La flor escondida del Tolima

Page 1

La flor escondida del Tolima

1



La flor escondida del Tolima. Memorias de Resistencia, vida y paz en Gaitania.

Stephanie Andrade Porras Jorge Mario Parra Correa


Fundación Yapawayra. Equipo de Investigación: Stephanie Andrade Porras Jorge Mario Parra Correa Equipo de Comunicaciones: Laura Ríos Diego Avendaño Fotografías: Jorge Mario Parra Correa Laura Ríos Juan Camilo Durán Cabildo Indígena Paez de Gaitania Pobladores Consultoría para los Derechos Humanos y el Desplazamiento – CODHES USAID 2017 1ª edición ISBN: (El editor gestionar) Fotografía de portada: Casa tradicional campesina en la vereda San Miguel. Tomada por Jorge Parra., Equipo de Memoria Histórica, Yapawayra. 2017. Impreso en Colombia / Printed in Colombia


Agradecimientos: A todos los pobladores del Corregimiento de Gaitania-Planadas, en especial a los campesinos e indígenas nasa de la parte alta del río Atá; Por su generosidad al participar en los encuentros, talleres, recorridos, visitas de este proyecto. Por compartir su cotidianidad con el único propósito de que se conozca de que están hechos los gaitanunos, solidaridad y amor por la tierra. Por permitirnos comprender los momentos de angustia de su pasado, sus vivencias del conflicto y las esperanzas de vida y resistencia en la sinfonía de sus relatos. Por recibirnos con un café al calor de sus hogares, y acompañar cada saludo con una palabra y un gesto afectuoso que nos abrió la puerta para hacer parte de sus vidas. Por enseñarnos que la verdadera felicidad se encuentra en la simplicidad de la vida alrededor de los que se ama. Gracias inmensas, nos dejan marcados los corazones y el camino abonado con amistad a: Alejandro Medina, Ismery Castañeda, Rogelio Orozco, Ariel Osorio –Gigante, Benjamín Cadena, Jorge Jiménez, Gonzalo Villegas, Dioselina Avilez, Yamid Garzon, Leonoricel Villamil, Martín Ruiz, Gustavo Vargas “Capulina”, Pedro Mazo, Manuel Chicue Vidal, Juan Bonilla, Ovidio Paya, Virgilio López, Fildardo Varón, Álvaro Cupaque, Rosa Emilia Paya, Jhon Capaz, Marcos Ley, Aurelio Dagua Ipia, Miguel Ángel Largo, Alberto Cerón, José Paya, Elizabeth Mahecha, Margarita Neira “Fanny”, Viterlicia Neira “La Chorra”, Ana María Varón, Emilio Alberto Ipia, Carlos Neira, Vicente Roncancio, Gabrielita Yule, Dilma Paya, Eddy Zoraida Sánchez Mora, Audenago Mayorga, Héctor Maldonado, Jaime y Margarita Olaya, Alfonso Rojas, Edgar Celemín, Laureano Soto, Benicia, Diana Ayala, Cristina Rivera, a la profesora Elizabeth Castro y otros más que los llevamos en nuestros recuerdos. De manera especial a Adelaida Bermúdez por su calor de hogar que no nos hizo extrañar el propio. A las compañeras de la Fundación Yapawayra que pensaron este proyecto y siempre estuvieron dispuestas para colaborar para que cada momento se viviera con las condiciones administrativas y técnicas necesarias. A la Consultoría para los Derechos Humanos y el Desplazamiento-CODHES porque sin su agencia no hubiese sido posible la financiación de esta gran iniciativa. A la Alcandía Municipal de Planadas, a la Institución Educativa Antonio Nariño, a la Biblioteca Pública Móvil de Gaitania por su apoyo institucional que permitirá que se conozca esta inigualable experiencia.


Panorámica de Gaitania.

Tomada por Laura Ríos, Equipo de Memoria Histórica- Fundación Yapawayra, 2017.


Contenido Presentación Introducción

9 12

Sugerencias para trabajar con este libro

18

En las Instituciones Educativas

18

En la comunidad y organizaciones sociales:

19

Capítulo 1. Tejiendo memorias en el río Atá

21

Capítulo 2. El habitar de la vida en las palabras

26

De la arriería a la construcción.

28

Entramos por aquí, por una trocha.

32

No sabe uno por lo que ha pasado la gente.

38

De todo eso solo quedo la mala fama y pobreza

42

Cuando el ejército se metió

49

El campo no lo cambio por nada.

52

Mujeres, nos vamos a organizar

63

Cómo defender la comunidad, sin armas.

81

El acuerdo de paz nuestro no puede morir.

92

Un capítulo que queda atrás.

110


Capítulo 3. La vida, entre recuerdos y sentires

112

Los sentidos de la memoria para las mujeres de Gaitania

113

Los sentidos de la memoria para los niños y niñas

116

Sentidos de la memoria de campesinos y campesinas

129

Sentidos de la memoria de los indígenas nasa

134

Capítulo 4. Caminando el mejor vividero del mundo

139

¿Cómo llegamos a este territorio?

140

Caminando la memoria

143

Recorridos por territorio campesino:

143

Recorridos por territorio indígena nasa:

164

Conclusiones

175


La flor escondida del Tolima

Presentación La Fundación Yapawayra a través del Programa de Participación y Reparación de las víctimas agenciado por la Consultoría para los Derechos Humanos y el Desplazamiento –CODHES- y la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional –USAID-, busca propiciar, apoyar y acompañar iniciativas de construcción de memoria histórica que permita el auto reconocimiento y condiciones para la búsqueda de la verdad, el no olvido y la no repetición de los daños ocasionados por los distintos actores en el marco del conflicto político-militar colombiano. El proyecto titulado MAS ALLÁ DEL ORIGEN DEL CONFLICTO, EL SUR DEL TOLIMA MOVILIZADOR DE LA PAZ NACIONAL tuvo como objetivo reconstruir la memoria histórica del corregimiento de Gaitania, desde la visión de habitantes, víctimas, familias y organizaciones sociales que ejercen procesos de construcción de paz con impacto a nivel regional y nacional. Para ello, nos dimos a la tarea de identificar y sistematizar participativamente los hechos, impactos y los factores subyacentes incorporados a la guerra, así como los procesos de paz en la parte alta del rio Atá. Sumado a esto, se tuvo el propósito de brindar herramientas pedagógicas y simbólicas que apuntaran a la reconstrucción en clave de paz entre las comunidades indígenas y campesinos, como punto de partida para el inicio de posibles procesos de reparación colectiva. Gaitania es un territorio que expresa la vivencia intercultural de población campesina e indígena nasa en una geografía agreste y de naturaleza exuberante, marcado por la guerra y la ausencia del Estado colombiano. Un territorio en el que afloran múltiples formas y concepciones de vida, donde la organización y la experiencia de la vida cotidiana engrandece su propio nombre. Tierra de fieles liberales seguidores de “Gaitán”, y

9


10

La flor escondida del Tolima

perseguidos por la violencia, que entre altas montañas encontraron un refugio para la vida y la paz. Entre los recuerdos que más sobresalen en sus narraciones podemos destacar el proceso de poblamiento indígena y campesino, el nacimiento de las FARC, la capacidad de las comunidades de resistencia y sobrevivencia a la guerra y al olvido del Estado luego de la operación Marquetalia. De la misma forma, la organización comunitaria alrededor de las juntas de acción veredal, la conformación del cabildo indígena nasa, el acuerdo de paz logrado entre las FARC y la comunidad indígena nasa por más de 20 años, la conformación de las organizaciones de mujeres por la paz, la producción del mejor café suave de la región, entre muchos otros. Este es el inicio de un ejercicio de construcción colectiva de memoria entre todas las generaciones, desde los niños y niñas, mujeres y hombres, jóvenes, adultos y mayores con quienes más que mirar su pasado, narran la memoria que los habita, que han heredado, pero también de la que han sido protagonistas o testigos. Una memoria viva que se recrea constantemente en la necesidad de conciliar esa tensión interna entre “lo que fuimos y lo que somos, lo que se vivió y nunca más debe volver, y lo que queremos para el futuro” que permita salir del olvido y la estigmatización. Este libro es una producción colectiva, echa a muchas manos, una herramienta junto con el video documental MEMORIAS DE VIDA Y RESISTENCIAS DEL ALTO ATÁ y la galería fotográfica ROSTROS Y RASTROS DE RESISTENCIA, VIDA Y PAZ EN GAITANIA, que recoge experiencias de vida, saberes, prácticas de re-existencia, representaciones del territorio y expresiones particulares de comprender, vivir y narrar la memoria histórica. Tiene como objetivo promover los aprendizajes del conflicto y la paz que han transformado la vida, no sólo de los gaitanunos, sino de todos los colombianos que logran adentrarse en la verdad de los acallados y olvidados en el verde y acogedor sur del Tolima.

Memorias de resistencia, vida y paz en Gaitania.


La flor escondida del Tolima

Ojos color esperanza. Niña de Gaitania.

Tomada por Laura Ríos, Equipo de Memoria Histórica- Fundación Yapawayra, 2017.

11



La flor escondida del Tolima

Introducción Este documento compila los resultados de un proyecto adelantado para aportar a la superación de la guerra, a partir de la memoria histórica de una región marcada desde sus orígenes hasta nuestros días, por el conflicto político militar y el olvido del Estado. Un pueblo que narra generación tras generación, con sus propios sentidos y matices, sus vivencias, sus aprendizajes, y los sueños de paz. Desde agosto de 2016 y con la limitación de tiempo que establece un proyecto, durante diez meses trabajamos con las comunidades asentadas en la parte alta del río Atá, en el corregimiento de Gaitania del municipio de Planadas al sur del Tolima. Los protagonistas de este proyecto fueron los campesinos de las doce (12) veredas al margen izquierdo del río Atá: El Jordán, El Oso, La Unión, Puerto Limón, Alto Sano, San Miguel, La Hacienda, El Progreso, Peña Rica, Villanueva, Guayabos y Marquetalia. Del margen derecho del río, en su mayoría, hombres y mujeres indígenas nasa asentados en ocho (8) veredas: La Floresta baja, la Floresta alta, Altamira, San Pedro, Palmera, Palomas, La Bella y Aguablanca. Cabe destacar que, sobre esta última vereda, la comunidad indígena tiene el reconocimiento del Resguardo Indígena Páez de Gaitania mediante resolución 046 de 1990 con un área de 4.900 hectáreas, que se superpone ampliamente con el área del Parque Natural Nevado del Huila. En este territorio, nos dimos a la tarea de tomar conciencia de la importancia de contar historias, de hacerlas visibles, y de escucharlas de manera colectiva, desde las distintas voces y tonos que le imprimen de manera especial las comunidades según el género, la generación, la etnia, y los roles. Una polifonía que armoniosamente componen los hombres y las mujeres, los niños y las niñas, las y los jóvenes, adultos y mayores, desde su mundo campesino e indígena.

13


14

La flor escondida del Tolima

Vertiginosamente nos adentramos a un contexto complejo que estuvo cruzado por la implementación de los acuerdos de la Habana; el plebiscito; la instalación de la Zona Veredal de Transición y Normalización (ZVTN) “Marquetalia, cuna guerrillera” como la denominó las FARC, que está ubicada en la vereda El Oso; la llegada de la institucionalidad para la paz, entre ellas, la Policía y el Ejército; el inicio del desminado por parte de empresas internacionales; la dejación de armas por parte las FARC y la afluencia de agencias de cooperación internacional interesadas en intervenir en el territorio. Sumado a ello, el proceso se desarrolló a pesar de hechos que comprometieron la seguridad no sólo de la población sino del equipo investigador, como el hallazgo de minas en los lugares de reunión de la comunidad, atentados, extorsiones, señalamientos, amenazas y la aparición de actores armados que se denominan como autodefensas. En esos contextos, los participantes iniciaron la recuperación de una práctica olvidada en el mundo de la guerra: narrar lo que en sus palabras vivieron y su reflexión frente a éstas. Así cada protagonista fue marcando no solamente la pauta para contar algo o callarlo, sino también, expresar sus percepciones. Por lo anterior, el proyecto se centró en las comunidades, en la generación de espacios y condiciones para que ejercieran el derecho a la palabra, al encuentro y la participación en la elaboración de sus memorias y sueños. Bajo esta impronta, la metodología abordó los escenarios privados de las familias, en aras de tejer confianza y empezar a vencer el silencio, a través de entrevistas personales y familiares. Los escenarios colectivos se desarrollaron a partir de los espacios de participación ya creados por las mismas comunidades. Los tiempos para los encuentros fueron determinados por la comunidad en cada caso, teniendo en cuenta la cosecha del café, el frijol, el invierno, las distancias y el estado de los caminos y vías.

Memorias de resistencia, vida y paz en Gaitania.


La flor escondida del Tolima

El enfoque diferencial caracterizó el proceso metodológico que permitió atender las particularidades de grupo, etnia, edad, género y rol en las comunidades. Valga aclarar que no hubo una pretensión comparativa de la memoria histórica de la comunidad campesina y la indígena. Antes bien, reconocer la riqueza de los relatos y los elementos significativos que permitió evidenciar las respuestas diversas a los impactos y resistencias al conflicto. De manera que, se realizaron veintiséis (26) entrevistas a hombres y mujeres de la comunidad indígena nasa y campesina, sin un perfil privilegiado, más allá de haber luchado por la vida, resistido a los avatares del conflicto y con gran voluntad de narrarlo. En este territorio todos y todas han sufrido de una u otra manera la implacable guerra y sus narraciones son tan importantes como las que podremos leer en este libro. Los escenarios participativos con la comunidad campesina, se realizaron a través de acuerdos con las Juntas de Acción Comunal de las veredas en pleno, para el desarrollo de los talleres y recorridos de memoria histórica. Logramos realizar seis (6) talleres con las comunidades de San Miguel, Altosano, La Unión, Guayabos, La Hacienda, y Gaitania. Tres (3) recorridos con las comunidades de Altosano, La Hacienda, y Guayabos-Marquetalia. La concertación con la comunidad indígena nasa se realizó con el Cabildo y posteriormente con el Consejo de Mayores, donde la autoridad, exgobernadores y médicos tradicionales establecieron la necesidad de emprender este proyecto en el marco de su Plan de Vida. Por lo cual, se realizaron tres (3) talleres de memoria histórica en las veredas San Pedro y La Palmera. Dos (2) recorridos por el territorio indígena desde Aguablanca hacia el páramo Santo Domingo y desde el Resguardo de Las Mercedes, en Herrera, hasta el páramo El meridiano. Los grupos focales también fueron parte de la estrategia metodológica, permitieron que emergiera la perspectiva de las mujeres y de los niños, niñas y adolescentes. Se realizó un taller con mujeres indígenas y campesinas de las veredas y el centro poblado de Gaitania. Particularmente con niños, niñas y adolescentes se buscó la construcción de la memoria

15


16

La flor escondida del Tolima

histórica desde las voces, representaciones y significados propios o trasmitidos en su entorno familiar, comunitario y escolar. Convencidos de la importancia del juego, lo audiovisual y las artes como experiencias sensibles y lenguajes por los que transitan las memorias y representaciones del mundo, se proyectó un conjunto de dispositivos psicosociales y pedagógicos para el trabajo con los niños, niñas y adolescentes. Ellos abordaron tanto las afectaciones de la guerra y su tramitación personal y comunitaria a partir del dialogo que vinculó a los maestros, padres, hijos y comunidad en general, en la resignificación de las narrativas de la memoria histórica. Se desarrolló un taller con niños y niñas indígenas nasa en la vereda La Palmera, en el que cinco (5) grupos establecieron su pasado y futuro a través de dibujos que realzan la comprensión de lo vivido a pesar de su corta edad. Lo plasmado evidencia que los niños y niñas también tienen mucho que aportar en la construcción de la verdad y en las apuestas de paz. Las ilustraciones son contundentes, desgarradoras y esperanzadoras al mismo tiempo. No requieren un ejercicio concluyente por parte del equipo investigador. Narran por sí solas. En un esfuerzo de iniciar la construcción de la memoria histórica, desde el aula con ejercicios pedagógicos, nos articulamos a la Institución Educativa Antonio Nariño – Sede San Miguel. Se desarrolló el taller de memoria histórica y comunicación, en un ciclo de seis 6 sesiones donde se promovieron herramientas para el uso del lenguaje audiovisual y la escritura, como instrumentos para narrar desde la experiencia propia y colectiva. Allí produjeron textos, fotografías y videos cortos que dan cuenta de las representaciones de su memoria. Adicionalmente se realizó un taller-mural de memoria histórica con maestros y estudiantes de esta institución educativa, que permitió un tratamiento recreativo de la memoria a partir de la pintura colectiva de un muro que quedó como testigo de lo vivido y narrado. Nuestra apuesta también se dirigió a generar espacios de encuentro que permitiera acercar la comunidad indígena nasa y la comunidad campesina en la lógica de iniciar procesos de

Memorias de resistencia, vida y paz en Gaitania.


La flor escondida del Tolima

reconocimiento y aprendizajes conjuntos en la construcción de diálogos. Así fue que se realizó el Encuentro de experiencias y diálogo de saberes desarrollado en la vereda La Palmera. Reconstruir la memoria significó recuperar las palabras para contar las verdades desde sus mundos, con sus jergas y modismos. Los impulsó a narrar no sólo las memorias del conflicto sino también su modo de vivir la vida, de trabajar la tierra, de educar a sus hijos e hijas, de festejar la cosecha, sin ninguna vergüenza y sin miedo de ejercer sus derechos a la verdad, justicia, reparación y no repetición. Esta no es una publicación académica de debate teórico o metodológico. Es una publicación para quienes desean seguir profundizando en el ejercicio de reconstrucción de su memoria histórica desde este territorio, o de muchos otros territorios que puedan animarse con el proceso vivido en Gaitania. En el presente libro encontrarán en el primer capítulo “Tejiendo memorias en el río Atá”, nociones, ejemplos y puntos de partida de la memoria histórica construidos por las comunidades. El segundo capítulo “El habitar de la vida en las palabras” contiene diez (10) relatos de los campesinos e indígenas nasa, publicados en coautoría. Algunos son autobiografías, otros, reseñas de los recuerdos compartidos. En el tercer capítulo “La vida, entre recuerdos y sentires” hallarán frases, dibujos y textos extraídos de los relatos, carteleras y escritos construidas en los espacios colectivos que retratan la vivencia de la memoria histórica. Con el cuarto capítulo “Caminando el mejor vividero del mundo” podrán viajar a este territorio a través del relato de campo, fotografías y mapas de lugares, rostros y rastros de vida y muerte en las montañas, ríos, y páramos de Gaitania, producto de los recorridos de memoria. Por último, algunas conclusiones que no pretenden inducir una lectura sobre los pobladores y su memoria, sino la oportunidad de compartir algunas reflexiones a tener en cuenta para continuar con la reconstrucción de su memoria histórica.

17


Nevado del Huila, visto desde la vereda Guayabos-Gaitania.

Tomada por Jorge Parra, Equipo de Memoria Histรณrica-Fundaciรณn Yapawayra, 2017.


La flor escondida del Tolima

Sugerencias para trabajar con este libro En las Instituciones Educativas • Es importante construir un proyecto de aula que posibilite una discusión sobre la memoria histórica de Gaitania no sólo alrededor del conflicto armado colombiano, sino también de sus vivencias cotidianas familiares y comunitarias a partir ejercicios de diálogo intergeneracional entre abuelos, padres e hijos, con acompañamiento de los maestros. • Este libro es una herramienta que tiene la pretensión de aportar a la educación, sin ser exclusivamente un dispositivo didáctico. Es una publicación que podrían abordar los diferentes niveles de la educación en aras de apoyar los ejercicios de convivencia escolar, mediación de conflictos, reconocimiento del entorno, en el marco de la ley 1620 que creó el “Sistema Nacional de Convivencia Escolar y Formación para el Ejercicio de los Derechos Humanos, Sexuales y Reproductivos y la Prevención y la Mitigación de la Violencia Escolar”, y la implementación de la “Cátedra de la paz”. • Leer los contenidos de este permitirá familiarizarse con la memoria histórica de Gaitania y promover el diálogo y la narración. Se puede continuar narrando a través de un dibujo, un escrito, o una canción, con lo que se puede llegar a realizar un libro anual con las historias recopiladas en las instituciones. Así pueden sistematizar el acontecer individual y colectivo que ayude a trabajar colaborativamente entre los diferentes grados, la vereda y la familia en pro de rescatar el sentido de comunidad. También se pueden realizar fotografías o videos

19


20

La flor escondida del Tolima

que den cuenta de sus memorias. Otra alternativa es invitar a los estudiantes y sus familias a compartir su memoria objetual (objetos como cartas, fotografías, cajas, casquillos, panfletos, trofeos, entre otros), y hacer una exposición de ésta. • Se requiere incitar a reflexiones críticas sobre los dilemas de la guerra que ha vivido el país y que es necesario aprender de ella, con la lógica de no repetición, y la transición hacia la paz en la que no sólo participan los actores de la guerra, sino la sociedad en su conjunto.

En la comunidad y organizaciones sociales: • Sugerimos reunirse con las personas de su vereda o de su organización de mujeres, jóvenes, entre otros, a conversar sobre sus recuerdos alrededor de un café o de una chocolatada. Un grupo de diez personas puede ser adecuado para empezar a compartir. Pueden invitar a otras personas de otras veredas campesinas e indígenas nasa, o de otras organizaciones, y adicionalmente, compartir esta cartilla con ellas para que puedan empezar a reconstruir su memoria, desde sus propias experiencias de vida. • Seguramente requerirán más de una sesión de diálogo, para lo cual se sugiere planear un cronograma de reuniones periódicas. • Leer los contenido •

de este libro les permitirá familiarizarse con la memoria histórica de Gaitania y facilitar el diálogo.

• Es importante recoger de manera escrita los relatos, dibujos, mapas, fotografías, para que puedan ir constituyendo el archivo de memoria histórica.

Memorias de resistencia, vida y paz en Gaitania.


La flor escondida del Tolima

Mapa 1. Gaitania y veredas, zona de trabajo. Elaboraciรณn propia del equipo investigador.

21



Capitulo 1

Tejiendo memorias en el río Atá

Mujer de Gaitania tejiendo su memoria.

Tomada por Laura Ríos, Equipo de Memoria Histórica- Fundación Yapawayra, 2017


24

La flor escondida del Tolima

La memoria cobra importancia en América Latina en periodos post guerra o posconflicto como respuesta a las múltiples afectaciones en las comunidades generadas por las guerras civiles, los gobiernos militares y la violencia política. En Colombia, la construcción de memoria se ha dado en medio del conflicto político-militar y ha tomado más fuerza en este momento emblemático del acuerdo de paz entre el gobierno y las FARC, la dejación de armas y la transición a la vida civil de la guerrilla más antigua del continente. En el Tolima y en Gaitania propiamente, están no sólo los orígenes de las FARC, sino también toda una vida de lucha, resistencia y arraigo por la tierra de campesinos e indígenas nasa que han construido de este territorio “el mejor vividero del mundo” como los mismos pobladores lo llaman, a pesar de la guerra. ¿Qué es la memoria para los habitantes de Gaitania? ¿Para qué recordar? ¿Qué recordamos u olvidamos? Son las preguntas que marcan la ruta para comprender la memoria histórica desde las nociones y elaboraciones propias de campesinos e indígenas nasa, niños, jóvenes, mujeres, hombres y mayores en este territorio. Estas fueron las primeras puntadas dadas por los que han venido tejiendo sus vidas en la parte alta del río Atá:

“Dejar a nuestros hijos los recuerdos de quiénes fuimos y qué dejamos para que ellos también construyan memoria” “Si se pierde la memoria, se pierde todo” “Recordar aquellos que no lograron vivir, y contarles a mis hijos y vecinos” “Meditar es recordar lo que nos ha pasado y hemos vivido” “Los tiempos y las ocupaciones no nos permiten hacer memoria” “En la mente existen los caminos, los árboles, el monte que se fue cambiando por cultivos y por carreteras”

Memorias de resistencia, vida y paz en Gaitania.


La flor escondida del Tolima

“Hay que recopilar para narrar, porque la cabeza falla” “La memoria es la mano del hombre, los sentidos de nosotros”. “Contar los recuerdos de jóven, nos hacer sentir vivos” “El indio con el fogón y la chicha al lado es que recuerda” “La memoria histórica es recordar los 500 años de sufrimiento y explotación, cómo trataron a nuestros antepasados” “Acordarse de lo que sucedió y lo que de pronto queremos pa después” “Contar las historias buenas y malas pa dejar semilla” “Dialogar con los mayores” “Si llegamos a comprender y no olvidar las historias del pasado, cada vez que uno tenga en el corazón un mal pensamiento o mala intención, se acuerda de estas historias para no repetir.” “Nosotros no identificamos con el capisayo y el tejido, esa es nuestra memoria, y nos la ponemos todos los días, y todos los días tejemos” “Es contar a los jóvenes lo que nos ha tocado sufrir el tema de la guerra de más de 40 años de lucha armada, del acuerdo de paz y todo lo que hemos conseguido” “Recordar el pasado, mirando el presente, para que cuando nosotros pasemos, nos recuerden por lo que contemos” La memoria histórica no es cosa de solamente recordar el pasado, sino de reconocer las vivencias y relatos que se reinterpretan constantemente en el presente con una reflexión crítica que marcan el horizonte de futuro con sueños y apuestas. Reconstruir la memoria histórica es un campo de lucha de las versiones del pasado-presente-futuro que deben prevalecer, por ello se ha hecho necesario construir la verdad y la memoria a partir de los recuerdos y olvidos de las comunidades que expresan la dominación, y también la resistencia vivida.

25


26

La flor escondida del Tolima

En las nociones de memoria se puede vislumbrar que a través de las narrativas algunos actores han construido relaciones de poder, desigualdades y exclusiones sociales, pero también se pueden retar y transformar las realidades, comprender y aprender de lo vivido para que no se repitan los hechos. Tejer la memoria en Gaitania es reconocer y respetar la identidad, “lo que hemos sido, lo que somos y lo que queremos ser”, las diversas voces que se han negado o invisibilizado en la vida pública desde patrones políticos o morales. Tejer la memoria en el río Atá es un acto político en la que se articulan legitimidades, amistades y distancias, y se reconocen responsabilidades de los diferentes actores del conflicto, como una forma de sanar el alma y buscar justicia y reparación en cada relato. Las narrativas colectivas que aquí se encuentran se matizan fuertemente con la experiencia personal y el ejercicio biográfico, un “yo” que narra desde un testimonio lo vivido, visto u oído, y dejan entre ver la forma particular de asimilar la relación política-violencia, donde la vida y la muerte están siempre presentes. La memoria colectiva también se narra en un relato que pareciera reiterativo, pero que realmente expresa el encarnizamiento de la guerra en la vida colectiva de Gaitania. Las narraciones también dejan abiertas heridas, silencios, olvidos, tabúes, y desencantos. Aquí no hay respuestas, sino antes bien, cuestionamientos y preguntas sobre el sentido de la vida, la responsabilidad sobre esa vida propia y la del otro, y la conciencia de su propio testimonio histórico. Por ello, reconstruir la memoria debe convertirse en una práctica social que permita seguir construyendo los sentidos, dialogando con los saberes, y fortaleciendo los lazos comunitarios.

Memorias de resistencia, vida y paz en Gaitania.


La flor escondida del Tolima

Tejiendo la vida. NiĂąa nasa en la vereda La Palmera. Suministrada por Cabildo IndĂ­gena Paez de Gaitania, 2017.

27



CAPiTULO 2 El habitar de la vida en las palabras Algunos pobladores de Gaitania desde la década de 1940.

Tomada por Jorge Parra, Equipo de Memoria Histórica - Fundación Yapawayra, 2017.


30

La flor escondida del Tolima

Doña Ana María. Campesina de la vereda El Jordán.

Tomada por Laura Ríos, Equipo de Memoria Histórica- Fundación Yapawayra, 2017.

Memorias de resistencia, vida y paz en Gaitania.


La flor escondida del Tolima

De la arriería a la construcción. Juan Bautista Bonilla. Mi nombre es Juan Bautista Bonilla, nacido en 1935, en Fusagasugá, Cundinamarca. Llegué a Gaitania cuando yo tenía por ahí unos 20 años. Decidí venir a conocer y me quedé, me amañé acá por la tierra tan buena y la formalidad de la gente. Yo vine con un compañero de trabajo, otro arriero que me convidó y pues dije ¡vamos!, pero esto era pura montaña, del Carme pa acá. Me quedé arriando de aquí al Carmen, Huila y después de eso me dediqué a la construcción de viviendas.

“La vida en Gaitania era buena y se podía trabajar”.

Cuando yo llegué a Gaitania existían 12 casas y las calles eran barriales. Para llegar era un camino de barro, no había iglesia, ni hospital. Al tiempo, un profesor organizó una escuelita y allá les daba estudio a los muchachos y fue llegando la gente, porque acá había puros indígenas, que le pedían a uno una cosa del mostrador y tenía uno que preguntarles que le enseñara que era, porque no les entendía la lengua. Ya no era una Colonia, pero colonos que pagaron sus condenas se quedaron aquí eran los Olaya, don Agustín Trilleras y otros más. Recuerdo que Alfonso Nova ayudó a abrir la carretera, entraron la máquina e hicieron primero medio camino desde El Carmen hasta el punto que llaman Alto de Pinares, luego se hizo hasta Gaitania y ya teníamos camino para salir hacia Neiva. También se hizo camino hacia Planadas, nos echábamos medio día de Gaitania a Planadas. Tienditas habían, en ese tiempo, tenía una tiendita don Pablo Forero y don Pedro Gómez, ellos ya murieron, pero siguieron montando más negocios otros que venían por la violencia. Con la llegada del padre Martín y la comunidad se inicia la construcción de la iglesia, y después se hizo el parque allá donde había una ramada grande. Eso lo hicimos entre todos y con el ejército. En ese entonces aquí era mandado todo por el ejército.

31


32

La flor escondida del Tolima

En esa época se sembraba maíz, yuca, lulo, madera, frutales verracamente, de todo, de todo. Ya había café porque los colonos tenían cultivos y los indígenas eran los que más sacaban el cafecito. En esta tierra se da de todo. Como arriero trabajé treinta años de mi vida, y me tocaba arriar, espantar y trancarles a los trabajadores, a los arrieros propios. Con otro colega, arriero viejo, arriábamos quince o veinte mulas cargadas de Café que sacábamos en su mayoría hacia Neiva. La ruta era primero de subida y luego de pa bajo, pura carretera destapada, así como está hoy. Nos demorábamos dos días para llegar a Neiva porque el camino era pésimo y nos íbamos con seis arrobitas, pues no se podía echas más a las mulas.

Panorámica de Gaitania antigua.

Suministrada por la Alcaldía de Planadas. 2016.

Memorias de resistencia, vida y paz en Gaitania.


La flor escondida del Tolima

En ese tiempo había más liberales, pero ahora se ve de todo. Recuerdo que Tirofijo mandaba en la región, por ejemplo, decía: - usted tiene que hacer tal cosa-, tenía que ir como sea, y al poco tiempo de haber entrado aquí nosotros tuvimos una charla con él, y uno siempre temblaba cuando hablaba con él. A pesar de que él lo trataba a uno como gente, siempre con respeto. Así mismo era “Charro Negro”, Jacobo era un tipo progresista, le gustaba que la gente anduviera y se manejara bien, pero le gustaba mucho el progreso, y lo mataron porque ya habían dicho que cuando llegara ese liberal, aquí subían los de Mariachi, y así fue. Lo mataron en la esquina del parque. Con la operación Marquetalia, vinieron los bombardeos y fue despuesito, ya se metió el ejército, era el que comandaba todo esto. Con nosotros no se metían, ni nosotros con ellos y cualquier favor si uno lo podía hacer, lo hacía. Porque ahí le tocaba a uno a dos cartas La guerrilla nos decía: “necesitamos unas cosas”, y el que no la hacía, delegaban el valor de matarlo, porque eso era una ley. Cada rato se agarraba aquí, la guerrilla con el ejército. Pero ellos nunca se han metido con nosotros, ni los unos con los otros. Cuando me iba arriando las mulas, salíamos patrullados de aquí para el Carmen, patrullados por la guerrilla hasta tarde, por lo menos la guerrilla patrullaba de aquí, ellos iban adelante y nosotros íbamos al medio por ahí hasta la Florida o hasta Pinares, hasta allá nos llevaban. De ahí para abajo nos cogía el ejército, pero nunca se metieron con nosotros. Cuando se ponía la situación difícil, que se agarraban con ellos adelante y nosotros nos separábamos. De esos treinta años de trabajo recuerdo que encontramos muchos muertos, o nos encontrábamos la guerrilla o salían y nos decían- bueno tienen que ir a traer alguna cosa y pues teníamos que salir, calladitos la boca, sin decir nada, nos íbamos, amarre y vámonos. Hasta que en Florida mataron 7 o 8, los de Santa María, mataron a 8 de los arrieros de aquí, que nos tocó ir a traerlos muertos, llegábamos y los echábamos atravesados en la mula, en el lomo, sin decir nada. Nosotros éramos protegidos por la guerrilla, porque acá no había nada de seguridad. Aquí lo único raro que se veían eran muertos, cuando en cualquier momentico, mataron a “julano”, y uno no sabía ni quién, ni cómo, ni nada, sabía uno que le tocaba traer muertos del campo.

33


34

La flor escondida del Tolima

La guerrilla ponía algunas leyes como que el que no quería ir cuando lo llamaban, quedaba ajuiciado, y en cualquier momento lo pelaban. También castigaban al que veían por ahí robando gallinas. Mataban al roba gallinas. En el apogeo de la Amapola, que fue hace muy poco tiempo, llegaron aquí, aquí vendían y compraban para sacer afuera y acá la vendían para sacarla en carro. En esta época siguió entrando gente, haciendo casitas, actualmente hay unas 600 casas. La vida en Gaitania era buena y se podía trabajar, sin embargo, por ratos se ponía maluco, pero uno no le paraba bolas, como no se metía uno a la guerra. Creo que esa gente (la guerrilla) hizo harto por Gaitania, por lo menos abrieron las calles, porque eso no había calles, eran medio caminitos. Ahora con el proceso de paz me parece muy bueno porque todos trabajamos y todos queremos estar bien. Me gusta Gaitania como está ahora en paz, que sale uno pa cualquier parte y es muy bueno.

Memorias de resistencia, vida y paz en Gaitania.

Don Juan Bonilla cuando llegó a Gaitania como arriero.

Fotografía suministrada por Juan Bonilla. 2017


La flor escondida del Tolima

Entramos por aquí, por una trocha. Rogelio Orozco Morales Mi nombre es Rogelio Orozco Morales, nacido en Neira- Caldas el 22 de noviembre de 1938. En 1948 vendió mi papá la finca en Tres Esquinas- Neira, por 27.500 pesos. Era una fincota. Era mucha plata en esa época, y arrancó con nosotros para acá para Gaitania. De Neira a aquí, nos metíamos toda una semana viajando.

“Todo mundo no es malo pa` todo mundo”.

La vía era por Pereira, Armenia, pero resulta que uno de Neira, venia en un día a Armenia, y de Armenia a Ibagué era otro día, y de Ibagué a Neiva, era otro día. Acá se entraba por Neiva, de Neiva a Gaitania, se gastaba uno casi tres días. Entramos por aquí por una trocha. Hay una vereda que se llama el Carmen por la carretera de Neiva, no por Santa María sino, por otro lado. Más abajo hay una vereda que se llamaba Buenos Aires, hasta ahí llegaba el carro, hasta Buenos Aires. De ahí para acá era en bestias, en mulas y en buey, todo un día se gastaba. Mi papá contrató un poco de mulas y de bueyes, e hicieron unos cajones para ponerle a un buey y metieron cuatro muchachos, los menores que no podían caminar en los cajones en ese buey.

En ese tiempo pasaba uno por una vereda que se llamaba Florida, lo que es Rio claro ahora. Nosotros llegamos temprano a Gaitania, a las 4 de la mañana, todo el día y toda la noche. Y esos muchachitos del buey, donde los descargaron allá quedaron acalambraditos, sin un saquito. Es que como era anteriormente, a mí me da mucha tristeza de eso, y que cosa tan horrible ¡hombre!. Esto aquí no había 20 casas, me acuerdo que vivían un señor Raymundo Saavedra, un señor Abelardo Castro, un señor Tomas Castro, no era más la gente que había en la calle para arriba. Y aquí por donde es el puesto de policía, había unas casitas, que vivía un señor don Antonio

35


36

La flor escondida del Tolima

Pinzón, un señor de apellido Toro y don Vicente Garay, de resto no existía nada, aquí donde Audenago, era puro rastrojo. En la salida para Neiva, vivía un señor que se llamaba Rodolfo Roldan y tenía una finca grande por allí, y le dijo a mi papá: “yo le voy a vender un pedacito de finca para que quede cerquita usted del pueblo”. Y le vendió la finca de casi 10 hectáreas por 500 pesos, cerquita al pueblo, con un cafetal que daba más de 30 cargas de café. Ahí paro la finca mi papá, hizo la casa, y ahí vivimos. ¡A los dos años! se rompió esta violencia.

Incendio en Gaitania provocado por los chulavitas en la década de 1950. Fotografía suministrada por Rogelio Orozco. 2017.

Memorias de resistencia, vida y paz en Gaitania.


La flor escondida del Tolima

El pueblito ya estaba más grandecito, entró una vez una gente que le decían “la chulavita”, la policía, quemaron unas casas, y entonces otro señor ya de bravo porque quemaron unas casas, le metió candela al resto. Quedo Gaitania en puro polvo y quedo mucha gente por ahí, entonces mi papá dijo: “pero yo que hago con todo este muchacherío.” Eran las dos muchachitas y siete hombres; tenía que buscar donde trabajar, entonces mi papá dijo: “nos toca volver” y nos devolvimos para Neira, a vivir de agregados por allá. Menos mal que mi mamá tenía unos hermanos que tenían platica, y de una vez nos dieron una finquita para que la administráramos en 1950. Quedó esto en tinieblas, ya estaba ‘Tiro fijo’, organizándose con la cuadrilla y todo, entonces toda esa gente que quedo por ahí, la echo para arriba y ahí vivían. Yo digo: “todo mundo no es malo pa todo mundo”. En toda esa gente había una mano de conservadores y todos los echó para arriba, les dijo: “camine que nos vamos a defendernos por allá”, eso se llamaba el Támaro, la Hacienda El Támaro que ahora se llama Marquetalia. En el 57(1957) volvimos a entrar. Ahora si a trabajar la finca, ya estaba más calmadito esto. Pronto, a ‘Tiro fijo’ le dieron esa amnistía que se la dio Rojas Pinilla y empezó a organizarse distinto, a trabajar, a ponerle mucho cuidado a la región, tenía que ponerle mucho cuidado a la gente que vivía aquí. “Tenemos que respetarnos los uno a los otros, tenemos que respetar los bienes de cada uno, que no resulte, la vereda que se fue alguien para el pueblo y ahí le llegaron a la casa a requisarla, cuidadito con eso”, eso era lo que decía él. Venia la carretera de Puerto Tolima para “Gaitania” y le dieron trabajo allá, para que fuera inspector de carretera allá en Puerto Tolima a ‘Tiro fijo’. Los pusieron a ganar 500 pesos, un sueldazo. En el 60 (1960) él tenía su grupo aquí en Planadas y había otro grupo el de ‘Mariachi’ eran amigos y se dividieron. ‘Tiro fijo’ cogió este territorio y ‘Mariachi’ cogió el de Planadas. Se distinguían porque, uno era limpio y el otro era sucio, porque era comunista. ‘Mariachi’ era limpio y ‘Tiro fijo’ era sucio. Y el 9 de enero de 1960, subió ‘Mariachi’ de Planadas y mató a Charro Negro aquí abajito de la plaza. Charro Negro vivía en Marquetalia, bajaba mucho aquí, el puesto de él era Marquetalia, bajaba cada 8 días o cada 15 días a Gaitania. Póngale cuidado, mataron a Charro y ‘Tiro fijo’ se fue para Neiva a traer la tropa y al otro día estaba todo lleno esto de tropa. De aquí hasta

37


38

La flor escondida del Tolima

Puerto Tolima, ejército regado por todos lados. ‘Tiro fijo’ creía que lo iban a ayudar a perseguir a ‘Mariachi’ y resulta que no fue así. Nunca siguieron a ‘Mariachi’ y ‘Tiro fijo’ de una vez se abrió, y se rompió la amnistía que tenía. Hombre en esa época, la oficina del corregidor no existía, la iglesia menos. Allá había una casita y ahí vivía yo. Donde están los Enciso, ahí había una escuelita y de ahí pa arriba no había calle. La profesora se llamaba Fernanda Cortés, esa fue la que me enseñó a leer alguito y las tablas. Cuando corrieron la carretera aquí y llego la primera chiva a Gaitania, el mixto, llegó la línea y nos subimos en esa línea casi todo el pueblo, a que nos diera vuelta, y ahí pitando, nosotros gritando. Valía 4 pesos el pasaje, eran 8 pesos que gastaba uno para ir y volver. Bueno y ahí

La mixta o chiva: medio de transporte de Gaitania a Neiva - Huila.

Tomada por Laura Ríos, Equipo de Memoria Histórica-Fundación Yapawayra, 2017.

Memorias de resistencia, vida y paz en Gaitania.


La flor escondida del Tolima

empezaron de aquí para abajo una compañía de ingenieros hacer la carretera hasta Planadas que solo era un camino muy duro. Yo me casé el 1 de agosto de 1960, estamos completando 57 años. Cuando cumplimos los 50 años nos hicieron la fiesta aquí en Gaitania, primera fiesta que celebraron aquí en Gaitania todo el pueblo. Tuvimos hijos, claro que se nos murieron 2, bueno porque para esa época era verraco tener familia, pues la mujer se enfermaba y yo iba a traer una señora, a veces me cobraba como 5 pesos, había varias parteras, pero prácticamente la más dura, era esa Oliva Mazo. Ya se murió también. De todos esos hijos, sólo tengo un hijo que está en Ibagué, que nació en el Hospital de Planadas, porque en eso ya había carretera, había carros, pero los otros nacieron y se murieron por falta de recursos de haber una persona a tiempo para recibir el parto, entonces fueron 11, hay 9 vivos, tenemos 18 nietos y 14 biznietos, es una generación ya la verrionda. Me acuerdo de unos indígenas antiguos de esa época que los conocí, había uno que se llamaba Luis Troches, había otro que llamaba Dominguito Yule, otro don Fermín Ramos y Justiniano Paya esos eran los de antes. Ellos eran muy formales, si necesitaban de pronto alguna ayuda, venían y le pedían ayuda a un blanco. La relación con ellos era tranquila, muy tranquila. Hoy en día es increíble, nosotros conversamos por ahí calladitos. Dijo: Santo Tomas, “ver para creer”. Es que uno ni viendo cree. A mí se me hace muy difícil ver a los policías uniformados por ahí, el ejército ahí al frente y la policía y ellos arriba en ese campamento pequeño. El día que llegaron las FARC. Todo ese ejercito armado, cosa terrible y ellos también, la gente saludándolos, quien les decía algo y quien estaba por acá para decirles “pase ese fusil”, nada, antes los perseguían ahora los tienen que cuidar, todas esas cosas lo ponen a pensar a uno, quien sabe que irá a pasar con esto. Hay una desconfianza de todas maneras. Pero pues por ahora esta una dicha esta región, como esta de bueno y desde que empezó, por acá no ha habido pues de pronto dice la gente que hay robos por ahí, no sé, pero muertos, “nada”, ni un muerto, nada, que desaparecieron a fulano, que extorsiones, nada de eso. Esto es una dicha ¡hombre!

39


40

La flor escondida del Tolima

Don Rogelio Orozco con su esposa, doña Gladys.

Tomada por Juan Camilo Durán, Equipo de Memoria Histórica - Fundación Yapawayra, 2017.

Memorias de resistencia, vida y paz en Gaitania.


La flor escondida del Tolima

No sabe uno por lo que ha pasado la gente. Martín Ruiz Mi nombre es Martin Ruiz, he vivido casi toda mi vida por aquí, tengo 82 años nací en Génova, mi familia es antioqueña, de por aquí tengo un recuerdo que en el año 1956 bajo Marulanda y otros jefes al pueblo. Recuerdo que Marquetalia antes se llamaba El Támaro porque por ahí baja el río Támaro. Tiro Fijo cogió esos terrenos. El primer dueño que yo conocí de Marquetalia, fue Efraín Bonilla, era un viejo de mala clase antioqueño, ese engordaba ganado y por aquí no vendía ni una res, se las llevaba para Neiva, ese andaba armado y su hijo también, a ese lo mataron no sé dónde si para arriba o para abajo, pero por ahí quedo.

“La gente tiene que saber es vivir”.

En ese tiempo la guerrilla, no tenía gente organizada. Los pocos que se reunieron fueron la gente, los mismos campesinos que quisieron ingresar al grupo ese, dejando sus propiedades, sus casitas, dejando todo. Dicen que eran 45 otros dicen que 60 hombres, pero eran poquitos, ese era el grupo de los sucios, los comunistas la gente organizada, bueno cuando eso el gobierno dijo que iba a barrer esa gente. Y dígame, como no pensaría barrerlos, según el cuento, fueron 19 mil soldados que le metieron a este cañoncito. Me contaron que en el 64 (1964), porque nosotros la familia nos habíamos regresado al Quindío, que eso taponaron desde la central, de ahí para acá por todo eso, que tenían que salir a la punta, salieron a las 4 am y dieron las 7 de la noche y no habían salido los últimos soldados, a los dos meses y no habían entrado al plan de Marquetalia, por tanta gente. Porque empezaron a dar plomo desde por aquí el ejército, según cuentan “Porque a mí no me costa”, que se organizaron 3000 mil a favor del gobierno, 3000 mil, arriba dicen que en el Alto de socorreño, el Alto de Joselo, que haya quedaron más de 40 soldados.

41


42

La flor escondida del Tolima

Cuando en eso no había ni carretera, después del 64, fue que entro la carretera, dicen que el que entro con la primera máquina, haciendo la primera brecha fue un Tafur que manejaba una bulldozer, no me acuerdo del nombre, es familiar de los Tafur de allí del pueblo, un tío de ellos, tampoco había carretera para Planadas, yo creo la carretera que entro primero fue la de Ataco a Planadas, porque Planadas siempre ha sido un pueblo más grande y recuerde que todo esto antes era de Ataco.

Operación Marquetalia divulgada en el periódico El Espectador en 1964. Tomada del archivo general de El Espectador, 2017.

Memorias de resistencia, vida y paz en Gaitania.


La flor escondida del Tolima

La gente que no se ha metido, ni aquí ni allí, “la gente tiene que saber es vivir”, porque si usted se mete de lleno a la política, habrá problemas, pues en contrario recoge odios, entonces por eso es que uno no tiene que hablar de nadie, sea cual sea, sus costumbres, con sus ideas, con su política. Yo ahí conozco quienes son de una corriente política y cuales son de otra, pero todos son amigos. Ahora cincuenta años atrás si gritaba uno ¡que viva el partido conservador! Ahí estaba el liberal y se alistaba de una para tumbarlo ((matarlo)). ¡Esa bobada se acabó! si ya hoy no. Yo si escribo, no muy bonito, pero si escribo y le gano a muchos, porque sé que toda palabra de persona u objetos es con mayúscula y hoy en día los niños ponen el nombre propio de las personas con letra minúscula y hace unas cositas, garabaticos que no las entienden ni ellos. Una hermanita me enseñó a deletrear y lo otro fue de cabeza mía, así aprendí, yo no tuve un día de escuela, ni de colegio, pero después que aprendí a deletrear y a leer, fueron muchos los libros que pasaron por mis manos. Me arrepiento de no haber hecho más de lo que he podido hacer. A mí me gusta mucho andar, visitar y conocer, me fui para San Agustín a ver el Parque arqueológico, porque uno no debe comer cuento, debe ir y tengo ganas de volver, pero sin afán. No sabe uno por lo que ha pasado la gente, la gente de estas tierras y de otras también, mi dios no lo ha necesitado a uno todavía, todavía no.

43


44

La flor escondida del Tolima

Don Martín Ruíz en su casa, en la vereda La Floresta.

Tomada por Juan Camilo Durán, Equipo de Memoria Histórica - Fundación Yapawayra, 2017.

Memorias de resistencia, vida y paz en Gaitania.


La flor escondida del Tolima

De todo eso soló quedó la mala fama y pobreza Justino Vargas - CapulinaNo pues mire, les voy a decir, el nombre mío es Justino Vargas, nacido en Gaitania, Tolima, hace 67 años, soy nativo de este pueblo, sé muchas historias, buenas y malas.

“El que no haya sembrado coca, no es cristiano”.

Inicio diciendo que los fundadores de esta tierra que más o menos conocí fueron don Agustín Trilleras, Juan Vásquez, Salvador Gualtero, Aníbal Olaya, Demecio Salcedo, Catalina Molano (mi abuela), y don Jacinto Líberos. Llegaron según sé, como presos, pero no por malos, que mataban, sino porque les gustaba mucho el contrabando del tabaco, aguardiente y el tapetusa. Luego de pagar las condenas se quedaron como colonos, comenzaron a fundar este pueblo, conseguir sus esposas y a tomar pedazos de tierra para cosechar maíz y frijol.

Cogió fuerza el territorio, los más inteligentes comenzaron a poner negocios y decir que esto lo tenían que fundar como un pueblo. Se formó la primera calle, la central por donde se va a Planadas. Por ahí entraron los primeros presos. Era un camino que olvidó la gente, era empedrado muy bonito ese camino, fue construido por los mismos presos. Esto se dio antes del año 1948, yo nací en plena violencia cuando ya había casitas. A los días surgió la violencia de los conservadores con los liberales, la mayoría de los presos que habían traído eran liberales. Cuando quemaron el pueblo toda la familia y los pobladores tuvieron que salir hacia arriba, no podían salir porque los conservadores los mataban. Todos fueron a parar a una finca llamada Canoas, por allá nací, en Canoas. Estando en Canoas, a toda la familia le toco dar la vuelta y bajar por el rio Quebradón y caer al Sur de Atá. Ya existían unas casitas allá. Una hija de mi abuela, estaba en Cali, entonces mis viejitas arrancaron para Cali, pero no pudieron vivir allí, les toco volver. Habían dejado un solar (Pedazo de tierra), ahí nos radicamos hasta el sol de hoy. Hicieron la finca, ya

45


46

La flor escondida del Tolima

no se veía tanto monte, sino que esto ya era limpio, sólo se veían faldas de frijol, tumbaban el frijol y lo tiraban al rastrojo y a los seis meses usted cogía el frijol, era una cosecha muy tremenda. El maíz si había que sembrarlo normalmente, quemarlo, limpiarlo, barrer… en fin, hoy en día no hacen eso. Todo el mundo volvió otra vez, y fue cuando resultaron las guerrillas, resultaron en El Davis, por allá de Chaparral, uno que le decían el general Loaiza, para mi fueron los fundadores de la guerrilla en el sur del Tolima: Los ‘Loaiza’. Luego surgió ‘Mariachi’, y se asoció con ellos, se juntaron todas esas guerrillas, a los días, don Manuel Marulanda, se vino de Génova como guerrillero y vino a dar ahí, al Davis y lo vieron “muy inteligente”. Por lo menos nosotros sabemos de Tirofijo, desde cuando se fue para Santa María (Huila) a amenazar a “los pájaros” que ya habían venido a quemarnos el pueblo, cuando ya ellos, en la última masacre que hicieron allá en Florida, los pájaros de Santa María, gritaban, que no se le diera nada a todos los collarejos de Gaitania, que iba a venir a quemar el pueblo otra vez, porque ahí mataron, 9 personas en Florida, que eso fue los primeros muertos que yo conocí en este pueblo que los velaron, ahí en la heladería de Blanca Pinilla. En esa época se le decían los Pájaros de Santa maría, se le decían los pájaros de Casa Verde, de San Antonio los Micos. Ellos buscaban donde fueran pueblos liberales para venir y matar a los de acá. Don Raimundo Pujana, un español, el dueño de todo esto, era muy amigo de „Tirofijo‟ y fue y le dijo- Manuelito, Manuelito, mire se me llevaron esto, usted porque no me hace un favor, bregue y plaque esa gente, vaya y me rescata un ganado que se me llevaron. Y “Tirofijo‟ fue y se le metió al pueblo, allá a Santa María y pues por „ Tirofijo‟ verdad, no se metieron aquí a este pueblo. Se meten y hubieran acabado con todo esto, en ese tiempo la violencia estaba brava, los conservadores les tiraban a donde había liberales. Él siempre buscaba la ideología del comunismo, y las guerrillas de aquí, eran demócratas, como lo que tenemos nosotros, no nos gusta el comunismo, sino…somos democráticos. Se asociaron todas esas guerrillas, comenzaron a llegar de Coyaima, Planadas y formaron sus grupos. Estando en Planadas todas esas guerrillas, ya vino esa división, porque ‘Mariachi’ y otras guerrillas no les gustaba el comunismo y les decían los limpios, a ‘Tirofijo‘ si le gustaba el comunismo, entonces ahí fue cuando hubo esa división. En Gaitania quedaron los

Memorias de resistencia, vida y paz en Gaitania.


La flor escondida del Tolima

sucios que eran los comunistas de Tirofijo. ya ‘Charro Negro’ se asoció con ‘Tirofijo ‘, pero como era más antiguo le dieron el cargo de máximo jefe de las guerrillas, Charro Negro era más jefe que Manuel Marulanda, ‘Tirofijo‘ tenía que ponérsele firme a ‘Charro Negro’. Al dividirse ya resultaron de enemigos, y dele que dele. Entonces llego ‘Mariachi’ y no tuvo más, sino que venirle a matar a ‘Charro Negro’. Lo mataron por ahí a las 6 de la mañana. Subió toda la gente de ‘Mariachi’ y eso hubo un tiroteo, “el tremendo en una droguería de un señor Joaquín Sánchez, era la primera droguería que había en este pueblo. Dentro estaba Charro Negro, cuando le cayeron, y llegaron las 10 del día y nadie se atrevía a recoger a ese jefe guerrillero, nadie se atrevía, ni siquiera a pasarle una sábana encima, y estaba haciendo buen verano. Y don Pedro Gómez, que dios lo tenga donde lo tenga, cayó en cuenta, se fue y hablo con alguien de ‘Tirofijo’: “mire porque no hacen el favor y me dan permiso al menos de ir y tirarle una sábana por encima al general ‘Charro Negro’- que vea ahí en el sol”. Entonces fue él, el primero que le montó una sábana, hasta que vinieron y lo recogieron. Esos de ‘Mariachi’ que eran más guapos que los de ‘Tirofijo’, a diario subían a hacerle cagadas a los de ‘Tirofijo’, en cambio ‘Tirofijo’ no bajaba a darles, ellos siempre subían y los desafiaban, ¡pa chucho!, ellos eran más guapos, pero entonces ‘Tirofijo’ era más inteligente, no era tan pendejo a enfrentársele. Los últimos que subieron a desafiar a ‘Tirofijo’ que alcanzaron a subir hasta San Miguel, fueron ‘el loco Alirio’, ‘Guillermo’ y un hermano del profeso Salcedo, ese Salcedo era bravo, los dos hermanos, eran bravos. Él había sido de ‘Tirofijo’ se le voló y se fue para donde ‘Mariachi’, al conocer una vez, se vino con seis y se les alcanzo a subir hasta San Miguel, desafiándolo. Le alcanzo a quemar la casa a Lozano, allá vivía un cabo, en ese tiempo se les decía a todos cabos. Los de ‘Tirofijo’ no le pusieron cuidado, sino que se vinieron y lo esperaron ahí en el puerto, en esa cañada hay unas piedras grandes, lo esperaron y mataron cuatro de los seis que habían subido a desafiarlos. Recuerdo que fueron los primeros muertos que yo vi que trajeron en costal, les habían quitado los testículos y se los habían metido a la boca. Fueron los últimos desafíos que le hizo ‘Mariachi’ a ‘Tirofijo’.

47


48

La flor escondida del Tolima

Paisaje de la vereda Marquetalia – Gaitania, en el 2017.

Tomada por Laura Ríos, Equipo de Memoria Histórica-Fundación Yapawayra, 2017.

Memorias de resistencia, vida y paz en Gaitania.


La flor escondida del Tolima

El problema se resolvió dividiéndose, no volviéndose ni a entrevistar entre ellos. ‘Mariachi´ se amnistió y se entregó, esas güerillas se acabaron, las únicas guerrillas permanecieron fue las de ‘ Tirofijo’. Yo me le aseguro que ‘Tirofijo’ no fue el fundador de la guerrilla de aquí del sur del Tolima, cuando ‘Tirofijo’ vino de Génova ya había guerrillas. El nombre de Marquetalia se dio porque resulta que ‘Tirofijo’ mando a traer al papá. El viejito que también llamaba Pedro Antonio Marín, era de Marquetalia, Caldas, entonces al llegar se acordó de su tierra y le dijo al hijo que le colocara Marquetalia a esa finca, y así se quedó. A mí me gustó mucho la historia del comunismo, lo digo con temor, a mí me gustó mucho el comunismo, de un momento a otro ya no, era mucha injusticia, porque en el momento que Fidel Castro cogió el poder, se ponía el overol y se iba y cortaba caña, o buscaba los medios de cultivar tabaco, pero era para incentivar a la gente que le hiciera, mientras el cogía el poder. Ya después el que trabajaba era el pueblo, él era en su oficina, eso era mentira que allá todo el mundo tenía que trabajar, era mentiras. El mayor ‘Lister’ había venido de Cuba y estaba en Marquetalia, ese era el que le daba cátedra a uno, pero llegó la remetida y nunca escuche a donde quedo el mayor ‘Lister’, como fue el fin. En cambio, de Joselo Lozano, Rogelio, Isaías, el cabo Cantinflas, y el sargento Guarachas, que es el único de los antiguos, que en los últimos tiempos me decían que vivía en Cuba el sargento Jaime Guarachas. Debe estar muy viejito, esa gente le gustó mucho eso, y eran guapos, esa gente era muy guapa para pelear, muy pensadora y por eso fue que triunfaron. Hay una historia que me gusta mucho, la de la maestra que envió el gobierno para que matara a Tirofijo. Es una historia muy bonita, son pocos los que la cuentan, yo no sé si es por temor. Ella venia ganándose 150 mil pesitos, vino a enseñar a una escuelita en los Laureles. La maestra venía a ver si lo conquistaba. ‘ Tirofijo’, era muy zorro, entonces ¿qué hizo?. Cuando descubrió que habían mandado a esa muchacha para que de pronto le hiciera el crimen, entonces la mando a llevar por allá y en Marquetalia quedo, en Marquetalia la mataron.

49


50

La flor escondida del Tolima

Ustedes no le han llegado a pensar quien le puso el nombre de ‘Tirofijo’?. Pues se dice que él estando en su vereda se ponían a hacer polígono, apuntar, y él siempre les ganaba en la puntería, entonces un amigo le dijo- eh…. usted si tiene mucho pulso mano, usted es puro “Tirofijo”. No porque le hubiera puesto el nombre, sino porque era puro “Tirofijo” entonces ahí le resulto el apodo de “Tirofijo”. Luego vino lo más duro, la operación Marquetalia, eso fue muy miedoso y en un invierno, ¡dios mío!, que no escampaba de día y de noche. Metieron 7 batallones más los aviones. Y le voy a decir, a mí no me da pena, yo no conocía los aviones de guerra y ya me daba miedo ver esos aparatos por aquí, porque eran 6 a 4 aviones, bombardeando, de ahí del Oso (vereda El Oso), para arriba bombardeando todo eso por allá, pero unos aparatos muy rápidos. Esa época de guerra fue muy dura para nuestras familias, en ese tiempo no existían Derechos Humanos, y el señalamiento por parte del gobierno era cosa terrible, si tenía un hermano allá en la guerrilla y el gobierno sabia, me la marcaban a mí también. Si no era el gobierno, me hacía ir de pronto los “lambiriscas”. Cuando Tirofijo se fue y se perdió por un tiempo esto quedo en manos del gobierno, como le digo, de los lambiriscas. Hubo inspectores del gobierno, que ahí está el monumento del sargento Montero, también fue inspector el sargento Nova. Me mantenían vigilado, teníamos que portarnos bien, sin estar incluso en nada, ellos creían que todavía estábamos auxiliando a la guerrilla, Para hacer mercado era complicado, le tocaba a uno llevar un cuaderno y apuntar: tres libras de arroz, una libra de manteca, un kilo de sal, para que pudiéramos sacar la remesa. ¡muy verraco para la vaina de la comida!. Estando el ejército y el gobierno tampoco fue mucha la ayuda, no había ningún servicio, esa gente buscaban sino acabar con la chusma como le decían en esa época, a la guerrilla de ‘Tirofijo’. Pero bueno no todo es malo, en esta tierra toda la vida hemos cultivado café, ¡toda la vida!. Desde que yo me conozco aquí en mi pueblo, lo primero que conocí fue el café. Pero entonces también entró la amapola. Vieron que estas tierras también eran actas para eso, entonces entró mucha gente, narcotraficante que tenía plata. Llegaban aquí y decía,

Memorias de resistencia, vida y paz en Gaitania.


La flor escondida del Tolima

bueno “lo costeo para que siembre” pero al principio no había semilla, el que lograba tener semilla, eso era una cosa “bestial”. Y ya, yo me conecte, sembré mucha amapola también, llegue a tener cultivos pal Huila, también y de Suaza para arriba llegue a tener cultivos. Yo llevaba las semillas en las botas de cauchos. ¡Yo como nunca le niego al gobierno!, me ha tildado el ejército y yo nunca les niego. Yo aquí fue mucha la mancha que compré, mucho. En esa época, que yo nunca había tenido platica, llegué a tener 36 millones de pesos pa comprar mancha. Llegué a comprar por ahí unos 40 kilos de mancha. Y ya se fue acabando y se fue. En Gaitania, “el que no haya sembrado coca, no es cristiano”, aquí el único que no sembró amapola fue el padre ‘padre Martin’ “y quien sabe, yo creo que ese tuvo compañía, jejeje, mentiras, es un decir”. Pero, gracias a mi Dios yo no me quejo, de lo poquito que trabajé, siempre disfruté, aunque no me quedó mucho. Como en esos días no estaba el ejército, duro muchos años sin ejército, incluso sin policía y de un momento a otro, mandaron la policía. Ahí donde está el lugar donde atienden a los viejitos. Mandaron la policía y ahí estuvieron bien tranquilos y vivían bueno, ni la guerrilla los molestaba, cuando volvió y surgió la guerrilla, y ahí si comenzó a salirse y a venirse y ahí fue cuando ya, hicieron la primera toma. Uy, eso fue muy tremendo. De todo eso solo quedo la mala fama, pobreza, muchos quedaron más pobres de lo que estaban en esa época y muertos. La arremetida cuando sacaron a “Tirofijo” fue una cosa muy verraca más que la de ahora último, después de la amapola. Ahora poquito hubo algo así que venían como con ganas, pero se vivió más en las veredas. La experiencia no va ser de pronto, que las leyes de ahora, 40 o 50 años. Pero si controlaban la comida como antes y se la botaban en los caminos. Esas cosas sí. Ahora con el proceso de paz, se pueden contar algunas cosas, pero otras no. Todavía no se sabe que va a pasar, si van a cumplir, si pasa algo si uno habla. Uno debe ser inteligente y saber cuándo se puede hablar con tranquilidad y hay que esperar otro tiempo más para saber cómo se siguen manejando las cosas aquí.

51


52

La flor escondida del Tolima

Don Justino con su esposa en Gaitania.

Tomada por Laura Ríos, Equipo de Memoria Histórica - Fundación Yapawayra, 2017.

Memorias de resistencia, vida y paz en Gaitania.


La flor escondida del Tolima

Cuando el ejército se metió José Yamid Garzón Mi nombre es José Yamid Garzón, tengo 35 años y he vivido en esta región toda mi vida. Nací en esta vereda y acá hemos vivido siempre. Me alcanzo a acordar por ahí desde los 7 años en adelante de esta vereda de San Miguel.

“Ahora se ve el cambio, mire más tranquilo”.

En mi infancia, esto era como más poblado, recuerdo que nosotros salíamos a jugar y había como más gente, entonces nos reuníamos varios jóvenes a jugar “yevas”, una cosa y otra. Jugábamos harto, por lo menos, acá la parte de arribita habían hartas casetas, negocios en ese tiempo, fue el apogeo de la mafia de la amapola que decían. Entonces entró mucha gente, había comercio, se movilizaba mucha gente, dinero y entonces, harta demanda de productos, la gente ponía sus negocios, no más en la vereda había muchas más casas, que la gente trabajaba, ahora muchas casas se quitaron, la gente se fue y muchas casas de esas las desbarataron. Recuerdo que la escuela la hicieron más o menos como en el 84(1984), porque mis hermanos estudiaron ahí y ellos venían volantoncitos de allá del Huila. Era todo muy tranquilo, mi papá decía que, ellos llegaban, venían comisiones del Cauca y acampaban, ahí en mi casa, como hay un plan grande ahí, se estaba cualquier 3, 4 días o 8 días y seguían de paso, así, cruzaban por aquí, por el páramo. Y como en los 90 (1990) cuando empezó como la mafia y eso así, ya ellos llegaron y se asentaron como más aquí en la zona, porque primero se iban y dejaban como milicias, pero entonces eso, en último se volvió como un desorden, por muchos errores que cometieron también, esa gente que dejaron encargados (milicias). Entonces ya después cuando la mafia cogió como más furor, ellos colocaron el impuesto, ya ahí fue cuando ellos se quedaron acá en la zona, ya cuando fue la zona de despeje (zona de distensión).

53


54

La flor escondida del Tolima

Como entre 1999 y el 2001 fue que más se asentaron acá. Ahí si uno miraba hartos y los habitantes se acostumbraron a mirarlos, a convivir, uno sabia como vivir. Uno sabía que tocaba respetar tales reglas y así convivía uno. Era como una regla, “bueno vamos a salir arreglar carretera abajo todos”, ninguno se podía quedar mamando gallo, sino todos tenían que salir tal día y eso estuvo como hasta ahorita que empezaron los diálogos de Paz. Ya ahí fue como que ellos se apartaron más de la zona. Nos tocó muy duro cuando el ejército se metió. Un día, un enfrentamiento era por la parte de abajo y después por la parte de encima y el ejército salió por este costado y la guerrilla estaba ahí. Entonces se agarraban de montaña a montaña acá quedamos al medio de las balas, yo debajo de la cama y ahí, quieto. Incluso un entable que tengo de frijol, allá arriba también en la finca, el ejército tenía un puesto en la parte de arriba y nosotros trabajando en la falda en el entable, el ejército arriba y la guerrilla subía a darle y nosotros nos arrinconábamos al pie de un palo, a esperar que pasara eso. Así más o menos eso, porque recién cuando entro el ejército, duro casi un mes, eso era casi todos los días, plon, plon, plon…, y duraba un rato y así otra vez se escuchaban disparos. Eso casi todos los días se escuchaban disparos, en el día, por la mañana, por la tardecita, a veces a la madrugada. Y el caso de las minas, la guerrilla las minaba por ahí cerquita, cuando menos uno pensaba que iba el ejército por ahí, cuando, no que la mina, que cayó un soldado, era muy miedosa, muchos heridos y muertos, animales también ese tiempo fue así. Ahora se ve el cambio, mire más tranquilo, esperemos que siga así, porque uno tiene hijos y piensa mucho en ellos que no tengan que sufrir lo mismo de uno, muy duro ver los hijos en esas.

Memorias de resistencia, vida y paz en Gaitania.


La flor escondida del Tolima

Yamid Garzón, presidente de JAC de la vereda San Miguel con su familia. Tomada por Laura Ríos, Equipo de Memoria Histórica- Fundación Yapawayra, 2017.

55


56

La flor escondida del Tolima

El campo no lo cambio por nada. Ismery Castañeda Capera

“Las ganas de vivir y de aguantar en el territorio las saca uno del amor por los hijos, por su futuro.”

Mi nombre es Ismery Castañeda Capera, tengo 47 años, nací en la vereda Casa de Zinc del municipio de Ataco. De ahí nos venimos a Gaitania cuando yo tenía diez años, hace 37 años. Llegamos al pueblito como un viernes. Al día siguiente salimos a desayunar donde Benicia quien para ese tiempo ya tenía el restaurante.

Don Chucho nos hizo el trasteo, debíamos llegar a la vereda Palomas. Salimos como a las 7 de la mañana con mi papá y nos echamos 12 horas desde Gaitania a pie. El camino era una trocha, mi mamá lloraba de tristeza, imagínese nosotras, yo era de las mayores, éramos 6 en ese tiempo, nosotros somos nueve, pero éramos seis hijos de mi papá y mi mamá. Mi papá Dionisio Castañeda Díaz, compro gaseosa y pan y ese fue el almuerzo a mitad de camino. Decidimos venirnos porque había un hermano de mi mamá, era el dueño de Peña Rica y tenía una finca ganadera en Palomas, entonces le dijo que le dejaba el ganado para que mi papá ordeñara. Vinimos a administrar esa finca, lo único que traíamos eran ganas de trabajar. En Palomas no había escuela, mi mamá Gladis Capera fue una de las fundadoras de esa escuela. A mi mamá también le gusto ser líder en las comunidades. Era muy lejos, nos echábamos una hora y media, llovía mucho, el clima era mucho más frio de lo que es ahora. Viví un año con mi tío en Bruselas, pero decidí volver donde mis padres, fue un año muy cruel. Mi papá compro la finca en Palomas, eso fue chistoso, le valió cincuenta mil pesos, era una finca de 80 hectáreas, se la compró a un indígena vecino, nos vendió la finca para meterse a la guerrilla, nunca más volvió o no se sabe, no recuerdo su nombre.

Memorias de resistencia, vida y paz en Gaitania.


La flor escondida del Tolima

Luego de terminar quinto de primaria decidí viajar a Bogotá a trabajar. Allá trabajé en casa de familia por dos años hasta los 16 años, por ser menor de edad no puede trabajar más. Ya luego me puse a trabajar en una fábrica de muñecos de Pelana. Fui una de las primeras empleadas, cuando yo entré a esa empresa éramos doce mujeres, cuando salí éramos ochenta. A los 19 años abandoné la empresa, el médico me dijo que estaba agotada, trabajamos muy duro, de seis de la mañana a nueve de la noche, así que me vine otra vez a descansar. Me quedé a acompañar a mi papá y mi mamá. A los veintiún años regresé a Bogotá, estuve como un año por allá y me vine otra vez, no volví desde esa época a Bogotá. A mi regreso a los 21 años, ya habían hecho la carretera en Gaitania, gracias a Dios, porque antes para uno salir al pueblo era cada año, el único que salía a traer una media remesa era mi papá. Era una aventura, una odisea bajar al pueblo, fue mucho lo que sufrimos. En ese tiempo conseguí marido, quedé embarazada y me fui a vivir con él. Él era un profesor de Gaitania, de él tuve dos niños, Karen Dayana y Fabián Andrés. Me separé y después conseguí el papá de Katherine. Eso fue cuando el apogeo de la amapola, una de las causas de la muerte de mi papá. La historia de mi papá dependió también de la amapola y de la muerte de un tío mío. Con la Amapola entro la guerrilla y el ejército a atacar los campesinos. La historia de mi tío, el que vivía en Peña Rica, quien nos había traído por acá, fue muy triste. Se fue un día para donde un vecino a visitarlo junto con su esposa e hijo, un niño de 3 años. De regreso un indígena quien tenía un revolver les salió y los mato a juntos, los mato a los dos, “disque para robarles el revólver” y quedo el niño, porque salió corriendo. En ese tiempo, no se sabía quién los había asesinado, decían que venían los paramilitares matando a la gente, mejor dicho, “la mentira es muy tremenda”. Tenía un mes de haber muerto mi tío y la esposa, cuando asesinaron unos vecinos, llegaron unos señores y mataron al señor Jorge Pérez, y a sus hijos Numar Pérez y otro de quien no recuerdo su nombre. Eso para nosotros fue una cosa terrible, vivíamos ¡Dios mío!. Oíamos ladrar los perros y nos poníamos a llorar, porque nosotros decíamos que nos venían a matar.

57


58

La flor escondida del Tolima

No se supo tampoco quien los mató, decían que era una venganza personal. Entonces claro, nosotros dijimos eso es verdad, que están matando a todo el mundo, entonces se vino un hermano y se llevó a mi mamá, mi papá y a mis hermanitos más pequeños para Bogotá. Mis hermanas ya habían conseguido esposo. Yo ya tenía marido, así que me quede y vivía en la escuela, el papá de mis hijos se los llevo y me dejaron sola. Mis Padres arrendaron la finca a otro señor porque no se pudo vender. A quien le arrendaron metió la amapola en Palomas, en la finca de nosotros. En ese tiempo el kilo de mancha se vendía en dos millones cuatrocientos, ese costo era muy tremendo y a ese señor le fue muy bien, saco una cantidad de amapola. Mi papá, al año vino a ver porque que él iba a volver otra vez, se dio cuenta que ya no había asesinatos. El señor no quiso regresarle la finca, entonces mi papá le dijo que como así, si la finca era de él. Mi papá dijo que tenía que pagar el arriendo, el señor le dijo que le daba solo quinientos mil pesos de arriendo por un año. Mi papá no estuvo de acuerdo y acudió a la guerrilla para que le ayudaran a arreglar el problema. Entonces mi papá se estuvo conmigo hasta el jueves y se fue, me dijo que iba para Bogotá, se fue para Gaitania, le dijeron que no se fuera, que la guerrilla le iba a solucionar el problema. El sábado le mandaron a decir que subiera que le iban a cuadrar el problema, el subió y mentiras: lo asesinaron. El subió de Gaitania a Peña Rica, allá lo cogieron como ocho guerrilleros, dicen que eran milicianos, no se sabe, pero fue guerrilla, porque usted sabe que eran los que mandaban en ese tiempo. Alias “Chato” cogió a mi papá, lo amarro con otro indígena, llamado “Luis Sipia” y los bajaron al río, a mi papá lo asesinaron y al indígena lo soltaron, lo soltaron para que avisara, era como una forma de decir- nosotros, somos los que vamos a mandar. A mí papá lo asesinaron el 16 de noviembre y lo tiraron al río. Por la vereda Sur de Atá llegando a Planadas lo sacamos el lunes, encontramos los restos, lo poco que quedo, porque prácticamente no encontramos nada, completamente acabado; eso fue un golpe para nosotros muy duro… muy duro en ese tiempo, entonces mi mamá se fue y dejo todo, y yo me separé.

Memorias de resistencia, vida y paz en Gaitania.


La flor escondida del Tolima

En Planadas lo enterramos, porque qué íbamos a traer, si nosotros no encontramos sino de la cintura para abajo, sabía que era mi papá porque lo conocimos por los pies, fue un golpe muy duro para nosotros como familia. Me quedé todavía por acá, entonces me metí a la finca porque al señor la conciencia le acuso, anocheció y no amaneció. Me ubique en esa finca y al tiempo vino mi mamá a acompañarme. Luego de unos días se fue para Bogotá, le arrendó a un señor que le decían caballo, me acuerdo tanto de ese señor, él si le pagaba, yo seguía en estas tierras. Ahí fue cuando me conseguí otro esposo, pero no pude hacer vida con él. Golpeaba a los niños, entonces me separe y dure como 2 años sola. Luego me conseguí otro esposo, otro muchacho, para qué, con el sí gracias a Dios funcionaron las cosas, pero, era muy celoso, y violento. Decidí entonces irme para los Guayabos a administrar una finca, nos fuimos a ordeñar 8 o 10 vacas. En ese tiempo se cortaba madera y el marido que yo tenía aserraba y le gustaba arriar las mulas. Cuando me fui para Guayabos llevaba 3 niños y se juntaron 8. Los Guayabos era una finca que hacia parte de la vereda Marquetalia, los ríos los separaba, ahí se unen dos ríos, el de los Guayabos y Yarumal y ahí es donde se forma el Rio Atá. Ya nos quedaba muy duro mandar a 8 niños al otro lado, quedaba muy lejos. Fue cuando sacamos la idea de hacer una junta nueva. En ese tiempo se adentró la guerrilla y era un bloque grande, venia un comandante que le decían Hernán “el barbado,” y Jerónimo. Era Hernán y Jerónimo los más notables. El barbado nos dijo que formáramos una junta y dijeron que la legalizáramos, quedo de presidente un señor Aguirre, el tesorero era Álvaro Luna, no me acuerdo quien era el fiscal y yo quede de secretaria. Bajamos, hicimos papeles y legalizamos la junta y de ahí seguir luchando, íbamos por la escuela. Nos fuimos en ese tiempo a Planadas a solicitar la escuela, me mando el camarada Hernán, el alcalde dijo que no había presupuesto para una escuela, me vine otra vez para donde Hernán y le dije - el alcalde dijo que no hay presupuesto. Hernán dijo- “Ah no hay presupuesto”, de una vez le hizo una nota, me dijo que fuera a la alcaldía y le llevara la carta al señor alcalde. El alcalde dijo: uff juepucha ,(con tono agresivo) pero entonces tienen lote para hacer la escuela, entonces le voy a colaborar con el material con tejas en zinc. Nosotros poníamos

59


60

La flor escondida del Tolima

la madera, en ese tiempo se sacaba mucha madera, la idea era hacer un saloncito para que comenzaran las clases. Miramos un medio plancito de la finca del señor Carlos Méndez, era un potrero rastrojado, quedaba más o menos a la mitad para que los niños de arriba y abajo pudieran llegar. Cuando le dijimos al señor Carlos él dijo que no nos dejaba ese lote. Me fui otra vez donde el camarada Hernán y le comenté. Hernán dijo- ah bueno, váyanse y el viernes citen toda la comunidad en ese punto, me hace favor y me le dicen al señor Carlos que yo lo necesito ahí. El viernes nos reunimos como a las 8 de la mañana, donde queríamos hacer la escuela. Entonces Hernán “el barbado” – le dijo al señor: Ah entonces usted es el señor Carlos Méndez, el señor dijo- si yo soy Carlos Méndez. Ah pues yo aquí venía a mirarle, “la fincotota”, el potrero tan hermoso que le vamos a destruir, y entonces le dijo (Hernán): ¿por qué no quiere dejar el lote para la escuela? y el señor dijo- no, es que la finca me la dañan y luego es para problemas. Hernán “el barbado” dijo: ah ¿le dañan mucho la finca? Entonces el señor dijo- Sí. Luego nos dijo a nosotros, ¿cuánto más o menos se va para el salón?, y nosotros le dijimos: Por ahí 6 metros 6x4 de ancho o 10…. -Ahh bueno, entonces hágame el favor y me miden 20, no son 10 metros los que ustedes solicitaban, ahora son el doble, 20 metros, ya… tráigame para acá un lazo y la medimos (.) o qué? ¿hay algún problema? - le dijo al señor. El señor dijo-No, no hay ningún problema, midan. En ese entonces era así, a las malas todo. Medimos el terreno y le llevamos la información al alcalde, y se hizo la escuela en madera, los pisos en cementos luego de mucha gestión. Yo duré un año, ahí me retiré, y me separé del muchacho con el que estaba viviendo allá, cuando me vine quedo formada la escuelita, yo ni siquiera alcancé a poner mis hijos a estudiar. Con el tiempo asignaron profesor, esa fue otra pelea, no había presupuesto, imagínese 200 mil pesos que le pagaban a un profesor en ese tiempo. Baje a la alcaldía y no había presupuesto, entonces otra vez, otra cartica. El alcalde dijo que nos ayudaban con la mitad, que ponía 100 mil pesos y que nosotros la comunidad poníamos los otros 100 mil. El camarada Hernán dijo que no, que tenían que poner los 200 mil. Finalmente se logró, pero yo ya me

Memorias de resistencia, vida y paz en Gaitania.


La flor escondida del Tolima

vine, salí de los Guayabos, no supe más de la escuela. No la he vuelto a ver, pero me cuenta que ya es una escuela bonita, de material, imagínese yo deje una escuela de tabla. Volví otra vez a Palomas, a coger la finca de mi mamá, ahí vivimos 5 años con el que ahora es mi esposo. Trabajé en ese tiempo haciendo cambuches, uno le llamaba cambuches “cuando se iba a hacer de comer” para la amapola. La amapola era lo que movía el comercio, se movía mucha plata, llegó mucha gente de otros lados, muchos de ellos nunca salieron, ni siquiera la familia sabrá donde están. Les decíamos andariegos. Mucha de esa gente la mataron, se iban con la mancha y en la mitad del camino los mataban y los echaban al río Atá que tiene más de un muerto. La guerrilla fue la que controló mucho eso, controló los ladrones y a mucha gente rara que uno nunca había visto, con resabios y de todo.

Cementerio de Gaitania.

Tomada por Juan Camilo Durán, Equipo de Memoria Histórica- Fundación Yapawayra, 2017.

61


62

La flor escondida del Tolima

Nosotros seguimos trabajando con la amapola, pero fue cuando entró la fumigación, entro el gobierno a fumigar. ¡Dios mío! eso fue unas de las crisis más grandes, la contaminación, mataba tajos completos de amapola, dejaron fincas y montañas acabadas, porque las montañas después de cultivarse amapola quedaban como potreros. Nosotros duramos de 5 a 6 años viviendo en Palomas y de ahí nos salió finca en la vereda la Aldea, al frente de Gaitania, para administrar un cafetal. Allí comenzamos a sembrar frijol, allá estudiaron mis hijos más grandecitos en la vereda el Caimán. De allá volvimos a la vereda El Progreso, estuvimos 2 años y fue cuando se metió el ejército y comenzaron los bombardeos. Esa época fue horrible, a toda hora era con miedo, no respetaban, se agarraban de filo a filo. La guerrilla hacia unos tubos los llenaba de yo no sé… y usted los encontraba por la carretera donde le tiraban bombas al ejército, uno no sabía dónde caían, no respetaban. El ejército fue empujando la guerrilla y ellos de pa atrás, de pa atrás y el ejército subiendo. Ahí fue cuando nosotros nos fuimos. Estaban en el pleno, cuando se metieron por acá, todos los días había pelea y bombardeos. Fueron muchos los muertos y seguro los enterraban por allá, unos quedaban sepultados porque eso venían montañas encimas donde caían las bombas, se corría la tierra y tapaba guerrilla, “no mana eso fue una cosa muy desastrosa”. Aquí en San Miguel, se ve como era la caseta, con una mano de bala que le disparaban del otro lado. El ejército se cobijaba en los civiles, les daba mucho miedo, corrían y buscaban los colegios. Una vez en San Miguel estábamos en una reunión, había llegado una comisión para hacer una brigada de salud, había gente, niños y todo, no respetaban, se echaban bala donde quiera, pero gracias a dios nunca tuvimos, muertos para lamentar, es que eso echaban tiros para el aire, para alborotar el avispero. Los niños se acostumbraron a vivir en ese ambiente, nunca dejamos de enviarlos, pues ya uno se enseña a esa vida. Ellos sabían que tenían que amontonarse, hacerse a un ladito o recostarse al barranco. Eso fue pasando, los bombardeos eran en la noche al igual que las balaceras. Una vez nos fuimos para el pueblo, era un sábado, el ejército comenzó a no dejarnos pasar el mercado, llegábamos a Gaitania y tocaba pedir permiso al ejército, sacar la lista del mercado para

Memorias de resistencia, vida y paz en Gaitania.


La flor escondida del Tolima

poder sacar la remesa, le quitaban a uno parte del mercado, si eran 10 libras de arroz nos dejaban 5, le preguntaban a uno cuantos éramos en la casa, median el mercado, todo era controlado, no le dejaban subir remesa por mayor. Era mucho atropello por parte del ejército, entonces la guerrilla para vengarse, no dejaba que los campesinos le botaran nada al ejército, usted no podía darle ni siquiera un agua panela, ni un vaso de agua; que usted dijera, mire esa vecina les está dando comida, de una le caía, entonces ya que era que le estaba auxiliando al ejército, no se podía ni con los unos, ni con los otros. El ejército mantenía por ahí y resulta que mi esposo había quemado un lote, encontró unos pedazos de fusiles quemados los trajo para la casa y mis hijos formaron una escopeta para jugar. Para ese entonces vivíamos en El Progreso, nos fuimos pa el pueblo con mi esposo y mandamos a mi hijo Fabián y a Sebastián el chiquito, tenía como 3 o 4 añitos, a llevar una carne, en el punto que llamamos “la isla” había un señor que mataba ganado. Bajando el ejército los cogió, les preguntaron ¿han visto guerrilla?, ellos dijeron que no, pero que tenían en la casa una escopeta como la que ellos llevaban. De una vez se fueron como 5 soldados para la finca, cogieron a mi hijo, a mis muchachitos a amontonarlos, que tenían que decirle donde estaba el armamento escondido, cuando sale mi hijo, véalo, aquí está el fusil mío y era un fusil de palo ¡Dios mío! se agarraron fue a reírse y se fueron. De allá nos vinimos para San Miguel, luego de administrar una finca de frijol. Llegamos al Caserío, ahí nos compramos una casita, vivíamos del jornal de mi esposo. Fue cuando mi cuñado se aburrió y entonces se fueron para Génova, nos dejó esta finca para que se la administráramos en avaluó y ya estamos en proyecto de comprarla. Nos amañamos gracias a Dios, porque ya no hay violencia, esta uno tranquilo y vive uno bien. Aunque estoy decepcionada del asunto del proceso de paz. Son muchas promesas que uno ve que no se van a cumplir, uno ve como un saboteo, que eche pa acá, que eche pa allá, que para acá, que suban, que bajen. Nos enteramos con muchos deseos, porque la verdad cuando decían que San Miguel era zona de concentración, uno tenía muchos deseos que por fin hubiera un cambio, que de pronto el Estado se acordara de esta región, que no solamente es guerrilla, sino que es

63


64

La flor escondida del Tolima

gente campesina, trabajadora, mujeres sin ningún futuro, aquí las mujeres somos de solo vivir y trabajar, no hay otras oportunidades. Otras oportunidades, eso era lo que uno veía con este proceso de Paz, de trabajo, de salir adelante, de pronto el colegio, que no llega sino hasta noveno, más de un niño salía y se iba para la guerrilla. Las entidades del Estado, así sean de las alcaldías, no se ven por acá sino cuando vienen a hacer política, pero pasan las elecciones y no se vuelve a ver el señor alcalde. Las ganas de vivir y de aguantar en el territorio las saca uno del amor por los hijos, por su futuro. La ciudad es una cosa que a mí nunca me ha llamado la atención, a mí me gusta el campo y por eso me quedaría en el campo. El campo no lo cambio por nada, la paz que uno tiene por acá no la tiene en una ciudad. Mis hijos conocen todas estas historias, además las han vivido, tengo un hijo de 25 años, ha vivido muchas cosas. La vida que yo viví cuando estuve con ellos, fue muy triste, pero soy una mujer verraca, como toda campesina, he sido aguantadora y no los abandone, me los cargaba, parecía un canguro con mis hijos, los tuve y los crie. La vida de las mujeres en el campo es muy dura, nosotras en el campo solo servimos para hacer de comer y tener hijos, no hay más oportunidades. Por eso hoy estamos haciendo la Asociación, a ver si de pronto se cumplen las promesas, y podemos hacer algo que nos ayude a independizarnos del marido o que al menos podamos ayudarles. Gracias a Dios yo tengo un esposo que lucha y trabaja, pero no le alcanza, en el campo no alcanza la plata, hace falta muchas garantías para el campesino, para la persona, se requiere de más ayudas del Estado. En el momento somos 16 mujeres en la asociación, casi todas del caserío de San Miguel vamos a ver si montamos una panadería para darles trabajo a las mismas mujeres, eso es lo que nosotras queremos: formar una cafetería para que ellas puedan trabajar y puedan seguir dándole el estudio a los hijos. Estamos buscando un nombre, por ahora nos llamamos Asociación de Mujeres de San Miguel, pero entonces hay que abreviarlo un poquito. Hasta el momento no hemos logrado juntarnos con otras mujeres de otros lugares, porque la verdad, esto por aquí cada una es por su lado, cada uno rebúsquese o “rásquese las pulgas como pueda”.

Memorias de resistencia, vida y paz en Gaitania.


La flor escondida del Tolima

Lo que más deseo para las mujeres de San Miguel, es que se independice, que vean que no sólo el marido les puede dar las cosas, sino que uno también se las puede dar. Los recuerdos, más alegres de mi vida, creo que mi juventud, yo tuve desde los 16 años a los 22 años, una vida muy chévere, viví una vida muy alegre, fui muy rumbera, me gustaba mucho la fiesta. Éramos 4 muchachas en la casa y mi papá era muy alcahueta, eran los recuerdos de mi papá. Mi mamá era una mujer muy seria, muy brava, era la que nos golpeaba, él era el que nos alcahueteaba los novios. De ahí pa adelante, después de los 22 años, ha sido una lucha continua, mi vida ha sido una lucha, ahora tengo un esposo, nos comprendemos, vivimos rico, ya mis hijos están grandes, tengo mis nietos, vienen a visitarme y entonces esa es mi vida. Yo creo que, de recuerdos, tengo más recuerdos tristes, no recuerdos alegres, en ese sentido, por la violencia que hemos vivido y por la forma en que murió mi papá. Frente al caso de mi papá, no denunciamos, pero ahora con el tema de la reparación de víctimas hicimos un trámite muy duro, porque como a él lo asesinaron en ese tiempo no inscribían que era por víctimas de la FARC, inscribían que fue delincuencia común. Fuimos a la fiscalía en Planadas y resulta que en Planadas eso se quemó, entonces nos tocó ir a Chaparral, y en Chaparral si estaba la denuncia, pero entonces estaba por delincuencia común. Eso lo hizo un hermano, mi hermano mayor, metió eso primero en Bogotá, no se la aceptaron, porque en fiscalía aparecía: asesinado por delincuencia común, mas no por las FARC, entonces me tocó venirme a mí y como habían tantos testigos, porque eso fue a plena luz del día, en medio de un poco de gente, indígena entonces un gobernador; Virgilio, que en ese tiempo era gobernador, él se dio cuenta de todo eso y como ahí estaba implicado un indígena, que fue que también lo amarraron junto a mi papá, entonces fui a Planadas, los lleve y dieron declaración frente a la notaria y eso se lo metí de una vez a Planadas a personería y ahí fue cuando aceptaron y sí, nos hicieron una reparación a medias. Eso hace dos años, que salió la reparación, pero apenas este 18 de diciembre, cumplimos un año de haber sido reparados, pero llego una reparación no más a 5 hijos y somos 9. A mí me llegaron dos millones ochocientos mil pesos, supuestamente era para todos, pero a los otros 4 no les dieron la reparación.

65


66

La flor escondida del Tolima

Eso no es reparación para nadie, y menos cuando a unos les dan y a otros no, nos sentimos muy mal, somos muy pobres, entonces eso también es una mentira, mi papa murió y muerto se quedó, porque no hubo ni siquiera investigación. Como todo lo que pasa aquí en Colombia, una injusticia que dios mío, da tristeza.

Ismery Castañeda. Vereda San Miguel – Gaitania.

Tomada por Jorge Parra, Equipo de Memoria Histórica- Fundación Yapawayra, 2017.

Memorias de resistencia, vida y paz en Gaitania.


La flor escondida del Tolima

Mujeres, nos vamos a organizar Leonoricel Villamil Me llamo Leonoricel Villamil. Mi familia llegó a Gaitania en el año 1967 con la entrada de mi papá. Él era un agricultor, él fue militar, se había recorrido mucho el territorio de Colombia. Por primera vez entro acá a Gaitania, cuando esto era una penitenciaria. Cuando el llego aquí a Gaitania no había casi habitaciones, no había vías, no había vivienda, eran muy pocas, como 48 viviendas, esto era más que todo poblado en el monte.

“Estamos preparándonos porque el odio y el rencor tienen que acabar”

Mi papa es de Saboya- Boyacá, él trabajó por ese sector, y nosotros nacimos en Bogotá. Somos seis hermanos, entre ellos cinco varones, de ellos no quedan sino dos varones y mi persona, tenemos una hermana mayor que es por parte de mi papá. De ahí fuimos a parar al Quindío, yo estando muy pequeña me trajeron hacia Gaitania, tenía como unos dos o tres añitos.

Recuerdo de mi infancia que esto era un pueblito, y vivíamos en otra calle hacia la salida de Neiva. Mi papa como le había gustado tanto el comercio, él tuvo una tienda, una cafetería. Llegando acá yo estudie en la escuela de la Alianza Cristiana, donde había dos profesoras muy buenas que se llamaban, Isabel y Elizabeth. Ellas fueron las que me dijeron el inicio de las primeras letras, después pase a la escuela María Auxiliadora, para seguir estudiando mi primaria. Era un pueblo pequeño de pocas calles, de casitas muy humildes en bahareque, la gente muy humilde, muy trabajadora y de ahí fue mi infancia crecer. Después mi papá se pasó para este sector donde ahora vivimos, esta era una base militar; aquí donde ahora estamos nosotros. Mi papá que fue concejal del municipio de Planadas, él fue un líder bastante grande, fue uno de los que presentó el proyecto para hacer el puente que pasa hacia La Floresta, él fue uno de

67


68

La flor escondida del Tolima

los ejecutores de eso, cuando en ese entonces era el alcalde, David Lozada. De ahí vengo pues con esa sangre, con esa herencia de política, de líder, de trabajadora. Conseguí esposo muy jóven y me fui a la casa paterna del papá de mis hijos, a la vereda San Miguel, cuando me volé de la casa, porque me fui volada, de allí formé un hogar, tuve mi primera hija que es Liliana Andrea Enciso, tiene 32 años. Vivir en San Miguel fue una experiencia bonita, en medio de las pulgas, en medio del monte, porque no había carretera, no había nada, eran caminos de arrieros, a mí me llevaron en bestia. Después perdí un bebe, otra niña, y de ahí nació mi hijo varón, que él tenía 28 añitos cuando me lo mataron. La hija menor tiene 24 años, ese fue mi hogar que conforme por 23 años, que conviví con esa persona con la que empezamos a comercializar, a comprar café y frijol, él tenía una tienda y empezamos a crecer y a formar familia. Desde la infancia tengo recuerdos del conflicto muy duros. Mirábamos cuanto conflicto había antiguamente en el resguardo indígena, porque yo era muy pequeña, a la edad de doce años ya me llevaban al campo, a la vereda Canoas, donde yo le hacía de comer a trabajadores y ahí ya se vivía el conflicto armado de los indígenas con las FARC. Ellos eran quienes perseguían a las FARC en ese entonces por un apoyo, por un engaño que tuvieron de los militares. Ellos se mataban y se estaban acabando entre ellos mismos. La finca de mi papa, quedaba en medio del resguardo indígena, en un filo en la vereda Canoas, donde se escuchaban todas esas balaceras. La última vez cayeron muchos indígenas por el conflicto. Eso era una zozobra, yo estaba en la finca muy pequeña y mi papá miraba que la guerrilla pasaba por el filo. Hubo un tiempo que yo me escondía detrás de una puerta cuando me llego alguien ahí y yo dije: ¡me van a cargar!, pues era así, uno no sabía si se lo iban a llevar o que iba a pasar. Mi papá pues se asustó mucho, porque dijo “se me llevaron la hija” prácticamente yo mantenía sola y en ese tiempo era descombrando y destapando monte para hacer potrero. Entonces ya me vine para este sector del pueblito en Gaitania, en el que mi mamá tuvo un restaurante donde llegaba toda la gente de todas las veredas. Esta era la llegada del camino real. Aquí también vivimos el conflicto, con los hostigamientos, las tomas guerrilleras fueron duras porque vimos muchas injusticias de esas balaceras que se formaban cuando la guerrilla

Memorias de resistencia, vida y paz en Gaitania.


La flor escondida del Tolima

entraba, cuando se tomaron el Banco Agrario, de hecho, por eso no tenemos Banco Agrario hoy en día. Cuando veíamos llegar a las FARC, cerrábamos las puertas, y nos escondíamos. Era siempre complicado con los niños, las mamas corríamos hacia arriba, hacia abajo, escóndanse, métanse en casas de cemento, porque las bombas que llegaban eran fuertes. Cuando eso había bombas de gasolina en diferentes casas y pues cuando ellos iban a hacer las tomas, para poder entrar, para ellos eso era un protector para tirar y para poder avanzar.

Taller con Mujeres de Gaitania.

Tomada Laura Ríos, por Equipo de Memoria Histórica - Fundación Yapawayra, 2017

69


70

La flor escondida del Tolima

Hace más o menos unos 25 años hicieron la última toma en la que acabaron con el puesto de policía el cual quedaba al frente de la casa de las hermanas. Esa toma fue con cilindro, con bombas, con todo, prendieron gasolina y quemaron un policía que estaba vivo, otro salió corriendo prendido en llamas. Este hecho dejó muchos heridos y ocurrieron muchas cosas tanto de un lado como del otro, haciendo daño. La población de Gaitania ha sido muy afectada porque hubo desplazamientos, muertes injustas, muchas cosas han sucedido. Hay gente que ha partido de acá del territorio debido al conflicto para buscar una solución a sus familias, a sus hijos. Otros, los que nos quedamos, hemos conseguido lo que tenemos, formamos un hogar, criamos nuestros hijos y hemos convivido toda la vida con las FARC, porque aquí fue donde nació este grupo en 1964. De ahí en adelante, se fueron viendo muchos conflictos, hostigamientos dentro de la población, tomas, pérdidas humanas, muertes por equivocación, y eso es lo que ha marcado este territorio, pero en sí, hay más gente buena que mala. El gobierno colombiano debe poner los ojos en este municipio y en este corregimiento que ha sido tan afectado por el conflicto armado, la desigualdad y el abandono del gobierno que nunca han tenido en cuenta a esta región como una población civil. Se ha tenido en cuenta sólo para las elecciones. Necesitamos que nos tengan en cuenta en todas las necesidades que tenemos, aquí debe haber una inversión social con mejoramiento de las vías, la salud y la educación, la vivienda digna, porque todos hemos sufrido las inclemencias de la violencia. Todas las mujeres de este sector de la parte alta del río Atá, son las que han vivido las injusticias, son las que trasnochan, son las que madrugan, son las que trabajan, son las que soportan, son las que esperan. Hoy en día con la Zona Veredal del Oso, me da parte de alegría ver a todas esas mamas como abrazaban a sus hijos, como les dio alegría volver a ver a sus hijos después de 18, 20, hasta más años, poder volverlos a abrazar. Eso uno lo comparte, porque de hecho soy parte del conflicto reciente y el daño ya está hecho. La idea del concejo de mujeres por la paz, como organización nace con aproximadamente 150 mujeres, la mayoría víctimas y tienen hijos en diferentes filas: en el ejército, la policía, en las FARC. Yo creo en esa idea luego del daño tan grande que me hicieron cuando me mataron

Memorias de resistencia, vida y paz en Gaitania.


La flor escondida del Tolima

a mi hijo y de ver en muchos espacios nacionales que en otras partes del país las mujeres han logrado visibilizar su situación. Un día les dije: mujeres nos vamos a organizar, aquí vamos a trabajar y ustedes se van a mostrar, porque son ustedes las que deben surgir y darse a conocer quiénes son. Hay que luchar por la paz, hay que luchar por el perdón, hay que luchar por la reconciliación. Desde los corazones de nosotras nace la paz, que nuestros hijos que quedan y los nietos puedan correr y puedan ser felices en una Colombia en paz. Así organizamos ese concejo y nos hemos dado a conocer nacional e internacionalmente. Los jóvenes de Gaitania también merecen otro futuro. Tenemos que apostar y apoyar a todos estos jóvenes a la gente que quiere que Gaitania sea otro, mostrar la cara verdadera, que es la gente buena que acá ha vivido por todos esos 52 años de guerra que se ha vivido. Esa es otra reparación que necesitamos, que los medios de comunicación vengan y miren lo bueno, porque muestran es lo malo y no muestran lo bueno que tiene Gaitania y el municipio como tal. En este momento de implementación del proceso de paz entre las FARC y el gobierno, nos visitan de muchas organizaciones e instituciones, hay más viviendas, hemos crecido en población, somos unos 15 mil habitantes, 33 veredas, 8 del resguardo indígena y contamos con un movimiento financiero importante, producimos el mejor café de toda la región, tenemos instituciones educativas, comercio que en medio de todo este conflicto y las injusticias ha surgido, vivido y crecido y por lo cual merecemos que nuestro corregimiento pase a ser un municipio. Esta sería una oportunidad para demostrar todo el potencial y ser un municipio de progreso. Queremos que el gobierno cumpla y que este proceso de Paz se lleve a cabo. Porque son muchas familias que han llegado de parte de las FARC que quieren iniciar una nueva vida, volver a nacer, quieren volver a la vida civil e integrarse. Eso es bonito, porque estamos en este mundo para compartir, interactuar e integrarnos. Estamos preparándonos porque el odio y el rencor tienen que acabar, por mucho daño que ya le hayan hecho a uno, ya tiene es que mirar que lleguemos a una conclusión de que sintamos esa armonía que se sintamos esa paz interior, que nazca de los corazones, a eso es que yo los invito.

71


72

La flor escondida del Tolima

Mujeres, adultas, jóvenes y niñas de Gaitania, Taller de memoria y conmemoración día de la mujer, 2017. Tomada por Juan Camilo Durán, Equipo de Memoria Histórica- Fundación Yapawayra, 2017.

Memorias de resistencia, vida y paz en Gaitania.


La flor escondida del Tolima

Cómo defender la comunidad, sin armas. Virgilio López Mi nombre es Virgilio López, ex gobernador del Cabildo y actualmente hago parte del consejo mayor del Cabildo, colaborando de pronto porque a veces nombramos cabildos jóvenes y ellos no quieren ocupar mucho a los que ya pasamos, pero en las problemas, hay que estar ahí acompañándolos.

“Al fin y al cabo los que combaten son los mismos hijos de los campesinos pobres igual a nosotros”.

De pronto para uno hacer las cosas es muy fácil, pero eso después para arreglarse “eso cuesta” y eso fue lo nos sucedió a nosotros. Nosotros la embarramos, y gracias a Dios, así mismo pudimos llegar a un acuerdo para solucionar las cosas. La guerra comenzó con la muerte de un señor [Jorge Eliecer Gaitán] antes del 60, eso fue en la presidencia de Rojas Pinilla en esa época la guerrilla cogió los indígenas del Cauca y los tenían reunidos en un punto llamado Ucrania. Ninguno de ellos tenía comida y a otra parte de la comunidad los tenían cargando comida. Ahí tenían a un señor que se llamaba José Yule, y él era el coordinador de trabajo y entonces él había hecho una arrocera como de 20 hectáreas y el venía a donde estaba el resto de la comunidad y nunca pensó que iba a suceder. Lo estaban esperando y le dispararon y mataron al cuchito. también una hija la cortaron y machetearon, todo eso, a ella la defendió fue el cabello que lo tenía trenzado y se lo cortaron y pues ella no murió y vive en Gaitania. Y eso paso por culpa del yerno, el marido de Gabrielita y él por la necesidad iba a buscar salecita junto con los conocidos que tenía, porque por ahí era muy difícil de conseguir la sal. A la gente le tocaba comer simple y eso era muy aburridor y entonces de pronto el celo que había en ese tiempo dijeron: que era un sapo, que era un limpio y bueno entonces lo esperaron y querían matar.

En el gobierno de Rojas Pinilla pasó una avioneta por los comandos regando unos papeles y en los papeles decía que para la gente que están trabajando para los trabajadores campesinos

73


74

La flor escondida del Tolima

no había ningún problema, que únicamente había problema para los que estaban armados. La gente se dio cuenta y la guerrilla también, entonces le dijeron a la gente: “si ustedes quieren ir a trabajar a las casas, pueden ir a trabajar”, pero entonces el problema siguió. En la remetida a Marquetalia la gente estaba con ese rencor y el ejército para la remetida a Marquetalia invitaron de guía a unos indígenas y entonces ellos se fueron. Se sumó un problema más con la guerrilla y siguió la violencia, la guerra. La comunidad cada día terminaba más agarrada con la guerrilla, y pues si no se pierde alma, se pierde vida, pero cualquier cosa pasa. Entonces cuando entré al cabildo fue con esa idea, de cómo podíamos defender la comunidad, porque a través de armas no se podía. No fue posible. Inicie el año, trabaje un año y no pude, entonces, volví y trabaje en el cabildo. Entre el 93 o 94(1993-1994), porque en el 96 (1996) firmamos el acuerdo. Todo fue porque un día las viudas y los huérfanos me llamaron y me invitaron. Entonces yo fui y me dijeron “Mire gobernador nosotros estamos así: no tenemos nuestros maridos, tenemos los hijos y nosotros con la finca que dejaron los maridos no hemos podido trabajar, estamos mal, no tenemos formas de hacer casita, no tenemos plata para educar, no tenemos plata para vestuario, no tenemos dinero en el caso que se enfermen los niños, estamos mal y tenemos hijos y sabemos que estos hijos se van a dar cuenta que a los papas los mataron la guerrilla y van a cobrar venganza”. Yo no les dije nada, pero me dejaron pensando, entonces como a los 20 días, llegó un muchacho, un huérfano, él vive aquí en el filo, en la vereda San Pedro, y él me decía: “Bueno gobernador, nosotros con esa situación que hay, ya no tenemos padre, nosotros tenemos una tierra arriba y queremos venderla para irnos para Bogotá u otros departamentos”. Entonces les pregunte si ya tenían comprador para esas tierras y me dijeron que si, que ya tenían quien les comprara y pues en ese tiempo era el apogeo de la Amapola, entonces se vendía rápido. Yo ya venía con la idea de los diálogos, entonces le dije “denos una esperita, si pasando este año, se puede arreglar o no y si veo que no se puede arreglar, entonces yo mismos le aviso y le autorizo para que venda la tierra, pero ahorita no lo autorizo porque su papá sufrió para conseguir esa tierra y ustedes van y venden la tierra y mal gastan la plata y luego les toca volver y sin tierra”.

Memorias de resistencia, vida y paz en Gaitania.


La flor escondida del Tolima

En esos días, estaban recogiendo maíz, cuando el finado Jerónimo había enviado unas guerrillas que iban a disparar a el avión que venía a fumigar. Ahí estaban los muchachos, y a uno le pareció fácil, conocido, un campesino de aquí, del resguardo mismo, entonces él dijo que como soy conocido a mí no me dicen nada, y claro cuando apenas lo vieron le pegaron un tiro, la guerrilla le pego un tiro y lo mataron. Se agrando el problema otra vez.

Niño nasa en la recolección del café. Territorio Paez en Gaitania. Suministrada por el Cabildo Indígena Paez en Gaitania. 2017.

75


76

La flor escondida del Tolima

Yo quedé más pensativo. Con don Ovidio, hablábamos los dos porque no se podía hablar con cualquiera, que en esos días llego una carta que decía:” bueno los que están trabajando no hay problema, y los que están en armas pues… Para ellos, nosotros también estamos listos para atacar, entonces un ataque de ellos por lado y lado. Cómo vamos a defender que de pronto el ejército venia, pero demoraba 3 días, 5 días al llegar acá, mientras eso entra la guerrilla al resguardo y acaba a los indígenas. En último resolvimos ir a hablar, para eso nos colaboraron unos campesinos del resguardo, porque a nosotros nos daba miedo que la comunidad se diera cuenta que nosotros íbamos hablar con la guerrilla porque si se daba cuenta la comunidad que la autoridad fue a hablar con la guerrilla, ellos podían matarnos, el ejército o sino la misma guerrilla. Estuvimos hablando, tuvimos acercamientos y un día en el cabildo, un día de descanso, que estaba libre, cogí el azadón y me fui a limpiar mis maticas de café y como a las 10 de la mañana, me llega una noticia: En Gaitania al gobernador lo necesitan urgente. Entonces baje a Gaitania, sin almuerzo, espere hasta las 2 de la tarde y me dijeron que la reunión no era ahí, sino que era en Planadas. Baje a Planadas y me dijeron: espérenos hasta las 6 de la tarde y entonces espere. Me dijeron que era a las 9 y entonces yo espere ahí solo, asustado. Más tarde dijeron que no es hoy, sino mañana. Mañana tiene que madrugar a las 3 de la mañana. Me quede sin almuerzo, sin comida, y donde me dieron la posada, pues a esa hora como van a dar desayuno. Me fui, sin desayuno, me acompañó un muchacho y ándale, ándale, pregunté y nada. Entonces llegamos a la última casa como a las 4:30 de la tarde, y sin comer, todo cansado y sin tomar agua. El indígena era yo solo, el otro muchacho que me acompaño era de Planadas, a veces me daba desconfianza de él y yo solo ahí, pero me fui de todas maneras. Cuando llegamos a una casa dijo el muchacho “el gobernador necesita hablar con el camarada Jerónimo”. Dijo un muchacho muy formal “no pues si el gobernador necesita hablar con él, yo me voy a mirar a ver si esta y si está ahí le digo que espere un tantico, que el gobernador lo anda buscando”. Se fue el muchacho y al ratico volvió a bajar y dijo que ya se habían ido. Entonces dijeron “quédese por aquí y se van mañana” y pues yo no podía porque me tenía que presentar al otro día a la comunidad. El muchacho dijo: no si es así, yo me voy a ver si

Memorias de resistencia, vida y paz en Gaitania.


La flor escondida del Tolima

alcanzo, entonces se fue corriendo otra vez, “suba usted a la escuela y me espera ahí en la escuela”. Se fue el muchacho y ellos ya estaban para voltear para el lado del Huila y los alcanzo, dijo que ya venía a entrevistarse con el gobernador, entonces ya no demora en bajar y bueno el muchacho se fue para la casa. Al rato se vio en un potrero cuando comenzaron a bajar unas personas de vestido negro, y yo me preocupe. Hace como 15 días habían matado un guerrillero, entonces dije: “yo de aquí me vuelo, me voy para otro departamento y luego vengo por mi familia, no más”. Venían en una cancha y tenían el fusil terciado, calibre anzuelo, entonces pensé: “no, ellos no vienen con la intención de matar”. Unos bajaron por un lado y otros por otro lado, cuando llego Jerónimo y dijo: ¡ole… gobernador! y le dije: sí que más usted?. Con ese saludo así, yo cogí como más fuerza, pero siempre me vio que estaba con cara de asustado. Dijo gobernador, bienvenido, bueno listo vamos a hablar y dejo el fusil lejos y colocaron una mesa y nos reunimos. Nos sentamos a hablar y yo le propuse: bueno como hemos hecho reunión con algunas viudas, lideres, con la comunidad y algunos dicen que sí, que están de acuerdo, pero entonces queremos saber la respuesta de la guerrilla cual es, ¿cómo es la garantía?, porque habían dicho los antepasados que la guerrilla decía que ellos respetan todo, pero que a las escondidas van sacando uno por uno. Bueno entonces volvimos, hicimos reunión con la comunidad y fuimos otra vez a hablar con Jerónimo y le dijimos: la comunidad dice esto y esto, están como de acuerdo, pero también temen. Jerónimo dijo: “no, si nosotros firmamos un acuerdo y que ellos también queden quietos, nosotros no vamos a perseguir a los indígenas, las armas que tenemos, los proyectiles que tenemos no son para atacar a los indígenas, sino que nos tocaba atacar obligatoriamente porque ellos nos atacaban, entonces teníamos que también defendernos. Gobernador no pierda cuidado, nosotros garantizamos”. Yo volví como más contento, ya paso el temor también. En San Pedro, hicimos una reunión con la comunidad y les comenté todo. Don Alirio no confió y prefirió ir a escuchar con su propio oído y don Alirio dijo, pues si es así: yo voy… Así nos fuimos hablando y entonces Jerónimo dijo: no, nosotros no matamos, después de que firmemos el acuerdo, respetamos la vida y respetamos el territorio también”. Don Alirio también dijo, nosotros después que

77


78

La flor escondida del Tolima

firmamos la paz, no vamos a hacer nada”, entonces…le dije camarada Jerónimo aquí le traje a don Alirio para que el escuche lo que usted nos dijo, entonces Jerónimo dijo: ahh.. Este es el tal don Alirio, he escuchado hablar de usted, pero no lo conocí” entonces se levantaron, se saludaron y abrazaron. Vi que la cosa iba bien, estaba como contento, entonces le dijo Jerónimo: “No don Alirio, nosotros hemos hablado con el gobernador y el me pidió que suspendiera a los milicianos que vayan a matar indígena, entonces los milicianos tampoco van a hacer nada.” Luego, hicimos el acuerdo y ellos dijeron ¿Dónde firmamos el acuerdo? Ese día íbamos a la definitiva. Ya teníamos el acuerdo, presentamos el acuerdo con 12 artículos que habíamos trabajado, si se tumbaban algunos de esos artículos, tocaba volver a lanzar eso a la asamblea y volver a trabajar, pero gracias a dios, hablando hicieron almuerzo, mataron como 12 pollos, don Alirio le echaron un buen pedazo y a todos los que fuimos. “¿Dónde firmamos? ¿Si ud quiere vamos hasta el resguardo y firmamos en el resguardo?”, pero entonces analizamos que de pronto había alguien que no estaba de acuerdo y dañaba el acuerdo. Finalmente nosotros dijimos “la firma la hacemos, pero más bien en otra parte” y nosotros le dijimos que, no le decíamos a donde porque no sabemos, porque de pronto cualquier cosa que pasara con el ejército, entonces ustedes nos van a decir que los “sapeamos” entonces más bien escojan el punto ustedes y ya cuando falte medio día para la firma, me dicen y yo voy con la comunidad a firmar el acuerdo.

Memorias de resistencia, vida y paz en Gaitania.


La flor escondida del Tolima

Acto de protocolo del Pacto de Paz entre Cabildo Indígena Paez de Gaitania y las FARCFrente Joselo Lozada. Aparecen en la foto Monseñor Serna, “Jeronimo”, Virgilio López y delegada de la Cruz Roja Internacional, en 1996. Suministrada por Cabildo Indígena Paez de Gaitania. 2017.

79


80

La flor escondida del Tolima

Fuimos a la Esmeralda en una chiva con gente y el Obispo también fue para la firma, como testigo, para tener la seguridad que cumplieran con el acuerdo. Pusimos de testigos también a los mismos presidentes de las veredas, también el personero del municipio, el representante de la organización CRIT, uno de la Cruz Roja, y la misma comunidad era la que hacia la veeduría de eso porque si alguno incumplía el acuerdo se podía demandar de ambas partes y así fue… Íbamos como cuidadosos por lo del ejército, nosotros llevábamos un balón del futbol con la estrategia de que si nos preguntaba el ejército para dónde íbamos, respondíamos que íbamos a jugar un partido de futbol. Nosotros al pie de una torre de comunicación que hay al frente de Planadas, cuando estábamos ahí la avioneta paso y ahí venia el Obispo y los de Cruz Roja y nosotros íbamos llegando a la Esmeralda Alta. Ellos tenían organizado, ya había almuerzo e hicimos una reunión, teníamos que aclarar unas cosas y ahí firmamos el acuerdo el 26 de julio del 96 como a las 2 o 3 de la tarde, firmamos el acuerdo y gracias a dios desde esos días no han llegado a matar indígenas. No hemos avanzado mucho en los desarrollos comunitarios, pero si tenemos la tranquilidad y ya ha cambiado mucho, porque antes no teníamos carretera, no teníamos electricidad, ni polideportivo, no teníamos colegio, no teníamos escuela y después de eso, ya empezamos a trabajar y luego INCODER, nos dio una finca, compramos ganado y todo. Hemos podido educar un poquito a los hijos, aunque no los hemos podido enviar a la universidad y muchos estudiantes están quedando en la casa por falta de recursos. Ahora el acuerdo que tienen con la FARC y el Estado, estamos de acuerdo, porque a nosotros nos sirvió y le puede servir a otros indígenas y campesinos de otros departamentos también porque al fin al cabo los que combaten son los mismos hijos de los campesinos pobres igual a nosotros. Además de eso, tuvimos una reunión con los municipios de Planadas, Rioblanco, Ataco y Chaparral, la semana pasada en la que estuvimos discutiendo sobre la inseguridad en los pueblos y en el campo también. Pensamos que va a desertar mucha gente y ellos van a quedar sin trabajo y bueno entonces hemos visto que hasta el mismo ejército como tiene armas, se

Memorias de resistencia, vida y paz en Gaitania.


La flor escondida del Tolima

Acto de protocolo del Pacto de Paz entre Cabildo Indígena Paez de Gaitania y las FARC- Frente Joselo Lozada. Aparecen en la foto “Jerónimo”, y delegados de la Cruz Roja Internacional, en 1996. Suministrada por Cabildo Indígena Paez de Gaitania. 2017.

81


82

La flor escondida del Tolima

juntan con los campesinos, la policía… y bueno ellos, hace acuerdos y ponen a atracar a la gente… Como ya ahorita la guerrilla no va a estar en los campos, la guerrilla mal o bien lo que es el robo ellos: “defienden”. Están resultando muchos grupos delincuenciales y nosotros estamos un poquito más organizado por lo que tenemos la guardia indígena y quedamos de reforzar la guardia indígena y la comunidad campesina también, porque nosotros tenemos la experiencia. Hace falta una buena dotación para la guardia, también en temas de comunicación porque ellos le van a prestar un servicio a la comunidad, pero no va a ver mucho gasto del Estado, porque ya nosotros nos cuidamos solos, pero entonces ahí se necesita un apoyo de proyecto para colaborar a los muchachos de la guardia, porque ellos también tienen familia, tienen señora y todo eso. Muchas cosas que hay para controlar, estamos pensando en eso, como vayamos mejorando para que controle el robo, el consumo de drogas… ehh… En los acuerdos teníamos escrito de que los jóvenes no ingresarían a ninguna fila de grupos armados. La comunidad indígena, desde hace 500 años, ha sufrido mucho y han muerto muchos, porque se van a pagar servicio, unos que van por la libreta, pero de pronto no falta alguno que podía caer y los indígenas seguían muriendo y lo mismo ocurre con la guerrilla. A nosotros nos gustaría que nuestros hijos estuvieran estudiando o trabajando en la finca, sino pueden ir a estudiar, cultivando la comida para los que están en el pueblo o para la misma comunidad. Eso era lo que nosotros queríamos que estuvieran es trabajando porque los que están en guerra van a necesitar comida, entonces que haya comida para la gente. Nuestro deseo es eso. Y el otro punto es el de no pago de impuestos y respeto al territorio. Otro punto de no conformar otro grupo armado, entonces tenemos eso estipulado, si al caso que se organice otro grupo, el cabildo puede controlar y otros puntos más. De acuerdo a lo que nosotros pensábamos que los muchachos no iban a ir a la guerrilla o al ejército, sin embargo, unos muchachos se fueron al ejército, otros a la guerrilla, otros volvieron y otros dos terminaron en la cárcel. En el momento hay solo un muchacho que está en Rivera, igual ya va a ver la paz, entonces si firman, no van a encontrar como trabajar, entonces…. Van a regresar a la comunidad.

Memorias de resistencia, vida y paz en Gaitania.


La flor escondida del Tolima

Documento del Pacto de Paz firmado entre Cabildo Indígena Paez de Gaitania y las FARC- Frente Joselo Lozada, en 1996. Suministrada por Cabildo Indígena Paez de Gaitania, 2017.

Yo calculo que hay más o menos 40 víctimas de este conflicto, pero hay que especificar también las fechas, lugares. Si los de restitución de tierras vinieran y nos dijera donde cayeron, nosotros los podríamos llevar y decir mire aquí cayo tal persona, allá cayo tan…y todo eso, pero a la fecha no tenemos, ese es el gran problema.

83


84

La flor escondida del Tolima

Eso es muy bueno para los proyectos también, porque yo me ponía a mirar desde ese tiempo las mujeres viudas y huérfanos decían que no tenían casa, desde ese entonces no se ha hecho ningún proyecto de vivienda, no se les ha dado nada y esos huérfanos y esas viudas merecen de pronto por la pérdida de los maridos, algún proyectico, pero más adelantico se podría mirar un proyecto, y los problemas grandes aquí en la comunidad es que no tenemos quien nos elabore proyectos y pues es ahí en donde estamos cortos.

Virgilio López, mayor indígena nasa – exgobernador, vereda La Palmera. Suministrada por Cabildo Indígena Paez de Gaitania, 2017.

Memorias de resistencia, vida y paz en Gaitania.


La flor escondida del Tolima

85

El acuerdo de paz nuestro no puede morir. Álvaro Ovidio Paya Mi nombre es Álvaro Ovidio Paya, he sido gobernador en el Resguardo Indígena Paez de Gaitania, vengo del departamento de Cauca, tengo 57 años, hace 31 años llegue al territorio del pueblo Nasa en Gaitania. Los Nasa se desplazan al departamento del Tolima, a través de un zambo, un cruce de negro e indígena, llamado Tomas Valencia del municipio de Belalcazar, donde inicia él, los viajes hacia el Tolima, después de “La guerra de los mil días” entre 1902 y 1906. Según ellos habían oído que había unas minas muy ricas en oro en San Joaquín, eso queda enseguida de Planadas, hoy en día. Y ellos venían más en busca de oro. En esa venida se les unió la familia Paya: Justo Paya, Lorenzo Paya, Corpus Paya y los hijos de Tomas Valencia. Me acuerdo que uno se llamaba Serafín y otros tres hijos más que tenía.

“La violencia atrae más violencia, nunca las armas irán a hacer la solución de los problemas sociales”.

Pero el desplazamiento de ellos fue porque en la guerra de los mil días, los dejaron muy pobres, por el ataque que hubo en ese entonces, en el territorio de Paez en Belalcazar, En donde la fuerza pública supuestamente entro a proteger a la comunidad, y lo que hizo fue comerse todos los animales que tenían los indígenas, entonces ellos de verse tan arruinados, decidieron venirse al departamento de Tolima, pero la misión de ellos principalmente era venir a explotar el oro. Dicen que, en ocho (8) remetidas voltearon hacia el Tolima, y cuando llegaron al frente de La Bella, ellos divisaron el sector puesto y desde ese entonces le pusieron: “La Bella” por una planada bonita. Palomas le llamaron a la vereda Palomas porque dicen que volaban palomas por ese lado, entonces Tomas dijo: “mire allá como vuelan palomas por ese lado. Y Tomas


86

La flor escondida del Tolima

Valencia desde ese entonces le puso la vereda Palomas. Toda fue de él. Entre Lorenzo y Corpus, uno de ellos cogió todo lo que fue la vereda “La Bella, hoy en día, y el otro hermano cogió la Floresta y Justo Paya cogió lo que es hoy en día La Palmera. Eran tierras totalmente vírgenes, nadie había transitado antes esas montañas, había mucha riqueza en fauna: danta, oso, venado. Ellos se enamoraron porque solo necesitaban la sal y sembrar algo para comer, porque la carne la conseguían con la pura caza, entonces eso hizo, de que ellos se quedaran y trajeran más gente. Fermín Perdomo, era un dirigente indígena antiguo, era de Belalcázar. También fue de los que primero habían hecho el camino por el río Símbola que baja más o menos a un kilómetro de Belalcazar. Llegaron a una quebrada que le llaman “La cristalina”, subieron al frente del Nevado del Huila, una cordillera bastante inclinada y de ahí voltearon al Páramo del Deseo, Páramo Sin Candelas. De ahí voltearon hacia la parte que es del Tolima, donde le nombran El mosco o Pepita, hasta bajar a las puntas del río Guayabos. Y es así como llegan. Con ellos venia un valluno, y llegaron a Peña Rica, ahí acamparon en San Miguel entre lo que donde es hoy en día La Isla y el caserío. El valluno se desplazó río abajo, sin saber dónde iba a salir, posiblemente después de haber caminado mucho, entre Planadas y Santiago Pérez, encontró a una trocha vieja, de un cazador, y el cogió toda esa trocha hasta bajar Ataco. En Ataco lo arrestaron y se lo llevaron para Ibagué y él dijo que no era una persona maldadosa, que él había venido de una comisión del Cauca y que los Nasa se encontraban en el río San Miguel, y que, si quería, fueran y lo acompañaran. Entonces de Ibagué en ese entonces, el gobierno departamental de la época, mando una comisión donde se encontraban los Nasa. Y ahí fue donde por primera vez se estrecharon las manos los Nasa con los tolimenses, de parte del gobierno que había enviado esa comisión a verificar que gente era. Inicialmente los indígenas fueron dueños y cogieron lo que era Marquetalia, eso era de un indígena, según dicen, porque como no había nadie que dijera “esto es mío”, eran grandes extensiones…y en los Guayabos también tuvieron tierra los indígenas, San Miguel, lo que es ahora Villanueva. Esa tierra fue de los Troches. La unión de don Dominguito Yule, y la parte de la Sonora, La Hacienda, fueron de los indígenas. Ahí al frente de la Palmera: La isla, todos esos terrenos poseídos por los indígenas.

Memorias de resistencia, vida y paz en Gaitania.


La flor escondida del Tolima

Luego, una colonia de presos(reclusos) que prácticamente fue constituida por una ordenanza en el departamento en 1920. Y ahí llevaban a los presos que iban a pagar condena por contrabando de tabaco y aguardiente. Allí el primer preso que ayuda a construir esa cárcel, se llamaba Demecio Salcedo, hoy el hijo Jorge Salcedo, un profesor de la escuela María Auxiliadora ahí en Gaitania. Su padre fue preso y después ayuda a construir la cárcel y también se queda de guardián custodiando a los otros presos. Entonces los presos que iban pagando pena, se fueron quedando en esa zona y se fueron apropiando de las tierras y ahí fueron poblando Gaitania. Los indígenas nasa vienen huyendo de una violencia y con el tiempo se encuentran con otra violencia en el Tolima, con el surgimiento de “Tirofijo”, que ya viene siendo otra etapa. La nacida de la guerrilla prácticamente viene de la parte ideológica partidista, donde se enfrentan los conservadores y liberales. Entra el movimiento guerrillero a través de Manuel Marulanda Vélez, quedándose él prácticamente en Gaitania con sus ideas revolucionarias, luego en el mandato de Rojas Pinilla hubo una amnistía, él se acoge a la amnistía y es nombrado inspector de carretera de la vía: Palermo- La Lupa- El Carmen y Gaitania. “Tiro fijo” estando en Gaitania adopta la ideología comunista, los limpios no estaba de acuerdo con eso, surge también el cabecilla de las guerrillas: “Mariachi” él era oriundo de Santiago Pérez. A pesar de no tener ni un año de escolaridad, era un tipo muy inteligente, después llega a hacer comandante y lo envían los cabecillas liberales guerrilleros a llamarle la atención a “Tirofijo” porque se está desviando de las directrices liberales. Ya Gaitania está poblado, “Tiro fijo” en ese momento es inspector de carreteras y Mariachi que según llego con la gente de él, salieron discutiendo para luego agarrarse a bala entre ellos y la gente de “Mariachi” le mata a “Charro negro” a “Tirofijo”. De ahí “Tirofijo” se va de nuevo a Marquetalia, toma de nuevo las armas y comienza a combatir. Los indígenas anteriormente eran todos colaboradores de “Tirofijo”, los tenía prácticamente disciplinados para la pelea. Pero esa discordia entre ellos, que para mí fue una discordia política, afecto a los indígenas, aunque ellos no tenían nada que ver en eso. Mariachi subió a San Pedro, reúne a la gente de la comunidad y le dice que ellos no deben seguir la línea de “Tirofijo” porque cogió la línea comunista y los indígenas no son de línea

87


88

La flor escondida del Tolima

Gabrielita Yule.

Tomada por Laura Ríos, Equipo de Memoria Histórica - Fundación Yapawayra, 2017.

Memorias de resistencia, vida y paz en Gaitania.


La flor escondida del Tolima

comunista si no que son netamente liberales. Eso hace que “Tirofijo” sancione a los indígenas, disque le cobra una “vaca” y ellos pagan la vaca, pero posteriormente ya los limpios (grupo de guerrilla liberal) se habían unido con el ejército y estaban persiguiendo a “Tiro fijo”. Entonces “Tiro fijo” ordena un grupo de él y otros indígenas de la comunidad, los envían a San Pedro a donde la familia Yule a hurtar un ganado, dicen: que se les llevan 62 reses de dos hermanos. Masacran a los dos hermanos, se llevan una muchacha, nunca apareció la muchacha y le dan machete a una hermana de los Yule: Gabrielita Yule. Los indígenas, dicen “es que nosotros le hemos ayudado harto a Marulanda y ahora nos paga con esto, nosotros no podemos seguir apoyándolo a él de esa manera”. El ejército ya estaba en la zona, esta situación fue conocida por ellos y se ofrece a ayudar a los indígenas y los arma, para sacar a Tiro fijo de Marquetalia. Ahí es donde prácticamente los indígenas, empiezan a combatir con el ejército como aliados, y también inicia la discordia entre los indígenas y la guerrilla. La comunidad Nasa en este sector, allí quedo un grupo de indígenas armados con armas de uso del ejército. La función de ellos era cuidar el territorio. En la época de “Tiro fijo” antes de entrar en disputa, los indígenas eran propietarios de terrenos en los Guayabos, Marquetalia, San Miguel, La unión, entonces “Tirofijo” les dijo: que, para respetarle el área, ellos se pasaran a un solo sector” entonces se pasaron al sector que es hoy en día vivimos, en las 8 veredas que existen, pero entonces los indígenas en ese entonces, cuidaban todo ese territorio, ellos tenían un contacto directo con la fuerza pública del batallón de Chaparral. Cuando nosotros llegamos en mayo del 82 con un tío mío, había era una capitanía en el territorio indígena de Gaitania. El capitán Justiniano Paya viaja a Tierradentro, porque él tenía la inquietud de qué era un Cabildo. Un comandante del ejército le había dicho que conformaran el cabildo, que para eso tenían buenos apoyos económicos para el desarrollo social. Entonces en el 89 se hace el estudio socio económica para comenzar a ver como se constituye el resguardo y en el 90, el 26 de junio de 1990, sale la resolución 096 del Resguardo Páez de Gaitania. Victimas de ahí en adelante siguieron habiendo, en el sector de Canoas en una emboscada murieron unos indígenas. Posteriormente entra también la guerrilla por los lados de San

89


90

La flor escondida del Tolima

Pedro, tirotean a unos indígenas, también el capitán Justiniano es emboscado en el puente de la Floresta, ahí le matan la señora a él, a él lo dejan gravemente herido y matan a Cruz Paya que era el segundo capitán que era de San Pedro, y sigue habiendo enfrentamientos. En ese enfrentamiento cuando entran a San Pedro, matan a Julián Socorreño arriba en la finca de “la cumbre”, hieren a dos indígenas y ya cuando se fortalece el cabildo, comienzan los diálogos. ¿Por qué comenzamos los diálogos?, porque es que los indígenas nos tenían desconfianza a nosotros como autoridad y pensaban que nosotros, Virgilio López y yo (yo fui tesorero y Virgilio el gobernador en el 94), habíamos hecho algún acuerdo porque la guerrilla no nos hacía nada, cuando prácticamente nosotros no podíamos hablar con ellos, pero la malicia de ellos era esa. Para entonces, Jerónimo envía tres cartas a Virgilio. Él reserva esas cartas, y no avisa. Las cartas invitaban al Cabildo para un diálogo, que se prestaran, que ellos no eran enemigos de la comunidad, ni estaban en contra de los indígenas, que ellos querían explicar las razones de la lucha de ellos. Posteriormente él me comunica y yo le digo a don Virgilio, al gobernador: “porque no hacemos esta gestión y hablamos con ellos para tener una tranquilidad”, sin embargo, Bernabé ya había hablado con ellos en el 93, les había hecho el reclamo, pues a él le mataron la mamá. Él preguntó porque razón le habían matado la mamá y fue el primero que hablo. Pero eso se quedó ahí, inclusive él era gobernador y a él lo amenazaron, la misma comunidad que él no tenía por qué estar hablando con la guerrilla, porque el que hablaba con la guerrilla, mejor dicho, era para matarlo, esa era la insignia que tenía la gente en ese entonces. A través de dos campesinos buscamos la conexión con Jerónimo y citamos una fecha y el sitio. Fue un domingo a eso de medio día en Peña Rica cuando nos encontramos con Jerónimo ese día comenzamos los diálogos. Nos sentamos en un potrero, yo cargaba el bastón de mando, el gobernador también, y nos dijo Jerónimo al iniciar: “qué bueno que ustedes como autoridad poder mandar un pueblo con un bastón, nosotros para poder mandar un pueblo nos toca es mandar por medio de esto” y el mostro el fusil. “en cambio ustedes si mandan simplemente con un bastón, ojalá que todo pudiéramos mandar un pueblo a través de un bastón y se propague esto

Memorias de resistencia, vida y paz en Gaitania.


La flor escondida del Tolima

por Colombia entera”. Iniciamos el dialogo con la explicación de Jerónimo del por qué el movimiento guerrillero estaba alzado en armas, que ellos luchaban contra la oligarquía y que ellos querían una igualdad para el pueblo colombiano porque prácticamente había una desigualdad muy grande, donde los paganos eran los pobres y que ellos estaban luchando a favor de los pobres y que ahí entraban los indígenas, que los indígenas tenían una lucha casi igual como la de ellos.

Reunión de conmemoración del Pacto de paz.

Suministrada por Cabildo Indígena Paez de Gaitania, 2017.

91


92

La flor escondida del Tolima

Le dije a Jerónimo: “es que ustedes ponerse a pelear con los indígenas, teniendo una estructura política definida, es como ponerse a pelear con un niño, porque los indígenas ahora están peleando únicamente por venganza y no tienen algo definido claro, quieren es desquitarse porque ustedes la guerrilla le mataron un sobrino, un hijo, un abuelo, el papá, ellos quieren desquitarse por eso, ya sabemos que por más que maten guerrilla, no van a levantar los muertos, nosotros lo que queremos a través del cabildo, es que sanemos esto, así sea doloroso, pero que no hayan persecuciones entre los indígenas y la guerrilla, ustedes eviten pasar por el territorio de nosotros, ustedes no tienen nada que hacer allá, entonces para eso trabajamos nosotros como autoridad y seguiremos hablando con usted”. Jerónimo dijo “ya que comenzamos estos diálogos, hagamos una asamblea grande en la vereda la Palmera o alguna de las veredas del resguardo. Nosotros dijimos: “no… no, nosotros no podemos hacer esto así a la carrera, porque a la larga, si nosotros nos afanamos mucho, los muertos vamos a hacer nosotros primero. No queremos que de aquí a mañana, nos maten a nosotros, sino que al contrario, nosotros podamos dejar algo sembrado y que esto sirva a la comunidad. ¡Hay que hacerlo muy sigilosamente!”. Entonces ¿Qué quieren ustedes? Nosotros vamos a insistir en la comunidad, vamos a convencer a la comunidad para que ellos no continúen con lo de las armas y no se enfrenten a ustedes. Vamos a seguir mejor con el cabildo, eso fue lo que hablamos con él. Entre otras cosas hablamos de lo que podría ocurrir, y nos dijeron: “bueno si ustedes nos matan un guerrillero, ustedes responden y si nosotros matamos un indígena nosotros respondemos”. Precisamente en los diálogos mataron a Aparicio Yule en la Hamaca. Ahí lo acribillaron a bala, le cobraron lo que él había hecho, porque el Capitán o el mayor Olivero, envió unas cartas solicitando al cabildo apoyo para meterse a San Miguel, una era para el cabildo y otra para el grupo de las autodefensas. Virgilio y yo habíamos salido hacia Bogotá a hacer la gestión de ampliación del resguardo, cuando nosotros volvimos de la comunidad había llegado una carta donde decía que tuviéramos mucho cuidado, que los indígenas no querían hacer caso, que se habían ido con el ejército hacia San Miguel, que eso podía ocasionarnos problemas, que tuviéramos mucho cuidado.

Memorias de resistencia, vida y paz en Gaitania.


La flor escondida del Tolima

Entonces yo le dije a Virgilio: “la única forma de saber si continuamos los diálogos es ir a hablar con Jerónimo, entonces caminé y hablamos con él”. Entonces dijo- “que con el cabildo no hay ningún problema” entonces le pregunte; bueno y, ¿qué va a pasar con la persona que mató? ¿ustedes ya saben quién es? Dijo- si nosotros ya sabemos, y yo ya le mandé un mensaje al Secretariado Mayor: “comandante los indígenas están muy en desacuerdo con los diálogos que estamos llevando y dicen que ustedes son muy traicioneros, entonces no vayan a cometer un error, matando a un indígena, porque eso es darle la razón a los indígenas que ustedes no cumplen la palabra. Dijo luego: “eso depende de lo que diga el secretariado, lo que me mande a decir el secretariado, nosotros accionaremos y tenemos que obedecer a ellos, porque son el máximo jefe y lo que manden a decir”. Después, le mando una carta al cabildo, en la cartelera lo que decía es que habían ajusticiado Aparicio Yule porque estaba buscando recompensa a cambio de muerte de guerrillero, entonces por esa razón lo habían ajusticiado y que no era la idea, pero por una orden del secretariado les toco a hacer eso. En el 95 en el mismo sitio de la Hamaca la misma guerrilla mata a Marcos Paya y a David Troches, a otro indígena hieren en la pierna, le pegan un balazo. Los indígenas se rebelaron contra los campesinos, los trataron mal, diciendo que ellos eran los responsables. La ira es atrevida cuando no se maneja bien, la intolerancia… Ese año no hubo mucho dialogo con la guerrilla. Al año siguiente vuelve a quedar Virgilio de gobernador, yo ya entro a trabajar al Consejo Regional Indígena del Tolima, el CRIT. Estaba lo del apogeo de la amapola bastante concentrando en esa zona hacia Palomas, Aguablanca. En el sector campesino la guerrilla no dejaba bajar la avionetas porque mantenía tiroteando, pero en el sector indígena como se le había pedido a Jerónimo que no iba a meter guerrilla en ese lado, entonces él lo había hecho, pero se le ocurrió de mandar a tirotear la avioneta para que no fumigaran el sector indígena, él que iba comandando era un campesino de Palomas, ya era comandante de escuadra, dicen que salieron y se plantaron en cordillera en la parte alta, al regreso se perdieron de camino y salieron a unos cambuches de los indígenas. Decían que eran 6 guerrilleros y les dijeron que no se metiera al cambuche de los indigenas, que ellos no los querían mucho, que de pronto era para problemas y él les dijo:” que no había

93


94

La flor escondida del Tolima

problema, que los que vivían allí eran conocidos, que no iban a tener problemas con él, que era compañero de infancia, que jugaban futbol, que él no le veía problema. Él arrimó a un rancho para a preguntar por el camino, según los indígenas: ya los habían visto, se habían salido de los ranchos y los esperaron en una cañada y desafortunadamente le pegaron un escopetazo en la cabeza y lo bajaron. La guerrilla lo que no le dejo quitar fue el fusil, el resto lo dejaron ahí tirado, entonces los indígenas le quitaron el camuflado y se lo llevaron para Chaparral, porque según los comandantes del batallón de Chaparral les habían ofrecido 30 millones de pesos por muerte de guerrillero, pero no les cumplieron a los indígenas. Mientras Virgilio era gobernador, lo buscaron para que fuera hablar con Jerónimo y le dijera: “ el ejército toda la vida nos ha engañado, nosotros no volvemos a trabajar con ellos”. Le dijeron al gobernador que mejor se quedaban con el cabildo y de ahí empezaron los diálogos de nuevo. Sin embargo, la guerrilla cuando hay ese tipo de bajas, de alguien muy sentido dentro de las filas de ellos, ellos buscan a tomar venganza, cuando retomamos los diálogos, a Jerónimo la guerrilla le dijo que eso no se podía quedar así, que tenían que atacar el caserío de San pedro y el de Palmera, cayera quien cayera, mejor dicho, donde Jerónimo hubiera sido más violento, nos había levantado más de uno, habían asesinado más de uno, niños, mujeres, de lo que se fuera, afortunadamente Jerónimo no tenía ese corazón bélico y lo que él dijo: “no, vamos a esperar, si el gobernador viene, porque apunta de bala no vamos a solucionar estos problemas”. Virgilio logró encontrarlo donde estaba entre los límites de Huila y Tolima, por los lados de Santa Rita, toco buscarlo como tres días hasta que lo encontró y se llegó a un acuerdo, y prácticamente, ya se habló con la Cruz Roja internacional, la alcaldía, la iglesia y la Cruz roja para que fueran los garantes y se fue trabajando la propuesta del acuerdo, se hicieron varias reuniones donde esos puntos del acuerdo, se trabajaron con la guerrilla y después se fijaron las fechas. Veintiún años después ese pacto no tiene precio, porque realmente la misma gente, ha valorado este pacto que se hizo con la valentía de habernos presentados a esa situación de que no agredieran, de que no siguieran matando más indígenas.

Memorias de resistencia, vida y paz en Gaitania.


La flor escondida del Tolima

Firma del Pacto de Paz entre Cabildo Indígena Paez de Gaitania y las FARC- Frente Joselo Lozada. Aparece en la foto Virgilio López, gobernador indígena en 1996. Suministrada por Cabildo Indígena Paez de Gaitania, 2017.

Hoy hay muy buen cultivo de café, la gente empezó a trabajar juiciosamente, uno puede decir que después de que haya café y buena cosecha, no hay hambre dentro de la comunidad. La gente ya maneja su propio recurso, sus trabajos después del pacto de paz y comenzó a entrar las entidades también a la zona.

95


96

La flor escondida del Tolima

Firma del Pacto de Paz entre Cabildo Indígena Paez de Gaitania y las FARC - Frente Joselo Lozada. Aparece en la foto “Jerónimo Galeano”, comandante del frente en 1996. Suministrada por Cabildo Indígena Paez de Gaitania, 2017.

Los diálogos también era que ellos respetaran a las instituciones que llegaran a la comunidad, porque, pues ellos tenían como la orden de que toda institución que entrara a Gaitania, tenía que secuéstralos, quitarle los elementos: carro o moto, lo que se fuera, todo se lo quitaran. Entonces nosotros le dijimos que no, que con nosotros no hicieran eso, que prácticamente mal o bien, las instituciones se disculpaban de que no iban allá porque no los dejaban entrar la guerrilla, que entonces nosotros no queríamos que eso sucediera con

Memorias de resistencia, vida y paz en Gaitania.


La flor escondida del Tolima

nosotros, que nosotros necesitábamos que hubiera desarrollo, entonces afortunadamente durante todo este tiempo, no hubo ni un solo secuestrado. Para nosotros y para Colombia es algo muy novedoso, y algo de resaltar porque donde nace la guerrilla, se crea un proceso de paz y que ahora con lo del gobierno, para nosotros no es nuevo, si lo del gobierno prácticamente los puntos que trato el gobierno fueron los puntos que trataron con nosotros, lo que le dijeron al gobierno, fue lo que nos dijeron a nosotros. No han ocurrido cosas extrañas aparte de una pareja que cayó en el 2005 en una mina anti- persona que no era para los indígenas, se la pusieron para la fuerza pública, pero con la sorpresa y mal hecho ponerla en un camino, porque los iban persiguiendo y para mala fortuna en ese momento pasaron los indígenas. En el 2011 también cae un anciano de 70 años, el papá de la señora que había muerto en el 2005, cae prácticamente en una mina, cuando el señor se había ido para cacería y cayo por allá en esa mina, al otro día en el levantamiento cayo, otro muchacho también de la familia de él mismo, entonces esos han sido algunos impases. En el 2011 o 2010 hubo un incidente con Jeremías a quien sindicaban de ser el responsable de la muerte trece guerrilleros y de la captura de uno, cuando fue bombardeado Jerónimo. En la parte montañosa del resguardo y ahí me tocó enfrentarme también a rescatarlo vivo, en donde prácticamente me toco hablarle duro a la guerrilla, a los 19 días me lo entregaron, pero me dijeron que no podía estar dentro de la zona, entonces nosotros lo sacamos de la Palmera, luego lo sacamos al pueblo, lo bajamos para Coyaima con la guardia y de ahí lo mandamos para Bogotá. Ha habido otras acciones en donde la guerrilla si ha tenido mucho respeto con nosotros, y esa cuestión de valorar ese proceso de paz, que según el ejército, según el gobierno, la guerrilla no cumple y a nosotros nos cumplió, es decir que un 20% no cumplió, pero ya después de la remetida militar pues ellos utilizaron el territorio nuestro, porque los tenían muy acosados. También en la llevada de algunos indígenas para la guerrilla, pero esa llevada de los indígenas, ellos decían: “no es que nosotros tengamos una política de convencimiento, son los indígenas que vienen a pedirnos, prácticamente cabida a las filas de nosotros, nosotros necesitamos gente, pues… nosotros tampoco les decimos que no”, entonces dijo: “ ya es voluntad de ellos.

97


98

La flor escondida del Tolima

Reunión de conmemoración del Pacto de paz. Suministrada por Cabildo Indígena Paez de Gaitania, 2017.

El acuerdo de paz nuestro no puede morir con el acuerdo de paz del gobierno. Uno, porque esto es firmado con las Farc y ellos en este momento están deponiendo las armas e integrándose a la vida civil, no sabemos que disidencias vayan a salir, porque la guerra es un negocio.

Memorias de resistencia, vida y paz en Gaitania.


La flor escondida del Tolima

Uno ve con preocupación el incumplimiento del gobierno hacia la guerrilla, en estos momentos, porque tenían una agenda, bastante apretada y dispendiosa, entonces uno piensa: “ si el gobierno no ha cumplido en esta mínima parte, que ha sido con un grupo, pues que le ha dado problemas durante 50 años a Colombia, entonces si no le ha cumplido a eso, entonces que ira a pasar con la implementación de los acuerdos, será que tiene la disposición el gobierno de cumplir?”, es el interrogante que a uno le queda, porque a nosotros por ejemplo, esperamos que con esta implementación, seamos favorecidos. En estos 20 años que llevamos de adelanto al gobierno, en temas de paz, queremos ser favorecidos en todos los programas que tiene el gobierno, en el saneamiento territorial y recuperar las tierras que en un tiempo la guerrilla les dijo a los indígenas que tenían que dejarlas para ellos. Queremos que se amplié el territorio, recuperar esas tierras, porque la población de nosotros demográficamente ha crecido bastante y a la zona de la parte alta no podemos extendernos porque eso es de parques nacionales, tenemos es que mirar para la parte baja y así poder ampliar el territorio nuestro. Desde el 2014 comenzamos con la Agencia de Restitución de Tierras en Ibagué, unas reuniones esporádicas y en el 2015 con la Universidad del Tolima entran a hacer la caracterización del territorio indígena, sobre la parte de violencia y conflicto que ocurrió en años anteriores. En el 2016, en diciembre, se entregó la demanda al juez de restitución, sabemos que el juez de restitución ya acepto la demanda, estamos esperando es que esto salga positivo. Solicitamos la restitución de 4000 mil hectáreas que ampliaría el territorio nuestro y quedaría constituido y legalizado con: Floresta, Altamira, San Pedro, Palmera, Palomas y la Bella, como resguardo. Esta sería una forma de repararnos el Estado con los daños que sufrimos individual y colectivamente. Pues hay una serie de víctimas, más o menos de 40, porque ha habido algunos asesinatos internos que tampoco se le pueden responsabilizar a la guerrilla, entonces hay que analizar muy bien los casos. Finalmente, con estas memorias yo quiero dejar un mensaje: “La violencia atrae más violencia, nunca las armas irán a hacer la solución de los problemas sociales, porque 50 años de lucha de las FARC, con enfrentamientos, y no han podido solucionar un problema de violencia interno a través de las armas, han sido a través de los diálogos”.

99


100

La flor escondida del Tolima

Don Ovidio Paya, exgobernador indĂ­gena nasa en Gaitania. Suministrada por Cabildo IndĂ­gena Paez de Gaitania, 2017.

Memorias de resistencia, vida y paz en Gaitania.


La flor escondida del Tolima

Un capítulo que queda atrás. Rosa Elvira Paya Yule Mi nombre es Rosa Elvira Paya Yule, vivo en el resguardo del municipio de Planadas, departamento del Tolima, cuando los abuelos llegaron a estos territorios venían del Cauca, por la violencia que allá se estaba dando. Aquí la violencia empezó de un momento a otro, cuando el famoso “Tirjofijo”, así lo llamaban; él era un trabajador como cualquier persona, como cualquier jornalero. Al llegar la guerra, al sufrir el golpe de la guerra, la comunidad indígena fue ubicada en la parte alta de la montaña.

“Este nuevo capítulo que estamos viviendo es un sueño nuevo para mí”.

Hombres, mujeres y niños, todos sufrimos el golpe de la guerra y mi familia mucho más, las raíces de dolor, de tanto llanto, tantos entierros que hubo en ese tiempo, ya no tengo lágrimas, si ahora lloro es de felicidad. En ese tiempo un hombre supo pensar, supo valorar, como humano, don Virgilio López, Don Ovidio Paya, profesor José Paya, ellos llegaron pensaron en un acuerdo para dialogar con los actores, con la guerrilla, con las FARC. Empezaron a negociar en la vereda Palomas, pasamos 5 días dialogando de que ya no queríamos más muerte, ni del uno ni del otro, porque en la guerra; la muerte era igual, tanto del uno como del otro lado, sin embargo, en la negociación fallaron unos puntos, igual todos se sentaron en la mesa, pero todos no pensamos igual. Yo confieso que fui rebelde, en esos 5 días de proceso de paz, ellos entregaron unos documentos a cada familia, con la historia, como archivos donde informaban los puntos del proceso de paz, yo cogí ese papel, lo rompí y lo eché al fuego, lo quemé, porque yo no creía

101


102

La flor escondida del Tolima

cuentos de paz, después de tanta muerte, a mí no me convencían con paz; estuve ahí, pero a mí no convencían. Ya al pasar los 20 años de esa reunión, si me convencen, podemos dormir tranquilos, tenemos instituciones, tenemos sedes, colegios donde los niños se están superando, pues yo no pude estudiar en ese tiempo, por estar corriendo de la guerra, por el miedo. Uno sabe de dónde viene y para donde va y no quiero que se vuelva a revivir eso porque para mí, esto es un capitulo que queda atrás y este nuevo capítulo que estamos viviendo es un sueño nuevo para mí.

Memorias de resistencia, vida y paz en Gaitania.


CAPiTULO 3 La vida, entre recuerdos y sentires

Mural realizado en el Taller “pasado y futuro” de San Miguel con estudiantes y maestros. Tomada por Jorge Parra, Equipo de Memoria Histórica - Fundación Yapawayra, 2017.


104

La flor escondida del Tolima

Los sentidos de la memoria para las mujeres de Gaitania

Llegadas… a esta flor escondida del sur del Tolima, llamada Gaitania” Ilustración. Taller de memoria histórico con mujeres de Gaitania.

Memorias de resistencia, vida y paz en Gaitania.


La flor escondida del Tolima

“Nos tocó vivir una época de pobreza y sacrificios… Otro pasado que nos marcó mucho fue el conflicto armado el narcotráfico porque todo fue algo muy duro para nuestros padres nosotras aunque pequeñas veíamos lo que se sufria para sobrevivir… pero gracias al proceso de paz se que tendremos un mejor futuro.”

Taller de memoria audiovisual con estudiantes y maestros de San Miguel.

105


106

La flor escondida del Tolima

Futuro. “Y aunque… estamos en diálogos de Paz tenemos muchos temores para nosotras como comunidades y para nuestros hijos como son las drogas y la prostitución, ladronismo. Solo pedimos al gobierno mas ayudas… y nos de mas participación como mujeres en cargos políticos, en la alcaldía, que valoren nuestros esfuerzos y capacidades…” Ilustración. Taller de memoria histórico con mujeres de Gaitania.

Memorias de resistencia, vida y paz en Gaitania.


La flor escondida del Tolima

Los sentidos de la memoria para los niños y niñas.

Ilustración. Grupo Las dantas del páramo. Taller de memoria histórico con niños y niñas indígenas nasa de Gaitania.

107


108

La flor escondida del Tolima

Ilustración . Grupo Las dantas del páramo.

Taller de memoria histórico con niños y niñas indígenas nasa de Gaitania.

Memorias de resistencia, vida y paz en Gaitania.


La flor escondida del Tolima

Ilustración . Grupo Las gallinas de monte.

Taller de memoria histórica con niños y niñas indígenas nasa de Gaitania.

109


110

La flor escondida del Tolima

Ilustración . Grupo Las dantas del páramo.

Taller de memoria histórico con niños y niñas indígenas nasa de Gaitania.

Memorias de resistencia, vida y paz en Gaitania.


La flor escondida del Tolima

Ilustración . Grupo Los indígenas.

Taller de memoria histórica con niños y niñas indígenas nasa de Gaitania.

111


112

La flor escondida del Tolima

Ilustración. Grupo Los watines.

Taller de memoria histórica con niños y niñas indígenas nasa de Gaitania.

Memorias de resistencia, vida y paz en Gaitania.


La flor escondida del Tolima

Taller de memoria audiovisual con estudiantes y maestros de San Miguel. Tomada por Jorge Parra, Equipo de Memoria Histรณrica- Fundaciรณn Yapawayra, 2017.

113


114

La flor escondida del Tolima

Ilustración.

Escrito producido en el Taller de memoria histórica con niños y niñas de la Institución Educativa Antonio Nariño – San Miguel de Gaitania.

Memorias de resistencia, vida y paz en Gaitania.


La flor escondida del Tolima

Ilustración.

Escrito producido en el Taller de memoria histórica con niños y niñas de la Institución Educativa Antonio Nariño – San Miguel de Gaitania.

115


116

La flor escondida del Tolima

Ilustración.

Taller de memoria histórica con niños y niñas de la Institución Educativa Antonio Nariño – San Miguel de Gaitania.

Memorias de resistencia, vida y paz en Gaitania.


La flor escondida del Tolima

Ilustración.

Taller de memoria histórica con niños y niñas de la Institución Educativa Antonio Nariño – San Miguel de Gaitania.

117


118

La flor escondida del Tolima

Ilustración.

Taller de memoria histórica con niños y niñas de la Institución Educativa Antonio Nariño – San Miguel de Gaitania.

Memorias de resistencia, vida y paz en Gaitania.


La flor escondida del Tolima

Ilustración.

Taller de memoria histórica con niños y niñas de la Institución Educativa Antonio Nariño – San Miguel de Gaitania.

119



CAPiTULO 4 Caminando elmejor vividero del mundo Vereda La Hacienda, Gaitania.

Tomada por Jorge Parra, Equipo de Memoria Histรณrica- Fundaciรณn Yapawayra, 2017.


122

La flor escondida del Tolima

Caminar el mejor vividero del mundo es una experiencia de reconocimiento territorial de los campesinos e indígenas nasa que habitan y transitan, dejando marcas en la memoria y en el entorno natural y simbólico. El reconocimiento de lugares y la construcción de memorias se hicieron en colectivo y en movimiento, para recordar y compartir relatos, y dotar de significados al territorio. De manera que no sólo se reconstruyó la memoria de los hechos de violencia, sino también de la cotidianidad, el proceso de poblamiento, la sobrevivencia y las experiencias organizativas y las respuestas efectivas y resistencias al conflicto.

¿Cómo llegamos a este territorio? Según los relatos se identifican tres rutas de ingreso poblacional, que se pueden seguir en el Mapa 2: 1. Ingreso del pueblo nasa: Provenientes del municipio de Belalcazar en el departamento del Cauca en 1902, caminaron por la margen del río Simbola, pasaron por el páramo del Deseo y dos lagunas, Laguna Azul y Laguna de Santo Domingo, alrededor del Nevado del Huila, llegando al río Guayabos hasta el punto “Las juntas” donde se encuentran con el rio Támaro, que hoy es Marquetalia. Luego, bajaron hasta San Miguel, lugares que fueron asentamientos de las familias indígenas en la primera mitad del siglo XX. 2. Ingreso de presos a la Colonia Agrícola y Penal Sur de Atá: En 1920 la Asamblea del Departamento del Tolima crea esta colonia a través de la ordenanza No. 7, como medida para reducir el hacinamiento carcelario, promover la colonización en áreas inhóspitas. Ingresaban por Ataco, aun sin un camino establecido hasta llegar a Sur de Atá y sobrevivir en la exuberante selva que se extendía hasta el Nevado del Huila. La colonia se cerró en 1930 y muchos de los presos se asentaron en estas tierras. 3. Ingreso de Colonos: La colonización dada durante la década de 1940 por campesinos de las regiones del eje cafetero (Quindío, Caldas, Risaralda, Antioquia), Boyacá, Huila y el mismo Tolima producto del intenso desplazamiento ocasionado por la violencia bipartidista a partir de la muerte de Jorge Eliecer Gaitán, y la búsqueda de tierras

Memorias de resistencia, vida y paz en Gaitania.


La flor escondida del Tolima

para trabajar de muchos otros, que ingresaron por Palermo-Huila, por camino desde El Carmen pasando por la línea, Puerto Tolima, Rioclaro hasta Gaitania. La ubicación geoestratégica de la población permite comprender la convergencia de intereses disímiles en el territorio, como fuente de economía, corredor estratégico para la confrontación armada, y los espacios vitales para las comunidades indígenas y campesinas que construyen su cosmovisión y cultura, en relación a su entorno natural.

Mapa 2. Rutas de ingreso poblacional. Elaboración propia, equipo investigador.

123


124

La flor escondida del Tolima

Caminando la memoria

Recorridos por el territorio campesino: Los recorridos por el territorio campesino incluyeron las veredas Alto Sano, La Hacienda, Guayabos y Marquetalia, en los cuales transitamos por lugares, caminos, cementerios, campos minados y predios en abandono, encontrándonos en ellos restos de artefactos de la guerra como metralla, latas de bombas, casquillos entre otros. Éstos hallazgos en lo material o tangible. En el entramado social afloraron las ausencias de los desaparecidos, dolor, angustia, miedos y rencores frente a los victimarios que caminaron muchos años por sus veredas, que bebieron sedientos el agua de panela que se les brindaba con amabilidad. Se hizo visible la ruptura de las tramas con los vecinos, la familia y la naturaleza, que debilitó la vida en sus cotidianidades. Esta realidad fue modificando la manera de ser y ver al otro, el ver y callar, el pasar y no ver nada, el silencio como estilo de vida mas no como ley, como se nombra en muchos casos “la ley del silencio”, la dominación del territorio y de las vidas de los campesinos. El paso por los caminos y por fincas permitieron saludar y compartir con algunas familias. Presenciamos el retorno de una familia en la vereda Alto sano, que fue desplazada 20 años atrás por la guerra. El arribo se presenta medio del anuncio de la terminación del conflicto entre la FARC-EP y el Estado colombiano. El momento triste y feliz al mismo tiempo, que se vivió con esta familia, es la muestra de la oportunidad que están teniendo algunas familias y personas, al poder recuperar sus fincas y con esto rescatar las prácticas de vida campesinas que llenan de sentido el habitar en el mundo rural.

Memorias de resistencia, vida y paz en Gaitania.


La flor escondida del Tolima

Recorrido con los habitantes de la vereda Alto Sano, Gaitania.

Tomada por Laura Ríos, Equipo de Memoria Histórica- Fundación Yapawayra, 2017.

125


126

La flor escondida del Tolima

En el andar, hallamos la empresa de desminado THE HALO TURST, que estaba terminando de instalar su campamento, y se reunía esa tarde con la comunidad para socializar el trabajo que se proyecta para la vereda y el territorio. La presencia de esta empresa alimenta la esperanza de los campesinos que sueñan recuperar la tranquilidad al transitar por sus fincas y caminos, y cultivar la totalidad de sus predios. El riesgo de accidentes con minas se verá reducido, para que los niños vuelvan a correr por los caminos para ir a la escuela. Por otra parte, emerge la desconfianza en la comunidad frente a la solicitud de dar información precisa de la ubicación de artefactos explosivos, dado que en los años de guerra, eso los hacia ver como apoyo y filtración de información al ejército, siendo castigado por parte de FARC. Esta es una de las tres (3) veredas, más minadas en el territorio.

Desde la mirada de los protagonistas. Habitante de la vereda Alto Sano, Gaitania. Tomada por Laura Ríos, Equipo de Memoria Histórica- Fundación Yapawayra, 2017.

Memorias de resistencia, vida y paz en Gaitania.


La flor escondida del Tolima

Lugar minado en la vereda Alto Sano, Gaitania.

Tomada por Laura Ríos, Equipo de Memoria Histórica- Fundación Yapawayra, 2017.

127


128

La flor escondida del Tolima

En el recorrido también hallamos al Ejército asentado en inmediaciones de la Escuela de la parte alta de Alto Sano, ya que hacen parte de uno de los círculos de seguridad de la Zona Veredal Transitoria de Normalización. A pesar de que no existen protocolos que prohíban fotografiar estos paisajes ni la presencia del Ejército, se nos impidió hacer tomas en ese punto. En medio del camino, hallamos la tumba de Evert Ortegón, un reconocido habitante de esta vereda, que luchó por ella como presidente de junta de acción comunal, pero en medio de la guerra, las FARC le arrebató su vida en el 2003.

Tumba de Evert Ortegón, vereda Alto Sano , Gaitania.

Tomada por Juan Camilo Durán, Equipo de Memoria Histórica- Fundación Yapawayra, 2017.

Memorias de resistencia, vida y paz en Gaitania.


La flor escondida del Tolima

Caminar junto a los habitantes de la vereda permitió que emergieran relatos de su llegada, de los tiempos de la siembra de amapola en los años 90, la llegada de la guerrilla de las FARC, la llegada del Ejército, los enfrentamientos en la década del 2000, los ajusticiamientos, los bombardeos y las minas sembradas que aún hoy, no dejan de sonar y afectar a los vecinos. También emergieron los relatos personales, como la activación de tres bombas en la finca de don Benjamín, que no sólo afectó su finca, sino que también involucró el señalamiento de campesinos inocentes en estos hechos que fueron sindicados como guerrilleros, y que tiempo después tuvieron que dejarlos en libertad. El paisaje de la Vereda Alto Sano se ve hoy caracterizado por la siembra de café, frijol y algunas frutas como granadilla, curuba. Pocos predios evidencian la ganadería. Algunas fincas de la parte alta se encuentran enmontadas, producto del abandono de estas tierras. La experiencia de recorrer la vereda la Hacienda, permite que los habitantes mencionen la existencia de minas en sus predios y en los caminos, durante el recorrido nos mostraron algunas minas que ellos tienen señaladas para evitar algún accidente. Esto muestra la cotidianidad de los habitantes de la vereda, en la que desde el pequeño hasta el más grande, se ve obligado a convivir con las herencias de la guerra. El ambiente de tranquilidad de este momento, es interrumpido por el peligro de tener un accidente con minas, que aún es latente. Identificamos la existencia de “cementerios” o fosas en la parte alta subiendo hacia el sitio conocido como “Gorgona”, donde emerge un recuerdo personal del presidente de la junta de acción comunal. Cuenta que su hija mayor se había ido para la guerrilla, junto con otros jóvenes de la vereda. En un enfrentamiento la mataron, con el hijo del señor Gerardo, un vecino. Al llegar al punto nombrado como la Cedra, se puede contemplar un árbol muy grande con unos trozos de metal de una de las bombas incrustados en el tronco que el árbol fue poco a poco cubriendo. Nos narran que este punto en una semana fue bombardeado tres veces. Al lado del árbol se notan con facilidad los pozos que quedaron justo donde cayeron las bombas, más o menos de casi dos metros de profundidad por 3 metros de diámetro.

129


130

La flor escondida del Tolima

Restos de bombas incorporados por La Cedra, vereda La Hacienda, Gaitania. Tomadas por Jorge Parra, Equipo de Memoria Histรณrica- Fundaciรณn Yapawayra, 2017.

Memorias de resistencia, vida y paz en Gaitania.


La flor escondida del Tolima

La Cedra, vereda La Hacienda, Gaitania.

Tomadas por Juan Camilo Durรกn, Equipo de Memoria Histรณrica- Fundaciรณn Yapawayra, 2017.

131


132

La flor escondida del Tolima

Emerge la memoria pasando por el frente de la casa abandonada de don Gerardo. Después de que en el 2006 dos bombas cayeron cerca, la dejaron casi destruida. La nueva casa queda a 15 minutos de ésta, en un alto la hizo, dice don Gerardo, para que el avión la viera bien, no se confundiera y no le tirara bombas.

Cartografía social, vereda La Hacienda, Gaitania.

Tomadas por Equipo de Memoria Histórica- Fundación Yapawayra, 2017.

Memorias de resistencia, vida y paz en Gaitania.


La flor escondida del Tolima

En el camino de regreso la narración de los participantes se centró en contar como la tumba de monte para sembrar amapola fue lo que dio la posibilidad de poblar la vereda, que antes era parte de la vereda San Miguel. Esta economía de la siembra y venta de la mancha, trajo prosperidad y mucho dinero en su inicio, pero igualmente propicio la llegada de población externa, de muchas regiones del país, generándose disputas por el dinero, el cultivo, riñas y mayor inseguridad. La guerrilla de las FARC ingresa al territorio en esta época a controlar este tipo de situaciones y conflictos con sanciones a los habitantes que se involucraran en este cultivo o en conflictos de diferente clase: comunitarios, conyugales, familiares, entre otros. Entre ellos se enuncia la sanción puesta por las FARC al presidente de Junta de Acción, señalado de informante del ejercito, el cual no podía moverse de su vereda ni bajar al pueblo durante un año mientras durara la investigación. Así como este caso, se presentaron muchas formas de control social que recuerdan los habitantes. Como caso particular, en la década del 2000 toda una generación, menores de edad, hijos de los habitantes de esta vereda y veredas vecinas ingresaron a las filas de las FARC, con desenlaces muy desafortunados. El paisaje de la vereda La Hacienda se ve transformado productivamente, según los relatos de los habitantes que expresan que luego de la erradicación de la amapola, la alternativa productiva fue la ganadería y la siembra de frijol de entable. Las tierras han sido acondicionadas para la siembra de pastos. Los niños y niñas cuentan con una escuela que oferta hasta quinto primaria, haciendo que se vean obligados a desplazarse a San Miguel o al pueblo para seguir sus estudios, algunos de los que ahora son jóvenes solo estudiaron hasta quinto por no tener la posibilidad de salir a continuar con sus estudios, este caso se presenta en la gran mayoría de los niños que habitan la vereda. Guayabos y Marquetalia, es caminada con el aire frio del Nevado del Huila, que baja entre las montañas y las riveras de los ríos. Guayabos tiene su escuela en un alto, donde estudian 8 niños, incluido el de la profesora, que lleva tres meses de estar allí. Los niños no tenían profesor hacia año y medio.

133


134

La flor escondida del Tolima

Frijol, vereda La Hacienda, Gaitania.

Tomadas por Laura Ríos, Equipo de Memoria Histórica- Fundación Yapawayra, 2017.

Conversando con la comunidad en este recorrido, nos detenemos en la historia de don Wilson, un habitante de los Guayabos, quien nos cuenta que en el tiempo que llego a la vereda, en los años 70, casi no vivía nadie por aquí. Esta vereda junto con Marquetalia, era una sola. Él trabajaba de arriero sacando madera para el pueblo. En ese tiempo solo se vivía de la madera y se sembraba frijol tapao.

Memorias de resistencia, vida y paz en Gaitania.


La flor escondida del Tolima

Menciona también que el recorrido era de todo un día con las mulas cargadas hasta Gaitania cuando el camino estaba bueno, o sea seco. Cuando no estaba bueno, eran dos días, se bajaba para un día de mercado y se subía con remesa más o menos en unos tres o cuatro días después de descargar y vender la madera. Después de la arriería se vino la tumba de montaña para el cultivo de amapola, estos años fueron duros. El señor Wilson menciona en voz baja que, a él le toco ver en el camino mucho muerto, inclusive al papá del presidente de la junta, lo encontró muerto en el camino.

Taller de memoria con la JAC-Guayabos, Gaitania.

Tomadas por Laura Ríos, Equipo de Memoria Histórica- Fundación Yapawayra, 2017.

135


136

La flor escondida del Tolima

En este tiempo fue donde se dividió los Guayabos de Marquetalia. Iniciaron la construcción de la escuela con la ayuda de la comunidad. La primera profesora fue de la comunidad, era la hija del presidente de la JAC de ese tiempo, la comunidad era la que pagaba la profesora. En este tiempo llegó las FARC, las muertes y violencia se volvió más dura. Con los días fue bajando y ellos eran los que mandaban en todo. Hasta que se llegó a vivir tranquilo por aquí. Para el tiempo de la amapola década de los años 90, en la vereda se abrió mucho monte y se “montó” mucha finca. Eran 64 asociados a la JAC, en grandes y pequeñas parcelas. En la actualidad solo hay 14 asociados y dos de ellos repiten, es decir que en realidad hay solo 12. Ahora no quedan pequeñas parcelas, todas se fueron comprando y se crearon grandes fincas que pasan de las 100 hectáreas como mínimo. Se presenta que pocos propietarios viven en ellas. La gran mayoría “es gente del pueblo” con dinero, como lo menciona el señor Wilson. La economía de la vereda se sustenta de la ganadería de leche y engorde, con algunos cultivos de frijol de entable.

La labor de ordeñar, en la vereda Guayabos, Gaitania.

Tomadas por Laura Ríos, Equipo de Memoria Histórica- Fundación Yapawayra, 2017.

Memorias de resistencia, vida y paz en Gaitania.


La flor escondida del Tolima

Cuando llego el ejército como a finales de los 90, “la cosa se volvió otra vez muy dura” nos cuenta Héctor, presidente de JAC. “Todos los que vivíamos en esta parte alta de Gaitania, para el ejército éramos guerrilleros, nos maltrataron, los profesores se fueron, eran tiroteos todos los días, con los bombardeos nos mataron el ganado y los marranos, los que quedaban vivos, el ejército se los comía. Con la fumigación para la amapola hasta el pasto se moría, muchas injusticias se vivieron”, recuerda Héctor. Él estuvo detenido, lo llevaron hasta Neiva por tener supuestos nexos con las FARC, y también por el tráfico de mancha de amapola. Allí duró cuatro días, mientras lo dejaron salir, sin ningún cargo. “La cosa no fue fácil, la guerrilla daba la orden de ir al pueblo y subir remesa, aquí era una lotería, a quien eligieran de alguno los campesinos tenía que salir y hacerlo”. Este mandado se hacía en la noche, se salía y entraba a la vereda, con esto el ejército no los veía. La tranquilidad de los campesinos se vio amenazada por parte y parte. Es común encontrar en esta vereda adultos y algunos niños, ya que los jóvenes se fueron a la guerrilla o algunos, a trabajar al pueblo. La ruptura de vínculos en el núcleo familiar y comunitario es uno de los estragos de la guerra aquí vivida. La normalización de la orden como medio de acción desintegró esos lazos de trabajo en colectivo muy notorios en el mundo rural. Ya no se trabaja en el arreglo de caminos, ni puentes. “En este momento las FARC, no dan la orden de ir arreglar, entonces ya no sew hace”, es el relato que evidencia la dominación a la que fueron sometidos por mucho tiempo. Transitar por Marquetalia permite comprender las largas distancias que hay entre vecinos. Esto marca ya una disposición diferente en territorio, para trabajar en comunidad y fortalecer el tejido social. La JAC tiene 10 asociados, de los cuales sólo viven tres (3) dueños de finca en el territorio. Los otros propietarios viven en el centro poblado de Gaitania, y otros en Neiva. Las fincas son de 150 hectáreas en adelante y se cuenta con una escuela donde estudian seis (6) niños. Los profesores cuando duran mucho, se quedan año y medio. Algunos niños estudian internados en el colegio Rosa Blanca del cabildo indígena Nasa, en donde logran hacer su secundaria. La energía con la que cuentan tres (3) fincas, es generada con paneles solares, incluida la escuela.

137


138

La flor escondida del Tolima

Puente Guayabos-Marquetalia, Gaitania.

Tomadas por Laura Ríos, Equipo de Memoria Histórica- Fundación Yapawayra, 2017.

El recorrido tiene un elemento particular, el acompañamiento de doña Margarita. Una señora que lleva viviendo ya más 35 años en estas tierras frías. Sus recuerdos nos ubican en un territorio solitario donde al llegar, cuenta ella, se comía arroz, carne de monte, leche y queso. Para ir al pueblo se gastaban día medio o dos días. Aclara que si era para llevar carga (madera), se demoraban una semana entera. Con el tiempo se fue dando la papa, maíz, frijol tapao y los marranos, que nunca faltan.

Memorias de resistencia, vida y paz en Gaitania.


La flor escondida del Tolima

Cuando llegó la amapola, con ella también llegó gente a alquilar las fincas para ese cultivo. “Algunos dueños de finca se fueron para el pueblo, y metieron en compañía la amapola. No fue bueno porque se vivió mucha maldad…, cuando las FARC comenzaron a controlar todo sobre la amapola ellos tenían un campamento grande aquí. Ellos ayudaban si uno les pedía ayuda, lo maluco era cuando traían a alguien de las otras veredas a rendir cuentas y uno ya no los volvía a ver pasar de regreso, por aquí quedaba, o en el río”, nos relatan caminando entre majestuosas montañas.

Florecimiento del cultivo de amapola en la década del 90 en Marquetalia, Gaitania. Suministrada por un habitante de la vereda. 2017.

139


140

La flor escondida del Tolima

Los recuerdos muestran las condiciones y tensiones que presenciaron todas las familias campesinas de esta vereda. La afectación a nivel educativo que sufren los niños al no tener profesores que garanticen la continuidad en los procesos educativos y el derecho a la educación. La economía de la vereda en su totalidad se basa en la ganadería de leche y engorde. Las familias tienen para su consumo aves de corral, cerdos y pequeñas huertas. Por la distancia y el difícil acceso se han especializado en la producción de queso, el cual bajan a Gaitania cada

Paisaje ganadero en Marquetalia, Gaitania. Tomadas por Laura Ríos, Equipo de Memoria Histórica- Fundación Yapawayra, 2017.

Memorias de resistencia, vida y paz en Gaitania.


La flor escondida del Tolima

ocho días. En los meses más lluviosos del año, esta actividad se ve traumada por los cierres de caminos, los frecuentes deslizamientos de tierra y las crecientes de las quebradas, que impiden llevar el queso hasta Villanueva. En algunas ocasiones se ven en la penosa tarea de consumir una parte, y la otra, se entierra o se tira al río. Con esta situación de los caminos, los víveres también escasean. En la vereda no existe alguna tienda o venta de mercado que pueda suplir esta necesidad. La distancia con Gaitania genera en la comunidad de esta vereda la emergencia de prácticas agroecológicas con relación a las huertas y el uso de materias orgánicas como abonos. La cobertura en campañas de salud es nula, pues la divulgación de estas campañas se hace por la emisora local Musicalia estéreo, la cual no se puede sintonizar. Se puede escuchar sólo una emisora de Neiva con la cual se recrean, pero casi no se informan. La poca preocupación de la administración municipal por esta comunidad es nula. Esta se expresa en la constante ausencia de profesor para la escuela, de servicios de salud, de vías, y acciones de concretas para el mejoramiento de la calidad de vida. El acompañamiento técnico que en muchas ocasiones los campesinos han exigido a los diferentes alcaldes, nunca lo han logrado. Los habitantes manifiestan que en la producción, han sufrido de diferentes plagas o virus en su ganado contrarrestándolos con remedios caseros y conocimientos empíricos, causando siempre un elevado número de muertes en los animales. En las conversaciones con la comunidad cabe anotar, la fuerte nostalgia que se siente por la ausencia de la FARC. La convivencia de tantos años con ellos, logró consolidar afectos y amistades que se soportaron en la ayuda que las FARC les prestaron a los campesinos de esta zona. El hecho de tener algunos lugares minados en su territorio, le resta importancia pues para ellos fue más lo que ayudaron, que lo malo que hicieron durante tantos años de estadía. En el siguiente mapa podemos identificar los tres recorridos de memoria realizados en el territorio campesino, y las minas anti persona (MAP) que están sembradas en los campos y caminos donde las comunidades tienen sus proyectos de vida.

141


142

La flor escondida del Tolima

Mapa 3. Recorridos de memoria histรณrica campesino. Elaboraciรณn propia, equipo investigador.

Memorias de resistencia, vida y paz en Gaitania.


La flor escondida del Tolima

Recorridos por territorio indígena nasa: Los recorridos por el territorio indígena incluyeron las veredas La Bella y Aguablanca en Gaitania y el Resguardo de Las Mercedes en Herrera-Rioblanco.

Alistando la carga. Indígenas nasa de Gaitania.

Tomadas por Laura Ríos, Equipo de Memoria Histórica- Fundación Yapawayra, 2017.

143


144

La flor escondida del Tolima

Caminar el territorio indígena se enmarca en un mandato de los mayores indígenas por recuperar los caminos que hace más de 100 años transitaron los antepasados. Por ello, recorrimos su territorio acompañados de la autoridad indígena, médicos tradicionales, profesores, cazadores y jóvenes de la comunidad. El recorrido inició en la vereda Villanueva, donde la palabra de don Marcos Ley alienta el paso por la vereda La Bella, que hace alusión a su especial ubicación y edificación. Al llegar por el punto denominado Ucrania, y divisar Guayabos y Marquetalia desde allí, se evidencia que fue un punto estratégico usado por los diferentes actores del conflicto. Allí surgen los relatos de los enfrentamientos y el establecimiento del ejército desde los años 60, las acciones generadas en la operación Marquetalia, y las confrontaciones de la violencia reciente en la década del 2000 en las que también transitaron las FARC.

Paisaje de Marquetalia, desde el punto estratégico denominado “Ukrania”. Tomadas por Jorge Parra, Equipo de Memoria Histórica- Fundación Yapawayra, 2017.

Memorias de resistencia, vida y paz en Gaitania.


La flor escondida del Tolima

Don Marcos Ley y su esposa.

Tomadas por Juan Camilo Durán, Equipo de Memoria Histórica- Fundación Yapawayra, 2017

Al llegar a Aguablanca, su viento tranquilo y fresco permite preparar la ruta hacia el páramo de Santo Domingo al encuentro de Tacueyó, en el departamento del Cauca. Se hace la claridad que no es como hacer una expedición, sino que hay que pedir primero a la naturaleza, a los espíritus que están allá, los que conviven allá, permiso para adentrarse en sus entrañas. Los mayores explican que andar estos caminos es fortalecer la sabiduría y la cosmovisión nasa, porque en la naturaleza, en la montaña, a la orilla del río y las quebradas, brota la biodiversidad de fauna y flora, y enseña a través de la melodía de las aves, el rugir de los animales, de las especies en este caso el oso, el puma, el tigre y otras especies.

145


146

La flor escondida del Tolima

El trayecto se desarrolló identificando como referente simbólico al rio Atá y sus afluentes. El camino se ha perdido, por lo cual con dificultad se identifican los caminos ancestrales que han dejado de transitar por periodos prolongados, entre 5 y 12 años, y vuelven a abrirse a mano y a machete. Sólo los médicos tradicionales y los cazadores abren caminos tapados por las ramas, las raíces y los troncos, recuperando la naturaleza su propio espacio.

Encuentro de los ríos Támaro y Yarumal. Parte alta del río Atá.

Tomadas por Laura Ríos, Equipo de Memoria Histórica- Fundación Yapawayra, 2017

El punto de llegada se reconoce como la Cueva, un lugar que recuerdan por el uso con cultivos de amapola por parte de las FARC durante la década de los 90, sobre el cual ocurrieron fumigaciones, bombardeos, confrontaciones y fuerte minado. Este camino no es transitado por la comunidad. Al transitar hacia el punto el Rastrojo del Paisa ascendimos de 2160 msnm a 2650 msnm en el punto que se ha denominado el plan de la Danta.

Memorias de resistencia, vida y paz en Gaitania.


La flor escondida del Tolima

En la comunidad indígena aún persiste la práctica de la cacería, aún al interior del Parque de los Nevados que se extiende en el territorio del resguardo, lo cual pone en evidencia las tensiones entre la conservación de las prácticas de los pueblos indígenas y la conservación de las especies como la Danta y el Oso que habitan esta zona. Al dirigirnos hacia el punto Campo de Trucha para entrar al páramo a llegar a la Laguna Canoas, lugar donde se desarrollan los rituales espirituales y medicinales los médicos tradicionales, las fuertes lluvias impiden avanzar. Sin embargo, los rituales de consulta de las decisiones transcendentales en comunidad se realizan en la ribera del río, así mismo la limpieza del espíritu.

Marcando la ruta de la memoria, parte alta del río Atá.

Tomadas por Jorge Parra, Equipo de Memoria Histórica- Fundación Yapawayra, 2017

147


148

La flor escondida del Tolima

Estos caminos, al andarlos hace equilibrar el pueblo nasa con la naturaleza, nos pone en equilibrio. Andar estos caminos es volver a recoger el reconocimiento de nuestros ancestros, estar con la madre, con los sxhaos, los espíritus que están allá y ahí es en donde empezamos nosotros, nos relatan. El acostarse a descansar y el despertar en este territorio está acompañado de los relatos y las historias que se cuenta alrededor del fogón, alrededor de la tulpa, que enriquece el alma, fortalece el espíritu, para poder llegar contentos al hogar, llegar con otra manera diferente en actuar, llegar a la comunidad en un sentido de armonía.

Laguna La Linda, páramo El meridiano. Herrera.

Tomadas por Jorge Parra, Equipo de Memoria Histórica- Fundación Yapawayra, 2017

Memorias de resistencia, vida y paz en Gaitania.


La flor escondida del Tolima

Los nasa han planteado la necesidad de recuperar esa ruta como parte del fortalecimiento del corredor “cosmo- ecológico” que acoge el área de montaña para la conservación desde el Cauca, en los municipios de Páez, Toribio, Corinto y en el Valle del Cauca, recogiendo las comunidades Nasas de las “Mercedes” y el Cabildo Indígena de “Barbacoas”. Desde el páramo de las “Arrugas” hasta el páramo de las “Pepitas”, desde “San Gabriel” hasta el páramo de “Santo Domingo”, que hacen parte del páramo alto andino. Se expresa que no disponen este territorio para la cacería, sino antes bien “para que los espíritus de nuestros antepasados sigan descansando en paz, esos son los cementerios espirituales que nosotros tenemos allí”, que sea reconocido por los sitios sagrados: las montañas, los páramos, las piedras, las lagunas, los nacimientos de agua, en el que el río Atá es la vena principal que tiene este territorio, como la arteria en el cuerpo. Otra ruta que está señalada para recuperar, es la ruta por donde llegaron antepasados nasa, la familia Paya, que fueron los primeros habitantes de estos territorios. El recorrido de memoria permitió identificar la afectación de la relación espiritual del territorio nasa, y los impactos negativos del conflicto con la ritualidad, en específico “el ritual de paso”. “Cuando en el ‘ritual de paso’, dialoga con el dueño de la laguna, pide permiso para entrar en contacto con el espíritu de la laguna, con el musgo y con todos los elementos que tienen que ver con el nacer; permite aprender a leer las reglas de la vida como trasformación, cambio y curación” según Bernabé Paya. Este es un recorrido ancestral del territorio, dispuesto como lugar de la ‘memoria’ (Yakni), como forma de ‘resistencia’, como ‘espacio de experiencia’ y como ‘horizonte de expectativa’. Esta noción se materializa en el origen mítico y por el camino recorrido por los mayores cuando atraviesan el territorio para ocupar Gaitania. La pérdida de la práctica del ‘ritual de paso’ de la Laguna Canoas, fue acentuada desde 1985; cuando las FARC sembraron de Minas Anti Persona –MAP- en las veredas San Pedro, la Bella y Aguablanca. Asimismo, se vio afectada por la tala del bosque nativo que protegía la formación de la laguna Canoas, para la construcción de un helipuerto, durante la fase más álgida de la retoma del Marquetalia por parte del Ejército, en el 2009.

149


150

La flor escondida del Tolima

Páramo inspirador de serenidad.

Tomadas por Jorge Parra, Equipo de Memoria Histórica- Fundación Yapawayra, 2017

El efecto negativo del conflicto y de la guerra en su territorio, está presente en la enfermedad, los cultivos ilícitos, la violencia intrafamiliar y ambiental, en la crisis de los valores cosmogónicos, en la pérdida del reconocimiento social que los médicos tradicionales tuvieron dentro de la comunidad que en general se traduce en el cambio cultural, la perdida de los valores propios de la cultura Nasa y de las tradiciones de respeto a la madre naturaleza. En la actualidad, los mayores muestran su preocupación por la juventud que no están escuchando, no reciben los consejos de los mayores, se encapricha, y cuando reaccionan ya es demasiado tarde. Desean que la juventud esté dispuesta a trabajar y se aleje de los vicios que han llegado a su comunidad y están generando rupturas en la comunidad, como las

Memorias de resistencia, vida y paz en Gaitania.


La flor escondida del Tolima

drogas. Con ello, “están contaminando el alma y el espíritu y cuando se incorporan, ya vienen con esos espíritus no agradables, no adaptadas ante la naturaleza”. En el mapa siguiente, pueden establecer los dos recorridos de la memoria desarrollados en territorio indígena. Sobre este territorio también los actores de la guerra, sembraron minas que hasta hoy, son un riesgo.

Mapa 4. Recorridos de memoria histórica indígenas nasas. Elaboración propia, equipo investigador

151


152

La flor escondida del Tolima

Conclusiones

El camino emprendido desde hace un año, nos hizo adentrarnos en los laberintos de la memoria para ser testigos de los impactos de la guerra, y del efecto de contar las historias que han marcado las vidas de los habitantes de Gaitania. Hallamos tempranamente que la dinámica de la guerra por más de cincuenta años impuso múltiples formas de violencia que afectaron a todo el conjunto de la población de Gaitania. Su memoria histórica no se ancla a la temporalidad establecida por la Ley de Víctimas (ley 1448 de 2011) para el reconocimiento de las afectaciones vividas a partir de 1985. Sus narraciones evidencian que las experiencias vividas, superan los marcos legales y muestran con claridad que los daños directos e indirectos vienen desde la gestación de la guerra misma, y los factores que determinaron la degradación del conflicto década tras década. La guerra trastocó la vida cotidiana, creó ruidos que se impusieron, forzó el silencio en las comunidades y privilegió una versión frente a lo vivido por quienes se autodenominaron portavoces de las comunidades como fueron los medios de comunicación, los actores armados y el Estado. Así fue como este territorio trascendió a la esfera pública llevando una imagen de “territorios en conflicto” y estigmatizados por ser “cuna de las FARC”, “zona guerrillera” y “zona roja” que aún hoy permanecen vigentes en el imaginario colectivo a nivel nacional e internacional. Todos estos elementos, produjeron que el silencio y el miedo controlaran las acciones personales y las iniciativas de las comunidades, lo cual se expresó en la fractura del tejido social, las distanciadas relaciones entre campesinos e indígenas nasa, la ausencia de proyectos colectivos autónomos que incidieran en la vida política y pública del territorio, y en la dificultad de narrar, por no creer en el poder de su voz en la comprensión y transformación de la realidad. De ahí, la importancia que tiene narrar, en este momento histórico. Es todo un acontecimiento que irrumpe los discursos preestablecidos y adormecedores, que naturalizaron la guerra como “instrumento para alcanzar la paz”. Confronta a quienes mostraban la realidad de la muerte

Memorias de resistencia, vida y paz en Gaitania.


La flor escondida del Tolima

como si fuera ficción, con relatos descontextualizados o con una verdad conveniente a su autoridad. Es de exaltar que los pobladores de Gaitania han ejercido un tipo de resistencia silenciosa ante el horror, para preservar la vida y la tierra. Una resistencia no armada frente al abandono del Estado que afecta aún más que la violencia, la defensa de la tierra contra el despojo de grandes extensiones de tierra por parte de los actores armados y del Estado para la implementación de proyectos hidroeléctricos sobre el río Atá. Nos referimos a las formas cotidianas de leer la realidad y adoptar prácticas y jergas en los espacios privados y públicos. Aprendizajes promovidos por la presencia de los helicópteros, los retenes, los bombardeos y enfrentamientos, el pasar de los hombres y mujeres armados por los caminos y sus fincas, las normas establecidas en los panfletos, entre otros tantos hechos que fueron configurando las formas de pasar los controles de los ejércitos para sobrevivir y la improvisación de soluciones desde lo comunitario para alimentar a sus familias, educar a los hijos, gozar de atención médica, abrir vías, cultivar la tierra y construir una vida colectiva. A través de organizaciones como las juntas de acción comunal, las organizaciones y comités de mujeres campesinas e indígenas, las asociaciones de productores de café y frijol, el cabildo indígena, entre otras, fueron tejiendo la permanencia en el territorio y su lugar político. Si bien la comunidad indígena nasa y campesina comparten un mismo territorio, la guerra hizo lo suyo, para profundizar la desconfianza y el desconocimiento del otro. El río Atá fue usado como límite, el margen derecho habitado por indígenas nasa y el margen izquierdo habitado por campesinos. Un límite no solamente físico, este es un límite simbólico que determinó las formas de socialización impuesto por los actores de la guerra. Los espacios de intercambio reflejaron que la población campesina en su mayoría nunca había cruzado el río y no conocían las veredas que avizoran desde sus casas. Así mismo los indígenas frente a sus vecinos campesinos. Estos espacios dieron la oportunidad de compartir sus vivencias de la guerra e intercambiaron sus saberes y apuestas sobre el territorio. Algunas generan tensión, como la búsqueda de restitución de tierras adelantada por la comunidad indígena nasa que compromete áreas habitadas por campesinos. Otras apuestas son puntos de encuentro para seguir tejiendo la vida colectiva, teniendo como cómplice al río Atá.

153


154

La flor escondida del Tolima

La reconstrucción de la memoria con los niños, niñas y adolescentes indicó un terreno ávido de propuestas que aporten a la comprensión del lugar que ocupan en el mundo de la vida y su gran capacidad para aportar en la construcción de un futuro posible, con otras generaciones. El trabajo articulado con los y las maestras permitió andar cuidadosamente por los delicados hilos del mundo de la muerte que ha embargado la guerra y sobre el que tienen mucho que decir, para edificar valores y prácticas que rompan con los ciclos de la violencia. Estos continúan siendo retos para próximos proyectos de aula. Los relatos, historias, imágenes y sonidos construidos por las comunidades, son una ventana que nos permite entender la guerra desde lo privado, lo íntimo y lo familiar, y el efecto transformador al ser narradas colectivamente. Esto permitió la resignificación y la compresión del tránsito de lo privado a lo público que exalta las múltiples formas de vivirlos y habitarlos con tenacidad, aun perdiéndolo todo, hasta la vida misma. Entre los aprendizajes podemos destacar que se debe disponer el cuerpo para escuchar, sentir, y comprender al otro, desde su lugar, sus búsquedas y sueños. Cada narración tiene efectos en la persona que relata y en el colectivo que escucha, en la medida que permite reinventarse cada uno, verse en el espejo, expresar, tramitar el dolor y retomar las riendas de su vida. Cuando se narra en colectivo se crean saberes y valores para no repetir los mismos errores del pasado y “habitar” de una mejor forma el mundo. El acuerdo de paz logrado por la comunidad indígena nasa y las FARC hace 21 años, nos brindan aprendizajes únicos, para animar la búsqueda de acciones desde lo local y lo comunitario para transformar las realidades y cuidar la vida, aún alejados de los centros de poder y la validación del Estado. Dos décadas después, el convencimiento de que el diálogo, es el camino para resolver los conflictos tiene evidencias palpables. El acuerdo salvó la vida de muchos, una generación de indígenas marcada por el rencor y la venganza, y otros campesinos, que apelaron estar en territorio indígena. A otros, no logró arrebatarlos de la guerra. Por ello, la paz en Gaitania, más que vivirla, es una aspiración de las comunidades. Guardan la esperanza de poder alcanzarla algún día, en medio de la complejidad de intereses que expresan los actores en conflicto, y que aún tiene manifestaciones violentas. También queda pendiente la

Memorias de resistencia, vida y paz en Gaitania.


La flor escondida del Tolima

presencia del Estado, que atienda la pobreza y la desigualdad histórica en este territorio, y repare los daños morales, psíquicos y emocionales, físicos o sobre el cuerpo, socioculturales, materiales, ambientales, políticos y a los proyectos de vida individual y colectivos que los habitantes sueñan recobrar. Este panorama da sentido a la búsqueda de espacios, momentos y lugares de reconciliación, donde se produzcan elementos de reconstrucción de la memoria en clave de paz desde las comunidades. La reconciliación es un paso consciente de afrontar el pasado a través de la narración, y permitirse transformar actitudes, percepciones, discursos y comportamientos para construir otras formas de relacionarse con el mundo inmediato y mediato. Las comunidades nos muestran que la vida en Gaitania, es más que guerra. Son mundos construidos sabiamente a partir del conocimiento del territorio, su coraje al llegar a tan imponentes montañas, el arraigo por la tierra y la vida, el amor por los hijos y el hogar, la vida sencilla y los sueños de un territorio autónomo. Estas historias construyen realidades, permiten crear y recrear la memoria de un pueblo, constituyéndose en el elemento fundamental para formar la identidad, que servirá para desestructurar las visiones impuestas desde afuera y de faro para caminar un futuro común. Este proyecto no logra dar conclusiones profundas. Algunos habitantes de Gaitania reconocen que la incertidumbre frente al proceso de Paz, establece que aún no es momento de hablar de ciertas “cosas” que compromete la seguridad y la vida misma en el territorio. No obstante, este proyecto abre el camino para el desarrollo de uno o varios proyectos más profundos, que sigan la vía de la reconciliación, la apropiación social de la memoria, la paz y la justicia social. A estas comunidades agradecimiento infinito, respeto y admiración por su valentía, creatividad y compromiso, por rescatar su dignidad y confianza. El ejercicio quedó iniciado, no tiene fin ni tiene dueño. Esperamos que este proceso anime iniciativas comunitarias, pedagógicas y de movilización social, en la lógica de elaborar nuevos sentidos y saberes para la comprensión de su lugar en el mundo, que alimenten la urgente tarea de pensar y hacer realidad nuevos y diferentes futuros desde el mismo territorio.

155


156

La flor escondida del Tolima

Participantes en la Jornada Comunitaria de Validaciรณn y cierre. Tomada por Equipo de Memoria Histรณrica- Fundaciรณn Yapawayra, 2017.

Memorias de resistencia, vida y paz en Gaitania.


La flor escondida del Tolima

157


158

La flor escondida del Tolima

Memorias de resistencia, vida y paz en Gaitania.


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.