Bruxismo Nº1

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bruxismo

Del ingl. bruxism, y este del gr. βρύχειν brýchein ‘rechinar los dientes’ e -ism ‘-ismo’.

La idea de comenzar a escribir un fanzine surgió como suelen ocurrir este tipo de cosas, entre la verborrea y las promesas de eterna camaradería que acostumbran a abundar en las noches que, aún hoy, salvan a un pequeño grupo de expatriados —de la patria chica, claro— del letargo que parece consumir a todo aquel que acaba por hacer de la gran ciudad su hogar. En el momento en que por fin se publiquen estas líneas —momento que ahora mismo se antoja inalcanzable por, entre otras cosas, el poco rigor del personal con los plazos de entrega— hará aproximadamente dos años de aquel primer impulso. Aquel primer y en gran parte inocente impulso que, con el tiempo, fue tornándose más en quimera que en otra cosa, hasta que finalmente los hados tuvieron a bien juntar a la alegre compañía de sinvergüenzas que hoy conformamos el Colectivo Bruxista. Bruxismo nace a medio camino entre Asturias, Euskadi y Madrid, y lo hace con un objetivo claro. Durante los dos últimos años, los diferentes miembros del colectivo hemos asistido con pesar a lo que, creemos, son algunas de las mayores lacras de la cultura en nuestro tiempo. O, al menos, y por quitarle algo de grandilocuencia al asunto, las mayores lacras de la cultura en nuestro tiempo en lo que respecta a nuestra generación —esa que se desenvuelve inocentemente por el ecuador de la veintena y que se apresta a descubrir, con paso firme, que el futuro es un gigantesco solar con un cartel de «se vende»—. De la cultura a nivel de la calle, se entiende, que en el fondo es la única que importa. En este tiempo, hemos visto una escena dominada por una suerte de esnobismo trendy que ya no sabe qué hacer para no dejar de molar y que se pudre, mirándose el ombligo, en una actitud que no sabemos si resulta más repulsiva que vergonzosa. Hemos visto un sector mercantilizado hasta lo obsceno —la gran ramera de Babilonia— en el que nadie paga, nadie cobra, se consume mucho(demasiado) y mal. Un mercadillo de sistemática autocomplacencia en el que el fondo apenas importa y en el que la calidad y el buen hacer son un lujo al alcance de una selecta minoría, un capricho de los que no parecemos ser conscientes de cuál es nuestro lugar. Formamos parte de una generación cuya única respuesta ante un futuro desolador es el refugio en algo así como un nihilismo postadolescente, cargado con buenas dosis de fina ironía e incredulidad, para el que lo mismo da ser que parecer, hacer que deshacer, una cosa o la contraria. A diferencia de otros fenómenos de nuestro tiempo, no nos mueve el complejo de cura ni pretendemos dar lecciones de moral, pero sí estamos convencidos de que otra(s) actitud(es) es posible —y necesaria—. Lo mod, lo skin, lo punk, lo pop; anarquismo, futurismo y situacionismo; música, literatura, historia y fútbol. Todo ello tendrá cabida en nuestra barricada: personajes, historias y actitudes bruxistas. Gente que rechina los dientes y aprieta los puños. Que no cede un palmo a la mediocridad. La resistencia. Esperamos estar a la altura y que este experimento sirva no sólo como plataforma desde la que dar pábulo a nuestras obsesiones personales —que son muchas—, sino como un punto de encuentro para toda esa gente singular con la que hemos tenido la suerte de cruzar nuestros caminos y que tiene algo(mucho) que decir. Está escrito que «el hecho de estar vivo exige algo» y nosotros así lo creemos. Esta es nuestra apuesta. —Colectivo bruxista

Bruxismo o barbarie.


Colectivo Bruxista son:

Colaboran:

A. Saralegui 1

Janire Larreategi Laiseka

Jaime Bajo González

Músico frustrado, historiador nobel con pretensiones y falso sibarita. Quiso ser cantautor, pero acabó afeitándose. Ejerce de bon vivant en el exilio y aspira a convertirse en diletante profesional. Cuando bebe, afirma estar decepcionado con el Papa y no haber superado la caída del Muro. Los veranos los pasa en el norte, con su familia —a la que ama—, recuperándose de humores melancólicos. Como el César, habla de sí mismo en tercera person.

Habiendo concluido con éxito un máster en escuchar pamplinas como KPI´s, fundraising o (mi favorita) sinergias, que me ha servido para atesorar un sinfín de experiencias como parte de las absurdas pretensiones profesionales de la actual New age empresarial; me es grato manifestarles mi interés por formar parte de este incipiente proyecto. Espero que mi pasión por cosas-que-a-nomucha-gente-interesan, junto con mi deseo de que mi profesión deje de vapulear mi tiempo, sirva para cumplir con los requisitos necesarios para formar parte de este faszinante fanzine. Por todo lo anteriormente expuesto, espero tener la oportunidad de aportar mis valores, pasiones y obsesiones, esos que han regado y empapado mi vida. Les aseguro que si me dan la oportunidad de participar, las páginas de los próximos números desbordarán tinta.

(Madrid, 1983) — o Larry ACR — se inicia en el Ska el año 1999 con la publicación del skazine Rough & Tough. Desde entonces ha sido corresponsable de cuatro recopilatorios, selector, autor del corto El ritmo que adoptamos del Caribe, colaborador del programa «Alma de León» (RNE-R3) y de publicaciones como el boletín Do The Reggae, el periódico Diagonal y las revistas ALittleBeat, Mondo Sonoro o Enlace Funk. Destaca también por ser uno de los responsables de la Asociación Cultural Reggae. Es autor del fundamental Ska en España, La vida no se detiene (Milenio, 2015).

Álvar F. Nace el día en que el Sporting de Gijón queda eliminado de la Copa del Rey después de meterle cinco goles al Real Madrid. Hijo de una aristócrata venida a menos y un marinero inglés, al que nunca llega a conocer, estudia con los Jesuitas para después, en contra de la opinión de sus profesores, que lo consideran un chico holgazán, inadaptado y de una inteligencia superficial, estudiar física en la Universitat de Valencia. Alberga la ilusión de lograr el doctorado. Fracasa, para regocijo de los susodichos profesores, y se sume en una profunda depresión. Tras una concatenación de extravagantes desdichas, termina viviendo en la ciudad de Ginebra y siendo vecino de Tina Turner. Allí descubre la música negra y su amor por el baile. Tras fracasar (de nuevo) como pinchadiscos de northern soul, se instala en Memphis, donde reside en la actualidad con su perro, Otis, dedicado por completo a la literatura. Asegura ser feliz.

M. T. Treacher A M. T. Treacher le apasiona cantar las glorias de Napoleón Bonaparte, cargar contra la monarquía borbónica, recordar el sueño de Lincoln el día antes de su asesinato, recrearse con el último momento de Maximiliano de México, ponerse pelucas de mujer, beber solo y encerrarse en su cuarto cual Emily Dickinson a hacer solo Dios sabe qué cosas. Algunos lo definen como ludita. Intentar una reseña biográfica de cómo la existencia de semejante sujeto es posible sería un ejercicio realmente árido.

Sor Lucía del P.

R. Montero

Hija de un saxofonista cubano y una profesora asturiana. Gran amante de los bailes latinos y la literatura rusa, un loco misticismo adolescente la lleva a ingresar a los 16 años en un convento de Madrid. Apenas un año después de su ingreso, conoce a Isidoro, carmelita descalzo y aristócrata arruinado, que se convierte en su primer marido. La pareja se muda a Puerto Rico, donde Lucía imparte clases de salsa hasta que una tórrida aventura con un famoso productor de telenovelas le hace abandonar su matrimonio. Diez años y tres divorcios después, Lucía vive retirada en su villa ibicenca con su ejército de jóvenes bronceados que le leen a Dostoievski en la playa.

Tras ser expulsado de catequesis por patear al párroco al segundo día, descubrió su amor por el balompié, en el que destacó como capitán en el U.D. San Claudio hasta que fue apartado del mismo por, citando textualmente a su entrenador, «hijodeputa» y «vagu redomau». Desde entonces, ocupa su tiempo a partes iguales entre la Fun House y el diseño gráfico.

Al Incadencia Nacido en la ciudad de Madrid durante la década delos setenta, fue compañero de batalla del Cojo Manteca. Tras negarse a aparecer en el programa de El Loco de la Colina, ejerció de predicador televisivo hasta que cayó en la órbita del Colectivo Bruxista. Desde entonces, sobrevive en el cuartel general de los susodichos a base de sopas de ajo con abundante pan.

Reclamaciones en otra ventanillla Nos sentimos obligados a dejar constancia de nuestra deuda con el fanzine barcelonés La Escuela Moderna, que llegó a nuestras manos a través de la red en un momento clave de nuestra existencia, salvándonos así de una vida de bingo y licores de oferta. La vida moderna nos enseñó que existe redención hasta para los sinvergüenzas más redomados y dio sentido a nuestro tembloroso deambular. Gracias a sus páginas en blanco y negro cambiamos el pegamento por los libros de los situacionistas, empezamos a coleccionar vinilos, leímos a Jim Dodge y aprendimos a combinar los calcetines de forma audaz pero elegante. Como ellos son los verdaderos culpables de que tengas este artefacto en tus manos, pedimos a quien se sienta insultado que les escriba. Lo mismo le decimos al que crea que algo de lo leído ofende al buen gusto, a la moral o a la conciencia de la clase trabajadora.

1 Previamente a la finalización del fanzine, nos es obligado dejar constancia del desacuerdo de este miembro del Colectivo con la

decisión de representar a Su Santidad el Beato Pablo VI con un sombrero PorkPie en la contraportada. Esta nota al pie es testimonio definitivo de este pleito.


Bruxismo Nº 1

Noviembre 2017

6 De cómo la música del alma salvó la mía Álvar F.

8 La batalla de Cable Street

Violencia cockney contra el fascismo británico A. Saralegui

18 El rincón lumpen empresarial

Espacio de recreo para lumpenunternehmers Álvar F.

27 Solos En Londres El Marcapáginas

Álvar F.

32 La novela histórica ha muerto. Viva la novela histórica El Marcapáginas

Álvar F.

36 Anarquismo y Rastafarismo Similitudes y conexiones Jaime Bajo González


por Al Incadencia

DE CÓMO

LA MÚSICA DEL ALMA S A LV Ó L A M Í A Hay hallazgos que dan sentido a una búsqueda que uno ni siquiera sabía que había comenzado. Encuentros que proporcionan —aunque sea durante unos pocos segundos— una catarsis stendhaliana plena de redención y sentido. Momentos en los que te sientes como un minero de Oklahoma, con una porción minúscula de algo precioso entre los dedos, un trozo de riqueza encontrado entre la mugre que confirma que hay algo más allá de la grisura áspera que te rodea durante el resto de los segundos, minutos y horas de una vida que insiste en mostrarse

indiferente. En mi caso, esos fogonazos están constreñidos en menos de tres minutos y tienen forma de canción. De canción de soul, claro. Me encontraba perdido en la selva oscura de las tendencias. Asqueado de la producción masiva de espectáculo de una sociedad enferma de banalidad, aburrido de las respuestas ofrecidas por una industria de lo cool mortecina que daba sus últimas vueltas sobre unos referentes mil veces manidos y harto de un nihilismo parcheado con el que había tratado de construir una armadura. Fue entonces,

una mañana de invierno que insistía en pegarse a mis sábanas, cuando escuché una canción. La había grabado un grupo misterioso de nombre profético, The Gems. Voces a la vez dulces y rotas que contenían toda la emoción que puede contener una voz mientras cantaban I just can’t help myself. Simplemente, no puedo controlarme. Como interesado en la escena mod, siempre había escuchado soul, siempre me había interesado la cultura afroamericana. Pero nunca la había sentido así. Ese día, con esa canción, todo fue diferente.

«Mucha flor con pesar exhala como un secreto su grato aroma en las profundas soledades». Claro que yo estaba en un cruce de caminos emocional. Después de haber tomado una serie de decisiones que muchos consideraban suicidas, no tenía trabajo y mi futuro laboral era incierto. Estaba en una ciudad desconocida. Con el cuerpo y el cerebro hastiados tras unos años de terco consumo de noches sin fin. Era el pingajo que busca toda epifanía. Y entonces me encontró la canción. Esas voces me atravesaron el esternón con la fuerza de un martillo hidráulico, su emoción se clavó en mi interior como la belleza cruel de una modelo eslava o de una estatua renacentista, pero, a diferencia de la belleza perfecta —fría—, la canción me hizo sentirme menos solo.

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Así nace una pasión. Comencé a investigar sobre el grupo, Las Gemas, The Gems, una girl band de principios de los sesenta que había grabado un par de singles para Chess Records durante los años dorados del soul y poco más. Nadie parecía saber nada sobre ellas. La única foto disponible muestra a cuatro mujeres negras y hermosas mirando a cámara, dos con las manos en las rodillas y dos con las manos a la espalda. La potencia de la ingenuidad presagiando la emoción contenida en un trozo de plástico. Nada más. Solo una foto y una canción. Misterio. No se puede construir una religión sin el misterio.


En la escena Northern Soul, a finales de los años setenta, la mayoría de los fanáticos que se dejaban la piel de sus carteras en comprar misteriosos singles llegados del otro lado del charco no conocían la cara de los artistas que daban sentido a sus vidas, ya que los singles estadounidenses no solían llevar una imagen en la carátula. Tampoco conocían el color de su piel. Sin pretenderlo, una escena marginal dedicada al baile y a la anfetamina que resistió como una aldea gala en el norte de Inglaterra consigue borrar del mapa las diferencias raciales. Antes de United Colors of Benneton estuvo el lumpen. Cosas como esa dejan de sorprenderte. Porque si algo aprendes cuando te metes en esto es que el poder del soul es ilimitado. Un océano de singles grabados por una gigantesca industria del entretenimiento durante una época concreta (1954—1977) en la que todo pareció posible. Te sumerges, escuchas, te maravillas.

Crees que has llegado a la otra orilla, cuando descubres que solo acabas de empezar a nadar. Comienzas a entender que estás ante una música inmortal cuyo resplandor tardará siglos en extinguirse, la luz que nunca se apaga de la que hablaba Morrissey es una canción de Major Lance pinchada a las 5.59 de la mañana en una discoteca cutre de provincias. Porque siempre habrá alguien dispuesto a coger el testigo. Excavadores que se hunden en lo más profundo de las montañas de desechos del espectáculo a la busca de piedras preciosas. Dedos cansados de rebuscar entre montañas de singles en tiendas de discos donde suena heavy metal. Lo que sea por encontrar las gemas de la música del alma. Por su ingenuidad, por su emoción, por su dureza, por su violencia, por su amor entregado, por su profundo desencanto, por sus mártires. La música del alma salvo la mía, y lo seguirá haciendo. Siempre.

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LA BATALLA DE CABLE STREET Violencia cockney contra el fascismo británico

por A. Saralegui

Existe en el imaginario colectivo una cierta tendencia a asociar la cultura popular británica a la camorra, las trifulcas varias y, en definitiva, la resolución de eventuales estallidos de júbilo colectivo a base de mamporros, golpizas y mediciones de lomo de mayor o menor intensidad. No parece tratarse de una fama injustificada si tenemos en cuenta que entre algunas de las efemérides que engalanan la historia de la pérfida Albión se encuentran no sólo hechos de magnitud incontestable para el desarrollo de la Humanidad como el ser cuna del parlamentarismo occidental, Shakespeare o la salsa perrins; sino también la celebración del concierto más sangriento de la Historia —vid. Cockney Rejects— o el hooliganismo en sus diferentes expresiones. Hubo, sin embargo, un momento en la primera mitad del siglo XX en el que esa querencia por la dialéctica de los puños trascendió lo anecdótico para convertirse en un símbolo de resistencia, un ejercicio de dignidad ciudadana que contribuyó a evitar —o evitó por sí mismo— un porvenir oscuro para el Reino Unido y, por ende, para el resto de Europa. El 4 de octubre de 1936, 5.000 fascistas uniformados de la British Union of Fascists —en adelante, BUF— trataron de abrirse paso por el East End, el barrio judío de Londres, para la celebración de un mítin cuya finalidad era, en primer lugar, realizar una demostración de fuerza ante una opinión pública cada vez más alarmada por la escalada de violencia callejera y, en última instancia, desatar una cacería de judíos que habría tenido el repugnante honor de preceder en dos años a la Kristallnacht alemana. Ante la pasividad de las «fuerzas del orden», una improvisada coalición de judíos, católicos irlandeses, comunistas, socialistas y anarquistas —hasta 20.000 personas— bloqueó las calles por las que habría de pasar la funesta comitiva. El consiguiente tumulto se saldó con una intervención masiva de la policía —ahora sí—, cerca de doscientos heridos y casi cien detenidos. Aún más importante, la batalla supuso el descrédito definitivo del fascismo inglés y sentó las bases para su disolución.

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Hoy, cuando los discursos totalitarios y xenófobos parecen haber vuelto a instalarse en el debate político del viejo continente ante la incredulidad, la inacción o el buenismo de los sectores biempensantes de la sociedad; merece la pena detenerse a recordar la que fuera bautizada por la prensa del momento como «la trifulca más terrible que Londres haya presenciado nunca».

Antecedentes En 1932, se funda en Londres la British Union of Fascists. Esto, que pudiera parecer extraño en un país con la tradición democrática de Inglaterra, no lo fue tanto para sus contemporáneos, algunos de los cuales celebraron la aparición de un movimiento llamado a redimir a una sociedad diezmada por la guerra, hastiada de la política —siete gobiernos entre 1918 y 1932— y asfixiada por la crisis económica. Resulta aún más sorprendente si tenemos en cuenta el cariz antisemita que acabó adoptando el partido, con un discurso cada vez más cercano al burdo racismo alemán en tanto que se alejaba de la grandilocuencia futurista de sus pares italianos.

A inicios del s. XX, nºxistía en Inglaterra una fuerte tradición antisemita. No fue así durante toda su historia, en la que encontramos agravios y persecuciones que no distan de las sufridas por los judíos en el resto de Europa. Así, el IV Concilio de Letrán —1215— obliga a los judíos a portar distintivos para diferenciarse del resto de la población, lo que en Inglaterra toma la forma de una insignia representando las Tablas de la Ley. Años antes, la coronación de Ricardo Corazón de León en 1189 se había visto seguida de un gran pogromo en las principales ciudades del país. Eduardo I los expulsa definitivamente de Inglaterra en 1290, incautando sus propiedades 9


—6º baronet de Ancoats— quien, a diferencia de los anteriores, no era un político advenedizo, sino un parlamentario experimentado. De noble cuna, entra con 22 años en la Cámara de los Comunes de la mano del Partido Conservador para «crear un mundo más noble en memoria de aquellos que murieron». En 1918, la Gran Guerra se había llevado consigo a buena parte de la juventud europea y Mosley, movido por su desprecio a «aquella gente plácida (...) que nunca había luchado ni sufrido» y que «aparecía a los ojos de la juventud Los pogromos sufridos en Europa oriental (...) comiendo, bebiendo sobre las tumbas de desde finales del siglo XIX forzaron a la conuestros compañeros», decide renovar con munidad judía a emigrar, lo que en no pocas sangre nueva el apolillado sistema inglés. Enocasiones inflamó los instintos más bajos de tre 1918 y 1931, Mosley se convertirá en un pociertos sectores de la población en sus países lítico admirado tanto por su idealismo como de acogida. Ya en 1930, hay nada menos que por su fogosidad en el debate. Es en este pe183.000 judíos en Londres localizados prinríodo en el que se gestan algunas de las líneas cipalmente en el distrimaestras del programa de to de Stepney, en el East «Si nos pinchan, la BUF, en una evolución End; hostigados tanto en política constante que le ¿acaso no sangramos? las calles -por la British llevará a pasarse a los laBrothers League de 1902-, Si nos envenenan, boristas en 1923 y a una como en el Parlamento -por ¿acaso no morimos? tercera posición en 1931. la Aliens Act de 1905, que Y si nos agravian, Uno de los aspectos más introduce controles migratorios sobre la pobla- ¿no debemos vengarnos?» notables de su carrera política es la oposición sinceción judía-. El fin de la I ra a todo cuanto suponga Guerra Mundial trajo del —William Shakespeare una intervención militar continente el auge del El mercader de Venecia en el extranjero, lo que, fascismo, que ejerció de catalizador de este rechazo dotándole de una viniendo de alguien que acabará participansimbología efectiva y una estructura parami- do de un movimiento para el que la violencia litar. Así, en 1923 surge el partido British Fas- es condición sine qua non —en tanto que elecists y, seis años más tarde, la Imperial Fas- mento redentor de la nación y acto de afircist League, cuya enseña era una esvástica mación del individuo— y que tiene un afán alegremente dispuesta sobre la Union Jack. inequívocamente imperialista, resulta, cuanConforme se asentaba en Reino Unido, la co- do menos, paradójico. Tras una experiencia munidad judía era progresivamente señalada traumática en la guerra, el Mosley político se por todos los males que aquejaban a un ya no muestra contrario al Tratado de Versalles, a la intervención en la Guerra Civil Rusa contra tan glorioso Imperio Británico. los bolcheviques, al apoyo al gobierno griego en la Guerra Greco-Turca y la ocupación de El Führer inglés Irak. Asimismo, denuncia los excesos de los La historia del fascismo es la historia de sus black and tans en Irlanda y sus métodos de líderes. El equivalente inglés a Hitler, Mus- tortura contra la población civil, creando una solini o Codreanu fue sir Oswald Mosley polémica sin precedentes que hará caer al y préstamos para tratar de paliar la ruinosa situación de la corona y abriendo un paréntesis que llega hasta finales del s. XIX, en el que encontramos la siniestra figura de H. S. Chamberlain, casado con una de las hijas de Wagner y posteriormente nacionalizado alemán; quien, junto con el conde de Gobineau, constituye el máximo exponente del racismo científico y uno de los padres del antisemitismo moderno y a cuyo funeral, en 1927, asistiría el propio Hitler.

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gobierno de Lloyd George. Tampoco hay que engañarse: la ausencia de un discurso imperialista es poco meritoria teniendo en cuenta que el Reino Unido ya poseía un imperio. Su pretendido «pacifismo», por otra parte, no pudo ser más desafortunado, pues llamó a la paz cuando más necesaria fue la guerra, no dudando en condenar a toda Europa a la barbarie para así proteger a la juventud británica. Tampoco fue inocente su oposición a la abdicación de Eduardo VIII tras su boda con Wallis Simpson en 1936, toda vez que este fue un prominente filonazi igualmente defensor de «la paz a cualquier precio» con Alemania.

facto por los conservadores. Las acusaciones de traición por sus antiguos camaradas irán acompañadas de violencia física, algo que se convertirá en una parte inseparable de los mítines de Mosley hasta el fin de su carrera política. Ante este hecho, algunos miembros del partido presentan su dimisión dando lugar a una situación que, acompañada de la creciente afluencia de individuos de extrema derecha, obliga a un cambio radical en la organización.

Tras un viaje a la Italia fascista y sobre los precedentes ya señalados, el New Party es convertido en la British Union of Fascists en 1932. A pesar de su pretendida independencia de los fascismos europeos, el nuevo partido British Union of Fascists adoptará casi todos los elementos caracterísTras su abandono del laborismo en 1931, el ticos del movimiento: uniforme —chaquetillas «campeón del nuevo sode esgrima negras en hocialismo joven» —como nor a Mosley—, bandera, llegó a ser llamado por la himnos —el Horst Wessel «Inglaterra puede ser prensa— funda el New Parnazi adaptado al inglés—, ty. Habiendo denunciado salvada por una tradición que desfiles callejeros y mítien múltiples ocasiones el frecuentemente no nes multitudinarios —los anquilosamiento de los viemayores hasta la fecha sirve en otros países» jos partidos, Mosley toma en el Reino Unido—. Se da la decisión de «pasar a la también un cambio en las Oswald Mosley acción» —idea recurrente formas del líder: la flema Mi vida en su discurso— cuando el británica y la fina ironía Partido Laborista desiste dejan paso a una retórica en la idea de hacer la revohistriónica, demagógica lución en el contexto de la crisis del 29. Ese y violenta. Otro de los aspectos que lo hacen socialismo del que nunca dejó de hacer gala deudor del fascismo europeo será la utilizano es otra cosa que un «socialismo nacional» ción sistemática de la violencia como comple—y viceversa— del que un Mosley pagado de mento del discurso político. Así, se crea un sí mismo siempre se considerará creador. cuerpo paramilitar, los blackshirts, «mitad El New Party afronta las elecciones de 1931 políticos, mitad soldados», con el objetivo de con un programa de profunda reforma polí- «defender los mítines de la violencia roja». tica —gobierno fuerte que supere la excesiva Será el primer ejército privado de Inglaterra burocratización del sistema parlamentario—, desde la época de Oliver Cromwell. En el plaaislacionismo económico, nacionalización de no teórico, también encontramos referencias recursos, coberturas sociales y crecimiento semejantes a las de sus homólogos: la dialécen el marco de la Commonwealth. Los resul- tica de Hegel, metafísica spengleriana, sotados distan de ser una victoria, pero son lo metimiento del individuo al Estado, rechazo suficientemente abultados como para ahon- de la figura del intelectual, futurismo, renadar en el desplome de la izquierda y propiciar cimiento fáustico del hombre, democracia un gobierno de unidad nacional controlado de orgánica, etc. 11


Como ya se ha señalado, el nuevo partido no cultivó el rechazo de todos los sectores de la sociedad. El origen aristocrático del líder, su pasado como parlamentario respetable y el miedo a una revolución comunista le granjearon la connivencia de parte de los conservadores. En 1934, el Daily Mail saludaba el fervor patriótico de los 40.000 militantes fascistas bajo el titular «Hurrah for the Blackshirts!». Sólo el especial ensañamiento de los blackshirts, especialmente en el mítin del 7 de octubre de 1934 en el Olympia de Londres, les acabó privando de este apoyo y los puso en el punto de mira. Ante esta nueva dificultad, la comunidad judía se convirtió en el chivo expiatorio de un partido cuyas tácticas resultaban cada vez más duras e implacables.

La batalla En su cuarto aniversario, una BUF en entredicho planea un golpe de efecto mediante una marcha multitudinaria a través de Stepney llamada a ser el culmen de la tensión acumulada en los años anteriores. El incremento de la lucha en las calles con los comunistas, también en alza dado el descontento con los partidos tradicionales; el ascenso de Hitler al poder —quien, desde entonces, había acabado con el Tratado de Versalles anexionando el Sarre y militarizando Renania, y había promulgado las leyes antisemitas de Núremberg—; y el acercamiento de Mosley al nazismo —su boda con Diana Guinness en 1933 fue en Alemania y tuvo a Hitler y a Goebbels como testigos— con un discurso marcadamente antisemita desde 1934; hacían de la marcha planeada para el 4 de octubre un momento crucial para el fascismo británico, quizá definitorio de lo que sería su papel en los años siguientes. Se recogieron 100.000 firmas contra la celebración de la marcha. Ante la negativa del gobierno, se crea el Jewish People’s Council against Fascism and Antisemitism para coordinar una respuesta que ya estaba siendo organizada por la National Union of Tailors and Garment Workers y el Worker’s Circle. El día anterior, el enfrentamiento estalla en la prensa, con acusaciones cruzadas y llamadas de los periódicos de izquierdas y judíos a no dudar en «responder a las provocaciones». Finalmente, el día 4, se movilizan la Young Communist League y la Jewish Ex-Servicemen’s Association, que toman las calles masivamente bloqueando Gardiner’s Corner, la entrada al East End, e impidiendo la marcha fascista. Se cortan las calles con barricadas y camiones, se llena el suelo de cristales para impedir el paso de la policía montada y los estibadores irlandeses se unen a los resistentes. La marcha es desviada y conducida hacia Cable St. donde, finalmente, ambos grupos se encuentran. 12


Con más de 30.000 personas allí congregadas, llegan los primeros puñetazos. La policía responde cargando con dureza, tratando de abrir paso a la marcha. A las cargas siguen el lanzamiento de adoquines y las escaramuzas. La policía intenta desmontar las barricadas internándose en las calles, pero son respondidos con una lluvia de objetos desde las ventanas de las casas —incluyendo agua hirviendo, al más puro estilo del Medievo—. Ante la evidente ensalada de palos, algunos agentes optan por rendirse. Tras horas de persecuciones, golpes y arrestos, hace su aparición sir Philip Game, Comisionado de Policía, quien disuelve a los manifestantes de la BUF y recomienda a Mosley la retirada. El resultado es un escenario grotesco para los fascistas que, además del poco amable recibimiento, acaban viendo cómo el coche de su líder es perseguido por las calles. Más allá del saldo de heridos —en torno a 200— y detenidos — unos 100—, las consecuencias de la batalla serán fatales para el fascismo británico. Una semana después, tiene lugar el pogromo de Mile End, en el que 200 jóvenes fascistas tratan de expiar la derrota ensañándose con los comercios judíos. A partir de entonces, el partido pasará a llamarse British Union of Fascists and National-Socialists, dejando ya pocas dudas sobre su filiación ideológica. El gobierno, por su parte, escandalizado por las dimensiones de la revuelta, prohibirá la exhibición de uniformes en las manifestaciones políticas desde comienzos de 1937. Comienza entonces una paulatina decadencia de la BUF, a la que Mussolini dará cada vez menor apoyo económico y cuya lealtad comenzará a ser cuestionada en Inglaterra a partir del estallido de la II Guerra Mundial. Mosley, para quien la guerra con Alemania obedecía al interés judío en enfrentar a ambas potencias, será encarcelado junto con su plana mayor tras la invasión de alemana de Noruega en 1940 acusado de colaboracionismo. El partido será disuelto ese mismo año. Tras la guerra, Oswald Mosley se instalará en Francia, donde acabará viviendo junto al fallido Eduardo VIII un retiro dorado que sólo abandonará en dos ocasiones —1959 y 1966— en las que tratará de volver a la política con el Union Movement —la inmigración excesiva será una de las partes centrales de su discurso en ambos casos—. La experiencia de Cable St., sin embargo, había sentado un precedente, y el recibimiento hostil a Mosley y sus congéneres acabó por convertirse en una más de las loables tradiciones del pueblo británico, que en no pocas ocasiones acabó destrozando el lugar en cuestión y dando al traste con el discurso de turno. Más aún, dio lugar a una tradición de autodefensa ciudadana que presentó batalla en las calles a los diferentes brotes de racismo y xenofobia — contra los jamaicanos en los 50 o los pakistaníes en los 70— y 13


a movimientos neofascistas como el National Front a través de organizaciones como el 43 Group, el 62 Group o la revista Searchlight. «Inglaterra puede ser salvada por una tradición que frecuentemente no sirve en otros países» afirma Mosley en su autobiografía. Al menos en su caso, parece ser que es cierto.



EL RINCÓN LUMPEN EMPRESARIAL ESPACIO DE RECREO PARA LUMPENUNTERNEHMERS por Álvar F.

En esta sección iremos desgranando los encuentros de los miembros de la redacción de Bruxismo con ese espécimen tan habitual dentro del ecosistema laboral español: El lumpen empresario

«Soy el nuevo opio de pueblo». Jesús Gil y Gil


El lumpenempresario es ese tipo de empresario que a diferencia de su homólogo obrero no solo no carece de conciencia de clase, sino que la tiene más hinchada que el ojo de un irlandés aficionado al boxeo. Porque si algo tiene nuestro lumpenunternehmer (además de dinero, poder y toneladas de ropa espantosa) es conciencia de clase, de la suya y de la tuya, miserable cucaracha. Consecuencia de esa percepción que tienen de sí mismos como la-puta-polla es una forma de actuar en el mercado que hará de tu vida laboral un una tortura china (se siente) mientras ellos se parten la caja. Como somos una pandilla de miserables con uñas carcomidas por la envidia, no perdemos ocasión de criticar a estos personajes con nuestra proverbial finura, aunque en el fondo no podemos de dejar de admirar a esos constructores analfabetos que untan caviar sobre queso Philadelphia, a esos directores de medios de comunicación que hablan de paro juvenil recostados sobre los hombros de sus empleados y a los directores de asociaciones de empresarios que te piden con lágrimas en los ojos que trabajes más antes de ser procesados por un presunto delito de choriceo. De Lumpen a Lumpen. A ellos está dedicada esta sección. En este número, en un gesto de indudable valor democrático, dejamos que uno de los becarios que pasan a limpio los pensamientos brillantes de nuestro consejo de redacción os cuente su experiencia con uno de estos personajes: Don Monopolio Editor.

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LOS CONSEJOS DE DON MONOPOLIO EDITOR por Becario Mearrastro

Don Monopolio Editor y sus consejos para hacerte rico publicando libracos. Hola. Soy Becario Mearrastro, un querido miembro de esta casa. Os cuento. Juan E. Monopolio (a partir de ahora Don Monopolio) es un consagrado, respetadísimo y muy obeso editor de Barcelona. Dirige con mano firme aunque adiposa un pequeño gran grupo formado por cinco sellos editoriales muy diferenciados en los que se publica de todo, desde ensayos históricos (a Don Monopolio le gusta mucho la historia, pues es un tipo extremadamente culto, como se encarga de recordar constantemente a los despistados de este mundo) a libros (je) de cocina (je). De alguna manera que no nos podemos explicar, ha llegado a sus oídos la loca aventura fanzinera cuyo fruto tienes en tus manos y —como Don Monopolio nunca, nunca, pero nunca desprecia una oportunidad de ganar dinero a través del papel impreso— se decidió a ponerse en contacto con nosotros para darnos algunos consejos con los que llevar a buen puerto nuestro despropósito editorial. Por culpa de la diosa Fortuna, cuando acudió a nuestra oficina tuvo la suerte de encontrarse conmigo para que pudiera tomar nota de sus genialidades. Divertidísimo. Nada. Os dejo con una transcripción exacta de la amigable e instructiva charla que tuvimos en ese sóta-

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no maloliente que tenemos por redacción, además de la lista de consejos que me envió después de pirarse con viento hediondo. Don Monopolio: —Hum… Becario Mearrastro: ―Eh… ¿hola? D.M.:―Hum… Hum… Hum… B.:―Perdone, ¿quiere algo? ¿Le debemos dinero? Escuche… yo no soy el encargado de esas cosas, yo solo corrijo los textos, escribo algún que otro articulito… Para temas de pasta, tiene que hablar con X1. (D.M. me ta de mi infantil que solo

mira fijamente como si acabara de darse cuenpresencia. Rompe a reír con una risa aguda e que en un hombre adulto provoca una sensación puedo describir como terrorífica)

― Jijiji. Enternecedor ―Ahora habla con voz ronca. Yo siento verdadero pánico―. De verdad, enternecedor. Aunque tienes madera. Con un poco de constancia y un buen maestro podrías convertirte en un perfecto mal pagador, no me cabe duda. Pero vaya gasto de saliva. ¿Así vais a sacar esta revista adelante? ¿Desperdiciando saliva? Yo no he pagado a tiempo en mi puta vida. Tampoco gasto mi saliva en balde, nunca sabes para que la puedes necesitar. En la puta vida, chaval ¿Y sabes cómo lo he hecho? ―…¿No? ―Pues no pagando, chaval. Dices a todo que sí, que sí. O mejor, no dices nada hasta que te pongan contra las cuerdas, chaval, no hay que quemar las naves antes de tiempo. No. Y cuando ese infame gusano cobrador se atreva por fin a ponerse frente a ti y exigir su dinero, cuando dé el paso y se atreva a insultarte, contienes la irritación que ese insecto insolente te provoca, le muestras la mejor de tus sonrisas, ÉSTA ― sonrisa―, y dices sí, sí, que sí, que le pagarás, ma1

Por razones obvias, hemos decidido de omitir la identidad del encargado de nuestra maltrecha tesorería.

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ñana mismo, ahora están cerrados los bancos, me he quedado sin cheques, la pluma (yo siempre uso pluma, chaval), etcétera y hasta la próxima. ―¿Entonces no le pagas? (Me mira fijamente de nuevo. Parece genuinamente interesado en mí) ―¿Eres retrasado? ―…¿No? ―Pues mira qué bien. Y esto qué es. ¿Una revista? Llevo tiempo queriendo sacar una. Sí. Bruxismo. No es mal nombre, lo reconozco. Pero qué, cuánto pensáis ganar con esto. Yo puedo sacar 10.000 al año. De beneficio. A ver… ¿tirada? ―Bueno… habíamos pensado empezar poco a poco, tirando unos cien o doscien… ― Me cago en la leche chaval. ¡200! Una hoja informativa de un colegio para subnormales tiene una tirada mayor que esa. ¿Sabes lo que me parece? Una puta mierda. ¿Sabes quién va a leer vuestros doscientos ejemplares? Ni vuestra puta madre. ―Pero señor. Perdone. No lo conozco de nada, pero voy a tener que pedirle que se… ―¡AMBICIÓN! ¡HOSTIA! ¿Crees que yo conseguí levantar mi pequeño gran grupo y convertirme en una persona no tan rica como desearía, pero sin duda infinitamente más rica de lo que tú serás jamás tirando doscientos ejemplares de nada? Piensa en el precio unitario de la imprenta. En las devoluciones. En los gastos imprevistos. Para que puedas ganar una pasta que compense toda esta memez tendrías que tener un precio de venta… ―Nuestra intención no es hacer pasta, ¿sabe?. Queremos hacer algo que va vaya en contra de la mercantilización de la cultura y… ―¿Cómo dices? No…queréis…ganar… ¿dinero?

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―…¿No? ―¡Pero eso es perverso! Fue en ese momento, me acuerdo bien, cuando Don Monopolio sufrió algún tipo de colapso nervioso y se derrumbó sobre mí. No fue nada fácil para el personal sanitario sacar su voluminoso cuerpo de nuestra redacción y llevarlo a uno de los mejores hospitales de la ciudad. A mí me despacharon con un zumo de frutas de los que dan a la gente que dona sangre. La cosa es que le debí de caer simpático a este lumpen empresario chiflado, porque unos días después de nuestro encuentro recibí una carta que al parecer me escribió desde la cama del hospital en la que me daba ¡LOS AUTÉNTICOS E INFALIBLES CONSEJOS DE DON MONOPOLIO EDITOR PARA HACERTE RICO EDITANDO LIBRACOS! Os dejo con ellos: 1. No hay mejor manera de financiarse que no pagando. Mi lema: Tarde. Mal. Nunca. 2. Los costes de la traducción no deben impedirte publicar lo que te salga del orto. ¿Cómo? Muy fácil. Contrata a traductores recién licenciados con poca o nula experiencia, ofréceles traducir una novela a cambio de poder oler la mierda de tu perro. Aceptarán. Cuando reclamen su ridícula contraprestación aplica el punto 1. 3. Aplica el punto 2. a las tareas de corrección. No te cortes, los correctores son aún más miserables. 4. En los puntos 2 y 3 exige a esos pobres diablos un trabajo de calidad profesional. Aférrate a cualquier error para disminuir su ya casi inexistente remuneración. Aceptarán. 5. Expándete todo lo que puedas. El crecimiento sostenido es para maricas.

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6. Publica de todo. Porque todo es publicable. No hagas caso de esos editorzuelos estirados que presumen de su catálogo y utilizan palabras como solidez o criterio. Solo son intentos torpes de vender un discurso, lo mismo que haces tú, solo que tú lo haces mejor. 7. Trabaja con varias imprentas a la vez. Así podrás amenazarlas con irte a otra cuando se pongan gallitos y te reclamen el dinero de impresiones anteriores. 8. Contrata becarios. Este punto tiene una segunda parte solo apta para gente tan brillante como yo: montar un curso de edición. Un poco de entra en contacto directo con la edición profesional, un curso auténticamente práctico, bla, bla, bla… y tendrás una fábrica de becarios con la que abastecer tu propia editorial: correctores, encargados de prensa, mensajeros que lleven los libros a correos… ¡Sin pagar un puto duro! 9. Liquida cantidades ridículas a los autores en concepto de royalties. Los autores son unos seres egoístas y miserables que te pedirán su porción del pastel a través de esos seres ávidos de dinero conocidos como agentes. Pero, ¿sabéis qué? La mayoría no tienen forma humana de enterarse de cuánto han vendido. Supongo que ya sabréis lo que eso significa. 10. Lo más importante: cuando algún santurrón se atreva a cuestionar las prácticas anteriormente detalladas, quejaos. Quejaos mucho. Al fin y al cabo formáis parte de una especie en extinción, sois mártires de la cultura, ¡coño! No dejéis que ningún Jeremías os toque los cojones. Y bien, no he vuelto a saber nada más de Don Monopolio, sospecho que se encuentra en un lugar mejor que este sótano, ignorando facturas y exprimiendo a becarios, inundando las librerías de obras tan relevantes como Conviértete en bizcocho sin morir en el intento y 1753 deliciosas maneras de cocinar un youtuber. No se me caen los anillos por decir que tras leer su lista de consejos he empezado a ver claro ―como un Pablo de

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Tarso que de camino a Damasco se diera cuenta de que lo que quiere es ganar pasta y dejar de ser un primo―, así que es probable que deje esta revista de pringaos y me lance a dirigir mi propia aventura editorial. Hala. Que os den. Becario Mearrastro

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Sobre nuestro derecho más inviolable por M. T. Treacher

«Today they say that we are free Only to be chained in poverty Good God, I think it's illiteracy It's only a machine that makes money». Bob Marley, Slave driver


Se acaba de celebrar ya el 40 aniversario de las primeras elecciones libres en España desde la muerte del dictador Francisco Franco. Se ha hecho con toda la autoWcondescendencia que requería la ocasión e ignorando todo aquello que pudiese generar la más mínima incomodidad, como muestra la polémica ausencia de los actos conmemorativos del a la sazón monarca y jefe del Estado, Juan Carlos I. Él es la última víctima del gran derecho por el que vela constantemente el Establishment español, el derecho a olvidar. El derecho al olvido es sin duda el derecho cuya defensa ha sido más firme en la democracia que ha encabezado este monarca, un derecho fundamental para el éxito de la Transición. Todos tenemos derecho a olvidar lo que fue el franquismo, así que no hablemos mucho de la represión, ni de los campos de concentración, ni del apoyo a los terroristas franceses de la OAS en los años sesenta, ni de las torturas de Billy el niño en la Casa de Correos. Hay que olvidar y mirar al futuro. Olvidemos a los GAL, dejemos que Felipe González vaya dando lecciones de democracia por Venezuela y de negocios en Sudán, y que a nadie se le ocurra recordarle en un parlamento que tiene las manos manchadas de cal viva, no vaya a atentar contra nuestro derecho más fundamental. La ignorancia y el analfabetismo como derecho, tal es el eje sobre el que se sustenta un régimen cuya cabeza —borbónica— está llena de serrín. En la ceremonia, Felipe VI habló mucho de la falta de consenso para explicar el fracaso del constitucionalismo español desde principios del siglo XIX en un repaso histórico más bien flojito que brilla por la inexistente autocrítica a su propia familia. Ni una miserable mención en su discurso a la larga serie de golpes de Estado de Fernando VII (1814, 1822, 1823), María Cristina (1837, 1844), Isabel II (1856), Alfonso XII (enero y diciembre de 1874) y Alfonso XIII (1923) a los que sin duda debe su corona con el de 1936. No juzguemos a Felipe VI por estos atentados, no, aunque solo esté sentado en el trono gracias a ellos. La monarquía borbónica se nutre del olvido. Olvido de las tres guerras civiles que asolaron España en el siglo XIX con ambos bandos encabezados siempre por un Borbón reaccionario (eso sí, luego mucho consenso reclaman para los demás); olvido de la ley de 1969 por la que Franco nombró sucesor a un personajillo fratricida, olvido de la ilegalización en las laureadas elecciones de 1977 de los partidos republicanos (como Izquierda Republicana, bajo cuyo gobierno en la II República se aprobó por vez primera el sufragio femenino, pero que en 1977 eran unos radicales peligrosos), aunque sin duda fue una gran concesión regia dejar presentarse a los comunistas monárquicos de Carrillo. Ahora, finalmente, nos toca olvidarnos de él, El Campechano, Juan Carlos I. Olvidarnos de cómo mantenía a sus amantes con dinero público, de cómo ponía a su servicio a los cuerpos de seguridad del Estado, de sus cacerías de osos borrachos, de cómo regaló el Sáhara a su amigo el emir de Marruecos, de sus negocios con los jeques árabes y demás corruptelas que irán saliendo cuando ya a nadie le importen, de cómo acogió a la familia real griega después de que cayese su apoyada dictadura de los coroneles en el país heleno. Hay que olvidar, no nos vayamos a percatar de que estamos en un país secuestrado por una familia golpista, corrupta y guerracivilista.

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18 años y formación militar. Fue un accidente se dice, aunque nunca hubo juicio al respecto. Es lo que tiene ser el ojito derecho de un dictador.

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«Encontré el acorde, era como música, por lo que me senté al modo de un pasajero en el autobús y dejé que la lengua se encargara de la escritura». Sam Selvon sobre las particularidades lingüísticas de The Lonely Londoners.

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SOLOS EN LONDRES por Álvar F.

Hay que retorcer el lenguaje para que hable. Cuando en 1956 Sam Selvon —escritor originario de Trinidad que hasta entonces había tenido un éxito considerable con sus dos primeras novelas— decidió escribir una historia sobre las andanzas de un grupo de jóvenes inmigrantes antillanos en Londres, tuvo que tomar una decisión sobre el lenguaje a utilizar. Nada raro para cualquiera que se ponga a contar una historia, pero si perteneces a una minoría étnica con un lenguaje diferenciado y quieres retratar el mundo de una minoría étnica con un lenguaje diferenciado, la importancia de la decisión se multiplica. Si lo que quieres es reflejar la coexistencia de dos mundos distintos, puede ser natural otorgar a los personajes de cada uno de esos submundos una forma de hablar particular. De hecho, esta es la decisión que había tomado Selvon en sus dos novelas anteriores. Pero, por alguna razón, el resultado esta vez no funcionaba. Así que decidió subir la apuesta. ¿Por qué limitarse a los personajes? ¿Qué pasa con la voz encargada de narrar? El antillano era un tipo duro, tras haberse labrado un lugar como escritor foráneo en Inglaterra era cualquier cosa menos un escritor pusilánime. Y en este libro lo demuestra. Dotó a la voz del narrador de las peculiaridades lingüísticas que había decidido otorgar a los personajes antillanos (que en la novela hablan una lengua creada por él mismo, a caballo entre los dialectos caribeños y el inglés, pensada para que ser comprendida por el lector occidental, pero no sin provocarle la siempre buscada sensación de extrañamiento). Y surgió la magia. El lenguaje de Solos en Londres (temerariamagistralmente traducido por Enrique Maldonado Roldán), pese a tener más de 60 años, sigue siendo fresco y potente. Resalta la distancia existente con unos otros que tendemos a ignorar, pero a la vez consigue establecer puentes para comunicarnos con ellos. Esos otros son, son los chicos, jóvenes buscavidas de la creciente comunidad antillana del Londres de finales de los años cincuenta. El narrador es Moisés, uno de los primeros en llegar a la metrópoli al que —pese a sus continuas protestas— no paran de recurrir los recién llegados. Una voz única que alterna entre el cinismo y la ingenuidad. Unos inmigrantes que —como ahora— cargan con unas expectativas que no tardan en ver defraudadas, mientras los histéricos que ocupan las tribunas en todas las épocas y lugares se esfuerzan en sacar lo peor de la gente: 28


« Pero todos los días los periódicos llevan grandes títulos y todo lo que cuentan los periódicos y las radios en este país, eso es la Biblia. Como una vez cuando los periódicos dicen los caribeños piensan las calles de Londres tienen alfombras de oro, un tío jamaicano fue a la oficina de Hacienda por preguntar algo y la cosa primera que el funcionario dice es «¿Vosotros pensáis que las calles de Londres están cubiertas de oro?». Los periódicos y las radios mandan en este país». Y mientras tanto, chicos solos en el otro Londres. Supervivencia y diversión, calles sucias, trabajos malpagados y oficinas de empleo. Chicos con nombres como Galahad, Gran Ciudad y Doce y Cinco. Fiestas en las que suena calipso y se golpean tambores hechos con cubos de basura. Encuentros sexuales clandestinos en Hyde Park. El frío. Añoranza del calor de las calles de Kingston. Solos en Londres te lleva a un mundo que consiguió —como medida de supervivencia— mantener su autonomía dentro de una sociedad tan celosa de su identidad como la inglesa. Un mundo con sabor a calipso y a menta, que habla en un lenguaje que es a la vez cercano y escurridizo, propio y ajeno, con algo de nosotros y mucho de los otros. El mismo que hablaron nuestros abuelos cuando cambiaron los secarrales por el asfalto, la paja por la uralita o el español por el alemán. El mismo que hoy hablan a nuestro alrededor muchos chicos que pasean —solos— por Madrid, París, Barcelona y Londres, retorciendo el lenguaje para que hable.

«Una tarde dura de invierno, cuando tenía una forma de irrealidad en Londres, con una niebla tumbada sinquieta encima de la ciudad y las luces borrosas como si no es Londres de verdad sino un sitio extraño en otro planeta, Moisés Aloetta sube a un bus número 46 en la esquina Chepstow Road y Westbourne Grove por ir a Waterloo y encontrar un tío que venía de Trinidad en el tren del barco». Comienzo de Solos en Londres de Sam Selvon. 29




«El sabio se distingue del ignorante en que es capaz de no solo mantener el eje cronológico, sino contextualizarlo» A. Escohotado

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LA NOVELA HISTÓRICA HA MUERTO. VIVA LA NOVELA HISTÓRICA. por Álvar F.

Divagaciones sobre el género provocadas por la lectura de Télex desde Cuba, de Rachel Kushner

Dice A. Escohotado que «en verdad solo se puede conocer históricamente». Algo que parece evidente, ya que nuestra forma de pensar —de ser— es siempre histórica. Necesitamos la historia para comprender que nuestro presente no es natural ni necesario, para darnos cuenta de que las cosas pudieron haber ocurrido de otra manera y que el horizonte de posibilidades que se abre ante nosotros es más amplio de lo que pensamos. Desde aquí defendemos la narrativa de ficción como forma de conocimiento y la historia como narrativa, distinta de la ficción pero estrechamente ligada a ella. Algo que parecen no comprender la mayoría de autores de (no) novelas de ambientación histórica que llenan

las mesas de novedades de las grandes superficies de legionarios y caballeros medievales. Novelas rosas ambientadas en periodos históricos ―normalmente lejanos― que vienen a respaldar la vieja visión de la Historia como realidad inmutable, libre de los prejuicios del que observa. Pero no todo se reduce a duelos al atardecer ni a hombres acongojados por el peso del poder sobre sus hombros. En los años 60 hubo una serie de escritores estadounidenses que crearon un nuevo tipo de ficción historiográfica a la vez genial y excesiva, lúcida y desquiciada. Hablo de Pynchon, Robert Coover, Toni Morrison, E.L. Doctorow, Ishamel Reed. Novelas divertidas que cuestionan su propia 33


validez como relato y de paso la validez de todos los relatos oficiales. Monumentales enciclopedias del trastorno que revelan la tramoya del discurso histórico oficial, base de todos los demás discursos1 e instituciones. A través de tipo de «novela histórica total», nacida al calor de las soflamas de los pensadores posestructuralistas, se lograron derribar murallas, y se alcanzó una de las cimas de la literatura del siglo XX, pero también se llegó a un callejón sin salida. Eran novelas tan ambiciosas, tan totales, tan conscientes de sí mismas como ficciones, que se lo dejaban muy difícil a quien quisiera recoger el testigo. Muchos se asustaron y volvieron al viejo paradigma realista. No fue el caso de Rachel K. Rachel Kushner hace novela histórica. Construye ficciones historiográficas con la delicadeza y brutalidad propias de las manos de un forense. Para su autopsia, esta forajida originaria del medio oeste estadounidense escoge de entre los hallazgos de sus antecesores el mejor escalpelo. Sus novelas no son ni tan monumentales ni tan histéricas como las de Robert Coover2, pero la sorna y el humor absurdo presente en todas sus páginas es heredero de las novelas chifladas de este. Básicamente, Rachel K. coge lo que quiere de sus papis posmodernos y hace con ello algo nuevo, a la vez entretenido y revelador. Su segunda novela (hasta ahora ha publicado dos novelas y un libro de relatos inédito en castellano) Los lanzallamas, es un relato lúcido y vibrante sobre el fin de la modernidad que te lleva desde los inicios del fascismo italiano (Arditi y romanticismo. Marinetti y Velocidad) a las revueltas y saqueos que tuvieron lugar tras el apagón de Nueva York. Aunque nadie parece haberse dado cuenta, Los lanzallamas es una de las mejores Grandes Novelas Americanas de los últimos años. Pero antes llegó Télex desde Cuba (L. del Asteroide, 2012), otra muestra más del talento de Rachel K. para indagar en las contradicciones, tanto de sus personajes como de sus presentes históricos. La novela tiene lugar uno de los lugares más contradictorios del planeta: el Caribe. Son los años previos a la revolución cubana. Por el cabaret Tokio ―un burdel de lujo, una muestra más esa decadencia luminosa que pareció caracterizar a la cuba prerrevolucionaria― transitan personajes ilustres como el ex presidente Prío, Fulgencio Batista o unos 1

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Piénsese en cómo los dos bandos contendientes del actual conflicto territorial entre España y Cataluña ha movilizado a los historiadores y tertulianos de ambos bandos para una batalla dialéctica sobre los fundamentos históricos de las visiones de cada bando(a). Leer La hoguera pública y partirse la polla mientras asistes a uno de los momentos más siniestros de la reciente historia occidental es una de las experiencias más curiosas que me han sucedido como lector.

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misteriosos hermanos Castro. Todos ellos caen rendidos bajo los encantos de la bailarina francesa con medias de rejilla Rachel K, que — sorpresa— ni es francesa ni lleva medias de verdad (se las pinta concienzudamente con lápiz de ojos). Superviviente y astuta, ella es una de las narradoras, pero no la única, de un relato fraccionado en el que se unen las voces de la propia Rachel K., del fascinante La Máziere (traficante de armas, primero colaboracionista nazi y luego barbudo de Sierra Leona; también amante de Rachel K.) y de los hijos de los estadounidenses que han hecho de Cuba escenario de su particular Sueño Americano Caribeño gracias a la mina de níquel y a las plantaciones de azúcar de la United Fruit Co. Las voces se cuentan, se justifican, tratan de engañarnos y de conciliar unas contradicciones que ―como las de todo ser humano y todo momento histórico― son virtualmente irresolubles: niños ricos que suben al monte a odiar a sus padres, líderes revolucionarios que expropian las tierras de su propia familia, estadounidenses que se sienten cubanos incapaces de renunciar a unas distinciones ―de clase, de raza― que en esa isla son como el trópico de cáncer del globo terráqueo que la joven Everly Lederer recorre con el dedo, una división en un espacio donde no se puede dejar un objeto fijo. Todas estas contradicciones suceden al calor de la contradicción mayor: la Revolución. Rachel K. parece tener un interés obsesivo por esos momentos de insurrección, cuando lo controles sociales fallan y los valores se invierten. La revolución como momento efímero de resolución de todos los conflictos en un estallido poético de intensidad inigualable. Tras ella, una vez liquidada la ficción colectiva que vino a derribar, de nuevo la burocracia, de nuevo el poder, las contradicciones sin resolver y el aburrimiento, de nuevo otra ficción colectiva, otro discurso, otro Poder. Si Los Lanzallamas es la gran novela de la insurrección, podemos tomarnos Télex desde Cuba como un adelanto genial que demuestran la solidez de la visión literaria de su autora. Una autora que, junto con otros autores como el jamaicano Marlon James o los italianos Luther Blisset, ha venido para hacer de la novela histórica un estilete y no una almohada. Imprescindible.

«Todo allí es orden y beldad Lujo, calma y voluptuosidad». Invitación al viaje 35


ANARQUISMO Y RASTAFARISMO SIMILITUDES Y CONEXIONES Por Jaime Bajo Aunque a priori pueda parecer que el pensamiento libertario se encuentra en las antípodas de la práctica del culto rastafari —por ser este un movimiento que rinde pleitesía a un dios (Jah) reencarnado en la figura de un emperador (Haile Selassie I) mientras el primero niega con argumentos racionales la existencia de dicha divinidad, y se niega, a su vez, a convertirse en súbdito de rey alguno—, lo cierto es que ambos muestran una serie de aspectos que si bien no son del todo coincidentes —por motivos obvios—, sí es posible rastrear algunos que gozan de una cierta similitud. A lo largo del presente artículo, que no pretende ser exhaustivo sino un elemento más de reflexión desde el respeto, repasaremos los nexos existentes entre ambos confiando en que suponga apenas un punto de partida para aquellas interesadas en profundizar en la conexión entre ambas formas de concebir la vida y ejercerla con coherencia. Isms And Schisms Uno de los pasajes quizá más complicados de entender de la Biblia —las sagradas escrituras que sirven de referencia al culto rasta junto a otros textos sagrados como The Holy Piby (la Biblia del hombre negro) o Kebra Negast (el libro de la gloria de los reyes de Etiopía)— es Colosenses 2:16—17 — «por tanto, nadie os juzgue en comida, o en bebida, o con respecto a días de fiesta, o de luna nueva, o de días de reposo / lo cual es sombra de lo por venir, pero el cuerpo es de Cristo»—, que viene a explicar que los «ismos», entendidos como los pre—juicios —el racismo, el elitismo, el supremacismo, el totalitarismo…— o las corrientes religiosas vinculadas al culto y/o adoración a determinados personajes de la iglesia —el maniqueísmo, el donatismo, el pelagianismo…—, provocan los «esquismos»: la división y el alejamiento entre seres humanos de la misma condición, entre semejantes. Bob Marley, con toda probabilidad la figura más relevante en la prédica del rastafarismo a escala global a través de su música, lo expresaba con meridiana claridad en la letra de su composición de 1973 Get up stand up: «we sick and tired of your ism—schism game» —estamos hartos de vuestro juego de ismos—esquismos— en referencia a las escisiones generadas entre aquellos que decían sacrificarse en nombre de Dios al tiempo que generaban un enfrentamiento entre seres humanos. Desde entonces, no han sido escasas las personas seguidoras del culto rasta, buena parte de ellas vinculadas a la música popular jamaicana —el reggae roots ha divulgado con frecuencia la palabra de Jah—, que han abogado de una manera explícita por la unidad de todos los seres humanos bajo el paraguas de una misma raza —la raza humana— y sosteniendo el lema «one love, one blood, one unity» —un amor, una sangre, una unidad—, lo que, una vez más, nos remite a las enseñanzas de las sagradas escrituras.


Por su parte, el anarquismo como filosofía social y política ha sido partidario de que la totalidad de aquellos que se consideran parte de la clase trabajadora, se agrupen y defiendan sus intereses comunes de forma solidaria bajo la bandera de una única internacional, la AIT —asociación internacional de trabajadores—, aquella que fue constituida en Londres en el año 1864 por trabajadores a los que, aunque tenían concepciones distintas de cómo organizarse a nivel social, les unían los mismos fines comunes: poner coto a la explotación que padecían por parte de los empresarios como consecuencia de la revolución industrial y luchar juntos por la consecución de un nuevo orden social más justo que aboliera la esclavitud infantil, prescindiera de los ejércitos y socializara los medios de producción. Pese a que el propósito inicial era loable en su planteamiento, pronto surgirían en el seno de la AIT —disuelta en 1876— confrontaciones irresolubles entre partidarios de Mijail Bakunin y de Karl Marx, esto es, entre una concepción —la bakuninista o anarquista— no autoritaria y opuesta al Estado, y otra —marxista— que postulaba como estadio intermedio la dictadura del proletariado que, bajo la dirección de un partido obrero, alcanzaría la revolución. Al igual que ha ocurrido con el rastafarismo —dividido internamente entre tres órdenes o mansiones: Nyahbingi, las 12 tribus de Israel y los Bobo Ashanti—, la escisiones producto de la mencionada fragmentación entre los trabajadores —a la que se unirían futuras divisiones que ocasionarían hasta cuatro internacionales distintas: la primera: anarquista, la segunda: socialdemócrata; la tercera: comunista, y la cuarta: troskista— exacerbarían las diferencias en lugar de pronunciar las similitudes que debieran aunar los intereses a todos los trabajadores bajo una misma bandera.


De la comuna de París al pináculo Rasta La reciente recuperación por parte del movimiento #OccupyPinnacle —una suerte de 15M jamaicano liderado por la nieta de Bob Marley, Donisha

como pretexto, terminando por arrasar con el poblado en 1954, y ocasionando la dispersión de quienes allí residían hacia parroquias como Clarendon, St.Thomas o el distrito de Kingston denominado Back´O´Wall.

Pendergast— del histórico asentamiento del pináculo,

Con bastante antelación a la experiencia de autoges-

considerado a su vez como la cuna del rastafarismo,

tión jamaicana, la Comuna de París representó el pri-

trata de rehabilitar y poner en valor un emplazamiento

mer intento histórico por parte de la clase trabajadora

derruido y con evidentes síntomas de abandono

para instalar un proyecto político de cariz autogestio-

adquirido en 1935 por el considerado «primer rasta»

nario, un acontecimiento revolucionario de primer

Leonard Howell —como bien documenta el libro y

orden y uno de los episodios de la historia más reivin-

documental «Le premier rasta» de la francesa Hélène

dicado por los revolucionarios. A comienzos de 1871 la

Lee—. Howell, retornado a Jamaica natal en 1932 como

derrota de Francia a manos del ejército prusiano, tras

consecuencia del «crack del 29», adquirió, a través

cuatro meses de asedio a la ciudad de París, había per-

de la Ethiopian Salvation Society —una sociedad

mitido la proclamación del rey Guillermo I como em-

asistencialista basada en los principios de autoayuda

perador alemán en el salón de los espejos del Palacio

y buena ciudadanía—, los 500 acres de terreno —

de Versalles. Pese a la firma del armisticio en la guerra

aproximadamente 2 millones de metros cuadrados—

franco—prusiana por parte de los primeros ministros

que terminarían constituyendo el pináculo en las

Louis Adolphe Thiers y Otto von Bismark, la Guardia

colinas de Sligoville,

Nacional Francesa, una

en

de

milicia popular creada

St.Catherine, con el fin

la

parroquia

al comienzo de la Revo-

de establecer allí una

lución Francesa en 1789

comuna autogestionada

que llegó a contar, en

que permitiera a sus

marzo de 1871, con 254

habitantes

en

batallones integrados

el

por unos 300.000 ciu-

medio y alejados de

dadanos parisinos, se

un mundo colonizado.

negó a acatarlo con la

La

a

consiguiente oposición

contar con en torno a

a su desarme. El Comi-

4.000 habitantes, una

té Central de la Guar-

escuela, una panadería,

dia Nacional Francesa,

consonancia

comuna

vivir con

llegó

numerosos pozos para abastecerse de agua y cultivos

constituido en el mes de febrero por un ejecutivo pro-

necesarios como para nutrirse y vender los excedentes

visional de 32 integrantes nombrados entre 2.000 de-

en los mercados próximos. La comuna del pináculo

legados de de la federación de batallones de la Guardia

sentó un precedente que las autoridades coloniales

Nacional, fue el artífice del movimiento insurreccional,

—Jamaica era entonces un protectorado británico—

garantizando la defensa de los consabidos principios

no estaban dispuestas a tolerar por el desafío que

de la República Francesa: libertad, igualdad y frater-

implicaba para el sistema esclavista que los negros

nidad. Cuando Thiers ordenó a sus tropas recuperar

hubieran decidido emanciparse de su yugo, y por

los 400 cañones con los que contaba la Guardia Nacio-

el ejemplo que representaba para otras personas

nal en Beleville, Montmartre y Butter—Chaumont, fue

dispuestas a emprender iniciativas análogas. En

la propia población la que se interpuso inerme para

1945 el alguacil irrumpió pertrechado por oficiales

evitarlo en connivencia con la propia Guardia Nacio-

de policía armados para desalojarlos acusándoles

nal. Esta reacción por parte de la población obligó a

del impago de la totalidad de la propiedad. A partir

Thiers y a quienes se mantenían leales a él a retirarse

de entonces, la comuna del pináculo fue objeto de

a Versalles, concediendo en la práctica la gobernanza

múltiples razzias violentas alegando el cultivo de

de París y renunciando a su autoridad sobre la ciudad.

marihuana o las insalubres condiciones laborales

El 28 de marzo, quedó constituida la Comuna —del tér-

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mino francés commune, municipio— de París bajo el

asma, y cuyos restos fueron presuntamente hallados,

gobierno de un Consejo Comunal plural formado por

si nos atenemos a la Biblia una vez más, en la tumba

92 hombres que incluía a artesanos, médicos, peque-

del rey Salomón—, por lo que no ha escatimado en es-

ños comerciantes, periodistas, campesinos, obreros y

fuerzos para estigmatizarlo —los adeptos al rastafa-

políticos de muy diverso signo, con el socialista Augus-

rismo no alcanzan ni el 1% de la población jamaicana y

te Blanqui como presidente ausente —se encontraba

esta siempre ha visto con recelo la adhesión al rasta-

preso—. Tras resistir durante más de dos meses al

farismo— y reprimirlo —hasta la despenalización de su

«segundo asedio» de las tropas de Thiers, la Comuna

consumo en 2015, la marihuana había permanecido en

de París sería aplastada a finales de mayo de 1871 en lo

la ilegalidad desde hacía más de siete décadas— desde

que se denominó «la semana sangrienta».

los tiempos de la comuna del pináculo hasta la actua-

Babilonia como enemigo común

lidad.

El rastafarismo como forma de concebir la vida, se

Pese a que no se haya referido a él como Babilonia ni

construye en oposición al concepto de Babilonia,

haber acudido —como es obvio— a sus referencias

identificando en ella al mundo occidental «civilizado»

bíblicas, el anarquismo se define, en tanto que filosofía

—englobando tanto al capitalismo como al comunis-

política, como la ausencia de gobierno —que para nada

mo— en el que existe un predominio de aquellos (con-

implica desgobierno, caos o desorden, conceptos con

tra) valores que los rastas rechazan de plano, léase

los que tiende a relacionársele con el fin de denigrar

opresión, materialismo, egoísmo, desprecio hacia el

su práctica—, y, por extensión, de toda forma de

semejante, coacción a la libertad —de ahí que se re-

estado, normativa, autoridad o jerarquía. Sentada

fieran con frecuencia a las «fuerzas del orden» como

esta premisa, tanto el capitalismo —que encumbra la

«babylons» en la terminología rasta—, expolio del

propiedad privada como uno de sus leitmotiv— como

medio, etc. El rastafarismo recupera, en este sentido,

el comunismo —que, al amparo ideológico de los

un referente bíblico como la antigua ciudad mesopo-

escritos de Karl Marx y Friedrich Engels, propugna

támica de Babilonia o Babel, construida por Nemrod

la dictadura del proletariado— se situarían en las

y a la que se identifica como «Señora de los Reinos».

antípodas de la filosofía anarquista, por defender esta

Así, por ejemplo, en el pasaje Revelación 17:18 se expli-

la abolición de la propiedad privada, la colectivización

ca que «la mujer que viste significa la gran ciudad que

de los medios de producción, y la asociación voluntaria

tiene un reino sobre los reyes en la tierra», es decir,

entre individuos libres e iguales en sus diferencias que

se trata de una ciudad de inmensas proporciones y

se apoyan de forma mutua basándose en un principio,

aspiraciones imperialistas que en la práctica se volvió

no impuesto por autoridad alguna, de solidaridad

ingobernable para el hombre —de ahí su colapso años

hacia el semejante. De manera análoga a lo acontecido

después—, un territorio de profundo arraigo religio-

con el rastafarismo, la historia de su práctica se

so —con cerca de 50 templos consagrados a distintas

encuentra irremediablemente —y muy a su pesar—

divinidades— y a la que en el pasaje Revelación 17:1 se

asociada a recurrentes episodios de represión y

desprecia por considerarla «la gran ramera, que se

criminalización por parte del sistema. Así, aparte del

sienta sobre muchas aguas y con quien los reyes de

ya mencionado asalto que diera al traste con la breve

la tierra cometieron fornicación, entre tanto los que

experiencia autogestionada de la Comuna de París en

habitan la tierra fueron emborrachados con el vino de

1871, se pueden mencionar la represión de la Unión

su fornicación». Alegorías bíblicas aparte, lo cierto es

Soviética a la Ucrania de Néstor Majnó en 1920, los

que el sistema ha tendido a percibir al movimiento

intentos de sabotaje por parte del PSUC —como aliado

rasta como perturbador del orden establecido, como

estratégico de la Unión Soviética en Catalunya— de la

un entorno proclive al libertinaje y al consumo des-

revolución social española en los sucesos de mayo de

mesurado de «ganja» —así se refieren los rastas a la

1937, el intento de desarticular al pujante anarquismo

marihuana, la planta santa que según ellos estimula la

de la post—dictadura con el «Caso Scala» de 1978, o los

meditación, permite la sanación de ciertas enferme-

más recientes montajes policiales en las «Operaciones

dades como el glaucoma, el cáncer, las migrañas o el

Pandora I y II, y Piñata» llevadas a cabo en 2014 y 2015.

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Las grounation y el asamblearismo libertario El Groundation Day, que los rastafaris celebran cada

las restantes personas, o a los regímenes totalitarios

21 de abril, conmemora la fecha en que Haile Selassie

y/o autocráticos, en los que se impone una forma de

I — también conocido como Ras Tafari Makonnen,

gobernar a costa de restringir la libertad mediante

considerado por los partidarios del culto rasta como

el uso de la violencia — ha permitido implementar en

la reencarnación del dios Jah en el tierra y por los

la práctica los principios ideológicos que propugna

etíopes como un símbolo de resistencia frente a los

en su teoría: la horizontalidad —en oposición a la

delirios imperialistas de la Italia fascista de Benito

jerarquización social en la que unos individuos

Mussolini— aterrizó en la isla de Jamaica allá por

se sitúan por encima de otros —, el consenso —en

1966 en un acontecimiento público que reunió a unas

oposición a la imposición de las decisiones desde las

100.000 personas que no dudaron en agasajarlo a

posiciones mayoritarias a las minoritarias (democracia

base de banderas tricolores, danzas, cantos, sesiones

representativa) o desde las posiciones minoritarias

de percusión Nyahbingi y toques de cornetas. A su

al resto (totalitarismos)—, y la resolución colectiva,

vez, el término groundation o grounation —sin «d»—

deliberada y ponderada de los conflictos —frente a su

es empleado de un modo cotidiano para denominar

resolución por parte de un especialista o tecnócrata

a las asambleas ritualizadas de cariz espiritual en

designado ad hoc— considerando los intereses ajenos,

las que los rastas de la orden Nyahbingi —una de

respetando opiniones divergentes y alcanzando

las «mansiones» u órdenes del movimiento rasta—

acuerdos de mínimos que posibiliten una convivencia

hacen acopio de tambores pope smasher (bajo),

sana, armoniosa y fraternal entre personas libres

funde (sincronizador) y akete (repetidor, instrumento

e iguales sin necesidad de dictar normas o leyes.

solista) para meditar colectivamente, profesar

Como es natural, en la práctica la toma de decisiones

cantos Binghi y recitar salmos bíblicos dedicados a

horizontalizada atendiendo a una democracia directa

su dios Jah. Los tres tambores representan a Sadrac,

plantea una serie de limitaciones: alcanzar acuerdos en

Mesac y Abed—Nego, tres personajes que, según la

común requiere un (sobre) esfuerzo de comprensión

Biblia, eran amigos de Daniel y fueron condenados a

y empatía hacia la otra persona con la finalidad de

la hoguera por mantenerse fieles a Dios y rehusar la

contemplarla como semejante a ti con la que puedes no

adoración del becerro de oro que el rey babilónico

confluir en intereses, lo que puede llevar a no sentirse

Nabucodonosor había erigido. Según las sagradas

del todo representado por el acuerdo adoptado por la

escrituras, Dios premió su fidelidad a través de la

colectividad. Además, decidir en asamblea implica la

insurrección impidiendo que se prendieran en la

responsabilidad de acudir con regularidad a la misma

hoguera. Formaciones integradas por reconocidos

para ejercer tu responsabilidad de tal manera que no

militantes de la orden Nyahbingi como Count Ossie

sean otras personas quienes tomen las decisiones por

& the Mystic Revelation of Rastafari, Rastafari Elders

ti (como ocurre en la democracia participativa).

o Ras Michael & the Sons of Negus hicieron posible la difusión — en formato vinilo — y popularización en la isla de Jamaica de estas ceremonias excluyentes en los que les está vetado el acceso a aquellas personas que son ajenas a la mencionada orden.

Vivir en sintonía con el medio Más allá de ser una suerte de culto religioso —que, como ya hemos explicado con anterioridad, recupera la tradición e incorpora elementos concretos del

Desde una perspectiva radicalmente distinta a la

cristianismo, judaísmo y de las religiones africanistas,

empleada por los seguidores del culto rasta — desprovista

entre otros—, lo cierto es que el movimiento rastafari

de esa carga de espiritualidad—, en el anarquismo el

es una suerte de filosofía, una manera de entender la

asamblearismo ha representado en la práctica el órgano

vida atendiendo a principios morales como la rectitud

soberano y autónomo constituido por personas para

de conducta —righteousness en su término inglés—, la

la adopción colectiva de decisiones. Esta forma de

armonía con el medio que habita (de ahí que muchos

democracia directa — en oposición a la democracia

vivan apegados al campo y labrándose un porvenir

representativa en la que un grupo de personas es

como agricultores en estrecha relación con los

instituida, mediante el sufragio, en representante de

procesos productivos del medio), y la realización de la

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energía vital que fluye a través de los organismos vivos

abolición de— aquellas prácticas que representan

creados por el dios Jah. Con el fin de potenciar este

una tortura o asesinato encubierto hacia los

maridaje entre la persona y los distintos elementos

animales —tauromaquia, encierros, lanzamientos,

de la naturaleza, y expandir esta energía vital —o

peleas, abandonos, vivisección, etc.— como garantía

livity, viveza, empleando la terminología rasta—, el

de respeto hacia la vida. No ha sido esta la única

rastafarismo apuesta de forma decidida por una

práctica llevada a cabo por los militantes libertarios

dieta vegetariana a la que denominan «ital food» —

en clara sintonía con la naturaleza. Aunque existen

alimentación vital, prescindiendo de la «v» inicial—.

precedentes en la historia —Adán y Eva como

Esta dieta, que oscila desde un veganismo estricto

paradigma en el cristianismo—, puede afirmarse que

y obligado en algunas órdenes rasta —Nyahbingi—

los anarquistas desempeñaron un rol pionero en la

hasta una concepción más abierta en otras, que

introducción de las prácticas del naturismo o nudismo

admiten el consumo de pescado y marisco a elección

en España. Obras como «La vuelta a la Naturaleza. El

del individuo —12 Tribus de Israel—, rechaza el

pensamiento naturista hispano (1890—2000)» o «El

consumo de carne por considerar que representa

naturalismo libertario en la península ibérica (1890—

a la muerte, y, por consiguiente, comerla les aleja de

1939)», ambas de Josep María Roselló, «La pérdida del

hacer crecer la citada energía vital o livity. Partiendo

pudor. El naturalismo libertario español (1930—1936)»

de esta base, la dieta «ital» se fundamenta en el

de María Carmen Cubero, o «Naturismo, filosofía

consumo de alimentos naturales, puros, generados

universal: 70 años de naturismo y desnudismo en

por la Madre Tierra, evitando así el consumo de

Alcoy» de Agustín Belga, entre otras, documentan con

alimentos modificados químicamente, ya sea

profusión este periodo iniciático de las experiencias

mediante los aditivos alimenticios —colorantes,

nudistas en nuestro país. Publicaciones periódicas

conservantes, estabilizantes, condimentos, e incluso

como las revistas El Naturista, Naturismo, Gimnos,

la sal iodada—, los biocidas y fertilizantes, o su

Biofilia o Helios defendían y divulgaban estas prácticas

procesamiento —envasado, secado, etc.. Tanto el

en las décadas de los 20 y 30 del pasado siglo, prácticas

crecimiento de los tirabuzones que caracterizan su

que se extienden hasta nuestros días trascendiendo el

peinado —dreadlocks o sencillamente locks en el

ámbito libertario.

argot rasta— como la dieta vegetariana «ital» fueron heredados por los rastas de los indios que habían residido y servido en Jamaica como mano de obra en las plantaciones de azúcar. En el anarquismo la adopción de una dieta vegetariana o abiertamente vegana ha obedecido a motivos bien distintos, y no necesariamente relacionados con la expansión de la energía vital o con la conexión que se establece con las restantes criaturas creadas por un Dios en el que no creen. El anarquismo pretende como filosofía la emancipación integral del hombre, la abolición de sometimiento ajeno y la erradicación de la explotación del hombre por el hombre. Aprecia la vida, la libertad —propia y ajena— y la dignidad del hombre, lo que le puede llevar, en un ejercicio exquisito de coherencia y concienciación, a empatizar con la vida de otros seres vivos no—humanos hacia los que crea conveniente aplicar idénticas máximas a las que implementa en su relación hacia los humanos. Esto le puede conducir a rechazar —y reclamar la

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ÂŤEl serio problema de los teddy boys, de los mods, y de los rockers, que revelan los profundos dramas originados por falta de creencia, por el vicio, la malicia y la delincuenciaÂť Papa Pablo VI


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