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LA SINFONIA. BLANCA e

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Flo: romantica

Flo: romantica

ES un favor que le debo á Guillaume Apoliinaire. el crítico de Arte que anduvo en lenguas por la restitución de unas estatuillas fenicias mas feas que Picio al Louvre.

Ap I naire, en su crítica del Sa/ón de otoño, publicada en Z' 7ntransigecnt, Me dijo: Frncisco- Iturrino expone en la sala 6 bis un coajunto consagrado á la vida en España

Pintadas con tonos elaros. las telas de Iturrino son los más luminoso, sin duda, que ha producido la Pintura española. Sus bañistas sas vigarreras, sus gitanas, sus bailadoras tenen muúcto exito

España, porque ella es múltiple y lo prueban sus pintores.

Así, la España de Iturrino no es la España pensadora, sombría v violenta de Zuloaga. Es una España reída y alegre, y como la risa y la alegría verdaderas son femeninas, la sala de Iturrino; con. sus 32 cuadros, es una reunión de mujeres, sevillanas por añadidura, Allí núele á hembra andaluza, y si se acerca usted á la bañera donde ellas se aprestan á sumergir sus pedazos, mal velados por gasas excesivamente tenus, huele á gloria.

Hay también grupos de gitar.as de una finura estupenda y grupos de cigarreras de abultados labios, que semejan moras, y flores que parecen cantarla alegaía de vivir. Todo risuefo, en un ambsente blanco, de blancura luminosa.

Y el noticiero ponía á la noticia es-

Yo ac: baba de leerque Gabriele d' Annun:i0 había publicado una oda en honor de la gu-rra actual entre Italia y...la atmósfera, y que otro poeta, Giovanni Piscoli, cantaba el porvenir de la nueva colonia italiana. 77ipolit alía ta glosa:

Cosa curiosa que los literatos, como lo ha- c a notar Chateaubrinand, son figuras inútiles .en época de perturbación política .

Pero los pintores, pensé, por lo general tie nen el alma menos cortesana quiero decir sucia que los literatos. Veamos ese Iturrino que vo no sé quién es,

Y al ir á verle me hallé, sin gastos ni molestias de viajes, en España, en un aspecto de

M Con mi -amor

Donde el Anaya rumoroso vierte

Por entre juncos su raudal, viviera

Feliz las horas que el destino quiera

Que me separen de la triste muerte

Labore el sabio que en la fama advierte

El sumo bien, y sin hallarlo muera, Y así el avaro, si encontrarlo espera

En los tesoros que le dió la suerte,

Mas vo en mi anhelo de feliz descanso Ni d la riqueza ni á la-fama aspiro, Sino á amar y á vivir. Dame, bizarra

Zagala, un beso: y al susurro manso

Que torma el agua en su perenne gim. Júrame amor al son de la guitarra!

EDUARDO BENET

Al salir de allí enseñáronme un tipo alto, flaco, enjuto, de fisonomía tristona y trabajada: una cara con muchos casos, y un Quijote, rezagado, con chapeo y una especie de pelerina de alguacil. Un largo vestido de corto.

Es Iturrino- me dijeron.

El que había hecho aquella sinfonía risueña, alegre y blanca

Así es la vida....

Zuis Bonafoux.

14 Dulce y sabroso

Hemos leido las notas que publica, sin comentarios, en La Democracia , acerca del riego de Guayama, el ilustrado ingeniero puertorriqueño señor del Valle y Zeno

El artículo es corto; pero no tiene desperdicio, como se dice vulgarmente. Y que esas cosas pasen en Puerio Rico, á la sombra de la bandera americana'

Plumas amigas

Está á punto de terminarse el primer fascículo de esta interesantísima obra que edita 'a Sociedad de Escritor y Artistas bajo la égida protectora de varios Mecenas. El primer magazine constará de cien páginas de prosa y verso de nuestros mejores escritores. Se edita la obra en la tipograX fia de los señores Cantero, Fernandez y Co-

PARA MIGUEL MARCOS MORALES

OMO ustedes lo oyen; una vez, hace ya algún ya tiempo de esto, m6 :ncontraba por aquel entonces en ese período de la vida denominado edad del pavo , me dió la manía de vestirme de máscara. Todavía yo no había llegado á cempenetrarme de esa afirmación filosófica que con tanta razón dice que la vida es una eterna mascarada. Si señores, me dió un vehementísimo deseo de vestirme de máscara, y, sin mucho pensarlo, resolví satisfacer el deseo.

La noche anterior al día escogido para mi debut carnestolendo, no me fué posible, en verdad, conciliar el sueño, y en mi imagina. ción estuvo reflejándose durante todas las horas del insimnio, viva, alegre, riente, haciendo piruetas y contorciones, y dando bromas tan oportunísimas y ocurrentes que seguramente iban á causar ia risa de todos, mi propia máscara: Es deeir, que yo veía un facsfmil mental Ce la mís:ara que indiscutiblemente iba á hacer en cuanto me pusiera el colorido mameluco y la diabólica careta cubriera mi faz; pero, por si puede servirle á ustedes de lección, aunque nadie escarmienta en cabeza agena, yo quiero contarles como fué realmente mi mascarada al siguiente día Yo no sé por qué; pero lo recuerdo como si fuera ahora, ponerme el traje y la careta y entrarme un desencanto, rayano en verdadero enfriamiento del ánimo, fué todo uno. Aquellos bríos y entusiasmos, aqueila vida, aquella rica, aquella agilidad para hacer piruetas y contorciones y dar brincos, aquella disposición para las bromas y ocurrencias, todo aquello que durante las horas de insomnio de la ¡1oche anterior pensé iba á hacer yo en cuanto me pusiera el mame'uco y la careta, se vino al suelo como frágil castillo de náipes,. desapareció de mi como por encanto, y me encontré convertido en una máscara inerte, completamente sosa, sin vida, sin alegría, sin agilidad y hasta sin voz, porque el desencanto me había formado uno á manera de nudo en la garganta, que me hacía imposible articular palabra

Y así me tenían ustedesencerradc en la habitación ya vestido sin resolver cómo salir de ella, y verdaderamente arrepentido de mi de cisión. Ocasionestuve en que pensé desvertirme y desistir de mi mascarada; pero, ese empeño que lo hacemos hasta cuestión de digni- dad, que en esa edad, sobre todas, casi todos tenemos d. demostrar que sabemos hacar una buena máscara, (sin pensar en nues tra máscara natural que es la mejor que ha cemos), me obligó á decidirme á salir del pa. so lo mejor que pudiera, y hé aquí cómo me lancé al arroyo.

Velé que no hubiera nadie de mi familia en la sala y salí de mi habitación con rumbo ha cía la calle, como alma que lleva el diablo. y como alma que lleva el diablo emprendí ca rrera sin casi ni atreverme á mirar hacía los costados, sintiendo una sensación de miedo. semejante, sin duda alguna, á la que sentir deben los que van perseguidos, y. no atreviéndome, no digo yo á brincar, reir y embromar como había pensado en mis horas de insomnio, ni siquiera á dar un pequeño grito de esos que dan los mudos, sin ir de máscara, para llamar la atención de las mujeres, que son las máscaras antitéticas de los mudos

Y así, desde la calle del Sol, en que vivía. bajé por San José, crucé á todo lo largo la de la Fortaleza, atravesé la Plazuela de Colón, subí por San Francisco y ascendiendo por la del Santo Cristo, en menos de unna hora llegué á mi Casa, jadeante, sudoroso. debiiitado, adolorido y maltrecho, no travendo co mo recuerdo de mi mascarada más que un tremendo empellón, que por poco me hace., morder la tierra, dado por un guardía-civil con quien tropecé cegado por el vértigo de mi carrera al virar una es ¡uina: un ¡adios. máscarita idiota!", que me dió un: muchacha por la calle de San Francisco con voz de compadecimiento irónico, y un agudo dolor en un tobillo causado por una mala pisada en aquellos desiguales chinos con que antiguamente se encontraba pavimentada la ciudad Y, después de todo esto, yo quisiera que ustedes me hubiérais oido por la noche contándole á los amigos (mintiendo por dignidad) lo divertido que estuve en mi mascarada y lo mucho que llamé la atención por mis oportunas brcmas y ocurrencias Como la mía, es seguro que se dan muchas máscaras todos los años; menos mal si, como á mí, les enseña la experiencia que, para mas carada, es más que suficiente con la que, con tanta naturalidad, representamos tados los días todos los años, toda la vidá CONRADO ASENJO

El director me dice:

No hagas cosas muy literarías, porque le darán más trabajo y tendrá usted menos lectores

!Hombrei

Sí; cuanto menos /7abajado sea lo que usted escriba, tanto mejor. No se olvide que los Antillanos scmos frívolos por lo general, muy distraidos y deseosos de que se les economice atención cuando leen.

Bueno trataré de seguir sus consejos que me parecen excelentes; pero luego no se queje de los asuntos ni del estilo

!Qué estilo ni que niño muerto; Y asuntos... ¿quien escribe hoy con asun:o? Además, tolo esos nombres francéses que usted cita son perfectamente desconocidos, y los más de los lectores creeen que no existen y que usted los inventa tomándoles de paso el pelo.

Y después de esta receta tan desconsoladora v tan radical demi superior gerárquico pieaso como estamos en época de Carnaval, é lo que es lo mismo, en épocas de bromas, se me ha querido dar una muy monumental. Pero no, la advertencia ha sido muy seria y mi director no gasta nunca bromas, al menos tratándose del oficio. Le agradezco que me haya tomado en serio, serio y grave como la .antropolocía Ó como una tabla de logaritmos

Comprendo la verdad de lo que se me dice

Para llamar la atención hay que escandalizar, hay que contir algo gordo, decir que el Níagara se ha secado y que toda la historia humana es un embuste con el que nos engañan como á chinos.

Dejemos la fiesta en paz, y que continúe el Carnaval, que es eterno como el mundo, em pezand> por Eva y la serpiente (dos buenas piezas) y concluyendo por el gobierno de Washington, -que nos quiere hacer ver que lo blanco es negro.

Del Carnaval no podemos quejarnos. El pueblo, sabio como ninguno y burlándose de la ciencia de nuestras ignorancias, se divierte y dedica al presente toda su actividad

El almanaque nos garantiza el dolce farniente,que ha dejadode ser italiano para con vertirse en universal. Ningún hombre menos indolente que misimpático amigo Santos Filippi y eso que es más- italiano que la polenta. y que las góndolas que surcan los canales soñolientos de Venecia en las noches voluptuosas dedicadasal amor y á las barcarolas

Por cierto que hasta el carnaval de Venecia, tan famoso y tan ponderado, ha decaido, casi despreciado, arrollado por el tiempo inplacable que todo lo destruye ó lo transforma

Nueva Orleans se empeña todavía en darle impulsos á esa fiesta, pero sin introducir en ella grandes nOvedades. - La única ciudad que parece destinada á eternizarla es esa,.

Niza, con sus casinos, con su Costta Azul donde se da cita el mundanismo internacional con su ejército de jugadores, de millonarios, de advenedizos, de aburridos yde demirmondaines, que acuden á la caza del doltar con verdadero frenesí

Las flores son en Niza el primer atractivo del tumulto carnavalesco. Fivres en protusión colosal, como 1 se tratase de algo inagotabie como la aurora, como el mar ó como la sonrisa de las mujeres. La fantasía desplega allí todos sus infinitos rescursus, ingeniándose para mantener inquebrantable el interés de la multitud. Todos los años se renueva tl programa, y todos años asisten á presenciario y á participar en él príncipes y duquesas, condes y marquesas, que podrían caraterizar sin dificultad á esos personajes clásicus Ce la farsa que se recuerdan con los nombres de Tartaglia, Trivilín, Scaramuza, Pantalón, etc ó representar un diálogo entre un gnomo y un duende, entre un fauno y una driada, ó la tá bula tan poética de Leda y el cisne, al pie de un lago, mientras la luna los acaricia enmvidiosa con sus nacarados resplandores

Allí pueden verse á Pierrot corriendo tras de Colombina, para atraparla y prodigarle besos: á Auriol y á Debureau, los payases fu námbulos explotados por el genio fecundo del prestidigitador Robert Houdin, y á las figuras extravagantes de la caricatura int-rna cional, con todo lo que ofrece de cruel, de picante y de pintoresco

Pero ya que no podemos ir á Niza á tomar parte en sus festejos, podemos regocijarnos de permanecer quietos a quí en San Juan, sin su frir estropeo, sin romperle el alma á la carte ra, y sin correr el peligro de morir ahogades bajo una lluvia de confetti, ó de quedar pri sioneros entre una avalancha de serpentinas multicolores.

¡Cuantos sofismas vanidosos para con-olar nos de nuestra situación!

Nuestra juventud es más práctica, No piensa en esas cosas, y acepta lo que tiene en casa muy contenta y muy placentera, sin sentir en vidias y dedicándose con toda su alma á los placeres del baile, tan sociales y tan propios para procurar la expansión fís:ca y moral.

Nada de nubes en el corazón ¡A bailar: Esta parece ser la consigna de nuestro carna val, que será modesto unas veces, en otras os tentoso, y aceptado al fin con buen humor como un motivo para excitarnos y romper el hislo insoportable de !a monotonía

Por eso el carnaval, como quiera que sea. es un triunfo de la alegría v de las felices disposiciones del ánimo. que da lugar á esce nas placenteras v hace surgir nuevas esperan zas

Fiesta Escolar

Kesultó espléidida como era de esperarse dada la competencia de los elementos encar-' gados de la dirección, la fiesta infantil que signiendo la r ostumbre ostablecida. se celebró en la escuela Pujals en la ciudad de Ponce de la que es profesor el ilustrado puertorriqueño don Miguel Pou

Tanto la niña Victoria Villar. de siete años de edad, quien hizo el papel de profesora: dirigiendo ei grupo de niños más pequeños, como las miñas Antoñita Alustiza, Felícita Purcell, Rosario Armistrong, María Teresa Valdivierso, Carmen Vives, Adela Astol, María Isabel Fernandez, Juanita Machado, Aurelia Higuera, Rosa Blanca Ortíz y María Teresa del Valle, que bailaron á los acordes del piano tocado por la señorita Net. fuerón muv aplaudidas

Fiestas como la de la escuela Pujals dejan un grato recuerdo y merecen el aplausos de todos

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