (Dios) con su súbdito (creyentes) establece un sometimiento: Epifanías del Deseo

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Escrituras marginales Por: Ana Patricia González Preámbulo

Vivimos en la era donde prevalece la imagen; se trata

¿La voz, deconstruye la noción de escritura?

de la economía del signo. Una imagen sustituye a la palabra escrita y la imagen anticipa a la voz. Estamos en una era donde se sustenta el imaginario de saberlo todo del otro, de anticipar su palabra, incluso se anticipan las posibilidades de éxito amoroso a través de aplicaciones de citas que pre seleccionan a los sujetos idóneos. En este contexto, la veracidad de las palabras se puede corroborar a través de un algoritmo que anticipa las posibilidades para la palabra escrita (el corrector de un teléfono celular) o la veracidad de una identidad. El ser se materializa en la medición de sus registros fisiológicos y de la mirada.

Advierte Derrida (1989) la escritura es repetición, deslizamiento continúo. La escritura advierte lo inatrapable de la palabra: la excede sin dejar de ser, la rebaza sin abandonarla nunca. El presente, la presencia siempre será derivado, un efecto a posteriori, resignificación (Nachtraglicht).

Es decir, la escritura excede la materialidad de la palabra.

La escena de la escritura irrumpe en la dimensión del tiempo cronológico, irrumpe en la finitud misma de la escritura.

El exceso destruye y renueva. ¿Qué destruye?, ¿Qué se renueva?, ¿En qué punto se renueva? El límite mismo está en tensión.

Lo cierto es que las ciencias experimentales no están tan lejos de este imaginario. La verdad científica ha fundamentado su validez la teoría de la medida, que fundamenta la ilusión de saberlo todo y anticipar las conductas humanas. La ciencia está basada en evidencia cuantificable, medible y clasificable. Los cánones de lo comunicable están definidos.

Incluso el valor erótico de la pornografía han trascendido al campo de la pedagogía: Mostrarlo todo, decirlo todo. Las sombras se han esfumado y la certeza es enloquecedora.

¿Es que entonces, no hay límite sin tensión? Curioso, pues ya la tensión alude a una continúo de fuerzas, de formas, de espacio, no es el límite. Es un borde que indica tal tensión.

II.- ¿El límite señala el margen? ¿Cómo se inscribe la escritura que queda al margen, entre lo no dicho, lo impronunciable y lo no representado?

Es posible escribir aquello que agota la palabra? Me refiero a la muerte, a lo real del ser.

I.- ¿Se puede escribir la verdad que no se nombra? ¿Cómo leer lo encriptado?

La palabra gráfica puede quedar en el atrapamiento de su grafía, o en un algoritmo, pero la voz, anuncia la destrucción. La palabra hablada irrumpe en la linealidad del tiempo lineal. Dentro del margen.

El enunciamiento del ser indica un campo otro que excede a la palabra. El resto inatrapable convoca a la negatividad que deconstruye al nombre propio. Algo del tiempo discontinuo, presente que alude a otro momento. El futuro cobra peso en este instante, De acuerdo con Agamben (2002) “Lo inevitable de la precipitación” (p. 180), se trata de la diferencia. “La diferencia expresa también la inevitabilidad de anticipar aquello que se ha diferido, precisamente, para más tarde” (Agamben, 2002, p. 92).

Agamben (2002) señala: La voz humana no está. No hay una voz nuestra a la que podamos seguirle el rastro en el lenguaje, que podamos asir -para recordarla- en el punto en que se desvanece en los nombres, se escribe en las letras. Hablamos con la voz que no tenemos, que no ha sido nunca escrita. Y el lenguaje es siempre letra muerta (p.180).

El final se anticipa y organiza los elementos en el tiempo continuo. “La demora o el retraso que hace que el sentido siempre se anticipe o se restablezca posteriormente” (Agamben, 2002, p. 180).

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Epifanias del Deseo

La diferencia tiene de localizable como en el movimiento de anticipación y posterioridad que hace que el primer sentido anticipe ya el tercero ([…]), la diferencia expresa la condición de posibilidad (es decir, de imposibilidad) de todos los conceptos y palabras (Agamben, 2002, p. 180).

La imposibilidad de decirlo todo, imposibilidad de evitar el pasado, imposibilidad de no decir…

Ningún elemento del sistema posee identidad sino por su diferencia respecto de todos los demás, cada elemento está marcado por todos aquellos que no son él: es decir, lleva su huella ([…]), estas huellas son huellas de ausencia del otro sino solo las huellas de la ausencia del otro <elemento> que, por otro lado, no está ausente en el sentido de <presente en otro lugar> sino formado, el también por huellas ([…]), huellas de una presencia o del paso de una presencia (Agamben, 2002, p. 180).

Esa ausencia es la alteridad, la oposición entre presencia y ausencia.

Y es esta la constitución del presente, como síntesis originaria, de marcas, de rastros, de retenciones y de protecciones (para reproducir aquí analógicamente y de manera provisional, un lenguaje fenomenológico y trascendental que se revelará enseguida inadecuado) que yo propongo llamar archi-escritura, archi-rastro o diferencia. Esta (es) (a la vez) espaciamiento (y) temporalización (Derrida, 1989, p. 48, 49).

“La escritura comporta estructuralmente su propio proceso de destrucción y de anulación, marcando a un tiempo el resto de esta destrucción” (Agamben, 2002, p. 180).

Todo acto de escritura y lectura se encuentra afectado por la muerte. Dejar de ser… ser desde el otro.

La escritura es excedida por la alteridad, por el vaciamiento de sentido, por la escena otra, que no es la idealidad material del nombre. Aquello indecible crea un campo de tensión, y ahí la voz es posibilidad. Lo negativo es esencial para vivir, para nombrar.

REFERENCIAS Agamben, G. (2002). El lenguaje y la muerte. Un seminario sobre el lugar de la negatividad. Pre- Textos.

Derrida, J. (1989). Márgenes de la Filosofía. La Differance. Editorial cátedra.

Epifanías del Deseo

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Identificación e identidad de género Por: María del Carmen Franco

A continuación reflexionaremos, de forma sucinta, sobre el entrelazamiento de tres

significantes fundamentales escritos en la misma línea: identificación, identidad y género.

La cuestión de la identidad de género no es novedosa, desde tiempos freudianos se asume a los partenaires de una relación, como hombres o mujeres, dependiendo de la polaridad activo-pasivo en el coito, lo que fue revocado por Freud, con otro planteamiento.

A partir de esa diferencia (sexual), que es nodal mencionar, no se inscribe en lo inconsciente, dichas posiciones delinearán lo masculino y lo femenino en el yo, al reprimir una de ellas. Recordemos la hipótesis freudiana de la predisposición a la bisexualidad.

1. Identificación La identificación es uno de los elementos que conforman el intrincado devenir del sujeto, con todos los atributos que se le confiere, ya sea como hombre o como mujer, no solo en términos biológicos, que tampoco son evidentes, según la filósofa y bióloga Shiobhan Guerrero (2018). La distinción es, psicoanalíticamente hablando, en términos lógicos y solamente en la conciencia, ya que la diferencia, reiteramos, no se inscribe en lo inconsciente.

Podemos entender que la identificación freudianamente hablando es inconsciente, no puede ser percibida, es cuando el proceso inconsciente realizado por el yo se transforma en el objeto, o en un aspecto del mismo. De esta manera, una persona se convertirá en un aspecto de otra, se podría denominar como la relación entre dos instancias inconscientes, el yo y el objeto y sus intrincaciones. Ahora bien, entendamos que el objeto no significa una persona, sino que es la representación psíquica inconsciente de ese Otro, el que vendrá a adecuarse a esas representaciones. Existen tres categorías de identificación en Freud: aquella que nos habla de la más temprana exteriorización de una ligazón afectiva con otra persona, esa prehistórica del complejo de Edipo; la siguiente es cuando el yo toma las propiedades del objeto, que puede ser uno de los aspectos que adopte esa representación inconsciente; y la última es la identificación con el síntoma distintivo del objeto.

En cambio para Lacan, la identificación es con un significante dado por Otro y sirve para designar el surgimiento de un sujeto, es decir de una nueva instancia psíquica.

Así, mientras que en Freud un individuo X se convierte en un individuo Y, para Lacan es Y quien produce X. La identificación entonces no solo es inconsciente, ni solo produce un sujeto, sino que el proceso se invierte. Pero ese objeto1 no es único, es una constelación

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Epifanias del Deseo

de objetos que hacen trazos y que pueden pasar, o no, de un registro a otro, si pensamos en los registros de percepción, de signos de percepción, del inconsciente, del preconciente y de la conciencia, lo que se menciona en la carta 52 de Freud a Fliess, (Freud, 2010). Es una forma de pensar en que una acción cualquiera, llevada a cabo por cualquier agente, puede hacer trazo o no en el individuo, dependerá de la repetición para establecer la diferencia, aquí también entraría el denominado realenguaje, propuesto por Harari en esa diada madre-hijo. No lo sabremos bien a bien, quizá retroactivamente, como todo en psicoanálisis. No obstante, recordamos que los orígenes están en la categoría del mito, es decir, que nunca sabremos con certeza cuáles fueron esas primeras marcas. Entonces, aparece la imposibilidad de hablar solo de la identificación desde Freud como lo hace en Psicología de las masas y análisis del yo, en la parte de la identificación, porque se enlaza con entender el concepto del rasgo unario como condición necesaria y el soporte del significante, aquél que detenta también el nombre propio.

Un rasgo (único, uno) que no solo posibilita la identificación con los significantes, como aquella primera marca que señala el inicio de la serie.

2. Identidad Podemos pensar entonces que la identidad es siempre del otro, una suerte de síntesis de múltiples identificaciones2, puesto que el yo no puede proveer ningún tipo de identidad si no viene de Otro. Ese yo que tanto señala Freud en la lectura que nos convoca y del que ningún sujeto está libre, constituido por la vía de la identificación imaginaria, propia del mismo Estadio del Espejo. Pero la identidad se forma con base en las repeticiones, por ello creo que es importante considerar a esos primeros signos de percepción, esas primeras marcas con posibilidad de repetirse en cada cosa que se le hace y dice al “infans”, con todas las inflexiones de voz de la madre, porque también marcan diferencias que distinguirán a ese sujeto. De ahí se formará la identidad del yo, en todos los casos, aquél que dirá en su momento, soy niña, niño, me gustan las manzanas o lo que sea. Por eso, en la medida en que surge la diferencia entre dos objetos con los cuales identificarse (léase representaciones inconscientes

de personas), esos objetos (que son los Otros) pueden intercambiarse y distinguirse también para que surja una identidad que es única e irrepetible. En ese intercambio, un significante puede significar cosas diferentes aunque se digan en la misma oración. Eso lo ejemplifica Lacan cuando dice que en la frase: La guerra es la guerra, el primer significante, es diferente del segundo. Así, la identidad queda ligada a las identificaciones del sujeto con los significantes que le asignan los otros y es un misterio, hasta la retroactividad que intuiremos, construiremos algún significante con el cual identificarnos, para mostrar la identidad de género.

Significantes que pudieran pasar de un registro a otro en los elementos que señala Freud en la carta 52, hasta el registro de lo inconsciente y permanecer ahí como lo que es: un saber no sabido. Lo que se ilustra en la clínica con los decires y sueños de aquellos que han decidido asumirse con una identidad de género diferente a la asignada al nacer, una puede escuchar cómo les gustaba aquello que les decían sus padres que no les debía gustar porque eran niños, soñarse como protagonistas femeninas y no decirlo hasta las sesiones del espacio analítico. La identidad entonces siempre viene

1 Hay que distinguir aquí que estamos hablando de objetos no como personas, sino como las representaciones inconscientes de esas personas. Hay que ubicar bien a bien de qué objeto se trata, si es el de la pulsión, si es un objeto parcial, si es el objeto a, si es un objeto amoroso, si es una representación del objeto a, en fin, hay que definir lo mejor posible de cuál objeto se trata.

2 Evocando a Marx en su idea de que lo concreto es el punto de partida “síntesis de múltiples determinaciones”.

Epifanías del Deseo

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del Otro es la cristalización de una serie de identificaciones, parafraseando a Lacan en el seminario 24 (Lacan, 2008).

la siguiente inscripción, pero que insisten en ello. Los que logran pasar hacia el preconsciente y luego a la consciencia, aparecen en ella bajo la forma de otros significantes que lograrían pasar la barrera de la represión y conformarían los síntomas. Quiero mencionar que este sencillo ejemplo, solo es un ejercicio del modelo freudiano, para hablar sobre la identificación y el rasgo unario. Sin embargo, hay muchas otras teorías freudianas que abordan la constitución del sujeto y su elección de objeto amoroso, por ejemplo, el Edipo, la organización genital infantil, la disposición bisexual, el Narcisismo, la segunda tópica. Del lado de Lacan, además de la identificación, la alienación-separación, la lógica de la sexuación.

Ahora bien, si pensamos en ese significante niña, ya desde recién nacida estará sujeta a ese significante, pero como se mencionó, habrá otros que no pasaron las transcripciones en algún tiempo y en otro sí, de acuerdo a las repeticiones, a ciertas asociaciones y contigüidades, tal vez a través de las vicisitudes del tiempo, podrá manifestarse su deseo de no querer estar en ese lugar dispuesto por el Otro. Si está en su deseo y sigue su verdad, pasará mucho tiempo para que aquella niña, pueda impugnar ese significante y saber qué hacer con él, lo que Lacan consideraba la identificación con el síntoma, en el seminario 24 (Lacan, 2008).

Para terminar, podemos decir que la identidad de género se entiende como la cristalización de ciertas identificaciones para asumirse niña o niño, más allá de los atributos biológicos (que no son obvios) según el discurso científico que no toma en cuenta el papel del lenguaje y el papel de los Otros que nos constituyen. Esto tiraría la patologización de cualquier género disidente, ya que a partir del lenguaje, nada es natural en los seres humanos, ni el hambre, ni la salud, desde luego, ni el género.

3. Género El concepto de género tiene por lo menos ocho acepciones diferentes en el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, me referiré a la que dice que es el grupo al que pertenecen los seres humanos de cada sexo, entendido este desde un punto de vista sociocultural, en lugar de exclusivamente biológico. Por ello las feministas han distinguido el sistema sexo-género para diferenciarlo y cuestionar el lugar asignado culturalmente. Esta asignación se hace a través de significantes, de ahí viene la identificación con un significante o con otro. Esta elección de género no es lo que algunos consideran, basados en los discursos médicos, como natural o antinatural. Esa discusión es absurda desde el lado psicoanalítico puesto que sabemos que es a partir del lenguaje que somos desnaturalizados arrancados de lo biológico y puestos en el mundo significante, a partir de lo que nada será natural. Así podemos pensar que lo que Freud llamaba una predisposición a la bisexualidad, era justamente una determinación a partir del lenguaje y la represión de una de las posibilidades que se veía en esos tiempos, hombre o mujer. Dependiendo como se le hablará, las palabras se le digan, el sujeto asumirá un género impuesto, sin embargo, en ocasiones habría otros significantes contradictorios a los primeros, que también llegarían por lo menos al registro de lo inconsciente y que tenderán a manifestarse como síntoma, a través del retorno de lo reprimido. Así, la identidad está dada por el Otro aunque el sujeto sea disidente, no puede serlo del significante.

Todas estas consideraciones, nos remiten a esa elección inconsciente de lo que se considera identidad de género, es decir, si el sujeto se vive acorde al género asignado de nacimiento, o bien se considera del género contrario, disidente, no binario o lo que sea. Apretadamente diré que tan solo con lo anterior, podríamos reflexionar sobre algunas posibilidades. En ese instante mítico del rasgo unario, ya sea por el significante del nombre propio, o bien por cualquier otro significante con la entonación y las inflexiones de voz materna, o de cualquier otro agente, que repita lo suficiente para que ese trazo pueda pasar a la otra transcripción, señalada en la carta 52, y al mismo tiempo marcar una diferencia que dará soporte a los demás significantes. Esos decires tales como: “quién es esa nena preciosa, chiquita bonita” en ese hablar materno, pueden pasar de un registro a otro y así consolidar esa identidad, pero es necesario insistir en que esto se da al mismo tiempo con una gran cantidad de significantes, que se relacionarán con otros significantes en esa suerte de infinitos acontecimientos, que quedarían inaccesibles a la consciencia, porque no lograron pasar a

REFERENCIAS Freud, S. (2010). Tomo I Obras Completas. Amorrortu.

Freud, S. (2010). Tomo XVIII Obras completas. Amorrortu.

Guerrero,

S. (2018). Metafísica Epistemología del Cuerpo sexuado V. (video) youtube https://www.youtube.com/ watch?v=R9YXdPV5OLA&t=1753sCiudad de México.

Harari, Roberto (2010). ¿Qué dice del cuerpo nuestro psicoanálisis? Letra Viva.

Lacan, J. (2008). El Seminario. Versión estenográfica.

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Epifanias del Deseo

Del lenguaje a la lengua de lo femenino Por: Itzel Velasco

L

a historia de lo femenino ha estado enmarcada en una especie de claustro político que ha evitado su acción en lo público durante mucho tiempo, no sólo se ha encontrado una limitación, sino que ésta casi rogada oportunidad de participación ha sido mediada por el gran Otro de la cultura, en donde el sistema patriarcal se hace presente. Pensemos en varios ejemplos que son claro reflejo de dicha anulación…

Los gineceos en la antigua Grecia eran aquellos espacios exclusivos para las mujeres donde las actividades principales eran impuestas por los otros: criar, hilar, y atender todo lo relacionado con lo doméstico, mientras que los hombres podían salir a la vida pública, aquí era evidente la división política entre los sexos que se reflejaba las disparidades de la democracia, pues de lo alienado (lo femenino en este caso) pocas veces tenía libertad. Esto manifiesta la violencia intrínseca en muchas formas de división social entre los sexos en gran parte de las culturas; la africana es otra de ellas con la práctica de la ablación (mutilación) genital femenina que no tiene ningún objetivo de salubridad real y aunque muchos lo identifiquen como un rito cultural, lo verdadero es que es un acto de violencia y control.

Un aspecto muy relevante es como toda esa violencia se ha tejido hasta las entrañas en lo inconsciente que termina por reproducirse en el día a día de las mujeres, sin importar actividad social, académica, económica, etc. Pienso en algunos mitos y en algunos ejemplos que mencionaré a continuación.

niñas les cortaban un seno (símbolo de la maternidad) con el fin de que en su crecimiento pudieran sostener y tener un mejor manejo del arco. Otro aspecto importante es que estas mujeres no admitían a ningún hombre en su sociedad, salvo aquellos hombres extranjeros a los que utilizaban para tener relaciones sexuales y así poder conservar su población femenina; si nacía un varón éste era devuelto a la sociedad de los hombres que elegían; este mito pone de manifiesto la mutilación de algo del cuerpo femenino para poder ser/hacer presencia en lo público.

Si bien, los mitos pueden nacer de la fantasía gran parte de ellos refleja parte de una realidad (aunque subjetiva), uno de ellos es el de “Las amazonas”, mujeres consideradas guerreras; algunas fuentes afirman que habitaban en el Cáucaso (una región geográfica entre Europa y Asia occidental). La región de las amazonas era un pueblo constituido sólo por mujeres; se dedicaban a llevar a cabo prácticas que en aquel entonces solo estaban destinadas a los hombres, por ejemplo, el tiro con arco, siendo esta práctica una de las más importantes a nivel simbólico, ya que a las Epifanías del Deseo

Otro ejemplo, aunque menos violento pero sí simbólico, es cuando Sor Juana Inés de la Cruz se cortaba el cabello como castigo si no lograba aquellos objetivos de aprendizaje que se proponía en determinado tiempo.

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Sucedía así que él crecía y yo no sabía lo propuesto, porque el pelo crecía aprisa y yo aprendía despacio y con efecto le cortaba en pena de rudeza; que no me parecía razón que estuviese vestida de cabellos cabeza que estaba tan desnuda de noticias, que era más apetecible adorno (Valles, 2014, p.293).

Un ejemplo asible para comprobar lo dicho anteriormente es el transhumanismo cuya definición es: Movimiento intelectual y cultural que afirma la posibilidad y la conveniencia de mejorar fundamentalmente la condición humana a través de la razón aplicada, especialmente a través del desarrollo y la puesta a disposición de tecnologías para eliminar el envejecimiento y mejorar en gran medida las capacidades intelectuales, físicas y psicobiológicas del ser humano. […] el estudio de las ramificaciones, promesas y potenciales peligros de las tecnologías que nos permitirán superar las limitaciones humanas fundamentales, y el estudio relacionado con los aspectos éticos involucrados en el desarrollo de dichas tecnologías (Bostrom, 2003, p. 4).

Recordemos que toda la historia de Sor Juana estuvo bordeada por cierto grado de opresión ante sus deseos de sabiduría, incluso vestía como hombre para poder estar inmersa en las actividades exclusivas para el sexo masculino. Este ejemplo no está nada alejado de la matanza de las brujas en la edad media -mujeres deseantes-, aquí lo sagrado y lo profano borran sus límites ante el mismo deseo de involucrarse en lo que les era negado.

Un ejemplo más: Safo, quien fundó su escuela (en donde sólo admitía mujeres) en la isla de Lesbos, para realizar actividades académicas y artísticas que en aquel entonces estaban destinadas exclusivamente a los hombres… Mujeres que tuvieron que excluirse de lo democrático y político para realizar su deseo; fragmentando toda posibilidad de avenencia, pues el binarismo desde aquel entonces ya estaba presente como una especie de totalitarismo sexual. Antígona es otra mujer que tuvo que luchar contra aquel mandato promulgado por una figura masculina de autoridad, incluso, tras esa búsqueda de justicia de dar sepultura a su hermano, tuvo que morir en el intento por orden del rey, mostrando una vez más la represión en su búsqueda de justicia, nada alejado de la realidad de esas madres que buscan a sus hijas desaparecidas (víctimas de feminicidios) y que como respuesta, solo obtienen la muerte.

Es decir, una nueva forma de vida impositiva para la especie, ya que tratar de eliminar toda diferencia, incapacidad, error, etc., solo llevaría a una mutación drástica y desaparición de lo humano pues con tal manipulación mecánica tendría que nombrársele de otra forma. Y viene la misma pregunta del inicio de este texto, ¿por qué tanto empeño en anular la diferencia? Si se busca esa perfección y anulación de lo distinto ¿dónde quedaría la falta intrínseca y estructurante que permita a los sujetos ser deseantes? Con tal postura quedaríamos reducidos a máquinas, justo como se hace con lo femenino, una cosificación y reducción a objetos.

La teorías de género buscan precisamente aceptar esas diferencias para que se reconozca la alteridad, la esencia de la otredad, solo de esa forma se puede crear una noción de la existencia del otro, reconocer y respetar sus derechos, sin embargo, existe mucho por hacer y trabajar en este aspecto pues tenemos cualidad de sistema entre lo individual y lo social-político; lograr converger ambos aspectos o dinamizarlos a fin de generar un cambio es un reto que solo puede lograrse partiendo de la flexibilidad, de lo rizomático, de la evitación de una verdad como fin absoluto, mejor como medio para llegar a la construcción de otros saberes.

Todo lo anterior lleva a cuestionarse de qué forma se puede crear un encuentro sin violencia, ¿será posible? o ¿es precisamente que la violencia es provocada por esa lucha de la visibilización de los derechos de las mujeres?

Probablemente no hay revolución sin incomodar al privilegiado, como el esclavo cuando se revela ante su amo. Este cuestionamiento tiene que venir (sobre todo) de lo singular (sin pretender la revictimización) y encontrar también un lugar de la propia palabra, una forma efectiva para dar un lugar subjetivo que permita ir de lo particular (unicidad) a lo general (los estatutos sociales), pues de eso general se tiene un discurso y un lugar asegurado en lo imaginario, es decir, esos enigmas del Otro que sólo se logran hender cuando el balbuceo de lo individualmente presente se manifiesta para bordear lo que se encuentra en el exterior, tarea difícil pues nos encontramos ante otras disciplinas que actualmente reinan en los discursos psi y otros sistemas políticos, económicos, sociales, etc., que de igual forma, se van acercando a una especie de reduccionismo y que más bien fungen como molde de individualidades para a fin de cuentas crear personas funcionales en dichos discursos pero borrando o anulando sujetos como en los ejemplos dados.

REFERENCIAS Bostrom, N. (2003). The Transhumanist FAQ- A general introduction-.

Oxford University. Recuperado de: The Transhumanist FAQ (nickbostrom. com) Soriano, A. (2014). Sor Filotea y Sor Juana. Cartas del obispo de puebla a Sor Juana Inés de la Cruz. Fondo editorial Estado de México. https://ceape. edomex.gob.mx/sites/ceape.edomex.gob.mx/files/Sor%20Filotea%20 y%20sor%20Juana.%20Cartas%20del%20obispo%20de%20Puebla%20 a%20sor%20Juana%20In%C3%A9s%20de%20la%20Cruz.pdf

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Epifanias del Deseo

CONVERGENCIAS

Convergencias

C

C onvergencias

Epifanías del Deseo

onvergencias

El género en disputa Rap de divulgación

Por: Claudia Arancio

En este libro su planteo es radical,

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disputa al género su voz convencional.

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La garantía de matriz heterosexual

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cubre al sistema de la crítica esencial

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El pensamiento binario tradicional

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no deja ver el absoluto estructural

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Judith sostiene que hasta el cuerpo “natural”

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está mediado de manera cultural.

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Una teoría de escrutinio original

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que pone en jaque a la razón occidental

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Lo queer resulta reflexión fundacional

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sexo ficticio, rebelión posicional

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La subversión de cada acto corporal

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cuestiona género y orientación sexual:

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categorías que se entienden al final

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como palabra en su deconstrucción social. 12

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Epifanias del Deseo

Crónica de un doliente (Análisis personal)

Por: Aurora Mortera Las cosas se complican. Me pregunto si tendré cabeza para continuar con esta batalla. Ya quiero que regreses…

Voy aceptando que son los recuerdos los que nos han unido en el silencio de tu cerebro fundido. No sé como serán los días con tu ausencia amor mío, pero no te olvido.

Es de madrugada. En esta sala de espera de un hospital privado, se mezcla el ruido de una cubeta que deja caer la señora de la limpieza, con el rechinido que producen los cuerpos cansados sobre los sillones de plástico, en los que hemos estado descansando por horas. Somos diminutas personas indefensas ante un dolor que se genera en la impotencia de ver fracturado nuestro mundo de certezas. Su ser amado, mi ser amado, está adentro, solo, en una cama y sin la caricia de la mano conocida.

Lloro por todo lo que perderé, me angustia el futuro sin tus caricias y tus brazos fuertes que me cobijan. Vuelvo a sentir mucho enojo. Fue todo tan de pronto, que no existieron palabras de despido en tus cinco sentidos. Cuando fuiste a la cirugía, nos diste la bendición, no hubo abrazos infinitos como cuando sabíamos que no nos veríamos. Me da coraje que el viejito de al lado este despierto; que esté consciente y con un cuerpo que le responde. Me da coraje que el médico me haya arrebatado la oportunidad de despedirme de ti, al no decirme del riesgo que corrías de encontrar a la muerte.

Con su resistencia a la aceptación, me despojó del suspiro compartido.

Estoy bailando con la loca desesperanza. El silencio del hospital me lanza a la ira del que espera alguna noticia. El de la bata blanca no se acerca y yo miro a mis muertos en mis oraciones, con la esperanza de que intercedan en mi plegaria. Mi dolor me insensibiliza con el del otro. Carezco de interés por escucharlos y por compartir algo de lo mío y, si acaso quiero decirles algo, es mi enojo con los otros por no salvarle la vida. Aunque entiendo sus límites y que su deseo no esta orientado a que le vaya mal a mi paciente, me hace falta su “palabra amiga” y plena de verdad.

Sabes mi amor, tu cuerpo es como las flores del altar, que están ahí al frente. Se debaten entre conservarse o marchitarse. Y en medio de esa lucha aún están conservadas y con dirección a la vida. Eso dice el organismo. ¿Y que dice tu dignidad? ¿De qué se trata en la medicina? ¿De conservar ese organismo funcionando, aunque no existan otros elementos que forman parte de su vida? ¿Poblaremos el mundo de cuerpos atendidos ante una necesidad necia de preservar la vida? ¿Qué vida? ¿La del orgullo médico de mantener un cuerpo vivo como una planta? y ¿La del orgullo de no reconocer nuestras limitaciones ante la naturaleza?

Apenas me han permitido mirarte. La mente dolida y engañada pretende localizar el punto ciego de este momento.

No sé cariño mío si vivo o si respiro, cuando miro tu camino.

No creo ni en Dios, ni en los médicos y tampoco en mi capacidad de tener fe y esperanza. Lo único que me obliga a estar viva, son las ramificaciones del amor que nos hemos tenido. Me levanto adormilada. Es una guarida provisional la que he construido. Busco mis segundos pasos, mis zapatos. Huele a pies. Huele a humanos que intentan dormir.

Seguro sus pensamientos más íntimos se entretejen en sueños profundos, donde la presencia incontrolable de una “mujer”, nos quiere arrebatar a nuestros seres queridos… Es la muerte que le coquetea y a la que trato de ganarle.

Al fin he logrado estar contigo. Este cuarto de 2x2, encierra todas mis dudas, temores y desilusiones. Aunque hay dolor, hay dulzura. Hay suavidad de tu piel y ternura. Te beso, te abrazo, trato de impregnarme de tu piel y de tu fuerza para caminar en ese rumbo desconocido. Ya lo entendí…

No estás, ni de este lado, ni del otro. Ni eres vivo, ni eres muerto. Nuestros hijos piensan que tú ya no estás aquí. Que solo queda la coraza y que ya nos hemos despedido. La carta de “voluntad anticipada” ha procedido. Y aunque el médico sigue pensando en que quizás despiertes en unos meses, tu cerebro está apagándose. No dejo de mirar tus signos. Ahora no importa quien tuvo la culpa, el tiempo de tu partida está

Quiero verte mi amor, tocarte, acostarme a tu lado y sentir tu calor como lo hacíamos antes… ¿Por qué, mi amor? ¿Por qué no me dejan estar contigo?

Epifanías del Deseo

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en proceso.

físico, pero también con el emocional que se refleja en aturdimiento, miedo, frustración, infelicidad, incertidumbre, desesperanza e imposibilidad de ser.

No es que no te quiera, no es que no me sirvas, no es que tenga miedo, no es que quiera que te mueras. Es que me pregunto que necesitas cerca de la muerte y que necesitan nuestros hijos y yo, cerca de la vida. ¿Cuánto tiempo tendrías que haber vivido? Aquí estoy amado mío, con romance y delirio, acompañándote en tu cama de moribundo. Arme mi trinchera. Esa que me protege. Arme mi esperanza en otro lugar, en donde estarás bien, en otra morada.

Descubrí que al médico se le enseña a enfrentar el sufrimiento de una manera estoica y que eso es lo que le piden a la familia: enfrentarlo y aguantarlo. Y que cuando huyen de él para disfrutar al máximo, se están rebelando al designio de la naturaleza. Aprendí que no hay medida exacta. Que se puede sufrir con envidia, con resentimiento, con vacío interior y/o con apego egoísta, pero que eso no me hace menos digna de mi amado. Miré en los demás, en los familiares de otros pacientes, que sufrir puede ir acompañado del autocastigo, del aislamiento, del anulamiento personal, de la autodestrucción y de olvidarse de uno mismo.

Son las doce. He dormido un poco… y poco falta para que tu cuerpo se ponga frío y parta a ese destino desconocido para mí y ya conocido para ti, porque vas y vienes.

Lo inesperado dentro del charco es que ellos se han unido.

Los de blanco han entrado a mi cuarto y se han convertido en confidentes de su error cometido. Lloran conmigo, porque no han podido estar a la altura de lo pedido: un médico ha de aceptar cuando pierde.

Comprendí que la familia también se enferma durante el sufrimiento y que el hospital participa en eso, con el abuso, la discriminación, la injusticia, la indiferencia y la negligencia. Que el médico lo provoca con su imposibilidad de comunicarse, la dificultad de empatizar, la necesidad de distanciarse de sus emociones y con su exagerado amor a la ciencia, sin tener amor a su paciente y a su familia, como lo afirma Ramón y Cajal (2017).

Sentí tu presencia. O por lo menos quise sentirla. Que posaras tus manos sobre mi cabeza y que me dijeras ten paciencia, para dejarme partir. Y extrañamente, olí a flores en esa esquina, como una despedida. Señora: el momento está cerca, dijo la doctora. El sueño me había ganado. Había hablado en público ante un auditorio de casi mil personas, sobre ti amor. Un minuto de silencio fue para ti, porque gracias a tu presencia que siempre me dio seguridad he podido estar con los más necesitados. Sus signos van y vienen. Mi pulso te retiene. Me acerco, me despido. Me acuesto contigo. Sólo te abrazo y te cobijo. No miro, solo siento tu último suspiro.

Tu misión y mi misión, se han cumplido.

Lo más importante para compartirles, es que en ese momento pude comprobar que al médico se le olvida: 1. la benevolencia (querer el bien del otro), 2. la beneficencia (hablar bien del otro), 3. la beneficencia (hacer el bien al otro) y 4. la beneficencia (compartir con el otro). Porque lo primero es: Mi cuidado es mi bienestar…

Quise compartir lo escrito ante la pérdida de la salud de mi marido, para hablar del sufrimiento ante la enfermedad y la muerte de un ser querido, porque enfrenté a una maquinaria hospitalaria donde no importa el paciente y mucho menos la familia. Decir que la “institución hospitalaria opera como una maquinaria” suena muy fuerte, pero es que así es cuando actúa de una manera despersonalizada, mercantilista y sin preparación adecuada para proporcionar los cuidados paliativos.

REFERENCIAS Ramón y Cajal (2017). Recuerdos de mi vida. Ediciones de la Universidad Autónoma de Madrid.

Se les olvida que como médicos se deben preocupar de la calidad de vida del paciente y de la familia, ya que permite favorecer el tratamiento y la recuperación de la salud. En mi recorrido doloroso, comprobé que para el médico lidiar con las emociones del paciente y de la familia es muy complejo. Que no recibe formación académica y personal para enfrentar su sufrimiento y el de los otros. Por lo que desconocen el verdadero sentido de la palabra sufrimiento.

Sufrir tiene que ver con padecer. Tiene que ver con el dolor 35

Epifanias del Deseo

Oropel y hojas secas Por: Juan Octavio Alor

Es verdad que en mi vida he encontrado solo una verdadera hoja seca; tantas veces he canjeado mis decisiones por artificios áureos, en los que ese seductor brillo solo exaltaba la falsedad misma con las que estaban hechos; una vida entre el engañoso oropel y el vacío que reclama vanidad; vida que desplazaba el regocijo contemplativo hacia aquellos relieves inundados de monotonía.

su acompañante expresar que sus pasos no eran consciencia hablada, sino evidencia del inconsciente que nunca calla.

Durante su juventud le enseñaron el arte de imitar a los triunfadores, y cuando más tarde en el fracaso se asumía, una suave voz le susurraba al oído para decirle: no has encontrado lo que no querías encontrar, continúa tu jornada porque ni siquiera la has comenzado. La contradicción, había aprendido, era constitutiva de seguir en un abismo en el que la cima parece elevada, pero a su vez, la sima no es tampoco nuestro destino; permanecer en la agonía no se vuelve un laberinto en que debamos cabalgar más.

La luna tiene precio en un mundo en el que impera la frivolidad pero que adolece de lo esencial; hasta el sol puede ser intercambiado por interminables noches en las que nunca soplan los vientos que anuncian el nuevo día; hasta la felicidad, o lo que entendemos por felicidad puede adoctrinarse entre códigos de barras y mercantilismo que entregan restos de palabra ahogada, porque aquello que realmente tiene valor no se suscribe al discurso de la alienación infinita. El sedentario deseo siempre observa lo que con la mirada se calla; la conducta con frecuencia engaña, y aquellos semblantes capaces de ejercer falsaria audacia, en realidad encumbran la imprecisa noción de lo que llamamos consciencia.

Apología de la belleza, cátedra del poder, elocuente popularidad, alegatos del que sabe triunfar; imposible no establecer conexión bajo dichos preceptos que condicionan nuestra estancia por estos lugares terrenales; son cuantiosas las razones que muchos han expuesto para explicar lo imprescindible que resulta llegar aquello que dicta el lema de los Juegos Olímpicos, “citius, altius, fortius”, es decir “más rápido, más alto, más fuerte”; suma de contundente éxito, todo ligado a él, nada fuera del mismo; manifiesto en que se privilegia el tener, sobre el ser, disertación en que todo lo que se puede ver en realidad es todo lo que se desea tener, y todo aquello que es imperceptible para los sentidos parece no cobrar ningún sentido siquiera mencionarlo; época en que somos perseguidos por la conjura de quienes nos dan el tratamiento de mercancía perfecta, porque nada nos pertenece y nos dictan hasta la manera en que debemos expresar nuestro sentir.

Transcurría vida en el camino del viajero, destino hallado por convicción era su constante; cada horizonte renovado con la luz del amanecer sostenía una sensación de que podía continuar su jornada al menos por un día más. Después de tantos intentos por escapar, aventura tras aventura, viaje tras viaje, experiencia tras experiencia, parecía todo llano; una simulación en la que el principio de la agonía se ocultaba tras impulsos de supuesta vida, cuando en realidad cada vez moría y moría más, enajenado a su propio camino perdido, simulación vital donde solamente quedaba adherido a la imitación, como apéndice de lo que un supuesto statu quo exigía, su voluntad le era ajena, aquella determinación era el anhelo de otros, aquellas pisadas no eran su trabajo, eran la bocanada de aire que alguien más había trazado para él; era este viajero que por ráfagas despertaba del sueño, pero se mantenía dormido; las sutilezas a veces son insuficientes para desafiar la verdadera lucha por nuestros deseos, es necesario incorporar la acción para reencontrarnos con la vida.

El más rápido, el más alto, el más fuerte, estas palabras que enarbolan la sequía del alma, son palabras, las cuales, cristalizan la aridez que nos conducen a pensar mucho y sentir poco ¿Es verdad? ¿Tiene que ser así? ¿Nuestra voluntad impera de esta manera? ¿Únicamente nos resta cabalgar entre el oropel de aparente abundancia y renunciar a encontrar auténticas hojas secas? Cuando era niño caminaba por sendas verdaderamente hermosas, la vista es tan deleitante cuando encuentras esa complicidad con la plenitud del otoño; ese manto de hojarasca que recoge las esperanzas de los viajeros que van, y que en otros momentos vuelven; el verdadero triunfalismo no se encuentra al haber alcanzado un destino, sino en decidirlo emprender.

El destino del viajero era comenzar de nuevo y el de Epifanías del Deseo

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A través de las páginas, en mis vivencias puedo remarcar aquellos instantes con los que aprendí a recuperar del universo sideral aquello que realmente era mío, y que no solamente representaba lo que otros depositaban en mi; estela de vida que hereda aprendizaje, estela de vida que me comunica de manera cercana que he dejado alguna huella, estela de vida que conecta aquello que fui con lo que sigo expresando, porque finalmente nuestro ser sostiene de lo que esculpimos en los actos.

distancia y un instante definido; los ríos nunca se esfuerzan en fluir, pero todo el tiempo se concentran en ser la alegoría que no debe explicarse. Cuando el viajero decidió fijar su bandera, no era sabedor del dolor que se había derramado alguna vez en esa tierra; era el nuevo actor que aparecía en ese lugar que destellaba inadvertida opacidad; cargaba con los restos de dolor que nunca termina por saborearse en la contradicción que resulta navegar en la existencia que vamos descifrando en su mínima expresión; viajero navegante que había aprendido que no se alcanza nunca una estación final.

Muchas veces rechacé auxiliar a quienes necesitaban una mano fraterna y otras tantas me la negaron; cuantiosas ocasiones tomé convergentes decisiones sin saber que realmente era lo que no quería; estereotipos, modelos y apariencias regían la mayor parte de mis actos, mismas, que probablemente estaban en el ocaso de mi constitución verdaderamente humana; me adherí a patrones que con el tiempo fueron erosionando las fantasías de hacerme hombre, comulgué con pensamientos que fueron el origen de mi insoslayable confusión; he actuado mi papel con un nombre del que ninguna grafía puede armonizar esa inquebrantable e ilusoria razón; todo lo que me ofreció el resplandor áureo de estas decisiones han terminado por sucumbir ante el hilo delgado donde aparecen mis sentimientos; el oropel me ha engañado.

Ni un estadio completamente formulado; nunca existe una diferenciación total en el dolor de los seres humanos porque nos acompaña el impulso de continuar por el mundo develando partículas del misterio que nos conecta con la necesidad de mitigar el sufrimiento; el viajero sabía que su estancia en esas tierras con pasado y una historia desconocida, eran la verdadera oportunidad de recoger cosechas instaladas por él mismo; nunca termina la oportunidad de reestablecernos o reencontrarnos con el follaje de nuestras disertaciones; el viajero sabía que el remo con el que navegaba solo era el preciado conducto para hacerse responsable de lo que no dejaba de pertenecerle: sus ilusiones y la intención para descifrarlas.

Ese lugar lleno de flores, en donde cada pétalo es una oportunidad que nos habla al oído, ese polen que se convierte en el susurro que nos habita, ese jardín que parece la escala más bella para eternizar momentos memorables, en realidad no es la escenografía de un impredecible viaje, sino que es el fecundo espacio que siempre nos acompaña y que todo el tiempo respiramos, aunque permanece distante; romper la distancia con aquello que en todo momento nos reverdece, es despertar un poco de esa confusa travesía en la perseguimos el oro hasta donde termina el horizonte, cuando tenemos en nuestro rostro el único brillo que chapa con sustancia cada uno de nuestros días; halo autónomo que no se descubre al final del viaje, sino en la simple vista que se asoma al suelo y que nos invita a reconocer al menos una verdadera hoja seca en nuestra palpitante deambulación.

O bien yo he sido quien a si mismo lo ha hecho, porque al final de ese camino viajero, puedo decir que nunca encontré acompañantes en mi trayecto, solo contemplé siempre competidores, contra quienes debía ser el más alto, el más rápido y el más fuerte, siempre una presea dorada tendría que colgar de mi cuello, y siempre la mano debería alzarse con el puño triunfal y era solamente un accesorio extenderla para brindar un gesto de amistosa compañía; el equinoccio me ha enseñado que al recoger esa verdadera hoja seca, por fin dejo de encontrar en los artificios y banalidades el valor de toda mi experiencia, porque el ser no necesita de la acumulación, el ser no necesita colgarse preseas que con el tiempo dejan de brillar, no necesita del oropel que solo asiste vacíos de forma efímera, sino, más bien, el ser requiere de montos elevados de contemplativa y singular aceptación; acepto a las puertas del incandescente otoño que las preseas decoran el muro de mi vanidad pero no encuentran un lugar en el suelo fértil por el cual espero recoger los frutos etéreos; palpita mi interior, y ahora solamente creo en aquellos llamamientos que erigen ese bello andamiaje de crepúsculos y condecorados con muchas hojas secas; experiencias llenas del alimento que no puede ser suplido por señales de intermitente y viciado triunfalismo.

Y cuando ese manto bello de oro vivo florezca de color albino, sabré que cada uno de mis días siempre deleitó con un canto donde las letras se organizaron al ritmo del verdadero deseo y la fe de encontrarlo sin un tiempo, una 37

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