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le EL VENDEDOR DE BUSTOS

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El espanta

El espanta

co, y de los españoles Contreras y Ubarry, por el recuerdo de la figura que de los mismos guardo.

¡Ustes! gritaba el

Cuesta arriba iba yo una clara mañana de Abril,camino de la Co:te.cuando volví á oir el pregón aquel qne tanto había llamado mi atención en días anteriores. hombre con todos sus pulmones, ¡ustos! ó por lo menos, esto era lo que yo le entendía, y, á la verdad, que no llegaba á descifrar, por mas que lo 'pensaba, qué era lo que aquel vendedor ambulante pregonabá con aquel para mi gritu enigmático.

Aquella mañana el hombre habíase detenido en la esquina, y un buen número de personas. chiquillos, hombres y mujeres del pueblo rodeaban al vendedor y sus dos canastas, las que tenía éste puestas para descansar sob era.

La curiosi ese gusanillo interno, parásito zatural á todo ser humano, me picó de tal manera aquella mañana con respecto al vendedor y su incomprensible grito, que decidí en el acto, para aplacarla, ir á ver en qué consistía su venta.

Me acerqué, abríme hueco por entre los curiosos hasta lograr ver las canastas. y' ¡oh, admiración!, lo que vendía aquel -indivíduo era nada menos que bustos de algunos de nuestros grandes hombres pasados á la historia; Gautier Benitez, el General Co.treras, don José Julian Acosta, don Pablo Ubarry. Un poeta, un general, un historiador y político, y un político é industrial.

Los bustos eran de barro cocido, como de seis á ocho pulgadas de alto, conociéndoseles por la. perfección de sus detalles, .que eran hechos en molde y de manufactura exótica; pero todos de un parecido espléndido con sus originales, apreciación que pude hacer acerca de mis conterráneos Gautier y Acosta, por los otros bustos y retratos que de ellos conoz-

¡Gracias á Dios!

El Presidente de los Estados Unidos ha firmado la proclama para el día de acción de gracias.

Y queramos ó no queramos, tendremos que dar gracias á Dios por los favores recibidos.

Si no estuviera firmada la proclama yo le suplicaría al Presidente esperara algunos días áversipodíamossalirdelAttorneyydelCom sionado del Interior, ya que no es posible embarcarlos á todos.

Determiné adyuirir uno de cada uno de aquelioscuatrobustosdistintosyasíseloexpresé al vendedor si me aguardaba diez minutos, tiempo suficíente para cumplir la encomienda que llevaba á la Cortey regreur y así lo hice, pero, á mi regreso, un comprador se me habia adelantado y entonces encontré. con que la variedad se limitaba solamente á Gautier y Ubarry.

Adquirí éstos, y el vendedor me prometió llevarme á mi casa á Acosta, á contreras, á Padilla, y no recuerdo que otros más que manifestó tenía también para la venta; pero. hace más de dos años de esto, y su promesano se ha cumplido, ni he logrado volverlo á ver, ni su grito, que por lo enigmático que me estaba al principio llamó tanto mi atención, ha vuelto á Jesonar en mis oidos, y para colmo de desdichas el busto de Gautier me lu han robado.

Solo me queda á Obarry, un español, que aunque incondicinal, hizo méritos bastantes para que los puertorriqueños lo tengamos en estima y distinción, pues laboró en gran manera por el progreso del país.

Después,heestadoprocurandoenlosestablecimientosdelaciudad áversiteníande venta de estos bustos, pero en ninguno 'os he encontrado.

Heaquíunaindustriaque puedeafirmarse que sería lucrativa al mismo tiempo que patriótica,hepensado:unafábricadebustosde nuestros grandes hombres.

CONRADO ASENJO. Nov. IQII1.

Y tendríamos entonces algún motivo para dar gracias á Dios.

Pero mientras tengamos ahí á esos ciuda danos, no hay de que darlas.

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