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MELODIAS LIRICAS
Arabesco.
El crepúsculo iba penumbrando, bajo el oro de la tarde aquella por frente 4 tu baleón cruzaba cuando te ví como el celaje de unaestrella.
Mi corazón quedóse suspirando por tu sonrisa luminosa ¡ bella, i de goce inefable palpitando así le dije intimamente: es Ella.
I como aquel fué unlírico embeleso, ahora no te sorprendassi te expreso que enternecido el corazón me arrancas.
Desde el día en que te ví como un celaje, apoyada en el rico barandaje de tu balcón lleno de rosas blancas!
Hastío.
Me pregunto yo mismo: ¿cómo pudo arrollarme su fuerte poderío, cuando era resistir junto á su escudo la firme voluntad del pecho mío?
Quiero romper el intrineado nudo que le detiene el vuelo á mi albedrío, i sólo encuentro el látigo sañudo, de este furioso déspota: el hastío.
Su faz ante mi vista suspendida, hace que yo el concepto de la vida en alguna parábola resuma.
I es por eso que á vez experimento, una inquietud de repudiar violento la inquietud que el espíritu me abruma.
Mito.
La primada ciudad con el encanto que marcara en su seno el exterminio, un lenitivo á mi tenaz quebranto me ofrecía en la red de su dominio.
Errante por sus calles iba en tanto; ila solemnidad del conticinio al pasar por el blanco Campo Santo me introduje á fraguar un vaticinio.
Mas de improvíso con severo instinto, me interrogó el guardián de aquel recinto desatando en su léxico un reproche; l amo tus veleidades de sirena sin que ninguua de ellas las distinga; pues sin saber lo qué es que me enajena
1 yo entonces repuse á sus preguntas: vengo en pos de las vírjenes difuntas que salen á vagar en la alta noche!
Myosotis.
Por tu hechieera nimiedad de arista, de tus perversidades hago acopio con unintenso regocijo propio de mi sutil espíritu de artista.
Luego en mis acuarelas, como vista por un deslumbrador kaleidoscopio, tengo las sensaciones de que copío el más bello ideal de mi conquista.
Haces que nunca miansiedad seextinga: yo «oi el dios caprípedo que suena sonoramente dulce la siringa'
Rimas del Dolor.
Yo te decía en mis cartas: oh! divina mujer, que llegas púdica i hermosa, tú eres la compañera venturosa que el cielo felizmente me destina.
Mas, no queriendo imbécil i mezquina entregarte á mis brazos como espora, á otro hombre de estirpe desdorosa te rendistes como una concubinua.
No pienses un instante que se alegra mi corazón del cálculo violento que tu inconsulto proceder integra;
Hoi con tristeza por tu m:!, presiento que sentirás en tn conciecia hegra los estertores u. ..ac Nniento.
Confidencias.
Cuando ví de su cara el féblil jesto, lleno de =ábita inquietud, la dije cun amor al oído: ¿qué te afñlije querub de mis amouores? Dime presto.
La seguí interrogando: ¿algún funesto presentimiento, reflexión te exige, á tiempo que sus garras le dirije á tu espiritu diáfano honesto?
Con la serenidad de tu equilibrio, imajinas tal vez que es un ludibrio el amor que le brindo á tu albedrío?
I elia repuso enternecida i leve: es que tu pobre eorazón ho t'ene los inpulsos frenéticos del mío!
PRIMITIVO TERRERA, (República Dominicana.)