LA MONTERÍA
No es primavera para amapolas pero hoy el monte se torna rojo en pleno invierno y se llena de trofeos que van cayendo para ser
exhibidos orgullosamente por los tiradores mientras detallan su gesta. Mimetizados con el campo, todos de verde y marrón, e impregnados de humo y ceniza, hacen corro desde muy temprano mientras comen las bastas migas campechanas que las mujeres hicieron desde temprano. Con las botellas de vino que comparten a pico bajo el brazo, los monteros esperan con paciencia que se anuncien los números del lugar desde donde podrán disparar. “¡ A ver si toca
un puesto de querencia, que esté bien cerquita para que no se escape nada ! ” Repasan las reglas, se pide por la paz entre compañeros y comienzan la jornada en pareja con una sola arma desenfundada.