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Emociones básicas en la imagen de Nuestro Padre Jesús de Medinaceli Mª Dolores Martínez, Mª Margarita Carrillo, Mª Mercedes Cavas
Emociones Básicas en la Imagen de Nuestro Padre Jesús de Medinaceli
Con motivo del XIII Congreso Nacional Jesús de Medinaceli, Cautivo y Rescatado, celebrado en la ciudad de Cartagena los días 31 de mayo, 1 y 2 de junio de 2019, y organizado conjuntamente por la Asociación Piadosa de Nuestro Padre Jesús de Medinaceli y la Agrupación de los Estudiantes de la Cofradía Marraja (Cristo de Medinaceli y Santas Mujeres), presentamos una comunicación oral y escrita basada en el estudio de las emociones que suscita la imagen devocional.
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El comienzo de la devoción a la imagen de la advocación del Cristo de Medinaceli en España se data en el año 1682, mientras que en Cartagena se remonta al año 1933, cuando se llevaba a cabo un besapié para venerarla en la capilla del Sagrario ubicada en la Iglesia de Santo Domingo, muy cercana a la Parroquia de Santa María de Gracia, donde se venera desde el año 1951. Tras la Guerra Civil Española (1936-1939), una devota trae una fotografía de la imagen situada en la Iglesia de los Padres Capuchinos (Madrid), y no es hasta 1940 cuando Juan González Moreno elabora la representación que hoy día recibe culto en Santa María de Gracia y es objeto de nuestro estudio.
Para elaborar una lista de emociones fácilmente identificables nos basamos en la perspectiva discreta de las emociones que, en oposición a la perspectiva dimensional, afirma que cada emoción posee características singulares, sin perjuicio de las diferencias individuales de los individuos. De esta manera, recopilamos los trabajos de autores que anteriormente utilizaron distintos criterios para clasificar las emociones discretas o “básicas” (nivel de afrontamiento, expresión facial, procesamiento, relación con los instintos, innatismo, contenido proposicional, adaptación biológica, descarga nerviosa, independencia atribucional y valencia).
En primer lugar construimos un cuestionario dividido principalmente en dos partes, una de ellas dedicada a medir datos sociodemográficos de la muestra (agrupación a la que pertenece, género, edad, nacionalidad, estado civil y nivel de estudios) y otra dedicada a medir un total de 32 emociones, valorando la medida en que el sujeto las experimenta ante la imagen entre 1 (nada) y 5 (mucho).
Recopilamos un total de 137 personas, 68 hombres y 69 mujeres, con una media de edad de 41.91 años y todos de nacionalidad española. La mayor parte se encontraban casados (53.3%) y poseían estudios universitarios (62.8%). Mediante un análisis estadístico encontramos que aquellas emociones con mayor puntuación en la muestra total, es decir, aquellas que los sujetos manifestaron experimentar en mayor medida fueron la número 1 (Aceptación), con
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una puntuación media de 4.32, número 3 (Amor) con una media de 4.15 y la número 22 (Interés) con una media de 4.07. Por el contrario, las emociones que indicaron experimentar menos fueron en primer lugar la número 25 (Odio) con una media de 1.01, y en segundo la número 5 (Asco) con una media de 1.02.
La emoción de mayor puntuación en hombres y en mujeres sigue siendo el número 1 (Aceptación) con medias de 4.26 y 4.38 respectivamente, mientras que aquella con la que los sujetos de género masculino se encontraban más desacuerdo fue el número 5 (Asco) y los sujetos de género femenino fue el número 25 (Odio), en ambos casos con una media de 1.
Finalmente analizamos las relaciones entre cada una de las emociones y los datos sociodemográficos indicados, y únicamente encontramos una correlación significativa positiva entre la edad y las emociones de amor, ternura y esperanza. Es decir, a mayor edad, los sujetos experimentan en mayor medida dichas emociones, disminuyendo dicha experiencia conforme disminuye la edad. Por el contrario, encontramos correlaciones negativas entre la edad y la emoción de aversión, mostrando esta relación que a mayor edad, los sujetos experimentan en menor medida emociones de aversión hacia la imagen devocional, mientras que a menor edad, esta emoción tiende a aumentar.
A la luz de los resultados obtenidos, nos sorprendió que la capacidad predictora fuera mayor en la emoción de ternura frente a, por ejemplo, la de amor. Quedaría de esta manera ahondar en la causa de esta diferencia, así como en algunos otros resultados que encontramos. Sin duda, un estudio que abordaremos con ganas e ilusión, para así poder profundizar aun más en el especial fenómeno que es la devoción multitudinaria a Nuestro Padre Jesús de Medinaceli. María Dolores Martínez Marín María Margarita Carrillo García María Mercedes Cavas Díaz