Póstumo el transmigrado (1882)

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EL NSM ·lGR ADO . ---, '( .¡,¡ DE UN HClllBRE E ' q ...\ . . . . ..

ADVERTENCIA.

PÓSTUMO ENVIRG!NlADO, parte de PÓSTUMO EL TRASMIGRADO, novela que publicara el malo¡¡rado Tapia, hace algunos aftos en Madrid, ha obtenido el triste privilegio, digámoslo así, de recoger en sus páginas el último suspiro !le aquella alma entusiasta y ¡enerosa, que ya se ha separado de nosotros por toda na eternidad.

Pocos momentos ántes de morir, trazaba Tapia los !timos renglones de esa segunda parte de su obra, que royectaba publicar completa , toda vez que la cdicion •le la primera parte quedó agotada hace mucho tiempo. Manos bondadosas recogieron ese manuscristo, al tenido tiempo de dar todavia la últimaii17}tc10n el autor, pero que desde luego bastaba 1para 1! r el complemento general de la idea que.., pusiera de sar rolla.,r.. ; y como se tratase de darle inmediata publicidad, brotó expontánea 1 en varios de sus la idea de costear entre sí la edicion, para ofrcrla cariñosamnte á la desconsolada viuda é hijos del ortunado escritor, tributando así un doble testimonio distinguido aprecio a su memoria. Tal es la historia de ' e s te libro, que hoy damos á . Si al recorrer sus pdginas encuentra el alincorreccion ó desigualdad de estilo qui' no le satisfaga completamente, dígnese coqsiderar que , al im¡lrimirlo, no se hallaba junto á nosotro P8'ª ilustrarnos con sus observaciones, la pensadora qac le concibiefa.

Nuestrjl mision se redllda á 9"1'odudrt!ilmentc el original: crtemos haberla Rcstanos sólo,?.!oar .. n ,.,. ,,..,.. ,., ,,....,"; da que obtenga del el , • el digno propósito e ' • '• T , •l la ofrenda alt:aace el p " ' que es digna por todos,.. •• • ,..

Puerto-Rico, Diciembre de 18'

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CAPIT ULO l.

En que 11 d6n 6 lo• prlnolp•lea p1rson1ju de 11t1 hl"orl1.

Póstomo era hi jo de su padre y de su madre; es de' , que lo gró t e ner desde la cu na lo q ue todo el mundo: 1 re y madre. Nació en Madrid y fué bautizado en " ' a de sth; parroquias. Ignoramos si fu é ó no confirma'\. .' Era soltero, y no porque l e hubiesen faltado oca( ' nes de casarse, s in o porque no llegó á hacerlo. 1 T odos estos inra'rmcs, bastantes precisos y c uri olos tenemos de mu y buena tinta, así como lo que despues acerca de este personaje, que, atendi·parecía des tinad o á v ivir despues de Estaba para casarse ¡ pero esta vez, aun cuando hui a querido hacerlo, habrial e sido imposible, po rqu e dias ántes de verificarse la boda se murió, lo que t ejó de set un fin bastante trágico .

Pero no anticipamos; y s i la muerte !le lle"!\ á Póo¡, o, traig-.lmosle otra vez :i este mundo, lll!Dqlle &<)lo porque así conviene á nu es tra narracios¡,. Reanudansfo esta, diremos, que murld por la ez. VeanJos cómo pudo verificarse do que quedase a lgo para otra ocasion. stumo era j6ven. y hubiera seguramente dejado rlo á haber vivido lllÚ ailos; • ntiéndase que hablamos de la vejez del cu • al espíritu, el de nuestro siempre ni.fto, como lo vere .lllluellos séres que suefl dormidos en lo muy f¡j

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( 2 ) encuentro en las faenas y malicias de este mund o. planes no eran para este escenarjo; dcc r que destinado á otro globo, hab1a venido a cstl • equivocacion. Sucediale con frecuencia. que · hacer dramas sólo hacia entremeses, en los cual...:.s, to mejor, dejaba ver su tipo peculiar; dcsprr1pci· sito para esta mundanal escena, con risa de los GOllC\.I· rrentes, que proclamaban su insuficic"hcia acha4ucs de caracterizar otro personaje que el suyo. 51 taba el papel de comerciante 1 era el párvulo P óstu11 a quien : solo tocaban los cargos en la cuenta <le ganan kS y pérdidas. Si queria hacer el de galan amoroso, t ml • '1 mundo exclamaba: f!Vcd á P óst umO engaiiado ." l \ ·•. r diputado, hubiérase quedado sin turran ; á p t .•1 de escritor püblico, habria tenido d poco t1110 de t.: : bir siempre la verdad; á se r sus ' bien le habrian convertido en espinas de un clm la 1• trona que para otros dura Aoridos n;icscs. . ·f)· ñaba con la Edad de Oro, como s 1 no tu ese e.ita fru extraña a la estacion de invierno en que vivia . Tenia 1 pues, los ojos en Jo infinito, en el vacío. Esto, por lo que toca a su ánimo¡ _por lo que á su fisico, era Póstumo bastant e guapillo y º• vistiendo con natural elegancia. aun·-iue un tant o al .des. gain:, cual convenia á un soñador con lo:; .1 r ginarios . Alguna vez hubo que sacarle zanJ _as o JO· zos, en donde cayera por ir mirando al cielo : ' e rd a le ro observador de la region etérea. .

Estaba enamorado por la vez ..r su vul.ª.' ra . 'l de más para que no supiese dónde poma Jos pie s. L. novia era bella y discreta, .segu n él decla; pue !' par ;,;• que todos los enamorados miran por un mis1!'o ank 11 telescópico lo bueno de sus amadas. El heli óme t ro los enamorados seria capa1. ele centuplicar e l lhá111'del sol. .

Póstumo anhelaba el matrimonio¡ su novi a le )l ba un amor eterno , un amor á lo Julieta, lo Isabel de SrJTura. Era para él una hun, una d1 • '' un ángel, r todos estos nombres la llam a.b a sU· pirandr era manantial de Y !\I no,. · abri11antado; sus dias, deh 'Jon

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veras, pl!'ro ro n frecuencia turbada ... c"n n:lcimpae celo't, tt.enn ... ti.o. sinsabores y :;..i c.::. de rompi o. Vivía en la suprema felicidad. cuartto á ella, suspiraba por el paraíso del manto. 'ero, ¡oh desgracia!. .. Una calentura dió con Pós• ¡, en el fCretro, llevándose todas sus ilusiones y es. zas .. Y mur!ó ménos lo esperaban uno y ¡ Ad1os matnmomo para ella! Otra vez se le ; ' la v(ctima! 1Pobre Elisa!. .. ¡Estaba inconsolable! .. ]oró il torrentes, se quejó á Era una Dido Jonada en dolor¡ una nueva CaUJlso que veia á ¡lémaco dej a r la. i!:i la de su s seducciones. Era una pr e cipitar se, y que no lo hacia, porque id es tierra ad e ntro y no encontraba un Léucade 1 \ nte poéti co para el caso. Pensó e n el Manzanares el puente de Toledo , desde donde podia, abismándar fin á su dolor; pero el Manzanares no bastaba pretern¡yrnes poéticas, y temió que, yéndose de' Ld O á. fondo, 110 diesen Ju ego con SU Cadáver los .illeros . Decidióse, pu es, á vivir, pero á vivir en 10 lut o, como lo decía á cuantos (¡uerian oírla. , Cosa Como Póstumo era póstumo, despues ·r la últ11na boqu eada, en que se le atragantó el nom1C! Elisa, s inti óse como vivo . Y no causaba aquel la h e lada cata leps ia , puesto que s u muerte era 1 1va-. De no serlo, hubi éran la he c ho tal sus amigos les , por re tardar la corrupcion, zamparon en el ,¡ go del muert o un par de cuartillos de clvruro; á pesar de esto y de todas la s demás preo c upaciole los vivos contra el difunto, él se hallaba amor1 o san vivo, com0 cuando palpitaba de amor al lado 1 lllisa.

! En qué podria consistir esto? Semejante fen ó meno ·a de füciJ cxplicacion, sobre todo cllando el pobre ·to-vivo no se atrcvia h ab lar , s in duda estupefacto a estraf1eza de s u situacio n, nunca vista al parecer. ifunto callaba, porque si no lo e ra, por tal le daban cmás. Todos se lamentaban, ó mejor dicho, le la, taban, y en verdad que era digno de lástima, exto como se sentia á morir de indigestion de pala-

bras, si ya no hubiese muerto de calentura. Todos mencionaban sus virtudes, con el péro ó peros de sus defe'ctos, que trataban de disculpar echándoselos en cara. como qúien habla delante de un sordo.

' Pusiéronle,..como era consiguiente, ert ataud; oyó que le rezaban algunas preces, y sintió q Je conducian al cementerio, en cuya capilla le dejar n depositado, con el fin de velarle y enterrarle á la manaqa siguiente.

Todo esto se lo dejó hacer sin chistar siquiera; y quietecito se quedó allí, muy callado por pura prudencia; ya que no podía hacer otra cosa'.

CAPJTU LO Jl.

O• to cr-• hlul P61tu1110 lutto que le dejaron tolo con ti telador de 111u1rtos.

. Llegó la noche. Todo Madrid entregaba á las delicias del Carnaval ; época señalada para hacer má'I ostensiblemente Jo que con disimulo s e hace todo el afio ; á saber: caretas y embustes, y vestirse cada,_ cual de lo que no es.

Había baile en el teatro Real.

Allí estaban al natural la mayor parte de los amigos de PóstuJllo, que venian del entierro y que anhelaban borrar de su ánimo, con la alegría del baile, las tristes impresiones del cementerio.

i Qué diferente no estaria allí Póstumo. rabiando al verse muerto contra su gusto, cosa posible aunque rara, y sumido en aquel silencio sepulcral, abandonado de sus conocidos y rodeado de tanto difunto sério y circunspecto!

Esta mansion hubo de parecerle inaceptable ; y viendo que el antedicho velador se habia dormido, sin ' duda porque nada debe temerse de un cadáver, pensó nada i;nénos que en salir de su féretro y volverse al mundo á sorprender en el olvido á sus amigos, ó á senciar el llanto de aquella Elisa tan adorada, que mesándose las und(vagas guedejas y arañándose el rostro, estaría verdaderamente inconsolable.

Nada hay más vivo que un muerto al llevar"ft cr

{S)

un plan preconcebido: Lo pensó, y zás. Trató de soltarse una mano, ¡ que sudores 1 Pero tanto luchó, que con lo que antes pugnara por desatarse,' logró verificarlo estando ya las cuerdas más' rozadas y propias para su intento. Sueltas las man·os, lo fueron los piés ; y con ayuda de piés y manos se echó fuera del ataud, llegándose al guardiall', que roncaba admirablemente. Comenzó á atarle con sus ligaduras, lo que no pudo conseguir sin que aquel despertarse ¡ pero aterrado al ver ante si al muerto-vivo, pennitió estupefacto la dicha operacion. Escurrióse luego Póstumo, tomando la puerta y calle de Fuencarral con direccion á la de la Montera, en donde vivia. su amada, y á cuyas puertas llegó á pocos momentos.

Temeroso de ser reconocido, no se atrevió a hablar á ninguno de los que pasaban junto á él, aun cµando en'b-e ellos hubiese algunos que no le fuesen extraños.

Acababan de dar las doce de la noche ; todo estaba cerrado de Elisa. Iba ya nuestro difunto á llamará la puerta de la calle, cuando retrocedió al ver que ésta se abria para dar paso á dos mujeres enmascaradas; la una vieja y"la otra jóven, · segun las apariencias. Parecióle . .. más, ¡ cosa increible 1 que la jóyen era E lisa, su adorada ; pero ¡quién podría buenatnente imaginar que fuese aquella la mujer á quien juztaba sin consuelo ?

Era, pues, indispensable salir de dudas, y sig:uió á femonil pareja, que diligente como quien va de fiestf¡J corrió á tomar un coche, ·en que subieron ambas, <\"ndo al cochero la direccion del teatro Real.

Febril estaba Póstumo al oir la voz de una de las "nmasc¡.radas, que le pareció la de su E lisa.

Odirrióle seguirla ... pero ¡ cómo 1

Más veloz que el viento, dirigióse á un puesto de ·aretas y difraces que en la misma calle habia, en donde •ntró mostrando su faz pálida al dueño de la tienda. !;ste retrocedió, y sintió frio al verle. Era un viejo llamado Dagoberto, que conocia más que de sobras á Póstumo, y que al saber aquel dla su muerte le había llorado.

i Don PóstllJTIO 1 esclamó aterrori1ado.

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-Calle V., repuso éste. -Yo le hacia á V. muerto desde ayer. ¿Cómo ha sido eso?

Así hablaba el Dagoberto convulso de espanto y con cada cabello tan erizado como un asador. -Muerto estoy, Póstumo ; pero guárdeme V . el secreto. \ · .

-i Jesu.-1 exclamó su interlocutor, y con este golpe se le erizó el blanquecino bigote a la manera del de un gato que se encrespa. ' '--i Un dominó y una careta ... pronto! gritó el muertó . -Pero, alma del otro mundo, que Dios perdone, replicó Dagoberto, ¿para qué más dominó que ese?

Póstumo vió, que en efecto su sudario podi;i servirle, aunque no lo bastante.

Pero con esto solo, tendré frio . -El frio le lleva V. en la medula. -Si lenci o, y mas respeto á los cadáveres, Sr . Dagoberto ... Un dominó y 1 -Si, enseguida, repuso és te, y ai1adió temblando y porlo bajo :-Muy pronto, porque si este buen seftor no se va, me parece que me entra calentura.

Dióle, pues , el domipó y la careta. El aparecido se puso entrambas cosas, y marchóse.

Dagobcrto le despidió diciendo: ¡ Adios, Sr: D . Póstumo!.. ., ¡ Requiescat in pace ! y añadVi luego viéndole marchar: pero se ha llevado dominó y careta, '}, bien mirado .... van á oler aquell os chismes á sepulcro á trcin1 ta legua s .... Me los va á poner perdidos. ¿Qu ién alquila despuc s prendas de máscara que han servido para un difunto? . .. Vamos rezaré un Padre nuestro por su alma, y buen provecho le hag a . Y así diciendo, colocóse detrás de la puerta de la calle, ú cubierto de un traje de arlequin. y entre uno de pierrot y otro de diablo, rezó por ol a lma de Póstumo, que tlán dose más tranquilo .

De o6•H un muerto p11Ht Ur 1Hcha QU• hH" tn 11M ....._

Nuestro difunto siguió corriendo á lo largo de la calle de la Montera, giró por la Puerta del Sol, y se plantó en del teatro Real, poco . despues, sin duda, de la parcia tras que venia. Más ¿cómo entrar allí sin billete, ni con qué comprarlo? En esto percibió, casi con alegria, que por completo no le era dado sentirla en aquellos mamen.tos, que ':'no de los encargados de la era tamb1en conocido suyo. Audacia , pues , se d1JO, y cncarándosele y mostrándole su rostro exclamó casi á su oido: ·'S oy Póstumo el muerto. " Estupefacto quedóse el portero , y aprovechándose nuestro héroe de s u estupor, colóse y escabullóse por entre las mil máscaras del concurso.

'i Qué gresca! ¡Qué animacion ! Tocaban y bailaban una poi ka. i Qué acordes de ahullidos mascariles y trompetazos !

Pó st umo á buscar en medio de! tan atropellados grupos la pareja enmascarada. • lograrlo , se afanaba sin echarlo de ver, y atropellaba a los concurrentes . U na vez quiso desfilar por e ntre una y un templario que charlaban; luego turbó la a.morosa de un Cefirillo y la Noche; la funo sa reconvencion de celos que una Dta.na d.escar¡;aba contra su Endimi o n. Una manola y n ingle s dieron un e mpcllon de los de activa, por haerles quendo convertir en la pasiva· una hija de l Beis le arrojó media docena de por haberla roal paso una guarnicion de su faralá; el Pierrot que á punt? de darle de mojicones mo caJ!ttgo de s u 1mpruden c1a. i Jesus, qué frio 1 examó una dama de Luis XV, en cuyo acento y manes se revelaba la cruda moza de Triana.

Todos estos estropicios los hacia tro Póstumo saltando de aquí para allá como picado la. tarántula . -¡Canario! murmuró, nunca ligero ni sutil como desde 'l,ue estoy qué podria colarme por el o¡o de una

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En esto metió el pié entre las guarniciones de una matrona ataviada á la /Üntiere, enredose allí, y hubiera caído á no asirse de uo bastonero , á quien amostazó tal desacato.

-¡Diablo! exclamó, ¡que! hombre tan tormentoso y tan saltarin !

- ¡Ah, qué frio siento ! añadió una modista disfrazada de Semíramis. Está el baile que parece una nevera . ··

Y todos repetían lo mismo .

Cono.ciendo Póstumo que él era la causa de este paso de Madrid á la zona helada , tembló por su vida, ó mejor dicho, por su cadáver diciendo:-¡ Cáspita 1 ¡Si no ando con tieAto, van á descubrir que soy un cadáver prófugo y á llevarme por fuerza al cementerio 1 Allí habrá mucha paz, mucho órden público; pero maldito lo que me gusta semejante morada .

:-- /No sientes un olorcillo particular? preguntó una que iba vestida de Norma á su PoHon,-cualquiera diria que huele á muerto. -¡Hum! murmuró Pós tumo , ¡ya estoy vendido! Contengamos la respiracion . .. . Y no ex tráño que esta g e nte sienta frio . No pare ce qu e es tamo s en la Siberia . Razon tienen Jos qu e di ce n que Madrid se va poniendo inaguantable . Ert mi vida. sentí un invierno tan crudo .... y eso que llevo doble abri g o: Sudario y dominó.

Y al decir esto , trataba de contener la respiracion para evitar que cundiese aquel olorcillo á muerto que él se atribuía , como era natural.

¡Si s erá que ya ·comienzo á po1rime ! continuó diciendo para sí. -yo tom¡irla alguna cosa hervida para entrar e n calor ; pero mi aliento , mi sudor, que no dejarán de tras cender á cementerio, acabarían por hacerme traicion . ¡ Est;l visto que llevo en e ste maldito hálito IT\Í cédula de vecindad! No , no puedo seguir · asl ; tengo que bu s car un medio. . . . ¡Ah, qué idea 1 Un par de copa s de aguardiente podrían dar calor á mi . cuerpo, y hasta evitar mi corrupcion interna . El alcohol ¿no es gran medio de preservar cadáveres 1 ¡ Feliz ocurrencia 1 ¡ Viva Noi ! ·

V as_I diciendo, dirigjóse á los ' pasillos ; llegóac á una cantina, y apuró varias copas de aguardiente . Hecho esto, volvióse al salon, resucite> á arrostrarlo todo por avcriglJar 1o que deseaba saber de una manera terminante: si su amada Elisa estaba en el baile.

En efecto; alll, á dos pasos,,vió á la pareja que buscaba¡ cuanto pudo, y colocándose en una silla que hab1a detrás, oyó el diálogo siguiente:

Mdscara ;ov en : -¡ Ay , mamá, qué tristeza 1 ¡qué dolor 1 !'de esto);' muriendo de pena; estoy desesperadL Qu1s1era bailar para distraerme.

Máscara : -¿Y quién va á invitarte , con esa C'lfa de angustias?

-¿ Cara de angusti a s , mamá ? ¿ Cómo verla/pueden

-Es verdad ; pero la careta n o impide que se trasluzca .esa mora l que desde ayer está minando tu

.

con mis dias ; por eso quiero .olvidar m1 horribl e pesadumbre; por eso quiero distraerme .

Supóngasc:_,el !ecto r cual seria la s orpre s a de Póstumo ai 01r tales di scur s os. Pero fué mayor su ira al ver que se acerc aba á Elisa un g a lan su amigo Siscbuto, el misn:i o qu e debfa s uc ed e rl e en 1 el empleo que á su muerte de¡ó vacante , y qu e á juzgar por e l modo halacon que e r a r ecibid o por la dama , le remplazaba tamb1en en el c o razon d e esta .

Presentó se á s u me nte la histori a d e HamJet y comprendió que le to caba allí el papel de s ombra difunto; Y . ¿qui é n p odría mejor repre sentarla que un cadaver ammado?

.

Invitada Elisa por Sisebuto a bailar un a polka , sahó prec1p1tada, como quien anhela a rdient e m ente abogar en s¡ltos y brincos el furio s o dolor del a lm a.

Delirante e s taba Pó s tumo al ver s e as í trai c ionado por qui e n mén os c reye ra.

y ve rás, se dijo : i oh ! ¿ qué fué di' aquella fé ¡urada, de aquella pasion de todos los días y tod:as las noche s 1.. : ¿ Y en quién creer ? repu so más páüdo de lo qu e s oha desde que murió.

Sintió que le acometia un vértigo, se le iba la ca-

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beza. . ¿ Sería efecto del aguardiente 1. . . ¡ Qué disparate ! Era el dolor que le abrumaba. Verdad es que no habia comido desde que espiró, y luego la dieta durante la enfermedad . . . Pero acaso todo esto, unido al dolor que sentia en aque llos momentos, le puso á los bordes del sepulcro, de donde acababa de salir, y exclamó:

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Estoy desespel'ado, quiero vengarme, sucede. lo que suceda ; quiero bailar 1

Y al decir esto, asió de la primera máscara que se le puso . delante, que fué una matrona romana, tal vez la esposa· de Caton, y se puso á danzar una polka de una manera tan febril, que parecia lo que era: cosa del otro mundo. '

En esto, la matrona gritó:-¡ Ay, que me muero de frio, suélteme V., suélteme V 1 ¡Qué olor á muerto embalsamado con aguardiente! Suélteme V., porque siento que mi cabeza se desvanece ... Ese tufo á muerto embalsamado que V. despide y ese ftio con q11e me está usted helandp .. . ¡Ay! gritó de nuevo al sentir que resbalaba por su cuello una cosa fria : tomóla, y ex?-minándola, la arrojó al suelo con tál expresion de horror, que erizaba los cabellos de Jos circunstantes. ·

-Ese gusano es de V., caballero .. V.está muerto. ¡Qué horror! ¡ He bailado con un muerto !

-¡ Un muerto ! ahullaron todos, huyendo sin saber hácia donde, y todos fueron empellones, y caidas y tumulto.

Paró la música. Por todas partes se repetia aquella palabra aterradora ¡ Un muerto! .

Dificil fué á los bastoneros restablecer el órde n. Aprovechóse Póstumo de aquel momento para refugiarse en uno de los pasillos, acurrucfmdose y anulándose en lo posible.

-¡ Van á descubrirme !-se dijo con verdadera pesadumbrc .-Ahora que queria vivir ó quedarme en el mundo, aunque fuese muerto, para vengarme de aquella ingrata, para ser su sombra, su remordimiento vivo ... . Pero 1 ah 1 tendré que irme, y ¿ á dónde ? ¿al cemente.rio ? . . . A /Jre111111cio ! . . . Y ¿dónde alojarme con este olor que sienten salir de mi estómago? Sin duda poi

mundos con este aliento, pues dos muchos q;J pasan por vi-""'-"·'"'-es sin toma de putrefaccion, pronto vendrá la de mis miembros, iré lanzando brazos y piernas -por donde quiera ; y sin cuerpo no sé como aodar entre las gentes . .. i•Y luego ese bichil.lo que sin duda me salió de la nariz! . . . Si, de la nanz, porque de la boca buen yo de. mantenerla muy cerradita. ¿Cómo diablo vivir huéspedes de tal linaje 1... i Cómo me voy pudriendo! exclamó con amargura, sí; pero todoántes que el cementerio. . . ¡ y mañana que piensan enterrarme 1 .

En estas angustias se encontraba nuestro amigo, y en ellas le dejaremos mientras referimos lo que pasó en la capilla del cemente ri o, poco despues de haberse él escapado . .,., '1- 1 ' \, CAPITULO IV.

En que ee Hrt que Ice muertos Uet'left tatRblen pollcia.

"

Tan luego como la persona que custodiaba á Póstumo en el cementerio se sintió amarrada por t!ste , comprendió que la idea del escapars.c, como lo verificó, para volver al mundo a darsela de

Entonces el guardian recordó que era espirilula, y con arreglo á lo que el caso requeria, evocó el espiritu de un polizonte afamado en Madrid por el olfato de sabueso y la índole pesquisidora que le caracterizaban.

Vearrtos ,-se dijo el guardian de muertos ,-si es posible que un difunto se burle de mi . .

No sabemos si el tal guardian era 1nedtum. '1ftetamco ó ii1tuitivf; ignoramos de qué sé valió, puesto que no tenla pa1>el ni lápiz á su disposicion en aq uello s momentos, ni podia, con las manos atadas, se las babia dejado Póstumo, aplicarlas á mesas m á mueble alguno¡ pero es lo cierto que la evocacion, aunque hecha de una manera puramente mental, fué tan y perfecta, que á poco se dejaron ver un tricornio y un buton, luego unas narices , y por último , la figura comdel famoso esbirro.

12)

Es decir, c¡ue allf no hubo golpecitm ni cosa por ti estilo, sino la en cuerpo y alma de la en .. tidad evocada. ¡Puede darse mayor prodigio?

El polizonte,. mostrando, como hemos dicho, su cara triforme; á saber: de zorra, de gato y de huron al mismo tiempo, expresó :

-1 Qué me quieres?

-Acaba de escapárseme el muerto que velaba y que se llamaba en el mundo D. Póstumo, hijo de su pa· dre y de su madre, natural de Madrid, vecino de uno <!e sus distritos, y empleado en no sé qué parte, con la categoría, goces y derechos consiguientes á un sueldo de 30,000 reales. Con senas y datos tan positivos, no dudo que V., que tanto se distinguió en el mundo por su olfato, sabrá dar con él ahora mlsmo y salvar de es .. te modo mi responsabilidad.

.

Te serviré respondió el espíritu, con verdadera eficacia ; pues esbirro por vocacian , me place servir al órden y al santo principio de autoridad. Por eso estoy muy bien pagado en el planeta donde ahora vivo.

Y si está V. encarnado en otro mundo, ¿cómo ha podido obedecer á mi voz ?

- Dormfa, y como todo se hallaba tranquilo, me dije: Vamos á hacer algo por no estar ocios9, y puesto que me llaman de Madrid, será para darme el solaz. de otras veces. . . . Le tengo mucha aficion á la coronada villa. 1Desempeñé álli tan á gusto mi oficio! Perseguir malhechores es empresa ruin; mi fuerte es la política ; husmear motines y pillar sospechosos.

- Pues bien, señor polizonte fantasma,-aftadió el · guardian,-deseo saber dónde se encuentra á horas el difunto prófugo.

-Te diré, exclamó el evocado, y abismándose en éxtasis profundo, á manera de quien anhela ver en lo invisible, expresó luego: Sl, le veo; ahora se encuentra en las máscaras del teatro Real ; lleva un dominó negro, con el que pretende encubrir su blanco sudario. Casi le toco con la mano.

-Pues atrápcle V.

i No, de la apariencia al hecho! .... Es preci&a que yo vaya en persona.

J .

( 13)

-Entoncd, vaya V. presto, sei'lor tricornio, q• aquf le aguardo dispuesto á amarrar al prófugo para que no torne á las andadas.

Voy corriendo, repuso el el.e ultra-tumba. Nunca estoy más contento que cuando hago mi oficio.

La sombra esbirro desapareció de alll, y a poco, en alao de su voluntad, se halló en la plazuela de Isabel 11, frente por frente de la e•tatua Taifa .-

Reflexionemos, se dijo. Veamos si encuentro por aquí alguno de mis conocidos del ramo. No sé sí me habrán olvidado.

En esto presentóse uno de ellps.

- Hola, Pachon, exclamó, 1y Podenco?

Alla está con M astin y Perdiguero ; peró ¡quién es V?

- Vuestro a.ntiguo jefe .

- 't Jesus me ampare! .... . Vad• nlrol . .. . i Qué ' pretendes, alma infeliz de mi difuhto jefe ? 1 Quiéres misas? las pagat:5mos . Así podrás salir de ese lugar en donde estás penando, que no te faltará por qué, atendido lo que fui s te en este mundo .

Nada de eso ; estoy tan bien ó mejor por alhi que por acá. Se trata de coger á un muerto prófugo del cementerio, y que está en ese baile.

- ¡ Para el di a blo ! - exclamó el poli•onté vivo.Líbreme Dios ; no tengo jurisdiccion sobre los mue'rt.os.

-Entónces, dijo el fantasma, Jlamaré a los mios del otro mundo , y no os quejels de que invado vue-Uras atribuciones; si bien es verdad que para pescar a un es· piritu prófugo hay que valerse de la policía espiritual, ya que la vrestra es puramente corporal.

- ¡ Co poral ! . . . No del todo. expresó el esbirro te.rrestre.

-Si , ya sé . repuso el del otro mundo, que con frecuencia invadis la jurisdiccion del espldtu ¡ pero siem- . pre procediendo corporalmente y contra 106 cuerpos ; á saber: ¡deseais proceder de la manera que llamaia preventiva 1 Entonces os vais al cuerpo del prójimo para atrapar en el las intenciones de su espíritu . Eso e& lógic.o, porque pillar el cuerpo es pillar la madriauora:

\..' l.'·(

1.

14)

n•da más natural que irse al bulto de las cosas, al ménos, así lo hacia yo cuando estaba entre vosotros.

-Cuidado con murmurar de nuestras instituciones, Sr. Lobizorro; que aun cuando haya V. sido mi jefe y tenga que respetarle, primero es mi deber. Está V. murmurando de nuestra conducta y atacando el sagrado principio de autoridad que represento. No ¡medo permitir esa crítica. Nosotros procedemos siempre con nuestras razone s .

-Esas son precisamente á las que me refiero . Y . r cómo harías para realizar en mi vuestras amenazas en c·aso de que mi crítica continuase?

-Con todo el respeto debido á la categoria de V ., le llcvaria preso.

-Recuerda que soy Espíritu.

-Pero tiene V. cuerpo en estos momentos.

-Está s equivocado ; pálpame y verás .

Intentólo el polizonte vivo, ·Y retrocedió aterrado no encontrando bulto. Era impescable aquel Espíritu insolente y sedicioso ; no tenia agarraderas .

Lobizorro habia desaparecido, dejando al esbfrro amostazado y como lelo , ni más ni ménos que el gatq que al entrar cauteloso en la despensa, atraído por el olordel queso que hllbo allí, Gncuentra que se lo comieron los ratones .

CAPITULO V.

De comt no• 11 ... ,,. ,,.,....,., nocat 6 un Eeplrttu .

En tanto que fuera del teatro Real pasaba lo que hemos contado, veamos lo que ocurrió dentro de aquel templo de Momo y de Terps!core.

Pós tumo habia permanecido acurrucado en su escondite hasta que pasó la tremolina que s u presencia dcasionara en el s alon . Quiso volver á. este, cuando, con la lucidez del E s píritu, divisó por entre la concurrencia al !>olizonte de ultra tumba, acompañado de otro s dos subalternos de igual naturaleza, quienes, con la ductilidad de lo incorpóreo, aunque con su correspondiente uniforme, por el buen parecer, se dJ' lizaron

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hácia él desde el otro extremo del salon. Ent6nces pensó refugiarse en el café ; pero, ¡oh diablura! en este, varios amigos suyos , sentados al rededor de una .. mesa, pretendian que girase, segun la moda, al inftujo de la cadena que sob(e dicho mueble formaban con sus manos

.

-Evoquemos el ·espíritu de nuestro amigo Póstumo, di/"º uno, y que nos cuente cómo le han recibido . por alá.

Y qué tal se encuentra sin la carne de este mundo. '

- - ¡ Buena idea 1 exclamó un tercero .

Y á poco empezó á dar vueltas la habladora mesa .

Ya responde, gritó el primero . Póstumo , al oir que evocaban su espíritu , sintió que una fu'e rza poderosa lo arrastraba bácia al grupo .

- Qué le preguntamos 1 dijo uno .

- PreguntéQ)osle si está satisfecho de la consecuencia que le ha guardado su Elisa , quien, segun él, tanto le adoraba.

A propósito , añadió otro, la has vi s to esta noche danzando con Sisebuto ! Sin duda cree que no la hemos reconocido.

- Por eso lo digo . Ella sabe que es de buen pescador hacerlo con dos anzuelos. Faltó el pez Póstumo, y ahora muerde Sisebuto.

Póstumo , que á su p esar s e hallaba más cerca, y oía este para él de s agradable diálogo , sintió crecer su mortificacíon al ver que s u desgraci a era conocida de sus amigos. De s eaba caer sobre ellos á bofetones; pero hubo de 1contenerse, considerando con que este grave esfuerzd; sus miembros , ya casi desligados por la muerte, pudie se n del todo

- De suerte, exclamaba uno de aquellos en el instante de hallars e el difunto más próximo á la mesa, que nuestro amigo Póstumo era un zopenco, pue s to que así se dejaba engallar . -Veamos lo que dice , añadió otro . La mesa anda de nuevo .

-¿ Quereis saber lo que dice 1 gritó Póstumo po-

(

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nihtdoseles delante y ' dejándoles estupefactos .. ¡ Pues sabedlo, aunque me desbarate !

Y así diciendo, i zás I ¡ zás ! comenzó a repartir bofetones á uno por barba, que, como dad<>!' con mano de muerto, es decir, bastante pesada, iban echándoles por tierra respectivamente.

Ante esta lluvia de cachetes, alborotóse la concurrencia del café, y hubiera continuado el huracan. á no haberse presentado los polizontes de ultra-tumba, a1iendo á Póstumo del cuello y gritando:

-i Difunto prófugo, date pres& en nombre de la Eternidad!

Con tales voces acabó de aturdirse todo el mundo, y cuando Póstumo salió de allí hácia el salon del baile conducido por los poli•ontes, oyó que gritaban por todas partc1: ¡Un muerto" un cadáver que se ha escapado de su sepulcro! i Acaban de cogerle 1

Redoblábanse con e stas voces la algazara y confiaion.

.

En e s to llegó el aparecido con los esbirros sepulcrales á donde estaba E lisa, quien, oyendo hablar de un muerto prófugo, y al verle luego, pues el dominó de este, desgarrado en la refriega y ' perdida la careta ," la permitieron reconocerle, lanzó una série de ayes en distintos tonos, y 9e desmayó en brazos de Sisebuto.

-i Mujer inicua , exclamó Póstumc> enfurecido, Dios te dé larga vida bajo la del diablo!. . . ¡ Y tú amigo pérfido, muérete y verás !

Y esto dicho, dejóse conducir al cementerio.

Grave escena de agitacion y espanto quedó reinando en aquel concurso, en la que tomaban no poca parte los poli zontes de Madrid, que, al ver invadidas sus atribuciones , pedian favor para la ley, clamando contra aquellos sa lvaguardias de la Eternidad.

- Si . los muertos, dccia un"ccsant c, se meten en las coaas de acá, donde no cabemos ya lqs vivos, ¡buenos vamos ;\ estar! ¡Ya qué de por sí eran tan pocas la¡; tajada "' ! ' ¿Y quién era ese? preguntaba un curio!io.

- Un tal Póstumo , hijo de su padre y de su madre, empleado con 30,000 re•po ndió un iri•dor.

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Hijo del presupuesto, querrá V. decir, al\adió un pagano .

-Era uno que contábamos de ménos y que ha resucitado, á lo que parece, repuso un empleado.

-¡ bien, añadió un pretendiente desvalido, que ahora vLn1esen lo s de otra parte á disputarnos el turron !

En cuanto á Póstumo, como hemos dicho, lleváronle al cementerio, y no pudo dejarse el entierro para la mañana, porque con las bofetadas que habia repartido en el café, la s violencias que Je hicieron los polizontes de la eternidad, y demas accidentes de tan alborotada trapisonda, rotos ya los que ligaban sus miembros , se estaba de sve ncijando. Procedióse, pues. inmediatamente a Ja inhumacion, de lo que se alegró no poco el guardian ó velador de difuntos, aunque fuese por espíritu de venganza . Lo s polizontes , en ?e lo que le s dió que hacer para volver al cementeno, Juzgaron, que como más seguro podia estar uó muerto tlUl traviesHlo, era enterrado.

CAPITULO VI.

Oue trata dt lo que hito nutltro hombre detpUM dt ffpulta•e

U na vez aprisionado Póstumo debajo de la tierra s intió libre su E s pirito, y abandonando aquel cuerpo Á su pesar , pues desvencijado y todo le amaba tanto, partióse aé reo y puro á las regiones de lo infinito.

Pero no concluye aqur su historia.

iba el Espíritu de P óst umo por haber dejado nuestro planeta en sus peculiares circunstancias, ¡:fles, muert o ó vivo, con tal de residir en él podria vcihgarse de s u inconsecuente novia, aunque fuese á man:ra de re moriiiiniento perseguidor. Pero /cómo transitar p or el m1Wido no teniendo cuerpo 1 Desconsolado estaba y vagando si n saber hácia donde dirigir sus espirituales pasos. sin que, atendida su turbacion, pu.diese dar con la morada ó lugar á que habia de encaminarse. ¡Debe haber tantas sendas y vericuetos en lo infinito!

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:

Ésto aumentaba su pena, porque aquella soledad tan era aterradora, cuando vino hácia él su Angel custodio con la mira de guiarle por aquellas regiones ilimitadas.

·

El Angel.-Ven á la mansion de los Espíritus hasta qi..ie encarnes de nuevo.

Póstumo.-Es decir, que voy á estar corno cesante ó de remplazo.

El A11gd.-Poco más ó ménos,

Póstumo.- Y cuando encarne de nuevo, ¿en dónd¿ será l ..

'

El Angel.-En donde haya lugar. ' Yo veré el modo dQ buscarte una buena colocacion.

1 ya quisiera volver al mundo que he dejado : ;i Madrid si es posible.

El Angel.-Muy preocupado vienes con las cosas eje allá abajo, y eso podria perjudicarte en tu nueva encarnadura. Conviene que todo lo ovidcs.

Póst11mo.-Y ¿cómo olvidar?

El A ngd.-La muerte es á propósito para el caso. ¿Para qué pensar en un mundo á donde quizá no habrás de volver, 6 al que, si volvieses, seria p<)sando por el nacer y Ja edad de niño, en cuerpo nuevo, con farnjlia y educacion distintas, y acaso hasta en un pais antípoda del que . dejaste? Y de volver allí sin haber olvidado, como lo previene la ley natural, pues Dios, en su infinita sabiduria 1 ha querido que al nacer se beban las aguas del /qué habria de succdertc ! Que andarías llevando acuestas tu vida y todos tus. recuerdos en lucha con las impresiones y pensafnientes · nacidos en otro estado inuy distinto. Entónces rqué confusion para tu espíritu, luchando con dos vidas incoher entes ! ·

_ Pó.slu11J.o.-Aun cuando así fuera, querria· vengarme de una ingrata y de un fj¡lso amigo que allí abusaron de mi ,bondad ; á todos, comenzando por probármelo á mí, que con la experiencia que la tumba me ha proporcionado, no seria tan fácil engañarme.

El Angel.-Pero la culpa fué tuya, pobre Póstumo, que todo lo veíais color de rosa. ¿No te lo dije yo desde que te puse en el mundo, ó mejor, desde l¡ue aeoper-

!IJll!o.,tura&en, pud-· 1 mi.§ólo copsejo te parcci.i 1 enc1a, y le deseeháste, sin pensar que desecha Blí tu propia razori. Debes por lo tanto persu e Ae que el mal estuvo en . tu propio carácter, y . á nacer en idén-. tiq1.s c.ircunstancias y á lo pasado, te socederia lo propio, aun cuanilo pusieses en juego la experiencia de que hoy blasonas. No; te quiero demasiado para consentir que nazcas de nuevo en el mismo muhdo que· acabas de dejar. Yo te buscaré ot ro planeta .rµás ,en armonía con tu indole y circunstancias esen-. ciales.

Póstumo. -- Sin embargo, no estoy satisfecho. Llevaría, no una vida, sino cicntoi con tal de en cara con mi presencia á aquellos miserables. .Dcspues consiento en morir y olvidarlo todo. Porque ¿de qué me serviria volver al mundo habiendo olvidado ffiis ar\tCcedentes? ¿De qué me serviria volver al mundo, si ya no era el mismo? Eso estará bien para los que quieran pre!lc:indir de lo .que fueron; pero que están cottfoñnes y encani\ados con su ex1stenc1a pasada, ¿por qué habrian de querer otra distinta y sin vinculo consciente con la anterior 1 La muerte es entónces una mancrp de saldar cuentas con que no estoy conforme, puesto que el legítimo acreedor lo pierde todo y el deudor, con el hecho de ¡sobrevivirle, resulta ganancioso. \

El A11gcl.-Veo que eres muy tenaz, y voy á contarte una historia que acaso te sirva de ejemp lo para np pretender semejan tes locuras. ·

CAPITULO Vil.

En qul el Custodio reflere .. P1i1tumo I• ntfthru '9 C.mlcti.

Angel comenzó su narracion de la manera siguiente: . Cansado (si es posible que el Ser Omnipotente necesite descanso) se hallaba el Creador con las pretensiones que de igual naturaleza que las tuyas le bala mayor parte de los espiritus. Anhelaban vol-

/ )

\.erse al mundo sin olvidar lo• hechos y conexiones de su vida antcrioi; acaso por iguales motivos que los que expresas ; y para evitar de una vez tan improcedentes \ solicitudes, cual si pudiesen barrenars"e á cada paso sus. leyes eternas é inmejorables, ó cotno si la divina omnisciencia fuese falible y caprichosa como los mortales ; consintió, con la mira de probarles lo absurdo de sus pretensiones, que una de aquellas criaturas consiguiese sus deseos. Otorgólc la impertinente demanda de transmigrar sin olvidar. Y ¿qué aconteció? Voy á ·contártelo, aunque con la brevedad posible, mucho mayor de la que mereceria tan importante asunto.

El tal espíritu se llamó en el último mundo que habia habitado, y que creo que fué Saturno, Cósmico.

Volvió, pues, á Saturno, y nació de padres diferentes y en extraño lugar al que dejó, pues no era posible trastornar todo un mundo por complacer su capricho, ni volver a crearle los mismos padres, los mismos abuelos, etc. ; porque siendo los unos nacidos de los otros, segun las leyes de la materia, debian seguir unos de otros la lógica ley de los derivados ; y pQr consiguiente, para rehacer . a los padres habia que á los abuelos, bis abue los, etc., como productores indi spensables de un hombre dado.

Tampoco podia hacérsclc nacer en el mismo lugar del mundo ¡ porque no siempre habria vacantes en el propio s itio, y tú sabes que aquí, para evita r injusticias, se procede. por lo general, en la reincorporac10n, CCJll arreglo á órden y plan determinados.

Nació y murió, pues, en un mundo, apareció en otro, y despues de haber vivido en algunos, ya no podía con la pesada carga de tantas existencias, gravitando en la última de una manera intolerable . Había s ido mujer, y bastante coqueta, en Venus, médico en Saturno, cómico en Palas, músico en Céres, guerrero en Sirio, poeta en Urano, mercader en Marte, ministro en Júpiter, reina en Juno, y asi por el estilo . ¡Qué confusion ! Suponte toda es ta reunion de cará.cteres en una sola persona, con su mezcla de recuerdos cci-

- Pero todo eso, replicó Póstumo, le una

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múltiple aptitud muy ventajosa para todas las {ases de • la existencia.

-S!, repuso el custodio ; pero ¿y la necesaria armonía ! Todo esto perjudicaba sus facultades por falta de unidad. ! Qué mezcla de pasioones ! La formalidad del sabio, en lucha con la coquetería de la mujer ; los caprichos soberbios de reina, con las veleidades de ministro; los suef\os del poeta, en choque con el positivismo del negociante; la ductilidad del cómico ó del músico, con la fiereza del soldado: todo esto, unido á que en una esfer;i. babia sido liberal, c9mo hombre público, y en otra , por interés de su posicion, retrógado : ¡qué de contradicciones dentro de sí mismo! Recuerdo qúe ahora vive en Madrid, en la Tierra, y acaso le hayas conocido.

Como lo ha sido todo en otros mundos, sirve alli para t.odo es que le habrás visto siendo muchas cosas á la vez ; pero ¡de qué modo 1 Veces hay que siendo diputado este nuevo Gil Blás del universo, recuerda que fué músico 811 otra viila , y desde la oposicion ha salido con un himno de alabanzas.

Al sentarse en la poltrona, suele venirle en mientes que fu é cómico, y tiende con frccuenda á los golpes de teatro. Eso no impide que por no haber l'erdido los hábitos de mendigo que fue en Vesta, por e¡emplo, se aficione á pedir á menudo, ya que no limosna , crédi- · tos suplet9rios; y por no haber olvidado su anterior profesion de tráficante en otro mundo, meta las manos hasta los codos en eso de empréstitos y contratas.

Coquetea en el banco azuló en la oposicion, ya tomando varas á más y mejor, ya dándola de desdeñoso. Otras veces, que no son las ménos frecuentes, pone mano al '(hafarote, como soldado que fué en otra existencia , y se decide por lo terrible.

Tambien acostumbra pavonearse con sus reminiscencias de soberana, soñando golpes de Estado, ó blasfemando del parlamentarismo á que debe su cartera, por no haber logrado complaciente mayoría. Recordando que fué mujer, como ántes te dije, y que por consiguiente, visten bien en aquel sexo los moños y las cintas, siempre que baja del mando, lleva colgado algun

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• adomo1 eon·qae>.&e •pllardea. ocn salones. y.iicsaalallOs. Teniendo presente que fué mercader, rara. vez.deja la silla sin haber hecho y todo, dcspues de tomar, á fuer de ex-médico, el p.ulso á la situacion, para ver Jo.que mejor cuadre• sus conveniencias.

-Esos son hombres,. exclamo. Póstumo, á Jo <ajon de llenos de1 de. los distintos trajes que han llevado: verdaderos mosáiaos poHticos; así .conoz· co muclios.

-Suponte 1 continuó el custodio, que.en lo¡nás.séÁÓ da una. sesion oficial ; . en Jo más , ·ag;radable de una : CGhíerencia amorosa¡ en lo mis placentero de un han· quete, le evocan como espíritu desde otro mundo donde viviera, y tiene .que hacetrse cl 1dormi4o mientras acude allá. Tal le ha sucedido • con frecuencia en Madrid siendo .magistrado, y ha fallado luego con un conoci·mien-to Ge causa .que sólo podía tener su cuerpo, único -pr&eDte. { En ocasiones parece despierto, y está su espíritu tambien lejano. ¿Cómo si no, explicarse algunos dec•ctos ,;uyos, que parecen dictados con el csplritu en otro mundo? ¿Cómo darse cueBta de aquel te¡er y destejer a lo P•nólope, sino. teniendo en cuenta que el alma del miniGtro ausente. y que luego, al '(Ol•ver116f'mc> en.. bBrbecho? Además, como Cósmico1 tiene presentes todas las existencias de una manera simultánea, •encuen,tra con tantas madres, padres, hermanos, primos y parientes á la que sus compromiSOíl ·B!.1.elen ser bastante graves. Con frecuencia tiene que cr..aar, cuando es ministro , gangas y destinos vfici.ales ; pues ya se ve que no es cosa de que tan elevado personaje permita que mendigue su "P"•entela. .

.._:.,Pero, más que negarse á re.conocer un parentesco que él solo puede recoGdar ?

-.Imposible l · La. sa11gre tira. y snria cargo de - conciencia tl'O • hacer por los suyos. A mas de que los individuos <JE su familia le conocen este flaco y le abordan, ttchándole 1en cara el parentesoo; pues .no sé qué tratas se dan ellos para a.ver.iguar gue en tal ó cual - mundo tuvieron deudo. Y-0 aeo.que. se valen del .espirtUsmo piira

( interrumpió Póstumo, babia mrido•á los pretendientes de Madrid por finos l' lince'I, de suerte que en la actualidad, con las mesas parlantes y los mcdium intuitivos, no hay forma de que se les escape nada¡ ya saben irse á dar con el flaco de un ministro. Pero volviendo á Cósmico 1 insisto en que los conocimientos adquiridos en tantas experiencias, deben ser para él un perfeccionamiento inteleetua!l ' que doñduirá pór hacerle un Dios sobre la tierra.

- Eso ' estaria bien, repuso el Angel, si la transmigracion fuese de bueno en mejor, de una maneta armónica; pero como Cósmico es uh"a excepcion, no puede arreglarse todo segun· su ·conveniencia.

Nace donde le toca sin derecho á escoger un organismo rigurosamente apropiado á sus circunstancias. Harto ha hecho Dios en éom:ederle la excepcion.

- Pero si todos fuesen creados así, replic6' P65t11mo , cbmo yo digo; ordenándose JaS trasmigraoioncs segun las circunstancias peculiares de cada espíritu. como creen' algunos ....

-Esos no t"áentan para na.da, interrumpió el custodio, ya incómodo, con el nacimiento, edúcaE:ion y ptofesiones, cuyas influencias, contradictoria$" las má-s de las vetes , alterarían la armenia preestablecida, ha., ciendo ilusorio el tal mejoramiento gradual , salvo en las rnaterias puramente noológicas, como las matemáticas ( en que no caben apreciaciones diversas ni influencias tnorales de clase, ejci-cicio ni educacion. Esto, ' pres 4 clndiendo de que cada esfera individual, una vez dada, imprime en el ser sus afecciortes simpáticas ó antipáti· cas que modifican notoriamente el modo de existir de cada entidad humana. Pon en juego tantas maneras de ser y ta,n diversas, todas presentes por la memoria, que seria <1Jmo el archivo de las ideas acumuladas en tantas vidas diferentes, y trata de- armonizarlas 'Cn un individuo. El tal seria un caos en carne y hueso, ó un D. Cósmico y nadá más. , má.:5- que conceder á los seres , murrtturÓ Pósturoo, una 'Soi:i vida, pero eterna ?

-- Tambien puedo convencerte, Teplicó rustodio. J't lo llbsunto 'de tu imke:cion, 0tn hiotilria tenco

J <22)

( 24) que contarte á este respecto. en la via de convencerte, y es la que sigue.

CAPITULO VIII.

Y el Angel continuó : . -Hubo un espititu que en la tierra se llamaba Pcrpétuo, y sin duda, para ser digno de este n?mbre. . suplicó á Dios despues de muerto, que le volviese al ·mundo. Su Creadora Magestad accedió á su peticion, con grandes instancias apoyada, diciéndole: 0 Vé, pues. y vive eternamente."

. .

Esto lo hizo con la mira de enseñar a los demás espíritus á que no le pidan lo absurdo. la organizacion de aquel como para ser eterna, dotandola fuerza indestructible ; no debia prestarse su egregio poder á jugar como un niño, alterando de nuevo sus yes porque variase de deseos.el d_icho .caballero.

Volvió, pues, nuestro heroe a la tierra, con cuerp.o eterno. Empezó por darse á todos 1.os goces. del esp1ritu y materiales que · pueden concebirse. .de una vez tuvo tiempo, su larga vida, de adquirir sin trabajar; ya porque con tiempo largo no es pos11¡le que dejen de propicios azares,, ya por_que, como más antiguo 1 tenia ocas1on de llegar a buen po en todas las cosas que dejaba de antes que los otros; pero como sabia que nunca hab1a de envejecer ni enfermar, curábase poco de conservar la fortuna una vez adquirida. . . l Tenia un amigo? Desaparecia al quererle ma s. Su familia se hundió en los abismos de la tumba.

Asi, ya no le inquietaba la pérdida de las personas que amaba, y que necesariamente tema que ver sucumbir estando obligado á reemplazarlas en su corazon por otr 1 os nuevos afectos, que apenas cultivados, veia caer tambien á su alrededor, como las hojas al viento del otoño. Concluyó por gastarse su corazon y por no amar á nadie, temerosa de crear afectos para la muerte. Comprendiendo que no se podia vivir sin amigos, pro-)

y cuando su corazon le arrastraba á encia, busc.aba á todo trance los dCfcctos ajenos para contener e l Vuelo á su cariño .

Cansada de llorar á Lauras muertas, dedicóse á no ver en l a muj er si n o el lado material, y entregóse á toda suerte de placeres con desenfreno; puesto que los resortes de su fuerza vital y su sa lud eran inquebrantable s ; pero la saciedad le condujo al capricho, y este es primo herman o del hastío. Sin amor no hay goces que duren, y la posibilidad de poder goza r sie mpre de lo mi smo, le convert ía en insípidas todas las mujeres. Y ¿qué mujer podria resistir á la de un hombre eternamente jóven y enamorado? Si el obstáculo que motivaba la repulsa era material, tenia que ceder con el tiempo: si era nacido de antipatía, ¿qué mujer nO\cambia e n este concepto ante una vida tan larga?

A veces acontecía que las tales mujeres morian s in satisfacer los anhelos de Perpétuo, pero muy presto le curaba el olvido, en que habia ejerc itado tanto sucoraz o n. Si la distancia era el inconveniente para logr ar sus fines, estaba en posibilidad de allanar\o con el ti=po, s iempre que la dama perseguida no sucumbiese ántes. Sucediale que sorprendia la vejez á la mujet qu é anhelaba, pero esto le era tambien de ficil consuelo, pu es no hay aspiracion que no ceda ante las arrugas de una Vénus. El podía decir á todas: O muerta, ó v ieja, ó mi a. Así es, que no sintiendo desconfianzas graves en sus pasiones, e l capricho se entibiaba ¡ Luego, habia visto envejecer, desaparece r ó cederá tantas! En una palabra: las mujeres no eran ya gran atractivo para él, desde que no quería ó no sabia preferir a ninguna E l amor n o existe sin la abso luta prefere ncia y el entusiasmo.

. En una de sus reacciones hácia el bien, se propuso casarse y funOar familia: "Los biznietos suplirán a los nietos," se dijo, 11 y así tendré siempre á quien querer." Pero si los biznietos le amaron, los biznietos de aquellos no le reco nocí an ya; {rntes bien les inspiraba horror, pues veían en él tan sólo un alrede dor del cual habian caido tantas gene ra ciones.

..

-.1 Qué fastidio ! exclamaba, 1qué horrible faétidiéi ver sahr el spl por un mismo lado todos los dias ! . distraerse, recorrió el mundo á pié y en todas d1recc1ones ; .las lenguas! y costumbres llegaron á serle familiares. Vanaba sm cesar de paises. Lo que el Ju dio Errante hacia como obligado por un decreto del Altísimo, él lo ejecutaba por deseo de no Estaba tan cansado de vivir un punto cualcomo lo estaba Ahasuero de andar errando. La le pequeña y abogaba . r.ntentó _ mil vetes el . . . ¡ ! Era un impenetrable paquidermo, y sus miembros más fuertes que el escude;> de Atlante. Tan fácilmente rechazaba su cuerpo el luerro de un puñal como la bala de un cañon. Despeñado de las más horrísonas alturas, quedaba ileso. Los mas venenos , eran inocentes para él. Intentaba monr d.e hambre ó sed, y pa,recia que su cuerpo, como Rab1can, el caballo de Astolfo, vivía del aire . Pensó una vez que acaso seria así, y no logró asfixiarse· sus pulmones hubieran el azoe y demás ses mofetas cual s1 fueran oxigeno. Buscó y rebuscó . en cuerro algun punto vulnerable como el talon de . Aquiles, e cabel!o de) .moro ó el ombligo de Orlando ; pero m la mas leve agu¡a podía l?enetrar en aquel. cuerpo de una. porosidad incomprensible, y que parec1a haber resumido en si toda la indivisibilidad del atomo. Procurábase indigestiones; su estómago hubiera las enfermedades le eran igual- ' Hacia .esfuerzos inauditos para resus f'?usculos, pero eran como de acero; las impreSlon es mas profundas no aceleraban el ritmo de sus nervios. Pero¿ á qué tanto intentar? Convencíóse de que la obra que Dios babia hecho en él era indestructible .

• Ya he dicho que la tierra le parecia pequeña. Anhel.apa, por Jo tanto , hallar en la ciencia un camino para salir de aque! ya que no podia niorir, la obra dt; J.?1os, sm destrurrla. Estudió, atesoró todos los humanos ; pero no encontró el modo de salir de la esfera terrestre. No se ha descubierto todavía en aquel mundo camino alguno para loslstros.

cia, cuyo estudio había hecho su encanto ometió de ella una solucion á su!roblema ia ó fuga de su planeta, perdí todo su, errando los libros, tornó á su vida tediQsa ma.

Como no esperaba otra existencia, no la temía. No temia tampoco castiJ¡'O alguno material en su vida, porque ¿qué males podnan sobrevenirle 1 A nadie amaba, Jl.Í aun á si mismo, puesto que si existia era ya contra su voluntad, rabiando de envidia cuando veia morir á los demás, como quien vé en cabeza ajena un beneficio que ambiciona y de que no le es dado disfrutar.

Cansado de todo, puesto que todo formaba parte de una existencia que cada vez odiaba más, siendo asi que lo que hace amar la s cosas es e l temor de y lo que aflige á los humanos cuando las pierden, es el tem<l( de que la vida sea sobrado corta para recobrarlas, razon por qué en la edad madura se aprecie toqo más y es mayor la aíliccion por lo que se pierde ; acostumbrado á vei;)o tod o s in ilusiones, puesto que había visto ir y venir tanta s cosas; sin estímulo, como he dicho, ' del bien y ventura en otro mundo qu e le era negado, 1qué haced Se hizo cada dia mas egoísta á .su manera, y cada vez m ás inmoral. Los vínculos de su alma con el sentimiento de la perfeccion, desaparecieron. Una vez así 1 como por puro recreo, entró en las luchas d e la politica: su falta de fé le desencantaba. Intrigó, se afanó, se divirtió con la suerte de una nacían por algun tiempo; pero .una ve?. alcanzados los más altos pue stos, colmado de todos los honores , habiendo saboreado todos los néctares del poder, desde la satisfaccion del amor propio hasta la de la venganza, corrompido todo con su contacto más de lo que lo citaba, volvió el fastidio.

-Pero ¿ tenia más, interrumpió Póstumo, que servir los intereses del progreso y marchar con el mundo , siendo el progreso eterno y su fuente inagotable? E s tanto lo que queda por hacer aún en la sociedad más a de la Tierra , que esto hubiera sido para él mayor que el de viajar por los demás astros. ora de la civilizacion tiene ante sí una seo-

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da infinita, y recorre tantos paises desconocidos, panoramas tan variados, que hallaria siempre novedad en ellos el espíritu más ambicioso; habría maravillas yplaceres para un sér eterno.

Y aquí enseñó Póstumo la punta de sus orejas de visionario. La muerte no le habia sanado de sus sueños de mejoramiento y perfectibilidad humana: su locura parecia incurable.

-Et·cofo, respondió el Custodio, que, por lo visto, conocía sus pa1abritas de la lengua del Dante ; eso mismo aconteció al referido D. Perpétuo. Dljose así: "Sin · duda está mi mal en que no he cumplido el fin que me propuse, al pretender de Dios e l permiso de volver al mundo. Amaba. la ciencia y el progreso del espíritu humano en todas sus manifestaciones, y era tanto mi anhelo en este punto, que lamente mi .muerte porque qued aban pendientes infinitas soluciones. 1 Gozaba tanto mi espíritu al ver el desarrollo de ese gusano que se llama hombre y que cada dia adquiere nuevas facultades, y que de enano se agita sin ai\adir un miembro más á su cuerpo, ni una potencia mús á su alma! ¡ Y luego el descogimiento de ese mundo que se agranda en el yunque de Ja ciencia, SÍO afiadir Ull átomo él SU VO)Úmen, ni alterar en un solo ápice su movimiento y marcha al planeta 1 ¡Victorias del Espíritu, siempre infatigable y siempre triunfante, despues de una lucha encarnizada y gloriosa de todos los rnnmentos; nes de la Eternidad dentro de la Temporalidad, de lo Infinito dentro del Espacio! No podía resignarme á dejar el espectáculo. Lloré, pues, al morir, y acogí con júbilo inefable la concesion de Dios de hacerme vivir eternamente, como medio de continuar en mi pasmoso estudio. Pero apénas me contemplé eterno y capaz de abarcarlo todo con igual fuerza, cuando e l progreso humano parecióme lento en comparacion de lo mucho que yo debía vivir, y como por otra parte, no temia per· de'r la contemplacion de un espectáculo que si me embriagaba, ahora amenazaba ser eterno como yo, me hastié y me dormí, esperando á que alguna notable peripecia ó el cuadro final me despertaran. ¡Es tan mo· rosa en responder Naturaleza! Al millon de pJgun-

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d siglo responde tasperezosaque se la hacen en ca a 'un monosilabo que á mente con una sola para descifrarsu vez demanda otra ds. rte deleitaba. pero desde leque El drama de un ta me . ' . uesto que se. tornaba eterno perdía Pªfª ¿No esta gracia me era ya .tan ami t en la creacion ? era yo tambien t"osa anhelable y encan1Eterno dentro e iem. ··mplasible ó acaso inconce-tadora cuando.me parec1a 1 bible ! " h b" hecho· despues de Hizo lo que otras veces . a á Esrecorrcr los p estaba' acostumbrado. pat1a, á cuyobcte o y. por hábito, comoNo ama a su pa1s, b el gato el ;:\ que en cuerpo de nuevos por no llevándolas á l as merece respeto i pero cabo. o o en 1 cr tan solo un monucn materia de adelanto, sue e oca un poste miliario mento. que. sueña la distancia aoque mira siempre acia ª/t e en valla de impedimento dada, cuandd no se cons 11 humanidad. Sea esto al carro ó locomotora de a b b"d . los años. pero es dicho sin faltar al respeto de '·dº: necesita la Ja pura verdad. Pdor e1so que han de predicarla cuna del p cblo ó e os re! tJ»o ,__.__ ó haceEC:tiva. Cada.paso v d a hiere l '- Jord:1nn• or oponerse a su vt•ll es en este caso carr .. "i..a muerte, \: j>rogreso. estóico ó no sé qué ; o vive hoy ciedad del tiempo, notl Wo y enfermo . esa o matar á este é indestructible, ..es pesar de ser dicho, una ve¡ez una momia, un espíntu s1 ' sin canas y sin arrugasd. ue la Eternidad no Elpuede debió com¡:iren er q caber dentro del tiempo.

! ' J 1.,¡ , '

CAPITULO IX.

El .........................ltf JtnlrtlO.

-Desengái\ate, amigo Póstumo, continuó el AQgel custodio ; las cosas están así bien ordenadas. Otro disp;uate fué la pretension de un tal D. Horóscopo, que anhelaba volver al mundo con la facultad de conolo porvenir. Y ¡qué le aconteció?· Lo que no pod1a ménos. Sabia que babia de vivir sesenta años. Al . principio todo iba bien, pues el capital de años de que ¡i:odia disponer le parecia bastante, y malgastó sin conciencia su juventud, dejando los cuidados para despues, ya que tiempo le sobraba para la enmienda. Con su lucidez natural, no dejaba de ver allá en lontananza el tard!o arrepentimiento ; per9 estaba por entónces de mas1ado engreido con sus sesenta para privarse de los goces que habian de acelerarle la vejez. La vida parece tan larga cuando comienza, como corta para quien la vé desde la edad madura. Créese sin fin al principio, pero cuando comienza el decaer de las fuerzas y va haciendo mella en eJ ánimo la muerte de los demás, hecho en que se fija más el espíritu en razon á que los finados son todos aquellos que vimos crecer junto á nosotros, concluye uno por contemplar en cada iño una concesion arrancada á la tumba.

Tan de prisa vivió Horóscopo sus primeros años,qre á los tretnta .f.arecia viejo, y agrióse su carácter con • e 0 • Que su término estaba ménos lejaJl ó' . ZOO rara que !U mearosa fautasia Je creyese más pr x.'mo. a VCJez comienza para el espirít.Jl desde que empieza á pe!'sar en la muerte. La verdad el\tónces las 1lus1o!'es de la engreida juventud ; y a n1º1 ignoraba que debia vivir otros treinta parec1 aque a suma tan corta desde que em zÓ . ¡,o.ntf'la todo 1 s los dias, que cada uno de estosild e un sopo. V?lvióse, no ya económico, sinaavaro e y mientras más las contaba, menoresl: Pjrec11a_n. Llegó á no poder vivir tranquilo. Odiae re OJ, porque le marcaba de continuo la ruina de

)

su caudal de existencia ; y sin embargo lni1ertla las horas en contar sus pulsaciones : los gol!!"• del pmdulo que resonaban en su corazon, aumentaban su angustia. Parecíale cada vez má! lúgubre. aquel r1tm<! acompasado ; y tan impresionado le tenia, como rl aquel inflexible medidor del tiempo estuviese pegado á sus oidos.

,

Hoy tiene• cuarenta anos. .

Como está cada vez más agnado su carácter Y sabe lo futuro, complácese en profetizar á los. demás los accidentes dolorosos que deben sobrevemrles ; Y • todos le temen y le huyen, aislándole ca.da dia más. No hay quien quiera jugar con él en Madnd, donde mora, porque todos saben que gana tantas las loterías que que las adm1mst_rac1ones tienem,prohibida . la de á semejante brujo, cosa que es fact) de ejecutar, . a que todos le conocen y saben sus de ad1vmac1on.

Ha vivido ca.si siempre bien gracias á aquella facultad, pues halla el medio de e_n. su¡rovecho de una manera cuantiosa ; pero 1esta de adquirir Je ha hecho ·pobre con : ¿ qué es la hacienda para quien solo se cuida de huir de la moerte, que cada vez se le antoja más cercana 1 Todo eso esta bien, replicó Póstumo ; pero como yo o retendo saber lo porvenir, ni vivir sin olvidar, ménos perpetuar mi en mundo, tnente tornar á él como hab1a de encarl}ar en cerio por una sola vida con fin determmado, cuentro en los casos que citais. pues, ¡oh el de mi alma! que logre mi anhelado ob¡eto, Y os viviré atTadecido por mf con el Alt.'ísimo, siempre tan m1sencord1oso. . . -Ya que de tal modo y tan tenazmente voy á tratar de complacerte, aun cuando pudiera tachárseme de flaqueza por semejante Veré al Eterno y le suplicaré 1O¡alá que Su Divina Majestad no castigue mt tmpertmencia, que tal habrá de parecerle mi peticion r Dice, y vuela en compa!Ha del Espíritu de Póstu'n'IO" hácia las regiones del Empíreo.

(JO)
J ( 31

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Detuviéronse ante las puertas celestes, y el añadió.Angel

Pues no eres todavia tan bienaventurado que puedas traspasar los dinteles de la mansion inmortal, dirígete al Limbo de los Espíritus y aguarda allí el resultado de mi instancia.

-Prefiero aguardar á Ja puerta, si no os estorbo.

-Si prometes 'no dejarte llevar de curiosidades imprudentes ...

-Lo haré lo mejor posible, dijo Póstumo : y queen el vestíbulo, sentado ó de pié, puesto que las crónicas no dicen cómo.

Entróse el Angel, y despues de hacer la debida reverencia al Apóstol que guardada los umbrales de la mansion augusta, comenzó fl oir los conciertos angelicales al compas de salterios, arpas y chirimias, que derramaban en torno sus sones divinos.

Tambien los escuchaba Póstumo, aunque vagamente por la distancia, y pcrcibi:i tambien, cada vez que la puerta giraba sobre su s goznes, el ambiente perfumado con que los ángeles turiferarios aromatizan perennemente la morada d.el Rey de los reyes

Sintióse hechizado nuestro héroe, ó su espíritu mejor dicho, con tales encantos, y moria se de envidia, y curiosidad , si un Espíritu puede morir s e . ¿A quién no hubiera sucedido lo mismo? Sen tia vivisimos deseos de violar la consigna, pero el respeto , no excn to de temqr, le detenia : Su espirito contaba en si aún los resabios • de anarquía Cn que se educara allá en su bell¡p¡1tiia. '

Así, pues, no debcria sorprendernos que e, aguijon del deseo pudiese más en Póstumo que el temor de Ja repulsa ó del castigo; y como no habia guardia, creyó que la entrada seria licita, acostumbrado :.i ver en su tierra la guardia por todas partes .

En las puertas del cielo 110 veía centinela, lo que le!t sorprendió, trata OIC.. palacio más augusto, y del monarca que está mundos . Creyó que el Angel no decia la ve ohibirle la entrada, ó que le había dejado hacie a por darse importancia y mostrarle superiori to á categoría ó celestial predicamento.

Pretendió colarse.

-¿Y qué?-se preguntó.-Lacasadel ¿no es templo abierto á todos los fieJes? El Para1so, ¡no es la verdadera casa del Señor?

Jlecordó aquello de "llama y te . abrirán." Tomó audacia, y llamó.

. . .

Abrióse la puerta y entró sm vacilar ; pero á poco vino un Querube, que sin duda hacía veces de conserje, y le pidió sus credenciales de y como no las tenia, á pesar de haber sido tan manso en el mundo, pretendió echarle fuera.

.

La lumbre expléndida de aquellos portales. y la nurada del Angel le habian deslumbrado, y sentta renovarse su temor, pesándole ya infinito s ,u osadía ; pero arrodillóse y suplicó que le dejasen ver, aunque fUese desde'léjos, al Invisible. .

En esto, el Apóstol San Pedro, c¡ue alil ¡unto se hallaba salió del éxtasis contemplativo en que yacía, y al ver' aquel os'lído intruso, le mandó apartarse de lugares tan sagrados.

Al oír esta órden Póstumo, imaginó · despertar en favor suyo la bondad santa del Apóstol, y besando or" la de su túnica,, le hizo presente que en todas babia sido en la Tierra uno de sus devotos ardientes, y que aunque liberal y soñador, por especial racion h¡\¡¡" abia defendido siempre la santa leg1ttmldad dr/ onio en Roma. . tol, añadió, yo soy una pobre del Altísimo-una leve conces1on . Me i hijo de mi padre y de mi , ba1..1tizado en una de sus parroquias, 1 Estado con 30,000 reales de sueldo; evitado á la nacion, con esta perenne hice por algunos años asidua y eficazª monetaria que, sin tales o. Ya veis que fui para ella un serv1provechoso. os cómo pudo tener aquel espfritu t.anta de dónde logró sacarla; pero es lo cierto lo retórico y persuasivo, diputado de lacientes mayorías defienden fervo-

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0

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rosas la neéesidad de los votos de v ª zaciones.11tori"

Et Apó,stol hubo de conmoverse, porque fuésiempre bénevolo, y así le dijo :

En vista de la defen,sa que aseguras haber hecho en todas ocasiones de mr sagrado patrimo11io ¡oh P\ls· tumo! fuiste c;n la Tierra hijo ele tus patural die N,Cadrrd, etc., x miembro desangrndor del Estado con el sueldo .de 30,000 chupadas por ario, te permito fa permanencia en esta sacra portería, ínterin torna tiJ .custodio. con la 'resoJucion que espc:ras. gucdas . bajo proteccron, )'. voy ;í recomendarte al Ser Supremo.

· Al decir esto, San Pedro escribió dos ll amó á un An¡¡:el •. Y le fuese volando á: aquetla supltca á los pi es de su M;"Jestad Divina. De_ gana llevaríamos al lector hasta el ti;ono del Alt1S11no, no lanto por darle la gloria, por disfrutarla tambien nosotros; pern no nos es dada cHa. doble ventura. Confórmese , por ahora, el Jecto,r con haber podido introducirse hasta la porterla de aquella· mans1o_n egregia. Resígnese á la cofl,lpafHa de POstumo, qu_1en ag-1.1nrda en tin bu!=n Jugar la vuelta de su. custodio y e1 resultado de su in stanci'a, robustecida con la recomendacion ucl santo Apóstol.

. No se hizo esperar el AnS"el, y Y'!. ei:a tiempo, porque Postumo 1mp,ac1cntabasc de sob.ra, pro.curand.o en vano husmear al través de Jas cortinas celcsJes qtle velaban á sus_ tantos ori- • mores. '· ¡;por fin el Custodio, y le elijo: . El Eten¡o, en su bonclau infinita, y gracias á la 111terces1on de su muy athado Pedro, te otorga la merced CJ,Ue demandas, pero . sin ej,emp lar; desea probarte 9ue volviendo al. mu1.1do el mismo, tornar;is cng_anad'O lo fur s tc ;mtci;. Rt:sa el pié del S<lnto Cfavero y vamonos.

Hi7:ó!.;.> Pó s tumo, mudo de contento, y recibieodo la dd Santo Ap C>s tol, partiéronse etc alll nara los ltmbos . "

Despues de uivagar un tanto por el es¡,>acio, llq¡a\. )

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ron 4 un llmbo en ..!onde se \¡a\l;\ba el Angel dar de Jos csplritus, con su oficina corrdpond1cntc.

CAPITUIJO X.

b o lo que aconteció en l::a o\reeclo n e•neral d• EncamM.,...

bntraron Póstumo y su ei:i. qá. acabamos de mencionar, guardando el debido acat;¡.· miento al jefe <le la misma, quien contestó á su salddo con -cierto desden oficinócráHco. • . .

U na vez allí. pidieronle un cuerpo convcmcntc a l-a.s miras de Póstumo.

1

Movió la cabeta el jete de acomodadores en son de imposibiliuad.

. .

Mostr;ironlc la augusta 6rd,eq, á obedecer {lLihque ho sin murmurar: "Es difiCiL" ,

'

J!I ac o modador obedecia siempre d,c mala gana las Ordenes cxc c p cionl'\les , por el mayor trabajo que le ocasionaban. v . -¡Caprichos de m o rtales !-ai\adió entre dientes. - J Nunc a están 1 , . , •

Sin duda el ofi c io sobrado fastrd1oso, el punto de haber agriado tan.to el ,c a,ráctur :angelical del acomodador . ¡Qué no sena oblrg:indole a prescrn· dir de la oficial rutina ! , - · quicrc r expresó el Cu s todio,º'¡ cuer.po muerto: sln descomposícion aún, en que a ldcs1on 9rg;\nicn, si la hubiese, pueda s er eronto repara n. Ha de ser en Madtid, y 9ue difunto !laya, cido al presupuesto del h s tacl o . en c1ltego rra. por lo mCnos Je 301CX>O reales. . . - t,.si imrosible es hállar lo que pedís,. responq1ó con aspel'ezn e acomodador. 1 Impertinencias! gruñó . , 1 . . rl • lluscadle, replico el Custor ro rnue?'rble mostrando de nuevo la órdcn . . . $u pongo, ar,adio Pósturl10, que aqu1 no ?,abra aquella fórmu.la de •·se pero. no se c.umple, se Ja trerra de la 't rerra. E.so sena trai;r a las extravagancias de la pobre gente de alta

abajo, ó de allá arriba; porque en verdad, me hallo tan 'üesorlentado que no sé por dónde queda mi bendito planeta .

Examinó ton mal gesto el acomodador de almas los registros terrenales, y ya perdía la esperanza de ha· llar lo que buscaba, cuando ¡ zás ! el telégrafo que unia misteriosamente aquel Jugar con millones de munc¡los, y que estaba comunicando de continuo los distintos fa. . llecimientos, hasta el punto de no bastar millones de ángeles para tomar notas en aquellos registros, trasmitió desde la Tierra el telégra!l)a siguiénte :- " Espana. Madrid. Sise bu to 30,000 reales; repentina; vaso del cerebro roto ." · -¡Cómo! exclamó Póstumo, ¡ha muerto mi rival?

Ya encontramos lo que conviene, añadió el Custodio? un cuerpo casi intacto , de tu categoría y lugar. y calentito aún.

Pero 1 cómo ha sido eso? replicó Póstumo estupefacto.

Y el Custodio le mo stró un cristal á manera de espejo, de los muchos que babia en aquel inmenso Limbo, y vió en él sin sucesion de tiempo y de una manera simultánea , lo que anhelaba saber.

Sisebuto babia ·ocupado su empleo, se babia casado con EJisa, y en grave camorra que le armaron és ta y su madre doña Facunda, en cuyo lance estuvo á punto de ser arañado suegrilmente, rompiósele un vaso del cerebro, muriendo en el acto. Aconteció esto en la calle,• ocasionado quién sa be por qué asunto de joyas que Elisa queria comprar á toda costa y nada á gusto de su marido.

Habian llevado el cu erpo al hospital de San Cárlos para hacerle la debida autopsia. En el momento en que Póstumo le vió, se hallaba aquel tendido en el anfi. teatro, tan desnudo, mondo y lirondo como sin duda le parió su madre .

- Van á hacerle yá la autopsia, gritó Póstumo; mandad que aguarden, que suspendan. .

Tiene razon mi ahijado, añadió el Custodio; porque, una vez abiertaS las tres cavidades, como se pra.c)

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tica en tales casos, quedaría el cuerpo todo estropeado y muy diricil de soldarse sin que se conociera.

Ved, repuso el acomodador, el trab¡ijo 9ue dan las Ante to<lo debe oficiarse al director general de encarnaduras para que botre del escalafon de aspirantes á este caballero ; enviar inmediatamente á la Tierra un so ldador de cuerpos que adérece el vaso roto, y un introductor de almas bastante hábil para 4ue introduzca en un cuerpo ya formado y duro el espíritu de este buen señor.

-¡Hay, m :is que hacerlo ánte& que el muerto se enfrie , y cumplir al pié de la letra la suprema órden ? replicó el Custodio de Póstumo, amostazado ya con tantas dificultades.

En cuanto á Póstumo, feliz con haber hallado un cuerpo en las condiciones que lo apetecia, y que fuese el de l\U rival, fijábase tan só lo en las peripecias favorables que le prometia aquella circunst.rncia, si n caer por lo pronto en los inconvenientes que se mejante sustitucion pudiera ocasionarle.

Llenáronse todos los trámites con la presteza que los sucesos requerían, y dirigién.dose á 1.a Capital de España, P ós tumo, -su Custodio y un Esplritu cirujano soldador, llegando al hospital de San Cárlos más'veloces que la luz, y sin ser vistos, gracias á su espiritualidad.

El cirujano soldador, que hará tambien las veces de introductor , por haberse brindado á cumplir tas funciones, es el espíritu Dupuytren , á quien por su ciencia se le ha reservado en los Limbos para casos idénticos. Verdad es que allí, con la lucidez propia de s u naturaleza , ha podido aprender mucho más, extendiendo en tran manera sus conocimientos quirúrgicos. Ahora sabE y puede verificar operacion tan delicada como la que le confia . Olvidábamo s decir que, ántes de emprender el viaje á la Tierra la espiritual comitiva, pasó lo que vamos á referir, pues de no hacerlo así, apareceria tal vez como incompleta nuestra verldica , aunque increíble, narraclon.

Póstumo indicó al Anl¡'ei, que acaso habria succdi'

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i!o i Si9ebuto le.que á l!I, que tletpues dt muerlo se halló por muchas horas dentro de su cádaver y cotao vivo. Convino en esto el Custodio, manifestar1dole que tenia razon y que hacia bien en haberlo advertldl> i tiempo, porque así acontecía con algunos remolones, que no querian dejar buenamente el mundo ; tolla que * les consiente, ya por no ser necesaria su pronta presentacion en los Limbos de cesantes, ya porque al cabo tienen que abandonar, hora más ó ménbl! : tarde y por_inútil, el cuerpo en que .

-Haremos la evocacion de S1sebutt>, áftad1ó el Angel custodio. evocadle , replico Póstumo. Yo fu! evot:idb en la mesa del café, y acudí con mi cadávi:r ; ¡'>l>r tlcrtb que mi mano, por lo pesada, dió testimohi6 de qut came,1era aunque muerta, y no pa-ilspfritu, como se (amaba en los Limbos á esa mme apartntr t¡ue en Tierra no conocí. ·

-La evocaciun aquella, replit6 el Angel, tue hécha desde el mismo mundo ; pues sl te la hubieran he· cho desde los Limbos, habrías tenido t¡ue tlejar el po en el baile y acudir al llamamiento extramuntlanil en el instahte.

-Pues entónces no le evoquels áUn, pol't¡ue hO querría encontrarrne aqul con él ; me verla precisado dar un escándalo en estas sag radas regiones, si filMD' nb alcanzo, cómo podrían dos es¡'>lritus las manos en son de pelea.

-Sea como gustes, dijo el Ange'I.

Re!Crída esta conferencia, que, se ha dlclt,t>, veritlcó$e :In te s de salir de los Limbos, vnmos A cbll1at lo q11e pasó luego que llegaron los ttes Esp!rltus ál pltal de San Cárlos de Madrid.

CAl?ITULO XI.

Tendido y enteramente désnudo se hallatlll. ¡><> de Sisebuto sqbre la mesa de diseccion, si biéli 1: 14 litigada los lféw aun nó hotblli'. comen·

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z¡¡d,o. \a UUlas • la. prcatea• que an<luvierOJl, ol?"r<iúe el doctor. dispuesto ya pBra. eje· la opepqqµ, entreteniase en prepata.r á sus dis·· cipulos con aquellas disertaciones de lucim,iento en t"' le.s Cqso5 . La muerte repel,ltina es siemp(e asu11to de grave interés para la clínica. La falange de alumAO'! eJcuclla):>a atenta, JI rodeaba al profesor, esuechando cada vez más el circulo. El doctor iba ya á poner man,c;is obra. En es\e ins\ante fué cual\dO llegaron al a.ofiteatro. etéreos, que muy prevísqres anduvieron ""no llevar ¡;>ues podidc¡ s,er reqonocidos 1,1or a,lgu\\ 1•üt.-111r, que, tan comunes no faltabau en ru11.gar\e ., · f,t espíritu de Du.ruytren se coló por lln oído. del di.f\11l_;IO,, alójese en e encéfalo. A poco exclamó con VQZ 1,1efotco o;>U11do y en lengua limbica ó U1T1báica : ' -Y a. soldado el vaso ; voy á dar curso 4 la v -Listo, dijo el Angel á Póstumo, -fe.to aquí, l!l)¡i,dió Dupuytren, e¡;!.á, to.da'l(¡ el Espíritu del muerto. i Fuera de aquí! i[ritó como si luchara con aquel dentro del cadáver. -Señores, dije¡ el doctor de San Cárl0$ á s"' <JAA· clp11los, me p;irece q,ue he oído hablar dei:itro muer· ; 1.11 j,uraria : ex:cla!ll.i'ºn v,a.rios. -Y aun parece que se mueve el cadáver, ro(I q\ros . · En. efecto, el ca!láver se movía; y era el de Sisebuto que no quería salic de la hllfllªº" co11cha, -¡ Tat,e 1 elijo e! do¡:tor pulsándole:. ¡ H.ay pulso y la sangrelcircula.

-Sefior Custodio, exclamó Dupuytre¡;i de)lde clcn· tro, llam e V . á ese q,ue s<> ha metido en un rln.l;Oll c;le\ Qcci.¡iucio y no quicie salir. . El compceodió lo que pasaba, y comenz,6 á á l(tn1iica11.,11ll y coa -¡ Ptonto 1 venga dentro el n,uevo esplritu, gritó que voy á pone.r en la, vj¡j¡i 4-. Yi CJl juego los honliJloa pg\mena111$

'I el corazon va á entrar en jtlegO inmedlatame'!_te. ¡Y va calentándose! repuso el doctor de San Cárlos lleno de admiracion. ¡Es singular ! ... ¡Creo que está vivo! _

-¡ Es verdad! exclamaron los discípulos estupefactos.

-¿Por donde me meto? preguntó Póstumo con ansiedad.

-Por la boca, por la nariz, por un cualquiera · por el conducto m,\s próximo y expedito. · ' -Senores, ¿ q11é es esto? dijo el doctor vivo. Este cadáver tiene dentro á más de uno, porque hace rato que estoy oyendo más de una voz ; un diálo¡o; ó mejor dicho, un atercado perfecto. pulmo!'ea .del muerto se mueven¡ el corazon se agita : ¡esta viv? !

El espíritu de Póstumo, ayudado el Cu.stod10, se coló por la abertura que encontro mas_ próx1ma, y salió Dupuytren trayendo consigo al remolon, que en vano quería desobedecer á la evocac1on del otro mundo.

-No me iré, exclamaba Sisebuto ya fuera del cuerpo en que se removia su rival. •

Sin duda intentaba promover escándalo aque1 espltu aragonés, ó vizcaino por lo terco.

El doctor vivo continuaba auscultando el cuerpo, cuando de pronto recibió tal golpe con el pecho de éste, que hubo de apoyarse en las piernas del mismo para no caer. •

El cuerpo de Sisebuto acababa de sentarse abriendo tamaños ojos y diciendo á los atónitos circunstantes: -¡Caballeros, buenos dias 1 . ¡Vivo, vivo! gritaron rctroced1endo todos CQn espanto.

-¡Ese cuerpo es mio! clamó el espíritu de Sise' buto; pero el Angel le arrastraba á su pesar. .

No era la primera vez que los y estud1":ntcs de San Cárlos presenciaban aparentes ne• · pero ninguna tan extrana. Por poco superllc10soa Que fuesen : que no serlo mucho los. noa tan dntonocidos incidentes, como todo lQ mexph'ªift.i;dnpcrtaba en sus i nimos la marav illosiifad. Ex- ·

( 4i)

eltade el lielTw ee abrió paso, y no faltó qulcu1 111urrt1uraae que ali! andaba suelto aquel en quien tal vez no. crdian : ¡ el diablo 1

-Sí, seftores, continuó el resucitado, soy nada ménos que Póstumo, natural de Mlldrid y ex--emplcadq con 30.000, que vuelvo al merc.ed á la bondad de Dios y con su real permiso.

.

-¡Se ha vuelto loco 1 ¡delira! gritó uno de los pl'fiCn tes.

-A sangrarle, añadió el doctor.

Ni por pienso, rugió él resucitado, lanzándose -. de Ja marmórea mesa en que habla estado tcndlde.

-¡Amarrarle ! .exclamaron varios ; i pues no di, que es Póstumo, cuando todos sabemos que oe llama Sieebuto 1 -Eso es lo que no podeis comprender, replicó Póstumo.

-¡Está loco! 1a'marrarle1 gritaron todo•. Póstumo, al t-er que iba de veras lo de amarrarle¡ saltó, derrribó á los más próximos, y desnudo como se hallaba, salió corriendo de la sala y del hospital.

En esto, yá fuera del mund.o y arrastrado el. Espiritu de Sisebuto por el Custodio de su rival, dec1a resistiendo indignacion y llanto :

-¡Lanzarme de mi cuerpol Tanto vale un afma como otra, y tales preferencias son injustas. Si no era más que por un vaso roto, bien podían haberle solda.do pata ml. Voy á apelar de esa providencia.

Así bufaba el incorpóreo ó desincorporado Siseb.uto perdiéndose con su Angel conductor en el espacio.

' E11 cuanto á Póstumo, corría a puto el pqstre por la calle de "-tocha hácia la de Carretas, produciendo por calles >'r.1lazas el alboroto que es de suponerse.

No era a primera vez que los buenos vecin°' de la coronada villa habian presenciado la carrera de un Adan ; pero desde q"" el de la bella Sal•<l•.hi-· zo su inesperada excursion en traje del Para1ao, an&criOfJ po1 su puelto, á la comida de la mana¡ina, oo M bab111 vuelto á ver otro loco callejero en traza

A.caso convendrá decir1 sin que se qig,.,.

slmil nuestra historia, que"ya comelll!l!lil" ocaalonane gtande alarma, parecida a la que próllujv Adan, el susodicho, cuando se apoderaron dt Póstumo dos salvaguardias. Metiéronle en el portal que mts cercano ha. bia, ocultándole de este modo á las miradas de la multitud curiosa. Harto plugo al fugitivo esta detencion inesperada, corrido ya de ver se examinar y perseguir de aquella manera por los desocupados .

Al principio sólo había pensado en correr instinti: vamente hácia su casa, temeroso ante todo de las gentes del hospital, que imaginaba le seguían amenazándole con sangrías y ligaduras, que no eran en. maneta alguna de su gusto, y que juzgaba no merecer . Loegi> pensó refugiarse en alguna casa ó tienda de la• muchas que halrabral paso ; pero las unas se le cerraban, repelíanle de las otras, y de algunas le dispararon muebles para ahuyentarle.; así , cedió con grandí$ima. voluntad y hasta con gratitud á la presion de los salvaguardias, quienes le procuraban un refugio que tanto babia menester. ·

Era la hora en que la multitud ociosa, que en Madrid no es grande que digamos , suele irse de paseo ; hora que se extiende á todo el día . ¡Qué rubor para tanta seftorita casta y tanta matrona púdica, sorprendidas de mala manera en medio de la calle por aquel hombre al natural , verdadero Adan sin atavíos! ¡Cuánto grito de espanto! 1Cuántas E vas fugitivas ! 1Cuántas E vas desmayadas! Desde que por haber comido la manzana homicidá perdieron aquellas la inocencia innata, sustituyéndola con las rosas del pudor . .. 1qué escándalo 1

En cuanto á los varones, gritaban y corrían sin asustarse, y hasta reian muchos impúdicos ; empero los papás, siempre severos, exclamaban afanosos : "Nin.as, volved la cara, 1qué indecencia 1 Y ¿qué se ha hecho la policía?"

Llenáronse las casas de socorro de damas estropeadas, temerosas y pudibundizadas . El mayor número de las que se desmayaron por exce•o de rubor fueron matronas. ¡Un loco desnudo 1 ¡Qué horror! Estaban tan y enrojecidas, que lué forzoso

(.u)

Toddexclamaban·t .••Vo nole he visto, " y l-'f6 .aadian : "En mi vida he visto cosa semejante ; ¡.qué escándalo!"

apHcarles la .......

Alll estaba quizá la mujer del regidor de que habla el Diablo Mundo, pero ¡eran tantas á quienes podia decirse ; 1oh incansable virtud de la matrona 1

No es pecadillo nuestro si dá en parecerse tanto en este punto la inaudita historia que narramos al roema, por desgracia no acabado, Espronceda . S1emP!e que se trate de. algun rejuvenecido ó de algun resuCJt'ldo en.cuerp'! a¡eno , h":brá de acgntecer lo propio. Tal podria decirse tamb1en de la novela de Soulié /Si la ji:uMse savaü ! cuyo protagonjsta es monte el viejo hecho jóven del Diablo Mundo. Uno de los dos ha plagiado al otrQ, ó ambos han .plagiado á Goethe. Llamase es to imitacion más ó ménos intencioñal, nada echamos en cara á los imitadores, absueltos por su ingenio sobradisimo. Nuestro Póstumo no tiene de com'V' con el susodicho Adan otra cosa que las c.arrcras al desnudo por las calles de la muy heróica Villa . ¡Ojala pudiese compararse siquiera remotamente á algunas de las infinitas bellezas que ·á manera de piedras preciosas .es maltan los fragmentos del Diablo Mundo, beUfs ima corona del cisne de Extremadura ! Tampoco lo pretendemos, conformándose nuestra relacion con sus modestas aspiraciones .

Volviendo á Póstumo, arrepentiase ya de haberse vestido el carnal ropaje de Sisebuto. Jadeante, magulladas sus por algun taburete arrojádole en la carrera, aguardó, tranquilizándose en lo posible, la inquisitiva del_juzgado, que no tardó en constituirse allí, en vista df l escándalo que se babia producido.

CAPITULO XII.

Curtou ..,.. lit pft1untu, r11111ttu con ntaptfthr ,...,..,¡.....

Et J111 s :-¡Quién es V ., y llama?

Póslu#IQ : - Soy evidentemente un .hombre, mellamo Póstumo , hijo de mi padre y de mi madre, natural de Madrid y vecino de idem, empicado de Admmistra-

(49)

U+)

M con la catcwona, 1001111 y dereai. llOIM:.,...... á IUl sueldo de 90.000 reales.

El Yuea :-¿?u domicilio 1 l'ósbt""' :- Viví en la plaza de 0n"8te, oumaro 7. Ji( 7w• :-¿Y ailora 1 PósttmlO :-En ninguna parte.

El Y11t.s:-¡c;:6mol Pósl,,_ :-Soy reden llega.do, y no he toei"8 tiempo de buscar habitacion.

El 7,,,,, :-¡De dónde viene V.1 · Pósltimq: -Oel otro mundo.

El Yiua :-Usted se burla. Cuidadito Sa· ia4ero. A ver su pasaporte. • l'óstu1110 :-No se usa en el Limbo de donde vmgo. co¡µo en otros paises,. hay completa ' libertad de loco111ocion. ·

EJ Jflt.S :-litepito que V. trata de burluse del 'T-ribuoal.

Pistt<"'Q :-No1 señor, no me chanceo: digo la verdad cuando V. S. me la pregunta, y profeso dema, siado respeto á la autoridad para no hablar er¡. sério.

El Jtll!l1 :-Entónces está V. loco.

Pósf,,mq :-Así parece, señor; pero no es verdad. Yo me morí hace pocos días, y el Señor apiadado de mis su¡licas, me ha permitido resuciiar.

E Yuec (al Escribano) :-Este hombre está loco.

El Escribano :-Indudablemente, segun las apariencias. .,

El Yuec :-Es menester lleyarle á una casa de orates.

Póstumo-Señores, estoy tan cuerdo como cua.ln quiera otro, por más que mis aventuras ó daevcn.buas parezcan incrcibles ... Ya voy palpando los inconvenientes que lleva consigo una resurreccion.

El Yuiz :-¿ Y quien puede creerlo 1 ¡Pretende V. que le tengamos por un sér milagroso 1

Póstumo :-No pretendo tal, pero hallo la cosa muy sencilla . Si quiere V . S ver si estoy ó no cuerdp, sírvase mancial' que me reconozcan los facultativos. Por lo prQnto, puedo hacer presente á V. !i., probáadole con esto mi cordura, q111¡ si alcanzo poco Jº -•

,.. ,

no dejo do l!Oill>C!er qe ett• V. S. fallando respecto de mi áhtes de haber evacuado Qiw, de cerra!' el sumario, y ain que hl!ly& nombrado defensor.

••

lil Ywa se atreve V'. á enmendarme la plNlJl.1 .

P<i-st1'!1IO :--No, seoor; pero creo que V. S. ha decidido que estor loco y . .. /il :Y.wa :-¡Qué másl Póstumo:-Que debe llevárseme al Hospicio. /il Y.w• :-1 Y bien i · Póstt<mq:-Me parece que lo primero debe ser l!Nerí¡¡uar, y lo segundo fallar; ya vé V. S. que estan· do todavía en el sumario, no es tiempo aún de dictu sentencia.

El 711111 :-Tiene V. razon, si es que puede tenerla un lcico ; por tal debe tomarse á quien se dá por re.· SU:Citado en una. época en que no ocurren esas cosas. Póstumo:-'51; pero es V. S. Juez y no Médico t estos son los que 'deben dar su díctámen en la materia y V. S. oírles ántes de fallar. El exámen de los he· chos y las pruebaJ deben P"CCcder al fall<>, fil J#elf :-Es verdad ; pero difi.c11lto que )laya Médic<> que asegure que está V. en su juii:io. Póshmtq lo pront<>, no se ha llenado la primera diligencia, que era la de buscar una capa que me cubriera. De este modo se evitarían la vcrrenaa y el frio para mi, y el escándalo para los demás. Y o ere.o que cubrir la decencia publica debiera haber sido la primera diligencia de proceso.

lil Ywa :-¡Me está V. reconviniendo 1 Póstu"Y' :-No es reconvenir á V. S.; es le que llengp frio y me avergüenzo de estar llamando la atiencipn de tanto curioso.

El y,.,,, (á un polizonte) :-Haga V. despejar y que t•aigan una capa para. este hombre. Cumplieronse estas órdenes, y Póstumo dló las gruias.

• Llegaron á poco, por llamamiento del Tribunal, el portuo de la casa citada como ex-morada de Póstumo y eu 11111jer, portero-hembra.

(

El '.1w11 ( 6 ellos):-¡ Conocen VV. 6 <!lte ladM• duo 1 · ·

La Portera (asustada):-¡ Qué veo 1. . .. ¡Don Sisebuto! ....

El Port•ro (horripilado) : -1 Vivo !. . . . . i vivo 1 ¡Usted no se murió/ .... iÜi decir que babia V. muerto!. ..

La Porüra (retrocediendo):-¡ Jesus ! . . . . i Jesus I De parte de Dios te pido . . ..

Cuadro general de horror . -Disgusto Póstumo. .-Sorpresa del juez.

El Yues: - Decididamente estos tambien están locos.

La Portera:-iQué! no sei\or . . .. ¡El sei\or esti ó estuvo muerto ! .. . .

E/.Portero :-Si, señor . ... sí, señor.

Póstumo :-Pues qué, Juana, ¡no me conoce V 1 Soy Póstumo, no Sisebuto.

Al oir esto creció de todo punto el terror de los porteros, y poco les faltó para echar á correr . Póstumo:-Soy Póstumo resucitado.

Los porteros dieron á correr .

Et '.1uez: ( á los ¡¡lguaciles) : Detenedles , y qµe cese esta broma. i Burlas conmigo 1 Y o les ensei\aré á jugarse con la autoridad. A ver : todos presos.

Apresurábanse á cumplir los polizontes; pero detuviéronse el portero y su mujer con cada vello como un huso, pálidos como la muerte, y en son de volverá tomar las de 'Villadiego. ,

El '.11"z :- Ya vé V. cómo se responde á sus citas. Póstumo , cada vez más confuso, no acertaba á explicarse. ¿Quién ha!>ia de comprender tan disparatadas aventuras?

En vano referia los pormenores de su historia de ultra- tumba; miéntras más le oian, más crecia la confusion.

¡ Morirse como Póstumo, y resucitar como Sisebuto ! Si hubiese habido alll algun upiritistn, á .pesar de la novedad del caso, tal vez hubiese dado alguna luz á situacion tan tenebrosa.

El '.1ues (enfurecido) : Ahora digo y afirmo que no está V . loco Todo ese tejido de embu,..s invero-

ndo que es V. un ulminal que, s pianes, pretende ahora pasar por loco, y fallo de la justicia. V. bula desnudo, porque tmlli! de dónde salia, cogido acaso infraganti en de algtln delito. (A los polizontes) . ffivadle preso ha,sta que se aclaren estos embustes.

·

Grande era la agonía y sobresalto de nuestro amigo al verse tratar de aquel modo. Sabía lo que eran expedientes, y comprendía que iban, como suele decirse , á podrirle en cárcel. ¡Para esto babia vuelto al mundo 1 Estaba escrito que éste babia de tratarle siempre mal.

Iba por tanto á ejecutarse el mandato del juez, cuando una dama, toda angustiada y llorosa, se presentó en los umbrales , corriendo hácia Póstumo.

¡ Esposo mio 1 exclamó .

. El '.1ues :- ¡ Su esposo ! ¡ Otra tenemos !

Al ver Póstumo á Elisa , pues tal era la dama, y que intentaba arYojarse á ·sus brazos con gran vehemen· cia, quiso impedirlo ; pero hubo de hacerlo de tal mo!!o y tan bruscamente , que la capa 1 único traje qu é le cubría, vino al s uelo, con gran rubor de la dama y de la portera. ¡ Elisa ! exclamó aquel confuso y sorprendido, y aprcsuróse á cubrirse de nuevo con la indiscreta capa . -i Sisebuto de mi alma 1 dijo Elisa intentando otra vez abrazafle . Póstumo la rechazó, diciendo : ' No. señora ; no soy vuestro Sisebuto. Soy aquel Póstumo á quien prometíais llorar eternamente . Elisa se detuvo pálida de sorpresa y de terror . - ¡ O¡ra- peripecia 1 gritó el juez. los circunstantes contemplaban esta escena espeluznados . ·

El ',lues:-¿En qué quedamos, sel\ora? ¡Es su esposo de V. ó nól ¿Es Póstumo ó Sisebuto ! ¡Por ventura tiene V. á un tiempo dos masidos? ·

Elisa baj6 los ojos aver¡¡onzada. No comprendia · jota de lo que estaba pasando. ¿Llamarse Póstumo, Slsebuto 1 ¡ Qué mar de confusiones en su cabeza 1 JU J11e11 :-Se acaba ya mi paciencia. Seftora,

e•tá V. tambiea loca como ese Jf c aqiú 1. . . SI, todos, porque creo que '6blbleti toy volviendo tal. ...

Póstumo, aunque á punto de desespel'lll'se, puar por lo que quilliesen, por loco ó por criminal, por Póstumo ó por Sise bu to. ,Al ver que Ehsa le tomaba por éste, haciéndole tales demostraciones de carifto, estuvo á punto de morir otra vez, de celo• y de ira. ¡ Y creia odiarla 1 1Misterios del amor celo&O 1 Sellora, exclamó, no soy Siaebuto; soy el alma de Póstumo en el cuerpo de aquel, ,por concesion de Dio•. Los dos morimo•, y Dios me permitió reaucitar en el cuerpo de mi enemigo para venir á ajust• V. las cuentas en este mundo.

Como Elisa era upiritista, comprendió ó afecté comprender en el momento toda esta série de inverosimilitudes . Por otra parte , ella lo• babia perdido á entrambos, no babia tenido tiempo de recuperarlos, y lo mismo le daba uno que otro. Para marido, se¡un ella, cualquiera de 101 dos era bueno, y áun el tal Póstumo parecia mejor, como más cándido.

Cuando éste iba cprriendo por las calles, hallábaae ella detrás de los cristales de su balcon, á donde habla acudido al oir el alboroto. ¡No era hija de Eva , y como tal, curiosa 1 Pasó nuestro héroe por la calle, y como era natural, pareciósele á Sisebuto 1 su querido esposo ; é imaginándose que éste babia vuelto á ' la vida en el Hospi"11, envió á su criado Camueso á averiguar, quién era aquella ..,mejanza de Siaebuto que tal escándalo producia. Siguióle el eficaz sirviente, y ayeri¡uó que era su amo, á quien la polida acababa do apresar . Al estp E lisa, se lanzó á buscarle, y ballóle precisam'lnte ert el momento y forma que ya hemos visto. ¡qué dice V. á todo esto 1 exGlamó el ¡uez iracundo.

- Que de todos modos, es mi marido, Elisa, y alladió, acerc4ndosc al oido del Scjtor, es D . S1sebuto, como dicen estos portero•, como ruco yo y como testificará todo el mundo, pero no hap . V . S. caao de au1 palabr¡t.1. Supónaaae V. S. 'JllC i*l puMi9 por ltlUOltU> y en el Hospital,

•autap1ia, como acontece .con los que . te, sobre todo en la calle, ha vuelto en es, extrañarse que esté su juicio un poco le cosas Pertllita V. S. e á casa . para prodigarle, como esposa, ue reclama. Y volviéndose á Póstumo, le dijo : Sí, esposo mio, ven á tu casa, de donde tu buena consorte velará por tí ; ya que Dios ha permitido que vuelva á verte .. Póstumo sentia contra E lisa los furores de la hidrofobia ; pero comprendiendo que su apoyo era d único medio de salir de tan embarazosa situacion, resignóse y dejóse conducir por ella , resuelto á recobrar su desdef\osa actitud luego que se vie s e libre de aquel penoso trance .

C\>nformóse gusto s o el juez , al considerar las confusione's de que se libraba . Esta ocasion era harto bue!\ª p¡ir,a deshacerse de un negocio que, por lo amenazaba con exposicion su fama de entendido.. Los presenciáles quedaron entre sorprendidos y estupefactos . · Nada comprendian . Elisa y Póstumo .ensisebutado, ó Slsebuto empostumado, salieron para s ubir al carruaje, que en breve les condujo á casa de l a primera .

CAPITULO XIII.

De otMo el cuerp• de llntluto no tetalNI ooftfo"ae con la

Cuand o iban en el coche los dos esyosos, si así po · demos llall)arles, no mostraban ambos e mismo aspecto conyugal. 1 Elisa se de s hacia en halagos, en tanto que Póatumo la rechazaba , apellidándola infiel, ingrata y pérfida, como si cada uno de estos adjetivos no bastase. En cuanto á la dama, se decia á si misma: sabe si es Sisebuto, como lo parece su cuerpo, y quiere probarme haciéndose el Póstumo celoso 1 ¡Si atrá en eíec;to Póstumo que se ha metido en el cuerpo vacio de Sisebuto para ponerme en confusiones?"- Ya hémos dicho que era upinti1ta, y considerada en su circulo

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7

como verdadero J1Utliu,,._,,,;¡¡,11tt; en su calidad de tal, rlo le parecia imposible aquella rara metempsk-oib.

Al ver que su adlátere, con apariencias de Slsebuto, se enfurecla cada vez que le llamaba asf, resolvtó no darle ninguno de los dos nombres, para lo cual laa palabras tsposo mio, amado mio podian servirle eficazmente, fuese quien fuese aquel; y aurf se inclinó, por último, á creer que fuese Póstumo, al observar que era mayor el encono de la victima cuando le nombraba "Sisebuto." Además, de algo habia de servirla su in: cuestionable perspicacia ; y advirtió en aquel individub tantos rasgos del carácter de Póstumo, que dedujo, que si el cuerpo era ó parecia de Sisebuto, el carácter esta'ba cortado á lo Póstumo. Dióse trazas para que á pesar de su furia, le contase, aunque á grandes rasgos, y en medio de mtl apóstrofes contra ella, sus aventuras de ultra-tumba y su prodigiosa manera de volver al mundo en el cuerpo de Sisebuto, Y ella, en su ts.pin"tísmo , hallólo todo verisímil, ratificóse en su cret!n· reconoció á su primera victima 1 y consagróse á aplacar, con conocimiento de causa, los postrímicos furores . Contaba para ello con el inmenso amor del desdeñoso, quien al cabo se amansaria. El amor es talisman que, en manos hábiles, produce maravillas . Y en verdad que aquel caballero tomaba al mundo tan cándido como era . De lo contrario, no hubiese anulado de aquel modo la magnifica posicion que ocupaba para vengarse de Elisa. Dejándola en la creencia de ((ue era Sisebuto, élla hubiese sido la engañada, y él habría podido, á su tiempo, descubrirse, con verdadero chaiico de la incauta . Pero optó por el apóstrofe en séño. Al hacer de nuevo el Amadeo quejumbroso ó el Otelo enfurecido, dióla de que reir; y puesta en guardia con el conocimient<;> de la verdad, pudo ejécutar cómodamente' y á sus anchas su papel de Armida enganai:lora . La verdad sincera pierde con frecuencia la superioridad ante el artero disimulo.

Pb-o Póstumo era demasiado leal para pasar ni un solo inst'!nte por lo que no era, sobre todo por su rival, á aborrecía.

Para esto hubiera sido preciso algun gr"Je motlv&,

( 51)

vez la deeesperacion absoluta á que aun no habia llegado. .

V todavía ocurrió otro incidente curioso en este lance, y fué que en una de sus imprecaciones maldijo Póstu1t10 á Sisebuto, y al lan7.ar ht maldicion, sintió que se le clavaban como alfileres por todo el cuerpo, haciéndole dar un ¡ay 1 desgarrador. ·

-¡Qué tienes, esposo mio! exclamó la bella dánde asustadiza.

-Nada, sin duda los nervios , respondió el resucita¡lo . 1Ya se vé 1 como no estoy acostumbrado á este cuerpo maldito .. . ¡ay, ay! gritó de nuevo-no conozco sus mañas, que Dios confunda . . . ¡ay 1 gritó otra vez . .

Es decir , que sentia el mismo. fenómeno ·de alfilerazos cada vez que murmuraba del cuerpo' de su riv3.l, y lleg'Q á comprenderlo así.- Tal era otra de las contra!I de su rt:surreccion en cuerpo ajeno, y sobre todo, enemigo .

E;n esto lleguon á la. casa de Elisa ó de Sisebuto, en la carrera de San Gerónimo, número que no importa, la cual era de buena apariencia.

Allf puso Eli s a á Póstumo en pose s ion de todo, como due ño que era del hogar domestico; pero" él, á pesar de aquella sumision conyugal de su ex amada , la dijo : Señora, no s oy esposo de V ., ni he vuelto al mundo como s ustituto de un rival odiado . Asf, me voy y la dejo á V . Lo único que aceptaré será un vestido de aquel h om)>re á quien llamó V. su esposo , para poder lanzarme ahora mi s mo á la calle en busca de otro hogar meno s envenenado para mí. No debo ni quiero tener nadf. de aquel hombre , y lo devolveré, ya que, por mi me obliga á admitirlo la desnudez absoluta en que se encuentra este maldito cuerpo .. . ¡ay, ay !-gritó retorciéndose y saltando convulsivo, al sentir los pellizcos y punzadas de ántes. - Está visto,-atladió,-que habré de resignarme, y no nombrar á ese diablo de hombre .. . ¡ay, ay !-tornó á chillar.

-Esposo mio,-exclamó Elísaal ver que su esposo persistía en su plan de abandonarla,-¡ te sigue la in-

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quletud de los nervios? ¿Quieres flor de tilo, valerlana, agua de Melisa? ... ¡ Ay 1 Póstumo de mi alma, no puedo resignarme á que me dejes.

-Pues asi tiene que ser ... Adios, sefiora.

-¡Cómo! ¿Tan pronto? ... Mira que voy á de-' sesperarme .

-Ya encontrarás otro infame Sisebuto ... ¡ay, ay ! . . . que te consueles. . . ¡ Adios, adios 1 -1 Conque no te veré jamás? ... ¿ Ahora que Dios te restituyó á Ja vida ? . . . ¡ Ah, desdichada de mí! : ¡Has vuelto al mundo para hacerme más desgraciada l... 1Ingrato1

- Sl, anda, vete al baile ; allí podrás aturdirte bailando, dejándote hacer el amor para consolar tus penas ... ¡Oh! para curarlas, para el olvido, nada mejor que el baile y un pretendiente. .

Entónces salió Ja madre de Elisa enfurecida.

-¿Quién profiere contra mi hija tales injurias? . .. ¿Qué veo? i Sisebuto ! - gritó la vieja y cayó desmayada haciendo Ja cruz con el indice y pulgar de entrambas manos. ·

El isa estaba demasiado ocupada con Póstumo, quien se aprovechaba del desmayo de la suegra para huir de aquella casa y evitar una escena suegril que le repugnaba, por lo que no pudo atender á su madre. Al ver esta que nadie la hacía caso, volvió en si, cuando Póstumo, sin aguardar los vestidos, y envuelto en su capa , se deslizaba por Ja escalera, Jan zándose á la calle <;n pós de un almacen de ropa hecha. Vestirse era lo principal. ¡Cómo presentarse en traje de Adan en ninguna parte?

.

En cuanto á Elisa, volvióse á su madre, desesperada y reconviniéndola de este modo :

-Usted tiene la culpa, mamá: ¿no la dije que era demasiado pronto el dia de su muerte para ir al baile, sobre todo cuando no estaba enterrado aún 1

-¿Qué dices?

(s:n

-1'óstumo que acaba de resucitar en el cuerpo de Sl1111buto.

¡ Imposible !

-No, señora: .. Todo lo puede Dios.

Eso no se ha visto nunca.'

-No lo han visto los ciegos.

-¿ Yó ciega ? Apesar de la edad, mis ojos ven lo que pocos.

Pero no es V. t11ttiium-vitknle. Para ellos no hay nada oculto, y perciben estas cosas singulares que á los demás parecen imposibles.

-}'ero. .. • -Es Póstumo. Su carácter lo está diciendo. -Yo jurarla que es Sisebuto.

Error ; puro error. -¡Cómo f -l..,- Pura apariencia .

-Yen fin.. .. ·

-Me . vió en el baile del Teatro Real, como V. tambien pudo vhl-le ; pero se empefió V. en que habla de casarme con Sisebuto inmediatamente.

-1 Y quién habla de imaginar que resucitarla, y sc;>bre todo en el cuerpo del otro? Quería yo que tuvieses monte-pío, y no era cosa·de dejar que el novio se muriese sin ser marido, como aconteció con Póstumo . Ya que habla en cántaro un Sisebuto que atrapaba, por muerte de .aquel, IQS 30,0C>O.reales, tanto valía uno como otro¡ el sueldo y categoría eran los mismos. No parecía justo dejar que la muerte se le llevase por casualidad tambien sin ser marido. Ya, en siéndolo, era otra cosa. Fué, pues, carifio maternal y nada más. Con el primero nada te quedó; el segundo te ha dejado una pension que mismo voy. á reclamar. No había muchos Pós.tumos ni Sisebutos en el mundo. y si éste -tambien se moria án tes de la boda ....

.

-Me vió en las máscaras del Teatro Real. -¿Quién? -Póstumo.

¿ Cómo Póstumo 1 j

- ¿Cree V. qué no hay muchos Póstumos y Sise. bu tos en el mundo 1 Pues á una mujer que sabe pescar con dos anzuelos, como yo, no es fácil dejarla para tia. Pero tanta precipitacion me ha traído este disgusto.

- Dl lo que quieras; con mi experiencia te voy sacando adelante.

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-Mu)' bien 111e eaca V. adelante. Ya V. vé: si Póstumo no cede, voy á quedarme viuda y casada á 1111 tiempo. Todo el mundo le tendrá por mi m•rido que murió de mentirijillas . 1 Querrán creer que un Sisebuto sea un Póstumo en el cuerpo do aquel 1

-¡No dices que hay t11ntos vilitnlt s quienes tales cosas son 1JaturaUsimao 1

-Por desgracia, muy pocos. Ahora , no.sólo me quedo sin marido, sino vivo éste, me quedo sin pension.

:

- Ya "arreglaremos eso . ¡Pues qué? 1 No ha}' más que quitarle á una viuda sus derechos adquiridos ? Sostendremos que Sisebuto murió, y pueoto que este mismo dice que no es tu esposa, seguirás i;iendo viuda .

-¡Y si por hacerme mal, 11firma que es el verdadero Sisebuto mi esposo? ¡ Se muestra tan ansioso de vengarse 1....

El es un gaznápiro , un candidote , y 110 ocurrirá semejante cosa.

1 Y si so lo ocurriere ?

-Sostendrem9s que está muerto, ó qµe es impostor.

-¡ Y si no podemos probarlo?

-Entónces, puesto que afirma que es Sjsebuto, tiene que ser tu marido, como consta ante la exigiremos que te pase los alimentos, y tu monte-pfo c&tá asegurado . El no puede rechazarte ni probarte falta alguna_

Pero.miéntras tanto viviré sin marido ; muiort ¡ de t1isteza en un rincon.

- Y yo, 1 cómo vivo?

-Pero V . ya nó es jóven, mamá. 1 Cómo podr4 vi.ir con la tercera parte del sueldo, ó con la mita<!, cuando me formaba la i)usion de que volverí& á tener marido y sueldo entero?

- En fin , es preci•o conformarse . Por lo pronto, has debido hacer que el criado le siguiese, para, Jaber á dónde vá á parar y que dá .

Voy á hacerlp, maA"lá; tiene V . razon .

Y Eli•a, 11.a.mando al Jiel criado, le djó )as oportunas instrucciones . Era todo un buen scryi.d9J e) CX.C!l-

(H)

Ctmull90, que asl se llatnaba ¡ el inill'mo 1¡01 llntu lfabla practicado otra comision semejante. 0..D!lllMI ec:Mse á 'lindar cbn toda

CAPITULO XIV

ocurrida

habttte

Luego que Póstumo se vió'en la calle, córilfhl!ttán de nuévo los apuros. /A dónde ir en semejahte eshidt> de desnudez y sin un cuarto 1 Porque claro es <¡ue del otro mundo no se trae dinl!ro ; siempre de un molió otro se viene de•hudo ; y en este orbe y prebábh!tnéllté en todos, el dinero es articulo de prlltlerfsima n'etésitlad. ¡A dónde ir, pues, tan doblemente desn\ldo: de cuerpo y de bolsillo !

Amostazado estaba ya de que al arrave'!llr éalles tan conturridas, todo el mundo le mi rasé , y l>!>t 'n'tuébo qué quisiese c\Jblirse con la capa (que , sea dicho de paso, fueron los eolizontes á buscará casa de E lisa y fúVo ella que pagar), no podla tnéno s de dejarse por fuera las piernas y piés completamente desnudós ; 'y cólllo iba a5fmismo sin sombrero , llamaba lnucho lilás la'.!ten Ción pública.

Comenzaba á s e guirle mla turba de cllicó\! y dé ociosos de toda• clases, sexos y cataduras, quienes juagándole demente , por lo ménos, hollabán ya sus aumelltánoose aquellos á manerá de a1úd.

Qviso tomar alg·un sinllMI, pero ¿con dillloro alquilarle ? Las capas no suelen tener bolsillos .

Pensó en irse á su antigua casa ; pero ya podlaconvencerse 4e que alU no le Adeillás, el portero de la nlistna se habla apropiado su ropa, y á\Jh tenla puesta pa'rte de ella cuando fué Póstumo coh juez . En tuanto á su dinero y demás alhajas .... ¡cóll\<! llllbfan de aceptarlf por vivo sus herederos, ellllndo tatlt'a <:dtlfta les tenla darle por muerto 1 Trató de ver si hallaba entre los <llgun rostro amigo. . . . ¡ Disj>arate 1 Sólo sotpté'$as oftHl/81 y fsto á lee 11.mlgos 'de SiSebtlto, quiehes no V>ei.11 otra

. erran 110J1coaU•
,.,
*911iJU• 'itft .n.• ,...,-. -.. t1 •rM 1; ............

( 5&) cara que la de éste. Entónces, al asegurarles él que era Póstumo en tal facha y en cuerpo ajeno, retrocedfan, tomándole por loco, cuando no le comian á preguntas embarazosas.

Soplaba á todo esto un fresco cefiritlo de Guadarrama, muy propio de la estacion en que pasa esta positiva historia, lo que. no de hacer tiritará nuestro hombre, dado su ligero atavto.

Si para evitar tan poco' gratas impresiones trataba de embozarse demasiado, exponíase á dejar al descubier: to mayor parte de las piernas, si es qut! al correr con el fin de calentarse un tanto y librarse del tropel de curiosos que le acosaba, no se ve'a expuesta la pérsona corporal de Sisebuto á una exhibicion completa causada por el violento desembozo.

En fin resolvió escurrirse hácia la calle de Preciados, pues esto pasaba en mismísima Puerta. del Sol casino de laboriosos, con -intento de llegar se a un aln:acen de ropas que no le era desconocido. Entróse ¡)li, siendo menester que la presencia de salvaguardias ahuyentase la multitud. Esta, pertinaz como casi siempre, pretendía no abando!lar aquel gante objeto de sus miradas y rech1ftas.

Un dependie11te (congra11 sorprcsa).-1Sr. D. Sisebuto !.... Anoche leimos en La Correspo11túncia que habla V. muerto de repente.

Póstumo.-Está V . equivocado : no soy D . Sisebuto ; soy Póstumo su antiguo conocido. , (con ojos espantados).-¡Cómol! .

Póstumo.-Si, seftor; no se fie V. de las apanencías.

Depmdímte.-¿ Pero está V. vivo?

Póstmno.-Tan vivo como V. Palpeme, si gusta.

Dependiente ( aterroriaado ).-¡ Di<>s me libre 1

Póstmno -No hay que asustarse. Todo ello es muy natural, y debe V. creerme, á pesar de esta apariencia que aborrezco . .. ¡ ay, ay l.. ¡ otra vez l.os alfilerazos l..

El dependiente retrocedió horrorizado al ver las convulsiones de Póstumo.

Póstumo.-No se alarme V.: so n los n)'"vios ... es-

º''

to1 nervios malditos ... ¡ ay! Sin duda ha quedado en este cuerpo algun trozo del esiiritu de aquel miserable ... 1ayl ¡ay 1

El dependiente estaba á puntp de pedir socorro. Postumo (fastidiado).-En fin, sea yó quien sea, deme V. un traje completo de caballero.

Dependimte.-Corro á servir á V. (A ver si se vá pronto este buen señor, ó voy á dejarle la tienda).

Sacó alguna ropa, probósela Póstumo, y aceptóla mala ó buena : no -estaba para calmas.

Depmdimte (co11 los dimtes castañeteando).-Apropósito ... Sr ... . D. Sisebuto ... Póstumo.-Póstumo, querrá V. decir.

Dependiente, - Como V. guste. Ambos venia1s aquí á vestiros algunas veces ¡ por cierto que en más de una ocasion pagó el uno por el otro ... ¡ Erais tan

Póstumo.-¡

Uno por otro! Dice V. mal : yo por él... miserable ... ¡ ay !

eso es... Pues bien, aquí tiene V. una cuentecita . .. seis mil y pico de reales que nos quedó V . debiendo . · . Póstum o.-¡

Quién, yo? Pagué todas mis cuentas ántes de morir. Depmdimle.--Lo encargaría V. á sus albaceas, y no han cumplido su mandato. • Pós tumo .-¿ A ver! .. pero aquf dice ... Depmditmte.-D. S isebuto ... eso es. Póstumo.-¡ Siempre ese maldito 1 ¡ay 1 ¡ay 1 El hort era retrocedió de nuevo. Póstumo .-Yo no debo nada¡ no, señor. Pues bueno fuer"rque le pagase tambien sus deudas. No, "'los albaceas ó viuda de ese caballero, que Dios ... ¡ ay ! ¡ay ! Depmdimte (en ti colmo del t error).-Caballero, disimule V. si insisto ... pero... . Póstmno.-¡ Cómo ! Depmdimte (para sí).-Sin"duda C"sta es una treta del tal O. Slsebuto para no pagar . ¡ Venirse dando ahora por su amigo, que de bastantes apuros le sacó 1 Vaya, pues, el terror á un lado, y que pague . (A Pós;¡

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t11mo ). Creo, caballero, que V. debe pagar esta cuenta.

Póstumo.-¿ Qué di& V?

Depmdiente.-Que no me parece que debe V. tratar de engañarme, diciéndome que es su amigo D. Póstumo.

Póstmno (indignado).-¿ Por quien me toma V? ¿ Tengo cara de tramposo? .

Depe11die11ü.-No, señor; le tomo porqu1en por ·D. Sisebuto. No me cuela eso de que sea V. su amigo D. "Póstumo . Conocí bien á entrambos, y le distinguiría muy bien, aunque se hubiesen muerto cien veces. V., D. Sisebuto es más guapo de figura ; pero e l D. Póstumo era más exacto en el cumplimiento de sus compromisos.

Toda comparacion es odiosa. La ral no consoló á nuestro hombre de su rnfenondad f1s1ca. Así, replicó más furioso aún.

Póstumo.-Pues no le pago á V. esa cuenta.

Depc11di'ente. - Pues no saldrá V .. estabiec!miento sin dejar esa ropa. Llamaré al principal, pediré auxilio á la policía.

Conoció Póstwno que arreciaba la tempestad, sin blanca en los bolsillos ni en el mundo para conjurar sus efectos . Era forzoso pagar la ropa que tenia puesta, ó quedarse otra voz desnudo . Chasco sobre chasco. ¡Y él contaba con que allí le reconocerían por Póstumo, tan acreditado como buena paga 1 1Qué le valfa sb. fama de honrado, si al cambiar de carne la veia sepu ltada con su antiguo cuerpo ? Si la honra es un mérito de l alma, ¿por qué no habrla de se rvirle dentro de cualquiera cuerpo ?

El tiepmdienle.-Conque á pagar, caballero. Vea. V. lo que hace ; pero la ropa que ahora lleva no se apun' ta como de fiado. No estamos para fiar á V. más, ya que tan difícil es el cobro, y hasta niega V. persona para rechazar la deuda.

Póstumo sudaba, se cnfurecla y reflexionaba.

En esto presentóse Camueso, e l criado ·de Elisa. Camueso.-(Querimdo abnu:arlt). ¡ AITJO mio! /'óst1m1tJ . -No lo soy, aunque lo parezc:y.

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Depe11tiimte. - ¡ Hasta con los suyos pretende guardar el incógnito! .. .. 1 Póstmno. (Estallando de cólera.) Basta ya . V. me insulta, y voy á probarle que ño soy manco. Y así diciendo, empuñó una vara !le medir que por allí había, y atacó al dependiente, quien á su vez trató de defenderse pidiendo auxilio á sus compañeros. Cayeron éstos sobre Póstumo con tal granizada de puftetazos, que no bastaba la voz del principal ó dueño de la tienda para aplacar sus iras . Desgañitábase aquel en vano por restablec e r el órden, que tanto conven'a á un establecimiento público. Rodaba ya a lguno medio estropeado, pues Camue so se habia puesto de parte del que juzgaba su amo Si se buto , y secundaba la lluvia de palos que aquel repartia á manera de molinéte. P'ormábaslt ya un monton de muebl es rotos, previas algunas descalabraduras por ambas partes. Pisoteadas yacian las piezas de ropa en .que abundaba el almacen, y que, como armas-' arrojadizas más a mano, se habian comenzado á. tirar unos á otros, teniendo el mismo principal qu e emprenderlas á palos con sus propios dependiente s, que , léjos de mirar por los intereses casa, arrebatados de furia , trataban aquello como campo realengo . Y gracias que no ocurrió á alguno pon r manos á las tijeras , de tanto uso allí ¡ pero casi tod s estaban har-to empeñados en la lucha, sin que Póstu y Camueso le diesen lugar para tomar otras armas que las ropas y taburete s , que eran lo más próximo , ya atacando, ya en defensa , ya en son de Y si á alguno ocurrió empunar aquel arma sastrenl, hízolo sin duda P¡ira mantenerse á retaguardia y puramentcr á la ; porque el dueño de la casa, que en todo estaba, trató de impedir, en lo posible, la efusion de sangre, con el consiguiente proceso criminal á su costa. ¡Oh! ¡maravillosa serenidad de propietario 1 Y cuéntase que desde el principio habia enviado por algunos salvaguardias, que no tardarían en presentarse.

En tanto, continuaba la gresca , y en vano trataban ya algunos, incluso Camueso, de poner la paz . Nuestro ex-difunto tenia un ojo aporreado, la cabeza estropeada, y magullada una espinilla : pero bien ha-

/
·....«. ..

bia vengado estos descalabros con más de cuatro roturas y otros danos por el estilo.

Camueso no estaba del todo mal : tenia tambien su media docena de chichones, comenzando por la frente, en cuyo centro le habian plantado uno tan peregrino, que semejando un nuevo ojo, le hacia aparecer co- · , mo verdadero Ciclope.

Llegaron los salvaguardias, y despues de .un altercado en que todos se daban la razon, se convencieron )lquellos de que el ataque babia partido de Póstumo. No lo negó éste, gritando: "que todavía estaba dispuesto á hacer más en toda ocasion semejante." ¡Ha· berk llamado petardista, á él, al honrado Póstumo !

Lleváronle al juzgado. El juez. al ver á Póstumo otra vez ante su presencia ; al enterarse de su nueva fechoría ; y sobre todo, al oír que se expresaba siempre con los mismos quid pro quos, empeñado en sostener que era un hombre resucitado en cuerpo ajeno, y que estaba en contradicion ha.3ta con su criado; el juez, decimos, que no era ni con mucho espiritista y que por lo tanto no se tales misterios, exclamó:

-¡No decía yo que estaba loco este hombre!

En seguida puso por auto la convocacion de facultativos para su reconocimiento.

Una vez enterados los médicos de cuanto habia pasado con el juez en su primera entrevista y despues en la tienda de ropas ; pero sobre todo al ver la tenacidad de Póstumo en sostener que era un sér de ultra-tumba, etcétera, con todos aquellos guinos ·y contorsiones cada vez que nombraba .de mala manera á Sisebuto, CGnvinieron en lo que el juez decia, y estamparon la siguiente declaracion, que puso el escribano por diligencia .

"En el mismo dia se presentaron á virtud del auto ' y notificacion que preceden , los doctores en medicina y cirugía, D. José Matasanos, a16.pata, D. Roque .Globulillos, homeópata, y D. Pedro (,,luiebrahuesos, burrópata, y despues de haber examinado al individuo que motiva estas diligencias, y que dice llamarse D. Póstumo, hijo de su padre y de su madre, que afirm'I" ser procedente de la eternidad, resucitado, segun diée, en el

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cuerpo que fuá de un Sr. D. Sistbúto, ell'lpleado en rentas nacionales con la categoria, goces y derechos concernientes á un sueldo anual de 30.000 reales, ya difunto, y como tal, cesante en dicho empleo, por haber pasado en calidad de muerto al otro mundo, declararon los susodichos facultativos : que el mencionado D. Póstumo ensisebutado, ó D. Sisebuto empostumado, se halla demente monomaniaco, con propension á excesos de furioso cada vez que se le contradice en su manía, tendiendo á la epilepsia, como puede verse por sus continuos saltos y contorsiones. cual si le clavasen alfi.leres en las carnes . Esto contribuye á explicar su monomania, indicando desde luego un estado espasmódico general ó neurósis completa, producido ó sos.tenido por algun;¡ lesionó excitacion del cerebro y médula espinal ¡ por lo cual opinan que convendria llevarle á una casa de orates y someterle allí al tratamiento indicado para tales dolen<;jp.s. Así lo declararon los expresados doctores, ánte mí el escribano, de que doy fé.-Toribio Papelones y Mascostas.

Con este motivo, el juez dictó auto de sobreseimiento, ordenando que se condujese á Póstumo á una casade locos, con apercibimiento al dependiente que motivó la reyerta. Condenóse al pago de costas y perjuicios á quien correspondiese, dejando á salvo á la verdadera víctima, al dueño del almacen, su accion para reclamar los últimos, con arreglo á derecho.

Condújose á Póstumo al hospital de locos , y en cuanto al criado, se le dejó libre con los golpes y magulladuras sufridas, en atencion á no haber tomado parte en la,riña sino con la intencion y objeto de mediar y evitlrla. Marchós e á participar á su ama lo acontecido, no sin despojarse con ojos llorosos de afecto, de su mal reló y de algunas monedas que contenian sus bolsillos, para ponerlas en manos de Póstumo, ciéndole:

-Usted necesita más que yo de dinero en estos momentos, señorito, y le doy lo que tengo ; yo se lo contaré todo á la señorita, para que haga cuanto pueda por usted.

-Lo acepto, buen Camueso, como prestad<>. Por

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rigurosa necesidad admito te de•pojes de tu corto peculio ¡ pero ten entendido, que no soy tu amo sino en la apariencia.

-i Siempre lo mismo 1 murmuró el pobre Camueso 1 tristeza. 1Qué lástima, tan buen juicio como te-

y se alejó suspirando.

Luego que llegó Póstumo á la casa de locos, entregó al jefe del establecimiento, en calidad de depósito, el reló y las monedas que le babia dado Camueso.

-Ya se conoce que es cuerdo al tratarse de su hacienda, balbuceó el dicho jefe. ·

. Po_r lo que hace á la s contusiones que Póstumo hab1a en el alm:<cen de ropas, quiso curárselas el ciru¡ano de Ja casa; pero él no lo consintió, aunque le dolian. Consolábase con que al cabo era el cuerpo de Sisebuto el que las había recibido. Con esto se acabaron de convencer los circunstantes de que estaba loco rematado.

Cortarónle el pelo al rape, y comenzó el tratamiento hidropático, sometiéndole al chorro de las duchas dos ó tres veces al día ; operacion desagradable, sobre todo en la estacion ae primavera en que esto pasafia. 1Pobre Póstumo, oual tiritaba demandando piedad bajo el potente chorro de agua fría! Esto sin contar otros fuertes revulsivos ordenados por el dicho tratamiento .

CAPITULO XV.

Contlnu•n lu C0"9HUtftdU de la murrecclon en cuerpo 1jeno .

Varios eran los Socios dt nuestro arnigo' Póstumo en aquel establecimiento, quienes vinieron sucesivamente hácia él, que triste en un rincon cavilaba sobre su suerte y lam entábase de haber vuelto al mundo para salir más trasquilado que la vez primera . En el corto tiempo que llevaba de nueva existencia, tan sólo disgustos, contrariedades, humillaciones, desengaftos, porrazos y chorros había recibido . Su única satisfaccion, sí así podía llamarse, era la de haber rechazado a la ingrata Elisa, teniendo ocasion de echarle enyara su in-

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fame inconsecuencia ; pero \cuán doloroso no babia s.idó esto mismo para él 1 Aún a amaba, y más que ántes al verla tan hermosa y bajo el prisma de los celos que tanto embellecen al objeto amado. Miéntras mas quería olvidarla y despreciarla, más • tiranizado se hallaba su por aquel diabólico inftujo : siempre le ejerce la mu¡er voluble y astuta sobre un· esplritu débil y apasionado. Y aquella satisfaccion, que así Ja llamaba consolarse ,¿ á costa de cuántos disgustos no habfa sido comprada 1 Condenado á vivir en el euerpo de su enemigo, estaba en guerra consigo propio, pues ya aquel cuerpo era suyo, aunque sólo fuera para atormentarle. Lo que debe ext r añarse es que él, que la echaba de la fuerza en muchas ocasio nes, no se hubiede aquella guerra con su cuerpo era mut1I martmo, re s ignándose a adoptarle por amigo. De modo, y reconciliado su espírit4 rebelde con la carne que había servido á otro sér, se estab lecerla al cabo una armonía que no pudo ser pree$tablecida. Entónces , aceptada...como natural consecuencia y sin esfuerzo su nueva situacion, acaso todo le saldría bien ó por lo "'!énos al derecho, sin estar á pasar Por loco y sin esperanza de ser feliz en el mundo. Sobre todo, 1si pudiese olvidar á E lisa! La memoria de ésta le absorbía, mal de su grado entristeciéndole y debilitando sus propósitos de

En estas meditaciones melancólicas se hallaba sumido, cuando vió que se le acercaba un consocio · es decir, otro loco, casi desnudo, y cuyo aspecto reveÍaba antecedentes de persona bien avenida con las delicadezas de una buena posicion social. Tales eran Sus ne ras en los momentos de reposo, la blanCura de sus carnes y l# gentileza de s us facciones, á pesar de las consecuent:ias del extravío m ental y estado deplorable en que se encontraba s u persona. Su barba y cabellos largos y estaban ya casi blancos, no por la edad, que podna ser como de cincuenta años, aunque al pronto representaba mucho más.

-Bueno s dias, amigo, dijo á Póstumo. Parece no V . contento, añadió al notar que aquel tema los OJOS anegados en lágrimas; y luego viendo que

se sentó á su lado y comenzó á hablarle en esta forma:

.

- Que mujer pobre acepte la mano de hombre opu· lento, cuando el enlace ha aconsejado por los Espíritus, lo comprendo, y a.si debiera ser¡ pero¿ cómo calificar á la tonta de mí sobrina que se ha empeftado en casarse, y se ha casado la muy ingrata con un hombre tan pobre como ella? ¡ Desairar de ese modo el porvenir que mi mano y ri'juezas la ofrec.ian 1 ¡ ! 1Nadame dice V. a esto ¡Cómo calificar semeiante conducta 1 ¿No es ella una verdadera tonta y hasta infame?

-No estoy enterado de sus cuitas, caballero, respondió Póstumo, que bastante tenia con la s suyas.

Sin embargo, como su natural era bueno y estaba triste, creyó ver en su interpelante un co_mpañero de infortunio, acaso como él tomado por loe? InJUStamente, y concluyó por prestarle alguna atenc1on. . . . - Ya se vé que no está V. bien enterado, ms1st1ó el des.conocido. De lo contrario habriame concedido la razon. Sepa V. que soy muy rico y mi sobrina muy pobre. Yo la amaba, ó mejor dicho, habiendo á los Espidtus, el de Kaifás, que es grande amigo pues cada vez que le invoco me r:esponde, me aconsejó que debía casarme con la tal sobrina por convenir á ella y á mí, y que de no hacerlo, nos sobrevendrían muchas desgracias. Se lo propuse. y negó á la boda ; insistí y se negó de nuevo, manifestandome que da casarse con un tal !ro, otro tan badulaque y·dcsvalido como ella. Esperaba la muy necia ser feliz con él que conmigo; con é l que es un pobre diablo; y esto, á pesar de las predicciones del Espíritu mi ¡Desairarme así; y lo que es más, de predicciones espiritualistas! ¡Qué obcccacLOn 1 N1 ni amenazas valieron, y casóse al cabo la muy taimada. Dejóme abandonado á las iras de los Espíritus.. Desde entónces no he tenido momento de reposo; n;u mermaba mi vida, y un dia, despues de consultar á m1 benévolo Kaifás, intenté matar á. entrambos pérfidos. lmpidiéronlo algunos .por desgracia, y . .... asómbrese V .. me han traido aqu1 por loco, como s1 "J fuese más

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cúerdo que aquel bribon que me ha robado la felicidad, y aquella necia-que ha preferido la pobreza con un badulaque, á la riqueza y felicidad conmigo.

Calló el viejo, y al ver que Póstumo guardaba silencio, le preguntó : ' ·

-¿No es verdad que son unos infames?

Póstumo, que era naturalmente generoso, sintió algun interés hácia aquella que tampoco se parecia á E lisa, y exclamó :

- Ya veo que todas no son como esa mujer fatal, pero hay otros mucho más afortunados que yo.

-¿Fatal dice V?.... Infame, digo yo; gritó el viejo. ·

·-No hablo de la sobrina de V., repuso Póstumo. Me refiero á una falsa mujer que ya quisiera le. Admiro su desinterés , y no veo que tenga V. motivos para llamarla ini cua, cuando ha sido tan leal con el que adora. ¡Qué co sa mas natural? i Qué es V. rico y su rival pobre 1 i Qué estimacion merecería de los hombres hon'fados , sí optando por las riquezas de V. le hubiera preferido? Es V., por lo tanto, injusto en no ver las cosas como debiera . Ella es una joya rara que sólo bendiciones merece . ¡ Ojalá que ot.ras se le hubiesen parecido 1

El viejo le oía y le miraba miéntras estuvo hablando Póstumo, y sus ojos se. iban enrojeciendo y creciendo hasta ponerse como dos nueces; sus facciones se fueron alterando,' y de sus labios brotó la espuma del hidrófobo; y cuando Póstumo, sin fijarse en estos pormenores, concluyó su relacion , el viejo exclamó furioso:

-Ella es una infame, y tú tan odioso como ini rival.

Y sobre Póstumo, atrapóle por el cuello y dió con é l en tierra. Nuestro amigo, poco ménos que ahogándose, rugía ; el loco apretaba más y más, y aquí terminára nuestra historia con la segunda muerte de su héroe malhadado, á no intervenir á tiempo los loqueros.

P6stumo, aunque asaz maltraido , juzgósc resucitac\o de nuevo al verse libre de aquellas feroces garras. Luego que hubo pasado la tormenta, resolvió esquivar el peligroso trato de aquellas gentes, y con tales

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miras trató de aislarse en un rincon de la espaciolla ga· !ería ; pero áun allf fué á perseguirle la desgracia. Esta tenia la forma de hombre como la anterior. Frisaba en edad, al parecer, con los cuarenta af\os.

Seco y avellanado como el héroe de la Mancha, casi desnudo, habíase hecho de la manta un vestido, á manera de clámide, y encorazada su cabeza con un gorro de papel á guisa de sombrero apuntado, que con plumas de gallo por adorno se tornaba más grotesco. Decíase Felipe JI de España, quien segun sus explica. ciones, había vuelto á la tierra á continuar su obra de ha· · cer felices á los españoles.

Síempre había sido aquel hombre inclinado á lomaravil .loso y muy dado á la admiracion de los héroes y glorias nacionales. Desde el momento en que, por su desgracia ó su felicidad (pues no sabemos si ciertos semilocos son más felices cuando pasan por cuerdos que cuando se declaran rematados), se puso en boga el upiritismo con sus mesas parlantes y sus demás mediu11' intuitivos y videntes, sintió halagada su maravillosidad por estos fenómenos sorprendentes, y hubo de tomarló con tal empef\o, que no se hacía revelacion espiritista que no convirtiese en sustancia de su gusto, que en fodo cabe la exageracion.

Acaso sus amigos, por vía de mofa, contribuyeron á exaltar su locura j pero es lo cierto, que al cabo de algunas sesiones, quedó verdaderamente trastornado su cerebro; consultada una vez la mesa respecto de su primitivo estado, los Espíritús hubieron de que en otra época había sido ni más ni ménos que su augusto héroe Don Felipe Il. Creyólo á pié juntillas. ¿Cómo dudarlo, cuando quizás sus simpatías fºr aque l personaje y su amor decidido hácia el siglo XV , no eran otra cosa que reminiscencias de su antiguo sérl Concluyó por creer que era, en efecto, Felipe II que volvía á Es' paña en son de reclamar su trono y realizar sus suefios de monarquía universal. Desde entónces no dió. pié con bola, como suele decirse , y trató de mostrarse como tal Rey, dispuesto á imponerse á palos, si necesario fuese . J Y cómo se pavoneaba cuando pasaba los umbrales del Escorial, recreándose en su obra! ¡ Y cómo¡ e lamen-

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taba de que los sucesores no lu1biesen sabido lllfl>teller tradiciones ta.n gloriosas 1 ¿Qué habeis hecho, j>reguntaba en todas partes y gritando como un energúmeno, de aquella armada invencible, de "9uel Santo Tribunal, de aquellas gabelas y alcabalas que os impuse y de aquellos dominios en que no se ponía el Sol?

Con escánda los tales. desconociendo los infieles va• sal.los á su más glorioso rey, dieron con su cuerpo augusto en aquella casa , en donde él se juzgaba en su palacio.

Igua1es apóstrofes dirigió al aporreado Póstumo, quién al ver delante de sí á aquel caballero de tan tri., tisima figura, tembló de piés á cabeza recordando las uñas del anterior orate, y temiendo la ·renovacion de una escena tan penosa.

Bien venido, le dijo el de las plumas con cierta orgullolia benevolencia , á los piés del monarca del universo, mantenedor de la fé católica en todos los lugares que a lumbr a el Sol. Si vienes á pedir que haga la paz con la loba libidinosa, con el hereje Enrique, ó con los vencidos en Lepanto, te equivocas. Nada de paz con los enemigos de mi frono, con los que .se oponen á que yo e xtienda mi cetro del uno al otro confin del universo. Las hogueras del Santo Oficio darán respuesta á tus necias pretensiones. ¿Vienes á pedirme clemencia para el rebelde Nassau ó para sus heréticos sec uaces 1 Que venga Alba á darte tu merecido; J pronto 1 de lo contrario, ¡pobre d<;. tí !

Y así diciendo, lan zóse sobre el asustado Póstumo, que á no gritar desespe rado, hubiera sucumbido entre las manos de aquel furioso 1 Casi estuvo por creerle verdaderamente el espectro del terrible monarca al sentir en el cueJlo sus garras formidables.

Y decía furibundo el loco:-Muere, villano; hereje, malandrin, muere¡ apretando á más y mejor; y Póstumo exclamaba semiahogado; - No soy hereje, sino cristiano viejo y buen católico; nunca he sido rebelde; · soy, por el contrario, Póstumo, aunque no lo parezco.

-Confiesa que eres hereje, gritaba el loco.

-Sí, todo lo que quiera Vuestra Sacra Majestad¡ soy hasta .... Sisebuto.

1 1

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¡Un rey godo!

-Posterior á Recaredo ; replicó Pó•tumo casi es• piran te. , . . .

-Eso dices tu, arriano pertmaz, muere mil veces.

Y hubiera muerto, que poco faltaba, á no haber venido el loquero, látigo en ristre, á ahuyentar al pte· sunto y á todos los demás que acudían en son de guerra, embravecidos contra Póstumo . Este, como loco m;l.s moderno en el- hospicio, parecía tener ménos títulos á su furiosa consideracion.

Cada cual se fué á su escondrijo ; pero apénas se hu. bo retirado el loquero, cuando hé aquí que se presenta á nuestro hombre otro loco, cuya manía no era ménos singular que las anter iores, si bien era más pacifico su aspecto.

-Oye, le dijo á Póstumo su nuevo interlocutor, ¿eres Espíritu?

-Así lo creyera, responc\ió aquel, á no sentir tan magullado este infame cuerpo .... i ay 1 i ay 1 ¿Qué te pasa ? exclaroó e l loco ; ¿Tienes saba ñones en todo el cuerpo, ó qué diablo de tarántula es esa que te acomete? ·

- So'b estos odiosos nervios . ... ¡ ay! Mira, yo no tengo nervio s, ni nada de eso. Y o soy un Espíritu. ... ¿No crees en los Espíritus?

Recuerdo que mi novia creía. Por lo que á mi hace, soy capaz de creer ya en todo , de sde que veo las maravillas que me están pasapdo.

- Espera, dijo el loco. ¿No oyes? Me están ev&cando . . . . Como soy Espíritu penetro á través de los cuerpos. ¡ Allá voy 1 gritó, y dando á correr inesperadamente, llevóse de ·encuentro á Póstumo. Este cayó sin sentido, sirviendo de pavimento al quién fué á romperse la crisma contra la próxima pared del patio , que intentaba atravesar.

j

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CAPITULO XVI.

La ,. tlt Doble Anrutlo HflHI• av calle.

Cuando el asendereado Póshlmo volvió en si, se halló en la enfermería, y allí á su lado, compasiva y afectuosa . . .. ¡ á qui,én 1 ¿Quién, lectores l.... Su Elisa1 nada-ménos que Elisa, que venía á sacarle de aquel encierro : su ángel salvador 1 que por segqnda vez le libraba de las uñas que le oprimían. '

Veamos como ocurrió esto .

Apenas supo Elisa que su esposo (en cuerpo si nó en alma) había ido á parar á la casa de locos, cuando calando su elegante mantilla, y ataviándose de la manera más seductora que pudo, se dirigió á casa del señor don Cósmico, a lt o funcionario á quien no conocía personalmi;nte, pero que .era el llamado á servirla en esta ocasion.

La entrevista se verificó de la manera siguiente : Despues de las salutaciones de estilo, sentóse la bella , y Cósmico, perdiendo un tanto de su gravedad oficial, hízolo á su lado. .

Luego que D. Cósmiro, el mismo que con el propio nombre figuró en el relato del ángel Custodio, examinó con curiosa mirada á la beldad suplicante, reconoció en ella, con s u memoria omnipotente, á Ja hermosa Fjametta, heroina de Boccacio, de aquel famoso cuento que transcribe Ariosto.

E/isa :-Caballero , aunque no tengo el gusto de conocer á V... · Cósmico :-No diré yo á V. otro tanto, puesto que la tengo por una antigua é intima amiga mia.

E/isa :tl¡¡nor o como puede ser eso ; pero para el caso tanto e¡or. Le vengo á pedir merced, y debo alegrarme de no dar con un desconocido . Así estará V. más obligado a servirme .

Cósmi'co:-Bien, ya lo veremos.

E/isa :-Yo ·soy Elisa de Doble Anzuelo , familia ilustre de Espana, que desciende en línea recta de Tubal, aquel que, segun dicen, fué el primero que vino á esta hermosa tierra.

Cós...U-¡o:-Usted se llamó Fiametta en otra parte.

E/isa :-Si lo fui, no lo recuerdo. Los espíritus, á quienes he consultado más de una vez acerca de mi procedencia, no me han respondido satisfactoriamente ; todo lo más que en esto han podido declararme, es que procedo de este mismo mundo, y que fuí pescador en no sé que otro lugar.

Cósmico :-De ahí le vendrá á V. alguna ""ficion á los mariscos.

E/isa :-En efecto ; no me desagradan.

Cósmico :-Y será V. aficionada á pescar con caña.

Eú'sa:-No niego que me guste la pesca; pero como tengo el génio algo vivo, y para e l caso se requiere sobrada calma, yo siempre que me doy á este género de solaz, lo hago con dos.

Cósmico:-¡ Con dos!

E/isa :-Si, señor ; con dos anzuelos, aunque solo fuera por guardar la debida consecuencia á mi apellido.

Cósmico :-Es verdad. Continúe V. consultando á los espíritus, y verá V . como....se llamó Fiametta. Luego de averiguado esto, indague V. si Fiametta recordaría á su amante, y si tiene presente la triple a ven: tura que de aquella se cuenta.

E/isa :-Bien, a!Í l o haré . Pero por ahora me limito á tratar del asunto que me ha traido. aquí.

Cósmico :-Estoy á las órdenes de V ., y deseo servirla con toda eficacia.

E/isa :-Soy la esposa del Sr. D. Sisebuto, emplea- , do en e l ramo de V. Cósmico :-i Cómo 1 ¿ No murió?

E/isa :-Fué solo un accidente en que le dieron por tal ; pero ha vuelto en si. Cósmico:-¿ Y bien?

Elisá:-Espero que V. no habrá aún provisto su plaza . ' Cósmico (tirando dd co rdo11 de In ctm1pani//a):Ahora lo veremos.

.

E/isa :-Yo creía que dcbia V. estar bastante informado.

Cósmico:-¡ Qué quiere V 1 Un ministro no puede estarlo. Harto tiene que hacer con sostener, . Hoy

º')

•e me prepara una gorda en el COC)greso, que acuo me obligue á hace.- dimision.

Un portero entrando.

Cósmico:-(At,,,ismo). Al Bucólica.

Sale el porttro.

Cós,,,ico :--Pues no crea V. señora, qµe la hago poco favor en creerla á V. la metensicosis de Fiametta, pues aunque no fuese dama del tono de V., era sin embargo hermosísima. Tengo gratos recuerdos de ella, y al advertir en V. ciertos traeres parecidos ¡\ los suyos, l\e sentido renovarse en mí la simpatía que aquella me inspiró en otra época. De esto h:u:e tiempo. Supóngase V. que entónces vivía yo por la centésima vez, y ahora cuento doscientas existe ncia s más.

E/isa :-Es decir que vive V. ahora su vida mimero trescientos ... . ¡Trescientas vidas 1. . , Cós'N1ico :-Y todas ellas á cuestas.

E/isa:-/ Cómo ?

Cósmico:-Todasellas presentes por contesion de Dios . v E/isa:-¡ Y no le produce co9fusion una multiplicidad semejan te 1

Cósmico :-Algunas veces ; pero el manejo . del Estado es tan fácil para un hombre tan dúctil como yo 1 Si el alma pudiera ser de alguna materia, juzgára que la mia es de goma elástica.

E/isa :-De s uerte que sabrá V . mucho. Eso de no olvidar lo aprendido en tantas existencias! Yo, ¡ misera de mi ! que no he vivido má s que una sola 1 Y aunque asi no fuera, ¿ de qu é me sirven las anteriores si no las recuerdo ?

Cósmicoi-Sfn embargo, al ver la díscrecion de V . se creería qlJ' no ha bebido las ag ua s del Leteo.

E./isa :-Es V. muy galante.

Cósmico :-Justicia para con la perspicacia de V . , visible en esos bellos ojos y en la manera inteligente con que brota la palabra de e<os lábios de rosas. ·

E/isa :-Muchas gracias, amigo mio ¡ pero insisto en creer que con tantas exper iencias acumuladas 'por parte de V., con el ejercicio de su inteligencia al traves de tantos mundos, sin que las repeddas veces que

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podido ofrecer la soluclon de continllidad que·es '8tl verdadero Leteo, será V., como se dice vulgannente, un pozo de ciencia.

CdlMlu:-Tengo la suficiente para manejar estos ne«Oeioe ; aunque la circunstancia de vivir con tantas ....... una sola, no deja de ofrecer algunos inconvenklntel. Por lo pronto, mi carácter es tan complexo, 11118 con dllkultad Podrla determinar su base.

Enh'ó el Sr. :Bucólica, jefe de seccion. .• Era hombre gordo; sentábale harto bien el pasto oficial, las apariencias .

CdlllllieD .-Amigo mi<>, necesito saber si se ha provisto la plaza del marido de esta sei\ora.

&letlli&a :-¿Y quién fué ese caballero '?

E/isa :-D. Sisebuto.

BttetJlka :-Ah 1 si sei\ora, porque eran tantos los pretcndien tes 1

ElisD :---Pero eso es insufrible.

B111:ólica :---Como murió ..... .

E/isa :-No señor, fué sólo un accide nte , y hoy está tan vivo como V. . •

Biu:ólica :-Ya supe que resucitó . E/isa :-Y entónces, ¿po r qué ha provisto su emp\eo?

B11cólica :-¡Qué quería V., señora 1 Se descuidó, y el que se muere de brom a, de broma pierde el puesto. No estamos para despreciar la vacante de un empleo, t ni los pretendientes bien recomendados, aguardan á sa ber si se murió á medias ó del todo . ¡ Hay tantos compromisos ! . . . . .

E/isa :-Pero eso no puede ser.

Cósmico :..:.vea V ., Sr . Bucólica, el modo de complacer á esta señora, con cuya amistad me honro hace muchísimos años. Tengo el más vivo interés en ello. Es preciso servirla.

Bucólica :-Yo estoy dispuesto á complacerá .V . E. ; pero es el caso que no hay medio . . . . · E/i'sa :-Bien ; por•ahora lo que me interesa es carie de la casa de locos.

Bucólica :.-¡ Cómo ! ¡ su marido de V. ....

E/isa :-En Leganés. De resultas del áccidente

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ha tucdado algp alterado su juicio ; y yo q._ ante todo, se me autorice para sacarle de 11llf y llrijllé conmigo á casa, en donde me pro¿neto c:urule.

Bucólica :-Voy inmecHatamente á servir i V. (Vtíu Bucó/U:a).

. :-;-Ya vé V . que pronto será El11a :-S1, én eso s{ ; pet'o e.n lo del elllflea. ; ._,, Có1m ico :-Tambien se hará . E/isa :-¿ Pero cómo, si no hay vacant• Cósmico :-¿E n eso se para VI ... Laballri. E/isa :-¿Cómo l .. . Cóstflico :-¿O lvida V. que un Ministro es ua dore,_. en pc;queflo? El que quiera convencerle de ello que venga y le mostrare como se puede hacer algt> de nada.

E/ha :-Pero está V. para dimitir su C&r¡fO. y ... Cós11'ico :-No imr.orta: la tendré presente en mi testamento mini ste ria .

E/isa:-¡ Au'X cuando no haya recobrado del todo la razon 1 Cosmico :-¿ Para se ne cesita eso l · ¡ V. no ha leido en algunos peri ódicos tod os ¡os dia s, que la no vale cosa mayor, y que s uele extraviar al género human o ? Además, sin ella se puede servir bien al Es" tado; la intencion es lo que vale. La obediencia pasiva es el prin Gipio del deber. No; yo no quiero empicados que tengan más Razon que la de sus jefes . El que manda , manda ¡ y cart uch era en el cañon. ¿ Opinioncillas aquí l Nó, señora. Por consiguiente, su marido de V . será repue s to . . (t'1t/r<11tdo) :-Todo está arreg lad o, y dentro de dos !Joras tendrá V. e n s u casa la au tori zacio n de quien corresponda P.ª'ª llevar se consigo á su seño r esposo . .Rlisa :-;Bien ; muchas gradas. Carrera de San . Ge.ro n1mo, numero . .. . oye VI B"cdlica :-Si señora, no lo olvidaré. ( Vdu e/jefe tle stccitm). E/isa :-A hora Sr . D. Cósmico, me d esp ido :Mda en su promesa re specto á la reposicion de mi marido. Cós,.,ieo :-Descuide V., señora, pues mal podrill

10 ..

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olvidar sus negocios, quien la tiene tan presente y queda penando por V.

E/isa :-Está V. muy lisonjero , y olvida mi estado y mis deberes.

Cósmi<o :-Muy al contrario ; sie mpre hallará V. respetuoso á quien como yo anhela e ncad ena r los impulsos de su corazon, si le es posible.

E/isa :-Yo celebro por mi parte esta en !revista que me proporciona la adquisicion de un buen amigo.

Cósmico :-¿ Amigo?

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habido mucho más expedienteo y muchos vwlva Y. maflana.

Apénas se vió Elisa en posesion del permiso oficial que anhelaba, tomó un carruaje, y .dirigióse á la casa de locos, en aonde encontró al pobro; demente, que ya lo parecía, con tanto llevarle al estricote.

·Estropeado y lloroso estaba, cuando divisó al través de la reja á su á ngel perseguidor ó salvador, que tal papel hacía en estos momentos ; vióla y vlóla sin disgusto por la primera vez, despues de resucitado.

E/isa :-Es lo único que puedo ofrecerá V. si n sonrojarme : ¿ no es así ?

:

Cósmico :-Como V. guste. Pero ya que es lo único que V. se digna ofrecerme, aunque estimo en mucho semejante favor , espero que no se negará V . á que frecuente su amable trato. La a mistad se quejaría mucho de semejanse abstencion . Ya sa be V. que el campo inculto se torna estéril.

E/isa :-De ningun modo consintiría en ver morir por falta de trato una amistad tan preciosa para mi. Ya que V . se digna estimarla en tanto, debo decirle que me tendré por m,¡iy dichosa, si tiene V. á bien fa,vorecer una modesta casa cuya poscsion le ofrezco. Adios . D espidióse coquetona y halagüeña.

El ministro la despidió en la propia forma.

-Es Fiametta , no me queda duda. ¡ Qué tiempos aquellos ! -dijo , y preparóse á salir para la sesion , del Congreso, que prometia ser muy borrascosa.

CAPITULO XIII.

c.. dt nuno nuMtro htroe tn podtr dt (a nftora dt Ooble-An1utl1 .

No .tenia el Sr. Buc ólica,jefe de seccion, palabra de Sastre¡ y por lo tanto, la cumplió envi.ando a Elisa, á las dos hora s, co mo lo habia prometido, la autorizacion necesaria para sacar á su esposo del hospicio de Leganés. Sin d.uda en esta titud dos cosas : la protecc1on del ministro y los o¡os de la dama ; de lo contrario, es posible qu 'J hubiese

-¡Esposo mio , pobrecito! ".engo á le dijo con los ojos anegados en l ág rimas , que parecieron á Pó st umo las del cocod ril o ; pero como su situacion era tan penosa, comprendió en seg uida qu e., á no tener la dama corazon de pantera, no podía ménos de a nte s u est ado miserable.

E n esto entró un emp leado de la casa, y le comunicó el permiso de salir con aquella señora.

Hízolo é l así Q.iligente, reservando para despues las reflexion es, ya que era é lla el Unico se r que por él velaba, y qu e venía á saca rl e de aquel lugar, á más de la pena de por loco, que no cre1a. ser, estaba en peligro de de¡ar la osamenta, como hab1a ya' de jado parte de s us vest idos y pellejo.

Siguió, pues, á Elisa, no sin recoger en la con.serjería del establecimiento las pre ndas que allí de¡ára. Mucha falta le habia h ec ho el dinero para que ahora se descuidase.

.

-1 Ay, esposo de mi alma !-exclamó la bella, desde que , sólos en el ca rru aje, babia éste empre ndido el camino de Madrid .

Y aun quiso arrojarse e n sus brazos ¡ pero é l la contuvo didéndola, aunque ménos enojado que án tes . 11 Señora, ya he dicho a V. que e ntre nos.otros puede haber el amor que en un ti empo me hizo su victima.

E/isa:-¿ Y qué, Póstumo mio, ce loso 1 . .

Póstumo:-¡ Me llama V. por m1 nombre, como s1 esa palabra en sus lábios no fuese injuria 1 l Celoso l... lo e!W:uve, s{; pero ya sólo siento por V .

E/isa :-i Jmposible 1 tus o¡os, tus P.alabras, tu mismo resé ntimiento me prueban que tu Ehsa no pue-

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4' serte indiferente. Si las apariencias md conclénan1 examina y verás que fu é mi madre quien me obligó á bailar y á casarme con Sisebuto.

1Otra vez ese n\ildito nombre ..• 1 ay· , ay!

E/isa ( llorat<do y q11eriindole besar las 1nanos) : Sí, le detesto, detesto a Sisebuto. Cometí un error, una falta de consecuencia ; pero perdóname, ¡¡ierdóname. Póllu,,.,, (retirando las manos) : ! Maldigo mi con· descencia !

El lector observará que la bella, con su s agaz instinto, habia comprendido que era Póstumo en forma de Sisebuto ¡ cosa que no extraf\aba, pues, como espiri'tisla, encontraba posibles tales fenómenos ;. por lo que se decidió á prescindir ya de Sisebuto y á empostumarse por completo. Al cabo, Sisebuto no estaba en este mundo .

En cuanto á Póstumo, temblaba al percibir el ascendiente que sobre su ánimo ejercía aquella muj e r. Vela con pesadumbre que Elisa t e nía razon, pues lo que el juzgaba ódio, era despecho, derretido su corazon · al contacto de aq uel fuego de Satanás. Empero reco<dó que rio habia al mundo para dejarse engañar de nuevo.

Póstumo :-Me ha librado V. dos una de la cárcel y otra de la jaula; pues bien , á pesar de tales beneficios, que agradezco, no cederé á sus caricias ni falaces s ugestio ne s : una vez engaña do y basta. •

E/isa:-¿ Pero tú no me amas, no te sie nt es conmovido ante mis lág rima s de arrepentimiento, ante el furioso dolor que por tu c ulpa y tu s desdenes sufre tu Elisn 1

Póstumo :-M i delicadeza, mi amor propio, mis propó sitos no me permiten manifestará V . esa compa.sio n qu e pretende, ni mucho méno s interés amoroso de r¡ingun linaje.

E/isa :-Por ahora comprendo que, re!o;entido como estás, Póstumo de mi corazon y de mis ojos, te nieg-ues á manifestarme el amor que en un tiempo sentlas,.por mi; pero, ¡negarte á la compasion que merece mi quebranto l... . }

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Pód1.,,,o :-Ni una cosa ni otra, setlota; gratitud, y ya es bastante, •i bien, llevándolo todo al cálculo, como usted acostumbra, poco tendría que agradecerle. Todo lo que V. ha hecho por mi, ,en apariencia, no tiene otras miras que las de encadenarme á. sus fines, sabe Dios cuales ; ó porq"" no existiendo ya aquel pérfido ... 1ay, ay! ( Acompaiiamimto de e<>ntvrsirnus).

E/isa:-¿ Quiéres que te dé una pildora de valeriana? ¡Mi boticario las compone tan bien l... ¡Una tazita de flor de naranjo ?... Luego que lleguemos á casa, ¡no es así? ¡Pobrecito 1 1Cómo te molestan Jos nervios!

Póst""'º :-Esa es otra gracia de las suyas . Quise volverá. este mundo para vengarme de V ., · y hasta ahora es V. quien pare ce que se venga, porque sólo malos trances he su.fiido, con más esta lindeza de endiabla'tio s nervios ... ¡ay !. .. que ántes no conocía, y que tambien la debo.

E/isa.-¡ más cargos contra esta infeliz! ¡Sea por Dios! ¿No he purgado aún bastante mi culpa? ¿Te niegas á perdonarme? . .. . Gratitud es algo, pero no basta¡ nec es it o que me perdones· .

La bella le miraba, y con el llanto aguaba 9us propósitos.

Póstumo. -- Pues bien; te perdono, pero amor nunca. Elisa sonrió de gozo y áun de esperanza.

En otrbs diálogos como éste, en que Póstumo se abandonaba sin ceder y ella insistía ablandando, llegaron á su casa. ·

Subieron ; entraron en la sala. Póstumo no se había visto en el espejo en su nueva vida. ,En el gabinete de Elisf había una hermosa luna veneciana. Nucs· .. tro héroe tiasó, reflejóse en ella, viósc . . .. Sisebuto.

Grandefu é su furia: dióse"en suprimerimpulso un par de cachetes para dárselos á su rival, y como Je dolieron, reconoció su error: puso manos á una silla, y co.n ella hizo pedazos el espejo.

La suegra salió iracunda, gritando: •t ¡Amarren á ese loco 1E lisa, /para qu é has traído á casa á ese.furioso?

Póstumo, que vió la cosa mal parada y que en aquel momento sufria en su ánimo la renovacion de su despc-

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cho, reconviniéndose {1or su condescendencia en haber vuelto á aquella casa, dió á correr escalera abajo.

Elisa intentó detenerle, diciéndole suplicante : "Rómpelo todo, todo es tuyo; .Pero no rompas mi corazon."

El marido, la víctima, emprendió la fuga.

Con la actitud colérica de la madre y el llanto de la hija, que cayó apesadumbrada en un sillon, hubo el tableau correspondiente.

CAPITULO XVIII.

Dt la que turo P6stumo de r1concltl1rt1 con ti cuerpo dt 1u tfval,

Ya tenemos de nuevo á 'nueslro amigo en campafta recorriendo calles, aunque ahora no llamaba la atencion pública 1 por ir vestido.

Lo que más le aguijoneaba era, como debe suponerse, la necesidad de encontrar acomodo que le diese pan; pero estaba en Madrid, y hé aquí lo grave. Allí se cuenta una baraja de pretendientes para cada empleo, y él no conocía otra industria, profesion ni oficio que el presupuesto,,como acontece a tantos. Hélo , pués, allí sin comedero, por habérselo limpiado su reempla zante. Con favor todo se hubiera allariado · pero en su calidad de ex-muerto, el oportuno apoyo i'e faltaba. l Quién de los amigos que tuvo ántes de ensiseúularse le reconocería por antiguo Póstumo? No accediendo ;t pasar por Sise bu to, ¿qué relaciones podría contar? 1 Qué antecedentes podrla aducir? Su puesto se halla en Leganés; allí, de donde le sacó Elisa, único sér que le aceptaba en cualquier forma, pues siempre era para ella uno de los dos¡ pero no queda pasar por loco, siendo asf que sólo. hacia locuras. Compadezcámosle, como , á todo el que vuelve á la Tierra por su gusto: es ciertamente animal de poquísimo escarmiento.

Nuestro D. Póstumo era buen patriota y ardfa en deseos de servir á la nacion; por eso buscaba empleo. El caso era conseguirlo, con tan.tos que anhelaban igualmente prestar sus servicios á la pátria.

(Pero tenía más que presentarse con el ryombre de

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su riv.al, y por él, lo que no serla dificil vi•to su exterior, reclamar su antigua plaza como cesante?

j Ju1gue V. por apariencias! ¿Cuántas almas no habrá por ahí solicitando con méritos ó antecedentes de cuerpo ajeno ? "Pero tal pretension de mi parte, pensaba Póstumo, fuera pasar por las ·horcas caudinas y dar lugar á que Elisa pr_ese.ntase sus derechos de esposa. . . . ¡Pasar por m1 nval ! ¡Oh vergüenza! . ... No, nó quiero que crea aquel indigno .. .. ¡ay!. , .. que he de servicios .... ¡ay! lay! .... ¡ mald1tns nervios!. ... ¡ay! ¡ay 1 Si esto continúa tendré que reconciliarme con este infame cuerpo ... ¡Ay! ¡ay!. .. . ¡Pues no tligo, la cosa sigue 1

En esto pasó por su lado, pues Póstumo iba de calle en calle haciendo su monólogo, una mujer sumamente que le cariño;a . . -¡Oh 1-se d1¡0 ¡ s1 ésta no fuese otra E lisa! Ahora todas me parecen pérfidas . La seguiría, la amaporque amar, necesito un afecto que llene m1 c;.oraz.on y le consuele en su soledad ; necesito llenarle por ver si desalojo de él á esa Elisa miserable que áun en sombra le ocupa y me persigue. ¿Será que todavía la amo? No; voy á seguirá esa mujer, que verme ha simpatizado conmigo, que me ha mirado con afecto, y que es hermosísima . .. . y si es verdad que le ha gustado mi persona ., .. pero ¡qué diablos! No soy yo quien le ha gustado, sino este cuerpo que no es el mio. Bien pudiera ser alguna conocida de mi rival, y á la presencia de su cuerpo se r deba semejante simpatía. Y diciendo así, nuestro hombre se dió por despecho un par de bofetadas, que por dárselas á Sisebuto no dolieron mé9os á Póstumo; al paso que el cuerpo de aquel, conocicncfo la intcncion de éste, protestó a su vez con media docena de pellizcos y otras tantas contorsiones. -Se ha vuelto loco ese hombre, dijeron los transcuntcs.

¡Siempre esa palabra !-murmuró el cuitado . .:.... No hay remedio; al fin tendré que reconciliarme con este .. .. bendito cuerpo. Como comprenderá el lector, no era bmtiüo la palabra que iba á pronunciar ; pero reflexionó á tiempo y

<8e>)

articuló la contraria de la que tenla "!\ mientes, poocu· rando emitirla sin sarcasmo ni ironía, tnte• bien, da una manera natural ; lo que no hubo de pesarle, pues como por via de aprobacion ogratitud de aquel cuerpo. sintió mteriormentc una fruicion muy agradable. Comprendió entonces por experiencia que, si bien no debe darse al cuerpo todo el gusto que demanda, porque se. ria engreírle demasiado, no conviene estar con él ea constante guerra, si con él se ha de vivir y no en poco intima compai\la.

: Y hasta se dijo : "¡Cáspita 1 ¿No serla bueno que en lugar de contrariarle me diese á complacerle 1 Al fin y al cabo, este cuerpo es ahora mio, que no podrla disputármelo su antiguo duefto, quien sea dicho entre paréntesis, no rabiará poco al verse sin él y contemplándole en poder de su 'enemigo. Por lo tanto, y y& que observo que al bofetearle es á mi á quien duele, bueno sería satisfacer de vez en cuando sus exigencias y tenerle contento, si soy yo quien ha de recibir el solaz y beneficio. Tambien así me vengaré de mi ene· migo haciendo gozará mi alma en su cuerpo y usándole en paz, como si mio, cuando mi rival quisicrt que sólo espinas tuviese para mi. ¡Qué rabia no tendrá al ver que me paseo, y gozo y me relamo en su carne, como si fuese en su camisa 1 Y esto, sin que él pueda estorbármelo ni disputármelo. . . . \Canario 1 ¡Me parece que he dado en el clavo 1 i Y uego dirán que la experiencia no aprovecha! ¡ Si creerían que siempre • iba yo á ser el bobalicon de Póstumo 1

Al pensar en todo esto, que no se atrevla. ni á decírselo, temeroso de que el cuerpo que trataba de amansar, se Je revelase de n'uevo, sintió su orgullo cierta satisfaccion, y hasta imaginó volver hic:ia Elisa y aceptarla por esposa, ya que ella se arrepeptf& de su incon· secuencia, tenla la delicadeza de no llamarle Siaebuto, y era el único medio de recobrar los 30,000 realitos .,.nuales del empico.

.

Ante todo, quiso probar si lograba destruir la solidaridad de afectos que existla, al parecer, el cuerpo y el alma de su rival, y fué l:i. tal prueba la sig.,;.nte' exclamacion :

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-No mereció este bendito cuerpo Ja maldita alma de Sisebuto 1

Y al ver que por más que repetla esta exclamacion, no hubo alfilerazos interidres, ni laS convulsiones dolorosas de otras veces, añadió triunfante : · Esto es. La ca rne tiene taro bien su amor propio, y no es extraña. á la s nu evas amistades. La se adhiere á quien la dá gusto, y prefiere los que son a los que fueron.

CAPITULO XIX.

P61lumo entabla con un pet1on1)eya mencionado tn ..U verd1der11n1rrtclon .

A'tababa de t o m a r Póstumo .las resoluciones que hem os dicho, cuando se le presentó, deteniéndole ? · Horóscopo, que, seg un las.pa labras del C11stod10, b a bi a o bt enido cié Dios excepc iona lmente e l don de conocer lo porvenir.

H oróscopo : -B uenos dias ó buena s .tardes, se ñor don Póstumo si s ebutado.

P.óstumo :-No le conozco á V., caballero. Hordscqpo :-No lo extraño, puesto qu e no tie!'-e V . e l don de ver en l o invisible. Yo, por e} contrano , sé leer en lo porvenir : me llamo H oróscopo.

P os/w¡¡o: ¡A h! ¿es V. aquel seño r de que me habl ó mi Custod io! ·

H oróscopo: -No sé á que Custodio pretende V . referirR e ; pero s i le h a dicho V . alguien que e.l don de sa'¡>er lo que d<fM' aco ntecer á t odos Y a 111:1, durante lil vida, di; la c ual me qu e dan por desgracia tan sólo veinte añ'"< l e han informado á V. bien .

P tist1111u1 :-Que le ha ga á V. buen su biduria . No anhelo conocer lo futuro ; me¡ o r es ignorarlo . ·

H 11róscop o :-Precisamente tendría un gran placer en revelarl e á V. lo que ha de sucederle.

Pós tum o :-¿ Para. qu é, toda vez que no podría impedirlo 1

H oróscop o: -Po r ejemplo. V. esta enamorado mor-

11 ._,-i{ __....__..__.......

·

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tallnente de la esposa de su tuerpo dona Ellsa de Doble Anzuelo.

P_óstumo :-(sobresaltado y q111rrientJo aparmtar unnúiatJ). ¡Quien ha dicho á V. tanto/ Horóscopo:- V. prttende hltir de ella, y sin enlbargo ....

Póstumo: -(Intmtando tJisi,,11dar "' curiosidad). Y qué? ...

Horóscopo: -Acabará V. por caer en sus bta.zos.

Póstumo :-Nó, mentira: nó quiero saber nada Es V. un hombre perjudicial. •

Horóscopo :-Caerá V. e n sus brazos y ellá le engallará esposo, como le engañó amante. '

Póstumo:- Es V . un intruso que se mete en lo que no le importa. V. responde á lo que no le preguntan .. . . y si no calla pronto...

.

Horóscopo :-Será V. lo que tantos; no lo dude V. Póstumo:-¡ Cómo 1 ¡Insolente 1 Horóscopo :-Es la verdad.

Póstumo : - Tambien será verdad este bofeton ql!I' le apliéo por su insolencia.

Póstumo ejecuta lo que dice.

Horóscopo :-No me espanta: vcia venir ese sopapo. Sé siempre lo que está por venir.

Póstum o: -Entónces habrá V. visto venir ese otro.

Horóscopo :-Lo espe rab a igualmente; pero tambien veía llegar ese para V.

. Y así diciendo encajó á tan brusca y terrible puñada, que le bañó en las narices.

Este trompazo valia por los c!os anteriores, como que babia sido desquite predestina6'ó.

Horóscopo :·-Ya vé V. que estaba preparado para recibir y para"dar.

Y al decir esto, marchóse, dejando á nuestro hombre aturdido y bamboleándose . · -¡ Insolente 1- gritó Póstumo ; pero tuvo que resignarse.-¡ Venir á·anunciarme-continuó-cosas tan desagradables !... Pero no será ... Yo haré por ¡ que no se cumpla semejante prediccion . Torceré ese'vulcáni-

(

co i!tatinq que parece amenazarqie. N ó ; ya 11q 1rpy 4 reqnirme con Elisa.

Y así pensando, llegó al Palacio de las Córtes. Ha,bia gran tropel e11 la puerta que conduce á la tribuna pública. La sesion prometia sin quda ser interesante= . Nuestro magullado héroe, ya por distraer sus penas, ya por pura curiosidad, resolvió colocarse en aquel recinto, y oir tambien .

-Esto me orientará, se dijo, en )a marcha de las cosas, ya que pienso dedicarme al servicio de la pátria por medio de algun empleo lucrativo. Todo empleado cesante ó activo, ó todo pretendiente, debe hallarse bien orientado en el movimiento de la política. que madre entre nosotros de todo medro personal.

Limpióse 1a nariz, procurando enjugar con el pa1\uelo la sa ngre que l:le ella había brotado, y se puso á la cola del grupo q11e esperaba la seña l de pasar adelante . \ Era una testa más en aquel cuadro de ánimas.

v OAPITPLO XX , P6ttu1Ro tr1ta de oc;lent•rse en los uuntos politlcos r '' c6mo un •lnlltro. tn un cttTaP y tbrlr de ojos, se encuentr1 ti .

Llegó la hora de pene.trar en las tribunas, y al través de mil c hoque s, empellones y prensaduras e.n que no pocos 'd ejaron los botones y aún parte de las levitas; pasó Póstumo pór encima de otros, como otros pasaron por encima de sus costillas, y des pues de convertir en escii.lones á. otros menos listos ó nó tan felices, logró llegar jadeante á la tribuna mencionada . Apoderase allí de una silla, que no era de las últ im as, gracias á su a¡ilidad, ó mejor dicho á la de Sisebuto, y pu<;lo hallars<i muy bien situado para ver y oir lo que había de suceder e n e) salon de los legisladore s.

La ses ion, como se verá , iba á ser en eft!cto cosa.

.

, Hallábase la Camara en aquella época en que, por haber trascurrido ya sus Pascuas, el turron que quedaba esa -escaso y nó de lo más fre sco. Arrebatában se la palabra unos á otros en medio del tumulto y las iqte-

(

rtupciones. La oposicion era formidable. Tratábase nada menós que de Wl voto de censura al mininterio, cuyo Júpiter Tonante'era D. Cósmico.

En medio de tanto alboroto y de mil llamadas al órden, tomó éste la palabra, no sin que el presidente de la Cámara tuviese que imponer silencio, y aún emplear toda su autoridad para conseguirlo.

Comenzó el dicho rey del Olimpo ó del gabinete, que es lo mismo, por defender su administracion, como era natural, fulminando rayos á más y mejor. En seguida, y como no hay sermon sin San Agustin, lanzó · los apóstrofes más furibundos ;_i. las ambiciones y al espíritu anárquico que dominaba en la oposicion, y domina, segun dice, siempre que Cl gobierna.

Trazó elocuente la apología de sus 11ecbos y su persona en todos tiempos, y en especial ahora, que, como ántes y siempre, habia salva<lo, en union de sus honorables colegas y su benemérito partido (él era modesto), el país y sus venerandas instituciones. Lanzó de paso, y con aquella ductilidad que le hacía tan ducho en el oficio, un par de caricias como amante quejumbroso (sin duda recordaba que fu<! coqueta en otro tiempo) á algunos mieQ1bros descarriados de la ántcs mayoría ministerial, por ver de atraerles ¡ trató de sembrar, con habilidad superior á todo elogio, la division entre las fracciones oposicionistas, habló y celebró y cantó las excelencias del principio de autoridad: proclamó al gabinete paladin del órden y apóstol de las más patrióticas aspiraciones, y trató en más de una • ocasion de desprestigiar, con el sarcasmo alusivo y el epigrama directo, á los que le eran contrarios ¡ logrando producir alguna que p011ia de su parte á los veleidosos ; aunque, sea dicho en honor de la verdad, esta arma del ridículo, que tambicn esgrimia, hubiera herido mejor en otro tiempo en que una mayoría complaciente, dispuesta a celebrar su gracia y su habilidad, estaba pronta á llamarle el rey de los parlamentarios.

Todo ministro es un Demóstenes en lo elocuente y un Pitt en lo estadista, para la mayoria que ha f6rmado y que le escucha boqui-abierta, esperándolo todo de su )

,

r (SS)

takhto y mtrrfa. De este modo esta aquella más erl aptitud de recibir las barritas de Noche-buena.

Todo marchára bien, sin efll!Íargo, si para fatalidad del ministerio, no hubiesen evocado de repente y en el momento ménos oportuno, el espíritu de D. Cósmico desde algun otro de los mundos en que había existido. Fué la evocacion tan potente y perentoria, que hubo de terminar su discurso entre bostezos, ó mejor dicho, no pudo terminarle, quedándose completamente aletargado.

Aeaso este discurso hubiese producido el efecto que el orador y el gabinete se prometían, á haberle podido dar cima D. Cósmico con su acostumbrada elocuencia y los conmovedores efectos musicales, de tan buen resultado en gente meridional y artística, que todo lo perdona a virtud de un brillante desenlace; pero como la fué desatentada y floja, nada de lo qúe habia dicho lntes el orador valió para el caso, borrándose con la impresion poco favorable de lo último el brillante efecto de lo U na vez dormido el orador Cósmico, sucedió lo que debia, y el gabinete, que todo lo esperaba de aquel discurso, contándole como su única tabla salvadora, quedó á merced de la numerosa y engreida oposkion. La Cámara, dominada al fin por aquella, acabó por votar la propuesta censura del ministerio. Dejaron los asiento s los sefiores del banco azul, indignados contra su dormido colega . En cuanto á Cósmico , no hubo ruido que lograra despertarle. El salon de sesiones quedó vac!o; iban los conserjes á. cerrarle, sin advertir que roncaba allí su señoría¡ pero, éste. terminada su cscursion por lejanos mundos, vrlvió en sí, e11contrándose ministro ya pretérito.

Verdad es que esto no debia atormentarle, ya que tantas veces había pasado de pretérito a futuro. La política, para ciertas personas y en ciertos tiempos y lu.garcs, es una simple y fácil conjugacion. Se dormía ministro y despertaba ex; realizando aquel vulgar adagio de que el camaron que se duerme, se lo lleva la corrifl1te.

1 r .. ( 84)
. 1 '

CAPITULO XXI.

Salió nuestrn desvalido Póstumo del palacio de las Córtes sin saber qué partido tomar. crisis le ponia en la de guardar una pj1Utica espect:"'te. Sin embargo, croyó oportuna alguna tent¡¡tura. Dirigióse al ministerio. Los parteros le tom'."'on por . $isebutQ, y le trataron como a ceunte; es decir, como á muerto: no hubo paso.

-¡Malo, malo!-se dijo.-Necesito ciones · y ¿quién me reconocerá por Póstumo? 1 quién me las' otorgarla por tal, bajo la forma de Sisebuto, de ese rµa)di ... . bendito rival 1

Se conoce que estaba decidido á vivir en armonía cpn otra vez de calle en calle, Jla,,eur por la fuerza de ?-as circunstancias.

Pero luego observó algunos grupos, sorprendió t<1• aunque dichas por lo ba¡o, advirtió misteriosos n\ov1m1entos y exaltadas fisonoEran sin duda, síntomas de tumulto.

Iba a ar;,,arse la gorda. El ministerio de cion que funcionaba, no podría tal vez contrarestar el movimiento que se estaba preparando. .

Los disidentes querían prevalerse del caracter poco decisivo de aquel gabinete, para impedir que se ó diese paso á otro más acentuado y contrario a miras . .

Los caido$ queríah trepar de nuevo, y benefic1abanl os elementos tumultuosos, alentando en su favor á los indecisos .

-Aquí habrá cosecha-se dijo nuestro hombre.'! Qué bueno esta ahora el terreno para sem brar 1 Pero sólo cosecharan los que sean háb1leo labradores ., Unos ar¡i.n y siembran y otros cogen.

Eso no reza conmigo; yo amo el órdcn, y todo 19 q_uiero por e l camino regular.

En esto oyó lo siguiente detrás de si. )

( -¡ pót 'el tánllh6 y Ya verás lo que te pasa 1

Volvió. la cabl!za, y \.ló á D. HoróScopo. 1-le dijó. Horoscopo:-Dé¡ese V. de a¡lóstrótes y palabrota!. Tome V. pértl! en la jahlna que va á armarse, nada conseguirá. Va)l'á V. á vet A Elisa · ella credencial con una buena gang11. ' · Pilsmmo:-") !fo le lié j)edtdó á V . pareter 1 insolente!

. lioróscop\> 'Se IMrchó ehcógiéndose de liómbros. Su interlocutor quedó abismado en serias reftel<fülle$.

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CAPITULÓ XXII .

Encuentro de EllA con Un pei 9orcfo y p.qalcttrmlco .

Inconsolable hallaba Elísa, desde .que l a déjó Póstumo . desalentada por todas y en sú dólar se ¡uzgaba derilasiadó infeliz ·por no ho.llarle .

Corriendo de aquí para allá, tropezó con \Jn llero de apariencia so brado vigorosa . Erá D. Pérpetub Paquid.ermo, aquel señor invulnerable de qu'c habló el ·custodio de Póstumo, como condenado á pttdúrable vida en este muhdo.

Como había asonada, Elisa corría para su casa en pós de 1;-as !l'entes iban y venían apresuradas; . los carruajes partian a escape, temerosos sus conductore s de que los molineros los etnbargasen servir de parapetos. tomenzaba.n á 1evantarse barricadas, y aun sonaban ya algunós tiros . Por parte del gobiel'no aprestábanse tropas; fortificábanse los puntós más estratégicoo ; co ntr arios se agrupabán á su vez ; tóc . mábanse ¡li>soc1one9 por ambas partes.

( á Elisa) :-Se!íora, vá V. may presurósa.

Elisa :- Perdone V., cáballeró, no le con&zcó . Plrpetuo : -Soy un caballero dispuesto á servirla de apoyo.

E/isa :-'Gracias ; no lo hecesitó.

Plrpetuo :-Va V . muy asustada.

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........-·

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Elisa : El lance no es para ménos.

Pérpetuo:-A mi lado no tema V.

E/isa·-¿ Y por qué no 1 1 .

Pérp;tuo :-Soy la Eternidad ambulante, a inmortalidad on carne y hueso. . d d E lisa le miró sorprendida; pero continuó an an 1 con presteza. Paquidermo segu1a á grandes trancos e paso menudo de la dama. e Elisa

En esto sonó un tiro muy cercano, y _aunqu · . do ménos de dar un grito. era ... abrazó galantemente, en vias de reanimarla. d ) c b ll o vea

E/isa ( redtasá11dole 'º" m/a o :;- a/ d er V se V r es el remedio que la. en1erme a ·. . la anarquía que reina p!lra subvertir todas J¡ le es del decoro y de la cortesía. as Ptr ctuo:-No, señora: quiero tan sólo erotegerla v. digna de particular protecc1on. D . E/isa ::._No es este el lugar .los hombres. . V . una pobre mujer que no solicita su ampa.ro p1arthiculpoa',parte en a uc a. . Invierte V. ociosamente f1 t.1empd. los dos bandos que Pirpct110:-Para cua quiera e b d formi se aprestan á la batalla, seria yo apoyo slo d"' om= dale. Soy un Aquiles sin talan ; un r an o t bligoElisa:-No. comprendo esos enigmas.

Pérpetuo:-Soy E/isa._. Vaya un . es V. espiritista, convendra en que la cosa es posible, P01:tentQV tan máElisa:-Pµes bien, va.rase · , don á los(que de un caballero Pérpetuo con sorna .-. . t á una he.rmosa á cumplido como fº· es este ' JUn o quien pueda servir t acá los hombres noE/isa .-Desde on UIJO e •. hacen otro tanto sino cuando. les conviene. erfecto Pirpetuo:-Pues cuente V . con que soy "J' p Amadis.

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Resonó entónces una descarga, y Elisa, aterrada, ganó de un salto su casa, que estaba próxima, asiéndose al aldabon de la puer\a con ansia tal, que el pobre Camueso, su criado, corrió abrirla todo aftigido, no sin reconocer ántes la voz de su ama.

Ca11meso (asustado) :-¡ Está V. ilesa, señorita 1 E/isa (colándosedmtro de/a ·casa) :-SI. ...

D. Pérpetuo se coló trás ella sin cumplimiento. --1Caballero!-gritó el mozo tratando de impedirlo; pero recibi ó de Paquidermo un empellon que le tendió patas arriba.

- ¡Seño r mio-gritó á su vez la dama.-Tal osadía; semejante violencia son imperdonables.

l'aquiderno trató de aplacar las furias de. Elisa, hablándola de su adhesion y sanas intenciones.

E/isa :-¡Pero qué busca V. en mi casal Sin duda tiene V.'miedo, como una mujer, y busca tambien amparo, aunque dándosela de Amadis.

Pérpetuo :-Sefio ra, ya se convencerá V. de que sólo la simpatía que 'fue ha inspirado es la causa de mi insistencia.

Resonó una nueva descarga, y el tumulto se sintió más próximo .

Resignóse Elisa á dar hospedaje al caballero, aunque con sumo desagrado.

-i Ah, si le viese Póstumo aquí!-se decia.-1Si supiera que te ngo un hombr e en mi casa, no querría persuadirse de lo que ha pasado ! i Él que es tan vidrioso 1 Hallaría pretexto en esta ocasion para huir de mí á mayor distancia 1 1 Y ahora que tengo su· credencial del empleo, pues D. Cósmico rn¡ ha cumplido su palabra!. . . . Caballero,-añadió etJ voz alta,_-es preciso que V. se marche: su presencia me compromete.

PérjJell<0 :-1Cómo1

Elt'sa :-Para con mi marido.

Perpetuo V . casada/ ¡Tiene V. quién pueda oponerse a mis pretensiones ? . . . . ¡Tanto mejor!E/isa:-¡ Caballero! ....

Paquidermo, sin darse más por entendido de lo que decia Elisa, asomóse al balcon; y, sin duda para dis-

."
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. ¡

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traerla, llamó su atencion hácia lo que estaba ocurriendo en la esquina de la calle.

Alzábase allí una barricada á toda prisa. Cósmico, encaramado en un barril, peroraba.

El ex-ministro, defensor dos dias ántes del principio de autoridad, campeen severo del órden desde el banco azul, se había pasado con toda su severidad, no sólo á la oposicion, sino á la revolucion armada.

Ostentábase ahora campeen de la libertad, y apos.trofaba el órden como ºpalabra hueca, que sólo sirve a ·los que mandan (así decía en aquel momento) para encubrir su ambicion, su codicia y su n epotismo." ¡Con qué gracia pasaba de la epopeya á la bucólica, para trazar el idilio de la sociedad politica que ofrecía realizar cuando volviese de nuevo al poder"! Su propia administracion pasada era enjambre de errores, que ahora recon oci3., como amaestrado por los acontecimientos, prometiendo enmendarlos, si tornaba a ocupar el potro de la omnipotencia.

La antorcha del progreso, en cuya senda se lanzaba con todo su corazon, había de ser en ade lante su única guia. Los sucesos reciente s le habian mostrado las verdaderas aspiraciones y la s apremiantes necesidades del país. ¡Parecía otrq hombre ! Sin duda en aquellos momentos recordaba que fu é tribuno y lil?eral en alguna otra Paraparte.liberalizar, no hay como caer del ministerio.

Póstumo que se hallaba por alli, hambriento y vacilante, murmuró: 11 Eres turco y no te creo. " ¡ qui é n se deje llevar de palabras y promesas seductoras 1. . . . No ; no soy ya el Póstumo de ántes, que soñaba aquí abajo con ·cosas celestiales y, por lo tanto, irrealizables.

11 En aquel tiempo hubiera dado mi sangre por mis principios; es decir, por mis ensuei'los; ahora ya que ;,º Y mós ducho, me pago ménos de palabras y promesas.

Así reflexionaba Póstumo, pers uadiéndo se de que no debia tomar parte en aquel mo tin. ·

Pero no contaba ni con lo s restos de su candidez primitiva, ni con la elo;:uencia del D. Có:;mico; y al cabo fué tanto lo que habló aquel tribuJº• tan lta-

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lagüeno lo que dijo y tan entusiastas las aclamaciones de los circunstantes, quienes, dejando á un lapu las vele ida des del ex-ministro, sólo velan en él al caudillo del momento, que Póstumo vacilaba en sus propósitos.

Por otra parte, la griteria, los vítores, los tiros, el olor de la pólvora, las protestas de libertad, palabras siempre felices y de éxito seguro ante las multitudes y en !11 omcnlos dados, y acaso hasta su misma dcsesperac1on y dc5amparo, co nclu yeron por excitar su sangre y sus nervios. Era, como meridional, impresionable, y un tanto artista como i.pdi vijuo de raza l¡itino-arábiga: aquello e ra obra ma es tra el efecto, y así vencida su reílexion moribunda, dcjóse arrastrar por su carácter rom<i.ntico, entusiasta.

-¿Quién sabe, -se dijo, -si mis suefios de mejoramio.pto social van á realizarse con este terremoto politico? Nó¡ para mi no quiero nada, aunque estoy · hambriento y desamparado: no debo fijarme en quien habla , sino en la wrdad de lo que dice.

Cobardía fuera abandonar mi causa porque haya en mi bando un campeon m ás 6 menos traidor y veleidoso. ¿En qué causa no hubo Júda s. ·

Los principios 1 no lo s homb res, d e ben ser mi guía . Aquell os cuando so n buenos, no mueren ni hacen traicion. Si : pelearé por el Bien y de buena fé.

Hecha esta, que é l llamaba re ílexion, y que sólo era arrebato de su fantasía; tranquilizada su concie ncia en cuanto al desinter és , lanzc)se al grupo pidiendo armas. Apodcróse de un fusil, y comenzo á hacer fuego con el frenesí del entusiasmo.

Todo esto lo vieron El isa y Paquidermo, al través de. los cris1'les de un balcon , c'<>n gran sobresalto de la prtm era .

Elisa :-¡Ay, mi Póstumo! ¡Me lo van Íl matar!

Pérp etuo :-¿Quién es Póstumo, señora 1 E/isa :-Aquel que está allí batiéndose; aquel que apunta ahora.

Pirpet110: -¿Y por qué se interesa V. tanto por su suerte l E/isa: Por que es mi esposo. ¡ Ay ! ¡ me lo van á matar 1

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Pérpet110 : -Entónces no se apure V. Aquí estoy yo para sucederle.

E/isa: -- ¡Qué insolencia 1 Calle V., caballero; me indignan sus palabras . Póstumo disparó.

E/isa:-¡ Ay! ¡me voy á quedar viuda otra vez;

Pérpetuo : -Señora, 1 por cuantas veces 1

E/isa :-Déjeme V., caballero; no sea V. importuno.

. ¡Ah! (camóimtdo de 10110) V. que es invulnerable, ·segun dice, vaya y sáque le de allí.

Pérpetuo:-Nó, señora; é l 'cumple con su deber y con sus convicciones. Aquel es su puesto y este es el mio . Allí cumple su destino, y s i muere yo le remplazaré junto á V., como amante ó como esposo ; lo que V. quiera.

El don de eternidad habia c.onvertido á D. Perpetuo, como dijo el Custodio, en descarado, cínico, inmo· ral. No deb e, pu es, sorprendernos semejante len g uaje .

En esto s ilbó una bala y cayó Póstumo. Elisa dió el grito no sabemos número cuantQ de s u vida, y se desmayó por la centésimaó milésima vez durante la Don Perpetuo, p.or no estar ocioso ó por int eresa rá la bella, haciendo alarde de su don de p¡i.quidérmico, corrió a la calle.

La madre de Elisa, que desde el principio de la lucha se babia escondido en lo último de la alcoba, al , oir el grito de su hija , acudió a la sa la. Al verla tendida en un sofá creyóla muerta ; pero tranquili zóse luego al notar que sólo era uno de tantos accidentes crónicos en las mujeres de la familia de Doble-Anzuelo . Le venia de padres la propension.

Paquidermo bajó presuroso y abrió d e un só lo empellon la puerta de la calle, con asombro y contra la voluntad del portero de la casa.

Camueso salió tras él, y divisó á Póstumo ca(do en tierra detrás de Ja barricada ; pero s u heroismo retrocedió ante el silbido de una lluvia de proyectiles que banaba aquel parapeto. No así el invulnerable, que , seguro d e s u paquicl t!rmis, se lanz ó á la barricada, ¡ rechazando su cuerpo la granizada de plomo hierró. J..Qs

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que atacaban, al ver aquel hombre sereno é invulnerable, se detuvieron estupefactos. Era aquel un fenómeno incomprensible para unos y otrps ; y no faltó quien, gritando "1 el diablo 1" pusiese en fuga á los que atacaban r á los que defendían el parapeto en álas de un temor supersticioso. Esto quizás contribuyó á que, repuestos los amotinados, consiguiesen la victoria en aquel punto. que , como de estratégica importancia, hubo de producir igual resultado en lo• demás. Cósmico , pues, debió á la invulnerabilidad de D. Pérpetuo, ó al diablo, como decian todos, su nuevo ascenso poder. Resonaron los gritos de victoria. El motin babia triunfado .

Cuando Elisa volvió en s i, y se asomó tras los cdstales, vió venir á D . Pérpetuo, trayendo en brazos á Póstunlo, con quien no tard ó en apa recer en la sala. Tranquilizóse al ver que aún daba señales de vida.

La herida de nue stro héroe ofrecia alguna gravedad por el sitio: la bita, completamente roma, dándole en la frente, babia resbalado hácia la sien izquierda, aunque sin dañar el cráneo ; ex travagancia bastan te comun en las heridas ocasionadas por aquella clase de proyectiles.

D o n Perpetuo, que estudió cirugla, pues tiempo de sobra habia tenido para cursar ta ntas cosas en este mundo, declaró que la herida era grave, pero no mortal. La desconsolada esposa, que mandó conducir al malaventurado caballero á su alcoba y propio lec ho, hubo de recibir alguna esperanza de no enviudar, á lo ménos por entónces.

Por lo qemás, 1 quién sabe s i preparaba ya un tercer anzuelo/para e l h éroe paquidérmico, cuyo valor, 6 cuya invulnerabilidad mejor dicho, l a t en ia toda suspensa y admirada 1 Ella, que como sabe mos era de nat)Jral novelesco, tenia el órgano de la maravillo si dad muy . desarrollado . Sin embargo, haci éndola justicia debemo s confesar que no dió indicios de pensamiento alguno censurable ; ántes bien, mostraba el mayor afecto hácia Póstumo y el más esquisito interés por su existencia .

CAPITULO XXIII.

Nuewa aperanua anubllicla por nuevos ntldnloe..

dias habian pasado tds las ocurrencias que acabamos de contar en el capitulo precedente.

Restablecido de nuevo el órc.lcn. estaba otra vez . don Cósmico en la presidencia del Ministerio. · Póstumo se hallaba convalcdcntc. La bala no le extraída. ya por lo delicado del sit io, junto a la ste·n, cuanto porque él. resucito mis que nunca á gratitud de la p ·ltria; es decir, un empleo ofk1al, quena mostrar en s u frente, como merecimiento, el testimoniC'I de sus esfuerzos en pró de la misma.

Aquella protuberancia constituia para él un heróico blason que sentia orgullo en mOstrar, si bien no dejaba de causarle algun estorbo. Esto hacia que su sombrero no calase muy bien, teniendo que dejar por fuera aquel patriótico chicho11.

En vano Elisa puso en sus manos la credencial del empleo_; él á no aceptar ni su amor, ni sus ofictales influencias.

Sólo despues de mil súplicas de aquell'a bañ adas en llanto que hacia mf1s bello su rostro, nuestro héroe en ocupar una habitacion de la casa ; pero más como huésped agra.decido, que como esposo? pues en este punto su decision era, al parecer, irrevocable. Y no dejaban ciertamente de poner en peligro su entereza tales y lágrimas¡ pero aunque á duras penas, se mantema irflexible en sus propósitos. Creía que sus esfuerzos en favor del nuevo gobierr.o deberian valerle ; y teniendo méritos propios á su vez suficientes, ,¿ para qué doblegarse á pasar por su odiado rival , aceptando su nombre y personeda que siempre habia rechazado 1 ·

. Echóse , pues, á la calle en pós de su destino, ó me¡or dicho, de un destino, re sue lto á debérselo todo á sus propias fuerzas ; pero, cual si D . Horóscopo fuese su génio malo, á pocos pasos que en calle <)lera, tro-

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pezó con él. No parecia que estaba all! aquel íat!dlco agorero si no para atajarle en su marcha.

Horóscopo: Veo que vá realizándose mi pronóstico . Ya vive V. en la casa.

Póstumo:-¡ Otra vez! (Con turba cio n mds qtu co1i ira, aunque pretendiendo apar}11tar ésta 1Utit11a) . Senor mio: es V. incalificable, y al fin tendremos que vernos las caras formalmente. ·

Horó scopo:-C uando V . guste, aunque creo que no sólo nos las hemos ya visto, sino que nos las hemos palpado.

Póstumo:-¡ Siempre la misma insolencia!

H oróscopo:-¡ Eh ! ¡ insultos y nada más 1 Esas son vulgaridades.

Póstum o: -(erifurccido) :-¡Vulgaridades 1

Horóscopo :-Y no otra cosa.

Póstum o:-¿ Qué merece esa insistencia de salirme al encuentro para decirme cosas desagradables , que no pretendo saber 1

Horós copo :-Yo soy lo porvenir. V . viene de lo pa sado por la de lo presente. Si viene V . en bu sca mia, ¿quién busca á quién 1 ¿No debe V. agradecerm e que por ahorra rle pasos le salga. al encuentro 1 En fin, veamos : l por qué enojarse por mis vaticinios, cuando V. mismo los está realizand o? ·

Póstumo iba á descargar de nuevo la diestra sobre el intruso; pero recordó sin duda la agilidad con que este le hah ia e nsa ngr entado las narices, y hubo de contenerse.

Horóscopo: -A hora va V .. á ver al mini st ro .. .

Póstumo (trataudo de upararse) :-No es cuenta de usted ... Vaya; déjeme en paz .

Horó¡copo :- Nada conseguirá V. El destino lo tiene en s u casa.

Póstumo:-¡ Eh! ·1 Vaya V. a paseo!

Y Póstumo se libró a l cabo del importuno, no sin que dejasen de producirle cierta mortificacion y terror las palabras del que pretendía apedillarse Porvenir. ·

Hurós et•p o :-Ya lleva V. su chichonci llo : por algo se e 'TI pieza.

Nuestro amigo apretó el paso para no oir estas pa-

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labras, q.ue cayeron sobre su corazon cual otras tantas balas roias.

te dejaré por embustero, infame, murmuró ; Y a:plaud10 nuevamente su conducta desdeñosa para con E lisa .

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del Juicio y fin del' munlfa ! !oi\Ó (á i\ólii eli líliéc>.11ebla o!rsele, y fué introd.ucidoen ál tfá.*s de ho riléno9 bríTlantes y evnfortá6lu. Aán e9peró anr; al cabo de algun tie01po se D. C6siril.;a, y f>asó éfttre ellos ló que •e dirá en el capitulo sig'úleñl'é'.

.

Despues no pocos días de es pera , de desaires y ansiedad, hab1a conseguido una audiencia de D. Cósmico, para lo cual tuvo que aceptar la recomendacion de D. Pérpetuo, quien, como t odo lo habi a sido e n este mundo, grac_ias su eternidad, e ra muy conocido en ª'.'iuellas regiones y en todas partes. D. Pérpetuo hapara con P?stumo el papel de s u salvador. A no ser por su arrojo, ¿ no habría sido tal vez pisoteado ó mal el dia la refriega!

Dicho Sr. Paquidermo continuaba visitando á Elisa, más ó ménos frecuentemente; pero e lla, empeHada e_ntónces en la reconqui sta de su Póstumo rechazaba con indignacion, aunque mediana , homenajes del ho"!bre ; y si toleró sus visitas, fué por'.'iue aparec1an dmgida s á s u pretendido esposo en el mterés de su salud. Y ¡qué podía negarse á quién sin y por ella le había salvado! Paquidermo beneficiaba su papel de salvador. Las repul sas de Elisa daban algun cebo á su esperanza . El hastío vendría despues; pe ro su corazon gastado se hallaba bien con las contrariedades.

En. cuanto á nuestro héroe, ¡qué hubi era sido de sus prete.ns1ones oficinocrá.ticas sin la recomendacion de sinsabores y antesalas ántes de ser mtroduc1do! N1 en el Paraíso le costó tanto penetrar, pues si no pasó allí de la porteda, por lo ménos el Aposto! no le había dcsdeftado, ni hablado mal, ni mucho ménos despedido con cajas .destempladas, como de .con la paquid é rmica recome.ndac1on le hab1a acontecido en las antesalas minisNo faltó en que se viese á punto de v1dlar el respeto debido á """' elevada oficina del Estado, al conserje, cuya insolencia le h·abia despedido de mala man era , si n tener en cuen ta su benemérita herida ni su chichon re comendab le .

Pero al fin Úegó el día , que tambien ha de ll°Jar el

CAPITULO XXIV.

Uil ,,.,. nni•ltofl teclbe en audlenct• i nulltro l.Mlfe.

'

D . C:ósmico recibió á Póstumó de pié para que MI! no se sentase.

-Bien, se dijo nuestro ex-difunto, eso es, ni áun siquiera le brindan á uno asiento, cuando es el que ga esta, mágnificencia. Reflexionó en seguida, que biendo !l pertenecido siempre á las clisé s' ras, poco podía haber contribuido al sostepimientp de . aquel auge._,_ Pei:g en fin, se pijq, este vesti(lo que hl:í' he pagado y el mezquino puchero que me perrrllte nerme en pié ; aupque en menor escala, no l¡;in dejadtl' de! valer para el Estado. Cada cual d4 10 que puede, Y ádernü, ¡siquiera por cortellla, por mis !!ervic1ot 111• rlftlol, por esta honro9a herida que muestra mi f

Al decir esto, pasóse la irtano por aquella, y al tri>-' ¡Ñlar con el chichoncillo, apartóla como del recórdando las socarronas p&fabras del intrliso Dóli ROi> 115icc>p<>.

Cósmico (congn¡vda4 oji<iai):-¿Es V . el reeóo mendallo del Sr. de Paquidermo 1

PóJtilmo :-Servidor de V . E. ,

Cósmicf :-Pues bien, lo sientq_ mucho:. peii! póf al\Clra nada póSible . No hay plaza V. V'eremds !fül• ádelanfe. Se le presente . Póstllmó sud&ba.

Póstuft10 V. E. se digna escuchainle .... fi me hallé á •u lado en la y de allí Mi modesta li<rida, de que no quiero hii,cior grall pues la recibí y ""n\fs t:•. viccione11. Sólo digo esto para recordar i V. 111. cjW'lf sec.ullda46 sus palabt&S.

( 96)
u

El ministro frvnció el ceflo.

Póstumo tenia hipo.

Cósmko:-Motin desgraciado, incalificable; manera de proceder que hace despues dificil el restablecimiento del órden y la buena marcha de la administracion. Anarqula y demagogia que no debe mencionasse nunca ; sistema ilegal que arruina al país.

i

( 99)

Cómo desconocen el mérito y las vigilias empleadaS en su bien 1

Póstumo: - Perdone V. E. •Í he sido inoportuno.

. "fo muy léjos cen•urarJo, que todo. ello er:a ¡ust'? '. pero COIJIO parec1a que V. 'E. no apreciaba m .. serv1c1os....

.

Póstumo le escuchaba con asombro, con estupor. ¡Qué cambio! Sospechó que se ·babia equivocado, y balbuceó algunas frases por vía de rectificacion . : Póstumo:- Yo he sido siempre amigo del órden; y si he recordado semejante hecho, ha sido porque V. E. tambien ....

Cósmico:- Yo entónces no era ministro; y aunque como particular tengo mis opiniones, en este lugar debo tratar de merecer la confianza del país, y defender el órden á todo trance.

Póstumo:-Perdóneme V: E., pero yo creía que el hombre debía ser siempre uno mismo: d público y el privado. Es esa una dualidad que pretende dividir lo mdivisible: el individuo.

Cósmico (con mojo):-¿ Ha venido V . aquí P'll'ª dasme lecciones? Muchos hablan de la gratitud de la pátria para vivir á su costa. Si un hombre se bate por darla mejor gobierno, segun su cpnviccion, debe hacer· lo con desinterés. Llenas están esas antesalas de hombres que piden á la pátria el pago del amor que la pro·. fcsan. Todos ellos sufrieron persecuciones; todos Sf! batieron ayer, y piden ·por paga un puesto en el Estado.

Pósttmto:-Pero, señor, V. E. ha sido recompensado con su reposicion y con esa gran cruz que le ha con· cedido S.M. ComlÚo: - ¿Me viene V. con indirectas? Las rechazo. He sido repuesto, porque esta plaza que ocupo es de confianza y aptitud, y m:\s que recompensa, es 'corona de espinas. i Cómo se conoce que V. no sabe lo que son estas cosas! En cuanto á la gran cruz, ¿es nada haber asegurado el órden y las instituciones 1 Pero deeciendo de mi lugar dando á un pretendiente semejute explicacion.. Pídala V. al país que me paga y al trono que me ha honrado con su confianza. ¡1ngratosl

. Cós1'tico:-:Esos ser.vici os se los ha prestado V. á mismo; pues s1 por batirse V. y hacer triunfar esta si.> tuacion ha mejorado la pátria, V., que es parte de ella ha mejorado tambien. '

yo me encuentro lo niismo que ántes, y á Juzgar por ello, no debe la patria haber ganado mucho.

·

es; ¡siempre el interés particular!. .. Traba¡e V. Busque oficio . La pátria no es el Estado. Este no debe hacer otra cosa que dará V. franquicias Y seguridad. El como siemple administrador, no debe ser agradecido ; la gratitud se la debe la sociedad en que V. vive y tal sentimiento habrá de servoluntario, como tog sel\timiento , sea cualquiera la forma que ó quieran los individuos. Para unos sera V. un gra.n patriota, para otros un gran malvado, segun que haya V. sérvido ó vulnerado sus respectivas opiniones. Lo s unos no tienen derecho para imponer á los otros el censo de una gratitud con que no estén de acuerdo. Dcbia V. haber aprendido esto ántes de v_enir aquL Vatc:an á V. mi bondad y la recomendac1on de n:i1 apreciable D. Pérpetuo para haberme sobrado tiempo a escucha r le , con de mis numerosas, graves y perentorias ocupaciones.

Póstum9 comprendió, aunque tarde, que había tomado mal nimbo, y trató de enmendarlo.

:-Yo era empleado con 30,000 reales; me >'. cuando hallé mi destino ocupado. e•.simco :-¿y que quiere v. que yo le haga 1 . Pos tumo :-Me llamaba Pós tumo, aunque ahora no me parezco á mí mismo.

C'_ósmicu:-En efecto, juzgo haberle conocido en otro tiempo. V. ha servido á mis órdenes, segun creo. Póst1m10 (co/l al•l{ría i11fa11til):-i Oh! ¡ s!, •enor !..,

( 98)

t.ant.s c11sas ll! 111e111qri•!.· ., Pill'l'tflro:-SI, en Bienes Cósmico:....-¡ Pero está V. muy cambiado 1 f'Jslllmo: -Acaso la muerte .... J,>óstum 0 ter¡lía ve• de los labios del ministro el nombre de Sisebuto. La menor alusion de '"pcci,, le poní'I fr.io; y sin embargo, aquel nombre, 6 el de su esposa Ellsa, hubiera cambia.do el órde ' las cosas; le hab,ria salvado.

'· ' Ciismico:-Por ahora, repito,¡\ pesar de mis 1Dejo. r!'p no es posible hacer nada por V. Más ade. · ' Pdstumo:-Pero, sefior, me muero de hambre, y nq. sé l\acer 9tra cosa.

·· ..Cós11iico:-¿ Qué quiere V? No puedo remediarlq Jl!i áun ' figura V. como"cesante, sino como muerto.

· · Pósli;#IO: Sin embargo, estoy vivo. Cósmico:-¡ Y cómo Jo acredita V? 1Ni áun tray5ndq del otro mundo de resucitadq ! ¿Qué Eséribano podría aquí legah.ar la firma del E terno, que nO es conocida, por más augusta que sea, p1,1esto que Su Divina M¡ijestad no acostumbra firmar sus actos eq forma y papel qu.e lo hacemos lo.s humanos? .. . . En fip, vaya V. con Dios. Y el ministro, diciendo esto, le volvió la espalda. S upóngase el c?mo quedaría Póstumo ".'ª! pay triste . La ultima esperanza huía, su unica án· cpfa fo

• CAPITULO XXV.

J oltoll.-.o&u ... ,....,.. n..... .- • Hlhl•o tldr'I a. 1arn1

Afligido )' cabizbajo salió nu.,.tro buen amigo dci despacho de D . Cósmico, y dirigióse maquinalmente a su casa, ó, mejor dicho 1 á la del antig.uo dueno. de su carne . Entró y fuése a su cuarto. Elisa, que le espe· rjf.ba1 le vió arrojarse su lecho, llorar á mares, por levantarse febril, y empuñando una de las las que babia allí de Sisebuto . j

La dama corrió á detener .su 111io, mhl111"! ¡Qué '\'_39 f. ha.;c¡- 1 ¡ q1ie !lle lla ptJesw en mal co1;1tigc, que es á quien he amado sielllp.-e ! - V ca. mos : ¿qué intentas 1 ¿Por qué quteres iiiat.4.itQ i fóstumo callaba y la m,ir;¡.b;i. es\upefact-o. Upa Idea luminosa. hirió gran viveaa el finísimo ingenio de Elisa. E/isa,:-¡ Quieres dar á Sisel>ulo? ¡ Quiéres matarte. par:¡ no ser mi e•¡¡<1so, c;u¡u¡do eso es lo. que m-ecisamen te le rabu¡iso d.e e11 el otro munc!.o /. • . . Oye bien. Póstumo continuaba cal)a11¡!0 y comq . .lf..(isa:-Vo\viste á la tierra pa,ra vengarte de. mí y de tu infiel amigo. Pues bien : hasta hora sólo de mi le has, vengadq,.Y bastante ¡ay 1 desqyendo mis súplicas Y- lastt$ndq m1 CQfazon, con gozo del miserable que 1.I fl.n te ve separado de mi. ¡Esa es. la manera de venga etc¡ de él ? RespoodG, responde .. , . . halfaba cierto encan.to en oir á Eli-· s11 expresane así; pero no sapía con'4:star . Elisa :- 1 No seria mejor que, por lo mismo que no diebes agradarle, me recibieses por espol!'l, como ya le soy, pasando tú por él en el mundo? Eso hahria de mortificarle ciertamente, y mucho m ás al ver qu.e utilizahites su c;uerpo para un empleo y demás convenienciat sociales de que él está privado muy contra su gusto, Pósf"'"º (Pasámlose la 11111110 por la _(t-ntle, que /e sudaba a mares) :-No; lll esposo, nunca. ¡ Anteala muerte!

Elisa.: Mira, santo varon, Postµqiito mio; ¿ C6tás resuelto á mí'tartc ántes que tomarme por esposa 1 Póst1mt,1.

E/isa: Pero si pudieras vengarte de Siscbuto ¿cambiarías <le rcsolucion 1 ' Póstumo (desp1us de tNeditanm i11sttz11l•) :- Sí. El es la causa de mis desgracias . · E/isa: - ¡ Te vengar(as ei¡ cualquiera forma/ Póslu1'fo (collrico ):-Sí. E/isa:- Pues mira: vamos á cuentas. Consultemos á los Esplritus, asunto el\ que soy maestra. 1 Quiétes?

.......
'.

( U>2)

Póstumo callaba. .

E/isa : -Veremos lo que dicen. :E:vocatemos al inismo Sisebuto , y vas á oir sus propias palabras. Haremos lo contrario de lo que el quiera. ¿No te parece 1 ¿ Me lo prometes?

Póstumo consintió sin responder . Érale penoso el hablar en este caso, porque temía que la venganza fuese para él más léjos de lo que desearía . Si en aquel momento se hubiese presentado D. Horóscopo, fracasáran quizá por entónces los proyectos de la dama. · : E/isa : -A ver; consultemos á esta mesa : pon en élla tus manos . . . junto á las mias . .. Ahora, evoquemos el espfritu de Sisebuto .. .

A poco rato la mesa comenzó á mover.se de tal modo, que parecía picada de la tarántula .

No sabemo s que trazas se dió la bella para conseguirlo ; pero es lo cierto que Póstumo se convenció de que el mueble se estremecía y se ·agitaba, como si le el contacto de aquellas cuatro manos .

Póstumo sintió despucs de tánto , y por primera vez en su segunda vida, el placer y la alegria . ¡ Cuán dulce era· para él esta venganza, recordando la burle s ca • evocacion que le hicieron sus amigos en el café del Teatro Real 1 i Qué gozo el tener bajo sus dedos (así lo creía, gracia s á Elisa) el medio de mortificar á s u falso amigo , á aquel rival odioso, por cuyo mal sería capaz de aceptar ... hasta á E lisa 1

Sus escrúpulos cedían, y con tal de hacer rabiar á • Sisebuto, se resignarla á todo.

E/isa :-¡Ya anda la mesa l... ¡Ya dá vueltas!

Póst11mo :-¡Y cómo salta! Rio y gozo como nunca. E/isa:-Preguntémosle. Pregúntale tú .

Póstumo: ¿ Estas ah!? ¿ Eres Sisebuto ?

La mesa dió un golpe y se movió furiosamente. E/isa : -Dice que si, y lo dice contra su gusto . Póstum o (gocoso): - ¡Ah 1 ·

La mesa se movió de una manera convulsiva . P óstumo (co lig-oi:o f eb ril) :-'- ¡Có mo ra bia ! ¿ Quic· res que me ca se con Elisa ? J,.a mesa no rcspondfa . J

Aquel preguntó de nuevo.

La mesa ·se movió con grandes vaivenes.

E/isa :-Ya ves. No quiere responder . No le agrada la pregunta. . ' .

Póstumo:-¿ Quieres que me y te de¡e tu cuerpo?

La mesa dió al momento un golpe bastante fuerte . E/isa:-¡ Afirmativamente! iLo vés, caro bien mio l. Póstumo (al Espin'tu de :Sistbuto) : Eso es lo que tú quisieras. (Mttiio loco de altgria) . ¿Sí 1 Pues mira , rabia, rabia como me hicistes rabiar á mí. Ahora es mio tu cuerpo, y élla es tambien mia : quítamcla si puedes. (Caymdo m braz os de E/isa) . Sí, me caso; por contrariarle , serás mi esposa.

La dama se desmayó otra vez : ahora era de contento ah.ver realizados sus planes. El anzuelo estaba tragado y el pez en tierra ; mejor dicho, en la sarten.

La mesa dió dos volteretas furiosas, y cayó patas arriba . v · . ...

A.

d.e. ¡¿ revalidó la boda , aunque en secreto, porque esta ndo casado para el mundo (que no veía en Póstumo sin? á Sisebuto ) , lo hicieron sólo por escrúpulos. de conciencia. De suerte que fueron las tales nupcias, segundas para un cuerpo y primeras para un alma .

Elisa present ó ante Cósmico al Sisebuto,_su esposo , restablecido de su locura, quien tomó p<>ses1on del empleo. Habia ascendido, pues ahora tema 40.000 reales y buena perspectiva .

En cuanto á Cósmico, se contentó por entónces con la amistJi.d de Elisa ; nueva Lucrecia en su virtud . Confiaba aquél, sin embargo , en que algun día se acordaría de que había sido Fiamctta.

Paquidermo recibió tambien por entónces un par de revolcones de la dama, y se marchó á Francia á to- · mar baftos por puro recreo, pues no los nece_sltaba. Fiaba en el tiempo, su gran aliado en la Pasaron dos meses, ó más, que en la prec1s1on dt este tiempo no andan ajustadas las crónicas que · consultó el Espfritu revelador de estas historias.

CAPITULO X:X:Vt.

Dt o6•o llHIMrto .. 1Mpoetuma 4 ú Y*.

Sírvase el lector dar un breve salto á la Eterlti'diiil ó tegion de los Espíritus. AIU verá cotno el" !le Siseb11to llegó poco que lloroso y enfercicido, de rechto de su evocac1on por Elisa y Póstumo.

. Cayó en de su quien procuró cotl. •olarle, ptom,et1éndole una pronta re!llrreccion, baj(I fdrma. tonvéft1bllte á sus miras de venganza.

Veamos lo que el Custodio se prometia l.'Ísto el matrimonio de Elisa y Póstumo. '

Pasaron dos meses dé consumado éste ante la lglelli'.', y no debe sorprendernos, Elisa sintió las leves indlsp051c1ones del trstado interesante. Esto era lo que esperaba, el Custodio de Sisebuto. Para. la Eternidad fueron los dos meses sólo un instante.

Llegó el momento en que uno de los acomodadores de almas comenzó á pedir á són de trompeta un Espfritu para la nueva concepción. El dicho Custodio , que estaba y noche observando el telégrafo, vió que los tromlftazos próvenían del telégrama : "Madrid.!....Carrera de San Gerón1mo, tantos cuarto tal.-Elisa de Doble.·Anzuelo." Entónces ·11a:n6 pre• suros<? :l. y sollo VoCé : " i Ll•to l"

S1sebuto, impaciente y enojado hasta las puntas • sus alas espirituales, quiso saber del ángel su nuevo y éste le replicó mostrándole el telégrama. B•dla_ron de _alegria. los .ojos inmateriales de Sisebuto, Y comprendió que la ocasion se le presentaba. El jefe do llamó al que por turno correspondla la ; pero el Custodi.o de Sisebuto vió que n,o Jlabla tiempo que perder, y d1ó á su ahilado un emtal, que le en la Tierra y en el lugar carres-o

El á quien tocaba aquella plaos, por de pr1Sa que qu_iso andarse, la halló ocupada. pót Sisebuto, quien casi le sacara los ojos á haberlos tenido bteYe encarni&ada lucha que se armó en et mterior de Ii.liea. P<Jt &u parte esta Hllora,

•( Ui51)

dote, 409'0 era natural, dal atrDptllo que n dUl e•taba paslU!do, convertido su vientre en campo .de Agr•!Dailte, fw! presa d4 tales convulsiones !Y marJ!OB, qw _¡uzgábaae á punto de morir.-¡ Ay !-gritaba nece que tengo una riña de canes en el eran los escarceos y pellizcos y revolcones 1(lle los ecm· petidores la ocasionaban. · En aquel duelo formidaqle entre el espíritu intruso y el de número, perdía el que habla llegado tarde; quizá encontró ocupa.da.s por .el e11J1migo las mejores ¡>os1c10nes. lt_¡:cordó aquello de beatus qui posidrt, pues ¡¡1se1>uto se en el m.at1>mo á sus ar¡chas, quien está "-º A:e.dltf 111 rt. el leg1t1mo hubo de proponer al una. tH"-;a.&· cion : - "Sl'remos gemelqs," le d.ijq. fuera de Siseb11tll, 9!ile de.tal modo, que ¡¡spirjtµ de tµr¡¡9 9 .liubo de darse por vencido, y cl_ejp.r ,el gar y que de. derechos wrrtl'Ml9ndl;r.n. Vol.,1óie, al otro rI)Ul)do i<orrido y •llWftazapo i y &Jpiqp por el il'fe de -prpp11· so el ¡¡rresto del .

El Custodio del Espíritu desposeído entabló !!"'· rella el de Sisebuto, y al hu\>i> <je se por ser hecho co¡¡sm¡¡ado ; si bi.e11 si: c1>11!le.nó al ¡l¡¡a' la pérdida del tQrno ijije pudier!l dyje '"' lo y al del ¡ni,sm9 ;í IJll apercibimiento para en adelante. · . "fqr je¡ ;¡t¡¡.ñe El,isa, se q¡¡.e tal dell'll!ella r.ev.olcadur-a que l'J<· ierlJl' ¡lp pl!)ic¡ro por IJlµclios di11s, d.ur¡¡.nte lo¡¡ f9st11!ll<> no1s;¡J»¡¡. illegrarse ó del posible ,e•ultac;lo ¡nor4). J\¡ú cojltinuó la ele j;¡. bell;i, tan PfflPSll, que á vrc" preía tener a mismo di;¡blo el C\Mlfpl'. ¡j j\111· il!fl 'P"r IP lnquiet9 y 4, lil crii¡.t\ll"il.Llegó el dia felje, y al ¡:-abo de tant!'• . Eli'"I c;lió IÍ lµz robmo oi/IO, parecj11!1 4 SiJ!'b\Jtp, que por c;le1mh, y ¡Je tant'I Pl:l'CP· c1dad, que era un ¡ nP al o¡uaqo f1ln polp, Ji 1111 wa \\ie.aw1.

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Póstumo sintió el escozor que era de esperarse al ver que el nene era tan semejante á su rival, pues parecía hijo de su cuerpo. De este modo, la paternidad era para él nuevo tormento, ·si bien calló como lo hizo cuando lo amortajaron, de puro · filósofo y porque no habla otro medio.

CAPITULO XXVII.

Infancia r prtCOOl'dad d• Poatumlto.

Como Sisebuto, al volver al mundo. habla bebido, como todos los que nacen, las aguas del Leteo , no recordaba su vida anterior ni reconocía á su amada y su rival en los séres que la naturaleza le había dado, ó mejor dicho. que él se había tomado, por padres ; pero como se hizo engendrar con malas intenciones y fines de venganza, sus instintos apa'recían perversos, y era de índole malévola y de condicion ingobernable.

Bautizóse el niño y se le puso por nombre , á indicacion de su madre, Postumito, con alguna repugnancia por parte de Póstumo , que no las tenia todas can siguo.

Paquidermo, vuelto de su excursion, concurrió á la fiesta, y estuvo tan galante con E lisa, que· no parecía sino que ésta, apreciando el beneficio que había hecho á su marido salvándole en la barricada, le estimulaba con su gratitud.

CósnlN:o se habla dignado asistir tambien al bateo, compitiendo con Paquidermo en galantes demostraciones respecto de Elisa, en quien veia siempre á su amiga Fiametta, más amable que nunc a . ¿No le debla ésta la posicion oficial de su marido 1 Póstumo, ligado por tantos motivos de reconoci.miento para con uno y otro, agradecía y callaba ; si bien las palabras de Horóscopo, cual si fuden emponzoñadas saetas, le estaban atravezando el coraion.

Crecía Postumito: la lactancia fué tormentosa para la madre. i Cuántas veces estuvo á punto de sacarla los oios con sus manecitas cariñosas. l.

Despues de la denticion, que fué rápida , ; pues re-

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cardará el rector que el nc;ne vino al mundo tolmillUIÍa, ' comenzaron Tas travesuras de la infancia, llegando á ser un verdadero enfant terrible.

Hé aqui la muestra :

-Papi, decía a Póstumo, dándole un doble tiran de bigotes ; esos bigotes no son tan bcinitos como los del caballero que sue le venir aquí cuando tu no estás.

Esto , como poc.lrá comprenderse, causaba entre los esposos una discordia dificil de aplacar.

-Papa, ese baston tampoco es tan grueso como el del caballero que ayer se lo dejó olvidado aquí .

La s tempe s tades de los celos acababan con el cuitado Póstumo .

-Papa, esta tarde vino el caballer? acampanando á mam á , y me dió confites.

Pó\ tumo e ra ya un terremoto en lo convulso . Papi , anoche el caballero salió corriendo cuando la criada avisó que tú venias.

Póstumo e s taba ya próximo á estallar .

Esto era de todos los dias, y miéntras tanto, se ,,multiplicaban las discordias matrimoniales .. La madre, que ya no sabia qué hacerse con el terrible niño, con· cluia por darle á solas sendos mojicones, que él contestaba con arañazos y mordiscos.

Pero cada vez era pe o r , y Póstumo llegó á conocer con evidencia s u desgracia.

L os celos, la ira , todas las pasiones de un condena· do herví an en el corazon del pobre marido ¡ sentía vértigos y fiebre . 1 Qué hacer 1 Paquidermo era invulnerable . ¿ Que hacer 1 se repetía.

Lanzóse fu era de s u casa, sin saber que partido adoptar, arcfiendo en deseos de vengarse.

l:lorósc!ípo pasó por su lado svnr iendo, y él le corrió detrás para estrujarle. Horóscopo le hizo una mueca y pu so mayor distancia entre lo s dos .

( ro6)

bAi'rtut.o xll:vtn.

C6oooloo y Ellu, ..._

iospechabfl Elisa y no sin fundamento, t¡ue P6s• fúlno tratarla de vengar en élla su conyugal ultraje, siéndole imposible en el indaftable Paq11i· . dti'mo 1 por lo tanto fuese á ver a Cósmico, a quien hi'lló _m4• afeotuoso que nunca con la que juigalla su ex-FiamettQ .

E/isa : - ¡ Amigo mio, un suceso terrible 1 Ctls1111C,, : - ¡ Que acontece, IJermosa 1 ¡Ah ! ¡qué tiempos aquellos 1 No sé si en el aire qua hoy circula, pero en estos momentos • b& con sumo placer aquellos dias y aquella noche de Jativa.

E/isa:- Déjeme V . contarle. últ#lico: -Sí, cuéntetne V. ¡Qué ha sucedido 1 El:isa : -Mi marido tiene celos, y sin duda trama algo contra mi persona. Sálveme V., si es que me tt · tima . -¡ Y qué datos ?.. . puesto que apénas la he Vtsto a V ... se guardó muy bien de mencionar á Paquidermo, ni mucho ménos le contó la escena ocurrida . E/ira:- Es¡reciso alejarle. , Cósmico (tir tU la campmti/la. Vino un porltro): AI Sr. Bucólica. (A E/isa). · Se hará cuánto antes. Eú"sa : -Sólo asl podré yo tener alguna tranquilidad . Cós.,,.ieo • Ya ve V. que estoy siempre cli9pues1 tó á servirla. Tal es la Viví.sima inclinacion que siento .hácia usted, y que por desgracia tan sólo ha sido paga• da hasta hoy con· desdenes.

E/isa : -(Co11 coqr«tería) . ¡Yo desdeílosa-con V! Cósmico : Y sin embargo, V . ha sido mi amada en otra vida, ¡y nos queríamos tanto 1 E/isa: -1 Niego yo que haya podido ser 1 Cósmuo : -Con todo, rehusa V. continu'}" aquella

."")

elliti.nQia tan duloe, ya que la !IUOfl.eo noe. ha. vu.elw a Ullir. TCK!o eso que V., es fruto de no babu ct11trido reconocet '"' mi su media naranja. ¡ Y ó, el únlc9 ilombn: capa• de amarla como merece, y de ser digno de su amor 1 ¡ Yó, que estoy loco por V! Sí, Elisa; si, Fiametta, porqu.e no puedo llamarla de otro modo. ·

El.isa callaba pudorosa, dando vueltas á su abanico. Có1mic.o : -Ahora mismo V<llll06 á interro&ar aqul á los espíritus. ·

Di•ponianse á hacerlo cuando entró el Sr. B11C61ica. Cóomico le habló aparte, y aquel salió diciendo: Est4 bien.

Luego que volvieron á quedar sólos, situáronse al rededor de un veladorcito, en la fon'na que acootum· bran los espiritistas . E'lisa : -1 A quién evocaremos 1 1 Qué quiere V . saber 1

Cpmiico : E vocarem<;>s los eapirit11S de ] paondo y de Astolfo , aqb'tl rey de Lombardla; La mesa comenzó á moverse . E/4a :- Ya acuden; pregúnteles V .

Cl&mico: -¡Sois Jocondo y el rey Astolfo 1 L.a mesa dió 11n C ór.w•C.O :- ¿ Rocordaisaquella jóven hija del posa• dero de Valencia, que fue vuestra querida? Otro golpe de afirmacion. • Ctlsmico :-Se llamaba Fiariiett.a, ¡no es cierto/ Otro golpe y vaivenes de aprobacion.

CdsMico : -¡ Recordais la noche de Játiva con el mozo aquel que llamaban el Griego, y que mi9Ala oe confesó ¿¡er su anterior amante 1 Un g¡ppe y varias convulsionesdepartedeiaAlen. · E/isa : Parece que se irrita al recordar'°. Cósmico : Y Fiametta y el Grie¡o en este 111undo y os hablan ahora aqu{ ; ¡ no vs cierto 1 La mesa no sólo dió otro ¡olpe, sino que so illc.li· oó háci" Eli¡;a y hácia Cósmico sucesivamente. Cósmico (r¡iurundo E/Ua):-Ya lo vé• Fiametta mia, yo soy tu Griego. iilua ( dMl/oúi tú MllTota) :-Poco a poco Grle-

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...... "'!1 ...111
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.

( 110)

go mio, que no estamos en Játiva, ni me pertenezcó. En Játiva era libre por ventura mia. Entónces no era sino la pobre moza que su padre vendió á la brutalidad de Jocondo y Astolfo. Hoy soy dama casada y me debe V. más respeto.

Cósmico perdia la paciencia .

E lisa, para dulcificar su enojo, exclamó: -Mi situacion en la actualidad es harto embaraJO· sa. Creo c¡ue una mujer prudente debe sólo pensar en librarse de é lla.

Cósmico tradujo aquellas palabras como esperanza, y apresuróse á salvará E lisa del compromiso en que se hallaba .

CAPITULO XXIX.

Un punUlluo paquld•rmlco hbo i P61tumo penHr 1n la El1mld1d, ponl1nelo por obra au penaamlento .

En tanto que pasaba la escena que se acaba de contar , vagaba Póstumo sin saber como ejecutar su venganza. Fuése en busca de Paquidermo dic ié ndose : -Anque me mate , debe pagar la injuria que me ha hecho . i Valerse de mi gratitud! ... i qué infamia! Nó, la gratitud no podia ligarme hasta ese punto vergonzoso. Si, primero con él, y luego con élla. La matar é ; lavaré e n su sangre mi deshonra.

Llegó á casa de Paquidermo en so n de desafiarle. Póstumo :-Ca ballero, V. me ha ofendido y me debe • una satisfaccio n.

Paquidermo: V. está loco. ¡En qué he podido ofenderle 1

Póstumo:- D e m.isiado conoce V. su sin razon, y no logrará que se la precisen mis labio s. No los mancharé con mi deshonra.

Paqu idermo : Ignoro' á lo que intenta V. referirse. ' Póstumo : - Y qué, /pretende V. burlar se de mí con esa afectada ignorancia? Pues tome V . ·

Dijo, y diólc e n el rostro un terrible bastomzo capaz de romper las n arices de otro cualquiera. El palo se hizo pedazos, y sm per.jer la c::i lma s u ..:ontricante, asió a Póstumo, púsole fuera de la puerta, y j aplicóle

( 111)

tal puntillazo debajo de los faldones de la levita que el pobr e Póstumo b ajó la esca lera de un solo salto.

Quedó descuadernado, y cas( arrastrándose por la calle lleg ó á su casa y hasta su A poco entró Camueso y le entregó un pliego. Tom óle Póstumo, y dcspues de enterarse de su contenido, exclamó:

- ¡ Me alejan ; bien , me alejaré; pero para r·egion m¡\s distante y para siempre! En cuanto á esa infame . ... !"u muerte se rá precursora de la mia. No la dejaré aquí deshonrando mi nombre.... Yo tengo la culpa de todo .... por haber querido volverá este maldito mundo. Y / á que m a tarme y dar gusto á mis enemigos! ¡ Por ventura el mundo es só lo Madrid! Pero estoy tan hastiac..lo de él, que aunque me aguardasen flore s y paraisns en esta vida, renunciaría á ellos por no soport)irla una hora más.

Y esto diciendo, levantóse como pudo y corrió a buscar 4 Elisa PUª darla ·fin con sus enfurecidas manos; pero sólo encontró un billete concebido en estos término s:

f "Me he puesto en sa lvo , pues conozco tus sangui11 narios proyectos para conmigo. Me acojo á la protec" cion de quien puede. Tu vjda guarda la mia.-Elisa."

Al leer estas lineas, y viendo que no podia dar con su esposa, que así burlaba sus proyectos, acabó de desesperarse, y re so lvió salir de este mundo para no volver jamás . Pero salir protestando, dejando con su t.rágica muerte una mancha sobre la reputacion de aquella mala mujer :"una mu erte que fuera sonada. . . . ¿ Qué más ruidosa que arrojarse de un segundo piso? .... As! lo pensó, lf así lo ll evó á cabo. . . . Segundo Claudia Frollo, cató á la calle, aunque no de tan alto, y casi á su gusto.

Sobre su muert e se habló mucho . Horóscopo ,Pasaba por alli cuando é l se lanzaba , y si al dar su triste voltereta en los aires hubiera podido verle, quizá se arrepintiera de haber desoido sus pronósticos. Acaso al espirar , ó tal vez desde el otro mundo. pudo oir de boca de Horóscopo esta exclamacion : "Bien l e decia yo, que :il cabo moriría de chichones."

..

Les gacetilleros de Madrid tuviera1 puto ,.,, a1r gunos .diai. ¡ Cuántos comentarios !

Se cuenta quo Postumito le vió caer desde el balcon, indiferente. 1Aqudl nifto era terrible!

En cuanto al cuerpo de Póstumo, quedó. como él deseaba cuando Cfl'Cogi6 aquel géner1> de muerte ; no podía servir para otro ; ignoraba que su hijo fuese la transmigracion de

En cuanto á su espirito, llegó de una cabezada al otro mundo, protestando no volver más á este ni á nin• . gun otro ; y abrazando á su Custodio, pidióle lo que de. bió pedirle ántes : el don de olvidarlo tpdo.

¡ Ilusos é i11expcrt011 los que pór eu gusto!

EPILOGO CASI NECESARIO.

Cuando vieroh á Póstumo otros espíritus tan dolorido y se acercaron á consolarle.

Uno de ellos le dijo: "Tú dejaste en el mundo la traicion, y querlas vengarte; pero ¡ yó que dejé la tad, )\por querer tornar á él hallé la traicion l. ... Eramos dos hermanas y nos amábamos entrañablemente ; parecfan gemelas almas, ya que no lo habían sido nuestros pues yo era la menor. Amaba yo á un hombre CJ,Ue, aunque pobre, hubiera hecho mi ventura. Mi hermana se oponía á nuestros amores. so pretexto de que el jóven, por no convenir á faw milia, no podría labrar mi felicidad. Esta en nosotras no seria posible sin el gusto de nuestros padres . Comprendía yo que mi hermana hablaba con sinceridad, puesto que me amaba con locura, y esto hizo en mí tanta fuerza, que desencanté á mi amador, terminando las inocentes relaciones que tan feli-z me hacian. La pesadumbre me trajo enfermedad y morf al poco tiempo. Yo anhelaqa tornar al mundo para consolar á mi hermana r á mi Me consta que ellos no se amaban 'l creian amarse durante mi vida. Apiadado el Eterno de mis lágrimas, quizás para mi desengaño, concedióme la al mundo; y ¡qué hallé? Gran contento en amb s por verme otra vez viva¡ perO'¡ayl ¡no me esperaba 1 . ¡Cómo los muertos no acostumbran volver alla 1 A poco advertí en ambos la tristeza y embarazo que les causaba mi presencia, y al cabo descubrf que, creyéndome muerta para siemp : c, ella le amó porque yo le había amado, y él la pagó con igual

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cariño porque se me parecia. E! nuevo amor entibió el antiguo, y yo estaba de más . Desde entónces conocí que era obstacu lo en el mundo a la felicidad de dos séres que por amarme eran infelices . . . . y volvíme á la tumba. ¡Oh 1 no; á tomarme consejo, no tornáras á la ti erra. ¡ Y tantos casos habrá idénticos! Bién se está. el muerto en la Eternidad, como lo pa sado en la Nada." Calló el Espíritu, y vino hácia el de Póstumo otro, que h abló así : , "Me llam é Cervantes: asaz desgraciado fui; ¿quién

, · no lo sabe! Mi ventura la guardaron los hombres para despues de mi muerte ; pero como n o me juzgo tan soñador como mi héroe manchego, no quiero tornar á un mundo que se reserva sus loas y favores paca los muertos. ¿Qué enco ntraría de sus conquistas este que ves aquí, que no es otro .que Alejandro el Macedon 1 Lo que tantos otros que han muerto, por fortuna, ántes que su obra: una corona so bre un poco de po lvo ; un aplauso en el vado, y acaso algunas maldici ones 1 Aquí estoy ri éndome de la tierra ingrata, y sólo ll ega á mis oidos el eco de la apotcósis ue qme tdbutan. Si viviera, oi ría entónces lo que ahora no llega á mi, ó que quizá no dicen porque mi sombra no .les ó por9ue no vén esta son ri sa que me msp1ra su inconsecuencia! Si es preciso que la carne sea atormentada, bieri. se está en la tumba. Si hay en ella gusanos, no son com.o aq uellos que se llaman hombres, que roen algo más que la carne: ¡el honor y la ventura 1"

En esto llegaron, dando de calabazadas contra las aéreas paredes de los Limbos, los Espíritus de Sise bu to, de E li sa, de Cósmico y Horóscop.o. Como en. la Eternidad todo pasa en ménos de un inst a nte, habian pasado los años que debían vivir aquellos en la Tierra.

Sisebuto sido de sgraciado, como lo son lo s malignos, sin saber por qué. Verdad es que se habi a vengado haciendo infeliz á E lisa ¡ pero ¿era aquello vivir? Elisa, atormentada por su hijo , despreciada de Cósmico, que la trató como á Fiametta, y de Paquidermo, que la trató paquidérmicamente, renunciaba á la gloria de su apellido Doble Anzuelo, que siempre la dió por presa peces ciguatos. Cós mico le s u¡>licaba a

115)

su Custodio le ocultase en un rincon para no tener más vidas, que ya no llevar acuestas, siendo poco más ó ménos todas ig uales .

Horóscopo habifl agonizado que no vivido, los veinte años que le faltal:lan á la muerte de Póstumo, llorando cada hora con de sangre. ·Lo s Ultimos diez se le escaparon comr un soplo, á pesar de que con taba los momento s. Cu:indo ll egó á la Eternidad, hablaba muy mal de la cien dia del Porvenir , y juroba no querer saber, si volvía á vi ir, ni :iun lo pasado. Todos estaban conformes en q Je las cosas bien están co mo están hechas ; y todo s se consolúon vo lv iendo los ojos al Mundo , y v ie nd o rabiar á ru:¡uel qu e no podia ni lo graba morir: Don Pérpet o.

. ( 114)
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\ • PH m: 1,.A l'A ltTE . .... .1 ; ;

CAPITULO

CAPITULO 11.-De lo que hk P65tumcrfuego que le dejaron 90lo con

Cmruw

CAPrrutD V.-Dc como cssie.mpre oportuno evocar l un csptritu

CAPI'IVLO Vl .-Que tratJ e lo que hito nuestro hombre dcspues de sepultado

·'t

, ,

.

,

,

CAPITULO Vll.-En que el Custodie¡> refiere APóstumo lu &'fCTltw'U de Cósmico

,

.

.. ·... ... .. . C.umn.o VIII.-En que eJ Custodio refiere el Ca90 de D. P&pctuo. CAPITtJLO IX .-b que se \rata de otro penonajc muy pc:rcgrino

CAPrroLO

CAPITULO Xt.-En que &C una operacion quir'Orgica como COA dcmAgi>

j .......•..........

CAPITULO XIU.-Dc cómo

. .......... . ..

JS C>.Pmn.o Xll.-Curioaa prcguntu, resueltas con estupendas ' •3

cuerpo de Silcbu.to no estaba confor-

mOjiconada

por habene alojado

-1..a de tiende

XVU.-Cac

h&oe en poder

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17
el
me con la Emp<>&tumacion . . • • • . . • • • . . • • . • . . . • . . . • . . 49 CAPtTULO XIVJ.-eran
ocwrida
un _ alma proba crl r. carne de uo lramlX*>. . . . . •• . . . . . . . . SS CAPmlLO •• C.urruw XVI.
m
; CAPrrULO
nutlb'O
de
de I)oblc-An&uelo .•. , . . . • , ....... , .. . . .. .•..... CAPITULO XVDJ. - Dc la manera que tuTO Póstumo
rcconcilianc 74 cm d cuupo de ou mal .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 78

POSTUMO

XIX.-Póstwno entabla conocimiento con un ya mencionado en esta verdadera narncion..

CAPrnJLO XX.-P65tumo trata de oricntane en los asunros pobtic:oa. y cómo un ministro, en un cerrar y abrir de ojos, ae cncµcntn es:.

XXl.-Esperam.as denanecidas porWlCctbcro m1nistcrial.

CAPmJLO XXIJ.-Encuentro de Elisa con un pez gordo y paquidtrmico........... . . . . ... . . . . . . . . . . .

CAPITULO XXIIl.-Nueva.s esperanzas anubbdas por nuevos vatici. cinios. . . . . . . . . . . . . . •

CAPITULO XXlV.-Un gran camak!on recibe en audiencia 4 nuestro amigo.. . . .. . . . .. . . . . . .

CAPITULO XXV.-Dc5Cncantos y circunstancl:is que pusieron fitW. mente 4 Póstumo entre fas

flllll, CA.rmn.o
81
83 c;APITULO
86
87
94 ·
97
garras de EJU. .. 100 CAPrn.ILO XXVl.-De cómo Siscbuto se empostuma i su ver. .... . .. 104 CAPM'ULO X.XVU.-lnfancia y precocidad de Postumito.... 1o6 CArrruto XXVlll.-Sesion espiritista entre Cósmico y Elisa, •iniendo C5ta en conocimiento de 10 que fut en este mllDdo al. gunos siglos Antes. ro8 CAP ITI1LO XXIX.-Un puntilluo paquidtnnico hizo 1 Póstumo pen • .ar en la Eternidad, poniendo por obra su pcnsamM:nto. 1 10 EJ•JLOGO CASI NttESAtt.10 , llit J ,
ENVIRGINIADO ó HISTORIA DE UN HOMBRE QUE SE ICOLÓ EN EL CUE!lPO MUJER ALEJAN RO TAPIA Y RIVERA. SEGUNDA PART DEPóSTUMOflñiANSMIGRADD. ! PUERTO-RICO. IMPRHfA DE JOst OOJiZAW FOMT. 1882.

CAPITULO PRIMERO.

La vuelta al mundo .

No era la ind e de Póstumo, tal como lo conocimos en este mund ántes y dcspues de su trausmigracion al cuerpo de Sisebuto, propia para conformarse largo l\empo con la quietud de los limbos espirituales á donde fué á parar, por último, de s pues de su segunda muerte . Esta fu é bastante trág'ica, por cierto, como habrá sabido tod&¡el que tuvo á bien leer su peregrina historia.

Y como la índole 6 carácter es como . si dijerámos la fisonomía del esPiritu, viniendo á ser próximamente lo que apellidamds idiosincracia individual ; elato es que esto, ni murió fcon la carne dt"" los dos cuerpos que, por su desgracia, sucesivamente tuvo, ni logró dejái'sela en su sepultura. Por lo tanto , siendo su índole de suyo desconteiltadiza y rnov elera ¡ aún despues de darle por escarmentado, como debia, no lo estaba ni con mucho.

Fastidiábase la inaccion, y comenzó á suspirar de nuevo por el Mundo.

. -Angel mio ..-excla mó al cabo y lleno de impaciencia, diril!iéndose á s u Custodio,-aquí se aburre uno de lo lindo.r El rrlundo de Ja Tierra, que no he logrado olvidar, será el pe6r de los imaginables; pero siquiera allí pasa algo, vida, emociones ¡ en tanto que aquí. .... . Bien dijo no se quien: que a esto de Limbos no debían venir sino los nenes que no están en aptitud de hallarse ni en pena ni en gloria.

-¡Ya empezamos 1 murmuró el Angel con notable disgusto .-Sietnpre estás con esta manía, y observo

J /
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que te peor, de poco acá. Bien decia yo, que eras demasiado terco para enmendarte. ¡Y yo pobre de mi, que te imaginaba curado 1 -Con todo me avendría, sino fuese esto tan monótono. Y eso que no traigo siempre a colacion lo que á poco me el otro dia. ¡Pues no querian 'atraparme para habitar en el cuerpo de un laponcito que buscaba un alma para darse á luz! 1Puesbueno estaría que hubiese yo ido á parar á la Laponia c<>n tanto frío y con . tan to bruto.

·

-Todo esto resu.lta de haber perdido tu puesto en escala de encarnaciones al resucitar en el cuerpo de S1sebuto. No fué porque no te lo hubiese advertido á tiempo. Tienes que avenirte á no encarna r de nuevo hasta Dios sabe cuándo, y dónde ha ya de tocarte, . eso estor que no me llega al espJritu el pePóstumo, no pudiendo.. decir la camisa al cuerpo, por no usatse en los tales Limbos ninguna de las dos cosas.

Angel. trató de hacerse el sordo ante .impertinencias semejantes, pero como ya hemos dicho que nuestro Póstumo era .espíritu inquieto y descontentadfao en demas!a exclamó de pronto:

-Por eso me ·hallo dispuesto á escaparme de aqu( cuanto ántes.

. -¡Y á donde irás 1 preguntole azorado el Custodio . -A cualquier parte ; á la Tierra que es para m( lo más conocido.

-¡ nu evo capricho 1-esclamó el ángel, no ya sino lleno de espanto.

Debemos recordar, que como nuestro . héroe no babia tenido ocasion de beber las aguas del Leteo (que á todos los espíritus libres se administra ántes de encarnar de.nuevo ) ni cuando murió en este mundo por primera vez, nt despu.es de la segunda por la manera irregular que tuvo de mgcrtarse en el cada.ver de Sisebuto · hallóse al volver al Limbo fuera de escalafon, perdi'endo el turno de y hubo de seguir luégo y acaso para siempre, desconcertado en este punto. Por lo tanto hallábase en situacion excepcional!J'ma.

1 ( 5)

Póstumo de repente : -¡Como .que me voy! Y poniéndolo por obra , despliega el vuelo (sin álas) hácia fuera de los Limbos.

El ángel arraslrado por la símpatla de un Custodio para .el mortal que rtiene á su calor y amparo, tiende á segu1Tle ; pero no. ménos de detenerse luégo despechado, como d1c1endo : Y;¡ que eres tan majadero, vete, y alla te las l:ompongas tu solo. No estoy dispuesto á seguirte dn nuevas aventuras, ni á complacerte en las manías seria ya verdaderamente cabronada. Pero Póstumo volvió. Acaso no daba con la salida 6 no dejaba de ca sarle cierto temor el verse solo en parages para él ta de s conocidos . -Hola, exprtsó el ángel, /te arrepientes 1 Ni por pienso J Sin embargo, espero que me acompafles. \ 1 De riingun m bdo : basta de impertinencias. -¡ Y habrías de quedarte solo aqu!? -Lo re s pondió el ángel amostazado. -;-i me perderme solo por esos limbos y mu dos interminables. .Nuestro destino está ligado, y nue tros seres no pueden separarse. No sé que habrias de erdcr, con que, para distraernos un poco, nos tomáse os la libertad de llevar á cabo la breve y recreativa¡ excursion que te propongo . -/Pero á la jfierra nada ménos? ¡ Pues qué, todavía sientes aficipn á un planeta en que contigo tan mal se condujerdn ? -En la Tier1a, no á todos va mal siempre ni de igual manera.-Vkmos, sé complaciente, angelito ... No fÍ porque un loco hace ciento, ó por la afinidad de ndolef que es natural entre un espíritu y su Custadio, o que prestarla al de Póstumo su tantillo de visionario r¡ pero es lo cierto, que despues de mutuo s razonamientos del linage de los citados, el Custodio, á quien sin duda hacia tornadizo y débil su bon e dad de ángel, y su cariño á Póstumo, se dejó convencer, como sí fuese doncella enamorada, y cá.talos á entrambos. de los Limbos, camino de la Tierra y dando por ultimo en la atmósfera de Madrid.

CAPITULO SEGUNDO.

Ea 11" M "" 11•• ti t1Plrlbl dt P61lu•o ..., .. ' ..... '" .... . betlllhao aloja•ltt1le.

Eran las cinco de la tarde de un hermoso día de primavera. El 'ºl ya declinando alegraba la vida y daba hermosa luz al sereno y azulado ciclo de Espalla. El paseo de la Castellana estaba concurrid!simo .

Las damas bellas no eran pocas, y en medio de .aquel concurso que cautivó al novelesco Póstumo, fué ·precisamente donde hubo de antojárselc poner pié en tierra, 6 más bien, Botar como invisible mariposa en compañía de su Custodio, pues como dos espíritus tenian que presentarse aéreos é invisibles por no serles posible otra cosa. •

-Cáspita ¡qué hembra !-exclamó arrebatado el csplritu de Póstumo recordandp lo que habian sido para él en otro tiempo y en punto á emociones, los espíritus encarnados en bien graciosas y expresivas formas mujeriles, coronadas por sedosas cabelleras, con ojos de fuego, lábios de coral, dfentes como perlas, cuellos de cisne, menudos piés y sandunguero and!Lr, envueltas en vaporpsas gasas, luciente seda y cncages primorosos. Hac(a tanto tiempo que no veia ni olla espíritus con faldas! Ya so vé: los de los Limbos no tienen género ; y luego como sólo récordaba de Elisa la parte buena, esto es : la corpórea ! ..... . Una vez lanzada por nuestro héroe aquella excla'macion, púsose á caracolear en torno de la dama á guisa de moscan . Iba la misma á pié y acompafiada de otra dama que .i. juigar por la edad y parecido dcbia ser su madre . Cuantos galanes pasaban por junto á la primera, lfolvlanse ojos para contemplarla . Es decir, qne Pos' tumo tenia razon en alborotarse, porque era una jerezána por cuyo garboso cuerpo corrian deslcidos en forma de sangre lo s rayos · del sol de aquella tierra que dá aquel vino! ....

(1)

Y eran cntrakbas mujeres personas dé calidad, pues en aire, trage y maneras lo iban reyelando. -Cu9todio de mi alrha!-dijo Póstumo entusiasmado,-¡ qué felicidad seria volver á la tierra en un cuerpo tan hermoso 1 ' -¡ Canastos !-respondió el ángel-¿ ya venimos con nuevos antojos? ·

-¡ Y por que no habia de ser dicha para mi, qué cuando torné al mundo lo hice en cuerpo tan antipático como el de Silebuto mi rival ?

-Fué por tu gusto .

-No lo niego ; pero 1no Seria justo desquitarme ahora resucitando ¡en uno tan simpático y atractivo? As! podria comparar y saber lo que pasa deniro del cuerpo de la mujer sobre todo si es hermosa. Allá sabemos con evideno,!a que el alma no tiene sexo; pero en el mundo suele la cosa de otra manera : la mayor parte de las costumbres, leyes y preocupacfones tienen por base la organizacion física , ó sea el sexo , y de lo cual resultan dos-' morales, una para el varan y otra para la hembra. Esto me parece una injusticia con el nom brc de lo porque lo justo no es hombre ni mujer, y las leyes y las costumbres si han de ser justas, deben estar basadas en el alma, que es la esencia, y no en el sexo del cuerpo que es puro accidente. Lo eterno no debe basarse slno en la esencia que sobrevive y no en lo accidental qut muere con la carne. -Uf-repuso el ánge l-¡ ya estás filosofando ? Con sólo imaginar que podrias hallarte en cuerpo de mujer abogas ya por éllas 1 ¡ á dónde iremos á parar con toda ésa charla 1.... A\gun nuevo embeleco.

-Cóll\o que '!'C van entrando ganas de colármele dentro á e'a bellíSima andaluza.

-Tate! sí que estarla bien: ¡vaya un capricho! cuando yo di:cla que tanta charla de tu parte no auguraba nada bueno .

-¡Capricho dice s ?

-Si tal.

-Pues sea lo que fuere, los !mpctus aumentan, y me parece que me cuelo.

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J \

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-¡Insensato¡ ¿cómo puede ser posible estando habitado ese cuerpo? -¡Toma! ·Ya me colé dentro del de 5isebuto, y ya viste como salió pitando . Con tal que me ayudes á echar fuera ese espfritu evocándole cuando yo esté dentro .... . . -Nó, nó : hasta aquí llegamos .

No entr.o en más aventuras, ,ni me hago cómplice de nuevos disparates. Dios me ha dado la mision de guardarte y no la de violar sus divinas leyes. . -¡Y Dios qué sabrá de eso? · · -¡Cómo! ¡no lo vé todo? ,-;Lo verá ; pero nada habrá de decir, porque toda su d1vma grandeza no vá á ocuparse en estas nimiedades .

-¡Nimiedades !-exclamó el ángel asustado . No se mueve una paja , sin que él lo ordene y mande . -¡Qué le importa que yo vjva en ese cuerpo ó en cualquier otro?

Cuerpo por cuerpo, iqué rr¡ás dá? -No lo consentiré sin su permiso . -Eso es: otro expediente! siempre papeles y más papeles! ¿A qu é molestar á la Divinidad coo U na v.ez hecho consumado . . . . . . · -Pero el espfritu á quien despojas llegará allí alborotando y poniendo el grito en el cielo contra nosotros ; contra ml que soy más responsable . -Pues allá que se las compongan , yo me cuelo. -Me lavo las manos .... . . -L á vate lo que gustes. -E s píritu novelero y perturbador ¡qué haces? -Colarme , · -Detente!. .. Ya no hay tiempo: se coló! hija mial ¡qué te pasa? gritó la madre , y acudió medio paseo á ver Jo que ocurría. Cerráronse los bellos ojos de la jóven " y sólo armiño quedó en su hermosa tez, la ro s a huyendo ." Supóngase el lector, con todo un diablo que se le babia metido dentro del cuerpo .

(

La jóven cayó desmayada en brazos del primer gafan que de tal quiso servir en aquella escena.

La madre Dona Flora continuaba pidiendo socorro. -Un coche! presto ¡un cocbel-Gritaba uno; en tanto que otro corría en su busca.

-Un galan ¡>aró el suyo y lo ofreció á Doña Flora, quien con mil ampres ocupólo en compañia de la cuitada enferma á subieron en brazos .

-Presto, calle de Fuencarral número . .... . Emprendi ó la marcha el ve hículo ; y miéntras tanto Virginia era presf · de e s pantosas convulsiones. No podía ménos al ve r e con dos espíritus en el cuerpo y espíritus que come zaron lucha tenáz y · revolcona, verdadera lucha por la vida; má xime uno de los contendiente s er aquel .espíritu de Póstumo tan travieso y emprendedórl

L,legaron á la ca s a y vino má s de un médico . Aplicaronfe mil todo inutil : la lucha continuaba . Hagamos 1q que no pudieron los circunstantes : sigamos al invasor d e ntro del cuerpo invadido . •

O;\PITULO TERCERO . .

D..Uudo alnf'll•r '" ] "' un lntrno lanza de rondon al ,,.,1etat10 da i. Anca.

Al sentir el espíritu de Virginia que se le coloba dentro del cuer o un intruso tan osado , encojiose como guerrilleros qu e se re plieg a n y trató de buscar refugio en algun rinc o n por e ntre el laberinto de nervios, membranas, vaso s, venas , arterias y ·músculos que s e llama cuerpo humano ; pero como i)>a atortolado y lleno de terror, en lugar de tomar h ácia al corazon que hubiera podido servirle de baluarte para el juego de ventrículos y válvula! tan estra t éjico y apropósito para establecer una de entrada s y salidas que retardase la victoria del contrario hasta nuevo auxilio del exterior, si era po s ible, tornó hácia el e s tóm a go que abandonó en breve cefugiandose en el píloro á fin de que le sirviera de parapeto . Por su parte Póstumo, que había aprovechado para colarse dentro de la hermosa el momento en que ésta

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abría sus rosados lábios para sonreir halagüel\a y coquetona á cierto que acababa de pasó á guisa de mosquito por entre aquella hilera de perlas, y ballosc nada ménos que entre la laringe y los bronquios, errando el camino que le franqueaba el ex?fago y que le abría llevado en breve á la presencia del espíritu fugitivo.

Claro está que la del intruso en aquel sitio producir la tos que era consiguiente, y los facultativos no acertaban á. explicarse la tos convulsiva y el desmayo al mismo tiempo.

·

( fl)

TalllpGCo hubo de qllien anunoiue saQfl1u. vejltratori1ie y hasta moscas, Encerraáo el elplrilu de Virginia en la médular y que por' ao bah<lr leido á Desc;artes, no llClbia que Hg1tfl aquel ñlósofo por alU anda el asieato anímico ; Póstumo determinó situ·ar..e 1111111 mur$11Eaado aontra la apatla de su Custo<lio 9ue tanto tardaba en evocar al propietario en pró del mquilino ; pero diríase que le oyó, pues dada la reconocida bondad del ángel, decidióse á librar á del c-0nlllct-0, y comenzó á evocar á la pobre nia.

·

Por su parte Póstumo, al ver que por ali! no babia nada tomó el exófago y dirigióse hacia el estómago, sin duda porque su claro-videncia de espíritu le permitió vislumbrar en el plloro á la dueña de la casa. Esta, entónces viéndose amenazada tiró por donde puóo, subiendo oe quizá por alguna vena ó pervio y fué á parar á una de las carótidas, camino del cerebro.

De suponer es que todo estO de escurrirse :i través <i. la urdimbre ó tejido tle los órganos, que á más Y mejor atravesaban uno y otro en la persc:_cucion y fuga. respectiva, no podria verificarse, sino en v1rtud de la sutileza de los tales como espíritus y de las propiedades de l<ts células de la mencionada tela orgánica, susceptible de lo que llama la ciencia y 111osis, así como de la propiedad c!e mov1m1ento vermicular ó de contraccion y distraccion de algunos órganos, perm{tasenos la pedantería de estos tecnicismos en. l.ª. vía de probar que todo es posible á la naturaleza espmtual dentro de órgar.os tan dúctiles, ehisticos y. poros.os.

Lo cierto es que los médicos observantes no sab1an á qué atenerse, puesto que á la tos siguió un ruido de tripas algo en el cuerp? una bella,. efecto sin duda y por simpa tia, de la ag1tac1on que debió producir en el epigastrio y estómago la entrada del turbulento esplritu asaltante.

-Sinaspismos volantes-dijo uno. Y como laconvulsion se generalizara porque a1 colarse Póstumo en una de las carótidas, perturbaba los órganos circulatorios, añadió otro médico: -Calmantes, fricciones y paños calientes.

Y dedase Fóst mo entre tanto: si con un solo esplritu tiene ya un .cuerpo bastante á no. roder más, ¿cómo entenderse con dos a l mismo tiempo Sin duda mi ángel se olvida ele mí ó se venga de mi impertineacia, jugándome mala partida . ¡Qué vá á se"\> de mfl Nó, pues si quiere que yo abandone este cuerpecito, está. mal y no me conoce bien. Yo no cedo tan facilmente Verémos como nos las componemos aqul denl'f la dueña y yó . Verdad es que miéntras tanto, el cµerpo no iunci<>nar con esta ¡;-uerra intestina de l!os espíritus. A no ser que en este ¡uego y á pesar de nuestra sutileza, se rompa alg.uo vaso de importancia el cuerpo se· nos desorganice y muera, teniendo enti)nces que salir ambo• huyendo por no vivir entre pl!stlfclros gusanos. Vaya V. á desalojar á un espíritu de r, si es que en los espíritus cabe sexo, del Sebastopo cartesiano en que se ha metido 1 Y dirán 9ue las mu· es no saben de intríngulis meta.flsicos, n1 do estrate ia corporal para hacerse fuertes. Luego, está por medio la galanterla, el titulo de propiedad y eltntparo <le! que posee, /ualMS 9Mi positiet. De sue te que si lel senor Custodio no se digna proceder dicta rla.lmente á manera de exorcismo ... , ... . .. Yo bastante he hecho con co larme.

Pero á punto se produjo la evocacion t..., im-. ¡:¡eriosa, que el e•plrit« sJe tuvo que abandonar su arrinconado atrincheramiento y salir de prisa por ta boca- del P""iente ea foHna.<lc .$11Spjro. Grande fllé este iY el Doctor c¡oe aplical¡a al o!Ja.to de la ex- Vír¡inia un pom<> do ctenc · cilicó de sil

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lnvencion para estos ca5911, al ver que el cuerpo con aquel suspiro abrió los ojos mostrando que recobtaba vida y sosiego, exclamó con entusiasmo : , -¡<;;?u.é deds, ¡qué deds de mi específico?

Rec1b1endo de parte de los admirados concurrentes la tácita certificacion de su eficacia.

CAPITULO CUARTO. En ••• .. ri qut oaerpo l'I• e1•pro11llot,

En un elegante gabinete de casa de Virginia estaba Póstumo bajo la forma de ésta, sentado cod. algun abando110 coqueton en una butaca, en tanto que Doila Flora trataba de sacarla de su estado pensativo, con el proyecto de boda pactado anteriormente.

Lo del abandono coqueton á que nos hemos referid<;>, no. era: cosa de Póstumo, sino de aquel cuerpo de mu¡er mclmada naturalmente á la elegante coque...._ teda. '- ....,-Hija mia-expresaba Doñá Flora, es preciso decidirse á fijar la fecha. -¿Para qué Señora? -Para el casamiento. -¡Qué casamiento?

-¡Esas tenemos! la boda convenida por tí. -Por mí! · por quién pudiera ser? Pero razon tengo eij decir que desde.el accidente ó desmayo del otro dia, . has perdido la memoria y estás siempres como distraida. Vea V. que no record.ar negocio tan int eresante para ti, y aún para tní, como tu boda con el duque! -¿Qué duque?

-Con que ya no recuerdas tu pactado himeneo con , el duque de la Verbena, para el cual diste con -toda espontaneidad tu consentimiento?

-Ah! yá: ¡con que la ex-dueña de este cuerpo iba:!. casarse con todo un duque y rico por aftadidura?

-Riqu!simo, como que es señor de media Castilla; pero qué es eso que hablas de la ex-duena de tu cuerpo y otros galimatias? Lenguaje es ese que no

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exclamó la pobre matJrQ con los ojos aguados y moviendo la i;•bezil en ade"18n. de pesadumbre, coíllo al qolale· ra decirse; qué soy! está loca mi híjal Póstumo compre dió por experiencia, recordando lo Q.Ue le pasó con el uerpo de Sisebuto, que no le convema jugar á los fJ"id, pro guos y que, pues se habia entrometido en Virginia, lo más r¡>.zonabl<! y conveniente era aceptar su papel doncella casadera y pasar por todos los antecedentes y compromisos del cuerpo en que se babia metido.

-Con que el Duque de la Verbena ....

--Es todo un cu¡nplido caballero y aun.que seftor de algunos años, allá en su tiempo fué todo un buen mozo y lo.que se ll am.a hombre á la moda.

-(Luego es viejo?

-Pues qué, ¡nó le conoces?

-SJ ¡ pero eso casarse con un viejo . -No puedes volverte atrás , puesto que ya le diste el si y hasta conviniste en lijar el dia de la boda. -Pues no crM que esté obligada á casarme con un viejo por más y rico que sea. -¿Cómo nó, si dota espléndidamente?

-Aunque así fuFse . · -¿Y vás á dejarme mal en el compromiso? ¿qué dirá el duque? j Que diga lo que quiera. -Y luego que desde que murió tu buen padre, hemos ido á ménos como sabes, y no es cosa de petder un brillante casamiento que .. ... .. . Pero ¿á que meJ esfuerzo?. :... si ya estabas cobforme en aceptarlo. -TI! i .

-EsoJi que esM bien! ¡Ahora salimos con esal Voy á cree que te has vuelto loca ó tonta por lo ménos . --Pero, si yo no quisiera casarme por ahora. -Pues no puedb consentir seme¡'ante inconsecuen·· No te dije que casándote con e duque, quien se 'a por complaterte en todo, y i quien dominarías qye está de ti, vendrias á tener pala- ' , coches, joyas, palco en los teatros y cuan-

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J.

t& Jl!ldktes apetecer! 9ue podrlM 41esltuiter • ltlllNI ned09 que se par.a ·y 9'm loe mis, •• .. fa!Jloso titulo de dl!queaal ¡ha• ol'Vldado la roladlill de to.lo aquel boato que yo te hacia para pereuadirte1 En lugar te expresaba, q11e el duque no C9 ad· vélteofizé de viéjo cuno, cuya lliadema podriu 011t'entar en coche de gala los dias de córte, con rabia de tantas ménos bellas. . . . Jelésl y qué bonita eatarlae con tu gran traje de cola, tus diamantes y tu\ ..... . A/ti vd la reina de las dut¡ursas. dirian los galanes ad· mirados._:Ahl 1111 una vertiadutt srlüwtt tk vttsallos di··rfa el pueblo respetuoso ; y todo para ti, envidia y ala· banzas. Pero, ¡á qué cansarnos si te hallas como absorta y no me escuchas?

Póstum<f envirginiado no sabia que responder.·· Comprendía que no era del caso retroceder ó negarse por lo pronto, puesto que ya no habia medio de salirse del cuerpo que habla tomado po,r asafto con tanta irreftexion.

·

Por otra parte aunque esto de salirse hubiese sido posible, cosa que no podia verificarse sin un suicidio, pues no se puede tomar un cuerpo para dejarlo así entero y corno quiera ; habrfale dado lástima herirlo ó maltratarlo siendo tjln hermoso. Aliádase á ésto que su espíritu novelero estaba excitado y la curiosidad le llevaba á esperar el desenlace de aquel episodio ducal en que se veía envuelto, figurando en primera linea y de manera tan inexperada.

A este runto llegaba discurso oral de Dona Flora ' y el menta del Envi•ginlado, cuando se oyó en la puerta del gabinete una voz algo cascada, aunque con P.retensiones de melosa, que decía : -¡Se puede/ -Adélante, Duque-respondió Dona lante .

Entróse el duqqe y continuó élla: Aqul tiene V. á su futura algo cavilosa y afectada .iün, de resultas del accidente de ayer tarde.

El duque de la Verbena era un viejo de más de 6o atlos que harto se conocian en lo rugoso de sus facciones a¡nciadas y haata hermosas en otro tiempo. ¡rataba

pñmaveru c:en 9l peluqufn, ote, y la poetlr;a dentaSura.

Pugnaba r su talle erguido, y como la estatura en e onocfaae que su persCUI& en otro tiempt> ba lt.ido aer gallarda y ; pero tra1h1elanse los sesenta y pico como no podta ménos, á pesar de afeitd y artificios, y no era cosa de lisonjeat la vanidad de la ;que por marido le tomase.

Y eso que era tqdo lo que se llama un viejo limpio y elegante, cuyas melosas trataban de ocultar la inffuencia que en órganos vocales dejaba la tós senil acometiéndole con mayor frecuencia de la que deseara.

.

El Dlt(jllt.-¡C o es eso encantadora Virginia! ¡Alln se empella el asado accidento en atormentarnos! Más que mal rato ·n'ls díó ayer, y con eso debiera bas· tar para que la suert se cansase de perseifUirnos. Pero mo lisonjeo de que uestro pactado y próximo pondrá remedio á c vilaciones y disgustos. La umon con una persona' terida borrará todo género de pe· sares.

Dofla Flora ( á trg-inia por lo 6ajo ).-Contéstale, hija.

Virg-inia .-Duque, es V. muy amable y digno de 1.a fc-rtuna; perc¡ ¿qué quiere V? .... Si el matnmonio de que V. se promete tanto, no se efectuase tan en breve. .. .. ... . 1 • Duque.-¡Cómol Dolla Flora.-¡Qué dices? . Virl{inia.-A PFSar de mi buena voluntad , necesito pensarlo . Dut¡ut-¡Pues qué? ¡no era cosa decidida? . le hemos de hacer? Las mu¡eres somos asn · 1 ( Dolla Flora a( Duqw).-Cuando he dicho á V . amigo Duque , que dsta nina ha lesion el cerebro .... Vaya, tengamos pac1enc1a . D•t¡ue.-¡ para quien arde en deseos de llamarla esposa? Al decir esto los ojos del duque perdieron Lo vidrio· so de loa seeenta recobrar el fuego de los veinte .

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v;,.g'l·,,.a.-Comprendo; pero ....... .

Y aquí sintió la ¡óven la conveniencia de no desconcertar al viejo y con un mimillo que extasió á éste, le dijo tendiéndole la mano con carif\osa gracia : 1No me cor.cede V. diitas, ,,.; q11erido D11t¡wf

El duque se sintió derretido y aceptó con resignacion el nuevo plazo.

Eso no vá bien asl-exclamó Dof\a Flora amosta· zada, luego que salió el de la V erbena.-Te has vuelto verdaderamente loca. Y luego querrás mof\os y joyas. 'Pues cuidado que con la viudedad de Brigadier que nos dejó tu padre, mermada por descuentos y pagada con atraso, y con lo de Chinchan, si lo pagan los arrendatarios y el administrador no nos lo embrolla, 110 sé cómo vamos á pasarlo con el lujo y los caprichos que preten· des.-Mamá, teatro; mamá, aderezo; mama, reuniones; pues de alguna parte ha de salir todo esto. Con que ya puedes irte resignando encierro y á ir hecha una cursi. En cuanto á mi renunciaré á todo por completo, y • no cuentes conmigo para nada. Se acabaron los paseos y las tertulias, no hay más que estarse en casa y trabajar solas junto al brasero, que no faltará que

CAPITULO QUINTO .

01 o61tto por tner el ct1erpo sut reublot, btro Pkbl1110 qU• conwtM*H

U qui en •U)lr, r procecltt OllM tal.

Pasarónse algunos días, y nuestra heroina se convenció de que la escasez iba de veras y de que el matrimonio corri:i prisa.

Era necesario uha transaccion con el casamiento. Veámos como pudo comenzar :í verificarse aquella. , Luego que Póstumo se quedó solo en su alcoba con su nuevo cuerpo, á su sabor y vió que era cabal, hermoso y digno de ser amado. No sabemos si lo examinó con ojos de hombre, pues de tal debla su alma tener resabios . Sólo asl se explica que cayese en el desvanecimiento de Narciso, enamorándose de lo que de alll en adelante habia de constituir su pei:$ona.

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Narciso se vió en una fuente, y él ó élla en un espejo. La nueva Virginia sintióse hermosa, y esto no es extrallo, porque rara es la mujer bella que. no está rada de s! propia. Verdad es seme¡ante narcmsmo no deja de ser comun tambien á muchd!! hombres, por más que pretendan j disimularlo . ·

Con este enamoramiento de si misma, la heroína ó héroe de esta histo•ia, comenzó á sentir el deseo de que todo el mundo la encontrase ta'n bella como él ó élla se encontraba ; y de aquí el anhelo de agradar y la coquetería tan necesaria á semejante efecto.

- Y que en este juego de agradar y pa· recer bella, nada e a más fácil. El cuerpo de fina hembra andaluza en q e habitaba, Póstumo sabía ó debía recordar todos los golpes requeridos para el caso ; y por cóstumhre ó r9sabio podía ejecutarlos á las mil !naravillas . Y los aque/es de su gracla ... con lo poco que,y nia de .su parte y dejando hacer al cuerpo, no había ás que pedir.

Vamos á cue tas. ¿No ha sentido el lector algu· nas veces el resab'o de alguna tendencia; de algun movimiento , que y siempre ejecuta el cuerpo cientemente y en ocasiones hasta contra la voluntad? Raro será que no l haya experimentado esto ; confiese, pues, que no deja de ser verosímil esta y vida propia que concedemos á un cuerpo que, sm de¡ar de ser lo que era y conservándose intacto, pasó á ser de otro dueño ó de otra alma .

La vida que se atribuye al organismo no tiene otro motivo de explicacion. .

Un ejtmplo ¡nás. ¿No habeis que c.uan· do un los dedos e¡erc1tados e¡ecu· tan y con acierto?

Así en las mujeres, ¡qllé revoleo de ojos, qué za· randeo de cinturb., qué dengues de cabeza y de manos y de picsl

Por supuesto, casto. y mesurado todo, á medida de la mala intencion, por aquello de que más diabólico que lo encubierto ó lo negado a medias con apariencia de virtud!

. ' ( ( r6)

A.qui de Crlaófllo en su Sataniada.

"¡Y cómo no tener aquellos ojos donde mágica lumbre centellea, y aquel fooo de amor en lábios rojos dó se asienta el placer, brinda y desea/"

Y el seno que al latir aviva antojos, la cadera gentil, talle que ondea .• . ..... Basta, basta : su autor, su rey eterno · temió que se quedaran con su inflerqo.

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t él creada y entregarse por it1stinto r'nla de circunstancias á ser Virginia 1 es decir : toda una mujer. s11biado por su ex,-poseedora, como hedneaba ante el halago, y al ver á un galan símp y se agitaba aquel corazon violentamente, suspirando pór lo que Póstumo habla suspirado en otra forma.

En una palabra, nuestro envirginiado era ya una coqueta vanidosa :Jr tornadiza.

En colmo de argumentos. Para probar que el cuerpo de una mujer tiene resabios ó vida propia, idiosincrasia 6 como quiera llamarse, bastará considerar que las maneras y no se qui de la francesa no son los doe la espatlola y que hay un abismo en punto á ese dicho no se qui, entre la inglesa que no lo tiene ó lo tiene poco, y la andaluza que lo tiene todo y en grande escala, y esto puede aeegurarse que, aunque no lo quieran unas ni otras, lo tienen de naturaleza ó segun los hábitos de la raza.

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Pero como no son suficientes los dones naturales, l,' entre las espáilolas la gracia: natural es tan corriente que no se descuella con facilidad en este punto ·; y como para figurar, deslumbrar y atraer de manera irresistible en los altos sa!Ooes de aquella nacion, etl donde las hijas de sol andaluz pretende serlo como su tierra IH Marta Santísima, no baata ser hermosa; sino que e1 , forzoso darse á la galanterla, r vestir primores , convirtiéndose en sacerdotisa del lu¡o y de la moda, deidades cada vez más exigentes ; resulta que no akanza el monte-pío de un Brigadier y no digo algunos arrendamientos en Chinchon, pero ni Golcondas ni Potosíes en la vorágine insaciable de deseos que todo lo impulsa y arrebata.

·

Nuestro envirginiado vislumbró todo esto; y como sabemos que cuando fué Póstumo era de condiciQn extremosa y soñador incurable, ha•ta el punto de que ahora dada la im¡leriosa necesidad de ser mujer, no babia contado nunca con lo comun y vulgar entre las de su sexo, hubo de abandonarse á las ""gestioj de la

.

Pero ¡qué hoqibre no es lo propio aunque no lle ven éllos tanto la ffamal

Así pues, el . gérmen que era Póstumo no pecaba <le inapropiado t'n esta materia; el cuerpo de mujer era más que dispuesto para el caso, encontrarónse dos cosas que hubieron ál·fin de armonizarse.

ES'trito está, ijue la mujer será siempre vencedora. Desde el paraíso terrenal hasta . hoy no ha pasado de otro modo. Sans¿n pierde sus cabellos y sus fuerzas en brazos de ollaf\!a.

Está vi s to que para'. mujer conviene serlo de nacimiento. Volverse tal en cuerpo femenino ya resabiado, para el Diablo. Se viene á ser entónces dos veces mujer. Lo que uno de tal tiene en su alma, completado por un cuerpo que de idem todo lo tiene.

CAPITULO SEXTO.

Llegó la boda que hubo de celebrarse con toda esplendidez. 1

El duqhe vestía su uniforme de gentil hombre y pavoneábase orgulloso con su calvario de cruces grandes y chicas. A ser cualquiera de éllas como la del Redentor, con una sóla habriale bastado . Y acaso podía ha- · liarse entre él y a'<)uél Di'os hombre, un punto de semejanza: el de no haberla merecido.

Su porte hada olvidar con la gentileza del talle y los primores ó prodigios de la Qulmica los estragos que ti llU"o del tk,,.po babia hecho en su rostro.

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Dolla Flora vestía con elegancia ; aunque más pin· tiparada de lo que convenía á su edad y papel de señora mayor y suegra, · Elegantes caballeros y sellores mezclábanse á vistosas damas de la antigua aristocracia madrilefia, intCF· polándose en éUa la de nuevo cuilo y aún la que han dado en llamar l1aytiana; así como á su vez se ostentaba tambien la bancocracia y la democracia de frac. La nobleza del talento hallábase alll representada; sin que faltara la legion de pólíticos en candelero ó sea la . situacion, porque la no oficial suele en estos casos osCurecerse 6 deslucirse por su aus-e:ncia.

• Pero entre todas las damas descollaba la novia. Vestía de rica seda, que si pretendía rivali'zar en color con la blancura de su cuello, era para confesarse vencida ; y de su frente coronada de azaháres y perlas que costrastaban con el negro lustre de su cabellera, colgaba el velo de virgen tan propio de este caso.

Sus ojos, á través de la fina gasa del mencionado velo, irradiaban de sus negras, húmedas y-brillantes pupilas, púdico fuego capaz de edcender mil corazones ; y por entre aquellos lábios que semejaban dos álborc;s purpurinos de caliginosa y bellísima aurora, dejábansc ver de vez en cuándo por entre cándida sonrisa que se complaciera en mostrarlos, dos hileras de dientes de purísimo esmalte que más tcnian de perlas que de tales, negando al parecer que nunca servir pudiesen á otra uso que al de entrecortar tiernos suspiros y modelar los. ecos de una voz y de un acento que eran de adivinarse encantadores y dulcísimos.

En cuanto á los concurrentes pasemos á enumerarlos segun lo hicieron los gacetilleros de entónces, pues sabemos que esto por lo que á chismes trasciende, esdecir á gacetilla, es Ja más sabrosa comidilla de los lectores, viniendo á ser aquella la seccion más leida de 'todo periódico.

Debemos advertir :intes, que si al mencionar los tltulos de nobteza de los dichos concurrentes algunos aparecen muy raros ó peregrinos, es porque son designados muchos de éllos con el apodo ó nombre de guerra que llevan á la sordina enelcírculosocialenq)"figuran.

( H)

mos que descollaban allí entre ·otros tim• nde de Astas de oro con su esposa, y el Real Srrvicio ¡ así como no brillaban méde Culebron y su D,uquesa, los de Pasto ron de Provisiones militares, y el Conde , esposo de Ja Vizcondesa de Monte Rubio. Ha anse tambien llenos de cruces los Ministros, los Diputados Don S1!mcio y el de Real Ordm con Jos ilustres senadores Don N. .51 de comptacmcia y Don Nó y allá Los banqueros Cerrogordo y Buey Sagrado, los generales Francachela y Bum-bun con sus esposas, la del Pináculo y Baronesa de Rio Cálido. Todas éÍlas á cual más hermosas ó deslumbrantes y todos éllos á cual más cortesano y formalote. Con enjambre de ¡bonitas pollas y de amartelados y primorosos galancetes. De jamonas y cotorrones no dejaba el-e haber t.ampoco racion muy .abundante; sin. faltaran por último los gaccttlleros 1 a.qu1epes hoy se mv1ta de rigor para,,9ue hagan de escribanos de I.a fiesta dando fé de lo que pasó y no pasó y de lo que .vieron ,Y no vieron¡ siempre en el de 9uc, como estomagos agradecid6s, habrán de decir primores la casa y en especial de la Señora y Séflorltas d.e la ".''sm¡i" . Pronuncióse el sí, que con frecuencia quiere s1gmficar cualquiera cosa, y al bufet y á bailar y luego á casa. Pero ah! entre los concurrentes se hallaba cierto galan apuesto y .ieductor como un Apolo : Ationís de frac que de la aljaba de sus ojos lanzó dardo amoroso que vino á herir sin piedad alguna el alma de la desposada. 1

No sabemos que misterio se reve l aba en esta simpatía de l qspíritu de Póstumo con el del mancebo mencionado, diisterio trataremos de 9l:llrar más ad•· lante ; pero es lo cierto, que en aquella líoda, l?"drá acontecer en otras muchas y s1 la mano se casó con un Duque por el cora.zon .Y el pensamiento se casaron con ot:M, · racia con el mancebo referidc¡.

¡Quién sería éste?

Semejante simpatía no era de e sino .por cita misteriosa de dos almas que •• rall en este

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'

mundo y se conservan la mutua afeccion sentida en otro.

Pero á juzgar por los ojos de Virginia, parece que el nuevo cuerpo de Póstumo no era indiferente á esta simpatía; aunque á la verdad, esto tiene ya más clara explicacion, pudiendo decirse que en este caso, pasaba al cuerpo de Virginia lo que le habia sin duda acontecido en vida, es decir, se derretía un tan tillo ante la presencia y amartelamiento de un galan simpático. Enlas palpitaciones del corazon podían explicarse tambien como hábito ó tendencia de aquel cuerpecito retrechero. Si el corazon no es más que un músculo y · como órgano un gran hornillo ó motor d.e la sangre, ¿podrá ser insensible á las emociones del cuerpo á qt¡e pertenece, en una palabra, á la organizacion física segun hemos tratado de patentizar cuando hablamos de los hábitos y resabios corporales/ ·

Y aún hubo algo más que observar, como "cosa exen aquellos momentos ; originado todo éllo por la anomalla postúmico-virginiana: que no asf de cualquier modo puede cambiarse de sexo ó asaltarse cuerpo ajeno. Dios no ha hecho las cosas para que los noveleros como Pó•tulno traten de trastornarlas sin consecuencia.

Póstumo vió entre las damas á la joven Matilde, Condesa.del Cierzo : parece que la vió con los ojos de hombre que habia sido, y chásl nuevo flechazo ; su cuerpo, acaso por tratarse de mujer, no sintió la atraccion simpática que por el jóven Adonis hahia sentido.

JCómo chispearon y se hallaron los ojos entre Virginia y su Romeo en los lanceros que bailaban frente á frente! .

Para no llamarle Romeo tendríamos que expresar su verdadero nombre: Segismundo; pero nó el· de la Vida es sutfio, sino de Salazar y Mendoza. Es decir, un doncel ó caballero particular como cualquiera otro. con más de un apellido como acontece á muchos que toman esta moda, y por afiadidura la cintilla ell el frac, por aquello de que tales cosas visten bien y Ao dej111

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de sentar comme ;} faut á pollos. y gallos en ciertos salonCs pretensiosos.

Pero donde puede decirse q Ja todo estuvo á punto de ser Troya, fué en el último cotü!on, en donde al dulce eco de la música de Slraus, y cefiidos Virgin 'a y Segismundo en dulce abrazo, hubieron de perderse en un abismo de ensueños y emociones, no muy gratas para el Duque ; quién de reojo y tratando de disimular los á fuer de homi>re de mundo y galante marido, no pt¡do ménos de ordenar á Ja orquesta que abreviase sus para él diabólicos sones.

Retiráronse y otros, y trabaj? costó al Duque no darse por ente d1do de"cuanto babia observado.

Virginia retir se emocionada y pensativa ; el du· que nq lo estaba F,énos aunque por diversa causa." Las can,tó el sereno ; y á poco todo paree la silencioso y tranqwlo en derredor.

C IPITULO SEPTIMO.

De •• VOi q • oy6 P6etwmo 6 ,. ""'" YlrillllL

Es el día siguiente al de Ja boda. Encuéntrase Virginia en su tocador, solitaria y pensativa. De pronto, oye la voz de un sér invisible que no le es desconocida : la de su Custodio.

La vo.s.·-Ten presente que eres ya Virginia y no Póstumo, puesto Ie es el cuerpo y no el alma lo que dá el sexo. Este s sólo accidente de la materia ; pero mientras se vive h yquc tener en cuenta sus condiciones. Eres1pues mujer y no varon. Al apoderarte de ese nuevo tuerpo , has contraído tambien los deberes que le eran y asl no dejarás de ser responsable de cuanto como lo habrla sido el espjritu que lo habitaba. ¡Puedes tú asegurar que Virginia, la antigua duefta de ese cuerpo, no habrla sido honrada. y hasta virtuosa/ Mal has hecho con haberla desahuciado del mismo, y sólo el uso que de su carne hicieres podrá atenuar la violenta usurpacion que has cometido.

Póstu1'UJ tnvirginiado.-Te reconozco, te reconozco, ;ingel mio, por tus sermones.-Chocábame ya que

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no hubieses venido ántes á amonestarme; pero ¿quiéa te ha dich? que pienso hacer mal uso del cuerpo de

L<1 voa.-¡Quién? Mis ojos. SLtpones que ignori» lo sueñas del jóven Sala zar, con quien to cavilar. an;>che al pobre Duque tu maridol Poslumo cnv;.rgmzado.-¿Y es culpa mia que este hermo.so cuerpo sienta por aquel jóven el mágnetico que debiera y no quiere •entir por el Duque? Por cierto qJe no comprendo cómo la ex-duena de este <:uerpo iba á casarse con el abrigando la frialdad ó máa 'bien la antipatía que por él siente.

La acontece con las mujeres. La pobreza. ó necesidad de mejorar de suerte les impone el casan_i1en.to, y deben someterse á la fide1idad que esta insrequiere, so pena de perder la honra y de incurnr en otras consecuencias.

Póstumo.-¿Y para qué se .casan entónces? ¿tienen más que resistirse?

. La voc.-¿Por qué te has casado tú?.... No ha sido te obedeciendo á móviles mejores. Por amor al lu¡o te casastes ; ni siquiera la disculpa de la miseria como á muchas_ acontece. ¡Y sabes quien es el gallardo mancebo, Sigesmundo, que tantas cavilaciones te ocasiona?

Pos/111110 co11 gran interls.-¡Quién?

La voz.-Nada ménos que el cspí.ritu de Elisa, la de Doble-Anzuelo, engarzado en cuerpo masculino· aquella Elisa que fué cuando tu·eras hombre tu amadl esposa ó mejor dicho, tu calamidad Pósltttllo (toll gra11disi·mo asomóro).-¡De veras! ¡de veras? ¡quién pudiera imaginárselof

La voz.-Si n dud.a la simpatía que os atrajo ántes, aunquo élla no la sintiese por si sola, influye ahora en vuestros séres.

• Póstumo.-¿Es decir, qué porque en vida anterior fuimos lo que fuimos el uno para el otro debemos andar siempre mancornados? ' ·

La voz.-No es forzoso que así pase con todo•¡ pero como por tus noveleros caprichos te has forjado una situacion excepcionalísima. . . . . . . . . . . . lo de-

(

má• •on misterios la vida del espfritu y afinidades cuyas causas están fuera de nuestro alcance.

Póst111nd.-Entónces, si Elisa y yo fuimos esposos en otra vida, no creo que porque se hayan trocado en ésta los papeles calificarse de gatuperio nuestras mútuas afecciones.

La voz.-Callaí calla. Eres el espíritu más anárquico y desordenadpr que nuestro Eterno Padre pudo crear para este mundo.

Póstumo.-Pero es cosa singular: el amor es censurable ó nó. Si lo primero, ¿por qué lo deja de ser y se hace buenp cuando uno se casa?

¡Crimen dicho$o amorl De cosa impura conviértese en virtud, leg izado por la mano de un Alcalde 6 la de un Cura.

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La vo::.-Jesús, Jesús, calla y no te metas en esas tO· sas. puedoescu diiarte. que me vaya y te aban· done á tu suerte. \ti.si está estaillecido y mién!ras lo esté, te deshonras al par :i. tu marido , si no currfples c<>n el deber de <:iiposa enfrenando tus pasiones.

Póstmno.-¿Pero las pasiones son hi¡as del alma ó del cuerpo? Yo ci'eo que si la ambician, la soberbia y la envidia son hijas del alma, puesto •que por sentirlas algunos ángeles (séres como tu incorporéos) cayeron del cielo con Luzbel á la cabeza; tambien hay otras pasiones puramente hijas del cuerpo como la gula, la lujuria, &• ¡

La voz.- Ah! estamos.

Póstumq.-Pues si ahí estamos, las amorosas aficiones que este cuerp6 sienta, no me pertenecen por no ser cosa del alma, único simple con que he contribuido á este e11v:"r¡¡inami1nto en que me hallo.

La vo1.-Pero ignoras que1 repecto de unas y otras pasi ones, kspondc el alma rectora de ese cuerpo ; que es como si dijeramos un medio de pruebas en este mundo? Por otra parte, ¿quién te dice que no es tu imaginacion la que te pinta las seducciones del objeto tentador, así como, aunque mis débilmente, los hotro· res del remordimiento ó del castigo? ¿Quién dice que no entra en este acto hijo de tu pasion todo tu raciocinio, aunque perturbado por tu fanta"'11. ó por tu vol un-

tad? voluntad tan débil para actuar en contra de los propios deseos y tan poderosa para seguirlos? Pues si entra en todo e!!o tu espíritu, bien que dominado en cierto modo por tu organizacion fisica ó sea ese cuerpo ¡ ¿Cómo eludir la responsabilidad de tu yo moral y piolpro·

Póst1'mo.-Como gustes, ángel mio, pero no sé que podrá resultarme de no seguir tus consejos, ni en que forma podrá hacerse efectiva la responsabilidad, con que me arguyes.

La vos.-¡Cómo! eso es precisamente lo que debes "Saber á todo trance. Si Dios ha consentido el atrope· llo que cometiste apoderándote de ese cuerpo ageno, no será indulgente con la conducta que de hoy en adelante observes. Lo primero podrfa pasar por calavera· da ó travesura á los ojos del magnán imo Ser Supremo; pero lo segundo, revela' perversidad, con la cual á fuer de justo es intransigente. En la actualidad, segun se dice en los Limbos, su Magestad Divina, que todo lb vé, está altamente descontento de tu conducta; no serla pues extrafio que te cualquier dia de este mundo para someterte á gravet perturbaciones. No ignoras que por allá y á pesar de su infinita misericordia, no todo son tortas y pan pintado.

Póst1'mo.-¿Qué ho.cer entóncesl

La voc.-Proceder con limpia conciencia y nada más.-Adios y hasta otra. Póstumo.-Pero aguarda .... ..... .

El ángel se alejó sin duda, dejando á róstumo ca .. vil oso.

CAPITULO OCTAVO.

lltf111l0ttH fe Yl'llllll PNtú•IOll J au lntl•l414 nn •11t1W1,

Parece que el discurso del Custodio hubo de influir algo en la mente y conducta de nuestro héroe ó· heroina, sobre todo la última parte de aquella prédica referente á los rumores que circulaban en los Limbqs sobre que el Ser Supremo no estaba ·dispuesto á tolerarle más

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locw-as amenazando con grandes y cal· tips que P6stuipo no dejaba de fener nodclas: ,A.Al pues, a petar de la antipatía que Como espoao le lnl• ¡,haba el Duque, avlnose á tratarle con alguna apariencia de afecto y sobre t'do con fidelidad de . esposa ; no sin reservas mentales 11ada favorables al primero; pues sa• bido es que el hermano, sobre todo cuando se alberga en cuerpo e mujer, quizás porque éstas más sometidas que los hombres al yuRO de las apancncias y á lo ' que de éllas se tiene mucho de ca· suista . f

Una reserva ªental á tiempo excusa muchos ma· les y evita sobrada luchas ; y la mónita la.s muje· res es hábil en est de dal"al deber la apanenc1a, y al gusto el alma, co1110 suele acontecer á todo esclavo: al ¡imo la aparienc!,a; el pensamiento y la ln· su deseo. lf sta moral es muy acomodat1c1a, y salvando la se como estaba . . una palabra : el fing1m1ento . Olvidaba Póstumo-Virginia que éste abre; la puerta , y luego se cuelan el en· gallo y las traiciones . El duque contento, como todo el que vive de ilusiones. . . .

-Pero si este buen señor que se apel!1da m1 do (declase la que ya seguirem'?s denommai:ido :Virginia) fuese siquiera como otros VICJO'i_cuyo. esp{ntu vigoro: so, entusiasta'y cultivadQ suele en rn_terés y dad el encanto de la juventud y aun aventa¡arla, olvidan.a uno sus anos, á veces más y atractivo que un jóven ; porque cntónces la ve¡cz serla sólo del cuerpo ; pero ¡si es tan frívolo aquel señor! cándole de ciertos¡gustos de poca. monta y de .vulgandades de a, no queda mas que el vac10. Debió ser tellioso cuando mozalvete. :rodo en él es yerto, y sólo el barniz de la buena sociedad, puede en él tolerarse ; parece un sepulcro blanqueado ó u!'a ruina sin in.terés histórico. Más que Verbena, debiera llamarse flor de trapo. ¿Y ha de permanecer una mancornada con este cadáver de cuerpo y a!ma? ¡Pobres mujeres! Diránme que por qué le di m1 mano . La infeliz mujer quien la necesidad del estómago una•

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en que la criaron otras, ó la nece11llft1d1 df . el carácter y considetacioh <tu<' sólo <!in lfantalones, como se drce vn!giu-mente, ¿cuándo vuede alcanzar los medios que le dén voluntad prop(a para emanciparse de la nece s idad del miento, como acontece al hombre? La so lterona , es: umr desgradada á quien el desdén de todos echa en caras u soledad atribuyéndole su poca suerte á falta de mérito . . Pero á pesar de todo esto, Virginia resolvió, pues que no babia remedio , llévarse con sU marido to mejor po,;ible y no amargarle la vida ; ya que el buen duque lle/ omitía medio de complacer no sólo s cesidades, sino los caprichos de su vanidad · ril, en dos seirtidos. Vivía en la opulencia y sus antojos e an leyes.

Estaba en poses1on de In va rita d1 · la v irtud con que se hace soña r á la infancia cuando boquiabierta es· cucha de la madre ó del aya aquellos cuentos inolvidables en· que siempre hay un encantador ó bruja qt1e rcaHta tantas maravíllas.

l?ero acabó porque los voladores carruajes-, e}e .. gantlsimos vestidos, joyas de s lumbrantes, espectácufos, bailes y fiestas r:o bastasen :i alegrar su alma saciada en caprichos y no satisfecha en aspiraciones, como ll ega á embotar la sensacion del paladar m ás ávido el uso empalagoso de la que se come sin saborear-se, y que torna preferible el más grosero manjar saz o; nad o por el apetito. '

Para huir del galante Salazar, (ó sea Elisa de :Oobl e-A n z uclo masculiniza da) que desde la noche y fiesta del casamiento no dejaba de perseguirla, de buscars e amistades más intimas aunque m é nos peligro· sas, que consolasen ha sta cierto punto la soledad de su corazon, privado de gratos afectos. , La Condesa del Cierzo, a quien mencionamos en uno de los capítulos era jóven y bella. Haclale gracia cierto aire gazmoño, adquirido en el cote .. ¡io monacal en que se babia educado ; aunque no era mfi s que vdo para cubtir su imaginacion no exenta de trave su ra..

Dé!!de el pritner momento cayó en grada á)Virff•

<l>ilr..1• como.dijimos ; tra'ló <le busc'lf -..a rR Sin duda con su astucia natural de espiritu de .percibir aquel misterioso -contraste, P' M•cla.da para séres<:omo el que P<To la tal gazmo11ería que tanto gu•taba ,á Póe.tuJllP ne agradaba al 111arido de la Condesa, .quY.n edu.cMie «l un colegio¡ láico de París, babia t'"llado de .aquclla sociedad v0lteriana la antipatía á cuanto tr.asICH.diese .a misticismo . Al principio esforzábase el .dicho esposo Jicarla, pugnando ppr convertirla en algo más IJlUndano . 'f métlos .escaodalizable, á fin de poder armonizarse ·Ull .tanto c.on aquel es¡firitu que le era tan poc0 afine 'f l!ll .cuya <:omunion de tta riilo y domesticidad debia vivir¡; pero cansóse al y dejóla ,por incorregible. .No ..Si élJ'!, pues 'al ver que s u marido no sólo era ,a nti-cae tólico , )ino .que des eüaba toda religion positiva, como .hoy a.conlece á ,mu hosaunquc afecten otra cosa por ir <ion la corrien4; ó por propia conveniencia, la esposa,, la pobre Matildc llorando mucha parte de los dias y rezando mud1a parte de das noches . . Pretendía con esto, que Dios llamase •I aprisco aquella oveja descarriada. Era para élla doloroso que su marido á quien amaba tanto, ya que con élla co mpartía las luchas de .esta Nida, la dejase en la otra, irse Bolita al cielo, trocando este glorioso lugar por las pailas del infiernp, á donde é l la por ,mucho que le amara no llevaba .gusto en Que¡ába.se de la frialdad del Conde, quien la miraba ci>n segun élla, porque no era tsjíritrtfMCrle. Sospechaba que hallando fastidiosa su ..compañia ÍJia sc en busca de otra que le .proporcionase el cncantolquc su e posa no podia ofrecerle. Es QUe no todo era ca ridad en estas quejas, supuesto que los celos tenían ta'l'bien muy buena parte. :iiemojante SOSJ?echa hubo. de acrecentarse que cierta noch e, g'uiada no sé de que tentacion, acaso .<le 4U6 .cek>s, ... islió al teatro, ¡qué horror! c;n eucvbierto y reservado gri/li f!or supu,esto, y vió la comedia t.án cor nOGida de "lfu¡jcr,ga.zmo(la y IU'!<'ido infiel" que tan bitn retrataba sus tA>moros.

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Tocio esto ofrec:la al novelesco Póstumo, 6 111• dicho Virginia, delicioso encanto.

Dijimos al referir la boda de nuestra Duquesa, que su cuerpo no secundaba la simpatla del esplritu de Pós· tumo para con Matilde ; pero que dicho esplritu con resabios de hombre, cuya forma babia tenido reciente· mente sin Leteo ni ocasion de olvido, la vela sin duda .ic on ojos varoniles, ra•on suficiente á expllcar tan acentuada simpatía . La amistad entre ambas damas llegó á ser íntima .

El atractivo de lo bello natural es acaso más po· deroso entre las mujeres ; ya porque las predisponga la mayor ternura 6 afectividad de su lndole, ya porque sus instintos son más vivos y delicados á causa de su temperamento más nervioso .

Cuando la rivalidad no las lleva al ódio mutuo , las mujeres bellas suelen sentir recíprocos afectos .

Hablamos de la mujer conio la han hecho las preocupaciónes, las leyes y las costumbres de los hombres.

CAPITULO NOVENO .

De nuevo oyó Póstumo-Virginia la voz de su Custodio en esta forma :

La t101.-Cuidadito con lo que haces . Póstumo.-1Cómo! Si no hago nada,

La vo1.-Tu responsabilidad sería la que en tal caso habría cabido á la ex-duella de tu cuerpo. Póstumo.-Eso si que no lo comprendo, ángel mio .

La vo.r .-Aparte de que el alma y cuerpo son solidarios durante la vida, dígnate responderme, si bajo la apariencia de tus formas varoniles habría• podido ga' nar tan facilmente la amistad y la confianza de una mujer como esa Matilde, que no vé ni ha visto en ti máa qut otra de su sexo?

¡Por qué no le revelas lo que eras ántes y la mane· ra que tuviste• de colarte en el cuerpo que habitu hoy1 Póstumo.-De suerte 9ue á más de lo Saluar, quien desde que me has que es me hu

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vuelto loco de curioaidad singularlsima, ¡debo ahogar tarnbien en mi corazon la simpatla que experimento por esta encantadora Matilde? Vaya un aburrimiento que me aguarda si todo me está •vedado . De suerte que sólo me es lkitd lo más desagradable, lo que ¡ai el alma ni el cuerpo quieren : el dichoso · duque . ./'

La Póst11mo .-Ent6nces reniego del matrimonio y no acepto esta mancuerna de toda la vid• con un viejo, vanidoso y futil , que tiene la pretension de que me apasione por él ; crhéndose capaz de inspirar otra cosa que el fastidio. Prefiero dejar este ,cuerpo .

La t1011.-¡Y cómo1

Póstumo .-Muy facilme.iite . Me salgo de él en la misma forma que rr¡e introduje .-Evócame fuertemente y al mismo tiempo ayudaré tu evocacion . . ..

La v o.r.-No haría tal ; aunque pudie s e . Además para evocar á un espíritu de un cuerpo vivo hácia la eternidad , es meRester que haya otro espíritu en él. Póstumo .-Pud s llama a su antigua y que venga por I<' suyo . 1 SI no lo halla er. el mi s mo estado , será porque en honrar los compromisos que élla misma contraj9 . f La vo11.-Tarrlpoco es posible; vaya V . á buscarla si es que se halla afín incorpórea , que no lo sé ni me tomaré la pena de averiguarlo . Póstumo.-Entónces me suicidaré: no me queda otro recurso . 1 La vo.r .-Si, precisamente , y allá dond e s abes te recibirán como al más criminal de los ase sinos. ¡Te robas un Guerpo magnifico y luego lo destru}'81 tienes á nuestro Eterno Padre ..... . Anda. confórmate y enmiéndate que aún es tiempo . l>óstumo disgustadísimo . Cuenta la crólaica secreta que aquell a noch e tuvo Póstumo visiónes horribles, acaso hijas de su temor, y decidióse á revelar su secreto á Matilde confiando en que élla no lo creerla . D.espues, y como era tan s ofista, acabó por decirse . -Si despuea de contarle quien fui y lo que ha pasado, no me cree Ypersiste en ser mi amiga ya he cum-

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plido.-Par-0 esto lo.dijo per I• .. y -como ieraiea¡¡. .QUe la voz del ángel viniese á quitarle la ii,..;on.

No pudo sin embargo evitar esto, y oyó 11&a "Of terrible que le dijo : "¡Ay, de tí, sofista ni.iaerable, N crees engañará D.ios!"

No sabemos sifué el Cust-0dio que fiagió y ahuecé la voz ; pero es el caso que Póstumo por .primera vez sintió que habia abusado mucho de Ja bondad divina. Los sueños y visiones de la noche anterior, nuevoa i' terribles para él, le tcoian dcscoocertado ; s•n alcanzar á explicarse aq11eUos terrores nunca por iél swidoa.

CAPITUL'? D<ECI.MO .

Entre tanto Salazar no perdía oca'sion de buscar la presencia de Virginia, quien la esquivaba Jo bastante .

Por no avispar al Duque , no se "hallaba nunca de -rt:tibo para aquél ; pero no podia evitar que el c:rballo 1lc éste s e hallase con frecuencia junto a su cochl: en paseo, ni su persona junto á élla en las tertulias ; .Pi que por último los gemelos del pollo la aevatast'(I a&dc la butaca en el teatro . IHubo de declararle por fin, aunque c o n v'ivis ima·s pale,itaciones del cotazbn, 'qtie estaba resuelta a no admitir sus gall\nteo!I rii á á su marido¡ á quien babia tenido el poco t'acto de amostazar con tan asiduas persecuciones. ·•

El duque aunque, hombrc"de mundo, no dejaba de ver con recelo lo que con tanto descaro Se dejaba ver

Virginia e staba •cgura de que el Duque, á sctocjanza de muchos de su circulo, no sería tan intransigente con lo que no hubiese sido tan ostensible ; pero .guard á ba se mu¡y bien de revelarlo a Salazar, porq..e esto 'Contribuiría á aler.tarle .

Habrla equivalido á decirle: Si V. n1> lúci...:a tanto alarde y nada se supiese; . ... . . pero nuestra duquesa no babia dejado de impresionatsc con las 4ivinas á que oc refirió el Custodio en ,las dos cntre".ftas que

Tlt!lft'é'!I ¡ r ¡l kt f Pd . . , Esttl' cro1h10 dejal>a de aburrirla ; pues lementábaS'e en de tan Jnsustancial maftefa'*' pr.lar •\di>. E,n •l c:juque no sabia como agradar sumajet fº rl qb se quios, complacenci.as Y. no c¡lecipi,ds ca rici\ts , 11'.'rque ac¡,aella RO le permifl:l laS' qut vic¡io trataba de prod'igarle ¡ pcro .np á ésar de todo est,o, conv e rtir en mafva \remejlinte orti a : ble'n '1,\Je de vez- en cuan do y pór siem¡¡>re . u·c con venia á fa ,iáven no agriarle (J etrad , ba a alguna s de s us se di¡;¡' , a s<!T · ména OSCjlfiva y Hegnba cari;i1ostt. irgfrii;l hubiera de s eado y la buscab a coa anhelo oc,'l'iion de poner á raya para s iempre l'a s qu e le s abían .-Pero, selior, éila. estq dF ca,ar e •• i ¿no e s una venta? ¿Por q,4éen"tÓncesl me cons ... era el mundo y no me trata como é\ mujer vendida ? . esta clasF de. matria¡¡ottios i;.s, pc;ir deSl{racia, sol¡rado comun; rrlotívados por ni.is ó a;iéno s hambreó ¡:>P.r m;is 6 mfoos de lujo. Los hombres ce;nuestra oel1 e z.a... y á clase de sienta b•en como. realce el costoso adorno, somos más visibles. Se nos e_duca p!!ra, ag<adai hotV>1>res, y rivaliza.i; con las demás m.ajere.., ¡q.;é o:i,ucl¡o que la poptecilla obrera. ll<L!jta dama encopetada suspirbnaS< tocias por conseguir l\lla mi.¡ada, ya. que aplauso de los En se nos c¡¡;wier• íg1>mQ)ltes, y •i alguno, lu>mbr111 aii#i> il•et ados e¡,. que debe in•,ruirSlÓnoe ua ?«o, ea .sólo parn q 4e del no""mµido laatime, ni tenga por compañera insustancial.idiota. ¡Qué importa que aprendamos algo, si lueflo atroflli.Jnoa CQn el silencio para no inmpdes,tas, lo · poco que sin estímulos ni fin social oinewµ, CS¡><KiA baya.moa aprendido/ ¡ldeaa y opiniones p....,,ias b. mujer! Ncr tener ninguna . Asi será más dúctil á las del· que le te,

que por marido ; de lo contrario, habiendo holllbres que la• pretenden solo para despumar el puchero y criar los hijos &•, estarían expuestas 4 perder cuamiento.

Esto que véo tan claro ahora, no lo vela cuando siendo yo hombre pretendía en mi sed del bien que se corrigiesen tantos abusos, sin ver que esta diferencia es el mayor y más trascendental de todos.

No somos más que esclavas cuya futilidad y exterioridad se adorna para llevamos al mercado de la .s ociedad, en busca del matrimonio, como allá en Oriente las cautivas ª' mercado de los sultanes.

La mujer del pobre tabaja con el marido, si no trabaja élla sola á manera de la de ciertos pueblos salvajes; las palizas alternan con el trabajo por aquello de que á la bestia no cabe tratarla de otro modo.

Y ríome de los colegios en quo se nos educa, porque digánnos algunas mujeres si su educacion está al nivel de las de sus maridos con ºquienes tienen que puar toda su existencia.

Vamos, vamos la mujer no es más que un pária coronado de flores ; y donde hay párias no hay verdadera sociedad ni progreso moral posible. Y hay párias engallados quejuzgan las cosas bien como se están, y sin embargo todo se vuelve hoy hablar y esqibir sobre la educacion la mujer y su destino socilil A las incautas que abogan por su actual estado 6 que en él se mantienen sin aspiracion á otra cosa, les diré que semejante indiferencia es el principal slnto'ma de su esclavitud : la abyeccion.

En cuanto á mis antiguos camaradas los varones ; yo les diría qt<e se volviesen como yó mujeres sin olvidar que fueron hombres ; entónccs veríamos si no pensaban lo que yó. Ahora voy comprendiendo .algo del galimatías social, en que se quiere Íuhdar diferencias , desfavorables á un sexo á quien se echa en cara como á todo esclavo su inferioridad, despues· que para Inferior y esclavo se le educa . ·

Por lo que atalle á mi señor marido, he de buscar ocasion para tenerle á raya en punto á sus futidio ... exijencias conyugales .

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Se dice qué somos ásfotas, arteras y disimuladas, y cosa se nos enoetla? ¿Qué papel toca al oprimido?

Póstumo , despues de este largo y a11árquiGo raciocinio, se quedó estudiando sus propósitos. Y ¿qué otra cosa pc;>dria esperan:;: de un lobo vestido de oveja, ó dC una ra1z de hombre mgerta en tronco de mujer? Pero para bien del .mundo esto es muy raro y creemo!> que haya sido caso único.

C.l}P!TULO UNDECIMO.

Virglnl.1 y Matllde .

Una vez resuelta Virginia á revelará la Condesa s u má s que excepcional, aprovechó para ellt> la primera oportu nid ad que le vino á mano . Pós/11mo.-Matilde, ha s de saber que no soy lo que parezco. ...., Matilde.-¿C'ómol " Póstumo.-Que no soy mujer. Malilde.-1Qué no eres mujer, já, já, já! ¿Pues qué vienés á ser entónces? Póstumo.-Un ser especial, un hombre con cuerpo de mujer.

Matiltie.-iJá, já, jál ¡qué adefesio! Y ¿cómo puede explicarse semejan te cosa? .l'óftmllo.-Del modo siguient!!: Yo soy el espíritu de un hombre.

Matilde.-¡Y los espír itu s tienen sexo? Po"stumo.-No ciertamente; per o yo babia sido hombre, J! cp mo no bebí las aguas del Leteo y antojóse me ve?1r 6e a l. mundo , espírltu libre que era, metime por cur1os1dad en el pnmer: cuerpo muj eril que hubo de gustarme, echando fuera al espíritu que en él moraba , y héme aquí convertido en '!o que no soy :· no i\ay que fiar se de las apariencias.

¡qué es de andar así c.ambiando de y entrando y saliendo de los mmnos, sin acá, ni más allá/ Vamos, que estás loca ó te ch.árkeas.

J

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J>osl#Hto.-Ni lo uno ni lo otro . Dios permite esiai ; aunque no siempre las autorizc.

Mati/tk.-¿ Y ahora tenias permiso

Póstumo.-No por cierto.

Matiliü.-¡Jesúsl entónces te hallas en pecado mortal.

Póstumo--Por t(SO no debes ser mi amiga intima.

Matiliü.-Pero j>'Q te he tomado siempre como otra mujer y además si lo eres hoy? .....

Póstumo.·-S!, pero como no he olvidado que fui hombre, mi alma guarda los resabios y vicios de tal.

Matilde.-Y eso ¡qué me importa? De todos modos es increible lo que me cuentas ¡ y te veo tan seria que no sé como tomar tus pa labras . . Pósumo.-Tómalas como verdad.

111titilde.-Pero si no comprendo lo que me cuentas. Y o no soy tan boba . . Póst111110 .-Ya sé que pecas de traviesa; aunque á las mátalas callando . Matild-iYól Póstumo.-Si tal: de lo contrario, mira como no quieres darte por entendida de que soy un hombre, con instintos ó intenciones de tal ; aunque parezca otra cosa . Matilde .-Nó, si vas á mal , lo tomaré por donde llebo; aunque no me doy cuentas de cómo pueden pasar semejantes disparates.

Póstmno.-¿Pero tú continuarás siendo mi amiga'? Matilde. -Con tanta franqueza como ántes nó ; puesto que me aconsejas tú misma que me ponga en guardia . Por si es ó nó, abstendréme de tratarte con la intimidad que solía ; ínterin otro que sepa más que y<i no me aclare e s tos enredos.

Póstum o.-Pero Matilde . . ..... .. .. . Matild•.-Nó, nó, lo que me has dicho me preocupa y hasta me dan·ganas de llorar . .. . . . Póslu111 0.-Pero . ... . . Matilde. -Nó , hasta luego: nada de comun entre amba s , miéntras no averigüe si estás loca ó te quieres burlar de mí. Adios, adios! /, Póstumo no lógró detenerla : temía por tra parte

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oir la voz aterradora del Custodio. N une a le había ha·' blado con tanta severidad, á juzgar por el amenazante ceo iü aos últim3.f palabras. Por lo imperiosas y terrlficas no le parccfán por el ipismo ángel que había sido siempre tan bonazo y complaciente. En todo caso, buerro era guardarse. Y como su conciencia andaba ya tan poco limpia!..., Había desobedecido tanto, que comenzó á temer que la nueva , vida en que se había metido no encerrase alguna celada forjada inconscientemente por mismo en pena de su audacia.

En cuanto á 1Matilde fué á consultarlo con el Padre Benito su confes'?, quien le intimó la separacion del peligro. Segun todos aquellos cambios de cuerpo eran obra de Satanás fiara perdicion de las almas. Deque lo que su amiga sentía dentro de sí era el mismo diablo qu f le hacia imaginar semejantes suposiciones y En una palabra : que tal señora era una cndemoQiada de quien debia huir, y evitar el trato , previniéndose contra la tentacion , con la penitencia , la oracion, e¡ ayuno ,_y silicios. el Padre que si pod a conseguir que la endemomada se prestase al exorqísmo , él estaba dispuesto á ha.cerio en cuyo caso Je tambien algunos disciplinazos para castigo de la

PITULO DUODECIMO

Cariacontec)da quedóse ia postúmica Virginia cuando Matilcf: vino ,á despedirse y á manifestarle lo que el Padre Benito le 11abia dicho ; pero promctiólc no separarse de su ar(listad y trato, si se a venia á emplear con élla algunas entrevistas para flagelarse mutuamente. j ..

Mi caridad para contigo es tan grande, querida Virginia, que no puedo dejarte en poder de los demonios ; asf, pues, una docena de di.,:iplinas, y al avío. Póstumo se ratificó cntónces respecto de Matildc en que tenla de traviesa todo lo que aparentaba de

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tonta, y que aquella caridad de los rehl!ncazos no e{ft111lis que un medio para continuar en el trato y ami{ttail con éJ p é lla . Y ha•ta comprendió que aquel misterio de hombre y mujer la encantaba y enloquecfa exaltando su maravillosidad.

La fantas!a del ascético es mois propensa de lo que parece, á caer en los ardides del diablo. P ós tumo envir_giniado dedujo tambien de lo que pasaba á Matildc, · que ésta habría querido hacerse la con el Padre Benito y con Dios, como lo babia i9tentado en otra forma con Dios y con el Custodio. "Ella se habrá : dicho sin duda, murmuraba Póstumo, le cuento al Padre Benito las cosas, no como han sido realmente , sino de manera acomodaticia, ésto és, de modo que á la pri· mera réplica pueda yo añadir : pues eso es to mismo que decir pretendía." En una engat1arse á si misma al creer que se ha engañado á Dios. Cumplir con un uya se lo dije." arrimarse algunos rebencazos y segúir pecando como quien no peca de inocente, á Jo tio Diego, como dice el vulgo. ¡Qué taimada es ésta chica, concluyó Póstumo, si me descuido me qá lecciones!

Al dia siguiente presentóse Matilde á Virginj¡r y le mostró debajo de las ropas un Aspei-o cordon de cáñamQ que lastimaba sus bellas carnes, s;icando al mismo tiempo un par de disciplinas que empuñadas por una y otra les hicieron pagar con usura cuanto debían y algo más á cuerlta. Matilde pegaba con el furor de quien tiene fé en un buen remedio ó en castigo mereci t do. Póstnmo no se quedaba atrás por 1rquello de la buena correspondencia y de que quien bien te quiere te hará llorar.

M'ltilde no volvió á ver al Padre Benito en algunos dias durante los siguieron ella y su amiga flagelándose á más y mejor. La dicha Condesa continuaba llevando el silicio, en son de penitencia y cuando al ca' bo hubo de ver de nuevo al referido Padre, le expresó que cumplia la penitencia del silicio y hasta Je· mostró que ves tia de hábito; añadiendo además que no dejaba de administrarse diaritmente buena tanda de azotes ; sin embargo •:ada le dijo de haber continuado; entre-

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con la epdemoDiada ; ni hubo para que mencionar tampoco Jo los ayunos no . . ,!\l \>Cr Matilde el interés espmtual y cari4at1vo que .por la endeml>niada sen tia el buen clérigo, le respopdió, que, sus noticias '-estaba )la mejor.,gr.;i.cias a la-receta de los vapuleos. .

CAPITULO DECIMO TERCIO.

Cooltrud• d• P..h11no COft IU mo41fla.

• La Duquesa Ja Verbena, ( ó s<;a Fóstumb enera de Madame Cbouffeur, famosa modista fran !:o madrilefia que contaba en nuestra. heroína seguro, cohstantc y cop ioso lucro por la capri· chosa elegancia y lujo espléndido en que invertía las grandes sumas c¡.u.l su esposo el duque le asignaba para esto.

Por su parte 11 Chouffeur(docta en Ja manera de beneficiar minas'S mejantcs , no daba reposo á s u in· ven ti va para enar ,ecer la fantasía 1": nueva empleando con h a bilidad suma la lison¡cra verba pansic nse, como solía hacerlo respecto de otras damas tambien. ricas y vánidosas .

Casi estaría demás aftadir que, en este punto, la falange de b1trg11e$as ó damas de la clase media de Maárid, s iempre fij¡is en las de la aristocracia y do á imitarlas en esto de lujo y de gran tono, oran ru:os veneros para la tal modista, afamada y en boga cntóncei. Era, por lo tanto , de suponer que las m ás ,xplotabús rían siempre las parvemies (advenedizas) y ricas <11rsis, empeftadas en de s lumbrar á fuerza de á las que gozaban e l renombre de /nshumab/es. Para dar 1nayor fuste á la expresion empleamos ciertos vo· cablos extrangeros, pues siempre nos parece que la 11alabra que usamos desde Ja cuna, y anda en boca de todos, no es tan expresiva como la nueva que viene efe extrangis y no se ha gastado aún.

El cuerpo de la Duquesa tenía de natura el ni se •/lli apropiado á Ja elcga1u:ia, y pcrtenccid<_> en tiempo de su ex--duefta al grupo social de las que v1Stco

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con gusto y á quienes todo cae bien, como suele decirse. Y aquf vendría de ·molde el galicismo (ltie si no fuese porque para nada lo necesitamos, teniendo en nuestro rico idioma medio con que expresar que el cuerpo de la dama tenia ,¡ aqu.l nal11ral ó que era cortado para el caso.

¿Pero está la gracia en el cuerpo ó en el almal A ésto responderémos, que el alma tiene sus instintos de gracia, como cuenta el de los colores , los sonidos y de otras muchas cosas ; y ésta se manifiesta segun el · sexo que el alma habita, siendo natural que ésta en sf de un modo inmanente las propiedades bisexuales que sólo habrán de manifestarse oportunamente. Esto no impide que el aquel del cuerpo se produzca por si mismo, toda vez que las elegantes y bien cortadas proporciones de éste, nada que ver tienen con el alma.

Aquf nos ocurre de paso la observacion de no recuerdo qué pensador, referente á que el ser humano para producir en el arte y en las letras dignamente necesita la comflexion híbrida ó sea la de los dos sexos. Es decir que e buen artista, y acaso tambien el filósofo, tienen que tener de hombre y mujer para ser fecund'Os , verdaderos y completos en sus concepciones, puesto que examinadas éstas, cuando son cabales , siempre revc1an elementos propios de los dos sexos.

De todos modos la Choufleur sabia todo el interés que le iba en que nuestra duquesa vistiese d la tiernüre (á la última) y comme ilfaut esto es, con todo el rigbr de la moda ó con toda propiedad como diríamos en castellano.

Madame Cl1oujlmr.-Ahora es de rigor llevar ceftido el traje desde la cadera hasta el tobillo y por eso todos los tra1¡:es de V . E. vienen asf.

Vzrgimn .-Pues no deja de ser incómodo. Si continúa estrechez semejante, dentro de poco no vamos a poder dar un paso.

Clwujleur.-Pues hay todavía quien exige "más. La Condesita del Canuto lo lleva que casi no puede andar . Virginia.-Esa es una verdadera mona.

Clzoujlmr .-No diré que tanta estrechez sea cosa buena ; pero en cuanto á lo ceftido de la j adera, ¡no

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cree V. E que por dibujarse mejor las formas es nluy artfsticol

Virgina.-Sicmpre llamais vosotras más artfstico lo que está de mpda. Para el arte cambia con las estaciones ó con el capricho de cuatro tontas. Clzoujleur (so11rimdo).-No en todas las demás señoras cabe la discrecion de la señora Duquesa, asi tenemos que llevar la a la mayoría. Virgi11ia .-Trás de esta moda vendrán los grandes vuelos y miriñaques, hasta hacernos parecer botijos ó toneles y entónces ¿qué direis vosotras/ Clzoujleur.-Qf e es lo mejor que ha podido inventarse . · ' Virgiltia .-Y !.... A propósito, el traje de terciopelo, que no se tan estrecho de jubon que incomode. tales no soy como otras. El que llevé há pocos noches al baile de la .embajada rusa , me molestaba un_ poco . que V. E. tiene una cintura tan estrecha y flex!ble como un junco y con sólo ir al natural , ya tiene para que rabien las rivales; pero yo porque . .. ... . . . . ,. Virginia (rüildo). -Para que sirva de mue s tra ... , · Clzo11jleur.-Ahl no señora . .. . Es porque así es más comf11e il faut Virg iuia .-Ya pareció la palabrita, como gran argumento , 6 mejor dicho , como gran tapabocas para la• necias.

Clzoufl•ur .-Si mi s eñora la Duquesa supiese que hasta los hombre s1 y no los ménos sérios é instruidos, •e pagan de estas coaas. Virgifza .-Lo comprendo. Somos tales para cuales. El rrfás grav f y docto se queda extasiado ante un mollo ó un faralá . Clz01if/eur .-q acaso ante quien lo lleve . ' Virginia .-Lo que quiero decir es que quizás ·aecida de su suerte y de la nuestra una cinta mejor ó peor prendida . Nos 11/iman frívolas, y pretenden ridiculizar nuestra pasion por trajes y adornos , como si todas esas cosas no fuesen anzuelos para pescarlos . Clto11fo11r .-Ohl en eso de trajes los caballeros no

a 1:. iis• -4 n

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!Ión caprichosos que la• sentiras. li los sastres y se verá que hay sellores que sólo piensan en el vestir. "Eso viste bien, ' dicen hasta de las condecoraciones . Parece mentira, pero hásele oido á un caballero diplomatico que parecia muy discreto · verdád' es que siempre me traía revuelto el taller . • Vírgi"ia.-iCómo!

Ckouf!eur.-A caza ?e las chicas que tengo allí.

V1rguna.-Apropós1tode eso, ¿tiene V. en su casa :i una jovencita llamada Carlota?

· CkoujJ.ur (algo sorprendida).-Si señora.

Virgi11ia.-¿No es la que ayer vino de parte de VI Cltoujf.,wr.-l..a misma.

Virgim'a.-Muy bonita por cierto. No desmerece de la fama ele bella que tiene entre nue st ros pollos.

. Clto11/le11r.-Y entre los gallos tambien . (Y aquí lr!t.o la Choufleur una ligera mu t;ca , como si dijese: maldita lengua ya se me escapó lo que no debia decir).

VirKinia.-Sordas nos tien en con tanto nombrar á esa chica.

eso estoy por despedirla del taller . Vzrgu11a.-No haga V. tal. Puede se rvir de so!t!uelo negocio de su tienda.

C!tvujimr.-Si no fuera porque la pobrccilla no tiene I:i.culpa de ser. tan agraciada, y porque.!"ocorrc á su farruha , ya la hubiera puesto de patitas en el arroyo.

Virgi11ia.-¿Con qué tien e familia, ch?

C/iouj/t•ur.-Madre y tres hermanitas que casi viven • de su trabajo .

Virginia.-Entónces debe V. conservarla \

Cko11fteur.--Sí,'despedirla seria un contra Dios. Además quiere la pobre ahorrar algo para casarse.

Virgimir.-iHolal ¿Con quién?

C/w11jieur.-Cor. un grabador más honradote que guapo ; pero al fin como la mujer no tiéne otro camino que el casamiento .... Ambos con su trabajo pueden ayudarse, y co mo él gana mucho más que élla. . . . Hasta en eso nos han de aventajar los pantalonec;!

Virginia .-Y élla ¿le quiere?

Chottjlmr.-Me parece que si, aunque apc;i"r de su

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moda encogidillo, cteo que no pone ri11da cara ó no le disgustan los requiepros de los señores.

Virginia .-¡ Y<\, la pobre 1 Verse halagada por los que que valen mas que éUa ..... .

C!toujitur .-Y ¡orque son unos tunos que se hacen querer.

.

Virgi11ia.-De as simples sobre todo ; aún dentro de nuestra clase lo propio. son las mujeres que van más allá de la corteza ; por nos pasan tantas cosas.

Virg-inia.-Y ªFá en confianza ¿no vá tambien por alH el Duciuel C!toujtmr .-Ah! nó señora ...... (Y Virginia sormulada). . jJrtndió en el rostror.· la modista una vcrdatl mal disiál ... Con que lo dicho: el traje para el sarao de pasado lnañana y á mi gusto, ó mejor, al de V . siemrlre habrá de ser así.

Cko11 que la señora Duquesa tenga motivo a lfuno de queja ...... ... .

Virgmia.-AIJontrario estoy satisfecha, y me entrego á su habilida re conocida. Su buena fama es mi Lo únicq que le recomiendo es que por de· masiado á la moda lno vaya tan . .... . Ckoujieur.-AI¡! e l escote . .... .

Virg-inia.-Si, fJUe se vea unpoquillo , que se vislumbre lo que no es mé:l lejo; pero no tan chocante como otras.

Cko11jfe11r.-Algunas señoras gustan de ir exageradas . Virginia.-En jesto pecan de incautas: lo que se mucho 1• de efecto ; y bueno es dejarles adivmar.

· C!tottfleur.-Sí, un poquillo, para que se vea que no existe mácula . . ..... . Virginia.-Puesto que lo hay natura l. ....

C!toufleur .-Si señora, ya comprendo.

La modista acabó de vestir á la duquesa, quien en r. años menores babia mostrado bellezas que fueron c'ecbradas, y era de rigor, por l as zalamerias modistiles ¡ pues aun no siendo tan bellas y hasta rugosas, habr'ia;\

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obtenido siempre de tales labios parecidas alabanta1. Yá se vé ; ;,carnes de buenas parroquianas ¡ Co.nclu1da esta operacion; para la cual suele suplir la modista á la doncella ó camarera á quien se aleja de la para que no perturbe éstas especiales confidencias, puso aquella en elegante bandeja el traje consabido, cubriéndolo con vistoso panolon de sed:< ; y llamando a una de sus bonitas aprendices, traida al efecto y que babia permanecido fuera del tocador, en. trególo para que lo llevase.

(45)

La tal Baronesa aunque ba.stante f""/a, prctcndla ocultar sus a!los á fuerza de afeites y pinturas. Aficionada á los pollos, si 1ra11 t!tganltS y dt socüdad, tra!alos como suele decirse al retortero ; y como era sobrado rica, podía mantenerlos á su devocion por más <aros tkque fuesen .

·

Por supuesto que semejantes funciones de concurrirá las casas y hacer de doncella no suele llenarlas una modista de campanilla, sino que se d.eJa. sustituir por. una de sus oficialas ; pero tales distmcrnnes excepc1onalc s valen luego en la cuenta un de duros. Esto y otros plu s es de privilegio vienen á contribuir al cabo á la ruina de más de un marido ; que no muchos pueden sobrellevarlo . La mujer dá el ton0 la moda, ve rdad; pero .1 ay del pagano consorte, s 1 no está muy entonado de dinero!

CAPITULO DEC l MO CUARTO.

D• co:ao la Ouqueu d• la manta.

. :--.No han r e sult11do falsa s mi s pres unci o ne s, s e dijo Viri¡rn1a lue g o que se fué la modi s ta. No en vano me hab1 a n dicho, y en és to debo gratitud :i la mala de la Barone s a , que el Duque no salía del taller de mi modi s ta . ¡SI pretenderá s upl a ntar á los pollos en el corazon de la Carlota? Trataré de cerciorarme, y tal vez esto me libre de las importunidades de mi cónyuge .

En cuanto á la Choufleur, bastante me ha dicho con s u re ticencia y s u pr e tendiend o <li s imu, lar. Claro está que no hubiera ido má o adelante en sus revelaciones . Adema s nuev as pre gunt as de mi parte habrlan contribuido á levantar la ca za . ··

La á quien s e referia Virginia era una cotorrona viuda · maldiciente de vicio, á cuyo trato !1 e para orientars e y eotar al tanto de vida íny aventuras de las damas y personaje s d,é la córtc.

Pvr su parte éste grupo siempre renovado, iba y venía, ya alejándose en alas del tédiQ ó del capricho, ya volviendo como hi¡'os pródigos ; ora siguiendo las veleidades de su cen ro planetario, ora obedeciendo á sus ceotr!fugos impulsos; casi siempre que volvían al redil venían tronados . Estos eran otros tantos ecos de la crónica es candalosa que la tenlan al corriente de las vidas ajenas, su manjar más favorito.

·

· . · ;; . . · vuelto á Madrid , que á d e cir verdad, no necesita mucho para el caso.

Era un salGP .de baile público, concurrido hasta el colmo y más animado que otros de más copete ; puesto que aquí bailaba la mayoría que tomaba la danza de buena fé y con las habaneras eran coreadas y las polkas m :i s llltiinas. Era como si dij ésemos á lo salon de Capellanes .

Por lo prontq si babia elegantes dominós de raso, que aum e ntabah el mi s terio con que una careta, más que tenaz, pretendía encubrir la presencia de alguna que otra dama no de aquel centro ; en cambio veíase descubierta mucl¡a cara femenil bonita y seductora . El mi s terio por phrte de las hijas de Eva no siempre andaba guard a do allí con el rico dominó; pues hablalo s m :ís de mujeres que acaso no se atrevían á concurrir en otr a forma.

Paró á la puerta del edificio un coche decente, aunque de plaza, y do él bajaron dos damas enmascarada s y de ari s tocrática apariencia .

Presto las reconoceremos á pesar de sus dominós y sus antifaces .

La u11a .-1Y que buscamos aqui?

La otra.-™jate guiar.

La 111111 .-Pero . ...... .

( 44)

J.4 l,e dije q11e iba á llev.arte á la,a máscarul -

La una.-¿ Pero qué sitio este?

La olra.-EI famoso Capellanes.

La una.-¡Cómo!

La otra.-Calla . ..... un baile de máscaras como otro

La una.-No lo creía yo así.

La o/ra.-Poco más ó ménos á unos y otros vá t.o· ¡lo el mundo : la cuestion és de billete más caro y do-· · minó más lujoso. No se lo diga al Padre Benito. Para él tan malo es Capellanes como el Real. y hasta la q, sa particular más honrada ó de más altos timbres. ¡Máscara y baile! )qué horrorl Para cierta gente, el mundo debe ser un lloratkro ó Ull aburritiero que es lo rilismo.

Las dos damas entraron en . el salon del baile ; no sin que tratasen de guardar con el mayor empefto el más riguroso incógnito.

La concurrencia abundaba en costureras y modistillas, así como en artistas de teatro, entre las cuales figuraban algunas suripa11tas. ·

Tambien se encpntraban en aquel recinto loutas y e11trctenidas, de segunda, que diríamos en farfs, porque las de primera suelen preferir los bailes del Teatro Real. No es que no concurran tambien á éstos, así como aquellas á los otros : es cuestion d e hallarse , mejor en su respectivo centro, y nada más. Semejantes variaciones son puramente eventuales, puesto que sólo dependen de las circunstancias ; así es ql\e s4l:¡en ó bajan en categoría, segun los tiempos ó veleidades de la suerte.

Nuestros lectores habrán reconocido á sus dos amigas la Duquesa de la Verbena y la Condesa del Cierzo. Pµede que hayan adivinado tambien, y es lo ménos diílcil, el objeto que las llevaba al baile._ prin· cipalmente á Ja Duquesa. Imaginaba encontrar allí al Duque su marido, ó' mejor dicho, sorprenderle eo el delito de conyugal infid encia.

Pero como en aquel sitio babia otros q_ue no se ocultaban ciertamente, llegárons,c á éll.as alnp iras •

(41)

otro, como -en aojt <le reconocer aqueHa1 áv.cs de .otro a¡undo, que á rcvelábalo su porte y apariencJa.

M.ucbo trabaj!> costaba a n1te,'!tras <lama• evitar e•tos moscones, el cab.o. convencidos de que sus galanteos no y de que . ántes bie";• . máo que tenaz su propósito de no ser de¡abanlas paz, tornándose en pós de otras ménos .decididas al retraimiento.

una l<abaµera c.oneada, y vanamente buscaban en medio del tumulto la cara de la Carlota, con andar en devaneos el Duque, segun sospechas 1e Virginia.

Si babia venj o al baile, era oaturlll su empeño en no ser reconocida .

No era la pril)1era vez que iba alli Ja Duquesa con el fin ft, que no,s hemos referido: tamhien babia visitado otros bailes , por igual causa, pues hacía noches que andaba en pós de una sor.presa.

Jbánle ya pesquisa s semejantes, y por ser ésta l;¡. última noche que á éllo consagraba , quiso ha s ta el convencimiento.

Aquello nui s f¡ue bailar era no sé qué . Algo que co n tal nombre qJCrla encubrirse. La danza servia .de pretexto. La inotencia podia calificarse de. demasiado tonta, si n o co mprend' a que pecaba de inocente ; y Ja malicia de sobrado lista pretendi e ndo pasar por cá ndida. B•ilaban y bailaban ya extremosas /1aba11trns , ya polkas 1'11ti111ns; y cómo nuestra Duquesa, cansada de no !>aliar por allí Jo que buscaba, dieoe en imaginar que estaba en otra parte 1 dirigióse con la Condesa al ó café como último recur so.

-Cal*=nte ! podría haberle dícho ¡iJguien, como suele g ritarse en \a correhuela al que yendo tras élla se aproxima al Jugar en que está escondida.

Con efecto, en una mesa 116 de las más visibles , hallábaseccmmcJo una

Con capuchas y sin caretas departiao amoro.samente.

Juego co¡no los yió la Duquesa reconoció a Carlota. e,tá,¡i ¡lijp á cx:ult6tnPno.s pllra no ahu-

( .. )

yentar la pesca, ra que RO nos han visto.

Tanto era e calor é interés de la p!Atica, que Carlota no echó de ver que habla sido vista sin careta.

Aunque en el salen cenaban otros, ocupado de 11 mismo cada grupo, no inspiraba recelos á la pueja que Virginia buscaba ; pero las dos damas no estaban en este caso. Por desgracia, la pronta retirada de Virginia á lugar conveniente para ver sin ser vista, no permitió á Carlota ni á su c.Smplice caer en 11 cuenta de que eran espiados.

·

-Ya ves, monona, decía el Duque, quien por hallarse de espaldas á los demás concurrentes, matenlase sin careta,-ya ves que no debes estar descontenta de mi. Seré padrino de tu boda y te prometo un buen regalo:

-No creo que me quiere V. mal, pues si es cierto que obras son amores, debo estarle ya bastante agradecida.

Pero no lo demuestras.- ¡Cómo!

-Hasta ahora no has querido pagar mi amor con la justlsima complacencia que de tí he exijido. Cuatro palabras dulces con qµe me halagas y algun mimillo que has dejado hacerte ; aunque dándola siempre de ruborosa, es cuanto de ti he logrado. ¡Y éso no es bastante 1 -Ni por pienso.

-Pues ¡qué más puede concederle quien está para casarse y anhela portarse como es debido ? • -1 Y si por regalo . de boda te adjudico .una buena dote?

1 Que tentacion 1 La jóven bajó la cabeza entre pudibunda y pensativa .. -1 Muy bien 1 exclamó por lo bajo, pero en tono firme , una voz de mujer, que reSonó tras de un portinsituado junto al Duque ; y de repente y sin dar espacio ' á que éste se repu siese, aparecieron las dos damas, lle. gándose á la mesa. ·

Matilde permanecía encubierta ; pero Virgillia arrancándose el antifaz mostró la iracunda fiaonoltlla y el airado ademan de una Melpómene.

No sabemos si este aspecto trágico era f' nó sin-

( 4t, éero ; tal lo P&rePla y por tal lo tuvo el Duque. l lee dijo Virginia con voz sorda y en tono 1uficiente p ra sólo oída de a mbos .sin pro.ducir escándalo e la sala.-Toqo lo he visto y 01do. Es. V. un infame, y desde hoy indigno de ser mi esposo. Todo vínculo ha desapc1recido entre nosotros. Vamos, Condesa, ya nada más tengo que saber.

Dijo, y cubriéndose de nuevo el rostro con la car.e.ta, salióse de la sala y del baile, seguida de Matilde y dejando al Duque y á Carlota estupefactos.

Había logrado su objeto ; y al subir al primer coche de alquiler qµe hubo de presentarse, exclamó lanzando burlona carcajada : Jo ha tomado por lo serio y es cuanto ,J \

CAPiTULO DECIMOQUINTO .

Efl qut 11 ••ri qllt cuando cuatro oJot " miran, putdt haber dOI 4u1 lot vun

J

La escena pasa en el teatro real en noche de ópera. Al ver el esmer9 en decorado y trajes que va poniéndose en la representacion de las ópe ra s, sobré todo en las de Mayerbeer, esmero que ha rayado en el '·no más allá," cuando se trata de las de Wagner, todavía no generalizadas, ha dicho álguien que la ópera no ya simplemente m&sica y letra, sino exposicion de pintura y bellas artes. Cuando se trata del teatro á que nos hemos referido, podría ai"ladirse : y exposkion tambicn de damas escotadas , joyas y bellos trajes .

Virginia era una de tantas.

No importa para el caso el nombre de la ópera que se repres9nta; la cuestion es oir de vez en .cuándo agradables sohidos, halagar los ojos con el lujo y fantas!a de la escena, c9n la cual rivalizan en cxplendor los espectadores, no ménos actores y espectaculos los unos para los otros, que Jos del escenario ; y poder ostentar la satisfaccion y vanidad de halla"e en aquel sitio como · abonado, cosa que supone dinero, lujo y moda.

Virginia había resuelto llevar vida de so ltera ó viuda dentro del matrimonio.

Su niarido no podía resignarse á esto.

(h)

En el palco de la Duquesa no habla mu; et.e gala• llOll de lo más granado de la corte, pues preferl& !11t trato al de las damas, salvo raras excepciones. Esto se exJ plica. Si era más peligrosa, tenía de ménos los inconvenientes de la frivolidad, las pretensiones y las rivali ... dades . Reinaba, pues1 en su circulo sin competencias.

Estas cosas hadan rabiar al Duque, más que de celos. de despecho.

La tertulia de necios brillantes que rodeaba á Virginia no impedía que ésta se diese algunos solos de cs. píritu, reftexionando sobre lo que á élla únicamente podía ocurrirsele.

Con efecto, ¿quién de todos los concurrentes podía imaginar que aquella radiante Duquesa no era otra cosa que espíritu del otro mundo venido á este 'si n nacer, y hechando ó otro de la vida sin matar su cuerpo ?

Es singular l o que soy-dedase élla. ¡ Cuántos no habrá aquí que visitarian este Jugar bajo otra forma y no lo saben 1 Algunos de Jos que hoy figuran como hombres estuvieron ántes como mujeres; acaso alguna de esas cantantes 6 bailarinas desde estos palcos afecta rían desde"ilar á las que eran ántes lo que hoy son éllas: figurantas acá ó allá ; y así va el mundo ! ¡ Quién sabe si aquél corista de antipático aspecto y que tan humilde lugar llena en el espectáculo, fue prima doona ó ministro de la corte 6 quizás soberano en algun otro teatro de otro planeta! A juzgar por mí ¿qué puedo hallar de inverosím il , en todo esto ? •

Cuando yo era hombre y me llamaba Póstumo y lo s treinta mil de la paga andaban empeñados ó no corriente s, envidiaba de.sde una de esas delanteras del pa· raiso á los que hoy se sientan en estos lujosos sitios. Entónces venía yo por Ja ópera exclusivamente ; y en la actualidad, aunque no de¡e de gustarme, porque al fin es cosa que el oido y es estética al 'ce de todo el mundo, mi posicion social, mi sexo de hoy y las tendencias de este cuerpo femenil, me convierten en una de tantas, es decir : en una cualquiera de .... tonta9 que por todo habrán venido, ménos por 4 Y á proposito del cuerpecito jctezano de · ésta habla vislumbrado, segun c-wnbre,

. 1 ( 5 r )

•U butaca próxima á la platea ; y aunque éste no osaba presentarse en el palco, J>ara no alarmar al Duque, no apartaba los ojo! de los e Virginia, quien obedeciendo i la , femenil tendencia de su cuerpo, segun hemos d1ch , cebaba en él sus hermosísimos ojos. Pod_fa decirse ql\e ámbos oian música al través de sus pupilas. Esto sin duda, no de¡aba de dar á tan bellos acordes encanto. La música al través de unos ojos amados y ht:chicero s debe ser cosa <le un mundo celeste. Toda la poética vaguedad del <onido. se determinaba y scr!ía de lenguaje á aquellas dos almas, más elocuentes 1icntras m ás s ilenciosas. Ambos corazones se fundí n en un solo acorde.

. La preserrci de la Baronesa en el palco de Virginia vino á robar la s a aquellas dos almas, interrumpiendo la voz si cnciosa de dos corazones. Por fortuna cala el telon, otra Baronesa que venia a borrar de los OJOS del espectador extasiado las dulce s ficciqnes en que se abismaba su fantasia.

Despues de't'os saludos y caricias de rigor entre las damas, la "Baronesa pu so en juego su lengua ó mejor dicho , sus tijerhs, cosa qne divertía soberbiamente ;_í. Virginia.

.

Emprendió\a por lo pronto con Ja vecina de palco; la Condesa de J}stas de Oro, así llamada, porque sumarido tronado por el lujo y comido de deudas, no preguntaba nunca ¡ á mujer ( J qué discrecion de es· poso! ) de qué '{arita mc'Lgica salia lo que se gastaba en caga y en otras bstentaciones; resignándose á vivir con e5plendídcz, como s i sus deudas se! íucsen pagando por' milagro y cómo si todo aquella opulencia fuese obra de Wcanfa:rniFnto.

- Y <f.ra de la• que más aplaudían Ja oUta noche la reprekcntacion del Médic• d, "' /101trn.

- E5 forzoso cubr"ir las apariencias, replicó Ja Ba-

-;-Aurtque- bten mir.ado-tornó á· decir Virginia.:... seme¡ante aplauso más tiene de pulla par:r su marido qlte' cosa.

. Pij6sle' lw &rowe!lá< eA' otro palco. U na n!Wltt }Ore111 y !*fa, con suma eleganda y lujo, quec ..

servía de realce tl sus natUrales at ractivos, mGstraba en su rostro el descontento de sí misma. Hallábase como clistraida y melancólica, pudiendo advertirse en aquel. rostro y en el no sé qué negligente de su persona, el virus de una enfermedad moral. La Baronesa vá á revelarnos la causa de aquel penar oculto, y de la forzada. sonrisa con que recibe á un alto personaje que acaba de entrar en el palco.

-Ah! sí, la de Bribiesca. jóven incauta vendida por su marido a l personaje que acabamos de mencionar, y : que es alma de la sltuacion política.

Ya se conformara con su suerte. Si hoy se trata de un viejo repugnante¡ mañana tendremos en la palestra á un jóvcn seductor; y acaso llegue á ser tan ducha en el ver venir, dejarse ir y estarse allá, que tengamos en ella uno de esos atractivos camaleones hembras que encuentran medios para dominar todas las situaciones. Si hay hermosura y trastienda, basta y sobra.

En esto alzaron el telon.

Comenzó de nuevo el juego entre Salazar y Virginia ; ocupados sus ojos en tan dulce tarea, no podian ver otros dos que los contemplaban con rabia y celos ; los del Duque .

CAPITULO DEGIMO SEXTO.

De c6mo Ylrslnl• no Ht•b• por cl1rtu 1oluclont1

No sabemos si el juego de ojos á que nos hem•os referido, tenía tanta intencion por parte de la Duquesa como por la de Salazar ; pero es lo c ierto que aque l telégrafo , pot no ser del gusto del Duque, sirvió á éste de pretexto para ercer su honra ofendida.

Terminada la funcion, entró cada cual en su respectivo coche, y Virginia, más pensativa y melancólica que otras veces, llegó á su casa, despidió á su doncella. y se echó en el lecho medio vestida, pues no .tenia ánimo para hacerlo por completo.

Una vez allí abandónose á soñar con .cielos y panii;; sos, pudiendo decirse que aún no h;tbia vuelto en 111 de el embeleso á que se habia entregado su fantula, ó Cl"'t I

( S3}

se.gu!r .sonando á todo trance. Si preguntásemos a V1rg1.ma la causa de todo esto; habría de verse más que indecisa para darnos respuesta satisfactoria. El hastío tenia más parte que el amor en este abandono, de que élla misma no se daba' cabal cuenta. ¿ Seria ésto propio de Póstumo ó de lo que habia tomado d"e Virginia? No lq sabemos ; pero eS de suponer que por el cuerpo suele atrapar el diablo á las almas. Continuaba Virginia soñando despierta, cuando sintió pasos en habitacion. Levántose alarmada y vió en su presencia a Sala zar, de rodillas y suplicante. .Vir¡i11itt. (Dlsjmes de co111't.ºllCL'rse dt· qm• aquello 110 era d11s1011 dt! su fnntnsla).-Caballero, ignoro como ha entrado V. Stilazar.-EI amor ha abierto las puertas . Virgi11ia:.-f}lguna traicion de mi ó de mis ctjados . ... no puedo creer otra cosa. Sala:::nr.-¿ Y qué importa el miedo? Basta mi presencia en esta alcoba para probar que mi amor es sobrado grande-para vencer tocias las dificultades. Virgi1,;a (<011 disgusto).--La culpa no es toda de V.

puesto que. son cómplices esos bellos OJOS que me han abrasado con un fuego que llamari'1 celestial por lo que tiene de deleitable ; pero que debo juzgar ¡!el infierno al ver lo irresistible de su fuerza .... Ah! Virginia!

Virgi11ia .-Buya V. por donde ha venido ó diré que sólo anhela V. comprometerme. El Duque espía las y V. tan insensato que se las brinda . SalaMr.-'i H u1r, estando tan cerca de la dic1'a ? i Imposible!

Virglnia.-Llamaré, sí, llamaré y habrá un escánda l!> que fe convierta á V. en objeto de burla y fabu la de la córte.

· Salasar. -¿ Y qué conseguirá V. con llamar? ¿Quién habrá de acudir? He tomado precauciones para no ser sorJtendido. !Vj:i amor ...... . Virg-inia.-Su amor de V. es un deseo miserable, no merece otro i Ha : tomado V, precauciones? Usted se d1¡0, es una infeliz mu¡er-desvaliday

sóla y no habrá más que uediarla, llegar y vencer ...•

Est:i V. en un error.

Sa/a;;ar ,-¡Vir¡¡;inia !

Virgim'a.-Si da V. un paso más, abro esa venta· na que dá á la calle y doy voces .... Nó, no me dejo arredrar ¡>Qr circunstancias. Tengo el alma bien templadij. Sj el cuerpo obedece á impulsos censurables, el alma no se de;a vencer por mezquinas tretas.

Al decir esto Virginia, temblaba su voz, su corazon palpitaba y su actitud contradecía sus palabrns.

. Viruü1ia.-Vamos 1 por Dios, Salazar 1 váyase V.. poca altura tiene esta habitacion que dá á la calle. l'pr ahí puede V. salir .... ¡No oye V. que están llamando? ......

El D111¡11<'.-Abra V. senora. . Salazar.-, i La voz del Duquo 1 j Nos han vendido! Virgi11ia.-Sin duda ha seguido los pasos de V. y empleado los mismos medios.

Duq1.,,-Abrid, ó voy á derribar la puerta. Virginia.-Y decía V . que babia tomado precau ciones ? ¿fues en donde están 1 Sala::ar .-Por legítimos que sean los derecho• de un marido , me defenderé y la defenderé á V. Vircim"a.-No lo necesito . .. A ver, a la ca.lle. Al esto abrla la ventana, y de este modo Salazar l'udo salir por élla, en los momentos en que se abria la, puerta de la alcoba y entraba el Duque .

Quedose ésto estupefacto al verse sólo con Virginia .

El duq11r.-Señora, ¡dónde está ese infame?

Virgi11ia.-Búsquele Y. en otro sitio.

El duque, pistola manocdaba vueltas por la . babitacion, y Virginia a,provechando es.los moml!lltos, salióse po< l a aquc:I no h.abia e.errado.

El duque al ver que Virginia se le escapaba, disparóle UQ tito. cuya rorQ.pió los cristales de la puerta ¡io_r don.de de aquélla.

Virginia compren.clió cl Ouqw: la lf halló modo sort.carle. LQS criados. alanuado• por el tiro., acl.l<fiqro.n en lneve. La de.l lf en talante inclignack>, lleuóles de tonfusiWl,

'J.J)

cía que fué aprc¡vechada por la Duquesa, quien logJó verse en la calle ante• que la policía, que no tardó en acudir, llegaseá djficultarle la salida; no sin haber <ecógido al salir de la aleo.ha, un periódico con que habían tropezado sus piés, y que, sosf>echando ser cosa del duque, babia guqrdado con Una vez en calle Virginia, observó que se hallaba á medio vestir,- y sin otro capital que su riquísimo anillo de boda. Pensó en su amiga Matildc, y se dirigió á su casa.

El periódico a que nos hemos referido tenía marcado con negro festjon de' tinta el párrafo siguiente, c¡..e leyó tan luego cC\mo pudo, al llegar á casa de Matilde. "Y el que no es m:ls que la forma. " de la dignidad, es hoy la verdadera. base de la mo" ral, sobre todo en aquellas almas no bastante bien " terQ,Pladas para. elevarse á la nocion abstracta y se· " vera del deber. Y como quier" que rápidamente ·• se desmoronan á nuestros ojos las bases antiguas de. " la moral, fue,:.aa es robustecer ésta q\Je no s queda y " hacer de é lla .ln.. verdadera celfgion. Por eso sin " atrevernos á d9cidir si en- el terreno de . la motal abs" tracta es lícito el acto del protagonista. d<: "El Nudu º xo rdim1 0," no titubearémos en aconsejar á los que " se hallen en su Caso, que mientra s el divorcio n.o ven11 ga. (¿por q_ué decirlo?) á. moralizar el matrimonio " ó al ménos á rr.mediar sus córtcn el nudo gor" diano con la es ada en sus manos. pone la ley del· " honor. Si a.si e hiciera siemp¡;e, no abandarCa.A. tan•• to las Mesalinas ni serían tan audaces lo s. Tenorios. Al leer esto 1 Virginia, determinó huir de una ti.c.r'a en que los autores, vez de pedir el divorcio fra11ca1ne11U, nofd,a.ban Con a-plauso. general otra 'eceta que lai del JfidiJJ di su f"''"" l' en donde los que se a.pelliáan críticos lo aprue&n, y dan consejos semejantes!

CAPl'fULO DECIMO SETIMO.

---

Nos euomra......1 e.a la vasta ciudad de l Se..a. Allí ha. ido'á oefuc:ianc Virginia, b4Jycndo de las iras de

J

un marido celoso á quien alientan en su furor las costumbres resabiadas y conservadoras de tradiciones sangrientas, y hasta en cierto modo las de nuestra <!poca, no exentas aún del espíritu feudal de la s anteriores.

Habíale seguido su fiel amiga Matilde, resuelta al fin á deshacerse en parte de la imposicion conyugal ; si bien, y para no mentir, diremos que esta fuga no disgustó, ni con mucho á su marido, cansado de élla y dcde poner algo por medio : así, pues, unos cuantos centenares de kilómetros entre ambos, no podían venir mal ni á uno ni á otra . Habíalos cansado lo que para éllos era pesado yugo, desavenido s más que profundamente en gustos, tendenci;ts y aficiones. He aqui un caso en que el divorcio absoluto, tal cual cstú estab le cido en algunas naciones del Norte º"Europa y América, habría sido oportuno, , pues no podia acabar sino por el mutuo ódio, lo que el amor no habia logra do unir.

Verdad es que úmbos quedaban unidos por el sacramento, aunque libre s de hecho como se IC hubiera otorgado la ley en parte ; pero esto no le s convcni"!l principalmente á élhJ. que continuaba s iendo casada ah tlt•r110, y expuesta á que se · considerase como adulterio cualquiera aficion en que incurriese.

No pasaba lo propio al marido, porque éste, contando con la impunidad social, tiempo hacia que se habia dado :í infieles amores y frívolos pasatiempos. > Sin embargo los gatuperios sutesivos variarían mucho de carácter moral, si aq•el hubiese quedado libr e del todo.

Virginia encontró á Matilde, á cuya casa fué á refugiarse del lan ce referido, mús que dispuesta á seguirla y :i. emnnciparse de un :í quien no amaba ni era posible amar sinccramehte.

Todo el capital que ambas amigas puedieron llevar fué el valioso ani llo CJ,Ue tenía puesto Virginia, y las ¡oyas y lo mejor y más florido de su equipaje, Matilde. Ropas y atavíos .¡ue ésta podia comP.ártir fácilmente con la primcrn, mediante le'7es cauq:t rlc no ser dc!iigu:tles en proporciones fiJlcas .

Llegaron á P*ls e11 un /totd garni, con alguna decencia ya qUe no de manera ostentosa, pues era preciso no llamar demasiado la atencion.

Como á nadit! conocian y erao miradas como aventureras1 ya que no daban su verdadero nombre, fueron ingiriéndose poco á poco y sin darse de éllo cuenta, en la sociedad de las que se hallaban en su caso. Así es, que sin más acá, ni más allá, encontr:ironse formando parte del famoso circulo del Dcmi llI011tU que tan bien ha fotografiado Dumas hijo, comparándolo á una cesta de. melocotones s+mi-dai'ados, cuyo puntito negro no se vé fácilmente q_or que el vendedor los coloca en l:t cesta de modo que lo ocu lt an entre sí. .

En aquel cird uto pasaban por dos marquesas españolas, viudas y l primas hermanas. Virginia s e apellidaba\del Monle-ljlello , y Matilde de Rio-Seco . Nadie creia en la verdaq ni legitimidad de estos títulos ; pero como todas se ha).laban en caso parecido, admitiansc como guerra encubridores del verdadero. La generalidad de aquel Mundillo, que cualquiera cxtrangcro inexpert o habría tomad o por aristocracia verdadera, en cierto boato aparente y con las maneras del gran mundo , componiase de damas equivotas por el estilo, pues tocJas figuraban como viudas de ilustres personajes, y la s que aparecían como casadas y acompañadas de sus esposos no solían serlo legítimamente. Entre un a5 y otré\S la s habia heímosísimas, que gastaban gran tren¡ pero ¡cosa singular! muchas de éllas os tentaban títulos O nombre s extranjeros, especialmente ruso• é ingleses . Era una sociedad :i dos dedos del Lorctismo . ·.

En de l'"s tertulias de este circulo cncontrarémos á nuestra !!I, dos amigas.

Allí se cantá, se charla, se juega y hasta podrla decirse que se ama, sino estuviese allí Cupido do por Mammon. La forma cubrla perfectamente el fondo, de que era puro pretexto.

Las luce s resplandecían en salones adornados con lujo y elegancia. Las damas se ostentaban bellamente ataviadas y eran el mejor adorno . Los caballeros

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correspondían á la elegancia y buen tono de reunion t<tn ostentosa.

Advertíase que la mayor parte de las damas •e decían casadas· ó viuda• : no había, por lo general, Iteras.

Veíanse allí algunos pollos ricos ó entretenidos pero de bella_ apariencia ; y muchos gallos de exterio; no ménos brillante. Estos venían á ser los positivos mantenedores de aquellos saraos.

La señora de la casa dábase por viuda de un presi,jentc de alto triblinal de Francia. · Brillaban el tapete verde montones de oro.

La pobre Virginia perdía ; y cuando gan.1ba, que era rara vez, no faltaba seguramente alguna de las cut·as abundantes allí, que levantase el muertó . Cansada de perder, lo mismo que la inexperta Matllde, levantóse de la mesa de juego y fuésc á un sofá. Allí pollos y gallos la asediaron con su charla, y la obsequiosa y hasta tmportun;i. galantería que suele emplearse con la dama de posicion equivoca cuya cleccion está pendiente.

Élla que no tenía granos para los pollos, fijábas<:o en los gallos. Eran éstos personas de más respeto : que no cuadraba á los afios y amor pro1>io de Virginia pagar los gastos de la guerra . ·

La cuitada Matilde, tan bcatona, trataba tambien de aturdirse .

Hallabanse ámbas fuera de su .centro, y la segunda ' como espantada de sí misma. Verdad es que entraban en aquel círculo porque no tenian manera de verse en otro ; y como c'est le pre111i'er pas qui co 11te . ...... .

No sabiendo que hacer la desvalida Vir¡inia para librarse de todos aquellos moscones, pues andaba más que en lo de entregarse á la vida de otras, fuese, al piano, en aquel in•tante, y alU, acompañándola Matolde , comcoió á cantar' algunas de las romanzas que con última babia aprendidO, de onrlda, en sus pa,atoempos de Madrid . F.sto bastó para que acudie s en a élla muchos de los concurrentes que no jugaban . )

(

Pero. 1<tú aaÍniradon, que bravos, cuanto celebrar aquel timbre y ' frescura de voz, aquel acento apasionado, aquel frasear ! En fin 1a misma Virginia se creyó ailtista ó con bellas disposiciones para 1erlo, pues empetó por tomar !!orno galantería aquellos aplausos, fué creyendo en la sinceridad de los mismos, subió M punto en la expresíon aquella alma de lo terreno, que tantas cosas quería confiar á las del canto, y al concluir, quedó sati•fecha de s! mislna, y se juzgó de las llamadas y aún de las escojidas. Aquello era para élla y Matilde una revelacion. Lo habían tomado como entretenimiento y era la verdad : 'Í¡irginia se sintió artista como en otro tiempo se había se?tido hermosa : porque lb era.

La privada y sincera feli ci tacion de Matilde, acabó por ratificarla en su creencia.

M'qtilde.-Has1cantado como una Patti, amiga mia ; eres un jilguero, ut) rui señor.

Aquella no durmió Virgina, arrullada por la gloria. v

Con gusto dió por perdidos sus franco s, p\<oducto en parte del magn fico anillo, qu e babia sido único res to de su hacicnda .t

Soñó , con cor s angélicos, con harpas eólicas y con aplausos enloquec dores .

DEGIMO OCTAVO .

Lu dot unl1H, r el De1nl-monde .

Desde el día que Virginia se reveló ;, sí misma como cantante, no hada otra cosa que estudiar : consagróse á 1i Músic<1 con frenesí ; )' como tenia no sólo voz admirablemente igual, y de sonoro y agradable tiimbre, es decir, de primer órden, á lo que anadla el njotural de la correcta afinacion y la expresion propia del artista, en una palabra, cuanto la naturaleia puede dar de •! ; sólo faltábale adquirir lo que se dió á buscar con grandísimo empefto, la e¡·ecucion y mae!trfa que vienen á ser el necesario comp emento de aquella• indispensables é ingénitas facultades .

28

Ya no jugaba en las tertulias. Celebrábase su canto, y corría de boca en boca su alabanza. Estaba en et camino del renombre.

En cuanto á Matilde no habia entrado gustosa en aquella vida del Medio-Mundo y hallábase poco ó nada satisfecha. De buena gana habriaso: retraido de tal círculo ¡ pero se aburría de muerte. Por desgracia no contaba como su compaftera con genial entusiasmo por el Arte . Tampoco podia volver fácilmente á la vida devota. Habíase desviado de élla sobrado, con "SU fuga , para ir á los piés de un confesor, quien lo primero que dcbia oltdenarle seria la reunion cor:i sumarido, cosa á que no estaba dispuesta.

Ambas amigas asistían iÍ los teatro!;. La vida 1 holgada y lujosa disipaba el producto de las joyas y prendas de Matilde ; el cual por crecido que fuese, constituía su único peculio; pues nada es bastante para vivir algo á son aise en un París, en donde los caprichos son poderosas tentaciones y acaban por convertirse en verdaderas necesidades. Agotábanse pues tales recursos.

Presto la y luego la necesidad perentoria vinieron á llamar á su puerta. Fué forzoso desprenderse de lo preciso, antes que privarse de lo supértluo, porque estos términos se truecan en cierta manera de vivir propia de algunas y determinadas ciudades.

Llegó una noche en que un caballero las obsequió en un concierto con bombones y naranjas. A poco • llora la pobre Matilde. Tan lujosas, con coche &', y aquel dia no habian comido !

Y eso que habian pagado la elltrada y localidad en el concierto , pues todavia no eran de las que 1 en ciertos lugares, se admiten grátis, ó retribuidas para qpe sirvan de señuelo a la concurrencia masculina. (Juedábales un par ó dos de cien francos ; pero eran necesarios para lo supértluo. ¡Y qué iban :í buscar alli 1 se nos dirá. En verdad que si no pensaban ir á caza de amantes ...... Pero ni éllas mismas lo sabian. La vida disipada es así, se deja uno llevar, y acaba por el tédio cuando se busca el aturdimiento. Sólo que huyendo del tédio y buscando la distraccion, l'j prime-

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ro es lo único que allí se encuentra, lo segundo no es posíbl"e en almas que llevan en sí mismas y como inseparable, lo pri?tero.

..

En aquellos dias habiales ba•tado con un hiero des.ayuno y una pobre cena ; pero t:sto no bastaba á combatir el hambre, y hacia frio. -

Los criados la casa tenían buenos salarios y se habia convenido á lo último que se mantuviesen por su cuenta; pero tuvieron que ser al cabo despedidos. Retrajéronse de toda socieda d y mudaron de casa y Qarrio .

Servianse mutuamente de doncella, y en cuanto a modistas en de ; . pero _esto dejaba tan poco a las ofi qiala s s in créchto m ca·pltal, en esta carrera en que eran tantí\ s ! 1\.ps mujeres en París tienen a mano algunas, aunque todavía pocas 1 profe sio ne s, y en cestas se matan unas ;i otras 1 ,ecopómicamentc hablando, por tencia; y como'J)or otra parte, nuestras dos amigas no estaban constituidas física ni moralmente para esta lucha ni tenian el h:lbito del trabajo, ni almas posefa1n el temple que para tod,, lo bu e no hace á uno apto1 su situacion era cada vez má s aflictiva, y h a l1ábaríse al bord e del vicio ha s ta en el cual, cuando es lucrativo, ofrece París gran competencia.

Matilde despu<S de pasarse mu chas trabajando a la luz, y gracias que encontr? en que, y al de un encierro y afanes de mucho s d1as 1 no muy felices para s u estómago, resbaló .... y calló en brazos de un opulento conde ruso.

Separáronse las dos amigas.

Mon/ose Matilde de nuevo en grande, merced á los copiosos rublps del potentado. Otra lu)O ; pe.ro ya no era el de su renta nob1har1a >; patrimonial : era el usufructo de su pudor . Contagio social, tentaciones del vicio dorado. Y ¿por qué no decir tambien del hambre 1

¡ Qué es sino el espectáculo del hambre, lo q.ue veis lectores en las grandes c1udades1 en donde. graclas á aquella necesiflad imperiosa, todos son goces y ven-

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turas para el que tiene con que pagar ó explotar el hambre agenar

¿ :E:stais bien servido en casa, en el hotel, en el paseo ? El hambre.

i Qué bailarinas, qué coristas, qué casas tan bellas y que sonrisas tan dichosas ! El hambre.

1 Cuánta figuranta ele á franco ó de á peseta 1 El hambre.

1Cmintos prodigios en la industria y en las artes ! El hambre . · · i Cuánta del alma y cuerpo 1 El hambre.

Si fuésemos ;.\ co nsiderar, s i pudiésemos ver, si c¡ucdasc en cada objeto, en cada primor nos encanta, la huella de lágrimas, de suspiros, de afanes y vigilias que ha costado. i Si hablasen y pudiesen contarnos las dolientes historia s que los han producido !

Encontraríamos el hambre' y la miseria, para que una parte de la humanidad goce de lo que sufre el resto!

i Qué no ha de haber goces para uno, sin privaciones para otro y para muchos !

¡Oh mundo miserable! ¡ Fner1a es que haya otro en que no pasen las Cosas de esta manera!

¡ Y si pudiésemos exclamar para nuestto consuelo : esto acontece en las grandes ciudades : nos quedan las aldeas !

Pero reflexionad que allí pasa lo mismo aunque • de otro modo .

Ah ! Si pudiesemos evitar que se explotase al nifio ! Algo se va haciendo en pró de ésto.

i Que no se prostituyese la mujer ! esto es lo que está por hacer.

El dia que esto último se consiga, creem'>s que no hábr :i pr ostit ucion para el nin,o¡ y acaso tampoco para el hombre : algo se habrá remediado: pero ¡ có1Ro lograrlo mientras haya miseria?

Prosigamos hasta el cabo nuestra liistoria, ó mejor dicho, la de esta singular Virginia.

J

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El hambre ha!>ia dado el grito de sdlveu ti que putda en el las dos amigas. ·

Continuaron mpero {l mbas en buenas rClacione1' de amistad, sólo q e á Matilde la avergonzaba aquel improvisado tar y le hacía derramar lágri mas: hallábase muy dis ante de la felicidad.

Virginia anda a tambien si caigo ó nó caigo en poder de un naba inglés , prendado de su belleza y peregrino canto. E entus!asmo por la Música, distraíala sin embargo del h¡tmbrc y de las tentadora• sugestiones de su a quil. fo hay como un objeto qu e atraiga el espíritu, pero cupándole solidamente y en todas sus partes , para o vidarse algo del cuerpo: para conS'eguir ésto, nad a como desviar de objetivo la la ambician, el propio ó lo s fines y propósitos de la vida, como llamarse . cuidado¡ que el esp íritu , ocupado sóla :i medias, es ca!iii tan peligroso como el vado por completo. Hay que cerrar al vicio ó al Diablo todas las entradas del piso alto ; inteligencia de que es tan mafioso, que se cuela por :un a cndijilla, y ay ! de nosotros si encuentra el vacio. .

OECIMO NONO .

Edlflcantt conltrencla dt YJ11lnla con 1u Cultodlo .

Cierta noch vino de nuevo el Custodio á visitará Virginia ; pero ¿ quién podría aconsejar á la pobre Matilde ? Su razo11 atrofiada en el mundo de mui1ecas en que crían á mujeres, mundo de mofios , cintas y frivolidade s, no poc.lia iluminarla ni guiarla con mano fuerte . R,ir:i veZ tiene ·1a mujer en la vida algun interés grande! y per(nanente que ocu pe y absorva las _facultades del ; por lo general, lo hueco predo mina en sus ca ber.a s. Siquiera Virginia tenia fo ndo de !10111bre, y aún así á punto de caer. . ¡ Qué le diría el ángel? Parece que fué lo siguiente:

Et dng-tl.-Cúlpate de lo que pasa á MatUde. Y élla no tiene su alma en su palma ?

i por 9ué he de responder yo de los actos de otra?

El dng-d-Le has dado mal ejemplo : la has contagiado con tu amistad.

Virg-inia.-Si por cierto ¡tengo yo la culpa de que á élla la educasen en el convento y al otro en la Universidad? He sembrado por ventura la discordia en su matrimonio ? Cuando hablé de salir de Madrid, yá el Diablo habia andado el camino en su alma y la encontré dispuesta a seguirme.

E l d11gel.-¡ Y tú no estás en vísperas de hacer lo que élla?

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El dng-d.-<Nó, no tienes porque pavonearte : recuerda que .ese cuerpecito no es tuyo sino robado . tanto ¿no soy yo quien lo trae de acá para allá? ,

El dug-d.-1!,n fin no eres tonta ; saca partido de lo• favores que el azar te ha dispensado. Ten osadfa, y que te sirvan aquellos para librarte de la miseria y sus efectos.

·

Virgi11in:.-Bastante me contiene mi temor al infierno. Sólo una mujer, fuerte ante privaciones que pasa y la• veladas que consagró al trabajo. podrla como yo, haber resistido hasta ahora á las tentaciones de mi inglés, quien por otra parte ni es viejo, ni feo, ni carece de atractivos personales. Pero tanto podria durar esto, que de puro despecho y desesperacion me no digo al in glés, sino al mismo demonio con rabo y cuernos.

El ángel.-Tanto mejor para ti en la otra vida si te sostiene• en el peligro. Recibirás el galardon de la mujer fuerte .

Virgi11ia.-Si , pero esto de cantar y m ás cantar sin haber comido : siquiera los jilgueros comen.

El á111Jel.-Oye los consejos del maestro de música que Dio s te ha deparado ; ya que tienes garganta y dotes para ser artista, que no es poco Virginia.-Paréceme extrafio , angélico amigo, que me dés este consejo, cuando sabes que la condicion que me pone el tal mae stro, para darme á conocer en un teatro, es la de que sea· su querida.

El á11gt'/.-Ent6nces, procura abrirte camino por tí mi s ma : tu mérito es bastante.

Virgit1ia.-Con frecuencia los empresarios miran m ás el palmillo de cara y el salero que el mérito artístico, y como no tengo nombre.

El á11gt' I. -¿ Y no cuentas acaso con lo primero ? Eso basta para adquirir lo segundo.

Virgi11i11.-Crracias por la galantería. )

Triste cosa es, y ahora he tenido ocacion de verlo bien á la s claras. La mujer es tratada como bello animalito á quien se adorna con ciertas pueriles superficialidades para que cautive, es Jecir, para que engañe á un hombre y le convierta en marido 6 en amante. En ctlanto á opiniones de todo género , se lns educa sin ninguna, á fin de que puedan seguir servilmente las del galan que se les acerca : este mundo es de loll hombres.

El áng-tl.-Sin embargo lo gobiernan en cierto modo las mujeres . Y sin responsabilidad que es lo peor , porque la'infl.uencia de estas últimas se siente más que se vé .

Virg-inia.-¡ Qué culpa tenemos de que, por creernos peligrosas en punto a seducciones, se procure hacernos más peligrosas aún ?

El áng-el.-Sois volubles . Virginia.-Cumo todo el que no tiene derecho ;\ pensar por sí mismo .

El dng-el.-Hipócritas .

Virg-i11ia.-Como quien tiene que ocultar sus pensamientos, si se oponen á lo poco que le s permite . · El

Virg,.11ia.-Como quien tiene que sujetar sus acciones á on código estrecho, en que todo es pecado para la mujer. Hasta la más inteligente. por ejemplo, la famosa Stael , por temor sin duda, tuvo que ¡lagar tributo á la abyeccion en que mantienen á su sexo : no de otro modo pudiera comprenderse su aserto de que la mujer sin religion no es mujer ; como sí sólo para. éllas se hubiese establecido. Es decir, que los hombres pueden cínica é impunemente emanciparse de

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aquella, como frusleria propia é indispensable para las mujeres.

El dn¡:cl.-¿ Pero a que viene toda esa charla? Si las cosas están hechas de ese modo, ¿ eres tú el llamado á 'cambiarlas? Ademas, si tu n.o eres simple mujer, sino hombre rnmujerndv ¿qué te importa riuc se las lleve el diablo? <,¿ue se aguanten. Ya ves que las que nacen mujeres se resignan perfectamente, por más que te imagines que van á seguirte en tus locuras. Pero ya sé que eres incorregible. Cuuando hombre eras visionario y te aquejaba el prurito de mejorar el · mundo: no es extraño que ahora de mujer te pase lo propio.

Vir..ri11ic1.-Porquc ahora veo bien claras las injusticias que pesan sobre mi sexo actual. As í disculpo á Elisa de Doble-Anzuelo, l.t que fué mi esposa cuan<lo yo era hombre ; no digo yo con dos, hasta con quince anzuelos pescaría yo, y haría muy bien .

El á11ge/.-Muy mal, porque no sabes si la dueria del cuerpo que te has robado lo hubiera hecho, y no debes hacer pecar lo que no eS tuyo .

Virci11ia .-Este cuerpo, ¡ buen tunante está este cuerpo: no me ha tocado mal consejero en esta carnecita !

El ángLl.-Vanios, dejemos esta cliscusion que no sirve sino para empantanarnos.

Virgi11ia .-Desde hoy me declaro campeen de las pobre s mujere s . Lo peor es que como no puedo decir á los hombres : os conozco , yo tambien he sido macho, • porque no me crccrian, tomándolo como chanza ; juzgan que pueden h acerme objeto de sus burlas y pasiones como ú l as demás de mi sexo. A engal\arlos y á burlarme de éllos es á lo que voy :i tender en adelante .

El á11gr/.-Hn :do como puedas ; pero cuidado con dejar en ese juego lo que arriesgar no debes. Es cuantengo que decirt e , y adios ¡ porque difícilmente te quedas sin algo que r eplicar.

·I . ( 67)

CAPITULO V!GESIMO.

Ajustóse Virginia para cantar todas las noches en un café de los concurridos. · Valiala esto algo para matar el nada mas. Era siempre una vida muy poco semeja! e en bienestar a la que había llevado cuando hacia e la Duquesa verdad, de Marquesa mentira.

El gr>cejo ó aestrla con que ejecutaba algunas canciones españolas, italianas y francesas-aunque en estas últimas el a!:ento extrangero y la pronunciacion chapurreada no efa lo que le valía ménos ap lauso sat raj O(on más concurrentes al café, tanto que el dueño estaba contentísimo con la espaiíola.

Esto dió que hablará los gacetilleros, y muy pronto vino medio tan novelero como es, á oir á aquella maravilla, aquella Patti de café ; y como :\ la artista uníase la m ujer hermosa y presto se vió solicitadada por los empresarios de teatro la Ó•lla jereca11a, con cuyo nombre era conocida.

Por cierto que esta procedencia de Virginia sirvió para que algun chusco gacetillero la comparase en la excelencia de su tanto y persona con el afamado vino de su tierra, comparacion que hizo carrera en el público y no contribuyó poco a la celebridad de la cantante .

La excelencia dd vino, contribuyó a la fama de la mujer: vino y mujct, dos deliciosos enemigos del hombre. Ajustósc desde lu ego Virginia en un teatro de segundo órcten. · Para todo esto no dejó de servirle el ing lés coi+ la influencia que le daban sus libras esterlinas ; por lo que pudo conseguir contrata ventajosa, con tanto más motivo cuanto que se las disputaban · otras empresas.

Los galanes y cotorrones de la aristogracia y, lo que es más positivo, de la plutocracia, hicieron de la couliu del teatro en que élla cantaba, el lugar de sus Comenzó la puja con el aplauso, y cada

INTEN'[IONAL SECOND EXPOSURE
)
..

, cual ofrecía más por ser el favorecido de la pri"'a do1111a ó de la virtuosa, nombre de origen, que dan los italianos á las cantantes de¡ primer órden, que vienen á resultar en la mayor parte de los casos epigramáticos antítesis. La moda es loca y tiránica como la fortuna, y Virginia llegó á ser la reina de la moda: está dicho, que con este cetro no necesitaba más.

Su deb1il en la ópera cómica fué un espléndido triunfo. El público aplaudió con frenesí : los galanes cotnpitieron en vítores y aplausos .

Ella se habia propuesto burlarse de los hombres. Admitió la proteccion del inglés, aunque manteniéndole á raya dentro de la esfera platóRica. Para esto le so braba maña, porque á más de la sagacidad de la mujer , que Virginia habia adquirido desde que por dejar de ser ma sc uHno, pasó al otro género, contaba la malicia y conocimiento del corazon y Aaquezas de los hombres . Con esto ma1¡tenla á su inglés m ás solicito y esperanzado. .

Comenzó para é ll a la vida de artista, pero artista alegre, sin desanimará la turba de obseq uiosos admira¡lorcs y pretendientes . Deseosa de estudiar más á Ja mujer , como se habia 'propuesto, disfrazábase de hombre y concurría acompañada de ot ra artista á quien catequiz ó para que la imitas e, á las orgías de las que llamarém os herm osas desgraciadas ó cxtnrPindas. Entónccs pudo convencerse, por las confidencias de estás mujerc5 , que lo s hombrt:s al prostituirlas, se prostituyen á si mismos , no viniendo á se r la mujer sino refl.ej d de los miserables caprichos y de las bajezas inconcebibles del otro sexo, por lo que ellas tienen razon en pagar desprecio con de s precio, y alla se van los unos y las otras.

Pero volvamos Virgini a en el teatro. Como no hay rosas sin espinas, al paso que crecía ·en la considcracion del público, como cantante, hasta el punto de haberla hecho rescindir una contrata para que aceptase otra mejor , lo que la elevaba desde luego a'la categoría de las primera s maravilJa s gnrgm·iteras de París, y por lo tanto del mund o; surgió a su lado la envidia, alentada' por aquellos -que desdel\ados en sús Pfetensio-

nes, Aecesitaban en '" despecho, aplaudir con furor otras más ó ménos mortificarla en su amor propio. Y no de¡aban de conseguir hasta cierto punto · su objeto los despechad?•· porque el público suele dejarse m8uir (y élla lo sabia) por las apariencias ¡ y cuando la farsa es resultado de tramadas hábilmente, no deja ele lastimar ó mortificar al méri to verdadero : sabido es que en el teatro es dqnde con mayor (acilidad se sorprende y gana de momento a la multitud, siempre novelera y por Jo tanto impresionáble . L . . . .

Entre los admiradores de V1rgin1a cierto jóven ,poeta que siempre la segu ía como inglés, y al parecer habia llegado por élla al fanatismo. Llamabase Alfredo y no perdia funcion y ni siquiera ensayo en que ella ca ntase . siempre en asú nto dt orqutsta, era e 1 primero en aplaudirla con fascinados. ojo!', desde el punto en A_Ue aparcc1a en escena, como s1 é l no hubiese ni nada m ás que ella en el featro. Cuando no cantaba Virginia, dejaba caer la cabeza y parecía absorverse ella que conoció tan ciosa admíracion, le dirigla todo su canto y prins:ipá!mente sus sólos, pudienJo decirse que el alma de1 mancebo abso rvía tod as sus nota s sin perder una, como si se tratase de un néctar celestial. Cuandó caía el tclon, permanecía en su asiento, con la cabeza baja, cogitabundo, sol it p. rio y silencioso, como si nada pasase en su derredor. El teatro convertíase para él, en un templo, donde era ella la divin id ad, y absorvlase todo su sér en místico arrobamien to. El in"l és, ce lp!'Q de tan apasionada admiracion, fué quien pri mero habló á Virginia del jóven poeta.

CAPITVLO V!GESIMO PRIMERO.

En que n vtri el J11prendl1nlento &floroao dt ua 1..lh 11chtricoo

El Lord.-Virginia-lc dijo en español chapurrado y que sólo por ella se habia puesto á aprender.-Parccc que cuan do U. canta, el cielo se abre para un ser que s in duda no la ama tanto como yo ; pero que

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ha encontrado mi secreto: que la felicidad se llama Virginia, y que fuera de élla no existe el universo. Virgi11ia. -En verdad que no lo babia notado. Esto no era cierto, ¿cómo podla haber existido aquella admiracion tan idólatra como pertinaz sin que élla no lo percibiese ?

El Lord.-Cosa extraña ciertamente, cualquiera diría que vuestras miradas le alentaban.

VnKinia.-Cuando canto, me inspiro en el público en general, y aunque parece que miro, no veo á nadie. · Me hallo entónces en un mundo que no es el de los mortales .

El Lord.-Pues yo podría afirmar, que el dicho jóven pertenece tambicn entónces al mundo á que vuestra alma se Virginia.-Sin duda le lleva consigo mi canto. ¡No dice U. que canto bien!

El L urd.-A dmirablemente , por mi desgracia ó por mi ventura, porque no lo sé; pero ese canto semé¡ase al de la Sirena que.á lodos nos he c hiza y arrebata . . Virgim'n (riendo á cdrcnjn:das).-Entónces, ¡ pobre ¡óven 1 Dejándose arrastrar de ese modo puede ir á chocar con el escollo en que naufra g •JC.

Esta risa al par#!cer franca é indiferente tranquilizó un poco al inglés .

E!Lord.-Ah! Virginia , s i tuvie5e U. corazon 1

Virgi11ia.-1 No lertengo para todos? ¡Pues no decís que canto con tanta expresion, t:o n tanta alma?• El Lord.-Corazon para mi que la adoro :1 U., Virginia.

Virginia .-¿ Quién ha dicho que no sea así? Y variando la convcrsacion anadió -c n seg uida, Miloid, vea U. ¡no me vá bien este justillo?

El inglés suspiró, pesaroso de que le variase como siempre el tema de convcrsacion que mas le agradaba ; pero al ver aquel talle casi olvidó su pena y respondió entre pesaroso y apasionado.

El Lord.'-¡ Qué no irá bien a ese cuerpo que hiz ó el pecado para perder las almas?

Virginia .-¡ Jesús, milord, y que cosas dice U . 1

El Lord.-¡ Cómo ! J

( 71 )

Virg;nia.-1 Yó, pobrecilla de mi, perder las almas 1 ¿ Pues no d(cen que las llevo al cielo mi canto! ·

El está el mal.""TEI canto de U. eleva la& almas comó el guila su• víctimas ; sólo que al llegar á la altura se c mplace en despenarlas .

Virg-i11ia.- A ropósito del jóven poeta, admirador mio, de quien hab aba u. 1 cuándo me Je presenta!

El Lord.-Yó, ni por pienso; ¡quiere V . que acerque al ára de mi ;i quien puede arrojarme del templo 1 ·

Vt'rginia.-N se favorezca á V. tan poco, . milord, ¡Me cree V. tan v leidosa ? ·

El Lord.-Qu se yó 1 .

Virginia .-Hola, pues no lo soy. Es curiosidad y no o\ra cosa. E l ·ene prendas que no puedo ménos de estimar.

El Lord-¡ Pu!"do contarme seguro ?

Virginia.-;;j Y porqué no 1 . He prometido yo algo á cualquiera de lolmuchos que me cercan y solicitan ? A V. debo cariño r es petos que no podré dejar de tener en cuenta.

·

El Lord.-Bie ; entónces, comenzaré por decir á V. que el jóven q e llama la atencion de todos en el teatro, y que es rbro no haya llamado la de V., es un poeta como nuestr Moore, como vuestro Bccquer, una de las arpas melodiosas que 5e pulsan con el alma. M:is temores de rival np le despojarán ni de un solo laurel de su corona.

·

Virginia.-¿ 'f puede temerá sus rivales. quie·n es con éllos tan generoso 1

El i.(Jrd.-No dirá ningun rival que trato de combatirl e celo mala s a-rmas, ni herirle á traicion, robándole lo que es exclusivamente suyo, su mérito. Si U. me ama ahora ó algun dia, no quiero que sea por aislamiento, ni porque¡ no haya otro enfrente que valga tanto ó más que yb. Desde luego mi excentricidad inglesa, dicen que lo somos tanto, no me llevará al ódio de un rival. Con 5Ólo admirarla y amarla 1\ U., como parece amarla el jóven á que aludimos, tiene mérito, y prueba que su pecho encierra alma de primer órden .

l;e mir.o ya como bennano en mi · .._¡¡gion de amor ; s1mpat!10 con s';I suerte, si fuese mala, y la CllVidiaré si fuese I<;> contrario. Voy á traerlo á la presencia de U. Vt,-gmta.-i Qué bueno y que caballero e• U. milord 1 tráigalo, tráigalo U. sin miedo. ' inglé_s salió. y Virginia ya sola, exclamó con un suspiro de interés amoroso ó de listima, no lo sabemos, pero que revelaba estimacion. 1Pobre inglés 1

Ya hem os dicho que Virginia notaba la presencia y admiracion del poeta, quien por otra parte no era mal parecido. Complacia'se en cantar para él y enloquecerlo. Malignidad que se habia impuesto en su papel de vengadora de su nu evo sexo.

Pero Virginia era Póstumo) es decir, bonachona en medio de todo, y pasábale en esto lo que con el inglés. Proponíase desplumarte y burlarse de él al cabo · pero. cá ! éstos n_o eran: más que planes. ,A lo entrabale la gental 9eltcadeza, y como por otra parte el inglés tenla naturalmente cualidades que el alma un poco digna no podia ménos de estimar, venian los escru_pulos ;i dar al traste con sus propósitos. ser como otras artistas, que comienzan por amb1c1onar tan sólo aplausos y conch.1yen por codiciar • riquezas. Desgraciadamente el mundo que se compone de lo<;,e>s, cuando nó de nécios, deja morir el mérito real en la guardilla, ó le regatea siempre el galardon del oro, y para cantantes y bailarinas deja exahustas sus gabetas.

Ellas que han entrado en la carrera aguijoneadas por. el hambreó la sed de lucro, ya propias, ya de sus parientes, y que llegan á comprender que toda idolatría es pasagera y que el mun<lo la s arrumba cuando la garganta muere , ó desaparecen las exterioridades que constituyen su farna, -y que por otra parte se hartan de aplausos, y adulaciones, cuyo humo si la& oie¡a un d1a acaba por desvanecerse la

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6 pdt vérlb!I ·prodigados á otra's con ó ménos fóti. les moti.,.os, vienen á prendarse de lo único que de todo 81<> puede quedarles: el oro. De aquí que lleguen á "PArar en interesadas ó codiciosas ; y cuando su corazon se ha visto C"Xplotado por gastado por otr.os, tampoco es extrnño que concluyan por sustituirle lo que más poSitivo : el dinero. Pero Virginia no tenla !tempo de háberse cansado de la gloria, ni probado por completo sus espinas, ni gastado el corazon, y todo, en ella eran, como hemos dicho, propósieos vanos.

Como por otr;t parte debemos recordar y repetir que ella era Póstulno . es decir, e l alma visionaria de aquél, que se prenl:laba del bien, fuese ó nó posible en este mundo , dispUcsta á co menzar per ap t>s tol y acabar por mártir ó tonta, como dirían algunos despechados ó en general¡ de aquí que tan luego como v_10 al ¡óven poeta y leyó en é l _ la sinceridad, se sintió sin fuerzas para e¡ papel de Elisa de Doble-Anzuelo que había creid CI' adoptar. Si había compadecido á las ·mujeres como victlmas, al ver ahora cuanto podía élla sobre aquel jóve1.1! dispuesto a someterse ·á sus tiránicos caprichos , compatlcció á los hombres, porque to.n tQclo su poder real ó fidticio vienen á ser. sobradas voluntari os del sexo que !lal}lan débil. Comprendió que en este planeta se hacen mutuamente desgraciados unos y otras, por desoir Ja voz de la igualdad natural, perturbada de conti nuo por las preocupaciones que engendran en vez de hermanos víctimas ó '

De lo que de[<!ujo, que si las mujt!'res suelen llevar la peor piyte en ultimo resultado, esto no c011slste en la naturafeza sinO en la sociedad.

Siguiendo 1a1naturaleza racional de la s cosas ¿ en que pueden fund · r los hombres su superioridad sobre las mujeres? ¿Es por ventura en la fuer.za intelectual? Cuando, como dice un orador célebre, la mujer hclya tenido tantos siglos de igualdad con el hombre, como ·éste de supremacia y de poderosos estímulos sobre aquélla, podrá echársele en cara una falta de aptit-ud que sólo entónces habrla tenido tiempo y ocasiones de

CAPITULO VIGES!MO SEGUNDO. lleflexton• dt YlrglJ\li 6. propóstto de tul nuev.t clrou1tllaao&...

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probar. ¡Es en la fuerza flsica 1 Pero, aparte de que fundar en lo flsico las cuestiones morales ó del derecho serla sacarlas de quicio y de su propio y lejltimo terreno, el mundo entónces debiera ser de los atletas y gana-

paneComprendió pues Virginia que si los hombres pueden algo, no es ciertamente en la esfera de las pasiones ni de la perspicacia natural , pues la historia en que hasta hoy han sido los principales actores y por lo tanto lós Unicos responsables, no ha demostrado sino su esclavitud de las primeras y su escasez de la segunda. Al ca.bode tanto tiempo, de tanta libertad relativa como han disfrutado y de tanta ciencia como han tenido .á sus alcances ¿qué han hecho de extraordinario ni de estable?

No mucho ciertamente. Si la mujer les ha ayudado, algo debe merecer el sexo que lo h-a podido :1 pesar de su servidumbre; si lo contrario, cúlpese el hombre á sí mismo que ha querido mantenerla en el vasallaje .

Cuando Virginia comenzó á: tratar al poeta Alfredo, percibió que su cuerpo sentía, no ante el talento de éste, sino á causa de su bella é interesante figura, la atractiva simpatía que en otro tiempo sintió en presencia de Salazar; pero su alma cst.iba absorvida por el amor al Arte.

CAPITULO VIGESIMO TERCEno.

Ea 11" 11 "'* •I roMantlclamo 4• •11 , • .,. on1moraio .

Virgl'nia ( alut/Undo á 1111os versos q1u a cababa lk r1cilar 1/ pot!ta) ¡ Qué preciosos versos 1 .if(fr1do.-Todo lq hace el objeto inspirado. Cuando el almll siente, la palabra pinta por desgracia, la pintura queda sicmt!c inferior al sentimiento. que cómo el reflejo no es enteramente la luj, hay que contar con lo mucho que queda inefable· deatro del alma. es, Virp'nia.-Y se puede saber el n o mbre de la mortal, de la mus¡ áoitunada que sabe in s pirar , tales acentos?

)

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Al¡redo.-Es ¡nujcr de las que deciden de la ventura en esta vida X de un alma en la otra. Virgin;a.-Si .s u n o mbre es un secreto .... Ya que no merezca yo la Conlianza . . ..

.

A lfredo.-Si mis ojos, si mi sé r tod o no han conseguido r evelarlo et ciertos bien me P?r. soñar con una dicha .que .no era para m1. V1rguua.-M y presto se da U. por desencantado. El verdadero desJngaño es el mio.-Se figura una haber realizado el prodigio de hacerse adm ir ar desinteresadamente, y: se presenta el entusiasta cuando ya se cree ama.do Y ¡ay de Ja act riz ó l a canta nte . ó 1.a mujer que só lo g sta m.is por haberse e n ex h1bicion ; si no p a .a con la los afectos ó anhelos que ha ! No lo chgo por U . ; pero no podrá negarme qu e así ncon.te_ce. . . Alfrcdo.-Pe(rdonc U. Vir g inia; culpa m1a s1 nací -tan dcsconrado. Al hablarme milord Bercklcy de que U. se pre, taba ú co noc e rme , encontraba natural que U. desea,,. ver á. quien tanto !ª adn:iiraba, y nada más. reconoc1 en rvI1lord , lo que no podia ocu l tar eme y lo que dice todo el mundo: que e ra el favorecido Ni he venido co n otra esperanza que la de verla de ce ca y continua r amá ndola en si lencio . No, n o soy de ªf éllos entes que el mundo ridícul os si no se mpusiese de tantos por el es til o . Entes despreciable ·que se arrastran por alcanzar los favores de una 1 UJer, como el niño que llora por u_n juguete, y q.ue envanecidos si lo consiguen, son los pnmcros en vilipel\diarla ; y s i nó, el despecho de la derrota suele elevar los hasta la ruin venganza. El triunfo lo s convierte tiranuelos ¡ que no at ribu yen sino á su pr pio mérito lo que.es fruto del v?no capricho ó Qf!ncro de las . mu1 eres.Adonis ó'1Apolo$ de capirote, a quiénes tene1s la ffaqu eza ó la tlontería de envanece r . Nó señora m1a; mi pasion n o se t arece á lo que tales hombr es suelen sentir.

Semejante IFn guaje el. co,azon de. Virginia. Tal afecto de amor y adm1rac1on la cautivaba . No quería perder la adoracion del poeta, pero tampoco

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se atrevía á alentarlo, por no disgustar á Lord Berckley que tan generosamente se habla prestado á su capricho de presentárselo. Tampoco era en desmerecer á los ojos óel mismo Lnrd, cuyo noble carácter y altas prendas le imponían algunas consideraciones, y á cuya conducta para con ella no podia ménns de rendir la debida gratitud. Démosle cordelejo, se decia á si mismisma, sin soltar el cabo .

Virgü1ia.-Cuando rogué á Lord Berckley, que me le presentase, tomaba á U. por de los entes á c¡ue acaba de referirse¡ propoliiame ahmeutar la exaltac1on dC U. en provec:ho de mi amor propio; pero al tratarle, he visto que merece otra conducta.

Aifredv.-Cuan feliz era yo ántes de ser presentado a U. Por lo menos, al verla y oirla, sonaba y °'peraba no se quC .- Vivia en estado incomprensible; pero más dichoso.-U. era para mí, más que un sér de do , un astro que se mira y en resignado s1lencio, y que como no ha de alcanzarse nunca, nada se teme, porque á nada se aspira. Entónces era yo u.o mortal que suei\a con un ángel; despues he llegado a tocar las alas del ángel y éste huye y me .

Virginia".-¿ Con que he perdido al se r vista de cerca? ¡ Buen chascp para mi si hubiese tenido otras preten s iones que las de la vana curiosidad . .

A ifrrdo.-Curiosidad, eso es. La mu¡er comenzó por ahuyentar al ángel; ahora comp1ace en poner de manifiesto su crueldad.

Virginia.-¡ Ah! no hable U. asi. U. me ama, !º ' comprendo, mas diré: lo había comprendido. y me identifico, en lo posible, con esos hermos1s1mos vcrsos ·cuya inspiracion ·mc atribuye y con élla me honra, aunque sólo eg mentira tan dulce halagü.eña, Pero por lo mismo que únicamente ha podido sentirlos un alma her1Qosa 1 verdadera alma de pneta, que debe tener poca• porque apenas toca el barro de este mundo, ht de hablará U. con sinceridad igual á la suya_)'.... ·

AifMiU.-Deseogaf\arme /no es eso lo que iba U, - á decir ? á·para qué 1 1 hallaba bien con las ulzuras de mt engallo! i Malsl'*a sea larealtdad 1 - J

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Virginia.-No lo tome U. de ese modo; acepte mi amistad y quien sabe .... es cuanto puedo ofrecerle .

LEs tan ¡rato verse admirada del modo que U. lo hace ! Pero al mismo tiempo, aunque duela á mi alma, debo impedir que un curazon como e) suyo se entregue a sentimientos que podrían convertirse el') verdadera cia. Y no que yo me lisonjee creyendo 9u7 seme¡ante adoracion de su parte estribe en merec1m1entos mios, nó. Para coraf.ones propensos á amar Jos merecimientos no está.o siempre en el ídolo, sino en la mente del idólatra; pero de todos modos debo advertirle para curarle de su noble y generosa manía .. que mi corazon no me pertenece, y que por ver demasiado claras ciertas cosas, no soy ni con mucho Ja que U. ha sonado . 1 ·

Aifredo.-Bello y categórico discursoel de U.; impasfule, duro Xcortante como hacha de Realidad amarguigima que mata todas las 1lus1ones y destroza el alma. Las palabras de U. contienen verdades tan frias como'11a muerte Pareciame imposible que de esos lábios tan bellos, pudiese brotar tanta desesperacion para el que escucha; que la dulce voz que me arrebató al para1so, acentos tan implacables como sentencias de muert e. Virginia. 1 Amigo mio: 110 me ya .u. en zaga en punto á palal¡>ras crueles. Sólo soy con un poquillo de génio y nada m as ; ¿quien tiene la culpa de que su imaginacion romántica me haya do a ;lnael paia luego encont•ar sólo á la pobre mu¡cr 1 De lo U . suena, á lo que soy en hay la misma distanqia que del ciclo que ha for¡ado U. para mí , al mundo e n que vivo. La criatura que U. crey6 entidad cellste se vá á las nubes y deja en la tierra el miserab1e de que está formada. ¿ Entónces. cunl es m1 culpa ? ¿ La de no halagar su engaño ni envenenar pérfidamente su existencia ? El pobre Alfredo bajó la cabeza y q11edó como abrumado . Aquellas palabras helaron su corazon. Si en ellas iba envuelta alguna esperanza. era de luz tan leve, que no bastando para ahuyentar tinieblas que Je rodeaban, SerVian unicamente para ahmentar su ho-

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'rt'ible tristeza. Saludó á Virginia con emocion Indefinible y salió del escenario.

vestida con el explendaroso'traje de su!!• pel, se miraba desde fuera, un astro; de cerca Todos aquellos brillantes que parecl:in tales á las ojos del espectador, de cerca mostraban su verdad, t's decir, su falsedad ; bellísimas imitaciones; salvo en lb que era regalo del inglés.

Así pasó al poeta con todb lo demás, había tomadb por oro y brillantes, el similor y la corleadura. Resde Virgihia, siempre quedaba, aUn vista de ·c:'crca, lá mujer hermosa ; pero, que hubiese Alfredo aplicado el microscopio y habría visto los poros y asperezas el cutis, al parecer tan terso, de la mujer de la Venus humana.

A propósito de estas cosas. Al hablar de estos juegos y combinaciones de la verdad con la m'en tira nbs ocurren ciertas reflexiones. .

. El teatro es verdadero espejismo; y sin errlbal'go, baJo otro punto de vista, pasa lo contrario: el teatro es la verdad y el munllb la mentira. Vaya un ejemplo .

Con frecuencia se vé al primer actor haciehdb ¿ 1 papel de méndigo y al simple racionista el de alto personaje ; el público aplaude al primer actor y no al ta cionista á quien acaso recibe con silbidos. Es decir, que no considera la posicion social que se representa, Sano el mérito del artista. En el muudo, que no deja de ser Otra ficcíon, otra comedia, sólo que puede durar toda • una vida, se aplaude el papel y no a! hombre ; e l n'lé"rito suele posponerse á la brillantez de la apariéncla. é Cual es pues más verdadero ó mis convencional, él teatro ó la escena del tnundo ?

Pero volvamos :l nuestro Alfredo.

Salió como hembs dicho y regresó á su a•li;iito 11"1 patio. Alzó•e el tclon y trató de volverá softar do cantaba Virginia; pero entre la ilu!iidn que pughaba elevarle y su espldtu que ahhelaba l!ejarse 'Se entrometía sin que hubiese forma de impedirlo, 'Ja Tealidad, la mujer.

Virginia, habla susP.ir:tdo, al salft de toarto d pobre poeta. Dnrartre el diálbgo, lfoe ho sin

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tlabla ·so!ltettld&, l1>gr6 á duras penas dominar las más '\>h•D.9 porque poeta. le paTecia altamente simpático.

1 Aquel suspiro y tale'S e'lrtqcrones ventan de su alma 'i> dlil cuerpecillo meridional y tiranuelo que solla revellllr!le entre sus discursas y propó!ritos ?

1 Misterios del sé r humano ! 1F usion prodigiosa de la dualidad y la. unidad. Organismo incomprensible !

CAPlTÚLO V'IG'ESIMO CUARTO.

'El jóven A'lfredo había sa lid o de l teatro la noche de la conferencia con Virginia, en estado de calentura, s1nÍiendo el mondo hundirse bajo sus piés, anonadado com'ó quíelt lo ha per!lido todo en la tíc:rra, con e l corazon e nvejecido de prdnto por el desengafto, en un e'sfado ' tal, le hubiese hablado, conoc!endo d rbmartticish1o ae su carácter. habria comprendido que ·se llaliaba a dos dedos de la demencia . '\l'l('ginía y el inglés le habian echado de menos va-. Ylas noches en el teatro, y llegaron á temer que su ausent!a fuese ocasionada por alguna desgracia. El inglés 'h'ablale buscado por todas partes ; pero no pudo obten.cr otra ndticia sino qa'C' había desaparecido de su casa sin que se supiese su paradero. La caida era mortal , había i;!do de tan a lt o! 1Ltegó ta funcloh de gracia de Virginia. El teo.tro estaba ·alumbrado á giorno y concurriélo de bote en bote. La salida el-e la prima Dolma' fué saludada con íuriosC!s ramill'etes, pa lomas y versos, que por ser ¡ruratnC'Jlte de ltls que s.e escriben porque si, encerrabon 'ehOrm·ísimas hipérbolés y celebraciones sin cuento; pero <!11 i¡.ne no había un co ncept o que valiese á compararse c'Oh lds que Ja Verdade ra ·pa!!ion y el sincero erotusíasmo 11ablan l'nsplrilto A l'\líredo e'l1 la C<?mposícion á que ero el ca¡iltalo hemos·reícrido. Et ·m¡i'lés lr2bía•echKdo el re sto, como suele decirse . lá t;/tlt¡tl• y 1\ lt>s 'ITUmerc>!tl• parl:idarios 'de Vfrgln'la, h'ábia una mln!1rla qae no negaba su mérito,

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(So)

pero que capitaneada por el despecho, pretendía mortificarla, aplaudiendo á cualquiera otra aunque no valiese ni con mucho lo que ella.

Pero cantó Virginia aquella noche de manera tal, estimulado sin duda su amor propio por tan desatin.ada hostwidads que se impuso á todos y sintiéronse vencidos y humillado• sus enemigos.

1 Qué sorpresa al comen.ar ! Hallábase Alfredo en su butaca. como en otro tiempo ¡ pero qué cambio 1 estaba desconocido, pálido, ojeroso, desencajado su sémblante, parecía que había pasado por cima de su alma, y de su sér todo un año de desventuras.

Virginia sintió gozo al verle, y hubo de maniíestárselo con leve sonrisa y cariñoso cuanto disimulado saludo.

Pa'ó el primer acto y Alfredo desapareció .... Virginia sintió esta contrariedad, Y. cuando llegó el !' que fué para ella espléndida ovacion,.en que los regalos valiosos ( suponéos el inglés), compartian con los aplausos, vktores y otras manifestaciones de entusiasmo ; llegó al escenario cierto rumor, cierta que. heló el corazon de la cantante y amargó su triunfo : un JÓVen Alfredo segun todas las señas, acababa de suicidarse no léjos del teatro: su presencia allí aquella noche, había sido la despedida. Había venido a decir 4 Virginia lo que en otros tiempos el gladiador á César : el que vá á morir te saluda. , Virginia sintió su C"lnsternad'!: lloró con t lágrimas que no eran de mu¡er. Com_prend1ó 9ue había servido de instrumento á la más horrible fatalidad.

¿Y no era élla el espíritu de Póstumo? se nos dirá. No sabía con evidencia lo que ignoran los demás mortales. ¿Es la muerte otra cosa que simple aP,ariencia para quien tiene la certeza de otro mundo ? Es verdad ; pero Alfredo amaba Ja vida, amándola a ella, y había sufrido mucho ántes de ir á parar al suicidio que suponía Ja desespcracion. Ella había asesinado sus ilusiones que lo hacia,n tan feliz; le habla despertado un sueno delicioso á una realidad inaceptable. Esto fué lo que la entristeció; por_lo demás_ Póstumo do á viva fuerza, a la vida de lo infinito de los ymhos,-a.

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la exduei\a de su cuerpo, y tenía que consolarse pronto, szblendo que si la muertf! no es un mal, sino <!l principio de la vida, no habia causado al espíritu de Alfredo, extorsion verdadera y permanente.

Sin duda el interés puramente orgánico y terreno que no se confunde con lo que lo es hasta el ¡>un.to de engaftar al mismo Póstumo, entró en este senttmwnto. Efectivamente los nervios no son otra cosa que el órgano ó instrumento de la felicidad. Y los nervios ¿ son por ventura otra cosa que una _forma de l_a. expuestos como éste a confundir la sens1b1l1dad con la sensacion, perturbando la primera ?

No tuvo presente Virginia si el cristal .puc_de quebrarse por el fuego 6 por el hielo; hay organizaciones que no se pueden llevar al enardecimiento, ni rechazarse por la indeferencia , ni exponerse á que se roll\fan.

CAPITULO VIGESIMO QUINTO .

V Retoluclon dt la conlrtataclt artista.

Apesarada Virginia lo . la noche d.c su beneficio, al ver la desgracia ongmada .por la fatalidad de su canto, resolvió rescindir la escritura y a_partarse por algun tiempo del teatro.

Habia encontrado en él lo que se encuentra al cabo en todos los senderos de la vida ; más humo que dicha, más mal que bien.

. .

El hombre olvida con frecuencia el pensamiento final del célebre soneto de Argensola ; que no es la tierra el centro de las almas . Pensamiento que, prescindiendo de la fé en el cielo, puede sintetizarse en el de esta dolrra de Campoamor.

"

PorqJe en la paz de la más dulce vida tarde 6 temprano es infalible el mal."

· Acaso porqpe en su veleidad postúmica estába ya cansada de ser artista, sin razon ni motivo, pues todo para ella había sido hasta entónces, en semejante carrera, tortas y pan pintado, sonaba con otro cap_richo nuevo . Tomó por pretexto quizá la muerte del ¡óven

( &:i- )1

PQeta ; tal vez constituía. esre capricho el apostolado mujeril que se le había metido en la cabeza.

Virgi11ia ( al inglés) Milord, he resuelto separarme del teatro por algun tiempo y viajar.

Et L ord .-Dispuesto estoy á acompaftar á la que es sol de mi existencia, basta el . cabo del mundo: pero para ¡Que de una vez fuese más firme y acentuado tro co mpañerismo, estoy tambien dispuesto á ofrecer ái Virginia al par que mí fortuna. que ya era suya, ésta mi ma no . Soy hijo único de noble y antigua casa, poseo inmensa fortuna y un nombre inmaculado : nombre y fortuna so n de la que es dueña de mi corazon. ,

Virgi11ia.-Perdone U. Milord, que no acepte el nombre ilustre que se digna ofrecerme y del cual no soy merecedora . Pero aunque lo fuese, no podtfa aceptarlo . Sépalo U. de una vez porque nadie má s acreedor á conocer mis secretos. No soy la marquesa viuda que U. co noce, s ino la Duquesa de la Verbena cuyo es poso vive. Ya vé U. que no puedo admitirlo por esposo. Su ofrecimiento me consterna por .serme vedada tanta honra.

El Lurd.-Lo que parece obstaculo no lo es. Seg un la s leyes inglesas sigue la espo"a la nacionalidad. del marido, c uyo nombre y clase le comunica éste. En Inglaterra existe el divorcio absoluto ósea la dísolucion total del matrimonio. El Duque no ·es ya esposo de U. segun dichas leyes.

Virginin.-Cómo no vivimos en Inglaterra ..

Et Lord.-Pero soy inglés y nada nns impide vivir , en In g laterra y o lvidar lo pasado.

Vr1gi11ía.- Aunque así fuese debo confesar á U. mi querido lo rd , que no soy afecta al matrimonio. Me fu é muy mal con el primero para probar un segundo marido, aunque tan digno como U. Ahora es amable galan quien podría convertirse en amo.

Et Lord.-Y o '

• Virgi11ia.-Qué sabemos! No consiste en el hombre sino en la manera en que se halla establecida l;t institucion. I,o mejor es que U . continúe siendo para m( lo que hasta hoy: prefiero tener amigo á tener esposo.

Et lord.-Y amigo decidido ; pero mi amor ... .

J

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U. mi amante, ¿me opongo á ello?

Et lord.-Pero su corazon Virginia. . . .

VirgÍllia.-¿ y qué importa el nombre ? . Llamese U. amigo ó aman le ¿qué más <l;i? s10 embar.iº lo primero tJsted tiene la'excentnc1dad de amarasí me lo ha dicho: déjeme U. tener lafi mi¡o.s. Llámese n¡i amante, yo seré ' sólo su amiga, pcrp .eso sí. su sincera y más afectuosa amiga.

EJ Lord.-Pero ... sabe !

El lord.- Pe o vivir sin esperanza. . . . .

VirgilJia .-¿ e qué? ¿De que sea su querida 1 ¿Quién le despoj á U. de es a esperaoza? ¿ Pued.o res; ponder yo de q e algu!1 dia no me .lleve el diablo. Ahora anda U. tr s de mt, despues se.na yo la pretenpiente: d éj e m e . la libertad de vivir como quiera, ya quel_(anto dice ;ima rmc . Se conoce Virginia recordaba la s amenazas dcl Custodio.

Virginia alargándole su h er mosa diestra y co n cariñoso acento-con qué¿ acepta U. -el contrato ? •

El ingl és cal(ó y apretó la mano q.ue se .le tendia. ' Los que aman mucho y se de¡ado >'.ª dom111ar de la persona amada, á tod? avienen y · . Convinieron en v1v1r como esposo s para el mundo , .como hermanos entre si.. . Esta pareja singular lleg_? pocos di.as despues al Havre y se para los Estados U111dos.

CAPrTULO Vl'GES!MO SEXTO

El oamlno de Demuco fle Po.t1&ma Envlrglltllldo .

Nu !vo y cam!)O la república norl eaQ'leri c;¡o a al espir¡tu de Virginia. . . Su apostolado mujeril alh el t.crreno. Grande fué pues a<lm1rac1.on al ver a la muc;lisputaodo hombre .la s11prema.c1a en . la esfera ,de las ciencias, de la mdu st na y de la vida. social. . Universid acles y co legios compartidos por "'nbos

26 I··

especiales para las mujeres ; m:i.s pod1a eXtJlr. en esta materia? Las mujeres s!rv1c.ndo con lucro é independencia en el profesorado c1ent1fico como maestras, en el terreno científico-industrial cómo abogados, periodistas, ingenieros, empleados pubhcos y hasta como ministros de la rcJigion.. sin contar las que se dedicaban á las artes, c?mo al a imprenta, á la relojerla, y á otros oficios, considerados hasta . h?Y como puramente propios para hombres ; y por ultimo lo que m¡\s hubo de asombrarle, fi1é ver en la cuestion política funcionando sociedades ·organizadas que el derecho de votar tambien como los hombres, y de ser elejiclas para los cargos de la república.

Esto fué para Virginia un verdadero e-amino de Damasco; cayo de la mula herida por la revelacion de La verdad . como el rtpóstol, y desde cntclnces compfendió que era una verdadera mision la que c;;e había impuesto, pues lo que le había parecido hasta aquel punto simple mstinto ?e lo ofrecia fundamentos positivos y era ya cuest1on practica en su mayor parte. noche Lord Rerckley á un m eetwg de. la Sociedad A mt·nccwa de Di·n·d10s i"gunlttS que se verificaba en los salones del Instituto Coopcr. Ct>mo Póstumo en su existencia primitiva sabia algo francés, pudo sa1ir del paso en París, aunque haco!llo vaca española, cual suele decirse¡ pero del 1d1 o ma 111glés nada supo otro tiempo, tenía que valerse de la traduccion que le hacia el Lord, su com·• paílcro Con quien SC había puesto J. aprender más <;\Ue de prisa. desde que comenzó con él su trato. Aguijoneada srn duda por el .afan de cntcrnrse por si inisma de todo lo conveniente a su apostolado, hacía prodigiosos adelantos en el idioma <le Byron. El Lord era su le11g11r1 dt· jul'go, ya que no le había sido por el Espíritu Santo el dón universal con que fueron agraciados los apóstoles del Evangelio.

En el muti11g tuvo Virginia ocasion de ver y oir cosas que eran nuevas no sólo para ella sino para el mismo Pó!>tumo.

Figurese el lector una gran sala, ocupada en su ma-

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yor parte por mujeres, principalmente sei\oras, ante una tarima ó mesa en que presidente y secretario eran tambien mujeres, y sobre cuya plataforma peroraba un orador del mismo sexo.

1

11 Es cosa probadtr seiloras y decía la oradora,-es matefia probable y ya incontrovertible que nuestra sabia constituci1m política al ·hablar en su famoso preámbulo del objeto con que han sido instituidos los gobiernos, no hace distincion de sexo entre los ciudadanos ; y quisiera ver que traza se daban aquellos de: nuestros hermanos los hombres que hacen oposicion á nuestros derechos, para probarnos que pala· bra 111en (hombres !) que allí se usa se refiere solamente al sexo masculino.

·•Son tambien axiomas de la Costitucion inglesa, madre de la nue!:itf-a, 1': qu e toda constitucion que no de Ja rcpre$entaCion del pueblo, es un robo, y que tbda ley que no emane de dicho pueblo representa· do, es usurpacion. 1 Ahora bien, decidme si todas las que teneis prnPi¡!dad, (y todas las que trabajamos la tenemos, porque en but:11 0s principios, el trabajo es la fueate de toda propiedad ó la propiedad misma) 110 teneis derecho á no darla sin vuestro consentimiento y á no fiscalizar su inversion por los poderes públicos; y si las leyes que de nuestra propiedad, de nuestra honra, de nuestra felicidad y Je nuestra vida, deben dictarse sin nuestfO consentimiento y representacion y aplicarse sin fiscalizacion nuestra, por el sólo hecho de ser mujeres."

En esta gran república se ::\horca aún ú las mujeres, y no se hace distr'ibucion <le sexo cuando se trata <lel c2.stigo i pues yo digo señores que si sé exige á aquellas la respoorabilidad qnc :í los hombres, se deben <la.r sus derec#hos, ó comete cruel asesinato y solemne injusticia cada vez que se aplica á alguno de nuestro sexo tanto la última p.!na como cualquiera otra. Al cabo los hombres titnen intervencion exclusiva en dichas leyes y en sus aplicaciones. ·

¿No tenemos capacidad para intervenir en la for· macion de las leyes qui! así nos tratan? Pues tampoco debemos tener responsabllidad en el crimen; somos

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irresponsables como los niños, las bestias ó las cosas matetiales.

"¿ Qué distincion se hizo éntre los del gran Lincoln ? Ninguna ; todos los habidos á tiempo fueron ahorcados ; pues recordar que entre ellos habia una mujer. ¿ Hubo por ventura alguna distincion 1 Ninguna. ¿ Valióle el sexo ? De ninglln modo. Se la dejó en la ausencia del derecho al hacer la ley, y á la hora de aplicarla, se la llamó al castigo. No se tuvo en cuenta sino que había una concieticia, un alma y por lo tanto una responsabilidad ; pues téngase presente ·qi.ie tambien las mujeres tenemos un alma y una conciencia. cuando se trata del derecho. (Fuertes aplausos.)

"Estos no serían argumentos para pueb los en que se ignora lo que es la naturaleza de la ley, y en los cua. le s por más que los gobiernos se llamen representativos, se desconoce la esencia, basr y orígen de esta clase dé gobiernos ; pero entre nosotros todo esto es axiomático, y la violacion de estos principios fundamentales envuel· ve una enorme y vergonzosa inconsecuencia. (Aplausos)

" Venga pues á nosotras con el mismo derecho que á vosotros los hombres el derech<> de hacer las leyes y la culpa será nuestra si,, al cabo de algun tiempo, no hemos despojado á nnestra legislacion de cuanto bárbaro y monstruoso encierra contra nosotras .

" Se nos dirá que estamos representada s por nuestros padre s y maridos y hermanos, ¿y los que no los tienen ? Por otra parte, ¿ qli'lén ha dado al otro sexo el derecho de mantenerno s en tutela ? ¿ La fuerza 1, pues la fuerza debe ser desterrada de nuestras leyes, si quercis que rein&: el derecho, que es su antagonista. (Bravo.) Nosotras no queremos que se nos proteja, porque en toda protecdon suele hallarse el capricho de l protector. quien pretende lejitimar con su protcccion todo linaje de de violaciones : nosotras queremos protejernos á nosottas mismas y que !e nos deje en Hbertad de ejercer esta proteccion. (Aplausos.)

"Si en Inglaterra el sufragio es limitado á los que tienen algo, porque para establecer aquel derecho le dió por base la contribucion ; hoy existen alll mismo pensadores que opinan que la cleccion no debe fundarse en

( 87)

aquella, t' : porque hoy más adelantada la ciencia económica se sabe que el consumidor es el verdadero contribuyente y todos los somos, y porque sólo al reducido entendimiento de orgulloso plutócrata pudo ocurrirse que el dinero, có!lia material ó i,nanimada, tuviese derechos, sólo propios del sér moral. (Bien, muy bien.)

La ley podrá fijar la capacidad para.el ejercicio, sólo en el estado de razon del individuo, pero no debe nunc;a. despojar al sér racional de lo que la naturaleza le dió como peculiar y propio.

"En esa misma Inglaterra se ha pedido por el ilustre Stuart Mlll Ederecho de votacion para las mujeres que se hallasen h ciertas circunstancias, lo que prueba que Ja circunst ncia de ser mujer no se juzga ya impc· dimento para ejercicio, precisamente allí, en el país de las restricciones en este punto. ·

11 Dicen que no debemos tener derechos elec'torales porque somo• débiles .

1o Débiles , ¿en qué se ntido? Físicamente? Entónces sólo dc;_,ben votar los ganapanes porque son los más fuertes . ·

• "¿ 1 ¿ Y quién puede sostener que el hombre sea mf\s fuerte contra sus caprichos y pasiones ? ( Sensacion.)

"En los dolores de la maternidad , á la cabecera del enfermo ¿ tencis nuestra resistencia?

"¿ Sabeis enfrenar vuestras pasiones mejor que nosotra s á quiénes se impone el hábi to y el deber de subyugarlas?

0 ¿ Cuántos de vosotros, jueces. no estais en el caso de Angelo aquel juez de Mesure for Mesure de Shakespeare, y cuántos podriais ser comparados con la Isa bel que pinba 1

" 'Josotr.os fuertes ! Qué se os pruebt ante el empcno de una mujer hermo sa y cuan pocos dejareis de vacilar en vuestro deber. Sex:o fuerte ! En los müsculos y nada más.

11 ¿ Qué las faenas domésticas no nos dan tiCmpo para ejercer nuestros derechos? Entonces ¿los nega· riais á los hombres que estén el mismo caso ?

"Qué no somos bastante independientes . Dejad-

J

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nos cultivar profesiones que nos dén esa independencia que vosotros tampoco teneis.

"Que no debemos tener influencia en el Estado. Pues qué ¿ no la tenemos hoy ? Si nos la negais como ciudadanas, la eje rc erémos como mujeres, es decir, seduciendo, corrompiendo y siempre irresponsables. Mujeres que habreis mutilado y hecho esclavas y como tales frívolas y pueriles ; pero recordad que por la esclavitud han caido los imperios. Si examinais la corrupcion y cai<la de los pueblos, hallareis siempre en la causa originaria la influencia oculta de una mujer ó mejor dicho, de una esclava .

11 1 Que no podemos ser ciudadanas ! y ¡podemos ser reinas y absolutas 1

"Que podemos ser tal ó cual cosa, ejercer tal cual profcsion . ... ¿y por qué nó otras?

"En otra época se nos negaban todas 1quién dice que mas adelante no podría ampliarse esta esfera ?

Y sobre todo ¿quién ha dado :i un sexo el poder absoluto de legislar sobre el otro ?

··Nos quereis ignorantes y supersticiosas. No pi· dais para la gran maS'a de vuestros hijos otra cosa que_ esclavos de sus ¡1reocupaciones y pasiones, .,y por lo mis· mo esclavos en a nacion.

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tenerse en cuenta por los pueblos más sérios del Búrlense cuanto quieran los que nos teme11 por mstinto, los que nos quieren enyugadas, que seamos con pretexto de más honrada!l ,más Re.x1bles ante sus conveniencias ; los que temen que compitamos c?n ellos en la inteligencia, en la actividad y en el trabaJO ¡ esta revolucion pacífica se vá haciendo ya en el mundo Y principalmente en este país.

"

Nos quereis separaPas de la cosa pUblica; pues bien , mientra s así sea, no tencis de que quejaro s si la corrupcion y Ja fuerza tanto imperan en el Estado.

No, no puede estar bien la'humanidad, cuando uno > de los dos sexos esta en la luz y el otro en la sombra, la mitall de aquella humanidad, que es la mujer, se halla en la somb r a.

No falta quien apelando :rl sentimiento del':' J:lOesia , teme que esta desaparezca ante el pr?sa1co c1v1smo.á que dicen queremos llevará la que nació para sentimiento , segu('\ ellos se expresan. Nosotras decimos que la poesía ha v'enido modificando sus fuentes desde Grecia acá, salvo en lo que estas tienen de eterno y perma· nente y que ei cu lt o de la forma será eterno.; pero cada vef más espiritual. L a forma no desmereció porque el crihianismo espiritualizase m fts al sér humano, y mosque mieri,tras haya en el mundo, dolor y pa s 1one:; bellas, triste(1 y nobles e_n una palabra mientra s alma, habra poesta. U111d los éÍlcantps de una Roland .á la t>elle1a de una Recamier, y decidme si ltay conjunto poético más irresiStible . Reunid el. do· ble encanto del se ntimiento con el de la inteligencia . y decidme si h'bría algo n:iás poético que .et. alma de una Tere sa de jesús con el vigoroso entend1m1ento e.J e una Stael. Y lo que es posible en un hombre con_io Lamartine ó ?\'lichclet ¿puede no serlo en una mujer ? Mas aún, aquel conjunto en una mujer seria menos peligroso sin dejar de ser muy atractivo.

Este pueblo ha llell:ado á grande altura entre los demás, haciendo compat ibles el órden con la libertad; preguntad porqué la mujer tiene más libr e ,personalidad que e n otro pueblo alguno.

"'

" Ya van conocié'ndt)lo otras naciones del Norte de Europa . Ya os he dicho que en Inglaterra un publícista célebre disputa en favor de las mujeres la entrada en el Parlamento, y en otros puntos se han abierto la s pro· fesioncs ci c 11tifi cas nucstro sexo. Es decir, que la jus· ta rcpara cion que la sociedad nos debe ha comj'zado á

'

Lo que queremos es libertar á la mujer de esa cadena de flores que con el nombre de poesía pretende esclaviza¡la y que no es otra cosa que sensualidad y pa· ganisnjo en el culto de la forma. Nosotras queremos que la belleza física en la mujer sea como. en e l hombre la última de sus bellas ó buenas cualidades; queremos espiritualizar el mundo espiritualizando . á_ la mujer y variar el ideal poético en este sentido prcc1samente, porque triste serla sacrificarla por mantener una falsa poesía, y mantenerla esclava, para dar al hombre el gusto que de que fuese más poética.-El mundo ha entrado en el maduro período la raZon ; ciencia, ins-

( )

tituciones todo acusa este cambio ¡ preteodemQJ racionalizará la mujer basta.lioGde le fuere á ella pÓ1ible, siendo su naturaleza y no el varonil capricho, !o único llamado á fijar este Umiw. $i basta hoy no la hemos conocido mas que C4lllllO imaginadora, que sea tambien reffexiva como lo ea la paella y todo lo de nuestro tiempo. El hombre ¡anará con esto seguramente, porque los dos sexos tienen iutereses comunes ; y no vemos por qué han de perder en esta modificacion tan sensata como justa. El hombre se tornará más reffexi.v.0 1 porque no convirtiéndose en tirano de las muj.crc,s no vendrá á ser su e sel avo, y pagará menos tributo al mundo de muñecas que ha creado para ellas y qué comp pullal de dos filos le alcanza y ruere tambien. Con madres y esposas frívolas tendremos hombres frívolos: haced más hombre á la mujer en el sentido de la razon y del espíritu, y el hombre será tambien más hombre en éste sen tido, ya que no en el del. músculo y de la fuerza Abajo pues el reinado de la fuerza bruta y de la belleza frívola : abajo la idolatría de la forma y caiga de s.u trono la belb sensualidad. Sea la mujer menos mujer, para que el hombre sea más hombre en el sentido de la fuerza moral.

Ha dicho no recuerdo bien, que sólo los iguales pueden ser amigos : igualemos pues á lps dos sexos para que puedan serlo.

Se ha dicho tambien que la naturaleza los ha creado de modo que se completen}' pues bien, esto no debe entenderse sino en el sentido de la individualidad ¡ que' un sexn preste A otro la entereza civil y reciba éste de a'tuel la mayor ternura del sentimiento.

Así tendremos el fecundo híbrido bisexual, tan conveniente y hasta indispensable para las produccione s del alma y del espíritu, ó sea del corazon y la mt.cHg-ellcia, tal como Ja admi ramos en la organizacion de tos verdaderos poetas y artiKtas, cuyas producciones r.&!vclan los elementos predominantes .en cada un<? de los dos sexos: fuerza y sensibilidad moral, virilidad y gr.a.cía, vigor y ternura al mismo tiempo, c.D1tjunto armónico que es el ideal de la , personalidad h,um,ana . .

Or<idorcs ilustres, co,mo n1'oCauo We1ulc1J

ha¡

hecho reooqar su eloc¡¡ente voz en esta misma a•ociacion ; siendo , sólo repetir sus argumentos cuanto se eo.adelantt, puestoque agotó la materia, no hay má• que repetir próximamente razo¡iamieotos de esta lncldlt hasta que el evangelio de 'ia mujer penetre en todas las conciencias.

.

No queren1os trastornar la sociedad. Si nuestras palabras tienen eco, será porque llevan aJgun fundamento de justicia . El tiempo dirá y obrará forzosamen te. Ya irérn os imponiéndonos, á medida que vayamoH siendo dignas dp esta grande obra.

En este libre tenemos tribunas, prensa y asociacion l qué más?

Ya e l matr monio y las demás instituciones que se· invocan para a ajar nuestro movimiento, no es en ningun punto de uropa lo que en Grecia y Roma antígua11 ni 10..que fué en la Edad media. Mas aún, ni lo que era á principios de este siglo. En esta sociedad estil mow dificado, y vivirfios. y nadi e advierte los cambios, porque son le ntos é hiJPs de la s circunstancias nuevas de: cada día. El no m orirá, no temai s, por este lado; · pero !iC modificará gradual é in,..,ensiblcmente, y nu es tros hijos y los hij o$ de nuestro s hijos, lo irán encontran.d<> modificado y hóf-brá de parecerles á e llo s, cada vez más llenos de en esta materia , muy r aciqnalcs sus modificacior es ¡ la s que ellos mi smos habrán encontrado al nacer, sin dar!'c cuenta de ello ó irán haciendo mientras vivanl Fecundos Jlan sido hasta ahora los frutos de estas tareas. Cuan* las emprendieron nu es tras madres eran ellas pocas y su esclavitud mayor . En la act ualidad vemos ya abierto para nosotras el palenque de las ciencias. EJ con cu/so de scll.oras que viven de las profe s ione s científi.ca• en lo s Estados Unidos tiene en este sitio honorable representacion . Hemos adelantado, y trabajos no han sido estériles puesto que estamos en Ja colecta y resultla más abundante de lo que era de esperarse.

Los hombres quisieron ser libres sin sospechar que su ejemplo nos abriría los ojos ni que abogaríamos con sus mismos argumentos . Y <cuáles no"i oponen ellos?

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27

Los mismos que se les opusieron y los que se oponea 4 todos los esclavos por los amos que viven del abuso. No te'neis capacidad, la naturalezaseoponeáello: cómo si la obra de los hombres fuese la obra de la naturaleza.

Donde el hombre sea tl>davla cosa, por más que se llame hombre, porque es fuerte de músculos, porque rechaza la fuerza con la fuerza. que reine como esclavo juzgándose libre, pero en pueblos como éste, si querei1 ser libres, y que no se esterilizen vuestras pacíficas revoluciones, dejadnos ser libres tambicn ¡ porque de lo (:ontrario no lo sereis tampoco.

Y no que seamos egoistas, ántes por el contrario hemos hecho de nuestra causa la de todos los desvalidos del mundo, y nadie podrá ser esclavo cuando la mujer sea libre. Nadie podrá nacer esclavo si todas las madres son libres. Nosotras abogamos faclficamente por la fuerza del derecho porque Ja bruta la dejamos á los que de ella blasonan y en ella todo lo fundan .

Antes llamábamos á esta sociedad Womatt rigtks society . Hoy la apellidamos con titulo que abarca más ámbito moral. Equ.11/ ri'gks ameri'can society es decir iguales derechos no sólo para la mujer sino en general para toda la raza humana."

CAPITULO VIGESIMO SETIMQ.

¡ Quién podría narrar Ja admiracion que produjo eh el ánimo de Virginia, tal reunion y tal discurso? Figuraos á Arquímedes, saltando fuera del baño y corriendo y gritando el famoso Eureka por las calles de Siracu•a. El inglés que e•taba á •u lado, y se iba convirtiendo á las nuevas ideas que al principio miraba con el desden propio de su sexo, le habla ido traduciendo lo que •decía la oradora, y por último le tradujo la primera rclacion que cayó en sus manos y que tomaban de labio• de aquella los rep or/trs puestos á este efecto . ·

Ante este evangelio de la mujer, cómo apellidaba Virginia aquel dis c urso, su plan se hallaba trazado y fijo .

J

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Cuando la ex-cantante se quedó sola en su habitacion presentósele el Custodio.

C"sti>dw.-Seftora visionaria .-Ya os contemplo a vuestro gusto ; y ahora ¿ qué hacer 1

Virgim'a.-Predicar esta doctrina y tratar de hacer que se realice.

C11stoliw .-1 Apostolado tenemos?

Virginia.-Hay nada más justo?

Custoliio.-Pero recuerda la suerte de los redentores ..

V1:rgi11ia.-Tal vez necesitaba uno más el mundo y por eso tuve la i.nspiracion de encarnarme en el cuerpo de una mujer . Como hombre no habrla sentido la Justicia, cómo mujer no habría tenido tanta conviccion. Como hombre hecho mujer, y por ai"Jadidura andaluza, la más mujer de todas, ya es otra cosa. Para 'ligo había de servir mi nunca visto antojo de meterme en este cuerpo femenino sin dejar de tener alma resabiada de varan. Ser mujer y sentir como hombre , l puede habervnejor situacion para ver y sentir la verdad y la justicia ? El verdugo sintiendo con el corazon 8e la victima, y corriendo su suerte, podría descargar el hacha homicida ? • Espero que Dios al ver que he hecho algo en el mundo que le sea grato como obra de justicia, perdonará mi extravagancia.

Cusloliio.-Pero el que distribuye las misiones, no quier(! que nadie se las tome por si mismo. ¿No valdria más que te estuvieses quietccita cantando en el teatro, ántes que meterte en camisas de once varas ? ¿ No te ahorrarla esto la mitad de los disgustos que habrán de sobrevenirte ?

Vir,Íinia.-Semejan te lenguaje es el de Jos egoístas. y yo nd o soy .-Si todos se hiciesen Ja misma cuenta ¡ qué sería del mundo ó sea de la Obra de Dios? Y extrafto mucho, angel de mi vida, que dés tales consejo•. CustodW.-La prudencia y el amor que te profeso, unidos á mi deber de velar por ti. ·

VirginJ'a.-Siempre fué la prudencia patrimonio de Jos que no miran m;ls que el interés propio. En cuanto al amor comencemos por ser mas caritativos, pues no es

.. '.· ( 92)
.. C1191edlo .

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caridad el amor desmesurado á no consultar máo que la privada conveniencia.

Custodiu.-Pero á ti qué te impo.-ta? si no has de vivir más que cierto tiempo ?

Virgi••ia.-Eo decir que lo esencial es repetir el dicho de Luis XV. Aprés moi ü de/,,ge, que ha puado á ser proverbio en boca de todos los egoístas/ La humanidad se ha hecho para vivir más de un dia soy pues hijo de la humanidad y á ella me debo . '

Cust odio.-¿ Pero te parece justo lo que proponen .semejantes.locas?

·

. Virginia.-Ya, ya pareció aqudlo. Ya iba yo imaginando que mi angel era retrógrado ó conservador, por lo ménos. Cómo vosotros los angclcs vivís en la esfera de lo perfecto y vuestra naturaleza es inmutable, no crceis en el progrt"SO ; no así el hombre que como imperfecto tiene que buscar la perfeccion y ¡ qué manera mejor de perfeccionarse que el mundó ?

C1t.stotiio.-Si ¡ trastornándolo . Sacando de quicio á la mujer : realizando lo que nunca se ha visto : tratando de llamar imperfeccion lo que nunca. se ha conocido mejor; pues no digo: ¡la mujer que perdió el paraíso, gobernando el mundo !

Virgi11in.-Y ,María Santísima no fué mujer, no quebrantó la cabeza al Dragon del iufierno ! Custodio.-Pcro Maria era escogida.

Virginia.-Por lo mismo, aunque no la igualemos debemos imitarla, continuando su obra: si ella produjQ al Redentor de hombrt!s y mujeres, no <lebemos tir que Jos hombres, por sólo ser el músculo de Ja creacion¡ tan necesario para reinar cuando la materia bruta tenia que explorar y dominar, traten de continuar reinando cuando cesa el tiempo del hierro y de la fuorra, para traer el reino de Dios y del Cristo, que es el de la justicia para todo•, y el de los débiles que hagan ,inútil la fuerza.

CNslndio .-Tah, t ah, tah? Veo que impregnado <le las funestas doctrinas del diaJ eres una vez más, incorregible.

Vir¡:ínia.-Tah, tah, tah ! Veo, angel mio, que fmpregnacfo, por tu naturaleza angelical, de las doctrilta9 ' )

(

tradicional quietismo, te asombf1. lo que no has conotido hasta ahora, y eres por lo tanfo injusto, como todo retrógrado, tomándolo por impracticable, Ya voy con¡prendíendo que el hombre en su lucha con el pecado y la malicia, puede llegar á' ser superior á vuestra perdurable inocencia. . .

Cnstodio.-Error, atrevimiento, insolencia. Desde hoy no cuentes más conmigo.

Virginia.-Y luego os llamais buenos los ángeles ! decir que me ,bandonas porque te digo lo que siento?

Custodio .-No dejare de velar por tu pesar; pero no me culpes si soy impotente para librarte del mal. Bastante he hecl\o con aconseje.rte, libre eres y por lo tanto, responsabJe. Sin embargo lu ego seremos dos á sufri r. No es sea retrógrado como dices, sino que yo, co m o todo el que ama paternalment e, no veo sino el peli!Jro para el sér que tengo el deber de custodiar.

Adios .. . .

Y fuése el pero el fanático envirginiado continuó en su resoluciorf, y creyendo que servia á Dios con sus J'ropósitos.

CAPITULo" VJGESIMO OCTAVO .

Recorrió Virginia la s diversas ciudades de la Union Norte americana en compañia de su inglés, amante resignado siempre iy ·entusiasta, Seide ahora de las doctrinas de que aquella s e había constituido en aruicnte apóstol. En partes vieron igual agitacion latente, cuando no manifiesta, respecto de,la emancipaclon de las mujel-es. En el Ateneo de Boston. hallaron de b1bijotecafia una rpujer, y por donde quiera, so bre todo e n Nueva Inglaterra y en Illinois, encontró Virginia á de su sexo dtablecidas en las diferentes profesione9 científicas é industriales que hasta ent6nces había creido exclosivas de lo$ hombres: cátedras superiores y bien dotadas, regida'• por mujeres, que asistía todavla máyor número dC"cJlas quede varones; en una palabnt, rcdoc'idá! i la práctica' aqn.;llas teorias hasta hoy miradas

como peregrinas, }'_combatidas en otro• paises. Alll Tió · que era verdad el llkho del célebre Humboldt que on los Estados-Unidos el día que no hubiese hombres dig· nos de gobernar, gobernarían las muieres.

Tambien halló, y esto era lógico, sociedades de · e¡.:travagantes exaltadas que pretendían llevar á la práctica la igualdad con los hombres, a estilo de las Blumerista.s por ejemplo, que afectaban vestir, vivir y proceder como aquellos. Algunas de estas sociedades iba más lejos, queriendo lle!var hasta la licencia la asp.iracipn y ejercicio de esta justa libertad : exagcracion natural, puesto que así pasa con todas las ideas nuevas, respecto de las cuales hay siempre una especie de van· guardia que todo lo exagera y que toma de la libertad lo que más halaga las pasiones , como si dijéramos las petroleras de la propaganda ; pero que si por fortuna no us aban del petróleo contribuían a perjudicar la idea, torn á ndola en ri5ible, y á servir como amenaza niveladora de la sociedad, perjudicando el éxito racional y ju s to de lo mismo que afectaban ó pretendían defender . Es decir que al lado de la prodi<acion buena y fundada, se h a llalia la locura; pero comprendió Virginia que el buen sentido , que s abe di s tingw l• verdadero de lo falsq aca b aría por sobre poner s e ..i la de estas locas, que s e desviaban del buen propósito. Sin embargo, con· venci ós e de que tod o esto no hada m á s que probar la ne c es idad d e lo otro , que al cabo habría de prevalecer.

S o br e e s to co nsignó en su s memorias Virginia lo que había leid o en un mag'lifico discurso del famoso Mira- ,. be a u am e ricano, Wendell Philips: que cuando viene á la discusion algun a nueva doctrina debe empezarse por ex a minar s i en ella se encierra algun principio de justicia natural ; que en este .caso todo espíritu razonable debe decidir se inmediatamente por él y dejar á Dios el arreglo de l a s consecuencias, arreglo que no incumbe al hombre sino al Dios que consiente que tal principio sCa natural, racional y por lo tanto conveniente.

La heroína de esta historia ardía en deseo• <!e volver á su querida E s paña con el propósito de predicar sus nuevas ideas. Embarcóse al efecto con su amarte .. lado inglés y llegaron á Europa y a Madrid, despuea de )

bAene detenido algun tiempo on lnr;laterra, que Vir· tHilfa querla tistudlar y conocer baJO el panto Cle vista ile su propaganda. Tambien áll{, au!U¡ue _con alguna modliicaclon, hija de las peculiaroa y l:ostumbres de aquel país, p mismo pensamiento patrocinado por algunos é iniciado en la práctica hasta -cierto punto.

CAPITULO V!GESIMO NOVENO.

Madrid estaba como casi siempre, alegre1 hermoso y animado, ardiendo en placeres, y lleno de ¡¡ente -Ociosa .

O' Flora ignorando el paradero de la que juzgaba su hija, había muerto . Esto, como debe suponerse, no <:aulló pena alguna á nuestra Virginia. ¡ Qué cariño materno debla pedirse á este intruso que de nadie habla nacido?

El Duque" seguía piño1ua11do haciendo del viejo verde y disipando su cuantiosa hacienda. Cortejar modistas y costureras, 11ail.tillU y suripanta s que gastaban su oro y se reian de sul pretendidos amores, era su ocupacion favorita por no decir única .

Nuestra heroína presentóse en aquella sociedad ataviada y montada á la ingl es a co n so berb ios trenes y apellidándose Lady con el Lord como marido .

Muy pronto hubo de comprend e r que ali! estaban verdes sus teorías y que para nuestra pátria eran aún verdaderas utopías.

Las mujeres le tomaron miedo . Nunca pudo aplicarse mfjor aquel aforismo de un hombre célebre : que si la tir*'1ía desapareciese del mundo, habria de encontrane en el corazon de un esclavo .

Las mujeres no querían innovacion alguna, estaban bien con su su ignorancia, su idolatrja masculina y ... llUpentlcionea, apellidando locura y licencia todo cuanto no fuese aquello, puesto que lo otro trucendla, 1egun lo oían á los hombres, á social desquiciamiento. Y si alguna que otra simpatizaba con la nue-

1.1 1 I! 1( 96)
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va acab_aba por toi:nar de ella lo que mejor cuadraba a sus capnc?os y pasione s ; así que aquel requena seriedad, es tudio. trabajo y perse.y no era propio de espíritus rutinarios, perezosos, ligeros ó superficiales.

y o tra s decían, qu e eran extravagancias y de las yankces, impracticables en otros b ien orga!1i zados ; y que acabarirtn por perder it los l '.staclm;-U nid os, ba s tant e ext ravi ados ya con sus cxag-crad3s lib e rtades.

) l asta l.o c; ilustradns r que por muy lib e ral es se teman. so nr c msc desdeñosos, rl co ntent á ndose con a l principio, que falsas y hn!tt,'[lh'11as ll'fJrws, a lg un a observac 1on rutinarin y conce rt :ula, ó c n cogía n se de h om bro s .

.Uno ele ellos le objetó que ¿cómo rlc trat:i.r se <l e la ema11c1pacion y de r ec h os de la:; muJ crcs, etm ndo había que discutir y entronizar los de lo s hombr es? Que torlo aquello podria se r; pero que cuand<;> debía aplaznrse como prematuro.

. volvía á la carga diCicndo: que s iempre lo JUc;to fue oportuno, pero entónces el fr io c uando nó dcsdcíl oso silenc io era la úni ca respuesta.

Fundó una publicacion llamando á las de s u sexo para 9ue se cr t tan benéfica propa ga nda; pero furia de los r ctrógados. que c lamaro n subtoers ion socnl ; la Purla de conscrvndores, el dcsdCn de Jo 5 liberales, l cl indi g n acio1 1 cuando nó la indiferencia de las mujeres. las pr edicaciones de l pt'ilpito que gritó esc.uHlaln y anatema, y por último, los ulrnscs de la fisca lía , m;itnron e l periódico

. Encerrósc Virginia cp e l si lenc io , s in valor ni s ir¡u1cra para cspcra1 ....

. En cierta .ocasion fué dsta en el pa!:co por e l Duque quien reconocer la ; pero e ll a c h apurreó co n tanta el hi zo tambien pe la inglcáa, Y. acabó por tan friamentc, que se dió cqu avocaclo, maxtmc al verla con s u in g lés tan · séno y poco tratable. Virginia le habia puesto en el fiecreto

Dejóla el Duque por desconocida, y pidiéndola mil j

( ff)

llb volvió á áéérdrsdb! ; .aiilWllie llldtit#fi uei cúantos querlan oitle; ttllef tld las tetllá todlis éon!iigo respecto de' que su m11jet * 'll¡idltó llf•

• Todos hallaban á la tal inglesa tiíU)' simpitica y 9'0bre todó muy espanola, es decir rn11)7 grlltio!D.

Quiso saber Virginia de la pobre Miatllde1 auridllé sin darse á conocer ni dejarse ver de ,¡¡ era pdS!ble, pues no fiaba sino en el de su Lord , tan interesado en guatdarlo . Supo que el marido de Matilde, necesitanqo de su nlujer para firmar algunos documentos, cuya sttnatura conyugal exijla la ley para vender ciertos bienes, último resto de su ba'CienHa que andaba desbaratando ll más y mejor, la buscó y halló en París. Halagándola y pasando p11r todo, hlzola venir con él á Madrid en do11de le las autorizaciones que pretendía dejándola de nuevo abandonada. Que en situacion semejante, mirad<!, aon frio desden por la sociedad que la veía desvalida y sola, y a cuya oido había llegado su vida disipada de París, se dió a esto y á lo otro, y vivia pobre y aun desmedrada en su salud y en su hermosura . S o corrióla Virginia muchas veces y de manera constante; pcrh comprendi ó que su trato hacía daño i su apostolado y con esto.

CAPITULO TRIGESIMO .

!ncu...tro ptlloro.o

Poco tiempo hacia que nuestra heroína se hallaba en llfadrii!. Pretension difícil era la de no ser reconocida en cfrculos donde habla descollado por la hermosufa y la poslcion social, mi1xime habierido dado que . hablar al esdndalo por su fuga con Matilde .

No eran suficientes los pocos a!los que faltaban . de la corte para que su recuerdo se debilitase, por lo men08 entre los que fueron m:ls fntimos y allegados ; y como por otra parte su rostro y figura en nada habían variado, C!staba expuesta á mil suposiciones y conflictos de que 6nicamente la presencia de ánimo podrla librarla .

EXPOSURE
s8

(100)

Quiso su buena ó mala.suerte que tropezase Virginia cen su antiguo amartelado Salazar quien, tan luego que la vió, no pudo menos de acudir hácia élla poniéndola en el conflicto que es de suponerse.-Virgi nla ! exclamó-¡ qué veo ! •

Esta que Je vió venir acudió a su más comp leta se· renidad ; aunque trabajo habla de costarle porque re· cordaba las escenas de otro tiempo.

Virgilfia ( 'º" acmlo lo mds i11gl.satiu posib/I.) Creo caballero que U. se equivoca. No el gusto de ltaber luclto su conocimiento.

Sala.sar.-Usted se parece á cierta persona como dos cosas iguales entre sí. Virginia.-lgnoro á quien pretende U. referirse.

Sala11ar .-A Virginia, mi amiga, la Duquesa de la Verbena. • · Virg-inia.-Yo 110 estuy ttna dttqursa, sino Lady Berckley.

Salaaar.-Perdone U. señora, hubiera jurado .. . Nunca ví parecido semejante .... Excúseme U. caballero : dijo Virginia haciendo cor· tés saludo y emprendiendo de nuevo la marcha . Salacar (lralantio · dc tklentrla.) Señora. señora, seria yo tan feliz que me permitiese U . visitarla l Virginia.-1Vo ttu está U. presentado. Dice y hace ademán de continuar andando.

Salac11r ( dtlmiindo/a .) Perdone U., pero .... es U. casada?

Virgi11ia ( (idndo/a de en ojada.) Qué indignacion ' que falta de respeto se tiene á las señoras en este país 1 Alejóse Virginia, no sin que su corazon, nunca insensible á la presencia -de Salazar, dejase de encontrar encanto en la plática con él, que tan gratos recuerdQs traía á la memoria. El galan no dejó de seguirla con la a vidéz de saber su paradero. , Como era impo sible que el enamorado Salazar se conformase con ll'o tratar ni mucho menos con no ver, á la dama que, por tan pa s mosa semejanza con Virginia, s e le había entrado en el corazon 1 logró encontrar al cabo quien le presenta se á la .. en la primera reunion en que llegó á dar con ella, para lo cual jpleó

mayor diligencia y no perdió de Virginia que pudo muy bien librarse 4e la - láiqaisl· tiva del duque, p<>rque apafte de la adveralon que su alma y cuerpo se ntían por é , le iba en ello la libertad: • su apostolado y c¡uiz ás la vida ; no hablaba tan fácil. n1 con mucho resistirá la persistencia de Sala7.ar, quien por simpático para el cuerpo de la ex-Virginia y por serlo además al alma ó sea á Póstumo, á causa de haber sido su Etisa en otro tiempo, atraía '"poderosamente ,aquel conjunto ó dualidad fo rmada de Póstumo y Virginia.

Al dia siguiente, por no hacerse desear, presentóse Salazar en casa de Lady Ber c kley, quien no estaba dis· tante de esperar 1a visita, aunque tratase de disimularlo.

Mister Salazar. dijo Virginia , des pues del cambio de cr>rrespondíentes, insiste U. en q.u: rezco mucho á su amiga la duquesa? $entire que m1 trato no le sea agradable. Sa/asar .-&:; U. señora mia, el más flagrante testimonio de que la belleza y la bondad no estan reftidas. · Virginia.-Gracias por la .g alantería. Ya se vé no desdice U de la hermosa tierra en que ha nacido . Español y gatante son sinónimos . Sa/aaar.-Es pañol y enamorado, debiera U. ex· presar.

VirgiNia .-Eso es ya demasiado . Es decir , que los espaf\oles se enamoran repentinamente de cuantas ven. Ja 1 ja ! ja l Virginia reía para disimular la viva emocion que agitaba su pec ho . Era preciso dominarla; así debia ser. Sala7.ar, igualmente conmovido, no sabía como continuar ni qué decir . Estaba ya enamorado de aquella mujer, coli el repentino ardor meridional. De súbito y como resolvi é ndose, exclamó: -Virginia!

Esta al oirse nombrar tan de repente por aquella voz tan gratamente conocida, estt,ivo á punto de responder y declararlo todo, siquiera: fuese más con la e1<· presion que con las palabras; pero l<>gró contenerse por fortuna.

(pro¡:11Cando serenicl;\d y ªllll il\• diÍfíl;_llPª·) ( Sabe U. lo que creo ? SalQ,far (con gran interés.)

Qué cree U 1 Virg-inia.-Que la Duquesa á que alude, era que amiga. Siempre la tiene U. en los labios, y lo q4e • está en fos labios en el Si no personas indiferentes el uno para el otro, si cupiC!fC enT nosotrqs otro afecto que el de la amistad, casi lle¡aría á celos.

Como se yé, Virginia olvidaba el estudiado chapurreo. Hacíasele cada vez más difícil en esta plática, ·e¡¡ q11c entrab¡i más el interés del sentimiento qµe el de la pura Cuando aceptó en esta nueva etapa i;le su vida el trato de Salazar se engañaba á sí propia, imaginando que lo hací;¡ P."r segura de sí misma, ó por divertirse i cos¡a de aquél. Lo que realmente la impulsaba er<1 ¡:¡ue en ello sentía . En le pas;lba lo que á muchas mujeres, comienzan por maripost:ar en torno de la luz creyéndose seguras de oo quemarse, y luegq . ...

-Ah ¡ Virginia 1 exclamó Salazv tom4ndole una mano que a pseuqp ing)esa retifp digni, dad antes que aquel la podido llevar á sus laco,m9 lo intc11taba.

, Virg-inia (poniéndose de pié y expresando en tono y aqerqan de enoj¡i .) Caballero ! . . . Hasta allí llegamos!

Salazar.-Perdone setlora el arrepato que su • sencia inspira á mi corazon y s e manifi.esta á mi pesar, sirva de disculpa á mi atrevimiento. Perdone U . á un pues ciertamente lo estoy desde que la ví. Virginiq .-Pase por lo del entusiasmo ; pero cál · U. Manos quedas y no me confunda U . con la otra ! está U. perdonado.

Sala.rar .-Atraido, fascinado por tan pasmosa semejanza he acabado por no ver en u. lo que al principio ; á mi atajga Virginia hasta hace poco inolvidable. en que la ventaja está do parte de U. QI\ 1 sí, es Q, más hefmº'"' y adqrable aún que ella, y yo q11c creta que nadie a excediese 1

(IOS)

m, d.n de reir, oxclaro.ó Virginia, q11ieA 1111 e al ver patente lo quo ea la aluci11acion d11 rados i Salazar la encontraba mejor que • ella Pero luj,go pensó que acaso no la hallarla. tan

• rlotro tiempo y sintien . do• van¡dMI quesa de la Verbena , se pus? sena, sm .. p ¡¡ pe11sár : no puedo pues me enmejor qje antes , $.rlazar.-11ra aquella um1 mujer á quien ;¡maria aun si U . o..> ó no la hubiese conocido.

' La dama ·dejaba ver cierta satisfaccioq de que .Lady Bcrckley triunfase de la Duquesa rival de m11ma ; cqJo era él hoy tnl!nfase del . Virginia ( n són de amistoS<\ burla . ) Es decir que por la copia abandona U . el original. o se chancee U. por Dios. Si su prese11cia halagó mi corazon, dolorosamente afectado por la ausencia de Virginia;,\ quien cre(a no volverá ver, hanse confundiqo en mi memoria; ha logrado U . ahuyentarla de 111i corazon. El amor de l.]. lo ocupa todo . Virginia. -Pobrecito corazon el de U, en que de modo tan fácil se suceden las Virginias. Con tal: q.uc st parezca{} \)nas á otras , siempre le\ última será la me)Or y amada , ocupá 11dolo todo . Salazar -Lo que comenzó por afectuoso recuerdo do otra es hoy arqor por U . Su presencia ha realizado este milagro : ha converti<\o en siglo d e venturas y tormeoto• los pocos días que han 1Ticdiado desde que tuv e la dicha de conocerla ; pasion que me devora y no pue do: borr<1rse de mi existencia. . . . . . Virg-inia .-Poco ñ poco ¡ qué d1da Virg1n1a s1 supjc11> qu!JU . traspasa á una advenediza, como lo soy para U., pa•ion que ella logro ihspirarle, y por lo tanto le pertenece 1 Sa/ORQr.-t'iedad ele mí , menos crueldad, No se burle U . de mis palabra• . . Virginia .-Ciertamente palabras, palabras dirff. l:l.,,mlqt . seftoo; pasion vorda.dera y eterna . Virginia.-Eterna hasta que IA J1SCSOnt•r.t <;1lr11

'Y.

(104)

Virginia que se me pareciese. Ya veo que es U. gran maestro ¿ y qué diría si le diese otra nueva sorpresa?

Salasar.-¡ Cuál, cual-?

Virg-i11ia.-Usted sólo me conoce por Lady Berckley, el apellido de mi esposo ; ¡iero ignora mi nombre. Me llaman tambien Virginia . Salaaar.-i Maravilla del cielo! En adelante he de llamarla así.

Virg-inia .-Pero cuidado, que esta Virginia no es la otra . Y á propósito de otra ¿quién es la dama que at:omp.añaba cuando vino á hablarme por primera vez ? La de¡ó U. sóla pobrecilla ! Salazar.-No es dama principal . ... fue en un tiempo costurera.

Virginia.-Pero ya no lo es. Muy bonita por cierto Y vesti.da con lujo de gran senora : señal de que ya no cose , s1 no corazones y cora7.ones de oro. Es acaso una que fué , segun me han dicho , querida de cierto du· que con quien gastó más de lo conveniente ? Salaaar.-El Duque de la Verbena !

Virgi11in .-Héle oido nombrar: ¡el duque la so• tiene todavía ?

;>atas ar.-La pobrecilla se separó de su marido por • scgutr á quien al principio resi s tía porque era honradtlla. Eh la actualidad ignoro quien se arruina por ella.

Sa/a11ar.- ¿ A q U 1

Virgiaia.-A cte a que conod en otro tiem· po y que fué mi esposa. ellísima sin duda. Eso pasó anteriormente en otra existencia.

Salaaar.-Cómo 1 ¿ qué U ? eso trasciende á espiritismo puro. .

Virginia.-¿ No cree U. que haya otras vidas?

Sala1111r.-Alguna vez ; pero estoy muy conforme con ésta cuando soy dichoso . Por· ejemplo, si U. me amase. A qué desear más paraiso, ni más vida ?

• Virgilzia.-Pero olvida , hombre de Dios, olvida U. que no me pertenezco, que soy casada?

Salazar .-Tambi c n lo era la Duquesa. Virgi11ia.-1 Qué cinismo 1 Pues bien, yo puedo hablar de otras existencias, se que hay muchas vidas. Yo fui antes hombre y U. mujer . \Salacar .-Vamo s hermosa y adorada Virginia ¡pretende U. burlarse de mí?

.

Vir¡ri11i'! ·-:-Otra victima de la vanidad y la seducc10n_. Un v1c1oso hace ciento. Y como el cerebro va· • de algu!'as mujeres , por no tener las del sexo mayor soc1al, se presta á la voz de la sirena que habla de lujo y placeres, no extrano que su historia sea la de tantas.

·

Aquf dejó ver Póstumo-Virginia su man fa de apostolado . Había reconocido en la á la Carlota su antigua modista.

'

Virginia.-¡ Y U. tambien se arruinaba por ella 1

Sala 11 ar .-La acompanaba sin interés particular · creáme U. '

Virgim"n.-Se parece U. á Elisa, la que pezcaba siempre con dos anzuelos. Cuando un pez no mordía, podia morder el otro.

}

Virgi11ia .-Usted fné la Elisa de doble anzuelo á que me he y yo fu! Póstumo su esposo . Compladase nue s tro envirginiado en sus travesuras y afirmaciones increibles. . Salazar (sonriendo . ) Pue s bien sea así; aprovechémonos de aquella circustancia. Las almas son las mismas : de ah(emana la simpatía que debe unirnos . Sólo es cambio de papeles, y puesto que la vida viene á ser entonces cómo un teatro ¿ qué importa el dicho cambio?Virginia (afectando enseriarse . ) Pero los papeles no pueden cambiarse en la misma comedia ni mucho menos á vista del espectador ; y cómo en esta me cuentroJigada á otro durante toda ella, no puedo pertenecerJi U. Ahi tiene U. á Milord y marido.

CAPITULO TRIGESIMO PRIMERO .

P1r1 asoil'ltrfoo un lnt...·

Lórd Berckley recibió el saludo de Salazar y contestóle con frialdad y cortesía . Virginia.-MilorJ, este caballero me Jecia que le

(i06)

tiene á U. j>ót tdlóso de toflditioll, No t!Jttfflle U. Miatet Sa.latat, que mi marido y yo na n09 tutet!mos : como V. sabrá es costumbre inglesa .

Lord yo 1 Quede esa para las gallos y los toros. El hombre que no quiera confirmar la doctrina de mi compatriota Darwing debe de lo peculiar á los brutos : de lo contratio mostrarla que de aquellos trae su origen.

-Tampoco amará U. dijo Salazar, sorprendido Aun, sesgo extral\o que á la conversacíon había-dáde 11·V.irg1n1a.

Lord Berckley.-EI amor es sentimiento que puf!'dé llegar á ser infinito, mortal, inextinguible, de todas las horas, de tGdos los momentos, absorvlendo nuestra. vida hasta el puhto de que nuestro sér no vea, lli pire sino por el objeto amado ; capb de todos los heroisr'nQs y todas las abnegaciones; pero si por ascendente se trueca en pasion, en cetuedad, en feroz locuta de aborrecer y de matar, hace degenerar al hom· bre en bruto. Sólo la parte sensual que el amor lleva consigo y de la cual nó me creo librt, porque el hombre está lejos de ser perfecto , antes bien debe esfhl'tatse re• lat.ivamente por lo ménos que tenga de irracional, es lo úmco que puede engtndrar ciegas y terribles pasionéo-. Los celos me acometen es cierto ; pero no existen éh mí sér la razon y la voluntad que deben don¡inatloS'? Podrla morir de celos ; !"'ro no harían ellos mi carácter ni mis propósitos. Asi cuando tnte9tro • Shakspeare quiso pintar la ferocidad oe los celos, pintó á Otelo, es decir, un moro, un africano; espeofe de pantera que no aplaca su furia sino devorándo ló mismo que! ama. Sus remordimientos despues son los del loco que vuelve á la razon , los del bruto que refo· bra su calidad de hombre . , Salacar.-Pues yo amo porque amo ; por todo, sin saber por qué, tengo para mi que el amor es el viváz de poseer exclusivarneute por completo -el obi:to amado. El que ama cree siempre justificada su palas perfecciones que imagina en el sér que

Lord Btrckley.-Eso estárá bien ; pero con

(ut/)

desoir la voz de Ja tazon y dejar pasiva la voluntad. Sala1ár.-V: o amo y no razopo, amo y no me tomo el trabajo de ¡que quedada entónces ?

Lord Berckky.-¡ Usted sionte sin razonar ? pues e cuidado con semejante sentimiento no en fatal locura. cstú á dos <ledos -de la sensualidad, nó del verdaderp amor. Por ejemplo amo á Milady con toda mi alma, h)ista el sacri ficio dé mi vida y de todos los demas afectos; pero sin perder la razon, que es lo \que á mis ojos dmbcll't:ce más mi amor. Mis celos se· rían los del hpnjbre que s ufre co n valor y calla ; n.o los del loco que por ellos aborrece y mata . Seme¡antc brutalidad la déjo para l't:>s Otelos ó las demás.fieras del desierto . Vamos á cuentas. ¡ Ama U. tamb1en y del mismo modo á esta señora ?

-Yó ! r eplicó Salazar estupefacto.

Qué ! excla mó Virginia sorprendida. Lord Bercldt')I (:í Salazar.) Si, habl e U. Me parece que el repentiQP afan con que U. se ha apresurado :i tra· tarla , y otras cósas que mejor pue!den conocerse que demostrar se, me lo aseguran. Apostaría mi mejor caballo Rálph á que he adivinado en IJ. la víctima de un afecto tan repentino como interesado. Lo que . me pa. só á mí bien puede pasar á quien tenga ojos. ¡ No es verdad que no e-s só lo bella sino adorable ? Salaiar no acertaba á re sponder; miraba a Virginia no ménos llena de asombro. Esta había presenciado much as excentricidades del inglés¡ pero ninguna tan ar;ent uada• ni singular como la presente.

Lord B'rcJrJey.-Vamos., responda U . sin temor, caballero. No soy un h o mbre cua lquiera. Héme pro· puesto <JXplicálmelo todo en esta vida.

Salht:nr (conmovido y lleno de turbacion.) Pcr· done U . . . al fin es U . su marido.

Lord Berclelty .-Y qué importa esta circunstancia para impedirá U. que diga la verdad? La ama Ú. p.uesto qu e no In niega . ¡ Puede haber nadi e que lo merez- -ca miis? Pero yo no invoco los derechos de marido sino lo s ·de amante. Usted la ama y yo tambien ; decida ella.

¡Qué compromiso! decíase Virginia .

(1o8)

, Virghtia (aparentando serenidad.) que Conod á Milord presentí que había enccintrado en mi camino á un hombre , rio sólo superior sino adJJliral>\e. Despue• el trato el afetto y en Ja actualidad no sólo l e admiro sino que \e amo como no be amadq n,i amaré nunca.No dudamos de la sinceridad Virginia; pero el corazon le daba unos saltos. Su v0z se esforzaba por aparecer serena, y cierto fluido indefinible corria por tod'os los n,ervios y venas de su · No fuera digno, continuó la dama, del apostoladc! ciuc héme impuesto, si me mostras e merios franca que Milord. Estimo en U. caballero, añadió tendiendo ;\ Sa laiar ffiflllD car iñosa, la decision que manifiesta por mi; pero hay otras que pu e dan favorecer sus repentinos amores ; más apropiadas desde 1'1cgo que yo, puesto .que preocupado mi animo hace ti.e mpo con la sublime que le ocupa, no me permite pertcnet.er sino a mi idea.Salazar recibió maquinalmente aquella mano de hechiceros contornos que ni aun pudo apretar, porque si bien se mostraba algo trémula y un s i no es fria porque la sangre se agolpaba al cora?.on, parecía desahÜciarle.Virgi11iti (i Salazar). Si mo st ra se l.J. ser menor que Milord, lo perdería todo a nuestros ojos. El no vería en U. u1 igual , y yo ni aún s iqui e ra uno que se le "Salazar cortado y con fisonomía en que vislurnbrabase el d es pecho, tomó ,el sombre ro y salió casi sin saludar, pero ave rgonzado sin <luda de su huidar vo lvi ó á entrar y dijo al inglé's. Yo la disputaría á ba lazos, con U. y con todo el univt:rso.

Lord Berckky. Si el fallo de Virginia no tiene para u . m as que esa sali<la miserable ; estoy dispuesto a matarle con dos armas. /

En seguida se dirigió a una gabeta próxima, abrió. y sacó una pistola con que apuntó a Salazar, clicí,¡:ndo : al cabello de Ja izquierda disparo, salió el tiro y agitó la última guedeja del cabello de Salazar.

-Ya ve U. no le hago mal; pues lo matj ia it U. ..

e

cort esta arma y con otra ademá• que U. se busca, el tídiéulo. · Y.. yo le despreciarla exclamó Virgtm'!_ .aterrada , Salazar de furioso se trocó ,e n sorpre na1do , Las últimas palabras de Virginia, .le . Reaccionó de pronto y v1mendo hacia el mglés le dijo. ¿ Me cree U. cobarde 1 .

Lord Bcrckley-[ Por qué, he de hacerle oeme¡ante disíavqr 1 U. podría matarme como yo á U, y nieqf.s '1ist ancia con el mismo ó mayor ac ierto . Debo con e• sar que U. no ha retrocedido ni temblado le apuntaba.

. •• 1 Sllfn.caf.-Pues bien , U. me ha vencido en el amor y la destreza de las arma'!l ; pero no habrá de vencerme en' generosidad.

"'• Dijo, y dandose las manos t111o y otro, Salazar sih mirat á Virginia. ·Virgi11ü1 ( de s púcs de verlo salir). Pobrecillo ! si sufre no ser A pq¡;que a me.; si no porque no ha logrado la sa tisfaccion de sus mstmtos.

Lord Bcrckley.-Crco que hemos hecho por cu rarle, si no se ha consegúido, tanto peor para éL. Vitginia luego que se quedó sola se d1¡0 .

Por fortuna no me ha reconocido. En esta ocas ion ha salido mejor, puesto que nd ha s{do por la ventana i. verdad.os que aquella noche v.e· nía .contra é l un mando que invocab a sus derechos p1stoia en mano , y ahora es un amante generoso que nó invoca derechos de marid o, que podría alegar aunque aparentemente. Se co nt e nta con no invocar más que los de hombre, haciendo sólo para probar que cuando s:fJ le provo ca sabe mancja-rlas.

El Ouque era .ut\ ma,.ido como todost éste lo serie\ su! gt·iuris . Semejantes rareza-s no las tiene mas que un ing1l!s.

Vir gi nia decidido .Pºr Lord Bcrckley , á pesar de hl ntracc1on que le 1nsp1íaba Sala?.ar, parque co .. nacía la frivolidad de este y respetaba el séno y noble carActer del inglés ; á más de que infatuada en su mi• sion mujeril no queria ser ni parecer menos ; no trando por 'poco en su dccision, la originalidad de\

I ''

(no)_ hijo de la Gran Bretafta. A/fuer de novtlera hubo á aquella de chocarle tanta singularidad y parecerle más amable que Salazar. Así acontece á las mujeres sobre todo las novelescas ; y tambien á muchos hombres como hijos de las mujeres.

TRIGESIMO, SEGUNDO.

01 como H peftMbl '" un• tertulia medrtleft• del de nu ...rl 1ml91,

Era el verano de 1868. Todos los sintomas eran de revolucion r.róxima: como si dijeramos,que el _ órderr de cos•• estab ecido, ya propenso á..marclutarse, debía caer y rodar en alas del viento con las hojas del Setiembre se acercaba. Setiembre llegó · y el grito tuvo eco en toda ,España. ' Virginia creyó que eran llegados los tiempos y que debla de parte de este movimiento, por juzgarlo conveniente a sus propósitos.

Comenzó de nuevo á escribir para el púbiito · pero su voz confundiase en el maremagmun de teorías como se propala\>an. Nadie vino á secu ndar sus planes. _

A poco de haber llegado Virginia a la Córte ' de España, habla sido presentada en algunos sa lon es aristocrá tico s como Lady Berckley, por medio de un alto empleado de la embajada inglesa, amigo del Lord ' su • supuesto marido Virginia.continuaba pasando por inglesa, como lo pretendía, para Jo cual si no la a)•udaba el tipo, que estaba revelando á la legua su origen bético, valíalc en cierto modo el lenguage, pues afectaba chapurrear un poquillo el castellano, á la manera británica, cosa en que no tenía más que imitar a su pseudo marido , merced al cual y con especial ahinco se había adiestrado en el idioma de Byron, durante el no breve tiempo que habla invertido en visitar con aquél los paises de raza inglesa de uno y otro hemisferio .

'Comprendía que para el mejor éxito del apostola-

e

1

(lll)

do que se habla impuesto, debla comenzar á ejercer la propaganda en 1:1 alta sociedad ; no tanto porque la moda y las doctrinas huenas y malas suelen venir de arriba, cuanto porque as{ seria ella más considerada de las otras clases. Una" de las primeras personas con quien S8 halló en un gran baile, a donde había sido invitada, fué la baronesa , su antig'ua amiga, la que al verla no pudo menos de exclamar : Duquesa ¡U. por aquí!

• Virginia trataba de mantener las formas y manenativa. ·

graves ele su compatriotas, conservand.o . la co tinente tan propia en ellas y sustt-C tuyendo en su se blant e la magest-ad á su viva gracia Al oirá la B ronosa, Virginia sin perder en situa.,,. ciÓn tan su yi acostumbrada de íi.nif(!o, contestó e n tono grave, maneras cercmoniosaf' y acento de extra gera: Yo condesa de Berckley .... Milotd Berckley, mi esposo-añadió, presentandole a la Baronesa . vEsta quedó e tupefacta murmurando . Habria jurado que ... . SenllÓse junto a Virginia que le brindaba asiento. 1

•Bnro11csa.-Perdone U., Condesa, mi exc\a macion ha nacido de .. .... pero no vuelvo de mi asombro . . . . i qué semejanza la de U . con la Duquesa-de la V b1:na , mi amig;t, que falta hace pocos años de Mad11d. Virginia serenidad pasmosa y chapurreando el español ). Nu ca he estado en España; aunque he viajado ba stante. Aprendí cuando niña algo del español y como es tan hermosa lengua , h e cuidado de no olvidar lo poco qpe sabia.

Bafo1test1.-i,.a gracia de U .. no diré que las inglesas no lb tengan ¡ me parCcc puramente española.

Virginia.-Si es que la tengo, como se empeña en suponerlo la bondad de U ., no sé á que atribuirla. Le ruego me mi español; no es culpa de la p,obre extrangcra, que no ha tenido la dicha de nacer en E:spaña. Y ambas empezaron el diálogo en la forma

La te-1ia que se hallaba nuestro nwirgimalio

(it2) de las más floridas y de buen tono de lá coronada vllla: ' " · '

· H'al:lía un haz de bellísimas mujeres, yá solteras y'a matronas, capaces de trastornar el Olimpo. La fealdad femenin a era allí como acontece eo ESpana, donde 1tasfa la s que no son hermosas 6 lo parecen ¡;>or cierto no sé que. Así, mucho tenla que valer Virgrnia con su talle de Venus. su. andar de Juno, su cabellera digna de Hebe, los ojos andaluces y la boca húri, esto es, marfil y coral esmaltado con una son- t' riSá que se complada en mostrar lo primero bajo lo segu ndo, como si dijeran al _plegarse lábios-: 11 ?.qui no hay mas que gloria" con la frase pintor.esca y expresiva de sus ponderativos compatriotas.

Añádesc á esto lo elegante Y. su atav'ío, pues desde la cabeza que env1d1ana una diosa, hasfa el le've y nevado chapin de suave rasQ, contribuía á hermosear su figura, en lo que na era el e legan-. tísimo trage punzó cardenalicio que contrastaba de grata manera con la blancura de su t:uello y bien brazos.

Por todo esto y adqnás por el consorcio de brillan • . tes luc es y de vistosos colorines, en que sobresalen lo s matices del iris y aún ·otr os más vivos, que al par ?e blandas músicas y encantadoras palabras d e mu1 e r adornan y esmaltan la s alegre!' fiestas de nuestra juventud ¡ conjunto que pe.rmanccc como rico y variado kaleidoscopio en nuestra fantasia; recordamos cual • tesoro perdido cuando viene el desierto de la vejez y sus bertnosos cspejimos, aquellos pasados dias, exclamando con incurable que la juventud es el único paraíso posible sobre,,. la tierra.

·

En otro grupo de la tertftlia pasaba el coloquio siguiente :

Un pollo (co n a ir es de Tcporio y ert son de burla ). T<ite ! .aquella es la inglesa que viene á segun dice. Calla y es guapa, hermosa como un sol. - Un cott?rrou.-Aunque ingl esa, es airosa como nues.tras mujeres.

El pollo.- ¡ Soberbia hembra !

Al decir esto fuóse deslizando hacia etl'A. Jarecia

tratando paralelas y c,o,I) á una plaza para dar el asalto con seguro gQJll'!• . . E 1(111 s ..-.,zorongprdo, cnloradote y ra o . que nos faltaba despues de tanta cll\amidad como nos lm traido i'o de Setiembre.: que las mujeres abannonasen la casa. y viniese1¡1 ,á e11cn11allarsc C<?rilo los hombres los negocios públicos! Cuando digo. que. no hay d1.sparate que no ocurra á estos revoluc10nanos que estan hoy en candelero. ¿ Y qué dice á esto 5e.rafina 1S"r,ªf"ª · (co mq si clijeramos la señorita H.) ¿So' bre que . 1 • 'd .· 1·fi ,El st•tloron.-Sobre)a _111g\esa que ha o. el 1bertaros á vosotras las muj e re s, de nuestr¡i . . . Serajfoa .-'$e me antoja que su locura es mas cula gue'temible. . . . . .' \E l .se12oron.-D1ce U. bien ; eso es con JU1c10. Cierto pen'odista.- No U. a seli.or Don Ramon, porgue no osaran contran;u inmensa mayorkr de los homb res , quiénes en la piensan como U. Temc ria n_ ellas ser reputadas como libertim\s y perderían . . . Don Ramo11.-Es ta señorita esta e n lo cierto, y ha· bla con s in ceridad. Las mujeres perderían tnás t¡uF nadie en la de se mejánte locura , _pue s anularían el respeto con qu e los h ombres las consideramos. U11a ifa111a.-No habl e U. Sr. Don Ramon. con cabaJlero en contra de tan teorías, pues que la bella inglesa l e ha so rbido el seso. Ja ! ¡a 1 ¡a ! Tiene U. razon ¿ Qué vendría;\ ser de- no so tras? jariamos de nuéstro clendo pedesta l , desde donde reinamos en el mundo de la galantería, pard igualarnos con l oslhombres. Ya se vé . Ellos quieren eso para b_eneficfar nueslró desprestigio y tratarnos como terreno productivo. Asi como md, ya lo h:iccn . • La Baro/lesa ( llegando al grupo.) No, no es \a Duquesa, como lo creí al principio. Para_ mi esa debe ser una aventurera y el que se apclltda su mando , uno de aquellos extra.vagantes que se prestan á. todo. Cit·r/o periodi&la.-Pero suerte la d,c 1.as nueva s ! Los tribunos de todp mov1¡rnento

4i:lamco, teñaclb ilel_llllll!e.··'6m:C:-'':l:::réilltenclu h8ll w et aln embargo.por su causa. dOs i la R...,.•.., ,,,. .. ..,, creerla nauaral y huta- t.ta.-Y U., ee, l l?_iensa .,_ COll su WilltO y elegante 11111& la JClltisima causa de 811.-1 MnTi4'1 (mritor&.) Dios me libre 1 ¡Piara desencadenar la tempeetaíi sobre mis pobres e9crltól 1 Ya; sin eso, no pwidentolerarlos hombres ni lageDel'.11- .,. lidad de las mujeres lo que escribimos. Suponga U. <r que nos pasarla, si ya que estamos cansadas cfe ·que se 3 nos llame pedantea marisabidillas, nos meti6Jemos en la renta del excusado f Dir4n que por entendemos. licencia ; y que solo quere1nos complacer nllestros ptos y dar rienda á nuestras pasiones. Con semejante desbordamiento. adios familia, adios aociedad, adios venerandas instituciones de nuestros padus &- &• Seriamos miradas como petroleras y enemigos llÚl>licos. N6, reservemonos, ya que cometamos el pecado de escribir, paqjilas simples flores literarias, para la moral casera y pll,ra la novela del hogar ; cuentecillos azules, • rosados y blancos. Las mujeres no debemos meternos en honduras espinosas.

• Vea U. lo que pas6 con una de· nuestras primeras escritoras. Seillenta de saber, y anhelando para conseguirlo visitar tas aulas de donde estamos excluidas las mujeres, como verdaderas pf.rias, hubo .de vestirse de hombre, por no estár bien 10 contrario entre nosotros. Nunca hlélera tal 1 ¡ una mujer en una. cátedra 1 Como 1i dijirmÍIOI un condeQdo en el paraíso . 1A peür de su noble deapreocupacion, y de lo elevado de sip motivos, que censuras! ¡qui murmuraciones! Y hasta 101 hombres milmos ¡no estuvo U. i pun o d6 tener un lance, porque -tuvo qucrá semejanza de otros paises, era licito que las mujeres siguiesen cunas ac;ad6micos y se graduasen como las del otro •xo.

Do• Ro- (que es magtstrado) En cuanto i esto de ¡raduarse ; ya estarla Kitjado 11 yo fuese ministro. estudiar y graduarnos. ¡ No r

1t• 1crrzdM- 4.ei-. ctue deClUl'el'U, q11e se p.1n; con tal que J11ego no puedan opongo á quelu mlljeres estlldlen así lo quieren ; perp que no dejen su e los hijos, para meterse en las co. ó como ahora ha dado en decirse ; Eso de pública no me suena bien en adonde iríamos á parar 1 ultra republicano. ¡ Y qué me dila retension de que las mujeres puedan agis rados ? Suponeos una pobre mujer. ibil ad, teniendo que suscribir una sente ! ... . .

Y& bertad de nosotros, pu Ladtima. la toma; ¡qu ir á donde se q · Co1"rro11.-

OS 1íÍ. li..:...; i 1

a . Conozco á muchos hombres que no acerlo, pero no creo que por esto de sus derechos de hombres. e habló y que pasó á otro IP"'º una dama casada á quien corteja: · me acaloro por el tema de Ja lis. Para mí son máslibres que s mandan.

á libertad, quien la quiere se d que ser duefta de su casa é porque no sólo es nen el gusto de tl'a La dama.-Ilero U . al pollo lftiques . J Já, ji, ja 1 Apuesto á ue ha h a bido calabazas . Cotorro11 . - s un sandio novelero, y bien empleado le estaJla. ( 1 pollo).-¡ Que tal la inglesa 1 . Pollo.-Es u a desabrida .-Quíal su trato no vale cosa. Hablóme n seguida de su tema tavorito, seguile la colriente ; ro hube de decirle algo que sin liuda no fué de su g11s , porque pronto acabó por mostrane má indiferente más fria que un marmolillo. ¡ Y qué modo tan dllpll nte de recibir galanterías 1 Cotwt'D• (a e.) Pesadeces queiris decir. Pol/o.-Has parecía enojarse. ..,

ti i7l

Dama. La de los se ei¡:¡h<>l:a su coraza de hielo ¡a ! ja ! ja ! . Pollo.-Crcia yo .que por [o mismo que de mu¡eres ... . pero quia, f Es uo tipo n?iculo y 'l,ue con su pretenciosa gravedad.. 51 eso es mu1 er, estoy por las mia s. . Periodista un del velador próxim ·J.) A propos1to : ved aq9i lo que dice el s?bre estas cosas (fe;1:11do) 'HSabemos con pes r, que cierto alto person.a¡e a qmen la Revolucion debe uchc,>,á\ . P,re s ta 01dos á la 1.nftue nc1a d e persona que legif al¡lenJ<Y te le es quertdo, y a s u vez se d a por ardides y s uges tiones contrarias;\ los p ncipiost1 salvadores proclamados en Setiembre. Así no erá exque las co.sas con tan deplorabl m que entor¡.;,ec1da la accwn del gobierno provisional perdamos un tiempo precioso nuestra r¡ oble causa' y valioso aún para los enemigos de laf misrr¡a, qu; sa bran aprovecharlo. ·

"Ce lebrar é mos que nuestr os te no se y que elyersonaje á quien. alud!m.os léj os de dejar que se ent1b1e su celo revoluc.10nano, re chaze todo de influ encias oscurantistas, sea cua l51uier a e l sex;o 6 carácter de la s personas de que dima¡ien."

Ved c<te otro suelto de El Li6<"ral. que habla más claro ( leyendo ). " Han sido presentadas algunas peticiones suscr itas por millar es de mujeres, demandán9o, so co lor de religion, que se suspenda n deaeto s,. refere nte s á la supresion de determinadas y se conserve la esclavitud en las Antillas.

'.

1 N unea hasta ahora hab ía mo s visto á las mujere s. reumrsc e n Espaila para hacer peticiones al Gobierno. V cmos, pu es, con dolor grandísimo no se ha hecho para ellas, y que se mantien e n más atrasadas que ántcs en punto :\ doctrinas. Razon tuv o qui e n habló prepararlas á la ciudadanía, y ligarlas de este mod<¡, á nuestra s aspiraciones; pero no comprendimos á tiempo todo el mal que su atraso podría causarnos, y las dejamos en él. Con se mejante auxiliar, que por desgracia no es poco, cstan de enhora-buena, los. oscurantistas." Cierto ; al\adió el ¿ieriodista, y ahora me convenzo máj de que

no biya totnun\dad de ntereses et\ \ós do• se'K<K. toda revoluclon sel':\ \t\fructuosa ó \Id 1elto desbai-á ell Id tinieblas ló Clue el otro blciet'e á \'.l ( del dia. El mismo hombre que proclama en IM 'tal 'es la libertad, la tem'e eJ\ casa y alll lo que ha hecho fuera : ) ,. . 1 .. ,Úfl J.fidico (acercándose al grupo. · .La nsio º" a se encarga de dar al tra ste con tales doctnnas .. La na-l niega la igualdad de los dos sexos Y dió á cada . "' lnision ..propia. i!ziodista .-Per done U. amigo doctor ; pero est ,empon de derecho y socio\ogla, . no de medicina. No haj• para dest¡uiclar 1._s materias. An.te el enferlnb razona el méd ico , ante el ' pleito el abogado. L.º1 ¡lroblemas de justicia pertenecen a todos' hadie exclusivamente . Ya ve U. lo que ha Y asa con'-la esclavitud de los negro s. Algunos hombres de c\encia párticipand<! de alg unas hablaron de desigualdad física ; y acaba de · los Estados-Un'fdos , trás guerra sangnenta Y ª. 1tn tacion de otras nacione s , la ¡·ustkia , y ante ella la .. dad del derecho para todos os hombres. lo tienen á ser libtes, sea cualquiera e l color t¡ue aparentl:trtente los distinga. . . .Doctor .-Pero bien saben los de la tmantipation mujeril, aceptar de la fisiología lo que pUede pa•eterlcs favorabl e. . .Pcriodista.-Y á si debe ser . L'I fislologia, que aun nb ha dicho su última ¡Jalabra, no puede venir smo en apoyo de la justicia ; de manera alguna tienl: el derecl¡o fü: pettUtbarla . ¡ Quién dice que algo de lo hoy como iqcbncusa ley, no habr :i de ser sustituido aÚlante á •ausa de hechos mejor observados? . En tanto t¡ue así se en ll!' P.unto de \os lones, ett otro tenla que habet se las Virg1hlacbh nó menos :l({tesivo contrincante. UUn 111ilitar (de alta graduacion.) Convenga ·· cbtlmigo, sei\ora, eh que la mujer que es el angel del hdgaT ef encanto de la naturaleza '.... Vir¡;i11ia (it<ltrrúlhfii11dolc risutlltt .)-Y su lterhooso dtfecto, segun el poeta Milton .

Ya vé U. señora, exclamó un poetilla de salor¡. muy dado a la poesía de floricultura. y á canciones y sentimentales-como no hay disparate que no lo haya )

dicho nn sábio. El poeta Milton debiera haber más galante, diciendo lo contrario ; que Ja es Ja más bella flor del ¡ardrn de la vida ; que los punsimos colores :;on su encanto y su perfume la felicidad.

Virgi11ia.-Creo señor mio, que un idilio no e5 un argumento ; por lo menos si atortola no convence. •

JCalló el poetilla desori e ntado , fT

El militnr.-Decía. que si bien las mujeres• nla de naturaleza más derechos que el hombre , aquellos son de esfera distinta. Por .ejémplo, no está bien ni es na tural que la mujer tome la s armas ¿en qué reciprocidad fundar se para exijir de la pátria derechos idénticos á quien puede)' está llamado á defenderla?

Virgmia.-¿ Quién ha dicho todos los sirven para la guerra l Por no serv ir par:a un accidente habrán de perder sus derechos que constituyen lo esencial ? Si Ja mujer no puede ser so ldad o puede darlos a la pátria. Por último, sin persistir en esta clase de argumentos, porque Jog h abrfa en cantidad interminable, ¿quién no conoce la infinidad mujere sque.hn:n man:jado armas con gloria, en las lid.es de su patna? Sm mencionar m:is que una entre miles cuya fama como español debe V. conocer. ¿Cuántas no hay ó no capaces de parecer.e á aquella Manuela Sancho, que s1 hubo de desma}·arse al oir el primer tiro fue despues una de más valerosas heroinas d::: Gerona ?

'

TIUGESIMO TERCERO.

Un fanaflt1111. .

La _rev?lucion babia llegado a aquel período en que, por 1.as de los contrarios y la ·exigencia de sus parciales, .lé¡os d.e haber asegurado. el éxito, hallábase a la La ceguj!dad ocasionada por las as1ones no perm 1t1a ver q·ue el contrario no dormía tisbando el momento de aprovecharse de errores oponer retrocesos.

_Durante ese tiempo habla ocurrido alguno que otro motm.

...

. Virginia desesperaba ya de que la revolucion amsu programa , den.tro del cual imaginaba ella que podnq caber su .pensamiento. Su desesperacion llegaba ha sta el delirio.

. El lector pu?o ver en otro tiem¡;o ;\ Póstumo batirse en una por mejorar la suerte del mundo , a.hora no podia cle¡ar ser el mismo visionario y fanático por la que él 1magrnaba la causa de Ja humanidad · por más que, seguh su cuerpo , fuese la más muje;de todas, la andaluza.

Al que hubo de armarse, para imponer al gobierno acc1on revo!ucionaria más decidida creyó que debía dar e l ejemp lo de redentora. '

'

A este punto llegaba11 de su diálogo, á. semejanza del cual ocurrían muchos en aquella tertulia, sobre el mismo tema, cuando t ocaro n una ltnba11cra, y todo el mundo juvenil !'e fu é á danzar, Ó mejor dicho c:i dormirse al arrullo de sus lánguidos compases. Y aquí á semejanza de Jo que ocurre en la Sa:z.uela El zarao y la Soirée, solo pudo despertarlos casi a la m adr ugada, á la voz de Sc11orcs st abrid el bufet ¡ acuyo eco. grato, para estómagos desfallecidos, se despejó el salon, quedando de repente casi vaclo. El estallido de una bomba no habría hecho tanto.

. Verdad es que el Cristo no combatió, sino que se dejó matar. manso cordero, como el justo que suel entregándose á la muerte sin oponer res1stcnc1a. Esto la hacia pensar y detenerse · pero hubo de la Vía sed iciosa y armada, 'porque al fin .n1 era el ¡usto, ni e l Cristo, s ino Póstumo, edu1a •espaf\ola, con sangre meridional eo las venas, y s.ab1do .es que .cuando la pasion arde en el seno de la m.uJe r, mas nerviosa que el hombre, son mayores todavia sus extremos.

.

La emancipacion de la muj er es problema que los hombres son.los llamado s á resolver a medida que vayan convenciéndose de que en ello entra tambien su

, .

(118)
J " ·
.

·(rna) conveniencia. En este sentido es que debea res irse imponiendo más con el empleo de 1 que con el de la fuena, más cen la cordura delirio del fanatismo.

(ur)

Pero Virginia, una dbininada por la exaltacion, pretendió ser el primer soldado de su causa ; vistió el traje de hombre, 'y arin'óse de uh ma¡til!fico para batirse al par.de ellos.

Sigulóla el inglés igualmeht'e armado ; y pudll verse destfe lo altb de una barricada a dos fánátitbs : 1. : una qué se batía por los derechos de su S'e>·b ; el otr porque su amo no desmereciese.

Vengamos á interioridades. La hatutáleta sus si el espíritu de Póstumo recordaba sus tiempos de hombre, una vez enmujerado debfa, sentir la inflúehcia de organlzacion más delicada. Pero contra esta débil complexion ¿no estaba allí la fiebre puderosa que hace prodigios? Una vezaceptatla esta detérrhinacion truécase en verdadero aquel asertb : dad a la mujer pasion y la convertirt:is en furia. Por otra parté, ya hemos hecho en otro punto la abservacion de que, poco poli!a temer la muette quien como Virginia-Póstumo tenía p\Jr experiencia la constantia de otras vidas lnas alla de la tumba. i Habría le sido tan fácil venir á este mundo, con sólo apropiarse el primer cueH>o que fliesl: de su gusto! No dejaba sin embargo de llevar cierto recelo. ¿Quien en su caso podría confiar en que Dios no castigarla en él semejantes calaveradas, priváHdo\e para siempre ó por mucho tiempo de nuevas encarnaciones?

El il1glés se batía á su lado, sereno como los .de su raza, y Sófo tuidatloso de Virginia. l-tabría querido tener dbS cuerpos para cubrirla con el uno.

Una bala impía hirió á Virginia. El inglés abandorló 1:1 fúsil y fuese á ella, recibiéndola en sus brazos "/ ·• retib\ndola del pe ligo.

La lraguedad de la ff1irada y la palidez del semblante ¡ue no ahuyentaban su belleza, eran mortal eitpresion de! a próxima agonia. La cordura suele tecobrar su imperib en la libra funesta.

:N6 ; excltlnll Vltginia cotf tnttetortitdb La

nuier n S\!rá l,ibre ¡>Qr el fusil ni los 'in9 'I vQft:td de eu dettcho. Cuando ellas sean diir;n-. de )lle reioe, y el hombre se halle convencido de la fuer7.a es inútil y no debe imperar sobre el débil, :ntónces la 111ujer vendrá libre á moderar los actos de pública, entónces llegara reinado de los dé" es que predicó Jesucristo: diio. y perdió el n ento.

Berckley logró ocultar á, la herida, de las trolas del Gobierno que acabaron de tomar la barricada, co1_1siguió entrándose con aquella eo l;>razos p9r ¡fta calle¡uela; los portales estaban cerrados. f:'lo \abia remedio, el tiempo transcurria y Virginia iba á es>i•ar en la cal le, donde él no podía defenderla contra ni muCho menos abandonarla expuesta á las iras \'ejámenes de los soldados. Miró á uno y otro lado :"'1 la co¡¡si!J:uiente desesperacíon, y cuando ya se disa morir lado de aquella mujer adorada, dcfensus restos, oyó como á manera de leve ruido en lolcristales de una habitacion de enfrente. Era, unlr' ca3a de regular apariencia. Hall4base to a <;errada en aquellos momentos, únicamtnte abiertas la;; maderas de un postigo sltuado en un ba con del entresuelo, detras de cuyos se .déscu ria un rostro de mujer, jóven y algo bella aún, qnc ha;c ía senas al Lord ofreciéndole refugio.

1 Los tiros habían cesado casi por completo, el rumor de la tropa vict<'riosa cada vez más cercano. N,, debia perderse el tiempo en investigaciones. Una vtjz entreabierto el portal Lord Berckley miró á to-

d?s lados por ver si alguien podía ayudarle ; pero al c}'mprender que esto no era posible, echóse en brazos á y con la rapidez conveniente cruzó la des1 rta iallc, ·y metióse con ella en el portal, cuya entra<;! ccrróse ir¡mediatamente.

CAPITULO TRIGESIMO CUARTO.

Cuando Vir¡ini¡i se liillló recos\a.Pi! en u.o sofá da

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1 1 r ·l 1.

ia sala adonde había sido conducida por Lord Ber )deV. abrió los ojos y juzgad de su sorpresa al ver entfe la media doce11a mujeres que allí había, y que la mil'•ban C"On interés, á su amiga Matilde.

Las que acompaílaban á ésta eran todas de fison .mía no exenta de atractivos y de provocativo En cuanto á la ex-Condesa de el Cierzo, había perdi•·º el barniz de la belleza. De aquel rostro comparable "" perfecciones á una Madona de Rubens ó Murillo , sólo quedaba el fulgor de los hermosos, negros y grand es o.jo:s, que radiaban a veces con ardor febril ¡ relá.mpagos que solo iluminasen tristísimas ruinas. ·

El cansancio y la sorda pesadumbre propias de unn. vida en el forzado insomnio de las orgías .:u cuya copa se mezcla siempre la hez de la vergüenza¡ las escaceses de la mjseria y los desencantos del coraz,·r. no solo habían impreso su desgarradora huella en .su hermosura, cintes notable y ahora marchita, sino ou < á través de t-:>do esto asomaba terrible y amenazant<" l;i tisis destructora.

La miseria nacida de la falta de profesion y de Jucrativo trab;.tjo, el abandc:mo y la rarencia de noble o h· jeto en la vida son aguijen del vicio en ciertas mujeres Y este había reunido en comun desgracia y afrenta á las moradora s de aquella triste casa.

Matilde despues de estafada y abandonada p o i s.u indigno esposo , llegó al colmo de la desesperaci on. En la carencia de medio g materiale s para subsist ir pronto desaparecieron, los levísimos que aquel hui de dejarle y sin persona que en su aislada situaci tfue s e á ofrecerle ayuda y consejo, comenzó á bajar e.n la escala del envilecimiento hasta llegar al último p c l daílo.

Virgina al volver de su desmayo, vióla y exclan .'" con tanto dolor como sorpresa. 1 Matilde 1 . • Esta bajó la frenta avergonzada dando el silen c l'' por única repuesta.

Virginia.-No necesito saber más . Desgraciad,i. ! Hé aquí otra victima que no alcanzará la redencio1t , pero el mundo camp, una solucion tras otra, y todas ayudan por senda .. da vez más rápida. Mue7 co

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oc, para que la ¡¡bertmif brille en el mundo et¡.fórzoso que sea púa todos, á fin de que eikuentre un soló de esclavo don-

y hero.ica mujer, . 1 Juro por mi y p<)t m1 raza continuar, 91 horrible desgracia ele perderte, tu apostolado, tu sexo, una vez libre sea el verdadero ltber1 género humano. . ginia abrió los ojos, que ·habia cerr_ado al term1M anteriores palabras. apretó conh arr1an1' y exclamó: . Gracias! gracias amigo mi.o 1 -Arturo oye mi voz. Lofd J;lerckley el 01do l!tl ll>bios de Virginia. No conviene que me deJeS moeste sitio ; que me lleven á casa, aunque sea ya l decir estas palabras un borboton sangre a:sori16 « $ US lábios ya de cera. La hcmorrag.1a revelaba la f 1"'ÍI r1da graveda.ol de SU herida. estado era mortal. • · Matiltk (con desesperacion).-Se muere, se mucre ;;. :l' ¡ Dios mlo ! ' ¡Venir á en e sitio para verla morir de ese mod.o 1 J Monr ella >:y., dondcnada ' á la vida 1 ¡A una que me es• t (lrh 1, que veo con horror y que maldigo . . B1rckley.-i La mitad de m1 fortuna, m1 forr 111 ntera por un médic.o que la salve! . . : ati/d,,-Que corran el\ busca del médico, un cr r ujai. cualquiera (abriendo 41 balcon ). Pa_recc que la 1 ttcha ha terminado y que todo está tranquilo. Ya •e ¡ .u.:d salír, no se oye ruido ni se vé gente .por la 1 •ron 0 , pronto ..... , Mi vida. la s_uya es ord ]Jerckley permanecia 51lenc1oso Junto a lamor ibun da. !n la se,.nldad que se esforzaba por conse_r'"' ,¡ entrometía y dejaba ver la terrrble ·: irrinia (a Berckley). Gracias, Arturo; m1 TU no me abandonas .. No_ te apures por m1 ., ¡. tra vida : lo sé por experiencia . . .. Yo .he transtitfCr más de una vez. . . . . . . . He habitado este , uun 0 en más de óna ocasion .... Dios perdonará mis ' tul ... .. . . ... sr mi existencia en este cuerpo copor un capricho, concluye . ... . .. con una buena

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31 \ I

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obra. . . . La redencion de un sexo desvalido, • mitad . ... del género humano. . . . . . . Delira, e aterrado Lord Virginia mía, no babi Cálmate, calma tu cerebro.

Virginia (reanimándose). ¡Sin embargo, tan bien en la vida ! Mi sueño consistía en acab obra, y que nos fuésemos á Inglaterra ...... á viv el alma ya satisfecha .... y ser tu esposa y colma toda la felicidad que mereces-pero este esfuerzo agotó; la muerte cortó el hilo de la palabra. Virginia había vivido alucinada y sin recelo de pudiera pasarle al volver:\ la eternidadadonde so tendría t¡ue pagar la deuda que había venir á este mundo sin permiso de Dios ; pero asf pa-. con las cosas de la vida. Esta es agradable y seducto-i ra, sobre todo si se propone objeto meritorio. De ¡•tmodo nos olvidamos de la Eternidad que creemos si pre más distante de lo que en realidad se encue 1 En cumplimiento de la súplica· de Virginia fu<j ducida á su casa y de allí partió el suntuoso entierto 1 Numerosa fué la concurrencia. Se trataba de la i 1 rica y noble a quien la sociedad conocía, y era bas, novedad haber muerto batiéndose en una barrica la emancipacion de la mujer. Era inglesa y sem excentricidad parecía muy natural, aunque nueva mirable. El sacrificio había enseriado lo que bast tónces pareció cómica extravagancia, sólo propia d hija de Albrion. Mucho clió que hablar y pensar .. gentes, sobre todo á las mujeres, mientras duró el cetillero, y nuevas modas y acontecimientos llenar >u..lrr necesidad de murmurar y charlar. <I

Cuando iba el entierro camino del Campo S D j se cruzó con una carretela Oescubier'a en que se o taban cierto dandy y cierta dama. Eran nada m !n que Salazar y Carlota, la ex-modista que conoce ataviada en grand tému.

Salazar palideció ; pero como digno represent de Elisa de Doble-Anzuelo, se consolaba, á faltíl ·de Virginia que ya iba á ser sola buena para los gusa con el pez Carlota que ya habla mordido el anzuel a .,.,

"'"'' '''""'º·

EPÍLOGO.

1 Llegó ;1

á

Allí I; esperaban ya, y de ea

Altísimd á la manera e 0 '. h • dado á novedades, tenes_Píritu mundo con sus extra,d 1endo _Siempre sin contar el abuso que babia hecho vagancias. _Esto 1 Eterno le otorgó anteriormtnte,de la conces1on que : . sin ejemplar ni repetic1on d No hubo de vaEl Custodio. llevó á Póstumo á su lerle y viéndolo incorregible. suerte, cansa o e :ic sierón en la prision de PósQuitáronle la tutona, Y pu d · itu á otro ángel

'ra . que oyese mas pro a o 1 b .' t .u.. nnto y conhablar al preso, de cuya ª 'ªY ravev-- • justo 't'ohvo se recelaba. \.

FIN_

I

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