81. Premio Estatal de Cuento Naturaleza Sociedad.

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81 Cuentos

Publicación de la Secretaría de Medio Ambiente. Septiembre de 2021

“El esplendor de lo que no tiene voz ” Vanessa Hernández Fernández

“Último tour a casa” Abril Medina Martínez


“EL ESPLENDOR DE LO QUE NO TIENE VOZ (LA BELLEZA DE LA NATURALEZA)”

Vanessa Hernández Fernández

• RECREACIÓN • ACTIVACIÓN FÍSICA

ESPACIO

sy gos para niño • Área de jue niñas. s, donde stas infantile e fi e d a re Á • de izar tu fiesta puedes organ cumpleaños. l aire libre. • Auditorio a máticos. • Jardines te Parque Ecológico El Chapulín

• ACTIVIDADES CULTURALES • EDUCACIÓN AMBIENTAL

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• Activida IVIDADES des e dirigidas a ducativas escuelas y grupos organizad os. • Talleres y cur ambientale sos con temas • Exposic s. iones tem pora • Eventos culturales les. y artístico • Activida s. des depor tivas, culturales y de salud .

Más información al teléfono: 844 111 19 69

“ÚLTIMO TOUR A CASA” Abril Medina Martínez


“El esplendor de lo que no tiene voz (La belleza de la naturaleza)” de Vanessa Hernández Fernández La colección Bordeando El Monte es una publicación de la Secretaría de Medio Ambiente

Miguel Ángel Riquelme Solís Gobernador del estado de Coahuila de Zaragoza Eglantina Canales Gutiérrez Secretaria de Medio Ambiente Olga Rumayor Rodríguez Subsecretaria de Recursos Naturales Margarita Alba Gamio Directora de Cultura Ambiental Cuento: “El esplendor de lo que no tiene voz (La belleza de la naturaleza)” 1er lugar en la Categoría Juvenil Premio Estatal de Cuento Naturaleza Sociedad 2021. Autora: Vanessa Hernández Fernández Cuento: “Último tour a casa” 1er lugar en la Categoría Juvenil Premio Estatal de Cuento Naturaleza Sociedad 2022. Autora: Abril Medina Martínez Francisco Chaires Diseño Bordeando el Monte. Núm. 81 Septiembre de 2021

La Secretaría de Medio Ambiente no se hace responsable del texto. Las ideas presentadas son

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ara entender lo que voy a contarte, primero tendrás que creer en lo imposible, ¿Podrás?. Existen unas criaturas a las que yo les llamo las bestias, suelen ser peligrosas cuando se sienten amenazadas, o no logran conseguir lo que quieren. De vez en cuando atacan sin dar aviso, así es como veo a los demás, bueno, empecemos desde el principio. La luz del sol se filtraba por mi ventana, de fondo escuchaba a las aves cantar, solía ser relajante cuando los coches no lo interrumpían. Recuerdo que ese día me levanté y me cambié como de costumbre, para después salir un rato a tratar de despejar la mente. Desde muy chica, he tenido muy en claro lo que las personas quieren; pienso que el problema de nuestra época es que la gente no quiere ser útil, sino importante y por eso deciden afectar nuestro entorno, incluidos a ellos mismos solo por la ¿comodidad? o ¿estabilidad? para tratar de demostrar algo; entre otras cosas. Digo, ¿como puedes dañar algo que te da todo y no sentir el más mínimo respeto?…. bueno…. Lo que no se tiene no se puede adquirir aprendiéndolo… sabiendo que nosotros somos los invitados aquí. Después de un largo tiempo decido ir a mi lugar favorito: un espacio abierto y con árboles alrededor, me recuesto debajo de uno de ellos y volví a sentir esa conexión que desde muy niña sentía cuando estaba en sitios donde la naturaleza era lo único que estaba presente. Por esos lugares no había gente así, que hablaba en voz alta y siento que los arboles, el césped, el lago y los animales me escuchan más que las personas; sé que incluso llega a sonar algo extraño, pero es verdad, sé que le hacen daño y no puede decir nada lo entiendo. La naturaleza era mi escape de la realidad, al ver su esplendor es impresionante para mí, es difícil abrir los ojos en una sociedad tan perdida; sé que estamos viviendo dormidos y cuando logremos despertar, no habrá nada y la naturaleza habrá pagado por nuestros errores, cuando ella pide a gritos que la salvemos. Sé que suelta alaridos, sé que su alma se quiebra y con ella sus deseos de que algún día podamos despertar pero ellos no lo hacen, esas criaturas no aprecian su belleza ni lo importante que es, ahora le espera una dura batalla en la que tiene que salvarse para no desaparecer. Ésta sensación me sienta fatal, al saber que no puede decir nada al ver como su luz se apaga lentamente; aunque lo entiendo, si esas criaturas se destrozan por la envidia, el poder y ver quien tiene el título más alto; entre otras cosas (aún no le encuentro el sentido, por que realmente son mínimas); cuando llegue la hora de partir no se llevarán lo que en su momento generaron, como el dinero o reliquias solo, les quedaran los 3


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recuerdos y esos sueños perdidos, aunque bueno, si ellos mismos se hacen daño como no le harán daño a algo más. Tenemos que apreciar esas grandes o pequeñas cosas que nos brinda la naturaleza, sus vistas, sus recursos, sus maravillas y estar felices si se deja ver un arcoíris, si sale el sol o si llueve; es por que sé que la belleza de la Tierra, la miramos, pero no la vemos, sé que la oímos, pero no la escuchamos; caminamos en una cuerda floja, estamos contra tiempo y sé que como hay bestias que no la aprecian como se merece, hay otras que si la protegen a esas les llamo luces blancas. Hay muchas de esas alrededor del mundo, que hablan por ella y buscan pegar esos pequeños pedazos que se creían perdidos; pero seamos sinceros, tal vez sean un poco más las bestias que hacen daño, trato de ser optimista sobre esto y seguir creyendo en las luces blancas. Esto sigue siendo una lucha constante, pero tal vez no este perdida, tal vez podamos recuperar todos los fragmentos, hay que aprender a disfrutar de las pequeñas cosas; sigo reflexionando sobre todo esto…y si algún día el sol y la luna dejarán de brillar, si el mar se secara, si los árboles desaparecieran, al igual que los animales ¿que pasaría? ¿Qué sería de las bestias? Es muy triste y contamina, no podemos revertir la muerte, por más tristes que nos ponga, pues los muertos se quedan en el pasado, algunas cosas son para siempre, no hay manera de regresar y eso nos hace pensar que la realidad con frecuencia es decepcionante y que las bestias no son capaces de ver las consecuencias. Debes darte la oportunidad de mirar y escuchar lo que la naturaleza te dice, los secretos que la tierra tiene guardados en lo más profundo, entender sus susurros, cantos, risas y llantos y en ese momento cambiara tu forma de pensar y ver las cosas; tengo fé de que algún día las bestias se den cuenta y se conviertan en las luces blancas. Aunque... ¿como podrían ser dignos de ella? si todos son asesinos, siempre rascando en la superficie y jamás ven el interior, un error muy común y cuando la tierra empiece a reconstruirse ¡Puum! El destino le aventará rocas y las bestias atacaran de nuevo hay que evolucionar y he llegado a la conclusión de que la inteligencia no es un privilegio si no más bien un don; uno que se debe apreciar y valorar, entonces este será su bienvenida a casa y la tierra podrá regenerarse. Bueno, si no creemos en las llamadas “bestias” ¿quién más lo hará?, Puedes pagar por ellos, por esos errores pero los daños son irremediables. Todo el mundo le teme a algo en especial a lo que no conocen y creo que esa es la razón por la que las bestias actúan así ¿Por miedo?, tal vez pero quiero que esta historia se haga escuchar, quiero que esta experiencia de mi pensamiento se dé a conocer y tal vez así se empiece a valorar la belleza de los que no tiene voz, lo bello que puede ser ver, un atardecer o apreciar la sombra bajo tu coche y convertir esas bestias en las luces blancas.

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“Último tour a casa” de Abril Medina Martínez

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ladimir era un triste mago que vivía a la sombra de lo maravilloso que fue alguna vez. No tenía más repertorio y tampoco creatividad para inventar nuevos trucos. Harto del abucheo en cada teatro y feria donde hacía su espectáculo, decidió tomar vacaciones y volver a casa de su madre. Ahí le adulaban hasta por sacar de la baraja el naipe que no era. Su lugar de origen era un pueblo pequeño, enclavado a la mitad del desierto, donde antes no se paraba una mosca. En Cuatro Ciénegas vivió su niñez entre humedales y arena; pero el paraíso de su infancia se convirtió pronto en un centro turístico, en el cual la gente a veces no se podía comunicar por fallas del servicio telefónico. Aun así, la madre contestó el celular y escuchó cómo su enorme bebé lloriqueaba porque ya no tenía éxito en la vida. Le dijo que necesitaba su apoyo. Con tal de que aceptara su regreso, Bladimir prometió que nunca le faltaría agua porque haría llover con una danza que aprendió en una tribu apache. También le juró que recuperaría la señal del Internet con un encantamiento que le enseñó un monje del Tíbet para comunicar a todos, sin preocuparse por el Wi-Fi gratis. E incluso dijo que aplacaría el ventarrón que siempre volaba su ropa del tendedero con una ofrenda compuesta por alas de hada y plumas de Pegaso. Tanta era el ansia del retoño ilusionista que casi le promete los milagros de Jesucristo. Como toda madre que lleva a su hijo en el corazón, ella aceptó la oferta, resignándose a pensar de nuevo por dos. Camino a la estación de autobuses y con minutos de retraso, Bladimir maldecía por el calorón, por las maletas que cargaba y porque una anciana delante de él ocupaba la banqueta con su silla de ruedas. El mago ponía su cara de mil colores, ya sea por la rabia o el bochorno, repetía en su cabeza que aprender a teletransportarse hubiera sido de gran ayuda. Tan despistado, a Bladimir por fin se le prendió el foco. Claro que podía hacerlo. No era un inútil como decían los periódicos. “Presto, presto, mándame a casa, aunque sea en arresto”, murmuró y apareció bajo el arco de bienvenida. Eso sí, casi le atropellan porque su llegada fue súbita y lo dejó a mitad de carretera. Emocionado por viajar velozmente y sobrevivir al tráfico de Semana Santa, lo primero que buscó fue una tradicional nieve de su terruño. Hizo fila con cubrebocas y esperó bajo el sol de mediodía. Tanto se le calentó la cabeza, que cuando vio el menú de las nieves concentró su enojo en uno de los sabores: Nieve de mariposa monarca. Al haber crecido en un sitio tan bello por sus manantiales, riqueza biológica y dunas de yeso, 5


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Bladimir era un fiel ambientalista y gritó a la mujer que despachaba: ¿Cómo es posible tal hipocresía y horror? ¿Cuidamos a nuestras especies locales del ecocidio, pero condenamos a las foráneas a la extinción? ¿Protegemos el endemismo de nuestra tierra, prohibiendo la pesca y caza; pero hacemos nieve de mariposa monarca? ¿Qué sigue? ¿Agua fresca de oso polar? ¿Paleta de hielo sabor koala? ¡O mejor aún, postres fríos de hipopótamo…! La mujer no se defendió; se limitó a abrir la heladera y le dio a probar. Más indignado todavía, Bladimir no comió de la cuchara y, furioso, le tomó foto al letrero: #petfriendly prayformariposamonarca. Sin embargo, su post con la imagen no llegó a redes sociales y, tragando su furia, recordó el conjuro del Tíbet para telepatía. Alzó su varita y dijo: “Pam, pam, somos cadenas de spam”. La fila de la paletería explotó en carcajadas e, incluso, en la calle se oyeron otro par. De inmediato, la mujer le enseñó la receta: nieve de guayaba, melón y algunas moras. No fue necesario hablar. En su mente vio que su crítica se hizo viral, retuiteada por criticones iguales a él. Genio, se le llama así por su apariencia, dijo alguien en la nueva red de neuronas compartidas. El mago canceló su berrinche, pero no el hechizo. Así, lo que decías para ti, incluso en tus adentros confidencialmente, aparecía en la materia gris de todos. Desde entonces, la gente de Cuatro Ciénegas perdió el gusto por el chisme y las redes sociales. Nadie tuvo privacidad de nuevo en actos ni pensamientos. Todo mundo sabe todo sobre su vecino. Bladimir fue la primera víctima del nexo mental, ya que fue la burla de cada peatón en el camino a casa. Pero la cosa no quedó ahí. Como la señora que lo atendió no conocía a su mamá, le vendió la nieve a precio de turista. El mago no toleró el abuso y mejor pidió tres paletas de hielo.“Son 120 pesos”, le dijo la mujer.“Válgame”, dijo Bladimir. “¿Están hechas con agua bendita del Vaticano o el palito es una astilla de la Santa Cruz?” El bebote pensó en acusarla y armar un pancho con la dueña; pero humillarla en público no dio resultado antes y decidió hacer justicia por su propia mano: “Vieja carera, si tanto le gusta el dinero, conviértase en moneda”. Como nadie le dio su cambio, agarró el dinero recién hecho y se marchó. Cuando llegó a casa, recibió una cálida bienvenida y no quiso arruinar el reencuentro con su mamá. Pronto restauraría a la señora a su estado natural. Bladimir subió a descansar a su vieja habitación. A la mañana siguiente, aburrido del encierro y saturado por el tráfico mental, aisló su cerebro del ruido aquel y decidió explorar los lugares turísticos. Si no fuera por la teletransportación, le reventaría la bilis saber que estaba a una hora de todo. 6

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Su primer destino fueron las dunas de yeso. El sol se reflejaba sobre la tierra blanca. “¿Sólo hay arena aquí? Mínimo una alberca”, pensaba el mago durante el recorrido. De ahí provino su siguiente idea:“Plas, plas, aquí nos falta llorar más”. Pronto el grupo del camión comenzó a berrear con abundantes lágrimas y éstas inundaron el paisaje con todo y cangrejos. Pero al agua salada se filtró por el suelo y sólo quedó un repulsivo olor a humedad. Empapados y con algas escurriendo por los ojos, los turistas vieron a Bladimir con rencor. Por su enlace cerebral, entendieron que él era el autor del conjuro. Cuando el ilusionista quiso huir de escena, llegó un guía turístico a detenerle. “Si no te gusta mi magia por amargado, deja de molestar y conviértete en pescado”. Lo alzó de la cola y preguntó si alguien más le impediría disfrutar su reciente océano recién deshecho. Todos negaron con la cabeza, así que el mago aventó el pez, se quitó la camisa y fue corriendo a darse un chapuzón en el lodo blanco. Incómodo por las miradas y la arena en los calzoncillos, Bladimir se retiró del lugar hacia el parque Río Mezquites. No llegó ni a la entrada. Mejor se sentó y cambió su atuendo, al estilo de un jeque árabe. “¿Qué hace usted aquí?”, le dijo el guardia. “Sólo estoy viendo, gracias”, dijo Bladimir. “Nada más me alcanzó para reservar este pedacito. Sin palapa, sin comida y sin ganas de vivir”. “Levántese”, insistió el empleado. “Cobran 200 pesos por persona”, dijo el mago. “No puedes llevar tus bebidas ni snacks, tampoco un pollito asado. Dicen que te revisan hasta las muelas por si llevas comida atorada aún”. El guardia le amenazó al oído para abandonar el lugar porque el uso de suelo estaba reservado exclusivamente para clientes. Bladimir se puso de pie y cruzó el sendero hasta la poza azul, otro hermoso paraje del área natural protegida. Encantado con el color turquesa del humedal, tomó varias fotografías; pero no las pudo subir a sus redes sociales por falta de señal. El coraje le dio más hambre. Miró hacia el fondo del manantial, descubrió una suculenta fauna marina y pensó: “Qué ganas de una mojarra empanizada o una sopita de tortuga”. Así se mandó un nuevo hechizo: “Con los animales del pozo, hazme un banquete sabroso”. Más de 100 platillos aparecieron sobre la mesa de su palapa. El glotón casi se termina hasta la última mojarra endémica si no fuera por la gente de CONANP. A lo lejos se les podía oír: “¡Alto, señor! Nos va a dejar sin especies. ¡Cuidado, que no se les vaya!”. 7


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Bladimir se levantó y dijo:“Los defienden por superiores. Pero, ¿si ustedes fueran inferiores? Chin, chin, que se los coman machín”. De la poza azul brotó un sinfín de monstruos marinos. Había tentáculos de Kraken, La Cosa del pantano (región 4C), una tortuga kaiju pariente de Godzilla y hasta un cuello largo del Lago Ness. Guardaparques y turistas corrieron por su vida, mientras Bladimir se esfumaba en una nube de confeti. De regreso a casa, el mago vio una multitud afuera hablando con su mamá. Cuando lo vieron, la gente lo persiguió para lincharlo. Bladimir, lleno de comida y cansado, escapó a la plaza principal; pero le faltaba el aliento y pronto le darían alcance. Probó un truco más: “Que no me atrapen los payasos. Conviértase todo en feria para extraviarlos”. Juegos mecánicos, carpas de circo, saltimbanquis, bufones y malabaristas salieron a su alrededor. Nadie más le perseguía; pero el ilusionista supo que volver no era una opción. “Pueblo tonto y trágico. Den gracias que ahora sí es mágico”, dijo Bladimir antes de esfumarse y fundar un nuevo destino para agencias de viajes: Payasolandia. Incluye servicio de telepatía, epidemia de llanto y criaturas acuáticas gigantes.

Programa

Oficina

Oficina Verde, es un programa de gestión y educación ambiental para implementarse en las oficinas

Propósito: Desarrollar una cultura participativa entre los colaboradores de una organización o una institución para promover prácticas ambientales responsables en beneficio del medio ambiente.

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Beneficios:

La transformación a una Oficina Verde, tiene los siguientes beneficios para quienes deseen adoptar el programa

Líneas estratégicas • Uso eficiente de energía eléctrica • Reducción y separación de residuos • Uso eficiente del combustible y mantenimiento responsable del parque vehicular​ • Uso eficiente de materiales de oficina y aseo • Uso eficiente del agua​


Colección Bordeando el Monte

https://issuu.com/coleccionbordeandoelmonte

Para cualquier información adicional, material o asesoría, favor de comunicarse a la Dirección de Cultura Ambiental de la Secretaría de Medio Ambiente al teléfono (844) 111-19-69, o escriba al correo electrónico: cultura.ambiental@sma.gob.mx o visite la página electrónica de la Secretaría de Medio Ambiente: www.sma.gob.mx


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