No hay mejor manera de sumergirse en un viaje astral que escuchando a Björk: una voz impactante que alcanza niveles exhorbitantes, que nos guía a través de letras que recorren desde la más alta de las euforias hasta la más profunda depresión, pasando por una tenue felicidad acompañada por destellos de tristeza. Todo esto adornado con notas inspiradas en prácticamente, todos los géneros musicales. Comenzó su carrera en las frías tierras de Reikiavik, Islandia. Siendo una pequeña niña de once años, hija de hippies y con la música en las venas, se atrevió a demostrar sus habilidades musicales a unos compañeros de la escuela. Mientras esto sucedía, uno de sus profesores la grabó y mandó el cassette a una estación de radio local, ganándole así su primer contrato discográfico. Después del éxito de su álbum debut, Björk decidió formar una banda de punk.
Aunque no tuvo mucho éxito al principio, después de un tiempo formó una banda espectacular: The Sugarcubes. Este proyecto sólo tuvo dos discos, fue el perfecto escaparate para la portadora de la voz más interesante de Islandia, quien, después de la disolución de la banda, lanzó su primer álbum solista, Debut. Con este material, Björk logró darse a conocer internacionalmente, y aunque no tuvo el éxito que ella esperaba, resolvió seguir experimentando hasta alcanzar un nivel musical fuera de lo común. A lo largo de su carrera, la islandesa ha ido implementando sonidos e instrumentos bizarros e innovadores como el “Reactable” o el “Lemur”, a la par de experimentar con su voz y sus letras hasta construir lo que tiene ahora: un pop intergaláctico con sonidos de otro mundo.
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