Pi
alvador a Brau... E anuelE eacAiuncos. Y
he
AA
e
e
Lo
peer
polala-Ramรณn.on.. 3 Sedcos: A
LA
EL CAMPESINO PUERTORRIQUENO.* - | SUS CONDICIONES FÍSICAS, INTELECTUALES CAUSAS
QUE
LAS
DETERMINAN
*
La
-
Y
MORALES,
MEDIOS
:
CONDICIONES
Y
PARA
MEJORARLAS.
A
INTELECTUALES.
(CONTINUACIÓN). 8
A
|.
Digamos algo acerca
del lenguaje del jíbaro,
ya
que la palabra, expresión total de la vida del espíritu, tomo la considera Revilla, puede darnos valiosos datos
en lo relativo Á esta parte de nuestro trabajo. |
Es el habla del
campesino
de aquellas personas
alguna;
que
no han recibido
todavía emplea palabras
oderno castellano,
u lenguaje son
y
la
notorias.
ciación, que citaremos
en
defectuosa,
como
la
instrucción
ya olvidadas en el
impureza é impropiedad
de
breve,
hay
que añadir
un
sierto dejo en el modo de hablar, dejo que, más ó énos acentuado, parece común de todos los habi0
,
ds
Á los defectos de pronun-
la
:
O O
E
*. Esta obra obtuvo el primer premio de la sección de Ciencias ltimo Certámen del Ateneo Puertorriqueño, á propuesta del Jurado Morales en el de la AsociAde escritores y Artistas, de Madrid. 1
,
REVISTA PUE RTORRIQUEÑA. tantes
de la
América
española
—
4
y
aún de las Cana-' rias y por lo tanto de los puertorriqueños en general, pero que
entre los jíbaros nunciado. Do
Aunque en nuestros
es
notablemente más 7 :
campesinos
se
observación de que las personas habituadas
E
pro-. al
corrobora
De |
la
4 vivir en el campo hablan en alta voz, nótase 4 menudo que esta; no tiene la intensidad, el vigor que es casi general entre la gente ruda; hecho ' que, si bie soluto, puede explicarse por el empobr n no es ab=" ecimiento Orgá.-. nico, al cual corresponde
un. aparato
a
h
respiratorio en
cierto modo débil. No predominan een el tono de | voz de los jíbaros los sonidos gra ves; antes bien pueden estos referirse á las'escalas de barítono, tenor Y
aún contralto;
El alfabeto
c suave,
no siendo raras las voces de falsete.
así como
fonético del
campesino
carece de la
de la ll, y, z y 2. Lac, al unirla con las e és, y laz, casi siempre las transf orma en S, V. serro, simarrón, sanja, sumo. Cambia la Y enñ yá veces en y, como en ñaman, cabayo; la y en » como en bira. La d final, y la de las terminacione s de los par ticipios de pretérito, no suenan; así dice: mitá, cmprao. La rr con frecuencia lá arr astra dándole sonido de j; como en ajrój por arroz; la muchas veces, otras en j, v. gr.: amol,r la convierte en / cajne; y por úl. timo, según nos lo ha hecho notar nuestro buen amigo y excelente poeta dan casi
Don Luis
constantemente
Muñoz
un sonido
Rivera,
ála
¿y O
Ba
.
MM
Pe
de j suave; por : ejemplo: loj, pejroj, ejtán. A vec es ocurre lo propio con la 2, como cuando dicen ajorao j por azorados. .La h es una ¡¿ fuerte siempre, v. gr.: jacer hacer. se _. Si bajo su “aspecto físico, el: len por guaje del jíbaro A está lleno de def
o intelectual, por mucho
q
Loza
s le E
ectos, desde el : punto de vista fís ico-. espiritual, evidencia de ordinario la pobreza de su desarroll
A
que á las veces revele ; agudezas que demuestran una inteligen cia fácil de cul- E
HÁ
E
- EL CAMPESINO PUERTORRIQUEÑO. = j Una vez hecho este
breve
comienzo á la investigación
exámen,
del estado
||
695
vamos
á dar
en que se en-
cuentran en la clase rural las artes útiles; y empezaremos por la más hermosa de todas: la poesía. Producto esta de la. imaginación y del sentimiento, la encon-. tramos, ya que no revestida de sus mejores galas, em-
bellecida con el ropaje natural
de la espontaneidad y
sencillez que en todas partes ostenta la poesía popular. En muchos de los cantares jíbaros se descubre
una
na-
turaleza poética rica en fantasía y no exenta de imaginación y viveza, como no podía menos de suceder tra-. tándose de meridionales descendientes de españoles,
quienes poseen como pocos aquellas preciosas dotes. Sensible es que la escasa ilustración del jíbaro sea causade que esa fuente de belleza no dé cuanto podría dar. de sí; al cabo la imaginación no basta para producirlo bello,
si no vienen
en su
auxilio
otras
facul-
tades del espíritu «convenientemente cultivadas. De esta deficiencia nace que el campesino cante asuntos pocos dignos y que en sus canciones se hallen dislates tan grandes que, á juzgar por ellos, habría que negar Encuéntranse á sus autores hasta el sentido común. décimas glosadas que están llenas de obscenidades; otras hay disparatadas,
sin piés ni cabeza, como vulgarmente
se dice, que no son más que palabras vacías de sentido, por mucho que la presunción del autor las titule de | argumento. No obstante, otras veces
E acierta el
e. inculto poeta.
Hemos oido algunos villancicos, llamados aguinaldos, bas-
tante bellos é ingeniosos. Entre sus cantares los hay'ca-
paces de despertar la emoción estética.
“¡motivo de ellos es el amor [esta pasión dependen;
¡otros asuntos.
Casi siempre el
y los sentimientos que
de
inspiración
pero no desdeña su
Sus coplas recuerdan la rica poesía po-
pular española, y es fácil de hallar en ellas su filia-
[ción andaluza las más de las veces, sin que falten can=
: |tares de otras provincias de la Metrópoli, tan pródig 4
! f
'
EN |
+
,
:
.
|
596
REVISTA PUERTORRIQUEÑA.
en hermosos villancicos,
,
alegres seguidillas, picarescas
coplas, etc.
| A
A Para dar una ligera idea de nuestra poesía popular, reproducimos á continuación alg unos cantares, sugetándonos á la ortografía propia del jíba ro (1). -
y
E
“Puse en tu puelta un letrero
¿Y el letrero dise asf: —-Pasajero,
pasajero,
, '
Cuando pasej por aquí,
Pasa sin miral siquiera; Yo miré una vej, y bibo
E
o
'
Ejclabo jajta que muera.”
-.
ps
En
Si no quierej sel cautibo
-
+]
a
-
|
E A
E
(
$
+]
_ Galano requiebro que por su concepto es digno de la dama. de más delicado gusto. ' Bien expresan los siguientes cant ares la
del sentimiento amoroso:
E
intensidad
y
|
No
preguntei quién murió:
Ausente de tí,
h
:
mi bia,
Y
¿Quién puée sel si no yó?
iS
La pertinacia del amor verdadero se pinta en el si-. guiente cantar, no ménos naturalmente que
expresados en las cuartetas anteriores : Don
los afectos. :
Luis Muñoz Rivera y Don José Negrón Sánhecho conocer algunos bellos ejemp l eciban por éste valioso obséquio] nuestra pr de e abernos
A
E
“Nunca me digaj adioj Cuando pol la caye baj, Que parese que me disej Adioj para nunca maj.” “Si doblasen laj campanaj,
S !
E
-
|
EL CAMPESINO FUERTORRIQUEÑO,
l Bustando boy pol! la Bla Quien quiera haselme un fabol:
!
_Ajrancal de mi memoria El recueldo de tu amol.”
Bella cuarteta es esta en la que el poeta utiliza la perífrasis, para advertir á una novia cuyo galán no pa- ea |
rece serle muy fiel: -
S
|
-
«Qhítate dé esa puntas Es
A
-Nole
A
baya ájasel daño
A la flor de tu ilusión El biento del qe. E” Lo exclusivo del afecto amoroso y el desprecio de da vida de que suelen hacer gala los enamorados infelices, unas veces de- veras, otras pro fórmula, palpitan a en
estos
pamtares: ;
«Ayá bá mi corason,
Abrele con esa yabe,
.
“Y veraj si dentro dél
Sólo tu recueldo cabe.” «“Dejde que pagaj mi amol Con el odio y el dejden, Boy bujcando una dolama Es
Que me mate de una vej.”
y
“Si me quieres dimeló: Y si no dame beneno,
»
Que no es el primer amol ¡Que le dá muelte á su dueño.”
|
También sabe expresar” en sus cantares cierto pe-
_simismo irónico, del que hay" frecuentes
poesía a
eta
casos
en
véanse estos dos cjestpios
la
REVISTA PUERTORRIQUEÑA , “Si quierej ejtal cont ento
Manda compral, buen am
Un quintal de indiferien igo, sia
dos arrobaj de olbido.” cit. va
“El honol es un te soro
el que lo sabe gualdal,
Lo he bijto cambia] po Ejto no se ha de admi l oro ral,”
“Disen que tienej un nobi o; Disen
Lo
que le quieres bien; isen que disen que yora Pero no disen pol qué.” j, Otros son más tras pa rentes y de ellos es ejemplo el que
sigue:
.
desenfadados,
“Esoj seloj de tu amante Me dan ganaj de reil. ¡Pobresito: del que pasa
Por-onde han pasao mi l!”
tó
a
como
|
:
| el
| |
Manifestación trio, avivado con mot
“¿De qué le bale al inglgj Ponel
El
Y
tantaj trinchera y,
Si sabe que Puerto Ri T iene lanchas cañone co raj?” .
6
O
2 44
l j
;
EL CAMPESINO PUERTORRIQUEÑO. | demostrado q Basta con lo expuesto para dejar á pesar de ser pobre el desarrollo intelectual del jíbaro, - e este infeliz anémico
sentir la belleza y
culto de la poesía, y puede y sabe
qa
:
z
producirla á veces.
el
alma,
mantiene vivo, allá en. su
- Para terminar, y por tratarse de otra forma de ex-
de los jíbaros
que los cuentos
presión poética, diremos
adolecen de exceso de fantasmagoría y no se encuentra
Duendes, pájaros de
en ellos cosa que llame la atención.
mal agiiero, varitas de virtud, transformaciones milagro-
sas, tránsitos repentinos, sin que intervengan el esfuerzo
la miseria á la riqueza;
propio, de labra, en los
pa-
por
este
al ménos, . que
conocemos
que
nada, enyuna
A acerca de
concepto revelen valer intelectual. Digamos algo, aunque brevemente,
especie
la maraca,
instrumentos musicales campestres:
¿
los
de sonaja de orígen indio, que por su nombre y pOr |: el ruido que produce, podría cómpararse con la matraca, tosco y primitivo representante del instrumental de
casi
todos
los
civilizados;
no
pueblos
el
gijiró,
desapacible instrumento para oidos no acostumbrados al guachapeo seco que ocasiona el raspear sobre su
lineada superficie; y algumas
-_tarra
se
y
ofrece
vaciones:
de
la
es
bandurria,
á nuestra el tiple,
cuanto
consideración.
guitarrillo
de la gui-
derivaciones de
el particular *
en
Son estas
cinco
derl-.
cuerdas, que
ofrece la inexplicable particularidad de tener la prima y la quinta iguales, lo que da lugar á una com-.
binación anómala de sonidos; cuerdas dobles,
colocadas
de
el cuatro, que tiene cinco
dos
en
dos,
se
templa -
como la bandurria y se toca como esta; la bordonúa lleva seis cuerdas, y la vihuela hasta diez, pues en esto entra por mucho el capricho del constructor.
guno de estos
instrumentos
obedece
ción á una idea artística racional;
Nin-
en su construc-
el poco valor mate-.
rial de ellos hace que sólo los construyan los mismos jíbaros, quienes la mayor parte de las veces se valen de
.,
>
700
NN
e
REVISTA PUERTORRIQUEÑA.
|
útiles poco apropiados. Sería int procesó de desviación que en est eresante señalar el a provincia han. se» guido los citados instrumentos en ellos subsiste la idea que presidnacionales de cuerda; e á la construcción! de guitarras y
bandurrias; pero la carencia - de uten-. silios para fabricarlos iguáles á los mo de lo s que de la Metrópoli trajeron los españoles, ha debido influir en la imperfección de aquellos. a - Imperfectos y todo se pueden eje cut ar en el los tocatas agradables. Manos hábiles saben arrancar á
tan toscos instrumentos
embargo
cuando
de
que
musicales airosas melodías, sin Y
debe de
ménos,
el producir
ofrecer
con
serias
ellos
dificultades,|
modulaciones.
Hay tocadores que con una maestría sorprendente, hacen verdaderos
alardes, produciendo, sobre todo con el
cuatro, inesperadas melodías. Acompañándose
con
estos
|
rudos
A
4
instrumentos, canta el jíbaro sus languidísimas cop las eróticas, ó sus: animados villancicos durante la épo ca de aguinaldos. Orquesta tan menguada basta al jíbaro para sus, bailes, de
l
los cuales, algunos es lástima que vayan cayendo en desuso. El seis, así llamado acaso en recuerdo de los seises que bai laban
altares,
según
un
rito
cristiano
delante de los Olvidado, es un
ya
baile de figuras, de cierto don aire, que es sensible perdie
vaya ndo sus reminiscencias de la ant ígua danza, de figuras como la española, hoy sus tit uid a por el merengue sensual, al que también se ajusta el seis. El son.' duro, las cadenas, caballos, puntillan to, Fandanguillo, y tal. vez algunas otras
cidas,
variedades que nos son quedando relegadas al más inj descono-. ustificado :
van
olvido.
El
baile
llamado caballo,
den vueltas vertiginosas
pateo ha de ser
dores
solían
E
de vals; en el sonduro el za.
fuerte, tanto, que
poner
hacer más ruido;
E
exije que los bailadores |
chapas
á veces
los
baila, ho
de hierro al calzado para |
las cadenas son un baile de combina; |. y
'
y
4
lÉ
de 4
A
d
-
A En
O -
e
A =
AA A
>
o
AAA
on
EL CAMPESINO PUERTORRIQUEÑO. ciones muy al canto; el pateado, de parece una
bonitas y de puntillanto es una música combinación
pet
música linda, que se asocia una especiede zorcico za* agradable en sumo grado; de los compases ternario: y
cuaternario, de un efecto bellísimo. También es danz a de figuras que apénas se conoce ya en algunos barri os
del interior. La
bailes;
danza en
moderna
sociedad
|
tiende
á anular
se anularon
todos estos
los de figuras;
|
y en
los campos va sucediendo lo mismo con perjuicio de , Jos caractéres propios del baile; porque en último término
tiene
sar
por
medio
de
ser
espiritual.
un
Ha
de la música
el religioso,
expresa
por medio po
aparte
su aspecto
elevados:
sólo
éste,
el del
la pasión
de la moderna
ejercício
servido para
los
amor,
plausible, 4
sentimientos el
pero
danza,
resulta
proceso amoroso más lógicamente; las cadas unas frente á otras, se saludaban,
más:
guerrero;
amorosa,
En la danza de figuras la pantomima
exprehoy
representada | algo
brutal,
desarrollaba el parejas colo» paseaban, se |
daban las manos, y por último, después de varia figuras, llegaba el baile íntimo, por vueltas de vals:s
En
el merengue todo preliminar está
el caballero invita á la dama y en seguida
casi
abolido;
se establece
la intimidad de un abrazo, que por cierto dura largo tiempo, sin que apénas el esfuerzo físico distraigala atención; porque para bailar la danza no es preciso ejecutar movimientos que, cansando el cuerpo, aparten
del baile toda voluptuosidad posible, sobre todo hallán.
dose la pareja solicitada por
una música de languidez
dulce y predisponente. No queremos decir que esto ocurra siempre que se 1 | baile la moderna danza; pero no puede desconocerse el
peligro de la posibilidad. — Es posible bailar inocentey correctamente el merengue, pero en este baile se. reunen una- porción de circunstancias, contra las cuales es | E
bueno estar prevenido;
si al baile hay que concederle
O.
>
E %
REVISTA PUERTORRIQUEÑA. A
702
buena, pero no
tan
la danza'en hor
Báilese
placer.
que: ella anule 4.
exclusivamente
otras danzas más bellas y espirituales. El juego, considerado como arte
entre los jíbaros escasa representación: .
EJ
E pa recreativo, tiene
oli.
“var produzca sano
7
título de utilidad, es á condición de que en vez de ener.
entre los niños, Í
cs
Eo
Jo
la gallina ciega, la peonza, el hoyuelo, los volantines y otros .
A
Entre los adultos-las haz juegos propios de la infancia. Sensible es que no exista chas, bolos, algo en desuso.
ningún juego que ejercite el sistema muscular del cam; pero el juego de pelota, que por ser nacional y ' haberse usado también entre los indios, debía existir, nadie lo juega; en cambio los gallos y los juegos de azar, de los que trátaremos oportunamente, domi 4 AM
|
nan al jíbaro.
Los juegos de carnaval conservan aun en nuestri pueblo el carácter que tenían en España en el siglo
* XVII
pintarrajeos, mojaduras, lan-
Enharinamientos,
zar cascarones de huevos, á guisa de proyectiles, sobfé
los transeuntes, constituye nuestra diyersión en Carnestolendas;. manera de divertimiento enojosa y poto
2] culta por cierto. Como ha podido apreciarse por esta breve reseña, existen algunas buenas disposiciones naturales, sobre todo en el jíbaro descendiente de la raza blanca, de cerebro bastante bien organizado, para que desarrolladas dichas aptitudes,
lectuales del grupo
mejoren
rural;
las
y
condiciones :inte-
|'
como hasta ahora nada se
ha hecho para procurarlo, lo mismo el campesino de filiación caucásica, que el de: orígen africanoó mixto, vegetan más que viven en cuanto Se refiere á la vida de la inteligencia; la fuerza intelectual sólo Nuestro campesino es capaz de a existe latente. educado por medio del estudio,
pues
tiene
disposicio-
nes muy favorables para ello; pero estas facultades permanecen estériles por falta de instruccióny no por
incapacidad para la educación.
A cada paso podemos
' . MW Y
df
comprobarlo en
bohĂos, que han a Dresaliente, la escuela.
A (ContinuarĂĄ). E
4 CRÓQUIS
DE UNA ALDEA.
(APUNTES DE UN VIAJE Á ARAGÓN), X
s
y
Allí está. Desde aquí se la vé. Por un lado baja el rio, por el otro la montaña, y en medio de am-
bos, aparece como un amasijo de barro, la aldehuela. : Las casuchas no levantan dos hetros desde el suelo; no hay una que haya sido blanqueada jamás;
y el tojizo color de la tierra con
que
están
forma-
das sus paredes, no tiene más contraste que las tejas ennegrecidas y gastadas por el tiempo y la lluvia,
Bien difíciles serán de contarse las nieves y las heladas que le han pasado por encima. Los nieto de los que hubieran alcanzado 4 decírnoslo, ¡Dioss sabe cuanto há que habrán desparecido! Y como los
séres oscuros que no tienen biógrafos, la aldea,
historiador,
no ha escuchado nunca
el nombre
falta de
de ' sus
fundadores, ni ha leido jamás la fecha de su nacimiento,
que no se encuentra escrita en ninguna parte. En el centro de su pequeña plaza irregular, abierta en la parte más elevada del pueblo, está la Iglesita, el único edificio que se encuentra blanqueado, y el
único que se atreve á erguirse en aquella altura, desde
donde enseña sus viejos muros descascarados
yu
E
AA
mo
j 4
E
CRÓQUISDE UNA ALDEA. —
i Y
o
| EE
del cual parece que quiere
campanario desvencijado,
ajarse la cruz, según está de inclinada
hacia la tierra.
' —* La mayor de las calles, la calle Real, que se ufana con
su
nombre, parece
el camino
conduce á la
que
sierra, y el gentío que la cruza se reduce á un chiquillo 7 e
,
e mofletes encarnados—que sale de un agujero para trar en otro—fresco como una manzana, pesado como
sério y grave
montón de carne,
como un filósofo,
on la mirada fija en la piedras que pisan sus zapatitos ruesos, redondo como un canónigo, y con
el pantalón
de pana suspendido de sus anchos tirantes. ¡Qué soledad tan hermosa! |
e
Detrás de aquella criatura sólo atraviesan la. calle,
|
moviendo sus colas, los gorriones y las cogujadas. Alá, más lejos, en la zanja que linda con el campo |
y en la que flotan en el agua los cuajos de hielo, se
inclina un fuerte mocetón á recoger el cuero que dejó humedeciendo, para cortar coyuntas con que uncir sus
- bueyes. “Y en todo el rededor no se vé más ni uno de los treinta y nueve vecinos de aquella comunidad. |
El viento es frio;
son las dos de la tarde, y el cura
que duerme la siesta, no ha hecho sonar todavía la cam[pana cascada con que se llama á los fieles, por la tarde á las cuatro, á rezar el rosario.
¡Qué tranquilidad!
¡Qué silencio!
!
Allí parece que todo calla, hasta las pasiones.
¡
Dentro de las casitas la chica hace calceta yla |
lanciana hila; se habla del 'señor. tan rico. que. tiene. siete pastores; y se piensa en los jóvenes, que, pasada.
la quinta, se les juzga en derecho. de pedir por esposa. | al á.la elegida de su corazón. Yo subí hasta la plaza en que estaba la Iglesiay: '
desde allí se alcanzaba el vasto panorama de las tierras |
labradas y aradas como á cordel;
janos, de casas siempre
los pueblecillos le-
amasadas con
barro encarnado.
sin. blanquear ni enyesar; el rio casi. inmovilizado, | £
a
06
REVISTA PUERTORRIQUEÑA,
como los que veíamos imit ar, cuando niños, con tr de cristal, en los nacimi ozos: | entos hech
os para la Navidad; las escarchas virgenes, re ga da s como grueso polv cristales en los rincones no transitados del atrio; o de pajarillos que iban y vení y an por el suelo, sin asus los de mi marc tarse ha.
Yo subía
do;
y bajaba por aquellas tres callecitas mo-
pero ninguno llegab
tros repugnantes crímena,es en sus paroxismos, á nuesy Pendientes del trabajo, . Allí todos se conocían, vivían en familia, como hij de una sola madre, la os madre naturaleza.
'sus medias azules,
con cintas anchas
hombro,
Y
sus alpargatas sujetas
negras trenzadas
aquellas mantas clásicas
al tobillo;
de mil colores,
y, al.
destacan por contrast que e, co fondo gris dé 'aquellos ca n su alegría vivísima, en el mpos | Ahora están todos'en el tan pedregosos. campo y sóloquedan en el. misérrimo poblado las jos, tales como aquel ariciamujeres, los niños y los ve No no
. que engrama cáñamo pa-
N
|
y
Sy
ASA
ZONe€s cortos,
al
UNA ALDEA. DE S " CRÓQUI
un
donde hay
al pueblo cercano,
ra llevarlo después
-
07
"—tejedor que fabricará burdamente con él, piales ó estarpines como los que lleva sobre sus calcetas y bajo -
“las cuerdas con que sujeta, á las plantas de sus piés, sus: Yo que no había comprendido,
|
ER
.
Pod
anchas sandalias de cuero.
nunca, cómo se po--
lía trabajar fuera” de las ciudades, en el rigor del in- | ierno, me lo expliqué aquel dia en el campo nevado y. E bajo aquella temperatura muy por bajo de cero. Es. ' Cierto que hay horas y hasta dias en que es imposible; “pero del resto me he persuadido que el frio. se puede | - Soportar, al mirar las lavanderas arrodilladas al pié del el agua helada de
tauce por donde rueda
la ropa
cl
_trujando
y
cárdenas
con manos
sin.
con los piés metidos en la corriente,
los sembrados
en
y al contemplar á aquel anciano,
temor de helarse;
|
de.
al ver á los campesinos abrir los riegos
moradas;
A
el dia,
todo
la fuente, es-
lp.
«aquella meseta del terreno más elevado "que el pueblo, llevando el compás de su trabajo, en su gran borriquete - | de madera,
en
tanto
con
una
| )
/
e
entonada
las
entre dientes,
ráfagas del
el abrazo consolador
viento
del sol de in-
A
|vierno, tibio como la carne.
No hay duda que el frio enardece la sangre; dá [vigory aliento para todo; y hace que al dejar el campo, y al volver por la tarde á la casa, quiera el labriego más á los muchachos; guste más el beso de la esposa; encuentre un encanto feliz en cerrar la puerta de su choza,
|
entre
le envolvía,
' — [heladoque silbaba, -
canción
abierta casi
una
halle
para el viento tan sólo;
delicia en las cuatro brasas del fogón; y coma con aquel de apetito que convierte en trufas las patatas.
¡Pobre gente!
unos no
¡Yo
creo que serían felices silos
tuvieran que pensar
.en la contribución!
en la quinta
a
y
los otros ES
|
|
Ahora mismo, en una casucha miserable, viendo á al ) - | una vieja hilar su cáñamo y á una muchacha darle su. «sopa de aceite, con enorme cuchara de madera, áun7
pública, ¡Cuánta injusticia y cuán tos contrasentidos! mal lo ha cemos los homb
res y cuán buena es la naturaleza hasta en el invierno ! a Pero en medio y 4 pesar de tod o, yo ju zg aquellos pobres aldeanos aba á alcanzaba la presión y la más felices, cuanto ménos les engranaje de la sociedad. asfixia, dentro del apretado *
Yo me paseaba Por toda dependencia y de libertad, s partes, como ébrio de inhundido en la naturaleza me penetraba por todos que mis sentidos. cen
era agradable, porque me ayudaba á defenderme de mí mismo, hasta | Toda la tarde la pasé gozando de aquel plác E espectáculo nuevo para mí; gustando aquella de ido serenidad; y esforzándo liciosa me por conservar en razón, como un tesoro el co,- aquella impresión del Apartamiento de la vida. dulce Hé aquí, pensaba yo, lo que no conocemos bien| . en América; lo que tant He aquí lo que es una vias veces yo me he preguntado. * eja
y verdadera aldea.
y aquel dejo
de
caminaba soñando
quietud
que
me ll
1
¡Cuán
Más
h
ÍF
q
|
), »
?|
4
Ma
709. qe
ss que me deféndía del en los bolsillos de mi largo abrigo , en tanto que se- E hielo del ¿repúsculo que comenzaba :
t
o 4 lo. guía lás huellas de otros pásos, mirando el suel largo dé la carretera que me volvía 4 mi cuarto en sel. á tiempo que tiraba peñsativo á la zan-
pueblo vecino;
ja alguná piedra que rebotaba sobre el hielo sin'rom-
perlo; y mientras desfilaban á mis ojos los hermósísimos árboles de la gran alameda, secos y en esqueleto, | 6 amarillentos y rojos como se ponen desde que em- | | pieza el otoño; mientras pasaban sucesivamente por mi.
lado, ahora alguna recua de mulos cargados y arreddos á
por peatones
fuerza de golpes y juramentos;
en se-
' guida, como un relámpago, el rápido ferrocarril que me ensordecía con su estruendo y me dejaba envuelto en su rastro de humo qúe se desvanecía; más adelante, algún que otro aragonés montado en el anca de su borrico de paso menudo; y, ya de vuelta en el pueblo, los troncos de vides que salen de las paredes mismas de
las casas,
para formar marco ó dosel á las puertas :
las ventanas. Así,
lleno
de
muchos
| parecía en aquellos campos,
anhelos
irrealizables,
y á | me
la mayor felicidad posible:
una aldea en que poder ignorar el mundo, y un pedazo de tierra en donde poder compendiar la vida, en aquella frase del diálogo, que acababa de oir, entre una anciana que le interrogaba, y un Byron (¡por lo cojo!) A A que le respondía: —¿A dónde vas, cojico? . —A ver las ovejas voy. Aquella ocupación eterna del pastor que vive en estrecha unión con el campo y el cielo y las amapolas y el aire puro, donde alimentarse, más ó ménos torpemente, de
sus quimeras de imaginación, - me hacían se- -
uir soñando todavía cuando
dad,
al entrar
en
aquel aislamiento
en mi cuarto
me
de la sole-
aturdían
la
cabeza las criadas, entonando á toda voz cantares poos rra pulares en la sonoridad de aquellos esterad | A 4
j
4
tan espaciosos
y grandes como
vento antiguo; ó cuando, cer 1 a crugía de un conrada la puerta de mi ha_bitación, recostado en mi anch a butaca, cerca de la chi= menea, entregado 4 mié vagas 1
ideas, mirando el jardin,
alternaban en mi mente, co mo un recuerdo ruido
estrepitoso
del tren" y [el eco lejano d e las cam-
panillas de los rebaños.
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MANUEL. ELZABURU. Alhama de Aragón, 1883.
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Arrojada en los escarpes |
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la vieja barca se pudre
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_sobre los ásperos guijos, crugiendo al viento, que azota
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sus tablones carcomidos. Al ascender la marea,
el mar, su señor antíguo,
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en los brazos de sus olas
E
|
la levanta convulsivo;
y, entre impetuosas caricias la habla, rugiente y magnífico,
- de combates y aventuras,
de escollos y torbellinos.
)
O
«Declina el sol; de la tarde. | se aspira el ósculo tibio, sus penetrantes aromas
- Sonfunden brea y marisco;
5 cmo
/ /
Mae la costa en que halló abrigo, inválida del naufragio, veterana del peligro,
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Columpiada én la ror piente,
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la tentación del abismo.
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aun sientela vieja barca
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sin velas, járcias ni rizos,
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delante está lolc insondable
más allá, está lo infinito, , másallá.... másallá e | mundo Poblado por el delirio . .
po
-
FRAY ANGEL. (PÁGINAS DE UN LIBRO INÉDITO).
|
29 de Octubre de 8h
Mi querido F.:
tas
conozco que me muero de un mo-
mento á otro, y es mi deseo que cumplas mi voluntad postrera. Recuerdo que he sido para tí el amigo predilecto durante. las horas de fortunay de desgracia: en aquellas,
de
tus consejos me libraron infnidad de
envilecerme
más de
lo que estaba;
en estas tus
cartas han venido á consolarme, alentándome RA
veces
para
se-
guir con fé el camino de penitencia emprendido, Acompaña á esta carta un manuscrito: es la abo:
CS AE NOR
rrecible historia de los : principales sucesos de mi vida, Arréglalo
bien y dalo á la estampa, para que su lectura
sirva de-ejemploá la juventud de ahora,
— Mi carácter religioso me impide describir cjortis escenas y detalles de mi vida; precisamente los más
escabrosos, pero también los que más enseñanza Con»
o tienen.
Tú
los
conoces
bien,
expónlos por mí ¿la .
vergiienza pública y satisfarás uno de mis tes deseos...
Ha
más ardien- a |
¡Dichoso tú que te has mantenido ene la senda de
damos donaires y perfil Pluma, y sobre todo si es, si Dios no los puso en su taban para ello. No los tiempos que corrían no esdebe,
pues,
intenciones.
A
Los cuales apuntes dice n así:
“Antes de dar
turas, quiero hacer
pensable:
no me m
extrañarse el que
>
1 ¡PRAY ÁNGEL.
ms
alientos en esta mi gloriosa calle de amarguras, y con-
fianza en su bondad eterna.
a
4 |
A -
es
A
60
|
LIBRO PRIMERO.—VALENCIA, DENIA.
l. “Lo recuerdo tal y como si lo estuviera viendo al presente. Era mi pueblo por aquellos entónces tan pequeño y destartalado, que muy bien podría comparársele, sin temor de hacerle ofensa alguna, ¿con
serables aldehuelas que
vegetaban al pié de las
las mi
mon-
tañas, Ó salpicaban de trecho en trecho. las monótonas arideces de algún extenso llano. Veinticinco ó treinta
casuchas implantadas en el reducido espacio de tres hectómetros, sin órden ni concierto alguno, aunque pretendiendo en vano alinearse para que resultase algo
y desigual calleja, dos 'Ó tres casas como angulosa
in-
fanzonas, una de ellas en la plaza, irregularísimo espacio en cuya parte norte se levantaba—mejor dijéramos se caía—la ya vetusta ermita; á la izquierda un semi palacio con anchos soportales y que tenía pintarrajado en el frontispicio una especie de
ranto con una
como
corona, debajo de la cual se leía en donosísimos carac-
“Plaza de la Constitutéres tamaños como el puño: ción,” y otras pequeñeces de ménos importancia y de inferior cuantía, á las que yo no he de referirme en este mi verídico relato, componían el pintoresco
del
APA
!
pueblo
|
-““He dicho al principio de la nterior parrafada, que era mi pueblo miserable y feo, especie de sambenito de que mi natural cariño aquilatado por -la sepaEn cambio, ración y con los años, no sabe despojarle.
¡qué hermosa era su vega,
qué
clima más sano y qué
'
| PUERTORRIQUEÑA.
.
cielo más azul y transparente! Por Abril y Mayo. era una bendición de Dios las flo
mente nacían en sus alrededores y res que espontánea: .rejaban en sendos ramilletes para que las mozas apaofrecerlosá la Vírgen protectora del pueblo, antiquísima veneraba en el oscuro nicho de una escultura que se. con honores de ermita se elevaba en capilla, de la que la parte norte: de la plaza. El aire seco y Opuesto á enfermedades, hacía que el médico del lugar ejerci era muy dé tarde en tarde su honrosa profesión. sanos, y qué robustez congénita la ¡Y qué colores más de aquellos senciotes campesinos! La muerte esquiva y enojosa apé: nas dejaba ver
su amarillenta: faz por aquellos con:
tornos, pudiendo asegurarse en
última
a
consecuencia y necesario término, quela gente se mor ía de puro vieja y derrengada. Ad rl 4 “¡ Y cómo se pasaba la vida sin ofe nde r 4 Dios: ni murmurar de los hombres! Aquel puñ ado de labriegos tan orondos y felices era la misma ing enu ida d; se des: conocían el dolo y la usura, todos era pues nadie negaba nada á nadie, no sen bienes comunes, lítica—veneno de los pueblos, —rezáb hablaba de poase el rosario todas las noches y se santiguaban las campana de la ermita tocar en el estertor gentes al oir la . del dia 4 la. Oración de la tarde... ¡Qué patriarcales costumbres! ¡Oh, pueblo mio, cómo te hecho de mén de mi celda, á donde en hora bendec os en la soledad ida los tiernos dolores de un alma contri , me trajeron ta redención para mis culpas horrendas y el deseo de !” Perdónenme mis lectores este separado, quizás
rasgo de amorosa
congoja
al verme
para siempre, del feliz. terruña donde
. ví por vez primera los esplendorosos ray os del sol, briz lladores en el cielo más azul y más her ¿Qué hombre, por malvado que sea, moso del mundo. : no se conmueve:al recuer
do del hogar donde pasó los mejores
vida, y cómo no conmoverme. yO, mís ero
alma, delicadísima
en
fuerza de
dias de su
mortal, cuya
sufrir, está perfecta;
"mente dispuesta talismo.. ..? AROPD
00290
A
para achaques de lloro y sentimen» P Es Dejes raras
“Aún no se han
caos
se
200.
1...
1MM602
borrado de mi memoria
ec...
mis
in-
fantiles travesuras y arriesgadísimas empresas. cuerdo cómo jugaba á toretes, con un en la cabeza, en compañíade Bo'iche,
linera, de
esto de mimbres e hijo de la mo-
Cristo, el del boticario, de
ienjamín,
alcalde y-de Nazareno, el sobrino del
cuta.'
cilamientos los nuestros después de una en la que habia yo-—que siempre
patas arrila al molineril
retoñó!
Re-
hice
¡Qué
el del refo-
corrida de juego
de toro—tirado
¡Cómo reíamos «al
contarnos las mútuas hazañas y con qué impaciencia esperábamos la llegada del venidero dia para continuar el retozo que tan de nuestro agrado era! ¡Digo.. y cuando nos juntábamos en bandadas, heterogénea: pa» tulea con el pecaminoso fin de robar las apetitosas y.
descuidadas frutas de los agenos huertos! y atrevido, encaramábame siempre nogal ó la higuera, é iba echando
gorras de mis conmilitones el deseado que al bajar encontraríame intacta
que
me
correspondía.
rozado con los
Sinó mis
súcios
carrillos
desvergonzados mozalvetes.
imaginagión, detente! ..
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910000000.
fruto, seguro de la parte de botín
puños se hubieran
de alguno
os
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lotandos
|
|
.
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de aquellos
Y.... ¡pero basta, basta;
*¡ Qué tiempos aquellos! .LOCOOO..
Yo, decidor
primeroen el en las mugrientas
c.
....<.«..
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«o...
“Yo fuí el primogénito de un matrimonio honrado, y con ser así se explica perfectamente que á mi padre
se le cayesen las babas viéndome saltar lo que estaba al alcance de mis manos, riñlese con toda la vecindad, si ésta se travesuras, abrazándome perecida de
y destruir todo y que mi madre quejaba de mis gozo y lamán-
Qyiera decir, pues, que no pusieron
á mis demasías
dome su ángel y otras dignidades celestes. porel estilo,
|
8
de una educación un poco deficiente,
tumbrado á hacer
en todo mi voluntad santísima,
acos-
fácilmente irascible, y un si es: no es orgulloso por ser la casa de mi padre la mejor del lugarejo, seguí estirándome sin pizca de vergúenza y sin temor á nada de -cielos abajo. ;
- “Ello
es que. al apuntarme los segund
os dientes ya no podían conmigo: permiquebraba las sillas, descoyuntaba los gatos, volvía del revés lo que estaba al derecho, enjabelgaba las paredes con porque ría que pinturas, que yo me procuraba no recu s —mejor erdo de qué modo —desplumaba las gallinas, pegaba á los chicos que
me contrariaban y sustraía los cuartos del chaleco de mi padre, para
roñosa
darlos 4 Sinfo,
y puerca,
mi novia,
de cara relamida
una muchacha
y algu
illo viciosa para sus pocos años. Ey “Once meses más tarde parió mi madre una niña en la que depositaron
todo el cariño que
malas acciones y feísima conducta empeza yo con mis ba á enagenarme. Esto acabó de soliviantar mi ánimo, ya de:
suyo revuelto con las lecciones indecente s de Sinfo, con el afán de gozar á mis anchas de todas las delicias que me
prometiera aquella criatura raquítica que tanta . influencia tenía sobre mf, y como yo se hallaba embarrancada en el vicio. Una gentil paliza propinada 4. mi novia por haber dejado caer á un herman ito suyo, muchacho de quince meses, encanijado y moco so, acabó de decidirnos. Nos citamos para el bosque al pié de un nogal hendido por un rayo, y allí con huir. de los respectivos hogares en busca de certamos pues ya éramos suficientemente grandes 'par libertad, a sufrir azotainas. del linaje de la de Sinfo. La maba, jurámonos amor eterno y entre besuquira nos inflaeos y abrazos se me
ocurrió á mí—creo que al propio tiempo que
A
necesario, cosa hart más si se tiene en cuenta que, como he dicho o vista era yo el fruto primero de sus castísimos amores. antes, Con los resabios
a
de niño mimado, el coto
adn
REVISTA PUERTORRIQUEÑA.
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FRAY ÁNGEL. |
Tu
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á ella—una idea endiablada cuya reálización brujulea=
- ba, semanas hacía, entre la cohorte de mis. pecaminosos
propósitos. Nunca se me ocurriera ponerla en práctica. A poco de enfrascarme en la lucha, y sin haber
conseguido todavía el deseado triunfo—por flaqueza no» toria de mi organismo aún no: maduro y sazonado
para tales bellaquerías-—cayeron sobre| mis espaldas— á la sazón mirandoal cielo—dos sendos varazos que me doblarón de gusto. Levantéme cómo pud y traté e de huir, pero mi enemigo no me dió tiempo para ello; agarróme por un brazo y de la propia indecente manera en que estaba me llevó á presencia de mi padre.
alguna,
Sinfo escapó bosque adentro,
en manos
descarados
como
de otros vagabundos:
tan viciosos y
yo lo era.
“¡Vírgen María:
fame porquero!
para caer, sin duda
las maldiciones
que le eché al in-
El solfen de mi padre duró obra de un
cuarto de hora que á mise, me antojó un siglo; los golpes que me administraba con aquel desgraciado motivo, los tengo por los-mayores de mi vida. ¡Y cómo me zarandeaba y escarnecía:! —“¡ Indecente, recochinísimo, ¿es eso lo que yo te enseño....|.?” O bien:= “¿Dónde has aprendido: tanta porquería?” Y mogicón va y coquetazo viene. La cara ethábame chispas, las greñas en rebelión completa y los ojos inyectados arrimabaná la verdad el mote de demonio que mi padre me daba. Añádase á esto los berridos que yo pegaba, y se verá palpablemente que el dispensador de mi exis- tencia tenía razón de sobra. “A Sinfo no debió irle
mejor
que á su novio,
por-
que hasta mis oidos llegaron los ayes lastimeros que echaba por aquella boca para mover á compasión al implacable excontratista. Antes se habían juntado
nuestras caricias,
ahora
se mezclaban nuestras
voces
- como horrible castigo á nuestro nefando proyecto.”
.. —Perdónese
á mi desgraciado amigo
+.
y no se me
culpe á mi por haberlo consentido, lo extenso de estas
A
|
|
un
descripciones. Cuando la desventura pa se enseñorea de un alma y la abate con su enorme pesadumbre, se recuerda con delectación suprema, aquella edad que pasó para nunca más $
volver,
én la que el candor y la inocencia son la base de nuestro carácter, y los únicos dolores consisten en tal
6 cual dolor y tragones y en uno que otro solfeode tripas por golosos por desobedientes y malcriados.— Al . “Ojalá que las iras de mi padre hubieran terminado cuando concluyó de azotarme. mientras yo me limpiaba las lágrimas Poco después, y y me rascaba des. esperadamente en aquellos sitios donde cayó con más fuerza la vara maldecida, of que llamaba4 mi madre, que mústia y llorosa se había abroquelado/en su dormitorio
sin osar libertarme de la indignación paterna. Of cul chicheos, súplicas de la que me montado en cólera decía con voz parió y que mi padre —* Quieres _ Que siga siendo un bruto como de trueno:
pa
hasta aquí? '¿No, te basta su acción de hoy para que te decidas 4 separarte de ese fementido....?”
No oir más por la emoción que me causó aquellode pude separarme de casa. Sin duda se tramaba algo contra
mi libertad querida, “Llegó la hora de la cena; mi padre apenas diri: gióme la mirada, pudiendo asegurar que las pocas presión indefinible de enojo y mi santa madre no separó su sentimiento; en cambio vista empañada por algunas lágrimas
oa
-. a :
A
SES
a
aOS ES5: no eÑ 4
natural bondad de mis progen it de corregirme y desbravarme. ores y el noble deseo ¿Por qué no había de triunfar el cariño? Acostéme em briagado por esta es. peranza y dormí á pierna sue lta. Las fatigas de aque-. lla laboriosa jornada no consen tían menos. A E -“He sabido después que hubo ámplia discusión para decidir de mi suerte fut ura. Convinieron en priny
PP
Yo,
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rebeldes, de la mia, hosca y torcida.
ns
dl 4
.
ESE
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j
cipio en que era necesario enderezar el árbol que empe-
zaba á torcerse, pero no estuvieron
ferente al modo de poner
acordes/en lo re.
en práctica tan luminoso
dic.
támen. Inclinábase mimadre á que peana tia en el pueblo, asegurando que me trataría con más. rigor
que hasta entonces, y haciendo resaltar las innegables:
ventajas de su buen ejemplo,
de su cariño,
de sus ad-
vertencias y sobre todo de lo bien que me vendrían las lecciones del prebendado. 'Mi padre formó voto par= ticular exponiendo á la consideración de su consorte el horrible dilema:—““O con tu hermano ó con el mio.” —Sin duda alguna, por un olvido
involuntario
no
se dice nada aquí respecto á estas dos nuevas personas
- que aparecen en la historia. | La madre tenía en Valencia un
hermano
clérigo,
de mi amigo magistral
que
fué de aquella metropolitana y hombre verdaderamente notable pór sus virtudes, y el padre contaba en Alberique con un hermano suyo, ála sazón casado y con una hija. Téngase en cuenta el estado de ánimo de mi amigo y se perdonarán fácilmente estas omisio-
nes. — | paa E | - “Decidiéronse al fin por el canónigo, influyendo
no poco en esta decisión tardía su carencia absoluta de
familia en la capital del reino y la creencia de que su piedad y carácter religioso moveríanme, determinándome á seguir por el camino del bien.” i 11. “Quince dias más tarde, y después
de arreglados
mis empaques con esé esmero y pulcritud propios tán
Sólo de la que nos llevó en su seno, montado mi padte
én su viejo caballo tordo y yo espatarrado á sus ancas; tomamos el caminode Mogente, ño siñ lágrimasy trasúdoresde mi
bueña
mac e 1
que me -besuqueó de lo »
que yo conociese á mis tio s y á mi prima. . Despué s, y de un solo tirón, á Vale ncia, i que el llano de mi pueb lo con muchas gentes, coches —así me la diputaba yo—. Ss tantes y otra porción de embelecos de la misma laya.
cancías, si teneis en cuenta que nunca había traspuésto. los límites del valle de
guna,
reía
mi lugar, ni visto máquin a al-. que lo imaginaran. ¡Y cómo. se al .oirme preguntarle co n
ni demonios
mi padre
ingénita, dónde
estaban
los
bueyes ó
movían aquella ringlera de carros! de
Para
las
mi estolidez:
mí
mulas
fué
que
cosa. magia, sin que acabara de me té rs em e en los ca el complicado mecanismo de aquel singular arma stos. toste. “Tuvimos que aguardar la ll eg ad a de un tren de viajeros. Yo hubiera jurado qu e en la est ación, aquella. casita blanca, - con reloj, let rer os y Campanillas, había. más gente que en dos pueb lo s co mo el mio.' Desatóse el timbre, se oyó á lo léjos u
extraño estuvo en un
n largo silbido y un
ruido. tris de ensordecerme. Poco des-
un coche de segunda clase. | El en
tiempo que tardamos llegar á Alberique fué una delicia para mí. No -me cansaba de contemplar el
extendía delante de mis
h ermoso ojos:
panorama
qué se
FRAY
ÁNGE
a
Dada
|
naba: otro, enloqueciéndome! de ventura y. despertando en mí sensaciones hasta eñtónces no experimentadas ;
-
p
sentimientos hasta aquella fecha adormecidos. ¡Si Sinfo.
hubiese
él
visto,
sas....!
como
La
yo lal veía,
raquítica
roñosa, se me apareció en
luz, "resaltando
entónces
resaltan los diversos a
, | y
figura
todas «aquellas
de
muchacha
ámis
ojos como.
medio 'de aquel cuadro su fealdad de
un cuadro
convenien=
+.
de mi tio,
un viejo gruñón
y cascarrabias;
su
mujer estaba enferma, por ló que no pude formar juicio Fespecto de su persona, «y¡ Catalina parecióme muy. delgaducha y diminuta pará mi gusto. Sin embargo, '
, |
estaba limpia.
“Después
de un'brevé rato de descanso,
que el
autor de mis dias aprovechó para soltar lastre, llamóle:
|
su hermano y se enredaron en la siguiente sabrosa plática: L
—Nada me has dicho de tu hija.
:
¿Es guapa....
gorda.... ó flacuc y fea.ha..? —Te diré.
Lo que esimal parecida,
V
no señor, ni
E
a
|
esto; pero es algo desmedrada y ruin. Lo que llora Jesusa y lo que yo me acongo, os lo podeis figurar por lo que pasasteis cuando lo de Nico. —De modo que.... | | a —Estamos temiendo que de un momento á otro diga que no vive más y se nbs muera, —No
te apures,
quedó Catina.
Y
ese zopenco?
y
de
temente iluminado. ¡Oh, sín duda alguna valía ménos que todo aquello! Y no volví á acordarme de ella. “Por fin llegamos á Alberique, hospedándonos en
la casa
|
co-
aquella
te queda
á propósito;
A
Vicente
como á mí me
lo cual mi padre que, por disimular
¡andaba atareado en sujetarse los calzones,
poquitin emocionado: -—Tú comprendes,
como está: más bruto que un arado.
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al
Epa
' e
:
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su duelo,
contestó un
| CR que no puede quedarse
Seryo,
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¿que piensas hacer de
Es preciso da»
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A
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>.
REVISTA PUERTORRIQUEÑA.
marle y desasnarle porque me que te digo que es del pellejo del dem do corto si támbién oni E —¿Y no le has roto una pata? o. ¡Lá stima de verdasca!—dijo echándome una —No, porque Jesusa...,
mirada furibunda. da
y
—Sí,<—saltó el otro —había de con sentir yo, braga: zas, que Ruda se me pusiera del ant el polvo
dla:
4 Catina.
El
e cuando le satudo primer vergajazo sería para
¡Qe —Pues bien—significó mi padte tazado —le llevaré 4 Valencia, do
| pa un tantico amos:
me le enseñará á ser un hombre ndeel señor Magistral” de EA —Eso es, y don Benigno que bien. es un san tó se con: vertiría en un demonio, porque est e mal ave ntu rado: le roería la
paciencia ocho dias á la Semana. po —No tanto, Servo, no tanto. Va —Sí, defiéndelo, que él los ojos. Ya se vé, como es él se encargará de sacarte primero que tienes... Cada dia estoy más contento
de
vado á su gloria á aquel granuja que Dios se haya llede Nico. ¡Si supiefas cuanto me molió los huesos... .! La A — Ya lo vide—dijo mi padre tri stemeñte. a El de Nico' no pudo seguir ech ánd ose las de bravucón y deslenguado. El recuerdo de su hijo hirió las fibras de su corazón de padre, domando sus Ímpetus y poniéndole suave como una malva. ap
—¿De
suerte que apruebas
mi resolución ,...,?. balbució mi padre, mientras el Otro se limpiaba algun;
lágrimas con su pañuelo de hie rbas. —¿Y qué debo Sen? o Oi..! ¿Y á mí me lo preguntas? —Como has dicho antes que. ..:
—¡Patarátas!
Llévale
asa
¿4 don Benigno, que él le
desbrozará. Pero prevenle.... gritó encarándose conmigo que me ¡Oye, mastuerzoli ocupaba, de retor= cerle los bigotes
- Que tú eres bestia!
al gato—-¿quieres ser person a? ¡pór¿
E
e
F hos
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le
2
ys. »
—SÍí, señor—respond
humildemente
paz al felino, que fué á guarecerse debajo dedejando en una silla. - ——P ues te
advierto
que
con
tu mismo
padre le mandaré al tio una vara de ¡fresno para que si llega el caso. Ahora, largo: á Catina te deslome que ponga lá
mesa.
:
|
a
: ] ““Escurríme en un periquete, y como el estómago se me quejaba rato hacía, fuí volando á trasmitir la órden recibida, sin dárseme una hija siquie ra de las amenazas de mi tio.” | . | “Al dia siguiente, á las dos
de la tarde,
vuelta á encajonarnos y vuelta 4 mi fascinación y regocijo. Pero.... ¡recontra! ¿qué éra aquello azul, movedizo,
- grande, muy grande, con puntos blancos que se juntaba álo último con el mismo y Oscuros y cielo... ? —El mar, dijome mi padré; una especie de rio de aguas azules y dos ó tres millones de veces más grande que el arr oyo de mi pueblo. e Allá, á la izquierda distinguí un gru muy altas, con muchos picos y muy po de casas crecidas número. ¡Valencia; el término de mi viaje, la en ciudad donde vivía el magistral que debía desasnarme
y que para conseguirlo 'entablaría, sin, ca de duda, relaciones fntimas con mis nalgas. pizEst amargar la dulzura de mis ideas, haciéndom o vino á e desear y
temer al propio tiempo que llegara la hor a feli las calles, las tiendas, los coches y “otras z de ver novedades dignas de población tan magnífica. No sé explicarme
cómo, pero ello es lo cierto que llegué tio sin darme cuenta“de nada. El ruido de4 casa de mi tan grande ella sola como mi pueblo, el afán la estación, de querer verlo todo á la véz, y un poco dedesmedido vértigo fácilmente explicable, si no se echa en olvido mi igno_ rancia absoluta de todo aquello, acabaron insensible 4 cuanto me rodeaba. El buepor volverme n canónigo nos recibi
ó con los brazos abiertos. i | | | |
Efa ae
Ór
726
| Lo
REVISTA PUERTORRIQUEÑA:
1
como de 45 años, alto, seco, saludable, fisonomía y de hablar pausado. Encontrél de bondadosa o cuando ví que lejos de zurrarme me dijo equede mi gusto seríamos muy buenos amigos y acabó de captarse mis simpatías cuando después de la cena me llenó los: bolsillos de
azufaifas y otras. golosinas. guiría todo de mí.
Aquel |
hombre lo conse|
“Mi padre permaneció con nosotros dos dias, al cabo de los cuales regresó al pueblo para llevar á mi madre el consuelo de que su hijo quedab a sano y con-.
tento en poder de aquel varón
inimitable. de mi llegada, llevóme el sacerdote 4 su me arguyó con dulzura:
Al tercero
despacho
y
—Vicentito,
has venido aquá no á estar mano. sobre mano, sino 4 estudiar y á hachaert c e un mozo de provecho. —Y como yo asintiese continuó : —Pero vamos á verá dónde te lleva la vocación, ¿Qué quieres ser Fo. — Y o—dije resuelto —ferrocarril. | —¡ Ave María purísima—replicó el cura santiguántú
....
?
:
dose; —¡habráse visto este!
|
pedazo
7
de roble
ña
más duro que
Si dijeras caballo de tiro. ...
:— Lo mismo me da.
—Calla,
de un
to á que
carro
los tú.
condenado;
por
caballo lo eres ya, y no tiras
la misericordia
ferrocarriles
creo
que
de
Dios;
tienen
más
en
as
cuan-
mollera
—Entónces no quiero ser na, —Sí, alcornoque, ¿no te gustaría ser abo gado, ingeniero, médico... .? E | —¿Médico? No sé que es eso. , —Son los que curan enfermos; es una profesión muy lucida y que da mucho dinero. ml —¿Y
curan también las gallinas con morriña y los perros con hipo? ES y — ¡Vírgen María del Cármen! Trajéranme aquí al burro más burro de la aldea y supiera, cond enado,
>
E
)
e
Los médicos
curan 'á las
]
¡| —Entónces, si yo me enfermo, .—Ganso, un médico.
¿quién me cura?
MOLES. 04) 10 pmeS. ol + —¿Pues qué, acémila?
-—¿Curan bestias? | —Ab renuntio, ¿y tú lo eres:...? bien que si quie-
res ser caballo de tiro.... .
E F i
(
:
E
—— el S ¡5 --->5r Sk
Dt
z
personas, ¿entiendes....?
—Sí, señor, el tio me lo dijo. E —Porque lo eres, está á la vista. Mientras yo me esfuerzo por meterle en la cabeza ideas racionales, él
Rada,
que si quieres, más
cerril que nunca.
Y tienes
que aprender, no hay remedio, si nó te crucifico. HA
—Tú est Petrus et super hanc petram edificabo eclesiam meam, di eljo maestro á su discípulo; pues bien, yo te digo á tí: - Tú eres alcornoque, pero.en tí ingertaré una ramilla del árbol de la sabiduría.
A
a
E
lo que á.tí no se te alcanza.
—Desde mañana
veremos
quién
puede
más:
tú
Si no te entran las ideas á derechas
te
empeñado en continuar siendo un asno, y yo empeñado en desasnarte.
entrarán á torcidas. ¡Piés del señor! á puñetazo limpio me las entenderé contigo. ls E doi E ! —Alza de aquí, puerco, á limpiarte los mocos. ““Metíme en el rincón más oscuro de la casa y no salí de él hasta la hora de llenar las tripas. El canónigo no me dijo ni por ahí te pudras. Yo por mi parte no desplegué los lábios. -A la mañana siguiente, y
- vuelta Vicentito 4 - acaeció el suceso:
los mismos
—¡ Centico, Centico....! Púseme
-.vioso:
en presencia del
trotes.
Se :
| magistral,
conoció mi timidez y me dijo:
verá. coma. ;
| hosco
y
ner-
_—No te apures, hijito; ayer te traté con demasia-
0| Ey PR
o =
REVISTA PUERTORRIQUEÑA. do rigor;
hoy espero
hacer lo propio.
que
no
me darás
motivo para
Ven acá, rapazuelo, ¿qué sabes |tú de
esto? Y puso en mis manos un libro abierto, en página primera ví cosa de dos docenas mal contcuya adas
de signos y
figuras
mente desconocidos.
extravagantes, para mí
completa-
:
—De esto....-. balbucí, clavando azorado mi vista A
en aquellos malditos embelecos, —pues de esto.. * _—NI pizca, ¿verdad? ni pizca. Pero, animal, . ¿par a
ed
qué te parió tu madre? E | —Para comer. A —Sí, gran zoquete, y para.... ¡Piés del Señor, ¡qué cosazas le hacen decir 4 uno estos holgazan es!.
¿Para comer,
más que inferi no;
eh?
pues no
comerás mientras
no sepas
Salomón. A porta infert...... no, a porta de las bestias como tú líbreme Dios, que
de lo otro me librarán mis buenas obras.
]
dE
La cosa iba de veras. Compungíme un poco y, quieras que no, solté el trapo. pes ; —Eso
es;
vénme ahora
con lágrimas
que lo mis-
mo te salen á tí de los ojos, que 4 mí las naricés de una pantorrilla. ¿No sabes nada de números? ¡A que
estamos también
á la cuarta pregunta!
¿Qué número
es este....? ¡vivo! Y comoá míse me ocurriera decir que el uno, acerté por casualidad, con lo que el buen clérigo depu so un poco sus iras, y siguióme preguntando en tono más benigno. —¿Y estel. ...? —El ocho.
—¡Piés del Señor, el ocho!
|
A
Así te daré de palos '
como no te pongas en vereda. Y de rezos ¿cómo andamos? Supongo que tu madre te habrá enseñado el Padre nuestro y el Ave Muría. —-Sf, señor.
2
—Vamos, eso es Otra cosa.
Y como yo no siguiese
Empieza.
Pa.....,
E
adelante púsose de pié, | 4
4;
y
1
miróme encolerizado y dijo con bronco acento que -contrastaba con su voz, de ordinario dulce y argentina: —¿Conque, zángano, ni siquiera sabes pedir á. Diosel pan que te comes cada dia? Diérante cebada y
estaría más en
hecho, qué
A
€—=——
—
su punto.
¿Y
tus padres
te han enseñado!
velu'? pecora !
|
qué
¡ Veluti pecora,
|
han
Señor,
.
o
Y hablando entre dientes, empezó á medir á grandes zancadasla habitación mientras yo miraba al techo pidiendo á Dios un sutil rayito de sabiduría: Con ao
me conformara.
Detúvose
de nuevo
el magis-
tral delante de mí, y me preguntó un tanto más tranquilo: | : | —¿Y qué sabes tú....? Explícate, bien clarito, Ó te descoyunto. : E
a
>
FRAY ANGEL.
—¡Yo, muchas cosas!
haa
—A
sentándose.
ver, á ver, —murmuró
)
—Sé coger nidos, tumbar albaricoques, me en el arroyo, te e
zambullir-
jugar al canuto y pescar con anzuelo.
Y romper bragas, y destrozar zapatos,
si es que
ncialb alguna vez, y
¿Te pa-
rece | á tí, alimaña,
nigote de quedarte
podrían
:
ofenderá Dios.
que es poca sabiduría para
ocho años......? en
Más
el pueblo cuidando
enseñarte cosas
que tú
un mo-
te hubiera
vacas
valido
que muy
no sabes,
y
bien
guiando
cochinos como tú, y no venir á la ciudad á quitarme la
salud : gro
y la páciencia.
Porque,
vamos á cuentas,
¿qué
ni qué cacho de gloriame dan por estos ma-
atos que me haces pasar, sinvergiienza? Oye — siguió, tirándome de una oreja, —esta es la A, y esta la B, y esta la M y esta la J], y esteel 1, y este el 5 y este el o. Como mañana no sepas cosa tan sencilla, te meto en la perrera y te vas á tu pueblo. Apa, á estudiar, que voy á ver si echo fuera la hiel que me has metido en las tripas. Tanta mols.... e
los r
de
3 y salió1
a
el manteo,
embozóse
cuidadosamente
á la calle para olvidar mi estolidez
y falta de
730
REVISTA PUERTORRIQUEÑA.
O
principios. ¿Y cómo me las verme solo, de qué medios, me compongo yo,—díjeme al cabeza esos palitroques estira valgo para meterme en la
recen hechos exprofeso para dos é indigestos que pamartirizarme? No, cien veces no, antes la mue rte.
“2
As
a No fué la cosa tan lejos, pues ya apelli daba tal cual la B y la J, pero lo que no podía hacer, porq ue no encajaba en la medida ....2..2—.
”r...o
osos.
'de mi las claras la K de la X y s fuerzas, era distinguir 4 la recontra, habían de tener una V de la A.. ¿Por qué, las patas abajo....? ¿Y s las patas arriba y otras de ¡Los -soplamocos que me ha costado esa cirñ....? maldita letra .
Madrid, Abril de 1888,
2 ...».
ABELARDO MoraLes FERRER,
ñ
|
EL PADRE. (DE FRANCIS COPPÉ).
Siempre borracho entraba, y siempre fiero Pegaba á su mujer. Dura cadena, Por el hambre y el vicio remachada, Unido había la infeliz pareja. El miedo de vagar sin pan ni abrigo la consorte mísera sujeta
En casa de hombre tal, que la maltrata. - Furioso él y avinagrada ella, La riña entre los dos era constante, Y, por sus maldiciones y sus quejas, :
(e
A
El vecindario todo conocía
La hora en que se cierran las tabernas. Luego en el cuarto mísero, reinaba
. Pavorosa quietud.
En la inclemencia
O
De un dia de Diciembre tormentoso,
En que el frio y el hambre enardecieran
La actitud agresiva del beodo Vel rencor de su pobre compañera,
Un
hijo les nació.
¡Sér desgraciado,
E que acogida con temor y penas
a
|
es .
A
,
REVISTA PUERTORRIQUEÑA. Humilde frente, sólo bautizada
Por un ósculo amargo de tristeza, Y que no era por eso menos pura Ni su tez sonrosada menos bella!
Borracho como siempre, al otro dia
| Volvió el hombre á su hogar; pero en la pue rta Se det
uvo prudente y silencioso. | Miróle su mujer con extrañeza, l Y—con fiero ademán meciendo el niño — Gritó en tono sarcásti —“« co Gol: pea! “* ¿Qué te detiene, esposo? Te esperaba.
“* Ceba en mí tu rigor; estoy dispuesta .... ..,
“* ¿Hoy acaso el invierno es menos duro? “* ¿Costó menos el pan? La borrachera,
“¿No te dominá como siempre? ¡Díme.... ?” Pero el padre, avanzando con caut ela,
Dirigió sobre el hijo que dormía
Una mirada entre brutal y tier na,
. Y dijo en voz muy baja:—““¿No compre ndes
Que
si te pego, el niño se despierta?”
MaAnueL FERNÁNDEZ Juncos. . 1 - Puerto Rico.
E
:
q
e!
$
j
dl
SANTILLANA.
|
| (FRAGMENTO DE UN VIAJE FOR CANTABRIA).
ap a
]
j
j
1
Al entrar en Santillana parece. que se sale del mundo. Es aquella una entrada que dice: “no entres.” El camino mismo, al ver de cerca la principal call e de paquito
villa, tuerce á la izquierda y se escurre por junto á las tapias del palacio C de Casa: Mena, marcha| ndo en busca de los alegres pueblos de Alfoz de Lloredo. El telégrafo, que ha venido desde Torrelavega por Puente San Miguel y Vispierís en busca lugares animad | osy vividores, desde el momento quede
acierta á ver las calles de Santillana, da también media
vuelta y se “á por donde fuéel camino. jamás se vie on ni oyeron en aquellos tados.
|
|
ps
que es el mejory más generoso
Locomotoras
sitios encane
amigo de
El mar, que es el mejor más generoso amigo la hermosa Cantabria, a quien da por trib uto delic quien da p ¡but ; i frescura y fácil 1
de
.
camino
quien Santillana toma
j
4
,
e
4
para el comerciante; el su apellido, como
mar.
recibe el del esposo, no se. digna mirarla, ni la esposa dejarse ver de ella. Jamás ha pensado hacerl tampo a el ob '. sequio de un puertecillo, que en otra s partes tant
-. Prodiga, y si por misericordia le concede la playa d |
i
E
|y y
d-. aN
-_
REVISTA PUERTORRIQUEÑA,
o
Ubiarco, las aviesas colinas que mantienen tierra adentro á la desgraciada villa
no le aquel mezquino desahogo. Co permiten hacer uso de nt Jura todo: los cerros que la apl ra Santillana se conmojan, el mar que la desprecia astan, las nubes que la , huyen, el telégrafo que la mira los caminos que de ' ella y pasa, el comercio que no la conoce, la moda que jam ás se ha dignado dirigirle benévola sonrisa. pot El viajero no ve á Santillana sin o cuando : está en ella. Desde el momento que sale la pierde de vista, No puede concebirse un pueblo distante de las ordinarias rutas más arrinconado, más: activa. Todo lugar de median de la vida comercial y a importancia sirve de paso á otros, y la calle Rel de los pueblos más solitarios se ve casi diaria ment
e recorrida por ruidosos vehículos que trasportan viajer preciso, pero que al fin y al os, que los matan si es cabo los llevan. Por la
calle central de Santillana no se va á ninguna parte más que á ella misma. Nadie podrá decir: “he visto á Santillana de paso.” Para verla es preciso visitarla , Los habitantes mejor situados de est a ven era ble villa muerta, son las monjas. Ellas desde las desven.-
únicos vecinos de Santillana que
ven cielo, árboles, la incomparable perspectiva de los:suelos cos, colinas, campo, una lontananza que verdes y freshace veces de horizonte, y sobre todo pas ajeros. : on - Allí están las pícarás, det rás de su fal az teja * Desde que el torno del coche pro duce, al bajar la cuesta, el áspero rumor de la rueda sujeta, ya no estamos , :d
SANTILLANA.
|
735
seguros. La negra pupila de la monja: nos ha visto, nos ha contado: ya se sabe en todo el con vento de
Regina Coeli
'6 de San lldefonso,
cuántos somo
alguno de nosotros lleva en el traje Ó en s, y si cual otra. parte de su- persona particularidades dign quier ser notadas y comentadas por la comunidad. - as de Sírvanos de amparo la mirada de las vírgenes del
Señor
para penetrar
en
la villa difunta.
Es
prec
iso dejar el coche á la entrada, no sólo porque aquí no hay longitudes fetigosas, sino porque no fueron emp edradas estas calles,
en la creencia
de
que algún
dia
hubiera carruajes cn el mundo. Entramos y las históri¿cas casas detienen nuestro paso, nos dan una espe cie
de
quién vive,
nos
miran con
soñolientos, medio cortados,
sus negros
medio abiertos,
balconcillos fruncen el A|
Ml
Ps
negro alero podrido, y parece que la enorme pare berrugosa se inclina én ceremoniosa y lenta cort d ' Nuestro estupor aumenta, cuando mirando 4. todoesía. dos advertimos un fenómeno rarísimo, y-que s lano se observa ni al visitar los pueblos más muertos. No se ve gente. No hay nadie. Nadie nos mira; nadie nos
A
ri
dnd
aa
sigue, y el roñoso gozne de la ventana secular no gime lastimero abriéndose para dar paso á un semblant e
humano. Todo es soledad, un silencio como el del sepulcro, Ó mejor, como el del campo. Ni paso de hombre ni de bruto turba el sosiego majestuoso que rodea aquellas venerables casas. Allí, como entre car. tujos, todo se dice con la expresión de la fisonomi a; nada se habla. EE | q - Ninguna puerta antigua se, parece á estas puertas; ningun ventanucho ojivo, ningún giboso balcón ni
tuerto tragaluz se parece
á los huecos de estas vivie
ndas, cuya fisonomía es completamente extraña“á los tiempos presentes. Los siglosno han muda: do ni puesto en mano remendona parte alguna denada, los
_ destartalados edificios.
_ den ser como nosotros,
Los"habitantes de ellos.no puey de seguro,
si no les vemos
-
736
REVISTA PUERTORRIQUEÑA.
en el momento presente, es porque han ido de fiesta y volverán de súbito mostrándonos sus avellanados roSs-
tros dentro
de las golillas,
y pasando casi
á saltos y
cuidadosamente de piedra en piedra para no mancharse - de barro las enjutas piernas con calzas-negras. Hay casas pequeñitas cuyo techo parece estar al alcance de nuestra mano: otras grandes que se estiran manifestando cierta finchada
pasar.
animadversión
al vernos
Unas esconden su fealdad en un ángulo;
otras
ventrudas y derrengadas, apoyándose en podridos pun-:
tales, salen y estorban como. el tullido con muletas
pide una limosna.
Las hay que muestran
escudo ocupando media fachada; mente
se
reclinan
sobre
su
que
el vanidoso
las hay. que muelle-
vecina.
Quitándole
á
aquella el peso de una teja, daría con su cansado cuerpo en tierra;
esta otra,
por
el
contrario,
muestra
sus hermosos sillares gran confianza de sí misma,
curtido rostro expresa vanidoso convencimiento
en
y su de re-
mojarse en las aguas del venidero siglo. A todas les ha salido el musgo de tal manera, que parecen vestidas de una piel verdinegra. En: las junturas y en los desperfectos, variadas especies
vegetales
muestran su pomposa lozanía. Á trozos vése interrumpida la hilera de habitaciones por tapias de huer- . tas en que el musgo es resbaladizo| y fino, comoel más Ejércitos de helechos
en
fila coronan
el muro de un extremo á otro, y moviéndose á impulsos del viento, parece que corren.
guera extiende sus
quisiera
decir algo
seunte.
En otra
brazos
con
parte
gran arco de fábr ica,
hasta
¡media
suplicante vése
porel tranquiloy sin bulla dentro
en
á compás Una hi-
calle,
ademán
lugar de
cual si
al tranpuerta,
un
cual! un arroyo se mete de la masa de edificios,
perdiéndose en laberintos oscuros, á cuyo extremo se alcanza á ver la indecisa claridad del hueco por' donde sale al campo. Sobre aquel rio se alza una vivienda
misteriosa, toda negra,
toda húmeda;
tan vieja que
y
fino terciopelo.
los reinos de la naturaleza se han
confundido, y nose
Y
l
sen?
sabe lo que es líquen, lo que es piedra, lo que es viga,
Llénala, al punto que la vé, la inci-.
lo que es hierfo.
tada fantasíade novelescas
que
historias;
no hay to-.
?
rreón sin duende. Pregúntale su abolengo el número: de horas que han transcurrido suavemente desde el - -
primer dia de su existencia, y el número de vidas que se han sucedido en su recinto, como las leves ondas del
y perdiéndosela una en |
pequeño rio que van pasando
A
e
|
|
la otra.
El aldabón se mueve y llama; retumbala bóveda del portal como una respuesta soñolienta; 'Áábrese una | ventana y las vigas de la escalera crujen; suenan pisadas de inquietos corceles, ladridos de perros cuyo lenguaje no parece igual al de los perros de nuestro siglo;
OS Y
óyense preguntas y respuestas en las cuales se destaca En la pe-. el majestuoso asonante del Romancero. gallardas plumas
numbra
negras
sobre las
se mecen
cabezas y entre las voces se siente sonajera de espuelas y roce de rechinantes conteras contra el suelo. Las
capas oscuras parecen sombras que entran y salen. Una luz macilenta, por hermoso brazo sustentada, alumbra
dos
luces
petos
de improviso colores más vivos,
lanzan
plateados reflejos.
se van extinguiendo alfin.
y los bruñi-
Las voces,
Descansan
las
los ca-.
o
halo
ballos, cesan de chillar las viejas maderas de la escalera,
se pierden los pasos, á lo lejos golpean algunas puertas, gruñen en vez de ladrar los perros, desaparece la luz, piérdense en absoluta oscuridad plumas y capas,y. Poco después de toda todo cae en profundo sosiego. aquella algazara no queda más que la vibrante palabra diatónica del sapo, un asqueroso hablador' de la húme-
da noche, que perennemente está haciendo su pregunta
E
|
sin que nadie le conteste.
Defendámosnos contra la. fantasmagoría.
sombras vanas, .. mos fascinar;
imágenes
absurdas!
No
¡Atrás,
noz dejaré-..
lucharemos contra la ilusión hasta
ven-=
Je
Pm.
REVISTA PUERTORRIQUEÑA. — A
cerla y poner sobre sus destrozados
restos el orgulloso pabellón de la realidad. Si es de dia, ¿á qué vienen esas sombras, donde se mecen gallar das plumas? ¿De qué rincón han salido esos vagabundo s
que hab romance? Abajo la leyenda y reine la vigila lan en nte observación, que todo lo mide y á cad a objeto le dá su color y á cada boca su palabra. Por fin vemos gente. Un aldeano luda con la grave urbanidad del montañpasa y nos sa-. ha depravado en el muelle de Santan és que no se der 'ó en las mi: nas de Riocín. Por la calle de las lindas bajan dos muchachas, que nos miran y luego hablan entre.sí, comentando nue stra visita 4 Santillana. Al fin, ent re tanto caserón viejo, entre tanta puerta cor roi da, diyisamos un estableci
oye un alto brutal.
miento
moderno.
La impresión.
Parece que
es fuerte,
se
porque se
había perdido la noción de la perspe ctiva á la moderna y el ánimo no estaba preparado a transición tan brusca. Mas no ha*yque asustarsepar : aquel establecimiento flamante es la botica, y su pór tado de blanco con gallardos rámito tico hállase pins azules que le dan muy buen ver. Enla puerta, varios jovenes de la población entretienen las inacabables horas de Santillana hablando de política 6 de los toros de Santander ó de las menudas historias de la villa. davía historias en Santillana, pueblo Y que hay todezas, no podemos ya dudarlo «desde de tantas granque hemos visto que hay gente.
e
LA ABADÍA.
|
:
a
ed
Para entrar en el atrio, es preciso marchár una reja colocada horizontalmente , sistema de
que el viajero no acierta á comprender
vierten que sean
los cerdos
por las calles e
sobre ingreso
si no. le ad-
y las vacas, que libremente pa-
de la villa, entrarían con
el mayor
_SANTILLANA.
A
desenfado en la santa iglesia, si por aquel ingenioso. medio no se les detuviera. Abundante hierba crece en el atrio, y sus informes baldosas, sobre las cuales han
pisado tantos siglos entrando y saliendo, están rodeadas de verduras entre charcos que la lluvia renueva sin cesar.
A
la derecha se alza
semejante” por su gallardía Castilla la Nueva.
la torre cuadrada, rojiza,
á los
Mirada atentamente,
do del parentesco más
de
y prescindien-
ó menos lejano que tienen todas
las obras de la arquitectura, y en orientales con
cubos muzárabes
las románticas,
particular
se ve que
las
es cosa
obras muy
| distinta. Una austeridad cenobítica domina en la galería superior, en el ajimez, en las columnas cilíndricasde los ángulos y los cordones horizontales, que aparecen puesLa tos allí para atar las diversas faces de la fábrica. gran puerta es un noble vestigio que inspira compasión. Las séries de arcos concéntricos cuajados de estrellas, - perlas, cabecillas de clavo, lacerías, cables, zig-zags, dientes de sierras, apenas conservan restos de esta ca-
i S
e
prichosa ornamentación; los capiteles están roídos- y las figuras mutiladas; pero tal es la fuerza del arte, que E parece tienen expresión aún sin tener cabeza. Dentro, la mirada se extiende por una nave de regular altura y dos laterales más bajas, que no se confunden en el ábside, sino terminan á ambos lados
Otra nave alta del presbiterio en pequeñas capillas. “corta á la primera en cruz, estableciendo la forma Las bóvedas y arcos de medio punto enallatina.
l E
o
gunos sitios y peraltados en otros, parece que buscan Ó
.
E
Landa
presagian la ojiva.
romántico, cuya data
La vista
de este hermoso
edificio
de construcción fácilmente fija el
observador en el duodécimo siglo, causa fatiga y desSe ve que la noble construcción pugna por consuelo.
mostrarse rompiendo el velo espeso que la cubre: por
que
ni los variados capiteles,
nilas
impostas y las
cornisas que el escultor llenó de imitaciones 3
de la na-
1
E
F
mo
|
turaleza,
REVISTA PUERTORRIQUEÑA.
a
labrándolas con inocente estilo,
l
claridad 4 la vista.
ap ecen con Todo está cubierto. y ar velado por una capa espesade yeso, y las figuras se
estuvieran
arrebujadas
en
un
ven como si
manto blanco,
cual tiemblan de frio y de vergiienza. ra
bajo el
Es preciso, pala Colegiata de Santilla na bri lle como merece, que haya una mano hábil que
bo una bárbara mano qu que la desnude, así comó hu. e la vistió. Si al meno s hubiera cubierto los grupos de sv er go nz ad os qu e decoran altos capiteles en la capi lla de la derecha, la pr ofanación artística habría tenido al gu na di sc ul pa ; pe ro cuidó de dejarlos como todas las de má s, y ho y son lo pr ro qu ime-
e el maligno sacristán ense ña á los forasteros. La colegiata es pobre, su po breza está pintada en todo el edificio, desde el basamento de las column as
monaguillo, alpargatas,
que vestido
entra
y sale,
con
blusa azul
desempeñando
y calzado de
“su oficio el aburrimiento pueril pr opio de todos los monaguil con. los
Sin embargo, un fr el altar mayor, y la sacontal de plata cincelado cubre ris que no se aplican al culto tía guarda Joyas de precio de todos los dias. Los sepulcro
s notables son dos: el de Santa María, una mártir de la Prop ón ti de , 4 quien muchos tienen Por apócrifa, y el de
disputada
la infanta doña Fronilde, también
por los críticos.
Ambos enterramientos son una antigiiedad respetab le, y las extrañas fi y emblemas que los ad guras de
or los anticuarios más cachaznan desafían la 'sagacidad de udos te Nos falta el claustro, re. sú me n de to da la' poesía y de todos los misterios de la vie ja Sa nt il la na : olor de humedad y de cementerio nos lo anunci Fuerte a, entraren él, lo primero que ven los ojos es una y al calavera que ha caido del osario
, y se mantiene sobre 'el
SANTIEÉLANA.
zócalo,
fria y séria,
vq
observando con sus ojos huecos
4
todo el que se atreve á penetrar allí. Y EL CLAUSTRO."
Catorce arcos de medio punto, sustentados por grupos de cuatro columnas, componen cada una de las cuatro galerías que forman el claustro. Los que han visto arquitectura románica y de transición, comprenderán la variedad de capiteles con que los artistas de
los siglos x1 y xt han coronado estas inimitables colum-
natas. Los hay historiados, los hay religiosos, los hay formados de dibujos del orden vegetal, con figuras humorísticas
unos,
con grupos
de cacerías otros,
prichosas lacerías éstos, aquéllos cubiertos ciones orientales.
con ca-
de ramifica-
El todo general de la fábrica actual-
mente es de un marcado color de corcho, y la superficie
de la piedra, leprosa, agujereada, lamida por el tiempo, aumenta la semejanza con aquel cuerpo. En una de las crujías, los dobles pares de hacia adelante con uniformidad.
columnas se inclinan La fábrica está can-
vigas
ellas para
sada y busca el mejor modo de caer y tenderse en tierra. Otra crujía, la del Norte, azotada por la lluvia | y muerta de frio, porque jamás le ha dado el' sol, ha tomado un color verdinegro y se pudre calada de humedad hasta lo más hondo de sus ateridas piedras. El techo no es de bóveda, sino de vigas negras, que en algunos sitios necesitan ser apuntaladas por otras suelo.
casi tan podridas como
no caer al
La vegetación ha invadido todo, y parete
hasta las piedras tienen tallos y hojas.
que
El patio cua-
drilongo, sepultura de los pobres, ofrece expléndida variedad de las hierbas más lozanas, donde pasta lá grey
infinita
de
Santillana yacen
babosos
caracoles.
bajo aquellas
Diez siglos
raíces; pero
de
los huesos
viejos, aquellos que pertenecieron á quienes a
sidó
742
-
abandonados para tierra, son arrojados
bordes,
E
| REVISTA PUERTORRIQUEÑA,
como
siempre de todas las memorias de la al osario, que está lleno hasta los
granero
en tiempo
de buena
cosecha.
Rebosa por encima de una de las paredes lateralés, y cuando soplan fuertes vientos, llueven calaveras. En un ángulo un ciprés solitario, afilado, negro, pugnaipor salir, fuera
de
vestres cañas superiores. *
la vetusta fábrica,
se cimbrea, rozando
y un grupo
sus
| |
2
y E
de sil-
delgadas we
hojas EE
Cuando las noches vienen con cierzo y las calayeras del osario chocan unas con otras, y resbalan los huesos
aplastando los caracoles,
el cañaveral,
triste músico
de
la noche, se queja suavemente del desorden que le rodea. A De dia, cuando el sol ilumina aquella sepultura revuelta, en la cual todo está destrozado, el muerto y el sarcófago, se observa que la paz de aquellos 'melancólicos lugares supera á cuanto puede soñar la imaginació del vivo dea nhelante descanso. Aquel sí que
es imperio absoluto de la muerte. Allí todo es muerto, todo se descompone, y los gusanos, después de comerse
el cuerpo,
se
comen
la
tumba;
allí
sí qué no
quedará nada, allí sí que entra todo bajo la esfera de asimilación de la naturaleza, y cuando pase algún tiem-
po más, cuando en lo que fué lugar cristiano, puesto muertos, no
para
se vea más
caracoles, lozanas hierbas
cerebros
donde latió
perpetuar
que piedras
memorias
el pensamiento;
vientos, y desaparezcan
das por el agua, modo absoluto
entonces
los
informes, musgo,.
que nutrieron sus raíces en cuando hasta
osario sea blanca tierra que esparcirán sobre
los
de
al
el
el campo
las últimas esculturas lami-
se habrá realizado
la sentencia que manda volver
PO
la cruz
a
de
A
amparo
de: un '
el polvo
al polvo. Enuna misma ruina, en una misma: masa de lodo cuyo imperio se reparten helechos y sabandijas, hombre
y arte,
el
sentimiento
cristiano que hizo el claustro y el egoísmo que 1
A
comprendidos
O
estarán
SANTILLANA:
743
deja perder; todo será polvo, y no habrá ni siquiera quien pueda enorgullecerse de aquella escoria. e
Xx
El claustro de la abadía va á pasar pronto, apresu-
rémonos á verle bien. En sus cuatro galerías abundan los sepulcros; pero muchos letreros no se pueden leer.
Parece que ha pasado por ellos humo densísimo para borrarlos. En otros, una sencilla cruz dice algo más. que
las
enfáticas
inscripciones
con
letrás
amarillas,
recién hechas y aún barnizadas, con pretensiones de llegar á la eternidad. Algunos señores de la nobleza del país duermen dentro de un gran prisma de yeso. En diversos puntos se ven arrinconados, ó puestos en pié
contra la pared, los antiguos ataúdes de piedra, ya mudos, porque sus epitafios no dicen nada; ya sin dueño,
porque los siglos han barajado la tierra y los huesos. El silencio, la paz de aquellos sitios, que son el símbolo más. perfecto del descanso eterno, se turba cuando entierran á alguien; pero por esta misma razón se
anto AO.
O
turba pocas veces.
Cuando se recorren las calles de Santillana para salir de la villa, ésta parece más alegre. Por último, en la plaza del Consistorio se ve una casa nueva, un edificio que acaba de salir, húmedo aún y charolado, de manos del arquitecto y del pintor. Más afuera, junto al camino que vuelve á la izquierda y pasa, está el palacio
de
Casa-Mena,
construcción
del anterior
siglo,
restaurado actualmente con especial esmero. Su riquísima biblioteca ocupa una sala baja, en preciosas estanterías de roble. Hermoso es el conjunto de esta bien ordenada pieza, en
la cual se ven, formando artís-
tico conjunto, riquísimos muebles antiguos, monetarios,
panoplias, y sobre
todo,
las dos librerías, cuyos vi-
, |
|
OS
| REVISTA PUERTORRIQUEÑA:
744
LA
]
Fl | |
bo]
drios al mismo tiempo muestran y guardan elegantesy
lujosas encuadernaciones. Colosal tidad ocupa el frente principal.
busto
de Su
Saní
La acertada combinación de los diversos objetos que llenan la estancia, sin que nada huelgue dentro de
ella, produce singular encanto á la vista, así como
los
dulces matices de la esculpida madera sin charol, el oro pálido que brilla en el herraje de las arquetas, elracero mate yla roja lana delas cortinas. De la riqueza. bibliográfica que allí se guarda, poco podemos decir por no sernos conocida. Rarezas y joyas tipográficas 'de inestimable valor, infinidad de escritos curiosísimos, referentes á la provincia, colecciones de especialidades, crónicas harto escasas, hacen de la biblioteca de Caga-
Mena la mejor de toda la Cantabria, escogidas y bellas de España. |
y una de las más |
En el restro del palacio los actuales marqueses han emprendido una série de restauraciones, que harán de aquel edificio una residencia muy agradable, morada llena de encantos en la puerta de una ciudad lúgubre. | Y
se acabó
Santillana,
se acabó
El hermoso parque de Casa-Mena
la villa difunta.
y los pinares nue-
- vos de la misma casa nos despiden de aquel glorioso escombro, el cual se asocia á la memoria de Iñigo López de Mendoza,sin que la imaginación pueda separar el uno de la otra, á pesar de los cuatro siglos que pugnan por ponerse en medio, B. Pérez GaLnós.
LA PINTURA MODERNA EN ESPAÑA. (1) (DE EDUARD BOWEN PRESCOTT).
Pocos asuntos artísticos presentarán fases
de ma-
yor interés y atracción que la escuela moderna española, y es tanto más grande ese interés, cuanto que la
mayor parte de sus obras revisten —además de su importancia—el encanto de la novedad, porque sólo en contados casos concurren sus autores á la competencia pública, y hasta se muestran remisos á las exhibiciones y á la reproducción de aquellas por medio de la fotografía, haciendo que, por regla general, sean esas obras poco conocidas. | No es una de las particularidades menos notables de la moderna escuela española la circunstancia de que los artistas iniciadores de aquel movimiento, á excep-
(1) Un reputado crítico norteamericano, Mr. Bowen Prescott, ha publicado recientemente en la Revista de Harper un excelente estudio acerca del arte pictórico moderno en España. Esta obra tiene para nosotros doble interés: el de su mérito literario, que es irmegable, y el de ofrecer á los españoles una autorizada muestra de cómo juzga la crítica yankée 4 nuestros pintores nacionales de la escuela contemporánea. La traducción del estudio de Bowen Prescott que hoy empezamos á publicar ofrece otro aliciente para
la mayoría de
nuestros lectores,
y es el de
ser obra de
una inteligente dama puertorriqueña, muy versada en el idioma de Shakespeare, y que maneja el castellano con elegante naturalidad. A. la primera parte, referente á Fortuny, que es la que publicamos en el presente número, seguirán otras acerca de Rosales, Pradilla, Casado
ores qué han dado gloria 4 España en estos últimos tiempos.
y demás pin-
746
_ REVISTA PUERTORRIQUEÑA,
ción mente,
de
Rosales,
Fortuny y Zamacois,
y la de que en realidad
no hayan
daderos predecesores.
Desde la muerte de
Claudio
|
*]
vivan actualtenido ver-
Coello, aca
ecida en 1693, hasta el desarrollo de la presen te escuela, el arte:
en España sufrió un gran eclipse, y en med guerras, invasiones y disensiones int io de tantas ernacionales, el
único destello que iluminaba aquella épo ca sombría era. el genio
de Goya. No. puede, sin embargo, conceptuarse | á Goya como el eslabón ó intermediario entre los aptíguos maestros del tiempo de Zurbarán, Velázquez , > Ribera y Murillo y los artistas del dia. No hay conexión ninguna entre aquella esc uela y el modernismo presente. La única fórmula común es el realismo, y el sello nacional de
pañolas, consistente
todas las obras es-
en ese deseo de copiar fielmente
la naturaleza antes que pintar al capricho de la fantasía, cualidad que ha sido siempre la nota distintiva, el rasgo característico de los artistas esp añoles de todas las épocas. Es cierto que los de hoy revelan una preferencia deci la
Edad Media;
salten
grandes
dida por con los
todo lo que se relaciona con asuntos históricos, donde re-
combinaciones
de
color,
y
aquello donde pueden desarrollar esa faci con todo lidad y ese buen gusto tan notables que les caracteriza. E Pero su estilo es enteramente moderno, y tro, el leader y el iniciador de él ha sido For el maestuny...
La manera particular y la soltura de pinc el de los pintores espa ñoles
modernos,
debe atribuir
parte á Fortuny, que realizó en la escuela se en gran española una revolución innovadora é iconoclásta, como la -que llevó á cabo en Francia Gericault, lev antánd aquella que llamaban “escuela clásica” de ose contra David. A Fortuny le deben la inspiración muchos de.los
pintores impresionistas
bres
del dia,
que como él - han empezado
porque sólo
á estudiar
los hom-
el arte
LA PINTURA MODERNA EN ESPAÑA.
desde.la niñez
y han adquirido
*
747
un absoluto poder
y
maestría en los elementos materiales de su profesión, son los que se hacen notar en seguida y constituyen para los demás un verdadero maestro y un gran estí-
mulo.
Empezaremos
por Fortuny,
nuestrp
juicio
sobre
los pintores españoles modernos, basando nuestro bosquejo en la Memoria de Mr. Walthers Fol,. impresa para circularla privadamente y escrita sobre los recuerdos de sus antiguos amigos, muy especialmente de los de Don Lorenzo Vallés que fué uno de los predilectos del gran pintor.. : Mariano Fortuny nació en Reus, cerca de Barcelona, el 11 de Junio de 1838. Habiendo quedado huérfano desde muy temprana edad, creció al lado de su abuelo.
Los varones de su famila
paterna eran
arquitectos,
y debían de ser pobres, puesto que hay noticias de que
un sacerdote que dirigió
los primeros estudios
tuny en la Academia local, lio 6 duros mensuales
miento,
de For-
le daba de su propio pecu-
para pagar
al citado
aunque bien pronto la Comisión
mismo dejó aquella mensualidad
estableci-
directiva
del
á favor del inteligente
discípulo, en vista de las admirables apetudes que reve-. laba.
Al principio se hubiera dicho que no tenía disposiciones para el colorido. Sus primeros cuadros pin- tados en 1858-59, cuando concluyó juzgados como grabados iluminados.
A Roma.
los veinte
años
ganó
los estudios,
están
Fortuny el premio
de
Cuando se preparaba para partir cayó soldado,
y su carrera artística se salvó por la munificencia de una patriótica familia de su pueblo, que dio 300 pesos por su rescate. En
Roma
encontró
á Vallés,
Alvarez,
Rosales,
Casado y otros alumnos aventajados de la Academia de San Fernando, en Madrid. La celebrada utilidad de esta escuela y los primeros impulsos dados al movi-
748.
- REVISTA PUERTORRIQUEÑA.
miento existente, se deben principalmen te á los esfuerzos de Federico Madrazo, Director aho ra de los Museos de
Bellas
Artes
en
Madrid,
como Director de la Academia.
y á
Luis
Rivera,
| Ambos educados en París y Roma, se hab ían empapado de ideas más avanzadas que las de su época. En esta clase estaba también Palmaroli , Director hoy de la Aca demia
Española en Roma,
de notable fuerza y carácter,
y Vera, artista
4 quien ha nombrádo el
Gobierno profesor de la misma Academia.
La familia de Madrazo
es artista
José, el padre de F ederico, fué dis por naturaleza. cípulo de David cuando éste se hallaba en todo el esp len putación, y Raimundo, el hijo de Federi dor de su reco, es un artista muy conocido en París. Sus retratos les han
hecho célebres,
Fortuny emparentó
con esta
familia, casándose más tarde con una jóvende ella . , En cuanto á Rivera, es un artista de gran' reputación de
en España.
los Diputados
“Parte del decorado fué hecho
obras históricas notables.
del Congreso
por él, así como
otras
] Fortuny empleó su tiempo en Roma cop ian do los antíguos maestros y haciendo estudios de todo, lb. que atraía su atención. El resultado, como queda dicho, no
fué enteramente satisfactorio, sino más bien
menor
secución insistente de la realidad.
'
que se prometía.
del
Sus estudios sólo indicaban una per-
pe Pero como tenía ambición de gloria y grandes capacidades para el trabajo, podía contar para el éxito con esos elementos que sólo poseen los que tienen verdadero talento. >
En su retrato hecho en
aspecto algo sacerdotal,
4
un alma reposada á la vez tendencia de frivolidad.
aquella
través
época, tiene un
del cual
que ardiente
Sus compañeros, casi sin excepción
se
adivina
sin la' menor |
célebres hoy
en Roma, cuentan que jamás se le vió ocioso.
Dedi-
LA PINTURA MODERNA EN ESPAÑA.
>
749
caba sus noches á la “Academia de Gigi,” (1) copian“do del desnudo y del natural, unas veces con lapiz 6 con tinta y otras/veces á la aguada. Por entónces hizo Fortuny un
cuadro
trono San Mariano, para su pueblo natal.
| E de su Pa-
Representaba
un grupo de ninfas bailando alrededor de la estatua del Santo, en medio de un campo de riquísima
vegetación,
cuyo fondo estaba tomado del natural en: la villa Borghese. Por este cuadro le pensionó la Academia de Barcelona,
á donde lo envió, así como le había
enviado antes sus otros cuadros San Pablo predicando en Atenas y San Jorge matando el Dragón. | Poco después le llamaron á España para acompañar al general Prim, Conde de Reus y personaje . importante
del distrito,
á la expedición
Puede decirse que este fué table
de la vida de
de Marruecos.
el acontecimiento más
Fortuny.
Agregáronle
al
no-
Estado
Mayor é hizo gran intimidad con el Jefe y con los oficiales superiores, conquistando muchos elogios por su arrojo y por su noble carácter, y regresando estimado de todos. | Después de corta estancia en Barcelona volvió 4 Roma, á aquella Roma que para él era su hogar. Las últimas cartas suyas, escritas durante esta ausencia, son interesantísimas, y demuestran una larga série de observaciones, y el recuerdo constante de sus amigos, el cual no se borraba de su memoria. Terminada esta primer época de su vida, comenzó sus estudios orientales, pero sus cuadros tenían poco valor para el público. Una familia rusa le dió 20 duros por uno de ellos, y según dice Walthers Fol esto le colmó de orgullo. | d Por este tiempo un nuevo incidente influyó favorablemente en su progreso, y puede decirse que de él data su nuevo estilo. Visitando con su amigo Vallés .
(1) Gigi (abreviación de Luigi, Luis) era un modelo que concibió la idea de establecer un salón en donde los artistas pudieran ir 4 trabajar de noche. |
750
_ REVISTA PUERTORRIQUEÑA.
una exhibición
de pinturas
«1
en Flo
mera vez algunas obras de Morelli,rencia, vió por! priel más grandede los pintores italianoshijo de Nápoles y dia. Estas obras produjeron en el áni existentes en el mo de Fortuny
Una gran impresión,
y muy bien pue
de decirse que su colorido y su gusto en general empezó á mejorar desde entonces. ap ner En 1862 encargó á Fortuny la ciu dad de Barcelona un gran Tetuan,
cuadro que conmemorara la batalla de á la cual él había asistido. Después de tra:
bajar 2 años
en este
cuadro y trazar un inmenso número de estudios, para los cuales tuv segunda visita 4 Marruecos, abandonó o que hacer una el trabajo á conSecuencia de
lo mucho
que le hostigaba
su impaciencia por ver terminada la obra.
la Junta,
en
Con ese motivo envió 4 la dicha Jun ta todos los materiales que tenía reunidos y le reembolsó los gastos que la había ocasionado. , Las altas dignidades de España seg uía n con interés los progresos “de Fortuny. La rein a Isab el le confirió la cruz de Cárlos 111, y ent ónc es fué cua ndo la Reina Cristina quiso que él decora se una par te de su palacio en París. Esta obra, la primera de verdadera importancia que Fortuny llevab a á cabo, representaba escenas de la guerra carl ista La pintó en Roma, y una vez terminada de 1840. y colocada en el sitio que se le
había destinado, - general de los artistas franceses ,
llamó
la
atención
Por primera vez sus amigos empezaron á ver entónces realizadas “sus esperanzas par a el porvenir, y le instaron unánimemente 4 que visitara á París, Lo hizo por fin en 1866. Allí encontró á Zamacois que ya había obtenido un brilla nte éxit ! Entre las personas que le fueron o. presentadas, Mr. Stewart y ¡algunos otros le hicieron varios pedidos que terminaría á su regreso 4 Roma. Después de una corta est
ancia en: París, pasó
á Madrid, donde ”
LA PINTURA MODERNA EN ESPAÑA.
7er
se detuvo algunos meses copiando á Velázquez, Ribera y otros antíguos maestros. Entónces fué cuando se comprometió con la señorita Madrazo, cuyo padre admiraba en alto grado el carácter y el talento del pintor catalán. Después de concertado el matrimonio,
redobló sus -
esfuerzos, y los primeros cuadros que hizo al regresar á su talier revelaron el gran desarrollo de su génio, debido al profundo estudio que hizo de la escuela
fran-
cesa Ó, loque es más probable aún, á la circunstancia de haberse desligado del estrecho círculo en que se revolvía ántes, dando rienda
suelta, al
fin, á
aquel es-
tilo tan atrevido y original que había de inmortalizarle. Pintó entónces El domador de serpientes, un: cuadro completamente distinto de todos los pintados hasta entónces y La elección de mndelo, que representa un grupo de indivíduos de la celebrada Academia de San Luca, de Roma, vestidos con trajes del siglo pasado y discutiendo las bellezas de una modelo colocada sobre una mesa. - | Los detalles y accesorios de esta admirable obra los obtuvo en una galería del Palacio Colonna. | Estas pinturas afirmaron su reputación. Los artistas todos comprendieron que se levantaba un elemento completamente nuevo en el mundo del arte; y aquella forma tan moderna que le hacía
tan único,
tan
original y tan distinto de todos los' demás, excitó la admiración general de los miembros de las escuelas todas. | | Este triunfo no fué efímero para él que supo soste ner y aumentar su reputación hasta el último dia, haciendo ver “de un modo patente que aquella gloria no . era efecto de una inspiración pasajera, sino el resultado
] de profundos y concienzudos estudios. Antes
«de volver
á
Madrid en el verano
para efectuar su matrimonio,
terminó
muchas
de 1867: acuarelas,
|
732
-
aguas
fuertes
REVISTA PUERTORRIQUEÑA.
y reproducciones.
Se
hizo
el pinto
de moda, y los pedidos y el dinero le aflufan por todor s
lados. En Madrid pintó un nuevo cuadro: posa, cuya idea tal vez se la inspiró la Aurora de Mari Hamon. Esta
blecido nuevamente en Roma empezó La Viasunto inspirado en la ceremonia de sus propias
caría,
nupcias.
Esta obra le grangeó
la íntima amistad
de
Meissonier, Gérome y otros eminentes artistas, que ya le apreciaban por la dulzura y la modestia de su ca-
rácter.
La Vicaría
pasó á poder de Mme.
poseedora también de la Salomé de Regnault.
Este Regnault
de Cassin,
era uno de los asíduos miembros
del brillante grupo de artistas y amateurs que concurrí a á las recepciones de la esposa de F ortuny en Roma.
_ La Duquesa Colonna que bajo el pseudónimo
“Marcello” llegó 4 ser famosa como escultora;
de
la Prin-
cesa Scylla, cuyos encantadores retratos a] pastel están firmados también con un pseudónimo: “Ruffo;” el pín-
- tor Clairvin; los escultores Cleinger y D” Epinay, y el amigo y discípulo de Fortuny, Simonetti, todos estos en unión de los artistas españoles frecuentaban constantemente estas entretenidas.
reuniones diarias,
La posición
tonces
arte,
rodearse
como
de Fortuny le permitía por aquel en-
de
y tenía sus
tan amenas
toda
clase
habitaciones
de
lujosos objetos
de
llenas de las más
raras Obras de metal de Persia, bronces del Japón, esculturas de mármol y marfil, armaduras y ataugías moriscas, tapices antiguos, y caprichos hispano arábrgos, todo esto esparcido aquí y allá, y mezclado con dibujos de sus amigos y copias de sus maestros favoritos.
En aquella época.tenía
su: estudio en el jardín,
y.
muchos de sus fondos los tomó de este hermoso lu ar. Prefirió siempre que le fué posible trabajar al aire
libre, y amaba sobre todo los grandes contrastes de sombra y luz, así como los ricos y vívidos tonos del
mediodía,
Otro de sus gustos era el de tener á sus Y
LA PINTURA MODERNA EN ESPAÑA. íntimos
alrededor
suyo,
mientras
755
delante
de
su ca-
ballete trabajaba sin cesar, escuchando lo que conver-= saban y dejando caer alguna observación de cuándo en cuándo. : De la vida real tomó muchas de sus inspiraciones, y frecuentemente se ven en sus obras retratos de personas conocidas, tanto que en las figuras de La Vicaría
se encuentran su hermana
algunas
Doña
muy
parecidas á su
Isabel, á la duquesa
esposa, 4
Colonna
y á
Regnault. 4 Según añade Fol, se cuidaba poco de la sociedad,
y nada le parecía tan absurdo como el pasarse una noche en tertulia y sin hacer “nada. Por estas afició--
nes se redujo á un limitado círculo de amigos y tenía tan inveterado el hábito del trabajo, que sólo visitaka
á sus íntimos,
allí
donde
tenía
bastante
libertad para
ponerse á dibujar mientras los demás charlaban. . Pero de tiempo en tiempo, —dice tambien F ol levantaba la vista de su trabajo y hacía alguna observación, por la que se comprendía claramente que no
había perdido ni una frase de lo que los demás
habían
dicho. ' . | | Sus costumbres eran las de un hombre sencillo, pero escesivamente industrioso y entusiasta por su arte; y no puede decirse de él que el esplendor de su gloria le hiciese olvidar nunca á los amigos de sus dias de lucha, para quienes conservó siempre un afecto y
una consecuencia inalterables.
Por eso fué tan sentida su muerte, y sentida -realmente por todos aquellos amigos, 4 quienes conmueve virles hablar de Fortuny, tal es la emoción con que lo hacen y con que muchos de ellos conservan algun recuerdo suyo, ya sea un rizo de su cabello 6 alguno de sus adornos funerales.
El resto de su historia puede referirse en dos pa-
labras, Los
|
j da pedidos de cuadros aumentaban y esto le
984
-
REVISTA PUERTORRIQUEÑA. -
obligó á hacer una segunda visita á París, dond e pasó el invierno y la primavera de 1870. Entónces pintó El Bibliófilo, y algunas otras obras más pequ eñas, la mayor parte de las cuales eran acuarelas. bio rta] Cuando se declaró la guerra F ranco-Prusiana,p ar-
tió para el Sud de España, pasando por Madrid y pintando
en los pocos dias que allí estuvo una escena del Carnaval en el último siglo. 0 op Poco después se estableció en Granada, en un antíguo palacio morisco, cuyo patio le sirvió para formar su estudio, |
Sus cartas, escritas en esa época, revelan lo compla«cido que estaba en este lugar, y cómo satisfacían, aquellos alrededores, á su constante anhelo por el colorido y por los ricos efectos de luz. Encontróse allí con un ¡Jóven español que hacía dos primeros estudios, y á primera vista reconoció en élá un artista de porvenir . En
efecto, este jóven era José de Villegas,
+ villa, y uno de los buenos
pintores
natural
de Se-
de aquella escu
ela en la actualidad. | es Durante aquella estancia en Granada realizó Fortuny sus mejores asuntos orientales, incluso su .Zhb nal de un Caíd y su otro cuadro La lección de esgr u. ima, para el cual el mismo patio le sirvió de fondo. EA Pero los asuntos de París le tenían alarmado . Habí a dejado allí mucha parte
de su estudio y también
40,000 francos en oro.
Su
deseo
Hasta Diciembre
|
constante
era el de volver
:
¿
4 Roma.
de- 1872 no se le vuelve á encontrar,
sin embargo, en aquella Ciudad, que ya hemos llam ado el hogar de los artistas españoles. ia og Llevó consigo sus estudios considerados como obras maestras de colorido y realismo, y todos los teso ros artísticos que adquirió en España,
Tomó departamento en la Via San Gregorio, don-
de consiguió
como
una terraza
á propósito
á él le gustaba. - Allí comenzó
para trabajar tal
la última de sus 1
A
e
ind
A
rc
E
li
dd
j
pa
,
LA PINTURA MODERNA EN ESPAÑA.
O
grandes producciones: Los miembros de una Academia (los Arcades de Roma, fundada á fines del siglo XVI bajo la protección del Papa) en un hermoso jardin escuchando la lectura de un drama. ME Esta obra estaba destinada á ser la postrera glo- * ria de su vida tan corta. Aún no estaba concluida
cuando acaeció su muerte en 1874.
e
Antes de este fatal acontecimiento le tenían tan sitiado las visitas, que se vió obligado á negar la entrada en su estudio á toda persona que no fuese de su! íntima amistad. Buscando descanso y quietud dejó á Roma
y
visitó
¿Venecia
y Nápoles;
y allí fué donde
de introducir
en sus pinturas
principió á dar forma al proyecto había estado madurando,
algo
del gusto japonés.
tasía.
:
Pero la muerte
no le
que por tanto tiempo
Esto llenaba mucho
su fan-
|
|
permitió más que
iniciar su
idea, de la cual se han aprovechado luego algunos . artistas franceses. la Tal vez la debilidad y fatiga de que se quejaba entonces, eran ya los primeros efectos de la enfermedad que se iba apoderando de su organismo. Los síntomas estos se hicieron más
debido
á una imprudencia suya,
Queriendo estar más cerca
de su estudio en la Via
estado cerrada,
en
Flamínia, que
ella.
quizá
á la cual en vano se
opusieron sus amigos. bía
intensos,
arrendó una Villa que por largo tiempo hainsistiendo
hubiera desaparecido
|
habitarla antes
la humedad
que existía
de
en
|
Esto le costó la vida. | En breve le atacó una fiebre maligna que al principio pareció ceder á los enérgicos remedios ¡quese le hicieron, tanto que mientras estuvo en Portici pareció curado radicalmente;
La raiz
del
mal
pero no fué así.
no había
desaparecido,
¿
vuelta á Roma reapareció con mayores fuerzas,
|
y á su
.
73
y
a
4
Ñ
33
REVISTA PUERTORRIQUEÑA. Estuvo en su taller por última vez el 13 de No-
viembre, y en vano intentó trabajar como de al la energía aquella de antes ya no existía. Sus amigos, 'á quienes recibía con su franqueza y dulzura de siempre, temblaban por la vida del gran pintor al ver la debilidad que le invadía. El 21 la fiebre pareció dejarse vencer; pero, por la tarde de aquel mismo dia espiró poto tal vez por la rotura de una aneurisma. | Su pasión dominante le absorvió hasta el último momento. Ya sin fuerzas, estaba empeñado en terminar en el lecho
el dibujo
de una mascarilla
de Beethoven,
en
el instante mismo en que la muerte le arrebató sin 'piedad, deteniendo para siempre aquel pincel inmortal,
OLGa. Puerto Rico.
ARA RR
o ens
AAA
aereos
LA MUERTE.
La: aritígua
Grecia
no
gustaba
de 1
ver el triste
del'sueño de un niño, aletargado én' lecho
de adormi-
nombre de la Muerte.
El tildado y pulcro sentimiento estético de los he. lenos prefería indicar la cesación de la vida por medio de imágenes indirectas; y así solían los griegos sugerir su idea, simbolizándola en un Amor que apagaba cóntra el suelo la luz de su antorcha; ó bien hablando deras; Ó bien refiriéndose 4 una rosa lento de un sepulcro; ó bien, y con más frecuencia, aludiendo 4 un joven hermosísimo con las sienes ceñidas por la flor del amaranto. Le | Fenicia, Cartago, Hesperia.. «... pintaron á la Muerte con corazón de bronce, con alas negras, y con “una red ominósa en las mános p ara envolv ] er en sus terrib les mallas á las víctimas. La Muerte se recostaba, á
fin de
||
dormir con
más descanso, en el negro regazo de su madre, que era la. Noche; y de aquél sueño surgían los afanes, las quietudes y los dolores, la senectud y el fraude inque habitaba en el Cócito, uno de los'
cifico hediondos rios infierno, donde: tenía constantemen te sumergido
7
5
»
del
m8
REVISTA PUERTORRIQUEÑA. .
todo el cuerpo, dejando fuera únicamente la fealdad del espantab
le rostro. ! Al mundo moderno también le ha parecido hien recurrir á las imágenes, y ha simbolizado 4 la Muerte en un esqueleto armado de guadaña, que se comp lace
en ir segando la flor de cuanto tiene existencia. X*
*
|
» 4
Así, la fantasía y el sentimiento solamente
ejerc
itaban su actividad para explicar esa misteriosa tran formación, en cuya virtud se disgregan los elem sentos
de los cuerpos organizados;
y en verdad, que el sentimiento no podía ser el agente más á propósit o para conducir la inteligencia á conclusiones racionales; que, de cierto, no es fácil
ver claro,
cuando
tenemos
inun-
dados en lágrimas los ojos. Al fin una filosofía bien poco profunda empuñó el martillo de las desilusiones y quebrantó en sus altar es
las fantásticas imágenes de la Muerte. La Muerte, según ella, es la nada, y después de la vida nada resta. Espronceda ha inmortalizado en cuatro felices ver-
sos la finalidad de filosofía tan desconsoladoraLa vida es la vida.
Cuando ella se acaba,
Acaba con ella también el placer.
|
.
¿De inciertos pesares por qué hacerla esclava? ' Para mí no hay nunca mañana ni ayer. a)
Pero los sistemas filosóficos, 4 pesar de sus lin a.. judas pretensiones y rutinarios desdenes, tien en que
A
795 759
LA MUERTE. -
rendirse ante la evidencia de plebeyos
descubrimientos
patentizados por los peones de las ciencias de observación. | La balanza de los químicos evidenció que cuando un cuerpo se desorganiza, no hay aniquilación, sino transformación
de
productos;
de componentes, pero
no
que todo se renueva,
pero que
bosque arde, mas los
esparcen
elementos
nada
no
4 Pompeya
tuvo: poder
nada.
aislamiento
se aniquila,
Un
que lo constituían
por la atmósfera, ó quedan
El Vesubio sepultó volcán
que existe
destrucción de su materia;
y
se
en las cenizas.
Herculano;
bastante pará
pero
reducirlos
Un paso más:en los hombres de las ciencias
rales, y nueva teoría había de hacer su
aparición
el :
4 la natuen el
mundo: la doctrina de la conservación de las fuerzas. Así como las estructuras de la materia se transforman, pero sin destrucción de sus.elementos,
bién los modos de la energía cambian, pero
sin que se
aniquile nunca la energía. Dos
pero
en
gases
su
aerolito cae;
desaparecen,
lugar se su
hidrógeno
ostenta un
velocidad
líquido:
inmensa
así tam-
y
oxígeno,
agua.
desaparece;
Un pero
su energíase convierte en calor y en deslumbrante. fuego y trueno tremebundo. La luz del sol se va, mas su energía queda en el carbono de las plantas. La pila eléctrica se gasta al excindir los compuestos; pero la fuerza allí gastada
se transfiere
á los
para el dia en que de nuevo se combinen. invierte su fuerza en elevar
un
del hombre se recobrará cuando grave.
" Y hé aquí que
grave,
componentes
Un hombre
pero
la fuerza .
se deje descender el
de esta doctrina
grandiosa de la
conservación dela materia y de la energía, hacen salir nuevamente sábios de gran fuerza intelectual la terrible
idea de la Muerte. Véase su argumentación,
he,
o
Un cuerpo caliente irradia su energía los. cuénpos circunstantes, y va perdiendo calor hastaá que quedan4 la misma temperatura. El agua pasa ces | de lun recipiente
alto 4 otro más bajo, hasta que el líquido queda en los dos á igual nivel y en equi librio. La
electricidad fluye de un conductor á otro. hasta
ambos es idéntica la potencial,
"
que len
A
Pues bien, partiendo de los movimientos actuales , esos nuevos ministros de la Muerte llegan á la doct
rina de un equilibrio universal: á la, estática de mundos, á la parálisis de todos los movimientos.todos los
«Los soles existentes—al
rodar
de los sig
irán apagando por las» etéreas regiones, des los—se pué irradiar todas sus pnergías; pero sus atracciones s de regíc procas, persistentes aún y nunca muertas, los impulsarán, sin luz por los desiertos del espacio, hasta hoc
los unos con los otros: el golpe inmenso producirá; tanto calor que los astros se desharán en. vapores, y.
de ellos surgirán nuevas
soles, que también
nebulosas, orígen
volverán
de : nuevos
4 irradiar su energía. in-
calculable perdiendo su luz....
hasta
que,. hab
realizado cuantas transformaciones quepan en iéndose lo posible de movimientos, disgregaciones y vida dur ant alteración de tiempos inconcebibles, queden e enorme al fin em+
bargadas unas por otras las ' potencias
toda
mos; equilibradas unas con otras, como igu s del Cosales y contrarias; todas las fuerzas existentes; sin lugar para huevas estructuras; nada libre ni susceptible de trans. : formar ni
de ser transformado; reposo y. en catalepsia universal.
todo sumido en eternal 38 ;
Para estos profesores no es la Muerte
inconcebible;
no
és
la concesión
del
un absurdo
sér; no es la
LA MUERTE.
mada.
:
761
Esla perpetuidad del equilibrio; es la cesación.
de todo movimiento por estar media naturaleza pos-. trando en perenne é inquebrantable. quietud 4 la. otra
media;
es el mundo
dividido
tiendo su incalculable
en
energía
dos
bandos €
en producir
eternamente; es un estorbo universal de tuas; la paralización del infinito,
invir-
el estorbo fuerzas
mú: |
En verdad que la fantasía no inventó nunca dogma
de crueldad mayor. Era espantable carne,
sin
guadaña:
contra
la
| la imagen
corazón....
de
segando el
era triste la imagen tierra
la
antorcha
un mundo
esqueleto,
del Amor
de las
sujeto
sin á su
apagando
ilusiones;
triste,
muy triste una rosa saliendo de una tumba; tristísima un frente juvenil, donde arden pensamientos apasio-
nados, circuida de guirnalda
mortuoria... pero nada
tan desconsolador como el dogma del equilibrio universal; porque apagar una antorcha y segar en flor las
flores de la ilusión, no es la estancación perenne
de
las
fuerzas, no es un reposo eterno, noes una. catalepsia inquebrantable: ¡siempre es acción! ¡Es vida! ¡Es
movimiento!
A Por fortuna estos terribles sabios olvidan que no. todas las formas de la energía son posibles simultáneamente, > | | _Un proyectil choca con impetu tremebundo contra
el blindaje de una fragata acorazada: el movimiento de translación de la gran masa de acero cesa con el golpe;
pero su energía se transforma en calor del hierro
coraza, que luego
se disipa por
la atmósfera.
La
de la
luz
del sol que vino á la tierra cuando no existía el hombre en nuestro globo, fijó su energía en el carbono, que,
a.
Esas formas
se han sucedido
no fueron posibles á la vez,
Y si esos sabios admiten tiempo infinito, ¿cómo es que ya no ha sucedido la cri sta - Y si el infinito es
lización universal?
inconcebible,
¿cómo pretenden sujetar á fórmulas finitas lo que ni siquiera es imaginable?
|
La gravitación universal,
E
en fin,
nos prohibe pensar que el Universo pudier a ser algo como la mar yer ta de los polos: una parada inmensidad.
La gravitación universal es tan propia para con_servar los mundos, como para destruirlos y devolverles la existencia, Toda radiación que pedirá que su temperatura des vaya al espacio -imtienda lo que sin ella bajaría: y, cuando
en época ignora nes entre soles apagados Ó encda, ocurran colisiochoque creará, fundiéndolos, nuevas endidos, el colosal nebulosas, génesis dinámicas de nuevos
sistemas planet utilizará el calor del piélago infini arios que á su vez to. dd - El grandioso sistema de la con servación de la energía no conduce, por tanto, á las oscuras cavernas de la
)
LA MUERTE.
|
76
Muerte, sino á la renovación perenne de la vida, y nuestras concepciones cosmológicas gravitan irresistiblemente hacia la creencia en inacabables ciclos de exube-
rante reproducción de las formas de energía “ya desapa-
recidas y subsiguiente gradual disipación, alternando perpétuamente y sin término jamás. | ¡Siempre transformación y equivalencia! ¡Estática nunca!
¡Absurdo,
)
la cristalización del . EpuaArDo BeEnNOorT.
di:
a
le
infinito !
por consiguiente,
_LAS LETRAS Y LAS ARTES EN MADRID. Debo y quiero comenzar 'esta carta con un recuerdo á Carlos Coello, de cuya comedi sagrando a La muJer de César hablé hace algunas semanas 4 los de la Revista, y que ha muerto en Abril pas lectores ado con general sentimiento de cuantos le conocían .
La amistad que nos unía me priva tal vez de autorida d para: hablar de él:
Coello era un
más no por eso dejaré
literato
en
de consignar
quien lo bueno
que
y digno de
elogio pesaba mucho más que lo defectuo so. Tengo empeño en formular así mi opinión, por lo . Sus ideas eran en muchos puntos radicalme mismo que nte opuestas á las mias. | Ya dije, al dar cuenta del estreno de La mujer de
César, que Coello era más que conservador,
rio en cuestiones políticas y sociales, aunque reaccionano estuviese realmente afiliado 4 ningún partido, y que en literatura era opuesto á toda tendencia modern a. que
significase
realismo,
naturalismo
observación sobre la fantasía.
ó predominio
En una palabra,
de la
Coello figuraba en la plana mayor de la Juventud que ima gina ser guar
diana de tradiciones sagradas, oponiéndose á . la marcha del espíritu moderno. Sus escritos, sus con-
versaciones, la amistad
íntima que le unía á determi.-
4
LAS LETRAS Y LASARTES ENMADRID.
“més
nadas personalidades, todo lo demostraba. ¡En cambio : atesoraba la hermosísima cualidad, cada dia más rara, de ser sincero, incápaz, al escribir, de disfrazar ni des-,
figurar su pensamiento, y era de
los que aman y ado»
ran la literatura, no por las ventajas que
en la vida
proporcione, sino desinteresadamente, sin otro afán que el de conquistarse una reputación digna y decorosamente alcanzada. Tales eran sus condiciones que, aún muriendo jóven—tenía treinta y siete años—no ha muerto sin lograr su propósito. Coello no era una medianía y si quieren ser imparciales así lo reconocerán
los que no piensen como él pensaba. E Casi"niño dió al teatro su traducción
cho adaptación
del
Hamlet, no
6 mejor
di-
la más fiel de las que
tenemos en castellano, pero
seguramente
raria y bella.
y Antonio
Elisa Boldún
¡
-naron en el ya ruinoso teatro Español,
la más Vico la
liteestre-
siendo yo estu-
diante, y aun recuerdo el ruidosísimo éxito que obtuvo.
Escribió después Roque Guinart, drama fundado en un episodio del Quijote, y La mujer propia, en que figura como protagonista aquella Doña Juana Pachecho, mu-
jer de Antonio Pérez, secretario de Felipe
Il, á quien
este rey de funesta memoria trató con inaudito rigor. Ninguna de estas dos obras logró tanto aplauso como el Hamlet, lo
cual
debe
atribuirse á que
Coello
más de poeta que de autor dramático; pero
resplandece uneestilo brillante y castizo.
las en que colaboró con Ramos
Carrión,
en ambas
Dos
De
tenía zarzue-
Madrid á
Biarritz y El siglo que viene, tuvieron mayor aceptación, Además,
publicó un tomo de Cuentos inverosímiles, obra
verdaderamente original, escrita en prosa castiza y ele-
gante, Estos cuentos inverosímiles están basados en ideas y caprichos originalísimos: en ellos alternan, formando sabrosa
pertenecen
mezcla,
lo
Ú ese humorismo
cómico y lo sério;
tan
difícil
como delicioso cuando está bien sentido.
casi
de expresar,
El último
triuníode Caslos Goello fué La mujer de César, en que.
4 ? :
766
REVISTA PUERTORRIQUEÑA.
como á su tiempo indiqué—lo bello de la forma poética constituía verdadero encanto. mamente,
si
son
ciertas
Coello se ocupaba
mís noticias,
últi-
en reunir para
publicarlas cuantas composiciones suyas andan desparramadas y dispersas en álbums, periódicos ilustrados y almanaques,
El Mejor
recuerdo
que se podría
consagrar á su memoria sería la impresión de este tomo en que seguramente figurarán poesías bellísimas. La muerte de Coello produjo tristísima impresión
en cuantos
le coriocíamos.
En
el Ateneo,
en el Cír-
culo Literario y en los saloncillos de los teatros no se habló de otra cosa el dia en que tuvimos noticia del caso, y nadie hubo que no hiciese Justicia á las envidiables facultades del Malogrado escritor y á sus exce-
lentes condiciones de hombre.
a
En los primeros tiempos de la Revolt de Setiembre varios amigos habían alquilado en la Plaza de Santa Ana un cuarto donde se reunían á leer versos y bocetos de comedias:
eran Andrés
Ruigómez,
de
su-
perior' entendimiento, Pepe Campoarara que ha dejado un precioso libro de poesías, Miguel Ramos Carrión, el único de ellos á quien ha favorecido la fortuna, y Carlos Coello. Sin apartarse de la realidad, con sólo dejar volar el pensamiento, ¡cuánto se podría fantasear y discurrir sobre aquella reunión de muchachos animados del mismo deseo,
eñamorados
de la
misma profe-
sión y atajados los más de ellos por la muerte! Ni las fábricas donde la materia se venga del destrozo que el
hombre causa en ella inficcionando su sangre, ni la dura
labor- de la tierra, ni la febril actividad del comercio devoran tantas existencias como esta vida de las letras, en que la inteligencia arde á expensas de todo el ss - nismo.
:
A 0 Entre los libros puestos en venta desde mi última carta hay varios que debo citar. Uno de ellos es el
cuarto de los folletos literarios que
Leopoldo Alas pu-
LAS LETRAS Y LAS ARTES ENMADRID. blica bajo partes:
da,
el pseudónimo
de
76)
Clarín.
Contiene dos
Mis plagios se titula la primera,
y en la segun-
que es la más importante,
que don Gaspar Nuñezde Arce tual del Ateneo.
comenta el discurso cón
inauguró el curso acEs
Don Gaspar, á quien todos profesamos gran consideración y á quien Clarín
se dirige con el mayor respeto,
afirmó en aquel discurso puntos de crítica literaria que no aceptaron todos los que le oyeron: ansioso: de ensalzar la poesía lírica dijo, por ejemplo, que los poetas,
|
los historiadores y los filósofos, 6 lo que es lo mismo, la fantasía, la memoria y la facultad reflexiva del mundo, son los que realmente resisten á la ola arrolla-
8 xl
dora del olvido. Las demás producciones de la inteligencia, según el insigne autor del Vértigo, no corres-
|
dadera
que no deja
pasar aserto infundado,
ni
erudición académica
empalagosa que consiste
libros y autores desconocidos aun por
deramente
ilustrados.
| : va +
SF !
“suelta
E
tratándose
La ñ
en. citar
:
hombres; verda-
.=
e
Avalora y hasta parece que aumenta la razón que á Leopoldo Alas asiste, el respeto con que refuta las opiniones de Núñez de Arce, respeto de que no suele
ser pródigo
|
y
réplicas sin pruebas al canto, sin que la vasta instrucción literaria de Clarín tenga nada de común con ésa
o
|
PA
| A
ponden á estos tres géneros superiores. En otros pá-: rrafos del discurso añade Nuñez de Arce quela novela. ha brillado siempre como un relámpago en la historia: de la literatura, - y atribuyendo al naturalismo contemporáneo pretensiones y propósitos que no tiene, lo ataca duramente. Esto amén de suponer que pueden ponerse en parangón el verso y la prosa. Leopoldo Alas que es novelista y que ha hecho . - propaganda á favor del naturalismo bien entendido, refuta casi punto por punto las afirmaciones de don Gaspar y, en mi humilde juicio, queda victorioso. Toda la segunda parte del folleto: está llena de crítica ver-
|
de otros escritores.
Muchos
|
E
a
768.
REVISTA PUERTURRIQUEÑA.
son aquellos á quienes ha cens ura do cruelmente, porque darín antes que crítico es ha hecho gala de exquisita un s atírico; pero esta vez moderación. Otro libro que merece leerse es Spoliarium, de D on Joaquín Dicenta. o
Al hablar de su
mismo
drama El
que hoy
tiene aquí lunar se nota también en el tantos partidarios. libro á que me refiero, la am
enidad de la forma triunfa
grura del fondo.
nuevamente dela
1
Á
Largas consideraciones po
drán hacerse sobre ese pesimismo que ahora parece tura española y que no respon enseñorearse de la literade á nue raria. Ni en los místicos, que sol stra tradición liteían escri .
.
e
A
A]
mujeres que los romanos alquil entierros. A pesar de la iná en los místicos siempre dejanni ta amargura que domina entr
ever tras su dolor presente la alegre esperanza en la inmortalidad: y.
simas mentiras, ó por lo mén duran en provecho de nad ie.
No seré yo quien defienda
la
Organización
social,
z
s
LAS LETRAS Y LAS ARTES ENMADRÍD.
conjunto monstruoso
de bienes y males:
765
mucho:
hay que destruir, muchoes preciso arrancar de cuaj o, sería locura afirmar que cuanto nos rodea. debé - pero condenarse por aborrecible. Si ese pesimismo consistierz
solo en excitar al remedio de las miserias el espectáculo que ofrecen,
así se hiciera.
sociales con
yo sería partidario: de que
|
!
. Allo:que me resisto es á que hayamos: de cons iderar el corazón y la cabeza como dos antros pavoróso s llenos de reptiles asquerosos y alimañas inmu ndas Basta la lectura de los periódicos diarios para conv . encerse de que ciertos sentimientos adorables ni est . punto de desaparecer de la tierra ni desaparecerá án4 n: jamás. Todavía hay quien mata óse mata por quien se sacrifica por sus hijos,, quien trabaja por amor; aliviar desinteresadamente la suerte ajena y quie n hace favo res sin esperanza de que se los. agradezcan.
ocurre
en: realidad que
los buenos—=sin
tenga que sean muchos—alborotan
que
ménos
malos y se habla poco de ellos.
Pero:
yo sos-:
que los
Todo lo dicho no:aminora en nada el mérito: del señor Dicenta, que desde su puntode vista dá prueba;
como ya he afirmado varias
de mérito indiscutible.
veces,
de ser un escritor o
Terminaré esta carta copiando algunos párrafos de un largo artículo bibliográfico que anteanoche: publiqué en El Correo, porque toda la prensa de Mad rid habla en estos dias de El licenciado. Torralba, de Campoamory, aunque ya hice mención del poema en algu na de mis pasadas cartas, estoy seguro de que los lecto res:
de la Revista PUERTORRIQUEÑA
rencia.
nada de lo que
no mirarán con: indifé:,
contribuya 4 dar'á conocer: el
último trabajo del ilustre Campoamor: de
53
El licenciado. Torrabal es. aquel médico español principios de siglo XVI, á quien el Santo: Ofic io:
encausó por hechicero, y del cual cuenta Cervante s que: los diablos le lleyeron en: volanda. porel aire, cabales
770
|
extravagancias, 6 acaso por el mucho saber, se hacen sospechosos á sus contemporáneos. Torralba fué, segú n Un escritor de hace ya cerca de cien años, dado al vana
estudio de la quiromancia, se preció de adivino, fué hombre de curiosidad excesivo, y por propia confesión: suya, sabemos también que un amigo que tenía le cedió. un espíritu familiar, llamado Zequiel, que le revelaba ' las cosas futuras, le ponía en contacto con encantadores moros y le hacía viajar por los aires. En verd ad
que un médico del siglo XVI,
brujo,
y por añadidura
en íntima amistad con un genio maléfico, Mefistófeles en boceto, era personaje que un poeta le hiciese protagonista
que el hombre aparece atormentado En la primera,
ha dividido su poema en
la mujer,
que es encarnación
no
ésta
ó
|
ses partes
aquella,
y símbolo de todas,
de| la
sino
ina
anda en busca
del amor, ama sucesivamente á un ángel, á un hombre y al diablo, llegando por tan escabroso camino nada menos que á la gloria. En la segunda parte, Torralba (el hombre) anda en busca de la dicha, sin hallarla en
el espíritu,
en la materia ni en el infierno:
A
a, 1
, y
| | P A 1 Y 0
Ñ
á propósito para de un poema | en
por la sed
dicha.
Campoamor
especie de
5
ps,
4 Torralba, ó
una copia de él, lo conservaba todavía en 1797. la¡Biblioteca Real, y en sus fólios debe aparecer aquel famoso médico como uno de esos hombres que á fuerza| de
e
ho
El proceso que la Inquisición formó
Pinar
id.
. Lian,
en una caña, cerrados los ojos, y en doce horas llegó: 4 Roma y se apeó en Torre de Nona, que es una calle de.la ciudad, y vió todo el fracaso y asalto y muerte de Borbón, y por la mañana ya estaba de vuelta! en Madr
=
ti
REVISTA PUERTORRIQUEÑA.
sólo dá con
ella en la muerte. A Trazado este plan, á que el autor se ha ceñido rigurosamente, y conocidas las dotes de Campoamor, no es necesario añadir que El licenciado Torralbá está
impregnado en esa poesía sentimental y escéptica, ver»
A
|
- LAS LETRAS Y LAS ARTES ENMADRID. dadera copa de: oro, primorosamente
llena de un brebaje engañoso,
|
que
mm
cincelada,
sabe á gloria,
pero
mas
del cual queda en el paladar un dejo amargo. La, lectura del plan basta para comprenderlo así. La mujer, que cifra su dicha en el “amor, muere - sin verla cumplida, sin que acierte Á encontrarla entre '.. las alas del ángel, los brazos del hombre ni las garras del demonio. . Para ser dichosa,4 medias, necesita mor
rir; y digo á medias, porque á la gloria solo llega su
espíritu: la otra mitad material de su sér jamás alcanza la dicha. El hombre, que también de tumbo en
tumbo anda buscando la felicidad, vá del espíritu á la materia y de esta al infierno, y hasta que e3 muerto. no,
es dichoso. Con lo cual queda demostrado, por solo el plan de la obra, que ni para la mujer ni para el hombre hay en este mundo felicidad segura. Los cantos del poema están llenos de frases consoladoras, de arranques del más desinteresado espiritualismo, de pensamientos en que palpita la fé; pero al volver la última página, el lector queda convencido de que aquí abajo no hay dicha cierta, ó por lo ménos se persuade de que, á juicio de Campoamor, Dios ha querido que la muerte sea la única llave de la felicidad. | Esto no
debe
sorprender
á nadie:
Campoamor,
antes que pensador, es poeta, y en su ánimo el sentimiento y todo lo que es irreflexivo, ha de sobreponerse. á la profundidad de pensamiento y de juicio. Un poeta que calculara, midiera y pesase todas las palpitaciones de su alma para sujetarlas á la lógica inflexible de un propósito determido, por grandioso que fuera no sería poeta de los que conmueven y emocionan; y como Campoamor es de estos, su Torralba impresiona más por el afán verdaderamente humano que pone en buscar la dicha, que por el infortunio de alcanzar esa
felicidad á posteriori, en la gloria.
es que Catalina y Torralba,
Lo esencial del libro
la mujer
y el hombre,
no
son felices hasta que mueren, y entónces lo son en >
A
AA |
virtud dela misericordia celeste.
:
1
a
4
-
A
No' habla ésto muy
o en favor de cómo están dispuestas las cosas ete. |
rmiundo.:
|
“Aquí
! para vivir en sánta calma,
E
|
pa
hol
sobra la materia, 6 sobra el ANA
A
dijo ya Espronceda; y esta es la impres ión qué pródude el poema
|
de Campoamor. Peto no quiero curriendo por este camino, porque: Don seguir disenfada, én cuanto|se lo permite la bondad Ramón se de “su carácter, si le llaman 6 suponen escéptico. A pesar de
'
E
rr
Ts
esto, El licenciado Torralba es de esas obra s: que le ha-* cen á uno pesar que, según está regido el mundo, para ser feliz hay que empezar por mor irse. Pa Como soy de los que en literatura y en arte prefieren el sentimiento bellamente expres ado á todo lo demás, creo
que el verdadero encanto: del poema est á en la forma; en el gran número de troz os que pudieran' imprimirs
|
e e independientes, ó6 ligados entre sí tan solo por la placidez Y reposo con que parecen hab
er salido
de la imaginación | Porque
posee
| Ml
de este poeta, dis-
el exquisito arte de .
el agua bendita.
Por esto es Campoamor carácter más mod rno, sin dejar de ser el el poetade f creyentes y los esperanzados. Los que poeta de los creen: y los . al que dudan gozarán
igualmente
leyendo ' Torralba: sus cantos están: empapados El licenciado de llanto: FTE Ñ burla; hay en ellos sed de unas cosas y embriaguez de ($ otras; lo natural se codea con lo místico,
úna emanación
y
con lo maravilloso, lo sensual de esta extraña mezcla, que parece
de| las desigualdadesde la vida,
una poesía inefable,
como ese
olor campestre
y
brota
que ca rece de nombré y está formado de los aro mas confundidosde muc
has y diversas plantas.
1
os
EN
|
LAS LETRAS Y LAS ARTES ENMADRID.
a
“De teatros no hay otra aovedad sino que en la Comedia
un
actor
el de.
italiano - está alcanzando Éxitos
|
grandes y justos: Novelli. | . No consiguió ver lleno el teatro durante las primeras representaciones; pero los autores dramáticos, los periodistas y hasta los actores le elogiaban cón tal unanimidad, que el público vá todas las noches á oirle y aplaudirle con entusiasmo. ¡ no
¡Bien
lo merece!
La verdad
al interpretar los
_ tipos más dramáticos yla gracia en los cómicos,
hacen
que Novelli sea un artista de excepcionales condiciones.
Sólo. una figura de tan relevante mérito puede consolarnos de que Madrid esté lleno de compañías extranjeras, siendo lo más triste que no hay esperanza de “que podamos formar nosotros una que sea verdadera-
| |
mente capaz de representar las obras de nuestros | bue-
nos pora
dramáticos.
>
f
E
|
|
ers
Madrid, Mayo 8 de 1888.
Jacinto Ocravio Picón y
E
Eo
a
LA PECADORA. (»)
A
—Señor
,
4
.
cura, mis estudios .
universitarios, .
.
.
fortale-
.
cidos por treinta años de práctica profes ion señaron que lo mismo se descompone la al, me poral en la tierra acotada por la Iglesia materia católica, en cualquier otro c mpo de labor ó yer mo inculto.
7
4
ó
'encorque La
E. )
ley de la transformación es inexorable, y entre las sus- . tancias que nec
esita el terreno para apr neficio de la higiene pública, la ciencia esunorarla, en beha reconocido todavía com
o indispensable el agua bendita... —¡No siga usted! —exclamó el cura—q ue no pue-. do escuchar tales blasfemias. Ustedes los médicos, in-! crédulos y materialistas, todo. lo quiere n arreglar con' su ciencia.
El cuerpo eslo único que preocupa, | dándoseles un comino del alma, que es lo les que la Iglesia! cuida de lim
piar de impurezas, para que pueda presen -! tarse á juicio sin temer la justa ira del Señ or Tod opo - ; deroso que la creó.... ¡La ciencia....! Es bue na' la de ustedes para curar tercianas: y Preparar untos y | mixturas.... ¡No digo que no...:!' Pero nosotros '
reee.
Véanse los números anteriores,
a.
1
rose
S
directrices po :
» (1)
A
==
AA
mm
€<A _
o
A RR
A
si
(CONCLUSIÓN).
A
>
A
A
LA PECADORA: también tenemos la nuestra,
|
contenida
o en la
doctrina
de los Santos Padres y de los Sagrados Concilios,
que
cipios, al solicitar, con
sa-
ahinco, sepultura
en
y entiérrela en el corral de su
casa, donde
podrá
más
pues aunque la ciencia me haya enseñado
sus
cómodamente preparar el terreno para que se opere la transformación de la materia secundum scientiam. -—Si me hubiese usted dejado concluir—replicó el médico—de fijo no me achacaría esa contradicción que
supone;
verdades inconcusas, la educación me ha
acostumbrado
Conciliar
deber,
á respetar los preceptos sociales y á ser tolerante con ciertas preocupaciones arraigadas en las costumbres. esos extremos
lo estimo un
en. las
personas llamadas por su posición é influencias á dar ejemplo á la masa del vulgo, y ese y no otro ha sido el objeto que me ha
impulsado á distraer
de usted, teniendo en cuenta
enseñarlo,
mejor
que
con
que
la
al pueblo
teorías
atención
hay que
abstractas,
con
el
ejemplo práctico que da fuerza irresistible 4 las leccio-'
nes.
La fórmula haz lo que digo y no mires lo que hago,
podrá ser muy acomodaticia para el maestro, pero encierra gérmenes desmoralizadores. . | | ) —¿Y qué quiere decirme usted con eso?—inquirióel pater, algo escamado por el giro que iba tomando el coloquio. | | —Quiero decir, que antes de llegar á esta casa
hube de acercarme á la iglesia len solicitud del párroco, y allí he tenido ocasión de observar los preparativos de ostentoso funeral......
04
—¡Ah....! sí; es el entierro z
.
!
|
de doña María
Socorro, que tendrá lugar esta tarde.
E
del
e
tanto
grado para esa pecadora impenitente. Si la tierra profana es igual á la bendita, llévese usted la muerta
y
hablan por revelación del Espíritu Santo, y no pueden engañarse ni engañarnos. Usted no creerá en nada de eso, á juzgar por los disparates que acaba de pro+-* _ferir, pero incurre en grave contradicción con sus prin-
Se...
jer?
REVISTA PUERTORRIQUEÑA.
¿Y “—Lo
:
a
b l
“sabe usted, señor cura, quién era esa muy
que
mente.
sées
que
ha
muerto
|
muy :
cristiana-
i +. —¿Nada más? Pues si así ha muerto, en cam bio vivió en riña con las buenas costumbre s por muc ho tiempo, y desde
hace algunos años pasaba públicamen-
te por concubina—ó
mayordomo dondo.
corteja como
dice
de fábrica de la parroquia,
el vulgo—del
don Blas RePS
l —¡Vaya usted á creer en murmuraciones mundanas! Hato
A
E
le —Señor cura, los médicos. no exigimos á los eñfermos la confesión de sus pecados, mas por fuer za hemos de penetrarnos de muchos de sus secretos íntimos, pudiendo de este modo apreciar la exactitu hechos cuyo relato en boca del pueblo suele tituldarsede mur mu-
ración.
| | —Será lo que usted quiera, pero repito que doña. María del Socorro ha muerto muy cri stianamente. Recibió los aux
ilios espirituales con gran fervor, y ha dado muestras de extraordinaria piedad , señ ala ndo en su testamento las que se le celebren
Mandas Pias forzosas, disponiendo : los funerales de primera clase, hon-
ras y cabo de año, sin olvidar las treinta misas
Gregorio,
destinando
además
de San
trescientos pesos
para revocar el campanario, que bien lo nece sita. Ya ve usted si, mediando estas circunstancias, deb e apreciarse como buena creyente á la difunta. —Quiere decir que ¿á haber podido dar iguales
muestras de largueza la infortunada compañ era de José María Mendez, tam
poco le negaría ed el enterramiento en el cementerio ni prohibiría laustint roducción de su cadáve
r en el templo....? Deesta ser fácil obtener participación en las suerte habríade bienaventuranzas celestes, y no quedaría un propietario ó
rentista medianamente acomodados sin conseguirlas, des mintiendo al:
Ñ
0
Evangelio, que considera más Fácil pasar un came llo ojo de una aguja que entrar un rico en el reino de los porel ei-los.
A
tacón,
We a
—¿De modo que usted pretende que yo mida doña María, que ha muerto bendiciendo la ¡autoridadá de la Iglesia, con la misma vara que á la cortejade úm
jornalero rebelde que ha desoido los consejos y amonestaciones superiores, y que, condenado por concubinario contumaz, debiera haber sido desterrado de este pueblo hace ya tiempo? Pues no estamos conformes, y por mucho que usted lo desee, no he de resignar me negar igualmente á entrambas difuntas los ¡| sufr á agios póstumos. ES OS —No deseo yo que esos sufragios se nieguen. A
la inversa:
aspiro á que se concedan
igualmente, con
objeto de evitar que las murmuraciones del vecindar io formulen comentos poco favorables 4 la. equidad con que se distribuyen los servicios públicos. No es po-
sible que en la conciencia de todos los vecinos pese los incidentes de carácter íntimo que han precedido ná
la muerte de esas dos mujeres, y obligada la masa social á apreciar los hechos por las manifestaciones exte -
riores, habiendo visto
4
dos personas incurrir en igual
ihcorrección moral, no ha de acertar á explicarse, como es posible premiar en la una lo que en la otra se castiga con una pena no autorizada por ningún precepto . . —¿Quién ha dicho á usted que no estoy autori. zado para rechazar de la Iglesia, después de muer to, al que en vida no la respetó? AL] |
. —Señor cura, permítame usted advertirle que no son libros de medicina solamente los que yo he tenido ocasión de hojear.
La sepultura, en recinto consagrado
por la Iglesia, no puede usted negarla en la form a que lo pretende en —¡ Qué
sí!
este momento,
'—Repito que no.
siástica se reputa 1
pena
|
Pl
La privación de sepultura pa gravísima por
la reserva para casos excepcionales. Í
A
la Iglesia,
q
|
: REVISTA PUERTORRIQUEÑA.
778
—Cómo el presente.
¡
Ao
—No; porque para aplicarse ha de mediar ) expediente canónico, en el cual han de constar la exp de la voluntad de la persona á quien se preten loración de castigar,
y su declaración explícita
abjurando del cato
licismo, ó en caso contrario, los méritos de just icia. que pueden ser reputados, en un católico, como rebelión, escarnio,
reprobación ó desprecio del dogma.
¿Formó usted ya.
ese expediente?
|
—¡ Qué he de formar. ...! usted esas tonterías?
¿Pero de
—Si son tonterías,
me
—¡Ta, ta, ta....!
¡El Concordato!
letra del Concordato.
da para la especiales.
.
Península.
.—¿También
dónde
saca le
las inspiran el espíritu | y |
Aquí
nos
regimos
en materia canónica?
Eso se que-
por leyes | pe
pl —¡Cómo en todo! “¡Sí, señor....! Y cad a gallo canta en su gallinero.... He dicho que la corteja de ese pillo no entra en el cementerio, ¡Qué apele al Papaó á quien quiera; y no entrará. me tiene sin cuidado! Si des
pués de cumplidas mis órdenes, encuentra él, ayudado por usted, quien «dé de desenterrar la muerta, me dejo cortar el escándalo una oreja. +. — ¿Es así que el fallo es irrevocable? | —;¡Sin remisión!. (he —Hace poco me llamó usted materialista . —Y
no me retracto.
—¿Y cómo debe teria inerte al espíritu —¡No me venga yo hago es enseñar á Dios y el respeto á la
:
:
llamarse al que castiga en la inmortal? usted con requilorios! Lo mis feligreses el santo temor autoridad de sus ministros.
má , ¡ que de Re-
chazar á esa pecadora, negarle la sepultura en sagrado, lo estimo más eficaz que
E Í j
todas ln pláticas y castigos —Señor cura, ¿no es usted discípulo de: Jesús,
destinados 4 concluir con el concubinato.
LA PECADORA.
yo dopo
. —Nó;
es quese
¿También quiere
me ha venido
|
ála memoria la
contestación del Maestro á los fariseos, cuando le pe
dian la condenación de la mujer adúltera. da usted ?
¿La
b-
¿Qué hay | con eso....? —¡Sí! usted negarme ese título?
recuer
PE
Estas frases, vertidas por el médico sin alterar las
inflexiones naturales de sa reconvención,
voz,
que el Padre Calendas,
sadumbre del cargo, tuvo por ira?
encerraban
tan justa
sintiendo
conveniente
la pe-
no proferir
una sola palabra. ; | | e Satisfecho del efecto producido, disponíase el doctor á prosegtir, cuando hubo de interrumpir su propósito el ruido de inesperado aguacero, cuyas gruesas
gotas azotaban los espesos árboles
de la plaza conti-
gua, é, impulsadas por el viento, penetraban en el interior de la casa por los huecos de ventanas y puertas. Idea súbita pareció asaltar al bondadoso médico,
é impulsado
por ella dirigióse
«al balcón,
desde cuyo
efectivamente,
pudo obser-
sitió llamó al padre Calendas, * como para mostrarle algo que en la plaza ocurría. Ea 'Acercósele el cura, y,
var como los labriegos conductores del cadáver de la desdichada Cocola, recogían del atrio, á toda prisa, el miserable ataud, con objeto de ampararlo de la lluvia. pa
Creyeron
sin duda
los pobres jíbaros que lo ex-
traordinario del caso movería al sacristán á conceder lo que ellos no negaban á nadie en sus míseros bohíos, pero no fué así. : do od Sordo
Er
el templo
para
á
toda
que la lluvia
ladrillos del pavimento,
no humedeciese
á cuestas,
donde,
los
sus
sucios
d
y los asombrados labriegos, hubieron
a mezquina zapatería, situada
rectoral,
cerró
ni descolgasen las ráfagas
aire las enlutadas cortinas, con el féretro
misericordia,
de dirigirse
á
una
á pocos pasosde la casa
por intervención
del solícito Robus-
78
se les acogió.
—¿Vé
e
tiano que había permanecido firme en su puesto, tativamente
a
Y
REVISTA PUERTORRIQUEÑA,
cari-
ust
ie
Ñ
ed, señor cura? —Exclamó el doctor Bueno con su serenidad Amperturbabl e.—Jesús atraía, y usted, que se llama
A
o su discípulo, repele. Jesús reMM habilitaba 4 la mujer caida que, viva aún, podía de — nuevo caer, y usted condena á una proletaria muerta, que el vicio ageno enredó en las mallas de ducción. Jesús no puso límite á su misericor torpe sedia: usted cierra á piedra y lodo la Iglesia, á la ingenua creyente que no tuvo medios de legalizar un . Por la fuerza de las circunstancias matrimonio creado y no mancillado por ninguna impureza, y no vacila en exaltar los despojos
—¿Piensa
gusto el cura.
usted volver?—articuló con
e
o
de una disoluta que fortifica su. tardío
con Mandas Pias y legados provec arrepentimiento hosos y funerales solemnes. Jesús sembró caridad y recogió fé: usted riega privilegios é intolerancia, y mat a la credulidad. : ¡ Hasta otra vista! de
F
cierto dis-
—No
sin que usted me solicite, —replicó el médico con marcada expresión.
Po Y tomando el sombrero que dejara sobre una silla, encaminóse á la antesala,
—¡Que
das.
llueve
:
todavíal—añadió el padre
Calen-
a A —No importa. Esa muerta necesita enterrarse, y voy á llenar el deber misericordioso que usted no ha querido cumplir........., Ce Pocas horas después, en un cam diato al cementerio; paraje solitario, po inculto, inmeacotado por débil cerca de mayas que trasponían con facilidad las bestias vagabundas del contorno, y servía para dar enterra. ' miento á hereges y suicidas, veíase, ¿la luz mortecing de la tarde, un grupo de campes inos ocupados en abrir, A
A
IE
A
A
A
di
A
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dr
K
y
A
2. ..0.:....os
entre cardos y matorrales, profunda excavación,
pit
i
)
e] d
,
cola,
Aquella debía
ser la tumba de la infortunada Co-
|
AA
Presidía el acto el doctor Bueno, acompañado del rebelde Robustiano, quese había agregado volunta
riamente á la reducida comitiva.
ed
Cuando el hoyo quedó terminado, bajóse el cadá
|
ver al fondo, con auxilio de duerdas aplicadas ingenio o por Robustiano, que al terminar el descenso hubo de preguntar con cierta socarronería: hos! '.
—¿No
rezamos nada, doctor?
—Nadie te lo impide.
-—¿Y usted?
. —Yo recé ya, sus atormentadorés. | Esto diciendo,
- nes que rodaban
|
pero no
La
por la víctima, sino por TA | tomó el médico uno de los terro-
á sus piés,
é imprimendo
en
beso, lo arrojó sobre el ataud. Robustiano asió una pala y dió principio
él un
j
ver al hoyo la tierra extraida, las últimas
|
aquella humildísima tamba,
el
|
terminando los ¿jibaros la
fádebre labor Cuando
á devol-
1
paletadas
oyóse
de
Lo
tii rra
salmodiar
cubrían
á lo léjos
primer versículo del cántico de Zacarías, que la Igle-
sia católica emplea en los funerales solemnes: q “Benedictus Dománus Deus Israel: guia. visitavit et redemptionem plebis sue.”
fecit Levantaron
|
la vista los piadosos obreros en soli: citud del desconocido cantor, y por entre los sauces y astromelias que bordaban la carretera, divisaron al padre Calendas, que revestido de capa pluvial y seguido
de numeroso séquito, en
del distrito, daba ingreso al
cadáver de
doña
María
el que
figuraban los . notables -
en el cementerio municipal del Socorro,
la
concubina
del mayordomo de fábrica de la parroquia, regenerada porla contrición y los donativos piadosos in artículo
. REVISTA PUERTORRIQUEÑA
82
»
EPÍLOGO. ia
el sueño á sus. en ua eg tr n da * ** reanuLos vecinos de fortificándose : para
afías, cotidianas chismogr e. | e nt darlas al dia siguie - algún can famélico ó el canto d El aullido de jaulas, 4 que s Su en os ad rr a ence en los gallos de pele coquás trasnochadores, arrullan aquellos 'mode hacen coro los so po re o id ác pl | ta el | : - inarmónica serena . rigerados habitantes as calles no brilla otra luz que la
En las pantanos a gasto inútil el deenl rí se e qu fé á y de las estrellas, e se aventura di na e nd do í all 2000 alumbrado público,después del toque de ánimas o á nas
rondas noctur contraba despiert al en se o, rg ba em n Alguien, si casa terrera, situada - | a un en e qu es pu dos, acompa ti aquellas horas, pe re es lp go se on oyér extremo del lugar, nto: amie ñados de este llam ..!
¡ Señor doctor!
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adura, rechinó una cerr , te an st in e ev br do del Transcurrió rayo de luz escapa
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y ( A
LA PECADORA,
183
-—¡ No señor! sen 92] | —Pues ya me figuro quién puede ser el enfermo, ¡Aguarda un momento! Y retirándose de la puerta, volvió
á aparecer tras
reves minutos, con una caja larga y aplanada que enegó al campanero, diciéndole: * | : —Lleva eso, por si me hiciese falta.
Y perdiéndose uno y otro en las tenéb rosas calles, leron á pocos minutos en la rectoría.
No bien
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el doctor
los piés en el último
es icalón del edificio que mis lectores conocen, sintió que se le colgaba del cuello el funcionario: eclesiástieo, excl amando entre sollozos: :
—¡Doctor.....!
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Usted
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—¿Qué pasa? —Preguntó
—¡ Qué ha de pasar!
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el médico.
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Que ha llegado la hora del
ance, y la pobrecilla no puede salir de él >. >1P1Olga> la usted;., ..! ] | posada :- Con efecto, en el interior de la casa resonaban tr
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El médico, sin proferir
al sitio
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palabra, se adelantó
de donde partían los quejidos, y empujando una
puerta que hallara entreabierta, d esapareció, dejando en la sala al Padre Calendas, que se dejó caer en un. sillón, hundiendo la frente ambas manos, con 'mues-
|
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tras de profundo abatimiento.
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mas no en vano se recurriera
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lidad profesional. En los momentos en que la el alba penetraba tímidamente por los huecos del n, sintió el sacerdote, inmóvil aún en su asiento, 1a mano caía suavemente sobre sus hombros, 'en
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y consoladora, exclabo ye aru e 4
4
782
REVISTA PUERTORRIQUEÑA.
EPÍLOGO.
a
Los vecinos de *** dan tregua en el sueño
cotidianas
chismografías,
fortificándose
á sus
para
reanu-* darlas al dia siguiente, | El aullido de: algún can famélico: 6 el cant qui o. de los gallos de pelea encerrados en sus jaul as, á que hacen coro los coguís trasnochadores, arrullan en
inarmónica serenata el plácido reposo de aque llos rigerados habitantes. | - En las pantanosas calles no brilla otra luz
mo-
2504
que la de las estrellas, y á fé que sería gasto inútil el del alumbrado público, allí donde nadie se aventura en ron das nocturnas después del toque de ánimas. Alguien,
sin embargo,
se
encontraba.
4.
despierto á aquellas horas, pues que en una casa terr era, situada al extremo del lugar, oyéronse golpes repeti dos, acompañados de este llamamiento: —¡Señor doctor....! ¡Señor doctor! E
; —¿Quién llama?—Preguntó una voz desde: el interior de la casa. —¡Un enfermo de peligro! —Repuso el que diera los golpes.
E HE Transcurrió breve instante, rechinó una cerr adura, entreabrióse una puerta, y el rayo de luz escapado del interior recortó en el vano la silueta del doctor Bueno, é iluminó á la vez, confusamente, la figu ra nero de la parroquia, que era el que había del campallamado. —¿Quién es el enfermo? e '—No lo sé.
El señor cura me manda llamarlo con mucha prisa, y le suplica que no deje de ir.
, cama?
|
cura.....!' Pero ¿está él en
|
-—¡No señor!
—Pues ya me figuro quién
¡Aguarda un momento!
|
i
puede ser el enfermo, |
|
Y retirándose de la puerta, volvió 4 aparecer tras
breves minutos, con una caja larga y aplanada que entregó al campanero, diciéndole: pS —Lleva eso, por si me hiciese falta.
PI
Y perdiéndose uno y otro en las tenebrosas calles, dieron á pocos minutos en la rectoría. . E No bien pusiera el doctor los piés en el último escalón del edificio que mis lectores conocen, sintió que se le colgaba del cuello el
funcionario eclesiástigo,
clamando entre sollozos: 4 | € —¡Doctor....! ¡doctor....! ¡Se
dios.....! Usted doctor....!
es
mi
muere
providencia....! |
pa
ex-
Reme-
¡Sálvela, E
—¿Qué pasa? —Preguntó el médico. | E —¡ Qué ha de pasar! Que ha llegado la hora del
trance, y la pobrecilla no puede salir de él... . la usted....! e
- Con efecto,
¡Oiga-
en el interior de la casa resonaban
desgarradores, los lamentos de una mujer.
El médico, sin proferir
una
palabra,
se adelantó .
al sitio de donde partían los quejidos, y empujando una puerta que hallara entreabierta, desapareció, dejando
en la sala al Padre Calendas, que se dejó caer en un sillón, hundiendo la frente en ambas manos, con mues-
tras de profundo abatimiento. | La faena del discípulo de Hipócrates debió ser muy laboriosa, ájuzgar por el largo tiempo que tardó
en reaparecer,
mas no en vano se recurriera
bilidad profesional.
En
á
su ha-
los momentos en que la luz
del alba penetraba tímidamente por los huecos del bal-cón, sintió el sacerdote, inmóvil aún en su asiento, que
una mano caía suavemiente sobre sus hombros, -en tanto que una voz clara, vibrante y consoladora, exclamaba;
A
:
7%
o
REVISTA PUERTORRIQUEÑA.
—¡Padre ....! Despierte usted, que reclama su bendición un nuevo hijo. | —¡Oh ... gracias! —exclamó el cura, levantán. dose precipitadamente y abrazando con efusión al médico.—¡Con que fuera depeligro....! ¡Cuánto voy á deber á usted! E —No hay deuda, no. He llenado un deber á con-
ciencia, he sido afortunado y estoy satisfecho; pero.'. _¡permítame una pregunta! "Hace pocos dias negó usted sepultura eclesiástica al cadáver de una pobre labriega, porque había vivido en concubinato con un pariente, obligada por la imperiosa ley de la necesidad.
¿Podría
usted decirme en qué parroquia contrajo ma» '
trimonio la mujer que acabo de asistir? —¡Ah.... calle usted, señor doctor!
culpable; firme.
|
bida Soy muy
pero la naturaleza arrolla la voluntad más ;
—Observo
!
de
que al fin se hallan de acuerdo la razón
de usted y la ciencia mia;
gaba buena, si acaso,
esa
para
ciencia
preparar
que usted juz-
untos, pero que,
en esta ocasión, ha servido para salvar de la: muerteá dos criaturas y devolver á usted su tranquilidad. Dice usted muy bien: la naturaleza es inflexible; pero la
moral social
ha de
ser una
sola.
atendido el ruego de usted, que de mi lecho de descanso, para miénto á una mujer que no ha ción matrimonial de la Iglesia ella....? ¿Qué juicio hubieran
sentimientos
de caridad
...?
Si yo hubiese des-
ha ido á levantarme asistir en su alumbrapodido recibir la san¿qué hubiera sido de merecido 4 usted mis
Y
yo hubiera podido
contestar, apoyándome :en su intolerancia: ¿Por qué se pide á la ciencia que salve una criatura encenegada en la impureza, si la religión, que habla en nombre del Creador, ha de condenar, no. ya el espíritu ani-
mador de esa existencia, que la envolvió?
sino también el tejido carnal i
Silencioso el cura, mantenía la vista clavada en el
AA
ii
1
suelo, como temeroso de
encontrarse
ná
con la
s
y
Es
de aquél
que tan severo juicio formulaba sobre su conducta. — '
- El médico prosiguió: | 4 —Comprendo que han de mortificarle mts palabras, -y lo siento, perohe querido que fuese usted juez ensu propia causa; pues, porlo mismo que la naturaleza arrolla la voluntad más firme, entiendo que antes de juzgar : con espíritu intolerante las debilidades agenas, hay que sondear la propia conciencia, y traer á la memoria aquellas palabras sublimes del Evangelio, que hace pocos
'.
dias quise,, aunque infructuosamente, recordar 4 usted:
El que de vosotros esté sin pecado arroje la primera piedra.
| | - La campana de la parroquia dejó oir en aquel instante su acompasado tañido, reclamando de los fieles
pe
b =
la plegaria matinal. -
brero
—¡Señor cufa!-—dijo
el doctor,
A
tomando el som-
y la caja de instrumentos.—El Angelus
nos lla-
ma; á usted á la iglesia y á mí al lecho de los enfer a mos. La sociedad reclama nuestros servicios...
¡Cada cual á su labor!
Y abandonó la rectoría.
|
as SALVADOR
:
Brau.
DON JOSÉ PABLO MORALES.
.
(CONCLUSIÓN). «
>
j
j
Profesaba Morales en política las ideas más avanzadas del partido liberal puertorriqueño. Era
demó- crata por inclinación y por convencimiento, y en sus artículos de doctrina y propaganda políticas afir mó siem-
pre la soberanía del pueblo, el sufragio
universa
l y.la libertad de conciencia. En 1873 se declaró republi- €ano con el partido reformista, del cual era uno de los más caracterizados directores. Iba, pues, en política, hasta donde pudieran llegar los hombres más radicales de la Revolución española; pero en punt o á- religión era sinceramente católico.
|
Criado y educado en el seno de una triarcal sometida á los más rigurosos precep familia patos del catolicismo, y formados su corazón y su cere bro entre
aquellas fervorosas prácticas, en aquel ambiente de religiosidad inalterable, en aquella comuni ón de afectos plácidos que armonizaba y confundía el amor de Dios con el amor de los padres y los hijos, era natu ral que Mo-
rales persistiese en un culto tan Íntimámente liga do con las tradiciones domésticas y con los hábitos y recuerdos más agradables de su vida. Si á esto se añade la in-
8
- DONJOSÉ PABLO MORALES.
e 1
F
fluencia de un frecuente y bien aprovechado estudio de autores ortodoxos, únicos que su padre y su director espiritual le permitían leer, se comprenderá sin es-
fuerzo aquella especie de dualismo
en cuándo se revelaba en las obras
polemista, dualismo que
luchas entre la. conciencia
debió
de
latente
de este
motivar
del católico
que de vez incansable
frecuentes
ferviente y el
criterio naturalmente expansivo del periodista liber al. Creía Morales—muy acertadamente en mi concepto—que la teligión católica no era incompatible con los progresos políticos; ni debía considerarse como patrocinadora de un exclusivismo reaccionario ni de una de-
terminada forma
de gobierno.
Habíase fortificado en
él esta idea con la lectura de algunos teólogos ilustres, como Santo Tomás y Suarez; de algunos sabios obispos,
como Pecci, Dupanloup y Guilbert, y de publicistas cató-
licos de reconocida fama, como Lamennais, Donoso Cortés, Augusto Nicolás, el Padre Gratry y el Padre Félix, y apoyado
en tan ilustres autoridades defendía con entu-
siasmo y brio la libertad política y su conformidad con
las admirables máximas del Evangelio.
¿>
Mas el jesuitismo tradicional, triunfante á la sazón en Roma, hacía esfuerzos titánicos para imponer su intransigencia en el mundo católico, se mostraba hostil á todo movimiento político en sentido liberal, é hizo prevalecer por algún tiempo sus anatemas contra toda Opinión política que no se amoldase en abso-
luto
á las estrecheces
de la teoría ultramontana.
Y
esa misma intransigencia que inspiraba el Syllabus en la metrópoli de la cristiandad, persiguió con verdadero encono en esta Antilla al liberalismo político de Mo. rales, sometiéndole á la para él terrible disyuntiva entre el catolicismo y la democracia. La polémica fué ruidosa y vehemente, y los artí-
culos. en que Morales defendió su actitud de católico
y liberal, 'y la compatibilidad del catolicismo y la democracia, pueden considerarse como excelentes mode-
E
788
REVISTA PUERTORRIQUEÑA.
los de su género.
pia de razonés,
En
ellos demostraba cón gran co-
con numerosas citas de los Libr
tos y de no pocos Pádres de la Iglesia, quos Saneno hay antagonismo entre la libertad política y el dog tólico; pero ni aun así lograba escudarse cont ma cara sus intransigentes impugnadores, que atrincher ados tras del dogma de la infalibilidad pontificia y esg rim sin piedad las duras proposiciones del Syllabus iendo , trata-
ban
de anonadar al esforzado paladín Ae
bertades políticas.
nuestras li-
A
En su conciencia de creyente acataba sumiso la autoridad del Papa infalible; pero creía y crey ó siempre que los
neocatólicos interpretaban aquella famosa . Encíclica con criterio muy estrecho y perj udicial á los mismos intereses de la Iglesia. 01044 á A propósito de esto decía en una ' carta publicad | a 1877 y dirigida á Don Félix Padial: po, “Mi criterio es el católico liberal que, dejándo á salvo el dogma, ádmite el libre exámen hasta en sus más lejanas é indeclinables consecuencias ... O
“Como muchos hermanos míos en la Fé católica censuran y maldicen públicamente el liberalismo, bando las conciencias de las gentes de buena fé, no pertures ino-
portuno que haga aquí una distinción importan te,
para' que nadie se escandalice. Hable Augusto Nicolás, . que no puede ser sospechoso para ningún cató lico: “Existe el liberalismo político y el liberalismo dog-
““mático. | | E “El liberalismo político es aquel que tiene ¡por “objeto la reivindicación y la defensa de las libertad es “civiles y de las libertades públicas, necesarias para su “ejercicio contra toda usurpación ó todo escamotaje , | sin “perjuic “país.
io del órden y por las vías constitucionales ¡del :
“En este sentido soy liberal, y me daría este
“bre si las cosas no hubieran envenenado
:
p
nóm-
las palabras
“en estos desgraciados tiempos, y si el mejor de todos
- DON JOSÉ PABLO MORALES. -
89
“los liberalismos no fuese el liberalismo práctico, que “no necesita exponerse.” A esta expresiva cita sigue una nota de Morales que dice: “Por mi parte insisto en llamarme liberal.
No le temo al nombre como Augusto Nicolás.”
Tal fué la actitud firme y resuelta de Morales durante su vida periodística, sin-que lograran hacerle abjurar del liberalismo los que le anatematizaban en nombre de la fé, ni consiguiesen desligarle de ésta los que
le empujaban hácia el racionalismo heterodoxo en nombre de la libertad.
La
idea del ultramontanismo preponderante en Roma le preocupaba y le entristecía frecuentemente. ¡Quién le hubiera
dicho que
poco
después
de su
muerte había de publicarse la célebre «Encíclica : Inmortale Dei, en la que se sustentan y preconizan las mismas ideas que él denfendió contra los que le acusaban . de mal católico, porque transigía con las formas mo-
dernas del sistema político y no. maldecía
en redondo
los descubrimientos del genio contemporáneo !
El exceso de trabajo
intelectual
:
no
compensado
con los viajes, con las comodidades domésticas ni con uí régimen higiénico y fortificante (porque todo esto cuesta dinero, y Morales—siendo un periodista honrado y libre en Puerto Rico—tenía precisamente que ser
pobre), le produjo una de esas enfermedades: que
bilitan el cerebro, enervan gradualmente
de-
las energías |
del espíritu y por fin determinan la muerte aun en las naturalezas más robustas y. privilegiadas. Los primeros síntomas sensibles de esta enfermedad se revelaron en el intrépido polemista, por una
especie de aversión á la sociedad, y por cierta: melana
3
z
»
7
,88
REVISTA POERTORRIGUEÑA.
los de
su género.
pia de razonés,
tos y de no
antagonismo tólico;
pero
En
ellos demostraba con. gran co-
con numerosas citas de los Libros San-
pocos Padres
de la Iglesia, que no hay
entre la libertad política ni
aun
así lograba
y el dogma ca-
escudarse
contra
sus
intransigentes impugnadores, que atrincherados tras del dogma de la infalibilidad pontificia y esgrimiendo sin piedad las duras proposiciones del Syllabus, . trataban de anonadar al esforzado paladín de nuestras libertades políticas. E | En su conciencia de creyente acataba sumiso la autoridad del Papa infalible; pero creía y creyó siempre que lostneocatólicos interpretaban aquella famosa Encíclica con criterio muy estrecho y perjudicial á los mismos intereses de la Iglesia,
A propósito de esto decía en una carta publicada en 1877 y dirigida á Don Félix Padial: “Mi criterio es el católico liberal que, dejando á salvo el dogma, admite el libre exámen hasta en sus más lejanas é indeclinables consecuencias... “Como muchos hermanos míos en la fé católica censuran y maldicen
públicamente
el liberalismo,
pertur-
bando las conciencias de las gentes de buena Fé, no es inoportuno que haga aquí una distinción importante, para que nadie se escandalice. Hable Augusto Nicolás, que no puede ser sospechoso para ningún católico: “Existe el liberalismo político y el liberalismo dog““mático. | a
“El
liberalismo
político es aquel que
tiene por
“objeto la reivindicación y la defensa de las libertades
“civiles y de las libertades públicas, necesarias
“ejercicio contra
toda
usurpación
para
ó todo escamotaje,
“perjuicio del órden y por las vías constitucionales
“país.
“En
este sentido soy liberal, y me daría este
su
sin
del nom-
““bre si las cosas no hubieran envenenado las palabras
“en estos desgraciados tiempos, y si el mejor de todos
- DON JOSÉ PABLO MORARES.-
= “los “no que
789
liberalismos no fuese el liberalismo práctico, que A ( necesita exponerse.” Al esta expresiva cita sigue una nota de Morales dice: “Por mi parte insisto en llamarme liberal.
No le temo al nombre como Augusto Nicolás.”
Tal fué la actitud firme y resuelta de Morales durante su vida periodística, sin que lograran hacerle abjurar del liberalismo los que le anatematizaban en 'nombre de la fé, ni consiguiesen desligarle de ésta los que le empujaban hácia el racionalismo heterodoxo en nombre de la libertad. | | La idea del ultramontanismo preponderante en Roma le preocupabay le entristecía frecuentemente.
- ¡Quién le hubiera dicho que poco después de su muerte había de publicarse la célebre Encíclica /nmortale Dei, en la que se sustentan y preconizan las mismas ideas que él denfendió contra los que le acusaban de mal católico, porque transigía con las formas modernas del sistema político y no. maldecía en redondo
los descubrimientos del genio contemporáneo!
El exceso de trabajo
intelectual
no
compensado
con los viajes, con las comodidades domésticas ni con un régimen higiénico y fortificante (porque todo esto cuesta dinero, y Morales—siendo un periodista honrado y libre en Puerto Rico—tenía precisamente que ser pobre), le produjo una de esas enfermedades que debilitan el cerebro, enervan gradualmente las energías del espíritu y por fin determinan la muerte aun en las naturalezas más robustas y privilegiadas. Los primeros síntomas sensibles de esta enfermedad se revelaron en el intrépido polemista por una
- especie de aversión á la sociedad, y por cierta melan-
|
790
o
]
REVISTA PUERTORRIQUEÑA.
p | j
| É
Curiosas
muestras de este
los artículos que
llegó
Eco del Toa, trabajos
fenómeno
á escribir
para
completamente
se hallan en
el proyectado
desconocidos
del
público y que merécen por más de un concepto los honores de la publicidad. | Hé aquí uno uno de los más originales y expresi-
vos, en el que se mues:ra ya claramente el despego que el autor, influido por su enfermedad, llegó 4 sentir acerca de las colectividades políticas.
Dice así:
At
“EL ESPÍRITU DE PARTIDO.”
“El espíritu de partido es la negación intermitente
de la razón humana; es entre todas las pasiones la que deja más libertad al odio, y mayor seguridad para hacer
a
Esta afección, que algunos de los émulos 6 adversarios de Morales atribuyeron equivocadamente 4 cambio ó modificación de ideas políticas, se fué acentuando en él á medida que aumentaba su padecimiento físico, hasta el punto de que ya venía muy raras veces á la Capital y apenas se comunicaba con sus antíguos compañeros en la prensa. . Pero el que había consagrado toda su existencia al periodismo no podía ya vivir sin emborronar cuartillas, y en cuanto sintió en su enfermedad una: mejoría más aparente que «verdadera trató de fundar un periódico exclusivamente suyo, escrito por su sola pluma desde Toa alta, y en el que se manifestase aislado y libre de toda influencia extraña su criterio. individual. Quería, en una palabra, llevar al proyec.tado periódico las ideas de aislamiento que éntónces le dominaban y la vaga desazón que su enfermedad le producía. |
A
la espontaneidad de su carácter alegre y comunicativo.
El
| colía y amargura de pensamiento que contrastaban ¿on
DON JOSÉ PABLO MORALES. a
daño.
|
qe
No sin fundamento le calificamos de negación:
TA
de la razón; porque sólo 4 la demencia es conced hacer el mal sin asomo de remordimiento, y prec ido iso es
reconocer que
el espíritu
de partido,
inspirando
me
>. 0
a
A
O
AI
ai
A
las peores acciones, las reviste á los ojos de quien /las comete con las galas propias del heroismo y del deber, Este sentimiento tiene algo de absoluto, parecido á las líneas rectas de esa geometría política, según la cual se miden las cosas y se aprecian los hombres. “Si un pariente, un amigo,un bienhechor lleg trastornar las líneas inflexibles, fuerza será que a 4 pariente, ese amigo ó ese bienhechor. desapare ese zca, pues para el hombrede partido las amistades son letra muerta, y su cabeza habla tan alto que pronto hace callar á su corazón. 7 sn | Este hombre no piensa ni obra sino bajo la inspiración de otros; refleja todas las pasiones que fermentan en torno suyo;
su carácter y su individualidad
A
desaparecen bajo la especie reviste Ó que se le impone.
de convención con que se El hombre de partido no
se pertenece nunca á sí mismo;
por muy honrado y en-
tendido que sea, se dejará llevar hasta el crímen y lo absurdo, aunque sólo sea para desahogar su mal'hasta humor.
Hay muchos que son afectuosos y benévolos
en
sus relaciones privadas, y que, sin embargo, hablan de hacer mil ejemplares y de cortar cabezas: los hay que nunc
a han dado señales de
_
enagenación mental, antes
por el contrario atienden con acierto á sus negocios conocen á los hombres, y
si
les
y
encontrais en el mo-
mento de leer el artículo de fondo de su periódico vorito, os aconsejamos por prudencia que huyais fade | ellos, pues no sería cordura exponerse á sus iras. No intenteis, sin embargo, la interdicción legal de estos *' hombres, porque os vereis chasqueados, y al someterl : os á las pruebas observareis que responden con una rara” Inteligencia á las preguntas que se les dirijan, sobr e matemáticas,
por ejemplo, sobre anatomía
ó economía -
No son
locos, no;
son
hombres !
de par qe
“Es coridición propia de este espíritu la de privar á cada uno en particular de la responsabilidad de sus: tontería s Ó de sus malos pensamientos, que juntos van á engrosar el fendo común de los afiliados bajo una misma
A
doméstica. tido.
Desde este punto de vista todos los hom
credulidad,la confianza,
nalidad
son' iguales
la abnegación de su perso-
en todos
ellos.
El
bre e entra en un partido hace votos de renunciar hom tan rigurosos como los que se imponían á losá sí mistno, novicios en las órdenes monásticas.” » AE
E :
|
E Hay en las anteriores líneas ideas y concepto s propios de un entendimiento nada común, por más, que lo desconsolador y absoluto de algunas afirmaci ones , y hasta lo displicente y áspero del estilo acus en desde luego cierta perturbación intelectual. de En el siguiente artículo, que debía inse rtar continuación del programa de El Eto. del ' Toa, se sereve-4 lan con honrada franqueza los sentimientos de Morales, su experiencia en las lides del periodismo y sus inven-, - cibles aficiones de polemista. Es una verdad grafía moral del autor, sin retoques ni pul era 'fotoimentos, ¡tal como pen
tencia;
saba y escribía en los últimos dias de su exisi ¡ pe
“LA CONTRADICCIÓN.” “No nos forjamos, por cierto,
»
+
la ilusión de
dar principio á esta campaña periodística - no que al de encontrar adversarios. De seguro que no noshemos faltarán amigos que nos presten
lioso apoyo;
pero
la lucha
su desinteresado y
necesariamente
yva-
vendrá,
4
A
bandera.
de partido se parecen, cualquiera que sea su escu bres ela: la
A
Z
a
793
a
- porque así lo requiere la naturaleza humana. combatidos y nos defenderemos.
La
Seremos
LE
contradicción, —dice Castelar, —resulta como
a
“ el ritmo inevitable de la idea. Lo necesario en laso“* ciedad, dado este carácter de nuestro contradictorio
“* entendimiento, lo necesario,'es contradecirse y amarse.” - Venga, pues, la polémica, porque es ineludible; pero
venga con las buenas formas
que
requiere un pueblo.
culto y civilizado. En la lucha del pensamiento no envenenemos las flechas como los indios salvajes. ¿ No nos olvidemos de que ántes de ser periodistas sótndl hombres civilizados, cristianos, españoles, hermanos, que debemos respetarnos mútuamente. La diversidad de
opiniones en religión, en política, en economía, en literatura, etc., hará necesario que los
hombres discutan
petar á los
que
nos contradigan.
ofensas en lo pasado, las tenemos - luntariamente
hemos
hombre
cuando
estamos
causado
á repararlo; que
como
Si
nunca
mal,
Si
invo-
dispuestos
es tan grande una
falta
y la
el
en-
mienda, EE ! - “No quiere decir esto que carecemos de la necesaria decisión para el ataque, ni de la energía para la réplica; lo que condenamos son las formas poco cul.
tas, el insulto y la diatriba; tremos de la intransigencia.
en suma: |
E E o.
recibido
olvidadas.
algún
reconoce
hemos
|
y.
se contradigan; pero jamás puede ser una' razón para que se aborrezcan, se maltraten y o | “Llegamos hoy á la arena periodística libres de todo encono, agenos al ódio y dispuestos 4 amar y res-
todos
los exa ! A
“Una larga experiencia nos enseña que cuando á solas en nuestro bufete escribimos contra un adversario
político ó literario ausente, hayun diablillo audaz que sopla en nuestro oido la ironía, el sarcasmo y esas
otras mil formas cón que á veces tratamos más de herir
la persona que de convencer el entendimiento. -Mientras más talento é imaginación tiene el escritor, mien" de
A
E
A
DON JOSÉ PABLO MORALES.
US
794.
ES
F
tras más firme y vehemente
es
AR
REVISTA PUERTORRIQUEÑA.
|
su
carácter, mientras ' más seguro está allá en el sagrado de su concienc que posee la verdad, más expuesto se encuentra áia! de caer en la tentación y á pecar por la intemperanci palabra. Por eso el periodista debe estar muya de la sobre . sí; releer y
corregir muchas veces lo que escribe, porque en el calor de la improvisación, la vanida dy el amor propio se derraman insensiblemente sobre el papel;i. y
sobre todo, debe aprender á resistirse 4 los amigos e E prudentes que á cada momento nos encargan cof n una frase vulg ar que demos duro, porque ellos de nada son responsables, y tienen la malignidad del que tira! la
piedra y esconde la mano. “Venimos á contradecir
á los que
q piensen
no
como nosotros, y, naturalmente, á buscar cont radictores,
porque
con la vara
que
midas serás medido.
venimos á discutir, no á disputar; venimos á cer, no á inferir ofensas á ninguna pers ona.
Pero convénTrata-
mos de defender la política de atracción, de que tanto : se ha hablado, pero de la que tenemos poco s ejemplos. | ¿Sabremos poner en práctica tan dignos propósitos? Si bastara para ello la noble y rect a intención, diríamos que sí; pero cuando hemos vist o bres de más experiencia, ilustración y talento que homotros, han naufragado en el terrible escollo que nosde la intransigencia, ¿cómo no temerle á nuestra imagin ación meridional? ¿cómo no temerle á nuestro tem peramento? Y, sobre todo, ¿cómo no temer 4 cierto gén ero de pro. vocaciones? ps “Nuestro decidido propósito es resistir, evit ando el peligro que la luz de la razón nos ha hecho con oce r bien claramente. Si lo conseguimos, tendremos la gloel
ria del vencimiento sobre nuéstras propias pasi ones. Si caemos, darémos una prueba más de la humana, y podrémos exclamar entónces con debilidad ' la Fedra antígua: :
e
de
DON JOSÉ PABLO MORALES.
A
“Muchas veces en mis largos insomnios he discurrido
acerca de las debilidades y vicios de la humanidad: vemos el bien y obramos el mal: conocemos la virtud, y nos entregamos al vicio: la vida se halla sembrada de diferentes escollos, hácia los cuales nos arrastra una corriente peligrosa.... Alhacer estas reflexiones, me creía libre de todo extravío, cuando una pasión culpab'e ha venido á traspasar mi corazón con un dardo imprevisto.”
Cultivó Morales diversos
géneros literarios, y en
todos dió muestras claras de su talento y discreción; pero su especialidad era la política. Desgraciadamente su obra de escritor se ha perdido para la posteridad. Nunca firmó ni señaló siquiera con iniciales sus artículos, y todos han ido á confundirse en la fosa común del periodismo político. (Queda el recuerdo más Ó ménos vago de sus campañas y de sus triunfos; queda el fruto de su propaganda, de sus anhelos y de su
prodigiosa labor;
quedan, en fin, sus ideas, ya conden-
sadas en reformas é instituciones útiles, ya flotando en la atmósfera política como banderas de combate para las nuevas generaciones; pero sería ya difícil coleccionarlas y conservarlas con la forma y ropaje que les dió su autor. Á la modestia excesiva de éste y al descuido punible de sus contemporáneos, se debe principalmente la falta de una buena
colección
de
aquellos
artículos,
que dé testimonio de la fecundidad, la inteligencia y el admirable civismo de uno de los más valiosos pres puertorriqueños. Falleció en 22 de Abril de 1882, y al año siguien-
te apenas se oía nombrar entre nosotros el hombre que por espacio de 20 años había inundado el país con sus
«artículos, greso
contribuyendo
extraordinariamente al pro-
moral é intelectual de Puerto
Rico.
E
La muerte sorprendió á Morales cuando. más
em-
REVISTA POERORRIUE RA.
_peñado dotalía. ensal - mejoramiento de las a r el problema clases > jjo rn no tenía en aquel ins aleras. tante para pagar su prop ia mortaja,
del trabajo
el dinero. 'neces
¡Así. .-mueren los mártires de la Humanidad!
ManveL F ERNÁNDEZ Fa ldas.
$
LA EXPOSICIÓN UNIVERSAL | DE BARCELONA. Lo.
ben ad
e
e e Sosa |
Lector,
he recibido un honroso encargo.
E
El distinguido Director de esta Revista quiere que sea yo quien, con mis cartas y como testigo ocul ar, te dé cuenta de los sucesos relativos 4 la Exposicio n de Bar-
celona.
Aunque grave y difícil,
no vacilé en acep
tar la tarea, cediendo á una tentacion, 6 mejo r dicho, á dos tentacio
nes. Espectador imparcial, y desapasio nado comentador de cuanto realiza esta ciudad, esta nueva ocasión de hablar acerca de sus me sedujo progresos
y Su vida. . Hago con ello lo que el visitant
invitan á conversar sobre su tema predilecto: e ¿4 quien sin medir en su ceguera sus condiciones de causeur, se sienta y habla. Hé aquí mi primera tentacion. Pero nome. tentó sólo el asiento conferido, sino la calidad del oyente. De algún tiempo acá, cunde entre los literatos españoles el deliberado propósito de estrechar
- nuestras
relaciones
con los literatos americano medio de más frecuente, más cordial y más s por sincero comercio de sentimientos é ideas. El proyec to es no-
798
REVISTA PUERTORRIQUEÑA.
ble
y generoso,
sivo, y útil como
grato como
todo movimiento expa
comunicacion á larga distannPues bien: siendo esta la pr imera vez que me toda
cia. hallo en el caso de coadyuvar á tan noble y tan bella lempresa, me ha sido imposible resistir 4 tacion. No voy á hablar tan sólo de esta segunda tenmi Barcelona, lo cual es ya un atractivo, sino que hablaré de ella á un hermano con quien de lar go tiempo deseaba conversar: hé aquí un atractivo ma yor. Laca que la fuerza irresistible
de
ambos excusará el olvido de mis 'es. * y la ligereza con que presci nd o de la gravedad del asunto. Conste, pues, lector, que en tiendo dirigirmé 4 un. americano, ó limitando más, á un puertorrique ño... Óó puertorriqueña. Debía mentar primero á est a que á aquel, pero: la gramática y el us o no son tan galantes como fuera necesa rio, y así, cediendo al. uso, cuando digo lector me refier o 2] de ambos sexos No importa: ... quien qui era que seas, desearía dirigirte de cuando en cuan do la palabra, “y aun tutearte como es costimbr e. Esta forma directa lleva. consigo la ventaja de dar a] que pone en fuga la Pedant estilo un porte familiar co) y allana el camino que ería (cosa que aborrézEn otros términos: yo quisie vá recto al corazon. ra , si gu ie nd o “la co mp ar acion anterior, sentarme jun to á tí, no en va ra do ni : encogido, sino con la de corosa soltura de un vie amigo de la casa, jo Y digo decorosa, porque desconociendo con tu sexo, tu edad y tus condiciones, esta familiaridad debe mantenerse en aquel tono intermedio'
casas dotes
por el anciano, pero que no la ofende; que no arguye la seriedad impuesta por la mat eria, pero que no la excluye tampoco. En
tamos de acuerdo. |
| j
!
F
este punto, me parece Pasemos 4 otra cosa,
que esa
s .
z
;
do
:
| os LA EXPOSICION UNIVERSAL DE BARCELONA. > ¿De qué voy á hablar?
De
la Exposicion
399
A
inter
nacional que se celebra en Barcelona, seguramente.Pero una Exposicion presenta aspectos tan variados en su conjunto y tan innumerables secciones vista al pormenor, que á su universalidad de objetos "sólo puede atender cumplidamente universal ciencia: forzoso será, pues, que precisemos algo más. Veamós. Tres grandes grupos de obras se ofrecen desde luego á nuestra consideracion en todo gran certámen de esa índole: la obra de Dios en toda su integridad, los pro-
|
ductos de la naturaleza;
por
la obra de Dios transformada
las necesidades humanas,
dustria; para
la obra
de
los artefactos
Dios rca
esa transformación,
en
de
'
la in-
instrumento
la maquinaria.
Sin
que
te
lo jure bien creerás, lector, que no soy niun gran naturalista, ni un gran químico, ni un gran ingeniero, para estudiar especialmente y describir con toda minu -
ciosidad el número incontable y la variedad infinita de ejemplares que vá á contener cada uno de los tres grupos. Hay más. Este número y esta variedad tienen sobre
su valor intrínseco,
el valor de una cifra, - y
Junto á la ciencia experimental que aprecia y juzga tales productos, está la Estadística que los cuenta y clasifica, y la Economía
y
la Hacienda que
sacan
sus
consecuencias de la suma y la clasificacion, Tampoco habré de acudir al juramento para dejar asegurado que
competencia
y
resúmen,
este mundo financiero es tan como
el mundo
que ni al uno
cartas.
y
esta
diga)
|
¡
.
científico.
ni al otro irán cda
ageno
Tenemos,
dirigidas
á mi en
mis
1
Pero si no me incumbe, gracias á mi ignorancia, especialísima tarea, réstame (en buena hora lo
aquel sentido común
mejores frutos
entre las
que permite discernir
innúmeras hojas
los
de aquellas
tres.grandes ramas, para dar de ellas la idea sucinta que alcanza todo profano, y siento arder en mi alma la suficiente admiracion por todos los esplendores de
e
;
a
REVISTA PUERTORRIQUEÑA,
la industria,
por todas las: maravillas naturales,
fantástico poder
venga
notable
de la maquinaria,
el caso mi par que
¡ o
en
por el
para soltar cuando
de exclamaciones
nuestra, excursión
%
se
ante ló más presente.
De
modo que, si no con la prolijidad del especialista, 'hablaremos un poco de tales maravillas en los términos
generales de quien sólo aspira á general conocimiento. . —Y he aquí trazado el primer contorno. Sigamos. | La mano del hombre que
elabora la materia para
la utilidad, hace con ella más:
la transforma para nues-
tro encanto. ¡El arte! Confieso que su hechizo jes para mí superior al de la industria y que de buen grado firmaría la exclamacion de Mme. Stael: ¡Oh mon Dieu! ¡que ' aime l' inútil! Al llegar aquí, pues, me siento, si no en mis dominios, en mis habituales paseos. y no he de formular reserva ni restriccion alguna. po ER quiera que figure la belleza, allí estará el cronista
el espectador;
y como la belleza es actualmente
:
la úl-
tima capa, la última mano de barniz dada á cuanto. se exhibe, particularmente en una Exposicion, puede es-
perar quien me siga que ha de rrecorrerla toda.
en los edificios, arte
en
las
instalaciones,
arte
¡Arte en
los.
torno.
Queda todavía otro mundo,
A
ó mejor,
ES
el verdadéro
mundo. Tanto artefacto inerte, obra del hombre, no se comprende sin el hombre. ¡Qué fuera la Exposicion para tí, lector mio, sino figurase en mis crónicas el expositor y el espectador, y no vieras discurrir á la
a
objetos, si quiera vaya fundido con su utilidad, arte puiro y sin mezcla en el Palacio de pinturas y esculturas, En los arcos triunfales, en los jardines, en los salones de espectáculos ...! . Con mayor detencion, con mayor fruicion, y quizás con más conocimiento de causa, hemos de contemplar tales obras. Vénus en su pedestal detendrá por más tiempo nuestros pasos, que el algodon en su estantería, y más que este también, el bordado tapíz colgado del suntuoso aparador.—Segundo E
ITEM
LA EXPOSICION UNIVERSAL DE BARCELONA.
Sot
multitud por las galerías, al público dentro del salon de
conciertos, extrangeros y nacionales por jardines, y restaurants y en torno del colosal edificio la ciudad que lo erigió? Tampoco he de limitar en este punto lx tarea.
Todo lo contrario;
si de la Exposicion fija mis'ojos
lo
pintoresco, de la humanidad que á ella concurra intentaré mostrar lo dramático. Si poco me importa el as-
pecto financiero del certamen, atrae mi pluma su aspec-
to social, cuanto atañe á las costumbres,
culos, á las
extraordinarias
dianos episodios.
más
que
en
4 los espectá-
solemnidades y á los coti-
Y como
estas cosas
han de“ influir,
ninguna otra: agrupacion,
en
la misma
ciudad de Barcelona, reuniremos, lector, estos
dos
fac-
Barcelona
du-
tores sí te parece bien, y será mi crónica en su anverso
a
de la sociedad. y
he aquí las líneas |
are
a
de la ciudad cuanto se me ocurra: generales de mi programa,
$
arte mucho;
di
en su.reverso la de
rante la Exposicion. — De todo algo; de
3
la de la Exposicion,
e
EE
7
/
- La primera Exposicion Universal que viera España, debía celebrarse forzosamente en Barcelona. No. la encomio con esto;
siento
sencillamente
una
obser-
vacion cuya verdad presentirán los que sólo conozcan de oidas la capital del Principado. Siendo de antíguo puerto del Mediterráneo, centro de la industria; emporio del comercio ¿dónde «si no aquí podía establécerse un certamen internacional de nuestro comercio y de nues-
tra industria?
Pero hay más aún.
Toda convocatoria
para celebrarlo arguye desde luego cierta propension al cosmopolitizmo y á las relaciones extrangeras. Barcelona, muy barcelonesa,
muy
burguesa
di a uertas á
dentro, es en este punta
la poblacion más delinada
y
802:
REVISTA
PUERTORRIQUEÑA, ?
más acostumbrada al trato frecuente con el extrangero, de pue
rtas afuera. Las demás ciudades exceptuamos alguna poblacion del cantáb españolas;| si. rico y de An-.. dalucía, son ante todo y por encima de todo españolas: conservan en lo más íntimo de su sér su y aun aquel españolismo rancio que se truegenio castizo, ca fácilmente en host
ilidad y desdén por todo lo exterior. En Barcelona ocurre lo contrario: su situacio n topográfica
la pone en directa
relacion con el continente: su- historia va enlazada á la de Otras naciones y ciudades mediterráné
as; su carácter industrial y mer tuaron al abigarrado espectáculo de” todo cantil la habi. puerto, y de todo mercado. Mientras nuestras viejas capitales ide provincia están vueltas de -espaldas al mundo mirando á la corte, Barcelona se vuelve al Pirineo y por encima de él
atisba á Europa. Casi todos los progresos materiales que esta nos trajo, entraron en Esp aña por aqhí. Francia particularmente ejerce directo influjo en nuestra ciudad, y los barceloneses se hallan quizás en mayor contacto con ella que con el resto de la península,
gracias á sus frecuentes viajes y á su activa correspohdenc
ia. aun hoy como el falda de
¡Esa España, la clásica España que ima ginan algunos, ya austera y altiva, hidalga y viejo castellano, ya chispeante y alegre, devata colorines y la repiqueteada pandereta con IA en a o.
como una flamenca, es
casi ajena :á nosotr
Pp. .O,
Cuande llega el extrangero se asombra de enc os. ontrase en uf ciudad que le recuerda todavía el último francés; cuando el barcelonés se corre departamento hacia el ie
-
diodía, advierte que la verdadera España está fuera de su casa, á
la puerta sí, pero fuera. De mí diré que sólo al pasar el Ebro comprendí lo que era realmente la nación española, y sólo al llegar 4 Madrid convehcíme de que aquella” era su verdadera capital, la vieja corte de la España de los libros. Barcelona, que d
jaba á mi espalda, apareció
-
en mi. recuerdo como
distinto, algo continental y no
aldo
peninsular, con sus n
LA EXPOSICION UNIVERSAL DE BARCELONA. * gras chimeneas de suburbio inglés, con
y sus librerías de bulevar parisiense,
sus
803 restaurants
con sus jarcias y
velas sobre un mar de puerto italiano. ¡En este marco, sólo en este, encuadra una Exposicion cosmopolita, que parecería desentonada y sobrepuesta mancha en cualquier otro paisaje típico de esta hermosa nación, empobrecida y decaida y padeciendo la nostalgia de ' su
A
grandeza pasada!
)
:
ps
- Á este espíritu europeo del barcelonés, añadamos su patriotismo local, que vá hasta el ridículo y que le impulsó siempre á superiores empresas. Con vida y carácter propios, aspira Barcelona no sólo á conser-
varlos,
sino á sellar con
las que imita tomando naciones.
ellos todas sus obras,
incluso
por modelo las más adelantádas
Así su movimiento intelectual,
si no guarda
la proporción que debiera con sus adelantos materia“les, tiene de muy antiguo propia fisonomía; y su literatura en lengua catalana
Ida
genuinos
se distingue por sus elemen-
de las demás
edia alcanza un
de la nacion;
una altura superior desconocida
ta hoy,
ó poco apreciada has-
y en sus costumbres como
históricas,
así su cultura
nivel respetable y la de sus minorías
en sus
artes como
en
en
sus tradiciones
sus émpresas
mer-
cantiles, tiende á la conservacion de algo su yO, bien suyo, y á esa originalidad é independencia que infor: man los pueblos dignos de este nombre. És Pero entre
tales elementos
paso podemos enumerar,
dujeron
de algún tiempo
de
vida,
que sólo
entre los adelantos que
directamente relacionados
latente energía animó
de
á esta parte,
con la Exposición, 6
á la empresa.
todas aquellas artes que
algunos
hay
cuya
Pretendo hablar
se relacionan con
truccion, y con el embellecimiento
de
pro-
la cons-
de las poblaciones.
El rápido desarrollo y notables progresos que entre nos-
otros alcanzaron, son difíciles de indicaren breves líneas.
Barcelona
ha visto en bien pocos años engrandecerse su
perímetro con su ensanche hasta el punto de que hoy,
OA
PUERTORRIQUEÑA. —
1. próxima á absorver las in du st ri os as villas que la rodean, se halla en vísperas de co nv er tirse en vastísimo centro de poblacion densísim a te nd id a entre los dos rios que limitaban su térm 4
ino. lizó infatigable diversas me Barcelona proyectó y reajoras que han mudado co m-
y sueña con impone
vértigo,
la reforma de su casco anti guo como apremiante
este delirio
por
necesidad.
las
en
este
construcciones, «desarro -
llando su aptitud, templand o sus músculos, sanos empleados
que se le
Este afán,
fomentando
ellas,
último inspirador de la ide no han sido ciertamente. el último elemento que alentó a de una Exposicion, ni el la esperanzade verla rea: lizada. Si este era de los
con los cuales se debía con mayores y más importantes tar, y en tal grado de pro.
liares,
aficiones
cuyos progresos esti mularon
mis compatriotas.
el teatro con . Pasion,
y
El
con
sus gustos
barcelonés,
que
y
ama
en su casa del confort á lala música con locura, gusta inglesa, y de la gracia artística á la francesa. Ya Cast
ro y Serrano observó cr el catalán este temperam ento artístico-útil, de que voy hablando; este apego á las fr ui ci on es de las artes bellas sonriendo sentadas junto a] hogar, que ha tomado gran incremento entre
no el burgués de la Bolsa, y el.sotros, El mismo burgués, libro de caja, el tipo cata] £
ejemplar-emblema de nu estra antropología social (aquí, sin embargo, tan var
s, bitar cómoda y lujosa yivienda, repito, gusta de haconstruida según los: modernos. adelantos, la
con
pinturas,
la
it
embellece
;
ia y abigarrada como en todas burgué
$
partes) incluso nuestro
_LA EXPOSICIÓN UNIVERSAL DESARRO, adorna: con
cacharros' lindos
_tuosidad, y descansa
desu
a
E)
de la' moderna”
prosa
sui”
diaria entregado'
artísticos pasatiempos que antaño negaron al epicier los'4' románticos' melenudos. Y cuando sale de su Casa, ansía para su ciudad estatuas y monumentos, sueña con
versallescos parque 'y s, vigila y juzga las obras munici-
pales como'algo que le atañe directamente. De aquí que la construccion y ornato de las casas se hayan perfeccionado extraordinariamente, (bien que conserva aun aquel barniz visible pero indefinible que se ; egandoá
todo lo del advenedizo ricachon), y se hayan
llado con ellos la pintura, la escultura,
désarro-
las artes suntua-
rias, la tapicería, la ebanistería, la orfebrería, la cerra jería, el arte de restaurar muebles antíguos, y Otras -y otras, algunas de las cuales llegaron 4 un límite verda-
deramente superior. ¡Cuántos elementos tambien para una Exposicion internacional! ¡Acudiendo en legion: al llamamiento debían presentarnos como posible su realizacion inmediata! No' bastaron, sin embargo, tantos resplandores'
ara deslumbrar de golpe el juicio previsor del ¿barce:
onés hasta el punto de considerarse dispuesto
ña empresa.
debido á un cajada que desconfianza tárdos: tan
Lejos
de ello,
á: tama-
el primer pensamiento,
simple particular, fué acogido con la car-: provoca: una gran locura, y la: socarrona ' de quien' sospecha en ella móviles bas-absurda pareció. Apenas empezadas las:
obras, hubo de abandonarlas el empresario, bout de force y entónces el Municipio, protector nato de la idea, ” tomó la por su cuenta protegido ásu vez porel Go-: bierno de la Nacion, y llevado: del mal ente ndido escrúpul de
o que estaba empeñada
nuestra honra.
' con tal' innovacion y traspaso adquirió el plan caraSólo cter formal y definitivo, pero ni aun así. cesó la tibieza de' los más ni la desconfianza de algunos. No; desde el' punto'en que el proyecto tomó
su
verdadero caracter
se formalizó igualmente la- oposición, patriótica: y por:,
e
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A
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806.
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“¡REVISTA PUERTORRIQUEÑA.
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y F ¡
tanto privada en unos, violenta, apasionada, no exent a... de móviles particulares, en otros, sin que niegue yo su; patriotismo, pues nadie puede aquilatar las intenciones. Esta oposicion, sin embargo, aparecía fundada en.
tan vulgar
buen
sentido
que no le era necesario
ex-,
tremar su fuerza. ¡Una Exposicion Universal, esto €s,... un alarde magestuoso de grandeza y poderío, que sólo. intentaron las grandes capitales de las grandes nacio-..
nes, realizada en Barcelona,
que es
décir,
en
una ca- A
pital de provincia de España, de una nacion harto desmedrada por desgracia nuestra! Existía tal desprd- .-
porcion entre ambos términos
sarse las objecciones.
que hasta podían
excu-.
Todas eran 4 cual más atendible. ,
¡¡La crísis general, más intensa en nuestra nacion, como es más intensa una epidemia en cuerpo enfermizo! ¡La postracion creciente
de nuestra
industria,
exacer-
bada por incalificables desaciertos!
¡La proximidad de
sus hombres para obra tan colosal!
¡La escasez. de las
la Exposicion de París! ¡El estado precario: de las arcas municipales y del Tesoro público que ron nuestro socorro! ¡La ninguna experiencia del país y de
vías" de comunicacion! ¡Las condiciones deplorables de la ciudad vieja de reducido ámbito y atrasada policía, y sobre tódo, la carencia absoluta de tiem po,
factor imprescindibtant leo más cuanto era nueva la tarea y .complicadísima....! ¡Qué de objeciones que salta . ban á la
vista
formidables,
incontestables!
sentido, reducido á mirar, como siempre,
El
buen.
dentro de un
corto radio, sólo tenía que abrir los ojos para descubrir. las deficiencias.
Ha ocurrido, sin embargo, á la postre, lo que sue; le ocurrir en semejantes casos. El entusiasmo, la fé,
la enérgica voluntad más de lo que
de unos
pocos
alcanzaron algo.
el sentido común predecía, - porque esté,
limitado como es, tiene razon en su esfera limi pero .no puede divisar con igual perspicacia lo positada, ble,
ya que no probable, que se cierne en un círculo mayor;
mEdE
LA EXPOSICION UNIVERSAL DE BARCELONA. . lo.extraordinario'-y grande 4 donde siasmode vuelo flamígero, los.montes...
A través
|.
Sap
sólo llega el entu--
y la fé robusta que trasporta'
de ¡obstáculos
sin cuento,
cuya.
crónica diaria sería instructiva como la de toda empresa
en su período
activa de unos
de gestacion; y la inercia
yecto como cabía realizarlo;
se alcanzó
de
de otros,
pro-
se hizo más,
se hizo menos,
de lo que podía alcanzarse
de consuno la actividad
la oposicion:
realizóse el
quiero decir:
más de lo que se pensó;
alcanzó menos
marchado
á pesar
se
si hubiesen*
con la madurez
del
diendo particularmente
á una de ellas:
la carencia
de
tiempo. ¡Sí, la carencia de tiempo, causa principal del agobio, imprevision, y fiebre sin nombre durante estos últimos meses,
gloria de
será por otra parte,
cuantos han dirigido
y
IS
pensamiento; se hizo todo mejor, algo mejor de lo que era presumible dadas aquellas circunstancias, y aten-
el mayor timbre de
realizado
la Exposi-
cion de Barcelona! Prodigio, verdadero prodigio parece que en mucho menos de un año haya podido llevarse á cabo lo que tú, lector, verás descrito en mis siguientes correspondencias. Ahora para entonces te invito. á
que recuerdes
la brevedad del plazo y la compares con
la extension de la obra, único modo de encarecerla. Pero ha ocurrido más aún, y fué que, atendiendo
á una meta superior, se han
midas energías,
se templaron
biendo apresuradamente
despertado ocultás- 6 dory
e€jercitaron otras;
su-
y con fatigoso anhelo la escar-
pada cuesta para llegar á la cima deseada, se realizaron
á ellas, un poeta lo dijo;
del primero;
surgen nuevos planes
al calor
nos dirigimos á un fin y hallamos otro na
MDAEER
mejoras permanentes de tardío ó difícil acabamiento; se removió, en fin, el suelo en todas directiones, y como á la excavacion sigue siempre el hallazgo, ganamos en experiencia, en actividad, y en ignoradas aptitudes con la remocion general. ¡Que este es el premio de acometer grandes empresas, aún siendo en rea-: lidad locura! El espíritu se engrandece con sólo aspirar
=P
808.
REVISTA: PUERTORRIQUEÑA,
previs
to; la forzada tension de la int la intuicion, y al cabo el buen juicio eligencia prodice- . des consejeros para casos ordinario y:la rutina; gran--. - ya que no. humillados por la. ene s, quedan vencidos: rgía: suprema de la| ll l | José Yxarm. |
voluntad.
Mayo
14 de 1888.
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Barcelona,
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LETRAS Y ARTES EN PARÍS.
Cuando, allá por Octubre del 1886, tuve que apreciar La Casa de los Muertos, dije lo siguiente, que con-
viene repetir aquí: aunque me este libro, que tiene el
interés
cite á mí mismo:
inimitable
“En
de lo vivido,
lo más interesante es Dostoievsky; es de los que acertadamente piensan que lo mejor para hacer hermosura es sentir y expresar sinceramente lo sentido; “le wvemos al desnudo, y si no del todo pura, es tan bella su alma que nos atrae con invencible fuerza; hay algo grande y superioren él que sin elevarlo á la santidad, lo levanta por encima de sus hermanos;
tal vez
la viva
- fuentede piedad que nada agota y corre fresca y abundosa ante las penas y l-cerías del prójimo; tal vez la E extinguíble llama de la fé que le dá un prestigio como .extrahumano, pues hay momentos en que 'nos parece escuchar los graves y divinos acentos de un apóstol;
tal vez el amor de justicia que arde
nas de la obra, la comunicativa parecer sea el escritor impasible.
Y
bres
en todas las pági-
emoción,
aunque 1d
¡al
conviene repetir esto, al hablar hoy de Las po-
gentes que para'la casa Compañía,
editorial
ha traducido del
ruso
de Plon, Nourrit M. Victor Derély,
De
porque mi visión era-exacta, y en esta novela -que-es |
810
REVISTA PUERTORRIQUEÑA,
EA
la primera, la obra de estreno de Dostoievsky, está ya visible lo que constituye el rasgo más significativo de su talento: “su ardiente y con tagiosa simpatía por los séres oscuros, por los desher edad Al publicarse este libro en 1846, os de la existencia.” el príncipe de la erftica rusa, el gran Biéliusky , exclamaba ' en comprensible arrebato de entusiasmo: “Gl poeta cuya musa se enamora de oria y honor al jóven los habitantes de las buhardillas y de los sótanos, y dice á los que moran en dorados palacios: Éstos son también hombres y son vuestros hermanos.” E po Era entónces el ínfimo empleado .e n Rusia un ente . ridículo y grotescode qui
en nadie hacía caso, á no¡ ser para befarse y satirizarlo cruelment e, Gog ol, con su novela El capote había comenzado la reh abi lit aci ón de aq él, pintando todos sus sufrimientos;
pero el adorable: dipo de Akakii Akakievitch no era más que profundám ánte: desgraciado; su desgracia nos hacía compadecerlo, |sir' lograr disipar su. ridiculez innata. Razón le sobra4 M. Derély para afirmar que la obra esencialmente subjetiva de Gogol ha ejercido considerable influencia en el movimiento literario ruso. Es indudable que la influencia se ha dejado sentir en Dostoievsky, y' en El capote está la corriente inspiradora de Las pobres gentes. ¡Qué diferencia, empero, entre el primer libro y el segundo! ] E pa de éste, Makar
cuartos necesarios para fumar y té, ofrece
de
en su personía como"el resúmen de toda la bondad humana. Su caridad llega hasta lo más sublime de la abnegación, y en cuañto encuentra una criatura más infeliz que él, ha de darle lo _ Poco que tiene. Nótese que
Sa
esta elevación moral vá -
rió
taza
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posee los poquísimos
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Dievuchkine, es desgiraciado como el otro y lo compadecemos pero al parlo admiramos sin restricción en igual grado, alguna; porque este sér miserable, desprovisto de todo, sin un: traje . decente, con los piés medio descalzos, que no siempre
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El heroe
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LETRAS Y ARTES EN PARÍS. 7
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unida á un espíritu inculto, que Makar Dievuchkine no es más que escribiente, que toda su ciencia consiste en . tener una bonita letra, que su filosofía hace sonreir y
us apreciones literarias reir del todo por lo inocentes.
o tiene ni estilo y se expresa mal, con reducido vocaulario, el eS ¡no emplea siquiera bien, lo que se ve ácilmente, pue lla novela se desa illa en forma epistowr.
Y nose a ria, es un conserva lor, está convencido
de que cada uni, nace con st destin , señalado, y el géneral
lo es port ue tenía
“tudes. para serlo, en tanto
que él es simpl+ copistr /orque atí le plugo á- Dios que no le dió t lentos ¿para más. | La abnegacion, el amor ásus sen ejap.es menesterísos santifica á este hombre, que no té”, será bienaven jurado por ser pobre
de espíritu, sin”; ¡que será canoni¿1ido cual modelo. de
caridad por/¿441tos
padres de 1. iglesia traben co-
nocimiente“cíM él.
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|
Desde las primeras páginas ha comenzado á hacer bien mudándose de una casa solitaria y tranquila en la que vivía á su sabor, á otra en la que vive miserablemente en un desván detrás de la cocina, y todo por hallarse cerca de Varvara Alexeiévua, húerfana deshonrada por un rico propietario, y que ha huido de la morada donde se efectuó el crimen y vive en la mayor desnudez.
Todo para verla desde su ventana y tenerla
bajo su protección. este viejo
¡Qué
dulzura más especial
al aconsejar á su amada Varvara
la de
«que no
se
desespere, que no se irrite, que todo se calmará y se arreglará! ¡Qué precauciones para que al mandarla un tiesto, un geránio, crea la joven que ha sido comprado con dinero supérfluo que para nada servía! Y siempre envía algo. Una libra de dulces, suplicándola que los honre, pero que no se inquiete por él, que no, se enfade.
Un libro que sabe que deseaba, alguna prenda de abrigo
porque el tiempo es malo,
y es preciso que Varvara no
se resfrie.
resfriarse
cosa!
Cuidado
cón
¡Es
tan
poquita
Él está muy bien, tomasu té, fuma una pipa, ha p
810
REVISTA PUERTORRIQUEÑA.
e
la primera, la obra de estreno de Dostoievsky, está ya visible lo que constituye el ras go más significativo de su talento: “su ardiente y con tagiosa simpatía por los séres oscuros, por los de sheredados de la” existenci a.” Al publicarse este libro en 184 6, el príncipe de la crítica rusa, el gran Biéliusk , exclamaba en comprensible arrebato de entusiasmo: “Gloria y honor al jóven Poeta cuya musa se enamora buhardillas y de los sótanos, ydedicelos habitantes de las á los que moran en dorados palacios: Éstos son también hombres y son vuestros hermanos.” Ni Era entónces el ínfimo emplea do en Rus ia un ente ridículo y grotesco de quien nad ie hacía caso, á no ser para befarse y satirizarlo cruelm ente. Gogol, con su novela El capote había
comenzado la pintando todos sus sufrimientos; rehabilitación de aquél, pero:el adorable: tipo de Aka
kii Akakievitch no era más que profundamente desgraciado; su desgracia nos hacía compadecerlo, sin log
rar disipar su ridiculez
innata.
Razón le sobra á M. Derély para afirmar que la obra esencialmente subjetiva de Gogol ha ejercido en el movimiento literario ruso. considerable influencia Es indudable que la - influencia se ha dejado sen tir en Dostoievsky,' y en El capote está la corriente ins piradora gentes. ¡Qué diferencia, empero, entre de Las pobres el primer libro y el segundo! El heroe
de éste, Makar
Dievuchkine,
es desbraciado como el otro y lo compad ecemos en igual grado, pero al par lo admiramos sin res este sér miserable, desprovisto tricción alguna, porque decente, con los piés medio des de todo, sin un”t ajé cal posee los poquísimos cuartos nec zos, que no'siér esarios para fur beb
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una
taza
de
té, ofrece
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resúmen de toda la bondad humana su persona como: Su caridad llega hasta lo más sublime de la abn . egación, y Encuentruna a criatura más infeliz que él, ha en cuánto de darle lo
esta elevación mora; vá irene
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á un espíritu inculto, de
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es más que escribiente, que toda su ciencia consiste
en
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tener una bonita letra, que su filosofía hace sonreir y sus apreciones literarias reir del todo por lo inocentes. No tiene ni estilo y se expresa mal, con reducido vocabulario, el cual no emplea siquiera bien, lo que se ve fácilmente, pues la novela se desarrolla en forma episto, lar. Y nose agria, es un conservador, está convencido de que cada uno nace con su destino señalado, y el géneral lo es porque tenía aptitudes para serlo, ,en tanto que él es simple copista porque así. le plugo á- Dios
|
|
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que no le dió talentos para más.
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á este
hombre, que no sólo será bienaventurado por ser pobre
de espíritu, sino que será canonizado cual inodelo de caridad por cuantos padres de la iglesia traben co-. nocimiento con él. : : ME Desde las primeras páginas ha comentando á hacer bien mudándose de una casa solitaria y tranquila en la. que vivía á su sabor, á otra en ¡la que vive mise-
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rablemente en
un desván
detrás de la
cocina,
y todo
por hallarse cerca de Varvara Alexeiévua, húerfana deshonrada por un rico propietario, y«que ha huido de la morada donde se efectuó el crimen y vive enla mayor Fa
desnudez.
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—.
Todo
para verla desde su ventana
bajo su protección. ¡Qué dulzura más especial la de este viejo al aconsejar á su amada Varvara que no se , desespere, que no se irrite, que todo se calmará y se arreglará! ¡Qué precauciones para que al mandarla un tiesto, un geránio, crea la joven que ha sido comprado con dinero supérfluo que para nada servía! Y siempre envía algo. Una libra de dulces, suplicándóla que los honre, pero que no se inquiete por él, que no-Se enfade. Un libro que sabe que deseaba, alguna prenda de abrigo porque el tiempo es malo, y es preciso que Varvara no . se resfrie. Cuidado con resfriarse ¡Es tan poquita
cosa!
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y tenerla
Él está muy bien, toma su té, fuma una pipa, ha
¡
812
REVISTA PUERTORRIQUEÑA. '
entrado en relaciones con un vecino, . que á él le parece un genio. ¡Está un escritor melifiuo
perfectamente! | A tal extremo que ha cobrado por adelan tado gran : parte de su sueldo, y lo ha gastado tod o, y le debe á la casera que le
decente para
maltrata; no tiene ir á trabajar; á cada
su gran preocupación,
un traje ni «medio instante teme, y es
que Su Excelencia pase un ¡día junto á él y le vea, porque.... tal vez no le diga nada, es lo más probable, pero lo que es él se mue las botas se obstinan en no servir más re de vergúeñza: perdido la suela de una de ellas y ; en un paseo ha no sabe con lo que anda; no come á diario, ni fuma
el
_ Perfectamente, inquieto tan sólo infeliz...... y está porque Varvara ha descubierto todo esto, porque sabe pos itivamente que á
la joven
le faltan
muchas
a
y, nat
cosas y ¡có
procurar él, su protector, que no tien mo selas vá4 e un cuarto! ».. Un percance lo salva. Un dia le dan á copiar ton urgencia un documento importante. Está tan distraido que salta una líne sentido.
uralmente, la frase queda sin : Su Excelencia se incomoda y man da llamará
Makar Dievuchkine, á quién no ha visto en toda su vida, Al ver á aquel miserable se pasma. “Mi rar como está” dice. —“Señor no tiene ni una mala not a.” —““ le un. adelanto.” —“* Ha cobrado ya por adelantadDad o.”—
“Pero... pero mirad como está.” Hace salir á los otros y le dá á Makar cien rublos. Mak á cojerle la mano y Su Excelencia le ar se precipita aprieta y sacude la suy
a.
Y este
apretón de manos es más para el buen hombre que el dinero. Y en la división que hace al instante de la suma, la mejor parte es más modesta é insdispensable para él. para los otros, lades Ama á Var
hermano,
vara con amor
de padre,
de toda una familia entera,
de madre, de
que la joven responda 4 sus cartas; lay- se contenta con visita lo menos posible, qué decir.
no quiere
visitarla por discreción,
.
por no dar * Y ese poco de alegría le llega á faltar, por que
el seductor de la joven, M. Buikoff vuelve á ella con y. e
LETRAS Y ARTES EN PARÍS,
JN
BON
deliberado propósito de reparar su falta, á fin de deshez
redar á un sobrino, y Varvara consiente en ser su,mujer
por salir de apuros, también por no seguir siendo. una carga para Makar. El pobre viejo no puede creer semejante absurdo, que Varvara se marche, que no la vea más, que la carta en que le expone su dolor, sea da última que le escribe. Sucede, sin embargo. Varvara se casa, s* marcha á una aldea perdida con :el bárbaro -
Buikoff que no la comprenderá, que no la amará; corre
-
4 una muerte segura, y el infeliz Makar Dievuchkinese queda sólo, más abandonado que nunca, sin un sér que lo quiera, señalado también para una muerte próxima y oscura después de una vida oscura, iluminada por la más bella de las virtudes: la abnegación. — ' ' | No es otra cosa la novela, si podemos en justicia llamarla así. Ménos que nunca hay aquí peripecias *. aventuras. Hay más; el estudio del carácter de-um : hombre y el de una mujer, porque la figura de Varvara
es encantadora, aunque
la perjudique la presencia ¡de
Makar que es un santo. La santidad del uno. distrae y anubla el encanto de la otra. Hablando de:una novelita de Puchkine que Varvara le ha prestado, escribe
j
Makar:
:
a
“Sucede que vive uno y no sabe que tiene al lado
un libro en el que se halla expuesta toda su vida.
que no había notado nunca lo recuerda cuando
cuentra, lo adivina.
:
Lo
uno mismo anteriormente,
comienza á
leer
ese
Y, hé aquí otra cosa
libro,
lo 'en-
que me ha
hecho simpático este librito: algunas obras, por más que las lee uno y las vuelve á leer y se tortura el 'es- . píritu, hilan tan delgado que no se comprende jota. Yo, pongo por caso, soy tan naturalmente obtuso,
ten-
go tan difícil la concepción, que no puedo leer libros muy serios; pero esto se lee y parece que lo ha es-
crito uno mismo;
se diría que el autor ha cogido vues-
tro mismísimo corazón, lo ha
mostrado á las gentes
vuelto del. revés
sin descuidar
el más
y
lo ha
mínimo.
814
REVISTA PUERTORRIQUEÑA.
detalle.
$
¿
¡Y es tan sencillo, Dios de bondad!
a
En ver-
dad, yo támbién habría escrito esto. ¿Por qué no había de escribirlo? Experimento sentimientos semejantes á los que se hallan en el libro, y yo mismo me he encontrado en situaciones semejantes á las de: ese pobre Sansón Vyrine.' Estas balabras, dicen en el estilo
de
Mákdr
¡e-
vuchkine que el libro de Puchkine es real y vivido, que contiene los hechos corrientes de la vida, y ¡tal universalidad humana, que el hombre se reconoce Le él. Aplicando igual juicio á la novela de Dostoievski, . queda hecho el mayor elogio que de ella puede hacerse. No ha alcanzado en ella el autor el grado de terror que adquirió luego en Crímen y castigo principalmeñte, cuando estaba medio loco; pero su inmensa piedad [ or
- los pobres, que tan amable nos le hace, está aquí ton la misma imterisidad que en todas sus Obras posteriores. - La traducción de M. Victor Derély, me gusta porke se siente que no adorna el original y que se ha o zado en mantener
el estilo de Makar,
su falta de orden, su sencillez, sus
su
incoherentia,
increibles
y eterhos
/
incidentes que le hacen llenar una cuartilla-para 'expresar una idea que cabría en diez líneas, en suma, porque sin ser inelegante es lo más llana posible. (
0,0 ?
Q
|
O
:
qn
Uno de los goces de los que se complacen en leer y en trasmitir á las gentes su opinión acerca de lo:leido, esla creencia
de que lo atenderán y, "si no
+
todos,
alguno querrá apreciar por sí mismo y comprará la obra. - Y no se interprete el deseo por el afan, justo hasta cierto punto,
directamente;
hacer partícipes
de ayudar
el deseo es
al editor
más elevado
y
al autor in-
y consiste;
en.
del placer que la lectura nos n ha pro-.
*
LETAS Y ARTES EN PARÍS...
ducido
al mayor
número
A
posible de personas.
Este
deseo no'es el único ni el principal, pues de ser así no tendría que ocuparme de la última publicación de: la Casa Quantín y C? Meexplicaré. Este librito, titulado
Le Roster de Mid. Husson,
passant,
eslo
que los
y firmado por Guy de Mau-
franceses llaman una planquette,
_€s decir que sólo tiene 45 páginas y cuesta 20 en fuerte vitela del Marais, igualmente
pero con
francos
50 en japón y '100 en japón !
una acuarela
original del ilustra=
dor M. d' Habert Dys. El precio, en proporción cón _la belleza del libro, resulta caro y és la primera corta-
pisa.
Pero no es todo;
no se han tirado más que 1060
ejemplares numerados, no se volverá á reimprimir, y por lo tanto es difícil procurarse un ejemplar; y si á alguno de mis lectores, bibliófilo, se le antoja, tendrá que acudir á uno de los poquísimos libreros parisienses que han conseguido un ejemplar. pq O Esta clase de obras de lujo, que á pesar de su ligero espesor y tamaño (en 4% pequeño), representan de 12 á 15000 francos de gastos, no pueden 'emprenderse
sino
franceses,
en
París,
que
además
tiene la colocación
de
los
aficionados
de 1000 ejemplares ase-
gurada, antes de poner la obra á la venta, en Lóndres, en los Estados Unidos y más aún en Holanda, pueblo
privilegiado en donde un simple particular, un especiero
retirado, un mercader, gasta sin reparo y con gusto el dinero en libros hermosos, como lo es el que nos ocupa. Lo es por el lujo y la elegancia. La obra se abre con un agua fuerte de Jules Després grabada por Abot con'su
habitual delicadeza,
cipio de la novelita..
y otra agua
con los claros caractéres de Didot,
á manera
fuerte
al prin-
En cada página, el texto, impreso
de cartela cuadrilonga,
y
figura en un cúadro
todo
él resto: del
papel lo ocupa un dibujo del citado Habert Dys.: “Es un libro album, enel que la relación: del escritor. va
parafraseada por el lápiz dé un: notable ornamentista; Estos dibujos, que son muy lindos, están tirados en
| j
| $16
|
4]
|
REVISTA PUERTURRIQUEÑA.,
|4 i
1
color, oro, azul, bistre, amatista, bronce,
4;
gris de hier
ro, etc., y.es la originalidad y el mérito del trabajo tipo' gráfico, pues cada color representa una tirada y la dificultad está en sacar ese blanco papel, de entre tant as
y tan variadas tintas, sin una maculatura,
sin un defecto de impresión. en l -Esta innovación me parece digna de aplauso para obras por el estilo. Es bonita, agradable, y satisface á la vez la vista y el espíritu.
Aplicada á trabajos
de más alientola reprobaría resueltamente, por la razón de que ni el uno ni la otra obtendrían la apetecida sa+
tisfacción.
En cuanto al texto, porque el dibujo incita,
atrae la mirada y distrae la atención por más que sé examinen préviamenté; en cuanto al dibujo, porque es . incompleto, porque no vemos más que los bord composición y nos preguntamos qué habrá debaesjo de lá. de la cartela en la que figura el texto, porque es irri tante no ver toda la composición que juzgamos necesaria cuando E
los detalles nos seducen.
Pero basta de bibliografía y digamos lo que es P el, Rosier de Madame Husson, que no es un rosal, como parece á primera vista. Esel caso que una señora rica y anciana de Gisors se propone que su tenga también lo que anualmente posee N anterre,ciudad una,
.
rosiére, es decir una jóven núbil que se corona de rosas,, y
á la que se entrega una suma crecida en prem io de su. virtud, para que
logre contraer
honrado
matrimon
Comunica la dama su pensamiento al cura de la parr io. oquia y
*
al alcalde, que aprueban el proyecto, y se echa n á bus-. car la doncella virtuosa. Son muchas las llamadas , pero ninguna
la elegida, pues á fuerza de enredos,
murmuraciones y chismes resulta que ni en Gisors ni en todos sus alre
de castidad. La criada de Mad. Husson declara á su ama que el único digno es Isidoro, el hijo de Virginia ' la
frutera. - Claro que es modesto,
que á pesar de sus
e
dedores hay una muchacha.... ¿cómo lo diré ? intacta, vamos, que reuna las condiciones requeridas
LETRAS Y:ARTE EN PARÍS S ;
|
sép?
veinte años:está más puro que la misma pureza, quese
A
sonroja cuando
las.mozuelas
le hablan, que está. 0.0
intacto, volvamos al adjetivo, pero es un hombre. El cura declara que eso importa poco, que nada significa que sea rosier ó rostére, que la virtud no tiene sexo, y lo que la señora Husson quiere premiar es la virtud. | Se decide, pues, la ceremonia, y el 17 de: Agosto, Isidoro, vestido de hilo blanco:con un ramito de flores: de azahar en el sombrero de paja, —todo éllo símbolo de su inocencia, —sale de su casa entre la guardia na: cional del pueblo, es conducido: al tablado. donde: cam-pean las autoridades, y el alcalde le suelta una: brillante improvisación acerca” de sus méritos, del honor que: procura:á Gisors, de su deber de seguir sirviendo de modelo con una vida ejemplar, y tras el: discurso le:
alarga un bolso con 500 francos.
En seguida viene el: -
ha comido y bebido el inocente.
En fin, con la misma
banquete, interminable como de nomandos, é Isidoro: come y bebe como en toda su purísima existencia no:
solemnidad y miramientos,
el rosal ó rosier
es condu-
cido 4 su morada, ya entrada la noche.
Cuando
á su vez llega la madre,
tera, el chico ha desaparecido.
Virginia la fru-
¿Qué habrá: sido de él?
¿Qué le habrá pasado? Corren las horas y no sele: vé el pelo. Al otro dia se sabe que en el camino detu-vo á.la diligencia, montó en ella y se largó
_¡Válanos Dios con el pobre Isidoro! todo . Gizors está sobre ascuas,
á la capital.
Al fin cuando-
un:médico ve
un Hom-
bre vestido de hilo blanco, pero con un blanco gris, sucio,
horrible, y.nóta que está borracho perdido. Y: es Isi-doro, el casto Isidoro, el purísimo rosal que durante los:
ocho dias. de ausencia
no ha salido de las tabernas y
otras casas: poco santas de la capítal,
dejando su dinero;
su pureza, y revolcándose como un guarro en'todos los
vicios de gula y lujuria que afean á la humanidad.
>:
_ Este juguete, como todo lo:que sale de lá plunra:
de Maupassant, está escrito con su admirable: sobriedad.
- '
880
REVISTA: PUERTORRIQUEÑA.
y sa admirable frescura
de estilo.
Es una flor
y nada
más, ¡pero qué vistosa, elegante y perfumada!
o_o o
|
bso
oro
¡
El maestro impresor, Moteroz
meries Réunies)
ue
(Librarie des Impri- '
me ha. remitido el nuevo libro
Félix Narjou: La lala de los italianos.
de
M..
Este título, que
k £ es
parece muy claro, no lo es tanto como lo parece. Des-: de luego se comprende que el autor quiere decir que su librová á tratar de la Italia real y efectiva, con todas; sus bellezas pero también con todas sus fealdades, y no! de la Italia convencional que describen las Guias Ó. las relaciones de artistas impresionables que ven lo | que quieren ver y no todo lo. que debe verse. Pero, ; esa Italia verídica, ¿es realmente la de los italianos, decir, la que ellos ven, y son los italianos capaces
es! de |
conocer los defectos y berrugas que señala M. Narjou?¡ Creo que no. ¡Para los italianos, en general, y dejando
de lado las inteligencias superiores,
su tierra es muchí- ;
simo más de lo que es -.en sustancia, y no son capaces, | como no lo es ningún pueblo en masa, de conocerse tan j á.las claras. Pero si no es exacto—y lo digo porque se
el títuloen demasía—es
pintoresco y
mucho más de lo que viene 4 expresar, cual es. ;
El autor ha vivido
sea:
es visible que la quiere,
elogio, no la favorece,
la Italia tal : pd E
en :ella muchos años,
corrido en todos sentidos, «la conoce como
vale:
la ha re-:
casa propia,
EA ari
ha alabado
y sin embargo no la pinta con-'
sino que la reproduce
servación cruél, olvidando su cariño,
con ob-':
sus dias felices, — |
algunos habrá tenido, —en aquella tierra hermana, No. considero ;el hecho como ingratitud, siendo enemigo de | de
toda mentira, pero es. una prueba de fuerza, como ló. - Sería para una madre amante hallar lunares en la ama-: dísima
cara de su hijo.
Pero
tampoco conviene
exa -,
LETRAS Y ARTES-EN PARÍS. .
i
819»
_ gerar esta fuerza, que es la imparcialidad relativa que: cabe en lo humano, y es sólo factor elemental de la crf=.
tica sincera y no de belleza artística.
La misma cantidad
de fuerza hubiera deseado en el autor para concebir su. libro con más profundidad y desarrollarlo con mayor es-. pacio. Tal como se nos presenta es un resúmen de muchas verdades sabidas, apuntadas al correr. de la.
pluma,
como si en vista panorámica fuesen apareciendo .
á.nuestros ojos, el suelo, las instituciones, algo de las costumbres de Italia, y dejando en la sombra much os
puntos importantes. ta si lo tomo
como
El libro es primoroso
notas
de
viaje,
y me delei-.
algo como
el De
Puerto Rico á Madrid del notable costumbrista don Ma. di
nuel Fernández Juncos;
siones me
de pintar á Italia,
puede satisfacer,
pero si me viene
con
preten- '
la Italia. de los italianos,
porque....
seamos tan
no |
verídicos
como quiere serlo el autor,—hay apuntes deliciosos mezclados con muchos lugares ... visitadísimos. e Para M. Narjou Italia es insalubre, el hombre en-. cuentra terribles dificultades para luchar contra el clima y ganar
su subsistencia.
Los
angostos
valles
de
los
Alpes en los que la nieve es eterna, están habitados. por una población inferior. Los arrozales de Lombardia producen tantas calenturas como granos de. arroz. Hay provincias enteras como las de Piombino
y Grosseto que se consideran, con razón, como las más | _ dañinas de Europa. La campiña romana es peor to-.. davía. En las Calabrias reinan enfermedades desco- h _ hocidas en el resto de Europa como la elefantiásis y la.
lepra.
Bueno;
haberlo visto
pero todo esto lo sabemaf,
ha de figurarse
bierto 4 Italia.
el autor que
y no por,
ha
descu-'
Cuando se habla del cielo. de Italia y.
de la fertilidad de su terreno,
no se refiere el orador
las lagunas Pontinas, sino al Piamonte, á la Liguria, á, á. las incomparables alturas de los Apeninos, que el autor tiene que alabar. Todo hombre medianamente ins-. ruido conoce hoy el suelo italiano y su clima, como el.
so
REVISTA PUERTORRIQUEÑA.
FE
de' España y aún el del Perú. que está mucmás ho lejos:
Sólo los toritos: han de creer, hablando de ' memoria, que Italia es en todo y por todo un paráiso terrenal, y; - seguramente, el autor no escribe para los tontos, «pués
. le sobra ingenioy no sería comprendido...
*
...p-
He de decir lo mismo de cuanto se refiere al ejér:
cito, á la familia real
ridades
y al Papa, - sin-excluir las interio-
que M. Narjou
pudo. creer nuevas,
pero
que
- son:conocidas como los datos oficiales que llenan pá-
ginas y páginas inútilmente. ¿Quién ignora, pongo por caso, que las tendencias del rey Humberto, 4: ser. un rey verdadero y no una sombra de rey, como todo
monarca constitucional, serían francesas, en tanto que las de su esposa son resueltamente alemanas? ¿Quién,
que se
pea,
interese por
el movimiento de
no sabe la situación exacta
la política euro-
del papado
y de la
corte italiana? | Ea En cambio, las páginas dedicadas á la vida interior, á la calle, y á los caractéres saben á poco y en realidad son cortas; saben á poco porque son sabrosas, rebosan en apreciaciones exactas, en ideas nuevas y originales; son cortas porque no constituyen una monografía verdadera del pueblo italiano, completa y verdadera, seg ún se propuso el autor. Compárese el estudio destina o 4
la transformación de las grandes ciudades que es aca-
bado y expone con claridad y puntualidad la situación económica italiana; compárese el exámen de los teatros, aunque ya sea incompleto, pues en Italia no hay sólo teatros de ópera y baile, los hay también de drama, compárense con el análisis del carácter italiano y de su vida interior y'se verá que es ligero y superficial, por más' que, lo: repito, haya atrevimiento y novedad, como
sostener que las italianas no son hermosas, lo que—=di--
cho sea sin cortesía—es' una verdad.
En cuanto
E
á los puntos dejados en- la sombra: són
muchos, y sin citarlos todos, preguntase'4 el autor: ¿no”
hay en-Itaha literatura, ciencia, artes?. ¿No' hay mo-
A
j
l
.
A
LETAS Y ARTES EN PARÍS.
vimiento
intelectual?
1
CON
Y lo pregunto, aunqúe nosea:
muy preguntón,:porque M. Narjou no nos dice ni media ' - palabra de la novela italiana, y hay novelistas como Verga; ni de la poesía, cuando hay poetas como Carducci; ni.
de las ciencias, ni de las artes que tienen sus represen-
tantes todas ellas, algunos eminentes; no nos dice nada ni de la prensa ni del profesorado, ni de las universida-
des que cuentan hombres que harían buenísimo papel en cualquier cátedra de otra nación europea. 'Y ésto: es importantísimo; estoy por declarar que es lo más importante para conocer bien á un pueblo; es también la -
Italia de los italianos.
le
E
Estos vacíos son tanto más sensibles cuanto qué: M. Narjou tiene ingenio y podía haber hecho lo que no:
ha ejecutado; la prueba es que á pesar de haber leido tal -
número de obras acerca de Italia, que si me obligasen á una reseña bibliográfica llenaría toda una Revista, el libro de M. Narjou, que es un arquitecto notable y un notable escritor, me ha gustado mucho. Mis quejas vienen de que no sea completo, nó de que carezca
de interés, verdad y donosura. OO
E
o%0 En Leipzig
el mes de
Noviembre de 1883
se publicó
una obra filosófica que provocó. en
ardiente entusiasmo y ardientes anatemas;
de esa publicación,
años, aproximadamente,
en
Alemania en los cinco el libro ha
llegado á la décima tercia edición, lo que 'equivale á 40
ediciones
en
Francia,
y
ha sido traducido á los idio-
Pe e
an
td
mas inglés, francés, italiano, español,
portugués, holan-
dés, danés y sueco, Puede asegurarse, por lo tanto, que es universal; la crítica europea lo ha apreciado con elogio y su autor es uno de los más grandes pensadores alemanes, no sólo contemporáneos, sino de todas las épo-
cas.
Titúlase el libro Las mentiras AA
de
Saa
i ) 4 3
REVISTA PUERTORRIQUEÑA.
4 4
nuestra civilización, y su autor es Max Nordau. ¿Meréde la obra el éxito innegable que ha obtenido? Si yo fuese:
por una hora ministro de Instrucción pública y mis leyes debiesen respetarse, aprovecharía esa hora ara decla-
rar la obra de texto en
todas las ebiccleióda es, crearía
una cátedra para explicar y desarrollar las ideas que centiene, establecería lecturas públicas de ella en. los
centros obreros, y favorecería su propagación «por cuanitos medios se me ocurriesen, como una buena acción que había de redundar en beneficio de la humanidad. No creo que sea dable más claridad en decir que todo lo
merece ese admirable libro; admirable por el fondo, por: la masa de ideas que lo constituye; ad sirableox da vasta y generosa concepción filosófica; admirable por el estilo, ora valiente y generoso, ora de una sátira fina
que hace
pensar
intencionada;
en Voltaire,
admirable,
aunque
sobre todo,
no sea
porque
tan mal: : es sincero
y dice la verdad. Niegan muchos que haya valor y. osadía en coger la pluma, y, en el silencio y la seguri- : dad del gabinete, atacar los principios sociales que el ;
hábito y más el orgullo nos han hecho considerar com inmutables. Seguramente Max Nordau, que habría sido quemado por la Inquisición, no morirá hoy en la hogueinadmisible
el ejemplo
es
cultas, ciertamente más
san lo mismo
que
oportuno:
pueda de
negarse.
cien
de las tres cuartas
que el filósofo alemán;
Si así
a
fuese,
mil personas
ES
éste parece
partes pien-
¿por qué
no de:
claran su sentir, no ya en libros,
sino á $us amigos, . si- -
que carecen
porque, —y es la. pri:
á sus hermanos,
de ese valor moral,
mera verdad
triste
y
profunda
á su mujer?
que
Por--
descubrimos
md)
Quiera á los suyos,
tan:
luego se abre el libro, —“la enfermedad grave de ñues-. tra época es la cobardía,” el no poner acordes los ac:.. tos con las convicciones.
.
EE
Cuándo se publicó la primera edición francesa no turá E
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eo imoscres:
A
A
ve ocasión de leer esta obra á tiempo para hablar de el
E
a
ra; pero no se trata de valor físico sino de valor moral, y
LETRAS Y ARTES EN PARÍS.
823
y me aprovecho de la segunda edición, á precio reduti-
do (fr. 3'50) que pone en venta la Librería W. Hinrichsen, para decir
de
mis
en dos palabras
aimigos
todavía.
de lo que trata, á aquellos
desconocidos
;
que
no
la hayan
leido
:
El estudio de Max Nordau es un análisis de los elementos complejos de la civilización actual que están
en
contradicción
con
la concepción cientifica
que nos
formamos del mundo, y vienen á ser mentiras conven» cionales que se respetan exteriormente, con las que la gente se conforma por ser costumbre, desatendiendo la voz. de la conciencia que nos dice claramente que son absurdos sin valor alguno hoy dia. Lo que. de ordinario piensa el hombre culto, sin atreverse á expresarlo, el alemán lo expresa naturalmente, sin rencor ni odio, con la energía del que dice todo su pensamiento. El éxito del libro viene de eso; tanto los que lo elogian como los que lo censúran sienten que -están de acuerdo con el autor, que lo que dice es la verdad. Las almas generosas aplauden, las egoistas silban. Aplausos y silbidos contribuirán á hacer leer más el libro. : La mentira religiosa consiste en que ya no creemos, y, sin embargo, seguimos penetrando en los templos y manteniendo un clero que nos es indiferente; cierto que éramos más dichosos cuando esperábamos en la recompensa eterna;
taba en
imposible
la infancia
pero entónces
es para el hombre volver
la humanidad
volver
la humanidad es-
y hoy está en la edad madura; tan á la primitiva
á la niñez como fé de
á
su infancia.
No creemos, pero aparentamos creer, mentimos á nues-
tra convicción
y de ahí el tardo desasosiego del alma.
La mentira monárquica estriba en que
dió su aureola;
el rey per-
hay reyes constitucionales que soñ un
cero, pero cuya influencia es nefasta; sabemos que un rey puede ser un imbécil, por más que lo sea por la
gracia
de Dios,
y sin embargo,
por él un respeto que no tienen,
los cortesanos fingen
á fin de ganar algo;
| |
824
REVISTA
PUERTORRIQUEÑA.
mienten, pues, y con ellos los pueblos; en los pais don: de existe la República, viene 4 ser lo mismo, es: pue sde República no hay más que el nombre; el par lamenta; rismo
existe tan sólo como forma exterior, no ha intra! . : ducido el menor cambio en la organiza ción interior de:
- estado, y toda la comedia de las elecciones, con su grat fraseología, no es más que lucha mezquina de intereses: personales.
sufriendo.
-
El pueblo confia,
pe
y
le
engañan,
y
sigue
e
La mentira aristocrática consiste en que la noblez;"
de la sangre
se fundó en la fuerza
de los nobles,
pureza de su raza, en que estaban mejor armado en lá s par luchar, y vencían y los otros les reconocían la supre macia. La razón dela aristocracia era puramente an! tropológica. La nobleza la componían los séres privi: legiados de la raza. Pero, ¿es hoy así? ¿Porque uf. tonto, que sabemos positivamente que es tont o, porqué; un sér escrofuloso y de sangre podrida se llam e Ó duque, ¿hemos de creer que es de mejor esen conde cia que el rest
o de los mortales? rente sigue rodeándolos, y convicción.
N O; pero el respeto apamentimos de nuevo á la
En la mentira económica el pasmo es mayor;-má s de cien mil indivíduos poseen en Europa una fort una sús perior á un millón de francos, y al lado hay una masa de indivíduos privados de todo, que no saben por la mañana lo que por la noche han de comer. Examin cómo se hacen las grandes fortunas se descubre ándo quees
siempre á costa
á la civilización
bre
del trabajo ajeno.
un desarrollo ficticio,
á la industria y al comercio
El capital.ha dado
llevando al hom-
y separándolo
de la producción alimenticia. Está probado que si la tierra se hallase cultivada con método, daría alimento para 1,950 millones
de séres, mucho más de lo que cuenta . la humanidad. El hombre es una de las potencias elementales que nada detiene, y esa fuerza podría arrasar el.
edificio social levantado en la superstición y el egoismo,
LETRAS Y ARTES EN PARÍS:
Bos
Otra mentira es la matrimonial;- el hombre ha na-
cido con el instinto poligámico y está condenado á:la monogamia; un hombre se casa adorando á su consorte y ella adorándolo á él; pero llega un dia en que ya no se aman y Otra nueva pasión surge en vez de la antigua. El matrimonio los ata, y entrambos, de ordinario, son adúlteros. El instinto genésico es tan poderoso como el hambre, como que son los dos factores de la vida;
comer es necesario
al indivíduo;
reproducirse
es necesario á la especie, Todos lo sabemos, y en véz de comprender la nobleza de la función de la reproducción, fingimos avergonzarnos de ella en público, y en secreto caemos en el vicio de la lujuria. En los pueblos como Francia, se rebuscan modos indecentes de evitar la reproducción. En esto mentimos igualmente, y de todo éste cúmulo de mentiras procede el desaliento de la época, el pesimismo, el egoismo. QA
* ¿Será siempre lo mismo?
y hace bién; la humanidad tiende
á rebajarse; conformidad
No
lo admite
el autor
Á ennoblecerse
y no
cuando haya puesto su modo de sér en con la concepción científica del mundo,
cuando comprenda queal hacer el bien á la humanidad se lo hace el indivíduo á sí propio,
Y lo mismo el mal,
vendrá una civilización de verdad, de amor al prójimo, de bienestar. ““La Humanidad, que es hoy una idea abstracta, será entonces un hecho.” Las futuras generaciones podrán vivir en unión fraternal, instruidas,
sinceras, libres y buenas.
¡Lean el libro mis lectores, y casi casi se lo ruego, por el bien de ellos y de los suyos! J
a oo
No me queda tiempo para señalar como quisiera una venta importante de libros, á la que voy á asistir al firmar estas cuartillas. Es la biblioteca del barón
826
- REVISTA PUERTORRIQUEÑA. -
-de La Roche :Lacarelle, cia;
los
manuscritos,
primorosas
«Abundancia;
una de las más ricas
las obras
y preciosas,
encuadernaciones antiguas, ésta biblioteca
pasa lá venta
de
reemplazan
las
la
consta sólo de 500 volúme-
nes, pero todos tan bellos, que
sino
raras
de F ran:
mucho
700,000 francos.
me
equivocaré
El catálogo, tirado en gran papel, con un agu a fuerte de Abot,— el retrato del difunto barón, : y tre inta y cinco láminas
en color que reproducen las más ricas es una obra de lujo, que honra al lib encuadernaciones, rero que la ha orde-
nado,
el perito Ch.
correspondencias
Porquet.
Eñ una de mis próximas
pienso tratar de la
bliófilos franceses, y
Sociedad de
entonces volveré sobre
Bi-
la simpá-
tica figura de este célebre coleccion ista. opel Por ahora, después de apuntar la publicación de la 4* entrega de la Bíblia en estamp as, en la librería Hiurichsen, y un A'fredo de Musset , ilustrado, publicado
por entregas en la casa Champentier, por lo barata y el buen gusto, —termi —obra excelente no la grata tarea, des eando igual solaz
el eseribiente.
París, Mayo to de 1888.
al lector
que el que
LeEoPoLDo |
|
4
García-RAmMÓN. E
f
|
Fin del tomo «primero,
E
AN >
-
RA
E
€xperimentó
dl,
ir
A
E
!
ÍNDICE.
Prospecto.
Página 5.
:
-
>
|
LITERATURA Y ARTES. ;
A
e
LE
Don José Pablo Morales, semblanza por Don Manuel Fernández. Juncos. laa 188, 281, 628 y 186
ginaso
ecadora, narración puertorriqueña por D. Salvador Brau.
Pá-
Páginas 32,. 86,
217, A 435, 580, 647 y 774,
> Soñando, poesía por Doña Lola Phbárizios de Tió. Página 29, : Historias tristes, poema por Don Luis Muñoz Rivera, Página a pa Poesía por Don José A. Daubón.
Musa moderna,
Crítica y O 148, 317, 407, 510 +
Página 56.
paa or Don Emilio Ferrari.
Página 58,
aña, de por Y on Manuel Fernández Juncos.
Crón ónicas de París, e hetals
61, 135, 203, Pret 394, 491, 589, 667.
égicas 50, 59, 195,
Artes, ” por Don Leopoldo García Ramón,
P
Pa
erdos del Romanticismo, por Don M. Anatolio Lan. dad ¿Página 94. El Árbol Maldito, leyenda por Don José G. Torres, P. La crítica literaria en España, De
E qe
ya niño, leyenda
Don Alberto Regúlez.
po tica por Don
det
nas
Páginas 112 y 196,
Gabriel Ferr er,
Hern: ández. Pá2 Cintenbirio de Don Giovanni, por Don Carlos Casanova. P. De Enrique Heine, poesías traducidas or Don J. A, Pérez haldo. o. Páginas 147, 195, 334. E E pe Catástrofe, o por Don Ca;ayetano Coll y Toste, Página 175. Los horrores del triunfo (drama de Brau). Juicio literario |¡por Don Manuel Fernández Juncos. Página 148, | Vita brevis, poesía por Don Gabriel Ferrer.
Crónicas de rr
nas 287, 476, 567, 659
Página 286.
|
A Letras y Artes, ” por Don Jacinto Octavio Picón. y 7
La cadena del amor, loci por Don José G. Torres. Página 266. La Montálvez (novela de Pereda). Estudio crítico por Don Manuel Juncos. Página 510.
El Ruiseñor, poesía por Don Manue) Pádilla Dávila.
LD
gia
Anyoranza, poesía de Don José de Diego.
Mi Nr
Ferniándes
Página
Manuel Fernández Juncos, epistola 1, por Don José 6. 4. Padilla,
9. El Borracho, poesía por Don Cay -etano Coll y Toste,
ago poca de Brau),
Juncos. Página61: Las Rimas pd
Página 452,
Allon.
Pá-
Página 4
estudio crítico por Don
de Carducci, por Bog
ee
Página 538,
muel Pernández
2d
|
828
:
REVISTA. PUERTORRIQUEÑA.
1
7
1 | A El Cuarto Podeh. (novela de Pala cio Valdés). Estudio crítico Fernández Juncos. Pi ina 688 por Don Manue ais de una aldea, apuntes de un viaje á Aragón, por Don Manuel Elza na 704, 4 buúru. e
Semper, poesía por Don [E : io Ferrari. Página 711. E Angel, páginas de unEmil e TA libro inéd ito por Don Abel ardo na Morales Ferrer. Pá713. | El Padre, poema de Coppé, por Don Manu el Fernández Juncos. Página 781. Santillana, por Don Benito Pére z Galdós. Página
7
gina
gotera moderna en España
745,
Y
(de
| CIENCIAS
Eduard
733. . owen Prescott),
por
E Pá-
Olga,
a
ER:
st
NATURALES.
]
]
|
a
| | El El Campesino Puertorriqueño. Ori en, condiciones físicas Don Francisco del Valle Atilos. y pato lógi cas, Or -Un error de trascendencia, Páginas 16, 73, 161, 234, 351, 409, 525 y 693, me (Higiene de la infancia), por Gandía. Página 180. Don Man uel Zeño o Origen de los indios borinque A ños por Don Agustin Stahl. pi La Muerte, por Don Pági na 423, Eduardo Benot. Página 757. |
CIENCIAS MORALES.
o Ej
El Campesino Puerto:
iqueño, por Don Francisco del Vall intelectuales y morales, | Pád e Atiles, i 635. .
pl EN E Condiciones
La Religión de los indios bori y . nqueños, por log ios de Borínquen, por Don Cali Don Agustin Stahl. Página 251. xto Romero Cantero. Páginas Y 367, ; Educación de la cam | esina puer t orrigeña, por Don Ale na 444 jandro ol mp
Gobierno, pobl Stahl. Página 613. ación. Y vida social de los indios borinqueños,
|
La Oiencia del Lenguaje, |
FILOLOGÍA.
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