Un dulce tesoro

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UN DULCE TESORO

Autores: David, Daniel, Alba, Sonia, Jorge, Fernando, Bárbara, Andrea, María H, María B, Sandra, Hugo, Judith, Nerea, Pablo CRA MIGUEL DELIBES VILLALBA DE LA SIERRA

CUENCA


En una tarde lluviosa de sábado, María estaba aburrida y sola en su casa. Cuando paró de llover, bajó al sótano a buscar su balón para irse a jugar a la calle. Al coger el balón se dio cuenta de que a su lado había un pequeño baúl, viejo y lleno de polvo. Lo abrió. En su interior solo se veían pequeñas piedras. Empezó a apartarlas y en el fondo del baúl halló un mapa. Lo miró con curiosidad y comprendió que se trataba de algo importante. - Qué mapa tan extraño- murmuró. Voy a llamar a Pablo para que venga a verlo. - ¡Hola Pablo! -¡Hola María! ¿Qué quieres? - ¡Ven rápido a mi casa! He encontrado un extraño mapa en mi sótano que creo que nos puede llevar a un tesoro escondido. Llama también al resto de la pandilla. - ¡Vale! Ahora mismo voy con todos los demás. Al cabo de un rato, ya estaban allí todos. MARÍA H.: - Mirad chicos he encontrado este mapa y creo que pertenece a un tesoro. ¿Qué os parece? SANDRA: - ¡Vaya! ¡Qué mapa tan chulo! DANIEL: - Las marcas y los dibujos que tiene parecen pistas para encontrar algo escondido. Podríamos ir a buscarlo. Es posible que sea un tesoro. PABLO: -¡Buena idea! ¡Será una gran aventura! JUDITH: -¡Pues a qué esperamos, vayamos en su busca! TODOS: -¡Vale! JORGE: - Pero tendremos que prepararnos. ANDREA: -¡Pues claro! SONIA: - ¡Tengo una idea! Vayamos todos a nuestras casas


a cenar y a descansar. Mañana por la mañana quedamos todos en la puerta de la casa de María. MARÍA B: -¿Pero a qué hora? NEREA: - A mí me viene bien a las once. BÁRBARA: - ¡Bueno, pues a las once! MARÍA H: -Yo guardaré el mapa. DAVID: - ¡De acuerdo! ALBA: - Bueno pues hasta mañana chicos. Todos se fueron a sus casas convencidos de que no podrían dormir mucho. A la mañana siguiente a las once en punto ya estaban todos allí. PABLO: - He cogido unas cuantas linternas por si nos hacen falta. BÁRBARA: - ¡Muy bien, Pablo! Este chico está en todo. HUGO: - ¿Habéis echado bocadillos para almorzar? Yo sin comida no soy nadie. JUDITH: - ¡Pues claro! Y de tortilla de patata. SANDRA: - ¿Has cogido el mapa, María? MARÍA H: - ¡Sí! FERNANDO: - Yo llevo en mi mochila una botella de agua de dos litros y medio para todos. ALBA: - Bueno, ya está todo: ¡En marcha! MARÍA H: - El mapa indica que hay que subir por esas montañas. MARÍA B: - ¡Pues vayamos hacia allí! Pasada una hora llegaron a la cima de la montaña. DAVID: - Bueno, ¿Y ahora qué? FERNANDO: - ¡Déjame que vea el mapa! Dice que hay que seguir recto hasta encontrar un río. ANDREA: - ¿Y por qué no paramos a descansar un rato y a


beber agua? ¡Estoy agotada! PABLO: - ¡Qué flojucha! Los niños se pararon a descansar y a beber agua. NEREA: - ¡Venga, levantad el culo! ¡Qué ya hemos descansado suficiente! ALBA: - ¡Bien dicho! Al cabo de una rato, llegaron a un pequeño arroyo. DAVID: - ¿Quién tiene la botella del agua? JORGE: - ¡Yo! DAVID: - Dámela para que la rellene. SANDRA: ¿Cómo vamos a cruzar el río? MARÍA H: - ¡Muy fácil! ¡Descalcémonos! BÁRBARA: - Es que yo estoy un poco constipada. DANIEL: - ¡No te preocupes! Yo te cogeré a caballito. BÁRBARA: - ¡Muchas gracias, Dani! Este chico sí que es un tesoro. SANDRA: - ¡Qué fría que está el agua! MARÍA B: - ¿Y con qué nos secamos los pies? PABLO: - ¡No te preocupes! También metí en mi mochila una toalla por si la necesitábamos. Cuando todos se secaron los pies, se calzaron y siguieron con su viaje. MARÍA H: - El camino se acaba aquí y yo no veo por dónde continúa. JUDITH: - ¡Qué extraño es todo esto! DANIEL: - Es como si los arbustos se hubieran tragado el camino. ALBA: - Puede que haya ocurrido eso. Miremos a ver qué hay tras ellos.


Los niños apartaron los primeros matorrales y se encontraron ante una pequeña cabaña abandonada en cuyo frente había una puerta algo desvencijada que impedía pasar a la cabaña. NEREA: - ¿Cómo se abrirá? DAVID: - ¡Anda, anda, Nerea! Pues como todas las puertas, solo hay que girar el pomo. JORGE: - ¡Venga valiente, inténtalo! DAVID: - ¡Chupado! ¡Huyyyyy! ¡Pero si no puedo! ANDREA: - ¡Cada día estás más canijo!¡No tienes nada de fuerza, David! ¡A ver si puedo yo! ¡AGGGG! ¡Tampoco se abre!... Debe estar oxidada. Lo intentaron todos, pero ninguno consiguió abrir la puerta. FERNANDO: - ¡Mirad, mirad! He encontrado una rendija. SANDRA: ¿Y para qué servirá? SONIA: - ¡Ni idea! DANIEL: - ¡Pero si tiene la misma forma que el mapa! ANDREA: - A lo mejor hay que colocar el mapa en la rendija. BÁRBARA: - ¡Tienes razón! MARÍA B: - ¡Prueba, prueba! No tenemos nada que perder. ANDREA: - ¡De acuerdo! Déjame el mapa. Andrea introdujo el mapa en la rendija y al instante la puerta se abrió con un chirrido estremecedor. MARÍA H: - ¡Por fin se ha abierto! Eres genial Andrea. DAVID: - ¡No se ve nada! Que alguien encienda la luz… PABLO: - ¡Problema resuelto! Tomad; id cogiendo linternas. SONIA: - Si no llega a ser por tus linternas, no podríamos pasar al interior de la cabaña. ALBA: - ¡Venga, pasemos a explorar! Estoy deseando encontrar el tesoro.


MARÍA B: - ¿Pero… seguro que es por aquí? Yo no veo ningún tesoro. MARÍA H: - ¡Qué sí pesada! No ves que lo dice el mapa. Siguiendo las instrucciones del mapa recorrieron varios pasadizos. A veces pensaban que se habían perdido y otras encontraban señales que les indicaban que era el camino correcto. BÁRBARA: - Para ser una cabaña que parecía pequeña se me está haciendo muy largo el trayecto. ¿No nos habremos perdido? SONIA: - Igual es una cabaña encantada por algún mago misterioso que vivió en Villalba hace muchos años. HUGO: - No sé vosotros, pero yo cuanto más camino más hambre tengo. ¿Por qué no paramos a comer? JUDITH: - Tienes razón, a mí tanto misterio también me da hambre. MARÍA H: - Sentémonos a descansar y damos buena cuenta de los bocadillos. JORGE: - ¡Cómo me gusta la tortilla de patatas! Mientras todos estaban sentados comiendo sus bocadillos, Fernando no paraba de moverse y se fijaba en cada detalle de aquella enigmática galería de pasadizos en que se había convertido la cabaña. De pronto, al enchufar con su linterna al fondo de una especie de pequeña cueva vio algo que le llamó la atención. FERNANDO: - ¡Mirad, allí! Creo que he encontrado algo. MARÍA B: - Por favor, que sea ya el tesoro. Los niños corrieron hasta el lugar que Fernando indicaba. SANDRA: - Eso parece un cofre antiguo, pero está muy


reluciente. ALBA: - ¡Abrámoslo, abrámoslo! JORGE: - ¡Sí, sí! ¡Estoy deseando ver el tesoro! HUGO: - ¡Dejadme a mí, yo sé mucho de esto! JUDITH: - Date prisa Hugo que estamos impacientes. PABLO: - Estoy deseando ver qué hay en su interior. NEREA: - A lo mejor hay oro, mucho oro. SANDRA: - O juguetes. FERNANDO: - ¡Pues yo quiero que haya espadas! HUGO: - ¡Lo conseguí! Ya está abierto. MARÍA B: - ¿Qué hay? ¿ qué hay? HUGO: - Pues hay... ¡Un montón de monedas de oro! SANDRA: - ¡Somos ricos! DANIEL: - (Cogiendo una con la mano) Para ser monedas de oro pesan muy poco. JUDITH: - Tienes razón no pesan casi nada. HUGO: - Yo conozco estas monedas. Me he comido unas cuantas… ¡Son de chocolate! ALBA: - Pues yo quiero comerme unas pocas. BÁRBARA: - ¡Tú y todos! MARÍA H: ¡Cojamos todas las que queramos! FERNANDO: - Yo me voy a guardar unas cuantas en la mochila por si a la vuelta tenemos más hambre. JORGE: - ¡Están buenísimas! ANDREA: - ¡Me encanta el chocolate! Cuando se comieron todas las monedas, cogieron sus mochilas y se fueron en busca de la salida. Llegaron a la puerta sin problemas, salieron todos y la cerraron. SONIA: - ¡Cómo me duele la tripa! MARÍA H: - ¡No eres la única! FERNANDO: - Normal que nos duela a todos la tripa, nos habremos comido treinta chuches cada uno. PABLO: -No pensábamos que el tesoro iba a ser un montón


de chucherías. ALBA: - ¡Pero estaban deliciosas! SANDRA: - ¡Lo mismo digo! HUGO: - ¿Qué hora es? MARÍA B: - Las seis y media. DANIEL: -¡Qué rápido ha pasado el tiempo! BÁRBARA: - Y ya está anocheciendo. PABLO: - Volvamos al pueblo. NEREA: - Nuestros padres nos estarán preocupados.

buscando

Entre risas iniciaron a la carrera el camino de vuelta hacia el pueblo y cuando llegaron de nuevo a la puerta de la casa de María se despidieron. DAVID: - ¡Me lo he pasado genial! MARÍA B. ¡Ha sido una aventura maravillosa! JORGE: - ¡Inolvidable! FERNANDO: - Bueno, ya es hora de que volvamos a nuestras casas. MARÍA H: ¡Tienes razón! SANDRA: - Mañana podríamos quedar todos por la mañana para ir al campo a buscar más tesoros. DANIEL: - ¡Buena idea! ¡Estoy deseando encontrar otro tesoro! DAVID: - Bueno chicos, ¡hasta mañana! TODOS: - ¡Adiós! Tras las cortinas de una ventana situada en la casa de al lado varias madres de nuestros amigos reían con complicidad: - ¡Qué fácil es hacerlos felices y despertar su imaginación!


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