ISSN 2007 - 350 X
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año 6, 3a. época, octubre-diciembre de 2017 número 21: Imaginarios de un mundo feliz
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Imaginarios de un mundo feliz Contenido Editorial
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Historieta Vals de otoño Pavel Chávez Rosas
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Artículo de opinión Imaginar un mundo feliz Ivett García Sandoval
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Bibliofilia Pinocho: de marioneta a cazavampiros Cutzi Quezada
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La entrevista Sobre el proceso creativo e imaginarios Martha Avilés
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The city of my dreams Jason Thomas
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Le signe Iván Medina Castro
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El apagón Martha Eugenia Sánchez
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Somnolencia Paula Pacheco Rodríguez
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Yo quiero Rosa Pérez Interián
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Cuesta arriba Elizabeth Azambullo Escudero
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Lluvia de verano Mariano Wlathe
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Vita-Haiku Pedro Ángel Ramírez
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Mundo nuevo Selene Guillén
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Condiciones Rosario G. Towns
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Arte gráfico
Zona de Tolerancia
Omar Urbano, segunda de cubierta, 19. Carlos Daniel Domínguez, 4, 5. Martha Avilés, 27, 29, 31. Ramón Arcila, 37.
Llueve gratuita Aarón Montero
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Y grita fuego Iván Medina Castro
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Concierto Felipe Gaytán
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Coincidir en el mismo tiempo y en el mismo espacio
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Directorio Director Pedro Ángel Ramírez Quintana
Cubiertas Mundos paralelos, Omar Urbano
Consejo editorial Ana Lilia Fierros Euán Salma Corona Rodríguez Ángel Nimbé Vergara Escalante Lizett del Carmen Ortega Aranda Asesoría en diseño editorial Clemente Ortega Aranda Alejandro Cobá Webmaster Isaí Moreno Chin
Criterios editoriales Coincidir en el mismo tiempo y en el mismo espacio se propone como un espacio editorial para la creatividad, tanto escrita como gráfica. Publica narrativa, poesía, artículos de opinión, dibujo, pintura, fotografía, cómics, etc. 1. Obra escrita: los textos deberán ser de una extensión máxima de 3 cuartillas, presentarse en Word, en tipografía Times New Roman o Arial, a 12 puntos. 2. Obra gráfica: las ilustraciones, pinturas o fotografías deben presentarse en formato .jpg, calidad de impresión 300 dpi, en CMYK. Tanto la obra escrita como la gráfica deben ser inéditas y estar firmadas por su autor. No se acepta el seudónimo ni el anonimato. El consejo editorial de Coincidir está encargado de dictaminar las colaboraciones y su fallo es inapelable. E-mail: yocoincido@gmail.com Página electrónica: www.coincidir.org Facebook: Coincidir Letras Cultura Twitter: @CoincidirLetras
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Coincidir en el mismo tiempo y en el mismo espacio
Coincidir en el mismo tiempo y en el mismo espacio, año 6, 3.a época, No. 21: “Imaginarios de un mundo feliz”, octubre-diciembre de 2017, es una publicación trimestral, independiente, de carácter cultural, editada y publicada por Pedro Ángel Ramírez Quintana, con domicilio en Guadalupe Victoria, Mza. 5, Lt. 1, Col. Ampliación Miguel Hidalgo, C.P. 24095, San Francisco de Campeche, Cam., Teléfono celular (044) 981 194 98 80, www.coincidir.org, yocoincido@gmail.com. Editor responsable Pedro Ángel Ramírez Quintana. Reserva de Derechos al Uso Exclusivo No. 04-2011-101112104200102, ISSN 2007-350X, ambos otorgados por el Instituto Nacional del Derecho de Autor. Licitud de Título y Licitud de Publicaciones y Revistas Ilustradas de la Secretaría de Gobernación. Permiso SEPOMEX en trámite. Impresa en los talleres Multiimpresos, Veracruz, No. 2D, entre Panamá y Ecuador, Col. Santa Ana, C.P. 24050, San Francisco de Campeche, Cam., México. Este número se terminó de imprimir el 20 de octubre de 2017, con un tiraje de 1,000 ejemplares. Queda estrictamente prohibida la reproducción total o parcial de los contenidos e imágenes de la publicación sin previa autorización del editor de la revista. Las opiniones postura del editor de la publicación.
Editorial P
areciera utópico hablar de “Imaginarios de un mundo feliz” justo ahora que la humanidad ha descuidado la capacidad de proteger su propia existencia, de recrearse a sí misma y los contextos en que habita. La estructura social se encuentra herida por varias razones: violencia, corrupción, inseguridad, devaluación económica y un extenso etcétera. Frente a ella, un sistema político inconmovible, despreocupado de la realidad. Esta dicotomía ha dado como resultado individuos sordos a las necesidades sociales, ciegos ante la muerte cotidiana, indiferentes ante la pobreza, la desigualdad y la injusticia. Sólo en casos de emergencia, como desastres naturales, despierta su capacidad y su fuerza: da la mano, ayuda, vela por los otros... Ante este contexto, Coincidir —como muchos proyectos culturales en el país— confía en la capacidad de imaginar e idear nuevas formas que enriquezcan la particular realidad que nos toca vivir. Bajo esta premisa, convocó a creadores de la palabra y de la imagen para que ofrecieran su reflexión sobre "un mundo feliz" a través de colaboraciones textuales y gráficas. Las siguientes páginas reúnen dicho trabajo, donde cada trazo y cada palabra expresan los imaginarios de los colaboradores y, a la vez, son una invitación a redescubrir el potencial que habita nuestra mente. John, “el Salvaje”, personaje de Un mundo feliz de Aldous Huxley, expresaba: “...yo no quiero comodidad [...] quiero poesía, quiero peligro real, quiero libertad, quiero bondad...” De este deseo vehemente están hechas las fibras humanas. Debemos escucharlas o despertarlas,
Para el amante de todo
según sea el caso, porque "ésta es tu vida y se acaba a cada minuto", como dicta la frase del Club de la pelea, novela de Chuck Palahniuk. Este número está dedicada a los deseosos de un mundo mejor, está hecha pensando en ti que tienes la capacidad de amar y posees el ímpetu de transformar. Es cierto, no hay fórmulas ni recetas para construir el deseado mundo feliz; sin embargo, te proponemos un decálogo, de cinco principios, que pueden ayudar: I. Pensamiento-palabra, ejercita tus capacidades cognitivas y esfuérzate para que tus palabras se gesten en la reflexión previa. II. Palabra-hechos, equilabra tus actos con lo dicho, no digas más ni menos de aquello que puedes ralizar. III. Hechos-los otros, busca que tus acciones modifiquen positivamente las circunstancias físicas o emocionales de los seres vivos que te rodean o, por lo menos, no los afectes. IV. Los otros-tú, nútrete constantemente de palabras, de las artes, del conocimiento y de las ideas de otros, al final somos la continuidad de nuestros ancestros. V. Tú-el universo, cuida y renueva los recursos naturales, flora y fauna, ellos permiten la existencia dentro del Universo. Hoy más que nunca es urgente reactivar la imaginación, creer en las posibilidades del pensamiento, abandonar miedos, arriesgar, abrir fronteras, dialogar, confiar en los otros e inventarse pretextos para coincidir. Mientras la sangre corra por nuestras venas, es el momento perfecto para que la mente geste el imaginario de un mundo feliz. Coincidir en el mismo tiempo y en el mismo espacio
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The city of my dreams
Jason Thomas
Kingston, Jamaica
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tried to imagine the city of my dreams, and if in fact in my mind I had seen a place so marvelous my favourite it would be. So I searched deep inside of me, but in my dreams there is no city, no home, no distant wish, such a pity. For in my dreams there are no towns. In my imagination I only float around, the places in my thoughts have no form, In my dreams I live in the clouds, up where other dreams come to play. There is only joy here, and the weather's always fair, music rises to meet you, and dances all around, If you could listen well, you will hear, the twinkling stars all night, and the smiling sun at dawn.
Arte gráfico Carlos Daniel Domínguez
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La ciudad de mis sueños
Jason Thomas
Kingston, Jamaica
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raté de imaginar la ciudad de mis sueños, y sí, en efecto, en mi mente he visto un lugar maravilloso, mi favorito podría ser. Entonces, busqué profundamente dentro de mí, pero en mis sueños no había ciudad, no había hogar, no había deseo, qué lástima. Para mis sueños no hay pueblos. En mi imaginación sólo floto alrededor, los lugares en mis pensamientos no tienen forma. En mis sueños vivo en las nubes, arriba donde otros sueños vienen a jugar. Aquí todo es alegría y el clima es siempre favorable, la música incrementa para encontrarte bailando al rededor. Si pones atención escucharás el tintinear de las estrellas con el sol sonriendo hasta el alba.
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Le signe
Iván Medina Castro
Ciudad de México
Hoy día resuena nuevamente en nuestras mentes, porque quizás estamos viviendo otra conquista que podría resultar universalmente destructora J.M.G. Le Clézio
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un día, las voces que contenían toda la añoranza del mundo se extinguieron…
No hace mucho, oí pronunciar la última palabra oculta en una lengua armoniosa por dos jóvenes; ella blanca como el armiño y el varón de piel amarilla como el trigo: “¡Asesinos! ¡Asesinos!” Los gritos de su carne eran clamores que hacían sentir frío en el corazón, ecos de sus inacabables momentos de sufrimiento y silencio. Aún así, sin importar el poder del reclamo, el señor del fuego, ufanándose ante la masa inerte convocada en la plaza pública, prendía el montón de leños para aniquilar a los últimos portadores de la lengua oculta. Ante ese espectáculo fáustico, temblé de un modo tal que una aflicción apagó mi voz. No me atrevía a rebelarme y acepté en silencio la infamia, enmudecido por una especie de horror milenario. Negué una, dos y tres veces el conocimiento de esa lengua oculta, riqueza maldita para sus portadores. De una noche a la otra la lengua oculta se prohibió por aquellos que aparecieron una brumosa mañana en las planicies. Se impidió, vigiló y despedazó lo relacionado con ella, hasta se condenó a la hoguera a todo aquel que se atreviera a pronunciarla. En pocos años pasa-
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ron infinidad de calamidades. Había un clima de pánico impreciso en donde la conciencia de habitar en un mundo ahora ajeno y misterioso era el nuestro. Nada comprendíamos y nadie nos comprendía. Hubo saqueos, destrucción, lluvias de sangre y llanto. Las bestias adiestradas en juicios teatrales en donde se juzgaba en una lengua incomprensible, autorizaban el exterminio de nuestra lengua oculta invocando a algún demonio que impusiera como única muestra válida de represión el ser quemado vivo. El fuego purifica. ttӵtt Éste ha sido el viejo juego de siempre, sobrevivir. La masa es dominada y los portadores de las voces libertarias deben ser acallados. Es un derecho inalienable esparcir a los puntos cardinales la palabra identitaria, pero aquí toda sensación de libertad se ha ido y con ella nuestra memoria; la flor, la fruta, la esperanza y nuestras pasiones: amor, odio, piedad, cólera…. Nuestras primeras voces. ttӵtt Callé por tiempo impreciso soportando la indiferencia de este infierno. Las hojas marchitas cayeron hasta volverse polvo y las sombras del
invierno se acumularon en mis huesos. No vol- que cuando uno convive con los difuntos es el vió a haber tardes de sol. preámbulo de una muerte asegurada. La tarde De vez en cuando, en los mercados y los se despedía burlona y pronto la luna destellaba parques, se escuchaban rumores sobre la pre- escoltada por un manto de estrellas que plateasencia de un reducido grupo de forajidos que ba el borde de los árboles. En el ambiente se se reunía en los bosques vedados para compar- respiraba una brisa picante similar a la canetir la lengua oculta. Pero era únicamente eso, la espolvoreada por el abuelo en el café; sin habladurías de la sometida gente pues, cansado embargo, yo estaba desconsolado. de andar noche tras noche en busca de aqueDespués del episodio de la persecución llas personas transmisoras de esperanza en era como si siguiera allí, en el fondo del sepulmedio del bosque, me tumbaba en el fango y cro, sembrado de cadáveres humanos, pequesentía respirar una fragancia a azafrán entre las ño y solitario, con una carga eterna de la que ramas. Allí era cuando animado por el trino de no sabía cómo desembarazarme, y a la que los pájaros sagrados y los sólo purifica el olvido. Dejé sonidos de las hojas me correr mis lágrimas sin as hojas animaba a articular la tiempo y sin pensamientos marchitas cayeron hasta lengua oculta: primero y liberé en ellas el silencio una silaba, después dos acumulado en días, meses y volverse polvo y las sombras y luego tres hasta llegar a años de pavor. Al final, sin del invierno se acumularon en la palabra universal, porrumbo, sin raíces, pronto mis huesos. tadora de las mil sílabas. me creí el último sobreviSi no hablo y esparzo la viente y sabiendo la frustrattӵtt lengua oculta a través de ción imposibilitadora por los troncos nada podrá revivir la lengua oculta y evidenciar al mundo de esos siglos fascinantes. agotado de vagar sin razón alguna, al amanecer También, maravillado me di cuenta que dispuse inmolarme por el hecho puro de hacer las palabras sonaban mucho más suaves bajo vivir la palabra. Cuando me disponía a emitir los tilos; eran las oraciones nocturnas con reso- un grito visceral en el centro de la plaza públinancia de todas nuestras omisiones. La lengua ca, una palma tersa y olorosa a cempasúchil oficia de espacio privilegiando la autenticidad sofocó mi furia al taparme la boca. Me conmonegada. Y así, cada noche busqué en vano, cioné y antes de reaccionar, un susurro pareentonces, harto ya, aparté la vista de mi pasado cido a la calidez del viento de verano decía en y enfrenté la designación maldita, un destino el refugio de mi lengua: “espera, aún existimos que con el tiempo me iba volviendo más silente varias mujeres y hombres que jamás dejaremos y melancólico. exterminar nuestra identidad lingüística, lo Una vez, estando en las entrañas del bos- que viene será un combate por el derecho a una que vedado, mi perro fiel, Barkabar, me alertó existencia". sobre la presencia de las huestes exterminadoras envueltas en sus inigualables túnicas color escarlata. Vadeamos afluentes que se hacían quebradas y quebradas que se convertían en riachuelos, afrontamos lodazales y peñascos hasta por fin encontrar refugio en el hoyo del inframundo donde cadáveres incinerados se amontonaban abonando la negra tierra. Escondido en esa madriguera, presentí el fin de mi existencia; pues, por estos rumbos, se cree
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Vals de otoño
Pavel Chávez Rosas Villahermosa, Tabasco
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Dr. Gastón González Espínola Espe y Endoscopia del aparato digestivo por el Consejo Mexicano de Gastroenterología A. C. 2014-2019
drgaston@drgastongonzalez.com.mx Teléfono:
(981)
81 6 0713
Centro Médico Santa Rosalía, Av. Patricio Trueba de Regil, esquina con calle Niebla, Consultorio 1 y 2, Fracciorama 2000, C.P. 24090, Campeche, México.
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El apagón
Martha Eugenia Sánchez
Puebla de loa Ángeles, Pue.
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asante de ingeniería, Andrés trabajó solo en domingo para verificar medidas y detalles del accidentado y rocoso solar en el que la compañía constructora pronto iniciaría la obra de un edificio. El proyecto no era importante, pero para el ansioso joven significaba el inicio de un nuevo camino, ¡al fin un trabajo de lo que le gustaba hacer! Tomaba notas, daba largas y firmes zancadas y entrecerraba los ojos imaginando ya la construcción, para volver a caminar de un lado a otro al ritmo de su anhelante corazón. De pronto, cuaderno y lápiz volaron por los aires. Por instinto, lo soltó todo para tratar de afianzarse de los matorrales. En vano. Pudo escuchar el fuerte golpe de su cabeza contra una roca, seguido del violento revoloteo de algún pájaro austado. —¡Ufff! —sonó el aire que exhalaron sus pulmones. Permaneció un instante con los ojos cerrados y en el rostro un gesto de sorpresa y dolor. Luego, sentado, sobándose el golpazo, sonrió al pensar en la suerte que había tenido de estar solo—. ¡Me habrían tragado a burlas en la oficina quién sabe por cuánto tiempo! Se tocaba la cabeza suave, muy suavemente, y por un instante se sintió mareado. —No fue nada, —se dijo al revisar su mano sin gota de sangre—. Nada. Tenía sed. El sol ardía aún en el ambiente de un pesado atardecer, y pudo culparlo del dolor punzante en su cabeza. Con un movi-
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miento ágil y decidido, se puso de pie y caminó unos pasos hasta dar con cuaderno y lápiz, más que ansioso al pensar en la pequeña tienda cercana donde podría comprar un refresco bien frío. Ahí, antes de abrir la lata, como en un gesto embrujado la pasó con delicadeza rodándola sobre el chipote que ya se hinchaba. Luego, la desagradable impresión de la caída y del golpe en la cabeza se diluyó en el refrescante líquido. Manejó sin prisa por la avenida que atravesaba hasta la zona en donde vivía desde que llegara de provincia hacía ya algunos años. Iba serio, dolido. Le punzaba la cabeza, pero también le dolía la espalda y los raspones en los codos. Volvió a punzarle también la soledad y, como un fogonazo, en su mente apareció el rostro de su madre. Y Andrés extrañó sus brazos y sus palabras de consuelo. Pero sólo fue un instante, como quien toma una de aquellas fotos con flash. Al llegar a su cuarto amueblado, con derecho a garage, miró su cama, su mesita de noche con la lámpara de dibujo —regalo de cumpleaños de su madre— y el restirador que casi ocupaba la mitad del espacio, quiso imaginar que todos se condolían y pronunciaban palabras de consuelo, y hasta le dieron ganas de ponerse a contarles de su caída. Sonrió abiertamente al sentarse en la cama y buscar dos aspirinas en el cajón. Movió la cabeza tocándose el cuello, y percibió en el aire
la soledad, esa pesada sensación de vacío, de estar suspendido en el aire sin objeto ni razón de ser. Bebió el agua fresca del botellón de barro —tan cuidadosamente empacado desde su terruño—. Y se dejó caer de espaldas, aún con la sensación de nostalgia en el cuerpo. Pronto, dormía, inquieto, quejándose, pero profundamente, sin despertar. Poco a poco, por la pequeña ventana abierta se transparentaron las nubes rojizas, cambiantes, dándole ya paso al anochecer…, pero Andrés, inquieto, continuaba durmiendo, mientras las tinieblas se iban adentrando, furtivas, silenciosas. De pronto, dio un saltó más violento, un brinco que lo hizo despertar, al tiempo que lo sacudió el recuerdo del plano sin terminar y que debía presentar al día siguiente. Tomó la lámpara del buró y, prendiéndola, la colocó sobre su mesa de dibujo. Hizo un gesto al deslumbrarse, pero pronto ya afilaba los lápices y se encaramaba al banco para empezar a trabajar, esgrimiendo la regla T y las escuadras. Fue cuando se fue la luz. En el fondo de su urgencia, sintió alivio, y se recargó paciente, con las manos metidas en
el cinturón, en espera de que la luz volviera a inundar el blanco papel lleno de trazos. Esperó…, se tocó el golpe en su cabeza…, pensó en volver a tomar una pastilla antes de acostarse…, y esperó a que pasara el apagón, tan frecuentes en noches de inestable verano. Y esperó… Impaciente, abrió el cajoncito donde guardaba la vela y los cerillos. —Fssst —escuchó claramente, olió el fósforo, percibió el calor…, pero no vio la luz, luz que quemó sus dedos al consumirse… —Fsssst —otro cerillo, mientras el desconcierto apretaba su garganta y lo paralizaba de agobio, de sorpresa, de interrogantes…, de miedo. ¡Otro! ¡Y otro! ¡Y otro! Olía a fósforo, a piel quemada, cuando con un doloroso gemido tiró el banco, corrió a la ventana, prendió y apagó y prendió y movió arriba y abajo prendiendo y apagando la luz del foco, de la lámpara, sacando la cabeza por la ventana en un estertor tan estruendoso que no se alcanzaba escuchar, mientras el golpe en la cabeza le gritaba que el apagón, su apagón, tal vez durara para siempre.
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Somnolencia
Paula Pacheco Rodríguez
San Francisco de Campeche, Cam.
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veces llueven sueños, tan estrambóticos que pierdes el tiempo jugando con ellos. Entonces, conviertes tu vida en dos tiempos: cuando estás durmiendo y al abrir los ojos sigues en el juego. Y es que estar despierto a veces no es fácil, se pierden las plumas que visten tu cuerpo, y la gravedad te atrae, directo a un infierno. En sueños construyes ciudades perfectas, donde viven niños que huelen a lluvia, a comida fresca, a leche, a canela. Y cuando despiertas se muere el encanto, pues los niños reales huelen a inconciencia, a miedo, a pólvora y a gritos de guerra. En sueños no importa si no eres un molde o eres de colores o te faltan piernas, pero si no duermes tu valor es poco si tu ropa es vieja. Entonces, prefieres recrear en tu mente una vida falsa, y crees que invocando a fuerzas extrañas,
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la maldad que a diario camina y no duerme, por arte de magia, va a desmoronarse. Te sientas, observas, y juntas las manos, y desde lo más cómodo de tu habitación, pides maravillas como cuando compras un par de zapatos. No sueñes, despierta. La magia no existe. No hay conjuro exacto ni polvos al viento, sólo son patrañas que, seamos sinceros, ni nosotros mismos confiamos en ello. Lo único real y que sí funciona, para remediar el dolor del alma y por consecuencia el dolor del cuerpo, eres tú, soy yo que cada mañana, al abrir los ojos, dejamos al sueño como un buen recuerdo, aramos la tierra, trabajamos recio, y tocamos puertas buscando a esos niños, que no quieren rezos, quieren alimentos.
Yo quiero
Rosa Pérez Interián Balancán, Tabasco
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uiero una espada y cortar de tajo todas las injusticias de este mundo.
Quiero ser arcoíris e irradiar una inmensa luz a cada triste mirada. ¿Será posible alcanzar las estrellas?, quiero miles en mis manos y darle forma a los sueños con muchas de ellas. Quiero para tapizar el alma, un valle lleno de flores y con mucha paciencia calmar los dolores. Ansío tener el don de poder tocar infinitas vidas y que al dulce contacto, sanar con prontitud las heridas. Un famoso mago o prestidigitador es mi deseo ser y tener la habilidad de desaparecer las penas con mi poder. Quiero un alma pura, limpia siempre de niño y correr, y jugar, y mirar con gran cariño. Quiero estar cerca de mi hermano el hombre, para murmurarle y apacentar con un susurro su ansiedad y tristeza; darle ánimos y poder percatarse de su grandeza. Anhelo con mucha pasión ser una gran montaña y que muchos persigan sus sueños muy de mañana. Tengo la certeza y la imaginación de que en cada lugar hay muchos como yo deseando un sueño alcanzar. Quiero que todos seamos dueños de un mundo feliz en donde la alegría y la felicidad toque cada corazón, y a pesar de que las tempestades azoten con fuertes vientos, aún haya mil motivos para estar contentos.
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Cuesta arriba
Elizabeth Azambullo Escudero
Canelones, Uruguay
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icen que la suerte está echada. Si es así… ¿Quién da las cartas? ¿Quién es el hacedor de nuestro destino? ¿Quién hace del mundo lo que es? Continuaba su marcha sin reflexionar demasiado en las preguntas que iba formulando en su mente. En realidad, daba respuestas a esas otras preguntas que no se animaba a formular. Se detuvo ante un semáforo miró para ambos lados, no vio a nadie. ¡Claro a esa hora y con el frío que hacía sólo un loco andaría por ahí! "¡Loco!" Soltó en voz alta, tal vez sin darse cuenta que lo decía en lugar de pensarlo, esbozó una sonrisa, subió todo lo que pudo el cierre de su saco, colocó las manos en los bolsillos y cruzó. Sin dudas, sus cartas no habían sido tan buenas, el mundo en el que le había tocado vivir no era fácil y mucho menos el más feliz. Apenas era una vida, y parecía más una enorme cuesta arriba que otra cosa. Aunque realmente lo malo había comenzado…. Y detuvo su pensamiento al unísono con su marcha. Había llegado a una plaza, miró los bancos, tenía para elegir, todos estaban vacíos. Dio unos pocos pasos y se acercó a uno, intentó limpiarlo un poco con sus manos, al sentarse en él, notó que ya no estaba solo, un flaco y enfermo perro se le acercó. —Estás mal, amiguito. No tengo nada para darte de comer.
No se animó a acariciarlo, pero le sonrió como si el pobre animal entendiera su gesto. —¡Dios, qué frío hace! —Supuso que estaba entablando una conversación con su nuevo compañero, pero no era así. Se encontraba solo nuevamente. Acomodó su cuerpo en las duras maderas, tiró la cabeza hacía atrás, miró por un momento el cielo, buscaba algo que no encontró. Lo malo había comenzado…, y no hizo mucho esfuerzo en recordar, era fácil encontrar en sus recuerdos el momento exacto en que todo había cambiado. —¡Qué rápido cambia todo! —Y se escuchó el eco de su voz. Cerró sus ojos y suspiró. Estaba en la escuela cuando la directora lo llamó para darle la noticia. —Acaban de llamar, no te preocupes alguien te va a llevar hasta tu casa —le decía mientras acariciaba su espalda. En ese momento no entendía nada, tal vez habrían descubierto la broma que les había hecho a los del otro grado, pero no era eso, jamás descubrieron que fue él quien había tirado la bomba de olor en el curso superior. La camioneta del colegio lo alcanzó hasta donde vivía. Al llegar a la puerta, notó que había mucha gente, la mayoría no tenía ni idea de quién era. En cuanto entró alguien lo abrazó, sus hermanos estaban en un rincón rodeados por más personas que de seguro tampoco
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conocían. Analía, su hermana pequeña, no dejaba de llorar y fue cuando sintió que su corazón se estrujaba dentro de él, su garganta se secó y se le hizo un nudo tan doloroso que las ganas de llorar (sin saber bien por qué) no tardaron en llegar. Entró a la habitación de su madre, en cuanto la vio corrió hacía ella, no había por qué preocuparse, ella estaba bien. Buscó a su padre en la casa. No estaba. Jamás volvió. Ése y los días siguientes no estuvieron mucho tiempo solos: vecinos y parientes llegaban a toda hora dando sus condolencias y ofreciendo su ayuda para todo lo que hiciera falta. ¡Lástima que sólo habían sido palabras! Cuando ellos realmente necesitaron ayuda, nadie apareció y con el tiempo sólo fueron su madre, sus hermanos y él. Tal vez…, de seguro, todo habría sido diferente si un loco no hubiera atropellado a su padre, dejándolos a ellos en un mundo que no habían conocido hasta ese momento. ¡Forma estúpida de quedarse con las manos vacías! Descubrió que su madre era más fuerte de lo que él había imaginado hasta ese momento. Abrió los ojos y pateó el aire, como queriendo arrancarse la rabia que había sentido dentro. —¡Carajo! —Nadie escuchó su desahogo. Suspiró, mordió sus labios y nuevamente se recostó sobre el respaldar del banco. Su hermano, su hermana y él durmieron junto a su madre, esa noche y muchas más. Parecía que de ese modo el mundo aún estaba en paz y era más pequeño, más controlable. Aunque la muerte de su padre no fue lo único malo que les sucedió, parecía cierto el dicho ese que había escuchado tantas veces: “Vienen todas juntas y lo que no te mata te hace más fuerte”. A ellos no los mató, así que suponía que los había hecho más fuertes. Las deudas se acumularon y aunque pidieron ayuda, recibieron poca o ninguna. Su madre no lloraba, él lo sabía muy bien, la observaba desde lejos, quería ser el primero en abrazarla cuando lo hiciera, pero no lo hizo y él no la abrazó. En lugar de eso, consiguió un trabajo. No era la gran cosa, quién le daría algo importante a un muchacho de dieciséis años. Su hermano tuvo mejor suerte, tal vez porque era mayor y más
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inteligente. Su padre siempre lo decía: “¡Andrés es un genio!”, y lo era. Toda la familia lo supo. Andrés consiguió un trabajo como practicante en un estudio contable. Y su jefe lo ayudó a terminar sus estudios. ¡Suertudo! En cambio, él trabajaba en una verdulería subiendo y bajando cajones, limpiando la verdura y soportando el mal humor de los clientes. Pero “Suertudo” y él ayudaron a su madre con las cuentas. Nada le quitaba la rabia que iba creciendo en él, de tenerlo todo a no tener nada. De ser un niño sin preocupaciones a convertirse en un hombre con deudas y responsabilidades. Odiaba su mundo, odiaba al borracho que había asesinado a su padre y odiaba a su padre por no haber sobrevivido, a su madre por haberlo elegido, le daba rabia la suerte de su hermano y la mala suerte de él. “¡Maldito mundo!”, maldecía cada noche antes de dormir, esperando que por la mañana su mundo fuera mejor, como antes o por lo menos un poco más feliz. Pero no ocurría, cada día era igual. De tener una casa enorme con habitaciones para cada uno, pasaron a una pequeña en la que apenas podían acomodarse, los dos varones en un solo cuarto y la niña en la misma habitación con su madre, aunque no necesitaron mucho espacio después de vender casi todos los muebles. “Pero seguimos juntos”, les decía su madre mientras los abrazaba. ¡Su madre!, resultó ser más fuerte de lo que él había imaginado. Continuaba sin llorar, pero consiguió un trabajo, nada importante, como cocinera en un restaurante de lujo al que solían ir a cenar. La bocina de un coche lo sacó de su trance, levantó la vista y se sorprendió al notar que enfrente de él tenía el sosiego del río. Levantó su mano izquierda y arregló su cabello, sonrió. No se había dado cuenta hasta dónde lo habían llevado sus pasos. Estaba enfrente del río “La rambla,” como todos le decían. Bastaba con bajar las escaleras y te encontrabas sobre la arena y junto al agua. El ruido era amansador. Su padre solía llevarlos ahí. Suspiró. El movimiento comenzaba en la ciudad y todo parecía “normal”, como si nada malo sucediera, como si el mundo entero en ese instante estuviera
dentro de una tranquila caja de cristal incapaz estaba hermosa, feliz y radiante. Y por fin lloró. de romperse. Pero se rompía, él lo sabía. —Extraño a su padre. ¡Estaría tan feliz este día! El camión de la basura se detuvo un Así que él la abrazó. La rabia ya no era momento frente a él y continuó sin siquiera tanta, la bronca, poco a poco, había desaparecinotar su presencia. Miró su reloj y muy lenta- do. Aunque en aquel momento, el mundo todamente se levantó del asiento, estiró un poco los vía le parecía una porquería. brazos como arrancándose la pereza, acomodó Le dio un puntapié a una lata, pelota su saco y comenzó a caminar. improvisada de todos los que se la cruzan en la El sol se asomaba pero no calentaba, aún calle. “Nadie las levanta”, pensó; así que lo hizo. hacía frío. Levantó la lata que segundos antes había pateaAndrés tuvo suerte. Pero descubrió que do y la arrojó en un tacho de basura. Continuó su hermano además de ser inteligente también su marcha feliz con su buena acción. se había convertido en un buen tipo. Ascendió Un par de cuadras más, se detuvo frente en su trabajo, se hizo de a una vidriera1. Esto sí que le gustaba, libros con un nombre, se convirtió sto sí que le su nombre en la tapa. en alguien respetable y gustaba, libros con su nombre en Estaba feliz. Su esfuerzo querido, sobre todo para su familia. ¡Cómo descrila tapa. Estaba feliz. Su esfuerzo había dado fruto y ahora, bir la alegría de Analía había dado fruto y ahora, cuando cuando le preguntaban su profesión, agrandaba cuando supo que podría le preguntaban su profesión, el pecho y decía orguseguir estudiando ballet lloso “escritor”. Y lo era, gracias a “Suertudo”! agrandaba el pecho y decía no uno muy reconociPero después de todo o a orgulloso “escritor”. do, pero tenía un par de pesar de todo, a él no le libros publicados y con había ido tan mal tampoeso se sentía satisfecho. co. Supo que podía escaSe dio cuenta de que el extraño mundo par de su realidad a través de la escritura. Podía inventar historias…, no… (y mordió su labio en el que había despertado al morir su padre, inferior para corregir su pensamiento), él crea- le había dado las armas para ser quien era. ba…, así era, creaba. Y sonrió satisfecho con su Su hermano, que sólo había sido hasta ese momento un buen estudiante, se convirtió en aclaración. Con esfuerzo, consiguió terminar sus estu- un hombre responsable y guardián de su familia. Vio a su verdadera madre, mujer fuerte, dios y recibirse de periodista. El semáforo frente a él se había puesto en para nada frívola o egoísta, que resistió el llanto verde, pero no cruzó la calle lentamente, sino por la pérdida de su esposo hasta que sus hijos que lo hizo a las corridas, como si fuera vera- fueron lo suficientemente fuertes como para no y las dos de la tarde, aunque era invierno y poder consolarla. Entró al edificio casi corriendo, subió por apenas las siete de la mañana. Las cosas parecían querer mejorar. Andrés las escaleras hasta que llegó frente a un ascencon un buen sueldo y él…, bueno, él tenía un sor, entró, tocó un botón y se quedó mirando el trabajo haciendo lo que más le gustaba: escri- techo, viendo la sombra que se reflejaba en él. Más de una noche, había pensado en los bir. Un par de artículos sobre la chica del momento, algunos más sobre muchachos que millones de personas que hay en el planeta y en no le encontraban mejor sentido a su vida que cómo viven. Cómo la vida parece repetirse día destruirla con las drogas o alguna otra porque- 1Vidriera es sinónimo de escaparate: "espacio exterior ría. Y por fin, algo bueno: “Suertudo” se casó. de las tiendas, cerrado con cristales, donde se exponen ¡Cuánto tiempo sin hacer una fiesta! Su madre las mercancías".
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a día, hasta que algo la saca de su eje. Cómo los mundos se parecen y, al mismo tiempo, cada uno es totalmente diferente al otro. Deseó tener una libreta y un lápiz para anotar las ideas que iban apareciendo en su cabeza, pero no llevaba nada consigo en ese momento. Deseó recordar todo más tarde, aunque sabía que no sucedería. Sólo era un lapsus. Pero se sentía bien. Así que no quiso salir de sus pensamientos y continuó en ellos mientras ascendía. “¿Buscamos aprender o acumular?” —Acumular —se respondió en voz alta. El ascensor se detuvo, salió de él, caminó por el pasillo. Puertas de un lado y del otro, se paró frente a una con el número seis y dos globos de color rosa, atados con una moñito del mismo tono. Dio un gran suspiro. En cuanto entró, chocó con una silla que hizo un gran ruido. —Perdón amor, no quería despertarte. —No te preocupes. Te estaba esperando. Al acercarse a la mujer que estaba en cama, la besó en la boca, acarició su cabello que estaba suave y desenredado. Aceró la silla con la que había tropezado y se sentó lo suficientemente cerca como para tomarle la mano. Enseguida entró una enfermera, llevaba un pequeño bebé en sus brazos. —¡Acá les traigo a su gordita! —dijo susurrando y sonriendo.
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—¡Se la vamos a entregar al papi, que mami tiene que descansar un poco! A ver papi... —y se agachó para ponerla en los brazos del padre, mientras la madre intentaba sentarse mejor en la cama. —Con cuidado…, así es…, cuidado con la cabecita. No tenga miedo, no pasa nada. Y entonces…, tenía a su hija en sus brazos. Levantó la cabeza y vio a su amor, a su compañera, a la amiga que la vida le había regalado. Y el odio y la rabia que había sentido se convirtieron en añoranza, no por el mundo que tanto tiempo él había creído perfecto, sino por el padre que le habían quitado sin siquiera avisarle. Y un suave murmullo hizo que el nudo en la garganta lo invadiera nuevamente. Se acomodó en la silla, mirándola, contando cinco dedos en cada mano, viendo su nariz perfecta y su boca chiquita. Revisó sus orejas y también estaban bien. Puede que cada mundo sea imperfecto, que a veces busquemos lo que no hallamos y que, otras, todo nos parezca mal. Es seguro, que la vida cambia sin avisarnos y sin que lo queramos. Y sonrió. En este instante, nada de eso tenía importancia o sentido. Lo único que sabía es que en ese momento su mundo era completo y perfectamente feliz. Sólo así y con todo cuesta arriba.
Arte gráfico Omar Urbano Coincidir en el mismo tiempo y en el mismo espacio
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Imaginar
nuestro mundo feliz
Ivett García Sandoval
San Francisco de Campeche, Cam.
La imaginación no es un don, sino el objeto de conquista por excelencia André Breton
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magina, imagínate, en nuestro diario quehacer la imaginación es una capacidad mental a la que recurrimos una y otra vez, a tal grado, que nos resulta prácticamente imposible planear o realizar alguna acción sin haberla imaginado previamente. La neurobiología describe a la imaginación como “el proceso cognitivo que permite al individuo manipular información generada intrínsecamente con el fin de crear una representación «percibida» por «los sentidos de la mente.”1 Desde el punto de vista de los estudios culturales podríamos agregar a la definición anterior, que no se trata de cualquier forma de representación, sino que nos referimos específicamente a la posibilidad de construir internamente estampas gráficas, se ajusten o no a lo ocurrido o a nuestras circunstancias materiales, como podrían serlo un recuerdo o la planeación de unas vacaciones. La mayoría de nosotros tenemos una imagen casi una “postal” de las vacaciones soñadas; la de más de uno corresponderá a la playa “paradisiaca” que la publicidad se empeña en vendernos como el lugar vacacional por excelencia. No en vano este tipo de destinos turísticos se han ido homogeneizando para parecerse cada 1 D. Drubach, E. Benarroch, F. J. Mateen. 2007. “Imaginación: definición, utilidad y neurobiología”, en Revista Neurología, v. 45, p. 353, consultado el 19/07/2016 en http://www.neurologia.com/pdf/Web/4506/y060353.pdf
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vez más al “paraíso” que vende la publicidad. En la mayoría de los casos a un enorme coste ambiental, cultural y social para su entorno. La fuerza de las imágenes interiorizadas, es tal que, nuestro mundo suele estar ordenado y estructurado en función de las representaciones mentales que construimos sobre las condiciones materiales que nos rodean. En este sentido podríamos decir que vivimos bajo la dictadura de las imágenes; las cuales, en conjunto dan forma a nuestro imaginario, que a su vez funciona como el cristal a través del cual percibimos la realidad, lo que le confiere la fuerza necesaria para articular la forma en la que percibimos y construimos el mundo. El imaginario no lo hemos construido desde la soledad del individuo, por el contrario, en gran parte lo hemos heredado de nuestros padres, absorbido de nuestros pares, aprendido por la vía oficial de la educación escolarizada y también hemos sido bombardeados con imágenes provenientes de los medios de comunicación. El problema con la imagen es que, en la mayoría de los casos, interpela a nuestros sentidos y por ende a nuestros sentimientos y emociones, mucho más que a nuestra razón, por tal motivo tendemos a darla por cierta sin mayores cuestionamientos. Finalmente se trata de algo que “hemos visto con nuestros propios ojos”.
Aunque existe un imaginario colectivo, una especie de marco común en el que todos los miembros de una comunidad nos desenvolvemos, éste posee variaciones y matices de acuerdo a los diferentes grupos que integran la sociedad. Desde luego, mientras mayores recursos de todo tipo: económicos, profesionales, tecnológicos, etc., posea un grupo, mayor fuerza tendrá para difundir sus imágenes e incorporarlas al imaginario colectivo. Un ejemplo claro de lo anterior, aunque lamentable, sería lo que ocurre con los modelos de la imagen étnica y corporal en México, así todos pensamos en determinados criterios de color de tez, estatura y complexión no sólo para determinar lo que nos parece bello, sino incluso para asignar sitios en la escala social. Al volante de un auto deportivo último modelo esperamos ver a una persona blanca, atlética, vestida a la última moda; la visión de alguien perteneciente a la etnia yaqui, ataviado en su traje tradicional conduciendo dicho auto, nos resultaría, por decirlo con suavidad, extraño y daría pie a comentarios racistas. No es exagerado decir que nuestras decisiones, reacciones e incluso la expresión de
nuestras emociones están, más que influidas, prácticamente determinadas por dicho imaginario. Desde un punto de vista neurológico Drubach y Benarroch afirman que “Aunque una representación imaginada puede claramente invocar una respuesta emocional, […] las representaciones no fenomenales, como los estados emocionales, no podrían imaginarse independientemente del objeto que genera la respuesta emocional. Por tanto, no podemos imaginar ‘amor’ o ‘temor’ independientemente del objeto que produce estas emociones.” Este vínculo neuronal con la imagen nos permite entender la importancia que reviste el imaginario en nuestra vida y porque difícilmente nos atrevemos a tocarlo con el pétalo de una duda. Lo anterior, nos facilita comprender por qué la propuesta de una imagen distinta a la que consideramos correcta, puede parecernos una acción hostil e incluso violenta, por ejemplo, para alguien cuya identidad está fuertemente vinculada a los roles de género, la visión de una acción que los transgreda, por simple que sea, por ejemplo un padre dedicado al cuidado de los hijos y la casa o una mujer que trabaje como albañil, le resultará difícil de asimilar e inclu-
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so puede llevarlo a rechazar o descalificar a la persona, puesto que cuestiona la imagen que asume como correcta y a partir de la cual ordena la realidad. En este sentido y en función de que todo cambio nos genera incertidumbre, el mundo feliz sería aquel en el que no se modifica o subvierte el orden establecido más allá de nuestro confort cultural. La necesidad humana de certezas, además de abonar al pensamiento religioso, supone una ventaja para los sectores más conservadores; puesto que el temor que se fabrica a partir de una supuesta amenaza a nuestro bienestar, tiene expresiones concretas como, el matrimonio igualitario, la educación sexual, estos presuntos peligros que nos acechan, pueden ser presentados como cercanos e inminentes, justo a través de la utilización de imágenes, como bien saben algunos grupos como Provida, el frente nacional por la familia o como lo probó recientemente el triunfo electoral Donald Trump. ¿Es entonces posible definir a la felicidad, como la coincidencia entre nuestras expectativas y nuestra percepción sobre las condiciones materiales que nos rodean?, ¿se encuentra acaso en pensarnos poseedores de la verdad y alejados de todo duda?, ¿basta, por lo tanto, con un ajuste en nuestras aspiraciones o en limitarnos a desear sólo aquello que se nos ha presentado como necesario para alcanzar la felicidad?, ¿se trata en suma de parecernos a las “estampas felices” del cine, la televisión y las revistas? Si la respuesta es afirmativa, la organización social, narrada por Huxley en Un mundo feliz, rígidamente ordenada, encasillada, sin expectativas pero también sin incertidumbre, es la felicidad que perseguimos y que el autoritarismo, en sus diferentes variables, nos ofrece. Quizás por ello las dictaduras mesiánicas ya sean políticas o religiosas resultan tan atractivas. Si nos negamos a aceptar que la felicidad sea simplemente la ausencia de incertidumbre y, como Huxley, pensamos que radica en otros elementos, tendremos que partir de la pregunta ¿qué es la felicidad? Frente a la interrogante habrá las más variadas respuestas. El Diccionario de la lengua española de la RAE, como pri-
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mera acepción, la define como “estado de grata satisfacción espiritual y física”; en la segunda, como “persona, situación, objeto o conjunto de ellos que contribuyen a hacer feliz.” Cada uno de nosotros tendrá algo qué decir al respecto; sin embargo, es altamente probable que muchas de nuestras propuestas, sean variantes de estas dos acepciones (la tercera, “ausencia de inconvenientes o tropiezos", corresponde a lo planteado en el párrafo anterior). Es cierto que eventualmente alguno podrá considerar que la felicidad reside en adquirir conocimiento o en el desarrollo de la conciencia, pero es más probable que la mayoría hagamos referencia a la familia, viajar, riqueza, etc., estas posibilidades tienen en común que pueden ser expresadas y en cierta forma, reducidas a imágenes. Bajo esta premisa, podemos admitir que más allá de la dificultad conceptual, a la hora de pensar la felicidad terminamos por simplificarla hasta reducirla a una serie de imágenes. Incluso es posible afirmar, que, en un entorno más cotidiano la felicidad se parece mucho a la publicidad del american way of life, ‘estilo de vida americano’, de los años cincuenta. ¿Es posible entonces que nuestra idea de la felicidad, no sea otra cosa que la suma de imágenes provenientes de la publicidad, el consumismo y el orden establecido, que se agrupan para dar forma a una quimera a la que perseguimos inútilmente, sin detenernos a reflexionar en nuestros deseos y necesidades? Cualquiera que sea la respuesta tenemos una obligación con nosotros mismos, si decidimos perseguir a la felicidad deberemos hacerlo guiados por nuestros sueños y no por el miedo, por los caminos que construyamos nosotros mismos y no por aquellos que el consumismo y el estatus que nos señalan. En mi opinión, es difícil saber dónde reside la felicidad, pero tengo la absoluta certeza de que se encuentra lejos de la discriminación, el odio, la indiferencia y la violencia, pero sobre todo estoy convencida de que no pasa por lograr “el blanco más blanco”, “ser una niña bien” o “tener una piel visiblemente más clara” como seductoramente nos prometen las imágenes publicitarias.
Pinocho:
de marioneta a cazavampiros
Cutzi L. M. Quezada
Ciudad de México
P
inocho de Carlo Collodi (sobrenombre, en honor al pueblo de su madre, del periodista y escritor Carlo Lorenzini) es una obra que en su estructura y en su estilo propone una visión de mundo sobre el gran enigma de la libertad. Durante el año de 1881, en el periódico infantil Giornale per i bambini, Carlo Lorenzini publica por entregas Storia di un buratino ("Historia de una marioneta") con gran éxito. En 1883 se publica la compilación de las aventuras de Pinocho a manera de libro álbum, con las ilustraciones de Enrico Mazzanti y bajo el nombre de Le
avventure di Pinocchio: storia di un buratino ("Las aventuras de Pinocho: historia de una marioneta"). La intención de Collodi, según declaró en su momento, era mostrar a los niños los peligros de no seguir los consejos de los padres o maestros, así como, la importancia de crecer dentro de la moralidad de la época. Esta intención pedagógica de Collodi muestra una postura ética frente a la adversidad que todo niño debe seguir para crecer en el camino del bien y siguiendo las normas sociales. Sin embargo, es importante considerar que esta postura corresponde a contexto e ideología específicos que con el paso del tiempo se ha ido modificando. Aunque existe algo que permanece y que le otorga a la obra la categoría de clásico, es decir, algo que sobrevive a las modificaciones de otros autores, épocas, filosofías, géneros y estilos. Los clásicos sean de la tradición oral o, como en el caso de Pinocho, desde la literatura escrita comprenden en su estructura los grandes mitos de la humanidad, es decir, formas de posicionarse en el mundo y responder a los enigmas del universo. Algunas obras, sobre todo los clásicos, se desplazan entre la oralidad y la escritura, o viceversa, pero mantienen cierta esencia (mitema) que no se modifica a pesar de los cambios de forma, estilo, contenido. El mitema, entendido como la esencia que continua de un mito, es uno de los elementos que les permiten a los clásicos permanecer en el imaCoincidir en el mismo tiempo y en el mismo espacio
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Bibliofilia
ginario cultural y traspasar épocas históricas. Sin embargo, a distintas épocas corresponden distintas ideologías. Los conceptos se han ido adecuando a los nuevos estilos de vida de las sociedades y con ello los clásicos se han transformado. Encontramos, así, diferentes versiones de un clásico que pueden ser distintas entre sí, pero que en esencia continúan respondiendo a una misma pregunta sobre la condición humana. En Pinocho el mitema a seguir es la incógnita humana sobre cómo el sujeto ejerce su libertad frente a la autoridad, si requiere de elecciones éticas y de aprender sobre las consecuencias de las mentiras y si esta libertad realmente se puede alcanzar. Pinocho propone un modo de entender la libertad dentro de la sociedad. Es decir, le muestra a los niños, conforme se desarrollan o crecen, ciertos esquemas éticos para moldar su libertad, les indica lo que significa ser un niño bueno y les advierte sobre los peligros de la vida por no atender los consejos de los padres (autoridad). En otras palabras, la obra les propone un modelo de comportamiento humano frente al mundo. Este modelo funciona como reflejo de la ideología dominante del momento o, sobre todo, en versiones postmodernas, de oposición al discurso oficial. En cualquier caso, Pinocho encierra en su estructura el mitema de cómo el hombre o héroe, como ejemplo a seguir, ejerce su libertad dentro del mundo; mundo donde
existen diferentes presencias de autoridad que influyen en el sujeto. Esta gran pregunta y sus posibles respuestas han sido y seguirán siendo el móvil de una gran variedad de propuestas artísticas sobre el niño-marioneta que no quería crecer. Un ejemplo de la diversidad de versiones es Pinocchio Vampire Slayer de Dusty Higgins y Van Jensen publicada en el 2013. Este cómic traspasa los géneros para crear una historia de vampiros al estilo americano: tonos de grises, algo de texturas y trazos sencillos. La obra comienza con un resumen de la novela de Collodi que termina con la conversión de la marioneta en niño. Después, Pinocchio Vampire Slayer propone una versión en que el niño debe vengar el asesinato de su padre a manos de un clan de vampiros. Pinocho, entonces, se vuelve un cazavampiros que lucha, aunque el pueblo no le crea, con seres sobrenaturales. Su arma es su nariz de madera (forma de estaca) que le crece si miente. Como se observa, en este caso mentir es una arma que ayuda a vencer el mal. Además, el personaje de Pinocho es heroico pues se enfrenta desde su condición humana a fuerzas sobrenaturales ya sea por venganza o para proteger al pueblo al estilo de Ulises. Es decir, el niño ejerce su libertad dentro de los valores de cómo ser un niño bueno para enfrentarse al mal, aunque no reciba la ayuda de las autoridades del pueblo.
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A través, de este ejemplo se puede identificar cómo la obra de Collodi, un clásico, ha traspasado distintas épocas y culturas y ha conservado en esencia el mitema de la libertad humana frente a diferentes figuras de autoridad. Existen muchas más versiones, algunas de calidad artística y otras no, pero lo importante con este recorrido es observar el desplazamiento del mito entre las diferentes épocas e ideologías. Así, en las diferentes versiones de Pinocho, visto como mitema, lo importante no es resolver el problema de la dicotomía libertad y creador/causa (autoridad) sino proponer diferentes perspectivas artísticas sobre el tema. Es decir, traer a cada momento histórico, cultura o ideología, el cuestionamiento de cómo el sujeto está viviendo su libertad. Pues, es una necesidad humana preguntarse sobre la condición del hombre, o niño, frente al mundo. Para acercarte a las distintas versiones de Pinocho, consulta los siguientes libros, películas y series:
Disney, Walt (producción). 1940. Pinocchio, Estados Unidos, Walt Disney Pictures. Higgins, Dusty y Van Jensen. 2013. Pinocchio Vampire Slayer 1. Maruetta: Top Shelf Productions. Horowitz, Adam y Edward Kitsis (productores). 2011-2016. Once upon a time, serie de televisón de la ABC (American Broadcasting Company). Innocenti, Roberto y Carlo Collodi. 1991. Le avventure di Pinocchio, Minnesota: Creative Editions. Robichaud, Daniel (director). 2004. P3K: Pinocho 3000, Canadá-Francia-España: CinéGroupe-Filmax-Anima Kids. Toledo, Francisco y Francisco Hernández. 2012. Pinocho, México: CONACULTA. Winshluss. 2011. Pinocchio, Londres: Knockabout Comics. Won, Jo Soo y Shin Seung Woo (directores). 2014-2015. Pinocchio, serie de televisón, Corea del Sur: iHQ.
Bibliofilia
Bene, Carmelo. 2015. Pinocchio, consultado el 27/07/2017 en https://www.youtube.com/ watch?v=D9Oe0sBOt1s Benigni, Roberto (director). 2012. Pinocchio, Italia: Melampo Cinematogtáfica. Collodi, Carlo. 1993. Pinocchio, Milano: Feltrinelli. Comencini, Luigi (director). 1972. Le avventure di Pinocchio, Italia-FranciaAlemania: Filmaffinity.
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Lluvia de verano
Mariano Wlathe Ciudad de México
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na lluvia de verano nos toma por sorpresa. Corro a refugiarme entre los árboles del parque. Me abrazo a la corteza de un viejo fresno. Liz corre hacia mí, con una sonrisa traviesa brillando en su rostro. Me toma de las manos y me aleja del árbol. Me retuerzo al contacto con el agua fría. Liz me obliga a correr en círculos, a la manera en que lo niños juegan. Las gotas de lluvia estallan contra nosotros, como fuegos artificiales. Nos llenan de explosiones multicolores. El sonido de nuestras risas enmudece los truenos a lo lejos. Saltamos entre los charcos hasta sumergirnos por completo. Aguantamos la respiración. Nadamos entre medusas policromas y burbujas. Las burbujas que exhalamos nos rodean y nos elevan hasta el cielo. Flotamos dentro de ellas mirando la ciudad a través del delgado cristal tornasol que reventamos con el dedo. Caemos desde las nubes. Tomados de las manos, Liz y yo formamos una estrella. Giramos sobre la ciudad, que cobra dimensión frente a nuestros ojos. Nos desbaratamos al tocar el suelo, como gotas de agua. Nos diluimos en la corriente que se forma en la calles. Avanzamos entre las luces del tráfico y chicos en bicicleta. Frente a la parada del bus, un auto nos arroja sobre una mujer mayor que espera. La abrazamos hasta empaparla. La tomamos de la mano y reímos con ella. La llevamos hasta nuestro apartamento, donde nos deshacemos de la ropa húmeda y nos metemos entre las cobijas con una taza de té. Poco a poco recuperamos el calor. La lluvia se ha cansado de golpear la ventana. Sonreímos, al ver que la luz del sol se asoma por ella. Nos vestimos y salimos, de nuevo, a jugar en la calle.
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Martha Avilés la entrevista
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La entrevista a Martha Avilés por Pedro Ángel Ramírez
La ilustradora Martha Avilés nos recibe en su casa, en su hermoso jardín, para contarnos sobre su trabajo artístico y cómo concibe su propio imaginario de un mundo feliz.
Martha Avilés, gracias por recibir en tu espacio creativo a Coincidir.
lenguaje escrito. La imagen también es una manera de narrar que tiene sus propios códigos.
¿En dónde vives? Físicamente en mi casa, pero creo que el lugar donde habito es como en la Luna.
Antes, el escritor era quien tenía la fama y los ilustradores estaban como ocultos en los créditos de un libro. Ahora los ilustradores tienen un peso muy fuerte. Es una lucha que ha costado mucho a los ilustradores y que todavía no es del todo reconocida. No todos los ilustradores somos capaces de crear un trabajo autoral, pero sí hay muchos ilustradores que han aportado algo muy importante.
¿Por qué en la Luna? Porque siempre estoy imaginando, ensoñando. Y cuando estás ilustrando, ¿dónde está tu mente? Cuando estoy ilustrando es muy curioso porque hay una parte del trabajo que demanda presencia, pero hay otra que te obliga a la fuga. Este trabajo te da mucho permiso de estar donde quieras. Y yo me fugo mucho con la música, con el radio. Son como acompañantes de una parte de mi proceso. ¿Para quién ilustras, mucho más allá de las editoriales? Para los niños, mi público fuerte son niños de primera infancia o niños de 5 a 10 años. ¿Qué poder tiene para ti una imagen? El lenguaje visual es tan importante como el
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¿Cómo es el proceso de ilustrar un libro? ¿Te mandan el texto o dialogan ilustrador y escritor para crear juntos un libro? Es súper diverso, se puede dar de muchísimos modos. En mi caso, ha sido todo absolutamente práctico: me llaman de alguna editorial, saben lo que hago, para qué público trabajo y saben lo que quieren y me dicen “oye, hay esta historia para ilustrar ¿te interesa o no?” Entonces, leo la historia. Y sí hay historias con las que te identificas de inmediato, que sientes que puedes fluir muy fácil con ella y las haces. Y hay veces que no.
¿Por la temática de la historia o…? Porque simplemente son temáticas que te pueden no interesar o que te pueden conflictuar, ¡qué sé yo! Siempre es como divertido asumir un reto de algo que no te gusta, porque siempre vas a aprender algo. Entonces, a mí me pasa que me ofrecen un texto y hay textos que me gusta mucho y hay veces que no, y a todos digo que sí. Cuando tienes el texto en tus manos ¿viene la imagen de golpe o muchas ideas y las vas puliendo? Pues, yo creo que lo primero. Mi proceso es siempre así: te llega un texto y lo lees muchas veces, porque yo creo que hay un periodo donde tienes que sentir la historia más que entender, tienes que encontrar el corazón de la historia porque siempre hay como un hilito de dónde jalar para que salga la narrativa. Y mucho sucede primero en la cabeza de estar preguntándote cómo, dónde, cuándo, qué te están pidiendo las historias. Porque las historias piden personajes, ambientes, narrativas. Después, documentarte porque igual te está pidiendo un ambiente desconocido. Entonces, un tiempo es de pensar, otro es de ver y otro es de dibujar, encontrar los personajes y el espacio de ellos que los haga existir, moverlos y que dialoguen con el texto. Después lo mandas a revisión con tus editores. El autor rara vez interviene en esto. Y si les parece bien la propuesta, te dicen vete al color.
¿Y el editor decide en blanco y negro sin ver los colores de la imagen? Sí, porque en el dibujo se da cuenta del cómo estás proponiendo narrar la historia o acompañar el texto, de los personajes que hiciste y, en general, de cómo percibiste la historia. Entonces, te piden una prueba de color para ver cómo vas a resolver el trabajo, porque a veces lo que tú piensas que puede ser un boceto en color, hasta para uno mismo, puede ser sorpresivo. Por eso les tienes que mandar una prueba de color y la tienen que aprobar. Luego, te dicen ya síguete con todo. ¿Cuando estás trabajando la imagen, se cruza en tu mente el destinatario? Sí, yo creo que siempre debes pensar en tu público, sobre todo cuando es tan específico. En mi caso, sí pienso mucho en los niños, en acercarme a ellos. ¿Cómo equilibras el mundo creativo con el mundo real? Creo que son dos cosas que no se tocan mucho porque en el mundo de la ficción, de la narración y del dibujo, estás en un mundo muy irreal; es más, estás deseando que el mundo sea otro. Siempre quisieras hacer una recreación del mundo que no vivimos, sea real o sea fantástico, pero siempre estás con la idea o con la intención de crear mundos alternos. El mundo en que vivimos no está muy bonito.
¿Tú mandas dibujos en blanco y negro? Sí.
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Justo llegamos a la pregunta ¿alguna vez has imaginado un mundo feliz? Pues sí, pero no precisamente porque tenga que ser un mundo idílico donde no suceda nada que pueda disgustarnos. Siento que el mundo feliz es ese mundo donde somos capaces de lidiar con mucha empatía y con mucha compasión ante lo que sucede. Para mí un mundo complejo, como en el que vivimos, puede ser un mundo feliz. ¿A pesar de su complejidad? Sí, o justo por su complejidad, un mundo como el que vivimos nos enfrenta a un esfuerzo mucho mayor como seres humanos, como ciudadanos, como padres de familia, como profesionales. Nos enfrenta a desarrollar más habilidades y a tener más recursos para enfrentarlo. Eso puede ser una circunstancia feliz: que vivas en un mundo que te esté demandando lo mejor como ser humano. Para mí un mundo feliz es un mundo consciente, un mundo donde la humanidad tome conciencia de la capacidad que tiene de incidir en ese mundo y de su capacidad de transformarlo. ¿Y qué le quitarías a este mundo real para que se acercara a ese mundo feliz? Hay muchas cosas que uno no quisiera, por ejemplo, ahora es un mundo muy violento y nadie querría la violencia expresada en ningún modo en la vida. También vivimos en un mundo donde hay mucha indiferencia, mucha falta de sensibilidad, mucha inercia a vivir de cierto modo sin cuestionarnos si este modo de vida que tenemos es bueno o malo, nos hace bien o nos perjudica. Yo si pudiera abogar por algo, abogaría porque se eliminara el consumo de esta vida, como el exceso con el que vivimos ahora a pesar de la precariedad, siento que es un mundo ávido de consumir lo que sea. ¿Tienes colores que representen la felicidad? Por ejemplo, si quieres una imagen feliz, la tienes que pintar de ese color. Yo creo que sí, todos tenemos una tendencia natural a identificar colores con estados de
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ánimo. Los colores vibrantes e intensos siempre te van a hablar un poco más de estados de alegría. Para la felicidad, me gusta el rojo porque es intenso y siempre me acerca a una idea de algo muy vivo. ¿Crees que el arte es una puerta para otros mundos posibles? Yo creo que es el medio ideal a través del cual accedes a un mundo de sensibilidad y de percepción y de recreación infinita. El arte es como la materia de donde surge absolutamente toda la capacidad de ensoñación del hombre, de pensamiento, de todo el torrente creativo del hombre. Es decir, no es una distracción, sino una forma de percibir otras posibilidades. El arte siempre ha sido esa manera de dialogar con tu entorno, con tu comunidad, con lo humano, con lo que está fuera de lo humano, con lo íntimo. ¿Y “El Semillero” es un pedacito de tu imaginario de mundo feliz? Por supuesto. Sí, claro. El semillero da mucho sentido no solamente a mi trabajo sino al modo en que estoy en la vida. Hay una posibilidad de ser parte de una comunidad de un modo bien diferente. Lo que me satisface mucho es que se van creando lazos de afecto, porque independientemente de lo que hagas con ellos —o sea, yo podría ir a jugar, leer, pintar, cantar o a lo que sea— se crean lazos de amistad, de cercanía donde todos somos importantes para todos y donde todos establecemos casi una tregua para oírnos, para vernos, para compartir algo juntos. Y para mí, ése es el suceso.
¿Qué pasa en el corazón de Martha cuando termina una ilustración? Son vitales los procesos que me hacen entrar a mi trabajo, hasta la pausa de vida, de aislamiento. Todo lo que sucede mientras trabajo me fascina y cuando acabo estoy muy contenta. Yo suelo casarme mucho con mi trabajo, entonces me gusta estar sola cuando estoy en el proceso, me encierro; pero cuando se termina también disfruto salir, sentir el aire, ver el sol, pasear y hablar con alguien. ¿Y en este encierro dialogas con tus creaciones, con tus personajes?, ¿hablas con ellos, ellos te hablan a ti? No tanto con la obra. El trabajo es mucho más práctico, pero el tiempo de trabajo sí me permite establecer un diálogo paralelo con la lectura. Es curioso, pero cuando tengo muchísimo trabajo es cuando más leo o escucho más cosas, porque en un encierro prolon-
gado, mientras paso cuatro meses haciendo un libro entonces mi manera de sostener ese espacio es con amabilidad, valiéndome de la literatura, el radio, la música. Entonces sí estableces un diálogo, se empieza a orquestar algo alrededor de ese periodo de trabajo que es muy bonito, muy revelador. Para mí, ese espacio de trabajo es un espacio de mucha observación a todo lo que pasa en mi mente. Pareciera como si algo se constelara para ofrecerte un discurso, nunca sabes qué va a ser, es inesperado, tus lecturas que de pronto tomas y esa lectura empieza a darle mucho sentido a ese momento de vida y de trabajo. Siempre que estoy en este momento tengo a lado una libreta porque están
Arte gráfico de Martha Avilés
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surgiendo ideas que no tienen que ver estrictamente con el trabajo pero que ayudan, son inquietudes, temáticas, historias que yo quiero explorar. Si pudieras crear una imagen que diera felicidad a los niños ¿cuál sería? ¿o cómo sería esa imagen? Pues yo no sé cómo sería, pero sí sería algo donde los niños se sintieran muy identificados, reconocidos. ¿Crees que en la producción editorial hay niños excluidos y niños privilegiados con esas historias? Sí por supuesto. Por ejemplo una de las cosas que me interesa mucho es justamente la representación de esa infancia que no aparece en ningún libro, de la infancia que es violentada, excluida, rechazada. No hay libros donde existan esos niños. Pareciera que también hay una idealización en la representación de las temáticas de la infancia. Yo sí veo que hay niños que no se sienten identificados con lo que se hace para ellos. Yo me pregunto por qué no se piensa en los niños que viven en circunstancias de calle cuando se hace un libro infantil. Los niños que trabajan tampoco se representan. Sí hay una representación idílica acerca de la infan-
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cia y de las temáticas de la infancia. Una de las cosas que me interesaría representar es ese lado de la infancia, todo el valor que hay por más violentado que sea, por más precario que sea. En esos niños hay riqueza y hay posibilidades que no son vistas Es una forma de violentar su propia concepción de mundo... Sí, pareciera que la infancia aceptada, soñada, deseada, retratada debería ser eso y hay infancias que son muy cabronas, que se viven con mucha dificultad y con mucha carencia y no por eso dejan de ser espacios dignos de ser vistos y enriquecidos de muchas maneras y validados. Entonces, cuando tú les lees a esos niños y ves su asombro y su pasmo y su maravilla y… es que se quedan a veces como sobrepasados por lo que ven. Que pareciera que están vírgenes a todo. Una empresa titánica, ¿cómo lograr eso que tú propones? Que es necesaria, fundamental, pero en este mundo donde tendemos a hacer más grandes las diferencias entre uno y otro. Pues yo no sé cómo, pero fíjate que una de las cosas en que justamente tengo mucha inquietud de hacer ahora, es hacer algo para ellos. O sea, poder hacer una historia donde ellos...
Donde ellos sean los protagonistas... Sí, donde ellos sean los protagonistas y sean los protagonistas sin esa mirada lejana de ellos mismos, sin que tengas que caer en “ay, es que pobrecitos niños, necesitan esto” ¿no? como si toda la relación que se pudiera establecer con ellos sea la dádiva y no el reconocimiento así de humanidad a humanidad, porque eso somos. Entonces ésa es justamente una de las cosas que yo quiero…, si yo pudiera hacer un proyecto personal, me encantaría hurgar en esa expresión, en el desarrollo de temáticas y de libros cercanos a esa infancia. Pienso un poco en los niños que tienen la posibilidad de tener la infancia que a todos nos venden ¿qué imaginan?, y estos niños que tú mencionas también imaginan pero cosas totalmente distintas. La capacidad de imaginar la tienen los dos, pero una ya está marcada… Sí, marcada, encasillada, encaminada. Y los otros son como más libres de imaginar... Sí. Yo, por ejemplo, veo a estos niños que tienen o gozan de una libertad envidiable y de un aprecio en cosas que no ves en otros niños. Todos aspiran a lo mismo que aspiran todos los niños y todos quieren tener la tableta y el teléfono celular y conocer lo que no conocen. Sí, yo creo que sí es muy difícil salir de esos clichés que se establecen socialmente o de esos paradigmas económicos. Pero al mismo tiempo te das cuenta de que también, cuando estableces una relación como que tienes un encuentro más afectivo, con esos niños se pueden generar otras cosas; y todo eso (la tablet o el teléfono) puede quedar hasta en un segundo plano, porque son niños que por otro lado tienen un aprecio a otras cosas que muchos niños ya no tienen. Y ellos trabajan en un lugar súper bonito, están rodeados de plantas y de flores y casi no hay ninguno de ellos que sea indiferente a eso, aunque en su entorno muy cotidiano podrían dejar de verlo; sin embargo, todo el tiempo te
están señalando que qué bonitas son las plantas y ellos se siguen maravillando de eso. Y son niños…, como que ves que establecen relaciones familiares de otro tipo porque saben que ellos tienen un papel a desempeñar en su familia. Ellos son proveedores también, ellos tienen que trabajar, ellos son sostenedores, en parte, de la economía de su familia y eso los hace sentir y ver la vida de un modo bien diferente. Con todo y lo mal visto que la infancia debe estar excluida del trabajo. Más que trabajo, ellos lo viven como una manera de ser parte de su familia, de contribuir a su familia. Y están aprendiendo, y ese aprendizaje también les da valor, les da independencia, los fortalece porque no son niños que estén obligados a trabajar. Sí tienen obligación de trabajar porque tiene necesidad su familia de hacerlo, de que ellos se incorporen a su trabajo. Pero yo creo que eso les da valor a la vida de esos niños porque no están renunciando ni a su educación ni a su tiempo libre ni a su juego por trabajar. Yo creo que estos niños tienen una capacidad imaginativa muy grande... Mucha frescura porque parece que están abiertos a todo. Entonces yo misma me sorprendo, porque tú mismo podrías pensar que hay temáticas que podrían ser difíciles para ellos, “Ay, ¿cómo va a entender este libro. Cómo le voy a llevar esto”. Y me doy cuenta de que mientras más loco sea lo que les propongo más entusiasmo despierta en ellos. Son niños así como todos los niños del mundo, un estallido de entusiasmo, todo está eferveciendo en ellos. Muchas gracia, Martha. Por nada, Pedro ¿ahora sí te ofrezco algo? Vamos a tomarnos un cafecito.
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Vita-haiku
Pedro Ángel Ramírez
San Francisco de Campeche, Cam
En el silencio escucho la soledad que no tiene voz. El Sol declara a nube acalorada su efímero amor. Mil desperdicios y una bandera verde iza la hormiga.
Sólo la tinta con garabatos falsos roba palabras. Cada amanecer sombra y luz se despiden con tibio beso. Mula y arado lastiman al páramo buscando vida. Al final del día me abraza el cansancio, ladrón de sueños.
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Mundo nuevo
Selene Guillén
San Francisco de Campeche, Cam
M
i inspiración cansada, buscando nuevo mundo, tropezó con tu mirada, mirada verde mar. Me pierdo, me hundo, impactado mi pensamiento quedó mudo. Naufragar en tus ojos a través de ellos llegar, al cielo que se adivina cuando a la distancia me recorres la piel y el alma se me eriza. Tu aliento entrecortado, la humedad de tu ser en la mía, la mejor fantasía. Imagino un mundo feliz solos..., tú, yo amar reflejándome en tus ojos verde mar.
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Condiciones
Rosario G. Towns
Tlalnepantla de Baz, Estado de México
en mi habitual ocupación de estar en silencio Antonio Castañeda
S
i hallara el unicornio azul de Silvio y reparara la primavera con una esquina rota de Benedetti; si supiera dónde estarán los amigos de ayer de Pablo o sorprendiera a Vallejo pintando sus heraldos negros. Si calmara la canción desesperada de Neruda y suturara a tiempo la arteria rota de Icaza; si entonara segunda en el canto a la Argentina de Darío o me presentara ante Sabines con la flor del domingo. Si hiciera un collar con redondillas de Sor Juana y diera a Cernuda una pista de dónde habita el deseo; si soltara a vuelo el cuervo de Poe o para el himno de Borges, vistiera de gala. Si mirara a Plaza sin decirle nada e hiciera a Mistral aceptar que todo pasa por que Dios lo quiere; Si fabricara para Machado el marco ideal a su retrato y fuera las voces del agua para que Nervo me oyera. Si ofreciera a Castellanos el vaso para su valium 10 o comprara mis cigarros en la tabaquería de Campos; si tejiera para Bécquer la música de sus rimas e inventara un margen para el vuelo sin orillas de Girondo… entonces, sería Poeta. Ya encontraré la forma; por ahora fumo y me callo.
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Llueve gratuita Aarón Montero
San Francisco de Campeche, Cam.
L
a mujer llueve gratuita está feliz
tiene poco tiempo de ser mujer repasa sus adentros, soy su huésped. ¿De dónde viene? ¿A dónde va? No sé, pero la mujer llueve gratuita es un espectáculo gracia para los ojos breve escala para las manos se escapa entre los dedos
Zona de tolerancia
la mujer llueve despacio viene a raudales con dardos letales de felicidad.
Arte gráfico Ramón Arcila Coincidir en el mismo tiempo y en el mismo espacio
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Y grita fuego Iván Medina Castro Ciudad de México
a Fernanda García Hay cosas que están ahí. No sé si en la mente o en algún otro lugar que no alcanzamos a identificar. Probablemente habiten en el entrecuzamiento del mundo interior con el exterior. Bernardo Esquinca
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E
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l día que visité la corporación farmacéutica me invadió una sorprendente sacudida de intenso calor. Raro en invierno, pero con eso del cambio climático a las cosas meteorológicas más fenomenales tendremos que acostumbrarnos. Pero como dije, fui a Bayer nada más porque alguien me había dicho que por aceptar un tratamiento médico, a prueba, pagarían mucha plata. No podía despreciar la oportunidad, el año apenas pasado trajo incertidumbre. Ya estaba harto de quedarme en casa aguantando las quejas de mi mujer y los llantos de mi hija. Por momentos, yo también quería llorar y lamentarme cuando no lograba vender las tapas de las coladeras que mi amigo Víctor y yo robábamos de las calles, pues apenas tenía para adquirir algo de pan de centeno, salchichas y la leche en polvo para la niña. Pero nunca lo hice, no tenía con quién hacerlo ni tiempo para eso. En una noche de esas, de total desesperanza; fue cuando recibí la llamada de Víctor con la propuesta. Ya en la recepción, una señorita, vestida como para ir un domingo a adornar con tulipanes la tumba de su marido, me atendió con desmedida cortesía convenciéndome de participar en el estudio. Tuve mis dudas pero aquel ser risueño me aseguró que nada negativo Coincidir en el mismo tiempo y en el mismo espacio
podía pasar. Salí del complejo y afuera estaba despejado, había un soplo de viento muy suave que hacía temblar las hojas de los eucaliptos. Por un momento, también temblé al recordar que sostenía entre mi brazo un folder con el contrato de aceptación: voluntaria, debidamente informado y sin ningún tipo de amenaza. Me senté en una banca mientras esperaba el transporte público y leí con detenimiento las disposiciones a seguir hasta dar con unas letrillas que decían: "La compañía químico farmacéutica se abstendrá de responder dado el caso en que el medicamento ingerido cause cualquier complicación inesperada o algún efecto secundario". Después del primer mes de ingerir cada mañana una gragea púrpura, las cosas en el hogar nunca antes fueron mejor. Yo me sentía pleno, en el rostro de Fernanda volvía a manifestarse la dicha y las carcajadas de mi hija rebosaban a cada instante; incluso, mi esposa permitió que tuviéramos relaciones sexuales detrás de meses de no hacerlo. Transcurrido el primer semestre del tratamiento, mi vida era feliz. Hasta que de pronto, durante mis noches de sueño, tuve la sensación de oír una danza de voces amplificadas en mi mente que irrumpían demandando desatar el fuego proveniente
del Averno. Eran voces desquiciantes como un enjambre, o a veces, parecidas a un susurro que se confundía con la brisa. Externé mi malestar a Fernanda y ésta me recomendó consultar a una pariente siquiátrica suya, y aunque el tratamiento de barbitúricos dio resultado en un principio, las voces castradas que resonaban como un diapasón dentro de mí, regresaron demandantes y con mayor intensidad. Los días desfilaron así, llenos de ansia y sometimiento. En un estado de sopor y una extraña fase de duermevela. Vivía con la obsesión de hacer sonar el reino imperecedero de la oscuridad iluminando con llamas sus campanarios. Hasta que un día, un pesado y calcinante silencio se apoderó del ambiente. Llegué muy noche a casa, la habitación estaba a oscuras y
hacía mucho frío. No encendí la luz pues no quise despertar a Fernanda. Me metí a la cama y gocé de su calidez. Por la mañana, Fernanda subió el volumen del televisor y la Deutsche Welle anunciaba: “un gran incendio fue provocado en un asilo de ancianos, las llamas eran tan densas que alumbraron por horas el cielo nocturno de Dresden como estrellas centellantes”. En eso, Fernanda, mientras mezclaba mi pastilla púrpura con avena, me reclamó con enfado por qué había dejado la cama oliendo a hollín. No supe qué responder, en vez, solté un suspiro largo y profundo. A continuación, miré mi rostro ante el espejo y sentí cómo las piernas se paralizaron y cómo el terror se arrastraba hasta las raíces capilares. Fue la primera y última vez en experimentar semejante sensación.
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Concierto Felipe Gaytán
Ciudad de México
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oy a sembrar en tu vientre una arboleda de parajes extraviados. Pájaros con alas de metal que destruyan fronteras y me lleven a ti aunque estés muy lejana. Mujer con girasoles, niña nadando en el espejo, álamo en la playa. Voy a sembrar en tu vientre Mariposas de obsidiana, una lluvia de estrellas junto a un lobo marino, un violonchelo sobre un barco de espuma.
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Y a las tres de la tarde daré un concierto entre sábanas blancas. Y a las tres de la tarde, voy a gritar tu nombre aunque estés muy lejana.
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Centro Cultural Coincidir A.C. Te invita a participar en sus actividades de escritura creativa y disfrute de la lectura.
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❧“Había una vez...” y Lectores Coincidentes Salas de Lectura
Dossier del siguiente número:
El placer lengua de la
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Despierta tus capacidades creativas.
ISSN 2007 - 350 X
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año 6, 3a. época, octubre-diciembre de 2017 número 21: Imaginarios de un mundo feliz
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