dd nández2 Juncos" La
E 0 Sociedad. de los Labros, por"S ame Smiles" ralist horte-americano) de
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de
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pa -
Estudio. sobre la Historia de la. Critica Lieraria, bo Lo
Alberto Regúlez, Director del Instituto. de
E
e
Za Ciencia del Lenguaje, por En vique Alvarez Pe-
o
za e
E o
«
bh
rez, Catedrático del Instituto.
$
EL CAMPESINO PUERTORRIQUEÑO.* !
SUS CONDICIONES | ' _ FÍSICAS, INTELECTUALES y MORALES, CAUSAS QUE LAS DETERMINAN Y MEDIOS PARA MEJORARLAS. * (CONTINUACIÓN).
. » CONDICIONES
FÍSICAS. |
»
Pueblan.los campos de “esta Isla, según hemos dicho antes, hombres blancos, NEgros y -»€xtremas que constituyen grupos bien mestizos, razas caracterizados físicamente, y los productos del cruzam iento, agrupación en que la uniformidad de caractére s NO es tan constante, ya por
el variable predominio de uno de los dos originarios sobre el otro, ya á causa mestizos entre sí y con indivíduos de de los las razas proceden. Así, para evitar las confusiones
elementos enlaces de de donde á que pu-.
diera dar lugar la variedad de tipo s étnicos que hay que considerar en esta parte de nuestro estudio, he-. mos decidido, al tratar de cada uno de los caractéres físicos,
señalar
a
*
Esta
sólamente
las
diferencias primordiales
obra obtuvo el primer premio de la sección de Ciencias Morales último Certámen del Ateneo Puer en el iqueño, á propuesta del J urado de ción de Escritores y Artistas,de torr lá AsociaMadrid, poa, :
74
|
REVISTA PUERTORRIQUEÑA. z
|
á que dan lugar: las razas; y 4 fin de llevar un órden claro en la exposición, siguiendo á distinguidos
antropólogos,
vamos
á
ocuparnos
de
los
caractéres'
exteriores, anatómicos, fisiológicos y patológicos... Creemos que hasta hóy no se ha publicado obra alguna en que se estudie al actual habitante de Puerto. Rico. Si existe algo relativo á antropología: puerto-
rriqueña lo desconocemos; . por tanto, como: no hemós podido hacer “algunas. consultas que nos habrían sido
de gran utilidad, hemos tenido que limitarnos tras apreciaciones, más ó ménos defectuosas,
á nuesy á de-
ducir de generalidades y de estudios verificados én Zonas parecidas á la nuestra, analogías con que suplir la falta de un estudio especial que no podíamos hacer, entre otras razones, porque tan sólo para acopiar maá-
teriaa les—aún
habiéndonos
limitado
anatómicos que ofrece nuestro
mos invertir algunos años. Hecha esta aclaración teria. : CARACTÉRES
-
Talla.—La talla, como
elementos
demográficos
los
caracE téres
abordar
A la ma"]
Littré, es uno
de los
vamos
á
EXTERIORES.
dice mejor
su fácil determinación y de
4
campesino—necesitarid-
conocidos,
las exigencias
á causa de las
de
quin-
tas. En Puerto Rico, en donde no existe el reclutámiento, hay que acudir al recuerdo histórico de lás milicias disciplinadas para apreciar este dato, y eso tan
sólo por lo que respecta al campesino blanco, único obligado al servicio militar cuando existía éste. Desde luego diremos que la talla media de nues-.
tro jíbaro
no parece
media universal,
que
deba ser
que ha sido por cierto considerada
trefages;
muy inferior
provisionalmente aceptada de
excesiva
á la.
12 635,
por Qua-
pues todos los informes que hemos podido ro-
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! 1 |
4
EL CAMPESINO PUERTORRIQUEÑO.
O
coger están contestes en que no era una de las causas más frecuentes de quedar libre del servicio de las armas la falta de estatura; y siendo. así que la talla que se exijía al miliciano era de 1% 596, la misma que parael ejército metropolitano, claro es que si no hubo necesidad de disminuirla era porque con facilidad se cubría el contingente exigido por las quintas. Aparte de esta consideración, lo que por punto general podemos apreciar á simple vista, es que entre los jíbaros, ya «pertenezcan áuna ó á otra raza, no
predominan
las tallas rechonchas,
estaturas medianas;
abundan
sino más bien las -
personas
altas y no fal-
tan hombres pequeños, pero no es lo común. Aquí,
como
en
todas
partes,
la
mujer
es
más
pequeña que el hombre. Este” hecho, resultado de las mediciones practicadas hasta hoy, se confirma en el grupo rural borincano. Á nosotros nos ha parecido, por lo que respecta al sexo femenino, que el número de campesinas de corta estatura es más considerable que el de campesinos; principalmente entre las blancas y las que por su color recuerdan al indio, se encuentran muchas mujeres pequeñas. _ Proporción del cuerpo y de los miembros.—La proporcionalidad y la simetría en la estructura general del cuerpo es un carácter de los hombres pertenecientes á la especie mediterránea: El jíbaro puertorriqueño no
es
por
lo común
defectuoso;
no
obstante,
hemos creido advertir que tanto las extremidades superiores como las inferiores tienden 4 adquirir mayor
largura que la
debida.
|
En los negros adviértese la mayor longitud de los brazos, propia de la raza. Por lo que se refiere á las mujeres del campo, no
hemos
comprobado
entre el cuerpo
y
que exista falta de
proporción
las extremidades: por el contrario,
la jíbara es bien formada, y hasta podría llamársela. ex
belta, á no ser por su desgarbo en el andar,
SE
AN
A
76
!
nicas;
Las La
REVISTA PUERTORRIQUEÑA,
mestizas
ostentan
generalidad
de
proporciones
muy
casi todas son bien formadas.
las negras
armó:p
no
se distingue
por este concepto. Coloración.—Si entre indivíduos pertenecientes 4 una misma especie el color no es constante y varía ,
como sucede con la raza llamada caucásica, desde el blanco rosa más puro, hasta el moreno más Oscuro, con mucha más razón encontraremos estos distintos tonos
de coloración entre
como
los
mestizos.
campesinos
puertorriqueños,
Y asíes
de tan distintas razas
principalmente
entre
los
en efecto; existe la variedad más
abigarrada en lo que se refiere al color. . Entre los - blancos predomina el color oscuro, propio del habitante de las zonas cálidas. -
Como casi todos
los Jíbaros
están
anémicos, por
excepción se ven algunos de temperamento sanguíneo;
y claro es que el color rosa 6 rojo vivo es raro; el color blanco en ellos es mate, amarillo 6 amarillo ver-
doso,
principalmente en los cloróticos y anémicos.
A los negros y mestizos que están enfermos
advierte un color cenizoso.
En las mujeres se observa con
manchado ó con pecas.
se les
po
frecuencia el cútis a
Asímismo es variadísimo el color: de los ojos. Hay campesinos de ojos azules y pardos; pero ordina-
riamente tienen los ojos negros.
Piel y principales anexos.—La acción del calor
|
de-
termina en la piel una sobre actividad funcional notable, especialmente en la perspiración; de aquí que los habitantes de clímas cálidos tengan por lo comúnila . piel blanda y húmeda. Po En ciertas razas, y especialmente en la negra, la piel suave y como satinada
suavidad de cútis de los harenes.
las :
es más
negras
espesa.
es muy e
La
Ocurre la pregunta de si el campesino
frescura y
estimada en p
de orígen
EL CAMPESINO PUERTORRIQUEÑO.
europeo, al ser sometido
sufrido la trasformación
¿la
>
acción de
orgánica
este clima, ha
de que
acabamos de
hablar, y desde luego la buena lógica hace esperar una contestación afirmativa, siquiera aceptemos que cambio no haya adquirido un grado de desarrollo
Si respecto del desarrollo
| ceas no decimos lo
p.
|
grande como en el negro.
mismo,
ese tas -
de las
glándulas
es porque
no
sebá-
se advierte,
entre los jíbaros blancos, el olor desagradable que se. percibe en los negros y en. múchos mulatos, olor que se ha explicado por el predominiode esa clase de
glándulas, debido al excesivo
aflujo de sangre á la su-
perficie cutánea,
Vellosidades.—Los campesinos son bien barbados, especialmente los blancos; entre los mestizos y negros se encuentra mayor número de lampiños. | El
pelo de la
cabeza
en ellos
es
abundante,
va-
riando, como es de suponer, desde el que no se riza nunca, hasta el que se ostenta fuertemente encrespado, propio del hombre africano. ¿ae El color del pelo
también
varía;
pero domina
el
negro; hemos encontrado ejemplares de pelo rojo y no. pocos de pelo rubio. |
Cráneo y cara.—El cráneo del jíbaro no ofréce de- formidad alguna. La cara presenta rasgos agradables;
los ojos son grandes, vivos y «están horizontalmente situados; por rareza se encuentran ojos oblícuos como los de los chinos; la nariz es bien formada y la boca pe queña.
Entre las mujeres estos
rasgos
sobre todo la, ' hermosura | delicadeza; 29 ( ¡gros es común entre ellas.
Estos rasgos
fisonómicos
sino descendiente de
africanos,
adquieren
cambian en el
de
los
mayor ojos ne)
en el campe-
cual la nariz es
ancha y los labios son “gruesos deformando la boca, grande por lo general. E | Entre-los mestizos se encuentran personas no exen-
Eb
AÑ
»3,
REVISTA PUERTORRIQUEÑA,
tas de hermosura, máxime cuando en ellas pre dom el elemento caucásico; sobre todo entre las mujeina res las hay bellas, pero por lo general la nariz y la boca q elemento africano se trasmiten al mestizo. con sus ormas características afeándo las facciones. * Tronco y miembros.—La belleza del cuerpo
pende, como es sabido,
de la diferencia
del
| de¿ ñ
diám
etro entreel pecho, la cintura y la pelvis, diferenc ia que no falta en el campesino puertorriqueño, alejándo le por este detalle de muchos indivíduos de las razas amar illa
y americana que no tienen cintura.
La circunferencia del
torax nos demuestra
que
, tampoco se encuentra entre ellas.
'
hp.
el campesino tiene el pecho desarrollado: en todos not amos amplitud torácica suficiente cuando no están enfe rmos. En la mujer el pecho está ménos desarrollado; punto general no ha adquirido la amplitud debida, por La esteotopigia que da carácter á la Vénus tote no se observa en las campesinas blan Hotencas: no . puede decirse que en este particular ocurra en Puer Rico lo que según Livingstone comienza 4 mani totarse entre ciertas mujeres Botérs, á pesar de' pert fes- enecer á la raza blanca pura. El delantar que con la este atopigia son dos particularidades propios de las Hotent otes y. Boschinianas Entre
las mestizas
abultamiento.
excesivo
existen
casos,
de
caderas;
las
. Muy notable en casi todas las negras - en las africanas
puras.
aunque
y
raros,
de
protuberancia
especialmente SS
- Por lo que respecta al hombre blanco puede e asegurarse que el abultamiento de las nalgas es: mucho menor en el criollo que en el europeo.
:
Ha sido señalado como carácter propio de la raza negra el tener la pantorrilla alta y poco desa rrollada, pero esto no debe ser un signo de exacta fijez a y exclusivo, porque entre personas de raza: blanca, . prin cipalmente en Puerto Rico, es frecuente encontrar éste carácter. | |
EL CAMPESINO PUERTORRIQUEÑO.
Las manos llosas;
anchura;
de los campesinos
los piés se desarrollan más
la planta endurecida
pg
son
anchas y ca-
en el sentido
es casi, plana,
de su
ó por lo
ménos está muy disminuida la bóveda que de ordinario presenta:
en muchos,
el dedo grande está bastante
parado de los.otros y como opuesto, á causa
de
sirven de él para varias faenas, CARACTÉRES
se-
que se
ANATÓMICOS.
Muy á la ligera tenemos que pasar por esta parte de nuestro estudio, tanto porque desgraciadamente la anatomía comparada de las razas humanas ha avanzado
poco, cuanto porqué aún conocido,
en lo que se
como es el esqueleto,
refiere á lo más
carecemos
de
coleccio-
nes que nos permitan recoger los datos oportunos. Por lo que respecta al cráneo, por
diámetros sirvieron á Retzius entre las razas
luego decir.
dolicocéfalas
añadió Broca
ejemplo,
para hacer y
la distinción*
braquicéfalas,
la mesaticéfala,
cuyos
á las
nada
Sería más que curioso averiguar cuál de estos caractéres domina entre el elemento y no porque,
como
creyera
Retzius,
que
podemos tres
rural de este “país; el
índice
cefálico
horizontal sirva para clasificar las razas humanas, puesto que este carácter coloca juntas á las razas .más distintas, sino por lo mismo que las mezclas de razas han sido
grandes en este suelo.
Pasaremos asímismo
sin
tratar del
¿ndice “cefálico
vertical, diámetros frontales, etc:, del campesino; en cuanto á las proyecciones craneanas, nos limitaremos á recordar que en la raza negra se proyecta más hacia adelante la cara que en la blanca.
El volúmen del cráneo es más pequeño 'en los negros que en los blancos; la capacidad craneana, que es menor en la mujer que en el hombre, varía en éste
an
$0
REVISTA PUERTORRIQUEÑA,
siguiendo una Porporción asce liano al europeo; conviene ten ndente desde el austra.. que no puede deducirse el gr er presente, sin embargo, ado de desarrollo inte ectual de una
las
medidas
raza, de este solo carácter; de
Morton,
que
el negro
pues resulta de
criollo del la América del Norte tiene mé nos capacidad craniana que el africano, siendo
Superior en inteligencia á su plo: genitor. po Considerada la cara por sí sol a de be ríamos ou parnos del índice facial, de los ra sg os nas ales, indice nasal, orbitario, prognatismo,
diados aún y de cuyos datos etc., caractéres no sacaríamos clas para nuestro objeto. Mencionaremos el ángulo facial ideado per y cu
poco estuconsecuen: lo por Cam-
yas variaciones son apreci ables en las
distintas
Superioridad angular una int eligencia excepcional; escasos datos que
los hemos recogido acerca de este punto en la familia jíbára borinqueña, no nos autorizan á sacar deducciones di gnas de tenerse en cuenta. Acerca de los huesos de la cabeza, nuestras ob servaciones nos permiten asegurar que existe cierto grado de dureza más considera ble. en el esqueleto de . esa región en el negro, que en el blanco; y no lo atribuimos solamente á la osific ación de los senos frontales, observada en las razas inf eriore y solidez de todos los hues s, sinoá mayor espesor os que lo forman; en las autopsias hemos comprobado con frecuencia este deLa caja osea torácica ofrece or dinariamente en el negro respecto del blanco, la dif ere ncia de ser en éste ancha y plana, mientras en aqu el es estrecha y promi. nente; en nuestras inv estigaciones
hemos encontrado que en los mestizos abunda esta forma de pecho; prin; cipalmente entre las mujere s; en no pocas blancas he
mos observado tambien esta forma de pecho. .
|
>>
gr
Aparte de las diferencias que los antropologistas han creido poder señalar en el estudio. de la pelvis,en
las
distintas
razas humanas,
como .tésis
generalse
puede afirmar que entre los campesinos no son frecuentes las deformidades pelvianas. E El mayor desarrollo que alcanza el hueso rádio, y que dá lugar al alargamiento que se observa enel
brazo del negro,
así como otros detalles relativos
al es-
queleto de los brazos, no nos ha sido posible comproba rlos suficientemente; en las extreminades inferiores hemos notado, muy á menudo, entre los campesinos, el arquea“miento de las piernas; carácter que si en antropología tiene una significación de
valor, no en todos
los casos
obedece á una conformación originaria, pues no encontramos difícil que esa curvatura sé produzca en la infancia, á causa de poner de pié á los niños ántes de que los huesos hayan adquirido solidez bastante para sostener el peso del cuerpo. i El exámen anatómico delas partes blandas nos lleva á tratrar del cerebro, y en general de todo el sistema nervioso. Lo haremos muy sucintamente, y eso tan sólo para recordar que de los “resultados generales formulados hasta hoy, se deduce que el cerebro pesa ménos
en la mujer que
enel
hombre;
que dicho
peso
varía proporcionalmente á la estatura¡a que el cere bro del blanco pesa más que el del negro, y que en los mestizos disminuyeel peso al mismo tiempo que la .
proporción de sangre blanca. Ya queda dicho que el peso del cerebro
por sí no
cen
la inteli-
significa, sin .embargo, mayor cultura intelectual; en cambio, los pliegues cerebrales, circunvoluciones, pare-
depender
gencia. Para
del
terminar
grado este
de
desarrollo
apartado
de
añadiremos
| que
el
sistema nervioso predominante en el blanco por el-cerebro, se manifiesta en el negro con mayor número de
expansiones - nerviosas,
troncos
más
gruesos y filetes
:
a
e
- ELCAMPESINO PUERTORRIQUEÑO,
be más
REVISTA PUERTORRIQUEÑA. numerosos.
Nocabe
que
hagamos aplicaciones
concretas sobre este punto. po Hemos tenido ocasión de corroborar en las autopsias que hemos verificado, las observaciones de Prunez Bey, confirmadas por Jacquart, acerca del predominio del sistema venoso sobre el arterial en el negro, y el mayor volúmen de los pulmones del blanco, compar ido con los de los descendientes de africanos. o En cuanto al hígado, por punto general le hemos encontrado siempre grande, tanto en el blanco como en el negro;
ya veremos más adelante
explica satisfactoriamente,
que este
así como
el de
hecho se
que
los es-
tómagos ofrescan á menudo afecta la mucosa. p No habiéndonos sido posible verificar más autópsias que las judiciales, estos apuntes nos resultan de-
ficientes;
la necrografía sólo tendría
utilidad
en
caso, verificándose en un gran número de cadáveres. CARACTÉRES
este *
FISIOLÓGICOS.
Está demostrado que, bajo los trópicos,el hombre
es naturalmente sóbrio y prefiere para su alimentación . las sustancias vegetales, sin que este régimen dé lugar á perturbaciones
en la salud;
pero
dentro de los límites racionales que
conviértese en ficiente.
vicio cuando
la
esto, que la
Ciencia
alimentación
Por desgracia este es el caso
es cierto
en que se
señala,
es
insu-. |
encuentra
la gran mayoría de nuestros campesinos. La alimentación que usan es tan escasa, que apénas si basta para la reparación de los gastos orgánicos á que dan lugar
los fenómenos de la vida. Cuando se recuerda que un hombre adulto gasta cada dia Az. 20 'gramos—C. 300
gramos—y
Agua
3 kilos,
chott, un trabajador
diariamente
130
necesitando,
para conservar su
gramos.
de
según salud
albuminoideos
Molesconsumir:
secos, 84
ii
i
Í 7.
A
4
a
a
EL CAMPESINO PUERTORRIQUEÑO,
8
_la ruina orgánica no
es aún
más
considerable
x
gramosde grasa, 400 gramos de hidrato de carbono, y 30 gramos de sales, cuesta trabajo comprender cómo
en el
campesino borincano, | | E - Tengamos presente las sustancias que constituyen de ordinario su alimentación: arroz, plátano—del mé nos
nutritivo «por .cierto— batatas, . ñames,
bacalao y pescado salado, —coh
estado de conservación—maíz,
- clas referidas,
cerdo, y pan
suele comer
de
*
leche,
con
que otra
o
. | |
resentirse
de una sangre pobre
á causa
de elementos
3|
E dE
Perturbada las
la
nutrición,
han
| |
de nu-
_ tritivos, y todas las funciones orgánicas han de ' influidas desfavorablemente por este concepto. ' mente
|
|
—
tación cotidiana de las clases rurales de Puerto Rico. | Como consecuencia de esta defectuosa alimenta-
la composición
,
vezcarne de
trigo, —mal preparado casi siempre,
la nutrición general ha de
A
|
.pero ni esta variante es regla general, ni basta á modificar el carácter de pobreza de que adolece la alimen-
ción
e de
orgánica
Además de las sustan-
alguna
|.
en pésimo”
escasez, y se verá claramente que la miseria tiene que ser la consecuencia de tal régimen.
El jíbaro se alimenta mal.
eS
malangas,
frecuencia
no siempre;
Le
al
|
ser
de faltár necesaria'
energías imusculares sanas,
fisiológicas, que
obligadas á producirse, lo hacen con debilidad ó .si se llenan debidamente es á beneficio de agentes, de acción
transitoria mal sana á la larga que sustituyen el defecto nutritivo.
2
|
|
pe
Como quiera que al estómago se le impone bajo un régimen pobre un trabajo muy considerable, claro es que la fatiga del órgano sobreviene y con ella la necesidad tan sentida entre los jíbaros del uso de estimu-
lantes, que á
al
cabo determinan
-en
la cavidad
esto-
macal estados patológicos de que luego hablaremos. Esto mismo,
añadido á la influencia
climatológica,
dá lugar á las irregularidades en la función intestinal, - función perezosa siempre, principalmente en las mujeres. e:
:
E *
A E
e
REVISTA PUERTORRIQUEÑA, — El hígado,
el
bazo
y el
* |
páncre
as, modifican su modode funcionar. La sangre, por su calidad, afecta frecuentemente al músculo cardia co; ésta importante víscera funciona mal, dismin uyendo tando la frecuencia de sus contracci su fuerza y aumenones, aminorándose la velocidad de
líquido vital,
la corriente
sanguínea y la presión del
E] - La función respiratoria, gracias á la gra n cantidad de aire oxijenado que respira de ordinario el campesino, se verifica bien. f Los órganos de los sentidos ho ofr ece n particularidad digna de mencionarse, Por lo que respecta á la función cer taremo s á apreciarla con Gratiolet “poebrál nos limi. r sus manifestaciones,” de las que trataremos en | lugar oportuno. | En- cuanto á función
hecho conocido que en la raza
catamenial,
siendo
1
un
de
color el flujo mens-
tanto
por la influencia del
trual se presenta más temprano, debemos añadir que entre las campesinas es siempre temprana la. época de de la aparición de aquél,
clima, cuanto por otras
causas
apuntaremos oportunamente.
del orden
moral que
l La actividad genital y la fecund idad son notables en el grupo rural; entre ellos el número de hijos llega á veces á ser considerable; la esterilidad puede ase: gurarse que es una bien rara exc epción en el campo. | La secreción láctea es
abundante
en las si bien la leche se resiente de exceso deagua.
madres,
| La duración de la vida no pod emo s fija rla; el Registro Civil, establecido hace poco más de un año, lucha aún con las dificultades de su instalación y los obs; táculos propios del esparciniiento en que viven los campesinos. En los registros parroquiales los datos
referentes
á las
edades
no
para justipreciar la vida
asegurarse, sin
regulares
O
embargo,
condiciones,
A
merecen
entera
media del campesino. que
el Jíbaro
que
llega á la vejez, y
confianza!
Puede
vive
en
es un he-:
”
la
e
actos
EL CAMPESINO PUERTORRIQUEÑO,
hecho evidente que
su ancianidad
85
es ménos -achacosa, -
más fuerte de lo que podía esperarse. Confírmase en Puerto Rico lo que ya ha sido
: sen-
tado por los antropologistas, y es que la'vida media en
todas
partes
ménos igual.
y
para
todas
las
razas
es
poco más ó
Francisco DEL VALLE ÁTILES. * (Continuará).
LA
PECADORA. (CONTINUACIÓN).
Ñ Allí se alzaba, sobre
cuatro
groseras estacas,
uño
de esos tabladillos que los campesinos de Puerto .Rico llaman barbacoas; lecho tan incómodo cómo humilde,
donde,
con entera mezcolanza
de edades y
Describamos el local, ya
que hemos
- entregarse ál descanso toda una familia. personaje.
|
dibujado el
|
Inútil descripción, ¿Quién
sexos, suéle
—puede que murmure
no ha visto un rancho en Puerto Rico?
|
alguno —
Verdad que sí; más es fácil que algunos qué creen haberlos visto, no sepan lo que en su interior encierran.
» Al contemplar,
bañas,
desde
graciosamente
lantes colinas,
bananero y
lejos,
esas
colocadas
sombreadas
de la palma
en la
por real,
O:
pintorescas falda
de
ca-.
ondu-
el lustroso follaje del
por
entre cuyo
ramaje,
balanceado constantemente por las brisas marinas, cargádas de aromáticos efluvios, penetran, como al través de entreabierta celosía morisca, los rayos de espléndida
luz solar, seducidos
por
vida y de colores, que
aquel
en que el zalr se transforma
A
cuadro,
se destaca
en
sobre
acero
exuberante
un
de:
horizonte
bruñido y las
-
|
LA PECADORA.
Vaporosas
gasas
roban
aloro,
|
3)
al carmín
y al ópalo
todos sus tintes, muchos quizá habrán sentido
todas las fibras de su corazón por aquella musa que inspiró al
admirables églogas, al contemplar piñas sicilianas desde las clásicas
lipo. Quizás sesión de
sin duda las camalturas del Pausi-
más de una imaginación
en sueños de inefable ventura, uno
en santuario
de
de
esos
sus
agitadas.
por la musa pastoril; mantuano insigne sus'
juvenil,
habrá
agrestes
arrobada
envidiado la
nidos,
ideales amores,
para
trocarlo
¡suponiendo
hasta allí no puede llegar el vértigo
po-
que :
de la pasión
des-
mundo
civi-
bordada ni las banales preocupaciones del
lizado. : ¡Oh....! ¡cómo seducen las apariencias! ¡ Cómo la poesía del sentimiento puede embellecer y desfigurar la árida prosa dela realidad....! El interior de nuestro hohío,—llamémoslo así, pues que por ese nombre se designan en Puerto Rico esas cabañas miserables, —abarcaba reducido perímetro, sin subdivisiones ni compartimentos.
comedor,
todo
se hallaba
reunido
Sala, cocina,
en
alcoba,
una sola pieza,
dentro de aquel espacio limitado y cubierto por :ram aje
seco de palma, sostenido Á su vez por endebles
varales
de mangle, atados con recios bejucos á las cuatro estacas
que formaban los
ángulos
del
recinto.
central servía para sostener el caballete
Otro madero
del cobertizo,
pendiendo de él y de uno de los ángulos, exígua y pringosa hamaca. 0 Al hablar de hamaca no se imagine algún lector, poco avisado en las cosas de nuestra. tierr a, que se trata de una de esas redes de flexibles y. delicadas mallas, entretejidas con la fibra del útil agav e americano, conocido vulgarmente con el nombre de maguey, y las que más de un adusto moralista execra como
generadoras
del
gustado sus deleites,
ocio,
sin
duda
La hamaca,
porque
no
ha
que constituía el
83
REVISTA PUERTORRIQUEÑA.
mueble principal de aquel bohío, se hallaba formad a por groseras cabullas , trenzadas - con
la paja que
envu
elve. las mazorcas del maiz, anudadas entre sí con cortezas de majagua, y á fé que, ni por su ena na extensión ni por su negativa suavidad, podía prestar
aquel utensilio
aliento á la holganza.
1
Grande debía de ser el cansancio del que, plegado sobre aquellas cuerdas, lograba dar descanso á sus fatigados miembros. | Y sin embargo,
esa grosera
hamaca
era el único signo que revelaba en aquella morada, ese instinto de comodidad innato en el hombre así salv aje como civilizado. | | Desprovisto el suelo de pavimento, mos traba por todas partes la tierra desnuda, féti da por las suciedades domésticas y. reblandecida constantemente medad de la lluvia y el rocio, que penetr por la húaban por los
claros demasido visibles del techo.
Algunos calabazos en un rincón,
dero desportillado junto
'
A
uno
al hogar,
toscos
que otro cal.
y mohosós utensilios de labranza arrinconados en un ext remo, y un arca de madera desvencijada y mugrienta taban el ajuar de aquella morada miserable. , comple= .| Pero aún nos queda algo por describir: algo que no en vano había solicitado con al penetrar en aquel sitio. y
preferencia el viajero sl
Sobre las mal unidas tablas de la barbacoa,
do por único jergon
cuerpo de una
mujer,
raida
estera
cuyas
de
formas
palma,
rígidas
cradas se dibujaban bajo los pliegues manta de indiana, descolorida por el uso. -. La muerte,
al enseñorearse de su
de
tenieñyacía el
y dema-
haraposa
víctima,
habíale impreso sus reflejos característicos, ace ntu matices terrosos la amarillenta palidez del ando con Los ojos de aquella mujer, extremadamen semblante. te destacaban el negro intenso de sus pupilas abiertos, desde el
fondo de las hundidas cuencas,
clavados
al parecer en
mo
|
1
A
reg
Pp
4
.
LA PECADORA.
LEA
lo infinito, como si el éltimo
estertor de hubiera sorprendido, tratando de vislum 'la agonía: los brar las soña.das riberas de ese edén de justicia ofrecido '¿ los desheredados de la tierra como suprema consolaci El. cabello negro, lacio, profuso y enm ón. arañado, encuadraba el rostro, bello en mejores dias, á juzgar por la cor
¡ahora por”
rección de sus principales líneas,
los
estragos de la enfermedad;
carnosos, lívidos,
contracción
entreabríanse
los labios
aún 4 impulsos
final de la catástrofe;
asiendo el ligero cobertor,
desfiguradas
una
habíale
mano
replegado
de la
crispada,
convulsivamente, dejando al descubierto el pec ho desecado, huesoso, mientras el otro brazo, ríg ida tendido, parecía querer atraerse una cria mente* extos meses que, desmuda en absoluto, dortura de cormía profundamente, . ofreciendo singular contraste junto á aquel cadáver.
Otra niña de pocos años, con la cabeza endeble cuerpecillo mal cubierto por un gui hirsutay el ñapo de sucia tela, sentada sobre el duro lecho, miraba con ojos es-
túpidos en derredor suyo, azorada por la
extraño Óó amedrentada por las ráfagas del
presencia
racanado que sacudía furiosamente la caba ña.
viento
del
hu-
e
El desconocido, levantando en alto la rud antorcha, contempló largo rato aquel cuad imentaria ro de deso-
lación.
Su mirada escrutadora,
compasiva
la vez, lo abarcó todo, sin manifestarse sor y severa á prendido por
la acción devastadora de la muerte, ni por
las taciones más horribles aún de una miseria crue manifesl. Aquella serenidad debió haberse educado en la observación frecuente de espectáculos semejantes. En la expresión de aquella fisonomía, profundamente inda gadora, no era difícil adivinar á un atleta de la ciencia, habi á luchar con la muerte junto al lecho de los enf tuado ermos ' acostumbrado á descifrar, ante el enigma de un cadáver, la intensidad del rayo misterioso que le anon adó. |
Abstraido, inmóvil, analizando los detalles 5
con-
1
90
!
REVISTA PUERTORRIQUEÑA.
l
de su práctica experi-
junto, y uniendo los recuerdos
mental á las facultades inductivas de su imaginación, trataba sin duda aquel hombre de reconstruir en $u cerebro las peripecias angustiosas del drama cuyo desenlace le arrojaba al paso
la
sintió
cuando
casualidad,
tras de sí los pasos del labriego, que de regreso de su Volviéndose ehnfaena sele acercaba sigilosamente. l tónces hácia él, preguntóle con interés: asistía á esta mujer?
Y el jíbaro, titubeando, como si no prendido bien la pregunta, respondióle: —¿Asistirla....?
lamas me daban lugar. —No
es eso.
—¿Médico....?
yo,
¡pues....!
hubiera com' mis do-
cuando
¿Qué médico curaba
ol
É
—¿Quién
E |
á la enferma?
!
Ninguno.
—Es decir que ha muerto sin auxilio alguno, $in j 4
que nadie le brindase compasivo socorro. —Remedios
ta, cuando
tuvo esa chiquita,
Sán
Por Semana
no Je han faltado.
|
quejaba Ide
como ya.se
l
un desasusilio en el pecho, la partera dijo que era viento con sangre, y le compuso una botella... —Sí;
rante;
de veneno.
Siempre
se huye de lá ciencia Pero, vamos,
charlatanismo.
la preocupación
igho-
para caer en un criminal explícame
el porqué ¡ de
' no llamar á un facultativo. A —;¡Somos tan pobres! o. La Beneficencia pública —Esa no es una razón. provee de médico y medicinas á los vecinos que care—Pero
A
o
cen de recursos. hay que ir al. pueblo,
que
está muy.
lejos
de aquí, y perder el jornal de un dia en la hacienda, que hace tanta falta para comer, y después pedirle al señor cura una papeleta, en que le diga al señor | co-' rregidor que uno es pobre. como Dios manda...
—Bueno....; ¿y qué?
de
solemnidá
que
y :
vive BP'
'
—Es que el señor cura me la hubiera negado. |
>
mM
- LA PECADORA.
—¡Hola!
EN
¿Acaso eres hombre
dentes?
>
de malos antece-,
—No, señor; yo nunca he comido con el sudor ageno, ni he vivido de hacer trampas en el juego, ni
le he
ocasionado
rencor.
Yono
trabajar usté no
dá....
daño
he
á
nadie,
hecho
en
como un negro... sabe,
pudiera
Si
ni
esa
hablar,
quiera
ni siquiera
mi
vida
otra
¡y sufrir. ...!
saber,
lo que
pobre,
que
le diría
si fuí honrado
tengo buen corazón....
Dios
Y los sollozos, ahogándole la voz,
los
recuerdos:
no
tan elocuentes,
punzadores
que
mentaban, y después de un momento
la
necesi-
con
ella y si
le
permitie-
tan ingenuo
dejóle
disi-
sin duda le
ator-
reanudó
la con-
.láa conciencia de tu
honra-
'versación.
.
—¿Cómo,
asistiéndote
dez, pudiste suponer que el párroco —Es
|
—¡Ah!
que
tenga .en el cielo,
ron proseguir. El huésped, conmovido por lenguaje par
cosa
¡Ay, don!
es
:
y por aquellas lágrimas
guardado
no la reconocería?
que yo no estaba casado por la Iylesia. Comprendo;
eres uno de tantos....
“El.
concubinato por todas partes! -¡Vicio capital! —No fué por vicio. Cocola era” mi prima hermana y necesitábamos dispensa. —¿No lo sabíais ántes de uniros? ¿Por qué no lo —tuvísteis presente, al ménos tú, evitándole á ella su desgracia? —Su desgracia no la causé yo, —¿Qué no fuiste tú? - Explícame eso, entónces.
—Sería el cuento necesita usté saberlo?
muy
largo.
Y.... ¿para | (
—¿Para qué reclamabas ayuda .hace
qué
un instante?
¿No has pedido cafidad, en nombre de Dios? —Los ricos no tienen caridá con nosotros.
—¿Y quién te ha dicho que yo lo soy....?
_Apariencias....?
Pues te engañas.
¿Las
No soy más que
y
REVISTA
PUERTORRIQUEÑA.
un obrero como tú; sólo que tintos, y en el mio hay. frutos
—-
Al
E 1 3di
cultivamos campos disque te hacen falta. . El.
médico que no has solicitado para curar 4 tu mujer, lo necesitas ahora forzosamente para atestiguar la enfermedad de que ha sido víctima; ese médico ha entrado conmigo en tu albergue. —¡¡ Cómo!
—Sí.
¿usté....?
!
Al
¿Comprendes ahora como puedo darte ayuda?
—-Perdone usté, señor dotor,
yo no sabía...
|
—En cambio, yo, sé que la consunción que ha producido la muerte de esa infeliz, no es en todos los casos, consecuencia exclusiva de la miseria.
también la sufren.
Los
ricos
principal
en la
“Y como tus palabras me hacen sos-
pechar la intervención
de
un
agente
desdicha que te aqueja, de aquí que, no por simplé curiosidad sino por deber, procure saberlo todo. ;¡Habla! Tiempo hay de sobra; ' el temporal me detendrá
aquí toda la noche, y ya que no tienes una cama pará ofrecer á mi cuerpo, prestarás á mi espíritu una nueva
enseñanza.
vo:
—¡Si usté lo manda. ...!
—No
mando;
deseo.
-|
|
Pero antes
importa retirar las niñas de ese sitio.
que
La
'
otra
cosg,
proximidad .
del cadáver les perjudica. —El caso es queno tengo donde recogerlas. El doctor revolvió la vista por la desabrigada estancia, cuyo suelo surcaban las corrientes producidas por la lluvia exterior, á que daban acceso los intersticios abiertos en el techo de ramaje por la impetuosidad del 1
viento, y,
fijándose en la reducida hamaca, la señaló
labriego con un ademán, diciéndole:
—¡ Alí!
Y desplegando el impermeable
que
el brazo, extendió un extremo sobre aquel lecho colgante, y colocadas las
una al lado de otra, arropólas con
al
A
|
conservaba en las cuerdas de dos criaturillás
el otro extremo
abrigo, imprimiendo á la hamaca ligero vaivén.
del
LA PECADORA.
9%
Recogiéndose luego sobre el arcón, dispúsose á oir el relato de su huésped, quien sentándose á su vez sobre un rollizo. fragmento de madera horadada, tosco
utensilio aplicable á la pulverización
presó en estos términos:
del café, se ex»
SALVADOR BRAU.
Ma.
(Continuará).
PE
RECUERDOS DEL ROMANTICISMO. EXTRACTADOS
DE UNA
OBRA
DE ANATOLIO
RECIENTÍSIMA,
LANGLOIS,
Contaba un dia Saint-Beuve,
cés, las dificultades
que
-+
el gran
crítico
había experimentado
emprendió su vasto monumento —Todos los instrumentos
fran-=
cuando
literario de .los Lunes. de que ahora se dis-
Cuando quería hacer el retrato de un escritor, me veía obligado á enterarme directamente. La tarea no eta siempre fácil. |
No garantizo la exactitud rigurosa de las palabra
del crítico, sino el sentido. Los que le han
sucedido,
muy llano, y aún tropezaron diametralmente opuesto; la teriales.
encontraron
el
camino:
quizás con un obstáculo gran abundancia de ma-
En la historia literaria
de nuestro siglo, éstos '
se acumulan incesantemente. Á veces nos quedamos muy sorprendidos al saber que ciertos asuntos, agotados en apariencia, son aún susceptibles de reve-
laciones inesperadas; que no se ha dicho todo sobre hombres como Víctor Hugo, Saint-Beuve, Alejandro á pesar de
las
innumerables
crónicas,
recuer-
ho
Dumas,
Wa
pone, —decía, —diccionarios, biografías, documentos de toda especie, eran entónces Muy raros, ó no existían.
IST
ES ART
RECUERDOS DEL ROMANTICISMO, dos y memorias
en que
su personalidad se encuentra
minuciosamente estudiada.
Mr. Anatolio
98
Langlois
ha
ES
publicado un
. estudio acerca del último superviviente
curioso
del Cenáculo
de
-1830, Víctor Pavíe, muerto en Agosto del año anterior. - “Víctor Pavíe, escribía Saint-Beuve en 1862, era
uno de los miembros más jóvenes y más adictos del Cenáculo; cambió, desapareció todo, y él continuaba entusiasta y exaltado siempre...... Cuando se le vé á á través del torbellino que nos ha dispersado, hay que - compararle al sacerdote que vela y que espera; es el “guardián de la capilla ardiente de nuestros recuerdos....” : | Víctor Pavíe, miéntras
del Cenáculo;
formó parte
estudió
derecho
regresó
después
se debe su: larga é
Á su alejamiento de París
vincia.
con
interesante correspondencia
en París,
á su pro-
Víctor
Hugo,
Saint-
Beuve, David y tantos otros, correspondencia que meEn parte es lo que hace recía ser publicada íntegra. | Mr. Langlois. Una de las primeras cartas que cita es de Mad,
En 1835, Víctor Pavíe anunció su matrimonio
Hugo.
Hé aquí la contestación de á sus amigos del Cenáculo. | la mujer del gran poeta: Tomamos todos parte en su sa“Querido Pavíe:
tisfación.
Felicite usted á su prometida:
nio es la cosa existe,
cuando
más
más
bella,
se ama....
»
el matrimo-
dulce y más noble que' ;
Saint-Beuve, el escultor David, Mad. Hugo y%su El hija Leopoldina, asistieron en Angers ála boda. poeta, que tenía en París un drama en ensayo, disculpó su
falta de asistencia en estos términos:
“Más que nunca quisiera abrazar Envío á momento, mi querido Pavíe. á ser su esposa, lo mejor, lo más dulce viarle: mi mujer y mi hija; mis dos usted cuánto le estimo.”
á usted en este la jóven que vá que puedo enYa ve , ángeles.
e
%6
$
REVISTA PUERTORRIQUEÑA,
Los recuerdos de la boda están consignado página bellísima. Saint-Beuve, que lucía un s en una hermos chaleco, del que estaba or gulloso, leyó un epitalam o que se ha conservado en io su volúmen de poesías. ' Ví ctor Pavíe fué hasta su
muerte, y durante
En cuanto á la enemistad del _fambién Saint-Beuve se
habla en estos términos:
“Víctor Hugo se ha
poeta
espontanea
conciliado,
|
con
y del
Pavíe,
álo
cua-'
crítico,
y le |
Conmigo está sério y realme que parece, nte incomo: _ dado, y la cosa durará; al ménos, yo no veo rec oriciliación posible, Median artículos entre nos otr os, artí. culos que es imposible anular ó retractar.” | Hé aquí cómo apreciaba Sain tBe uv e, en con fia nza y Entre sus amigos más con Dumas.
Hugo:
íntimos,
e
|
el
teatro
“Ruy Blás me parece mé dicen, porque yo no le un desastre, según he visto, ni le veré, era una puerta, que
podía
de
ser de marfil Ó de hacia el cielo ó hacia” el infier no. Hugo la ha infernal. Cuando nos la abre brusca mente, con _lentía de un artista, de un cíc lop e ó de gnomo, descubre aquel
Víctor
lo que Zrnani
o
acero,
hecho
la va-
y nos subterráneo, nosotros, que es tamos acostumbrados á esta superficie y á esta luz, no vemos más que extravagancias y oscuri dades cavernosas; es siempre el mismo, jigante y Enano, robusto y deforme, Cuasimodo y Han de Isl andia... El excelente Pavíe trató de.” conciliar el orgullo del Titán, y la susceptibilidad femenina del crítico, -
Dos veces se reanudaron y dos veces se rompieron * >
Pol
RECUERDOS DEL ROMANTICISMO,
las relaciones.
La última
E
fué 4 consecuencia de una
visita que él me exigió para, el pobre
Toto
(Francisco.
Víctor, el segundo hijo) que estaba muy enfermo. —“* Fuí á verle, —dice
Saint-Beuve—había
| mucha
gente, y tuve necesidad de mostrarme muy reservado.... La pobre niña, entónces tan encantadora, tan alegre,
Didina,
estaba
allí,
mirándome
discretamerte.
Algún tiempo después, con motivo de un regalo que yo había hecho á mi ahijada, Víctor Hugo me invitó á
comer: yo rehusé bruscamente. ...
¿Por qué había de
volver á reanudar nuestras relaciones? -. —Es horrible pensar en ello, pero más encantador,
el más
en la Academia,
el 1 5 de Marzo
puro, el
más
| es verdad. inocente
El
testigo
de aquella dicha pasada, acaba de desaparecer para siempre. Imagen fiel de la realidad: ...” Todas las líneas de puntos colocadas en la impresión de esta carta, indican probablemente rasgos demasiado acentuados de lenguaje ó revelaciones que la familia de Pavíe no ha creido conveniente publicar, : Se habrá observado también que Saint-Beuve habla de su ahijada Didé. Era la pobre Adela Hugo, la segunda hija del poeta, que sobrevivió á todos sus hermanos en Saint-Madé, en una casa de locos. Los dos enemigos se encontraron frente á frente en una circunstancia solemne; Víctor Hugo, que había negado obstinadamente su voto á Saint-Beuve, fué el encargado de contestar el discurso de recepción de éste de 1846.
EL ÁRBOL
MALDITO. |
LEYENDA
|
| |
Á MI BUEN
AMIGO RAMÓN
EL POETA VENEZOLANO LUIGUÍ
Y RIVAS.
Nada importa el lugar ni la época en que « se des-arrolla la acción de esta leyenda. Cualquier sitio' y
cualquier tiempo le cuadran
bien,
porque
en todas las
épocas y en todos los lugares hah encontrado “faltas y los remordimientos.
asilo las,
II Como las aguas dé sereno y cristalino arroyo, que se deslizan
paso,
blandamente
habíanse
sin
encontrar
escollos
á
su +
deslizado los dias infantiles de Alfredo.
Pero, al llegar al peligroso tránsito en que las dormidas pasiones sacuden su perezosa indolencia beta 9 e
EL ÁRBOL: MALDITO.
99
causar estragos en el humano corazón, Alfredo empezó á vislumbrar otro mundo más halagiieño, otro porvenir más dichoso, en donde los placeres, brillando con su efímero resplandor,
seducen los juveniles
|
razones.
co-
Y nuestro jóven quiso internarse en ese mundo. Trocó el silencio de su aldea por el bullicio de la ciudad; la paz y modestia del materno hogar por el lujo de los salones, y el sincero cariñowde sus padres por el hipócrita halago de los amigos y de los amantes. Su corazón conservaba, sin embargo, un resto de la sana moral y del sentimiento de honradez que le había inspirado su buena madre, y Alfredo no cometía jamás una mala acción sin que muy pronto se
arrepintiese de ella,
IT -
Unanoche
de
invierno
en
que
la luna,
tímida,
ocultaba su disco argentado, cual si quisiera favorecer las citas é intrigas nocturnas, Alfredo, muy envuelto '
en
su
abrigo
de
pieles,
atravesaba
con
rapidez
una
calle, como tratando: de esquivar la crudeza del frío que azotaba su rostro con imperceptibles fragmentos de ñieve. | Detúvose en el portal de una casa bastante lujosa; pero que, á manera de esas hermosas plantas que guardan un jugo venenoso, encerraba en'su interior los inveterados gérmenes de la corrupción. En aquel portal, aterido de frio y quizá desfalleciendo de hambre, encontrábase un pobre mendigo que apénas podía ya sostener el peso
tas horas haría que desordenados habrían
de su
¡Cuán-
estaba allí! ¡Cuántos amantes pasado sobre aquel cuerpo, sin
reparar en él, y subido aquellas escaleras
mentidos placeres,
edad.
como pasan los
en
ejércitos
busca
de
sobre"el
“100
REVISTA PUERTORRIQUEÑA.
moribundo
soldado,
ansiosos
de
seguir
derramand
o sangre; como pasa el criminal sobre la víctima inocente,
anheloso de consumar nuevos crímenes! o
IV DS
Al ver llegar á Alfredo,
nimarse.
Nuevo
Moisés,
; ¿
el mendigo
hería
con
pareció
rea-
la varilla
de:
que
no se
la súplica la roca: del corazón humano, esperand o ver salir de ella el agua que calmara su sed. po A la voz de la
hallaba por completo
mano á su bolsillo,
pero
¡oh
de cobre;
fatalidad!
Caridad,
tal
Alfredo,
aún
encenagado en el vicio, vez
no
con
halló en
todas eran piezas de
bondadosa él
intención,
una sola moneda
plata, y.... una pieza
de plata.... es demasiado para un mendigo.
modestia de la Caridad!
llevó la
¡Irónica
|
|
V
Alfredo suplicó al mendigo
sin pensar más en él,
diento de placeres. *
Allí, su económico
virtióse en la más
penetró
en
|
que la
proceder con
desmedida
le perdonase y,
casa
infame,
se-
HE el mendigo
prodigalidad;
no
con-
le pa reció caro el precio que á sus caricias ponían diso mujeres, y derramó el oroy la plata en desenfrelutas nada orgía, EN 4 | Entretanto, la diversión continuaba, los plac eres se sucedían, la desmoralización llegaba á su más alto punto, y
las
alegres
carcajadas
de los jóvenes
y las impúdicas canciones de las cortesanas se confundí an con los sollozos del infeliz mendigo. po o
EL ÁRBOL MALDITO.
101
VI de
de su madre y las provechosas lecciones que ella le . había inculcado, sintió desvanecerse su cerebro y las fuerzas le abandonaron. :
E o,
E
bajaba
e
Á la mañana siguiente, cuando Alfredo
aquella casa, lo primero que percibió su vista fué la figura del mendigo que aun permanecía sollozando en: el mismo sitio en que le dejó la noche anterior. | Instintivamente llevó el jóven la mano al bolsillo; más ¡ay! si ántes no encontró en él monedas de cobre, ahora ¡aún las de plata habían desaparecido! Grande y penosa fué la ¡ipresión que experimentó en tales momentos Alfredo: porque este jóven, iniciado en los más sanos precepios de la moral, no había llegado aún á ese grado dle libertinaje tal, en que se pospone todo al desenfreno de las pasiones. -Retiró del mendigo la vista, y huyó avergonzado de sí mismo. Quiso hacerse superior á su debilidad, pero en vano. El remordimiento le perseguía. | Al doblar una esquina, volvió la vista atrás, y le pareció distinguir la miserable figura del mendigo que, con la indignación impresa en el rostro, seguía sus pasos. Alfredo lanzó una exclamación, sintió latir sus sienes con violencia y creyó llegado su último instante. ' En vano anduvo largo rato sin rumbo fijo y procu. ró dar algunos rodeos, encaminándose por sendas para él desconocidas: todo inútil. Siempre al volver la vista, observaba tras sí la escuálida faz de su perseguidor. Alfredo se puso de rodillas; pidió 4 Dios perdón para sus faltas, y le rogó desvaneciese aquella sombra que le perseguia como si fuera la de su propio cuerpo. Por fin, no pudiendo resistir ya más tiempo las diversas emociónes que le agitaban, la lucha entre su; corazón y su cabeza; asaltándole á la vez el recuerdt
163
REVISTA PUERTORRIQUEÑA.
*. —=¡Madre,
A
madre mia!—exclamó.
cayó desmayado.
AN
ea
a
a
¿Cuánto tiempo estuvo asi? Lo ign oro, como él mismo lo ignoraba ' también. Sólo sé que al despertar se encontró
en un
lugar
descon
volver en sí, coordinar sus ideas y ocido. "Procuró saber lo que “le pasaba. Giró la vista en rededor suyo y vió muy cerca un gran establecimiento con vid rieras al frente, en las que se ostentaban muchas prendas de valo A y Al mismo tiempo llegó á sus oidos r. una voz sor da _ que decía: po —¡La Catidad me cierra sus puerta s; ábramelas el crímen.
o Y repentinamente vió una mano que, rom piendo de un golpe la vidriera, empuñó unas cua nta s alh aja s... Alfredo lanzó un grito, oo,
Aquella voz, aquella mano, bien las hab ía conocido ¡las
él. > Eran....
del mendigo!
“lo
i El jóven lanzó un débil grito; nue va agitación nerviosa estremeció su ser; cerró los Ojos para no mirar aquella escena, y al abrirlos “vió conducido por la policía, se disculpabal infeliz ladrón que, a exclamando: _—He robado.... para comer. |
;
Alfredro volvió 4 desmayarse. ¿Estaba loco ó soñaba?
A (
|
|
|
oe
cs ?
Po
Cd
Nuevamente
despertó Alfredo de su letargo, -y nuevos horizontes abarcó su incierta mir ada. po
É
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EL ÁRBOL MALDITO. dle
¿Qué pasaba en llevado allí?
su ser?
¿Qué
destino le había
Examinó el sitio en que se hallaba. Á su frente vió alzado un patíbulo. Numeroso gentió circundaba aquella señal de una cercana muerte.
Alfredo no
pudo ménos
de estremecerse. Y
pre-
| dijeron—que
para
guntó:
—¿Quién es el reo? a pobre anciano—le comer, porque
el
llevar á la cárcel,
hambre
por
le
martirizaba;
robó y
al verse
desasirse dé sus conductores
dió muerte á uno de ellos. Miradle. Alli viene.
Hoy paga aquí su crimen.
Alfredo fijó sus trémulos ojos
en
el sitio: qm le
indicaban.
—;¡ Misericordia !—exclamó.
En el reo habia reconocido al mendigo.
Quiso huir, y no pudo; sus piés permanecieron como clavados en el suelo. Cerró los ojos, y á través de sus "párpados vió transparentarse la escena que le rodeaba. Pretendió volver el rostro; pero sus músculos no obe-: decieron. * Era una
estatua
viviente;
lun
ser humano
condenado á la inmovilidad. . e Alfredo se vió obligado áá presenciar el suplicio del infeliz anciano. Le vió “subir firme y sereno. al patibulo, pidiéndole áá Dios castigo para los mortales que le condujero á tal estado; y contempló con horror aquella encañecida cabeza, cuando se desprendió de su cuello y rodó por el suelo ensangrentada.
XI Entónces Alfredo recobró sus músculos
su voluntad
volvieron á obedecerle.
perdida,
y
|
Echó á correr, sin saber á donde se dirigia; pero e
104
REVISTA PUERTORRIQUEÑA.
siempre que trataba de mirar
sí, acompañándole,
digo.
o
atrás, percibia
la ensangrentada
o
cerca de
cabeza del
men-
pl Largo tiempo anduvo Alfredo err ant e por caminos, bosques y selvas desconocidas. Sie mpr e viendo á su tenaz perseguidor; siempre con la som bra de su víctima que le seguia. | ¡ Poder ineludible del remordimiento! | Alfredo no pudo resistir más. Pre fir ió la mue rte - á tal tormento, y, haciendo gir ones ató al cuello y se colgó de un árbol.
su
camisa, |
se la |
En un lugar, bastante apartado de la ciudad en que residia Alfredo, .¿extiéndese blado de corpulentos y frondosos un gran bosque poárboles. ú Entre ellos hay uno completament e seco. | Las gentes del lugar aseguran hab erl e vis to siémpre lo mismo, y le conocen con el nombre de “árbol maldito.” | También añaden que nadie se atreve á transitar de noche por alli; porque los poc os que han tenido la audacia de acercarshan e visto el espectro de un homb re colgado del arbol seco, y en la tierra, ásu lado, una . cabeza nadando en ún lago de san gre. o]
José G. Torres. Yauco.
DON JOSÉ PABLO MORALES. (CONTINUACIÓN).
Eran, en verdad, espléndidas, variadas y animadísimas aquellas fiestas. | | | | La ciudad de San Juan, guarnecida de murallas
grises y luciendo en lo alto
arquitectura reposteríl llardetes,
mil caprichosos
coronados
presentábase á
detalles de
de banderolas
la vista
de
los
y ga-
dos
viajeros
como una enorme sopa borracha, descollando
graciosa-
bahía.
|
mente
sobre
la brillante
y plateada bandeja o
"|
de
la
Las pequeñas embarcaciones destinadas al servicio de pasaje y conducción de carga entre Palo-seco
y la Puntilla,
lucían también banderas nacionales
extremo superior de sus gallardas el Arsenal,
gado
que aun
al aire en
velas latinas,
no
estaba
honor
concluido,
de los
regios
y en
habían
novios
colección de señales del telégrafo marítimo. Nuestros dos transeuntes
en el col-
toda la.
|
desembarcáronse
en
la
Marina y se dirigieron hácia la Puerta de San Justo,: frente á la cual había una multitud de gente que dificultaba el paso. | e es
De pronto se detuvo
Cananea y llamó
la aten-
ción del jóven hacia un alto y pulido mástil colocado 3
toB
REVISTA PUERTORRIOUEÑA!
en dirección vertical, por el que subían trabaj osamente algunos hombres y muchachos
palo ensebado,
diversión
casi desnudos,
muy
común
Era: un
en
públicos de aquel tiempo, y que todaví los regocijos a parte de las fiestas religiosas Ó monárquic suele formar as En lo alto del mástil había un redond del país o queso ¡de
Flandes con rado,
de
imitando
ron
con
guarniciones una
un
vistoso
Reina !
—¡Vaya
exclamó
una
gente
Cananea
esfuerzos para
fuera porque
subir ando
de
alfeñique
corona, y junto á
con
papel
do-
botella
rótulo
que
decía:
¡Viva la
más
ñanga,
don
Pablito!—-
señalando
por
y
él una
el
4 los
que
resbaloso
usté y
no
3
hacían
vanos
mástil.—Si
no
quiero ensuciarla ropa, verían estos mangansones cómo se sube 4 una vara como esa, aunque le hayan untado todo el sebo de «la alcaldía. ns —Mejor
es que no subas, —dijo Morales son riéfdose y mirando desdeñosamente hácia la botella y el
queso; —no vale la pena de fatigarse; para conseguir en premio una real borrachera y una sob erana indigestión.
Había en la Capital un
extraordinarios.
movimiento y un- bullicio
Por donde quiera se veían comisione s
oficiales en ejercício;
grupos de cur
obras de enramada y de iluminaci iosos revisando las ón; gran afluéncia de forasteros atraidos por la esplendid éz de las fiestas; Jefes de la Marina y del Ejército ves tid netes preparándose para las corridas: os de gala; gimilitares dispo- niéndose para la gran parada, y muj acopio de galas para lucir en los bai eres haciendo les y en las reuniones. | s« Las músicas
militares
contribuían mucho
á
dar
DON JOSÉ PABLO MORALES. . amenidady animación
á lla fiesta.
to
Pero
lo que más
entusiasmaba á la gente novelera y sobre todo á los niños era el paso de las tropas por las calles, con su ruidosa banda de cornetas y de tambores presidida
aquel
famoso
tambor
por :
mayor del regimiento de Granada,
con su hiperbólico morrión de pelo y con aquella enorme
cachiporra que subía y bajaba
por
el aire,
eterna amenaza
de
muchachos
al
regimiento
como
una
atraidos
por la presencia de aquel grotesco figurón.
El entusiasmo y el regocijo de Cananea en medio tanto trajín y tanta bulla, contrastaban notable-
de
mente con la indiferencia de Morales, que veía todo aquel aparato sin disgusto, pero sin manifestar siquiera - el menor interés. | | ó —Ya
me
figuraba
yo,
dijo
el
fiestas iban á ser famosas. ¿Eh? —Gente y ruido no faltan. —N1
música,
ni tiros,
chas cosas alegres. balcón.
levita
Escudos,
primero,
que
las
|
|
ni enramadas,
ni otras
mu-
Mire usté lo que cuelga por.aquél coronas,
capas de bayéta y hasta una
de esas aguzadas por detrás.
¿Y aquella colcha
que tiene estos dias dice usté se visten
los pelos de oro? ¡Caramba! Lo que es en sale aquí todo lo bueno á relucir. Y ¿qué me de las mucháchas? ¡Ay, con cuánto aquél las capitaleñas, y qué sandunga tienen en el
cuerpo!
Anímese,
—No
don
Pablito,
y compre
corre prisa, hombre.
|
la ropa.
|
—Es que yo quiero verlo á la trinca, empaquetado y tieso como un 'sseñorón. Aquí el que la tiene la
echa. .
7
Y
o
O
usté, gracias á Dios, tiene cascajode sobra.....
Lo digo porque estos pisaverdes de la suídá son medio esvanecios, y ya los cojí dos ó tres veces con una: risita
que me encocora. Verá primero que guiñe.
Morales sonrió 4
qué jinquetazole arrimo | |
bondadosamente b
a
,
al
al oir este beli-
103
REVISTA PUERTORRIQUEÑA.
coso discurso de su peón, y encogiéndose de hombros movimi
con un bitual,
ento
—No
desdeñoso |
que
hagas caso de esas pobres
le era muy (
ha. h
—le dijo.— Harta desgracia es la suya si no tienengentes ojos más que
para ver lo nímio, y no se les ocurre cos a más tante en qué pensar.
Cananea,
qué
sin
alcance de estas palabras con extrañeza y replicó: —Pero
de esos
es una
macacos; y
mala
todo
duda
del
no
(
comprendió
impor- :
todo el
futuro publicista, miróle >
crianza,
porque
una
la
| sinveryiencería
corbata de usté no tiene las puntas iguales, y su tric bien al cuerpo como los que se gastan ual no se pega por —Déjalos. que se diviertan, hom aquí. bre, y divirtámonos también, que á eso hemos venido á las fiestas. O No quedó muy satisfecho el miliciano con las ra- | zones de Morales; pero disimuló y siguió calle arriba por la de San Justo, no sin vig ilar los gestos y las actitudes de las que él llamaba gentes. reparonas y esvanecías de la suidá. Efectivamente,
la vulgaridad
dor
ada, esa falange de tontos bien entallados, que tienen por aspiración supremala elegancia del cuerpo y sól bles en el vestir, solía burlarse al pas o son irreprochaar por junto al jóven toalteño, porque su
al
ropa nose ajustaba último decreto del sastre parisién.
estrictamente E
¡Ni por asomo sospechaban que bajo. aquel gabancillo mal ajustado que tanta hil aridad Tes producia, palpitaba un noble corazón de patriota, y bajo aquella pava de mayordomo en ejercicio act ivo se escondia uno de los cerebros
más: fecundos
y mejor
equilibrado del
¿
pais!
DON JOSÉ PABLO MORALES, .
109
La fiesta, entre tanto, seguía su curso con
la pompa y animación propias del suceso que las motivaba ,
Desde la Casa Municipal descendía una vistosa escalinata hasta el medio de la Plaza de Armas en forma de parterre, con
arcos de
triunfo.
Enel
grutas,
fondo
dispuesta
kioskos,
del balcón,
glorietas
y
sirviend
o como de límite á la escalinata, habia un trono con el retrato de Isabel II, al que daban guardia de honor dos altísimos gastadores, que parecian estatuas por la forzada rigidez y la respetuosa inmovilidad de sus Cuerpos. En las demás partes del balcón y en lo alto
de la fachada habia distribuidos
grandes
letreros,
gorias y trasparentes alusivosal régio enlace.
daban los versos malos y no “andaba Ortografía, Cuando nuestros
á esta Plaza,
Cananea,
dos viajeros
muy
ale.
Abun-
derecha la
pasarón
j por junto
como buen miliciano, se quitó el sombrero ante el retrato de S. M. la Reina. —Siguieron después calle abajo hasta llegar junto á la
Puerta de San Juan.
—¿Qué
gallinero
han armao
allí,
sobre
|
fuerte?—dijo Cananea señalando hacia Casablanca. aquel —Es
un castillo improvisado sobre la azotea,
para
qúe luzca más la iluminación. — —¿Y aquello que se vé encima? —Una corona real que se mantiene, al parecer, en ' el aire. Debe de tener por alli un alambre ó'un. hilo delgado. que la sujete. | o —¡De juro! —dijo en: tono afirmativo Cananea. Y luego añadió para sí: | .
—AÁ este don Pablito no se le escapa ná. ¡Sabe más que las niguas, como dicen en el seboruco! Una banda de música militar que en aquel momento llegaba á la Fortalaza llamó hacia allí la aten -
ción de los interlocutores,
especialmente
del miliciano,
que se desvivía por todo lo ruidoso y lo brillante. —¡Válgame Dios, y qué reguerete de soldaos
. HO
REVISTA PUERTORRIQUEÑA, -
viene por allí, don mojiganga,
Pablito.
otros en vez de
Unos
están
gorra traen
loraos, otros vienen como en faldeta Yo.
mire aquellos que siguen: detrás,
vestios de
pañuelos
¡Un rayo me parta
si no están desnuos! | —Nb jure, Cananea:
—5i están como su mae los parió...
—Son las comparsas vinciales de la Península. -
de
la tropa, con
=P
trajes [pro| os
— Pero es que los hay sin traje. —Esos están vestidos de gimnastas y
dores.... | sl - ¡Hum! ¡Vestios....! ¡Á
man vestio
en la Capital!
co-
Pero. mire,
cualquier
| eladia-
| cosa| lla-
Con más ropa ví nacer yo
las criaturas en Toa-alta.
E llamaron. también mucho , la atención de Canan ea las colgaduras y adornos de la fachada de la Fortaleza.
Los escudos los trofeos, las inscripciones y las alego- rías, todo fué para él objeto de preguntas, que el jóven contestaba sin enojo ni petulancia, con esa llana y
bondadosa naturalidad cipal de su carácter. -—
que fué |
siempre
la base
—Otra preguntita, y perdone por vida
por fin el miliciano. —¿Que
prin-
¿| suya, + dijo
“sinificao tiene ese chivito
gindando como de una ensarta de huesos. o -. —Esel Toisón de oro, una condecoración ' muy estimada entre reyes y magnates. | — ¿Dónde la llevan? e —En el cuello. E . —Será pa que no les jagan mal de ojo. ¿Y 4quellas
algarabías
colorás
puerta?
que
se
ven
entre :
puerta
y
A
—Son las insignias de Calatrava, Santiago, 'Alcántara y Montesa, antíguas órdenes militares. ——Pa que usté vea;
años,no conocía eso de y cuánta cosa!
yo, que soy melitar hace
las órdenes.
siete
¡Cuánto registro id 4 t
|
DON JOSÉ PABLO MORALES.
Y luego añadió para sí: -
—¡Pero cuidao que
Pablito! ¡Y eso que viajes en la suidá!
|
tiene cabeza y sabe
toavía no
27
|
estuvo más o
este
don
que tres
ManueL FERNÁNDEZ Juncos. (Continuará).
mi
Empresa dificil es para quien
intente
historia razonada de la crítica literaria, mentos anteriores á la época
puede decirse con
verdad
razonados ó explicación
dole de una crítica
este
Don
brevísimo Ignacio
que
de
séria.
estudio,
Luzán,
de Luzán,
hayan
formar una
el hojear docupuesto
que no
existido juicios
“teorias apropiadas á la in-
Hemos
del
natural
de partir,
pues,
Zaragoza,
en
movimiento de
ciudad vió la luz hacia el 28de Marzo
de
en
iniciado! por 1702,
cuya
segú
n ha podido comprobarse, en oposición á los cata lánes, que pretendian hacerle suyo, suponiendo su nacimien to
en Barcelona.
|
Boo
griegos, siendo
tan afecto á
Era Don Ignacio Luzán
tóteles y de los escritores
sus doctrinas
que
pretendió
gran conocedor de Aris-
tenerlas
como
única ley
en sus juicios. Su vastísima erudición le permitió conocer los modelos franceses y los italianos, inclinán dose
en favor de estos últimos
en
la comparación,
los escritores alemanes eran por él considerados despreciable lugar. |
auhque
en no
LA CRÍTICA LITERARIA EN ESPAÑA, Nótase en
sus obras
una
m3.
severidad de
juicio,
no '
del todo conforme con el mérito real de la gran pléyade de
escritores
nacionales
bienes efectivos por
corrientes del buen
del siglo
haber
XVII;
pero
causó
contribuido á encauzar las.
gusto,
que
hallábase desbordado
hasta el extremo que nos retrata
el Epítome de la Elo-
cuencia en verso, por Don Francisco Artigas.
—
No queremos indicar, con la preferencia dada á las obras de Luzán, que no se contasen aun en los siglos XV y XVI trabajos críticos y traducciones de
Aristóteles, debidos á Lebrija, Vives, veda,
Perez de Castro
y el
Ginés de
Brocense;
Sepúl-
pero, como
he-
mos dicho. más arriba, no merecen el concepto de estudios de crítica razonada.
No pocos trabajos tales como traducción pluma del Cascales; varios,
|
A
se cuentan
en
sentido clásico,
los de Arias Montano y Matamoros; la de la Epístola á los Pisones, debida+á la poeta Luis Zapata; las Tublas poéticas de las producciones de Vicente Espinel y otros
que fueron considerados
como
excelente
norma
para ajustar á sus preceptos las producciones literarias de la época. | | Al No bastaron, á pesar de la justísima consideración de que estas obras gozaban,
ho. :
para
contener
la corrup-
ción de las letras españolas, hasta que el plan reformista de Luzán apareció, consiguiendo trazar caminos nuevos á la fecunda imaginación de aquellos escri- tores. | : Publicó Luzán sus especulaciones críticas en un libro en euarto, el año 1737, bajo
el
modesto
título
de
Poética, encerrando un espíritu tan profundamente filosófico, que hoy mismo se lee con provecho, á pesar de los adelantos de la crítica moderna.
A decir verdad, juzgada hoy su obra, bajo el prisma de las ideas y ¡teorías modernas, aparece con cierto clasicismo puramente artificial, exajerando las . ¡ doctrinas artísticas de los 'antíguos, sustituyendo á:'.
E
114
REVISTA PUERTORRIQUEÑA.
las ideas predominantes
durante principios de la filosofía de Bacon, el Renacimiento, los . y yendo inconscientement
e á un romanticismo bastante” más inferior que el condenado á la larga como eng end ro de núestro teatro, A
pesar
|
de estos
bo
defectos,
como buenas las teorías tendentes han de reconocerse 4 demostrar que la esenci
a de la poesía no es el verso, y la necesidad de la Belleza para producir el deleit e poético, consideraciones que colocan la Poética, aun como poesía la exposición en. verso á pesar de recibir de lo útil, y juzgarla limitada al mero trasunto de la realidad, con ld cual . hace depender el placer poético de la fidelidad ide la copia, la colocan, repetimos, en un elevadísimo lugar entre las obras de aquella época. o No son tan dignas de tenerse en cuenta las ideas emitidas respecto 4 las llamadas tres unidades en las obras dramáticas.
Aceptando,
lo que á la Belleza se refiere,
la
como fundamental en
uni
dad de acción, no comprendemos su afán de limitar á cuatro ó cincó horas el tiempo en que esta acción había de. desarrollarse,
teniendo en cuenta,
sobre
todo,
que
Aristóteles había dejado más libertad. En cuanto 4 la unidad de lugar, se muestra Luzán enemigo de los preceptistas que-la proclaman, hasta el punto de admitir como refurso : excelente la división de la misma escena en diferentes pisos y separaciones verticales, rec en una gran necesidad, por el art urso admitido sólo e modern : Su juicio acerca de las obras del tea o. tro castellano, excede los límites de la cen sura más severa. ¡Para Luzán no existe obra alguna, ent re las innumerables de Lope de Vega, digna de ser rec onocida comó no-
table,
y mucho ménos
Alarcón y las de Rojas.
ingenio,
las de
Tirso
de
Molina, las de
En Calderón encuentra algún
á pesar de que sólo
siete de sus obras
dignas de mencionarse.
Pe
son las
E Estas exageraciones hubiéronle de lle| var á no re..
PO o
mn
ro
LA CRÍTICA LITERARIA EN ESPAÑA.
E
conocer como obras artísticas las del género llamado tragi cómico, por no avenirse bien á considerar como lógica la pintura de caractéres cómicos al lado de los de elevados personajes, contrastes que tanto se prestan al desarrollo y manifestación de la belleza, según los modernos autores, y según también
cándose
de
antíguo
por
ha
nuestros
venido
practi-
primeros
drama-
turgos.
Estos
principios, tan
nuevos
en su época,
tan desusada severidad expuestos, hubieron la animadversión
de cuantos consideraron
y con
de atraerse las obras
de
- nuestros ingenios como modelos dignos de imitarse, y “ lloyieron sobre la Poética de Don Ignacio Luzán censuras sin cuento, más ó ménos
embozadas al
principio,
y abiertamente ofrecidas después á la voracidad del público entusiasta de nuestras glorias literarias. El P. Fr. Manuel Gallinero, teniendo en más los fueros de la justicia que los de la estrecha amistad de Luzán, fué el primero que censuró su obra, rebatiendo acertadamente
Teatro
las
Nacional,
conclusiones
emitidas
y Atribuyendo
críticos, respecto á las nuevas
respecto
al
á ignorancia de los
reglas, los defectos seña-'
lados por falta de cumplimiento de las antíguas.
Más explícita aún fué la corrección impuesta por el R. P. Maestro Don Miguel Navarro, con motivo de una aprobación, que como la del P. Gallinero, acompaña á la Poética. Basándose en doctrinas de San Agustín San Jerónimo, adicionadas con teorías sacadas de Santo Tomás, reivindicó cumplidamente la fama de los vatés
españoles, uniéndose de este modo las teorías filosóficas á la general opinión de los literatos de la época. No pararon aquí las de Luzán. En el Diario
al año 1738, publicóse una
armas de los
esgrimidas en contra literatos, perteneciente
crítica,
la primera
que por
ser razonada y séria mereció "nombre de tal, en la que á vuelta de corteses. frases encareciendo el servicio
prestado con la aparición de la Poética, ponía de relieve
M6
REVISTA PUERTORRIQUEÑA.
algunas faltasde erudición
e
'en su autor y demo
straba contra la opinión de éste que el Arte de hacer come dias de Lope estaba dentro de los preceptos del más ¡rig uroso clas
icismo. No son despreciables las razones con que defiende la Tragicomedia, demostrando que «los griegos y latinos la aceptaron como buen géne ro poético, y considera dentro deél al Anfitrión de 'Plauto y al Cíclope de Aristófanes. O dad
Tan razonada y justa crítica enardeció al autor de la Poética, y juzgando, con sobra de datos, autó r
de ella. 4 Don Juan Iriarte, se desató : en inusitad as recri'"Minaciones poco convenientes y ménos bien recibidas por la opinión, que consideró siempre á Iriarte como varón docto y de poco común ingenio, i | Estas controversias no fueron parte á impe dir que
las opiniones de Luzán, después
de once años de
bibliotecario Don Blás. Nasarre.
Merced 4 ellos
publicadas, fuesen acojidas con verdadera fruición en Europa, á causa del apoyo prestado para el objeto. por el
tenidos Lope y aun el mismo Calderón,
Jero, como á la
bres.
corruptores
vez queá
de
nuestras
nuestro
letras,
fteron
en el extran-
teatro, y dañosos,
á las buenas
costum-
¡E
Los dos discursos de Don Agustín Montiano bre las tragedias españólas, y los Orígenes de la. ! so-. Poesía.
española, de Don Luis
Velázquez,
«marqués
flores, encareciendo la manera francesa de
arreglo al arte, contribuyeron á hacer más
opiniones
de Luzán,
si bien ni
unos
de
Valde-
escribir con
valiosas las '
ni otros
lograron
se desestimase el drama tradicional, mucho más después de haber sufrido notables fracasos varias trad ucciones del teatro francés debidas al mismo Luzán yá - Don Eugenio Llaguno. pS Los errores literarios del siglón XVII, que
también contaminado nuestra prosa, hubiétón habían rregirse hacia esa misma época por la cooperaciónde cotada, con la publicación de una notable Retórica, pres-. por
- LA CRÍTICA LITERARIAEN ESPAÑA. Don Gregorio Mayans y Siscar,
varón de singulares
conocimientos y de elevada alcurnia Quintiliano, por las
ms
Las doctrinas
que principalmente
se decidió
de
en
esta obra, contrarrestaron la influencia francesa, lo cual unido á los esfuerzos hechos por la Academia de Buenas Letras en pró del buen gusto, y 4 la Historia del
famoso predicador Fray Gerundio de Campozas, dc
sátira contra las corrientes de la Oratoria Sagra a, que perturbaban el objeto y fin de tan. importante género, -
contribuyó á dar la verdadera dirección 4 las manifes: taciones literarias y á anularen gran parte las teorías
de Luzán.
)
|
|
de
ALBERTO REGULEZ.
0
Puerto-Rico, 'Octubre 17 de 1887,
¿oo
a
nl
EL VIEJO Y EL NIÑO,
—“A dónde vás; ¡oh pobre niño! á dónde,
En noche tan oscura y tan helada?
¿Ignoras el peligro que se esconde En esá tenebrosa encrucijada? ¿Por qué no me complaces, y responde Tu lengua á.mi pregunta interesada?
- ¿Quiénes tus padres son, quién te aconseja,
, Que de tantos peligros no te aleja??—
-
-Al fin acosado el niño Por las preguntas del viejo, Que era de virtud espejo Y de paternal cariño,
Las lágrimas enjugando Y la marcha deteniendo,
Los sollozos reprimiendo - Y al anciano contemplando,
rre
1
-
er ro
A
*R
Biviejo vino.
Ap nl
. Contestó:—““Pues que se afana Tanto por averiguar,
- Le diré que á este lugar.
Vine en busca de mi hermana.
Como es preciso vivir, Y el Jornal es muy escaso, Para evitar el atraso,
Suele á esa casa venir.
Fuerte y penosa labor
La suya allí debe ser,
Pues lleva siempre,
al volver,
Mucho dinero, señor.
Es verdad que desmerece
Su salud de dia en diá,
Y que disgusta á mi tía Lo.que tose y palidece;
7
Que si adelanta su mal, recursos
no tenemos,
Al fin y al cabo daremos
Todos en un hospital.
Mas por la misma razón Que se encuentra delicada, - Detiera estar sosegada, Y ponerse en curación.
Pero mi tía se ofende
Cuando ella al dolor se rinde;
Y de sus males prescinde,
Y á sus dolencias no atiende.
La maltrata sin cesar
Cuando el dinero escasea, >
|
REVISTA PUERTORRIQUEÑA.
Y es una eterna pelea Nuestra vida y nuestro hogar.
_ Como yo asentir no debo A lo fuerte del castigo, Y aunque la emprenda conmigo, A contrariarla me atrevo, |
Para obligarme á callar, En cruz me manda poner, Y aumenta mi padecer Dejándome sin cenar.
Y
Muchas veces, si de dia, si de noche un momento,
- Sin dar su consentimiento,
De mi hermana en compañía
Salgo para defenderla De los peligros que halle,
Y que sola por la calle
No pueda la gente verla,
La tirana se apercibe Con un látigo que espanta, Y con furor lo levanta,
Y mi cuerpo lo recibe.
Pero aunquesu furia insana Así me trate y me hiera,
Yo, que mi existencia diera Por la dicha de mi hermana,
La vengo siempre á buscar,
Sin que mi tía lo ordene, Aunque después me condene
Á acostarme sin cenar,
Sanaenor
10
4*.
A $S i ¡: ;; ! ]¡j
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EL VIEJO Y EL NIÑO.
j j
_ Esta noche me entristece
Tan extraña dilación . a!
Ya más de las doce son
Y mi hermana no parece.
- Que algo grave ha sucedido Bien lo dice la tardanza, |
Aunque á mí no se me alcanza, Por más que
lo he pretendido.
. Si usted quisiera subir,
A esa casa, y preguntar, - Y 4 mi hermanita llamar, Y hacerla al punto salir,
De este pobre, infeliz niño
Las lágrimas enjugara, | Y él en cambio le pagara Con un eterno cariño.
Yo la llamé, pero en. vano;
Su voz no me ha respondido.... ¡ Ay, señor, es que no ha oido
_Los.clamores de su hermano!
Tenga piedadde los dos, |
No se niegue á mi porfía..... ¡Por la pobre madre mía, |
Y por la madre de Dios !—” 0
S
.
u El viejo quedó indeciso,
Vió del niño el desconsuelg, Y, por evitar su duelo,
Al fin complacerle quiso;
| | |
:
REVISTA PUERTORRIQUEÑA. Llegó á la puerta, tocó,
A
- Al principio no le abrieron,
eL
Pero después respondieron Y la puerta se entreabrió;
-
Traspuso el umbral estrecho,
Ganó la oscura escalera,
de
+
2]
|
Y sin preguntar siquiera
|
i
Fuése á una alcoba derecho.
Allí, al fulgor casi extinto
De un candil que cerca estaba,
“Y que apenas alumbraba
pa
Aquel estrecho recinto,
le
Junto á un lecho que ofrecía El desórden por doquier,
Vió el cuerpo de una mujer
Quede una cuerda pendía.
|
MRE
En su rostro macilento.
Y en su contracción horrible,
-La huella quedó visible De
su pasado tormento,
De ese dolor sin igual, Que va el pecho destrozando,
Y la vida aniquilandó
Con su veneno letal.
. La infeliz, como ya era .
Un esqueleto viviente,
Y le faltaba aliciente
Le
|
Para ser buena ramera,
a
O
Temiendo el castigo cruel De su despiadada tía,
A
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EL
E
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RA
A
a
«
EL Viejo Y me oo. Queal viciola sometía, Aunque abominaba de él,
an AE
Á lo negrode su suerte,
Puso término espantoso,
-_ Creyendo encontrar repóso .. En los brazos de la: muerte.
E
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<a
1
. Ante aquel terrible drama,
a
- Doloroso sin igual,
E
Síntesis del negro' mal 7
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Que prostitución se Hand
a
De ese vicio, de ese crimen
|
Que las nuevas sociedades,
E
Modelo de liviandades,
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Ni combaten ni reprimen,
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__ El viejo quedó aterrado;
>...
Dejó la casa al momento, Y fué á llorar su tormento
>
a
Gon el niño infortunado.
E +
Ofrecióle hogar y nombre,
-
Le prodigó su consuelo,
¿Dándole salud el cielo
e
Hasta ver al niño hombre,
| E Eo
Y la mujer sin pudor;
AOS LE
Sin caridad ni conciencia, Que llevó hastala demencia, Su malicia y su rigor,
Que á la jóven desgraciada
-
Es
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Arrastró al burdel inmundé, Apareciendo anteel mundo -
Como
una mujer honrada; .
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_REVISTA PUERTORRIQUEÑA. E
A
el hambre perseguida, ' En un lecho miserable,
Terminó su abominable, Larga y licenciosa yida.
- GABRIEL FERRER HERNANDEZ. Octubre,
1884.
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EPRERATORA ! Y BIBLIOGRAFÍA EN ESPANA.
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DE
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OCTUBRE.
A
_. Después de la inacción y del mutismo propios de la temporada veraniega, renace en España con nuevos A
bríos el movimiento intelectual, avivado
tivo del
Congreso
ahora con mo-
literario que actualmente se halla.
reunido en Madrid.
E
A
: |
> 4
_ Es este un acontecimiento: de verdadera trascen-
E:
dencia para la vida intelectual de los pueblos que en él. E intervienen. daa A La primera de estas asambleas internacionales se
celebró en París y fué presidida
Hugo.
ad
por el insigne Víctor
o segunda se celebró en Lóndr es, presidida por:
La
una comisión de litera y hombr tos es de los que figuraba el gran
.
Lesseps.
La tercera fué presidida.en
Portugal.
El
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Gobierno
de
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Austria
Lisboa
presidió
ciencias,
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se
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di
por el rey
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y
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entre
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de
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ÓN el-
cuarto Congreso literario, y el quinto se celebró en 2 : y : 1
Ea
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so E
E dE
loya.
fr SAS
E
4
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sz
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A
bajo la presidencia del rey Humber to de $a+
. ES
20 El sexto, sétimo y octavo tuvier on lug ar en Añs5, terdam, Bruselas y Amberes, re sp ec ti va me nt e, y! el E noveno fué presidido en Ginebr a por M. Nu ma Dro aj vicepresidente de la República Suiza. A A España le ha
correspondido el honor de organizar el décimo Congreso, para el que han llegado ya á Madrid comisiones de la. prensa de Európa y algunos escritores ilustres de varias naciones, entre los que figura el célebre ac adémico francés, Julio Si-
món.
La sesión de apertura
|
eS ol se celebró solemnemente
en el Paraninfo de la Universida d de Madrid, de Octubre. Después de las fórmulas y dis el dia 8 cursos de inauguración, fueron elegidas las co misionesy acordados los temas que han de ser tratados con preferencia en las sesiones sucesivas, y son los siguientes: : 17—De la uniformidad en cuanto 4 la duración de ' la propiedad literaria de todos los países, do 22—De la asimil ación del al derecho de reproducción.
derecho
de traducción E: ES
3"—La lectura en públic ¿depende, como la representacioón de una obra literaria, teatral, del derecho del autor? |
-.
4%—Las
e
obras del arte arquitectónico,
Zarde la'misma protección que las demás inteligenc ia?
*
|
|
¿deben
1
go-
obras de la
q - 57—Del derecho de cita. y del de re ch o de crítica, 6”—Del domi nio público en materia teatral. 77—Cervantes
1 y su influencia en la literatura, de
de honor;
-= cutivo,
elección de
a
- Basta la sola
los
miembros
E
enumeración
han: de ser tratados
por
Pub
del
o
de
estos.
notabilidades
del
13d Comité
Comité
S
eje-
|
0
asuntos, que
europeas
de ¡
h
1 e cri reirme
todos los pueblos. : : 87—Nombramiento de los ind ivíduos
E
En
LITERATURA Y BIBLIOGRAFÍAEN ESPAÑA. primer Órden, para comprender
la gran importancia de
las sesiones antedichas. ; z | Aunque á la salida del correo no
| : estaban todavía
definitivamente acordados los festejos .
de obsequiar á los
.
4
,
e
literatos
1
con que
.
y
.
,
periodistas
: que concurran á este Congreso, puede
se ha
d
.
extranjeros -
asegurarse
que —
aquellos se ajustarán principalmente al proyecto de programa formado por la Asociación de Escritores y Artistas.
|
pe
Héle aquí, madrileños:
-
A
tal como
le publican iS
ds
los periódicos
+
:
3
/
Dia 9. —Expedición á4 Toledo, dirigida por la Asociación de Escritores y Ar” tistas. Esta gestiona y piensa obtener de la empresa de los. ferrocarriles del Mediodía, que disponga' la organización de un tren especial pata el regreso de
¡los expedicionas10s, pues con los que por reglamento hay establecidos,
se hace
imposible visitar los monumentos artísticos de la ciudad imperial y regresar á Madrid en el mismo dia. : S En Toledo serán obsequiados los expedicionarios con un almuerzo, que ser. virá Lhardy, y al que serán invitadas.
las
autoridades y
prensa de aquella capital. : Dia 10.—Velada literaria en el Ateneo. seña oral del carácter de las respectivas
leerán algunas poesías. Dia
11.
- Gran
secciones
que
dirigen,-y
-
en el salón del
Conservatorio,
| ciación de Escritores y. Artistas,
Dia 12.—Corrida de toros
representación
de la
z | Los presidentes harán una breve re- .
-
banquete
la
pue
se: recitarán 6
Le
dirigido
por lá Aso-
y
extraordinaria, que
.
parece han expresado
| de presenciar muchos de los O
:
deseos :
Dia 13. —Expedición á el Escorial irigida y costeada por la Diputación provincial de Madrid. : En el magnífico salón de actos del antíguo colegio del Monasterio se verifi- cará un almuerzo pata doscientos cubiertos. - Según nuestras noticias, todos los platos que en este banquete se sirvan serán exclusivamente de la cocina española, y los vinos procedentes de las mejores bo|
degas de la Península. *- Champagne. :
|
.Es probable que de esta A
Día 14.—Almuerzo servido por Fornos
medida E
solo consiza “salvarse el : e
en el Palacio municipal y costeado
por el Ayuntamiento. | Pao > e Por la noche, representación extraordinaria en el teatro Español, donde probablemente pondrán en escena Calvo y Vico la inmortal comedia de Calaerón,
¡ El alcalde de Zalamea. : Dia 15. Este dia lo dedican los extranjeros á una gran
halagiveña para el pueblo español.
Al
ceremonia altamente
:
nó
Los ilustres visitantes se dirigirán procesionalmente á la plaza: de las Córtes, para depositar coronas, én nombre de,todos los países representados, sobre el pedestal de la estatua de Cervantes. | : Además, harán colocar en el zócalo una placa metálica en que se consigne . »que todas las literaturas del mundo rinden fervoroso tributo de admiraciónal insigne autor del Quejote.?” > a :
Será, pues, a
memorable por muchos te
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conceptos E
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en e
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REVISTA PUERTORRIQUEÑA.
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nuestra patria este Congreso lite rario, que establecerá nuevos lazos de confraternidad ent re losingenios que !
actualmente dan impulso” y gloria á la lit eratura universal, e
|
he
| 5
,
El insigne poeta D. José Zorrilla, que actualmen te reside en Zaragoza, está escribiendo las últi mas esqe- nas de una obra dramática, que habrá de estrenarse en el teatro de Calderón, de Valladolid. Con pedirá de la escena patria, el fecundo y popella se desular autor de Don
:
Juan Tenorio. Se guarda mucha reserva sobre el asun to y¡el carácter principal de esta nueva Obra, pero en tratándose
de un
drama de
Zorrilla
no es difícil
adivinar. Puede darse por seguro que se desarrollará en la Edad Media, ó por lo méños en la época en que se usaban goli lla y espada.de
gavilanes.
El pro
onista será osado, galanteador, pendenciero y valitag ente hasta la temeridad, un tipo legendario de hidalguí a y de libert
inaje todo en una pieza; pero engrandecido y poetizado por una de las más bril lantes imadi.
naciones
que
ha tenido
4
su
servicio
tellana. lo Aunque decae notablemente la de Zorrilla, todavía le quedan color y tes para dar atractivo á su última nombre que en realidad merecen, más casi todas las obras escénicas de este ,
dísimo autor.
a
no han
poesía cas-
' Y musa romancesta armonía bastanleyenda dramática, que otro alguno, genial y fecun- z
1
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Aun
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polémicas
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__LITERATURA Y BIBLIOGRAFÍA EN ESPA ÑA,
19
dió lugar la semejanza entre el último drama-de Victoriano- Sardou y. Otro de
Ernesto Daudet, y yá se discute acaloradamente acerca de otra notable ¿coiñci=.* dencia
entre La Tosca, que es el título de la nueva obra de Sardou, y El. hijo tal de carne, y el hijo de hterro, ' drama inédito de Echegaray. Nuevamente ha vuelto 4 hab larse de plagio,
a aun-:
-€l drama de Daudet.
En ambas
obras,
la fra
aplica el tormento en la esc ncesa y la española, se ena para obtener declaraciones, con «las diferencia de que en el drama de Sardou es protagonista una muj garay un hombre. Aparte de er, y enel de; Echeestas diferencias de sexo, y dela época en que 'se desarrolla la acción de uno . * Y Ot'r dra oma, la semejanza de las Si tu ac io nes llega. en algunos pasajes hasta ray ar en lo idéntico. ' i E . Echegaray leyó su obra en un a reu nió n de literatos y de actores, tan pronto co mo se ent eró por los «periódicos de la citada
escena
del acto
tercero
de.
Es verdaderamente digna de estudio esta singular Coincidencia entre dos gran des! autores, y en escena s expresamente escritas, la del esp año l .pa ra Vico y. la del francés para Sarah Bern hardt. a
argumento del drama de Sard ou, extractan los periódicos; es co mo sigue:
según lo :
“La Tosca es una célebre cantan te, enamorada de un jóven hermosísimo que se llama Mario y que tiene
un amigo
íntimo
que
policía, una noche que
conspira
contra el Papa.
la cantante da un
La
baile mag-
/
A an
z
mo
REVISTA PUERTORRIQUEÑA,
E A
nífico, entra en.casa de ésta y la prende, así como á sus 67
dos amigos.
Esta escena ocurre
prim
en
vt
el segundo
acto, pues el
ero es todo de exposición, e e El tercer acto se desarrollá en la cárcel. Allí está
la Tosca,
contra
su
presa cón objeto de arrancarla
amante.
En
la pieza
una
inmediata
dehuncia
se halla
Mario en poder de los verdugos que le “dan tormento.
. Los jueces interrogan á'la cantante; pero en vano. - cada negativa de la Tosca, los verdugos aprietan más las cuerdas que martirizan al amante. Á cada grito _de éste, desfallece la Tosca, que, loca*de desesperación,
acaba de confesar lo que cree ser falso: que el cónspirador es el amigo de Mario, y hasta que éste tambien
'cconspiraba.
4
+
En el tribunal, los dos amantes se encuentran cara á cara, y Mario maldice á su denunciadora. Le Llega el último acto.
claración por salvar
- La Tosca hizo
su amante dé
la fatal de
manos de los yer-
dugos, y contando con que, al confesar
ella la falsedad.
de cuanto dijo,la castigarían, pero pondrían en libertad: á Mario. 'Así'es que se encamina á casa del ministro
El ministro
se niega
á dos inocentes,
á creer
cuanto le dice la
Tosca; pero cuando ésta: ha agotado súplicas y argu' mentos, el ministro la declara su “amor y la dice que : si cede á sus deseos le dará el indulto de los reos. La Cantante acepta y el ministro firma el documento. La. Tosca venga entónces su honor ultrajado matando de una puñalada al seductor.
Corre á la prisión, entrega la órden de indulto, y
_ resulta que el ministro firmó un documento” sin importancia en vez de la gracia. . Suena el toque de agonía, .los dos reos van á ser ajusticiados, y la infeliz cantante: se suicida arrojándose por una ventana.”
En cuanto al argumento de la obra de Echegaray, . X
s
o
confiada en que no ejecutarán
pS MEE
E
:
A 1
AS
4
sólo conoce el público - hasta hoy los siguientes apuntes de un periódico amigo del aitor: le +
“El protagonista es un sabio
famoso que ha des-
cubierto una fuerza para dar gran impulso á los buques
(el vapor, sin duda). Sus enemigos, celosos de 1d - fama del inventor, tratan, aunque en.vano, de arran--
-. carle el secreto. a a Por fin se apoderan del hijo del sabio y ledan tormento en una sala contígua
El inventor, que ha
resistido
á la
prisión «del, padre,
á las mayores
tórturas
en su persona sin revelar el secreto dela nueva má- Quina,al oir los gritos de su hijo atormentado entrega.
el hijo de su invención, su hijo de hierro, para salvar. á su hijo de carne.
|
do
- - Tal es, en síntesis, el desenlace
español,” =
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de
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del huevo, drama
.
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La Biblioteca de NVovelistas españoles contemporáneos, de la que son editores Daniel Cortezo y Co., dé Barcelona, ¡acaba de “publicar una excelente novela, hermanay en cierto modo continuación de Los Pazo s -
- de Ulloa, titulada La Madre Naturaleza.
-
+
Campean principalmen en esta obra, de la que hemos de hacer un estudio especial, grandes bellezas
- de estilo, detalles primorosos debidos á una obse rvación inteligente y ságaz, y un verdadero derroc he de . - Color en la pintura de las costumbres y los paisajes del campo en la región setentrional de España. Ea
_ Tiene en preparación. la célebre. novelista otra.nueva obra titulada Cosas de mi tierra, que se publicará
en breye,
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de
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132
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___zzñREVISTA PUERTORRIQUEÑA, E á '
Don José de Castro y Serrano, escritor: ingenioso
y estilista excesivamente atildado y sutil, acaba de publicar en dos tomos una série dé novelas cortas con el título de Historias vulgares. ta El mérito de estas obras consiste más bien en la ; forma que en el-fóndo. El autor pone todo su empe en la factura, como dicen los pintores, y se olvid ño. a á veces de comunicar ála acción ese calor de vida tan
necesario en obras de este género. El En todas sus Historias vulgares hay detalles felices, |
mucha discreción en el relato, “mucho
arte Ó más. bien
artificio en la distribuciónde las partes, rasgos de genio y de agudeza dignos de aplauso y un lengu inaje pulido, pulcro y áliñado, que está como pidiendo un
sillón en la Academia de la Lengua; pero entre ftoda estas cualidades suele echarse algo de ménos la vivez s a, la pasión y la espontaneidad. ]
| La obra, sin embargo, es muy apreciable. - Castro y Serrano es una personalidad literaria de: carácter y de estilo propios, figura dignamente entre nuestros meJores -hablistas y es un buen escritor de costumbres.
y
Con el
título de
Ed
*
Apolo
en
Pafos,
ha
publicado
Clarín (Don Leopoldo Alas) él tercer volúmen de sus
Folletos literarios.
:
Es una ficción ingeniosa y amena,
ran Apolo, Mercurio,
Venus, "Polimnia,
:
en la que figuCañete,
Gani-
medes, el mismo Clarín y otros personajes. La fábula se desarrolla con'perjuicio de Cañetey de otros académicos de la Española. h Hay en este folleto mucha más gracia que justicia,
No quiere esto decir que la justicia falte á menudo en sus apreciaciones, sino que abunda la gracia. El estilo Po
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_LITERATURA Y'BIBLIOGRAFÍA EN ESPAÑA.
es pintoresco, animado y flexible, “como las obras de este ingenioso autor. E
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en casi todas |
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Acaba de llegar á mis manosEl
señor obispo,
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vela de D; José Zahonero, un jóven escritor de clara inteligencia, que me parece digno de estudio. La falta de tiempo: me obliga á dejar Para otra
ocasión el exámen de esta nueva obra. o
Voy á terminar estos apuntes
:
con una
grata no-
ticia para los lectores de la Revista Puertorriqueña:
El excelente escritor y crítico de literatura y artes,
Don Jacinto Octavio Picón, no sólo acepta el cargo de corresponsal de la Revista en Madrid, sino que se dispone á desempeñarlo de tal modo, que realzará extraordinariamente las condiciones de utilidad y mérito positivo de esta publicación. , | E Hé aquí el plan que el distinguido literato madrileño se propone seguir, en sus mensuales revistas del
movimiento intelectual de la madre patria:
“Estas cartas, dice, han de compendiar y reflejar el movimiento artístico y literario en España, de “suerte que se diga en ellas no sólo aquello que puede hallarse ahí comprando libros y periódicos, sino haciendoel estudio de las obras y de los autores, determinando su -
- importancia, y reflejando sus principales caractéres para que los lectoresde la Revista
lo que sea de dominio público,
conozcan
no solamente
sino también la perso-
a ÓS: ds e AO
Ma
_ — REVISTA ¡PUERTORRIQUEÑA
a nalidad de artistas y
escritores
A
y el lugar que
á
sus obras corresponde. Es decir, procurar que el lect aprecie bien la relación que existe entre 'el productor,or
«lo producido y el medio social en que ha de vivir su trabajo. academias,
Será, pues, necesario. reflejar ateneos,
reuniones
privadas
la vida de las de
carácter
literario, dar á conocer hasta las personalidades aisla das que por olvido ó modestia viven retraidas, reseñar las tareas de los teatros, la lucha de nuestros partidos y banderías literarias, y lograr, en fin, que las corres- pondencias no sean un artículo literario mejor ó: peor
,¿escrito, sino la imagen
fiel
de
nuestra vida
intelectual
en lo que aquí conoce el público y también en much os detalles curiosos que generalmente no se escriben. - Como usted comprenderá, á este trabajo periódic debe preceder una carta en que demos cuenta del o. es- tado actual de las artes y las letras, especificando sus .rumbos, sus medios de vida y sus principales personalidades.”.
|
y
0
)
Dada la competencia del. señor Picón y el ámplio y acertado plan por él mismo propuesto para su
trabajo en la Revista, es indudable
la educación
literaria de |
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En
y de importancia suma para la juventud puertorriqueña.
as
que ésta, uniendo
4 los elementos que ya tiene el 'valiosísimo que acab a de adquirir, será muy estimada por los hombres de ciencias y de letras, útil y agradable para el gran públi co
LETRAS Y ARTES EN PARÍS.
lo |
- Prometí tratar acerca de Exposición 2 de las. Artes decorativas y lo haría aunque no lo tuviese prometido, . ya que he aceptado la gratísima tarea d e anotaf, mensualmente, las manifestaciones-intelectu ales más características del cerebro parisiense; -pero q ue el lector ]lleve con paciencia la brevedad, pues los s libros llueven sobre mi mesa, “y tantos me solicitan q ue no será factible cumplir con todos y algunos autores esperarán su turno, si confío conviene á su mérito yámi dignidad, sólo he de hablar de ellos despues de haberlos leido.: ¡Y si ustedes supieran lo difícil que es para un entusias: fade lo bello dejar en la sombra, arrinconadas, obras de arte que están pidiendo una descripc ÓN y:muchos | aplausos! ¡El tener que elegir cuando: la razón el deseo de consuno incitan á quedarse con todo! ¡Elo -concretarse á una rápida enumeración, á "una suerte de : distribución de recompensas|.... Pero basta de prelu=
dios de considerandos,
y
sin perdernos en detalles tra- a
cemos un bosquejo del conjunto.
La industria del mueblaje,
en la que el obrero.
francés no tiene competidor serio, sigue avanzando hai cia la más refinada perfección, y con ínt ima satisfacción So so que se aplica á estudiar y resucitar, adaptándo- ps di.
mb.
REVISTA PUERTORRIQUEÑA.
las hábilmente
al
gusto mode
rno, las formas antigu as, las graciosas, insensibles y Xp re si va s cu rv as que dicen cuatro cosas 4 la im aginación y suscitan en le ánimo la santa emoción art el : de Hunsinger, en especial ística. Véanse los muebles embutidos de madgras prec el armario de encina con io ma y'animada floración; la sas que forman naturalísi-
de Boverie que peca por la chimenea de roble tallado trivial y borrada Pintura de frutas que tiene la injustificada preten si nogal de Raison-Renouvin, ón de adornarla; de todo/ punto
obreros que trabajaron los cofrecillos, consolas, mesa y rinconeras del Trianón s y de Versalles. Su escritorio tento con señ=alarlo. porque . = a su lo di se ño me arra de cien líneas. En el mueblaje vestido no ncaría más se'adelanta tanto; la tendencia á la mezc
,
olanza de tonos, los cr emías
sonrientes, que serían de per doncella pintado de clarís las para el cuarto de “una imo azul celeste,
| _ Entre los bronces. original es no en cu en tr o na de primer órden: peró ¡qué ligereza, qué elegan da cia en el jarrón El un de Baco, de Gr av el ín ! Es tan hermoso y pu
ro de líneas como el bizcocho qu e poseé
¡
¡ aa
SN:
4
4
*
ORCOS
para
su repro-
En todos sús trabajos artísticos, marca Fran-
cia el sello de su personalidad,
pero en ninguno
resalta
tada con suma perfección. jos de Robcis, pero abusa malo como todo abuso, y,
de
Chantilly,
Loa
está ejecu-
Muy monos son los espede la pasta, lo que ya es
lo que
aún
es peor,
de
á dos
tonos,
mate
las
molduras, arabescos, calados y flores que él cree que son |: - Osadías y resultan vulgaridades; el sencillísimo espejo octógono con marco liso y una sola guirnalda de perlas tallada en plena madera, dorado
rojo, vale más que toda su exposición.
Ese
y
es el ca» |
mino por el que hallará la aprobación de los inteligen-
tes, y nb el barroco rancio burguesía,
que parece satisfacer á la ¿
aa
Soyer ha llegado á tal altura que no exigir más; no conozco, ni en lo antíguo,
es dable esmaltes
|
comparables á los suyos, sobre todo en cristal, y no les encuentro pero, ni como dibujo, ni como color, mi
como factura. —“¿Por qué los venderá tan caros?”—decía ' una viejecita hablándose á sí misma, encantada con los
vasos azulesen cuyos amorcillos.
medallones
sonríen regordetes
Caros sí lo son, por la razón sencilla de que
no pueden ser baratos, y-hace muy
retebién
Soyer
en
conservar sus precios que le permiten ¡ejecutar obras artísticas y no corromper su exquisito gusto pro-
duciendo pacotillas de objetos baratos y bonitos.... y malos.
|
En verdad, la exposición es inferior 4 sus
nas, en particular á la - antepenúltima,
pero
herma-
no en
DS ; ET
tanto como en el de bronces y cobres, que son verdaderos encajes de metal. - Apuntemoque s el hierro forjado entra de nuevo en la circulación, al cabo de _siglo y medio de olvido, yla copia del pasamanos de
la regia escalera del palacio
A
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ducción.
ari
o eE A A
la Manufactura de Sévres y ha servido
Su
e
LETRAS Y ARTES EN PARÍS. |
ca-
lidad sino en cantidad. ¿Ha perdido sócios la “Unión | de las Artes Decorativás?” ¿Irán cediendo poco á
. Poco sus exposiciones anuales hasta quedar suprimidas?
ra
REVISTA PUERTORRIQUEÑA,
Sería lástima, pues inteligentes,
ha
- cubrir sus gastos.
de
son útiles, sacar
y, con administradores '
más
de
lo
necesario
pára
El público que las visita es crecido
y remunerado el precio de la entrada.
>
o_O O oo
r
El Doctor Vivier, que habita en rente, lugar de 785
vecinos,
á 17
Montignac:Cha:
kilómetros
de An-
gulema, acaba de publicar en la Librería delos
filos, un
libro de versos
titulado
Vespéries.
Biblió-
Siendo
jóven 'se entregó el autor al estudio de la medicina por amor á la filosofía, juzgando con acierto que era el
campo de observación, más
las miserias humanas.
vivo y fecundo,
Cuanto
más ha
de todas
visto
sufrif á
la humanidad más la ha compadecido y ha tratado! de _ socorrerla, notando que el mejor bálsamo era la simpatía, las palabras afectuosas. Ya retirado, con riquísimo capital de erudición y experiencia, y con la impe-
riosa y arraigada
necesidad de curar, M. Vivier sé ha
acercado al lecho de “la gran enferma,”
siguiendo ei sistema
que
la humanidad,
tenía al examinar
á un pa-
ciente, hablando y simpatizando con ella. Con. método y seguridad adelanta el doctor hacia el punto! en que con certeza ha de encontrar el
mal,
la ignorancia
de las cosas y de sus recíprocas leyes, que conduce al abuso de las necesidades físicas, fisiológicas y morales, al fatal descarrilamiento por la cuesta del desórden y la calamidad. Y en seguida señala el remedio: la educación, la instrucción, la propagación de las luces, el
conocimiento de los deberes respecto de la Naturaleza, del prógimo y de sí mismo, que darán por resultado la marcha hacia lo grande y lo verdadero, meta exclusiva
del Mundo, que no la lucha por la existencia, impía.”
L
“expresión 0
pan.
Todo esto que M. Vivier se ha tomado la molestia -
.
d
LETRAS Y ARTES EN París
139 y
de. explicarme en extensa y sustanciosa de adivinar leyendo su libro, en
carta, era fácil
el que. lo mejor
es el
autor, su alma amante, su deseo visible de moralizar y hacer bien. Es un filósofo humanitario que ha leido mucho, y como garantes de sus ideas y razones, apunta en su libro pensamientos de Horacio, Víctor Hugo, Jorge Sand, Janet, Woodsworth, Montaigne, Lucrecio, Richepín, Petrarca, Pascal, La Bruyere, La Rochefou«cauld, Shakespeare, Mirabeau, Vauvenargues.y cien
otros. No había necesidad de que Vivier calificase de impía la escuela de Darwin para comprender que aquél es idealista; ni de que al citar como fines supremos de la humanidad lo grande y lo verdadero,
olvidase lo
bello,
para estarconvencido de,que ño es poeta. Y entiéndase bien que digo poeta y ho versificador, puesto que versifca.
Es su verso bastante duro y quebrado, se disloca en
inversiones espeluznantes, adolece de giros puramente * latinos que recuerdan á Lucrecio, está henchido de reminiscencias clásicas, y la rima no posee la: riqueza á que tenemos hecho el oido.
Pero á todo
esto se acos-
tumbra tuno; además no siempre es defectuosa: la factura y abundan los pasajes como éste, en los que hay ritmo, armonía, felicidad de expresión: V Soignous nos morts.... Z1 sont autour de nous, dans nous....!
li vivent;.... Ts nous arrivent
Si doucement....! Lomjourss Ti oh! qu'ils trouvent de endroit da á les recevoir. .. Propre, jayeux et droit ..
Pero lo que no tiene el verso es ello secreto, la elevación, la hermosura que sólo saben infundirle los poetas. No está vacío, nada de eso; las ideas abundan y las hay profundas y graciosas, sérias y amables, ¿ Consoladoras y morales; pero son ideas de filósofo no € de poeta; son ideas de un cerebro vasto y bien amue“ blado que se propone la utilidad, no de un cerebro
exclusivamente
enamorado
preocupación que hacer belleza.
de la belleza y sin otra No faltará quien
yo, aprobando el libro y pareciéndole
muy
AN
digno de
Mo
REVISTA PUERTORRIQUEÑA.
' 4
14
aplauso y recomendación, se pregunte porqué el doctor | Vivier no lo ha escrito'en prosa. Él mismo se ¡lencarga de aclararnos el enigma, diciendo que ha vestido , sus ideas “en versos sencillos, es'decir, en: lenguaje
“rimado, modo sagrado € instintivo de trasmisión ¡del ““ pensamiento, predilecto de los primeros Vulgariza-
“* dores de l4 Antigiiedad, —nó por pretensión de Es“tilo, —sino buenamente para que, , timadas como el “* Corazón, sostenidas por el misterioso elemento ipo““tencial del Ritmo que por doquiera late en la N atu“raleza, y sin el que la Obra literaria es forzosamente ““imcompleta, las ideas penetren más adentro y: se “*graven con mayor empuje.” ! Esta explicación, sincera á punto fijo, ¿es la réal? ¿No se engaña el autor á sí mismo alegando razones : falsas? Olvida que todos los grandes pensadores como Montaigne,
Rabelais, La Bruyére,
etc.,
han escrito en
prosa, y sin embargo sus ideas no pueden ir más adentro de lo que van. La verdad es, sin duda, que M. Vi-. vier tiene desde las aulas entrañable amor al verso, adora á los poetas, venera especialmente á Víctor Hugo, de quien dice “está por cima de Corneille, Racine,
Moliére,
La Fontaine, iluminándolo todo como un faro,
y al decidirse á expresar su sentir, darle cuerpo y vida,”
la primera, la única forma lógica y esencial que se presentó á su mente fué el verso. Grande esfuerzo le ¡ha costado, pero felizmente las trabas de la rima no le han impedido decir cuanto decir quería.
La
'
Santa Misericordia, que M. Vivier llama
“te-
nos lo
hace
soro del corazón,” reside en el suyo y ésto
simpático y amable, al par de su filosofía que se 'levanta, generosa y compasiva, sobre esa amplísima base. ay en Vespéries mucho más que grandes principios morales, altas lecciones, sabiduría práctica, 'sana y fe-
confortante esperanza, y es el alma de un hombre due. con franqueza la desnuda ante nosotros, dejá ndonos
seducidos con tanta belleza. 1
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Por eso dije que lo mejor
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del libro, á pesar de que todo €S bueno, salvo el verso, era el autor.
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-- Como'todo lo que en París sucede posee la pro- l piedad de difusión de la luz y el sonido, no es aven: turado admitir que las experiencias de hipnotismo del Doctor Charcot han pasado los mares y son conocidas de mis lectores. ¿Las han creido.,..? En 1880 no conocía yo esta interesante cuestión más que superficialmente, y siempre la había mirado con la reserva del desconfido. La casa Garnier me llamó entónces : para que, de manera clara y sucinta, escribiese una historia anedóctica sin dejar de ser grave, del Magnetismo, Sonambulismo y Espiritismo. Era un medio practico de saber una cosa más;
estudié,
leí
cuanto
sobre:
lla materia trataba, y con el mismo título publiqué un tomo que no vale mucho, pero que me convenció de la existencia del
elemento
magnético,
llámese
fuerza,
'flúido ó lo que se quiera... Hoy dia, el magnetismo cuenta adeptos y practicantes entre los sabios y las celebridades médicas, y se considera como ciencia que ¡debe
contar con
cátedra
en
la
Escuela de
Medicina,
para aplicarlo á la curación de las enfermedades. Lo solicitan hombres influyentes, lo desean los estudiantes de medicina,
y
un
novel .magnetizador,
M.
Moutin,
después de haber recorrido la Francia dando públicas demostraciones, acaba de escribir un libro, El Nuevo Eipnotismo, para probar que es. necesario. M. Moutin es un jóven de ancha y hermosa
te, ligera chatedad, boca
fren-
expresiva y dos ojos gran: '
des, claros y luminosos que denotan robusta: y enérgica.
voluntad. No es un charlatán, no afirma que la potencia magnética sea privilegio de éste Ó aquél, pre-
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todos la poseemos, que cual.
Lo
tende al contrario que
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142
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repetir sus experiencias,
y revela lbs
REVISTA PUERTURRIQUEÑA,
Quiera puede
'
|
procedimientos que deben usarse.
Señala en la parte
histórica de su obra los de Mesmer, Puységur, el abate Faria y Debure. Respondiendo á Charcot, que sostiene no es dable hipnotizar sino 4 personas dañadas de nei1rósis, asegura que é] escoge con preferencia á los hombres más potentes y obtiene resultados magnetizando á los animales que, seguramente,
no padecen
de neurósis ni tienen imaginación. Es cierto; presencié las experiencias que hizo Moutin ante la prensa parisiense, ¡y que explica en la segunda parte; son concluyentes, maravillosas y nó puede dudarsede que el efecto existe aunque nos sea desconocida la causa. | l Lo curioso y nuevo es que, por lo comun, Moutin
no duerme
al paciente;
le deja en pleno
uso de todás sus facultades, libre de hacer cuanto le plazca, menos desobedecerle. Coloca la mano derecha entre los oméóplatos del sujeto, declara
frio,
que
calor
6
en la base del cuello, y si aquél siente, al cabo. de dos ó tres minutos,le ligeros
calambres
en
los miembros, hipnotizable. Planta entónces las. dos manos sobreés los omóplatos imprimiendo ligero temblor 4 los dedos, y cuando ha enervado suficientemente los dos trapecios, retira lentamente las manos .con la firme voluntad de atraerlo á sí, y á su pesar, el sujeto le sigue andando hácia atrás.
Otras veces, inmoviliza
á la persona hipnotizada
de' un espejo,
que
ponga
la ordena quedarse así,
un
brazo, suplica
la mano
y
encima
tambien por más esfuerzos que haga, no consigue separar la mano hasta que Moutin se lo permite. Obliga Moutin á una
señora á sentarse á su lado y darle un beso; se bate con un hombre
que
queda paralizado,
y le
ordena luego quitarse la levita, 4 lo cual obedece el otro. “Y estas experiencias que presencié,lo repito, se hicieron sobre periodistas, estudiantes de medicina, escépticos por ofic
io, y que de ninguna manera se habría n
una superchería,
prestado á A
LETRAS Y ARTES EN PARÍS, -
Estos fenómenos
no pasarían
- 43
de interesante jue-
go, —y juego que puede tener malas consecuencias, pues ay personas muy sensibles en las que puede provocar convulsiones, espasmos, ataques cerebrales, —si no ofreciesen la utilidad de ser aplicables á la medicina, y Moutin afirma que la hipnotización de los niños que padecen afecciones difíciles de diagnosticar y curar, produciría la curación de un sesenta por ciento de los que, con “los métodos actuales,
sucumben
fatalmente.
No. exa-
minaremos los casos que cita Moutin; nos dice “que es imposible mencionarlos todos ni presentar en esta obra el tratamiento de cada enfermedad, trabajo que exige varios tomos y deja para más tarde.” Para entonces dejaremos, pues, nuestra apreciación.
Pero des-
:
de ahora aseguramos que este hombre es un innovador de genio, que no es prudente rechazarlo y que el gobierno debería crear la solicitada cátedra de hipnotismo-
y sentarlo en el sillón. Si en 1850 se hubiese dicho que, con el rodar de los años, llegaría la hora en que un
hombre residente
en. París pudiera conversar
otro hombre residente en Bruselas,
con
se habría considera-
do como simpleza de cerebro enfermo. No creamos más que á medias á Moutin, en las ventajas que nos promete aplicando el magnetismo á la terapéutica, pero pongámoslo en situación de'convencernos con sus triunfos Ó que se convenza de su presunción con sus derrota. FE
Años hace ap que M. Taine emprendió una, obra de E EA gran aliento con el título'atractivo de los Orígenes de la Francia contemporánea,
y
me
prometí
no
perder
una
línea, pués no veía con buehos ojos el método 'del re- . putado filósofo aplicado áá la historia. Si no fuese ri-
dículo
suponerle; tan pobres
fines,
se diría
que el
ES
_ REVISTA PUERTORRIQUEÑA:
E
exclusivo de M. Taine ha sido desagr adar 4 todo el mundo para darse lustre y Pas ar
imparcial que jamás alentó y parcial;
por
el espíritu
en la tierra,
más.
Presentó “un
pensaron que la Revoluci
ón sería apreciada con más verdad. Llegó Taine 4 la admirable y cru enta época, y el cuadro salió, por lo mé no s, tan neg ro como el otro. “Nosotros seremos los preferido s,” calcularon los imperialistas, y allá por Febrero, “publicó el' filósofo un retrato de N apoleón, pintado con los colores . ordinarios de su paleta. Nadie había contestado seriamente á M. Taine; hoy, el prí ncipe Napoleón se ha
Toda la parte crítica del libro del príricige : león que estudia las fuentes en pescado pequeñeces para empastarlas que M:*Faine ha la gran figura del conquistador de Egipto, es excele nte, aunque, para mi gusto, un tanto acerba. El príncipe de Metternich, Bourrieune, Mad. de Rémusat, el abate de Pradt y Miot de Mélito están muy bien juzgad os, sobre todo Metternich y Mad. de Rémusat. Pero, lo repito, hubiera de-. seado en el autor más mesura, más
que de ordinario
no altera
sino
frialdad;
4 los
razón; comprendería la ind ignación; comprendo. :
que
les
cierto
no tienen
la irritación
no la.
Después de responder 4 los ataque s de Taine, con motivo de La Correspondencia de Napoleón I, y justificar
LETRAS Y ARTES EN PARÍS. | O capítulo: “el hombre
y su obra.”
Esel
que ménos
me satisface del vólumen, y á mi juicio no debió escribirlo el príncipe. Por más que posea el don de decir
mucho en pocas palabras, merced á su estilo conciso y enérgico, no es posible dibujar ni en esbozo siquiera,
la fisonomía de Napoleón
en 37
páginas
en 18%
Re-
sulta además del elogio contínuo, sin que un grano de sombra lo oscurezca, un canto apologético que quita al.
que yo habría
querido ver dominar en él. No es trabajo de ¡pretendiente, lo creo, pues no tengo misión de penetrar los planes del autor, pero sí lo es de partidario, y hubiera sido preferible que lo fuera únicamente de crítico. La joya inestimable, que se conservaráen la literatura francesa y que aplaudo sin restricciones, sin ¡preocuparme la personalidad del pintor ni sus tendencias políticas, pues antes
que sectario soy artista, es el retrato
de Taine, que según el príncipe '* La naturaleza, añade, lo creó '* bir colecciones prendidas con “sión su predilección por esta “él, la Revolución francesa no “* de un insecto.
Todo
lo vé
“es un estomólogo.”— para clasificar y descrialfileres. Es una obseclase de estudios; para es sino la metamórfosts
con
ojos
de miope;
tra-
'* baja con lente, y su mirada se vela 6 turba tan luego toma ciertas proporciones el objeto examinado. Au'“ mentan entonces sus investigaciones, busca un punto ¡donde
poder aplicar su microscopio, y acaba por hallar
““ una explicación que empequeñece
y
pone al alcance
“* de su vista la grandeza que le ofuscara con su aspecto.
“Crítico literario, crítico de artes,
'* sofo, su método
es siempre
| espíritu achicado, cerrado
el "mismo.
historiador, filóCorazón
seco,
á las intuiciones vivas y á.
¡las impresiones generosas, es analista perpétuo que no
* suelta las pinzas de disección y se complace en despedazar á su víctima sin dejar fibra intacta, sin un grito del
'“ alma, sin aspiración alguna á lo ideal.
Cuando juzga
““ una filosofía, M. Taine desea conocer el boletín mé| |
|
iia
»
libro la grandeza de miras, la serenidad
e “dico
REVISTA PUERTORRIQUEÑA, de la vida del filósofo,
y cuando examina una
“obra de arte, el estado patológico del escultor 6 del “* pintor. * Os demostrará que la moral 'de la Reforma “tiene su orígen en el uso de -la cerveza; y ante el “* cuadro de un maestro, tratará de contar los cabellos ** de una mujer, si ha de apreciar su cabellera.
Son sus
“artículos mosáicos de frases extractadas con paciencia “* de libelos anteriores; no hay en ellos unidad de tra“ bajo; son trozos aplicados encima de almáciga; desde. “el principio hasta el fin de su obra se nota una labor “* sutil de remendón,
“ especial habilidad,
““ inventa.”
en
la
los
pasajes
qué el escritor enlaza, - con
!
que copia
y los que EA
- El espacio que me han señalado no me permite traducir más, pero con lo traducido basta para formar idea y ver que no he exagerado al alabar el retrato de Taine por el príncipe Napoleón. No creo, como el
príncipe
parece creerlo,
que los hechos corrientes. de'la
an
vida de los grandes hombres deban arrinconarse, que - sea obligatorio abandonar las pequeñeces; pero sí me - parece necesario qtas y arrinconarlas cuando nada 'significan y nada ha producido. Es malo escribir 'la historia sin tener .en
cuenta
los
hechos
nímios que parezcan; pero es tan malo más que esos
íntimos,
por.
no estudiar
hechos y desentenderse de todo lo grande.
Acepto que Taine examine la calumnia ó la verdad
de
los amores de Napoleón 1 con sus hermanas, pero no que no nos digani una palabra del Napoleón hombre de gue-
rra, que es el más interesante, fuese buena ó mala su ihfluencia. M. Taine no sabe pararse á tiempo; mal de:
muchos, en verdad, y el príncipe lo padece, bien de su libro y aun
_los tiene, debió pararse
de
sus
segundos
en la página 222,
pues para
designios,
y ser más.
generoso con los detractores de su ilustre pariente. >
si
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LETRAS Y ARTES EN PARÍS.
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Duéleme en el alma tener que cortar aquí el hilo
“1 dejar la madeja incompletamente llegará la hora, y: con
la esperanza
devanada, pero.
vive el hombre,
como saben ustedes todos, á los que b. Lom.
E
- Lzororno García- RAMÓN. París, Octubre 15 de 1887.
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ENRIQUE
HEINE.
En pardas nubes envueltos Duermen los dioses ahora; Oyendo estoy sus ronquidos En la tormenta horrorosa.
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La foria de la borrasca
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|
Ya el pobre barco destroza...
¡Ay, quién enfrena estos viento
Ni quién domina estas olas....!
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Y pues evitar no puedo
Que truene, y crujan las lonas,
Me envuelvo en mi capa, y hago Como los dioses que roncan!
J. A. Perez BoNALDE.
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CRÍTICA LITERARIA. Despues del triunfo
obtenido por el
poeta puertorriqueño, Don Salvador Brau, en el estreno. de su más reciente producción dramática , la juventud ¡Capitaleña puso digno remate á su esp lén 'cida manifestación, editando con esmero dida y méreexquisito aque- | “¡Ma obra afortunada. Este acto me parece dobleménte ' ¿Plausible, porque además de ser homenaje ¡Un autor que honra al país revela algo tributado 4. así como el : despertar de la
la conciencia pública,
¡hasta ahora ante las manifestaciones
tual en Puerto Rico. No
es. esta
la ocasión
un tanto indiferente
de la vida intelec-
z
de analizar una obra estre-
¡nada mucho antes de que apareciese la Rev ista Puer¡TORRIQUEÑA, y que
se halla, por lo tanto, fuera del alcance “de mis observaciones de cronista, efecto: retroactivo, y valga lo curialesco de que no tienen. la fras Registraré sencillamente en estas página e. s la apariciónde una Obra importante, ya juzgada porla prén-
sa y porel público,
y apuntaré de paso alguna
que otra idea que se me ocurre acerca de Brau y su dra mática, ya que la ocasión viene de perlas y nunca está demás el decir algo de las obras y los auto res Aunque Brau no hubiese podido triunfar, de valer. como ha
triunfado, en la estena, siempre hubieran sido muy pro>
|
CRÍTICA LITERARIA.
y
vechosas sus tentativas en el género dramático, para perfeccionar el estilo como poeta y como prosador. Basta
"examinar con algun
detenimiento
las pri-
meras producciones literarias de Brau, para comprender
que
su
más grande dificultad consistía
en
concentrar
. el pensamiento y poner límites á la pomposa exuberancia de su lenguaje. . Era, ante todo, un poeta de .forma, un escritor abundante y lozano. Su dicción te-
nía cierta.semejanza con la frondosidad de los grandes
bosques tropicales; había madera fuerte y rica, había solidez y firmeza de pensamiento; pero se necesitaba algun esfuerzo de observación ' para distinguir estas ri-. quezas intrínsecas en medio de la abundancia y lozanía
del lenguaje. | o . Con disposiciones tan opuestas á la concentración
y sobriedad que exigen las obras escénicas, parecía natural que Brau se dedicara á cualquier otro género con preferenciaal dramático, y. éste fué precisamente el que: eligió para'su primer obra de empeño. De Tiene el instinto del. arte impulsos misteriosos que pasan con frecuencia inadvertidos aun para el mismo que los recibe, pero que rara vez dejan de producir provechoso efecto. Así Brau encontró medios eficaces de perfección y de estímulo
en
las dificultades y corta-
pisas de la escena, donde la sobriedad se impone y resulta dañoso todo lo que no es absolutamente necesario. Sometida á la presión concentradora de la precep- | tiva dramática, se.replegó sobre sí misma aquella inspiración vigorosa y espléndida, y á medida que se ejercitaba en producciones de: esta índole iba el estilo de q
Cada obra dramática de este autor acusa en él un nuevo progreso, manifestado principalmente por la concentración .de las ideas y la firmeza de la expresión. En
Los horrores del triunfo hay pasajes
ordinario vigor, y diálogos
de
extra-
de una rapidez y viveza di- |
fíciles de superar. * Las escenas 9" y siguientes del acto
0
|
Brau adquiriendo mayor consistencia y energía.
180
REVISTA PUERTORRIQUEÑA.
“primero, la 5%, 6% y 7? del segundo, mismo, que son magistrales,
la 9? y la 10% del
y todo lo que sigue hasta
¡el cuadro de la maldición, que es de buen efecto dramático, revelan progresos innegables en “aquel sentido.
' La escena tercera
del último acto es
de
las ñ e-
Jores del drama, no solamente por la belleza y propie| dad de la forma, sino por el estudio y oposición del dos principales caractéres, Beppo y Prócida. q Pongo á Beppo delante, á pesar de su inferior social respecto del célebre vengador de Conradino, p que—como personaje dramático—Beppo es indudablemente superior á Prócida. : El drama vive de pasiones en lucha, y aquel EA jóven siciliano ardiendo en ira y en celos, es” una hermiosa figura que descuella principalmente en Los horrores del | triunfo. Por más que el autor haya revestido á Pró-
”
|
"
]
dl
| cida con todos los
atractivos
de
la
dignidad,
la
pru-
| dencia y la firmeza de espíritu, y haya puesto en su boca los pensamientos más nobles y mejor dichos de la
Obra, la figura de Beppo resulta más humana y produce en el ánimo del público más viva y más intensa emoción.
A
Es Beppo, sin duda, una de las más felices creacio| nes dramáticas de Brau.
Obligado éste por su respeto á la verdad histótica, tuvo que aceptar al noble caudillo de las Vísperas: Si-
' cilianas con su doble
carácter
de
revolucionario
ven-
gador y de político: ambicioso, y esta última cualidad quitaba á la primera gran parte de sus impulsos yehe' mentes y de su apasionada y franca decisión.?| De | aquí la necesidad de crear á Beppo, verdadera perso. | hificación del sentimiento popular que produjo en Si¡“cilia tan sangrienta y memorable jornada. o elegir
con
mucho
tino
los elementos
dramáticos, y no ignora que én las obras de- este! género la pasión de cualquier palurdo vale más que todas
. A
Brau sabe
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las combinaciones de la política y de la diplomacia,
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CRÍTICA LITERARIA.
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Para el arte dramático vale más Masanielo que Cavour, y Doña Isabel de Segura es muy superior á la princesa de los Ursinos.
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El plan de esta obra está desarrollado con mucho acierto, y en la elección, contraste y pintura de los caractéres en general se advierte asímismo la pericia de un autor concienzudo y estudioso. .
Todos
.
t
o
se
mue-
ven con libertad y precisión admirables lentro de los límites de la conveniencia artística, y ca la cual habla y procede como quien es. Nas Hay en el lenguaje de Stella algún leve resabio de lirismo, y tal vez resultan! demasiado conteptuosas las últimas palabras que pronuncia, dada la educación escasa de esta jóven y el estado de su ánimo en el mo1
- mento de la catástrofe;
pero es
en las escenas amorosas,
y hay
tan
bello-lo
tal firmeza,
que
dice
energía
y
- majestad dramática en los apóstrofes de lla penúltima escena, que el más frio y severo de los críticos vacilaría mucho
al
sacrificar
uno
solo
de
aquellos
valientes
- versos.
EL
El drama
en
general
es bueno,
y
bastaría por
sí
sólo para acreditar á su autor, si-ya no hubiese adquirido justo renombre con obras de distintos géneros.
En esta hermosa producción y .en la.novela que viene publicando en la Revista, se ve que Brau huye resueltamente del convencionalismo artístico y de la exageración romántica, para beber inspiración en los frescos y provechosos manantiales de la realidad.
E
*
%
*
»
Bien quisiera poder decir otro tanto de La dama de los tres lunares, obra dramática en verso, del
Don
Mariano
Mingo
Maroto,
á quien agradezco
ejemplar de la misma que me ha favorecido;
,
Presbítero
pero
el
con
Ea
- REVISTA PUERTORRIQUEÑA.
todo el buen deseo de
aplaudir
al examinar una obra de arte, no en ésta motivos bastantes para
elogio.
que me guía siempre
he podido encontrar fundar un razoñiado
La acción es desmayada y confusa, la versifica-
ción incorrecta y ripiosa, y en los personajes
hay sobra
imaginación
dramático,
de convencionalismo y falta de caractéres, No puede negarse que el Padre Maroto é
inventiva;
pero
en
el arte
y á juzgar por la presente obra,dista mucho
autor
como Dios
manda.
tiene
de ser un
Su Dama de los tres lunares
fué concebiday escrita en hora dijéramos en pecado mortal.
menguada,
como
ManueL Fernánpez Juncos. .
si