Coincidir 18 Gótico

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Coincidir ISNN en trámite.

en el mismo tiempo y en el mismo espacio

Cuando mi mente te ordene ¡ven!, cruzarás tierras o mares para obedecer mi mandato. Bram Stoker, “Drácula”

número 18, 3a. época, año 5, marzo de 2012


coincidir_revista@yahoo.com www.coincidir.org

Coincidi Letras Cultura

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Coincidir

Niño de la vía láctea

Cristina Valcke Cali, Colombia

N

iño de la vía láctea has cruzado las estrellas en busca de mi pecho. Te he esperado varios siglos, el paisaje que bordaba fue cubriendo el mundo. Llegas del lado de la noche, mi leche rebosa tus labios de mamífero inexperto. Las ubres inflamadas son dos lunas llenas que gravitan a tu alrededor; miro tu rostro llovido y gozo la sed que calmas y renace.

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Coincidir

Creer en Coincidir (fragmento) Lourdes Ávila

E

s maravilloso saber que, dentro de un universo cómodamente adscrito a la apatía para reflexionar, discutir, proponer y crear, existe un punto de encuentro con el talento y la inteligencia imaginativa que da rienda suelta al: “Yo sueño, yo pienso, yo digo, yo plasmo, yo escribo,... yo existo”. ...

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Sin las artes creativas del ser humano, las civilizaciones no tendrían alma. Y nosotros somos un pueblo donde aún, a pesar de la crisis espiritual propia de nuestros tiempos, se puede sentir viva la esencia de nuestra identidad cultural... ...Ojalá hubiera más espacios como este, para que nuestros jóvenes creadores sientan y defiendan el derecho legítimo a no ser parte de un escaparate de lo que otros hacen, sino actor protagónico de su propio escenario, que es su tierra. Creo en un buen futuro para la revista Coincidir porque me ha parecido un principio feliz para recuperar la motivación por la aventura de crear; creo en su poder de convocatoria para reconciliarnos

con la belleza y con los hombres que siempre la buscan y la anhelan; creo en el ejercicio gozoso de su iniciativa para abrir espacio a la palabra gigante del poeta; creo en su compromiso de proyectar aquello que pasa inadvertido para el pueblo común, pero que adquiere una relevancia sustantiva para el que mira con los ojos del alma y responde a sus sentidos exaltados, trayendo la luz a lo que pensábamos que era oscuro, y así tender el puente entre el ahora y la eternidad. ...Coincidir está cumpliendo fielmente con su tarea de romper fronteras... Y en esta tarea de promotor de lo sensible, venga de donde venga, la revista está manifestando plenamente su interés por hablarle al mundo, para contarle los enigmas que la pueblan.❧


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Contenido Niño de la vía láctea, Cristina Valcke, 1 Creer en Coincidir, Lourdes Ávila, 2 Reivindicación, Ana Fierros, 6 Ni satánicos ni darketos, simplemente góticos, Guadalupe Ruz, 7 Creación, Elizabeth Martínez, 10 La búsqueda efímera del sueño eterno, Luis León, 11 Un encuentro literario, Edgar Torales, 14 Góticos, Aarón Pérez, 15 Fénix, Dimas Santa María, 17 Ghost moths, Michael Coley-Smith, 18 Caprichitos, Ángel Quintana, 20 Apuntes para un cuento infantil sin final feliz, Fausta Gantús, 21 Fuimos ángeles, Pavel Santa Rosa, 23 Lugi, Luis León, 24 El nuevo hombre bicentenario, Ángel Vergara, 25 La soledad en mudanza, Roberto Jiménez, 26 Flores para Hans Christian Andersen..., Esteban Hinojosa, 27 Perro suburbano, Daniel Mora, 29 Nicanor, el borracho, Martha E. Sánchez, 30 Me parece que alguna vez fui un pájaro, Ámbar Vázquez, 34 Digo que todavía hay tiempo, Alessander Segovia, 35 La verdadera historia del espejo..., Pedro Ramírez, 36 ¿Cuánto me quieres?, Nayeli Magaña, 37

Ilustración José Quintero, Remando sobre polvo (detalles), interior portada y pp. 4, 11, 15. Anaelí Arredondo, pp. 7, 36. Pavel Santa Rosa, pp. 18-19, 28. Leslie Buenrostro, p. 23. Leydi Díaz, p. 25. César Jiménez, p. 31.

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Consejo Editorial

Dossier de este número:

Gótico

Dirección general: Pedro Ramírez Coordinación editorial: Ana Fierros Asesor editorial: Joel Hernández Arte e imagen: Luis León, Ángel Vergara Relaciones públicas: Claudia Campos, Guadalupe Ruz Webmaster: Isaí Moreno Colaboradores: Lizett Ortega, Lourdes Ocampo, Ivett García, Fernando Arjona, Adriana Marchán E-mail: coincidir_revista@yahoo.com página electrónica: www.coincidir.org facebook: Coincidi Letras Cultura twitter: @CoincidirLetras celular: (044) 981 82 99 534

Coincidir en el mismo tiempo y en el mismo

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espacio, año 5, 3a. época, No. 18, marzo-mayo 2012, es una publicación trimestral, independiente, de carácter cultural, editada y publicada por Pedro Ángel Ramírez Quintana, con domicilio en Guadalupe Victoria, Mza. 5, Lt. 1, Col. Ampliación Miguel Hidalgo, C.P. 24095, San Francisco de Campeche, Cam., Cel. (044) 981 10 3 34 38, www.coincidir.org, coincidir_revista@yahoo.com. Editor responsable Pedro Ángel Ramírez Quintana. Reserva de Derechos al Uso Exclusivo No. 04-2011-101112104200102, ISNN en trámite, ambos otorgados por el Instituto Nacional del Derecho de Autor. Licitud de Título y Licitud de Contenido: en trámite ante la Comisión Calificadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas de la Secretaría de Gobernación. Permiso SEPOMEX en trámite. Impresa en los talleres Multiimpresos, Veracruz, No. 2D, entre Panamá y Ecuador, Col. Santa Ana, C.P. 24050, San Francisco de Campeche, Cam., México. Este número se terminó de imprimir el 17 de marzo de 2012, con un tiraje de 1,000 ejemplares. Las

opiniones

expresadas

por

los

autores

no

necesariamente reflejan la postura del editor de la publicación. Queda estrictamente prohibida la reproducción total o parcial de los contenidos e imágenes de la publicación sin previa autorización del editor de la revista.

En portada: Remando sobre polvo, de José Quintero


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Editorial

D

espués de un año de ausencia,

Coincidir en el mismo tiempo y en el mismo espacio regresa a las manos de sus

lectores para continuar con el ritual de la lectura. En sus páginas, encontrará textos creativos capaces de despertar emociones inesperadas. Cada escrito es una propuesta a sentir, a reflexionar, a disfrutar su contenido. ¿Acaso el acto de leer no es también uno de los placeres humanos? Este ejercicio visual-cerebral excita nuestra mente, provoca pasiones, sensaciones, juicios de valor. Algo ocurre en la mente cuando se lee, con precisión nadie sabe qué es lo que cambia; pero, insisto, algo ocurre. Lo único cierto es que leer no es una actividad indiferente, ya que altera al individuo, lo transforma, le da razones y motivos para mirar, con los mismos ojos pero con nuevas perspectivas, la realidad en que se encuentra inmerso. La lectura es una eterna invitación a recorrer otros mundos, una provocación intelectual que desafía a la razón prestablecida y a los argumentos aparentemente inamovibles. Por eso, quizá, muchos no creen que leer sea un placer, sino un

riesgo. Un riesgo cuyo peligro máximo es conocer otras ideas, otras posibilidades, otros horizontes. Coincidir pretende ser un buen

pretexto para continuar con el ritual de la lectura; por ello, se presenta en un formato más atrayente y se estructura a partir de un dossier, es decir, una línea temática que le permite la cohesión en su contenido y, a la vez, consiente la inserción de textos con tema libre. En este sentido, el número 4 de la revista Coincidir presenta el dossier “gótico”, con la finalidad de ofrecer un acercamiento a este movimiento cultural o forma de vida, cuya característica esencial es la búsqueda en el interior del ser humano. Sin más preámbulos, esta editorial detiene sus palabras para que se cumpla una vez más el acto personal del lector con las letras, ya sea por placer, afán de conocimiento u otro motivo. Disfrute este ritual de la lectura bajo su propio riesgo. Pedro Ramírez

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Reivindicación Ana Fierros

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entamente tu voz fue amainando cual imponente torrencial a ligera llovizna con ella también se fue deshaciendo el férreo yelmo con el que desde infante resguardaste tus sentimientos

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Aquel galeón fuerte, implacable, inabatible, estaba derruido entonces se invirtieron nuestros roles y aunque no supe cuidar de ti, no hubo reproches; en tus ojos muy abiertos podía verse el sufrimiento mas con tu último aliento solo repetiste: “te quiero mucho, te quiero”.

● Psicoterapia

Mariluz Barrera González

Psicóloga, Maestra en Filosofía, Especialista en Terapias Postmodernas

● Talleres y cursos

Av. López Mateos, No. 370, Col. Prado San Francisco de Campeche, Cam. Tel: 12 81 329 E-mail: hypatia_ac@hotmail.com http://conversarposibilidades.blogspot.com


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Ni satánicos ni darketos, simplemente góticos Guadalupe Ruz

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sualmente los llamamos “darketos” “satánicos” o “góticos”, por definirlos de alguna manera, por tener una apariencia diferente y, en ocasiones, hasta por delinearse los ojos y cejas de negro, tener aspecto de palidez extrema o, simplemente, por vestir casi siempre ropa oscura. Tales hechos provocan un estigma social y cultural a personas que se identifican con un estilo de vida, pensamiento o filosofía. Los padres temen que sus hijos se involucren en dichas tendencias o ideologías por temor al suicidio, la violencia y las malas compañías; generalmente, el término es casi despectivo y, por ello, hay que aclarar un poco el tema a las personas que se sienten intimidadas con los góticos; pues es innegable la cantidad de reservas que guardan por temor a ver a sus hijos o familiares involucrados en el movimiento, el cual consideran casi una vergüenza social.

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Coincidir Es preciso enfatizar que por ignorancia respecto al término, hemos etiquetado erróneamente el movimiento en su totalidad. El gótico no se basa en creencias, cuestiones religiosas, dogmáticas y, mucho menos, en influencias satanistas. Tampoco es un culto de reunión o, por el contrario, algún tipo de doctrina a seguir.

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La importancia del gótico, más que social, debe definirse con fines netamente culturales; propiamente en un estilo de vida. El grupo está marcado por un énfasis en el individualismo filosófico, la tolerancia y el gusto por la diversidad, la dicotomía de la vida y la muerte, oscuridad como sentido de enigma y el temor hacia lo desconocido. Manifiesta una fuerte relevancia de la creatividad, una tendencia hacia la intelectualidad, de amor por el arte, la literatura, la música, la arquitectura y todo movimiento que tenga como vínculo las antiguas tradiciones del género de misterio y terror en todas sus manifestaciones. No se define por un estilo de ropa, tendencias o color; los góticos no se etiquetan por el aspecto, ya que pueden vestir blanco, de negro, al

estilo victoriano o, simplemente, no seguir ningún estilo sugestivo. No proclaman por las calles sus intereses, pues contrario de lo que se piensa, paradójicamente, no les gusta llamar la atención. Será muy raro no ver un gótico involucrado en la lectura, pintura, música o utilizando a la literatura como medio para expresarse. Los distintivos góticos van enmarcados a la vida, el dolor, la melancolía, los sentimientos oscuros, la orfandad, el contraste entre la luz y la oscuridad, el bien y el mal: con la conciencia de que no hay una sin la otra; arrojan amor por lo viejo, lo raro, lo arcano, el dolor, la soledad, la tristeza..., pero en ningún momento comparten tendencias violentas, suicidas o de rencor social. No tener una clara definición del movimiento gótico es demeritar su propia existencia y marginar su grandeza de pensamiento a simples descripciones. Sabemos que sus primeras manifestaciones, influencias y tendencias conforman

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Coincidir el llamado arte bárbaro iniciado por los godos y cuyos rasgos han prevalecido a lo largo del tiempo. Usualmente se dice que el gótico es un movimiento derivado (hasta degenerado) del punk; si bien esto tiene algo de cierto, es insuficiente para definirlo. Lo mismo que llamarlo “dark”, pues es el insulto más grande que puede decirse a quien se define como gótico. El movimiento es, sin duda, una derivación de la época romántica, donde se encontraba atractivo en la fantasía, lo oculto, lo desconocido o lo impenetrable, todo lo que se opone a la razón pura. Y donde solo los sentimientos encontraban posibilidad de percibir el sentido de las cosas. Desde que el ser humano ha tenido conciencia, se ha cuestionado las incógnitas que conllevan su propia existencia y origen, ha encontrado solo misterios que lo rodean, ha sentido atracción por entender todo lo que le es desconocido y ha tratado de darse explicaciones basadas en teorías y mitos que le dan tranquilidad. Sin embargo, el miedo a lo desconocido es latente, ese mismo sentimiento por lo insospechado ha sido fiel compañero que le ha dejado como herencia a la existencia misma, y es inminente el interés que dichos temas producen a la mayoría de jóvenes identificados con las cuestiones culturales de las antiguas tradiciones, el género de misterio y terror que apasiona a muchos cuando lo descubren.

Como hemos dicho, la gran parte de los góticos tiene como antesala el misterio, le atrae la literatura oscura, la escultura, arquitectura, la música, como medio de expresión; pero, sin duda, después de leer a Allan Poe, el horror empieza a tomar tintes más poéticos y el mito empieza a evolucionar con el célebre Drácula, de Bram Stoker, o las Crónicas vampiras, de Anne Rice, o el Castillo de Otranto de Horacio Wallpole, sin olvidar a Lovecraft con su cosmogonía de monstruos. Esta literatura es motivo de inspiración para todos los seguidores del nuevo movimiento neogótico que se mantiene vigente en las actuales generaciones y con mucho auge gracias a la cinematografía y la mercadotecnia; pues estas se han encargado de promover un vampiro adolescente que ha rescatado, de cierta manera, la esencia del vampiro de antaño, lo cual es precisamente lo que ha atraído a miles de seguidores que han encontrado un mundo mágico al leer las historias enigmáticas como aterradoras de los no-muertos. Macabro, distinto, si tus inquietudes giran en torno a la vida, la existencia, la melancolía o la soledad, no eres raro; encuentra en el gótico −entre letras viejas, vampiros, catedrales medievales y hombres lobo− eso que buscas.❧

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Creación Elizabeth Martínez

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ansada de amarme haz quimeras de mí. Destila mi sangre gota a gota, vaporiza todo mi ser. Haz, sí, ¡hazme volátil y a mi corazón fugaz...! Luego, cuando solo queden de mí cenizas, ¡tíralas al cosmos!

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Y entonces..., solo entonces, por humanidad dame un cuerpo otra vez. Dame dos gotas de tu sangre, un trozo de tu alma y sopla en mi nariz. Y yo, en consonancia, resurgiré a la vida de tu vida misma.

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La búsqueda efímera del sueño eterno

Luis León

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Nuestra muerte ilumina nuestra vida Octavio Paz

élida, inexorable, inmóvil y sombría son solo algunos de los muchos adjetivos que llenan nuestro pensamiento y oprimen nuestro espíritu cuando escuchamos la palabra muerte. Esta peculiar palabra representa el polo antagónico a la vida, contiene en sí misma la noción de final, y por eso genera temor en las personas.

Rechazar lo desagradable y, de esta forma, pretender que deja de existir es un mecanismo recurrente aunque irreal. Desde el momento del nacimiento, la muerte ya nos acompaña; el nacimiento es en sí mismo una clase de muerte, es el término de una vida anterior, es el fin de un tiempo pasado… Al llegar al mundo, la muerte planta su semilla en nosotros, una semilla que puede germinar inmediatamente o demorarse hasta parecer que jamás brotará. Esta semilla nos acompaña siempre, es inmóvil y apacible; por lo que nos resulta imperceptible, pero nunca nos abandona. Esta relación tan estrecha que guardamos con nuestro destino se convirtió en una idea que invadió la mente de José Quintero, una idea que adquirió personalidad y se transformó en el personaje de una niña de ojos oscuros: Buba. Incluso siendo una niña pequeña, Buba está muy lejos de tener la naturaleza propia de su

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Coincidir edad. Su alma está vieja. Vejez disfrazada de inocencia. Sarcasmo disimulado poéticamente. Quintero le ha dotado de una perspicacia y una perspectiva un tanto desviada de lo usual, por no decir completamente fuera de lo común. No solo el personaje causa exaltación, sino también el estilo del propio artista: un nuevo tipo de cómic que combina el dibujo con la poesía, la oscuridad del tema que trata con la luz causada por los contrastes de colores utilizados, la realidad que tratamos de olvidar con la alegría producida por una ingeniosa ironía…

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Buba adquiere universalidad debido a su gusto por la filosofía, aunque ella afirme que sobre ese tema solo sabe algo y, curiosamente, admita que de religión sabe muy poco. Sin embargo, sería incorrecto catalogar su postura como ateísmo, pues constantemente se la verá sosteniendo pláticas o siendo partícipe de situaciones con personajes celestiales, inclusive, en muchas ocasiones, tendrá la suerte de tener al Todopoderoso como coprotagonista de sus historias.

También Nietzsche aparece constantemente representado en una sierpe persiguiendo el detrimento de la fe para alcanzar el ideal de superhombre. Es indudable que si personajes de la altura de este gran filósofo o de la importancia del creador omnipotente se toman la molestia de compartir momentos con Buba, es porque esta emblemática niña es más trascendental de lo que su apariencia sugiere. Esta niña de ojos oscuros encarna también una actitud distintiva del pueblo de México; pues, a diferencia de otras culturas, los mexicanos guardamos una estrecha relación con la muerte, herencia de nuestros antepasados. Esta relación no implica que aceptemos la muerte con agrado y estemos conscientes en todo momento de ella; más bien, es un intento por restarle importancia, por quitarle seriedad, por hacerla menos distante. Esto lo logramos a través de las imágenes graciosas de calaveras de personajes famosos, como la propia Catrina, de Guadalupe Posada, o

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Coincidir las palabras ingeniosas y algo pícaras de las calaveritas.

un aspecto bohemio, una personalidad al mismo tiempo melancólica y optimista.

Cabe destacar que estas costumbres, aunque en primera instancia pueden resultar ofensivas, corresponden con la conducta de un pueblo que a través de su agresividad rinde respeto. El culto que realizamos como tradición en el mes de noviembre es un homenaje que sirve para restarle gravedad o severidad al acontecimiento de la muerte, al sentir más cercanos a los que ya no se encuentran físicamente con nosotros.

De esta manera, el personaje creado se convierte en una persona con naturaleza y vida propias, en palabras del propio Quintero, poseedora de un alcance cosmopolita y una naturaleza atemporal debido a la ubicuidad de los temas tratados, pero con una identidad inherente al pueblo del cual proviene.

Buba está impregnada de esta perspectiva, su actitud de indiferencia hacia la muerte es más una postura de ironía poética y humor sagaz que de insensibilidad y descortesía. Su carácter es igualmente contradictorio, al declarar que su tristeza le produce una infinita alegría, adquiere

En nuestro mundo actual, donde los avances e innovaciones en las ciencias médicas proyectan un panorama favorecedor para la prolongación de la vida, y donde los constantes distractores tecnológicos nos apartan del pensamiento de la muerte; Buba está ahí, para hacerla presente, para hacerla cercana, para hacerla manifiesta, para iluminar nuestra vida…❧

Dossier del siguiente número

“Superhéroes mexicanos” escríbenos a

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Un encuentro literario

Edgar Torales Veracruz, Ver.

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n apuesto joven, al que besó en los labios con dulzura, bajó con furia del automóvil. Ella, acomodándose la blusa, no sabía que los estaban observando. Él, dispuesto a mantener con vida su traición, cruzó la calle y entró a la librería. El empleado no pudo decir palabra, lo miró acercarse a uno de los estantes para tomar un libro. Lo hojeó. Y en una página aparecieron mis ojos leyendo su realidad. Por un segundo nos miramos. Cerré el libro, estaba asustado; salí de la librería sin decírselo a nadie −hasta el día de hoy− y seguí mi camino hacia el trabajo.❧

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Yo con Beto sí voy


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Góticos

Aarón Pérez

Tus palabras se deslizan en la mañana, en un delicado velo rosa, elevándose sobre la naturaleza, palideciendo y desvaneciéndose en silencio. Solo el anhelo de mi voz, en oración suplicante hace recordar tus palabras que pusiste dentro de mí. Así creció silenciosamente mi esperanza, y el silencio enciende la guerra. “Am Ende der Stille” ‘Al final del Silencio’ (Lacrimosa. Álbum: Elodia)

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uantas veces hemos escuchado en un café, parque, antro o en cualquier otro lugar, a personas intentando descifrar o entender qué es “ser gótico”, o a alguien decir: “yo soy gótico ¿y tú?” Ante tal interrogante, es de pensar qué se etiqueta ¿el individuo o a él mismo? La palabra gótico proviene de la palabra godos, tribu germánica oriental de origen escandinavo. Se sabe, con seguridad, que estos habitaron, en el primer siglo de nuestra era, la zona Báltica, al norte de Alemania y Polonia. A lo largo de su historia, los godos fundaron varios reinos poderosos de Europa, y desempeñaron un papel principal en la derrota de los hunos y la ruptura del Imperio Romano.

Durante la época renacentista, en el siglo XV, la palabra gótico fue utilizada para significar un estilo de arte que surgía en la Edad Media, en el norte de Francia en torno a París, aproximadamente en la segunda mitad del siglo XII, como una evolución y renovación del románico, que se difundió por toda Europa. Es así como aparecieron las grandes catedrales con sus puertas, ventanas y columnas en forma de flechas que apuntaban hacia el cielo y toda una cultura magnificada en diversas expresiones. A finales del siglo XVIII, con la aparición del Romanticismo, movimiento cultural y político originado en Alemania y en Reino Unido como una reacción revolucionaria contra el racionalismo de la Ilustración y el Clasicismo, se confirió una prioridad a los sentimientos y al poder creativo del individuo.

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Coincidir Durante este periodo, lo gótico se asoció con la oscuridad, lo extraño y lo raro. Muchos símbolos y temas en el arte Romántico tenían muchas similitudes, bastante notables con la subcultura gótica presente. Escritores como Lord Byron, Shelley y Baudelaire estaban interesados en los reinos más oscuros de la conciencia humana. La cultura buscaba una preferencia por la oscuridad, el misterio y la afición por el vampirismo. Hoy en día, el movimiento cultural gótico surgió como una ramificación del movimiento punk a comienzos de los años ochenta, y se constituyó como una subcultura urbana con sus propios códigos e inclinaciones.

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Definido por los eruditos como una mezcla entre los hippies de los sesenta y los punk de los setenta, pues cierto es que el gótico suele ser pacífico como el hippie, pero también de gritar un “chinga tu madre” al mundo como el punk: el movimiento es pura sensibilidad. Los góticos intentan expresarse a través del color negro. Adoran cualquier forma de arte y se identifican con los sentimientos que expresan las canciones de sus subgéneros como el Gothic Folk, Dark Ambient, Dark Wave, Gothic Rock, Death Rock, Bath Cave, Industrial Rock y varios otros, cuyas especificidades darían para mucho más que una página. Aman la historia, más que nada la Victoriana

y Eduardiana. También suelen discutir sobre religión, así como de su evolución y lugar en la sociedad moderna. El gótico no va por el mundo maldiciendo a todos los que se pasan por su camino, solo busca su propio espacio donde encuentre la libertad de expresar lo que siente. Si viste de negro o no, no es por la moda que le preocupa, sino que es una forma de vivir, de estar complacido con el ser oscuro que lleva adentro. No son distintos por el hecho de vestir o pensar diferente, tienen trabajos, familias, clases, carros, casas y suelen ser tan voluntarios y productivos en sus comunidades como la mayoría, si no es que más. La historia del gótico es creada por cada quien, cada uno es su propia historia, su propio cuento y su propia leyenda, no hay más después de eso, el gótico es solo un nombre que se le da, pero el ser humano que se adentra en esto es el que siente, vive, llora y ama. El ser gótico es pasión, amor, belleza, un nuevo orden de la vida. Es proponer que el miedo sea sacado de lo oculto y elevado a realidad, es entender que la noción de la vida no es más que un existir entre los momentos de un tiempo dividido y que este se transforma del sueño a la vigilia.❧


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Fénix

Dimas Santa María

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artir de un mundo oscuro ausente de pasado, huérfano de futuro. Zarpar de un puerto hundido a un horizonte gris con nieblas del olvido. Sentir en el abismo profundo de la muerte el vacío insensato de vivir sin tenerte. Pensar que el corazón que un día vivió de prisa, hoy es solo un montón volátil de ceniza... Quisiera, como un ave que emerge de las sombras, febril, alzar el vuelo. Llegar hasta tu pelo como caricia suave cuando mi voz te nombre... ¡Sí! Puedo surgir de esta niebla de hastío. ¡Puedo surcar el mar bajo el cielo tisú! Si dejas que tu aliento se funda con el mío al amparo de un beso... Si me liberas tú.

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Ghost moths

Michael Coley-Smith LondrĂŠs, Inglaterra

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he field is alive with moths, dancing in moonlight, a shimmering net cast over the black mass of the rough playground. I climb the fence where the palings are broken and stand among them. They sway knee-high about me, pale above the tussocks. Beyond the gardens the houses shrink into the dark, lighted windows glowing. A dog barks at the moon. I am the dog that replies.

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I stand, my arms outstretched, the field spinning. Around me ghost moths, floating up and down, side to side.


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Las polillas fantasma traducción Eva Peláez Oviedo, España

El campo está vivo con polillas, bailando a la luz de la luna, una reluciente red cubría la negra masa del escabroso suelo de columpios. Trepo la valla donde los garrotes están rotos, y me paro entre ellas. Se mecen a la altura de mis rodillas, pálidas sobre los macizos de hierba. Más allá de los jardines, las casas retroceden dentro de la oscuridad, ventanas iluminadas brillando. Un perro ladra a la Luna. Yo soy el perro que responde. Estoy de pie, con los brazos extendidos, el campo girando. A mi alrededor, las polillas fantasma, flotando arriba y abajo, de lado a lado.

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Coincidir

Caprichitos テ]gel Quintana

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ir cid Coin

Exprテゥsate

a travテゥs de una creaciテウn realizada con tinta y papel: un dibujo, un poema, un cuento, un breve ensayo, lo que tu ingenio sugiera.

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Apuntes para un cuento infantil sin final feliz

Fausta Gantús

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onocía cada calle, cada rincón, cada recoveco, cada escondite del pueblo y sus alrededores. Conocía el color de cada flor y la forma de cada hoja, la sombra de cada árbol, el sonido del río en cada estación del año, el claro del bosque en el que el sol calentaba un poco en el invierno y podía soñar con el día en que no tuviera más que deambular sin rumbo, en que alguien la esperara en una casa que también sería la suya, en que pudiera comer un almuerzo recién servido acompañada por una madre tierna y un padre serio pero consentidor. Ella no sabía lo que era un cuento porque nunca nadie le había contado uno, no sabía lo que era el calor del seno materno porque su madre la había abandonado en la llegada, no sabía de caricias paternas porque su padre había partido antes de saberse a sí mismo; solo tuvo como arrullo el sonido de su propia voz a veces alegre, a pesar de la soledad; a veces triste, por el pájaro muerto en el parque; a veces atemorizada, por los aullidos de los perros y la cercanía de las ratas igual de hambrientas que ella misma.

Creía en la magia sin saberlo, porque nadie había acariciado sus oídos con historias de brujas y hadas, pero creía en ellas, a su alrededor caminaban; imaginaba que las hadas no eran tan buenas y las brujas no eran tan malas; intuía que podía pactar con unas o con otras y, quizás, hasta llegar a convertirse en una hada malvada o en una bruja benévola. En las tardes, cuando el sol bajaba a besar la mar y a fundirse en el abrazo que lo hacía desaparecer en el horizonte, ella se dejaba envolver por la sinfonía de colores que le regalaba el cielo, y en los minutos en que el mundo quedaba en suspenso, esos en los que la tarde se ha ido y la noche no ha llegado aún, tenía la certeza de que alguien estaría esperándola en alguna parte, en algún lugar que ni siquiera podía imaginar, que estaría esperándola para amarla, para entregarle el corazón, darle un hogar, acunar sus sueños, cobijar sus miedos, ofrecerle la seguridad tan ansiada, proporcionarle emociones no conocidas, besarle la frente antes de dormir, soñar a su lado. La noche la devolvía a su realidad. La noche fría abrazaba su cuerpo delgado,

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Coincidir apenas cubierto por un vestido, ya corto y estrecho para su edad, y un abrigo raído; resguardada bajo la protección de un portal ajeno mira en la distancia las estrellas rutilantes y uno tras otro pide deseos, mientras trata de cobijar sus delicados pies bajo el manto de su falda, y sus ojos brillan compitiendo con los astros celestes.

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Duerme un sueño inquieto, un sueño lleno de duendes y promesas, pleno de nuevos amaneceres y amenazado por sombras. Despierta en mitad de la noche y reconoce miedos ancestrales, miedos muchos más antiguos que su corta edad; miedos para los que no existe defensa, contra los cuales ninguna armadura es protección suficiente; un miedo que le crece desde el interior, humedece su cuerpo de un sudor helado, anida en su boca un sabor de ausencias y lejanías, imprime en sus pupilas imágenes de amores abandonados, susurra en sus oídos nombres que podrían significarlo todo pero que olvidará de nuevo al alba.

Se impone a sí misma el valor de enfrentar sus demonios, de volver a dormir en el abrazo de la noche hostil a sus necesidades de protección y abrigo. Sabe que volverá a despertar en la misma calle, a deambular por el pueblo, que tampoco esta vez tendrá una puerta abierta, que el hambre volverá a estrechar su estómago, que las miradas volverán a caer sobre ella con la compasión que tanto daño le provoca, porque no quiere piedad, no quiere la caridad de los demás, no quiere la limosna; anhela descubrir una mirada que la esté esperando, que penetre sus sueños y sus miedos, que le ofrezca el espacio para volar y el nido donde regresar, una mirada que le enseñe que los sentimientos también son un lenguaje para decir y decirse, una mirada donde el amor no sea más una ilusión pasajera. Y confía, confía en que esta vez al doblar la esquina sus ojos descubrirán aguardándola la mirada que tanto ha anhelado, y su mano encontrará la mano que guíe su camino al hogar.❧

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Fuimos ángeles

Pavel Santa Rosa Cd. Mendoza, Veracruz

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omo gemelos bastardos suspendidos a veinte centímetros del suelo, fuiste mi hermana y como a una hermana te amé. ¿Hijos de quién? Hijos de nadie, de nosotros, de nuestras bocas en las que gastamos y recreamos a Dios. Descubrirnos entonces que atinada necesidad, festín de alas y dedos, almíbar y pachuli. Qué frágiles y pálidos nuestros cuerpos ahogados hasta el paroxismo de las últimas horas, aprendiendo de las aves el vuelo horizontal. Tu cabello entre mi cabello, como un herpetario magnífico. Tus piernas entre mis piernas, como aquellos ángeles con uñas y muelas. Viñeta de espejos que se pierde en el tiempo.

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Lugi

Luis Le贸n

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El nuevo hombre bicentenario Ángel Vergara

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uando el citadino* apareció, el ser humano había ya dejado atrás la manía de luchar contra la muerte. En un mundo sin quimios y epinefrinas se bebía la finitud como la sopa diaria. Todo apestaba, pero ya no había miedo. Sin embargo, había sido el temor que dio origen a Dios, lo que formó su cuerpo humano perfecto. Ahora ese terror del hombre antiguo se había posesionado en él. El miedo le aportó más que la nanotecnología y, desconsolado, comprendió que existe para un ser sin alma, la resurrección eterna. ¿De qué servía ser imagen, si de ellas está poblado el mundo y el único resultado fue la destrucción y por lo tanto el miedo? Cuando el citadino decidió morir, notó que las bacterias ya estaban royendo sus entrañas. Su corrupción había comenzado mucho antes de que goteara lo que él creía era su aceite. Comenzó a explorar el cuerpo que perdía vida, encontró fibras ópticas que lo paralizaron. Encontró un motor y muchas bombas, focos, filtros y circuitos. Mientras partía en cuatro aquello que (¡mentirosos!) le habían dicho que era su hígado y examinaba el metal que lo *Recordando al auténtico

engañó con parecerse al hueso, su cuerpo del último siglo comenzó a colapsar. La única cámara que permaneció encendida pudo grabar cómo el aceite se volvió rojo. Murió con la alegría de sentirse humano, envaneciéndose de ser El nuevo hombre bicentenario.❧

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La soledad en mudanza Roberto Jiménez

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a soledad se mudará conmigo, en mi lecho dormirá, todas las noches con su manto tibio el alma me abrazará, será mi entrañable compañera por toda la eternidad.

cuerpo entero para las ocasiones en las que olvide quién soy y necesite regresar a mi realidad; un par de bofetadas, para cuando quiera perder el control de mis actos y con ellas hacerme despertar.

La vi hacer sus maletas para mudarse a mi hogar, empacó entre todas sus cosas mucha angustia y solo un poquito de tranquilidad. No se le olvidó el silencio, para esos días en los que no se quiere escuchar, ni las lágrimas en los ojos para cuando a nadie se le quiere mirar.

Cargó también con ungüentos para cuando mis pies cansados ya no quieran continuar y mi alma fatigada decida regresar a la felicidad.

Guardó un nudo destinado a mi garganta para evitar decir palabras tontas que me hagan tropezar, y un puñado de amnesia para esas noches en que se quiere olvidar; entre sus pertenencias, mucha tristeza para los momentos difíciles que aún me faltan por pasar; un espejo de

La soledad se mudará conmigo, en mi alcoba habitará, me ha susurrado al oído que jamás me dejará, que abrazada de mi cuerpo, en silencio y humedad, se aferrará cada noche hasta alcanzar perpetuidad. Se mudará conmigo, ya no lo puedo evitar, solo me queda un vacío, la melancolía, las ganas de no despertar…, y acostumbrarme a su presencia hasta el día de mi final.❧

Dr. Gastón González Espínola Especialista Recertificado en Gastroenterología No. 117 y Endoscopia del Aparato Digestivo No. 143 por el Consejo Mexicano de Gastroenterología A. C.

www.drgastongonzalez.com.mx Calle Niebla, Manzana “L”, Lote 16, Int. 1 y 2, Fracciorama 2000, C.P. 24090 San Francisco de Campeche, Campeche, México.

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Flores para Hans Christian Andersen, palabras para mi madre Esteban Hinojosa

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unto a unas rosas que honran tu nombre, visito al joven que te dio los cuentos que hiciste míos en nocturnos susurros de tus siempre valientes labios de madre. Y no llega la noche aquí en Copenhague, solo un poco de frío de los árboles cae. La tibieza estival barniza a estas tumbas y a esta banca verde en la que me faltas. Soy de tu nido, madre; sé que lo sabes. Mi plumaje distinto es tuyo, ¡no dudes! No me dejes afuera ni me des invierno, si a las cerillitas de tus ilusiones quemo.

Mejor acepta de mi amor el derroche al que inspiran tus ojos de entonces, cuando en los rincones de altísimos techos, abrías un libro y me dabas mil nombres, ¡Abre los ojos, madre! Te lo pido junto a Andersen, que nos dio esas tardes que en mi corazón aún arden. Frente al río nuestro, cuando ya veías lo que ves ahora y te pido recibas…

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Perro suburbano

Daniel Mora Teapa, Tabasco

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l olor a tierra húmeda golpea incesante sus fosas nasales, repitiéndose en la confusión aromática del smog y la estela de tu perfume, haciéndolo sentir abandonado, ensimismado en su condición vagabunda, perramente esteparia. Las calles encharcadas y profusamente mezcladas con la noche, reflejan los destellos de las luces de neón y la luna nueva. Luna nueva siempre estimulante e influyente. O mejor, luz de neón siempre tercamente nocturnal. Mientras los automóviles avanzan como saetas nocturnas, partiendo el agua estancada en miles de gotas, salpicando de tristura el último instante de tu aroma destilado por el sonido de tus pasos. Hay mucho por andar. Recorrer calles sin nombre, llenas de silencio y soledad. Copadas en el vacío que secunda al abandono inesperado, apuñalante. La calle es un mar invisible, que absorbe de manera irremediable los pensamientos tortuosos, provocados en el indeciso momento. La calle se impregna de gritos y dolor que guarda con furia, durante y después de la lluvia ácida. Nostálgicamente nocturna. El Perro piensa en los detalles del pavimento, busca la imagen sangrante de los atropellados. Ahí, lleno de estatismo,

tratando inútilmente de alcanzar la acera de enfrente. La duda lo incomoda hasta temblar de tanto cavilar. Los rumores como recuerdos lo atormentan incesantemente. Lo sabe. Nadie ha regresado. Todos cruzan por la zona peatonal, arrancando con las suelas de su alma gastada como zapatos, las franjas amarillas que dictan el camino hacia lugares medievales, desconocidos, aterrantes. Cada vez que una gota de agua cae sobre su cuerpo, cansado de sufrir el hastío, a punto de cruzar la calle, un segundo antes, alguien rompe con sus pasos el silencio, la soledad del vacío nocturno, húmedo de tanto llorar el abandono y la ansiedad reconquistante de tu perfume. Todo está oscuro. Las estrellas se ocultan detrás de la borrascosa memoria de la lluvia. La ansiedad puede llevar a muchos lados, a veces es un vehículo en la aventura, esta odisea citadina, que se desarrolla desde la esquina de neón hasta la avenida de las desavenencias inesperadas. El semáforo cambia de color, lentamente, conduciendo a la trashumancia, a la tierra desconocida, al lugar donde no existe el retorno. Los autos como saetas nocturnas parten todo, la estela de tu aroma, las líneas amarillas, el cerebro, hasta su vida perramente esteparia.❧

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Nicanor, el borracho

Martha E. Sánchez Puebla, Pue.

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icanor se incorporó con dificultad, todavía estaba mareado de alcohol, de pulque, de mariguana. Resoplaba como bestia exhausta y mal herida; la baba se le escurría entre lagañas saladas; sus labios tumefactos apenas murmuraban: Amada… Amada…, hija…, hijita…

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Aún se encontraba sobre el piso de tierra de la vivienda y del camastro de su hija de trece años, que se había despatarrado y roto tras la brutal afrenta ahí estallada; cuando él, embrutecido, loco, trató de mancillarla. Crudamente, la realidad le repuso la conciencia a bofetadas, asestándole vívidas estampas de lo ocurrido. Su raído cuerpo se zarandeó cual yerba en tornado, cuando volvió a oír los gritos de sus hijos pequeños, ahora como aullidos estridentes que repetían las más crudas maldiciones enmarcando la exacerbada tunda que le propinaban para defender a su única hermana: “¡Déjela, cabrón! ¡Es su hija! ¡Tu hija!” Pepe, el pequeño, con sus enclenques fuerzas, tomó un tubo y golpeó el cráneo de su padre. Y así se puso fin a esa deprimente

escena en aquel mísero cuarto, donde lo mismo se guisaba, se comía, se dormía…, o donde años atrás también se hacía eso que, algunos, llaman “el amor”. Estaba solo y, por primera vez, sobrio, lúcido; tal vez por el golpe que puso fin violentamente a su estado etílico, o por una mala jugada de la yerba que fumaba. No pudo moverse, sus huaraches plantados firmemente en la tierra lo mantenían erguido; en un extraño estado de conciencia, observaba el hilo de su existencia que como una asquerosa telaraña lo envolvía, lo apresaba, le hacía daño, exigiéndole: “¡Mírame! ¿Ves bien? ¡Mírame! ¡Mírate!” Tembloroso, estremecido de horror, se vio nacer del vientre de una mujer raptada, arrancada del seno familiar por un macho que con solo verla salir de la escuela, casi una niña, la deseó y se la llevó a San Juan Sinagua, un pueblo que en el nombre llevaba su miseria. Hacía solo tres décadas que la construcción de una lejana presa vino en poco a aliviarles la sed. Por eso, antes a los recién nacidos, además de alimentarlos,


Coincidir las madres de precaria leche los criaban con pulque, porque a ese fermento del aguamiel extraído de un agave “solo le falta un grado para ser carne”…, y porque no había agua para darles. La escasa agua que recibía el pueblo lo volvió aún más sediento; y el desgarrador deseo de que brotara un arroyo de las entrañas de San Juan, se convirtió en el anhelado milagro, desesperadamente implorado a los dioses de sus ancestros y a todos los santos, a los que les prendían velas, o amarraban y ponían de cabeza, castigándolos: “hasta que asome el arroyo y nos traiga agua”. Así aprendió a rezar Nicanor, pidiendo que brotara el milagroso arroyo de la seca entraña de San Juan Sinagua. Así pasó su infancia medio borracho. Al crecer, aprendió a beber alcohol y también a fumar yerba para hacerse todo un hombre. Decía: “No seré un indio pata rajada como mi ‘apá, que se deja zurrar por mi ‘amá Elu, y que se soba el lomo sobre la milpa, de sol a sol, tratando de arrancarle a esta mula tierra unos granos pa’ echar en la olla”. Sí, el hijo de doña Elu, Nicanor, era muy hombre porque

siempre andaba bastante borracho, le pegaba a su mujer y azotaba sin clemencia a sus tres hijos: Amada, El Chino y Pepe, de apenas ocho años. Día a día, se vanagloriaba en la cantina: “Yo me friego yendo al monte a cortar ixtle, y con mis lazos que vendo no falta nada en mi casa, por eso me gasto la lana en mis gustos, porque ya cumplí; en cambio ustedes tienen que pedirles a su viejas

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Coincidir pa’ las aguas y permiso pa’ juntarse en la cantina después que los llevaron, de la oreja, a oír misa, ja ja ja”. Los más lo conocían bien, y no chistaban ante sus desplantes. Ellos eran borrachos a medias, y Nicanor, alcohólico y mariguano de tiempo completo. Pero cuando él no estaba, algunos comentaban: “Pobre doña Elu, que en gloria esté, bien que pudo con su marido y a varazos le enseñó a no pegarle con la cuarta; pero con el Nicanor, su hijo, no pudo”.

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Todo eso y más desfiló ante su embriagada conciencia con deslumbrante claridad; mantenía apretada la quijada para contener la presión efervescente de su cuerpo, su resquebrajada piel transpiraba el zumo del maguey; y, sin poder evitarlo, lloró sollozante a su madre muerta al no poder recordar sus ojos ni su voz; pues solo una difusa silueta le fue dada porque vivió ausente, lejano, abrazado de la botella. Por fin, Nicanor salió. Afuera ya era de noche. Arrastró tras sí la vigilia lúcida de su pasado, y gritó, con voz insegura que trataba de sonar autoritaria: “¡Chinoo! ¡Pepee! ¿’Onde andan?” Solo le respondieron las ráfagas de viento que levantaban aquel polvo arenoso picante como enjambre de mosquitos. Después, el silencio.

No había visto cuando los dos niños entraron al jacal a buscar la ropa de su hermana y prepararle algo de comer, porque esa tarde se iba a Silo en el camión que pasaba en el paradero cercano; se marchaba para no volver. Ni tampoco los vio agazapados en la noche, espiándolo, vigilando cómo volvía en sí; aterrados, pero no arrepentidos de haberlo golpeado. Pasó muy junto a ellos que se enconcharon temblando, impresionados por lo extraño de su mirada y de su pisar firme en el camino. Murmuró Pepe, el más pequeño: “¡Encomendémonos a La Llorona!” Y El Chino dijo: “¡Ni la santísima nos salva de esta si nos agarra! ¡Seguro ya anda empulcado y enyerbado!” Ignoraban que Nicanor no había bebido ni se había intoxicado con la droga. A esas horas, se puso a arreglar el pobre camastro de su hija, trabajando con mano firme y constante. Clavaba, golpeaba, pensaba en su vida, en los demás, y en cada uno de sus pasos que ahora repercutían en su ser con la fuerza de un rayo. Al martillar se le revolvía el asco que le bullía en la sangre y que en los oídos gritaba: “¿Cómo pudiste, Nicanor? ¡Es tu hija, carajo, tu hija!” Quizá porque los ojos no veían, empañados de lágrimas, se estampó un fuerte martillazo en la mano. Apenas se detuvo. Prosiguió. Clavaba, blasfemaba en su contra como


Coincidir en penitencia, en castigo, desesperado, como si buscara redimir cada acción en su vida que ahora le mordía la conciencia como perro rabioso. ¡Estaba arrepentido! Y, apenas asomó el sol, agarró su machete, el guaje de agua, y se fue por la vereda a cortar ixtle. Cuando se perdió de vista, Pepe y El Chino entraron a aquel hogar solitario para arreglarlo todo. “Que no se note que Amada no está. Yo traigo la masa. Tú prende el fogón.” “Mira, tú, ¡qué bien clavó la cama!” Desde entonces, se acostumbraron a rellenar el hueco que dejara su hermana. Que no pregunte por Amada. Que no pregunte. Nicanor no preguntó. Ya nunca volvió a beber ni a fumar yerba, pero tampoco volvió a hablar, ni siquiera cuando con sus hijos torcía el ixtle haciendo firmes y resistentes cuerdas, hermosas, de colores, y que pronto le comprarían en el mercado. En unos pocos meses, la vida cambió para sus dos hijos. Iban a la escuela, comían mejor, y él nunca volvió a pegarles. Y no pocas veces soñaban que, en la noche, mientras dormían, era él quien los acariciaba con sus manos rasposas, con aroma a tierra. Un atardecer, Nicanor ya no volvió del camino al ixtle. Todo San Juan Sinagua lo buscó; los pobladores compadecidos ayudaron a los dos chamacos que llamaban

a gritos a su padre; pero solo escucharon, dolidos, el eco de su propia voz: “¡‘Apá! ¡’Apá!” “¡Nicanooor! ¡Nicanooor!” Al oscurecer, todos volvieron del monte, pero al día siguiente, y uno y otro día, volvieron a buscar a Nicanor, cada vez con menos esperanza. “Seguro se largó por ahí. ¡Se fue pa’l otro lado a trabajar! O…, ¡ve a saber! ¡Con los borrachos nunca se sabe!” “¡Oye! ¡Mi ‘apá ya no tomaba!” “No es tan fácil, hijo, ¡no es tan fácil!” Jamás lo volvieron a ver. Nunca encontraron aquel cuerpo lacerado por años de vicio, que quedó solo con las alimañas yendo y viniendo, oportunistas, por su piel y entre sus cabellos que empezaban a encanecer. De su agonía, únicamente los espinos y los pobres arbustos supieron; de sus balbuceos y sollozos, el viento tan indiferente como el cielo profundamente azul y lleno de estrellas que se desparrama sobre los pueblos sin neblina…, sin nubes…, sin lluvia. El cuerpo de Nicanor, poco a poco, tan miserablemente como había vivido, fue pagando tributo a la arenosa tierra de la cañada profunda y escondida, de cuyas entrañas, más tarde o más temprano, iba a brotar el fresco arroyo que daría un poco de vida, sustento y regocijo a San Juan; sí, así nomás: San Juan.❧

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Me parece que alguna vez fui pájaro Ámbar Vázquez

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e siento a comer y subo la pierna, la apoyo en un diminuto espacio en el mismo lugar en donde estoy sentada; me siento a hacer tarea y subo ambas piernas apoyándome como haciendo una agachadilla en la silla; estoy en la escuela, y cruzo la pierna derecha, izquierda, derecha, izquierda; me acuesto y pongo las piernas en la posición más rara del planeta, pero siempre contraídas hacia mí, nunca estiradas completamente.

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Me parece que alguna vez fui un pájaro, no sé si paloma o canario, pero alguno fui. No me gusta tener los pies en el suelo, me incomoda, me exaspera, quiero tenerlos en el aire siempre. A mi tío no le gusta; pero qué puedo hacer, siempre lo he hecho, lo hago naturalmente. Si alguna vez fui pájaro, en otra vida tal vez, estoy segura de que me gustó, porque quiero regresar a serlo, quiero volar de nuevo, mis piernas dicen “¡Vuela!”, pero no tengo alas con que volar; debo quitarme esas costumbres. Estoy en el proceso de descubrir la manera mediante la cual la raza humana vuela, aún sin tener alas. Yo sé que podemos volar.❧

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Digo que todavía hay tiempo… Alessander Segovia

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igo que todavía hay tiempo: no hay revoluciones ni concursos, pero hay tiempo. Quedan años que celebrarle al mundo, quedan las hojas de árboles, queda la sutileza de la piel extendida para tocarte; quedan en la tierra racimos de pezones no bebidos, queda la amenaza del fuego en tus ojos, la pasión de vivirnos. Digo que aún podemos excavar del fondo las perlas que los cerdos desecharon, las golondrinas del pozo aún no despiertan y mis labios todavía no muerden tu cintura; aún quedan en la noche estrellas que nombrar, las naranjas solo flores tienen y quedan por nacer miles de mariposas. Aún hay tiempo para la vida, para el café amargo, la lágrima rota, el lugar donde no estuviste, tiempo para que el reloj claudique, para la extinción de los soles que tu frente mereció. Todos, todos enfermos del óxido que los hombres expulsan de sus ropas y, aun así, todos tenemos fe; todos reímos del mar y sus olas traviesas, del chueco de la carretera donde la serpiente volteó su veneno. Todos seguimos soñando y haciendo que el tiempo transcurra por nuestra sangre, haciendo que este pequeño milagro se cumpla día a día. No es tiempo de rendirnos, porque no es nuestra guerra, porque a nosotros no nos preguntaron. Aún hay tiempo para que seas, para que seamos.❧

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La verdadera historia del espejo

que en un amanecer ya no pudo reflejar una cara soñolienta Pedro Ramírez

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l sonar el despertador, se levantó automáticamente de la cama, estiró sus brazos, bostezó. Ese día se sentía ligeramente cansado, pero no había tiempo para reprogramar su alarma. Casi arrastrando los pies, caminó hasta el baño para lavarse la cara y cepillarse los dientes. Sin embargo, al asentar su mirada en el espejo, descubrió tristemente que ya no tenía rostro.❧

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¿Cuánto me quieres? Nayeli Magaña

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omo cada noche, mi madre con su vestido negro entra a mi recámara y me besa, yo le pregunto: Mamá ¿cuánto me quieres?, ella me contesta: ¡Muchísimo, hija mía, más allá de la Luna, del Sol y las estrellas!, me abraza con ternura y me arrulla con su canto. Una de esas noches, ya cuando dormía, entró mi padre y le dijo: “¡Estela, tienes que aceptar que nuestra hija, desde aquel fatal accidente, ya no vive más!” La tomó entre sus brazos, limpiaron sus lágrimas y cerraron la puerta. La siguiente noche esperé, la siguiente, y la siguiente…, pero ella jamás regresó. Ahora, sola canto y antes de dormir le pregunto a la noche ¿cuánto me quieres?, el silencio se oye…, jamás recibo respuesta.❧


I

nmóvil, claramente inhumano, en la pura catedral vive un ángel. Un ángel no tiene ojos. Un ángel no tiene sangre. Él no vive en la vida, él no vive en la muerte, él está vivo en la belleza. Antonio Gamoneda, “Un ángel gótico”

www.coincidir.org coincidir_revista@yahoo.com


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