Rosita, la Ranita Recicladora
por Franco Fuenzalida Zelada y Claudio Casta単eda Pe単aloza
- Villa Chañimal Presenta: Rosita, la Ranita Recicladora Ilustraciones: Franco Leonardo Fuenzalida Zelada Textos: Claudio Castañeda Peñaloza Diagramación: Claudio Castañeda Peñaloza ©Copyright 2013: La presente obra, todos sus personajes y signos distintivos son una creación conjunta de Franco Fuenzalida Zelada y Claudio Castañeda Peñaloza. Todos los derechos reservados. - Registro de Propiedad Intelectual N° 232540 (Chile) -
Rosita, la Ranita Recicladora
¿Quién creería que una ranita tan chiquitita iba a lograr tantas hazañas y proezas para mejorar la vida de todos los animales que habitan la hermosa Villa Chañimal?. Gracias a ella, la Villa está limpia de toda contaminación: los ríos se han vuelto cristalinos, el paisaje parece una postal y el cielo se ha puesto más azul que nunca. Y no sólo eso. Rosita ha desarrollado toda su creatividad confeccionando muchísimos productos nuevos a partir de cosas que la mayoría habría considerado basura y echado, sin dudarlo, al olvido. Lo mejor es que todas sus creaciones están en su fabulosa tienda, la cual siempre está repleta con los vecinos de la Villa, quienes adoran el trabajo que Rosita hace. Todos reconocen el esfuerzo y la tenacidad de Rosita y con su ejemplo han aprendido la valiosa lección de las tres erres: RRR = Reciclar, Reutilizar, Reducir. Pero estamos partiendo por el final, la historia que vamos a contar de Rosita, la Ranita Recicladora, no comienza aquí.
Todo comenzó una mañana, como cualquier otra, cuando Rosita se disponía a tomar su baño de charca.
A Rosita le gustaba mantener su piel tersa y humectada todos los días y aprovechaba también de divertirse nadando.
Con los ojos cerrados, Rosita siempre se zambullía en la charca gritando -¡Yupiiiii!
¡Era lo que más le gustaba hacer en el mundo!
¡Pero algo terrible pasó! La charca estaba convertida en un basural acuático donde flotaban restos de comida, latas, papeles y botellas. ¡Incluso un neumático había en la charca! Rosita salió asqueada, toda llena de bolsas plásticas que se le pegaron al cuerpo.
Rosita sacó el neumáticó y las bolsas del agua. Y ahora con los ojos bien abiertos observó su charca, su querida charca, completamente inmunda por los desechos. La ranita no lo podía creer, ¿cómo había ocurrido esto? Rosita lloró de rabia y de pena.
Rosita no podía dejar así las cosas. De nada le serviría llorar ni tener rabia, debía descubrir qué era lo que estaba ensuciando su charca y detenerlo.
Así que caminó río arriba por un largo trecho, buscando con determinación la fuente de la contaminación.
Y la encontró: quienes estaban ensuciándolo todo eran los mismos habitantes de la Villa Chañimal, incluida ella. En ese momento, Rosita comprendió que las cosas tendrían que cambiar y que si no hacía algo la aldea completa sería aplastada por sus propios desechos.
Pero, ¿qué podía hacer? El basural ya existía no podía hacerlo desaparecer. Y si trasladaban el basural, terminarían contaminando otro lugar y otros sufrirían lo que ella tuvo que sufrir. No le quedó otra. Se puso a navegar en ese gigantesco cerebro colectivo conocido como Internet, hasta encontrar alguna información que puediese solucionar su gran predicamento.
Y así encontró muchos sitios donde se podía aprender mucho sobre cómo reciclar, reutilizar y reducir, sacando provecho de todo lo que era considerado como desecho. ¡Aprendería a hacer cosas bonitas y útiles con la basura!
Rosita se devolvió a la fuente de los desechos a recolectar sus nuevos materiales para así reciclar, reutilizar y reducir toda la basura que estaba contaminando la Villa Chañimal y a su charca. ¡Este nuevo proyecto sí que la entusiasmaba!
Reciclando, Rosita aprendió que los residuos podían convertirse en materiales para fabricar productos nuevos. Así, con todo el papel que recogió hizo una pasta que luego transformó en lienzos para dibujar hermosos cuadros.
Reutilizando, Rosita aprendió que podía darle un nuevo uso a un objeto que se consideraba sin valor. Con mucha creatividad convirtió los envases de tetrapak en billeteras, a partir de bolsas logró hacer un ovillo de tela plástica. ¡Hasta un pequeño sillón pudo confeccionar reutilizando cajas de cartón, era increíble!
Reduciendo, Rosita aprendió que debía disminuir la cantidad de basura que generaba en el día a día. Y esto era tan simple como salir a hacer las compras con su propia bolsa, así no tendría que llevarse una del almacén de Pedro, el Pudú Panadero.
Y junto a todo esto, aprendió también a hacer compost. La verdad es que era muy sencillo, sólo debía juntar los restos de verduras, frutas y cáscaras de huevo en un bote aireado. Al cabo de unos meses, todo esto se convertía en tierra nutritiva para alimentar sus plantitas.
Rosita se dio cuenta que con creatividad e imaginación podía hacer muchas cosas hermosas para sí misma y los demás. Podía hacer y reparar juguetes para los animalitos del barrio.
Con pequeños detalles podía darle vida nueva a cosas que parecían ya inútiles.
Y desechos que parecían inservibles, como una sencilla caja de jugo, podía transformarse en una simpática billetera.
Las posibilidades de creación eran prácticamente infinitas, sólo tenía que utilizar su imaginación.
Muy pronto, Rosita tuvo muchas cosas para compartir y montó una tienda donde todos los los animales de la Villa Chañimal iban encantados a admirar todas las novedades que Rosita estaba creando. Ella estaba felíz, a todos les gustaba las cosas que hacía y, además, estaba descontaminando la Villa con su trabajo. La charca de seguro que estaría más limpia.
Pero no lo estaba. La basura era menos, pero seguía ahí. A pesar de todo su esfuerzo, su mensaje de reciclaje, reutilización y reducción sólo era importante para ella. Por más que todos animasen a Rosita a trabajar, nadie más en la Villa se preocupaba por la contaminación.
Rosita salió a recorrer las calles para ver que ocurría. En seguida vió algo que la molestó. Martín Pescador estaba echando todos los desechos en una misma bolsa de basura.
“¡Martín, eres un sucio. No se mezcla el vidrio con papel ni con las latas, todo debes separarlo!” -le increpó Rosita.
La ranita no tardó mucho en encontrar más vecinos descuidados con la basura.
Camila Colilarga se cayó de colita cuando una furiosa Rosita le reclamó: “¡Una cáscara de plátano es un desecho orgánico y sirve para hacer compost, no la tires al basural!
Rosita decidió que si quería volver a nadar en su charca debía encargarse ella misma de recolectar la basura de la Villa Chañimal. Pronto se esparció la voz y muchos tomaron de buen ánimo la tarea de separar la basura para Rosita, quien pasaba todos los días recogiéndola. Otros, sencillamente decidieron seguir la corriente para que Rosita no los retara, como Martín Pescador que les decía a todos: “¡No hagan enojar a Rosita!”.
Rosita estaba exhausta, cada dĂa ordenaba y ordenaba para limpiar toda la basura de la Villa. Con todo lo que recoletaba diariamente, tenĂa montones de cajas de desechos, atiborradas una encima de otra en su pequeĂąa casa. Las cajas se tamboleaban peligrosamente sobre su cabeza.
ÂĄDe pronto, ocurriĂł algo terrible. Las cajas se abalanzaron sobre la pequeĂąa ranita como una avalancha de basura!
Rosita quedó maltrecha, aplastada por las cajas de desechos que había reunido con tanto esmero para el bien de su charca querida y de toda la Villa Chañimal. La ranita había quedado atrapada, ¿qué sería de ella?
Homero, el Huillín Homeópata y Carlos, el “Cájaro” Carpintero; pronto se dieron cuenta de que algo andaba mal. Rosita no aparecía para recolectar la basura del reciclaje.
Decidieron llamar a Pili, la intrépida Picaflor Policía para que les ayudase a encontrar a la desaparecida Rosita.
Los tres se apresuraron en llegar directamente a la casa de Rosita, para ver si encontraban algún rastro de su paradero.
Su sorpresa fue mayúscula cuando descubrieron lo que había pasado con Rosita: estaba atrapada y aplastada por todo el reciclaje de la Villa Chañimal.
Al día siguiente, Huillín (quien se encargó de la recuperación de Rosita) convocó a una asamblea extraordinaria con todos los animales de la Villa Chañimal para explicar lo que había sucedido y tomar cartas en el asunto. Frente al árbol más antiguo y hermoso de la Villa, Huillín se subió al podio, tomó el micrófono y se dirigió a los animales: “Anfibios y aves, mamíferos y reptiles, animales de toda procedencia, tamaño y color tengo algo que contarles. La pequeña Rosita ha hecho grandes esfuerzos por mejorar la vida de la Villa, preocupándose de la basura de todos. Por ello, acaba de sufrir un terrible accidente. Propongo que de hoy en adelante todos y cada uno de nosotros nos encarguemos de nuestra propia basura y sigamos el mensaje de las tres erres: reciclar, reutilizar y reducir. Por el bien de la charca, de nuestra Villa y de Rosita”.
Al terminar su discurso, todos los animales presentes, grandes y pequeños; terrestres, acuáticos y voladores levantaron sus patas, alas y aletas en señal de aceptación. Los animales de la Villa habían decidido que cuidarían el medioambiente, preocupándose de seguir por siempre el mensaje de las tres erres. Todos se habían comprometido a reciclar, reutilizar y reducir.
Rosita se recuperó rápidamente gracias a la ayuda de Huillín Homeópata y su ayudante: Tania, la Tuco Tuco Terapeuta. Pero no sabía nada sobre la asamblea ni tampoco sobre el homenaje que los aldeanos le prepararon para su regreso.
Así que fue una gran sorpresa cuando llegó a su casa y encontró que los animales la esperaban con una cosa grande cubierta por una enorme tela blanca.
CorriĂł la tela y ahĂ estaba, era una estatua de Rosita hecha con materiales reciclados. ÂĄEstaba emocionada y feliz!
Así fue como nuestra pequeña amiguita se hizo conocida en toda la villa como Rosita, La Ranita Recicladora.
Y su querida charca, cristalina como antes, se convirtió en el lugar preferido de todos los peculiares habitantes que viven en la hermosa Villa Chañimal.
GalerĂa de Personajes.
Camila, la Colilarga Cocinera.
Gustavo, el Guanaco Granjero.
Carlos, el “Cájaro” Carpintero.
Polly, la Puma Profesora.
Pedro, el PudĂş Panadero.
Pirlo, el PingĂźino Pintor.
Sussy, la Serpiente Skater.
Homero, el Huill铆n Home贸pata.
Rosita, la Ranita Recicladora
Una pequeña Ranita llamada Rosita descubre que su charca está siendo invadida por la contaminación. Con tenacidad, emprenderá una ferviente cruzada para aprender a reciclar, reutilizar y reducir toda la basura que amenaza con destruir a la hermosa Villa Chañimal. ¿Lo logrará?