TERCERA CONSULTA CIUDADANA DE ORGANISMOS DE EQUIDAD RACIAL Hace centurias, un negro ladino, Alonso de Illescas, con la guía de otros libertos, como Pedro de Arobe, o Antón, este último nacido en Cabo Verde, se estableció en los bosques esmeraldeños, y su estrategia anticolonialista le permitió convertir esa antigua tierra de arboledas y hechicerías, en zona irreductible. Quizá este ejemplo sirva para ilustrar la historia de un pueblo indómito, que, a lo largo de la historia, se ha consagrado a la lucha contra la esclavitud. Desde Toussaint Louverture, en Haití, hasta Patricio Lumumba, en el antiguo Congo Belga, hoy República Democrática del Congo, y en nuestro país, desde Illescas hasta María Chiquinquirá Díaz, nacida en Baba, cantón de nuestro querido Guayas, que reclamó con valor su libertad, y Martina Carrillo, expresión de la infatigable lucha por la libertad, y cuyo nombre ennoblece la recientemente inaugurada Plaza de las Mujeres Libres, junto a Nela Martínez, Dolores Cacuango y Guadalupe Larriva, han sido y son muchos los testimonios de coraje e rebeldía. No olvidamos a Juan Otamendi Anangonó, incondicional lugarteniente del Mariscal Sucre y a Serapio Delgado, infatigable luchador por los derechos del pueblo negro, que, al igual que esas valientes mujeres antes nombradas, dieron pruebas de su vehemencia en el combate contra el colonialismo, el racismo y la intolerancia. En nuestro país, tuvieron que pasar 187 años para que un ciudadano negro, Antonio Preciado Bedoya, sea ministro de Estado, y, hace pocos días, tuvimos la oportunidad de compartir con él los primeros logros de su ejercicio e impulso al Ministerio de Cultura del país. Porque la verdadera expresión de la lucha por la igualdad de los derechos tiene que ir más allá de las declaraciones y la retórica, el gobierno de la Revolución Ciudadana ha consagrado, como uno de los pilares de su ejercicio democrático, la igualdad de oportunidades, la redistribución del ingreso y la equidad, manifiestos que han calado hondo en los pueblos afro descendientes que, en el Valle del Chota, Esmeraldas y otras zonas del país, han ofrendado su vida en la búsqueda del fin del apartheid y de un racismo inmoral, a veces soterrado, y otras, patente e inhumano. “La conversión de África en la madriguera para la caza comercial de pieles negras, señaló el alba halagüeña de la era de la producción capitalista”, decía Marx, y es evidente que los pueblos de herencia africana fueron sometidos en lo político, degradados en lo social, explotados en lo económico, silenciados en lo cultural, y las excepciones confirman la regla. Nombres como los de Adalberto Ortiz, Nelson Estupiñán Bass, Mario Congo, Alberto Spencer, Agustín Delgado, Papá Roncón, Tomás García, Remberto Escobar, el propio Antonio Preciado, Juan Montaño, Alexandra Ocles o Petita Palma, a quien otorgamos el Premio Eugenio Espejo 2007, son manifestaciones del talento y la perseverancia individuales, mas no del reconocimiento a un pueblo llamado a ser sujeto y no simplemente objeto de la historia.
Decíamos, en otros foros, que la Revolución Ciudadana también llegó para ajustar cuentas con la historia, y en este caso, no se trata de hechos individuales, sino de nuestra consagración para que el Ecuador se convierta en un ejemplo intercultural en América Latina, porque la Patria altiva, digna y soberana, debe reconocer su auténtico patrimonio humano, cultural y social, y no es posible hacerlo si el pueblo negro no está integrado, en la práctica, a este significado patriótico del nuevo tiempo, del cambio de época y de la trasformación de las caducas e injustas estructuras. Nuestra Revolución Ciudadana también es una revolución de la interculturalidad, es decir del entendimiento pleno de las múltiples culturas que componen el suelo patrio. Una interculturalidad de respeto, de convivencia, de garantía de derechos a todos los ciudadanos y pueblos afro-descendientes, indígenas, montubios y mestizos que ancestralmente han poblado nuestro país y han forjado históricamente todos los resquicios de nuestra nacionalidad. Desde nuestra visión, no se puede construir una Patria grande e intercultural, si aun persiste la inequidad social, el racismo, la discriminación, la xenofobia y la intolerancia. Por ello en nuestro gobierno estamos absolutamente convencidos de la necesidad de erradicar esas costumbres vergonzantes y coloniales que posicionan a ciertos grupos socioculturales o socio-raciales en sitios privilegiados de la estructura social, mientras que a otros grupos se les arrincona, se les niega sus derechos ciudadanos y se les convierte en victimas de la racialización, la exclusión y la discriminación. Los indicadores sociales demuestran que el pueblo afro y sus comunidades urbanas y rurales constituyen uno de los sectores de la Patria que menos posibilidades tienen para alcanzar las metas y objetivos del milenio. Según las cifras oficiales, las brechas sociales entre la población afro y no afro son cada vez más profundas. Es por ello que en el país existe una notable relación entre pobreza y etnicidad, entre exclusión social y desigualdad étnica. Garantizar entonces los derechos ciudadanos, en especial los derechos económicos, sociales y culturales a los afro-ecuatorianos debe ser una prioridad de Estado. Y para ello nuestro gobierno se compromete a trabajar en tres escenarios. El primero tiene que ver con cumplir expresamente con la Convención Internacional para la Eliminación de todas las formas de racismo y discriminación de las Naciones Unidas, así como garantizar la aplicación del Plan de Acción de la Tercera Conferencia Mundial contra el Racismo, la Discriminación Racial, la Xenofobia y otras formas de intolerancia, celebrada en Durban en el 2001. Ambos instrumentos internacionales, de los cuales es signatario el Ecuador, instan a los estados nacionales a combatir el racismo y la pobreza en las minorías culturales y étnicas mediante políticas públicas efectivas, que garanticen los derechos ciudadanos, y para hacer realidad esos mandatos, creemos en la necesidad de aplicar políticas de acción afirmativa en el campo de la educación, la salud y el empleo.
Un segundo escenario, en el cual el Gobierno de la Revolución ciudadana está comprometido con el pueblo afro-ecuatoriano, tiene que ver con establecer medidas concretas para que estas comunidades alcancen los Objetivos de Desarrollo del Milenio, y. como lo expresamos en Naciones Unidas, debemos ir más allá del conformismo que ciertas pautas que los Objetivos del Milenio establecen. El instrumento efectivo para estas metas es el Plan Nacional de Desarrollo, en especial el componente del Derecho a la No Discriminación del Pueblo Afroecuatoriano. Este plan debe ser ejecutado con precisión, allí están reflejados no solo los lineamientos básicos y filosóficos, sino que, además, se contemplan las políticas sectoriales que se deben ejecutar en los próximos diez años. Pero ninguna política de desarrollo se ejecuta sin recursos ni institucionalidad. La Secretaría de Pueblos Sociales, Movimientos Sociales y Participación Ciudadana (SPPC), a cargo de la Compañera Manuela Gallegos, informó que en administraciones anteriores de la Corporación de Desarrollo Afro-ecuatoriano (CODAE), durante el periodo de junio de 2004 a febrero de 2006, se encontraron anomalías, según el examen especial realizado por la Contraloría General del Estado. Se ha observado, a nivel administrativo y financiero “la falta de planificación y de efectivo sistemas de control interno, que ha impedido que se cumplan los objetivos institucionales de la organización, generando, además, una serie de irregularidades en su gestión”. No es posible que los pocos recursos con que contamos sean despilfarrados, o que la corrupción nos carcoma hasta en las instituciones que deberían ser un ejemplo para todos y todas, y por ello vamos a extremar la acuciosidad y control, porque el patrimonio de los ciudadanos y ciudadanas del Ecuador deben destinarse a mejorar la vida de nuestra gente. El tercer escenario de compromiso de la Revolución Ciudadana con el pueblo afro descendiente, se enmarca en un contexto más amplio y ambicioso. Tiene que ver precisamente con el tipo de Nación y de Sociedad que deseamos para el Ecuador. Allí la esperanza se cifra en la Asamblea Nacional Constituyente, la cual debe diseñar un modelo de Nación intercultural, una Patria donde todos los pueblos y culturas tengan un espacio de desarrollo ciudadano, una país que refleje el carácter multiétnico y pluri-cultural de lo que es el Ecuador. Creemos que el pueblo afro-ecuatoriano debe presentar sus propuestas al seno de la Asamblea Nacional Constituyente, una propuesta que salga de su propia inspiración, que se nutra de sus valores ancestrales y que proponga una nueva forma de entender la ciudadanía cultural e incluyente, los derechos ciudadanos, en especial los colectivos, la relación armónica entre los seres humanos, la naturaleza y el cosmos. Contamos, para este empeño, con la querida compañera Alexandra Ocles, que puede liderar este proceso en el seno de la Asamblea Nacional Constituyente.
Compañeras y Compañeros, nos honramos al declarar inaugurada la III Consulta Ciudadana de Organismos de Equidad Racial de América Latina y el Caribe. Nuestra Revolución Ciudadana será enteramente consecuente con sus recomendaciones, las mismas que estimamos vitales para que nunca más el Ecuador viva de espaldas a la Negritud, a sus códigos ancestrales y su insurgencia vital. Que acompañen este proceso los arrullos a la Virgen del Carmen, la Pastoral Negra, la escoba de San Martín de Porres para barrer el pasado de sometimiento y esclavitud. En esta era de igualdad en la diversidad, porque, como lo dijo Antonio Preciado: “somos diversos, pero no desiguales”, vamos hacia un porvenir de justicia, de dignidad y de soberanía. Por la patria, Tierra Sagrada ¡Hasta la victoria siempre! Rafael Correa Delgado Presidente Constitucional de la República Enero 21 de 2008