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a ENRIQUE RONQUILLO x
¿Y quien es Enrique Ronquillo?
A nadie se le ocurrirá esta pregunta, pues de un extremo al otro de la isla, sabe todo el mundo que Enrique Ronquillo, es un cubano que hace honor á la tierra de Martí,ya casi puertorriqueño por las generales si npatías de que disfruta entre nosotros.
Como vino y cuando vino á Puscto Rico, es Ccosa que el .cronista ignora; pero lo que ignora el cronista es que Ronquillo profesa á esta tierra tanto cariño como á la propia, que, bajo este cielo siempre azul, ha tenido dias de grandes alegrías, y de grandes nostalgias y goza del raro privilegio de no tener enemigos, que es, en los tiempos que corremos el mejor elogio que se puede hacer de un hombre, máxime si ese hombre ha sido empresario de teatros.
Nos unen á él lazos de tan íntima amistad, que nos impiden elogiarlo como se merece: y nos limitamos publicar su retrato como una simple demostración de cariñoso afecto.
Juan de la Cruz acababa de liegar de los Estados Unidos, donde le habían enviado sus padres, mediante una beca del Mun:cipio de su pueblo. Había aprendido muchas cosss, entre ellas á p r ar inglés, y traía su títu:o de ingenier) agróm)'no. Eran grindes sus entusiasmos; y se proponía, desde luego, transformar el predio rústico de sus padres, una pob-e estancita, en una finca cult:vada á estilo moderno.
Había llegado Juan de la Cruz á su casa casi á la media noche, y á la mañana siguierte desJués de levantarse, por cietto bien ta . de, como á la diez, dijo á su macre:
-Madre mia, de lo que tengo hnwy más ganas es de beberme un coco de agua «el palmar que ayudé á mi padre á sembrar, cuando yo era niño. ¡Cuántas veces soié ccen ésto en Nueva York, en las cálidas tardes de verano!
Pues vamos allá todos, que no hay muchu que andar. ¡Mira que hermosas se ven las palmeras desde aquí!
El padre de Juan de la Cruz tomó un machetín del rincón de la sala y todos bajaron al batey é hicieron rambo al cocal.. Sentados en la grama, dijo la hermana mayor á
Juan de la Cruz:
-Oye, Juanillo, ahora que estamos aquí, al fresco, y acomodados, cuéntanos algo de lo que has visto por allá, mientras padre prepara los cocos.
Hombresí, si, exclamaron todos á una voz.
Y Juan de la Cruz se puso á narrarles las una y mil maravillas de las grandes ciudades de los Estados Unidos, especialmente de Nueva York.
Oye Juanillo interrumpióle la hermana mayor, y ¿en todo ese tiempo que tú has estado por allá no has comido lechón asado?
Calla, Juanota, si allá no se usan esas comidas. Déjame proseguir.
Y Juan de la Cruz reanudó su interrumpida narración. Refirióles la grandiosidad de los edificios, la febril agitación comercial, los ferrocarriles elevados y subterráneos; los es tablecimientos de 5 y 10 centavos: los hot-!es y restaurants.... iPerc. hermana, si las camidas y los dulces son distidtos!' Déjame seguir.
Oye, tú, Juanillo. y no te incomodes, w 1vió á interrumpirle la misma he -m na ¿tampoco has comido almojábanas, mi queso fresco con melao.
Y Juan de la Cruz continuó enumerando la riqueza de las bibliotecas y museos públic: + la diversidad de los templos y la manera de discursar sobre política los días de elecciones.
En eso llegó el padre con el primer coco de agua, que había: abierto, y lo entregó ásu hijo, quien se lo tomó con avidez, á pesar de mojarse un poco la pechera de la camisa.
Pues, si tampoco has tomado en todo ese tiempo ni un coco de agu?, ni un cara'o de guanábana, te comradezco, Juanillo, te compadezco, exclamó Juanota, al mismo tiempo que tomaba de manos de su padre el segundo coco,que se había abierto, é irclinando la cabeza se aplicó á los labios el ánfora vegetal de los trópicos.
Juan de la Cruz acababa de satisfacer la sed y mirazdo á su hermana que bebía con satisfacción, le dijo: Sí, puedes compadecerme; Juanota. El árabe es feliz con su palma de dátil y su caballo, como tú lo eres aspirando esta brisa á la sombra del cocal y comiendo tus manjares. La felicidad, hermana, es muy relativa y el que confia en la esperanza es un esclavo. Yo he visto otro mundo y otras cosas y hoy soy un ambicioso. Aspiro á tener una posición social, que quizás mo llegue á ¡Tal vez el verdadero dichoso sea el que no conoce etro sol que el de su patria! _ obtenerla nunca!
Vamos, Juanillo, que me has hecho llorar, dijo el viejo.. Si no hubieras salido de aquí no hablarías así, tan bien. Acuérdate del maestro de escuela que te decía: ¡El progresose impone y el que viaja aprende Conque, vámonos para sa mucho, mucho.! y esta tarde misma comerás lechón asado á a sombra de las palmeras que tú me ayudaste á sembrar.
Pues bien: yo necesito decirte, amiga mía, que amoche en el casine de súbito sentí una inflaita pena que conturbó mi espíritu irresistible fuerza que me hizo de allí huir, en les momentos mismos en que pensando estaba en los encantos múltiples que Dios te conceció, y en que por arte mágico sin duda aparecías entrandu como ¡ e 1a tr u fante tn el salón.
Yo quiero que tú sepas que estaba entusiasmado con la feliz idea de que iba allí á gozar bailando alguna danza contigo dulce amiga, y contemplandu absorto tu encantadora faz, y viendo tantas bellas, alegres, divertidas, y jóvenes galanes con su melosa voz, diciéndoles piropos, echándole mil flores, y á todas muy solícitos rindiendo adoraciór.
Anoche, cuando lejos me ví de aquella atmósfera de embrfagado: perfume, de abrasadora luz, en que gozando estabarr las jóvenes parejas del suntuoso baile donde brillabas tú, no sé que misterioso influjo en mí ejercían la oscuridad nocturna, la luz de algún farol, y los acordes mágicos de la criolla música que oía desde lejos temblando de emoción ah! tu im de mi entonce ví delante de mis turbados ojos agen seductora brindándome una flor perfumados pétalos y de blancura nítida que con mis manos trémulas acariciaba yo.
M: parecía que estaba viviendo en otro mundo en donde sólo :ombres fatídicas se ven y sentenciado estaba á ir peregrinando por solitarios sit o huyendo del placer.
Pero cuando en mi alcoba silente penetraba; lámpara encendía de claro azul cristal, ydespojado estuve (e todo mi ropaje Y en mi mullido lecho ya puce dec insar....
Y al desplegar mis labios para las gracias darte por tu valioso obsequio, ya no te pude ver: de mi modesta alcoba desapareciste rápida y pensativo y triste y solo me quedé.
Figúrate la pena que en tan solemne instante mi corazón sensible había de sufrir; Piensa en el desengaño que con crueldad me hería Al ver que tan friamente te despedías de mí.
Mas ya que ha sido un sueño cuanto por mí ha pasado y simpatías profundas me has inspirado tú, permíteme que cante con entusiasmo férvido tu gracia y tus virtudes al son de mi laud.
Despnés de Washington, que instituyó la república coa la espada reivindicadora, Lincoln ocupa el seguado lugar ea la jerarquía de los héroes de esta.n1c:Ó1.
En ¡1:4?3¿1()5 días cruentas luchas fatiicidas, que amenazaban destruic la gloriosa obra de la república, Lincoln fué la vouitad férre: que encaderó la opinión de sus conciudadanos, á la idea relentora de una unión perpetua,y la fuerza efectiva que á cañón y fuego solcó las fac ciones dispersas de esta fraternidad americana. que al decifde un emiñente p-ofesor uuestmí nació en el seno de las selvas vírgenes del Norte para refugio: la Libertad ytempto argusto de la Demoeracia. =
Su alma, encarnación de grandezas sencillas, se elaboró en el misterio de las soledades agres tes, llenas de vagos susurros de hoias y melaní colías de crepúsculos....En la honradez evangélica del trabajo aprendió á ser modesto como las violetas de sus campos, y de las horas de - protunda meditación á que le llevaron lecturas, de tanto influjo en su carácter, como las biografias de Washington y Clay, se irgió para siempre meláncolico, cual si hallara en esas leyendas heróicas la revelación agobiante de su destinc» la intuición de horizontes futuros llenos de reflejos sangrientos que habían de esmaltar su corona de mártir.
Lincoin tuvo la melanvolía del genio, es decir, la suprema expresión de angustía intensa y serena que en esos -espíritus sublimes produce la incompleta -irrealización de sus ideales, fatalmente impuesta por la imperfección de la naturaleza humana: Y gomo atributo del genio, la melancolía dqle americano, plegó sus alas invisibles para erquivar el frio de su frente al morir, y permanecer inmortal, petrificada en - - la estatuaria que lo simboliza, aprisionada en la magia colorista del pincel que lo copia y vibrando como nota perdida, en el fondo de sus escritos. gobierno - calvario.
Fué ya en días de juventad viril que abandoaó, por vez primera, la placidez de su cabaña rústica para entrar en consorcio econ el social exterior... mundo .y entonces tuvo el dolor de contemplar el primer cuadro de ingratitud humana que él había de romper más tarde, á costa de su vida. La eselavitud del negro en el Sur, Paladín sincero de la Democracia se irguió como un Titán, para romper las cademas del esclavo y restaurar la integridad de la república. la que purificó con el bautismo de su sangre Jlegándole una sola bandera, esplendente y -triunfal, bajo cuyo amparo hubiere de latir -y evclucionarsu anhelado ideal democrático de un gobierno del pueblo. para el pueblo y por el pueblo; que, dicho sea de paso, ha <«ido despótica mente proscrito del actual de lacolonias.
Hoy Lincoin constituye un recuerdo de gloria y un ideal de inspiración para las generaciones. presentes y venideras, eternizado en varios monumentos á su memoria crectos. El más reciente, dedicado en Franktort, Ky, el día 8 del actua| tiene una significación especial por tratarse de su ñativo estado. ...y también el sitio que ocupó la rústica choza paternal, cubierta ya por un velo piadeso de hojas verdes y flores selváticas se ha embellecido ytransformado, á la manera de Mont-Vernon para recordar á la posteridad la cuna de un héroe.
Su espíritu que inspira las obras de la Democracia en su nación, descenderá en alas del misterio para abatir las suyas en la cimera de ese monumento, y vigilar, cual un atalaya de la mar, la marcha de su pueblo y el rodar silencioso de los siglos.
¡Glofia al redentor de la Unión Americana, que como El de la humanidad tuvo su cruz y su
RAFAEL R. RIVERA Y Zayas.
Nov. 11, 1811. _Washington, D. C.
Del mísero vivir en la cruzada nunca vencer por el amor prefieras: la fiera ravional civilizada es la más indomable: de las fieras.
Prepárate á vencer en l? discord.a. La estirpe de Caín no se ha extinguido, y en vano clamarás misericordia después que caigas en la lid vencico,
No matarás clamó la voz tonante del Genio que dictó la ley eterna, y la vida se troncha cada instante lo m'sno en la curul que en la caverna.
Todo se ha desquiciado enla sublime conflagración universal que impera: sólo el amor, solícito, redime, conforta, dignifica, regenera.
Fe-0 el amor es Dios, que sólo existe en la mente del mísero explotado; el Dios de los demás sólo consiste en el triunfo del éxito logrado,
Esbozo
Para Antonio Gontreras.
Una elegante bata jeponesa sirve de regio estuche al delicado busto, que envidiaría la princesa de gusto más sutil y refinado.
Una sonrisa de jovial agíado muestra la boca, que sonriendo besa, y en el cutis la Gracia ha combinado con albura liriál tonos de fresa.
Entre los dedos perfilados presa tiene la última carta de su amado que, ávida de soñar, releé y besa, Mientras sobre los musios recostado un gato con las uñas atraviesa el rostro á un torvo mandarín bordado.
Cosme ARrAna.
Igual que en los palacios de los reyes al amparo de austeros apitoliós, - q la moral codifica sabias leyes i que la audacia convierte en umopolio&í,
En el templo de Astrea, el empirismoatado á los errores de la incuria; en el templo de Dios, el egoismo concupiscente, y vil, al cielo injuria
¡Lumiposa- vis:ón de los humanos! " La paz universal será el gran día en que Dios y Luzbel se ¿en las manos.
Ese día será cuardo en el munco entreel hambre y el pan nohaya un abismo que exhale de su dédalo profundoen vez de amor y paz, antagonismo.
Ese día será cuando en lo interño iluminado el hombre ya no vea, el mito pavoroso del averno frente al mito glorioso de Judia. Hatillo. PEDRO P. VARGAS.
Murió Cáceres
- Ahí tienen ustedes para lo que quieren la independencia algunos pueblos, decía al leer el cable de la muerte de Cáceres, un ferviente partidario del territorio americaro.
¡Vaya un argumento! objetamos mosotros. Como si el matar un PresiCente tuviera algo que ver con la forma de gobierno.
Porque hayan asesinado á Mac Kinley no van los Estados Unidos á renunciar á su independencia ni Santo Domingo porque hayan asesinado á Cáceres, va á renunciar á á la suya. Esos son accidentes en la vida de los individuos, necesarios, muchas veces para salvar la vida de los pueblos Lo triste, lo doloroso, es que haya necesidad de recurrir á esos extremos- y en vez de salvarla, se agrave el mal de la patria.
Eso si es triste.
Pero la muerte de un Presidente, lámese Cáceresó llámese Mac Kinley, no significa nada.
Hatillo, Nov. Ig11.