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Jose María Villalba

JOSE MARIA VILLALBA ( } N u e s t r o c o m p a ñ e r o , a m i g o y m a e s t r o D . J o s é M a r í a V i l l a l b a V e l e r t n o s d e j ó e l p a s a d o 2 2 d e a b r i l d e 2 0 1 9 ( n o h a c í a m u c h o q u e h a b í a m o s c e l e b r a d o s u j u b i l a c i ó n ) . Y n o s d e j ó p o r q u e n u e s t r o P a d r e D i o s l o l l a m ó a s u l a d o . Y é l s e f u e f e l i z . C o n e s a e s p e r a n z a del creyente que le acompañó durante toda su vida.

n los momentos buenos como en los momentos más duros y difíciles de su existencia siempre estaba sereno, tranquilo, porque, como él decía: “Estoy en manos de Dios”. Y eso le ayudaba a ver la vida con ojos de esperanza, con actitud de RESURRECCIÓN. E

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Llevaba muchos años entre nosotros ejerciendo como maestro de Primaria. Era admirable su dedicación, tanto hacia los niños como hacia el colegio en general. Era el MAESTRO, con mayúsculas. Vivía la docencia y la disfrutaba.

Durante algunos años estuvo encargado de la jefatura de estudios de Primaria, cuando no existía aún la figura de director pedagógico, trabajando codo con codo con el P. Guillermo Celià.

Cuando se le encomendó la tarea de dotar de contenido la primera aula de informática que tuvimos en Primaria no lo dudó. Empleó muchas horas de su tiempo libre para que nuestros niños y niñas pudieran estar a la última en las incipientes nuevas tecnologías, con mucha constancia y tesón, y con mucha humildad. También a los “profes” nos hizo ponernos las pilas en esa materia, entonces tan novedosa.

Y siempre con paciencia. Y siempre con amabilidad. Y siempre con una sonrisa. Sin tirar nunca la toalla, sin rendirse. Incluso en su enfermedad.

Hemos tenido una suerte inmensa de conocerlo y compartir con él todos estos años de vida y de profesión. Siempre estaba dispuesto a ayudar, a crear un entorno de trabajo agradable, a resolver conflictos. Sentía el colegio como su propia casa y lo quería como si lo fuera. Se dedicó a él en cuerpo y alma. Como dice el lema de este curso: era de “los que suman”.

Si existiera una Beca P. Celià para docentes sin duda José María la habría ganado en más de una ocasión.

Y a ti, José María, te enviamos un beso grandote y con mucho impulso para que llegue hasta el cielo y lo recibas. Para que sepas que te queremos. Y que tenemos la certeza que desde allí cuidas de todos nosotros: de tu estimado colegio, de tus queridos alumnos y de todas las personas que trabajamos aquí. m

Gracias, José María, por tu ejemplo de vida cristiana.

Carmen

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