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Tacto | Carlos Rendón
TACTO
| Carlos Rendón
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Literalmente el programa escuela sin escuela se desarrolló en un contexto donde no hay escuelas. Ya no solo de arte, sino en general. Ante la realidad pandémica del 2020, los establecimientos educacionales se vieron cerrados. Esto nos obligó a buscar nuevos receptores e instancias de acercamiento. Hicimos lo que correspondía: usamos artificios tecnológicos para llegar al otro con charlas y conversatorios. Pero sabíamos que no era suficiente.
Aprovechamos esta imposibilidad para probar nuevos formatos y propuestas, partiendo por talleres multigeneracionales. La rutina nos había mantenido segregados en escuelas, colegios y universidades. Los nuevos tiempos, en cambio, nos llevaron de regreso al objetivo primordial de escuela sin escuela: entregar conocimientos con metodologías no tradicionales en contextos diversos, fuera de las jaulas y de los esquemas, acercándonos de nuevo a la gente, sin títulos, cursos, edades o cualquier otra barrera de por medio.
Trabajamos en espacios abiertos, llevando talleres que previamente se hubieran hecho en un salón de clases, a explanadas frente al mar o canchas de fútbol, apostando por metodologías activas y participativas, en las que pudieran ser parte sin complicaciones un abuelo y su nieta. Al olvidar los preceptos de lo que debe ser un taller de arte y la numerología de las listas de asistencia o la cantidad de comunas intervenidas, se puede llegar a la forma más pura de relación con el otro.