_ ESTUDIOS ETNOLÓ
SOBRE LOS INDIOS BOR 111. SU VIDA PÚBLICA. (GOBIERNO, POBLACIÓN, AGRICULTURA, ESCLAVITUD, MATRIMONIO ). Ye
El
gobierno de los indios borinqueños, en general,
participaba á la vez de los atributos de la ¡autocracia y.
el patriarcado.
a
a
a
__ Ala llegada de los españoles encontraron estos.
la isla dividida en varios cacicazgos; pero
-
moradores de Borínquen se hallaban.
dominación de un solo rey, el gran «
revestido de perrogativas
sobre
todos los
bajo la- soberana
la
que le rendían el más cumplido hom y acataban su indiscutible sobera 1 mando de Agueynaba acudían presurosos con sus.
_tes á colocarse
bajo las Órdenes del
gran caci e
- hacían cumplir estas en sus respectivos distrito Los dominios propios donde Agueyn
_ directamenteel gobierno se extendían
de
p A
614
—
REVISTA
PUERTORRIQUEÑA.
id
0
la villa de Arecibo;
Mabodama lientes y esforzados caciques,ca, uno de los más va-. sorprendido y vencido por Salazar, en Aimaco, lugar
ignorado, : aunque se supone de «su residencia, aun prendía próximamente las jur que su territorio comisd Quebradillas; Guarionez goza icciones de Camuy y ba con Agueyñaba de un prestigio superior á todos los demás caciques. Sus dominios se extendían desde cisco y todo el litoral de occide la Punta de San Frannte algunas leguas al interior sobre el rio Culebr
rionex, ocupaba
ina:
la jurisdicción
Uraoyan, vecino de Gua-
de Añasco; Mayagoex, residía en la jurisdicción de Mayagiiez; Broyoan vivía
en la provincia de Pagueca,
Añasco, tal vez tributario de
situada á orillas del rio de
también Aymamon, cacique de Guarionex, como lo era sidía en la explanada que hoy segundo órden que reocupa el pueblo de Isabela; Humacao 6 Mácao habitaba el «centro
guabo; la cacica Loaiza. ten ía sus en el gran valle regado por el mayor el de Loiza: La historia no nos nombres de los caciques res identes
de la costa
extensos dominios de nuestros rios, ha trasmitido los en la parte meri-
dional de la isla, que ha sido la ménos preferida por los
primeros colonizadores.
Es probable que en las luchas
do á los combates á la órden
fensa de sus vencidos
Los nombres de
Yabucoa, Maunabo,
,
de Agueynaba
compañeros,
algunos
Gurabo,
de orígen indio, inducen
:
pueblos,
Cayey,
y en de-
E
como
Utuado,
Camuyy otros
á er en la existencia de otros caciques de segundo órcre den establecidos en esos lugares,
ESTUDIOS ETNOLÓGICOS.
Todos ellos eran tributarios y tenientes de Aguey-. naba y Guarionex, como lo demues tra los historiadores quista.
n los relatos de que se contraen á la guerra de con lo E >
Así vemos á estos dos caciques, á Agueynaba Il, convocar 4 los demás. en primer lugar deliberar sobre la actitud que debían de la isla para adoptar en présencia
del peligro que les amenazaba su libertad y del señorío de sus tierra con la pérdida de s por el establecimiento de los españo
les, y la resolución (que reclamara . tan grave y desesperada situación 51, Otras cosas, que Guarionex con , - resolviendo, entre 3,0 ) la población de Sotomayor, la pus 00 hombres asaltase iese fuego y acabase con
Y,
todos sus habitantes, al mismo tie mpo que los otros .
lo ejecutaban en los distritos de fué de funestos resultados para dente Sotomayor, muerto en el Yi la población fundada por aquel
su cargo, asalto que el incrédulo é impruataque de Guarionex valiente capitán en la
Playa del Rincón. > ' Si algunos de los caciques convocado| s res ist ier on el dictámen de su soberano Agueyn aba, fundaban su resistencia en la supersticiosa cre encia de que los españoles eran inm
ortales;
pero una vez
ánimo de los indios aquella preocupac extinguida en el ión, y demostrada
Y
a
PEA
AI
lk2 mortalidad en la violenta mue rte del inocente Salcedo, ahogado
por los indios de Broyoan en el rio de Añas- * CO, y comunicado este resultado 4 , Jados del error que les detenía en Agueynaba, despo- brarse de los españoles por la fue su empresa de li-. rza, acordaron una sublevación general, señalada para un vié . Otro hecho que justifica la sobera rnes. nía de Agueyhaba 1? y la de su hijo Agueynaba Il, muerte de aquél, se reconoce en la sun después de la tuosidad de su residencia, al parecer accidental y rada de Aguadilla, cerca de los dom transitoria, en la inios de Guarionex, , ncontradpor a Colón al desembarc
“en nuestras playas,
s
ar por primera vez
a
de
PR
1
muvivra vom
sen
“Había en la playa un pueblecillo de doce bohfos regulares puestos á la redonda, con otro muy notable
por su artificio y magnitad. Desde la playa hasta el mar corría un camino espacioso á manera de verjel cubierto y aparrado, con laderas de cañas cruzadas, su-
biendo
y enmarañándose
muy
graciosas verduras y
enredaderas. Al fin de la vistosa calle, se levantaba un mirador ó palco, capaz de diez ó doce personas. Presumióse si sería casa de campo para la recreaci ón
de algún señor en ciertas estaciones.” —Juan
Historia del Nuevo Mundo, tomo primero.
B. Muñoz
E
y.
Aquella casa ó aquel bohío, notable por su artificio y magnitud, podía ser también el palacio que: ser víade residencia al gran cacique Agueynaba, Rey de Borínquen, cuya majestad rodearon sus vasallos ' del esplendor y la magnificencia que su grado de cultura artís tica
les había
sujerido,
y aquel
mirador
ó palco sería el
regio trono desde el cual presidía los actos más impor-
tantes de su gobierno, ya reuniendo los súbditos más inmediatos, .ya convocando las altas dignidades y los nobles, los llamados Nitanos, representado por s los
sumisos caciques de la isla, para deliberar acerca de la defensa y el gobierno del país. oh Aquel espléndido bohío y el alto y espacioso palco Ó mirador eran los dos únicos edificios que, mere cían
llamarse públicos y que ostentaban algún mérito artís tico
Ó arquitectónico, aunque tosco y sencillo: en su construcción. | o Sien alas dela imaginación nos trasportamos á aquella deliciosa residencia de Agueynaba, la encon-
tramos rodeada por la exuberante vejetación prop ia
las selvas vírgenes de los trópicos.
Un
de
camino espa
cioso se dirije desde la playa al regio - bohío, 4 manera-
de verjel cubierto y aparrado hasta la entrada
del pe-
queño pueblo, corte de Borínquen; á uno y otro lado del.
camino se extienden dos líneas paralelas de sencillo en-
verjado de cañas cruzadas.
Por estas suben y se entrete- :
jen volubles leguminosas, encantadoras pasionarias,
hermosísimos convolunlos,
rosadas lianas,
presentando
un conjunto abigarrado pero delicioso en diversidad de colores y admirables combinaciones, y. embalsamando el ambiente fresco y puro de la mañana con aquel
delicadísimo. aroma.
Los
robles,
despojados
de
sú
follaje, ostentan su fecunda prefloración imitahdo giteo ramilletes, á los que saludan con suavisimos oloresel péndulo, las verbenas y los mirtos. Un enjambre de insectos de doradas alas, acude 4 Jlíibar el .Qulce nectar de las flores y se dispersa zumbando por valles y praderas, en tanto que el cucubano y lá luciérnaga duermen bajo las hojas. El ligero zumbador,
-vibrando sus alas de esmeralda y
revoloteando
de
flor
en flor, en ellas introduce su alesnado pico. El mazambique de dorados ojos y la pintada mariquita, acuden en tropel. La graciosa calandria y. el manso
pájaro-bobo, saltan de rama en rama, y el múcaro reposa dormido en la copa del frondoso árbol. Se escucha -
el lastimero quejido de la perdiz-.en la maleza; la tor- caza canta en la cumbre de los montes; parejas de graciosas rolitas se pasean mansamiente en la arena; en las lomas las tórtolas cantan sus amores; el ¡valiente pitirre proclama su nombre en agudos gritos; los dulces trinos del ruiseñor son interrumpidos por el recio
martilleo del carpintero, el silbido del zorzal y el suave .
canto de la reinita.
Toda
aquella
espléndida
natura-.
leza, digna del delicado pincel del más diestro pintor y que arrebataría á la lira del poeta sublimes in$piraciones, es imágen del paraiso. | El indolente indio, sentado en cuclillas, recrea 4 sus compañeros refirién-
doles
_san
en
cuentos
de' gloriosos combates;
todos descan-
el suelo alfombrado por los matizados pétalos
_ de las flores que el dia anterior saludaran “con su frescura los ardientes rayos de un sol abrasador. SS
- Eh aquel recinto del encanto que caracteriza la fiora y fauna tropicales, residía el gran cacique Aguey-
Ea
REVISTA PUERTORRIQUEÑA, naba.
La ciudad
circuían una plaza;
constaba
sólo
de
doce bohfos
4 un lado el palacio
centro de la plaza el regio solio, primitivo arte arquitectónico,
que.
¿
real, y enel
todo revelaba el más e
Sobre el rio Culebrina se deslizan ligeros cayucos impulsados por indios jóvenes ded ica nor; el martinete huye, pregonand dos á la pesca meo mación de algo extraño, seguido á gritos la aproxide garzas y garzones
y playeros se levantan en bandadas trasladándose á la opuesta orilla. Otros indius en ons pescan en la boca del rio seguidos de bláncas gavénn iotas, y el alcatráz, ese aeronauta sin
rival, se desliza agua, sin tocarla, conservando sus sobre la superficie del inmensas alas horizontal es y en admirable reposo,
Ó
se
lanza de cabeza en el mar, reapareciendo con la pre sa en. sus descomunales fauces. EE Indios más robustos y ágiles nad ado res se trasladan en grandes piraguas á las pequeñas y vecinas
islas del Desecheo'y la Mona, saluda retornan de aquellos solitarios peñones.ndo
á otros que e
Tornemos ála residencia de Agu eynaba. Éste ocupa el trono; su présencia es ven erable, su aspecto
revela firmeza y altivez, su rostro
espresa
inteligencia, aunque inculta; sus miembros y Su est atura son atléticos, . su larga cabellera
recojida está adornada de plumas,
diadema, y en el pecho el guarim
de los emblemas del cacicazgo;
lá frente,
ó placa
desde
en
forma
de
de oro, uno
media pierna rodean al cuerpo un abi la cintura hasta” garrado tejido de
hermosas plumas en
forma
de delantal;
piernas adornados de pulseras y brazal sus brazos y de oro, conchas y caracoles de capric etes de pepitas” hoso y brillante
colorido y otros dijes ensartados en cordelillos de maguey; áun lado varios collares 6 bandas de piedra . artísticamente labrados, su arco y aljaba con agudas flechas en apretado haz, la formidabl e macana á su pr
mm.
ostentando las más vistosas en
t,
diestra, atravesada en la punta por una enorme hacha de piedra. : | Á su lado ocupa Guarionex asiento de preferencia.
la redonda, y adornados de igual manera, aunque más
modestamente, ocupan sus asientos los caciques todos de la isla. En su pecho ostentan ei guarim, á su lado
el
collar de piedra, el arco y flechas y la macana
con el
hacha de piedra, emblemas del cacicazgo, que debían llevar siempre consigo como distintivos de su elevada
alcurnia, signo de nobleza y requisito indispensable
para tener asiento y usarde la palabra en aquel soberanó concurso de magnates, presidido por el rey
AgueMult ynabitud a.
a
de indios flecheros, otros con
hachas, y animados grupos
a
macanas - y
de mujeres y niños, llena-
ban los alrededores, escuchandola discusión que se entablaray las soberanas resoluciones de Agueynaba, ya se tratase de rechazar las incursiones de los feroces caribes, ya de aniquilar el poder cada dia más amenaza-
dor de los conquistadores.
|
¡Los indios intérpretes que Colón en su segundo viaje recogió en las Islas Vírgenes, pintaban. la isla de Borínquen fértil, bien poblada y cultivada; sus habi-
tantes pacíficos, bajo la obediencia de un solo rey, contentos con el suelo patrio, de donde jamás salían á
inquietar á nadie; eran flecheros bravos y aguerridos por las contínuas incursiones de los caribes, 4 quienes
tenían mortal odio, tanto que si podían
haber alguno
á,las manos, le despedazaban y devoraban de pura rabia, bien que detestasen la costumbre de comer carne
humana.—Muñoz, (lugar antes citado).
¡Las condiciones climatológicas de
de su posición geográfica,
|
la
isla,
propias
comunican vigoroso impulso
á su rica y variada vejetación, regado su fértil suelo por abundantes y caudalosos rios que se ramifican en mil afluentes que desde la alta montaña precipitan su 4
|
4
:
4
AS
hm
REVISTA PUERTORRIQUEÑA. —
ctistálino líquido, serpenteando (entre amenos valles é
$
inundando sus extensas márgenes y vegas en la época | de las lluvias torrenciales. La gruesa capa de tierra vejetal que cubre estas vegas ha causado admiración4
más de un inteligente
tado nuestra isla.
agrónomo de los que han visi:
| (1!
o
Dice Oviedo en su libro XVI, que
“la isla de Bo-
rínquen que agora se llama Sanct Johan, en la verdad és muy rica é fertil y de mucha estimación.” E Esas extraordinarias condiciones naturales que
favorecen á Borínquen, más que á ninguna
otra de las
Antillas, no quedaron inadvertidas de los incursores caribes que informaban á Colón de su fertilidad y de que era la isla bien cultivada, se prestan 4 importantes
consideraciones y bastan
á explicar de
k
J
( l
una parte la
l
razón de su nutrida población, de otra la codicia de los
E
caribes invasores. El silencio que acerca: de estas observaciones han guardado los cronistas, lo explican
tanto
el
poco
espíritu
de
observación
que
Y ;
poseían,
|
cuanto la preferencia que daban álos asuntosde índole política que absorbían toda la atención de aquella
época.
:
0)
:
Fray Bartolomé de las Casas en su relación de Indias expresa que, cuando los españoles, pasaron á esta isla en 1509 bajo las órdenes de Don Juan Cerón, estaba tan poblada de gente como una colmena, y tan hermosa y fértil que parecía una huerta. E,
La nutrida población de la isla, el carácter pacífico
de sus moradores que jamás salían á inquietar á nadie, “y su felicidad en el patrio suelo son la legítima conse-
cuencia de la fecundidad del terreno
Xi
y el cultivo de
este, brindando á sus relativamente laboriosos
y mori-
gerados habitantes medios sobrados para librar su pro- pia subsistencia y despertar la codicia de sus vecinos “caribes, con quienes la naturaleza había sido ménos pródiga, y en épocas determinadas de escasez, les colocaba en la situación extrema de buscar hasta el alimento
Y
!
y '
RE :
|
OS
y demás medios de subsistencia en la fértil Borínquen. -Dutestre
(11. fol. 337); un
tanto
inclinado 4 la
exageración, como la mayor parte de nuestros antiguos rabia
expresa
el
siguiente
concepto:
“La
cantidad y poca sustancia de los alimentos que
corti
usaban,
la facilidad que tenían de adquirirlos sin trabajo, el calor excesivo del clima y la falta de cuadrúpedos para ejercitarse en la caza, los constituían
flojos,
indolentes,
enemigos de toda fatiga y de una aversión extremada á todo trabajo.” Aquí se califican los indiosde sóbriosy
-perezosos;
pero
si la primera
gran número de indivíduos en
condición
admite
un
un “país relativamente
reducido, la contradicción huelga en la segunda: una nutrida población en una pequeña isla sin el concurso de la agricultura y la laboriosidad, no se concibe dentro de las condiciones sociológicas del pueblo borincano primitivo.
;
E
e.
| Se ha hecho subir el número de indígenas que poblaba nuestra isla en la época de la conquista á una cifra exageradísima, hasta 300,000;: error que tiene -su brigen en el gran número de indios que, afiliados á sus jefes, concurrían
de todos los puntos y se reconcen-
traban en el sitio del combate, aprestándose
el paso
á los españoles; y calculado
á "disputar
el número de
aquellos en un punto dado, sumábanlo al de
reunían en otro punto, sin calcular tal vez
los que se
que
eran los
mismos ó muchos de los ya contados anteriormente. . Es
muy difícil, si no imposible,
de terreno como la isla de
que una extensión
Puerto Rico y en el estado
atrasado de aquella civilización, pudiera cesarios elementos
de vida
habitantes. - Basta comparar el censo
prestar los ne-
á tan 'crecido
actual de
observar cuán difícil se hace vencer
| | sus vecinos. y
1
las exigenciasde
la cultura que caracteriza 4 las diversas clases de la sociedad, para comprender la exageración de aquel Cálculo. e |
:
número de
: de
ne REVISTA PUERTORRIQUEÑA.
Los pueblos primitivos, tan pronto como principlaron á reunirse en sociedad, á extender los medios de subsistenviéronse precisados 4 cia, y tuvieron que dedicarse 4 la agricultura. Eno El estaao sencillo y primitivo de la sociedad indio borincana, tenía limitadas
sus necesidades y deseos 4 las cortas exigencias que la naturaleza le imponía; pero su creciente multiplicación exigía el concurso de la agricultura con la aplicación de algún esfuerzo inteperíodo de progreso,
O El suelo ofrecía espontáneamente los principales elementos para satisfacer las indisp ens abl es necesidades de la vida; la tierra pródiga produc ía muc has especies de frutos nutritivos, los bosques est aba n poblados de “ves y Otros animales propios los mares y los rios lo estaban de para la alimentación, abundante pesca; sin embargo, sus moradores se dedica de ciertas plantas que contribuían ban adémás al cultivo á facilitar la" abun-
dancia y el bienestar.
Una soc
ad que vive en esta forma,y sin embargó no ha salied vad mites de la edad de piedra, ind o los primitivos líudablemente que ha dad
o un paso formidable en el camino del progreso. “Las tierras destinadas al cultivo no recibían ningún género de preparación, porque los todo instrumento de labor; arranc indios desconocían y depositaban la simiente en la aban la hierba inútil tierra, dentro de un hoyo ó de un Pequeño surco que hac ían con un palo puntiagudo ó en forma de paleta, formas primitivas de . nuestra guataca, aza
da ó pala.
e Debemos admitir que, siéndoles con oci das: las estaciones del año, la de las lluvia s y de la sequía, la calurosa del estío
y la fresca del ierno, conocieran también la influencia que estas varinv iaciones meteorológicas ejercían
en el desarrollo de los vejetales, y que acer- | >
acid
6a2 :
E
faran á escoger la más propia al cultivo de cada planta. a Sembraban y cultivaban
tabaco, maiz,
en sus
ñame y yuca,
tuían verdaderas plantas
únicos
de
cultivo,
huertos, algodón,
frutos
que consti-
algunas de
estas .
es fácil que hayan sido intro lucidas y propagadas, pues ninguna de ellas se encuentra en estado silvestre. 4
Las mujeres, en su calidad de esclavas, desempe,faban las faenas domésticas y tenían además á su cargo las agrícolas; de varios
cultivaban la tierra, y proveían la casa
utensilios,
como
son:
hamacas,
ditas, etc.,
a
jet
según las costumbres observadas por todos los pueblos salvajes del orbe. | 0 . Correspondían á los hombres las ocupaciones más. difíciles y rudas de la caza y pesca, la construcción de los bohíos, piraguas, canoas y cayucos, armas de defensa y combate, hachas de piedra, y en general todos aquellos trabajos que requerían cierto grado de inteligencia de que carecían las mujeres. Hacían ellos tam-. bién las bandas ó collares,
ídolos
ó figuras,
-
amuletos,
morteros y demás objetos de piedra, | ps Satisfecha la necesidad más apremiante de .aquel
pueblo salvaje, el hambre, y ajeno á las demás que crea
la civilización y no puede
satisfacerse
sin
el concurso
de la inteligencia, el trabajo y las industrias, en verdad que no existía razón alguna
teligencia
y las fuerzas
para
aplicar mucho la in-
4 trabajo alguño
constante,
útil y provechoso. Este alejamiento natural del trabajo les convertía, según el concepto acertado de Du-. testre, en indolentes, flojos y perezosos; -les causaba
aversión toda fatiga,
y sus cuerpos se desarrollaban
débiles, como es consiguiente.
sultado factores naturales
Concurrían
independientes
á este re-
del
.hombre, Eo
tales como el excesivo calor del clima y lo poco sustancial de los alimentos que les brindaba el país, careciendo -
por completo de cuadrúpedos, que además de ofrecerles
«buena nutrición,
h
ejercicio de la caza,
arían más
activo entre: aquellos el
a
-
REVISTA PUERTORRIQUEÑA. | : Hemos presentado
yugo de la esclavitud
ri
6
,
4
4 la mujer
india
ya de los caciques,
sometida al
ya de sus
eventuales maridos; pero no hemos de olvidar que la autoridad de los caciques constituía en esclavos 4 todos
¡sus vasallos, hombres y mujeres, los que les eran deudores de la más pasiva obediencia, tanto en la guerra como en la paz.
-ciendas.
Eran dueños absolutos de vidas y ha:
e
religiosas en los paises de la moderna cultura, se practica legalmente entre los mormones,
etc.
Tratándose de pueblos
los mahometanos,
primitivos
diciones del borinqueño, es evidente
ción de carácter social y religioso como
era incompatible
con sus
oscuras
que
y de las conuna institu-
el matrimonio, '
teorías:
practicaban
la más brutal poligamia. EF hombre, como todos los demás séres de la creación; llegada á la crítica edad de la pubertad, | no puede contrariar las leyes naturales
que le arrastran 4.
difundir su tesoro de amor y su afán de reproducirse, %
? 7
Í
e
- Los hombres escogían al capricho sus mujeres, y las abandonaban con la misma facilidad. di El vínculo del matrimonio es una condición social del hombre civilizado, inadmisible en pueblos primitivos de la índole del que nos ocupa. Solamente en pueblos que han alcanzado cierto grado de cultura, puede concebirse el matrimonio establecido y consa«grado bajo ciertas fórmulas y determinadas prácticas - legales, que garanticen sólidamente los derechos del varón y la hembra que se unen en vínculos indisolubles y los de la sociédad de que forman parte, así como de la familia que han de crear y constituir sujeta á los preceptos de moralidad reconocidos: la religión santifica la fórmula y las leyes garantizan los derechos, del matrimonio y de la familia contra el desórden, la inmorálidad y el desenfreno de las pasiones. - La poligamia, combatida por las leyes civilesy
aj
e
4
pl
| |j
Poo
de
y un pueblo que desconoce el freno que la civilización opone al desbordamiento de las pasiones naturales, sé
entrega, á
er
yA
rienda suelta,
4 la satisfación del
El hombre
salvaje y falto de
cultura,
apenas puede concebir esos sentimientos
dos
Mr A
vados que trasportan al hombre
—
ins-
tinto de reproducción que la naturaleza le ha impuesto. culto
no
reconoce
ó
nobles y ele-
á la región su-
blime de una indecible felicidad, constituyéndose jefe de
una grey que él ha creado, unido ásu consorte por vínculos sacratísimos. La naturaleza se encarga de imprimir sus inmutables leyes en aquel consorcio; las leyes sociales que acata y reconoce, garantizan su li-
bertad y sus derechos,
y no
puede
-
ménos de sentir.
satisfacción y ventura al contemplar su obra en per-: fecta harmonía con los impulsos de su corazón y los: sanos preceptos arraigados en su conciencia honrada. El indio, muy distante de discurrir
en este modo,
no era, sin embargo, ajeno del todo al puro sentimiento del amor, y ya por temperamento, ya por principio, podía constituirse en excepción de sus similares salvajes,
adoptando la monogamia, si sus rectas inclinaciones no: las torcieran la fuerza del clima y el ejemplo 'siempre-
instigador de los demás,
provocándole á desear
y po-:
seer más de una mujer, escogiéndola donde se le” pre-. sentase y cuantas veces la naturaleza despertase en él instintos irresistibles.
Oigamos á Oviedo:
““Dígasse
del cumplimiento
po
dellas que és el matrimonio que usaban, puesto que en la verdad este acto que los chripstianos tenemos por:
sacramento,
como lo es, se puede decir- de estos
sacrilegio, pues no se debe decir por ellos:
ayunta no los apartael hombre;
indios
los que Dios
pues antes se debe creer.
que los ayunta el diablo, segun la fórma que guardan en esto; y como cosa de su mercadería, los tenía im= puestos de maneta que en esta ¡isla (Haytí) cada uno: tenía su mujer énó más (sino podia sostener más);
pero muchos tenian dos é mas, y los caciques Ó reyes.
E
_ REVISTA PUERTORRIQUEÑA.
|
uso é ayuntamiento que naturalmente
solamente
suelén
para el
aver! los. casados con sus mujeres; pero para otros nefandos pecados, porque el cacique Guacan bestiales € agari tenia ciertas mujeres, con quien él se ayuntaba , segun las vívoras lo hacen. Ved que abominacion inaudita, la cual no pudo aprender sino de los tales anim Esto nos comunica Oviedo en su Hist ales: da oria, natural de: losindios, libro V, cap. 32 Dej general emos al lector formar el juicio que merecen' los 'nef andos pecados ó inaudita abominación de aquellos caciques, pecado y abominación que por desgracia la más rígida educación en los pueblos cultos no ha podido desterrar completamente. Compadecemos 4 Oviedo, sensiblemente impresionado por las abominables que presenciaran sus castos ojos en aquelloscostumbres nefandos caciques; la historía se halla plagada de ejemplos que proclaman la inaudita inmoralidad de los mag gidos en tiranos de los pueblos; pero en nates eriun pueblo donde se practica la más grosera poligamia no cibe que exista el matrimonio, es decir, la uni se conón formal y legal, indisoluble por graves y poderosas sino la elección caprichosa que cada hombre razones, hacía de una Ó más mujeres, ejecutándose este acto sin ningún género de formalidades ni celebraciones, y que unía débilmente los lazos de familia. : La elección de una ó más mujeres no dep endía en el indio de
los recursos del hombre para pues siendo precisamente las mujeres las sostenerlas, que se dedicaban al cultivo en los conucos, com o aun vemos. en. : nuestra isla muchas africanas ocupadas en esta s faenas, no les faltaban los medios de vivir con los frut tierra que ellas mismas cultivaban; más bien os de la eran las mujeres
las que sostenían á los hombres, pándose éstos, como ya hemos dicho, en los trabajos ocu de la caza, pesca,
A
Ri
guerra, construcción de sus cabañas y utensilios,
io
El cacique Behechio
e
tuvo treynta mujeres propias, é no
AAA
tres é quatro é quantas querian.
AAA
S
626. ==>
4
! La
_ ESTUDIOS ETNOLÓGICOS..
b tucan al — em elección de una mujer respondia en elindio 4.
la necesidadde la unión sexual, constituyend siempr e un lazo débil y frágil, sin más fuerza que la opresió n de
la esclavitud ejercida
por
el hombre
sobrela mujer, E
como acontece en todos los pueblos bárbaros.
cique rodeaba su
autoridad
del
aparato
El ca-
de fausto
ostentación que su criterio le sujería y á que su cal idad de jefe le hacía acreedor. |
El mejor bohío se destinaba para
las más exquisitas
frutas, los
agricultura y los manjares
mejores
su residencia,
productos
de la
más: apreciados le corres-
pondían, y sus súbditos se honraban
de esos regalos; las joyas más Curiosos que se recogían de oro, le pertenecian de derecho; los mejor construidos, pasaban á ser
con la aceptación
raras y los dijes más piedra ú otra materia utensilios y adornos propiedad de ellos, y
del mismo modo se constituian en dueños de las mujeres que les parecian más bellas, y más aptas para la rep roducción.
Ea
De A Su *
DON JOSÉ PABLO MORALES. | SEMBLANZA.
(CONTINUACIÓN).
e 4
- Estas y. otras discusiones de carácter social, las literarias que se suscitaron poco después con la publicación : de
El
Duende,
y
las
económicas
Porvenir por D. Joaquin
promovidas
en El
de Alba, fueron como el pre-
ludio de aquel fecundo período
de vitalidad intelectual
que siguió á la Revolución española del 68, y desde el cual pudiera decirse que data la vida del periodismo político en este país. ss
Don José Pablo
Morales fué uno de los factores
más asíduos é inteligentes
de este movimiento regera-
dor, y fué asimismo el más fecundo, intencionado y sagaz
de los periodistas puertorriqueños de aquella era.. Hallábase entónces en la plenitud de sus faculta-
des intelectuales, provechosamente estimuladas por el entusiasmo generoso de aquella época, y mantenidas en perfecto equilibrio por un organismo sanoy fuerte. Ejercia las funciones de Notario en
el distrito más
accidentado, montañoso y disperso de la Isla, y dedicaba tres dias de cada semana á las atenciones de este cargo,
_ asistiendo á pueblos tan distantes como el Dorado, | f
| |
5
h
4 iS
*
DON JOSÉ PABLO MORALES.
bag
Corozal, Naranjito y otros, amén de los casos
urgentes
el carácter, las costumbres,
las incli-
que le obligaban á recorrer distancias enormes por cuestas, barrancos y senderos infernales. En estas penosas y repetidas excursiones estudiaba con atención |
P
e”
las necesidades y
.
.
,
naciones de la clase rural puertorriqueña, que es la más numerosa, la más desgraciada y la ménos conocida de nuestros escritores y gobernantes. Allí, en íntima y familiar conversación con aquellos pobres jíbaros, hablando como ellos y acomodándose á los usos,
al trato y á las interioridades de sus interlocutores,
con
llaneza y facilidad admirables, oía opiniones, recogía datos, formaba juicios, apuntaba ideas, sorprendía vi-
cios, miserias y preocupaciones, entreveía dramas y conflictos lastimosos, averiguaba injusticias y abusos, y percibía, en fin, los latidos más recónditos, las más hon-
das y ocultas convulsiones de aquel
social.
cía
también
con
los hacendados
este
maltratado
cuerpo
Después bajaba á la llanura fértil (donde ejerlas - funciones notariales), de
caña,
cambiaba ideas
estudiaba con
y otros aspectosde la agricultura
industrial, hacía indagaciones análogas
comercial
y urbana
regresaba
luego
á
de
su
los
de
y del trabajo
entre las clases
pueblos
gabinete
atención
del
distrito, «y
periodista
con el
cerebro lleno de impresiones.y de ideas, que pronto habían de adquirir forma legible en diversos artículos de periódico.
Dos dias
después llegaba
Cananea
|
:
á la Capital
con un enorme tubo de hojalata (el mismo que Morales
usaba en sus viajes de Notario para preservar en casos de aguacero las piezas del protocolo), se detenía en la Redacción de cualquier periódico liberal 6 en casa de
algún amigo, y allí desenvainaba la carga
de materia-
les periodísticos para proceder á la distribución. Varias veces asistí yo al interesante acto de vaciar aquella especie de cuerno de la abundancia intelectual, que se derramaba todos los sábados sobre el periodismo
|
|
.
630 -
REVISTA PUERTORRIQUEÑA.
puertorriqueño.
|
Era cosa de ver cómo salían de aquel |
holgado cilindro los rollos de papel atados con hilo, con fibras de demajagua y á veces con hollejo de plá-
tano.
Tenía cada paquete de cuartillas un breve ró-
. dos que iba cayendo del tubo, Después, dirigiéndose á uno de los individuos presentes, decíale con voz almibarada y tono suplicante: —Mire,
don,
¿me
quiere
usté dir leyendo
lo que
rezan esos ringlones, por vida suya? iO - El interrogado iba entónces leyendo uno á uno los rótulos indicados, . y aquél daba principio á la tarea nada fácil de la distribución. ES -
—Para La España
Radical,
EL CRÉDITO AGRÍCOLA ..¿. LEGE....
tercer
artículo,
Los REPARTIMIENTOS MUNICIPALES ....
Simplicio, Mi rerzato.... de Solves),
Vox
Some
Para el mismo periódico, ToLLk,
CLAMANTIS
Para
Don
Para El Avisador (imprenta IN
DESERTO....
EL
Tio
Ti
ÑsTa.... Para el Almanaque aguinaldo, La PALABRA “Docreisario”.... Para £l Progreso, EN,LA BRECHA...
Una QUEJA AMISTOSA.. . . LEGISLACIÓN HIPOTECARIA . . .;' ESCA-
RAMUZAS.. ... DUUM CUIQUE.... SEMBRAR VIENTOS.... PERDONE, HERMANO. ... Parala Revista de Instrucción, No SÓLO DE PAN VIVE EL HOMBRE.... LA ENSEÑANZA OBLIGATOBIA....
Para La
Azucena, La- CUEVA
DEL CONVENTO ....
y todavía quedan varios paquetes. ¡Por hombre escribe más que el Tostado! '
—Y
lo visto, ese e
más que el frito y el guemao;y tóos juntos...
¡Si usté lo viera echar papeles de esos pa lante cuando él escribe con ganas!
En fin,
vino de la altura, y en poco
con
decirle
más «de un
que antier.
dia despachó
tres poderes y un testamento, llenó ese tubo como usté vé y entoavia echó al correo dos paquetes grandes pa o
E
—¡Alabao sea Dios, y cuánto guanime ha' jecho Don Pablo en esta semana!—solía decir el buéno de Cananea, al contemplar el chorro de artículos enrolla-
A
tulo exterior que indicaba el nombre ó la índole del trabajo y el periódico donde se había de publicar:
un boletín de Ponce, está dicho tóo. la pluma, se lo juego al ¡Susuncorda tres por dos. | -—Y
E
La
S. : E DON JosÉ PABLO MORALE
Lo que es á jalar : y doy gabela de E ;$
esto será de todas las semanas.
,
—De toitas, con su más y su ménos, asigún pidan los boletines de acá. Hé cargao en esa lata más papeles que los que menea un turrumote, y 4 buen seguro que si tóo eso que Don Pablo escribe pa las imprentas lo
hiciera
en
escrituras Ó
en
divisorias,
tendría
ya
dinero bastante para pasar la vejez. Y al expresarse así el viejo miliciano, ignoraba sin duda que estaba haciendo un epígrama picante, 4
la vez que decía una gran verdad.
Xx *
mm.
“Era, en efecto, digna de admiración la facilidad
Morales para los trabajos periodísticos, y. muy especialmente para los de réplica, en los que hallaba estí-
mulos poderosos su temperamento de escritor.
mo
y
Cuando las luchas arreciaban
Sa
de
testar á los contrarios
y era
preciso con-
sin pérdida de tiempo,
solía
venir á la Capital, entraba en las oficinas de los periódicos amigos, enterábase rápidamente del estado de la opinión y de los asuntos que se discutían, y allí mismo,
sin levantar mano, escribía el artículo
ó artículos que
habían de publicarse algunas horas después. Á fuerza de repetirse escenas tales, que coincidían siempre con animadas discusiones y abundancia de artículos
en
ciertos periódicos,
era
ya
proverbial
augurio de estas fecundas lides del .pensamiento,
el
cada
vez que llegaba Morales á la ciudad. ; —Mañana deben de estar calientes El Progreso y La España Radical, —solía decir en la Zaragozana, en la:
retreta ó en cualquier corrillo un noticiero de afición.
a
lo dices, hombre? qué r —¿Po —Porque hoy andaba
rales.
—Pues no hay más
mos! ¿Quién dicos? —Yo
por
ahí
Don
t
Pablo Mo-
que decir.” ¡Polémica tene-
de ustedes está
suscrito á esos perió4. on
no.
—NÑ 1 yo,
—Ni el díro,
—Pues hay que cualquiera que
buscar”
un
nos los preste.
|
amigo
|
sed
óun
prójimo
Si no.... los
mos prestados en la Redacción.
pedire-
cl
)
"Los escritos de Morales rio se
brillantez piró
nunca
y
elegancia
á que
de
fuesen
la
distinguían - por. la
forma,
modelos
ni de
su autor. asr pulcritud. aca-
¡démica. 03. red | ón i Eran lo que deben ser generalmente los artículos de
periódico político: exposiciones de ideas propias, aná-. lisis, rectificaciones «ó censuras de :las contrarias, -cró=
nicas
del
tantaneas blica,
dia,
síntesis
de la opinión, fotografías
del pensamiento,
impresiones
ins-.
ecos de la conciencia pú-
directas de la
realidad,
bocetos de
ideas, comentarios—relámpagos, gritos clamores, son-.. risas, carcajadas, en fin, el resúmen gráfico, vivo.y. pal-
pitante de la vida social, trazado
con. rapidez,
ingenio.
y discreción, La espontaneidad y la llaneza eran las cualidades.
más características de su estilo.
a
paradael elpueblo y procuro ánte - todo;_— Escribo que. me entien pueblo (decía), sin dificultad. A Expresaba sus ideas con la. sencillez de un labriego, E ,
o
y
E
cón la claridad de un buén miliar.
hablista en el trato fas
a
Solía intercalar
con
ES A
|
frecuencia refrañes,
diéhós;
. alusiones y modismos puramente puertorriqueños, y alguna que otra expresión gibaresca de doble filo, con lo que daba á sus artículos vivo aliciente y marcado
sabor local.
|
Da
Admirábase principalmente en los trabajos periodísticos de Morales el profundo y cabal conocimiento del país, de su carácter, de sus aspiraciones, de sus vicios y de sus virtudes. Conocía las necesidades y flaquezas de todos los grupos, de todos los gremios y de todas las profesiones; le era familiar, como ya he dicho, el trato de las clases campesinas, y poseía en grado insuperable la visión clara y precisa : | | de la realidad. Fué el primer periodista verdaderamente popular
y práctico de Puerto Rico, y el que más logró apartarse
en su tiempo del convencionalismo aparatoso y vago, de la ampulosidad inútil, de la artificial y pómposa declamación. : Tenía la costumbre de intercalar 4 ménudo en
sus escritos doctrinales
de citas y párrafos siempre
con
buen
6 de exposición
de diversos tiño,
pero
autores, que
viveza y Espontaneidad al conjunto.
gran número
elegidos
robabart
casi
energía,
St modestia ex-
cesiva, el deseo de: convencer, y quizás la persuasión de que 'el vulgo tiene más fé en lo diého por , un sabio forastero que por un escritor del pafs (áunque sea Notario y lleve dignamente el registro de la fé pública), le inducían á recargar
pasajes de la Biblia, de San
aquellos artículos con
Agustín, del Doctor An-
gélico, de Bossuet, de Lamennais, de
Balmes,
de Do-
noso Cortés y de otros autores y libros de su particular
.
| es devoción. - En los artículos de polémica prescindía
pre del embarazoso . procedimiento
casi siem-
de las copias y las
citas, y entónces se mostraba m ás espontáneo, fecundo y Vigor oso,
y
adquirían vitali dad
extraordinaria
facultades de escritor.
sus
MaxveL FerNÁNDEZ Juncos. -: (Continuará). : « AHAAÁAÁAÁAÁKÁAÁAKÉÁKAÁáA2
ASA2
ÁMIMADRE. (DE
ENRIQUE
—'
HEINE).
Loco, una vez, abandoné tu lado,
Y al mundo me lancé, tras la divina
Ilusión del Amor, que en mis ardientes
Amantes sueños realizar quería. , Busqué el amor por todos los caminos; Lo mendigué con alma dolorida
De puerta en puerta;
:
y sólo obtuve, sólo,
Frio en el corazón, y odios y risas.
E
- Seguí, seguí buscando,—y nunca, nunca
des
Logré encontrarlo,
—hasta queal fin, un día, dd
Volví al hogar. ...
Saliste 4 recibirme,
Y ¡oh sorpresa feliz, madre querida....!
¡ Ví en tus ojos brillar, eterno y puro,
El santo amor con que soñado había!
-_J. A. Pérez BonaLDE.
EL CAMPESINO PUERTORRIQUENO.+*. SUS «
CONDICIONES 1
FÍSICAS, INTELECTUALES Y MORALES, $
á
|
a
CAUSAS QUE LAS DETERMINAN Y MEDIOS PARA MEJORARLAS. P
(CONTINUACIÓN).
|
ez
|
CONDICIONES INTELECTUALES. | EE a
- Si
|
en todas partes deja que desear el desarrollo
intelectual
del campesino,
es de una evidencia
en
Puerto
desconsoladora.
Rico
este
mal
Bien es cierto
que ha habido bastantes motivos para explicarnos el atraso que deploramos, atraso que no es más que
el resultado lógico de la lentitud
con que se. realiza:
el progreso general del país; pues como ha dicho acertadamente el Sr. Don José R. Abad, en su Me-
moría acerca de la-Feria-exposición de Ponce, “la historia de la Agricultura es la historia de la Civi-
lización; los progresos de ésta determinan los progre-
sos de aquella y cada nuevo misterio de la fuerza de la E
Esta obra ob avo el primer" premio dela sección de Ciencias Morales en el —
último Certámen del Ateneo ión
,
ES
As
a
,
de
a
a
=> e.
á propuesta del Jurado de la AsociaE
SE
SS
a
_ S E
Aj
[
6%
A
E
REVISTA PUERTORRIQUEÑA,
e
4 >
e
de e
y
$
W
E
E
naturaleza, - arrancado 4 los arcanos de lo descon ocido por el
ingenio del hombre, ha sido una nueva conquista al servicio de su bienestar social.” og
_ Ahora bien, es indudable que la cultura de Puerto Rico se va realizando muy. pausadamente ; de la agricultura ha debido guardar, y así el desarrollo ha sido en. efecto, una perfecta relación con este tardo
de los demás
principios «civilizadores.
Mas
incremento
el atraso del arte de cultivar la tierra no es sino cuencia de la deficiencia intelectual de los una conseagricultores,
por lo cual no
es un absurdo deducir de aquél
el poco camino que en la senda de su ilustración ha recorrido el grupo que venimos estudiando. Al jíbaro hay que asignarle papel esencialísimo enl
los adelantos agrícolas, fuerzo del hombre
de
|
porque es innegable queel es--
mejor voluntad
y más vers
ado €n los conocimientos agronómicos fracasa si al llevarlos
á la práctica se encuentra con brazos inútiles impericia, ó, lo que es peor, rebeldes á todo por su lo que no sea rutinario. ze ha) En
el
exámen que emprendemos
es, por
tanto, acertado investigar las prácticas agrícolas del bracero desde los tiempos cercanos ¿4 la conquista, rarlas con las que actualmente ha adoptado. y compa1. Al escudriñaf en la historia la marcha que la agricultura ha seguido en nuestro país, nos encont ramos huellas verdaderamente asombrosas. En el siglo pasado, el
ilustre Fray Íñigo
- ria de Puerto Rico, decía en
Abad,
la mayor parte se reduce al cultivo objeto digno de atención. -
“Apenas conocen instrumento
Con una
da
s E
$
x
autor de la Histo-
de las legumbres
sin ofrecer al
$
.ejércerla.
(y
el capítulo titulado Estado
de la Agricu'tura de esta Isla; “La Agricultura, que es la primera de las artes y la verdadera riqueza de un Estado, está muy en los principios en esta Isla, Por y frutos de primera necesidad,
$
hacha, ó más
comercio
ni medio útil
2]
para
regularmente. con
/
A
%
o
-EL CAMPESINO PUERTORRIQUEÑO. á
e
“e
fuego, baten los árboles. | Un
sable, “que
llaman ma-:
chete, acaba de desmontar la maleza, y limpiar la tierra; con la punta del sable, ó de un palo
hacen peque-
ÓN
ños hoyos 6 surcos, en donde ponen la planta del tabaco, café, arroz, cazabe,
plátanos, maiz,
frixoles,
ba-
tatas ú otras legumbres que son los objetos de sus cose
a
ico
chas, á los que dedican solamente algunos pedazos de las tierras llanas.” | E
er: A Py
he
O
Como lo hace notar el comentador de Fray Íñigo,
el erudito Sr. Acosta, en esa época. todavía el labra dor Puertorriqueño no conocía el arado. —Servíase de igual instrumento que los salvajes errantes australianos usan, según Tylor, para plantar y desenterrar las raices comestibles, ó sea de un palo puntiagudo; utensilio de labranza tan primitivo, que se han encontrado
de él algunos ejemplares -pertenecientes 4 los primeros
pobladores del mundo americano. ¡Desconocer el ara. do en el siglo diez y ocho es casi inconcebible en un pueblo civilizado; siendo así, que en el valle del Nilo. fué ya conocido,
neficioso útil de
siquiera
labranza,
fuese
rudimentario, ese be-
mejorado algo por los ro-
manos y que después de sucesivas evoluciones ha llegado en nuestros dias á adquirir un grado de perfección notable, gracias4 las aplicaciones que el descu brimiento del vapor ha permitido hacer. Por fortuna al comienzo de este siglo se inicia el progreso del cultivo de la tierra borinqueña, 4teneficio, según explica el Sr. Acosta, de la supresión de algunas absurdas disposicione como s -la relativa al abasto forzado de carne; por virtudde la sabia administración
del nunca bastante alabado Don Alejandro Ramirez, y á merced de la cédula de 15 de
Agosto
de: 1815, que
favoreció la inmigración en el país de gente entendi-. da en las prácticas agrícolas. | a Esto no obstante, el adelantoes poco notable, com-
parado con el florecimiento que en otras partes ostenta
la agricultura;
es: grande tal vez teniendo presente los. -
-
638
REVISTA
PUERTORRIQUEÑA,
tiempos á que hemos hecho alusión, pero no lo es para la época que alcanzamos. Corroborada está nuestra
afirmación por persona
Abad,
quien,dice,
tan
competente
refiriéndose
sección
cuarta,
semillas y granos
adoleció: de
el Sr.
al concurso verificado
en Ponce en época recientísima:
plátanos, frutos,
como
todos
“La
exhibición de
comprendida
los
defectos
en
la
inherentes
y propios de una agricultura rudimentaria.” Como se puede deducir de esta apreciación, la senda del
Progreso no ha sido hollada sino muy tímidamente por nuestro campesino; y así es la verdad. Veamos si
no, ¿qué perfección han alcanzado sus utensilios de labranza? ¿qué conocimientos tiene acerca de las formas de cultivo? ¿qué aprecio hace del empleo de los abonos y de sus clases? ¿qué sabe ó procura saber de las condiciones de los animales que le son útiles? ¿qué sabe de la selección,
del cruzamiento, de la influencia del establo en la crian-
za? ¿qué conoce de la diversa aptitud de las tierras laborables? ¿qué del influjo que las circunstancias meteo-
rológicas del país determinan en su agricultura? ¿qué de
los fecundos resultados
que reporta la armonía entre la .
producción animal y la vegetal? En una palabra: salvo lo rutinario, ¿qué alcanza de cuanto la ciencia agrícola
enseña,
siquiera sea elemental,
y por
serlo se halle
vulgarizado entre los labriegos de otros paises?
".
"Hay que confesarlo
con dolor;
;
muy pobre es, sin
duda, el caudal de experiencia del jíbaro en lo que toca á este particular, pobreza que no por ser motivada es ménos sensible, en una época como la presente en que el
movimiento científico ha dado á la agricultura leyes natu-
rales que la han hecho engrandecer. Tal deficiencia resalta evidentemente cuando comparamos los elementos de que se vale para verificar su labor el campesino puertorriqueño, con los que tiene á su disposición el labriego norteamericano, por ejemplo. Mientras queel yankee tala, ara, siembra y recolecta, utilizando para. ejecutar todas 'estas operaciones: instrumentos perfec-
A
:
:
po
5
:
E
|
a
$
:
,
e
EL CAMPESINO PUERTOR: 1QUE
cionados, hasta con
pe
Uy
á beneficio de los cuales realiza “su trabajo,
cierta comodidad,
el jíbaro, rutineroen
sus
prácticas y desconocedor de otros aperos que los primitivos, se fatiga en faenas que á aquél le son fáciles; y no es sólo que el labrador de Puerto Rico necesite producir mayor cantidad de trabajo muscular y que gaste más tiempo en sus faenas, sino que á la postre los pro-
ductos con que la tierra corresponde 4 sus afanes, acaso
no resistanla competencia de la producción norteamerícana, obtenida—gracias al empleo hábil de máquinas y de buenos instrumentos de mano—con ménos costo. Así se explica que nuestra isla pague tributo Áá otros paises comprándoles frutos como maiz, arroz, patatas y Otros que la tierra borinqueña puede producir en can-. tidad suficiente para anularlos de la importación, y que
al labrador le sería dado cosechar con beneficio positivo
de sus intereses, decidiéndose á pisar nuevas sendas en el cultivo de sus campos. 60 : ¡ Que el bienestar del país depende en gran parte
capa
de la prosperidad de su agricultura,
?
es una tésis que
no ha menester demostración. Preciso es, pues, tratar de que la producción agrícola reporte utilidades ciertas, en cuanto sea posible; y para conseguirlo, además
de huir de
todo cuanto-por deficiente en la práctica
pueda disminuir lo producible, conviene facilitaral jor-
nalero
agrícola su trabajo,
con: arreglo á los buenos
principios de “economía rural: que en parte alguna como en la zona tórrida y concretándonos á nues-. tros intereses,
en
Puerto Rico—dada la
pobreza
física:
quehemos advertido en una buena parte de la población.
rural, —es conveniente ahorrar. esfuerzos musculares excesivos al hombre, para que, haciéndole ménos. fati-.
gosas las operaciones de la labranza, sin que le atemorice lo rudo - de
pueda ejecutarlas
las labores que por.
necesidad han de practicarse bajo la acción de-este sol.
tropical de una esplendidez que embriaga:el «alma, pero que á la vez enervael cuerpo. qu 2EmSh ólod ES
Ns
0
A
al
OTORGA
+,
-. No es indiferente pedir en este clima al jornaléro, más Ó ménos horas de trabajo, ni que lo ejecute suave: ó rudamente; fuerza
animal,
arar ó sembrar utilizando con
ménos cantidad de
como: en
los tiempos
suelo
permite un
instrumentos
el vapor 6 la.
perfeccionados, exije
trabajo personal
que el hacerlo:
primitivos, teniendo que ir poco"
á poco para abrir un imperfecto surco y depositar: en él la semilla; pero la desventaja resalta más, com. siderando que la temperatura habitual de nuestro modo
que,
considerable
horas,
de fuer-
sin perjuicio para.
instintivamente,
el homb
siente aquí repugnancia por los trabajos muy fuert re Añádase á esto la miseria orgánica del jíbaro, ya es. indicada, y desde luego apreciaremos la importancia que tiene para la riqueza agrícola el que sus brazos utilicen - los ventajosos sistemas é instrumentos que la civil ización nos ha proporcionado. A Pero nuestro labriego no se halla preparado ni aun para poder darse cuenta de la utilidad de los procedimientos modernos. No es culpa suya; mas por desgracia es así. Al estudiar las clases jorn aler puertorriqueñas, uno de los observadores más consp as ícuos de nuestras costumbres, Don Salvador Brau, dice:
“El jornalero labrador ignora las teorías más rudimentar ias de la ciencia
agronómica;
las
diferentes
fases de la luna y los periódicos movimientos
de
mareas constituyen para él, como para casi todos las' los pequeños propietarios rurales, el texto sagrado de sus doctrinas, , | Y - “Con arrojar la semilla en un surco apénas abierto por un grosero arado, digno de 'figurar en un muse o de curiosidades prehistóricas, cree, por lo común, el
labriego de nuestra tierra, haber practicado,
pletamente, cuanto cabe practicar en materiacaside comiagri= cultura. Las fuerzas de la naturaleza se encargarán
de lo demás.”
|
|
j
a
por muchas
A cr
la salud; . de
desarrollo
at,
no
zas, continuado
|
aa
' EL CAMPESINO A
230 ;
a
i
|
OS
ee
ol
»
Nos pesa tener que insistir tanto en señalar el.
A
atraso de nuestro campesino, precisamente en lo quele
;
incumbe más de cerca; pero es cumplir con un deber hacerlo y lo cumplimos, corroborando lo que, cuantos
:
.
escritores han tratado este asunto en Puerto Rico, han dicho ántes que nosotros. 5
Si
pasamos á examinar
las
manifestaciones
industria, no seremos más afortunados miento de los progresos
que
en
anhelamos
de la
el descubripara
nuestra
clase rural, Refractario el campesino á toda inmovación, mira con desconfianza los pocos adelantos que la industria azucarera ha
Py
¿ y >
i
el
país, y
-
hay
que verle menospreciarlos y sonreír maliciosamente, dándose aire de perspicaz, cuando por desgracia es testigo de algún fracaso, de las empresas progresistas;
á
;
adoptado en
:
entónces atribuye el
mal éxito 4 los inventos
nuevos;
mni siquiera se le ocurre, ni puede comprender, que
en muchasde estas ya una ilustración aptitudes agrícolas cesos de la usura y
ruinas intervienen como factores, profesional incompleta, ya falta de y de crédito, con frecuencia, los .exacaso la misma ¡ignorancia delos
brazos que ha sido preciso utilizar.
0]
En las manifestaciones industriales que por -pequeñas son casi usufructo, del campesino _pobre, tam-
poco nos es dado señalar adelanto algunode nota. Hoy sigue obteniendo,
de arroz,
por ejemplo,
las féculas de yuca,
las harinas
de maig y
etc., 'en cantidades limi-
tadas y por procedimientos antiguos; lo mismo hace, .
para
otros, rezas;
la obtención
de aceites como el de coco,
productos que el jabón,
trae al mercado llenos. de
llamado de la tierra, pone de
ricinoy
impu-.
manifies:
to también lo elemental de estas pequeñas industrias en nuestro país. | O Estas apreciaciones no son. personales. Todo:
. aquel que se haya dedicado 4 observar nuestra actual, “sociedad,
ha podido deducir de.sus observaciones qu
Puerto Rico está aún en mantillas en lo relativo4
4
ES (
08
ha
_
REVISTA PUERTORRIQUEÑA
procedimientos industriales:
e
de man
era que, si por su parte el labrador no sustituye sus añejas malas prác- . ticas, ni mejora las especies vej etales que cultiva, ñise preocupa de los estancamientos terrenos que labra, haciendo deá agua, dañosos á los lo sumo zanjas al descubierto que desaguan mal, ni aprecia el valor de los abonos que desperdicia mie sible cómo se agotan sus tierra ntras presencia impas, diéndo lo que ya no pueden dar á las que sigué pi-" , en lo que respecta al industrial se advierte análoga falta de discernimiento. El fabricante de cal, por utilizar
los anticuados hornos pierde en rendimientos;
sigue fabricando los ladrillos 4 man o; bre contribuir
á la
destrucción
imperfecte s y
el ladrillero :
el carbonero, so-
inconveniente
de! los y quemar sin consideración maderas útiles, si llega el caso, persiste en hacer sus viejos
montes
hornos en! los cuales el producto de su explotaci ón disminuye. pa La industria pecuaria no se rige en Puerto Rico: por ningún procedimiento cientí fico, y/tan confiádos se muestran los campesinos en las ni siquiera las epizootias les pre fuerzas naturales, que ocu existe para ellos; así no es ext pan; el contagio! no rañ aislamiento se desarrollén epidem o que por falta' de ias de muermó y| de pústula maligna que causan des trozos en esta riqueza y aún hacen víctimas entre los hombres dedicados á la
ganadería.
Entre' los productos procedentes de animales vivos Ó muertos que explota el campes fabricación más general es ru ino, los quesos —chya dimentaria—son' de buen gusto, pero de poca duración ; la mantequilla, á causa de su defectuosa preparación, no tiempo sin aranciarse; la manteca se conserya por mucho de. cerdo no puede competir en precio y cantidad la- aventaja en pureza: la cera, conahm la extranjeraj'si bien recogen en corta cantidad, sin que arilla y la miel se nadie se haya qui- > dado gran cosa de las abejas . Pia
Otras indústrias rurales como los tej idos de cgr-'
— CAMPESINO FUERTORRIQUNO tezas, de bejucos y paja—sogas, aparejos, cestos y sombreros —aunque pobres, dejan ver ciertas favora-=
bles disposiciones dignas de ser alentadas.
ds
La fabricación de dulces con frutas del país, se reduce á las conservas de naranjas, ordinaria y de mejor calidad, pasta de guayabas, yuca, etc., y no se ofrecen á la venta tan bien acondicionadas como fuera de desear. La
panificación de la yuca, cazabe,
no
ha
a elan-
tado mucho desde los tiempos indios hasta nosotros. . Otros productos, que se presentan en forma de panes, de maiz, batata, etc., no ofrécen particularidades que admirar.
j
a
Lo propio hay que decir de la limitadísimia indus-
z
tria forestal —resina de tabanuco, aceite de palo.—Como
hemos podido ver, existe un atraso notorio en todo lo que se refiere á los diversos ramos de la producción agrícola, atraso lamentable cuyas causas trataremos de explicar oportunamente. : A Veamos ahora si las casas que habita el grupo rural puertorriqueño corresponden con el pobre progreso que en él venimos señalando, pues sabido es que existe relación directa entre el grado de cultura del hombre y la vivienda que para sí construye, pudiendo deducirse de las condiciones de ésta el desenvolvimiento de aquella.
Desde el refugio natural que contra la intemperie ofre-
cieran al hombre primitivo un árbol 6 una roca salfente,
hasta las modernas
casas en que se aloja el hombre
civilizado de nuestros dias, hay
una
escala
ascendente
que manifiesta las gradaciones del desarrollo intelectual de la especie humana. — Marca el primer paso en las - construcciones artificiales de casas, la sencilla pantalla
inclinada, por el estilo de la que algunos picapedrerós usan para defenderse de la acción del sol: siguen 4:tan imperfecta defensa las chozas rudimentarias de hojas de palma ó de tiernos árboles, é iníciase luego el primer adelanto,
en materia de
construcciones,
con las
chozas edificadas sobre postes ó paredes fórradas de
-
mA
-RENISTA PUERTORRIQUEÑA.
pe
eL
zarza, lodo y otros groseros mat de forma redondeada y de te eriales. - Á la cabaña a ch en época de. más progreso—la oen pabellón, sutede — techo en caballete, apoyado sob de forma peas y las paredes y ¡sostenido por vigas; la madera secre a piedra tosca al principio y luego es sustituida por la labrada. Nace el arte de la albañilería que utiliza más variados glementos de construcción ;
entre
otros el
ento; el ladrillo, los metales mismos, y llega por últcem imo el hermoso período en
arquitectos de pasadas
en su apogeo, hace surgir
libros
edades
esos
ti
asombrosos monumentos,
de piedra en que los
ui
que la arquitectura,
mejores y más bellos capítulos dehan dejado escritps los la civilización antígua de los pueblos. El Hecha esta rapidísima excursión en el artede las construcciones, nos
no podemos darnos satisfactori a cuenta de que ña siga siendo cómo en los vie de poco resguardo, y sin ning jos tiempos un separición interior que evite a comodidad, viven padres, hijos y herman esa amalgama ostan , perjudicial bu
enas costumbres.
esa ca- . endeble, ni casi en! que . para las
| Ya el indio borincano construía poc o má s ó énos como hoy construye el jíbaro; lo cual basta para hácernos evidente el pobre adelanto de éste, quien, después de tres siglos, en nada ha mejora do las condicion s de la morada que servía á una raz “Las casas— - dice nuestro. tantas veces cit a incivil. ado historiador Eray Íñigo—las .construían (los indios) sob re vigas 6 troncos, de
árboles que fijaban dentro de la tie rra 4 distancia de dos ó tres pasos uno de otro, en figura oval, dde
o
ellos materiales que ménos trabaj como son troncos, cañas, paja, | etc.o ,
a
le cuesta adquirir,
e Ft
será fácil de vivienda del campesino puertorri apreciar, conocida la miento, puesto que aún constr queño, su estacionauye su bohío de adera y yagua, sin que jamás emplee la piedra, ni siquigra el. meo» y aunque se explique que prefiera aprovechar para.hacer su casa aqu
E
e
e
EL CAMPESINO PUERTORRIQUEÑO. . Md
Ó'varas;
tabiques
Jj
os troncos formaban el piso que era de cañas al rededor de este piso hacían las paredes Ó de
las casas
que
eran
asímismo
Cruzando sobre ellas.al través muchas latas
de cañas,
que hací
an delas hojas de las palmas con que aseguraban la obra. Todas las cañas que formaban los tábiques se juntaban
y
arriba enel centro de la casa afianzándolás unas con Otras quedan
CNE
My. il
láte 6 cuadra rilonga, según la disposición del terreno! sobre dich
,
do el techo en figura de pabellón.” ss “ Otras casas construían también sobre cos de árboles y de los mismos materiales; pero más tron fuertes y
de que
mejor disposición. Desde la tierra hasta el piso formaban, sobre los troncos, dejaban sin cercar una _ Parte que servía de zaguán: enlo alto dejaban
ventanas
. y corredores que hacían de cañas: el techo esta ba á dos . vertientes, mediante un caballete que ponían sobre por-
|
; ,
a
ciones cubiertas de hoja de palma. Toda la fábrica de aquellas casas se aseguraba, en lugar de clavos, con“
—bejucos silvestres que son flexibles y de gran duración.”
Es indudable que estas edificaciones
/ *
bren un cierto grado
de adelanto
en
indias descu-
los aborígenes;
pues, según-Tylor, todos los viajeros africano s conviehen en que la casa
con
esquinas cuadrada
s indica un ij gran paso en la civilización de los pueblos; + contrarála raza que sustitu yó á aquellos conspero entruyendo y habitando iguales moradas, antes bien significa un atraso, toda vez que los conquistadores por traer ideas . de construcciones superiores debieron mejorar los ranchos indios. Podríamos añadir que quizá no fué la me+ Jor de las casas borinqueñas la copiada por los conquis-
.
>
tadores y sus descendientes; pues leemos en W. Irvi ng, que,
cuando los españoles pisaron por vez primera este suelo, “encontraron un lugar indio construi do como de ordinario, al rededor de la plaza, parecida á un mercado y con una casa muy grande y bien concluida,” de modo que, como los europeos no habían de llamar buenOá cualquier edificio de salvajes, y tuvieron lugar de
-
-
E
E
j
bas
pueden darnos idea la generalidad de los bohfos pri- mitivos, aun imitados por el campesino de nuestros dias.
Lo defectuoso de la casa del jíbaro coincide con un
ornamento también pobrísimo del interior de ella.
La
hamaca, usada por el indio, y mueble indispensable al
_ Jíbaro, acaso algún lecho de tablas, y raras ocasiones algo donde sentarse,
es
casi
todo
lo
que en un
bohío
se
encuentra. No pretendemos hallar comodidades dentro de las humildes viviendas del campesino, pero lo mísero de semejante menaje es de sentirse, tanto por lo que revela de la cultura de su dueño, cuanto porque
como dice un higienista, el Dr. Billandeau,
no es. indi-
ferente habitar una casa que agrade, pues hay en-.las condiciones de suficiencia y hasta en el adorno de la habitación, una fuente de goces de que disfrutamos sin
darnos cuenta y que nos liga al hogar, peligrosas aficiones. |
alejándonos de
Francisco DEL VALLE ÁTILES, | 2 (Continuará).
Po a
porque lo ha
llaron desierto, como todo el lugar, podemos deducir que los aborigenes construían mejores casas de las que -
A
d
»
nn
examinarlo detenidamente, ' y de cerca,
A
REVISTA PUERTORRIQUEÑA.
LA PECADORA. (*)
|
e +
/
A
:
La rectoría de ***, situada 4 corta distantia de la. iglesia par
roquial, hallábase instalada en un edificio de madera, que á despecho de pinturas. y afeites moder-
nos, dejaba adivinar la época de su constr féde la génesis del pueblo acurrucadouccenión, dando derredor p SINO... : a a a s € Un caseró5n espacioso . Éra 21as os , , idén idético nti 4 4 aquellos co aquello s q que: Fray Íñigo describiera en el pasado siglo, sustentado * - á prueba de tormentas, por rollizos y potent puntales de cóbana, y cuyo único piso se elevara pries mitivamente *—á pocas varas del suelo, dejando libr e Ja circulación del ¿ Aire por bajo del soberao, para obviar humedades lluviosas y facilitar abrigo á las cabalgadu ras indispensables para la locomociónen un , paísauxiliares vírgen y a
[
/
de carreteras, puentes y viaductos.
Las ,
Social,
a
a
exigencias urbanas impuestas por la cultura
habían obligado
á cercar con
tablas la parte
inferior del edificio; poco después se sustituyeron las
— (1) Véanselos números anteriores.
re
da | F
A
E
E
e
bs
REVISTA PUERTORRIQUEÑA,
yaguas
por
de revocarse;
teja vana,
que
andando
á las ventanas
goznes de hierro;
las
puertas
charon y triplicaron;
cañaveral,
tomó
se enlució
con
un
sitio á
i
el tiempo,
de corredera
balcón todo
o
hubo
se aplicaron.
liliputienses se ensan-
corrido,
lo largo
color verde
de
la
oleosa capa de almazarrón tiñó las primorosa fachada; s tablas de aceítallo y guaraguao que formaban los setos exteriores; barro
blanco
el
sala, depósito común de la familia
subdividió por medio
interior;
de tabiques,
y las
la inmensa
cosechas,
se
en “varios comparti-
mentos; el techo cubrió con un artesonad o sus groseras desnudeces; limitóse el corr de madera alón trasero por reci a empalizada de alfajías, y así, de
evolución ascendente, la
rústica
morada
evolución
del
en
primitivo
: colono, conservando siempre el sello de su lon gev ida d, como vieja acicalada y coquetona, se enc ontró un dia convertida en el mejor edificio lugareño, Por consiguiente de albergar en su recinto,el más digno y preeminencias adherentes y” consiguiente las virtudes s al cargo de pastor espiritual de un rebaño de ovejuelas católicas.
0 Á esta casa encaminóse el bueno “del doctor, deteniéndose en la baja portezuela del zaguán, obst ruido á la sazón
por una decena dos, y entretenidos en hoyuelo; sirviéndoles á grieteadas y carcomidas vimento.
de chiquillos mal pergeñaJugar, con gran algazara, al “maravilla para el caso, las junturas del enladrillado pao
La presencia del doctor no produjo alteraci guna en los jugadores, que continuaron impa ón alsibles en su tarea, limitándose á contestar uno de ellos, ála ininterrogación natural que al grupo dirigier a el recien llegado:
¡Padrino está arriba....! Abrióse paso
bandada de
como
pudo
¡Suba usté! el doctor,
muchachuelos ; avanzó
por entre la
hácia el interior,
y doblando á la izquierda, subió los escasos y desunidos
:
|
LA PRCADORA.
E
l
+
escalones que daban
accesó al cuerpo principal de la
vivienda. . a Al terminar la ascensión, y en los momentos de descubrirse para saludar con su genial cortesía, una — niña de pocos años, descalza y sin otra vestimenta que
ligera y mezquina
| E
camisola,
- y tropezando allí con piernas, como
E
menos
en
E
al parecer de
agarrósele de las .
ó suponiendo por lo
que habría de estrellarse allí la persecución
cólera, gritaba dentro:
qa
—¡Espérate, condenada....!
¡Te voy á desollar
3
|
estado de gravidez
muy adelantado,
Ela
se revelaba
4 la
AA
simple vista con testimonios harto evidentes. La aparecida que, á pesar de la madurez de sus años, conservaba vestigios opulentos de lós atractivos
Mi cerro.
ES
que
debieron
rebosarle
en. la juventud,
quedóse ante la inesperada presencia
EN
nocido, y maquinalmente
E
llevóse
de
sorprendida
aquel desco-
las manos
4
al pecho,
como si pretendiese embozarse en el pañuelo que. cubría sus hombros, bajando los ojos ante la mirada dulce . Pero intensa y escrutadora, que la bañaba con sus destellos, presintiendo instintivamente los efectos
JE
:
Y abriéndose la puerta de la habitación contigua, destacóse en el hueco la figura de una mujer, cuyo
|
a
de
Q
que era objeto. cid OS A ese tiempo, una voz femenina, descompuesta por viva!
j
so
la
el visitante,
pidiendo amparo
s
o
huyendo
álguien, se adelantó, trémula y azorada, á la escalera,
relámpago indagador. Apoyada en el marco momento,
de
de aquel
A po la puerta, titubeó un
sin atreverse á avanzar ni decidirse
á retro-
ceder, pero al fin, modificada la irritabilidad del acento,
dijo ála chiquilla: z . —¡Concha....! ¡ven á vestirte! pa ¡ E Dibujóse en el rostro de la niña un mohín ¿de desagrado, y sin soltar ásu valedor, murmuró haciendo
pucheros:
]
AT
8
|
a
la guerra en que me tiene siempre ese demonio de hija! o —¡A h ...!
¿Es hija de usted....?
¿Y la llama
demonio cuando es tan bonita... .?
¡ Vamos! que aún dura la corajina, y, en el estado en que usted se encuentra, esos arrebatos no son nada con ven mítame que hable asf: soy médico, y mis ientes. Perobservaciones no pueden tacharse de indiscretas. Usted tenece: su situación, penosa por necesidad no se pet, me parece agravada por circunstancias que no conozco, pero que la prácticade mi profesión me hacen presentir. Hay que dar paz al ánimo, y no por contener los arranques vivarachos de
un hijo,
exponer
con su
tencia la del sér que palpita en sus ent personal rañas. *
exis-
La mujer no acertaba 4 proferir media palabra, pero los tintes rubiéundos que coloreaba n la palidez mate del rostro, revelaban el efecto que aqu ellas sanas advertencias le produc ían.
El médico, levantando
siguió:
i
en
brazos
á la niña,
y
pro-
e
— ¡Concha! hay que obedecer 4 mam á. + A estás perdonada....! Ahora le das un beso para eontentarla.
...' y otro me tomo yo,
tervención.
en
Y diciendo y haciendo, imprimió
frente de la niña, y adelantóse tregarla á su madre.
premio
algunos
| sus
de mi ine
labios
en la
pasos para enCoN
Pero la palabra del médico no debió esti la chicuela como garantía suficiente contra losmarse por disciplinazos maternos,
pues, asiéndose
parador, dióse Á gritar:
del cuello
de su
am-
ES A >
:
madre
o
—No señor. ' Yo no dí 4 mi
a
Todos hicimos otro tanto.
Dile
— ¡Me vas á pegar! Ja —Hay que perdonarla, señora.—Exclamó do el médico. —Por esta vez me declaro su protector. E —¡Si esa criatura es el mismo Barrabás! -. —¡Cosas de niños! ¡A cada edad lo SUyO +. ..!
E
E
LA
Ps
ORA.
- —¡No.... no quiero ir....!
pega
A
:
- —¡Remedios!
¡Me pega.... me
|
a
¿Por qué llora la niña....?
jala en paz!
Dijo en el interior una
voz
dencia varonil indiscutible.
¡Dé-
j
da
desabrida,
de
Y Remedios, que este era el nombre
A
proce-
de la mujer,
agarrando violentamente á su hija, que proseguía do chillidos, tapóle la boca exclamando: —i¡ Ves, maldita....!
Ya
padrino. -
has
incomodado
—(¿Es el señor cura? —Preguntó
j
Y desapareció con la chica,
-
Volvióse el doctor al
medios, y efectivamente
Es
de carnes,
abundante
con los ojos grandes !
cetrina
-.
3
á
tu
el doctor.—Pre- *
cerrando
de golpe la.
la
hallóse
contestación de frente
gritos
de
Re-
al párroco,
de la niña, ó por
el rumor de las voces, se había adelantado á averiguar lo que ocurría. i - Figúrese el lector un hombre zanquilargo, enjuto
|
:
|
! oir
que, movido sin duda por los
)
dan-
cisamente vengo en su busca. ¿Podré verle? —Ahí lo tiene usted. —Replicó Remedios. puerta de la habitación.
,
'
A
la
color,
frente, y anchas y
y
en
huesos, cargado de espaldas,
saltones,
salientes los
recias
las
velludas
pómulos,
las orejas,
deprimida
mandíbulas;
la
envuélvase
E
ese conjunto en un balandrán de tela de hilo cruda, desabrochado de la cintura al suelo; embútansele los piés juanetudos, en anchas zapatillas de fieltro; corónese la
$ E
imágen con una gorra de tafetán grasienta, y se tendrá
idea aproximada de la vera efigie del padre Calendas.
Decimos aproximada, porque su: locuacidad habi-
tual, que
le
hacía
interminable
afectada sonrisa y cierto aire adoptar en público, y que no de repulsivo y zahereño que vidualidad, contribuían á dar
en
sus
sermones; la
de beatitud que procuraba cuadraban bien con algo se desprendía de su inditono á la fisonomía moral
E
$
REVISTA PUBRTORRIOUEÑA,
de aquel hombre;
pero est
de aquellos que'han de es os rasgos tu no bastando breve enumer diarse en ación Gozaba el venerable pastor para fama
entre sus adeptos, pero jamá s se de sus larguezas; en cambio se alejaban de la casa rector al,
característicos son los actos sociales, darlos 4 conocer. de muy caritativo
vieron
las muestras -
los mendigos callejeros . porque el señor rector
solía sustituir las limosn as con amonestaciones enérgi
cas contra la vagancia. Derretíanse de gusto las
beatas,
i
sobrado
) ponderando
la
viesen en censurarle, porq ue daba alojamiento en Propia rectoría á una 'Fami la li Remedios y cuatro niños, a, compuesta de la doña cura al hacerse cargo de la tres de los cuales trajo el el último en época poster parroquia; habiendo nacido io darse cuenta del modela r, sin que nadie pudiese dor de aquellos angelitos, lo piritu santo.
o
| Mostrábase bastante rehacio el bu en o del párroco en recorrer los barrios ca mpestres, trepando cerr os y vadeando rios y pantanos, 4 lo mo de en cl enques ca_ ballejos, para administrar so
corros espirituales 4 jorna-
en apoyo de sus negativas, solicitarse por los interesado que esos socorros debían s cuando se hallaban en salud, y en la época pres como en desquite de. ese cripta por la Iglesia; mas, desvío, gustábanle al pater .
prendía el servicio divino sin lujo: ni
nificente; y organizando, dia tras dia ostentación mag, fiestas y proce-
siones y novenarios, pasábase el tiempo, pro porcionando honesto
recreo á sus, ovejas y provec muy pletórico gremio mercantil de lahosa utilidad al no parroquia. Pero en lo que el padre podía consid erarse una especialidad—de tal modo aplicaba
4 su actividad y eficacia—era en la extirpación: del ello concub cáncer social, como solía él llamarlo, des inato, ese tructor de la familia y de las buenas costumbres. Bien que en esa moralizadora faena procedía con es verdad exquisita discreción, no introduciéndose nunca
á mol
personas de viso, incapaces de incurrir en estar á las vicio tan feo; mas ya podía presentársele á solicitar las Aguas del bautismo el hijo natural de regeneradoras alguna pobre obrera, ó bien reclamarel título de pad rino un labriego “tildado de concubinario. ¡Aquí era ellal Para estos casos reservaba
el
padre. Calendas
sus
admoniciones, y de fijo que rotunda neg más robustas la moralizadora reprimenda, si -es que ativa sellaba no llegaba al extremo de terminar con una denuncia á la autoridad municipal. : : - Porque conviene advertir, que en la comprende esta vulgar narración, el poder época que eclesiástico estaba autorizado para reclamar auxilio de las potestades gubernativas, con objeto de evitar y castigar las. uniones sexuales no sancionadas por la Iglesia. J Al efecto, los comisarios de barrio formab an periódicamente relaciones nominales de los cortijeros pobres que vivían en manceb jornaleros y ia, los que, obligados á comparecer ante una junta de notables de la localidad, que presidía el corregidor, “y tidos de un procurador nombrado oficialmente —caasis rgo recaer en algún amanuense de las oficinas munque solía icipales .—€ran amonestados severamente por primera y segunda vez, intimándoles el matrimonio can ónico oh separa ción;
incurriendo,á
la tercera amones
tación, ¡en el calificativo fatal de vagos. y mal entretenidos: califica
ción que traía aparejado el destierro 4 Vieques úl otro
ba
REVISTA PUERTORRIQUEÑA.
distrito lejano, con cuya medida quedaban en abandono las pobres mujere s y sus infelices hijuel
os, pero se sal. vaba el principio moralizador de la sociedad. ' De esas corporaciones especiales— que el pueblo, confundiendo erróneamente los tér minos, llamaba Juntas de amancebados, eran miembros imp cos, y en el ejercicio de sus fun ortantes los párrociones desplegaba del padre
Calendas tan prolija eficacia, que, á la verdad, si el concubinato entre el proletariado de su feligresía no desapareció en absoluto, no cabe achacarse la culpa á la falta de celo evangélico de tan diligente Cierto que, para hacer más fructí pastor; fera esa eficacia,
no cedía el catequista ni un ápice de sus derechos parroquiales en los exp
edientes de dispensas, pero como es justo que viva del altar el que al alta bles del distrito no paraban miente r sirve, los notas en tan nfmia circunstancia, al
encarecer las virtudes del direct por suerte les había deparado la or: esProvi-
piritual que
dencia. al Tales eran los antecedentes del funcionario público con cuyos sentimientos benévolos contaba el doctor Bueno para dar cima 4 su obra caritativa. De
como
realizó su propós el misericordioso médico, habrá de enterarse el lectito or, si tiene paciencia. para lee
r las líneas que siguen.
e E
-
VI.
No
debían de ser muy íntimas las relacione s entre ámbos funcionarios, ni muy frecuente s las
médico á la
rectoría,
cuando
el
cura,
visitas del
hubo de prorrumpir en estas exclamaci al reconocerle, ones:
e
. —¡Señor doctor.... usted por aquí! ¿Que milagro es este? ] AO —No es milagro: se trata de formular breve sú-
plica.
—Pues,
tomemos asiento.
|
|
:
Esta casa es muy suya. |
dira
andando.
Pero,
pase
usted adelante,
— Muchas gracias, padre, —dijo el doctor.
y
-Y correspondiendo á la invitación, sigu ió
tras del sacerdote á la habitación inmediata. o Era esta una sala cuadrangular, que reci bía luz de la plaza contíg
A
ua por dos anchas ventanas y una espa-
ciosa puerta, desnudas de cristales, celosías
ina
PEA PA
os
pa
y
t.
Una estampa, - iluminada con colores chil y cortinas. sentando á Pio IX, ocupabael promedio lones, reprede uno de los
tabiques laterales, dando frente á otra lámina representación de San Vicente de Paul en en negro, el acto de recoger
varios niños abandonados, colocada en el ta. bique opuesto. Por bajo de este cuadro pendía de un clavo una guitarra encordada, instrumento rasgueos solía el cura solazarse en sus rato con cuyos s de En el vano de una ventana, dentro de reduci soledad. da urnilla de cristal, veíase una vírgen de los Dolores, -* con su gorguera austriaca y su traje de luto de talla, tigua usanza española, sin faltarle el corres 4 la anpondiente corazón de plata atravesado por las siete espadas significativas. Arrinconada en un extremo divisábase larga escopeta vizcaina, con el consiguie nte morral de caza, y no muy distantes de estos chisme s aparecían en el suelo, una silla de
montar
ancha y sólida—casi una
albarda—con gualdrapa y freno, riento, acusando dejadéz.
Una
todo
mesa
la:que se confundían y entrechocaban
usado: y polvo-
escritorio,
sobre
registros in folio
_descuadernados y vetustos, un cántaro desp legajos de papeles, dos pistoletes de bolsillo, ortillado, che grande de suela con larga correa para colgun estuarlo del hombro, algunos libros, un tintero descomuna l, botellas,
“vasos y otros menudos objetos, destac ábase. casi eh. el
REVISTA PUERTORRIQUEÑA. centro de la estancia, completando el ajuar varias sillas de madera y dos grandes sillones mecedorésde
reconocida solidéz y antigiiedad. | Ocupados estos últimos asientos por los dos per-
sonajes, y tomando la palabra el párroco, entablóse entre ellos el siguiente coloquio:
|
—¿Conque me necesita usted, doctor? | —Y o precisamente, no, señor cura. Le: necesita
un desdichado jornalero.
;
|
—¡ Cuando usted le patrocina....! —He debido venir antes á hablar á usted, pero no
me ha sido posible. Ha muerto en el barrio de Palma seca una infeliz... A - —¡Ya, ya! La corteja de un tal Méndez ...
¡Valiente pillo está ése....1
Ahora mismo acabo de dar
órden para que no se admita ésa muerta en la Iglesia. —Lo
sabía.
Y
4
eso
se
reduce
mi
obtener que usted revoque su determinación.
—¿Qué
la revoque....?
súplica;
¡Imposible....!
¿usted sabe quien es ese Méndez....?
á
Pero
Un tunante que
ha estado preso por vago.... —Recomendaciones influyentes arrancaronsu sen-.
tencia. —Ha
eclesiástica del pecado.
desoido
las
exhortaciones
de
la
, autoridad
que quería libertar su alma de la esclavitud :
—Vivía con una prima hermana, y necesitaba dispensa de parentesco para celebrar el matrimonio eclesiástico. Esa dispensa exige dinero. -
——No mucho.
—Para un jornalero, que
su trabajo personal insignificante.
para
1
no
cuenta
subsistir,
mucho
más que con. es lo más pe
—Pero es que de las prescripciones canónicas no puede hacerse
caso omiso.
Son obligatorias; y mis atribuciones no llegan hasta el punto de prescindir de ' ellas para casar pariéntes que viven amancébados. >;
;
E
Ao
DU
E
—No pretendo yo que nadie
falte 4 sus deberes;
- Méndez vivía incorrectamente, y estaba obligado á normalizar su situación: esto es innegable; pero ¿no sospecha usted los inconvenientes con que hubo de tropezar?
:
A
—¡Qué inconvenientes ...! ¡Rebeldía....! ¡Sugestiones diabólicas....! Usted no conoce á esa gen-
te, doctor.
Viven como salvajes;
la gallera,
las bebidas, los bailes, la holganza....
_ ho hay mediode moralizarlos....
.. xeza 2 los consume, yy la
el. naipe,
¡Vamos!
Ya se ve:
Pp pereza es madre
de
que
la pe-
todos
los.
vicios. ; —No quiero argúir en contra: formule usted todos
los cargos que guste contra Méndez;
pero
muerto.
-—¡Tóma....!
¡Siella
¿Por qué no le abandonó?
él no es el; E
es más
culpable que él!
,
|
—¿ Y quién hubiera atendido á su subsistencia... .?
¿Cómo
|
cuidar de los hijos?
—¡ Dios no le falta á nadie!
:
—¡ Paréceme que no le ha sobrado á esa infeliz- en.
mádesuna ocasión! pp | —¡Canastos....! ¡Y con qué calor defiende. us-. ted su pleito! :
si
—Puede que lo fallara usted
esa desdichada,
la
amarga
IF.
abandono y de miserias á que
A
- tencia. —¡ Cómo! 2
con. distinto criterio;
hubiese oido como yo, al pié del lecho.de. muerte. de:
A
historia
de. seducción,
ha dado
de.
curso su exis.
¿Fué usted su confesor?
y
ella la ví por primera vez después. de muerta...
Fué él quien me reveló ingénuamente
su
«pasado,
con:
la ansiedad de aquél que no ha tropezado jamás con :un:.
- corazón amigo en donde depositar los secretos del. alma, ni ha hallado un labio misericordioso de quien recibir la limosna
del
consejo, más
provechosa
y per= fumada que la del alimento corporal. Na es la hist oria.
|
E
68.
REVISTA PUERTORRIQUEÑA.
de un
holgazán curtido
en el vicio, la que recogieron mis oidos anoche, al solicitar bajo el tec cabaña refugio contra el huracán.* Es ho de miserable por el contrario un
poema de abnegación,
iluminado
por los destellos. del trabajo y de la caridad. O —Veo que han explotado su sensibili dad ; per o de . todos modos, no puede enterrarse esa mujer en sagrado. Hay que distinguir entre los sumisos y los rebeldes. No es posible equiparar á unos y otro Qui non est mecum contra me est. Lo dice la Escrit s. ura. Y el que está contra la Iglesia en vida, no sufragios después de muerto, —La Iglesia misma enseña que arrepentimiento lavan la culpa. —¿Y qué pruebas puedo tener miento de esa pecadora, cuando ni mad o para auxiliarla ¿n extremis p
—Esa pecadora redimen, señor cura.
debe
solicitar sus-
la contritión y el E yo del arrepentiAún se me ha lla-
ha llorado mucho, y las lágrimas ¡Bienaventurados los que lloran!
Esto también lo dice la Escritura, —Pues
siá
usted le. consta
E
que murió llena de
gracia, absuélvala usted y recíbala en su iglesia y disponga su enterramiento como mejor se le antoje. Esta rép
lica del sacerdote, en que ímpetus de la soberbia sobreponiéndose se revelaban los 4 las más rudimentarias ramento
formas sociales
delicado
estremecimiento
nervios,
del
bondadoso
agitó su
encendiósele
de cortesía,
hirió el tempe-
médico.
Levísimo
cuerpo dando tensión
la color del rostro,
á los
é irradiando en sus ojos garzos un destello de luz, de aquella luz que los iluminara en las horas solemnes en que se lanzaba comoun atleta á luchar por la cienci a en “beneficio de la húmani
habló así,
dad,
con voz tranquila,
pero grave y severa, E on SALVADOR BRAV..
(Cónchuirá).
LE
Es AA
atar,
LAS LETRAS Y LAS ARTES EN MADRID.
Hemos
entrado en la época del año
menos novedades artísticas y literarias. lectual no dá ocasión á media docena Probemos,
sin embargo,
que
ofrece
La vida intede cuartillas.
entretener un rato
tores de la Revisra PUERTORRIQUEÑA,
á los lec-
—.
E
Acaban de publicarse dos libros que seguramente
- llamarán la atención de los aficionados
á las buenas le-
tras. El licenciado Torralba, del insigne poeta Campoamor, y el cuarto de los Folletos literarios que escribe mi amigo y compañero Leopoldo Alas con el pseudónimo
de Clarin.
todavía:
Ninguna
de ambas publicaciones he
leido
Campoamor me ha enviado su poema hace no
>a
más que veinticuatro horas, y el folleto de Alas no esta-
rá de venta hasta la próxima semana: el ejemplar que ha llegado 4 mis manos lo debo 4 la amabilidad de su editor. Mas ya que no puedo hablar de estos libros. diré
algo
de
sus autores.
creido que los lectores
En realidad,
siempre
de revistas como estas
he
no per-
manecen agenos á la publicación de ciertas obras, que como forzosamente han de fiarse antes del propio.
que del ageno criterio, lo que les interesa, ó para ellos puede tener algún aliciente, no es la censura ó alaban-
Za de la crítica, sino el conocimiento del autor. Por. Ea 2dido
|
de A
¿o
REVISTA PUERTORRIQUEÑA.
e
le E j i
j
otra parte, Campoamor y Lepoldo Alas son tan conocidos que apenas si se puede decir nada nuevo de ellos. * Existe, sin embargo, entre ellos un lazo que permite juntar sus nombres
sin que esta unión
dalo: los dos son literatos derno hasta la médula de que les separan están en y Leopoldo Alas no ha aunque Campoamor esté
produzca están==.
impregnados de espíritu molos huesos. Las diferencias que Campoamor casi es viejo dejado de ser joven. Pero afiliado 4 una fracción del
. partido conservador, acaso únicamente
por su amistad -
con Romero Robledo, y aunque Leopoldo Alas sea republicano, ello es que en ambos palpita un espíritu « revolucionario y si se quiere díscolo en que está fundada
su fuerza literaria.
|
En artes y en literatura
sólo llegan á tener verda-
dera personalidad los que chocan con el gusto del público. Los dos escritores « de quienes hablo llenan perfectamente esta condición: uno por sus ideas artísticas, otro por sus facultades de escritor y por su índole peculiar. Acaso no haya en España muchas reputácionés que tan fácilmente se expliquen como: las de: Cam*poamor y Leopoldo Alas. Trataré de próbarlo. Los imitadores de Zorrilla habían “convertido nuestra poesía lírica en una palabrería hueca, en una borra-
chera de lirismo huérfana de
ideas:
describir bien: y
rimar con facilidad eran sus únicos propósitos, sin pensar que sistemáticamente no es posible ni sensato escribir versos y más versos sin pensamiento ni propósito. -. Harto sé que existe y debe existir una forma poética á la cual no se pueden exigir ideas, como sería locura esperarlas del canto de un- pájaro, pero no' creo
conveniente
-funde única.
que toda. la poesía lírica de un: pueblo se
y exclusivamente
en la descripción” de la:
naturaleza externa «y en -el conocimiento
Y..esto era
lo que sucedía,
con
vante de que-como los imitadores
nilas facultades: descriptivas
de la: rima:
la circunstancia
a ras
dé Zorril no tenfan la:"
ni el. «dominio que «estes:
E
e A
E
a
-. tiene sobre el lenguáje,
ES
sl
os
resultaba que estábamos
padeciendo bajoel poder; de unos cuantos poetas de segunda y tercera clase, vate que se habíark
cuando está
de Zorrilla,
ya fuera
poco ó nada semejantes al propuesto como modelo.
de la corriente moderna
abre unó,cualquiera de sus tomos
ilustre Hoy,
el gusto
y
primera página dondd tropieza la mirada encue enla ntran los sentidos gratísima deleite. Nada dé eso Ocurre con los imitadores del Zorrilla e uyos trabajos par ecen imágenes de hermos cuadros reflejadas en espejos defectuosos. Tal era dl estado de nuestra poesía lírica cuando Campoamor, comprendiéndolo instin varió de rumbo y modificó el gusto del públic tivamente, o. Caámpoamor no ha enjendrado un solo discíp ulo bueno; Pero esto mismo que viene á demostrar lo personal de su individualidad avaléla su mérito. ¿Cuál fué el sistema, mejor dicho, el gusto iniciado por Cam poamor? Puso d+
el mayor empeño en que la métrica fuese el ropaje del pensamiento, el adorno de la idea; logrado. Exceptuados /sus versos de la' época y lo ha que los franceses llaman
un pensamiento,
la primera juventud,
una ee
en todos palpita
un sentimiento, algo
superior -á la forma misma. 2S ] o | Aún los que somosúidólatras de la ¡iorma conf esamos
que la poesía castellana
table porque
se había hecho insopor-
los imitadofes de Zorrilla, sin ser artistas,'
pretendían manecomo jar tales el idioma,
- de su incorrección y de st falta de original y- á cambio idad, no nós” , daban el encanto y la frescura propios del inmortal autor de Margarita la tornera. . Ya
Cierto que Campoamor ha caido en el opue sto ex-. tremo de supeditarlo todo á la expresión de la idea, pero -
aunque descuidela construcción
á veces resulte defectuoso,
de sus versos,
están sus poemas,
aunque
aún los. - más cortós, tan repletos: de pensamiento, pose riqueza de frases originalísimas, que ningún libreno' tab de
los suyos se le cae al lector de la mano. Camnoamór
pd
O
REVISTA PUERTORRIQUEÑA.
a
posee, además, otra cualidad que/para singular encanto. - Ez imposible leyÉndole, mí constituye saber cómo
piensa;
es decir,
su alma de verdad
él pretenda filosofar por todo lo altoero (papoeta, aunque se la vulgaridad) obedece siempre 4
sentimiento.
Si
la impresión que dominá
Campoamor preséncia un
su
acto tiránico, los versos que á seguida esc riba serán con seguri-
dad demagógicos;
si asiste
4 un; desman popular, re-
sultará antoritario
y reaccionario;
momentáneamente
religioso.
ante la intolerancia
religiosa toma visos de descreidg:
toda la extensión de la palabra.
Ebto
la impiedad le hace es
|
ser
poeta' en
a Tiene Campoamor otra condición que me encanta: el atrevimiento. Poco le importa estar afiliado á. un partido conservador (causa en gran parte de la ruina de la patria): cuando se le. E una idea hermosa,
Por disolvente que sea, la echa 4 volar, la censuren.
nen,
aún
Sus
amigos pol ticos son
y luego que se los que sostie-
en sus más negras maquinaciones,
á la reli. gión de nuestros mayores: * pues sí á él se le viene álas mientes un pen samiento heréticg
lo formula
sin empacho. No recuérdo en qué poema, hablando de una doncella, dice que era tan pura' como María antes de la visita del ángel. )
Como
hombre, Campoamor
tiene
condición de ver acercarse la vejez sin la inapreciable cobrar aborrecimiento á la juventud. No hay principiante, periódico nuevo, editor primerizo ni poéta en man tillas 4 quien no ayude, prot
eja,
hoy tan raro!
ilustre
Yo
y]
agradable.
Claro
veces brota de sus labios
otkas notabilidades
drid á cada paso.
¡ Y esto es
no recuerdo hombre
del alma orgullo y vanidad,
Pocas
con que
y
En su trato íntimo
que resulte tan
en el fondo
conoce.
aleccione y estimule:
que tendrá
mas no se le el antipático
nos abruman
Si la ostentación
en Ma-
es una ofensa á la inferioridad agena, del propio mérito. Campoamorno hac e alarde de tenerlo.
LAS LRTRAS Y LAS ARTES EN MADRID.
-
Alas.
663
Vamos á dedir ahora cuatro palabras de Leopoldo ; vida literhria
La
de Madrid
es
tan limitada
que
todos los del ofigio nos conocemos. En París, por ejemplo, los grandes escritores, Dumas, Renan, Sardou, Copée, Zol , €tc., forman rancho aparte; allíla aristocracia
de lasiletras vive aislada.
dos, ilustres unos,
riamente;
Tamayd
Nuñez de Arce entra
la librería de Fé;
En
¿medianías otros, nos
va
Madrid to-
codeamos
dia-
á los saloncillos de los teatros;
por las tardes á pasar un rato en .
hegaray va asíduamenteal círculo
literario: en una pa bra, los grandes, los pequeños y los chicos estamos en perpétuo contacto. La forma de la vanidad que consiste en el aislamiento es desconocida entre nosotros, Ni aún Galdós y Pereda que viven muy retirados/cierran á nadie las puertas de sus
casas. El resultado ¡de esta especie de comunidad en que vivimos es el cogocernos todos ó casi todos, y su
primera consecuencia:la falta de independencia para hablar y escribir unos de otros. : - Decía Edrique Murger: “Tengo treinta y cuatro años, he almorzado con todoel mundo y ya no puedo hablar
mal de nadie.*
periodistas
y críticos
esta regla es
- COnvicciones
Otro
tanto
madrileños.
Leopoldo Alas.
literarias,
Por
nos sucede
“La
4 los
excepción
la fuerza
de
de sus -
¡por sus condiciones de carácter,
y por el género de: vida que hace, es independiente hasta la exageración. Añádase á esto que posee una. ilustración grandísima y que escribe muy bien, y se verá justificada su reputación. En “vano es que le ta-. chen de díscolo, de bilioso é intransigente: él continúa descargando palos á diestro y siniestro, como si nunca hubiera de tener que encontrarse frente 4 frente con sus.
víctimas
en
un
salon
- razón los que consideran
do la crítica;
ó un teatro. y
Tal
practican de
vez
tengan
distinto
pero nadie dejará de reconocer
mo-
que Leo-
poldo Alas ha sabido sobreponerse al compadrazgo en ?
E
EVITA POETORRIQUENA, que hoy está fundada nuestra vida Ñteraria
. Ea mi. humilde juicio la mordacidad y dureza que le distinguen¡ Proviene de que, por la índole especial de su talento, tf
antes que verdadero crítico
tírico,
Merced
hace,
á su
es un excelente escritor sa-.
gran ilustración puede
notables trabajos, críticos,
lo. espera emplea la graciay el ingenjo
mir sólo la razón.
Hasta escrito más cara con el demostrar
hacer,
y
pero idonde uno menos
en vez de esgri-
hace algunos años Leopoldo Alas no había que críticas: comenzaron á decirle que pred iejemplo, y entonces se ropuso y consigui ó que no sólo sabe señalar lo malo cuando es
ageno, sino que también es maestroien concebir y ejecutar
lo propio.
'Su
novela La, Regevta
novelas cortas, reunidas
y sus Er
4 continuafión de una titula
*
pe
de
Leopoldo
Alas
y 4
t
es catedrátigo de la Universidad:
de Oviedo: allí vive retirado del mundo y de los malos poetas,y allí escribe los folletos literarios pasan tan amargos ratos muchos escritor con que aquí es de los peor-citos.que ten Y vamos
emos.
del. teatro andan venida
de
'
estos dias
las compañías
En la Zarzuela
Comedia otra de
cipe Alfonso
8
á otra cosa.
se
tenemos una
de
Los que viven
e
en Madrid
muy «soliviantados
con la
de Opéereta italiana,
en la
contediantes extranjeros.
comedia italiana, . el circo del
inaugurará pronto
italiana y. al Real viene
con
una
de
Prínopera.
la célebre Sarah Bernhardt, á . representar La Tosca, de Sardou. Es decir, otros tantos teatros cerrados'para nuestros autores, empresarios.
y
cómico
s. Las protestas se hacen todaví baja, todo se reduce á murmurar y maldec a en voz ir fés y en el círculo literario; pero como cad en los.caa escena. Ocupad
a
por extranjerosda Ocasión á: que que
den sin trabajo más de un centenar de familias , tiene que llegar
un momento en que aquíse mueva una gran campaña.
|
J
E
-Pipá, son obras notabilísimas. Una He ellas , Zurita, es de. lo mejor. que se ha escrito en castellano hace cuarenta años.
)
E
*
E
MS
l j4 ;
2
- Contra estas compañías, por lo general malas,
que in vaden en la primavéra nuestros teatros. ser el remedio, porque italianos y franceDificil ha dé amparo de las leyes y en uso dé un perf ses están xx. ecto derecho, Pero no es imposible que á la larga se adopten medidas de proteccionismo 'teatral. La mejor manera de quitar gente á los espectáculos
extranjeros sería la
de una buena compañía nacional, pero esto, formación hoy por hoy, parece punto! menos que imposible porque nuestros
buenos actores
apenas se tocan
son como las bolas
de
billar qué
salen disparadas én direcciones 'Opues-
tas.
'
|
:
| —Lotriste del casó es la actitud del púbkito estúpi- : damente esclavizado, por la moda. - Al teatro esp añol y á la zarz uela van las mejores familias
tidas de cualquier modo:
de gente cursi y pobretona.
Pero viene úna compañía
italiana ó francesa, por mala que sea,
butacas llenas
de
de Madrid ves-
los teatros parecen poblados
séñoritos puestos
y ya tenetnos las
de frac y corbata
Blanca y los palcos públadosde damas elegantí simas. "No
terminaré esta carta
sin
anotar
ción que dibuja en ciérto modo la mala
tica del
país
desde 'vtro
situación
punto de vista.
anuncia en España la celebración
una observaartís-
Cuando
se
de una Exposición
én el extranjero, nuestros pintores
se
viar inmediatamente sus trabajos.
apresuran á en-
|
Ahora se vá á inaugurar la Exposición universa l de Barcelona, ocasión propicia para que pudi éramos astentar todo lo que vale nuestra pintura, y esta es la É
hora en que no hay noticia
de que
concurran
t gua ciudad condal ni siquiera media docena
tores notables.
Vendrán los extranjeros
ála an.
Lo
de pin-
y sólo ver
án Obras de artistas catalanes entre los cuales hay algunos, a
_ Pero muy pocos, dignos de justificado elogio: los: lemás como si no fuesen españoles.
Una
noticia que
buenas lecturas.
agradará á los
|
aficionados 4 las )
La antigua Revista de España, única «le ji
|
:
¡
|
EN
7
A
que cuenta entre nosotros veintiun años de vida, ha empezado, bajo nueva dirección, la publicación de al:
gunos trabajos notables. Me asegurán que el ilustre Don Juan Valera, el primer prosista español, será desde ahora colaborador asíduo. No ha¿menester más- la Revista de España para
apropósito de Don Juan los lectores de la
prosperidad
Valera, llamo
definitiva.
la atención
RevisTa PUERTORRIQUEÑA sobre
cartas americanas que
blicando
su
aquel insigne
en los Lunes
del Imparcial.
Y,
de las
literato viene pu-
En
cuanto al
modo de pensar podrá caber divergencia, pero en loque á la formay
estilo se refiere, nadie:habrá que al
leerlas :
no reconozca y confiese qne el autor de Pepita Jimenez es hace tiempo, y continúa siendo, ¡el escritor más puro, . más elegante y más original de cuantos cultivan la
hermosa
lengua
castellana.
Ninguno,
absolutamente
ninguno, puede comparársele. Si la incorrección, el mal gusto y los galicismos hoy dominantes acabaran por aniquilar nuestro idioma, y sólo se conservara una obra de Valera, por ella podría reconstjtuirse la prosa española. No se me ocurre mayor ni más justo elogio. :
Jacinto Ocravio Picón. A
Madrid, Abril 8 de 1888.
A
>.
apo 5
/
'
LETRAS Y ARTES EN PARÍS. 4
|
¿Recuerdan
ustedes
lo que
es para el niño una
fecha famosa en losyanales de la familia, fecha¡que reluce por espaciosde un año ante la infantil imaginación con -
la viva memoria de.la pasada, que el niño aguarda mm.
paciente y de tal modo
la anhela que por verse en ella
- brincaría gustoso por encima de semanas y Meses
. teros?
Esa fecha, deseada entre todas, era
_ santo de mi padre, cuyos
huesos
queridos
- En la inalterable calma de la existencia
.
monio amante que eacerraba al universo
en-
para mí el.
hayan paz.
de un
matri-
en las cuatro
paredes de su casa, pues el universo era para el esposo E su mujer y su hijo, y'para la esposa su hijo y su marido, en la que no había núnca comidas niconvites y eran ra- rísimas las visitas, en'la que sólo alteraba la uniformidad
de la dicha, el movimiento y los viajes motivados por los
. cambios de guarnición, San Luís traía consigo la ani. mación y el bullicio que tanto seduce á la infancia, - aunque por precoz ó tardío desarrollo intele tual,
-
igual es el efecto de
¡de
-
|
iS
suyo reflexiva. .
estas dos
—que
causas, —la c latura sea
A
Desde primeros de agosto y en previsión del 25...
Pero, no quiero
sería
SS
revolver el arcón
de los recuerdos
el relato largo, y no es este el momento más j
O
+
Propio para trazar una drá la descripción algúnpáginade memorias; ya saldia cuando desahogo. Lo único que quería deki ke me antoje ese. r es que la impaciencia nerviosa, el irritant aguardaba
la
solemnidad.
e
del
degeo
santo!
con
paterno,
que ¿ya
se me ha quedado en la masa de la sa ng re . Soy absoluz tamente un chiquillo en es to de co di ci ar y querer obtener al punto lo codici
1
ad no ambiciono más. que una sola y exclusiva o; pero co sa en e mundo, y son los libros. Eso sí, todos, sin- ex
cepción: ciencias, ar literatura, industria, tó tes, o do me viene bien, todo lo devoro con insaciable apetito. .
por cierto;
¿Me sabe t do á mieles? No tengo mis preferencias, [mi grupo de escri-.
cuando, ya publicado el to mo, ma nos;
si el
escritor” tar
figura á mí que tarda años, da —] quejo á todo bicho viviente de si su única misión en la vida 2
,
A este coro sagrado
amigo Don Juan
mucho, —siempre se me O trafo de perezoso y me que ino produzca, como
fuesé
pertenece
Montalvo,
escribir para
mí
muy
no Porque me
con su campechana amistad, sino porque es se leen siempre con
embeleso,
aun
que
simpático
favorezca
de los que
no estando acorde”.
con ellos. Y desde el Primer ya he hablado de .él en . número de X/ Eespectador— mi revista de Setiembre pienso á cada hora
desocupa “¿Cuando vendrá: otra vez Don Juan 4 visitarnos?” da: No ha tardado tanto, en esta ocasión, como yo me
lo temí
A
valga la imágen
- patihendidos en el
E
fl 5
-<No vayan esto para dar á Cero del Especta ¿$ sabido á cosa veg lo contrario, y lo críticos son los pla mente
suponer los maliciosos que digo atender que la lectura del tomo ter-
puesta en
, fechado en 15 de Marzo,
al y sin sustancia,
me ha
.
ya que es todo |
ico que en literatura rumiamos dos os fuertes de carne sana y delicadasazón, como también
5
las
de gracia, flores de estilo, flores elegante flores, flores s, pintadas de lucientés tonos, con cuyas per vistosas y fumadas corolas nos aromatizahnos el paladar. E a ? Hay mucho deflo primero en el nuevo libr o de Mon '— talvo y también de segundo, pero sus flores son graves, serias, tienen siemp álgo de la majestad filosófica y se masca en ellas coma la pulpa del fruto. Tod os los capítulosde
E
;
por el
con
me
han
el que
seducido,
estoy
conforme,
bella y personalísim«y forma que admiro
sino
|
este tomito
fondo,
por las múltiples
manifestaciones
no tan sólo
ni «por la
más'cáda vez,
del autor, que se nos muestra con toda la gra alma dd. ndeza y hermosura que tiene. l o es lo más sabroso y encantaor en esta série de Capítulos, que no se pueden llamar artículos, pues por el yo precisamente forman un todo unido y cómpleto. 'Y conste, de pasada , cogenen contradicción los que vayan á cazaque no me de ellas, pues si, dejando de ser crítico ó de hacer sus funciones, hablo á veces como lector meramente y alabo la imper sonalidad de la novela y predico
que ha im- Personal, una cosa es la novela, y esta clase dede ser impresiones, observac
iones y disq ciones son otra cosa. En ellas está el yo en su lugar uisi y los que reniegan del yo y : le aborrecen,
en el paladar,
no son sinceros ó les faltan ciertas papilas Traíganse á la memoria los libros que
no son más que la personalidad
del
los melindrosos si los admiran Ó no!
autor y díganme
| O | Comienza admirando Montalvo cómo el. pueblo francés ha derribado al presidente Grévy, no por S ladrón, . : ee . A _ho por
traidor, no por haber infringidlas o leyes en AS
:
REVISTA PUERTORRIQUEÑA provecho propio, sino buena y únicanfente por su tole-
rancia. - “Tolerancia
respecto
de
lag
especulaciones,
* granjerías é indelicadezas de un
pariente suyo. En
** que los crímenes.
el tranjeros,
““ el pueblo del punto '* más qué los delitos,
de honra, las / indelicadézas son y los abusosjde confianza más
Podemos
los
los es-
- “ pectadores imparciales, compadecér al anciano des“engañado; mas:no podemos dejar de admirar á este “* gran pueblo y recibir sus lecciones.” o No deberíamos; en cuanto á póder, no lo pueden las almas grandes de los pensadores que son justas por esencia, pero lo pueden muy 'bien lós infinitos extranjeros que aquí viven, que no viviríaf ya en otra parte, y sin embargo todo lo -francés lo interpretan en contra de la Francia, calumniándola siemp£e que juegan triunfos, concediendo una virtud para vicios. Á los pueblos es distinto, Francia dándoles
lecciones,
y
esto me place la justicia que hace
éscurecerla con cien Y desde antíguo viene ellos
tomándolas.
Ion Juan
blo francés, que no considero ya ménos mio
Por
á mi pue-
que
elles-
pañol, y la lección se la dá él á estgs señores que sólo quiéren ver aquí meretrices que tóáman por duquesas,
farsantes, comicastros y cancanesí . Bien mirado, ¡no hay por qué incomodarse, pues admiración 6 desprecio no tienen valor sino cuando los sostiene una voz que se “oye en el mundo, y, en esta ocasión, sólo tiene eco la
voz de Montalvo.
Linda páginala excursión del autor
á las vecindades del Cuerpo Legislativo en vísperas de la elección del nuevo presidente, y no ménos la destinada á explicarnos los vocablos
uren, sacha.
.
de
la lengua
:
quichua,
En
Lo característico en este escritor son los incidentes;
puede al pronto parecer ligero el asunto tratado, y aun serlo de veras, pero las cosas que se le van ocurriendo á Don Juan són profundas y bellas, , y sorprende agradablemente el partido que de todo saca. En este capí- o tulo halla manera de saludar la memoria del colombiano Le Lo
:
: 4 ES ..
|
O
Al
.
ca
A
E
Don
p.
LETRAS Y ARTESENPARÍS.
E
Ezequiel Unicochea, del modo más tiernoy noble,
¿y describe
pintorescamente
un sacha-Voltaire,
6. sea.
tristeza que mana
de ella”
Voltaire de la quebrada, —algo como Voltaire: postizo, que efe rechúpete, verdadero y gracioso. A lo mejor, la gisa se nos hiela en los labios con esta exclamación
ee de
y le cae á su país
honda
gncima y se le convierteen sambe=
nito: “Cosa ea todos desean volver á morir en su “ patria; yo deseo,volver á vivir algunos años en la
mia,
y salir á morir entre cristianos.”
el
Por el bien de
su tierra deseara yo que Montalvo muriese en ella, pues probaría que Da llegado á comprender allí lo que vale, y que su pueblo es, como dice el'autor á propósito
del francés, “el caballo fuerte y fiel que lleva 4 cuestas “al sabio que va fn busca dela felicidad de las na“ ciones.”
Pes
y
e
O
:
ee
Más alto y filosófico todavía es el capítulo La Cari-
dad en París.
¡Qué bien responde Don Juan á los que,
fijando superficiales miradas en esta capital, dicen, al si-
guiente dia de su llegada: “¡Aquí no hay corazón!”
No.
les responde con palabras únicamente; les responde con
hechos, y sus apuhtes acerca de los hospitaleslos , hos-
_Piciosy los asilos, son apuntes grabados al agua fuerte. Dije una vez que ningún pueblodá tanto como el francés, y me alegra; que Don: Juan lo confirme, ya que su voz posee la autoridad que no goza la mia. - Tratando
de la caridad rica, la caridad parisiense, “santa cubierta
de: diamantes,” nos pinta el autor una fresquísima acuarela de las ventas de caridad, y en la que hacen las clases intermedias, otra
con esta frase,
hermosa
no
ménos
fresca,
terminando
y cadenciosa, que parece de
Bossuet por la amplitud y el aliento: “El cobre viene de abajo y no deslumbra; pero tiene un fulgor invi-
_sible que “está dilatándose en las | regiones de la 'in= “* mortalidad, y que será luz inmenga y pura el dia que
“vuele arriba el virtuoso humilde en alas de las buenas “-obras.” eN ; ;
q
O
2
da
E Po
o+
dE
RR
A
67
:
REVISTA -
ne
PUERTORRIC "
r
EÑA
E
Ed .
>
-
A
;
provecho propio, sino buena y únicaniente por su tole-
rancia. - “Tolerancia respecto de 'la especulaciones, * granjerías é indelicadezas de un pariente suyo. En “* el pueblo del punto
“* más que los delitos,
“* que los crímenes.
de
honra, las ¡ Indelicadezas son
y los abusosjde
Podemos
“* pectadores imparciales,
los
confianza más
extranjeros,
los es-
compadecér al anciano des-
“engañado; mas no podemos dejarde admirar á este ** gran pueblo y recibir sus lecciones.” Pol No deberíamos; en cuanto á póder, no lo pueden las almas grandes de los pensadores, que son justas por esencia, pero lo pueden muy bien lós infinitos extran-
jeros que aquí viven, que no vivirían
ya en
otra
parte,
y sin embargo todo lo francéslo interpretan en cóntra de la Francia, calumniándola siempre que juegan triunfos, concediendo una virtud
para
escurecerla
con ¿cien
vicios. Á los pueblos es distinto, y desde antíguo viene. Francia dándoles lecciones, y ellps tomándolas. Por esto me place la justicia que hace Ion Juan á mi pueblo francés, que no considero ya ménos mio que el es-
pañol, y la lección se la dá él á estgs
quieren ver aquí meretrices
que
señores
tóman
que sólo
por duquesas,
farsantes, comicastros y cancanesi Bien mirado, no hay por qué incomodarse, pues admiración ó desprecio ño tienen valor sino cuando los sostiene una voz que se Oye en el mundo, y, en está ocasión, sólo tiene eco la voz de Montalvo. Linda página la excursión del autor á las vecindades del Cuerpo Legislativo en vísperas de la elección del nuevo presidente, y no ménos la destinada á explicarnos los vocablos de la lengua quichua, urcu, sachn. Hole : P. Lo característico en este escritor son los incidentes;
puede al pronto parecer ligero el asunto tratado, y ¡aun
serlo de veras, pero las cosas que se le van ocurriendo _¿ Don Juan són profundas y bellas, y sorprende agradablemente el partido que de todo saca. . En este capí-
tulo halla manera de saludar la memoria del colombiano E
| LETRAS Y ARTES EN
PARÍS.
F zequiel Unicochea, del modo más tierno y noble,
desc be pintorescamente un sacha-Voltaire, ó. sea Itaizr dela quebrada, —algo como Voltaire. postizo, —que es de rechúpete, verdadero y gracioso. A lo
mejor, la sonrisa se nos hiela en los labios con £ exclamación, por la honda tristeza que mana de ella y le cae á su país éncima y se le convierte en sambe: nito:
“Cosa rarai
todos desean volver á morir
“* patria; yo deseo; volver á vivir
algunos
en su
años enla
** mia, y salir á mofir entre cristianos.” Por el bien de su tierra deseara. yo que Montalvo muriese en ella,
-. pues probaría que
han. llegado á comprender allílo que
,vale, y que su pueblo es, como dice el'autor á propósito francés, “el caballo fuerte y fiel que lleva
| sabio que va gn ¡ones.”
dad
¿
á cuestas
busca dela felicidad de las na:
e
Aia
Py
Más alto y filosófico todavía es el capítulo La Cari-
en París.
¡Qué bien responde Don Juan 4 los que,
5 m
DI E R
jando superficiales miradas en esta capital, dicen, alsiiente día de su llegada: “¡Aquí no hay corazón!” No responde con palabras únicamente; les responde con
hechos, y sus apuhtes. acerca de los hospitales, 1 is. hos.
Piciosy los asilos,
son apuntes grabados al agua fuerte.
nt
Dije una vez que ningún pueblo dá tanto como el francés, y me alegra: que Don Juan lo confirme, ya que su
voz posee la autoridad que no goza la mia. - Tratando
de la caridad rica, la caridad parisiense, “santa cubierta
Í
des diamantes,”
nos
pinta el autor
una fresquísima
acuarela de las ventas de caridad, y en la que hacen las.
+
Clases intermedias, otra
no ménos.
fresca,
terminando
con esta frase, hermosa y cadenciosa, que parece de Bóssuet por la amplitud y el aliento: “El cobre viene de abajo y no deslumbra; pero tiene ¡un fulgor invi=
-.
sible que “está dilatándose en las regiones dela a «6
mortalidad, y que será luz inmensa y pura el dia que vuele arriba el virtuoso humilde en alas de las buenas.
“obras.”
O
Hals
a
|
y
Y
Bien sabía que Montalvo, al hable
de ser para patrocinarlo, duelo casos graves, á primera sangre par á a No:soy-amigo de este procedimien el primero en echar mano de. el si 1 riese, no por eso me parece ménos la cultura, la mútua consideración ce y ', pueden hacerlo innecesario, Segur
muerte . para
surable, y creo que
el mútuo
»
porcionar nunca motivo para
que
los y E :
respeto
estoy de no pro
n hombre
me insulte, cuanto más de ingultarle yo; s lo hace y no es un | E loco, es que no sabe vivir . en
sociedad.
El -duélo ha
costado la vida á tanta cabeza exdelsa, flor, que por eso lo abomino. prendo y lo admito, ¿quién nó?
A
tronchada en
(muerte, sí la comPero que, porque un
animal le pega un codazo á Don Juan, se enzarzan pala
-
las.
bras, alárganse las. manos, van dl camp o los dos,. y por casualidad, aunque tirand o 4 braz o, el tonto traspasa al escritor y lo mata.... ¡MÓ, con ésto no puedo! Es nece serlo. siempre no
sario
lo
hoy,
tal
admito,
vez?
4 ménps
pero que deba
que, como decostumbre, Montalvo aciérte más que ciación de nuestros semejantes, en ¡la yo, en la apremarcha de la civilización. Curiosa Pontifical,
|
|
a
le
es la visión que tiene el autor
sin haberse
movido
de Pafís,
declara al fin del capítulo después de creer
del Jubileo como nos
:
ló
habernos hecho
lo contrario, pero le prefiero las Pat inadoras, | que es lo más florido del tomo, y se lo prefiero. por el paí» saje que es delicioso
Presente
y me. ha satisfecho,
aunque tenga . el divino paisaje de la incompara ble pintora -
Emilia Pardo Bazán en su Madre Naturaleza.
otro
Las
Impresiones de un diplomático
costal.
Parece
que el ministro
de
su
Católica, don Manuel Llorente Vázque z,
“una acta de acusación
tra las repúblicas
indelicado
Ea
son harina de Majestad
ha publicado
nada menos que terrible”. con-.
de Origen español.
que-un viajero
No tengo por
recorra un país,
y por bien
Y 4?
4
cogido que sea, censure los defectos que observe; eon
que individpara ualidad justicia seresSs justa, 1acer exce Pero á. lalascensura, nes cumplidy o. ha pcio - conoció, pe pe ha de examinarla* y pesarla el observador - crúpulo que: si fuesen diamantes lo, que pesa; ha de ex- ponerla
con plena' independencia:
y. cortesía: ig al;
ha:
lo bueno, sin adulación, pero-con: sincerir —deci dad;tarha todo de rebuscar las, causas cios,
las,
de las inferioridades:
ya que
producentes:de los, vin.
que apunta,
no por criticar.
siendo, imparcial mo: tendrá; encona, sino».
para llamar la: atención
derán, el móvil
del/autor:
de esos pueblos. que compren—el deseo-amoroso: de; perfee-
cionarlos,—y sello agradecerán más ó menos pronto. ¿Ha procedido de esta suerte el señor Llorente Vázquez?
No
he leido su trabajo; sin embargo,
las frases de
Montalvo parecen probar que no; una crítica como la. - Que heindicado la aceptaría Montalvo como verídica, con respeto, aunque tal vez con' amargura. Cuando.
no la acepta y responde á. los juicios como si. fuesen acusaciones calumniosas, es que el embajador se. ha.
excedido. Si es así, pues es muy difícil apreciar las. voces de dos campanas' no oyendo más que una, Mon--
talvo ha tenido plena razón en-armarse y contender contra un acusador
de su tierra.
Se
lo aplaudo, y á
su lado. me tiene aunque esté del ot unro español. vez, si en la lucha el americano se propasase,
Tal.
en el.ca-
lor de la refutación, me interpondría poniendoel pecho delante del pecho de.mi paisano; pero noes¡así y no puedo menos de: aplaudir también
la: elegancia,
el.
tacto, el buen gusto, la caballerosid con ad que el autor. destruye los agenos y erróneos argumentos. Algunos:
cintarazos nos atiza: don Juan
por mitad de la.cabeza,.
pero, francamente, están. muy en su lugar. Lo que . yO quisiera es que, sin tantas demostraciones, tuviesen. siempre: presente. losespañoles que los vicios que:en. - los americanos censuran.son- culpa nuestra, y que: no: _e Olyidasen los americanos que sus virtudes, —salvo..las, j
,
,
3
z
|
__
REVISTA PUERTORRIQUEÑA.
a
oriundas del suelo, —á nosotros nos Y lue-. g0, sinceramente simpatizar y dej la deben. ar lá ridiculez de besarse en público y comerse crudos b Jo el manto del | el tomo anterior en el sentido de novela,
sin importancia,
que bién sabe
el ayt
error de pluma
or lo que es ro-, mance, y una rectificación muy digha,” terminan| este curioso, interesante y acabado terc ef tomo del Espectador. Y,
¿van ustedes á creerlo.. á creer que, desde este mismísimo in. .? ¿Van ustedes tante, estoy anhelando ya que salga el cuarto... >? A o_.0
pS
o%
z
a
$
E
« En el interin, vamos adelante. nuevo que, desde hoy, entra en mi con otro escritor grupo, M. Octavio Mirbeau, corr su novela ? Abbé Jules, publicada por Pa-= blo Ollendorff.. ¡Terrible y espa ntosa novela! - Tiene este novelista doble procedencia: la influencia romántica y
de Víctor Hugo que le hace ver las Cosas, ciertas cosas, . de una magnitud mayor que la que re3lmente pos
een, y de Zola á quien sigue gin darse cue co pia ni imita, es origingl, perola nta génisis de su talento es esa. - Como noveládor naturalista, .se propone dos puntos principales; en el libro la menos novela posible, primero, que haya es decir, la menor cantidad posible de peripecias y suc dan á arreglo; segundo, que sea la esos que trascienobra impersonal en
la influencia de ello. No
el sentido que he indicado líneas antes.
to lo consigue,
y tal vez demasiado;
con la descripción de la familia
El primer pun-
empieza la novela.
de un médico de pueblo
que vive con'su mujer y su hijo, una vida triste, - monótona de provincia, y se ocupa de la llegad fria y a de su hermano, el cura Julio, de quien nada se sabía des de ha-
cía seis años, que estaba en París.
Llega el cura y se +
Pad
LA
o
;
|
acaba la priméra parte. En la segunda, el cura com=' pra una casa, “instala una soberbia biblioteca, se des-
pierta la codicia
de sus parientes,
Se
4:los que no visitaiy
que de contínuo bautiza con el dictado
de “imbéciles”.
se muere el cura y al abrir el testamento, los hermanos
y primos quedan pasmados de que no les deje ni un: _Schavo. Taj es la marcha, que no puedo llamar argu=. mento,
de esta novela,
destinada á
el del cura, iy ahora veremos cómo. impersonalidad, .es relativa.
forma de relafión Dervelle,
Está
pintar un carácter;
En'cuanto: ála.
escrita
la obra en
y el que lleva la palabra es Alberto.
sobrino del cura;
de todos
que una novela sea impersonal,
los sistemas
para:
parece éste el más fácil
y es el más difícil, pues el autor pone inadvertidamente . ideas y sensaciones personales que le son: propias,
en
boca del narrador.
Y
esto ocurre aquí.
Alberto
es un niño al finde la existencia desu tio, pues no. “llega á los quánce años cuando éste muere, y dice Al-. berto unas verdades hijas de la experiencia, tiene una: observación tan sagaz y un análisis-tan acterado, que no'
son dables en ún joven de corta edad.
cribe á los quince, ne la pluma
es
Claro que no es-
y es indudable que la mano que tie-:
de hombre hecho;
claro también que
analiza siendo! más viejo, pero analiza sobre recuerdos: . de su infancia, sobre un carácter que observó siendo. niño, y el recuerdo no puede ser tan exacto, no cabe explicación tan perfecta del cura, que es un organismo moral complicadísimo. Mirbeau ocupa, por. lo tanto,
muchas veces
el lugar
de Alberto,
y trasel narrador
está siempre visible la figara del autor; esto:sólo nos hace dudar de la existencia del cura y daá- éste un as. pecto simbólico. E Z : raja El cura Julio es hijo de una madre rústica y de un padre alcohólico, tratante en caballos, grosero,
penden-
ciero y apegado á faldas, como los de 'su oficio suelen serlo. Esta doble influencia, la fuerza de la materia y la fuerza del espíritu dominarán toda la existencia del +
<.;
cura; y la lucha: eterna. que se HB cuerpo:es la tragedia de este carácter.
Julio: cruel, perverso al. par que bueno.
presión del momento, cometerá un acto una acción heróica. Le da por ser cur
madre se:opone, Julio insiete en que quie e. ser cur. blasfemando el nombre de Dios.
En
el sEminario es camorrista, falso, denunciador, y aterroriza| á sus condiscípulos. Cuando recibe las: órdenes, erj plena igle-
sta,
hace general confesión
de sus pecadós,
con:una franqueza brutal y hermosa que sorprendel y conmueve áclos fieles; parece su acento el de los sant s inspirados de los albores del cristianismo. Todos crejen en un milagro;. todos dicen
ASA
Y ( y -
que esun:santo, y el obispo lo nombra.
su secretario.
1 |
En cuanto se instalaen el o ispado, Julio domina al clero y se convierte en amo del prelado,
un cinismo irritante.
temen.
del Señor;
maltrata: al vicario,
Nadie
su vida es allí
4 los curas¿les habla' con
puede sufriglo
El obispo no se libra de sus vej
>
de
de
radoy débil siervo
demonio;
honla de un
Y ,
y todos le
veces, viendo cuán nulo es aquel viej aciones, pero á o: y cuán bueno. es, tiene remordimientos y se arroja á sus plantas, y _ le pide perdón, y llora verdaderas lágrimas de arrepentimiento.
Pasada la emoción, se burl
Habiéndole nacido el deseo de poseer a! de sí mismo, una gran biblioteca, se priva de todo para comprar libros, y como no
le alcanzan sus economías, llega á rob ar al obispo dos - luises de oro, de diez ó doce que descubre sobre una. chimenea. Poco después, viendo á una mujer demacrada, con dos niños de pecho escuálido s como la miseria; le da.
los dos luises que ha robado. En otra ócasión, va á visitar al padre Pánfilo, —qu e he de describir;—un-santo, y descubre que está muerto, bajo una pared: del convento en que vivía solo; data la muerte. de quince dias, y el cuerpo del viejo monje es una horrible- podredumbre.
Julio abre un jero, y quita los ladrillos y cascajos que cubren aquagu elia masa infor.
á a
i 0 3%
_LETRAS Y ARTES EN Ars. -me;
sin
a
O
dates de las moscás ni de los gusanos; dera .
como pu AS al agujero aquellos restos y les da cristiana sepultur: adri ejándose poco después, riéndose de su acción y silbar, una canción obscena de su juventud, _ Eq a nd detalles prueban claramente la doaldad éxtraorp, ontia de este carácter enfermo, pues—conviene decirlo, ¿na vez—el cura Julio está loco, loco rematado; ¿]p¿3 sus tormentos (y no es su vida más que un largo tía gato) porvienen de la falta de
equilibrio
ce-
rebral: y, espíritu que anhela subir y un cuerpo que sueña | 2 las más bestiales lujurias de la carne. “Es un san! y dice el obispo en cierta ocasión; su madre
dice en , ra:
“He
parido
al Antecristo,” y los dos
tiene ha an. Empero el cuerpo domina, y el cura se entrega4 Encerrado con imágenes obscenas, á no sé qué sa;¡¿¿nales solitarias. Su filosofía es panteista, y
como lu los los locos,
tiene
grura.: rQuiere suicidarse
claridades entre tanta ne:
en
un
momento de horror
de sí n. -e- MO, viendo que no puede libertarse del ardor -_ de sus, pntidos, y se pregunta si -su madre “lo Mo mantó,
¿on
escrementos,”
pero
_“¡No; ¿tal vez hay. un Dios!”
rrar 4 Pánfilo exclama:
se
detiene
mur pá
Cuando acaba
“¿De qué ficción
de ente-
salieron el
“* juez y el sacerdote, esas das monstruosidades socia“Jes? Eljuez que quiere imponer á la naturaleza no: «“Se sabe qué justicia irreal, y el sacerdote no se sabe qué
** piedad ridícula ante la eterna ley del exterminio . de
“Lo natural no es soñar.... es vivir.” Una frase bastará para explicar la filosofía en que se ha encerrado el cura Julio y que es fatal consecuencia de su dua- lidad de carácter, sin ir apuntando las infinitas frases
que á lo largo del libro afirman su individualidad: “En ““ vez de conservar al amor el carácter que en la natu““ raleza ha de tener, el de un acto regular, tranquilo
“* y noble...... hemos introducido el sueño...... el “« sueño ha producido lo insaciable .... y lo insaciable;
E e libertinaje, que no es sino, le deformación e”ámor
818
REVISTA PUERTORRIQUEN EÑA.
“* natural, “* hecho
por el amor las grandes
ideal. Laseligiony
terceras
del
amor.
““ era el mejor mediode embrutecer “ hombre..... Entonces los poetas
“* amor, las artes no han exaltado
“Y
el amor
ha
dominado
estan: que
y E€Negfenar al han prado el.
más que e
la vida
..'.
“ nuestros
deseos
goce inexorable,
y que
y pr. e
eps... i.b
“¡Dios no es sino una forma del libertinaje
“* Es el supremo
se han
fempmor:....
hácia el ci ágenden
no alcanzamos nu
pl...
|
“* ¡Un tiempo fué en que creí en el amor, enfs, is.. .) “* Y creo aún á menudo, pues no se cura uno + cd com+
““ pleto
de ese envenenamiento. ....
En
la inlesias,
““los dias de gran solemnidad, aturdido por h “* de los Órganos, enervado por los * embriagan ** pores del incienso, vencido por la maravillosq “* de los salmos, siento que mi alma se exalta
** agita, removida en todos sus vagos entusiasmos,í ““ sus informuladas aspiraciones, como se agita
e canto Jyes vapoesía la! Se
“* sagudida en todos sus tuétanos ante una mujer 5 Mo ante su soñada imáyen....” Y en fin, clamación que apunto para los filosofantes:
“mp
]
todas ni
será Dios otra cosa que la entidad idea
** remordimiento..... Er
:
:
Es muy atrevida y hermosa, aunque á veces parec e horrible y dá náuseas, la figura del cura Julio. Puede exis-
tir, existe desgraciadamente en los asilos de dementes y
iAera de ellos, Poner,
pero aunque parece muy difícil de com-
mo es así;
el campo del histerismo
que todo cabe en él, y aunque fuesen las emociones econtradas, las antítesis verdaderas, estarían en la realidad de pues, en este estudio más intuición que recta; esto no
quita
que la
energía,
la
es tan. vasto
más chocantes: del cura serían la vida. Hay, observación di-
figura sea artístic
amente bella, y que la facilidad de crearla exista. sólo para los que tienen la
brutalidad,
adivinación del talento de Mirbeau.
la
ternuta y la
El libro
es digno - de alabanza por el estilo, correcto, 'sóbrio y rico ; por pd
y a
f
h
E E
¿E A
la clara y sublime paisajes de una
visión de
la naturaleza, pues hay
sobriedad y una intensidad verdadera-
mente admirables; por los personajes secundariosque , viven, y porla creación inimitable del Padre Pánfilo. | Este santo, que es también un loco,
como Don Quijote,
A y. :
do há
IF
pero loco divino,
llena de luz este libro tan
cargado
y recargado de sombra. o do A El Padre Pánfilo es un trinitario que ha crecido en
la abadía del Reno, fundada en el siglo XIII por Juan dr Mata y Félix de Valois. La Revoluciónha destruido la antígua abadía, y el Padre Páoslo ha quedado
solo en lo que hazan
ruina.
de ella resta,
Allí
el
unas paredes que
ame-
padre, conventido de que
alientan cautivos que redimir, reedificar la derruida iglesia
aun
concibe el proyecto de en todo su esplendor.
Consulta los planos, va en busca de un arquitecto
atónito, dice que serán necesarios,
tres...
que,
cuatro...
cinco millones. El Padre vive de unas mee buenas para cerdos, que le guisa una vieja del vecindario; no “Bueno, yo los .posee un cuarto, pero responde:
encontraré.”
J Y
Y
se pone
á mendigar, primero en su
ciudad hasta que nadie le dá corre la Europa,
piedras,
y
reune
ya un
cuarto;
500,000
francos.
luego reCompra
quese hielan, cal y arena, que las lluvias pu-
dren; los el dinero;
arquitectos, en planos y dibujos le comen él vuelve á mendigar, guiado por la lumi-
nosa imágen,
la
iglesia
reconstruida,
consagrada
al
No hay bajeza que no cometa con tal de ob- . _. culto. MM tener buena limosna, pues le importa poco el sacrificio desu dignidad; ““su heroismo es superior, en su de-
4
gradante sublimidad, al convencionalismo de falsa virtud,
ide falso valor, de falso honor con el que se fabricael + | cartón de las arrogancias humanas;” lo importante es la grandezade su fin. Dios ha de perdonarle su hu-. mildad, su abyección, —pues hasta la abyección llega,
- —ya que todo es por la mayor gloria de Dios. Y este «viejo de setenta y cinco años, pasa la existencia andalid
moss
REVISTA PUERTORRIQUEÑA.
““natural,
por
el amor
ideal.
Las religion
se han
5 en
lam que lenar al.
“* hecho las grandes terceras del amor. “era el mejor medio de embrutecer y
“hombre....
.Entonces
los
poetas
'* amor, las artes no han exaltado
“Y
el amor
ha
dominado
han
más queel
«
tado el. or...
la vida ...
3
“¡Dios no es sino una forma del libertinaje.
“Es el supremo
goce inexorable,
mor...h
hácia el e.
enden
“ nuestros deseos y que no alcanzamos m “¡Un tiempo fué en que creí en el amor, en
.... po 5....l
“* Y creo aún á menudo, pues no se cura uno ““pleto de ese envenenamiento. .... En la: “los
dias de
gran solemnidad,
.COmlesias,
aturdido por
canto
** de los órganos, enervado por los embriaga “* pores del incienso, vencido por la maravillos ** de los salmos, siento que mi alma se exalta.
“* agita,
removida en todos sus vagos entusiasmos,
“sus informuladas
“* sugudida **ó
“es vapoesía Be
aspiraciones,
como
en todos sus tuétanos ante
glo ante su soñada imáyen....”
se
+ todas
agita 1
una mujer
Carne,
esnuda
Y enfin, taexclamación que apunto para los filosofantes: “pp será Dios otra cosa que la entidad ideal Acaso de-un ** remordim
iento..... E
e
LA
Es muy atrevida y hermosa, aunque á vece s parece horrible y dá náuseas, la figura del cura Julio.
Pued
e existir, existe desgraciadamente en los asilo s de dementes y
efera de ellos, Poner,
pero aunque parece muy difícil de com-
no es así;
.¡ Que todo
el campo del histerisino
cabe en él,
y aunque
fuesen más
es tan vasto
chocantes
' las emociones econtradas, las antítesi s del cura - verdaderas, estarían en la realidad de la vida.
pues, en este estudio más intuición
recta;
esto no
quita
que la
que observación di-
figura sea
bella, y que la facilidad de crearla exista
que tienen
la energía,
serían Hay,
la brutalidad,
artísticamente
sólo
para los
la ternura y la
adivinación del talento de Mirbeau. El libro es digno de alabanza por el estilo, correcto, sóbrio y. rico; por +
pS
la clara y sublime visión de la naturaleza,
e
hay
paisajes de una sobriedad y una intensidad verdadera- * mente
admirables;
por los personajes secundarios, que
viven, y por la creación inimitable
del Padre
Este santo, que es también un loco,
. como Don
Quijote,
Pánfilo.
pero loco
llena de luz este libro tan
divino, cargado
y recargado de sombra.
ho
El Padre Pánfilo es un trinitario que ha crecido en la abadía del Reno, fundada en el siglo XIII por Juan
dr Mata y
Félix
de Valois.
La
truido la antígua abadía, y el
Revolución
resta,
hazan
padre, convencido
Allí,
el
ha des-
Padre Pánfilo ha quedado
solo en lo que de ella ruina.
E
unas paredes que ame-
de que aun.
alientan cautivos que redimir, concibe el proyecto de reedificar la derruida iglesia en todo su esplendor. Consulta los planos, va en busca de un arquitecto. que, atónito,
dice que serán necesarios,
cinco millones.
El Padre vive de
tres...
unas
Cuatro...
sopas,
buenas
para cerdos, que le guisa una vieja del vecindario; no. posee
un
cuarto,
pero responde:
“Bueno,
yo
los
encontraré.” Y se pone á mendigar, primero ensu ciudad hasta que nadie le dá ya un cuarto; luego recorre la
Europa,
y
reune
500,000
francos.
Compra
piedras, quese hielan, cal y arena, que las lluvias pudren; los arquitectos, en planos y dibujos le comen el dinero; él vuelve á mendigar, guiado por la lumi-
nosa imágen,
la iglesia
reconstruida,
consagrada al
culto. No hay bajeza que no cometa con tal de ob- . tener buena limosna, pues le importa poco el sacrificio
de su dignidad;
““su heroismo
es superior,
en su de-
gradante sublimidad, al convencionalismo de falsa virtud, _ de falso valor, de falso honor con el que se fabricael cartón de las arrogancias humanas;” lo importante es
la grandeza de su fin. Dios ha de perdonarle. su hu- mildad, su abyecció —pues n, hasta la abyección llega, — ya que todo es por la mayor gloria de Dios. Y Pe
_ Viejo de setentay cinco años, pasa la existencia andafido
a
bajo soles abrasadores,* calado por las aguas del cie mendigando, sostenido por lo, su ideal. Ve ya el templo leva nt ad o de nu ev o, y cuando está en el Reno, ocup destrozándose los piés,
a sus oci
os abriendo con sus _Ppro= pías manos los cimiento s de la portentoso fáb rica. Para que Dios le ayude en su empresa de ganar cau-
del monumento, y está co nv guirá, pues la fé obra mila encido de que lo consegros. En otto siglo, este magnífico poeta sí lo conseg uiría; pero en el nuestr o sólo encuentra ladrones: que le ro be n el di nero que tantas fatigas y miserias le cuesta recaudar. Una mañana, el techo que le am para se hunde y lo mata . Y ¿qué? Muere con la seguridad de ha be r cu mp lido su misión, y en las pupilas dil ata das del ca dá ve r veríamos sin duda las torres
, las maderas
vidrios de colores, todas
las riquezas
su época de brillantez. el sueño es eterno. Colocado junto
4
preciosas, los
de la iglesia en
Ha soñado toda su vida, ah ora o
la
terrible figura del cura Julio, este Padre Pánfilo. es adorab le y lu mi no so ; pa ra él la materia, su yo, su cuerpo y su al ma no sig nif ica n nada, “su idea es el todo. Y tiene la gr an de za de los gr an des fund
adores; en esta época, tan hermosa por otros conceptos, pero que ha perdido la inocencia, la fé, los arranues del entusiasmo , el íntimo
de la individualidad
-
Pánfilo
es un loco;
orden habría sido
San Francisco.
señaladas,
,
4
en aras
irrazonado
sacrificio
del bien común,
el en el siglo de la fundació Padre n de su a precisamen
Por
esta
te un Juan de Mata, un bell eza
debe leerse la novela
E
€
e
y
de
por
las otras. ya: :
Octavio Mirbeau,
pe
>
nde
Y
far ARTES EN PARÍS: A Entre: log franceses que más coiinirados la de | la literatura española, no conozco ninguno más constante que M. Julian Lugol; ignoro si se sabe de na ria las obras
de nuestros
clásicos,
“conoce á los contemporáneos.
pero
sf afirmo
Los lee á todos ellos, e. A
gustan, quién por el estilo, quién por su temperamento, -
éste por lo pintoresco de la descripción, aquél por la energía del análisis, y tan luego ha leido una produc= ción nueva de uno de nuestros escritores, ya anda desa- zonado, deseando traducirlo, preguntando cuando podrá hacerlo. De tener este excelente amigo de nuestras letras tiempo sobrado y tantas manos cuantos deseos,
todo el
caudal
de la moderna
novela
española
andaría ya vertido al francés. Por desgracia, M. Lugol no vive de aleluyas; necesita alimentos de más cuerpo para sostener el suyo,
y
como las traducciones
se pagan aquí miserablemente, —bueno
los autores traducidos, —el traductor
es que lo sepan
se
ocupa de
:
sus
negocios, y sus ocios. son los que consagra, con algunas horas que descuenta al sueño, á su predilecta pasión de traducirnos. Es un motivo más para que se lo agradezcamos, y aprovecho la ocasión para darle -las
gracias,
seguro de
que para ello me dan
plena mis compañeros.
He anunciado
autorización A
que todos los novelistas
españoles
le gustan á Lugol, y es verdad, pero no lo es menos que tiene sus preferencias, y más aún, verdadera idola- a tría por uno ellos; es imposible criticárselo, ya que ha acertado y ha puesto sus ojos y todo el cariño de su alma en el primero. de todos. ¿Es preciso nombrarlo? 33 el lector fuese crítico,
no sería necesario,
es mero lector y sucle dar la palma
pero como
al novelista que
más le agrada por tal ó cual cosa, sin fijarse en el conjunto de bellezas en que el crítico se fija, conviene de-
cir que el amado de M. Lugol es Benito Pérez
Galdós.
No es el solo á quien se ha llamado el primero entre los. novelistas de is pero es el solo E lo es en: rea-
ebigalanados con e una ooclopía altsónante que: en pícara vida puso el autor original en su obra.
idea del autor,
dicen,
como
“Es la
él la hubiera escrito. em
cuncés. Y respondo que n5; que donde el autor - puso una belleza en español la habría puesto en cual_Quier idioma, y que no habría dado más galas á la frase “en una que en otra lengua, Aún en la novela. estoy. por la traducción fiel, que no será nunca inelegante si el traductor maneja bien el idioma, y. la prueba está 'en la bellísima versión de este adorable Amigo Manso. Es tal su encanto
que
nada
nos
choca
en ella, como
- podría suponerse, pues esto de que Doña Javiera hable
en franchute.... vamos, se diría que ha de chocar. No es así, y noo lo es porque precisamente bajo las -_labras francesas parece que se ven las españolas, * poco de querer podrían escribirse y resultarían las. mismas que usó Galdós, á quien deseo una lectura de algún crítico gordo de por aquí que haga leer sus - libros, hablando de él, diciendo que puede estar al lado a del con razón querido conde Tolstoi. | | o_O
o%0
¿Al mismo tiempo que el Amigo Manso, editado por Al la casa Hachette, M. Lugol ha publicado en la librería: : Lemerre la traducción de las Odas bárbaras, de) Josué Carducci. Con gusto Jlante y valiente posta
consagraría un estudio 1. bio italiano, si pudiera ence rar lo
mucho que sobre él deseo decir hace ya años, en el poco espacio que me queda; como no es posible ni aunque condensara mis ideas como extracto. de carne ni me decido á usurpar en esta REvIsTa mayor. núme de páginas del que me consienten, ni quiero a urrir mis amigos haciéndoles comer más crítica que de
_tumbre:
renuncio á ello. El "nombre de. ¡Card
(
Dije 4 propósito | del Sr. Bouret, que lo esenci al er a tr ad uc ir 4 los escri ores extranjeros, á los poetas ; que antequ se dejar de traducirlos ateptaba la tra uc ción en prosa, pe siempre preferiría la traducción en verso, ro que siendo Me place, pues, que M.
á Carducci en prosa,
Lugol
pero más me
haya
traducido
habría satisfecho
que lo hiciese en verso. Por cuenta propia cuan M. Lugol rima con facilidad se le antoja decirle do ropos á la Musa, y podrdo s 'piía
muy bien habernos dado un tr ad uc ción en verso. La prue a está en el mismo libro; ba en la página 131, rel acertada y hermosa
ega tre las notas, leemos un a traducción en verso da da endel famoso Pero no me gusta ménos en francés; en ve rso lo ageno,
quien
así
escribe no tiene perdón al tr aduciren se
vez no sin razón, que me paso de exigeñite.
El motivo
La Historia de Beaumarc hais,
escrita por su amigr panegirista entusiasta y animoso defensor G din de la Brenellerie, en 18
íntimo,
_*2 POr vez primera,
09, acaba de publicarse ah )gracias al erudito Mauric io Fo | E. E Ho
5 E
dar un Su trabajo es perfecto, pláceme sentido al ras E elegante y bello, pero: siento infinito que esté en E prosa.
ductor.
A
ductor, y bastará con
ee
oi
”
los volúmenes de su casa.
debía publicarlo, se alarmó por que Gudin demostraba | muy á las claras ser un empedernido filósofo del siglo XVIII que “no Beta aprendido ni olvidado nada.
En
1850,
M.
Lom nie,
al
“Obra acerca del padre de Pígaro,
tratar
en su
magnífica
tuvo conocimiento del
manuscrito de Gudin, y ahora que tenemos las pruebas
á la vista podemos asegurar que no le fué tan inútil como él lo pretendió. En 1835, M. Mabille, empleado.
en la Biblioteca, hallóel manuscrito original, puso descifrar
aquella verdadera carta
y se pro-
geográfica
re-
. cargada de manchas, geroglíficos, roturas y palabras indescifrables 4 primera vista. M. Lorédau Larchey
debía anotar el volúmen; tratajaron los dog, se anunció el libro, pero de nuevo permaneció en el limbo por falta de editor.
En
1877
M. Tourneux adquirió del pa-
dre de M. Mabille, ya difunto, la copia que ha servido parala impresión del tomo. Y lo más curioso es. que ahora no había sólo un editor dispuesto 4 imprimirla, sino dos. SS
¿Merecía este manuscrito los honores de la impre-
sión? Seguramente. Gudin de la Benellerie ers antes que nada y casi exclusivamente, el amigo de eaumarchais; lo amó con delirjo, lo defendió O
la cólera del gran consejo y ser encerrado en el lem-. ple; sé portó siempre con absoluta afabilidad, con infatigable abnegación;
á esta amistad
/
S ten-
- ta y nueve años ha esperado el trabajo de Gudin su hora de publicidad. La viuda de Beaumarchais, que
debe la sola
parte
de inmortalidad que en justicia se le puede conceder, y era lógico que al fin entrase en la circulación, con la - Obra en que nos habla de su amigo. Lee E Esta obraes amenay está escrita lisa y llanamen)
ho
AS
A
5
|
_neux, quela ha anotado con la minuciosidad y el sagas “sentido crítico que le distinguen, y 4 la librería Pl uu Nourrit y C9, que fiel á la misión de acoger todo libro. curioso, la ha editado con el lujo que los más pes gúeños encontramos en
pd
Dr
sf AY
a
¿e
md
S. SENPARÍS Y ARTERA ___YET
le dde
e
te, aunque no siempre con la 'naturalidad “apetecible; indudablemente
Gudin
recuerda
en
algunas págin
queha concurrido á certámenes académicos y triunfado. '
en algunos de algo afectado, tiempo; pero es ción es sóbria y
animación
ellos, y entónces su estilo se to con tendencias al falso brillo de 0 su Y sólo por instantes; en generalla dicclara; los sucesos están narrados con .
y calor,
cios, en sus arrebatos
tusiastas elogios, vulgar, superior
y en las apreciaciones, «en de indignación como
los jui-
o
S
descubre Gudin un alma bella, 'n ida
á su talento,
que ofrece sobradas .ta-
ras. No es despreciable; si no es de primera fila, no lo es tampoco de la última, pero es un espíritu sin originalidad, dominado por ideas comunes, sólo porque imperan en su época, encerrado en un lio de opiniones que sin gran exámen ha aceptado y que en seguida ha erigido en principios. Esto les pasa á muchos: aunque sean, como Gudin parece haberlo sido, circunspecto; '¡Concienzudo, y según la frase de Viollet-le-Duc, “casi un sabio.”
Es, sin duda alguna,
esto basta teniendo entre manos
sincero y
verídico, ys
un tesóro tan rico co-
mo la vida de Beaumarchais que ofrece el interés de una novela de aventuras, pero no á la manera de Dumas padre, sino como tán sólo la vida sabe “hacerlas. Entrar á examinar esta agitada existencia no es
posible
ya,
pues
demasiado
y se necesitaría toda cerlo cuando
me
una
falte
llevo
Revista, materia
hablado por hoy,
pero de
prometo
ha-
actualidad.
Por
ahora conténtese el lector con lo apuntado y M. Mauricio Tourneux con el agradecemiento que deben te-
nerle las letras francesas por la publicación póstuma de Gudin. e '0 o? o 0
|
de la obra ;
EJ
je
a eN ¡e |
>.
No terminaré sin anunciar la muerte del decano de de
de 7
E
) 202 dlticos, $
ai no me . equivoco, que en cuest
s es mi memoria flaca como mi cuerpo, —M. De
Ni isard, escritor de talento, Ea
n de LaS
aunque singu ar, e
pues singularidad grande es la de haber
negado toda.
su vida el genio de Víctor Hugo. _No deja gran cosa le valor que pueda ser leida con fruto: por. nuest ros nietos y su inmortalidad se la deberá á la Academia en cuya historia uno de los cuarenta sillones llevará. su nombre. Ví una vez á M. Nisardl. poco antes
uert a franco-alemana y por eso, y ed gratitud de - las heregías que me dijo, -ñoles, Por disposición e
o le acompañase
de
la pa
ada .
estuvo amabilísimo' conmigo; su acogida, no quiero recordar hablando de los clásicos espa- dE testamentaria dejó. encargado as
piquete ni corporación,
y que no
se pronunciasen discursos sobre su tumba, pues en -su vida observó que esto era: nada más que molestia para... do el mundo. Y yo aplaudo con las dos manos esa
ecisión, y en mi primera visita al sepulcro de los ... ES le llevaré á Nisard un ramo de violetas. l les
e
Moris Atril Sido 1888. 2 00
, Leorotpo ¡Gancía> -Ranós:
A
E
- BIBLIOGRAFÍA. EL NOVELA
CUARTO
DE COSTUMBRES,
POR
|
a
PODER.
DON
ARMANDO
PALACIO
VALDÉS.
años, tiene ya su Pintor poe ta, como le tienen Santan Galicia, Madrid y Otr
as cias de la madre patria.
(aunque :
no. muchas) pS
er,
provin-
-.. Don Armando Palaci o Valdés, que ya en el rito Octavio y más prin cipalmente en el 1dihio- Seéñ enfermo había dado gallar de ¡Un d ( ¡
pS
E
e
e
;
E
BIBLIO(
n
y la ronda del alcalde y el alguacil en persecución
de
- los ladrones, dan á la última obra de Palacio Valdés un
, e
extraordinario, independiente de la acción prin-
E
Es
A
AL.
Y digo principal, porque la de los amores, casa:
miento y desgracia de Gonzalo no 'es la única, ni se funda en ella siquiera el título de la obra; pero es la + más humana, la más interesante y la que ofrece al.
-aútor medios más propios para estudiar y describir pasiones y caractéres.
)
.
La lucha de los dos bandos, de las dos tertulias y > los periódicos de Sarrió, constituyé otra especie de
- acción cómica, en la que campea donósamente el humo-
- rismo, el ingenio y la sutil ironía del novelista asturiano.
. -
Hay en algunos pasajes (muy pocos por fortuna) algo de - exageración caricaturesca, que no harmoniza por com-
- pleto con el carácter general de la obra; pero espontaneidad y viveza de
estos
deliciosos
ante la
pecadillos,
|
le cuesta trabajo á la crítica fruncir el ceño.
Algo
más censurable me parece la falta de cohé-
sión entre muchos de estos
cuadros, episodios y capí-
tulos enteros de la obra, y aun la misma disposición ¡ paralela de la historia privada de Gonzalo y la da
historia social y persodística de Sarrió. -
+].
El título del libro (que sólo puede aceptarseeh
sentido irónico ' tratándose de - periodísticos), y
costumbres,”
hasta
parecen
el
aquellos
aditamento
dos femedos
de
“¿novela de
indicar que el autor consideró
mo principal asunto de su obra el estudio satírico > la prensa cursi en los pueblos de poca importancia y
= ménos ilustración, en dónde—lejos de producir los beneficios propios del periodismo ilustrado-=suelen fo= entar los chismes y las mezquinas rivalidades, y man-
tener á las gentes del villorrio en perpetuo estadodé palizas y mojicones. Pero como el Sr. Palacio Valdés tanto somles obrasnosliterarias muyas bien log saberader son más y universa cuantoquemáslas huma
:
a
afectosy las pasiones que las ani man, trató de. enlazar con el estudio pintoresco de la vid a de Gijón un epi-. sodio de interés permanente, y de aquí el de Gonzalo, Cecilia y Venturita, capaz de for mar por sí solo una excelente
novela. Mezclado con tumbres, distrae á ratos la ate el' estudio de cosnción del lector que as busca en el libro aquellos chi speantes y amenísimos Y cuadros, y á su vez éstos produc en efe cto aná log o en ad el lector que sigue con interés los inc ide nte s mag ist ral f mente estudiados de aquella he rmosa trinidad matrimonial
. ; o - Pero prescindiendo de lo que ya he apuntadoy de un tantillo de idealidad acum ul ada enel carácter de
Cecilia (que aun así es
una cre lo demás en esta obra me parece ación admirable), todo de perlas,
Gonzalo y Venturita son dos- te mperamentos/ es-: tudiados con gran habilidad y mae stría. O Aquella originalísima figura de Pis cis , tra zad a o al descuido, un rasgo ahora, otr o lue go y otr o más tarde, hechos á'mano alzada y con el cabo del Pincel, resulta un
tipo delicioso. | 0 - El grupo de los indianos está | pin y gracia, y sorprende por la exacti tado con soltura tud del parecido. El carácter de Don Melchor de las Cuebas se destaca en los primeros capítulos de la obra cón admi-
rable relieve.
|
| O Aquel solemne y magnánimo Do E n Ro se nd o, pertenece á la: familia de Don Qui jot e. Si en vez de lanza y tizóna esgrime péñola, y si hace escarb adientes
en vez de desfacer agravios;
atribúyase
al
cambio de
los tiempos más bien que 4 la dege neración del tipo, que está estudiado dir El
alcalde
Maza, Don
Don.
ectamente de la realidad... Roque,
Álvaro
Mateo, Don: Feliciano, Don
Peña,
Gavino
Lorenzo, Don Agápito y todos los demás que a lería de tipos de Sarrió, estan forman la deliciosgaPin tad os con so lturay gracia sorprendentes. A
l le Í
d p
€ E Mm ki | d
Hr
ge
|
y
i
ica
posee tan adinirables. dotes e obs
_ de novelista como
más
nas
las que se manifiestan
de este libro, tiene
¡ dor oA
en las pá-
derecho á figurar, entre los
valiosos cultivadores de la novela española contem-
- poránea.
oa
PSICOLOGÍA POR a
E
yn
PEDAGÓGICA, JAMES SULLY.
ud
A——_——
Versión ce —Nueva-York, mn
A medida que -
un arte mecánico
la enseñanza
e
popular deja de ser
y rutinario para. elevarse al rango de
ciencia, vá adquiriendo importancia la psicología, con-
siderada ya como base, más bien que como elemento auxiliar de la ciencia pedagógica. | Si la misión principal del maestro consiste en
- desarrollar y educar
la mente de los niños, hasta ;
nerla en estado de percibir y retener las verdades de la
ciencia, los preceptos del arte y los fundamentos de la
-
oral, es indudable que el estudio ' de la psicología inantil es de importancia Ep para obtene estos re-—sultados.
A esta clase de estudio: fundamentales se debe principalmente ) la perfección y el desarrollo que al-Ganza la instrucción primaria en los Estados Unidos, Alemania, "Inglaterra, y otros paises.
No hace muchos años que
mejor obra
.
se publicó en inglés la. A
que hasta ahora se conoce sobre
este im-
portante asunto, debida al ilustre Profesor James Sully, r adoptada ya como texto en casi todas las Escuelas
: perales de Inglaterra |Enlos Estados Unidos. :
|4Le
|
pl
5
dh SS
|E
| |
Le
4 |
;
»
o
]
PES
ES A
bg
- REVISTA PUERTORRIQUEÑA.
De esta obra, que había despertado viv o interés en Alemania y en Ital Francia
ia,
varias
y de la cual se han hecho ya en
traducciones,
hermosa edicción en castellano
acaba
Appletón y C?, de Nueva York. Hemos leido
de
publicar
una
la renombrada casa. de |
con verdadera satisfacción este libr o,
lleno de sabias observaciones y de estudios admirables acerca del desarrollo mental de los de exponer en un estudio especial niños, y á reserva las principales ideas de Mr.
método educativo, recomendamos desde luego” la nueva obra 4 los bue nos amigos de la instru
cción pública,
|
Lo En el citado libro se estudia y consid ” era la mente del niño en tres partes distintas, que son el entendimiento, la sensibilidad y la voluntad, cada una de las cuales debe cultivarse y ejercitarse de un modo esp en una se desarrolla la inteligencia ecial, puesto que , en otra el gusto
estético
y en
A
y su
o
Sully
la otra
el carácter. Dar dirección ade- cuada y segura á estas facultades es el laudable objeto á que
se dirige la Psicología Pedagógica del ilustre Profesor Sully. al
a
M. FERNÁNDEZ Juncos,
A
AA
;
A $3
O
j