un fanzine sobre lo que cargamos
El círculo se arma, cada una mira desde su lugar y experiencia. En el centro, un papel en blanco es la excusa para encontrarnos y dialogar. Comenzar a intervenir cuesta un poco, ¿Qué hay que poner? ¿Entendí bien la consigna? Allá se manda la primera y tira la primera piedra, a las demás nos alivia, continuar la pisada de otra puede ser más fácil que comenzar. Sabemos que ahora irán surgiendo las voces, al mismo ritmo que vamos liberando la carga. Al rato, la base lisa y común que comenzó sin ninguna línea, se va transformando en una textura que habla de nuestra experiencia personal y colectiva. Lo que refleja es el conocimiento situado, subjetivo, el de nuestros cuerpos aquí y ahora, inmersos en contradicciones, distantes de la ilusión de la neutralidad que nos homogeniza e invisibiliza. Ahora las páginas están intervenidas, materializan ideas y reflexiones que hemos estado trabajando a lo largo de este tiempo, en distintos ámbitos. Hacemos uso de la palabra y la imagen para manifestar lo que somos, socializar lo que nos pasa y abrir la dinámica de diálogo con ustedes. Partimos de nuestras experiencias, a sabiendas de que hay muchos otros relatos que no se encuentran acá. Sin embargo, confiamos en que es un punto de partida que nos permite problematizar sobre la realidad que queremos transformar. Por esta vía, buscamos seguir construyendo espacios de reflexión colectiva, generendo encuentros y acciones en los territorios, construyendo herramientas de análisis desde una perspectiva del urbanismo feminista.
HABITADAS ES UN COLECTIVO INTERDISCIPLINARIO QUE BUSCA PROBLEMATIZAR LAS LÓGICAS PATRIARCALES QUE PERMEAN LAS FORMAS DE DISEÑAR Y HABITAR LOS TERRITORIOS, REFLEXIONANDO Y GENERANDO ACCIONES TRANSFORMADORAS DESDE LOS FEMINISMOS. DESDE 2018 LO INTEGRAMOS UN GRUPO DIVERSO DE MUJERES CON DISTINTAS TRAYECTORIAS DE FORMACIÓN Y DE VIDA.
« hoy no sé bien hacia dónde voy. busco lugares donde me sienta bien, lugares donde pueda ser y expresarme. me interesa hablar sobre lo que me incomoda, discutir sobre lo que me molesta y me enoja. compartir el sentimiento, aprender de otras realidades, reconocer lo propio y lo ajeno. quiero aprender de la diversidad de miradas y experiencias, ir allí donde me hermane con otras que también quieran transformar lo que nos oprime y pesa en la espalda de forma cotidiana. hace años que cargo diariamente con una mochila. no siempre estuvo llena de las mismas cosas, pero desde que tengo memoria, va conmigo a todas partes. lleva cargas propias y ajenas, algunas las tengo muy presentes en mi conciencia, algunas las pude dejar en el camino con mucho esfuerzo. hay otras que todavía no logro dilucidar. pero ahí están, empeñadas en hacerse sentir. cargo con etiquetas de exagerada, de amarga, descuidada, la que no, la que sí, siempre con petates hasta por demás, por si hacen falta. en cierto momento de mi vida comencé a construir un contrapeso que siempre va conmigo, con conversaciones, lecturas, música, reflexiones y cosas que dan aire. también, alguna libreta, agua, libros, y el estuche de los lentes violetas que llevo puestos. » itzá
desde la vereda urbanismo feminista Los feminismos han dado lugar a una revisión y deconstrucción de todas las categorías que hacen a la vida de las personas, siendo las formas de habitar y producir lo urbano una de ellas. El urbanismo feminista incorpora variables que hasta el momento no han sido consideradas en el diseño urbano, con la finalidad de abarcar la realidad de todas las personas y emprender una transformación hacia territorios más justos y sostenibles. Consideramos que el urbanismo feminista trasciende el hecho de ser una perspectiva teórica y discursiva, se vuelve político en la medida que invita a interpelarnos como sujetos sociales que habitamos los espacios. ¿Qué datos se incorporan? ¿Dónde está la desigualdad? ¿Cómo ponemos la lupa en estos temas? Cómo estos datos se trasladan a nuestra vida cotidiana es lo que proponemos reflexionar a lo largo de este fanzine.
Según la Encuesta de Uso del Tiempo del 2013 las mujeres dedican el doble de tiempo que los varones a tareas no remuneradas y de cuidados (65%M - 31.9%H). Lo que limita la cantidad de tiempo que pueden dedicar al mercado laboral o a la educación, afectando sus perspectivas de empleo. Según CEPAL y ONU mujeres 2018, en Uruguay las mujeres ganan 25% menos en promedio mensual que los varones. Según INE 2020 la tasa de pobreza en hogares con jefatura femenina en el país es 10% mientras con jefatura masculina 6.3%. A su vez esto se incrementa según la ascendencia étnico racial, donde en 2018 el 17.4% de las personas afro se encuentran en situación de pobreza, cuando el total general es 8.1%. Y son las mujeres afro quienes tienen mayores dificultades de inserción en el mercado laboral, con una tasa de desempleo de 14% (cuando la tasa de la población general es 8%) Las trayectorias de las mujeres también se ven afectadas por las distintas formas de violencia de género a las que se enfrentan a diario, tanto en el espacio público como en el privado.
La Encuesta nacional de prevalencia sobre violencia de género de 2019 arrojó que el 54.4% de las mujeres afirman haber sufrido violencia basada en género en el espacio público a lo largo de su vida. En la misma encuesta se destaca que el 37.1% de las mujeres vivieron situaciones de violencia familiar en la infancia hasta cumplir los 15 años; psicológica, física y sexual. El 19.5% vivieron situaciones de violencia por parte de parejas o ex parejas en un lapso de 12 meses. El primer Censo nacional de personas trans de 2016 el 45% declaran haber sufrido violencia debido a su identidad de género, aumentando la cifra a 777% entre quienes ejercen trabajo sexual. En materia de movilidad, tal como sucede en el caso de las mujeres cis, las personas trans también restringen su uso del transporte público debido a la amenaza de violencia basada en identidad de género y la discriminación. Mujeres cis, personas trans, racializadas y en situación de discapacidad sufren distintas vulneraciones en Uruguay, así como las personas migrantes, pobres y toda disidencia a la hegemonía.
cuerpo territorio
Hoy me levanté y me quedé absorta mirando la etiqueta de mi camisa. Made in China, decía, cien por ciento cotton. Cerré los ojos un instante y visualicé todo el recorrido que había hecho esa ropa antes de llegar a mis manos. Vi la semilla germinar, el sol naciendo y la lluvia llegando hasta la raíz, las cansadas manos labrando la tierra, regando y cuidando día y noche esa planta. Planta que luego sería cosechada, trabajada por otras manos, ajadas en la mezcla de saberes milenarios y modernos. Vi la fábrica, en donde el algodón era procesado, sentí el escalofrío de la explotación en una producción tan masiva. Vi las manos armando paquetes, subiendo esos paquetes a camiones, contenedores, barcos, camiones. Me perdí en la inmensidad de intermediarios, en la carencia de quienes hacían el trabajo y la opulencia de quienes lo comerciaban.
En lo importante que es saber reconocer de dónde viene lo que consumimos para poder elegir de manera consciente la economía que queremos sostener. La bufanda me la tejió mi abuela, en sus manos guardaba no solamente el saber necesario para construirla sino también una conexión con algo más profundo. Ella sabía de dónde venía la lana, porque toda su infancia había vivido en el campo y durante su existencia nunca se distanció de los ciclos de la naturaleza. Me enseñó que durante los meses de primavera es cuando se realiza la esquila, porque coincide con el momento en el que las ovejas comienzan naturalmente a prepararse para el calor. No importa la etiqueta que mire, al final, todo lo que llevo puesto, proviene de la naturaleza, de seres vivos que comparten la existencia con nosotres en el planeta desde hace miles de años. Hasta el poliéster de mi mochila emerge de las profundidades de la tierra, millones de años de vida que hoy son la base de la energía que utiliza nuestra civilización. Siento las texturas que me cubren, las partes sueltas, las apretadas. Texturas que me encanta sentir o que detesto. Telas que muestran u ocultan mi desnudez. Son las ropas que visten mi primer territorio. Mi cuerpo. No pude evitar sentir el río fluyendo por mi sangre. El agua que ahora salía de la canilla recorrió millones de kilómetros durante millones de años antes de llegar a mí, en un ciclo contínuo que me habita.
Somos agua. Al igual que el planeta tierra, estamos compuestas por casi un 70% de agua. Cuando tenía catorce años fui a acampar a la Sierra de Carapé, en el Departamento de Lavalleja, cerca de la ciudad de Minas, justo en la naciente del Río Santa Lucía. Un amigo me dijo que si tiraba un barco de papel allí, cuando volviera a mi casa montevideana, lo iba a poder sacar por la canilla de la cocina. Claro que no sucedió, pero no puedo evitar maravillarme en la vastedad de los territorios conectados. Como un torrente sanguíneo el agua fluye por todas las superficies, llevando la vida por donde pasa. Es absurdo que nos hayan hecho creer que por vivir en las ciudades estamos lejos de la naturaleza. Eso es imposible, un binarismo ilusorio que construye una frontera entre el campo y la ciudad, lo natural y lo artificial. Nos separa de nuestras raíces, del origen de lo que nos sustenta, el agua, el alimento, la semilla, de la conciencia de que somos seres ecodependientes y de la responsabilidad de defender los bienes naturales como bienes comunes y esenciales. Allí en las grutas del Cerro Arequita, cercanas a las nacientes del Río Santa Lucía, supe que los habitantes originarios de nuestros territorios realizaban sus rituales, porque se sabían en ecodependencia. Antes de ir a la parada voy a tirar la “basura”. Hace tiempo que intento clasificarla pero no en todas partes hay contenedores suficientes que permitan hacerlo, ni un sistema que sostenga su posible reciclaje y procesamiento. Todavía tenemos un largo recorrido antes de terminar de entender, que lo que consumimos no se termina en el bote de basura, sino que sigue existiendo y que ello genera un impacto en los ecosistemas, además de formar parte de la economía
de muchas familias en extrema vulnerabilidad. Uruguay es uno de los países de América Latina que genera más residuos en relación a sus habitantes. Tan solo el 5% del total de residuos que se generan es reciclado y son las mujeres y niñes quienes desde los hogares que clasifican, se encuentran más expuestos a los diversos tóxicos que generan estos residuos. Ya en el ómnibus intento pensar en otra cosa pero estoy medio compulsiva observando cómo todo forma parte de todo. Es interminable, intimida pero también fortalece. Sé que cuanto más consciente sea de las redes que me sostienen, más voy a poder defenderlas y pujar por el mundo que quiero, resistiendo a la crisis social y ecológica que nos atraviesa. ¿De qué forma afecta esta crisis en mi cuerpo- territorio? ¿Cómo me afecta la calidad del aire? ¿La contaminación sonora? ¿La visual? ¿Cuáles son aquellos lugares que menos me gustan? ¿Dónde siento la violencia, el dolor, la rabia? En esta ciudad que habito y transito cotidianamente, una ciudad que expulsa, en donde la tierra y la vivienda son mercancía. Me bajo en la próxima parada. Estoy yendo a cuidar a la hija de una amiga. Porque el otro mito que nos hicieron creer, es el de que somos seres autónomos, individuales y autosuficientes. Nada más ilusorio. Todas las personas, en algún momento de la vida, necesitamos del cuidado de otras para poder sobrevivir. Porque además de ecodependientes, somos interdependientes.
partes de mi Soy un cuerpo y a su vez, soy varios cuerpos. Son como capas, se sostienen, ninguna oculta a la otra, se van moviendo. Son capas físicas, experiencias, sensaciones, tiempos, personas. Un conjunto que coincidió en este espacio y tiempo. Muchas partes, siempre juntas me acompañan. Van variando su posición, su protagonismo según el entorno y momento que habite.
La comodidad y seguridad que sienten, cuando me desplazo libremente, cuando siento la contención y apoyo de las mujeres que elijo que me rodeen, cuando estoy en mi casa, cuando me muevo a mi ritmo, cuando estoy en presencia con mi cuerpo y respondo a lo que me va contando, lo que precisa. Esas mismas sensaciones que conservo y recuerdo, como cuando niña me hamacaba disfrutando del ir y venir, del viento en la cara, pasaba horas.
Mis cuerpos libres, cuando no conocen límites. Pero sé que también, supe ser y soy, esos otros cuerpos, esas otras capas, las que sí conocen o se han tenido que acostumbrar a las rigideces, al anonimato, a ser invisibles. De volar libre en hamacas, a caminar rápido volviendo a casa de la escuela, rápido del liceo, casi que al mismo paso que ahora,
de adulta, me encuentro más veces de lo que quisiera caminando por la ciudad, caminando volviendo a casa. Anónima, con miedos, pequeña. Mis cuerpos limitados. Ser una más entre muchas otras. Todas esas partes, todos esos cuerpos, soy yo. Todas las que vinieron antes de mí y de cada una de nosotras, que habitaron en otros espacios y tiempos.
cargando significados - ¿Qué llevas ahí? - Llevo palabras, para generar efectos, organizarlas y usarlas para manifestarnos.
Desde los feminismos, se han construido algunas palabras que nos permiten entender y decodificar los sistemas que nos oprimen. Una de ellas es interseccionalidad, que desde el movimiento feminista afroamericano se consolidó de la mano de Kimberlé Crenshaw, para subrrayar y definir un problema que no se comprendía como tal hasta el momento, para referirse a la posición de desigualdad de las personas que se potencia con el solape de distintas opresiones, tales como el racismo, sexismo, clasismo, xenofobia, etc. Ese concepto, abrió la puerta al debate que nos lleva hoy a pensarnos, nos interpela desde el cuestionamiento del lugar de privilegio que ocupamos. No se puede hablar del funcionamiento de los sistemas de opresión sin hablar de las lógicas patriarcales, androcéntricas y capitalistas, resultantes de la construcción eurocentrista y occidental. Este poder reside tanto en las instituciones como en los discursos y los accionares en los que participamos de manera cotidiana. El diseño de los espacios, el mobiliario, los productos de consumo, la vivienda, la publicidad, la señalización, la vestimenta, el lenguaje, los símbolos que se encuentran en el paisaje urbano, no han quedado exentos, sino que han servido para reforzar las lógicas de poder y desigualdad, imposibilitando que habitemos de forma igualitaria los espacios. Desde el cuestionamiento nos permitimos usar palaras para contar las historias, nombran cosas invisibles e identificar problemas que no están definidos, hasta el momento.
¿Qué distancias tenés que recorrer diariamente?
¿Te sentís sobrepasada?
¿Te toca hacerte cargo de estas responsabilidades? ¿Las compartís con alguien? ¿De qué manera se trasladan quienes cuidan?
¿Qué movimientos implica cuidar?
¿Qué cosas tenés que dejar de hacer para poder dedicarte a cuidar?
¿Te dan las horas del día para hacer todo?
¿Es más importante trabajar que cuidar? ¿Te cuidas a vos misma?
el sistema actual se encarga de barrer bajo la alfombra el cuidado de los territorios, de la naturaleza y los cuerpos, ignorando que todas las personas necesitan ser cuidadas en algún momento de la vida. las ciudades actuales se han desarrollado en su forma, estructura e infraestructura para cumplir las necesidades de las tareas productivas. dejando las tareas reproductivas y de cuidados relegadas al espacio privado, inhabilitando, demorando y complejizando la vida de las personas.
los relojes que nos corren y el uso del tiempo Corremos, aprendemos a llegar en hora y con buena cara, a hacer lo que tenemos que hacer, salir al recreo cuando tenemos que salir, un ratito corto, después sentarse y copiar el pizarrón nuevamente hasta cumplir el horario de la jornada escolar. Aprendemos a ser eficientes y productivxs, cumplir y cuando no lo hacemos, sentir una gran culpa. Después, estudiar, terminar la carrera, trabajar, ganar más porque necesitamos más. Nos corre el reloj que nos asegura el “éxito”, el “crecimiento personal”. Al mismo tiempo, corre el reloj biológico. Primero nos dice que ahora no, que somos muy chicas, por decir lo más suave. Sin embargo, el entorno nos prepara para la maternidad desde la primera infancia. Cuando llega el período en el que “estamos en fecha”, en tiempo y forma, con “las posibilidades de hacerlo” podemos sentir cierta presión o incluso, si nos acercamos a esa edad sin pareja seguramente nos llegue la postulación de candidatos indeseados, o nos hagan cuestionamientos sobre si queremos o no maternar.
reloj biólogico
reloj productivo
FUERA DE SERVICIO
reloj personal
Nos vemos obligadas a no incorporar el reloj del tiempo propio y personal. No se mueve, no funciona mientras todos los otros sí, no importa cómo, deben estar activos. Se diluye el tiempo para cuidarnos, p a r a f r e n a r y s a l i r s e d e l a r o s c a d i a r i a d e l h a c e r, h a c e r y v o l v e r a h a c e r, d e l c u i d a r, c u i d a r y v o l v e r a c u i d a r, siempre hacia afuera. Permitir que la pieza del hacer y cuidar, esté en movimiento pero para una misma, debería dejar de ser un privilegio, y pasar a ser un derecho. Conectar con el presente, con lo que pida nuestro cuerpo en ese instante. Querernos y aceptarnos cíclicas. Sin mandatos, hacer lo que nos hace bien. Permitirnos que este engranaje gire muchas veces implica poder frenar los otros, poder hacerlo realmente, sin culpas, sin ataduras. Gozar. Liberarnos del mandato de productividad. A veces, “no hacer” está bien.
3
2
1
8
7
1 - ESTATUA DE LUIS SUAREZ, SALTO. 2 - SEÑALIZACIÓN MACHISTA PRÓXIMO A UNA ESCUELA 3 - ESTATUA DE MUJER - COMO VIRGEN 4 - PUBLICIDAD DE REFRESCO QUE NOS COSIFICA Y REPRODUCE ESTEREOTIPOS DE BELLEZA
¿usted está aquí?da
4
ta n e s e r p re
5
¿De qué forma se nos representa a las mujeres en las ciudades? ¿En los espacios públicos? ¿Qué lugar ocupamos en los nombres de las calles? ¿En las estatuas? ¿En la publicidad? 6
Estamos aquí, pero infrarrepresentadas. Se nos muestra en rol de madre o como santas. Aparecemos cosificadas, sexualizadas, más chiquitas, calladas. Si estamos solas somos un territorio de conquista, si estamos acompañadas somos propiedad del otro. Así nos muestra y enseña la ciudad cuál es nuestro lugar. Nuestros cuerpos se muestran al servicio de la mercantilización. En general no nos vemos representadas como mujeres políticas, profesionales, heroínas, lideresas porque tampoco somos reconocidas como tales.
5 - CALLES CON NOMBRES DE VARONES (93% DEL TOTAL QUE LLEVA NOMBRE DE PERSONA). 6 - EDIFICIOS FALOCÉNTRICOS. 7 - MONUMENTO AL “AMOR” EN DURAZNO. 8 - UNO DE LOS TANTOS “PROCERES DE LA PATRIA” QUE HAY EN URUGUAY
creado por, y para ellos f
also neutr
o
No es difícil hoy encontrarnos con varios modulores cohabitando o deambulando a nuestro alrededor.
Hace varias décadas atrás, Le Corbusier, el incuestionable y aclamado arquitecto de la época moderna, presentó al “hombre modulor” un presunto ser abstracto que define la relación matemática entre las medidas del ser humano y la naturaleza. Esta referencia se toma en cuenta desde entonces para diseñar, considerando unicamente las necesidades que tienen este tipo de personas que terminan representando sólo a un sector de la sociedad: varones, blancos, con todas sus capacidades físicas y cognitivas, de clase media, motorizados y que se desarrollan en la esfera productiva. Pequeño detalle; este hombre mide 1.83 metros, y no es sólo su altura, sino que sus proporciones dejan de lado y excluyen a una amplia variedad de cuerpos. ¿Cómo no se la van a creer si el mundo entero está creado para ellos?
En la calle, el trabajo, los centros de estudio, la ciudad, el transporte, nuestro propio hogar.
¿Cómo es la experiencia de habitar un cuerpo que no encaja en este patrón del falso neutro? ¿Cómo son las mochilas de estas diversidades? ¿Cómo son tus mochilas?
periplo
Acabo de bajar del barco. No me alcanzan los brazos ni la espalda para arrastrar el equipaje, una cuadra parecen mil kilómetros, pero llego. Siempre pienso en algo que quedó en mi cuarto y no lo traje, no sé si lo olvidé o lo quise dejar. Camino la ciudad, respiro olores nuevos, me gustan. Me adapto. Conozco gente agradable, sabores nuevos, paisajes que me cautivan. Aventura. Casi tan fantástico como cuando una se toma vacaciones. Vivir de vacaciones está muy bueno, reconforta. Pero todo el mundo sabe que las vacaciones algún día se terminan. Sigo en la misma ciudad y con los mismos olores y sabores, me siguen gustando pero extraño otros. Extraño el sol fuerte que calienta en invierno, extraño la montaña y los ríos que transitan encajonados entre ellas. También me gusta el mar, su fuerza, la sed que me da la sal. Pero vuelvo a pensar en el río y su quietud me trasmite paz.
Me gusta estar acá, pero extraño cada vez más estar desde donde vine cuando me bajé del barco. Alguna gente sigue siendo agradable, otra ya no, la burocracia nunca lo es ¿me adapto?. La ciudad abierta y las personas abiertas me empiezan a parecer cerradas, llanas, silenciosas. AHHHH. qué impotencia. La celeridad del tiempo ya no es como la que sentía cuando estaba en estado vacaciones. El tiempo no avanza. Lloro y grito. Me quejo, me enfermo. Me angustio y tengo miedo de estar lejos de mi raíz. Quiero ser la niña que era, que mi madre me cuide, me proteja y que me diga que todo va a estar bien.Me lo digo y lo repito: Itzá estás acá porque querés. ¿Privilegio? Los círculos que alguna vez abrí y las redes que en un tiempo tejí hoy no están. Siento la soledad que transita por mi cuerpo, me entristece reconocerlo. Siento de manera prepotente la necesidad de salir del círculo pequeño en el que estoy. De colectivizar, de volver a tejer, de que me sostengan y volver a sostener. Migrar para mí siempre va a significar extrañar, pero también el sentirme acogida. Y hoy, hoy no estoy sola.
mujeres de mi linaje
Sentarme en el banco del patio de la casa de la abuela. Recordar las tardes compartidas con ella, el licuado de frutas frescas, durazno, agua, azúcar. Comer algo casero, rico, sabroso que cocinó la abuela, torta dulce de manzana, pizza deliciosa, tarta de puerros de la huerta. Conversábamos, me gustaba su mimo, el tiempo que dedicaba a nosotras, a mimarme y conversar. En ese mismo instante me surge el llanto y siento como una angustia que me lleva a la imágen de las mujeres de mi linaje en el hogar, al cuidado y servicio de toda la familia. No fue así con mi madre que trabajaba y estudiaba fuera de casa mientras transcurría mi niñez y adolescencia, tampoco estaba mi padre. Intento ser madre desde un nuevo lugar, que descubro en el transcurrir de los días, me maravillo, angustio, sorprendo, emociono, me canso, me río, lloro. Cómo dejar lugar y espacio al padre que hoy elijo como compañero de vida cuando los padres previos estuvieron en ausencias. Cómo permitir-me-nos mater-paternar con ritmos, modos, espacios que no son los míos, la madre que siempre está, ha estado y seguirá estando. Cómo me permito el no poder, el precisar ayuda. Es que somos dos criando, cuidando, amando al nuevo ser.
No le temo a la oscuridad, le temo a la irrupción del enemigo en el espacio íntimo de la noche, entonces agudizo los sentidos para percibir extraños. Le temo al que asalta la tranquilidad del andar apacible de mi cuerpa fémina, cuando su forma logra ser percibida en la penumbra. Entonces temo que la oscuridad no sea absoluta.
La oscuridad nos concede el camuflaje propicio para dejar atrás el personaje diurno
El peligro no es la noche Le temo, no es la tiniebla en cualquier caso la que nos ciega, a la oscuridad de tu pensamiento. el peligro radica en el agresor. Pero a la negritud de la noche le reservo mi descanso En la noche el encuentro íntimo cobra sentido encender la hoguera sin la máscara del día. congregarse junto al fuego sujetar las manos Es, si acaso y juntas el amanecer lo inquietante. arder al adversario. En la noche en cambio me escondo y me descubro ¡Por el derecho a la nocturnidad! habilito el sueño. ¡La noche será nuestra o no será!
La noche ofrece un escenario sólido cíclico, el marco adecuado para comenzar la fiesta.
¿Le temes a la oscuridad?
¿lugar seguro? Espacio privado, lugar seguro. ¿Lugar seguro? ¿O lugar de primer encuentro con la violencia sexual? ¿Cómo salir? ¿Cómo escapar? Eludir. Eludir el tiempo, correr Eludirse a una misma, evitar el autoconocimiento, temerle a los monstruos que te habitan. Estar bien ¿Qué te pasa? Si no te falta nada ¿Qué dejás para los demás? Estás bien, sos fuerte, ocultá tus vulnerabilidades, ayudá. ¿Pedir ayuda? ¿Cómo se hace? Sí, voy a pedir ayuda. Pero, ¿para qué? Si estoy bien. Pensándolo bien, estoy bien. Siempre racional, eludiendo el sentimiento. Mi cuerpo, mi escudo, me acompaña en la huída. Adelgazá, hasta desaparecer, usá ropa suelta, básica y un poquito a la moda, no mucho, se anónima, evitá que te vean, que te deseen, evitá el deseo, evitá desear. Sé rígida, no bailes, no corras, hacete invisible, tu cuerpo existe porque no queda otra, reite de él.
Sé chistosa, reite de tus inseguridades, así no sos vulnerable, sos segura. ¿Segura de qué? De tus inseguridades. Asignáselas a tu cuerpo, ese es tu escudo. Y es tan firme, tan eficiente, te protege tanto que siempre estás bien. No precisás nada. Y por las dudas corré un poco; tenés que trabajar, tenés que estudiar, tenés que estar en forma, tenés que acompañar, tu amiga está triste, tu novio cansado, tu madre jodida, tu tía enferma, tu abuela sola, tu gato aburrido, tenés que cuidarles. Si vos estás bien. Si pasó hace mucho tiempo, si lo habías borrado, si tenés una vida buena, si no se te nota, si nadie lo sabe.
EN LA RADIO: CORRER, ELI ALMIC
POR UN MANIFIESTO
MANIFIESTO AQUÍ LA URGENTE NECESIDAD, DE ESTA HUMANA CITADINA Y ANDANTE DE ABANDONAR LAS LÓGICAS RELACIONALES QUE NOS OPERAN BAJO EL BINARISMO INFAME DE LO PÚBLICO Y LO PRIVADO. POR LA INMINENTE DESERCIÓN DEL HOGAR UNIFAMILIAR QUE EN SUS MURALLAS ME AÍSLA Y DESVINCULA Y QUE HA SABIDO MANTENERME ATADA A LA PIEL DEL OPRESOR. CONTRA EL EXILIO QUE SUPONE LA NOCHE EN EL CONTRAPUNTO DE LO PÚBLICO DONDE ESTOY PROHIBIDA DE LA DUEÑIDAD DE MI CUERPO DONDE SOY TIERRA SIN DUEÑO AL ACECHO DEL CONQUISTADOR DESDE EL MÁS BURDO, HASTA EL MÁS TEMIBLE. PORQUE EN ESTE ESPACIO ASÍ DEFINIDO, CONOCÍ EL MIEDO A LA MUERTE.
DE LO COMÚN
POR LA URGENCIA DE CONSTRUIR JUNTES UNA ESPACIALIDAD OTRA: DESDE LO COMÚN, LO COLECTIVO, DESDE EL DERECHO A SER. ECOLOGISTA, ANTIESPECISTA, ANTICOLONIAL, ANTIRACISTA, FEMINISTA. POR UNA ESPACIALIDAD DONDE NUESTROS CUERPOS NO SEAN TERRITORIO DE CONQUISTA.
Octubre 2021 /100 I SB N : 978-9915-4 0-7 57-9 (Ed ición imp re sa)
¿USTED ESTÁ AQUÍ ? - REPRESENTADA EN EL FANZINE -
TE INVITAMOS A ESCRIBIRNOS Y CONTARNOS CUÁNTO PESA TU MOCHILA, ASÍ PODEMOS AMPLIAR Y ALZAR LA VOZ ENTRE TODXS. CUESTIONAR Y DESNATURALIZAR ES EL PRIMER PASO PARA REPENSARNOS EN NUEVAS LÓGICAS DE HABITAR.
colectivohabitadas@gmail.com