REVISTA · del INSTITUTO de CULTURA PUERTORRIQUENA ANTROPOLOGIA HISTORIA LITERATURA ARTES PLASTICAS TEATRO MOSICA ARQUITECTURA
ENERO - MARZO 1960
..
San Juan de Puerto Rico
n~o
R E· V I S T A I N S T I T iJ r ·0 .. DE CULTURA PUERTORRIQ.UENA JUNTA DE DIRECTORES Eugenio Fernandez Mendez - Presidcnte Enrique Laguerre Arturo Morales Carrion Salvador Tio Teodoro Vidal Guillermo Silva Enrique Campos del Toro
Director Ejecutivo - Ricardo E. Alegria SAN JUAN DE PUERTO RICO
ApartaJo i,18,t
Alil'O III
1960
NUM. 6
ENERO - MARZO
\1
SU MARIO
0
Conocimiento artistico de un hecho artistico; Julia de Burgos por Diana Ramirez de Arellano .
1
Meditaci6n sobre la vida de Eugenio Maria de Hostos por Jose Emilio Gonzalez .
6
El relato de Alonso Enriquez de Guzman, el Caballero Desbaratado, sobre su visita a Puerto Rico en 1534 por Manuel Alvarez Nazario .
11
Antonia Saez: Razon y sentido de una vocaci6n por Julita Cordova de Bra$clii .
15
Alcaldes ordinarios como gobernadores de Puerto Rico en el siglo xnn par Aida R. Caro de Delgado .
17
Las cstrellas del alba por Eval'isto Ribera Clzevremo11t .
20
Conci~nci~ 'humana, histoi·ia y raz6n vital por Eugenio .feritd11.dez Mendez .
22
El pilotaJe de altura como Jo practicaba Colon por Adolfo d.e Hostos .
24
Espuelas. _..:Cuen to. por Luis Rafael Sd11clzez
27
...
El regreso de los Vizcarrondo a la luz de las fuentes manuscritas por Alberto Cibes Viade .
33
Un ballet de fines del dieciocho sabre asunto Puer-
torriqueiio por Arturo V. Davila .
37
Proyecto para introducir colonos asiaticos en Puerto Rico por Labor Gomez . •. •.
41
De Iberoamerica por Salvador Bueno
45
Las ruinas de Caparra
46
Museo Rodante
48
Exposicion de Julio Rosado del Valle
50
SEPARATAS
Siempre. - Danza para piano. Por Jose E. Pedrefra. Vista de San Juan de Puerto Rico hacia el afio 1625, Grabado del artista holandes Schenk,
Cofa/,oradores
PUBLICACION
DEL
INSTJTUTO
DE
CULTURA
PUERTORRIQUE~t\
Director: Ricarda E. Alegrlo' / Portada: Eusc:uio Marla de Jlosto11, grabado: pBr Lorenzo Honlar · Dheiio e iluatraciones; Por Carlos Marichal . fotograHas: De Conrad Elger y Jorge Diana
IMPRF.:80 EN LOS
TAl~LEflE8
DV. ARTES GRAPICAB ctntClOJ'iES R\"MDOlh
RAM.ULAfii, :i3 • BARCELONA
(BsrANA)
1f
i
I
1
AZARIO naci6 en Aiboni to. Maestro en Artes de la Universidad de Puerto Rico, en 1954 se recibi6 de doctor en filosoffa y letras en' la Universidad de Madrid. Desde 1949 profesa una catedra de lengua espafiola en el Colegio de Agricultura y Artes Mecanicas de Mayagliez, de cuyo Departamento de Espanol y Frances es Director. Dedicado a los estudios lingiiistic.os, ha publicado la obra El arcaismo vulgar en Puerto Rico (19,57).
I
\
AIDA CARO' DE DELGADO naci6 en Hato Rey. Bachiller en Ciencias Sodales de la Universidad de Puerto Rico (194~), 1944 obtuvo el grado de Maestra en las mismas disciplinas, de la Universidad de Texas; y ¡en 1954 se recibi6 d~ doctora en filosofia 'y letras en la Universidad de Madrid. Durante dos afios fue directora del Archivo Hist6rico del Ayuntamiento de San Juan y actualmente es catedratica de historia en la Universidad de Puerto Rico.
en
l
'I
I ~
ALBERTO CrnEs V1Anli nacio en Mayagilez. En la Universidad de Puerto Rico obtuvo Jos titulos de bachillcr en Artes (1939) y Educacion (1941), y cuatro afios mas tarde, en la Universidad de Fordham, Nueva York, el grado de Maestro en Artes. Doctor en filosofia y letras de la Universidad de Madrid (1958), ha colaborado en la prensa del pais con articulos sabre temas filosoficos e historicos. Es miembro del claustro de la Universidad de Puerto Rico, y adualmente dirige la Oficina de Informacion de este centro docente,
ARTURO V. DAVILA nacio en Bayamon, Puerto Rico. Bachiller en Artes de la Universidad de Puerto Rico, ha continuado sus estudios en la Universidad de Madrid, donde se especializa actualmente en historia del arte bajo la direccion de Diego Angulo Ifiiguez y del Marques de Lozoya. Es autor de varios trabajos ineditos sabre diversas personalidades y aspectos de la historia de Puerto Rico,
JULITA CORDOVA DE BRASCH! nac10. en San Juan. En la Universidad de Puerto Rico obtuvo los titulos · de Bachiller (1933) y de Maestra en Artes (1943). En J953 se recibio de doctora en filosofia .Y letras de la Universidad de Madrid. Ha publicado trabajos de crftica literaria en las revistas La Torre y Asomante. Actualmente es catedratica de lengua y literatura espafiola en la Universidad de Puerto Rico.
EUGENIO FERNANDEZ MENDEZ. Antropologo puertorriquefio, profesor de· Ciencias Sociales en la Universidad de Ptterto, Rico. Fue director de la Editorial de este centro docente, y en la actua~i dad ocupa el cargo de Presidente de la Junta de Directores del Iristituto de Cultura Puertorriquefia. Ha publicado las obras Filiaci6n y sentido de una tsla: Puerto Rico (1955) y Salvador Bmu y su tiempo (1956).
LABOR GOMEZ ACEVEDO naci6 en Aguadilla. Bachiller en Artes de la Universidad de Puerto Rico (1935), en 1950 se recibi6 de doctor en filosofia y letras en la Universidad de Madrid. Desde hace varios afios es catedratico de historia de la Universidad de Puerto Rico, y miembro de la Academia Puertorriquefi.a de la Historia. En 1956 public6 el libro : Sanz, promotor de la conciencia separatista en Puerto Rico, obra premiada por el Instituto de Literatura Puertorriquefia.
JosE EMILIO GONZALEZ n ci6 en Nueva York y recibi6 su instrucci6n primaria y secundaria en Puerto Rico. Bachiller en Artes de la Universidad de Puerto Rico (1940), y Maestro en Artes de la Universidad de Boston (1941). Realiz6 luego estudios superiores de filosofia y sociologia en las Universidades de Chicago, Columbia y California del Sur. Ha sido Catedratico de lengua y litcratura espafiola en la Universidad de Princeton . (1949-1950), y de ciencias sodales ep la Universidad de Puerto Rico (1946.1947), y es actualmentc profesor de Humanidades en este ultimo centro. Ha colaborado con diversos traoajos de critica literaria en la prensa diaria y en revistas de cultura, y es autor de los poemarios: Profecia de Puerto Rico (1954} y Cdntico mortal a Julia de Burgos (1956).
ADOLFO DE Hosros, historiador y arqueoIogo puertorriquefio, miembro de diversas organizaciones e institutos cientificos y culturales de Europa y America, fue durante varios afios Historiador oficial de Puerto Rico y Director de la Oficina del Indice General Hist6rico de Puerto Rico. Es autor de numerosos t~a~ajos sobre ~as materias de su especrnltdad, aparec1dos en tevistas del pais Y del exterior. Ha publicado Ios libros I ndice hemero-bibliogrdfico de Eugenio Marla de Hostos. (1940), Anthropological papers (1941), Al servicio de Clio (1942), Ciudad Murada (1948) - premiada por el Instituto de Literatura Puertorriquefia - y Tesauro de datos hisl6ricos (1948).
DIANA RAMfREz DE ARELLANO. Poeta ensayista y critica literaria, naci6 en Nueva York y se educ6 en Puerto Rico. Doctora en filosofia y letras de la Universidad de ~adrid (1952), ocupa una catedra de lengua y literatura espafiolas en el City College de Nueva York. Ha publicado las siguientes obras: Los Rami:ez ~e Arellano de Lope de Vega: contnbuci6n al estudio de las comedias geneal6gicas (1954); Caminos de la creaci6n poetica en Pedro Salinas: versione$ primeras y aut6grafas de "La voz a ti debida" (1956); Albatros sobre el alma (19_55); Angeles de ceniza (1958), primer premio del Instituto de Literatura Puertorriquefi.a, del Club Civico de Damas y del Ateneo Puertorriquefio, y Un vuelo casi humano (1960).
~VARISTO RIBERA CHEVREMONT nad6 ert San Juan y en Puerto Rico ha transcurrido toda su vida, con excepci6n de algunos afios vividos en Espafia. Poeta prolifico y versatil, ha publicado quince poemarios, entre ellos El templo de los alabastros (1919), Los almendros del paseo de Covadonga (1928), Color (1938), Tonas y formas (1943), Anclas de oro (1945), Verba (1947) y La llama pensativa (1954 ). En prosa ha publicado La naturaleza en Colon• (1943) y la novela El niiio de arcilla (1950). Sus colaboraciones en la prensa del pais abarcan ensayos, cuentos y novelas cortas.
Luis RAFAEL SANCHEZ naci6 en Humacao en 1936. Cursa actualmente el cuarto afio de Humanidades en la Universidad de Puerto Rico, donde dirige el peri6dico Universidad. En el verano de 1959 realiz6 estudios especiales sabre dramaturgia y literatura en la Universidad de Columbia, Nueva York. Dramaturgo y cuentista, lleva varios aiios laborando en el teatro, y ha escrito las obras La espera (1958), estrenada en 1959 por el Teatro Universitario; Farsa del amor compradito y Los angeles se han fatigado, del mismo aiio. Varios de sus cuentos le han valido premios de la Universidad de Puerto Rico y del Ateneo Puertorriqueiio.
I'
Conocimiento artistico de un hecho artistico: Julia de Burgos Por DIANA RAMfREZ DE ARELLANO
LA HISTORIA DE LA POESfA EN HISPANOAM~RICA RECIBE UN toque de alerta a la noticia de nuestro quehacer poetico a traves de los comentarios de don Marcelino Menendez y Pelayo en 1893. Fue la obra de una mujer puertorriquefia la que interes6 al mundo de la critica seria y llam6 la atenci6n a la contribuci6n de Puerto Rico al mapa de la creaci6n poetica en nuestra lengua. Y sera mera coincidencia si se enfoca asi, pero el hecho es que el capitulo de avanzada en la poesia contempo. ranea de Puerto Rico lo ha escrito otra mujer: Julia de Burgos. Nos apena su muerte, porque, prematura y cruel, le cort6 la palabra y acaso la mejor. Apagada esa luz tal vez pase mucho tiempo antes de que vuelva a surgir otra que, para otros, sea lo que esta fue para nosotros. En las siguientes lineas podreis vosotros deducir por que decimos que fue Julia de Burgos un avance en la poesfa puertorriquefia. Es Julia no s6lo poeta para puertorriquefios, sino poeta para poetas, y sabre todo el poeta para los poetas puertorriquefios. Su poesfa nos comunica un goce puro y una emoci6n directa anterior a todo analisis. Sin embargo, luego de aplicar el lente que corregirfa la visi6n, de haber sido esta defectuosa en el primer encuentro, la poesfa de Julia de Burgos abre a la vista del cientifico, como una tlor que abriera ante nuestra presencia, en un brote seguro la genialidad que confirma el presagio. Se siente esta poesfa, misterio que despierta nuestra efectividad y nuestra imaginaci6n, porque su realidad es grande. En esa realidad, asi como en la personal reacci6n del poeta al poeta, Julia de Burgos ya queda aparte como un estigma, fuerte de avanzada en ¡ el poetizar puertorriquefio. A Julia de Burgos se le puede leer en dondequiera y ante cualquiera, porque su fen6meno poetico es como un fuego de entusiasmo en esa experiencia inmediata del contagio. En la jaula de su verso esta palpitando siempre el ave casi humana de la poesfa. Pudimos escribir este trabajo sabre los elementos fisiconaturales de esta poesia. Acuden a nosotros titulos interesantes de posibles estudios: ladera romantica de esta poesfa, itinerario tematico de Julia de Burgos -
paisaje y llanto, desolaci6n y luz, corona de amor y muerte-; afinidades en la poesfa de Delmira y Julia; proceso evolutivo de ideologfas; noticia de Neruda en la poesfa de Julia de Burgos. Los estudios que nos sugiere su obra son muchos y jugosos. Nos hemos decidido por el primer conocimiento, segiln don Damaso Alonso, que es el que tendreis vosotros al acercaros a esa jaula de! libro El mar y tu para escuchar el trino de sangrante inspiraci6n. Julia de Burgos fue nuestro ruisefior. Acudid personalmente al prodigio que nos dej6 su alma, su personalidad y su conocimiento. Y mientras tanto, Isla de nuestra Isla, Julia de Burgos, perd6nanos tu genio. De cualquier tipo que sean estos estudios de la poesfa de Julia entre nosotros, son necesarios, pues si no iluminaran el cielo de la poesfa de esta mujer puertorriquefia porque en el ya no cabe mas luz, al menos dejaran constancia de un interes y de un aprecio por lo nuestro, que en parte borrara la infamia del olvido en que muri6. En todo caso, los estudios serios sobre esta poesfa, orientan los pasos de los no iniciados y canalizan el estremecimiento de los conocedores. Por eso esperamos con impaciencia el estudio sabre Julia de Burgos de Jose Emilio Gonzalez, que, marcado el mismo por la huella terrible, habra de plantear con seriedad el asunto desde la atalaya paciente del critico. Nadie mejor que este profesor contestara a vuestras preguntas, porque nadie mejor que un poeta para ver a otro. J amas os llevaran mas cerca de ella si no sois vosotros mismos el dfa que ante esta poesfa de Julia descubrais en vuestra existencia una nueva dimensi6n que os permita ser testigos de ese forcejeo de vida y muerte perceptible en ese ser no repetido de su obra. Subitamente se os revelaran sus peculiaridades, su unicidad, su vivir; y sabreis como vence siempre ailn rompiendo una aparente ley natural que se cumple en el universo, Los elementos que le dan vida y permanencia, vencen sabre la destrucci6n, la confusi6n y el caos. Es como si en su poesia mejor tuvieramos la Ultima y segura prueba de nuestra salvaci6n. Porque, a fin de cuentas, lno sera el alma de los poemas la que les salva de la obligada 1
muerte? «Obligada», decimos, por la temporalidad de los elementos y materiales de que echa mano. Tai vez por esto, en la intuici6n que recibimos de la lectura directa de Julia de Burgos, y no en el amilisis, es como mejor la vemos. Al fin y al cabo, en lo que no ha de pasar quedamos, como diria Salinas. Precisamente esta es una prueba mas de la avanzada que representa su poesia en nuestro horizonte insular. Las remoras que trae su verso, su palabra y su manera; el esfuerzo por sacudir lo que ya sabe que no sirve para mafiana; y la osadia de querer abrirse al fuego en la primera linea. No, no es en lo que no logr6 depurarse desde donde la vemos, sino desde donde ella mas intent6 abrir caminos de futuro en la poesia de Puerto Rico. En el organismo vivo de algunos de sus poemas esta clara la lucha, acaso hasta inconsciente, por desplacentarse, desarropandose el retraso hist6rico-literario de su isla. Celebremos el milagro de ese aliento en su verso ; de esa vida que como tal no se supo vivir. Urge tender una red de cordialidad y de conocimiento que explore, por todas las superficies y fondos, lo nuestro; que no se nos escapen esos valores que mejor nos representan, y en donde mejor podremos intentar ser puertorriquefios universales. lHay en la tierra goce que desdoble sus infinitos pliegues, como el goce que pueda sentir un puertorriquefio al oir la lectura con acento madrilefio desde la catedra de literatura espafiola en la Universidad de Madrid, de un poema logrado por todos los conceptos como lo es Ronda sobremarina por la montafia? lOue palabra queda cuando a la venganza se le quita el odio? i Que jubilo, hacer patente con esa voz la terrible injustida cometida I Merecemos nuestra propia tierra desde esta cumbre. Brau, Hostos, todos aquellos, recobran su voz perdida; Castilla suefia de nuevo con el marque no supo amar, y Julia de Burgos cumple el obligado viaje que debi6 hacer en vida. El poema nos convierte en pueblo redimido. Tai es el caso a favor de esta poesia. Si de otro modo no podemos hacer evidente nuestra madurez, urge expresar este fen6meno de nuestra evoluci6n de una manera artistica. Eso han hecho otros pueblos antes que nosotros. lnsistamos en esta rigurosa verdad de nuestra pituitaria moral. «Beaty is truth, truth beauty», deda Keats. Y de repente se borra el rasgufio que hiciera aquella caricatura en que aparece un nifio desvalido, flaco, huerfano y mendicante con el nombre de Puerto Rico, «hitching a hike in Uncle Sam golden Cadillac». La verdad es otra. Nuestro tesoro no se acufia en monedas. Algunos lo sabemos, pero conviene y urge hoy que otros lo sepan. La poesia de Julia de Burgos no quiere pasearse por esos mundos de Dios mas que por su propia fuerza y originalidad; y lleva tan ta, que va lejos en espacio y en tiernpo. Por todos los caminos estudiaremos a Julia. Unos plantaran SU grimpola mas alta que otros. Eso no importa; desde algiln lugar cada triangulo se divisara. Nosotros hemos dado ya varios saltos hacia ella. Este no sera nuestro ultimo ni definitivo catavientos. Hablaremos segiln publico, tiempo y animo, a veces sobre el arte de su palabra, otras sobre la ciencia de su estilo, y siempre nos quedaremos meditativos y silenciosos ante sus mil brisas. i Con que acierto aquella mano movi6 los resortes idiomaticos de nuestros dep6sitos afectivos I i C6mo vibra con ella la memoria, la voluntad,
2
la fantasia y el entendimiento ! De nuestro tesoro conceptual ella, puertorriquefia e hispanoamericana, fue eligiendo y combinando con arte y ciencia estas joyas que nos vierten extrafios gozos que comparan con el olor, color, sabor, sonido y tacto de las cosas. Son gozos que tocan zonas er6tico-espirituales que casi no sabiamos en nosotros. El alma es como un cuerpo con sus campos de amor. La poesia de Julia de Burgos, certera como un grito, sabe avanzar caricias. Si no mocl.ific6 en el mundo fisico-poetico la duraci6n conocida, sf introdujo en ese sentido, en la poesia nuestra, una intensidad y una altura tal vez s6lo posible porque fue mujer. Y en cuanto a significado, introdujo una alteraci6n de nuestra vida espiritual, que acaso jamas podra medirse sino a traves de la naturaleza y calidad de la poesia que ha inspirado en otros poetas puertorriquefios, y hasta no puertorriquefios. Porque el poeta insular que toca la obra de Julia se altera y se imanta. Si cualquier poema es un mundo, los mejores poemas de Julia son mund~s nm;vos que se registran a veces automaticamente a pesar de sus mllltiples y complicadas combinaciones, en nuestro animo y cerebro. Este fino y raro instrumento nervioso en donde Julia de Burgos mueve tantas notas, devuelve siempre una misma ficha con la cifra exacta de la poesia. Julia de Burgos registra siempre un ES sin borrones ni tachaduras. La vida en su poema deja huella cognoscible de un poeta, que supo afinar el organismo de su poema y sus innumerables nexos hasta el punto de contagiar esa armonfa a otros temperamentos y organismos. Algiln clia tocaremos el nervio de esa cadena para ver bajar y subir con ritmo irrepetible las relaciones sintagmaticas y afectivas que sugiri6 Saussure, y que nos estan dando tanto placer sin saberlo. Pero siempre quedara el misterio de esa voluntad que organiz6 ese ritmo como siempre quedara el misterio que inventa la vida fuera del laboratorio. De cualquier ma· nera, a la poesia como a la vida, hay que buscarle la explicad6n por todos los caminos. Quien no disfrute de estrechar el contacto entre las laderas de lo espiritual y de lo fisico en la obra de Julia de Burgos es porque teme no poder, despues de conocerla mejor, emocionarse. El agua sabe tan buena como antes y sigue siendo de elemental necesidad el beberla, aun despues de conocer sus elementos y el equilibrio de sus volilmenes. La conducta de la naturaleza humana es recobrar la inocencia primera que permite el goce candoroso y emocionado ante las cosas que conocemos. Todos poseemos en cierta medida esta flexibilidad. El mismo poeta ha de tener en su propia persona al critico. Nadie tema al ~onocimiento. El goce en sf, aunque sea emoci6n ciega, es una manera de conocer. Mas el conocimiento maximo pertenece al genio, porque no hay genio que no conozca su conocimiento. lNo seria divino privilegio, no ya presenciar el nacimiento de un momento auroral en nuestra poesia, sino ayudarla a nacer de nuevo y ponersela en las m'a nos a la patria? Poeta, cientifico, patria, lector, alterados de manera semejante por el poema que los une, al acertar repeticiones que se cruzan y entrelazan con un destino que a la vez es origen. Julia revive, el cientifico crea, la patria se liberta, el lector entiende, y el sumo placer de sentirse nacer alas perdurables para escapar de todo lo que nos limita, empequefiece y mata. Esto lo pueden lograr poemas como Amanecida y Presencia de amor en la isla. El nudo de reacciones que desatan en nosotros esos poe-
mas, de conocer su origen y secreto, crearia el prodigio de comuni6n con el estado correspondiente del alma de Julia al crear el poema, en tal forma, que estariamos mas cerca que nunca de aquellas divinas palabras: ÂŤ Cuantas veces hagais esto, hacedlo en memoria miaÂť, que convierten, no en simbolo, sino en presencia, la esencia divina. Nada mejor para recobrar a Julia sin miedo de inventarla, y al menos ese esfuerzo le debe" mos a quien nos dio tanto y a quien le negamos casi todo. Exigimos para ella un conocimiento trascendente como su poesfa. Julia de Burgos nos enseii6 a componer el tejido poetico de cierta manera y con especiales elementos puerteirriqueiios; y aunque encontremos partes ralas que no logr6 o no se molest6 en tejer a su mejor manera, su obra es definitivo avance de la poesfa insular. Hoy en que por doquier brotan historias y antologfas de la poesfa hispanoamericana habra que llevar hasta todas ellas este glorioso capitulo de la poesia contemporanea de Puerto Rico que aport6 para siempre la generosa Julia de Burgos. Poetas, profesoies, ant6logos, historiadores, ensayistas, criticos, cientificos de Puerto Rico, Julia es nuestro mejor momento. lncidencias y anecdotas de una vida poco tienen que ver con una obra. Ahi esta Whitman y Poe, Verlaine, Coleridge, y tantos otros para afirmarlo. De todos modos lo que no quisimos de .J:ulia ya se nos escap6, ni siquiera molesta ya nuestras pequeiieces. Lo que nos queda es precisamente lo esencial y lo que ne-.
cesitamos. Coloquemonos en ese instante en que ella se prometia al mejor lector, el de la generosa, abierta y libre visi6n que es el que logra mas veces registrar la intuici6n del poeta, comenzando entonces el poema . a serlo totalmente, ser de los dos por los dos, como en la vida que s6lo dos pueden vivir a otro. En este caso hay que comenzar el viaje por via estetica, que fue por donde naci6 el poema en un principio. El espacio abierto por su obra en nuestra imaginaci6n se ira llenando de repiques gozosos, acaso s6lo ecos de su propio vibrar. Julia, mas que color fue sonido, y todavia la captamos mejor por el oido. (No escuchais en su poesfa rumor de vuelos, olas, llanto, susurros de secreto y profecfa? Aire y agua fueron sus elementos. No fuego ni tierra, ni rojo ni verde. Fue blanca como el viento, como espuma o nube. Su forma un ala de alguna de esas aves que cantara - golondrina, gaviota, paloma. Su hora, a la maiiana; su dia, hoy; su universo, uno que no alberg6 maldad, ni fealdad, ni intereses, ni egoismos. Su destino la dej6 sin voz demasiado pronto. Lo que logr6 decir es nuestro¡ logro. Fue como todo poeta, esencialmente infantil, y se crey6 que todos los dias caian en domingo. El alma, antena que capta lo inefable, transforma en voz el tremulo hueco que dejan los silencios de Julia, porque tal vez sea cierto que la Belleza recoge su propia voz tronchada y el Arte compone de nuevo su canci6n permanente.
Por poco el mar, no el suyo, el oceano extraiio al noroeste de lo~ rascacielos, para su cuerpo flor de mi montaiia. Por poco un reclamo de nieves permanentes y neblinas perpetuas para un jilguero tropical. Por poco un mill6n de ojos vacios, sin ldgrimas ni adioses, para sus ojos humedos de estrellas y paisajes. Por poco sin encuentro, amenazada hasta en el propio nombre, robada hasta el eco de sus trinos. Sohre la soledad, tendida y despojada, pauperrima, la mas desconocida. La ultima, i la nuestral jTan primera, tan unica! No entendereis jam<# la verdad de esta muerte. Julia de Burgos, recortando el perfil de Job, hasta en las iniciales. Julia-Isla, probada en su paciencia para despues auparse hasta el ejemplo cuando irrumpe en la frente un cielo desbordado. y prende la azucena morada del silencio. i;Sabeis quien le sali6 al encuentro para llevarla a hombros por la muerte? 3
No la llevaron dngeles, no, ni siquiera los hombres de la tierra. Fueron solo unos numeros sustituyendo al nombre, y ella, como un reflejo de ellos, con su numero. Fueron los presidiarios, mudos y sin sonrisa, sus testigos, y ella fue su castigo esa manana. Nunca sospechardn que llevaron a cuesta$ una isla de horizontes inmel1$0S hacia la asfixia de una ltnea vertical. ;Ocupan tanto espacio los muertos ! /ban de tres en tres como ella presentla, ausentes, taciturnos en su angUstia. ;Que incomodos los brazos extraviados de infinito/ Acaso desde el dla que cargaron el tr6pico, - disfrazada victoria los nuevos Cirineos sientan no se que ansias de mar desconocido, y escuchen la tonada de las islas que encienden en sus suenos, una cancion sencilla como el viento. Sembrada en la fosa comun, en campo de alfarero, comprado con las treinta monedas de la Sangre, se quiso desprender como gaviota, y tal vez una de ellas, bienamadas, trajera el mensaje de su encuentro. Nos lo advirti6: - la cancion de la muerte nos llegard del mar. cQuien se atreve a hablar de culpas? cQuien elige SU muerte? cY Alfonsina? ,;Y Delmira? La tragedia separa original ensayo para algunos. Pero decidme, vosotros lo$ que habldis de latidos sin rumbo y de desequilibrios, ,;sabeis ahora para quien fue el castigo? No fue para vosotros; fue para el inocente. Si pasasteis de largo ante la suerte, y os disteis mds prisa que la vida en huirla, no habeis cambiado aun para el regreso; porque ella vuelve siempre del olvido; nos llegard en la estatua y en el canto,¡ nos la traerd otra sombra en otra trdgica tempestad. La Belleza recoge su propia voz tronchada, y el Arte compone de nuevo su cancion permanente. Vendrdn desde los mas remotos caminos, los poetas, a entregarle a la estrella su claridad, su grito, y su universo, pero yo me lamento aqul, en este ahora, si su muerte fue en vano, nadie tiene derecho a decir entre dientes: - / Fue nuestro ruisenor I ,;Que culpa merecla tal castigo? cPor que no detuvimos la mano? ;Que afdn de libertad sobre sus huesos! Siento tan hondo este dolor inmenso de perderla, mas no descansa la muerte ni en la muerte; 4
me muero desde ella en su propio horizante aunque viva tambien, pequena y frdgil, alld en su coraz6n irrepetible. Con sus manos supremas y su fiera osadia, llego con mi muerta pareja hasta la mesa misma de los dioses, y me siento a llorar sabre mi pena. Ast estaremos dos frente al dolor preterito de un fue, encadenando voces de tm p'resente innumerable: - iPor que os vengasteis sob re la f tor mds blanca? (Por que no ella habldndoos con mi muerte en sus brazos? /S6lo robO untl$ migas de luz para mi cena! Aqui os la traigo, vedla dormida. Fue pan de mi pradera, vino de ensuenos en el chorro del rlo. No nos entenderd la tierra y no nos necesita el cielo; que fdcil es decirnos: - Marchaos, vosotras sois eternas.
.
5
Meditaci6n sohre la vida de Eugenio Maria de Hostos Por JOSE EMILIO GoNZALEZ
uniendo Ios extremos del continente, aspiran a Ia sintesis americana. (Filipo naci6 en Chile.) Sus amores,, crepar; a su vida, no nos queda mas remedio que admimas grandes fueron americanos: Carolina vivfa en Car~!· tagena, Colombia; Manolita era peruana; Carmelit~ rarla. Y, si posible, emularla. De Ia sucesi6n de sus actos surge el hombre entero, tallado en una sola pieza, Lastarria, chilena. Por voluntad propia, Hostos confirma Ia herencia del pasado. Si quiso Ia redenci6n de E·scon ademan admonitorio, con una peculiar intensidad, Ia del que inflamado por una fe suprema, cumple un pafia fue porque tambien deseaba la redenci6n de Pueiapostolado. Es una forma que emerge ante el espiritu, to Rico. AI convencerse definitivamente - despues de armoniosamente concentrada, plena de una dignidad sus entrevistas con el general Serrano - de que nada fntirna, con el temblor del apasionado -vibraci6n que, habfa que esperar de Ios politicos Iiberales espafioles, sin embargo, jamas violenta a aquella dignidad, sino ve claro que es en America donde debe realizar su .obra. que Ia resalta. Hostos Iogra el justo equilibrio entre Io Pese al antiespafiolismo de Hostos, no debe interpretarse esto como un repudio tajante del Viejo Mundo. Reapolineo y Io dionisfaco. Su vida tiene el volumen y el espesor- de Ia piedra, pero - insuflada por un fuego cordemos su positivismo; su afici6n a Spencer y a Vico. Secreto - posee el aereo movimiento de Ia llama. QuieEuropa era fuente continua de ideas seminales, utiles tud, reposo, centro: eso Io tenia este hombre que tan para Ia reforma de America. Pero America es Ia revopronto descubri6 el nucleo de gravitaci6n de SU exisluci6n, es decir, el futuro, Io nuevo .. Su tarea es Ia Iitencia. Y, por Io mismo, desarrollo, envite, traslaci6n. bertad. Pues s6Io quien conoce su ubicaci6n en el mundo puede El 31 de octubre de 1869 Ilega a Nueva York. Va a situar sus metas en el mapa c6smico. El hallazgo de Ia conocer a America en su grandeza y pequefiez. En Ia vocaci6n es el presentimiento de una trayectoria. La urbe norteamericana Je salen al paso Ios recelos de existencia se tiende como un arco ideal desde Io que Betances, el anexionismo de Enrique Pineiro, las dissomos hasta Io que debemos ser. Una vez fijado el decordias de Ios emigrados. No duelen tanto las carestfas rrotero, no apartamos de el es decisivo. Eso fue Io que materiales como esas heridas que salen de Iabios herhizo Eugenio Maria de Hostos. manos. Tiene que defenderse de personas a quienes quisiera abrazar. S6Io blande un arma, Ia palabra, que Del conjunto de su vida s6Io voy a retrazar aqui unas cuantas facciones. En ella se plasma la unidad ,del ser -{ le fluye siempre d6cil de Ia boca o de Ia pluma. America americano. La madre de Hostos, dofia Hilaria de Boni-. tambien esta enferma. Dos Antillas yacen aherrojadas. Ila, era puertorriquefia, descendiente de puertorrique-Los Estados Unidos hacen gestos imperialistas. Mas fios. EI padre, don Eugenio Marfa de Hostos y Rodrigo · alla, en Ios pueblos del Sur, el feudalismo, Ia monarde Velasco, fue hijo de una dama de Santo Domingo, qufa, Ia esclavitud. De Ia miseria de Ios esplritus mana dofia Altagracia Rodrigo de Velasco, y de un caballero Ia miseria de Ios pueblos. Pero hay que irles a tomar espafiol, don Juan Jose de Hostos. EI maestro naci6 en el pulso. Tal vez alla, todavia, se encrespen voluntades. el partido de Rio Cafias, de Mayagiiez. Con estos datos c:Se habran muerto todos Ios corazones? Cuba martir se esbozan tres ingredientes resolutivos, que - fundac:no Ios encendera de nuevo? Y Hostos inicia su larga mentales - habran de operar en aquella vida: Puerto~ peregrinaci6n americana. Visita Cartagena, donde los Rico, America y Espafia. Hostos casara, en Venezuela,; ojos de Carolina Io Ilaman. Cruza Panama. Recorre Ia con una dama, hija de emigrados cubanos, dofia Be* Palabras pronunciadas cl lunes 11 de enero de 1960 en a linda Otilia de Ayala. Llama a uno de sus hijos Bayoan Homenaje a Eugenio Maria de Hostos, patrocinado por el Hogar Lautaro. Al otro, Filipo Luis Duarte. Nombres que, Social Eugenio Marla de Hostos, en Puerto Nuevo.
MAS EJEMPLAR NOS LEGARA EUGENIO MAL ArfaLECCI6N de Hostos fue su vida. De sus ideas podemos disQUE
6
I\
YI
costa peruana para internarse en Lima. El paisaje, los hombres, las ciudades: todos penetran por sus ojos. Se aposentan en su espiritu. Se quedan. Alli los cholos, los indios, los chinos. Tambien estos quieren libertad, ·que es obra de justicia. En la capital los intereses se combinan, se atrincheran; erigen baluartes de indiferencia. c:Cuba y Puerto Rico? Dos nombres perdidos en la lejania del Caribe. Lo urgente en el Peru es construir ferrocarriles, combatir el caudillismo. Hostos tambien participa. Como peruano escribe, escudrifiando los males de la naci6n. En Chile hara lo mismo. Pero en Santiago y Valparaiso los brazos se expanden en acogidas cordiales. Ya reconocen en Hostos al maestro, al fervido progresista. No en balde l_)Or alli ensefiaron Bello y Sarmiento. Sus discursos en favor de la educaci6n, de la igualdad de la mujer c:no le ganarian el coraz6n de Carmelita Lastarria? Sus certeros analisis de la socieqad chilena, no parece que salen del cerebro de un recien llegado. Y se da a viajar por el pafs. Hay que contemplar el cuerpo de America. Chile le ofreci6 todo: amor, esperanza, actividad. Pero Hostos queria seguir conmoviendo. Mientras en Cuba la guerra echara las suertes de la libertad, habia que seguir levantando a America. Al otro lado de los Andes, la Argentina, demasiado pr6xima para que Hostos no sintiera la tentaci6n de acudir a ella. La Federaci6n del Plata, dirigida por Sarmiento, de seguro que se alzaria en demanda de la libertad de las Antillas, alentada por las sombras de San Martin y Rivadavia. Pero . en Buenos Aires, Sarmiento sera cortes, sin comprometerse. A Hostos le explicaran que Argentina se esta poblando, desarrollando su comercio y sus industrias. No conviene irritar a los parroquianos. Una naci6n pr6spera y es table: ese es el ideal de la hora. Los espafioles seran francamente hostiles. Llegaran hasta el insulto. El pueblo, sin embargo, ese noble pueblo portefio, no vacila. No entra en transacciones de alta economia. Llega la noticia del fusilamien to de los expedicionarios del «Virginius». Es la Espana republicana quien ha cometido el horror. :Se organiza un mitin gigantesco. La palabra de Hostos fulgura sobre las caoezas arremolmadas. Manifestaci6n por las calles; Vivas a Puerto Rico y a Cuba libres. A Hostos le regalan la bandera, por heroe de la jornada. Cuando anuncia que se va, Bartolome Mitre le obsequia con un banquete. Pero no se marcha sin haber penetrado en la pampa. Tambien Argentina le desnuda su · cuerpo prod1g10so. La pampa se le entrega en extasis de cielo y campo, con sus Hanuras que galopan hacia el horizonte como montoneras arrebatadas, con sus ombus montando guardia en la soledad, con sus pagos, con sus gauchos, con la sombra de don Segundo Sombra errante ya en la penumbra de la historia. Del Brasil no conocera mucho. El colosal inlperio s6lo le muestra su corteza y alguna que otra ciudad. Pero Hostos concibe en seguida la imposibilidad de esa monarquia, tumor monstruoso en la contextura democratica de America, y la sangrante irrisi6n de la esclavitud. Nueva York sera s6lo un parentesis, porque Betances esta en Puerto Plata. Santo Domingo, traicionado por Santana: vio c6mo· regresaban los espafioles a echar de nuevo los cerrojos. La lucha fue cruel, pero los carceleros tu-
vieron que partir, al final. Ahora, Luper6n es el guia. Toda la emigraci6n revolucionaria parte hacia Santo Domingo. Alla, tambien, Hostos. Prefiere no acordarse de la malograda expedici6n de Aguilera. Seis dias en un barco que se caia a pedazos. Seis dias abofeteado por las olas y la mala suerte. Se consuela pensando que quizas con Betances, en Puerto Plata, se pueda organizar algo. Pero Betances lo recibe con desconfianza. Lo compensa la amistad de Luper6n. Las «Ligas de la paz» que establece no prometen mucho. Desilusionado, regresa a Nueva York. Nada esencialmente ha cambiado. De allf se marchara a Venezuela, donde conoce a Inda. Lola Ti6 lo protege en sus amores. Casamiento. Nuevas obligaciones; nuevos trabajos. Ensefia en colegios. Lo sorprende la Paz del Zanj6n y, ansioso, toma a moverse. Va a Saint Thomas. Se reline con su padre, con su hermana Rosita y con su esposa en Mayagiiez. i Llevaba 22 aftos fuera de la patria ! Podemos decir que aqui se cierra la . primera etapa de la misi6n americana de Hostos. Fase que, como he'inos visto, se caracteriza por la intensa agitaci6n en aras de la libertad politica de las Antillas y por el aprendizaje de America. El drculo que empez6 con su segundo viaje a Espana, con La Peregrinacion de Bayodn, con el anhelo de la fama literaria, avanz6 con sus · actividades revoludonarias en la Peninsula, su destierro de Paris, la vuelta a Catalufia y Madrid- triunfante ya la causa liberal-, con su decepci6n ante las realidades del gobierno espaftol, y se prolong6 con el retomo a America, por Nueva York, termina con la reuni6n familiar en Mayagiiez, despues de haber dado la vuelta por Colombia, Panama, Peru, Argentina, Brasil, Santo Domingo y Venezuela. Al embarcar rumbo a La Espanola en los albores de 1879, Hostos no ha renunciado a su apostolado politico. No lo renunciara jamas. Pero su vida crecera en otra dimensi6n, no contradictoria con la anterior. Hostos, en Santo Domingo y en Chile, sera, sobre todo, el maestro, el reformador de la ensefianza. Educar es tambien liberar pueblos. Porque, al fin y al cabo, los males politicos, c:no provienen de la deformaci6n de los espfritus? c:No fue esto lo que ventil6 tan admirablemente Plat6n en La Republica? Hostos es como un S6crates de America. El mismo afan de la verdad. El mismo amor por la justicia. El mismo anhelo de ver en el Estado la consagraci6n de estos valores. Pero antes hay que formar al hombre, hay que ensefiarlo a ser libre, a no rendir la libertad esencial de su pensamiento, que constituye la base de su dignidad. Lo que llamamos sociedad, c:que es sino el lienzo, el espejo, donde se refl.eja, en mayores proporciones, lo que cada uno de nosotros es? Hay que partear los espiritus, como hiciera S6crates. Sacarles a la luz sus fuerzas espontaneas, originales, creadoras: su sabiduria interior. Hay que fijarles sus cuatro puntos cardinales: verdad, justicia, bien y belleza. Y sefialarles su condici6n: ~a libertad. En Santo Domingo, Hostos tropieza con las dificultades de un hosco terreno. Los retr6grados, que todavia en la segunda mitad del siglo diecinueve pretenden mantener una escuela medieval o ninguna escuela en absoluto, mas que argumentos esgrimen injurias. Aprovechando la ingenuidad de las gentes, lanzan contra
7
el una consigna espantosa: « i Escuela sin Dios I» Hostos no se inmuta. Se revuelve contra todos. Los combate en la prensa, en las instituciones y, donde es mejor, en la ensenanza misma. Funda la Escuela Normal. Los hermapos Henriquez y Carvajal lo ayudan. Dona Salome Urena de Henriquez funda el Instituto de Senoritas. Hostos - maestro nato - se va creando un grupo de discipulos. Hasta los mas empecinados enemigos se ven compelidos a reconocer, a la postre, la bondad de su obra. ~uando se gradua la primera promocion de la Escuela Normal tiene el placer de verlos entre los asistentes al acto. Todo parece augurar un sonrosado porvenir a la educacion del pais. Pe:ro en el cielo de Santo Domingo va ascendiendo una estrella nefasta. Se llama Ulises Hereaux. Lilis, lo llama el pueblo. Este aventurero se apodera del gobierno. El conflicto sera inevitable entre los discipulos aleccionados en la libertad y la nueva tirania. El gobierno de Chile invita a Hostos a ir alla a continuar su mision. Despues de una cortante entrevista con el dictador, Hostos se decide. Sabe que su jornada de nueve anos en Santo Domingo no ha sido vana. Ha dejado las semillas y estas no tardaran en germinar. El pais recogera los frutos. Chile, como siempre, le sonrie desde las puertas de Valparaiso. Quizas el recuerdo de Carmelita Lastarria le cruz6 - gaviota fugaz - la frente. El gobierno de Balmaceda le distingue. Primero le confiere la direccion del Liceo de Chillan. Luego, crea especialmente el Liceo «Miguel Luis Amunategui» y lo honra con el rectorado. Ademas, una Catedra de Derecho Constitucional en la Universidad de Santiago. Por todas partes, honores y atenciones. Hostos continua su obra de pensamiento y critica, solidamente empezada en Santo Domingo. c:.Podia quererse mas? En toda America se le conoce y se le reconoce como maestro. Y, sin embargo, Hostos no halla sosiego. La inquietud le arremolina el espiritu. Ese largo silencio de Cuba ... (.Que estara haciendo Marti? c:.Y Betances? c:.Cual sera la suerte de las Antillas si el coloso del Norte decide aplastar a Espana? i Que lejos esta Puerto Rico! Con cada dia que pasa, Hostos se muestra mas incomodo y hasta irascible. Inda hace lo mas posible por apaciguarlo. Pero le duele verlo algunas veces regresar del Liceo con los ojos tenidos de tristeza. De pronto, una noticia que llega. Es a principios de 1895. Cuba se ha rebelado. Arde de nuevo la guerra en la manigua. Aquella tarde, en la sala familiar, Hostos habla enardecido. Le tiembla la barba, ya gris plata. Sus brazos escriben signos energicos en el aire. El debe estar alla; alla, donde lo necesitan sus hermanos: los oprimidos. Inda deja que el huracan pase. Conversa con el, ya mas tranquilo. Discuten como ayudar a Cuba en Chile. Se Ila cerrado otro ciclo en la vida de Eugenio Maria de Hostos. Durante casi tres anos mas sera el maestro todavia. El educador nunca desaparecera, pero un hombre como Hostos, tan avizor a las corrientes historicas, nunca podra refugiarse como hacen ciertos avestruces actuales en las tecnicas pedagogicas. Convertir al maestro en un tecnico es tergiversar su naturaleza. Es degradarlo de su condicion humana hasta el nivel de mero ins-
trumento que lo mismo puede servir a la libertad que a la tirania, al bien que al mal. Es incapacitarlo para educar. Hostos fue maestro siempre porque ailn en el mas enc~ndido debate politico sostuvo la eminencia de sus miras, su dignidad esencialmente humana, sus ideas fruto de un trabajado pensamiento. En Chile renueva su apostolado. Vuelve a blandir la pluma por Cuba y Puerto Rico. Organiza grupos mientras espera al agente de la revolucion. Cuando este arriba, colabora con el. No .se da paz ni la confiere a los enemigos. El afio decisivo de 1898 se viene encima. Ya no hay duda de que los Estados Unidos intervendran. El 15 de febrero estalla el «Maine» en la bahia de La Habana. Hostos, minado por la angustia, sale el 27 de abril de Chile rumbo a Venezuela. Quiere acercarse a la escena de los acontecimientos, pero adivina que es ya tarde. No es preciso relatar pormenores. Sus intentos de impedir una conquista descarnada de Puerto Rico, fracasados. Sus deseos de que los cubanos hicieran valer su posicion para defender nuestros derechos, nulos. Sus planes para rescatar tan siquiera una reliquia de nue1>tra dignidad nacional, I al suelo ! El dia de la invasion-25 de julio-Hostos sale de Nueva York hacia Washington para encontrarse alli con el vacfo. Nada. Y nada en la isla, a la cual regresa. pasados 19 anos. La Liga de Patriotas no prospera. En ' San Juan, en una asamblea, uno de los hombres mas grandes que ha producido Puerto Rico, se sienta - anonimo - entre el publico. De repente, alguien grita: « i Ese que esta ahi es Eugenio Maria de Hostos I» Entonces le conocen y ovacionan. Propone la idea de ir a Washington, a radicar los alegatos de la isla ante el Presidente McKinley. Lo eligen en la comision. Con el, van don Rafael del Valley el doctor Manuel Zeno Gandia. En Nueva York, se les une don Julio J. Henna. Hostos redacta ocho alega tos. Los comisionados se entrevistan con McKinley en Washington. Hostos sale amargamente decepcionado. Luego, sus conferencias semanales en Mayagtiez. Cada dia, menos publico. La indiferencia, el olvido, responden al sacrificio. Y cuando el presidente Vasquez de Santo Domingo le invita a regresar alla para continuar la obra interrumpida, todavia Hostos se niega. c:.Desprenderse de la patria una vez mas? Seria el colmo del ludibrio que despues de toda una vida quemada en el amor de Puerto Rico se le negara la Ultima gracia: el favor de dormir para siempre en el terron nativo. Era lo ilnico que su patria ya no podia negarle: una tumba. Pues bien, se la negamos. No lo dejamos vivir aqui los dos o tres anos que le quedaban. Fuimos peores que los judios con Cristo. Tuvo que marcharse. Tuvo que marcharse Hostos a Santo Domingo. Si alli tuvo enemigos que lo combatieron con safia, no menos cierto es que la mayoria de los dominicanos lo amaron, lo recibieron benevolamente, lo rodearon de su carifio y de su bondad. Y alli muri6 pidiendo que lo dejaran ver el mar, con la ventana abierta hacia el Caribe, hacia la libertad de los vientos y las aguas, puesta la mirada. tal vez en el horizonte invisible de la. tierra sonada, de la tierra a quien tanto am6, ya irrecobrable. Alli, en Santo Domingo, enterraron al desterrado, al peregrino de America.
·I
Hostos es Puerto Rico proyectandose en la conciencia americana. La unidad con el mundo americano, presentida por nuestros romanticos - «Bello jardin, de America el ornato», la llam6 Gautier-, es realizada concretamente por Hostos. Le hada falta a nuestra historia esa irradiaci6n. Hostos, con sus palabras, con sus hechos, demuestra que no somos un rinc6n perdido en el Caribe. Nuestra isla, tan menospreciada por su pequenez, revela en Hostos cual es su autentica grandeza. Somos capaces de abrazar un continente, de fecundarlo con nuestras ideas y sentimientos. No es desdenable lo que podemos hacer, si nos ponemos a la obra hostosianamente. Cuando Eugenio Maria de Hostos se interna por una aldea india del Peru, cuando se empolva los zapatos en los caminos chilenos, cuando siente la caricia de la pampa en su rostro, es Puerto Rico quien se hace presente. Es Puerto Rico quien voltea a ese orbe que es nuestro porque le pertenecemos. Dejamos de ser isla para ser continente. Las :fronteras del coraz6n se amplian. Nos visita la vastedad c6smica del espacio. Que todo un continente cabe en una isla, en un solo pecho, eso lo prueba la vida de Eugenio Maria de ,Hostos. Que todos los colores se congreguen en una sola luz y de alli partan enriquecidos. Porque mientras ma_s contemplamos este prisma, mas nos sorprende su gama cromatica con la variedad innumerable de sus matices. Vida de extraordinaria plasticidad, nunca sus aguas se dispersan hast~ el punto de que no puedan volver al cauce principal. Su indignado antiespafiolismo hoy nos suena espanolisimo. Enfermedad de la raza, si se la quiere Barnar asi. 0 de los tiempos. I.:ea'rnos las novelas de Gald6s. Alli es tan los antiespanoles a ·montories. Los afrancesados. Y si no hay anexionistas, es porque Gald6s no se dio una vuelta por America. Hostos quiso la salvaci6n de Espana. Su ira se dirigi6 contra los politicos liberales que la traicionaron. No acus6 al pueblo espanol. Y - si viviera hoy - seria tan antifranquista coma el que mas. No deja de ser liberal, porque hubkra liberales malos. Como no dej6 de ser republicano porque la Republica espafiola cometiera tantos errores. Es curioso. Este investigador que explora las capas irracionales de la personalidad, es un raciohalista. Este sonador ardiente es un 16gico riguroso. Este temperamento cientifico es un imaginativo im:penitente.' Este severo moralista es un poeta. Hombre tan razonable da la primacia a la conciencia. En lo etico fundam~nta el arte, pero cuando escribe sus cr6nicas sabre Tere~a Parreno, sabre los Conciertos Barbieri y sabre la Exposici6n de Chile Bega a la comprensi6n profunda de las leyes propias de la creaci6n estetica. Generoso con Jo propio, su sensibilidad a flor de piel impide que otros Jo sean con el. ·Rechaza, con justicia, el soborno disfrazado en el «affaire» Meiggs de Lima, 'pero aquella sensibilidad lo lleva a ser injusto con el viejo general Go: doy, en Chile; con el venerable Francisco Vicente Aguilera, en Nueva York. En una colecta en Nueva York entrega los ultimas centavos que le quedan, para la causa de Cuba, y se muere de vergiienza cuando un joven amigo le pone una moneda en la mano para que pueda bajar al puerto del Callao. Positivista y empfrico. Sin embargo, nadie mas idealista que el. (Se equivoc6 en Es-
paiia? (Se equivoc6 en America? lOuien podrla afirmarlo? El pueblo espanol todavia lucha por su libertad, que habra de venir tan segura coma el sol de manana. La esclavitud negra desapareci6 de America. (Que queda del Imperio de los Braganza? Cuba fue libre. El feudalismo y la ignorancia en America estan condenados a la desaparici6n. l Quien se acuerda hoy de los que calificaban a Hostos y a Marti coma locos? Hasta Puerto Rico, el ingrato Puerto Rico, lo ha reclamado, coma suyo, de nuevo. Hay escuelas, calles y i:noniiiii.entos en su nombre. No se equivoc6 Eugenio Maria de Hostos. El idealista result6 ser el mas grande de Jos realistas. Enamorados coma el pocos Jos bubo. Escri· bi6 nuestra mejor novela romantica y una de las mejores de America: La peregrinaci6n de Bayodn. Pero dobleg6 su pasi6n amorosa al imperativo del deber patri6tico. Contenia su pasi6n; la embridaba, hasta dar la impresi6n de ser de hielo a las mujeres que. amaba. (De hielo, el, que era todo un fuego vivo, una incandescencia de amor que jamas se apagaba? Pero (que haria ella si el tuviera que salir un dia para morir, coma Marti, junta al ultimo rebelde? Y estas inquisitorias terminaban por molestar a la amada. Su sentido de la realidad l~ instilaba dudas de que pudiera cumplir con los compromisos que implicaba el matrimonio. Se cas6 tardfamente, no sin que antes tuviera Inda que pasar por 'la consabida inquisici6n. Y no bubo marido mas amorosb, ni padre mas genuino. He aqui que este senor tan grave tiene un nino sentado sabre las rodillas. El nino se llama Eugenio Carlos, o Bayoan o Filipo. El Inspector General de Ensenanza de la Republica Dominicana o el rector del Licea «Miguel Luis Am'urnitegui» le canta canciones, le relata cuentos (inventados por el). Arma uii teatrillo para sus hijos. Juega con eBos. Este hombre, coma Marti, tiene particular afici6n a los ninos. Desde los tiempos de Candorina. Los observa; los estudia. Trata de penetrar · en su.s almitas y comprenderlos. Ha Jeido a Rousseau, a Froebe], a Pestalozzi. No hay pear mal que ofonder a un nino. l9uien ha dicho que educar es agredir a la infancia? Educar es comunicarse y usted no puede hacer contact<;> con quien ha puesto fuera de su alcance. Educar es aprender tambien; aprender Jos misterios del alma humana. Y esos misterios se acechan mejor cuando todavia no han sido opacados por Jos prejuicios o mutilados .de raiz por la bestial impaciencia de los adultos. El senor grave se ha detenido a ver c6mo una de sus hijas duerme a su mufieca. Mas alla, uno de los infantes explora Jos recovecos del teatrillo. i Cuantas lecciones dan estos ninos ! Quien no las siga, no puede ser maestro. El senor grave se ha sentado ahora al escritorio. Escribe sabre el manejo del abaco en la clase de aritmetica. Hay que poner las bolitas separaditas para que el nino pueda contar: Uno ... dos ... tres... Paso a paso, el alma humana se educa. Paso a paso, asciende la dificil escala del saber. Eso es Hostos: una vida dedicada a la vida. Una tetnura cordial que abria corazones. Un introspectivo que hundia sin contemplaciones el bisturi en las propias entranas estremecidas para conocer su verdad y, por ella, conocer mejor a los hombres. Una tension de 9
libertad. Concibi6 coma su mas noble tarea la de sacar a los hombres de las carceles que ellos mismos se habfan construido. Lo quiso hacer por todos los medias: por la educaci6n, por la economia, por la politica. Les puso armas en las manos, ideas en la cabeza y sentimientos en el espfritu, para que se defendieran de sus opresores, para que &e emanciparan. Movido por el amor. Jamas por el odio. Hostos no odi6 a nadie.. In¡ cluso a quienes le ofendian, a quienes castigaba, anhelaba redimirlos por la justicia, el bien y la verdad. Su indignaci6n era la del justo. Cuando lo vemos en la distancia del tiempo, cobra mayor erguidez su figura. La serena cabeza se cunde
10
de pensamiento. De los ojos oscuros brotan rayos de luz que perforan los pechos, aspirando al secreto de las almas. Su ademan es solemne y musical. Es un llamado a la conciencia. Una vocaci6n de justicia. Una lealtad inconmovible a lo verdadero. De los fondos geol6gicos de la isla parece surgir esta masa compacta, esta escultura de siglos. Con su fndice apunta a la verticalidad del deber. Convoca a los hijos de esta tierra a la tarea imposponible de su liberaci6n. El nacido de Borinquen, el que arrastr6 su coraz6n en llamas por el Viejo y el Nuevo Mundo, sigue cruzando hoy de Norte a Sur - cometa, b6lido o estrella - el ancho cielo universal de America.
El relato de Alonso Enriquez de Guzman, el «Caballero Desharatado», sohre su visita a Puerto Rico en 1534 Por MANUEL ALVAREZ NAZARIO
~NTRE
LOS ESCRITOS SOBRE LAS COSAS DE lNDIAS QUE DAN cuenta del desarrollo inicial de la colonizacion espafiola en el Nuevo Mundo figura la curiosfsima obra titulada Libra de la vida y costumbres de Don Alonso Enriquez, caballero noble desbaratado, 1 relato autobiografico del noble sefior mencionado en el tftulo que da cuenta de sus mllltiples aventuras, enredos y peripecias, tanto en Europa coma en America, a lo largo de la primera mitad del siglo XVI. cOuien es este autor y que circunstancias lo relacionan con la literatura de lndias en la que halla eco la esencia primigenia del Puerto Rico cristiano?
SU VIDA · Nacio Don Alonso en Sevilla, hacia fines del afio de 1499, hijo de familia perteneciente a la mas preclara nobleza castellana. Su padre, Don Juan Garcia Enriquez de Guzman, era biznieto del Conde de Gijon, quien a su vez fue hijo del rey Don Enrique II de Castilla y Leon. 2 La madre, Dofia Catalina de Guevara, de 1. El manuscrito original se guarda en la Biblioteca Nacional de Madrid. Una primera edicion de la obra, vertida al ingles, salio en Londres, en 1862, bajo el titulo de The Life and Acts of Don Alonso Enriquez de Guzman, a Knight of Seville, of the Order of Santiago, A. D. 1518 to 1543,' preparada con introduccion y notas por Clement R. Markham, e impresa en el volumen XXIX de las publicaciones historicas de la Hakluyt Society. Posteriormente Don Pascual de Gayangos copio el manuscrito con objeto de publicarlo con notas y documentos que lo hubieran ilustrado, pero su primera y unica edicion en espaiiol no ve la luz hasta 1886, en Madrid, como parte de la "Coleccion de documentos ineditos para la historia de Espana'.' , tomo LXXXV, a cargo del Marques de la Fucnsanta del Valle, Don Jose Sancho Rayon, y Don Francisco de Zabalburu. (Lamcntablemente, adolece esta edicion de mllltiples defectos de copia.) Despues de 1886 sc empezo tambien su publicacion en Santiago de Chile, pero no llegaron a imprimirse sino algunas paginas. 2. La edicion de 1886 atribuye descendencia al citado Conde de Gijon, antepasado de Don Alonso, "de! rey Don Enrique de Portugal" (?), error este, originado quien sabe si en una inadvertencia de! caballero cronista, que encontramos repetido en otros textos biograficos sobre Enriquez de Guzman. Posey6 originalmente el condado de Gijon, antes de ser rey, Don Enrique de Trastamara, y al ceiiirse la corona de Castilla y Le6n lo cedi6 a su
acuerdo con el hijo, mujer «muy habladora, aunque honrada ... y buena cristiana y de gran fama», no pudiendo sustentar a Don Alonso, ya un mancebo, al quedar viuda y pobre de hacienda, le busc6 matrimonio ventajoso con una hidalga de medias. Dofia Cons· tanza de Afiasco, de cuya union no bubo hijos. Mas adelante, deseoso el joven Enriquez de hacerse de nombre y fortuna por SUS propios esfuerzos y meritos, sale de su ciudad natal, en busca de aventuras, siendo de edad de cerca de diecinueve afios. Llevaba consigo entonces par toda hacienda «un caballo, y una mula, y una acemila, y sesenta ducados», y tambien un fiero orgullo de caballero bien nacido (que lo haria siempre apuntar hacia el nivel de las grandes y nobles realizaciones a que crefa estar llamado), aunque conjugado sensiblemente con una capacidad innata para el enredo continua y la situaci6n violenta y desagradable, de esencia y alcances mas frecuentemente cercanos a la condici6n del pfcaro que a la cuna del hijodalgo descendiente de reyes. Y de esta manera, casi mendigando en unas partes, realizando trampas en otras o buscando pendencias y cometiendo fechorias ruidosas, y aprovechandose en todos sitios de SU ilustre linaje para lograr la protecci6n de las poderosos, llega a la carte real, en Barcelona, se alista luego coma soldado en una expedici6n que parte a combatir a las moros del norte de hijo ilegitimo Don Alfonso Enriquez, babido de su union con Doi'la Elvira Iiiiguez de la Vega, llamada "la Corita". En rebelion aiios despues el Infante Don Alfonso, primero contra su medio hermano Don Juan I, y luego contra su sobrino Don Enrique III, pierde a la larga el condado de Gijon al suprimirlo el rey Don Enrique III despues de rendir por hambre a la mencionada ciudad asturiana, refugio de las fuerzas de su tio. La descendencia de Don Alonso de dicho personaje queda aclarada en una carta que le dirige un caballero a quien consultara, testigo de antiguos hechos en el reino de Castilla: "V. M. fue hijo del Seiior Don Juan Garcia Enriquez de Guzman. El Enriquez tomo por parte de su padre, que fue Don Juan Enriquez, vuestro abuelo, y el Guzman, tomo por su madre, mujer deste Don Juan, que se llamaba Doiia Laura de Guzman. Fue prima del Duque de Medina Sidonia, hijo de ' hermanos, y este Don Juan fue hijo de Don Diego Enriquez, hijo de Don Alonso Enriquez, Conde de Gijon, hermano de! rey Don Juan, que quedo niiio Rey de Castilla, y esta es la verdad que se en este caso ... (Firmado), Ruy Diaz de Guzman." (Libra de la vida y costumbres, pags. 368-369.)
11
Africa, y alcanza a distinguirse coma hombre valiente en la batalla par la isla de Gelves. En seguimiento posterior de las ejercitos del emperador Carlos V, tiene aventuras en Sicilia, Napoles, Roma, Colonia, y pelea en la batalla de Valenciennes, a las 6rdenes del Cesar, quien enterado del ya probado arrojo militar de su pariente, lleg6 a tenerle en mucha estima. Este valimiento, empero, no le dur6 mucho, pues con motivo de haber desafiado a Don Francisco Mendoza, caballero de la carte imperial, Carlos V destierra a Don Alonso a la frontera de Melilla, par termino de cuatro afios, y deja en suspenso, ademas, su promesa de hacerlo caballero de Santiago, honor este al que aspiraba con mucho empeno el sevillano. La intervenci6n oportuna de Don Diego de Toledo, Prior de San Juan, salva a Don Alonso del destierro marroqui, y le permite en cambio el Emperador partirse en compania del citado religioso a la isla de Rodas, en peligro entonces de caer en manos de las turcos. Pero no lleg6 a ir alli tampoco nuestro biografiado, pues estando en Alicante en espera de embarcarse, tuvo la suerte de contribuir con su astucia y arrojo personal a la captura de un tal Machin, persona a quien el Emperador deseaba hacer apresar. Paco despues particip6 en la defensa de Ibiza y MallorC.!l contra las franceses, y en reconocimiento de sus rendidos Servicios alcanza la capitanfa general de la ultima de las islas mencionadas. En 1530, tras mticho importunar a Carlos V y a su secretario Francisco de las Cobos consigue finalmente Don Alonso el habito de caballero de la orden de Santiago. Regresa luego a Sevilla muy pagado de si, pero llega a verse envuelto en su ciudad de nacimiento en tantos pleitos y dificultades, y coma resultado de sus intrigas, se granjea tantas enemistades de personas poderosas, que varios senores influyentes en la Corte de Toledo lograron que el Emperador le ordenara nuevamente desterrarse de Espana. En este momenta de su vida decide Enriquez de Guzman pasar a Indias, y, precisamente, tal coma cuadraba a su apetencia de aventuras, en un instante de la historia cuando bulle en todo su esplendor la acci6n epica par la conquista de la Tierra Firme. Sus enemigos, empero, pensando quiza que el alejamiento en America antes que perjudicarlo habria que redundar en su beneficio, tratan de lograr, pero sin resultado positivo, que Carlos V le prohibiera el viaje, para cuya realizaci6n, par otra parte, habia empenado ya Don Alonso su renta de dos anos. Alcanza embarcarse al cabo en el puerto de Sanlucar, en 1534, acompanado de dos escuderos y un paje, con rumba inmediato a las Antillas. En el momenta de salir de la patria vh:rte en sus memorias la amargura y desesperanza que habrian de llevarle a calificarse a si mismo de «caballero noble desbaratado»:
Viendo la cruel cruel{lad que el Emperador usa conmigo, asi en las pocas mercedes y haciendas que en mi ha hecho, y lo mucho que le he servido defendiendo sus villas y lugares de moros y franceses, siendo su capitan por su mandado, ... y c6mo el poco remedio que me pone en los agravios que este tirano y cruel y apasionado juez me hace banderizando contra mi en favor de mis contrarios, acorde de efectuar ... mi ida a las Indias, con fin y proposito de haber de los barbaros, brutos indios lo que los de naturales no f altos de to do 12
saber no he alcanzado, considerando que el dia de hoy no hay mas linaje ni valor de riqueza, y con ella se alcanza todo, y no menos la justicia. • A pesar de esta lamentaci6n, poco despues de haber desembarcado en La Espanola - luego de una estadia de casi dos semanas en Puerto Rico - ya habia logrado Don Alonso el perd6n de Carlos V puesto que Io nombra este Capitan general de Santa Marta, en Ia Tierra Firme. Pero estando nuestro caballero en preparativos de salir de Ia vecina isla a tomar posesi6n del destino que le senalaba el Cesar, llega en otro barco procedente de Espana un nuevo incumbente a quien el Rey y Emperador, reconsiderando su anterior decision, encomendaba la citada capitania general. Humillado, se deja arrastrar entonces Enriquez par el grito de moda en aquel momenta - «I Dias me lleve al Peru!» -y abandona el suelo antillano rumba a la tierra de las incas. En Lima, el conquistador Francisco Piza1To lo redbe muy bien, alojandolo en su propia casa y obsequiandole con unos dos mil pesos castellanos para que pagara sus deudas. Sin embargo, mas adelante se abanderiza abiertamente Don Alonso con Diego de Almagro al surgir entre este y las Pizarro la rivalidad que habria de llevar a aquel a tragico fin en 1538. A continuaci6n tiene que regresar a Espana, Hamada par el Emperador, que desea informarse par el, coma testigo presencial, de las acontecimien tos ocurridos en el Peru entre las conquistadores. Y apenas ·pisa de nuevo suelo andaluz se le toma preso par maquinaciones de quienes, tal vez recordando su capacidad para el enredo y la intriga, lo creen complicado en la muerte de Almagro; pero el clamor general, que pide el esclarecimiento de las hechos peruanos, obliga a que se le devuelva la libertad, y en final de cuentas, el testimonio de Don Alonso viene a contribuir poderosamente a la condena del culpable Hernando Pizarro. Su conducta en Espana se desenvuelve con menos ruido e inquietud al regreso de Indias. El oro que habia sacado del Peru mejora su hacienda, permitiendole restituir lo que habia derrochado de las dineros de su mujer, y olvidados ciertos acontecimientos enojosos de su pasado, se le permite reintegrarse a la Corte coma «gentilhombre de la Casa Real y capitan de Su Alteza». Entrado en madurez de afios y de juicio, el antiguo «caballero desbaratado» consigue al cabo rehacer su vida. Se ignora la fecha de su fallecimiento ya que sus memorias s6Io alcanzan hasta el ano de 1547, cuando, con fecha de 26 de abril, escribe una carta desde «el campo y carte de! Emperador», par entonces en Augusta, Sajonia. Hay base para pensar, sin embargo, que aun vivia para 1550, segun se deja ver mas adelante. LA ESTADIA EN PUERTO RICO El recuento de! paso de Enriquez de Guzman par nuestro pais, en 1534, es muy breve; llena apenas tres hojas impresas en un libro que sobrepasa de quinientas paginas en octavo.• Sin embargo, a pesar de su 3. A. Enriquez de Guzman, op. cit., . 4. En la edici6n espaiiola figura en nas 235-237. La traducci6n inglesa, obra el capftulo XXXVIII, pags. 83-84. Esta
pag. 223. el capltulo XLII, p!lgimas concisa, lo trae en descripci6n de Enriquez
brevedad, nos permite asomarnos al horizonte de la colonia aqui fundada hacfa apenas entonces unos veinticinco afios. Los datos que aporta confirman, y en algunos respectos amplfan en algo, las noticias que nos han llegado de la misma epoca, derivadas de otras fuentes escritas. La isla en general, dice, «es tierra fertil y baja de 100 leguas». Menciona la existencia de solo «dos pueblos grandes de cristianos»: Puerto Rico y San German. Desde la capital a la villa del oeste se puede ir por mar «en dia y media y cuando mas en dos»; pero por tierra, desde San German a Puerto Rico «Vienen en un mes cuando menos, y a las mas veces en dos». 5 Describe parcialmente al primitivo San Juan, no asi a San German, que no visita, «mas dicenme lo mismodel»:
En este [pueblo] de Puerto Rico hay muy buena iglesia y un monesterio de frailes dominicos, muy devoto, de piedra y cal y teja; todas las otras casas, sino son dos o tres, son las parede'S e suelos de los altos de madera y los tejados de teja. Hdcese una fortaleza muy buena ; $On 400 6 500 vecinos ... • Alude mas adelante el caballero sevillano al «bu en agua» de que se surte la ciudad: «esta algo lejos media legua del pueblo». 1 Race menci6n asimismo de las casas de campo, que son «muchas y muy buenas», «do tienen [los vecinos] sus haciendas, [que] llaman estancias». En relaci6n con los pobladores originales del pais agrega en otra parte de su relato: «Los indios son muertos e huidos: no hay sino algunos a quien [sic] los cristianos tienen por esclavos». de Guzman sobre la primitiva colonia espafiola de Puerto Rico ha tenido un comentario escrito anterior al presente trabajo, publicado por Adam Szaszdi, bajo el titulo de "Las impresiones de Alonso Enriquez. Puerto Rico en 1533", en el Suplemento Sabatino (pag. 3) de! periodico El Mundo, San Juan, P. R., el 12 de septiembre de 1959. Este artfculo de! seilor Szaszdi, que enfoca las impresiones de Enriquez sobre nuestro pafs con interes mas periodistico que hist6rico-literario, se basa en la traduccion ing]esa de la Vida y costumbres, resultando asi que las palabras textuales que se atribuyen a Don Alonso no obedecen a la obra original y sf a un regreso al espailol partiendo de la version inglesa de Markham, ya alterada y reducida de por si respecto de! manuscrito primero. Aparte de la inexactitud adicional de situar la visita de Enriquez a Puerto Rico en 1533, segun se indica en el titulo de! referido artfculo, repite Szaszdi el error de Markham de identificar al aje con el ajf. (Ver infra, nota 8.) 5. Fundado originalmente en 1512, en las inmediacioncs de las tierras de Luis de Afiasco (con quien tal vez emparentarfa Enriquez de Guzman a traves de su mujer Doila Constanza de Aiiasco), San German estaba emplazado todavia en 1534 en la playa del actual municipio de Afiasco, junto al rio Guaorabo, donde lo habfan reconstruido sus vecinos despues de su destrucci6n en 1528 a manos de corsarios franceses: 6. La "buena iglesia" es la primitiva catedral, construida de madera, con techo de paja, y terminada, para la epoca de la visita de Enriquez, hacla cinco afios. Es la misma edificacion que el obispo Bastidas, con palabras mas realistas que las de nuestro caballero aventurero, calificarfa ocho ailos despues (1542) de "pobrecita iglesia". El "monesterio de frailes dominicos", fundado por Ponce de Leon en o antes de 1521, es hoy el recinto militar conocido por "Santo Domingo Barracks", anejo a la antigua Iglesia de Santo Tomas de Aquino (actualmente de San Jose), de fabrica posterior. Se refiere tambien Enriquez a la construcci6n de la primitiva Fortaleza, cuyos cimientos se habian echado en marzo del afio anterior (1533). 7. En la fuente llamada "de Aguilar'', a la que se llegaba cruzando el "puente del Agua", luego "de San Antonio", hoy "Guillermo Esteves".
Ofrece tambien un detalle de las frutas y otros productos vegetales que se cosechan en la Isla: entre los originarios de la tierra: batatas, ases, • pifias, pitahayas, guavanas (sic: <::guanabanas?), mamaya (sin duda, mamey), corozos, guayada (sic : debe de ser guayaba) y otros cuyos nombres aparecen transcritos con oscuridad, ofreciendo asi dificultad a su identificaci6n moderna: chacos, ojarva, antias (<::yautias?), cuame (c:guama o acaso guame, variante aportuguesada del nombre africano del name, todavia vigente en el habla popular de Puerto Rico?). Menciona igualmente a los platanos. De los frutos importados de Espana nombra las cidras y naranjas («esta fruta hayla mejor que en Espana»), melones, pepinos, berenjenas, rabanos, lechugas, coles, granadas, higos ( ?). Y afiade: « trigo no da la tierra, porque de fertil no grana». Describe luego al manatf, con asombro no exento de cierta exageraci6n andaluza:
Hay un pescado que llaman maneti, del tamafio de un buey, de sabor de ternera,· y $i en alga difiere es en ser mejor, y parecello mas,· y ansi se desuella para comer y sale a pacer de la mar a tierra. En la cara parece ternera, sino que los ojos tiene chequitos, tamafios coma de un azar. Son muy gordos; su comer de ellos es en adobo, y as ado lo mds f laco, y lo gordo cocido con berza$; quien no lo ve sacar de la mar, no hay quien diga sino que es carne, especialmente despues de guisado, ni hay ningun buen cristiano que, si no lo conoce, lo ose comer en dia que no es de carne, aunque le certifiquen que es pescado. Habla mas luego de las tortugas, «tan grandes como grandes rodelas>), de «sabor de carne, y los tasajos dello no hay quien diga sino que son de vaca». Dice ademas que hay en la Isla muchas vacas ( «danlas a quien las qui ere desollar y dar el cuero a su duefio» ), ovejas y yeguas. Consigna tambien que en el pais no hay zorras ni lobos, pero su observaci6n pierde justeza y balance cuando agrega que tampoco hay «ni moscas ni piojos, ni pulgas, ni chinches, ni lagartijas, ni otras malas sabandijas, sino ratones y lagartos». Su temporada en Puerto Rico le resulta muy agradable: «halle muchos criados de mis antepasados, hijos dellos, especialmente vasallos del :Duque de Medina Sidonia, 0 los cuales :..__ afiade - me hicieron muy grandes honras, fiestas y placeres de toros y juegos de cafias 8. . Sin duda se trata aquf de! enigmatico aje (que muy probablemente era una clase de batata), mencionado tambien en otros textos de la epoca prlmera de la colonizacion. Segun P. Henriquez Urefia, Para la historia de los indigenismos, Buenos Aires, 1938, pag. 75, esta palabra ase en la edici6n madrilefia de la Vida y costumbres es grafla equivocada por axe. 9. Sefiala es ta noticia hacia la presencia de andaluces, en ntimero apreciable, entre los primeros colonos espafioles de la Isla, lo cual esta de acuerdo con los estudios recientes de Peter BoydBowman sobre la procedencia regional de los pobladores espafioles de! Nuevo Mundo durante el siglo xvr. Segtin dicho investigador, entre los primeros colonos de Puerto Rico, un 41 % eran andaluces, en contraste con un 32 % de castellanos, leoneses y asturianos, y un 16.5 % de vascos. (Ver Diego Catalan, "Genesis de! espafiol atlantico. Ondas varias a traves de! oceano", Revis ta de Historia Canaria, 1958, XXIV, pags. 235-236.) Tai vez uno de los antiguos vasallos y criados de los Duques de Medina Sidonia (tambien Condes de Niebla) que encuentn Enriquez en Puerto Rico lo serla el colono labrador Sebastian Alonso, natural de Niebla, mencionado en antiguos documcntos de nuestra historia.
13
y sortija, 10 y asi pas6 por el Ayuntamiento e Regimiento se hiciese; e de salud, a Dios las gracias, por todo me fue muy bien ... ». Finalmente, registra entusiasmado que en la primitiva colonia «ya esta convertida la tierra en Castilla, que ... alli el pan y el vino, vale [sic] tan barato como en Castilla, y ansimismo todas las cosas que de acarreo se traen». Segtin se ha dicho antes, despues de once dfas, pas6 Don Alonso desde nuestra isla a La Espanola.
LAS AFICIONES LITERARIAS DE ENRIQUEZ DE GUZMAN
J
Alberg6 desde temprano este caballero Ia voluntad de escribir para la posteridad. Asf, cuando sale de Sevilla en 1518, en pos de las aventuras de su vida, dedara su intenci6n ·de poner por escrito la narraci6n de los sucesos que iban ocurriendole: «Acorde escrebillo aqui y propuse de escrebir todo lo que me acaesciere, Y jurelo para no lo dejallo de hacer, y no hacer cosa que no debiese, a lo cual podeis dar credito». 11 y durante casi treinta afios fue fiel a dicha consigna, anotando puntualmente en su creciente libro de memorias cuanto le fue sucediendo y copiando ademas las cartas importantes que enviaba y recibfa. Lo escrito en su Vida y costumbres es reflejo, desde luego, de sus personales prejuicios y preferencias, pero aparece dicho todo ello, en terminos generales, con tal llaneza e ingenuidad de intenciones, sino franqueza desvergonzada, que hoy dfa, a la distancia de cuatro siglos, podemos formarnos idea cabal y objetiva de la persona que fue este Don Alonso, con sus pocas virtudes y sus muchas fallas. 13 10. Noticia sabre las diversiones de !os antiguos colonizadores espai'ioles de! Boriqu6n. El juego de canas consistia en arrojarse cai'ias recfprocamente varias cuadrillas a caballo, resguard;indose los participantes con las adargas o escudos de cuero. El de sortija o correr sortija era un ejercicio de destreza consistente en ensartar en la punta de una lanza o de una vara, y corriendo a caballo, una sortija pendiente de una cinta a cierta altura. 11. A Enriquez de Guzmfo, op. cit., p;igs 9. 12. A prop6sito de! valor hist6rico que pueda concederse a la autobiografla de Enriquez de Guzmfo, cementa lo siguiente el historiador e investigador espai'iol Manuel Serrano y Sanz : "Ciertamente que el autor habla con cierta vanidad infantil de las entrevistas que celebr6 con personas reales, ai'iadiendo circunstancias inveroslmiles y dando a entender que habla tenido parte, y no pequei'ia, en asuntos de importancia ; pero acaso haya en esto y en otras cosas, rniis que prop6sito deliberado de engai'iar a los lectores, la hip6rbole caracterfstica de las imaginaciones meridionales. El hecho es que en lo m;is interesante de su vida, la estancia en el Peru '!' la parte que tom6 en las guerras civiles de Pizarro y Almagro, la relaci6n de Don Alonso concuerda con lo que dicen Cieza de Leon y otros primitivos historiadores de aquellos sucesos." (Nueva Bib/ioteca de Autores Espanoles, Vol. 2: Autobiograflas y
14
La prosa que maneja es directa y sencilla, y frecuentemente descuidada aunque no exenta de alguno que otro giro revelador de cierta cultura ; pero en lo general carece de meritos estilisticos particulares. Otro aspecto de las aficiones literarias de nuestro caballero sevillano lo representan algunos versos de propia cosecha que inserta en las ya mencionadas memorias. No acusan tampoco dichos cotjueteos con la poesfa talento significativo alguno: son mas bien en su totalidad palabras rimadas faltas de verdadera pericia tecnica y de genuino aliento lfrico. El escritor peruano Clemente Palma atribuye tambien a Enriquez de Guzman (aun cuando este la niega alegando ser parte en los acontecimientos cantados y «no saber trovar») la paternidad de otras composiciones en verso, algo mas extensas, de caracter epico, incluidas igualmente en el Libra de la vida y costumbres y tituladas en coniunto «Obra en metro sobre la muerte que fue dada ai ilustre Don Diego de Almagro, la cual dicha obra se dirige a S. M. con cierto romance lamentando la dicha muerte». 11 Una versi6n posterior de dicho trabajo, corregida y ya aprobada por la censura edesiastica, y lista para publicarse, se conserva en manuscrito aparte en el Archivo de Indias, en Sevilla, bajo el titulo de «Nueva obra y breve en metro y prosa sobre Ia muerte del Adelantado Don Diego de Almagro, hecha por un testigo de vista por los afios de 1550. Opina el antes citado investigador peruano que dichos versos debieron de ser escritos originalmente en 1539 6 1540, y que deseando Enriquez publicarlos separadamente, ya que no babfa dado a la luz sus memorias en las que aparecian incluidos, los copi6 y corrigi.6 hacia 1550, entregandolos luego a la censura de la Iglesia, que nada encontr6 que lesionara a la religion, pero, «O se convenci6 Enriquez de que SUS estrofas eran muy malas, 0 le sorprendi6 la muerte, lo cierto es que el manuscrito corregido qued6 inedito», y el insertado en Ja Vida no vio la luz hasta 1862 en la edici6n inglesa del referido libro. 14 Sin embargo, a pesar de carecer de meritos literarios, tienen los tales versos el valor hist6rico de ser la primera obra epica rimada en que se canta algun episodio de la conquista espafiola del Nuevo Mundo. Tanto la versi6n primera como la corregida de varios afios despues anteceden a la publicaci6n en Madrid, en 1569, de la primera parte de La Araucana, de Alonso de Ercilla y Zufiiga. Memorias Coleccionada.f e l/ustradas por M. Serrano y Sanz, Madrid, i905, p;igs. LXXV-LXXVIII.) 13. C. Palma, Doll Alonso Henriquez de Guzman y el primer poema sobre la conquista de A.mer/ca, Lima, 1935. Recoge Palma en este folleto, en las p;igs. 62-64, las obras de referenda, que en su version original figuran en la edici6n citada del libro de Enriquez en las pags. 369-389. 14. · C. Palma, op cit., pag. 64.
'
{
Antonia Saez: Razon y sentido de una vocaci6n Por JULITA C6RDOVA DE BRASCH!
FINALIZAR EL CURSO ACADBMICO DEL ANO 1958-1959 LA A Ldoctora Antonia Saez, por muchos afios profesora
â&#x20AC;˘
de Ia Universidad de Puerto Rico, se acogi6 a la jubilaci6n. Este dato, frio y estadistico en su aparente funci6n informat.iva, es en si mismo rubrica vigorosa que destaca los meritos de una vida excepcional dedicada toda ella a una gran pasi6n : la ensefianza de la lengua espafiola. Cuando examinamos la trayectoria de una vida humana, nada contribuye tanto a entregarnos su realidad encendida y plena como el logro gozoso de una vocaci6n. Antonia Saez, dedicada afanosamente al ejercicio de su noble ministerio, ha sido inspiraci6n y guia para varias generaciones de j6venes, tanto en la escuela secundaria como en la Universidad. Para esos estudiantes el nombre de Antonia Saez estara siempre unido en el recuerdo al amor por la lengua propia, que equivale a decir al amor por las rakes esendales de nuestra cultura, de nuestra tradici6n. Todo buen maestro, al retirarse sigue viviendo en el recuerdo de sus alumnos y su intangible presencia se deja sentir ailn afios despues en las nuevas generaciones. Pero tarde o temprano, respondiendo a inexorable ley humana, esa voz que aliment6 ilusiones e hizo florecer los espiritus j6venes, se ira poco a poco apagando . No asi la voz de dofia Antonia: esta ha quedado presa, como un pajaro tembloroso que sofiara con el vuelo, en las paginas de sus tres hermosos libros: Las art es del lenguaje en la escuela elemental, La lectura, arte del lenguaje y Las artes del lenguaje en la escuela secundaria. Estas obras ejemplares son el complemento de una labor amorosamente rendida en la catedra. En e1las se completa y corona la raz6n de ser de una existencia noblemente compartida con la juventud puertorriquefia. Ensefi6 por primera vez doiia Antonia en el afio 1908 en la ciudad de Humacao, de donde era natural. Tuvo a su cargo los grados tercero y cuarto de Ia escuela elemental y al afio siguiente desempefi6 el cargo de principal en la escuela graduada Ponce de Le6n. Del 1910-1911 fue ayudante del principal en Ia escuela de c.ontinuaci6n, donde se ensefiaban los grados septimo, octavo y noveno. Luego, al inaugurarse Ia Escuela Superior, pas6 a ocupar la plaza de maestra de espafiol. En el verano de 1923 ensefi6 en Ia Universidad, tomando parte en un programa de emergencia para Ia
preparaci6n de maestros principales. En el afio 1925 pas6 a trabajar en la Escuela Superior Central nocturna, mientras estudiaba su bachillerato en la Universidad durante el dia. En el 1928 se gradu6 de Bachiller en Educaci6n con especialidad en espafiol. Continu6 estudios avanzados, y en el afio 1930 termin6 su maestria, constituyendo su tesis un abarcador estudio titulado El teatro en Puerto Rico: notas para su estudio. Ese mismo afio se traslad6 a Espana becada por el gobierno espafiol, obteniendo el doctorado en filosofia y letras. Al regresar pas6 a formar parte de la Facultad de Pedagogia de la Universidad de Puerto Rico, haciendose cargo de los cursos de metodologia para la ensefianza del vernaculo en la escuela elemental y secundaria. Desde ese momenta dofia Antonia se entreg6 con fervor y entusiasmo a la dulce ya la vez dolorosa tarea de comunicar a sus alumnos el arte de ensefiar la lengua propia con altura y con gracia, con respeto y con orgullo, tratando de despertar en ellos la conciencia de la responsabilidad que esa tarea conlleva. Aqui, a la par que ensefiaba, iba recogiendo sus observaciones a la luz de su experiencia cotidiana, ensayando correctivos, trazando pautas. Fue asi como naci6 la idea de su primer Iibro: Las artes del lenguaje en la escuela elemental, que aparec.i6 por vez primera en el afio 1944 y que ya lleva tres ediciones. En el afio 1948 public6 su segunda obra: La lectura, arte del lenguaje, valiosisima e indispensable en todo programa que envuelva la preparaci6n de maestros. Y completa la trilogia Las artes del lenguaje en la escuela secundaria, publicada en el afio 1952. Las dos primeras obras recibieron primeros premios del Instituto de Literatura Puertorriquefia en los respectivos ¡afios de su publicaci6n. Las artes del lenguaje en la escuela elemental no solo es una obra de gran valor pedag6gico, donde la ensefianza del espafiol en los grados elementales esta considerada como un arte, sino que es ademas un manual de psicologia infantil, lleno de naturalidad y encanto. La obra contiene gran cantidad de lecciones observadas en Ios salones de clases de la Escuela Modelo de la Universidad, que al ser tomadas taquigraficamente, conservaron la fresca espontaneidad de las contestaciones infantiles, y Ia habil direcci6n del maestro. A estos inspiradores ejemplos, que tan utiles pueden ser para los j6venes que se inician en las tareas docentes, se su15
man una infinidad de lecciones valiosisimas relativas a los diversos aspectos que constituyen la ensefianza del vernaculo. Toda este rico minero esta distribuido en 15 capitulos juiciosamente ordenados y que . van desde las funciones del lenguaje, la conversaci6n en el programa escolar y la narraci6n de cuentos, hasta el estudio de laminas, la ensefianza de la poesia y de la gramatica y un estudio de los medias de expresi6n en el nifio. La rica bibliografia que aparece en forma de apendices facilita el uso del material pedag6gico aqui reunido. En forma parecida esta elaborada la tercera de sus obras, y la preferida de dofia Antonia: Las artes del lenguaje en la escuela secundaria. Ya en la introducci6n la autora insiste en sefialar la seriedad que implica la ensefianza del vernaculo en los niveles intermedio y secundario cuando afirma: «no es ya el desarrollo de la expresi6n espontanea del nifio de la escuela primaria el objetivo de su ensefianza. Es fundamentalmente la formaci6n de una conciencia lingiiistica, de valoraciones y criterios, que oriente el dominio del lenguaje para todas las funciones de la cultura». c:Cuando comprendera un gran numero de padres puertorriquefios que solo cuando esa «conciencia lingilistica» exista en los j6venes educandos podran estos no solo asimilar y entender el complejo trenzado de sus tradiciones y sus rakes etnicas y culturales, sino todas las materias que constituyen el programa escolar incluyendo el estudio de idiomas? Mal puede aprender una lengua extranjera quien no conoce la propia, ya que el idioma no s6lo sirve al hombre para comunicarse con sus semejantes, sino para vivirse, que equivale a decir, conocerse. «Las lenguas nos separan e incomunican - ha dicho Ortega - no porque sean lenguas distintas, sino porque proceden de cuadros mentales diferentes, de sistemas intelectuales dispares, de filosofias divergentes.» Al considerar la seriedad de este criteria, el hombre consciente se sabe ini:iierso dentro de unas formas de conducta heredadas a traves del filtro magico del idioma. Desconocer la lengua propia implica desconocerse, estar perdido sin remedio al no poder sentirse unido a esas raices que deben alimentar su espiritu. De ahi que el desarrollo de esa «conciencia lingilistica» de que habla la autora en la introducci6n del libro, deba ser un objetivo esencial de la ensefianza del vernaculo en el nivel secundario. Y a ello van encaminados los seis abarcadores capitulos que constituyen la obra. «No es esta una obra dogmatica - aclara dofia Antonia-. Tampoco, estrictamente empirica. Es una fuente de posibilidades para el que ponga en la tarea de ensefiar el vernaculo el amor y la fe que pone el artista en sus creaciones. No otra cosa es la ensefianza del vernaculo creaci6n amorosa de la personalidad del educando. La tarea del maestro es la de afinar, ennoblecer y profundizar la manifestacion mas genuina del espiritu, el verbo.» Palabras ejemplares que nos dan la t6nica del libro. No, no es esta una obra de carte academico. Lo que hay en ella de principios lingilisticos y filos6ficos, de verdades cientificas, son solo puntos de apoyo para la autora. Pero lo que trasciende de todas sus paginas, aun de aquellas juiciosamente metodologicas, es el gran respeto y amor, la devoci6n honda y sincera que siente esta gran maestra por su idioma. Y por ser esta una obra de amor, el mensaje va mas alla de lo puramente pedagogico. Va toda ella encaminada a enamorar al
16
maestro de su lengua y a ver en la ensefianza del vernaculo un arte de metas abarcadoras. La lectura, arte del lenguaje, es la obra que completa esta valiosa trilogia. Apareci6 entre las dos publicaciones anteriores, y aunque su tema principal es la lectura, sus conceptos fundamentales se entrelazan, coma los hilos de tm tapiz, en un trenzado unico con Las artes del lenguaje en la escuela elemental y secundaria. No conozco dentro de nuestra bibliografia pedagogica libro mas valioso e inspirador. Aunque esta destinado principalmente al maestro de lengua, su amenidad, clara exposici6n de los temas y belleza expresiva, le convierten en una obra de interes general. Toda persona que aspire a mejorar sus habitos de lector encontrara en la obra magnifico guia. Y no hay que olvidar que sin un dominio cabal de todos los resortes que entrafian el complejo acto de leer, jamas se lograra la obra de la cultura. Leer a medias es enterarse a medias lo que equivale a vivir frivola y superficialmente. A una riqueza conceptual que obedece a los mas modernos estudios sabre el tema, aporta fa obra valiosas recomendaciones metodol6gicas para la ensefianza de la lectura en los diversos niveles escolares. Aqui encontrara el maestro un mundo de maravillas que le orientara en la dificil tarea de ordenar y distribuir los temas de su ensefianza. Una ojeada al indice nos dara una idea de lo abarcador de su contenido tematico. Veamos: 1. La rapidez en el reconocimiento y en la comprensi6n. 2. Como leer para obtener la idea principal. 3. Como leer para obtener la secuencia de las ideas. ·4. Como leer para obtener detalles. 5. Como leer creadoramente. 6. Como leer para enriquecer el vocabulario. 7. Lectura de peri6dicos y revistas. 8. Lectura de diccionarios. 9. El aspecto recreativo de la lectura. 10. La lectura de obras literarias: a) de la novela b) de obras dramaticas c) de la poesia d) del ensayo e) de la critica literaria, etc.
c:Ouien que tenga conciencia lingilistica podra sustraerse al llamado de esta obra? En ella, coma en las otras, una mujer extraordinaria recoge el rico tesoro de su experiencia, de su sensibilidad y de su cultura y lo pone generosamente a nuestro alcance. Es deber de todo buen puertorriquefio conocer y estudiar estas obras, ya que su lectura nos hara mas claro el sendero que serpentea por los vericuetos de nuestro confusionismo nacional. Antonia Saez ya no asiste a SU catedra de la Universidad, pero sigue siendo·parte de la instituci6n y figura familiar en el· campus. De espiritu incansable, sigue laborando, creando, estudiando. Por eso sera siempre un ejemplo vivo de juventud. Actualmente asiste a las clases del eminente profesor espafiol que nos visita, don Samuel Gili Gaya. Su noble cabeza blanca se confunde con las cabezas juveniles y es una estudiante mas en el grupo, con una increible virginidad intelectual que pone una chispa de curiosidad en sus ojos avidos. Y para ella cada dia trae SU milagro.
Alcaldes ordinarios con10 gohernadores de Puerto Rico en el sig·lo XVIII Por
EN LOS CATALOGOS, LISTAS 0 RELACIONES DE GOBERNADORES
l
de Puerto Rico que se han publicado, 1 hemos advertido la omision, en lo que concierne al siglo diecio· cho, de cuatro gobernadores interinos que actuaron en la isla en la primera decada de dicha centuria. Tal omision queda contrai'.da a los alcaldes ordinarios don Gaspar de Olivares, don Andres Montanez, don Francisco Calderon de la Barca y don Fernando de Castillo y Valdes, quienes, por un brevi'.simo termino, desempefiaron el mando politico conformandose al derecho que por ley les era otorgado en la ordenacion juridica dada para las Indias. Quedaba prescrito por la ley 12, ti'.t. 3, lib. V de la Recopilacion de Leyes de los Reinos de las Indias, «que si fallecieren los Gobernadores durante el tiempo de su oficio, gobiernen los Tenientes, que hubieren nombrado, y por ausencia, o falta de los Tenientes, los Alcaldes ordinarios, entretanto que Nos, o los Virreyes; personas que tuvieren facultad, proveen quien sirva, y si no hubiere Alcaldes ordinarios, los elija el Cabildo para el efecto referido», Excusa decir que en el marco de las atribuciones poli'.ticas de los jueces municipales, el ejercicio de la gobernacion en tales circunstancias constituyo la funcion mas significada de cuantas estuvieron llamadas a desempefiar en el orden poli'.tico. En Puerto Rico, y hasta 1741, esta prerrogativa le asistio unicamente a los dos alcaldes ordinarios de la ciudad de San Juan,• quienes conjuntamente podian hacerla valida a la par
o
I
'
1. Abbad y Las1erra, Fray Ifiigo : Historia Geografica, Civil y Natural de la isla de San Juan Bautista de Puerto Rico (Mexico, 1959). Pags. 262-263. Coll y Toste, Cayetano: Boletin Hist6rico de Puerto Rico (Puerto Rico, 1921). Torno 8. Pags. 141-143. El cata!ogo de Gobernadores preparado par Coll y Toste aparece tambien en Miller, Paul: Historia de Puerto Rico (Illinois, 1946). Pags. 565-567. Miyares Gonzalez, Fernando: Noticias Particulares de la Isla y Plaza de San Juan Bautista de Puerto Rico (Mexico, 1954). Pags. 111-114. 2. A. G. I. Escribania de Camara. Leg. 127 (B). Pieza 1." Pols. 44-45, 82-82vo. A partir de 1741 y en virtud de lo establecido par el capftulo 59 de! Reglamento para la Guarnici6n de la Plaza, de 12 de febrero de 1741, en caso de vacante en la gobernaci6n el sargento mayor de la plaza era el llamado a asumir el mando politico y militar. Actas de! Cabildo de San Juan Bautista de Puerto Rico 1730-1750 (Puerto Rico, 1949). Fols. 191-191vo.
AiDA
R.
CARO DE DELGADO
que continuar actuando como justicias y miembros de la corporacion municipal.• En su caracter de go.bernadores interinos, a los alcaldes ordinarios de San Juan les era potestativo el desempefio de todas y cada una de las tareas que el oficio de primer ejecutivo conllevaba asi como el disfrute de todas las inmunidades y privilegios anejos al mismo. 4 Por otra parte, a ellos tambien alcanzaba la obligacion de afianzar en dos mil ducados la interinidad del mando • y la de responder de su gestion gubernativa en un juicio de residencia que se les tomari'.a separadamente de aquel en que habri'.an de responder como funcionarios municipales. • Asi'., pues, las justicias capitulares que actuaran como gobernadores interinos de la isla tendrian un poder ejecutivo o poli'.tico con analogas obligaciones o responsabilidades que un titulado por el rey o por la Audiencia de Santo Domingo. Habida cuenta de la importancia de esta prerrogativa de los alcaldes ordinarios, logico era esperar que al registrarse las circunstancias que posibilitaban su actualizaci6n, ellos se prestasen a asumir el poder politico. No obstante, en la isla, de tres ocasiones en la primera decada del siglo dieciocho en que los justicias municipales pudieron haber desempefiado interinamente la gobernacion, solo lo hicieron dos veces. La oportunidad que se les presento a los alcaldes ordinarios don Gaspar de Olivares y don Andres Montanez para desempefiar el mando poli'.tico a la muerte del gobernador don Gabriel Gutierrez de Riva, acaecida en julio de 1703, fue despreciada por aquellos, quienes renunciaron a tal derecho por razones que desconocemos. Dichos alcaldes procedieron, conjuntamente con los regidores de San Juan, a designar al sargento mayor don Diego Jimenez de Villaran para que actuase como gobernador politico interino. 1 3. A. G. I. Audiencia de Santo Domingo. Leg. 537. 3 de diciembre de 1704. 4. A. G. I. Ibid. 5. A. G. I. Ibid. 6. A. G. I. Escribanla de Camara. Leg. 127 (B). Pieza 1." Fols. 44-45, 82-82 VO. 7. A.G. I. Ibid . Fol 5vo.
17
No nos hemos de adentrar en consideraciones en torno a la legalidad de tal actuaci6n de las justicias y de ios ediles, pero debemos indicar que si era licito el que las alcaldes ordinarios renunciaran su derecho a la gobernaci6n, esto quedaba reducido a una sola vez y no mas. Es decir, ellos podian declinar el hacerse cargo del gobierno en una determinada ocasi6n, pero, de volverles a tocar una segunda vez, quedaban obligados a desempefiarlo. Ejemplo de ello lo encontramos en el mismo afio de 1703 y con las mismos protagonistas, las alcaldes ordinarios don Gaspar de Olivares y don Andres Montanez. Apenas pasados tres meses desae la muerte de Gutierrez de Riva, fallece, en octubre, el gobernador interino Jimenez ¡ de Villaran, y vuelven dichos dos justicias a renunciar a su prerrogativa. â&#x20AC;˘ Esta vez las magistrados se privaron de asumir el mando politico mediante alegaci6n de que no estaban dispuestos a satisfacer la fianza requerida de dos mil ducados. â&#x20AC;˘ Esta actitud resultaba del todo inaceptable para las regidores, quienes insistian que par obligaci6n ineludible las alcaldes ordinarios debian hacerse cargo de '1a gobernaci6n y otorgar la fianza prescrita. 10 Ante la insistencia de estos y la negativa de aquellos, se ltjzo imperativo llegar a una componenda: que las alcaldes prestasen la mitad de la fianza a cambio de ceder parte 8. A. G. I. Audiencia de Santo Domingo. Leg. 537, 3 de diciembre de 1704. 9. A. G. I. Ibid. 10. A. G. I. Ibid.
18 0
de su jurisdicci6n politica al gobernador militar interino, quien satisfaria la otra mitad. 11 Y en efecto, tal formula conciliatoria fue aceptada par las jueces capitulares, quienes tuvieron a bien ceder en la persona del gobernador militar interino, capitan Jose Martinez de Andino, la autoridad para entender en todos las negocios de contaduria, quedando este funcionario obligado a afianzarla en mil ducados. " Baja la promesa formal de prestar la fianza de las otros mil ducados convenidos, el 13 de octubre de 1703, las alcaldes ordinarios don Gaspar de Olivares y don Andres Montanez quedaron recibido~ par las ediles al uso y ejercicio interino del inando politico, 13 Muy pronto, sin embargo, un estado de tirantez surgi6 entre las ejecutivos y las regidores, siendo la causal del mismo la negativa de las primeros mandatarios a hacer efectiva la fianza prometida. 14 Tal situaci6n se recrudeci6 par ciertos abusos de poder en que incurrieron las alcaldes-gobernadores, v. gr., la designaci6n de dos personas para que compartieran con las regidores las tareas concejiles; '" el nombramiento de escribano interino de cabildo que le fuera extendido a un antiguo escribano que par irregularidades cometidas habia sido 11. A. G. I. Ibid. 12. A. G. I. Ibid. 13. A. G. I. Escribania de Camara. Leg. 127 (B). Pieza 1.8 Fol. 8, 14. A. G. I. Audiencia de Santo Domingo. Leg. 537. 3 de diciembre de 1704. 15. A. G. I. Ibid.
suspendido de ejercer el oficio, 1 " y la expulsi6n que decretaron contra el regidor Alonso de Espinosa. 17 Toda ello tuvieron que tolerarlo las ediles hasta que concluyo el interinato el 29 de noviembre de 1703, al presentarse don Francisco Sanchez Calderon con titulo de gobernador y capitan general despachado por el presidente de la Audiencia de Santo Domingo. 18 Tales arbitrariedades hubieron de dar pie a que las oficiales reales recomendaran al rey que, para evitar en lo futuro competencias entre las alcaldes ordinariosgobernadores y las ediles, se ordenara que en caso de vacante en la gobernaci6n, tanto el mando militar coma el politico recayera en un militar. 19 Sin embargo, en sus demas ejecutorias gubernativas las alcaldes «obraron bien y fielmente en todo lo que era del real servicio y bien de esta republica, administrando la justicia rectamente entre ricos y pobres, observando las reales ordenes y cedulas de Su Majestad coma de la Real Audiencia de este distrito, mostrando en todas sus operaciones el celo de buenos ministros y leales vasallos de Su Majestad». 20 Es interesante apuntar que no empece las irregularidades previamente sefialadas, en el Juicio de residencia que se les tom6 en 1709, no aparece cargo alguno al respecto, quedando declarados en el fallo coma « buenos ministros, que cumplieron con su obligaci6n en el tiempo de dicho su gobierno politico ... y en su consecuencia dignos de las mercedes de Su Majestad, que Dias guarde, y sefiores de su Real y Supremo Consejo de Indias fuere servido de hacerles en remuneracion de dichos meritos y servicios». 21 Si bien la sugesti6n que hicieron las oficiales reales no tuvo la aceptaci6n del monarca y las alcaldes ordinarios quedaron con su derecho a desempefiar el man-
do politico durante las vacantias en la gobernaci6n, el problema de la fianza quedo obviado al determinarse par el rey, en su decreto de 3 de diciembre de 1704, que cuando las alcaldes asumieran el gobierno politico interinamente no quedarian obligados a prestar la fianza requerida de dos mil ducados, permitiendoseles que la fianza que dieren para servir el cargo de alcalde ordinario fuera tambien utilizada para responder par el ejercicio interino del mando politico.'" Benef!.ci<;idos par tales determinaciones reales, en 1706, otros dos alcaldes ordinarios de San Juan desempefiaron el gobierno politico de la isla, don Francisco Calder6n de la Barca y don Fernando de Castillo y Valdes, quienes lo ejercitaron a la muerte del gobernador Pedro Arroyo Guerrero. Su periodo de mando se extendio desde el 12 de febrero hasta el 26 de marzo de 1706, en que se recibio a don Juan Lopez de Morla coma gobernador y capitan general interino nombrado par el presidente y real acuerdo de la Audiencia de Santo Domingo. 23 Dichos gobernadores interinos demostraron probada capacidad en la administracion de la isla, en la que supieron impartir «justicia limpia y rectamente», observar fielmente las mandatos reales y de la Audiencia de Santo Domingo, y mantener la isla «con toda paz y quietud»," par lo que en el fallo dado en el juicio de residencia que se celebro en 1709, y en atenci6n a que ellos ya estaban difuntos, el juez residenciador Francisco Dania Granados, se permitio recomendarle al rey que, en reconocimiento a las meritos y servicios de aquellos alcaldes ordinarios-gobernadores, se les otorgase a sus hijos y demas herederos la merced o mercedes que fuesen del real agrado, ••
16. A. G. I. Audiencia de Santo Domingo. Leg. 537. -3 diciembre de 1704. 17. A. G. I. Ibid. 18. A. G. I. Escribanfa de Camara. Leg. 127 (B). Pieza Fol l.Svo. 19. A. G. I. Audiencia de Santo Domingo. Leg. 537. 3 diciembre de 1704. 20. A, G. I. Escribanfa de Camara. Leg. 127 (B). Pieza Fol. 82 VO.
21. A. G. I. Ibid. 22. A. G. I. Audiencia de Santo Domingo. Leg . .537. 3 de diciembre de 1704. 23. A. G. I. Escribanfa de Camara. Leg. 127 (B). Pieza t.a Fol. 8. 24. A. G. L Ibid. Fol. 44. 25. A. G. I. Ibid. Fols. 4.400-45.
de 1."
de t.a
19
•
Las estrellas del alba Por
EVARISTO RIBERA CHEVREMONT
V-
I COMO LAS ESTRBLLAS
las estrellas diafanas, inmensamente diafanas quedaban olvidadas de Ia noche. Eran las ultimas estrellas. Eran las estrellas del alba. Habian esplendido en Ia nocbe de junio ;' y, separadas de Ia noche de junio, unas tras otras, se apartaban. Eran las ultimas estrellas. Eran las estr.ellas del alba. Flecos azulinegros de Ios arboles - masa indeterminada, todavia en el suefio vagamente colgaban. Salia el pueblo de Ia legafi.osa y espesa telarafia del suefio; y entreabria
I
sus ojos, que pugnaban por traspasar Ia niebla y precisar las cosas. Todo daba Ia impresi6n de una vida renaciente de vibradora novedad de infancia. Todo adquiria una Iimpidez exaltada, como si, en una anunciaci6n, el mundo prodigios revelara. Temblaban las estrellas en el sitio en que fulgia mas Ia Iuz del alba. Temblaban las estrellas. Languidecian o se encandilaban. Eran las ultimas estrellas. Eran las estrellas del alba. Lo que estaba sin cuerpo corporeidad lograba. Era el principio de Ia forma. Era una resurrecci6n cristalizada de Ia luz. Se iba haciendo cada vez mas profunda Ia mirada.
20
Un remoto perfil desdibujado vigores recobraba. En el celeste albor se definian casas, calles y plazas. Caras, antes borrosas, _ con trazos mas vivaces destacadas, iban apareciendo en ' puertas y ventanas. Hacia las lejanias que se ignoran, en blanco arrobamiento, caminaban las estrellas, sumida su luz en la del alba. Caminaban, dejando, en lo infinito, una paz dilatada, un extatico rumba de cat6licas gracias. Eran las ultimas estrellas. Eran las estrellas del alba, Las estrellas se iban. Las estrellas se iban. Se apagaban. Y el amor y la muerte, el sosiego y el ansia, el triunfo y la derrota tornaban con el alba.
I
Almas y cosas fuera ya del &uefio. Y eran chispas, fantasmas de estrellas las estrellas. Las estrellas se iban. Se apagaban. Si una luz se perdia, otra luz se ganaba. Y del caido coraz6n del hombre, Jcl golpeado coraz6n del hombre, clel desangrante coraz6n del hombre, del arrastrac\o coraz6n c\el hombre resurgia mas pura, mas pujante, mas firme, mas gozosa la espcnmza ... Las estrellas se iban. Las estrellas se iban. Se apagaban. Eran las ultimas estrellas. Eran las estrellas del alba.
21 0
Conciencia humana, historia y razon vital Por
E
L ESTUDIO CIENTIFICO, SISTBMATICO, DEL DESENVOLVIMIEN-
to historico de la especie humana en todos los tiempos y en todos los lugares habitados del planeta, es la mas importante y la mas reciente conquista alcanzada por el hombre en su viejo esfuerzo por entenderse a si mismo. De todas las especies vivientes de nuestro planeta, el hombre es el unico animal que se pregunta: lDe donde viene y hacia donde va? En la contestacion a este grave interrogante ya los hombres primitivos ansiosos por crear un orden en el caos de la conciencia, inventaron el mito, la religion y la magia. Al hacerlo, al trasladar asi la idea del proposito de la existencia al mundo exterior, evadian la responsabilidad de hacer por si mismos la historia, y con ello la hazafia de su propia libertad. Al crear el hombre primitivo el mito, la religion y la magia, en su ansiosa busqueda de un saber que lo libertara de la angustiosa experiencia del universo, tremendo y fascinante, en que se desenvolvia el juego tragico de su existencia, creaba un entremundo, que mediatizaba como una espesa fronda de ideas su conexion con la realidad. Asi las formas simbolicas de su imaginacion aprisionaban su pensamiento y le impo- · nian las cadenas de una tradicion pre-racional a su propia libertad racionalmente condicionada. El mito fue aceptado por las civilizaciones «Asiaticas» del Viejo y el Nuevo Mundo como historia; historia de la creacion, de los dioses, del mundo, de la vida y de la muerte. Al conjuro de ese mundo sobrenatural asi interpuesto a la experiencia original del hombre, la religi6n y la magia vinieron a obrar para el, como tecnicas o instrumentalidades de dominio. Ante los dioses -fuerzas sobrenaturales personalizadas...:... cabia la suplica, la ofrenda, el rito y la plegaria. Frente a los poderes magicos e impersonales, la formula precisa del ensalmo y el hechizo. Asi, con el mito, la religion y la magia, el espiritu del hombre primitivo creo del caos, el orden; de lo tremendo y fascinante del universo desconocido, lo predecible de la voluntad retributiva de los dioses o la eficacia mecanica de la magia blanca o negra. Fueron los filosofos y los historiadores griegos los primeros en develar para el hombre la realidad na-
22
EUGENIO FERNANDEZ MENDEZ
tural, un mundo de cosas necesarias ajeno en su casualidad a otra fuerza que la del logos o razon suficiente. Historiadores como Herodoto o Tuddides rompieron con su esfuerzo inquisitivo, el velo mitico que ocultaba con su embrujo las realidades hist6ricas, ahondando con el espiritu de la verdad, la concepcion de la relacion existente entre las causas y sus resultados, y elevando a una nueva toma de conciencia la realidad misma de la Historia. Esta conciencia de un saber empirico sobre el pasado, cobra realidad a partir de entonces de modo creciente y progresivamente perfeccionado, en las ciencias de la historia. Estos dos padres griegos, de las ciencias hist6ricas escribieron extrafia· dos de los compromisos de su tiempo y sociedad -Como puede hacerlo hoy tan solo el hombre en el exilio- extrafiamiento, que es una condicion necesaria del oficio hist6rico para alcanzar aquella objetividad y anchura de vision que exige su ministerio. Sabemos bien en nuestro tiempo cuales ban sido los jalones que produjeron crecientemente la 1ucidez moderna de la conciencia historica. Despues del parcial oscurecimiento de la Edad Media, la disposici6n ra-· cionalista de la Ilustraci6n en el siglo xv111, encauzo nuevamente la atencion del hombre hacia los estudios historicos. Uno de sus frutos en el siglo XIX, fue el nacimiento de la tradicion critico-cientificista que tuvo su maestro indiscutible en el aleman Leopold Von Ranke. Desde entonces, las ciencias sociales, ciencias historicas ellas mismas cuando se aplican a lo publico, a lo social o a lo politico, a las organizacfones y costumbres, a las obras y los resultados, ban venido a patentizar la posibilidad de una historia universal y por ende de un saber historico. Durante los ultimos ·quinientos afios de SU existencia, el hombre ha tratado por medio de la tecnica, los transportes y el comercio, una red de relaciones complejas que lo impulsan cada vez de modo creciente y decisivo, hacia la creacion unitaria de un cuerpo de civilizacion. En los ultimos dos siglos el hombre ha ido tan lejos en el desciframiento de los secretos de la energia fisica o mecanica -la utilizacion de combustibles atomicos o la creacion de robots electronicos, por ejem- ·
plo- que se plantea ya a su eleccion posible, o bien la creacion del mundo edenico sofiado por la especie en su prehistoria, o bien la destruccion del orbe en el milenio atomico. Su decision dependera en buena medida de la manera en que se vea atemperada su elec" cion por las lecciones de la experiencia historica. Maestra de la vida la llamaron los antiguos, y ciertamente la historia es una puerta abierta al conocimiento y ; la gracia y templanza de la sabiduria. · En los tiempos turbios y desesperanzados en que vivimos, tan prefiados de contlictos humanos, sociales e mternacionales, una Hamada oe atencion sobre el alcance de las disciplinas sociales e hist6ricas esta en orden. Pocas veces antes en la historia del hombre se habia hecho tan patente como en nuestro convulsionado tiempo, la precaria existencia de la inteligencia que solo a sus propios supuestos humanos se obllga, y que rehusa a verse comprometida en la trama de maquinas sociales e intereses, capaces de privar al pensamiento mismo de los supuestos de su libertad y responsabilidad social. En toda nuestra cotiaiana experiencia vital y cada dia de modo mas patente y angustioso, vemos corroborarse el hecnu, mtmau ias mas veces por el hombre comlln, de la relac10n entre el pensamiento y las condiciones concretas de la sociedad en que surge. Si el hombre primitivo le acosaba la presencia desorbitada de la naturaleza, al hombre moderno le acosa la presencia desorbitada de la maquina social y de los propositos adquisitivos y deshumanizados del hombre mismo. !' rente a la crisis que el progreso tecnico nos depara -crisis que ba trafdo al hombre en lugar de b1enestar, cargas pesadas de miseria ffsica y mura1nuestra debilidad puede, como apunta Simone Weil, impedirnos veneer, pero no puede impedirnos comprender la fuerza que nos aplasta. He aquf pues la mision de la inteligencia historica ante el peligro que la sociedad moderna le plan tea: el esclarecimiento te6-
rico. En Puerto Rico, lo mismo que en la Cochinchina, la mision del hombre de pensamiento en esta hora es la misma: propugnar la subordinacion de la sociedad y su maquina de cultura a las necesidades del individuo, esta es la definicion de la verdadera democracia. La historia y la labor del historiador, humilde y alejada de los menesteres upracticos» e inmediatos de la vida que tanto seducen al hombre de cortas miras y de espiritu llano, en cuanto concibe lo acontecido como las condiciones y supuestos objetivos de nuestia presente existencia empirica ha de ser expresion de cordura y racionalidad -la llave de nuestro destino y de nuestra anhelada creciente humanizacion. Ninguna vida humana es completamente racional si no anticipa su propio curso de vida y controla sus acciones y necesidades presentes a la luz de algun sistema de valores mas amplio que el de la mera lucha por el poder. Gente cuya vida ha llegado a una crisis debe confrohtar su historia -el pasado colectivo- con la misma resuelta decision de n:solverlo en sus conthctos basicos con que un enfermo mental afronta el trauma de curar su entermedad en la experienda catartica. ::;i no tenemos tiempo para comprender el pasado, no tendremos la vision para dominar el futuro, porque el pasado no nus abandona y el futuro esta siempre prox1mo a nuestro propio umbra!. «La cultura historica -ha dicho Benedetto Croce- tiene por fin conservar viva la conciencia que la sociedad humana tiene del propio pasado, es decir de su presente, es decir, de si mismo; de suministrarle lo que necesite para el camino que ha de escoger; de tener dispuesto cuanto por esta parte pueda servirle en lo porvenir. En este alto valor moral y politico de la cultura historica se funda el celo de promoverla y acre~entarla, y juntamente, el vituperio que se inflige con severidad a quien la deprime, des:via o corrompe.» 1 I. Benedetto Croce, La historia como hazmia de la Jibel'tad, Fonda de Cultura Econ6mica, Mexico, 1942, pags. 223-4.
I
·I 23 0
El pilotaje de altura co1no lo practicaha Colon Por ADOLFO DE Hosros
De una conferencia en el Centro Internacional de San Juan, el 19 de · noviembre de 1959.'
ESQUEMA DEL SEGUNDO VIAJE DE COLON Parti6 de Cadiz el 24 de septiembre de 1493, con 17 velas, 3 galeones y 14 carabelas con 1.500 hombres, lleg6 a las Canarias siete dias despues. Tard6 21 dias en cruzar el Atlantico, desde Canarias a La Dominica, unas 2,400 millas, con un promedio de 4 % millas por hora. Sali6 hacia el N. por entre las Antillas Menores, en demanda del paralelo 19, avist6 Puerto Rico el 17 de noviembre. Coste6 la isla por el S. Al llegar al Cabo Rojo vir6 hacia el N. y naveg6 a lo largo de la Costa 0. de Puerto Rico, hasta llegar a la Bahia de Afiasco, donde probablemente fonde6 el 19 de noviembre. Esta es mi
podia pronosticar el tiempo, excepto a cortisimo plaza y por observaci6n personal, a menudo de origen supersticioso. N6tese tambien que entre las 17 naves de la expedici6n habia grandes diferencias en tamafio y en el andar, lo que obligaba, para evitar la fatal dispersion de la flota, a las mas grandes y 'veloces, a esperar continuamente por las mas pequefias y lentas, alterando asi por completo los calculos de duraci6n dcl viaje. El problema se complicaba tambien por la forma de los buques de la epoca - altisimo castillo de popa, poca quilla, poco calado, complicado velamen y cordeleria. No habiendo la polea de patente casi el total manejo de las velas se hacia desde la arboladura con peligro constante de la tripulaci6n.
version del viaje. ORIENTACION, ARA APRECIAR A CABALIDAD LA MAGNITUD DE ESTA HAZANA colombina dedico esta charla a dar a conocer, aunque someramente, la tecnica del pilotaje de altura en aquel tiempo, de modo que al terminar de hablar convengan todos ustedes conmigo en que la proeza de trasladar sanos y salvos 1.500 hombres a traves del Atlantico en el siglo xv, a bordo de muy defectuosos barquichuelos de vela es un convincente ejemplo del poder triunfante de un hombre genial frente a · 1a miseria de los medias materiales de que disponia y la pobreza de los conocimientos cientificos de SU epoca. N6tese, ademas, que el epico Segundo Viaje se realiz6 sin establecer una base de operaciones; que el tre-· mendo problema de alimentar en aquella epoca a 1.500 hombres en una tan larga travesia se agravaba por el hecho de que no habia media para la conservad6n artificial de alimentos o del agua potable, para renovar las provisiones en ruta, tanto de alimentos como de combustible para cocinar; que no habia medias de comunicaci6n de la palabra, excepto por buque; que no se
P
24 0
·-~ La brujula, CIJ.ya antigiiedad se pierde en la era precristiana, era todavia en tiempos de Colon un instrumento toscamente construido. Su rosa de los vientos probablemente solo ensefiaba los cuatro puntos cardinales y los cuatro intermedios. Su aguja imantada pudo haber sido flotante, es decir, descansaba sabre un pedazo de corcho, que a su vez flotaba sabre agua; pudo tal vez descansar sabre una espiga o pivote de metal. Hasta principios del siglo xrx era un instrumento muy imperfecto; no se conocia la naturaleza de la variaci6n magnetica de la aguja causada en parte pc:ir el hecho de que la aguja apunta hacia el polo magnetico, no al polo geografico, que no son coincidentes. La variaci6n fluctua de 30° hada el E. y 45° hacia el 0. del meridiano, noroesteando siempre en el Atlantico. No conociendose entonces estos hechos, no 1. En la celebraci6n de! aniversario de! Descubrimiento de Puerto Rico.
se podian hacer las correcciones pertinentes, de manera que la orientacion era imperfecta. Desde el primer viaje Colon se percato de que existia esta variacion, pero su causa fue para el, asi coma para el resto del mundo, un misterio durante mas de un siglo. De todos modos la aguj a seftalaba en terminos generales hacia el norte. En nuestros dias la brujula, auxiliada por el conocimiento del analisis matematico para hacer las correcciones, casi es un instrumento de precision. La espiga o pivote, sabre la cual descansa la aguja imantada, esta montada sabre un bien pulimentado safiro u otra piedra de gran dureza; SU rosa nautica, estampada sabre mica, exhibe 32 puntos y cada cuadrante esta dividido en 90°; tiene otros refinamientos. Esta montada sabre un aparato de Cardan que la mantiene horizontalmente en buena o mala mar, y esta provista de medias para compensar o neutralizar las variaciones de la aguja.
POSICION GEOGRAFICA Definese coma la de un punto cualquiera en la superficie de la tierra, al N. o S. del ecuador, o y al E. u 0. de un meridiano geografico. La primera posicion se llama latitud; la segunda, longitud. En tiempos de Colon, solo se podia calcular la latitud; la posicion de un buque con relacion a un meridiano, solo podia estimarse indirectamente al seftalarse el derrotero del buque en una carta de marear, mostrando el progreso de la nave hacia el E. o hacia el 0. ·
PARA DETERMINAR LATITUDES Tienese coma uno de los mas fructiferos triunfos del ingenio humano la invencion de la sencilla formula astronomica para encontrar la latitud de un punto cualquiera en el mar. Es coma si miraramos los astros para saber donde estamos parados. Sin ella la navegacion no hubiera progresado, limitandose a dirigir los movimientos de un buque, durante el dia, frente a las costas. La civilizacion material se hubiera estancado. Para hallar la latitud se tomaba la altura del sol, es decir la distancia angular, expresada en grados y sus fracciones, de.sde el sol al horizonte, justamente en el instante en que el sol llegaba al cenit o a un punto lo mas cerca de el, seglln la epoca del afio. Para tomar la altura del sol se utilizaba un instrumento de metal o madera conslstente en un cuarto de cfrculo o en un circulo completo, graduado desde 0 hasta 90°. Si era 1/4 de circulo se le llamaba cuadrante; si circulo completo se llamaba astroiabio, que era el que indudablemente usaba Colon, por ser este mucho mas manejable a bordo de un barco que el cuadrante, por necesitar de una plomada. Un ejemplo ilustrara el modo de usarlo. Supongamos que el 10 de octubre de 1493, a la hara del mediodfa, la lectura del astrolabio de Colon fuera de 80°. Colon restaba este 80° de 90°, que era la distancia angular maxima entre el cenit y el horizonte, quedando, por lo tanto, 10°. Entonces Colon estimaba al ojo la declinacion del sol en ese dfa, o qui-
za consultaba una tabla de dedinaciones que, aunque no fueron publicadas hasta 1609, podian ser obtenibles en manuscrito o preparadas por el piloto mismo mucho antes. El sol declina cuando, en ciertas epocas del afio, se desvia un poco hacia el N. o hacia el S. del meridiano en su carrera diurna. Supongamos que la declinacion el 10 de octubre de 1493 fuera 10° N. Entonces Colon sumaba a esto la lectura del astrolabio, 10°, y obtenia 20° N., que era su latitud en aquel momenta; es decir que estaba 20° al N. del Ecuador. Para tomar de noche la altura de una estrella, generalmente la polar, por estar casi en el N., se usaba la ballestilla, un ingenioso instrumento de madera. Esto se hacia con frecuencia para cotejar la altura solar. Ayudaba al USO mas complicado de la ballestilla los conocimientos de astrologia que estaban empezando a evolucionar hacia el campo de la astronomia, pues ya podfa aquella efectuar mediciones de distancias celestes mas precisas que las de la nautica. Habran notado ustedes que para ti.jar la posicion de la nave en una carta de marear, no bastaba con conocer su latitud. Supongamos que utilizamos el ejemplo anterior. El 10 de octubre su latitud era 20° N.; es decir estaba en el paralelo 20. lPero donde? Un paralelo circunda completamente la Tierra. Para ti.jar el punto en que la nave tocaba el paralelo 20, necesariamente tenia Colon, desde que empezo su historico segundo viaje, que ir trazando en un pedazo de papel, que representaba al ojo el oceano Atlantico, el derrotero que iba hacienda. Cada 24 horas, o sea cada singladura, trazaba en su papel el rumbo que le decia su brujula y anotaba la distancia navegada durante las 24 horas. lComo sabia Colon la distancia navegada? No habia entonces velocimetros de precision coma ahora. La pericia unida a la experiencia personal del piloto suplia la falta. Combinados los factores disponibles, i. e., rumba, velocidad del viento, estado del mar, condiciones marineras de la nave, etc., se podia trabajar la estima o distancia navegada en las 24· horas. El rumba y la distancia recorrida cada 24 horas hasta llegar al paralelo 20 suplian en parte la informacion que se hubiera adquirido si la determinacion de la longitud hubiera sido posible en esa epoca. En nuestros dias la longitud se determina por media de un cron6metro, instrumento que registra la hara exacta de un primer meridiano, Greenwich, Paris, etc., y por la hara local, es decir, la hara del sitio en donde se encuentra el buque, que se obtiene por observaci6n astronomica. La diferencia entre la hara del primer meridiano y la hara local, revela la longitud del sitio deseado.
EVITACION DE LOS PELIGROS SUMERGIDOS No habiendo cartas nauticas del Atlantico conocido o descubierto por Colon en su segundo viaje, era el escandallo el unico instrumento que podfa utilizarse para evitar, cuando navegaba cerca de la costa, los peligros corrientes de la navegacion costanera, tales coma arrecifes bajos, escollos, etc. Se navegaba entonces coma andaria un hombre a tientas en la oscuridad, tanteando continuamente el fondo del mar con el escandallo o sonda en vez de con un baston. En este segundo viaje,
25 0
llevaba uno o dos barquichuelos de muy poco calado para facilitar el sondeo de estas costas totalmente des· conocidas. Adelantabanse estos sondeando por entre los escollos, reconociendo cada paso como lo haria una vanguardia -de infanteria a traves de un bosque, ense· fiando el camino al resto de la escuadra. En casos asi no se navegaba de noche.
Sefiales de lluvia
1. Cuando las palmas de las manos estan asperas y secas. 2. Cuando las flares huelen mucho. 3. Cuando las campanas se oyen muy lejos. Sefiales de buen iiempo
SE&ALES DEL TIEMPO PARA LOS NAVEGANTES SEGUN LA ASTROLOGIA, EN EL SIGLO XVI, . EXTRACTADO DE ALGUNOS TEXTOS DEL MISMO SIGLO
Cuando aparece el arco iris en tiempo lluvioso. Al llegar a este pun to se nos ocurre preguntar: c. Cua! de estas sefiales aplicaba el dia que Colon anc16 en la costa de Puerto Rico? CONOCIMIENTO Y PRONOSTICO DEL TIEMPO
Senates de tempestad
1. La salida de un sol palido y amarillento. 2. Una luna rojiza ]a noche despues del plenilunio, gran tormenta. 3. Subito palidecer de las estrellas. 4. Cuando el fuego arde palidamente con cierto extrafio ruido. 5. Un doble arco iris en buen tiempo. 6. Cuando estando d mar tranquilo su espuma parece hervir poco a poco.
Sefiales de viento
1. Una luna rubicunda. 2. Los b61idos los traen del punto de donde se movieren. 3. Cuando truena mas que relampaguea en verano, soplaran vientos del !ado donde truena. 4. Cuando sudan mucho los pies, espere vientos del Sur.
26 0
Como se comprendera los pron6sticos del tiempo ya indicados, procedentes todos de Europa, podian fallar a menudo en las Antillas. Poco a poco fueron los espafioles aprendiendo los pron6sticos de los indios, por cierto con gran provecho, puesto que estos respondian a las condiciones geograficas y climatericas de las Antillas, y se derivaban de la experiencia secular de los primitivos habitantes. Debieron ser especialmente utiles los pron6sticos relativos a los huracanes, de los cuales poco o nada se sabia en la Europa del siglo xv. Los indigenas ensefiaron a los colonizadores europeos de las Grandes y de las Pequefias Antillas, varios de sus notables presagios del tiempo. La luna llena de agosto era muy temida como un indido de huracan, asi como el subito y nervioso revolotear a poca altura de las golondrinas; fuertes marejadas sin acompafiamien· to de viento durante la estaci6n cic16nica; olor intenso a marisco en tiempo claro cerca de las costas; cambio subito de la direcci6n de los vientos reinantes con la aparici6n de aves marinas de alto vuelo cerca de la cos· ta. La frecuente realizaci6n de este media de preconizar ciclones dio lugar a que los colonos de la antigiiedad acufiaran el refran que ha llegado intacto hasta nosotros con temible probabilidad de certeza: «Rabijunco en tierra, tormenta en la mar».
CUENTO de Luis Rafael Sanchez
Espuelas Par Lurs
RAFAEL SANCHEZ
Morir para vivir e11 el tiempo.
L
A TARlilE, DESPROVISTA DE TODA CONCIENCIA, ESTRELLA SUS
cuchillos sabre las rostros. Los hombres revuelcan sus instintos y gritan desesperados. ;_Fisga, fisga. Las voces se repiten en cada pecho, pechos inflados de cortadores de cafia, pechos fuertes, velludos algunos, lampifios otroii, pechos con cuello y corbata o al total descubiert9 para sofocar el calor. El calor de la tarde y las corazones. El coraz6n tambien calienta y enciende la cara y las venas y el pecho y la voz, el coraz6n enciende, antorcha en el alma, en la tarde de las gallos pintados, tarde de Forastero y Venganza. Los mancha· rones rojinegros van hacienda la huella eterna de la pelea. -Fisga, fisga.
Ahora gritan por el otro pero despues les dolerci. Primo es un garabato en carne, un dolor calcado sabre la tierra, una luz que agoniza. -Dale duro. -Picale el buche. Los ojos de Primo, siempreabiertos, retratan un cau· dal de imagenes: Los gallos peleando, las hombres peleando, la tierra peleando. Y luego la tierra y otra vez las gallos. Al final las hombres. A ratos la tierra le parece verde para que todo crezca pero luego se trans· forma en roja para que todo muera. -Eche palante. -I Dura, duro, duro ! Un coro de gritos es el fondo para la rifia y tambien para la batalla. Porque Primo va librando, entre el colorido salvaje del espuelaje, una batalla intima, deci· siva, de conciencia. Venganza no me puede fallar. Par· que si fallara se derrumbaria el anhelo eterno, la idea que emergia fresca cada mafiana: el criollo tiene cria para dar la pelea. Venganza no puede perder. La convicci6n plena, total, autentica del hombre que vive pen· diente al minuto que viene. Venganza no debe fallar. No, no debe. Pero el deber es otra cosa, ni siquiera trasciende tanto. Si Venganza no fallase .. El miedo des· pert6 el anuncio del minuto pr6ximo. Porque lo realmente dificil era retar el futuro. El mafiana tajante, que anuncia con romperle la cabeza al hoy, siempre hoy, o nunca hoy, estaba clavado en su mente.
-Veinte a Forastero. -Veinte a Forastero. -Veinte a Forastero. El desfile interminable de las que apuestan. Plumas rojas, plumas negras, plumas amarillas, el desfile interminable de las plumas, camaval irisado. Gallos jereza· nos, cubanos, americanos, el desfile interminable de las gallos de afuera. El desfile incesante de dolores. El dolor le iba comiendo cada dia, trayendo una bilis amarga, el dolor que despertaba fresco y con fuerza. - j Asi Forastero ! Dias, instantes fugaces, dias que forman afios, afios que acaban en seguida, las mismas cosas ayer, mafiana, siempre, hoy, ayer, siempre. La voz de Pepo cada mafiana repetida y rayada como un disco viejo. - No pongas un samuro en la valla. El criollo se amilana cuando le sacan un ojo. No tiene cria. - Lo mcis doloroso es no
tener cria. Ser pobre no importa, pero faltarle cria es lo ultimo. -Dale duro, que no tiene crfa.
No tiene ... no tiene cr£a ... no ... cria ... tiene. La frase se desarticula en palabras y silabas que le resultan huecas, silabas capaces de mentir porque ban perdido cualquier sentido. -Al pecho, Forastero. La garganta fogosa de Nico Ramos le devuelve a la gallera y le despierta a la realidad inmediata. Los la· bias se mueven, el coraz6n y el alma tambien, las ojos se abren, la voz se llena del sentimiento etemo. -Dura, Venganza, como los machos, duro. Porque solo la dureza desatarci la$ manos. La gallera enciende par las cuatro esquinas coma una candelaria. Forastero voltea insistentemente y Venganza tiende sus espuelas en la tierra amarilla. Venganza estira las patas y hace aguajes en el aire. Venganza, con SUS cnarrateras de oro, ojos coma luceros, cola vistosa, criao en Ia tierra, gallo de nacencia, i el ilnico criollo de Pepo Gonzalez que habfa ido al redondel ! -Jundele la espuela, jilndesela. El vocerio de hombres, coro desesperado, casi ataca a Venganza. cPor que siempre se ataca al mcis debit? Las manos en lo alto, banderines euf6ricos, repitiendo desesperados.
29
-Tfrale al buche, tfrale al buche. -Picalo, picalo. Primo desprende el primer grito de alegria y la tierra chupa el borbot6n de sangre. Forastero parece un rey de feria. Venganza, azorado par la falta de fe, si tuviesen f e, ale tea a cada la do mientras echa par el pico una baba amarilla y gelatinosa. Las alas baten ruidosas. Los gallos se unen pero cejan rapido. -1 Plumas negras y blancas no mezclan ! Primo grita entusiasmado mientras se transforma indistintamente, hombre: coraz6n abierto, encendido y nifio : alas creciendole al suefio. -Hondo, Venganza, jlindele la espuela. -Clava hondo, hondo. Como si la espuela fuese un cuchillo afilado que cavando hondo no tan s6lo en la came, sino en el espacio, realizara una urgencia fisica. -Mira el borbot6n de sangre. -La sangre derrama. Toda gira en tonalidades rojas. Sol rojo, tiempo rojo, coraz6n rojo. La sangre par las cuerpos de las gallos, rojisima, tan roja que arde y salta a la vista. -No afloje mi hermano que pa eso es macho. Primo va bramando su angustia. Detras de la palabra, agoniza un hombre que quiere vivir, un hombre que quiere romper la barrera que ha levantado el tiempo. El tiempo volaba desesperado sin detenerse en las momentos. Y Primo se piensa joven, antes, aqvel antes, pasado glorioso, cualquier tiempo pasado fuJ mejor, era joven. Luego la tierra madre se fue hacienda una huella ajena. Pas6 tan de pronto que no tenia fecha. 30
La hacienda del viejo, pas6 a mano de Mr. John Smith. Aquella vez se alz6 la columna de odios. Unos se arrimaron al de afuera, las otros se quedaron con el criollo. -Forastero es el macho. Nico Ramos, llevitrae de la hacienda, es el que grita mientras mira con el rabo del ojo a Primo. Primo lo cala y lo mira de frente, asi, de hombre a hombre, o par lo menos coma lo entiende el. La cabeza alta y sin doblarse a nada. La pelea de gallos es un silencio traspasado de voces roncas, extra:fias, ardientes. Nico Ra. mos sigue la rifia con el cigarro agarrado a un extrema de la boca. -No hay quien puea, no hay quien puea. Nico Ramos fue el que trajo la proposici6n. ...-lQue se dice par aqui? Primo Pepo se volvieron para saludarle. Pepo estrech6 la mano de Nico. Primo se content6 con una leve inclinad6n de cabeza. Nico no era santo de su devoci6n. Habia alga en el hombre que le hervia la sangre. Nico no se era fiel ni a sf mismo. Encendia la brasa entre las campesinos y luego se iba con el rabo entre las patas a menear el pico con Mr. John Smith. -lQue te trae par aqui? ...
y
-Jlindele la espuela hasta que se le escurra la vida. La vida podrla precipitarse cuando el tiempo traiciona si el tiempo no fuese tiempo. - ... Estaba volteando las siembras y me tire hasta aca.
-Usted sabe como soy yo con las amistades. Primo desencajo una tosecita que no paso desapercibida a Nico. - l Como van los gallos? ... -Venganza no ceja. ...-Pues igual que siempre ... -Forastero tampoco. ...-(Buenas crias? -Mejor que otras veces. -Con to y con eso apostarfa que no hay un solo criollo ... El sol esta dando exactamente a la cola de Vengan¡ za. Los destellos rojizos tiemblan sabre el aire. ... Primo sintio una brasa encenderse por el pecho y enfilarle al corazon. Nico sigui6 hablando. -El gallo que mas mea aqui es el de afuera. -Todo lo que viene de afuera es mejor, verdad, aunque sea un fifi envuelto. Nico sonrio socarr6n y solto lo que trafa. -Mr. John Smith quiere jugar a Forastero el domingo ... John Smith levanta sus brazos tendinosos y grita entusiasmado.. ' -No hay quien pueida. Y los otros repiten al unisono: -No hay quien pueda. ¡ Porque ellos han . cerrado los corazanes no podrdn. El miedo les ha atado las manos y el corazon y la conciencia. ...-Muerto quieres mis a. Dile que si. Tengo un jerezano que le zumba la manigueta. El domingo a las tres. Diselo a todo el mundo, Nico. Hay que hacer la jugada en grande. Azulea tan brillante que duele. La tarde, dolo. rosamente soleada hace un fondo caliente, una tarde vulgar como cada momenta que hiere la fe y tibia la duda. -El Venganza esta que corta. Lo dijo suave como si echase a volar una paloma. Entomo lentamente los ojos hacia Pepo. Aquella mirada nacfa en aquel momenta, mezcla de suplica, dolor y exigencia. -El gallo criollo es flojo en la rill.a. No voy a arriesgar mi fama de gallero. Mr. John Smith es americano y hay que darle lo mejor. Sintio la palabra fea como un desprendimiento de su rencor envejecido. Y abri6 la boca pero el sonido no le vino, como si ya no fuese necesario hablar porque la palabra aunque era dura y esteril y seca no devolveria nada ... ~
-Fisga, fisga. -Sacale el buche. -Sacale el ojo. -La espuela por el pecho. -Rompele el ojo. -El ojo es lo que importa
-No ceje mi hermano. Los gallos saltan alborotados sacudiendo las plumas, El gallo criollo tiene que aprender que la pelea no acaba ni con la muerte. -Fisga. Triunfard. Era una conviccion. Es un pienso que no falla. Era una obsesion desde aquella mafiana en que el gallito Venganza salto a la vida. Cuando lo vio resumi6 en un instante su vida futura: dedicacion siempre: .. y luego dedicacion, abonar la idea, superar el obstaculo siempre, siempre, siempre hasta veneer. El corazon aflor6, la esperanza; al fin el criollo vencerd. Seria 1<1 linea de una pelea, de cada pelea, de todas las peleas, El criollo reinaria en la gallera, amo, sefior, duefio. No lo dejaba ni a sol ni a sombra. Romero con yerbabuena, carte de plumas, agua, raspe total en las patas. Nadie se percataba pero era un renacimiento, un despuntar a una vision de afios. Y el hombre se hizo antorcha de fe. V encerd. Los que no lo creen llevan la bulla por dentro. Hoy son gallos, luego serdn hombres, despues la tierra misma se hard una palabra extrafi.a. -Fuerza carijo que los machos son fuertes. El aliento de los hombres se desborda en jadeo sabre el redondel. 'Primo empieza a mirarles como a un todo, ya no piensa en el cada uno alli sentado sino en un cuerpo con mil cabezas. Le parecen sombras largas. Cabezas redondas o circulos huecos con dos ojos, una nariz y una boca. No les ve. Oye sus voces pero no les ve, siente su aliento pero no les ve, es una sensacion tranquila de pasmosa soledad. Pero soledad distinta, alfileradas de voces y sombras. Gritan pero no les ve ... .nada ... nada. Las voces comienzan a confundirse en un torbellino de gritos ... veinte al Venganza ... veinte al V enganza... veinte al V enganza... el gallo de Primo ... macho entre machos ... y des de ahora podrds poner los criollos porque saben dar la pelea y Mr. John Smith deja la hacienda que fue del viejo, y los gallos criollos
no cejardn ante las tinieblas, ni serdn cobardes, nunca lo fueron, y la tierra vuelve a ser virgen. Las voces siguen corriendole por entre los oidos, saltando sobre el timpano, enfurecidas, violentas, iracundas, soberbias. -Forastero es el macho. · Ya no los oye pero los ve ... ahora si los ve callados como muertos, asintiendo insistentemente con la cabeza. El Primo les ve, no les siente, pero les ve y se azora ante el ritmo magico de las cabezas, movimiento perpendicular, afirmativo, s6lo afirmativo. Abre los ojos y se restrega el pecho escualido, restrega las tetillas morenas, restrega los muslos huesudos. El picor exacerbante parece contestar el extrafio silencio de los hombres y las cosas. Porque s6lo queda el ruido de plumas · que vibran. Deben tener terror de sentir la muerte de la palabra. Y a la mudez de los hombres se afiade el silencio largo de las guajanas, la serenidad de la montafia, la quietud del cielo, el rio corriendo suave, incapaz de hacer glu-glu, el valle callado - arboleda de siglos, mutismo ensordecedor de las cuestas. i El mundo hinchado de silencios para que el tiempo escupa los dias ! Y sobre el silencio de las palabras calladas, (.por que no protestan?, su vista extraviada forma dos manos inmensas, sin proporci6n, manos de ufias verde y came negra. Dos manos infinitas capaces de destruir cualquier fuerza o construir, construir desde el coraz6n hacia afuera, dos manos suyas, o del otro o de cualquier hombre, manos unidas, manos buenas. -Forastero es el cheche. -No hay pa mas nadie. i Las manos inmensas estan atadas ! Pestafiea una vez y rompe el misterio. Ya no ve manos pero oye la risa burlona de Nico Ramos. · -No hay quien pueda con el de Mr. Smith. Los gallos no conocen la tregua y la sangre anuncia la muerte, morir para vivir en el tiempo. La muerte robando la vida, gota a gota, no hay ·que morir sin realizar la idea. Los gallos rompen los pechos y perforan las sonrisas. Porque siempre habra un alma mutilada. Triunfar para unos es fracasar para otros, pero Vengan-
za tiene que ganar para romper las amarras. -El Forastero es un macho y Venganza es un gallo pel6n. Vuelve al ruido desesperado, extrafiado de oir la voz. Ya no hay silencios sino alegria. Pero una alegria distinta, tal vez la alegria mas triste que existiera, alegria seca, mejor negra o enlutada. - j i Asssiii ! !
32
Fue al unisono. Primo aprieta las manos sobre el pecho para verle ceder. El espuelazo le abre el ojo y sale la vida. Venganza se va doblando de un lado, el pico al aire, baboso, ensangrentado, las patas apenas levantadas del suelo, las alas torcidas, el plumaje traspuesto, las ufias agarradas por un debil hilo de came. Forastero desafiante, sin plumas, el nervio a flor de piel, avanza en su ataque y lanza picos y espuelas. El ojo de Venganza acuoso, trizado, deshecho, cae en medio de la tierra y se abre para petrificar la mirada del mundo feo. Ya no hay voces sino fuego de ansfas. -No hay quien pueda. Los sombreros se van al aire entre risas mientras salen a la tarde sedientos de aguardiente y fiesta. Cruzan todo el camino gritando victoria. Forastero va en lo alto, moteado en sangre como v6mito fresco. Venganza ciego, revolotea en su inutil intento de vivir. Primo le contempla desde su mundo, somos de un mismo tronco, confundiendo el gallo con un cuerpo sagrado. Venganza queda quieto, Primo vuelve la cabeza para no verle. Es la primera vez que se estremece ante la muerte porque la muerte sefiala el comienzo de una vida sin fe, de desastre, vida inutil. El sol no duele. -Me fall6 mi hermano. No debi6 huir. Las lagrimas caen sobre las patas del criollo, el ultimo cuido para la batalla. La sangre ya coagula. Alza la vista. El verde le come la mirada, verde la tierra, roja la sangre. Y alli frente a la magnitud de Pefi6n Alto el pecho desgarra la voz de siglos. -Algiln dia. La palabra corre al valle y el eco la devuelve repetida por voces de todos· Im.. confines. Voces de la piedra, voces del rio, voces jugosas de cafia, voces de los bosques virgenes, voces de cada partfcula de vida y tierra que repiten: -Algiln dia. Y Primo camina entre las voces con la antorcha en el alma, camina hacia la cima de Pefi6n Alto, cima del hombre. La voz, algun dia, presagio del tiempo, se si· gue repitiendo desde la brisa, cruzando cada barrera, algun, voz que no conoce fronteras, dla, grito y desafio de la tierra toda. Primo llega ·a lo alto, tranquilo, sin cansancio, sin esfuerzo, algun, limpio, dia, hombre. Suspira anchamente en el espacio libre, espacio azul, espacio amplio que se perfila a sus ojos en borbotones daros. Y mira la luz cara a cara, desafiante, violento, sin miedo ni dolor porque el sol de frente no hiere.
El regreso de los Vizcarrondo;if: a la, luz de las fuentes manuscritas Por ALBERTO CIBES VIADE
I FINES DEL PRESENTE TRABAJO, INTERESA LA FASE DEL A LOS proceso que comienza en 27 de abril de 1847, cuando don Andres Lugo Vina y Oliver, natural de las Canarias y entonces residente en la Corte, elev6 al Gobierno de dona Isabel II una nueva instancia 1 que reexponia el caso de los hermanos Andres y Juan Eugenio Vizcarrondo. Recordaba el exponente que gobernando la isla de Puerto Rico el excelen tisimo don Miguel Lopez Banos, los aludidos hermanos fueron acusados y condenados en 1836 por el delito de conspiraci6n, a consecuencia de haberse querido publicar, siguiendo el ejemplo de la Madre Patria, la Constituci6n de 1812, que al mismo tiempo aspiraba a la emancipaci6n de la colonia. â&#x20AC;˘ Insistia la exposici6n que, concluidas las averiguaciones, no apareci6 hecho alguno de caracter incriminatorio ni tampoco result6 otro cargo contra don Andres y don Juan Eugenio Vi'Lcarrondo, sino el muy insignificante de haber pernoctado en la finca de campo que el primero poseia en Trujillo Alto un sargento que era buscado por el citado delito. Explicabase luego que don Andres vivia desde hacia anos retirado con su familia
* NoTA DEL EDITOR. - En julio de 1838 la rapida accion de! Gobierno impidio que se diera en San Juan un golpe revolucionario enderezado a lograr la independencia de Puerto Rico. Efectuaronse con tal motivo numerosos encarcelamientos de oficiales, soldados y civiles. Los cabecillas don Andres de Vizcarrondo, antiguo alcalde de San Juan, y su hermano Juan Eugenio pudieron huir del pais, refugiandose en Venezuela. El presente trabajo trata sobre la suerte posterior de estos hermanos. 1. lncluida en el Archivo Hist6rico Nacio11al de Madrid: Ultramar: Puerto Rico, Legajo 5067, que en adelante citamos como AHNUPR. 2. No hemos visto las cuatro grandes piezas de que consto el sumario ordenado por el Gobernador Lopez Banos. Quienes en ausencia de tan importante fuente aspiren a conocer los antecedentes de 1838, podran apelar a la Gaceta de/ Gobiemo Co11stitucional de Puerto Rico, VII (1838), mim. 12. Es de notar que, como Lugo Vida, esta segunda fuente resalta la ambigiiedad ideologica de la conspiraci6n, ambigiiedad que Salvador Brau, Historia de Puerto Rico, Nueva York, D. Appleton y Compaiiia, 1904,
en la mencionada finca, que distaba muchas leguas de la capital, e ignoraba los acontecimientos que ocurrian en tales momentos, de suerte que no debia suponersele iniciado con anterioridad en la conspiraci6n. Proseguia la instancia que al verse complicados y perseguidos, no les qued6 mas recurso a los Vizcarrondo que exilarse a Venezuela hasta que volviera a reinar la calma y la serenidad en la isla. Se subrayaba despues que asi habia sucedido en efecto al ser absueltos o indultados la mayor parte de los condenados por voz del Tribunal Supremo de Guerra, y aun devueltos al servicio del Estado. Pero la instancia se quejaba en seguida de que el mismo tribunal no actuara de igual modo con los hermanos Vizcarrondo, a quienes conden6 como a los demas, aunque mas tarde se mostr6 inclinado a aminorarles la pena y dispuesto a oirles siempre que se presentaran a formular una defensa de su conducta. Finalmente, la instancia que Lugo Vina sometia en abril de 1847, alegaba que don Andres y don Juan Eugenio Vizcarrondo creian que los anos de destierro habian sido un castigo mas que suficiente al de presidio correccional que les impuso el Tribunal de Guerra. Y que mas duro que este ultimo resultaban los padecimientos y las privaciones sufridas en tierra extrafia, donde en nombre de la fidelidad a Espana y siempre con la esperanza de retornar a su seno sin la perdida de los derechos naturales, rechazaron los destinos y los empleos que se les ofrecian. â&#x20AC;˘ p. 246, tiende a aprobar. Sin embargo, la mayoria de los historiadores y en particular Jose Perez Moris, J-1 istoria de la i11surrecci611 de Lares, Barcelona, Establecimiento Tipografico de Narciso Ramirez y Cfa., 1872, pp. 33-40 y Lidio Cruz Monclova, Historia de Puerto Rico, Rio Piedras, Editorial Universitaria, 1952, I, p. 303, se inclinan en favor de una reconstrucci6n separatista. De otro Jado, en La is/a de Puerto Rico, Madrid, Imprenta de Jose Gil Navarro, el parecer de Juan Gualberto Gomez y Antonio Sendras Burin, 1891, p. 47, es francamente constit~cionalista. 3. Terminaba la instancia pidiendo la gracia y el perd6n de la Real Clemencia y de! compasivo corazon de la Reina, a quien los interesados desean largos aiios de vida para gloria y prosperidad de la nacion espaiiola.
33
Esta exposici6n fue trasladada al Ministerio de Gobernacion, que luego de estudiarla formalmente dictamino, en virtud de una Real Orden de 4 de agosto de aquel ano," que la cuestion pasara al capitan general de Puerto Rico, a fin de que informara lo que estimara conveniente. II
El informe que sugeria el Ministerio de Gobernaci6n lo evacu6 el 2 de diciembre de 1847 el Conde de Mirasol, que no desperdicio la ocasion de pintar un cuadro verdaderamente adverso a los hermanos Vizcarrondo. • Ya que tras renir con los subterfugios de que estos y sus procuradores en la peninsula se habian valido, llamaba la atencion sobre un error cometido por la ins. tancia de 27 de abril que expresaba que la conspiraci6n que motivo la fuga de los Vizcarrondo no solo acontecio en 1836, bajo el mando de don Miguel Lopez Banos, sino que ademas estuvo inspirada en el proposito de publicar la Constitucion de 1812, cuando en realidad dicho gobernador no asumio la direccion de Puerto Rico hasta las postrimerias de 1837, y que la conspiracion sucedio en julio del ano siguiente, con la proclamada idea de arrancar a Espana tan preciosa antilla. • Pero seguia diciendo el Conde de Mirasol que en julio de 1838 tres individuos del Regimiento de Granada delataron a Lopez Banos la conspiracion tramada contra el orden establecido, apareciendo como cabecillas de la misma don Andres y don Juan Eugenio Vizcarrondo, don Buenaventura Quinones y otros muchos. Elaboraba el capitan general que instruida la causa competente, pudose comprobar la verdad de los hechos, aunque en razon de la huida de los Vizcarrondo y el suici0dio de Quinones 7 no fue posible esclarecer la intencion real y completa que abrigaban, ni el numero y la clase de sus complices. Declaraba el Conde de Mirasol que a pesar de todo, hubo bastante evidencia para calificar de conspiradores de alta categoria a los hermanos Vizcarrondo y a Quifi.ones, de manera que terminado el proceso en que intervino un Consejo de Guerra, se condeno a la pena ordinaria de garrote a los enumerados cabecillas, y a don Francisco Salinas y don Ezequiel Santillana, sargentos del Regimiento de Granada. El gobernador no olvidaba sefialar que la sentencia del Tribunal de Guerra habia sido aprobada por una Real Orden de 28 de julio de 1840 que autorizaba la ejecucion de aquella con respecto a los sargentos nombrados,• pero que no pudo cumplimentarse en cuanto a los hermanos Vizcarrondo y a Quinones. Mas adelante, Mirasol enfatizaba que los Vizcarrondo habian recurrido antes a los Ministerios de Guerra, de Gobernacion y de Gracia y Justicia, implorando ser 4. Se halla incorporada al citado legajo. 5. El informe equivale a la Carta 107 de igual fecha. La trae el referido legajo 5067, y tambien el ''Expediente de los Vizcarrondo", AHNUPR, Legajo 5068. 6. Brau, Historia de Puerto Rico, p. 245, pone la delaci6n en junio de 1838. 7. Ver documento original en Bo/etin Hist6rico de Puerto Rico, IV (1917), pp. 18-19. 8. Texto en Perez Moris, Historia de la insurrecci6n de Lares, pp, 260-61.
34
comprendidos en amnistias e indultos, aunque viendo siempre rechazada su pretension. • Y ampliaba, no sin cierta indignaci6n, que a despecho de tantas negativas, acudian nuevamente al Ministerio de Gobernacion urdiendo a su antojo un relato de notoria falsedad. En vista de todo ello, el Conde llegaba a la conclusion de que ni don Andres ni don Juan Eugenio tenian derecho a la gracia que solicitaban, abundando que si la piedad de la Reina decidia perdonarles el delito que se les imputaba, nunca seria acertado el permitirles volver a Puerto Rico para ostentar su impunidad y alentar con ella las maquinaciones perversas de otros. La carta informativa del Conde de Mirasol fue sometida a analisis en· el Ministerio de Gobernacion. Y por Nota de 16 de febrero de 1848 nos enteramos que el mismo ministerio recomendo que la cuestion pasara en consulta a la Seccion de Ultramar del Consejo Real. 10
III Mientras tanto, el Encargado de Negocios de Espana en la Republica de Venezuela participaba a la Secreta- · ria de Estado en Madrid que, a tono con la Real Orden de amnistia de 2 de septiembre de 1847, habia tenido a bien conceder un pasaporte para la Corte a don Andres Vizcarrondo. 11 Anadia el Encargado de Negocios que la concesion del pasaporte vino despues de verificar los antecedentes politicos de Vizcarrondo y de tomarle el juramento de fidelidad a dona Isabel II y a la Constitucion de la monarquia espanola, teniendo en cuenta que era mas dificil conspirar contra la legitima dependencia de Puerto Rico en Espana que en Venezuela. Debidamente enterada de tal decision en 17 de marzo de 1848, la Secretaria de Estado opto por esperar a que don Andres Vizcarrondo hiciera buena su intencion de venir a Madrid. Y asi lo comunic6 al Ministerio de Gobernacion que dos dias mas tarde pidi6 a la Autoridad Superior Politica de Madrid que se ejerciera una prudente vigilancia cerca del lider puertorriquefio." Por otra parte, el 20 de marzo de 1848 la t;eccion de Ultramar del Consejo Real dictaminaba simultaneamente en torno a la instancia de los Vizcarrondo y al informe evacuado contra esta por el Conde de Mirasol. El dictamen constaba de cuatro apartados, a saber: 1) que no habia lugar a lo solicitado a causa de que los referidos hermanos no. fueron comprendidos y condenados en la epoca o la conspiracion a que se contraia la instancia sometida; 2) que se les habia denegado repetidas veces la gracia que pedian; 3) que el Capitan General de Puerto Rico consideraba perjudicial el regreso de los Vizcarrondo a la isla, 4) que luego de ejecutoriada la sentencia no era razonable indultarlos sin que previamente comparecieran ante juzgado competente. 13 9. Afirma que ya por medio de su seilora 111adre, por el sucgro de uno de ellos, o a traves de si mismos o de sus apoderados. 10. Vease el Extracto en AHNUPR, Legajo 5068. 11 . Se encuentra adjuntado al "Expediente de los Vizcarrondo" , 12. Que fue asi lo sabemos porque el mismo 19 de marzo el Negociado de la Policia traslad6 al Jefe Politico de Madrid una Real Orden de! Ministerio de Estado con la que se remitia copia de! pasaporte, y se encarecia la pedida vigilancia. Ver AHNUPR, Legajo 5068. 13. El legajo contiene un Extracto y el documento fntegro.
Isabel II, Reina de Esp111ia
El 1 de abril de 1848, la Direccion de Ultramar le comunicaba a don Juan Prim que vista el informe de su antecesor inmediato en la gobernacion de Puerto Rico y en armonia con el parecer de la Seccion de Ultramar del Consejo Real, la reina dona Isabel II acordaba desestimar la solicitud en que las hermanos Vizcarrondo le pedian que las declarase exentos de toda pena y causa par las sucesos de 1838. 14 Pero asi las cosas, en 16 de agosto del mismo ano el Ministerio de Guerra se dirigia al de Gobernacion en terminos harto distintos a las ya comunicados par la Direccion de Ultramar al Conde de Reus en Puerto Rico. Pues el primero de estos ministerios recordaba al segundo que con fecha del 15 del corriente mes le informo al gobernador de la isla sabre haber impuesto a la Reina de un oficio enviado par la Secretaria de Estado en que se revelaba que el Encargado de Negocios de Espana en Venezuela habia expedido un segundo pasaporte a don Juan Eugenio Vizcarrondo para la ciudad de Barcelona. 16 Y que en consideracion a la garantia de dicho pasaporte, dona Isabel II se dignaba indultarlo de .las penas que sabre el pesaban. Se entenderia, sin embargo, que aun quedaba prohibido SU regreso a Puerto Rico. Animados con este giro de evidente progreso, don Andres y don Juan Eugenio Vizcarrondo volvieron a ins14. Extractado en AHNUPR, Legajo 5068. 15. Tambien forma parte de! "Expediente de los Vizcarrondo".
tanciar, solicitando ahora de la Reina lo que precisamente se acababa de prohibir. 10 Impuesta de la instancia por el Ministerio de Guerra que reduda la solicitud a seis meses de licencia en la isla, dona Isabel II se sirvio acceder otra vez. Pero a condicion de que las hermanos Vizcarrondo quedarian bajo la vigilancia del Capitan General que si llegaba a inteligir que su comportamiento atentaba contra Ia tranquilidad publica, tendria la potestad de expulsarlos sumariamente. Es de observar que el Ministerio de Guerra que asi aconsejaba a la Reina, favoreda abiertamente a don Andres y a don Juan Eugenio en oposicion a la politica adoptada par Estado y Gobernacion que era de marcado caracter denegatorio. Desconocemos si la Secretaria de Estado defendio su postura. Pero sabemos que el Ministerio de Gobernacion le salio al paso al de Guerra con una comunicacion fechada en 20 de marzo de 1849 en Ia que aquel le aseguraba a este que de ninguna manera convenia que Ios Vizcarrondo regresaran a Puerto Rico, y que era, par lo tanto, necesario atenerse a lo acordado por la Seccion de Ultramar del Consejo Real en 1 de abril precitado. Fiel a su actitud, el Ministerio de Gobernacion despacho poco mas adelante un oficio similar al Capitan General de Puerto Rico. 17 Pezuela se apresuro a responder en 11 de junio de 1849 diciendo que cuando recibio el aludido comunicado, ya se hallaba en la isla don Andres Vizcarrondo usando la Iicencia que se le habf'a concedido. Y que le parecia conveniente no darle importancia expulsandole, pues la expulsion conseguiria llamar Ia atencion publica, con lo que se le haria aparecer a las ojos de sus compatriotas coma un per¡ sonaje de categoria. Pero que no obstante Io echarfa de Puerto Rico tan pronto agotara el periodo de seis meses que estaba disfrutando, aunque consideraba que Vizcarrondo, oscuro revolucionario sin medias ni opinion para ejecutar proyecto alguno, no podfa infundir recelos. 1 â&#x20AC;˘ En 20 de septiembre de aquel ano don Andres Vizcarrondo dirigio a la Reina una ultima instancia en la que destacaba que permanecia en Puerto Rico en uso de Iicencia, pero que estimaba que las circunstancias legales de esta habian cesado a tenor del Real Decreto de 8 de junio de 1849, y de la regla 9.a de sus lnstrucciones en las que se creia incluido. 1 â&#x20AC;˘ Alegaba seguidamente que el olvido en que su familia y bienes quedaron durante su larga ausencia, le habia originado considerables perdidas que aumentaron despues, y que llegarian a ser irreparables si tuviera que entregarlos de nuevo a manos extranas, extrema que resultaria notable cuando a todos las espanoles se les permitia volver al seno 16. Venimos en conocimiento de la argumentaci6n empleada a traves de un oficio que en 14 de marzo de 1849 trasmitia el Ministerio de Guerra al Gobernador Pezueb, que relev6 a Don Juan Prim en el mando de Puerto Rico en septiembre de !848. (AHNUPR, Legajo 5069.) De acuerdo con el mismo, los Vizcarrondo declaraban que sus familias sufrian indecibles perjuicios porque ellos no regresaban a la isla, donde debian arreglar puntos relativos a la testamentaria de sus padres, asi como atender otros intereses que tenian abandonados. (Ibid., Legajo 5068.) 17. Ambas comunicaciones en AHNUPR, Legajo 5069, 18. Es la Carta 106, Ibid., Legajo 5069. Intitulada "Contesta la Real Orden de marzo ultimo y manifiesta las razones que le ban impedido por ahora darle puntual cumplimiento". 19. AHNUPR, Legajo 5069.
I.
35
de sus hogares. Par Io demas, acentuaba que el ingenio azucar que poseia en Trujillo Alto y al que habia regresado bajo Ia garantfa del Capitan General, serfa una fianza que abonaria su conducta. Y finalizaba con Ia reflexion de que el no queria perder Io que tantos afanes le habfa costado, afirmando que no se desviaria de las deberes de un subdito leal que implora a las pies de Ia Reina. EI Gobernador Pezuela dio curso a Ia nueva instancia de don Andres con mas de un mes de retraso, en 24 de octubre de 1849. En carta que acompafiaba, Pezuela no creia que Vizcarrondo estuviera cubierto par el decreto o Ia regla de las instrucciones a que este hada referenda. Pero consideraba que en atenci6n a Ia buena conducta del interesado y tambien a que ni sus relaciones, ni su nombre, ni sus recursos, cualesquiera que fueran sus opiniones politicas, serian capaces de perturbar Ia paz del territorio, podfa sin inconveniente concedersele Ia gracia de permanecer en Puerto Rico. •• En Madrid Ia 16gica de Pezuela consigui6 ablandar Ia oposici6n del Ministerio de Gobernaci6n, y dofia Isabel II se avino a otorgar residencia permanente en Ia isla al conspirador de 1838, segtin se desprende de una Real Orden de 2 de febrero de 1850. •• Inspirado en este afortunado desenlace, don Juan Eugenio Vizcarrondo decidi6 imitar el ejemplo de su r1e
20. AHNUPR, Legajo 5069, Carta 153 que "Da curso a la instancia que eleva a S. M. Don Andres ·Salvador Vizcarrondo pidiendo quedar en esta isla por las razones que expresa". 21. AHNUPR, Legajo 5069.
36
hermano, y en 9 de abril siguiente elev6 una instancia a Ia Reina en Ia que le comunicaba que acababa de Ilegar a Puerto Rico desde Barcelona. •• Tras recordar Ia magnanimidad desplegada par ella con relaci6n a su hermano Andres, le deda que abrigaba Ia esperanza de obtener una nueva prueba de su natural afecto, extendiendole permiso para quedarse en Puerto Rico. Insistia ademas que coma su hermano habia experimentado amargas calamidades y privaciones en una tierra que jamas am6, y que buen espafiol no ama ni amara otras !eyes sino las de su naci6n, siempre adherido a Ia Madre Patria. EI Gobernador Pezuela remiti6 esta instancia a Ia peninsula en 17 de abril de 1850, con Ia expresa recomendaci6n de que se concediera Ia gracia. '" Explicaba Pezuela que don Juan Eugenio estaba recien Ilegado de Barcelona con Ia esposa y seis hijos en uso de Iicencia autorizada par el Ministerio de Guerra, y que sus circunstancias eran identicas a las de don Andres. Estas declaraciones fueron bien atendidas. Ya que dofia Isabel II contest6 con otra Real Orden de 15 de junio del mismo afio, 24 que colmaba Ia solicitud del menor de las Vizcarrondo. Con Io que quedaba resuelto ante el derecho y Ia historia uno de las incidentes mas discutidos en las anales de nuestra evoluci6n colonial.
22. Ibid., Lcgajo 5069. 23. Ibid., Legajo 5069. 24. Ibid., Legajo 5070.
Un
ballet de fines del dieciocho soh:re asunto puertorriqueiio Por ARTURO V. DAVILA
27 DE JUNIO DE 1797 SE ENCONTRABA YA EN ARANJUEZ E Ldon Ignacio Mascar6 con la noticia de la derrota de los ingleses al mando de Albercombrie en Puerto Rico. Venia a endulzar en parte el aspero sabor que ponia en los labios el recuerdo de Trinidad y su facil entrega a las armas britanicas. La noticia, dada sin tardanza las gacetas, recorri6 la peninsula y de ella se hicieron , lenguas los franceses, en pleno avance de conquista, ' atribuyendo el exito de la defensa a la presencia de SU nuevo pabell6n sobre los muros de San Jer6nimo ya la no menos eficaz de los individuos de su naci6n. Fue este uno de los primeros frutos de aquella alianza leonina que se llam6 el Tratado de San Ildefonso (1796), que, renovando compromisos iniciados ·bajo Luis XIV y su nieto el rey de Espana Felipe V, unia por extrafia manera la Corte de 'un hijo de San· Luis al Directorio en que medraban los regicidas. A ella debi6 Espafia la destrucci6n de su Marina, entre otros desastres y bien puede ·decirse que s6lo redime aquel pacto el ultimo gesto del siglo ; la liberaci6n de Madame Royale, condici6n exigida desde Madrid para la paz de Basilea (1795). El gozo que ·en los raros desastres ingleses en empresas marftimas solian compartir espafioles y franceses, debi6 ser grande en esta ocasi6n. Un testimonio veraz, aunque exagerado, es el del naturalista Ledru, que lleg6 a la Isla poco despues de los sucesos. Su relaci6n 1 peca ciertamente de fantfi.stica en lo que se refiere a la presencia y actuaci6n de sus compatriotas, que magnifica, como no podia menos de hacer un frances en vfsperas del Imperio. Pero dificilmente se encuentra un indice mas fiel del clima del momento. Sus lineas . parecen el surco de luz de las bengalas a la congreve iluminando el paso de Francia entre el humo de la p61vora. Pero el tono teatral incontenible lo pierde y lo que pudo ser un sobrio relato no exento de belleza, queda casi convertido en el esquema de un ballet, aque- _ llos «bailes» tan del gusto del · publico de la epoca y
a
1. Ledru, Andre Pierre : Viaje a la Isla de Puerto Rico. Version castellana de Julio L. de Vizcarrondo. Segunda Bdici6n : Mexico, 1957; pags. 83-101.
que impuso por todas partes la Revoluci6n. En efedo, aunque sin relaci6n inmediata en el tiempb, pues la obra de Ledru no ve la luz hasta 1810, existe un baile pantomimico sobre el tema, el primer ballet puertorriquefio.
El brigadier don Ramon de Castro. Grabado que reproduce su retrato al 6leo por Jose Campeche
37
En febrero de 1957, examinando un legajo del Archivo Hist6rico Nacional de Madrid•, encontre en un ·expediente sobre diferencias entre el Ayuntamiento de la Ciudad de Cadiz y el gobernador de la plaza, Conde de Cumbre Hermosa, la causa aparente del disgusto, era un cuadernillo en 8° de 14 paginas. * Debia representarse dicho baile en el unico teatro existente por entonces en Cadiz, el de Comedias, en la calle Novena, edificado en 1780 •. En los afios dificiles del fin de siglo, que arruinaron el comercio gaditano, se habian cerrado el teatro frances y la 6pera italiana. Rivalidades entre el autor, el bailarin Carlos Augusto Favier, que habia contratado el Teatro con el Ayuntamiento y los italianos Montecini, que se agregaron a la Compafiia del primero, habian provocado el apasionamiento del publico, que se dividi6 en dos bandos: franceses, amigos de Favier, e italianos partidarios de los Montecini, hacia la que se inclinaba con marcada preferencia el Conde de Cumbre Hermosa. Cerr6 primero el teatro y, por ultimo, cdnformado de las conversaciones y amenazas conque tanto joven inconsiderado se producia en los Cafes, Tertulias y concurrencias, quit6 los bailes, pues el capricho iba llegando a aquel extremo, que es prudencia contenerlo, evitando llegase la nececidad de castigarlo». (El Conde Cumbre Hermosa al Principe de la Paz: Cadiz, 24 de octubre de 1797.) Y aqui, tras muchos dares y tomares entre el Gobernador y el C6nsul de Francia en Cadiz y Favier, por asuntos de contrata, viene la prohibici6n para representar el baile de la Defensa de Puerto Rico. En oficio de la misma fecha el Principe de la Paz, dice asf: ... «En estas circunstancias, sobrevino otro cuidado de bastante consideraci6n y riesgo, pues haviendome pedido Fabier licencia para dar un Bayle Pantomfmico de la Defensa de Puerto Rico, no hallando reparo se la concedi para que se imprimiera el Problema; pero inmediatamente fui informado, que en la execuci6n se ' esforzarian los sentimientos, viendo a la Muger de Fabier vestida de Voluntario Frances, y que esto daria a su partido mayores fuegos y menos moderaci6n para los aplausos, y que varios Oficiales de Marina se preparavan para ir al Teatro con designios, y resoluci6n de empefiar lances con la juventud Francesa, viendo la parte que tomaba en la victoria el Corsario de esta Naci6n y un Capitan de Fragata de lo que fui instruido por varios oficiales y aun un General del propio Cuerpo a fin de que evitase las resultas que podian seguirse de executarse el Bayle. »Di orden a Favier que no lo hiciera, sigilando a todos la causa que me impulsaba, y dando solo par motivo evitar el riesgo de incendio que ofrecia a el Teatro hacer fuego en tan corto recinto mas de sesenta hombres, con Fusiles y con el uso de los sables.» Cadiz parece vivir por anticipado, segun su gobernador, los dias tumultuosos de 1808, con la muerte del Marques de la Solana y la dictadura popular del guardian de Capuchinos, Fray Mariano de Sevilla. 2. , A.H.N. de Madrid: L. 3011-1, secci6n de Estado. 3. Solis, Ramon; El Cadiz de las Cortes; Madrid, 1958, pagina 380. • NOTA DEL EDITOR. - Reproducimos en las siguientes paginas, facsimil de la portadilla y de! reparto del mencionado c~~ dcrnillo y cl te1lto fnteg~o, e1lacto, tal y como aparece en su version original.
38
Una nota del Embajador de Francia Verignon fechada en Madrid el 5 de brumario del afio 6. 0 de la Republica (26 de octubre de 1797) dirigida al Principe de la Paz, decidi6 la cuesti6n. En ella repite more gallico, claro esta, las quejas del C6nsul en Cadiz y remite al Principe un ejemplar «d'un programme de Ballet compose par le Cen. Favier, approuve d'abord et defendu tout a coup par Mr. le Gonberneur». Es este ejemplar el que ahora se reproduce por primera vez . . Al margen de la instancia del Ayuntamiento gaditano en una nota con fecha 31 de octubre, zanja Godoy la cuesti6n energicamente: «Cortado el motivo de disgusto habiendo reformado los bailes digase al Govor. haga se cumpla la contrata reembolsando a Favier lo que se le deba por ella, sin comprometerse a otras contestaciones con el Consul ps. yo dare la queja por su mal modo; digase asi». Los incidentes a que dio lugar Favier con su ballet · de la Defensa de Puerto Rico pueden parecer episodios aislados en la vida de una ciudad inquieta y bulliciosa poblada de extranjeros, como lo e.r a el Cadiz de fines del siglo dieciocho. Pero su importancia trasciende la estrechez de aquel corto recinto amurallado. Los espectaculos teatrales venian a constituir la unica novedad en la vida urbana de aquel tiempo y eran como siempre el cauce para las opiniones que no podian hallarlo en otro lugar. Y en este caso Puerto Rico es el tema central de un espectaculo tricolor como revela la lectura del cuadernillo y la exposici6n de Cumbre Hermosa. De la importancia que como vehiculo de -propaganda atribuian los franceses al teatro, bastan las lineas de Napoleon a Kleber, dos afios despues del asunto que nos ocupa; en 22 de agosto de 1799, escritas al abandonar el Oriente: «Cuidare muy especialmente de enviaros una compafiia de comediantes, que en diferentes ocasiones ha-
PERSONAS QUE ENTRAN· en este Bayle. D. Ramnn de Caur0~
.
·Opi_.n General de 1-..Lla. • •••••• El Sr, Fa'Uler. Da.Josefa au F.,.posa. La Sra. Durand. D. hidoro Linares } Teniente1 Coro• D • .}.esef Vi1carr_ondo. Coroneles. D.Teodorniro deTorO. El Sr. Durand .. D.Ftanciaco de Cattro, Cae,itan de Fragata, El Ciuudano Varon, Comaadimte France•. El Sr. Loly. Dtlmu • voluntario .
. Fr-anc;es. • : •••• La Sra Fnvier. Bare. '} Franceses, y {l!.'ISr.Bm1la1Jge'
Jarbin.
C11p,1.Cf•rsar1
l:l General Albcrcorn-
El Sr. Lare.
· brie, Ingles••••• El Sr. Bankl~. Oficiales , y Soldados lngleses. ' Oficiales , y Soldados Espaiwles. Volunlario• France1e1. · ·. Dama1 E1pai\ol11. Pueblo.
La
Scena es en Puefto·Jlico.
bia ya pedido; porque este articulo es importantisimo no menos para el ejercito que para ir iniciando en el pais un cambio de costumbres» •. Afios mas tarde, entre las cenizas y el plomo derretido de los campanarios de Moscu, cerniendose sobre su cabeza las fantasticas invenciones del Conde Rostopschine, queria hacer ir comediantes a la ciudad de los Czares y asegura:ba hallarse en camino un cantante italiano (p. 277 id.). Para esos afios, al amparo de su hermano el Rey Jose, triunfaba el baile pantomimico en ambas Espafias, la del Intruso y la del Deseado.
Habla Subira • de los bailes de las Modistas, de Figaro, de Don Quijote, de Anfi6n, y en 1809 del Baile asiatico «Los Celos en el Serrallo», todos ellos representados en Madrid en Los Cafios del Peral. Y en cuanto a Cadiz la funci6n del 19 de marzo de 1812, dia de la proclamaci6n de la Constituci6n, finaliza con la danza aleg6rica El Templo de la Fama. He aqui ya esta curiosisima pieza, eco, en aquel Cadiz donde vendria a morir unos afios despues don Ram6n de Castro, de su brillante actuaci6n, y sabre todo, de una presencia puertorriquefia, aunque graciosamente falseada por el comediante frances. Terminada esta brevisima introducci6n al primer ballet puertorriquefio, queda el lector frente a la obra: la Scena - como advierte Favier - es en Puerto Rico.
4. Citado por Chateaubriand en: Memorias de Ultratumba, version castellana de Amador de Castro. T. III, p. 155. Paris. Garnier, 1899. S. La Tonadilla Escenica, Madrid, 1928. T. I. p. 218.
· LA DEFENSA
DE PUERTO-RICO POR D. RAMON DE CAS'rRO:
BATLE PANTOMIMO EN CINCO ACTOS ·
DE LA COMPOSICION SEiioa CAnLos Au~usTo
DEL
FAVIER,
QUE SE HA DE EXECUTAR en el Teatro de esta Ciudad de Cadiz el ·dia I 4 de Octubre de 1797. Facsimil de la Portadllla
CON LICENCI .A:
~r'1.J~~
Texto del Ballet
IMPRESO EN CADIZ POR DON Antonio Murguia, plazuela del Correo esquin.a afa caUe de S.. Francisco.
;Que asunto podria yo presentdr en el Teatro mas digc. no, ni mas propio del dia que celebramos hoy, que aquel en que un /oven Heroe Espanol se ha llenado de gloria defendiendo el Pais, que el Soberano le ha confiado, con todos los medias de su actividad, de su valor, y de su talento? Organizar un Cuerpo de Tropas, uniendo los habitantes, y las Milicias d algunos Soldados veteranos, adiestrarlo, disciplinarlo, y arreglarlo de tal modo que en cortisimo tiempo combata, y arroje al enemigo que ha desembarcado con infinita superioridad en Puerto-Rico es lo que ha executado recientemente en aquella Isla su Capitan General D. Ramon de Castro. Las Reglas Dramaticas, y el lenguaje de la Pantomima no me han permitido representar todos los rasgos de valor, y bizarria de este valeroso General, y de su bizarra Tropa, solo he podido hacer un resumen de las principales acciones de este suceso tan glorioso para la Nacion Espanola.
Dlgnate, Pueblo benigno, admitir este corto ensayo de mi aplicaci6n, que serd bastante premiado con esta · gracia, y con la de que me permitas manifestdrte los sentimientos, y los deseos que tengo de servir d tan Leal Ciudad. Carlos Augusto Favier. ACTO PRIMERO.
Gran Plaza inmediata al Puerto donde se ven varios buques, y algunos Corsarios Franceses. En una eminencia estd la Torre de seiiales.
1\1
uchos habitantes del Pais trafican sabre la scena, unos venden tlores, otros frutas, otros compran. Delmas voluntario del Corsario Frances desembarca, se acerca a uiia joven que vende flares, la acaricia, le quiere comprar sus ramos, y la dexa inmediatamente que
39
ve a otra con quien executa lo mismo, y con todas las demas que se presentan a su vista, festejandolas, y enamorandolas a todas: lo que da lugar a una pequefia scena de acci6n, y bayle que interrumpe una parte del Pueblo que observa las sefiales que hace la Torre Vigfa. Corren a la orilla del Mar, y ven a lo lejos una Esquadra Inglesa que los sobresalta. Delmas corre a SU Corsario a avisar a su Comandante. Sale de la Torre un Oficial con un parte para el General. El pueblo le rodea, le pregunta, la consternaci6n se aumenta quando este Oficial al partir les asegura que la Esquadra es Inglesa, y que se dirige a la Isla. Delmas, el Capitan Varon, y. la Tripulaci6n del Corsario vienen a tierra, ofrecen a los habitantes unirse a ellos, para la defensa comuil, y marchan a casa del General; algunos del pueblo los siguen, y los otros buscan asilo donde guarecerse. La Torre continua haciendo sefiales conforme se va acercando la Esquadra. ACTO SEGUNDO.
Habitacion del Capitan General. Don Ramon de Castro sentado a SU bufete recorre varios papeles: un Ayudante introduce al Oficial de la Torre, que trae el Parte: el General se admira; ofrece hacer una defensa vigorosa, manda venir a sus Oficiales, escribe 6rdenes, dispone, proyecta, y jura perecer, 6 arrojar de la Isla a sus enemigos. Varon, y algunos Oficiales Franceses se le presentan, y le ofrecen morir en defensa de la Plaza, y de los Espafioles, palabra que acepta el General. Linares, Viscarrondo, Toro, y Francisco de Castro Hegan, y el General les comunica sus intenciones, les da las 6rdenes, y reparte entre ellos diferentes mandos. Dofia Josefa, y algunas Damas Espafiolas mugeres de Oficiales se presentan con el sobresalto propio de la novedad que saven: particularmente Dofia Josefa no quiere separarse de SU esposo, mas este le hace ver la gloria militar que le aguarda y a que le constituye su empleo; hace tocar la generala: confia la Custodia de las Damas a uno de SUS Ayudantes mandandole las ponga en un parage seguro. Esta scena termina c.on la tierna separacion de unos y otros. ' Mudase la decoraci6n, y se ve una parte del Puerto donde esta situado el Castillo del Morro. Algunas Fragatas, y dos Bombardas se han acercado: huyen los habitantes por todas partes. El General con sus Oficiales manda que los que sean utiles t6men las armas, y se incorporen a la Tropa de linea: desfila esta, y entra en el Castillo a donde el Ge~eral da una bateria al Capitan Varon y su tropa: emp1ezan los Ingleses el desembarco, y hacen fuego: Toro con un Destacamento de tropas Espafiolas se opone al desembarco: protegido del fuego de la Plaza hace¡ prodigios de ".alor, pero oprimido por el numero cede, y hace una v~hente retirada al interior de la Ciudad a donde los hab1tantes armados les proporcionan nuevos medios de acreditar su espfritu.
40
ACTO TERCERO.
Interior del Castillo del Morro.
E1
continuo fuego del enemigo aslista a las Damas ; se retiran a la boveda . que les es destinada, pero al mismo tiempo cae una bomba inmediata y revienta, y salen todas despavoridas, y Dona Josefa se desmaya : los Ingleses hacen brecha, entran por ella, y se apoderan de las Damas : en este instante Viscarrondo con un Destacamento de Espafioles, y Varon, y Delmas con otro de Franceses los atacan sable en mano, y ocurre un refiido combate que se decide con la llegada del General Castro, y Linares que con sus tropas rodean a los Ingleses, les hacen rendir sus armas, y pedir Capitulaci6n : el General les concede la vida, y su Esposa le presenta SUS defensores, y particularmente a Delmas que ha expuesto su vida por defenderla. El General abraza a Delmas, a Viscarrondo, y a Varon, y les ensefia el vasto camino de la gloria, proponiendoles le sigan a una salida general. Este nuevo testimonio del zelo, y energia de este Gefe inflama a todos los corazones, y todos juran seguir su exemplo, y no volver sino con la victoria: en este tiempo Dofia Josefa, y las Damas hacen votos al Cielo por la felicidad de las armas; el General parte con las tropas.
ACTO QUARTO.
Campo de los lngleses d la orilla del mar. Atbercombrie llega precipitadamente con una parte de sus tropas, y con las que tiene en el Campo intenta defenderse; pero en General Castro que le sigue, le ataca por todos lados, fuerza las trincheras y obliga a la fuga a los Ingleses. Las lanchas reciben a los fugitivos, y los que no pueden embarcarse se arrojan al mar desde una pefia : todo el Campo queda en poder de los Espafioles, Artilleria, Provisiones y Repuestos: En fin el General Espanol se ha colmado de gloria, sus tropas le hacen la justicia debida a SU merito y valor : reciben SUS elogios con modestia, abraza a los Oficiales, habla a los Soldados y les hace entender que el buen exito se debe a SU disciplina, y a SU intrepidez. Dofia Josefa, Y las Damas con la parte del Pueblo que ha observado el combate desde las murallas vienen a felicitar a los vencedores : todas las Damas abrazan a SUS esposos: la alegria renace en todos los corazones, y el General Castro seguido de todos entra en la Ciudad a celebrar en la Plaza en honor de la Victoria una Fiesta que da lugar al quinto Acto que termina con evoluciones militares, y demas analo~~s al asunto.'
Jâ&#x20AC;˘
Proyecto para introducir colonos asiaticos en Puerto Rico Por LABOR G6MEZ
DE LOS PROBLEMAS QUE PUERTO Rico SE HA VISTO UNOobligado a encarar es el del bracero: la carencia de
l'..
r
mano de obra agricola. Este problema, de vital importancia en el campo econ6mico, se puede considerar endemico, ya que proviene de los primeros afios de la colonizaci6n, sin que en nuestros dias se haya resuelto cabalmente. No pretendemos examinar aqui si esta cuesti6n es consecuencia 16gica de las leyes, mas o menos acertadas, del Gobierno para regir el ramo de la jornada agricola, o consecuencia de la falta de necesidades que hicieron al hombre indiferente al trabajo. Simplemente interesa hacer constar que, por causa de este problema de falta de braceros, en Puerto Rico se intent6 introducir un nuevo elemento de poblaci6n: el asiatico. El primer proyecto de inmigraci6n de colonos asiaticos data de 1846. No pas6 de tentativa, pues fue desatendido por el Gobierno Superior, por lo menos hasta 1852, en que el Presidente del Consejo de Ministros, por Real Orden de 8 de mayo, pidi6 informe al Gobernador General de Puerto Rico, Fernando de Norzagaray, acerca de la conveniencia de introducir estos colonos coma posible soluci6n al acuciante problema de la escasez de brazos. Norzagaray, una vez oido el parecer de la Junta de Comercio, de la Sociedad de Amigos del Pais y de la Capitania General de Cuba sabre este particular, contest6 lo siguiente con fecha 21 de diciembre del mismo afio: uJuzgo de necesidad el aumento de brazos para las faenas de la agricultura, pues, aun cuando el numero de jornaleros libres era bastante creddo, habia territorios donde no era suficiente atender a las exigencias de la industria, coma sucedia en Ponce, donde uno de los mas ricos hacendados me habia pedido permiso para introducir 500 6 1000 chinos, y porque consentida la inmigraci6n de asiaticos seria un beneficio para la agricultura». 1 . Por lo que dice Norzagaray en cuanto al numero de peones libres, parece entenderse que eran muchos los hombres que, por su condicion, tenian coma unico meI. Oficio de! Gobernador Fernando de Norzagaray. Puerto Rico, 19 de mayo de 1854. A. H. N., Ullramar, Legajo 5084, Exp. 49.
dio posible de vida el trabajo del campo, pero eran muy pocos los que a ello se consagraban. La realidad es que se necesitaba traer colonos extranjeros, porque la mayor parte de nuestros braceros se dedicaban al cultivo de los frutos menores, y era mas reducido el numero de los que se ocupaban en los trabajos de la cafia de azucar, y estos con jornales mayores .• Otro de los inconvenientes del obrero libre era que no trabajaba de continua, sino durante periodos cortos de tiempo, que apenas daban para suplir sus poquisimas necesidades. Indudablemente esto no s6lo perjudicaba econ6micamente al hacendado - quien luego de verse obligado a pagar salarios altos de acuerdo con su criteria, en la mayor parte de los casos ocurria que en los periodos criticos de la cosecha no encontraba jornaleros -, sino tambien al Gobierno y a·todo el pais, puesto que la exportaci6n era reducida y no podia competir comercialmente con los pueblos vecinos, donde la mano de obra era mas barata, por ser mas abundante. La situaci6n resultaba bastante diffcil, porque en aquellos mom en tos no s6lo no se importaban esclavos negros - los unicos que por SU condici6n de siervos podian resolver la carencia de mano de obra -, sino que los residentes de la Isla se iban diezmando cada vez mas, debido unas veces a enfermedades, y otras, a que se les llevaba a la isla de Cuba. Con fecha 22 de octubre de 1853, Norzagaray procura resolver este Ultimo problema, redamando por media del Presidente del Consejo de Ministros que «Se prohibiese la extraccion de esclavos para la isla de Cuba».• Confiando en que su peticion seria aprobada, en 21 de marzo del mismo afio, impidi6 la salida de esclavos para dicha Isla; lo mismo hizo al afio siguiente, 1854, en 25 de abril, al negarse a que don Antonio Jose Mederoz, vecino de la Habana, embarcara todos los esclavos de una hacienda, buscando de ese modo que, a falta de medias para acrecentar el numero de trabajadores, al menos no disminuyese. ~ 2. Ibid. 3. Ibid. 4. Ibid.
41
A partir de 1854 y hasta 1856, lo que habia sido una insinuacion mas que una pretension, va a formalizarse, y asi van sucediendose de modo ininterrumpido una serie de instancias peticionarias de sefiores particulares al Gobernador Superior, y de informes de este al Gobierno metropolitano, sabre la urgencia que habia en Puerto Rico de braceros y lo 'conveniente que seria traer coolies asiaticos para suplir esta insuficiencia. Conviene destacar la realidad historica de que en todas las solicitudes hechas durante dicho periodo, se hada constar que las emigrados fuesen coolies, es decir, trabajadores del campo, y no simplemente chinos, pues las que se trajeron coma tales a la isla de Cuba no dieron buenos resultados, probablemente, par no estar acostumbrados a esta clase de labor. Comienza esta serie de peticiones con la de un comerciante de la Habana, don Carlos Jimenez, quien en representacion de don Jose Matia, del Comercio de Cadiz, y coma socio principal de la casa espafiola de las sefiores Matia, Menchacatorra y Cia., de Manila, dirigio una instancia, el 2 de marzo de 1854, al Presidente del Consejo de Ministros, en la que pedia que se le encomendara la importacion de coolies asiaticos en la Isla, par considerarse el mas indicado para ello, puesto que «SU casa habia sido la primera que par media de las sefiores Julueta y Cia., de Landres, introdujo en la isla de Cuba las colonos asiaticos en virtud de contrato celebrado con aquella Junta de Fomento». Para apoyar su pretension argumenta, aparte las buenos frutos que produjo en Cuba y la necesidad tan grande que hay en Puerto Rico de mano de obra, una razon poderosisima: tiene «casa establecida en Emuy (Amoy), puerto de China, el mas adecuado para estas emigraciones par la indole especial de las habitantes de aquella parte del Imperio. Chino»,• asi coma buques apropiados de alto po rte. Finalmente, sefiala la conveniencia de traer a Puerto Rico «Seis mil colonos asiaticos del Imperio Chino, utiles para la agricultura», • comprometiendose a llevarlos en el plaza «de tres monzones, hacienda las contratos oportunos con las hacendados de aquella Isla, para su colocacion, en las terminos generales con que se han introducido en la isla de Cuba». 7 Esta instancia de introduccion, con arreglo a las disposiciones autorizadas par Real Decreto de 22 de marzo de 1854 para Cuba, se hizo oficial en 4 de noviembre, y el 12 de diciembre la Reina contesta haciendolo extensivo a Puerto Rico. Con fecha 15 de marzo de 1854, la Direccion General de Ultramar resuelve que puede trasladarse al Gobernador General de Puerto Rico la peticion de don Carlos Jimenez, con el fin de que informara acerca de la situacion y sugiriera la mejor soluci6n. El 1 de abril se efectu6 la devolucion de esta solicitud a la que Norzagaray respondi6, con fecha 19 de mayo, manifestando que reconocidas las circunstancias en que se encontraba Puerto Rico, sin mano de obra, juzgaba muy acertada la peticion de don Carlos Jimenez. Como la Direccion General de Ultramar hubiese declarado que nunca ha5. Instancia de don Carlos Jimenez. Puerto Rico, 2 de marzo de 1854. A. H. N., Ultramar, Legajo 5084, Exp. 49. 6. Ibid. 7. Ibid.
42
bia vista con buenos ojos la admision en la Isla de coolies chinos, Norzagaray hace mencion en su carta de otra que escribio en 21 de diciembre de 1852, donde destacaba la conveniencia de que trajeran jornaleros asiaticos. Al igual que todo lo referente a Indias, las tramites seguidos para resolver tan acuciante problema llevaron mucho tiempo, tiempo precioso para Puerto Rico, sabre todo en aquellos momentos en las que tanto urgia una decision inmediata. No quiere esto decir que el Gobierno espafiol lo descuidara) que en ninguna ocasi6n hizo, sino al contrario, pues aunque eran multiples las asuntos que habia de solucionar, las atendio desinteresadamente, debiendose tan largas gestiones en parte a las numerosos asuntos y principalmente a la distancia y a la falta de interes de muchos de las Gobernadores. En 1855 1m nuevo factor, el c61era morbo, agravo mas la situacion. Aparecio primeramente en Naguabo, extendiendose par Juncos, Caguas, zona de Aibonito y Adjuntas hasta hacerse general en Puerto Rico. El numero de victimas fue alrededor de unos 30,000, de entre las cuales fueron muchas las bajas entre las negros. Con motivo de las estragos del c61era, en 1856 se tomo una serie de determinaciones que paredan ser definitivas para la admision de campesinos asiaticos en Puerto Rico. En 1 de marzo se reunia en San Juan de Puerto Rico, en el palacio de la Fortaleza y bajo la presidencia del Gobernador General, don Jose Lemery e Ibarrola, la Junta Superior de Autoridades, compuesta de las sefiores don Antonio Vega de Seoane, Regente de la Real ·Audiencia; don Antonio de la Escosura y Hevia, Intendente de Ejercito y Real Hacienda; Brigadioc Comandante de Marina don Jose Llobregat, y el Dean de la Santa Iglesia Catedral, don Jeronimo Mariano Usera, Gobernador del Obispado. Esta Junta, despues de leido el Real Decreto de 12 de diciembre de 1854, acordaba par unanimidad lo beneficioso y eficaz que seria esta introduccion, disponiendo que se hiciese vigente, «previniendo que las colonos' que se introduzcan en la Isla ban de ser coolies y de ningiln modo chinos de las importados en la isla de Cuba, par la poca utilidad que ban prestado a la agricultura». • Nuevamente esta Junta vuelve a reunirse en 11 de abril, con el proposito de fijar las normas a seguir para Uevar a efecto la introduccion de las colonos asiaticos. • Estas normas estaban basadas en el Real Decreto de 12 de diciembre, y fueron publicadas el 8 de mayo en el peri6dico oficial, La Gaceta de Puerto Rico, dirigidas a su Majestad la Reina. La publicidad de estos articulos en La Gaceta del Gobierno iba precedida de las siguientes prevenciones : «l. 8 , que la introduccion de colonos sea y se entienda par ahora o coma par via de ensayo, de solo tres mil, que seran precisamente coolies y de ningiln modo chinos; 2.", que las que deseen tomar parte en estas expediciones aoudan a este Superior Gobierno y Capitanfa ' 8. Copia del acta de la reunion de la Junta ridades. Puerto Rico, 1 de marzo de 1856. A. Legajo 5084, Exp. 49. 9. Copia del acta de la reunion de la Junta ridades. Puerto Rico, 11 de abril de 1856. A. Legajo 5084, Exp. 49.
Superior de AutoH. N., Ultramar, Superior de AutoH. N., Ultramar,
solicitando el competente permiso siguiendo los requisitos del Real Decreto de 12 de diciembre; 3.a, que obtenidos que sean los correspondientes permisos, queden los concesionarios en la obligaci6n de cumplir bien y lielmente las condiciones que se le impongan; en la inteligencia de que si faltase a alguna o algunas de ellas sufriran los perjuicios que son consiguientes, sin que por ningun pretexto tengan derecho a reclamaciones, que no les seran admitidas; y 4.8 , que el plazo de dos afios, que S. M. concede para la introducci6n, principiara a correr desde el dia en que se haga la primera concesi6nÂť. 10 - Con fecha 26 de abril, el Gobernador de Puerto Rico, don Jose Lemery, remite al Ministro de Estado copia de los acuerdos tomados por la Junta en estas dos reuniones, para que conceda su aprobaci6n e influya sobre la Reina con el mismo prop6si to. . Lemery hace constar que los 3,000 braceros asiaticos seran destinados principalmente a los lugares mas afectados por el colera morbo. Finalmente, lo que parecia ser ya una realidad no pas6 de ser una quimera. En 21 de junio los sefiores de Castro Lindegreen y Cia., Camacho de Castro y Cia. y Luis Mariani y Cia., envian una instancia al Gobierno de Puerto Rico en la que le pedian la rescisi6n del contrato de 7 de mayo, por el cual se les conferia privilegio exclusivo para la introducci6n de jornaleros asiaticos en la Isla. La raz6n para ello era que los gobiernos de Inglaterra y Francia, de los cuales dependian aquellos paises, se oponian a la extracci6n de estos colonos para un pais donde todavia existia la esdavitud. Alegaban que bajo la aparente importaci6n de emigrantes libres mas bien se ocultaba la idea de trata de esclavos. Nada era tan contrario a la verdad como esta supuesta trata, ya que de la lectura de las normas acordadas por la Junta Superior de Autoridades para esta admisi6n, se desprende que no serian esclavizados, sino que libremente suscribirian un contrato merced al cual se comprometian a trabajar durante un cierto periodo de tiempo, recibiendo a cambio un salario y siendo ademas atendidas sus necesidades materiales - serian socorridos en las enfermedades, vestidos y alimentados - y las espirituales. Mas nos inclinamos a creer que fueron rencillas politicas y razones de indole econ6mica, antes que morales, las que movieron a Inglaterra y Francia a impedir este intento de dotar a Puerto Rico de nuevos labriegos, porque al resulgir en su economia podia perjudicar los intereses de estos paises. De todas maneras, hemos de alegrarnos de que la cuesti6n terminara por resolverse en esta forma, ya que el reglamento mostraba visiblemente dos peligros que hubieran podido causar desagradables situaciones. El primero era las injusticias susceptibles de producirse con estos obreros, ya que, si bien el reglamento disponia muy claramente que contratarian libremente, se les pagaria lo convenido y trabajarian con quien lo deseasen, tambien establecia una lista de restricciones para la libertad de estas personas y, sobre todo, se reflejaba .en la mayoria de los articulos una marcada desconfian10. Copia del acta de la reunion de Ia Junta Superior de Autoridades. Puerto Rico, 11 de abril de 1856. A. H. N., Ultramar, _Legajo 5084, Exp. 49.
za. El segundo peligro habria de sufrirlo la economia de la Isla, que diffcilmente podria sacar ventaja del trabajo forzado de unos individuos que no amaban esta tierra y que estaban sujetos a una serie de normas en los que continuamente se insistia en el temor a su mal comportamiento y al incumplimiento de los contratos. Es probable que estas consideraciones que hoy hacemos, con fines de objetividad al percatarnos del tono restrictivo y negativo de la mayoria de los articulos, no se las planteasen los respectivos representantes del gobierno frances e ingles, pero su oposici6n fue la causa decisiva de que el proyecto no prosperara. Esta oposici6n, sumada a la que en el mismo Puerto Rico le hicieran don Esteban Fuerte, don Benito Vinar¡ dell y don Jose Julian Acosta, por motivos de indole demografica, hizo que definitivamente se abandonase este proyecto. 11 Debido a este fracaso y dada la perentoria necesidad que habia en la Isla de braceros, fue por lo que los mismos empresarios pidieron al Gobierno de Puerto Rico que se les concediera, en calidad de privilegio, la introducci6n del mismo numero de colonos libres africanos, en condiciones analogas a las que se habian estipulado para los asiaticos, salvo que los contratos durarian diez afios por raz6n de que estos inmigrantes eran menos habilidosos que los otros, recalcando que serian hombres libres que voluntariamente quisiesen ir y que por lo tanto, en modo alguno, se podrian herir los sentimientos de aquellas naciones que rechazaban la esclavitud. 12 El modelo de estos contratos a que hacemos menci6n entre el colono y el hacendado, fue redactado en 21 de julio de 1856, a la par que otro del hacendado con el empresario. '" Esta petici6n de traer africanos, por parte de los concesionarios de la importaci6n de coolie~. present6 una nueva soluci6n que fue del agrado del Gobierno de Puerto Rico, que, siguiendo los tramites reglamentarios, remiti6 dicha instancia al Ministerio de Ultramar para que, anticipada su aprobaci6n, se hiciese llegar a la Reina. En un principio la opinion de dicho Ministerio a esta nueva soluci6n fue favorable, pero con fecha 19 de septiembre participa que juzga conveniente trasladar la solicitud al Ministro de Estado para que como encargado de las relaciones con las demas naciones, se informe, antes de conducirse a Puerto Rico los jornaleros africanos, de si era real o no la oposici6n inglesa y francesa de que se llevasen campesinos asiaticos, y de la posici6n que deberia adoptar Espafia ante esta prohibici6n en caso de que fuera cierta. Previas las informaciones pertinentes, el Ministro de Estado confirma, en dos comunicados de fecha 4 y 13 de octubre, que efectivamente los gobiernos frances e
11. Lidio Cruz Monclova, Historia de Puerto Rico (siglo XIX), tomo I (1808-1868), Editorial de Ia Universidad de Puerto Rico, 1952, p. 450. 12. Instancia de Ios seil.ores de Castro Lindegreen y Cla . Puerto Rico, 21 de julio de 1856. A.H. N., Ultramar, Legajo 5084, Exp. 49. Direcci6n General de Ultramar, nota No. 6, del 29 de julio de 1856. A. H. N., Ultramar, Legajo 5084, Exp. 49. 13. Modelo de las contratas entre Ios empresarios y particulares y Modelo de contrata entre el particular y el colono. Puerto Rico, 21 de julio de 1856. A.H. N., Ultramar, Legajo 5084, Exp. 49.
43
ingles objetaban a la introducci6n en Puerto Rico de coolie$, por temor de que la condici6n en que iban a quedar estos nuevos colonos no se diferenciara en nada de la esclavitud, aunque hace constar en su oficio que cree que ellos se opusiesen por razones de indole politica. En contestaci6n a la posible actitud de la propia Espana, manifiesta que de proponerse dicha colonizaci6n, no habria dificultades, ya que el Gobierno de Su Majestad sostendria en todo momenta sus derechos contra las ingerencias de Gra:p. Bretana. Con respecto a la inmigraci6n de africanos, declaraba que si bien no ve:ia mal la proposici6n de traer negros libres estimaba, no obstante, que esta medida no seria provechosa a los intereses de la Isla, puesto que los nuevos colonos llevarian, merced a la propaganda antiesclavista inglesa, ideas emancipadoras que promoverian disturbios entre los esclavos todavi'.a existentes en Puerto Rico, redundando todo esto en perjuicio de la Colonia. a
En la misma respuesta alega que no se pueden equiparar ambos colonos, pues el asiatico, aparte de ser sumiso - de una mansedumbre que se transmite de generaci6n en generaci6n - es mucho mas inteligente, y por tanto su rendimiento bastante mayor, poniendo como testimonio el ejemplo de los que hab:ia en Cuba y del buen resultado que alli daban. 16 Termina «prohibiendo» 1 " el permiso para importar colonos negros en la Isla, expresando que la inmigraci6n deberia hacerse de colonos asiaticos. 17 Vemos pues que durante un largo periodo de diez anos (1846-1856) en vano se intent6 resolver el problema bracero de Puerto Rico por media de inmigrantes asiaticos, pues aunque el Ministro de Estado no encontraba impedimenta alguno a pesar de la disconformidad de Francia e Inglaterra, en la Isla, como ya hemos senalado, surgi6 un grupo de senores que se opusieron a la introducci6n de coolies, alegando razones de cacicter demografico. Las hubiera o no, el caso fue que el problema qued6 sin soluci6n.
----- -
- :;,. --
·~
14. Direcci6n General de Ultramar otorgando un privilegio para la introducci6n de 3.000 colonos coolies. Madrid, 19 de septiembre de 1856. A. H. N., Ultramar, Legajo 5084, Exp. 49.
44
15. Oficio de! Ministro de Estado al de Fomento de Ultramar. Madrid, 4 y 13 de octubre de 1856. A. H. N., Ultramar, Le· gajo 5084, Exp. 49. 16. Ibid. 17. Ibid,
De Iheroamerica Por
L
A LABOR QUE LA PROFESORA PUERTORRIQUENA CONCHA ME¡
lendez ha realizado en el campo de las letras hispano-americanas, y en la propia literatura de su tierra natal, es extraordinaria por 'ill persistencia, calidad y perspicacia critica. Todos sus libros ofrecen siempre un analisis lucido y precu;o de la obra o autor estudiados y un conjunto de atisbos para el mejor entendimiento de nuestra cultura. Tales rasgos los observamos partic;ularmente en las dos obras de la profesora Melendez que tenemos ante la vista: Galeria Puertorriquefia esta formada por los articulos sobre tipos y costumbres de la isla por Manuel Fernandez Juncos, con una introducci6n .de Concha Melende~. Figuracion de Puerto Rico y otros estudios com- . prende veintid6s ensayos dedicados a escritoi:es puertorriquefios e hispanoamericanos. Ambos ; libros fueron editados por el Instituto de Cultura Puertorriquefia. En la introducci6n a la Galeria Puertorriquefia, hace Concha Melendez un cabal examen del genero costumbrista en nuestras letras, haciendo generosa menci6n de nuestro estudio sobre los costumbristas cubanos. Hace despues la histotj.a del genero en Puerto Rico, mostrando con cuidado los tipos, costumbres y tradidones que Fernandez Juncos llev6 con certeza a sus articulos. Los tipos vuelvense caracteres, y en estas paginas esta el material vivo de todas ias circunstancias puertorriquefias. Panorama mas amplio cubre Figuracion de Puerto Rico. Leemos alli sobre los maestros de ayer - y aun un clasico como Alonso Ramirez - y las noticias claras sobre la actual literatura puertorriquefia representada por Laguerre, Diaz Alfaro y Rene Marques, en la narrativa, y por Hernandez AqtJino en la lirica. Mucho interes tienen para los cubanos estos trabajos, ya que muestran el nivel de calidad que los autores mas j6venes de la isla hermana ban alcanzado. Mayor extension poseen otros ¡ensayos sobre escritores de todo el ~ontinente. Algunos ostentan el perfil cabal de un estudio definitivo. Tal el que dedica al Arte de Jorge Isaacs ~n Maria o a Jose Asunci6n Silva
SALVADOR BUENO
o a Gonzalez Prada. Calado muy profundo obtiene su examen de la labor narrativa de Alfonso Reyes y i;us observaciones sobre la poe_sia de Gabriela Mistr~l y El
crecer de la poesf.a de Marti. Todos convergen en esa categ6ria de finisima apreciaci6n que conquistan los estudios literarios de Concha Melendez.. 45
REST AURACION DE MONUMENTOS HISTORICOS
Las ruinas de Caparra
En el afio 1937 se descubrieron, al sur de la bahia de San Juan, junto a la carretera que comunica la capital con Bayamon, unas ruinas que nuestros historiadores identificaron con los restos de la casa fuerte construida por el conquistador Juan Ponce de Leon en Caparra, primera poblacion cristiana establecida en Puerto Rico en 1508 y asiento original de la ciudad de San Juan. El historiador don Adolfo de Hostos llevo a cabo en el lugar excavaciones arqueologicas que pusieron al descubierto los cimientos de la estructura e hicieron posible el hallazgo de diferentes objetos usados por los conquistadores. Aunque siempre existio el prop6sito
46
de convertir el lugar en un parque historico, nada se hizo sobre el particular hasta el afio pasado, en que el Instituto de Cultura Puertorriquefia se hizo cargo de las ruinas y reanudo los trabajos de excavaci6n y conservacion de las mismas. Los cimientos de las ruinas han sido consolidados para asegurarlos contra las inclemencias del tiempo. Junto a los muros se han construido caminos pavimentados de ladrillo, y alrededor de las ruinas se esta preparando un jardin. A la entrada del parque, en el cancel de hierro, aparece el escudo en bronce de Juan Pon.ce de Leon.
En el futuro se espera construir, junto a las ruinas, un pabell6n donde se mantendra abierto al publico una exposici6n de las piezas de ceramica, cristal . y metal descubiertas en el curso de las excavaciones practicadas en el lugar, asi como de otros objetos ilustrativos
del proceso de la conquista y colonizaci6n de Puerto Rico. En el parque tambien se erigira un monumento conmemorativo de la colonizaci6n cristiana de la Isla, cuyo 450 aniversario celebr6se en 1958.
II
47
Museo R9dante
El 17 de julio de 1959 se inaugur6 en Barranquitas, simultaneamente con la E~posici6n conmemorativa de Luis Munoz Rivera, el Museo Rodante del Instituto de Cultura Puertorriquena. La Exposici6n comprende cartas, fotografias, peri6dicos, libros y otros objetos relaeionados con la vida y obra del ilustre puertorriqueno cuyo centenario celebra Puerto Rico. El Museo Rodante consta de un tractor y un camion de arrastre especialmente disenado por el arquitecto frances Abraham Beer. Su techo, piso y paredes se expanden telesc6picamente, produciendo una sala de ex. posiciones amplia y lib re. de tabiques interiores. Esta unidad m6vil, adquirida por el Instituto de Cultura en Francia, habia sido originalmente usada por la Oficina de Informaci6n de Estados Unidos en Europa, que la construy6 al costo de $ 60,000.00.
El Museo en la plaza de! pueblo
48
I
Desde el 17 de julio pasado hasta el 31 de marzo de 1960, el Museo Rodante habia recorrido mas de cincuenta pueblos de Puerto Rico con la Exposici6n de Munoz Rivera; calculandose en 300,000 el numero de sus visitantes hasta esa fecha. Una vez que el Museo haya terminado su recorrido por la Isla, se montara en el otra exposici6n ilustrativa de la historia cultural de Puerto Rico.
Llegada del Museo Rodante a una urbanizaci6n Publica
Museo Rodante. - Aspecto de Ia expos1c10n sobre la vida y obra de Luis Munoz Rivera
49
Exposici6n de Julio Rosado del Valle
El dia 4 de diciembre se inauguro, en la sala principal del Instituto de Cultura Puertorriquefia, una exposici6n del artista puertorriquefio Julio Rosado del Valle. Rosado del Valle nacio en Catano hace 37 afios. Se inici6 en la pintura en Puerto Rico bajo la direcci6n ' del pintor espafiol Cristobal Ruiz. Becado por el Gobierno de Puerto Rico, estudi6 luego arte en Florencia, Paris y Nueva York. En esta ultima ciudad tuvo por ma~stro al cubano Mario Carreno. De regreso a Puerto
Gabriel. - Dibujo a pluma
'Caballero" de las fiestas de Santiago Apostol. -
50
Dibujo
Aspecto de la exposici6n. A la derecha Jos retratos de Jos patriotas JoscS de Diego y Luis Mufi.oz Rivera
Q
\
Rico trabaj6 durante algun tiempo ilustrando libros y disefiando carteles en la Secci6n de Artes Graficas de la Divisi6n de Educaci6n de la Comunidad, organismo dependiente de la Divisi6n de Educaci6n de la Comunidad, organismo dependien te de la Secretaria de Instrucci6n Publica. Desde 1955 ocupa el cargo de artista adscrito al Consejo Superior de Ensefianza. El afio 1957-1958 lo pas6 en Nueva York, esta vez becado por la Fundaci6n Guggenheim. Rosado del Valle ha expuesto en la Universidad de Puerto Rico, en el Ateneo Puertorriquefio, en varias exposiciones colectivas celebradas en su patria, en el Museo Riverside de Nueva York, Museo de Houston (Tejas), y en el Museo de Bellas Artes de Mexico. Es autor del mural ÂŤVejigantesÂť que decora uno de los salones del Hotel Caribe Hilton, en San Juan. La presente exposici6n comprende 51 obras (oleos y dibujos), realizadas en los ultimos dos afios. Revelan que el artista se mueve cada vez mas hacia la pintura abstracta, aunque lo figurativo es evocado en su obra, especialmente en sus dibujos.
I
Pajaros I. - Oleo
51
-
â&#x20AC;˘
5.000 eje'f, - Dep6sito Legal B. 3343:1959 '-.. JPrinted in Spain.'
Jill