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La resurrección de los materiales | Iván Ávila

LA RESURRECCIÓN DE LOS MATERIALES

| Iván Ávila

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Quebrada Carrizo es un accidente geográfico ubicado al sur de Antofagasta. Por ahí pasa la Ruta 28 que conecta la ciudad con la carretera Panamericana y la vía de los trenes que cargan cobre y otros minerales, producto de la incesante explotación del desierto.

Escenario de centros recreativos abandonados, devastados por el sol y el viento, en medio de casas y edificios, es un lugar agreste que hace no mucho poseía gran cantidad de humedales y un exiguo riachuelo. La diversa flora y fauna que albergaba fue exiliada por el vertedero ilegal que ocupó la quebrada. Escombros, neumáticos y basura doméstica reemplazaron a la naturaleza.

A comienzos del 2017, el ambientalista Ramón Zavala decidió no seguir esperando a que las autoridades o las empresas privadas tomaran cartas en el asunto. Sin muchos recursos, pero con ganas y convencimiento, comenzó el proyecto Bosque Escondido, reciclando materiales de desecho para construir cercas en las primeras plantaciones, caminos, domos, bancas, mesas y esculturas. Junto a su familia, amigos y voluntarios, logró la limpieza total de los escombros y aumentar mes a mes el tamaño del espacio, que ahora también dispone de bibliotecas, salas de reuniones al aire libre y lugares de descanso. Este proceso de transformación logró que la fauna regresara, en especial las aves.

Con el paso del tiempo, el Bosque Escondido se ha convertido en un paradigma de la recuperación de espacios naturales en Antofagasta. Desde hace años, SACO ha donado algunas de las obras de sus exposiciones a diferentes agrupaciones e instituciones que reutilizan los materiales, y reinstalan, convierten o adecuan las obras a nuevos espacios. Esto último fue lo que ocurrió aquí.

“Las obras que llegaron se van a convertir en otra cosa, no van a quedar instaladas en el concepto original con que se planificaron”, cuenta Ramón, mientras el sol, en todo su esplendor, se acerca al horizonte delimitado por el océano Pacífico, bañando con luces naranjas los domos y los árboles juveniles. Se refiere a tres piezas que formaron parte de las exposiciones de la novena versión de SACO: Círculo abierto de la artista italiana Marisa Merlin, Ciudad contenedor del belga Simon Van Parys (ambas parte de la exhibición Ahora o nunca) y la pieza construida por una serie de libros de la muestra individual ¡Exijo una explicación!, del canario Acaymo S. Cuesta.

“Los contenedores de madera que hizo Simon, por ejemplo, se van a convertir en una pérgola en la que plantaremos enredaderas para formar un lugar donde la gente pueda sentarse a leer un libro, inmersa en esta obra de arte viva. Con la pieza de Acaymo, las personas tienen la oportunidad de ver y tocar el doblez

de las hojas de la enciclopedia para entender la formación de las letras en tres dimensiones. Así generamos una nueva conversación con los visitantes”, dice Ramón, con una sonrisa que nos confirma que en su cabeza hay decenas de ideas que colindan con el arte.

El formato seminal de estas creaciones le permitió adaptarlas al lugar en una especie de curaduría intuitiva que se relaciona con el paisaje, la forma, ciertas características utilitarias y la relectura de sus significados. Las obras trasplantadas adquieren no solo valor desde la perspectiva del goce estético, sino que además podrían convertirse en algún momento en espacios para el encuentro o descanso, dentro de su constante transformación en busca de nuevos usos e interpretaciones, donde la “resurrección” de los materiales es la guía usada para dirigir la fluidez. Más que reciclaje, una forma de reutilización que plantea formas de adaptación, de sobrevivencia de la creación, en un devenir que no solo reformula la obra, sino que además remodela el paisaje.

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