- EL CARNAVAL. REVISTA DE LITERATURA Dedicada DIRECTOR
LA
EDUCADA
JornquinN
MUJER Y HAREIS
A Entered
December
" Año 4.
OFICINAS: 19, 1902, at San Juan,
SAN
RS
y
al
Y ARTES
Bello
ADMINISTRADOR.
Y
BARREIRO.
a
SAN
FRANCISCO
Num. suelto
JUAN, PUERTO
MARZO
20 1904.
;
/É
Trágica. HU A
AAA —Á 31
DE
DICIEMBRE.
E hechiza esta tiniebla. to que esta noche ella
NE Y mejor
S
95.
matter, under Act. of Congress of March
RICO,
E
NAL
amiga.
Sienes mi
A medida
que
la penetro germina en mí una
emoción poderosa. Me-doyal cabo cuenta de que es una
, pasión.
Amo esta
tiniebla.
S Encuentro en ella el arrimo, el reposo, la simpatía porque clamaban los gritos de mi nostalgia. Me parece que esta tinie-
bla me comprende. Me parece que platica conmigo y me traduce inaprendidos secretos de la sombra.
SUSCRIPCION:
E.
P. R. as second-class
Paz
Sexo.
Su piedad me serena;
razón vuelve á la paz providencia del abismo.
bajo
Mi alma no sabría esta
periorá esta tiniebla.
esta
y mi co-
presentida
noche de nada su-
Cómo
absorbo
su vir-
tud! Tengo la sensación de su riqueza,. de su fecundidad. Es una maravilla la tiniebla.
7
.“
3, 1879,
Núm. 12.
EL
856 Son fabulosos sus tesoros. Los veo, los veo... Como uua misericordia los-abre ante los ojos de mi espíritu, y los derrocha como en provocación
de mi alborozo.
en la noche de las cavernas, en la noche del tiempo, en la noche de la civilización moderna
lanzada en la barbarie y en el crímen. Súbito mi vista se detiene en una luz turbadora. Es una esmeralda límpida y encen-
El abismo es bueno.
A mis espaldas la humanidad se prostitu-
dida.
ye y se divierte.... Compra el olvido, mata -su hastío, marcha al sepulcro. Estoy lejos de ella, lejos, lejos.... Pero sé lo que hace. Es-
cucho
los
ecos
de su
fiesta y de
su
vértigo.
de rosa.
ayer,
y cumple
su destino.
lo mismo
hará
Lo
dicha
perfecta
un
mismo
mañana...siem-
gozarla.
me
piedad
mata.
Es lógico
será también la muerte una lleza?
Saber morir,
expresión de be-
no será una
necesidad de
belleza en las almas artistas y heroicas? A mis pies el agua brilla con inquieto fulgor de oro triste.
Es una
argentería
convulsa que dilata en plena cimiento de una
pálida
En chorros invisibles llas muy
áurea y
tiniebla el flore-
alborada del
abismo.
vierten su luz dos estre-
bajas y muy claras
difundiendo en el
agua este esplendor fantastico. A las veces un rapto de cólera en la onda amplia y suave borra
brutalmente la convulsa
pradera de li-
rios blondos, y tras la explosión de espumas que esparce en el airetomo una deliciosa caricia la frescura del mar, reaparece el jardín melancólico. El mar es lento, blando, gemidor. Parece un poeta cantando cosas suaves,
en
la
inusitado.
Comprendo,
mientras
repartía á sus
convidados
Pienso en las Vé-
diademadas y los .cuerpos perfumados, .contemplaba Nerón con sus ojos lascivos á través de insignes esmeraldas. En una evócación extraordinaria surge como en una apoteosis de la tiniebla la figura imperial de Mesalina, en la mano la mirífica copa labrada en
incitan á
el abismo. Nudie como él tiene razón, porque no hay como él en noches como esta. ¿No
estremecimiento
alumbrando
Se rompe mi pecho en
nus romanas que en el delirio de la orgía, en el triclino, lloviendo flores sobre las cabezas
En su abrazo hay un furor de nirva-
Su
esmeralda
hermosos lazos de púrpura.
na. Ahora lo entíendo. El abismo tiene su manera de ser amigo, su manera de amar. Es
dulce y trágico.
Esta
de perlas,
mi novia esta noche la de bodas con la somamor brota una gélitiniebla me invita á la Sus besos
un sol glauco en
comprendo cómo es desesperante la belleza! Un anhelo irrefrenable me ahoga. Y pienso en Calígula, que se las comía pulverizadas, que ingería polvos de esmeraldas, de zafiros,
pre, siempre... , La tiniebla me posee.: Esta noche le per: tenezco por completo. Estoy entregado á ella
como á una novia. Es tiniebla. Es mi noche bra. En este delirio de da flor de ventura. La
una isla aérea,
tiniebla me enloquece.
frutas del placer perverso, derrama los gérmenes en el cauce barrido por el arroyo, suda hizo
Parece
la tiniebla. A las veces oscila; y cuando 0scila, tórnase cimófana ó despide reflejos color
Cree en el año nuevo. Y come, bebe, baila, se aturde; devora con febril ansiedad todas las
nfelicidad
CARNAVAL
>
una sola enorme esmeralda. Mi espíritu se pasma. La vaba una sorpresa mágica.
una vela
blanquísima
_ leve y breve cual un vuelo ténue,
partido, pero
sombra
reser-
Es una vela blanca,
que rasga la tiniebla,
una mariposa. Adelanta en lento. No sé de donde ha
miro que
va hacia el horizonte
cuya espesura se espesa en la masa de la montaña vecina, de invencible relieve en el bos-
«que de sombra. observo que
quísima'
Como se hunde en la sombra
se abruma.
descógese
un
Sobre
sutil
cual se envuelve y se borra hace entonces más leve, más
mérica.
Noes
la vela
velo
gris
blan-
en
el
lentamente. Se breve, más qui-
constante la impresión que me
produce, no es igual. Parece una nave de ensueño. En ella va el Amor, vencido, afeado
y afrentado en el mundo. Huye á la soledad, á la libertad, al silencio; huye el Amor triunfante á su patria el misterio.... Parece
cosas tristes. Parece un poeta deshojando pétalos, peinando cabelleras de seda. Su ru-
luego un alma, un alma de niño, un alma de virgen, un alma de mártir, en viaje hacia la gran consolatriz, nuestra gran madre la tinie-
mor se eleva hasta mí con la languidez de un
bla.
himno del desmayo,
ondas y la
y todo mi
sér
se
inunda
de abandono. A mi frente,
bíblica, grandes luces
rojas
horadan
la tiniebla. Fingen globos de fuego, rocas de lacre inflamado, en inmóvil fijeza. Parecen los ojos del abismo. La tiniebla ha querido enjoyarse y ha elegido el rubí, enorme y deslumbrante. Son faros. Son la filantropía de la luz en la traición del escollo y el laberinto de la sombra.
Parece la clámide
Pienso en
los faros
humanos,
alas
una
en
ataúd.
sombra.
mística
abanico
de algún
Parece
un
paloma
sobre
el
dios de las ave,
blanca terciopelo
un ave
con
las
de
un
Parece una azucena, un gran lirio ele-
giaco. Parece una hada, un símbolo; parece.... En un torbellino de imágenes, me tortura este extraño resplandor enigmático sobre la boca del abismo, sin hallar á mi emo-
ción una expresión leal. Leve,
breve,
lenta, 1
ténue,
aérea,
arcana,
EL
CARNAVAL 4
fantástica,
hincha en la tiniebla
alas la frágil nave nocturna, teriosa
diee al pasar
eosas
sus blaneas
esta noche?
habla
piedad del abismo?
y en
mis-
inexpresables,
en
tanto que del cielo baja en auras, baja en ondas, baja en lluvia invisible, baja, baja la belleza extraterrestre, la belleza desesperante. Avaro de mi novia la tiniebla, mi gran novia de esta noche, odio la luna.
puntase
me
haría
quiero sino mi
niebla.
un
daño
tiniebla,
solo,
Si ahora des-
espantoso. solo
con
No mi ti-
¿Quién sino ella me habría pacificado
Envuelto en una
polvoreda
cina, caminaba el ejército,
blanque-
al caer
de
la
El sol en el ocaso semejaba una fúlgida flor songrienta; y sobre los campos la tiniebla
empezaba
á
tender
su ala misteriosa.
De pronto surgió de un grupo de ár-
boles petrificados, un perro negro, un macilento perro negro, que con ojos casi humanos miraba largamente á los guerreros que pasaban,
rudos y fuertes, con
el fusil al hómbro. Los miraba en silencio; y la mancha de sombra de su cuerpo casi se perdía en la sombra
del crepúsculo.
Pasaban, pasaban los viejos nes, los jóvenes soldados... Luego,
capita-
ante un alegre muchacho
que
se movía penosamente, el perro ladró de * una manera horrible.... Después lanzó un aullido lento y quejumbroso, una especie de lamentación lúgubre que, ba-
jo el cielo sombrío, en la hora fantástica,
impresionó angustiosamente. Al
anochecer
de
la última
jornada,
una bala traidora arrebató la vida al pobre muchacho. Estaba allí, sobre los duros guijarros del camino con los ojos abiertos, frío y ensangrentado. Entonces, recordando la espantable escena macabra, el aullido lúgubre resonando en la distancia, al comprender que el perro negro era la muerte....un soplo de lo desconocido pasó por nuestras cabezas.... FROILAN TURCIOS.
>
SA
sido
de
mí sin la
Odio. también el alba de
salvaje,
resuena
en
esta
hora.
de
sombrael
himno d'annmunziano en la hora del fuego: Gloria al Sol! Gloria á la luz! Gloriaal . día radiante!
JACINTO LOPEZ.
LOS. JAZMINES.
tarde. Ascendía por un árido escarpe, erizado de ásperos gránitos. callados,
habría
mañana. Tengo miedo de la aurora. $Si pudiera realizar el milagro del sucesor de Molsés y ve Cual un himno enemigo, cual un himno
LIA
EL PERRO NEGRO.
¿Qué
En la mesa do leo en mis veladas, lejos del mundo y de su necio engaño, se ven dos calaveras colocadas mirando al cielo con mirar extraño. En sus vacías cuencas orbitarias coloqué los jazmines que me diste:
las flores son también bellas plegarias cuando tienen un búcaro tan triste. En vano buscó agua en las suturas de los jazmines el sediento broche; pues de las anchas órbitas oscuras no brotó ni una lágrima en la noche. Cuando el sol con relámpagos dorados ilumino los cráneos—masa inerte— se inclinaron sin vida deshojados, sobre la frente blanca de la muerte!
También planté con mano cuidadosa allá dentro tu pecho, y no te asombre,
la flor más delicada y más hermosa que puede dar el corazón del hombre. Afectos al calor de tus miradas buscó la flor en su suplicio lento; más ni lloran las cuencas descarnadas,
ni germina en tu pecho el sentimiento! Desprendida una flor ¡quién lo creyera!
su vida prolongar jamás alcanza: ni conserva el jazmín la calavera,
ni la mujer la fé, ni la esperanza!...; EZEQUIEL
O
BUJANDA.
EL
CARNAVAL
EL CORAZON DE DON QUIJOTE. ==
ON Quijote envejecía. Los años como ladrones, le habian ro-
ef bado cuanto es orgullo y vanidad de la vida: la fuerza en los brazos, la luz en el cerebro, y la energía en el corazón. Ape-
A lolejos,
una raya muerta y por los
la tierra
cuatro
orientes
era de
la nave sólo se miraba la mar, vasta y profun-
nas podía sostener
la terrible,
da como el desierto, vieja
y sonora
sus
arpa. ¡Pobre Don Quijote!
¡Qué singular aven-
entre
manos
y temerarias aventuras, y entre su pecho el corazÓn le ¿emblaba de frío como un pájaro sobre la nieve. Viéndose en semejante estado, débil, envejecido, apolillado, sin otro horizonte que la tumba, Don Quijote lloraba amargamente.
Por sus apergaminadas mejillas le eorrían largos
vegar á su capricho.
lírica lanza;
las riendas de Rocinante eran dulces hilos de seda; ensu cerebro el pensamiento era ya, pálida, moribunda llama, incapaz de alumbrar nuevas
silencio
mo grandes flores errantes de un pais fabuloso. ¿A dónde iba la galera? ¿Iba hacia el Norte? ¿Iba hacia el Sur? Don Quijote lo ignoraba. Sumergido en profundas meditaciones, abandonando el timón, dejaba á la galera na-
hilos
de
lágrimas.
Pero
Quijote lloraba menos por
las tristezas
vejez que por el infortunio
de
la
en Don
de su
humanidad.
¿Faltandó él, quien velaría por ella? ¿Quién sería el amparo de los desvalidos y los huérfa-
tura!
como una
El sol del medio día le incendiaba el ce-
rebro, le testaba la sangre en las venas.... Por su piel apergaminada y vetusta le corrían gordas gotas de sudor. Comenzaban á deshojarse en el cielo las dolientes rosas crepusculares y aún permanecía Don Quijote absorto en sus cavilaciones. ¿En qué pensaba? so en Rocinante? ¿Acaso en Sancho? Cuando la noche cayó,
Aca-
alrededor de la ga-
lera comenzaron á abrir sus
cálices las fosfo-
rencias.... Don Quijote creyó viajar entre flores. Flores azules, flores verdes, flores rojas La galera partía sin piedad los tallos ma-
nos? Su obra había sido hasta entonces infatigable y generosa, pero muerto él ¿quién la podría continuar con la misma inquebranta-
ravillosos.
ble fe y con el mismo santo desprendimiento? Pensando de esta suerte y meditando quién
cer á cada instante, entre la bruma blanca, las
podría ser su sucesor,
Don
Quijote
se
acordó
de haber oido hablar de Róbinson, un hombre famoso, solitario y fuerte, que vivía en
una is-
la desierta, perdida en el lejano corazón de la mar. De este hombre extrafío se referían descomunales aventuras de valor y de audacia inauditas. Don Quijote se llenó de alegría y
se enjugó las lágrimas. la idea de visitar
A su cerebro
á Róbinson.
acudió
¿Quién
sino
él
podría ser el heredero de su nombre y el continuador de su obra? ¿Quién, sino aquel hombre generoso y fuerte, podía hacerse paladin de los desheredados en el mundo? Don Quijote preparó, pues, su viaje. Una
mañana,
embarcándose en una
ra, partió, de no sé qué puerto pañola.
Sobre la mar,
tierna
gale-
de la tierra escomo
una
flor,
la galera navegaba.... Las velas, hinchadas por el viento, impulsaban la nave hacia el Oriense remoto, blanco, como
de plata.
apenas dejaba mojar en el agua
El sol
verde y pro-
funda dos ó tres hebras de sus largos cabellos de oro. - Y por cima del mástil de la galera,
comenzaban á pasar las primeras gaviotas, 'co-
Mientras la galera corría sobre los viejos lomos de la mar, Don Quijote creía ver aparecostas negras de la isla: Sus pupilas dilatadas y encendidas por la fiedre le brillaban entre la sombra como carbunclos. ¿Cuánto tiempo duró el viaje? ¿Fueron días, fueron meses, fueron años? Nosesabe. Don Quijote, casi moribundo, arribó una mañana á la isla de Róbinson.
Róbinson hasta entonces no había tenido mortificaciones. Con su astucia y su talento los salvajes no habían sido enemigos para €l. Las bestias feroees, la lluvia, el sol, el hambre, los había vencido. Pero cuando descubrió «en el fondo de la galera, la figura de: Don Qui. jote, exigua y moribunda, se llenó de temores
y de angustias.
De fama
conocía él á aquel
hombre que con sus discursos y sus obras había llenado de locura el mundo. Su enfermedad había enfermado á los hombees. Con su presencia en la isla peligraban su hacienda y su vida; y Róbinson lleno de pavor, temblándole las piernas y con el rostro pálido, se
aprovechó de la debilidad de Don Quijote, y colocando su cabeza sobre el borde de la galera, se la cortó de un golpe, con su hacha filosa y robusta. Luégo, ya sin temores, Róbinson
CARNAVAL
empezó á correr,
primero gota á
rubíes,
rápida y copiosa como un
y después
inacabable
más
torren-
te de púrpura. Todo el día estuvo cayendo la sangre roja sóbre la mar azul, hasta que no
hubo una sola gota más en el exhausto
de
Don
Quijote.
Todo
sangre se fué á la mar;
cora-
el caudal de su
pero
no fué á morir
latitudes,
do el
ideal se muere,
tristes,
las enfermas,
sólo pueden
mirar,
las
las vagas, las agonizantez
RNA
ALEJANDRO
FERNANDEZ
Roja y ardiente se
DU
soledades
miradas de los poetas...
como cualquier otra sangre vulgar y ruín, disolviéndose en el agua, ó alimentando el sór-
dido vientre de los peces.
desde las pálidas
hiperbóreas, hasta los encendidos mares tropicales; invisible á las miradas vulgares de los hombres; y á cuyas riberas de oro, cuan-
GARCIA.
(Venezolano.)
E.
O
A
zón
versas
Prom
<< DE VERONA A MILAN. E=-
pl ¡ ]
jaspeadas
de
nieves resplandecientes le encierran en tu curva, y vienená alzar sus promonrorios hasta el medio de su agua. Aun-
" que sean ásperas, sonríen; un velo azulado, aéreo, delicado, como una gasa de mujer,
envuelve
su rudeza.
su
Desde
desnudez Verona
no
y suaviza se les vé
más que al través de este velo. Este suave azul ocupa la mitad del espacio; el resto es una pradera verde oscura y encantadora, todavía suavizada por la imperceptible tinta amarillenta que la novedad de la vida reparte en los brotes primaverales.
viejas
fortalezas que avanzan hasta en las aguas,
argenta.
Nada más riente y más noble;
del lago al cielo, todas las tintas del azul se funden disipadas por las diversidades de la distancia, y se piensa en los paisajes de rocas azuladas que pone Leonardo en el fondo de sus pinturas.
Todo el
resto de
Milán, es un gran
la campiña
verjel que
hasta
rebosa de
mieses, de praderas artificiales, de árboles en fruto, en que los maduros, ya todos verdes, redondean sus cabezas entre
las viñas, traen
y
frescor
en
donde á
los
varios cultivos,
canalillos tan
fiore-
En Decengano, al borde mismo del
el tren se detiene lago. Su sábana se
ciente y tan abundante, queda la idea de
extiende lustrosa y
pizarrosa
á esta fertilidad todo aspecto vulgar ó monótono, los Alpes, á la derecha, se es-
anchas rebordes
costas roquizas, accidentados
entre
dos
que parecen los y festoneados de
una vasija fantástica. En efecto; es el ánfora de mármol en que los Alpes, antes de rebajarse,
un agradable
calonan en la claridad
mas para quitar
del día
como una
fila de enormes nubes inmóviles.
reciben y retienen sus
ET
bienestar;
H. TAINE.
VR
|
XX AN adi la
rugosas
iglesias,
a
y en el fondo, una muralla más alta, eleva al cielo su franja de nieve que el sol
montañas
aldeas,
Lo edo
voca;
ven
o
se
se
A
-Sobre los salientes de esta bor-
dadura,
Decengano,
td bia ra
fuentes.
Cerca de
|
rr ca o 4 lr Sambic ed
comienza á
ser el lágo de Garda. Todo es azul, de este extraño azul propio de las aguas de
mas ra
— RRA—
(
Don Quijote
gota, como encendidos
turbadores. Y desde entonces esa isla feliz, bohemia, trashumante, recorre ásu capricho las vastas llanuras de la mar, en toda sus di-
ODIA
comenzó á co-
DOA
mutilado
hasta con-
MPAA
cadáver
cada vez mayor,
Lai
Pero del
rrer la sangre. Sobre la playa de oro, sobre la onda azul del mar, la sangre del corazón de
poco, lentamente,
vertirse en una isla maravillosa, llena de músicas fugaces, de flores extrañas y de perfumes
ir
uno de sus
mancha que flotó sobre fué agrandando, pocoá
na
una obra pía librando al mundo de más terribles enemigos.
formó primero una el agua, la cual se
RA
un
AA
leyó
practicado
IN
hombro,
ii
hacha al
capítulo de la Biblia y creyó haber
do E
se fué á su choza,
q pl id A n
EL
EL
EN EL MANICOMIO. ——o te El aspecto marchito, la tez pálida, luenga la barba de oro, y de oro el cabello y ondeante como un rio Pactolto, habla en medio del parque solitario, en medio del jardin; del manicomio, un pobre artista enfermo, un pobre artista loco. La
mirada
en el cielo,
la mirada
azul, como la mar, ruge furioso: —'“Maldito seas Jehová; tú vives; tu cielo azul, y lámparas de oro prendes allí cuando la noche cae ;
y es un salón de baile esplendoroso el cielo, con
tus vírgenes
amadas,
tu cielo, cuna de radiantes ortos. Entre tanto, señór, vivimos como topos,
en la tiniebla
los hijos de tu gracia, tus criaturas, los que de tí, Señor, lo esperan todo: amor para unas almas enfermizas ;
consuelo para un llanto doloroso: piedad
perdón
para unos cuerpos lacerados;
para una cnlpa que es de otros.
Señor, si tu eres subio; Señor, si no eres loco; Señor, si tú eres bueno; Señor, si eres todopoderoso; ¿por qué llueves tus rayos, y quebrantas
mísera embarcación, y entré los hondos
y revueltos abismos de los mares la dejas perecer sin un socorro;
por qué Señor, sepulta
las ciudades el rudo terremoto; por qué, Señor, los vientos del Sahara,
por qué, Señor, los tigres y los lobos?
Tuvo el joven la lengua, serenándose al mirar las locuras de los locos recien llegados al jardin :-el uno enterraba su diestra cuidadoso, y se partía enfurecido viendo que no quedaba en el cegado hoyo; otro, comanda un escuadrón fantástico; y alguno espera que resurja un chorro de un antiguo chambergo convertido
en artesiano pozo.
El aspecto marchito, la tez pálida,
luenga la barba de gro,
y de oro el cabello ondeante como un rio Pactolo; el que habla en el parque solitario, en medio del jardin del manicomio, el pobre artista enfermo,
antes dulce poeta melancólico, sentóse al pie de un arbol,
en un asiento rústico; y sus ojos de mirada flotante, parecían no mirar las locuras de los locos. R. BLANCO FOMBONA. (Venezolano.)
M
DOY
A
CARNAVAL
EL
CARNAVAL
PUERTO RICO PINTORESCO.
FIDELIDAD.
LA ESTATUA ROTA. Hoy
he vuelto al jardin, Julieta mía,
— Quiero un juramento, dijo un ena- '
al jardin del amor, donde bebí á raudales la ambrosía
morado.
de tus labios en flor. Hoy, como ayer, el surtidor de plata fulgura y canta en él; y la opulenta rosa de escarlata acaricia al laurel. Como
en tiempos mejores,
Porque yo no juro por cabezas queridas | ni por cenizas venerables de antepasa- |
dos.
su frescura
y refleja del cielo la hermosura, el lago de cristal. Mas
¡ay! aquella estatua de alabastro que erigí á nuestro amor, la que el jardin llenaba como un astro, de níveo resplandor; la que al céfiro daba sus guedejas. la ninfa virginal,
por
el ¡azul
radioso
de
mis
'
cho, tus labios en los míos.... Elenamorado
Ll
quedó tranquilo y muy
feliz, pero para hablar con verdad, poco tiempo. Desdeel día siguiente empezó á engañarlo sin emboso, con el barítono de un teatro de operetas.
' | :' y
Perjura! ¡perjura! E —Perjura? no hay tal! Al exigir una promesa sagrada no se debe olvidar |
entre cuyos dos senos las abejas un panal.
que se diga lo que se jura. Lo juré ano- || che, mi cabeza sobre tu pecho, tus labios
Hoy yace sobre el césped aromado,
en los míos....
rota y sin esplendor,
Y
—Acaba! Qué juraste? —Amar á otro.,
y en su divino pecho se ha posado y llora un ruiseñor. MANUEL
Juro
ojos, por la nieve sonrosada de mi rostro | y por la flor roja de mis labios. Y que + se apaguen mis ojos, que mi mejilla se | ponga lívida y se marchite mi boca, si | falto un día á la promesa solemne que te hago esta noche, mi cabeza sobre tu pe- |
y sombra da el parral;
labraron
|
—¿Un juramento? Lo tendrás, di-' jo ella. Y el juramento será tal que | ninguna mujer se/atreverá á faltar 4 él. *
REINA.
cales
CATULLE
MENDEZ.
P?
¿UN CASO— DE DIVORCIOS: EL
862
CARNAVAL
tes... Todo..' Todo lo ven, todo lo recogen.. Pero en los ojos aun hay más. Allí está el alma,
sel tiene la palabra y dice: “Señor presidente :
sica, como los
El pleito de cuya defensa esa
E
8
bien una cuestión
médica que
jurídica; es un caso patológi-
AA
co, más
Ñ
cho.
que un caso
Los
hechos
de
de
esta causa aparecen claros al primer golpe de vista. Un hombre jóven, rico, de alma noble y exaltada y corazón generoso, se enamora de una joven extraordinariamente hermosa, más que hermosa, adorable, encantadora, graciosa, linda, buena, y se casa con ella. Eé
E3 3
¿
MSI
AA
E
Los ojos, pensad
vida aparente miento.
—Hasta
la horrible tortura de la mujer. Para convenceros de la razón que á ésta asiste, bastará
e
¡Qué triste !
de bat monótono!
odioso es
todo!
Soñé
¡Qué
una
bella, más noble, más variada. ¡Siempre bosques; ríos que
tierra se
diario
ruin
más
parecen
á
otros ríos, llanuras que se parecen á otras lla-
¡Todo igual!.... ¡Todo monóto¡Y el hombre!... ¿Qué es el hombre? _
Un animal
malo,
orgulloso y repugnante...,
Preciso es amar, pero
ver lo que se ama:
amar locamente, sin.
porque ver es
alma... ojos?
ojos
La mujer que
mi corazón
mirada...
los
¡Oh!
Todoel
embargan
mi
existe en el fondo de
aparece en su
mirada,
sólo en su
¿Qué misterio existe en los
universo
está en ellos,
pueste
quelo ven y lo reflejan Sí...en los ajos se contiene el universo, las personas y laá cosas, los bosques y los mares, los hombres y las bestias,
las puestas
del
sol,
cuando
el
el movi-
una fe-
raza más superior
por-
pájaro
anda se adivi-
anda
parece de otra
que la de las
mujeres ordi-
narias; más ligera y más divina...
"Mañana me caso con ella... Tengo mieYa
¿Miedo
de qué...
es
mujer.
mi
¡Detantas
Mientras
cosas!
he
deseado,
idealmente fué para mí poético ensueño, próximo á realizarse; después se ha convertido en el sér de'que la Naturaleza se ha servido para truncar todas mis esperanzas.
¿Pero las ha truncado?
No...
Y sin em-
bargo, estoy cansado de ella. Cansado hasta no poder tocarla ni con mi mano ni con mis
labios, sin que mi corazón sienta un desagrado inexplicable...
No puedo ver á mi
azules
color,
comprender
¿He encontrado ese amor? Creo que sí... Esa mujer tiene en toda su persona algo de ideal que no ¿parres de este mundo y que da alas á mi sueño. Mi amada es rubia, con matices maravillosos en los cabellos... ¡Que azules son sus Sólo
el
nos producen
nan sus alas. También cuando ella
comprender es despreciar
ojos!...
mundo,
La amo también por su aire gentil, que, como ha dicho el poeta:
ra todos. Tampoco he de esforzarme en describiros la triste vida de aquellos dos seres, ni del
el
la
realidad es una miseria despreciable.
pintaros el cuadro de
fragmentos
Beben
Beben
con ella el pensa-
Nos hacen presentirlo que siempre ignoraremos... Nos hacen comprender que la
esos procedleres extraños, incomprensibles pa-
con que os lea algunos
tan
licidad que no es terrena.
solamente sin razón sino sin pretexto.
escrito por aquel desgraciado loco. Helos aquí :
en los ojos...
para nútrir
Y si los ojos nos miran,
cariño va enfMándose hasta. el punto de sentir hacia ella una repulsión indecible, un extraordinario desamor. Llegó á pegarle un día, no señores,
la mú-
miento, los libros, los cuadros... todo lo hermoso y todo lo ruin.. De allí salen las ideas...
Durante algún tiempo la conducta de este hombre para.con su mujer fué la del esposo lleno de ternura de cuidados; después su
No pienso,
como
trasparentes,
El alma azul, sólo el alma azul lleva dentro el ensueño... Ha tomado su color á las ondas del mar y al éter del espacio.
dere-
origen
besos, y tan
claros, que tras ellos se ve el alma, el alma azul que los colora, los anima y diviniza. ¡Sí! El alma tiene el color de los ojos ....
toy encargado, constituye más
EDOGRAZ
el sér que ama, el sér
cielo, tan dulces como las brisas,
Señores magistrados: ,
el sér que quiere,
que ríe, el sér que sufre... ¡Oh!... Contemplad los ojos azules de las mujeres... profundos como el mar, inundados de luz como el
las estrellas, las ar-
cia mí
llamándome
eon
sn
mujer venir hamirada,
con
su
sonrisa ó con sus brazos Antes creía yo que un beso de aquella mujer me transportaría á
los cielos...
cuando estuvo
¡Y qué
desencanto
mala con
sufrí un día,
uría fiebre pasajera!
Sentí en su aliento el soplo ligero, sutil, casi insensible de las podredumbres humanas... ¡Oh! ¡La carne!: Estercolero seductor y
viviente...
¡Putrefacción que se mueve, que
anda, que piensa, que habla, que mira y que sonríe: donde los alimentos fermentan ; sonro-
seda. linda, alma
tentadora,
Porque en realidad
engañadora ?
solo las
flores
como
el
huelen
EL
CARNAVAL
bien. Lo mismo las de vistosos colores que las pálidas, impresionan mi espíritu y turban mis ojos... ¡Son tan hermosas! ¡Deestruetura tan delicada! ¡Tan variadasy tan sensual=s! Son más tentadoras que las mismas
bocas, y hasta parecen tenerlas. Ellas... ellas solas se reproducen en el mundo sin dejar huella que manche, y evaporando en torno el divino incienso de su amor, el sudor Oloroso de sus caricias, la esencia de sus incomparables cuerpos, adornados de todas las gracias, de todas las elegancias, de to-
das las formas que tiene la coquetería, de todas las coloraciones y la seducción embriagadora de todos los aromas...
SEIS
... Amo como seres
MESES
no como flores, sino deliciosos. Paso los
conoce la
sobrehumano de estas
dulzura,
el éxtasis
ternuras...
Nadie co-
noce el sabor de éstos besos sobre la roja, fina, blanca, delicada, rara, de flores. Tengo estufas donde no penetra más que yó y el encargado de cuidarlas. tro allí como si entrase en un retiro de
carne estas nadie Ensecre-
tos placeres... Por la alta galería de cristales paso entre dos nrasas de corolas; unas ce-
rradas, otras entreabiertas ó abiertas del todo y dispuestas en declive. Es el primer beso
que me envían...
Estas
el vestíbulo
pasiones
son
aun
de mis
mis
favoritas,
¡| Cuánto las amo! ' El borde de su caliz es-
tá
rizado,
más
pálido
que.
su
garganta,
fiores que
adornan
misteriosas,
sino
y la
corola oculta en él como misteriosa boca atractiva, azucarada, mostrando y desenvolviendo los órganos
delicados,
admirables
y sagrados
de estas divinas criaturas, que sienten y no hablan... He experimentado por algunas de ellas una pasión tan fugaz como su existencia: de algunos días, de algunas noches. Cojo á la preferida, la saco de la galería, la encierro en una estufita de vidrio, en donde en un hilo de agua corre por un lecho de cés-
ped
tropical
traído
de las islas del Pacífico.
ardiente,
atormentado por la idea de su próxima muerte, contemplando como se marchita cuando la poseo, aspiro y bebo su corta.vida con una suprema caricia.””
días y las noches en el invernadero, donde las guardo como á las mujeres en el harén ... Nadie, fuera de mí
las contem-
Y allí, junto á ella, me quedo febril,
DESPUÉS.
las flores, vivientes,
que las he construido. Las miro, plo y las adoro una por una.
mis
no
sirvientes.
Después de terminar la lectura fragmentos, añadió el abogado: nuar de
—La
decencia,
la lectura
este
hombre,
Los fragmentos
sefiores,
de las
me
singulares
de
estos
impide
conti-
confesiones
vergonzosamente
idealista.
que acabo de someter á vues-
tra consideración creo que serán suficientes para apreciar este caso de enfermedad mental, menos raro de lo que pudiera creerse en la época que atravesamos, de histerismo y de decadencia. En mi opinión, pues, á mi representada
le asiste perfecto derecho vorcio,
para reclamar el di-
dada la excepcional
situación
en
que
la ha colocado la perturbación sin ejemplo de los sentidos de su esposo. auY DE
MAUPASSANT.
Me saludan al paso cun sus brillantes matices y sus frescas exhalaciones. Son lindas, coquetas, dispuestas en ocho filas á la derecha y ocho á la izquierda, formando dos jardines
que vienen á morir á mis piés.
Al verlas, mi corazón palpita, mi mirada se ilumina, mi sangre se agita, mi alma se
den de los países arenosos,
ardientes y malsa-
nos.
Atraen
matan
des
mariposas
como
sirenas,
como
vene-
nos... Enervan. Son terribles. Semejan grantas, sus miran,
ojos...
con
me ven...
sus alas
Porque
enormes,
tienen
«sus pa-
ojos...
Aquellos seres
Me
prodigiosos,
tan triste, tan fría, tán honda,
tan larga!
Vacíos quedaron
y limpios mis ojos á fuerza de lágrimas para que cupiese la mirada aquella tan desoladora, tan desesperada! Pasaba tan dulce, tan suave, tan clara,
inverosímiles, hijos de la tierra ságrada, del aire impalpable, de la cálida luz, de esa madre del mundo... Sí... Tienen alas, y ojos, y matices que ningún pintor podría imitar... y
luminosa y fulgida á través del velos
todas las formas, todas las gracias, encantos que se pueden soñar. Los extraños dibujos de sus
ino puedo olvidarla!
pequeños
las
ideales...
todos los
cuerpos sumergen el espíritu en el paraíso de imágenes
Tiemblan
y voluptuosidades
sobre
sus
tallos
como
si
quisieran
volar... ¿Volarán y vendrán hacia mí?... ¿Noes mi corazón el que vuela: sobre ellas, como un místico torturado de amor ? Estamos
solos ellas y yo en la clara prisión
de sus grandes pupilas nubladas, que llegó al corazón, v uo puedo, ¡Cómo trémulo rayo de luna ¡lumina mis noches calladas! Y no fueron sus ojos tan sólo los que se quedaron
dentro de
que otros ojos más tristes había
mi
alma,:
fijos en los suyos con ternura trágica.
in
las orProce-
donde impresa quedó para siempre
salt Jal iii a A
Generalmente entro donde están quídeas, mis adormideras preferidas..
Jamás en la vida arrancarla podré de mi alma,
A
exalta y mis manos tiemblan con el deseo de tocarlas... En el fondo de aquella alta galería háy tres puertas cerradas... Puedo elegir el que más me plazca de aquellos tres harenes.
qn
PA ie
AAA
A
O+
ERA
ROD
RD
ERA Ra
A
E
IN y
EL CARNAVAL Despedida
Otros ojos más tristes, abiertos encima del lecho donde se apagabao los ojos queridos, para darles vida, para reanimarlos con su propia llama.
. Ha partido para Ponce nuestro estimado amigo y compañero el señor Tomás Carrión. Le enviamos despedida.
Ojos indomables dedondelaangustia desterrólaslágrimas, queloiluminaban como un par deestrellas, ' que lo sostenían como un par de alas!
Como
¡tan raudas!,
quedaron
sus ojos
te. de
número
Es dirigido este primera
clase,
Tenemos,
¡ y tal vez si en la Muerte me siga tan desoladora, tan desesperada!
son de
insuperable
número que
por un
continuará
literato
dirigiendo
en
su
peculiar
pues,
sobrados
motivos
para
felicitar á nuestros lectores. Teatro
BORRERO.
Anoche puso en escena la Compañía Hermida las interesantes piezas *““La Hija del Bar-
Gitanilla. viejo
lectores,
modo de ser; pero da sus. excelentes servicios á EL CARNAVAL, cuya lectura será asi util y deliciosa en sumo grado.
. «Jamás en la vida podré yo olvidarla!
la corba giba de un
nuestros
zones que consideramos justas
¡y fué noche infinita en las almas!
Sobre
á
el periódico mientras regresa nuestro Director en propiedad. No da su nombre por ra-
hasta aquella alcoba las luces del alba, quebráronse al punto sobre sus pupilas,
MARIA
ofrecimos
sión de que nuestros lectores aprecien la extraordinaria belleza del alma nueva en el ar-
tristísimas,
DULCE
de
mérito. No hay en estas páginas una sola firma que no sea gloriosa y moderna. Es la oca-
dentro de mis ojos cuajados de lágrimas. Llegaron,
lo
literarios de este
Empalidecieron las nocturnas sombras tornóse su frente más fría y más blanca, y mudos
abrazo
damos hoy un número selecto. EL CARNAVAL viste de verdadera gala porque los trabajos
aquellas fugaces horas infinitas cargadas de llanto, dolor y esperanza!
y abiertos
cordial
El presente número
. «» , Como un soplo, las horas postreras pasaron,
nuestro
ba”, y “Gigantes y Cabezudos.”” Como siempre obtuvieron muctros
dromedario,
aplau-
Camino de la pampa donde retoza el sol; De traje purpurino, y un puñal milenario Atado al leve einto, y un cuerno, y un reloj;
sos del público que sabe premiar sus méritos y esfuerzos.
Aquella gitanilla que aumenta mi calvario, Ciñéndome de espinas el pobre corazón, Va por la senda opuesta á donde solitario Me quedo con mis sueños, mi afán y mi dolor.
apetición del público, ** Los Africanistas.”” No es necesario ser profeta para augurar un triunfo á la Unión Artística esta noche, acostumbrados como nos tieneá verla ganar éxitos.
tica
Viajera: hirió su planta el cardo sanguinario;
Para esta noche anuncia la Unión Arjís“Los Rancheros”, “Los Cocineros” y
El
Creyente: es una santa; los granos del rosario Besaron su garganta con beso de perdón;
Aunque
MANUEL S. CERVERA.
Hustrado
De la primera página de esta famosa revista literaria
tomamos el
trabajo de Jacinto
seen que aparece en este número. Es una de las más raras joyas del arte moderno.
Ayer obrero semita, dul-
ce esposo de María, el mas bonito nombre de mujer. Es un gran día para el mundo católico.
Por la ruta contraria á donde solitario La sueño con su traje, su cuerno y su reloj.
El Cojo
de
Fué el día del humilde
Y cruza sobre el lomo de un viejo dromedario
+ A VUELA PLUMA. ++
Santo
posteriores,
van nuestras felicita-
ciones á todas las Josefas -
puertorriqueñas,
especialmente á las constantes favorecedoras de EL CARNAVAL.
JOSE
BENET
y
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generosas
COLON
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